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Mensaje por micky morales Mar Mayo 10, 2016 8:39 pm

Necesito saber cuanto antes ese cuento de Brittany y kitty, y por supuesto espero que muy pronto se descubra la traicion de labios de mero!!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 11, 2016 12:12 am

marthagr81@yahoo.es escribió:jajaajj el cachorrro tiene mas accion que su mami santana y se burla de ella. bueno al fin le cayo el  20 a Britt la farsa de matrimonio que tiene, lo peor Sam ni la estima ni la respeta simplemente se revuelca con mercedes que es a quien pertenece quimica elemental, ahora a ver si britt tiene los gumaros para ir tras santana, por que es una cobarde una muy grande y rubia cobarde



Hola, jajajajaajajajajaja si vrdd¿? xD jajajaajajajaja pobre san xD jajaajajajajajajajajaja. Ya era hora la vrdd ¬¬ ese tal por cual ni merece que lo nombre ¬¬ jajajajaa. Jajajajajajaja esperemos y si la tenga jajajajajja xD Saludos =D





3:) escribió:hola morra,..

entre acciones y confecciones,..."cariño" a san no le va a alcázar el agua del mar para unirse ahí jajaj
bueenoo una mujer "hetero" es linda,... ahora san sabiendo lo que "hubo" entre britt y kitty,..  a ver que pasa,..
ese niño es mas perspicaz que la madre y le gana a san jajaj

nos vemos!!!



Hola lu, así parece jajajaja. Jajajajajajajajaajajajajajajajajajaja pobre de su corazoncito jajajjajjaa. Mmmmm mucho mas a su favor, no¿? Jajajajajajajajaja se aprovecha q es una ternurita jajajajaajjaaj. Saludos =D





monica.santander escribió:Veremos como sigue San ahora que confirmo que Britt tuvo un algo con Kitty!!!
Saludos



Hola, jajajajajajaaj esperemos y sus nervios no la traicionen jajajajaajajajaja y le salga todo bn la vrdd ajjaajajajaja. Saludos =D





JanethValenciaaf escribió:Si señor, esa brittany lo tenia bien escondido..........
Ese Sam si que no tiene vergüenza, engañar a su esposa.....
Saludos, mañana empiezo con los exámenes ordinarios de trigonometría y geometría y también física



Hola, si que si ajajajajajajajaja. No merece ni una palabra mía ¬¬ =O yo tuve matemáticos y física la semana pasada y me fue bn... espero que a ti tmbn! oi tuve uno y mañana ya xfin termino xD y tu¿? Saludos =D





micky morales escribió:Necesito saber cuanto antes ese cuento de Brittany y kitty, y por supuesto espero que muy pronto se descubra la traicion de labios de mero!!!!!!



Hola, esperemos y este cap nos traiga algo mas de eso, no¿? Aaaaa de ese ni una palabra ¬¬ Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 11

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 11, 2016 12:15 am

Capitulo 11


Dios, me duele la cabeza.

Fue el primer pensamiento que cruzó la mente de Brittany, mientras salía desde las profundidades de un sueño.

El rayo de luz solar, que la despertó, la sintió como una lanza que hacia un corte sobre su párpado e hizo una mueca dolorosa, llevando su mano como un escudo.

Por una fracción de segundo, se sorprendió por el movimiento cerca de sus piernas. Pronto se dio cuenta que era sólo Kinsey y sonrió con afecto.

—Oye, guapo—susurró mientras se acercó cautelosamente a su torso, asegurándose de tocar todos sus puntos más sensibles.

Lo que lo que la hizo gruñir cómicamente.

Le lamio su rostro con su suave lengua rosada. Era algo que Brittany normalmente lo encontraría un poco desagradable, pero era tan suave y tenía tanto cuidado, con sus ojos, que no tenía el corazón para detenerlo.

Él era como una mamá que cuidaba de su cría, y se sintió conmovida por su bondad.

Volvió la cabeza hacia la izquierda y se preguntó qué hora era.

Cuando entornó los ojos para ver el reloj, su mirada cayó sobre Santana, que estaba profundamente dormida en el sillón al otro lado de ella, y su corazón se derritió cuando se dio cuenta de que Santana había elegido ese lugar para poder cuidar de ella durante la noche.

Brittany miro con fascinación como el pecho de Santana se levantó y cayó relajado por el sueño.

Su brazo derecho sostenía la cabeza, con los dedos acurrucados en su alborotado, y oscuro pelo. La manta tapaba su cuerpo, pero sus pies y piernas desnudas estaban expuestas, siguió la longitud visible de ellos, a partir de la uñas de los pies, pintadas de color burdeos, y lentamente fue observando hacia arriba, con sus ojos acariciando la piel de Santana, se acordó de cómo las manos de Santana acariciaban su piel la noche anterior.

Mientras su mirada se deslizó sobre ellas, que eran de apariencias lisas y bien definidas, su mente repetía la sensación de los dedos fuertes y seguros, apremiantes, experta en su piel.

Recordó vívidamente su propia incapacidad para impedir retorcerse y la repentina, e inesperada humedad en su ropa interior, por Santana.

Brittany se humedeció los labios secos de repente, mientras sus ojos continuaban su recorrido.

Se detuvo abruptamente en el borde de un par de pantalones cortos negros, la tela se extendía a través del muslo de Santana, tan duro y fuerte, como un ladrillo de la pared.

Volvió la mirada hacia el techo y dejó escapar un largo y frustrado aliento.

—Mierda—susurró, asustada y excitada a la vez por la reacción erótica de su cuerpo, causada simplemente por observar a Santana.

Esto no es bueno.

No está bien.


Le faltaba el aire.

Necesitaba despejar la cabeza, quitarse el torpe y palpitante dolor.

Su cabeza era un torbellino con demasiados pensamientos.

Tomo la correa del suelo, junto a la puerta, para Kinsey, logró llegar por sí misma al perro y sin despertar a Santana.

Deslizó sus pies descalzos en las zapatillas de Santana, que eran uan talla más chica para ella, para protegerse del rocío de la mañana, y ella y Kinsey se dirigieron hacia el acogedor sol.



—Hasta aquí la teoría de fase—murmuró mientras ella y el perro paseaban por la hierba mojada.

Se sentía como si hubiera sido golpeada con un 4x4, en más de un sentido.

De repente, tenía otra cosa que admitirse, a sí misma, la verdadera naturaleza de su atracción por Santana.

No era admiración, como había sospechado inicialmente.

No era el culto al héroe, de alguien que estaba haciendo exactamente lo que quería en la vida.

Ni siquiera era simple amistad.

Lo que era cierto, era que tenía envidia de la confianza de Santana y que disfrutaba siendo su amiga, pero aquello parecía absolutamente minúsculo, cuando la sombra de la real verdad aparecía.

Volvió la cara hacia la cielo, dejando que el calor del sol callera sobre ella para absorberlo.

La verdad era que no quería ser amiga de Santana.

Quería más, mucho más que eso.

Quería tocar su piel, para medir la suavidad y la temperatura de la misma, con los dedos.

Quería probar los carnosos labios de Santana con los suyos.

Quería deslizar su lengua en la boca de la otra mujer y por cada centímetro de su cuerpo y quería oírla decir su nombre.

Se sentó pesadamente en el extremo del muelle cuando su propia realidad finalmente comenzó a ser asimilada.

Parpadeó ante el agua, aunque en realidad no estaba mirando, y dejó escapar un largo y lento suspiro de derrota.

Como si sintiera su estado, Kinsey se sentó en silencio a su lado, esperando pacientemente a su próximo movimiento.

Esto no le había sucedido desde Kitty.

Casi se había convencido, así misma, que lo vivido con Kitty en realidad había sido una fase, una experiencia universitaria.

Claro, todavía se fijaba en las mujeres, todavía pensaba que eran atractivas y sexys.

Había incluso, ocasionalmente, preguntado cómo sería dormir con una mujer de nuevo, si le gustaría, pero en su mayor parte, lo tenía asumido como sólo una cosa pasajera, un capricho pasajero, un sueño erótico.

No había habido una mujer que la golpeara con tal intensidad de fuego como con Kitty.

No hacía demasiados años.

No hasta Santana.

—¿Qué diablos voy a hacer, Kinsey?

Él la miró expectante, sus oídos aguzando como listos, pero no ofreció soluciones.

Pensó en decirle a Sam.

Él sabía de Kitty, al menos después de los hechos.

Lo había tomado sorprendentemente bien, encontró un lugar aceptable, entre sus celos y su excitación.

Ayudó que aquello no hubiera entrado en gran detalle emocional.

No tenía ni idea que había estado totalmente enamorada de aquella mujer, Brittany no se lo había dicho.

Él, al igual que su mamá, había asumido que ella estaba experimentando y nunca lo había corregido.

Nunca se había sentido tan amenazado como probablemente debería haberlo hecho.

En aquel entonces, le había dicho, por respeto, que no quería manchar su amistad o iniciar su matrimonio con una mentira.

Las cosas eran diferentes ahora.

Ahora, estaba pensando en contárselo por despecho, poner su dolor en represalia, por lo que estaba haciéndole a ella.

La charla con Santana, sobre sus sospechas la noche anterior, había sido la primera vez que lo había hablado en voz alta, la infidelidad de su marido, la primera vez que se había atrevido a decir algo en voz alta.

Y ahora, estaba enfadada.

Porque definitivamente, su matrimonio no era perfecto, y ambos lo sabían, pero había una línea que Brittany siempre asumió que ninguno de ellos cruzaría.

En lo que a ella se refería, él la había cruzado.

El resentimiento ardiente de violencia que sentía, se convirtió en un ojo por ojo.

Había cruzado la línea, ¿por qué no iba a hacerlo ella?

¿Si para él era aceptable, por qué no para ella?

¿Qué pasa si vuelvo, tomó a Santana de la mano, la llevó escaleras arriba, a la habitación?

Lo justo sería justo, ¿no?

El movimiento de Kinsey no pudo haber sido mejor.

Él pateó suavemente sobre ella, para descarrilar su tren de pensamiento.

Ella negó con la cabeza, asqueada con el cambio que sus sentimientos habían tenido.

Nunca había pensado, en sí misma, como el tipo de persona que podría engañar a su cónyuge.

Siempre había estado absolutamente en contra de semejante traición, pero en ese momento, estaba comenzado a entender, que tal vez en realidad había razones por las que la gente hacia tales cosas.

Tal vez, cuando faltaba algo en una relación, podría tener sentido, que la mitad pudiera ir a buscar en otro lugar. No estaba particularmente encantada con esa forma de pensamiento, pero tuvo que ceder a la lógica.

Se puso de pie, tomó otra profunda respiración, llenado de aire fresco del lago a sus pulmones, y luego llevó a Kinsey hacia la casa.

Justo al llegar al escalón superior de la terraza, la puerta se abrió y fueron recibidos por la mirada soñolienta de Santana. Su pelo oscuro, colgaba alrededor de sus hombros, alborotado y adorable.

Brittany sonrió.

—Buenos días, dormilona—dijo Brittany, tratando de evitar sus ojos, cuando Santana se estiró lentamente con un bostezo.

La elegancia de su cuerpo, resultó ser demasiado grande, pero Brittany estaba agradecida de que Santana, hubiera cerrado los ojos, porque iba a ver la dirección del seguimiento de sus ojos, por todo su cuerpo.

Santana se frotó los ojos, y luego se centró con su amiga.

—¿Cuánto hace que te has levantado?

—Tal vez una media hora.

Entró en el espacio de Brittany y antes de que tuviera tiempo para reaccionar, sus dedos cálidos se posaron suavemente alrededor de la herida del ojo.

Hizo una mueca de dolor, sólo una vez, en lugar de encontrarse a sí misma deleitándose con el tacto.

—Se ve bien—finalmente anunció Santana—Un poco negro y azul, pero la hinchazón más o menos se ha ido.

—¿Segura? Tenía miedo de mirar.

— Tu rostro se ve tan bien como siempre, pero con un toque de...

—¿Un toque de color?

—Exactamente.

Se rieron un minuto.

Cuando se detuvieron, sus ojos se encontraron y de repente, fue como si fueran las únicas dos personas en el mundo.

Brittany no podía haber desviado la mirada si hubiera querido, y no lo hizo.

Se sentía tan segura en el marrón de aquellos ojos.

Todos los sonidos del mundo exterior se desvanecieron, sólo sentía su sangre en sus oídos.

No fue hasta que comenzaron a moverse los labios de Santana, que se dio cuenta de que había vuelto a centrar su mirada en la boca de la morena.

Parpadeó varias veces, tragando saliva.

—Lo siento. ¿Qué?

Sinceramente esperaba que su voz no sonara tan chillona como pensaba que lo hizo.

—El teléfono. Está sonando el teléfono.

Como por arte de magia, el sonido exigente del teléfono sonó a través del aire.

—Oh. Supongo que será mejor que conteste.

—Sí.

Brittany le entregó la correa de Kinsey, y entró en el interior. Cogió el teléfono, de la mesa de café, mientras que su amiga la miraba sonriendo al darse cuenta de que sus propios zapatos estaban en los pies de Brittany.

—¿Hola?—sonrió tímidamente, mientras se sacaba las zapatillas de deporte.

—Hola, cariño. ¿Cómo te va?

Sintió como fruncía el ceño al oír el sonido de la voz de su marido.

—Estaría mejor si hubieras venido al partido de anoche, como pensé que ibas a hacer.

Lo que vio, con sorpresa, al encontrarse con la mirada de Santana, fue cómo la alegría desaparecía de su rostro, lo que provocó que ella misma se mareara ligeramente.

Santana cogió sus zapatos y empezó a ponérselos. Brittany desvió la mara hacia los cojines del sofá.

—Lo sé, cariño. Lo siento. Me quedé atrapado. Saunders rompió su trato y tuvimos que conseguir otro para esta mañana. No tenía otra opción. Ya sabes cómo funciona[/i[—su voz era sincera, muy cargada con un sabor de disculpa[i]—Hubiera preferido estar ahí contigo. Ya lo sabes.

En contra de su voluntad, sintió que su ira se derretía como un copo de nieve bajo el sol, a pesar de que se esforzaba por quedarse con él.

—Lo sé. Realmente quería que estuvieras ahí. Me dijiste que lo harías.

—Te dije que iba a intentarlo. Lo siento, cariño. ¿Ganaste? ¿Cómo estuvo el partido?


Brittany miró hacia arriba para ver a Santana en la puerta, con Kinsey detrás.

Para su sorpresa, se asustó.

—No, quédate. ¿Por favor?

—¿Qué?—preguntó Sam, confundido.

—Me tengo que ir a casa—dijo Santana, sin detenerse en su salida.

—Pero no he podido darte las gracias—se quejó, luego hizo una mueca, ante el sonido de su propia voz.

—¿Con quién estás hablando?—Sam preguntó con perplejidad.

—No fue nada. Me alegro de que te sientas mejor.

Santana parecía tener demasiado interés por irse, y Brittany no sabía cómo detenerla, quería arrojándose alrededor de la morena.

—Te veré más tarde, ¿de acuerdo?—con eso, cerró la puerta.

Brittany la vio saltar por los escalones de la terraza y siguió su cabeza a través del patio.

Sintiendo un agudo sentido de pérdida.

—¿Britt? ¿Estás ahí?


Ella suspiró en el teléfono.

—Sí, estoy aquí.

—¿Con quién estabas hablando?

—Con Santana.

—¿Ha pasado muy temprano?

—Ella pasó la noche aquí.

—¿Perdón?
—su tono era bastante juguetón, pero la implicación estaba ahí.

Brittany jugaba con la idea de no decirle nada, de hacerle pensar lo que sea que él quería.

Entonces decidió ser una adulta, de nuevo, y se sentó a contarle la historia del partido y la bola golpeándola.


Sam tragó saliva mientras dejaba la parte posterior del teléfono en su soporte. La preocupación, que se había instalado en la boca del estómago, amenazó con expulsar el desayuno que había pedido al servicio de habitaciones una media hora antes.

Se dejó caer sobre la cama king-size del hotel y suspiró, dejando los extremos de la corbata colgando de su cuello. Apoyó los antebrazos en las rodillas y agachó la cabeza.

¿Justicia poética?

¿Es eso lo que era?

El hecho de que se despertara, por sí solo, no quitaba que en realidad había pasado otra noche con una mujer que no era su esposa. A su vez, ella había pasado la noche con una lesbiana.

No, no en el sentido bíblico, no como él, pero habían pasado la noche de todos modos.

Por supuesto sabía, a través de Dawn, de su jocosa advertencia sobre su nueva vecina.

Sacudió la cabeza, reprochándose que nunca debió contarle a su hermana sobre Brittany y Kitty, porque en todo momento, ella había dejado su deber de velar para él.

¿No había sido una fase?

¿No había sido Kitty simplemente un experimento?

¿No era eso lo que algunas chicas hacen en la universidad?

Se habían aferrado a esa esperanza, a esa idea, desde el primer día de su matrimonio.

Se había prometido no reprimir, pero él la observaba con atención, prestó atención a las personas con quienes se asociaba.

Para su sorpresa, no había muchas.

No tenía muchos amigos, aunque nunca entendió por qué.

Ella era muy agradable.

Amable, inteligente e ingeniosa, pero de alguna manera él sólo podía pensar en un par de mujeres con las que pasó el tiempo.

Tenía a Kayla, Dawn y ahora tenía a Santana.

La agitación en su estómago continuó, mientras se pasaba una mano por el rostro recién afeitado.

Por primera vez en años, se permitió pensar en lo que había estado evitando durante tanto tiempo.

Mi matrimonio se está desmoronando.

Cerró los ojos frente a la amenaza de las lágrimas.




************************************************************************************************************




—Maldita sea—tiró la correa de Kinsey al suelo, y luego se quitó los zapatos, violentamente—Maldita sea. Maldición. Dios maldito, maldita seas—sacudió la cabeza con disgusto y miró perro.

—¿Cómo puedo hacer esto? ¿Cómo es posible que después de tantos años, todavía siga siendo una maldita estúpida? ¿Puedes darme una pista? Porque no lo sé.

Cuando escucho su tono de voz, los oídos de Kinsey se volvieron contra su cabeza. La miró parpadeando, puso el rabo entre las piernas, preguntándose qué podría haberla hecho enojar tanto.

Ella inmediatamente se sintió culpable y lo recogió en sus brazos, abrazándolo con fuerza.

Como respuesta él le lamió la cara.

—Lo siento, amigo. No estoy enfadada contigo. Estoy enfadada conmigo misma.

Lo había hecho de nuevo.

Había dejado que la simple atracción física, de alguna manera, le permitiera vislumbrar un extra.

¿Qué pasa si...?

El problema era, no habría un…

¿Qué pasa si...?

Brittany estaba casada y Santana podía ser un montón de cosas, pero nunca rompería una pareja.

Simplemente no podía dejar las cosas como estaban, ¿verdad?

—Creo que es hermosa y sexy—su voz destilaba sarcasmo de reproche—Tenía que saber que hay otras cosas de ella que me gustan.

Está casada, dijo la pequeña voz.

¡Lo sé!

Brittany lo había sentido, también.

Ahí, de pie en la cubierta, y lo había sentido también.

Santana estaba segura de ello.

La atracción.

Podía ver la cara de Brittany, fue demasiado obvio.

La había mirado exactamente como Santana se había sentido.

Había estado mirando su boca, y había tomado cada gota de la fuerza de Santana para no agarrarla y comerla a besos.

—¿Cuándo sucedió esto?—se preguntó Santana—¿Cómo?

Se sirvió en el mismo un vaso de jugo de naranja y reflexionó sobre la cuestión.

—Ayer, ella era mi amiga. Hoy en día, quería matar a su marido por tener lo que quiero.

Su reacción, cuando llego a la conclusión de que había sido Sam, el del teléfono, la había sorprendido.

Había sentido repentinamente náuseas.

Se había sentido totalmente expuesta, sin mencionar que se sintió culpable y furiosamente celosa.

Había tenido dificultades para respirar y sentía que tenía que salir de ahí, lo más rápido que le fuera posible.

Sabía que era grosero, pero no creía que pudiera permanecer ahí, en la presencia de su vecina, por un minuto más, mientras la otra mujer hablaba con su marido, sin volverse completamente loca.

Ese sentimiento la había asustado mucho.

Está casada con él, su voz interior volvió a decir.

Ya lo sé.

¡Cállate!


Se dirigió hacia su escritorio y encendió su ordenador, decidida a canalizar su ira en algo más creativo, que discutiendo consigo misma.

Se sentó y comenzó a escribir sin parar durante más de una hora.

"Debes venir a cenar en una noche, Paul. Kris Diez es un gran cocinero. Si no podemos tirar la mierda y hablar política corporativa.

"Por supuesto. Eso sería genial.

Paul no creía que fuera posible decir algo con menos entusiasmo. Apretó los labios con fuerza, mientras los veía caminar de regreso a su propio patio y subir las escaleras de atrás.

El brazo de Ray rodeaba a Kristen como si fuera de su propiedad, como si fuera una cosa y no una persona.

Le hacía hervir la sangre.

Regresó a los arbustos que había estado podando y cortando con ella.

¿Alguna vez había conocido a alguien tan falso como Ray Daniels?

Él no lo creyó.

¿Alguna vez había conocido a alguien menos merecedor de algunos cuerpos como el de Kristen?

No podía ser.

Ray no tenía idea de lo que le pasaba con Kristen.

Ninguna.

No sólo era hermosa e inteligente.

Era divertida, dulce y compasiva.

Se merecía a alguien que le agradecería esas cualidades.

Necesitaba a alguien que la respetara y cuidara.

Se limpio el sudor de la frente, y continuó trabajando con las tijeras de podar, pretendiendo que cada pieza que cortaba fuera algo del cuerpo de Ray Daniels.

Kristen se merecía mucho más.

Era especial.

"Se merece a alguien como yo", murmuró, y luego, con un suspiro, dejó las tijeras a sus pies.

Está casada con Ray.

Paul sintió un fuerte dolor, como una puñalada de tristeza, a través de su corazón. Se mantuvo, acomodándose, en el dolor sordo del deseo insatisfecho, no correspondido de amar a alguien prohibido.

Estaba casada con Ray.

Nada iba a cambiar eso.

Por ello se sintió enfermo y enojado. Muy enojado.

No era justo.

No estaba bien, él era un buen hombre que nunca llegaba a ninguna parte.

Sería por lo menos bueno con ella.

¿No sabía eso?

¿No podía ver eso?

La trataría como a una reina, porque eso era lo que se merecía.

Algunos hombres como Ray no tenían idea de lo que era.

Él no era digno de ella.

No era más que un estúpido egoísta, y desde luego no era una garantía para una esposa como Kristen.

Todo el emparejamiento estaba mal.

"Y voy a arreglarlo", murmuró.




Santana asintió satisfecha, mientras releía las cuatro páginas que había escrito.

Eran buenas.

La historia era sólida.

Los personajes parecían reales.

Santana se preocupaba por sus personajes, y sabía que esa era la clave.

No había tenido la intención de que fuera una novela de suspense, pero parecía encaminarse en esa dirección, y aquello resultó una grata sorpresa.

—A Rach le va a encantar—dijo, después de una buena sesión de escritura.

Imprimió lo que había escrito hasta ahora.

Echó un vistazo al reloj, levantó el teléfono y marcó el número directo de la oficina de Quinn, el que le permitía saltarse a la secretaria de su amiga.

Si Quinn estaba, respondería, ya que sólo Santana y Rachel utilizan este número.

—Quinn Fabray—respondió alegremente.

—Hey.

—Hola, Tana. ¿Cómo está tu vecina?


Quinn sin saberlo, inmediatamente tocó el tema que estaba intentando evitar.

—Ella está bien. ¿Todavía tiene un poco de morado, pero es normal?

—Mierda. Tendría que haber evitado ese pequeño accidente tirándose a la derecha, para no echar a perder ese rostro tan hermoso, ¿eh?
—la falta de respuesta de Santana no le pasó desapercibida—¿Qué pasa?

—Estaba pensando en dar un paseo. ¿Puedes almorzar conmigo?

—Déjame ver...


Santana podía oír los pitidos de Quinn usando el lápiz contra su Palm Pilot, para revisar su horario.

—Sí, ¿estoy libre a las 11:45?

—Conforme. Te veré en el Empire. Tengo un poco de material de lectura para Rach.

—Ella estará encantada. Nos vemos entonces.







Era un día soleado y Sheryl Crow cantantaza, mientras Santana abrió el techo solar en su Acura, y entró en la autovía hacia la ciudad.

Echaba de menos la ciudad, pensó mientras aceleraba, recordando la pequeña casa, que le pertenecía, en la parte noreste de la ciudad de Rochester.

Era pequeña y los vecinos estaban cerca, pero no había nada como estar a cinco minutos de exactamente todo.

El museo, restaurantes, tiendas, gimnasios, estaban todos a un paso fácil de llegar.

Su casa tenía dos dormitorios y Kinsey podía caminar por todo el lugar. Podía visitar a sus amigos, para la hora feliz, y estar en casa en un par de minutos.

Había un cierto sentido de conexión al vivir en el centro y, por mucho que amaba su nueva vida en el lago, todavía no había perdido ese sentimiento.

Quinn trabajaba en la ubicación del centro de Eastman Kodak, así que Santana tomó la 490, hacia el oeste, pasando por St. John Fisher College, murmurando con disgusto, al ver los conos de color naranja que comprimía el tráfico a un miserable carril, sin razón aparente, ya que no había trabajadores por el lugar.

Una broma local decía que sólo había dos temporadas en Rochester: el invierno y la construcción.

Si no luchabas contra la nieve, estaba luchando contra esos malditos conos anaranjados, pensó con irritación.

Se preguntaba seriamente, si el departamento de carreteras cerraba los carriles sólo por el placer de poder hacerlo, o por alguna otra razón.

Tomó una calle interna y salió en la calle State, deslizándose detrás del edificio de la televisión pública WXXI, para situarlo en la zona de visitantes de Kodak.

Necesitaría un código para salir y ella en silencio se reprendió a sí misma por no recordar el de Quinn.

El Empire Brewing Company tenía una ubicación privilegiada.

Entre la calle Frontier Field y la oficina principal de Eastman Kodak, lo que casi garantizaba una clientela constante, especialmente durante el verano.

Casi siempre estaba lleno.

Llegó antes del mediodía y su camarero se presentó como Jay, preguntándole dónde prefería sentarse.

Era un hombre joven con gafas de montura de alambre, pantalones caqui negro. Parecía alegre, sonreía plenamente con su camiseta de Empire Brewing Company y gorra de béisbol a juego.

La acompañó hasta una mesa junto a la ventana, sacó su libreta de su delantal negro, y escribió su pedido de una copa de la casa, llena de su elaborada cerveza.


Desde su asiento, junto a la ventana, miró buscando a su amiga, que simplemente se deslizaba a través de la calle, desde su oficina Kodak.

Ahí no había ni rastro de su amiga, así que aprovechó el tiempo mirando el menú del restaurante, que tenía un ambiente abierto y cálido al mismo tiempo.

El alto techo era de madera, y acero inoxidable, la decoración de cristal daba sensación de amplitud.

Los suelos de madera, sillas de madera gruesas, y los tonos tierra, suministraban calor. Los grandes depósitos de acero inoxidable eran visibles, a través de las paredes de cristal, y en una pizarra, que colgaba del techo, se podían leer las diferentes opciones de sus cervezas de barril.

Los nombres eran siempre coloridos y creativos, y Santana sonrió al leer las opciones del mes: Red Mulligan, Scotch Ale, y el Purgatorio.

Si no hubiera sido la hora del almuerzo, podría haberse aventurado a darle una oportunidad.

El menú era ecléctico, con un toque especial.

Tales especialidades como Big Easy Gumbo y jumbalaya destacaban como favoritos, combinando alimentos con cerveza, chorizo, alitas de pollo y perritos calientes, y acompañado, siempre, por el más increíble plato de ajo asado, puré de patatas que Santana había visto alguna vez en su vida.

Jay volvió con una taza de helado y una botella de cerveza de raíz.

—¿Necesitas unos minutos más?

—Sí. Ella debería estar aquí pronto—dijo en tono de disculpa.

—No hay problema. Volveré.

Apenas se había instalado el taco de pollo a la tailandesa, vio a su amiga corriendo por la acera de enfrente.

Le resultaba siempre sorprendente, ver a su amiga en traje de negocios, especialmente durante el verano.

Se había acostumbró a verla en pantalones cortos y camisetas, tanto que verla en pantalones de vestir negros y una blusa de seda color crema, le paralizaba la vista.

En cuestión de minutos, Quinn sacó la silla frente a ella y se rozó la cabellera rubia, detrás de las orejas, con sus aretes de oro brillando.

Se la veía muy profesional.

—Hey— saludó con una sonrisa—¿A qué le debo esta agradable sorpresa?

—Echaba de menos tu cara sonriente—respondió deslizando su menú.

Quinn resopló.

—Sí. Okay.

Jay volvió a tomar el pedido de Quinn. Mientras continuaba estudiando el menú, Santana le entregó un sobre de papel manila.

—Aquí tienes. Antes de que me olvide. Dale esto a Rach que no hay prisa, pero que se dé prisa.

Quinn rió en silencio y miró el sobre, impresionada por la pila.

—Wow. Has estado muy ocupada.

—Cincuenta páginas—dijo con orgullo—La imaginación está fluyendo. Los jugos están fluyendo.

—Entonces parece que tenemos jugo flowage en nuestras dos casas.

Lo dijo con aire de suficiencia, y luego volvió sus ojos a su menú. Santana frunció el ceño.

—Flowage... ¿qué?

Santana vio sonriendo a Quinn.

Sus ojos brillaban.

—¡Quinn! ¡Te has reconciliado!

Quinn miró por encima del menú.

—Un poco más fuerte, ¿por qué no? Creo que la gente en el otro lado de la barra no te ha oído.

Santana se echó a reír, al ver la expresión de su amiga, que le mostró que estaba más feliz que molesta.

—¿Qué pasó?—buscó en su mirada—Dime que realmente hablaron de la situación, y que simplemente no dejaron que sus hormonas pasarán a ebullición.

Jay llegó con la cerveza de raíz, de Quinn, y les sirvió sus pedidos.

Santana se dio cuenta que el restaurante se había llenado, un poco, desde que su amiga había aparecido.

—¿Y?—insistió una vez que Jay se había largado.

—Hablamos. Hablamos de todo—se detuvo dramáticamente—Y entonces dejamos que nuestras hormonas en ebullición se hicieran cargo.

—¡Detalles, maldita sea! ¡Dame detalles!

Quinn se rió entre dientes, y luego respiró hondo, tratando de decidir por dónde empezar.

—Ella empezó a hablar de otro bebé más. Estaba tan entusiasta con ello que no sabía qué decir, pero creo que vio en mi cara que yo no lo estaba tanto. Se dio cuenta y me preguntó. Así que simplemente decidió que necesitaba saber cuáles eran mis preocupaciones para que no interfieran. Pensó que era lo más justo, para las dos.

—Bueno—Santana asintió—Bien por ti. ¿Cómo se lo tomó?

—Mejor de lo esperado—respondió, con una pizca de asombro en su voz—No creo que se sorprendiera. Dijo que tenía una especie de sospechaba de que me sentía como lo hacía, y estaba preocupada por ello. En realidad me pidió disculpas por no preguntarme antes de soltarle lo del segundo hijo.

—Wow.

—Si. Por lo tanto, hablamos y saqué todas mis preocupaciones para ponerlas sobre la mesa.

—¿Todas ellas?—preguntó con escepticismo.

—Todas ellas. Le dije que me encantaba ser mamá, que Beth era lo más importante en nuestras vidas, pero que casi no teníamos tiempo para nosotras. Le dije que echaba de manos hacer el amor con ella y que tenía miedo de que la situación empeorará si teníamos otro bebé.

—¿Y?

—Dijo que lo entendía porque tenía las mismas preocupaciones.

—¿En serio?

—Eso me dijo. Parece que se ha estado perdiendo nuestro tiempo a solas, tanto como yo, y de hecho es un poco peor para ella porque está con Beth todo el día. Nunca miré desde ese ángulo antes. Al menos, yo tengo la oportunidad de hablar con adultos durante el día, ¿sabes? Mientras ella está atrapada por el reloj, las pistas de Bluey PB, J Nutriay la lectura de Dr. Seuss.

Ambas rieron.

—Nos reímos, lloramos y nos pusimos de acuerdo en que ambas queremos tener otro hijo, pero sólo si podemos hacer un esfuerzo extra para pasar un tiempo a solas. Nosotras dos, ya sea poniendo una noche de cita semanal o espontáneamente enviando a Beth con mi mamá o la de ella, para que podamos ir a las Cataratas del Niágara, un fin de semana, o lo que sea. Ambas necesitamos pasar más tiempo juntas.

Santana sonrió, impresionada con su amiga, después de haber tomado el toro por los cuernos.

—¿Sabes qué más, San? Durante toda esa discusión, he aprendido algo que creo que es muy valioso.

—¿Qué es eso?

Su rostro se puso serio, y Santana sabía que estaba a punto de decirle algo a lo que debía prestar mucha atención, posiblemente para archivar su referencia para su futuro.

—Me di cuenta que me encanta Rachel más que nada en el mundo, y que soy muy afortunada de tener lo que tengo con ella. Y...—se miró las uñas, buscando las palabras adecuadas—Hacer el amor con ella es muy importante para mí. Pero... tenemos mucho más que eso... y no sé si vale la pena poner en peligro todo el conjunto, porque creo que deberíamos estar teniendo más sexo. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?

Santana miró a su amiga, a la que conocía desde tantos años.

Nunca la había visto tan seria.

—Creo que sí—respondió con honestidad.

—Tú y yo siempre hemos sentido lo mismo sobre el sexo en una relación, y la muerte en la cama de lesbianas y todas esas cosas. Estoy diciendo que tal vez... tal vez no deberíamos estar tan preocupadas por ello. No quiero decir que no es un tema importante, y no me refiero a que es una cosa que está bien conmigo. Es que tal vez... vez cuando tienes algo real, como Rach y yo lo tenemos, tener relaciones sexuales dos veces a la semana, dos veces al mes o dos veces al año, en realidad esa no es la cuestión. Tal vez le damos más importancia de la que debe tener. ¿Sabes?

Santana se vio superada por la extraña sensación de que Quinn verdaderamente había crecido, y sonrió a su amiga con un gran afecto, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¿He mencionado que últimamente lo estoy loca de celos por ti?

Quinn sonrió con una sonrisa realmente halagada y agradecida.

—¿Últimamente? No, no lo creo.

—¿Y qué te dijo Rachel cuando le contaste tu teoría, sobre estar dando demasiada importancia al sexo, esta acuerdo? Porque supongo que también lo hablaste con ella, ¿verdad?

—Sí, lo hice. Ella dijo: "Ya lo creo que es una gran cosa. ¿Cuándo dejamos de hacer el amor, nos volveremos compañeras de habitación?” Y luego añadió: “ni tú ni yo queremos una compañera de habitación. Queremos una pareja y un amante."

—Wow. Creo que la quiero.

—Lo siento. Ella es mía.

—Así que supongo que no tienes que preocuparte por si desaparece por completo, ¿eh?

Quinn dejó escapar un suspiro de alivio gigante.

—No puedo explicarte lo bien que me sentí después de oírla decir eso. Jesús.

—No quiero nada más en el mundo que tener lo que tienes con Rachel. Son mis modelos a seguir, ya sabes.

Quinn sonrió a su mejor amiga durante un largo rato.

—Gracias. Seguro que algún día, más pronto que tarde, encontrarás a la mujer de tu vida.

Cuando la conversación se detuvo, Jay se acercó a servirles sus platos.

—Que lo disfruten.

Quinn lo observó mientras se alejaba.

—¿Familia?—preguntó Santana.

—Por supuesto.

—Entonces, déjame preguntarte—dijo en torno a un bocado de su taco, sus ojos estaban brillantes de malicia—¿Cómo vas a decirle a tu gigante libido que el sexo con Rach ya no es una gran necesidad cómo piensa?

Quinn se inclinó hacia delante y bajó la voz con complicidad.

—Se llama vibrador, cariño. Deberías conseguirte uno.

Santana casi escupió la comida, sobre la mesa, mientras se echaba a reír.

—Oh, ya tengo uno, amiga mía, y creo que está teniendo demasiado uso. Ha pasado más de un año desde que Emily y yo terminamos. Hay necesidades, ya sabes.

Quinn masticaba un bocado de su ensalada.

—Hablando de tu ex, creo que se ha metido en una situación…

—¿Qué quieres decir?

—Tengo la impresión de que no es nada feliz con Diane.

—Ohh que escándalo.

—Ahora, no nos pongamos maliciosa.

—Hasta ahora no he sido maliciosa, Quinn. Esa mujer es una puta de primera, que no hace nada, pero Emily siempre está pendiente de ella, y con ello no hace nada para remediarlo, sino todo al contrario.

—Lo sé. No digo que te equivoques. Sólo estoy diciendo que creo que podría ser un poco más serio de lo que pensamos.

Santana dejó de masticar.

—¿Qué se supone que significa eso?

Quinn suspiró.

—Quiero decir que Emily quiere dejarlo, pero no sabe cómo. Nos ha pedido un poco de ayuda. Tiene miedo.

—¿Miedo?—estudió el rostro de su amiga—¿Crees que Diane se capaz de golpearla?

—No lo sé—Quinn respondió rápidamente, sosteniendo su mano, en un gesto conciliador—No vayamos a sacar conclusiones precipitadas. Nosotras no sabemos nada, a ciencia cierta, y podríamos estar fuera de lugar. Emily no lo ha admitido, pero si ese fuera el caso...

—Yo mato a esa puta—Santana dijo con determinación de acero.

—Relájate. Yo me siento igual, pero no podemos ir a por ella. Podríamos estar equivocadas.

—Nunca me gustó Diane. Desde el principio, había algo en ella que no me cayó bien.

—Lo sé. Lo has dejado muy claro para todas nosotras, en numerables ocasiones—Quinn le dirigió una pequeña media sonrisa.

—La sutileza no es mi especialidad, ¿no?

—Por supuesto que no.

—Entonces, ¿qué hacemos?

—Rach va a hablar con Emily, y vera qué puede averiguar. Luego, vamos a ver cuál será el siguiente paso. Quiera sacar sus cosas del departamento de Diane, y preguntó si podíamos ayudarle. Me imagino que tú, yo, y Blaine deberíamos ser suficientes. Te daré los detalles después de que Rach hable con ella.

Santana asintió.

Rachel era sin duda la figura materna y la voz de la razón, en su pequeño grupo.

Si Emily se podía a abrir a alguien, esa sería Rachel.

—Me parece bien.

Quinn hizo una pausa, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus próximas palabras.

—Sabes, que Rach y yo somos conscientes del hecho de que no estabas muy contenta con que nosotras fuéramos amigas de Emily, y con que la invitáramos a nuestros partidos.

Santana asintió de nuevo, no estaba segura de cómo responder, porque era la verdad.

—Ella es una buena chica, San. Sabíamos que tenía sus problemas, y por eso las cosas no funcionaron, pero Emily no es una mujer fría. Es dulce, amable y se merece algo mejor que Diane.

Santana luchó contra la oleada infantil de celos que le brotó, y decidió actuar como la adulta que era.

—Lo sé. Tienes razón. Supongo que he retrocedido un poco, a mi gran personalidad de niña.

Quinn le dio una sonrisa irónica.

—Yo sólo quería que aborrecieran las mismas personas a las que odio.

—No odies a Emily.

Santana suspiró.

—No la odio.

Quinn miró su reloj.

—Mierda. Ha sido divertido, muñeca, pero tengo que volver—hizo un gesto hacia el camarero, pidiendo la cuenta. Agitó la cabeza, cuando Santana sacó con su cartera—Pago esta, nena. Eres una artista muerta de hambre. Y yo sólo soy una empleada importante de Kodak. Cuando consigas que este libro sea publicado, me puedes llevar a cenar a algún lugar fino.

—Trato echo.


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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Mayo 11, 2016 12:52 am

ahhh artista muerta de hambre con una casa en el lago yo no lo creo. Bueno a esperar que suceda lo que tiene que suceder y haber como se porta britt espero que no como la niña bien que siempre ha sido donde ha dejado mandar su vida por su mama y por la mama de samuel evans y por este. por no quiero que lastime a santana
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Mensaje por 3:) Miér Mayo 11, 2016 12:50 pm

hola morra,...

que pasa si??? la gran pregunta,..
se dio cuenta sam que,... ya no ahí matrimonio por que pelear,.?? que britt no supero su etapa???,.. y es obvio que es la atracción latente entre las dos!
a ver que llega a ser san por "rescatar" a Emily!
artista fracasada??? mmm no se! como va si no es un best seller el libro esta sera jajaj
a ver como quedaron las cosas entre san y britt,..después de las acciones no hechas,..???

nos vemos!!
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Mensaje por micky morales Miér Mayo 11, 2016 7:55 pm

Bueno, la actitud de Brittany de molestarse con el marido por no ir al partido y luego disculparlo casi inmediatamente mientras el muy desgraciado se revolcaba con otra ha sido deprimente (ok ella no lo sabe a ciencia cierta, pero la sospecha deberia ser suficiente) no quiero que lastime a Santana, pero tampoco quiero que emily entre en la ecuacion otra vez pq termino con la tal Diane, no me gusta!!!!
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Mensaje por 23l1 Miér Mayo 11, 2016 11:30 pm

marthagr81@yahoo.es escribió:ahhh artista muerta de hambre  con una casa en el lago yo no lo creo.  Bueno a esperar  que suceda lo que tiene que suceder y haber como se porta britt espero que no como la niña bien  que siempre ha sido donde ha dejado mandar su vida por su mama y por la mama de samuel evans y por este. por no quiero que lastime a santana



Hola, jajajaja quinn y su humor, no¿? jajajajajaja. =O mmm esperemos y suceda ya entonces, no¿? jajaajajajajajaja. =O nononono esperemos que ahora si se de a valer y todo por su san, no¿? jajajajaaja. Saludos =D





3:) escribió:hola morra,...

que pasa si??? la gran pregunta,..
se dio cuenta sam que,... ya no ahí matrimonio por que pelear,.?? que britt no supero su etapa???,.. y es obvio que es la atracción latente entre las dos!
a ver que llega a ser san por "rescatar" a Emily!
artista fracasada??? mmm no se! como va si no es un best seller el libro esta sera jajaj
a ver como quedaron las cosas entre san y britt,..después de las acciones no hechas,..???

nos vemos!!



Hola lu, jajajaaj o no¿?! jajajaajajajaja. Ya era hora, xq bastante cobarde su actitud, para no decir nada peor ¬¬ Toda la razón, q etapa ni q ocho cuarto, es el amor brittana y listo! Mmmm con lo buena amiga q es... y su genio de snixx xD ajajajajajaj. Jajajajaajajaj esa quinn y su humor XD jajajajaja no cambia, no¿? jajajaajajajaja. Mmmmmm un poco tensas, pero entre ellas las dispersan jajajajaaja. Saludos =D





micky morales escribió:Bueno, la actitud de Brittany de molestarse con el marido por no ir al partido y luego disculparlo casi inmediatamente mientras el muy desgraciado se revolcaba con otra ha sido deprimente (ok ella no lo sabe a ciencia cierta, pero la sospecha deberia ser suficiente) no quiero que lastime a Santana, pero tampoco quiero que emily entre en la ecuacion otra vez pq termino con la tal Diane, no me gusta!!!!



Hola, jajajajajajaajajajajajajajajajaj XD excelente deducción, yo creo que era para mantenerlo tranquilo y no levantar sospechas... que ni ella quiere jajajajaajaj, pero son imposibles si son con san xD jajajajajajajaj. =O nononononono ya están bn complicadas ellas sin ayuda xD ajajajajaja, solo esperemos y sea buena amiga xD Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 12

Mensaje por 23l1 Miér Mayo 11, 2016 11:32 pm

Capitulo 12


En Julio llegó una ola de calor, que era un poco inusual para esa la parte del estado de Nueva York.

Durante junio, una empezaba a acostumbrarse al verano.

Julio era cuando una realmente lo disfrutaba. Entonces agosto llegaba, y poco a poco una se deprimía ante la perspectiva del fin del verano.

Era el ciclo de la naturaleza, del norte del estado, y aunque Brittany había vivido ahí toda su vida, nunca se acostumbró a ello.

Rara vez salía de su casa en el lago.

Pasaba todas las noches ahí, con o sin Sam, en su mayoría trabajando sin parar en el interior de la casa. Fue poco a poco haciendo que cada habitación quedara exactamente como ella quería.

Nunca se había sentido tan satisfecha en su vida.

Normalmente, corría las cosas, cambiaba los colores y los patrones para conseguir la aprobación de Sam, pero había decidido que dada su continua ausencia, había perdido su capacidad de decir.

Si a él le gustaban sus diseños o no, no habría ninguna diferencia.

Esta casa era de ella.

Arreglarla a su gusto era una experiencia liberadora. Desde la aceptación de la verdadera naturaleza de sus sentimientos hacia Santana, pensaba en ella constantemente, pero trató de no pasar demasiado tiempo pensando en ello.

También se preguntó si esos sentimientos podrían ser mutuos, porque tuvo la clara impresión de que Santana la estaba evitando, fuera del voleibol.

Todavía jugaban muy bien juntas, pero las bromas y el coqueteo habían llegado a su fin, de manera abrupta.

Brittany tenía sus propias sospechas de por qué, pero estaba siendo demasiado cobarde para explorar, incluso en su propia cabeza.

Ese lunes, a mediados de julio, era un magnífico caliente y soleado día con una ligera brisa... perfecta para estar al aire libre.

El lago estaba lleno de gente.

Barcos, motos de agua, niños nadando, personas pescando.

Era vigorizante sólo estar en la zona.

Llevaba una camiseta blanca sobre su traje de baño, con toda la intención de pasar el día bronceándose bajo los rayos del sol, dando como resultado el mejor bronceado de su vida.

Salió a la terraza, toalla en la mano y cerró los ojos, dando un gran suspiro, a la vez que absorbía la esencia misma del lago.

No tenía palabras para describir la paz que sentía.

Abrió los ojos cuando oyó el ladrido ahogado de Kinsey.

Él estaba dentro y Santana estaba fuera, lo que explicaba su irritación.

Brittany había visto unos días antes de que Santana hubiera sacado una moto de agua azul y amarilla, con aspecto deportivo esquí, fuera de su casa en la zona de botes, pero simplemente no le había prestado atención hasta ese día.

Brittany la estudió.

Santana había sacado la máquina, así que estaba medio en la orilla y la otra mitad en el agua, con un chaleco de color amarillo brillante en el suelo, a sus pies.

Estaba inclinada sobre el vehículo, haciendo algo que Brittany no podía entender, pero asumió que Santana se disponía a llevarlo a dar una vuelta.

Sonrió mientras su mente evocaba una imagen de la morena descremada, sin esfuerzo sobre el agua, con una sonrisa de felicidad en su rostro y el viento contra el pelo.

Santana capturó los ojos de Brittany y los sostuvo.

Hizo un gesto con incertidumbre, preguntándose si Santana era consciente de que había estado mirándola fijamente. Para alivio de Brittany, ésta le devolvió el saludo con una sonrisa. Se detuvo por un momento, como si estuviera debatiendo algo.

Entonces miró la moto de agua y el chaleco salvavidas en el suelo. Sacó un chaleco idéntico de debajo del asiento y lo alzó señalando a Brittany, dejándolo oscilar de un dedo.

—¿Quieres ir a dar un paseo?—le gritó.

Era una pregunta inocente, pero para Brittany, era una tentación que no podía rechazar.

La emoción se apoderó de ella, escuchando el sonido de esas seis palabras simples.

—Me encantaría.

Se arrastró fuera de la cubierta y se dirigió a través del patio, mientras Santana se inclinaba sobre la moto de agua nueva.

Brittany trató de no comérsela con los ojos, mientras su amiga se acercaba, pero no fue fácil.

Su pelo oscuro estaba recogido en una coleta descuidada. Sus piernas bronceadas, al igual que los brazos, se intensificaban sobre la parte superior de su camiseta, de color amarillo pálido, que le llegaba hasta las caderas y Brittany echó un vistazo rápido a Santana sobre su parte trasera.

Su bañador negro era de un diseño elegante.

Santana levantó la vista cuando Brittany se acercó. Sus ojos marrones eran demasiado sexys.

El sol del verano había salpicado distintas líneas de color rojo, en su pelo oscuro, habiendo que Santana pasara por alto como Brittany se movía.

—Hola.

—Hey. ¿Éste es tu juguete de verano?

—Lo es ahora. Solía ser de la tía Margie. Venía con la casa—extendió su mano sobre la moto de agua como una modelo de precio alto—Te presento a Jessica.

—¿Jessica? ¿Tiene un nombre?

—Ella tiene un nombre—Santana corrigió, riendo—Dos buenas amigas, como Lynda y Anne, decidieron que necesitaba un nombre. Como si fuera un barco.

—Pero... ¿Jessica? ¿Es eso una ex? o ¿algo parecido?—bromeó Brittany con una sonrisa.

Santana negó con la cabeza.

—No sé dónde o por qué vinieron con ese nombre, pero así se llama. Ella ha sido Jessica desde entonces.

Extendió en las manos de Brittany uno de los chalecos salvavidas.

Entonces, ésta observó, con una sequedad en la boca y los ojos muy abiertos, como Santana, de espaldas a ella, se quitaba su camiseta sin mangas, de color amarillo, por la cabeza.

Su traje de baño negro era realmente elegante, y como esperaba, de una sola pieza, que abrazaba su cuerpo y acariciaba sus curvas como un amante.

La boca de Brittany dejó de secarse y se llenó de anticipación, ante la idea de probar una piel sin manchas, mientras desliza las palmas de sus manos hacia abajo de la fuerte espalda de Santana.

Ella estaba ahí boquiabierta, como una chica de quince años de edad, hasta que Santana se volvió para enfrentarla.

—Está bien, ven aquí. Tú conducirás.

Brittany parpadeó, las palabras le golpearon bruscamente fuera de su pequeño mundo de fantasía.

Santana estaba en el agua, empujando la moto de agua lejos de la orilla.

—¿Yo qué?

—Tú la conducirás.

—Pero, yo no sé cómo.

—No seas tonta. Ponte ese chaleco salvavidas que te voy a enseñar.

En ese momento, Brittany se hizo plenamente consciente de la frase "ojo por ojo", una lección que le hizo comprender que Santana era muy consciente de su mirada fija.

En represalia, ésta esperó pacientemente para que hiciera lo propio con su chaleco salvavidas, sin apartar su mirada ni una sola vez.

Cuando se sacó su camiseta, pudo sentir los ojos de Santana casi tan intensamente como si hubieran sido sus manos.

Sabía que su bikini, color verde oscuro, dejaba muy poco a la imaginación y las manos le temblaban ligeramente mientras se ponía el chaleco, tratando de cerrar los clips, sintiéndose tan expuesta como si se hubiera desnudado completamente delante de su amiga.

Se metió en el agua después de que Santana, bajara la mirada, esperando que su rostro no estuviera tan enrojecido como se sentía.

Agradeció a Dios por la temperatura fría del agua, haciendo una mueca cuando alcanzó sus muslos.

—A ver, déjame que te apriete esto o lo vas perder—Santana estaba en su espacio, tirando de las correas del chaleco—Creo que Quinn llevaba este la última vez que fue usado—dijo, pero Brittany apenas había oído.

Estaba demasiado ocupada, mirando hacia abajo, centraba en las manos de Santana, en los dedos largos y afilados, las uñas sin problemas presentables y las venas azules intrincados que se entrecruzan hacia la espalda.

Se maravilló de lo fuerte que eran y a la vez tan femeninas.

—Está bien—la voz de Santana la trajo de vuelta—Es muy sencillo—dijo recortando un cable largo, en espiral para el chaleco de Brittany, mostrando una llave que colgaba del final—Esto es por si te caes, la llave se sale y de la moto de agua se detiene. Vamos sube.

—Te vienes conmigo, ¿verdad?

—Sí puedes conducirlo, Britt. Es fácil. No me necesitas.

—Sí, lo creo.

Su tono fue un poco más de lo que había sido su intención, pero era dolorosamente consciente del doble significado de aquellas palabras.

Santana la miró parpadeando.

—Por favor—agregó en voz baja.

Tragó saliva y sostuvo la mirada de Brittany. Luego asintió con la cabeza y se rió.

—Muy bien. Pero si me caigo, te mato.

—No te tiraré. Al menos, no intencionalmente. Lo prometo.

La ayudó a subir a bordo, y utilizó el manillar para deslizarse hacia adelante y hacer espacio para que Santana se situada detrás de ella.

Era como si montara una motocicleta, sorprendentemente cómoda.

Santana se subió, de manera que estaba justo detrás de ella. Fácilmente se deslizó desde el final de la cola, mientras lanzaba algún que otro gruñido, durante el proceso y levantó las cejas de manera burlona.

—No puedo decir cuánto tiempo me llevó aprender a hacer eso. Es realmente difícil conseguir hacerlo el en agua, sin que esté firme.

Se deslizó por detrás de Brittany, que se encontró casi sin poder concentrarse, en sus palabras.

La boca de Santana estaba tan cerca de su oído, que despertó un escalofrío erótico por su espina dorsal.

—Bueno, como he dicho, es muy simple. Lo primero es arrancar el motor. Está en la palanca de aquí, controla el gasoil y, por tanto, su velocidad.

Brittany hizo todo lo posible para mantener el control durante tan dulce tortura.

Era más que consciente del cuerpo de su amiga, presionando a su espalda y agradeció, a sus estrellas, que por suerte ambas estuvieran usando chalecos salvavidas.

Estaba segura de que el sentimiento de los senos de Santana apretados contra su espalda, la harían perder el control. Los muslos de la morena estaban ardiendo contra la ella.

Santana la rodeó, insertando la llave, y la ayudó con el acelerador.

El vehículo se sacudió hacia adelante, tirando tanto a las mujeres con el mismo. Brittany rió nerviosamente.

—Está bien—dijo Santana—Ahora ya sabes cómo funciona. Inténtalo de nuevo.

Tenía razón.

En cuestión de minutos, pudieron cruzar el lago, en un buen ritmo, era fácil.

Brittany se sintió poco a poco más cómoda y cada vez más consciente de la palma de la mano de Santana, descansando contra su estómago desnudo, bajo del chaleco salvavidas, y Brittany sintió la protección sentir del cuerpo de Santana, cuando se apretó contra ella, por lo que le estaba resultando una lucha constante, hasta que ella decidió dejarse ir y disfrutar de la sensación.

El rugido del motor hizo que fuera difícil llevar una conversación y estaba agradecida por ello.

No quería hablar, sólo quería sentir.

Apenas podía notar la presencia de alguna persona en el lago.

De vez en cuando, Santana le recordaba algo, inclinándose más cerca y hablando directamente al oído para que pudiera oírla.

Brittany no tenía idea de todo lo que le decía y lo único que podía hacer, para evitar cualquier cosa, era acabar en el muelle de algún vecino.

A pesar de que la velocidad, se mantuvieron cómodas en el asiento. En realidad no era necesario que Santana se aferrara a ella, pero ese gesto, hacía que se le acelerara el corazón.

Sentía un hormigueo en otras partes del su cuerpo, sabiendo que Santana mantenía un brazo envuelto firmemente alrededor de su cintura, guante todo el viaje.

En un momento, la otra mano de Santana se dejó caer en el muslo de Brittany, después de señalar una casa particularmente especial.

Brittany tomó aire ante el contacto, con la esperanza de su amiga no se diera cuenta. La mano se mantuvo durante varios minutos hasta que Santana se dio cuenta de ello, y la retiró como si la piel de Brittany la hubiera quemado.

Reprimió una sonrisa, ante la idea de que tal vez Santana estaba tan afectada por su cercanía como lo estaba ella.

Habían dado tres vueltas al lago, cuando Brittany se dio cuenta que el indicador de gasoil estaba cerca de la "E”.

Tratando de evitar quedarse paradas, la dirigió a su casa.

Había una lección más en su clase de ese día: la parada.

Cuando se enteró, que detener una moto de agua requería de una ubicación precisa no fue fácil tarea.

—No hay ningún freno, por lo que sólo busca un lugar donde desea que termine, y suelta el pie del acelerador—explicó Santana.

La idea era ir a la costa, sin mucha velocidad, pero se estaban moviendo demasiado rápido.

—Whoa... —fue todo lo que Brittany pudo decir.

Se dirigían directamente hacia la orilla, y Brittany se asustó al oír el sonido del raspado inevitable de la parte inferior de la embarcación.

Santana llegó a su alrededor y le sacudió el manillar bruscamente a la izquierda, deteniendo eficazmente su progreso, mientras lanzaba a las dos al agua.

Chisporrotearon y se rieron.

El agua era lo suficientemente profunda para cubrirlas, pero sin duda no lo suficientemente profunda para que no se dieran cuenta de lo fría que estaba.

—¡Wow!—exclamó Santana, tosiendo y riendo al mismo tiempo—Esto te despierta, ¿eh?—empujó su flequillo, ahora húmedo, de la cara.

—Jesús, ¿no podía estar el agua un poco menos fría?

—No, es terrible. Hasta casi finales de agosto no se calienta.

Brittany vio que Santana sujeta la moto de agua en el muelle.

—Gracias, San.

—¿Por qué?

—El viaje. El tour. Todo. Fue genial.

—Tendremos que volver a hacerlo de nuevo para que puedas mejorar tu aterrizaje.

Brittany sonrió tímidamente.

—Si. Lo siento por eso.

—Hey, no te preocupes. ¿Ves esto?—señaló un punto en el muelle, que al parecer le faltaba un pedazo grande de madera—Es el resultado de mi primer aterrizaje.

Brittany se echó a reír.

—Ahora no me siento tan mal.

—Bien.

Una voz profunda y masculina las interrumpió antes de que la conversación pudiera continuar.

—Ahí estas, Brittany.

Daniel Evans, el papá de Sam, estaba de pie en el muelle de Brittany.

Tenía un aspecto muy profesional, pero incómodamente fuera de lugar en traje de negocios.

Brittany apreciaba verlo un poco más que a su suegra, especialmente en la mitad del día. Salió del agua mientras se daba la vuelta hacia ella, y consciente del hecho de que no tenía toalla y llevaba muy poca ropa.

Decidió que a Santana no le importaría si ella se quedaba con el chaleco por un tiempo.

—Daniel—dijo a modo de saludo mientras se acercaba—¡Qué agradable sorpresa!

—Tus puertas estaban abiertas, supuse que estarías cerca. Me estaba empezando a preocupar—su voz tenía una preocupación genuina y ella lo sintió.

—Lo siento. Fui a dar un viaje improvisado por el lago con mi vecina—movió su brazo en un gesto integrando a Santana, que la había seguido fuera del agua, después de atar la moto de agua al muelle—Santana López, este es mi suegro, Daniel Evans.

—Mucho gusto, señor Evans—dijo Santana, sacudiendo la mano cortésmente.

—Señorita. López—sus ojos se registraron algo así como un reconocimiento y Brittany se preguntó si la habían conocido antes.

—¿Y a qué se debe esta visita inesperada?—preguntó Brittany a la ligera.

A diferencia de su esposa, nunca importaba la compañía de Daniel. Siempre había sido amable y sincero.

—Me preguntaba si podría hablar contigo acerca de algo.

Ella frunció el ceño ante su tono grave.

—Por supuesto.

Santana tomó eso como su señal.

—Tengo que entrar. Fue un placer conocerlo, señor.

—Lo mismo digo—respondió con una sonrisa vigilada.

—Gracias por el paseo, Santana. Nos vemos más tarde, ¿de acuerdo?

Santana asintió con la cabeza y se fue.

Brittany llevó a Daniel al interior de la casa. A continuación, se excusó para correr escaleras arriba y cambiar rápidamente el chaleco por una camiseta y unos pantalones cortos de color rojo.

Era muy extraño él apareciera de forma inesperada, por no hablar de su deseo de "hablar".

No podía decir que tuvieran una estrecha relación, pero siempre lo había respetado.

No estaba segura de qué pensar.

Cuando regresó a la sala, él seguía de pie delante de las ventanas.

—¿Quieres tomar un trago? Hice un poco de té helado esta mañana.

—Me encantaría. Esta es una vista fantástica—comentó, a continuación, miró a su alrededor—Has hecho un buen trabajo con el lugar, Brittany. Parece mil veces mejor que la primera vez que la vi, cuando la compraron. Estoy impresionado.

Estaba sorprendida por el cumplido, y le sonrió, mientras le entregaba la bebida.

Sam apenas se había dado cuenta de todo su trabajo, y supuestamente compartía la casa con ella.

—Gracias—lo vio un poco inquieto, algo muy poco característico en él—¿Paga algo malo, Daniel? ¿Hay algo que te preocupa?

Suspiró profundamente y se sentó en el sillón.

—Necesito hablar sobre Sam.

—Está bien—respondió ella, con preocupación en su voz.

—Y necesito que seas honesta conmigo.

Ella tragó saliva, sintiéndose incómoda.

—Muy bien.

Tomó un largo trago de su té y lo puso cuidadosamente en la mesa. Luego se miró las manos como si buscara un lugar adecuado para comenzar.

—Sam ha estado... bastante tenso últimamente en la oficina. ¿Has notado algo él?

Brittany asintió, escogiendo las palabras con cuidado.

—Sin duda, ha estado bajo mucha presión. Realmente no lo veo muy a menudo, pasa más tiempo en Buffalo, que aquí… ¿Crees que está demasiado estresado?

—Yo también lo pensé. Es por eso he aligerado su carga de trabajo—le sostuvo la mirada, durante unos segundos, como si estuviera tratara de transmitirle algo sin decirlo—Tenía miedo de que fuera demasiado para él.

Brittany estudió sus propios pies durante varios minutos, esperando que cayeran las lágrimas que llenaban sus ojos.

Daniel también, más o menos confirmó sus sospechas.

—¿Qué, has aligerado la carga de Sam? ¿Has hecho retroceder un poco su cantidad de trabajo? Entonces ¿por qué nunca viene a casa?

Ella sabía por qué.

Lo había sabido desde hace mucho tiempo.

—Cuando eso no pareció ayudar—Daniel continuó—Empecé a pensar.

Hizo una pausa y Brittany se tomó el tiempo para estudiar realmente su cara.

Daniel era un hombre guapo, distinguido y elegante, y el envejecimiento le sentaba sorprendentemente bien.

Su cabello plateado era grueso y su rostro rugoso, pero no demacrado. Sus ojos verdes, así como Dawn y Sam, normalmente brillaban con alegría, pero ahora estaban apagados.

Había líneas en su cara, las líneas que no había notado antes.

Parecía más viejo.

Y preocupado.

—¿Pensar qué?

—Brittany, ¿crees que Sam realmente quiere dirigir la empresa? Sé que esto es para lo que lo he estado preparando gradualmente, pero ahora no estoy tan seguro de ello.

Ella vaciló, su lealtad hacia su marido estaba en guerra con el deseo de ser honesta con su suegro.

Levantó una mano con la palma hacia Brittany.

—Sé que te estoy poniendo en una posición muy incómoda e injusta. Normalmente no te pediría que traicionar su confianza—miró al suelo—Ya no sé a quién más preguntar.

—¿Has intentado hablar con Sam?—preguntó en voz baja.

Le sonrió con una sonrisa de complicidad y Brittany estaba segura de que vio a un destello de orgullo en sus ojos.

—Sabía que me lo preguntarías. Honestamente, ¿crees que él me diría la verdad o simplemente lo que quiero oír?

Tenía su punto de razón.

Trató de ponerse en los zapatos de Sam.

En realidad, no estaba segura de lo que habría hecho, cómo habría contestado. El miedo de decepcionar a su suegro siempre era especial, y esa enorme carga le había estado persiguiendo desde su infancia hasta su vida adulta.

Sabía que Sam se sentía de la misma manera y de repente estaba enfadada, tanto con ella como con su marido, por no poder superar ese estigma.

Respiró hondo.

—Sam nunca ha dicho… en pocas palabras…que él no quiera dirigir la empresa. No a mí.

—Tengo la sensación de un "pero" en esa afirmación.

Ella asintió con la cabeza.

—Pero...—dudó un buen rato—Creo que sería demasiado para él. No creo que él fuera feliz. Esto, por supuesto, es simplemente mi opinión.

Cerró la boca antes de que se soltar más información, contenta de tener las cosas encima de la mesa, pero no estaba segura de que había hecho un correcto análisis de los sentimientos de su marido.

En algún lugar de su mente, cuestionó su propia motivación para hacerlo.

Las posibilidades que la asustaban.

Daniel apretó los labios.

Brittany tuvo la impresión que no estaba en absoluto sorprendido por lo que le había dicho.

Dio un largo trago a su té y se levantó.

—Gracias, Brittany. Te agradezco que hayas sido sincera conmigo—suspiró con resignación—Sólo quiero que mi hijo sea feliz. No creo que él sufra.

—Tal vez deberías darle algo de tiempo.

—Tal vez debería—sonrió torvamente hacia ella—Gracias por el té.

Ella lo vio marcharse en el coche, preguntándose qué le había impulsado acudir a ella, en primer lugar, y el sufrimiento que pudo ver apenas había abierto la caja de Pandora.


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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Jue Mayo 12, 2016 12:31 am

holap morra,...

se abrió la caja de pandora??? a ver que pasa??
ammm estan teniendo mucho contacto físico no??? jajja
a ver cuanto van a aguantar asi?

nos vemos!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Mayo 12, 2016 12:32 am

El padre de Sam sabe sin necesidad de preguntar solo recurrio a Britt para confirmar que aunque no tiene cargo de trabajo ni siquiera se molesta por visitar a su esposa. A veces Britt me desespera lo juro. Es tan ciega. Ojala Dios pusiera una Santana en mi vida, y quiero ver si habria duda en mi. Por favor Britt habre esos ojos tuyos azules que tanto ama Santana. Saludos.
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Mensaje por micky morales Jue Mayo 12, 2016 7:21 am

Bueno creo que ya es tiempo de saber que pasa con santana que todo el mundo parece conocerla de algo y todavia no se sabe mucho el porque y en cuanto a brittany pq no se decide a confrontar al marido??????
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Mensaje por 23l1 Jue Mayo 12, 2016 10:31 pm

3:) escribió:holap morra,...

se abrió la caja de pandora??? a ver que pasa??
ammm estan teniendo mucho contacto físico no??? jajja
a ver cuanto van a aguantar asi?

nos vemos!!!



Hola lu, eso parece, no¿? xD jajajajajaja, espero y puras cosas buena jajajajaajaja. Jajajajajaajaja eso se ve, vrdd¿? ajjajajajajaja, pero bn ai! jajajaajjaajaja. Mmmm la vrdd¿? espero y poco! ajjaajajjaja. Saludos =D





marthagr81@yahoo.es escribió:El padre de Sam sabe sin necesidad de preguntar solo recurrio a Britt para confirmar que aunque no tiene cargo de trabajo ni siquiera se molesta por visitar a su esposa. A veces Britt me desespera lo juro. Es tan ciega. Ojala Dios pusiera una Santana en mi vida, y quiero ver si habria duda en mi.  Por favor  Britt habre esos ojos tuyos azules que tanto ama Santana. Saludos.



Hola, por eso los padres siempre dicen "cuando tu vas, yo ya voy de vuelta" xD ajajajajajajaja xD Mmmm si, no¿? xD ajajajajaja, todo por no dañar a los demás, y no se ve ella primero xD JAjaajajajajajajajajajajajajajajajaja xD ajajajaj osea podría ser, xq no¿? pero creo q no eres la única la vrdd xD jajaajajajajaja. Jajajajaja espero lo mismo la vrdd jajaja xD Saludos =D





micky morales escribió:Bueno creo que ya es tiempo de saber que pasa con santana que todo el mundo parece conocerla de algo y todavia no se sabe mucho el porque y en cuanto a brittany pq no se decide a confrontar al marido??????



Hola, o no¿?! ahora todos saben algo de san ¬¬ claro, claro :@ dicen cosas a medias noma ¬¬ Mmmmm nose ¬¬ lo mismo me pregunto... y más xD ajajjajajaja. Saludos =D



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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 13

Mensaje por 23l1 Jue Mayo 12, 2016 10:33 pm

Capitulo 13


—Creo que eso es todo—la voz de Emily sacudió levemente mientras entregaba una caja a Quinn, que hablaba con Blaine.

Se secó las manos sudorosas, en las piernas de sus pantalones cortos, aterrorizada de que Diane llegara a casa antes de que ellos se hubieran ido.

Si bien era cierto, que se sentía mucho más fuerte, con el apoyo de sus amigos, sabía que Diane no la entendía, y la sola idea de tener que explicar, una vez más, por qué se iba era casi imposible de soportar.

—¿Estás segura?—Santana estaba a su lado.

—Creo que sí.

—¿Qué hay de esto?—Santana cogió un pequeño cactus dentro de una olla púrpura, mientras una sonrisa de complicidad cruzaba su cara—¿No es tuyo?

Emily le devolvió la sonrisa.

La primera desde que habían llegado ahí, y tomó la planta de la mano de Santana.

—Sabes que sí. La compraste para mí.

—Me alegra ver que no la mataste en represalia.

—No es culpa de la planta que seas una idiota.

—Cierto.

El tono lúdico de la voz de Emily, en ese comentario, la volvía pícaro, pero Santana seguía sintiendo una oleada de culpa.

Permanecieron juntas en silencio.

—Bueno. Esto es un poco raro, ¿no?—Emily se rió entre dientes—¿Qué, que mi ex me ayude a dejar a mi novia?

—Eso es un comportamiento típico de lesbianas, ¿no es así?

La risa de Santana murió en su garganta cuando se volvió hacia el frente de la puerta y vio a Diane de pie.

—¿Qué demonios es esto?—preguntó claramente consciente de lo que era.

Emily se puso blanca como un papel.

—Diane.

—¿Qué diablos está pasando, Em?

Santana se sintió aliviada al ver tanto a Quinn como a Blaine aparecer, en la sala, detrás de Diane.

Se quedaron callados por respeto, sabiendo que Diane y Emily necesitaban aclarar algunas cosas, pero prefirieron quedarse, en el interior de una sala, por si las cosas se ponían feas.

—Me voy—la voz de la joven apenas fue audible, mientras se miraba a los pies.

—No, no lo harás—los ojos de Diana brillaron y parpadeó repetidas veces.

Fue un poco desconcertante.

Santana había estado pensando en deslizarla por la puerta, pero decidió quedarse junto a su ex novia.

—Sí, Diane. Me voy.

—Pero...

—Has estado yendo y viniendo durante mucho tiempo. Lo sabes.

Los ojos de Diana se llenaron de lágrimas.

—¿Por qué? No lo entiendo.

—¿Por qué?—su voz se quebró.

Los hombros de Emily se desplomaron más allá, y se cubrió la cara con las manos, totalmente frustrada.

—Dios, Diane. Ya hemos hablado de esto, cientos de veces. ¿Por qué nunca me escuchas cuando te hablo?

—Lo siento. Tienes razón—Diane habló rápidamente, acercándose más a Emily—Tienes razón. Te voy a escuchar. Te lo prometo. Voy a ser mejor. Puedo ser mejor.

Emily negó con la cabeza.

—No, no lo harás. Ni siquiera quieres intentarlo.

—Lo haré. Lo intentaré—la voz de Diane se agrietó con desesperación—Prometo que lo intentaré.

Emily parecía que iba a vomitar ahí mismo, en el suelo.

Esta era la Diane de la que había estado enamorado. Esa mujer, que la había protegiendo, era la que parecía haber desaparecido.

—No puedo continuar haciendo esto nunca más—dijo en voz baja—No puedo.

—Lo entiendo—dijo Diane frenéticamente—Lo entiendo. ¿De acuerdo? Haré lo que quieras. Tú me has hecho verlo. Me has asustado. Te escucho. Puedo cambiar. Voy a arreglarlo. Puedo cambiar.

La voz de Emily apenas era un susurro.

—No, no puedes.

Santana observó el cambio en el rostro de Diane, con horrorizada fascinación.

Pasó de súplica patética a inflexible ira, en cuestión de segundos, sus ojos se endurecieron, sus fosas nasales se dilataron ligeramente.

Cuando habló, fue un gruñido amenazador en voz baja.

—Tu ingrata perra.

Emily se paralizó y empezó a temblar.

Esta era la mujer por la que se iba.

—Vamos, Emily—dijo Santana rápidamente, agarrándola del brazo—Vamos.

—¿Y quién diablos crees tú?—Diane escupió a Santana—¿No fue suficiente rómpele el corazón una vez, que ahora tienes que destruir lo que tiene conmigo?

—No creo que yo haya creado esta situación.

—Santana no tiene nada que ver con esto, Diane. Lo sabes.

Emily estaba visiblemente temblando.

La risa de Diane era escalofriante y su voz era venenosa y burlona.

—¿Crees que no sé qué siempre la has querido a ella? Cuando te conocí, no eras más que un despojo de persona. Algo fácilmente desechable. Eras patética—escupió la palabra con disgusto.

Emily se estremeció como si le hubiera dado una bofetada y trató de tragarse el dolor de aquellas palabras.

—Te tomé como una puta. Te he amado, después de que ella te destruyera—señaló a Santana con un dedo—¿Y esta es tu forma de agradecérmelo? ¿Me dejas por ella? ¿Cuánto tiempo ha pasado, maldita vagabunda?

Santana había escuchado suficiente.

Después de meses de aguantar a Diane, por el bien de todo el mundo, después de la infinidad de ocasiones en que se había simplemente mordido la lengua o reprimido un comentario, ya había tenido suficiente.

—Oh, por el amor de Cristo, Diane. ¡Deja de pensar en ti! ¿Acaso no lo ves? Ella no se va conmigo. Se marcha de tu lado. ¿Por qué no tratas de entenderlo? ¿De metértelo en tu dura cabeza? ¿No entiendes que ya no te soporta?—tiró del brazo de Emily—Vamos, Em. Es hora de irse.

Los ojos de Diane se movieron una vez mientras miraba a Santana. Empujó violentamente a Emily.

—Vete, pequeña puta frígida.

Emily tropezó, mientras trataba de mantener el equilibrio, y el cactus resbaló de sus manos, estrellándose ruidosamente en el suelo de madera, rompiéndose en varias piezas.

Santana sintió una ráfaga de ira sobre ella como un tsunami.

—¡No lo hagas, perra psicótica no la toques! No te atrevas nunca a ponerle una mano encima ¿me oyes?

Blaine, rápidamente, se puso entre Santana y Diane, al ver que su amiga se lanzaba sobre la otra.

Los improperios volaban mientras él trataba de mantenerlas separadas.

Quinn corrió al lado de Emily, de modo protector, colocado un brazo alrededor de sus hombros, y la acompañó hasta la puerta.

—Retrocede, Diane—dijo Blaine, mostrando un fuego intermitente en sus ojos, normalmente amables—Tengo una regla, la de no golpear a mujeres, pero con mucho gusto haré una excepción contigo.

Él dirigió a Santana a la puerta.

—Vamos, San. Vamos.

—Vete a la mierda—Diane escupió, con la cara enrojecida, totalmente furiosa—¡Váyanse todos a la mierda!

Santana la señaló a ella cuando Blaine la empujó por la puerta.

—Esto es sólo culpa tuya. Tú la perdiste. No eres más que una cobarde y no tienes ni idea de lo que has perdido.

El interior del vehículo de Blaine estaba en silencio mientras conducían.

La parte de atrás estaba lleno de las que pocas posesiones que Emily habían optado por mantener con ella, cuando se mudó con Diane. El resto de sus cosas estaban en un almacén.

El cuarteto estaba en total silencio, mientras circulaban fuera de la ciudad y hacia el este.

Quinn estaba en el asiento del copiloto mirando por la ventanilla, Emily y Santana sentadas en la parte de atrás, el brazo de está envolvía con comodidad una vez más sobre los hombros de su ex.

La cabeza de Emily se apoyaba sobre ella. Sus sollozos se calmaron, mientras silenciosas lágrimas corrían por sus mejillas.

El corazón de Santana sufría por ella.

Cuando Santana contempló el paisaje que pasaba, empezó a pensar en sus relaciones. Al verlas caer ante sus ojos, ya sea provocado o por accidente, siempre la hacía detenerse y tratar de poner sus propios sentimientos en perspectiva.

Se consideraba bastante cautelosa con las persona, tanto que a menudo se preguntaba si lo era demasiado.

Emily tendía a ser todo lo contrario.

Ella saltaba con ambos pies, siempre, y siempre lo haría, lo sabía.

Una vez le había dicho a Santana, que no sabía cómo hacerlo de otra manera. Había dicho que la vida era demasiado corta para estar preocupada por todo.

Admitió que se había sentido dolorosamente quemada por esa filosofía, en más de una ocasión, estaba segura de que volvería a sentirse así otra vez, pero había valido la pena cada vez.

Cuando se sorbió la nariz, Santana se preguntó si todavía se sentía de la misma manera.

Mientras conducían, Santana encontró sus pensamientos girando en torno a Brittany, algo que parecía ocurrir a menudo.

Se preguntó si su vecina se considera a sí misma como del tipo mirar antes del saltar o si simplemente saltaba.

Se preguntó acerca de ser cuidadosa, de haber perdido o dejado pasar oportunidades en la vida, sólo por el hecho de estar tomando demasiadas precauciones.

La idea, de hecho, la hizo sentir incómoda y apretó su agarre sobre Emily, que levantó la cabeza y tomó una respiración profunda.

—Gracias, chicos—dijo, rompiendo el silencio—Siento el desorden. Nunca está en casa a la hora del gimnasio. Qué suerte la mía, ¿eh?

Blaine se echó a reír.

—No hay problema, Em. Me recuerda lo mucho menos estresante que es ser un hombre gay, a quien acabo de joder, cada vez que quiero, y sigo mi camino. Nada de apego emocional ni una mierda.

Todos sabían que Blaine estaba hablando completamente en broma.

Quinn y Santana se rieron. Emily dijo:

—Me pregunto si es la forma en que quiero hacer las cosas.

—¿El sexo casual?—preguntó Santana.

Emily asintió.

—Nunca podría hacerlo. Siempre quise ser capaz de hacerlo, pero nunca pude llevarme alguien a dormir que no me importaba mucho. Y una vez que dormía con ellas, siempre me enganchaba—dijo Santana.

—Lo mismo digo—dijo Emily.

—Lo mismo digo—agregó Quinn.

—Lo mismo digo—Blaine intervino y todos rieron.

—Por lo tanto, el Sr. Fóllame y Vete, ¿realmente esa etapa tiene nombre?—Emily bromeó.

—Me temo que sí—admitió—Soy un romántico empedernido. Yo que debería haber sido un dique.

—En tus sueños, bebé—dijo Santana, sonriendo a su reflejo en el espejo retrovisor.

—¿Estás segura de que a Rachel no le importa que me quede con ustedes hasta que mi nuevo hogar esté listo?—Emily preguntó Quinn.

—Cariño, fue idea de Rach. Te aseguro que yo no te quiero ahí—los ojos de Quinn brillaron mientras trataba de animar a Emily con bromas.

—Con un vaso de vino y la cocina de Rach, estarás como nueva—Santana le aseguró.

—Te prometo que no serán más que unos pocos días—dijo Emily rápidamente, seguía preocupada sobre su intromisión—El arrendador dijo que podría enterar la próxima semana.

Quinn se dio la vuelta y agarró la barbilla de Emily con la mano.

—Tranquila. Está bien. Eres bienvenida en nuestra casa, siempre y cuando no sea permanente. ¿De acuerdo?

La joven sonrió agradecida.

—Está bien. Gracias.

La mirada de Quinn pasó a Santana.

—Antes de que me olvide, Rach quiere tomar algo contigo en algún momento. Quiere hablar del libro hasta el momento.

El corazón de Santana saltó.

—Muy bien. Hazme saber qué noche es mejor.

Sus nervios iban en alerta roja, siempre se ponía muy nerviosa, antes de recibir los comentarios de Rachel, sobre todo porque era dolorosamente honesta.

Tenía el poder de manejar el ego de Santana, alzarlo como un águila en vuelo o aplastarlo como a un insecto debajo de su talón.

—¿Y cómo es el libro?—Preguntó Emily.

—Sí, eso, ¿cómo va?—Blaine pregunto.

—Estoy en ello. Todavía no puedo decir nada, aún es pronto—respondió, con un ligero tinte de rubor sobre sus mejillas—Sólo les puedo decir que la historia se está moviendo muy bien. Mejor de lo que esperaba.

—Seguro que algo te estará inspirando—dijo Quinn, guiñando un ojo.

Santana la miró.

—La editorial que compró mi cuento, el otoño pasado, está interesada en verlo cuando esté terminado.

Emily le apretó el hombro, sonriendo con orgullo.

—¡San, eso es fantástico!

—Sí, bueno, todavía tengo que acabarlo.

—Lo harás.

Emily siempre ha sido un gran apoyo en su amor por la escritura, cuando habían estado juntas.

Quería decirle una serie de cosas a su ex pareja y amiga, cosas como lo estúpida que era Diane por dejarla ir, sobre la suerte con la que correría su próxima pareja al tenerla a ella.

Nada de esto parecía apropiado, dada su condición de alguien que la había abandonado. En cambio, simplemente sonrió y dijo:

—Gracias, Emily.

Emily le devolvió la sonrisa.




******************************************************************************************************




Brittany había pasado la mayor parte del día bronceándose bajo los rayos del sol y tratando de relajarse.

Su mente era un torbellino, desde hacía varios días.

Había pasado una semana desde la conversación con su suegro, así como su estimulante y excitante recorrido por el lago con Santana.

Los pensamientos de los dos eventos, junto con sus pensamientos sobre Sam y Kitty, le estaban volviendo loca.

Parecía no poder conseguir que cualquiera de esos pensamientos la dejara sola.

Estaba agotada, y deseó más de una vez sólo poder convertir su cerebro en cualquier electrodoméstico, simplemente para tener un poco de paz y tranquilidad.

Había tratado de apaciguar algo de su ansiedad, dándose una ducha.

Cuando salía del cuarto de baño, escuchó su propia voz en el contestador automático de la cocina. Maldijo en voz baja, se envolvió el cuerpo mojado, con una toalla gruesa púrpura, y trató de llegar al teléfono, al lado de la cama.

La máquina sonó justo cuando cogió la extensión, y juró nuevamente, cuando el tono de marcado agredió su húmeda oreja.

Caminó de vuelta al baño y terminó de secarse. Se puso un par de pantalones cortos de algodón negros y blancos, y una camiseta de manga larga.

Se estremeció involuntariamente, por el contraste de sol que había tomado.

Tenía frío, a pesar de la temperatura, y se frotó los brazos, con fuerza, mientras se dirigía abajo para escuchar el mensaje en su contestador automático.

—Hola, Britt, soy yo. Todavía tengo un montón de cosas en el trabajo, así que creo que voy dormir sólo por aquí esta noche.

Sam se había ido a Buffalo, por la mañana, después de estar en la casa del lago, con ella, al menos la mitad de un día.

—La batería de mi teléfono móvil está a punto de estirar la pata, y tan pronto cuelgue, lo voy a poner en el cargador. Así que seguramente no podrás comunicarte conmigo, probablemente estaré de vuelta mañana, y trataré de llegar pronto, ¿de acuerdo? Que tengas un buen día, nena.

La máquina dio un clic para anunciar su fin.

Se quedó mirando a la pared durante mucho tiempo.

—Mentiroso—murmuró en voz baja.

Lo que la sorprendió más, fue su completa falta de ira, de indignación, y se dio cuenta de que necesitaba examinar a fondo su vida.

Debería estar furiosa.

Tenía noventa y nueve coma nueve por ciento de seguridad de que su marido le era infiel, y en realidad no parecía estar preocupada.

Con él, constantemente lejos y durmiendo fuera de casa, realmente aquello ya había dejado de importarle.

¿Qué diablos está mal conmigo?, pensó horrorizada.

¿Qué clase de mujer soy?

La respuesta llegó de inmediato, clara como una campana, y el peso de ella la dejó en el sillón, forzando el aire de sus pulmones en un profundo suspiro.

—El tipo que no quiere estar casada—dijo.

El pensamiento tenía mucho para absorber, a pesar de su simplicidad.

No debería haberse sorprendido, pero lo estaba... no por la respuesta en sí, sino por el hecho de que le había llevado tanto tiempo aceptarlo.

Obviamente, Sam tenía preocupaciones propias sobre su matrimonio, dado que prefería dormir en otro lugar.

Resultaba deprimente y triste, no tanto por el estado en que se encontraban, pero si por el hecho de que lo habían ido dejando pasar, y ninguno había dicho nada.

—Bienvenido a la Tierra sin comunicación.

Se frotó frente, tratando de frenar el tifón de pensamientos que volaban en círculos por su cerebro.

Se preguntó si Sam se había sentido tan atrapado como ella. En ese momento, sabía que tenían que sentarse, y tener una charla.

Sabía que era la única manera de aliviar el estrés que habían estado sufriendo, pero no era un pensamiento reconfortante, más bien inquieto.

Se quedó mirando fijamente hacia el exterior, durante tanto tiempo que no sabía si había pasado unos minutos o unas horas.

Ya no estaba segura.

Cuando por fin se dio cuenta de que estaba teniendo problemas para ver, que el atardecer había caído y que no se había dado cuenta, decidió que necesitaba salir.

Quería hablar con alguien, estar rodeada de gente que la hiciera reír y decirle que todo iría bien.

Se puso de pie y se asomó por la ventana trasera, observando con una sonrisa de alivio y pasión, que las luces de Santana estaban encendidas.

Se sorprendió de lo que una persona, en un instante, podía hacerla sentir cómoda y segura.

Aquello estaba pasando sin que se diera cuenta.

Sólo conocía a Santana desde hacía un par de meses, pero sin pararse a pensarlo demasiado, aquella mujer le hacía sentirse bien.

Sentía que su relación con Santana era diferente.

Sabía, sin lugar a dudas, que su vecina sería tan feliz de verla como ella estaría a ver a Santana.

Sacó una botella de Chardonnay frío de la nevera. Cortó rápidamente un poco de queso cheddar fuerte, y lo metió en bol, junto con algunas galletas de trigo entero.

Con todo ello en las manos, se dirigió al lado.




Santana la vio acercarse a través de la puerta corredera de cristal, sonrió y saludó.

Ser la encargada de hacer que su sonrisa surgiera era algo que para Brittany resultaba agradable, y le devolvió la sonrisa, sosteniendo la botella de vino.

Santana cogió a Kinsey en sus brazos y abrió la puerta.

—Hola—dijo alegremente.

—Vengo con regalos.

—Ya lo veo. Entra. Todos los portadores de regalos son bienvenidos aquí, especialmente aquellos que traen comida y vino. Kinsey y yo estábamos pensando en sentarnos en la terraza y relajarnos. ¿Quieres unirte a nosotros?

—Me encantaría—Brittany entró, viendo los papeles esparcidos por el escritorio de la sala de estar—No interrumpo tu escritura, ¿verdad?

—Nah. ya se ha hecho de noche, y de todos modos mi cerebro está frito.

Brittany esperaba que su alivio no fuera demasiado visible.

—Bueno, entonces, ¿por qué no salimos con Kinsey y nos ponemos cómodas? Voy a abrir el vino y llevar a cabo el deseo de picar algo. ¿De acuerdo?

Los ojos marrones brillantes de Santana sostuvieron la mirada de Brittany, durante unos segundos.

Brittany podía sentir los latidos de su corazón en la boca del estómago.

—Sí, señora—dijo Santana suavemente.

Esto debe ser cuando dicen que dos personas tienen química, Brittany pensó con un leve movimiento de cabeza.

El zumbido en sus oídos empezaba a ser un poco molesto.

Sirvió dos copas de vino, luego encontró una pequeña bandeja, donde colocó los trozos de queso y las galletas. Apagó las luces en el interior, y se dirigió hacia fuera, a la terraza.

Una gruesa vela ardía en el centro de la mesa.

Santana estaba tumbada en el sofá, con las piernas bronceadas y con los tobillos cruzados. Kinsey estaba sentado al lado de su rodilla y atado a la silla.

Se veían increíblemente cómoda, vestida con una camisa y unos pantalones cortos.

Se esforzó por no mirar los hombros expuestos, a la vez agradecida y maldiciendo por la falta de luz.

Santana había movido una de las pequeñas mesas junto con una silla para ella.

Brittany le entregó una copa, tomó la suya y colocó el queso sobre la mesa, luego se puso cómoda, apoyando sus pies descalzos en el extremo de Santana, muy cerca de sus pantorrillas.

La noche era hermosa.

La brisa era cálida y soplaba suavemente.

Los suaves sonidos eran calmantes y relajantes. Santana suspiró con satisfacción.

—Es totalmente imposible repetir en una noche como esta.

—Yo creo que este sería el lugar perfecto para vivir si uno fuera un ocupado ejecutivo de una empresa o algo así—dijo Brittany, pensativa—Si tu trabajo no es más que estrés durante todo el día, este sería el lugar para relajarse, me imagino.

—Bueno, ¿qué piensa Sam? Su trabajo es muy estresante, ¿no?

—Sí...—dejó su voz a la deriva en el aire de la noche.

—Lo siento—dijo Santana suavemente—Tema delicado, ¿eh?

Brittany respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—¿San? ¿Alguna vez has hecho algo de lo que más tarde te diste cuenta que nunca debiste haberlo hecho? Y que lo sabías en ese momento, también, pero ¿fuiste demasiado cobarde para tomar la decisión correcta? Así que, ¿acabas por hacer lo que se espera de ti?

Esperó unos momentos antes de mirar a Santana.

Los ojos de Santana se centraron en ella y sonrió con tristeza.

—Oh, sí. Sé exactamente lo que quieres decir.

—¿En serio?

Santana la miró por un tiempo tan largo, tan intensamente, que Brittany podía sentirla, a pesar de la creciente oscuridad.

Parecía tener una especie de debate interno, y luego suspiró y apoyó la cabeza contra la silla.

—Mi mamá me ha marginado en la escuela, donde enseñaba.

Brittany no se lo podía creer.

—¿Tu mamá?

—Sí.

—Wow. Ouch.

—Eso es un eufemismo. Lo peor es que me fui de mi trabajo, sin siquiera intentar luchar. Me fui como una cobarde.

Su voz de autocrítica le cogió a Brittany completamente sorprendida.

Santana no parecía del tipo de persona que salía de una batalla.

—¿Por qué no luchaste?

—En ese momento, me dije que era porque tenía miedo. La escuela, las facultades pueden arruinar la vida de las personas, de forma muy rápida si una los deja, incluso algunos de los padres. Tienen demasiado poder.

—Oh, San. Eso debió haber sido terrible. Cualquiera habría tenido miedo en esa posición. Sin apoyo, ¿qué podías hacer?

—De eso se trata. Tuve apoyo. El principal era el chico más grande en el mundo. Él dijo que no tenía intención de dejar que me fuera. Él, en comparación con los demás, no era ruidoso, pero ese grupo contrario no tenía apoyo, mi portada era más grande. Creo que podría haberme quedado sin problema.

—Pero... ¿Por qué te fuiste?

—Por mi mamá.

—No entiendo.

—Sí, lo haces. ¿No me dijiste, casi al principio de conocernos, que tus padres estaban casi más emocionados sobre su boda que tú y Sam, porque querían que te cases?

—Sí.

—Bueno, mi mamá, obviamente, pensaba que no debería estar enseñando. Así que debía ser una niña buena y darle el gusto a mamá.

—¿Qué pasó... exactamente?

Brittany no podía olvidar lo que Dawn le había contado. Sólo quería saber la versión de Santana.

No quería hacer casos a los cotilleos.

Santana suspiró con cansancio, como hubiera contado la historia una y mil veces.

—Tuve una estudiante, que sospechaba que estaba preocupada con su sexualidad. Me envió un par de poemas. No eran de ningún modo explícitos o eróticos, pero eran obviamente sobre amar. Yo se lo había mencionado a mi mamá, pero nunca le dije que eran de una chica. Los tenía en mi departamento, en mi escritorio porque había estado tratando de averiguar qué curso de acción tomar, cuando mi mamá apareció en una visita inesperada. Entré en la cocina por un minuto y no me di cuenta de que ella había cogido los poemas, cuando se fue. Al parecer, había visto que se estaban dirigidos a "Señorita López" y estaban firmadas con el nombre de una chica, así que decidió tomar cartas sobre el asunto, en sus propias manos sin siquiera hablar conmigo. Al día siguiente, las entregó en la escuela. Si ellas hubieran acabado en manos de mi director, las cosas se habrían guardado en silencio, pero ella no lo hizo eso. En cambio, estuvo mantenido un debate, en profundidad sobre ellos, con tres auxiliares administrativos en la oficina del distrito. Simplemente hizo una montaña de una bola de nieve y todo fue sacado de proporción. Empezaron a circular hasta diez versiones diferentes de lo ocurrido, incluso tenía una aventura con la chica—resopló con fuerza—Por favor. Mis alumnos tenían entre catorce y quince años. ¿Cómo de enferma podría estar para hacer algo así?

—Así que tu mamá fue la que inició todos los rumores.

—Si—Santana dio a Brittany una mirada sospechosa—¿Entiendo que tú también has oído los rumores?

Brittany hizo una mueca de culpabilidad.

—Dawn hizo un comentario el día que ella y Kayla vinieron de visita. Te reconocieron. Sus hijos van a la escuela.

—Ah—Santana asintió—Es por eso que no dejaba de mirarme.

Se sentaron en silencio durante un buen rato, bebiendo su vino y mirando al lago.

—San, ¿podrías volver a tu trabajo? ¿Si quisieras?

Santana parpadeó sorprendida.

—No sé, yo nunca pensé al respecto. Tal vez.

—Mm.

Se quedaron en silencio de nuevo.

Entonces Brittany se levantó para recuperarla botella de vino, del interior. Kinsey se levantó también, Santana lo desató y se lo traspaso a Brittany, sin decir una palabra. Lo llevó adentro, como si lo hubiera hecho un millón de veces, como si también se tratara de su perro, y todos vivieran juntos.

Kinsey inmediatamente se acurrucó en el sofá y Brittany amorosamente le rascó la cabeza antes de regresar a la cubierta con la botella. Volvió a llenar los dos vasos.

—Creo que ambas deberíamos hacer un pacto.

—¿Qué tipo de pacto?

—A partir de ahora, haremos lo que nosotras queramos hacer, no lo que debemos hacer, ni lo que piensen nuestras madres. No lo que piensen nuestros amigos.

—¿En qué tipo de situaciones?

—En todas. En cualquier tipo de situación.

—¿En cualquiera?

—Mm hmm.

—Eso es mucho.

—Así es.

Se quedó mirando hacia el agua, pensativa.

Cuando miró a Brittany, había un brillo en sus ojos, donde se reflejaba la luz de la luna y el parpadeo casi indiscernible de la vela.

Cuando sonreía, el corazón de Brittany se ponía de rodillas.

Santana alzó la copa.

—Por el ejercicio de nuestro libre albedrío.

Brindaron y bebieron.

La brisa pateó un poco y Brittany se estremeció involuntariamente. Aquello no pasó desapercibido para Santana.

—¿Tienes frío?

Una tímida sonrisa cruzó el rostro de Brittany.

—Creo que he estado demasiado tiempo bajo el sol.

—Ven aquí—Santana dijo sin pensar.

Dejó el vaso, se incorporó y abrió los brazos y piernas para hacerle sitio.

Banderas de advertencia aparecieron por todo el lugar, pero Brittany se negó a reconocer su existencia. Tomó solo tres segundos que su cuerpo reaccionara sobre su mente.

Su cabeza le gritaba alarmada, pero su cuerpo se movía acuerdo, instalándose cómodamente delante de Santana.

Cuando ésta suavemente la atrajo hacia ella, Brittany no pudo contener el suspiro de satisfacción.

Se sentaron en silencio durante mucho tiempo, sólo escuchando el viento soplar y el zumbido ocasional de algún barco a lo lejos. No recordaba jamás haberse sentido tan cómoda en toda su vida. Al mismo tiempo, se sentía como si cada terminación nerviosa de su cuerpo estuviera en una posición firme y su sistema nervioso pudiera entrar en corto en cualquier momento.
Se sentía tan bien que no quería que la noche terminara.

Las piernas desnudas de Santana eran mucho más cálidas que las de ella.

Sus rodillas se doblaron, las piernas de Santana la rodearon, manteniéndola segura.

Cuando echó los brazos alrededor de Brittany, la rubia se sentía como si estuviera protegida y cuidada.

—¿Mejor?—preguntó Santana, sus labios tan peligrosamente cerca del oído de Brittany que se sintió un aumento inmediato en su vientre.

—Mucho—su voz fue tan baja que desapareció.

La barbilla de Santana descansaba sobre el hombro derecho y Brittany se volvió para mirarla a los ojos.

Ese pequeño movimiento resultó ser su perdición absoluta.

El rostro de Santana estaba enrojecido, sus ojos oscuros y sus labios húmedos.

Podía sentir el calor que salía del cuerpo de Santana y parecía que no podía hacer nada para lo que venía.

Se estiró hacia atrás, con el brazo derecho conectándose con todo el cuello de Santana, moviendo la cara. Sin detenerse a pensar dos veces, sin detenerse a pensar en absoluto, apoyó su boca sobre la de la morena.

Dos gemidos escaparon de cada una de ellas, en el momento contacto.

No hubo incertidumbre provisional.

Ni toma de tiempo para acariciar suavemente los labios de la otra.

Sólo hubo hambre y miseria, y no sólo por parte de Brittany.

Santana lo sintió, también.

Campanas de advertencia volvieron a sonar en voz alta, pero ninguna de las dos le prestaron atención.

Se había vuelto simplemente demasiado físico, tan cerca la una de la otra, y toda la voluntad, que habían estado utilizando para resistir a la tentación, se había quedado básicamente perdida en ellas.

Brittany se guió por puro instinto.

Por primera vez en su vida, hizo lo que sentía desde hacía ya un tiempo.

Los labios de Santana eran los más suaves que jamás había sentido, y no perdió el tiempo empujando su lengua entre los exigentes labios.

Santana se echó hacia atrás y se enfrentó a un lado y a otro, con Brittany torcida en sus brazos, tratando de ganar a sí misma un mejor ángulo para poder explorar el increíble cuerpo de su amiga con sus manos.

Hubo un fuerte chasquido y el respaldo de la silla se sacudió, hacia abajo con dureza, a una posición plana, dejando a Brittany extendida directamente en la parte superior de Santana.

Sus ojos se encontraron con diversión, sobre su nueva posición, y Brittany levantó una ceja incrédula, antes de descender en la boca de Santana nuevamente, causando estragos de delicia.

Se sentía como una adolescente.

Sus manos tantearon los botones de la camisa de Santana, mientras disfrutaba de la piel de su mejilla, de su oído, y de su cuello.

Se moría de ganas de tocar, de sentir con sus dedos la piel que había estado burlándose de ella por semanas.

Las manos de Santana estaban en el cabello de Brittany, con su respiración entrecortada.

Acercó la cara de Brittany y sumergió su lengua posesivamente en su boca, gimiendo mientras lo hacía.

Brittany deslizó a un lado, la camisa abierta, y acercó su palma al sujetador de encaje que cubría los pechos.

Cautivada por la sensación, y el peso de los mismos, pasó el pulgar por el pezón, causando en Santana una tormenta de sentimientos.

—Oh, Dios—gimió, de repente, en la desgarradora la boca de Brittany—Espera—jadeando, se movió debajo de Brittany, la deslizó a un lado y se sentó—Britt, espera. Por favor—trago fuerte, recuperando el aliento—Espera.

Brittany la miró parpadeando, todavía inmersa en una nube de sexo.

—¿Qué?—preguntó sin aliento, tratando de incorporarse—¿Cuál es el problema?

—¿Qué estás haciendo?—Santana abrió la boca, tratando de aclarar su mente—¿Qué estás haciendo?

—¿Qué?

—No puedo... no puedo hacer esto.

—San...—Brittany la cogió de nuevo, besando su cuello, murmurando contra su piel—Por favor. Sé que quieres hacer esto, tanto como yo. Está bien.

Deslizó su mano hacia atrás, bajo de la camisa de Santana, en voz baja acariciando el mismo seno.

Santana cerró los ojos un momento, disfrutando del aura de esta mujer, que parecía saber inexplicable cómo tocarla. Sentía las piernas como si estuvieran hechas de gelatina y el dolor en su ingle era insistente.

Era vagamente consciente de la mano de Brittany deslizándose por detrás de ella, buscando a tientas el broche de su sujetador; aquello fue suficiente para volverla a la realidad.

—No—agarró las manos de Brittany y las sostuvo, tanto con sus propias manos. Mirando a los ojos con dificultad dijo—No podemos hacer esto.

—¿Por qué no?—Brittany se sintió como si hubiera perdido toda capacidad de pensar claramente.

Santana cerró los ojos, dejando escapar un suspiro largo y lento.

La ira se filtró lentamente y se cubrió los ojos con las manos.

—Mierda, Britt—dijo con los dientes apretados—Maldita sea.

Brittany le acarició las manos.

—San... habla conmigo—apretó suavemente sus dedos, su voz era suave y dulce—Vamos. Vamos, cariño. Por favor.

—Basta—dijo Santana, bajando sus manos.

Su voz era casi imperceptible.

—Deja de persuadirme. No puedo... no puedo... No puede ser así—sus ojos se llenaron de lágrimas—No quiero que sea así.

El corazón de Brittany se llenó de temor al ver la reacción de la otra mujer.

—San—dijo de nuevo en el mismo tono cariñoso.

Apartó un mechón de pelo de la cara de Santana, sorprendida cuando su mano fue empujada más o menos de distancia.

—¡Basta! Deja de tocarme y dejar de decir mi nombre así. Por favor. Dios, ¿por qué no lo entiendes? ¿Por qué no puedes entender lo que me haces? ¿No tienes idea de lo que haces sentir?

Brittany parpadeó cuando Santana se levantó y puso distancia entre ellas. Se apoyó en la barandilla de la terraza con sus manos, mirando hacia el agua.

Lágrimas silenciosas corrían por su rostro.

Brittany no tenía idea de qué decir, así que esperó a que Santana finalmente hablara.

—Está casada, Brittany—la voz de Santana fue apenas perceptible, en el aire de la noche.

—Lo sé.

—No quiero ser tu experimento.

—También lo sé.

—¿Crees que esto te hace mejor que Sam?

Brittany dio un respingo, sorprendida por la acusación en la pregunta.

—¿Perdón?

Santana se volvió hacia ella.

—¿Crees que dormir conmigo no es nada diferente a tener un romance en tu vida?

—¿Qué?—sintió que se ruborizaba con irritación—Perdóname, Miss Little Voy a entrar en calor, ven aquí y siéntate entre mi piernas. ¿Qué fue eso, una prueba?

Santana miró hacia otro lado, la culpa estaba escrita por toda su cara, visible incluso en la oscuridad cuando Brittany continuó.

—Por si no te has dado cuenta, tu lengua estaba en mi boca con la misma frecuencia como la mía en la tuya. No soy la única culpable aquí.

—¡Pero tú eres la única casada!—Santana gritó—Jesús, Brittany, toma una decisión. Deberías ir a comprar un poco de coraje. No estás con tu marido por amor, cualquiera puede verlo. Si no es feliz, déjalo. Haz algo. Tienes las agallas para hacer que las cosas cambien.

La furia de Brittany se hizo tan oscura que ensombreció lo oculto del mensaje que Santana le estaba dando.

Sus ojos crujieron de rabia.

—Déjame ver si lo he entendido bien. ¿Tú vas a juzgarme? ¿Tú? ¿La autora lesbiana que solo escribe sobre heterosexuales? sin orgulloso gay, ¿la mujer que dejó que su propia mamá la hiciera salir de un trabajo, sin el más pequeño de los gemidos? ¿Tú me vas a decirme que tengo que encontrar el valor para ser quién soy?

Ambas mujeres estaban sin aliento y la tensión de enojo en la terraza era tan espesa que se podía cortar con un cuchillo.

Santana juró que podía oír el corazón de Brittany golpeando tan fuerte como el suyo.

Kinsey había dejado su sofá y estaba de pie en la puerta mirándolas.

Brittany fue la primera en romper el contacto visual. Lo hizo cuando sintió la ira retroceder y las lágrimas empiezan a salir.

Miró sus pies por un minuto.

Luego, al notar, con enojo, sus mejillas mojadas, se volvió, y caminó por las escaleras de la terraza, y se fue.

Santana la vio marcharse, incapaz de moverse, sintiendo todavía los restos de su propio resentimiento, aunque fueron eclipsados rápidamente por la culpa y el deseo de borrar las lágrimas de Brittany.

Se frotó la mano por la cara llena de frustración.

—Mierda.



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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Jue Mayo 12, 2016 11:29 pm

holap morra,..

Diane necesitaba un par de golpes,. para mi gusto!
dios por que???,.. ya se dieron carta blanca,...!!
y también se dijeron de todo,.. y con razón en todas,..
a ver que pasa!!

nos vemos!!!
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Mensaje por monica.santander Vie Mayo 13, 2016 1:24 am

Debo decir que entiendo a San!!!!!
Saludos
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Mayo 13, 2016 2:57 am

Aqui vamos otra vez santana ofreciendo demasiada informacion. Creo que Brittany fue muy cruel con sus palabras solo quiere tomar lo que quiere, y por el momento no es la atraccion la causa sino el despecho y santana no merece eso. Saludos.
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Mensaje por micky morales Vie Mayo 13, 2016 6:41 pm

Brittany quiere pagar con la misma moneda y eso no es justo para santana. That all!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Vie Mayo 13, 2016 7:29 pm

3:) escribió:holap morra,..

Diane necesitaba un par de golpes,. para mi gusto!
dios por que???,.. ya se dieron carta blanca,...!!
y también se dijeron de todo,.. y con razón en  todas,..
a ver que pasa!!

nos vemos!!!



Hola lu, eso parece la vrdd ¬¬ xq atraparon a snixx¿? =O esta todo tan bn! =/ Jajajajaajaja ese difícil momento en que las dos tienen la razón xD ajajajajajaja. Aquí el siguiente cap para eso! Saludos =D





monica.santander escribió:Debo decir que entiendo a San!!!!!
Saludos



Hola, si que si, la vrdd..., pero britt, igual, no¿? xD jajaajajajaja. Saludos =D





marthagr81@yahoo.es escribió:Aqui vamos otra vez santana ofreciendo demasiada informacion.  Creo que Brittany fue muy cruel con sus palabras solo quiere tomar lo que quiere, y  por el momento no es la atraccion la causa sino el despecho y santana no merece eso. Saludos.



Hola, jajajajaajaja si que si xD Mmmm buen punto, si bn ambas tienen sus puntos, britt debería ser mas mmm "sumisa" en ese sentido, no¿? Esperemos y todo mejore =/ Saludos =D





micky morales escribió:Brittany quiere pagar con la misma moneda y eso no es justo para santana. That all!!!!!



Hola, no que no... o esa es su excusa, no¿? Jajjajajajaajajaj xD Saludos =D




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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 14

Mensaje por 23l1 Vie Mayo 13, 2016 7:31 pm

Capitulo 14


—¡Tana!

Un pequeño cuerpo corrió hacia Santana y ella la recogió.

Besó el rostro de Beth, olió su pelo, cerrando los ojos y disfrutando del dulce, aroma del champú de bebé Johnson.

A veces, sólo la abrazar a Beth era todo lo que necesitaba para hacer para que el mundo no pareciera tan malo, después de todo.

—Hey, Tana. ¿Cómo va la vida?—preguntó Quinn, entregándole a su amiga una copa de Merlot.

—Ahí—Santana respondió, tomando un sorbo demasiado largo del vino, bajando a Beth al suelo—A veces es sólo ahí… eso es todo.

Quinn la miró un poco rara, como si quisiera explorar el comentario. En cambio, asintió con la cabeza.

La cocina de Rachel era luminosa y soleada, llena de amarillos y diseños florales.

Santana siempre pensó en ella como "la cocina de Rachel ", porque Quinn despreciaba absolutamente cocinar y rara vez pasaba tiempo en ella, yendo a buscar para sí misma una cerveza de la nevera.

Santana miró, con una mezcla de asombro y envidia, a su mejor amiga cuando abrazó a Rachel por detrás, mientras la mujer morena removía el contenido de una olla en la cocina.

Se quedaron así, balanceándose juntas lentamente, haciendo un contraste llamativo.

Quinn era alta y rubia, Rachel era pequeña y morena.

No podía dejar de pensar cómo ella y Brittany crearían una dicotomía similar.

El amor de sus amigas era tan evidente, que en realidad podía sentirse en el aire.

Eso le hizo a la vez feliz por ellas y triste consigno misma.

—¿Puedo poner la mesa?—preguntó de repente, sin poder casi respirar.

—Por supuesto.

Sabía dónde estaba todo, así que lo cogió y lo llevó al comedor, lejos del aura enfermiza de amor que amenazaba con asfixiarla.






Más tarde, ella se recostó en su silla y dio unas palmaditas en su vientre lleno.

—La cena fue deliciosa, como siempre, aunque sólo esperaba las bebidas—dejó escapar un gran suspiro—Honestamente, no sé cómo las dos no pesan 300 kilos.

Quinn se levantó y recogió los platos.

—Encontramos maneras creativas de quemar calorías—sonrió, besó la mejilla sonrojada de Rachel, y se dirigió a la cocina.

Muchacha, obviamente, las cosas han cambiado en el área de relaciones sexuales por aquí, pensó Santana, sorprendida de encontrarse a sí misma con esa sensación amarga.

—Me he comido todo—dijo Beth desde su asiento junto a Santana.

—Eso está muy bien—le contestó.

—Sí.

Su plato estaba casi vacío y Santana se preguntó, no por primera vez, cómo Rachel tenía la suerte de haber dado a luz a una niña que se comía casi todo.

—Muy bien.

Obteniendo el visto bueno de aprobación de Rachel, Santana limpió a la niña, desabrochó la correa de su babero y de seguridad, y la bajó al suelo.

—Ve y asegúrate que tú mamá esté lavando bien los platos—le ordenó, juguetonamente palmeando su trasero.

—Así que—empezó Rachel, bebiendo su vino—Vamos a hablar acerca de tu libro.

El corazón de Santana saltó.

—Está bien.

Debe haber sido su frágil ego de escritora que siempre la ponía tan nerviosa, cuando estaba a punto de recibir comentarios de su amiga.

Siempre estaba aterrorizada de que alguna vez, Rachel se convertiría en alguna criatura vestida de negro, como las brujas que se pasan por encima de ella con palabrería, riendo y apuntando, acusando a Santana de no tener absolutamente ningún talento para escribir en absoluto.

La imagen le provocaba un escalofrío, que se estremecía a lo largo de su espina dorsal de vez en cuando y tomó otro sorbo de vino, con la esperanza de calentar su sangre.

—En primer lugar, estás desarrollando la historia muy bien—comenzó con una sonrisa—Me gustan los personajes, mucho, especialmente Paul. Siento como si lo conociera.

Santana asintió.

—Bueno. Así es como quiero que lo sientas.

—¿Y Kristen? Ella parece muy familiar.

—¿Ella?

Rachel tomó un sorbo de su copa de vino y estudió su contenido.

—Mm, hmm. ¿Está basado en alguien que conocemos?

La pregunta fue planteada en un tono de voz perfectamente inocente, pero Santana sabía que la pregunta de su amiga tenía algo oculto.

Santana se encogió de hombros.

—Podría ser. A veces, ni siquiera soy consciente de eso.

Rachel asintió, mirándola a los ojos. Santana, por supuesto, miró hacia otro lado, no era buena con el contacto directo, cuando estaba mintiendo.

Rachel parecía estar buscando las palabras adecuadas.

—Estamos muy preocupadas por ti, San.

Los ojos de Santana se abrieron de golpe.

—¿Nosotras? ¿Qué quieres decir?

—Tú eres la que siempre me decía que un escritor escribe desde sus propias experiencias, ya sea intencionadamente o no.

Intentó disimular lo que sentía, optando por tomar otro sorbo de vino, en vez de una respuesta verbal.

—He visto algunas similitudes evidentes entre tu libro y tu vida. Me preocupa. Y Quinn me lo ha aclarado un poco. Ambas estamos acuerdo.

No podía decidir cómo se sentía acerca de la participación de su mejor amiga, en este tipo de cosas.

Aunque claro está que Rachel, por su parte se había reservado el derecho para hacerlo.

El corazón le latía con fuerza, pero trató de mantener la calma. Estaba aterrorizada de lo que Rachel podría ver a través de ella.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Vamos, San—la voz de Rachel era suave y gentil—Tu historia trata de un hombre, de treinta años, que se ha enamorado, sin mencionar, que se ha vuelto peligrosamente obsesionado con el marido de la vecina de al lado... la vecina de al lado, que es alta, rubia, que se acaba de mudar ¿de qué crees que estoy hablando?

Quinn entró en la habitación lentamente, estaba claro que había estado escuchando.

Santana pensó que las dos probablemente habían ensayado la conversación entera.

—¿Cuál es el problema con Brittany y contigo?

—¿ Brittany y yo? ¿De qué estás hablando? No está pasando nada—trató de sonar inocente, pero no estaba segura de que si lo había logrado.

—Estoy preocupada por ti, San. No quiero verte mal por esto. Ella es hetero y está casada.

Puso su mejor rostro tranquilizador.

—No hay nada. Brittany y yo somos amigas. Eso es todo.

Podía sentir los ojos de Quinn sobre ella, y sentía como su amiga podía ver dentro de su cerebro, sabiendo exactamente lo que estaba pensando.

—¿Sientes algo por ella?

—¿Qué?—sintió que su paciencia se acababa.

—Te conozco, San. Sé lo fácil que es enamorarse para ti. Has pasado mucho tiempo con ella. Ella es una mujer, una mujer casada, casada, una mujer con un marido rico y exitoso. Es sólo que no quiero que quedes atrapada en una situación, que no resultará ser nada más que malas noticias y dolor, eso es todo—sonrió para aliviar la tensión de las circunstancias—Es mi trabajo como tu mejor amiga cuidar de ti.

Santana sonrió, decidiendo tranquilizar a sus amigas, y no dejarlas entrar en el hecho de que estaban mucho más cerca de la verdad de lo que incluso sospechaban.

—Tú me conoces, Quinn. Probablemente tengo una fascinación fuerte por ella. Quiero decir, ¿la has visto? ¿Puedes culparme?—esperaba que su sonrisa fuera lo suficientemente divertida—Tomé la situación y la utilice como inspiración para mi libro. Va a pasar. Siempre lo hace.

Tanto Quinn como Rachel la miraron, buscando la verdad.

Santana tuvo la suficiente fuerza de voluntad para no desplazar la vista hacia abajo.

Mientras volvía a beber otro sorbo de vino.

—No estarás pensando en matar a Sam, ¿verdad?—preguntó Quinn suavemente.

La pregunta la tomó completamente por sorpresa, provocando que tosiera el trago de vino. Recuperando la compostura, miró con incredulidad a su amiga.

—¿Qué?

—Sólo me estoy asegurando—dijo, dándose cuenta de lo tonta que había sido su pregunta.

—Te dije que no preguntaras eso—Rachel la fulminó con la mirada.

—Quinn...—Santana tomó un momento, limpiándose la barbilla y tratando de no estallar en carcajadas—Por favor. Les agradezco su preocupación. Pero, no, no estoy pensando en matar a Sam. ¿Es eso realmente lo que pensaban?

—Por supuesto que no—dijo Rachel, de pie—Te queremos y no queremos verte sufrir. ¿De acuerdo?

—Está bien—terminó su vino.

La conversación había terminado en ese punto, pero tenía la sospecha de que no le habían creído del todo, tal y como esperaba.

Como siempre, estaba segura de que sus mejores amigas podían ver a través de ella, como si fuera un libro abierto.

Si ese fuera el caso, tendrían sin duda que ver el nombre de Brittany en su corazón.






*******************************************************************************************************************




Cada vez que Brittany estaba confundida, no había una sola persona a la que podía acudir.

Sólo una persona que podría ayudar a poner las cosas en perspectiva, ayudarla a mirar a su situación desde otro punto de vista, por lo general un ángulo que nunca se había dado cuenta de que existía.

Si yo hubiera ido a él unos años antes, pensó con tristeza mientras conducía, podría haber evitado la situación en la que estaba ahora.

Si hubiera ido a él, cuando Sam le había propuesto matrimonio, tal vez su vida desde ese momento habría sido más satisfactoria y menos decepcionante.

Tal vez, ahora no tendría ningún problema en ordenar el revoltijo de emociones que llenaban su corazón y su mente, respecto a todo lo que sentía sobre Santana.

El hecho de que tenía que ir a un cementerio a ver a esa persona, sólo la hizo suspirar con tristeza mientras maniobraba el Volvo en el estacionamiento familiar.

El día era hermoso, ventoso y soleado, así que, en vez de seguir el camino empedrado y sinuoso, en torno a la tumba de padre, optó por aparcar simplemente en el aparcamiento y caminar.

Sentir el aire fresco, a veces, la ayudar a despejar la cabeza. Puso sus llaves en el bolsillo de sus pantalones cortos, y comenzó la caminata.

White Haven era tranquilo como pocos lugares.

No habías más personas a la vista, y encontró la soledad increíblemente tranquila.

Llego a la lápida de su padre con facilidad y se sentó en la hierba.

—Hola, papá. Tus margaritas están en las últimas.

Recogió las flores caídas en el suelo y las puso a un lado, deseando tener algo con qué cambiarlas.

Suspiró, se recostó sobre sus manos y miró a las nubes flotando.

—Hoy no hay alpiste, papá. Esta es una especie de visita improvisada. Tengo que hablar contigo.

—¿Qué pasa, cariño?

Podía oír su voz llegar con la brisa suave.

—¿Qué te preocupa?

—Tengo un problema. En realidad, no es un problema nuevo. Es un viejo problema. Es algo que ha estado dando vueltas, durante unos cuantos años, y que debería haber tratado con él hace mucho tiempo. Temo que dejé que mamá se hiciera cargo en su momento. No hice caso a mis sentimientos, simplemente deje que desaparecieran. Al parecer no desaparecieron del todo—se echó a reír amargamente—Bueno, funcionó para mí, durante un tiempo. Pero ahora han vuelto.

Recogió algunas briznas de hierba, para jugar con ellas, hasta que se dio cuenta de su propia técnica de estancamiento y puso los ojos en blanco.

Estoy perdiendo el tiempo, así que no tengo que explicar las cosas en un punto muerto.

Brillante.

—Probablemente no te va a gustar—continuó—Pero no creo que tampoco te sorprenda—respiró hondo—¿Recuerdas a Kitty de la universidad? ¿Niña bonita, cabello rubio, ojos verdes? Solías llamarla “Kitty sonrisa” cada vez que la veías y la hacías sonrojar. Mamá la odiaba.

Hizo una pausa, recordando el desprecio inmediato de su mamá hacia Kitty, probablemente su madre se había dado cuenta de la sexualidad de Kitty, y de su vinculación, antes incluso, de que ella misma se diera cuenta.

—Bueno, ella no la odiaría sin una razón. Kitty se convirtió en mi novia. Quiero decir amante, tuvimos una aventura.

Trató de imaginarse la expresión su papá y tropezó con sus palabras.

—Sé que debería habértelo dicho, haber acudido a ti, pero estaba muy asustada y sólo traté de hacerlo frente, por mi cuenta. Y entonces Kitty me dejó—hizo una mueca, casi en voz alta, mientras recordaba el dolor de su corazón roto por primera vez—Mira, fue mi primer amante femenina, como si fuera mía. Me mostró la posibilidad de una alternativa de estilo de vida. Aquello me atraía. Quería explorar ese tipo de vida, pero no lo hice. Estaba poco menos que aterrorizada y quería esconderme literalmente en un armario. Le di la espalda, ahora lo sé. La idea de que me vieran con ella era asfixiante. No puedo culparla por haberme dejado. Empecé a hundirme en una depresión. No quería salir. Apenas iba a clase. Lo pasé muy mal, papá. La pobre Kayla estaba tan preocupada por mí, que no sabía qué más hacer, así que llamó a mamá.

Le había llevado mucho tiempo perdonar su amiga de toda la vida, pero por fin había comprendido que Kayla solo quería lo mejor para ella.

—Mamá estaba completamente asustada. Dijo que sólo había sido una fase, que era una cosa que pasaba en la universidad, y ahora que todo había terminado que era mejor que no perdiera a Sam para siempre. No paraba de hablar acerca de lo que la gente podría pensar si se enteraban, de lo embarazoso que sería para ella. Sé que ella te lo ocultó todo. Dijo que estarías decepcionado, y la creía como una idiota.

Sacudió la cabeza con disgusto consigo misma y con la mirada hacia el cielo, de nuevo recordó las intimidaciones, sin fin, que había soportado de su madre por culpa de sus perjuicios.

—De todos modos, en pocas palabras, lo empujé hacia un pequeño y oscuro rincón, cerré la puerta, y pensé que nunca tendría que lidiar con eso otra vez—resopló.

—Debería haber sabido más.

Su expresión era clara en su mente, esta vez, con los ojos rasgados y su atención fija en ella, haciéndola sentir como la única persona en el mundo.

—¿Qué ha pasado?—le preguntaría con preocupación.

—Santana llegó, eso es lo que pasó. Dios, papá, ella sólo... ella consigue eso de mí, ¿sabes? Es cálida y amable. Es talentosa, hermosa. Cuando estoy con ella, me siento como que puedo ser quien quiero ser. No hay papeles que jugar, no hay imágenes que sostener. Sólo puedo ser yo misma. Es tan...—buscó la palabra correcta—Es liberador, papá. Ojalá lo hubieras tenido con mamá o con alguien, porque es el sentimiento más increíble del mundo.

—Y ¿qué pasa con Sam?

Decía sin acusación, pero cuestionando seriamente el punto.

No tenía respuesta para eso.

Suspiró profundamente y se sentó en silencio, disfrutando del aire fresco y del calor del sol.

Los pájaros cantaban cerca y las hojas de los árboles crujían suavemente, pero los sonidos pacíficos no hicieron nada para relajar su mente.

—No sé qué hacer, papá—su voz era pequeña, apenas audible.

Era evidente que no esperaba una respuesta de su papá muerto, pero se encontró esforzándose por escuchar su voz de todos modos.




Después de un largo rato, respiró hondo y se levantó para irse, agradeciendo a su papá por escuchar y prometiendo volver de nuevo pronto.

Estaba casi llegando a su coche, cuando revisó su bolsillo para sacar las llaves y se dio cuenta de que no estaban.

—Maldita sea—murmuró en voz baja, mientras volvía sobre sus pasos.

Cuando se acercó a la lápida de su papá, se dio cuenta de que había una mujer morena y delgada, en cuclillas cerca de él.

Estaba poniendo margaritas frescas en el soporte.

El corazón de Brittany se aceleró, estaba segura de no haber visto nunca antes a esa mujer.

Se acercó lentamente, sin querer entrometerse en la privacidad de la mujer, a pesar de que la curiosidad, de quien podría ser, la estaba matando.

La mujer se enjugó una lágrima errante de su cara, y sus hombros se convulsionaron en lo que sólo podría haber sido un sollozo silencioso.

Brittany se detuvo, avergonzada por estar espiando a la pobre mujer.

Ella bajó la mirada al suelo. Sus llaves estaban sobre el césped a sus pies. Se agachó para recogerlas cuando la mujer besó sus dedos con los labios y los llevó sobre la lápida.

El hecho de que ella había amado a su papá era tan dolorosamente obvio, que le dio qué pensar a Brittany.

Se quedó clavada en el lugar, mientras la mujer se levantaba y se dirigía hacia Brittany. La miró por un corto segundo, luego bajó los ojos enrojecidos como disculpándose, limpiando sus humedecidas mejillas.

Brittany sonrió y, para su sorpresa, habló a la mujer.

—Lo siento. Obviamente él le importaba mucho.

La mujer se detuvo y asintió con la cabeza, nada sorprendida de que una perfecta desconocida le hubiera hablado. Estudió a Brittany cuidadosamente como si le preguntara que fuera a reconocerla.

—Mucho. Era un hombre maravilloso.

Incluso de cerca, era desconocida para Brittany.

Era una mujer sin características espectaculares, excepto la bondad notable en sus ojos color avellana.

—¿Era su marido?

No podía creer estar preguntándoselo, pero por alguna razón, sentía la necesidad de obtener más información sobre la relación de aquella mujer con su papá.

La mujer sonrió con tristeza.

—Oh no. Sólo en mis sueños—desvió la mirada, con nostalgia, hacia atrás en la tumba—Yo nunca logré hacer que siguiera a su corazón.

Brittany la miró parpadeando.

La falta de respuesta no pareció perturbar a la mujer.

Suspiró con tristeza, y siguió su camino, dejando a Brittany de pie en el cementerio, absorbiendo el hecho de que su papá había tenido una amante y ella no había sabido nada.










Esa noche de voleibol, el partido fue un desastre.

Fue la primera vez, que Santana y Brittany, habían estado juntas desde el fiasco en la terraza de Santana, hacia algunas noches.

Aparte de un movimiento de cabeza, la una a la otra, y un tranquilo hola, fueron las únicas palabras que intercambiaron entre las dos.

Quinn lo notó de inmediato, y entrecerró los ojos con recelo, pero no dijo nada.

Santana no jugó bien, estaba distraída o frustrada y esa noche, no era capaz de golpear o picar la pelota limpiamente para salvar su puesto.

Sus saques fueron disparados fuera de pista.

Sus bloqueos malos.

Sus rebotes directamente a la red o fuera de límites, el equipo contrario tenía que correr evitar que la pelota rebotara en el agua.

Su nivel pésimo de juego, sólo sirvió para frustrarse más y lo pagó con sus compañeros de equipo, cuando intentaban animarla.

Brittany también jugó mal.

Sus dedos estaban rígidos y no conseguía tomar altura.

Sus piernas parecían no querer cooperar y sus movimientos, en la cancha, parecían débiles y lentos.

Cada vez que intentaba pasarle la pelota a Santana, y no llegaba, ésta lanzaba un bufido de fastidio, que sólo amortiguaba en Brittany y la hacía jugar peor.

Sus oponentes no eran tan grandes.

La victoria no debería haber sido difícil, sino fuera porque a mitad del segundo juego, los seis jugadores estaban empapados en sudor y completamente estresados.

Quinn estaba frustrada por su equipo.

Mientras miraba a su mejor amiga, y a la más reciente miembro del equipo, se apresuró a sumar dos más dos, y supo de inmediato lo que estaba sucediendo entre la pareja, era más complejo de lo que Santana les había hecho creer, a ella y a Rachel.

Brittany nunca había jugado tan mal con ellos, algo obviamente le estaba molestando.

Santana tenía sus estados de ánimo, pero por lo general era capaz de dejarlos fuera, con la ayuda de sus compañeros de equipo.

Ahora, parecía estar provocando a los demás, en lugar de tratar de ayudar a solucionarlo.

Es más, Quinn pensó en ello, en el hecho de que Santana les había mentido, y eso la hacía sentir más enojada.


Flashback


Artie hizo un hermoso saque.

El otro grupo recibió limpio, y luego lo hicieron picar.

Mientras Santana se acercaba para bloquear, Brittany se agacho detrás de ella para cubrirla. Tal como había sido a lo largo del partido, el movimiento de Santana fue un poco lento.

La pelota pegó en sus manos y luego dribló por sus brazos. Brittany estaba cerca de los pies de Santana para guardar el punto, pero cuando lo hizo, Santana dio un paso hacia atrás, agitando también la pelota. Se dejó caer sobre Brittany y las dos acabaron tumbadas en la arena, jadeando y molestas, con las piernas enredadas como espaguetis.

—Deberías quedarte en tu lugar de la cancha, ya sabes—Santana murmuró.

—Sí, bueno, si no fuera que tus bloqueos, obviamente, necesitaríamos toda la ayuda que pudiéramos—Brittany replicó.

Quinn se acercó a ellas, y se puso de cuclillas. Sus ojos brillaban de ira y cuando habló, su voz no fue más que un silbido indignado.

—No sé qué demonios está pasando con ustedes dos, pero les sugiero que dejen sus problemas fuera, porque están haciendo que nos enfademos todos. Dejar fuera su mierda y poneos a jugar como miembros de este equipo, maldita sea.

Santana y Brittany se miraron avergonzadas y se pararon, limpiándose la arena de sí mismas, buscando adecuadamente sus lugares.

El juego continuó.

Fin Flashback



Las malas hierbas no perdían oportunidad, mientras el estado de Brittany era pésimo.

Había llegado directamente a casa desde la playa, cubierta de arena, sudor y llena de energía nerviosa de su frustración con Santana en la cancha.

Todavía había luz y necesitaba hacer algo o estaba segura de que simplemente iba a explotar.

Había descubierto que la jardinería le resultaba muy terapéutica y divertida, además podría aprender a hacer algo ella misma, en lugar de contratar a un tercero para hacerlo en su lugar.

Como lo hacía su familia cuando ella era pequeña.

Siempre habían contratado jardineros.

Hacer algún tipo de trabajo manual, sin duda no era algo en lo que se había interesado su madre, por su parte, ella había pasado este verano dándose cuenta de que clavando los dedos en la tierra, oler el rico olor del suelo, y ayudando a la belleza de la naturaleza era una de las actividades más relajantes en las que alguna vez había participado.

Así que se sentó en su cama de flores, tirando de las malezas y aflojando el suelo alrededor de las flores prósperas, tratando de tranquilizar su cerebro.

Entre la mujer del cementerio, su dilema sobre Santana, y el desastroso partido de voleibol, su cabeza estaba a tope, apunto de gritar en voz alta, y lo único que deseaba era un interruptor para su mente de encendido / apagado.

Tenía tantas preguntas que sólo podían ser contestadas por la mujer con las margaritas.

¿Cuánto tiempo había sido la amante de su papá?

¿Estaba enamorado de ella?

¿Lo sabría su mamá?

Dios, ¿y si habían tenido hijos?

Tiró violentamente a un diente de león confiado, sin saber cómo sentirse.

Por un lado, estaba furiosa con su padre, por engañar a su mamá.

Siempre había pensado en él como un hombre honorable y noble.

Esto hizo una gran grieta en su armadura.

Por otro lado, sabía que sus padres no tenían una cálida y difusa relación.

Sabía que su mamá podía ser fría y distante, con sus emociones, así que había una parte de Brittany que en realidad aplaudía a su papá por encontrar a alguien que se merecía y eso le encantaba.

Levantó la mirada y respiró hondo para calmar sus nervios.

Fue entonces cuando se dio cuenta de Santana estaba en su terraza.

Ella, obviamente, tampoco había decidido salir con el equipo.

Sus ojos hicieron contacto, durante apenas una fracción de segundo, ambas desviando sus miradas en la distancia, al mismo tiempo.

Otra hierba fue víctima de la ira de Brittany.

Antes de que tuviera tiempo de profundizar en el cuadrante de su cerebro etiquetado como "Santana", Brittany fue interrumpida por la voz de su marido.

—Britt—él estaba casa y no parecía feliz.

—Genial—murmuró ella.

No tenía ningún deseo de verlo.

Continuó con las malezas.

—Britt—gritó otra vez cuando salió a la terraza y vio a su esposa.

Sus pasos eran firmes mientras se acercaba. Ella vio el ceño fruncido en su rostro, e hizo que los pelos de sus brazos se erizaran. Se puso de pie, sintiendo que tendría una mejor oportunidad de manejar su enojo evidente si estaba de pie.

—Hey—saludó.

—No ni 'hey'—le espetó, lo que la hizo estremecerse—¿Hablaste con mi papá?—sus ojos brillaban de furia y su rostro estaba enrojecido.

Oh, mierda, pensó Brittany.

Aquí vamos.

—Um... —se detuvo, tratando de averiguar cómo iba a obtener gracia a través de éste.

—¿Has hablado con mi papá recientemente?—pronunció cada palabra lenta y cuidadosamente con los dientes apretados.

Nunca antes había tenido miedo de su marido, pero su enojo era tan intenso que provocó una pequeña chispa de miedo en la boca del estómago.

Tragó saliva.

—Sí.

—¿Y le dijiste que no quería hacerme cargo de la firma?

Ella hizo una mueca.

—Sí.

—¡Jesucristo, Brittany!—levantó las manos en exasperación—¿Qué diablos estabas pensando? ¿Qué estás tratando de hacer conmigo?

—Sam, yo…

—¿Estás tratando de destruirme? ¿De destruir mi futuro?

Le estaba gritando, su ira estaba alimentando el volumen de la parte superior de sus pulmones.

—No, por supuesto que no.

La chispa de miedo se había convertido en un completo soplo de fuego en ese momento, e intento tomar sutilmente un paso atrás de él.

La expresión de mirada salvaje, en su rostro, correspondía con el nivel máximo de su voz, y ella se debatía entre ser avergonzada por el barrio que estaba escuchando y se asustó de él.

—Mi papá piensa que tienes razón. Está de acuerdo contigo, Dios te maldiga. Ahora está explorando otras alternativas—la miró y se sintió inferior, traicionado—No tenías derecho, Britt. No tenías derecho.

—Solo estaba tratando de ser honesta con él, Sam. Estaba preocupado por ti. Pensó que estabas demasiado estresado. Temía que fuera demasiada carga para ti—su voz fue suplicante, pero Sam no la miraba—No has sido feliz desde que empezó todo esto, desde que empezó a entrenarte para que te hicieras cargo de todo. Sólo quiero que seas feliz.

—¿Quieres que yo sea feliz? ¿Estás segura de que esto no tiene nada que ver contigo? ¿Que no tienes segundas intenciones?—su voz destilaba acusación.

—¿Qué?

—No soy tonto, Britt. Yo veo las cosas. Sé cosas.

El estómago de Brittany se revolvió.

La sensación de temor que sentía era casi demasiado para soportar.

—¿De qué estás hablando?

Estaba de espaldas a la casa de Santana, pero señaló con el dedo pulgar en esa dirección.

—¿Crees que soy consciente de tu noviecita ahí? Conozco su historia. No te olvides de eso.

Los ojos de Brittany endurecieron.

—¿De verdad quieres hacer esto? ¿Tú realmente quieres entrar en el tema de la infidelidad, Sam? Porque yo tampoco soy estúpida.

Su rostro mostró sorpresa, entonces apareció la culpa, que sólo parecía alimentar su ira y rápidamente dirigió la conversación hacia su tema original.

—Me has arruinado. Has arruinado mi carrera.

—No, Sam. Eso no es cierto.

Tenía que conseguir poder explicarle por qué le había dicho a Daniel la verdad.

—¡Me has arruinado!—gritó.

—No, hablemos de esto.

—Ahora soy el hazmerreír de la empresa. Todo el mundo piensa que no puedo con el cargo, que me rompí por la presión del puesto.

Él la miró.

La rabia en sus ojos ardía en un agujero de su corazón.

—¡Tú me hiciste esto! ¿Por qué no has mantenido la boca cerrada? ¡Es tu culpa!

Se dio la vuelta para marcharse, pero Brittany lo agarró del brazo.

—Sam, por favor. No te vayas. Vamos a hablar de esto. Por favor...

Con un gruñido, tiró violentamente, soltando el agarre y la golpeó en la cara.

Ella se quedó sin aliento por el miedo, apretando los ojos, esperando un nuevo golpe.

Cuando no llegó, abrió un ojo para ver por qué.

Sam seguía ahí, pero estaba mirando a su propia mano con horror, con los ojos llenos de incredulidad y odio a sí mismo.

—Oh, Dios—murmuró—Oh, Dios mío—sus ojos se llenaron de lágrimas y parpadeó varias veces, bajando el brazo—Lo siento—le susurró a la pared, en voz tan baja que Brittany apenas podía oírle—Lo siento, Britt.

Luego se volvió y corrió lejos como un niño de diez años.

Brittany escuchó el golpe la puerta del coche y el motor del coche. Luego desapareció.


No tenía idea de cuánto tiempo estuvo de pie en su patio, parpadeando en el césped, temblando, incapaz de asimilar lo que acababa de suceder.

Todo lo que sabía era que estaba a punto de convertirse en un día muy importante en su vida.

Cuando por fin levantó la mirada, sus ojos se encontraron con los de Santana, en su propia terraza, con las manos en la barandilla, mirando completamente alarmada y sin saber qué hacer.

Brittany sintió el primer sollozo llegar, y puso una mano sobre su boca. Se dio la vuelta y corrió hacia el interior de la casa.






Las voces estaban tan lejos.

Estaban apagadas y distantes, como si les estuviera escuchando desde debajo del agua.

Había perdido la pista de cuánto tiempo había estado tumbada en la cama, entrando y saliendo de un intermitente sueño.

No parecía tener la energía para moverse, ni siquiera para levantar la cabeza.

En cambio, sólo estaba ahí, tratando de distinguir las palabras procedentes del contestador automático, de la cocina, sin cambiar la posición de la cabeza en la almohada.

Beep.

—Brittany, soy Daniel. Escucha, me preguntaba si habías visto esta noche a Sam. Me temo que se fue de aquí un poco molesto. He probado a localizarlo en su teléfono móvil, pero sigue saltando su buzón de voz. Estoy preocupado por él.

Beep.

—Brittany Elizabeth, ¿te morirías por llamar a tu madre de vez en cuando? Una invitación a tu casa en el lago sería un bonito gesto, ya sabes.

Beep.

—Hey, Brittany. Um, soy Santana. Escucha, sé que hemos tenido nuestra cuota de problemas, pero quería ponerlos a un lado y comprobar que tú... En cierto modo... escuché tu discusión con Sam. Fue bastante intensa y quería asegurarme de que estás bien...

Eso había sido interesante, pero Brittany todavía se encontraba ahí mirando a la pared.

La noche había caído.

Rodó para mirar a la pared de enfrente.

El teléfono volvió a sonar a las 10:00en punto.

Beep.

—Brittany, soy Santana de nuevo. ¿Estás ahí? Contesta. Por favor.

A las 10:15, sonó el timbre de la puerta.

Sabía que era Santana y estaba casi decepcionada consigo misma por haber bloqueado todas las puertas.

Por razones que no era capaz de captar en su momento, los brazos de Santana parecían ser el único lugar seguro para ella.

Puso la almohada sobre su cabeza para bloquear el sonido insistente.




Al mediodía, se las arregló para levantarse y caminar los cinco pasos para ir al baño, a hacer sus necesidades.

Después de eso, se quedó en la cama, su nivel de energía era tan bajo que estaba sorprendida de estar respirando.

Suspiró, mirando al techo, incapaz de mantener todo bajo control.

Dejó que su cerebro abriera la puerta a todos los sentimientos confusos que había tratado de encerrar o ignorar.

Sam, Kitty, Santana, la mujer de las margaritas.

Uno por uno, examinó a cada uno, dejando que su mente entendiera a su corazón y viceversa.

Tardó más de veinte y cuatro horas.

Mientras el teléfono seguía sonando.



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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Vie Mayo 13, 2016 8:50 pm

holap morra,...

sam se fue al carajo,.. britt trato de hacer algo bueno,..
es bueno que a pesar de lo que paso,.. san este ahi para britt!!
espero que tome una buena decisión britt en todo!!!

nos vemos!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 23l1 Sáb Mayo 14, 2016 12:15 am

3:) escribió:holap morra,...

sam se fue al carajo,.. britt trato de hacer algo bueno,..
es bueno que a pesar de lo que paso,.. san este ahi para britt!!
espero que tome una buena decisión britt en todo!!!

nos vemos!!!



Hola lu, si que si ¬¬ :@ solo ve por el! :@ Oooooyyyy si es tan linda! jajajajaaja la sigue apoyando! como puede, no¿? ajaajajajaj. Yo también espero lo mismo la vrdd =/ jajajajaja. Saludos =D


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Finalizado FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Cap 15

Mensaje por 23l1 Sáb Mayo 14, 2016 12:18 am

Capitulo 15


Habían pasado ya tres días desde que Santana había sido testigo de la discusión en el patio trasero, de la casa Evans-Pierce.

También habían pasado tres días desde que había visto a Brittany.

Al principio, se había preocupado terriblemente.

La pelea había sido muy desagradable, por no hablar de ruidosa, y Sam había estado tan cerca de golpear a Brittany, momento en el que Santana había estado a punto de explotar de horror, desgarrada de pie en su terraza.

Hasta cuando ella miró a los ojos de Brittany, llenos de una combinación de miedo y humillación, su piel había perdido color.

No tenía ni idea de qué decir o hacer y antes de que pudiera tomar una decisión, Brittany dio media vuelta y huyó al interior de la casa.

Tres días habían pasado.

Había dejado una docena de mensajes en el contestador de Brittany, también había ido a su casa, tres veces, a golpear la puerta y justo cuando estaba a punto de llamar a la policía, porque su preocupación era que Brittany podría haberse hecho daño a sí misma, llegó el alivio.

Vio luz, en la cocina, y se dio cuenta del movimiento de las cortinas de tela, sobre las enormes ventanas de la habitación del fondo.

Sabía que Sam no había sido.

Había estado vigilando la casa, sin quitar los ojos de encima, así que dejó escapar un suspiro de alivio, ante la sombra que se movía detrás de los paneles transparentes.

Seguía observado cuidadosamente hasta que se hizo evidente que la sombra iba a hacer algo de comer. Sólo entonces, sintió que unos cincuenta kilos de estrés despejaban sus hombros.

La había resultado difícil dormir.

Estaba tan agotada de su vigilancia y preocupación constante, que al parecer estaba también demasiado cansada como para ir a enfrentarse con la realidad.

Se había pasado las últimas horas dando vueltas sin cesar, sintiendo un calor sofocante, propio de esa parte del estado de Nueva York en pleno verano.

No había brisa, nada salía del lago.

El aire era denso y pesado, por lo que conseguir poder dormir era casi imposible.

A pesar de que estaba convencida de que Brittany estaba bien, su mente continuó girando en torno a la situación, finalmente llegando al punto de estar a punto de gritar de locura por todo.

Kinsey gimió molesto mientras lanzaba fuera las sábanas y balanceaba sus pies sobre el borde de la cama.

—Oh, cállate—le espetó mientras alcanzaba su bata.

Las sencillas bragas de algodón blanco, a juego y su camiseta de tirantes, que llevaba para dormir, parecían mucho más tela de lo que realmente podía soportar con tanto calor.

Echando un vistazo al reloj y dándose cuenta de la hora tardía, decidió no ponerse nada más.

—A la mierda—murmuró—Si el barrio consigue su espectáculo, que así sea.

Kinsey bostezó y volvió a su casi constante jadeo.

La casa tenía aire acondicionado central, pero Santana siempre se mostraba reacia a utilizarlo.

Odiaba la forma en que sus senos se secaban, y se creaba una atmósfera que se volvía rancia.

Odiaba cerrar las ventanas durante el verano.

La brisa entrando desde el agua siempre le resultaba pacífica y relajante. Aunque la falta de aire para Kinsey le hacía pensar seriamente en la posibilidad de encenderlo.

—Vamos, amigo—dijo, rascándole la cabeza con cariño—Necesito un poco de leche y te pondré un poco de agua fría, ¿de acuerdo?

Él parpadeó varias veces, luego se deslizó lánguidamente de la cama para seguirla.

—Y no te hagas ilusiones—advirtió—Son la una y media de la mañana. No vas a salir.

La luna estaba brillante, lo que hacia que no necesitara encender las luces, mientras se paseaban por la cocina, su mente seguía en Brittany.

No podía recordar la última vez que una mujer le había afectado tan intensamente... y en contra de su voluntad.

Nunca quiso sentir nada más que amistad, por su vecina, y constantemente se reprendió por enamorarse, tan rápida y completamente, de una persona inalcanzable.

Quinn siempre le decía que todo sucede por una razón, y en muchas ocasiones, Santana se había inclinado a estar de acuerdo. En este caso, sin embargo, no podía entender la razón por la que Brittany había entrado en su vida, haciendo que se enamorada.

Supuso que si la razón era romper su alma o hacerla sentir miserable, entonces lo estaba consiguiendo. De lo contrario, simplemente no lo entendía.

Nunca había querido tanto algo, algo que simplemente no podía tener.

Era insoportable.

Volvió a llenar el tazón de agua de Kinsey y dejó caer un par de cubos de hielo dentro. El perro los olió, y luego procedió a empujarlos con su pata delantera.

Estaba haciendo un poco de lío, pero era tan lindo, que a Santana no le importó.

Se sirvió un vaso de leche y se apoyó en el mostrador, sonriéndole.

El golpecito en la puerta corredera de cristal era tan suave, que incluso Kinsey no estaba muy seguro de haberlo oído. Él y Santana volvieron la cabeza sorprendidos en la misma dirección. Su cola empezó a menearse inmediatamente.

Una oleada de alivio se apoderó de Santana, cuando se encontró con ojos azules de Brittany a través del cristal. Casi voló a la puerta para dejarla entrar.

—Sé que es tarde—espetó mientras entraba—Lo siento. Vi la luz del frigorífico y yo solo...tenía de verte.

Llevaba un par de pantalones cortos azul claro de algodón, con la marca de Victoria Secret bordado sutilmente en la cintura. Una camiseta rosada, que le cubría la parte superior, destacando su intenso bronceado a la luz de la luna.

Su pelo rubio, atado en una coleta muy floja, dejaba ver el vello rizado en la nuca y cuello húmedo.

Sus pies estaban desnudos.

Santana espera ver algunos signos físicos de la agitación emocional, dadas las circunstancias en las que la había visto, la última vez, con los ojos rojos e hinchados, las mejillas enrojecidas, algo.

En cambio, Brittany parecía tranquila, fuerte, segura, e increíblemente sexy.

Santana parpadeó sorprendida, más que un poco curiosa.

—No, no te disculpes—la reprendió con suavidad—No me importa lo tarde que es. Me alegro de que estés aquí. Estaba preocupada por ti.

—Lo sé. Lo siento. Escuché tus mensajes, simplemente, no podía enfrentarte. No podía enfrentarme a nadie. Tenía mucho en qué pensar.

—Me lo puedo imaginar—estudió el rostro de Brittany bajo el claro de la luna—¿Estás bien?

Brittany contempló esta cuestión, a fondo antes, de contestar

—Si—asintió con confianza—Por primera vez en mi vida, lo estoy—sostuvo la mirada de Santana—Es increíble cómo las cosas que alguna vez estuvieron tan borrosas, pueden aclararse con el tiempo. De repente, todo se vuelve muy claro.

Sus ojos se alejaron de Santana y se deslizaron por su cuello para descansar momentáneamente en sus pechos. Pasó lentamente su lengua por su labio superior, y Santana sintió una sacudida a través de su cuerpo.

Sólo entonces pudo tomar conciencia de lo que llevaba puesto o más exactamente, lo que no llevaba puesto.

Toda la humedad de la boca de Santana voló al sur y terminó en sus bragas.

La mirada de Brittany era inquebrantable, mientras la miraba una vez más a los ojos, y ella se dio cuenta de que nunca había visto la mirada de la mujer tan atractiva, de pie en la cocina, bañada por la luz azul de la luna.

Su voluntad de permanecer lejos de Brittany fue disminuyendo a una alarmante velocidad.

Parecía que el momento de audacia de Brittany era directamente proporcional al nerviosismo de Santana.

Cuando Brittany dio un paso hacia ella, Santana dio un paso atrás hasta que, muy a su pesar, se encontró contra el mostrador, atrapada.

Los ojos de Brittany nunca dejaron los de la morena.

Estaban demasiado cerca, la una de la otra.

De repente, Santana quería más que simplemente pasar el rato y ver de qué iba esto. Quería saber a dónde la llevaba Brittany.

Se obligó a relajarse y a calmar el pánico que amenazaba por salir a la superficie. En vez de disculparse y salir corriendo a buscar algo más de ropa, se echó hacia atrás y se apoyó, con una mano, sobre el borde de la encimera, plenamente consciente de que su camiseta se estaba subiendo dejando poco a la imaginación.

—Atrapada en el enfoque, ¿eh?—dijo en voz baja.

—¿De qué estamos hablando?

Tuvo el gran placer de ver a Brittany tragar saliva mientras sus ojos azules se deslizaban de nuevo.

Esta vez no se pararon en los pechos de Santana, sino que su mirada continuó viajando por la totalidad de su cuerpo.

Santana estaba sudando y temblando, al mismo tiempo. Se agarró el mostrador con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos.

—Cosas de la vida. Decisiones. Expectativas. Felicidad—dijo Brittany con voz ronca, mientras daba un nuevo paso hacia Santana, y luego otro—Necesidades. Deseos.

Era el turno de Santana de tragar saliva.

La otra mujer estaba tan cerca, que podía oler su aroma.

—Britt...

Se suponía que sonaría como una advertencia pero en su lugar, salió como una súplica susurrada.

Se sintió como si estuviera colgada, al borde del sentido común.

Los dedos de Brittany, estaban moviéndose peligrosamente como la brisa.

—He tomado algunas decisiones, San—su voz fue muy suave.

Cerró el espacio que queda entre ellas, y puso su mano izquierda en la cintura de Santana. Esta estaba segura de que si se soltaba del mostrador, podía ser arrasada a olvidarse de todo, por lo que se agarró lo más fuerte que pudo.

Sintió los dedos de la otra mano de Brittany, en su muñeca y luego deslizándose por su brazo.

—¿Decisiones?—apenas pudo ahogar la palabra, su cuerpo estaba a punto de traicionarla.

Brittany asintió.

—Mi matrimonio ha terminado, solo que me llevó un poco de tiempo darme cuenta.

Santana miró la mano en su cintura, sorprendida al no ver ninguna señal de su anillo de matrimonio, salvo por la línea que se destacaba por su bronceado.

—Es hora de dejar de hacer lo que se espera de mí. Es hora de dejar de hacer lo que se supone que debo hacer—sus dedos rozaron el hombro de Santana, poniéndole la piel de gallina, por todo el cuerpo, a pesar del calor de la noche—Con el tiempo he entendido que está bien querer lo que quiero.

Santana se humedeció los labios secos, como en el desierto de Sahara, con la lengua y apenas fue capaz de encontrar su propia voz.

—¿Y qué es lo que quieres, Britt?

—¿Hmm?

—¿Qué quieres?

—A ti, Sanny. A Ti.

Sin decir una palabra más, deslizó su mano por la parte trasera del cuello de Santana y tiró la cabeza hacia abajo, besándola con tal certeza y con tanta confianza, que hizo que a Santana le temblaran las rodillas de tal manera que estuvieron a punto de perder el equilibrio.

Brittany la había empujado contra el mostrador, su lengua era profunda en la boca de Santana, mientras su mano derecha agarraba un puñado de pelo oscuro, y su mano izquierda hábilmente se dirigía hasta la parte superior, para tomar posesión del pecho derecho de Santana.

No había absolutamente ninguna duda, en la mente de Santana, que la otra mujer estaba llevando el control de la situación.

¡Dios mío, un poco de dulce feminidad con una racha butch!, pensó.

¿Quién lo hubiera pensado?

Era todo lo que podía hacer para aferrarse a salvar su vida.

Se sentía como perdida dentro de una fantasía, el tipo de fantasía que solía tener en la universidad, cuando estaba empezando a entender su sexualidad.

Todas fueron muy similares: a mitad de la noche, bajo la luz de la luna por la ventana, teniendo una hermosa mujer frente a ella. En algún lugar profundo de su cabeza, había una vocecita tratando de llamar su atención.

Sólo podía distinguir algunas palabras aquí y allá... parar... lamento... pero en ese momento, las manos de Brittany se deslizaban ágilmente por sus bragas, por sus muslos desnudos y la voz fue completamente ahogada por el sonido de su propio corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Después de bajar la ropa interior de Santana hasta alrededor de sus tobillos, Brittany se enderezo y la besó otra vez.

—Dios, tus labios son tan suaves—deslizó sus dedos entre las piernas de Santana y ambas gimieron ante la humedad que descubrió ahí.

—He estado soñando con esto durante mucho tiempo—susurró contra la boca de Santana—Sólo se puso peor después del primer beso. Quería más, mucho más—entonces se puso de rodillas, provocando que la mujer morena saltara ligeramente ante tal movimiento repentino. Mirando hacia arriba, los ojos de Brittany casi pedían disculpa—Tengo que saber. Quiero saber cuál es tu sabor.

Con algo parecido a la desesperación, empujó los muslos de Santana, apartándolos lo suficiente para deslizar la parte plana de su lengua a lo largo de la piel hinchada.

—Oh, Dios mío.

Las palabras se vieron obligadas a quedarse en su garganta, mientras continuaba aferrándose, con más fuerza, a la encimera, de lo contrario estaba segura de que se habría deslizado hasta el suelo.

Se dio de pronto, sorprendentemente para Santana, que Brittany había hecho esto mismo antes. Su boca era mágica, y cuando usó los pulgares para separar los empapados pliegues, permitió un mejor acceso con su lengua.

Pasó las manos hacia arriba, por la parte posterior de los muslos de Santana hasta su trasero, y tiró con más fuerza contra su boca. Al mismo tiempo, gruñía de placer.

Era evidente que la estaba disfrutando a fondo.

Santana logró soltar una mano de la encimera, y la puso cuidadosamente en la parte superior de la cabeza de la otra mujer, tratando de mantener sus propios gemidos de satisfacción bajo control, para que no despertar a todo el vecindario.

Podía sentir acercarse su clímax. Al mismo tiempo, sus piernas se estaban debilitando sin control.

—Britt—jadeó—Yo no... no creo que pueda soportarlo más.

Brittany simplemente colocó la palma de su mano contra el vientre sudado, debajo de su parte superior de Santana, sosteniéndola ahí.

—Sí, sí que puedes, Sanny.

Era una orden, suave pero firme.

Santana tragó saliva, sabiendo que se quedaría de pie, mientras con la lengua, Brittany aumentaba tanto la presión como el ritmo de sus movimientos.

Apenas tenía más tiempo para prepararse para su inminente orgasmo.

A pesar de que sabía que no tardaría en llegar, la tomó por sorpresa, golpeándola con fuerza antes de que estuviera lista.

Su cabeza cayó hacia atrás, con los ojos fuertemente cerrados. Apretó los dientes, gruñendo a través de ellos. Se aferró a la cabeza de Brittany con fuerza, a la vez que se aferraba a la encimera con la otra mano.

Brittany es quedó abrazada a su estómago, ayudándola a mantenerse de pie.

Santana se las arregló para mantener la compostura mientras se deslizaba hasta el suelo, con los ojos cerrados, para terminar sentada con Brittany de rodillas.

Cuando finalmente abrió los ojos, Brittany sonrió un poco avergonzada. Por primera vez, en la noche, vio a una Brittany tímida e ingenua. Le devolvió la sonrisa, extendiendo sus brazos y atrayéndola hacia ella.

—Hola—dijo Santana mientras la abrazaba fuertemente.

—Hola.

—Eso fue...—Santana suspiró mientras su voz se apagaba—No tengo palabras.

—Te lo dije.

—¿Me dijiste qué?

—Que podrías mantenerte de pie.

Santana sintió que se sonrojaba en la oscuridad.

—Tenías razón.

—No lo olvides—se acurrucó en el pecho de Santana.

—No, señorita. No lo haré.

Permanecieron así durante lo que pareció una eternidad.

Santana tenía tantas preguntas que hacer a su nueva amante, tantas preocupaciones.

Era simuladamente éxtasis y terror.

Sabía que debía dar voz a sus pensamientos, pero la cercanía del cuerpo de Brittany, la escasa cantidad de ropa, el olor de su sudor y de la propia excitación de Brittany en la cara... toda esa combinación era demasiado.

Se inclinó, acarició el rostro de Brittany con los dedos, y cubrió la boca con la suya.

No quería lidiar con los detalles de sus vidas o lo que sentía por esta mujer.

Sólo quería perderse en ella y así lo hizo.









¿Había sido un sueño?

Brittany tenía miedo de abrir los ojos.

Tenía miedo de que no fuera verdad, pensaba que iba a ver las hojas de color púrpura en un entorno familiar, y que estaría tumbada en su cama sola, relajada con la sensación maravillosa en su cuerpo simplemente después de un sueño muy vívido.

Estaba en su estómago y estaba desnuda, dos hechos que comprobaba que no eran un sueño. Estaba húmeda y su pierna derecha acurrucada alrededor.

Respiró profundamente, inmediatamente consciente de que las sábanas no olían a detergente para ropa, sino a que había otro distintivo olor en la habitación.

Sonrió, con los ojos todavía cerrados, y respiro hondo oliendo el olor a sexo.

¿Puede haber un olor más embriagador?, pensó.

Se desperezó lentamente, haciendo una mueca al notar un cierto dolor en varios de sus músculos.

Movió sus brazos deslizados debajo de las almohadas, y luego se estiró por todo el resto del colchón, dándose cuenta de que estaba sola. Al instante, escuchó el ruido del traqueteo de los platos en la cocina.

El sonido fue extrañamente reconfortante.

Rodó sobre su espalda y por fin abrió los ojos. Parpadeando al techo desconocido, recordó la anterior noche.

El recuerdo del calor, los sonidos, olores y toques de Santana hizo que su piel se sonrojara.

No podía precisar el momento, en que sentada sola en su casa, por tercer día consecutivo, se había dado cuenta de que esto era lo que quería.

Santana era lo que quería desde el principio, y la aceptación de ese hecho fue repentina e inequívocamente correcta.

No le había importado que fueran más de la una de la madrugada.

Se había puesto algo de ropa y dirigió, a través del patio, para reclamar lo que sentía que era legítimamente suyo. Fue la primera cosa, realmente egoísta, que recordaba haber hecho jamás y se sentía fantástica.

El sol asomaba entre las rendijas de las persianas y Brittany se dio cuenta de que nunca antes había estado en la habitación de Santana.

No había visto mucho de ella la noche anterior, así que aprovechó la oportunidad para ver nada más. Estaba decorada con muy buen gusto, de color caqui y azules oscuros, pero con gran variedad de acentos florales, manteniendo los colores terrosos de aparente masculinidad.

La sábana que cubría el cuerpo de Brittany era azul marino.

El caqui de la colcha estaba amontonado al pie de la cama, cerca de la rejilla de tablero de pies. El suelo de madera estaba cubierto por una media docena almohadones en varias combinaciones de colores beige y azules.

A los pies, dos aparadores juntos y un armario independiente, con un espejo de cuerpo entero, con igual acabado en un roble claro. Había dos gorras de béisbol que colgaban de cada lado del espejo. Una era del Hard Rock Café en Toronto y la otra bordada con el logotipo de X-Files.

Sonrió al pensar en Santana como fan de un espectáculo peculiar.

A la izquierda, montado en la pared, había una gran pieza con tres estantes.

Los tres estaban llenos de objetos de adorno.

Los estantes eran seis cuadros, tres a cada lado. Brittany se levantó y cruzó la habitación para tener una mejor vista, observando con placer el dolor en sus músculos del muslo.

Las chucherías eran de varios tamaños y colores, y pero todos tenía el mismo tema.

Todos eran sobre enseñanza, y eran obviamente regalos de antiguos alumnos de Santana.

Había una miniatura de un Pitufo escribiendo en una pizarra. Una pequeña cerámica con pila de libros. Una hermosa pluma en una caja transparente. Una pequeña, máquina de escribir de hierro fundido.

Cada estante estaba lleno de esos tesoros.

Pasó su mirada a los marcos.

Cada uno de ellos era un certificado de algún tipo. Algunos eran de los estudiantes, algunos eran del personal de la escuela donde enseñaba Santana.

Todos eran favorecedores e impresionantes.

No estaba sorprendida por la capacidad de enseñanza de Santana, o por el hecho de que sus alumnos, obviamente, la adoraban.

El que mantuviera todos los regalos, era como un testimonio de lo mucho que los amaba.

Se llenó de orgullo.

Sonriendo, decidió que estaba hambrienta y que quería ver el rostro de Santana de nuevo.

Los olores mezclados de café y tocino, flotaban en la casa, por lo que Brittany tragó salivar. Mientras se movía, vio su cuerpo desnudo reflejado en el espejo y se quedó sin aliento ante lo que vio.

Apenas se reconoció a sí misma.

La mujer que le devolvía la mirada, parecía totalmente diferente a la que estaba acostumbrada.

Ésta estaba sonriendo como un idiota.

Su piel estaba enrojecida y su pelo rubio alborotado. Sus ojos brillaban, con un secreto, y tenía varias marcas rojas furiosas, a lo largo de su cuerpo; uno en el hombro, uno en la cadera y otro en el interior de su muslo derecho.

Ahogó una risita y señaló al espejo.

—Te han jodido, ¿no?—preguntó en voz baja—Al parecer, bastante bien.

En vez de una respuesta, su cerebro le dio un flash back-rápido, de cuerpos sudorosos desnudos, lenguas, dedos, labios, dientes; sonidos que no había escuchado o hecho en mucho tiempo.

Tragó saliva, ante el ataque de los recuerdos, emocionada y avergonzada a la vez por su propia audacia insólita.

Una vez más, recordó haber tomado la iniciativa por primera vez en su vida.

La conmoción y la expresión inequívoca de la excitación, en el rostro de Santana, había valido la pena.

Miró a su alrededor para ver si encontraba su ropa.

Tenía el vago recuerdo de sus pantalones cortos, en algún lugar de la sala de estar y no tenia ni idea del paradero de su camiseta. Vio una bata en un gancho, la agarró y se la ató alrededor de su cuerpo.

Era demasiado grande, y realmente era demasiado caliente para ella, pero Brittany se imaginó que sería simplemente como si pidiera prestado algo de ropa.

En ese momento, sólo quería ver a Santana.

Tenía que poner los ojos en ella, saber que la noche anterior había sido real.

Hizo una breve parada en el baño, y luego se dirigió a la cocina. Llegó hasta la zona de comedor.

Santana trabajaba afanosamente, tarareando en voz baja para sí misma mientras cocinaba.

Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo. Llevaba puesto un desgastado pantalón rojo y una camiseta blanca, con un paño de cocina sobre su hombro.

Brittany no podía verla desde la parte de atrás, pero fue suficiente para hacer que se detuviera en seco. Fue un placer indescriptible, ver a su nueva amante, mientras ella, no estaba al tanto del examen.

Santana estaba sacando el tocino de la sartén y apagó la cocina. Luego tomó uno huevos de la nevera y metió un poco de pan en la tostadora.

Brittany se apoyó en la mesa, cruzó los brazos sobre su pecho, y disfrutando de la vista, durante todo el tiempo que pudo, se quedó completamente tomada con el resplandor de la piel de Santana, y las curvas de su cuerpo.

Una vez y otra vez, se sintió gratamente asaltada por los retrocesos periódicos de la noche anterior, y se preguntó cuánto tiempo su cuerpo se podía mantener en ese estado de excitación perpetua, con la que parecía estar afligida.

No estaba preparada para el temblor que se disparó a través de todo su cuerpo, cuando Santana finalmente se volvió y sus ojos se encontraron.

Santana se limpió las manos en el trapo de cocina y lo lanzó a ciegas en el mostrador. Luego lentamente cruzó el espacio entre ellas, sin apartar sus ojos de los de Brittany.

Se detuvo a escasos centímetros de ella. Mirándola y sonrió dulcemente, deslizando sus dedos por el rubio y alborotado cabello de Brittany.

Antes de que pudiera pronunciar una palabra, la boca de Santana bajó duro sobre ella y se besaron profundamente, como si nunca se hubiera ido a la cama, la noche anterior.

La diferencia de altura entre ellas era insignificante, y Brittany se encontró rodeada por Santana.

Lejos de sentirse encerrada o sofocada, se sentía segura y amada.

Deslizó sus manos hasta el pecho de Santana, y alrededor de su cuello, tirando de la cabeza abajo con más fuerza.

Santana la empojó, dirigiendo su espalda a la sala, hasta que el borde de la mesa del comedor golpeó en su trasero. Al instante siguiente, estaba de espaldas sobre la mesa del comedor, con la bata totalmente abierta, su cuerpo completamente expuesto a Santana.

Sus piernas se abrieron, donde fueron enterrados los dedos de Santana. Gimió el nombre de la morena en jadeos, y se corrió con fuerza, como había hecho, una y otra vez, la noche anterior.

Le faltaba aire, con el pecho agitado y sus músculos tensos como rocas.

Tuvo que desenredar literalmente sus dedos del cabello de Santana, mientras ambas sonreían con diversión.

Santana le acarició el rostro con el cuello, y la besó suavemente, luego la empujó para arriba en sus manos para poder inclinarse sobre su amante.

Dejó las palmas de las manos contra la mesa. Las piernas de Brittany colgaban a cada lado de sus muslos.

—Buenos días—Brittany sonrió.

—Lo es, ¿no es así?

—Esta es una manera absolutamente hermosa de empezar el día.

—De eso se trata, ¿no?—Santana parecía que quería decir más, pero en cambio, se puso de pie, le tendió la mano, y la ayudó a ponerse de pie—¿Tienes hambre?

Brittany cerró la bata, ató el cinturón y trató de controlarse, a pesar de continuar pensando en lo que acababan de hacer.

—Estoy hambrienta.

—Sígueme—Santana se dirigió a la cocina y cogió a los platos donde se había quedado—¿Cómo te gustan los huevos?—preguntó, mirando a Brittany. Luego se volvió, presa del pánico—Te gustan los huevos, ¿verdad?

—Revueltos, por favor. ¿Puedo ayudarte en algo?

Santana se acercó a ella y le besó la parte superior de la cabeza.

—No. Sólo siéntate ahí y ponte sexy.

Brittany se sonrojó.

—Sí, señora—la observó, en silencio, durante unos pocos minutos—¿A qué hora te levantas?

—Kinsey me levantaba a las seis y media, que es cuando lo saco afuera. Cuando volví a la habitación, se veía...—se volvió a Brittany con una tímida sonrisa—Quería que pudieras dormir un poco, pero no puedo decirte lo mucho que quería despertarte.

Brittany se sonrojó un poco más, mientras sonreía.

—Al final he pensado que era mejor si me marchaba de la habitación. Sería menor la tentación—apagó la cafetera en marcha, y sirvió una taza—Así que estuve leyendo el periódico y tomando un poco de café—dejó la taza enfrente de Brittany—Necesitaba que mis hormonas en ebullición se enfriaran un poco, ¿sabes? Aunque tengo que decir que el cinturón de la bata me está dando ideas muy traviesas—le guiñó un ojo, la besó a la boca rápidamente, y luego regresó a su trabajo.

Brittany tragó, cuando una sacudida erótica cayó sobre la parte baja de su cuerpo.

Cada vez era más evidente, para Brittany, que Santana no estaba dispuesta a hablar de nada más sobre su orientación sexual y su conexión en ese punto.

Tal vez tenía razón, después de toda la conexión las había llevado al punto en el que estaban.

Brittany quería hablar de ello, sabía que era necesario hablarlo, pero había pasado mucho tiempo desde que se sintió deseada por alguien, alguien a quien ella deseara, y todo lo que quería hacer en ese momento era sentarse y tomar el sol... Podía entender que Santana evitara el tema.

Siempre podrían hablarlo más tarde.

Tendrían que hablarlo más tarde.

Bebió un sorbo de café.





Santana y Brittany pasaron todo el día en diferentes etapas para desnudarse.

Como dos niñas, con un nuevo juguete, no podían tener sus manos fuera la una de la otra.

Santana estaba encantada de la resistencia de Brittany.

En las relaciones del pasado, siempre había sido la que mayor impulso sexual había tenido, y sus parejas inevitablemente acababan rechazándola, en algún momento, murmurando, "no más" cuando el agotamiento se hizo cargable.

No era así con Brittany.

Ella correspondía a Santana, sensible para el tacto, bastaba un movimiento por accidente para tener un orgasmo durante el orgasmo, y siempre estaba lista para más.

Cuando la oscuridad se hizo presente, optaron por regresar al dormitorio, en lugar del sofá, los mostradores de la cocina o el baño.

La cruda e intensa pasión fue reemplazada por ternura.

Hicieron el amor lentamente, deliberadamente, manteniendo los ojos en contacto y la emoción, aunque evitando las palabras que harían las cosas que fueran muy reales.

Brittany no estaba acostumbrada a este nuevo lado de ella, la audacia, la agresión.

La única vez que perdió ventaja fue cuando Santana se la quitó, por su diferencia de tamaño era más ágil.

Ella revertió su posición, para mover de un tirón a Brittany, colocándola abajo de ella y fijando sus brazos sobre su cabeza. Brittany luchó débilmente siguiéndole el juego.

—Ten cuidado—Santana advirtió contra su boca—No querrás que tenga que sacar el cinturón de la bata y atarte a la cama.

Brittany se quedó sin aliento al oír aquellas palabras, sintiendo la intensidad de subir a otra categoría, cuando la lengua de Santana se hundió posesivamente en su boca.

Se besaron con avidez.

La ternura se transformó de nuevo en una pasión animal como la de antes.

Santana usaba su boca para recorrer la longitud del cuerpo de Brittany. Se colocó entre las piernas que se abrían para ella espontáneamente.

Brittany estaba ya muy cerca del clímax, y casi de inmediato, su orgasmo la golpeó sin previo aviso.

Cuando por fin llegó a la cabeza de Santana, para empujarla suavemente, ésta la tomó de ambas muñecas y las mantuvo sin soltar, evitando que Brittany escara la lengua, y sus labios aún pudieran explorar su piel hipersensible, obligándola a sobrellevar la sensación de "demasiado".

Sus gemidos de protesta cambiaron rápidamente a exclamaciones de choque, eróticamente placenteros, cuando una segunda oleada recorrió su cuerpo, provocando la explosión en un nuevo orgasmo.

Santana dejó de acariciarla, y esperó a que su amante se relajara, sin soltar sus muñecas más pequeñas, deleitándose con los gemidos, jadeos y más gemidos mientras sentía a Brittany recobrar el aliento lentamente.


—Dios—Brittany murmuró con asombro—Yo nunca he hecho esto antes... no de esta manera. Nadie jamás... Jesús.

—Bien—respondió Santana, feliz de tener una memorable sensación de pertenencia sólo a ella.

Lentamente se arrastró por el cuerpo de Brittany, con una ducha de besos. Recogió y organizó el cuerpo de Brittany en una posición cómoda.

—Eres como una muñeca de trapo—se rió cuando los miembros de la mujer rubia se dejaron caer inútilmente.

—No me puedo mover. Me siento como uffff.

—Me lo tomaré como un cumplido.

Se quedaron abrazadas juntas por mucho tiempo, escuchando el chapoteo del agua contra la orilla, como el sonido que deriva en el dormitorio una brisa suave, haciendo cosquillas en las persianas.

Brittany con la cabeza escondida bajo la barbilla de Santana, apoyada en su pecho.

—Me encanta el sonido de los latidos de tu corazón—dijo en voz baja.

Santana besó la parte superior de su cabeza y se apretó con más fuerza.

Kinsey saltó sobre la cama y se sentó con un suspiro, con la cabeza descansando en el tobillo de su ama.

Estaba ahí, repitiendo el verano, sorprendida por la forma en que las cosas habían terminado.

Su mente se detuvo en el momento en que había presenciado la discusión entre Brittany y Sam, la imagen de Sam levantando la mano para golpear a su esposa todavía estaba grabada en su cerebro.

—¿Britt?—murmuró, preguntándose si su amante se había dormido.

—¿Hmm?—sorprendió a Santana respondiendo.

—¿Lo que pasó esa noche? ¿En el patio trasero con Sam?

Brittany se quedó en silencio durante tanto tiempo, que se preguntó si había estado fuera de lugar hacer esa pregunta, tal vez no querría responder.

Finalmente, Brittany respiró hondo y habló en voz baja.

—No estoy totalmente segura, no realmente, pero tengo mis propias ideas. Creo que él probablemente acaba de tener un día pésimo.

—¿Por qué?

—Por todo. Sam y yo somos muy parecidos. Ha estado tan estresado, tratando de hacer lo que se espera de él, hacerse cargo de la empresa familiar, estar felizmente casado con su novia de la secundaria, tener los vehículos adecuados, la casa justo en el barrio correcto. Él ha estado trabajando muy duro para mantener esa imagen, la imagen del buen hijo. Honestamente pensé que le estaba haciendo un favor. Mi intención era buena, te lo juro.

—¿Qué quieres decir?—le preguntó, señalando el tono de culpa que se había deslizado en su voz.

—¿Recuerdas cuando el padre de Sam vino a verme? ¿El día que salimos con la moto de agua?—vio que Santana asentía—Parecía muy preocupado sobre el nivel de estrés de su hijo. Dijo que estaba preocupada por él. Francamente, yo estaba muy emocionada de que alguien, por fin, acudiera a mí. Cuando me preguntó si yo pensaba que Sam quería hacerse cargo de la empresa, le di mi pensamiento con honestidad, creí que era lo mejor—suspiró—Le dije que no.

—Oooooh—Santana arrastró las palabras, haciendo una mueca de comprensión.

—Si. Probablemente no es mi mejor maniobra.

—Y Sam lo descubrió.

—Si—Brittany se apoyó sobre un codo para poder mirar a la otra mujer—Mira, San, sé cómo te sientes acerca de él.

Santana la miró, pero no dijo nada.

—Él no me habría golpeado. Él no es así.

Santana se enfadó ante la idea de que estuviera defendiendo a su marido, no le gustaba esa sensación.

No sabía si estaba de acuerdo con Brittany sobre la evaluación de sus acciones, pero sentía que no era el momento ni el lugar para discutirlo.

En cambio, se limitó a asentir.

—Está bien.

—Él es un buen hombre. Los dos hemos acabado tomado algunas malas decisiones en nuestras vidas.

Santana se tensó aún más, esperando que Brittany no se diera cuenta.

No quiera hablar de Sam, pero sabía que era un tema que no iba a desaparecer.

—Está bien—repitió.

Brittany retomó su lugar anterior en el hombro de Santana apoyando su cabeza.

No había vuelto a su casa desde que había aparecido en la puerta de Santana, hacía ya más de veinticuatro horas antes.

No había hecho ningún intento de localizar a su marido, y no tenía idea de si había estado tratando de ponerse en contacto con ella o no.

Por mucho que le hubiera gustado refugiarse en casa de su amiga, y olvidarse del resto del mundo, sabía que eso nunca iba a suceder... que no podía suceder.

Permanecieron en silencio durante varios minutos antes de que Santana volviera a hablar, suavemente.

—Vas a tener que volver y enfrentarte a él tarde o temprano—esperaba no sonar tan aterrada, como se sentía.

Pensar en la posibilidad de que Brittany y Sam volvieran a estar juntos le hizo sentir náuseas.

—Lo sé—respondió Brittany, con su voz casi en un susurro.


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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por 3:) Sáb Mayo 14, 2016 12:50 am

hola morra,...

si que provecharon el tiempo perdido y a lo grande!!
es bueno que britt recapacito y eligió bien,..
a ver el cruce de sam y birtt

nos vemos!!!
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Mensaje por micky morales Sáb Mayo 14, 2016 9:33 am

Bien supongo que luego de esa jornada de sexo ese matrimonio murio definitivamente pq la idea no es que santana sufra por las malas decisiones de brittany asi que a esperar que el labios de almohada aparezca para finiquitar todo, hasta pronto!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo

Mensaje por monica.santander Sáb Mayo 14, 2016 6:11 pm

Falta que ahora venga la madre de Britt y la haga dudar!!!!
Saludos
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