[Resuelto]FanFic BRITTANA "Beautiful Stranger" CAP. 16/FINAL (12 de Noviembre)

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que estén teniendo un buen inicio de semana…….¿cómo esta el clima en el lugar desde donde se conectan?, porque en lo personal estoy que me congelo por el frío en mi ciudad jejejeje.



Aún no vi sus opiniones sobre los futuros proyectos de adaptación, así que me gustará contar con sus valiosas opiniones (paso a recordarles cuales son las propuestas): 1.- luego de este fic, adaptaré una historia de Kylie Scott (la obra se titula “Lick”), 2.- después se vendrá una historia (la obra se titula “Before Jamaica Lane”)(de un solo libro, que tendré que transcribir aunque no quiera, ya que la historia me encanta jejejeje) de la misma autora que escribió “Calle Dublín” (“Calle Dublín” le pertenece a Samantha Young, historia que dio lugar a la adaptación que titulé “Quinta Avenida Neoyorkina ¿la recuerdan?)


Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les gusten estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)


http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)


http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)


*Próxima actualización: día JUEVES …….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.


Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……..






*no puedo evitarlo, esta canción me encanta jejejeje



NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.











El lunes por la tarde me encontraba en un estado de ánimo fatal. Hacía más calor que en el infierno fuera, mi hermana mayor estaba intentando convencer a mamá para visitar Sevilla, y desde la oficina de Ryder había una mejor vista.


—Eres un tonto —murmuré, pinchando en mi comida.


Se rió y empujó un enorme bocado de su comida en la boca.


— ¿Esto es sobre mis vistas otra vez?


—Qué desperdicio. —Señalé mis palillos en su cara, apenas capaz de entenderlo alrededor de toda la berenjena picante. —Recuérdame de nuevo ¿cómo terminaste con esta oficina?


—Tú hiciste el recorrido tarde. Puse la placa de identificación en la puerta.


Boom.


De hecho. Había sido la primera vez desde que me mudé a Nueva York que una mujer me invitó a su casa y, justo lo que esperaba, me quedé atrapada.


Normalmente prefiero mis aventuras en casa, donde siempre me podía hacer una excusa de que mi madre estaba bajando por, o que tenía un lugar donde estar. En su lugar, una mujer querría ofrecerme té, pedir que duerma con ella otra vez.


Yo no era una completa idiota. Yo siempre había sido tan abierta a una relación como cualquier persona. No había conocido a una mujer que me hiciera querer saltarme una noche en mi propia cama. Las mujeres que había conocido sabían quién era yo, sabían que era lo que pensaban que quería.


Para una ciudad tan grande, Nueva York a menudo se sentía minúscula.


Miré por la ventana, en la fantástica vista de Ryder y pensé en Brittany.


Ella era mi distracción por defecto últimamente. Ella era un misterio. Si una mujer quiere que alguna persona piense en ella constantemente, ella debe decirle que sólo puede tenerla una vez a la semana y bam concentración fundida.


Así que aquí me preguntaba, si ella me pidiese que me quedara en su casa durante una noche, ¿qué le diría?


Tú sabes la respuesta a eso, Santana. Diría que sí.


Había tenido aventuras con una docena de mujeres desde que me mudé a los Estados Unidos, pero últimamente me costó recordar detalles. Cada recuerdo me hizo pensar en estar con Brittany. Ella era dulce y salvaje. Escondió tanto de sí misma, y sin embargo ella me dejó hacerla mía intensamente.


Nunca había conocido a una mujer que hubiera encontrado paradójicamente secreta y abierta.


—Conocí a una chica, amigo.


Metió sus palillos en el contenedor de llevar y lo deslizó sobre la mesa.


— ¿Así que vamos a hablar de eso ahora?


—Hoy. Tal vez.


—Tú la has estado viendo desde hace un tiempo, ¿no es así?


—Pocas semanas, sí.


— ¿Sólo a ella?


Asentí.


—Ella es tan hermosa, y bueno, ella me dijo que no me quiere con otras mujeres.


Ryder me miró sorprendido. Lo ignoré.


—Pero ella es diferente. Hay algo en ella... —Me froté la boca, miré por la ventana.


¿Qué me pasa hoy?


—No puedo sacarla de mi cabeza.


— ¿La conozco?


—No lo creo. —Pensé, tratando de recordar si en realidad había conocido a Brittany en la recaudación de fondos. Yo estaba con Ryder la mayor parte de la noche después de que dejé a Britt para enderezar su vestido y refrescarse, y no creo haberles visto hablar.


—Así que no me digas lo que es. —Se rió, inclinándose hacia atrás en su silla. — ¿Ha capturado tu alma de joven amante?


—Vete al diablo. —Agarré la bolsa de plástico y empujé los contenedores vacíos sobre todo en el interior. —A mí me gusta ella. Pero es sólo pasión ahora. Por mutuo acuerdo.


—Lo que es bueno —dijo, con cuidado. —Ella no es una buscadora entonces.


— ¿Soy una idiota por pensar que es raro? Ella no quiere más. Incluso si lo hiciera, creo que huiría. Está aterrorizada de ser vista en público conmigo. ¿Crees que me gusta mucho porque ella es tan perfecta y lo único que necesito?


Y como siempre hacía cuando pensaba en Brittany, empecé a hacer conjeturas acerca de su final.


Ryder silbó en voz baja.


—Suena fantástico. Pero no puedo imaginar por qué estaría interesada en sólo una aventura.


— ¿Estas seguro de lo que dices?


Se encogió de hombros, entreabrió una galleta de la fortuna.


—Tú me sorprendes cada vez más, Ryder —Le pregunté, sonriendo.


—Nah. Sabes que siempre contarás conmigo, San.


Después del almuerzo, salí de la oficina, llamando a un taxi casi de inmediato para una rápida excursión a una nueva instalación de arte que se creó en el Chelsea.


Yo ayudé a un viejo cliente a encontrar y abrir una galería, y él hacía esta muestra de un conjunto de raras fotos de EJ Bellocq sólo unas pocas semanas. Sólo hacía falta un email de una línea de que él está aquí y el resto de mi día acabaría. Yo estaba desesperada por ver las nunca antes mostradas piezas reconstruidas a partir de los negativos dañados de la colección "Storyville" de Bellocq.


A pesar de que había visto su trabajo un poco tarde en mi educación, había sido su arte el que desencadenó mi fascinación por fotografías del cuerpo, de sus ángulos, su sencillez, su vulnerabilidad cotidiana.


Aunque, hasta Brittany, nunca había tomado una foto mía con una hermosa chica.


Y ahí estaba el problema real. Mis fotos de Brittany y yo juntas de ninguna manera imitaban el arte de Bellocq, pero aún así me recordaban a ella. Su delgada cintura, estómago suave, y la suave curva de sus caderas.


Mirando hacia abajo en mi teléfono, deseé por enésima vez tener una sola foto de sus ojos cuando hacíamos el amor.


Hacía calor, sin ser insoportable en el exterior, y después de ver las fotos, yo quería caminar con mi entusiasmo por un rato. De Chelsea al centro no era horrible, pero alrededor de Times Square me di cuenta de que un hombre con una cámara me estaba siguiendo.


Siempre he asumido que los paparazis aprenderían que no era tan interesante como sospechaban, pero aún no había ocurrido. Ellos acechaban mis actividades de fin de semana, mis recaudaciones de fondos, cada función de trabajo. Han pasado casi cuatro años desde que nada de interés me había sucedido que no sea una cita con una mujer semi-famosa ocasional, pero al menos la mitad de las veces que me atreví a caminar sola en Manhattan, alguien me encontró.


Y de repente, mi estado de ánimo luminoso desapareció, yo estaba lista para ir a casa, para una visión sin sentido de Python y algunas pintas. Era apenas martes y ya quería a Brittany.


—Déjame en paz —dije por encima del hombro.


—Sólo unas palabras, Santana. Una foto y un comentario sobre el rumor de tu aventura con Keira Knightley.


En serio. ¿Esta basura otra vez? Yo la había visto una vez, hace un mes en un concierto.


— ¿De verdad crees que yo soy la persona que debe pedir confirmación?


Un taxi se paró en la acera, asustando al periodista cuando la puerta de atrás se abrió de golpe. Un brazo suave, desnudo extendió la mano, la mano frenéticamente se agitó antes de que Brittany se inclinara hacia adelante, sonriendo.


— ¡Entra ya!


Le tomó varios segundos a mi cerebro para conectar a mi boca y mis piernas.


—Gracias, Britt.


Agachándome entré en el taxi, metí el maletín en el suelo y la miré a ella.


—Hey, Santana. Se te veía un poco...acechada.


—Te ves muy bien —le dije, mirándola.


Ella se encogió de hombros, y me dio su sonrisa extraña y difícil de alcanzar.


—Estúpidos paparazis —me quejé.


Brittany cruzó las piernas y me dio un pequeño encogimiento de hombros.


—Pobre bebé. ¿Necesitas un abrazo?


Ella tenía un fuego en sus ojos que no había visto desde la noche en el club cuando me arrastró al hall.


Estás en problemas, Santana.


Llevaba un vestido de abrigo corto de color azul y se había deshecho un poco en la parte superior. Comprendí el sentimiento, e inmediatamente miré hacia abajo a su pecho izquierdo, el encaje de su sujetador negro que se asomaba a escondidas.


—Me alegro de verte —le dije a su escote. —He tenido un día... ¿Puedo enterrar mi rostro en vosotros?


— ¡Nada de sexo en mi taxi! —Gritó el taxista. — ¿A dónde vamos ahora?


Miré a Brittany como orientación, pero ella sólo levantó las cejas y sonreí.


—Arriba hacia el parque —murmuré. —Todavía no lo sé.


Se encogió de hombros, rodando lejos del tráfico y murmurando algo entre dientes.


—Te ves hermosa —le dije a Brittany, inclinándome para besarla.


—Siempre dices lo mismo.


Me encogí de hombros, y besé su cuello. Dios. Ella sabía a té dulce y naranjas.


—Vuelve a casa conmigo.


Ella negó con la cabeza, riendo.


—No. Tengo entradas para un espectáculo a las ocho.


— ¿Con quién?


—Yo misma —dijo, enderezándose y mirando por la ventana. Cogí su mano, deslizando mis dedos entre los suyos.


—Ve a jugar otra noche. Lo que significa que tienes que venir a mi casa y tener una noche intensa conmigo.


Los ojos de Brittany se abrieron mientras miraba el taxista. Miró hacia nosotras en el espejo retrovisor, pero no dijo nada.


—No —susurró ella, con los ojos buscando los míos. Ella trató de sacar su mano de la mía, pero no la dejé. —Pero, ¿puedo hacerte una pregunta?


Con su pelo escondido detrás de las orejas y viéndose tan pequeña en el asiento a mi lado, sentí un pánico extraño: ¿fue todo mal para ella? En sus desnudos momentos de descuido, se veía tan ingenua.


—Cualquier cosa —le dije.


—He estado pensando en ello. ¿Por qué eres tan famosa por aquí? Sí, eres hermosa y exitosa. Pero Nueva York engendra hermosura y éxitos. ¿Por qué hacer a los fotógrafos acecharte al azar el martes?


Ah. Me sonrió, dándose cuenta de que a pesar de que había levantado la vista, no se había ido muy lejos.


—Pensé que hiciste tu tarea.


—Me aburrí después de pasar por tres páginas de fotos consecutivas de ti abrazando a distintas mujeres.


Me eché a reír.


—Te aseguro que no es por eso que me siguen. —Hizo una pausa y me pregunté por qué me estaba hablando de esto ahora, después de estar tan hermética sobre ello durante tanto tiempo. —Me mudé aquí hace un poco más de seis años —comencé. Ella asintió, claramente familiarizada con esa parte. —Cerca de un mes después de mi llegada, me encontré con una mujer llamada Cecily Abel.


Su ceño se frunció.


—Conozco ese nombre... ¿Sé quién es?


Me encogí de hombros.


—Es posible que la conozcas, pero no me sorprendería si no lo hicieras. Ella era muy grande en Broadway, pero, como suele ser el caso en el mundo de Nueva York, el teatro, su fama no se extiende muy lejos en la clase media estadounidense.


— ¿Qué quieres decir con que "era" grande en Broadway?


Miré sus dedos atrapados entre los míos.


—Creo que Cecily y su dramática salida de la escena del teatro es la razón por la que no me di cuenta en absoluto. Ella salió de Nueva York en forma abrupta, después de enviar una carta que ella escribió y fue impresa en el Post. En ella se detallaban todas sus quejas con esta ciudad, entre ellas: Citando, "directores" que no podían mantener las manos sobre sí mismos, políticos y la inversión en citas con personas que no saben lo que es bueno cuando lo tenían.


— ¿Ella te amaba?


—Sí. Y, como es a menudo el caso en la vida, no era correspondido.


Los ojos de Brittany crecieron un poco oscuros, la boca roja se curvó en una mueca.


—Eso suena muy frívolo.


—Créeme, soy cualquier cosa menos frívola sobre Cecily. Ella está bien ahora. Felizmente casada en California. Pero por un tiempo, ella estaba bajo el cuidado de un médico. —Antes de que pudiera decir algo más, añadí: — Ella fue una buena amiga, y su decisión de dejar todo lo que tenía aquí me enseñó que no estaba muy...estable. Realmente había muchas razones por las que salió de la ciudad y yo era sólo la más reciente decepción. Yo simplemente no la amaba como ella me amaba.


Brittany parpadeó hacia el techo y pareció considerar esto.


—Es mejor que fueras honesta con ella.


—Por supuesto —le aseguré. —Su estado mental era... en definitiva, no se trata de si yo no la amaba. Ella se turbó independientemente...pero eso no tiene muy buena pinta en los periódicos, ¿ahora lo entiendes?


Brittany me miró y sus ojos se suavizaron, su sonrisa regresó.


—Así que la gente se interesó en quién era esa chica, la mujer que rompió el corazón de la estrella local y la volvía loca.


—Y así me convertí en un misterio. A la prensa le encanta una buena y pícara rompecorazones, y su carta era bastante dramática. Su interpretación es cierta, y tampoco lo es. Pero mi vida es rara vez tan interesante como los tabloides esperan. He aprendido que no importa mucho de una manera u otra lo que dice la gente.


Nuestro taxista se desvió para evitar golpear a un niño en una bici, y abusó en gran medida de la bocina. En los empujones, el pecho de Brittany se apretó contra mi brazo y me empujó hacia atrás, sonriendo, mientras su ceja se levantó con fingida exasperación.


—Hay un montón de fotos tuyas en línea.


—Algunas de esas mujeres eran amantes, otras no. —Le pasé el pulgar a través de la curva de su pecho, y ella miró hacia abajo para ver los ojos entrecerrados. —Yo no tengo una anormal aversión al compromiso, yo sólo no he tenido uno en un tiempo muy largo.


Su cabeza se levantó y pude ver con toda claridad cómo sus pupilas se dilataron, sus labios se torcieron en una sonrisa.


—Sí —admitió entre risas. —Supongo que nuestro acuerdo es un compromiso de alguna clase.


—Simplemente no cuenta cuando te niegas a ir nunca en una cita real conmigo.


La sonrisa se redujo ligeramente.


—No creo que ninguna de nosotras sea buena en nada más.


—Bueno, —admití —sin duda somos buenas en lo que hacemos. Hablando de eso, lo discutí con Ryder, —le dije, dejando que el calor vibrante de su irritación se enfocara en el lado de mi cara por un momento. Fue muy divertido para sacarla de quicio— Sin nombres, Pétalo. Cálmate.


Esperé a que preguntara lo que dije.


Y esperé.


Finalmente, miré hacia ella para encontrarla sin dejar de mirarme con atención.


Nos detuvimos en un semáforo en rojo y todo lo que había en la cabina se sentía completamente inmóvil.


— ¿Y? —dijo, y me dio una lenta y malvada sonrisa cuando aceleramos hacia adelante. — ¿Le dijiste que has encontrado a una mujer que le gusta tenerte sólo para ella?


— ¡No en mi taxi! —El taxista gritó tan fuerte que las dos saltamos y luego se echó a reír. Él pisotón a los frenos, nos sacudió. — ¡Nada de sexo en mi taxi!


—No te preocupes, amigo —le dije. Me volví hacia ella y murmuré: —Ella no me deja hacerle el amor en coches. O los martes.


—Ella no es así —susurró, aunque ella me dejó besarla de nuevo.


—Es una pena —le dije a la boca. —Soy buena en los coches. Y especialmente buenísima los martes.


—Así que esta conversación con Ryder, —dijo ella, empujando su mano por debajo de la chaqueta que había puesto en mi regazo. —Si no le has dicho mi nombre, ¿qué le dijiste?


—Sexagésimo quinto y Madison —le dije al conductor. —Tome el camino más largo.


El conductor del taxi me lanzó una mirada, muy probablemente con la idea de conducir a través de Columbus Circle en la hora punta, pero asintió, tomando quincuagésimo séptimo hacia Broadway.


—Nada de sexo en la cabina —dijo, más tranquilo ahora.


Me volví hacia Brittany.


—Mencioné que había conocido a una mujer, a quien yo estaba haciendo mía alegremente. Puede que también mencionase que esta mujer era diferente a todo lo que conozco.


Brittany avanzó más por debajo del dobladillo de mi vestido, hábilmente empezó a acariciarme de forma ardiente pero imperceptible para el taxista.


Un extraño calor se extendió por mi columna vertebral cuando continuaba acariciándome, estaba aprendiendo a hacerme perder el sentido muy familiarmente.


— ¿Cómo soy diferente? —Inclinándose hacia mí, ella chupó mi oído y luego me susurró: — ¿Otras mujeres no conseguirían que te vengas fuera de los taxis?


La miré fijamente, preguntándose quién es realmente esta mujer, la dulce, inocente y muy deseable mujer que casi no necesita nada de mí que no sea un buen polvo.


¿Estaba jugando conmigo? ¿Era esto real?


¿O sería romper después de unos orgasmos, admitir que no me gustaba el arreglo más, decir que quería más? Lo más probable.


Pero mientras miraba hacia ella, a su cara roja y hermosos ojos azules tan juguetones y calientes de ninguna manera iba a renunciar a ella antes de que lograra estar con ella por siempre.


—En verdad —dije en voz baja, dirigiéndome a besarla. —Si yo voy a ser sincera: no tengo ni idea de lo que me sucede, sólo se que eres lo único que necesito.


—Bueno, si quieres saber, estoy feliz de saberlo, aunque por ahora no pueda ofrecerte más de lo acordado.


Me reí, gimiendo en su boca,


—Es refrescante tener una charla con una mujer tan hermosa como tú.


—Nada de sexo —el taxista gruñó, mirándonos en el espejo retrovisor.


Levanté las manos y le sonreí.


—Yo no la estoy provocando, amigo.


Parecía que decidió ignorarnos, subiendo el canal cultural y bajando la ventana para dejar entrar la brisa del atardecer y los ruidos incesantes de la ciudad. La mano de Brittany comenzó a acariciar lentamente, y con ello lograba que perdiera la poca concentración que tenía al verla junto a mí.


—Te haría mía, si no supiera que el chofer se daría cuenta —susurró. —Quiero decir, te mereces lo mejor. Al menos eres bella por dentro, Santana. Justo en los momentos importantes.


Me eché a reír, presionando mi cara en su cuello para ahogar el gemido que siguió cuando ella centró sus esfuerzos en sus caricias.


—Britt, eso se siente bien. Un poco más rápido, amor. ¿Se puede?


Vaciló en la expresión de cariño, y luego volvió la cara para besarme con anhelo. Echó un vistazo al taxista pero estaba absorbido por el programa de radio y gritando al tráfico en frente de nosotras.


— ¿Sí? ¿Estás segura que podrás soportarlo? —preguntó.


Asentí con la cabeza, sonriendo contra su mejilla.


—Nunca me hubiera imaginado que serías tan buena en esto.


Su risa vibró a lo largo de mi cuello y debajo de mi piel. Yo nunca la había oído sonreír. Esta era otra de sus paredes que había desmoronado.


La victoria subió cálida y fuerte en mi pecho, y por un breve pulso quería gritar por la ventana que ella estaba dejándome entrar en su vida.


—Tú eres tan sexy y perfecta —me dijo. —Me estás haciendo querer que no sea martes.


—Britt —me quejé. Y cuando se sentí estremecer, me di cuenta de que Brittany, también me había hecho olvidar actuar como una mujer arrogante para dejar de preocuparme por si ella estaba jugando con mi cabeza.


Brittany buscó en su bolso, sacó un pañuelo y se limpió la mano cuando todavía estaba dentro del bolso, dándome una sonrisa tonta y ocultando la evidencia a nuestro taxista. Y entonces ella se inclinó hacia adelante, y me besó con tanta dulzura que me dieron ganas de echarla abajo en el asiento del coche y hacerle el amor, sólo para escuchar sus pequeños gritos roncos y sensuales.


— ¿Te sientes mejor? —Me preguntó en voz baja, con sus ojos buscando mi respuesta.


He aprendido algo más sobre Brittany en esa expresión: su primer instinto, y el que continuamente combatía, era para complacerme. Pero entonces llegamos a una cuadra de mi casa y ella se echó hacia atrás, sonriendo amablemente.


— ¿Es aquí donde vas a salir?


Dudé, preguntándome si ella querría venir conmigo.


—Supongo, a menos que quieras...


Su voz era tranquila, me di cuenta que era su intento de aliviar la dureza de sus palabras:


—Me voy. Nos vemos el viernes, Santana.


Habíamos terminado por hoy. Me disculpé por la pregunta y me fui directa a la entrada de mi casa.

Hola……….buenas noches a todas/os……….espero que estén teniendo una excelente semana…….lamento no haber actualizado antes y no tener el detalle de avisarles que estaba ocupadísima (aún lo estaré, pero ya me hice tiempo para continuar la historia)…… Para compensar mi ausencia les traigo dos capítulos el día de hoy, ¿cómo esta el clima en el lugar desde donde se conectan?, porque en lo personal estoy que me congelo por el frío repentino en mi ciudad luego de que en días anteriores se sintiera un calor fatal jejejeje.



Aún no vi sus opiniones sobre los futuros proyectos de adaptación, así que me gustará contar con sus valiosas opiniones (paso a recordarles cuales son las propuestas): 1.- luego de este fic, adaptaré una historia de Kylie Scott (la obra se titula “Lick”), 2.- después se vendrá una historia (la obra se titula “Before Jamaica Lane”)(de un solo libro, que tendré que transcribir aunque no quiera, ya que la historia me encanta jejejeje) de la misma autora que escribió “Calle Dublín” (“Calle Dublín” le pertenece a Samantha Young, historia que dio lugar a la adaptación que titulé “Quinta Avenida Neoyorkina ¿la recuerdan?)



Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les gusten estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)



http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)



http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)



*Próxima actualización: día SÁBADO…….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……..






*no puedo evitarlo, no pude sacar esta canción de mi mente jejejeje



NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.












— ¿Vamos a hablar de eso hoy?


Me aparté de donde me encontraba en la escalera y miré a Rachel. Apoyó un pincel en su cadera, y niveló su mirada en mí.


— ¿Acerca de...?


Ella entrecerró los ojos.


—Acerca de la ruptura. Acerca de tu repentina mudanza. Acerca de Sam y esta chica misteriosa que está ahora, y de lo diferente que es tu vida ahora de lo que era sólo hace dos meses.


Ensayé una sonrisa en mi cara.


—Oh, ¿eso? ¿Qué hay que decir?


Ella se echó a reír, pero luego se pasó una delicada muñeca por la frente, dejando una débil mancha de pintura.


Quinn estaba de viaje de negocios y Rachel estaba decidida a tener todo el interior de su enorme apartamento pintado mientras que su rubia era incapaz de entrometerse.


Ella parecía agotada.


— ¿Por qué no contratas a alguien para hacer todo esto? —Le pregunté, mirando a su alrededor. — Dios sabe que te lo puedes permitir.


—Porque soy una obsesa del control —dijo. —Y deja de intentar cambiar de tema. Mira, sé lo que esa relación enfermiza con Sam poco a poco te arrastró hacia abajo, pero me siento rara porque que yo no sé más de él la verdad. Quinn sabía de “boca de trucha” a través de eventos de la ciudad, pero nunca lo conoció muy bien, y...


—Porque —dije, interrumpiéndola — hubieras visto a través de él. Al igual que Quinn lo hizo.


La familiar punzada rebotó a través de mi estómago ante la sola idea de Sam.


Rachel empezó a decir algo, pero yo levanté mi mano.


—Vamos. Sé que Quinn desconfiaba de Sam desde el primer día, incluso si ella no pensaba que era su asunto para interferir. Y creo que en el momento en que conocí a tu prometida, yo sospeché que Sam estaba engañándome. Yo no quise dejar que Sam estuviera cerca de ti, porque serías capaz de ver lo que había escondido tan descaradamente. —Sus ojos se volvieron hacia las esquinas, y me di cuenta antes de oirla de lo que iba a decir.


—Cariño, yo no necesito conocerlo personalmente para saber que era un tramposo y un auténtico imbécil. Nadie lo necesitaba. Lo único que le ayudó a verse decente eras tú.


Tragué saliva un par de veces, deseando que las lágrimas no asomaran.


— ¿Crees que dice algo acerca de mí, como si yo fuera tonta o ciega por haber pasado tantos años con él?


Volví a pensar en nuestra primera cena de aniversario en el Everest, y cómo llegó media hora tarde y olía a perfume. Ese cliché barato. Cuando yo le pregunté si había estado con otra persona había dicho: "Cariño, cuando no estoy contigo, yo siempre estoy con otra persona. Es sólo como mi vida es. Pero estoy aquí y ahora".


Había asumido que quería decir que siempre estaba trabajando cuando estaba lejos de mí. Pero, en verdad, era probablemente la única vez que había sido honesto conmigo acerca de otras mujeres.


—No —dijo Rachel, sacudiendo la cabeza. —Tú eras joven, debe haberte parecido irreal cuando se conocieron. Es encantador como el infierno, Britt, eso seguro. Pero no es saludable cambiarlo todo y que no quieras hablar sobre ello. ¿Estás realmente bien?


Asentí.


—En realidad lo estoy.


— ¿Llama Sam?


Me quedé mirando el pincel en la mano y luego lo dejé caer de nuevo en la lata.


—No.


— ¿Te molesta?


—Tal vez un poco. Ojalá que al haberlo dejado se hubiese dado cuenta de encontrarse en mal estado. Sería bueno para mí escucharlo humillarse. Pero la verdad es que probablemente no respondería, de todos modos. Yo nunca volvería con él.


— ¿Qué hizo cuando le dijiste que te ibas?


—Gritó. Amenazando. —Miré por la ventana y me acordé de la cara de Sam retorcida de rabia. Su ira me hacía estar más tranquila, fue la última vez que hizo algo en mí. —Tiró mi ropa a la calle y me empujó hacia la puerta.


Rachel me sorprendió al dejar caer su pincel en la lona de plástico sin ni siquiera molestarse en mirar donde aterrizó. Ella se acercó y me envolvió en un fuerte abrazo.


—Tú podrías arruinarle.


—Sospecho que lo va a hacer él mismo con el tiempo. Yo sólo quería salir. —Sonreí contra su hombro. —Y yo mandé al abogado de mi familia a desalojarlo. Creo que a los periódicos le gusta eso. Era mi maldita casa, ¿recuerdas?


Había sido bueno hablarlo todo. Rachel no era una extraña a la angustia, y todo el tiempo que hablamos sobre Sam, me acordé de cómo hace poco más de un año, cuando de repente mi buena amiga había dejado la corporación Fabray, se había secuestrado a sí misma en su apartamento y no había estado en contacto durante una semana. Cuando finalmente la llamé, ella me dijo todo lo que pasó entre ella y Quinn, la forma en que habían empezado lo que fuera su aventura secreta, y cómo ella había decidido que tenía que dejarla.


Había sido un momento de revelación para mí, pero en el camino completamente equivocado. Su decisión de abandonar su trabajo y posiblemente sacrificar su relación sólo fortaleció mi resolución de ver las cosas superadas con Sam. Yo quería trabajar lo suficiente con él por nosotros dos. La cosa es, que Quinn era la persona adecuada de Rachel para resolver las cosas. Sam no lo había sido para mí, no realmente.


Pensar en mi ex siempre me dejó con una resaca, pero hablar de él enrollada una bola de plomo en mi interior que no parecía desaparecer, no importa cuántas habitaciones ayudé a Rachel a pintar o cuántos kilómetros corrí a lo largo del río más tarde ese día.


Por un momento pensé en llamar a Santana, pero la respuesta a un problema con un hombre nunca fue buscar a alguien como mi sexy latina para crear otra dificultad. Santana quería cenar la otra noche, pero no fue porque quería profundizar.


Ella no iba a ser esa persona perfecta para mí.


Lunes y martes pasaron volando. El miércoles fue una montaña de reuniones con los nuevos clientes, y se sentía como que cada minuto que pasaba se trasformaba en el lapso de un año. El jueves fue peor en una manera completamente opuesta: Rachel y Quinn fueron a tomar un fin de semana largo por el 4 de Julio, y Kitty se fue a casa a Chicago. Las oficinas se quedaron en silencio, y aunque estábamos en un negocio en auge, todo mi equipo había estado extrañamente demasiado eficiente y muy ocupado. No tenía nada que hacer y todo a mi alrededor era el eco en los pasillos.


“¿Por qué estoy aquí?”, envié un mensaje a Rachel, ni siquiera esperaba una respuesta.


Te dije lo mismo antes de salir ayer. R.


Mis pasos resuenan en el pasillo cuando me pongo más café. Ya he tenido suficiente de café por ahora como para quedarme despierta por un mes. B.


Manda un mensaje a tu hermosa chica desconocida. Llámala. Usa esa energía para algo útil. R.


No funciona de esa manera. B.


Mi teléfono sonó inmediatamente.


¿Qué significa eso? ¿Cómo funciona? R.


Me puse mi teléfono en mi bolso y suspiré, mirando por la ventana. No le había dicho a Rachel nada más sobre los arreglos con Santana, pero pude ver su paciencia agotándose.


Afortunadamente ella no estaba en la ciudad, yo podía poner mi teléfono lejos y mantener en secreto todo mío, al menos por un unos días más.


El tiempo Nueva York en junio fue hermoso, pero el momento en que llegamos a julio era insoportable. Empecé a sentir como si nunca me alejara de los laberintos de edificios altos y más que un poco como si me estuvieran cociendo en un horno de ladrillo. Por primera vez desde que me había mudado, echaba de menos mi casa. Me perdí el viento del lago, túneles de aire tan fuerte que le empujarían hacia atrás al caminar. Me perdí el cielo verde de las tormentas de verano y sobrevivir a ellas en la casa de mis padres, refugiándome en el sótano durante horas jugando pinball con mi papá.


La mejor parte de estar en Manhattan, sin embargo, era cómo podía caminar sin rumbo por un tiempo y tropezar al azar con algo interesante. Esta ciudad tenía todo: yakisoba entregado a las tres de la mañana, las personas que se encontraban en los almacenes llenos de espejos para escapadas amorosas y pinball en un bar a poca distancia de mi oficina corporativa. Cuando vi la pista de las luces de la máquina a través de la ventana, vacilé, sintiendo que la ciudad me había dado precisamente lo que necesitaba.


Quizás más veces de lo que realmente se le dio el crédito correspondiente.


Me metí en el edificio oscuro, inhalando el olor familiar de palomitas y cerveza vieja. En el centro de un jueves soleado, el bar estaba lo suficientemente oscuro para que me sienta como si fuera medianoche en el exterior, que todo el mundo estaba durmiendo o aquí, bebiendo y jugando al billar. La máquina desde el principio yo había visto era una más nueva, con palancas pulidas y la música punk y emo no tuve ningún interés en ella pero en la esquina trasera había un modelo antiguo con las caras pintadas de KISS en toda su gloria y la boca de Gene Simmons abierta, con la lengua fuera hacia abajo.


Hice el cambio de varios dólares en el bar, pedí una cerveza, y me dirigí a través de la pequeña multitud de personas hacia el juego en la parte posterior.


Mi padre había sido un coleccionista. Cuando tenía cinco años y quería un cachorro, él me consiguió un dálmata, y luego otro, y luego de alguna manera terminamos con una gran casa llena de perros sordos ladrando a cada rato.


Luego estaban los Corvairs clásicos, sobre todo los de marcos doblados hacia arriba. Papá alquiló un garaje para ellos.


Luego vinieron las trompetas antiguas. Arte de un escultor local. Y, por último, las máquinas de pinball.


Papá tenía cerca de setenta de las máquinas en el almacenamiento y otras siete u ocho en la sala de juegos de casa. De hecho, fue durante una visita a la sala de juegos que papá y Sam se habían unido por primera vez. Aunque papá no tenía forma de saber que Sam nunca había jugado pinball en su vida, Sam había actuado como si la colección de papá fuese la cosa más increíble que jamás había visto y logró sonar como si hubiera estado jugando ya que podría llegar a las palancas. Papá había caído, y en ese momento yo había estado encantada. Yo era aún muy joven y no estaba segura de cómo mis padres se sentirían acerca de un novio que era casi diez años mayor que yo.


Pero papá inmediatamente hizo todo lo posible con su tiempo y su chequera para apoyar nuestra relación y las ambiciones de Sam. Mi padre siempre fue fácil de ganar, y una vez que Sam lo ganó, su apoyo era casi imposible de perder.


Al menos, por supuesto, hasta que se encontró con él mientras estaba fuera en una cena romántica con una mujer que no era su hija. A pesar de lo que mi padre me dijo y de lo mucho que me instó a ver a Sam por lo que era y no la imagen pública que se esforzó por representar, elegí creer en el lado de Sam de la historia: la mujer era un miembro del personal del trabajo, deprimida por la ruptura, y necesitaba que alguien la escuchase, eso era todo.


Lo que hacía un jefe cariñoso.


Dos meses después, fue atrapado en el periódico local engañándome con otra persona.


Di de comer un cuarto de dólar al juego y apoyé las manos en la cara, mirando las bolas de plata brillante del estante en su lugar. Es de suponer que la música, silbatos y campanas habían sido desconectados porque el juego permaneció extrañamente tranquilo cuando me tiro una pelota hacia arriba y sobre el terreno, un tirón a las palancas y dí un codazo a la máquina con mis caderas.


Estaba oxidada, y jugando muy mal, pero no me importaba.


Había tenido algunos de estos momentos, cristalizadores y tranquilos en las últimas semanas.


Momentos en los que simultáneamente registré lo mucho que había crecido y lo poco que sabía sobre la vida y relaciones. Algunos de esos momentos ocurrieron cuando yo estaba viendo a Quinn y Rachel, y la forma tranquila y molesta en que se adoraban a partes iguales. Otro momento estaba aquí, jugando un juego sola, sintiéndome más tranquila de lo que he estado en mucho tiempo.


Un hombre o dos vinieron y hablaron conmigo, yo estaba acostumbrada a los chicos y chicas de paso que parecían incapaces de resistir a una mujer jugando pinball sola. Pero después de cuatro partidas, sentí que alguien me observaba.


Era como si la piel en la parte posterior de mi cuello estuviera siendo presionada sólo con la presión de una exhalación.


Tomé mi cerveza, me volví y vi a Santana de pie en la habitación.


Estaba con un hombre joven, alguien que no conocía, pero que también estaba con un traje formal de negocios y quien se destacó en el bar tan claramente como debía hacerlo yo en mi delgado vestido gris y tacones rojos. Santana me miraba por encima de su bebida, y cuando la localicé, sonrió y alzó su copa ligeramente en un saludo.


Terminé mi juego después de otros veinte minutos más o menos, y me acerqué a donde estaban, intentando mantener mi rostro libre de una sonrisa tonta. Yo estaba de humor para verla y ni siquiera me había dado cuenta.


—Hey —dije, soltando una pequeña sonrisa.


—Hola a ti también.


Miré al amigo a su lado, un hombre algo serio, con una cara afable y amables ojos marrones.


—Brittany, este es Artie Abrams, un colega y buen amigo mío.


Me acerqué, le di la mano.


—Encantada de conocerte, Artie.


—Igualmente.


Santana tomó un sorbo de su bebida y luego me señaló con su vaso.


—Britt es la nueva jefa del departamento de cuentas en F.M.G.


Los ojos de Artie se abrieron y él asintió con la cabeza, impresionado.


—Ah, ya veo.


— ¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunté, mirando a su alrededor. —Esto no parece ser un lugar para los negocios en el medio del día.


—Cansada del trabajo de la mañana, como todos en esta ciudad. ¿Y qué hay de ti? ¿Tratando de ocultarte? —Santana preguntó con un brillo travieso en los ojos.


—No —le respondí, mi sonrisa cada vez mayor. —Nunca.


Sus ojos se abrieron un poco, y luego parpadeó a la barra, señalando con la cabeza al camarero.


—Vengo aquí porque es sucio y normalmente está vacío y tienen excelentes tragos.


—Y yo he venido aquí porque tienen billar y me gusta fingir que puedo ganarle a San — dijo Artie, y luego terminó su cerveza en un largo trago. —Así que vamos a jugar.


Lo tomé como mi señal, y puse mi bolso sobre mi hombro, sonriendo un poco a Santana.


—Que se diviertan con eso. Nos vemos.


—Déjame que te acompañe —dijo, y se volvió hacia Artie. —Tráeme otra bebida y te veré en la mesa de atrás.


Con la mano de Santana presionando a lo bajo de mi espalda, salimos del bar y chocamos con el sol implacable de la tarde.


—Oh Dios —se quejó con el calor, cubriéndose los ojos. —Es mejor dentro. Vuelve y juega con nosotros.


Negué.


—Creo que voy a ir a casa y lavar algo de ropa.


—Me siento halagada.


Me reí, pero luego miré alrededor con ansiedad cuando ella levantó una mano y tocó el costado de mi cara. La dejó caer rápidamente, murmurando:


—Cierto, cierto.


— ¿Sabe Artie acerca de mí? —Le pregunté en voz baja.


Me miró, ligeramente herida.


—No. Mis amigas y amigos saben que hay alguien, pero no quién.


Una gran torpeza se instaló entre nosotras por un momento, y yo no sabía que protocolo habría aquí. Exactamente porque sólo el viernes a disposición era lo ideal: no se requiere ningún pensamiento, ninguna negociación de amigas, sentimientos o límites.


— ¿Alguna vez piensas sobre lo extraño que es que nos encontramos la una con la otra todo el tiempo? —me preguntó, con una ilegible mirada.


—No —admití. — ¿No es que la forma en que funciona el mundo? En una ciudad de millones que siempre veas a la misma persona.


—Pero, ¿con qué frecuencia es la persona que más quieres ver?


Parpadeé, sintiendo propagarse una mezcla de malestar y emoción sintetizada en mi vientre.


Hizo caso omiso de mi silencio incómodo y siguió adelante.


—Todavía quedamos para mañana, ¿no?


— ¿Por qué no lo haríamos?


Se echó a reír, dejando caer su mirada a mis labios.


—Porque es un día de fiesta, Britt.


Yo no estaba segura de que tenía privilegios de vacaciones.


—No es un día de fiesta para ti.


—Claro que sí —dijo. —Es el día en que nos hemos librado de personas molestas que sólo critican y no saben nada más que hacer.


—Ja, ja.


—Por suerte para mí no hay otras fiestas los viernes de este año, así que no tengo que preocuparme por la falta de mi nuevo día favorito de la semana.


— ¿Has mirado tan lejos en el calendario? —Sentí que me movía un poco más hacia ella, lo suficiente cerca como para sentir el calor de su cuerpo, incluso con este calor abrasador de noventa grados.


—No, sólo estoy haciendo un poco de práctica de sabiduría.


— ¿En serio?


Se echó a reír, chasqueando la lengua juguetonamente.


—Entonces, ¿dónde nos reuniremos mañana?


Levantó la mano otra vez, y se pasó el dedo índice sobre el labio inferior.


—Te enviaré un mensaje.


Y así lo hizo. Casi tan pronto como di la vuelta a la esquina y llegué al metro, mi teléfono sonó en mi bolsillo con las palabras:


“11th Ave y W 24th St. Hay un edificio enfrente del parque. 07:00”.


No hay indicación de qué edificio, lo que haríamos, incluso ni qué ponerse.


Cuando llegué allí, estaba claro que había realmente sólo un edificio que podría ser. Era de piedra moderna y vidrio, y daba al Chelsea Waterside Park. También tenía una visión ridícula del Hudson.


El vestíbulo estaba vacío salvo por un guardia de seguridad detrás de un escritorio, y después de que se removió durante aproximadamente un minuto, me preguntó si yo era amiga de la señorita López.


Hice una pausa, cautelosa.


—Sí.


—Oh, bueno. ¡Debería haberlo dicho antes! —Se puso de pie, casi tan ancho como alto, y saludó con la mano guiándome a los ascensores. —Se supone que debo enviarla para arriba.


Me quedé parada de golpe antes de tomar la acción y entrar en el ascensor junto a él. El guardia puso una llave en una ranura y luego pulsó la tecla R.


Techo.


¿Nos íbamos a la azotea?


Con un gesto amistoso, salió.


—Que tenga una buena estancia —dijo justo cuando las puertas se cerraron.


Había veintisiete pisos en el edificio, pero el ascensor era claramente nuevo, y muy rápido, y apenas tuve tiempo de pensar en lo que me podría estar esperando antes de que dejara escapar un ding tranquilo y las puertas se abrieran.


Yo estaba en un pequeño pasillo, frente a un pequeño tramo de escaleras que conducía sólo a una puerta marcada, ACCESO A LA AZOTEA. NO PARA USO PÚBLICO.


¿Qué otra cosa podía hacer sino pensar que, hoy en día, la señal no se aplicaba a mí? Esta era Santana, después de todo. Yo tenía la sensación de que ella respetaba las reglas sólo el tiempo suficiente para aprender a doblarlas adecuadamente.


La puerta se abrió con un chirrido metálico estridente y golpeó fuertemente detrás de mí. Me volví y traté la apertura de una rendija de seguridad, sin ningún resultado. El día era caluroso, ventoso, y me he quedado atrapada en el techo de un edificio.


Rayos………. Santana mejor que sea aquí o voy a enloquecer.


— ¡Aquí! —Santana llamó desde algún lugar a mi derecha.


Dejé escapar un suspiro de alivio y caminé alrededor de una gran caja eléctrica. Santana estaba sola, con un manta, almohadas, y una gigantesca extensión de comida y jugo a sus pies.


—Feliz Día de la Independencia, Britt. ¿Lista para ser sólo mía al aire libre?

Parecía increíble, vestida de manera informal con jeans y una camiseta negra, delicados brazos y su cuerpo sexy moviéndose hacia mi. Su presencia física, el sol y el viento batiéndole la camisa. . . santo infierno. Digamos que hizo revolucionar las cosas para mí.


—Le pregunté si estabas lista para que te hiciera mía afuera —dijo en voz baja, inclinándose para besarme. Ella sabía a vainilla, y a manzanas. El calor, nuestra cercanía, la comodidad...ella era mi alimento y consuelo, lo que disfrutar de vez en cuando, sin culpa, sabiendo los motivos aun cuando probablemente no es tan bueno para ti.


—Sí —le dije. —Así que no estás preocupada por helicópteros o cámaras o... — miré más allá de ella, apuntando a la gente de un techo de distancia —la gente de allá con los prismáticos.


—No.


Entrecerré los ojos y pasé las manos por sus pechos hasta el cuello.


— ¿Por qué nunca te preocupas por ser vista?


—Porque me cambiaría preocuparme por ello. Me mantendría dentro, o me haría una paranoica, o que dejara de admirarte. Considera la tragedia que sería.


—Una grande. —Se me ocurrió que era tan indiferente a ser vista como que no. Ella no lo buscaba; no lo evitaba. Ella sólo vivía alrededor de la realidad de la misma. Era una forma muy diferente de interactuar con la prensa y el público que me confundió un poco. Parecía tan simple.


Santana sonrió y me besó la punta de la nariz.


—Vamos a comer.


Había traído baguettes, queso, embutidos y fruta. Pequeñas galletas con mermelada, y huellas digitales perfectas, pequeños macarrones y una buena cantidad de jugo. En una bandeja pequeña había cuencos de aceitunas y almendras. En un balde de metal había una botella de champán.


—Demasiado —le dije.


Ella se echó a reír.


—Yo diré. —me pasó una mano por mi lado, en mi estómago, y mis pechos. —Tengo la intención de conseguir satisfacerte.


Ella me llevó hacia abajo sobre la manta, abrió una botella de jugo, y lo vertió en dos vasos.


— ¿Vives en este edificio? —Le pregunté, tomando un bocado de manzana. La idea de que estábamos tan cerca de su apartamento me hizo sentir ligeramente mareada.


—Vivo en el edificio donde me quedé después de la mano del otro día. Soy dueña de la vivienda aquí, pero vive mi madre. —Ella levantó la mano justo cuando abrí la boca para protestar. —Ella está visitando a mi hermana en Leeds durante un par de semanas. Ella no vendrá hasta el techo.


— ¿Alguien puede venir aquí?


Se encogió de hombros, haciendo estallar una aceituna en la boca.


—Yo no lo creo. No estoy segura, sin embargo. —Mastico, y me miró durante un minuto, con los ojos sonrientes. — ¿Cómo te sientes sobre eso?


La aprehensión calentó mi vientre y miré de nuevo a la puerta cerrada, preguntándome cómo sería el estar extendida en la manta debajo de Santana, sentirla acariciándome, y luego escuchar de pronto el sonido de la puerta abriéndose y cerrando de golpe.


—Está bien —le dije, sonriendo.


—No tiene la mejor vista de los fuegos artificiales —explicó. —Se pusieron en marcha cuatro conciertos simultáneos que puedes ver sobre el río. Pensé que era algo que te gustaría ver.


Tiré de ella hacia mí y la besé en la mandíbula.


—En realidad estoy más emocionada de verte totalmente desnuda.


Con un pequeño gruñido, Santana empujó algunas almohadas a un lado y me tumbó en la gruesa manta.


Ella sonrió, cerró los ojos, y me besó.


Maldita sea, ¿por qué tiene que sentirse tan bien? Sería más fácil que fuera casualidad, aunque ciertamente mucho menos satisfactorio, si Santana fuera una amante mediocre, o me tratara principalmente como alguien conveniente para salir de cada semana. Pero ella era tierna, atenta, y tan segura de sí misma a este respecto que tomó muy poco esfuerzo para que me inclinase por debajo de mi sexy morena, ansiosa por sus besos y caricias, suplicándole en silencio.


Le encantaba que le suplicara. Ella me tomó el pelo para conseguir más de ella. Yo le rogué que me tomara el pelo más tarde.


En momentos como este, cuando me estaba besando, pasando sus manos sobre mi piel y me pellizcaba en lugares hambrientos, sensibles, me esforzaba por no comparar a Santana con el único que he tenido. Sam fue rápido y áspero. Después de un año de intimidad juguetona, nuestro contacto en realidad nunca fue acerca de la exploración o compartir algo. Había sido en la cama, a veces en el sofá. Una o dos veces en la cocina.


Pero aquí, Santana deslizó una fresa sobre mi barbilla, succionó los jugos. Murmuró acerca de mí degustación, lamió mis jugos, me hizo suya hasta que grité y se hizo eco a través de la calle.


Ella tomó fotos de mí cuando yo quité mi camisa y luego la suya, mientras lamía mi camino por su estómago, desabroché sus jeans y no paré hasta hacerla suspirar entrecortadamente por mí. Esperaba que me dejara seguir adelante un tiempo.


Me susurró:


—Mantén tus ojos abiertos. Mírame. —Y entonces ella tomó una foto. Yo estaba suficientemente perdida en la sensación por el momento y no me importó.


Con el tiempo, su teléfono se cayó a la manta y sus manos se enredaron en mi pelo, me guiaba, me mantenía frenada. Mi boca se movía tan lentamente que no podía imaginar que llegaría así, a lo largo tirando hacia atrás y luego, lentamente, llevándola de nuevo. Pero no dejó que me acelerara, y sus ojos se tornaron más oscuros y más hambrientos, y finalmente se estremeció.


—Está bien —me preguntó, con voz tensa. —Me tienes entre tus manos, Britt.


Tarareé, observando su color de cara y la boca un poco abierta mientras miraba a sus labios.


El sonido que hizo cuando llegó al éxtasis era profundo y ronco, sin sentido, y se mezclaba con las palabras más poéticas que yo nunca había oído decir. Tragué rápidamente, centrándome en la expresión aturdida en su rostro.


—Por Dios —se quejó, sonriendo. Se inclinó y me levantó contra su pecho.


El cielo comenzó a oscurecerse. Resultó rosa, y lavanda, y me quedé mirando el encaje de la capa de nubes. Su piel era cálida y suave, y volví mi rostro hacia ella, inhalando.


—Me gusta el perfume que utilizas.


Ella se echó a reír.


—Vaya, gracias.


Besé su hombro, y dudé, con miedo de arruinar el momento. Pero tenía que hacerlo.


—Tomaste una foto de mi cara.


Sentí mayor emoción cuando escuché su risa.


—Lo sé. Voy a borrarla ahora. Sólo quiero mirarla un par de veces. —Dejó caer un pesado brazo de la manta y ciegamente buscó su teléfono a su lado. Estaba bajo mi cadera y me tiré hacia arriba, dándoselo a ella.


Juntas buscamos a través de las imágenes. Mis manos en mi camisa, sobre sus pechos. Mis pechos, mi cuello………Nos detuvimos en la foto de mis manos desabrochando sus jeans, tirando de esta prenda hacia fuera.


—No, espera —le dije, las palabras mueren dentro de su boca mientras me besa apasionadamente. —Elimina las que muestran mi cara, Santana.


Con un gemido, buscó y me las mostró. No podía negar que eran algunas de las cosas más sensuales que había visto: mis dientes al descubierto en la cadera, la lengua tocando la punta del pezón de uno de sus pechos, y, finalmente, mi rostro mientras miraba directamente a la cámara.


Mis ojos se habían vuelto tan oscuros que estaba claro que yo la haría suspirar indefinidamente. Con una foto así, me quedaría en esa posición siempre.


Hizo clic en el botón de borrar, confirmó la petición, y luego se había ido.


—Fue la cosa más caliente que he visto —dijo, abrazándome y besando mi cuello.


—Realmente detesto esa regla de rostros no.


Yo no dije nada. En cambio, empujó sus jeans, y luego se deshizo de mis pantalones cortos de descanso y puso mis piernas alrededor de sus caderas.


—Santana —murmuré en su cuello.


—En realidad, —ella comenzó, retirándose lo suficiente para mirarme a los ojos, —Tenía la esperanza de que pudiéramos continuar disfrutando de nuestra cercanía.


—San...


—Tengo esto. —Sacó un papel de debajo de la manta. Ah, las intenciones que tenía conmigo y este detalle hace que cada vez la note más romántica. —Yo no me había sentido tan bien con alguien desde la escuela secundaria —explicó. —Yo no quiero que lo nuestro sea algo intrascendente, y quiero estar desnuda contigo.


— ¿Cómo sabes que decir en el momento oportuno?


—Porque sólo digo lo que siento y pienso, más aún cuando se trata de ti. —Sus palabras hicieron eco en mí. — ¿Esto está bien?


Asentí, pero le pregunté:


— ¿No te preocupas acerca de mi historial?


Ella sonrió, besó a lo largo de mi hombro, y me pasó una mano hacia arriba y por encima de mis pechos.


—Dime.


Tragué saliva, rompiendo el contacto visual y mirando hacia un lado. Santana puso un dedo en mi barbilla, volviendo enfrentarme de nuevo a ella.


—He tenido otra persona en mi vida antes que tú—admití.


Los ojos de Santana dejaron de sonreír.


— ¿Tú has estado con otra persona?


—Pero él me engañó mientras estuvimos juntos.


Soltó una maldición silenciosa.


—Britt...


—Sí —moví mis caderas contra ella, queriendo estar más cerca. Sam había empezado a descuidar nuestra aparente relación pasados unos meses después que nos mudamos a vivir juntos, lo que debería haberme dado una pista de alguna manera. En el momento se sentía un triste distanciamiento, aunque él me dijo que no era nada para preocuparnos. Ahora me daba cuenta de que eso me había herido mucho.


Pero Santana estaba haciéndolo todo al revés. Distancia al principio, y luego a toda velocidad de cabeza en esta extraña monogamia que teníamos.


Por Dios, Brittany. Así es como la mayoría de la gente lo hace.


—Está bien, entonces. —Santana se movió hacia atrás, con una mano entre nosotras, y deslizó sus dedos en mi interior con un gemido. Poco a poco, hizo que perdiera la noción del tiempo y solo pensara en ella. Y entonces Santana cubrió mi cuerpo con el suyo, besó cada centímetro de mi piel, y apretó sus labios contra los míos.


—Britt, eres única —susurró. —Cristo, no hay nada ni nadie como tú.


Una extraña desesperación se hizo cargo de mí. Nunca la había sentido tan conectada tan completamente a mis sentimientos más profundos, sentía cada pedacito de su piel desnuda, y era un tipo completamente diferente de posesión. Todo en ella era excitante y misterioso a la vez.


Continuó besándome mientras movía sus dedos, tan lento, dejándome sentir cada suspiro suyo.


—Alguien podría mirar aquí. Te verían debajo de mí, muslos abiertos, los pies descalzos sobre mis piernas. —Se levantó apoyándose en uno de sus codos, miró hacia abajo a mis pechos. — ¿Crees que les gustaría ver a esto que es sólo mío?


Cerré los ojos y arqueé la espalda para que pudiera ver mejor. Dios, era extraño tener tal seguridad con Santana. Ella nunca lo hizo parecer raro o mal que me gustase la idea de que las personas nos miren.


Era como si a ella la idea le encantara tanto como a mí, como si quisiera ser atrapada en plena travesura, también.


— ¿Crees que quieras que alguien pueda ver como hacemos el amor alguna vez? —me preguntó, acelerando sus caricias.


Mi honestidad cayó hacia adelante, sin aliento:


—Me gusta la idea de que la gente te vea así conmigo.


— ¿Sí?


—No sabía que yo quería esto antes de conocerte.


—Te daría todo lo que quisieras. Me encanta cómo te transformas cuando te hago mía y te miro. Cuando estoy tomando fotografías, pierdes tu pequeña pantalla misteriosa y te abres, como si por fin respiraras.


Me estiré debajo de ella, y miré hacia el cielo oscuro a los primeros fuegos artificiales disparados sobre el río. Al sonido sigue la luz, y un auge profundo sacudió el techo bajo mi espalda.


Más fuegos artificiales explotaron en una ráfaga repartida y las llamas y luces tan brillantes y cercanas que se sentían como si el cielo estuviera en llamas. El edificio en que estoy me hace vibrar, temblar a mis huesos y rasga a través de mi pecho.


—Sorprendente—dijo riendo, y nuevamente me besó. Yo sabía sus palabras tan bien. Apenas podíamos entendernos. El sonido era casi ensordecedor tan cerca del río, y el aire se volvió pesado con azufre, humo y luz. Sus caricias y forma de hacerme suya me hacían experimentar sensaciones que jamás había sentido, poco después tomó una foto cuando nos estremecimos ante el éxtasis de nuestra cercanía en compañía de las luces brillando rojo, azul y verde en mi piel.


Tomé una respiración profunda y me hice pedazos, pronunciando repetidamente su nombre, pero mi sonido se perdió en el estruendo a nuestro alrededor.


Santana sacó una manta de un rincón y la envolvió alrededor de las dos, tal vez menos, porque hacía frío y más porque ya no estábamos actuando para nuestra audiencia imaginaria. Estábamos simplemente bebiendo un poco de jugo saludable, disfrutando de nuestra compañía, viendo los fuegos artificiales.


—Tu dijiste que no has tenido un compromiso desde hace tiempo, pero debo admitir que me emociona estar contigo—le pregunté, volviéndome para ver su rostro.


Se rió e inclinó la botella de jugo a los labios.


—No. Yo no soy una cretina de tal manera que no pueda estar con una persona, si eso es lo que quiere.


— ¿Qué quieres? ¿Tú estarías bien si yo estuviera con alguien más?


Sacudió la cabeza y miró hacia el río, donde el humo estaba empezando a borrarse.


—No lo creo, en realidad. —contesto. —Nosotras pudimos crear una conexión única esta noche, sé que pudiste sentirla también. No se puede sentir así si tu estuvieras con otra persona.


Alargó el brazo para agarrar una botella de agua y la manta cayó de sus hombros, revelando su desnuda espalda, cada curva bien definida. Me incliné y besé sus labios adictivos.


— ¿Cuándo fue la última vez que tuviste una novia? ¿Fue Cecily una novia?


—En realidad no. —Ella regresó a mi lado y se acurrucó bajo la manta. —He salido en exclusiva con un par de chicas desde que me mudé aquí. Pero ha sido tiempo desde que amé a alguien, si eso es a lo que te refieres.


Asentí.


—Supongo que eso es lo que quiero decir.


—Yo tenía una novia en serio en la universidad por un tiempo. Ella se fue con una amiga mía. Se casó con ella, en realidad. Yo tenía razón al estar un poco molesta con las mujeres después de eso. Ahora me doy cuenta de que las relaciones son algo importante. — Tomó un sorbo de agua. —Y no he tenido mucho de eso, tratando de conseguir poner la empresa en funcionamiento. No me opongo a la idea de tener a alguien, pero es difícil encontrar alguien apropiada en esta ciudad, por extraño que parezca, en un lugar con unas ocho millones de personas.


Me sentí extrañamente devastada cuando dijo esto, quise creer que no tenía ni una punzada de esperanza de que esa chica adecuada fuera yo, me preocupó que Santana tenía la esperanza de encontrar a alguien más. Para alguien como yo, que creía tenerlo todo claro en la vida, en todo caso, sus palabras se sintieron dolorosas, y eso era discordante para mí porque una sensación de vacío empezó a apoderarse de mí.


—Probablemente debería irme — dije, estirándome y dejando caer la manta.


Santana miró por encima de mi cuerpo desnudo antes de mirarme a los ojos.


— ¿Por qué estás siempre con tanta prisa con dejarme?


—Nosotras no pasamos las noches —le recordé.


— ¿Ni siquiera en vacaciones? Se sentiría tan bien pasar los días contigo. Podemos utilizar la habitación de mi madre.


—Llama a tu amiga Elaine. Ella es linda.


—Lo haría, pero ella siempre insiste en dormir abrazada a mí. Es incómodo. —Hizo una pausa, mirándome con el ceño fruncido. —Espera. ¿Crees que Elaine es linda?


Me reí, tomando un último sorbo de agua y llegando a la ropa.


—Sí, pero tu, eres más mi tipo.


— ¿Elegante? ¿Sexy como ninguna? ¿Inolvidable, tal vez?


Yo la miré y sonreí.


—Yo iba a decir que tienes la boca sucia más perfecta.


Sus ojos se oscurecieron y se inclinó para besarme.


—Quédate un poco más. Por favor, Britt. Quiero abrazarte y mirarte por las mañanas, cuando aún estés durmiendo o empezando a despertarte.


—No puedo, Santana.


Me miró fijamente durante mucho tiempo y luego miró hacia otro lado, levantando la botella de agua a los labios, murmurando:


—Ese imbécil realmente te hizo daño, pero ahora estoy yo para hacer que cambies de opinión.


Sentí que mi sonrisa se desvanecía.


—Es mejor cuando no se trata de encontrar un sentido a una mujer que quiere sexo sólo por sexo. Sí, Sam hizo un lío en mí, pero eso no es una excusa para que no quiera quedarme más tiempo.


La miré por un momento antes de recordar poner mi sonrisa en su lugar.


—No puedo esperar para ver que pretexto se te ocurre la semana que viene, no puedes negar que lo nuestro es más que algo físico.
.

En el momento en que llegué a casa, la despedida de Santana se había desvanecido en un dolor extraño debajo de mis costillas. Tiré mis llaves y el bolso a la mesa de la sala y me recosté contra la pared, mirando a la negra oscuridad de mi sala de estar. Mi casa era pequeña pero en los pocos meses que había estado en Nueva York había llegado a sentirla más como un hogar para mí que la norme casa que había compartido con Sam durante casi cinco años.


Pero esta noche, con el eco de la música y luces de bengala que rebotan en los edificios, y el sonido de risas y celebraciones gritadas desde las aceras de fuera, mi pequeño espacio se sentía solitario por primera vez desde que había llegado.


Sin encender las luces, me desnudé, me dirigí al baño y entré en la ducha. Me puse de pie bajo el agua caliente y cerré los ojos, esperando que el sonido del agua combatiera el ruido y confusión en mí cabeza.


No funcionó. Mis músculos estaban tensos y doloridos y el dolor sutil entre mis piernas hizo casi imposible que mis pensamientos no volvieran continuamente de nuevo a Santana.


Yo nunca había sido el tipo de chica de obsesionarse con alguien, pero eso era sin duda lo que parecía estar sucediendo. Santana no sólo era hermosa, era agradable. Y yo sabía que la atracción física era apenas una pequeña parte de lo que sentía en realidad por Santana.


Yo seguía teniendo dificultades para sacar de mi cabeza mi obsesión con la manera en que era vista por ella tal vez incluso también por otras personas, pero eso necesariamente hacia subir la excitación como el vapor por debajo de mi piel: la sensación era cálida y emocionante, y una situación así es imposible de ignorar.


Y Santana parecía aceptarlo, incluso con la misma facilidad que lo hizo todo.


Cuando mi relación con Sam había sido sólo para su exhibición pública, Santana parecía haber detonado en mí un deseo desconocido para ser vista a pesar de mi necesidad de intimidad. Por mucho que Santana era una rompecorazones y parecía estar mal para mí en todos los sentidos, ella me hacía experimentar algo que nunca me había sentido lo suficientemente segura como para tratar con Sam.


¿Era realmente así de simple? ¿Mantenía a Santana a distancia, ya que era lo contrario de todo lo que tenía con Sam? Mi relación con Sam tenía falsa profundidad y carecía de chispa…… Mi relación con Santana fue intencionalmente simple, e incluso verla desde la distancia hace que me sienta como si tuviera una antorcha encendida en mi pecho.


Apagué el agua, de repente muy caliente. Por un segundo, me arrepentí de no haberme quedado a lado de Santana disfrutando del amanecer esperando la llegada del día siguiente mientras dormía en sus cálidos brazos.


Había desperdiciado la oportunidad de tocar su piel, sentir su cuerpo junto al mío durante toda la noche. Pero cuando entré en mi habitación y estudié mi reflejo en el espejo de la puerta de mi armario, me miré repentinamente desconocida incluso para mí. Me puse de pie recta, parpadeé menos y vi más.


Incluso pude ver que había algo de sabiduría en mis ojos que no había estado allí antes…….pude sentir que los sentimientos que empezaba a admitir por Santana, no eran un capricho…..la sensación que provocaban en mí era real y no parecía detenerse: me estaba enamorando de Santana, aunque me costara aceptarlo….







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—Todavía no entiendo por qué te vas a venir conmigo hoy.


Contuve una sonrisa cuando me encontré con la expresión molesta de Ryder en los espejos de las paredes del ascensor, haciendo caso omiso de las miradas curiosas que recibimos de algunos de los otros pasajeros que nos rodean. Golpeó el botón del piso dieciocho.


Mi atención se demoró en la etiqueta junto a él: FABRAY MEDIA GROUP.


—Ya sabes lo mucho que me gusta pasar tiempo con mis buenos amigos de negocios.


—En primer lugar —dijo, más tranquilo ahora— tus pensamientos no dejan de evocar a cierta rubia, ya todos nos dimos cuenta. Y segundo, que estás ocupada. Tienes un centenar de reuniones esta semana, sé que estás inundada de obligaciones. ¿Por qué demonios aprovechas para tratar de ver a tu rubia?


—Tienes razón, técnicamente, no es necesario para mí estar aquí, pero creo que te he visto en este tipo de reuniones antes, amigo. Alguien empieza a hablar de algunas cosas de neurotransmisores o andamios químicos y es como si te hubieras fumado un porro. Sólo estoy aquí para asegurarme de que no te vuelves friki en todo y estés de acuerdo con algún presupuesto ridículo.


—No hago el friki.


—No, por supuesto que no —le dije. Y ¿no eres el que va hablando de grandes contactos? Voy a pasar un rato charlando con Quinn mientras estamos aquí y mataré dos pájaros de un tiro, ¿no?


Ni siquiera me podía tragar mi propia excusa, yo no estaba acostumbrada a sentirme fuera de lugar con las chicas. Desde luego, no estaba acostumbrada a andar a escondidas como una adolescente con sangre caliente con el fin de alcanzar unos minutos con una chica. Lo de Brittany fue diseñado para ser simple, pero ahora se sentía todo lo contrario.


Hace unas horas me pareció que tenía todo planeado: esquematizado para la reunión en la FMG, que utilice a Quinn como excusa no se pondrá en duda, y si la suerte estaba de mi lado, me enfrentaría a Britt en un lunes en lugar de tener que esperar hasta el final de la semana hasta el viernes. Pasar tiempo con ella fuera de nuestra organización me dejó con más ganas de verla. Pero ahora me sentía en conflicto, preguntándome si estaba metiéndome en problemas al desdibujar las líneas de lo mío con Britt.


Las puertas se abrieron y Ryder se volvió hacia mí.


—Siempre y cuando entiendas que este es mi show. Sólo siéntate y aparenta ser inteligente.


—Mr. Sumner, la Srta. López —el recepcionista nos dio la bienvenida. —Me alegro de verles de nuevo. — Ella nos condujo por el pasillo hasta la sala de conferencias llena de ventanas, con vistas de Nueva York preparada como una tarjeta postal en el otro lado. —la Srta. Fabray está en camino.


—Me parece una vergüenza pasar tu tarde libre aquí cuando podrías estar visitando a tu misteriosa conquista rubia —me dijo, cuando estábamos solos.


Me acerqué a la ventana y miré hacia el tráfico en la calle de abajo.


— ¿Qué te hace pensar que está libre por la tarde?


Ryder comenzó a revisar sus papeles y se sentó en la mesa larga, dejando que mi mente vagara a la última vez que había estado en este edificio. Que había estado persiguiendo a Britt ese día, también, aunque es cierto que no mucho había cambiado. Claro, pasé tiempo con ella, la hice mía y toqué prácticamente cada centímetro de su cuerpo, pero no estaba más cerca de comprender lo que estaba pasando en la cabeza de Brittany ahora de lo que estaba entonces.


El sonido de las voces llegó por el pasillo y vi como Quinn entró.


—Ryder —dijo, saludándolo. —Gracias por venir. —Ella me dio una curiosa sonrisa. — Santana. No esperaba verte hoy. ¿Tu uniéndote a nuestra discusión de B & T Biotech? "


Era imposible pasar por alto la mirada ufana de satisfacción en el rostro de Ryder. Tanto él como Quinn sabían que lo más cercano que estuve de la bioquímica fue por coquetear con una profesora de la preparatoria, la Dra. Ryderiam Haverston. Les encantaba recordar mi pasado como su "casi enamorada".


—Es una caja de sorpresas —dijo Ryder.


—Desde luego, que lo es —Quinn estuvo de acuerdo. Realmente no había pensado en el ángulo de Quinn. Hacía pocas semanas desde la recaudación de fondos, pero yo no podía dejar de preguntarme si ella sabría que estoy aquí más por Britt y menos para la discusión de lo último de la proteómica.


—Creo que ambos están equivocados —murmuré.


Hubo una intensa actividad cuando los demás se presentaron, por desgracia para mi intento de mantener un frente frío, Britt fue la última a través de la puerta. Era increíblemente hermosa, y mientras Quinn hizo las presentaciones, dejé que mi mirada viajara por la longitud de su cuerpo. Vestía falda azul marino, un pequeño y lindo suéter rosado sobre el suave oleaje de sus pechos y el cuello que yo quería besar durante horas.


—Esta es Brittany Pierce, jefa de nuestro departamento de finanzas —dijo Quinn a Ryder.


Dio un paso adelante.


—Sí, hemos estado intercambiando correos electrónicos. Así que bueno conocerte al fin, Brittany. Nosotros perdimos la oportunidad de conocernos en la recaudación de fondos el mes pasado, creo.


Hablaron por un momento antes de que ella miró hacia donde estaba, con los ojos sorprendidos por un breve momento.


Se acercó con la mano extendida, y no se veía del todo contenta de verme.


—Creo que nos conocimos en la recaudación de fondos —dijo ella, con una tensa sonrisa en su lugar. —Santana López, ¿verdad?


Tomé su mano, dejando que mi pulgar deslizarse por el interior de su muñeca.


—Me halaga que usted me recuerde, Brittany.


Ella retiró la mano, sonriendo con suavidad y se movió a su asiento.


Se volvió hacia Rachel, charlando y aceptando una invitación a cenar en algún momento impreciso en las próximas semanas. Estaba bastante claro por qué Quinn estaba tan prendada de ella: ella era hermosa y obviamente aguda. No me perdí la forma en que sus ojos se posaron en Quinn y luego de nuevo a mí, como si estuvieran teniendo algún tipo de conversación silenciosa.


En un momento se miraron fijamente, y por sus rostros se extendía una sonrisa parecida a nada que haya visto en ella antes. Quinn estaba irremediablemente enamorada.


En cuanto comenzó la reunión, tomé el único asiento disponible, justo al lado de Britt. A juzgar por su expresión, no estaba del todo convencida de que esta fuese una buena cosa.


Los minutos parecían alargarse y por Jesucristo, esto realmente es lo más aburrido que jamás había escuchado sobre la ciencia y las estrategias de la ciencia. En un momento yo podría haber jurado que vi los ojos de Ryder rodar cerrados en éxtasis.


Britt seguía echando humo en silencio a mi lado. ¿Qué pasó que la hizo estar tan tensa? Podía sentir cada espacio que separaba su cuerpo del mío. Tuve que trabajar conscientemente para mantener mis manos en mi regazo.


Yo estaba al tanto de cada movimiento que hacía, cada vez que ella se movió en su silla o alcanzó su botella de agua. Podía olerla. No me había dado cuenta de lo difícil que sería estar tan cerca y no ser capaz de pasar mis manos por su piel, para hacer algo tan simple como colocarle el pelo detrás de la oreja.


¿Por qué de repente quiero meterle el pelo detrás de la oreja? Este plan se había ido oficialmente al diablo.


Inmediatamente después de la presentación de Ryder, Britt se excusó y se marchó antes de que pudiera hablar con ella nada más. Cuando finalmente me separé de una conversación sobre la mejor manera de destacar tecnología proteómica de la empresa en el plan de estrategia de marketing, prácticamente corrí a su oficina.


—Hola —su asistente me dijo, mirándome de arriba abajo desde detrás de su monitor.


—Estoy aquí para ver a la señorita Pierce —dije, andando a su oficina.


—Buena suerte, porque ella no está ahí —dijo por encima del hombro. Me volví para encontrarme que había vuelto a su hoja de cálculo.


— ¿Alguna idea de dónde puede estar?


Sin levantar la vista, respondió:


—Probablemente salió a dar un paseo. Ella irrumpió por aquí como si alguien hubiera prendido fuego a sus zapatos. —Ella parpadeó hacia mí. —Por lo general va al parque cuando quiere apuñalar a alguien.


Oh, por el amor de Dios.


Corrí hacia el ascensor, ignorando las miradas que me dieron en el camino, y observé los pisos en la cuenta atrás.


¿Qué diablos había salido mal? Apenas le había dicho dos palabras a ella allí. El calor de la tarde me golpeó como una pared cuando salí, incluso en las sombras sofocantes de los sobrecargados edificios. Miré hacia arriba y abajo de la calle, giré andando en dirección al parque. Las aceras estaban llenas de amantes de los perros y turistas, pero espero que sus zapatos le frenaran al bajar lo suficiente para ser capaz de alcanzarla.


Era una sensación muy extraña pasar de la ciudad al parque, donde los olores de asfalto y tubos de escape fueron reemplazados por árboles y hojas, tierra húmeda y agua.


Vi un destello de color rosa al final de la pista y aceleré, llamándola.

— ¡Brittany!


Se detuvo en un camino pavimentado y dio la vuelta para mirarme.


—Santo cielo, Santana. ¿Qué era lo que estabas pensando?


Me detuve en seco.


— ¿Qué?


—Allá —dijo, sin aliento. — ¡No sé lo que están financiando B & T! Ellos no necesitan revelarlo en esta etapa. Hola, conflicto de intereses. Me lavé la cara, deseando que este sencillo arreglo dejara de sentirse tan estúpidamente complicado.


—Yo no creo que sea un problema.


—Déjame ponerlo claro para ti —dijo. —La jefa de finanzas de la empresa de marketing B & T está durmiendo con la jefa de la empresa de capital de riesgo que paga dicha empresa de marketing.


¿Pensaba que tal vez haya un conflicto? ¿Creía que tal vez me gustaría lo suficiente para tener algún negocio? ¿O tal vez desea asegurarse de que su nueva empresa obtiene el mejor precio posible en la estrategia de marketing de primera? ¿Estaba bromeando con estas tonterías? Sentí que mi cara se calentaba con indignación.


— ¡Cristo, Britt! ¡No voy a darte negocios porque me preocupo por ti, o hacerte el amor para garantizar que haces tu trabajo bien.


Ella suspiró, levantando sus manos.


—Yo en realidad no creo eso. Pero así es como podría parecer. ¿Cuanto tiempo llevas haciendo esto? ¿No sabes cómo consiguen hilar estas cosas? Esta es una posición nueva para mí. Este es tu negocio y las personas tienen hambre de todos los detalles acerca de ti. Mira la cantidad de la prensa que te sigue, incluso cinco años después de la marcha de la ciudad de Cecily.


Ella era hipersensible sobre publicidad, y fue desconcertante. Todo esto fue una sorpresa, y me di cuenta de que lo sabía. Ella miró hacia otro lado, con los brazos cruzados sobre el abdomen, los hombros caídos. La verdad era que no me importaba que se me viese con Brittany. Cinco años habían pasado del drama de Cecily y me di cuenta de que no podía evitar lo que le dijo a nadie. De ninguna manera podía hacerle entender eso a Britt.


Me acerqué a un sauce a varios metros de distancia, pasando por debajo de la cortina de hojas, y me senté abajo con la espalda en el tronco.


—No creo que esto sea un problema tan grande como lo estas haciendo ser.


Ella se acercó más, pero se mantuvo de pie.


—Lo que quiero decir es que es necesario que haya un cierto nivel de discreción. Con o sin un conflicto potencial, no quiero hacer pensar a Quinn que duermo con los clientes como una costumbre.


—Me parece bien, pero no creo que Quinn tenga mucho margen para criticar.


Vi sus piernas moverse más cerca, curvarse, y entonces ella estaba sentada a mi lado en la hierba caliente.


—No había ninguna razón para que estuvieses allí. No esperaba verte.


—Maldita sea, Britt. Yo no iba a tratar de tocarte ni con un dedo debajo de la mesa, sólo quería venir y tener la oportunidad de verte, saludarte, de saber que estas bien. Podría ser más adaptable, ya sabes.


Ella se rió un poco, y luego se detuvo. Pero luego, unos segundos pasaron y me di cuenta de que había empezado a reír de nuevo: silencio al principio, y entonces ella estaba sosteniendo su estómago, doblada por la mitad, casi aullando de la risa.


— ¿Eso crees? —Logró decir.


No tenía ni idea de lo que yo había dicho que desencadenó la reacción de ella, así que me quedé quieta, imaginando que probablemente estaba sentado al lado de una mujer que podría realmente estar perdiendo la cabeza.


Se tranquilizó, limpiándose los ojos y suspirando.


—Sí, podría ser más adaptable. Tener intimidad con una atractiva morena en un club, en un salón de banquetes, una bodega, una biblioteca.


—Hey, Britt. No quise decir...


Ella levantó la mano.


—No, es sólo una buena lección para mí. Estirarme es un proceso constante. Tan pronto me detengo y considero lo bien que estoy llevando una cosa, veo cómo la rigidez se ha apoderó de mi vida.


Arranqué una larga brizna de hierba, considerando eso.


—Yo debería haber enviado mensajes de texto.


—Probablemente.


—Pero, sabes, me hubiera encantado verte en una reunión al azar en la empresa López & Sumner.


—Tú también quieres ir a cenar conmigo y haberme tenido durmiendo en el cuarto de huéspedes de tu madre, y probablemente incluso hacer galletas conmigo o algo así.


—Porque no me importa si nos ven juntas, de hecho prefiero tenerte siempre conmigo —le dije, cada vez más frustrada. — ¿Por qué no?


—Debido a que a la gente le interesas —dijo ella, volviéndose para mirarme. —La gente querrá discutirlo, hacer una narrativa. Ellos especulan, mirando en lo que somos, lo que ambas queremos. Las relaciones fuera del ojo público no les van bien y te seguirán por siempre si admites que te importa.


—Bien —dije, asintiendo una vez.


Escuché el viento soplar más allá de nosotras, silenciada por la cortina de hojas. Me gustaba estar en esta pequeña cueva de tranquilidad, oculta al tránsito peatonal, pájaros, o cualquier cosa que pueda desear presenciar nuestra conversación y mi crisis silenciosa. Demasiadas cosas estaban burbujeando dentro de mí: la percepción de que quería Britt mucho más de lo que imaginaba, que me había enamorado de Britt desde el primer día que la vi. También acepté la verdad de que yo esperaba que con el tiempo ella quisiera algo más conmigo, y que yo sería quien establecería los límites, no ella.


—Santana, estoy a un poco de un desastre —dijo en voz baja.


—Al menos dime ¿por qué?


—Hoy no —dijo, mirando a la sobrecarga de las ramas.


—Estoy contenta con lo que estamos haciendo, pero no siempre es fácil mantener la distancia.


Ella se rió un poco, sin humor.


—Lo sé. —Y entonces ella se inclinó y apretó su boca contra la mía.


Me esperaba un pequeño besito, un beso público discreto de borrón y cuenta nueva después de haber admitido que debería mantener la distancia ella admitió que había exagerado. Pero se convirtió en algo completamente profundo: las manos a ambos lados de la cara, la boca abierta y con ganas de más, y finalmente subió encima de mi, con su cuerpo aferrado al mío.


— ¿Por qué eres tan buena, Santana? —Susurró, y luego me dio un beso, escondiendo cualquier posible respuesta.


Pero no quedó así. Se sentía demasiado hacer caso omiso y dejar que mi mano se colara en su ropa interior para hacerla mía bajo un árbol. Me aparté.


—Soy buena, porque realmente te quiero.


— ¿Alguna vez mentiste? —preguntó ella, con los ojos buscando los míos.


—Por supuesto que no. ¿Pero por qué iba yo a querer ser deshonesta contigo?


Su rostro se enderezó y asintió pensativa. Después de una larga pausa, susurró,


—Debería regresar.


Mi estado de ánimo cambió inmediatamente de cálido e íntimo al habitual de mujer de negocios. Britt era un boomerang.


—Está bien.


Se puso de pie, limpiándose la hierba de sus rodillas y la falda.


—Probablemente no deberíamos volver juntas.


Yo sólo pude asentir, por miedo a que me sacara un rosario de sus frustrantes normas de publicidad, sobre todo después de que ella sola se había subido en mi regazo debajo de un árbol.


Después de una larga mirada, se estiró y me besó en la mandíbula una vez, con cuidado.


—Soy aficionada a ti también.


La miré, de pie, con la cabeza recta y los hombros hacia atrás. Mirando a todo el mundo como si fuera a regresar de nada más que un buen paseo por el parque.



Miré a mí alrededor, como si fuera posible reunir todos los pedazos de mi corazón roto que se habían derramado por toda la hierba cuando yo le había dicho que la quería y ella no me había respondido de la misma manera…….

Hola……….buenas noches a todas/os ……….espero que estén teniendo un buen fin de semana…….


Aún no vi sus opiniones sobre los futuros proyectos de adaptación, así que me gustará contar con sus valiosas opiniones (paso a recordarles cuales son las propuestas): 1.- luego de este fic, adaptaré una historia de Kylie Scott (la obra se titula “Lick”), 2.- después se vendrá una historia (la obra se titula “Before Jamaica Lane”)(de un solo libro, que tendré que transcribir aunque no quiera, ya que la historia me encanta jejejeje) de la misma autora que escribió “Calle Dublín” (“Calle Dublín” le pertenece a Samantha Young, historia que dio lugar a la adaptación que titulé “Quinta Avenida Neoyorkina ¿la recuerdan?)



Como aclaro más abajo, la historia original no tiene una traducción oficial (agradezco a quienes hacen posible que los demás podamos disfrutar de interesantes obras)…….y tomando en cuenta que la estoy adaptando a nuestra pareja favorita (Brittana) decidí agregar algunas situaciones o descripciones que se adecuen mejor a Brittana. Espero les gusten estos leves cambios, que por supuesto no tienen intención alguna en atribuirse reconocimientos ajenos……solo lo hago porque creo que iría mejor con la pareja de Britt y San.



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo
(5ta Avenida Neoyorkina)


http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)


http://www.gleeklatino.com/t22139p255-fanfic-brittana-safe-with-me-capitulo-bonus-track-halloween-con-el-clan-familiar-de-los-pierce-31-de-agosto
(Safe with Me)



*Próxima actualización: día MARTES…….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo


Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……..









NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece…………esta obra se titula “Beautiful Stranger / Un desconocido encantador” de Christina Lauren (dúo de escritoras: Christina Hobbs y Lauren Billings, autoras de la novela “Beautiful Bastard”). La traducción según el archivo que encontré no es una versión oficial, en algunos sitios este archivo no tenía al autor o autores de dicha traducción; sin embargo, pude ver en un foro de donde descargué la obra, que el trabajo de traducción y corrección correspondería a Kelly Frost (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Dado que en la obra original, el lugar principal que se menciona es Nueva York-EE. UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolló ultimamente Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí mantener el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 17 capítulos, esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana. La descripción de la historia no me pertenece, la extraje del sitio “mueroporleer.blogspot.com” y la modifiqué levemente.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.

Capítulo 11

Decir que mi interacción con Santana en el parque había sido extraña sería un eufemismo. Sabía que había sido una reacción exagerada, ¿pero de verdad? ¿Así que tenía qué hacer? ¿Preocuparse por mi reacción en la sala de conferencias? ¿Perseguirme? ¿Qué hacíamos?


El lunes por la noche llegué a casa y pasé dos horas haciendo tortitas para la cena. Balones inflados de masa, fritos y con polvo de azúcar, se sirven tradicionalmente para el desayuno, pero al diablo. Necesitaba algo elaborado. Era la receta de mi abuela de Holanda, y centrarme en que queden perfectos me dio tiempo para pensar.


No había pasado mucho tiempo pensando en absoluto últimamente.


Sin embargo, algo de cocina asociada a mi familia también me hizo pensar en casa, echaba de menos a mis padres, eché a faltar la seguridad de una vida predecible, sin importar como de falsa y deprimente parecía.


Cogí mi teléfono, sin importarle cómo de sucias estaban mis manos. Mamá lo cogió al séptimo toque.


Típico.


— ¡Hola, calabaza! —Escuché algo romperse en el fondo y un juramento— ¡Mierda!


— ¿Estás bien? —Le pregunté, sonriendo al teléfono. Fue increíble cómo tres palabras podían hacerme sentir en tierra.


—Bien, acaba de caerse mi iPad. ¿Estás bien, cariño? —Y cuando me lo preguntó me acordé de que la había llamado esa mañana en mi camino al metro.


—Sólo quería oír tu voz.


Ella hizo una pausa.


— ¿Sintiendo nostalgia?


—Un poco.


—Dime —dijo, y de inmediato me recordó los cientos de veces que me había dicho exactamente esto, instándome a contarlo todo.


—Conocí a una hermosa chica


— ¿El día de hoy?


Hice una mueca. Yo había hablado con mis padres un par de veces a la semana desde que me mudé y nunca les había mencionado Santana. ¿Qué había de mencionar? Ellos no quieren saber sobre mi vida sexual más de lo yo que quería contársela.


—No. Hace unas semanas.


Casi podía oír su búsqueda para dar su mejor respuesta. De apoyo, pero protectora. ¿Cómo se reacciona la primera vez que tu hija empieza a salir después de una horrible, ruptura pública?


— ¿Quién es ella?


—Una gran empresaria aquí en Nueva York. Pero no es de aquí —dije, sacudiendo la cabeza y deseando poder volver a empezar. —Es una hermosa latina que vivió bastante tiempo en Inglaterra.


— ¡Ooh, una extranjera, es fabuloso! —Dijo riendo, poniéndose su grueso acento sureño. Y luego se detuvo. — ¿Me estás diciendo esto porque es en serio?


—Te estoy diciendo esto porque no tengo ni idea.


Me encantó la risa de mi madre. La echaba de menos con frecuencia.


—Ese es el mejor escenario.


— ¿Lo es?


—Por supuesto. No te atrevas a malgastarlo. No dejes que ese idiota de tu ex-novio te impida tener diversión.


Suspiré.


—Pero se siente tan desconocido. Siempre supe qué esperar de Sam. —Tan pronto como lo dije, me arrepentí, y su respuesta, el silencio pareció atronador.


— ¿Lo hiciste?


Ella me conocía tan bien. Prácticamente podía verla con los brazos cruzados, con cara de “voy a castigarte jovencita”


—No. No lo hice.


— ¿Sientes que conoces a esta chica?


—Eso es lo raro. Yo como que siento que debo hacerlo.


No importa lo mucho que pensaba en ello, o lo poco fuera a dormir por la noche, sería justo decir que no tenía idea de lo que pasó por la cabeza de Santana después de lo ocurrido en el parque. La dinámica fue al revés: ella debía saber cómo hacer esta cosa casual. Yo tenía que saber cómo hacer el compromiso.


Y ninguna de las dos se supone que quieren nada más que sexo. Pero de alguna manera, nunca había sido así.


El deseo persistente de conocerse había comenzado abriéndose paso desde el primer día, y yo sabía que a medida que todo transcurría, lo que quería era ser una persona que no dejaría que nadie más la hiciera enamorarse…….pero eso había cambiado desde que conocía a Santana


Recordé el pánico en su cara cuando ella me persiguió, y sentí una punzada de culpabilidad.


Brittany, estás completamente suspendida en el examen para principiantes


El miércoles me envió un mensaje con una imagen de nuestra noche en la biblioteca. Era del dobladillo de mi vestido, empujado contra mi espalda. Un tiro simple, pero había lo estilizado en negro y blanco, y el original era bastante borroso para que yo supiera que la había tomado hacia el final, cuando me había disuelto en recitación inarticulada y ella me dijo que empezaba a sentir cosas por mí


El jueves, fue una imagen que recordaba haber visto, ya que la echó por medio de su teléfono en el 4 de julio. Era una foto de mis manos desabrochando sus jeans, todo se sentía tan bien estando a su lado.


Ambas imágenes fueron enviadas al mediodía, y las recibí mientras trabajaba en la finalización de dos grandes contratos. Traté de convencerme de que me sentía mareada por conseguir hacer unos contratos, más que por la perspectiva de verla pronto.


Yo era una mentirosa, una grandísima mentirosa.


—Pregunta —dijo Kitty, caminando a mi oficina sin llamar primero. — ¿Estamos del todo seguras que Santana López quiere algo más que tu amistad? He estado pensando en esto desde que estuvo aquí el lunes.


Parpadeé, tratando de averiguar si la acababa oír decir su nombre en voz alta o si Kitty estaba haciendo lo que Rachel había estado haciendo desde la reunión de López & Sumner: hacer constantes referencias casuales a su firma, y luego me miraba para cualquier reacción.


—Estoy bastante segura.


— ¿Tal vez sea algo pasajero?


Levanté la vista hacia ella y cayó el lápiz rojo en el espeso contrato frente a mí.


— ¿La verdad? Yo realmente lo dudo.


Kitty levantó las dos cejas curiosas.


— ¿Lo sabes personalmente?


Le di mi mirada más intimidante, que, para ser justos, era... no es muy intimidante. De ninguna manera Kitty me va a hacer jugar a este juego hoy.


— ¿Recibiste las firmas de Miller y Cortez en la Campaña de “Agent Provocateur”?


Mi asistente entrecerró los ojos en mí.


—Está bien. No voy a preguntar más. Pero suena sospechoso, señorita Pierce. Muy sospechoso. Parecía que el corazón de ella fuera a detenerse cada vez que te ve, como paso cuando la viste el lunes. Y sí, tengo las firmas.


—Bueno.


Tan pronto como hablé, mi teléfono sonó en mi escritorio y yo rápidamente le dí la vuelta, recordándome a mí misma por enésima vez que tenía que cambiar mi configuración previa por si a caso Santana me estaba enviando mensajes de texto con otra imagen.


El rostro de Kitty no tenía precio: su contención pareció causarle dolor físico.


—Eres adorable, pero vete —le dije.


— ¿Quién te está enviando mensajes de texto?


—Hasta que te cases conmigo y pagues todas mis cuentas, nunca va a ser una pregunta apropiada. Incluso entonces, es poco probable que obtengas una respuesta.


—Está bien. —Con un largo dedo medio levantado, salió de mi oficina y regresó a su escritorio.


Miré hacia abajo a la pantalla, conteniendo la respiración. Era un texto de Santana, y mi pulso explotó al galope.


Oficina que se pinta y redecora el fin de semana. Debo empacar el viernes después del trabajo, así que estoy atrapada en eso, me temo. S


Rápidamente, le escribí:


¿Así que no te veré hasta la próxima semana? B


Tan pronto como llegué a enviarlo, me di cuenta de lo desesperada que sonaba.


Hola, Brittany. Suenas desesperada porque lo estás.


En un par de minutos, respondió:


¿Supongo que recuerdas dónde está mi oficina? Nos vemos a las seis Britt. S


Al igual que muchos de los pisos de nuestro edificio, las oficinas de López y Sumner estaban casi desiertas a las seis del viernes por la noche. La madre de Santana no estaba en la recepción, y sólo un par de personas permanecían en sus cubículos mientras caminaba por los pasillos de su oficina.


Llamé a la puerta sin hacer ruido, y oí su voz ronca y sexy que me dice que entre.


Lo tengo mal con esta morena, me di cuenta cuando la vi, sentada detrás de su escritorio con unos papeles en mano. Ella tenía una expresión de tal concentración aguda que casi me robó el aliento.


Resultó que el rostro de Santana centrada-en-el trabajo de cerca refleja su cara de concentración da-a-Brittany-un- orgasmo.


—Cierra la puerta detrás de ti —murmuró, sin apartar la mirada de su ordenador.


Me volví, hice clic en la cerradura, y luego miré alrededor de la oficina de nuevo. ¿Por cuánto tiempo íbamos a estar aquí? ¿Y cuando iba a mirar hacia arriba y me diría que me veía hermosa?


Nuestros hábitos ya estaban fuertemente arraigados.


Su oficina no se parece en nada a que estaba a punto de ser pintada. Apenas había empezado a quitar cosas: los libros y montones de papeles revestían una pared, y al menos veinte cajas vacías se apilaban en un rincón, a la espera de ser llenadas.


—Estoy segura de que va a ser aburrido para ti que estés aquí conmigo, y yo soy una idiota egoísta pidiéndote que hagas esto, pero seguiré adelante y te diré que te quites la ropa.


Sentí mi boca caer abierta, los ojos como platos.


— ¿Qué?


—Ropa. No —dijo, y sacó las gafas de su nariz cuando finalmente me miró. — ¿Espera que te mantenga vestida? —Sacudiendo la cabeza, empujó las gafas de nuevo a su nariz y volvió a prestar atención a su ordenador. —Rayos, odio empacar. Verte desnuda será lo único bueno esta noche.


—Um —dije, tratando de formar una respuesta. La verdad era que la vieja Brittany nunca hubiera incluso acariciado la idea de sólo estar casualmente sentada desnuda frente a alguien. ¿Cuál era exactamente el motivo por el que quería hacerlo? Caminé hacia el sofá y pasé mi suéter de cachemira de manga corta sobre mi cabeza. Salí de mis zapatillas de ballet de color azul con la bandera británica bordado en la parte superior, y luego salí de mis jeans oscuros, murmurando:


—Tú ni siquiera notaste mis zapatos.


—Como el infierno que no lo hice. Dios salve a la Reina —dijo secamente, guiñándome un ojo. —Me he dado cuenta de cada cosa de ti, Brittany.


— ¿En serio?


—Pruébame.


— ¿Dónde está mi marca de nacimiento?


—En el lado derecho, justo debajo de la costilla más pequeña.


— ¿Tienes una peca favorita?


Pregunta difícil, pensé. No tengo muchas pecas.


—La que está en la muñeca. —Me miré a la peca en cuestión, impresionada.


— ¿Qué digo cuando estoy a punto de estremecerme?


—Cuando lo haces, acabas por hacer sonidos ininteligibles. Pero cuando estás cerca, sólo susurras 'por favor' una y otra vez, como si temieras que alguna vez te negara mis caricias.


— ¿Qué te gusta de mí? —Le pregunté, y sus ojos se dispararon fuera de la pantalla hacia mí. Mordí de nuevo una sonrisa mientras empujaba mi ropa interior por mis piernas y salí de ella.


—Tú eres lo mejor que pudo ocurrirme en la vida. Todo de ti me gusta. —Se puso de pie, caminando hacia mí. —Acuéstate en el sofá con la cabeza aquí. —Colocó la parte posterior de mi cabeza en el brazo del sofá de cuero. Fue sorprendentemente cómodo para tales cueros firmes. —Y las rodillas, las piernas abiertas.


Mis ojos se abrieron un poco, pero hice lo que me dijo, sonriendo cuando ella apartó el pelo de mi frente, y ajustó mi postura como si fuera una obra de arte que estaba colgado en una pared.


—Dibújame como una de tus chicas francesas, Santana —dije, mirándola.


Se agachó y me pellizcó el trasero.


—Descarada.


Para ponerla a prueba, cerré mis piernas un poco cuando comenzó a alejarse.


—Abre —dijo por encima del hombro.


Me reí, y me mudé de nuevo a la forma en que me había colocado.


Santana volvió con un libro y me lo entregó.


—Esto es para tu entretenimiento mientras yo trabajo.


— ¿Tu no vas a estar desnuda, también?


— ¿Estás loca? —Me preguntó, con una sonrisa. —Tengo que hacer las maletas.


Miré el libro en mis manos. Había una chica con el torso desnudo en la portada con un gato y otra mujer semidesnuda a sus pies, el título era “Las garras del gato”.


—Tienes esto fuera de la mesa de trabajo, ¿no es así?


—Lo intento. Parece demasiado crudo, sin embargo, sabía que lo amarías. —Se dio la vuelta y comenzó a mover cosas alrededor de su escritorio. —Ahora, tranquila, Britt. Estoy muy ocupada.


Al principio se sintió casi imposible centrarse en el libro en mis manos, pero a medida que pasaban los minutos, y Santana aparentemente fue absorbida en el proceso de empaque hasta su escritorio, empecé a olvidar que yo estaba sentada en su sofá.


Sola.


Totalmente desnuda.


El libro que me había dado era ridículamente sucio, por no hablar de muchas palabras verdes como el infierno, como ella decía: horrible, pero yo sospechaba que no era el punto. Había varias mujeres, demasiadas, muchas historias sueltas, pero una vez más, eso no importaba. El punto era las escenas de pasión y lo descriptivo que era. Todo el mundo tenía alguna parte del cuerpo al descubierto o goteando. O las dos cosas. Personas gritando y, a veces literalmente arañando las cosas.


Y en la esquina, la protagonista sentada simplemente observando.


—Estás ruborizada —Dejó una pila de libros y se inclinó contra el escritorio mirándome. —Has estado leyendo como un cuarto de hora y algo que acabas de leer te hizo poner escarlata.


Levanté la vista hacia Santana e hice una mueca de dolor.


—Es la palabra c-.... Simplemente me sorprendió, eso es todo.


— ¿Coño?


Asentí, sorprendentemente la brusquedad de la palabra se perdía en su acento. De alguna manera, se suavizó. Convertida en algo mucho más sexy.


—Me encanta esa palabra maldita. Tan fea. Coño. Suena tan depravada, ¿no es así? —Se rascó la mandíbula, pensativa. —Léeme la línea.


—No lo haré...


—Brittany….


Si es posible, sentí el calor de mi cara aún más.


—Ella agarró sus muslos, los obligó a abrirse, y miró su húmedo, enrojecido... coño.


—Wow —dijo entre risas. —Eso es algo bueno. —Santana regresó a su escritorio y comenzó a clasificar una pila de papeles. —Me puedes decir todo sobre tus partes favoritas en la cena. — Empecé a protestar, pero ella levantó un dedo a los labios y silenciándome. —Lee.


Me quedé mirando la página, las palabras nadaban juntas. ¿Qué clase de mujer que hace estas cosas para la cena?


El tipo de mujer, Brittany, pensé, que reconoce que va a dormir con una ardiente morena durante la cena, que van a estar juntas cada noche.


Eso lleva a las llaves, ir a su casa Y luego vienen las excusas e intimidad tranquila, y luego sin tener relaciones sexuales ni conversación, y la esperanza de que hay algún tipo de compromiso público que nos invite a pensar que voy a tener más tiempo con Santana.


Por otra parte, me arrepentí de no poder dormir con Santana en el cuarto. Y yo estaba empezando a extrañarla durante la semana.


Maldición.


Tosí, apretando los ojos cerrados.


— ¿Todo bien? —Santana murmuró a través del cuarto.


—Estoy bien.


Después de que pasaron unos veinte minutos y yo había leído más de diecisiete escenas de sexo, Santana se acercó otra vez, pasó una mano por mi cuello hasta la rodilla, y me susurró:


—Cierra los ojos. No los abras hasta que yo diga.


—Estás muy mandona hoy —le dije, cuando se me cayó el libro al suelo e hice lo que me había pedido. Casi de inmediato, mi sentido del oído pareció llegar a ser tan agudo que la habitación casi vibraba. Oí sus suspiros entrecortados y el sonido de su ropa cayendo al piso.


Podía escuchar el sonido de sus manos recorriendo mi cuerpo, como su ritmo empezó lento y luego creció más rápido, más firme. La forma en que su respiración se hizo cortos jadeos apretados, mismos que acabaron por contagiárseme por lo que ella provocaba en mí.


—Déjame ver —le susurré.


—No. —Su voz era firme. —Te estoy reconociendo como la única chica perfecta para mí.


Nunca había escuchado a alguien decirme palabras semejantes, y era una tortura mantener los ojos cerrados. Los sonidos se burlaban, sus gemidos silenciosos e instrucciones para extender más mis piernas, su forma de tocar mis pechos.


—El libro te hizo humedecerte —comentó, y luego escuché aumentar la velocidad de sus caricias. — ¿Cómo estás de mojada?


Me agaché, con los ojos todavía cerrados, me tocó para averiguarlo. Yo ni siquiera tuve que decir nada, sino que simplemente gimió, y luego en voz familiarmente profunda me dijo que yo era como el aire que necesitaba para vivir cuando se estremeció.


Yo quería ver su rostro, pero mantuve los ojos cerrados, con mi corazón golpeando fuerte. La sala quedó súbitamente en silencio excepto por el fuerte ritmo de su respiración y la mía. Me volví consciente de la sobrecarga de ventilación de aire acondicionado, el aire fresco, ya que se vertía sobre mi piel demasiado caliente.


Por último, se vistió nuevamente a la vez que me besaba delicadamente en los labios.


—Ahora vuelvo. Me voy a tomar un poco de aire fresco.


Sus pasos se retiraron, y con el sonido de la puerta al abrirse, se rió en voz baja.


—Puedes abrir tus ojos ahora —dijo, justo cuando salió.


Se sentía como si la habitación se hubiera vuelto más oscura en tan sólo los últimos diez minutos. Mi mano estaba todavía entre mis piernas, y los sonidos de su orgasmo persistían en mis oídos. Me di un toque experimental y me di cuenta de lo rápido que podía venirme.


Tal vez en menos de un minuto. Ciertamente, antes de que ella regresara.


Sin más vacilación, me arqueé en mi palma, recordando el sonido de su mano, la velocidad de sus movimientos, sus pequeños gemidos y las instrucciones, la facilidad con que me dijo exactamente lo que sentía.


Tuvimos un entendimiento tan fácil, un equilibrio tan perfecto.


Era tan fácil quererla.


Con ese pensamiento, mi orgasmo subió por mis muslos y se echó hacia adelante, presionando destellos de luz en la parte posterior de los ojos y me dejó sin aliento.


La puerta se abrió, y mi mano voló hacia mi cuello, donde el pulso martilleaba salvajemente. Tragué un grito ahogado y traté en vano de frenar mis respiraciones. No sé por qué, después de lo que acababa de hacer, me sentí como si me hubieran cogido con la mano en la masa, pero lo hice.


Santana sonrió, se acercó a mí y se sentó en el sofá junto a mi cintura. Cambié para hacerle espacio y apoyé una mano en el respaldo del sofá mientras ella se agachó y tiró de mis dedos a su boca.


— ¿Has tenido un buen masaje, Britt?


—Creo que si hubieras vuelto antes para verlo no tendrías que preguntar —dije, luchando contra el calor, que ya se arrastraba hasta mi cuello.


—No importa —murmuró en mi garganta, besándome suavemente. —Voy a ver el vídeo más tarde. Ella se levantó, se acercó a un armario abierto, y empujó un botón en una cámara de la que ni siquiera me había dado cuenta, equilibrada en el estante superior.


—Tú... ¿qué?


Se dio la vuelta, con una malvada sonrisa tirando de su boca.


— ¿Tienes un vídeo de esto? —Le pregunté. Nunca me había sentido tan en conflicto.


Aterrorizada de ser descubierta. Emocionada de ser vista.


—Lo tengo.


—Santana, mi cara...


Sus cejas se juntaron.


—Enfoqué la cámara abajo y te puse exactamente donde te necesitaba. Yo no grabé tu cara. —Se acercó a mí y se arrodilló junto al sofá. —Lo cual es una lástima, en realidad, porque me encanta verte cuando yo te provoco toda clase de sensaciones.


Se pasó un dedo por la mejilla, estudiando mi rostro antes de parpadear y parecer volver de nuevo al presente.


—Ahora, para la cena que estaba pensando en tailandesa pero eres alérgica a los cacahuetes, y mi lugar favorito tiene maní en todo. ¿Qué hay de Etiopía? ¿Te importa comer con las manos? — Sonrió. —Juro no habrá nadie que sepa quién demonios soy.


La miré boquiabierta, olvidando por completo que iba a discutir sobre salir a cenar.


— ¿Cómo sabes que soy alérgica a los cacahuetes?


—Usas un brazalete de la alergia.


— ¿Tú lo has leído?


Parecía genuinamente confundida.


— ¿No te lo pones para que la gente lo lea?


Sacudiendo la cabeza, me senté, pasando mis manos por el pelo. Sam al que había amado hace tiempo apenas me había notado. Santana con la que sólo quería tener algo pasajero lo había visto todo de mí…..y eso me agradaba, que ella se preocupara de saber algo más de mí se hizo sonreír.


Para mi sorpresa, le susurré, "etíope suena perfecto."


Santana nos llevó a la parte trasera del edificio, a un coche negro aparcado en un callejón.


— ¿En serio? —Le pregunté mientras abría la puerta. — ¿Los paparazzi te siguen a casa?


Ella se rió suavemente y me introdujo en el asiento trasero.


—No, Britt. No soy tan famosa ni de cerca, sólo me los encuentro en los eventos o en la calle a veces. El secreto es tu aparente paranoia, no la mía.


—Reina de Saba. La cocina del infierno —dijo al conductor, y luego se volvió hacia mí. — Gracias por hacerme compañía mientras yo recogía. Tu has hecho bastante agradable una tarea de lo contrario aburrida.


—No hiciste mucho de hecho. Realmente no fue la noche más eficiente para ti, ¿verdad? —Me incliné hacia adelante, dándole mi mejor levantamiento de ceja escéptica.


Sonrió, y miró a mi boca.


—Me has pillado. Quería que vinieras esta noche para que yo pudiera recordar cómo se te veía desnuda en mi sofá. He contratado a alguien para empacar mi oficina mañana, antes de llegar los pintores. —Cortó la distancia entre nosotras y me besó una vez, con dulzura. —A veces en el trabajo, me gustaría recordar que te vi. Me gustó verte allí.


Me moví en mi asiento, sintiéndome un poco como si el mundo se hubiese inclinado.


—Yo realmente no creí que había personas como tú —le dije, sin pensar. —Honestamente. Es fácil estar a tu lado. —Miré hacia ella. —Ya te lo dije. Me gustas.


Santana llegó a mí, me deslizó más cerca, y tenía sus labios en los míos para el resto del viaje. Podría haber sido un minuto, una hora o una semana. No tenía ni idea. Pero cuando llegamos a la cocina del infierno no quería parar para salir, y a mi ciertamente no me importaba, estaba medio esperando que Santana me pidiese que pasara la noche con ella.


La camarera dejó un plato grande delante de nosotras, con cuñas de platos vegetarianos variados avivando toda la placa.


—Toma el pan injera y una cucharada de comida —dijo Santana, arrancando un pedazo y haciendo una demostración.


La vi lamerse los dedos, masticar, y luego sonreírme.


— ¿Qué? —me preguntó.


—Um... —Tartamudeé, señalando. —Tu boca.


— ¿Te gusta mi boca? —Su lengua se deslizó de nuevo, barriendo a través de la comisura de sus labios, y entonces ella levantó su vaso y bebió un largo trago de vino.


Me hizo sentir más que borracha. Me hizo sentir desorientada, imprudente. Me acurruqué, con mis manos en puños debajo de la mesa, corriendo a través de la fantasía de pedirle que saliéramos de aquí, me llevase a casa, y me hiciera suya.


Aparte de los besos en el coche, ella apenas me tocó en toda la noche. ¿Ha sido intencional? ¿Estaba tratando de volverme loca?


Porque en serio, misión cumplida.


Parpadeé, mirando hacia abajo en el plato, y luego hice lo que había hecho: pellizqué un poco de pan, agarré unas lentejas, y le dí un mordisco. La comida era picante, caliente y deliciosa. Cerré los ojos y tarareé.


—Es tan bueno.


Podía sentir que me estaba mirando, y cuando levanté la vista, sonrió.


— ¿Qué? —Le pregunté.


—Sabes lo que hago en el trabajo, que mi madre trabaja para la compañía, que tengo por lo menos una hermana. Sabes lo de Cecily. Todo lo que realmente sé de ti, aparte de que eres una fantástica mujer, es que te mudaste de Chicago hace un poco más de un mes, dejaste a un auténtico idiota, no tienes intención de volver allí y trabajas con Quinn y su prometida.


El malestar mordisqueó mi estómago, y me obligué a bajar el bocado de comida.


—No sé, tú pareces conocerme un poco más que antes.


—Oh, tengo una colección de observaciones. Estoy hablando de conocerte aún más.


—Tú sabes donde vivo. Donde trabajo y que soy alérgica a los cacahuetes.


—Han sido un par de semanas, Brittany. Es raro que todavía me mantengas a distancia. —Santana parpadeó. —No estoy segura de que pueda ser para siempre lo de ser extrañas.


—Pero somos tan buenas en ser extrañas —bromeé, y cuando puso una cara seria, cedí. — ¿Qué quieres saber?


Ella me miró, sus gruesas, oscuras pestañas presionando sus mejillas mientras cerraba los ojos, pensando. Santana era tan hermosa, mi pulso se hizo cargo de toda la cabeza, golpeando dentro de mi cráneo como un taladro.


Al abrir los ojos, me preguntó:


— ¿Alguna vez has tenido un perro?


Una carcajada brotó de mis labios.


—Sí. Mi padre siempre tuvo dálmatas, pero mi mamá está actualmente obsesionada con labradoodles.


— ¿Cómo dices?


—Retriever Labrador mezclado con poodle.



Negó, sonriendo.


—Los americanos siempre jugando con nuestras razas inglesas. —Levanté mi vino a los labios y bebí un sorbo, ella me preguntó: —¿Por qué tienes tanto miedo de estar con alguien?


Balbuceé unos ruidos ininteligibles antes de que ella se echase a reír, apagando mi agitación.


—Sólo quería asegurarme de ver hasta dónde podía ir. ¿Tienes hermanos? Negué, aliviada.


—Hija única. Mis padres están locos, así que gracias a Dios que sólo me tenían a mí. Otro los habría matado.


— ¿Por qué?


—Mis padres son...excéntricos —le expliqué, sonriendo al pensar en ellos. Excéntricos casi no lo cubría. Imaginé a mamá con algunas plumas, pelucas y joyas. Papá con sus gruesas gafas, camisas de vestir de manga corta, y pajaritas. Eran de otro tiempo, casi otro planeta, pero sus excentricidades sólo les hacían más fáciles de amar.


—Mi padre siempre ha trabajado mucho, pero cuando él no está en el trabajo, se obsesiona con una cosa u otra. A mamá le gusta estar ocupada, pero papá no quería que ella trabajara fuera de la casa. Ella creció en Texas y conoció a papá en la universidad. Ella era un gran matemática, pero una vez que se casó, ella vendió cosméticos en casa y, a continuación, vendió un poco de loca ropa de algodón sin arrugas. Y, más recientemente, las cosas para la piel.


— ¿Qué hace exactamente tu padre?


Dudé, preguntándome, ¿Cómo puedo hacer esto? ¿De verdad no sabe nada de mí?


—Así que, mi apellido es Pierce, ¿verdad?"


Ella asintió, interesada.


Santana es latina y vivió un buen tiempo en Inglaterra. Ella probablemente nunca oyó hablar del apellido Pierce.


Diciéndole esto me sentía como levantando una pesada cadena de hierro. Era agradable pensar en desahogarme, pero casi más fácil dejarlo, solo de tratar de soltarlo. La gente toda la vida me había mirado de manera diferente después de enterarse de quien era mi familia, me preguntaba si Santana sería diferente.


Respiré hondo y la miré.


—Mi familia es dueña de una cadena de grandes almacenes. Son regionales, ¿al igual que, en el Medio Oeste? Pero son grandes allí.


Hizo una pausa, con los ojos entrecerrados.


—Espera. ¿Pierce? ¿Al igual que en "debes amar vivir," Pierce?


Asentí.


—Oh. Wow. Tu familia es dueña de Pierce Company. Está bien, entonces. —Santana se pasó una mano por la cara y se echó a reír, sacudiendo la cabeza. —Por Dios, Brittany. Yo...No tenía ni idea. Me siento como una tonta.


—Me gusta que no supieras quién era yo. —Sentí que mi estómago caía, dándome cuenta de que, ahora que ella sabía que yo era alguien, probablemente buscaría más información. Investigaría acerca de Sam, y se daría cuenta de lo tonta que era de no saber lo que una ciudad entera había sabido todo el tiempo.


Santana sabría que había sido el reemplazo de otra persona antes, cuando yo alguna vez había sido su chica misteriosa.


Aparté la mirada, sintiéndome triste. Yo no quería hablar de mi vida o historias familiares. Yo busqué frenéticamente un nuevo tema.


Pero ella habló antes de que pudiera llegar a nada.


— ¿Sabes lo que me fascina de ti? —me preguntó, mientras vierte otro vaso de vino de miel.


— ¿Qué?


—La primera noche que nos conocimos, y después de nuestra primera noche en el almacén en Brooklyn: las cosas que me permites hacer. Y después, esta noche, te avergüenza la palabra coño.


—Lo sé —me reí, tomando un sorbo de vino.


—Me gusta eso de ti. Me gusta tu conflicto interno, tu dulzura. Me gusta que tú tengas esa loca familia rica pero he visto que llevas el mismo vestido un par de veces. —Se lamió los labios y me dio una sonrisa depredadora. —Sobre todo, me gusta que seas tan claramente buena y sin embargo me dejas hacerte cosas malas.


—No creo que sean malas.


—Ah, pero ese es el punto. Mucha gente puede pensar que estabas loca por venir a verme en ese almacén. Tú eres una heredera americana y dejas a una chica misteriosa indecente tomar fotos de ti desnuda. Como el vídeo de ti en mi oficina esta noche, sólo por la emoción de saber que hiciste mientras salí, lo veré.


—Pero es lo que me has pedido.


Se echó hacia atrás en su silla, me miraba. Se veía tan seria, casi perpleja.


—Soy latina, ya sabes lo que dicen de nosotras. Pero yo no creía que las mujeres audaces como tú existían. Tan ingenua en todos los aspectos obvios, sin embargo, tan ardiente que nunca un pequeño polvo en un colchón sería suficiente para dejarte ir.


Levanté mi copa, tomé un sorbo mientras le observaba la boca. Lamiendo mis labios, yo le sonreí.


—Creo que encontrarás que con la mayoría de las mujeres no siempre se cumple mediante un corto polvo en un colchón.


Santana se rió y murmuró:


—Touché.


—Y es por eso que las cámaras y las mujeres te persiguen —le dije, mirándola por encima de mi copa. —Es algo más que la historia de Cecily. Si fuera sólo eso, habrían perdido interés en unas pocas semanas. Pero tú eres la chica sexy en el papel con una mujer diferente todo el tiempo. La que nadie logra atrapar.


Los ojos de Santana se abrieron un poco sorprendidas, las pupilas dilatadas como una gota de tinta en el cielo oscuro.


—Últimamente no estoy con una mujer diferente todas las noches.


Sin hacerle caso, terminé mi pensamiento.


—Las mujeres no siempre quieren ser tratadas como si fuéramos delicadas, o raras, o de alguna manera más preciosas. Queremos ser queridas. Queremos que la intimidad sea tan cruda como lo haces. Tú eres quien mejor lo sabe.


Se apoyó en los codos, mientras me estudiaba.


—Pero, ¿por qué siento que tú eres la que me da algo especial? ¿Algo que nunca has dado a nadie antes?


—Porque lo hago.


Abrió la boca para decir algo, pero entonces sonó el teléfono, vibrando donde lo puse en la mesa.


Y mientras tanto Santana y yo mirábamos, supe que vimos el nombre exactamente al mismo tiempo.



LLAMADA DE SAM…..