Fic "Fall For You" Capítulo XIX

-Cómo estás?
-Cansado... hoy hice un par de quehaceres pero estoy bien
-En serio?
-Sí
-Sos el amor de mi vida, sabías?
-Para tanto?
-Claro! sos muy importante para mí- Le dijo ella al otro lado de la línea a un agotado pero sonriente Damian
-Exageras...
-No. Es la verdad!
-Te quiero muchísimo!
-No me amabas?
-Sí
-No era la única mujer en tu vida?
-Debo irme, Cameron pasará por mí en cinco minutos. Aún sos la única en mi vida. Te amo!

Era verdad. Ella era la única mujer que el irlandés quería. La única que estaba grabada en su corazón. La única capaz de hacerlo sentir especial con sus caricias, sus gestos, sus sonrisas, sus besos de buenas noches.
Su madre era la única mujer que él amaba. La extrañaba, en verdad la extrañaba.
Enterarse de que el viaje de sus padres se prolongaría no le cayó nada bien. La soledad comenzaba a asustarlo pero sabía que de a poco debería acostumbrarse a ella.

Cameron llegó a su casa en el preciso instante en el cual colgó el teléfono. Debían salir temprano puesto que buscar un departamento para alquilar no era nada sencillo. Tenían muchas propuestas y debían recorrer la ciudad en busca del lugar adecuado.
Damian pronto terminaría su último año escolar, y con la culminación del mismo comenzaría su ciclo universitario.
Sus padres habían previsto esto, por lo que dejaron el dinero suficiente para que comenzara con la elección del dpto., el pago del mismo y el traslado de muebles cuanto antes.
Damian quería trasladarse pronto debido a que el cuidado de una casa de dos pisos para una sola persona no era tarea fácil.

-Me gusta éste. Es un estilo rústico muy acogedor- Comentó Cameron a su amigo mientras observaban el amplio lugar, con piso de madera y veladores con luz cálida.
-El anterior me gustaba más, era más moderno. Me encantaron las paredes de vidrio!
-Pero Damo, cuesta una fortuna!
-Tienes razón... me conviene un hotel
-No seas vago!

Luego de tres horas de un arduo recorrido, Mcginty y su amigo encontraron el lugar perfecto. Era un departamento mediano, con un cuarto, un baño, una cocina y un balcón que daba a la calle. La vista era perfecta, se podía apreciar toda la cuidad con sólo echar un vistazo. Sus paredes eran blancas y el piso era de mármol negro, un piso muy reluciente. Los muebles eran negros incluidos los sofás, cuyos almohadones eran blancos.
Era un departamento moderno, se podría decir que con cierto lujo ya que tenía hasta jacuzzi pero era algo que los padres del muchacho podían pagar.

Damian le agradeció a Cameron por su ayuda. Estaba muy emocionado por la mudanza que sería el día siguiente. No tenía que empacar mucho, ya que el departamento estaba totalmente amoblado.
Debía alimentar a sus mascotas por lo que se apresuró en su BMW y deseó haber tomado el camino alternativo que lo llevaba hasta su casa ya que el tránsito era más lento que de costumbre.

-Damo!- Escuchó que alguien gritaba su nombre por lo que disminuyó la velocidad del vehículo.
-Linds! qué sorpresa!- Saludó al ver a la joven en la calle.
-Cómo estás? Estaba haciendo unas compras...
-Estoy bien. Oh, estás...sola?
-Sí... vine para despejar un poco mi mente
-Pasó algo?- Preguntó un poco preocupado
-No, sólo estaba aburrida- Rió. Traía puesto un lindo vestido floreado y una campera de jean encima. Borcegos negros y un gorro completaban su cuidado outfit. Estaba muy bonita.
-Necesitas ir a algún lado? puedo llevarte
-No, no te preocupes, le diré a Samuel que venga a recogerme
-No!- Gritó sin darse cuenta- Digo, yo puedo llevarte. Para que molestarlo?

La joven accedió por lo que afortunadamente ambos se encontraban bajo techo cuando comenzó a llover. La lluvia hacía al tránsito lento aún más lento por lo que las bocinas de los coches zumbaban en sus jóvenes cabezas.
Luego de veinte minutos y cinco o seis canciones de radio, ambos acordaron almorzar en la casa del muchacho de ojos azules.
Damian agradeció al cielo haber hecho sus quehaceres puesto que Lindsay sería su invitada especial, por lo que era conveniente tener la casa en condiciones para cuando la maniática jovencita arribara. Ella amaba lo limpio y aborrecía el desorden y la suciedad.

Mientras almorzaban las pastas que Damian había cocinado con mucho esmero, Lindsay recordó el problema de su visión. Por lo que decidió probarlo otra vez.
-Damian, me alcanzas la jarra verde?- Dijo a propósito sabiendo que era azul, esperando así la corrección por parte del muchacho. Sin embargo el no dijo nada, sólo cumplió con su pedido.
-Es...es azul de hecho. Puedes notarlo?- Lo interrogó. El bajó su cabeza, apenado.
-N...n...no. Aún la veo verde
-Creo que deberías ir a un oculista
-No! digo, para qué? debe ser sólo algo temporal.
-Cómo lo sabes? no eres médico Damo, será mejor que un especialista te de su opinión. No puedes sacar conclusiones en vano si no estudiaste medicina, además...
-No iré, ok?- La interrumpió. Él odiaba que le digan lo que tenía que hacer, y Lindsay estaba teniendo de nuevo esa actitud de superioridad que él tanto aborrecía. Acaso creía saberlo todo? Él no iría al oculista por nada en el mundo.


Estaba en la sala de espera, pensando en lo convincente que podía llegar a ser la joven cuando quería. Cómo negarse si le ponía cara de perro mojado y hacía puchero con sus labios? Cómo negarse si ella quería acompañarlo? Cómo hacerlo si ella había llegado al punto de avisarle a su madre? Imposible, simplemente imposible.

-Mcgenty?- Dijo la secretaria, pronunciando mal su apellido.
-Mcginty. Soy yo.

Ya una vez adentro del consultorio, los jóvenes saludaron a una simpática oculista.
-Siéntese- Le ordenó la rubia mujer.
-Cuál es su problema?
-Confunde los colores! Es algo temporal o es definitivo? Es grave? Tiene cura o tratamiento? Está dentro de los parámetros normales por su edad?- Preguntó a un ritmo veloz Lindsay, dejando sin habla al joven. La doctora simplemente rió al notar la cara de preocupación de la chica.
-Tranquilo, bah tranquila! Primero debo realizar una inspección ocular para ver de qué se trata.- Contestó mientras alumbraba los ojos de Damian con una linterna y luego procedía a observarlos con mayor detenimiento en una máquina de tecnología avanzada.

Caminó de aquí para allá, con papeles en mano y corroborando datos en su computadora, logrando poner a Damian muy nervioso.
Le hizo pruebas con números y letras así como también con figuras de colores, logrando resultados sumamente positivos.
-Qué raro... todo parece estar normal. Reconoces los colores a la perfección y no hay un déficit en tu visión. Seguro que confundiste los colores? No encuentro explicación razonable...
-S..sí doc, Lindsay está de testigo- Dijo un tartamudo Damian señalando a su amiga.

La doctora le colocó entonces gotas en sus ojos, logrando una visión borrosa en el joven.
-Qué color observas aquí?
-Verde
-Aquí?
-Naranja
-Y ahora?
-Morado, mmm no. Es rojo

Efectivamente, había confundido todos los colores. La oculista se sentó en su escritorio y tomó notas y más notas. Se la notaba dubitativa mientras agarraba un grueso libro de su biblioteca. Luego cantó bingo, o sea encontró el problema. Sonrió y le pidió a una preocupada Lindsay que se retirase un momento.

-E...es grave?
-Digamos que es...constante. Damian, la causa de tu enfermedad o mejor dicho problema, acaba de salir por esa puerta.
-Qué?!
-En un principio todo parecía estar bien, hasta que te coloqué esas gotas en los ojos, cierto?- El joven asintió sin entender- Esas gotas sirven para dilatar las pupilas. Es decir, el problema surge cuando tus pupilas se agrandan, comprendes?
-Y eso qué tiene que ver con Lindsay?
-Mucho. Sabes cuando se dilatan las pupilas?
-No...
-Las pupilas se agradan cuando te gusta lo que ves, reflejan emoción, a veces enamoramiento- El muchacho se sonrojó- Los ojos dicen mucho, sabías? Hablan por sí solos. Son el reflejo de nuestra alma. Hay cosas que la medicina y los estudios no muestran. Lo acabo de comprender
-Entonces, eso significa que sólo cuando estoy con ella confundo los colores?- Preguntó asimilando la situación.
-Claro. Por qué crees que los ojos son importantes en las relaciones? Cuando en ellos no hay brillo es el momento en el que se acaban los sentimientos. Por el contrario, cuando están brillantes o cuando sus pupilas se encuentran dilatadas significa que sentimos todo- Explicaba animadamente- Son ventanas que muestran lo que escondemos en nuestro interior

Damian por un momento pensó que hacía catarsis y terapia con una psicóloga.

-Es permanente?- Atinó a preguntar
-Me temo que sí, aunque sólo es esos momentos- La doctora tenía un aire maternal que lo enternecía y hacía que confiara en ella- Aunque hay una cura, pero tiene ciertos riesgos
-Operar?
-Sí, pero es opcional. Si no te molesta puedes evitarla. De lo contrario seguirás con el problema

Tragó saliva. Sabía que era una decisión difícil. Pero sabía lo que quería. Ya estaba decidido.

-Lo haré.

Damian dejó a Lindsay en su casa y partió rumbo a la suya. Llovía demasiado, al parecer el mundo se terminaría allí mismo. Compró comida china en el camino y al llegar a su casa Rupert, su cachorro, saltó a sus brazos. Lo alimentó a él y a Rufus, luego de alimentarse a sí mismo.
Comenzó a empacar su ropa, zapatos y demás, debido a que por la mañana se mudaría a su nuevo hogar.
Estaba agotado, había tenido un agitado día, por lo que decidió acostarse temprano en lugar de hacer zapping con el control remoto para elegir una película ya comenzada o una que había visto cinco veces o más.
Cerró sus ojos, y lejos de imaginar su vida perfecta como muchos hacen, recordó la jarra verde y azul a la vez. Bendita jarra. El rostro de Lindsay la mandona se le vino a la mente. También la dubitativa cara de la oculista.
Sintió algo que hace mucho no experimentaba: miedo. Sabía que nada era fácil, había riesgos que correr, pero no le importaba si se trataba de ver bien. De verla bien.
No quería confundir los colores, no en presencia de ella. No quería verla de otro color.
Cantó como susurrando, como si le cantara a alguien al oído. Suave, despacio cantó.

You with the sad eyes
Don't be discouraged
Oh I realize
It's hard to take courage
In a world full of people
You can lose sight of it all
And the darkness inside you
Can make you feel so small

But I see your true colors
Shining through
I see your true colors
And thats why I love you
So don't be afraid to let them show
Your true colors
True colors are beautiful,
Like a Rainbow

Cantó y se durmió instantes después.Mañana sería un nuevo día.

-Ahora que lo pienso bien, qué podría salir mal?
-Es...es algo difícil no lo crees? Y si...pasa algo? Hablo de algo malo. Qué harías entonces?
-Cameron, lo peor que podría pasar es que la operación no funcione. Estoy decidido, ya he tomado mi decisión.
-Damo, tengo sed!- Dijo un sediento muchacho con grandes gafas
-Oh, servite algo de juego. Está en la jarra azul- Le indicó
-Disculpa?- Lo miró sorprendido
-Perdona, ya te sirvo. A veces olvido que sos mi invitado
-Dijiste azul! Antes creías que era verde, Damo! No tienes que operarte después de todo!
-Oh...no. Hay una explicación razonable para esto- Le contestó un desanimado joven para luego proceder a comunicarle todo lo que la oculista le había dicho.

Cameron quedó sorprendido y lo miró con ternura. Su amigo estaba loco por aquella muchacha.

-Entonces dejame ver si entendí. No puedes ver sus maravillosos ojos azules?- Preguntó en un tono de burla, esperando un puñetazo. Sin embargo el irlandés miró al techo, con cara de decepción- Qué sucede?
-Dijiste...dijiste azules. Siempre creí que tenía ojos verdes. Ni siquiera el color de sus ojos puedo distinguir!- Manifestó con un toque de dramatismo.




Una caja le faltaba para conseguir su definitiva independencia. La cargó al hombro, orgulloso, para luego subirla al auto con relativa rapidez para que no se mojara con la incesante lluvia.
Se estaba mudando y era muy consciente de ello. Sus padres regresarían en un mes y quería hacer el traslado cuanto antes, antes que atardeciera incluso, por lo que cargó todo a plena luz del día.
Por el espejo retrovisor vio una oscura cabellera acercarse rápidamente con un paraguas negro. Sabía de quién se trataba. Hizo marcha atrás cuidadosamente, para no atropellar a aquella persona.

-Linds!- Saludó. La joven se acercó hacia su ventanilla y despeinó la cabellera del irlandés. Le gustaba cuando estaba desprolija, lo hacía ver muy sexy.
-Vine a darte una mano con la mudanza- El joven la miró, la insoportable por momentos dejaba de serlo.
-Oh, no te hubieras molestado! Te estás mojando, sube- Le ordenó señalando el asiento del acompañante de su BMW y mientras se preguntaba cómo había sabido que se mudaría.

Ya estando dentro del vehículo, Damian encendió la radio.

-Estuve chateando por Facebook con Cameron... tu amigo. Él me contó de tu mudanza. Y pensé que necesitarías ayuda, por eso vine.

-Maldito Cameron! Le advertí que no la agregara- Pensó

-Oh, gracias Linds, muchas gracias!- La miró con cariño, vio esos perfectos ojos azules que, aunque para él eran verdes, no dejaban de ser bellos.
-No es la primera vez que chateo con Cameron...- Damian sentía que sus mejillas comenzaban a tornarse coloradas por la furia- De hecho, siempre chateamos. Me habla mucho de vos, sabes?

Es ahí donde el muchacho entendió las negras intenciones de su amigo. El no quería que se involucrara, no necesitaba eso. No quería ninguna ayuda. No tenía un interés amoroso en su amiga, la insoportable Lindsay.

-Ten, puedes cargar a Rufus? Así pueda conducir mejor- La joven con gusto tomó la pecera y la colocó sobre sus piernas vestidas de un jean negro.

Empezó a sonar una canción en la radio. Damian y Lindsay de miraron sorprendidos y comenzaron a cantar aquella canción que era una que ambos les gustaba. https://youtu.be/hc1j18t-F0o

Acostumbrado a decir te quiero con una sonrisa
acostumbrado a regalarte con los ojos una flor,
ya no te he vuelto a decir te quiero,
y nunca más te regalé una flor.
Mala costumbre no decir te quiero a viva voz.- Cantó Damian, mirándola.

Y aquellas cosas que hace algunos años nos hacían reír,
están tomando forma de recuerdo y nos hacen llorar- Cantó Lindsay levantando los hombros.
Ya no hemos vuelto a caminar de la mano,
por la playa hasta que muera el sol.
Mala costumbre no escribir en la arena tu y yo- Damian recordó el momento en el cual ella lo había besado años atrás, justamente en la playa.

Aventurera, ya se acaba el tiempo para aventurar;
aventurera, que no tenga cada cosa su lugar.
Aventureros de la madrugada, vamos a juntar
amaneceres empinando besos hasta emborrachar- Cantaron ambos

Nos amaremos tanto que el amor,
va a estar celoso de nosotros- Lindsay cantó en una nota alta.

Damian bajó el volumen de repente. Ya estaban prácticamente llegando al nuevo departamento.

-No!- Gritó el joven, golpeando su cabeza contra el volante y deteniendo la marcha utilizando el freno de mano, provocando que Lindsay se golpeara contra la ventanilla debido a la brusquedad del mismo. La joven lo miró atónita.

-Rupert! lo olvidé!- Dio una vuelta de 180 grados luego de asegurarse de que no había ningún vehículo tras él.

Tomó el camino más rápido para llegar lo antes posible a su casa. El trayecto fue silencioso, si bien la joven solía ser por demás charlatana, no se atrevió a decir nada. Sabía que su amigo aún estaba en shock.
Llegaron a la gran casa y se percataron de que la puerta trasera estaba abierta.

-Rupert! Rupert!- Luego de llamarlo repetidas veces, Damian se dio por vencido
-Se...se fue!
-Podemos buscarlo Damian, no creo que un pequeño cachorro escape y se vaya muy lejos. No en día de lluvia como éste
-A dónde lo buscaremos? Seguro se lo robaron! No llevaba su collar con su nombre y mi teléfono! Maldita sea! No podré encontrarlo!
-Cálmate! Puedes ir en el auto, yo caminaré por el barrio y gritaré su nombre. Podemos preguntarle a los vecinos. Seguro que buscaste bajo las camas? Solía esconderse allí- Propuso la joven.
-Basta! ok? No es tan fácil como parece! Yo conozco a mi perro mejor que nadie! No vengas a adueñarte de la situación y a decirme cómo tengo que hacer las cosas! No ahora! BASTA!- Le dijo a los gritos a la insoportable Lindsay. Justo cuando él pensaba que cambiaría su actitud altanera, ella demostraba todo lo contrario. Sin embargo la muchacha sólo quería ayudar, pero él sólo notaba ese aire controlador de su parte.

Estaban a la intemperie, discutiendo, por lo que sus cabelleras se encontraban totalmente empapadas.
Parecía que jamás dejaría de llover, la lluvia parecía tener ganas de quedarse para siempre.

-Sólo quería ayudarte, Damian... Pensé que podíamos hacer un plan para buscarlo y...
-Un plan...UN PLAN?! No estamos hablando de un niño que se perdió! Es un perro, una mascota! De qué plan me estás hablando?
-Creo que estás muy alterado y debo irme. Está lloviendo y mis padres se preocuparán por mí y eso no es precisamente lo que...
-Puedes callarte un segundo? Vete! No necesito tu ayuda! Sólo piensas en vos misma! Es mi perro, nunca entenderías lo que siento ahora mismo!- Damian estaba fuera de sí. Le gritaba mientras pisaba y pateaba el agua de los charcos, empapándola aún más.
-Sos un...IMBÉCIL!- Gritó por fin a manera de respuesta la muchacha, ya cansada del maltrato verbal. Se dio la vuelta y comenzó a correr hacia la calle. Volteó y el joven seguía allí, parado sin reaccionar. No la había seguido. Una vez más no la había detenido.




No pudo dormir esa noche en su nuevo departamento, pensando en Rupert. Seguro estaba hambriento, solo y mojado.
Las gotas que mojaban su ventana del lado de afuera, hacían que lloviera dentro suyo una enorme cantidad de malos pensamientos que se mezclaban con su pesimismo.
Damian solía ser optimista mayoritariamente, pero a veces parecía como si alguien más entrara en su cuerpo, haciéndole sentir las peores emociones y volviéndolo molesto con todo el mundo.

Comenzó a escuchar el sonido de su celular, por lo que se levantó de inmediato y lo encontró bajo una campera que yacía en un diván negro del living.

Samuel me acompaño a tocar la puerta de todos tus vecinos hasta que lo encontramos en la casa de la señora Grace. Amablemente ella lo recogió porque pensó que podía ser de algún vecino. Lo tengo ahora conmigo. Lo bañé y lo alimenté y ahora estamos por dormir. Mañana puedes recogerlo si quieres. Mi plan no era tan malo al fin y al cabo...

Rezaba el mensaje que Lindsay le había mandado. No podía creer lo que acababa de leer. Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al saber que su cachorro estaba a salvo junto a ella.
Intentó llamarla para agradecerle pero ella no lo atendió. Debía estar molesta por cómo la había tratado.
Una vez más, había metido la pata con ella.
La diferencia estaba en que esta vez no sabía si ella sería capaz de perdonarlo.

-Soy un IDIOTA!- Dijo en voz alta para sí mismo.

Se puso a pensar en su amiga, en lo estúpido que había sido al tratarla tan mal. No se lo merecía. Lo había ayudado desinteresadamente, había estado para él sin que se lo pidiera. Se había portado como un ángel.
Pensó la mejor forma de perdirle perdón, pero una y otra vez tachaba en su mente sus ideas. Debí hacer algo bueno, algo especial así ella vea lo mucho que la quiere, lo mucho que aprecia su amistad y lo arrepentido que estaba.
Sonrió. Ya había encontrado la manera de ser perdonado. Era imposible que algo le saliera mal. Ella lo iba a perdonar aunque fuera la última cosa que haga.