Fic brittana " Encuentro Explosivo"- capitulo 12

La miró durante unos minutos, analizando por enésima su hermosa fisonomía. Y entonces se dio cuenta de un detalle. Una cadena colgaba de su cuello. Sin pensarlo mucho, se acercó lentamente a ella y le sacó la cadenita. Ella dio un respingo al notar el contacto de su piel. Santana sonrió al notarlo. Al sacar la cadena, se encontró con un bonito collar en forma de corazón bañado en oro. Era fino, plano, con distintos detalles en los bordes. Y un cierre.
-       ¿Te gusta?- preguntó ella sonriendo.- Me lo regaló mi madre antes de… ya sabes.
-       ¿Cómo pasó?- santana la miró a los ojos y maldijo mil veces la venda que se los tapaba. Luego se dio cuenta de la mueca de disgusto de ella y reparó en la brusquedad de su pregunta.- Lo siento, yo… No debería haberlo preguntado, perdón.
-       No, no pasa nada. En realidad no me acuerdo muy bien. Solo tenía cuatro años cuando… eso. Papá nos llevaba a todos sus viajes de negocios. Por aquel entonces no sabía muy bien a qué se dedicaba aunque, pensándolo mejor, hoy aún no lo sé. Solo sé que es científico. Siempre me dijo que hacía cosas peligrosas pero creía que me lo decía para que no me acercara a su laboratorio. Era muy curiosa en aquella época.- santana carraspeo.- Más que ahora.- Aclaró divertida.- Así que aquel viaje era como cualquier otro. Papá trabajaba mientras mamá y yo hacíamos turismo. Pero mamá estaba un poco harta. Me dejo en la habitación del motel y fue a buscar a papá. Estuvieron discutiendo un rato, supongo, cuando llegaron los dos a la habitación y papá me dijo que íbamos a pasar el día los tres juntos. Me alegré bastante porque no tenía mucho contacto con mi padre, incluso menos que ahora. Me refiero a antes de todo esto… Íbamos a salir cuando mamá dijo que había dejado el bolso en el laboratorio. Supongo que por no discutir más papá la dejó ir a ella. Él y yo la observábamos desde un pequeño balcón de la habitación. Papá me había tomado en brazos mientras veíamos como mi madre corría hacia el laboratorio. Y cuando apenas llevaba un minuto allí dentro…- las lágrimas empezaron a recorrerle la cara. Santana no soportó verla así y la abrazó. La rodeó fuertemente con sus brazos y ella le correspondió.
-       No tienes que acabar de explicarlo.
-       No, no. Quiero hacerlo. De verdad.- dijo mientras lentamente se separaba de ella y se limpia las lágrimas.- Simplemente explotó. Empezó a arder y papá me llevó corriendo al coche. Luego nos mudamos aquí. Sin nada. Ni siquiera sé porque. Lo pasé bastante mal durante un tiempo. No comía ni decía nada. Rachel fue la única que a pesar de no saber nada no me hizo el vacío. Más tarde se lo dije. Pero no le conté como sucedió. Luego vino Quinn  y después Artie…. Y recuperé el apetito y las ganas de vivir. Fin.

Santana volvió a estrecharla entre sus brazos, transmitiéndole así todo lo que sentía: tristeza, comprensión, amor, cosas que nunca imagino poder sentir por alguien más, y mucho menos, poder demostrarlo.


Media hora más tarde, ambos habían olvidado a puck. Brittany estaba tirada en la cama y santana, a su lado, acariciaba el anverso de su brazo derecho. Pasaba la punta de sus dedos una y otra vez sobre su piel de porcelana.
Ella jamás había sentido unas manos tan suaves como las suyas. Nunca la habían acariciado con tanto amor, un amor que la hacía desear su tacto. La sensación que experimentaba cuando santana recorría su cuerpo con las manos era tan limpia, tan inocente, que alcanzaba incluso ese duro núcleo de su corazón al que nadie había logrado llegar con anterioridad. Y eso le daba miedo. Miedo porque, ahora que alguien la hacía sentir bien con ella misma desde aquel accidente, era justamente la persona que la secuestró. Y eso no estaba bien.

De repente la puerta de la habitación se abrió de golpe dejando ver a un puck notablemente malhumorado, cosa rara en él.
-       ¡Sal de la habitación! ¡YA! – gritó puck asustándolas – britt dio un pequeño saltito y santana , se levantó de inmediato hacia la puerta, echó a puck y cerró la puerta con un fuerte golpe.- ¿Qué mier*da tienes ahí metido?- dijo más calmado señalando la cabeza de su compañera y amiga- ¿Serrín?
-       ¿De qué estás hablando?- preguntó santana como si no supiera de que hablaba.
-       Vamos fuera.- puck la tomó del brazo y la arrastró hacia afuera hasta llegar al porche de la casa. Sacó una cajetilla de tabaco y cogió un cigarro. Le ofreció otro a santana, quien aceptó sin pensarlo. Tras un par de caladas, puck empezó a hablar.- Es guapa.
-       Mucho.- dijo santana al notar a quien se refería.
-       Parece buena chica.
-       Lo es.
-       Sabes que estoy deseando que encuentres a alguien y dejes toda esta mier*da. Pero ella no. No está bien. Es peligroso. Y lo sabes. Solo los perjudicara a los dos.
-       No sé de que me hablas.
-       Yo creo que si lo sabes. No evadas el tema . Cuanto más tiempo lo hagas, peor.
-       El lunes llamará su padre. Quiere comprobar que está bien antes de hacer nada.
-       Ten cuidado, san. En la empresa lo subestiman. Lo toman como a un loco, pero es alguien inteligente. Mucho. Estate atenta a la conversación que tenga con… - puck miró a santana  en busca del nombre de la chica.
-      Brittany.
-        Con Brittany. Pueden tener una especie de idioma secreto y que no te enteres de nada.
-      puck, no son James Bond ni nada de eso. Apenas se ven así que dudo mucho que tengan algo así.
-       ¿Te has leído el informe?- preguntó sabiendo que santana  era muy perezosa para leer.
-       No, sabes que no me gusta hacerlo. ¿Por?
-       ¿Entonces como sabes que no se ven mucho?
Santana tragó saliva sonoramente y miró a puck a los ojos sabiendo que había hablado mas de  la cuenta.
-       ¿Te lo ha dicho ella?- ni siquiera hizo falta que le contestara.- Una cosa es que a ti te interese pero que ella te corresponda… ¿¡Es imbécil o qué?!- Exclamó puck sobresaltando a santana.
-       Déjala, ella no tiene la culpa. Es mía.
-       ¿La chica o la culpa?- bromeó puck volviendo a su estado anímico habitual. Santana sonrió y se pasó los dedos por el cabello.
-       Ambas.- dijo al fin tras unos minutos. Puck sonrió y le dio una palmada en la espalda.
-       No sé hasta que punto estás pillada pero… Si de verdad te gusta o la quieres o lo que sea, aléjate de ella. Solo la pondrías en problemas. A ella, a ti, a sus amigos, a tu familia. Todo por lo que has estado luchando se acabaría.
-       Ya lo sé, lo sé. Prometo que cuando la tenga que dejar en su casa será como si no hubiera pasado nada.
-       ¿Por qué no dejas la misión?
-       No quiero que le pongan a Evans .- replicó santana rápidamente. Lo había pensado tantas veces. Dejarlo todo, abandonar. Pero simplemente no podía. No podía dejarla ahí cuando sabía que el malnacido de Evans cuidaría de ella. Porque no lo haría, porque dejaría que muriera de hambre. Y la culpa la consumiría.
-       Puedo ponerme yo.
-       Tienes otras cosas más importantes que hacer.- puck abrió la boca para contradecirlo.- Y no me digas que no porque lo sé.- replicó santana antes de que pudiera decir nada.- Pondrían a Evans y… ya sabes como es. Tiene tan poca paciencia que…
-       Lo sé, lo sé.- interrumpió puck .- ¿estás seguro que podrás aguantar hasta que todo esto acabe?
Santana asintió.
-Vale, como quieras. Yo no voy a decir nada mientras no pase a mayores, ya lo sabes. Tengo que irme. Debería estar en el aeropuerto camino a San Francisco.- santana  sonrió y negó con la cabeza. No sabía cual era el motivo de puck para hacer lo que hacía, pero debía ser algo muy importante para hacerlo incluso con gusto.
-       Gracias, eres un buen amigo.- dijo dándole una palmada en la espalda.
-       Anda, déjate de mariconadas y entra. No se te vaya a escapar.- acabó la conversación puck con una seca risa.

Capitulo 8

Santana se quedó observando como puck se marchaba y, cuando solo distinguía un punto en la lejanía, decidió entrar. Pero no fue con Brittany . Se tiró en el sofá y, casi sin darse cuenta, se quedó dormida.
Despertó entre los gritos de la rubia . Se levantó de golpe, al oír lo que decía. “Secuestradora,” gritaba. “Ven, necesito ir al baño.” Santana se echó a reír a carcajadas. “No te rías. Va en serio. No aguanto más.” Fue a buscarla de inmediato y la llevó al baño. Pocos minutos después, un teléfono sonó. Santana fue a buscarlo rápidamente, comprobó el número y el chip y, por último, lo cogió indicándole por señas a Brittany que era su padre.

-       ¿Brittany?- ella y santana  oyeron la voz de su padre con un tono de desesperación.
-       Papá, tranquilo. Soy yo, estoy bien.
-       hija, cariño, lo siento tanto. Tu madre tenía razón, era peligroso pero yo… Creí que podría engañarlos pero no pude, son inteligentes, los subestimé y…
-       Papá. Tranquilízate. No entiendo nada.
-       Cariño a mamá… A mamá la mataron ellos. En serio creí que lo tenía bajo control pero luego… Me llamaron. Lo sabían todo. Traté de protegerlas pero… Si se hubieran quedado en casa ahora tu madre estaría…
-       No lo digas, papá. No fue tu culpa.
-       No, no. Tienes que saberlo. Antes de que te hagan lo mismo.
-       ¿No vas a darles lo que quieren?-  Brittany se asustó. “¿De verdad iba a dejar que muriera?”
-       No lo tengo yo.
-       Papá, ¿Qué quieren?
-       Tu corazón, cariño. Por eso debes protegerlo con todas tus fuerzas. Porque si lo cogen, no solo morirás tu. Será un daño para toda la humanidad.
-       ¿Pero qué…?
-       Todo saldrá bien. Te lo prometo.- interrumpió su padre.- Te quiero.
Santana, al notar que el padre de Brittany había colgado, cogió el teléfono y lo guardó. Ella estaba en shock. Un par de lágrimas le rodaron por la mejilla e inmediatamente se las limpió. Santana se sentó a su lado, le pasó un brazo por encima de sus hombros y la atrajo hacia ella.
-       Tranquila, estoy segura de que te sacará de aquí.
-       ¡No, déjame!- gritó ella levantándose de golpe.- No me toques. Tú eres como ellos. Ni siquiera sé porque confié en ti. Tú estas con ellos. Solo quieres que mi padre les de lo que sea que quieren para poder conocer a tu familia. ¿No te has planteado nunca que te están mintiendo? ¿Qué te engañan para que les hagas el trabajo sucio? ¡Porque es lo que hacen! ¡Estoy harta de que todos me mientan! ¡Quiero saber que demonios  está pasando y quiero saberlo ahora!

Cuando acabó de gritar, se arrancó la venda. Una luz cegadora le impidió la visión durante unos segundos. Santana estaba estática, sin saber que hacer, se había quitado el pasamontañas, desde hacía tiempo. Britt  Se frotó los ojos y, tras unos segundos, la vista le empezó a aparecer lentamente. Y entonces la vio. Observó detenidamente cada detalle de su rostro. Un rostro que parecía tallado por mismísimos ángeles. El largo cabello oscuro le caía desordenado por toda la espalda, dándole un aspecto desenfadado. Los ojos le brillaban, signo de cansancio. Sus Gruesos labios estaban apretados, formando una recta línea. Apretaba la mandíbula, marcando aún más los ángulos de la cara.

Brittany abrió ligeramente la boca. No se lo podía creer. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Esa voz…
-       Eras tú… la de la secretaria en el tercer piso. Tú estabas en McDonald’s el día que…
-       britt, puedo explicártelo, yo…
-       ¡Cállate! Por eso no querías que te viera, porque ya te conocía…
Brittany salió de la habitación, sin saber muy bien porque. Se quedó estática en mitad de la sala cuando divisó una carpeta amarilla con su fotografía en un borde. Fue corriendo agarrarla. Santana la seguía y cuando la rubia empezaba a abrir el sobre, la tomó por la cintura.
-       ¡Suéltame!- gritó a la vez que le propinaba un golpe en las costillas. Santana la soltó, más por el dolor de costillas que por voluntad propia.

La rubia aprovechó para salir corriendo hacia el baño. Cerró la puerta con pestillo y se sentó tras esta. Abrió la carpeta y empezó a hojear los múltiples documentos que de ella salían sin ningún tipo de orden. Algunas fotografías caían por todos lados. De ella patinando, bailando, en la escuela, en su habitación, en casa de Rachel, con Artie, con Quinn. Algunas de hace unos años, otras de hace unos días.

Un papel con una fotografía de su madre le llamó la atención. Salía sonriente con ella en brazos, recién nacida. Justo al lado, otra de un día antes de la explosión. Y a continuación una explicación a ese misterio en el que piensa cada dos segundos. Paso por alto los detalles que ya sabía: nombre de la víctima, día de la muerte, vía para asesinar. Paró cuando vio la palabra motivo.

Motivo: advertir al creador del experimento AGCM8C (Alteración Genética con Células Madre 8 C.). Conseguir la fórmula o, en su defecto, su hija.
Cuanto más leía, más preguntas de las que ya tenía le aparecían en su retorcida mente. ¿En que estaba metido su padre? ¿Por qué tenían que advertirlo? ¿Por qué la querían a ella?

Tres golpes secos en la puerta sonaron.
-       Sal, por favor.- escuchó la ronca voz de santana.- Tenemos que hablar.

Minutos después se encontraba tomando café junto a una chica  de cabello oscuro en el mugriento sofá de una casa alejada de la sociedad. Santana la miraba, ella esperaba que empezara a hablar. La taza de café le quemaba las manos, el humo que salía de ella le aguaba los ojos. Quizá los tenía así por otra cosa.
-       Estoy esperando una explicación.- dijo cuando estuvo segura de que no se le quebraría la voz al hablar.
-       ¿Qué quieres que te diga? Ni siquiera sé lo que has leído.- contestó la morena intentando aparentar indiferencia.
-       Me tienes secuestrada, deberías saber el motivo.
-       Debería pero no lo sé.
-       Pues voy a ir a averiguarlo.- sin pensarlo dos veces, dejó la taza en la mesa y se levantó directa a la salida. Cuando estaba girando el pomo, la misma mano  que días atrás había visto, le agarró con fuerza la muñeca. La arrastró hacía el sofá y la obligó a sentarse a su lado. Aún con sus manos entrelazadas, santana empezó a hablar.
-       Veras, no sé mucho. Solo que mi jefe quiere algo de tu padre que por lo visto tiene que ver contigo. Se suponía que yo solo tenía que vigilarte y no… darte explicaciones.
-       No se te da bien secuestrar.
-       Ya lo se.

Un silencio incómodo invadió la sala. Santana aún sostenía su mano y la acariciaba con el dedo pulgar. Ella  aparentaba que no se daba cuenta o de verdad no lo hacía. Santana lo disfrutaba. Amaba el roce de su piel: suave, blanca, fría. Siempre. Empezó a juguetear con sus dedos de manera delicada, lentamente.

Finalmente juntó su palma de la mano con la de ella. La miró a los ojos. Brittany miraba sus manos. Santana , poco a poco, las iba entrelazando. Ella la miró a los ojos. San l le sonrió, volvió la vista a sus manos de nuevo. Luego resoplo y se tiró hacia tras, apoyando la cabeza en el respaldo del sillón y cerrando los ojos fuertemente. Se frotó los ojos con la otra mano y suspiró. Retiró su mano de la de santana y se levantó del sillón. Volvió a la habitación donde había estado encerrada durante días. Cerró la puerta.

La morena, al otro lado, se debatía entre entrar o dejarla a solas. Optó por la segunda opción, debía darle tiempo para asumir todo aquello. Además, debía llamar a su jefe o sospecharía algo. Tres toques dieron hasta que lo atendieron. La secretaria la mandó esperar unos minutos y luego su jefe cogió el teléfono.

-       ¿Qué opinas, López?- preguntó de verdad interesado su superior.
-       No lo sé.
-       Vamos, algo deberás pensar.
-       Que el científico está loco.- su jefe soltó una carcajada. La puerta de la habitación se abrió.
-       ¿Algo que no sepamos ya?- volvió a reír.- Brittany  asomó la cabeza.- Hemos puesto a los investigadores en marcha. Eso del corazón de la niña… Es una pista, estoy seguro. Una pista para que la chica se dé cuenta de donde está la fórmula. Te llamaré cuando sepamos algo.
Apenas le dio tiempo a colgar cuando vio a Brittany acercarse a ella. Estaba enfadada, lo veía en su mirada.

-       Mi padre no está loco. Aquí los únicos que estáis mal de la cabeza son ustedes. No sé qué están buscando y tampoco lo quiero saber. Ni siquiera quiero saber qué es lo que hace mi padre tan importante. Lo único que quiero es que me dejen  en paz. Si es algo relacionado con su trabajo, yo no sé nada. ….Por favor.- empezó su pequeño discurso muy enfadada, prosiguió bajando el tono y acabó suplicando.

Santana la miraba angustiada. En su cara se veía todo el dolor que estaba guardando, todo lo que no quería mostrar. Y aunque daría lo que fuera por ayudarla, por sacarla de allí corriendo y llevarla a un lugar a salvo, no podía. Y eso le dolía, mucho.
-       Sabes que si fuera por mi te llevaría donde quisieras, pero no puedo. Tienes que quedarte aquí.
-       ¿Hasta cuándo? Mi padre nunca les dirá nada. Me tendrás que matar. Y no sabrán nunca lo que están buscando.
-       No voy a matarte.
-       ¿Ni aunque te lo pidan?
-       ¿Y qué si me lo piden? ¿No decías que solo me utilizan? Pues a lo mejor me he hartado de que lo hagan.
-       Quizá no lo hacen.
-       Quizá sí.
-       ¿Y arriesgarías todo por mí?
-       Puede.
Ella, sorprendida y a la vez complacida, fue corriendo a abrazarla.

Mhm, vaya raro encuentro. No es muy normal platicar 

y tomarte un café como sin nada con quien te secuestra,

¡Pero es lo más dulce! Siento que tanto Santana como

Brittany están siendo utilizadas y que ademas...el padre

de la ultima los defraudara a todos. 

La pista del corazón de Brittany  me confundió ._. 

tal vez está la clave en algún objeto con forma de

corazón ¡Bingo! No que inteligente soy XD

Por cierto, por si no la habras notado...soy tu nueva 

lectora...cheers Un gusto leerte. Espero el próximo. 

  Capitulo 9

Estuvieron abrazadas unos minutos. Ella con su nariz en el cuello de la morena, aspirando el rico aroma que desprendía. Santana  acariciaba el pelo de ella. Brittany, se sentía segura. Mientras estaba ahí acurrucada, se le ocurrió una idea. La idea de cómo sobrevivir. Y sin pensarlo demasiado, lo dijo. Lo soltó. Y ya no había marcha atrás. Luego tendría que espabilarse sobre la marcha.
-       Ya sé donde está lo que buscan.- susurró. Santana se tensó de repente. No se lo esperaba. Tragó saliva sonoramente. Ella suspiró. Se acurrucó más en su pecho.- ¿Qué va a pasar ahora?
-       ¿Dónde está?
-       En casa.
-       Vamos.- santana la cogió de la mano y la llevó al coche. Ella se ató el cinturón mientras la morena  ajustaba el retrovisor.- Te llevaré a casa e irás a mirar donde crees que hay…eso.
-       ¿Y luego? Yo no quiero que pase nada malo. No sé que quiere mi padre que haga. ¿Y si no tenía que decírtelo?
Santana se giró a mirarla. Ella jugueteaba con sus dedos, absorta en sus pensamientos, le levantó el mentón, obligándola a mirarla.
-       Nada malo va a pasar, ¿vale? Y si pasara, que no es el caso, no sería tu culpa. Este es un problema entre tu padre y mi superior, tú y yo solo somos las que recibimos. Ya verás como todo va a salir bien.- acabo de decir mientras le sonreía.

A Brittany le recorrió un escalofrío la espalda. Esa sonrisa… No podía ignorar que era extremadamente guapa. Y eso,  a veces, le hacía sentir incómoda. Apartó la mirada de ella  y la volvió a dirigir a sus dedos, con los que aún jugaba. Santana arrancó el coche y le cogió una mano. Le acariciaba la palma. Ella se dejaba. ¿Qué iba a hacer? Le gustaba, se sentía protegida. Sabía que estaba mal, que ella solo lo hacía para que no le causara más problemas, pero no podía evitar esa sensación de paz cuando sus pieles se rozaban. Esa sensación que hacía olvidarse de todo por unos instantes. Esa sensación que le provocaba enormes sonrisas que no mostraba. No las mostraba porque no estaba bien. Porque ella sabría que le gustaba, sabría una de sus debilidades y eso le acabaría jugando una mala pasada.

Santana la observaba de reojo de vez en cuando. Ella miraba por la ventana con la cabeza apoyada en esta. Cada pocos segundos, cerraba los ojos unos instantes, suspiraba y hacía alguna mueca con su rostro. Su perfecto rostro. Sus labios finos que no podían dejar de temblar por los nervios, su nariz pequeña y respingona, sus ojos azules pero  poco expresivos por los duros acontecimientos de su vida, su rubia y  larga melena  que la hipnotizaba cuando la movía. Se preguntaba en que estaría pensando, que le rondaría por esa cabecita que parecía tan ocupada. Si fuera por ella, lo mandaría todo a la mier*da ahora mismo y se la llevaría lejos de ahí donde nadie pudiera molestarlas jamás. Pero sabe que ellos la  encontrarían de todas maneras.

De repente, Brittany giró la cabeza. La miró detenidamente y frunció el ceño. Se mordió el labio inferior.
- ¿Cómo te llamas?- preguntó dudosa. Ella  rio entre dientes y negó lentamente.
-Santana, Santana López.- contestó con una amplia sonrisa en sus labios. Ella suavizó el rostro y se volvió de nuevo a la ventana. Suspiró.
- ¿Cuántos años tienes?- preguntó está vez con la vista en el paisaje.
- ¿Cuántos me echas?- le contestó divertida, olvidándose por unos instantes de su situación, olvidándose de las consecuencias. Intentando disfrutar del momento como si fueran dos chicas normales que salen a divertirse porque se gustan. Intentando disipar la pared de humo que se había formado tan solo unas horas antes porque ella se había quitado una venda. Una venda que le abrió las puertas del cielo y el infierno a la vez.

Ella se giró a observarla, a detallar cada milímetro de su rostro como si de esa manera pudiera saber con exactitud su edad.
-       Diecinueve.- contestó ella segura minutos después.
-       Y eso lo has sabido por…
-       Porque no tienes más de veinte, pero tampoco te pedirían que me secuestraras si tuvieras solo dieciocho.
-       ¿Y en que manual has leído eso?- preguntó burlona. Ella se encogió de hombros.
-       Solo me ha parecido que tenías esa edad.
-       Has acertado.- santana  sonrió un poco y dirigió la vista a sus manos, las cuales aun seguían entrelazadas.
-       ¿Por qué…? – dijo señalando sus manos levemente con su cabeza. Santana se encogió de hombros.
-       ¿Te… molesta?- Inquirió la morena preocupada por tener que romper el contacto. Ella se encogió de hombros y apartó la vista hacia otro lado.- ¿Estás segura de qué sabes dónde está?- dijo intentando disipar la tensión que se había creado ante su última pregunta. Quizá lo que había preguntado ahora tampoco era muy apropiado.
Ella suspiró, hizo un par de muecas y se removió en su asiento.
-       No lo sé.- dijo finalmente.- Solo es una intuición. Ni siquiera sé lo que buscan.
-       Cuando lo encuentres, no me digas que es.
-       ¿Por qué?- entrecerró sus ojos mientras la miraba, como si pudiera leerle la mente.
-       Te traerá menos problemas.
-       ¿A mí o a ti?
Santana calló unos segundos. Meditó su respuesta.
-       A los dos.
Brittany suspiró y se recostó en el asiento. Miró por última vez sus manos entrelazadas y cerró los ojos cayendo en un profundo sueño sin siquiera darse cuenta.

Llegaron a casa de Brittany sobre las tres de la tarde. El sol pegaba fuerte y deberían ir con cuidado que ningún vecino entrometido los viera. Santana se giró para despertarla. La observó durante unos segundos. ¿Cómo había acabado así? ¿Cómo se había podido enamorar de su rehén? Porque sí, se había enamorado. Y no estaba loca o enferma. Simplemente la quería. Así de sencillo. No había que darle más vueltas.

Le dio un par de golpes en el hombro. Ella abrió los ojos y al ver donde estaba reaccionó enseguida. Miró alrededor y sonrió al ver que la señora Pillsbury, la vecina de al lado, había comprado geranios. Otra vez. Nunca aprendería que si no las riegas se le van a secar. Nunca. Sonrió también cuando vio que el señor Scott había pintado la verja de blanco. Recordó que ella y Artie se la habían manchado sin querer de pintura roja hacía un mes. Suspiró. Artie. Lo echaba de menos. Echaba de menos que la regañara en el trabajo, que la invitara a salir y sus juegos cariñosos. Miró a santana , quien la miraba a ella. Abrió la puerta y empezó a salir cuando un brazo la detuvo.
-       ¿Qué?- lo miró confundida.
-       No puedes salir así como así. Hace días que no te apareces por aquí y ahora no puedes…
-       Eh, calma. A estas horas no hay nadie por aquí.
-       ¿Segura?- preguntó  con desconfianza.
-       Totalmente.
Ambas bajaron del coche y se dirigieron a la casa. Santana abrió con las llaves de ella. Al entrar, ella se quedó petrificada. Le parecían siglos desde la última vez que pisó su casa. Todo seguía exactamente igual. A su derecha, una pequeña mesa donde deberían descansar sus llaves, un espejo y un perchero con un par de chaquetas decoraban la entrada de la casa. A su izquierda, unas escaleras subían al piso superior. Justo enfrente, se veía un poco de salón y si dirigías la vista un poco hacia la derecha se distinguía la cocina con los platos sucios de aquella mañana en la que salió con prisas por no llegar tarde a clase y se dijo que lo ordenaría después. Ahora veía que ese después quizá no fuese nunca. Ahora veía que debería haberlo hecho cuando podía, que no debía dejar las cosas para un después, para un mañana que quizá nunca llegue. Ahora veía que debía arriesgarse a hacer eso de lo que hace unos minutos no estaba segura. Ahora o nunca.
La voz la de santana la sacó de sus pensamientos.
-       ¿Eres tú? –preguntó señalando unos cuadros con fotos que adornaban el pasillo. Ella asintió un poco, sin darle demasiada importancia.

Empezó a subir las escaleras sigilosamente mientras santana seguía embelesada contemplando las fotografías. Llegó al piso de arriba y se dirigió a su habitación. Puede que por los días que habían pasado sin su presencia allí o puede que solo fuera impresión suya pero la veía vacía, como si le faltara algo importante. Quizá lo que faltaba era ella. Tras su cautiverio había cambiado, normal, había derivado a una versión de ella mucho más madura de lo que ya era. Una versión que dejaba de compadecerse de sí misma por la muerte de su madre y el medio abandono de su padre y se centraba en sobrevivir al día a día que, ahora, se daba cuenta que estaba lleno de injusticias y baches que debía sobrepasar para ser feliz.
Echó una mirada a su habitación, consciente de que podía ser la última. Miró los pocos pósters que colgaban de las paredes, las fotos en el cabecero de su cama, su cadena de música, la colección de películas y libros que reposaban sobre la estantería caoba del fondo de la habitación. Todo le parecía perfecto. Si no salía bien, echaría en falta ese rincón del mundo donde había pasado tanto tiempo. Suspiró. Cogió el bate que su padre le había regalado años atrás con la finalidad de empezar alguna actividad juntos y estrechar lazos. Se puede apreciar en la nulidad de sus habilidades en el béisbol que el propósito había fallado. Pero había conservado el bate como recuerdo. Con él en la mano, volvió a bajar las escaleras, con cuidado de no hacer ruido.

Mientras, santana  seguía embobada mirando las fotos del pasillo. Le parecía como si estuviera en un museo dedicado totalmente al paso de los años en la vida de la rubia . Fotos de su madre embarazada, de ella recién nacida, ella desnuda con apenas unos meses, de chiquita en la playa, la escuela y de excursión. Los años pasaban y se veía la evolución de la niñita feliz de los primeros años, a la triste y amargada de los intermedios para llegar a la indiferente de los últimos años. Paseaba su vista por todas y cada una de las fotografías, tratando de quedarse con su favorita. Le era imposible. Dirigió su vista al salón donde vio que habían unas cuantas fotografías más y se dirigió hacia allí. Inmediatamente vio una que le cautivó. Aparecía ella, quizá con unos trece o catorce años. Estaba sentada en el suelo a modo de indio, en sus manos sujetaba una flor blanca y miraba hacia arriba, al objetivo de la cámara. El pelo lo llevaba recogido en dos trenzas que le favorecían muchísimo y llevaba una camisa de cuadros. Una sonrisa le surcaba la cara. Se la veía feliz. Se agachó a recoger el marco, le dio la vuelta y empezó a sacar los clavos. Iba a llevar con él esa fotografía siempre.

Brittany acabó de bajar las escaleras, con el bate tras ella. Al no ver a santana  en el pasillo le entró el pánico pero en seguida se tranquilizó al verla en el salón. Se acercó  por detrás, sin hacer el menor ruido. Se colocó justo detrás de la morena , intrigada en que estaría haciendo parada ahí en medio. Recordó su propósito y sacudió su cabeza de un lado a otro alejando las distracciones. Levantó el bate dispuesta a partirle la cabeza a santana  cuando…
-Ni se te ocurra hacerlo.- dijo santana a la vez que se giró. Tomó a Brittany por la muñeca en la que sujetaba el bate y la bajó lentamente. Ella soltó el bate provocando un pequeño estruendo. Santana dejó resbalar su mano de la muñeca a la mano. Con su otra mano, cogió la de ella. Las entrelazó. Y entonces alzó la vista encontrándose con su mirada apenas a unos centímetros.


Unos centímetros separaban sus cuerpos, sus caras, sus labios. Sentían la respiración la una de la otra. Agitadas, rápidas, nerviosas. Santana quería hacerlo, Brittany tenía dudas.la morena  quería dejarse llevar por el momento, ya se arrepentiría después. La rubia veía todo muy extraño, alejado de lo que nuestra sociedad considera normal. Veía a santana acercársele y aunque su mente le ordenaba que se alejara no podía. Sus piernas no respondían. Élla paró cuando solo quedaba un milímetro que los separaba. La miró a los ojos. Brittany hizo lo mismo. Y no sé que vería santana en los de ella pero se alejó de golpe. Sin decir nada, igual de lentamente que se había acercado, sin despegar la vista de sus ojos. Quizá vio miedo o inseguridad. O quizá recordó que hace unos segundos le quería atizar en la cabeza. Quien sabe? Solo sabemos que se alejó y que eso, en parte, era lo mejor que podía hacer.
-       No sabes donde está ¿verdad? – preguntó santana dejándose caer en el sofá. Ella no contestó.- No pasa nada, puedes decírmelo.
-       Tengo... sospechas.- dijo Brittany insegura. ¿Debía decírselo? ¿Y si la traicionaba?
-       ¿En qué consistía tu plan después de atizarme?-preguntó con una sonrisa burlona.
-       No te rías.- Dijo ella tirándose a su lado en el sofá.- Supongo que hubiera comprobado si mis sospechas eran ciertas. Luego habría intentado contactar con mi padre o… yo que sé. No había pensado en eso todavía. Suerte habría tenido si te hubiera dado.
-       Puede que tengas razón.- santana volvió a tomar la mano de Brittany y empezó a acariciarla.- ¿Y dónde dices que está eso?
-       En realidad ni siquiera sé que busco así que podría tenerlo en las narices y no saberlo.-Pasaron unos minutos sin decir nada. La morena acariciando su mano, ella se dejaba hacer.- ¿Crees que si no lo encuentro a tiempo me harán algo? O peor, ¿Y si le hacen daño a mi padre?
-       No lo sé.- contestó frunciendo el ceño.
-       ¿Crees que te lo pedirían a ti?
-       No lo sé.- volvió a contestar. Ambas suspiraron a la vez. Eso les hizo sonreír.- ¿De quién son? – preguntó mientras señalaba unas estanterías situadas cerca del televisor. En ellas había decenas de fotografías de famosos, todas firmadas.
-       Eran de mi madre pero me las dejo a mí. Y ahora yo sigo la colección.
-       ¿Y qué tienes que hacer?- volvió a preguntar mientras se levantaba e iba a ver las fotografías. Todo esto sin soltar su mano.
-       Pues acudir a la mayoría de sitios donde van ellos, ir con su fotografía más conocida y hacer que te la firmen. Luego la plastificas y se guarda en orden alfabético.
-       ¿Y eso para qué sirve?
-       No sé, pero a ella le gustaba. Yo sé que se sentía orgullosa de esto. ¿Por qué dejar de hacerlo? A ella le hacía feliz.
Santana soltó la mano de Brittany  y se puso a curiosear entre las fotografías: Michael Jackson, Bruce Springsteen, The Beatles, Queen, Rolling Stones, Tim Burton, Jhonny Depp y decenas más. Ella, sin saber muy bien el porque, le rodeó la cintura por detrás y apoyó la cabeza en su hombro. Cerró los ojos y respiró profundo. Olía tan bien. Santana tuvo un escalofrío al sentirla tan cerca pero no pudo por más que sonreír. Algo en la boca de su estómago empezó a moverse. Una especie de cosquilleo que subía hasta su garganta y volvía a bajar. Una sensación molesta y agradable a la vez. Algo que le hizo tomar quizá la decisión más peligrosa  de su vida pero si salía bien, podía desembocar en lo mejor que nunca haya hecho.

Giró su cabeza lentamente hacia la derecha y la observó unos segundos. Su mirada perdida la hicieron dudar, dudas afloraron sin remedio en su cabeza. Cientos de dudas. Pero entonces lo hizo. Ella sacudió su cabeza, se giró a mirarla. Y le regaló una sonrisa. Una sonrisa sincera. Una sonrisa que le daba confianza. Una sonrisa que le decía que para ella, no era una mala persona, no era su secuestradora. Que simplemente era alguien a la que después de todo, apreciaba y le hubiera gustado conocer en otras condiciones. Y eso hizo que sus dudas desaparecieran.

Cerró los ojos y se acercó lentamente a ella. Hasta juntar sus labios. Hasta sentir el sabor de su boca. Ese sabor que nunca había probado pero que tanto extrañaba. Brittany posó sus manos en el cuello de santana, quien ladeó la cabeza para intensificar el beso, tomándola por las caderas, resbaló su lengua por los labios de la rubia, quien gustosa la recibió. Y jugaron, pelearon, se buscaron. Pararon. Suspiraron. Sonrieron. Hasta que santana lo dijo. Lo susurró, separándose lo suficiente para poder hablar.
-       Vámonos. Escapemos de todo esto. Quema lo que sea que buscan y larguémonos. A algún lugar lejano. Solas tú y yo.

¿Había oído bien? Escaparse juntas, dejarlo todo atrás por alguien a quien apenas conocía. Rectifico. Por alguien a quien no conocía de nada. Alejarse de un mundo que no le acababa de gustar pero en el que se sentía a gusto. Quizá porque es lo único que ha conocido. Un mundo en el que tiene que arreglárselas  sola, en el que  no mucha gente se preocupa por ella. Aunque dicen que mejor la calidad que la cantidad. ¿Estaba dispuesta a dejarlo todo por ella? ¿A abandonar a sus amigos, su padre por alguien que la había secuestrado?... Puede que sí.

Santana la miraba con ojos suplicantes. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Decir que sí y mandarlo todo a la mier*da? ¿Se podía hacer eso sin tener remordimientos toda la vida? Brittany se mordía su labio inferior cavilando esa descabellada propuesta. Santana  le agarró las manos mientras se debatía interiormente si había hecho bien o no.

Brittany soltó sus manos. ‘Batalla perdida’ pensó santana. Ella se acercó a las fotografías.  paso una a una rápidamente, como si supiera exactamente la que buscaba y las otras no importaran. Paró al ver a Diana Ross. No le entusiasmaba su música pero esa fotografía era tan especial… La cogió y  la miró de cerca. En ella Diana salía sujetando a un bebé.
-       Mira. Soy yo.- dijo Brittany  mostrándole la fotografía a santana.- Fue la primera foto que hice con mi madre de la colección. Bueno, según ella, yo no me acuerdo. Es la única tomada y firmada al momento. Ni te imaginas lo que le costó a mi madre conseguirla.-contaba esto llena de alegría, de entusiasmo. Santana no contestó nada, solo la miró sonriendo.

Brittany miró la foto de nuevo y suspiró. Se la acercó a la nariz y aspiró su aroma. No se explicaba como pero esas fotografías aún olían a ella. Santana la miraba de manera… rara. No sabía como describirlo exactamente. Ella lanzó la mirada y la posó en sus ojos oscuros. ¿Irse con ella ante el riesgo de no poder volver nunca o quedarse ante la seguridad de lo malo conocido? Ambos casos traían problemas.
Miró a santana una vez más antes de tomar una decisión. Olvidarlo o tenerla.
Se dio la vuelta lentamente y luego empezó a correr hacia el piso de arriba. Mientras subía las escaleras, escuchó una melodía. Llamaban a santana.

Se apresuró a ir a su habitación. Echó un vistazo rápido. Cogió su bolsa de deporte y en ella metió tres fotos. Una con sus padres, otra con Artie y otra con Quinn y Rachel. Luego metió la de Diana. Se agachó y miró bajo la cama. Levantó un tablón del suelo y metió la mano en el hueco. Cogió un bote rayado y lo puso dentro de la bolsa. Abrió su armario y cogió un jersey de lana grueso que no se ponía desde hacía años. Lo puso en la bolsa también. Luego cogió un pantalón de campana que no le gustaba demasiado y unos cortos rojos. Ninguna de las dos cosas se las ponía. Cerró el armario y abrió un cajón. Cogió un recambio de ropa interior. Lo cerró. Se puso a buscar por la habitación mirándolo todo. Vio un pequeño libro de poemas que le encantaba. Pero decidió dejarlo en su lugar. Siguió recorriendo con su mirada la habitación. Vio la saga de Harry Potter, tanto en libros como en películas. Y a su lado, la de Los Juegos Del Hambre. Decidió dejarlo donde estaban. Miró hacia el ordenador, al lado había una pila de CD’s piratas. Decidió coger unos cuantos, estaban recién grabados y nadie se daría cuenta de su desaparición. Se acabó. Su vida recogida en unos pocos objetos, en unos pocos minutos.

Se miró a ella misma en el espejo que había detrás de la puerta. Sonrió al recordar las veces que le había insistido a su padre para que lo colgará. Acabó haciéndolo Artie . En parte fue bueno, gracias a la tozudez de su padre se dio su primer beso. Hacía dos años de eso y le parecía ayer. Parecía ayer cuando Artie se mudó unas casas más allá, cuando sin siquiera conocerlo entró a su casa. Entró con la excusa de presentarse a los nuevos vecinos pero en realidad quería comprobar si la historia era cierta. Corría el rumor por el barrio que en el sótano de la casa vivían vampiros y que cada cierto tiempo aparecían como si fueran simples humanos. Pudo comprobar de primera mano que no era así. Suspiró. Siempre había creído en esos seres. Vampiros, hadas, ninfas. Todos la tomaban por tonta. Al mirarse al espejo, comprobó que su aspecto era bastante peor de lo que creía. El pelo enredado, su ropa manchada y un olor extraño. Suspiró. Ya se ocuparía de su aspecto más tarde.

Dio un último vistazo a esa habitación que encerraba tanto buenos como malos momentos antes de cerrar la puerta por última vez. Lo hizo lentamente, como si se despidiera de ella. Bajó las escaleras corriendo y continuó hasta llegar al comedor. Santana estaba sentada con la cabeza entre las piernas mientras se la agarraba con las manos.
-       ¿Nos vamos o no?- preguntó ella al verla así. Creyó que se había arrepentido.
Santana levantó la cabeza y la vio allí de pie con la bolsa a sus espaldas. Una sonrisa le surcó la cara aunque, pocos segundos después, desapareció con la misma fugacidad que había aparecido. La miró largo y tendido detenidamente. Se levantó del sofá y se acercó a ella. Le tomó la cara con las dos manos y pegó su frente a la de ella. Le dio un beso, tan fuerte que las hizo tambalear. Lento, profundo. Se separaron. Le cogió la mano.
-       Vámonos.- dijo santana mientras correspondía la sonrisa de Brittany .