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Mensaje por micky morales Vie Jul 19, 2013 11:09 am

hola estuvo muy bueno, solo espero que ya san haya olvidado a hanna y se deje de ser tan perra con britt a ver que pasa, si, me llamo Mickayla Morales, pero como veras lo he abreviado hace mucho tiempo, en realidad mis amigos lo han hecho y es comodo y corto, porfis actualiza pronto, bueno.....cuando te sea posible, bye!
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por naty_LOVE_GLEE Dom Jul 21, 2013 2:58 pm

POR DIOS!!!! EL CAP ME ENCANTO!!!


SMP VALE LA PENA LA ESPERA CON VOS!!


ME ENCANTA, QUE DIGO, ADORO TU FIC!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


CADA VEZ SE PONE MÁS INTERESANTE!!!!!


MIS BRITTANA CELOSAS UNA DE LA OTRA ES DE LAS COSAS MÁS TIERNAS QUE HAY!!!!!!!!!!!


LAS FABERRY ESTABAN MUY QUIETECITAS HE!!


AHORA QUINN, NO SE COMO TOMARLO PERO CADA VEZ QUE LEO PERCIBO UN GRAN INTERES POR SAN, CUANDO SE ENOJA CON HANNA NO SE COMO TOMARLO.......AL MENOS A MI ME PARECE O MUY A LA DEFENSIVA POR SU MEJOR AMIGA O CELOSA DE HANNA??!! POR SANTANA................


HANNA y SANTANA TUVIERON ALGO!! YA ME LO SUPONÍA CUANDO LAS DESCRIBISTE EN EL ENCUENTRO PASADO............


AL PARECER FUE MUY SERIA LA COSA PORQUE ASI LO HACE PARECER SANTANA...........


LO QUE NO ME GUSTO PARA NADA ES QUE, ES CIERTO QUE CUANDO HANNA APARECIÓ POR LA PUERTA, SANTANA YA NO PARECÍA TENER MÁS OJOS PARA NADIE MÁS QUE PARA HANNA COMO SI HUBIERA OLVIDADO POR COMPLETO A BRITT............... NO ME GUSTO PARA NADA............SOLO ESPERO QUE HALLA SIDO SOLO POR LA IMPRESIÓN y EL RECUERDO DE VERLA y NO PORQUE LA SIGA QUERIENDO O SINTIENDO ALGO POR ELLA.


SAN ES DE BRITT!!!!!.......................JAJJAJJAJ YA ME PUSE CELOSA YO TAMBIÉN ES QUE NO ACEPTO QUE NADIE ROBE UN MINUTO DE ATENCIÓN ENTRE MIS BRITTANA y MUCHO PERO MUCHO MENOS SI ES POR UN SENTIMIENTO PARECIDO AL AMOR??!! PORQUE AMOR NO!!! CIERTO??!! 


BUENO MEJOR ME DEJO DE TANTAS ESPECULACIONES y NO ME ENOJO POR ANTICIPADO FRENTE A UN POSIBLE SENTIMIENTO DE AMOR DE SAN HACIA HANNA........................


MEJOR ME TRANQUILIZO y ESPERO EL SIG CAP!!!!


OJALA ACTUALIZARAS MÁS SEGUIDO!!!
VALE LA PENA ESPERARTE PERO LA INCERTIDUMBRE y MIS TERRIBLES GANAS DE LEER SIEMPRE MÁS ME PUEDEN FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 1206646864


BUENO SOLO TE PUEDO DECIR QUE SOS UNA RRE GROSA!!!!!!! GENIA TOTAL!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


ESPERO LA ACTU!!!


SALUDOS!!! NATY.

 
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por YoyoMay Dom Jul 28, 2013 9:00 pm

brittana-bitches!!! escribió:porque no se dicen que se gustan y puntooooo!!!!!! me ah encantado el capitulo, esas palabras de hanna , creo que lo que tuvieron fue fuerte, osea hanna pasaba mucho tiempo con santana , rachelestaba sorprendentemente callada , sera por quinn???? quinn sabe lo que santana y hanna , por eso la odia????
Tengo que decir que fue un capitulo decicibo para mi , espero que britt se de cuenta que le gusta santana , yo se que santana ya se dio cuenta que le gusta britt *-* .


espero una actualizacion prontooooo , no soportaria una semana sin este fic lo amo , amo esta historia , lejos el mejor capitulo :D

PUES PORQUE ENTONCES EL FIC NO TENDRÍA NADA DE SENTIDOOOOOOOOOOOO JAJAJAJÁ. Y además de que, ellas aún no saben qué rayos les está pasando. No se entienden... Aún...
Y pues, hablando de Hantana... Pues no lo sé. Es algo complicado... ¡AY! NO QUIERO DECIR NADA, PORQUE SI DIGO DE PERDIS UN POQUITÍN, YA NADA TENDRÍA CHISTE, Y TODO LO QUE PUEDO DECIR SERÍA UN SUPER SPOOOOOILER. Lo siento... Además de que no quero, JUM :C. Jajajajajá. Y Quinn... Yo no creo que Quinn odie a Hanna... O no lo sé... NO ME PREGUNTES. JAJAJÁ.

¿Enserio? El decisivo para mí había sido el capítulo anterioooor .-. bien raro. Jajajajajá. Es que... ¡Aish, Santana! Yo creo que a lo largo del fic se desenredará todo C:

AWWWW ¿ENSERIO LO AMAS? Eso es algo bien liiiiiiindo :3 Yo amo que lo ames, ¡enserio!
Gracias gracias graaaacias por leer :D Y ya sé que me he tardado más de una semana en subirlo. Ya sé que no tengo perdón :C


Alisseth escribió:Holiss.. :P
Son ideas mías?? o Brittany y Santana estaban celosas?? jaja.. Me encanta cuando estan celosas jeje..
Enserio?? Hanna con San???
Buu ojalá arregle las cosas coN Britt :3

Me gusta mucho el fic... pero Dormir también es Importante.. asi que descanse mucho :P

Esperaré el siguiente capítulo ;) Cada vez más interesante :)

pd: Amo a Cory y la noticia me devastó.. pero gracias a tu fic logré sentirme un.poco mejor.. asi que GRACIAS!! :D

No se te ocurra dejar el fic que está muuuuuuy bueno :D

Besoss :3
Alii ;)

Ay pues no sé... ¿Así son los celos? ¿Así te salen a ti? Qué feo... Jajajajá no cheto 8) !Ufff! si crees que esos son celooooss...
Y pues sí, Hantana en su máxima expresión. Aunque mueeeero porque todo el mundo sepa lo que pasa entre ellas... No puedo esperar para que se veaa!
Gracias por la comprensión :') He dormido muy bien ahora n.n O bueno...

¡AY, NO! ¿ES NETAAAA? Qué boniiiiiiiito :') ¿Qué puedo decirte? No creí que mi fic pudiera causar eso en alguien... ¿No me estás mintiendo? Qué ... bonitoo :')

¡No lo dejaré! ¿No he dejado en claro que amo escribirlo? Sólo dije que dejaría de escribirlo si ustedes querían, nunca dije que lo dejaría por que yo quisiera, así que si ustedes no quieren PUES NO LO DEJO C:

Gracias por leer y comentar :D!


tatymm escribió:dios menos mal que decidiste publicarlo me encantaa!!! tantas cosas en medio!! que hay entre san y hanna???? y britt qe pito toca??? y rach y quinn?? dios estoy encantadaaa besotesss!!

Tú eres nuevaaa, lo sé ;) jajajajá, pues se verá muy egocéntrica y eso, pero a mí también me encanta C: y me encanta que te encanteee :D

TODO ESO AVERÍGUALO, PORQUE NO TE LO CONTARÉ :P JAJAJAJÁ.

micky morales escribió:hola estuvo muy bueno, solo espero que ya san haya olvidado a hanna y se deje de ser tan perra con britt a ver que pasa, si, me llamo Mickayla Morales, pero como veras lo he abreviado hace mucho tiempo, en realidad mis amigos lo han hecho y es comodo y corto, porfis actualiza pronto, bueno.....cuando te sea posible, bye!

Y yo pensando, desde la primera vez que me comentaste, que eras hombre .-. Jajajajajá! Mickayla está bonitooo :D es casi como Nickayla :o (hermana de Naya)
Y pues... ¿Qué puedo decirte sobre eso? NADA. Cualquier cosa, por más mínima que sea, sería un súper spoiler o algo así, no puedo insinuar nada, porque después nada tendría chiste :c jajajajá.

Gracias por leer y también por comentar Mickaylaa :D!

naty_LOVE_GLEE escribió:POR DIOS!!!! EL CAP ME ENCANTO!!!


SMP VALE LA PENA LA ESPERA CON VOS!!


ME ENCANTA, QUE DIGO, ADORO TU FIC!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


CADA VEZ SE PONE MÁS INTERESANTE!!!!!


MIS BRITTANA CELOSAS UNA DE LA OTRA ES DE LAS COSAS MÁS TIERNAS QUE HAY!!!!!!!!!!!


LAS FABERRY ESTABAN MUY QUIETECITAS HE!!


AHORA QUINN, NO SE COMO TOMARLO PERO CADA VEZ QUE LEO PERCIBO UN GRAN INTERES POR SAN, CUANDO SE ENOJA CON HANNA NO SE COMO TOMARLO.......AL MENOS A MI ME PARECE O MUY A LA DEFENSIVA POR SU MEJOR AMIGA O CELOSA DE HANNA??!! POR SANTANA................


HANNA y SANTANA TUVIERON ALGO!! YA ME LO SUPONÍA CUANDO LAS DESCRIBISTE EN EL ENCUENTRO PASADO............


AL PARECER FUE MUY SERIA LA COSA PORQUE ASI LO HACE PARECER SANTANA...........


LO QUE NO ME GUSTO PARA NADA ES QUE, ES CIERTO QUE CUANDO HANNA APARECIÓ POR LA PUERTA, SANTANA YA NO PARECÍA TENER MÁS OJOS PARA NADIE MÁS QUE PARA HANNA COMO SI HUBIERA OLVIDADO POR COMPLETO A BRITT............... NO ME GUSTO PARA NADA............SOLO ESPERO QUE HALLA SIDO SOLO POR LA IMPRESIÓN y EL RECUERDO DE VERLA y NO PORQUE LA SIGA QUERIENDO O SINTIENDO ALGO POR ELLA.


SAN ES DE BRITT!!!!!.......................JAJJAJJAJ YA ME PUSE CELOSA YO TAMBIÉN ES QUE NO ACEPTO QUE NADIE ROBE UN MINUTO DE ATENCIÓN ENTRE MIS BRITTANA y MUCHO PERO MUCHO MENOS SI ES POR UN SENTIMIENTO PARECIDO AL AMOR??!! PORQUE AMOR NO!!! CIERTO??!!


BUENO MEJOR ME DEJO DE TANTAS ESPECULACIONES y NO ME ENOJO POR ANTICIPADO FRENTE A UN POSIBLE SENTIMIENTO DE AMOR DE SAN HACIA HANNA........................


MEJOR ME TRANQUILIZO y ESPERO EL SIG CAP!!!!


OJALA ACTUALIZARAS MÁS SEGUIDO!!!
VALE LA PENA ESPERARTE PERO LA INCERTIDUMBRE y MIS TERRIBLES GANAS DE LEER SIEMPRE MÁS ME PUEDEN


BUENO SOLO TE PUEDO DECIR QUE SOS UNA RRE GROSA!!!!!!! GENIA TOTAL!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


ESPERO LA ACTU!!!


SALUDOS!!! NATY.

¡AY! ¡No sé! ¡Me encantan tus comentarios! Son muy largooos :D Jajajajá.

Awwws. ¿Enserio? Gracias :') ¡qué linda!

¡M-E - E-N-C-A-N-T-A - Q-U-E - T-E - E-N-C-A-N-T-E! No me cansaré de repetirlo nunca, porque es verdad :)

¿Cómo sabes que estaban celosas, eh? Puede ser que a Santana simplemente sólo le cae mal Emily y ya, y puede ser que Brittany sólo le de curiosidad la manera en que Hanna y Santana se tratan... Quizá es sólo eso 8) Jiji.

Las Faberry son todo un misterio. Algún día se aclarará tooooodo. C: Algún día...

¿Quinn? ¿Quieres hablar de Quinntana? ¡Esas son palabras mayores! Mmmmmh... Quinntana está bonito... Just sayin' 8) Quinn es una bebé bonita, y Santana también, así que ... Who knows? c:

YA DIJE QUE NO DIRÉ NADA ACERCA DE HANTANA. ¡SIN COMENTARIOS AL RESPECTO! Dejaré que ustedes lo descubran solitas C: en serio, no quiero arruinarles nada! ADEMÁS, quiero que estén interesadas :)

Gracias por leer y comentar, Naty! ¿Te he dicho que me encantan tus comentarios? Son muy largos, y eso es bien bonito :') Jeeee!



Bueno... Decidí contestar sus comentarios hoy, porque acabo de llegar del trabajo y mañana descanso C: así que, pienso que tengo suficiente tiempo para subir la actu hoy, o mañana, a más tardar pasado mañana :) PERO ESTARÁ PRONTO, SE LOS PROMETO :D

YYYYYYY... Otra cosa... Desde hace muuuuucho que lo tengo, pero no se me había ocurrido ponerlo aquí... "Ask.fm" es una página donde te unes y te hacen preguntas y así... ¡Aish, qué diablos! Ustedes han de conocerla bien... Para decirles que pueden preguntarme lo que quieran ahora :D

www.ask.fm/gloryavals

Si tienen algo sobre lo que no puedan aguantarse las ganas de preguntar, ahí lo contesto todito :)

Ya les traigo la actuuuu :D
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo X: Back to Black.

Mensaje por YoyoMay Mar Jul 30, 2013 4:09 am

Bueno, les subo capítulo ahora a las casi tres de la mañana para que no digan que no me importan :) Estoy que muero de sueño, así que aquí se los dejo C: Perdón por tardar tanto :c pero... ¡Ah! Cosas de la vida... :(




10.
Back to Black.



Seguramente sería muy tarde, pero eso no le importaba. Ella nunca había tenido miedo de estar ahí a esas horas; no tenía porqué. Ese lugar era suyo. Ese lugar era perfecto para ella.

Hace mucho que había dejado de compartirlo.

Sonaría sumamente raro y estúpido -quizá lo era-; pero ese lugar era algo así como un amigo.

La luna parecía un sol; iluminaba todo el entorno cómo si lo fuera. Todo estaba iluminado por rayos de luna de color blanco. La noche era de verdad perfecta y preciosa, o bueno… Lo sería, si ella misma no se sintiera tan desdichada. Ahí estaba de nuevo aquella horrible sensación en su pecho, pero esta vez era con aún más intensidad. Una intensidad verdaderamente insoportable.

Una suave y fresca brisa acariciaba las copas de los árboles, causando que éstos a su vez hicieran ruidos de choques entre sus verdes hojas. Unas cuantas luciérnagas merodeaban cerca de ella.

Sonrió. Las luciérnagas eran los únicos bichos que no le causaban repulsión ni miedo. Habiendo tantas mariposas… Las luciérnagas eran para ella los bichos más hermosos.

Se sentó en el lugar de siempre. Sonrió un poco ante la idea de que si ese lugar pudiera hablar, seguramente diría: “Ay, Santana. Otra vez tú. ¿Ahora qué te pasó? Siéntate donde siempre y cuéntamelo todo.” Ella casi podía notar las marcas de su trasero en aquel verde pasto… Y otras marcas en seguida.

Les pasó una mano por encima, pero no sucedió nada. Volvió a pasar su mano, pero ahora con más vehemencia, pero nada. Las marcas de alguien sentado ahí a su lado, ahí seguían.

No supo si lo hacía para que la persona de quién eran esas marcas apareciera, o para borrarlas.

—Esto debe ser una broma.

Nadie la iba a escuchar, eso era obvio; quizá por eso lo había dicho.

Ahora, lo que necesitaba era estar sin nadie.

No quería ver a su madre ni a su abuela, ni a Valentina, ni a Diego. Para nada le hacía falta ver a Puck; e incluso Quinn era innecesaria ahora; Quinn ahora no la podía salvar de sus demonios.

Ahora, en ese lugar y en ese momento, todo el mundo parecía demasiado lejano. Se sentía como si estuviera varada en una isla, esperando sólo por una mínima señal de un barco que pudiera rescatarla y que simplemente no llegaba. Sentía que se ahogaba.

¿Cuándo las cosas se habían vuelto tan complicadas? ¿Cuándo?  

Al instante se arrepintió de aquella pregunta que se había hecho a ella misma, porque al instante la respuesta apareció en forma de recuerdos en su cabeza.  

Claro que sabía en qué momento las cosas comenzaron a tornarse oscuras.

Un fuerte e insoportable nudo apareció en su garganta. La sensación era horrible. Una sensación que siempre intentaba ocultar, pero ella misma sabía que no podría hacerlo, así que la posponía para momentos como ese; momentos en los que estaba sola y nadie la veía. Era esa sensación que ahora le recorría el pecho con más frecuencia que antes.

No quería llorar. No lo iba a hacer. Eso sería estúpido. Llorar no resolvería nada.

Pero vaya que lo sentía.

Apoyó sus hombros sobre sus rodillas y escondió la cara entre sus brazos.

Ese lugar ya la había visto llorar muchas veces. También la había visto reír. La había visto tranquila y serena. La había visto enojada, y hasta desesperada. Y también… la había visto ser muy feliz… Y acompañada.

Pero ahora ni siquiera quería que sus amigos los árboles y luciérnagas la vieran así. Simplemente era demasiado.

¿Qué está sucediéndome?

Aunque quizá, muy en el mero fondo de su ser, esa respuesta estaba clara.

¿Qué mierda estoy haciendo mal?



— ¡Adivinen quiénes irán a la mejor fiesta de toda la historia de las fiestas en Lima!

Sugar había llegado a la mesa de la cafetería donde la mayoría de las porristas se encontraban, de un humor verdaderamente animado -algo habitual en ella- junto con Kitty, que sonreía casi con malicia -algo igualmente de habitual-.

Todos los sentados en aquella mesa cortaron sus conversaciones -algunas no tan animadas- para prestarle atención a la animada adolescente y a la rubia de a un lado, que también parecía demasiado alegre, pero lo cual en ella podía interpretarse de manera completamente diferente.

— ¿Qué sucede, Sugar? —Preguntó una curiosa Quinn, restándole aún más atención a su novio Finn, quien la abrazaba de lado.

— ¡Adivinen! —Ordenó ahora Kitty, con una sonrisa.

Quinn, Santana y hasta Brittany intercambiaron miradas confundidas y dudosas, incluso lo hicieron los chicos del equipo de fútbol que estaban ahí: Finn, Puck, Mike y Sam.

— ¡Pues ustedes, tontuelos! —Dijo Sugar, por fin— ¡Pienso hacer mi debut como anfitriona de fiestas éste fin de semana! Y ustedes están obligados a ir. ¿Entendido?

La mesa estalló en celebraciones. Las porristas habían soltado grititos emocionados, y Finn, Puck, Mike y Sam se encontraban ahora chocando palmas entre sí. Estaban celebrando, y no era para menos. Ellos sabían cómo era la casa donde vivía Sugar, y sabían que esa casa era el escenario perfecto para fiestas. Añoraban aquel momento. Las únicas que siguieron igual de confundidas, pero ahora preocupadas, fueron unas tres porristas, que no dejaban de intercambiar miradas entre sí.

—Sugar ¿Estás segura de que quieres hacerlo? —Le preguntó Quinn, en tono algo preocupado—Quiero decir, ¿Tus padres…?

— ¿Crees que soy tonta? —Preguntó Sugar. La chica estaba completamente emocionada y alegre—Mis padres están de crucero. ¡Es perfecto!

—Sugar, esto es serio…—Interfirió Santana, en el mismo tono que Quinn—Tú crees que hacer una fiesta es fácil, pero tú no sabes lo que éstos animales son capaces de hacer. ¿No has visto como han dejado la casa de Mike…?

—Ya, aguafiestas. Sé que todo tiene un precio. —Dijo Sugar, aún demasiado alegre—Esta será la mejor fiesta de todo Lima. Obviamente tendrá sus consecuencias. Pero… ¡Todo el mundo vendrá! ¡Será una fiesta en grande! —Ahora, Sugar le dirigió una mirada sugestiva a Santana, y ésta de inmediato se dio cuenta—Aunque… Todo podría ser mejor si tú me ayudaras, mamita linda.

Santana frunció el ceño.

Sugar se sentó a un lado de Santana, haciendo que ésta se corriera un poco a un lado para que la chica pudiera sentarse a su lado.

— ¿Ayudarte? ¿Yo? Sugar, ¿Qué diablos…?

—Por favor. Tú impones más respeto que el mismísimo mastodonte de Karofsky. Sabes a qué me refiero.

Mike y Finn rieron, pero de inmediato callaron al darse cuenta de que se trataba de Santana, y de que lo que decía Sugar era cierto. A Quinn, en cambio, se le escapó una risita que trató de contener llevándose la mano a la boca. Puck atrajo a Santana un poco más a su cuerpo, en señal de que no debía alterarse, ya que la morena no parecía estar reaccionando de una buena manera. Brittany no decía ni pío.

Santana la veía, incrédula.

— ¿Tú estás pidiéndome que sea algo así como un servicio de seguridad en tu fiesta, Sugar?

Sugar ahora dudaba de lo que antes le había parecido un buen plan.

— ¿Es en serio? ¿Por qué no se lo has pedido a Kitty? Todo el mundo la odia.

Kitty siguió con su sonrisa a pesar de haber escuchado perfectamente aquel comentario. Sí, en efecto, todo el mundo prefería evitar a Kitty por la fama que tenía, y a la rubia no parecía importarle en lo absoluto.

— ¿Estás loca? ¡Claro que se lo he pedido a Kitt! —Saltó Sugar—Ella me ha dicho que le encantaría. No pienses mal, Santana. Tú irás a la fiesta no como servicio de seguridad  como tú piensas. Quinn también ayudará. Es obligatorio que vayas porque eres de mis mejores amigas, pero como habrá mucha gente, también necesitaría de ti para que nadie se robe nada.

Sugar ahora la veía con su cara de cachorro suplicante. Sugar tenía demasiado poco tacto para pedir las cosas, y ella lo sabía. Sugar se estaba esforzando mucho para pedirle eso. Santana frunció aún más el ceño, como si le diera asco o algo así, pero eso era normal en ella cuando alguien le hacía ese tipo de expresiones.

—Ugh. Está bien, Sug. Te ayudaré. —Accedió de mala gana.

Cuándo Santana aceptó, fue cuando los demás acompañantes de la mesa siguieron con sus conversaciones habituales. Seguramente, para los demás lo que restaba de la conversación ya no tenía tanta relevancia.

— ¿Sabías que te adoro, mami? ¡Este viernes será memorable!

—Espera… ¿El viernes?

Sugar ahora ya no parecía tan alegre al ver la reacción de su morena amiga.

—Hummm… Sí.

Santana negó rotundamente con la cabeza.

—No podré el viernes. —Anunció decididamente—Lo siento, Sug.

A Sugar pareció caérsele el mundo encima.

— ¡¿Qué?! ¡No! ¡Tienes que venir! ¡Es mi fiesta! ¡Hasta los amigos inadaptados de Brittany irán!

Ahí fue cuando Santana ya no pudo seguir ignorando a la rubia que tenía casi enfrente, pero la rubia aparentemente sí podía hacerlo. En efecto, la rubia no le había dirigido ni una palabra en todo el día; ni siquiera en clase con Pillsbury. En los entrenamientos, tampoco le había hablado para nada. Ni siquiera una maldita mirada. Santana sólo se preguntaba por qué demonios la rubia estaba tan rara. Aunque tal vez, sólo estaba muy ocupada hablando con el estúpido rubio que le susurraba no sabía cuanta basura al oído.

Bajó la mirada y ahora la dirigió hacia Sugar.

—Lo siento. No puedo. —Reiteró.

— ¡Andaaaa! —Insistía la morena, jalándola del brazo una y otra vez—Es la primera fiesta que tendré en mi casa. Tú tienes que estar ahí.

—Lo siento, Sug. Ya te lo dije. No puedo. —Repitió.

La morena dejó de agitarle el brazo para ahora cruzar los de ella en su pecho, haciendo un tipo de puchero. Santana comenzaba a hartarse.

—Tú nunca sales con nosotras los viernes. —Le dijo. —Tú siempre…

Santana abrió los ojos como platos y su semblante pareció palidecer. Parpadeó varias veces.

— ¡Bueno, ya! ¡Iré a tu tonta fiesta, Sugar! —Accedió.

Sugar dejó salir una risita triunfante y regresó con su rubia amiga Kitty. Santana resopló enfadada y consternada.

¿Ahora qué diablos iba a hacer?



—Oh, Sanny. Tienes problemas.

—Cállate y ayúdame a salir de ésta, Quinn.

—Renuncia.

Santana la fulminó con la mirada mientras abría la puerta de su casillero. Quinn se encogió de hombros, como si lo que acababa de decir no tuviera importancia alguna.

—Ya. Yo sólo te he aconsejado.

—Pues eres la peor consejera del mundo.

Quinn le lanzó un beso imaginario, que igual no le habría llegado porque Brittany llegaba y se interponía entre ellas, con el ceño fruncido.

Santana frunció el ceño también.

—Pierce. —Dijo con desdén, aunque un poco insegura de hacerlo, pero ya qué...

Brittany la ignoró glacialmente, cómo lo había hecho en todo lo que llevaba del día. Ni siquiera le dirigió la mirada. Fue como si nadie en absoluto le hubiera hablado.

No tenía por qué, pero eso sólo le había causado una horrible sensación.

Así como llegó, la rubia se fue sin siquiera decir una palabra. Ahora, Brittany podía hacerse pasar por un iceberg; pero no cualquier iceberg, Santana comenzaba a pensar que Brittany se había convertido en el gigantesco pedazo de hielo que había hundido en el fondo del mar al maldito titanic.

Y, aparentemente, Quinn también se daba cuenta de eso.

—Brittany ha estado muy rara. ¿Le habrá sucedido algo malo? —Preguntó la rubia a su morena amiga, con la vista consternada en la otra rubia que estaba por doblar la esquina del pasillo.

Santana la observó doblar la esquina. Casi le dolía. No lo admitiría, pero deseaba que por algún tipo de brujería, el pasillo se alargara y por lo tanto poder ver más tiempo a aquella rubia que se iba, porque por alguna extraña razón, no podía creer lo fría que Brittany estaba siendo con ella.

¿Ahora qué te habré hecho? ¿Qué te sucede hoy, Britt?

—Ugh. Yo qué sé. Estará en su periodo o algo.




—Esto es un caos. ¡Un maldito caos!

Eran las diez con treinta y cinco de la noche y Santana se pasaba por los muchos cuartos de las habitaciones de la residencia Motta para revisar que todo estaba bien, mientras se pasaba las manos por el cabello en busca de alivio para aquella desesperación que sentía.

No encontraba a Quinn por ningún lado. Abría y cerraba puertas de las habitaciones para revisar que no había nadie pasando el rato.

Sugar le había dicho que no se lo tomara tan enserio, pero Santana SÍ se lo tomó enserio. Y además, estaba desesperada porque tenía que irse ya, y la casa, como había dicho, era un completo caos.

Sugar había dicho que invitaría a mucha gente, pero Santana no se imaginó la cantidad de personas que llegarían a aquella casa. La música estaba demasiado alta, además el bullicio era digno del maldito proyecto X. La fiesta misma era digna de llamarse como la fiesta de aquella conocida película. Santana se reconoció a sí misma pensando que si esa fiesta hubiera sido en sábado, ella misma estaría divirtiéndose como nunca en su puta vida.

— ¡Fuera de aquí!

Los dos muchachos que se encontraban comiéndose encima de la cama de una de las habitaciones miraron a Santana, casi le gritaban que se fuera al carajo, pero no lo hicieron porque Santana les dio una de sus frías miradas que eran respetadas por todos. A regañadientes, los chicos torpemente se levantaron de la cama, tomaron sus vasos rojos llenos de cerveza y se marcharon de ahí.

Santana cerró la puerta de la habitación cuando emprendió camino hacia el abarrotado recibidor.

Fue demasiado difícil hacerlo, ya que en el camino reprendía a todos los alcoholizados adolescentes que jugaban con objetos valiosos de aquella casa, cómo: jarrones importados de Italia, pinturas traídas desde París, alfombras hechas en Europa… En fin. Santana le había recalcado a Sugar que dejara todos los objetos valiosos en un cuarto cerrado con llave, y también recordaba haberle aconsejado que cerrara todas las habitaciones con seguro… Sugar, obviamente, no hizo caso.

Se encontró con una puerta de otra habitación, la cual, no había revisado. Decidió abrirla para revisar y correr de ahí a cualquiera que intentase pasarse de listo en casa de Sugar.



Rachel había desaparecido. Como casi siempre. Seguro estaba con Jessie. Igual, la estaba pasando bien, aunque su noche ya se estaba tornando muy confusa.

Malditos no-sé-cuantos vasos.

Se había propuesto contarlos, pero la verdad era que si decía que sabía perfectamente cuanta cerveza exactamente había bebido, estaría mintiendo desvergonzadamente. Ni siquiera tenía la menor idea en qué parte de la casa de Sugar estaba.

Su tolerancia al alcohol no era muy extensa, de eso se estaba dando cuenta en el tiempo que tenía viviendo en Lima.

—Sugar está teniendo un muy buen debut.

Sam le hablaba de lado, arrastrando sus palabras y con la mirada igual de perdida que ella. Sí, él también estaba muy borracho.

No sabía el por qué, pero ahora se estaba riendo torpemente.

—Eso creo. —Logró decir.

—Entonces nosotros también deberíamos tener el nuestro. ¿No crees?

Brittany volteó a ver al borracho Sam, pero éste no la miraba. Parecía que le estaba hablando al suelo.

—Sam, no he tenido sexo contigo antes. ¿Qué te hace pensar que lo tendré ahora?

Brittany supuso que jamás habría dicho eso sobria, así que con eso confirmó que, en efecto, quizá sí estaba muy ebria.

Sam sonrió torpemente y rió.

—Que estamos muy borrachos. —Dijo.

No lo iba a tratar de desmentir, porque sí estaba muy borracha y ya lo había confirmado.

Sam fue muy rápido. Ni se lo vio venir. De un momento a otro, en un abrir y cerrar de ojos, Sam se había abalanzado hacia sus labios. Sam la estaba besando.

Él seguía apretando sus labios contra los de ella, mientras ella no sabía que demonios hacer, o bueno… Sí sabía, lo que pasaba era que la verdad sentía que si hacía cualquier mínimo movimiento, vomitaría al instante. Ella sólo se quedaba ahí, aturdida y con los ojos torpemente abiertos.

Escuchó la puerta abrirse.

— ¡¿Pero qué demonios está pasando aquí?!

Brittany de inmediato se arrepintió de girar el rostro de aquella manera tan rápida, porque sintió que el entorno se movía, pero pudo distinguir a una morena completamente consternada en la puerta.

— ¿San-Santana?

— ¡¿Otra vez tú, Evans?! ¡¿No puedo dejarla sola ni un momento porque tú sólo lo aprovechas para hacer tus estupideces?!

Sam frunció el ceño, como quién lo hace cuando tiene una resaca horrible y alguien le abre las cortinas de la ventana y los rayos de sol le caen directo en la cara. Era como si Santana lo encandilara o lo abrumara o algo así.

— ¿Por qué no simplemente nos dejas hacer lo que queramos y ya?

Sam parecía frustrado.

Santana atravesó la habitación y tomó a Brittany suavemente por el brazo, cuidando no apretarla mucho. Le dirigió una cara de desprecio al rubio, que solo miraba a un punto inferior de una pared o un lugar parecido, pero tenía una sonrisa en el rostro.

Santana, por un momento se vio indecisa sobre qué hacer, pero luego meneó levemente su cabeza, como si se estuviera sacudiendo pensamientos indeseados.

—Porque eres un idiota… ¡Y te quiero fuera de ésta habitación!

Brittany no oponía mucha resistencia, así que Santana la jaló un poco de su brazo y la hizo ponerse de pie, cuidando también no desestabilizar a la chica y que no cayera. Brittany se apoyó en el brazo de Santana que ahora le quedaba a un lado, porque de repente le fallaban un poco los pies.

—Vámonos de aquí, Britt. —Le dijo, con una voz más suave de lo que hubiera querido admitir.

Y así, Santana se llevó a Brittany tomándola de la cintura y arrimándola un poco a su cuerpo, -ella juró que era para que Brittany tuviera más equilibrio- dejando a Sam sentado en la cama de aquella habitación, seguramente vomitando. A Santana ahora le tenía sin cuidado que Sam saliera de ahí. Se preguntó por qué demonios le había puesto un maldito diminutivo a Brittany, pero luego pensó que sería mejor ocupar su cabeza en encontrar a su mejor amiga Quinn, pero la rubia no aparecía por ninguna parte.

— ¡¿Dónde demonios te metes, Quinn Fabray?! —Preguntó gritando, porque sabía que nadie la escucharía o que si la escuchaban no le prestarían atención, pero resultó todo lo contrario.

— ¿Para qué quieres a Quinn? —Preguntó Brittany, caminando de manera un poco más firme.

Santana siempre había pensado que no tenía mucho sentido hablar con una persona ebria, pero, ugh. ¿Qué más daba?

—La necesito y ya, Brittany. —Le dijo, aunque en realidad no estaba prestando mucha atención a lo que decía.

—Oh, sí. Vaya que la necesitas. Tú siempre la necesitas ¿no?

Okey. Eso sonó diferente. Le recordó al tono que ella había usado con Brittany en breadstix, cuándo se dio cuenta de que había construido una amistad con cierta camarera.

No… Cállate, Santana. Sabes que eso son boberías, y lo estás imaginando.  

—Y los palitos de pan no son la gran cosa. No es para que les gusten tanto.

Okey. Ahora tuvo que detener su rápida caminata en busca de Quinn para girar su rostro hacia la rubia ebria que aparentemente estaba comenzando a hablar sin sentido, lo que fue un grave error, pues su cara quedó peligrosamente cerca de ella.

—Britt-Brittany… ¿De qué rayos estás hablando?

—Quizá tú sabes bien de lo que estoy hablando.

No, la verdad no tenía ni una puta idea de a qué se refería con todo eso. Lo único que sabía, era que no le ayudaba para nada. Tenía el tiempo contado.

—No tengo tiempo para esto.

Ahora, Brittany caminaba un poco más estable, pero seguía con su brazo por encima de la nuca de la latina. Santana le tomaba la mano con la suya para que dicho brazo no cayera, y con la otra la tenía de la cintura.

Volteaba para los lados no sólo en busca de Quinn, si no porque también le daba un sentimiento muy… raro… que las personas la vieran con Brittany de esa manera, pero igual no importaba mucho, o sea, era una fiesta y todos ya estaban muy bebidos. Lo más probable era que a nadie le importara.

—No pienses en lo que dirán los demás, Santana. Nadie nos presta atención.

¿Eso había sido una coincidencia de comentario o enserio Brittany estaba pensando lo que decía?

¡Por fin! Vio a Quinn entre toda la gente. Aparentemente, se dirigía a la terraza. Santana apresuró el paso, batallando con Brittany, y también en abrirse paso entre la gente, y cuidando de que la rubia que tenía a lado no cayera o algo, pero la verdad, era demasiado urgente dar con Quinn.

— ¡Fabray! —Le gritó con todas sus fuerzas, cuando estuvo a una distancia considerable.

Quinn parecía demasiado distraída. Santana supo que lo estaba, pero ahora no tenía tiempo de preguntar.

La rubia volteó completamente asustada. Tenía la expresión como la de uno de esos venados que se cruzan en medio de la noche y que se ven encandilados por las farolas de un automóvil y que están a punto de ser atropellados.

Quinn estaba a punto de ser atropellada por un tráiler llamado Santana López.

— ¡¿Dónde demonios te habías metido?! —Le reclamó gritando, pues además de que estaba demasiado enfadada, la música le obligaba a subir el volumen de su voz.

—Y-Yo… Te… Estaba buscando. —Tartamudeó Quinn— ¿Dónde estabas tú?

—Yo estaba cumpliendo mis obligaciones de mejor amiga cuidando de los bienes materiales de tu maldita amiga Sugar Motta, la cual ahora no sé dónde demonios está. —Le gritó de nuevo la latina exasperada—Ahora, es tu turno. Compórtate como una buena amiga y ahora te toca cuidar.

Quinn abrió la boca para replicar, pero Santana la calló con un dedo.

—Quinn, es enserio. Ahora mismo, no sé donde esta Sugar, ni Kitty. Necesito que las cuides. Necesito que vigiles todo éste desastre. Por favor, no quiero a ninguna drogada o demasiado ebria.

—Santana ¿Por qué rayos me estás pidiendo…?

—Quinn, eres mi mejor amiga y la co-capitana de las cheerios ¿Lo recuerdas? ¿Recuerdas que era nuestro deber cuidar de las porristas? Yo he tratado de hacerlo toda la noche, pero ahora no puedo. Tienes que prometerme que las cuidarás, Quinny. ¿Lo harás?

Quinn y Santana se miraron en silencio por varios segundos. Brittany veía la escena demasiado confundida.

—Bien. —Accedió Quinn de mala gana—Aunque aún no entiendo por qué te importa tanto.

—Porque necesito a mis cheerios en buena forma, Quinn. —Se justificó Santana—Enserio, no quiero que les pase algo que les impida competir. Así que, ocúpate de todas. ¿Entendido?

Quinn se cruzó de brazos y rodó los ojos.

—Sí, Santana.

Santana no podía irse de ahí aún. Tenía que asegurarse de que Quinn cuidaría de todas las chicas; en especial de una que tenía colgada de su brazo.

— ¡Pero estoy hablando de todas, Quinn Fabray! —Dijo Santana, remarcando el “todas” con la esperanza de que entendiera el mensaje, sin que se le pasara por la cabeza lo que en realidad quería decir.

En ese momento, Brittany afirmó sus pies al suelo y se apartó del agarre de Santana, la cual se percató de ello y la agarró con más firmeza porque sabía que Brittany no tenía el equilibrio suficiente para durar sola de pie, pero como toda borracha, estaba terca en que sí podía.

Brittany trataba de librarse de Santana, mientras que ella trataba de aferrarse más a ella. Santana no lo entendía. ¿Le daba asco? ¿La odiaba? ¿Por qué no quería estar con ella? Seguramente la odiaba. Había pasado toda la semana ignorándola, claro que la odiaba. Pero ahora, que la odiara no le importaba, Brittany estaba muy borracha y podría pasarle cualquier cosa, pero ahora, Santana no podría vigilarla.

Quinn observaba la escena de las dos muchachas que tenía enfrente. Si Santana se hubiera dado cuenta de la mirada de su amiga, también se habría dado cuenta de lo que realmente estaba haciendo.

Santana era en verdad un libro abierto para Quinn.

—Anda, Santana. Se te hace tarde. —Le dijo.

Ahora fue Quinn la que tomó a Brittany por su brazo y la apartó de Santana. La latina dudó un momento, pero sabía que no tenía tiempo, así que le dio un beso en la mejilla a su amiga. Seguro una bombilla de luz explotó, porque juró que vio una luz blanca parpadear. Pero bueno, eso ya era problema de Quinn ahora.


Observó a Santana irse a toda prisa, pero sabía que la latina no quería hacerlo. Santana siempre quería ocultarle cosas, pero nunca podía.

Volteó a ver ahora a la rubia que tenía a un lado. Parecía que luchaba con ella misma y quería aparentar estar normal, cuando la verdad era otra. Brittany tenía el ceño fruncido y la mirada hacia donde se había ido Santana.

Brittany ni siquiera se percató cuando Quinn se marchó de ahí gritando cosas sobre una mini-estrella.

Brittany tampoco se percató de cómo sus pies comenzaban a moverse por sí solos y comenzaron a seguir aquellos pasos que dejaba la morena. No quería perder de vista su cabello negro entre la multitud. Simplemente no quería…

Así que la siguió.

Santana no se dio cuenta de cuándo Brittany la siguió hasta la parada del autobús y lo esperó con ella, pero a unos metros de distancia.

La verdad, era algo verdaderamente asombroso que la latina no se hubiera dado cuenta tampoco de cuando Brittany tomó el mismo autobús que ella, pero en la parte de atrás.

El cómo pudo poner las monedas exactas en la canasta para que la puerta abriera y pudiera bajar del autobús una vez que Santana también lo hizo, fue un completo misterio para Brittany. Aunque, igual, pudo haber puesto todo el dinero que tenía en la cartera y le habría dado completamente igual.

Se llevó una gran sorpresa al darse cuenta de que las casas ricachonas y bien vistas del vecindario de Sugar, ahora se habían convertido en oscuras calles de no sabía dónde. Acababa de caer una pequeña llovizna, aparentemente, pues las calles por donde seguía a una latina verdaderamente apurada, estaban completamente mojadas, y las pocas y débiles luces de las farolas que pretendían alumbrar un poco las calles se reflejaban en los pequeños charquitos de agua que se habían hecho en los hoyuelos del pavimento de las calles; pretendían, porque precisamente eso era lo que hacían, pretendían alumbrar, pero no podían.

Claro que las calles por las que ahora seguía a la muchacha no estaban desiertas. Aunque en realidad, eso resultaba un poco más incómodo e inseguro, porque sentía las fuertes miradas de algunos hombres que se encontraban fuera en las calles, y escuchaba algunos silbidos y sentía que la llamaban. Había locales de letreros fosforescentes a los que les parpadeaba una letra o simplemente ya ni parpadeaba. No se molestó en leer lo que decían. Era uno de esos vecindarios en los que se pueden escuchar muchos ladridos de perros, gente discutiendo, gatos gimiendo (seguramente por los perros) y sirenas de policías (o ambulancias), todo a la vez.

Oh dios. ¿Dónde demonios se había metido? Y lo peor… ¿Qué cosa hacía Santana en ese lugar? ¿Para qué iba?

El alcohol seguía en su sangre, y eso no era de ayuda. Trataba de no tambalearse tanto y caminar de manera normal, aunque la verdad, era algo muy difícil de lograr.

¿Y si regresaba por donde había venido? Eso no podía ser. Ni siquiera lograba entender cómo había llegado ahí, menos podría regresar. Además, por una extraña razón, sospechaba que aunque el mismísimo Brad Pitt apareciera en un maldito lamborgini ofreciéndose a llevarla de regreso, ella no accedería.

Siguió de lejos a Santana hasta un local que tenía un letrero de letras fosforescentes, al que también le fallaban un poco los faroles. Ese era un bar. ¡Un maldito bar! ¿Qué mierdas tenía que hacer Santana en un bar? En un bar como ese…

La latina no entró por la puerta principal, como Brittany por un momento esperó. Ella, en lugar de eso, dobló en un pequeño lugar entre el bar y el edificio de al lado. Brittany ahora apuró el paso lo más que pudo para no perderla, lo que funcionó, porque pudo distinguir a Santana justo antes de que ella se introdujera en la pequeña puertecita, no sin antes echar un último vistazo hacia sus lados, aparentemente para ver si alguien la veía, lo que obviamente no tuvo caso, porque había alguien que la había seguido desde que había salido de la casa de Sugar Motta, y ella ni por enterado se dio.

Dio tres pasos rápidos, hacia aquella puerta, luego los dio de nuevo para atrás cuando vio a un corpulento hombre vestido de negro salir por aquella puerta y mantenerse ahí.

Seguro era un tipo de seguridad.

¿Acaso Santana le dijo que esperara ahí para que ella no entrara?

Bufó con desesperación y se apoyó torpemente en el muro que tenía detrás. Se mordió el labio. Enserio quería entrar ahí, pero sabía que aquel mastodonte no la dejaría. Si iba a hacer algo, tenía que hacerlo ya, porque el tiempo corría y Santana también.

Entonces se le ocurrió hacer algo que sólo había visto en unas cuantas películas y que ella misma se había jurado nunca hacer. Después de todo, ella sabía que no era una chica fea, y bueno… tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas. ¿Así iba el dicho, no?

No se lo pensó mucho, en realidad. Se desabrochó un botón más de su camisa a cuadros, dejando ver un poco más de escote. Se acomodó su short de mezclilla de manera que dejara ver un poco más sus piernas. Se alborotó un poco el cabello, y se puso un poco más de brillo labial. Luego, buscó entre su bolso y con poco cuidado su pequeño espejo para verificar verse bien, lo que no funcionó mucho, porque aún estaba algo ebria y su vista no era la mejor… ¡pero qué diablos! ¡Era de noche y no había mucha luz! Seguro el guardia no lo notaría.

Sentía que estaba dando la caminata más sexy de su vida. Caminaba lentamente y contoneando sus caderas, acercándose al corpulento hombre. Ella quería llamar su atención, lo que logró, pues el mastodonte no quitaba su mirada de ella, y eso era bueno, o bueno… para lo que ella quería hacer.

Una vez que se aproximó a una distancia normal para entablar una conversación, Brittany se detuvo de su andar y sonrió de la manera más seductora que pudo, y aparentemente, funcionaba.

— ¿Mucho trabajo, eh?

Ella misma se sorprendía de lo seductora que había salido su voz. Iba bien, porque el hombre la miró de arriba abajo y le sonrió. Fue cuando Brittany se acercó más a él.

—Deberías dejarme entrar. —Le dijo, con una sonrisa y ladeando un poco su cabeza.

El hombre estaba algo atontado.

— ¿Y por qué haría eso, señorita? —Preguntó juguetón el hombre, dejándose llevar por los encantos de la rubia.

Ella le sonrió de nuevo. En verdad, el sujeto había sonado encantador, y hasta amistoso.

—Oh, no lo sé. —Le dijo, de manera dulcemente sarcástica—Tal vez haya alguien ahí dentro que pueda ayudarme con consejos sobre cómo hacer… algunas cosas. —Terminó, con un tono de voz muy sugerente.

El hombre sonrió atontado. Brittany no podía entender cómo rayos había conseguido aquello, pero parecía que el hombre estaba accediendo, solo le faltaba un pequeño empujoncito…

—No tardaré. Lo prometo…—Le susurró al oído.

El hombre ni siquiera pareció percatarse o molestarse cuando Brittany comenzó a abrir aquella puertecita.

Una vez que entró, se olvidó por completo del seducido guardia de seguridad y comenzó a buscar a Santana por todos lados, aunque cuidando también de no ser vista por nadie, y menos por ella.

Caminaba por un largo, descuidado, demasiado angosto y sucio pasillo. Vio dos puertas en lo que lo recorría, y una tenía colgada una opaca estrella, aunque un poco ladeada. No se animó a ver por ninguna de las dos. Prefirió seguir el ruido de un bullicio digno de un bar repleto de hombres y hasta alcanzaba a escuchar la voz de alguna que otra mujer. Supo que si atravesaba la puerta que daba al final de aquel pasillo, daría con el bar, y donde estaban todas las personas alcoholizadas, quizá igual que ella.

Se armó de valor y se propuso abrir la puerta -bueno… ¿qué más le quedaba?- pero antes de que pudiera hacerlo, una mujer de larga y castaña cabellera, y extremadamente guapa se le adelantó y giró la perilla. Abrió la puerta, pero no completamente. Brittany pudo distinguir que llevaba unos diminutos shorts de mezclilla y una blusa de resaque negra; era una vestimenta algo casual, pero también se dio cuenta de que la blusa de resaque llevaba demasiado escote. Se giró hacia Brittany, dejando ver unos ojos azules. La chica la miró de arriba abajo, tal como lo había hecho el guardia, y salió por la puerta, cómo invitándola a seguirla o algo, pero Brittany no supo interpretar eso.

Sólo atravesó la puerta y se dio cuenta de que alguien estaba hablando por el micrófono y su voz resonaba por todo el local. Estaba anunciando a otro alguien, aparentemente.

No pudo concentrarse mucho en lo que decía; además de que el alcohol aún no se iba por completo de su cuerpo, un hombre completamente borracho le había pasado una mano por su trasero. Brittany solo le dirigió una mirada despectiva y cargada de furia, lo que para nada le importó al tipo, pues sonreía como estúpido.

Se pasaba por las mesas repletas de hombres. Algunos se atrevían a gritarle de cosas obscenas, otros solo se limitaban a comérsela con la mirada. No le importó.

Su mirada dio con un escenario vacío, pero iluminado por una única luz que daba al centro de él, y las ovaciones de un público alcoholizado le indicaban a Brittany que estaba a punto de presenciar una presentación en vivo de alguien.

¿Quién querría presentarse frente a un público cómo éste?


—Sé que la han estado esperando toda la semana, así que, sin más preámbulos, con ustedes: ¡Su latina favorita! ¡La hermosa y talentosa! ¡Santana López!

Brittany sólo pudo abrir sus ojos como platos mientras el descolorido telón rojo se dividía en dos.

Su mandíbula casi tocaba el suelo cuando pudo darse cuenta de lo que sus ojos estaban viendo:

Era Santana, y estaba realmente preciosa.

Su cabello negro y largo perfectamente ondulado caía sobre uno de sus hombros. Sus grandes, carnosos y perfectos labios llevaban un color rojo carmín, el mismo color de su largo vestido, el cual, enmarcaba su perfecta figura, y sin mencionar que resaltaba de más sus pechos. ¡Oh, pero qué jodidamente bien le quedaba el rojo! Dicho vestido también llevaba un corte que dejaba ver suficiente parte de su pierna derecha para que todo el mundo se diera cuenta de que sus piernas estaban en realmente perfectas condiciones. Con cada leve movimiento que hacía, el vestido dejaba salir destellos, que indicaba que era de lentejuelas. Llevaba unos guantes largos blancos puestos en las manos; y sus pestañas… su rostro… Oh dios, estaba completamente divina. ¡Parecía una princesa! ¿Estaba tan preciosa para unos tipos que ni siquiera la apreciarían? ¡Ellos estaban cayéndose de borrachos! ¡Ellos no valían la pena!

Un momento… ¿Qué estaba haciendo Santana arriba de aquel escenario, en primer lugar?

Antes de que pudiera imaginarse respuestas para sí misma en su mente, una pista de piano muy conocida por ella comenzó a resonar en todo el bar.

Santana tomó el micrófono de pedestal metálico entre sus manos mientras el piano sonaba, acercándose más y más al momento de la canción en el que alguien tendría que cantar, pero ella no miraba al público. Su mirada estaba baja. Ella no miraba a nadie, y Brittany sólo quería descifrar los asuntos que Santana escondería en sus ojos y que tanto se esmeraba por ocultar.

La preciosa mujer acercó el micrófono a sus labios, y Brittany sintió una punzada de algo en su pecho… envidia, quizá; sin saber la sorpresa que se llevaría…

He left no time to regret. Kept his dick wet with his same old safe bet…

El público alcoholizado estalló en ovaciones y gritos.  La piel de Brittany se erizó y se sintió estremecerse apenas escuchó esos tres versos. Quedó pasmada en donde estaba, observando y escuchando a la mujer que tenía a metros de distancia. Esa voz era algo completamente imposible de ignorar.

Me and my head high and my tears dry, get on without my guy… You went back to what you knew, so far removed from all that we went trough…

Oh, por dios. Era Back to Black. Santana López estaba cantando Back to Black de Amy Winehouse en un maldito bar, vestida como la más hermosa princesa del puto mundo de Disney. ¿Y si todo aquello sólo fuera una alucinación? ¿Enserio había bebido tanto? Y lo peor, era que la había seguido hasta ahí, como una maldita detective, y había seducido al maldito guardia del lugar para que la dejara entrar.

Aunque quizá eso no era lo peor… Quizá, lo peor era que… No se arrepentía para nada de haberlo hecho.

Santana cerró los ojos mientras cantaba y Brittany no pudo evitar perderse un momento en aquel instante.

And I tread a troubled track, my odds are stacked I'll go back to black…

Santana se golpeó un muslo y sacudió un poco el micrófono para atrás y adelante, aún con sus parpados juntos.

We only said good-bye with words. I died a hundred times. You go back to her, and I go back to … I go back to us.

Parecía que cada palabra cantada le dolía. Su entrecejo de vez en cuando se fruncía y su voz a veces parecía quebrarse, y no dejaba de sonar gloriosa. Santana parecía tener el don de poder hacer que una nota aparentemente defectuosa, suene increíblemente perfecta.

Su voz rasposa era perfecta.

I love you much. Its not enough. You love blow and I love puff. And life its like a pipe, and I’m a tiny penny rolling up the walls inside…

Ahora, Brittany trataba de ignorar las cosas obscenas que los hombres le gritaban a la latina. Santana parecía poder ignorarlos muy bien, pero Brittany no. Había un hombre… Estaba sentado en una de las mesas cerca de ella. Estaba borracho, obviamente, pero estar borracho no justificaba la estupidez…

We only said good-bye with words. I died a hundred times. You go back to her and I go back to …

La melodía era una triste. Era desdichada. La voz que la acompañaba también lo era; así como la misma mujer que se encontraba gloriosamente parada en el escenario. Esa canción era … dolorosa. Escucharla dolía un poco, pero a la misma vez, era el paraíso. ¿Cómo podía algo doler tanto, pero a la misma vez, ser tan hermoso?

— ¡A esa preciosura sí me la llevo al hotel y la hago mía! —Gritó el hombre, pensando que su comentario había sido de lo más divertido, pues reía como idiota.

Había escuchado comentarios más groseros y obscenos en su vida, pero ese en especial le había parecido más que asqueroso.

Black…

No supo si había sido el alcohol que llevaba en su sangre lo que la obligó a plantarse enfrente del hombre sentado y propinarle la más fuerte bofetada que había podido dar en toda su vida.

Black…

— ¡¿Pero qué demonios te sucede a ti…?!

—Más respeto, maldito idiota. ¿Enserio crees que ella aceptaría ir contigo a algún lugar? Sí, yo tampoco lo creo. ¡Así que ahórrate tus estupideces para ti!

No sabía de dónde había salido tanta furia y rabia. Ella no era así. Nunca había sentido algo con tanta intensidad…

Blaaack…

—Mira, niñita estúpida, ella trabaja aquí y yo puedo gritarle lo que se me de mi puta gana porque estoy pagando por estar aquí, y ella está trabajando…

— ¡No me importa más que un maldito comino donde trabaje o cuanto pagas por ponerte ebrio en un maldito bar, vuelves a gritar una más de tus estupideces y te juro que…!

El hombre la tomó con fuerza del brazo y tiró de ella para acercarla a su cuerpo. Brittany sintió que se le movía todo el mundo, porque el movimiento fue demasiado brusco. El hombre le acercó su cara y su aliento etílico no le era de ninguna ayuda para sentirse mejor.

Blaaack…

—Brava la nena, ¿eh? —Le dijo, a una proximidad asquerosa—Ya veremos si sigues así de brava cuando te lleve conmigo a…

— ¡Quítame las manos de encima, cerdo! —Le dijo, mientras intentaba zafarse de su agarre y de su rostro, pero le era imposible. Las manos del hombre se aferraban a ella fuertemente, y los pobres intentos de Brittany por zafarse de ahí jamás darían resultado. Quizá sobria sí, pero en su estado le era imposible.

Blaack…

—Te gustará, linda. Te lo prometo…

— ¡Aléjate de mí!

Blaaack…

El hombre se acercó a su cuello para seguro darle una mordida o algo así. Brittany no esperaba que alguien llegara a ayudarla, pues dudaba de que alguien se diera cuenta de aquella situación.

Blaaack…

El mundo se le volteaba poco a poco y todo le daba muchas vueltas, su estómago también las daba. Cómo pudo, alargó el brazo, alcanzó el enorme tarro de cerveza helada que había en la mesa donde había estado sentado con anterioridad el hombre y se lo vertió completamente. Este no hizo más que cesar con lo que hacía para abrir la boca formando una perfecta “o”.

—Espero haber arreglado tu problema con la calentura, cretino.

Entonces pasaron muchas cosas a la vez:

Sintió que el hombre alzaba su brazo a la altura de su cabeza, seguro pretendía golpearla. Brittany sólo lo sintió, pues no pudo verlo porque su estómago dio un vuelco de tal manera que se dobló en dos.

Antes de que el hombre pudiera lograr su cometido, sintió la presencia de una tercera persona, y supo que esa tercera persona estaba de su parte.

Se irguió, y entonces pudo contemplar la escena.

La chica del largo vestido rojo y cabello negro se encontraba encima del hombre, quien no tuvo más remedio que dejarse caer de espaldas sobre la mesa, recibiendo los puñetazos que aquella chica le propinaba a la cara y sin piedad. En verdad, no era que el hombre no quisiera defenderse, era que no podía.

Brittany sólo podía preguntarse cómo rayos Santana había llegado hasta ahí tan rápido.

De inmediato llegaron más hombres corpulentos vestidos de negro. Hicieron falta dos hombres para hacer que Santana dejara de golpear al tipo borracho que se encontraba tirado encima de la mesa, casi inconsciente. A la muchacha, con mucha dificultad le habían aplicado algo así como una llave para inmovilizarla, pasándole los brazos por las axilas y elevándola un poco del suelo. Santana pataleaba en brazos del tipo de seguridad.

— ¡Maldita sea, Tony! ¡Déjame! —Gimoteaba.

— ¡Llévense al idiota de aquí! —Ordenó desesperado el tipo que tenía a Santana enredada en lo que parecía una llave.
Los demás tipos de seguridad se llevaron a rastras al tipo, pues no podía andar.

Una vez que ya no hubo rastros de él, fue cuando Santana se tranquilizó un poco y el tipo, aparentemente llamado Tony, la dejó en el suelo.

Brittany se percató de que algunos tipos -los que no estaban tan borrachos- contemplaban la escena, un poco curiosos desde sus lugares.

Se dio cuenta de que no era la situación lo que ellos en realidad querían ver, era cierto trasero…

Entonces, fue ahí cuando Santana la miró, y Brittany la miró a ella. Santana estaba enfurecida. Bufaba ruidosamente, casi jadeaba. Su pecho se inflaba y se hundía, y sus ojos estaban anormalmente oscurecidos, y estaban clavados dolorosamente en ella. Brittany sintió otro revuelco en su estómago, y en su pecho.

—Santana, tienes que irte. —Dijo el tipo de un lado—Después hablaremos con calma ¿Está bien?

El tipo parecía demasiado calmado. Quizá no quería parecer alterado para no alterar más a la muchacha de vestido rojo.

Santana ni siquiera pareció haberlo escuchado. No dejaba de asesinar a Brittany con la mirada, y esta sólo quería que dejara de hacerlo. Su mirada era como un gigantesco puñal que la atravesaba lenta y dolorosamente, y parecía que nunca terminaría de hacerlo.

Casi agradeció cuando Santana finalmente la tomó del brazo y se la llevó al pasillo de donde anteriormente habían salido. La poca iluminación no ayudaba para nada a Brittany, y el alboroto aún no se había calmado completamente. Sabía que no era lo más apropiado, tampoco lo más coherente, y mucho menos lo más racional… Pero no podía apartar la mirada de aquel trasero, y cómo se movía mientras Santana caminaba. Se preguntó si a Santana le molestaría. Las ondulaciones de su negro y grueso cabello se movían mientras caminaba, y también mientras lo hacía, dejaba a su paso una estela de aroma a vainilla que Brittany se esmeraba por aspirar. Ahora comprendía a los hombres que no habían dejado de mirarla. Comprendía que pagaran solamente para ir a verla.
Una vez que cruzaron la puerta para entrar al verdaderamente angosto pasillo, Santana la cerró con más fuerza de la debida.

Estaba verdaderamente enfadada.

Empujó a Brittany para que su espalda quedara pegada al muro del pasillo, aunque la verdad era que no podían alejarse mucho una de la otra, pues los muros del angosto pasillo no se los permitían. Brittany supo que Santana había hecho eso para poder examinarla, lo que confirmó cuando Santana le pasó la mirada de arriba abajo, cómo habían hecho el guardia de seguridad y la castaña guapa, pero a diferencia de ellos, el rostro de Santana no era juguetón, ni feliz, ni sugerente; era uno consternado y preocupado. Sus cejas estaban casi unidas y sus ojos… No sabía cómo interpretar la mirada en esos ojos marrones.

— ¡Brittany! ¡¿Tienes una puta idea de lo que estás haciendo?! —Comenzó Santana, verdaderamente consternada— ¡Estás más borracha, por Dios santo! ¡Apestas a alcohol!

—Tú también. —Fue lo único con lo que se pudo defender.

— ¡Quizá! —Le contestó ella— ¡Pero yo no estoy borracha! ¡¿Sabes lo que ese tipo iba a hacerte?! ¡No! ¡No tienes ni una idea!
Entonces el rostro de Santana cambió. Ahora, parecía uno horrorizado. Se llevó las manos a su cabeza, como muestra de desesperación.

— ¡Lo que pudo haberte pasado de camino aquí! ¡Dios, Brittany! ¡¿Al menos estás escuchándome?!

Fue ahí donde Santana la tomó por los brazos y Brittany la miró a los ojos.

— ¿Así que aquí es donde te pasas todos los viernes en la noche? ¿Qué necesidad tienes de venir aquí? —No supo cómo lo hizo, pero lo preguntó, ignorando los regaños y reprimendas de la latina.

Santana enmudeció. Su semblante pareció congelarse, en un rostro casi avergonzado. No dejó de tomarle los brazos.

El semblante de Santana ahora cambió. Ahora su semblante estaba afligido. A Brittany le pareció que quizá estaba a punto de llorar, pero no. Santana no lloraba, y si lo hacía, algo le decía que jamás lo haría frente a ella. Pero, en ese momento, en la mirada de Santana sólo se podía descifrar una potente pesadez y culpabilidad.

—Oh, Brittany. ¿Por qué me seguiste? —Eso no era una reprimenda, y ahora Santana no sonaba enojada. Eso era un reproche, y lo sabía.

—Lo volvería a hacer. —Confesó ella.

—No seas tonta. Este no es lugar para ti.

—Tampoco lo es para ti.

Santana calló.

En ese instante, la puerta del pasillo volvió a abrirse y lo siguiente que vieron, fue a la chica castaña que Brittany ya había visto salir por esa misma puerta.

—Sí sabes que aún no acaba tu turno ¿verdad? —Preguntó la castaña a la latina que tenía enfrente.

Santana le dirigió la mirada, pero Brittany supuso que era más para desafiarla que para otra cosa.

—Sí, lo sé.

Ahí fue donde Santana tomó a Brittany del brazo y pretendió llevarla a no sabía dónde, pero sabía que la llevaría a otra parte.
Pero súbitamente, Santana paró, porque la castaña la había tomado del brazo. Santana se giró hacia ella.

Entonces la castaña pareció darse cuenta de la presencia de Brittany, pues su semblante era de asombro, y su mirada estaba clavada en la rubia.

— ¿Qué pasa ahora? —Preguntó Santana, pero no era que quisiera saber, sólo quería desviar la mirada de la castaña.

— ¿La conoces? —Le preguntó, refiriéndose a Brittany.

Santana dudó. No quería decir que, en efecto, la conocía; pero si mentía y decía que no, entonces todo eso resultaría muy extraño para la vista de terceros. Aunque, le provocaba demasiada curiosidad la repentina pregunta.

— ¿Por qué? —Decidió que contestar con otra pregunta sería lo más sensato e inteligente.

—Porque nunca la había visto por aquí, y la verdad, tiene cara de estar muy perdida, y no hablo del hecho de que se nota a leguas que está ebria. Alguien debería sacarla de aquí. —Dijo la castaña—Es como ver a un corderito en medio de una manada de lobos.

Santana supo que Marley estaba burlándose, y la hubiera golpeado si no hubiera sido porque era Marley, y ella era inofensiva, para ser una camarera de un bar. Además, era cierto. Marley había descrito la situación perfectamente.

—Sí. —Dijo Santana—Yo… Yo voy a sacarla de aquí. Tony me lo ha pedido de favor y me ha dicho que la lleve hasta su casa. Ya sabes, podría pasarle cualquier cosa a esta chica. No queremos cargar con eso.

¡Y el galardón por mejor improvisación es para…!

—En primer lugar ¿Quién la dejó entrar? —Preguntó Marley, con el ceño fruncido.

Santana miró a Brittany.

—Sí, Britt-… Muchacha. ¿Quién te dejó entrar?

No le había preguntado por preguntar; en serio quería saber quién rayos la había dejado entrar…

Te voy a matar, Tito.

Brittany supo que si le contestaba con detalles, Santana perdería la poca calma que había ganado.

—Quiero vomitar. —Le dijo, con la voz ronca.

Brittany se dobló en dos, mientras Santana trataba de sujetarla de donde pudiera para que no callera.

Oh dios. Eso era muy vergonzoso.

—Te espera una larga noche, Santy. —Se burló Marley.

— ¿Por qué no tomas el show tú? —Preguntó Santana, sin dejar de sostener a Brittany—No sólo eres una tipa bonita ¿sabes?

Marley pareció sorprendida por el cumplido de la latina. Tal parecía que nunca le habían dicho algo como eso. Se abrazó a sí misma y bajó la mirada.

— ¿Yo? ¿Estás loca? Jamás podría… Mejor me limito a vestirme bien y a sonreír. Igual, esos hombres sólo quieren ver traseros y ya.

Santana hizo una mueca. Marley siempre tenía razón sobre esas cosas. También sabía que esa noche no la iba a convencer.

— ¿Te quedarías con ella en lo que me cambio y me la llevo?

Marley intercaló miradas entre Brittany y Santana.

— ¿Por qué no simplemente la llevas contigo y te cambias? —Preguntó Marley, como si fuera lo más simple del mundo.

Santana sintió estremecerse ante la idea.

— ¿Crees que me cambiaré frente a una desconocida? No, gracias.

Brittany bajó la cabeza, sintiendo un horrible malestar, pero ya no era en su estómago…



—Es una suerte que le haya quitado esos diez dólares a Valentina. Si no, hubiéramos tenido que regresar a pie.

Comentó Santana una vez que subieron al autobús de regreso y se sentaron juntas en los últimos asientos del vehículo.
Brittany ladeó un poco su cabeza para el lado de Santana, aunque aún sin tocarla. Estaba muy cansada ahora, y sólo quería dormir.

—Tienes una familia muy linda. —Comentó Brittany, soñolienta y con los ojos cerrados—Valentina es igual a ti. Diego es… encantador.

No supo por qué, pero eso le había hecho sentir tan bien, que se le escapó una tímida sonrisa.

—Valentina es una malcriada. —Dijo, con una sonrisa.

—Reitero: es igual a ti.

Santana puso una falsa cara de ofendida y le dio un pequeño empujoncito a Brittany, quien sonrió torpemente con la mirada en el suelo del autobús.

—Que estés borracha no significa que tengas derecho a insultarme. —Le dijo, divertida.

—Me gusta cuando sonríes. —Dijo la rubia. No, Brittany para nada estaba pensando lo que decía—Aunque casi nunca lo haces.

—Y menos cuando te la pasas ignorándome toda la semana. —Le dijo. Más bien, se le salió, como quien no quiere la cosa. No era su intención sonar enojada o sentida, pero así había sonado.

—Yo no te ignoré…

—Claro que lo hiciste. —La cortó decididamente— ¿Por qué? Te… ¿Te hice algo malo, de nuevo? —Preguntó ahora, temerosa.

Brittany calló porque, la verdad, no sabía qué decir. Claro que sabía a qué se refería Santana con eso de “ignorar”, pero tampoco podía decirle lo que había sentido después de aquella noche de lunes en breadstix. Era todo muy confuso.

Santana suspiró con pesadez y Brittany sólo pudo ver su pecho inflándose y hundiéndose.

—Brittany…—Pronunció la latina, en un suspiro y en una voz notablemente más baja— ¿Puedo pedirte un favor?

Brittany no contestó. Se asustó. A pesar del sueño, cada movimiento y cada palabra de la latina la mantenían despierta.

—No vuelvas a seguirme. —Le pidió, con amargura.

Ahora la rubia levantó torpemente la mirada para ver a Santana, pero ella  tenía la vista hacia la ventanilla que tenía a su lado. Brittany pudo ver por el reflejo del cristal que el rostro de Santana no se veía bien.

— ¿Por qué?

Brittany pudo ver por el reflejo que Santana cerró sus ojos, como si algo de repente le punzara dolorosamente.

—Yo… Ahora, no soy buena. Es mejor que te alejes de mí. Estás a buen tiempo.

Pero demasiado tarde para mí.

—Estás jugando.

—No, lo digo enserio. Tú me… sólo...

Brittany no quería escuchar más. Sin pensarlo, deslizó su mano por su antebrazo hasta que su palma quedó a la altura de la de ella y entrelazó sus dedos con los de ella fuertemente.

Ahora, apoyó su cabeza en su hombro, y se sorprendió, porque se sentía tan bien estar ahí, cerca de su cuello y aspirando su suculento aroma.

—  ¿De qué estás hablando? —Preguntó la rubia, quedándose lentamente dormida—Sólo somos dos personas que se odian y se han jurado ser enemigas hasta la muerte.

Santana se mordió el labio.

Así no es como se supone que debería sentirme respecto a ti, tonta.

—Brittany, por favor, no duermas…—Le suplicaba.

Brittany se quedó dormida casi al instante. Santana bajaba la mirada en busca de ver su rostro para verificarlo, y sonrió un poco al darse cuenta de que sí, se había quedado dormida sobre su hombro y con la mano entrelazada con la suya. Se sorprendió de lo bien que se sentía la cercanía y su cuerpo junto al suyo, pero al instante, esa familiar y horrible sensación en su pecho la atacó, llenándola poco a poco.

Deberías dejarla en paz ya, Santana.



Casi lamentó cuando tuvo que despertarla porque ya habían llegado a la parada de autobús más cercana a su casa. Brittany, aparentemente era sonámbula, pues caminaba con los ojos cerrados y casi parecía una marioneta mientras se dirigía con Santana a casa de la latina.

Lo que menos se esperó, fue encontrar a sus dos hermanos parados en el recibidor con los brazos cruzados y moviendo de arriba abajo un pie, con una mirada acusadora.

Se quedó pasmada por un momento, con Brittany colgada de un brazo, casi inconsciente.

— ¡¿Qué hacen despiertos a esta hora, enanos?! —Preguntó, desde la entrada.

—Son casi las tres de la mañana. —Dijo Valentina, con los brazos aún cruzados— ¿Se puede saber dónde estabas? … ¿Y quién es ella?

—Y yo que pensé que mamá estaba con la abuela…—Bufó—Estaba en la fiesta de Sugar, y ella es Brittany. —Explicó de mala gana.

Cruzó el recibidor bajo las miradas de sus hermanos y con sumo cuidado sentó a Brittany en uno de los sillones de la sala. Sacó su celular del bolso.

— ¿Brittany se quedará a dormir? —Preguntó Diego. Casi saltaba de la emoción, olvidando por completo la razón del por qué estaba ahí.

—Quisieras. —Le dijo Santana, marcando cosas en su celular—Llamaré a Quinn para ver si puede ir a dejarla a su casa.

Santana se colocó el móvil blanco en su oreja y Diego pareció desinflarse de desilusión.
“Estás llamando al móvil de Quinn Fabray. Si estás escuchando esto, es porque probablemente esté demasiado ocupada en cosas más interesantes, así que deja tu mensaje después del…”

—Quinn Fabray, ¡algún día te voy a matar!

Santana colgó el teléfono y volvió a marcar demasiadas veces con el mismo resultado. Cuando se dispuso a marcar de nuevo, Valentina intervino.

—Santana, es obvio que Quinn está muy ocupada esta noche. —Dijo su hermana, y Santana supo muy bien a qué se refería, y se incomodó un poco al darse cuenta de lo inteligente y perceptiva que su hermana se había vuelto—Que se quede a dormir y ya.

Entonces, a Santana se le subió el corazón a la garganta. Abrió anormalmente sus ojos.

—No sabes qué rayos hacer ¿verdad?

Santana meneó energéticamente de un lado a otro su cabeza. No era que nunca hubiera cuidado de alguien borracho; incluso ya había cuidado de Brittany tiempo atrás, pero ahora sólo era Brittany, y eso no se sentía tan normal. Valentina bufó con desesperación y Diego dio un paso al frente, para hablar con su hermana.

—Lo primero que tienes que hacer, es llevarla a la cama.

Santana volteó con su hermano con una rapidez tremenda, que casi se quebró el cuello. Abrió sus ojos como platos.

— ¿Lle-llevarla a…? ¿Llevarla a dónde? —Tartamudeó. Sintió el rubor en sus mejillas.

—A tu cama, Tana. —Dijo el chico, con obviedad—Ya está dormida, y no hay nada más que hacer que acostarla.

Santana se sintió tonta.

Claro que acostarla para que duerma. ¿Para qué más?

—Puedo ayudarte a cargarla…—Sugirió su hermano.

El chico comenzó a andar antes de que Santana le dijera algo. Estaba ansioso por hacerlo, pero Santana lo detuvo con su brazo, terminantemente.

—No, yo puedo. —Le dijo—Tú mejor búscame un balde y llévalo a la habitación. Ya sabes, por si vomita.

Diego asintió, algo desilusionado.

Santana tomó a Brittany con cuidado y la levantó del sillón para llevarla a su habitación. Brittany soltó un soñoliento y perezoso gemido. Santana sólo pudo pensar que aquel sonido había sido uno de los más lindos que había escuchado en su vida.

Una vez que llegó a su habitación, recostó a Brittany poco a poco en su cama.

La rubia se aferró a ella, haciendo que Santana se recostara encima de ella sin querer. Brittany la estaba abrazando, y no parecía querer soltarla…

—Britt… Britt, no hagas eso, por favor…

— ¿Dormirás conmigo? —Preguntó en un dulce susurró soñoliento, al oído de Santana.

La latina sintió estremecerse y un dulce hormigueo que comenzaba desde el oído se extendió por todo su cuerpo.

Necesitaba alejarse de Brittany en ese instante.

—Dormiré en la habitación de Valentina.

—No creo que ella esté de acuerdo…

—A ella no le importa.

—A mí, sí.

Oh dios.

—Brittany, ahora mismo no suenas como mi enemiga.

—Oh. Ahora mismo, no lo soy.

Estás jodidamente mal.

Santana por fin logró zafarse del agarre de la rubia. Supo que si se quedaba otro momento más ahí, terminaría haciendo…

Ugh. Santana, ¿Qué te pasa?

—Te traje el balde, Tana.

Santana se giró y rogó a todos los santos porque Diego no hubiera visto nada de lo anterior.

Se aproximó a él y tomó el balde que el chico le entregaba, temerosa.

La actitud de su hermano le confirmó que, en efecto, no vio nada.

Pero él no se movía de ahí, y Santana sólo se quedaba en silencio para que lo hiciera. Como no parecía tener ganas de irse, Santana habló.

— ¿Y ahora? —Preguntó, esperando que con eso se fuera.

—Bueno… No esperarás que duerma con esa incómoda ropa ¿O sí?

Santana sintió de nuevo el corazón en la garganta. ¿Tenía que hacerlo?

— ¿Esperas que la cambie? —Preguntó, con la esperanza de que dijera que no.

—Bueno, podría hacerlo yo. —Dijo el chico, divertido, aunque Santana supo que eso no era mucha broma.

Santana comenzó a darle fuertes manotazos y a espantarlo fuera de la habitación, como quién espanta a un perro a escobazos, gritando cosas en un idioma diferente.

— ¡Y mamá se va a enterar de esto, majadero!

Cerró la puerta y tragó saliva.

Se acercó a los cajones de su peinador y sacó una blusa de resaque y un diminuto short de los que ella usaba para dormir. Los puso sobre la cama de una manera verdaderamente lenta. Trataba de retrasar más lo inevitable.

Tendría que cambiarla.

Ash. ¿Cuál era el alboroto? Sólo la iba a cambiar. Era fácil. Una simple tarea. Era sencillo.  

Tragó saliva mientras sentía que el calor en la habitación aumentaba, y el calor en sus mejillas también.

Ahí estaba Brittany, tumbada sobre su cama con los ojos cerrados, y no se movía.

Vamos, Santana. Es sencillo. No seas bebé.

Tomó las prendas y se acercó a la orilla de la cama a la que Brittany estaba más próxima. La acomodó y comenzó a desabrocharle la blusa lentamente.

Tragó saliva de nuevo, con dificultad.

Una vez que la desabrochó completamente, aparto las prendas de su torso y se las saco por los brazos…

Y la vista era espectacular.

Brittany llevaba un sostén de color negro, y no sabía por qué eso se veía tan bien. Sus rubios cabellos caían sobre encima de sus pechos. Santana reprimió unas fuertes ganas de pasar sus manos sobre aquel abdomen que se veía tan firme…

Se apresuró a tomar la blusa de resaque y a levantar la cabeza de Brittany para que la camisa pudiera entrar. Después, pasó los dos brazos, para luego, lentamente, cubrir su torso.

No, no se atrevió a desabrocharle el sostén.

Ahora, iban los shorts. ¡Los malditos shorts!

Los desabrochó y los bajó un poco. Sus bragas eran del mismo juego que el sostén. Le sorprendió la facilidad con la que la prenda se deslizaba por sus piernas, pero igual, no podía evitar hacerlo de una manera verdaderamente lenta…

Sus manos tomaron el control de sí mismas y comenzó a bajar los shorts al mismo tiempo que las deslizaba por la piel de sus piernas. ¡Dios! Eran tan suaves y firmes… Casi lamentó cuando la prenda salió de sus largas piernas, pero aún faltaba el diminuto short de pijama.

Lo tomó y lo deslizó por los pies de la rubia. Tragó saliva y respiró por la boca, porque de repente el oxigeno escaseaba un poco.
Iba subiendo los shorts poco a poco. Cuando llegó a la culminación superior de sus muslos, se detuvo un poco.

Una: Porque necesitaba que Brittany alzara sus caderas para poder poner el short en su debido lugar.

Dos: Porque en verdad estaba atontada.

En eso, escuchó una risita.

Sí, Brittany Pierce se estaba riendo. Se estaba riendo de ella.

—Estás… ¿Estabas despierta? —Sintió su cara tornarse roja— ¿Cu-cuanto tiempo?

—El suficiente.

Santana de inmediato se apartó de ella y trató de tranquilizar su respiración.

—Supongo que puedes terminar eso sola. —Le dijo a la rubia.

—Tú lo hacías bien.

Santana tragó saliva.

Tomó su pijama del peinador y se dirigió a la puerta, pero antes de poder salir, Brittany la llamó.

—Deja de huir. —Le dijo.

—No estoy huyendo.

—Ah, ya veo. Ya entiendo lo de los parches.

Entonces Santana sintió un retorcijón en el pecho. Se giró, atónita, pero Brittany tenía cerrados sus ojos. Supo que no la estaba viendo.

Esto no está bien.

—Hasta mañana, Brittany. —Susurró y cerró la puerta tras ella.

—Dulces sueños, Sanny.



Ya sé, ya sé. ¿Esperaban más? Lo siento. Perdón por el retraso. Yo procuraba subir cada semana, pero se me ha hecho difícil :c ¡lo siento!

Y bueno... ¿Qué les pareció? Dont be so shy and comenteeeen :D

I hope that you guys like it :)


Última edición por YoyoMay el Lun Oct 28, 2013 5:55 pm, editado 1 vez
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por Alisseth Mar Jul 30, 2013 10:59 am

I Love it!! <3
Que linda San como la cuidaba ... C:
Ojalá Britt se acuerde porque con lo Borracha que estaba lo dudo....
Cuando las vas a juntar?? :3
Me tienes esperando con ansias ese momento :)

La actitud de Diego jajajjaa
bueno ojalá no tardes muucho en actualizar... ;)
Kisses ;)
Alii :)
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por micky morales Mar Jul 30, 2013 9:54 pm

mejor imposible, gracias por la actualización!
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por tatymm Miér Jul 31, 2013 1:15 am

que mierda mi pobre san!! que hacia en ese bar de mala muerte y porque??? y encima britt borracha que se le rie y le dice que deje de huir dios!! fue muy bueno el cap pero lo dejaste a medias jajaja ufaa besos!!
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por naty_LOVE_GLEE Jue Ago 01, 2013 11:07 pm

TARDASTE SI! PERO COMO ENOJARME CON SEMEJANTE CAP!! ME ENCANTO!! DE HECHO CADA CAP TUYO ME ENCANTA!! NO SE SI YA TE LO DIJE PERO CADA CAP ES MEJOR QUE EL ANTERIOR!!! GRACIAS POR SUBIRLO!!………..ES UN PLACER LEERLO!!!!!


OK! VAMOS POR EL CAP!


HABER EL PRINCIPIO NO ME GUSTO QUE SANTANA SUFRIERA DE ESA MANERA PARA MÍ ERA OBVIO QUE SE REFERÍA A HANNA…………..NO ME GUSTA DE VERDAD…………PERO BUENO…..TAL VEZ LA SIGUE AMANDO :(


SON DUDAS…………..NO ESTOY SEGURA y VOS DIJISTE QUE NO IBAS A DECIR NADA DE HANNTANA ASI QUE SOLO ME QUEDA ESPERAR…………….MIENTRAS YA TE DIGO QUE NO ME GUSTA LA PAREJA!! YO SOY INCONDISINABLE DE MIS BRITTANA!!


BRITT LA IGNORÓ TODA LA SEMANA! BIEN LA ENTIENDO, QUIEN NO?! CON SEMEJANTE DIALOGO DE SAN y HANNA EN EL BAÑO…………………


EN LA FIESTA ME ENCANTAN LOS CELOS QUE SE TIRAN MIS BRITTANA!!! SON GENIALES!! SON LO MAXIMO!! ME FASCINAN!!! BRITT ESTABA BORRACHA SIN EMBARGO PARECÍA QUE SABÍA LO QUE DECÍA………..SAN NO RECONOCE NADA TODAVÍA……
 
Y LA FRASE GANADORA PARA MI ES:


—Y los palitos de pan no son la gran cosa. No es para que les gusten tanto.”

ESTOY 1000% DE ACUERDO CON BRITT!!! ME ENCANTAN SUS CELOS!! ASI COMO LOS DE SAN! PERO ESTE TIENE MUCHO SENTIDO!! SAN SÓLO TIENE QUE TENER OJOS PARA BRITT!! HASTA YO ME PONGO CELOSA DE LA RELACIÓN HANNTANA! JAJJAJAJJAJAJAJ---SI SOY MUY EXAGERADA!! :P----


BIEN AHORA ESO DE QUE SAN CANTA EN UN BAR DE MALA MUERTE?! NO ME GUSTO PERO SUPONGO QUE TENDRÁ SUS MOTIVOS……………………APARECIÓ MARLEY!! Y ES CAMARERA!........................BRITT SEDUCIENDO AL GUARDIA DE SEGURIDAD??! VAYA QUE SI YA ESTA TOTALMENTE PERDIDA POR SANTANA! O NO??.............................y MIS BRITTANA CUIDANDOSE LA UNA A LA OTRA!! EN EL BAR!! FUE MUY TIERNO!!


DESPUES TODO LO DEMÁS ESTUVO INCREÍBLE!! EL CAMINO A CASA DE SAN y LO SUCEDIDO O BIEN LO NO SUCEDIDO EN LA HABITACIÓN DE SAN!! SI QUE TIENEN MUCHA QUIMICA!! ESO AL MENOS NO PUEDEN NEGARLO!! Y SE HABLABAN COMO SI YA FUERAN UNA PAREJA O ALGO ASÍ!! ME ENCANTO DE VERDAD!!! ESTUVO GENIAL!! PARA MI ES MÁS QUE OBVIO QUE YA SE GUSTAN!! SÓLO QUE HAY QUE SABER HASTA QUE GRADO…………….Y PORQUE SANTANA LE PIDIO QUE SE ALEJARÁ DE ELLA……………………..


DUDAS y MAS DUDAS…………………………………MUCHAS COSAS TODAVIA POR SABER: QUE LE PASABA A QUINN?, EL MISTERIO EN LA VIDA DE SAN: LO DE HANNA, LO DEL BAR, ESO DE QUE “AHORA NO SOY BUENA” ETC,……………………………………….


ASI QUE COMO SIEMPRE ESPERO LA ACTU!! ENTIENDO PERFECTO LO DE LOS TIEMPOS y ESO………….COMO YA TE DIJE SIEMPRE VALE LA PENA ESPERAR TU ACTU! ASI TARDES UN POQUITO :)


SALUDOS! NAT!
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por Ignarriagada Dom Ago 04, 2013 2:15 pm

uuu me lo lei todod e una , esta muy bueno actualiza pronto :D
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XI: McKinley vs Rosewood.

Mensaje por YoyoMay Dom Ago 25, 2013 4:30 pm

Heeeeeeyyy! Ya sé. Comentar sobre lo muuuucho que me he tardado en subir este capítulo sería no tener vergüenza, pero como sí tengo pero necesito explicar, les contaré que entre los cursos de estética, el trabajo y la escuela, me queda de verdad muy poco tiempo para siquiera dormir. No sé como le hace la gente que trabaja para dormir, comer o tener vida social, y aquí estoy, descubriéndolo :P He pensado en renunciar a mi trabajo, porque en verdad me quita muuuucho tiempo! pero no puedo darme el lujo de renunciar a mi sueldo, así que no:( ¡Ay! Mi vida sería mucho más fácil si me pagaran por respirar :( Bueno, dejo eso de lado porque en verdad me gusta mi trabajo. Mis horarios son los que no me agradan :C  y porque sé que quizá ya quieren leer otro capítulo, si es así, aquí lo tienen.

No podré contestar comentarios ahora, porque ando rapidita :C pero ya los he leído todos y me encantan! :D En verdad, les agradezco por seguir mi tardada historia, y espero de toooooooodo corazón que este capítulo les guste muchísimo :D

Ahí les va :)  Besooos :D




11.
McKinley vs Rosewood.




Despertó con unas terribles punzadas de dolor en su cabeza que le impedían abrir sus ojos con libertad. Su alrededor se movía. Sentía que en cualquier momento podría vomitar, y si su estómago pudiera hablar, seguramente ahora le estaría reprochando sobre la noche anterior.

Bien apenas había despertado, y la cruda ya la estaba matando. Sin embargo, el olor que desprendían las almohadas sobre las que descansaba su cabeza, era familiarmente delicioso.

Abrió los ojos con demasiada lentitud y pesadez, inquietándose más y más a medida que lo hacía.

¿Dónde demonios estaba, y cómo rayos había llegado ahí?

Entonces se incorporó sobre la cama y contempló su alrededor.

Definitivamente, estaba en una habitación en la que nunca había estado, y eso la ponía demasiado nerviosa, y la histeria se comenzaba a apoderar de ella poco a poco.

La noche anterior había bebido bastante, de eso estaba segura. Entonces, comenzó a tratar de recordar…
Recordaba llegar a la casa de Sugar con Rachel. Luego, Rachel había desaparecido, dejándola con Sam. Bebió mucho con Sam. Sam estaba muy bebido también… ¿Y luego? Luego, todo era muy confuso. No era que no lo recordara, sino que lo poco que recordaba eran cosas que no tenían sentido, y además eran poco confiables.

Ahí estaba. Lo último que recordaba con certeza era Sam. ¿Entonces aquella era la habitación de Sam? ¿Había tenido sexo con Sam?

— ¡Oh, Dios santo!

Se llevó una mano a su boca instintivamente, con la mirada ausente. La idea le causaba repulsión. ¿Acaso había sido así de fácil?
Pero aquella habitación no podía ser de Sam. Si así fuera, entonces Sam tendría unos gustos de decoración muy… afeminados. Esa habitación no podía ser de un chico. Olía demasiado bien para ser de un chico.

Bien… No era la de Rachel. ¿Acaso era una de las habitaciones de la enorme casa de Sugar? Descartó la idea. Las habitaciones de la casa de Sugar eran más elegantes y ostentosas. ¿Kitty? Podría ser… pero ¿qué demonios estaba haciendo en casa de Kitty?

Se sentó sobre el borde de la desordenada cama para echar un vistazo mejor, pero al instante se arrepintió.

Unas intensas nauseas se apoderaron de ella. No tuvo tiempo de nada. Tomó lo primero que vio y vomitó en él sin siquiera fijarse lo que era. Para su suerte, lo primero que había tomado había sido un balde. Tal parecía que alguien sabía que lo necesitaría.

Una vez que se sintió un poco mejor y sus nauseas habían desaparecido, giró la cabeza a un lado, encontrándose con un buró que tenía encima una lámpara, un tazón y una cuchara (aparentemente, alguien había comido sopa hace mucho o algo así), un enorme vaso con agua, una banana, y unas aspirinas. ¿Todo eso era para ella? ¿Y la banana qué?

Después de una vuelta al baño que tenía a un lado, decidió que era tiempo de ahora darle otro último vistazo a la habitación, pero ahora de pie. Se dio cuenta de que no reconocía la ropa que ahora traía puesta, y tampoco recordaba habérsela puesto… O… ¿Qué?

Definitivamente, alguien había estado tratando de cuidarla… O eso quería pensar.

La habitación no era de una temática en especial. Sólo era una habitación que se llenaba con simples gustos. La cama de la que se había levantado estaba pegada contra el muro de la ventana, así que supuso que la persona que dormía ahí le gustaba la brisa fresca. Las paredes eran de un blanco ligeramente amarillento, y al igual que las sábanas y las cortinas. No era un blanco perturbador, como el de las habitaciones de los manicomios. Brittany entendió  que quizá la persona dueña de aquella habitación simplemente no quería decorar y ese era el resultado de unos gustos muy disparatados, o simplemente, unos muy sencillos.
Al pie de la cama había una alfombra de color rojo guindo. También, del otro lado de la habitación, había un escritorio con unos libros encima regados sin ningún tipo de orden. Debajo del escritorio, había un reproductor de música que, aparentemente, aún estaba encendido, pues tenía una lucecita roja que destellaba sin intervalos.

La habitación estaba algo desordenada. Por la alfombra, había algunos centavos tirados, junto con unos cuantos arrugados tickets de compras.

Se giró hacia la puerta que de seguro era la de entrada. Estaba cerrada. En esa puerta, había un gran espejo colgado donde uno podía contemplarse a cuerpo completo. Había una foto en él. Entonces, se acercó para contemplarla, porque estaba segura de que aquella foto le diría en la habitación de quién estaba.

Eran una rubia y una latina. Ella las conocía bien. Eran Santana y Quinn. Debían tener como unos cinco o seis años, y no era muy difícil reconocerlas. Eran dos niñas verdaderamente adorables. Alguien más había tomado la foto. Estaban recostadas en un verde pasto, era lo que podía ver del entorno. Quinn estaba sentada sobre el pasto, apoyada hacia atrás sobre uno de sus codos, y la otra mano la tenía alzada hacia la cámara. Supo que Quinn le estaba diciendo algo en ese momento a la persona de la cámara. Santana estaba recostada con el torso encima de las piernas de Quinn, con sus manos en su estómago. Parecía feliz. Parecía tranquila. Sus ojos miraban a la cámara, pero no cómo lo hacía Quinn. Ella más bien, parecía ver a la persona que sostenía la cámara. Su sonrisa no era exagerada, pero tampoco era imperceptible.

Entonces Brittany sonrió también, aunque no supo por qué.

Luego, estuvo casi segura de que sabía en casa de quién estaba, y de quién era la habitación.

En su cabeza aparecieron momentos de su noche. Momentos que no estaban claros. Le venían a su cabeza como partes inconclusas y breves de alguna vieja y descuidada película. Eran muchos, y muy distantes entre sí, así que sacudió un poco su cabeza para ver si así podía detenerlos.

Volvió a poner la foto como estaba, sin dejarla de ver. Lo que la obligó a apartar la vista de la foto, fue la puerta abriéndose.

Era Santana. ¡Lo sabía!

—Despertaste.

No. No era Santana. Era, más bien, su hermana. ¡Rayos! El parecido era sumamente increíble. La morena la veía asomando su cabeza por el espacio que había entre la puerta y el marco. Brittany estaba casi estupefacta. Parecía que la cuidaba, y ahora, parecía analizarla.

—Deberías venir a la cocina. —Le aconsejó.

El tono de voz de la chica no era amigable, pero tampoco era desdeñoso. Era justo el tipo de tono de voz que alguien usaba con un extraño, y eso era Brittany ahora. Era una extraña, así que el tono de voz era justo el apropiado.

Brittany asintió tímidamente y la chica desapareció. Aparentemente, había ido a la cocina, y quería que la siguiera.

Fue cuando salió de la habitación de Santana cuando por fin logró reconocer el ambiente en donde estaba. No reconoció la habitación por el simple hecho de que nunca había entrado ahí, pero sí había estado frente a su puerta.

Fue hasta la cocina, y la chica la esperaba con un enorme vaso de agua y una aspirina.

—Santana me dijo que probablemente necesites esto. —Le dijo y le ofreció la pastilla y el líquido envasado— ¿Te tomaste los que te dejé en el buró?

Con que Santana y Valentina están detrás de todo esto.

Brittany meneó su cabeza de lado a lado, en forma de negación.

—Bueno. Supongo que tampoco te has comido la banana.

Brittany negó de nuevo, aunque una ligera sonrisa se le escapó.

— ¿Santana también te dejó la banana? —Preguntó.

Valentina negó con la cabeza.

—En realidad, leí que cuando uno bebe pierde mucho potasio, y esa quizá es una de las razones por las cuales uno se siente tan mal al día siguiente. Santana me dijo que no tomaras la pastilla sin comer algo antes, así que pensé que la banana era muy buena opción. Ya sabes, porque prácticamente es potasio amarillo, y no es algo muy pesado. —Explicó, mientras del refrigerador tomaba uno de los dichos frutos amarillos y se lo entregaba.

Entonces, Brittany se hundió en vergüenza. ¿Acaso ella la había visto anoche?

—Sí, Brittany. Te vi llegar con Santana ayer.

¿Acaso era algún tipo de bruja o algo así?

Brittany abrió mucho los ojos. Se sintió descubierta.

—Yo también estoy sorprendida, pero no de la misma manera que tú. O al menos, no por lo mismo.

Valentina se fue a sentar a la mesa donde tenía un plato de cereal y leía una revista. No era una revista para adolescentes donde había retratos de artistas pop del momento, con portadas con letras y colores llamativos, más bien, era una de esas revistas científicas que contienen datos curiosos sobre el mundo. La chica le daba unas hojeadas mientras comía cereal.

Entonces Brittany la observó con detenimiento. Sí, ver a esa chica era como ver a la Santana de la foto que había visto recién. Las diferencias eran mínimas. Esa chica que comía cereal tenía el cabello un poco más lacio que Santana. El de Santana era ondulado. Era un poco más bajita, y su rostro era más inmaduro. Era obvio, pues era más pequeña.

— ¿Y Santana? —Consiguió preguntar, por fin.

—Fue con Diego a traer cosas de la tienda. —Le dijo—Sólo estamos tú y yo, Brittany.

Valenina casi sonaba amenazante, aunque Brittany sabía que esa no era su intención. ¿O sí?

La chica entonces dejó de leer su revista de datos curiosos y miró a Brittany. Parecía muy tranquila y amenazante, aunque Brittany no sabía por qué demonios aquella niña de aproximadamente catorce años le parecía tan amenazante.

—Tú y yo ya nos conocemos. —Le dijo—O al menos, yo ya te conozco a ti, y tú por lo menos me conoces de vista. Y si te soy sincera, me provocas mucha curiosidad.

Entonces Brittany ahora no comprendía nada. ¿Acaso era algo de los López ser tan intensamente inquietantes? Santana la inquietaba. Diego era inquietamente agradable, y Valentina era inquietantemente… ¿Inquietante?

— ¿Curiosidad? ¿Yo?

—Sí. Tú. —Dijo Valentina, con una sonrisa, pero también parecía confundida—En Breadstix, pude notar que mi hermana no es tu persona favorita, y tú no eres la de mi hermana tampoco. Quinn me ha dicho que eres algo así como su archi-enemiga y se odian, por lo tanto, yo debería odiarte también. Sin embargo, estás aquí ahora, con su ropa puesta y ahora, ella se ha ido a traerte cosas para la resaca; te ha traído cuando estabas ebria y te ha cuidado toda la noche. Así que, no sé cómo actuar. ¿Debo odiarte o debo tratarte bien?

Wow. Al parecer, Valentina era de esas chicas a las que no les daba miedo hablar sin rodeos. Brittany pudo notar que Valentina hablaba entre palabras, como si hubiera algún tipo de código oculto entre ellas. Le comenzaban a sudar tanto las manos, que pensó que la banana que tenía resbalaría como si fuera jabón en barra.

— ¿Sabes qué es lo más extraño? Que Santana jamás había traído a nadie a casa que no fueran Quinn o Hanna. También están Sugar y Kitty, pero ellas son otra historia…

¿Hanna? ¿Hanna había estado ahí? Pero… No. Hanna y Santana se odian a muerte. Aunque… La conversación en el baño de Breadstix no era precisamente una declaración de guerra… ¿A qué se refería con “otra historia”?

— ¿Hanna? —Fue lo único que consiguió formular.

—No te agrada ¿verdad?

Brittany estaba sumamente sorprendida del poco tacto que tenía Valentina para decir las cosas o preguntarlas. También, estaba sorprendida de lo acertada que podía estar, aún sin tener muchos argumentos sobre lo que afirmaba.

—Es de Rosewood, y yo de McKinley. Es normal ¿no?

—Emily también es de Rosewood, y no parece caerte tan mal.

Valentina estaba comenzando a darle miedo. Estaba comenzando a sentirse acorralada. Una niña de catorce años la estaba haciendo sentir acorralada y sin salida.

—Entonces, contéstame algo: ¿Odias a mi hermana, o no?

Valentina la veía fijamente, como si no quisiera perderse ningún detalle. A Brittany le sudaban las manos y no entendía como rayos había hecho para haber llegado a aquella situación donde se veía sumamente insegura ante un intenso cuestionario hecho por Valentina López. Sin embargo, no tenía por qué mentir. Algo en la voz de Valentina le decía que lo dicho en ese momento, no saldría de ninguna de las dos. Sabía que Valentina no estaba preguntando eso para irle con la primicia a Santana. Valentina lo preguntaba porque enserio quería saber.

—Yo… Yo nunca he dicho que la odie. —Le confesó, mirando al techo.

Se lo estaba confesando a la hermana de Santana, sí, pero algo le decía que quizá se lo estaba confesando a ella misma también.

—Y yo no creo que ella te odie a ti, así que… creo…—Titubeó, pensativa—que yo tampoco debería hacerlo.

Eso simplemente la hacía sonreír para sus adentros. Quizá no era cierto, pero era lindo pensar que sí lo era.

—Significa que, en el caso de que tu hermana me odie ¿tú también me odiarías? —Preguntó, confundida.

—Por supuesto que lo haría. —Le contestó con obviedad— ¿acaso tú no harías lo mismo por tus hermanos? —Ahora Valentina era la confundida.

Brittany pestañeó, porque creyó que Valentina le contestaría con otra cosa.

—Bueno, yo no tengo hermanos. —Contestó, encogiéndose de hombros.

Ahora, Valentina tenía una ligera expresión de horror.

— ¿De verdad? ¡Debe ser terrible!

—N-no es gran cosa…—Dijo, ahora no muy segura de si eso era verdad o no.

Entonces se pudo escuchar el sonido del forcejeo de la puerta de la entrada. Se escucharon golpes en la puerta que indicaban que alguien deseaba entrar.

— ¡Valentina!

Aparentemente, Santana había llegado y estaba llamando a la puerta. Se escuchaba algo alterada. Para Valentina, eso parecía no estar pasando.

— ¿No le piensas abrir? —Preguntó Brittany, confundida, al ver que Valentina no movía ni un músculo y sólo la miraba, o más bien, la estudiaba. Brittany estaba muy nerviosa ante eso, pues Valentina parecía examinarla con una leve sonrisa en el rostro.
Valentina negó con la cabeza, con una sonrisa traviesa. Parecía que estaba a punto de reír.

Brittany sonrió un poco también, pero ella no supo por qué lo hizo. Supuso que sólo lo había hecho porque Valentina lo hacía.

— ¡Valentina! ¡Sé perfectamente que me escuchas y juro por dios que si no me abres ahora, te voy a hacer puré!

Valentina comenzó a reír de forma casi inaudible desde la silla donde estaba sentada al escuchar las amenazas, y Brittany no podía estar más conflictuada por la escena, aunque también comenzó a reír un poco.

—Se escucha muy enojada. —Le advirtió, sonriendo.

— ¿Acaso no te divierte cuando se enoja?

Ah, entonces era eso. Se estaba divirtiendo por ella. Todo eso era por diversión. En ese momento, Santana pretendía sonar amenazante y peligrosa, pero no podía, lo cual era de cierta forma muy cómico.

Los leves golpecitos que Santana le estaba dando a la puerta, se convirtieron en fuertes y ruidosos puñetazos y patadas. Valentina no paraba de burlarse y Brittany, a pesar de la gracia de la situación, se estaba empezando a preocupar un poco.

—Deberías abrirle antes de que tumbe la puerta de una patada. —Le advirtió Brittany.

— ¡Vaya! La conoces muy bien como para sólo ser una enemiga.

Entonces, Valentina fue a abrirle la puerta a su enfadada hermana y a Brittany le dio la sensación de que la chica estaba hablando entre palabras de nuevo. Le daba la impresión de que Valentina sabía algo, pero ¿qué demonios sabía Valentina que ella no? Y ¿Por qué parecía mofarse de eso?

Peló  la banana y se la metió en la boca sólo con el afán de hacer algo, porque en verdad se estaba sintiendo muy tonta ahí parada sin hacer nada, y Valentina no ayudaba.

Santana entró a la casa seguida de Diego. En efecto, estaba completamente indignada, y gritaba cosas sin parar de forma en que Brittany no podía entender. ¿Qué? ¿Qué diablos estaba gritando? Inmediatamente se escucharon gritos de Valentina. Gritos que indicaban que, o se estaba divirtiendo como nunca, o alguien estaba a punto de hacerla sufrir.

¡Tú eras mucho mejor cuándo estabas pequeña y me obedecías en todo lo que yo te decía! ¡No huyas, escuincla tonta! ¡Nada más y te atrapo, engendro, y vas a ver cómo te voy a dejar la…! —Le gritaba Santana mientras corría detrás de su hermana.

Valentina reía, y eso parecía molestar más a Santana.

En eso, Valentina condujo a Santana hasta la cocina y la latina mayor paró en seco al darse cuenta de la presencia de Brittany. Valentina fue a sentarse al comedor de donde se había levantado, con una expresión de satisfacción en el rostro. Expresión de la que ni Santana ni Brittany se percataron.

— ¿Es-estás bien? —Le preguntó Santana, olvidándose por completo de seguir persiguiendo a su hermana, que ahora estaba sentada en el comedor, observando atentamente la escena.

—Bueno… Mi cabeza duele un poco. —Le contestó ella, después de tragarse el pedazo de banana que tenía en la boca, con un pequeño y ligero gesto de dolor.

Santana, pareció haber salido de un trance y recordó las bolsas de plástico que tenía en la mano.

—Ven. Te traje unas cosas.

Santana vació las bolsas de plástico que tenía en sus manos sobre la mesa donde Valentina estaba sentada, ahora volviendo a leer su revista.

Santana había traído litros de bebidas deportivas, bolsitas de té, una bolsa de café, unos frascos repletos de una sustancia roja (aparentemente, salsas) y otras cosas, como dulces y algunas frituras.

Brittany sólo estaba ahí, tratando de descifrar para qué Santana había traído esas cosas y por qué eran para ella.

—Oh. Ya has empezado con una banana. Bien hecho. —La premió, muy sonriente.

Brittany se giró para dar con el rostro de Santana, que de hecho, le estaba sonriendo, pero no abiertamente. Era una sonrisa de esas deliberadas. Inmediatamente, la latina desvió la vista hacia las cosas sobre la mesa, rebuscándolas.

—Sí. Valentina me lo ha recomendado.
Entonces, ahí fue donde se dio cuenta de que Santana se había olvidado completamente de su hermana menor y el comentario de Brittany la hizo acordarse de que tenía planeado matarla lenta y tortuosamente. Santana se giró hacia donde se suponía que Valentina estaría, pero el asiento ya se encontraba vacío.

Valentina había escapado.

—Sólo retrasa lo inevitable. Va a ver ahorita…

—No sabía que también hablabas español, Santana. —Le dijo, asombrada.

Santana dejó salir algo así como una sonrisa, y sus mejillas se tornaron algo rojas.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Brittany.

Era cierto. Sólo llevaba un mes de conocerla. ¡Claro que había cientos de cosas que no sabía de ella! Como: cuál era su color favorito, qué tipo de canciones le gustaban, cuál era su comida favorita, y… qué tanto estaba haciendo ahora.

— ¿Qué tanto estás haciendo?

Santana no había parado de dar vueltas entre el refrigerador, la barra de la cocina y la mesa mientras había estado hablando con Brittany, lo cual a la rubia ya la estaba cansando un poco.

No le contestó porque en ese momento estaba vertiendo varias cosas en la licuadora, y ahora la había encendido, haciendo un ruido que a Brittany sólo le provocó un terrible malestar. Entrecerró los ojos con molestia.

Santana dejó salir algo así como una sonrisa una vez que dejó de presionar el botón de la licuadora. Brittany dio por hecho que Santana disfrutaba verla molesta. Vertió el ligeramente espeso líquido de un color entre rojizo y amarillento en un vaso de cristal y se lo ofreció. Brittany no podía apartar la mirada de aquel vaso, completamente asqueada. Eso no tenía pinta de ser bueno.

— ¿Exactamente qué pretendes que haga con esa cosa?

—Bébelo.

Brittany abrió mucho los ojos. Santana le acercó un poco más aquel vaso con aquella sustancia asquerosa, en señal de que era para ella y debía tomarlo.

— ¿Te has vuelto loca? ¡Claro que no lo haré! Tan solo ve el color de esa cosa…

— ¿Siquiera sabes para qué es? Es para la horrible cruda que te cargas. Te aseguro que nada te hará sentirte mejor más rápido.

Sabía que Santana no mentía. Casi siempre, tienes que hacer las cosas más difíciles para obtener buenos resultados. Lo sabía.

—Está bien. No te rogaré. Allá tú y tu cruda.

Santana suspiró e hizo un ademán de alejar aquel vaso que tenía la única esperanza de Brittany para sentirse mejor. Casi por inercia, Brittany tomó las manos de Santana para que no se alejara más. Funcionó.

— ¡Está bien! Lo beberé.

La morena sonrió fugazmente, cómo exclamando “¡esa es mi chica!” y le entregó el vaso a Brittany.

La rubia lo tomó con timidez, como si aquel vaso la fuera a morder o esperando que se moviera o algo, pero lo único que hizo la sustancia algo espesa, fue que en el borde se reventó una burbuja de aire.

Santana la miró expectante, y movió ligeramente su cabeza de arriba abajo, cómo diciendo “¡anda! ¡sin miedo!”

El líquido sabía horrible, y tenía la peor consistencia de las bebidas que alguna vez había probado. Era picante a horrores, y definitivamente no podía seguir tragándolo más. Apenas dio un trago y lo apartó de ella, negando con la cabeza.

—No puedo seguir bebiendo esto. —Consiguió decir.

—Ojalá eso lo hubieras dicho anoche con las cervezas. Ahora lo vas a pensar mejor.

Sí, definitivamente lo haría.

— ¿Por qué no simplemente me quedo así y duermo todo el día?

— ¿Te olvidas que hoy es el partido de fútbol y que tú y yo somos las porristas más importantes del equipo? … Y… te agradecería que no le dijeras a las demás que te he dicho eso.

¡El partido! ¡Claro! Por eso Sugar había hecho su fiesta en viernes. ¿Cómo pudo olvidarlo? ¡Por eso Santana estaba tan preocupada la noche anterior! ¡Claro que no se preocupaba por ella! Y si lo hacía, sólo era porque era una de las porristas, y quería que todo fuera perfecto para el día de hoy. Y si ahora se preocupaba por ella, sólo era porque quería que estuviera en buena forma por el maldito partido. Sí, sólo era eso. ¿Por qué más si no?

—Pero esto sabe horrible. —Le dijo, casi sin ganas.

—Yo lo sé. —Le contestó ella—Y sé que no dan muchas ganas de beberlo…

—Nada de ganas.

—Pero te propongo un trato: Si te lo tomas, prometo que dejaré que duermas todo lo que quieras. Ni siquiera te despertaré, ni te molestaré. Dejaré que despiertes cuando tú quieras.

Brittany parpadeó varias veces. Okey, Santana. ¿Qué diablos pretendes?

—Pero… ¿Y el partido? —Preguntó, insegura— ¿Y si no despierto antes de…? Tú dijiste que…

—Sé lo que dije, Brittany. Pero, si no duermes ni te repones, daría lo mismo que vayas o no. Si vas, prefiero que lo hagas sintiéndote mejor. De hecho, tú en lugar de ser un punto a favor, lo serías en contra.

Ah. Ahí estaba. Ahora sería un punto en contra. ¡Un maldito estorbo! ¡Claro!

—Ah. Sí. Sería una lástima que fuera cruda y arruinara la presentación.

Santana de inmediato pareció arrepentirse de sus palabras, pero no dijo nada.

Prefirió no decir nada más. Con una mueca de disgusto, se tapó la nariz con una mano mientras bebía el espeso líquido.
Ya no sentía mucho el sabor, pero aún podía sentir lo picante y lo espeso del líquido.

Oh, Santana. Ojalá sea tan bueno como dices.

— ¡Por dios! ¡¿De qué está hecho este zumo del infierno?!

—Huevo. Sal. Pimienta. Salsa inglesa. Y, unas pequeñas gotitas de salsa tabasco. —Dijo la morena, enumerando dichos ingredientes con los dedos.

Comenzó a dar ruidosas bocanadas de aire. Sus ojos comenzaron a llorar, y su nariz a moquear. Estaba completamente enchilada. Eso no podía ser peor.

— ¿Y funciona? — ¿Al menos?

— ¿Bromeas? ¡La cruda desaparece así! —Chasqueó los dedos.

—Pues a mí me parece que lo has hecho para torturarme.

— ¿Tan mala soy?

En la voz de Santana, Brittany pudo adivinar un tono de decepción. O bueno, quizá eso quiso pensar ella. Después de todo, era Santana ¿no? Si hubo un tono diferente en su voz, seguro era porque estaba jugando o algo.

Así que no contestó.

Santana bufó. Bajó la mirada, la volvió a subir hacia sus ojos, y habló.

—Sí. Bueno, ahora tienes que ir a dormir.

¿Dormir? ¿O sea que la “propuesta” sí iba enserio?

— ¿Enserio? —Preguntó, un poco atónita.

—Te lo prometí ¿no? —Dejó salir una tímida e instantánea media sonrisa—Ya verás que cuando despiertes, ya no habrá rastros de cruda.

Okey. Santana estaba muy rara. Se estaba comportando realmente bien con ella. ¿Qué diablos le pasaba?

Asintió tontamente. Santana, de manera nerviosa y con el aspecto de que ya no sabía qué hacer, y si lo sabía, no sabía cómo hacerlo, la guió a su habitación.

No supo en dónde rayos estaba su mente para no darse cuenta de que Santana la llevaba a su habitación. Al darse cuenta, Brittany paró en seco y negó con la cabeza.

Santana frunció el ceño.

— ¿Y ahora qué te pasa?

— ¿Podría dormir en la sala?

Santana retrocedió un poco su cabeza y frunció un poco más el ceño, en señal de confusión.

— ¿Qué tiene de malo mi habitación? —Preguntó, y casi casi pudo escucharse ofendida.

—N-nada. Sólo me sentiría más cómoda si pudiera dormir en la sala.

—Cómo quieras. —Dijo Santana, tratando -en vano- de no darle nada de importancia.

Entró a su habitación rápidamente, y sacó una almohada y una manta para Brittany. La rubia sólo se quedó en la entrada, abrazándose a sí misma mientras Santana volvía con ella.



—Tu habitación no tiene nada de malo.

Brittany ya estaba recostada en uno de los sillones de la sala de Santana cuando le aseguró eso. Miraba a Santana sólo para ver si así se le quitaba la horrible cara que ahora tenía. La morena estaba sentada a su lado en un pequeño hueco del sillón.

—Entonces no entiendo por qué no quieres dormir ahí. —Le reclamó la morena.

Brittany se mordió el labio mientras buscaba una buena excusa para decir.

—Supongo que ahora quiero dormir en un lugar diferente porque me he pasado toda la mañana ahí, y quizá simplemente estoy un poco harta.

Santana seguía ahí. Brittany no supo si tenía que decirle algo o no. Parecía que Santana estaba en otro tipo de pensamientos. Estaba sentada en un pequeño lugar que se había hecho cerca de donde estaban sus rodillas, y la miraba. Lo sabía porque Brittany también lo hacía.

— ¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —Preguntó cuando reunió el valor suficiente.

Enserio estaría más que agradecida y satisfecha si Santana le contestaba con la verdad.

A la morena, esto pareció haberla sacado de algún tipo de trance, e inmediatamente comenzó a jugar con sus manos, desviando la mirada de sus ojos.

—Tú… ¿Estás segura de que no recuerdas nada de…? Bueno… Ya sabes, ayer.

Brittany trató de hacer memoria, pero todo lo que podía recordar era muy confuso y pausado. Eran cosas que no tenían sentido ni coherencia. Decidió que no valía la pena alargar más las cosas, ni complicarlas.

—No. No recuerdo nada. —Dijo.

Ahora, la latina parecía querer recobrar un poco de compostura y se irguió un poco. Su semblante cambió a uno frío y sin emoción. O bueno, sin emoción agradable.

—No estoy siendo amable. No te acostumbres a esto, porque no volverá a suceder. Necesitamos dar una buena presentación hoy, y no lo podré hacer contigo moviéndote peor que los zombies de the walking dead.

Brittany se giró sobre sí misma, quedando de cara al respaldo del sofá, dándole la espalda a Santana. No sin antes haberle rodado los ojos y bufar con desdén.

—Ugh. Despiértame cuando hayas dejado de ser una idiota.

—Yo prometí que no te iba a despertar.

Quiso decir algo, pero Santana se fue antes de que pudiera hacerlo.

No se había dado cuenta de lo cansada que se sentía hasta que sintió el peso de Santana desaparecer cerca de su rodilla.
Casi sin poder evitarlo, cerró sus ojos, cayendo dormida casi al instante.



La tarde transcurría con un cielo nublado, lo que hacía que el día oscureciera más rápido. Estaba claro que iba a llover, pero la lluvia parecía darse su tiempo.

Santana después de todo tenía razón: Se sentía bastante mejor y ya no había rastros de cruda en ella.

— ¡¿Ustedes qué piensan quedándose ahí paradas?! ¡Muevan sus traseros a la cancha!

Fue como las recibió la entrenadora Sue Sylvester al llegar a los vestidores. Todas las porristas ya se encontraban ahí, sólo faltaban ellas. No les sorprendió para nada dicho recibimiento, de hecho, se lo esperaban.

Así hicieron. Ellas debían salir antes de que los jugadores lo hicieran y dar un pequeño y ligero show antes de que comenzara el partido. Era algo ligero, puesto que lo verdaderamente importante sería en el medio tiempo.

Santana, Quinn y Brittany se posicionaron al frente y al centro de entre todas las porristas, pues así lo ordenó Sylvester.
La sonrisa de Santana se convirtió en una fingida al observar a la gente de las gradas.

Dichas gradas estaban divididas en dos: La de la izquierda era para las personas que apoyaban a McKinley. La de la derecha, para las personas que apoyaban al equipo contrario, nada más y nada menos que la escuela de Rosewood.

¿Quiénes somos? ¡McKinley! ¿A qué venimos? ¡A ganar! ¿Cómo les daremos? ¡Duro, duro, duro! ¡Duro equipo a ganar!

Y con eso, dieron entrada a los jugadores de blanco y rojo, siendo recibidos con ovaciones por parte de las personas de las gradas de la izquierda. Seguidos por los jugadores de Rosewood, que portaban un uniforme azul marino con blanco. Brittany miró a su alrededor en busca de las animadoras de Rosewood y su número, pero ellas no estaban.

— ¿Y las de Rosewood? —Le preguntó a la primera persona que encontró a su lado al girarse, o sea a Quinn, porque Santana ya no estaba cerca de ella.

—Ugh. ¿Para qué las quieres? —Preguntó Quinn de manera despectiva, no entendiendo muy bien a lo que Brittany se refería realmente.

— ¡No! ¡No las quiero! —Aclaró Brittany inmediatamente—Me refiero a su porra. ¿No prepararon una o qué?

—El equipo visitante no trae a sus porristas al juego. Sólo el equipo de la casa tiene derecho a porra aquí. —Aclaró Quinn—Aunque, no todos los jugadores se la merecen. —Agregó, con veneno.

Un débil trueno que anunciaba que no tardaría en llover resonó por toda la cancha. Casi toda la gente de ahí parecía indiferente ante esto, excepto Santana, que por más que trataba, no podía evitar estremecerse un poco ante aquel tipo de ruidos, y Brittany claro que lograba percatarse de eso, pero sentía a Santana demasiado distante desde el inicio de la porra como para ir con ella a preguntarle si estaba bien. Además, si Santana se encuentra bien o no ¿a ella qué le importaba?

El juego estaba a punto de comenzar. Ahí estaban todos los conocidos de las chicas: Puck, Sam, Mike, Finn e incluso el mismísimo Jesse St. James. Ahora se daba cuenta también de que el hermano de Santana estaba en el equipo al ver el jersey de uno de los jugadores más bajos de estatura que decía por la parte de la espalda “Diego López”.

— ¡Oh, Britt! ¡Por fin te encuentro!

Rachel había aparecido con la asiática Tina junto a ella. Se unieron a las porristas, pero no hablaban con las demás, sólo con Brittany.

— ¡Rachel! Pensé que no vendrías… ¡Tina!

Tina ni siquiera le volteó a ver. Ella tenía la vista fija en la cancha, y en el partido que estaba a punto de comenzar. Parecía muy emocionada y concentrada con lo que fuera que estuviese viendo.

—Jesse me ha dicho que jugaría hoy, y yo quería… verlo. —Explicó Rachel, en un tono de voz un poco más bajo y menos entusiasta.

— ¡Vaya! —Exclamó Brittany, completamente asombrada. Lo estaba, de hecho—Rachel Barbra Berry en una cancha de fútbol. Ahora veo por qué lloverá hoy.

Rachel le dio un codazo a su rubia amiga mientras se giraba ahora a la cancha, sin mirar nada más que la cancha. Sonreía, pero más bien parecía que veía sin ver. Ni siquiera se había percatado de que Jesse le estaba sonriendo desde en medio de la cancha, algo difícil de percatarse, pues el muchacho tenía el casco puesto, pero hasta Brittany pudo darse cuenta de eso.

Ahora, una pregunta se le había formulado en su cabeza.

— ¿No me habías dicho que Jesse era de Rosewood? —Le preguntó, confundida.

—Sí, lo era. —Afirmó Rachel, sin verla.

Brittany le frunció el entrecejo, y su amiga ni se percató. Parecía temerosa de girar la vista de donde la tenía.

— ¿Y ahora juega con McKinley? ¡Vaya! Qué cagado está eso.

Rachel ahora sí se giró hacia Brittany, con una mueca de desaprobación en su boca. Brittany calló.

—Sé lo que insinúas. —Le dijo Rachel—Pero Jesse no es ningún traidor ni nada por el estilo. —Afirmó decidida la castaña—Además, creo que eso de la rivalidad entre Rosewood y McKinley es estúpido. Las dos son muy buenas escuelas ¿por qué no simplemente llevarse normal como todas las otras escuelas lo hacen?

Brittany estaba de acuerdo con Rachel. Lo que decía era verdad: Era muy estúpido dicha rivalidad entre las dos escuelas. Incluso, estuvo a punto de apoyarla y darle la razón… pero luego, apareció cierta rubia de ojos azules y que era de la escuela contraria en su cabeza, y la idea de apoyarla desapareció casi al instante.

Pero, eso no quería decir que Rachel dejara de estar en lo cierto.

El partido comenzó.

En realidad, no era que se estuviera presenciando un juego muy normal. Todo el mundo se daba cuenta de que los jugadores de Rosewood jugaban especialmente para causarle cualquier lesión a St. James. Cada que anotaba, o cada que le lanzaban un pase, se escuchaban leves abucheos por parte de las gradas de la derecha.

Casi al terminar el primer tiempo, comenzó a llover.

Ya era de noche, y las gigantescas farolas que había alrededor de la cancha era lo único que permitía que las personas observaran el partido. Gracias a ellas, también se veía la lluvia caer.

El primer tiempo terminó con un empate. Los ya empapados y enlodados jugadores dejaron la cancha para darles oportunidad a las porristas de ocuparla. Ahora, era su turno.

— ¿Qué? ¿Ahora me saldrán con que está lloviendo? ¡Muevan esos traseros a la cancha! ¡Es para antes de que me muera! —Les gritaba la entrenadora Sylvester.

—Pues no falta mucho…—Comentó Quinn entre dientes y rodando los ojos, mientras se dirigían a la cancha.

Brittany, que iba al frente de las porristas, se giró hacia atrás para ver a la rubia, pero cuando lo hizo no la miró a ella, como tenía planeado. Miró a la morena que venía a su lado, abrazándose a sí misma y tratando de sonreír. Brittany pensó que quizá tendría frío, aunque sabía que quizá no era por eso.

Se posicionaron en medio de la cancha, siendo apoyadas por las ovaciones y aplausos de las enormes gradas de la izquierda. Las de la derecha aplaudían levemente.

— ¿Qué te sucede? —Se atrevió a preguntar Brittany por fin en voz baja, una vez que Santana tomó su lugar a un lado de ella.

Santana le dirigió una fugaz mirada, tal vez, un poco sorprendida por la pregunta, y sorprendida también de quién venía. Luego, la desvió y miró al público.

—Estoy perfectamente. —Le dijo sin desviar su mirada, y después de eso, dejó salir una sonrisa que a Brittany le pareció demasiado fingida.

—Deja de mentir.

La sonrisa fingida de Santana desapareció por un instante mientras giraba los ojos un poco hacia donde se encontraba Brittany, pero aún sin llegar a mirarla. Así como había desaparecido, volvió y giró su mirada de nuevo al público.

—No estoy mintiendo. —Le dijo sin verla, con la falsa sonrisa puesta en sus labios.

— ¡¡Britt!!

Brittany instintivamente se giró hacia donde había escuchado que la llamaban. Para su sorpresa, vio a Emily saludándola y sonriéndole desde las gradas.

Le sonrió y la saludó también. La morena se había puesto de pie para que Brittany la reconociera más rápido. Una vez que le devolvió el saludo, la morena tomó asiento de nuevo, y entonces vio algo que hizo que su estómago se revolviera y se le escapara una mueca.

Ahí estaba Hanna Marín de nuevo. ¿Es que esa chica siempre tenía que estar en donde ellas estaban? Era frustrante. Y más frustrante aún, era que su penetrante mirada azul no iba dirigida a ella… iba dirigida a la morena que tenía a un lado. ¿Por qué siempre la miraba de esa manera? Y lo peor… ¿Por qué Hanna tenía tanto efecto sobre ella? ¿Qué diantres les pasaba?

—Santana, deberíamos prepararnos. —La llamó, porque de repente le llegó la necesidad de simplemente hablarle.

—Yo ya lo estoy. —Contestó secamente.

¿Dónde estaba la Santana de en la mañana?

De pronto, todas las porristas se quedaron quietas y en sus posiciones, esperando solamente a que la pista de música comenzara.
La lluvia no cesaba, y eso era algo verdaderamente contraproducente. Lo correcto hubiera sido que, a causa de la lluvia, el show de medio tiempo hubiera quedado cancelado, pero Sue se opuso terminantemente. Y ahí estaban ahora, esperando a que todo saliera perfecto.

La música comenzó. Era el primer show de Brittany en McKinley, y aunque ya habían practicado la coreografía, y a pesar de que era una sencilla, no dejaba de estar un poco nerviosa, y Santana y el pasto húmedo, resbaloso y lodoso no le ayudaban para nada.
No era una coreografía que llevara acrobacias, sólo eran ellas dando una porra, moviendo sus pompones, sonriendo y cambiando ligeramente de lugar. No era para que alguna se equivocara, o metiera la pata. A Brittany, ahora todo parecía ir en cámara lenta. La lluvia les caía encima, pero eso no importaba… mientras no relampagueara, todo estaría bien.

Lo deseó, pero parecía que a quien fuera que estuviera controlando el clima le encantaba jugar cruelmente. Una potente luz iluminó el cielo. Después de una diferencia de menos de un segundo, un fuerte trueno resonó.
Todo fue muy rápido.

Brittany pudo observar a Santana apretando mucho los ojos, pero sin aún quitar su sonrisa. Era como si le doliera, pero quisiera ocultarlo. Luego, la vio caer al suelo, y más por instinto que nada más, se tiró al suelo de la misma manera, sólo que ella para el lado contrario, quedando exactamente de la misma forma que Santana: de lado y en el suelo.

Sabía que eso no era parte de la coreografía, y que las porristas detrás de ellas estarían muy confundidas sobre lo que acababan de hacer, pero la gente de las gradas eran ignorantes ante esto. Ellos aplaudían y vitoreaban, soplaban los silbatos que habían comprado y hacían sonar sus juguetes ruidosos.

Las demás porristas rompieron la formación meneando sus pompones y con leves porritas de apoyo, mientras los jugadores se acercaban a la cancha, aunque aún faltaban siete minutos de descanso.

— ¿Estás bien? —Le preguntó cuando ya se había levantado del suelo y ahora le tendía una mano para que la tomara y se pusiera de pie.

Santana no contestó. Ocultó su rostro y murmuró algo que para Brittany fue incomprensible. Ni siquiera tomó su mano cuando se levantó. Sólo se fue de ahí, cabizbaja.

Entonces, sus piernas comenzaron a seguirla sin su permiso, algo que comenzaba a ser una costumbre, pero Santana corría rápido, y la perdió entre la multitud. Su pecho le dolió un poco.

— ¡Britt!

Instintivamente se giró, encontrándose con una sonriente Emily debajo de una sombrilla. La morena se acercó a ella para que la sombrilla las cubriera a las dos de la lluvia.

—Hola, Em. —Saludó Brittany, con una sonrisa y observando la capa de la sombrilla que tenía encima. —Oye, aprecio lo que haces, pero no podría estar más mojada y sucia de lo que ya estoy. —Bromeó.

Emily rió, dándose cuenta de lo tonto de la situación.

—De hecho, la lluvia me vendría bien. —Agregó, señalando lo sucio y lodoso de su uniforme.

—Lo hicieron de maravilla. —La felicitó, refiriéndose a la presentación.

—No ha sido nada. Sólo ha sido una coreografía básica. —Decía Brittany, alzando un poco la cabeza, viendo en la dirección por donde había desaparecido Santana, y no prestando mucha atención a sus propias palabras.

No era que lo que estaba hablando con Emily no le interesara en lo absoluto, tampoco era porque fuera grosera, sólo que no podía dejar de buscarla.

—Igual, les salió genial.

Se giró hacia Emily, y la tomó por los hombros.

—Gracias. —Le sonrió. Alzó su mano, y con su pulgar señaló hacia atrás—Em, tengo que ir a… por… yo… humm… al baño. Luego te veo.

Se dio media vuelta y salió de ahí en dirección a donde Santana se le había perdido entre la multitud, hasta que llegó al final de las gradas y Santana no estaba. Todo ahora estaba muy oscuro, pues las gigantescas farolas sólo dirigían la luz hacia la cancha y las gradas. Todo lo demás, estaba a oscuras.

Pero, con la poca luz que llegaba hasta ahí, Brittany pudo distinguir unas huellas en el suelo. Huellas que estaban marcadas en el suelo, pues era lodo. Eran huellas de un pie pequeño, que al seguirlas, la condujeron a un lugar que ella ya conocía.

La condujeron a una bodega.



— ¿Santana? ¿Estás aquí?

Entró de manera cautelosa, preguntando eso a tientas de que quizá Santana no estaba ahí, pero un sollozo de sorpresa le avisó de que sí estaba, aunque no podía verla. El lugar estaba completamente oscuro, a excepción por los rayos de luz blancos de las farolas de la cancha que se colaban por la puerta abierta y por la única ventanilla del lugar.

Nadie le contestó.

—Sé que estás aquí. No me hagas ir a buscarte.

— ¿Brittany?

El sonido de su voz le indicaba que estaba sentada en el mismo lugar que la otra vez. También, le indicaba que no se sentía bien, y que no lo estaba. Quizá ahora, solas, no trataría de ocultarlo construyendo barreras imposibles de atravesar.

Brittany se acercó hacia Santana rápidamente, pero algo la detuvo.

— ¡No! ¡Quédate ahí! —Le ordenó, desde la oscuridad. Brittany casi pudo verla alzando una mano en señal de alto.

—Santana, sólo… sólo ha sido un ligero resbalón. A cualquiera podría pasarle. —Le dijo, ahora acercándose a ella lentamente, hasta que cuando llegó a una distancia verdaderamente más corta, se puso en cuclillas para quedar más o menos a su altura.  

Ahora, aún aunque las únicas luces que había ahí fueran muy débiles, Brittany distinguía que Santana se encontraba abrazada a sí misma. Se sentó frente a ella y la miró fijamente, aunque no tuviera una vista perfecta de ella.

Sin pensarlo, ni dudarlo, la abrazó. Ni siquiera pensó en la gran posibilidad de que Santana la apartara de ella de un empujón. Tampoco pensó en lo raro que sería, puesto que ni siquiera eran amigas. ¿Entones qué eran? No lo sabían. Lo único en lo que podía pensar, era en lo bien que se sentía cuando Santana la rodeo con sus helados brazos en respuesta. Temblaba. Sentía su respiración entrecortada, y sus pechos subir y bajar al ritmo de su respiración. Santana se aferraba a ella como si estuviera a punto de caer al vacío y Brittany fuera su único soporte, pero también, era como si intentara contenerse de hacerlo, pero no podía.

También tenía la sospecha de que todo eso no podía ser normal, de ninguna forma.

—Te pedí que no me siguieras. —Le susurró al oído. — ¿Por qué tienes que hacer lo contrario a lo que te pido?

No recordaba cuándo Santana le había pedido eso, pero no dudaba que lo había hecho. Cerró sus ojos, porque la sensación de la voz de Santana en sus oídos era algo indescriptible.

— ¿Por qué siempre tienes que ser tú la que me ve de esta forma? ¿Por qué tú, y no cualquier otra persona? ¿Por qué precisamente tú?

Tenía que alejarse de ella ahora, o cometería una estupidez. Su voz en su oreja era como una medicina que la hacía dormir. Algo así como la anestesia que les ponen a las personas que van al dentista y las hacen decir cosas estúpidas y sin sentido.

—Estoy aquí, y no pretendo dejarte sola, aunque me lo pidas una y otra vez, porque no puedo hacerlo.

— ¡Oh, Brittany…!

— ¿Santana?

Esa tercera voz le era desgraciadamente familiar. Esa tercera voz que provenía de la puerta las hizo despegarse y girarse hacia la persona que llamaba a Santana desde la puerta. Santana de inmediato se puso de pie, seguida por Brittany.

— ¿Hanna?

El tono de voz de Santana cambió drásticamente al pronunciar su nombre y al dirigirse a ella. Siempre que se trataba de Hanna, el semblante de Santana cambiaba a uno serio.

— ¿Qué haces aquí?

—Yo… te estaba buscando. Pensé que ahora necesitabas a alguien. —Sin embargo, el semblante de Hanna ahora era uno inseguro. Su mirada era triste, y se notaba como si estuviera arrepentida de algo. No se notaba segura e imponente como la primera vez que la conoció—Más bien, estaba segura de eso. —Se rectificó ella misma.

Brittany no supo si fue un movimiento involuntario, un accidente o algún tipo de coincidencia, pero la mano de Santana tocó la suya, y se quedó un rato así. No supo si Santana se había percatado de eso, pero no dijo nada.

¿Debía tomársela?

—Estoy bien. —Le dijo.

Ahora, Hanna miró fijamente a Brittany, de manera muy diferente a como miró a Santana. Era una mirada furiosa. Como si estuviera enojada con Brittany por algo que había hecho. Brittany le sostuvo la mirada, porque no sabía qué más debía hacer.

—No me equivocaba con respecto a ella ¿cierto?

—Déjala en paz.

Brittany, no supo si por la situación, o por lo que sentía en ese momento, tomó la mano de Santana. Supo que Santana se percató de ello, pues se estremeció, pero no la soltó.

Hanna también se percató, al parecer.

—No cambias ¿verdad? —Dijo, con dolor— ¿Recuerdas cuando era a mí a la que defendías así?

La voz de Hanna se quebró un poco. Parecía dolida, quizá lo estaba. Santana aflojó un poco el agarre de la mano de Brittany.

—Hanna… yo…

Hanna meneó ligeramente la cabeza en gesto de negación. Brittany, con la poca luz que había, pudo ver como la rubia de enfrente apretaba los labios y sus cejas se arqueaban en su frente. La luz comenzaba a reflejarse de manera más y más notoria en sus ojos.

—Déjalo, San. Está bien. —Dijo, con voz quebrada—Ya veo que sobro aquí. ¿Qué más da? —Decía, mientras se alejaba hacia la puerta.

Santana parecía seguirla poco a poco, así que poco a poco se alejaba de Brittany. Brittany estuvo a punto de pedirle que no lo hiciera.

—Hanny, no… ¡espera!

Hanna se detuvo en la puerta y sonrió. Brittany pudo ver que las lágrimas destellaban en su rostro. También pudo ver como esa sonrisa trataba de ser alegre, pero en realidad, era demasiado triste y afligida.

—Está bien, Sanny. ¿Olvidas que yo siempre quiero lo mejor para ti?

Y así, Hanna desapareció de la puerta. Santana soltó un sollozo y se soltó del agarre de Brittany. Se dirigió a la puerta, pero se detuvo en el umbral para mirar a Brittany.

—Por favor, perdóname.

Y Santana desapareció como Hanna lo había hecho, dejándola sola, confundida, afligida, y con la mano extendida.




:( ¡Prometo no tardaaaar!


Última edición por YoyoMay el Lun Oct 28, 2013 5:58 pm, editado 1 vez
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Mensaje por micky morales Dom Ago 25, 2013 11:38 pm

no entiendo nada, cual es el misterio entre san y hanna? pq san permite que hanna tenga ese poder en ella?
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Mensaje por Tat-Tat Lun Ago 26, 2013 1:47 am

Waaaa... no será que Hanna era de la secundaria de San y se tuvo que cambiar?
Que San se enamoro de ella y descubrió el secreto de ella y a causa de eso se alejo?
Porque Britt no recuerda nada!!! Cruda del demonio.

Espero actu pronto.
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Mensaje por Elisika-sama Lun Ago 26, 2013 10:48 am

Por fin un capítulo nuevo oo, casi me había olvidado de esta historia.
Cada vez tengo más curiosidad, que es lo que paso entre hanna y Santana? Cuando admitirán que se gustan las brittana? Emily se meterá en medio de todo el drama?

Me encanta tu fic! Espero la continuación pronto :D
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Lun Ago 26, 2013 12:16 pm

Nueva lectora!

Me leí tu fic en una mañana, esta bastante bueno, aunque no me gusta nada la relación San y Hanna.
Necesito Brittaaanaa!

En fin... espero actualices pronto! Estaré pendiente!



Besoooss!
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Mensaje por imperio0720 Mar Ago 27, 2013 1:47 am

vuelve yaaaaaaaaaaaa continúalo FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 3718790499  britt
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por Alisseth Miér Ago 28, 2013 12:00 pm

Ayy por que no se acuerda pff justo ese día tenía que emborracharse :/
Cuando admitirán q se quieren?? :(

Espero el proximo cap..
Besos
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Mensaje por Sra Snixx Rivera Jue Ago 29, 2013 7:58 pm

Pa' cuando el besito mi'ja? xD
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Mensaje por naty_LOVE_GLEE Sáb Ago 31, 2013 11:47 pm

Por Dios!!! Que cap!!!!
 
A sí que volviste con todo he?!


Me gusto mucho el cap! Todo el acercamiento Brittana estuvo increíble!!


La hermana de San, jajajjaja, poniendo nerviosa a Britt y tirando indirectas bien directas que la rubia no entendía o hacía que no entendía……………….estas chicas!!+


Porque Britt tuvo que olvidar todo! Que injusto, entiendo el cambio de San por ese “pequeño” detalle, antes de eso todo marchaba sobre ruedas! :)


Igual hasta el último momento parecía que Brittana ………….pero…………..de nuevo, porque?!:


“—Estoy aquí, y no pretendo dejarte sola, aunque me lo pidas una y otra vez, porque no puedo hacerlo. 

— ¡Oh, Brittany…! 

— ¿Santana? “

 
Porque?! Lo peor………San se fue tras Hanna!! :(


Pobre Britt………………En serio no me gusta para nada lo que Hanna genera en Santana! Eso no puede ser……………………….eso sólo puede ser costumbre o algo que sólo tendría que sentir por Britt!!
Ahora está la espera de saber como sigue todo!!!!


San vuelve con Hanna?! Por Dios!! Hasta sólo preguntarlo no me gusta……………
San se da cuenta que su corazón ya es de Britt y que Hanna sólo es costumbre y recuerdo?! Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!!!............Ok! No aquí la escritura sos vos……….


Pero esto me gustaría!!!! Y si fuera por medio de celos en que descubre esto!! Aún halla vuelto con Hanna hasta entonces! Y si fuera Emily la fuente de sus celos por Britt………….


Porque he leído, y no pasa desapercibido, la buena onda que le tira Emily a Britt! Pero el corazón de Britt ya está ocupado!! Aunque ella no lo sepa :)


Al parecer ya se irá dado cuenta?! Con todo esto melancólico y, que repito, no me gusta, de Hanntana?!


Ok! Tal vez muchas preguntas………”no controlo mis manos sobre el teclado” A si que no me hago cargo! Jajajjajja :p


Porfa no tardes con la actu!! Esta historia me encanta!!! Y sobretodo ahora que al parecer todos sacarán los trapitos al Sol y que el orden se haga cargo no?!


Yo entiendo todo eso de los tiempos………….no he podido entrar seguido al foro :(……..menos responder comentarios y minimo leer algún cap! :(…………………..


Espero…………Aquí la loca, cursi, exagerada etc, lectora fiel en espera!!



Saludos!! Nat!
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Mensaje por brittana-bitches!!! Dom Sep 08, 2013 7:13 pm

Mil veces Mckinley por muchooo jajajaj cuando santana se decidira :) hay rubias mejores en Mckinley jajaj espero pronto tu actualizacion :D
brittana-bitches!!!
brittana-bitches!!!
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XII: Quinntana.

Mensaje por YoyoMay Dom Sep 22, 2013 3:40 am

¡Hoooooooooooooola! Pues soy yo, lo sieeento por tardar tanto :( estar resfriada en estos días es horrible. PERO YA ES OTOÑO :D ¿Alguien más que ame el otoño como yo? ¿Están emocionadas? ¡Sólo faltan CUATRO DÍAS para GLEE! Me mueeeeero. Oigan, me quiero disculpar por no contestar comentarios, pero son las dos de la mañana, mi nariz está llena de mocos y mis ojos se sienten muy pesados. Ya les actualizo :D




12.
Quinntana.



Lunes, primero de octubre en Lima Ohio. Eran las ocho con diez de una mañana muy húmeda y fresca, cuando Brittany escuchó el sonido del claxon del auto de Rachel desde fuera de su casa.

—Wow.

Fue lo primero que escapó de su boca al ver el aspecto de la castaña. Rachel lucía unas ojeras terribles. Su peinado era totalmente lo contrario a la perfectamente cepillada cabellera que siempre acostumbraba lucir. Sin mencionar sus ropas, que tal parecía que a la castaña ni le dio tiempo de escoger un outfit más lindo… o limpio.

—Cállate, por favor.

— ¿Qué diablos te pasa hoy? O… ¿Quién eres?

—Tu mejor amiga, la que te golpeará si no dejas de preguntar y te subes al auto ya.

Brittany hizo lo dicho automáticamente, aunque un poco asustada.

—Alguien está de mal humor hoy. ¿Dormiste, al menos?

—Tres horas.

— ¿Qué te sucedió?

—Jesse no saldrá del hospital hasta dentro de dos semanas.

Brittany hizo una mueca de dolor y asombro a la misma vez. Supo que Rachel se había pasado la noche en el hospital.

— ¿Tan mal está?

Rachel encendió el auto y comenzó a conducir hasta McKinley, así que su mirada ausente estaba clavada al frente.

— ¿Bromeas? Le rompieron una pierna, y varios dedos. Será una suerte si puede volver a jugar algún día. Y todavía así, hay
algunos y algunas idiotas que se atreven a culparlo de que hayan perdido el partido.

— ¿Perdieron?  ¿Contra Rosewood? —Brittany no pudo evitar sonar alarmada ante la noticia.

—Sí. No me sorprendería para nada que los ánimos en la escuela estén por los suelos.

¡Vaya! Eso de verdad era una lástima. Más por el hecho de que Brittany tenía la sensación de que el equipo de fútbol no era el único que había perdido contra Rosewood la noche del sábado.

Rosewood -2. McKinley -0.

—Eso es terrible.

— ¿Dónde te metiste, por cierto? Después del medio tiempo, fue como si te hubiera tragado la tierra… o el lodo.

Odió el momento en el que Rachel le hizo esa pregunta, haciéndola recordar en donde se había metido, y con quien se había topado. Un nudo en el estómago apareció, y se exprimió el cerebro tratando de inventar alguna excusa convincente.

—Me sentí mal, y me fui a mi casa.

Aunque si lo pensabas bien, eso no era del todo una mentira.

— ¿Por qué no me buscaste? Yo te hubiera llevado a tu casa.

—Fue una tontería. Además, ¿crees que sería yo la que arruinaría tu primera ida a un partido de fútbol? Na-ah. No podría cargar con esa culpa.

—Bueno, pues quien la arruinó no fuiste tú, créeme.

Tal y como Rachel había predicho, los ánimos de toda la escuela estaban por los suelos. Era como si toda la escuela estuviera de luto. Un luto de verdad. Era como caminar entre zombies, y Brittany no podía creer lo tanto que un simple partido de fútbol influía en casi toda la escuela. Sólo unas cuantas personas parecían no saber que McKinley había perdido contra Rosewood, y si sabían, pues entonces lo más seguro era que no les importaba, y la mayoría de esas personas eran amigos de Rachel.

—No entiendo por qué toda la gente le toma tanta importancia. —Comentó Kurt, un poco harto de la situación—Sólo es un tonto partido de fútbol.

La mañana había transcurrido, y ahora Brittany se encontraba sentada en la mesa de la cafetería donde se sentaba Rachel con sus amigos. Ahora decidió alejarse de las porristas un poco. Más bien, no tenía ganas de sentarse con ellas ahora. Además, los amigos de Rachel eran agradables, aunque sus pláticas no eran para nada parecidas con las de las porristas.

Ellos no hablaban de fiestas, ellos hablaban de musicales. A ellos no les interesaba para nada lo que la gente pensara de ellos, y tal vez por eso le caían tan bien. Además, Kurt era verdaderamente hilarante.

No era que las porristas no le agradaran. Sólo era que ahora no tenía muchas ganas de verlas, eso era todo.

—Creo que no entiendes la gravedad del asunto, Kurt. —Comentó Artie, el chico de la silla de ruedas y de lentes.

—Ah, sí. Supongo que el hecho de que sea gay no me permite apreciar el punto de correr y ser golpeado brutalmente sólo para atrapar un balón con forma de huevo.

—A mí tampoco me importa. —Comentó una chica morena con voz potente desde el otro lado de la mesa—Creo que el punto fuerte aquí, es que fue contra Rosewood. Creo que hasta los profesores tienen algún enemigo ahí. ¿No te has dado cuenta de cómo se asesinan con la mirada la entrenadora Sylvester con Roz Washington? Sin mencionar la paliza que le dieron al pobre chico St. James.

¡Vaya! Al parecer, la rivalidad no era sólo entre las porristas. También había entre maestros.

— ¿Podríamos dejar de hablar de esto, por favor? —Pidió Rachel, un poco fastidiada.

— ¿Cómo está él, por cierto? —Preguntó la misma morena, ahora un poco preocupada.

—Al parecer, eres a la única que le interesa, Mercedes. —Comentó Rachel, un poco fastidiada.

—Sí que le dieron duro…

—Él podría estar mejor, obviamente.

La mesa quedó en silencio. Al parecer, nadie tenía muchas ganas de hablar, o simplemente no había nada sobre qué hablar, hasta que Tina rompió el silencio después. No era un silencio incómodo, sólo era eso, un silencio. En realidad, la facilidad con la que ellos la habían aceptado le sorprendía mucho.

— ¿Nueva integrante? —Preguntó Tina, alzando la mirada a un lugar detrás de Brittany.

—Esa chica es nueva en la escuela ¿no? —Preguntó Artie, frunciendo el ceño en señal de que se esforzaba por ver a lo lejos a la chica a la que se refería Tina, y que observaba la pizarra donde podías anotarte para diferentes clubs.

—Y está viendo la pizarra. —Comentó Mercedes—Nuestra pizarra.

—Marley Rose. —Comentó Rachel, cuando ella ya había visto a la muchacha a lo lejos y ya se había girado de nuevo hacia su plato—Sí, Artie, ella es nueva en la escuela. Su madre trabaja en la cafetería.

— ¿Es hija de la señora Rose? —Preguntó Mercedes, asombrada.

—Creo que sí. Es de primer curso, así que es obvio que no conoce a nadie aquí.

— ¿Crees que se unirá al glee club? —Preguntó Artie, y todos en la mesa pudieron notar que se notaba esperanzado.

—No lo sé.

— ¿Qué es el glee club?

Todos, a excepción de Rachel miraron a Brittany como un completo bicho raro. Brittany de pronto se arrepintió de preguntar.

— ¿No la has invitado a unirse al glee club, Rachel? —Kurt casi pudo oírse ofendido.

Rachel abrió mucho los ojos, como si se acabara de percatarse de algo completamente obvio.

— ¡Cierto! —Exclamó—Se me pasó por completo invitarte. El glee club es un club al que todos en esta mesa formamos parte. Si quieres, podrías unírtenos, Britt.

Brittany se vio en un embrollo. No sabía qué rayos era el glee club. ¿Qué tal si era uno de esos clubs donde se la pasaban haciendo tareas y resolviendo problemas que ella no entendía? ¿Cómo se llamaba? Un club de estudio.

Iba a decir que no, pero todos ahí parecían ser tan amigables. Todos parecían llevarse bien. Además, estaba Rachel.

— ¿Dónde me apunto?

—En esa pizarra. —Contestó Artie muy contento, apuntando hacia donde todos veían.

Entonces Brittany se giró para observar ahora. A lo lejos, en medio del pasillo que daba a las aulas principales, había una castaña de cabellera larga y de una estatura algo baja, observando atentamente la pizarra a la que seguramente se refería Artie. Pero ahora no se encontraba sola. Ahora, había más chicos que veían en la misma dirección, y parecían muy entretenidos con lo que veían. Menos la castaña. Ella, más bien, parecía algo confundida y sorprendida.

No se lo pensó mucho ahora, y se dirigió hasta ahí. Tuvo que abrirse paso entre la multitud de muchachos que rápidamente se formó para poder dar de frente con la pizarra y quedar a lado de la castaña que le parecía sumamente familiar. La castaña le correspondió la mirada, y entonces se dio cuenta de lo azules que eran sus ojos, y que le eran más familiares aún. Brittany entonces estuvo segura de que ya la había visto, pero no recordaba muy bien en donde. También, por la mirada que la castaña tenía, se daba cuenta de que estaba teniendo un debate mental, aunque también, parecía ilusionada y esperanzada.

— ¿Piensas unirte? —Le preguntó. Más para hablarle que para otra cosa.

La castaña se giró hacia ella y la miró profundamente. Frunció el ceño y una tímida sonrisa apareció en su rostro. La miró por más tiempo de lo normal, y Brittany pudo darse cuenta de eso.

— ¿A qué? ¿Al club glee? —Preguntó tímidamente. Brittany asintió, tratando de sonreír—Oh, no. No lo creo.

—Los de aquella mesa—Brittany señaló la mesa de la cafetería de la que se acababa de parar— y yo, te hemos observado admirar esa hoja por más de seis minutos. Yo creo que sí quieres.

— ¿El club glee no es para gente que sabe cantar, o tiene algún talento artístico? —Preguntó la castaña, confundida e intrigada.

—Oh, no lo sé. —Confesó Brittany—Yo en realidad, pensaba que era un grupo de estudio o algo por el estilo.

—Oh. —Suspiró la chica— ¿Y sólo viniste a preguntarme si iba a anotarme?

—En realidad no. Yo venía a anotarme, de hecho.

La castaña frunció el ceño en señal de confusión, y ladeó un poco su cabeza. A Brittany le pareció que estaba viendo a un confundido cachorro golden retriver café.

— ¿Cantas?

A Brittany, esta pregunta la sorprendió un poco. Lo meditó bien, y contestó.

—Sí, pero no lo hago muy bien. Yo estoy segura de que lo mío es el baile.  

La castaña desvió su mirada con una mueca. Brittany supo en ese momento que la chica no volvería a hablar si ella no hacía una pregunta.

— ¿Y tú sólo venías a observar la pizarra por seis minutos para luego no hacer nada? —Preguntó, divertida.

—Al principio, sí. —Admitió la chica, con una risita que pudo haberse hecho pasar por un suspiro—Pero yo no estaba observando eso cuando llegaste.

Ahora, se giró hacia la pizarra con las listas en donde te apuntabas para los clubs, sí, pero era la pizarra principal de la escuela, y era enorme. Lo hizo con el propósito de apuntarse, pero eso pasó a segundo planto cuando se dio cuenta de lo que había ahí además de las listas para inscribirse a clubes, que habían pasado a un segundo plano para todos.

Y de repente, también para ella.



— ¡Quinn! —Exclamó Finn, completamente indignado.

— ¡Santana! —Bramó Puck tras él.

Las dos chicas interrumpieron su animada conversación ante la pronunciación de sus nombres y se giraron rápidamente hacia los chicos que se encontraban de pie frente a ellas, completamente extrañadas.

— ¿Qué les sucede? —Preguntó Quinn, quién aún no dejaba la lima con la que antes se estaba limando las uñas.

— ¿Tienes idea de lo que toda la escuela está diciendo? ¿Es cierto? —Le preguntó Finn a Quinn.

— ¿Lo es, Santana? —Preguntó Puck.

Santana y Quinn intercambiaron las mismas miradas confundidas e intrigadas. ¿De qué diablos estaban hablando esos chicos? ¿Qué demonios les había picado para que actuaran así?

— ¿De qué rayos están hablando? —Preguntó Santana, harta de no saber nada.

—Chicas, tienen que venir a ver esto. —Comentó Sugar, que recién había llegado al lugar sólo para pedirles aquello.

Santana y Quinn se miraron confundidas, como preguntándose la una a la otra si debían seguir a Sugar. Una vez que se asintieron la cabeza en gesto de aprobación, decidieron seguir a la diminuta morena hasta el pasillo principal de la escuela. Desde el umbral de la cafetería pudieron darse cuenta de que aquel pasillo estaba repleto de gente, y todos veían hacia la enorme pizarra principal. Unos tenían un aspecto de completo asombro, cómo si en aquel mural estuviera escrito el mismísimo código da vinci. Santana y Quinn sólo querían saber qué diablos pasaba, así que se abrieron paso entre la multitud hasta llegar al frente y tener la mejor vista de todas. Ni siquiera se percataron de las miradas que todos los muchachos y muchachas les lanzaban.

Y entonces lo vieron.

No eran ni uno, ni dos, ni tres, ni seis volantes, eran demasiados. Y no eran cualquier tipo de volantes. No eran de un tamaño normal, eran más grandes. Eran, más bien, cartelones. Cada cartelón blanco tenía como mínimo cincuenta fotos. Todas esas fotos eran de Santana y Quinn. No podían recordar cuando rayos les habían tomado esas fotos. Ni siquiera sabían cómo lo habían hecho.

¿De qué demonios se trataba todo eso?

Sin dudárselo ni un segundo, Santana arrancó uno de los tantos cartelones del mural y comenzó a caminar fuera del círculo, junto con Quinn. Tenía que ver eso detenidamente. Toda la multitud se abría paso ante ellas, expectantes. Era como si supieran que tenían en medio una bomba que estaba a punto de explotar.

— ¿Qué rayos…?

Eran fotos de ella y Quinn. Sólo ellas. Fotos de ellas en el pasillo de la escuela, fotos de ellas en clases, fotos de ellas en la cafetería, fotos de ellas bajando del auto de Quinn, fotos de ellas subiendo en el auto de Quinn, fotos de ellas abrazadas, fotos de ellas dándose besos en las mejillas, fotos de ellas en la fiesta de Mike, en la fiesta de Sugar, en otras fiestas, con las porristas, en ensayos… ¡diablos! ¡fotos de ellas entrando a casa de Santana!

— ¡¿Cómo rayos han sacado todas estas fotos?! —Preguntó Santana, sin dejar de ver el cartelón.

— ¡Recuerdo este día! —Comentó Quinn, llevándose una mano a la boca y señalando una foto con la otra— ¡Dios! Fue cuando te dije que no me fruncieras el ceño. ¿Lo recuerdas?

—De tantas veces que me lo reprochas ¿crees que recordaría alguna vez en específico?

— ¿En serio me acerqué así a tu cara? —Preguntó Quinn, casi espantada— ¡Dios! ¡Se ve como si estuviera a punto de…!

— ¡Esta foto es de la fiesta en casa de Sugar! —Exclamó Santana, señalando una de las tantas fotos—Ni siquiera recuerdo cuando nos tomaron tantas fotos.

— Oh, dios. ¡Tenemos nuestros propios paparazzis!

Pero los cartelones no eran sólo fotos. Había unas cuantas palabras escritas en ellos, alrededor de todas las imágenes de las chicas, que decían:

Quinn + Santana = ¡Quinntana!

¿Jugando para el otro equipo?

Entonces las dos chicas intercambiaron miradas aterradas. Sabían lo que aquellos carteles insinuaban. Ahora sabían porqué Finn y Puck estaban tan alterados, y ahora sabían la razón de que toda esa multitud estuviera ahí.

Ahora era cuando se daban cuenta de lo obvias que se veían. Se daban cuenta de que fácilmente, cualquiera podía malinterpretar todas esas fotos. Pero eso simplemente era muy estúpido. ¿Qué acaso no tenían más que claro que ella y Quinn sólo eran las mejores amigas de la historia en la faz de la tierra? ¿No podían ser las mejores amigas y actuar como siempre lo habían hecho sin que los demás pensaran que eran… diferentes? Además, Quinn tenía a Finn. Santana estaba al tanto de que todos sabían de su relación sin compromisos con Puck. No entendía entonces por qué la gente se empeñaba en tacharla de ser… eso.

Ellos no podían saber nada de ella ¿o sí? ¿lo sabían?

— ¿Y bien, Quinn? —Preguntó Finn, de brazos cruzados y con la mirada fija en su novia.

— ¿Santana? —La llamó Puck, casi de la misma manera.

Santana y Quinn se miraron. Simplemente estaban estupefactas. ¿Qué demonios pensaba la gente?

—No voy a discutir esto contigo ahora, Finn. —Dijo Quinn, completamente indignada y ofendida. —No puedo creer lo idiota que eres.

Sin decir más, Quinn se marchó de ahí meneando su cabeza de manera exagerada, dando a notar que estaba hecha una rabieta. Finn la siguió, y en su rostro Santana pudo notar una gran confusión.

Al dejar de observar aquella escena, se encontró con un Puck cruzado de brazos y observándola, en espera de una respuesta. Santana frunció el ceño y torció un poco su cabeza.

La gente se iba dispersando poco a poco. Quizá la escena ya no les parecía tan interesante y dramática ahora que una pareja ya se había ido, pero no toda la gente se había ido aún. Algunos curiosos se quedaban a los alrededores, sólo para escuchar.

— ¿Tú qué? —Le preguntó al chico.

— ¿Acaso no piensas explicarme?

Santana frunció aún más el ceño.

—Que yo sepa, no tengo que darte explicaciones de nada, Puck. —Dijo Santana, firme y tajantemente—A nadie le he tenido que dar explicaciones de algo, ni me apetece hacerlo nunca. Además, no te importa.

Santana se dispuso a irse, porque la verdad era que la situación le comenzaba a incomodar, pero no pudo porque cuando se dio media vuelta, Puck la tomó firmemente de su brazo, haciéndola detenerse y girarse hacia él de nuevo.

Ahora el chico acercó su rostro a ella, para que nadie pudiera escuchar lo que ahora le diría.

—Claro que no tienes que darme explicaciones. Pero ahora no te lo estoy preguntando cómo alguien con quien sales, ahora te lo pregunto cómo tu amigo de siempre…

Puck calló un segundo, como si estuviera buscando las palabras exactas y correctas para decir lo que iba a decir. Santana sólo se quedó ahí, esperando a que Puck dijera lo que tenía que decirle.

—Santana, ¿eres lesbiana? —Le preguntó en un susurro.

Sintió su estómago removerse de manera exagerada dentro de ella. Su boca por un momento se secó y su mente divagó por muchos rincones de sus propios recuerdos. De repente, sintió su pecho vacío y sus labios temblaron. No entendía cómo había llegado hasta aquella situación, pero necesitaba salir de ahí.

—Piensa en todas las veces que nos hemos acostado y pregúntate: ¿en serio parezco lesbiana?

Puck se alejó de ella para ver su rostro y sonreírle. Santana esbozó una sonrisa también.

—Me queda claro que no.

Santana se acercó a él de manera peligrosa. No estaba muy segura de lo que estaba por hacer, pero era lo más fácil y sencillo. Eso siempre era la respuesta a todo. Se alzó de puntas para alcanzar su oído cerca de su boca y le susurró:

—Podría llegar un poco tarde a mi práctica hoy, para que te quede más claro. ¿Gustas?



— ¡Santana no me contesta las llamadas! —Exclamó Quinn, enfurecida y arrojando el celular hacia su bolso de animadora que se encontraba sobre las gradas.

—La vi irse con Puck después del almuerzo. —Informó Sugar, de manera muy casual y divertida—No creo que te las conteste por otras dos horas.

—Sylvester la va a matar cuando llegue. —Comentó Kitty.

—Creo que alguien está celosa. —Sugar canturreó en broma.

Quinn le dedicó una mirada que decía “te voy a matar lenta y dolorosamente si sigues haciendo comentarios tan estúpidos”. Kitty comenzó a reír junto con Sugar

Antes de cualquier otra cosa, Santana apareció en la cancha. Quinn ni siquiera esperó a que la morena llegara hasta ellas para confrontarla.

— ¡Hasta que llegas! —Le gritó, enfadada.

A Santana, aquel grito la tomó completamente por sorpresa. Dio un pequeño saltito antes de levantar la mirada del suelo y mirar confundida a su mejor amiga, que ahora estaba completamente enfurecida, y Santana no sabía por qué.

Entonces el ambiente cambió drásticamente. Sugar dejó de juguetear y bromear y Kitty dejó de reír. Brittany sólo estaba ahí, observando, porque de verdad que no tenía ganas de hablar.

— ¿Quinn?

— ¡¿Dónde estabas?! —Preguntó la rubia, con la mirada fija en ella y con los brazos en cada lado de la cintura. Cabe destacar que también movía uno de sus pies de arriba abajo.

—Estaba en… salí.

—Ugh. Santana, eres imposible. ¡¿Sabes cuánto llevamos esperándote?!

Santana parpadeó varias veces porque no se esperaba eso de su mejor amiga. Santana sabía que estaba enfurecida, pero no sabía por qué. Quinn nunca se había portado de esa manera… o bueno, sí, pero, hacía demasiado tiempo que no la veía tan... molesta.

—Sí, pero ya llegué, Quinn. Cálmate. —Santana se acercó a su amiga para poder poner una de sus manos en su hombro, pero Quinn se alejó.

—Sí, después de una hora. ¡¿Qué sucede contigo?!

Santana la miró perpleja. Quinn no parecía tener control sobre lo que decía, lo que era peligroso, porque Santana tampoco.

— ¡¿Conmigo?! ¡Qué sucede contigo, Quinn! —Explotó la morena.

Sugar y Kitty se miraron aterradas. Era de las pocas veces que habían visto a Santana y a Quinn tan alteradas, y era la única vez que las veían alteradas una con la otra. Brittany no podía creer lo que ahora veía.

Santana y Quinn se iban acercando más y más una con la otra, y a esa distancia, sólo podían suceder dos cosas:

O se iba a iniciar la pelea del siglo, o se iban a besar.

Las tres chicas que las rodeaban se iban acercando más hacia ellas también. No por curiosidad. Jamás lo admitirían, y jamás pensaron que lo harían por esa razón, pero lo hacían por seguridad.

El semblante de Quinn de pronto cambió. No era sereno, pero era más calmado a comparación de cómo estaba antes. Santana calló. Se miraron fijamente el tiempo que a Brittany le parecieron horas. Casi podía ver la llamarada de tensión que salía de ellas. Se sentía horrible verlas.

Entonces Brittany supo el por qué los rumores, o el simple hecho de que se iniciara todo aquello de la mañana. Supo que Santana y Quinn tenían algo tan fuerte, que podía malinterpretarse fácilmente. Era algo que las personas de pensamientos comunes no entenderían. Era algo especial.

—Nada. —Dijo Quinn, finalmente—Yo me voy.

Quinn tomó sus cosas de arriba de las gradas y se dispuso a irse de ahí.

— ¡Pues yo me voy también! —Anunció Santana, e hizo lo mismo que Quinn.

Las dos se marcharon de ahí, pero por caminos contrarios: Quinn hacia la derecha, Santana hacia la izquierda.
Las porristas, incluidas entre ellas Sugar, Kitty, y, por supuesto Brittany se miraron anonadadas.

— ¿Alguien sabe qué demonios fue eso? —Preguntó Elaine, una de las porristas que había presenciado todo.  

Brittany le agradeció internamente por hacer esa pregunta, pues ella se preguntaba lo mismo, pero jamás se animaría a preguntarlo.

—Supongo que estarían de mal humor. —Afirmó Sugar, encogiéndose de hombros—Y no me sorprende. ¿Cómo te encontrarías tú si de un día para otro te tachan de lesbiana junto a tu mejor amiga?

—No creo que duren mucho enojadas. —Dijo Kitty, a lado de Sugar.

— ¿No las viste? Casi se golpean. —La contradijo otra porrista.

—Sí, quizá se terminen golpeando. —Admitió Kitty—Pero eso no quita que no duren mucho enojadas.

Las porristas se quedaron solas en la cancha, pues su entrenadora no apareció por ninguna parte en todo lo que restó de la tarde.
Por supuesto que se molestaron, pero no tuvieron más que marcharse a sus casas respectivamente. La entrenadora tendría sus razones para faltar, y ellas no le iban a  preguntar.

Definitivamente, ese día había sido uno de los más revueltos y raros que Brittany había tenido.




Martes 2 de Octubre.

Clase con Pillsbury.

Brittany se encontraba sola en su silla de siempre. Santana aún no aparecía. No le extrañó, pues ahora era consciente de la costumbre de Santana a llegar tarde casi a cualquier parte. Era una de las cosas que más detestaba de esa chica, que parecía no darle importancia a nada que le hiciera bien.

Siete minutos después de que la clase comenzó, Santana llegó. Pillsbury le dedicó una de sus ya tradicionales gestos de desaprobación antes de que Santana pasara a sentarse a lado de Brittany.

—Llegas tarde. —Le dijo, más para hablar con ella que por otra cosa.

Santana no contestó, lo que a Brittany le extrañó, pues ya esperaba una despectiva y grosera respuesta por parte de Santana. Entonces, se giró para verla y entonces lo notó:

Santana apretaba las correas de su bolso entre sus puños fuertemente. Su mirada iba hacia sus puños y sus grandes y carnosos labios estaban apretados, y Brittany también notó que Santana trataba de ocultar su rostro girándolo hacia el lado contrario a ella.

Brittany por instinto, acercaba su rostro para poder verla mejor. Santana se alejaba más y más respectivamente a Brittany.

La rubia, sintiendo que no tenía más remedio, envolvió uno de los puños apretados de Santana entre una la palma de una de sus manos.

—Oye ¿estás bien? —Le preguntó en un susurro.

—Sí, gracias.

—No te creo.

Santana se giró hacia la rubia y le sostuvo la mirada. Brittany pudo jurar que el estómago le dio cinco vueltas.

—Pues lo estoy. ¿Qué quieres que te diga?

—Bueno, podrías empezar por contarme qué les pasó a ti y a Quinn ayer.

La latina desvió su mirada hacia sus puños, pero a Brittany le pareció que en realidad a Santana le llamaba la atención la manera en la que sus manos podían envolver tan fácilmente las de ella.

—Yo… ¿Por qué crees que te lo contaría a ti? Me refiero a que… no te importa.

—Porque soy tu única opción ahora ¿o me equivoco?

Santana se mordió el labio, señal que le dio entender a Brittany que lo estaba pensando.

Brittany soltó los puños de Santana y se acomodó de nuevo en su asiento.

—Está bien, no me lo cuentes. Tienes razón, no me importa. —Dijo, como si no le tomara importancia.

—Quinn a veces puede ser tan tonta e impulsiva que a veces ni siquiera me dan ganas de estar con ella. —Soltó Santana, como si no tuviera más remedio.

—Eso suena a algo que alguien diría sobre ti.

Santana la reprendió con la mirada. Brittany se encogió de hombros.

—No estamos hablando de mí.

—A veces necesitas verte a ti misma, pero desde otro punto de vista. Ya sabes, para entender la actitud que las personas tienen contigo.

Santana calló. Brittany tuvo la impresión de que Santana estaba pensando. No la veía a ella. Ella veía hacia sus puños que no dejaban de moverse.

—Brittany, tú…

— ¡López! ¡Pierce! ¡Fuera!

Santana y Brittany estaban igual de anonadadas. No entendían el porqué de Pillsbury echándolas de la clase.

Las dos se miraron, como pidiéndose una explicación, pero ninguna la tenía, y por la cara que tenía Pillsbury, discutir con ella sería un caso perdido.

Salieron por la puerta bajo la mirada de Pillsbury y sus demás compañeros de clase, que tenían la misma expresión que ellas mismas tuvieron antes de levantarse de la mesa e irse.

— ¿Por qué crees que haya sido eso? —Preguntó Brittany a Santana, una vez que salieron del aula.

—Probablemente sea porque Emma Pillsbury me odia con todo su ser.

Santana lo dijo de una manera tan casual que a Brittany lo único que le provocó fue que soltara una tímida risita. La latina se dio cuenta, lo que provocó que ella también riera de la misma manera.

Esas risas tímidas se convirtieron en unas más fuertes, hasta que terminaron viéndose a los ojos. Eso hizo que dejaran de reír, pero no de sonreír.

—Yo no creo que la profesora Emma te odie. —Le dijo Brittany, con una sonrisa.

— ¿Por qué no? Quiero decir, toda la gente en esta escuela lo hace.

La sonrisa de Santana se desvaneció al terminar esa oración, al mismo tiempo que se recargaba en el muro fuera a un lado de la puerta y se deslizaba hacia abajo lentamente hasta quedar cruzada de piernas en el suelo.

—Hasta tú. —Sentenció, finalmente.

A Brittany, esa última afirmación la dejó helada. Se sintió terrible. Casi en acto reflejo, la rubia se colocó en la misma posición que Santana, sólo que ella se puso enfrente de la morena.

—Yo… yo no te odio.

Santana levantó la mirada y Brittany pudo adivinar un asombro repentino en sus ojos marrones. Le dio la impresión de que Santana se había sumido en sus propios pensamientos, que ni siquiera se había dado cuenta de cuando Brittany se sentó frente a ella.

— ¿En serio?

—En serio.

Santana se mordió el labio.

—Bueno, da igual. Ahora, hasta mi mejor amiga me odia. Tengo una habilidad especial para hacer que hasta las personas que más me quieren, terminen dejándome de hablar. —Dijo Santana, con amargura.

—Lo dices como si ya te hubiera pasado antes.

Santana bajó su mirada con tristeza, y Brittany juró que hubiera dado lo que fuera sólo por no volver a ver ese tipo de mirada en sus ojos nunca más.

—Quizá lo digo porque ya me pasó.

—Lo dices por… ¿Hanna?

La reacción de Santana al escuchar esa pregunta sólo hizo que Brittany se arrepintiera de hacerla, aunque la rubia tuvo la sospecha de que no importaba la reacción de Santana, igual se arrepentiría.

La latina la miró a los ojos y su semblante palideció un poco. De estar cruzada de piernas en el suelo pasó a estar abrazada de piernas.

Brittany bajó la mirada.

—No-no tienes qué contarme sobre nada que no quieras. —Agregó la rubia rápidamente—No sé por qué he preguntado eso.

— ¿Lo…? ¿Lo has preguntado por algo en específico?

Sí.

—No.

Santana sonrió levemente, pero Brittany supo que Santana en realidad no estaba feliz.

—Es sólo que, a veces parece que te doliera mucho hablar con ella.

Ahora, Santana suspiró y bajó su mirada. La falsa sonrisa que había en el rostro de Santana desapareció. ¿Tan mal estaba?

—Hay que dejar de hablar de eso. —Pidió Santana, con una triste mirada en el suelo.

— ¿Lo ves? ¿Por qué no quieres hablar de ella?

—Porque no.

—Vamos, Santana. —Insistió Brittany. De pronto, ella misma se encontró muy desesperada por saber—No debe ser tan malo.
La latina la miró con incredulidad. En su rostro, casi se podía adivinar la molestia.

— ¿Tú qué sabes, Brittany? —Preguntó, indignada.

—Pues nada, por eso te pregunto.

—Bueno, y así se va a quedar.

— ¡Ay! ¡Ni que fuera la gran cosa! —Explotó Brittany.

Santana se puso de pie, muy enojada. Brittany hizo lo mismo como reacción en cadena.

— ¡Ya deja de hablarme! ¡Cada que hablas lo arruinas todo!

Brittany dio un ligero paso hacia ella para acortar la distancia. No supo por qué hizo eso. Ella decidió ponerle un parche a esa incógnita diciéndose que era porque estaba muy enfadada con ella por gritarle.

Se dio cuenta de que el ceño de Santana estaba fruncido, en señal el obvio hecho de que estaba enfadada. A pesar de todo lo que sentía, no pudo evitar pensar que le parecía algo muy lindo en ella.

— ¿Y qué es exactamente lo que arruino, Santana? Claro, ¡si se puede saber!

—Tú lo arruinas todo, Brittany. Lo peor, es que ni siquiera sabes lo que haces.

— ¡Ugh! Santana, ¡eres imposible! —Le gritó, cerca a su rostro.

— ¡Tú también lo eres! —Replicó Santana.

— ¡Pues no me importa! —Gritó Brittany de nuevo, pero ahora se giró para darle la espalda— ¿Lo sabes? ¡No me importa nada de lo que hagas! Es tu vida. ¡Al diablo!

—Ok. Ahora, gírate y dímelo a la cara.

Brittany, tentada por la tensión del momento y el deseo de no dejarse intimidar, se giró hacia ella.

Grave error.

No pensó en lo cerca que estaría de Santana si lo hacía.

Su mirada viajó hasta sus gruesos y rosados labios, que ahora se encontraban entreabiertos y aspirando ruidosamente el aire. Sus labios se veían ansiosos e incitantes. De pronto, los pensamientos coherentes se desvanecieron.

—Britt… ¿Brittany?

Ahí estaban ellas, en medio de uno de los pasillos más concurridos de la escuela, a esa distancia. Las dos estaban al tanto de que en cualquier momento alguien podría aparecer y encontrarlas… así. Eso sería difícil de explicar. Pero, apartarse de ella era, honestamente, lo último que podrías encontrar en los pensamientos de una rubia cegada instantáneamente por unos impulsos completamente desconocidos. Ella quería seguir y ver hasta dónde podría llegar. En ese momento fue cuando confirmó que había algo en Santana que la invitaba e incitaba a quedarse en ella por toda la eternidad. Era algo diferente, desconocido e incontrolable.

¿Por qué estaba haciendo todo eso? ¿Por qué no simplemente irse de ahí y ya? ¿Por qué todo eso se sentía tan diferente? ¿Cómo podría explicar todo lo que hacía?

¿Cómo podría llamarle a todo lo que ahora sentía?

—Brittany…

La forma en la que Santana pronunciaba su nombre sólo podía invitarla a acercarse, aunque quizá Santana lo decía para que, de alguna manera, se alejara.

Lo que ella no sabía, era que esa acción tenía exactamente el efecto contrario.

Se acercó, se acercó, se acercó…

—B-basta.

Y a petición de Santana, y en contra de todos sus impulsos, ella se detuvo.

Se dio cuenta, cuando se alejó lo suficiente para verle los ojos, de la confusión que había en ellos. Se daba cuenta de que ella no era la única que tenía un millón de preguntas en su cabeza. Se dio cuenta de que no era la única confundida; también lo estaba ella.

—San… Santana.

Santana se incorporó de una manera en la que pareció haber salido de un trance. Se acomodó las correas de su bolso en el hombro y bajó la mirada hacia el suelo.

—Yo… Me voy.

Detenerla no sería algo muy prudente, así que la dejó ir. Con sus confusiones, enigmas, preguntas, y con unas ganas contenidas de no sabía qué, la dejó ir, pero no la dejó de mirar.

—Esto no es normal. —Se susurró, mientras la observaba doblar la esquina del pasillo y escuchaba la campana del receso sonar.




Santana no fue a la escuela al día siguiente. Tampoco fue el miércoles. Había faltado dos días seguidos. Sentía la decepción inundar a la profesora Pillsbury cada vez que nombraba a Santana en el pase de lista y levantaba la mirada en su búsqueda y sólo se encontraba con un asiento vacío. Brittany prefería ahora sentarse con los simpáticos amigos de Rachel, aún ante las suplicas de Sugar y Kitty, lo último que quería era sentarse cerca de Quinn, quién parecía haberse olvidado de su mejor amiga. ¿Siquiera habría notado que Santana había faltado dos días a la escuela? ¿Tan poco le importaba?

Pero también, a Brittany le inquietaba el pensamiento de que quizá esas no eran las únicas razones por las cuales no quería estar cerca de Quinn Fabray. ¿Los rumores serán ciertos? Después de todo, nadie sabe qué tanto harán Santana y Quinn todo el tiempo que se la pasan juntas y… solas. Vaya que el tiempo era mucho. ¿Y si los rumores resultaban ser ciertos? Pero… ¡Pero claro que no eran ciertos! ¿Cómo podía siquiera darles importancia? Después de todo, solo eran rumores. Pero… ¡Por algo se hacen los rumores! ¡No sólo se iniciaban porque sí! ¡La gente no puede estar equivocada! ¿O sí?

Sabía que si estaba cerca de ella, lo único que podría ser capaz de hacer, era reclamarle a la rubia ojiverde lo mala amiga que era. Y por último, también le preocupaba su propia reacción ante todo eso. Sentía una ira inexplicable hacia Quinn ahora. ¿Quién lo hubiera imaginado?

En eso, alcanzó a ver como la rubia por la que ahora sentía un inentendible e irracional odio se ponía de pie y se dirigía a los baños de la escuela. Sabía que Quinn no era mala. Sabía que Quinn sólo estaba enfadada, pero aún así, no sabía porque entonces sentía todos aquellos sentimientos hacia ella en ese momento.

—Voy al baño. —Le avisó a Rachel, poniéndose de pie.

—Te acompaño. —Le dijo la castaña, poniéndose de pie también.

—No te molestes. No tardaré. —La cortó, y la empujó un poco con su mano para que Rachel no siguiera levantándose.

Rachel se encogió de hombros y se volvió a sentar. Brittany agradeció a todos los dioses que Rachel no insistió.

Entonces, comenzó a seguir a Quinn. La rubia que iba delante ni siquiera se percató cuando Brittany entró al baño tras ella. Brittany ni siquiera sabía qué demonios pretendía haciendo todo eso. ¿Estaba persiguiendo a Quinn hasta el baño por un inexplicable sentimiento de ira hacia ella? Procuró no pensar más en eso. En sus planes no estaba callarse lo que pensaba.

— ¿Sabes que ella la está pasando mal? —Le preguntó desde la puerta.

El obvio asombro se vio reflejado en el rostro de Quinn, quién la veía desde el reflejo del espejo que tenía enfrente. Brittany supo que estaba sorprendida por encontrarla ahí, y por el reclamo en forma de pregunta. Aún así, Quinn no se inmutó por mucho tiempo.

— ¿Te lo ha dicho? —Preguntó.

—Por supuesto que no me lo ha dicho.

—  ¿Entonces cómo lo sabes?

—No necesito que me lo diga para saberlo.

Ahora, Quinn se giró para dejar de verla atraves del espejo y verla directamente, aunque aún apoyando sus manos en el lavabo que ahora tenía a sus espaldas.

—Oh. —Exclamó Quinn, ahora escuchándose algo irónica—Ahora resulta que la conoces tan bien, que hasta puedes saber como se siente sin que te lo diga. ¡Y en sólo unas semanas! Vaya…

Brittany iba a contestarle, pero no sabía qué. Sí, ahora que lo veía así, era estúpido pensar que conocía a Santana, si ella misma se había dicho que no la conocía. Claro que no lo hacía. Sin embargo ¿Por qué se sentía como que sí?

—Tú quizá pienses que la conoces, Brittany, pero la realidad es que tú no la conoces, al menos no como yo.

—Entonces sabrás que se siente muy triste por no tenerte con ella. Claro que no la conozco como lo haces tú, pero entonces eso sólo hace más triste el hecho de que sabes que te necesita, pero no haces nada.

Quinn tensó su mandíbula con la mirada fija en Brittany. Brittany sólo se vió envuelta en un mar de confusiones ante sus propias palabras. La verdad, era que no había visto las cosas así hasta que sus palabras salieron al aire. Ahora sólo podía sentir unos deseos inmensos de estar en el papel de Quinn. En ese momento, quería ser lo que Santana necesitaba, porque si lo fuera, ella no lo dudaría e iría por ella. Eso sólo le causaba más rabia; que Quinn tenía lo que ella quería, y no lo aprovechaba.

—Además, ni siquiera entiendo por qué se han enfadado. Sea lo que sea, será por una estupidez.

—Te aseguro que si lo supieras, no pensarías lo mismo.

Eso la intrigó.

— ¿Qué más da? ¿No es tu mejor amiga?

— ¡Claro que lo es!

—Entonces no entiendo a qué viene el enojo. ¿O qué? ¿es por los rumores?

La última pregunta se le escapó de la boca. La verdad era que era lo último que quería preguntar. No es que no quisiera saber, pero de verdad no quiso preguntar.

—Sí, Brittany. Es por los rumores.

Entonces a Brittany se le hizo un nudo en el estómago. Eso sólo podía significar una cosa: que los rumores eran ciertos. Entonces no estaba loca. Toda la escuela lo pensaba. ¡Era cierto que Santana y Quinn tenían algo! La sola idea de verlas juntas de esa manera la carcomía. Ahora no tenía tiempo de apurarse a preguntarse a sí misma por qué sentía todo eso. Tampoco tenía tiempo de recalcarse de que todos esos sentimientos no tenían razón de ser. Ahora tenía que correr de ahí, porque si no…

¿Entonces Santana y Quinn eran…?

—Pues entonces, con mayor razón deberías verla. ¿No?

Tal vez Quinn se había dado cuenta de la tristeza con la que Brittany le aconsejó eso último. Tal vez por eso se había apartado del lavabo para acercarse un poco más a Brittany, con un aire más cálido y no tan a la defensiva.

— ¿Britt? ¿Estás bien?

—Sí, de todos modos ¿a quién le importa?

Y se fue de aquel baño, porque era lo que más necesitaba hacer en ese momento.



—Britt ¿Qué te sucede? ¿Estás bien? —Preguntó Rachel, una vez que Brittany subió al auto de su amiga cerrando la puerta tras ella con más fuerza de la necesaria.

Lo que menos quería, era callarse.

— ¿Puedo decirte algo? ¡Pero júrame que no le dirás a nadie!

Rachel se vio confundida ante tal petición, porque Brittany jamás le había pedido algo como eso, pero accedió sacudiendo tímidamente la cabeza de arriba abajo.

— ¿Sabías que los rumores de Santana y Quinn son ciertos?

El rostro de Rachel palideció, y después de unos instantes, comenzó a parpadear, cómo si hubiera tardado en reaccionar.

—Que-que… Que ellas… ¿Qué?

—Lo que oíste. Tal vez, los carteles los hicieron en forma de broma, pero al final, resultó ser que era verdad.

—Pe-pero… O sea, no. ¿Quién te lo ha dicho?

—La misma Quinn me lo dijo.

Rachel solo tartamudeaba. Sí, estaba estupefacta, al parecer.

—Pero… no. ¡No se puede! ¡Pero si Quinn está conmi...! Con Finn.

Brittany se encogió de hombros solamente, porque no quería mencionar con quién estaba Santana.

La verdad era que Brittany agradeció que Rachel no dijera casi nada en todo el camino. No quería hablar sobre eso, sólo quería deshacerse de la notica. Quería dejarla salir para ver si así dejaba de pesarle tanto, pero no. Para su desgracia, seguía sintiéndose horrible.

—Te llamo luego.

Fue lo único con lo que Rachel se despidió, para arrancar el coche violentamente para irse de ahí.

Ahora que se bajaba del auto de Rachel, se daba cuenta de que era realmente muy temprano para salir de la escuela. Claro, había faltado a la práctica de porristas. Seguramente, Sylvester también iba a faltar ese día, cómo había faltado toda la semana.
¿Santana estará en su casa? ¿Por qué no habría ido? ¿Se habría enfermado? Pero, lo que más le intrigaba y no se aguantaba, era preguntarle a Santana sobre lo que Quinn le había dicho. Quería escucharlo de su boca.

Antes de darse cuenta siquiera, ya se encontraba tocando el timbre de la puerta de la casa de Santana, y antes de que pudiera arrepentirse, le abrieron la puerta.

— ¿Britt?

Frente a ella, se encontraba una sorprendida y confundida Santana, en unos pantalones de pijama a cuadros rosados y blancos y con un suéter que le quedaba un poco grande. Llevaba su negra y larga melena suelta y despeinada. Daba la impresión de que no había hecho nada más que estar en su casa, tirada en cama.

— ¿Suéter? ¿Ahora?

Santana, por un momento se vio abrumada y apenada. Llevaba sus manos en las bolsas delanteras de dicha prenda, y sólo las movió un poco dentro de ellas. Bajó la mirada, apenada.

—Hace frío. —Se justificó.

Y ahora que lo pensaba, sí hacía. O bueno, no era que fuera el día más frío de la historia, pero ya era octubre, estaba por anochecer y estaban en días de lluvia. De hecho, había llovido casi todo el día.

O tal vez, no era que hiciera frío exactamente. Quizá Santana sólo sentía frío.  

— ¿Por qué no fuiste a la escuela?

El rostro apenado de Santana cambió a uno impenetrable. El caparazón volvió a armarse.

—Porque no quise. ¿Tú a qué viniste? ¿Cómo llegaste?

¡Rayos! Temía que Santana hiciera esa pregunta porque ni ella misma sabía contestársela. ¡Excusa rápida, ahora!

—Hummm… Tenemos una tarea juntas. ¿Lo olvidaste? Y, sólo vivo a unas cuadras de tu casa. No es muy lejos.

Cada vez mejoraba más con eso de las excusas.

—Creo que tienes razón. Tal vez sólo debemos copilar sólo un poco más de información, ponerla en carteles y leerla en clase, así como lo hacen todos los demás.

— ¿No habías dicho que con eso no sería suficiente?

—Seguramente, a Pillsbury no le importará. Además, eso ya no importa. Sé que no pasaré esa materia.

Brittany calló por un momento. La insitencia de Santana por que se fuera la desilusionó un poco.

—Tú no quieres que esté aquí ¿cierto?

— ¿Qué? ¡No! ¡Sí quiero!

La forma en la que Santana se calló de repente, le advirtió a Brittany de que esa declaración se le había escapado. Si hubiera sido un perro, ahora estaría abanicando la cola, esperanzada.

Entonces Brittany miró a Santana ruborizarse y le pareció la vista más linda de la historia. Santana tenía el rostro de una persona que está enojada consigo misma por hacer cosas que no quería, pero que no podía evitar.

— ¿No me vas a invitar a pasar?

Santana bajó su mirada hacia sus pies y volvió a parecer apenada y avergonzada.

—Hummm… ¿Qué te parece si nos quedamos aquí afuera?

Brittany dio media vuelta hacia el panorama que tenía detrás: Una oscura tarde lluviosa y húmeda. Volteó a ver a Santana de nuevo.

—Yo creo que no.

Santana comprendió el mensaje ahora.

—Pues… pasa. —Accedió, insegura.

Santana se hizo a un lado, dejándola pasar a su casa. No entendía por qué Santana ahora se mostraba tan inquieta por el hecho de dejarla pasar. O sea, no era que fuera la primera vez que estaba ahí. Pero la casa se sentía sola. Ella había supuesto que Valentina y Diego también estarían ahí, pero no los veía por ninguna parte. Ahora, sólo veía a una Santana inquieta e insegura. ¿Qué le pasaba?

— ¿Dónde están todos?

— ¿Te refieres a Diego y a Val? Diego salió con uno de sus tontos amigos. Valentina está ahora en una pijamada.

— ¿Entonces estás tú sola?

Santana sacudió la cabeza de arriba abajo, en forma de afirmación. Tenía una mano cerca de su boca, apoyada en su brazo, con el que se abrazaba a sí misma. Parecía estarse cuidando a ella misma de no sabía qué.

—Santana, ¿estás bien?

Desde donde estaba, pudo ver como se le abrieron los ojos a Santana. Aparentemente, de impresión.

—Sí. Es sólo que me siento un poco enferma.

Fue entonces cuando Brittany se dio cuenta de lo ronca que estaba su voz. No era una voz de resfriado, era más bien, la voz tenía uno cuando se acababa de despertar.

— ¿Qué tienes?

—No es nada. Sólo tengo un poco de temperatura. Se me pasará.

— ¿Estás segura?

Brittany, por instinto, llevó una de sus manos a la mejilla de Santana. Sí, estaba muy caliente, pero también era muy suave.

—Aún estás muy caliente.

—Si eso te parece muy caliente, debiste verme ayer. Estaba peor.

Santana había usado eso como un chiste, pero a Brittany sólo le hizo pensar: ¿Cómo rayos podía ser peor que eso?

Antes de que pudiera decirle otra  cosa, escuchó un ruido proveniente de la habitación de Santana. Luego, descubrió que aquel ruido era más bien una melodía. Una melodía que le parecía familiar.

— ¿Estás escuchando música?

— ¡Britt! ¡Espera!

Brittany no hizo caso. Se dirigió a la habitación de Santana, con ella detrás. Entonces vio su cama, con las sábanas desordenadas. La lámpara que estaba en el buró de a lado de la cama era lo único que iluminaba la habitación, pues la luz del día era muy ténue y débil. Debajo de la mesita de buró, había un reproductor de música muy grande, de donde salía la música que tenía puesta. Una música que, sorprendentemente, conocía, y le encantaba.

— ¿You could be happy, Santana?

Conocía la canción, y sabía que acababa de comenzar.

— ¿Yo qué? —Preguntó Santana, confundida.

— ¿Te gusta snow patrol?

Santana comprendió a lo que Brittany se refería realmente. Se encogió de hombros.

—A mí me gustan muchas cosas.

—Entre ellas, snow patrol.

—Entre ellas, esa canción.

Entonces, a la luz de la lámpara, Brittany se dio cuenta de que Santana en serio parecía enferma. Sus ojos se veían cansados. Podía notar que se sentía enferma, porque ni siquiera estaba de ánimos para discutir con ella.

—Deberías descanzar. —Aconsejó Brittany, un poco conmovida, y con una tímida sonrisa.

— ¿Estás loca? Ya estoy bien. Ya iré a la escuela mañana.

En eso, Santana dejó salir un prolongado y ruidoso bostezo. Por un momento, le pareció haber escuchado a un pequeño corderito bebé.

— ¿Estás segura? —Retó Brittany, con una media sonrisa burlona.

Santana, a regañadientes, se metió en la cama y se acurrucó en la única parte de ella que no estaba cubierta por papeles usados. Brittany sonrió, aún de pie.

— ¿No venías a hacer tarea? —Preguntó Santana, ya cubierta por las cobijas blancas de su cama.

—No creo que puedas ayudarme con la tarea estando como estás.

Santana no dijo nada. Brittany lo agradeció, pues no quería que Santana descubriera que no estaba ahí precisamente para hacer tarea.

Santana la veía, y a Brittany le parecía que estaba ansiosa por decirle algo, pero no sabía qué. Estaría mintiendo si dijera que no esperaba que Santana al menos la invitara a sentarse, pero también sabía que jamás lo haría. Sabía que el fuerte de Santana no era ser amable o cortés, así que ella se sentó en la orilla de la cama, quedando más cerca aún de ella. Santana no dijo nada, cosa que cada vez le inquietaba más.

—Tú no has venido por la tarea ¿cierto?

Brittany abrió mucho los ojos, de sorpresa. De pronto, las manos le sudaron y agradeció no estar viéndola a los ojos.

— ¿Qué te hace pensar eso? —Preguntó Brittany, tratando de evadir la pregunta.

—Ni siquiera has traído tu laptop.

—Está lloviendo. No quería que se mojara. —Inventó.

—Ah, bueno.

Santana agachó la cabeza como lo hace un niño apenado por decir algo que no debía. Brittany la vio, y se sintió horrible. Por supuesto que ella no venía por la tarea, eso ni siquiera le había pasado por la cabeza. Le estaba mintiendo. ¡Qué hipócrita! ¿Cómo no quería que Santana se comportara así de fría y desconfiada, cuando ella ni siquiera le había dado motivos para que no lo fuera? ¿Cómo quería que Santana confiara en ella, si no era sincera?

—En… en realidad, yo…—Titubeó, insegura. Volteó a ver a Santana, y su rostro le incitaba a seguir, porque ella la veía con interés— La escuela aún sigue hablando de ti y de Quinn. Todo el mundo piensa que es enserio que se han liado. Quinn ha estado muy distante, y…

Brittany se detuvo porque Santana soltó un suspiro, aunque no supo de qué. La morena se giró para verla, encontrándose con su mirada azul.

—Quinn y yo somos las mejores amigas de todo Lima ¿Por qué nadie puede entender eso? ¿Por qué siempre la gente tiene que creer que hay algo más entre dos personas que siempre están juntas? El amor no es lo único en el mundo ¿sabes? También existe la amistad.

—Porque el amor y la amistad son sentimientos muy parecidos, Santana. Casi van de la mano. Tú no lo notas, pero tú y Quinn emanan cierta tensión que, al parecer, es inexistente para ustedes, pero para los demás no.

Santana frunció el ceño.

— ¿Entonces tú también les crees?

Entonces, ¿no era cierto? Brittany se quedó sin saber qué decir. No era que les creyera, sólo necesitaba algo de Santana. Necesitaba que ella le aclarara todo, aunque no tuviera que hacerlo.

Santana hizo una mueca, y Brittany no supo si era de comprensión, o de decepción.

—Santana… Tú y Quinn… Yo también lo he notado. La forma en que te abraza… Pareciera que siempre intenta protegerte, y tú te ves tan agusto que…—Sacudió la cabeza, confundida con sus propias palabras, y la forma en la que no parecían querer salir de su boca—Cada vez que tú te quedas sin palabras, ella salta. Yo siento que ella siempre trata de protegerte de algo que tú no sabes qué es.

Santana sonrió tímidamente, mirando algún punto del suelo. Parecía estar sumida en sus propios pensamientos.

—Lo hace. Ella se preocupa. Pero bueno, da igual. Ahora me odia.

Brittany la codeó suavemente, tratando de darle un poco de ánimo, y buscando su mirada.

—No digas eso. No te da igual. Tú la extrañas.

—Quinn es mi soporte ¡claro que la extraño! Siempre ha estado ahí, desde antes de que me diera cuenta. Yo no sabía cuanto le importaba, hasta que un día me di cuenta de que ella era la única que había estado ahí. Desde entonces, trato de quererla mucho siempre, pero, resulta que tengo la habilidad especial de hacerles daño a las personas que quiero. Es horrible. No la culpo si no quiere hablarme nunca más.

—Tranquila. —Dijo Brittany—Pareciera que no la conocieras. Ella no te dejará nunca. No la imagino dejándote.

Hubo un silencio en el que Santana sólo apretó los labios en una mueca. Brittany sólo miraba sus propias manos sudadas en su regazo. ¿Estaba hablando con Santana sobre Quinn? Pensó por un momento en decirle la conversación que había tenido con ella en los baños de la escuela, pero luego desechó ese pensamiento, pues se sentía como que eso era cosa de ella y Quinn solamente.

— ¿Sólo a eso viniste? ¿Te ha quedado claro que todo lo que se dice de mí y de Quinn sólo son rumores?

Brittany sintió un horrible sentimiento en su estómago. Parecía que Santana estaba convencidísima de que sólo a eso había ido. Esa no era la verdad.

—No, yo… yo…—Titubeó—Yo estaba preocupada.

— ¿Preocupada? —Repitió Santana, confundida— ¿Por qué?

—Por ti.

—Por… ¿por mí?

—Sí. ¿No es obvio? Estoy aquí en tu casa sin ninguna razón aparente.

Santana rió tímidamente. ¿Qué le causaba tanta gracia? Sin poder controlarse, se giró hacia ella, anonadada. Ella se dio cuenta, y dejó de reír, pero no de sonreír.

—Lo siento. —Se disculpó, con la risa en su voz—Es sólo que, creo que estás mintiendo.

Brittany giró su cabeza levemente. A Santana, esto le pareció como una reacción que tendría un cachorro confundido.

— ¿Mintiendo? —Repitió Brittany—No estoy mintiendo. De hecho, me estoy empeñando en ser sincera.

— ¿Entonces porque no me dices el porqué estás aquí? Quiero decir, tus verdaderos motivos.

— ¿Crees que miento cuando digo que me preocupo por ti?

Santana la miró, pero no decía nada. Brittany, en un principio, había preguntado eso casi en broma, pero la reacción de Santana sólo le confirmaba que ella no estaba jugando.

— ¿Por qué? —Preguntó Brittany, entendiendo que Santana no le creía.

—No tienes porqué preocuparte. Tú y yo no somos más que compañeras, y eso se va a quedar así.

Compañeras… Escucharlo dolía, porque Brittany había tenido la tonta idea de que quizá eran algo más. Qué estúpida. ¿Qué razones había tenido para pensar que podían ser más que eso? Sin embargo, todo lo que había pasado entre ellas no podían ser historias comunes de dos “compañeras”. Una impotencia se apoderó de ella, porque Santana parecía siempre subirla hasta el cielo con sus momentos de confianza, y luego tumbarla de la nube con sus comentarios cortantes y secos.

— ¿Por qué haces eso?

Santana la miró, pero no confundida.

— ¿Hacer qué?

Brittany supo que Santana sabía exactamente a qué se refería.

—Te muestras dulce y accesible en un momento, luego te cierras completamente en una coraza en la que te esfuerzas para que nadie pueda entrar. ¿A qué le tienes miedo, Santana?

—Yo… yo no tengo miedo. —Titubeó, sin verla a los ojos.

Brittany la tomó con delicadeza de su mentón, guiándola para que la viera a los ojos.

—Mírame y dime a qué le temes. —Le susurró.

Pero Brittany no tuvo que escuchar a Santana decírselo, porque ella lo supuso. En sus ojos se reflejaba una inmensa confusión, como la que había visto la mañana del martes en el pasillo de la escuela. Había una lucha constante en ella, y Brittany lo sabía. Pero sus ojos también se veían suplicantes. Ella siempre había creído que los ojos verdes o los ojos azules eran los únicos ojos que podían verse hermosos…

Pero ahora sabía que estaba totalmente equivocada.

—Santana, ahora, no hay nadie que pueda vernos. Sólo estamos tú y yo. Ten el valor de hacer las cosas que no te atreves a hacer por miedo…

Los ojos de Santana se habían posado en un lugar más abajo que los suyos. Un lugar debajo de su naríz. Estaban en sus labios, y Brittany lo sabía. La sentía acercarse, acercarse, acercarse… Santana en realidad no estaba pensando en lo que hacía, porque si lo hubiera pensado, jamás lo habría hecho.

El corazón lo sentía en la garganta, y en el estómago sentía una sensación desconocida para ella, pero para nada desagradable. Se preguntó si esas eran las famosas mariposas que se sentían cuando… querías a alguien.

Pero, de repente, la burbuja se rompió y la realidad las golpeó. Abrieron los ojos casi al mismo tiempo, dándose cuenta de las cosas.

Oficialmente, estaban volviéndose locas una por la otra, pero no lo sabían. No se explicaban porqué siempre que una estaba cerca de la otra, se sentía como si en cualquier momento pudieran hacer una locura. Eso era lo que estaba pasando ahora: estaban pasando locuras.

— ¿Q-qué estamos haciendo? —Susurró una confundida morena.

—No… no sé.

Santana suspiró.

—Deberías…

— ¿Irme? ¿Cómo siempre me pides que lo haga? —Completó Brittany.

No era su intención sonar herida, pero así sonó.

—Brittany, lo siento… Yo…

Brittany suspiró con pesadez y casi saltó de la cama. No vio el rostro suplicante de Santana, que le imploraba que no se alejara de ella. Brittany estaba cansada. Sería lo mismo siempre, y lo intuía. Se sentía, repentinamente, decepcionada.

—No importa, Santana. Tienes razón, debo irme. No sé ni siquiera a qué vine aquí, en primer lugar.

—Britt, ¡espera!

Brittany se detuvo en el umbral de la puerta y se giró al oir que la llamaba.

— ¿Sí, Santana?

—Humm… yo me preguntaba si… bueno, yo… —Titubeaba la chica.

—Sólo dilo.

—… ¿Podrías quedarte conmigo esta noche? No me gusta estar sola con este clima.

Brittany parpadeó muchas veces ante esto. ¿Qué? Es que, no lo entendía. No era que no qusiera quedarse.

—Bueno…—Agregó Santana, en vista de que Brittany no contestaba—No. Olvídalo. No sé porqué dije eso. Vete, si quieres.

¿Cómo? ¿Primero, le pedía que se fuera, luego le pedía que se quedara, luego le volvía a pedir que se fuera? Santana ¿Qué rayos tramas?

—Santana… ¿Qué…?

No pudo completar su pregunta, pues el sonido de un celular que seguro no era el suyo comenzó a sonar, haciendo que Santana desviara su mirada y comenzara a rebuscar entre las sábanas, en busca de su teléfono. Era una llamada. Ella se quedó ahí, inmóvil, viendo como el ceño de Santana se fruncía al ver la pantalla. Parecía confundida, como si no creyera que cierta persona la estuviese llamando. Deslizó el dedo por la pantalla, y se puso el celular en la oreja.

— ¿Señor Fabray? ¿Qué sucede? —Preguntó Santana al teléfono, obviamente consternada. Calló un segundo, luego su semblante pareció triste y apenado—No, no he hablado con ella. ¿Qué pa…? —De repente, el semblante de Santana palideció. Sus ojos casi se salían de sus órbitas y se llevó una mano a la boca. Estaba asustada— ¿Que ella qué? Pero… ¿Cómo? ... No, no lo sé. ¡Voy para allá!

Santana arqueó las cejas, y a Brittany le pareció que en cualquier momento rompería a llorar. Se veía frágil y preocupada. Supo que algo verdaderamente grave había pasado, porque nunca había visto ese tipo de rostro en ella, un rostro consumido por la inquietud.

— ¿Santana? ¿Qué sucede?

Santana la miró, y con el rostro contraído y los ojos vidriosos, dijo:

—Es Quinn. Ella está en el hospital.





¿Alguien además de mí se ha dado cuenta de que Santana llama a Brittany como Britt?


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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por micky morales Dom Sep 22, 2013 8:30 am

vaya, que capitulazo, estuvo de lo mejor, espero actualizes pronto!
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Mensaje por Tat-Tat Dom Sep 22, 2013 1:13 pm

Si... siempre que están cerca y no hay nadie alrededor San llama a Brittany con el diminutivo y Britt hace algo similar con Santana (especialmente con los suspiros)
Muchas gracias por continuar la historia!
Ya creí que la dejabas olvidada...

Qué le paso a Quinn?? Es que no me la mates ahora. Sera porque Rachel le fue a recriminar???
Síguele pronto!
Saludos
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Mensaje por naty_LOVE_GLEE Lun Sep 30, 2013 8:55 pm

Hola!!


Si que tardas con las actus pero vale la pena!!! Siempre!!!


Ok! Empecemos por el titulo, yo me imagine que tendrían una aproximación más alla de la amistad, cosa que no me gustaría y después pensé que tal vez su amistad se fortalecería……… y resulta que era sobre insinuaciones y crisis Quinntana?! Bien me encanto el cap!!!


Como nos haces sufrir con los acercamientos Brittana he!!! Sos terrible!!! Desde ya te digo que tengo paciencia y no voy a negar que me encantan sus acercamientos sin roce son geniales y sus preguntas internas, incomodidades, en fin TODO!!! En serio escribes increíble!!


Pero……….


No creas he!! Nos debes muchos Besos Brittana y más……….y creo que la expectativa de ese primer beso crece!!! O al menos después de leer tantos caps de acercamientos y posibles besos no dados creo que es el beso esperado!!!!! El beso o los besos!!! Me lo imagino así como muy Wooow!!!Con mucha  Pasión?!
  
Siii!!! Es que de alguna forma tienen que liberar toda esa tensión contenida?! Eso haría yo!!! Despues de tantos amagues creo que me lanzaría con todo?! Ok!! Soy un poco pervertida, pero es que así me lo imagino…………..No se sólo espero!!!............Tiempo al tiempo?!................


Tambien…………..No pienses que no he olvidado que nos has dejado con muchas intrigas!!!


Para empezar!! Que paso con Hanntana?? Porque ahí hay un encuentro del que no se hablo…………


Después……..Quinn confundió a Britt en el baño y después San lo desmintió en su cuarto, o sea al fin yo creo en San pero ese fue un juego en el que yo tmb me quede como Britt cuando Quinn lo dio a entender en el baño y ya me tranquilice cuando San lo desmintió!! Pero ahí queda la duda de la pelea Quinntana!! O sea de que fue?!


Y por último!! Que le paso a Quinn?!! Tendrá que ver con Rachel?! Tal vez se pelearon y Quinn tuvo un accidente luego?! Y si fuera eso entonces todo por la confusión de Britt! Quinn no está muy mal o si?!


En serio que me dejaste peor que en el anterior cap cuando San se fue tras Hanna…………


Y ahora solo queda esperar!! En serio amo este fic!!!! y lo espero pacientemente porque es un placer leerlo!!!! Siempre me quedo con ganas de más!!!


Mil gracias por compartirlo con nosotras!!!



Saludos!! Nat! 
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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty Re: FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre.

Mensaje por YoyoMay Miér Oct 09, 2013 3:57 pm

Micky Morales escribió:vaya, que capitulazo, estuvo de lo mejor, espero actualizes pronto!
Qué bueno que te haya gustado, Micky :) Gracias en serio por leer y siempre comentar :D Ya actualizo, espero que te guste éste cap C: Graciaaass.


Tat-tat escribió:Si... siempre que están cerca y no hay nadie alrededor San llama a Brittany con el diminutivo y Britt hace algo similar con Santana (especialmente con los suspiros)
Muchas gracias por continuar la historia!
Ya creí que la dejabas olvidada...

Qué le paso a Quinn?? Es que no me la mates ahora. Sera porque Rachel le fue a recriminar???
Síguele pronto!
Saludos
Qué bueno que alguien además de mí lo haya notado. Ya empezaba a creer que estaba loca, o imaginaba cosas :P.
¡Muchas gracias a ti por seguirla y comentar! :') ¿Dejarla? ¡Nuncaaaa! Sólo me tardo un poquitín, pero eso no significa que ya no quiera seguirla. Espero no te aburras :)

¡Ya lo sabrás! Quizá no en éste capítulo, pero se sabrá. ¿Matarla? Se me hizo chinita la piel solo de pensarlo. ¡HELL NO! No podría vivir sin ella, literal :(

Ya actualizo :)
¡Gracias por leer y por comentar! :D



naty_LOVE_glee escribió:Hola!!


Si que tardas con las actus pero vale la pena!!! Siempre!!!


Ok! Empecemos por el titulo, yo me imagine que tendrían una aproximación más alla de la amistad, cosa que no me gustaría y después pensé que tal vez su amistad se fortalecería……… y resulta que era sobre insinuaciones y crisis Quinntana?! Bien me encanto el cap!!!


Como nos haces sufrir con los acercamientos Brittana he!!! Sos terrible!!! Desde ya te digo que tengo paciencia y no voy a negar que me encantan sus acercamientos sin roce son geniales y sus preguntas internas, incomodidades, en fin TODO!!! En serio escribes increíble!!


Pero……….


No creas he!! Nos debes muchos Besos Brittana y más……….y creo que la expectativa de ese primer beso crece!!! O al menos después de leer tantos caps de acercamientos y posibles besos no dados creo que es el beso esperado!!!!! El beso o los besos!!! Me lo imagino así como muy Wooow!!!Con mucha Pasión?!

Siii!!! Es que de alguna forma tienen que liberar toda esa tensión contenida?! Eso haría yo!!! Despues de tantos amagues creo que me lanzaría con todo?! Ok!! Soy un poco pervertida, pero es que así me lo imagino…………..No se sólo espero!!!............Tiempo al tiempo?!................


Tambien…………..No pienses que no he olvidado que nos has dejado con muchas intrigas!!!


Para empezar!! Que paso con Hanntana?? Porque ahí hay un encuentro del que no se hablo…………


Después……..Quinn confundió a Britt en el baño y después San lo desmintió en su cuarto, o sea al fin yo creo en San pero ese fue un juego en el que yo tmb me quede como Britt cuando Quinn lo dio a entender en el baño y ya me tranquilice cuando San lo desmintió!! Pero ahí queda la duda de la pelea Quinntana!! O sea de que fue?!


Y por último!! Que le paso a Quinn?!! Tendrá que ver con Rachel?! Tal vez se pelearon y Quinn tuvo un accidente luego?! Y si fuera eso entonces todo por la confusión de Britt! Quinn no está muy mal o si?!


En serio que me dejaste peor que en el anterior cap cuando San se fue tras Hanna…………


Y ahora solo queda esperar!! En serio amo este fic!!!! y lo espero pacientemente porque es un placer leerlo!!!! Siempre me quedo con ganas de más!!!


Mil gracias por compartirlo con nosotras!!!



Saludos!! Nat!

Ay, Naty. ¿Sabías que amo tus comentarios? Es que están taaaaaaaan largoooos ¡y me encantan!
Bueno, a responderte:
Perdón por eso de las tardanzas, pero es que pues... Ah. Te lo juro que lo que menos tengo ahora, es tiempo libre. Pero igual, me hago un cachito para escribir y seguir la historia de amor entre Brittany y Santana, pero al mismo tiempo, quiero que siga teniendo coherencia y que no se vaya por las ramas, así que, entenderás que tardo mucho haciendo eso. Además de que a veces ni me llega nada NADA a la cabeza, me desespero, y ya no hago nada. Odio eso de mí, pero bueno. Aquí llego ya. :)

¡AAAAAAA, ¿VERDAD?!;) De hecho, lo iba a hacer así, pero luego pensé que sería mejor darle un giro. Me gusta mucho Quinntana, pero ahora no. Luego, quizá. ;)

Ya sé, con tantos acercamientos, a mí también me dan ganas de que se den un besote bien dado. Me dan ganas de que sea un BESO en toda la extención de la palabra. Creo que ambas sabemos como son los buenos besos ¿no? así que así será, pero bien dicen que lo bueno tarda en llegar, pero la cuenta regresiva ya empezó, así que... watch out.

Todo, todo se desmentirá después. Ahora no hay nada de Hanntana. Tampoco aparece Emily en éste episodio. Ni siquiera Quinn. Espero que eso les guste, porque será más para.... conocer.

Yaaaa ya ya ya ya. Porque si sigo escribiendo, en peligro y te cuente hasta cuantos hijos van a tener y pues así no se puede. Jajaja, estoy jugando. Aún falta mucho para ver si tendrán hijos, pero ... veremos. :D

No creas que me he olvidado de todo lo que está pendiente, sólo que ahora no es el tiempo de que se desmienta todo. Sé que he dejado muchas cosas pendientes entre TODAS y TODOS, pero eso luego se resolverá, take it easy, carnalita :D

Awww. Yo amo que lo ames :') Amo ver tus comentarios, en serio. ¡Están taaaaaaaaaan largos!

Ya, aquí te traigo el sig cap :D Espero lo disfrutes y te guste :D
Gracias por leer, y miiiil gracias por comentar :D!!


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FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XVIII: Fiesta de octubre. - Página 3 Empty FanFic Brittana: Witchcraft. Capítulo XIII: Nueva cheerio.

Mensaje por YoyoMay Miér Oct 09, 2013 5:25 pm

Bueno, creo que tengo que aclarar algo:

El martes, dos de octubre fue la última vez que Santana había ido a la escuela esa semana (en el capítulo anterior). Faltó el miércoles, y fue el Jueves cuando Brittany fue a su casa y ocurrió lo de Quinn. Asistió de nuevo a la escuela en Viernes, y ese es el día que se desarrollará en éste capítulo.

En fin, espero les guste :D



13.
Nueva cheerio.



— ¡Santanita!

Fue lo primero que gritó un rubio hombre, antes de alzar sus brazos y estrechar a Santana en ellos al llegar a la sala de espera del frío hospital.

Brittany también se percató de que la mujer que estaba ahí era idéntica a Quinn, excepto por sus ojos; los ojos de esa mujer eran de color marrón claro. Ellos debían ser los padres de Quinn. Brittany sólo observaba la escena desde lejos, con las llaves del auto se su padre en la mano, pues sabía que cualquier intervención suya en ese momento estaría de más

— ¿Cómo está? ¿Dónde está? ¿Qué le pasó? ¿Cómo fue que…?

—Calma, Santana. —La tranquilizó el hombre, con una mano en el hombro de la muchacha y con una media sonrisa—No lo sabemos. No hemos podido verla. Pero todo estará bien. Tranquila…

El hombre no dejó su sonrisa ni siquiera cuando otro hombre de bata blanca lo llamó a él y a su esposa.

—Puedo… ¿Puedo verla? —Preguntó Santana.

Ahí fue cuando el padre de Quinn dejó su ya débil media sonrisa y dejó en su lugar una mueca.

—No lo sé, Santana. El doctor nos ha dado autorización, pero…

—Pero… ¿Qué?

Brittany pudo notar que el hombre se vio en una encrucijada. El doctor los llamaba a él y a su esposa seguramente con el diagnóstico médico de su hija, pero también debía convencer a Santana de que no debía entrar, cosa que, Brittany entendió, llevaría tiempo; con lo cabezota que es Santana…

De pronto, la mirada de color verde del hombre se fijó en Brittany, pillándola por sorpresa observándolos. Desvió la mirada rápidamente, pero demasiado tarde para ocultar su obvio interés en esa escena.

Pero, para su sorpresa, la media sonrisa del hombre volvió.

—No te podré convencer de que no vayas. ¿Verdad?

Santana negó tímidamente con la cabeza. El hombre suspiró y abrió la puerta color marrón que tenía más cerca, en una obvia invitación a que pasara. Santana no esperó mucho más y entró rápidamente. Tan rápido, que ni siquiera se preocupó por cerrar la puerta tras ella.

Brittany, a sabiendas de que Santana había desaparecido tras la puerta y no la vería, se acercó un poco más hacia ahí. No contó con que el señor Fabray estaría esperando tal reacción y la esperara ahí. Brittany en realidad, contaba con que se fuera y la dejara sola.

— ¿Eres su amiga? —Le preguntó el hombre, tomándola por sorpresa.

Brittany estaba dispuesta a ver a Santana por la puerta abierta cuando el hombre le preguntó eso. Nerviosa y rápidamente, se giró hacia él. La verdad, era que ni siquiera ella sabía si era amiga de Santana. Lo era ¿no? ¿Qué le diría? ¿”No, sólo soy una simple compañera con la que ha pasado momentos bien comprometedores y anormales”?

—Sí. —Contestó, sintiendo que eso no era verdad, pero mintiendo para no complicarse.

El hombre sonrió de lado y se alejaba poco a poco, pero sin darle la espalda.

— ¿Te quedarías aquí mientras yo voy con…? —Pedía el hombre.

—Oh, no se preocupe. —Lo interrumpió Brittany, comprendiendo que él debía irse.

El hombre asintió firmemente con la cabeza y se dio media vuelta para irse. Brittany suspiró de un alivio repentino que no sabía de dónde había salido.

Una vez que Brittany se aseguró de que los señores Fabray ya no se encontraban por ahí, se acercó a la puerta todavía abierta de la habitación a donde Santana había entrado y se asomó un poco por ella.

Desde donde estaba, lo único que podía ver era el rostro demacrado de Quinn. Estaba dormida, al parecer. Podía divisar raspones, moretones y una enorme gasa en la frente alta, donde comenzaba a salir su ahora desordenado cabello rubio. No quiso imaginarse como estaría su cuerpo debajo de las sábanas, pero rogaba que estuviera mejor que su rostro.

Santana estaba sentada en una silla a un lado de la cama de Quinn, dándole la espalda a la puerta, y por consiguiente, a ella también, así que Brittany no podía ver su cara, pero le veía la espalda; estaba reclinada sobre el brazo izquierdo de Quinn, y su espalda temblaba. Claro que lo veía.

— ¿Cuántas veces te he dicho que no debes hablar por teléfono mientras conduces Quinny? Tan sólo mira cómo estás…

A Brittany se le rompió el corazón al escucharla. Su voz sonaba quebrada, y lo entendía.

—Si es por lo del martes, lo siento. En serio, lo siento. Sé que no te gusta que me vaya con Puck. Sé que ni siquiera te agrada Puck, pero él también es mi amigo. Sé que piensas que no me importa nada, pero sí. Sí me importa, Quinn. Es por eso que hago todo esto, porque me importa. Ni siquiera sé en realidad por qué te digo todo esto mientras estás inconsciente, pero… —Santana soltó un suspiro, que Brittany supo, era desesperado—Ah. Quinn, ¡es que no sé qué hacer!

Brittany tragó saliva mientras escuchaba y rogaba por que Santana no la descubriera ahí, observándola y escuchándola. Tenía unos deseos inmensos de abrazarla, pero se encontró a sí misma reprimiéndose porque sentía que eso sería algo muy fuera de lugar.

Supo que todo lo que sentía Santana la estaba ahogando. Sabía que era demasiado, por lo que necesitaba arrojarlo, echarlo fuera. Lo que le intrigaba era ¿Qué tiene a Santana tan confundida?

—Sé que tampoco te gustó lo del partido, pero te lo habías estado callando por mí. ¿Verdad? Sé que es así, porque tú siempre guardas todo, para luego juntarlo y regañarme por todo, lo cual odio que hagas. Ojalá pudiera decirte todo lo que siento ahora, pero ni siquiera eso puedo hacer… Sabes que soy muy miedosa.

Entonces, Santana parecía hablar con Quinn como si en verdad Quinn estuviera despierta y consciente. Santana sólo quería desahogarse, y lo hacía con su mejor amiga, aunque no estuviera segura de que ésta en realidad la estuviera escuchando, pero algo le decía a Brittany que Santana lo hacía precisamente por eso.

— ¿Recuerdas cuando éramos las tres? —El tono de voz de Santana se volvió dulce y suave, eso pasaba cada vez que hablaba de algo que le encantaba. Comenzó a jugar lentamente con las frías manos de Quinn, porque a Santana siempre le había gustado lo suaves que eran. Aún en esa situación, seguían igual de suaves— ¿bombón, burbuja y bellota? ¿las tres chicas súper-poderosas, Quinny? ¿Recuerdas cuando todo era así de fácil?

Hubo un prolongado silencio. Brittany se esforzó por no provocar ningún ruido, pero ahora, no era porque no quería ser descubierta, sino porque ahora, no quería interrumpir a Santana desahogándose. No supo cuanto tiempo duró ahí parada, pero no fue poco. Santana no decía nada ahora, pero de pronto, la ronca voz de la morena volvió a ser escuchada.

—Bombón ya no está. Por favor, tú no me dejes ahora, burbuja.

Sintió una mano en su hombro y dio un silencioso respingo, porque aún estaba cuidando no ser escuchada por Santana, cosa que dio resultado, porque Santana no se percató de ello.

El señor Fabray la guió hasta la fuente de sodas. Brittany lo siguió, temerosa.

— ¿Quinn va a estar bien? —Le preguntó. No supo por qué, pero no pudo reprimirse.

—Sí, ella estará bien. —Le confirmó el hombre—Al menos, tuvo la precaución de llevar puesto el cinturón.

Brittany hizo una mueca y abrió la boca para replicar en defensa de Quinn, pero antes de que pudiera hacerlo…

—Conozco a mi hija, y sé que la causa de este accidente es por el uso excesivo de ese aparato que ustedes llaman “teléfono celular”. —Sentenció el hombre—Aunque…—agregó, pensativo—Me sorprende que Santana no sepa nada de esto. Yo había dado por hecho que estaba hablando con ella.

La tranquilidad y fluidez con la que le hablaba ese hombre le sorprendía y le dejaba perpleja, pero decir que el señor Fabray no le inspiraba confianza sería una mentira.

—Disculpa, pero… ¿Tú eres…?

Brittany dio un respingo, sorprendiéndose de sí misma por no haberse presentado antes.

—Lo siento, señor. Soy Brittany. Brittany Pierce. —Dijo, alzando una mano.

El hombre se la estrechó.

—Mucho gusto, Brittany Pierce. Yo soy el padre de Quinn, Elliot Fabray.

Brittany sonrió de lado, un tanto incómoda. Sí, el hombre se veía tranquilo, pero ella aún pudo notar la chispa de preocupación que destilaba en los ojos del señor Fabray. Se dio cuenta de que mantenía la compostura solo porque así tenía que ser. O bueno, esa impresión le daba.

— ¿Y desde cuando eres amiga de Santana? —Preguntó el hombre.

Sí, Brittany. ¿Desde cuándo?

—Bueno…—Titubeó—Yo soy un poco nueva en la ciudad. Ella y yo estamos juntas en clase de anatomía.

—Entonces, sólo son compañeras ¿no?

Ugh. Ahí estaba otra vez el maldito compañerismo. Brittany se guardó una mueca de disgusto.

—Sí. Compañeras.

Brittany lo dejó salir de una manera tan desdeñosa, que el señor Fabray de inmediato supo que algo andaba mal, pero no dijo nada. También supo que Brittany trató de contener su cara de disgusto, así que respetó eso.

—Brittany, creo que es hora de que se vayan.

Brittany se dio cuenta de que el señor Fabray no estaba tratando de ser grosero. Sabía que era tarde, y el día siguiente era día de escuela, así que comprendía la preocupación, y tomó el consejo, pero ahora, no sabía si irse sola o llevar a Santana con ella. En verdad, se odiaba a sí misma por desear hacer lo segundo.

—Sí. Yo… debería… yo… sí. —Balbuceó tontamente.

—Deberías llevar a Santana contigo.  Y no se preocupen por justificar a Quinn en alguna de sus clases, yo hablaré con el director Figgins mañana.

Brittany asintió, pero sin moverse de su lugar. El señor Fabray asintió con la cabeza, un poco intrigado por la razón de que aquella chica no se moviera para irse.

Brittany se dio cuenta, y nerviosamente se dirigió a la puerta que había dejado entreabierta. Santana no se percató de que había entrado, hasta que Brittany, suavemente, le puso una mano en su hombro.

— ¿A-aún estás aquí? —Preguntó Santana, incrédula y sorprendida.

—Claro. Yo te traje ¿no?

Brittany dejó salir una tímida sonrisa, pero no recibió una respuesta. Santana hizo una mueca y se giró hacia la dormida Quinn. No se paró de su asiento. Santana no quería irse.

—Ella estará bien, San.

Santana sonrió un poco, pero internamente. Brittany no se dio cuenta.

— ¿Cómo lo sabes?

—Me lo aseguró el padre de Quinn. Él parece de los hombres que nunca se equivocan.

Ahora sí, Santana se giró hacia Brittany otra vez, alzando la cabeza para poder dar con sus ojos azules.

— ¿Estuviste ahí afuera todo este tiempo? —Volvió a preguntar.

—Claro. —Contestó Brittany—No me iba a ir sin ti. No me voy a ir si no es contigo, y créeme, no se me antoja pasar la noche en las incómodas sillas de éste hospital, Santana. Necesito mi cama.

Santana parpadeó varias veces, y pareció entender. Lentamente se puso de pie, pero a Brittany le pareció que estaba dudosa por hacer algo. Santana quería hacer algo, y no se quería ir de ahí sin hacerlo.

— ¿Qué sucede? —Preguntó Brittany.

Santana suspiró.

— ¿Crees que pueda… dejarle un beso en la mejilla? Lo pregunto porque… no sé… ¿Crees que le duela?

Brittany pudo jurar que vio a Santana volverse un maldito corazón rosado. Trató de que en su rostro no se notara lo conmovida que estaba, y sólo sonrió.

—Creo que deberías besarle la mejilla izquierda. Es la que tiene menos moretones.

Santana así hizo. Luego se volvió a Brittany y le dedicó una tímida sonrisa.

—Podemos volver mañana, si quieres. —Dijo la rubia.

Santana asintió con la cabeza y salieron de ahí, ante la mirada incrédula de los señores Fabray, pero antes de que pudieran salir de la sala.

— ¿Ya se van? —Preguntó el hombre rubio.

Brittany y Santana se giraron confundidas. ¿Qué no era él el que les había dicho que ya debían irse?

—Eso fue rápido. —Murmuró el hombre, más para sí mismo.

Entonces, Santana regresó y les dio un fuerte abrazo al señor y señora Fabray, quiénes respondieron al abrazo casi de inmediato.

—Descansa, Santana. Me alegro de que Brittany te acompañe ahora. —Le dijo el señor Fabray.

Santana se separó del abrazo para mirar fijamente a aquel hombre, con el ceño fruncido y tratando de descifrar lo que en realidad el señor Fabray quiso decir, pero dejó de hacerlo, porque era obvio que el padre de Quinn no escondía nada entre esas palabras. ¿O sí?

Se giró para así poder irse junto con Brittany de ese hospital, pero algo le obstruyó el paso de repente. Chocó con alguien.

—Fíjate por donde caminas, Berry. —Escupió.

Aunque casi al instante, sintió un poco de remordimiento. Una parte, porque Brittany la reprendió con la mirada, y otra parte porque, la diminuta chica no tenía buena cara.

—Rachel ¿Qué sucede?  —Preguntó Brittany, intrigada y preocupada hacia la castaña, que no había emitido palabra—Mira la cara que tienes. ¿Pasó algo?

—No, Britt. Todo está bien. —Dijo la castaña con voz débil a comparación con otros días.

— ¿Jesse está bien? —Preguntó Brittany. Esta vez, se acercó a su amiga y le puso una mano en su espalda, como muestra de apoyo.

Santana se sintió un poco olvidada. Frunció el entrecejo.

—Sí. Él… él está bien. Vengo de verlo, de hecho. —Agregó, titubeante.

— ¿Y tú? —Preguntó Santana.

Rachel volteó a verla, extrañada y un poco a la defensiva.

— ¿Yo qué?

— ¿Tú estás bien, Berry?

Rachel y Brittany se miraron, luego miraron a Santana. La morena adoptó un rostro de indiferencia de inmediato. Rachel suspiró y Brittany le sobó suavemente la espalda.

—Sí, Santana. Gracias por preocuparte.

—No me preocupo. —Contestó, tajante—Pero tienes una cara horrible, más que de costumbre.

Brittany la reprendió con la mirada y Santana se encogió de hombros. Rachel esbozó un intento de sonrisa que quedó en una pobre mueca.

—Santana y yo estábamos por irnos. Vamos, te dejo en tu casa. —Dijo Brittany.

Santana bufó, pero nadie la oyó.

—Vine en mi auto, Britt. Pero gracias. Las veré mañana en la escuela.



Brittany aparcó el auto fuera de la casa de Santana, suavemente, sin prisa, aún aunque debían ser poco más de las doce.

—Deberías entrar. —Aconsejó Brittany, viendo que Santana no daba señales de salir del auto.

Santana aspiró y exhaló aire por la boca, con pesadez. Como si se preparara para sumergirse bajo el agua. Brittany no podía verla muy bien, pues la única luz que tenían, era la lejana y tenue luz de la farola de la entrada de la casa de Santana, pero aún así, podía sentir los movimientos de ella, y supo que la latina se había movido de su asiento para quedar frente a ella. Cerca.

—No puedo entrar aún. —Confesó Santana.

Brittany frunció el ceño.

— ¿Por qué no? ¿Hay alguien ahí dentro a quien no quieres ver?

—No.

— ¿Necesitas algo más? Si quieres, podría llevarte. Tengo gasolina.

—No.

Brittany la miró, aún más confundida.

— ¿Qué pasa entonces?

Santana tardó, pero contestó.

—No te he dado las gracias. —Murmuró.  

A Brittany, esto la tomó completamente por sorpresa. Una grata, dulce, y linda sorpresa. Agradeció que no hubiera tanta luz, porque así, estaba segura de que Santana no podría notar el color rojo que seguramente habían tomado sus mejillas. Lo sabía, porque sentía su rostro arder. No dijo nada.

—Supongo que debería dártelas ¿no? —Volvió a hablar Santana, tímida.

—Si no quieres, no tienes por qué. —Fue lo único que Brittany pudo decir.

—Gracias, Britt.

Brittany sonrió, porque siempre sonreía para alguien que le agradecía, pero luego se sintió tonta, porque después, se dio cuenta de que Santana no podría verla en medio de toda esa oscuridad.

—Espero no meterte en problemas por esto. —Dijo Santana.

—No lo creo. —Tranquilizó Brittany—Mi padre salió fuera, y estoy segura de que mi abuela comprenderá una vez que le explique lo que pasó.

Entonces, Brittany supo que la conversación había terminado. Santana en cualquier momento abriría la puerta de ese coche, saldría, la cerraría y entraría a su casa. Así, sin más, y no sabía la razón, pero eso era lo último que ella quería que pasara.
Pero, para su sorpresa, Santana no se movía. Parecía nerviosa, pero no nerviosa histérica como la había visto una vez en una bodega; estaba nerviosa tímida. De ese tipo de nervios en los que bajas la mirada hacia tus sudadas y frías manos, luego, las empiezas a mover como boba en busca de algo a qué mirar, mirar cualquier cosa que no sean los ojos que tienes enfrente.

Pero entonces, la mirada de Santana subió hasta sus ojos. Ahí sí los vio, porque los tenues rayos de luz de luna se filtraban por el parabrisas. Era una mirada fija y… verdaderamente hipnotizante. Era muy extraño, porque ninguna decía nada. Pero, por más extraño que fuera, deseaba que eso no se terminara jamás.

—Yo… sí. Ya me voy, Britt… Brittany.

Rayos. Ahí estaba Santana otra vez, matándola. La chica carraspeó y se acomodó el cabello con sus manos. Abrió la puerta del coche y salió.

—Adiós, Santana. —Dijo, con desgana.

Santana cerró la puerta y Brittany encendió el auto, pero Santana le habló desde la ventanilla de la puerta de la que acababa de salir.

—Mañana te veré otra vez, Brittany. Estamos en la misma clase ¿recuerdas?

Brittany ni la miró. Santana se dio cuenta, y no le gustó.

—Britt. —La llamó, ahora sin corregirse, muy segura de cómo le había llamado.

La muchacha ahora sí la miró, para encontrarse con una media sonrisa en unos carnosos labios.

—Tienes una linda sonrisa. —Le dijo.

Y Santana se fue, sin darle oportunidad de poder decir nada. Ni siquiera volteó cuando abrió la puerta de su casa. Parecía deseosa de entrar de una vez por todas.

—Tú también.

Arrancó el auto y condujo las cuatro cuadras que separaban la casa de su abuela de la de Santana, con una gran e inexplicable sonrisa en sus labios. O bueno, no tan inexplicable.




—A la próxima que vuelva a llegar tarde, señorita López, no la dejaré entrar a mi clase.

Santana, una vez que se sentó en su habitual asiento a un lado de Brittany, se dispuso a contestarle de manera corrosiva a la profesora Pillsbury, cuando una mano se posó sobre la suya.

—No, Santana. No lo hagas.

Santana bufó y se preguntó como rayos Brittany sabía lo que tenía planeado hacer antes de siquiera hacerlo, pero hizo caso.

— ¿Por qué siempre llegas tarde? —Preguntó Brittany.

—No sé. Creo que está en mi ADN.

Aunque en realidad, Santana ahora prefería ahorrarse explicaciones donde tendría que mencionar a Puck invadiendo su espacio personal. En cuanto el chico supo que Quinn estaba en el hospital, no dudó en pasar a su casa por ella para llegar a la escuela. Santana no se negó. Sería tonto rechazar un aventón, o eso pensó ella, pero ahora, un arrepentimiento repentino la tomó por sorpresa.

—Pues deberías tratar de removerlo de ahí, porque reprobarás.

—Reprobaré de todas formas. ¿No notas que me odia con todo su ser?

—Deja de decir tonterías, Santana. Emma Pillsbury no te odia. Quítate esa idea de que el mundo entero te detesta.

Santana se quedó muda. Brittany la dejó sin palabras, porque nunca nadie además de Quinn se había enfrentado  a ella de esa forma. A Brittany parecía no importarle el humor tan negro y cortante que tenía, y no se guardaba nada para ella. Nadie hacía eso nunca.

Y ahí Santana supo que si Brittany le asegurara en ese instante que la luna estaba hecha de queso, no importaba nada, ella le creería, aún aunque todos los estudios hechos por la NASA, Stephen Hawking, y hasta el maldito Sheldon Cooper la contradijeran, ella le seguiría creyendo a Brittany.

Ahora, la idea de que todo el mundo la odiara, ya no parecía tan real.

Aún así, adoptó pose de indiferencia y rodó sus ojos.

—Como digas.


Sugar y Kitty no aparecían. Quinn estaba en el hospital, y ahí estaba Santana, parada en medio de la entrada de la cafetería sin saber qué hacer. Bueno, sabía que tendría que hacer fila para conseguir su almuerzo, pero no sabía si quería sentarse en la mesa de siempre.

Santana había pensado hasta ese momento que ella era de las personas que jamás tendrían que soportar el mentado dilema de las mesas de la cafetería. Ahora, sentía compasión por las personas que sentían eso todos los días.

— ¿No piensas almorzar?

Brittany había llegado junto a ella, tomándola completamente por sorpresa. Santana parpadeó muchas y repetidas veces, porque Brittany -accidentalmente, o no- le había rozado el hombro. Sintió escalofríos.

—Claro que sí. —Contestó Santana, a la defensiva.

— ¿Entonces qué haces aquí parada? Vamos antes de que la fila se haga más grande.

Antes de que Santana pudiera protestar o decir algo más, Brittany emprendió su camino hacia dicha fila. Santana la siguió, aguantándose sus ganas de protestar.

La fila avanzó rápido, y ahora, la señora de la cafetería le servía una gran cucharada de macarrones.

—Gracias, señora Rose. —Santana le sonrió a la adorable señora detrás de los mostradores de la cafetería, porque sabía que la señora Rose siempre le servía comida de más, y más si eran macarrones. — ¡Con el hambre que me cargo!

—De nada, Santana. —Contestó la señora de la cofia en el cabello—Más macarrones para la mejor amiga de mi hija. ¿Sabías que ya está aquí?

Las cejas de Santana se arquearon en sorpresa y su sonrisa se ensanchó un poco más.

— ¿En serio? ¿Marley está aquí? ¿Y por qué no la he visto?

Las personas que seguían detrás de Santana protestaban, se quejaban y bufaban ruidosamente para que la latina los notara y se apurara a avanzar, pero eso no sucedió. Santana ni siquiera los tomó en cuenta.

—Está apenas en primer año Santana, no creo que la veas frecuentemente.

—Me alegro mucho, en verdad, de que por fin haya entrado a la escuela, señora Rose.

Brittany no sabía si esperarla, o seguir avanzando. Cualquiera de las dos cosas que hiciera, sentía que Santana no se daría cuenta, así que esperó.

“¡Avancen de una maldita vez, que me muero de hambre!” Protestó un chico al final de la fila. Santana se disculpó con la señora Rose con un gesto en su cara y se dirigió a alguien al final de la fila, pero no supo a quién.

— ¡Hubieras llegado antes, si tenías tanta hambre! Ahora, te esperas, porque es grosero interrumpir a las personas mientras hablan.

Dicho esto, Santana volvió a una ligera sonrisa y se giró hacia la señora Rose.

—Gracias de nuevo. —Le dijo a la señora—Tengo que irme.

— ¡Provecho! —La despidió la señora, con una sonrisa.

Una vez que salieron de la fila, Santana volteó -accidentalmente- hacia Brittany, encontrando que la rubia la veía, con las cejas arqueadas y una sonrisa que le pareció burlona.

— ¿Qué? —Le preguntó, con el ceño fruncido, y extrañada.

—Deberías comportarte así más a menudo, Santana.

— ¿A qué te refieres? —Le preguntó mientras seguían caminando, hacia no sabía dónde.

—A ser amable y cortés con alguien. No te haría daño. —Dijo Brittany, con una tímida sonrisa—Parece que te abstienes de ser grosera solamente con las personas mayores.

—Me abstengo de ser grosera con las personas que lo merecen.

Brittany la miró, luego bajó la mirada hacia su plato. Sintió que la había cagado, así que se apuró a decir:

—Gracias por el consejo, Brittany. Eres muy… dulce. —Y culminó con una tímida sonrisa.

Brittany le sonrió también y se detuvo, por consiguiente, Santana lo hizo también, luego miró donde se había parado:
Se había parado en la mesa que estaba ocupada por personas que nunca había visto, pero que tenían un aspecto… peculiar.
Era la mesa de los inadaptados.

— ¿Qué hacemos aquí? —Preguntó, con el entrecejo fruncido.

Brittany aún seguía sonriendo, y Santana no sabía por qué.

—Esta será nuestra mesa el día de hoy.

Santana frunció el ceño.

— ¿Y por qué tendría que cambiar de mesa el día de hoy?

Brittany la miró con obviedad.

—Santana, Quinn está en el hospital y ambas sabemos que ella es con la única que pasas tiempo, además de Sugar y Kitty, a las cuales no veo por aquí.

— ¿Y?

—Si ninguna de ellas se encuentran por aquí ¿Con quién piensas sentarte?

Santana se quedó callada. Se mordió su carnoso labio inferior, en señal de que estaba pensando.

—Hay otras diez porristas que se sientan ahí que también son de mis mejores amigas. —Se jactó Santana, engreída.

Brittany arqueó una de sus rubias cejas.

—Ah. ¿En serio?

—Aha.

—Dime como se llama la que está en seguida de Elaine. —La retó la rubia.

Santana abrió su boca varias veces, luego volteó hacia la mesa en la que anteriormente había pensado sentarse y la vio por cinco segundos. Luego, volvió hacia Brittany.

—Juanita.

— ¿Juanita?

—Tiene raíces mexicanas, pero no le gusta hablar de eso. —Aseguró Santana.

Brittany rodó los ojos, sonrió y la arrastró un poco más cerca de la mesa, pero aún sin llegar a ella.

Santana la miró, con cara de no saber qué diablos pasaba. Luego, miró la mesa hacia donde la había llevado, con la misma expresión, hasta un poco horrorizada. Luego, volvió a Brittany, ahora con un rostro casi suplicante.

— ¿Estás loca? —Le preguntó en un susurro. Al menos, tenía consideración de que nadie sentado ahí la escuchara—No puedo sentarme con ellos.

— ¿Por qué no? Son agradables.

—Lo serán contigo.

Brittany frunció el ceño.

— ¿De qué hablas?

Santana los miró, y luego volvió a ver a Brittany.

—Escucha, te seré sincera, no me parecen familiares, pero son de esta escuela, así que estoy segura de que en algún momento en sus vidas de estudiantes de McKinley los he insultado de alguna forma u otra. Ahora mismo, se me ocurren más de diez apodos para el chico pálido de la pashmina en el cuello.

—Se llama Kurt. —Informó Brittany.

—Como sea. El punto es, que no creo que quieran que yo me siente con ellos.

Brittany miró de nuevo a la mesa de los chicos del coro, luego volvió a Santana.

—No te preocupes. Te sentarás a un lado mío, y no te notarán. —Prometió Brittany.

Y Santana, cegada por la forma en que Brittany parecía le prometía tantas cosas, asintió tímidamente con la cabeza, pero aún a regañadientes.

—Hola, chicos. —Saludo Brittany con una sonrisa una vez que se acercaron lo suficiente.

—Oh, por dios. Trae a Satanás.

Sí, ese fue Kurt, completamente anonadado y horrorizado. Al parecer, Santana no era tan fácil de ignorar.

— ¿Eh?

— ¿Ella qué hace aquí?

Esa fue Mercedes.

Santana ni siquiera se había sentado, cuando todos, con la mirada, le gritaban que se fuera, y eso se podía notar desde kilómetros.

— ¿Se perdió?

Ese fue Artie.

—No, seguro viene a recalcarnos lo perdedores que somos, como siempre lo ha hecho.

Esa fue Tina.

Santana dio dos pasos hacia atrás. Brittany lo sintió.

— ¿A dónde vas? —Le preguntó, cuando tomó el brazo de Santana y la obligó a no irse.

—Lejos de aquí. Es obvio que me consideran una perra malvada.

— ¡Chicos! —Escuchó hablar a Rachel Berry—Cálmense, y piensen ¿Qué es lo que el señor Shue siempre nos dice…?

Nadie contestó. Santana agachó un poco la cabeza.

— “Todo el mundo es bienvenido al club glee” —Citó la diminuta chica.

—Todo el mundo, excepto ella. —Escupió Arte.

Rachel le lanzó una fulminante mirada.

—No digas tonterías, Artie. Vamos, Santana. Siéntate. —La invitó Rachel.

Santana la miró dudosa. Luego miró a Brittany de la misma manera. La rubia le dedicó una sonrisa y se sentó, y con su mano le indicó a Santana que se sentara a un lado de ella.

Santana, aunque quiso, no pudo evitar voltear hacia los otros compañeros que la veían. ¿Por qué no le clavaban uno de sus cuchillos de plástico de una vez? Eso sería mejor, y más rápido.

Se sentó a un lado de Brittany.

— ¿Ves? Eso fue fácil. —Dijo Brittany, una vez que Santana se sentó.

Pero, así como Santana se había sentado, los demás comenzaron a recoger sus cosas y a ponerse de pie.

— ¿A dónde van? —Preguntó Rachel, confundida.

—Justo terminamos de almorzar. —Dijo Artie.

—Pero si veo que aún tienes tu sándwich, Artie. —Continuó Rachel.

—Ya no tengo hambre.

—Tampoco yo. —Anunció Mercedes, poniéndose de pie también.

—Te acompaño, Mercedes. —Dijo Tina.

Mercedes, Tina, Artie, Rory Flannagan el chico irlandés y Joe Hart el hippie cristiano, se fueron de ahí, sin mirar hacia atrás.

Santana entonces, vio que en la mesa sólo habían quedado Brittany, Rachel, Kurt, y ella.

Nunca se había sentido tan horrible.

— ¿Tú no te irás? —Le preguntó Santana al chico de la pashmina.

—Aún no termino de almorzar.

Pero el chico no comía, sólo leía una revista.

Y Santana ya no tenía muchas ganas de comer.



— ¿Cómo estás?

Fue lo primero que le preguntó Brittany al llegar al gimnasio para comenzar la práctica de porristas. Santana frunció el ceño, con indiferencia.

—Bien. ¿Cómo tendría que estar? —Contestó secamente, mientras comenzó a caminar hacia las gradas donde estaban las demás porristas.

Brittany la siguió.

—Casi no tocaste tu comida en el almuerzo.

—No tenía hambre.

Brittany hizo una mueca de desaprobación, porque supo que Santana estaba mintiendo.

—Muy bien. Basta de holgazanear, que tenemos que ensayar. —Llegó la entrenadora, gritando, como siempre—Pero antes, en vista de que Blondie Fabray no estará con nosotras hasta dentro de no sé cuando, necesitamos a alguien que la reemplace, temporalmente o no, no me importa. Y, sinceramente, estoy abierta a cualquier sugerencia.

Las porristas se miraron sorprendidas, a excepción de Santana y Brittany, que ya intuían que debían reemplazar a Quinn al menos hasta que se mejore.

—López, Pierce, las quiero a un lado mío en la mesa larga.

Las dos sabían lo que era la mesa larga. La mesa larga era donde dos porristas se sentaban a cada lado de la entrenadora y comenzaban a juzgar a las aspirantes a porristas. Eso casi siempre lo hacían en tiempo de audiciones, así que eso era lo que estaba pasando: Una audición, sólo que nunca había habido una a mediados de semestre.

—Las demás, pueden irse de una vez. —Ordenó Sylvester.

A los cinco minutos, el gimnasio quedó vacío, con sólo ellas tres dentro de él. Sinceramente, ninguna de las tres creía que muchas personas irían a audicionar, puesto que había sido una audición de emergencia, y ni tiempo habían tenido para anunciarse, pero ahí estaban: Santana, Sue Sylvester y Brittany sentadas con la vista fija en el enorme reloj que tenían en frente, que les marcaría el tiempo que durarían ahí, esperando.

La luz de la tarde se colaba por los enormes ventanales de la parte superior de los muros del gimnasio. Santana sólo podía ver las manecillas del reloj, que le decían que le quedaba menos, y menos, y menos tiempo. Su pierna derecha comenzó a moverse de arriba abajo repetida y rápidamente, cosa que sucedió sin que ella se diera cuenta.
El tiempo pasaba, y ella tenía que irse de ahí ya.

—Entrenadora, es obvio que nadie vendrá. ¿Podemos irnos ya?

— ¿Tienes algo mejor que hacer, Santana? —Preguntó Sylvester, pero no con fines informativos, de eso estuvo segura.

Sí.

—No. —Mintió—Pero ya van a ser las cinco de la tarde. Llevamos aquí dos horas. Nadie vendrá. Dudo que algún estudiante supiera siquiera que hay audiciones.

Antes de que la entrenadora pudiera replicar, las puertas de la entrada del gimnasio se abrieron, y apareció una diminuta chica con un pantalón de chandal, tenis deportivos y una blusa morada de tirantes con una estrella en ella.

Santana y Brittany se quedaron boquiabiertas.

— ¿Vienes a audicionar? —Preguntó la entrenadora a la chica de enfrente. Sí, ella también estaba incrédula.

—Sí.

— ¿Traes coreo? —Volvió a preguntar.

—Sí.

Entonces, la entrenadora arqueó una ceja, dudosa sobre pedirle que continúe, o que se marchara, pero decidió -o quizá no tanto- hacer lo primero.

—Pues… dale. Veamos qué tienes.

La chica, que había traído con ella también su propio reproductor de música, lo conectó al enchufe más cercano, colocó el auxiliar y se posicionó en frente de las tres anonadadas mujeres.

Después de un lapso muy corto de silencio, la música movida comenzó a sonar de repente. Con ella, sus movimientos también. La chica avanzaba de allá para acá, de un lado a otro. Sí, había llevado su propia coreo. No paraba de moverse, y en su rostro no había ni pizca de molestia. Parecía que esos movimientos tan agitados y pesados no le molestaban para nada. Saltos, giros, volteretas invertidas, ¡triples! Todo lo hacía, sin molestia evidente.

Después de casi dos minutos de música y movimientos incesantes, el gimnasio quedó en silencio, a excepción por los ruidos de la respiración de la agitada chica, que hacía eso en busca de un poco más de oxígeno, lo que era normal.

Sylvester apenas parpadeó dos veces. Ni siquiera preguntó a las dos chicas que tenía a lado sobre algo, porque no se veían capaces de articular alguna palabra.

—Dime tu nombre, muchacha. —Pidió la entrenadora.

La chica suspiró con pesadez, luego, pareció murmurar algo para ella misma que las tres mujeres obviamente no pudieron entender, y habló:

—Rachel. Rachel Berry.

—Pues, jamás pensé que en mi vida me pudiera sentir tan desesperada como para decir esto, pero, Rachel, estás dentro de las cheerios.




Sí, algunas se darán cuenta de que le cambié el nombre al padre de Quinn, pero no quise llamarlo Russell. Me pareció que si lo llamaba así, sería el mismo tipo de padre que en realidad es en la serie, pero eso no queda con los planes que tengo para él, así que Elliot será. No me maten, por fi.

¡Besos! Ojalá les guste. :)


Última edición por YoyoMay el Lun Oct 28, 2013 6:04 pm, editado 1 vez
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