[Fic] Showtime - Capítulo 9: Te necesito.

Hola nueva lectora acabo de leer tu fic y me encanto esta maravilloso mi querido jessie irresistible y rachel por dio creo que hasta ya estoy mas enamorada yo que ella

Y que maravilloso describes me haces sentir y vivir el momento como si fuera yo la protagonista

Esperando actualizacion...

pani como siempre me encanto

mi dio mucha risa que rachel aiga pensado eso

jesse tan romantico como siempre el tan perfecto lo amo:heart:

rachel que bueno que buelba aser felizy que ayga en contrado el

amor junto a jesse

Nueva lectora!
Me gustó mucho tu Fic.
Sobre todo la forma en que lo narras.
Desde ya tienes otra fiel lectora más.
El episodio de hoy fue muy romántico, Jesse adorable como siempre.
Rachel al final se va a quedar sin ametralladoras de tanto hablar xD
Espero tu siguiente capítulo, sin duda, estaré a la espera :)

¡Graacias amigas de mi corazón :'D! Vamos en camino a hacer muchos más capítulos para que se sientan bien (: Acá les dejo el nuevo y no se olviden de seguir leyendo, haganme propaganda y todo askj <3

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Fue rara la mañana siguiente a toda la parafernalia de mi improvisado Romeo trepando por mi balcón, lo cual me pareció sin precedentes y totalmente romántico, pero el epítome de lo extraño e incómodo, sin duda alguna, fue el haber llegado a clases en un Bentley negro con el Sr. St James conduciendo. Creí que sería algo que nadie notaría, y hubiese funcionado de no ser porque Jesse no era precisamente la persona más discreta en cuanto a apariciones teatrales. Esperé a que terminara de arreglarse el flequillo mirando sus espejos con cierto nerviosismo ¿Cómo reaccionaría la gente si me viera llegar a McKinley en el auto del enemigo número uno de todos? Digamos que no se había hecho de muy buenas migas cuando comenzó a frecuentar los pasillos de la escuela, su actitud tendría algo que ver con eso… Seguramente.

Respiré profundo una y otra vez a la espera de que terminara ¿Cuánto más iba a demorar? Empezaba a desesperarme. Creo que en el fondo había olvidado lo vanidoso que era, pero aún así eran cosas que yo estaba dispuesta a obviar. Siendo sincera, incluso esa cuota de soberbia que tenía me hacía quererlo más, era como un atractivo más que agregar a las cosas que amaba de Jesse… ¿Por qué sería así? Fruncí un poco el ceño sumiéndome en mis pensamientos, jugueteando con mis dedos sobre mi regazo. Ahora que lo pensaba, realmente había cambiado y sacrificado muchas cosas por mí. Primero, dejó Vocal Adrenaline –el amor de su vida- por mí, ingresó a McKinley, sacrificó su reputación, soportó que le rompiera el corazón, ingresó de nuevo a Glee Club y me ayudó mucho con mi canto, me siguió hasta New York y yo, besé a Finn. “Qué amable, Rachel” pensé. En realidad, ese beso era como una yaga que se abría cada vez que algo me recordaba al “innombrable” –sí, había decidido llamarle así- y de pronto mil esquirlas de cristal caían dentro de ella, multiplicando el infierno por diez. Sí, era doloroso, pero yo lo había elegido así… A veces me pregunto por qué lo besé de esa manera, en ese momento y no en otro, y hasta ahora no he logrado encontrar una respuesta coherente. Ah claro, cierto que en ese entonces aún estaba bajo el hechizo de “Escribí una canción sobre nosotros, que se llama ‘Pretending’, no espero conseguir nada con esto, salvo que me ames”. ¡Idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! ¿De dónde sacaba tanto material para engatusarme de tal forma? Era otra evidencia que servía para reforzar mi teoría de ser una pobre tonta. Pero había una sola cosa que no podía negar: Finn me tuvo a sus pies por mucho tiempo, y aún se me movía la fibra cuando me miraba con esos ojos brillantes que siempre ha tenido. No, quítate esa imagen mental de la cabeza. ¡Chu! ¡Chu!


-¿Estás bien? –Jesse me miraba como si estuviese en presencia de una loca.

-Completamente –dije rápidamente, colocándome el cinturón de seguridad.


No insistió más, dio una mirada al frente y con las cejas alzadas condujo. En el camino a la escuela, seguí pensando en las posibilidades más factibles de lo que pudiese ocurrir. Uno, quizás nadie lo notaría y sería tan natural como respirar. Dos, tal vez llegaría y justo se produjera un agujero negro frente a Jesse que absorbería la luz que se refleja en él, por ende no se vería y todas las personas delante de nosotros pensarían que estoy sola, parada en el estacionamiento junto a un Bentley que no es mío y se conduce solo. O, en el peor de los casos, todas las personas que me conocen, saben la historia y están conscientes de que existe un odio latente hacia mi compañero estarían presentes, y apenas cruzara la puerta de McKinley me despreciarían y marginarían de por vida. ¡Excelente! Entonces, mis chances no eran tan malas como creí que serían… Claro. Me hubiese gustado pensar en ese momento que los chicos lo aceptarían, eran mis amigos después de todo, pasara lo que pasara habíamos prometido estar el uno para el otro y apoyarnos en cada decisión que tomáramos aunque no nos pareciera la adecuada. Me hubiese gustado pensar eso y muchas otras cosas, pero había un pequeño detallito que solía ignorar en momentos así: Ése era mi mundo irreal, distante de lo que verdaderamente pasaba, bien lejos de la fantasía y mis sueños futuros.

Suspiré descansando la mejilla sobre el puño por un segundo. Si la noche anterior había sido tan mágica ¿Por qué me sentía tan desgraciada? ¿Por qué de pronto ya no quería estar ahí presente? Jesse se mantuvo en silencio mientras conducía, casualmente más pausadamente de lo normal, como si estuviese pensando de la misma manera que yo. Me sentí culpable, se estaba esforzando por enmendar las cosas del pasado como no recordaba haberlo visto antes, y yo no lo valoraba como se debía. ¿Cómo retribuirle algo tan hermoso y desinteresado gesto como lo era amarme? Mi mente estaba en cualquier lugar menos ahí, viajando a un lugar que solamente yo conocía y nadie más podía llegar a él de la misma forma que yo. Sin darme cuenta había cerrado los ojos, y otro suspiro lamentoso había sido lanzado desde el fondo de mi garganta. El vehículo se detuvo paulatinamente, bajando la velocidad hasta quedar en la nada. No tuve la necesidad de abrir mis ojos, el ruido exterior y el hecho de que se hubiera detenido indicaba que había llegado a la escuela, y seguramente un millón de miradas se posaban en el auto tan caro y brillante. Apenas alcé el semblante para mirar a Jesse, que se encontraba con ambas manos sobre el volante y el ceño fruncido, pero no con rabia, como si algo le molestara. El pecho se me estrujó y le coloqué toda mi atención, estaba por decirme algo.


-Sabes que soy brutalmente sincero con las personas ¿No? –comenzó en un tono monocorde.

-Sí, es parte de ti serlo.

-Y siendo así de franco como yo lo soy, quiero que me respondas una simple pregunta –bajó las manos y me miró directamente, sus ojos lograron traspasarme y darme escalofríos.

-C-Claro.

-¿Por qué Finn y yo no? ¿Qué tiene ese… ese Frankenstein tieso como una tabla, sin encanto y totalmente estúpido que no puedas encontrar en mi?

Evidentemente comenzaba a ser presa del pánico.
-Jesse, no me preguntes tonterías.

-Yo no pregunto tonterías, Rachel –su voz sonaba fastidiada por mi evasiva-, te estoy haciendo una simple pregunta y exijo saberlo. ¿Acaso él te dio algo que yo no? ¿Es eso?

-No, Jesse, no tiene que ver con eso. Yo no siento nada por él, ya no.

-Mientes, Rachel Berry –su voz sonaba tan convincente como severa.

-¿Qué te pasa?

-No, la pregunta es qué te pasa a ti. Trato de dar lo mejor de mí, acercarme, entregarte mi tiempo, entenderte… Pero tú te niegas. No te abres conmigo, y sé porqué es así.

Fruncí el ceño y tragué saliva al sentirme tan incriminada.
-He estado muy cansada últimamente.

-¡Deja de mentir, demonios! ¿Por qué lo niegas?–Meneó la cabeza para mirarme con un dolor evidente en su expresión, fusionado con una rabia creciente- Mírame directamente a los ojos y dime que no estás pensando en Finn.

-Jesse… -bajé el rostro en cuanto hube razonado lo que me pedía.

-Mírame, Rachel –tomó mi rostro entre sus manos, obligándome a centrar mi mirada en la suya. Tragué saliva sonoramente y sentí como mi corazón iba tan fuerte como podía- Mírame y dime que no piensas más en ésa… cosa.


Entreabrí los labios como si quisiera decir algo, pero las palabras no querían salir. Mi garganta no reaccionaba, y mi corazón se detenía lentamente a medida que los segundos pasaban. Tres, dos, un latido… Y silencio. Silencio mortal que me daba la sentencia que yo misma había dictaminado: Sí pensaba en Finn. No podía mentirle, sería traicionarlo a él y a mí misma. Cerré los ojos dejando salir un nuevo suspiro, y de pronto sus manos abandonaron mi rostro.


-Eso pensé –murmuró mirándome con la garganta claramente hecha un nudo.


Bajó del auto, deslizándose por enfrente hacia mi puerta. Yo seguía procesando lo que había sucedido con evidente congoja en mi mirada y todo mi cuerpo se comenzaba a entumir en respuesta a lo que aconteció. Seguía pensando en Finn. ¿Cómo demonios me lo quitaba de la cabeza? ¿Cómo se puede hacer eso después de todo lo que habíamos vivido? O quizás ese amor solamente vivía en mi cabeza como una idealización, y por causa de eso no podía ser feliz con Jesse. Fuera lo que fuera, me estaba destruyendo por dentro. Bajé del Bentley en cuanto sentí la fresca brisa de la mañana en mis pantorrillas, sosteniendo mi bolso en el hombro. Miré a Jesse al bajar, ni siquiera me importó que los ojos de todo el mundo estuviesen de frentón pegados al brillante vehículo en el cuál había llegado, ni que un montón de chicas hablaran entre ellas mientras lo señalaban a él. Nada tenía sentido, si mi corazón se despedazaba por dentro no por otra cosa, sino por tener que estar dividido entre Finn Hudson y mi Romeo, St James. ¿Por qué? ¿Por qué a mí me tocaba lidiar con semejante dilema? Podría ser algo más fácil, como en las películas que siempre ponen en la televisión, en donde la chica tiene que elegir entre ser popular integrándose a las porristas, o seguir su convicción sacando partido de su talento en las matemáticas. No. Yo no podía tenerla tan fácil, el universo se confabulaba en mi contra para crear un complot que me asesinara lentamente.

El chico de los rizos castaños se quedó frente a mí, quitándose los lentes de sol que se había dejado antes de bajar del auto, y mirando hacia un lado mientras deslizaba su mano por su mentón pensativo se permitió lanzar un suspiro. Bajé la mirada, se me caía la cara de vergüenza y realmente no quería encontrarme con sus perfectos ojos inquisidores.


-Rachel –me nombró suavemente, acercándose aún más- Yo no sé que he hecho mal para no merecerme tu amor por completo, pero te aseguro algo. Jesse St James jamás se ha rendido antes, y esta no será la ocasión de empezar a hacerlo.

-Yo te amo –admití levantando tanto la voz como la mirada, hasta cruzarme con la suya. Pude ver que al decir realmente lo que sentía sus ojos se encendieron levemente, como en una chispa de vida- Pero necesito tiempo. Tienes que entender que… Me dañaron mucho, y tengo miedo. Tengo que superar algunas cosas para poder estar mejor.

-¿Sabes qué es curioso? –sonrió apenas colocando sus dedos bajo mi mentón- Que debería querer mandarte al infierno por todo lo que me provocas, y debería odiarte por hacerme sufrir así. Y aquí estoy. Y tampoco me iré si es lo que piensas.

-No quiero que te alejes.

-Aunque lo quisieras no me iría. Aprendí que cuando amas algo, tienes que darlo todo. Si vas a perder, que sea porque has dado la pelea, poniendo las manos al fuego aún si saliste quemado. Yo no perderé.

-Eres demasiado bueno para mí –susurré.

-Puede ser. Y podría tener a la mujer que quisiera, pero a la que quiero no la puedo tener completamente para mí.

-Qué tonta.

-Muy, pero eso solo me alienta a pelear con más fuerza y sin bajar los brazos.

-… Gracias.

-¿Por qué? –su risa armoniosa se deslizó silenciosa entre sus labios hasta inundar el aire que respiraba.

-Por haberme elegido a mí y no a otra.

-Yo no fui. –Tomó mi mano derecha y la dejó descansando sobre su pecho- Él fue.


Una risa contenida se mezcló con un suspiro retenido, salió como una brisa y me hizo sentir aliviada de alguna forma. Sonreí apenas sentí que su nariz rozaba la mía, por acto reflejo cerré los ojos y fui presa de la deliciosa sensación que me daban sus labios al presionarse tan suavemente sobre los míos. Era como una explosión de mil colores en el pecho, que pintaba las paredes de mi corazón en un mural precioso y único que gritaba su nombre. Tan perdida estaba en ese beso que el separarme de su boca me hizo caer de nuevo en la tierra: Estaba dando un espectáculo de proporciones que hasta mis profesores habían visto. Abrí los ojos con cierto miedo, di una mirada a mí alrededor y entonces, el horror: El Sr. Schuester me miraba desde la sala de maestros con un café en la mano y la mandíbula como a diez metros pegada al suelo, los atletas estaban pendientes de lo brillante de los aros cromados que tenía el Bentley, e incluso la entrenadora Sylvester hacía muecas de asco desde un rincón del patio. Jesse se dio cuenta de que éramos el centro de atención, mas pareció no importarle demasiado, después de todo era como un escenario grande para el cual estaba actuando sin intenciones de hacerlo. Me guiñó el ojo a modo de despedida, y sin decir más, volvió a montar el vehículo para desaparecer por la esquina.

Meneé la cabeza mordiendo mi labio inferior con cierta incredulidad feliz respecto a lo que me había pasado, y cuando creí que realmente las cosas podrían empezar a ir viento en popa para mi complicada vida, tuve la brillante idea de voltear. En un abrir y cerrar de ojos, mi rostro se descompuso hasta llegar al punto que sentí que mi garganta se me saldría de lo apretada que estaba: Frente a mis ojos, a un par de metros, descansaba la silueta de Finn, quien mantenía una expresión realmente indescriptible, solamente podría graficarse diciendo “No puede ser”.


Ese fue el fin de lo mejor de mi día.

Y la vida de Rachel se vuelve a complicar

Porque no deja de pensar en Finn y Jesse se dio cuenta

Me dio mucha risa cuando jesse le dijo a Rachel ¿que tiene ese Frankentain tieso como una tabla, y sin encanto? jajaja

Me encanto cuando se besaron pero toda la escuela se dio cuenta

Espero tu actualizacion

Noo! Por que!!!
El la adora con todo y ella aun vive en el pasado! por que?!
Pany, escribes tan bien! me pude imaginar toda la escena con lujo de detalles
Me encanto, ahora falta ver que pasara con Finn.

Pany me encanto!
porque Rachel sigue pensando en Finn D:
Me encanto cuando se dieron el beso en la escuela
delante de todos... que pasara ahora con el club y Finn? :S

Espero tu próxima actualización!
Saludos :D

Rachel aún sigue pensando en Finn.

Jesse, me gusta su actitud, no se rinde y va a luchar por el amor de Rachel :D

Ellos dos eran el centro de atención de toda la escuela, brillaban :)

Y al final Finn tuvo que arruinarle el dia a Rachel con su aparición.

Espero tu próximo capítulo :)

Estuvo muy pero muy bueno los capitulos no los abia leido desde el 2
Con todo lo q a echo jesse por ella y todavia qedan vestigios del innombrable ese
Jesse es tan perfecto y rachel lo sabe pero aun no puede olvidar del todo a finn
y toda la escuela mirando el mejor espectaculo q rachel podria tener
Actualiza pronto!

pani actualisa me en canto jesse esmuy romantico

Gracias a todas por sus comentarios (: Y bienvenidas a todas mis nuevas lectoras :BB Les dejo el último capítulo del fic, se viene desde la perspectiva de Jesse, así que esperenlo con ansias.

Besitos ! <3

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Finn’s POV.

Mis ojos no podían creer lo que había visto ¿Rachel besando al estúpido de St James? No tenía sentido alguno. O quizás sí. Sentí como el corazón dejaba de latirme con tanta vigorosidad como solía hacerlo, reduciéndose a un lastimero susurro, mi garganta se contrajo como si dos puños se cerraran alrededor de mi cuello, y el resto de mi cuerpo se paralizó inmediatamente. Mi mandíbula cayó súbitamente apenas fui capaz de procesar aquello de lo que estaba siendo testigo; ¿Por qué pasaba esto y ahora? Un sabor amargo comenzó a deslizárseme por la garganta, bajando tan lenta y tediosamente que parecía no querer irse nunca, pero tenía que reaccionar tarde o temprano, no hubiese sido lo mejor quedarme de pie ahí como un idiota. Cuando logré espabilar y salir aunque fuese un poco de mi asombro, analicé la escena exhaustivamente: cada detalle que había no pudo escaparse de mi ojo avizor, y me di cuenta de muchas cosas que a mi parecer, no podían traerse nada bueno: Primero que nada, Jesse estaba en la ciudad, y eso era una alarma a mis sentidos que gritaba “peligro” por todos lados. ¿Qué hacía aquí? ¿Había venido a molestar a Rachel nuevamente? Claro, con su auto elegante y su ropa de diseñador seguramente la había engatusado de alguna forma, artimañas para hacerlo no le faltarían. Segundo, ¿De dónde demonios había sacado ese auto? Era un Bentley, uno muy caro y más porque al parecer era personalizado, aún a la distancia fui capaz de distinguir los aros cromados de las llantas, la pintura recién salida del taller y una suspensión impresionante, de esas que solamente llevan los proxenetas en sus propios vehículos. Y tercero –y tal vez el razonamiento más importante que se me había ocurrido- ¿Porqué llegaban juntos? Tan pronto formulé la pregunta en mi cabeza, mi ojo comenzó a temblar como si quisiera explotar en pleno patio.

Jesse St James era como una piedra en mi zapato, más bien como un roquerío entero dentro de ellos, de esos que molestan hasta que el temperamento te explota. El ver a Rachel besarlo, frente a mis propios ojos y a no más de cinco metros de donde estaba parado fue una mezcla de sentimientos y emociones que tomaría una vida entera desglosar y explicar con claridad… Quizás lo más complicado de aguantar fue el enorme agujero que sentí que se me abría en el pecho, un agujero que no terminaba de expandirse y destrozaba todo a su alrededor. No podía culparla, había sido muy clara con sus palabras el día que me decidí a hablarle, “Si no vamos a hablar de cosas profesionales, te agradecería que no me buscaras. Nunca.” Di un respiro poco profundo al pensar en esas palabras –no podía ser de otra forma, el agujero me lo impedía-, y a pesar que tenía razones para odiarme, y yo para no prestarle atención, inevitablemente sentí que fue un golpe bajo el cinturón que llevara a St James a McKinley. Seguramente más de alguno me hubiese visto la cara de estúpido, y entonces ocurrió lo que a mi parecer, fue un descaro terrible de su parte: Me quedó viendo ahí parada, sin dignarse a irse. Mi ceño se frunció automáticamente, me hubiese gustado moler a golpes al estúpido que montaba el dichoso Bentley detrás de ella, pero sería exponerme demasiado. No iba a dejar que mi dignidad se viera aún más pisoteada de lo que ya estaba, y meneando la cabeza en un signo de negación caminé hacia la puerta, entrando con una furia contenida. ¿Cómo pudo..? Ni siquiera debería formular la pregunta si la respuesta era realmente obvia. No podía culparla por haber vuelto con él, después de todo yo me lo tenía bien merecido. Se supone que cuando uno está enamorado no daña a las personas, ni muestra doble cara, ni mucho menos hace promesas para luego romperlas volviendo con el ex; no me quedaba más que simplemente aceptar la culpa que me tocaba. Yo hice eso ahora que lo pensaba bien al caminar enfurecido por los pasillos hasta el salón de español: Primero la ignoraba, luego me hacía el tierno a su lado y con Quinn era de la misma manera, le prometí estar con ella siempre y ¿Para qué? Oh sí, para regresar con Fabray apenas tuve la oportunidad.

Tenía que ser sincero con todo esto, odiaba con el alma a Jesse St James, y estaba más que seguro que la próxima vez que lo viera, aunque no tuviese ningún derecho sobre Rachel, le pondría la cara en el radiador de su Bentley. Sonreí al pensar en ello, aunque aún seguía desconcertado por la razón de su estadía aquí… ¿Qué sería? Se me olvidaba que aunque yo era un pobre diablo de una escuela secundaria, él era el gran señor universitario. “Oh, lo siento, no todos tenemos estudios en la Universidad de Los Ángeles” resoplé en mi fuero interno al llegar a mi casillero. Tenía que admitirlo, aunque siguiera a los pies de Rachel había sido un estúpido con ella, y realmente en toda esta historia yo era el perdedor. Digo, durante toda mi vida había sido un perdedor camuflado de atleta, y hasta ahí era un paria… No era la gran cosa, pero no iba a reconocer que él era mejor que yo. Cerré la puerta de mi casillero con rabia cuando me encontré con la cara de Rachel detrás de ella, le dirigí una mirada de pocos amigos y le di la espalda para retomar camino.


-Finn, no sé qué fue lo que viste ahí afuera pero… –comenzó intentando llevar mi paso.

-No me des explicaciones, Rachel –dije intentando parecer indiferente a todo eso.

-Sé que no debería dártelas, pero quiero hacerlo.

-¿Por qué? –me volteé mirándola hacia abajo con ironía- Tu misma dijiste que si no íbamos a hablar de cosas profesionales no te buscara.

-Yo sé lo que dije, Finn Hudson –comenzaba a sonar irritada.

-¿Entonces qué haces aquí? –retomé mi paso.

Se quedó callada un segundo detrás de mí.
-¿Sabes qué? Tienes toda la razón, no tengo nada que hacer aquí.

-Eso, vete con tu noviecito en su auto caro.

-¿Cuál es tu problema? –empuñó las manos.

-¡Que lo odio! ¡Ese es mi maldito problema! –admití abriendo los ojos- Yo creí que siempre sería el único al que tu ibas a amar, y vaya que fui un imbécil en creer eso. Cuando él llegó, yo pensé que no iba a importar, pero te conquistó y aquí estamos. Te robó de mi lado, y yo no voy a dejar que se lleve lo que fue mío así como así. Y hazme un favor –me acerqué hasta quedar cara a cara con ella- la próxima vez que lo veas dile que lo odio, lo detesto y lo partiría a golpes por tener ahora entre sus brazos lo que yo quise, aunque la culpa haya sido mía. Si antes ya lo quería bajo tierra, ahora lo quiero el doble… Y sí, puede que sea mejor que yo, pero no por eso le daré menos guerra.

-Tú no entiendes –sus ojos se llenaron de lágrimas y su ceño se frunció en extremo- Él me quiere, él me valora y ha hecho cosas por mí que tu jamás harías.

-Pero yo también me preocupo por ti, y sé que ese cabeza de aire de Jesse no es lo mejor para ti.

-¡Qué sabes tú! Tú, que crees que porque nos besamos a final de semestre se arregló todo lo que pasamos.

-Yo no te obligué a besarme.

-Y admito que contribuí con eso, pero ahora veo que fue mi error –dio un paso hacia atrás, yo solo veía cómo su labio inferior temblaba al hablarme.

-¿Y cómo debería sentirme?

-No sientas nada, al parecer nunca lo has hecho, Finn.

-Rachel, no sabes lo que estás diciendo.

-Oh sí –una risa sarcástica salió de sus labios mientras las lágrimas comenzaban a desbordarse de sus ojos- claro que sé lo que estoy diciendo. Si realmente te importo tanto, me vas a dejar en paz.

-Seré como una mosca pegada a la pared, Rachel, yo no me voy a rendir.

-Dios –tapó sus ojos con las palmas de sus manos- ¿Es que eres tan tonto de no darte cuenta?

-¿De qué? –coloqué las manos sobre sus hombros.

-¡Que aún siento algo por ti! –exclamó con la voz quebrada- Yo siento cosas por ti, pero no quiero hacerlo, y Jesse me hace feliz. Él me ama como nadie lo había hecho jamás, y lo que él me hace sentir es algo que tú nunca podrás lograr. ¿No lo entiendes, Finn? Ya no tiene caso, aunque me ruegues yo no tengo oportunidades para darte… Las desperdiciaste todo, y a diferencia de Penélope, yo me cansé de esperar.

-Rachel…

-No –apretó los ojos aferrando las manos a su bolso- No digas nada, solo vete a clases y déjame en paz. Fue mi error intentar crear una amistad donde no puede existir nada.


Rodeó el lugar donde estaba parado y corrió hacia uno de los salones. Fruncí el ceño y me sentí como un idiota… Tenía tanta rabia guardada contra ellos, una furia ciega que me impedía querer verla feliz con él, con cualquier otro tipo en este mundo me hubiese bastado, pero menos con el idiota narcisista. Resoplé retomando el paso con desgano, pensando en lo que acababa de suceder en una especie de mea culpa. ¿Sentía algo por mí? Al parecer no estaba muy feliz por eso, me atrevería hasta a decir que era el causante de esa tristeza que se veía recurrentemente en sus ojos a estas alturas… Sí, tenía que ser eso. Por lo general, Rachel era la más vibrante de todas las personas que alguna vez he conocido, siempre alegre aunque el mundo la eche hacia abajo, y sin embargo, mi fantasma la perseguía por todos lados. ¿Sería yo una mala persona por eso? No, no era mi intención que le pasaran semejantes cosas conmigo, para nada, pero en algún momento creí que todo volvería a ser como era antes.

Vaya, si que había metido la pata profundamente en un año solamente. Pensar que creí muchas cosas que al final, no eran… Quizás debería dejar a Rachel en paz como me lo pedía, pero me era bastante difícil sabiendo que ella aún me quería. No sé si “amar” sería la palabra correcta, pero si sentía cosas por mí, lo cual o podía ser algo muy genial, o un problema más que agregar a mi lista de “cosas por hacer”. El día pasó muy ligero, no tuvimos ensayo en el Club, por lo tanto no la vi el resto de la tarde. Aunque sí sabía dónde iba a estar, y quién estaría con ella… Sería lento, quizás hasta estúpido en ocasiones, pero con Finn Hudson no hay que meterse. No había que ser alguna especie de genio como para deducir que si Jesse St James la vino a dejar esta mañana, bien vendría por ella sin problemas. Salí del salón en cuanto la campana dio su primer repique y aún no había terminado cuando ya estaba en el estacionamiento, mirando como un comando los posibles flancos de aparición. Había jugado suficientes videojuegos de militares como para poder pensar como uno, además McKinley no difería mucho de los escenarios que tenía “Medalla de honor”.

Me escabullí sigiloso detrás del no tan discreto auto de Kurt, después de todo cuando él llegara tendría que subirme igual. Agucé la vista para dar una mirada panorámica de la situación: por la izquierda, nada; por la derecha tampoco, tal parecía que Don Ricitos no aparecía pronto. Me distraje por unos segundos cuando divisé que a la vuelta venía el ya conocido Bentley negro, una sonrisa malévola cruzó mi rostro y me agaché aún más para poder pasar inadvertido ante los ojos de Jesse. Sentí como una vena en mi cuello se hinchaba paulatinamente al ver a Rachel acercársele, y abrazarlo tan tiernamente. Mis puños se apretaron y mis dientes rechinaron ¿Qué no sabían que había más gente en el patio? ¿Era realmente necesario dar todo el espectáculo de nuevo? Evidentemente era el único pobre diablo al que le interesaba lo que ella hiciera, puesto que la gente estaba más pendiente del modelito que de lo que hacía el dueño. ¿Y ahora que hacía? Al parecer le estaba dando una pincelada de lo que había hecho en el día… Y entonces le dejó el bolso en las manos, al parecer tenía que hacer algo rápidamente antes de irse. Seguramente mi táctica de deslizar la mano por su bolso hasta sacar su libro de historia y dejarlo en el salón había funcionado, lo tenía todo fríamente calculado, eso me daba aproximadamente unos dos minutos de ventaja para hacer mi magia. Me erguí sin pensar mucho en lo que iba a hacer, lo tenía claro, y sin sopesar mucho mis acciones caminé desafiante hacia el estúpido que se apoyaba sobre el capó de su auto. Me hervía la sangre de verlo ahí parado, tan tranquilo como quien gana una batalla campal contra un ejército entero y sin esfuerzo, a estas alturas la vena de mi cuello estaba latiendo tan fuerte que estaría por explotar. Sus anteojos de sol se deslizaron despectivamente por el puente de su nariz, y esa risa burlona que me daban aún más ganas de restregarle la cara por un rallador de queso apareció, irritándome el doble.


-Vaya, vaya –dijo cruzándose de brazos- alguien llame a los aldeanos, parece que Frankenstein se escapó otra vez.

-Sí, bueno, también me da gusto verte, Jesse –una sonrisa forzada se esbozó en mis labios.

-¿Quién habló de gusto? –mis cejas se fruncieron- ¿Qué quieres, Finn? Si es mirar mi auto, adelante, estás en la facultad de hacerlo si eso gustas.

-No, no me interesa tu pedazo de metal. Vine porque quiero hablarte de Rachel.

-Oh, ya veo… ¿Estás despechadito?

-Cállate y déjame hablar, Ricitos de Oro –su rostro hizo una mueca de desagrado- Vine a decirte que no tienes nada que hacer con Rachel a estas alturas, ella todavía piensa en mí y me quiere ¿Entiendes? No tienes esperanza de durar a su lado.

-Me sorprendes –alzó las cejas deslizando las gafas sobre su cabello- Esperaba algo más suplicante de tu parte.

-No creas que la tienes a tus pies, St James.

-Escúchate Finn, tratándola como si fuera cualquier cosa –negó con la cabeza y colocó un dedo en mi pecho, apuntándome directamente y empujando un poco- No me vengas a dar lecciones de cómo ser mejor persona. Ahórratelas, niño, no las necesito.

-¿Y tú que sabes de ser buena persona? Ni siquiera la conoces.

-¿Y tú sí? –sonrió desafiante- Hazte un favor, vete de su vida.

-No, tú te vas a ir de su vida y la dejarás abrir los ojos.

-¿Y por qué?

-Porque tienes que entender que no eres lo mejor para ella, me eligió a mi primero.

-Qué gracioso, es justamente lo que te iba a decir.

Me quedé en silencio, no tenía nada más que decirle porque me había dejado sin habla. Mi expresión se suavizó hasta ser de desconcierto, y la vena de mi cuello se relajó completamente.
-Ella no te quiere, Finn –dijo- le has hecho demasiado daño como para que te quiera de vuelta. Conmigo tiene una oportunidad de empezar de nuevo, y a diferencia de ti, yo me redimí de todo lo que he hecho. ¿No te das cuenta? Te falta madurez para lidiar con tus propios demonios.

-Qué sabes tú…

-Mucho –rió entre dientes- Sé mucho, Frankenstein. Así que, piensa en lo que te dije y solamente… Desaparece.

No me dio oportunidad de contestarle cuando divisé que Rachel salía de la escuela, llevando su libro de historia entre los brazos.
-Esto no se ha terminado, St James –dije en voz baja acercándome hasta quedar en un cara a cara- Está recién empezando.

-Aquí te espero, Hudson –respondió entrecerrando los ojos muy pagado de sí mismo- No te tengo miedo.

Me encanto el capitulo porfavor finn celoso y ahora lo hacen ver su suerte y mi amado Jesse increibla, unico, seguro de verdad yo nose como rachel siquiera lo duda si yo ya esto mas que entregada

Fantanstico y esperando actualizacion(si se puede hoy mismo me encanta jajaja)

Finn es como un niño chico que quiere el juguete solo cuando alguien mas lo usa, que rabia
En serio Rachel no se como lo quiere si siempre la trato mal y cuando tiene toda la posibilidad de ser feliz con Jesse, aun asi no puede olvidar a Finn
Muy buen capitulo Pauli :D

Ay Finn,Finn de verdad me desespera taan... indeciso

no sabe lo que quiere solo esta ideando

Me dio risa cuando finn dijo que habia jugado suficientes juegos de militares para pensar como uno jaja

Yo que Rachel no lo pensaba dos veces y me decidia por jesse pero..como no lo soy

Espero actualizacion me encantoo

Aggg Finn :x
cree que le va ser fácil ganarse a Rachel
a el solo le importa cuando ella esta feliz con alguien mas
guerra de Finn y Jesse
Jesse muy seguro de si...
como es posible que Rachel aun tenga dudas D:

Espero tu próxima actualización!!
Saludos :D

Hola soy nueva lectora, ya me habían recomendado tu fic, pero no había tenido tiempo de leerlo. Además estoy atrasada con algunos otros fics que sigo y me había hecho un plan para empezar a leer tus capítulos de a pocos, pero...
Wow leí el primer capítulo y me quede enganchada y termine leyendo todo de un tirón. Es excelente, me encanta como describes todas las situaciones, lugares, sentimientos. Es como si estuviéramos escuchando a los personajes hablando directamente.
Me encanta tu fic, me he reído y emocionado con cada relato. Lo de Jesse en la habitación de Rachel, fue excelente. Y los monólogos de Rachel y la forma de razonar de Finn. Oh... sinceramente estoy profundamente admirada.
Me acabo de convertir en tu fans y espero con ansias tu próximo capítulo.

¡Hola! Vengo con actualización recién salida del horno :3 Gracias a todas mis lectoras fieles & a las nuevas les digo Bienvenidas *-* Sigan comentando y leyendo, que las cosas se ponen feas O: ¡Besos! <3

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VIII
What goes around comes around.

Jesse’s POV.

La sensación de desagrado terrible que me había quedado dando vueltas en el cuerpo desde que la tabla humana sin gracia, alias Finn, se dignó a hablarme aún no se me quitaba. Seguramente rondaría por el resto de la tarde, realmente había conseguido amargarme como solamente él sabía hacerlo. Nada me hubiese costado partirle los huesos de una paliza, pero no está en mi naturaleza ser así, me jacto de ser misericordioso y más porque pelear con ese palote no valdría la pena ¿Y humillarlo frente a toda su escuela? Eso lo podía hacer por sí solo, no tenía la necesidad de que yo le ayudase a hacer el proceso más rápido. La sola voz de ese inútil llenando el aire me daba una jaqueca terrible, y aunque la mayoría de las veces escucho un “bla bla bla” sin prestar atención alguna, había tocado lo que más me importaba: Rachel. Sonaba como un pobre niño de 5 años al que le quitaron su juguete porque no sabía cuidarlo, y ahora lo quería de vuelta. ¿De verdad, Finn? Por favor, ya madura. Tenía que admitirlo, sin embargo, que el hecho de haber decidido venir hasta mi con cara de “Soy un hombre, no tengo miedo”, enfrentarme y salir con vida era totalmente respetable, pero ese respeto lo perdía en seguida apenas recordaba por qué era que lo odiaba tanto. Si siquiera yo, considerado un desalmado por muchas personas, sería capaz de romperle el corazón a una chica de tal manera… Eso es lo que yo considero ser un poco hombre, jurar amor eterno a una para después correr a los brazos de la otra. No, jugar a dos bandos no es lo mío. Mi caso fue totalmente distinto y justificado, tenía una confusión entre lo que pensaba que importaba y lo que realmente me importaba, y cuando el ego se interpone en las decisiones personales, nada bueno puede resultar de ello. Aún así, amaba con todo el corazón a mi Rachel Berry, que tardíamente –pero al fin- resultó ser la dueña de mis pensamientos más cursis y canciones mejor interpretadas. A ella le debía tanto dolor como felicidad, pero aunque ese bienestar viniese en gotitas, a su lado todo valía la pena.
Miré de reojo la expresión su expresión, venía muy callada y con una expresión que comenzaba a preocuparme. Sabía perfectamente lo que me iba a preguntar, y me hubiese gustado evadirlo, pero en realidad era inevitable responder su interrogante. Rodé los ojos y bajé la velocidad al notar que a la siguiente vuelta llegaríamos a su casa.


-¿Pasa algo? –dije inocentemente.

-Es sólo que… -titubeó un poco, y tampoco me quería mirar.

-Rachel –dije casi con aire paternal.

-¿Qué hablaste con Finn?

Estacioné en la acera de su casa y lancé un profundo suspiro. Ahí estaba de nuevo la migraña.
-Quería darme lecciones de vida.

-¿Lecciones de vida?

-Sobre ti –me quité los anteojos y los dejé sobre el tablero, mirándole con atención- Dijo que tú le dijiste que aún sentías cosas por él.

Su rostro se descompuso apenas dije eso.
-N-No, yo nunca dije eso –murmuró frunciendo los labios.

-Está bien, de todas formas no le creí –sonreí suavemente y coloqué la mano sobre la suya- Dijiste que necesitabas tiempo, y yo te daré todo el tiempo que quieras. Después de todo, hay muchas cosas en las cuales pensar.

-Eres un ángel.

-Sí, lo sé.

-¿Quieres pasar un rato a mi casa? No lo sé, quizás quieras café o algo así.

-¿Desde cuándo necesitas una excusa para invitar a pasar a tu novio?

-¿M-M-Mi… n-no…? –su tartamudeo incesante me produjo extraña ternura, se veía impresionada pero a la vez feliz.

-Destrábate –reí con sorna, besando su frente.

-L-Lo siento, es que –comenzó a reír sin parar- no puedo creerlo, no lo había visto de tal manera. ¿Rachel Berry y Jesse St James juntos nuevamente? ¡Seremos la mejor pareja del planeta!

-Somos la mejor pareja del planeta.

-Claro, claro, somos. Entonces, novio –me guiñó el ojo- ¿Pasas?

-Tú lo dijiste –incliné el rostro sobre el suyo, depositando un pequeño beso en la comisura derecha de sus labios.


Sus mejillas sonrojadas hacían competencia contra una de las cosas más bellas que alguna vez pude haber visto. Realmente era todo un espectáculo, solamente se podía ver superado por mi propio reflejo, eso sí es inalterablemente hermoso. Bajé hecho un rayo hasta el otro lado del Bentley tan bien cuidado, abriendo la puerta de Rachel gentilmente y ofreciéndole la mano, a lo que respondió con una nueva e hipnotizante sonrisa. ¿Podía ser más adorable? A veces se me olvidaba que yo era mayor, en realidad me pasaba que a su lado me sentía como un niño más, de vuelta en la escuela y con las mismas preocupaciones que cualquier adolescente. Ella me hacía sentir vivo, renovado, era la misma sensación que me daba sostener el trofeo de las Nacionales entre mis manos con el público aplaudiendo, y los vítores de mis compañeros… Pero multiplicado por diez a su lado. ¿Esperé alguna vez sentir eso? Jamás, ni en mis más profundos sueños lo habría imaginado siquiera, pero era así, y no me desagradaba para nada. A veces me costaba un poco de trabajo confiar en lo que mis oídos escuchaban, realmente no quería salir lastimado ni mucho menos cometer los mismos errores del pasado. Esta vez venía con otras intenciones, solamente quería ser el mejor hombre que existiera sobre la faz de la tierra para ella, que a mis ojos era una princesa de la talla de este príncipe, que si bien podría tener cualquier otra doncella, no le interesaba el resto. Mi mente estaba programada para pensar en ella, y mi corazón para latir a su ritmo, sin importar que el resto creyera lo que dijera o que si hacía algo era por interés para obtener algo; mi único interés recae en Rachel, que pudiese ser feliz.

A veces me pregunto si encontraré otra mujer como ella, que me haga sentir lo mismo. Ciertamente pueden haber un millón de otras que se le parezcan e incluso la superen, pero a medida que el tiempo pasaba a su lado me convencí de una sola cosa: jamás tropezaré con otra chica que me haga suspirar de alegría solamente porque me dijo “Hola” con una sonrisa de oreja a oreja. Rachel era distinta, única e irremplazable… ¿Cómo había llegado a esa conclusión? Digamos que durante mi estadía en Los Ángeles y Nueva York no perdí el tiempo para nada, me dediqué a estudiar el entorno y a lidiar con las fanáticas que surgían todos los días. ¿Qué tendrán con mi actitud? Los tipos me odian pero las mujeres parecen creerme un espécimen “fascinante” o algo por el estilo, a mi juicio debe ser mi despampanante aspecto físico, mi inexorable talento, mi profunda y varonil voz, el rizado cabello que parece haber sido fabricado por ángeles, mi inteligencia sin límites… Un sinfín de factores que pudiesen incidir en ese número tan creciente de admiradoras, pero a mí sólo me importaba una, que quisiera o no, estaba en mi mente constantemente. Por su culpa no podía escuchar a Lionel Richie sin tener un deja vù respecto a la biblioteca de McKinley, ni poder ver un concierto de Adele sabiendo que tocaría “Rolling in the Deep” en algún momento, ni siquiera podía estar cerca de una estrella dorada ¡Una tortura! Pero, sin embargo, me hacía pensar en ella… Y aunque tuvimos altos y bajos, simplemente no podía olvidarla. Era parte de mi corazón y quién sabe si siempre lo sería.
Apenas habíamos dado dos pasos por el patio de enfrente cuando una silueta se acercaba corriendo a gran velocidad hacia nosotros. Me pareció conocida, pero aún así desconcertante ¿Quién querría correr con tanto ímpetu hasta acá? Pisaría el césped, qué horror… Seguramente los padres de Rachel se pondrían furiosos sabiendo que algún loco apresurado destrozó sus gardenias y margaritas tan perfectamente cuidadas, era un crimen contra la buena jardinería dejar que sucediera. Mi compañera me miró sin entender, esperando a que le dijera si es que yo sabía de qué se trataba el alboroto que traía ese loco. A medida que se acercaba comencé a aguzar la vista, y mis ojos simplemente no podían creer lo que estaban presenciando.


-¡¿Finn?! –exclamé situando a Rachel detrás de mí.

-¿Qué demonios? –susurró ella desde mi espalda.


Venía corriendo casi como si quisiera derribar a alguien al final del camino, parecía alguna especie de troglodita barbárico que iba tras su presa, y mientras más se acercaba más pánico me entraba. En un abrir y cerrar de ojos estaba apenas a tres metros de mi, con una mirada que parecía expeler fuego… Y entonces lo supe, realmente venía por mí. ¿Qué no tenía suficiente ya? Frustrado, empujé a Rachel hacia un lado cuando vi venir el impacto del enorme imbécil sobre mi cuerpo, derribándome como si fuera un saco de papas o algo por el estilo. El golpe contra el suelo fue acompañado de un ruido seco, y el dolor en mi espalda no se hizo esperar.


-¡Te dije que no te acercaras a ella! –gritó como un loco, levantando el puño hasta chocarlo contra mi mandíbula una y otra vez.

-¡Finn, qué demonios haces! –gritó Rachel desesperada.

No mentiré, se me sacudió toda la cara apenas sentí ese impacto tan fuerte, incluso los pensamientos dentro de mi cabeza temblaron hasta desorientarme por un espacio de tres segundos.
-Te lo dije, y no me escuchaste. Te metiste conmigo y ahora tendrás que asumir –se aprestó a golpear nuevamente.

-Ya me tienes harto, pedazo de basura ¡Harto! –tomé su puño con una mano en cuanto me pude adelantar a sus predecibles acciones, logrando dar una vuelta hasta quedar sobre él y devolverle el favor.


-Peleas como una niña –se quejó el otro.

-Yo te voy a enseñar lo que es pelear como una niña, Hudson –con una mano sostuve su hombro y con el otro puño le partí la nariz de un impacto- ¿Te basta con eso?

-Hijo de tu… -chilló del dolor y entonces volvió a girar, colocando sus enormes manos en mi cuello intentando ahorcarme- Te voy a matar, desgraciado.

-¡Jesse! ¡Finn! –Rachel hiperventilaba sin saber qué hacer, hasta las piernas le temblaban.

-S-Suéltame… Q-Que me sueltes t-te digo –no podía respirar, e intentaba en vano quitármelo de encima.

-Te veré en el infierno.

-Eso espero, p-pero tú… te vas primero –gemí ante la falta de aire, cuando conseguí alzar el brazo para botarlo al suelo nuevamente con un golpe en plena cara.

-¡Basta! ¡Basta! –Rach tomó mi brazo y me ayudó a ponerme de pie, colocándose frente a mi y dejándome tras su espalda- ¿Qué crees que estás haciendo, Finn?


El patético Frankenstein intentaba ponerse de pie otra vez, tambaleándose y con la sangre escurriéndole por la nariz y el labio inferior. Mis heridas no eran menores, el cuello me ardía ante la fricción que sus manos habían hecho en él y mi labio inferior escurría un líquido caliente con sabor a óxido… Intenté recuperar el aliento jadeante, mirando a Finn entrar en posición de batalla nuevamente. Ese estúpido no se cansaba ¿No? Podría seguir todo el día como un maldito muñeco de entrenamiento.


-Le dije –balbuceó tragando saliva sonoramente, mirándome con un odio latente en los ojos- Se lo dije y no quiso hacerme caso, ahora que acepte que cobre la palabra.

-¿Qué dijiste? ¿De qué hablas?

-Que me alejara de ti. –susurré sin quitar mis ojos de la tabla humana.

-Y no me hiciste caso –deslizó su puño por su mandíbula, limpiando los hilillos de sangre- Y yo, vine a hacerte saber que conmigo no te metes, Ricitos de oro.

-Estás demente –dijo casi sin aliento Rachel- Vete de aquí antes que alguien llame a la policía.

-¿Le dijiste?

Rachel se quedó quieta mirándole, con una mueca de no entender.
-¿Acaso no le dijiste lo que me dijiste a mi? –una sonrisa se esbozó en sus labios.

Entrecerré los ojos dando un paso adelante, fijándome en la expresión de ambos.
-¿Qué no me dijo? –alcé una ceja apretando los puños.

-Jesse, no–

-Shh –toqué su antebrazo y seguí mirando a Finn- Anda, habla.

-Rachel aún siente cosas por mí, no puede superarme –señaló a la chica con la barbilla, recuperando el aliento- Me lo dijo hoy en la mañana, cuando tú estabas muy ocupado en el salón de belleza junto con todas las otras princesas.

-Mientes –empecé a reír- Rachel jamás te diría eso.

-Oh sí que lo hizo –interrumpió con su propia risa- ¿Tampoco te contó de nuestro beso en la biblioteca? ¿Eh?

-¿De qué estás hablando?

-Rachel dile, dile lo mismo que me dijiste a mí.


Mi mirada se deslizó hasta Rachel, quien permanecía callada mirando el suelo. Yo conocía esa mirada, esa triste mirada de desconcierto y culpabilidad que patéticamente para mi, significaba una sola cosa: Lo que fuera que Finn decía, era la verdad. “El que calla otorga” recordé con amargura dando un paso hacia atrás, buscando los ojos de la chica. Levanté la mirada con dignidad, Finn se mantenía sonriente y mostrando las palmas vacías, como diciendo “mi trabajo aquí está hecho”, comenzó a caminar hacia de espaldas hacia la acera, desde donde desapareció nuevamente. Poco me importaba ahora, la furia de pelear contra él se vio fuertemente opacada contra esa sensación de estar estrujando mi corazón con fuerza hasta arrancarlo de mi pecho, dejándolo abierto.
Respiré profundamente, manteniéndome firme en la incertidumbre de escuchar de sus propios labios lo que yo ya tenía pensado y hasta asumido.


-¿Es verdad? –pregunté en un tono que sonaba a lobo herido- ¿Es cierto que le dijiste eso?

-Jesse, yo… -su voz sonaba trémula.

-Sólo –suspiré una vez más levantando la mano hasta mi frente- Sólo dime, Rachel.

-Sí –dijo con la voz quebrada- Es cierto, yo le dije eso.

-Me mentiste.

-Perdóname.

-Me mentiste y yo te creí.

-Jesse, de verdad, perdóname.

-No puedo creerlo –una risa irónica salió de mis labios, mientras del inferior volvía a brotar la sangre- Esto es el colmo de los colmos, Rachel Berry.

-No es lo que tú crees, es que él me presionó y…

-No, no, por favor –tragué saliva trabajosamente, comenzando a caminar hasta mi Bentley- Ahórrate las excusas para otro que te las crea.

-¡Jesse! –exclamó detrás de mi- ¡Escúchame!

-¿Y me vas a seguir mintiendo? –dije en el mismo tono con una mano en la puerta del auto- Por favor, Rachel… Solamente asúmelo.

-Me estoy disculpando, Jesse St James.

-Esa no es la forma de pedir disculpas.

-¿Qué hay de malo con “perdóname”? –entrecerró los ojos.

-Le da a la gente la impresión errónea de poder arreglar todo con una simple palabra –abrí la puerta.

-No, espera, no te vayas –jadeó cerrando la puerta que acaba de abrir con una mano- Yo sé que metí la pata, pero de verdad no fue esa mi intención. Estoy esforzándome por olvidarlo, pero sabía que si te decía lo que sentía no lo ibas a entender.

-Me pides que te entienda después que me mentiste. Si las cosas van a ser así, no sé que estamos haciendo.

Su labio inferior tembló mientras sus ojos se desbordaban, y su ceño se fruncía rabiosamente.
-¿Entonces es así? ¿Jesse St James vuelve a ser el rompecorazones?

-¿Sabes? –cerré mis ojos un segundo- Frente a toda tu escuela y a la tropa de amigos que tienes tengo una imagen, pero tengo que decirte que en realidad eso es lo gracioso de las reputaciones. Todo el mundo piensa que soy el gran rompecorazones, pero la verdad de las cosas es… que tú rompiste el mío primero.


Los ojos de Rachel se abrieron con desconcierto, brotando de ellos lágrimas a borbotones. Me rompía el alma en mil pedazos verla así, pero estaba lastimado, me sentí manipulado. Suspiré abriendo la dichosa puerta una vez más y entré en el auto, bajando el cristal de la puerta, en una promesa de llamarla cuando me sintiera mejor, pero que no contuviera la respiración en lo que eso pasaba. Y así, me alejé una vez más hacia la calle, con el orgullo y el rostro heridos por igual. ¿Por qué había sido así? No lo sé en realidad, pero tenía la idea de que se me estaba devolviendo todo el daño que ya le había hecho en el pasado a Rachel. Recordé mis propias palabras hacía apenas la noche anterior “Alguien me dijo que tenía que sufrir los dolores del purgatorio cuando estuviera enamorado de verdad”, y en realidad eso estaba haciendo… Sufriendo por amor.

Que capítulo tan conmovedor...
Rachel le mintió y ya se sabe que las mentiras se descubren tarde o temprano.
Pero esperaba que se lo dijera ella mismo y no Finn.
Al final el chico consiguió lo que queria, hacer que Rachel quede libre.
El final me rompió el corazón a mi también, que pena que hayan roto....
Espero tu próxima actualización :)

Pauli!
Que rabia Finn y Rachel, en serio me dan cada vez mas rabia.
Finn por no asumir y olvidar a Rachel, y Rachel por aun sentir cosas por Finn!
Que le pasa a Finn, todo loco pegandole a Jesse!
Pobre Jesse y es verdad, siempre es alguien mas que le rompe su corazon, no el a otra persona :(
Espero el siguiente capitulo Pauli <3

Oh Dios, Jesse es maravilloso, pero Finn, porque siempre tiene que meter su Frankennarizota donde no lo llaman, Rachel mintio, hubiera sido mejor ser sincera del todo con Jesse, pero asi es Rachel... Pany, el capitulo estubo fenomenal.

“Alguien me dijo que tenía que sufrir los dolores del purgatorio cuando estuviera enamorado de verdad”

creo que desde el principio el unico que salio perdiendo y herido en esta relacion fue Jesse... ojala cambie la situacion.

Espero Actualizacion :)

Ahh lo ame pany te ha quedado genial:D

Ayy pobre Jesse esta sufriendo por amor

Se siente herido

Finn que le pasa? esta quedando mal

Espero actualizacion

Pany estuvo genial el capitulo!!

Finn :x ... Rachel :x
hubiera sido mejor que Rachel le dijera todo a Jesse
en vez de enterarse por Finn, al final este consiguió lo que quería D:
Pobre Jesse esta herido y sufre por amor... a el siempre le rompen el corazón :(

Espero tu próxima actualización!
Saludos :D