FanFic Klaine: Help me - AVISO

Advertencias: Esta historia puede contener violencia explícita, mal lenguaje y situaciones difíciles, si tienes problemas con cualquiera de estos temas, te recomiendo que no sigas leyendo. Glee y sus personajes no me pertenecen, todo es propiedad de Ryan Murphy, sus colaboradores y la cadena televisiva Fox.

05.

—Hola.

Me sobresalté, reconociendo la voz en ese instante. ¿Por qué de todas las personas que existen en el planeta debía encontrarme justamente con él? No era justo, y mucho menos en el estado en el que me encontraba; con frío, pálido y con los labios más oscuros que una mora mientras temblaba como un chihuahua en el medio de un terremoto. Patético.

—¿Quién está ahí? —preguntó Blaine. Sentía sus pasos acercarse cada vez más al lugar donde me encontraba acurrucado junto al viejo roble.

—S-soy yo —mi voz apenas fue un murmullo que el frio viento se llevó. Esperaba que él me hubiera escuchado. Hubo un momento de silencio y el pánico me apoderó. Por un momento creí que solo se había marchado, abandonándome a mi propia suerte.

—¿Kurt? —escuché como sus pasos se aproximaban velozmente hasta que logré ver su oscura silueta entre los copos de nieve y el viento que se lograba apreciar como una neblina blanca en la oscuridad. Sentí sus profundos ojos avellanas mirar hacía mi dirección, pero no me inmuté, mis músculos no respondían a mis órdenes.

Se acercó a grandes zancadas para finalmente ponerse en cuclillas frente a mí. Tenía puesta una bufanda gris y un gorro rojo de lana. Sobre sus hombros, llevaba una chaqueta impermeable que traía desabrochada, lo que me dejaba apreciar con claridad lo abrigado que estaba con una camiseta gruesa y un sweater polar. Se bajó la bufanda y me miró escéptico.

—¿Qué haces aquí?

Acercó una mano para tocarme la frente, pero al hacerlo la apartó de inmediato.

—Estás congelado. Dios, Kurt. Puedes morir estando aquí afuera. Acompáñame. —no era una sugerencia, más bien una orden. Negué sin formular palabra alguna, estaba temblando. Él se puso de pie y me tomó del brazo, impulsándome y obligando a mi cuerpo a levantarse—. No dejaré que mueras por el frío aquí. Te llevaré a mi casa y en el camino me explicaras el porqué de estar aquí sentado y congelándote.

No podía moverme, fui consciente de ello cuando intentó hacer que caminara. Los músculos de mis piernas no reaccionaban y dolían de una forma espantosa. Negué, mientras que, con miedo, me aferraba a la cintura de Blaine para evitar caerme.

—No me puedo mover —mi voz salía entrecortada por la fuerza que hacían mis pulmones en su intento desesperado por inhalar aire caliente. Lo sabía, había prestado atención en las clases de Biología, estos eran los primeros síntomas de una persona que sufría de hipotermia.

No supe que más ocurrió después de eso, mis piernas no pudieron seguir soportando mi peso y caí inconsciente sobre la nieve.

Cuando abrí mis ojos, estaba sentado en el asiento del copiloto de un auto desconocido. El aire caliente de la calefacción encendida chocaba contra mi mejilla y pude jurar que nunca había sentido algo tan celestial como una simple ráfaga de aire caliente infiltrándose en mi cuerpo. Me volteé y vi a Blaine sentado detrás del volante, justo en ese ese momento él dirigió su mirada hacía la mía y suspiró. Se quitó la bufanda y con cuidado la enrolló alrededor de mi cuello, sin siquiera desviar la vista del camino.

La bufanda tenía su aroma dulce y estaba tibia por dentro. La lana era suave y me producía un leve cosquilleo con cada movimiento.

Tal vez él no fuera tan malo después de todo, pero aun así, descarte aquella conclusión. No confiaba en él.

—¿Y bien? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué?

—Te escucho, Kurt.

Como podría explicárselo con suavidad. "Mi padre en vez de golpearme me arrojó fuera de nuestra casa para que muriera por el frío”.

No, no era conveniente que él tuviera esa información. Intenté crear una mentira convincente.

—Salí a dar un paseo y comenzó a nevar, solo un poco. Luego la tormenta se hizo más fuerte y me di la vuelta para regresar pero no lograba distinguir los caminos. Entonces me senté bajo el árbol y esperé que la tormenta terminara… Pero como puedes ver la suerte no está de mi lado —dije sin titubear, intentando que la mentira sonara lo más creíble posible y que no sospechara que lo estaba engañando.

Hizo una mueca, y por primera vez pude ver su rostro realmente. Tenía una nariz entre recta y redondeada de un tamaño que se veía bien en su rostro. Sus labios eran de un color rosa pálido, pero no sabía si eran así o por el frío. Su labio superior era ligeramente más fino a comparación con el superior que era carnoso y un poco más oscuro. Tenía una barba de un día cubriendo la parte inferior de su rostro. Sus mejillas eran lisas, sus pómulos levantados lo que le daba una forma ovalada a su rostro. Su mentón estaba partido ligeramente por la mitad. Sus ojos eran grandes y expresivos, y estaban rodeados por unas largas y finas pestañas de color negro. Sobre ellas, unas espesas cejas del mismo color.

Sus ojos se salieron por un momento del camino para mirarme fijamente, antes de desviar su mirada de regreso a la carretera. Me sentí intimidado, por lo que me volteé para observar por la ventana y acurrucarme contra el asiento de piel mientras esperaba en silencio su respuesta.

Suspiró antes de hablar: — ¿Cómo pudiste perderte? —preguntó.

Me encogí de hombros mientras juntaba mis congelados labios y esperaba que la calefacción me calentara lo suficiente como para dejar de temblar. Aunque no sabía con exactitud si estaba temblando por el frío o por el miedo y el rechazo que tenía hacía él. — No lo sé.

El camino fue una eternidad, por más que solo hubieran pasado cerca de dos o tres minutos. Aparcó el auto, sacando las llaves del panel y abrió la puerta, mientras yo abría los ojos para encontrarme frente a una majestuosa construcción. Jamás pensé que de cerca sería aún más enorme. A través de las ventanas lograba apreciar un ambiente acogedor; las luces estaban encendidas y en lo que parecía ser la sala de estar había una gran chimenea encendida.

La puerta de mi lado se abrió y vi como la mano de Blaine se acercaba a la mía para agarrarla firmemente y sacarme de allí con cariño. Me cubrió con un brazo para que el frío no me volviera a consumir y, luego de bloquear el auto, me llevó adentro a pasos rápidos. Entramos y sentí como un aire cálido y suave se aferraba contra mi vulnerada piel. Miré a mi alrededor boquiabierto, jamás hubiera pensado que su casa sería así de grande.

Y si por mí fuera lo haría con gusto. Tengo un par de fics pendientes que no quiero que queden en el olvido... ¡¡¡Estudiar en vacaciones es lo peor!!!

P/d: Una tercera parte de "Amor sin barreras"..... ¿no suena lindo? (Bu, ya se que no la hay xD).

Advertencias: Esta historia puede contener violencia explícita, mal lenguaje y situaciones difíciles, si tienes problemas con cualquiera de estos temas, te recomiendo que no sigas leyendo. Glee y sus personajes no me pertenecen, todo es propiedad de Ryan Murphy, sus colaboradores y la cadena televisiva Fox.

06.

Al entrar la luz casi me cegó por completo. Había varias luces encendidas a medida que Blaine me hacía avanzar, guiándome con sus manos firmes sobre mis hombros. Estábamos en la sala de estar, donde había varios muebles de aspecto antiguo, floreros, fotografías enmarcadas y algunos espejos. El suelo de madera era flotante y estaba cubierto por una larga alfombra color rojo carmesí con detalles amarillos y negros. Era un lugar acogedor. El calor de la chimenea llegaba incluso hasta donde estábamos nosotros, lo que le daba un aire tibio y amigable a la morada. Había algunas puertas y pasillos a medida que avanzábamos, lo que me daba a entender la enorme magnitud que poseía la casa.

—¿Blaine?

Una voz femenina me saco de mi ensoñación despierto mientras Blaine me conducía por una puerta, las luces encendidas de un color blanco brillante iluminaban los electrodomésticos de las cocina haciéndolos relucir con intensidad. Una señora, de unos treinta y tantos años, estaba frente a una olla revolviendo lo que se veía como salsa de tomate. Sonrió hacia Blaine con cariño antes de posar la mirada en mí. Detuvo lo que estaba haciendo, se limpió las manos en un paño húmedo y con una sonrisa aún más grande se acercó a nosotros.

—Bueno, ¿quién eres tú?

—B-bueno… Y-yo…

—El es Kurt, mamá —dijo Blaine.

Me giré hacia él, intentando dirigirle una mirada agradecida de alguna formar, pero cuando desvió la vista de su madre hacia mí me sentí abrumado y tuve que desviar la mía.

—Es un placer conocerte, Kurt. Soy Leslie, la mamá de Blaine —sonrió de una forma amable mientras se acercaba a mí y me tomaba las manos con suavidad.

Suavidad. Desde que murió mi madre no la había sentido.

Ella me miró, luego miró a Blaine fijamente. Me soltó las manos y tocó mis mejillas y frente en su lugar. Vi como hizo una mueca torcida.

—Tienes fiebre. ¿Qué sucedió, Blaine?

Me miró como si intentara descifrar algo y suspiro. — Iba de camino a mi auto después de ir a buscar una… cosa, y lo encontré sentado bajo un árbol a media tormenta. Cuando me acerqué temblaba y estaba realmente muy frío. Lo lleve a mi auto para abrigarlo y él me dijo que había salido justo cuando comenzaba la tormenta y al momento de querer regresar a casa, no lograba ver nada y se perdió. No sé más.

Leslie asintió mientras me guiaba con cariño a una silla y me hacía tomar asiento.

—Te prepararé algo de té y te daré algo para la fiebre. —Caminó  hacia unos de los ventanales y negó con la cabeza—. Los caminos están bloqueados por la nieve. Es imposible que regreses a casa con este clima, Kurt, pero puedes quedarte en la habitación de huéspedes por esta noche si así lo deseas. Tiene su propia chimenea, aunque es algo pequeña. No creo que sufras de frío ahí, cariño —sonrió—. Estaba haciendo la cena, quizás te gustaría comer algo antes de ir a la cama.

¿Comida? ¿Cama? ¿Dónde estaba la amenaza o el favor a cambio de ello? ¿Me lo daría gratis?

—Oh, claro, gracias —sonreí, intentando ser cortés.

(…)

Luego de cenar Leslie sugirió que bebiéramos café en la sala y así lo hicimos. Mientras charlábamos animosamente pude conocer un poco más sobre la familia Anderson. James era el padre de Blaine y al parecer era cirujano, y Leslie era abogada en un bufete muy importante según pude escuchar. Conocí al mayor de los tres hermanos, Cooper Anderson, un ambicioso aspirante a actor y también a Emily, la pequeña hermanita de seis años de edad. Era muy tierna y tenía, al igual que Leslie y Blaine, grandes ojos avellanas y pestañas de cuento de hadas. Además, era muy risueña y preguntaba acerca de todo, pero no me aburría de ella. Es más, me entretenía resolviendo todas sus dudas.

—Emily, deja en paz a Kurt —dijo Cooper cuando estábamos en la sala frente a la chimenea.

Leslie me había dicho que me quedara allí unos minutos para recuperar mi calor corporal. Estaba funcionando, ya sentía cómo el frío se iba de mi cuerpo y el calor comenzaba a remplazarlo lentamente. Blaine y Cooper me estaban acompañando mientras el Sr. y la Sra. Anderson se ocupaban de la limpieza en la cocina. Emily estaba sentada sobre las piernas de Blaine mientras él le revolvía los rizos de una forma graciosa.

—¡¿Pero, pero, pero, por qué?! —dijo mientras fruncía su frente.

—Lo debes estar cansando, Em.

—No, no me está cansando —le dije a Blaine. Él me miró y se encogió de hombros despreocupadamente mientras suspiraba.

—No sabes lo fastidiosa que es cuando conoce a gente nueva. En cualquier momento te pedirá una biografía personal o algo —rió mientras le revolvía el cabello nuevamente.

—¡Oye! ¡No hagas eso!

—¿No?

—¡No! —chilló riéndose.

Blaine y Cooper se dirigieron una mirada cómplice antes de comenzar a hacerle cosquillas en el estómago a Emily. Ella comenzó a retorcerse entre sus brazos mientras reía y chillaba. Reí con ellos mientras los veía divertirse juntos de esa manera.

—¡No! ¡Kurt, ayúdame! —chilló entre risas.

Me encogí en mi lugar mientras sentía como Blaine detenía las cosquillas y bajaba de sus piernas a Emily, quien aún sonreía.

—Em, ¿por qué no vas a jugar con tus muñecas? —sugirió de repente.

—¿Vienes conmigo Coop? —preguntó Emily.

—Claro que sí, linda. Pero yo quiero ser Estefany esta vez.

La pequeña rodó los ojos y se fue brincando hacia las escaleras seguida por Cooper, hasta que desaparecieron de nuestras vistas. Blaine se giró hacia mí y me miró. Su mirada miel curiosa y extrañada, mientras recorría mi delgado y debilucho cuerpo con ella.

—¿Qué tienes? —preguntó luego de unos segundos.