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[Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
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[Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
¡Hola mi gente! :') Bueno, como creo que ya he dejado bastante en claro, amo con locura St. Berry, y si bien tenía un Fic Klaine, por la temática y el contenido no puedo publicarlo en el foro. Sin embargo, si alguno quisiera darse el tiempo, puede consultarme por él por MP (: He venido hoy con el agrado de presentarles mi última creación, un FanFiction St Berry vs Finnchel :O Lo he escrito en mi momento de enfermedad en cama (Gripe xd) Y quiero dejar mi huellita por aquí.
Espero les agrade :B ¿Listos? 1, 2, 3, ahí va.
______________________________________________________________________________________________
Nuestros huesos corren el riesgo de fracturarse, nuestra piel puede herirse... También nuestro corazón aunque siga funcionando como un reloj suizo y el médico nos asegure que estamos sanos...
No somos irrompibles
Elsa Bornemann.
I
Reencuentros.
“Y la ganadora del Oscar a Mejor Interpretación Musical es para…” El presentador dejó la frase inconclusa, solamente para crear más suspenso. Todos los ojos estaban puestos en mi mesa, las luces se paseaban por todo el enorme salón con expectación al ritmo de los tambores que redoblaban a la espera de una respuesta. ¿Mi cabello se ve bien? ¿Y mi vestido? ¿Mis dientes están limpios? Tantas preocupaciones en apenas tres segundos, tres míseros segundos que demoró en abrir el sobre que contenía el nombre de la ganadora… Y entonces sonó el despertador.
Abrí mis ojos incrédula, ese sueño había sido demasiado vívido como para haberlo sido en realidad. Eché mis sábanas ligeramente hacia atrás para sentarme en la cama, mirando a todos lados mientras el despertador seguía tocando las campanillas que me habían sacado del momento más emocionante de mi vida. Examiné con exhaustiva atención mi habitación, y todo estaba exactamente igual a como lo había dejado la noche anterior: La ropa que usaría para ir a la escuela descansaba sobre una acolchada silla, a los pies de esta estaban mis zapatos prolijamente lustrados, las persianas estaban abajo y frente a mis ojos ese gran cartel que había hecho hacía tiempo ya, que tenía una enorme estrella dorada que adornaba las letras que decían “Broadway” y me miraba como si quisiera hablarme. Extendí la mano como un reflejo y apagué el despertador, era un recordatorio estremecedor de que no iba a ganar un Oscar, pero aún así tenía que levantarme y comenzar a funcionar. No perdí el tiempo, e hice mi rutina diaria de ejercicios al ritmo de Streisand. Siempre me levantaba el ánimo, y me recordaba que en verdad, esa dorada estatuilla no era un sueño tan lejano. Me vestí con toda la calma que podía tenerse, era mi ritual matutino, si no lo hacía con la parsimonia que correspondía no podría estar tranquila el resto del día, ni dormir en la noche. Tendría pesadillas con ropa arrugada que me persigue a través de un corredor sin fondo, y al despertar daría un grito horroroso que despertaría a los vecinos. ¿Cómo lo sé? Porque me había pasado unas cuantas veces anteriormente, por eso había comenzado a tomarle el peso correspondiente al ritual de relajación que es vestirme tranquilamente. Algunas personas hacen yoga, bueno, yo me visto parte por parte.
Sonreí tarareando un par de melodías que había estado ensayando el fin de semana mientras me cepillaba el cabello frente al espejo, lo bueno del Lunes era que al ir a clases, también podía ir al Glee Club. ¿Qué sería de ellos sin mí? Tomé el peine más fino y separé cada hebra de cabello que caía por mi frente, dejando mi flequillo tan parejo y perfecto como podía ser hasta quedar satisfecha con mi aspecto. Modelé un par de veces mirándome, y me convencí de que todo estaba en su lugar.
No alcancé a encontrarme algún detalle imperfecto en ese vistazo al espejo cuando escuché esa bocina tan familiar que venía desde la ventana. Caminé con rapidez hacia el balcón, y divisé el convertible color crema de Kurt que Blaine le había regalado para su aniversario de 6 meses, ese par exudaba amor por todos lados. Levanté la mano y saludé enérgicamente para dar pista de que sí, estaba viva, y no se iba a salvar de mí. Bajé las escaleras ágilmente y me despedí de mis papás, saliendo al encuentro del pálido chico con una gran sonrisa puesta en mis labios.
-Buenos días, Kurt –dije enérgicamente asomándome por su ventana.
-Buenos días, Rachel –respondió el otro mientras chequeaba su aspecto en el retrovisor. Volteó la cabeza y me dedicó una sonrisa amable- ¿Pasamos a Lima Beans antes de entrar a clases?
-Está bien –eché un rápido vistazo a mi reloj y subí al asiento del copiloto- Vamos a tiempo, supongo que alcanzamos a ir por un cappuccino.
-Próxima parada, Lima Beans.
-Supe que fuiste a ver a Lady Gaga el fin de semana con Blaine. Genial ¿No? –dije sonriendo.
-Claro, fue extenuante
.
-¿Y ya no lo ves hasta cuándo?
-Hasta el miércoles, tiene los horarios apretados en Dalton, ya sabes.
Desde la aventura de los escenarios en Broadway que tuvimos en NY, Kurt y yo nos habíamos vuelto más cercanos. Creo que hasta me logra soportar ahora… Pude entender muchas cosas de su actitud, y a la vez creo que él me entendió un poco más. Es difícil ser gay en un ambiente que exige perfección, yo lo sé porque mis padres lo son. Si hay algo que admiro con todo mi corazón, es la fuerza y valentía que tiene para estar orgulloso de su relación con Blaine, y nunca verse opacado con nada. Si bien no es de piedra, es completamente capaz de sobreponerse a los comentarios ajenos, y jamás dejar a su espíritu decaer. Es un chico al que le ha tocado muy duro, y sin embargo es más valiente que muchas personas que conozco.
El aroma de las flores frescas y pasto recién cortado invadían el aire, tan adictivo y exquisito como recordaba que podía ser. El día era simplemente perfecto, apenas se asomaba el sol tímidamente entre las montañas, y seguramente se pondría aún mejor; repasando mi horario en la mente me di cuenta que tenía varias cosas que hacer, enseñarles una coreografía elaborada pero a la vez muy fácil de Los Miserables que había visto hacía apenas dos días, porque a eso había dedicado mi sábado, y a la vez plantear la idea de representar el musical en el auditorio de la escuela. La sola imagen mental de verme caracterizada me tenía emocionada, tanto que ni siquiera me había percatado que ya habíamos llegado a la dichosa cafetería. Las flores se mezclaron con la fragancia del café recién hecho, creando una sinfonía de aromas que resultaba hipnótico para cualquiera a medida que nos acercábamos a la puerta. Entramos, yo casi por inercia, en realidad estaba más pendiente de mi horario en comparación a lo que estaba haciendo en el minuto, y me quedé parada como un pollito perdido junto a la fila, a la que no atiné a ponerme. Kurt se deslizó con gracia para ordenar un latte con leche descremada y su cappuccino tan bien ponderado, que levantaba a un muerto a estas horas de la mañana, y sin él quién sabe qué tan dormido podría permanecer. Era parte de su rutina inalterable… ¿Era idea mía o yo parecía patosa al lado del soprano? Siempre que caminaba más parecía estar bailando, tenía la suavidad de una bailarina de ballet y la actitud de una modelo de pasarela. No era que le envidiara o algo así, pero tenía la leve, leve y pequeñísima sensación de verme opacada a su lado.
-Tú ve por un pastelillo, no quiero que te desmayes por no consumir azúcar. –dijo el castaño cargando el peso sobre su cadera.
Una sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar su voz, espabilando.
-Siempre tan preocupado por mí.
-No es por eso, no quiero que me hagas pasar vergüenza desmayándote.
Una sonrisa incómoda se formó en mis labios ¿Era un chiste o era cierto? Con Kurt nunca se sabía, era el rey del sarcasmo y la ironía. No quise discutir, y aún algo confundida, me volteé a buscar un muffin o algo que se le pareciera. Caminé calculando paso tras paso, tarareando una canción cuyo nombre no recordaba, pero sí la melodía había quedado bien grabada en mi mente. Estaba feliz, la mayoría de las mañanas solía ser así, la última vez que me sentí tan atormentada fue cuando… Cuando tuve todo ese rollo amoroso con Finn. Fruncí el ceño al recordarlo, y me aferré a mi bolso como si sintiera que todo me volvía a dar vueltas. Siquiera pensar en su nombre me daba un “no sé qué” en el estómago, no podía describir muy bien el sentimiento, pero no podía ser algo bueno. Hice la vista gorda de lo evidente, y continué en mi aventura por buscar muffins. ¿Querré de arándano? ¿De chocolate? ¿Con coco rallado? ¿O mejor un bagel? La sonrisa infantil volvió a mis labios, y llegue finalmente a los escaparates que exhibían los pastelillos. Me sentí como niña de 6 años en una dulcería, buscando alguna exquisitez para desayunar. Desde pequeña había recibido suficientes mimos como para que me gustaran muchas cosas respecto a la comida, cuando era una niña comía panqueques en la mañana con miel de maple, waffles, huevos revueltos con jamón, fritatta de vegetales, lo que yo pidiera –o no- mis papás me lo daban. Siempre fueron estrictos en el sentido de la alimentación, me educaron para que creciera comiendo frutas y vegetales orgánicos, además que por ser judía no como jamón ni algo parecido. A falta de fiambres, suplo esa falta con café.
Saludé con un enérgico “Buenos días” a la vendedora, que me miró como si fuera un bicho raro al estar demasiado feliz. Su rostro decía “Niña, es lunes.” Pero creo que la mayoría de las personas no entiende que el lunes es simplemente un día incomprendido, que no tiene absolutamente nada de malo. Apenas había hecho el pedido cuando escuché una voz familiar muy cerca de mí, que consiguió congelarme en el acto.
-Un rollo de canela, por favor. El que tenga menos glaseado, y no lo manosees mucho.
Me estremecí; un escalofrío recorrió mi espalda sin piedad apenas oí esas palabras. Esa actitud, esa fanfarria tan característica, esa voz. “Por favor, por favor que sea solamente producto de mi imaginación” rogué en mi fuero interno, esperaba estar rotundamente equivocada en cuanto a mi razonamiento. ¿Sería la falta de azúcar en el cuerpo? Seguramente tenía la glucosa por debajo del nivel saludable… Sí, eso tenía que ser, no podía encontrar una mejor explicación que esa. Cerré mis ojos un momento, pero la vendedora me obligó a abrirlos nuevamente cuando me entregó mi bolsa, la tomé y agradecí con nerviosismo, pero la curiosidad me embargaba. Las ganas de corroborar mi razonamiento eran mortales, si no supiera las consecuencias antihigiénicas que traía el morderse las uñas, seguramente lo hubiese hecho sin pensarlo, pero mi conciencia era más grande que eso. Aún no llegaba a lo inhóspito de la locura como para arriesgar mi salud de esa manera tan descabellada. Resolví que caminaría lo más rápido posible sin mirar nada ni a nadie, y de esa manera la gente obviaría aún más mi presencia de lo que ya estaba acostumbrado. Me volteé lentamente para volver a la fila con Kurt, cuando me vi descubierta, y mi sospecha confirmada.
-¿Rachel? –llamó la voz desde atrás.
Volví la mirada rápidamente, sintiendo mi corazón latir a mil por hora.
-Jesse.
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Next Chapter: "Bienvenido a casa"
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Elsa Bornemann.
I
Reencuentros.
“Y la ganadora del Oscar a Mejor Interpretación Musical es para…” El presentador dejó la frase inconclusa, solamente para crear más suspenso. Todos los ojos estaban puestos en mi mesa, las luces se paseaban por todo el enorme salón con expectación al ritmo de los tambores que redoblaban a la espera de una respuesta. ¿Mi cabello se ve bien? ¿Y mi vestido? ¿Mis dientes están limpios? Tantas preocupaciones en apenas tres segundos, tres míseros segundos que demoró en abrir el sobre que contenía el nombre de la ganadora… Y entonces sonó el despertador.
Abrí mis ojos incrédula, ese sueño había sido demasiado vívido como para haberlo sido en realidad. Eché mis sábanas ligeramente hacia atrás para sentarme en la cama, mirando a todos lados mientras el despertador seguía tocando las campanillas que me habían sacado del momento más emocionante de mi vida. Examiné con exhaustiva atención mi habitación, y todo estaba exactamente igual a como lo había dejado la noche anterior: La ropa que usaría para ir a la escuela descansaba sobre una acolchada silla, a los pies de esta estaban mis zapatos prolijamente lustrados, las persianas estaban abajo y frente a mis ojos ese gran cartel que había hecho hacía tiempo ya, que tenía una enorme estrella dorada que adornaba las letras que decían “Broadway” y me miraba como si quisiera hablarme. Extendí la mano como un reflejo y apagué el despertador, era un recordatorio estremecedor de que no iba a ganar un Oscar, pero aún así tenía que levantarme y comenzar a funcionar. No perdí el tiempo, e hice mi rutina diaria de ejercicios al ritmo de Streisand. Siempre me levantaba el ánimo, y me recordaba que en verdad, esa dorada estatuilla no era un sueño tan lejano. Me vestí con toda la calma que podía tenerse, era mi ritual matutino, si no lo hacía con la parsimonia que correspondía no podría estar tranquila el resto del día, ni dormir en la noche. Tendría pesadillas con ropa arrugada que me persigue a través de un corredor sin fondo, y al despertar daría un grito horroroso que despertaría a los vecinos. ¿Cómo lo sé? Porque me había pasado unas cuantas veces anteriormente, por eso había comenzado a tomarle el peso correspondiente al ritual de relajación que es vestirme tranquilamente. Algunas personas hacen yoga, bueno, yo me visto parte por parte.
Sonreí tarareando un par de melodías que había estado ensayando el fin de semana mientras me cepillaba el cabello frente al espejo, lo bueno del Lunes era que al ir a clases, también podía ir al Glee Club. ¿Qué sería de ellos sin mí? Tomé el peine más fino y separé cada hebra de cabello que caía por mi frente, dejando mi flequillo tan parejo y perfecto como podía ser hasta quedar satisfecha con mi aspecto. Modelé un par de veces mirándome, y me convencí de que todo estaba en su lugar.
No alcancé a encontrarme algún detalle imperfecto en ese vistazo al espejo cuando escuché esa bocina tan familiar que venía desde la ventana. Caminé con rapidez hacia el balcón, y divisé el convertible color crema de Kurt que Blaine le había regalado para su aniversario de 6 meses, ese par exudaba amor por todos lados. Levanté la mano y saludé enérgicamente para dar pista de que sí, estaba viva, y no se iba a salvar de mí. Bajé las escaleras ágilmente y me despedí de mis papás, saliendo al encuentro del pálido chico con una gran sonrisa puesta en mis labios.
-Buenos días, Kurt –dije enérgicamente asomándome por su ventana.
-Buenos días, Rachel –respondió el otro mientras chequeaba su aspecto en el retrovisor. Volteó la cabeza y me dedicó una sonrisa amable- ¿Pasamos a Lima Beans antes de entrar a clases?
-Está bien –eché un rápido vistazo a mi reloj y subí al asiento del copiloto- Vamos a tiempo, supongo que alcanzamos a ir por un cappuccino.
-Próxima parada, Lima Beans.
-Supe que fuiste a ver a Lady Gaga el fin de semana con Blaine. Genial ¿No? –dije sonriendo.
-Claro, fue extenuante
.
-¿Y ya no lo ves hasta cuándo?
-Hasta el miércoles, tiene los horarios apretados en Dalton, ya sabes.
Desde la aventura de los escenarios en Broadway que tuvimos en NY, Kurt y yo nos habíamos vuelto más cercanos. Creo que hasta me logra soportar ahora… Pude entender muchas cosas de su actitud, y a la vez creo que él me entendió un poco más. Es difícil ser gay en un ambiente que exige perfección, yo lo sé porque mis padres lo son. Si hay algo que admiro con todo mi corazón, es la fuerza y valentía que tiene para estar orgulloso de su relación con Blaine, y nunca verse opacado con nada. Si bien no es de piedra, es completamente capaz de sobreponerse a los comentarios ajenos, y jamás dejar a su espíritu decaer. Es un chico al que le ha tocado muy duro, y sin embargo es más valiente que muchas personas que conozco.
El aroma de las flores frescas y pasto recién cortado invadían el aire, tan adictivo y exquisito como recordaba que podía ser. El día era simplemente perfecto, apenas se asomaba el sol tímidamente entre las montañas, y seguramente se pondría aún mejor; repasando mi horario en la mente me di cuenta que tenía varias cosas que hacer, enseñarles una coreografía elaborada pero a la vez muy fácil de Los Miserables que había visto hacía apenas dos días, porque a eso había dedicado mi sábado, y a la vez plantear la idea de representar el musical en el auditorio de la escuela. La sola imagen mental de verme caracterizada me tenía emocionada, tanto que ni siquiera me había percatado que ya habíamos llegado a la dichosa cafetería. Las flores se mezclaron con la fragancia del café recién hecho, creando una sinfonía de aromas que resultaba hipnótico para cualquiera a medida que nos acercábamos a la puerta. Entramos, yo casi por inercia, en realidad estaba más pendiente de mi horario en comparación a lo que estaba haciendo en el minuto, y me quedé parada como un pollito perdido junto a la fila, a la que no atiné a ponerme. Kurt se deslizó con gracia para ordenar un latte con leche descremada y su cappuccino tan bien ponderado, que levantaba a un muerto a estas horas de la mañana, y sin él quién sabe qué tan dormido podría permanecer. Era parte de su rutina inalterable… ¿Era idea mía o yo parecía patosa al lado del soprano? Siempre que caminaba más parecía estar bailando, tenía la suavidad de una bailarina de ballet y la actitud de una modelo de pasarela. No era que le envidiara o algo así, pero tenía la leve, leve y pequeñísima sensación de verme opacada a su lado.
-Tú ve por un pastelillo, no quiero que te desmayes por no consumir azúcar. –dijo el castaño cargando el peso sobre su cadera.
Una sonrisa se dibujó en mis labios al escuchar su voz, espabilando.
-Siempre tan preocupado por mí.
-No es por eso, no quiero que me hagas pasar vergüenza desmayándote.
Una sonrisa incómoda se formó en mis labios ¿Era un chiste o era cierto? Con Kurt nunca se sabía, era el rey del sarcasmo y la ironía. No quise discutir, y aún algo confundida, me volteé a buscar un muffin o algo que se le pareciera. Caminé calculando paso tras paso, tarareando una canción cuyo nombre no recordaba, pero sí la melodía había quedado bien grabada en mi mente. Estaba feliz, la mayoría de las mañanas solía ser así, la última vez que me sentí tan atormentada fue cuando… Cuando tuve todo ese rollo amoroso con Finn. Fruncí el ceño al recordarlo, y me aferré a mi bolso como si sintiera que todo me volvía a dar vueltas. Siquiera pensar en su nombre me daba un “no sé qué” en el estómago, no podía describir muy bien el sentimiento, pero no podía ser algo bueno. Hice la vista gorda de lo evidente, y continué en mi aventura por buscar muffins. ¿Querré de arándano? ¿De chocolate? ¿Con coco rallado? ¿O mejor un bagel? La sonrisa infantil volvió a mis labios, y llegue finalmente a los escaparates que exhibían los pastelillos. Me sentí como niña de 6 años en una dulcería, buscando alguna exquisitez para desayunar. Desde pequeña había recibido suficientes mimos como para que me gustaran muchas cosas respecto a la comida, cuando era una niña comía panqueques en la mañana con miel de maple, waffles, huevos revueltos con jamón, fritatta de vegetales, lo que yo pidiera –o no- mis papás me lo daban. Siempre fueron estrictos en el sentido de la alimentación, me educaron para que creciera comiendo frutas y vegetales orgánicos, además que por ser judía no como jamón ni algo parecido. A falta de fiambres, suplo esa falta con café.
Saludé con un enérgico “Buenos días” a la vendedora, que me miró como si fuera un bicho raro al estar demasiado feliz. Su rostro decía “Niña, es lunes.” Pero creo que la mayoría de las personas no entiende que el lunes es simplemente un día incomprendido, que no tiene absolutamente nada de malo. Apenas había hecho el pedido cuando escuché una voz familiar muy cerca de mí, que consiguió congelarme en el acto.
-Un rollo de canela, por favor. El que tenga menos glaseado, y no lo manosees mucho.
Me estremecí; un escalofrío recorrió mi espalda sin piedad apenas oí esas palabras. Esa actitud, esa fanfarria tan característica, esa voz. “Por favor, por favor que sea solamente producto de mi imaginación” rogué en mi fuero interno, esperaba estar rotundamente equivocada en cuanto a mi razonamiento. ¿Sería la falta de azúcar en el cuerpo? Seguramente tenía la glucosa por debajo del nivel saludable… Sí, eso tenía que ser, no podía encontrar una mejor explicación que esa. Cerré mis ojos un momento, pero la vendedora me obligó a abrirlos nuevamente cuando me entregó mi bolsa, la tomé y agradecí con nerviosismo, pero la curiosidad me embargaba. Las ganas de corroborar mi razonamiento eran mortales, si no supiera las consecuencias antihigiénicas que traía el morderse las uñas, seguramente lo hubiese hecho sin pensarlo, pero mi conciencia era más grande que eso. Aún no llegaba a lo inhóspito de la locura como para arriesgar mi salud de esa manera tan descabellada. Resolví que caminaría lo más rápido posible sin mirar nada ni a nadie, y de esa manera la gente obviaría aún más mi presencia de lo que ya estaba acostumbrado. Me volteé lentamente para volver a la fila con Kurt, cuando me vi descubierta, y mi sospecha confirmada.
-¿Rachel? –llamó la voz desde atrás.
Volví la mirada rápidamente, sintiendo mi corazón latir a mil por hora.
-Jesse.
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Next Chapter: "Bienvenido a casa"
Última edición por Pany St James el Dom Sep 04, 2011 2:04 pm, editado 6 veces
Pany St James****** - Mensajes : 314
Fecha de inscripción : 02/08/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Paulina! Creeme, no soy muy fanatica de leer fics de Rachel, pero no pude evitarlo y me puse a leerlo y me encanto!
Me gusta que escribas con tantos detalles haciendo que cada momento sean tan reales y realmente captaste como es Rachel y sus rutinas y pensamientos. Me encanto!
Espero el siguiente capitulo
Ah! y ame ese detalle de Blaine le regala un auto a Kurt y dime donde puedo leer tu fic Klaine! mi querer!
Me gusta que escribas con tantos detalles haciendo que cada momento sean tan reales y realmente captaste como es Rachel y sus rutinas y pensamientos. Me encanto!
Espero el siguiente capitulo
Ah! y ame ese detalle de Blaine le regala un auto a Kurt y dime donde puedo leer tu fic Klaine! mi querer!
CocoP-*- - Mensajes : 2755
Fecha de inscripción : 08/02/2011
Edad : 34
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
ah me encanto Pany
Blaine le regaló a kurt un convertible por cumplir seis meses de novios que bien
jaja me dio risa cuando Jesse pidio su rollo de canela y le dijo a la vendedora que no lo manoseara tanto jaja
Espero tu actualizacion Pany
saludos
Blaine le regaló a kurt un convertible por cumplir seis meses de novios que bien
jaja me dio risa cuando Jesse pidio su rollo de canela y le dijo a la vendedora que no lo manoseara tanto jaja
Espero tu actualizacion Pany
saludos
♥Judith********- - Mensajes : 668
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Gracias chicas (:
CocoP, el FanFic es Lemmon, asi que si quieres te lo paso por interno XD.
Les dejo el segundo capítulo porque lo tenía listo <3.
Su sonrisa era realmente encantadora, y aunque estaba más que confundida, una parte de mi se moría por lanzarme a él y abrazarlo con tanta fuerza como la que me dieran mis brazos. Pero no, mi confusión era más grande que eso, y un montón de preguntas asaltaron mi cabecita: ¿De dónde salió? ¿Y no estaba en NY? ¿Por qué estaba en Ohio? ¿A qué había venido? ¿Eso en su oreja era un Bluetooth? Sacudí la cabeza haciendo muecas, como si quisiera recuperar la conciencia después de un desmayo que, evidentemente, no sufrí.
-Rachel Berry –repitió mi nombre con su seductora voz, subiéndose los anteojos de sol para verme mejor.
-¿Qué haces aquí? –pregunté en el acto.
Echó la cabeza hacia atrás como si no entendiera la pregunta.
-Vaya ¿Con que así me recibes?
-Jesse, es que no te veo desde las Nacionales en Nueva York y ahora de la nada te apareces…
-Detente ahí –levantó su palma libre, y se acercó un paso hacia mí. Pensé en retroceder, pero mis piernas no reaccionaban.- No me aparecí de la nada.
-¿Desde hace cuánto estás aquí?
-Desde hace, digamos, tres días.
-Tres días –repetí como si me faltara el aire, todo era tan repentino.- ¿Y qué haces de vuelta en Lima?
Esperaba una respuesta que no me involucrara, lo último que quería era un infarto masivo en plena cafetería.
-Terminé mi tiempo en la Universidad, y vine a trabajar como consultor de coros… Para Vocal Adrenaline.
Oh, eso explicaba el Bluetooth en su oreja. Quise contestar. De verdad que quería hacerlo, pero su sonrisa y ese aura que tenía a su alrededor me impedían decir algo coherente. Balbuceé incluso en mi mente alguna estupidez que ni yo entendí, la impresión era de proporciones sobrehumanas. Articulé los labios como si quisiera decir algo, mas la voz de Kurt me salvó como la música salvó a Barbra Streisand de la depresión. Cerré los ojos cuando oí mi nombre salir de su boca, y dejé salir un suspiro que parecía de antaño.
-Tengo… Tengo que irme –dije aún confundida, mirándole con ojos inexplicablemente brillantes.
-¿Vas a la escuela? Yo te llevo.
-¡No! –sus cejas se arquearon ante mi reacción tan repentina- No, no, quiero decir que… Que estás tan ocupado, no quiero quitarte tu tiempo.
-No será problema, tomará unos minutos.
-De verdad, no hace falta.
Creo que se había percatado de la presencia de mi compañero cuando apenas alzó la vista sobre mí, porque dejó de insistir.
-Supongo que nos veremos por ahí –la mano de Jesse se deslizó fugazmente por mi mejilla- Me dio gusto volver a verte.
El mínimo roce de su piel contra mis mejillas hirviendo consiguió que mis rodillas temblaran y que mi confusión creciera. ¿Cómo lo hacía? Para mí, resultaba totalmente irracional e inexplicable. Yo me propuse no sentir nada más por él, después de todo el sufrimiento que tuve por su causa… La traición de la que fui víctima me rompió el corazón en tantos niveles y de tantas maneras, que incluso hasta ese día no había logrado superarlo. Su sonrisa se extendió por esos labios tan finos, y la sangre se me heló en un abrir y cerrar de ojos, como me pasaba por cada cosa que hacía. De nuevo no sabía que decir, pero el llamado de Kurt se volvió insistente. No quería que viera al arrogante chico que estaba conmigo, por dos sencillas razones: Uno, su odio hacia él era suficientemente grande y su temperamento lo adecuadamente inestable como para que armara una escena de proporciones bélicas en medio de la cafetería; y dos, si lo veía me esperaría una interrogación que duraría todo el camino a McKinley, seguramente cuyas respuestas llegarían a oídos del resto de los chicos y sobre todo, a los de Finn Hudson. No, no podía arriesgarme a eso ¿Y condenarme a ser juzgada y enjuiciada por los demás? Debía estar loca para siquiera pensarlo, y por algún motivo no quería hacer pasar un mal rato a Jesse. Tragué saliva sonoramente al comenzar a caminar de espaldas, retratando en mi mente la imagen del chico que levantaba su mano para despedirse de mí.
Eché a correr hacia Kurt, que sostenía su café y el mío. Tomé el latte de sus manos al pasar y caminé sin mirar a nadie hasta la puerta, él me siguió, sin entender mucho mi actitud. Suspiré pesadamente intentando bloquear los recuerdos que emergían uno tras otro en mi mente, en una tortuosa secuencia de momentos felices que ahora venían cargados de dolorosas cicatrices. Kurt continuó a mi lado en silencio, examinándome exhaustivamente por el rabillo del ojo con el ceño fruncido, solía ser así la mayoría del tiempo, cuando buscaba el momento perfecto de decir algo que tuviese esa nota de acidez que solamente él podía darle. Increíblemente, se mantuvo callado mientras yo recobraba la compostura de camino al auto. Entré con exagerada torpeza, me puse el cinturón y bebí un largo sorbo de mi café, ni siquiera lo saboreé de la impresión que todavía llevaba, y poco me importó quemarme la lengua con eso. Quizás fue esa la actitud que alarmó a Kurt, quien se quedó viendo un rato cada movimiento que hacía, escrutándome, estudiándome. Abrí la tapa de mi café con cuidado, y me quede viendo la espuma acumulada a los lados como si estuviese menos cuerda de lo común. Entonces comenzó:
-Tengo claro que eres bipolar, tienes complejo de Prima Donna y eres una de las personas más inestables emocionalmente sobre la faz de la Tierra, pero la conciencia me carcomerá por dentro si no te hago esta pregunta. –frunció el ceño revolviendo su cappuccino.
-¿Qué cosa? –mi voz sonó lastimera.
-Rachel, ¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma.
No podía mentirle a Kurt, se daría cuenta si lo hacía.
-Peor que un fantasma.
-¿Tuviste delirios de locura? Porque eso tiene perfecto sentido para mí.
-¿Qué? No, Kurt, no tuve delirios de locura.
-¿Entonces? Ay, vamos chica, haces más preámbulo que un pésimo actor en una mala novela.
Suspiré apesadumbradamente levantando la mirada.
-Conduce y te contaré.
-Te escucho –dijo encendiendo el motor, bebió un largo sorbo de su café y fijó sus ojos en el camino a la escuela. Teníamos tiempo suficiente para llegar a la hora correcta y como para contarle a la vez mi experiencia cercana a la muerte.
-Verás –murmuré deslizando la yema de mi índice por el borde de mi vaso de cartón- ¿No te fijaste en que conversaba con alguien cuando fui a buscar un panecillo?
-Mmm… Quizás.
-Kurt.
-Bueno sí.
-Ese alguien, era nada más y nada menos que Jesse St James.
-¡Aguarda un segundo! –exclamó pisando el freno con fuerza, parando violentamente en el estacionamiento de la escuela. Me sobresalté, y le miré como queriendo decir “¿Estás enfermo o qué?”.
-¡Kurt, por Dios, casi nos matas!
-¿Jesse St James está en Ohio? –Sus ojos desorbitados se volvieron a mí, y sentí como podían traspasarme con su mirada inquisidora- ¿Ese desgraciado volvió? ¿Y se atreve a hablarte?
-Sabía que esto pasaría.
-¡Rachel Bárbara Berry! –Regañó el otro- ¿Por qué le hablaste?
-¡Yo no fui! –Me defendí en el acto sintiendo cómo la soga se ponía en mi cuello lentamente- Tenía planeado escaparme rápidamente, pero cuando lo vi, y me vio y me reconoció, no supe qué hacer.
-Eres tan tonta.
-Lo sé, lo sé… Pero, había algo en su mirada que me confundió más que otras veces.
-¿Lentes de contacto? –dijo como si quisiera flagelarlo a distancia con su ácida lengua.
-Sinceridad.
Volteó su rostro con una mueca incrédula en el rostro.
-Realmente eres muy tonta.
-Yo sé lo que te digo, Kurt. Si tan sólo lo hubieses visto, sabrías de lo que te hablo. No lo sé, fue diferente, la forma en que me miró, como sus pupilas brillaban al pronunciar mi nombre… Como si en el fondo esperara verme.
Alcé la vista al no escuchar ningún comentario suyo, y me encontré con la misma expresión de hacía 30 segundos atrás, y la mandíbula tan abierta como si hubiese escuchado una sarta de groserías en cualquier idioma. Mi ceño se frunció, no estaba dispuesta a aceptar que me tratara de ilusa ni de idiota, porque no era ni uno ni una ni la otra. Negué con la cabeza sin decir nada, molesta, y me bajé del auto llevando mi café, la bolsita de papel con mi muffin y mi bolso al hombro. Algo de orgullo debía tener, yo sabía lo que había visto y nadie me iba a disuadir de mi idea. Continué caminando por los pasillos con pasos fuertes, haciendo sonar la suela de mis zapatos contra las baldosas que cubrían el suelo, y a la vez llevándome un par extra de miradas que me comparaban seguramente con algún tipo de suricato furioso. Así de patética me veía, que incluso ofuscada parecía un animalito insignificante… Pasé tan deprisa hacia mi casillero, que no atendí siquiera al saludo matutino de Brittany, siempre tan cordial conmigo aunque sabía que creía lo mismo que todo el mundo sobre mí. Me hubiese gustado decir que había una gran cantidad de personas que pensaban que no estaba loca, o que no era una maniaca obsesiva, o una “potencial asesina en serie” como solía llamarme Santana. Sí, me hubiese gustado decir eso, pero en realidad habían tres personas en este planeta que me entendían como nadie más lo hacía, y les gustaba oírme: Mis padres, y Jesse St James.
Nótese, hasta en mis pensamientos aparecía su nombre. ¿Qué sigue? ¿Que me salga en la sopa del almuerzo? Quería tener razones para no desear verlo nunca más, pero inexplicablemente, lo extrañaba. Y mucho. Azoté mi cabeza una vez contra la puerta de mi casillero cuando nadie me veía, y la verdad es que iba tan abrumada que poco me hubiese importado que alguien lo hiciera. “Dios, ¿Qué falta? ¿Va a aparecer junto a mí en los próximos diez segundos?” Abrí los ojos con cierto miedo, seguramente podría ser. O estaba volviéndome paranoica.
-Rachel –saludó Mercedes a mi lado.
Su voz logró llevarme un buen susto, sobresaltándome. Ella me miró con extrañeza, la misma mueca que Kurt había hecho.
-¡Oh! Mercedes… Casi me matas del susto –dije intentando reírme.
-Estás tan blanca como un papel.
-¿Sí? Debe ser porque no he salido mucho, no me llega sol, no absorbo suficiente vitamina D.
-Claro… Hey, quería saber algo. Si propongo que cantemos una canción de Aretha Franklin hoy en el Club, ¿me apoyarás?
-Sí, sí, por supuesto. ¿Mercedes?
-Dime –dijo la chica mirando el espejo de mi casillero para arreglarse la gorra.
-Supón que un día te encuentras con un viejo… amor, y aunque hablan por unos minutos, sientes que hay algo distinto y sincero en sus ojos. ¿Le creerías?
Me miró con las cejas arqueadas, como si empezara a sospechar.
-Depende… ¿Por qué? ¿A quién te encontraste?
-A nadie –dije rápidamente para cubrir mis intenciones con la pregunta- Simplemente estaba… pensando en una continuación para mi… Para mi novela de amor. ¡Oh, mira la hora! Llegaré tarde a Matemáticas. Te veo luego.
Concluida mi mentira del día, me fui tan rápido como mis piernas fueron capaces de hacerlo. Creo que la consulta había desconcertado a mi amiga, porque su rostro me miraba como si quisiera decir “Esa blanca tiene problemas”. Durante el resto del día, solamente pude pensar en una sola cosa: Jesse.
CocoP, el FanFic es Lemmon, asi que si quieres te lo paso por interno XD.
Les dejo el segundo capítulo porque lo tenía listo <3.
II
“Bienvenido a casa”
“Bienvenido a casa”
Su sonrisa era realmente encantadora, y aunque estaba más que confundida, una parte de mi se moría por lanzarme a él y abrazarlo con tanta fuerza como la que me dieran mis brazos. Pero no, mi confusión era más grande que eso, y un montón de preguntas asaltaron mi cabecita: ¿De dónde salió? ¿Y no estaba en NY? ¿Por qué estaba en Ohio? ¿A qué había venido? ¿Eso en su oreja era un Bluetooth? Sacudí la cabeza haciendo muecas, como si quisiera recuperar la conciencia después de un desmayo que, evidentemente, no sufrí.
-Rachel Berry –repitió mi nombre con su seductora voz, subiéndose los anteojos de sol para verme mejor.
-¿Qué haces aquí? –pregunté en el acto.
Echó la cabeza hacia atrás como si no entendiera la pregunta.
-Vaya ¿Con que así me recibes?
-Jesse, es que no te veo desde las Nacionales en Nueva York y ahora de la nada te apareces…
-Detente ahí –levantó su palma libre, y se acercó un paso hacia mí. Pensé en retroceder, pero mis piernas no reaccionaban.- No me aparecí de la nada.
-¿Desde hace cuánto estás aquí?
-Desde hace, digamos, tres días.
-Tres días –repetí como si me faltara el aire, todo era tan repentino.- ¿Y qué haces de vuelta en Lima?
Esperaba una respuesta que no me involucrara, lo último que quería era un infarto masivo en plena cafetería.
-Terminé mi tiempo en la Universidad, y vine a trabajar como consultor de coros… Para Vocal Adrenaline.
Oh, eso explicaba el Bluetooth en su oreja. Quise contestar. De verdad que quería hacerlo, pero su sonrisa y ese aura que tenía a su alrededor me impedían decir algo coherente. Balbuceé incluso en mi mente alguna estupidez que ni yo entendí, la impresión era de proporciones sobrehumanas. Articulé los labios como si quisiera decir algo, mas la voz de Kurt me salvó como la música salvó a Barbra Streisand de la depresión. Cerré los ojos cuando oí mi nombre salir de su boca, y dejé salir un suspiro que parecía de antaño.
-Tengo… Tengo que irme –dije aún confundida, mirándole con ojos inexplicablemente brillantes.
-¿Vas a la escuela? Yo te llevo.
-¡No! –sus cejas se arquearon ante mi reacción tan repentina- No, no, quiero decir que… Que estás tan ocupado, no quiero quitarte tu tiempo.
-No será problema, tomará unos minutos.
-De verdad, no hace falta.
Creo que se había percatado de la presencia de mi compañero cuando apenas alzó la vista sobre mí, porque dejó de insistir.
-Supongo que nos veremos por ahí –la mano de Jesse se deslizó fugazmente por mi mejilla- Me dio gusto volver a verte.
El mínimo roce de su piel contra mis mejillas hirviendo consiguió que mis rodillas temblaran y que mi confusión creciera. ¿Cómo lo hacía? Para mí, resultaba totalmente irracional e inexplicable. Yo me propuse no sentir nada más por él, después de todo el sufrimiento que tuve por su causa… La traición de la que fui víctima me rompió el corazón en tantos niveles y de tantas maneras, que incluso hasta ese día no había logrado superarlo. Su sonrisa se extendió por esos labios tan finos, y la sangre se me heló en un abrir y cerrar de ojos, como me pasaba por cada cosa que hacía. De nuevo no sabía que decir, pero el llamado de Kurt se volvió insistente. No quería que viera al arrogante chico que estaba conmigo, por dos sencillas razones: Uno, su odio hacia él era suficientemente grande y su temperamento lo adecuadamente inestable como para que armara una escena de proporciones bélicas en medio de la cafetería; y dos, si lo veía me esperaría una interrogación que duraría todo el camino a McKinley, seguramente cuyas respuestas llegarían a oídos del resto de los chicos y sobre todo, a los de Finn Hudson. No, no podía arriesgarme a eso ¿Y condenarme a ser juzgada y enjuiciada por los demás? Debía estar loca para siquiera pensarlo, y por algún motivo no quería hacer pasar un mal rato a Jesse. Tragué saliva sonoramente al comenzar a caminar de espaldas, retratando en mi mente la imagen del chico que levantaba su mano para despedirse de mí.
Eché a correr hacia Kurt, que sostenía su café y el mío. Tomé el latte de sus manos al pasar y caminé sin mirar a nadie hasta la puerta, él me siguió, sin entender mucho mi actitud. Suspiré pesadamente intentando bloquear los recuerdos que emergían uno tras otro en mi mente, en una tortuosa secuencia de momentos felices que ahora venían cargados de dolorosas cicatrices. Kurt continuó a mi lado en silencio, examinándome exhaustivamente por el rabillo del ojo con el ceño fruncido, solía ser así la mayoría del tiempo, cuando buscaba el momento perfecto de decir algo que tuviese esa nota de acidez que solamente él podía darle. Increíblemente, se mantuvo callado mientras yo recobraba la compostura de camino al auto. Entré con exagerada torpeza, me puse el cinturón y bebí un largo sorbo de mi café, ni siquiera lo saboreé de la impresión que todavía llevaba, y poco me importó quemarme la lengua con eso. Quizás fue esa la actitud que alarmó a Kurt, quien se quedó viendo un rato cada movimiento que hacía, escrutándome, estudiándome. Abrí la tapa de mi café con cuidado, y me quede viendo la espuma acumulada a los lados como si estuviese menos cuerda de lo común. Entonces comenzó:
-Tengo claro que eres bipolar, tienes complejo de Prima Donna y eres una de las personas más inestables emocionalmente sobre la faz de la Tierra, pero la conciencia me carcomerá por dentro si no te hago esta pregunta. –frunció el ceño revolviendo su cappuccino.
-¿Qué cosa? –mi voz sonó lastimera.
-Rachel, ¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma.
No podía mentirle a Kurt, se daría cuenta si lo hacía.
-Peor que un fantasma.
-¿Tuviste delirios de locura? Porque eso tiene perfecto sentido para mí.
-¿Qué? No, Kurt, no tuve delirios de locura.
-¿Entonces? Ay, vamos chica, haces más preámbulo que un pésimo actor en una mala novela.
Suspiré apesadumbradamente levantando la mirada.
-Conduce y te contaré.
-Te escucho –dijo encendiendo el motor, bebió un largo sorbo de su café y fijó sus ojos en el camino a la escuela. Teníamos tiempo suficiente para llegar a la hora correcta y como para contarle a la vez mi experiencia cercana a la muerte.
-Verás –murmuré deslizando la yema de mi índice por el borde de mi vaso de cartón- ¿No te fijaste en que conversaba con alguien cuando fui a buscar un panecillo?
-Mmm… Quizás.
-Kurt.
-Bueno sí.
-Ese alguien, era nada más y nada menos que Jesse St James.
-¡Aguarda un segundo! –exclamó pisando el freno con fuerza, parando violentamente en el estacionamiento de la escuela. Me sobresalté, y le miré como queriendo decir “¿Estás enfermo o qué?”.
-¡Kurt, por Dios, casi nos matas!
-¿Jesse St James está en Ohio? –Sus ojos desorbitados se volvieron a mí, y sentí como podían traspasarme con su mirada inquisidora- ¿Ese desgraciado volvió? ¿Y se atreve a hablarte?
-Sabía que esto pasaría.
-¡Rachel Bárbara Berry! –Regañó el otro- ¿Por qué le hablaste?
-¡Yo no fui! –Me defendí en el acto sintiendo cómo la soga se ponía en mi cuello lentamente- Tenía planeado escaparme rápidamente, pero cuando lo vi, y me vio y me reconoció, no supe qué hacer.
-Eres tan tonta.
-Lo sé, lo sé… Pero, había algo en su mirada que me confundió más que otras veces.
-¿Lentes de contacto? –dijo como si quisiera flagelarlo a distancia con su ácida lengua.
-Sinceridad.
Volteó su rostro con una mueca incrédula en el rostro.
-Realmente eres muy tonta.
-Yo sé lo que te digo, Kurt. Si tan sólo lo hubieses visto, sabrías de lo que te hablo. No lo sé, fue diferente, la forma en que me miró, como sus pupilas brillaban al pronunciar mi nombre… Como si en el fondo esperara verme.
Alcé la vista al no escuchar ningún comentario suyo, y me encontré con la misma expresión de hacía 30 segundos atrás, y la mandíbula tan abierta como si hubiese escuchado una sarta de groserías en cualquier idioma. Mi ceño se frunció, no estaba dispuesta a aceptar que me tratara de ilusa ni de idiota, porque no era ni uno ni una ni la otra. Negué con la cabeza sin decir nada, molesta, y me bajé del auto llevando mi café, la bolsita de papel con mi muffin y mi bolso al hombro. Algo de orgullo debía tener, yo sabía lo que había visto y nadie me iba a disuadir de mi idea. Continué caminando por los pasillos con pasos fuertes, haciendo sonar la suela de mis zapatos contra las baldosas que cubrían el suelo, y a la vez llevándome un par extra de miradas que me comparaban seguramente con algún tipo de suricato furioso. Así de patética me veía, que incluso ofuscada parecía un animalito insignificante… Pasé tan deprisa hacia mi casillero, que no atendí siquiera al saludo matutino de Brittany, siempre tan cordial conmigo aunque sabía que creía lo mismo que todo el mundo sobre mí. Me hubiese gustado decir que había una gran cantidad de personas que pensaban que no estaba loca, o que no era una maniaca obsesiva, o una “potencial asesina en serie” como solía llamarme Santana. Sí, me hubiese gustado decir eso, pero en realidad habían tres personas en este planeta que me entendían como nadie más lo hacía, y les gustaba oírme: Mis padres, y Jesse St James.
Nótese, hasta en mis pensamientos aparecía su nombre. ¿Qué sigue? ¿Que me salga en la sopa del almuerzo? Quería tener razones para no desear verlo nunca más, pero inexplicablemente, lo extrañaba. Y mucho. Azoté mi cabeza una vez contra la puerta de mi casillero cuando nadie me veía, y la verdad es que iba tan abrumada que poco me hubiese importado que alguien lo hiciera. “Dios, ¿Qué falta? ¿Va a aparecer junto a mí en los próximos diez segundos?” Abrí los ojos con cierto miedo, seguramente podría ser. O estaba volviéndome paranoica.
-Rachel –saludó Mercedes a mi lado.
Su voz logró llevarme un buen susto, sobresaltándome. Ella me miró con extrañeza, la misma mueca que Kurt había hecho.
-¡Oh! Mercedes… Casi me matas del susto –dije intentando reírme.
-Estás tan blanca como un papel.
-¿Sí? Debe ser porque no he salido mucho, no me llega sol, no absorbo suficiente vitamina D.
-Claro… Hey, quería saber algo. Si propongo que cantemos una canción de Aretha Franklin hoy en el Club, ¿me apoyarás?
-Sí, sí, por supuesto. ¿Mercedes?
-Dime –dijo la chica mirando el espejo de mi casillero para arreglarse la gorra.
-Supón que un día te encuentras con un viejo… amor, y aunque hablan por unos minutos, sientes que hay algo distinto y sincero en sus ojos. ¿Le creerías?
Me miró con las cejas arqueadas, como si empezara a sospechar.
-Depende… ¿Por qué? ¿A quién te encontraste?
-A nadie –dije rápidamente para cubrir mis intenciones con la pregunta- Simplemente estaba… pensando en una continuación para mi… Para mi novela de amor. ¡Oh, mira la hora! Llegaré tarde a Matemáticas. Te veo luego.
Concluida mi mentira del día, me fui tan rápido como mis piernas fueron capaces de hacerlo. Creo que la consulta había desconcertado a mi amiga, porque su rostro me miraba como si quisiera decir “Esa blanca tiene problemas”. Durante el resto del día, solamente pude pensar en una sola cosa: Jesse.
Pany St James****** - Mensajes : 314
Fecha de inscripción : 02/08/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Me gusto mucho el capitulo
Pobre Rachel piensan que esta loca jaja
Me dio mucha risa lo ultimo lo de esa blanca tiene problemas
espero actualizacion
Pobre Rachel piensan que esta loca jaja
Me dio mucha risa lo ultimo lo de esa blanca tiene problemas
espero actualizacion
♥Judith********- - Mensajes : 668
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Jesse sin duda llego a complicarle todo a Rachel
Yo tambien estaria en shock si estuviera en la situacion de ella, pero por suerte no lo estoy! xD
Espero el siguiente capitulo Pany
Yo tambien estaria en shock si estuviera en la situacion de ella, pero por suerte no lo estoy! xD
Espero el siguiente capitulo Pany
CocoP-*- - Mensajes : 2755
Fecha de inscripción : 08/02/2011
Edad : 34
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Pany!!! me gusto mucho tu fic!
Se le complican las cosas a Rachel... y creen que esta loca jaja
Jesse y su seductora voz... consejero de VA!
Tambien me dio mucha risa lo de esa blanca tiene problemas xd
Espero tu próxima actualización!
Saludos!
Se le complican las cosas a Rachel... y creen que esta loca jaja
Jesse y su seductora voz... consejero de VA!
Tambien me dio mucha risa lo de esa blanca tiene problemas xd
Espero tu próxima actualización!
Saludos!
Juliet st James- Nayaholic
-
Mensajes : 1979
Fecha de inscripción : 31/05/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Aqi tienes a una fiel lectora esto esta muy bueno
Rachel piensa q esta loca y q los demas tambien lo piensan
Y jesse aparece y la deja desconcertada
Actualiza pronto
Rachel piensa q esta loca y q los demas tambien lo piensan
Y jesse aparece y la deja desconcertada
Actualiza pronto
katty st berry*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 30/04/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
¡Gracias por los comentarios! Sí, Mercedes es genial xD <3. She rocks.
Bueno, aquí la nueva actualización (: ¡Cuéntenle a sus amigos y diganles de mi Fic! *o*
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-Insisto que si fuera por hacer canciones de Aretha Franklin, solamente tú podrías lucir tu voz, Mercedes.
-¿Entonces solamente tú puedes interpretar canciones que te gustan y yo me veré condenada a gritar las notas finales en cada presentación que hagamos? No lo creo.
-Bájale a tu temperamento, Beyoncé.
-¡Chicos! ¡Chicos, calma! –intervino finalmente el Sr. Schuester- Consideraremos la propuesta de Mercedes para nuestra próxima presentación en las Eliminatorias ¿Sí? Tranquilícense un poco.
Habíamos empezado con el pie izquierdo. El punto de Quinn era fuerte, realmente era cierto que si hacíamos solamente canciones de Aretha Franklin para la competencia, solamente Mercedes sería la estrella. Por otro lado, ella siempre era la que le daba el “toque final” a las canciones, y merecía un momento para brillar por cuenta propia. A mí en lo personal me daba igual, estaba más que distraída pensando en el episodio de la cafetería, y por alguna razón no podía darme vuelta porque sentía que la mirada de los ojos azules de Kurt me taladraba la espalda. ¿Estaría condenada por todo el resto de la semana a los cometarios en mi propia cara sobre mi encuentro cercano con el Sr. St James? Seguramente así sería, y más porque haciendo de consultor para Vocal Adrenaline me lo tendría que encontrar seguido por la calle. ¿Qué tenía eso de malo? Nada en realidad, salvo que mi vida estaría condenada a una suerte de espada y pared por lo que queda de eternidad. Me limité a sonreír cuando escuché la lista de canciones que finalmente haríamos, cosa a la cual ni puse atención y era bastante extraño. ¿Yo? ¿Callada durante todo el ensayo? Inusual, totalmente raro y seguramente una señal de que el fin del mundo se acercaba. Me hubiese encantado pensar que el resto no había notado mi anormal comportamiento, pero eran cosas imposibles. Apenas sonó el timbre que indicaba que debíamos irnos, salí corriendo de ahí. Tenía que escaparme lo antes posible, de lo contrario vendría la gran avalancha de “Que rayos sucede contigo”… Una mano se colocó sobre mi antebrazo y me obligó a quedarme quieta. ¿Por qué no fui más rápida? Ahora vendrían las preguntas incómodas, y para hacerlo aún peor, era Finn quien sostenía su mano sobre mi brazo.
Me quedé viéndole unos segundos, procesando qué podía ser lo que él quisiera, y me perdí un momento en su expresión de niño bueno. Repasé sus rasgos faciales, la brillantez de esas pupilas mirándome, examinándome, sus labios rosados curvados en una sonrisa torpe y, por supuesto, lo alto que quedaban del piso. Siempre que estaba cerca de mi me sentía enana, pero con el paso del tiempo y las experiencias que había vivido, simplemente tenía resuelto el acostumbrarme a eso. Tartamudeé un poco cuando por fin reaccioné de mi divagación, y logré articular palabras coherentes.
-Finn –dije a modo de saludo, encogiéndome de hombros con cierto nerviosismo incontrolable.
-Hey, Rach –saludó soltando mi brazo- Me preguntaba… ¿Te pasa algo?
-¿A mí? –me alarmé un poco mirándole con una sonrisa algo neurótica- Absolutamente nada, estoy perfectamente bien. ¿Por qué?
Rió entre dientes frunciendo el ceño con una ceja arqueada.
-Bueno, creo que es la primera vez que te veo tan callada en mi vida.
-Es que no tenía nada que decir.
-Otra cosa rara en ti –volvió a reírse en voz baja- ¿Estás segura de que estás bien?
-Por qué debería estar mal, según tú.
-No lo sé, quizás por… Nosotros… Todo lo que pasó en Nueva York. Deberíamos discutirlo, salir alguna vez.
Ahí vamos de nuevo. La vieja conversación que ya tantas veces había tenido.
-Finn, sabes lo que significas para mí, pero también tienes que entender que no voy a llorarte toda la vida.
-No quise decir eso.
-¿Y qué querías decir entonces? –tragué saliva tortuosamente, aferrándome a los libros que traía entre mis brazos- ¿Me dirás que todavía me amas? ¿Me dirás que estás arrepentido solo para volver con Quinn después de ilusionarme?
-Rachel, nos besamos en la biblioteca al final del semestre.
-Y pensaste que eso lo arreglaría todo entre nosotros ¿Cierto?
-Bueno, pues –se veía confundido- Sí, eso pensé.
-Fue sólo un beso, Finn –dije mirándolo al negar con la cabeza lentamente, no quería llorar ni quebrarme frente a él- Un beso no va a arreglar todo lo que nos hicimos.
-Supongo que no estás lista para verme como amigo, o algo más. –su ceño se frunció aún más.
-Puede que sea tonta y masoquista por admitir que aún siento algo por ti –dije dando un paso atrás, con la mirada fija en él- Pero tengo orgullo. Y lo que yo haga ahora, no es de tu incumbencia.
-Rachel…
-Si no vamos a hablar de cosas profesionales, te agradecería que no me buscaras. Nunca.
Dicho eso, respiré profundamente y me encaminé a mi casillero. Él solamente se quedó de pie bajo el dintel de la puerta, mirando cómo yo hacía mi salida de escena y me perdía entre la gente que caminaba por los pasillos. Enjuagué mis escurridizas lágrimas con los dedos, realmente era orgullosa cuando se trataba de demostrarle al resto que era vulnerable. Di un respiro profundo y guardé mis libros uno por uno, pensando en lo que acababa de hacer… Ay, Finn ¿Por qué era tan inoportuno? Todo me atacaba tan de pronto, ver a Jesse y después que él se me acercara así para decirme estupideces. ¿No podía tener un día tranquilo? Ya me sentía bastante confundida, mareada y mal respecto a eso. Con el paso del tiempo había terminado por convencerme de que no había nacido ni para amar ni ser amada… Después de todo, la evidencia para creer eso era contundente.
Usualmente tomaba el autobús para irme a casa, pero estaba tan abrumada que decidí simplemente hacer una caminata. No había nadie en casa, además, mis padres habían salido a un retiro espiritual y no los esperaba hasta el jueves en la noche. “Perfecto” pensé, “Podré planear mi suicidio con tiempo”. No es que fuera una suicida empedernida, pero realmente creí que las cosas no podrían ponerse peores… Si tan solo hubiese desechado ese razonamiento de mi cabeza, no hubiese sucedido lo que pasó. Apenas llevaba unas dos calles y media desde que salí de la escuela, cuando me encontré con la sorpresa que un auto me seguía. Al principio pensé que era una coincidencia, pasa todo el tiempo que los autos van la misma dirección en la que caminas, pero la insistencia me fue asustando. Finalmente, el Bentley negro –muy brillante por cierto- llegó a mi lado, le miré con extrañeza y fue entonces cuando sentí que otra vez tendría un infarto masivo, pero esta vez en medio de una acera. La persona que bajó la ventanilla de entintados cristales era no otro más que el Sr. St James.
-¿Te doy un aventón? –preguntó con su sensual voz, que podía derretir glaciares.
-Estoy bien, no te preocupes –respondí sin detenerme.
-Vamos, me debes el no haberme dejado traerte a la escuela, al menos compláceme llevándote a casa.
Su mirada era amable, y en realidad no me gustaba deberle nada a la gente. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios, y mi paso fue disminuyendo hasta quedarme de pie junto a su auto.
-Si recuerdas donde vivo, está bien entonces –concluí.
-Cómo olvidarlo. Anda, princesa, sube.
Rodé los ojos con una sonrisa. Era el viejo Jesse, pero tenía algo nuevo, un toque extraordinario que lo hacía irreconocible a la primera. ¿Madurez? ¿Honestidad? ¿Nueva colonia? Me subí al asiento del copiloto del elegante auto, y me di licencia para maravillarme unos segundos como una niña pequeña al notar lo lujoso del auto. ¿De dónde lo había sacado? En verdad era hermoso. La cubierta de cuero blanco que tenían los asientos eran cosas que se veían solamente en la televisión, y creo que hasta tenía un DVD en los asientos traseros. Deslicé mis dedos juguetonamente por el brazo del asiento, sonriendo encantada con mi descubrimiento, escuché la risa silenciosa de Jesse y el auto volvió a moverse.
-¿De dónde sacaste esto? –pregunté con una gran sonrisa, aún fascinada
-Un regalo de los chicos del coro –respondió quitándole el Bluetooth que llevaba desde la mañana.
-Ya veo. –me puse el cinturón de seguridad mirándole por sobre mi hombro- Te volvió a crecer el cabello.
-No me lo he querido cortar, creo que se ve bien así.
-A mí me gusta.
-¿De verdad? –una media sonrisa se torció entre sus labios dirigiéndome un vistazo- Entonces, así lo dejaré si te gusta.
-Claro…
Bajé la mirada tragando saliva nuevamente. ¿Cómo podía ser que después de tanto tiempo, aun tuviese la sensación de bienestar que lograba darme? Habíamos pasado por tanto, sufrí y lloré mucho por su causa, y sin embargo mi corazón latía por él, no sin dolerme menos, pero latía a su ritmo. Qué tan obvia pude haber sido, que hizo la pregunta que esperaba no oír.
-Supe que volviste con Finn –dijo con la vista fija al frente.
Levanté la cabeza y le miré con extrañeza.
-¿De dónde sacaste eso?
-Bueno, si no mal recuerdo, después de cantar una primera canción en las Nacionales, se besaron. Fue el momento mas poco profesional que he visto a lo largo de mi carrera musical, y si me preguntas supongo que fue uno de los tantos motivos que los dejaron fuera de los 10 primeros –se encogió de hombros- Eso, y que Frankenstein no tiene capacidad vocal alguna.
-Pues no, Finn y yo no somos nada.
Una ceja se le arqueó al oírme decir eso, y me dedicó una mirada rápida de extrañeza.
-¿Por qué?
-No quisiera hablar de eso, Jesse.
-Entiendo, lo lamento.
-No te preocupes… Es sólo que, ya me ha roto el corazón tantas veces que no quiero lastimarme más.
Sus labios se fruncieron en una mueca, y el auto se detuvo. Reconocí que estábamos frente a mi casa, pero me hubiese gustado que el viaje demorara más que tan solo unos minutos. Puso el freno de mano y dejó sus anteojos de sol sobre el tablero del auto, dándome toda su atención. Yo mantuve la mirada baja, no quería verme patética frente a él.
-¿Sabes? Creo que te diste cuenta que he cambiado.
-Sí, lo noté esta mañana. Te ves más… -reí sin muchas ganas, aún sin mirarle- Ejecutivo.
-Puede ser –sonrió- pero, hay una cosa que me ha importado desde el principio y aún no me ha dejado de importar.
-¿La música?
-Tú.
Cerré mis ojos al sentir cómo mi corazón dio un fuerte latido en el centro de mi pecho.
-Jesse, yo…
-No, Rachel –me interrumpió colocando su mano sobre la mía, entonces mi corazón volvió a latir rápidamente sin piedad alguna- Esta vez no voy a atacarte. Mis sentimientos siguen intactos por ti, y si tomé este trabajo no ha sido por Vocal Adrenaline. Sí, es verdad, tuve muchos de los mejores momentos de mi vida junto a ellos, pero es solamente dinero y fama reconocida a lo largo de Estados Unidos y próximamente, el mundo. Con mi talento, podría hacer eso con cualquier grupo que me pidiera ser su consultor, pero hubo algo que me atrajo a volver –esperé a que concluyera su frase, pero no quise levantar la mirada-, y fue la simple y sencilla esperanza de volver a verte.
-Y aquí estas –dije por fin.
-Y aquí estoy –sonrió colocando su índice bajo mi mentón hasta alzar mi semblante, mirándome con la misma sinceridad que había logrado distinguir esa mañana.
-T-Tengo que irme –dije tartamudeando, mirando por sobre su hombro la ventana abierta.
-Claro –dio un suspiro sin perder su sonrisa, y se bajó del auto para abrir mi puerta.
-Supongo que nos veremos por ahí nuevamente.
-Eso tenlo por seguro.
-Entonces ¿Nos vemos?
-Nos vemos –su rostro se inclinó peligrosamente sobre el mío, y depositó un suave beso en mi mejilla derecha. En mis manos dejó un papel, y me guiñó el ojo antes de volver a montarse en el auto y retomar su rumbo.
Lo miré alejarse a paso rápido, aún parada frente al jardín de mi casa. Miré el papel con curiosidad, y una tímida sonrisa se dibujó en mis labios; me había dado su tarjeta de presentación: “Jesse St James, Consultor de coros/ Cantante.” Debajo de eso, su número escrito y un adorable “Llámame” con su perfecta caligrafía.
Bueno, aquí la nueva actualización (: ¡Cuéntenle a sus amigos y diganles de mi Fic! *o*
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III
Esto es incómodo.
Esto es incómodo.
-Insisto que si fuera por hacer canciones de Aretha Franklin, solamente tú podrías lucir tu voz, Mercedes.
-¿Entonces solamente tú puedes interpretar canciones que te gustan y yo me veré condenada a gritar las notas finales en cada presentación que hagamos? No lo creo.
-Bájale a tu temperamento, Beyoncé.
-¡Chicos! ¡Chicos, calma! –intervino finalmente el Sr. Schuester- Consideraremos la propuesta de Mercedes para nuestra próxima presentación en las Eliminatorias ¿Sí? Tranquilícense un poco.
Habíamos empezado con el pie izquierdo. El punto de Quinn era fuerte, realmente era cierto que si hacíamos solamente canciones de Aretha Franklin para la competencia, solamente Mercedes sería la estrella. Por otro lado, ella siempre era la que le daba el “toque final” a las canciones, y merecía un momento para brillar por cuenta propia. A mí en lo personal me daba igual, estaba más que distraída pensando en el episodio de la cafetería, y por alguna razón no podía darme vuelta porque sentía que la mirada de los ojos azules de Kurt me taladraba la espalda. ¿Estaría condenada por todo el resto de la semana a los cometarios en mi propia cara sobre mi encuentro cercano con el Sr. St James? Seguramente así sería, y más porque haciendo de consultor para Vocal Adrenaline me lo tendría que encontrar seguido por la calle. ¿Qué tenía eso de malo? Nada en realidad, salvo que mi vida estaría condenada a una suerte de espada y pared por lo que queda de eternidad. Me limité a sonreír cuando escuché la lista de canciones que finalmente haríamos, cosa a la cual ni puse atención y era bastante extraño. ¿Yo? ¿Callada durante todo el ensayo? Inusual, totalmente raro y seguramente una señal de que el fin del mundo se acercaba. Me hubiese encantado pensar que el resto no había notado mi anormal comportamiento, pero eran cosas imposibles. Apenas sonó el timbre que indicaba que debíamos irnos, salí corriendo de ahí. Tenía que escaparme lo antes posible, de lo contrario vendría la gran avalancha de “Que rayos sucede contigo”… Una mano se colocó sobre mi antebrazo y me obligó a quedarme quieta. ¿Por qué no fui más rápida? Ahora vendrían las preguntas incómodas, y para hacerlo aún peor, era Finn quien sostenía su mano sobre mi brazo.
Me quedé viéndole unos segundos, procesando qué podía ser lo que él quisiera, y me perdí un momento en su expresión de niño bueno. Repasé sus rasgos faciales, la brillantez de esas pupilas mirándome, examinándome, sus labios rosados curvados en una sonrisa torpe y, por supuesto, lo alto que quedaban del piso. Siempre que estaba cerca de mi me sentía enana, pero con el paso del tiempo y las experiencias que había vivido, simplemente tenía resuelto el acostumbrarme a eso. Tartamudeé un poco cuando por fin reaccioné de mi divagación, y logré articular palabras coherentes.
-Finn –dije a modo de saludo, encogiéndome de hombros con cierto nerviosismo incontrolable.
-Hey, Rach –saludó soltando mi brazo- Me preguntaba… ¿Te pasa algo?
-¿A mí? –me alarmé un poco mirándole con una sonrisa algo neurótica- Absolutamente nada, estoy perfectamente bien. ¿Por qué?
Rió entre dientes frunciendo el ceño con una ceja arqueada.
-Bueno, creo que es la primera vez que te veo tan callada en mi vida.
-Es que no tenía nada que decir.
-Otra cosa rara en ti –volvió a reírse en voz baja- ¿Estás segura de que estás bien?
-Por qué debería estar mal, según tú.
-No lo sé, quizás por… Nosotros… Todo lo que pasó en Nueva York. Deberíamos discutirlo, salir alguna vez.
Ahí vamos de nuevo. La vieja conversación que ya tantas veces había tenido.
-Finn, sabes lo que significas para mí, pero también tienes que entender que no voy a llorarte toda la vida.
-No quise decir eso.
-¿Y qué querías decir entonces? –tragué saliva tortuosamente, aferrándome a los libros que traía entre mis brazos- ¿Me dirás que todavía me amas? ¿Me dirás que estás arrepentido solo para volver con Quinn después de ilusionarme?
-Rachel, nos besamos en la biblioteca al final del semestre.
-Y pensaste que eso lo arreglaría todo entre nosotros ¿Cierto?
-Bueno, pues –se veía confundido- Sí, eso pensé.
-Fue sólo un beso, Finn –dije mirándolo al negar con la cabeza lentamente, no quería llorar ni quebrarme frente a él- Un beso no va a arreglar todo lo que nos hicimos.
-Supongo que no estás lista para verme como amigo, o algo más. –su ceño se frunció aún más.
-Puede que sea tonta y masoquista por admitir que aún siento algo por ti –dije dando un paso atrás, con la mirada fija en él- Pero tengo orgullo. Y lo que yo haga ahora, no es de tu incumbencia.
-Rachel…
-Si no vamos a hablar de cosas profesionales, te agradecería que no me buscaras. Nunca.
Dicho eso, respiré profundamente y me encaminé a mi casillero. Él solamente se quedó de pie bajo el dintel de la puerta, mirando cómo yo hacía mi salida de escena y me perdía entre la gente que caminaba por los pasillos. Enjuagué mis escurridizas lágrimas con los dedos, realmente era orgullosa cuando se trataba de demostrarle al resto que era vulnerable. Di un respiro profundo y guardé mis libros uno por uno, pensando en lo que acababa de hacer… Ay, Finn ¿Por qué era tan inoportuno? Todo me atacaba tan de pronto, ver a Jesse y después que él se me acercara así para decirme estupideces. ¿No podía tener un día tranquilo? Ya me sentía bastante confundida, mareada y mal respecto a eso. Con el paso del tiempo había terminado por convencerme de que no había nacido ni para amar ni ser amada… Después de todo, la evidencia para creer eso era contundente.
Usualmente tomaba el autobús para irme a casa, pero estaba tan abrumada que decidí simplemente hacer una caminata. No había nadie en casa, además, mis padres habían salido a un retiro espiritual y no los esperaba hasta el jueves en la noche. “Perfecto” pensé, “Podré planear mi suicidio con tiempo”. No es que fuera una suicida empedernida, pero realmente creí que las cosas no podrían ponerse peores… Si tan solo hubiese desechado ese razonamiento de mi cabeza, no hubiese sucedido lo que pasó. Apenas llevaba unas dos calles y media desde que salí de la escuela, cuando me encontré con la sorpresa que un auto me seguía. Al principio pensé que era una coincidencia, pasa todo el tiempo que los autos van la misma dirección en la que caminas, pero la insistencia me fue asustando. Finalmente, el Bentley negro –muy brillante por cierto- llegó a mi lado, le miré con extrañeza y fue entonces cuando sentí que otra vez tendría un infarto masivo, pero esta vez en medio de una acera. La persona que bajó la ventanilla de entintados cristales era no otro más que el Sr. St James.
-¿Te doy un aventón? –preguntó con su sensual voz, que podía derretir glaciares.
-Estoy bien, no te preocupes –respondí sin detenerme.
-Vamos, me debes el no haberme dejado traerte a la escuela, al menos compláceme llevándote a casa.
Su mirada era amable, y en realidad no me gustaba deberle nada a la gente. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios, y mi paso fue disminuyendo hasta quedarme de pie junto a su auto.
-Si recuerdas donde vivo, está bien entonces –concluí.
-Cómo olvidarlo. Anda, princesa, sube.
Rodé los ojos con una sonrisa. Era el viejo Jesse, pero tenía algo nuevo, un toque extraordinario que lo hacía irreconocible a la primera. ¿Madurez? ¿Honestidad? ¿Nueva colonia? Me subí al asiento del copiloto del elegante auto, y me di licencia para maravillarme unos segundos como una niña pequeña al notar lo lujoso del auto. ¿De dónde lo había sacado? En verdad era hermoso. La cubierta de cuero blanco que tenían los asientos eran cosas que se veían solamente en la televisión, y creo que hasta tenía un DVD en los asientos traseros. Deslicé mis dedos juguetonamente por el brazo del asiento, sonriendo encantada con mi descubrimiento, escuché la risa silenciosa de Jesse y el auto volvió a moverse.
-¿De dónde sacaste esto? –pregunté con una gran sonrisa, aún fascinada
-Un regalo de los chicos del coro –respondió quitándole el Bluetooth que llevaba desde la mañana.
-Ya veo. –me puse el cinturón de seguridad mirándole por sobre mi hombro- Te volvió a crecer el cabello.
-No me lo he querido cortar, creo que se ve bien así.
-A mí me gusta.
-¿De verdad? –una media sonrisa se torció entre sus labios dirigiéndome un vistazo- Entonces, así lo dejaré si te gusta.
-Claro…
Bajé la mirada tragando saliva nuevamente. ¿Cómo podía ser que después de tanto tiempo, aun tuviese la sensación de bienestar que lograba darme? Habíamos pasado por tanto, sufrí y lloré mucho por su causa, y sin embargo mi corazón latía por él, no sin dolerme menos, pero latía a su ritmo. Qué tan obvia pude haber sido, que hizo la pregunta que esperaba no oír.
-Supe que volviste con Finn –dijo con la vista fija al frente.
Levanté la cabeza y le miré con extrañeza.
-¿De dónde sacaste eso?
-Bueno, si no mal recuerdo, después de cantar una primera canción en las Nacionales, se besaron. Fue el momento mas poco profesional que he visto a lo largo de mi carrera musical, y si me preguntas supongo que fue uno de los tantos motivos que los dejaron fuera de los 10 primeros –se encogió de hombros- Eso, y que Frankenstein no tiene capacidad vocal alguna.
-Pues no, Finn y yo no somos nada.
Una ceja se le arqueó al oírme decir eso, y me dedicó una mirada rápida de extrañeza.
-¿Por qué?
-No quisiera hablar de eso, Jesse.
-Entiendo, lo lamento.
-No te preocupes… Es sólo que, ya me ha roto el corazón tantas veces que no quiero lastimarme más.
Sus labios se fruncieron en una mueca, y el auto se detuvo. Reconocí que estábamos frente a mi casa, pero me hubiese gustado que el viaje demorara más que tan solo unos minutos. Puso el freno de mano y dejó sus anteojos de sol sobre el tablero del auto, dándome toda su atención. Yo mantuve la mirada baja, no quería verme patética frente a él.
-¿Sabes? Creo que te diste cuenta que he cambiado.
-Sí, lo noté esta mañana. Te ves más… -reí sin muchas ganas, aún sin mirarle- Ejecutivo.
-Puede ser –sonrió- pero, hay una cosa que me ha importado desde el principio y aún no me ha dejado de importar.
-¿La música?
-Tú.
Cerré mis ojos al sentir cómo mi corazón dio un fuerte latido en el centro de mi pecho.
-Jesse, yo…
-No, Rachel –me interrumpió colocando su mano sobre la mía, entonces mi corazón volvió a latir rápidamente sin piedad alguna- Esta vez no voy a atacarte. Mis sentimientos siguen intactos por ti, y si tomé este trabajo no ha sido por Vocal Adrenaline. Sí, es verdad, tuve muchos de los mejores momentos de mi vida junto a ellos, pero es solamente dinero y fama reconocida a lo largo de Estados Unidos y próximamente, el mundo. Con mi talento, podría hacer eso con cualquier grupo que me pidiera ser su consultor, pero hubo algo que me atrajo a volver –esperé a que concluyera su frase, pero no quise levantar la mirada-, y fue la simple y sencilla esperanza de volver a verte.
-Y aquí estas –dije por fin.
-Y aquí estoy –sonrió colocando su índice bajo mi mentón hasta alzar mi semblante, mirándome con la misma sinceridad que había logrado distinguir esa mañana.
-T-Tengo que irme –dije tartamudeando, mirando por sobre su hombro la ventana abierta.
-Claro –dio un suspiro sin perder su sonrisa, y se bajó del auto para abrir mi puerta.
-Supongo que nos veremos por ahí nuevamente.
-Eso tenlo por seguro.
-Entonces ¿Nos vemos?
-Nos vemos –su rostro se inclinó peligrosamente sobre el mío, y depositó un suave beso en mi mejilla derecha. En mis manos dejó un papel, y me guiñó el ojo antes de volver a montarse en el auto y retomar su rumbo.
Lo miré alejarse a paso rápido, aún parada frente al jardín de mi casa. Miré el papel con curiosidad, y una tímida sonrisa se dibujó en mis labios; me había dado su tarjeta de presentación: “Jesse St James, Consultor de coros/ Cantante.” Debajo de eso, su número escrito y un adorable “Llámame” con su perfecta caligrafía.
Pany St James****** - Mensajes : 314
Fecha de inscripción : 02/08/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Me gusto!
Rachel no volvio con Finn... me alegra :D
Rachel se encontro con Jesse camino a su casa!
y a Jesse aun le importa Rachel!!
¿Te doy un aventón? –preguntó con su sensual voz, que podía derretir glaciares.
yo me derrito con su voz!!1
Espero tu próxima actualización!
Rachel no volvio con Finn... me alegra :D
Rachel se encontro con Jesse camino a su casa!
y a Jesse aun le importa Rachel!!
¿Te doy un aventón? –preguntó con su sensual voz, que podía derretir glaciares.
yo me derrito con su voz!!1
Espero tu próxima actualización!
Juliet st James- Nayaholic
-
Mensajes : 1979
Fecha de inscripción : 31/05/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Gran tarjeta de presentacion la de Jesse xD
Aw, en cierta forma asi debio ser cuando volvieron de New York, nada de que poof! Jesse desaparecio del planeta luego de ver como Rachel y Finn se besaban en la competencia
Espero la actualizacion :O!
Aw, en cierta forma asi debio ser cuando volvieron de New York, nada de que poof! Jesse desaparecio del planeta luego de ver como Rachel y Finn se besaban en la competencia
Espero la actualizacion :O!
CocoP-*- - Mensajes : 2755
Fecha de inscripción : 08/02/2011
Edad : 34
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Pany genial el capitulo
Rachel por primera vez en su vida sin decir ni una sola palabra lo que provoca jesse jaja
Esa es rachel muy bien¡¡ que bueno que rechazo a finn
y de regreso a casa se encontro con jesse ehh
Espero actualizacion
Rachel por primera vez en su vida sin decir ni una sola palabra lo que provoca jesse jaja
Esa es rachel muy bien¡¡ que bueno que rechazo a finn
y de regreso a casa se encontro con jesse ehh
Espero actualizacion
♥Judith********- - Mensajes : 668
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
si yo fuera rachel ya estaria llamando a jesse xD, sige actualizando muy buen fic :D
la.dori*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
jajaj está muy bueno!!! sin duda se merece otro capitulo más :) aah y... ya hice un nuevo capítulo del mio de paso andá ¡gracias! te gustará el nuevo capítulo porque en el pasan cosas inesperadas pero ya no puedo decir más porque te estaría contando de más jajajja :)
http://www.gleeklatino.com/t8931-fanfic-un-amor-imposible
http://www.gleeklatino.com/t8931-fanfic-un-amor-imposible
pauukras********- - Mensajes : 639
Fecha de inscripción : 03/08/2011
Edad : 23
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Gracias por sus comentarios chiquiturris <3 Pasenle el dato del fic a sus amigos d2 quiero hartos lectores ksjd. Se viene el 5 capítulo (:
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Miércoles por la noche. A esta hora la gente común y corriente se dedica a cenar, a ver la televisión, o darse un tiempo para relajarse antes de ir a dormir… Si tan solo yo fuera normal. Ahí estaba yo, caminando en círculos en mi habitación con la tarjeta de presentación que Jesse me había dado hacía apenas dos días, y buscando una excusa que me permitiera llamarle. “Llamar o no llamar, ésa es la cuestión” pensé en mi fuero interno. Mis dientes lograban rechinar del nerviosismo que me invadía, y mis ojos se deslizaban por toda la pared rosa en la que se ubicaba la mesita que sostenía el teléfono. Llegaba a picar la palma de mi mano por levantar el auricular y marcarle, quizás solamente querría escuchar su voz y así me sentiría más tranquila, cortaría de inmediato y… Y quedaría como una estúpida gallina. ¿De verdad, Rachel? ¿De verdad serías capaz de hacer esa tontería? Sí, si era capaz, pero no me iba a poner como una loca de remate frente a él. Lo cierto es que tenía unas ganas locas de simplemente verle, salir con juntos, reírnos por cosas que solamente los dos entendíamos.
Suspiré cerrando los ojos un momento, y me dejé caer en la suavidad de mi cama. Apoyé la cabeza entre los cojines acolchados y dejé divagar mi mente por rincones que me prometí a mi misma no volver a explorar. Recordé esa vez, antes de ir a las Nacionales cuando me buscó en el auditorio. Fue una sorpresa sin duda alguna, y despertó en mis sentimientos que no me había tocado experimentar hace tiempo: Desconcierto, una pizca de alegría, tristeza contenida, pero sobre todo, me sentí reacia siquiera a acercármele. Pensar que ahora había vuelto distinto, cambiado, y se notaba en el tono de su voz al decirme que era yo quien le importaba, y que estaría para mí. ¿Sería que finalmente estaba convenciéndome a mi misma de olvidar a Finn? Porque, siendo sincera, mis sentimientos hacía él aún eran fuertes… Pero, las alegrías que pasaba con él eran nada comparadas a las que me dio Jesse, aún cuando me hubiese mentido y humillado en pleno estacionamiento. ¿Pudiera ser que mi corazón me pidiera darme una oportunidad con él después de todo? Giré la cabeza aún pensativa, y quedé mirando unos segundos más el teléfono. Una luminaria apareció en mi mente, y con ella, la decisión. Me levanté aún tanteando, nerviosa con la idea de llamarle, pero algo en la perfecta caligrafía con que estaba escrita la palabra “Llámame” al pie de esa tarjeta, me dio el coraje necesario para hacerlo. Hum, “coraje”. Eso me recordaba a Kurt y a Blaine… Eran mi pareja modelo, sin importar qué obstáculo se les presentara, seguían queriéndose como un par de locos inconscientes de que existían otras personas en el mundo. Incluso cuando estaban juntos y yo ahí en el medio, me sentía tan avergonzada por el grado de intimidad y entrega que eran capaces de darse en una sola mirada, que quería decir “Te amo” de tantas formas en un idioma aún desconocido para mí.
De vuelta a la realidad, mis pantuflas de conejito se deslizaron por el suelo como si éste estuviera cayéndose, casi haciendo equilibrio entre las tablas del piso de madera. Extendí mis dedos temblando hacia el teléfono, y antes de que me arrepintiera, marqué el número que describía la dichosa tarjeta entre mis dedos. Cerré los ojos cuando escuché el tono de marcar, y tragué saliva a la espera de una respuesta. Mis ojos se abrieron de golpe apenas contestó al otro lado de la línea.
-Jesse St James, consultor de coros. –contestó con voz cantarina.
-Hola –dije con timidez, sentándome al borde de la cama.
-Rachel –su tono cambió drásticamente- No esperaba que me llamaras.
-¿Es… un mal momento?
-¡No! No, para nada. Solamente estaba en mi escritorio ordenando unos documentos que necesitaba –su volumen se fue calmando- ¿Cómo estás, princesa?
-Bien, bastante bien ¿Y tú?
-Cansado, pero me da gusto saber de ti… Sinceramente no creí que me harías caso cuando te entregué esa tarjeta.
-Yo tampoco –comencé a jugar con las orejas de uno de mis peluches- Pero, no lo sé.
-Ya veo. ¿Cómo estás con New Directions? ¿Los chicos? ¿Finn?
Mi garganta se apretó y fruncí el ceño.
-Ya las cosas están calmándose un poco, pero con Finn todo está igual.
Se produjo un silencio incómodo, seguido de un suspiro del otro lado del teléfono.
-Rachel, sabes que te extraño.
-Jesse…
-He crecido mucho –su voz se tornó un poco triste- He viajado, conocido personas, aprendido a actuar y derrochado talento por donde caminé. Hay cosas que en mi han evolucionado, pero hay muchas que siguen igual.
-Tu cabello, por ejemplo –una pequeña risa escapó de mis labios.
-Mi cabello, por ejemplo –su melodiosa risa traspasó el teléfono e hizo que mi corazón latiera más rápido.
-Y que sigues siendo tan humilde como siempre.
-Se te pegó el sarcasmo de tu amiguito – ¿Hablaba de Kurt?
-Eso creo, desde Nueva York que nos hemos acercado un poco más.
-Me alegro. ¿Sabes? Ese día en Lima Beans sentí como casi sacaba de sus botas Prada una bazuca y me la lanzaba directo al pecho para que me alejara de ti.
-Lo siento, es que Kurt es un poco…
-No te disculpes conmigo –su voz sonó burlona- Soy capaz de soportar muchas cosas por ti.
-A veces no entiendo por qué tienes tanta paciencia conmigo, la gente suele cansarse de mí.
-Porque en ti veo mucho de mí, y me dan ganas de abrazarte para no soltarte más.
Una sonrisa se esbozó en mi rostro con timidez.
-Tú también crees que soy debilucha.
-Creo que eres la segunda persona más fuerte que conozco en esta tierra.
-¿Y la primera?
-Estás hablando con ella.
Reímos.
-Supongo que te estoy quitando tiempo –susurré.
-Si lo pierdo contigo, es tiempo bien gastado. ¿Estás sola?
-Mis papás fueron a un retiro espiritual hasta mañana.
-Oh que bien. Entonces no te molestará asomar la cabeza por tu ventana.
Mis piernas comenzaron a temblar y mi cara se descompuso hasta dejar mis ojos tan abiertos como un par de platos. “Que no sea lo que estoy pensando” pedí en mi fuero interno mientras me ponía de pie con las piernas tan frágiles como gelatina de limón y el teléfono aún entre las manos. Paso tras paso tragué saliva sonoramente, entrecerrando los ojos con cierto pánico y expectación, abrí el ventanal y mi corazón comenzó a latir desaforadamente cuando divisé el Bentley negro estacionado frente al jardín delantero, y la sonrisa de Jesse que destacaba entre la oscuridad de la noche. Fue inevitable mi reacción, comencé a reír alegremente y se agolpó la sangre en mi rostro. ¡Estaba ahí! Había venido a verme de improviso, sorprendiéndome como solamente él sabía hacerlo. Me llevé la mano al pecho sonriente, fijándome en cómo se disponía a trepar por la pared.
¿Era esto real? Me sentía como Rapunzel, esperando en mi balcón a que mi príncipe trepara gallardo por mi cabello, pero esta vez eso estaba reemplazado por las enredaderas de la muralla y yo no tenía el pelo tan largo. Ah, y tampoco era rubia. Era como una Rapunzel muy judía, y mi príncipe no venía en caballo, sino en un auto caro. Tampoco era una princesa, pero ¡Qué importa! Había venido a verme, solamente a mí. Me quedé paralizada una vez que consiguió quedarse de pie en el balcón, jadeando por el esfuerzo de haber subido. No supe exactamente qué decir, pero apenas sentí su mano sobre mi rostro, me di cuenta que en realidad no tenía que decir nada. “Alguien pellízqueme” pensé sin caber dentro de mi propia felicidad. Di un paso hacia el frente y acurruqué mi cabeza en su hombro, rozando la nariz en su cuello y dando un respiro profundo que infundió paz al resto de mi cuerpo. Los brazos de Jesse se estrecharon a mi alrededor, y cerró los ojos exhalando de la misma manera que yo lo hice.
-¿Qué haces aquí? –pregunté sin poder borrar la sonrisa que llegaba a ser de estupidez.
-Te responderé con otra pregunta –murmuró deslizando sus dedos entre mi lacio cabello- ¿Qué hace el príncipe cuando anhela ver a su princesa?
-Monta su Bentley y cruza Lima para llegar al hermoso castillo de dos pisos para trepar hasta su ventanal –reí meneando la cabeza.
-Sonaba más poético en mi mente –alzó una ceja apoyando sus tersos labios sobre mi frente.
Mis mejillas se ruborizaron aún más, y mi cuerpo comenzó a flotar como una nube en el cielo.
-Te… Te extrañaba.
-Yo también, Rachel –susurró en mi oído.
Levanté mi mirada hacia él, quien besó mi nariz con ternura. Me recordó un poco a mis papás ¿Cuándo fue la última vez que me había sentido así de tranquila, tan dichosa?
-Me alegra que hayas venido, aunque te tengas que quedar poco por la hora.
-No tengo nada que me haga volver a casa temprano.
-¿Dices q-que te quedarás esta noche? –tragué saliva nerviosa.
-Por supuesto. Claro, si no te molesta, pero puedo irme si te da problemas.
Negué con la cabeza enérgicamente aún riendo.
-Quédate.
-----------------------------------
V
"Romeo, Romeo"
"Romeo, Romeo"
Miércoles por la noche. A esta hora la gente común y corriente se dedica a cenar, a ver la televisión, o darse un tiempo para relajarse antes de ir a dormir… Si tan solo yo fuera normal. Ahí estaba yo, caminando en círculos en mi habitación con la tarjeta de presentación que Jesse me había dado hacía apenas dos días, y buscando una excusa que me permitiera llamarle. “Llamar o no llamar, ésa es la cuestión” pensé en mi fuero interno. Mis dientes lograban rechinar del nerviosismo que me invadía, y mis ojos se deslizaban por toda la pared rosa en la que se ubicaba la mesita que sostenía el teléfono. Llegaba a picar la palma de mi mano por levantar el auricular y marcarle, quizás solamente querría escuchar su voz y así me sentiría más tranquila, cortaría de inmediato y… Y quedaría como una estúpida gallina. ¿De verdad, Rachel? ¿De verdad serías capaz de hacer esa tontería? Sí, si era capaz, pero no me iba a poner como una loca de remate frente a él. Lo cierto es que tenía unas ganas locas de simplemente verle, salir con juntos, reírnos por cosas que solamente los dos entendíamos.
Suspiré cerrando los ojos un momento, y me dejé caer en la suavidad de mi cama. Apoyé la cabeza entre los cojines acolchados y dejé divagar mi mente por rincones que me prometí a mi misma no volver a explorar. Recordé esa vez, antes de ir a las Nacionales cuando me buscó en el auditorio. Fue una sorpresa sin duda alguna, y despertó en mis sentimientos que no me había tocado experimentar hace tiempo: Desconcierto, una pizca de alegría, tristeza contenida, pero sobre todo, me sentí reacia siquiera a acercármele. Pensar que ahora había vuelto distinto, cambiado, y se notaba en el tono de su voz al decirme que era yo quien le importaba, y que estaría para mí. ¿Sería que finalmente estaba convenciéndome a mi misma de olvidar a Finn? Porque, siendo sincera, mis sentimientos hacía él aún eran fuertes… Pero, las alegrías que pasaba con él eran nada comparadas a las que me dio Jesse, aún cuando me hubiese mentido y humillado en pleno estacionamiento. ¿Pudiera ser que mi corazón me pidiera darme una oportunidad con él después de todo? Giré la cabeza aún pensativa, y quedé mirando unos segundos más el teléfono. Una luminaria apareció en mi mente, y con ella, la decisión. Me levanté aún tanteando, nerviosa con la idea de llamarle, pero algo en la perfecta caligrafía con que estaba escrita la palabra “Llámame” al pie de esa tarjeta, me dio el coraje necesario para hacerlo. Hum, “coraje”. Eso me recordaba a Kurt y a Blaine… Eran mi pareja modelo, sin importar qué obstáculo se les presentara, seguían queriéndose como un par de locos inconscientes de que existían otras personas en el mundo. Incluso cuando estaban juntos y yo ahí en el medio, me sentía tan avergonzada por el grado de intimidad y entrega que eran capaces de darse en una sola mirada, que quería decir “Te amo” de tantas formas en un idioma aún desconocido para mí.
De vuelta a la realidad, mis pantuflas de conejito se deslizaron por el suelo como si éste estuviera cayéndose, casi haciendo equilibrio entre las tablas del piso de madera. Extendí mis dedos temblando hacia el teléfono, y antes de que me arrepintiera, marqué el número que describía la dichosa tarjeta entre mis dedos. Cerré los ojos cuando escuché el tono de marcar, y tragué saliva a la espera de una respuesta. Mis ojos se abrieron de golpe apenas contestó al otro lado de la línea.
-Jesse St James, consultor de coros. –contestó con voz cantarina.
-Hola –dije con timidez, sentándome al borde de la cama.
-Rachel –su tono cambió drásticamente- No esperaba que me llamaras.
-¿Es… un mal momento?
-¡No! No, para nada. Solamente estaba en mi escritorio ordenando unos documentos que necesitaba –su volumen se fue calmando- ¿Cómo estás, princesa?
-Bien, bastante bien ¿Y tú?
-Cansado, pero me da gusto saber de ti… Sinceramente no creí que me harías caso cuando te entregué esa tarjeta.
-Yo tampoco –comencé a jugar con las orejas de uno de mis peluches- Pero, no lo sé.
-Ya veo. ¿Cómo estás con New Directions? ¿Los chicos? ¿Finn?
Mi garganta se apretó y fruncí el ceño.
-Ya las cosas están calmándose un poco, pero con Finn todo está igual.
Se produjo un silencio incómodo, seguido de un suspiro del otro lado del teléfono.
-Rachel, sabes que te extraño.
-Jesse…
-He crecido mucho –su voz se tornó un poco triste- He viajado, conocido personas, aprendido a actuar y derrochado talento por donde caminé. Hay cosas que en mi han evolucionado, pero hay muchas que siguen igual.
-Tu cabello, por ejemplo –una pequeña risa escapó de mis labios.
-Mi cabello, por ejemplo –su melodiosa risa traspasó el teléfono e hizo que mi corazón latiera más rápido.
-Y que sigues siendo tan humilde como siempre.
-Se te pegó el sarcasmo de tu amiguito – ¿Hablaba de Kurt?
-Eso creo, desde Nueva York que nos hemos acercado un poco más.
-Me alegro. ¿Sabes? Ese día en Lima Beans sentí como casi sacaba de sus botas Prada una bazuca y me la lanzaba directo al pecho para que me alejara de ti.
-Lo siento, es que Kurt es un poco…
-No te disculpes conmigo –su voz sonó burlona- Soy capaz de soportar muchas cosas por ti.
-A veces no entiendo por qué tienes tanta paciencia conmigo, la gente suele cansarse de mí.
-Porque en ti veo mucho de mí, y me dan ganas de abrazarte para no soltarte más.
Una sonrisa se esbozó en mi rostro con timidez.
-Tú también crees que soy debilucha.
-Creo que eres la segunda persona más fuerte que conozco en esta tierra.
-¿Y la primera?
-Estás hablando con ella.
Reímos.
-Supongo que te estoy quitando tiempo –susurré.
-Si lo pierdo contigo, es tiempo bien gastado. ¿Estás sola?
-Mis papás fueron a un retiro espiritual hasta mañana.
-Oh que bien. Entonces no te molestará asomar la cabeza por tu ventana.
Mis piernas comenzaron a temblar y mi cara se descompuso hasta dejar mis ojos tan abiertos como un par de platos. “Que no sea lo que estoy pensando” pedí en mi fuero interno mientras me ponía de pie con las piernas tan frágiles como gelatina de limón y el teléfono aún entre las manos. Paso tras paso tragué saliva sonoramente, entrecerrando los ojos con cierto pánico y expectación, abrí el ventanal y mi corazón comenzó a latir desaforadamente cuando divisé el Bentley negro estacionado frente al jardín delantero, y la sonrisa de Jesse que destacaba entre la oscuridad de la noche. Fue inevitable mi reacción, comencé a reír alegremente y se agolpó la sangre en mi rostro. ¡Estaba ahí! Había venido a verme de improviso, sorprendiéndome como solamente él sabía hacerlo. Me llevé la mano al pecho sonriente, fijándome en cómo se disponía a trepar por la pared.
¿Era esto real? Me sentía como Rapunzel, esperando en mi balcón a que mi príncipe trepara gallardo por mi cabello, pero esta vez eso estaba reemplazado por las enredaderas de la muralla y yo no tenía el pelo tan largo. Ah, y tampoco era rubia. Era como una Rapunzel muy judía, y mi príncipe no venía en caballo, sino en un auto caro. Tampoco era una princesa, pero ¡Qué importa! Había venido a verme, solamente a mí. Me quedé paralizada una vez que consiguió quedarse de pie en el balcón, jadeando por el esfuerzo de haber subido. No supe exactamente qué decir, pero apenas sentí su mano sobre mi rostro, me di cuenta que en realidad no tenía que decir nada. “Alguien pellízqueme” pensé sin caber dentro de mi propia felicidad. Di un paso hacia el frente y acurruqué mi cabeza en su hombro, rozando la nariz en su cuello y dando un respiro profundo que infundió paz al resto de mi cuerpo. Los brazos de Jesse se estrecharon a mi alrededor, y cerró los ojos exhalando de la misma manera que yo lo hice.
-¿Qué haces aquí? –pregunté sin poder borrar la sonrisa que llegaba a ser de estupidez.
-Te responderé con otra pregunta –murmuró deslizando sus dedos entre mi lacio cabello- ¿Qué hace el príncipe cuando anhela ver a su princesa?
-Monta su Bentley y cruza Lima para llegar al hermoso castillo de dos pisos para trepar hasta su ventanal –reí meneando la cabeza.
-Sonaba más poético en mi mente –alzó una ceja apoyando sus tersos labios sobre mi frente.
Mis mejillas se ruborizaron aún más, y mi cuerpo comenzó a flotar como una nube en el cielo.
-Te… Te extrañaba.
-Yo también, Rachel –susurró en mi oído.
Levanté mi mirada hacia él, quien besó mi nariz con ternura. Me recordó un poco a mis papás ¿Cuándo fue la última vez que me había sentido así de tranquila, tan dichosa?
-Me alegra que hayas venido, aunque te tengas que quedar poco por la hora.
-No tengo nada que me haga volver a casa temprano.
-¿Dices q-que te quedarás esta noche? –tragué saliva nerviosa.
-Por supuesto. Claro, si no te molesta, pero puedo irme si te da problemas.
Negué con la cabeza enérgicamente aún riendo.
-Quédate.
Pany St James****** - Mensajes : 314
Fecha de inscripción : 02/08/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
me encanto el capitulo
pobre rachel esta muy confundida
jesse es perfecto:heart: lo adoro
pobre rachel esta muy confundida
jesse es perfecto:heart: lo adoro
diana de mitchel** - Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 14/08/2011
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Aw! Que romantico Jesse, siempre pense que Jesse, bajo todo ese cabello era romantico y dulce, perfecto para Rachel y su adiccion al drama
Que lindo
Espero la actualizacion Pany!
Que lindo
Espero la actualizacion Pany!
CocoP-*- - Mensajes : 2755
Fecha de inscripción : 08/02/2011
Edad : 34
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Awww!! Me encanto
Jesse tan tierno y romántico
Me mato cuando comenzó a subir por el balcón
para poder estar con su princesa.
Espero tu próxima actualización!
Saludos :D
Jesse tan tierno y romántico
Me mato cuando comenzó a subir por el balcón
para poder estar con su princesa.
Espero tu próxima actualización!
Saludos :D
Juliet st James- Nayaholic
-
Mensajes : 1979
Fecha de inscripción : 31/05/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
ayy jesse es tan maduro y tan lindo!!! :D es perfecto!!!
la.dori*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Pany Esta Genial tu fic
Me encanto el capitulo
ohh jesse tan lindo y romantico
estaba afuera de la casa de Rachel
Y Rachel es Rapunzel muy judia jaj
Espero el siguiente capitulo
Me encanto el capitulo
ohh jesse tan lindo y romantico
estaba afuera de la casa de Rachel
Y Rachel es Rapunzel muy judia jaj
Espero el siguiente capitulo
♥Judith********- - Mensajes : 668
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
¡Gracias por sus comentarios! Les dejo mi V capítulo :3 Se viene el VI y próximamente un fic Klaine :'D Corran la voz :B <3
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-Y me dijeron que podría ser una gran estrella de reality, o ser juez de uno.
Jesse sonaba muy pagado de sí mismo. Me había contado todo sobre su tiempo en Los Ángeles y Nueva York, las personas que había conocido, los lugares que había visto, su trabajo, lo que había hecho y dicho. Todo lo que había vivido en el tiempo que no nos vimos llegó a mis oídos esa noche. Me lo quedé viendo embobada, había algo familiar que a la vez me resultaba nuevo y fascinante, pero mi corazón sentía lo mismo que sentí la primera vez que me miró a los ojos. Realmente era con él con quien podía tener horas y horas de charlas con o sin sentido, hablando de cosas cruciales como poder alcanzar un Si bemol y sostenerlo, o tan estúpidas como el ruido que hacen las pajillas cuando las doblas. Sí, podía conversar absolutamente de cualquier tema con él, y eso siempre lo había valorado. Tenía tantos recuerdos a su lado, algunos tan hermosos y otros que hubiese querido quemar, y arrojar sus cenizas al mar. Era una mezcla de sentimientos encontrados impresionante la que me provocaba tener a Jesse tan cerca de mí, una añoranza que dejaba de ser, un dolorcito que parecía emerger, una alegría que parecía renacer. Qué ganas de recordar los viejos tiempos, pero a la vez tenía que ser realista: había pasado mucho ya, y aún tenía asuntos sin resolver, un cabo suelto que me perseguiría infinitamente a menos que hiciera algo al respecto. Me dolía el pecho de pensar siquiera en su nombre, pero tarde o temprano tendría que verle la cara, después de todo es mi compañero de labores ¿Qué haría con eso? ¿Cómo puedo olvidar tantas heridas y perdonar?
A veces, cuando te han lastimado de tantas maneras y demasiadas veces, le duele al corazón latir al mismo compás de todos los días. Cuando los recuerdos son pan de cada día, y viene la gran pregunta “Qué hubiese pasado si…” Y así me sentía yo. ¿Qué hubiese pasado si Finn hubiese peleado por mí? Seguramente no estaría en este momento al lado de Jesse, estaría quizás con otras personas, pensando otras cosas, sintiendo de una forma distinta: Fingiendo. ¿Por qué sería que no podía tener un final feliz para mi sola? Mi garganta se empezó a contraer incómodamente, dificultando el paso del aire. Debía estar feliz, mirar el lado lindo de las cosas, había vuelto a buscarme, pero el fantasma de Finn me acechaba, no podía pensar en otra cosa más que todo el daño que me había hecho. “Eres la segunda persona más fuerte que conozco” repetí en mi mente las palabras del chico a mi lado, quien hablaba y hablaba con la esperanza que lo estuviese escuchándolo. Y en el fondo, quería, pero mi corazón me lo impedía. Me sentía demasiado desgraciada y estúpida por haberle creído que me amaba, y qué tonta en haber siquiera pensado en besarle ese día en la biblioteca. Rompió todas y cada una de sus promesas, y yo no iba a soportar eso. No sentía nada por Finn Hudson más que un profundo dolor cada vez que lo veía, y no porque me matara pensar que estaba con Quinn, para nada, más bien era por haberme dado cuenta qué tan ilusa fui de darle una oportunidad, cuando la persona que realmente quería mi tiempo y estaba dispuesto a darlo todo por ella siempre estuvo a mi lado. Mi ceño se frunció lentamente a medida que pensaba, y mi garganta seguía estrechándose con cada vez más fuerza.
-Rachel –repitió moviendo la mano frente a mi- Te estoy hablando.
-¿Ah? ¿Qué? –reaccioné pestañeando muchas veces.
-No escuchaste absolutamente nada de lo que te dije ¿Verdad?
-¿De ser juez de reality?
-Rach, te dije eso hace como diez minutos –rodó los ojos riendo en voz baja- Estás muy distraída.
-Es que… Tengo muchas cosas en mi tonta cabecita –saqué la lengua a un lado riendo con nerviosismo, dando un golpe a mi frente con la base de mi palma.
-¿Todo en orden? –bajó mi mano de mi frente y la tomó entre las suyas.
No podía mentir, no sabía mentir y nunca sabré. Suspiré frunciendo los labios y bajando la mirada, entrelazando mis dedos con los de Jesse.
-No. No está todo en orden.
-¿Y puedo ayudarte en algo?
-Jesse –levanté la mirada con los ojos cristalinos- ¿Cómo se repara un corazón roto por el rencor y el dolor?
Su expresión se descompuso en cuanto vio que mi rostro palidecía.
-Y-Yo…
-Es que, simplemente no puedo verlo a los ojos. No puedo mirarlo, estar cerca suyo, sentir que me mira –comencé a hablar tan rápido como pude para ocultar que se me quebraba la voz- No soporto tenerlo frente a mí y pensar que alguna vez fui tan tonta de creerle que me quería.
-Rachel…
-¡Es que soy tan estúpida! Hasta la más tonta de las tontas pudo haberse dado cuenta de eso –di un puñetazo en el cobertor de mi cama y recogí las piernas sobre ella- Y no, yo tuve que creerle cada maldita palabra que salió de su boca.
-Rach…
-¡Brittany incluso se dio cuenta de eso! ¿En serio? ¿Y yo no? Por favor, soy una estúpida que se va a quedar sola por el resto de su vida, y con un dolor irreparable en el pecho.
-¡Rachel! –abrió los ojos y frunció el ceño.
-¿Qué?
-¡Cállate!
Su voz sonó a exasperación. Mis cejas se fruncieron ligeramente hacia arriba, me había quedado anonada ante su reacción, pero la justifiqué en mi mente. Siendo sincera, estaba al tanto de lo que producía a la gente cuando me ponía a hablar y hablar y no paraba. Era uno de mis peores defectos, cuando era pequeñita la maestra del jardín de niños decía que yo parecía una ametralladora, que disparaba palabras sin parar hasta que se me agotaran las municiones. Eran buenos tiempos… Tragué saliva y sin bajar la mirada de los ojos decididos de Jesse, retuve la respiración un momento.
-¿Podrías simplemente, quedarte en silencio dos segundos y escucharme?
Asentí.
-Una vez alguien me dijo que, para amar de verdad tenía que sufrir los horrores del purgatorio sobre la tierra. Qué crees, los viví todos y aún me faltan –suspiró esbozando una pequeña sonrisa, acariciando el dorso de mi mano con su pulgar- Esa persona ya no está conmigo. En fin, he vivido las venturas y desventuras que el amor trae consigo, he adorado y amado a Cupido tantas veces como cualquier pobre y triste mortal, pero hay una cosa que he comprendido durante este viaje, mi querida.
-¿Qué cosa? –pregunté alzando la vista hacia sus ojos, tan calmos como el mar azul.
-No es el tiempo el que sana los corazones rotos.
-Entonces ¿Qué es?
Una sonrisa se dibujó en sus labios tan rosas y delineados finamente.
-Es amor.
-Amor –repetí contagiándome de su perfecta sonrisa.
-Así es –alzó una ceja irguiéndose con propiedad- Creo que ya se conocían, pero te lo voy a presentar de todas formas. Te presento a Jesse, el chico que estaba y aún está loco por ti, que te pide de antemano que perdones todas las veces que te hará pasar malos ratos porque no es perfecto, pero es capaz de amarte como nadie lo hará jamás. Que no te promete nada que no pueda cumplirte, pero si te recuerda que en el pasado ya te había jurado algo, y hasta el día de hoy sigue cumpliendo sagradamente con eso. Y ¿Aquí entre nos? –se acercó con un tono confidente- creo que le gustas.
-¿Qué me prometió? –pregunté bajando la voz, como si quisiera que nadie más oyera aún cuando no había nadie siquiera en la casa.
Él colocó su mano ligera como una pluma sobre mi mejilla, peinando un mechón rebelde que caía por mi rostro hacia atrás, deslizando sus dedos con fineza.
-“Te mereces un romance épico”
Mi corazón comenzó a latir loco de entusiasmo, llegaba a saltar del pecho, como si se me fuera a salir. Sus ojos se quedaron fijos en los míos, y me perdí en su profunda mirada por lo que me pareció una eternidad. ¿Realmente se podía ser tan hermoso? Sus pupilas eran dos de las estrellas más brillantes del universo, confinadas en los ojos más expresivos que había tenido el placer de conocer, y brillaban por mí. Tan azules como bellos, podía verme reflejada en ellos y parecer la persona más hermosa del planeta solamente porque me miraba con esa ternura, con esa honestidad que decía “Aquí estoy para ti”. Me abracé a su torso por impulso, y apreté los ojos con fuerza a la espera de que mi nube jamás se decidiera a bajar, estaba muy cómoda ahí como para despertar de ese sueño a la realidad. Pude escuchar cómo su corazón latía en perfecta sintonía con el mío ¿Sería posible que él fuera mi alma gemela? ¿En él residía ese amor que me sacaría de mi miseria? “No es el tiempo el que sana los corazones rotos, es amor”. Y no cualquier amor, su amor. Sus dedos juguetearon por mi flequillo, buscando tener un acceso limpio y prolijo hacia mi mirada. De pronto las ganas de llorar y la tristeza que había guardado por tanto tiempo en mi pecho, salió en un suspiro tan fácil como nunca creí que pudiera ser. ¿Era Jesse real? ¿No era un sueño? En lo que él sostenía mi rostro entre sus manos, yo tanteaba mi antebrazo y le daba un pequeño pellizco. Cerré mi ojo al sentir el dolor, él se dio cuenta y rió entre dientes junto conmigo, era real. En sus ojos había una franqueza extraordinaria, que nunca antes había visto en nadie… Nuestras narices alcanzaron a rozarse delicadamente, y mis mejillas se tornaron de un color carmesí intenso.
Creo que hasta ese entonces, pocas veces me sentí como una niñita indefensa, vulnerable, y me gustaba.
-Sin importar el rumbo que tomes en esta vida –susurró a ojos cerrados, acompasando su respiración como si fuera una canción- siempre tendrás un amigo que te amará en cuerpo y alma, con todo su corazón.
Sonreí aún incrédula, pensé en pellizcarme nuevamente, pero no hubo necesidad de hacerlo. Sus labios se presionaron delicadamente sobre los míos, y entonces despegué hacia el cielo. La suavidad, la dulzura del sabor de su boca, la precisión de su beso, todo era perfecto. Lo que sufrí en ese momento es complicado de poner en palabras, pero fue tan hermoso que me hubiese provocado llorar… Tanto tiempo había esperado encontrar ese alguien que me diera la felicidad que había buscado, que me hiciera sentir como una princesa, que me diera un romance de novela, y por fin lo tenía. No era como yo lo había soñado, era mucho mejor porque era real. Solo rogaba para que no terminara jamás ese momento, para que nos pudiésemos congelar y entregarnos a la nada, olvidar que había más gente en el mundo, que estábamos en un tiempo y un espacio, despreocuparnos del ahora y el mañana. La ternura de sus labios sobre los míos me llevó a una dimensión nueva, donde se aglomeraban todos los bellos recuerdos que pudiese tener guardados en mi corazón. Fue como un flashback de mi vida en unos segundos, recordé lo que se sentía que me tomara de la mano, lo especial que yo veía a pesar de todo lo que los demás podían decir, y una que otra palabra que en mi pecho había dejado huella. Inexplicablemente, me encaminé por un pasillo blanco, lleno de lo que parecía eran nubes, y reviví el momento en el que decidió entrar a McKinley. Siempre pienso en lo que me dijo ese día: “Cuando amas algo, tienes que ir por ello. Nunca estaríamos completamente juntos si yo estoy en el equipo contrario, y me importas más que ganar otro título nacional. Así que dejé Vocal Adrenaline, por ti.” Esas palabras fueron capaces de dar vuelta mi mundo de tantas maneras posibles, porque siempre pensé que nadie apostaría jamás por mí, que no valía la pena hacerlo. Y sin embargo, Jesse siempre lo hizo, a perder o a ganar, pero apostaba por mi incluso cuando yo creía que no debía hacerlo por mí misma. ¿Por qué? Quizás el me quería más de lo que yo podía dimensionar, quizás… Quizás me amaba.
Nos separamos recobrando el aliento, aún podía sentir su respiración mezclándose con la mía, y no quería abrir los ojos. Temía encontrarme con que nada era real, pero cada vez perdía el miedo con más rapidez… Sus dedos recorrieron desde mi mejilla hasta mi antebrazo con dulzura, rozando nuestras narices aún en un adorable gesto al que reaccioné con una risa camuflada.
-Creo –susurró Jesse- que deberías dormir ahora, porque mañana temprano debo irte a dejar a clases.
-Está bien –sonreí abriendo un poco los ojos.
Besó mi labio inferior una vez más con delicadeza y se puso de pie, yo ya estaba en mi pijama, no tenía mucho que hacer más que acostarme. Y entonces caí en cuenta de lo que iba a hacer ¿Iba a dormir con Jesse St James en la misma cama? Mis manos comenzaron a sudar súbitamente en cuanto me di cuenta a lo que me estaba arriesgando si accedía a ello. No tenía ninguna experiencia respecto a… A consumar nada. ¡Dios! Incluso pensar en la palabra me daba escalofríos de nerviosismo, y sin darme cuenta mis mejillas se habían comenzado a sonrojar. Les di un golpecito con los dedos y logré que bajara la sangre que se había agolpado en mi cara, tosí para disimular los nervios y entré temblando a la cama. No quise mirar a Jesse, porque en cuanto se quitó la chaqueta y mostró la camiseta negra ceñida al cuerpo que llevaba mi mente comenzó a divagar de tantas maneras posibles, que probablemente me desmayaría en el acto.
Al parecer se había percatado de las películas que mi mente proyectaba para sí misma, porque escuché una suave risa mientras yo persistía con los ojos cerrados. Se recostó a mi lado sobre el cobertor, y dio dos golpecitos a mi hombro para que le mirara.
-Rachel –su voz sonó burlona otra vez- Mírame.
-¿Estás desnudo?
-No –dejó salir una carcajada que sonaba contenida, quería ofenderme, pero en lugar de eso continué su risa- Dije que tenías que dormir, no que te tenía alguna clase de show preparado. ¿Por quién me tomas, Berry? No soy un degenerado.
-Que bueno que no lo eres –suspiré dándome la vuelta, mirándolo con el ceño fruncido- ¿Sabes la taza de embarazo adolescente que se maneja en Estados Unidos hoy en día? Más del 20% de las adolescentes entre 15 y 19 años son madres solteras. Además mira lo que le sucedió a Quinn, no estoy lista para tener un bebé y mucho menos darlo en adopción. ¿Sabes el trauma que conlleva el ser adoptado? Claro, yo lo fui por una pareja de adorables homosexuales y estoy agradecida de ello, pero seamos realistas, no todos tienen la bendición de pensar como yo. Incluso tuve la oportunidad de conocer a mi mamá biológica, pero creo que lo sabes, era la entrenadora de Vocal Adrenaline ¿Lo recuerdas? Cantamos una canción en el auditorio y…
Jesse alzó su dedo índice y lo colocó sobre mis labios.
-Shh –susurró frunciendo el ceño divertido- ¿Nadie te ha dicho que hablas demasiado?
Rodé los ojos y acomodé la cabeza sobre su pecho, mirando el horizonte reflejado en mi ventana.
-Ahora, a dormir, Berry –besó mi frente con delicadeza, descansando el mentón en la coronilla de mi cabeza y acariciando mi cabello, relajándome paulatinamente- Buenas noches.
------------------------------------
V
Charlas nocturnas.
Charlas nocturnas.
-Y me dijeron que podría ser una gran estrella de reality, o ser juez de uno.
Jesse sonaba muy pagado de sí mismo. Me había contado todo sobre su tiempo en Los Ángeles y Nueva York, las personas que había conocido, los lugares que había visto, su trabajo, lo que había hecho y dicho. Todo lo que había vivido en el tiempo que no nos vimos llegó a mis oídos esa noche. Me lo quedé viendo embobada, había algo familiar que a la vez me resultaba nuevo y fascinante, pero mi corazón sentía lo mismo que sentí la primera vez que me miró a los ojos. Realmente era con él con quien podía tener horas y horas de charlas con o sin sentido, hablando de cosas cruciales como poder alcanzar un Si bemol y sostenerlo, o tan estúpidas como el ruido que hacen las pajillas cuando las doblas. Sí, podía conversar absolutamente de cualquier tema con él, y eso siempre lo había valorado. Tenía tantos recuerdos a su lado, algunos tan hermosos y otros que hubiese querido quemar, y arrojar sus cenizas al mar. Era una mezcla de sentimientos encontrados impresionante la que me provocaba tener a Jesse tan cerca de mí, una añoranza que dejaba de ser, un dolorcito que parecía emerger, una alegría que parecía renacer. Qué ganas de recordar los viejos tiempos, pero a la vez tenía que ser realista: había pasado mucho ya, y aún tenía asuntos sin resolver, un cabo suelto que me perseguiría infinitamente a menos que hiciera algo al respecto. Me dolía el pecho de pensar siquiera en su nombre, pero tarde o temprano tendría que verle la cara, después de todo es mi compañero de labores ¿Qué haría con eso? ¿Cómo puedo olvidar tantas heridas y perdonar?
A veces, cuando te han lastimado de tantas maneras y demasiadas veces, le duele al corazón latir al mismo compás de todos los días. Cuando los recuerdos son pan de cada día, y viene la gran pregunta “Qué hubiese pasado si…” Y así me sentía yo. ¿Qué hubiese pasado si Finn hubiese peleado por mí? Seguramente no estaría en este momento al lado de Jesse, estaría quizás con otras personas, pensando otras cosas, sintiendo de una forma distinta: Fingiendo. ¿Por qué sería que no podía tener un final feliz para mi sola? Mi garganta se empezó a contraer incómodamente, dificultando el paso del aire. Debía estar feliz, mirar el lado lindo de las cosas, había vuelto a buscarme, pero el fantasma de Finn me acechaba, no podía pensar en otra cosa más que todo el daño que me había hecho. “Eres la segunda persona más fuerte que conozco” repetí en mi mente las palabras del chico a mi lado, quien hablaba y hablaba con la esperanza que lo estuviese escuchándolo. Y en el fondo, quería, pero mi corazón me lo impedía. Me sentía demasiado desgraciada y estúpida por haberle creído que me amaba, y qué tonta en haber siquiera pensado en besarle ese día en la biblioteca. Rompió todas y cada una de sus promesas, y yo no iba a soportar eso. No sentía nada por Finn Hudson más que un profundo dolor cada vez que lo veía, y no porque me matara pensar que estaba con Quinn, para nada, más bien era por haberme dado cuenta qué tan ilusa fui de darle una oportunidad, cuando la persona que realmente quería mi tiempo y estaba dispuesto a darlo todo por ella siempre estuvo a mi lado. Mi ceño se frunció lentamente a medida que pensaba, y mi garganta seguía estrechándose con cada vez más fuerza.
-Rachel –repitió moviendo la mano frente a mi- Te estoy hablando.
-¿Ah? ¿Qué? –reaccioné pestañeando muchas veces.
-No escuchaste absolutamente nada de lo que te dije ¿Verdad?
-¿De ser juez de reality?
-Rach, te dije eso hace como diez minutos –rodó los ojos riendo en voz baja- Estás muy distraída.
-Es que… Tengo muchas cosas en mi tonta cabecita –saqué la lengua a un lado riendo con nerviosismo, dando un golpe a mi frente con la base de mi palma.
-¿Todo en orden? –bajó mi mano de mi frente y la tomó entre las suyas.
No podía mentir, no sabía mentir y nunca sabré. Suspiré frunciendo los labios y bajando la mirada, entrelazando mis dedos con los de Jesse.
-No. No está todo en orden.
-¿Y puedo ayudarte en algo?
-Jesse –levanté la mirada con los ojos cristalinos- ¿Cómo se repara un corazón roto por el rencor y el dolor?
Su expresión se descompuso en cuanto vio que mi rostro palidecía.
-Y-Yo…
-Es que, simplemente no puedo verlo a los ojos. No puedo mirarlo, estar cerca suyo, sentir que me mira –comencé a hablar tan rápido como pude para ocultar que se me quebraba la voz- No soporto tenerlo frente a mí y pensar que alguna vez fui tan tonta de creerle que me quería.
-Rachel…
-¡Es que soy tan estúpida! Hasta la más tonta de las tontas pudo haberse dado cuenta de eso –di un puñetazo en el cobertor de mi cama y recogí las piernas sobre ella- Y no, yo tuve que creerle cada maldita palabra que salió de su boca.
-Rach…
-¡Brittany incluso se dio cuenta de eso! ¿En serio? ¿Y yo no? Por favor, soy una estúpida que se va a quedar sola por el resto de su vida, y con un dolor irreparable en el pecho.
-¡Rachel! –abrió los ojos y frunció el ceño.
-¿Qué?
-¡Cállate!
Su voz sonó a exasperación. Mis cejas se fruncieron ligeramente hacia arriba, me había quedado anonada ante su reacción, pero la justifiqué en mi mente. Siendo sincera, estaba al tanto de lo que producía a la gente cuando me ponía a hablar y hablar y no paraba. Era uno de mis peores defectos, cuando era pequeñita la maestra del jardín de niños decía que yo parecía una ametralladora, que disparaba palabras sin parar hasta que se me agotaran las municiones. Eran buenos tiempos… Tragué saliva y sin bajar la mirada de los ojos decididos de Jesse, retuve la respiración un momento.
-¿Podrías simplemente, quedarte en silencio dos segundos y escucharme?
Asentí.
-Una vez alguien me dijo que, para amar de verdad tenía que sufrir los horrores del purgatorio sobre la tierra. Qué crees, los viví todos y aún me faltan –suspiró esbozando una pequeña sonrisa, acariciando el dorso de mi mano con su pulgar- Esa persona ya no está conmigo. En fin, he vivido las venturas y desventuras que el amor trae consigo, he adorado y amado a Cupido tantas veces como cualquier pobre y triste mortal, pero hay una cosa que he comprendido durante este viaje, mi querida.
-¿Qué cosa? –pregunté alzando la vista hacia sus ojos, tan calmos como el mar azul.
-No es el tiempo el que sana los corazones rotos.
-Entonces ¿Qué es?
Una sonrisa se dibujó en sus labios tan rosas y delineados finamente.
-Es amor.
-Amor –repetí contagiándome de su perfecta sonrisa.
-Así es –alzó una ceja irguiéndose con propiedad- Creo que ya se conocían, pero te lo voy a presentar de todas formas. Te presento a Jesse, el chico que estaba y aún está loco por ti, que te pide de antemano que perdones todas las veces que te hará pasar malos ratos porque no es perfecto, pero es capaz de amarte como nadie lo hará jamás. Que no te promete nada que no pueda cumplirte, pero si te recuerda que en el pasado ya te había jurado algo, y hasta el día de hoy sigue cumpliendo sagradamente con eso. Y ¿Aquí entre nos? –se acercó con un tono confidente- creo que le gustas.
-¿Qué me prometió? –pregunté bajando la voz, como si quisiera que nadie más oyera aún cuando no había nadie siquiera en la casa.
Él colocó su mano ligera como una pluma sobre mi mejilla, peinando un mechón rebelde que caía por mi rostro hacia atrás, deslizando sus dedos con fineza.
-“Te mereces un romance épico”
Mi corazón comenzó a latir loco de entusiasmo, llegaba a saltar del pecho, como si se me fuera a salir. Sus ojos se quedaron fijos en los míos, y me perdí en su profunda mirada por lo que me pareció una eternidad. ¿Realmente se podía ser tan hermoso? Sus pupilas eran dos de las estrellas más brillantes del universo, confinadas en los ojos más expresivos que había tenido el placer de conocer, y brillaban por mí. Tan azules como bellos, podía verme reflejada en ellos y parecer la persona más hermosa del planeta solamente porque me miraba con esa ternura, con esa honestidad que decía “Aquí estoy para ti”. Me abracé a su torso por impulso, y apreté los ojos con fuerza a la espera de que mi nube jamás se decidiera a bajar, estaba muy cómoda ahí como para despertar de ese sueño a la realidad. Pude escuchar cómo su corazón latía en perfecta sintonía con el mío ¿Sería posible que él fuera mi alma gemela? ¿En él residía ese amor que me sacaría de mi miseria? “No es el tiempo el que sana los corazones rotos, es amor”. Y no cualquier amor, su amor. Sus dedos juguetearon por mi flequillo, buscando tener un acceso limpio y prolijo hacia mi mirada. De pronto las ganas de llorar y la tristeza que había guardado por tanto tiempo en mi pecho, salió en un suspiro tan fácil como nunca creí que pudiera ser. ¿Era Jesse real? ¿No era un sueño? En lo que él sostenía mi rostro entre sus manos, yo tanteaba mi antebrazo y le daba un pequeño pellizco. Cerré mi ojo al sentir el dolor, él se dio cuenta y rió entre dientes junto conmigo, era real. En sus ojos había una franqueza extraordinaria, que nunca antes había visto en nadie… Nuestras narices alcanzaron a rozarse delicadamente, y mis mejillas se tornaron de un color carmesí intenso.
Creo que hasta ese entonces, pocas veces me sentí como una niñita indefensa, vulnerable, y me gustaba.
-Sin importar el rumbo que tomes en esta vida –susurró a ojos cerrados, acompasando su respiración como si fuera una canción- siempre tendrás un amigo que te amará en cuerpo y alma, con todo su corazón.
Sonreí aún incrédula, pensé en pellizcarme nuevamente, pero no hubo necesidad de hacerlo. Sus labios se presionaron delicadamente sobre los míos, y entonces despegué hacia el cielo. La suavidad, la dulzura del sabor de su boca, la precisión de su beso, todo era perfecto. Lo que sufrí en ese momento es complicado de poner en palabras, pero fue tan hermoso que me hubiese provocado llorar… Tanto tiempo había esperado encontrar ese alguien que me diera la felicidad que había buscado, que me hiciera sentir como una princesa, que me diera un romance de novela, y por fin lo tenía. No era como yo lo había soñado, era mucho mejor porque era real. Solo rogaba para que no terminara jamás ese momento, para que nos pudiésemos congelar y entregarnos a la nada, olvidar que había más gente en el mundo, que estábamos en un tiempo y un espacio, despreocuparnos del ahora y el mañana. La ternura de sus labios sobre los míos me llevó a una dimensión nueva, donde se aglomeraban todos los bellos recuerdos que pudiese tener guardados en mi corazón. Fue como un flashback de mi vida en unos segundos, recordé lo que se sentía que me tomara de la mano, lo especial que yo veía a pesar de todo lo que los demás podían decir, y una que otra palabra que en mi pecho había dejado huella. Inexplicablemente, me encaminé por un pasillo blanco, lleno de lo que parecía eran nubes, y reviví el momento en el que decidió entrar a McKinley. Siempre pienso en lo que me dijo ese día: “Cuando amas algo, tienes que ir por ello. Nunca estaríamos completamente juntos si yo estoy en el equipo contrario, y me importas más que ganar otro título nacional. Así que dejé Vocal Adrenaline, por ti.” Esas palabras fueron capaces de dar vuelta mi mundo de tantas maneras posibles, porque siempre pensé que nadie apostaría jamás por mí, que no valía la pena hacerlo. Y sin embargo, Jesse siempre lo hizo, a perder o a ganar, pero apostaba por mi incluso cuando yo creía que no debía hacerlo por mí misma. ¿Por qué? Quizás el me quería más de lo que yo podía dimensionar, quizás… Quizás me amaba.
Nos separamos recobrando el aliento, aún podía sentir su respiración mezclándose con la mía, y no quería abrir los ojos. Temía encontrarme con que nada era real, pero cada vez perdía el miedo con más rapidez… Sus dedos recorrieron desde mi mejilla hasta mi antebrazo con dulzura, rozando nuestras narices aún en un adorable gesto al que reaccioné con una risa camuflada.
-Creo –susurró Jesse- que deberías dormir ahora, porque mañana temprano debo irte a dejar a clases.
-Está bien –sonreí abriendo un poco los ojos.
Besó mi labio inferior una vez más con delicadeza y se puso de pie, yo ya estaba en mi pijama, no tenía mucho que hacer más que acostarme. Y entonces caí en cuenta de lo que iba a hacer ¿Iba a dormir con Jesse St James en la misma cama? Mis manos comenzaron a sudar súbitamente en cuanto me di cuenta a lo que me estaba arriesgando si accedía a ello. No tenía ninguna experiencia respecto a… A consumar nada. ¡Dios! Incluso pensar en la palabra me daba escalofríos de nerviosismo, y sin darme cuenta mis mejillas se habían comenzado a sonrojar. Les di un golpecito con los dedos y logré que bajara la sangre que se había agolpado en mi cara, tosí para disimular los nervios y entré temblando a la cama. No quise mirar a Jesse, porque en cuanto se quitó la chaqueta y mostró la camiseta negra ceñida al cuerpo que llevaba mi mente comenzó a divagar de tantas maneras posibles, que probablemente me desmayaría en el acto.
Al parecer se había percatado de las películas que mi mente proyectaba para sí misma, porque escuché una suave risa mientras yo persistía con los ojos cerrados. Se recostó a mi lado sobre el cobertor, y dio dos golpecitos a mi hombro para que le mirara.
-Rachel –su voz sonó burlona otra vez- Mírame.
-¿Estás desnudo?
-No –dejó salir una carcajada que sonaba contenida, quería ofenderme, pero en lugar de eso continué su risa- Dije que tenías que dormir, no que te tenía alguna clase de show preparado. ¿Por quién me tomas, Berry? No soy un degenerado.
-Que bueno que no lo eres –suspiré dándome la vuelta, mirándolo con el ceño fruncido- ¿Sabes la taza de embarazo adolescente que se maneja en Estados Unidos hoy en día? Más del 20% de las adolescentes entre 15 y 19 años son madres solteras. Además mira lo que le sucedió a Quinn, no estoy lista para tener un bebé y mucho menos darlo en adopción. ¿Sabes el trauma que conlleva el ser adoptado? Claro, yo lo fui por una pareja de adorables homosexuales y estoy agradecida de ello, pero seamos realistas, no todos tienen la bendición de pensar como yo. Incluso tuve la oportunidad de conocer a mi mamá biológica, pero creo que lo sabes, era la entrenadora de Vocal Adrenaline ¿Lo recuerdas? Cantamos una canción en el auditorio y…
Jesse alzó su dedo índice y lo colocó sobre mis labios.
-Shh –susurró frunciendo el ceño divertido- ¿Nadie te ha dicho que hablas demasiado?
Rodé los ojos y acomodé la cabeza sobre su pecho, mirando el horizonte reflejado en mi ventana.
-Ahora, a dormir, Berry –besó mi frente con delicadeza, descansando el mentón en la coronilla de mi cabeza y acariciando mi cabello, relajándome paulatinamente- Buenas noches.
Pany St James****** - Mensajes : 314
Fecha de inscripción : 02/08/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
sigo pensando lo mismo jesse no puede ser mas perfecto!! sige actualizando :D
la.dori*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Edad : 29
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Aw! Pauli por que eres tan romantica!!! xD
Rayos ame el capitulo y amo que poco a poco ella se de cuenta donde esta su felicidad, que es lo que al final me importa mas que con quien, sino que sea feliz
Y... dormir por Jesse... y ella preguntanto estas desnudo? xD
Como siempre escribes genial :D
Rayos ame el capitulo y amo que poco a poco ella se de cuenta donde esta su felicidad, que es lo que al final me importa mas que con quien, sino que sea feliz
Y... dormir por Jesse... y ella preguntanto estas desnudo? xD
Como siempre escribes genial :D
CocoP-*- - Mensajes : 2755
Fecha de inscripción : 08/02/2011
Edad : 34
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Aww me encanto!!
Jesse todo lindo :D
Rachel no tiene porque sufrir por Finn pff...
Si tiene a Jesse que es perfecto para ella
Me dio mucha risa el final cuando se fueron a dormir xd
Espero tu próxima actualización!!!
Saludos :D
Jesse todo lindo :D
Rachel no tiene porque sufrir por Finn pff...
Si tiene a Jesse que es perfecto para ella
Me dio mucha risa el final cuando se fueron a dormir xd
Espero tu próxima actualización!!!
Saludos :D
Juliet st James- Nayaholic
-
Mensajes : 1979
Fecha de inscripción : 31/05/2011
Edad : 30
Re: [Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.
Pany me encanto
que bien que Rachel vuelve a ser feliz
Jesse que romantico todo lo que le dijo
jaja el final Rachel ya estaba pensando otras cosas
que bien que Rachel vuelve a ser feliz
Jesse que romantico todo lo que le dijo
jaja el final Rachel ya estaba pensando otras cosas
♥Judith********- - Mensajes : 668
Fecha de inscripción : 15/01/2011
Edad : 29
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