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(F.F. Brittana) “A mitad del camino” – Cap. 1º  Primer15
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(F.F. Brittana) “A mitad del camino” – Cap. 1º

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Mensaje por Le Petit☮ Mar Abr 09, 2013 7:35 pm

Hola, bueno la verdad no hace nada que me acabo de inscribir que ya subo el fic. Ehmm… ¿se nota que soy impulsiva? mmm.. si. Bueno la verdad por hoy y por un buen rato le traigo lo que es el Prólogo y el primer capi. Que en plena limpieza total de una maquina que sufre de sobre peso, los encontré de pura casualidad.

Bueno antes de empezar, este fic está basado en demasiadas horas leyendo y viendo películas, novelas, videos clip y blah, blah, románticos/dramáticos.
Y nada. Si gusta ya saben, lo sigo. Y si no gusta ehm… ya sabe, no lo sigo. Acabo de probar mi inteligencia, ¿no?.

Desde ya muchísimas gracias por tomarse el tiempo de escudriñar en mi locura. Que almas tan valientes… ¡muajajajaja!. Okay, no.

Las dejo con el fic, de nuevo mil gracias :)




Prólogo
Miraba a mí alrededor y solo visualizaba una multitud de ruinas. Llamas, gritos, muros derrumbándose, todo se desvanecía. Caminaba despacio, sin apurarme, no me preocupaba el peligro. Me rompía a pedazos, pedazos que ya no me pertenecían. Parecía que no me quedaba nada y que todo lo había perdido.
Mi interior… era el mismo infierno. Luchaba contra un caos interno, glacial como el puto invierno. Llanto, dolor y rabia, conjunto de emociones, cada cuál más innecesaria que la anterior. Espera, decepción y furia, sentimientos que los llevaba la inmensa penuria. Todo en mi estaba en ruinas, hasta la misma Roma me envidiaba. Estaba rota por dentro, hueca y hasta incluso vacía. Y lo peor no era eso, si no que… ya no sabía ni lo que sentía.

Estaba en ruinas como Roma y ardía por dentro como Troya.
Pero un día todo terminó, ella llegó y todo ese infierno se esfumó.


(F.F. Brittana) “A mitad del camino” – Cap. 1º  8e5b2e39-28f8-4450-bc1a-93c9fa4ce858_zps65ec3a27-1_zps41c7bb25


"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. "
sdfsdfsdfgdsfsdfsdfsdfsdfsdfdsfs( Jules Florencio Cortáza, Rayuela )

A mitad del camino.

1

“10 segundos”


Empieza el recital, la sinfonía. Esa canción de la que tan acostumbrada estas a escuchar, suena poco a poco, retumbando en tus auriculares. Haciéndolos vibrar y a vos un suave cosquilleo en tus orejas. La fría brisa de Otoño se cuela por la ventana semi-abierta, haciendo que se muevan ligeramente los mechones de tu pelo. Suspirás con dificultad, cerrás los ojos y empezás a divisar imágenes borrosas. La canción te entra en la mente, y va rozando cada poro de tu piel. Un escalofrío hace que recojas tus manos, abrazándote a vos misma. No sentís frío, pero podés notar como estás tiritando. Abrís los ojos, esta vez más intensos debido al escozor de tus ojos, y a las lágrimas que resbalan por tus mejillas. Te negás a volver a recordarlo todo, luchás por bloquear todos aquellos recuerdos que golpean furiosamente en tu mente. Pero no tenés las fuerzas suficientes como para querer olvidar. Te sentís débil, tanto que incluso tenés la sensación de caer al suelo. Pero ahí seguís, sentada en el borde de la ventana. Abrazándote a vos misma, y con el frío pegado a tu cuerpo.

Y es que, ¿Cuánto tiempo la vida se va a mantener así? ¿Sufrir, aparentar estar bien, y llorar a solas? ¿Cuánto tiempo ciertamente?. Las preguntas como siempre, se quedan en tu mente, perdidas por el vacío. La única voz que sentís es tu eco. Recorrés la habitación con la mirada, NADIE. Estás sola, la única amiga que tenés ahora es tu sombra. No sabés donde esta el mundo, pero lo empezás a extrañar.

El silencio vuelve a ser el único protagonista en la habitación. La canción se terminó y con ella se llevó una pequeña parte del dolor que siento dentro. Pero se que aún sigue ahí, acompañándome. Arropándome en este día lleno de nubes grises, en esa brisa fría de Otoño. En esta realidad, donde algunos estamos hechos para sufrir. Donde creemos que tenemos esta especie de destino y que somos descartados.

Luego el inevitable golpe, seguido por el inevitable sonido de la apertura de la puerta detrás mió. La luz inunda mi visión, y rápidamente parpadeo, viendo como mi vista a la ciudad se convierte en un reflejo de la habitación. Gracias a ello logro verme a mi misma por medio segundo, justo el tiempo suficiente para captar la visión de la pesadumbre en mis ojos, antes de darme vuelta para hacer frente a mi visitante.

Gabrielle Watson esta en la puerta, con un par de brillantes y risueños ojos avellana. Sus labios naturalmente rosas revelaron el indicio de una sonrisa burlona. “Chabona, en caso de que no te hayas dado cuenta, la habitación está completamente equipada con electricidad" Indica con un gesto la luz.

Apoyo la espalda contra la ventana. "Ja. Ja" Suelto una amplia sonrisa a mi compañera de trabajo y camarín. Mientras intento como puedo arreglarme el maquillaje ya corrido. “¿Qué pasa?”

“Que salimos en cinco” Dice “Otra cosa, ¿me ayudás con esto?” Gabrielle me da la espalda para dar a conocer su problema. Y como era se suponer, el sierre de su corsé se había trabado. A paso lento camino hasta ella y con algo de fuerza salida de no se donde, pude con el pequeño inconveniente.

“Listo”

“Mi héroe” Se voltea y frunce el seño al encontrarse cara a cara conmigo. A lo mejor se dio cuenta. “¿Estas bien?”

“De puta madre”

“¿Segura?”

Miro al cielo “¡Si, mujer!”

Gabrielle empieza a estudiarme silenciosamente por un instante. Sus ojos buscan en los míos una razón que demuestre lo contrario. Pero al ver su cara de resignación, respiro aliviada de que no me descubriese. Aunque pensándolo mejor, por más que lo intentara sería algo imposible. No es por creérmela pero, si de algo había aprendido era el saber actuar como si de una obra de teatro se tratase todo, donde la realidad es una historia inventada en la que interpreto el papel de no me importa nada, nada me afecta, soy fuerte y no me duele porque llevo una sonrisa durante toda la obra. Porque era eso lo que trataba de conseguir, que el publico me crea. Cuando la verdadera realidad duele más de lo que hasta yo creía. “Bueno” Dice finalmente.

“Dale, vamos. Que si no sabes como se pone el otro…”

“Si, no hay quien lo banque.”

Caminamos hasta llegar tras bambalinas. Una vez ahí compruebo que mi vestimenta de frutas esté en orden, mientras logro escuchar los gritos de la gente al otro lado de la cortina. Gritos que aumentan a medida que las luces se van apagando. De un momento a otro una voz rasposa se hace escuchar por los altavoces del bar. Esa es la voz del director de producción, Sid Colton, dándoles la bienvenida a todo el mundo y dando a conocer también, los nombres de las mujeres que se presentarían esa noche. Nombres que yo ya conozco habiendo estado trabajando ya mas de cuatro meses en el bar Cheetahs Club. Dos de esas mujeres, siendo Gabrielle una de ellas, con sus escasas vestimentas toman sus posiciones junto a mi en el escenario. Yo, ya posicionada a un lado del punto central, inclino la cabeza y espero.

“…¡MUY BIEN CABALLEROS! Sin dar más rodeos…” Exclama Sid “Tengo el gusto de presentarles a las chicas Chees, con su estrella principal. ¡La gatita del mes, Santana Lopez!.”

El vocifero de la gente se hizo más enérgico ahora que la luces se tornaron más tenues. La cortina sube y la música da comienzo al tan esperado espectáculo.
Muchas veces de chicas con mis hermanas jugábamos a que nuestras camas eran escenarios rodeados de gente desconocida que esperaba por nosotras, que gritaba nuestro nombres, escenarios donde nos sentíamos admiradas por alguien. Toda una realidad paralela donde éramos el modelo a seguir de la gente, donde éramos el orgullo de nuestros padres… Ahora de grande estoy arriba de un escenario, envolviendo mi brazo izquierdo alrededor de un tubo, esperando el momento justo. Recibo atención, no una de la que me sienta cómoda, pero atención al fin. Gente desconocida grita mi nombre y algún que otro apodo inapropiado. Miro a mis lados, ellas no están. En parte eso me alivia, no quiero que sean esto. Pero de lo que si estoy segura es del orgullo de mis padres. Les importaría una mierda que yo fuera esto, explotarían de orgullo sólo al saber que gracias a este trabajo llevo plata a casa.

Conforme voy avanzando por el borde del escenario, para que así los clientes coloquen los billetes a lo largo de mi tanga, una mano se extiende hacia mí y con fuerza me empuja fuera del escenario. Encontrándome de pronto sobre el regazo de un hombre casi calvo, con la mano aun sujetándome con fuerza el brazo.

“Quiero un poco más que una simple sacudida por mi plata, zorrita” Dice lascivamente, usando su mano libre para tomarse la libertad de tocarme los pechos expuestos. Había tratado de escapar, golpearlo, escupirle o lo que fuera. Pero su fuerte agarre no me permitía liberarme o hacer algo, obligándome a soportar las caricias hasta que los gorilas de seguridad llegaron y me lo quitaron de encima. Por más que quise un minuto para poder recupérame, una señal de Sid me forzó a volver sobre el escenario para continuar con esa rutinaria y monótona actuación.

Ahora de grande me doy cuenta de que siempre se trata de lo mismo; los sueños, siempre van a ser sueños.

* * * * * *
¿Cuando mi vida se volvió tan solitaria?, llegar al apartamento y darme cuenta de que no hay nadie que me reciba con un abraso, una sonrisa o por los menos un simple y seco Hola. ¿Cuando fue que me inundé en un mar de cuentas por pagar? ¿Cuándo fue que me volví tan colgada con las compras semanales, hasta el punto de que al abrir el refrigerador me encuentro con tan solo algunos alimentos ya caducados y una caja ya vacía de leche? ¿Por qué sigo haciendo preguntas que no tiene respuestas? O bueno, si las tienen no las se o nunca supe como buscarlas.

Sin esperanzas de encontrar comida en esta casa y con mi estomago comiéndose a si mismo, me dispongo a prepararme un té. Hasta que recuerdo la pizza en el congelador. Así que como se imaginaran, lo siguiente que hice fue abrir el congelador, sacarla de él y meterla a dentro del microondas.

Mientras espero la cena y como todas las noches, tomo un vaso de cristal de la alacena antes de encaminarme hasta la sala de estar. Donde sé que a un lado del sofá una botella casi vacía de whisky, que había comprado la noche anterior, me espera. Tomo asiento y lleno el vaso antes de alcanzar mi pitillera y mi encendedor Zippo.

Ahora el momento de impaciencia a la hora de dar mecha. No resisto, inhalo el humo lentamente quemando mis pulmones, conteniendo el aliento por unos segundos antes de dejarlo salir tranquilo. Casi instantáneamente siento el cuerpo ceder ante los efectos de la marihuana. Otras inhalaciones seguidas por otros tragos de whisky. Mi vaso se esta vaciado, mi porro ya esta en sus últimas y como no quiero que mis dedos sufran del calor, tomo mi tukera.

Voy por el segundo, y aunque sé que esta felicidad que siento dura, lo que dura una canción, por ahora la creo muy necesaria. Pero algo pasa, algo se detona. Una nueve gris de humo atraviesa mis fosas nasales, despertándome de mi inconciencia. Con la mente aun nublada lo primero que se me viene a la cabeza es que el causante de todo, es el humo sobrante del porro anterior. Sin embargo me toma unos cuantos segundo darme cuenta que no es posible, que algo no estaba bien. Pero para entonces el fuego del microondas ya se había propagado por encima de la alacena y a través de la cocina, haciendo imposible poder apagarlo con un extintor. Sin más opción agarro una caja vacía de cartón y empiezo a llenarla con mis cosas más preciadas; un trofeo pequeño, una figurilla de cerámica, un álbum viejo de fotos, una carpeta con documentos importantes y cuanta ropa puedo salvar. Como acto reflejo me pongo la cartera alrededor del cuello temiendo no poder regresar después por ella. Y les aseguro que no me equivoqué.

Sirenas suenan mas tarde. El cuerpo de bomberos llegó. Tal vez gracias a los vecinos que han notificado el incendio. Tan pronto como salgo del apartamento, los bomberos entran con mangueras para apagar las llamas.
¿Y yo? Bueno yo observo impotente como los chorros de agua entran en el apartamento, salvando la estructura pero arruinando lo que hay a dentro. Dejándome dos opciones; gritar o no volverme loca. Y opto por lo último.

Después de guardar mi identificación, el celular y algo de dinero en los bolsillos, consigo que Gabrielle cuide de la caja por esa noche. Y al asegurarme que no necesito nada más, marcho en busca del bar más cercano.

* * * * * *
Una vez vi una película donde el protagonista citaba una frase de Gandhi que decía algo así como; Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es importante que lo hagas, porque nadie mas lo hará. Y como el protagonista, yo estoy de acuerdo con la primera parte. Porque es la verdad, todo lo que hago, hice, y que de seguro voy a hacer es insignificante. Y eso, precisamente es el hecho que me congela. Me mantiene inerte no tener ninguna razón para moverme en alguna dirección.

Tambaleándome afuera con el aire nocturno, cruzo la calle y entro al Washington Square Park, uno de los pocos espacios verdes en la gigantesca ciudad. Voy tropezando por el camino hasta mi incendiado apartamento y al estacionamiento donde mi coche está estacionado. Como han de suponer, voy a pasar la noche dentro de él. Por los menos hasta encontrar un nuevo apartamento.

El parque siempre está totalmente desierto al oscurecer debido a los crímenes. Normalmente lo habría rodeado, pero eso sería caminar seis cuadras adicionales fuera de mi ruta y yo estando demasiado borracha como para notar el frío de la madrugada, no me conviene alargar tanto.

El viento sopla un poco más fuerte esta vez, tanto que mi cuerpo al fin tiembla por el frío. Lo único en lo que pienso es llegar al auto, fumar otra pitada y hundirme en ese viaje hasta caer rendida en los brazos de Morfeo. Ya estoy a medio camino, voy a tropezones, pero tranquila. O bueno, eso hasta que escucho unas rápidas pisadas cruzar por encima de las hojas secas, acercándose cada vez más hasta mí.

“Bien, bien, bien ¿qué tenemos acá?” Buenísimo lo que me faltaba, unos ninfómanas cobardes e incapaces de conquistar, seres inútiles. “Vení dulzura, tenemos algo para vos.”

“Si, ¿por qué no te acercas así te lo enseñamos?.”

“Pero que románticos.” Les grito, no se porque lo hago. Supongo que el alcohol suele jugar sucio a veces. “Romeo es un poroto al lado suyo”

Sigo caminando, sin mirar a tras. El intenso frío y mi estado, hacen que mis piernas se sientan como el plomo. Pero la idea de ser pillada a mitad del oscuro parque por cuatro hombres le pone nueva vida a mis pasos. Siguen gritando, se ríen. Intento ignorarlos y seguir mi camino, pero los cabrones son muy persistentes.

“Dale perra, no seas ortiva. Vení a divertirte un ratito con nosotros.” Dice el más cercano, provocando que mi corazón comience a palpitar dolorosamente en mí pecho. Tenía que salir de allí y lo tenía que hacer ahora. Así que empiezo como puedo, a correr hacia las brillantes luces de Washington Square N.

Y ahora que lo pienso mejor, tal vez Gandhi tenga razón. Tal vez correr sea insignificante pero es importante que lo haga, porque nadie más lo va a hacer por mi.

Ya había llegando, mi brillante salvación. Ya estaba en Washington Square N cuando de la nada todo se vuelve oscuro. Las luces que alguna vez iluminaron todo a mí alrededor, desaparecen. Un escalofriante silencio llena el aire mientras siento mi cuerpo volar y aterrizar instantáneamente sobre algo tibio. Durante varios segundos no puedo hacer nada sino esperar. Siento la sangre correr ferozmente por mis venas, escucho los latidos acelerados de mi corazón. Mi respiración se entrecorta, pero no porque este muriendo, si no por la fuerza que hacen mis músculos al contraerse ante las punzadas de dolor que empiezo a sentir. La realidad de lo que había pasado finalmente, penetra en mi mente y ahí es cuando siento como una cálida mano me da vuelta, sobre lo que creo, un capó de auto.

“¡HAY BRUTO!” Jadeo ante la brusquedad que tiene ese tipo al voltearme. “Podrías ser mas suave ¡eh!”

“Yo… pero vos, pero yo… ¡Dios! perdón, no pretendía…” Bueno, al parecer me equivoqué, mi homicida resulta ser una mujer.

“Sinceramente, me interesa un pito lo que pretendías” Digo tranquila, sacudiendo el polvo de mi ropa y acomodándome la campera. “¿Siempre hacés destrozos donde quiera que vayas?”

“Y-yo…v-vos…” Realmente me siento muy tentada a explotar de risa. Y es que me quedaría toda la noche viéndola balbucea sin saber que decir en su imitación barata a un pez, solo por diversión, pero estoy segura de que los tipos del parque siguen tras mió. Eso me lleva a contarle la historia, aunque la noto algo ida. A lo mejor sigue en shock, ¿y quien no lo estaría en su lugar? Ni yo aún logro entender como en vez de estar muerta, después de semejante golpe, solo rengueo.

Miro sobre los hombros de la chica, no los veo. Significa que queda tiempo. Termino mi relato, con la esperanza de que la tipa me crea. Aunque lo veo muy lejano teniendo en cuenta la fragancia a Vodka que emano.

“¿Y bien?” Pregunto esperanzada.

Ella frunce el seño. “Y bien ¿qué?”

“¡Nena reaccioná!. ¡Hace media ahora que te estoy hablando y vos ni bola!”

“Es que… entendeme esto es demasiado shockeante. No es lo que pasa una típica noche en Nueva York.”

No es lo que pasa una típica noche en Nueva York. ¿Acaso lo ha sacado de un libro o citó alguna frase? Sacudo la cabeza, no es momento de filosofía de borrachos. La rodeo y me meto dentro del Volkswagen Escarabajo, sacando las llaves del contacto. “Así no te me va a escapar” Le digo, metiéndomelas dentro del bolsillo mientras camino hasta el frente del coche. Había vuelto por mi carné, el celular y dinero que de seguro fueron despedidos de mis pantalones en el momento del accidente. “Dale subí, todavía tenemos tiempo.”

"¿Qué?"

“¡Que nos vamos, mujer!. Dale, mové el culo.” Sinceramente estoy empezando a cuestionar la capacidad mental de la chica.

“No tengo la menor intención de hacer eso.”

“Es lo menos que podés hacer después de haberme atropellado.” Ya me iba a meter en su auto, hasta que ella se coloca frente mió impidiéndome el paso. Intenté pasar varias veces, por un lado y por el otro, pero siempre me la chocaba. “¡Rubia, no viene acá a bailar!”.

“Dame las llaves.”

“No tengo la menor intención de hacer eso.”

“No me hagas burla y dame las llaves, si no querés que te baje los diente de una piña.”

Okay, eso es lo mas gracioso que escuche en mucho tiempo.

“¿Qué pasa? ¿De que te reís? ¿Querés que te rompa la cara? Bueno, te la rompo. No te tengo miedo.”

Si les soy sincera hacía tiempo que no me reía así. Esta tipa se pasa. “Sos muy, muy simpática” Me limpio las lagrimas. “Pero bueno, basta de la hora feliz. Pongámoslo serias, ¿vas subir o te tengo que subir yo?.”

“Dame las llaves.”

“Oh. No,no,no” Digo “Esta vuelta, manejo yo.”

“Ni hablar.”

Arqueo una ceja “A ver. Te voy a dar dos opciones; digamos que o te subís al auto conmigo o te denuncio por intento de homicidio.” Sonrío con malicia, la tengo adentro. “Así que… ¿qué vas a elegir?.”

“Me rehúso a caer en ese jueguito.”

“¡Bueno entonces subí de una puta ves! ¡No tengo todo el tiempo del mundo!”

“¡Entonces dame las llaves!.”

Estaba enojada. Estaba enojada y quería arremeter contra ella. Quería decir exactamente lo que sentía, aunque todavía no sabía exactamente qué era eso que sentía. Igualmente, quería gritarle hasta encontrar las palabras adecuadas para expresar mi enojo. Pero lo siguiente, ocurrió en una fracción de segundo, que es lo que tarda un grito en ser escuchado.

“¡Mirén, pero si trajo una amiguita a jugar!.” La pandilla de bolas tristes esta detrás de nosotras, acercándose a toda velocidad.

“¿Qué…?” No le doy tiempo a hablar o siquiera pensar. Con una mano la halo hacia dentro del coche hasta el asiento del copiloto y seguidamente cierro la puerta. Meto la llave en el contacto, poniendo en marcha el motor.

“¡¿Qué carajo esta pasando?! ¡¿Qué quieren esos tipos?!” Grita horrorizada, viendo a su alrededor.

“¡Hay! ¡Callate! ¿Queres? Me ponés histérica y no me dejas concentrar.”

Se calla y me mira con recelo mientras se coloca el cinturón. El Volkswagen entonces, sale de improviso dando gas. Derrapa, colea, sus ruedas rugen en el húmedo asfalto.

“¡PARÁ, PARÁ! ¡LA BUJÍA DE TU HERMANA, PARÁ!.” La rubia se sostiene con amabas manos, al agarradero que hay sobre la ventanilla.

“Pero si voy re tranquila.”

“¡Nos vas a matar!”

Acelero, tomo la siguiente curva y me dispongo a jugar un poco con el volante hasta casi acariciar el cordón. “¿Vas bien así?”

“Lo estas haciendo apropósito.” Me acusa, acomodándose nuevamente en el asiento mientras se baja la camisa.

“¿Sos siempre así de aguafiestas?”

Sonríe con malicia. “Si, claro. Siempre que me subo en un auto… perdón, en MI PROPIO AUTO, para ser mas exactas, con una desconocida suicida y…”

“Yo no soy una desconocida, ni una suicida. Soy la tipa a la que atropellaste.”

“Oh, por favor. Prácticamente vos te me tiraste encima, si eso no es ser suicida no se entonces que es.” Masculla “Además, en cierta forma te salvé de esos tipos.”

“Vos no me salvaste de nada, al contrario.” Contradigo “Casi me matás.”

“Lo que sea” Bufa, quitando un encendedor y un cigarrillo dentro de la guantera.
Conduzco en silencio durante varios minutos. Hasta que viéndola luchar con su encendedor momentáneamente distraída por el clic, clic, clic de cada intento fallido, hablo.

“Che, anda re piola tu auto”

“¿Ahora lo vas a incluir en tus opciones de pago, para evitar que me denuncies por intento de homicidio?” El humo sale libre de sus labios y se escapa con el aire que se cuela por las ventanillas bajas.

“No. Pero estas de suerte, porque cambié tu opciones” Le quito el cigarro de las manos. “Digamos que me podrías dejar acá y llevarte tu auto o podrías dar una vuelta conmigo, ser amable, divertirte y sonreír.” Me lo llevo a la boca y le dio una calada.

“Yo soy amable.”

“¡¿En serio?!” Pregunto con falsa sorpresa, devolviéndole el cigarrillo “Bueno, perdoná mi error. Pero con tu cara de culo, no me había dado cuenta.”

La veo morder su labio inferior, como ahogando una sonrisa. “Sos una tarada.” Dice ya recuperando su cara de pocker.

“Dale… sonreí que tenés una sonrisa re linda.”

“¿Pero que decís? Si todavía no la viste.”

“Por eso mismo… ¿dale que esperas?”

Sonríe. Una sonrisa adrede, rechinando los dientes. Esa es la primera cosa que noto al mirar a mi derecha. Su sonrisa. Que a pesar de ser intencionada, ilumina sus ojos azules, aunque el tipo de luz que se filtra los hace ver de un color totalmente diferente. Su pelo rubio, lacio. Recogido en una trenza desordenada, mientras unos pocos mechones perdidos enmarcan su hermoso rostro. Dejo que mi mirada continúe explorándola, porque no puedo evitarlo. Su piel blanca. Tan blanca como la porcelana, aunque con un ligero bronceado y perfectamente lisa. La mirada se me pierde en su cuello, deteniéndose brevemente en el dije del collar y terminando por la camisa con varios botones abiertos en la parte superior y con un pequeño nudo en la parte inferior. Hasta la calza se aferra a su cuerpo. Sin lugar a dudas, hermosa. El corazón me martillea en el pecho, obligándome a apartar la vista. Definitivamente, el alcohol ha dejado secuelas en mi organismo.

“Listo, ¿contenta?.”

“Mucho.”

Con un dedo fino de uñas diminutas y mordidas da un empujón al CD adentro del estéreo. “Y… ¿que vamos a hacer?”

“Ehhm…”

“No tenés la mas pálida idea.”

“No.”

“Tks” Chasquea la lengua “Bien ahí, vos…”

Silencio. Así nos quedamos por otro rato. El coche corre veloz. Miro hacia la calzada intentando pensar algo que hacer entre las líneas blancas. No sé porque tomo en cuenta la idea de pasar la noche con ella, ni siquiera porque lo había sugerido desde un principio. Pero de alguna manera, tampoco tengo intención de despedirme.

“A ver… ¿tenés hambre?”

La tengo, pronto me doy cuenta de eso. Estoy que muero de hambre. "Mucha".

“Bueno todavía hay lugares abiertos. Así que vamos a hacer esto” Dice ella “Te voy a enseñar a jugar un juego re fácil.”

“¿Un juego?”

“Si. Juego que si lo ganás invito yo la comida, pero que si lo perdés…”

“Pago yo, ¿no?”

Asiente “Es muy censillo, te voy a hacer 5 preguntas y para ganar tenés que contestar con una respuesta equivocada a las 5 preguntas”.

Sabe bien como despertar mi curiosidad porque aunque no acepté jugar aun sigo acá, dentro del auto junto a ella, y para que negarlo esperando la primera pregunta. “Te escucho.”

“¿Dónde estamos?.”

“En una feria.” Respondo sonriendo, sabiendo que al menos la primera pregunta no la fallé.

“¡Muy bien!. ¿Cómo te llamás?.” Continúa esperando que responda equivocadamente, o quizás no, no lo se con exactitud.

“Santino.”

“Aunque no sé cual es, voy a pensar que me diste una respuesta correctamenteincorrecta.” Bromea “¿1x1=3?.”

“Si.”

“¿Qué número de pregunta era la última?” Lo dice inocentemente fingiendo no recordarlo, ni siquiera lo hace a modo de pregunta, pero si piensa que soy tan estúpida para caer en algo tan sencillo esta equivocada.

“La 7.”

Esa es mi respuesta y claramente no es la correcta, ni la que ella esperaba. Solo le queda una oportunidad, río con ganas al ver su cara tras mi contestación.

Con un suave movimiento y una sonrisa de medio lado se acerca mas a mí dejando totalmente al descubierto su tatuaje. Una especie de frase en su brazo, que se pierde por debajo de una las mangas de su camisa. “En serio, ¿es la primera vez que juegas a este juego?.”

“Si.” Respondo y al ver su enorme sonrisa me doy cuenta de que perdí. No solo es divertida y original, sino que ha sabido engañarme y desviar mi atención para ganar ella. “Supongo que corre todo por mi cuenta.”

“Supones bien, querida.” Ahora está mas tranquila, dueña de la situación. Empieza a moverse al ritmo de los Neon Trees. La observo por el rabillo de mi ojo, la veo bailar. La tipa lleva el ritmo perfectamente y baila divertida Animal. Se agita moviendo el pelo, se ríe de vez en cuando mordiéndose el labio inferior. “Dale, no seas mala perdedora y ponele onda ¡che!” Me mira “Mira lo positivo. Estás conduciendo mi auto, me fumas los cigarrillos y esta bien porque según vos, y lo digo yo antes de que lo repitas, es lo menos que puedo hacer después de mi intento fallido por acecinarte. Así que no tenés ningún motivo para la amargura. Vos misma lo dijiste; divertite, se amable, sonreí…”

Arqueo una ceja “No soy una mala perdedora”

Para mi sorpresa ella niega. “No. No lo sos y lo sé perfectamente” Se encoge de hombros “Como también se que la condición para jugar era que si ganabas corría todo por mi cuenta. Perdiste, pero igualmente, esta la dejo pasar.”

“Cuan conmovedor”

“Si, ya se.”

Sonrío, porque no puedo evitarlo.“Y… ¿qué tenés en mente?”

Ella también sonríe y mira hacia otro lado. “Creo que tengo el lugar perfecto.”

* * * * * *
Me estremezco y hundo las manos dentro de los bolsillos de mi abrigo. La idea de ella del lugar perfecto no era exactamente lo que había imaginado. Había imaginado un Starbucks, como mucho un restaurante con paredes, mesas y sillas. Un lugar donde se pudiera comer sentadas una frente a la otra y conversar.

Me quedo mirando el cartel algo llamativo que dice Gray’s Papaya y arqueo una ceja a la rubia. “¿Me estas jodiendo?.”

Se encoge de hombros “No hay nada mejor que la forma misteriosa de la carne cocinada y servida por hombres peludos con dos tonos de piel. Además son los mejores y los más baratos perros calientes que jamás vas a conseguir… y lo digo por experiencia.”

“No te niego que sean lo mejores, pero…”

“No me digas que sos vegetariana.”

“No, para nada. Soy amante de la carne.”

Sonríe “¿Entonces?”

“¿Los mejores, dijiste?”

“Y los más baratos, habido por haber.”

“Bueno… supongo que esta bien.”

“¿Y que querés?.”

“Sorprendeme.”

Ella se echa a reír. “Que valiente que sos, morocha.”

Se pone en la línea, mientras la espero apoyada contra el capó del auto. Me sorprende ver la multitud de gente que se acerca al local esperando por su perro caliente. No es que tenga algo en contra de los Hot Dogs, es solo que no me fío de los tipos que los sirven. Miro hacia la ventana del local y la veo sonreír radiante mientras agita las manos, en lo que creo yo, una señal de saludo. Se lo devuelvo limitándome solo a sonreír, y a miarla divertida. Esa chica no es como las demás personas. Ella es ella. Ella mira de forma diferente, a como lo hace el resto del mundo. En su mirada, un horizonte perdido. Lleno de verdades sin descubrir, lleno de momentos tristes escondidos en sonrisas de dientes blancos. Ella es la única persona que hace que sienta esto. Un sentimiento nuevo a mi parecer, algo inexplicable. Algo que con que ya no puedo culpar al alcohol.

“Hey extraña.” Finalmente regresa colocando un perrito caliente en mi mano, recargándose a mi lado contra el auto.

Miro el perro caliente. Se le amontonaron las montañas de chucrut. Le juro, nunca antes me había sentido tan intimidada por una comida. “¿Estas segura que esto es comestible?.”

“Creo que no están envenenados. Igual cómelo vos primero por las dudas, no me quiero confiar.”

“¿Cómo se que no es un truco para envenenarme y así poder matarme como lo habías planeado desde un principio?.”

Ella ríe y le da un colosal mordisco al suyo. "Mmm" Gime “Definitivamente están envenenados, así que si me querés dar el tuyo no hay problema.”

“Sigo sin fiarme, el veneno puede tener una reacción tardía.”

“Tardía va a ser tu reacción cuando te des cuanta que te estas muriendo de hambre, y que tu único alimento fue devorado por esta hermosa boquita.”

Respiró hondo y doy un mordisco. Después de la segunda mordida, decido que ella no esta tan loca como había imaginado en un principio.

“¿Y que tal?”.

“Muy, muy bueno.”

Ella toma mi mano. “Nina.” Algo me dice que no, no le creo.

“Paloma” No sé porque pero le miento mientras estrecho su mano a modo de presentación. Mi piel hormiguea al momento en que entro en contacto con su mano. Fue un breve apretón de manos, pero les puedo asegurar que todavía puedo sentir la mano ella en la mía. “¿Y que hacemos ahora?” Pregunto temerosa de conseguir como respuesta, una negativa. “Si es que no te cansaste todavía de mi”

Termina su comida y me mira “¿De donde vino tanta desconfianza? Si mal no lo recuerdo vos fuiste la que me secuestró.”

Saco el celular y miro la hora. 00:05am. Aún tenemos 5h y 95 minutos por delante para conocernos y un alba para saber que parará después. “¿Querés saber la oscura verdad o salir por ahí?”

“Creo que me tiro por la segunda opción.”

“Una sabia elección.”

* * * * * *
Lo siguiente fue pasar por un montón de bares y discos. Bailamos hasta que nuestros cuerpos no pudieron mas, la música nos hizo olvidarnos de todas nuestras preocupaciones y temores. Esta podría ser nuestras últimas salidas juntas, nuestra única noche juntas y teníamos que aprovecharla, ya que ninguna sabía lo que pasaría con la otra, minutos después del alba.

“¡Enserio!”

“Para ser brutalmente honesta en todos los sentidos.” Responde honestamente. “Es mi meta para el 2013”

Miro nuevamente el blanco y negro de la página con cara de confusión. “Sigo sin entender porque te querés operar los labios.”

Aleja la revista de mi cara dejándola sobre su regazo. Acto seguido estira sus labios pegados, a modo que se vieran en la medida en que irían. “Es lo que está de moda.” Dice un segundo después. “Es que mis labios son demasiado finos. Estoy pensando en un cruce entre Liv Tyler y Angelina Jolie.”

“Wow.” Golpeo ligeramente los dedos contra el manubrio. “Cuando pienso que no podrías estar mas loca… hablás.”

“¿Qué querés decir con eso?”

Acabamos de pasar 6th Ave.

“Yo solamente te estoy diciendo que vas a parecer un engendro.”

Ella frunce el ceño. “Bueno, entonces, siempre esta el circo. ¿No?”

Dejo escapar una carcajada. “Te puedo asegurar que me siento casi tentada, en apoyarte y ayudarte en todo lo que sea para cumplir ese sueño.”

“Sos una verdadera amiga” Se queda en silencio y sigo conduciendo. Ella sube el volumen del estéreo. “Me gusta esta canción. ¿Sabés lo que dice?”

Intento escucharla y por lo poco que oigo se que es de Carla Bruni y que se llama Tout le monde. Pero no puedo mentirme a mi misma. He aprendido a usar perfectamente la computadora, el Facebook, el Twitter y todo lo demás. Pero con el francés siempre fue una pelea constante.

“Algo entiendo.”

“Dice: Todo el mundo buscó algo un día, pero todo el mundo no lo encontró...” Nina sigue traduciendo, salvándome. Escucho sus palabras, habla lentamente, sonriendo y tal parece, no se le escapa nada. “Es muy linda”

No sé porque, pero parece algo al azar, perfecto para el momento. “Si, es linda”

Instantáneamente al término de aquella canción, el estéreo comienza a tocar la siguiente, High Hopes de Kodaline. Pero esta vez no tengo problemas. Es tiempo de dejar ir todo, salir y volver a empezar, pero no es tan fácil. Pero tengo grandes esperanzas, me llevan de nuevo a cuando empezamos. Grandes esperanzas, cuando lo dejas ir, sal y vuelve a empezar otra vez... Miro afuera, parece que no falta tanto para el amanecer. No puedo dejar de pensar en que esto no es más que una de esas extrañas coincidencias. La música en el momento adecuado, un auto que no es tuyo, una calle de luces tenues, sin tráfico, el infinito adelante y a tu lado esa persona causante de provocar en vos sentimientos, emociones que jamás en tu vida experimentaste.

“¿Cual es tu canción preferida?”

Nina mira brevemente la infinidad del firmamento pasar al otro lado de la ventanilla. Se encoge de hombros y después de un momento, responde. “Si me preguntas de esa canción que necesitas para sentirte más viva. Lamento informarte que sigo en su búsqueda.” Se encoje de hombros y me mira “Aunque… no sé por qué, pero ahora mismo, hoy… esta es mi preferida.”

Semáforo rojo. En lugar de hablar, cierro los ojos y me pierdo en la última estrofa, los últimos acordes de la canción. Vuelvo a abrirlos, para darme cuenta de que el semáforo ya esta en verde y que el cielo está de un azul casi oscuro, pero en el horizonte va mezclándose con un azul mas y mas claro.

“¿A dónde vamos?”

“Ya vas a ver.”

* * * * * *
Cruzo Brow Bridge, hasta al otro lado del puente. Estaciono el Volkswagen amarillo pastel y apago el motor. La brisa dispersa mi pelo al segundo que salgo del auto hacia afuera y sonrío brevemente contra el viento.

"Se siente tan bien estar afuera" Nina ya fuera del auto, camina hasta el frente. Con un movimiento audaz, sube sobre el capo y de allí trepa hasta el techo. "Querías ver el amanecer ¿eh?" Golpea ligeramente a su costado "Vení, te aseguro que acá arriba se ve mejor".

No me hice rogar. Seguí sus pasos y en un santiamén ya estaba sentada a su lado, observando el preludio en el lago, en el resaltar de los cálidos colores en el cielo. Fue entonces que caigo en cuenta de que me había perdido durante mucho tiempo de un amanecer. Me siento molesta conmigo misma por dejar pasar el tiempo. De chica con mi hermana mayor nunca nos habíamos perdido un amanecer, no, si podía ayudarnos.

“¿Qué historia hay detrás de este amanecer?” Pregunta, comenzándoseles a achinar los ojos por la claridad.

“No es solamente este, si no en cada amanecer.” Me encojo de hombros. “No hay una historia en particular, simplemente me ayuda a sentir a mi hermana mas cerca.”

“Ah…”

"Si algún día no nos volvemos a ver, buscame en las nubes al amanecer. Que es ahí, donde yo te voy a estar saludando. Ella me había dicho eso días antes de suicidarse.”

Nunca me gustó pensar en ese momento. Huyo del recuerdo y evito el dolor de perderla, a toda costa. Pero siempre miraba a las nubes al amanecer cuando podía, me hacía sentir menos sola.

Nina me mira, solo una fracción de segundo y vuelve la vista al frente. “Me hubiera encantado tomar una instantánea de este momento.”

“¿Y porque no la sacás?”

“Porque ya no sería una instantánea. Aunque…”

“Aunque… ¿qué?”

Ella sonríe radiantemente y de un salto, baja del techo al suelo. La veo acercarse hasta la puerta del copiloto, abrirla y meter medio cuerpo dentro del auto. No tarda mucho, ya que antes de que pueda darme cuenta la tengo nuevamente a mi lado. Pero esta vez con una cámara en mano.

“¿Qué haces ahora?” Pregunto al verla presionar varios botones del aparato.

“Pongo el temporizador, como te dije antes quiero sacar una instantánea del momento.” Se acerca más a mí, y por reflejo me alejo. Hace tiempo que no le permito a la gente invadir mi espacio personal o por lo menos no cuando puedo controlar la situación. “¿Te hice mal?”

“No, yo… olvidate” Le quito importancia “Entonces… ¿por qué el temporizador?”

Se vuelve a pegar a mi costado, con su mano izquierda lleva la cámara hasta el frente apuntándonos a nosotras, y es cuando al fin veo con claridad su tatuaje, everything happens for a reason. “Porque las personas somos desesperadas, odiamos esperar. Tanto así que no soportamos estarnos quietas 10 segundo.” Golpea el botón, esperando el flash. “Así que al cabo de 10s vos, yo y el paisaje, vamos a salir completamente diferentes a como nos ves ahora.”

3, 2, 1…

El flash hace acto de presencia, iluminando brevemente todo lo captado por el enfoque de su lente. “¿Ves?” Me acerca la cámara y aunque parece extraño, Nina estaba en lo cierto. Ella, el paisaje y yo salimos totalmente diferentes a lo que éramos 10s atrás. El sol ya esta en lo mas alto, cuando 10s antes apenas y estaba a la mitad. Los árboles esta vez menean sus hojas hacia la izquierda, cuando 10s antes lo hacían a la derecha. Ella besa mi mejilla, cuando 10s antes estaba a una distancia lo bastante remota de mi rostro. Y yo, sonrío feliz. Cuando 10s, no, cuando horas antes estaba en ruinas.

“Es hermosa.”

“¿Que te puedo decir? Amo tomar fotos. Tomo fotos de todo; animales, chicos, una bola de pelusa en el suelo…”

“Sos muy buena en esto.”

“Gracias” Sonríe con orgullo y deja cae la cabeza hacia atrás. Los rayos de sol cubren entonces todo su rostro, no dejan rastro de oscuridad.

Miro nuevamente al frente, observando ahora el panorama que se extiende ante mí como una postal. Soy consciente de que me he mantenido demasiado tiempo así, pero la falta de motivación y la tranquilidad del momento son demasiado tentadoras para dejarme resistir. Y en cambio, me quedó así, sentada sobre el techo de un auto que no es mió, mirando al mundo con sus muchas historias. En mi mente, el eco de la última canción de Kodaline que escuchamos. Es tiempo de dejar ir todo, salir y volver a empezar. E inconcientemente la miro. Los rayos de sol cubren todo su rostro, resaltan su piel, su pelo, sus labios. Me mira y siento las agujas del reloj parase. El mundo deja de moverse, todo desaparece en tan solo 10 segundos. Y de repente, ¡zas!. Una sonrisa, esa que provoca que el mundo volviera a moverse, aquella que hace que el reloj siga haciendo tic-tac, aquella que me despierta después de haber dormido por tanto tiempo. Aquella que me revela la picardía de una verdad apunto de ser revelada.

“Me mentiste.” Digo “Tu nombre no es Nina.”

“No.” Nunca deja de sonreír “Nina es el nombre que inventé para vos.”

“¿Si?”

“Si…” Se pone seria, como si de repente algo se le cruzara por la cabeza.

“Pero ahora, ¿cómo queres que te diga?” Pregunto “¿Nina o…?” Y le dejo el pie para al fin conocer su verdadera identidad.

Ella me vuelve a mirar. Volviendo a su rostro también otras de sus hermosas sonrisa, acompañada de un brillo diferente en sus ojos. “Brittany.”

“Fue bueno no saber nuestros nombres.”

“¿No los sabemos?” Parpadea confusa “Pero si te lo acabo de deci…” Se queda callada. Razona, junta las piezas del rompecabezas. “Vos también mentiste, no te llamás Paloma.”

Niego, ella junta sus manos y hunde su cara en ellas mientras menea suavemente de un lado al otro la cabeza. “Lo sabía.”

“Paloma era el nombre de mi hermana, de la que te hablé.”

De repente, silencio. Ella se calla, yo me callo. Ella hundida en sus pensamientos, yo en mis recuerdos. Solo dedicándome contemplar la belleza del lugar, a disfrutar de su cercanía, de la brisa que poco a poco hace acto de presencia, del cantar alegre de los pájaros, de los árboles desnudos… Y pensar que este día, por alguna razón, es un regalo de Paloma.

“Se que no me tendría que meter, pero no puedo evitarlo.” Brittany res pira hondo, se incorpora de repente y me mira, me penetra con su mirada azul. “Si están juntas o separadas, siempre va a ser tu hermana.”

“Gracias, necesitaba escuchar eso.”

“Y yo decírtelo.” Sonríe “A todo esto, ¿cómo querés que te diga entonces? ¿Santino o…?” Bromea utilizando el nombre que había inventado para ganar su juego de preguntas.

“Santana.”

“Santana…” Repite, y por reflejo sitúo en su lugar los mechones rubios que caen sobre sus ojos. “La luz del día nos queda bien.”

“Seguro, suele ser así.”

La observado nuevamente en silencio, cada poro de su piel, la forma de su nariz, la forma y el color azul intenso de sus ojos. Cuento las pecas que tiene, una tras otra. También observo cuantas veces pestañea cada 5 segundos. Con esta ya van dos veces. Y por lo que puedo notar ella hace lo mismo, me observa.

“¿Qué hacemos ahora?”

Se lo que veo y lo que siento, y creo que no es un buen momento para eso. Necesito salir antes de que sea tarde, de que no halla marcha a tras y que sea haga más difícil la despedida. Uso el parabrisas como tobogán, me dejo deslizar suavemente por él hasta llegar a el capo y de él al piso. Ella hace lo mismo. “Bastante fiestera resultaste ser, a pesar de la cara de culo de antes.”

“No cambies de tema y respondeme.”

Suspiro. “Yo me voy a mi casa a dormir un poco, supongo” Respondo. “Vos, no sé.”

“Supongo que no me queda otra cosa que hacer lo mismo.” Dice con lo que creo yo, desilusión. ¿Esta desilusionada? “¿Te alcanzo a alguna parte?”

“No. Me entraron ganas de caminar.”

“Como quieras.” Se encoge de brazos y se acerca dejando un beso en mi mejilla “Un gusto Santana, ojala te cruce por la calle de nuevo.”

“Fue un placer tenerte hasta el amanecer, Brittany” Ella sonríe, la última y la mas perfecta sonrisa, eso no lo puedo negar. Eso no lo pude negar en toda la noche. Pero tampoco puedo decírselo.

El Volkswagen ruge, ella hace un gesto tan condenadamente tierno cuando pone reversa. Bajo la vista, no puedo permitirme sentir esto, no por alguien de quien no sabré en mucho tiempo, si es que tengo suerte. Las hojas a mis pies son arrastradas por la brisa, y las veo luchar sin sentido contra la fuerza de los vientos. Brittany ya esta cruzando el puente y hace sonar el claxon. Me resulta increíble como en 10s una simple sonrisa puede hacerte sentir tantas cosa, como en 10s un simple beso en tu mejilla puede hacerte volar en el agua, como en 10s una simple mirada te puede hacer nadar por la nubes, como en 10s un simple gesto te hace llenar ese vacío que sentís por dentro, como en 10s una simple palabra te hace sentir que no perteneces al suelo, sino en lo más alto del infinito. Quitándome los mechones dispersos de cabello azabache de la cara, comienzo a caminar rombo al apartamento.

Es ahí donde te das cuenta que se hizo de día, que ella llego dispuesta a cambiar tu mundo. Que aunque puede que fueran sólo 10 segundos lo que se quedó, te hizo feliz, seguís feliz. Que sabes que esos segundos fueron suficientes como para tener la certeza de pensar que la vida tiene sentido. Y que en esos efímeros 10 segundos, antes, durante y después del amanecer… conociste a la persona que acaba de dividir tu vida en dos épocas, antes y después de conocerla.

De nuevo, mil gracias :)



Última edición por Le Petit☮ el Jue Abr 11, 2013 12:27 pm, editado 1 vez
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Activo Re: (F.F. Brittana) “A mitad del camino” – Cap. 1º

Mensaje por cvlbrittana Mar Abr 09, 2013 11:36 pm

Solo una petición: ¡Por favor continua!, la historia es muy buena, diferente en muchos aspectos, un encuentro único y muy significativo en este primer capitulo, expresas muy bien el sentir y pensar de los personajes y las metáforas sobre el fuego y las ruinas internas de personaje de Santana, me parecieron perfecta. Espero sigas con la historia, saludos.
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Activo Re: (F.F. Brittana) “A mitad del camino” – Cap. 1º

Mensaje por lovebrittana95 Miér Abr 10, 2013 12:26 am

Esta historia muy interesante ya que la trama no es comun y eso es lo que lo que mas interesante y buena la hace espero que la continúes por favor aquí tienes una fiel lectora estaré esperando tu actualización.
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Activo Re: (F.F. Brittana) “A mitad del camino” – Cap. 1º

Mensaje por Emy_Rodriguez Groff Jue Oct 03, 2013 10:40 pm

Hola, debido a que este fic ya presenta mas de 6 meses sin actualización, se a procedido a cerrarlo, si el autor de este fic desea que el sea reabierto solo tiene que hacer una solicitud via MP a un moderador, administradora y de inmediato el fan fic será reabierto
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