Fic "Fall For You" Capítulo XIX

-Vamos a llegar tarde! rápido, Damian!
-Voooooooooy!- Dijo bajando las escaleras como un rayo.-Cómo se puede llegar tarde a una reunión tan informal como un día de campo?- Dijo para sí mismo en una voz inaudible.
-Cargá la conservadora en el baúl. Y no te olvides del termo!- Le ordenó su padre. Damian lo hizo a regañadientes. No tenía ganas de ver a los Pearce. Si bien era un hermoso día para disfrutar del aire libre, el prefería estar encerrado. No tenía ánimo alguno de encontrarse con la desconsiderada muchacha.

El trayecto fue silencioso. Damian sólo miraba por la ventanilla, deseando que la reencarnación fuera posible para convertirse en un cesto de basura, una bicicleta, o incluso el suave viento. Miró a su cachorro Rupert, envidiándolo. Él sí que no tenía problemas en su vida. Lo acarició, en verdad deseaba ser Rupert. Le agradecía al cielo poder traerlo consigo al estresante picnic. Tendría compañía, porque no tenía en sus planes estar con alguien que no fuera su peludo amigo.


Su padre estacionó la 4x4 negra y bajaron las cosas del vehículo. Su madre al parecer había creído que se quedarían a vivir en aquel lugar, pues traía consigo todo lo necesario para sobrevivir un mes en una isla desierta.

-Lost, Lost, Lost, me gustaría estar en la isla de Lost.- Pensó un agobiado Damian.

Las familias se encontraron en aquel parque, en un marco de suma alegría que se veía contrastada con la amarga cara del menor de los Mcginty. En un momento pensó que aquello no iba ser tan malo, hasta que se percató que los Pearce traían compañía, haciendo que su frase "cuando pienses que todo irá mal, irá peor" sea correcta una vez más.

-Hola...- saludó a Lindsay tímidamente.
-Hey, Damian! qué cara traes! Anímate, es un hermoso día!- Comentó la muchacha sin darle importancia a su aspecto
-Coff, coff- Tosió su acompañante, esperando ser presentado. Ella le realizó un pequeño golpe en el brazo, como señal de que sabía lo que hacía.
-Damian, te presento a Samuel, mi...- La chica no logró terminar la frase porque en realidad no le habían puesto un título a su relación.
-Novio. No lo dudes, cariño!- Dijo un sonriente joven con rastas en toda la superficie de su cabeza, terminando la oración de la joven. Era moreno, con dos piercings en su nariz. Traía puesto un pantalón ajustado color rosa chicle, un pantalón que Damian sólo usaría en caso de perder una apuesta.
-Hola, un gusto- Mintió, ofreciéndole su mano. El saludo le resultó un poco falso, pero no le importó demasiado.

Ya había conocido al famoso chico de las cosquillas. Todavía no lograba entender cómo su tía y sobretodo su esposo habían dejado que un chico como ese saliera con su hija, su adorada hija. Aunque luego pensó en el escándalo que seguramente ella habría armado defendiéndolo.

Se sentó en la mesa, y mirando al cielo respondía todas las preguntas que el señor Pearce le hacía. Él era amable, a pesar de ser un hombre serio. Se notaba que quería a Damian.
Ayudó con la comida, preparando los sándwiches de atún y pollo, y colocando un extenso mantel naranja en el verde césped. Él había sido el encargado de elegir el lugar en donde estarían, y se sintió satisfecho al escuchar muestras de goce de parte de su madre y su tía, por la sombra que proporcionaba el poblado árbol bajo el cual almorzarían.
Cuando ya estaba todo listo, ambas familias, entra bromas y comentarios, se dispusieron a almorzar.
Damian cortaba trozos de su sándwich para dárselo a su cachorro. Compartiría su almuerzo, puesto que no tenía mucha hambre. Rupert sólo se relamía al verlo.

Maldijo el hecho de no haber cargado consigo su notebook, ya que estaba sumamente aburrido. No podía chatear con Cameron ni ver alguna película para pasar el rato. Decidió sacar su guitarra y, con Rupert como único espectador, comenzó a tocar una de sus canciones favoritas. Estaba alejado de los demás, alejado de Lindsay y su impresentable novio, alejado de su mejor amigo. Pero no sólo eso: se sentía alejado de sí mismo. Cerró sus ojos...

Hold up
hold on
don't be scared
you'll never change what’s been and gone

may your smile
shine on
don't be scared
your destiny may keep you warm

cos all of the stars
are fading away
just try not to worry
you'll see them some day
take what you need
and be on your way
and stop crying your heart out- Se aconsejó a sí mismo

get up
come on
why're you scared?
you'll never change
whats been and gone…

Sintió que unos pasos se aproximaban hacia él. Abrió los ojos, algo molesto. Al parecer no se podía tener un poco de tranquilidad.
Quería estar solo. No quería que nadie lo interrumpiese en su momento privado. Deseaba que aquel lugar tuviese puerta para colocarle el cartel de "Prohibido pasar" ante la presencia de cualquier intruso.

-Wow, Damian! tu voz es increíble!- Le dijo Lindsay mirándolo embobada. El joven tenía una voz muy particular, era una voz muy grave para su corta edad. Era una voz profunda pero afinada. Eso, sumado a su increíble acento irlandés. Si bien Damian desde pequeño vivía en América, mantenía su peculiar acento pues conversaba todos los días con sus padres (ambos irlandeses) e iba a visitar a su familia muy seguido.
Lo había estado espiando detrás del árbol en el cual él estaba apoyado, cuando la canción estaba llegando a su fin.
-Hace mucho tiempo estabas escuchándome?- Le preguntó un poco incómodo.
-No... acabo de llegar. Acaso tenías una de esas charlas secretas con vos mismo, en voz alta?- Lo interrogó la curiosa chica.
-No es de tu incumbencia.
-Damian... pasa algo? te he notado raro durante el almuerzo. No sé si es mi imaginación o has estado esquivándome todo el tiempo.- Lindsay tenía razón. Él la había evitado cada vez que había podido. Se había sentado lejos de ella durante el picnic, aunque luego se arrepintió de eso pues tenía una perfecta visión de ella con su noviecito jugando a darse la comida en la boca a modo de avión. Esto le resultó sumamente patético. También la había esquivado cuando ella le había ofrecido una manzana de postre. Se levantó y se fue, haciendo como si no la hubiera escuchado.
-Esquivándote? y por qué habría de hacerlo? No, repito NO sos el centro del universo.- Le contestó con su armónica voz.
-Sólo preguntaba...
-Como siempre, preguntando y preguntando sin cesar. No te cansas ni un segundo, no?- Ella lo miró un poco furiosa. Por qué la trataba tan mal cuando sólo había sido amigable y considerada con él? Estaba harta. Sabía que tenía que ponerle un freno a todo eso.
-Basta.
-Ah?
-Basta, Damian! No creo haberte dado motivo alguno como para que estés molesto conmigo! Por qué me tratas tan mal? Por qué me dijiste esas cosas en la cocina, la semana pasada? Por qué?
-No dije nada que no sea cierto
-En verdad piensas eso? En verdad esa es tu idea de mí?- Le preguntó, dolida.
-Claro.- Musitó sin dudar.
-Dejame decirte algo entonces. Yo no me creo el centro de ningún universo, menos aún del tuyo.- Al decir esto último miró al suelo. En verdad le dolía- Admito que a veces puedo tornarme un poco molesta y presumida, pero ese es mi verdadero mecanismo de defensa ante el mundo. Intento ser buena en cada cosa que puedo, porque siento que no soy lo suficientemente buena como para ser parte de mi familia.
-Hablas como si no pertenecieras a ella.
-A veces pienso que no pertenezco. Soy adoptada, Damian. Por eso hago el esfuerzo de ser aceptada por todos. Siento esa necesidad porque de niña me sentí rechazada.
-No...no tenía idea Lindsay- Dijo algo apenado, con sus cejas arriba.
-El día que te conocí fue el mejor día de mi vida, sabes?- Confesó la muchacha de ojos azules intentando recordar aquel día. Él la miró con ojos caídos.- Ese día los Pearce me retiraron del hogar de niños abandonados y me llevaron a tu casa para que tu madre me conociera.

Damian sólo la observaba pensando en todo lo que le había dicho. No sabía que la joven podía tener un pasado tan duro.
-El día en el que te conocí sentí formar parte de una familia, Damo.- Adoraba cuando ella decía su nombre. Sonrió sin pensarlo.
-Perdón.- Dijo finalmente.- Siento lo del otro día. No fue mi intención hacerte sentir mal. Llamé para disculparme el otro día pero... pensé que sería mejor decírtelo de frente.- Mintió. No le había dicho que lo sentía porque ella estaba ocupada con el chico de pantalón rosa y nombre de pandillero.
-No te preocupes. Sé que sos bueno, Damian. Mi padre se encarga de recordármelo cada día. Te toma de referencia cada vez que hablo de Samuel.- Contó la chica, riendo.
-En...en serio?- Le preguntó animado.-Qué dice de mí?- Se interesó.
-Damian no habría hecho eso. Damian habría reaccionado de otra forma. Damian ésto, Damian aquello.-Dijo imitando la voz de su padre- Sin saberlo estás presente en todas nuestras cenas. Más de una vez noté que Samuel se puso celoso por cómo mi padre te defendía. Hoy estuvo preguntándome todo el santo día por qué te ofrecí la manzana y la razón por la cual no lo presenté rápidamente. Es un tonto- Rió la muchacha
-Está celoso... de mí?- La noticia lo puso contento.
-Sí, pero no te preocupes, me encargué de explicarle que sólo somos amigos para que no te ocasione problemas- Reveló.

Se quedaron sentados bajo el árbol, mirando el parque, uno al lado del otro, respirando pausadamente. Samuel ya se había ido, por lo que nada los interrumpiría. Damian se sentía en el paraíso.
-Hey, Linds?- Le dijo, cortando con el silencio. Ella lo miró como contestación. Él se anotició de que ella lo estaba observando detenidamente, por lo que un suave escalofrío recorrió su cuerpo.
Él tenía puesta una camisa roja a cuadros. Qué bien le quedaba esa camisa! Lo hacía ver muy apuesto.
Damian se sonrojó al sentirse observado.
-Rupert!- Llamó a su cachorro que rodeaba con su paso al gran árbol. El perro no lo obedecía.
Lindsay se paró y comenzó a seguir al pequeño golden, que daba incomprensibles vueltas alrededor del gran naranjo. Damian miró cómo ella corría, siguiendo al travieso Rupert que parecía no cansarse jamás.

-Da...Damian! ven a ver ésto- Escuchó la voz de la muchacha, llamándolo. La siguió y se quedó boquiabierto al observar lo que ella le mostraba.
-No puede ser...- Dijo el joven en voz alta.- Como en mi sueño!- Sonrió al ver el corazón con sus nombres y la flecha. Acarició el mensaje. Sintió que ya había estado en ese lugar.
-Serán nuestros nombres? Hay sólo un 1% de probabilidad de que seamos nosotros. Imagina cuántos Damian y cuántas Lindsay hay en la ciudad!
-Y qué probabilidad hay de que dos de ellos estén juntos?
-Pues, eso es sería más difícil. Espera, vos escribiste esto?
-N...n...no!- Dijo tartamudeando.- Agarró la mano de la joven y empezó a correr.

-Damian! qué haces?- Le preguntó confundida.
-Vamos! Seguime, tengo algo para mostrarte!- Corrieron hasta llegar al centro del lugar. El joven tuvo sus ojos en el piso constantemente.
-Qué buscamos?
-Shhh- La calló.- Lo sabía! mirá Linds!- Festejó al encontrar la flecha dibujada en el cemento, junto a la pequeña mano.- Sabes lo que significa?

La joven miró la manito. Suspiró y sus labios esbozaron una cálida sonrisa.
-Damo! no recuerdas?
-Qué?
-No recuerdas el día en el que vinimos y vos dejaste tu huellita en la acera? Yo dibujé esa flechita indicando el camino hacia donde estaba el mensaje! Ahora recuerdo todo!
-Lo...lo siento. No me acuerdo de nada- Dijo apenado.
-Yo dejé aquel mensaje en el árbol. Luego te lo mostré y...- Hizo una larga pausa
-Y qué pasó después?- Preguntó intrigado
-Después te enojaste conmigo y me empujaste. Me caí y me quedó ésta marca- Le comentó mientras le mostraba una cicatriz en su codo izquierdo. Damian tocó la herida, logrando que Lindsay se estremeciera.
-Siempre fui tan estúpido con vos?
-Eras pequeño, Damian. Sin rencores.
-Me gusta...
-Ah?
-Me gusta el mensaje en el árbol. Tenías una letra muy bonita.- Lindsay se sonrojó y miró al suelo. Sintió ganas de abrazarlo pero se contuvo.

Ambos se miraron mientras el tiempo parecía haberse detenido.

Omg! Tengo varias cosas para comentar:

1.- Amé, Amé, Amé el nombre del cachorro de Damian. Justo se llama Rupert.. y así se unen mis dos eternos amores en tu fic, aunque uno sea de nombre, Damian McGinty & Rupert Grint. ¡Eso es fantástico! *-*

2.- Me encantan las "parejas" aquellas que pasan su vida peleándose y es porque ambos se gustan pero no lo saben. Por esta misma razón me encanta la historia de tu fic, el Romione { De Harry Potter, que es Ron & Hermione }, Ranma con Akane { Anime Ranma 1/2 }, etc. Mi fic no es así xD Porque me inspiré en el video de The only exception, además que encuentro que es más adorable cuando el chico está enamorado primero de la chica.

3.- Adoré la parte en que Lindsay le cuenta a Damian que es adoptada. Fue hermosamente tierno *-*

4.- Lo del mensaje en el árbol.. asdasdasd <3 Hermosamente tierno xD

Bueno, eran cuatro cosillas para comentar nada más, pero no importa la cantidad, sino la calidad de cada uno xDDDDDD (?) Eso sería por ahora Maite. Sigue así <3!!

Tenía tres mensajes de Samuel en su celular. Lo llamó y acordaron encontrarse en el Starbucks más cercano en media hora.
Se dispuso a cambiarse con desgano. No tenía ganas de verlo. No tenía ganas de nada en realidad.
Escuchó de pronto el timbre y, sabiendo que se encontraba sola en casa, decidió ir a atender. Ya estaba lista ya que habían pasado aproximadamente veinte minutos, por lo que seguro era Samuel, el impaciente Samuel que no iba a esperarla, el que siempre tenía que ir a por ella.

-Samuel, ya salgo- Dijo en voz alta, buscando sus llaves. Al abrir se llevó una gran sorpresa.
-Lamento decepcionarte, no tengo rastas ni piercings, pero si quieres puedo usar un pantalón rosa.- Bromeó un pícaro Damian en la entrada de la casa de los Pearce.
-Damo! Eras vos!- Dijo riendo por lo que el chico acababa de decir- Qué sorpresa, pasa!
-Gracias- Dijo mientras ingresaba al hogar.
-Necesitas algo? Quieres algo para beber?- Le preguntó mientras percataba que el perfume del muchacho se impregnaba en sus fosas nasales. Sentía que moriría allí mismo con ese aroma tan particular, tan delicioso, tan... tan Damian.
-No, gracias. Estoy bien- Hizo una pausa- Vine a dejar el recipiente del que te hablé la vez pasada. Mi madre me pidió que lo hiciera. Pensó que podrían necesitarlo con urgencia.
-Oh, gracias! No te hubieses molestado.- El timbre sonó. Se había olvidado de su cita con Samuel! Fue corriendo a atender y efectivamente era él. Traía un jean negro ajustado y una musculosa que dejaba al descubierto sus musculosos brazos. Estaba en verdad atractivo, pero nada se comparaba con Damian y su exquisito perfume. El irlandés traía puesta una remera a rayas horizontales blancas y negras, y estaba un poco despeinado, lo que hacía que se viera desprolijamente sexy.

De repente cayó en la cuenta de que los estaba observando mientras se saludaban y hablan de Dios sabe qué. Deseaba inventar una máquina para crear al hombre perfecto. Los metería a ambos en ella, combinando sus virtudes. Pondría los ojos del irlandés, el cabello del irlandés, la boca del irlandés, la voz del irlandés, en definitiva pondría al irlandés entero. Le agregaría una dosis de la intensidad y la valentía de Samuel, así como también su sentido del humor y un poco de musculos. Se rió con sólo pensar el resultado de su loca idea.

Cuando por fin se quedó sola con su chico (Damian se había ido con la excusa de que debía hacer unas compras pues sentía que estaba de más) salieron rumbo al lugar acordado.
El Starbucks estaba un poco vacío. Se sentaron en una de las mesas y ordenaron café con brownies. Lindsay amaba el capuchino dulce. Revolvía el azúcar mientras Samuel le contaba cosas de su familia y demás. No le estaba prestando atención. Su mente estaba en otro lado... junto al irlandés. Recordaba el día de campo, el mensaje en el árbol, la caricia que él le había dado en la herida que él mismo había provocado años atrás. Sin darse cuenta sonrió.
-Y entonces qué me dices?- Le preguntó animado el joven.
-Qué?
-Sí o no?- La interrogó al ver su cara de confusión.
Dudó unos segundos pues no sabía qué le había preguntado. Las palabras que salían de su masculina boca eran una especie de "bla bla bla" constante para su distraída mente. Se apenó por no haber estado escuchándolo y finalmente contestó:-Sí
-En serio?- Su cara derrochaba felicidad- Gracias, cariño! en serio es algo muy importante para mí que quieras acompañarme a ver a mi banda preferida!- Así que de eso se trataba. Suspiró aliviada pues la pregunta podría haber sido desde "te gustó el café?" hasta una propuesta de matrimonio. Ir a un recital de una banda de rock (sabía que era de rock porque conocía muy bien los gustos musicales del muchacho) no le molestaba en absoluto.


Damian llegó a su casa luego de pasar por la de Cameron para retirar unos libros que le había prestado. Alimentó a Rufus pero ésta vez le puso la cantidad justa para no desperdiciar alimento, recordando las sabias palabras de Lindsay.
Fue hasta la cocina y se percató de que había una nota en la heladera. Era la letra de su madre. Seguramente le había dejado algún mandado, por lo que decidió leerla con inmediatez.


Damo, tu padre y yo tuvimos que volver a Irlanda porque surgió una urgencia. No es nada grave, no te preocupes, es sólo trabajo. Esto nos tomará un par de semanas por lo que tendrás que encargarte de la casa. Te dejé dinero abajo del microondas.

Te ama, mamá


Rompió la nota. Estaba harto de los viajes inesperados. Sabía que su padre era un importante empresario y necesitaba hacer sacrificios para progresar, pero muchas veces lo extrañaba. LOS extrañaba, ya que el hecho de que su padre se fuera implicaba la ausencia de su madre también. Ella era su mano derecha, eran en verdad muy compañeros el uno del otro. Muchas veces envidió esa relación, pues nunca había tenido algo así con una chica. Su anterior novia, Jenna, había roto su corazón en mil pedazos, por lo que le resultaba muy difícil confiar en alguien más.
Todo eso sumado al hecho de que odiaba quedarse solo. El también quería ir a Irlanda a visitar a su abuela y a sus primos. A ellos también los extrañaba. No era justo. Nada era justo para él.

Se preparó un sándwich de tomate y queso y subió hasta su cuarto a distender su mente. Tenía hambre, mucha hambre. Tuvo que bajar luego, a prepararse otro. Mientras miraba televisión, su celular comenzó a sonar. Era un mensaje de Cameron, su mejor amigo.

Damo, tu madre acaba de avisarme que quedas solo. Quieres compañía? Vamos, seamos realistas, no puedes cuidar ni de Rufus, menos de tí mismo. Equipo Cameron de emergencia en camino!

Rió al leerlo. Le agradaba la idea de pasar el rato con él. Cualquier cosa era mejor que la soledad. Hasta estar con su cachorro Rupert lo reconfortaba. Rupert! Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que lo había alimentado. Lo buscó debajo del sillón del living y lo encontró echado y medio dormido. Le colocó alimento en su tazón verde y regresó a su cuarto, no sin antes acariciarlo y hablarle como si de un bebé se tratase.
Cameron arribó minutos después. Se quedaría a dormir y, gracias a Dios, cocinaría.

-No me vas a ganar ésta vez!- Gritó un concentrado Damian a su amigo, mientras jugaban con la Nintendo Wii
-Apostemos!- Lo desafió un emocionado Cameron. Él era excelente cuando se trataba de video juegos. Y el partido de fútbol virtual que compartían no era la excepción.

Se hizo de noche y decidieron dejar a un lado el partido para ponerse a cocinar. Qué comerían? Buscaron en la alacena y encontraron un paquete de fideos al fondo, escondido detrás de diversas latas.
-El que busca encuentra Cam!- Dijo sonriente Damian mientras sacaba un paquete de patitas de pollo del freezer.
Cocinarían fideos con patitas de pollo fritas. No era como la comida de su madre pero sería suficiente. Para él estaba bien, era aceptable.
El plan era que Damian hiciera los fideos mientras su amigo se encargaba de fritar las patitas, ya que el dueño de casa era un poco torpe y se quemaría con el aceite hirviendo.
Cuando estaban a punto de abrir ambos paquetes, el timbre sonó.

Damian corrió hasta la entrada y abrió la gran puerta de madera, encontrándose con dos expectantes ojos azules.

-Linds? qué haces aquí? es tarde!- La saludó extrañado y mirando a la calle. Le sorprendió el hecho de que una muchacha tuviera la audacia de andar sola por las oscuras calles a esa hora.
-Bonita manera de saludar, no?- Bromeó la joven
-Perdón! pasa.- Pon agua en la olla grande!- Le ordenó a los gritos a su amigo.
-Oh, al parecer tienes compañía. Sólo venía a dejarte ésta tarta que mi madre hizo. Ella me trajo y me retirará en unos minutos. Espero que te guste...- Manifestó Lindsay mientras le entregaba al muchacho de grave voz una canasta- E...es de verdura y pollo- Concluyó. Damian la miró sonriente. Seguramente su madre le había contado a su tía que el quedaría solo. Ella era siempre tan considerada con él.
-Gracias! Seguro está increíble! Ya cenaste?
-Aún no
-Te quedarías a hacernos compañía en la cena?
-Hacernos?- Preguntó una desconcertada joven. Justo en ese momento apareció Cameron limpiando sus gafas.
-Claro! Cam, ven. Recuerdas a Lindsay?
-Oh! cómo olvidar a la pequeña destructora de anteojos!- Rió amablemente mientras le ofrecía su mano.

Se sentaron alrededor de la mesa, luego de que Damian le comunicara por teléfono a su tía que cenarían juntos, agradeciéndole el gesto. Decidieron no cocinar lo planeado puesto que la tarta debía ser comida antes de que se enfriara. Los tres jóvenes charlaron amigablemente por lo que la cena transcurrió en un marco de suma paz y tranquilidad.
Cameron se percató de que Lindsay había cambiado: no sólo físicamente, sino también en su manera de ser. Si bien ella hacía un par de inevitables comentarios que a otros les podía resultar chocantes, él sabía que ella era así, la conocía, por lo que la muchacha le pareció agradable. Se podía mantener una fluida conversación con ella, era simpática y tenía unos ojos fantásticos. Ahora entendía por qué su amigo había caído ante ella.

-Creo que...- fingió un bostezo- voy a dormir ahora. Un gusto Lindsay! un placer verte de nuevo- Dijo un cómplice Cameron. Se sentía de más en la sobremesa, por lo que decidió que su amigo disfrutara la compañía de la muchacha de ojos claros mientras el subiría a chatear con Marissa, su chica. Ambos lo saludaron y le desearon buenas noches.

-E intentó convencerme para ir pero OBVIAMENTE no acepté! No hay razón por la cual yo, Lindsay Pearce, tenga intenciones de ser mentora de un par de pequeñas niñas exploradoras. No! mi destino es más grande. Es una pérdida de tiempo...-Ella hablaba animadamente. Él sólo la miraba. Acaso nunca se callaría? No sabía que pasaba pero ese día no le importaba en absoluto. Tampoco hizo comentario alguno de las anécdotas de la joven. Se dedicaba simplemente a asentir y a observarla cuidadosamente. Sus labios se movían al compás de una película de acción! No escuchaba ninguna palabra que salía de su boca porque estaba ocupado mirándola.
-Linds...- La interrumpió
-Sí?
-Puedes alcanzarme la jarra verde? Tengo sed!
-Ok- Contestó la muchacha buscando una jarra verde pero no había ninguna- Jarra verde? Acaso está en la heladera?
-La tienes en frente Linds!- Rió el joven por lo despistada que era su amiga.
-Al frente?- Lo miró extrañada.-Es azul Damian!
-No inventes!- Contestó sirviéndose jugo de naranja. Por supuesto que la jarra era verde para él.
-Es azul, lo juro!- Lo miró extrañada. Observó sus ojos, los tenía más grandes que de costumbre. Algo andaba mal.-Tienes los ojos raros, Damian
-Raros?- El chico empezó a preocuparse- No siento nada fuera de lo común...
-Hagamos una prueba. Qué color es éste?- Preguntó señalando un imán rojo tomate que había en la heladera
-Es salmón, un tono anaranjado- Lindsay empezó a preocuparse, era obvio que Damian estaba confundiendo los colores.

Las pruebas continuaron hasta que la joven se percató de que algo le estaba pasando a la visión de su amigo. Confundía los colores primarios y demás, pero no el blanco y el negro.
Damian se preocupó aún más, algo como aquello nunca le había pasado.