Fic Confia En Mi (St. Berry) Capitulo 12,y fueron felices los 3??? FINAL

Emmyme encantó el capitulo

Jesse ahora se ha ganado a Shelby

Sophie quiere mucho a Jesse

Jesse se ira a Sidney

Espero Actualizacion

Nueva lectora
Me encanta tu fic, actualiza pronto :D

Lo ame! Rachel se esta enamorando de jesse al igual q el de ella pero se ira a sidney y solo regresara por ella
Es tan romantico pero aun se resiste
Shelby me encanto por q ayuda a jesse al igual q sophie q altiro le encanto jesse
Actualiza prnto

DELIBERADAMENTE, Rachel se entregó a una actividad frenética para no pensar en Jesse. Durante el día, lo lograba, pero durante la noche la imagen de él no se apartaba de su mente.




Jesse telefoneó dos veces. Breves llamadas para preguntarle cómo pasaba el día y contarle que estaba ocupado en delicadas negociaciones que podrían retrasar su regreso.

El martes llegó un ramo de rosas a la ofici¬na con un breve mensaje:

Te echo de menos. JSJ.

Como Rachel no sabía qué ponerse para la cena de gala del próximo sábado, esa noche se dedicó a revisar el armario.

Tenía que ser algo sencillo, pero realmente espectacular. Al fin concluyó que ninguno de sus vestidos cumplía esos requisitos.

Así que al día siguiente decidió recorrer unas cuantas tiendas. Encontró lo que buscaba en una boutique exclusiva.

Era un vestido negro con delgados tirantes hechos de fina pedrería. Tras mirarse al espejo, se convenció de que valía la pena pagar su precio astronómico, aunque había que hacerle unas ligeras reformas.

Hasta ese momento, las estrategias de marketing para la obra de Michel marchaban sin contratiempos.

Ese miércoles por la tarde fueron con Shelby a ver una buena película. Más tarde, entraron en un simpático café, en una de las animadas calles en Broadway, entonces muy de moda.

-Me alegra ver que vuelves a hacer vida social -comentó Shelby amablemente mientras tomaban el café.

-Te refieres a Jesse -respondió la hija sin preámbulos.

-Sí.

Rachel sonrió abiertamente.

-¿Sugieres que me acueste con él?

-No me refiero a eso, pero mereces que alguien te quiera -aventuró Shelby.

Al día siguiente, Jesse llamó para anunciar que volvería en el vuelo vespertino. El placer anticipado de volver a verlo fue arrollador.

El viernes por la mañana llevaron a su despacho una rosa roja envuelta en papel celofán. No había mensaje. Solo la inicial del nombre de quien la enviaba: «J».

El almuerzo consistió en un sandwich y agua mineral mientras observaba las fotografías enviadas por Alex Stanford. Eran muy buenas. Rachel se limitó a aprobar la selección que el fotógrafo había hecho.

La actriz principal, Cait Lynden, estaba estupenda entre dos modelos profesionales. Y en cuanto a Gregor Anders, su compañero de reparto, el fotógrafo había buscado los ángulos que más lo favorecían, con excelentes resultados.

Michel St. James podría estar satisfecho. Especialmente con las fotografías de Sandrine. Había algo indefinible y sugerente en el atractivo sin afectación que emanaba de esa mujer. Algo que incitaba a una segunda mirada.

Las entrevistas y las fotografías aparecerían en dos revistas femeninas semanales.

Además, un prestigioso periódico interestatal publicaría en su suplemento dominical otra entrevista a los actores principales.

Luego, vendrían las páginas sociales. Un cóctel y la cena de gala con fines caritativos del próximo sábado, a la que estaban invitadas algunas personalidades relevantes del mundo y prácticamente toda la alta sociedad de New York.

Naturalmente, estarían presentes los fotógrafos y periodistas encargados de informar de esos eventos, muy importantes para atraer el interés del público y animarlos a pagar la entrada del teatro, según pensaba Rachel con cierta ironía.

El montaje de la obra había terminado. El equipo de marketing tendría que asistir a una presentación privada de la obra la semana siguiente. Su propósito era decidir sobre las partes de la obra que aparecerán en la televisión.



Antes de acabar el trabajo del día, Rachel verificó la correcta disposición de las mesas y los asientos de los comensales en la cena de gala que se realizaría en el Gran Salón de Baile del hotel Sheraton.

Esa tarde, tenía que recoger el vestido. Así que a las cinco y media, aparcaba su coche en el estacionamiento de un lujoso centro comercial de Marina Mirage. Diez minutos después, salía de la boutique, muy satisfecha, con una elegante bolsa en la mano.

Rachel montó en la escalera mecánica y ociosamente dejó vagar la mirada por el vestíbulo con suelos de mármol y una hermosa fuente con un surtidor de agua.

De pronto, vislumbró una cabeza masculina que le era familiar. Al instante, reconoció a Jesse, acompañado de una mujer alta, muy bien maquillada, con una figura espectacular.

Una mano de la elegante mujer se apoyaba confiadamente en el brazo del hombre.

Al verlos, Rachel sintió un súbito dolor de estómago. Justo en ese momento, Jesse alzó la cabeza y la vio. Durante unos segundos, se mantuvo inexpresivo, luego retiró la mano femenina de su brazo, murmuró unas cuantas palabras para acallar la protesta de la mujer y se dirigió al pie de la escalera.

No había forma de evitarlo, así que Rachel hizo un gran esfuerzo por sonreír con amabilidad al salir de la escalera mecánica.

-Jesse -saludó con fría formalidad.

-Mon ami -dijo la mujer-, ¿no piensas presentarnos?

-Desde luego. Ghislaine Chabert. Rachel Berry.

-¿También perteneces al mundo de los negocios de Jesse? -preguntó con una dura y fría mirada.

-Los negocios de Michel -corrigió Rachel.

-Rachel es directora de marketing.

-Ah, entonces promocionas esa pequeña obra de Sandrine -comentó en tono condescendiente.

-¿Me disculpáis? Debo ir a buscar a mi hija.

-Te acompaño al coche -propuso Jesse.

-No te molestes, por favor -dijo al tiempo que comenzaba a moverse hacia la escalera mecánica que la conduciría al estacionamiento.

Jesse se volvió a la mujer, le habló bruscamente en francés y en dos zancadas alcanzó a Rachel. Sin alterar el paso, ella continuó hacia la escalera. Mientras descendían, era muy consciente de la presencia del hombre a sus espaldas.

Al llegar abajo, Jesse la asió del brazo obligándola a mirarlo de frente.

-No hagas conjeturas erróneas, Rachel -advirtió en un tono suave como la seda.

-No tienes idea de lo que estoy pensando-declaró indiferente.

-Sí que la tengo. Tu mente es transparente. Habían llegado al estacionamiento.

-No tenemos nada que hablar -replicó.

-Sacre bleu -maldijo entre dientes-. Hay que tener paciencia de santo contigo.

Ghislaine es la hija de un viejo amigo de la familia. Yo no la he invitado -informó con dureza.

-No tienes que darme explicaciones -replicó la joven fríamente.

-Ghislaine reservó habitación en el mismo hotel. Pero no está conmigo. Y nunca lo ha estado -observó enfático.

-¿Y por qué me cuentas eso?

-Porque es una mujer fatal que se divierte jugando con los hombres.

Exasperada, Rachel exhaló un largo suspiro.

-Me encantaría continuar la charla, pero debo ir a recoger a Sophie.

-Y no crees una palabra de lo que te acabo de decir, ¿verdad?

Ella le sostuvo la mirada sin ningún temor.

-Eres libre de hacer lo que te venga en gana y con quien te plazca -escupió las palabras al tiempo que miraba ostensiblemente la mano del hombre apoyada en su brazo.

-Rachel, estás haciendo una montaña de un grano de arena.

-Más bien creo que te estoy facilitando las cosas.

Sin decir más, dio media vuelta para dirigirse apresuradamente al coche.

Cuando por fin se instaló detrás del volante, el dolor de estómago se había agudizado.

Encendió la radio y el dolor aumentó con la música.




Necesitaba poner en orden sus pensamientos. Afortunadamente, pasaría una tarde tranquila junto a Shelby y Sophie.

Cuando Jesse llamó a las ocho, hizo que Shelby le dijera que estaba ocupada con la niña. Y no devolvió la llamada.

Su madre, sabiamente, mantuvo un discreto silencio al respecto. Silencio que ella agradeció.

Más tarde, ya en la cama, se puso a pensar en el programa del día siguiente.

Sería una larga jornada, seguida de una noche todavía más larga. Habría conferencias de prensa y además una larga sesión fotográfica en la sala de teatro.

Aparte de eso, tendría que llevar a Shelby y a Sophie al aeropuerto, ya que viajaban a Lima en el vuelo de mediodía. Y en la noche se celebraría la cena de gala.

¿Y Ghislaine? ¿Sería capaz de emplear sus mañas para conseguir una invitación?

¡Allá ella!

Pero la imagen de la sofisticada mujer colgada del brazo de Jesse rondaba obstinadamente su cabeza. ¿Y cómo había sabido la francesa que él se hospedaba en el Sheraton?

Se juró a sí misma que no le importaba. Pero la verdad era que le importaba. Y mucho.

Al día siguiente, ya en el aeropuerto, le costó un gran esfuerzo despedirse de su madre y de Sophie. Al abrazar a su hijita y darle un beso de despedida, sintió una aguda sensación de desamparo.

Sophie pasaría unas buenas vacaciones con sus abuelos, se decía Rachel mientras conducía de vuelta a la ciudad.

Era ella la que tendría que acostumbrarse a una casa vacía, a la ausencia del parloteo y de las risas infantiles que llenaban su vida.

Fácilmente, podría haber delegado en otra persona su asistencia a la sala de teatro. Pero era importante presenciar y tomar decisiones sobre cada uno de los spots publicitarios.

Precisamente era el cuidado de los detalles lo que la había convertido en una de las mejores profesionales del marketing.

Así que esa tarde, a pesar del intenso calor que hacía en la sala, trabajó codo a codo con el equipo hasta que todo quedó terminado.

Cuando se dirigía al coche, tras despedirse de Alex Stanford, sonó el teléfono móvil.

-Parece que se ha convertido en una costumbre no responder a mis llamadas -oyó la voz de Jesse en su oído.

-He tenido un día muy ajetreado.

-Te pasaré a buscar a las siete.

-No, por favor -respondió rápidamente, consciente de la necesidad de llegar temprano al hotel-.

Podré quedar libre cuando todo el mundo quede acomodado en sus respectivos puestos. Antes de eso estaré muy ocupada.

-Bien, entonces iré a las seis y cuarto.

-De acuerdo -aceptó por no discutir.

Terminar la organización del evento fue una tensa lucha contra el tiempo, pero a las cinco, incluso los cámaras de televisión tenían sus equipos dispuestos en los vehículos.

Eran las cinco y media cuando Rachel llegó a casa. Le quedaban cuarenta y cinco minutos para tomar una ducha, lavarse y secarse el pelo, maquillarse y vestirse.

Cuando sonó el timbre de la puerta, acababa de ponerse los pendientes.

Rápidamente se calzó unos zapatos de fino tacón, y tras un toque de perfume, recogió el bolso de fiesta y enfiló hacia la puerta.

Al ver a Jesse se le cortó la respiración.

No era por el elegante traje oscuro que le sentaba de maravillas ni por la nivea camisa, sino por él mismo, por la poderosa atracción que emanaba de su persona.


Una cualidad innata, que poco tenía que ver con la magnífica estructura de su cuerpo o su apuesto rostro.

-Estás preciosa -dijo Jesse con admiración.

No se le escapó el leve gesto de placer en el rostro de Rachel antes de ocultarlo tras una expresión solemne.

-Muchas gracias.

«¿Por qué este hombre?», se preguntaba mientras se dirigían velozmente al teatro «¿Qué piensas hacer con él?», insistía la voz interior.

Tal vez una semana paradisíaca y luego toda una vida para olvidarlo.

-Estás muy callada -observó Jesse al tiempo que la miraba de soslayo.

-Ha sido un día frenético -respondió con voz átona.

Toda la élite de la sociedad solía acudir al prestigioso evento caritativo que se celebraba anualmente. Precisamente por esa razón, Rachel había querido que los miembros más importantes del reparto estuvieran presentes. El potencial publicitario era demasiado bueno como para no aprovecharlo en favor del marketing. Cuatro prestigiosas casas europeas de moda, con sus respectivas boutiques en el centro comercial de Mirage, habían organizado un desfile de modelos con sus últimas creaciones.

Rachel revisó la disposición de las mesas, la ubicación de los invitados en cada una de ellas y luego se reunió con Alex Stanford en el vestíbulo para indicarle las fotos que deseaba que hiciera.

-¿Dónde están nuestras estrellas? -preguntó Alex.

-Michel y Sandrine acaban de llegar. Están conversando con el hermano de Michel.

Y Ghislaine.

En ese momento, se abrieron las puertas y los invitados entraron al salón de baile. Las mujeres llevaban vestidos y joyas de las mejores firmas y los hombres iban impecablemente vestidos.

Michel y Sandrine, seguidos por Jesse y Ghislaine, se aproximaron a ella.

-¿Vienes con nosotros? -la invitó Jesse. Después de saludarlos, Rachel sostuvo la enigmática mirada de Jesse.

-Pronto, primero necesito hablar con el fotógrafo.

Ghislaine estaba impresionante, enfundada en un vestido con un profundo escote en la espalda y caras joyas. Con una brillante mirada dedicada a Rachel, enlazó su brazo al de Jesse.

Cinco minutos más tarde, Rachel volvió al salón y fue directamente a su mesa. No había signos de Cat Lynden ni de Gregor Anders. Sin embargo, Tony, el director de la película, ya estaba instalado en una mesa adyacente junto al productor y dos ejecutivos con sus respectivas esposas. Y Ghislaine. ¿A quién habría convencido para asegurarse un puesto en la mesa principal? ¿A Jesse? ¿A Michael? Se dijo que no quería saberlo.

Justo cuando tomaba asiento, parpadearon las luces en señal del comienzo de la ceremonia y entonces hicieron su entrada Cat Lynden y Gregor Anders, seguidos de una nube de fotógrafos profesionales.

La presidenta de la asociación de caridad pronunció un discurso introductorio, y luego cedió la palabra al alcalde. Más tarde, entraron los camareros con los entrantes en grandes bandejas.

-¿Más agua? -ofreció Jesse, sentado junto a Rachel.

-Gracias -dijo ella con una amable mirada.

Rachel agradeció que se oscureciera la sala al comenzar el desfile de modelos.

Hermosas maniquíes desfilaron por la pasarela vestidas para las diversas horas del día. Fueron cuarenta y cinco minutos de elegancia y glamour.

Antes del postre y el café, se produjo una especie de intermedio que los fotógrafos aprovecharon para hacer su trabajo.

Rachel tuvo que emplear a fondo toda una delicada diplomacia para disuadir a Cait Lynden de fotografiarse junto a Michel. La verdad era que la actriz se había entusiasmado con él. Pero Michel había dado instrucciones de que su esposa debía aparecer en todas las fotos que le hicieran.

-Ahora una foto con los hermanos St. James y Sandrine -sugirió Alex Stanton.

-¿Por qué no incluir a la directora de marketing? -sugirió Jesse al tiempo que se levantaba de la mesa y extendía una mano hacia la joven-. ¿Rachel?

Contra su voluntad, ella se dejó fotografiar entre Jesse y Sandrine, con Michel junto a su esposa.

Mientras posaban, Jesse le rodeó la cintura con un brazo. Ella se quedó inmóvil* con todos los sentidos alerta a la mano que de pronto empezó a recorrer lentamente su espalda.

-Una más -pidió Alex. Cuando el grupo volvía a la mesa, Rachel cuchicheó:

-Siempre te sales con la tuya, ¿verdad?

-Sí -respondió Jesse.

Al cabo de un rato, Alex fue a su mesa.

-Rachel, tienes que posar con el grupo de los ejecutivos.

Quince minutos después, la joven regresaba a su sitio. Jesse y Michel conversaban animadamente. Pero su silla no estaba vacía, la ocupaba... Ghislaine, que obviamente no tenía la menor intención de observar las buenas maneras.

Rachel tomó su vaso y fue a sentarse junto a unos colegas.

Pero al cabo de unos minutos, Noha Puckermann se instalaba a su lado, bastante bebido.

-Querida, por ti -dijo alzando su copa.

-Gracias -respondió en tono glacial. Puckermann le pasó un brazo por los hombros.

-Has hecho una magnífica labor, sí señor. ¿Por qué no te vienes a trabajar conmigo?

Instintivamente, la joven miró a la mesa de Jesse que, completamente relajado, conversaba con el grupo, atento a lo que decían. Sin embargo, como si hubiera podido sentir la mirada de Rachel, volvió la cabeza y sus ojos se encontraron.

La joven observó que, tras decirle algo a Michel, se levantaba de la mesa y se dirigía hacia ella.



ya va quedando menos para el gran final, espero sus comentarios

Gracias por el capítulo, lo estaba esperando...

Ghislaine me cae mal.... menos mal que Jesse no le hace ni caso y solo tiene ojos para Rachel *-*

Pobre Rachel su hija se fue a Ohio, ahora ella estará sola en su casa.

Queda poco para el final, que nervios!

Espero tu próxima actualización :)

Emy me encanto

Ghislaine no me cae bien

Rachel se enojo con jesse

sophie no esta y Rachel la extraña

Noha molesto a Rachel

Espero actualizacion

Hola Emy hace un par de días que leí los dos últimos capítulos de tu fic y como te dije me encanta tu Jesse, esta tan seductor y decidido.
Lo del fin de semana juntos fue hermoso y sobretodo en la parte en que narras que Sophie se ha encariñado con él y le pide hasta que la cargue y se duerme en sus brazos.
Y los detalles de las rosas enviadas a la oficina de Rachel, es dulce y encantador, no muchos hombres hacen eso.
Sobre el último capítulo me dio penita que Rachel se quedara sola en casa.
Y definitivamente me cayo remal Ghislaine, esta sobreentendido que quiere algo con Jesse y es obvio que provoque los celos de en Rachel.
Lo bueno es que Jesse le ha contado de su presencia a Rachel y poniéndola en sobre aviso de las formas de la niña.
Lo que si me dejo preocupada es que Noah le haga algún escándalo a Rachel en plena gala, ojala no sea así.
Espero tu siguiente capítulo.

Qedo muy intrigante
esa desgraciada de Ghislaine q se va a qedar al mismo hotel q jesse q se cree
y rachel penso q era algo mas de jesse
y jesse q siempre consige lo q qiere pero con esa carita qien le diria q no
Actualiza pronto

Chicas, se que me demoré mucho en publicar este capitulo, pero es que han sucedido demasiadas cosas en mi país las cuales han sido demasiado fuerte, hemos perdido a 21 compatritas comprometidos con las causas sociales, lo cual me afecto de sobre manera, pero he vuelto para que sigamos disfrutando esta parte de nuestras vidas.

Confia en Mí (St. Berry)
Capitulo 9
Dormir Contigo

Rachel se levantó con la intención de marcharse. -Si me disculpáis.

Y si el francés pensó que volvería a la mesa para observar cómo Ghislaine coqueteaba con él, se equivocaba rotundamente. Jesse la siguió hacia la salida.


-Nos han invitado a una fiesta en la discoteca del hotel. Tengo entendido que, aparte de Michel y Sandrine, irá todo el reparto de la obra, el equipo de marketing y ejecutivos de publicidad.

Ella lo observó atentamente.

-¿Y Ghislaine?

-Ella es libre de hacer lo que quiera.

-Como yo -replicó con calma-. Si me disculpas, iré a refrescarme un poco.

-¡Maldición! -exclamó airado-. ¿Por qué tendría que perder mi tiempo con ella, si pre¬fiero estar contigo?

-Ella es francesa, maravillosa, está muy disponible y te adora.

-¿Y si yo no la adoro?

-Bueno, también queda la posibilidad de unir dos grandes fortunas, ¿no te parece?-respondió con una sonrisa cínica.

-Ve a refrescarte, Rachel, antes de que diga algo irreparable.

Ella dio media vuelta y se alejó.

-¿No te importa si te acompaño al lavabo?-oyó la voz de Sandrine a sus espaldas.

Rachel se volvió.

-¿Misión de escape?

-Lo mismo que tú.

Una vez frente al espejo, ambas comenzaron a retocarse el maquillaje.

-Ahora que la obra ha terminado, imagino que volverás a Paris -comentó Rachel.

-Primero iremos a Sidney unos cuantos días y el martes regresamos a casa... sin Cait Lynden -concluyó burlona.

-Qué bien -rio Rachel.

-Por si te sirve de algo, quiero que sepas que hace mucho tiempo que Ghislaine merodea alrededor de Jesse. Ya sabes que los St. James no pierden el tiempo cuando quieren algo. Si a él le importara Ghislaine, hace años que le habría puesto un anillo en el dedo.

-Realmente no me interesa el asunto.

-¿Estás segura?

Minutos más tarde, se reunían con Jesse y Michel, que miraban la pintoresca cascada del vestíbulo principal.

-Vamos a la batalla -murmuró Sandrine y Rachel no pudo ocultar una sonrisa.

La discoteca del hotel estaba en la primera planta. Cuando entraron, el recinto ya estaba lleno de gente.

Cait y Ghislaine parecían estar cortadas por el mismo patrón, pensaba Rachel al observar el esfuerzo que hacían para que Jesse y Michel las invitaran a bailar.

Gregor Anders se le acercó.

-¿Quieres bailar conmigo, Rachel?

Casi todas la mujeres presentes habrían dado cualquier cosa por bailar con él. Pero Rachel no era una de ellas.

-Realmente estos no son mis lugares preferidos -se disculpó.

-Te advierto que tu bestia negra acaba de llegar. ¿Te aventuras entonces?

Una rápida mirada le confirmó la presencia de Noha Puckermann entre la gente.

-Te aviso que no lo hago muy bien -dijo al tiempo que lo seguía a la pista de baile.

-Te trataré con cuidado. ¿Pero cómo puedes decir que lo haces mal? -comentó el actor al cabo de un minuto mientras bailaban acompasadamente-. A propósito, observo que en este momento Michel le explica claramente a Cait que prefiere a su mujer, que Jesse abandona a Ghislaine y que... viene directamente hacia nosotros.

-¿No te importa, Gregor? -preguntó el francés.

El actor le sonrió maliciosamente a Rachel.

-Desde luego que no -respondió al tiempo que cedía su lugar a Jesse.



En ese momento, la música cambió a una lenta balada soul y Jesse ciñó el cuerpo femenino con suave firmeza.

.

El pulso de Rachel latía aceleradamente en sus venas. Mientras que la cabeza le ordenaba separarse un poco, el cuerpo se rebelaba.


Durante unos minutos se entregó a la mú¬sica y a la sensualidad del contacto, cada vez más intenso, con el cuerpo de Jesse.

Al cambiar la música, la joven se separó de él con cierto alivio. La pasión sexual no formaba parte de su agenda. Y menos con un francés que vivía en la otra mitad del mundo.

Un hombre muy peligroso; aunque tuvo que admitir a regañadientes que, según pasaban los días, su resistencia se debilitaba gradualmente.

En ese momento, Michel se les acercó.

-Nos vamos. Te llamaré el lunes, Jesse. Michel se despidió de Rachel, y Sandrine se inclinó a besarla en la mejilla.

-Buena suerte -susurró en su oído-. Espero que volvamos a vernos -dijo en voz alta.

Rachel intuyó que su intención era sincera y se despidió con la misma simpatía que demostraba Sandrine. La pareja se alejó.

-¡Rachel! Baila conmigo -oyeron la voz de Noha Puckermann.

-Estamos a punto de marcharnos -replicó Jesse, arrastrando las palabras.

-Lo siento, Noha -agregó Rachel.

-Vamos, Rachel, un solo baile -dijo al tiempo que la tomaba de un brazo.

-Creo que no, amigo mío -intervino Jesse con mucha calma, el tono de la voz era como el acero, envuelto en un pañuelo de seda.

La actitud beligerante de Noha en gran medida se debía al exceso de alcohol.

-Así que reclamas tus derechos, ¿eh?

-Sí -repuso el francés inflexible. Ante la dura mirada y la autoridad que emanaba de su persona, Noha optó por retirarse.

-¿Problemas, cariño? -oyeron la voz de Ghislaine junto a ellos.

-Nada de qué preocuparse -replicó Rachel con un leve tono burlón.

-Jesse se especializa en defender el honor de las mujeres. ¿Verdad que sí, mon amil

-Buenas noches -dijo Rachel al ver que Jesse no contestaba.

-¿Por qué te marchas? Todavía es muy pronto -dijo con acento mimoso.

-Tal vez para ti. Pero mañana debo madrugar -respondió Rachel.

-¿Para qué interrumpir la diversión de Jesse? Estoy segura de que puedes volver a casa en taxi.

-No, eso está fuera de toda cuestión -intervino Jesse con firmeza.

-¿No estarás llevando el papel del caballero andante demasiado lejos, mon amil -inquirió Ghislaine con un tono desdeñoso.

Jesse agarró por la cintura a Rachel.

-Bon nuit, Ghislaine -se despidió en tono indolente, pero muy suave.

-Estoy impresionada -comentó Rachel cuando llegaban a la puerta.

-¿De qué? -inquirió Jesse mientras esperaban el ascensor que los llevaría al estacionamiento.

-Defiendes a una mujer y destruyes a otra, ambas cosas al mismo tiempo.

-Sabes utilizar las palabras, ¿eh? -comentó cínicamente al tiempo que ella le dedicaba una deslumbrante sonrisa.

-Es uno de mis talentos -aseguró.

-Mañana tengo que viajar a Sidney -comentó Jesse en el ascensor-. Me llamaron esta tarde para informarme que han finalizado las negociaciones y que esperan que mañana firme el contrato.

El corazón de la joven dio un vuelco. Acabadas las negociaciones, no había razón para quedarse en New York.

-¿Irás directamente de Sidney a París?

Él le lanzó una aguda mirada. Percibió la cuidadosa compostura de sus rasgos, pero también el pulso palpitante en la base del cuello.

-Tengo la intención de venir aquí el lunes por la noche.

-Entiendo.

-¿De veras?

-Umm...

¿Cómo podía responderle sin involucrarse? Mejor sería guardar silencio.

Una vez en el coche, Jesse arrancó el motor y enfiló hacia la autovía principal en dirección sur.

-¿No hay respuesta?

-No hay respuesta -dijo ella simplemente. Al cabo de un tiempo, Jesse se detenía en la entrada de la casa y apagaba los faros. Ella se desató el cinturón de seguridad, y tras abrir la puerta, bajó del vehículo apresuradamente.

-No es necesario que me acompañes.

-Sí que la hay.

-Estaré bien -aseguró ella mientras abría la puerta y encendía las luces.

-¿Me tienes miedo, chériel

-No -contestó sinceramente.

No era a él a quién temía. Era a sí misma. Temía perder el control de sus emociones si él la besaba. Y sabía muy bien dónde podría conducirle la pérdida de control.

Rachel se dirigió al salón y Jesse la siguió. La compostura la abandonaba rápidamente, según pasaban los minutos.

-Iré a preparar café -dijo él tranquilamente.

-Yo lo haré. Siéntate -se ofreció ella.

-Me imagino que Shelby llamó para confirmar que habían llegado bien, ¿verdad? La voz a sus espaldas la sobresaltó.

-En efecto. Llegaron muy bien -confirmó al tiempo que se acercaba al refrigerador y lo abría. Cuando cerró la puerta, él estaba a su lado. Suavemente le quitó la caja de leche de la mano y la dejó sobre la cocina-. ¿Quieres comer algo? -preguntó nerviosa con el corazón retumbando en el pecho.

-Sí, a ti.

No le dio tiempo a protestar mientras la atraía hacia sí y sus labios se unían; esas bocas, ansiosas por reencontrarse, explorarse mutuamente, exaltaban los sentidos de la pareja.

El beso correspondido plenamente, se tornó más posesivo cuando las manos de Jesse recorrieron su espalda y la atrajo más hacia su cuerpo.

Un escalofrío de placer recorrió el cuerpo de Rachel, y por un instante, experimentó su propio poder al tenerlo a su merced.

Luego, él tomó la iniciativa. Sus labios empezaron a recorrer la base del cuello.

Rachel se sentía enloquecer de deseo. Era más de lo que podía soportar y no protestó cuando Jesse la alzó en sus brazos.

Mientras la llevaba a la habitación, la boca de él se apoderó de sus labios y, entonces,ella, rodeándole el cuello con los brazos, le devolvió el beso, totalmente entregada a su boca, hasta casi hacerlo enloquecer.

Él se quitó la chaqueta y la corbata. Luego le acarició la mejilla cuando ella le desabotonaba la camisa.

Ambos se quitaron los zapatos mientras Jesse bajaba la cremallera del vestido que se deslizó al suelo.

Rachel era hermosa, esbelta, con una delicada estructura ósea, la piel pálida y suaves curvas.


Rachel pudo admirar su amplio pecho, los fornidos hombros, la estrecha cintura y el abdomen liso al tiempo que él le rodeaba la nuca con una mano y se entregaba a un beso tan erótico, que casi la hizo gritar de placer.

Jesse retiró las ropas de cama, suavemente la acomodó sobre la sábana y se arrodilló sobre ella.

Los ojos de Jesse se habían oscurecido de deseo y ella sentía su fuerza como una entidad palpable.

Largo rato después, medio dormida entre los brazos del hombre, Rachel recordaba cómo se había desatado la pasión entre ellos. Allí solo había existido el lenguaje de los cuerpos; y todo el resto, pensamientos, razón, prejuicios, quedaron anulados entre caricias y besos hambrientos.

Recordaba el modo en que su propio cuerpo,lo cual produjo que se sonrojorá.

Al principio pensó que, saciada la pasión, Jesse abandonaría el lecho, se ducharía, se vestiría y se marcharía sin más.

Pero no fue así. En cambio, la estrechó contra su cuerpo, le acarició el pelo, las mejillas, el cuello, hasta que ambos se quedaron dormidos.

Mientras en su cabeza sonaba ....



Se despertó al sentir que unos dedos recorrían sus mejillas, y se volvió hacia él con los sentidos totalmente despiertos.

-Así que me has despertado, ¿eh? -dijo al tiempo que lo mordía suavemente la boca

-Quieres jugar, ¿eh? -respondió él abrasandola sin dejar de decirle mil veces que la queria demasiado

Entonces, con un rápido movimiento, él le atrajo la cabeza hacia su boca.

Sin piedad, presa del ansia ante ese cuerpo que se le entregaba, ella tomó la iniciativa y ambos sucumbieron otra vez al frenesí del deseo.

Más tarde, agotados, cayeron en un profundo sueño hasta que el sol iluminó la habitación.

Más tarde se ducharon juntos, entre besos y risas. Luego se vistieron y fueron a la cocina a preparar café con tostadas y huevos para el desayuno.

Eran pasadas las diez cuando Jesse, ya en la puerta, la besó con dulzura.

-Debo marcharme. Te llamaré desde Sidney -susurró con una tierna sonrisa-. Cuídate, chérie.

Rachel se quedó contemplándolo hasta que el coche desapareció calle abajo.

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Espero que les haya gustado, solo nos quedan 3 capitulos para llegar al Gran Final, todavia faltan muchas cosas, pero no se impacienten por que voveré a publicar en unos dias


Un fuerte abrazo a todas las quiero mucho

por fin rach dejo ser feliz a jesse xD, aunq q lata q se haya gtenido q ir a sidney
tres capitulos!! es muy poco xD me encanta tu fic :D

Me encanto el capitulo, jessie tan caballer y rachel porfion dejandose amar no pudo ser mas perfecto

Hermanita no te preocupes si te sientes muy mal para conectarte pero esto tambien te sirve para olvidarte de todo lo q pasa tambien
El capitulo fue lo mejor por fin sucumbio a la pasion q jesse inspiraba
y se fue a sidney pero volvera solo por ella
Actualiza cuando te sientas con animo todo mi apoyo para ti te qero

Me gusto la complicidad entre Sandrine y Rachel, es bueno que tenga una aliada.
Adore la parte donde Jesse defiende a Rachel de Noah y deja de claro que él tiene algo con ella de pasada, tanto a él como a Ghislaine.
Rachel no pude contenerse con Jesse y ambos pasaron la noche juntos, eso reafirma que ambos sienten algo muy fuerte por el otro.
Lo que me impresiono saber es que quedan sólo 3 capítulos más y fin, :D me gusta mucho como va la historia y muero de curiosidad como concluirá.

LA PRIMERA actividad del día siguiente fue llamar a Shelby.

Sophie le contó con todo detalle el vuelo a Sidney, los viajes en coche con sus queridos Nonos,; sus juegos con Jake, el perro y el paseo a la playa del día anterior.

-Parece que se divierte mucho -comentó Rachel alegremente a su madre minutos más tarde.

-Eso te lo puedo asegurar. ¿Y tú, Rachel? ¿Todo salió bien anoche?

-¡Realmente bien! Todo marchó sobre ruedas, sin ningún percance.

-¿YJesse?

-Parece que también disfrutó mucho. Esta mañana partió a Sidney.

-¿Pero volverá?

-Sí.

-Bien.

-Te llamaré mañana por la noche. Gracias por todo, mamá. Sé que Sophie
disfrutará mucho con ustedes -dijo cariñosamente.

Esa mañana se dedicó a limpiar la casa, a lavar y planchar. Cuando acabó, fue al supermercado a hacer la compra.

Después de almuerzo, se instaló cómodamente en un sofá con una interesante novela histórica. Ensimismada en la lectura durante horas, no se percató de que había caído la noche. Justo cuando iba a encender la luz, sonó el teléfono.

-¿Cómo estás? -era la voz inconfundible de Jesse.

-Bien.

-¿Eso es todo? ¿Bien?

-¿Qué quieres que diga? -replicó inquieta.

-Puede esperar, chérie.

Había una parte de ella que desesperaba por volver a verlo y otra que le pedía cautela. Si el sexo fuera un episodio casual que no comprometiera sus emociones, podría disfrutar plenamente de la relación con Jesse, tal como se presentaba, como una breve aventura, sin ataduras.

-Esta noche cenaré con Michel y Sandrine.

-Que disfrutéis. ¿A qué hora tienes la reunión mañana?

-A primera hora de la tarde. Te llamaré.

-De acuerdo.

-Buenas noches, querida -dijo en francés-. Que duermas bien.

Al día siguiente, después de ducharse, tomó cereales y fruta. Se puso una falda negra ajustada con una camisola de color naranja y una chaqueta negra con finas rayas. Luego se maquilló, recogió las llaves y fue en busca del coche.

Entonces descubrió que tenía un neumático desinflado.

«Parece que esto se está convirtiendo en costumbre», murmuró tras decir unas palabrotas.

Después de cambiar la rueda, volvió a casa a lavarse. Camino a la oficina pasó por el taller a dejar el neumático desinflado, trámite que le hizo perder bastante tiempo.

Una vez en la oficina, se preparó un café fuerte y luego consultó la agenda.

Minutos más tarde, trabajaba en el ordenador.

-Una tal señorita Chabert está en la línea -anunció Isabel a través del interfono.

-Pásame la llamada.

-Ghislaine -saludó con cortesía.

-Rachel. Tenemos que almorzar juntas.

-Imposible. Estoy muy ocupada -respon¬dió con calma.

-Te. veré a la una en el Terrazas.

Rachel tomó una gran bocanada de aire y lo expulsó lentamente. Pensaba que era una mala broma, excepto que el instinto le advertía que la situación no era nada humorística.

-No puedo.

-Ve allí.

-Mira, Ghislaine, por más que lo que pienso, no creo que tengamos nada que compartir.

-Jesse.

-No hay nada que discutir al respecto -dijo con serenidad antes de cortar la comunicación.

Almorzó un sandwich y agua mineral instalada en su escritorio. Luego, hizo unas llamadas telefónicas, revisó algunos documentos y decidió la fecha apropiada para el estreno de la obra. Era muy importante mantener el interés del público a través de avances de la obra en televisión y un seguimiento de la cobertura periodística en las revistas.

A las tres, hizo una pausa para tomar un café. Así como iban las cosas tendría que llevar trabajo a casa.

Eran las cuatro cuando su secretaria le avisó que Ghislaine Chabert estaba en recepción. Rachel profirió entre dientes una palabrotas poco dignas de una dama.

No tenía tiempo para ella. -¿Le dijiste que estaba ocupada?

-La señorita Chabert insiste en verte. Rápidamente consultó su agenda.


-De acuerdo, que pase. Avísame cuando llegue el cliente de las cuatro y media, por favor.

Apenas tuvo tiempo de darse un toque de color en los labios cuando Isabel llamó a la puerta, antes de abrirla, y cedió el paso a la francesa. Vio que Ghislaine se acercaba a ella, envuelta en una nube de exquisito perfume, con un traje de alta costura y perfectamente maquillada.

Calmada y muy compuesta, Rachel le indicó un sillón al tiempo que se situaba de pie tras el escritorio.

-Ghislaine. Toma asiento.

-Así está bien.

Se miraron recíprocamente a través de la mesa, como dos enemigas.

-Deja en paz a Jesse. Es mío. La joven ejecutiva enarcó una ceja deliberadamente.

-¿De veras? ¿Así que el propósito de tu visita es hacerme una advertencia?

Ghislaine la miró burlona. . -¿Para qué crees que he venido aquí? La otra noche, Jesse no volvió al hotel. ¿Estuvo contigo?

-Creo que esa pregunta no merece una respuesta -replicó cautelosamente.

La expresión de la francesa se endureció.

-Para él solo eres una diversión; alguien nuevo, diferente y... pasajero.

La ira se apoderó de Rachel, pero la mantuvo bajo control.

-Será mejor que te marches.

-Aléjate de él.

-¿Y si él decidiera no alejarse de mí?

-Nuestras respectivas familias quieren que nos casemos. Y haré lo imposible para que eso suceda.

Rachel captó una determinación irracional y rencorosa en los duros ojos oscuros, y no pudo evitar un escalofrío.

-Entonces debo desearte buena suerte. Y pedirte que te marches, -dijo con toda calma. En ese momento, sonó el interfono y atendió la llamada-. Mi cliente espera. Adiós, Ghislaine -agregó tras colocar el receptor en el aparato y luego dirigirse a la puerta.

-No me subestimes -advirtió la francesa antes de salir del despacho.




Rachel tomó una gran bocanada de aire y esperó un par de minutos hasta recobrar la compostura.

Ghislaine era una bruja, posiblemente peligrosa y con problemas. De pronto recordó las palabras de Sandrine, que en modo alguno contribuyeron a aliviarla.

Eran pasadas las seis cuando llegó a casa, con dos neumáticos nuevos.

Cuando pasó por el taller a buscar la rueda reparada, el joven movió la cabeza de un lado a otro.

-No se pudo reparar, señora. Está rajada -al ver la expresión de Rachel, agregó-: Con un cuchillo, me atrevería a decir.

-Pero, ¿cómo? Adivino que tendré que comprar un neumático nuevo.

-Más bien dos, señora, porque hay que igualar las ruedas delanteras.

-¿Puede hacerlo ahora?

-Lo siento, pero es la hora del cierre.

-Por favor, realmente necesito el coche. Se lo ruego.

-De acuerdo, solo por usted haré una excepción. Tome asiento.

Diez minutos más tarde, después de extender un cheque, conducía hasta casa.

Al llegar, se puso pantalones cortos y una camiseta y fue a la cocina a prepararse la cena, que consistió en una ensalada, pollo frío y fruta fresca.

Más tarde, se duchó y se puso una bata corta de seda, decidida a pasar un par de horas con el ordenador portátil. Pero antes llamaría a Shelby para saber de Sophie. Habían ido a dar un paseo en el ferry y más tarde al zoológico.

-La estás estropeando, mamá -protestó encantada Rachel.

-No, hija, nos estamos divirtiendo -rió la madre.

Realmente, echaba de menos las vocecita ; y las risas de su hija, tanto como sus abrazos y besos.

Decidida a comenzar el trabajo para mantener ocupada la mente, colocó el ordenador portátil en la mesa del comedor. Pronto, estaba inmersa en el proceso de datos que más tarde pasaría a un pendrive, para imprimirlo al día siguiente en la oficina.

El timbre de la puerta la sobresaltó. Tras echar un vistazo al reloj, se preguntó quién podría llegar a las nueve de la noche sin avisar por teléfono.

Mientras hacía conjeturas, el timbre volvió a sonar. Rápidamente fue a la puerta. Pero antes de abrir aplicó el ojo a la mirilla.
Era Jesse.

-Hola -se limitó a saludar, ruborizada al notar que la mirada del hombre se deslizaba por la bata corta y las piernas desnudas, antes de posarse en su cara.

-¿Estabas acostada? -preguntó de buen humor.

-No, estoy trabajando -respondió rápidamente.

-¿No me vas a invitar a entrar?

-Claro que sí.

Jesse entró al vestíbulo y ella lo siguió.

-¿Quieres café?

-No, a menos que prepares para ti. Si no, prefiero una bebida fría.

Ella fue al frigorífico en busca de una lata de cola.

-¿Cenaste en el avión? -preguntó mientras le tendía el vaso lleno.

-Sí -dijo al tiempo bebía un largo trago.

-¿Cómo estuvo la reunión?

-Muy bien. Un éxito. Cerramos el negocio y el contrato quedó firmado.

-Así que ya nada te retiene aquí.

Tras colocar el bote y el vaso en la mesa de la cocina, Jesse apoyó una cadera en el borde del mueble.

-Sí, hay algo. Tú -expresó en tono solemne.

Esa era una declaración muy directa. Pero, ¿en qué contexto? De acuerdo con la venenosa revelación de Ghislaine, solo había una posibilidad.

-¿Como una distracción pasajera?

Jesse entrecerró los ojos un instante.

-¿Un distracción de qué?

-De Ghislaine y vuestra futura boda.

En ese instante, Rachel tuvo un indicio de cómo se conducía Jesse a la hora de entrar en negociaciones profesionales. Se quedó inmóvil, peligrosamente quieto, con el rostro inexpresivo, a la espera, sin dejar de observar, sin dar la menor pista de su estado de ánimo.


-Ghislaine posee una imaginación fantasiosa, fomentada por padres demasiado indulgentes en su deseo de unir a las familias Chabert y St. James -dijo con una rígida expresión de dureza-. Una fusión de empresas es una cuestión impensable y te aseguro que no hay ningún plan matrimonial.

-Me temo que Ghislaine piensa de otro modo.

-¿Y tú la creíste? -preguntó con calma.

Los ojos de la joven echaron chispas en todos los tonos y la rabia reprimida en las últimas horas, emergió con virulencia.

-Estuvo muy convincente.

-Sí -reconoció en tono cínico-. Me lo imagino.

-Esto es un despropósito.

-No estoy de acuerdo.

-¿Por qué? El resultado es el mismo.

-¿Tan segura estás acerca de eso?

-¡No estoy segura de nada, maldita sea! Pero incluso con la mejor voluntad, no le veo ninguna salida. Una declaración y el posterior «y fueron felices para siempre» solo pertenecen a los cuentos infantiles. Jesse, vete a casa, por favor -pidió con voz insegura-. Realmente me quedan unas cuantas horas de trabajo. Y no te miento.

Él la miró detenidamente y percibió en ella el cansancio y la evidente tensión emocional. Entonces, hizo un gran esfuerzo por aplacar la rabia que sentía contra Ghislaine.

Movido por un impulso, la abrazó estrechamente. Ella intentó liberarse de sus brazos, pero al sentir los labios en su cuello, fue incapaz de luchar.

-No, por favor -fue todo lo que dijo porque se sentía muy bien apoyándose en su pecho, aceptando su fuerza y su seguridad.

Y se mantuvieron abrazados. ¿Cuánto tiempo? Ya no le importaba lo que durase. Le bastaba con que estuviera allí, aunque fuera por unas cuantas noches más. La verdad era que no quería negarse el infinito placer de compartir su intimidad con él. ¿Eso era tan malo?

Suavemente, él se separó y le alzó la barbilla, intentando no volver a perderse en las profundidades de color caramelo de esos ojos.

-Ve al ordenador y termina tu trabajo. Yo preparé el café.

Rachel abrió la boca para protestar, pero él se inclinó para besarle la punta de la nariz y suavemente la empujó hacia la mesa.



Trabajó intensamente durante dos horas. Finalmente, con mucha satisfacción guardó el documento en un pendrive.

Todo el tiempo había sido consciente de Jesse cerca de ella, tumbado cómodamente en un sofá de la sala, totalmente relajado mientras veía un programa televisivo a bajo volumen.

Automáticamente, cerró el programa y apagó el ordenador. No se dio cuenta de la presencia de él hasta que sintió sus manos sobre los hombros.

Los dedos suaves pero fuertes comenzaron a masajearle los hombros y los músculos del cuello hasta que ella aflojó la cabeza en total aceptación.

Se sentía tan bien con esa sensación de relajamiento total, que no sintió cómo pasaba el tiempo hasta que las manos dejaron de trabajar y bajaron a su cintura.

Entonces, Jesse la alzó en brazos y la llevó hasta el dormitorio.

-Jesse...

-No pienses. Solo permítete sentir -susurró mientras retiraba la ropa de cama y la acomodaba sobre la sábana.

Fue en ese momento en que volvieron a ser solo una persona, una persona que sentía y amaba de la misma manera.


Luego, se quedaron profundamente dormidos, estrechamente abrazados.

La intrusión de la alarma del despertador los llevó a la dura realidad.

-Las seis y media. Tiempo de levantarse y saludar al nuevo día -susurró Jesse al tiempo que le acariciaba la cara.

Rachel lo besó, consciente de que su cuerpo despertaba otra vez al deseo.

-No me hagas esto, ó llegaré tarde al trabajo -imploró al tiempo que se debatía entre entregarse a sus brazos o saltar de la cama.

Venció el deber, así que en un minuto se encontraba bajo la ducha con el frasco de champú en la mano. Solo que otra mano se apoderó del frasco y vertió un poco sobre sus cabellos.

-No puedes...

-Sí que puedo -declaró al tiempo que le lavaba el pelo.


Luego, le enjabonó todo su cuerpo con una suave fricción.

Tendría que saltarse el desayuno, pero bien valía la pena sentir esas manos en su cuerpo mientras se dedicaba a enjabonarlo a su vez.

-Jesse -musitó mientras la boca del hombre se apoderaba de la suya.

Nada importaba, ni la hora que era, ni el desayuno, ni el trabajo, mientras pudiera sentir el contacto de ese cuerpo que la alzaba por la cintura y volvía a hacerla suya bajo el poderoso chorro de la ducha.

Más tarde, Jesse la ayudó a secarse y luego ella se entregó a su arreglo personal. Rápidamente, se puso un elegante traje de chaqueta y pantalón. Después, se cepilló el cabello y se maquilló.

Luego recogió el pendrive, lo puso en el bolso y fue a la puerta. Jesse la seguía con su cartera en una mano. y el ordenador portátil en la otra. Se había afeitado y, en lugar del traje, llevaba pantalones de confección y un polo azul oscuro.

Rachel fue al garaje, abrió las puertas automáticas con el control remoto y profirió un juramento al ver que el coche tenía una rueda desinflada. No se habría dado cuenta si no hubiera tenido que recoger un rastrillo de jardinería apoyado contra la puerta del conductor.

-¿Algún problema?

Rachel indicó la rueda delantera.

-Es la segunda vez que se estropea un neumático en dos días. Si también lo han rajado, daré parte a la policía -declaró furiosa.

-¿Rajado? -inquirió Jesse con engañosa calma.

-Eso fue lo que dijo el tipo del taller. Anoche tuvo que poner dos neumáticos nuevos. Sacaré la rueda de repuesto -dijo con un suspiro.

-Déjalo, yo te llevaré a la oficina.

-Maldición, necesito mi coche.

-Y te iré a buscar -continuó Jesse impasible-. Dame el control remoto y la llave del coche. Yo me haré cargo de todo.

Ella abrió la boca para protestar.

-No digas nada, mi amor -ordenó Jesse con dulzura al tiempo que le acariciaba la mejilla.

Rachel quedo descolocada con esa palabra "mi amor", esas palabras retumbaban en su cabeza y no la dejaban pensar en nada mas.

Mientras él conducía hasta la oficina, Rachel llamaba para avisar que iba en camino.

Al fin, Jesse se detuvo frente al edificio.

-Gracias -dijo la joven antes de bajar del coche apresuradamente.


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Se nos acercan rapidamente los ultimos dos capitulos....

el final esta demasiado lindo


espero sus comentarios

Estuvo fantastico el capitulo tanto amor pasio, porfin rachel se deja llevar y hay que desacernos de la bruja

realmente triste porque pronto se acabara pero espero tambien ansiosa capitulo

ESpero actualizacion

Emy, cuando vi que habías actualizado no pude aguantarme las ganas de correr a leer tu fic, y te quedo AHHHHHHHHH
Me encanta como reacciono Rachel frente a Ghisaline, sin dejarse intimidar por esa mujercita.
Pero que bueno que Jesse llegara para darle mayor confianza y hacerle saber que él esta interesado sólo en ella.
Además que lindo y comprensivo Jesse de dejarla trabajar y luego darle un masaje en el cuello. Es divino y relajante eso después de una larga jornada de trabajo.
Me encanta que sigan pasando las noches juntos :D, aprovechan la ausencia de Sophie :D :D :D
Lo que si me dejo con la duda, es como se rajan los neumaticos del auto de Rachel o "QUIEN" lo esta haciendo y sobre todo CON QUE OBJETIVO?? :scratch:
Espero la actualización de tus siguientes capítulos aunque falten 2 :(

Me da la impresión de que Ghislaine tiene algo que ver con las ruedas rajadas de Rachel...
La forma en que Rachel no se dejo avasallar por las amenazas de Ghislaine fue admirable.
Jesse, Rachel y sus noches de pasión *-*
Son insaciables xD
"Mi amor" *-*
Espero que Rachel se haya dado cuenta de que Jesse no la quiere para el sexo, si no que la quiere de verdad.
Es una pena que solo falten dos capítulos.
Espero tu próxima actualización :)

Me perdi dos capitulos

Los ame Se entregaron al amor

Jesse le dijo mi amor a Rachel que lindo

Ghislaine esta chica tiene problemas con todo ese dinero mejor que valla al psicologo

esos neumaticos rotos??

acaso eso no lo habra echo la chica con problemas

Espero el siguiente capitulo Emy

saludos

Andrea Michele de Groff escribió:gracias x actualizar tan pronto :)

awww q historia más apasionante ;) jeje
como Rachel se deja vncer x sus deseos y se entregue al amour

espero el prox cap y el lindo final :)

Andrea querida Muchas gracias por leer mi locura por la pareja St. Berry, lo que quería era que la historia fuera muy apasionante y parece que lo logré hoy en la tarde publicaré el capitulo 11 para que comprendan que todo toma un rumbo que aunque pareciera logíco no lo es tanto, ya que mi querida Rachel, es un tanto temerosa a lo que esta sintiendo por Jesse, pero tranquila todo será maravillosos.


Gracias por leer amiga

Un beso :D

tatislutz escribió:Estuvo fantastico el capitulo tanto amor pasio, porfin rachel se deja llevar y hay que desacernos de la bruja

realmente triste porque pronto se acabara pero espero tambien ansiosa capitulo

ESpero actualizacion

Tatislutz: Gracias por leer, se que he avanzado un poco rapido en el fic, pero me pongo en el lugar de que también soy lectora, por lo mismo, primero ideé bien la idea y escribi todo para que las actualizaciones no fueran tan lentas, solo nos quedan 2 capitulos, pero serán sorprendentes espero que te guste...


Gracias por leer...

Un Abrazo

Elizabeth Gonzales escribió:Emy, cuando vi que habías actualizado no pude aguantarme las ganas de correr a leer tu fic, y te quedo AHHHHHHHHH
Me encanta como reacciono Rachel frente a Ghisaline, sin dejarse intimidar por esa mujercita.
Pero que bueno que Jesse llegara para darle mayor confianza y hacerle saber que él esta interesado sólo en ella.
Además que lindo y comprensivo Jesse de dejarla trabajar y luego darle un masaje en el cuello. Es divino y relajante eso después de una larga jornada de trabajo.
Me encanta que sigan pasando las noches juntos :D, aprovechan la ausencia de Sophie :D :D :D
Lo que si me dejo con la duda, es como se rajan los neumaticos del auto de Rachel o "QUIEN" lo esta haciendo y sobre todo CON QUE OBJETIVO?? :scratch:
Espero la actualización de tus siguientes capítulos aunque falten 2 :(

Eli: Gracias por leer, eres genial, queria que mi Rachel no fuera una cabra chica histerica, por lo que la hice como somos la mayoria de las mujeres siempre dignas aunque las ganas de matar a Ghislaine, pero estos dias en que Sophie esta con los abuelos se decidiran muchas cosas..hoy publicaré nuestro penultimo capitulo...


Gracias amiga por leer, te quiero mucho


Un abrazote

Turn Around Bright Eyes escribió:Me da la impresión de que Ghislaine tiene algo que ver con las ruedas rajadas de Rachel...
La forma en que Rachel no se dejo avasallar por las amenazas de Ghislaine fue admirable.
Jesse, Rachel y sus noches de pasión *-*
Son insaciables xD
"Mi amor" *-*
Espero que Rachel se haya dado cuenta de que Jesse no la quiere para el sexo, si no que la quiere de verdad.
Es una pena que solo falten dos capítulos.
Espero tu próxima actualización :)

Vienen muchas mas sorpresas, que no las quiero adelantar pero estoy ansiosa en publicarlas :bounce:

Judith escribió:Me perdi dos capitulos

Los ame Se entregaron al amor

Jesse le dijo mi amor a Rachel que lindo

Ghislaine esta chica tiene problemas con todo ese dinero mejor que valla al psicologo

esos neumaticos rotos??

acaso eso no lo habra echo la chica con problemas

Espero el siguiente capitulo Emy

saludos

Judith mi fiel lectora, se vienen muchas sopresas que no esperamos pero que serán geniales, mas tarde publicaré el penultimo capitulo, que estará lleno de sorpresas.