Fic "Fall For You" Capítulo XIX

-Qué crees que le guste?
-No lo sé. Damian, lo único que creo es que tienes que esforzarte.
-Lo haré. Tampoco estoy dispuesto a perder mi dignidad, pero haré algo bueno...
-Eso no tendría que importarte. Te comportaste muy mal, hombre.

Cameron tenía razón, aunque le dolía admitirlo. Había cruzado la línea, había sido muy duro con Lindsay. Ella no se lo merecía.
Hizo un plan para que lo perdone, para que quiera volver a ser su amiga.
Planeaba sorprenderla, y aprovechando la ocasión, buscaría a su cachorro. Lo extrañaba mucho. A él y a su dueña provisoria los extrañaba, mucho.

Se tiró en su cama, cansado. No cansado físicamente, sino cansado y harto de pensar el modo de sorprender a la muchacha de ojos azules.
Tapó su rostro con la almohada y suspiró. Tenía que hacer algo bueno, pero a su estilo. Tenía que hacer algo que sólo DAMIAN haría. Sonrió. Su mente de repente armó un plan. Era un plan loco pero le gustó.

-Ok, estoy adentro!- Pensó.

Se miró en el espejo. Se dio el ok. No solía vestirse de aquella forma, pero ésta era claramente una ocasión especial.





-Creo que debes alimentar al cachorro, hija.
-Padre, que esté decaído no significa que esté hambriento. Le di de comer hace una hora. Es sólo que, extraña a su dueño...
-Bueno, es suficiente. Lindsay, vas a llevarlo con Damian
-No!
-Hija, sucede algo?- Preguntó un confuso Sr. Pearce.
-Es sólo que... Damian me dijo que lo buscaría. Para qué apresurarnos? Debe tener algo importante que hacer. Por eso no podemos llevarlo aún
-Suena razonable.

-Rupert...- Suspiró la muchacha mientras lo acariciaba. Lo alzó y lo hizo jugar con una pequeña pelota que le había comprado en la tienda de mascotas. El perro jugó sin problemas, cambiando su estado de ánimos con relativa rapidez.

-Crees que tengo razón?
-Siempre la tienes, no?
-Samuel! no te burles. Es que a veces pienso que...- Un ruido la interrumpió. Sintió como si alguien hubiera tirado piedras a su ventana, la cual daba a la calle. Quién podría arremeter contra la propiedad privada de esa manera?
Se acercó a su balcón y vio a un muchacho que se encontraba de rodillas, mirándola.

-Damian?!- El joven cayó al suelo. Al parecer estaba agotado.
-Linds... en verdad me gustaría tener fuerzas para trepar pero... no puedo hacerlo
La muchacha al verlo, bajó corriendo las escaleras, dejando a un desconcertado Samuel en su habitación.
Salió y lo vio nuevamente de rodillas, con la cabeza gacha y una mano apoyada en el suelo que ayudaba a sostener su cuerpo.
-No digas nada. Sólo escúchame, Linds- Dijo con la voz quebrada el joven, vestido de traje y sosteniendo con una de sus manos una rosa.- Yo... yo quería disculparme. Otra vez. Otra vez cometí el error de maltratarte y decirte cosas que hieren. Perdóname Lindsay. Yo... yo no puedo comer- Tartamudeaba- Tampoco puedo dormir y, si lo consigo sueño... con vos- Si bien el irlandés estaba muy apuesto, se lo notaba abatido, con ojeras en su rostro- Pero no son lindos sueños, Linds. Son pesadillas. Perdóname, he sido un tonto!- Estaba apunto de quebrar en llanto
-Damian! tranquilo, yo...
-Sé que no merezco tu perdón. Y lo entenderé si no me perdonas. Sólo tenía que decirte estas cosas. No quiero perder tu amistad, Linds
-No puedo negar que estuve molesta contigo... Yo sólo quería ayudarte y lo admito, heriste mis sentimientos. Pero no estoy dispuesta a perderte, Damo- Ella le sonrió y se arrodillo delante de él, poniéndose a su altura.
-E...en serio?- Esbozó una triste sonrisa en su demacrado rostro
-Sin rencores!- Ambos se abrazaron. Estuvieron un rato así, abrazados, con la luna llena como único testigo. Damian le entregó la rosa blanca.
-Entremos. Levántate, Damian- Tras varios intentos fallidos, la joven lo ayudó a ponerse de pie.
-Me duelen las rodillas... mucho. Vine de rodillas a pedirte perdón, sabes?
-QUÉ?! Viniste caminando de rodillas? desde tu departamento?
-Sí, de hecho vine desde mi casa, que es más cerca. Me merezco algo de sufrimiento, no crees?- El muchacho había enloquecido. Había caminado una distancia considerable de rodillas. Lindsay lo acostó en el sofá del living y revisó las mismas. Sangraban, estaban coloradas cual tomate.
-Damian! estás todo lastimado! déjame traerte un poco de alcohol- Cuando la joven se fue, bajó Samuel cargando a Rupert, el cual luego de ver a su dueño, se lanzó hacia sus brazos y le lamió la cara mientras movía su cola de un lado a otro. Los jóvenes se saludaron justo cuando Lindsay arribó a la habitación.
-Ahhhhhhhhhh!- Gritó y gimió Damian debido al ardor que le producía el desinfectante. Le ardía y mucho, por lo que Lindsay se dio cuenta de ello y comenzó a soplar sus rodillas, logrando una sensación más placentera.

Samuel se despidió de ellos, no sin antes darle un apasionado beso en los labios a su novia. Damian sintió unas incontrolables e incomprensibles ganas de golpearlo. Lo miró con un poco de odio y luego le pidió a Lindsay que le pidiera un taxi.





Estaba desayunando mientras leía las noticias locales en un diario online desde su notebook. El sonido de la tostadora le indicaba que el pan que había colocado en ella estaba listo. Se quemó un poco al sacarlas, pero no le importó en absoluto.
Alguien tocó la puerta, por lo que se sobresaltó. Casi nadie sabía su dirección por lo que, mientras buscaba sus pantuflas, se puso a pensar quién podría ser.
No se molestó en fijarse por la pequeña mirilla quién era la persona que se encontraba del otro lado, puesto que aún se encontraba dormido y con sus ideas poco claras.
-Cameron! Qué haces aquí tan temprano?- Saludó a su amigo de grandes anteojos.
-Damo, vine para llevarte a la oculista. Sos como un niño pequeño, le dije a tu madre que me ocuparía de ello- Había olvidado por completo que tenía turno con su oculista, por lo que rió al ver a su amigo parado, en su puerta y ya listo, mientras que él se encontraba en pijamas.
-Sos un Dios!- Dijo, a manera de agradecimiento.






-Damian, los estudios salieron relativamente bien. Tus pupilas están algo dañadas pero sabemos que es algo que podemos solucionar. Seguro que deseas hacerte la operación?
-Claro! Estoy decidido. No hay nada que haga cambiar mi opinión- Le contestó y era verdad. No quería confundir los colores frente a Lindsay, no quería ver verdes esos bellos ojos azules, no quería verla en colores irreales.
-Muy bien, pasa a la siguiente sala y espérame allí- Le ordenó su simpática oculista.
-Qu... qué? Ahora piensa operarme?- Damian se puso tenso.
-Por supuesto. Así te desocupas más rápido- La oculista se sacó los lentes y lo miró con algo de pena al ver su cara de preocupación- No te preocupes, Damian. Hago operaciones prácticamente todos los días, no es algo nuevo para mí.




Lo operaron y vendaron sus ojos. Se sentía raro puesto que nunca había estado tanto tiempo sin ver. Se sentía ciego y estaba muy nervioso porque no sabía si la operación daría buenos frutos.
-Debes ponerte éstas gotas dos veces al día. Recuperarás la vista en un par de horas, no te preocupes.
-Horas?! Eso es mucho tiempo!
-No es tan fácil como parece. Hay personas que tardan días, semanas! Cualquier inconveniente ven a verme.





Estaba en su departamento, solo. No tenía ganas de nada. Estaba harto de tener que andar adivinando dónde había dejado cada cosa. Eso de no ver nada no era lo suyo.
Escuchó el sonido de su celular por lo que empezó a buscarlo. En su búsqueda chocó con varios objetos, entre los cuales se encontraba la mesa en la que estaba Rufus, provocando así que la misma se balanceara y rebalsara un poco de agua.
En el choque, el agua derramada en el reluciente piso negro le hizo perder el equilibrio, logrando una caída al suelo y golpeando una de sus heridas rodillas.

-Ho... hola?- Contestó el celular, alborotado por su mala suerte.
-Damo! Qué hacías?- Si bien no podía ver el remitente de la llamada en su pantalla, sabía de quien se trataba. No había que ser un genio para reconocer aquella dulce voz.
-Linds! Estaba alimentando a Rufus. Cómo has estado? Hace días que no tengo noticias tuyas.
-Oh, bien. Llamaba para avisarte que olvidé darte varios objetos de Rupert, cosas que le compré como una pequeña pelota y un hueso. Se divertía mucho con ellos...
-Muchas gracias! No te hubieras molestado. No te preocupes, cuando pueda iré a retirarlos.
-No seas tonto... iré a dejarlos! Así conozco tu departamento. Si... si es que estás de acuerdo- Tartamudeó sin pensarlo la muchacha.
-Eh... yo...- Hizo una pausa. Lindsay no podía verlo en aquellas condiciones. Quería estar solo. Para qué encontrarse con ella si no iba a poder verla? Aunque escuchar aquella voz era... fantástico- Lindsay, yo... yo... no puedo. Tengo planes. Lo siento
-Oh, ya veo. No te preocupes! Podemos dejarlo para otro día- Se sintió mal al escuchar sus palabras, le había mentido.






Era un nuevo día. Atrás había quedado la llamada de Lindsay. Su mente estaba muy ocupada ahora.
No sabía si podría volver a ver alguna vez. Había ido a ver a su oculista y le había dicho que la operación había sido contraproducente en su visión. Le explicó que había dos opciones: que el proceso tardara más de lo esperado o la peor de todas: no volvería a ver nunca más.
La noticia le vino como un baldazo de agua fría. Estaba muy deprimido, casi en shock todavía. No imaginaba su vida siendo ciego.

Atardecía. Lo sabía porque había estado hablando con Cameron hace instantes. Al parecer era un atardecer lluvioso.
Se sacó las vendas y fue en vano. No podía ver nada aún. No podía ver el atardecer lluvioso en la ciudad, paisaje que adoraba. Septiembre pasaba cada vez más lento.
Estaba triste... no podía hacer nada. Ni chatear, ni leer un libro, tampoco mandarse mensajes con sus amigos, ni salir.
Agarró su guitarra y comenzó a tocar una canción, para animarse. https://youtu.be/-cj4qXkHu8M

Si ayer tuviste un día gris, tranquila
yo haré canciones para ver
si así consigo hacerte sonreír...

Si lo que quieres es huir, camina
yo haré canciones para ver
si así consigo fuerzas pa' vivir...- Tomó aire y continuó cantando

No tengo más motivos para darte
que éste miedo que me da
no volver a verte nunca más...- Suspiró y de sus ojos comenzaron a caer lágrimas de tristeza, desesperación e impaciencia. Moriría con la idea de no ver nunca más a Lindsay... no poder apreciar esos ojos azules, esa sonrisa. Ella era el motivo por el cual él había decidido operarse

Creo ver la lluvia caer en mi ventana,
te veo pero no está lloviendo
no es más que un reflejo de mi pensamiento.

¡Hoy te echo de menoooos!- Gritó al pensar en sus padres y en su amiga

Yo sólo quiero hacerte saber
amiga estés donde estés,
que si te falta el aliento yo te lo daré,
si te sientes sola, háblame
que te estaré escuchando aunque no te pueda ver,
aunque no te pueda v...-El sonido del timbre lo sobresaltó.

Quién podría ir a verlo un día lluvioso como aquel? Sabía que Cameron no era, ya que había planeado ir al cine con Marissa, su chica de largas piernas y cabello pelirrojo.
Se apresuró y deseó haber podido ver por la mirilla, en caso de que se tratara de algún ladrón o vendedor indeseado. Buscó sus llaves y se puso sus lentes de sol oscuros. Si iba a ser un ciego lo sería de la manera correcta.
Abrió la puerta y sintió los sollozos de alguien.

-Ho... hola- Dijo, esperando respuesta pues no podía ver a su inesperado visitante.
-Damian...- Era Linsday. Lo abrazó de repente, por el cuello. Damian sintió que el cuerpo de su amiga se encontraba empapado. Seguramente la lluvia la había agarrado desprevenida, pero no le importó mojarse un poco- Lo... lo siento. Estoy empapada y te mojé.
-Pasó algo?- Preguntó él sin entender el motivo de sus sollozos. Acaso había estado llorando?