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Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
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Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. )
Cojo el bolso, le lanzo una sonrisa y me dirijo al coche. No puedo creerme que me haya dejado convencer, pero Rachel es capaz de convencer a cualquiera de lo que sea. No dudo ni un segundo de que se quedará con todos los protagónicos de los castings que haga, los productores siempre caen rendidos a sus pies. Sabe expresarse y discutir, es fuerte, convincente, guapa... Y habeces algo molesta y chillona. Y es mi mejor amiga.
Apenas hay tráfico cuando salgo de Hoboken, en dirección a la empresa de Anderson. Es temprano y no tengo que estar en New York hasta las dos del
mediodía. Por suerte, Rachel me ha dejado su Mercedes CLK. No tengo nada claro
que pudiera llegar a tiempo con mi antigua camioneta, (la cual por cierto es inmensa, vieja, y está llena de polvo). Conducir el Mercedes es muy agradable. Piso con fuerza el acelerador, y los kilómetros pasan volando.
Me dirijo a la sede principal de la multinacional del señor Anderson, un enorme edificio de veinte plantas, una fantasía arquitectónica, todo él de vidrio y acero, y con las palabras Anderson Music's en un discreto tono metálico en las puertas acristaladas de la entrada. Son las dos menos cuarto cuando llego. Entro en el inmenso —y francamente intimidante— vestíbulo de vidrio, acero y piedra blanca, muy aliviada por no haber llegado tarde. Desde el otro lado de un sólido mostrador de piedra me sonríe amablemente una chica rubia, atractiva y muy arreglada. Lleva la americana gris oscura y la falda blanca más elegantes que he visto jamás. Está impecable.
—Vengo a ver al señor Anderson. Kurt Hummel, de parte de Rachel Berry.
—Discúlpeme un momento, señor Hummel —me dice alzando las cejas.
Espero tímidamente frente a ella. Empiezo a pensar que debería haberme puesto una americana de vestir en lugar de mi camisa de cuadros roja. He hecho un esfuerzo y me he puesto uno de los punicos Jeans no-ajustados y discretos que tengo y mis cómodas zapatillas Vans. Para mí ya es ir elegante. Aparto un mechos de pelo que cae por mi frente, intentando no mostrarme intimidado.
—Sí, tiene cita con la señorita Berry. Firme aquí, por favor, señor Hummel. El último ascensor de la derecha, planta 20.-Me sonríe amablemente, sin duda divertida, mientras firmo.
Me tiende un pase de seguridad que tiene impresa la palabra VISITANTE. No puedo evitar sonreír. Es obvio que solo estoy de visita. Desentono completamente. No pasa nada, suspiro para mis adentros. Le doy las gracias y me dirijo hacia los ascensores, más allá de los dos vigilantes, ambos mucho más elegantes que yo con su traje negro de corte perfecto. El ascensor me traslada a la planta 20 a una velocidad de vértigo. Las puertas se abren y salgo a otro gran vestíbulo, también de vidrio, acero y piedra blanca. Me acerco a otro mostrador de piedra y me saluda otra chica rubia vestida impecablemente de blanco y negro.
—Señor Hummel, ¿puede esperar aquí, por favor? —me pregunta señalándome
una zona de asientos de piel de color blanco.
Detrás de los asientos de piel hay una gran sala de reuniones con las paredes de vidrio, una mesa de madera oscura, también grande, y al menos veinte sillas a juego. Más allá, un ventanal desde el suelo hasta el techo que ofrece una vista de New York completa. La vista es tan impactante que me quedo
momentáneamente paralizado. Wow. Me siento, saco las preguntas del bolso y les echo un vistazo maldiciendo por dentro a Rachel por no haberme pasado una breve biografía. No sé nada del hombre
al que voy a entrevistar. Podría tener tanto noventa años como treinta. La inseguridad me mortifica y, como estoy nervioso, no paro de moverme. No estoy muy acostumbrado a ser el centro de atención, mucho menos de tomar el liderazgo. Suelo sentarme al fina en clase, quedar oculto en las coreografias que hacemos en clase y mezclarme entre el coro cuando llega la clase de canto.
Para ser sincero, lo que me gusta es estar solo, acurrucado en una silla de la
biblioteca del campus universitario seguramente escribiendo, o escuchando música, talvez hojeando el último número de VOUGUE, y no removiéndome en el sillón de un enorme edificio de vidrio y piedra.
Suspiro. Contrólate, Hummel. A juzgar por el edificio, demasiado aséptico y moderno, supongo que Anderson tendrá unos cuarenta años. Un tipo que se mantiene en forma, bronceado y rubio, a juego con el resto del personal. De una gran puerta a la derecha sale otra rubia elegante, impecablemente
vestida. ¿De dónde sale tanta rubia inmaculada? Parece que las fabriquen en serie.
Respiro hondo y me levanto.
—¿Señor Hummel? —me pregunta la última rubia.
—Sí —le contesto en un tono algo más seguro.
—El señor Anderson lo recibirá enseguida. ¿Quiere dejarme la chaqueta?
—Sí, gracias —le contesto intentando con torpeza quitarme la chaqueta negra,resultado del intento de estar más formal.
—¿Le han ofrecido algo de beber?
—Pues… no- Vaya, ¿estaré metiendo en problemas a la rubia número uno? La rubia número dos frunce el ceño y lanza una mirada a la chica del mostrador.
—¿Quiere un té, café, agua? —me pregunta volviéndose de nuevo hacia mí.
—Un vaso de agua, gracias —le contesto en un murmullo.
—Olivia, tráele a la señor Hummel un vaso de agua, por favor —dice en tono serio. Olivia sale corriendo de inmediato y desaparece detrás de una puerta al otro lado del vestíbulo.
—Le ruego que me disculpe, señor Hummel. Olivia es nuestra nueva empleada en prácticas. Por favor, siéntese. El señor Anderson lo atenderá en cinco minutos. Olivia vuelve con un vaso de agua muy fría.
—Aquí tiene, señor.
—Gracias.
La rubia número dos se dirige al enorme mostrador. Sus tacones resuenan en el suelo de piedra. Se sienta y ambas siguen trabajando. Quizá el señor Anderson insista en que todos sus empleados sean rubios. Estoy distraído, preguntándome si eso es legal, cuando la puerta del despacho se abre y
sale un afroamericano alto y atractivo, con el pelo castaño y vestido con elegancia. Está claro que no podría haber elegido peor mi ropa. En cuanto me ve sonríe. Se le arrugan las comisuras de los ojos. Olivia se ha levantado de un salto para ir a llamar al ascensor. Parece que destaca en eso de pegar saltos de la silla. Está más nerviosa que yo.
—Buenas tardes, señoritas —dice el afroamericano metiéndose en el ascensor.
—El señor Anderson lo recibirá ahora, señor Hummel. Puede pasar —me dice la rubia número dos.
Me levanto tambaleándome un poco e intentando contener los nervios. Cojo mi bolso, dejo el vaso de agua y me dirijo a la puerta entornada.
—No es necesario que llame. Entre directamente —me dice sonriéndome.
Empujo la puerta, tropiezo con mi propio pie y caigo torpemente en el despacho.
Pobre Kurt... :/ Jaja, nos leemos!
Apenas hay tráfico cuando salgo de Hoboken, en dirección a la empresa de Anderson. Es temprano y no tengo que estar en New York hasta las dos del
mediodía. Por suerte, Rachel me ha dejado su Mercedes CLK. No tengo nada claro
que pudiera llegar a tiempo con mi antigua camioneta, (la cual por cierto es inmensa, vieja, y está llena de polvo). Conducir el Mercedes es muy agradable. Piso con fuerza el acelerador, y los kilómetros pasan volando.
Me dirijo a la sede principal de la multinacional del señor Anderson, un enorme edificio de veinte plantas, una fantasía arquitectónica, todo él de vidrio y acero, y con las palabras Anderson Music's en un discreto tono metálico en las puertas acristaladas de la entrada. Son las dos menos cuarto cuando llego. Entro en el inmenso —y francamente intimidante— vestíbulo de vidrio, acero y piedra blanca, muy aliviada por no haber llegado tarde. Desde el otro lado de un sólido mostrador de piedra me sonríe amablemente una chica rubia, atractiva y muy arreglada. Lleva la americana gris oscura y la falda blanca más elegantes que he visto jamás. Está impecable.
—Vengo a ver al señor Anderson. Kurt Hummel, de parte de Rachel Berry.
—Discúlpeme un momento, señor Hummel —me dice alzando las cejas.
Espero tímidamente frente a ella. Empiezo a pensar que debería haberme puesto una americana de vestir en lugar de mi camisa de cuadros roja. He hecho un esfuerzo y me he puesto uno de los punicos Jeans no-ajustados y discretos que tengo y mis cómodas zapatillas Vans. Para mí ya es ir elegante. Aparto un mechos de pelo que cae por mi frente, intentando no mostrarme intimidado.
—Sí, tiene cita con la señorita Berry. Firme aquí, por favor, señor Hummel. El último ascensor de la derecha, planta 20.-Me sonríe amablemente, sin duda divertida, mientras firmo.
Me tiende un pase de seguridad que tiene impresa la palabra VISITANTE. No puedo evitar sonreír. Es obvio que solo estoy de visita. Desentono completamente. No pasa nada, suspiro para mis adentros. Le doy las gracias y me dirijo hacia los ascensores, más allá de los dos vigilantes, ambos mucho más elegantes que yo con su traje negro de corte perfecto. El ascensor me traslada a la planta 20 a una velocidad de vértigo. Las puertas se abren y salgo a otro gran vestíbulo, también de vidrio, acero y piedra blanca. Me acerco a otro mostrador de piedra y me saluda otra chica rubia vestida impecablemente de blanco y negro.
—Señor Hummel, ¿puede esperar aquí, por favor? —me pregunta señalándome
una zona de asientos de piel de color blanco.
Detrás de los asientos de piel hay una gran sala de reuniones con las paredes de vidrio, una mesa de madera oscura, también grande, y al menos veinte sillas a juego. Más allá, un ventanal desde el suelo hasta el techo que ofrece una vista de New York completa. La vista es tan impactante que me quedo
momentáneamente paralizado. Wow. Me siento, saco las preguntas del bolso y les echo un vistazo maldiciendo por dentro a Rachel por no haberme pasado una breve biografía. No sé nada del hombre
al que voy a entrevistar. Podría tener tanto noventa años como treinta. La inseguridad me mortifica y, como estoy nervioso, no paro de moverme. No estoy muy acostumbrado a ser el centro de atención, mucho menos de tomar el liderazgo. Suelo sentarme al fina en clase, quedar oculto en las coreografias que hacemos en clase y mezclarme entre el coro cuando llega la clase de canto.
Para ser sincero, lo que me gusta es estar solo, acurrucado en una silla de la
biblioteca del campus universitario seguramente escribiendo, o escuchando música, talvez hojeando el último número de VOUGUE, y no removiéndome en el sillón de un enorme edificio de vidrio y piedra.
Suspiro. Contrólate, Hummel. A juzgar por el edificio, demasiado aséptico y moderno, supongo que Anderson tendrá unos cuarenta años. Un tipo que se mantiene en forma, bronceado y rubio, a juego con el resto del personal. De una gran puerta a la derecha sale otra rubia elegante, impecablemente
vestida. ¿De dónde sale tanta rubia inmaculada? Parece que las fabriquen en serie.
Respiro hondo y me levanto.
—¿Señor Hummel? —me pregunta la última rubia.
—Sí —le contesto en un tono algo más seguro.
—El señor Anderson lo recibirá enseguida. ¿Quiere dejarme la chaqueta?
—Sí, gracias —le contesto intentando con torpeza quitarme la chaqueta negra,resultado del intento de estar más formal.
—¿Le han ofrecido algo de beber?
—Pues… no- Vaya, ¿estaré metiendo en problemas a la rubia número uno? La rubia número dos frunce el ceño y lanza una mirada a la chica del mostrador.
—¿Quiere un té, café, agua? —me pregunta volviéndose de nuevo hacia mí.
—Un vaso de agua, gracias —le contesto en un murmullo.
—Olivia, tráele a la señor Hummel un vaso de agua, por favor —dice en tono serio. Olivia sale corriendo de inmediato y desaparece detrás de una puerta al otro lado del vestíbulo.
—Le ruego que me disculpe, señor Hummel. Olivia es nuestra nueva empleada en prácticas. Por favor, siéntese. El señor Anderson lo atenderá en cinco minutos. Olivia vuelve con un vaso de agua muy fría.
—Aquí tiene, señor.
—Gracias.
La rubia número dos se dirige al enorme mostrador. Sus tacones resuenan en el suelo de piedra. Se sienta y ambas siguen trabajando. Quizá el señor Anderson insista en que todos sus empleados sean rubios. Estoy distraído, preguntándome si eso es legal, cuando la puerta del despacho se abre y
sale un afroamericano alto y atractivo, con el pelo castaño y vestido con elegancia. Está claro que no podría haber elegido peor mi ropa. En cuanto me ve sonríe. Se le arrugan las comisuras de los ojos. Olivia se ha levantado de un salto para ir a llamar al ascensor. Parece que destaca en eso de pegar saltos de la silla. Está más nerviosa que yo.
—Buenas tardes, señoritas —dice el afroamericano metiéndose en el ascensor.
—El señor Anderson lo recibirá ahora, señor Hummel. Puede pasar —me dice la rubia número dos.
Me levanto tambaleándome un poco e intentando contener los nervios. Cojo mi bolso, dejo el vaso de agua y me dirijo a la puerta entornada.
—No es necesario que llame. Entre directamente —me dice sonriéndome.
Empujo la puerta, tropiezo con mi propio pie y caigo torpemente en el despacho.
Pobre Kurt... :/ Jaja, nos leemos!
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Por favor, no tardes con el siguiente capítulo, ya quiero el momento en que se conozcan.
Gabriela Cruz-*-* - Mensajes : 3230
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
OMG OMG OMG!!!! please!!!! actualiza pronto!!!! porfavor, los capitulos me parecieron estupendos!!!! PLEASE!!!
♫Alice Anderson♫********-*- - Mensajes : 1051
Fecha de inscripción : 03/09/2012
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Actualiza right now!!
Esta bueno, ya quiero saber como reaccionara Kurt cuando conozca al "Sr. Anderson" *w*
Saluditos
Esta bueno, ya quiero saber como reaccionara Kurt cuando conozca al "Sr. Anderson" *w*
Saluditos
ChrisCriss***** - Mensajes : 281
Fecha de inscripción : 23/08/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Me encanto el capitulo espero actualices pronto me gusta mucho la historia
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
El capitulo estuvo genial me dio risa sobre si meterá en problemas a la rubia numero 1 jajaja esta genial espero muy ansiosa el próximo capitulo y si pobre Kurt se callo jajaja no leemos pronto.
gleeismylife****** - Mensajes : 381
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 25
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
me encanta 50 sombras de grey, y esta adaptación esta muy buena
darckel********-*- - Mensajes : 1028
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Por Dios, Kurt sintiendose un desadaptado total en medio de tanta rubia xD
Me encantó lo de si era legal... jajja... y la caída de Kurt, Dios... no es la mejor manera de presentarse.
Espero pronto tu actualización... Pronto!!!
Besos!
Me encantó lo de si era legal... jajja... y la caída de Kurt, Dios... no es la mejor manera de presentarse.
Espero pronto tu actualización... Pronto!!!
Besos!
Invitado- Invitado
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Lo siento, debo decirlo, estuve evitando comentar durante todo este tiempo pues no encontraba las palabras adecuadas para postearlas, desgraciadamente, aún sigo sin dar con ellas.
Aunque no me sorprende encontrar nada diferente a lo que ya he visto en otras "adaptaciones".
Mejor me abstengo de comentar alguna otra cosa que termine ofendiendo a alguien.
¡Buena noche!
Aunque no me sorprende encontrar nada diferente a lo que ya he visto en otras "adaptaciones".
Mejor me abstengo de comentar alguna otra cosa que termine ofendiendo a alguien.
¡Buena noche!
Perla_negra* - Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 22/10/2013
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Gracias, no tardare mucho.Gabriela Cruz escribió:Me encanto, espero que no tardes con más capítulos.
Gracias por el coment.Gaby Klainer escribió:Wow genial inicio sigue pronto
Gracias!gleeclast escribió:Estuvo genial el primer capitulo espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en el siguiente capitulo la esperare ansioso
Y lo es! El libro es genial, Gracias!gleeismylife escribió:actualiza actualiza actualiza por favor!!!! se ve super genial
Gracias por comentarChrisCriss escribió:Me gusto mucho!!! esta muy bueno el comienzo
Ya quiero leer el siguiente capitulo
Gracias Fiel lectora, espero que asi sea :'DNicky Nicole escribió:Esperaba con ansias la adapatación de 50 sombras por mis Kaline <3 Tienes a fiel lectora. Blaine como Grey mas que perfecto.
Besin
Lo es, jaja, besoskurtblainelover escribió:Super top se ve prometedor C: espero pronto que se conozcan aaay ese Mr Anderson me tiene intrigada e.e jiji
espero que lo sigas pronto , un besito cariños
Muchas gracias, encerio, nos leemos prontodarckel escribió:esta versión de 50 sombras se ve muy prometedora, tiene mucho potencial que me gustaría leer, nos leemos en el siguiente capitulo
Muchas Muchas gracias, pronto sabran más de miSonrioPorKlaine escribió:Aaahh!! Que te digo!!! Está grandioso que hayas cambiado algunas cosas, le da un toque más pegado a Klaine. Blaine vendría siendo ¿un músico o productor musical? Quedé con la duda, en cuanto a lo demás... está genial!!! Continua y actualiza lo más pronto que puedas, porque ya quiero leer el siguiente... pleeeeeeeeeeeeeeeeeease!!!
Mucha suerte y sigueeeee!!!
besotes!
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Pronto, pronto... jaja, nos leemos!Gabriela Cruz escribió:Por favor, no tardes con el siguiente capítulo, ya quiero el momento en que se conozcan.
Gracias! Pronto actualizo!♫Alice Anderson♫ escribió:OMG OMG OMG!!!! please!!!! actualiza pronto!!!! porfavor, los capitulos me parecieron estupendos!!!! PLEASE!!!
Oh, no te das una idea, jaja, nos leemos!ChrisCriss escribió:Actualiza right now!!
Esta bueno, ya quiero saber como reaccionara Kurt cuando conozca al "Sr. Anderson" *w*
Saluditos
Gracias, la verdad si, la historia es fantastica, nos leemos!gleeclast escribió:Me encanto el capitulo espero actualices pronto me gusta mucho la historia
Pobre, encerio, seguro no es la impreción que quería dar... jajam!gleeismylife escribió:El capitulo estuvo genial me dio risa sobre si meterá en problemas a la rubia numero 1 jajaja esta genial espero muy ansiosa el próximo capitulo y si pobre Kurt se callo jajaja no leemos pronto.
Muchas gracias, encerio, nos leemos!darckel escribió:me encanta 50 sombras de grey, y esta adaptación esta muy buena
Seguro que no... jaja, no me gustaria estar en su lugar, gracias por el coment, y nos leemos!SonrioPorKlaine escribió:Por Dios, Kurt sintiendose un desadaptado total en medio de tanta rubia xD
Me encantó lo de si era legal... jajja... y la caída de Kurt, Dios... no es la mejor manera de presentarse.
Espero pronto tu actualización... Pronto!!!
Besos!
Buena elección, sinceramente que me digas que no encuentras nada diferente de las demas adaptaciones para mi es un alago, ya que son todas grandiosas. Sin ganas de ofenderte, te pido que si no te gusta el fic, por favor no lo sigas comentando. Respeto tu opinion y espero respetes la mia. Pasa un buen dia tu tambien.Perla_negra escribió:Lo siento, debo decirlo, estuve evitando comentar durante todo este tiempo pues no encontraba las palabras adecuadas para postearlas, desgraciadamente, aún sigo sin dar con ellas.
Aunque no me sorprende encontrar nada diferente a lo que ya he visto en otras "adaptaciones".
Mejor me abstengo de comentar alguna otra cosa que termine ofendiendo a alguien.
¡Buena noche!
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Lectora nueva, ya leí la trilogía entera, pero con Klaine se ve muy interesante. ¡Seguí!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Creeme , lo será. Gracias, obvio la seguiré! :DRiveraMyLove escribió:Lectora nueva, ya leí la trilogía entera, pero con Klaine se ve muy interesante. ¡Seguí!
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 3)
Mierda, mierda, ¡Qué torpe!… Estoy de rodillas y con las manos apoyadas en el suelo en la entrada del despacho del señor Anderson, y unas manos amables me rodean para ayudarme a levantarme. Estoy muerto de vergüenza, ¡Qué torpe! Tengo que armarme de valor para alzar la vista. Madre mía, qué joven es. Luce confundido, como si esperara a alguien más... Pues claro torpe, esperaba a alguien más. Mi subconciente como siempre burlandose de mi. No ha de tener ni idea de que hago aqui.
—Joven...—me dice, mirandome con el seño fruncido, tendiéndome una mano de largos dedos en cuanto me he incorporado—. Soy Blaine Anderson, ¿Está bien? ¿Quiere sentarse?
Muy joven. Y atractivo, muy atractivo. Alto, con un elegantísimo traje gris, camisa blanca y corbata negra, con un pelo rebelde de color negro opaco y brillantes ojos color miel que me observan atentamente. Necesito un momento para poder articular palabra.
—Bueno, la verdad…— Me callo. Si este tipo tiene más de treinta años, yo soy bombero. Le doy la mano, aturdido, y nos saludamos. Cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrío por todo el cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómodo. Debe de ser electricidad estática. Parpadeo rápidamente, al ritmo de los latidos de mi corazón.
—La señorita Berry está indispuesta, así que eh venido en su lugar para entrevistarlo. Espero que no le importe, señor Anderson — Puedo notar en su mirada que acaba de comprender por qué estoy haciendo en su oficina.
—¿Y usted es…?
Su voz es cálida y parece divertido, pero su expresión impasible no me permite asegurarlo. Parece ligeramente interesado, pero sobre todo muy educado.
—Kurt Hummel. Estudio en la universidad de NYADA con Rach… digo… Rachel… bueno… la señorita Berry.
—Ya veo —se limita a responderme. Creo ver el esbozo de una sonrisa en su expresión, pero no estoy seguro.
—¿Quiere sentarse? —me pregunta señalándome un sofá blanco de piel en forma de L.
Su despacho es exageradamente grande para una sola persona. Delante de los ventanales panorámicos hay una mesa de madera oscura en la que podrían comer cómodamente seis personas. Hace juego con la mesita junto al sofá. Todo lo demás es blanco —el techo, el suelo y las paredes—, excepto la pared de la puerta, en la que treinta y seis cuadros pequeños forman una especie de mosaico cuadrado. Son preciosos, una serie de objetos prosaicos e insignificantes, pintados con tanto detalle que parecen fotografías. Pero, colgados juntos en la pared, resultan impresionantes.
—Un artista de aquí. Trouton —me dice el señor Anderson cuando se da cuenta de lo que estoy observando.
—Son muy bonitos. Elevan lo cotidiano a la categoría de extraordinario —murmuro distraído, tanto por él como por los cuadros. Ladea la cabeza y me mira con mucha atención.
—No podría estar más de acuerdo, señor Hummel —me contesta en voz baja. Y por alguna inexplicable razón me ruborizo.
Aparte de los cuadros, el resto del despacho es frío, limpio y aséptico. Me pregunto si refleja la personalidad del Adonis que está sentado con elegancia frente a mí en una silla blanca de piel. Bajo la cabeza, alterado por la dirección que están tomando mis pensamientos, y saco del bolso las preguntas de Rach. Luego preparo la grabadora con tanta torpeza que se me cae dos veces en la mesita. El
señor Anderson no abre la boca. Aguarda pacientemente —eso espero—, y yo me siento
cada vez más avergonzado y me pongo más rojo. Cuando reúno el valor para mirarlo,está observándome, con una mano encima de la pierna y la otra alrededor de la barbilla y con el largo dedo índice cruzándole los labios. Creo que intenta ahogar una sonrisa.
—Pe… Perdón —balbuceo—. No suelo utilizarla.
—Tómese todo el tiempo que necesite, señor Hummel —me contesta.
—¿Le importa que grabe sus respuestas?
—¿Me lo pregunta ahora, después de lo que le ha costado preparar la grabadora?
Me ruborizo. ¿Está bromeando? Eso espero. Parpadeo, no sé qué decir, y creo que se apiada de mí, porque acepta. —No, no me importa.
—¿Le explicó Rach… digo… la señorita Berry para dónde era la entrevista?
—Sí. Para el último número de este curso de la revista de la universidad, porque yo entregaré los títulos en la ceremonia de graduación de este año.
Vaya. Acabo de enterarme. Y por un momento me preocupa que alguien no mucho mayor que yo —vale, quizá seis o siete años, y vale, un musico y productor musical mega exitoso, pero aun así— me entregue el título. Frunzo el ceño e intento centrar mi caprichosa atención en lo que tengo que hacer.
—Bien —digo tragando saliva—. Tengo algunas preguntas, señor Anderson.
—Joven...—me dice, mirandome con el seño fruncido, tendiéndome una mano de largos dedos en cuanto me he incorporado—. Soy Blaine Anderson, ¿Está bien? ¿Quiere sentarse?
Muy joven. Y atractivo, muy atractivo. Alto, con un elegantísimo traje gris, camisa blanca y corbata negra, con un pelo rebelde de color negro opaco y brillantes ojos color miel que me observan atentamente. Necesito un momento para poder articular palabra.
—Bueno, la verdad…— Me callo. Si este tipo tiene más de treinta años, yo soy bombero. Le doy la mano, aturdido, y nos saludamos. Cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrío por todo el cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómodo. Debe de ser electricidad estática. Parpadeo rápidamente, al ritmo de los latidos de mi corazón.
—La señorita Berry está indispuesta, así que eh venido en su lugar para entrevistarlo. Espero que no le importe, señor Anderson — Puedo notar en su mirada que acaba de comprender por qué estoy haciendo en su oficina.
—¿Y usted es…?
Su voz es cálida y parece divertido, pero su expresión impasible no me permite asegurarlo. Parece ligeramente interesado, pero sobre todo muy educado.
—Kurt Hummel. Estudio en la universidad de NYADA con Rach… digo… Rachel… bueno… la señorita Berry.
—Ya veo —se limita a responderme. Creo ver el esbozo de una sonrisa en su expresión, pero no estoy seguro.
—¿Quiere sentarse? —me pregunta señalándome un sofá blanco de piel en forma de L.
Su despacho es exageradamente grande para una sola persona. Delante de los ventanales panorámicos hay una mesa de madera oscura en la que podrían comer cómodamente seis personas. Hace juego con la mesita junto al sofá. Todo lo demás es blanco —el techo, el suelo y las paredes—, excepto la pared de la puerta, en la que treinta y seis cuadros pequeños forman una especie de mosaico cuadrado. Son preciosos, una serie de objetos prosaicos e insignificantes, pintados con tanto detalle que parecen fotografías. Pero, colgados juntos en la pared, resultan impresionantes.
—Un artista de aquí. Trouton —me dice el señor Anderson cuando se da cuenta de lo que estoy observando.
—Son muy bonitos. Elevan lo cotidiano a la categoría de extraordinario —murmuro distraído, tanto por él como por los cuadros. Ladea la cabeza y me mira con mucha atención.
—No podría estar más de acuerdo, señor Hummel —me contesta en voz baja. Y por alguna inexplicable razón me ruborizo.
Aparte de los cuadros, el resto del despacho es frío, limpio y aséptico. Me pregunto si refleja la personalidad del Adonis que está sentado con elegancia frente a mí en una silla blanca de piel. Bajo la cabeza, alterado por la dirección que están tomando mis pensamientos, y saco del bolso las preguntas de Rach. Luego preparo la grabadora con tanta torpeza que se me cae dos veces en la mesita. El
señor Anderson no abre la boca. Aguarda pacientemente —eso espero—, y yo me siento
cada vez más avergonzado y me pongo más rojo. Cuando reúno el valor para mirarlo,está observándome, con una mano encima de la pierna y la otra alrededor de la barbilla y con el largo dedo índice cruzándole los labios. Creo que intenta ahogar una sonrisa.
—Pe… Perdón —balbuceo—. No suelo utilizarla.
—Tómese todo el tiempo que necesite, señor Hummel —me contesta.
—¿Le importa que grabe sus respuestas?
—¿Me lo pregunta ahora, después de lo que le ha costado preparar la grabadora?
Me ruborizo. ¿Está bromeando? Eso espero. Parpadeo, no sé qué decir, y creo que se apiada de mí, porque acepta. —No, no me importa.
—¿Le explicó Rach… digo… la señorita Berry para dónde era la entrevista?
—Sí. Para el último número de este curso de la revista de la universidad, porque yo entregaré los títulos en la ceremonia de graduación de este año.
Vaya. Acabo de enterarme. Y por un momento me preocupa que alguien no mucho mayor que yo —vale, quizá seis o siete años, y vale, un musico y productor musical mega exitoso, pero aun así— me entregue el título. Frunzo el ceño e intento centrar mi caprichosa atención en lo que tengo que hacer.
—Bien —digo tragando saliva—. Tengo algunas preguntas, señor Anderson.
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Por favor, no tardes con más capítulos, me encanta esta adaptación.
Gabriela Cruz-*-* - Mensajes : 3230
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Me encanto el capitulo espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en el siguiente capitulo
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Me encanta, me encanta. Es genial la actitud de Blaine y el rubor constante de Kurt. ¡Seguí!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Gracias! Tardaré un poco con el siguiente, pero no dudes que seguire subiendo.Gabriela Cruz escribió:Por favor, no tardes con más capítulos, me encanta esta adaptación.
Trataré de actualizar lo antes posible, pero se me complicara bastante, sin embargo no dejare de subir!gleeclast escribió:Me encanto el capitulo espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en el siguiente capitulo
Prometo Seguir! Gracias por el coment!RiveraMyLove escribió:Me encanta, me encanta. Es genial la actitud de Blaine y el rubor constante de Kurt. ¡Seguí!
ESTARÉ TARDANDO CON EL SIGUIENTE CAP., ESTARÉ FUERA UN TIEMPO DE VACACIONES, Y LA VERDAD, NO SE SI PODRE ACTUALIZAR DESDE ALLÍ, ADEMÁS DE QUE NO TENDRE MI COMPU CON EL LIBRO. IGUAL, SEGUIRE SUBIENDO, SOLO QUERÍA HABISARLES QUE ESTARÉ DEMORADA. LES DEJO UN BESO, Y ESPERO NO SE ENOJEN CONMIGO, SOLO QUIERO VACACIONES! :'O JAJA, BUENO, NOS LEEMOS PRONTO, ESPERO! Marudjr
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Esperare con muchas ansias el siguiente capitulo cuando puedas subirlo espero sea pronto por que la historia esta genial
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Otro cap! otro cap!
Quiero otro capitulo ahora, pero seré paciente y esperare cuando puedas subirlo
Besos
PD: Espero que tengas unas lindas vacaciones :)
PD2: Blaine alto?? ¬¬ enserio?
Quiero otro capitulo ahora, pero seré paciente y esperare cuando puedas subirlo
Besos
PD: Espero que tengas unas lindas vacaciones :)
PD2: Blaine alto?? ¬¬ enserio?
ChrisCriss***** - Mensajes : 281
Fecha de inscripción : 23/08/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
—Bien —digo tragando saliva—. Tengo algunas preguntas, señor Anderson.
Aparto un mechon de pelo que me cae por la frente.
—Sí, creo que debería preguntarme algo —me contesta inexpresivo.
Está burlándose de mí. Al darme cuenta de ello, me arden las mejillas. Me incorporo un poco y estiro la espalda para parecer más alto e intimidante. Pulso el botón de la grabadora intentando parecer profesional.
—Es usted muy joven para haber amasado este imperio. ¿A qué se debe su
éxito? ----Le miro y él esboza una sonrisa burlona, pero parece ligeramente decepcionado.
—Los negocios tienen que ver con las personas, señor Hummel, y yo soy muy bueno analizándolas. Sé cómo funcionan, lo que les hace ser mejores, lo que no, lo que las inspira y cómo incentivarlas. Cuento con un equipo excepcional, y les pago bien. —Se calla un instante y me clava su mirada hazel—. Creo que para tener éxito en cualquier ámbito hay que dominarlo, conocerlo por dentro y por fuera, conocer
cada uno de sus detalles. Trabajo duro, muy duro, para conseguirlo. Tomo decisiones basándome en la lógica y en los hechos. Tengo un instinto innato para reconocer y desarrollar una buena idea, y seleccionar a las personas adecuadas. La base es siempre contar con las personas adecuadas.
—Quizá solo ha tenido suerte---Este comentario no está en la lista de Rach, pero es que es tan arrogante… Por un momento la sorpresa asoma a sus ojos.
—No creo en la suerte ni en la casualidad, señor Hummel. Cuanto más trabajo, más suerte tengo. Realmente se trata de tener en tu equipo a las personas adecuadas y saber dirigir sus esfuerzos. Creo que fue Harvey Firestone quien dijo que la labor más importante de los directivos es que las personas crezcan y se desarrollen.
—Parece usted un maniático del control ----Las palabras han salido de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
—Bueno, lo controlo todo, señor Hummel —me contesta sin el menor rastro de sentido del humor en su sonrisa. Lo miro y me sostiene la mirada, impasible. Se me dispara el corazón y vuelvo a ruborizarme.
¿Por qué tiene este desconcertante efecto sobre mí? ¿Quizá porque es irresistiblemente atractivo? ¿Por cómo me mira fijamente? ¿Por cómo se pasa el dedo índice por el labio inferior? Ojalá dejara de hacerlo.
—Además, decirte a ti mismo, en tu fuero más íntimo, que has nacido para ejercer el control te concede un inmenso poder —sigue diciéndome en voz baja.
—¿Le parece a usted que su poder es inmenso? ----Maniático del control, añado para mis adentros.
—Tengo más de cuarenta mil empleados, señor Hummel. Eso me otorga cierto sentido de la responsabilidad… poder, si lo prefiere. Si decidiera que ya no me interesa el negocio de la música y lo vendiera todo, veinte mil personas pasarían apuros para pagar la hipoteca en poco más de un mes.
Me quedo boquiabierto. Su falta de humildad me deja estupefacta.
—¿No tiene que responder ante una junta directiva? —le pregunto asqueado.
—Soy el dueño de mi empresa. No tengo que responder ante ninguna junta
directiva. ---Me mira alzando una ceja y me ruborizo. Claro, lo habría sabido si me hubiera informado un poco. Pero, maldita sea, qué arrogante… Cambio de táctica.
—¿Y cuáles son sus intereses, aparte del trabajo?
—Me interesan cosas muy diversas, señor Hummel. —Esboza una sonrisa casi imperceptible—. Muy diversas.
Por alguna razón, su mirada firme me confunde y me enciende. Pero en sus ojos
se distingue un brillo perverso.
—Pero si trabaja tan duro, ¿qué hace para relajarse?
—¿Relajarme? -----Sonríe mostrando sus dientes, blancos y perfectos. Contengo la respiración. Es
realmente guapo. Debería estar prohibido ser tan guapo. —Bueno, para relajarme, como dice usted, navego, vuelo y me permito diversas actividades físicas. —Cambia de posición en su silla—. Soy muy rico, señorHummel, así que tengo aficiones caras y fascinantes.
Echo un rápido vistazo a las preguntas de Rachel con la intención de no seguir con
ese tema.
—Invierte en la musica. ¿Por qué en música clásica, clasicos, y no en música moderna ? —le pregunto.
¿Por qué hace que me sienta tan incómodo?
—Me gusta los clásicos, son mucho más expresivos que los temas musicales modernos, me conectan conmigo mismo, ¿Qué puedo decirle?
—Parece que el que habla es su corazón, no la lógica y los hechos--- Frunce los labios y me observa de arriba abajo.
—Es posible. Aunque algunos dirían que no tengo corazón.
—¿Por qué dirían algo así?
—Porque me conocen bien. —Me contesta con una sonrisa irónica.
—¿Dirían sus amigos que es fácil conocerlo? ----Y nada más preguntárselo lamento haberlo hecho. No está en la lista de Rach.
—Soy una persona muy reservada, señor Hummel. Hago todo lo posible por proteger mi vida privada. No suelo ofrecer entrevistas.
—¿Por qué aceptó esta?
—Porque soy mecenas de la universidad, y porque, por más que lo intentara, no podía sacarme de encima a la señorita Berry. No dejaba de dar la lata a mis relaciones públicas, y admiro esa tenacidad.
Sé lo tenaz que puede llegar a ser Rachel. Por eso estoy sentado aquí, incómodo y muerto de vergüenza ante la mirada penetrante de este hombre, cuando debería estar estudiando para mis exámenes.
—También forma parte de varias empresas de ayuda a los pobres, y algunos de sus propios temas tratan la causa, ¿Por qué le interesa este ámbito?
—El dinero no se come, señorita Steele, y hay demasiada gente en el mundo que no tiene qué comer.
—Suena muy filantrópico. ¿Le apasiona la idea de alimentar a los pobres del mundo?
Se encoge de hombros, como dándome largas.
—Es un buen negocio —murmura. Pero creo que no está siendo sincero. No tiene sentido. ¿Alimentar a los pobres del mundo? No veo por ningún lado qué beneficios económicos puede proporcionar una canción. Lo único que veo es que se trata de una idea noble. Echo un vistazo a la siguiente pregunta, confundida por su actitud.
—¿Tiene una filosofía? Y si la tiene, ¿en qué consiste?
—No tengo una filosofía como tal. Quizá un principio que me guía… de Carnegie: «Un hombre que consigue adueñarse absolutamente de su mente puede adueñarse de cualquier otra cosa para la que esté legalmente autorizado». Soy muy peculiar, muy tenaz. Me gusta el control… de mí mismo y de los que me rodean.
—Entonces quiere poseer cosas… ----Es usted un obseso del control.
—Quiero merecer poseerlas, pero sí, en el fondo es eso.
—Parece usted el paradigma del consumidor.
—Lo soy.
Sonríe, pero la sonrisa no ilumina su mirada. De nuevo no cuadra con una persona que quiere alimentar al mundo, así que no puedo evitar pensar que estamos hablando de otra cosa, pero no tengo ni la menor idea de qué. Trago saliva. En el despacho hace cada vez más calor, o quizá sea cosa mía. Solo quiero
acabar de una vez la entrevista. Seguro que Rachel tiene ya bastante material. Echo un vistazo a la siguiente pregunta.
—Fue un niño adoptado. ¿Hasta qué punto cree que ha influido en su manera de ser?
Vaya, una pregunta personal. Lo miro con la esperanza de que no se ofenda. Frunce el ceño.
—No puedo saberlo.
Me pica la curiosidad. —¿Qué edad tenía cuando lo adoptaron?
—Todo el mundo lo sabe, señor Hummel —me contesta muy serio.
Mierda. Sí, claro. Si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, me habría informado un poco. Cambio de tema rápidamente.
—Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo.
—Eso no es una pregunta —me replica en tono seco.
—Perdón --- No puedo quedarme quieta. Ha conseguido que me sienta como una niño perdido. Vuelvo a intentarlo. —¿Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo?
—Tengo familia. Un hermano, una hermana y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia.
—¿Es usted gay, señor Anderson? ---Respira hondo. Estoy avergonzado, abochornada. Mierda. ¿Por qué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla? ¿Cómo voy a decirle que estoy limitándome a leer las preguntas? Malditas sean Rachel y su curiosidad.
—No, Kurt,soy Bisexual ---Alza las cejas y me mira con ojos fríos. No parece contento.
—Le pido disculpas. Está… bueno… está aquí escrito.
Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre. El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas. Nervioso, aparto un mechon de pelo de mi frente. Inclina un poco la cabeza.
—¿Las preguntas no son suyas?
Quiero que se me trague la tierra.
—Bueno… no. Rach… la señorita Berry… me ha pasado una lista.
—¿Son compañeras de la revista de la Universidad? ----Oh, no. No tengo nada que ver con la revista. Es una actividad extraacadémica de ella, no mía. Me arden las mejillas.
—No. Es mi compañera de piso.
Se frota la barbilla con parsimonia y sus ojos miel me observan atentamente. —¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? —me pregunta en tono inquietantemente tranquilo.
A ver, ¿quién se supone que entrevista a quién? Su mirada me quema por dentro y no puedo evitar decirle la verdad.
—Me lo ha pedido ella. No se encuentra bien —le contesto en voz baja, como disculpándome.
—Esto explica muchas cosas.
Llaman a la puerta y entra la rubia número dos. —Señor Anderson, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.
—No hemos terminado, Quinn. Cancele mi próxima reunión, por favor. Quinn se queda boquiabierta, sin saber qué contestar. Parece perdida. El señor Anderson vuelve el rostro hacia ella lentamente y alza las cejas. La chica se pone colorada. Menos mal, no soy el único.
—Muy bien, señor Anderson —murmura, y sale del despacho. Él frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en mí.
—¿Por dónde íbamos, señor Hummel? ----Vaya, ya estamos otra vez con lo de «señor Hummel».
—No quisiera interrumpir sus obligaciones.
—Quiero saber de usted. Creo que es lo justo.
Sus ojos miel brillan de curiosidad. Mierda, mierda. ¿Qué pretende? Apoya los codos en los brazos de la butaca y une las yemas de los dedos de ambas manos frente a la boca. Su boca me… me desconcentra. Trago saliva.
—No hay mucho que saber —le digo volviéndome a ruborizar.
—¿Qué planes tiene después de graduarse?
Me encojo de hombros. Su interés me desconcierta. Venirme a New York con Rachel, encontrar trabajo… La verdad es que no he pensado mucho más allá de los exámenes.
—No he hecho planes, señor Anderson. Tengo que aprobar los exámenes finales.
Y ahora tendría que estar estudiando, no sentada en su inmenso, aséptico y precioso despacho, sintiéndome incómoda frente a su penetrante mirada.
—Aquí tenemos un excelente programa de prácticas —me dice en tono tranquilo.
Alzo las cejas sorprendida. ¿Está ofreciéndome trabajo?
—Lo tendré en cuenta —murmuro confundido—. Aunque no creo que encajara aquí.
Oh, no. Ya estoy otra vez pensando en voz alta.
—¿Por qué lo dice? ----Ladea un poco la cabeza, intrigado, y una ligera sonrisa se insinúa en sus labios.
—Es obvio, ¿no? --- Soy torpe, desaliñado y no soy rubio.
—Para mí no.
Su mirada es intensa y su atisbo de sonrisa ha desaparecido. De pronto siento que unos extraños músculos me oprimen el estómago. Aparto los ojos de su mirada escrutadora y me contemplo los nudillos, aunque no los veo. ¿Qué está pasando? Tengo que marcharme ahora mismo. Me inclino hacia delante para coger la grabadora.
—¿Le gustaría que le enseñara el edificio? —me pregunta.
—Seguro que está muy ocupado, señor Anderson, y yo tengo un largo camino.
—¿Vuelve en coche a Hoboken ?
Parece sorprendido, incluso nervioso. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.
—Bueno, conduzca con cuidado —me dice en tono serio, autoritario. ¿Por qué iba a importarle? —¿Me ha preguntado todo lo que necesita? —añade.
—Sí —le contesto metiéndome la grabadora en el bolso. Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.
—Gracias por la entrevista, señor Anderson.
—Ha sido un placer —me contesta, tan educado como siempre. Me levanto, se levanta también él y me tiende la mano.
—Hasta la próxima, señor Hummel.
Y suena como un desafío, o como una amenaza. No estoy seguro de cuál de las dos cosas. Frunzo el ceño. ¿Cuándo volveremos a vernos? Le estrecho la mano de nuevo, perplejo de que esa extraña corriente siga circulando entre nosotros. Deben de ser nervios.
—Señor Anderson.
Me despido de él con un movimiento de cabeza. Él se dirige a la puerta con gracia y agilidad, y la abre de par en par.
—Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señor Hummel.
Me sonríe. Está claro que se refiere a mi poco elegante entrada en su despacho. Me ruborizo.
—Muy amable, señor Anderson —le digo bruscamente. Su sonrisa se acentúa. Me alegro de haberle divertido. Salgo al vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga. Quinn y Olivia levantan la mirada, tan sorprendidas como yo.
—¿Ha traído abrigo? —me pregunta Anderson.
—Chaqueta.
Olivia se levanta de un salto a buscar mi chaqueta, que Anderson le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga, y lo hago sintiéndome totalmente ridículo. Por un momento Anderson me apoya las manos en los hombros, y doy un respingo al sentir su contacto. Si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos, yo con torpeza, y él sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar. Tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo, está inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared. Realmente es muy guapo. Guapísimo. Me desconcierta.
—Kurt —me dice a modo de despedida.
—Blaine —le contesto.
Y afortunadamente las puertas se cierran...
BUENO! ÚLTIMO CAP QUE PODRE SUBIR EN MUCHO TIEMPO... ¡Deseenme felicez vacaciones! Em... ¿Pueden? Jaja, Nos leemos! Marudjr♥
Aparto un mechon de pelo que me cae por la frente.
—Sí, creo que debería preguntarme algo —me contesta inexpresivo.
Está burlándose de mí. Al darme cuenta de ello, me arden las mejillas. Me incorporo un poco y estiro la espalda para parecer más alto e intimidante. Pulso el botón de la grabadora intentando parecer profesional.
—Es usted muy joven para haber amasado este imperio. ¿A qué se debe su
éxito? ----Le miro y él esboza una sonrisa burlona, pero parece ligeramente decepcionado.
—Los negocios tienen que ver con las personas, señor Hummel, y yo soy muy bueno analizándolas. Sé cómo funcionan, lo que les hace ser mejores, lo que no, lo que las inspira y cómo incentivarlas. Cuento con un equipo excepcional, y les pago bien. —Se calla un instante y me clava su mirada hazel—. Creo que para tener éxito en cualquier ámbito hay que dominarlo, conocerlo por dentro y por fuera, conocer
cada uno de sus detalles. Trabajo duro, muy duro, para conseguirlo. Tomo decisiones basándome en la lógica y en los hechos. Tengo un instinto innato para reconocer y desarrollar una buena idea, y seleccionar a las personas adecuadas. La base es siempre contar con las personas adecuadas.
—Quizá solo ha tenido suerte---Este comentario no está en la lista de Rach, pero es que es tan arrogante… Por un momento la sorpresa asoma a sus ojos.
—No creo en la suerte ni en la casualidad, señor Hummel. Cuanto más trabajo, más suerte tengo. Realmente se trata de tener en tu equipo a las personas adecuadas y saber dirigir sus esfuerzos. Creo que fue Harvey Firestone quien dijo que la labor más importante de los directivos es que las personas crezcan y se desarrollen.
—Parece usted un maniático del control ----Las palabras han salido de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
—Bueno, lo controlo todo, señor Hummel —me contesta sin el menor rastro de sentido del humor en su sonrisa. Lo miro y me sostiene la mirada, impasible. Se me dispara el corazón y vuelvo a ruborizarme.
¿Por qué tiene este desconcertante efecto sobre mí? ¿Quizá porque es irresistiblemente atractivo? ¿Por cómo me mira fijamente? ¿Por cómo se pasa el dedo índice por el labio inferior? Ojalá dejara de hacerlo.
—Además, decirte a ti mismo, en tu fuero más íntimo, que has nacido para ejercer el control te concede un inmenso poder —sigue diciéndome en voz baja.
—¿Le parece a usted que su poder es inmenso? ----Maniático del control, añado para mis adentros.
—Tengo más de cuarenta mil empleados, señor Hummel. Eso me otorga cierto sentido de la responsabilidad… poder, si lo prefiere. Si decidiera que ya no me interesa el negocio de la música y lo vendiera todo, veinte mil personas pasarían apuros para pagar la hipoteca en poco más de un mes.
Me quedo boquiabierto. Su falta de humildad me deja estupefacta.
—¿No tiene que responder ante una junta directiva? —le pregunto asqueado.
—Soy el dueño de mi empresa. No tengo que responder ante ninguna junta
directiva. ---Me mira alzando una ceja y me ruborizo. Claro, lo habría sabido si me hubiera informado un poco. Pero, maldita sea, qué arrogante… Cambio de táctica.
—¿Y cuáles son sus intereses, aparte del trabajo?
—Me interesan cosas muy diversas, señor Hummel. —Esboza una sonrisa casi imperceptible—. Muy diversas.
Por alguna razón, su mirada firme me confunde y me enciende. Pero en sus ojos
se distingue un brillo perverso.
—Pero si trabaja tan duro, ¿qué hace para relajarse?
—¿Relajarme? -----Sonríe mostrando sus dientes, blancos y perfectos. Contengo la respiración. Es
realmente guapo. Debería estar prohibido ser tan guapo. —Bueno, para relajarme, como dice usted, navego, vuelo y me permito diversas actividades físicas. —Cambia de posición en su silla—. Soy muy rico, señorHummel, así que tengo aficiones caras y fascinantes.
Echo un rápido vistazo a las preguntas de Rachel con la intención de no seguir con
ese tema.
—Invierte en la musica. ¿Por qué en música clásica, clasicos, y no en música moderna ? —le pregunto.
¿Por qué hace que me sienta tan incómodo?
—Me gusta los clásicos, son mucho más expresivos que los temas musicales modernos, me conectan conmigo mismo, ¿Qué puedo decirle?
—Parece que el que habla es su corazón, no la lógica y los hechos--- Frunce los labios y me observa de arriba abajo.
—Es posible. Aunque algunos dirían que no tengo corazón.
—¿Por qué dirían algo así?
—Porque me conocen bien. —Me contesta con una sonrisa irónica.
—¿Dirían sus amigos que es fácil conocerlo? ----Y nada más preguntárselo lamento haberlo hecho. No está en la lista de Rach.
—Soy una persona muy reservada, señor Hummel. Hago todo lo posible por proteger mi vida privada. No suelo ofrecer entrevistas.
—¿Por qué aceptó esta?
—Porque soy mecenas de la universidad, y porque, por más que lo intentara, no podía sacarme de encima a la señorita Berry. No dejaba de dar la lata a mis relaciones públicas, y admiro esa tenacidad.
Sé lo tenaz que puede llegar a ser Rachel. Por eso estoy sentado aquí, incómodo y muerto de vergüenza ante la mirada penetrante de este hombre, cuando debería estar estudiando para mis exámenes.
—También forma parte de varias empresas de ayuda a los pobres, y algunos de sus propios temas tratan la causa, ¿Por qué le interesa este ámbito?
—El dinero no se come, señorita Steele, y hay demasiada gente en el mundo que no tiene qué comer.
—Suena muy filantrópico. ¿Le apasiona la idea de alimentar a los pobres del mundo?
Se encoge de hombros, como dándome largas.
—Es un buen negocio —murmura. Pero creo que no está siendo sincero. No tiene sentido. ¿Alimentar a los pobres del mundo? No veo por ningún lado qué beneficios económicos puede proporcionar una canción. Lo único que veo es que se trata de una idea noble. Echo un vistazo a la siguiente pregunta, confundida por su actitud.
—¿Tiene una filosofía? Y si la tiene, ¿en qué consiste?
—No tengo una filosofía como tal. Quizá un principio que me guía… de Carnegie: «Un hombre que consigue adueñarse absolutamente de su mente puede adueñarse de cualquier otra cosa para la que esté legalmente autorizado». Soy muy peculiar, muy tenaz. Me gusta el control… de mí mismo y de los que me rodean.
—Entonces quiere poseer cosas… ----Es usted un obseso del control.
—Quiero merecer poseerlas, pero sí, en el fondo es eso.
—Parece usted el paradigma del consumidor.
—Lo soy.
Sonríe, pero la sonrisa no ilumina su mirada. De nuevo no cuadra con una persona que quiere alimentar al mundo, así que no puedo evitar pensar que estamos hablando de otra cosa, pero no tengo ni la menor idea de qué. Trago saliva. En el despacho hace cada vez más calor, o quizá sea cosa mía. Solo quiero
acabar de una vez la entrevista. Seguro que Rachel tiene ya bastante material. Echo un vistazo a la siguiente pregunta.
—Fue un niño adoptado. ¿Hasta qué punto cree que ha influido en su manera de ser?
Vaya, una pregunta personal. Lo miro con la esperanza de que no se ofenda. Frunce el ceño.
—No puedo saberlo.
Me pica la curiosidad. —¿Qué edad tenía cuando lo adoptaron?
—Todo el mundo lo sabe, señor Hummel —me contesta muy serio.
Mierda. Sí, claro. Si hubiera sabido que iba a hacer esta entrevista, me habría informado un poco. Cambio de tema rápidamente.
—Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo.
—Eso no es una pregunta —me replica en tono seco.
—Perdón --- No puedo quedarme quieta. Ha conseguido que me sienta como una niño perdido. Vuelvo a intentarlo. —¿Ha tenido que sacrificar su vida familiar por el trabajo?
—Tengo familia. Un hermano, una hermana y unos padres que me quieren. Pero no me interesa seguir hablando de mi familia.
—¿Es usted gay, señor Anderson? ---Respira hondo. Estoy avergonzado, abochornada. Mierda. ¿Por qué no he echado un vistazo a la pregunta antes de leerla? ¿Cómo voy a decirle que estoy limitándome a leer las preguntas? Malditas sean Rachel y su curiosidad.
—No, Kurt,soy Bisexual ---Alza las cejas y me mira con ojos fríos. No parece contento.
—Le pido disculpas. Está… bueno… está aquí escrito.
Ha sido la primera vez que me ha llamado por mi nombre. El corazón se me ha disparado y vuelven a arderme las mejillas. Nervioso, aparto un mechon de pelo de mi frente. Inclina un poco la cabeza.
—¿Las preguntas no son suyas?
Quiero que se me trague la tierra.
—Bueno… no. Rach… la señorita Berry… me ha pasado una lista.
—¿Son compañeras de la revista de la Universidad? ----Oh, no. No tengo nada que ver con la revista. Es una actividad extraacadémica de ella, no mía. Me arden las mejillas.
—No. Es mi compañera de piso.
Se frota la barbilla con parsimonia y sus ojos miel me observan atentamente. —¿Se ha ofrecido usted para hacer esta entrevista? —me pregunta en tono inquietantemente tranquilo.
A ver, ¿quién se supone que entrevista a quién? Su mirada me quema por dentro y no puedo evitar decirle la verdad.
—Me lo ha pedido ella. No se encuentra bien —le contesto en voz baja, como disculpándome.
—Esto explica muchas cosas.
Llaman a la puerta y entra la rubia número dos. —Señor Anderson, perdone que lo interrumpa, pero su próxima reunión es dentro de dos minutos.
—No hemos terminado, Quinn. Cancele mi próxima reunión, por favor. Quinn se queda boquiabierta, sin saber qué contestar. Parece perdida. El señor Anderson vuelve el rostro hacia ella lentamente y alza las cejas. La chica se pone colorada. Menos mal, no soy el único.
—Muy bien, señor Anderson —murmura, y sale del despacho. Él frunce el ceño y vuelve a centrar su atención en mí.
—¿Por dónde íbamos, señor Hummel? ----Vaya, ya estamos otra vez con lo de «señor Hummel».
—No quisiera interrumpir sus obligaciones.
—Quiero saber de usted. Creo que es lo justo.
Sus ojos miel brillan de curiosidad. Mierda, mierda. ¿Qué pretende? Apoya los codos en los brazos de la butaca y une las yemas de los dedos de ambas manos frente a la boca. Su boca me… me desconcentra. Trago saliva.
—No hay mucho que saber —le digo volviéndome a ruborizar.
—¿Qué planes tiene después de graduarse?
Me encojo de hombros. Su interés me desconcierta. Venirme a New York con Rachel, encontrar trabajo… La verdad es que no he pensado mucho más allá de los exámenes.
—No he hecho planes, señor Anderson. Tengo que aprobar los exámenes finales.
Y ahora tendría que estar estudiando, no sentada en su inmenso, aséptico y precioso despacho, sintiéndome incómoda frente a su penetrante mirada.
—Aquí tenemos un excelente programa de prácticas —me dice en tono tranquilo.
Alzo las cejas sorprendida. ¿Está ofreciéndome trabajo?
—Lo tendré en cuenta —murmuro confundido—. Aunque no creo que encajara aquí.
Oh, no. Ya estoy otra vez pensando en voz alta.
—¿Por qué lo dice? ----Ladea un poco la cabeza, intrigado, y una ligera sonrisa se insinúa en sus labios.
—Es obvio, ¿no? --- Soy torpe, desaliñado y no soy rubio.
—Para mí no.
Su mirada es intensa y su atisbo de sonrisa ha desaparecido. De pronto siento que unos extraños músculos me oprimen el estómago. Aparto los ojos de su mirada escrutadora y me contemplo los nudillos, aunque no los veo. ¿Qué está pasando? Tengo que marcharme ahora mismo. Me inclino hacia delante para coger la grabadora.
—¿Le gustaría que le enseñara el edificio? —me pregunta.
—Seguro que está muy ocupado, señor Anderson, y yo tengo un largo camino.
—¿Vuelve en coche a Hoboken ?
Parece sorprendido, incluso nervioso. Mira por la ventana. Ha empezado a llover.
—Bueno, conduzca con cuidado —me dice en tono serio, autoritario. ¿Por qué iba a importarle? —¿Me ha preguntado todo lo que necesita? —añade.
—Sí —le contesto metiéndome la grabadora en el bolso. Cierra ligeramente los ojos, como si estuviera pensando.
—Gracias por la entrevista, señor Anderson.
—Ha sido un placer —me contesta, tan educado como siempre. Me levanto, se levanta también él y me tiende la mano.
—Hasta la próxima, señor Hummel.
Y suena como un desafío, o como una amenaza. No estoy seguro de cuál de las dos cosas. Frunzo el ceño. ¿Cuándo volveremos a vernos? Le estrecho la mano de nuevo, perplejo de que esa extraña corriente siga circulando entre nosotros. Deben de ser nervios.
—Señor Anderson.
Me despido de él con un movimiento de cabeza. Él se dirige a la puerta con gracia y agilidad, y la abre de par en par.
—Asegúrese de cruzar la puerta con buen pie, señor Hummel.
Me sonríe. Está claro que se refiere a mi poco elegante entrada en su despacho. Me ruborizo.
—Muy amable, señor Anderson —le digo bruscamente. Su sonrisa se acentúa. Me alegro de haberle divertido. Salgo al vestíbulo echando chispas y me sorprende que me siga. Quinn y Olivia levantan la mirada, tan sorprendidas como yo.
—¿Ha traído abrigo? —me pregunta Anderson.
—Chaqueta.
Olivia se levanta de un salto a buscar mi chaqueta, que Anderson le quita de las manos antes de que haya podido dármela. La sostiene para que me la ponga, y lo hago sintiéndome totalmente ridículo. Por un momento Anderson me apoya las manos en los hombros, y doy un respingo al sentir su contacto. Si se da cuenta de mi reacción, no se le nota. Su largo dedo índice pulsa el botón del ascensor y esperamos, yo con torpeza, y él sereno y frío. Se abren las puertas y entro a toda prisa, desesperada por escapar. Tengo que salir de aquí. Cuando me vuelvo, está inclinado frente a la puerta del ascensor, con una mano apoyada en la pared. Realmente es muy guapo. Guapísimo. Me desconcierta.
—Kurt —me dice a modo de despedida.
—Blaine —le contesto.
Y afortunadamente las puertas se cierran...
BUENO! ÚLTIMO CAP QUE PODRE SUBIR EN MUCHO TIEMPO... ¡Deseenme felicez vacaciones! Em... ¿Pueden? Jaja, Nos leemos! Marudjr♥
Marudjr******* - Mensajes : 454
Fecha de inscripción : 17/05/2013
Edad : 24
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Espero que actualizes pronto, y felices vacaciones.
Gabriela Cruz-*-* - Mensajes : 3230
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
aunque me encantaría que actualizaras mas seguido se que no podras y ya explicaste el porque, pero no te preocupes, esperare hasta tu próxima actualización, felices vacaciones, diviértete mucho y descansa. Nos leemos
darckel********-*- - Mensajes : 1028
Fecha de inscripción : 02/10/2012
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Me encanto el capitulo aunque no vas a poder actualizar te deceo felices vacaciones
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fanfick Klaine; 50 Sombras de Blaine (Cap. 6)
Felices vacaciones
Ahh como me encanta tu fic
Besos
Ahh como me encanta tu fic
Besos
Gaby Klainer********-*- - Mensajes : 911
Fecha de inscripción : 01/07/2013
Edad : 24
Página 2 de 3. • 1, 2, 3
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
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Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
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Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
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Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
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