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Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final

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Finalizado Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final

Mensaje por cvlbrittana Vie Feb 12, 2016 10:17 pm

Antes de dejar el foro quiero compartirles las historias que he leído sobre brittana y que no se han publicado en el foro, historias que me han gustado y en algún momento guarde, así que antes de deshacerme de dichas historias las estaré publicando aquí para que también las puedan disfrutar tanto como yo.


CAPÍTULO 1

El dependiente le tendió la pequeña caja negra desde el otro lado del mostrador. Al cogerla no pudo evitar sonreír y apretarla entre sus dedos, no podía creer lo feliz que se sentía, por fin iba a proponérselo. Por fin iba a comenzar su verdadera vida, ¿y qué mejor lugar para comenzar una vida con la persona a la que amas que Nueva York?
Salió de Tiffany's con una sonrisa descomunal, tenía tantas ganas de llegar al apartamento. Lo había comprado hacía unos meses, y por fin había convencido a Brittany para mudarse desde Lima. Tenía el anillo encargado desde el momento en que compró el piso en Nueva York, pero el hecho de tenerlo ahora mismo entre sus dedos lo hacía suyo realmente, y eso le hizo sonreír todavía más.

De pronto pasó lo inevitable. Al girar la esquina, y mientras su mente pensaba en el futuro que este anillo le deparaba, el destino quiso que chocara con una mujer que venía en dirección contraria. No fue un fuerte impacto, pero la mujer pareció haberse hecho daño en el pie.

-Lo siento muchísimo, lo siento.- Dijo guardando el anillo para concentrarse en la chica a la que acababa de atropellar.

-No importa.- Dijo ésta levantando la cabeza y sonriendo. Había algo muy familiar en esa chica. De pronto ésta abrió mucho sus oscuros ojos, los cuales estaban llenos de la más sincera sorpresa.- ¿Artie? ¿Artie Abrams?

El chico de la silla de ruedas abrió la boca de pronto. No podía creer lo que estaba viendo. No, no podía creer a quién estaba viendo.

-¿Santana? ¿E...eres tú de verdad?

-¡Oh, Dios, claro! ¡No te veía desde la graduación! ¿Qué haces aquí?

-Ya sabes, Ohio se acaba quedando pequeño. Y siempre he tenido pasión por Nueva York.

Santana le sonrió, alegrándose profundamente de volver a ver a un compañero del instituto por la ciudad. Los dos habían cambiado bastante desde la última vez que se vieron. Santana había perdido cualquier rastro de adolescente en su cara; sus rasgos se habían definido, sus ojos mostraban la madurez típica de un adulto, su pelo estaba más corto de lo que recordaba, pero seguía cayendo en cascada sobre sus hombros. Aún así, era ella, Santana López.

Artie también había cambiado, por lo que Santana veía. El chico que solía peinarse con el pelo pegado a la cabeza ahora llevaba un peinado más despreocupado, más bien era como si no se hubiera peinado, lo que hacía que sus ojos azules, los cuales ya no estaban escondidos tras sus enormes gafas, resaltasen y brillasen más que nunca. Se notaba el rastro de la barba recién afeitada en su cara, y vestía de una forma más informal, nada de chalecos de punto y zapatos marrones.

-Sí, supongo que aunque perdimos las Nacionales ese año, todos nos acabamos enamorando de Nueva York.- contestó Santana.

-¿Qué te pasó? El día después de la graduación nadie supo nada de ti.
La sonrisa de la chica desapareció de pronto. Artie supo que había hecho mal al preguntar y se maldijo a sí mismo interiormente.

-Prefiero no hablar de eso... Pero dime, ¿qué ha sido de ti? ¿Qué te ha traido a Nueva York?

El miedo apareció en el rostro de Artie. ¿Qué iba a hacer? Era Santana López. ¡Santana López! Acababa de comprar un anillo de compromiso para alguien que sabía que siempre había sentido algo muy fuerte por la mujer que tenía delante. ¿Cómo iba a decirle a Santana que había traido a Brittany a Nueva York?

- Ya sabes, quiero empezar una nueva vida y eso.

-Bueno, pues espero que te vaya bien aquí. Ahora tengo cosas que hacer, espero verte pronto.

-Sí, eso espero.- Dijo sonriendo, aunque por dentro rogaba no volver a encontrarla nunca más en la vida.- Hasta luego, Santana, ha sido genial volver a verte.

Empujó las ruedas y siguió su camino, dejando detrás a Santana.

-¡Eh, Artie frena!- La voz de Santana lo detuvo antes de abandonar la calle. Se giró y se encontró a Santana acercándose a él con algo en la mano.- Se te ha caído esto...- le tendió la caja negra que acababa de comprar en Tiffany's.- Vaya... conque a empezar una nueva vida ¿eh? ¡Pero no me has dicho que es junto a alguien! ¿Quién es? ¿Es de aquí? ¿Por eso te has mudado?

-Es Brittany, Santana.

Sus palabras cayeron de sus labios quitándole un peso de encima. Cogió la caja y se la guardó bien en el bolsillo, asegurándose que no se caería de nuevo. Miró a Santana, no quería hacerle daño anunciando que estaba con Brittany, pero quería que lo supiera. Santana movió la cabeza, reponiéndose del shock inicial y le sonrió, con la sonrisa más amarga que Artie había visto nunca.

-Me alegro por ustedes...

Artie sonrió y se volvió a despedir, pero Santana le retuvo un momento más.

-Artie, ¿puedes hacerme un favor?

-Claro...supongo.-Contestó dudoso ante la pregunta.

-No le digas que me has visto.

Artie sonrió con pesar y asintió.

-¿Me entenderás si te digo que no pensaba hacerlo?

Santana asintió, con la vista clavada en sus pies. Entonces se dio la vuelta, y sin decir palabra alguna, siguió su camino, perdiéndose entre la multitud de gente que paseaba por la gran ciudad.
_______________________________________________________________________________________________________

Aclaración: No son historias mías y en la mayoría no tengo los nombres de las autoras originales. Por otra parte las actualizaciones serán continuas y solo con un comentario de por medio para que el foro me permita actualizar varias veces.
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Mensaje por Susii Vie Feb 12, 2016 10:26 pm

Oooohh!:o y Ewww :@ Artie con Britt :@
Epsero el siguiente cap! :D
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Mensaje por cvlbrittana Vie Feb 12, 2016 10:31 pm

CAPITULO 2


Brittany colocó la última maleta en el armario. Por fin. Se había pasado el día entero deshaciendo todas las maletas que Artie y ella habían llevado desde Lima, y estaba totalmente reventada. Colocó sus manos en las caderas y suspiró, ya podía descansar.

Salió de la habitación y se dirigió a la cocina. Mientras recorría su nueva casa no pudo evitar maravillarse, era tan nueva, tan luminosa, tan perfecta... ¿Cuánto se habría gastado Artie en este piso? Además, no era un piso cualquiera, sino un ático. Un ático en Nueva York. Aún no se lo creía. Al principio no le convenció la idea del cambio de ciudad, pero ahora que había descubierto lo maravillosa que era Nueva York nada podría hacerle volver. Sonrió mientras entraba en su nueva cocina. Pasó la mano por la encimera, disfrutando del suave y frío tacto del mármol bajo sus dedos, luego empezó a abrir los armarios para curiosear qué habría. No podía creerlo, casa nueva, amueblada y con los utensilios de cocina ya comprados. Artie tenía que haber trabajado muy duro para conseguir ese ático. Sacó la olla sin estrenar del armario y buscó en la despensa. ¡También estaba llena! Estos últimos años había aprendido a cocinar con su madre, así que se puso manos a la obra para la cena. Quería agradecerle a Artie todo el esfuerzo, así que le haría unos spaghettis y se los comerían como en la película de ''La dama y el vagabundo''. Le encantaba esa película.

La puerta sonó mientras terminaba de cocer la pasta, así que bajó un poco el nivel del fuego y se apresuró a abrir.

-¡Artie!-Dijo abalanzándose sobre él para darle un abrazo.- ¡Me encanta esta casa, me encanta!

-Hola, cielo.- Contestó Artie dándole un beso en la mejilla.- ¿Estás segura? Siempre podemos volver a Lima cuando tú lo digas...

-¡NO! ¡No, para nada! ¿Por qué dices eso?- Artie quiso hablar para defenderse, pero Brittany le interrumpió.- Bueno da igual. Vega, estrena la bañera y ven a cenar, casi he terminado.- Hizo una pequeña pausa antes de sonreír, coqueteando.- ¿O prefieres que te bañe yo?

-Creo que puedo bañarme yo solo, Britt.- Contestó sonriendo, estaba un poco cansado y además, necesitaba pensar con tranquilidad, prefería pasar el tiempo del baño en soledad.- ¿Estás haciendo la cena?

-Es lo menos que puedo hacer... ¡Dios, me encanta está casa!- Empezó a dar saltitos hacia la cocina mientras cantaba ''I love New York''.

Artie sonrió, no pudo evitarlo, era tan feliz, tan dulce, tan inocente... Era precioso volver a verla así después de todo lo sucedido. Se dirigió hacia la habitación y guardó el anillo recién comprado en la mesilla de noche. Volver a ver la caja le recordó su encuentro con su antigua compañera de instituto, y le dio qué pensar. Con Santana aquí... ¿hacía bien quedándose en Nueva York?
________________________________________

Brittany enredó un mechón de pelo entre su dedo mientras miraba a Artie con una sonrisa de oreja a oreja. Acababan de representar una escena de una de sus películas favoritas con el plato de spaghetti, y no pudo evitar dejar escapar una sonrisa. Qué bien estaba yendo todo. Siete años juntos y seguían igual de unidos o más que el primer día. ¡Incluso se habían ido a vivir juntos!

-Eres una gran cocinera, Brittany.- Comentó Artie cogiéndola de la mano.- ¿Estás segura de que quieres que nos quedemos aquí? Sabes que si me lo pidieras podríamos irnos a otro lugar.

-¡No! Artie, este sitio es perfecto. Y nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión.
Artie rió y le sonrió. Era el momento perfecto, tenía que hacerlo ahora.

-Brittany, tengo que preguntarte una cosa.- Anunció mirándola a los ojos. Ella sonrió y asintió, dándole permiso para continuar. Artie sacó de su bolsillo una pequeña caja aterciopelada y negra y la colocó entre sus dos manos. De pronto Brittany quedó petrificada, con la vista clavada en la caja, incapaz de cerrar la boca. Su mirada subió a los ojos de Artie y luego volvió a la caja.- Sé que debería arrodillarme, y lo haría si pudiera, pero no es el caso.- Sonrió y abrió la caja. Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas al ver el destello de la sortija dorada. No pudo evitar echar un vistazo a su mano derecha y llevar un dedo a la sortija que reposaba en su dedo anular, una sortija bañada en oro blanco.- Brittany Susan Pierce, ¿quieres casarte conmigo?
________________________________________

Hace siete años.

-¡San! ¡Espera!
Brittany corría calle abajo, con su túnica de recién graduada aún puesta, intentando alcanzar a la latina. Se había desvanecido sin decir nada después de la entrega de los diplomas, lo que hizo a la rubia preocuparse seriamente. Santana se giró y le sonrió a Brittany.

-¿Qué haces, Britt? ¿Por qué no estás con los demás?

-¿A dónde vas?- Preguntó la rubia recuperando el aliento.

Santana notó la preocupación en los ojos de Brittany y se acercó para cogerle las manos. Apoyó su frente contra la de Brittany y sonrió. Ese año el instituto había descubierto sus preferencias sexuales, así que habían pasado de esconderse a poder abrazarse, tocarse e incluso besarse en público. Ya nada le impedía estar tan cerca de Brittany aunque estuviera en medio de la calle.

-No te preocupes... No me voy a ningún sitio.- Susurró la latina. Pudo sentir cómo Brittany se relajaba bajo su frente.

-No vuelvas a irte sin avisarme.- Brittany se separó para mirarla a los ojos, intentando sonar severa. Santana sólo pudo sonreír, estaba tan tierna poniéndose severa.- Me has asustado, San.

La latina señaló un banco a unos pocos pasos de ellas. Entrelazó sus dedos con los de Brittany y se dirigieron al banco. Allí sentadas Brittany apoyó su cabeza en el hombro de Santana mientras ésta jugaba con sus mechones rubios.

-¿De qué tienes miedo, Britt?- susurró en su oreja.
Brittany pensó durante un momento.

-Tengo miedo de girarme y ver que no estás conmigo. Tengo miedo de estar sola. No quiero que me dejes nunca...
Santana sintió todo el miedo de la rubia cuando ésta apretó su mano y la abrazó, intentando hacerle ver que no tenía porque tener miedo. Estuvieron así minutos. No querían romper el abrazo, no querían separarse. Cada vez que se abrazaban Santana sentía que había vuelto a casa, pero era una sensación todavía mejor. Entonces lo supo: su único y verdadero hogar eran los brazos de Brittany, y ahí era donde quería vivir el resto de sus días.

-Brittany, nunca, nunca te dejaré sola.- Le dijo, abrazándola más fuerte, como si intentara fundirse en ella por medio de ese abrazo. De pronto se le ocurrió una idea, una locura, una promesa. Se separó de Brittany y se miró la mano derecha.- Tengo algo para ti, Britt.

Brittany contempló cómo Santana se despojaba del anillo de su mano derecha. Siempre había llevado ese anillo, fue un regalo de su madre por su décimo cumpleaños, una sortija de oro blanco. Desde ese día nunca se lo había quitado, y eso dejó boquiabierta a Brittany.

Santana tomó la mano derecha de Brittany y extendió sus dedos para deslizar la sortija de oro blanco por el dedo anular de la rubia.

-Santana, ¿qué haces? ¡Es un regalo!- Dijo Brittany un poco alterada.

-Quiero hacerte saber una cosa Britt.- terminó de colocar el anillo y sostuvo la mano de Brittany entre las suyas.- Hemos terminado el instituto, ya no somos unas niñas que no saben qué hacer con sus vidas. Sé qué quiero en mi vida, sé cómo quiero vivir mi vida... pero sobre todo, sé con quién quiero vivirla.- Sostuvo la mirada de Brittany durante un momento. Estaba llorando. Santana llevó los pulgares a sus mejillas para borrar esas lágrimas de felicidad que caían sin cesar y sonrió.- Te quiero, Brittany. Te quiero y quiero pasar el resto de mi vida contigo. Quiero casarme contigo, que tengamos hijos o los adoptemos... ¡o lo que sea! Podremos tener gatos, perros, patos... cualquier cosa que tú me digas. Sólo quiero que sepas que nunca te dejaría sola, porque no puedo visualizar una vida para mí que no sea a tu lado.
Brittany se llevó las manos a la cara y lloró sobre sus palmas. Santana enlazó sus dedos en las muñecas de la rubia y apartó con suavidad sus manos. Rodeo el cuello de la chica con sus brazos y ésta se aferró fuerte a la espalda de Santana, enterrando su cara en el oscuro pelo de la latina, combinando sollozos con besos en el cuello.

Santana no pudo evitarlo y también lloró. Apoyó la cabeza en el hombro de Brittany y dejó que todos sus sentimientos, que todas las emociones del momento salieran en forma de lágrimas.

-Te amo, San.- Susurró Brittany una vez que se había repuesto, pero sin romper el abrazo.

-¿Eso significa que te casarás conmigo dentro de unos años?
Brittany se rió y se separó de ella, sólo para poder posar sus labios sobre los de Santana. Fue un beso suave y tierno, un beso en el que intentaba demostrar todo lo que sentía en aquel momento por ella.

-¿De verdad tienes que preguntar?- Susurró Brittany después del beso, con sus labios a pocos centímetros de los de Santana.- Claro que lo haré.
________________________________________

El recuerdo de aquella tarde hizo que los ojos de Brittany se llenaran de lágrimas imposibles de retener. Por suerte la situación le permitía llorar sin que Artie sospechara en qué estaba pensando. Siete años habían pasado. Siete años desde ese día, desde esas palabras, desde esa promesa que nunca se cumpliría. Y ahora otra vez la misma situación, distintas palabras, pero la misma promesa al fin y al cabo.

Tenía que olvidar ese recuerdo cuanto antes. Santana se fue, la abandonó sin darle explicaciones, desapareció de la noche a la mañana. Artie sin embargo siempre estuvo con ella, la ayudó a superar la pérdida, a seguir adelante. Todos aquellos días de llanto Artie se los había pasado cuidando de ella, animándola a continuar, a no rendirse. Era hora de pasar página, de borrar para siempre a Santana y su recuerdo de su vida.

Sonrió y dirigió sus dedos a la sortija de su dedo anular en la mano derecha. Esa sortija había estado incrustada en su dedo durante tanto tiempo que cuando la deslizó para quitársela sintió un profundo vacío, sintió frío, pero sobre todo se sintió libre. Lo había conseguido. Ya no había nada que la atara a ella.

Dejó la sortija de oro blanco sobre la mesa y cogió la que Artie le estaba tendiendo. Sonrió al chico y se la colocó en el lugar que segundos antes había estado ocupando la otra sortija. Era extraño; eran lo mismo, dos sortijas, pero aún así la sensación era bastante diferente. Levantó la cabeza y sostuvo la mirada de Artie.

-Claro que sí.- Dijo sonriendo, intentando contener las lágrimas.- Claro que me casaré contigo.

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Aclaración: El fic no es de mi autoria, la autora es DarthUnicorn.
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Mensaje por Susii Vie Feb 12, 2016 11:20 pm

D: Nooooo!! D: que fue lo que paso entre ellas?!? :ccc
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Mensaje por monica.santander Vie Feb 12, 2016 11:21 pm

Muy buen comienzo de historia!!!
Veremos como sigue!
Saludos
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Mensaje por cvlbrittana Vie Feb 12, 2016 11:26 pm

CAPITULO 3


Santana abrió los ojos al oír de nuevo los golpes en la puerta de su habitación. Enterró la cara en su almohada y gruñó mientras intentaba que todo el mundo enmudeciera. Necesitaba silencio. Quería olvidarse de todo lo que la rodeaba, pero los golpes en su puerta seguían sonando. Habían estado ahí durante todo el día, sólo necesitaba espacio... ¿Tanto le costaba dárselo?

-¡Santana López!- Natalie gritaba desde el otro lado de la puerta sin dejar de golpearla.- ¡Como no abras la puerta a la de tres te juro que la hecho abajo! ¡Uno!- Santana suspiró mientras ocultaba su rostro entre sus manos- ¡Dos! ¡Tres!
Nada. No pudo evitar esbozar una sonrisa: sabía que Natalie no podría nunca tirar una puerta. Oyó cómo se sentaba en el suelo y apoyaba la espalda contra la puerta de la habitación.

-Santana...- Dijo más calmada.- Por favor, sal. Llevas demasiado tiempo ahí metida... Venga, te he preparado tacos. Sé cuánto te gustan.

Silencio. Las dos chicas siguieron en su posición unos minutos, hasta que finalmente la puerta se abrió. Natalie se levantó y miró con pesar a Santana: tenía unas ojeras muy marcadas, y los rastros de rímel en sus mejillas daban a entender que había estado llorando. Además de que no se había lavado.

Santana agachó la cabeza y se apoyó en el rellano de la puerta. Natalie la cogió de la mano y la llevó hasta el lavabo. Humedeció unos algodones y comenzó a limpiar la cara de su prima pequeña. Ésta procuraba no tener contacto visual con Natalie.

-¿Qué ha pasado, cariño?- Preguntó levantando la barbilla de Santana.- ¿Por qué estás así?

Santana no quería hablar, no quería pensar. Sólo quería dormir, dormir durante mucho tiempo y olvidarse del mundo. Sabía que no estaba bien hacerle esto a su prima; al fin y al cabo ella la había acogido en su apartamento cuando no sabía a dónde ir. Había cuidado durante estos años de ella y la había ayudado con su nueva vida en Nueva York.

-Está aquí, Natalie...

Natalie suspiró y abrazó a su prima. Santana agradeció el abrazo y apoyó su cabeza en el hombro de la otra chica.

-Si quieres podemos hablar más tarde de eso.- Comentó Natalie mientras se separaba de ella.- Pero primero tienes que asearte. Hueles como un muerto, Santi, eso no es sano.

Santana asintió y le sonrió.

-¿De verdad me has hecho tacos?

-¿Desde cuándo sé cocinar? Era una excusa para ver si conseguía sacarte de ahí.

Las dos rieron durante un momento. Finalmente Natalie salió del baño y dejó a su prima asearse tranquilamente. Ya había conseguido sacarla de la habitación, ahora sólo tenía que esperar a que le contase qué había pasado exactamente.

Se dirigió hacia el salón y se acercó a la mesilla donde estaba el teléfono.

-¡Hola James! ¡Sí soy yo! ¿Nos traes lo de siempre? Pero esta vez trae una ración doble. Gracias, hasta luego.
Después de un rato Santana salió del baño. Al menos ya tenía mejor aspecto, con el pelo recién lavado y un pijama limpio. Se sentó en la mesa de la cocina donde su prima la esperaba con las bolsas de la comida que habían traído por encargo.

-¿Ves como al final habrían tacos?

Santana sonrió levemente. Natalie le tendió un plato con dos raciones familiares de tacos a Santana. La latina miró el plato y al instante su cuerpo recordó que no había comido en más de 24 horas. Sus tripas sonaron, era como si una manada de elefantes desfilara dentro de sus intestinos.

No pudo evitarlo y empezó a devorar su cena. Natalie le dio un manotazo en el hombro para reprenderla.

-Ve despacio o lo vomitarás todo. Pareces una niña pequeña.

-Y tú pareces mi madre.- Contestó Santana con la comida aún en la boca.

El plato quedó limpio en menos de tres minutos. Santana se llevó las manos al estómago, estaba hinchada, tanto que no podía moverse de la silla. Su prima, mientras tanto, fregaba los platos utilizados y los dejaba escurriéndose al lado del fregador.

Santana hizo un esfuerzo y se levantó para dirigirse al salón. Una vez allí se dejó caer sobre el sofá y se tumbó. ''Dios, que bien se está con el estómago lleno'', pensó mientras cerraba los ojos. De pronto sintió cómo el sofá se hundía por el peso de otra persona y los volvió a abrir. Su prima se había sentado al lado suyo. Santana levantó las piernas y las apoyó sobre las de Natalie; ésta empezó a recorrerlas con sus dedos de arriba a abajo para relajar a su prima.

-¿Vas a contarme por qué esa huelga de hambre e interacción humana durante dos días?

-Ya te lo he dicho. Está aquí...- Santana se llevó una mano a la frente y suspiró.- Está en Nueva York.

-Ya veo... ¿Qué te dijo?

-En realidad no la he visto. Me encontré con un antiguo compañero que acaba de mudarse aquí, y al parecer va a...- Santana volvió a sentir cómo sus ojos ardían bajo las lágrimas que amenazaban con volver. Natalie se levantó y se arrodilló frente a su prima mientras sujetaba su mano.- Van a casarse, Natalie. Va a casarse.

Natalie abrazó a su prima mientras está se ahogaba en un nuevo mar de lágrimas. Santana la abrazó con fuerza, necesitaba un apoyo, necesitaba sentir que no estaba sola.

-Shhh, venga, cariño, no llores, por favor.- Natalie despejó los mechones de pelo de la cara de Santana y le secó las lágrimas.- Santana, han pasado siete años.

-Lo sé, pero...

-No, nada de peros. Sé que esto te va a doler, pero tienes que escucharme. Han pasado siete años desde que decidiste irte de Lima. Han pasado siete años desde que te separaste de ella y tienes que aceptarlo de una vez. Sé lo que sentías por Brittany, y sé que no lo has superado... Piensa por un momento lo que tuvo que sufrir ella cuando te fuiste. ¿Cómo crees que estaba cuando se dio cuenta de que la abandonaste?

-¡NO VUELVAS A DECIR ESO!- Santana alejó a su prima de su lado y la miró con rabia, sus mejillas se encendieron.- ¡Sabes perfectamente que no fue eso lo que pasó! ¡Sabes por qué hice lo que hice!

-¡Pero ella no! ¡Ella no sabe nada! ¡Lo único que sabe es que desapareciste! ¿Crees que ella no lloró? ¿Crees que no hizo lo mismo que tú, se encerró y se quedó ahí hasta que el hambre le impidiera seguir encerrada durante más tiempo?

Santana bajó la cabeza. Odiaba cuando su prima tenía razón. Odiaba cuando cualquiera tenía razón y le hacía ver que se equivocaba.

-Claro que no, sé cómo es Brittany, sé que lo pasó mal cuando me fui, pero...

-¿Pero qué? Santana, sé que es difícil para ti.- Natalie volvió a acercarse a su prima y le acarició el pelo. Santana reprimió un sollozo.- Pero tienes que pensar en ella, en su felicidad. ¿No recuerdas por qué decidiste venir aquí? Piensa que, aunque sufrió cuando te fuiste, se ha recuperado. Ha sabido seguir adelante, con tu ausencia se ha hecho más fuerte. Y ahora es feliz, Santana. Va a rehacer su vida y va a poder ser feliz para siempre.

-Podría ser igual de feliz conmigo. O incluso más...

-Sí, pero ya es tarde.- Natalie se dirigió a la cocina y volvió con un pañuelo que le tendió a su prima.- Tal vez debiste pensar eso hace siete años.

Natalie le acarició la mejilla y le sostuvo la mirada. Al mirar a su prima se dio cuenta de lo diferentes que eran la una de la otra. Santana había heredado todos los rasgos latinos de la familia, el pelo, la piel, los ojos oscuros, los rasgos de la cara... Natalie por el contrario parecía no tener ningún parentesco con ella: su pelo era de un color castaño adornado con unos reflejos rubios naturales, era de una tonalidad de piel más bien blanca, y sus ojos eran de un color verde oscuro. No sólo físicamente eran distintas, Santana era una persona pasional, activa, casi nunca pensaba en las consecuencias. Ella por el contrario era una chica de cerebro, nunca hacía nada sin pensarlo detenidamente, por eso a Santana le encantaba estar con ella, porque sabía controlarla cuando se equivocaba, aunque le molestara que la corrigiera.

-No sabes lo mucho que me molesta que siempre tengas razón, Natalie.- Dijo Santana, intentando forzar una sonrisa para su prima.

-Ay, Santana. Está bien hacerse la fuerte con todos, pero a veces tienes que escuchar y dejarte proteger por los que están a tu alrededor.

-Sí, supongo que sí...

El timbre sonó de pronto, haciendo a Santana reaccionar y secarse las lágrimas rápidamente. Natalie se levantó y se dirigió a la puerta. Santana pudo oír cómo su prima se disculpaba con el recién llegado y le pedía que se fuera. Poco después volvió con ella y se sentó a su lado. Santana apoyó su cabeza en el regazo de Natalie y ésta comenzó a acariciarle el pelo.

-¿Era Ryan?- Preguntó Santana.

-¿Cómo lo has sabido?

-Porque desde que le has dicho ''lo siento'' hasta que has cerrado la puerta ha pasado el tiempo suficiente como para poder besarse. Además, se ha llevado un poco de pintura de tus labios.

Natalie se rió y abrazó a su prima.

-Vaya con la súper detective...

-¿Por qué no te has ido con él? Los viernes suelen quedar para cenar o ver alguna obra de teatro.

-Bah, podemos hacerlo mañana. Hoy mi prima me necesita a su lado.- Natalie encendió la televisión con el mando a distancia y comenzó a cambiar de canal. Dejó una película que estaban poniendo, Funny Girl. Santana no pudo evitar sonreír al ver a Barbra Streisand, le recordó sus años en Glee, en especial a su compañera Rachel Berry.- Me encanta ésta película. Los clásicos son mi perdición. Oye, ¿mañana vas a ir a trabajar?

-No.- contestó Santana.- Ésta semana el bufete no tiene mucha actividad, por lo que me han contado los demás abogados. Además, la señora Roberts, la vecina, me ha pedido que cuide de la pequeña Hannah.

-Esa niña es monísima. Además, te tiene mucho cariño. ¿Cómo te llamaba? ¿Tía Santi?

-Tía Tana.- se rió la latina.

Al acabar la película Natalie se dio cuenta de que Santana se había quedado dormida sobre su regazo. Le daba mucha pena despertarla, pero no podía dejarla en el sofá. Se quedó mirando cómo dormía su prima un momento, parecía tener una pesadilla, las tenía con frecuencia. Varias noches había tenido que levantarse y despertarla para que dejara de gritar y llorar. Sonrió con tristeza, tenía veinticinco años ya, pero parecía tan pequeña...

De pronto Santana habló, fue una palabra, tres sílabas, un nombre. Brittany. Natalie zarandeó los hombros de Santana y susurró su nombre para despertarla. Su prima abrió los ojos de golpe y se sentó en el sofá.

-Tienes que irte a la cama.- Le dijo Natalie.-Vamos, te acompaño.

Santana pasó su brazo por los hombros de Natalie, y ésta rodeó su cintura con el brazo. Ayudó a su prima a acostarse, la arropó entre sus sábanas y le dio un beso en la frente.

-En serio.- Dijo Santana soñolienta.- Cada vez me recuerdas más a mi madre.

Natalie sonrió y acarició el cabello de Santana, apartándoselo de la cara con dulzura. Apoyó su frente contra la de su prima. Santana apretó su mano.

-Lo superarás, Santi. Sé que lo harás. Eres una chica muy fuerte.

Santana asintió y le dio las buenas noches a su prima. Se acurrucó entre las sábanas e intentó permanecer con la mente en blanco, evitando cualquier pensamiento que pudiera seguir perturbándola. Lo superaría, decía. Llevaba siete años alejada de ella y aún no lo había superado. ¿Cómo quería que lo hiciera ahora que sabía que estaba en Nueva York?
Se tapó la cara con las sábanas y suspiró mientras el sueño comenzaba a envolverla, ya pensaría en ello mañana
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Como lo dije, esto avanzara rápido.
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Mensaje por monica.santander Vie Feb 12, 2016 11:55 pm

Mucho misterio en el pasado de San
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Mensaje por gleek_undercover Sáb Feb 13, 2016 12:07 am

:O hace un tiempo que no leía una historia pero esta me empieza a gustar Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final 296517876 como todos me hago la misma pregunta, ¿por qué se fue Santana?, tendré que esperar un poco para saberlo Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final 3750214905
Saludos!
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Mensaje por cvlbrittana Sáb Feb 13, 2016 1:13 am

Capítulo 4.

-¡Hannah! ¡Como se te ocurra alejarte más de dos metros de mí sin mi permiso vas a desear haberte quedado en casa!
Hannah se giró ante el grito de Santana y le sonrió. El sol se proyectaba sobre sus cabellos haciéndolos más dorados que de costumbre. Tenía sólo seis años, y el rostro más angelical que podía haber visto en la vida, pero Santana conocía muy bien a la niña y su manía de hacer travesuras a todas horas. Por eso le encantaba aquella pequeña, porque le hacía recordar a como era ella a su edad.

-¡No te preocupes, tía Tana! ¡Sólo voy a jugar con esos niños!- gritó la niña. Había salido corriendo sin el permiso de su cuidadora hacia un grupo de niños, y a Santana no le había hecho nada de gracia. Central Park puede ser muy peligroso a veces.

-Vale, pero recuerda que si vas a hacer alguna otra cosa me tienes que avisar.

-¡Claro!

Santana se sentó en la hierba, contemplando cómo la pequeña corría a hacer nuevos amigos. Se colocó las gafas de sol, rodeó sus rodillas con los brazos y apoyó la cabeza sobre ellas mientras cerraba los ojos.

La verdad es que ya estaba mucho mejor. Después de descansar y reponer fuerzas sentía que necesitaba salir y aspirar aire fresco, y ya que tenía que cuidar de Hannah, ¿qué mejor que ir a Central Park? Natalie había pensado en ir a ver a Ryan y pasar el sábado con él para compensar la noche que ayer se perdieron, pero antes de irse comprobó que estaba mejor. A Santana le gustaba que su prima se preocupase por ella, pero no soportaba ser tratada como un bebé, así que tuvo que intentar pasarse la mañana sonriendo y ser extremadamente simpática para no tener que someterse a una tanda de preguntas por parte de su prima mayor.

-¡Tía Tana! ¡Tía Tana!- Hannah se acercó corriendo hasta donde estaba Santana, la cual levantó la vista corriendo y le sonrió

-¿Qué pasa, pequeña?

-Los demás niños dicen que hay alguien dándole de comer a los patos y quieren ir a verlo. ¿Puedo ir? ¡Por faaaaaaa!

-Pero los patos están muy lejos...

-¡Vamos con la mamá de Lindsay!

-¿Quién?

-Mi nueva amiga.- Dijo la niña, como si fuera algo obvio.

-No conozco a su madre. Lo siento, Hannah, no me convence la idea...

-¡Pero son patos! ¡Quiero verlos!

Santana no pudo evitar sentir un terrible dejavú al ver a la niña rogándole por ir a ver a un puñado de patos. Suspiró y le sonrió, asintiendo con la cabeza.

-Bueno, vale. Te llevo yo y te vigilaré desde el césped. Pero como se te ocurra mojarte te llevo derecha a casa.

La niña comenzó a dar saltos de alegría mientras Santana se levantaba. Agarró su mano y empezó a correr, arrastrando a una Santana envuelta en carcajadas. Nada más ver el estanque con los patos, Hannah soltó su mano y salió corriendo hacia los otros niños. Santana se volvió a sentar en la hierba y contempló cómo la niña intentaba acercarse a un patito que se había salido del estanque sin asustarlo. No pudo evitar sonreír.

Levantó la vista hacia el cielo, le encantaba la sensación que sentía cuando el sol le daba en la cara, y se perdió contemplando las nubes pasar lentamente sobre ella. Hannah se había acercado a la mujer que estaba alimentando a los patos y ésta le dio un poco de pan para que la ayudara. Las horas pasaron rápidas, se estaba tan cómoda en el césped... y Hannah estaba entretenida con los patos, así que nadie la molestaba. Cuando vio que todos los niños se habían ido y sólo quedaba Hannah, se levantó y se acercó hacia ella.

-¡Tía Tana! ¡Acabo de darle de comer a unos patos!- La niña saltó emocionada alrededor de Santana mientras ésta reía por su entusiasmo.- ¡Mira, esa es la mujer a la que he ayudado a alimentar a los patos!

Santana se giró y siguió la línea que el dedo de Hannah dibujaba. Frunció el ceño al ver a la chica de espaldas... ¿Dónde la había visto antes? La chica se giró, lo suficiente como para poder verle la cara, y lo único que pudo hacer Santana fue quedarse clavada en el suelo, contemplándola con los ojos como platos.

Hannah corrió hacia la chica rubia.

-¡Hannah, espera!- gritó Santana corriendo detrás de ella, intentando detener lo inevitable.

La niña tiró de la camiseta de la rubia, y está se giró y se agachó para hablar con ella. De pronto se dio cuenta de la presencia de Santana y subió de nuevo. Cuando levantó la vista Santana pudo ver que una profunda sorpresa inundó el rostro de la rubia.

-¿Santana?

Brittany no podía creer lo que estaba sucediendo. No podía ser cierto. Ahí estaba, más mayor, un poco cambiada, pero era ella. La misma cálida y oscura mirada que había echado de menos, la misma sonrisa en aquellos labios que tantas noches había soñado volver a besar. Brittany se dijo que no era justo, que la vida estaba jugando demasiado con ella. ¿Cómo era posible que de pronto, después de tantos años, Santana volviese a su vida justo cuando quería comenzar de nuevo?

Santana sonreía tímidamente. No sabía qué decirle. Tantas veces había soñado con este momento, tantas veces había ensayado esa conversación... ¿por qué de pronto no podía decir nada? De repente dos brazos rodearon su cuello y la abrazaron con fuerza; Brittany no había podido controlarse y se había abalanzado sobre ella. Santana se sintió confusa al principio, pero luego correspondió al abrazo. En ese momento su corazón empezó a latir a mil, diez mil, ¡cien mil pulsaciones por segundo! Cerró los ojos y estrechó fuertemente a la rubia entre sus brazos, aspirando su aroma. ¿Cómo era posible? Volvía a sentir aquella sensación de hogar. Allí, en medio de Central Park, entre los brazos de Brittany, Santana había vuelto a casa.

Visto y no visto, Brittany se separó de ella. No le dio tiempo de reaccionar, de pronto la mano de Brittany impactó contra la mejilla de Santana. La latina brincó y se llevó una mano a la mejilla herida, sentía cómo ardía por culpa del guantazo. ¿Desde cuándo Brittany era tan fuerte? De pronto otra vez, la mano de Brittany intentó impactar sobre la otra mejilla. Santana esta vez fue más rápida y agarró su muñeca antes del golpe. Brittany no desistió e intentó golpearla con la otra mano, la cual Santana volvió a retener.

-¿Pero qué demonios te pasa, Britt?- gritó Santana asustada.

Fue entonces cuando se dio cuenta: Brittany estaba llorando. Sus mejillas estaban encendidas por la rabia y cubiertas por una capa de lágrimas. Esa escena encogió el corazón de Santana. Soltó las muñecas de Brittany y la abrazó. La rubia al principio intentó apartarla, pero después de un momento apoyó la cabeza en el hombro de Santana y la abrazó de nuevo. Santana seguía sin creérselo: siete años y todavía se le partía el alma al ver a Brittany llorando.

-Me lo prometiste...- dijo Brittany entre lágrimas.- Me prometiste que nunca me dejarías sola.

Una lágrima rodó por la mejilla de Santana mientras enterraba su rostro en el pelo rubio de Brittany y la estrechaba todo lo posible entre sus brazos.

-Tía Tana... No llores tú también... Por favor...

Santana encontró graciosa la forma en la que Hannah se preocupaba por verla llorando en los brazos de Brittany, y no pudo evitar que su llanto se entremezclara con una carcajada. Se separó de Brittany y se limpió las lágrimas. La rubia hizo lo mismo y respiró profundamente para tranquilizarse.

-Oye, Hannah.- Dijo Brittany agachándose para quedar a la altura de la niña. Se metió la mano en el bolsillo y sacó una pequeña bolsa.- Aquí tengo más trozos de pan. ¿Qué te parece si alimentas a los patos que aún no han comido?

Hannah sonrió y le cogió la bolsa a Brittany. Sin decir palabra salió corriendo hacia el estanque de nuevo.

-Cuando me dijo que había alguien alimentando a los patos debí suponer que eras tú...- comentó Santana sonriendo.

-Pero si no sabías que estaba en Nueva York.- Brittany notó cómo Santana bajaba la mirada tras esa frase.- Espera... ¿Sabias que estaba aquí?- preguntó un poco enfadada.

Santana levantó la vista. Ahora se pudo fijar más en su antigua amiga. Aunque el cambio físico no era muy grande, pudo notar los siete años que habían pasado separadas en su rostro. Y sus ojos... sus ojos reflejaban tanta madurez que Santana se veía incapacitada de apartar la vista de ellos. Había algo extraño en ella, aparte del paso de los años. Ya no era aquella niña pequeña encerrada en el cuerpo de una adolescente a la que Santana tenía que proteger constantemente; era una adulta, una adulta de verdad. Tuvo que darle la razón a Natalie: en estos siete años Brittany se había hecho más fuerte.

-Sí.- Contestó simplemente. Suspiró mientras veía cómo los ojos de Brittany se llenaban de rabia y continuó hablando, antes de que tuviera la oportunidad de volver a pegarle.- Me encontré con Artie cuando...- Cerró los ojos por un momento y giró la cabeza, no podía mirarla a los ojos.- Cuando compró tu anillo de compromiso.

Brittany agachó la cabeza y se miró el dedo donde había colocado el anillo; el dedo donde antes había habido otro anillo, un anillo que había significado muchísimo durante siete largos años.

-¿Eres feliz, Britt? Con él. ¿Eres feliz?

Brittany reaccionó ante la pregunta y volvió a levantar la cabeza. Se perdió entre los ojos de Santana durante un momento. Esbozó una pequeña sonrisa al darse cuenta de cuánto de menos había echado esos ojos.

-Sí, San, lo soy.

Santana le sonrió. De pronto sus ojos se posaron en la mano derecha de Brittany, donde estaba su anillo de compromiso. Recordó la última tarde que la vio, aquella promesa que se hicieron y aquel anillo que le dio, y no pudo evitar sentir que su mundo se estaba viniendo a bajo.

-Me alegro por ti.- Contestó, forzando una sonrisa.- Yo... tengo que irme. Tengo que dejar a Hannah en su casa...- Santana hizo el ademán de ir a darse la vuelta, pero Brittany le agarró el brazo impidiendo que se fuera.

-Espera, por favor.- Brittany la miró a los ojos. No podía dejar que se fuera, no otra vez. Necesitaba tantas respuestas... Y las necesitaba ya.- ¿Por qué lo hiciste?

-Brittany, tengo que irme. Lo siento...

Santana se deshizo de la mano de Brittany y comenzó a alejarse en dirección a Hannah. Antes de irse pudo escuchar la voz de Brittany por última vez.

-¡Me lo debes, Santana! ¡Me debes al menos una respuesta!
________________________________________

Brittany volvió a casa unos minutos antes de que oscureciese del todo. Había preferido volver andando antes que en taxi, así tendría tiempo para pensar. La cabeza estaba a punto de estallarle. ''Ahora''. Se decía. ''Tenía que aparecer ahora''. La reciente aparición de Santana la había dejado hecha polvo. Y encima no le quería dar una explicación. ¿Pero por qué era tan egoísta? ¿Es que acaso nunca pensó en lo mal que lo pasó cuando se dio cuenta de que se había ido sin ella? ¡Ni siquiera se había dignado a despedirse! Simplemente, un día ya no estaba. ¡Había llegado a pensar que podría haber...! Sintió un escalofrío al recordar aquellos días de agonía por la marcha de Santana. Y todo éste tiempo ella había estado viviendo, estudiando, haciendo su vida en Nueva York. La rabia volvió a apoderarse de su cuerpo, y no pudo hacer otra cosa que llorar. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras cerraba la puerta de su apartamento.

-Brittany, ¿qué ha pasado? Llegas un poco tarde.- La voz de Artie sonaba desde el salón, así que no podía verla llorar.

Entonces recordó una cosa: Santana sabía que ella estaba en Nueva York desde antes de esa tarde, y era gracias a Artie. Se secó las lágrimas y se acercó al salón. Artie estaba sentado viendo la televisión; Brittany se acercó, le arrebató el mando a distancia y la apagó.

-¿Qué..? ¡Brittany!- protestó Artie. De pronto se dio cuenta de la mirada de ira contenida en los ojos de Brittany.-Cariño, ¿estás bien?

-¿Lo sabías?

-¿qué?- gritó Artie asustado por el carácter de Brittany.

-¿Sabias que Santana estaba aquí?

Artie abrió la boca sorprendido.

-Bueno... sí, pero...

-¡Lo sabías y no me lo dijiste!- el mandó a distancia salió volando hasta el otro lado del salón.

-¡Brittany, tranquilízate! Yo sólo quería protegerte...

-¿Protegerme? ¡Me has estado ocultando que estaba aquí! ¡Tú más que nadie sabe lo que he sufrido por ella!

-¡Por eso te lo ocultaba! ¡Yo más que nadie sé lo que sentías por ella!

-¡Ah, que encima lo hiciste por celos!- Brittany gruñó y se llevó las manos a la cabeza.- ¡Lo hiciste para asegurarte que te diría que sí!

-¡No! Dios, Brittany... ¡Cálmate! Lo hice porque te quiero. Y sé que si hubieras sabido que Santana estaba aquí todo el drama que pasaste volvería. No quería verte sufrir de nuevo por ella.

Brittany comenzó a andar de un lado a otro de la habitación, contando despacio para recuperar la compostura.

-¿Qué le dijiste?- Preguntó después de calmarse. Artie no entendía a qué se refería.- ¿Qué le dijiste? Porque estoy segura de que le dijiste algo o si no habría venido a buscarme. No puedo creer que supiera que estaba aquí y no me buscase.

-Fue ella.- Brittany frunció el ceño sin entender lo que intentaba decirle.- Cuando supo que iba a proponerte matrimonio me pidió que no te comentase que estaba aquí. Supongo que entendió que lo mejor para ti era seguir adelante, y tú deberías entenderlo también.

Brittany suspiró y luego sostuvo fijamente la mirada de Artie.

-¿Me lo habrías dicho? Si no te lo hubiera pedido, ¿me habrías dicho que estaba aquí?

-No. Y me da igual que te enfades, no se lo habría dicho. Lo último que quiero es que vuelvas a ser infeliz por su culpa.

-Bien... Hay comida en la nevera, cena lo que puedas, yo me voy a la cama.

-Pero nuestra habitación no está por ese lado...- comentó Artie al ver que Brittany iba en dirección contraria al dormitorio.

-¿De verdad piensas que voy a dormir en la misma cama que tú ésta noche? Me voy a la habitación de invitados. Buenas noches.

Brittany cerró la puerta de la habitación y se echó sobre la cama. Abrazó la almohada y enterró la cabeza en ella. En ese momento lo único que quería era desaparecer, pero sólo pudo llorar, llorar y seguir llorando. Fue entre todas esas lágrimas cuando se dio cuenta de lo que realmente necesitaba: tenía que verla otra vez, no sabía como, pero tenía que hacerlo.
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Muy bien, por hoy es todo, mañana continuare. Saludos.
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Mensaje por evean Sáb Feb 13, 2016 1:25 am

Que intenso...
Mñn leeremos más ...
Gracias por compartir
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Mensaje por lana66 Sáb Feb 13, 2016 11:38 am

Pobre britt,espero que no se case con artie,muy buena tu historia.

Saludos
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Mensaje por monica.santander Sáb Feb 13, 2016 12:15 pm

Pobre Britt pero quiero saber porque San se fue?
Saludos
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Mensaje por Susii Sáb Feb 13, 2016 12:16 pm

Ohhh! Se la encontro! Que intenso fue todo:s
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Mensaje por micky morales Sáb Feb 13, 2016 1:47 pm

gracias por compartir esta historia, aunque la parte de "antes de irme del foro" no fue que me encanto!!!! hasta pronto.
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Mensaje por cvlbrittana Sáb Feb 13, 2016 6:04 pm

Capítulo 5

Natalie le pasó la taza de café recién hecho a su prima. Era ya casi la hora de comer, pero al parecer Santana había dormido poco esa noche y acababa de levantarse.

-¿Qué te ha pasado? Ayer parecías un fantasma. Ni siquiera te comiste la pizza que te encargué.

Santana bostezó antes de llevarse la taza a los labios y sorber el café.

-¡Ah! ¡Joder, Natalie! ¡Me he abrasado la lengua!

-Mmmm... qué mal humor... ¿menstruación?

-¿Quieres que te enseñe lo que aprendí en Lima Heights?

Natalie se rió por el comentario, hasta que la mirada de Santana le indicó que se callase. Se sentó a su lado y sostuvo su mano entre las suyas.

-¿Qué ha pasado?- preguntó de nuevo, ahora más calmada.

-Ayer...- Santana suspiró y se llevó las manos a la cabeza mientras se apoyaba sobre la mesa.- Me encontré con ella.

Los ojos verdes de Natalie se abrieron por la sorpresa.

-Vaya...- hizo una mueca de disgusto.- ¿Qué pasó?

-Me abrazó.- Santana vio cómo Natalie sonreía a su lado.- Y luego entró en un ataque psicótico y empezó a golpearme. Natalie no pudo evitarlo y comenzó a reírse. Santana le dirigió una mirada asesina y volvió a hacerla callar.

-Lo siento.- Dijo Natalie conteniendo la risa.- Es que... siempre has insistido en que era como una niña, que tenías que defenderla siempre.

-Bueno, pues parece ser que ha aprendido a sobrevivir por ella misma. Ahora me pega...- Santana miró el café que tenía delante mientras hacía una pausa.- Me pidió explicaciones, pero tenía miedo de dárselas, así que me fui.

-Al menos le darías tu número, ¿no?

Santana negó con la cabeza.

-No, ¡maldita sea! ¿Es que no entiendes que no puedo verla? ¿Pero qué pasa contigo?- Se levantó de la mesa y llevó la taza al fregador.- Ayer me dices que debo seguir a delante y olvidarla, y hoy me dices que le tenía que haber dado mi número. ¿Qué quieres de mí?

-Santana entiéndelo, ponte en la piel de Brittany por un momento. Se merece al menos una explicación.

-¡Va a casarse, Natalie! Incluso se ha... incluso... ¡Joder! ¡Se ha quitado nuestro anillo! Me ha olvidado, ha rehecho su vida y no me necesita. Si ahora se me ocurriera volver a verla, volver a hablar con ella, estropearía todo su futuro.
Natalie levantó una ceja y sacudió la cabeza. Se levantó de la mesa y se dirigió al teléfono para encargar la comida para ella y su prima. Santana se llevó una mano a la frente. Estaba enfadada, pero esa no era razón para hablarle de esa forma a Natalie.

-Lo siento.- Dijo Santana cuando su prima volvió.- Sé que sólo quieres ayudarme.

-Tranquila, es lo que tiene la menstruación.

-¡Que no la tengo, joder!

Natalie estalló en una carcajada, contagiando la risa a su prima. Era en momentos como este cuando Santana más agradecía la compañía de Natalie, siempre sabía hacerla reír cuando lo necesitaba.

-Recuerda, Santi.- Dijo Natalie después de las risas.- Nueva York es una ciudad muy grande y muy habitada. Puede que no vuelvas a verla en mucho tiempo. No te preocupes, pronto la olvidarás

Santana abrazó a Natalie.

-Si no fueras mi prima ya la habría olvidado.

-Seguirías sin ser mi tipo, de todas formas.

-¿Qué? ¡Venga ya! Con éste pedazo de cuerpo puedo volver lesbiana a cualquiera.

-Mmmm... tal vez si fueras rubia.- Natalie sonrió, le dio un beso en la frente y se fue a recoger su habitación.- Vístete, la comida estará aquí pronto.
________________________________________

El fin de semana fue largo para Brittany. Aunque compartían piso, apenas había hablado con Artie desde el Sábado, después de enfadarse por ocultarle lo de Santana. Artie había intentado pedirle perdón, de hecho no había hecho otra cosa durante el fin de semana. El lunes por la mañana Brittany consiguió la intimidad que quería cuando Artie se fue a trabajar. Había estudiado informática en la universidad y nada más terminar encontró un buen trabajo en una de las más grandes compañías de Estados Unidos. Gracias a ese trabajo había podido comprar aquel ático y... el anillo que aún llevaba al dedo.

Brittany sacudió la cabeza. No podía hacer eso, no podía mirar mal el anillo por una estúpida pelea. Quería a Artie, claro que lo quería, e iba a casarse con él. ¿Estaba mal querer volver a ver a Santana? Sólo necesitaba respuestas. Ella fue algo muy fuerte en su vida y de pronto se fue, no podía negarle las explicaciones.

Pero el problema era que no sabía cómo contactar con ella. Nueva York era una ciudad muy grande, y ni siquiera tenía una pista de dónde podría estar Santana. De todas formas, quedándose en casa no iba a conseguir nada, así que decidió salir a explorar la ciudad. Total, qué podía perder. No tenía nada que hacer; después del instituto no tuvo fuerzas suficientes para ir a la universidad, así que nunca llegó a estudiar una carrera. Recibió varias ofertas para trabajar como bailarina profesional, pero todas fueron rechazadas... ¿cómo querían que bailara si sólo lo hacía cuando estaba feliz? ¿Cómo iba a bailar si la razón de su felicidad se había ido? No lo pensó dos veces: se levantó, se peinó un poco, cogió su bolso y salió del edificio.

No sabía qué hacer ni a dónde ir, así que decidió caminar simplemente. Caminó durante un largo rato y de pronto llegó a un lugar muy familiar. A su alrededor sólo había carteles publicitarios gigantes, gente que iba de un lado para otro con prisa, edificios enormes que no le dejaban ver las nubes. Reconoció el sitio al instante, podía volver a ver a Rachel anunciando que tenía entradas para Cats; podía ver aquellas escaleras donde se sentó junto a Quinn, Mike, Puck, Zizes... Sonrió sin poder evitarlo, perdiéndose en sus recuerdos del pasado. De pronto algo llamó su atención. Entre los muchos carteles sobre musicales de Broadway, el que más resaltaba era el de Wicked. La verdad es que nunca le habían entusiasmado los musicales, pero ese cartel tenía algo que le llamó la atención. Al mirar el cartel se quedó boquiabierta: Rachel Berry debutaba esa noche como Elphaba en Wicked.

Lo había conseguido. Tantos granizados en la cara, tantos insultos, tantas humillaciones... y ahí estaba, había cumplido su sueño.

-Podrías pasarte esta noche.

Una voz la sorprendió por completo. Al girarse se encontró a una mujer de su edad, bastante pequeña de altura, morena y con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Rachel?- Preguntó Brittany sorprendida.- No puedo creerlo, ¡cuánto tiempo!

Brittany se abalanzó sobre los brazos de su antigua compañera, le alegraba muchísimo volver a verla.

-Hola, Brittany.- contestó Rachel al separarse de ella.- ¿Qué haces aquí?

Brittany le contó su historia con Artie, el compromiso y que ahora vivían en Nueva York. Rachel no parecía muy contenta con la historia de Brittany.

-¿Qué ocurre, Rach?

-Oh. Nada, nada.- se apresuró a decir la nueva estrella de Broadway.- Es sólo que... ¿nunca...nunca volvió?
Brittany bajó la mirada y negó con la cabeza, sabiendo que se refería a Santana. A todos les afectó que se fuera de repente, incluso a Rachel.

-Bueno... en realidad... vive aquí. Ayer la encontré.

-¡No me digas! Oye, mira, me apetece mucho un café y quiero hablar contigo, ¿me acompañas a mi cafetería favorita?

La rubia le sonrió y aceptó de buena gana. Llegaron en seguida a la cafetería; Rachel se pidió un mocca con mucho chocolate, Brittany un café con leche simplemente. Se sentaron en una mesa al lado de la ventana y comenzaron a hablar sobre esos siete años que llevaban sin verse. Al parecer Rachel había trabajado muy duro para llegar a donde estaba.

-Empecé con papeles pequeños, como salir unos segundos de extra y cosas así. Después de un año quisieron darme una oportunidad, así que me dejaban hacer de secundaria en algunos musicales, y hoy... ¡Hoy seré la protagonista de mi musical favorito! ¡Estoy tan contenta!

-Me alegro muchísimo por ti, en serio.

-Bueno, pero cuéntame. ¿Qué pasó con Santana? ¿Por qué se fue?

-No lo sé...- contestó Brittany encogiéndose de hombros.

-Pero... ¿no la viste el otro día?

-Ya... pero no me quiso explicar nada.

Rachel se quedó con la boca abierta y luego se concentró en su café. Le parecía una actitud muy egoísta por parte de Santana lo que le estaba haciendo a Brittany. De pronto pareció recordar algo y dejó el café sobre la mesa.

-Espera... Está viviendo aquí, ¿no?

Brittany asintió sin entender nada.

-Supongo que estudiaría aquí en la universidad...

-¿Te acuerdas de qué quería hacer?- preguntó Rachel ansiosa.

-Sí... siempre quiso ser abogada y poder formar su propio bufete.

La cara de Rachel se iluminó por completo y no pudo evitar un pequeño grito.

-Ven conmigo.

Agarró la mano de Brittany y la arrastró hasta fuera de la cafetería. Brittany intentó sonsacarle a dónde la estaba llevando, pero no hubo forma de que contestara. Cogieron el metro y bajaron después de unas cuantas paradas. Rachel paró por fin de arrastrarla y se paró frente a un edificio bastante lujoso, uno de esos edificios neoyorkinos muy altos donde todos los hombres importantes tienen sus oficinas.

-¿Qué hacemos aquí?

-Te presento el edificio de las oficinas de los mejores abogados de Nueva York.- contestó mientras sonreía emocionada.

-¿Crees que estará dentro?

-¡Preguntemos!

Volvió a enganchar la mano de Brittany y la arrastró hacia el interior del edificio. Era precioso. Todo tan bien decorado, tan iluminado... Rachel se acercó a la recepcionista y comenzó a hablarle.

-Hola, verá, estamos buscando a Santana López.

La recepcionista las miró por encima de la montura de sus gafas durante un momento y volvió a centrarse en su trabajo.

-No está aquí, la señorita López se encuentra indispuesta.

-Necesitamos hablar con ella urgentemente. ¿Podría facilitarnos su número?

Levantó una ceja y miró a Rachel molesta.

-No. ¿No sabe que la señorita López no recibe clientes así como así? Se necesita mucho papeleo para...

-Escúcheme, me llamo Rachel Berry, hoy debuto como actriz en Broadway y pronto todo el mundo conocerá mi nombre.- Rachel, tan Rachel como siempre.- ¿Va a negarme el derecho de querer contactar con un buen abogado? Le advierto que o me facilita su número o este bufete sufrirá mi demanda dentro de poco.

La recepcionista dudó durante un momento. Miró a Brittany, quien asentía dándole la razón a Rachel y luego volvió a mirar a ésta. Al poco le pasó una tarjeta a Rachel.

-Aquí tiene el móvil de la señorita López. Buenos días.

-Gracias. ¡Y no se olvide de ir a ver Wicked esta noche!

Rachel sacó a Brittany del edificio, y ya fuera le dio un abrazo. Brittany le correspondió.

-¡Lo hemos conseguido! ¡Tenemos su número! Perdón, toma, es tuyo.- Rachel se lo tendió a Brittany, quien lo miró un poco insegura.- ¿Qué pasa? Vas a usarlo... ¿verdad? No puedes dejar las cosas así, tienen que hablar.

Brittany dejó escapar un suspiro mientras negaba con la cabeza.

-Esto es de locos... ¡me voy a casar! No puedo... Santana es el pasado... No puedo volver al pasado, si vuelvo... ¿y si luego...?- trató de tomar aire para tranquilizarse al darse cuenta de lo agobiada que se sentía de pronto.

-No voy a obligarte a hacer nada que tú no quieras, Britt.- dijo Rachel.- Es verdad, vas a casarte, pero creo que por eso mismo deberías hablar con ella. No puedes empezar algo nuevo sin terminar lo que dejaste a medio en el pasado. Necesitas hablar con ella... Ambas lo necesitáis.

Brittany miró la tarjeta en su mano. Santana López, abogada. Esa tarjeta podía ser el principio de algo, podría darle las respuestas que siempre había esperado... Pero le daba tanto miedo... Es increíble cómo una sola acción puede cambiarte la vida por completo; cómo un simple encuentro en Central Park había vuelto su mundo patas arriba.

Y ahora estaba en sus manos ordenar todo aquel desorden.
________________________________________

Brittany no llamó a Santana ese día. Ni siquiera al día siguiente, o al siguiente. Se pasaba la mayor parte del día contemplando la tarjeta mientras sujetaba el teléfono en la otra mano, intentando reunir fuerzas para marcar el número en relieve. Sin embargo, cuanto más miraba la tarjeta, menos se decidía a llamarla. Sabía que no estaba bien dejar que pasaran tantos días, pero aún así tenía miedo. Cada vez que Artie volvía del trabajo se apresuraba a esconder la tarjeta; había arreglado las cosas con él, no era momento de estropearlo todo por una tarjeta que el chico podría malinterpretar.
No pudo evitar llevar la vista a su anillo de compromiso y sonreír. La noche anterior habían ido a cenar con los padres de Artie para anunciar el compromiso, lo pasaron muy bien, sus futuros suegros la trataron como a una hija más, y además decidieron por fin la fecha de la boda. Artie insistió en que quería casarse cuanto antes, y a ella no le pareció una mala idea, así que tenía dos meses para buscarse un traje de novia mientras los padres de Artie se encargaban de encontrar una iglesia y preparar el banquete.

La puerta del apartamento se abrió de golpe, haciendo a Brittany volver al presente y pegar un brinco. Artie se le había adelantado ese día, había salido antes del trabajo y la había sorprendido con el teléfono en la mano.

-Hola, cariño.- Dijo el chico de la silla de ruedas acercándose a Brittany.- ¿Estás bien? Pareces un poco tensa...

La rubia dejó el teléfono en su sitio y se guardo la tarjeta en el bolsillo.

-No, qué va. E...estoy bien...

-¿De qué era esa tarjeta? - Artie notó cómo Brittany tragaba con miedo ante su pregunta y la cogió de las manos.- Brittany, no me voy a enfadar. Se supone que no hay secretos entre nosotros, no tienes que ocultarme nada...

Brittany suspiró y giró la cabeza. Finalmente se llevó una mano al bolsillo y sacó la tarjeta para tenderla hacia Artie. En principio no parecía gran cosa, la tarjeta de un abogado, pero se quedó helado al leer las letras doradas en relieve que anunciaban el nombre. Se la devolvió a Brittany. La rubia notó que estaba ofendido.

-No la he llamado aún, te lo juro.

-Pero ibas a hacerlo... Quieres hacerlo.

-Por favor, entiéndeme.- Brittany se arrodilló para quedar a la misma altura que su prometido y le agarró las manos.- Era mi mejor amiga, de cierto modo sigue siendo mi mejor amiga. No puedo desaprovechar la oportunidad de saber qué fue lo que le pasó.- Consiguió entablar contacto visual con Artie. Él parecía querer entender lo que le decía, pero podía ver que en sus ojos se veía el miedo a perderla por culpa de Santana.- Te quiero, Artie, y ya no soy la estúpida chica del instituto que te engañaba sin querer con su mejor amiga. Sé cómo tengo que actuar, sé qué está bien y qué está mal... Pero necesito hablar con ella. La necesito a ella.

Artie suspiró y asintió en su silla. Brittany pasó los brazos por sus hombros para rodear su cuello y abrazarlo, agradeciendo que la comprendiera.

-Pero por favor.- Comentó Artie sin romper el abrazo.- Ten cuidado con ella. No quiero que vuelvas a sufrir...

-Lo tendré.
_______________________________________________________________________________________________________

Seguimos, y lo de irme del foro, ya es hora, llevo demasiado tiempo por aquí y cada vez me queda menos tiempo; esto de ser un adulto consume muchas horas :), asi que aprovechen estas historias.
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Mensaje por monica.santander Sáb Feb 13, 2016 8:04 pm

Hola! Que tensa historia! ! Pero me encanta!!
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Finalizado Re: Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final

Mensaje por cvlbrittana Sáb Feb 13, 2016 8:08 pm

Capítulo 6:

Había pasado casi una semana desde su encuentro con Brittany y no había vuelto a verla. Una parte de ella agradecía no haberla encontrado de nuevo por la calle, pero el resto insistía en que tenía que verla otra vez. Salió de su despacho más tarde de lo habitual; había dejado demasiado trabajo atrasado y quería terminarlo antes de empezar de nuevo el fin de semana. Santana caminó despacio hasta su edificio, pensando en las consecuencias que vendrían si volvía a contactar con Brittany. Le había dicho a Natalie que era una idea terrible, pero la verdad es que no soportaba la idea de vivir en la misma ciudad que ella y no poder verla. Aunque por el otro lado, verla supondría dar explicaciones, y no estaba preparada para hablar del asunto con ella. ''No, no puedo contárselo. Y menos ahora que va a casarse'', pensaba mientras giraba la cerradura de la desgastada puerta azul de su edificio.

Suspiró al ver las escaleras que le quedaban por subir antes de llegar al piso. Su prima y ella trabajaban duro, pero tenían que conformarse con el séptimo piso en un edificio sin ascensor. De todas formas era un edificio bastante acogedor, o eso creía ella. Le encantaban las casas antiguas, el olor, los colores desgastados... Santana pensaba que cada grieta en la pared, cada mancha en el suelo, era una historia diferente, una vida diferente.

Al llegar a su puerta llamó desesperadamente al timbre, intentando recuperar el aliento después de subir todos esos escalones. Natalie se apresuró a abrir la puerta y le pegó un manotazo a su prima.

-¿Es que quieres que me quede tonta? ¡Ese timbre me deja la cabeza molida!

-Pues date más prisa la próxima vez. Espero que me hayas dejado el baño libre, necesito una ducha ya.

-Antes de nada...- Natalie cerró la puerta tras Santana y le tendió el móvil.- Te lo has dejado aquí... No ha parado de sonar en todo el día y es siempre el mismo número. Lo he cogido antes para saber quien era y...

Natalie no siguió hablando. Pensaba qué decirle a su prima, cosa que asustó a Santana.

-¿Quién era, Natalie?- Preguntó cogiendo el móvil.

-Era Brittany.

Santana comprobó las veintitrés llamadas perdidas, todas del mismo número, y de pronto le entró el pánico. ¿Qué iba a hacer? ¿La llamaba o hacía como si nada? Miró a Natalie, ella era la inteligente, el cerebro de la casa; ella sabría qué hacer.

-Bueno, ¿qué vas a hacer?- Preguntó Natalie cruzándose de brazos.

-Pues... no lo sé. ¿Qué debo hacer?

Natalie sonrió y se dirigió a la cocina para prepararse un bocadillo. Santana la siguió, con el teléfono en la mano y esperando una respuesta.

-Santana, no voy a decirte qué tienes que hacer. Ya eres lo suficientemente mayor como para saber cómo tienes que actuar.

-¡Pues no lo sé! No tengo ni idea de qué hacer.

La mayor de las López dejó su cena a medio hacer y se giró hacia Santana, cruzándose de brazos y mirándola directamente a los ojos.

-¿Qué es lo que quieres hacer?

-Esconderme en el hoyo más profundo que encuentre y no salir de él nunca.- Contestó Santana al instante.

-Vale, ¿y qué es lo que necesitas hacer?

-¡Acabo de decírtelo!- replicó la latina levantando las manos desesperada.

-Cuando encuentres la diferencia entre lo que quieres y lo que necesitas, actúa. ¿Queso o jamón?

-Los dos, por favor.

Volvió a concentrarse en preparar su bocadillo y seguidamente empezó con el de Santana. La latina se dio una ducha rápida de agua fría y se puso un cómodo pijama de primavera; comenzaba a hacer calor por las noches, pero no se atrevía a ponerse un pijama de verano por si empezaba de pronto a refrescar. Las dos se sentaron en el sofá y pusieron una película mientras tomaban el bocadillo. Otro clásico de Natalie: ''La gata sobre el tejado de Zinc'', de Elizabeth Taylor y Paul Newman.

Santana había visto esta película miles de veces desde que se mudó con su prima, era una de sus favoritas, pero no prestaba mucha atención. Seguía pensando en todas aquellas llamadas perdidas, en qué debía hacer con Brittany. Pero sobre todo pensaba en las palabras de Natalie. La diferencia entre lo que quería y lo que necesitaba... ¿No eran lo mismo?

''Estúpida prima filosófica...'', pensó mientras se apoyaba en el hombro de Natalie.

Cerró los ojos durante un momento para perderse en sus pensamientos. De pronto ocurrió. Recordó las palabras de Paul Newman en la película, cuando dijo que necesitaba beber hasta que en su cabeza apareciera un click. Pues bien, ese mismo click acababa de aparecer en la cabeza de Santana, solo que a ella no le hizo falta el alcohol para escucharlo. Sonrió y apartó la cabeza del hombro de su prima para coger el teléfono que había dejado sobre la mesilla que tenían en frente.

-¿Qué estás haciendo, Santi?

-Ya lo he entendido.- Dijo mientras marcaba el número que le había dejado veintitrés llamadas perdidas.- Ya sé lo que necesito. Tengo que hablar con ella.- Hizo una pausa mientras sonreía y se llevaba el teléfono a la oreja.- La necesito a ella.

________________________________________

Artie se terminó el desayuno lo más rápido posible; hoy tenía una importante reunión en el trabajo y tenía que estar muy temprano en su despacho. Brittany también fue rápida, pero por distintas razones: quería que el tiempo pasara deprisa.

-Britt, relájate.- Le dijo Artie sonriendo desde la puerta de la cocina.

-Lo siento.- Brittany tragó el trozo de tostada que estaba devorando.- Es que aún no me creo que vaya a verla de nuevo.

-Seguro que tenía tantas ganas de verte como tú.- Intentó sonreír, pero no engañó a Brittany; por mucho que tratara de fingir que se alegraba, le preocupaba mucho su encuentro con Santana.- Bueno, te veo por la noche. Pásalo bien.

-¡Adiós, Artie!

Terminó el desayuno y comenzó a prepararse. Desde ayer por la noche no había hecho otra cosa que sonreír, y aún no había desaparecido esa sonrisa de su cara. Fue tan mágico. Cuando ya se había dado por vencida sonó su móvil, y menos mal que contestó sin mirar si quiera quién llamaba, porque de lo contrario estaba segura que no lo habría cogido. A través del teléfono Santana sonaba un poco nerviosa, pero después de unos segundos se armó de valor y consiguió controlar la voz. Fue una conversación normal entre amigas, se contaron lo que habían hecho durante la semana, y Santana le confesó que había estado pensando en llamarla, pero no tenía su número. Fue entonces cuando Brittany se maldijo por no haberla llamado antes.

Al final de la conversación Santana le propuso quedar a tomar algo. Brittany dudó por un momento, pero Santana siguió intentándolo. ''Necesito verte otra vez, Britt'', fue lo único que dijo, y con lo que consiguió que Brittany aceptara. Santana le indicó una cafetería cercana a su propia calle y además dejó caer sin darse cuenta donde vivía. Brittany sonrió como una niña ilusionada al darse cuenta de que sabía donde vivía Santana: séptimo piso sin ascensor de el edificio de la puerta azul y vieja en la calle de la cafetería en la que habían quedado.

El tiempo pasó volando y pronto Brittany ya estaba completamente lista para salir. No estaba muy lejos, pero tampoco lo bastante cerca como para ir a pie, así que decidió coger un taxi. Le dio las indicaciones y en cuestión de minutos llegó a la cafetería. No había rastro de Santana, así que se sentó y se pidió un granizado mientras esperaba. No pudo evitar reírse al ver el granizado frente a ella y acordarse de esos tiempos en los que los granizados se usaban como bombas para impactar contra las caras de los miembros del Glee Club.

Los minutos pasaban, y Santana seguía sin aparecer. Brittany terminó el granizado y siguió esperando, jugando con la pajilla que había dentro del vaso de cristal. Miró el reloj, ya era bastante tarde, se estaba retrasando más de una hora. Brittany suspiró con pesar, sin entender por qué no se lo había esperado; no era la primera vez que Santana la dejaba tirada.

Pagó el granizado y salió de la cafetería con intención de irse a su casa, pero algo la detuvo. Le había costado mucho llegar hasta aquí, le había costado contactar con ella... No podía dejarlo pasar así como así. Sonrió para ella al recordar un detalle: una puerta azul y vieja. Comenzó a mirar a su alrededor, pero no había rastro de ninguna puerta así. Recorrió la calle de arriba a abajo, hasta que por fin la encontró. Por suerte una mujer mayor estaba a punto de entrar, así que se apresuró hacia la puerta.

-Espere, deje que la ayude.- Ofreció la rubia mientras sujetaba la puerta y ayudaba a la anciana con las bolsas de la compra.

La mujer vivía en el primer piso, así que dejó las bolsas en el suelo y siguió su camino hasta el séptimo. Sólo había una puerta así que no lo dudó, comenzó a llamar al timbre. Nadie contestaba, así que volvió a llamar. Nada. Empezó a aporrear la puerta, gritando el nombre de Santana, pero nadie contestaba.

-Se ha ido.- Dijo una voz a sus espaldas.

-Eh... ¡Hannah!- dijo Brittany agachándose para poder hablar mejor con la niña rubia que había aparecido por detrás de ella.- ¿Sabes dónde está?

Hannah se encogió de hombros y bajó la mirada. Parecía preocupada.

-Se fue con la ambulancia... Eso ha dicho mi mamá...

Brittany se quedó petrificada ante la respuesta de la niña, pero intentó ocultar su preocupación para no asustarla.

-¿Sabes a qué hospital iba esa ambulancia?

-Sí... está tres calles más abajo ¿Vas a ir a verla? ¿Puedo ir contigo?

-Lo siento, cariño, no es un lugar para niños. Pero te prometo que vendrá pronto, ¿vale?- La niña asintió y Brittany le revolvió el pelo intentando que sonriera.- ¿Dónde vives?

-En el piso de abajo. Mi madre me había pedido que subiera para decirte que te callaras.

Brittany se sonrojó ante esa confesión de la niña. Se enderezó y se despidió de Hannah antes de comenzar a bajar las escaleras para salir del edificio. Tres calles más abajo... Le sonaba haber visto ese hospital antes, así que se apresuró a llegar a él. En menos de diez minutos estaba entrando por las puertas del hospital; el olor a medicamentos y látex le inundó nada más cruzar la puerta.

La rubia corrió hacia el mostrador, donde había una enfermera hablando por el teléfono. Cuando se acercó, la enfermera colgó y se centró en ella.

-Perdone, vengo a ver a Santana López. ¿En qué habitación se encuentra?

La enfermera comprobó el nombre en el ordenador y luego se dirigió a Brittany.

-No tenemos ningún paciente con ese nombre, lo siento.

-Compruébelo de nuevo, por favor, es importante.- El corazón de Brittany latía más deprisa que de costumbre.

-Oiga, le he dicho que no tenemos ningún paciente con ese nombre.

Brittany levantó la ceja y se giró para sentarse en una de las sillas en las que pacientes en espera pasaban el tiempo hasta que llegara su turno de ser atendidos. ¿Cómo que no estaba ahí? ¿Se habría equivocado de hospital? A lo mejor no era ese el hospital al que la habían llevado...

De pronto algo llamó su atención, una voz, concretamente, llamó su atención.

-¡Dejenme entrar! ¡Dejenme verla! ¡Natalie!- Santana forcejeaba contra tres enfermeros mientras intentaba avanzar por el pasillo que conducía a la sala de operaciones.- ¡¿Es que no lo entienden? ¡Me necesita a su lado! ¡Natalie!

-¡Santana!- Brittany se levantó como movida por un resorte al ver aquella escena y corrió hacia la latina. Se alivió al ver que no era ella la herida.- ¡Sueltenla! ¡Dejenla en paz!- gritó a los enfermeros.

Los tres hicieron caso a Brittany y soltaron a la latina. Al soltarla no pudo evitar caer al suelo de rodillas, mientras sus mejillas se cubrían por una fina capa de lágrimas. Brittany se arrodilló frente a ella, sintiendo cómo se encogía su corazón con cada sollozo de su amiga. Llevó sus manos a las mejillas de Santana y comenzó a limpiar sus lágrimas, intentando que la mirase o por lo menos que abriera los ojos.

-Santana, soy yo. Soy Brittany... Vamos, mírame. Por favor...

De pronto los brazos de Santana rodearon su cuello. Sintió cómo su amiga se refugiaba en ella, cómo enterraba su cara en su pecho buscando cobijo, buscando un lugar seguro para llorar. Brittany la envolvió entre sus brazos, su mano empezó a recorrer la espalda de Santana hacia arriba y hacia abajo. Era la primera vez en toda su vida que veía a Santana de esa manera, indefensa, vulnerable... esa escena le estaba rompiendo el alma. Santana se aferraba a la parte trasera de la camiseta de Brittany mientras secaba sus lágrimas con la parte delantera. La rubia comenzó a acariciar el pelo de su amiga, y mientras lo hizo una lágrima se deslizó por su mejilla. Comenzó a besar su cabeza mientras la estrechaba entre sus brazos, sintiendo cómo sollozaba bajo cada beso, hasta que finalmente dejó de llorar, dejó de sollozar, pero continuó abrazada a Brittany mientras ésta intentaba animarla con sus besos y su abrazo.

-Ya está, San...- susurró al ver que ya estaba calmada.- Ya ha pasado...

-No me dejan verla, Britt...- dijo con una voz desgarrada por el llanto.- No me dejan verla...

Recordó cómo los enfermeros estaban intentando evitar que avanzara por el pasillo hacia la sala de operaciones y supuso que la chica a la que quería ver, Natalie, estaba siendo operada en ese momento.

-Está en la sala de operaciones, San, podrás verla después.- Brittany sintió cómo otro sollozo se escapaba de Santana y la abrazó más fuerte.- Por favor, no llores...- la apartó con cuidado y obligó a la latina a mirarle a los ojos. Comenzó a apartar los mechones de la cara que se le habían pegado a las mejillas por culpa de las lágrimas.- Vamos a hacer una cosa. Vamos a ir al baño, vamos a secarte todas esas lágrimas y vamos a bajar a la cafetería del hospital para comer. Después de comer preguntaremos por ella e intentaremos verla, ¿vale?

Santana asintió y se pasó el dorso de la mano por las mejillas. Brittany le sonrió y se levantó del suelo, agarrando las manos de Santana para levantarla y dirigirla al otro lado del pasillo. Una vez en el baño, Brittany partió unos cuantos trozos de papel, agarró la mano de Santana y colocó a ésta contra el lavabo. Con un trozo de papel secó las mejillas de Santana. La latina se estremeció bajo el gesto de su amiga y cerró los ojos mientras sentía el contacto del papel sobre su mejilla. Brittany sonrió. La Santana indefensa que estaba viendo en ese momento le pareció lo más tierno que había visto en la vida.

Cuando secó por completo sus mejillas llevó la palma de su mano a la frente de la latina. El llanto había aumentado su temperatura corporal, además le había dejado la cara totalmente roja. Abrió el grifo que había detrás de Santana y humedeció un trozo de papel con agua fría. Santana agradeció la sensación del agua sobre su cara y abrió los ojos para mirar a Brittany. Ella le sonrió y le acarició la mejilla que acababa de humedecer. Santana sonrió también. ¿Quién iba a decirle que algún día sería Brittany la que consolaba y ella la que lloraba? La rubia humedeció otro trozo de papel y lo deslizó por la otra mejilla, y cuando terminó hizo lo mismo con la frente.

-¿Mejor?- Preguntó arreglando el oscuro pelo de la latina.

-Sí...- Santana sonrió, intentando evitar el contacto visual con Brittany. Fue algo imposible, la rubia por su parte intentaba lo contrario. No pudo evitar sonreír y ceder para mirarla a los ojos, esos preciosos ojos azules que después de siete años seguían siendo igual de dulces.- Gracias, Britt.

-Venga, ya es casi la hora de comer. ¿Bajamos a tomar algo? Necesitas reponer fuerzas después de todas las cataratas que has derramado.

Santana asintió sin romper el contacto visual con Brittany. Entonces sintió cómo rodeó sus muñecas con sus dedos y la atrajo hacia ella para envolverla en un abrazo. Santana se apoyó en su hombro y sintió de nuevo los labios de Brittany en su cabeza. Un escalofrío recorrió su espalda, devolviéndole a la realidad y recordándole que no debía permitirse estas situaciones con Brittany.

Se separó de ella despacio y, sin pensarlo dos veces, levantó su meñique. La cara de Brittany se iluminó por completo ante aquel gesto y enlazó su meñique con el de Santana.

-Siento haberte dejado plantada, B.

-No seas tonta, no tienes por qué pedirme perdón.

Santana apretó su meñique mientras sonreía y juntó su brazo con el de Brittany. De pronto se acordó de Natalie, de la sala de operaciones... Pero no podía hacer nada. Sólo debía hacer caso de Brittany: comerían algo y después intentarían verla.
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Uno mas.
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Mensaje por Susii Sáb Feb 13, 2016 8:32 pm

Que le paso a Natallie!!? :/
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Mensaje por cvlbrittana Sáb Feb 13, 2016 9:51 pm

Capítulo 7.

Los minutos pasaban lentos y pesados en la sala de espera. Santana estaba sentada, con el cuerpo inclinado hacia delante los codos sobre las rodillas y sujetando su cabeza entre las manos. Sus rodillas subían y bajaban a una velocidad de vértigo por culpa de la espera. Brittany llevó una mano a la rodilla más cercana, sobresaltando a su amiga y haciéndola parar de golpe. Levantó la cabeza asustada, pero al ver que era Brittany se relajó.

-Tranquilízate o te van a ingresar por un ataque de ansiedad.- Susurró Brittany agarrando su mano.

Santana asintió y entrelazó sus dedos con los de Brittany. Se estaba portando muy bien con ella, mucho mejor de lo que esperaba. La había consolado, le había pagado la comida y ahora se estaba quedando a su lado, apoyándola, mientras esperaba tener noticias de Natalie. La trataba como si nunca se hubieran separado. Pero lo que más le agradecía era que no la estaba forzando a hablar. No había hecho ninguna pregunta durante el rato que llevaban juntas, sabía que si preguntaba qué había pasado Santana corría el riesgo de derrumbarse de nuevo, y no quería verla llorar. Ni siquiera le había preguntado por qué se fue hace siete años, pregunta que Santana pensaba que iba a hacerle en cualquier momento de la comida. En vez de eso intentaba distraerla, recordando anécdotas de cuando eran pequeñas, de todas sus travesuras, de todos los momentos felices que habían pasado juntas. Sólo quería hacerla sonreír y que olvidara todo lo que la molestaba.

Sonrió a Brittany y apoyó la cabeza en su hombro. Estaba demasiado cansada, todo había sido muy rápido, y además le dolía todo el cuerpo. Sólo quería dormir, dormir y olvidarse del resto del mundo. Sintió la cabeza de Brittany apoyarse contra la suya, también estaba cansada. De pronto una enfermera se acercó hacia ellas. Santana soltó la mano de Brittany y levantó la cabeza, esperando alguna noticia sobre el estado de Natalie.

-¿Está viva?- preguntó antes de que la enfermera pudiese hablar.

-Los médicos han hecho todo lo posible, de verdad...

-¿Está viva?- preguntó de nuevo Santana, al borde de un ataque de nervios.

-Sí, - Brittany notó cómo el cuerpo de su amiga se relajaba tras la afirmación de la enfermera.- pero su estado es demasiado crítico. Ha perdido demasiada sangre, se ha dado un fuerte golpe... ha entrado en un estado de coma.
Santana se llevó las manos a la cara y sollozó sobre sus palmas. Brittany pasó su brazo alrededor de su amiga y la abrazó.

-¿Podemos verla?- Le preguntó a la enfermera sin soltar a Santana.

-Sí, claro. Vengan conmigo.

Al levantarse, Brittany rodeó la cintura de Santana mientras la enfermera las conducía hasta la habitación de Natalie. Nada más llegar, Santana se deshizo del brazo de Brittany y se dirigió hacia la chica que reposaba inmóvil sobre la camilla. Agarró una de las manos de Natalie y le acarició la mejilla.

-Natalie... Estoy aquí, cariño, estoy aquí...- susurraba mientras besaba su mano con cuidado.

Brittany se acercó despacio y contempló a Natalie. Habían vendado su cabeza después de la operación, le habían puesto puntos en el labio inferior y en la ceja izquierda, y al parecer debía haberse torcido el cuello porque llevaba también un collarín. No pudo evitar sentir curiosidad por quién era esa chica por la que lloraba Santana, pero sobre todo estaba intrigada por saber cómo había llegado a esa situación. Parecía tener un par de años más que ellas, y bajo todas esas heridas seguro que era una chica muy mona. Se sentó en el sillón que había bajo la ventana de la habitación y contempló a Santana llorar. No iba a consolarla, necesitaba desahogarse un poco. Además, necesitaba un momento a solas con Natalie. Cerró los ojos un momento, acomodándose en el sillón y se dejó llevar por un profundo sueño.

Al abrir los ojos el sol comenzaba a ponerse. Brittany miró su reloj, ya eran casi las ocho de la tarde y seguía en el hospital. Llevó la vista hacia la camilla y vio a Santana aún arrodillada frente a Natalie, agarrando su mano. Se levantó y se acercó a ella. No tardó en darse cuenta de que se había quedado dormida en esa postura, de rodillas, con la cabeza apoyada en la camilla. Comenzó a zarandearla con cuidado.

-San... Eh, Santana. Vamos, despierta.

Santana abrió los ojos y bostezó. Al levantarse hizo una mueca de dolor, se le habían entumecido las rodillas de estar varias horas así.

-¿Qué hora es?- Preguntó un poco adormilada.

-Tarde. Deberías irte a casa.- Brittany notó que dudaba mientras seguía sujetando la mano de Natalie.- Estará bien.
Necesitas descansar. Mañana puedes volver a visitarla. Además, no creo que te dejen quedarte aquí esos enfermeros...
Santana asintió y soltó la mano de Natalie para coger la de Brittany. Salieron del hospital y se dirigieron al edificio cuya entrada era una puerta antigua y azul. Les costó subir los siete pisos sin ascensor, sobre todo a Santana, que seguía cansada y con dolor de rodillas, pero Brittany la iba ayudando de vez en cuando, pegándole algún empujón. Una vez arriba Santana se dirigió corriendo a la cocina, se puso un vaso de agua y se dejó caer en una silla.

-Dios, esas escaleras me matan.- comentó después de vaciar el vaso.

Brittany le sonreía desde la puerta de la cocina. Se dio cuenta de que en la nevera, entre los muchos imanes que habían, estaba una foto en la que salían Santana y la chica que estaba en el hospital, sólo que sin heridas ni vendas, claro. Santana siguió la línea de su mirada hasta la foto, fue entonces cuando se dio cuenta de que Brittany no sabía quién era Natalie.

-Se llama Natalie. Es mi prima.- Santana notó la sorpresa en el rostro de Brittany.- Vivo con ella desde que me mudé aquí.

-¿Qué le ha...? Quiero decir...

-Un accidente de tráfico.- respondió sin mirarla.- Tenía que ir a trabajar fuera de la ciudad. Había cogido el coche, la estaba viendo dejar la calle desde la ventana... y de pronto apareció otro coche. Se saltó el semáforo e impactó directamente contra el asiento del conductor.- Hizo una pausa mientras sostenía el vaso entre sus manos, con fuerza.- Se ha abierto la cabeza, le han tenido que poner puntos y se ha roto dos costillas. Y no sé qué daños cerebrales le habrán producido el golpe...

De pronto volvió a llevarse las manos a la cara. Brittany corrió a su lado y la abrazó desde detrás.

-Todo va a arreglarse, ya verás...

-Sin ella me muero, Britt.

-Shh... no digas eso, venga.- Brittany recogió el pelo de Santana por detrás de sus orejas y apoyó la barbilla en el hombro de su amiga mientras la abrazaba más fuerte.- ¿Me sacas un pijama?

Santana parpadeó repetidamente ante la pregunta de Brittany. Giró la cabeza para encontrar los ojos azules de su amiga.

-¿Qué? N...no puedes quedarte, Artie se preocupará.

-Artie lo entenderá.- Brittany sonrió intentando calmarla.

-No quiero que te veas obligada a quedarte. Estoy bien, en serio.- Insistió Santana.

-Claro que me veo obligada a quedarme, porque eres mi mejor amiga y no voy a dejarte sola cuando está claro que no estás bien. ¿O es que prefieres que me vaya?

Santana agachó la vista y negó con la cabeza. Brittany la soltó para que pudiera ir a su habitación a buscar un par de pijamas para las dos. Mientras Santana buscaba, Brittany le enviaba un mensaje a su prometido para que no se preocupase por ella, aunque tendría que darle explicaciones al día siguiente.

-Tengo curiosidad.- Dijo Santana mientras le tendía un pijama a su amiga.- ¿Cómo conseguiste mi número?

-Digamos que tuve ayuda de cierta conocida nuestra...- Brittany sonrió al ver cómo Santana levantaba la ceja expectante.- Rachel Berry.

-¿Qué dices? ¿Está aquí?

-Ha llegado a Broadway, ya protagoniza musicales.

-Vaya... - Santana sonrió, nunca había sentido simpatía por Berry, pero la idea de que hubiera logrado sus sueños a pesar de los constantes insultos le resultaba muy admirable.- Oye, ¿quieres ducharte? Puedo dejarte ropa interior... si quieres.
Brittany asintió con la cabeza y Santana la dejó ducharse tranquilamente. Una vez que la rubia se metió a la ducha Santana comenzó a darle vueltas a la cabeza; estaba hecha un lío. No sabía qué pensar de aquella situación. No quería que Brittany se fuera, no quería pasar la noche sola en ese estado; pero tampoco le entusiasmaba la idea de volver a dormir con Brittany. ¿Cómo iba a reprimir el impulso de...? Bueno, esos impulsos. No estaba hecha de piedra, no podían ponerle delante un plato tan sabroso y esperar que lo rechazase. Pero tenía que hacerlo, o al menos eso se decía a sí misma, tenía que respetar a su amiga, tenía que tratarla como a una amiga y ya está.

Brittany salió de la ducha después de un rato, con un pijama rosa de Santana y secándose el pelo con la toalla. Tuvo que recordarse que necesitaba respirar al ver que su propio pijama le sentaba mejor al cuerpo de Brittany

-¿T...Te apetece pizza o prefieres tacos para cenar?- Preguntó Santana mientras cogía el teléfono, intentando ocultar el color rojo que sus mejillas acababan de adoptar.

-¿Qué? ¡Olvida la comida rápida! Te voy a hacer mi especialidad.

-¿Sabes cocinar? ¡Eso es nuevo!- Santana no salía de su asombro mientras dejaba el teléfono en su sitio y contemplaba cómo Brittany se metía en la cocina y empezaba a buscar cacharros por los armarios.

-Hay muchas cosas en mí que te has perdido. Ve a la ducha, intentaré que la cena esté lista cuando salgas.

-¿Qué vas a hacer?

Brittany agarró una cuchara de madera con una mano y se giró hacia Santana para lanzarle la toalla con la que se había secado el pelo.

-''Diversalada'', la ensalada divertida de Brittany S. Pierce.

Brittany se puso manos a la obra en un santiamén y antes de que Santana saliera de la bañera había terminado por completo de hacer la cena. La verdad es que Santana se había tomado su tiempo, le encantaba estar en el agua, era el momento del día en que podía relajarse por completo. Se peinó, se colocó una cinta para despejarse el pelo de la cara y salió hacia la cocina.

-¡Qué bien huele!- Dijo acercándose a Brittany, que estaba colocando la cena en los platos.- ¿Puedo probar un poco?
Brittany le dio con la cuchara de madera en la mano y se giró.

-A la mesa, señorita. Te esperas a que esté del todo lista.

Santana se cruzó de brazos y se sentó frente a la mesa de la cocina. Sus tripas empezaron a sonar y Brittany no pudo contener la risa al oír aquel ruido.

-Toma.- Dijo poniendo un plato frente a ella.- Dale de comer al dragón que hay en tu estómago.

-Oh, qué graciosa.- Sonrió a Brittany mientras veía cómo llenaba otro plato para cenar ella también.- ¡Vaya! Ahora entiendo por qué se llama ''Diversalada''.

Contempló el plato que tenía delante y empezó a reírse mientras hurgaba con el tenedor dentro de su cena. Había hecho una ensalada con pasta de color naranja y amarilla, trozos de manzana, jamón... podría decirse que había puesto todo lo que había dentro de frigorífico en ese plato. E incluso había añadido unas galletas que Natalie había comprado en forma de estrellas y para rematarlo había rallado un par de onzas de chocolate por encima.

-¡Que aproveche!- Dijo Brittany sentándose a su lado.

-Esto no puede ser comestible... ¿chocolate?- Santana comenzó a reírse sin saber por qué.- No pienso comerme esto.

-¡Pero bueno!- Brittany se hizo la ofendida y le quitó el tenedor a Santana.- ¡Pues te lo vas a comer! Venga.- Pinchó con el tenedor en el plato de Santana y lo acercó a la cara de la latina.- Abre la boca.

-¡Brittany!- protestó entre risas.

-O abres la boca o te vas a la cama sin cenar.

Santana se hizo la enfadada y se cruzó de brazos. Brittany sonrió y le acercó más el tenedor, haciendo a la latina abrir la boca. Visto y no visto, Brittany metió el tenedor entero en la boca de Santana.

-Muy bien, ahora tú solita.

-Dios, no puedo creer que esta mierda esté buena.- Comentó Santana con la boca llena mientras pinchaba en su plato.

-¡No digas palabras feas en la mesa! Y no hables con la boca llena. ¿Qué diría tu madre?

-¡Ahora mismo tú eres mi madre!

Terminaron pronto la cena y dejaron los platos en el fregadero, ya los lavarían mañana. Ninguna de las dos tenía sueño, ya habían dormido bastante en el hospital, así que decidieron ver una película. Santana la eligió sin consultar y se recostó en el sofá. Brittany se acostó también, pero en el lado contrario, poniendo los pies sobre el estómago de Santana y haciéndole cosquillas.

-¿Qué película has puesto?- preguntó mientras sonreía.

-La única que tengo de dibujos, sé que te gustan mucho. Es ''La Sirenita''.

-¡Es mi favorita!- Saltó Brittany desde el otro lado del sofá.

''Por eso la compré'', pensó mientras sonreía,

Comenzaron a ver la película recostadas en el sofá, cada una con la cabeza en un extremo. Santana se centró en la historia más de lo que esperaba, hacía mucho tiempo que no veía una película de dibujos, y le pareció una historia conmovedora la de Ariel. De pronto notó que algo se acercaba directo a su cara, así que puso los brazos para detener el impacto.

-¡Brittany! ¡Quítame el pie de la cara, cerda!

-¡Venga, San! ¡Sólo es un juego!- Dijo Brittany entre risas intentando que su pie tocase la cara de Santana, la cual estaba protegida por sus brazos.

Santana agarró los dos pies de la rubia y los levantó, impidiendo que volvieran a tocarla.

-¿No crees que ya eres bastante mayor para estas tonterías?

Brittany hizo un mohín con sus labios, se dio la vuelta para mirar la televisión y recogió los pies, apartándolos de Santana. De pronto sintió que algo impactaba contra su cara y lo apartó con una mano, era el pie de su amiga. El otro pie de Santana atacó también, así que lo sujetó con la otra mano.

-¡Venga, Britt! ¡Sólo es un juego!- Dijo imitando a la rubia.

-¡Para!- Brittany contraatacó con sus pies, pero Santana los agarró en el aire y empezaron a forcejear.

Finalmente, la rubia apartó la cara lo suficiente como para soltar uno de los pies de Santana y coger un cojín. Se deslizó por debajo de los pies de Santana y salió del sofá para lanzarse sobre ella y empezar a darle con el cojín. Santana gritó al sentir el peso de Brittany sobre el estómago pero siguió riéndose. Empezó a hacer cosquillas a la rubia para que la soltase, y está reaccionó cayéndose del sofá al suelo.

Santana no desperdició la oportunidad, agarró también un cojín y empezó a darle con él en la barriga. Brittany gritaba y se reía en el suelo, rodando sobre ella misma y poniéndole zancadillas a Santana, hasta que al final consiguió que se cayera ella también. Acabaron las dos en el suelo, boca arriba, la una al lado de la otra y respirando con dificultad mientras se reían.

-¿No decías algo de ser demasiado niña para esto?- Replicó Brittany apoyándose en su codo y mirando a su amiga.

-Bah, era una táctica para bajar tus defensas y contraatacar.

Santana se apoyó en su codo, al igual que Brittany. Miró a su amiga y sonrió. La rubia no pudo evitar sonreír también. De pronto se sonrojó y bajó la mirada para evitar el contacto visual con Santana.

-Al final la pelea me ha dado sueño.- Comentó la rubia volviendo a mirar a los ojos a su amiga.

-A mí también. ¿Te acompaño a tu habitación?

Brittany frunció el ceño confusa, pero se levantó para seguir a Santana. Dejó los zapatos en un rincón del salón y caminó descalza hasta la habitación que la latina le indicó.

-¿Es tu habitación?- preguntó Brittany mirando las fotos de Bob Marley de las paredes.

-Sí... yo dormiré en la de Natalie.

Santana contempló a Brittany mientras ésta miraba todo lo que tenía en las estanterías. De pronto alzó una mano y cogió una bola de cristal de decoración, esas que si la agitas parece estar nevando.

-Yo te regalé esto...- susurró mientras sonreía.- ¿Cuánto teníamos? ¿Ocho años?

-Nueve... Me lo trajiste de tu viaje a Italia.- Santana se acercó y miró la bola con una sonrisa.- Sabías que me habría encantado acompañarte, así que dijiste que si yo no iba a Florencia...

-Yo la traería para ti... es verdad, aquí dentro está el Puente Vecchio...

Brittany levantó la mirada sonriendo. Santana no pudo evitar fijarse en cómo su pelo caía sobre sus ojos, desordenado por la pelea con cojines de antes. Estaba tan mayor, había cambiado muchísimo pero Santana podía ver en aquella sonrisa a la misma Brittany... su Brittany. Se aclaró la garganta, cogiendo con suavidad la bola de cristal y dejándola sobre la estantería de nuevo.

-Bueno... buenas noches.- Dijo Santana antes de irse de la habitación.

Brittany le dio un abrazo para despedirse.

-Hasta mañana.

Santana salió de la habitación y se dirigió a la de su prima. Apartó la ropa que había dejado ésta sobre la cama y la dejó en la silla que sujetaba la puerta de la habitación. Suspiró mientras miraba la cama donde debería estar durmiendo Natalie.

Estuvo un rato dando vueltas en la cama, sin encontrar una postura lo suficientemente cómoda. Era una cama demasiado grande para su gusto, y hacía demasiado frío en esa habitación, así que tenía que dormir muy encogida. No pudo evitar que un par de lágrimas se le escapasen por el hecho de estar durmiendo en el cuarto de su prima.

-¿San?

Una voz la llamó desde la puerta. Santana se sentó sobre la cama y entrecerró los ojos para ver con más claridad.

-Britt, ¿estás bien?

Brittany jugaba con sus dedos desde la puerta, como lo hace una niña pequeña antes de preguntarle algo a su madre cuando teme que le dirá que no.

-Puedo... Puedo...

Santana sonrió desde la oscuridad y se hizo a un lado en la cama. Brittany también sonrió al ver que la había entendido y se apresuró a recostarse en el hueco que le había dejado.

-¿Estabas llorando?- preguntó Brittany, que había visto el rastro de las lágrimas al acercarse.

Santana se había recostado de espaldas a ella, no podría soportar dormir en la misma cama que Brittany y encima tener que mirarla a los ojos. Asintió y se secó las lágrimas.

Brittany le acarició el pelo por atrás. En cuanto notó el tacto de sus dedos en su cuero cabelludo sintió como si una corriente eléctrica atravesase su cuerpo. Giró sobre sí misma, encontrándose con la mirada de Brittany. Al mirarla recordó todas aquellas noches, todos aquellos ''te quiero'', todos los abrazos, todos los besos... y no pudo evitar que una sonrisa de añoranza asomase en su rostro. Entrelazó sus dedos con los de Brittany, notando el anillo de compromiso en su dedo anular y haciendo que las dos fijaran la vista en ese anillo.

-No lo hagamos más difícil, ¿Esta bien?- le pidió Santana mientras intentaba sonreír.

Brittany bajó la mirada y se mordió el labio inferior. Al levantar la vista de nuevo Santana comprobó que los ojos de Brittany estaban bañados en lágrimas. Soltó la mano de la rubia y le acarició la mejilla.

-Sólo quiero recuperar a mi mejor amiga... -susurró.

Santana pasó el brazo por el costado de Brittany y la atrajo junto a ella. Brittany la abrazó y apoyó la cabeza en su pecho, como tantos años atrás había hecho. Sintió cómo la latina acariciaba su brazo, y luego sintió cómo sus labios se posaban en su frente.

-Nunca me perdiste, B.- susurró antes de volver a darle un beso en la frente.

Brittany la abrazó más fuerte, e intentó relajar su cuerpo para poder dormirse. Santana agradecía el calor de Brittany, sobre todo esa noche, que parecía que iba a ser bastante fría. Apoyó la barbilla sobre la cabeza de la rubia y cerró los ojos. Ya la había encontrado; finalmente había encontrado la postura perfecta para poder dormir.
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¿Qué pasará?
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Mensaje por micky morales Sáb Feb 13, 2016 10:43 pm

artie, sabes que????? creo que no abra boda!!!!! Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final 3750214905 Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final 3750214905
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Mensaje por cvlbrittana Sáb Feb 13, 2016 10:59 pm

Capítulo 8

Los rayos de sol que entraban por la ventana impactaron directamente contra los ojos de Santana. Se giró para no tener que mirarlos y poder dormir de nuevo, pero le fue imposible; echaba en falta algo. Estiró el brazo buscando ese algo, pero no encontró nada. Levantó la cabeza y se apartó el pelo de la cara. ¿A dónde había ido?

Oyó unos ruidos en la cocina y se dirigió hacia ella, de puntillas, no quería ser vista. Ahí estaba Brittany, preparando algo con la sartén mientras calentaba un par de cafés. Sonrió, apoyada en el marco de la puerta y siguió su camino de puntillas hacia su chef particular. Brittany estaba de espaldas a ella, así que no podía verla. Rodeó su cintura con los brazos, sintiendo cómo se sobresaltaba durante un instante y cómo se relajaba al siguiente sabiendo que era ella. Apoyó la frente en la nuca de la rubia.

-Buenos días.- dijo Santana aún soñolienta.

Brittany se giró sonriendo, sin separar a Santana de ella, y apoyó su frente contra la de la latina mientras pasaba los brazos por su cintura.

-Vaya, ya pensaba que no te despertarías, Bella Durmiente. He estado zarandeándote un rato.

-A la Bella Durmiente se la despierta con un beso.- soltó Santana aún medio dormida. Sintió cómo la rubia se tensaba y se alejaba poco a poco de ella. - Perdón, no quería...

-No pasa nada.- Brittany sonrió para quitarle importancia y le dio un beso en la frente.- Espero que te guste el bacon.

-¿Me has hecho bacon?

-Sí, y huevos revueltos. Y más te vale comértelo todo o si no te lo daré yo.

Después del desayuno Santana consiguió despertarse del todo. Era sábado, no tenía trabajo, así que podía ir directamente al hospital a ver a Natalie. Brittany se vistió después del desayuno y le dio el pijama a Santana para dejarlo junto al resto de la ropa sucia.

-¿Vas a ir a ver a Natalie?- Preguntó la rubia recogiendo los zapatos que dejó en el salón.

-Sí, supongo que estaré ahí todo el día. Y si estoy muy cansada me quedaré ahí a dormir.

Brittany la miró mientras se apoyaba contra la pared con los brazos cruzados.

-Puedes venir a dormir con nosotros...

La latina levantó una ceja hacia Brittany, la cuál asintió; lo que acababa de decir era una tontería, y las dos lo sabían.

-Creo que ya tienes suficiente lío con Artie y Lord Tubbington como para tenerme a mí también por ahí rondando.

-En realidad... sólo está Artie. Lord Tubbington se fue al cielo de los gatos el año pasado...

Santana se llevó una mano a la boca sorprendida. Le encantaba ese gato, siempre le había tenido un cariño especial. Brittany se encogió de hombros y cogió su bolso.

-Gracias de todas formas.- se apresuró a decir Santana.- Y gracias por quedarte esta noche.

Brittany se acercó a ella y le alisó algunos mechones despeinados de la cabeza.

-Sabes que puedes contar conmigo.-Sonrió mientras se dejaba envolver por la cálida mirada de Santana.- Sé que ha pasado mucho tiempo, pero quiero que sepas que si algún día te sientes sola me puedes llamar. O si necesitas comer algo que no sea pizza.

-Sí, creo que hay algo en la Diversalada que la hace adictiva, me apetece ahora mismo un plato.

No sabía qué le impulsó a hacerlo, qué fuerza sobrehumana estaba controlando su cuerpo en ese momento. Lo único que Brittany sabía era que, de repente, su cuerpo se había inclinado hacia delante mientras cerraba los ojos para presionar sus labios contra los de Santana con toda la suavidad que le era posible. Si Santana había sentido un escalofrío cuando los dedos de Brittay tocaron su cabello, ahora lo que sentía era una descarga eléctrica que atravesaba su columna vertebral de arriba a abajo. Aquella dulzura, aquel sabor... No había cambiado nada, sus labios seguían provocando aquellas sensaciones que había experimentado tantas veces años atrás. Fue muy corto, duró el tiempo que tardaron en darse cuenta de qué estaban haciendo, pero Santana sintió que fue lo más intenso que había experimentado en años.

Las mejillas de Brittany estaban al rojo vivo, y se tapaba la boca con una mano.

-Lo siento, de verdad...- dijo recogiendo el bolso que se le había caído al suelo.- Yo... - Miró a Santana a los ojos intentando disculparse. La latina pudo distinguir la fina capa de lágrimas que estaba cubriendo aquellos preciosos ojos azules- Me voy.

-Espera... ¡Britt!- la puerta se cerró antes de que pudiera terminar de decir nada.

Santana estaba confusa. Se llevó los dedos a los labios, aún sentía el tacto de los labios de Brittany sobre los suyos.

-Mierda...- se dijo así misma.

Se dio cuenta de la hora que era y se dirigió a la ducha. Ahora sólo tenía que concentrarse en ver a Natalie y tener fe en que pronto despertaría.

________________________________________

Brittany abrió la puerta de su casa con cuidado, Artie tal vez seguía durmiendo, y no quería despertarlo si así era. Cuando entró en su ático una sensación de cobijo se apoderó de su cuerpo, volvía a sentirse a salvo ahí dentro. Dejó el bolso en el perchero que había al lado de la puerta y se dirigió a su dormitorio para prepararse la ropa y ducharse. Artie estaba durmiendo todavía.

Sonrió al verlo ahí tumbado y pensó cuánto le habría afectado saber que iba a pasar la noche con Santana. Dejó la ropa que había cogido sobre la mesilla y se arrastró sobre la cama hasta llegar a Artie. Pasó un brazo sobre su cintura y le dio un beso en la mejilla. Artie abrió los ojos poco a poco y abrazó a Brittany.

-Hola.- Dijo ella mientras se despertaba.- Siento haberte dejado solo...

Se inclinó para poder besar otra vez la mejilla sin afeitar de su prometido. Sonrió y volvió a besarle una y otra vez, le encantaban las cosquillas que aquella barba de un día le provocaban.

-Confío en ti, sé que no harías nada de lo que pudieras arrepentirte.- Dijo él mientras se reía e intentaba despertarse del todo.

Brittany se acurrucó entre sus brazos y apoyó su cabeza en el pecho de Artie. Se arrepentía de muchas cosas, pero no quería que él lo notara. Todo lo que había hecho aquella noche estaba mal. Se arrepentía de haber abrazado tanto a Santana, de la pelea con los cojines en el sofá, de haber dormido con ella... Pero sobre todo de lo que acababa de pasar antes de irse.

Al pensar en el beso recordó aquella sensación, aquel torrente de energía que había viajado desde sus labios hasta la punta de sus dedos de los pies, aquellas mariposas en el estómago que no había sentido desde hacía ya siete años. Enterró más la cabeza en el pecho de Artie y le besó el cuello.

-Aquí es donde debo estar...- susurró, tan vagamente como para que sólo ella pudiera oírlo.

-¿Qué hora es?- preguntó Artie sin soltarla.

-Tarde. Tengo que arreglarme, hoy viene mi ayuda personal para elegir un buen vestido de novia.

Se deslizó hacia fuera de la cama, recogió su ropa y se dirigió directa a la ducha. Al salir, Artie ya se había sentado en su silla y se había preparado la ropa limpia. Le dio un fugaz beso en los labios y se despidió de él.

Había quedado al medio día en la puerta de Bridal Boutique, una de las mejores tiendas de vestidos de novia de Nueva York, y ya estaba llegando tarde. Cogió el primer taxi que encontró y le dio las indicaciones a toda prisa. Como no, acabaron en medio de un atasco. Al llegar, le dio el primer billete que encontró y no se molestó en recibir el cambio; salió disparada del taxi en dirección a la puerta de la tienda de vestidos.

-Por fin, ¡me tienes esperando desde hace tres cuartos de hora!

Brittany se abalanzó sobre el cuello de la rubia y la abrazó con todas sus fuerzas.

-Te he echado de menos, Q.- Dijo mientras enterraba su cara en el pelo de su amiga.- No sabes la de cosas que han pasado...

-Eh, B... ¡Me ahogas!- Sintió cómo Brittany la soltaba un poco y aprovechó para abrazarla ella también.- ¿Qué ha pasado? Te noto muy rara.

Brittany se separó para mirarla a los ojos directamente. Había mantenido el contacto con Quinn después de la graduación. De vez en cuando iba a visitarla y hablaban durante horas, o simplemente se llamaban para saber cómo estaba la otra, por eso le había pedido que fuera su dama de honor en la boda y le ayudase a elegir un buen vestido. No quería tener secretos con ella, se había portado muy bien durante todos estos años.

-La he visto. Vive aquí.

Quinn levantó una ceja y suspiró mientras parpadeaba repetidamente.

-Por tu cara deduzco que eso no es todo.- Se cruzó de brazos y esperó a que Brittany siguiera contando lo que le pasaba.

-Ayer su prima tuvo un accidente... Estaba tan indefensa, Q, tan frágil... No podía dejarla sola...

-Se han acostado...

-¡No! Bueno, no como tu piensas...- Brittany se llevó una mano a la cabeza mientras Quinn levantaba una ceja, sin entender a su amiga.- Dormí con ella, pero no de esa forma. Hablamos, nos reímos... y ya está.

-Le habrás preguntado por qué demonios se le ocurrió irse sin despedirse, ¿verdad?

Brittany negó con la cabeza y Quinn dejó caer sus brazos indignada.

-¡Estaba muy triste! No podía presionarla para que me contara eso... me necesitaba a su lado...

-Que lo hubiera pensado antes de irse. ¡Que hubiera pensado en todas las personas que la necesitaban mientras ella estaba por ahí perdida sin dar señales de vida!

Quinn se volvió a cruzar de brazos y clavó la vista en el suelo. Brittany le frotó el brazo. Ver a Quinn en ese estado hizo que se diera cuenta de lo egoísta que había sido durante años. Tras marcharse Santana, Brittany pensó que su vida había terminado, que era ella la única que sufría mientras los demás la animaban a seguir a delante sin entender que para ella sería imposible. Entonces se dio cuenta de que cuando Santana dejó Ohio no fue ella la única que sufrió; nunca había pensado en todas aquellas personas que querían a Santana, en todas aquellas que sufrieron cuando de pronto desapareció...

-Bueno.- Dijo Quinn después de secarse una lágrima que amenazaba con salir.- ¿Qué vas a hacer?

-¿Con qué?

-Con ella. Supongo que ya no te querrás casar con Artie...

-¿Qué? Claro que quiero casarme con Artie. Santana ya pasó, es historia para mí, y debo pasar página, empezar de cero. Que haya vuelto a verla no significa que haya vuelto a sentir lo que sentí hace años.

Quinn sonrió a su amiga, orgullosa por lo madura que se había vuelto estos últimos años.

-Entonces vamos a ver esos vestidos.

________________________________________

Santana sostenía la mano de Natalie entre las suyas mientras la enfermera le hacía lo que se consideraba ''revisión diaria''. Todo estaba en orden al parecer, todo iba bien. Sí, todo salvo el hecho de que no se sabía si alguna vez iba a despertarse de aquel fatídico coma.

Había corrido el sillón en el que Brittany había dormido para poder sentarse al lado de su prima y se había pasado toda la mañana ahí. Sólo la había dejado durante un momento para comprarse un bocadillo en la cafetería.

-Natalie, tienes que despertar... - susurró cuando la enfermera se fue.- Te necesito... ahora más que nunca.- Acarició la mano de su prima con un dedo, dibujando círculos sobre la piel.- Sé que a veces me enfadaba cuando me dabas tus lecciones y consejos, pero era sólo porque sabía que tenías razón.- Hizo una pausa, esperando que su prima diera alguna señal de poder escucharla.- Y ahora es cuando necesito tus consejos, Natalie... por favor... no me dejes sola.

Observó el cuerpo inmóvil de su prima, esperando que reaccionara ante sus palabras, ante sus caricias, ante sus ruegos... pero no hubo ninguna respuesta. Dejó caer la cabeza sobre la camilla y cerró los ojos.

- Me ha besado, Natalie. Ha sido bastante corto, pero ha pasado...- No sabía si podía oírla o no, pero de verdad necesitaba hablar con alguien, y sólo se le ocurría ella.- Y ha sido lo más dulce que me ha pasado en años...

Sintió un escalofrío al recordar el beso, al recordar todas las sensaciones que se habían despertado gracias a aquel fugaz contacto con sus labios. Sonrió para sí misma... ya había sentido aquello antes, hacía muchísimo tiempo.

A su memoria vinieron miles de imágenes, miles de recuerdos, pero sólo quiso concentrarse en uno. Quiso concentrarse en una noche en el verano antes de comenzar el instituto. Tenían doce años, y Brittany la había invitado a pasar una semana con ella en su casa. Santana sabía que no iba sólo porque Brittany quisiera pasar una semana con ella; sabia que cuando Brittany la invitaba era porque necesitaba su apoyo en esos momentos.

Los padres de Brittany se peleaban constantemente, pero aquel verano fue el peor. Santana lo comprobó la primera noche, mientras las dos cenaban en el jardín de Brittany unos bocadillos que la señora Pierce había preparado. Después de cenar las mandaron a dormir. El dormitorio estaba en el piso de arriba y sólo tenía una cama, así que tuvieron que dormir apretadas. Se quedaron hablando hasta bien entrada la noche, aunque en realidad la única que hablaba era Santana. Brittany no podía dormirse, así que su amiga le estuvo contando cuentos toda la noche. Le gustaba contarle cuentos de hadas a Brittany, para ella era una forma de asegurarse de que no tuviera pesadillas.

Estaba a mitad de uno de sus cuentos cuando los Pierce volvieron a pelearse, pensando que las niñas se habían dormido. Se oían golpes sobre la mesa y tonos de voz muy altos por parte de los dos. Santana agarró la mano de Brittany, intentando darle fuerzas para aguantar los gritos de sus padres. Entonces el señor Pierce sacó el tema del dinero, comentando la escasez de éste y culpando a la señora Pierce. La madre de Brittany le replicó que no era problema suyo, que bastante tenía pasándose el día cuidando de ''el maldito retoño que él sembró en ella''. Santana endureció la mandíbula al oír aquella frase; sabía que Brittany no había entendido lo que su madre había dicho, era demasiado inocente para hacerlo, pero ella sí, y Brittany no se merecía semejante apodo.

Brittany notó la tensión de Santana y la abrazó, buscando a la vez un punto de apoyo para soportar los gritos de sus padres. Entonces el señor Pierce contestó.

-Como si fuera sólo culpa mía que la estúpida de tu hija naciera. ¡Deberías haber tomado más precauciones!

Los dedos de Brittany se clavaron en los hombros de Santana; eso sí lo había entendido. A medias, pero lo había entendido. Santana no lo soportó más. Abrazó con todas sus fuerzas a Brittany y dejó que apoyara la cabeza en su pequeño pecho. Brittany lloró y sollozó agarrada a Santana, los gritos de los Pierce no cesaban y cada vez parecían más fuertes. Los dientes de Santana comenzaron a chirriar, no podía creer lo que estaba pasando en casa de su mejor amiga, no podía creer que tuviera que aguantar todos esos gritos; y sólo de pensar en qué otras cosas podrían haber dicho cuando ella no estaba le hervía la sangre.

El cuerpo de Brittany acabó totalmente enterrado entre el de Santana, la pequeña rubia sólo quería desaparecer, perderse entre su mejor amiga y que nadie la encontrase nunca. Fue entre aquellos pensamientos cuando oyó la voz de Santana: estaba cantando. Era una nana hispana, Brittany no se la sabía, ni siquiera la entendía, pero no le importaba. Se concentró en la voz de su amiga, en la melodía, en la sensación de hogar que estaba sintiendo en ese momento entre los brazos de Santana mientras su voz la envolvía con una canción. Cantó la canción una y otra vez, en su oído, susurrando la letra despacio, canalizando toda la rabia que había estado acumulando en aquella canción para calmar a su mejor amiga, acariciando su pelo mientras apoyaba la cabeza sobre la de Brittany para poder susurrar más cerca de su oído. Después de un rato que se les hizo eterno, los gritos cesaron, los Pierce habían decidido acostarse. Toda la casa quedó en silencio, ni siquiera se oían los sollozos de Brittany, sólo quedaba el sonido de una nana.

Cuando se dieron cuenta de que todo había pasado, Santana dejó de cantar, pero no soltó a Brittany. No sabía si seguía despierta, no se había movido desde hacía mucho tiempo, así que decidió no moverse ella tampoco. Entonces Brittany estrechó un poco más fuerte a Santana, haciéndole saber que seguía despierta. La latina se separó unos centímetros de ella y le apartó todo el pelo de la cara, estaba totalmente empapada. Empezó a secar sus lágrimas, y usó la camiseta que había preparado encima de la mesa que tenía al lado para limpiarle la nariz, no le importaba, ya la lavaría. Sólo le importaba Brittany.

Cuando le secó todas las lágrimas, apoyó su frente contra la de Brittany, dejando que la rubia enterrase la cara en su cuello mientras la abrazaba.

-No es verdad, Britt.- susurró.- No eres nada de lo que te han llamado.- Volvió a oír un sollozo de Brittany, así que la abrazó más fuerte.- Ellos son los únicos estúpidos. Estúpidos por no darse cuenta de lo maravillosa que eres, B. -Llevó una mano a su mejilla y la acarició. Abrió la boca para seguir hablando, pero algo la paralizó. Sacudió la cabeza, tragándose el orgullo.-Brittany, eres...- Suspiró y separó su cabeza de la de Brittany para acariciar su pelo.- Eres el azúcar de mi mundo.- Su voz se quebró al decir aquella frase. Sus mejillas habían adoptado un color rojizo. Brittany la miró a los ojos, Santana nunca hablaba sobre sí misma de esa forma tan íntima.- Eres lo único que hace mi mundo más dulce; tú eres lo único por lo que me levanto con ganas de vivir un día más. Y si ellos no lo ven... si no ven en ti lo mismo que yo... entonces ellos son los únicos estúpidos.- Acarició la mejilla de su amiga y dejó escapar una lágrima.- Te quiero, Brittany. Te quiero muchísimo. Nunca... Nunca pienses que estás sola, porque no es verdad: estoy aquí. Y nunca pienses que nadie te quiere, porque... Dios, yo sí lo hago. Te quiero tanto que me duele...

Brittany volvió a sollozar, pero esta vez eran diferentes. No eran los mismos sollozos, no estaba triste. Aquellas palabras habían hecho que volviera a sonreír y sollozara de felicidad. Santana le sonrió y la besó. Esta vez no fue en la frente, no fue en la mejilla ni en la mano. Posó sus labios contra los de Brittany mientras le acariciaba la mejilla con una mano y la abrazaba con la otra. Brittany cerró los ojos ante aquel contacto, y entonces Santana notó humedad en sus propias mejillas: su amiga acababa de derramar una lágrima. Separó sus labios de los de ella y volvió a abrazarla, apoyando la barbilla sobre la cabeza de Brittany.

-Te quiero, San.

Fue lo único que salió de los labios de la rubia esa noche. Nada más decirlo cayó en un profundo sueño. Santana se abrazó al pequeño cuerpo de Brittany. Físicamente era más grande que ella, pero en ese momento necesitaba su protección.

La semana pasó más o menos igual: cada noche sus padres discutían y acababan abrazadas mientras Santana cantaba para que la pequeña Brittany no escuchase nada a parte de su nana. Nunca intentó volver a besarla, no de esa manera. Solía darle algún beso en la frente o en la mejilla, pero no volvió a hacerlo en los labios.

Aquel fue su primer beso con Brittany, y pasarían un par de años hasta que hubieran más, pero en ese beso había experimentado los mismos sentimientos, las mismas emociones, que en el beso que le había robado Brittany esa mañana. Aquellas mariposas en el estómago, aquella forma de erizarse el vello en sus brazos, aquella corriente eléctrica que recorrió su espalda...

Apretó un poco más la mano de Natalie y levantó la cabeza. Estaba llorando, pero a la vez sonreía. Empezó a reírse sola mientras se secaba las lágrimas. Miró el reloj, era bastante tarde, pronto iban a echarla de aquella habitación. Se levantó aún secándose las lágrimas y le dio un beso a su prima en la frente. Sonrió después de darle el beso y le susurró al oído.

-Estoy enamorada de ella, Natalie.- Hizo una pausa para dejar escapar una pequeña risa- Aún estoy enamorada de Brittany.
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Finalizado Re: Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final

Mensaje por Susii Sáb Feb 13, 2016 11:46 pm

Uuuh $-$ se va poniendo mas interesante$-$ Brittany la beso! Qkhskdb no veo futuro para esa boda:s
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Finalizado Re: Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final

Mensaje por cvlbrittana Dom Feb 14, 2016 12:46 am

Capítulo 9.

-Estoy horrible...- Brittany se apartó el velo de la cara para mirar a Quinn.

-Es la maldición del vestido de novia, nunca te convence ninguno... -Quinn la miró de arriba a abajo arqueando la ceja derecha.- Para eso estoy aquí, para elegir el que mejor te queda... Disculpe.-Se dirigió a la dependienta y la obligó a venir hacia ellas.- Este vestido tiene demasiados detalles. Queremos algo más sencillo; clásico pero con un toque despampanante.

La dependienta resopló y se encaminó a buscar otro traje nuevo. Llevaban al menos dos semanas buscando y no había forma de encontrar un vestido que les gustase a alguna de las dos. Quinn decía que no importaba lo que tardasen, iba a encontrarle el vestido perfecto e iba a ser la novia más envidiada de todos los tiempos.

Les trajeron otro vestido, así que Brittany tuvo que volver al probador para desvestirse y colocárselo. Al salir del probador Quinn arrugó la nariz y negó con la cabeza. Brittany no aguantó más, soltó un gruñido y se sentó en el taburete que había dentro del probador.

-Esto es una mierda... - susurró para sí misma.

-Tranquila, encontraremos uno. Aún tenemos mucho tiempo...

-No, Quinn, exactamente eso es lo que no tenemos. Me caso dentro de un mes y medio... o menos. Ya ni siquiera sé cuándo es la boda. No sé ni dónde se celebra, no sé dónde voy a ir de luna de miel... ¡Todo esto es una tontería!- Enterró la cara en sus manos para contener el agobio que estaba sintiendo en ese momento.

Quinn se acercó a ella y comenzó a peinarla con los dedos, como había hecho cada vez que Brittany necesitaba que la calmase.

-B, mírame un momento. - Quinn intentó que su amiga le sostuviera la mirada.- Vas a ser una novia preciosa. Vamos a encontrar un vestido precioso y vas a comenzar una vida con el hombre al que amas.- Quinn notó que Brittany dejaba escapar un pequeño resoplido sin querer.- Porque quieres casarte con Artie, ¿verdad?

-Sí, claro. Es sólo que... he estado pensando en ciertas cosas en las que no debería pensar...

Brittany se mordió el labio inferior. Sabía que Quinn quería ayudar, pero no estaba segura de que contarle todo lo que rondaba por su cabeza fuera una buena idea. Seguramente no la entendería, o la llamaría estúpida, o quién sabe qué.

-Hace dos semanas – comentó Quinn agarrando su mano.- me dijiste que habías visto a Santana. Y también que durmieron juntas...- Brittany asintió y la miró a los ojos.- ¿Has vuelto a verla?- Vio cómo su amiga negaba con la cabeza y se sintió un poco más aliviada.- Pero sí que has pensado en ella, ¿no?- Esta vez asintió.

-Sé que no debería hacerlo, pero es que...- su voz se quebró en un susurro y sintió la mano de Quinn apretando la suya, dándole fuerzas para seguir.- La última vez que la vi... cuando estuve en su casa... ¡Fue un accidente, lo juro!- Brittany respiró profundamente para tranquilizarse y poder hablar.- La besé. ¡Pero fue nada, casi un roce!

-Entiendo... -Quinn se llevó una mano a la frente, como si estuviera asimilando la información que su amiga acababa de darle. Finalmente suspiró y abrazó a Brittany. Pegó sus labios al oído de su amiga.- No tienes que hacer nada que no quieras hacer, Britt. Soy tu amiga y quiero que seas feliz, no que te veas obligada a hacer algo porque aceptaste un anillo.- Sintió los brazos de Brittany rodear su cuello, agradeciéndole el abrazo.- Ahora dime la verdad. ¿Quieres casarte con Artie?

-S... Yo... -Brittany enterró la cara en el pelo de su amiga y cerró los ojos.- Santana me hizo mucho daño, Q... No sé si podría volver a pasar por lo miso. Y Artie... él siempre estuvo ahí. Le quiero mucho, y quiero estar con él... Pero ahora que sé que ella vive aquí... es tan difícil.

Quinn besó la mejilla de su amiga y le apartó el pelo de la cara. En ese momento maldijo a Santana con toda su alma. Se había pasado meses consolando a Brittany tras la desaparición de la latina; había visto su avance, cómo su relación con Artie había llegado a hacerse bastante fuerte, cómo poco a poco Brittany había conseguido aprender a vivir sin ella... y de repente volvía a ver a su amiga llorando por culpa de Santana.

No es que Quinn odiara a Santana, al contrario. Siempre la había querido más de lo que la gente pensaba, a pesar de todas esas peleas, de todos los insultos... ella siempre había querido a Santana y a Brittany como si fueran sus hermanas. Cuando la latina se fue, entonces se dio cuenta de lo mucho que se arrepentía de haberla insultado alguna vez, de haber tirado por los suelos su oportunidad de ser jefa de animadoras diciéndole a Sue que se había operado, de cada error que había cometido con ella. Pero por mucho que la quisiera, también quería a Brittany, y quería verla feliz; y si había algo que estaba impidiendo la felicidad de su amiga era Santana

-Bien, pues entonces vas a tener que hacerme caso. Primero, vamos a seguir buscando un vestido de novia. Segundo, vas a tener que distanciarte de Artie.- Brittany frunció el ceño al oír a su amiga decir eso, pero Quinn le sonrió.- Me refiero a que se casan dentro de poco, y pasan todo el día juntos. Necesitan descansar el uno del otro. Vamos a mandar a Artie a casa de sus padres a que prepare con ellos la ceremonia, y yo me iré a vivir contigo a su lujoso ático.

-La verdad es que suena bien.

Brittany sonrió a su amiga y le pidió que la dejara sola para poder desvestirse.

Quinn asintió con la cabeza y le devolvió la sonrisa, pero antes de salir del probador, se giró hacia su amiga.

-Casi se me olvidaba, hay una cosa más.- Quinn hizo una pequeña pausa pensando cuidadosamente las palabras, rezando para que su amiga entendiera por qué iba a pedirle lo siguiente.- No debes volver a verla.

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Artie aceptó el trato de Quinn acerca de distanciarse de Brittany hasta el día de la boda, pero les costó bastante convencerle. No veía con buenos ojos dejar sola a su prometida, y menos en una ciudad como Nueva York, pero sabía que Quinn Fabray era una mujer de fiar y que sabría cómo cuidar de ella. Además, le gustó la idea de alejarse de la novia hasta el día de la boda; según él le daba un toque más romántico al asunto.

Quinn se instaló en la habitación de invitados esa misma tarde y se ofreció para acompañar a Artie hasta el aeropuerto para ir a Lima. No le gustaba la idea de dejar al pobre chico de la silla de ruedas viajar sólo, pero él se empeñó en que ya era lo suficientemente independiente como para poder hacer un viaje por su cuenta, aunque estuviera discapacitado.

-Tengo un hambre atroz.- Se quejó Quinn al llegar al apartamento de Brittany.- ¿Qué tal si vamos a cenar a algún restaurante caro de Nueva York?

-Puedo hacer la cena, va a ser mucho más económico.

-¡Venga, por favor! Invito yo.

Brittany se encogió de hombros. Quinn chilló de alegría y corrió a por su bolso. No sabía a dónde ir, así que simplemente cogieron un taxi en la puerta y dejaron que el taxista eligiera el lugar.

-Sarddy's... -leyó Brittany al bajar del auto.- ¿No es aquí donde cuelgan todas esas caricaturas de famosos?

-Oh, un restaurante de famosos... ¡Venga, vamos, entra!

Empujó a Brittany por la espalda y la metió en el restaurante. Les dieron una mesa para dos, bastante centrada. Brittany no dejaba de mirar todas las caricaturas que decoraban las paredes. Le desilusionó no conocer ninguna de aquellas caras, nunca le gustaron mucho los musicales.

Entonces algo le llamó la atención. O mejor dicho, alguien.

-Eh... ¡Rachel!

Rachel Berry estaba entrando por la puerta, vestida con lo que parecían sus mejores galas y acompañada por un grupo de personas que reían con ella. Cuando vio a Brittany se disculpó a sus amigos y se acercó a su mesa. Entonces se dio cuenta de que tenía compañía y no pudo evitar sorprenderse.

-¡Quinn! No puedo creerlo, ¡no has cambiado nada!-Rachel se sonrojó y sacudió la cabeza al pensar en lo que acababa de decir.- Bueno, no es que estés igual que antes, me refiero a que sigues igual de impresionante que siempre.

Brittany se rió ante aquel comentario, llevándose las manos a la boca para no montar un escándalo. Quinn abrió la boca mientras se cruzaba de brazos y levantaba la ceja.

-¿Me estás coqueteandi Berry?- Quinn se rió al ver la cara de susto de Rachel ante su pregunta.- Tranquila, era una broma. Tú tampoco has cambiado mucho, pero debo admitir que estás estupenda con ese vestido.

-Gracias.- Rachel sonrió ante el comentario de su antigua compañera.- Ahora que estoy en Broadway puedo permitirme estos vestidos.

-¡Broadway! ¿Rachel Berry ha llegado finalmente a Broadway?- Quinn esperó a que asintiera.- ¡Enhorabuena! Me alegro mucho por ti, en serio.

-Bueno, ¿te sientas con nosotras, Rachel?- ofreció Brittany.

-Claro, pero primero tengo que avisar a unos amigos.

-Si estás ocupada...- comenzó Quinn, pero fue cortada por la chillona voz de Rachel.

-¿Bromeas? Los veo todos los días, hoy me apetece cenar con ustedes. Ahora vuelvo.

Mientras Rachel se iba, Brittany no pudo evitar sonreír al ver la cara de felicidad que Quinn tenía. Ésta la atrapo mirándola de esa forma y entrecerró los ojos, exigiendo una explicación a esa mirada.

-Pareces muy feliz por ver a Rachel.

-Es una vieja amiga... ¿por qué no iba a estar feliz?

Brittany se encogió de hombros, pero la siguió mirando con una sonrisa.

Rachel llegó enseguida y se colocó al lado de Brittany. El camarero les tomó nota y en cuanto se fue, Rachel comenzó a reprochar a Brittany lo de no ir a su debut en Wicked.

-Y que sepas que fue un éxito y que el público acabó derramando mares de lágrimas por mi actuación.

-Dios mío, no sé para qué te invito a que te sientes con nosotras.- comentó la agredida Brittany.

-Es que te portaste muy mal. Encima que te ayudo a conseguir el número de Santana... Por cierto, ¿hablaste con ella? Hace poco me la crucé por la calle y ni me saludó. ¡Parecía un fantasma! No levantaba la vista del suelo, y me preocupó lo delgada que la encontré...

-Estamos buscando un vestido de novia para Brittany, Rachel, pero nos resulta bastante difícil.- Saltó Quinn, asesinando a la diva con la mirada.- ¿Te gustaría venir a ayudarnos mañana? Artie necesita que su novia esté preciosa para el gran día.
Rachel frunció el ceño ante la actitud de Quinn, pero acabó aceptando. Le hacía ilusión la idea de participar en una prueba de vestidos de novia.

El camarero trajo entonces los tres platos que habían pedido y se dispusieron a comer.

-Ahora que somos tres nos será más fácil elegir un vestido, ¿verdad, Britt?

Brittany levantó la cabeza hacia Quinn y dejó de jugar con su plato.

-Oh, claro, sí. Supongo que sí.

Volvió a centrar su vista en el plato mientras su mente analizaba las palabras de Rachel. De pronto el estómago se le había cerrado, se sentía como la peor persona del mundo. Santana podría perder a su prima en cualquier momento, si es que no lo había hecho ya, y ella se distanciaba de ella por un error como fue aquel beso. Había dejado que un miedo irracional la separase de su amiga, que la necesitaba ahora más que nunca y que al parecer estaba destrozada.

Dejó el tenedor sobre el plato, se llevó la mano al bolsillo y sacó un par de billetes para dejarlos sobre la mesa.

-¿Qués estás haciendo?- Preguntó Quinn intentando sonar autoritaria.

-Lo siento Quinn.- Brittany se levantó de la silla y la miró a los ojos, estaba enfadada y a la vez decepcionada.

-No fue esto lo que acordamos. Vas a tirar todo por la borda.

-Chicas, ¿qué está pasando?- Preguntó Rachel, que no se terminaba de enterar de la conversación.

-Me necesita. Tengo que irme.

La rubia recogió su bolso y salió del restaurante, dejando a Quinn con la palabra en la boca y a Rachel demasiado confundida como para hablar. Quinn enterró la cara en sus manos y apoyó los codos en la mesa.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Rachel apartando las manos de la cara de Quinn.

-Que al parecer tu costumbre de hablar más de la cuenta sigue presente.- Quinn notó que Rachel se ofendía ante ese comentario e intentó relajarse.- Perdóname, no es culpa tuya. He sido una idiota, nunca debí prohibirle verla...

-¿Va a ver a Santana? Pero eso no es malo... digo yo.- Rachel observó la preocupación de Quinn y se inclinó sobre la mesa, acercando su cara más a la de Quinn.- Oye, sé que quieres ayudar a Brittany, pero ya no es una niña. Debes dejarla decidir cómo quiere vivir su vida.

-Y lo hago, pero simplemente no quiero que vuelva a sufrir...

Rachel sonrió ante el lado protector de Quinn. Siempre la había visto como una chica fuerte y muy segura, un poco manipuladora a veces, pero nunca mostró debilidad alguna. Le conmovía ver a la arpía de Quinn Fabray preocupada de Brittany.

-Ten un poco de fe. Las cosas siempre pasan por alguna razón, Quinn.

-¿Qué quieres decir?- Quinn levantó la vista y se topó con los ojos color chocolate de Rachel. Recordó los años en los que se portó mal con la pobre chica y sonrió al pensar en que ahora esa chica a la que torturaba la intentaba animar.

-Simplemente digo que las coincidencias no existen. Y creo que cuando dos personas se encuentran por casualidad es porque detrás de todo eso hay alguna razón.

La rubia se llevó su vaso a la boca y miró a Rachel inquisitiva. Dejó el vaso frente a ella y se cruzó de brazos.

-¿Y eso se puede aplicar a este pequeño encuentro?- Quinn sonrió y levantó una ceja.

Rachel pareció nerviosa de pronto y se encogió de hombros.

-No lo sé... Tal vez la vida quiera que te tomes el tiempo de conocerme y darte cuenta de que no soy la chica que creías que era durante nuestros años de instituto. Ahora, ¿qué te parece si te comes ese plato? No queremos desperdiciar una cena tan cara.

Quinn se rió y se concentró en su cena, al igual que Rachel. De pronto una idea se le vino a la cabeza, y la curiosidad pudo con ella.

-¿Qué pasó con Finn? ¿Está aquí también?

Rachel negó con la cabeza y bebió de su vaso de agua antes de contestar.

-Intenté convencerlo, pero sabes cómo es él. Le gustaba mucho Lima, y decía que si quería seguir con él que lo comprendiera y me quedase allí. Estuve tentada a hacerlo, claro, estaba enamorada de él... Pero luego pensé en todo lo que había luchado por conseguir mi sueño, en lo que podría perderme... así que me vine a Nueva York.- Terminó con una sonrisa de triunfo.- Y aquí estoy: Rachel Berry, estrella de Broadway y soltera de oro.

-¿Soltera de oro?- Comentó Quinn entre risas.

-¡Eh, no te rías de mi! ¿Qué hay de ti, Quinn? Siempre tuviste mucho éxito con los chicos.

-Digamos que ahora mismo no tengo ningún interés en una relación seria... El único tema amoroso en el que quiero centrarme es en la boda de Brittany.

-Me parece bien.- Se llevó el último trozo de cena a la boca.- Entonces, ¿a qué hora hemos quedado mañana?

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Brittany sintió un escalofrío al entrar al hospital. Había ido directamente allí, sabía que Santana no querría alejarse de Natalie y preferiría dormir incómoda antes que dejarla sola. Al entrar volvió a inundarla el olor a látex y medicamentos, y una sensación de incomodidad se apoderó de ella. La verdad era que los hospitales no eran su sitio favorito.

Subió las escaleras hasta la primera planta y se dirigió hacia el pasillo de la derecha. Recordaba el número de la habitación, así que no tuvo que pararse a preguntar a nadie; no quería perder mucho tiempo. Al llegar a la puerta dudó. ¿Y si no estaba? ¿Y si se habían llevado de allí a Natalie? ¿Habría hecho mal viniendo primero al hospital? Tal vez debería haber pasado por la casa de Santana y cerciorarse de que no estaba allí...

''Entra ya, venga'', se dijo. Apoyó la mano en el picaporte y lo giró con cuidado.

El pitido de la máquina que controlaba las pulsaciones del corazón de Natalie inundaba la habitación por completo. No había ningún otro sonido, ni siquiera se oía el tráfico de la calle, estaba todo en silencio. Asomó la cabeza y escudriñó entre la oscuridad hasta encontrar alguna sombra. De pronto la vio, sentada en el sillón verde que había al lado de la camilla, completamente inmóvil. Entró y cerró la puerta tras de sí. Sus ojos empezaron a acostumbrarse a la oscuridad de la habitación. Se acercó con cuidado al sillón y observó a Santana. El corazón le latía tan rápido que la asustaba.
Suspiró y le mandó una mirada llena de culpa a su amiga, que dormía profundamente con la cabeza apoyada en el reposabrazos del sillón. Se arrodilló junto a ella, comprobando con horror que Rachel tenía razón: era como estar mirando al fantasma de la chica que una vez fue Santana. Estaba escuálida, el estado de su cuerpo daba a entender que no se estaba alimentando correctamente, y por el aspecto de su cabello y el olor de su ropa, parecía no haberse duchado en varios días. Apartó el pelo que caía sobre la cara de la latina con mucho cuidado, tratando que no se despertara. Su cara estaba mojada, había estado llorando.

Parecía estar tan calmada que Brittany se planteó dejarla dormir ahí, pero no podía permitirlo. Sacudió el brazo de Santana suavemente y susurró su nombre para que se despertara. Santana levantó la cabeza bruscamente y golpeó a Brittany en la nariz. La rubia se llevó las manos a la nariz y se sentó en el suelo entre en su bolso y sacó una caja de pañuelos. Usó uno para parar la sangre que salía de sus orificios nasales a consecuencia del golpe.

-No pasa nada, tranquila.- Dijo Brittany irónicamente, al ver que Santana no parecía dispuesta a disculparse.

La mano de Santana agarró la de Natalie, haciendo entender a Brittany que la estaba intentando ignorar. De pronto empezó a llorar, aumentando la preocupación de la rubia.

-¿Santana?- Se levantó y la observó desde el medio de la habitación. No pudo evitar que su vista se clavase en la bolsa de botellas vacías que había al lado del sillón.- Joder...

Brittany se acercó a Santana y se arrodilló frente a ella, acercando su cara a la de la latina. Eso tomo por sorpresa a Santana y se echó hacia atrás en el sillón.

-¡Santana López, has estado bebiendo!- Brittany tardó en identificar el olor del alcohol que se mezclaba con el propio olor del cuerpo de Santana, además de que el golpe en la nariz no ayudaba mucho.- Escúchame, sé que crees que estás haciendo lo correcto, pero así no estás ayudando a Natalie. Vas a venir conmigo, vamos a ir a tu casa, te vas a duchar y vas a tomar al menos dos raciones de cena.

-¡No quiero dejarla sola!

-¡Por el amor de Dios! Créeme que es mejor que esté sola y con aire limpio que anestesiada por tu olor.

Santana agarró la mano de su prima y apartó la vista de Brittany. Estaba claro que no iba a ser fácil. La rubia agarró su otra mano.

-Por favor, San... Ven conmigo.- La mirada de Santana no conseguía quedarse fija, así que Brittany tuvo que sostener su barbilla cuidadosamente con la otra mano para mirarla a los ojos.- Por favor... ella va a estar bien, te lo prometo. Vamos, ven conmigo.

Hubo un silencio que pareció volverse eterno. Finalmente, la mano de Santana soltó la de Natalie y se levantó de aquel sillón mientras secaba los rastros de lágrimas de sus mejillas.

Fue entonces cuando Brittany cayó en la cuenta de en qué estado estaba Santana. Apenas podía mantenerse en pie por culpa del alcohol que había consumido, y sus ojos no conseguían quedarse fijos en ningún sitio. Pasó su mano por la cadera de Santana y la ayudó a caminar hasta su edificio. Resopló al pensar en todo lo que tardarían en subir los siete pisos sin ascensor, pero le dio igual, lo importante era ayudarla.

Consiguieron subir después de un largo rato. Brittany buscó en el armario un pijama y ropa interior para Santana, dejándola después sobre el lavabo. Abrió el grifo del agua caliente y dejó que la bañera se llenara para luego añadir un poco de agua fría. Llamó a Santana pero no respondía, así que empezó a buscarla, bastante preocupada. Al final la encontró: se había dormido en la cama de Natalie.

-San, venga... no puedes dormirte.- Levantó su cabeza y la obligó a sentarse en el bordillo de la cama.- Tienes que darte un baño. Venga, te he preparado el agua...- La mirada de Santana seguía perdida, deambulando entre la oscuridad de la habitación.- Santana...

Había visto antes el estado de Santana cuando bebía demasiado. Siempre era lo mismo: llantos, gritos y a veces repentinos ataques cariñosos. Esta vez era diferente. ¿Cuánto había bebido esa noche? Ni siquiera era capaz de articular palabra.

Brittany suspiró y la llevó hasta el baño. Se llevó las manos a la cabeza, respiró hondo y luego miró a Santana. Comenzó a desabrochar los botones de su blusa y la deslizó por sus hombros una vez que había terminado.

-¿Vas a bañarme?- La voz quebrada de Santana la tomo por sorpresa.

Brittany no respondió. Se arrodilló y comenzó a desabrochar el cinturón que ceñía el pantalón sobre las caderas de la latina, y luego bajo la cremallera de este. Deslizó el pantalón hacia abajo, levantando la pierna derecha de Santana mientras intentaba que no se cayera, luego levantando la izquierda y dejando el pantalón en el suelo. Ahora tocaba la parte difícil. Volvió a respirar hondo y se deshizo del sostén de Santana. A esta se le escapó una pequeña risa.

-Artie no tiene esto, ¿verdad?

-Dios, Santana...

Brittany sacudió la cabeza, preocupada por el estado mental en el que el alcohol había dejado a Santana y se arrodilló para deshacerse de la última prenda. Se levantó deprisa y ayudó a Santana a meterse en la bañera. Mojó todo el oscuro pelo de su amiga. luego agarró el champú y vacío un poco en sus manos. Comenzó a darle un masaje capilar mientras Santana cerraba los ojos bajo el tacto de los dedos de Brittany en su cabeza. La rubia le tendió una esponja a Santana para que pudiera lavarse mientras con la otra mano continuaba aplicando el champú

Santana fue a cogerla, pero sus reflejos fallaron y la esponja se resbaló. Brittany suspiró y recogió la esponja del suelo. Había otra más, así que derramó un poco de gel sobre ella y se dirigió hacia Santana.

-Por favor, Santana, prométeme una cosa.- esperó hasta que Santana asintiera y continuó.- No comentes nada en los próximos dos minutos, ¿vale?

Santana asintió de nuevo, despacio. Brittany comenzó a frotar la espalda de Santana con la esponja, luego pasó a los brazos y continuó con las piernas. Dudó durante un momento, se armó de valor y pasó al pecho. En ese momento un par de lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Tras terminar con el pecho, decidió soltar la esponja. No se veía con fuerzas para seguir. Comenzó a aclarar el pelo de Santana, haciendo desaparecer todo rastro de champú, después cogió una toalla y ayudó a salir a su amiga. La envolvió con cuidado en ella y la sentó sobre la tapa del retrete para poder secarle el pelo con otra toalla más pequeña. Tras secarla del todo, comenzó a vestir a Santana. Cuando estaba abrochando los botones de su pijama, Santana entrelazó con cuidado sus dedos alrededor de la muñeca de Brittany para llamar su atención, haciendo que se sobresaltase.

-Antes nos bañábamos juntas siempre...- comentó.

No pudo evitarlo, otra lágrima se escapó y comenzó a rodar hasta su barbilla. Apartó la mano de Santana y terminó con los botones. A la derecha de Brittany estaba el lavabo, y sobre él el cepillo de Santana. Lo agarró y empezó a cepillar su pelo, con cuidado, intentando desenredar aquel lío. Finalmente lo consiguió y levantó a la latina del retrete.

La llevó hasta la cocina y la sentó frente a la mesa. Al abrir la nevera no encontró muchas cosas, así que sacó queso y algo de embutido y comenzó a partirlo todo y colocarlo en un plato.

-Come- Dijo tendiéndole el plato que le había preparado.- A ver si conseguimos que se te pasen los efectos del alcohol.

Santana obedeció. Con torpeza, se llevó un trozo de queso a la boca. Brittany le apartó algunos mechones de la cara y de vez en cuando la ayudaba a comer. Al terminar el plato lo llevó hasta el fregadero. De pronto escuchó cómo Santana arrastraba su silla hacia atrás y comenzaba a hacer sonidos guturales. Al girar, la encontró con el cuerpo arqueado hacia delante y envuelto entre convulsiones. Se acercó corriendo a ella y sujetó su frente con una mano y su estómago con la otra. Vomitó todo lo que había cenado, y Brittany rezó para que hiciera lo mismo con lo que había bebido. Terminó de echar todo fuera, pero su cuerpo seguía sacudiéndose. Ya no eran convulsiones por culpa de las arcadas, estaba llorando. Decidió que no iba a darle más comida esa noche, seguramente no le sentaría bien... Mañana le haría un buen desayuno. Sacó la fregona y comenzó a limpiar el estropicio mientras Santana se apoyaba en la mesa e intentaba relajarse.

-Eh, venga... no llores.- cuando guardó de nuevo la fregona, se sentó junto a Santana e intentó consolarla.- Venga, San...

Santana levantó la cabeza y asintió. Brittany apoyó las palmas de las manos en sus mejillas y, con sus pulgares, empezó a secar sus lágrimas. La mirada perdida de Santana de pronto se fijó en los ojos de Brittany, y de ahí pasó a los labios. Ella sabía a dónde estaba mirando la latina y, antes de que pudiera pasar algo de lo que pudiera arrepentirse, se apartó con cuidado de ella y agarró su mano. Decidió acostarla en la cama de Natalie, parecía que se sentía mejor durmiendo allí. Esa noche volvía a hacer frío, así que la tapó con todas las mantas que había.

-Buenas noches, San.

Se dispuso a dejar la habitación, pero la mano de Santana agarró su brazo. No tenía fuerzas en su cuerpo, así que con un simple movimiento Brittany podría haberse deshecho de su mano, pero no lo hizo. Se giró hacia ella y la miró a los ojos, estaban inundados de miedo.

-No me dejes sola...

Brittany quedó paralizada al oír aquella frase. Era su frase. Tal vez Santana no se había dado cuenta de lo que podía significar para ella, o tal vez sí, pero el hecho es que esa frase, la forma en la que la dijo, hizo que el corazón de Brittany se parara por un momento. Le había dicho tantas veces esa frase a Santana en el pasado... Y ahora era ella la que la oía.

Acarició la frente de Santana. Ella cerró los ojos al sentir la mano de Brittany de nuevo sobre su piel.

-Voy a por un pijama y vuelvo. Tranquila, no voy a dejarte sola.

Se apresuró en coger un pijama y volvió con Santana. No quería estar lejos de ella mucho tiempo, así que decidió vestirse en la habitación de Natalie. Total, no era la primera vez que la vería desvestirse. Rápidamente se cambió de pantalones y dejó los vaqueros sobre la mesilla que había al lado de la cama. Se quitó la camiseta e hizo lo mismo que con los pantalones. De pronto Santana volvió a agarrar su mano y la obligó a girarse hacia ella. Brittany sintió cómo la otra mano de Santana iba directa a su cuello, a la cadena que la rodeaba.

Santana sonrió al ver lo que colgaba de la cadena. No podía creerlo... estaba ahí. No se había deshecho de él.

-Yo te di esto...- Santana levantó la vista hacia Brittany, la cuál asintió con la cabeza.- Creí que lo habías tirado...

-¿Cómo iba a hacerlo? Era... era lo único que...- Brittany sacudió la cabeza y se separó de Santana para poder ponerse la camiseta del pijama.

-¿Qué, Britt?

-Era lo único que me recordaba que no fuiste sólo un buen sueño...

Brittany volvió a acercarse a la cama, extendiendo la mano hacia la frente de Santana para comprobar su temperatura. Parecía que ya estaba mejor, el vómito le había sentado bien y había sacado la mayor parte de lo que estaba pudriendo el cuerpo de Santana. La latina le hizo un hueco y Brittany se recostó en él. Nada más acostarse, Santana pasó un brazo sobre su cintura; seguía estando débil y vulnerable. Brittany la atrajo hacia ella, de la misma forma que Santana lo había hecho siempre, y dejó que apoyara la cabeza en su pecho. Santana agradeció aquel gesto y abrazó más fuerte a la rubia.

-Siento lo que ha pasado esta noche... No quería...- susurró.

-Duérmete, lo necesitas.- Brittany acarició el pelo de Santana y apoyó la barbilla sobre su cabeza. Parecía tan pequeña en ese momento, como si fuera una niña desprotegida. Ese pensamiento hizo sonreir a Brittany.

-Buenas noches.

Entonces levantó suavemente la cabeza. No fue mucho, unos centímetros, los suficientes para poder dejar un beso sobre el cuello de Brittany. Sonrió y volvió a apoyar la cabeza en el pecho de la rubia, dejándose llevar inmediatamente por un profundo y tierno sueño.

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Brittany abrió los ojos poco a poco. La luz del sol inundaba toda la habitación, y ya podía distinguirse el ruido característico de un atasco de lunes por la mañana. De pronto recordó dónde estaba y sonrió al ver a Santana aún apoyada sobre ella. Respiraba calmadamente, acariciando con su aliento el cuello de Brittany. Parecía estar teniendo un bonito sueño. Brittany acarició el brazo que rodeaba su cintura y la abrazó con cuidado para no despertarla. Apoyó la cabeza sobre la de ella y volvió a cerrar los ojos. Notó cómo Santana se movía sobre ella y levantó un poco la cabeza para comprobar si seguía durmiendo; sintió cómo se abrazaba más fuerte a ella y le acarició el pelo.

La cabeza de Santana se acurrucó bajó la barbilla de Brittany mientras la abrazaba. Ella le devolvió el abrazo, riéndose por las cosquillas que el pelo de Santana le producía en el cuello. Santana levantó la cabeza, con los ojos entreabiertos y sonrió.

-Buenos días.- Volvió a dejarse caer sobre el pecho de Brittany.

-Buenos días.- Brittany no pudo evitar sonreír.- ¿Tienes que ir a trabajar?

Santana gimió enterrando la cara en el cuerpo de Brittany. Ésta sintió cómo su nuca se erizaba ante aquel contacto y acarició la espalda de la latina.

-No quiero ir... Diles que estoy enferma.- gruñó para el cuello de Brittany.

-Bueno, haz lo que quieras... Yo voy a hacer el desayuno.

-Jum... no te vayas...- Pasó una pierna por encima de la cadera de Brittany y se colocó totalmente sobre ella, intentando retenerla. Brittany no pudo controlar las carcajadas que le produjeron aquella situación.

-Veeenga, quítate de encima.

Santana rodó hacia el otro lado de la cama a regañadientes y se tapó con las sábanas intentando dormirse otra vez. Sintió que Brittany colocaba los mechones de pelo que caían sobre su cara detrás de la oreja.

-Yo que tú -comenzó Brittany susurrándole al oído.- me levantaría ya. El desayuno frío es lo peor.

Santana se sentó en la cama y le dirigió una mirada de odio a su amiga. Ella salió de la habitación y se puso a trastear en la cocina.

Pronto el café estaba listo y, cómo no había pan para unas tostadas, Brittany colocó un plato lleno de galletas en el centro de la mesa para las dos. Encontró unas cuantas naranjas y decidió exprimirlas para hacer un zumo, y colocó la jarra con el zumo al lado de las galletas, junto con dos vasos más. Santana se sentó, aún soñolienta y se sirvió su vaso de zumo.

-Dios, qué hambre tengo...

-Pues más te vale desayunar con tranquilidad. No quiero que lo devuelvas todo otra vez.

Santana asintió, desviando la mirada.

-Yo... siento lo que pasó. No te mereces lo que te dije... nada de lo que dije. Sobre todo en el baño.

-Oye, olvídalo.- cogió una galleta y la metió entera a la boca; estaba muerta de hambre.- Cómete las galletas, están buenísimas.

Se concentraron en vaciar el plato de galletas. Brittany obligó a Santana a comerse al menos medio plato, haciendo alusión a su escuálido aspecto.

-Bueno, voy a tener que irme. Creo que a las doce tengo que empezar a probarme vestidos otra vez...- Brittany se mordió el labio, no sabía cómo reaccionaría Santana ante esa frase.

-¿Sabe Artie que has vuelto a quedarte aquí?- preguntó como si nada.

-En realidad Artie se ha ido. Queremos mantener las distancias hasta el gran día.- Clavó la vista en la mesa y jugó con sus dedos.- Pero Quinn va a matarme cuando llegue a casa.

Santana se enderezó en su silla.

-¿Quinn Fabray?

-Sí... Va a ser mi dama de honor... me ayuda con los vestidos.- Alzó la vista y la clavó en los ojos de Santana.- Me pidió que no volviera a verte.- Santana agachó la cabeza, se sentía culpable de pronto.- Supongo que no quiere que vuelva a pasar...

-Sí... Lo entiendo.

La voz de Santana daba a entender lo afectada que estaba por lo que le estaba contando de Quinn.

-Ella te quiere, San. Es sólo que se preocupa demasiado.- Agarró la mano de Santana, intentando animarla. Recibió una triste sonrisa.

Soltó a Santana y fue a vestirse. Santana la acompañó a la puerta para despedirse de ella.

-Supongo que yo volveré al hospital...- vio que Brittany ponía mala cara y se apresuró a continuar.- Tranquila, voy a alimentarme bien. Y me ducharé diariamente.

Brittany sonrió y abrió la puerta para irse. De pronto volvió a cerrarla y se giró hacia Santana. La miró a los ojos, Santana se sintió de pronto muy pequeña en comparación con Brittany.

-Sigo esperando que me cuentes algo, Santana.- Brittany se cruzó de brazos, fulminándola con la mirada.- Creo que ya he sufrido suficiente por tu culpa como para merecerme una explicación.- La latina retrocedió ante su amiga y agachó la cabeza.- ¡Estoy harta, Santana! No soporto lo que me estás haciendo. ¡No es justo por tu parte!

-Brittany, por favor... vete.

Santana abrió la puerta y le dejó espacio a Brittany para salir. La rubia apretó la mandíbula y sacudió la cabeza, intentando reprimir las lágrimas que amenazaban con salir por culpa de la rabia que en ese momento trataba contener.

-Tal vez Quinn tenía razón.- Dijo antes de salir de aquel piso.- Tal vez debí haberme alejado de ti desde el principio. Por lo menos así me habría ahorrado todo este drama.

-Vete.

Brittany sonrió con amargura y volvió a sacudir la cabeza. Vete. Lo único que tenía que decirle en ese momento eran cuatro miserables letras.

-No has cambiado nada, Santana López. Siempre consigues herir a las personas que te rodean.
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Fic Brittana: And I go back to us Capitulo Final 304001509 Y ¿Ahora?

Les recuerdo que eta historia no es mía, solo la comparto.
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Mensaje por Susii Dom Feb 14, 2016 1:28 am

Pero porque no le cuenta!!! Tan grave es?:ccc
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Mensaje por cvlbrittana Dom Feb 14, 2016 1:38 am

Capítulo 10.

Nunca había tenido tantas ganas de entrar en un hospital como ese día. La verdad es que le resultaba muy extraño, un hospital no es un lugar donde sentirse muy cómodo, y siempre había intentado mantenerse lejos de ellos; pero desde que Natalie la había abandonado se sentía sola, y el único lugar al que podía acudir era allí, junto a su prima. No entendía exactamente ese sentimiento que le inundaba cada vez que entraba en aquella habitación, lo relajante que le resultaba el pitido constante de la máquina que controlaba las pulsaciones de Natalie, lo cómodo que se había vuelto el sillón verde que había junto a la camilla. Esa habitación se había convertido en una segunda casa para ella. Por eso, cuando vio a Brittany salir al borde de las lágrimas del piso, se apresuró hacia el hospital.

Necesitaba desahogarse con alguien, necesitaba el consuelo de alguien... Dios, necesitaba a su prima, y ahora más que nunca. No se había dado cuenta de lo importante que se había vuelto para ella hasta esos días, hasta que las cosas empezaron a torcerse. Por eso, al entrar en la habitación y descubrir que ahí había alguien más a parte de su prima, sintió todo el peso del mundo sobre sus hombros.

Ryan ocupaba su lugar en el sillón, sujetando la mano de Natalie mientras la contemplaba en silencio, perdido en sus pensamientos. Ni siquiera se había percatado de la presencia de Santana, así que ésta prefirió no moverse, no hacer ningún ruido para dejarlo meditar en tranquilidad. Santana siempre sintió gran admiración por aquel chico rubio que había conquistado el corazón de su prima años atrás. Era una de las personas más inteligentes que conocía, incluso había llegado a creer que era más inteligente que Natalie algunas veces. Cuando Santana vino a Nueva York, Ryan las ayudó económicamente, a parte de que decidió buscarse un piso para que las dos primas pudieran vivir sin tener que estar él incordiando de por medio. Pegada a la pared, Santana pudo observar mejor y más calmada la escena que tenía enfrente, y no pudo evitar que una débil sonrisa asomara a sus labios. Eran los ojos de él; esos ojos marrón avellana, que miraban a la chica en la camilla con una devoción sobre humana, con una ternura que hacía erizarse el vello en los brazos de Santana.

-Puedes acercarte, Santana, no te quedes ahí.

La voz de Ryan la hizo reaccionar y poder acercarse para sujetar la otra mano de su prima. ¿Por qué les tenía que pasar eso? ¿Por qué no podía Natalie sentir lo mal que lo estaban pasando todos a su alrededor y hacerles el favor de despertar? ¿Cuánto tiempo más iba a tener que estar sola?

-¿Llevas aquí mucho tiempo?- preguntó Santana.

-He pasado aquí la noche.- Bajo los ojos de Ryan, Santana pudo distinguir el rastro de humedad propio del llanto. Verlo así hizo que sintiera un escalofrío.- ¿Qué te ha pasado? Pareces descompuesta.

-Esta situación me permite estar descompuesta.

-Sabes a lo que me refiero...- Ryan soltó la mano de Natalie y agarró con sus dos manos la de Santana, pasando los brazos sobre el cuerpo de Natalie y acercándose todo lo posible a la latina.- Sabes que, aunque ella no esté del todo contigo, me tienes a mi. Puedes contarme lo que sea.

No supo por qué lo hizo. Tal vez fue que aún no había descansado lo suficiente, tal vez fue el tono de voz de Ryan, o tal vez fue simplemente que necesitaba el consejo de alguien. Fuera lo que fuera lo que la impulsó a hacerlo, le contó todo. Él ya estaba enterado de la existencia de Brittany y de su historia en Lima, así que le contó todo lo que había pasado desde que la encontró en Central Park hasta lo ocurrido esa mañana. Ryan no la interrumpió en ningún momento. Sujetó su mano, asintiendo de vez en cuando ante las palabras de Santana, dándole ánimos cuando su voz se cortaba por culpa de algún que otro sollozo. Al terminar la historia, Santana miró a los ojos a Ryan. Sólo necesitaba ayuda, necesitaba que alguien la guiara, y él podría ayudarla.

Ryan soltó la mano de Santana y se acomodó en su sillón mientras la miraba, asimilando lo que le acababa de contar. Los segundos parecían horas eternas mientras Santana esperaba que algo saliera de los labios de su amigo.

-¿Estás enamorada de ella?

-¿Has estado escuchándome?- Santana se puso a dar vueltas por la habitación, sorprendida por las palabras de Ryan.-
¡Claro que lo estoy! ¡Estoy loca por ella!

-Entonces no entiendo por qué estás hablando conmigo.

-Pero... ¿Pero te has enterado de lo que te he dicho? ¡No pienso repetirte la historia!

Ryan se rió desde el sillón, poniendo más furiosa todavía a Santana, que seguía sin quedarse quieta en un punto fijo de la habitación.

-No me has entendido. Quería decir: ¿por qué estás hablando conmigo en vez de con ella?

-¡Porque va a casarse! ¿Qué clase de persona sería si no la dejo ser feliz?

-Querías consejo, ¿no? Pues ahí lo tienes. Sé que piensas que estás haciendo lo correcto, pero no, no lo estás haciendo. Piénsalo bien: ella siempre estuvo enamorada de ti, de pronto vienes aquí y después de siete años ha vuelto a revivir lo que sentía por ti. ¿Es justo para ella que se case con alguien al que no ama?

-Lo que pasa es que no sé lo que siente por mi. Sólo me ha tratado como a una amiga, en ningún momento me ha dicho que sea algo más para ella.

-¿Sabes qué es lo que pasa? Que tú no has venido buscando consejo.- Ryan se levantó y agarró por los hombros a Santana, obligándola a mirarle a los ojos.- Has venido para que te digan que tu idea de dejarla libre para que se case con Artie es la correcta. Pues no, Santana, no lo es. Quieres la felicidad de Brittany, pero no has pensado que si se casa con Artie después de haberte visto va a ser infeliz durante toda su vida pensando en lo que podría haber pasado entre ustedes, haciendo infeliz a la misma vez a su marido.

Santana abrió la boca para protestar, pero se vio obligada a cerrarla de inmediato. Se deshizo de Ryan y cruzó los brazos sobre su pecho, clavando la mirada en la pared. Su amigo se sentó de nuevo en el sillón, temiendo por dentro la reacción de Santana; siempre le había dado miedo el carácter de la latina. Pero para su sorpresa, no hubo ninguna reacción agresiva por parte de ella, no hubo gritos, ni siquiera una de esas miradas que le hacían temblar de miedo por dentro.

La cara de Ryan se iluminó mientras observaba a Santana salir de la habitación con la sonrisa más radiante que había visto en los últimos siete años.

________________________________________

-¡Me encanta!

La voz de Rachel era como un constante martilleo en el cerebro de Brittany. Le caía muy bien, pero cuando se emocionaba podía ser muy cargante. La diva no dejaba de dar vueltas al rededor de ella, levantando los faldones del vestido de novia que se estaba probando. Quinn sonreía, le encantaba ver la cara de Brittany cuando estaba molesta.

-Creo que Rachel no exagera, B. Es perfecto. Justo lo que estábamos buscando.

-¿Y por qué yo sigo viéndome horrible?- Brittany hizo un mohín con los labios mientras se miraba al espejo.

-Tal vez si pusieras un poco más de empeño... -Quinn resopló y llamó a una dependienta.- Confía en mi, Britt, éste es el que buscamos.- La dependienta se acercó finalmente y Quinn se dirigió a ella.- Hola, verá, queremos quedarnos el vestido.

La mujer habló con Quinn sobre el precio y lo que costarían los arreglos, y luego las dejó solas para que Brittany pudiera desvestirse. Rachel se tranquilizó un poco y decidió separarse unos minutos para mirar vestidos ella también.

-¡Tú no eres la que se casa!- Comentó bromeando Quinn.

-¡Pero tengo que estar preparada para el gran día! ¡Ahora las veo!

Quinn se rió mientras la veía alejarse para ver algún vestido y luego decidió dejar a Brittany sola en el probador. La puerta de la tienda se abrió de pronto, y una voz familiar llegó a sus oídos. Su corazón pegó un vuelco al reconocerla.

-Escúcheme, ¡sólo quiero saber si han visto a un par de chicas rubias acompañadas de una morena pedante y enana!

Santana sintió cómo alguien agarraba su muñeca y la arrastraba fuera de la tienda, acorralándola contra la pared. Levantó la vista asustada y se encontró con unos familiares ojos marrones moteados en un verde esmeralda.

-¿Qué haces aquí?- preguntó Quinn cruzándose de brazos frente a ella.

-Vaya Fabray, yo también me alegro de verte...

-No estoy para bromas, Santana.

La morena suspiró y la miró a los ojos. Trató de no sonreír al pensar en lo bien que le habían sentado los años a su antigua amiga.

-Sólo quiero hablar con ella, ¿Esta bien?

-Va a casarse, San. Creo que ya no hay mucho de qué hablar.

-No, te equivocas, sí que lo hay.- Santana intentó volver a entrar en la tienda de vestidos, pero Quinn la retuvo.- Joder, Quinn, mira que eres plasta...

-¡Quieres empezar a pensar en los demás! ¡Piensa en ella! ¡Piensa en su felicidad!

Santana se encogió de hombros y cruzó los brazos sobre su pecho, con una media sonrisa para Quinn.

-¿Acaso dejé de hacerlo algún día?- pudo ver a Quinn suspirar y bajar la mirada.- Q, tengo que hablar con ella... Tengo que saber qué es lo que ella siente. Me dices que piense en su felicidad, pero ¿estás pensando tú también en su felicidad? ¿Y si casarse con Artie no es lo que tiene que hacer?

Quinn quiso protestar, pero conocía a Santana y sabía que las dos eran demasiado testarudas como para ponerse de acuerdo.

-Vete a casa, Santana. Las quiero muchísimo... a las dos. Pero hoy Brittany está mal, y sé que es por culpa tuya. Déjala descansar, dale un poco de tiempo, y si quiere verte, te verá.

-No puedo seguir dándole tiempo, Quinn. Cada día que pasa está un paso más cerca de convertirse en la señora Abrams.

-Por favor... Vuelve mañana.

La mirada se Santana se encontró con la de Quinn, y no pudo hacer nada más que ceder ante el ruego de su amiga. Quinn le dio un abrazo y besó su mejilla, dándole las gracias por comprenderla y no enfadarse; Santana le devolvió el abrazo, nunca se había dado cuenta de lo que había echado de menos a Quinn hasta que ésta la abrazó. Quinn, por parte, se debatía con ella misma. Tenía tantas preguntas que hacerle a Santana, tanto que echarle en cara. Pero sabía que hablar con ella sería en vano; si a Brittany no le había dicho nada, menos a ella.

Santana se separó de la rubia y se montó en un taxi libre. No quería volver al hospital ni encerrarse en su piso, así que decidió que pasaría por la oficina y se pondría al día en el trabajo, seguramente estaban notando su ausencia. Volvería a casa, dormiría y al día siguiente intentaría ver a Brittany de nuevo, pero esta vez no le importaría lo que Quinn le dijera.

________________________________________

El primer día de trabajo después de tanto tiempo fue exhaustivo. Habían podido arreglárselas sin ella, pero le habían dejado mucho trabajo acumulado que no podían resolver por su cuenta, así que hasta bien entrada la noche no pudo llegar a su edificio. Sentía que sus párpados se habían vuelto dos persianas de plomo que sólo querían cerrarse y no volver a abrirse hasta dentro de unos días, y encima los siete pisos sin ascensor... Subió lo más rápido que pudo, con la única idea de ponerse el pijama y acostarse por fin, pero al llegar a su piso se sobresaltó al ver a alguien sentado en su puerta. En seguida se relajó y se acercó a Brittany, estaba dormida. Sonrió sin darse cuenta, estaba apoyada contra su puerta y con la boca entreabierta en una postura muy tierna. ¿Cuánto llevaría ahí sentada?

Se agachó para despertarla suavemente. Acarició su mejilla, apartando los mechones rubios de su cara y colocándolos detrás de las orejas, susurrando su nombre varias veces. Finalmente Brittany frunció el entrecejo y abrió los ojos lentamente. Al principio parecía confundida, separó la cabeza de la puerta y miró al rededor, luego se dio cuenta de en dónde estaba y volvió a cerrar los ojos, apoyando la cabeza de nuevo.

-Britt... venga, despierta.

Brittany gruñó y se llevó las manos a los ojos para despertarse. Abrió por fin los ojos, aunque seguía apoyada contra la puerta. Santana le sonrió y la rubia le devolvió una sonrisa algo más cansada. Le tendió la mano para poder levantarse, y Santana la ayudó.

-¿Cuánto llevas aquí?- Dijo tirando de Brittany para ponerla de pie.

-No lo sé- su voz aún sonaba adormilada.- Después de comer fui a ver a Natalie por si estabas ahí, pero como no estabas vine aquí.

Santana abrió la puerta y negó con la cabeza. No le gustaba la idea de que Brittany hubiera estado sola durante tantas horas esperándola frente a su puerta. Agarró la mano de la rubia y entraron en el piso, Brittany se dirigió a la cocina de inmediato, llevar horas sin comer pasaba factura.

-No tengo nada, Britt.- gritó Santana desde la habitación mientras se cambiaba.- Pide unas pizzas, el teléfono está en el salón.

Brittany obedeció y encargó las pizzas. Santana salió de la habitación con otro pijama en su mano y se acercó a Brittany; la rubia le sonrió mientras aceptaba su pijama.

-Ya se ha convertido en costumbre...- comentó mientras dejaba el teléfono en su sitio.

-¿A Quinn no le importa quedarse sola?

-Eso es lo que le he preguntado, y como Rachel estaba delante le ha ofrecido su casa... Bueno, más bien la ha raptado. ¡Ha entrado en nuestro ático y ha metido la ropa de Quinn en una bolsa para llevársela a su casa!

La morena no pudo evitar reírse ante aquella anécdota. De pronto recordó lo enfadada que se había ido Brittany esa mañana de su piso y pensó en lo relajada y feliz que estaba ahora. No entendía ese cambio repentino en su comportamiento, pero no sabía si preguntar. Brittany se dirigió al baño y se cambió de ropa. Santana nuca se lo diría, pero le encantaba ver a Brittany con sus pijamas.

-¿Puedo preguntarte algo, Britt?

Brittany estaba poniendo la mesa para cuando el chico de las pizzas les llevara la cena. Buscaba un par de platos para las dos mientras Santana sacaba los vasos.

-Claro, ¿qué pasa?

-¿Por qué has venido si esta mañana...? -Santana no supo cómo seguir la frase, pero Brittany la entendió perfectamente.

-Fue sólo un enfado tonto.- contestó como si nada, colocando los platos sobre la mesa.- Pero de todas formas siento haberte dicho lo que dije. No estuvo bien.- Hizo una pausa mientras preparaba una jarra con agua para el centro.- Además, Quinn me dijo que necesitabas verme.

Santana sonrió, no se esperaba que Quinn le contase nada de lo que había pasado a Brittany pero lo había hecho. En el fondo era una buena amiga. Brittany se acercó a Santana y le pellizcó los carrillos como a una niña pequeña, haciendo a Santana estallar en una carcajada.

-¿Qué haces?- preguntó la latina sorprendida.

-¡Estás muy rara! Ríete un poco. -Brittany volvió a pellizcar sus mofletes y Santana se rió de nuevo ante el gesto.- ¿Ves?
¡Cuando te ríes estás adorable! Como un bebé.

-¡Porque me estás tratando como a un bebé!- replicó sin perder la sonrisa.

De pronto oyeron el timbre de la puerta y Brittany corrió hacia ella, cogiendo el dinero que Santana había dejado encima de la mesa para las pizzas. Volvió en seguida cargada con las dos pizzas y las dejó sobre la encimera.

-¡Creía que me iba a morir de hambre! Siéntate, ahora las pongo en los platos.

Santana hizo caso y se sentó, esperando mientras sus tripas rugían a que Brittany sacara las pizzas de las cajas de cartón. En un momento, Brittany ya estaba sentada a su lado, dejando las pizzas frente a ellas. Se abalanzaron sobre los dos platos, el olor de la pizza recién hecha era demasiado tentador. Santana se quemó la lengua con el primer trozo, a lo que Brittany se rió y llenó sus vasos con agua. Cuando se le pasó la quemadura comenzó a comer de nuevo.

Ya estaban acabando cuando de pronto Santana sintió el dedo de Brittany atravesar su mejilla de arriba a abajo. Lo había untado con la salsa de la pizza y se había limpiado en la cara de Santana. La rubia no podía parar de reírse mientras Santana abría los ojos como platos.

-Serás cerda... - Santana se untó su propio dedo de salsa y lo limpió en la cara de Brittany. Repitió el proceso todas las veces que pudo antes de que se levantara de la silla para alejarse de ella.- Ah, ya no te ríes, ¿verdad?

Brittany agarró la mano de Santana y restregó el trozo de pizza que estaba comiendo sobre la otra mejilla de la latina. Ésta gritó y se levantó de la silla antes de que pudiera mancharla más. Miró cómo su amiga parecía estar a punto de llorar por culpa de la risa y se acercó a por las servilletas para poder limpiarse la cara.

-Anda, deja que te limpie, que no lo haces bien.- Brittany le arrebató el papel al ver que se estaba dejando partes de la cara cubiertas de salsa. Pasó el dedo índice por la cara de Santana para recoger los rastros de comida y se lo llevó a la boca.- Creo que me gusta más la pizza así. ¿Crees que podemos crear una pizza nueva? Voto por llamarla ''Sabor Santana''.

-Mejor no, no quiero ser lamida por todo Nueva York.

Cogió otra servilleta y comenzó a limpiar la cara de Brittany mientras ésta limpiaba la suya. Una vez que había terminado de limpiar la cara de Brittany, llevó la servilleta hasta su boca, limpiando los rastros de salsa que le quedaban en las comisuras. Los ojos de Brittany contactaron con los suyos, y de pronto sintió que se quedaba sin respiración al darse cuenta de la proximidad de sus cuerpos. Brittany enlazó sus dedos alrededor de la muñeca de Santana para alejar suavemente la servilleta de sus labios. Con la otra mano levantó la barbilla de Santana para obligarla a mirarle a los ojos.
Fue visto y no visto. De pronto Brittany había acortado la poca distancia que tenían y había presionado sus labios contra los de Santana. Estaba nerviosa, y Santana podía notar que se sentía insegura, así que cerró los ojos y llevó sus manos a las caderas de Brittany. La rubia entendió que Santana le daba permiso para continuar, así que enredó los dedos en su pelo oscuro, dejándose llevar por aquel mágico beso. De pronto, Santana sintió que la lengua de Brittany acariciaba su labio inferior, esperando a que la dejara entrar. Juntó las caderas de Brittany con las suyas y abrió los labios, llevando las manos desde las caderas hasta la parte trasera del cuello de Brittany, pegando su cuerpo al de ella todo lo que podía. Notó cómo Brittany emitía un pequeño gemido sobre su boca.

Ahí estaba de nuevo, aquella corriente eléctrica que sintió con el roce de labios de días anteriores había vuelto al cuerpo de Santana, pero esta vez multiplicada por diez, cien, ¡mil! Estaba pasando, ¡estaba besándola! Siete años habían pasado, siete años desde que había probado aquellos labios por última vez y sentía que sabían mejor de lo que nunca lo hicieron. Una lágrima rodó por la mejilla de Santana y se obligó a separarse de Brittany para poder respirar. Brittany jadeaba mientras se separaron, intentando recuperar el aire que le faltaba y luego abrió los ojos para encontrarse con los de Santana. Llevó un dedo a su mejilla y secó la lágrima que le caía. Luego volvió a inclinarse y besó su mejilla, su mandíbula, su barbilla. Besó sus labios de nuevo, sonriendo al saber que otra vez eran suyos, y luego comenzó a bajar, besando cada centímetro de su cuello.

-Britt...- susurró Santana entre jadeos, intentando controlar su respiración.- Quiero contártelo.

-¿Qué?- Brittany volvió a besar su mejilla y enterró la cara en el pelo oscuro de Santana, respirando su aroma mientras besaba su piel y abrazaba su cintura.

-Lo que pasó hace siete años.- Sintió que Brittany se ponía rígida y se alejaba de ella lentamente para mirarla a los ojos.- Tienes que saber por qué me fui.
_______________________________________________________________________________________________________

¿Qué será?
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