[Resuelto]FanFic BRITTANA "Beautiful Stranger" CAP. 16/FINAL (12 de Noviembre)

Hola……….buenos tardes a todas/os (es tan extraño actualizar a estas horas del día)……….siento no haber actualizado antes, pero en los días anteriores a este tuve muchas cosas por hacer en casa y la universidad que no tenía tiempo ni para respirar jejejeje………en fin, para compensar mi ausencia me decidí a publicar 2 capítulos en uno.



Dios……si alguna leyó la obra original, se irán dando cuenta que la historia tiene muchos momentos “wankys” como dice mi buena amiga “evean”…….aun me sorprendo por haberme decidido a adaptar esta historia, tomando en cuenta que sigo sonrojándome al momento de adaptar y escribir esos momentos entre San y Britt jejejeje (sin embargo, la historia me resulta un desafío…..y cuando de desafíos se trata no hay nada que me detenga)



Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les guste estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo (5ta Avenida Neoyorkina)



http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)



http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)



*Próxima actualización: día MIÉRCOLES (A MÁS TARDAR JUEVES)…….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……….







NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.










Una desconocida grabó un video de mí bailando.


Y luego encontró donde yo trabajaba, porque al parecer ella es amiga de mi jefa y le pregunté si me mostraría el vídeo.


Después de eso, hice que pusiera sus manos en mi cuerpo, de nuevo, pero esta vez en mi nueva oficina y demostró a los dos minutos que le dí lo mucho que la idea de ella suspirando mientras ve el video me enciende.


—Oh, Dios mío.


—Esa es la décima vez que has dicho eso en los últimos quince minutos, Brittany. Ven aquí y desembucha.


Mi asistente, Kitty, se apoyó contra la puerta.


—A menos que sea tan escandaloso que necesite entrar y cerrar la puerta.


—No es nada. Sólo soy. . . —Enderecé las plumas con una taza en mi escritorio, aprovechado algunos papeles apilados. —Nada.


Ella curvó los labios en una sonrisa escéptica.


—Eres una mentirosa terrible.


—En serio. Es un asunto quizás enorme, gigantesco, pero lamentablemente nada.


Kitty entró en mi oficina y se dejó caer en la silla frente a mi escritorio.


— ¿Esta información es concerniente a “Nada-Pasó en la fiesta de compromiso de Rachel” el sábado?


—Es posible.


— ¿Y fue de la variedad Nada-de chicas hermosas?


—Potencialmente.


— ¿Fue el momento “Nada-tramo de Santana López” que sólo estaba en tu oficina?


— ¿Qué? ¡No! —Mentí sin pestañear. Yo había remontado después de la inesperada suavidad. Kitty tenía razón la primera vez: yo era una mentirosa terrible. Pero al parecer, mi pequeño pero evidente nerviosismo me delataba. — ¿Y cómo sabes quien es Santana López?


Kitty hizo un cuidadoso estudio de chicas calientes locales, pero viendo cómo llegó sólo una semana antes que yo. Se es alguien de Nueva York en aproximadamente trece días, pero yo no creí que ni siquiera podía trabajar tan rápido.


—Déjame preguntarte —empezó — ¿qué fue lo primero que hiciste cuando llegaste y te había acomodado en tu apartamento?


—Encontrar las fuentes más cercanas de vino y bizcochos —le dije —. Obviamente.


Ella se echó a reír.


—Obviamente. Pero debido a que mi objetivo no es ser una solterona regordeta, lo que hago es comprobar la escena. ¿Dónde están los lugares divertidos para comer-bailar-fiestas?


—Para hacer frente a todos las personas —añadí.


Lo reconoce con un guiño.


—Todas las personas. Me entero de todo lo que pueda, y al hacerlo, también averiguo sobre el quién es quién de la ciudad. —Se inclinó hacia adelante y me dio una sonrisa amplia y brillante.


—En esta ciudad, Santana Marie López es quién.


— ¿Un quién? ¿Cómo?


Ella se echó a reír.


—Es una auténtica “rompecorazones”, querida. Vino de la ciudad de Londres unos años atrás. Brillante Curriculum Vitae, autora intelectual, siempre conquistando a alguna celebridad caliente o a una princesa con fondo fiduciario. Diferente sabor del caramelo del brazo cada semana. La la la.


Genial. Me las arreglé para seguir el mismo patrón de conducta al elegir a una latina sexy, marca y modelo con una belleza subyugante. Pero aquí, no sólo Santana es una mujeriega conocida, era una empresaria de alto perfil capitalista, a quien, sin duda, me cruzaría con el tiempo una y otra vez para el trabajo. ¿Y quién tenía un video de mí bailando como una stripper mientras me imaginaba su cabeza entre las piernas?


Gemí de nuevo.


—Oh, Dios mío.


—Cálmate. Parece que estás a punto de desmayarte. ¿Has tomado el almuerzo?


—No.


—Mira. Tú estás muy por delante aquí. Sólo tenemos cuatro contratos que requieren algún tipo de atención y si lo que el padre de la Señorita Fabray me dijo de ti es cierto, supongo que los has repasado un centenar de veces ya. Rachel aún no ha recibido ningún mueble para su oficina, su asistente no está ni siquiera en Nueva York todavía, y Quinn sólo regañó a tres personas el día de hoy. Está claro que no hay nada en el fuego aquí que requiera tu atención. Hay un montón de tiempo para reducir la velocidad y conseguir algo de comida.


Tomé una respiración profunda, sonriendo con gratitud hacia ella.


—El Sr. Fabray te ha entrenado bien.


Kitty había sido contratada como ayudante de Henry Fabray en los medios de comunicación después de que terminé mis prácticas de negocios y fui a trabajar para una empresa comercial grande. Cuando Quinn llamó para ofrecerme el cargo de Directora de Finanzas en la nueva sucursal, Henry me envió un correo electrónico, y me dijo que si me unía a las oficinas de Nueva York, haría que Quinn me asignase a Kitty, que estaba muriendo por trasladarse.


Kitty sonrió y me dio un pequeño saludo dulce.


—Henry me dijo que eras imposible de reemplazar y que ni siquiera lo intentara. Yo tenía algo que demostrar.


—Eres increíble.


—Oh, chica, yo lo sé —dijo—. Y considero que es parte de mis funciones auxiliares asegurarme de saber dónde ir para a divertirse. Pastelitos, vino, o de otra manera.


Mi mente se dirigió inmediatamente a la imagen del club el sábado, lleno de gente y vibrando con el volumen de la música, las voces y los pies golpeando.


Una vez más, el rostro de Santana pasó por mis pensamientos, el sonido que hizo cuando llegó al clímax, sus manos acariciándome sin parar y su boca junto a la mía.


Apoyé la cabeza en las manos. Ahora que sabía quién era, ¿y ella quería volver a verme? Yo estaba jodida.


Kitty se puso de pie, caminó a mi lado de la mesa, y me llevó por el brazo.


—Ve a conseguir algo de comida. Voy a tirar de los contratos de Agent Provocateur y puedes tratar con ellos cuando vuelvas. Tomate un respiro, Brittany.


A regañadientes, me fui y cogí mi bolso de mi armario. Kitty tenía razón. Aparte de la fiesta con las chicas hace dos noches, y las noches de insomnio que había pasado desempacando en mi nuevo hogar, me había pasado la mayoría de mi tiempo en la oficina, tratando de conseguir todo en marcha y funcionando. Gran parte de los tres pisos que alquilamos en el edificio de nueva construcción del centro de acero y brillante cristal todavía estaba vacío, y sin el resto de mi departamento o el equipo de marketing aquí, no pudimos hacer lo nuestro: ser los mejores medios del mundo de las campañas.


Rachel se había quedado en Fabray Medios cuando me fui, haciéndose cargo de varias cuentas en Marketing con Quinn. Pero fue su brillante trabajo en la enorme campaña de Papadakis la que había catapultado a la empresa a toda marcha, y se había evidente, rápidamente que se necesitaría una sucursal de Nueva York para manejar algunas de estas cuentas más grandes. Quinn, Henry y Sebastián Fabray habían pasado dos semanas en la ciudad para encontrar el espacio de oficina perfecto, y luego todo estaba en marcha: Fabray Media Group tendría otra casa en el centro.


Michigan Avenue en Chicago estaba muy concurrida, pero no tenía nada en la Quinta Avenida, Manhattan. Me sentí sepultada por una red interminable de calles, descomunales masas de la arquitectura, y la marea de gente constante, el tráfico, y el ruido. Las bocinas sonaron a mí alrededor, y cuanto más tiempo me detenía, el sonido de la ciudad creció ensordecedoramente. ¿Me voy a la izquierda o a la derecha para encontrar el pequeño lugar, el escondido restaurante Chino que a Quinn le gusta? ¿Qué era...Algo llamado Garden?


Me puse de pie, tratando de orientarme, mientras que una corriente de empresarios y mujeres se separaron alrededor de mí como el agua alrededor de una roca sentada sin decir nada en un río.


Para cuando revisé en mi teléfono el número de Rachel, vi la forma de un pato en un letrero sobre un portal al lado de la calle. Miré el nombre de la pequeña tienda: Hunan Garden.






El restaurante era oscuro, prácticamente vacío, y olía increíble. No podía recordar la última vez que había comido nada más sustancial que una barra de granola. Mi boca se hizo agua y, por un momento, me olvidé de que se suponía que debía estar en alerta máxima.


Me mudé aquí para empezar de nuevo. Empezar de nuevo significaba poner mi carrera en primer lugar, la búsqueda de mí misma, no caer en otra relación. Y con eso establecido .Tomaría el almuerzo, y lo que haría después es de decirle a Santana que necesitaba que nunca, nunca entrase en mi área de trabajo así de nuevo.


Y que cuando le puse la mano debajo de mi vestido fue un completo error. Un desliz.


Involuntario.


— ¿Brittany?


Mi nombre era un sonido bajo, erótico con su acento, y me volví hacia la voz. Ella estaba en un reservado en la esquina, mirando un menú en sus manos. Lo bajó, claramente sorprendida, pero luego sonrió y quise golpearla por cuán nerviosa que me hizo sentir. Sus rasgos eran aún más delicados y seductores en las sombras del restaurante. Parecía aún más peligrosa.


Me acerqué a su mesa ignorando la forma en que se movió para dejarme entrar a su lado.


Llevaba el pelo peinado de forma adecuada con un pequeño mechón de pello hacia el costado. Este puñado de su cabello cayó hacia delante cuando se movió y yo quería llegar, ver si era tan suave como parecía bajo el cono de luz del techo.


Maldición.


—No estoy aquí para unirme a ti —le dije, enderezando los hombros. —Sólo tenía que conseguir dejar un par de cosas claras.


Extendió sus manos en frente de ella.


—Por supuesto.


Tomando una respiración profunda, le dije:


—Yo tenía un recuerdo razonablemente divertido contigo en el club la otra noche.


—Opino del mismo modo.


Levanté mi mano.


—Pero me mudé aquí para empezar de nuevo. Quería hacer algo loco, pero esa no es la que soy. Me encanta mi trabajo y mis colegas. No puedo permitir que tú vengas a mi oficina para coquetear conmigo. Nunca podré actuar así en el trabajo de nuevo. —Me incliné hacia delante y bajé la voz. —Y yo no puedo creer que tú guardaras el vídeo.


Tuvo la presencia de ánimo para parecer arrepentida.


—Lo siento. Yo realmente tenía la intención de eliminarlo. —Apoyada en los codos, dijo —La cosa es que me parece que no puedo dejar de verlo. Verlo es mejor que un poco de alguna bebida para calmar mi ansiedad de verte a cada instante.


Un murmullo se extendió a través de mi vientre y entre las piernas.


—Y sospecho que te gusta escuchar eso. También sospecho que la rubia salvaje y sexy que conocí en el club es una parte de Brittany Susan Pierce en una faceta interesante en la que te gusta pensar.


—No lo es —Negué con la cabeza. —Y yo no puedo hacer esto.


—Esto —dijo —no es más que una comida. Siéntate conmigo.


No me moví.


—Vamos. —Ella suspiró en voz baja. —Me dejas que te haga mía el sábado, me pones la mano debajo de tu ropa hace unos minutos, y ahora te unirás a mí para el almuerzo. ¿Siempre haces algo tan confuso?


—Santana.


—Brittany.


Dudé mucho antes, pero de golpe me deslicé en la cabina al lado de ella y sentí el calor radiante de su cuerpo escultural, ubicado a mi lado.


—Te ves hermosa —dijo.


Miré hacia abajo al sencillo vestido negro que llevaba. Mis piernas desnudas asomaban por debajo del dobladillo y sólo por encima de las rodillas. Pasó un dedo de mi hombro a mi muñeca y mi piel desnuda se estremeció ante su roce.


—No voy a ir a tu oficina otra vez así —dijo, en voz tan baja que tuve que apoyarme un poco más cerca para oírla —.Pero yo quiero volver a verte.


Negué con la cabeza, mirando sus labios que me parecían tan irresistibles.


—No creo que sea una buena idea.


Cuando el camarero se detuvo en nuestra mesa, con los dedos de Santana posados en mi mano, yo no había podido pensar en nada para pedir y ella eligió comidas para las dos.


—Espero que te gusten las gambas —dijo sonriendo.


—Lo hacen —Su mano sobre la mía, con la pierna tan estrechamente presionada con mi muslo, ¿qué quiero? Yo no quiero ser distraída continuamente por una fuerza de energía y sensualidad como Santana, pero sigo siendo incapaz de salir de su órbita.


—Lo siento, estoy un poco distraída.


— ¿Distraída por mí? O ¿por el trabajo?


—En este momento por ti. Pero debo ser distraída por el trabajo.


—Tienes un montón de tiempo para eso. Voy a apostar a que tu asistente fue la que te envió a comer.


Me eché hacia atrás para mirarla.


— ¿Espiaste?


—No es necesario. Ella parece un poco entrometida, y parece como si tú casi nunca te acordaras de tomar el almuerzo. —Sus dedos empujaron el dobladillo de mi vestido alto, más alto, más alto que mi hueso de la cadera. — ¿Estas bien? —preguntó en un susurro.


Estaba más que bien, pero mi corazón latía con una mezcla de emoción y ansiedad. Una vez de nuevo, la estaba dejando llevarse completamente mi razón.


—Estamos en un restaurante.


—Estoy al tanto. —Se deslizó bajo el cordón empapado de mis bragas y deslizó sus dedos sobre mi clítoris, metiéndolos hacia abajo en mi humedad. — ¡Dios mío, Brittany. Me encantaría extenderte en esta mesa y tenerte para el almuerzo.


—Una no puede decir esas cosas.


— ¿Por qué? Somos las únicas en este lugar, además del hombre viejo de la esquina, el camarero y el cocinero en la parte posterior. Nadie me oye.


—Eso no es lo que quise decir.


— ¿No puedo decir cosas así por lo que te provoca? —se preguntó.


Asentí con la cabeza, incapaz de decir nada cuando ella deslizó dos dedos dentro de mí.


—Tenemos unos diez minutos antes de que nuestra comida llegue. ¿Crees que podría hacer que te corras tan rápido?


No era como si no tuviera ya dos dedos profundamente dentro de mí, pero por alguna razón cuando lo expuso así, tomé conciencia de donde estábamos. Era un tormento: el conocimiento de lo que debería hacer en un restaurante tranquilo como éste, sip beber mi té, comer mi almuerzo, y el deseo de hacer algo completamente diferente a mí: que esta sexy morena me hiciera suya donde cualquiera podía entrar y ver.


Era la misma loca fantasía del club, una vez más: la posibilidad de ser atrapada con esta hermosa extraña, y que ella se saliese con la suya.


Comenzó a mover su dedo en círculos pequeños, pero mantuvo los dedos presionando profundo, inmóviles. Su brazo apenas se movió por encima de la mesa, pero por debajo de donde el mantel golpeaba las caderas, una explosión se estaba construyendo.


Me quedé mirando su brazo, su hermosa piel color caramelo, y pude sentirlo; miraba mi cara, observando cada respiro que daba, cada suspiro y cada vez que me mordí el labio para no hacer ningún sonido. Su confiado tacto firme construyó un fuerte dolor entre mis piernas y me empujó hacia ella, queriendo más y más de alguna manera. A lo lejos, un plato se estrelló contra el suelo, pero Santana gimiendo en voz baja mi nombre eclipsó inmediatamente el sonido.


Nuestro camarero salió de la cocina y se dirigió hacia nosotras.


—Mírate —dijo Santana, inclinándose para besar mi cuello justo debajo de la oreja. Su aliento cálido en mi piel, y me debatí entre centrarme en su toque y preocuparme por el camarero que camina por la habitación hacia nuestra mesa. La combinación de su tacto y el temor de ser descubierta produjo que la adrenalina en mí se elevara.


Como si supiera esto, Santana murmuró:


—Nadie aquí sabe que estamos disfrutando de un momento tan importante para nosotras.


Yo esperaba que se detuviera para poner sus manos sobre la mesa, pero Santana simplemente se quedó inmóvil con el pulgar mientras el camarero paraba en nuestra mesa, y volvía a llenar su agua.


El hielo chocó contra el cristal, y una gota de condensación se deslizó desde el borde al mantel, desplegándose y creciendo más y más al caer más agua.


Era como si el vidrio se fundiera conmigo. Desde encima de la mesa, parecía que Santana se había simplemente estirado y puesto su mano en mi pierna. Deslizó el pulgar por mi clítoris una vez, y yo jadeé.


—Su comida debe salir en un minuto —dijo el camarero con una sonrisa suave.
Santana presionó su pulgar con fuerza en mi clítoris y me mordí el interior de la mejilla para no gritar.


Ella sonrió al camarero.


—Gracias.


El camarero se volvió y se alejó y cuando Santana me miró con tan mal disimulada mirada traviesa, el alivio vertiginoso se mezcló con una punzada de vaga decepción, y me sentí completamente fundida en sus manos.


—Eso es todo —susurró, meciendo su mano contra mí mientras deslizaba un tercer dedo dentro.


Con esto, ella me estiró hasta el borde dichoso del dolor y sentí pudor, como si estuviera haciendo algo irrevocablemente sucio, pero ella sólo me miró anhelando más de todo. —Oh, Dios, Brittany. Eso es todo.


Mis uñas se clavaron en el cojín de cuero por debajo de mí, y se corría el riesgo de que se notara lo que hacíamos en un lugar público como este. Mi cabeza cayó hacia atrás contra la cabina y solté el más pequeño gemido, totalmente desproporcionado en relación con el clímax y agitación que se desgarró a través de mi cuerpo.


—Oh Dios —gemí mientras luchaba por aparentar tranquilidad. Me volví para presionar mi cara en su hombro derecho para sofocar mi necesidad de exclamar en voz alta su nombre.


Redujo la velocidad, y se quedó inmóvil, antes de besar mi cabeza, y luego sacó sus dedos.


Levantando la mano de debajo de la mesa, se llevó los dedos a la boca una vez, brevemente, antes de limpiarlos rápidamente.


Y luego se pasó la lengua por los labios, mirándome.


—Tu sabor en mi lengua es como algo glorioso que jamás conocí hasta ahora, pero tú y absolutamente todo de ti es aún mejor. —Se inclinó y me besó profundamente. —Yo quiero que tú estés conmigo por siempre.


Sí, por favor.


Jesús, ¿quién es esta mujer que posee mi cerebro? Porque yo también quería lo mismo. Incluso después de lo que ya me había dado, yo no quería separarme de ella jamás.


Esa línea de pensamiento me podía meter en más problemas, mi teléfono sonó en mi bolso. Yo lo saqué para ver quien era: Quinn.


“A la vuelta de mi reunión. Sentémonos a hablar algunas cosas de la empresa a las 2 p.m”.


En el reloj de mi teléfono pude leer una y cuarenta y cinco.


—Me tengo que ir.


—Estamos estableciendo un patrón de conducta aquí, Brittany. Vienes y te vas.


Le ofrecí una media sonrisa, medio mueca de dolor, pero cuando el camarero volvió con la comida, le deslicé un billete de veinte dólares sobre la mesa y le pedí que metiera la mía en un contenedor para llevar.


—Me gustaría que me dieses tu número —dijo Santana, metiendo el dinero en mi bolso.


—Por supuesto que no. — Me reí.


No tenía idea de cómo me había descifrado. Bueno, eso era una mentira, yo sabía exactamente lo que había desentrañado... había empezado a susurrar con ese acento caliente y luego me tocó, pero yo sabía que no debía dejarme llevar completamente por Santana. Por un lado, era una rompecorazones, y de ninguna manera quería ir por ese camino de nuevo. Y dos, mi trabajo. Tenía que ser primero.


—Con el tiempo lo voy a obtener de Quinn, ya sabes. Nos conocemos desde hace mucho.


—Quinn no te lo dará a ti sin mi permiso. Muy pocas personas quieren golpear a mi ex más que yo, pero Quinn es una de ellas. —Besé la mejilla de Santana, saboreado su piel en contacto con la mía, y me levanté.


—Gracias por el aperitivo. Elimina el vídeo.


—Yo pienso que si que vas a salir conmigo otra vez —respondió, con los ojos brillando con diversión.


Salí y apuré el paso, reprimiendo una sonrisa.








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Tres días después de que le había dado un orgasmo para el almuerzo no estaba nada menos que obsesionada.


—Entonces, ¿a quién traes esta noche? —preguntó Ryder ausente, con los ojos en la copia doblada del Times en su mano.


En el viaje de regreso a la oficina del sastre había guardado silencio hasta ahora, sólo interrumpida por el sonido del motor y el claxon de un coche ocasional o un grito de la calle. Seguí repasando el archivo que había traído de fotografías de una nueva exposición en Queens cuando respondí:


—Iré sola, en realidad.


Levantó la vista hacia mí.


— ¿Tú no tienes una cita?


—No. —Le eché un vistazo justo a tiempo para ver a sus cejas levantarse con sorpresa. — ¿Qué?


— ¿Cuánto hace que nos conocemos, Santana?


—Seis años, diría yo.


—Y en todo ese tiempo, ¿alguna vez has asistido a una función social sin una cita?


—Realmente no lo recuerdo.


—Tal vez podríamos comprobarlo en las revistas. Apuesto a que lo sabrían —dijo él sin expresión.


—Muy gracioso.


—Es raro, eso es todo. Es el evento más importante del año y no tienes una cita.


—Poco importa, ¿no?


Él se echó a reír.


— ¿Hablas en serio conmigo? ¿Qué estás tomando Santana López? Esa es una de las primeras cosas que se hacen cuando hay una fiesta como esta.


—Me gusta lo que me toca como la típica rompecorazones en contraste con ustedes, todos honrados y virtuosos.


—Oh, nunca he dicho nada acerca de ser virtuoso —dijo sobre la parte superior de su periódico.


—Estoy simplemente sugiriendo que la gente podría preguntarse si estás esperando a alguien allí, eso es todo.


Me volví hacia mis archivos mientras consideraba esto. A decir verdad, yo no había buscado una cita para la recaudación de fondos. Yo no había conseguido una cita porque no estaba interesada en tomar a cualquiera.


Lo que era raro. Tal vez Ryder tenía razón. Desde que conocí a Brittany, las otras mujeres parecían predecibles y nada interesantes.


También tenía razón cuando dijo que la gala anual López & Sumner Charity era nuestro mayor evento del verano. Se llevaba a cabo en el Museo de Arte Moderno, y todo el que era alguien en Nueva York estaría entre los asistentes. Con el baile, la cena y la subasta silenciosa que seguía, lográbamos recaudar cientos de miles de dólares para una fundación contra el cáncer infantil cada año.








El cielo sombrío de la tarde se había aclarado, pero el olor de una tormenta aún flotaba en el aire cuando mi coche se detuvo en las barricadas en frente del museo. Un criado abrió la puerta y salí, rogando en mi interior que todo saliese bien en este evento. Mi nombre fue pronunciado desde varias direcciones y las pequeñas explosiones del flash de las cámaras entraron en acción en erupción como una pequeña tormenta en el área de prensa.


— ¡Santana! ¿Dónde está tu cita?


— ¡Santana, foto rápida! ¡Rápido, por aquí!


— ¿Hay algo de verdad en el rumor de una dotación al museo Smithsonian?


Les sonrió y posó para las fotos, saludando mientras camino al interior. Me sentía como si estuviera en piloto automático, contenta de que se queden y no contar con la prensa en el interior del evento de esta noche. Yo simplemente no tengo la energía.


Los huéspedes se dirigen a través del museo y al jardín, donde la mayoría de los actos se celebrarán, en donde una multitud de gente bien vestida se mezclaba mientras se tomaban un cóctel y champagne, hablar de dinero y de los demás y del que pasó a ser el chisme del día. La serie de carpas blancas se había erigido, cada una de ellas iluminada desde abajo por los charcos de luz de colores brillantes.


Una orquesta se ubicaba en un extremo del jardín, una cabina de DJ para la fiesta después de la otra.


El aire era pesado y húmedo de la noche se aferraba a mi piel casi incómodamente. Me acerqué a una línea de mesas de gran tamaño vestidas de blanco y goteante cristal. Alcanzando una copa de champán, noté que alguien se paraba a mi lado.


—Un evento perfecto, como siempre, Santana. De verdad te has superado a ti misma.


Parpadeé para ver a Quinn de pie junto a mí.


—Es un sangriento golpe de calor lo que hay aquí, eso es lo hay —dije, asintiendo con la cabeza hacia la copa que tenía en cada mano. —Seguro que estas siendo acompañada por Rachel, supongo.


—Y la cita es. . .


—Vuelo en solitario esta noche —le contesté. —Recepción, deberes y lo que sea.


Quinn se echó a reír, con lo que me llevé el vaso a los labios. Ella no dijo nada, pero era imposible pasar por alto la forma en que sus ojos se movieron por encima de mi hombro.


Me volví justo a tiempo para ver a Rachel y Brittany caminando desde el baño. Brittany se veía espectacular en un vestido de color azul claro con abalorios que le cubrían el corpiño y gotaban en la falda. Estiletes de plata se asomaban bajo el dobladillo de su vestido.


Me tomó un momento antes de que pudiera hablar.


—Ella está aquí con alguien, Santana.


Me volví y miré boquiabierta a Quinn antes de mirar alrededor de nuestra vecindad inmediata para tratar de detectar con quién podría haber llegado.


— ¿Ella lo está? ¿Con quién?


—Conmigo.


—Espera, ¿qué? De ninguna manera.


—Cristo, estoy bromeando. Mira tu cara. —Me estudió detenidamente y luego saludó informalmente a alguien a través del cuarto y yo legítimamente quise darle una cachetada.


—Santana —dijo, en voz baja y seria ahora. —Brittany es la mejor amiga de Rachel y una importante parte de mi equipo. Confío en tu sentido de los negocios más de lo que confío en el de casi todo el mundo, lo hago, pero tu historia con las mujeres no es exactamente la mejor. Soy la última persona que puede señalarte con el dedo, confío en ti, pero no hagas nada estúpido.


—Cálmate. No es como si yo estuviera planeando arrastrarla para un revolcón en el armario de los abrigos o cualquier cosa.


—No sería la primera vez —dijo con una sonrisa, vaciando su copa.


—Para ti tampoco lo sería, amiga —le respondí.


Quinn parecía casi aliviada cuando yo la dejé, y por un breve momento, me sentí casi culpable por haberle mentido. La verdad es que yo quería arrastrar a Brittany afuera al armario más cercano, y también quería un momento para simplemente verla.


Caminé a través del jardín, saludando y agradeciendo a los demás por sus donaciones,


Mantuve a Brittany en mi visión periférica cuando me fui. Dejé a un lado de la gran escultura desnuda de Lachaise y la observé desde la distancia, cautivada por lo hermosa que lucía esta noche.


Su vestido era largo y completo, mostrando cada curva perfecta y haciendo hincapié en algunos de mis lugares favoritos.


Me acordé de la forma en que ella se veía aquella noche en la pista de baile, sexy con un vestido corto y zapatos demasiado altos, y la comparé a la mujer sofisticada aquí, esta noche. Me di cuenta de que lo que habíamos hecho entonces había estado fuera de lugar para ella. Pero yo no creo que entendí exactamente cuánto hasta esta noche. Ella estaba al punto y delicada. . . sin embargo, aún así, había algo más, algo de descuidada imprudencia debajo de su primoroso exterior.


Mis ojos se movieron a lo largo de la línea del cuello y de la clavícula, y me pregunté lo que ella llevaba debajo de su vestido. Me preguntaba lo que habría dado a luz a la mujer que había hecho mía en un club lleno de gente.


Yo estaba bastante segura de que Quinn no había estado bromeando cuando me había sugerido que me mantuviera alejada de Brittany. O que su prometida la mataría al igual que a mí, si se enteraba que estaba rondando a su mejor amiga. Quinn, obviamente, era consciente de que yo tenía más que un interés casual en Brittany, pero lo mío era fuerte como una bóveda y, a pesar de sus protestas, lo haría.


Nunca interferiría si esto fuese lo que Brittany quería.


Pero Rachel, ella era un asunto completamente diferente. Ella parecía muy inteligente, su mirada con demasiado conocimiento. Yo no sé mucho acerca de la futura señora Fabray, pero estaba segura de que Quinn al fin había conocido a su semejante,


Yo no quiero estar entre las personas que deteste.


Y a pesar de eso, estaba disfrutando bastante de este pequeño juego que Brittany y yo parecíamos estar jugando.


Cuando la orquesta cambió a una canción más lenta, vi como algunas personas se excusaron de sus círculos y se aventuraron a salir a la pista de baile. Caminé alrededor del borde del jardín, dando un paso detrás de Brittany y dando golpecitos en uno de sus hombros al descubierto.


Se dio la vuelta, su sonrisa se le escapó del rostro cuando me vio.


—Bueno, hola a ti también —le dije.


Brittany tomó un largo sorbo de su copa de champán antes de dirigirse a mí.


— ¿Cómo estás esta noche, Srta. López?


Srta. López, ¿verdad? Sonreí.


—Veo que has hecho un poco de investigación sobre mí. Debo haberte causado una buena impresión.


Ella me devolvió una sonrisa amable.


—Una rápida búsqueda en Google da a muchacha un montón de información.


— ¿No te ha dicho alguien alguna vez que Internet está llena de rumores y mentiras? —Di un paso más cerca, acariciando con el dorso de los dedos a lo largo de su brazo. Era suave y lisa, y surgieron señales de estremecimiento innegable a lo largo de su piel. —Te ves espectacular esta noche, por cierto.


Ella me miró a los ojos, me repasó. A pesar de que puso un poco de distancia entre nosotras, murmuró:


—Tú no te ves para nada mal.


Fingí sorpresa.


— ¿Acabas de felicitarme?


—Puede que lo haga.


—Sería una vergüenza para nosotras haber conseguido encontrarnos tan elegantemente vestidas, y no compartir un baile. Lo sería ¿estás de acuerdo? —Brittany miró alrededor del jardín y agregué: — Sólo un baile, Pétalo.


Vació su vaso y lo puso en la bandeja de un camarero que pasaba.


—Sólo un baile.


Le coloqué la mano en la parte baja de la espalda, y la guié a una esquina poco iluminada de la pista de baile.


—Me gustó el almuerzo el otro día —le dije, tomándola en mis brazos. —Quizá podríamos hacerlo de nuevo. ¿Tal vez con un menú un poco diferente?


Ella sonrió, y miró más allá de mí.


Tiré de su cuerpo para alinearlo al mío, provocando su peculiar alzar de la ceja, que estaba empezando a gustarme mucho.


— ¿Cómo estás encontrando Nueva York?


—Diferente —dijo —. Más grande. Más ruidoso. —Ella inclinó la cabeza, finalmente mirándome. —Las personas son un poco agresivas.


Me eché a reír.


—Lo dices como si fuera algo malo.


—Supongo que dependerá de la persona.


—Y ¿qué pasa con esta persona que tienes en frente tuyo?


Ella parpadeó, sonriendo cortésmente nuevo. Se me ocurrió que Brittany se comportaba como una mujer que estaba muy acostumbrada a ser vista en público.


—Mira, me siento halagada por tu atención, Santana. Pero ¿por qué estás tan interesada en mí? ¿No podemos admitir que nos lo pasamos muy bien y lo dejamos en eso?


—Me gustas —le dije, encogiéndome de hombros. —Me gusta bastante tu perversión.


Ella se echó a reír.


— ¿Mi perversión? Eso es algo que yo nunca había oído antes.


—Bueno, eso es algo que no podemos permitir. Dime, cuando fantaseas, ¿de qué se trata? ¿Se trata de dulce, sexo suave en una cama?


Ella me miró con un desafío en sus ojos.


—A veces, sí.


— ¿Pero es también de haber sido tocada en un restaurante, donde cualquiera podía ver? —Me incliné, susurrando contra su oreja. — ¿O ser de alguien más en un club?


La sentí tragar lentamente, sentí su aliento tembloroso antes que se enderezara, poniendo una socialmente aceptable cantidad de distancia entre nosotras.


—A veces, por supuesto. ¿Quién no tiene esas fantasías?


—Muchas personas no lo hacen. Y aún menos personas actúan sobre ellas.


— ¿Por qué estás tan interesada en esto? Estoy segura de que podrías conseguir con esa sonrisa a cualquier mujer aquí y tomarla en cualquier habitación de este museo.


—Porque, por desgracia, no quiero a ninguna otra mujer aquí. Te has convertido en todo un misterio para mí. ¿Cómo se puede alojar una paradoja tal detrás de esos hermosos ojos azules?


¿Quién era esa mujer que hice mía delante de toda esa gente del club?


—Tal vez sólo quería ver cómo me sentía al hacer una locura como esa.


—Y te sentías increíble, ¿verdad?


No hubo vacilación cuando ella me miró.


—Sí. Pero mira —dijo, dando un paso atrás. Mis brazos cayeron a los costados. —No estoy interesada en ser el juguete de nadie en este momento.


—Creo que te estoy pidiendo que me dejes ser el tuyo.


Sacudiendo la cabeza, me enfrentó con una sonrisa y me miró.


—Deja de ser linda.


—Nos vemos arriba.


— ¿Qué? No.


—En el salón de baile vacío al lado de los baños. Es por las escaleras y hacia la derecha. —Me moví más cerca y luego besé su mejilla como si quisiera darle las gracias por el baile.


La dejé allí justo cuando la música se detuvo y se anunció que la cena se servia dentro, inmediatamente seguida de la subasta. Me preguntaba si podría hacerlo. Si correría el riesgo de perderse, si ella sentía lo mismo, el zumbido de la adrenalina que yo sentía.


El sonido de las conversaciones se amortiguó cuando salí de la noche húmeda y el aire acondicionado museo. Subí la amplia escalera y serpentee por el pasillo hacia el vacío salón iluminado.


Las voces se apagaron mientras juntaba la puerta detrás de mí, dejando abierta sólo una pequeña porción.


Esperé un instante, escuchando los sonidos apagados de la fiesta, ya que continúaba abajo y en el exterior, para asegurarme de que estaba realmente sola en el cuarto oscuro.


El patrón ocasional de gente que caminaba por el pasillo alfombrado y en el interior del salón de baile vacío, haciendo unas breves llamadas de teléfono o en busca de los baños. Se sentía como si cada sonido hiciese eco por el pasillo, mis zapatos golpeando en el suelo de madera mientras tomaba nota de la disposición.


La habitación era más larga de lo que era de ancha, y la ciudad brillaba a través de las ventanas en el lado largo de la sala, el zumbido del tráfico constante en las calles de abajo. Por el momento, contra pared había una mesa rectangular parcialmente oculta por una ornamentada pantalla. La habitación estaba por otra parte completamente vacía. Me acerqué y me apoyé en la mesa, detrás de la pantalla e incluso más lejos de la vista mientras la esperaba.


Más de quince minutos después de que la había dejado, y después de que casi había renunciado a esperarla más...la línea de luz a través de la puerta se expandió por el suelo. Vi la forma de su cuerpo a través de la pantalla, con la retroiluminación de la luz en el pasillo. Sabía que en la oscuridad, permanecí invisible para ella, y aproveché la oportunidad para verla mientras examinaba la habitación. Me podía imaginar el martilleo del pulso en su garganta por los nervios y emoción. Al salir de detrás de la pantalla, por fin dejé que me viera, una silueta contra la luz de la ciudad. Cruzó la habitación, con sus ojos en los míos mientras lentamente cerró la distancia entre nosotras.


Su expresión era difícil distinguir en la luz tenue, y esperé a que hablara, que me diga que me vaya al infierno o incluso me pregunte si vamos a besarnos y acariciarnos otra vez, pero no dijo nada. Se detuvo con sólo pulgadas de distancia entre nosotras, vacilando por sólo un momento antes de tomarme entre sus brazos y tirar de mí hacia ella.


Sus labios eran cálidos e insistentes y ella sabía a champán. La imaginé bebiendo una copa, con la esperanza de encontrar el valor para venir aquí y hacer exactamente esto. El pensamiento me hizo gemir con los ojos revoloteando cerrados cuando abrió la boca para mí, con la cabeza inclinada hacia atrás mientras su lengua empuja contra la mía. Me palmeó el pecho con una mano, agarrando mi cadera fuerte con el otro.


—Adelante con esto —dijo ella.


Yo caminé hacia atrás y abrí la cremallera del vestido, viéndolo escapar de su cuerpo formando una piscina alrededor de sus pies en el suelo. Estaba completamente desnuda bajo el vestido.


— ¿Tu has ido así todo el tiempo? —Le pregunté, tomando un pezón en la boca y mirándola.


Ella asintió, los labios entreabiertos mientras se retorcía con las manos en mi pelo, susurrando palabras como “otra vez” entre dientes y “por favor”. La guié hasta la mesa, agarrándola por detrás de las rodillas para tirar de ella hacia el borde.


Mis dedos bajaron por sus costillas y sobre su vientre plano. Me miró a los ojos, levantando una ceja mientras corría mis manos sobre sus zapatos de tacón.


—Vamos a dejar esto —dije, mirando su cuerpo, desnudo de otra manera. Ella era perfecta: la piel cremosa, pechos espectaculares y tensos pezones rosados.


Inclinándome sobre ella, besé una línea desde el cuello hasta los pechos, apretando el pulgar en una marca casi desvanecida, aparentemente había marcado su piel el sábado. —Apuesto a que mirabas esto todos los días —le dije, admirando mi obra, presionándola un poco más.


—Hablas demasiado —dijo, acariciándome. —Demasiada ropa.


Rocé los dientes a través de su pezón, succionando, soplando sobre el pico endurecido.


—No tienes ni idea como me enloqueces —le digo.


Sus manos tiemblan mientras desliza el cierre de mi vestido y se apresura a empujarlo hacia abajo. Ella se inclina sobre la mesa, con el cuerpo estirado, las sombras se sumergen entre el hueco de su clavícula y la curva de sus pechos.


—Santana —susurra, mirándome con los ojos entrecerrados.


— ¿Sí? —le respondo mientras me ocupo de besar su cuello, sus pechos.


— ¿Tienes una cámara?


¿Cómo lo hace? ¿Cómo alguien tan contenida, tan naturalmente refinada, soltó eso, que me descolocó por completo? Busqué rápidamente en mi bolso que estaba sobre la mesa junto a ella, y saqué mi teléfono, sosteniéndolo para ella.


— ¿Esto vale?


— ¿Vas a tomar fotos de nosotras?


Parpadeé, y luego parpadeé de nuevo. ¿Estaba bromeando?


—Dios…... Absolutamente si.


—Nada de caras.


—Por supuesto que no.


Un momento de silencio pasó, ya que ambas consideramos lo que podría hacer con este artefacto en la palma de mi mano. Ella quería fotos de lo que estábamos haciendo. Me tambaleé por el conocimiento que se involucró en esto tanto como yo lo hice. Lo pude ver en la forma en que su pulso latía con fuerza en la garganta, en el fuego ardiendo en sus ojos.


—Nadie las verá —dijo.


Sonreí.


—No me gusta la idea de compartir una parte de ti. Por supuesto que nadie las verá.


Ella se echó hacia atrás y subí el teléfono hacia arriba, apuntando hacia ella. El primer disparo fue de su hombro. El segundo de su mano en su pecho, el pezón atrapado entre sus dedos. Un suave gemido salió de su boca cuando suavemente moví mi mano por su muslo para deslizarla entre sus piernas.


Las voces resonaban en la sala, sacándonos de nuestro rincón oscuro y sumergiéndonos de nuevo en la realidad de donde estamos, cómo ambas nos necesitábamos y del tiempo para volver abajo. Mientras pensaba esto, no dudé más de lo que podría existir entre nosotras, y me dediqué a hacerla mía.


Ella respondió sin palabras, envolviendo sus piernas alrededor de mis caderas y tratando de estar junto a mí lo más cerca posible, sin ningún espacio entre nosotras al besarnos febrilmente, no había nada más en lo que pudiera pensar aparte de nosotras estando así……cuando la puerta de la sala de baile se abrió.


Como lo había hecho antes, la luminosidad de la sala se derramó en la habitación, filtrada a través de la pantalla y pintando su torso con su cinta de la luz. Se quedó sin aliento, pero no me detuve, en su lugar alcé la barbilla con un gesto para que se quedase tranquila mientras disfrutaba de su tacto, de su cercanía. La sensación de calor en mi cuerpo se expandió rápidamente por todas mis terminaciones nerviosas.


Cerré los ojos con fuerza y la abracé mientras susurraba en su oído lo mucho que significaba para mí que me hubiese seguido. La luz de la ciudad era suficiente para mí para capturar una sensual foto oscura de mi mano sobre su piel. Los pasos cruzaron la habitación hacia la ventana, y sus piernas se apretaron a mí alrededor como si quisiera evitar que me arrepintiera y me alejara.


Vi sus pezones endurecerse, los labios abiertos de la emoción. No te preocupes, pensé con una sonrisa. No pienso alejarme.


—Están ahí —le susurro, inclinándome para besar su cuello y saboreando el ritmo salvaje de su pulso bajo mis labios. —Nadie podrá vernos aunque quisieran.


Se quedó sin aliento y yo me dediqué a admirarla con la mirada.


—No estoy retirándome. Sólo quiero conservar este momento en mi memoria.


—Más —suplicó en un susurro.


— ¿Mis caricias, o la sensación de saber que te hago mía?


—Las dos cosas.


Suspiré sobre la piel de su cuello.


—Eres todo lo que necesito en este momento, ¿lo sabías?


Su boca se abrió en un grito silencioso cuando me aferré a ella, deseando poder obtener aún más contacto de alguna manera. Sentí su estómago tensarse contra mi piel. Dios…… estaba caliente y a punto y si no llegaba pronto me iba a correr antes que ella. Afortunadamente, con un suspiro, hundió sus uñas dolorosamente en mi hombro y su cuerpo se tensó cuando ella se estremeció y supe que había acabado. Me sentí mareada eufórica como si algo en mi interior estaba a punto de explotar.


El sonido de los pasos regresó, y luego se detuvo tranquilamente, justo al otro lado de la pantalla. Yo sentí mi orgasmo mientras me estremecía lo suficiente como para hacerme ver las estrellas.


Y luego el silencio se hizo presente, el momento colectivo cuando tenemos problemas para contener nuestras respiraciones jadeantes, y nadie se atreve a moverse.


Me concentré en la vaga idea del sonido de la respiración más allá de la pantalla, la quietud de una persona en espera. Escuché. Volví la cabeza y vi los ojos de Brittany, sus dientes enterrados en el labio inferior. Un momento pasó, y luego otro antes de que los pasos se alejen y la encendida luz se deslice a lo largo de nuestros sudorosos organismos cuando la puerta es cerrada.

Hola……….buenos noches a todas/os……….al fin me di algo de tiempo para actualizar en los días prometidos jejejeje………me gustara saber muchísimo sus opiniones sobre qué les parece la adaptación, leí por ahí que alguien sugería una fotografía mía mientras adapto la historia (yo creo que esto no será posible porque hasta ahora sigo sonrojándome por las innumerables escenas “wankys” de la historia)



Dios……si alguna leyó la obra original, se irán dando cuenta que la historia tiene muchos momentos “wankys” como dice mi buena amiga “evean”…….aun me sorprendo por haberme decidido a adaptar esta historia, tomando en cuenta que sigo sonrojándome al momento de adaptar y escribir esos momentos entre San y Britt jejejeje (sin embargo, la historia me resulta un desafío…..y cuando de desafíos se trata no hay nada que me detenga)





Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les guste estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.





*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:




http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)




http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)



http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)



*Próxima actualización: día DOMINGO (A MÁS TARDAR LUNES)…….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.




Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo




Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.




Y las canciones del día son (lo sé, no pude decidirme por ninguna de estas canciones en específico, así que decidí poner ambas, porque quería algo de romanticismo y otro tanto de ritmo movido creo jejejeje)














NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)




Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.





Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.





Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.













El lunes por la mañana, Rachel se encontró en su oficina de repente desordenada, mirando por la ventana. Sus muebles y todas sus cajas, finalmente habían llegado, y su ritmo y murmuraciones decían que estaba más que un poco abrumada ante la perspectiva del desembalaje.


Había pasado la mayor parte del fin de semana alternando entre el horror y la celebración por lo que había sucedido en la recaudación de fondos, y había venido a trabajar para entretener a mi mente para detenerla y mirando muy de cerca a lo que mis acciones decían de mí.


Me quedé hasta la medianoche del sábado y, por desgracia, hice mi camino a través de todos los contratos y facturas que necesitaba esta semana. Aparte de un puñado de llamadas telefónicas, no tenían nada que hacer, y en estos días una Brittany inactiva no era una buena cosa.


— ¿Necesitas ayuda?


Rachel se echó a reír, dejándose caer en el sofá.


—Yo no sé ni por dónde empezar. Acabo de terminar el desembalaje en mi apartamento. Además, me siento como si acabara empaquetar todo esto.


—Comienza con tu biblioteca. Nunca me siento organizada hasta que puedo ver las hileras de libros ordenados.


Se encogió de hombros, se deslizó de la cama y se arrastró hasta donde algunas cajas estaban apiladas contra la pared.


— ¿Te divertiste en el Evento de Caridad del día sábado?


Abrí una caja de suministros y saqué una navaja.


—Por supuesto.


Podía sentir su mirada en mí, y su persistente atención a presión en el lado de mi cara. Yo probablemente debería haber elaborado más mi respuesta, pero mi mente se quedó completamente en blanco cuando busqué qué más que decir.


¿Qué otra cosa había sucedido? Llegamos. Tuvimos algunos aperitivos. Santana y yo bailamos, y luego le pedí que tomara fotos mientras ella me hacía el amor en la mesa.


En un momento me acordé del resto... de la cena que habíamos perdido, la subasta silenciosa a que había asistido, el hermoso jardín al que había escapado después de nuestro. . . encuentro, demasiado tiempo había pasado ya para añadir algo a mi respuesta de una palabra.


—Bueno —dijo, y podía oír la sonrisa en su voz. —Me alegro de que hayas decidido ir. Santana y Ryder aparentemente lo hacen cada año y recaudan un montón de dinero para la caridad. Creo que es un gesto increíble.


—Increíble —murmuré de acuerdo, recordando a Santana en un elegante y sexy vestido rojo. Ella parecía bastante increíble medio desnuda, también.


Miré por la ventana y recordé el calor palpitante de su aliento en mi cuello.



Flashback

—No voy a volver atrás —gruñó, poniendo una mano sobre mi pecho. —Sólo quiero estar contigo.


Mis pechos no eran pequeños, pero la forma detallada como me veía me había hecho sentir diferente, como si me pudiera hacer conmigo lo que quisiera.


—Más.


Se echó hacia atrás para mirarme.


— ¿Mi mano, o la sensación de saber que te hago mía?"


—Ambos —había admitido, y se inclinó de nuevo bajó el cuello, y me mordió suavemente.


Me pregunté acerca de las fotografías que había tomado y me estremecí ligeramente. Traté de no pensar en ella mirándolas. Tal vez incluso tocándose mientras lo hacía. . .


Fin de flashback



Rachel se aclaró la garganta y sacó unas cuantas revistas de su caja. Parpadeé, nerviosamente, y miré hacia las revistas en frente de mí. Jesús, ¿de dónde vino todo esto?


—Te vi hablando con Santana —dijo ella. —Bailaron como tres canciones. ¿La conociste esa noche?


¿Era una adivina? Qué demonios…. Rachel me conocía muy bien.


No miré hacia arriba, y en cambio murmuré:


—Sí, nos conocimos en el... —moví la mano en el aire —Lo del viernes.


—Es hermosa —dijo.


¿Por qué no puedo dejar de pensar en Santana?


Podía sentir su mirada en mí. Rachel tenía la cara de póquer menos sutil en el mundo. Dejó caer una indirecta como un combatiente de la huelga deja caer bombas.


— ¿No crees que es hermosa?


Finalmente miré hacia ella y rodé los ojos.


—Ya basta. Yo no me voy a desmayar por ti sobre Santana López. Ella parecía estar bien, eso es todo.


Ella se rió y empujó un par de libros en el estante.


—Está bien. Sólo me aseguro de que no estas atrapada bajo su hechizo. Parece una gran chica, pero sí, definitivamente es una rompecorazones incorregible. Al menos va de frente, sin embargo.


Ella me miró por un minuto mientras luchaba por no reaccionar a eso. Fue una aclaración justo sobre Sam y el tipo de cosas que podría decir en un año o dos, y ambas reiríamos y diríamos:


— Yo sé, ¿no?


Pero por ahora sus palabras sólo podían disolverse en un incómodo silencio.


—Lo siento —murmuró. —Mal momento. ¿Sabías que Santana y Quinn fueron juntas a la escuela?


—Sí, ella mencionó algo acerca de eso. Yo no sabía que Quinn fue a la universidad en Inglaterra.


Ella asintió con la cabeza.


—Cambridge. Santana era su compañera de piso a partir de su primer día allí. Ella no ha compartido muchas historias conmigo, pero las que lo ha hecho...—Se interrumpió, sacudiendo la cabeza mientras su atención volvió a los libros delante de ella.


Se suponía que debía ser desinteresada, completamente desinteresada en todo esto, ¿no? Así que estudié mi pulgar, y sólo entonces me di cuenta de un corte de papel fresco.


Analizando, Brittany, ¿tu cerebro está tan obsesionado con Santana que ya no siente dolor? Eso es patético.


Así que ¿cómo se ve cuando uno absolutamente no se preocupa por las historias que Rachel pueda haber oído? Quiero decir, obviamente, el hecho de que ella no ha compartido muchas historias significa que ha compartido algunas. ¿Cierto?


Yo alfabetizaba una pila gigante de las publicaciones periódicas, fingiendo estar absorta. Por último, la cuestión se sentía como que me estaba ahogando y cedí.


—Como, ¿qué tipo de cosas hicieron?


—Sólo cosas de típicas ciudadanas inglesas —dijo, distraída. —Equitación. Elaborar su propia bebida y beberla tras los eventos deportivos emocionantes. Tomar el tren a París y escapadas bla-bla .


Quería estrangularla.


— ¿Escapadas?


Ella levantó la vista de repente, como si recordara algo, y sus ojos oscuros sin duda tenían un brillo pícaro a ellos.


—Hey, esto me recuerda. Hablando de aventuras. . .


Mi estómago cayó de rodillas.


— ¡Tu desapareciste el viernes por la noche, como una hora! ¿A dónde fuiste?


Mi cara se calienta, y me aclaró la garganta, frunciendo la frente como si tuviera que trabajar para recordar.


—Oh, me sentí un poco abrumada. Yo, uh, fui a dar un paseo por los jardines.


—Maldita sea —suspiró ella. —Tenía la esperanza de que te encontraste con un servicio de catering caliente y conseguiste pasar momentos inolvidables.


Una tos ronca estalló, y toda mi garganta estaba repentinamente tan seca que no podía dejar de toser.


Rachel se levantó y me dio un vaso de agua de la nevera en la zona de recepción, regresando con una sonrisa burlona.


—Tú estás así porque me escondes algo. Siempre comienzas a toser cuando te estás volviendo loca por contarme cosas.


—Estoy bien.


—Mentiras. Mentira mentirosa que miente las mentiras. Dime.


Me negué totalmente a mirarla. Algo en los ojos de color marrón oscuro de Rachel y la sonrisa paciente dirigida directamente a mí me haría derramar todo.


—No hay nada que contar.


—Brittany, cuando desapareciste, que regresaste después de haber desaparecido durante una hora y te miré... —Ella se escondido un largo mechón de pelo castaño detrás de la oreja para revelar una sonrisa diabólica. — ¿Sabes cómo se te veía? Recién follada.


Corté una caja abierta y saqué un montón de revistas de diseño y se las entregué a ella.


—Es demasiado loco de explicar.


— ¿Me estás tomando el pelo? Estás hablando con la mujer que tuvo sus encuentros con su jefa (Quinn) en la escalera del piso 18.


Mi cabeza se alertó por la información y me eché a reír. Bebí un poco más de agua para mantener la tos a raya.


—Por Dios, Rachel. Yo no sabía ese detalle. —Consideré eso un poco más. —Dios, lo bueno es que nunca utilicé las escaleras. Totalmente. Eso habría sido súper vergonzoso.


—Hemos sido ridículas. Nada podría ser más loco que eso. —Ella se encogió de hombros y volvió la cara sin prejuicios sobre mí. —O bien, ¿podría haberlo? Tú me dices.


—Está bien —le dije, con la espalda apoyada en el sofá. — ¿La chica que conocí en el bar la semana pasada? ¿la morena sexy?


— ¿Sí?


—Ella estaba allí el viernes.


Sus ojos se estrecharon, y pude ver los engranajes arrancando.


— ¿En la recaudación de fondos?


—Si. Ella me encontró fuera del baño —mentí y miré por la ventana para que no lo viera en mis ojos. —Nos besamos y enganchamos. Supongo que es por eso que me veía. . . eh, sorprendida.


— ¿Cuando dices enganchado hasta qué te refieres...?


—Si. En un salón vacío. —Levanté la vista y la miró a los ojos. —En una mesa.


Ella dejó escapar un fuerte grito y se llevó las manos a la cabeza.


—Mírate, tú cosa salvaje.


Fue algo así como Santana me lo decía, pero dicho de manera tan diferente, que por un momento me quedé sin palabras. Me desorienta sentir ansiedad por ella de esta manera, preguntarme qué está haciendo, y si estaba actualmente mirando fotos de mí desnuda debajo de ella.


—En serio, Brittany, yo sabía que tenías tu lado salvaje —agregó.


—La cosa es que yo realmente no quiero otra relación. E incluso si lo hiciera, me da la impresión de que en realidad no es así. —Me detuve antes de derramar demasiado. Si me refería más a la reputación de Santana en Page Six, Rachel absolutamente sabría a quién me refería.


Ella tarareó, escuchando, mientras ordenaba a través de una pila de revistas.


—Pero es divertido, Rachel. ¿Y sabes cómo eran las cosas con Sam?


Ella dejó de clasificar, pero jugó con la esquina de una página.


—Bueno, esa es la cosa, Brittany. Yo no lo sé realmente. Quiero decir, vamos, en los tres años que tú y yo nos hemos conocido, solamente cené con ustedes tal vez cinco veces. Aprendí más sobre él en los periódicos que de alguna historia que me contaras. ¡Casi nunca hablabas de él! Yo siempre terminé con la sensación de que él estaba usando la reputación de tu familia para que apareciera bien comunicado y. . . siempre en las primeras portadas.


Sentí la culpa y la vergüenza asentarse en mi pecho como un peso de plomo.


—Lo sé —le dije, inhalé y dejé que el aire que se fuera de nuevo lentamente. Una cosa era imaginar cómo la gente me veía, otra escucharlo directamente. —Siempre se preocupaba que si decía algo acerca de él a alguien, sería mal interpretado, y de alguna manera rompería su imagen pública. Además, no somos como tú y Quinn. No tuvimos un montón de diversión en el momento en que te conocí. Sam era un farsante y un imbécil épico y me tomó un tiempo muy largo para ver que lo era…… Esta cosa del viernes fue sólo diversión.


Rachel miró hacia arriba.


—Oye, está bien. Sabía que era algo como eso. —Ella se volvió hacia otra caja. —Así que esto es bueno, entonces, no es como Sam.


—Sí.


— ¿Quieres decir que por fin darás rienda suelta a tu lado salvaje?


—Por lo menos físicamente, lo cual está bien para mí en este momento.


— ¿Cuál es el problema? Parece que la situación es perfecta.


—Es una especie de... intenso. Y yo no me fío de ella.


Dejando a un lado los libros en la mano, se volvió hacia mí.


—Brittany, esto va a sonar muy raro, pero escúchame, ¿de acuerdo?


—Por supuesto.


—Cuando Quinn y yo empezamos. . . lo que fuera que estábamos haciendo, yo estaba decidida cada vez que ocurrió a que sería la última. Pero creo que siempre sabía que iba a seguir pasando hasta que llegó a su lógica conclusión. Por suerte para nosotras, no creo que alguna vez dejáramos de sentir lo que sentimos las primeras veces. Incluso así, yo no confié en ella. No, en realidad ni siquiera me gustaba. Por encima de todo, ella era mi jefa. Quiero decir, hola, inapropiado. —Ella se rió, y siguiendo con la mirada a su escritorio, vi que lo primero y único que había desempacado hasta ahora era una foto de ellas dos en la casa de Francia, donde Quinn le había propuesto matrimonio. —Pero creo que si yo me hubiese dado permiso para disfrutar un poco, puede que no me hubiera consumido tanto.


Yo estaba empezando a saber exactamente lo que quería decir acerca de ser consumida. Y sabía también que estaba conscientemente luchando con Santana, con la idea de Santana. Pero mis razones eran diferentes. No era una lucha jefa-empleada, o cualquier otro tipo de lucha por el poder. Era el simple hecho de que yo no quería ser de cualquier otra persona, pero sólo durante un tiempo. Y aunque este asunto con Santana era una locura y completamente diferente de todo lo que nunca había sentido antes, yo era diferente……todo con Santana me ha gustó mucho. Muchísimo.


—Hice un par de cosas con ella —admití con cuidado. —Pero no creo que la adrenalina y emoción sean las bases para encarar una nueva relación por ahora. De hecho, sé que no tendría ninguna relación por el momento.


—Está bien, así que tal vez lo que hacen es que se reúnen de vez en cuando como “amigas con derechos”.


Me reí, presionando mi cara en mis manos.


—En serio. ¿Estamos hablando de esto?


Me miró como si quisiera acariciar mi cabeza.


—Brittany, es tu vida y tú decides en ella.


Kitty estaba leyendo un periódico en mi oficina con los pies sobre el escritorio cuando volví.


—Con que aprovechando de mi breve ausencia para causar pequeños estragos —Bromeé, sentada en la esquina de mi escritorio.


—Era mi hora de almuerzo. Y había un paquete recién llegado, querida.


— ¿Lo encontraste en la sala de correo?


Negó con la cabeza y levantó el paquete de su regazo, agitándolo hacia mí.


—Entregado a mano. Por un muy lindo mensajero de la bici, debo añadir. Tuve que firmar por él y prometer no abrirlo.


Yo se lo arrebaté y señalé con mi barbilla hacia la puerta, sin decir una palabra diciendo “Kitty lárgate”.


— ¿Tú ni siquiera me vas a decir lo que es?


—No tengo visión de rayos X, y no vas a estar aquí cuando lo abra. Sal por favor.


Con un ruido de protesta, pateó los pies de mi mesa y se fue, cerrando la puerta al salir.


Me quedé mirando el paquete durante varios minutos, sintiendo la forma rectangular del mismo por debajo del acolchado sobre. ¿Un marco? Mi corazón dio un salto en el pecho.


Escondido en el interior había un paquete envuelto y una nota que decía:


“Pétalo,
Abre esto con discreción. Es mi favorita.
Santana”.


Tragué saliva, sintiéndome un poco como si estuviera a punto de desatar algo que yo ya no sería capaz de contener. Mirando hacia arriba para asegurarme de que la puerta estaba bien cerrada, lo desenvolví, mis manos temblaban cuando me di cuenta de que se trataba efectivamente de un marco. Hecho en profundidad, madera simplemente cortada, llevaba una sola foto: una fotografía de mi estómago, y la curva de mi cintura. El cuadro negro debajo de mí era visible. Las yemas de los dedos de Santana también eran visibles en la parte inferior, como si me estuvieran fijando a la superficie por mis caderas. Un débil rayo de luz se extendía a través de mi piel, un recordatorio de la abertura de la puerta cercana, de la persona errante alrededor de la habitación más allá de la pantalla.


Ella debe haber tomado esa foto cuando estábamos tan cerca que creo que no dejamos ningún espacio entre nosotras.


Cerré los ojos, recordando cómo se había sentido cuando llegué. Santana había recorrido mi clítoris con los dedos, me acarició como si nada. Yo quería cerrar las piernas contra la intensidad de la sensación misma, pero me había instado a mirarla.


Metí de espaldas el marco en el sobre de correo y escondí toda la cosa en mi bolso. Una difusión de calor se apoderó de mí como una enredadera arañando a través de mi piel y yo ni siquiera podía respirar con regularidad.


¿Cómo lo sabía?


Sentí el peso de la ansiedad por Santana presionando sobre mí, lo mucho que quería que estar en una foto de nosotras, ¿cuánto yo quería ser vista? Ella lo entendió, tal vez más que yo misma.


Tropezando fui a mi mesa, me senté y traté de hacer un balance de la situación. Pero justo en frente de mí estaba el periódico New York Post de hoy, abierto en la sección Sociedad.



Allí, justo en el medio de la página, había una historia titulada: La Diosa Latina de los negocios Santana López Va Sola a un importante evento de caridad. La rompecorazones capitalista de riesgo intentó hacer algo un poco nuevo en el sábado por la noche en un esperadísimo evento de caridad.


No, no sólo estaba mirando arte, y que sin duda no estaba recaudando dinero (seamos honestos: la sexy latina empresaria ya recauda dinero mejor que cualquier máquina tragamonedas en Las Vegas). El sábado por la noche en su evento anual para recaudar fondos en beneficio de “Lemonade Stand Fundación Alex”, Santana López llegó. . . sola.

Cuando se le preguntó donde estaba su cita, simplemente dijo: "Estoy esperando que ya esté dentro."

Por desgracia para nosotros, a los fotógrafos se les prohibió entrar en el evento.
Les daremos informes la próxima vez, Santana al parecer ya no está disponible en el mercado de las personas solteras más codiciadas de la sociedad neoyorkina.



Miré hacia abajo en el papel, sabiendo que Kitty lo había puesto aquí para que lo vea y estaba probablemente ahora riendo para sus adentros.


Mis manos temblaban mientras lo doblé y lo metí en un cajón. ¿Por qué no se me ocurrió que un fotógrafo podría haber estado allí? El que no hubiesen fotógrafos en este caso en absoluto era un milagro. Y aunque Santana ciertamente sabía esto, no deberíamos haberlo hecho, y yo ni siquiera había prestado atención.


—Mierda —susurré. Sabía, con súbita claridad, que lo que hay entre nosotras, ya se hacía necesario ponerle fin absolutamente, o necesitaba una cierta apariencia de control. Sentirme aliviada en retrospectiva fue una resbaladiza pendiente, ya que había esquivado tres seguras ocasiones de ser vista de forma pública en mi primera semana.


Golpeé la barra de espacio en mi portátil para despertar a mi ordenador y busqué en Google la ubicación de "López & Sumner".


No pude evitar sonreír.


—Por supuesto.


Treinta de Rockefeller Plaza.


López & Sumner ocupaba la mitad de la septuagésima segunda planta del Edificio GE, uno de los más emblemáticos edificios de la ciudad. Incluso me di cuenta de eso a bloques de distancia.


Sin embargo, para una conocida firma de capital de tal empresa, me sorprendió del poco espacio que requiere.


Por otra parte, se toma muy poco para dirigir una empresa que básicamente se limita a levantar e invertir el dinero: Santana, Ryder, algunos jóvenes ejecutivos y cerebritos matemáticos surtidos.


El corazón me latía tan rápido que tuve que contar diez respiraciones profundas, y luego parar en un baño justo fuera de las puertas de la oficina para relajarme.


Revisé cada puesto para asegurarme que estaba vacío, y luego me miré a mí misma a los ojos.


—Si tú vas a hacer esto con ella, recuerda tres cosas, Brittany. Uno, quieres lo que quieres: encuentros sin condiciones. Tú no le debes más; Dos: no tengas miedo de pedir lo que quieres. Y tres —Me puse de pie recta, tomando una respiración profunda —Que sea divertido. Desconecta del resto.


Ya en el pasillo, las puertas de cristal a López & Sumner se abrieron automáticamente cuando me acerqué y una recepcionista, mujer mayor, me recibió con una sonrisa sincera.


—Estoy aquí para ver a Santana López —le dije, devolviéndosela. Tenía una sonrisa familiar, realmente familiar. Eché un vistazo y leí su nombre en la placa: MARIBEL LÓPEZ.


Vaya, ¿su madre trabaja como su recepcionista?


— ¿Tiene una cita, querida?


Su acento era como el de Santana. Fijé mi atención de nuevo a la cara.


—No, en realidad. Tenía la esperanza de que sólo pudiera conseguir un minuto con la Srta. López.


— ¿Cómo te llamas?


—Brittany Susan Pierce.


Ella sonrió, pero no una sonrisa de complicidad, gracias a Dios, miró a su computadora, y luego asintió con la cabeza un poco a sí misma antes de descolgar el teléfono.


—Tengo una simpática joven llamada Brittany Pierce aquí esperando para charlar contigo. —Escuchó apenas tres segundos y luego dijo: —De acuerdo.


Cuando colgó, ella ya estaba asintiendo.


—Recto al final del pasillo a la derecha. La suya es la oficina en el final.


Le di las gracias y seguí sus instrucciones al final del pasillo. Cuando me acerqué, vi que Santana se puso en su puerta, apoyada contra el marco y con una sonrisa tan satisfecha de sí misma que me acortó unos tres metros mi destino.


—Supéralo —le susurré.


Se echó a reír, giró y entró en su oficina.


La seguí, cerrando la puerta detrás de mí.


—No estoy aquí para lo que crees que estoy aquí. —Y entonces me detuve, reconsiderándolo. —Bueno, tal vez estoy aquí para lo que crees que estoy aquí. Pero en realidad no. Yo quiero decir que no aquí, y no hoy aquí, ¡cuando tu madre está justo ahí! Oh mi Dios, ¿quién contrata a su madre como su recepcionista?


Todavía estaba riendo, con esos adorables hoyuelos en sus mejillas, y con cada palabra que pronuncié en mi arrebato parecía reírse más. ¡Maldita sea, si no era la más juguetona, encantadora....exasperante... hermosa!


— ¡Deja de reír! —grité y golpeé una mano sobre mi boca cuando las palabras se hicieron eco de nuevo hacia mí de las paredes que nos rodean. Luchó para enderezar su expresión, se acercó a mí y me dio un beso, tan dulcemente que literalmente yo olvidé por un instante por lo que estaba aquí.


—Brittany —dijo en voz baja. —Te ves aún más hermosa cada vez que te veo.


—Siempre dices eso —le dije. Cerré los ojos, sentí mis hombros cayendo. No podía recordar un sólo caso en los últimos tres años en que Sam me había felicitado por algo que no fuese el vino que elegí para la cena.


—Eso es porque no soy nada si no es honesto. Pero ¿qué llevas puesto?


Abrí los ojos y miré a mi blusa blanca, falda plisada azul marino y cinturón rojo espeso. Santana estaba mirando directamente a mi pecho y sentí mis pezones endurecerse bajo su mirada.


Sonrió. Se dio cuenta.


—Estoy usando. . . cosas de trabajo.


—Pareces una colegiala traviesa te sienta bien.


—Tengo veintitrés años —le recordé. —No eres una pervertida por controlar constantemente mis pechos.


—Veintitrés —repitió, sonriendo. Actuó como si cada bit de información que le di fuese una perla que podía encadenar en un collar. — ¿Cuántos días es eso?


Entrecerré los ojos mirándola.


— ¿Qué? Son... —Miré hacia arriba durante unos segundos. —Alrededor de un ocho mil, trecientos noventa. Pero más, en realidad, ya que mi cumpleaños es en agosto.


Ella gimió y se llevó una mano espectacularmente a su pecho.


—Britt…. Eres rápida con los números, además de ser una reina encantadora. Me rindo ante tu encanto.


No pude evitar sonreír a su vez. Nunca había sido grosera o brusca conmigo, y me había dado más orgasmos en la semana y media que cualquier otra persona en... uf, Brittany. Deprimente. Sigue adelante.


Ella me miró una vez más antes de decir:


—Bueno, yo no puedo esperar a que me digas por qué me has bendecido con tu visita de hoy. Pero permíteme responder a tu pregunta más reciente. Sí, mi madre es mi recepcionista y ella parece grosera. Pero no me atrevo incluso a tratar de conseguir que se fuera de su escritorio. Te aseguro que te irías lejos con un oído sacado de la cabeza.


Dio un paso hacia adelante, y de repente ella estaba de pie tan cerca. Demasiado cerca. Podía ver las pequeñas rayas de la chaqueta del traje a la medida, ver sus pechos con disimulo.


—He venido aquí para hablar contigo —le dije. Debo haber sonado muy débil, y necesitaba encontrar alguna fuerza para pronunciar las palabras que quería decirle. Yo no quería estar como estaba con Sam inicialmente: fácilmente arrasada. Después de seis años, me di cuenta de que el problema fue que nunca realmente me preocupaba lo suficiente para luchar por nada.


Sonrió.


—Me lo imaginaba. ¿Quieres sentarte?


Negué con la cabeza.


— ¿Quieres algo de beber? —Se acercó a un pequeño bar en la esquina y levantó una botella de cristal llena de líquido ámbar. Sin pensarlo, asentí, y sirvió dos vasos.


Me entregó el mío y susurró:


—Sólo un trago por hoy, Pétalo.


Me rendí a mi risa.


—Gracias. Lo siento, toda esta situación está justo. . . atormentándome.


Levantó una ceja, pero parecía que repensó decir más insinuaciones en este momento.


—Me siento del mismo modo.


—Me siento un poco fuera de mí contigo —comencé.


Se echó a reír, pero no bruscamente.


—Lo puedo sentir.


—Mira, ¿antes de lo que pasó en el club? Yo había estado con el mismo hombre desde que estaba en preparatoria.


Santana tomó un sorbo de su bebida y luego miró hacia abajo en el cristal, escuchando. Consideré lo mucho que realmente quería hablarle de Sam y yo, y de cuando estábamos juntos.


—Sam era mayor. Más establecido, más estable. Estaba bien —le dije. —Siempre estaba bien. Creo que no muchas relaciones terminan de esa manera, sólo una especie de. . . bien. Fácil. Lo que sea. No era mi mejor amigo; en realidad no era mi amante. Convivíamos. Teníamos una rutina.


Yo era fiel, pero Sam folló con las mujeres de todo Chicago.


—Entonces, ¿qué pasó? ¿Que te hizo terminar con él?


Hice una pausa, mirándole. ¿Hubiera utilizado esas palabras con Santana? Pensé, y me di cuenta que no, no lo hubiera hecho.


Las usé para describir mi vida cuando me fui, pero nunca la había compartido con ella. Sentí escalofríos extenderse por mis brazos. Un millón de respuestas pasaron por mi cabeza, pero la que le di fue:


—Me cansó de ser lo que lo demás esperaban de mí como si fuera una adulta cuando en realidad soy muy joven.


— ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que vas a decirme? Tú eres un puzzle completo, Brittany.


Mirando hacia ella, le dije:


—Por lo que hemos hecho juntas, tu no necesitas saber más que yo dejado una gran cantidad de infelicidad en Chicago y no estoy deseando emparejarme con nadie por ahora.


—Pero luego me encontraste en el club —dijo.


—Si no recuerdo mal —le dije, arrastrando el dedo por la parte delantera de la camisa —me encontraste tu.


—Bien —dijo, y sonrió, pero por primera vez desde que podía recordar, sus ojos no lo hicieron primero. O incluso más tarde. —Y aquí estamos.


—Aquí estamos —estuve de acuerdo. —Me di cuenta que era mi momento salvaje. —Miré por la ventana, en la ondulantes nubes blancas, en busca de todo el mundo, tan sólido, y abundante como si pudiera saltar de esta planta y coger uno e ir en alguna parte, en cualquier lugar donde me sentía segura de lo que iba a decir. —Sin embargo, te he visto un par de veces desde entonces y. . .Me gustas. Es sólo que no quiero que las cosas se enloquezcan, o salgan de contexto.


—Te entiendo perfectamente.


¿Ella? No era posible. Y en verdad, no importaba si entendiese que aún más importante que mi vida permaneciera en la pista, mi necesidad era de no ser tan segura y fácil de engañar como lo había sido en Chicago.


—Una noche a la semana —le dije. —Voy a ser tuya una noche a la semana.


Me miró con esa expresión reflexiva y calma y me di cuenta de que cada vez que la había visto antes de esto, había estado mostrando todas las cartas que tenía. Su sonrisa era de completa honestidad.


Su risa era perfectamente real. Pero esta expresión era la máscara.


Mi estómago se apretó dolorosamente.


—Si vas a querer volver a verme, eso es todo lo que puedo dar de mí.


—Estoy totalmente conforme —me aseguró. —Yo no estoy del todo segura de lo que estás diciendo.


Me puse de pie y me acerqué a la ventana. Sentí que se movía detrás de mí y le dije:


—Siento que la única manera que puedo manejarlo ahora es darle un límite claro. Fuera de ese límite, estoy aquí para mi trabajo, para construir una vida. Pero dentro de ese límite... —Mi voz se apagó, cerrando los ojos y dejando la idea afianzarse. La idea de las manos de Santana, y su boca. Su cuerpo escultural contra el mío. —No puedo hacer nada. Cuando estoy contigo no quiero preocuparme de nada más que sólo tú, Santana.


Se movió a un lado, para que yo pudiera volver la cabeza levemente y mirar directamente hacia ella, y se quedó mirándome directamente a los ojos. Sonrió. La máscara se había ido, el sol a media tarde brillaba en la habitación, y sus ojos marrones parecían incendiarse.


—Está ofreciendo tu cuerpo sólo para mí.


—Si. —Yo fui la primera en apartar la mirada.


— ¿Tu realmente sólo me das una noche a la semana?


Hice una mueca.


—Si.


—Así que tú quieres tener... ¿qué? ¿Una especie de aventura comprometida?


Me reí y le dije:


—Ciertamente no me gusta la idea de ser algo así como un juguete. Así que, sí, eso es parte del trato. Si incluso haciendo eso.


Se rascó la mandíbula, sin responder a mi pregunta implícita.


— ¿Qué noche? ¿La misma noche todo el tiempo?


Realmente no había pensado en esta parte, pero asentí, improvisando.


—Viernes.


—Si yo no voy a ver a nadie más, ¿qué pasa si tengo una función de trabajo, o un evento en un jueves o un sábado que requiere una cita contigo?


Mi pecho se retorcía con la ansiedad.


—No hay apariciones públicas. Supongo que puedes llevar a tu madre.


—Eres una cosita exigente. —Su sonrisa seguía a sus palabras y creció lentamente, como un bajo fuego ardiente. —Esto se siente tan organizado. Esto no ha sido nuestro “modus operandi”, hasta la fecha, Pétalo.


—Lo sé —me permití. —Pero esta es la única forma en que se sentía sano para mí. No quiero aparecer públicamente y con frecuencia en los periódicos.


Sus cejas se juntaron.


— ¿Por qué ese particular?


Sacudiendo la cabeza, me di cuenta de que había dicho demasiado. Murmuré:


—Simplemente no.


— ¿Tengo algo que decir sobre cómo va esto? —me preguntó. — ¿Nos vemos en tu piso y podemos hacer lo que queramos?


Le pasé el dedo índice por los pechos de nuevo, aventurándome más abajo, a la hebilla del cinturón de su falda. Aquí estaba la parte que yo esperaba que ella estuviera sólo conmigo, y esta fue la parte que más me asustó. Después de lo ocurrido en el club, el restaurante, la recaudación de fondos, estaba empezando a sentirme como una adicta a la adrenalina y a la cercanía, la presencia de Santana en mi vida. Yo no quería renunciar a ella, de ninguna manera.


—Creo que lo hemos hecho muy bien hasta ahora. Yo no quiero ir a mi apartamento. O el tuyo, para el caso. Mándame un mensaje SMS con donde debería estar, en general, lo que puedo esperar, así sé qué ponerme. No importa el resto.


Me levanté y la besé. Comencé bromeando, pero luego se volvió lo suficientemente profundo para que quisiera borrar todo lo que había dicho y entregarme a ella todas las noches de la semana. Pero Santana se alejó primero, respirando con dificultad.


—Puedo evitar a los fotógrafos, pero me he obsesionado con la toma de fotografías tuyas. Esa es mi única condición. No se publican, pero las fotos están permitidas.


Un escalofrío subió mi columna y la miré fijamente. La idea de tener conocimiento de ella tocándose con la piel desnuda, de ella mirando fotos de nosotras juntas y... se vuelve más difícil, hizo surgir un sofoco que empezaba a difundirse de mi pecho a mis mejillas. Se dio cuenta, sonriendo y corriendo el dorso de sus dedos a lo largo de mi rostro.


—Cuando esto termine, las eliminarás —le dije.


Ella asintió con la cabeza inmediatamente.


—Por supuesto.


—Te veré el viernes entonces. —La miré detalladamente, tomándome un momento para recorrer con mi mano sus pechos antes de tomar su teléfono de uno de sus bolsillos y marcar mi número de móvil. Sonó en mi bolso. Podía sentir su sonrisa divertida sin siquiera mirarle a la cara. Le puse el teléfono en el bolsillo, me volví y me alejé, sabiendo que si miraba por encima del hombro ella caminaría detrás de mí.


Me despedí de su madre y tomé el largo viaje en ascensor a la recepción, pensando en la cámara de su celular a fondo. A dos manzanas de distancia del lugar, mi teléfono sonó en mi bolso.



“Nos vemos el viernes a las 06:00 entre la undécima y Kent en Brooklyn.
Toma un taxi que te llevará y permanece allí hasta que te haya abierto la puerta. Puedes venir directamente desde el trabajo”.

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que hayan tenido un excelente inicio de semana…….en lo personal, debo prepararme para dos importantes exámenes que se avecinan en la universidad…….. No se porque, pero en estos días se me ocurrieron dos ideas: 1.- luego de este fic, adaptaré una historia de Kylie Scott, 2.- después se vendrá una historia (de un solo libro, que tendré que transcribir aunque no quiera, ya que la historia me encanta jejejeje) de la misma autora que escribió “Calle Dublín” (“Calle Dublín” le pertenece a Samantha Young, historia que dio lugar a la adaptación que titulé “Quinta Avenida Neoyorkina ¿la recuerdan?)



Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les gusten estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)



http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)



http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)





*Próxima actualización: día JUEVES …….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……..











NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.





Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.












Antes, cuando yo era joven e ingenua, Demitri Gerard había sido el segundo cliente que yo había tenido de forma asidua. Él tenía un pequeño pero rentable negocio de antigüedades en el norte de Londres.


Sobre sus resultados, el negocio de Demitri no era nada especial: él pagaba sus cuentas a tiempo, tenía una cartera de clientes estable, e hizo más dinero al año que lo que puso para los gastos. Pero lo que era verdaderamente excepcional sobre Demitri era su misteriosa capacidad de olfatear las consideraras rarezas que poca gente sabía existían. Piezas que, en las manos adecuadas, se vendían por pequeñas fortunas a coleccionistas de todo el mundo.


Él había necesitado capital para expandirse y, más tarde me enteré, que para conseguirlas financiaba a una larga lista de informantes que lo mantuvieron a él al tanto de lo que iba a ser encontrado y dónde. Los informantes que lo convirtieron en un hombre muy, muy rico.


Legalmente, por supuesto.


De hecho, Demitri Gerard había llegado a ser tan exitoso que actualmente poseía doce almacenes sólo en NuevaYork, el mayor de los cuales se sitúa en una zona muy concurrida.


Tiré el papel de mi bolsillo, e ingresé el código que Demitri me había dado por teléfono esta mañana.


La alarma sonó dos veces antes de que la puerta sonase, con el bloqueo desenganchándose con un fuerte y metálico clic. Con un movimiento rápido, abrí la pesada puerta de acero, oyendo alejarse a mi coche de la acera en cuanto entré.
Un montacargas me llevó hasta el quinto piso y me quité la chaqueta, inspeccionando todo a mí alrededor. Limpieza a medias, paredes de cemento y pisos, con iluminación de la bahía y luces suspendidas de vigas en el techo.


Demitri utilizaba estos edificios para guardar las colecciones de la casa que más tarde se venden en una subasta o se mueve a varios distribuidores.


La luz del sol todavía entraba por las ventanas sucias y agrietadas que se alineaban en dos paredes de la bodega, y fila tras fila de espejos cubiertos llenaban el espacio. Crucé la habitación, provocando pequeñas columnas de polvo con mis pasos, y levanté la cubierta de plástico de la única pieza de mobiliario en toda la bodega: una chaiselong de terciopelo rojo que me sería entregado ese mismo día. Sonreí, pasando mis manos por la espalda curvada, e imaginando lo hermosa que Brittany se vería más tarde, desnuda y pidiendo en la parte superior de la misma.


Perfecto.


Pasé la siguiente hora descubriendo cuidadosamente cada uno de los espejos y en la organización de ellos en todo el espacio, inclinando cada uno hacia la calesa que había colocado en el centro.


Algunos estaban todo adornados con dorados marcos y vidrios que se habían manchado y vuelto brumosos alrededor de los bordes con el tiempo. Otros eran más delicados, simplemente de brillante madera o de ricas filigranas.


El sol se había ocultado detrás de los edificios de los alrededores para el momento en que había terminado, pero todavía brillaba lo suficiente como para que no tuviera que activar alguna de las lámparas fluorescentes de techo. La luz suave se filtró a través del cristal deformado y miré el reloj, y señalaba que Brittany estaría aquí en cualquier momento.


Por primera vez desde que había ideado este pequeño plan, consideré la posibilidad de que ella podría no aparecer en absoluto, y lo decepcionante que sería. Lo que era extraño. La mayoría de las mujeres eran fáciles de leer, me querían por mi dinero o la fama que acompaña al ser vista junto a mí.


Pero no Brittany.


Nunca había tenido que trabajar ni remotamente tanto, ni había tenido tan difícil conseguir la atención de una mujer, y no estaba muy segura de cómo me sentía al respecto. ¿Estaba sinceramente siendo parte de un gran cliché? ¿Sólo quiero lo que no podía tener? Yo me tranquilicé con el hecho de que las dos éramos adultas, las dos estábamos consiguiendo lo que queríamos, y se convertiría en lo que cada una deseaba que fuera lo suficientemente pronto. Y aquí no ha pasado nada…….aún.


Sencillo.


El hecho de que ella sea un polvo espectacular no duele, tampoco.


Mi móvil vibró a través del cuarto, y con una última mirada alrededor, bajé en el ascensor y viajé por el corto trayecto hasta el vestíbulo vacío.


Su cabeza se levantó al oír el sonido de la puerta, y todo en mí se estremeció al verla allí de pie expectante, segura de sí misma.


Fácil, tranquila Santana……….. Vamos a su encuentro antes que se arrepienta.


—Hola —le dije, inclinándome para besarla en la mejilla. —Te ves hermosa. —Su olor era ya familiar, algo como el verano y cítricos. Salí fuera y pagué al conductor, volviéndome hacia ella mientras se alejaba.


—Eso fue muy presuntuoso de tu parte —dijo, levantando una ceja. Tenía el pelo liso con sólo la más mínima onda esta noche, el frente en su lugar con un pequeño broche de plata. Me imaginé como se vería más tarde, ese pequeño clip suprimido, enredado y salvaje después de que la hiciera mía.


—Especialmente teniendo en cuenta que ya le pagué.


Miré hacia atrás en dirección a la cabina antes de sacudir la cabeza con una sonrisa.


—Vamos a decir que la falta de confianza nunca ha sido mi fuerte.


— ¿Qué es tu fuerte, entonces? —preguntó.


—No creo que tenga uno en específico, en realidad. Yo creo que por eso me gustas, y cada vez que te veo no pienso alejarme nunca de ti.


—Como que es una palabra muy fuerte —dijo, con la comisura de los labios curvándose en una sonrisa.


—Touché. —Me sonrió mientras abría la puerta, lo que indica que lideraría el camino.


Nos quedamos en silencio mientras caminábamos hacia el ascensor y en el corto viaje, pero un nuevo y pesado sentido de la anticipación parecía latir a nuestro alrededor.


El ascensor se abrió directamente en el almacén, pero en lugar de moverse dentro, Brittany se volvió hacia mí.


—Antes de ir allí —dijo, señalando hacia la sala —necesito que me digas que no hay cadenas o, algo como restricciones dentro.


Me eché a reír, sólo pensando en ella junto a mí, ¿cuánto confianza suya tenía depositada en mí por venir aquí? Me prometí a mí misma que me gustaría hacer que valga la pena.


—No hay cadenas o látigos, lo prometo. —Me agaché, le besé lentamente la oreja. —Puede haber unas suaves nalgadas, pero vamos a ver cómo avanza la noche en primer lugar, ¿de acuerdo? —le di un pequeño manotazo en el trasero antes de pasar por delante de ella para guiarnos en el interior.


—Wow —dijo ella, con un toque de color aún floreciendo en sus mejillas mientras cruzaba el umbral.


Solo podía sentir tantas contradicciones……….y sentimientos fluyendo en el aire.


Me quedé viendo como ella percibía la habitación, girando lentamente. Vestida con un abrigo Borgoña, piernas que se prolongaban por kilómetros y terminaban en altísimos tacones negros.


—Wow —repitió.


—Me alegro de que apruebes este lugar.


Ella pasó un dedo por la superficie de un gran espejo de plata, con sus ojos reuniéndose con los míos en el reflejo.


—Estoy notando un tema aquí.


—Si por el tema que quieres decir que verte me pone fuera de mí misma, entonces sí. —Me senté en una de las ventanas de grandes marcos, estirando las piernas hacia fuera delante de mí. —Me encanta verte. Pero, aún más, me encanta la manera que tienes de venirte al ser vista.


Sus ojos se abrieron como si lo que había dicho fuera algo impactante.


Hice una pausa. ¿Y si la hubiera leído mal? Para mí, era bastante clara, al menos, un poco exhibicionista y más que muchas fascinada con la emoción de ser vista.


—Tu sabes que yo disfruto mirando fotografías nuestras. Yo sé que disfrutas de lo que tenemos nosotras. ¿Dónde no he entendido bien lo que estamos haciendo aquí?


—Es sólo que oírlo en voz alta me sorprendió. —Se volvió y caminó por la habitación, buscando el reflejo del espejo al pasar. —Supongo que siempre asumí que a la gente le gusta este tipo de cosas, no a mí. Me doy cuenta de que suena ridículo.


—El hecho de que lo que antes tuvieras era diferente, no quiere decir que es lo que te gusta.


—No creo que entienda perfectamente lo que me gusta —dijo, volviéndose hacia mí. —Por lo menos, no me siento como que he hecho lo suficiente en mi vida para saber la verdad.


—Bueno, aquí estás en un almacén, con nada más que un canapé de terciopelo en el medio de la habitación y espejos por todas partes. Estoy feliz de ayudarte a tratar de darte cuenta de eso.


Ella se echó a reír, caminando de nuevo hacia mí.


—Este edificio no es tuyo.


—Más investigaciones sobre mí, ya veo.


Dejó la bolsa contra la pared y se sentó en la silla, cruzando las piernas.


—Necesitaba saber algo que está fuera de las columnas de chismes. Asegurarme de que no estaríamos recreando una escena de “Cara de cuero”.


Negué con la cabeza, riendo, sorprendida por lo aliviada que estaba de que ella no se había presentado a ciegas.


—Pertenece a un cliente mío.


— ¿Un cliente con un fetiche por los espejos?


—No sé lo mucho que encontraste en tu investigación —le dije. —Pero tengo dos socios, y cada uno de nosotros tiene su propia área de especialización: Ryder Sumner se especializa en biotecnología, Artie Abrams en tecnología. Yo suelo centrarme más en el arte: galerías y...


— ¿Antigüedades? —dijo, señalando a su alrededor.


—Sí.


—Lo que no se por qué estamos aquí—dijo.


— ¿Acabaste con las veinte preguntas?


—Por ahora.


— ¿Satisfecha?


—Hmmm, no todavía.


Crucé la habitación, inclinándome para arrodillarme frente a ella.


— ¿Estás de acuerdo con esto?


— ¿Haciendo el amor contigo en un almacén lleno de espejos? —Ella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y se encogió de hombros, en un gesto tremendamente inocente. —Sorprendentemente, sí.


Moví mi mano en la parte posterior de su cuello.


—He estado pensando en esto todo el día. ¿Cómo te verías sentada aquí? —Su piel era tan suave, y dejé que mis dedos se arrastran hacia abajo a lo largo de su cuello, a lo largo de su clavícula.


Apreté un beso sobre su pulso, sintiendo sus latidos contra mi lengua. Ella susurró mi nombre, con las piernas cayendo abiertas mientras me acercaba más.


—Quiero verte desnuda —le dije, sin perder tiempo y tirando hacia abajo la parte delantera de su vestido. —Quiero que estés desnuda y mojada y pidiendo que te haga mía. —Me mudé a su pecho, chupando, antes mordí su pezón a través del delicado encaje de su sostén. —Yo quiero que suspires mi nombre tan fuerte que la gente que baje del bus de la calle de al lado me conozca.


Ella abrió la boca y tiró de mí para acercarme a ella.


—Yo podría lograr eso —le dije. —Acariciarte. Hacerte el amor hasta que me pidieras que parara.—Me observó mientras deshacía el cierre del vestido que llevaba, pude ver la mirada hambrienta en sus ojos cuando ella la empujó el vestido por mis hombros. —O podría amordazarte —bromeé con una sonrisa.


—Promesas, promesas —me susurró, tomando su labio inferior en la boca. Besé por la barbilla, aspirando en el cuello.


Ella se apoderó de mí a través de sus ardientes caricias, mi cuerpo ya respondía a cada roce suyo.


Se desabrochó el vestido y lo abrió, sacando los brazos libres y lo arrojó a un lado. Su sujetador seguido muy de cerca.


—Dime lo que quieres, Brittany.


Ella vaciló, observándome, antes de susurrar:


—Que me toques.


— ¿Dónde? —Le pregunté, y pasé un dedo por su muslo. — ¿Aquí?


Su piel era de color blanco lechoso contra el terciopelo rojo de la chaise, mejor imagen que cualquiera que había evocaba por mi cuenta y le mordí el hueso de la cadera mientras le bajaba el pequeño trozo de encaje que llevaba por sus piernas. Mojé un dedo dentro, tomé un fuerte aliento al ver lo mojada que ya estaba. Di la vuelta a mi pulgar sobre su clítoris, las dos mirando hacia abajo a donde yo la toqué. Vi los músculos de su estómago apretarse, escuché los sonidos suaves mientras me movía sobre su piel húmeda.


De pie, me deshice de lo que quedaba de mi ropa. Ella no perdió el tiempo, se sentó y me acariciaba interminablemente mientras me besaba.


Al levantar la vista, vi el reflejo a través de la habitación. Ella se aferró a mis caderas, su bonito pelo de color rubio retorcido entre mis dedos, la cabeza flotando mientras se aferraba a mí. Yo me obligué mirar hacia los costados, a sabiendas de lo que su largo cabello y pestañas oscuras se vería desde este ángulo.


O mejor, sus ojos oscuros abiertos mientras me miraba.


Sentí el punto en el que cada uno de sus dedos se apoderaron de mis pechos, sentí el suave roce de su lengua contra mi piel ardiendo en llamas, el calor de su boca y la vibración de cada alentador gemido. Se sentía tan bien.


Demasiado bueno.


—Todavía no —le dije, jadeando pero de alguna manera consiguiendo alejarme. Pasé los dedos por los labios. Era tan tentador simplemente ver que me besara con desesperación. Pero no, tenía otros planes. —Date la vuelta. Te quiero de rodillas.


Ella hizo lo que le pedí, mirando por encima del hombro mientras yo estaba detrás de ella.

Esa mirada casi me hizo venirme y tuve que obligarme a pensar en las hojas de cálculo, o incluso con toda mi fuerza de voluntad me jugaría una broma, alcancé a imaginar una escena espantosa. Agarré su cadera, sujetándola con mi mano derecha y guié mi mano libre a su entrada, frotando un par de dedos contra ella antes de acelerar mis movimientos y empujar en su interior.


Su cabeza cayó hacia delante, ocultando su rostro de mi vista. Eso no podía permitirlo.


Extendí la mano derecha, envolviendo mis dedos en su pelo, y tiré suavemente de ella, con lo que su cabeza se levantó de nuevo.


Se quedó sin aliento, con los ojos muy abiertos por la sorpresa y el hambre.


—Ahí lo tienes —le dije, retrocediendo ligeramente, sin dejar de acariciarla. —Ahí mismo. —Asentí hacia el espejo frente a nosotras. —Yo quiero que tú mires allí, ¿si?


Se lamió los labios, asintiendo lo mejor que pudo.


— ¿Te gusta eso? —Le pregunté, apretando mí agarre.


Ella balbuceó un:


—Sí-s.


Me moví rápido, mirándola con algo como admiración. Era evidente que estaba dejando que la dirija esta noche, tomar lo que quería. Los engranajes giraban en mi cabeza, tratando de resolver cómo podía sacarla, cómo podría hacerla consciente de la necesidad que sentía cuando estaba cerca de ella.


— ¿Ves lo bien que lo haces? —le pregunté, después de cada uno de nuestros movimientos en el espejo mientras continuaba empujando mis dedos dentro y fuera de su cuerpo apretado. — ¿Ves lo perfecto que es esto? —Rodé mis caderas, aceleré mis movimientos. —Y más allá. —Incliné la cabeza hacia la derecha, al otro espejo en ángulo hacia nosotras. —Mira la forma en que cuerpo se estremece cuando te hago mía. La curva de la espalda. Todo de ti me encanta.


Llevé mi mano de su cabello hasta su hombro derecho, sosteniéndome de ella con fervor y adoración. Yo apreté el músculo, mi pulgar horquillando la curva de su columna vertebral. Su piel estaba cubierta de sudor, el pelo comienza a aferrarse a su frente.


Ella cambió su peso hasta los codos y gritó, pidiendo más, sus dedos retorciendo la estructura de la silla. Agarré sus caderas con la mano derecha, sintiendo cada movimiento y sensación de placer con ella.


—Santana —gimió, su mejilla se apoyó en el cojín. Se veía tan destrozada, tan abrumada y perdida de todo, en la sensación de mi cuerpo formando parte en el interior de ella.


Mis piernas estaban empezando a arder y el placer zumbaban encima y abajo de mi espina dorsal. La presión se comenzó a construir en mi estómago y me incliné hacia delante, aferrándome a ella. Ella llegó con una mano, sosteniendo mi cadera, tirando de mí en ella.


—Eso es todo —dije entre jadeos, cada vez más cerca, sintiendo su inicio apretar alrededor de mis dedos, mis súplicas amortiguados contra su hombro. — ¿Puedes llegar hasta allí?


—Tan cerca —dijo ella, revoloteando sus párpados cerrados, los dientes enterrados en el labio inferior. Llegué con interés a tocar su clítoris, la búsqueda de sus propios dedos resbaladizos ya allí.


La silla crujió debajo de nosotras y yo no podía dejar de pensar en ella como lo mejor que me ocurrió en la vida. —Santana, más rápido.


Miré a mí alrededor de nuevo, vernos en diferentes espejos y desde diferentes ángulos, tantos de nuestros dedos moviéndose sobre ella mientras nos movíamos, y sabía que nunca había visto nada ni remotamente parecido a esto. Yo sabía que se trataba de un juego, pero uffff, si lo quería dejar de jugar.


Cambié mis ojos hacia ella cuando ella dijo mi nombre una y otra vez, con la cabeza echada hacia atrás contra mi hombro mientras se acercaba, su cuerpo apretándome fuerte. Todo se sentía caliente y eléctrico, mi corazón latía dentro de mi pecho.


—No cierres los ojos, ¿no estás tan cerca para cerrar los ojos? Estoy a punto de venirme. —Seguí bombeando, mi cuerpo temblaba cuando llegué, llenando el ambiente con respiraciones ruidosas y entrecortadas. Me caí hacia delante, agarrándola con la mano a la cintura y los dedos deslizándose fuera de ella, sintiendo el rubor caliente recorriendo mi rostro.


—Por Dios...—suspiró ella, mirándome con una pequeña sonrisa.


—Por supuesto. —Logré reponerme y sonreí mientras la abrazaba.


Brittany estaba tan hermosa como siempre, y sonrió adormilada mientras estaba de nuevo en el colchón con un pequeño suspiro.


—No estoy segura de que pueda caminar —dijo ella, llegando a empujar el cabello sudoroso de la frente.


—De nada.


Ella parpadeó hacia mí.


—Siempre tan arrogante, morena sexy.


Le sonreí, cerrando los ojos mientras trataba de recuperar el aliento. Por lo menos hasta que pude sentir mis piernas de nuevo.


Varios momentos de silencio se prolongaron. Las bocinas de los coches sonaban en las calles de abajo, un helicóptero sonaba a lo lejos. La habitación había oscurecido cuando sentí el cambio de colchón, y miré hacia arriba, viendo a Brittany de pie y empezar a recoger su ropa.


— ¿Qué planes tienes para el resto de la noche? —Le pregunté, rodando a mi lado y viéndola volver a sumergirse en su vestido. —Volver a casa.


—Las dos tenemos que comer. —Extendí la mano, pasándola por su muslo suave. —Ciertamente trabajar de la manera que lo hicimos, abre el apetito.


Ella gentilmente me apartó, de rodillas en el suelo para encontrar su otro zapato.


Yo ni siquiera la recuerdo quitándoselos.


—Eso no es lo que es.


Fruncí el ceño. Supongo que debería haber sentido algún tipo de alivio saber que ella no manejaba esto como algo innecesariamente territorio o emocional. Pero ella era un misterio para mí.


Obviamente sin experiencia, obviamente ingenua. Pero ella había ido allí, muy imprudentemente, de hecho, y fue poniendo su confianza en mí.


¿Por qué?


Todo el mundo juega un juego. ¿Cuál es el suyo?


Se puso los zapatos, se enderezó, sacó un cepillo de su bolso para alisarse el pelo.


Sus ojos brillaban, su cara un poco más enrojecida que de costumbre, pero aparte de eso Brittany parecía perfectamente presentable.



Tendría que esforzarme más la próxima vez.

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que estén teniendo una excelente semana…….me gustará mucho saber sus opiniones respecto a ideas que se me ocurrieron recientemente: 1.- luego de este fic, adaptaré una historia de Kylie Scott, 2.- después se vendrá una historia (de un solo libro, que tendré que transcribir aunque no quiera, ya que la historia me encanta jejejeje) de la misma autora que escribió “Calle Dublín” (“Calle Dublín” le pertenece a Samantha Young, historia que dio lugar a la adaptación que titulé “Quinta Avenida Neoyorkina ¿la recuerdan?)



Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les gusten estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)



http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)


http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)



*Próxima actualización: día DOMINGO (a más tardar lunes) …….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……..










NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)


Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.















Tal vez así era como Sam, tenía tanto para hacer diariamente.


Nada me aclaró la cabeza mejor que un estupendo orgasmo con una sexy morena que no esperase que fuera a recoger la ropa de su limpieza en seco después. El lunes por la mañana, me sentí llena de energía y completamente comprometida en la reunión del departamento de las nueve.


Los otros ejecutivos y sus asistentes, finalmente llegaron a la nueva oficina, y debido a algunas cosas en que Quinn había estado trabajando por medio, fuimos inundadas con la perspectiva de veinte nuevos clientes de marketing. Me aburrí un poco. Por el lado positivo, tenía muy poco tiempo para fantasear sobre muñecos vudú con la forma de Sam y las técnicas de castración.


Pero en medio de la locura de caminar de una reunión a otra, un viaje al baño, en un momento tranquilo después de una llamada telefónica, me acordé de mi noche con Santana, su escultural cuerpo detrás de mí, mis manos acariciándola con desesperación y sus labios en los míos besándome sin descanso. No pude dejar de pensar en sus palabras…….


“—No cierres los ojos, ¿no es increíble lo que sentimos? Estoy a punto de no dejarte ir nunca de mi vida”.


A pesar de lo divertido que había sido, había fantaseado con Santana durante un par de horas en la mañana del sábado. No lamentando nada, exactamente, pero un poco avergonzada de lo que en realidad había hecho. Se me ocurrió que yo le estaba dando una muy mala impresión a Santana, apareciendo en un barrio al azar y estando dispuesta a dejar sin límite alguno que hiciera lo que quisiera en frente de cientos de espejos en un lugar en el que era muy probable que nadie sería capaz de escucharme si necesitaba ayuda.


La cosa era, que incluso por debajo de esa capa delgada de la mortificación, sabía que nunca me había sentido más viva. Ella me hizo sentir segura, por extraño que fuera, ella como yo no le podría esconder nada. Vio algo en mí lo que nadie más lo hizo. No parecía tener la más mínima sorpresa o de juicio, cuando me presenté con mis condiciones en su oficina. Ni siquiera parpadeó cuando le dije que no estaríamos teniendo sexo en cualquier cama.


Me senté en mi escritorio en mi oficina, cerrando los ojos mientras la memoria regresaba a la última vez que Sam y yo habíamos tenido relaciones, hace más de cuatro meses. Nos detuvimos molestándonos en discutir sobre su programa o el mío. En cambio, la falta de intimidad en nuestra relación parecía una sombra oscura que crecía inevitablemente para cubrir la habitación.


Había tratado de condimentar las cosas, mostrándome en su oficina a altas horas de la noche con nada más que un abrigo largo y tacones. Pero habría sido mejor a aparecer vestida con un traje amarillo de pato, por lo avergonzado que me miró.


—No puedo tener sexo contigo aquí —había silbado, mirando por encima de mi hombro.


Tal vez, lo dijo que debido a que sólo podía tener relaciones con otras mujeres en la oficina. Había estado humillada.


Sin decir nada, me di la vuelta y me fui.


Más tarde esa noche, Sam llegó a casa e hizo un poco de esfuerzo: me despertó, me besó, tratando de llevar a su ritmo y hacerlo bien.


No lo había sido.


Mis ojos parpadearon, cuando la realidad de todo lo ocurrido apareció de golpe en éste momento totalmente al azar. Santana me hizo sentir tan bien, y Sam sólo alguna vez lo había hecho, mayormente me hizo sentir miserable……. Era mi momento de ser feliz, y dejar de pedir disculpas por tomar lo que sea que yo quisiera.


A pesar de que todavía me perdía en los recuerdos, sabiendo que iba a escuchar a Santana finalmente dejé encenderse mi curiosidad preguntándome cómo o cuándo sucedería durante la mayor parte de la semana. Pero cuando el almuerzo tomó todo el viernes, y ella aún no se había puesto en contacto conmigo, se me ocurrió que si Santana quería poner fin a las cosas podría decidir sencillamente no mandarme ningún texto.


No teníamos reglas sobre cómo dejar pasar esto, o cómo realizar un distanciamiento con gracia. En realidad, por la forma en que me puse podría decirse que la forma más elegante de retirarse sería simplemente desaparecer. Había algo reconfortante en un acuerdo que era tan tenue, que podía sólo dejar que se evapore.


Sin embargo, yo quería volver a verla.


Puse mi teléfono en el cajón de mi escritorio, decidida a no llevarlo conmigo a la reunión del equipo de la tarde.


Sin embargo, en las discusiones sobre una campaña de marketing de lencería diez minutos después, y con el recuerdo de Santana en mi cabeza, me encontré con una excusa para levantarme y volver a mi oficina para recuperar la tranquilidad.


No hay ningún mensaje de Santana………Damn.


Volviendo a la sala de conferencias, encontré a Quinn hojeando diapositivas a gran velocidad.


Fue bien para mí, porque yo las había visto de antemano, pero me di cuenta de que los ejecutivos jóvenes recién llegados querían vomitar su almuerzo.


—Cálmate, Quinn —Se me ocurrió y se lo dije en voz baja.


Ella volvió la atención hacia mí, con su temperamento apenas atado.


— ¿Qué?


Tragué saliva. Colegas o no, todavía asustada y fuera de mí.


—Creo que ha hecho clic a través de la presentación de marketing demasiado rápido —le expliqué. —Acabas de terminarlo ayer, cuando estos chicos estaban en un avión. Déjales ver el resumen de ello.


Ella asintió con fuerza y volvió a mirar a la pantalla. Casi podía sentir cómo contaba hasta diez en su cabeza mientras dejaba a leer la diapositiva, y miré a través de la mesa a Rachel. Ella la miraba, mordiendo su pluma para no reírse. Dudaba de que Quinn tuviera ninguna simpatía por los empleados de la empresa que había cuidado toda su vida, y ella esperaba que el personal haya aprendido de memoria las tablas de las diecisiete cifras del mercado en veinticuatro horas.


—Bueno — preguntó, haciendo clic a la siguiente diapositiva sin esperar una respuesta.


Pónganse al día o cojan el próximo tren. Eso es lo que yo escuché decir mentalmente a Quinn a su nueva asociada en marketing llamada Rachel.


Mi teléfono vibró con fuerza sobre la mesa y lo recogí, pidiendo disculpas en voz baja por la interrupción. Gracias al universo por Quinn Fabray y su sin fin de entretenimiento e impaciente perfeccionismo, durante dos minutos enteros me había olvidado de preguntarme si Santana todavía estaba interesada en reunirse conmigo.



“La Biblioteca Pública de Nueva York tiene algunos volúmenes fascinantes.
Edificio Schwartzman. 06:30.
Usa una falda, los zapatos de tacón altos y ponte lencería sexy”.



Sonreí hacia abajo en mi teléfono, pensando que Santana era muy afortunada ya que lo único que tendría que hacer sería quitarme mi ropa interior antes de encontrarnos. Cuando levanté la vista, Rachel todavía tenía su pluma entre sus dientes, pero esta vez ella me miraba con las cejas levantadas.


Mirando hacia atrás a Quinn, me esforcé en ignorar su mirada, pero no fui capaz de perder la sonrisa aturdida.


Había en total demasiados edificios emblemáticos en Nueva York. Cada edificio parecía familiar o cargado de historia. Pero pocos fueron tan inmediatamente reconocibles para mí como la Biblioteca Pública de Nueva York, con sus estatuas de leones y escaleras descomunales.


Lo había visto en cuatro ocasiones desde la primera noche que hicimos el amor, y aunque se trataba de un encuentro planeado, yo todavía sentía como el aliento había sido expulsado de mí cuando vi a mi hermosa latina. Se puso de pie muy por encima de todos a su alrededor, y mientras me buscaba entre la multitud, me tomé unos segundos para perderme en su imagen.


El vestido negro ceñido que llevaba le sentaba a la perfección. Su pelo había crecido en el último par de semanas, y eso me encantaba, su look tan elegante y sexy me enloquecía.


Proyectaba bastante sombra en los escalones, ya que la gente se separaba alrededor de ella. No podía alejar de mí pensamientos como “Quiero verla desnuda a la luz del día”, o “Quiero fotos suyas conmigo a pleno sol”.


Santana me encontró entonces, y fui totalmente descubierta comiéndomela con los ojos. Sabiéndolo una enorme sonrisa se propagó a través de su cara, y señaló con el dedo, para que me acercara.


Cuando me acerqué, bromeó:


—Estabas mirando.


Me reí, mirando a otro lado.


— ¿Lo estaba?


—Para alguien que le gusta que la miren en sus momentos más íntimos, eres muy tímida al ser atrapada jugando a lo voyeur.


Sentí que mi sonrisa reducirse un poco cuando algo dolió por debajo de mis costillas. Hablé antes de siquiera realmente planearlo.


—Estoy muy feliz de verte.


Esto claramente le sorprendió con la guardia baja. Se recuperó con una sonrisa brillante.


— ¿Lista para jugar?


Asentí con la cabeza, extrañamente nerviosa a pesar de la oleada de calor que se extendió a través de mi piel. Habíamos tenido una audiencia de cien espejos de la semana pasada, pero había sido de otra manera, completamente solas. Aquí, incluso a las seis y media del viernes por la noche, la biblioteca estaba llena.


—Esto parece interesante —murmuré, dando vuelta para llevarnos dentro cuando ella presionó dos dedos sutiles en la parte baja de mi espalda.


—Confía en mí —dijo, inclinándose hacia delante para susurrar —esto es apropiado para ti.


Una vez dentro, se puso delante de mí, caminando por delante como si fuéramos simplemente dos extrañas que pasan a través de la entrada de la biblioteca y se dirigen en la misma dirección.


Mientras seguía su ejemplo, me di cuenta de algunas personas que la observaban, un par de saludos y ella asintió con la cabeza. Sólo en el centro de Manhattan sería posible que una conquistadora o rompecorazones fuese inmediatamente reconocida.


La seguí, poniendo sin duda más atención a la forma de su vestido ajustado a sus curvas, que a donde nos dirigimos.


— ¿Cuánto sabes acerca de la Biblioteca Pública de Nueva York, Brittany? ¿Este edificio específicamente? —preguntó Santana desacelerando.


Busqué en mi memoria los detalles que habría recogido de las películas o la televisión.


— ¿Aparte de la escena inicial en Ghostbusters? No mucho —admití.


Santana se echó a reír.


—Esta biblioteca es diferente de la mayoría, ya que depende en gran medida de la filantropía privada. Los donantes como yo —añadió con un guiño— tenemos un interés especial en ciertas colecciones y dar generosamente, generosamente, en algunos casos, hacen que a veces se concedan pequeñas prebendas a cambio. En silencio, por supuesto.


—Por supuesto —repetí.


Se detuvo, volviéndose a sonreírme.


—Este es el cuarto que la mayoría de la gente reconocería, la Sala de Lectura principal Rose.


Miré a mí alrededor. Era cálido y acogedor, lleno de susurros y los sonidos apagados de pasos y el giro de páginas. Mis ojos se movieron hacia el techo ornamentado pintado para parecerse al cielo, las ventanas arqueadas y lámparas de araña que brillan intensamente incrementando los gastos generales y de un golpe me pregunté qué planeaba Santana llevándome a una de las grandes mesas de madera que llenaban la sala cavernosa y muy concurrida.


Debía parecer insegura, porque Santana rió suavemente a mi lado.


—Relájate —dijo, poniendo una mano en el codo. —Ni siquiera yo soy tan valiente.
Me pidió que esperara mientras ella cruzaba la habitación para hablar con un señor mayor, que me dio la impresión que sabía exactamente quién era Santana. El hombre me miró por encima del hombro de Santana y me sentí observada, rápidamente aparté la mirada hacia el techo pintado. Sólo unos minutos más tarde, estaba siguiendo a Santana por un estrecho tramo de escaleras hasta una pequeña habitación llena de filas y filas de libros.


Santana sabía exactamente a dónde ir, y yo no podía dejar de preguntarme si venía mucho por aquí, o si había explorado la localización en algún momento durante la semana. Me gustaron mucho ambas ideas, en realidad: la Santana que era tan íntima con la biblioteca como alguien que trabajaba aquí, y la Santana que había estado pensando en planear todo esto.


Se detuvo en una zona tranquila, en un estrecho pasillo lleno de libros. Se sentía como si las pilas de libros estuviesen prensadas sobre nosotras desde ambos lados, los cuartos apretados me dieron la extraña ilusión de los muros que encierran, oí una tos y se dio cuenta de que había al menos una persona en la habitación con nosotras.


Anticipación vibraba en mi vientre.


Santana levantó un libro de un estante sin siquiera realmente mirar.


— ¿Lees literatura erótica, Brittany?


Sabía cuando ella se rió un poco por mi reacción que mis ojos deben haber surgido casi de mi cabeza. Yo no era una mojigata, y yo no estaba cerrada a la idea de erotismo, me gustaría, simplemente nunca había ido a buscarlo.


—No mucho.


— ¿No mucho? ¿O no has leído nada?


—He leído algunas novelas románticas...


Ella ya estaba negando con la cabeza.


—Yo no estoy hablando de enfoque suave cubre de cuerpos desnudos cubiertos de sudor. Me refiero a libros que cuentan cómo se siente la mujer cuando esta haciendo el amor. ¿Cómo disfruta cuando esa persona especial desliza su lengua dentro de ella? ¿Cómo describe su sabor cuando ella le pregunta? Quiero decir libros que describen hacer el amor.


Mi corazón empezó a retumbar por debajo de mi esternón cuando mencionó en forma casual las cosas que me hizo, quise cerrar mis ojos y retorcerme.


—Entonces no. No he leído nada de eso.


—Bueno, entonces —dijo, y me entregó el libro —estoy feliz de estar aquí para esta ocasión trascendental.


Eché un vistazo a la cubierta. “Anaïs Nin. Delta de Venus”. Yo conocía el nombre y, como todos, sabía la reputación, también.


—Muy bien, vamos a comprobar para sacar éste —Le dio la vuelta, en busca de algún tipo de código de barras o un número.


Sin embargo, el volumen era de cuero, con páginas doradas pesadas. Obviamente, una rara edición. — ¿Lo llevamos con nosotras...?


—Oh no, no, no, no. Uno no puede realmente echar sólo un vistazo a los libros de esta biblioteca


— comenzó. —Y, además, ¿dónde estaría la diversión en eso de todos modos? La acústica de aquí es tan encantadora, con la madera, y techos y otras cosas...


— ¿Qué? ¿Aquí? —Mi corazón se aceleró un poco. Por mucho que me encantó la idea de leer algo picante con Santana cerca, me encantó la idea de ser completamente salvaje con ella esta noche aún más.


Ella asintió con la cabeza.


—Y estarás leyéndome a mí.


— ¿Estaré leyendo Literatura erótica aquí?


—Sí. Y probablemente me siento en la necesidad de hacerte mía aquí, también. Fuiste ruidosa la semana pasada. Pero esta semana —se apartó un poco el pelo a un lado de la cara, con los labios fruncidos— no tanto.


Tragué fuerte, insegura de si esto era exactamente lo que quería oír, o si me aterraba. Su mano se extendió por la parte de atrás de mi cuello, era relajante. Su palma estaba caliente, y sus dedos eran lo suficientemente largos para envolver casi hasta la tráquea.


—Tú sólo me das los viernes, y sin camas —dijo. —Las circunstancias son lo que son, quiero hacer algo contigo que sé con absoluta certeza que nunca has experimentado antes.


— ¿Y tú? —Yo reconsiderando qué conocía esta sala tan bien.


Negó con la cabeza.


—A la mayoría de las personas no se les permite estar aquí para nada. Y te puedo asegurar que nunca he follado a una chica en la biblioteca antes. Por tanto no soy una experta en esto como tú piensas que soy, la mayor parte de mis aventuras son en una limusina en el camino para dejar a alguien en alguna parte. Yo soy un alma libre que espera ser atrapada por la persona indicada, si estamos siendo sinceras al respecto.


Había libertad en su soltería determinada, yo no tenía que fingir que esto significaba más de lo que era. Y a pesar de que era sólo algo físico, y aunque ella fue la primera chica en mi vida, con quien realmente no necesitaba saber nada, yo había anhelado su toque toda la semana.


Extendí la mano y tiré para acercar su cara a la mía.


—Me parece muy bien. Yo no te necesito para ser buena.


Se echó a reír en medio de un beso.


—Voy a ser muy buena para ti, te lo prometo. Hasta ahora has rechazado la parte de atrás de mi limo o un rápido polvo en mi casa. Me estás haciendo romper todos mis hábitos.


Éramos invisibles a través del cuarto, gracias a los libros que nos rodean, pero si alguien se acercara a nuestro pequeño rincón oscuro, estaríamos expuestas. Algo dentro de mí comenzó a doler pensándolo, de manera dulce, que causó que mi columna se arqueara y mi corazón latiera salvajemente.



Santana dio un paso adelante y se inclinó para besarme, empezando por la esquina de mi boca, tarareando en el contacto y sonriendo.



—Estoy siguiendo tus reglas, pero sí quiero decirte que estoy ansiosa por ti todo el tiempo. He borrado el vídeo, pero voy a admitir que lo lamento. ¿Vas a dejar que te tome algunas fotos más de esta noche?


Tardó muy en hacerme sentir como si ya no fuera sólida, en convertir todo en un ambiente cálido, destilando pasión pura.


—Sí.


Ella me dio una sonrisa que me hizo temer por si entregué un trozo de mi alma a la diablilla más hermosa que había conocido.


Pero entonces ella me besó en la mandíbula, susurrando:


—Tú sabes que yo nunca las enseñaría a nadie. Detesto la idea de alguien viéndote así. Cuando me vaya, la próxima persona tendrá que averiguar todo sobre cómo complacerte.


— ¿Cuando te vayas?


Se encogió de hombros, con los ojos grandes y oscuros.


—O acabemos con esto. Independientemente de cómo lo describamos.


—Me preguntaba a mitad de este viernes si tú simplemente no mandarías un mensaje de texto. Si así es cómo iba a terminar.


—Creo que eso sería una tontería —dijo, frunciendo el ceño, pensativa. —Si cualquiera de nosotras quiere terminar las cosas, vamos a tener la cortesía de decirlo, ¿verdad?


Asentí, sorprendentemente aliviada. Yo sospechaba que a pesar de que había hecho el trato conmigo misma para mantener esto sobre algo físico, si terminaba yo la echaría de menos. No sólo Santana era una amante increíble, también era muy divertida.


Pero ella era una rompecorazones innata, y tomó esto tan en serio como yo lo hice...es decir nada.


—Ahora que eso está arreglado...—Me volvió hacia las estanterías. Me rodeó, abrió el libro, buscó un pasaje específico y, a continuación, lo llevó a mi mano para mantenerlo abierto. Con ella detrás de mí y un estante en frente, me sentí completamente oculta, como si estuviera haciendo el amor con esta escultural belleza latina. O quizá protegida.


—Lee —susurró, con su aliento caliente contra mi oído. —Empieza por ahí.


Señaló con el dedo un párrafo comenzado parcialmente dentro de un capítulo. Yo no sabía lo que estaba ocurriendo, que estaba narrando. Pero entendí que no importaba.


Mojando mis labios, leí:


—Cuando ella y Louise se reunieron, de inmediato se fueron juntas. Alice fue fuertemente fascinada por la blancura de su piel, la abundancia de sus pechos, su esbelta cintura...


Las manos de Santana corrieron por debajo de mi vestido, sobre mis caderas, a través de mi estómago, hasta donde ella tomó mis pechos.


—Britt, eres suave.


Una de sus manos se deslizó por mi lado y entre mis piernas, burlando mi humedad.


Era trabajoso centrarse en el texto frente a mí, pero seguí leyendo. Santana movió sus manos alejándolas, despejando mí cabeza por sólo un segundo, porque detrás de mí, pude sentir su cambio, podía oír el clic del cierre de su vestido mientras lo desabrochaba. Yo apenas procesaba las palabras que le dije, en vez de eso escuchaba sonidos de ella detrás de mí.


¿Puedo hacer esto? Esto no era una pista de baile salvaje, con luces estroboscópicas y cuerpos retorciéndose, no era un restaurante vacío y su mano debajo de la mesa. Esta era la más famosa biblioteca pública, repleta de volúmenes raros de historia de la literatura, suelos de mármol... Desde la entrada en el edificio, aún no habíamos hablado a todo volumen. ¿Y nosotras íbamos a hacer el amor? Una cosa era imaginarlo, otra estar aquí de pie a punto de hacerlo realmente.


Yo estaba nerviosa.


Caray, yo estaba aterrorizada. Pero también estaba a tope, cada neurona disparada, la sangre bombeando salvajemente en mis venas. Mis palabras vacilaron mientras leía.


—Concéntrate, Brittany.


Parpadeé hacia el libro, tratando de empujar mi atención a las palabras en la página.


—Todo la hizo reír. Le daba la sensación de que todo el mundo estaba ahora bloqueado y sólo existía esta fiesta sensual, que no habría un mañana, ni reuniones con nadie más, que sólo había esta habitación, esta tarde, esta cama.


—Lee eso de nuevo —gimió y luego me levantó la falda. —Esta sala, esta tarde, esta cama.


Justo cuando estaba a punto de hablar, y sin previo aviso, deslizó dos de sus dedos dentro de mí, estaba tan húmeda aunque realmente no había tenido que provocarme, o acariciarme. Sólo tenía que darme un libro, los más breve toques, y los sonidos de ella desnudándose. Gemí, deseando poder encontrar una manera de hacerle saber todo lo que provocaba dentro de mí. Estaba convencida de que ser solo de ella sería lo mejor que podría ocurrirme.


—Silencio —me recordó, moviéndose hacia atrás y luego hacia mí lentamente. Ella era tan hermosa, tan sexy. Yo recordé la punzada aguda de cuanto me había estremecido la semana pasada frente a los espejos. Cuando ella tomó mi cara en mi orgasmo en frente de un centenar de espejos diferentes, que completamente me había deshecho.


Más que nada, verla a ella había sido el punto culminante de mi noche.


Estábamos al final de un pasillo a oscuras, pero podía oír los tenues sonidos de alguien más algunas filas hacia abajo. Me mordí el labio mientras Santana deslizó su mano alrededor de mi cadera y entre mis piernas, burlando mi clítoris.


—Sigue leyendo.


Sentí que mis ojos se abrían como platos. ¿Hablaba en serio? Si le daba a mi garganta permiso para hacer cualquier sonido, no podía ser considerada responsable de lo que saliera.


—No puedo —le chillé.


—Claro que sí —dijo, como si me hubiera sugerido simplemente tomar una respiración profunda. Sus dedos barrieron mi clítoris de nuevo, burlándolo. —O podemos parar.


Le lancé una mirada oscura sobre mi hombro e ignoré su risa silenciosa. No tenía ni idea de dónde lo había dejado, o lo que estaba sucediendo en la historia que no fuera Alice arrancando el vestido de Louise, pero dejando todo en blanco después. Apenas podía encontrar mi respiración, pero empecé a leer de nuevo en un párrafo, con la tartamudez innegable, y la cadencia que parecía volver a Santana loca. Sus caricias se hicieron más rápidas y ardientes.


—Por favor... —Le rogué.


—Britt —dijo con voz entrecortada. —Sigue adelante.


De alguna manera, encadené las palabras juntas, y el pasaje se puso acalorado y salvaje. Tan descriptivo. Su humedad era "miel". Alice aspiró y probó cada lugar en el cuerpo de Louise, el sondeo en ella y le tomó el pelo hasta que el aire se tornó ligeramente pesado, con una pasión abrumadora. Para mi horror, pude sentir mi propia humedad pasando por mis muslos, deslizándose entre nosotras con la fuerza de sus caricias.


Santana se estremeció detrás de mí, perdiendo paciencia y ritmo. Parecía incapaz de mover su mano de donde se apoderó de mi cuerpo, y yo sospechaba que la otra sostenía su teléfono, para la toma de fotografías.


—Brittany. Tócate a ti misma.


Sujeté con cuidado el libro abierto con un antebrazo y puse la mano entre mis piernas, frotando. Había estado tan hinchada, tan pesada con el peso de mi orgasmo presionando sobre mí que empecé a venirme a sólo unos pocos segundos. Lo último de mis palabras salió roto.


—...creyó. . . iría en su sano juicio. . . con un odio y ale--gría ...


Cuando mis músculos dejaron de temblar, Santana suspiró entrecortadamente y luego se quedó inmóvil, ahogando un gemido con la boca presionada a mi cuello.


La habitación estaba completamente en silencio, y me di cuenta de que no tenía ni idea de lo ruidosas que habíamos estado realmente. Yo había susurrado cada palabra que leí, lo sabía. Pero cuando llegué, ¿había hecho algún otro ruido fuerte? Perdida yo misma tan completamente con Santana.


—Vuelvo enseguida.


Me puse de pie, escuchándola desaparecer detrás de mí mientras yo arreglé mi ropa. Regresó, besando la parte posterior de mi cuello.


—Mmm. Eres encantadora, Britt.


Me volví hacia ella.


—Y según sus reglas —dijo, mirándome mientras se abrochaba la chaqueta — supongo que ahora es donde nos separamos.


Acomodé mi vestido ya enderezado. Este fue nuestro acuerdo; yo había sido la que lo exigió, pero se sentía... raro. Continuó mirándome con un brillo en sus ojos, casi como si dijera:


“Te acabo de dar un orgasmo loco y te ves un poco aturdida, pero ¡hey! ¡Aquí está la regla idiota!”


Tuve la tentación de llegar a un acuerdo.


—Cierto. Perfecto. Me alegro de que estemos en la misma página —le dije en su lugar.


Se echó a reír mientras deslizaba el libro en el estante.


—Y gracias a Dios que la página no se encuentra en la página seis, ¿no? Un brillante polvo y nadie es más sabio. Estamos sin duda de acuerdo.


— ¿Alguna vez te cansas de ello? —Le pregunté. — ¿De la gente que te mira? —


Recordé lo mucho que odiaba los dictámenes solicitados sobre el pelo o lo que llevaba cuando estaba con Sam, las especulaciones sobre si había ganado o perdido unos cuantos kilos o que me vieran en un estado lamentable.


Me pregunté si era lo mismo para Santana.


—No es como ser una verdadera estrella. Aquí a la gente simplemente le gusta saber lo que estoy haciendo. Creo que la mayoría de personas leyendo esa basura sólo quieren pensar que me estoy divirtiendo.


Eso parecía tan optimista.


— ¿En serio? Creo que todos quieren atraparte para no dejarte ir jamás.


—Espera, ¿no es eso lo que estás buscando? —Ella se rió brevemente, y continuó: —La imagen de conquistadora es conveniente para ellos. Yo no me estoy tirando a una chica diferente cada noche.


Estirándome para besarla, añadí:


—Bueno, al menos no últimamente.


Algo le pasó por los ojos, un pequeño atisbo de confusión antes de que se aclarara.


—Muy bien. —Ella se inclinó y me besó dulcemente, con la mano ahuecándome la cara. — Vamos, ¿de acuerdo?


Asentí, un poco aturdida. Santana hizo un gesto para mostrarme el camino y subimos las escaleras, dando un paso de nuevo en el piso principal de la biblioteca. Nada había cambiado: el sonido de susurros y pasar las páginas todavía llenaba el aire y nadie miró en nuestra dirección. Había una emoción en lo que habíamos hecho, y el hecho de que nadie parecía saberlo.


Nos acercamos a la salida cuando Santana me cogió del brazo y me llevó a un rincón oscuro.


—Sólo una vez más —dijo, justo antes de que ella llevó a sus labios a los míos. Fueron labios suaves y dulces, y se quedaron allí, como si ella no quisiera apartarse.


Tragué saliva cuando me encontré con sus ojos de nuevo.


—Hasta la próxima semana, Britt.



Y luego se fue. Observé mientras cruzó el suelo y se dirigió hacia el sol desapareciendo, y me pregunté cuánto me arrepentiría de esto cuando todo hubiera terminado.