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Mensaje por darckel Lun Oct 28, 2013 7:28 pm

me gusto mucho, pero ya quiero klaine
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Klaine Blake


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Finalizado Re: [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O!

Mensaje por Invitado Lun Oct 28, 2013 11:04 pm

12.



- ¿Qué? - musité, torpe.
- Es para ti - dijo, como si hubiera adivinado mi pensamiento anterior.
- Gracias - tomé la flor entre mis manos y sentí que el rubor corrió por mis mejillas pintándolas, así que desvié mi rostro y miré a Sam, quien aún seguía entretenido observando el centenar de palomas que volaban en el cielo y otras que caminaban por el suelo de la plaza.

Alcé mi cámara y tomé una fotografía de su perfil justo en el momento exacto en que las palomas volaron. Una fotografía maravillosa. Sam me miró.

- Hey, pudiste haberme avisado - me dijo y yo reí.
- No, creo que saliste más lindo así.

Él se sonrojó de nuevo, y luego bajó la mirada percibiendo así la flor en mi mano.

- ¿Y esa flor? - preguntó.
- Se la di yo - dijo Blaine, con más orgullo del necesario.
- Rayos, entonces yo tengo que comprarte un ramo completo - bromeó.
- Lo haces parecer una competencia, Sam - dije, queriendo seguirle la broma, pero lo cierto era que dos hermosos ángeles estaban cortejándome y el tono casual en mi voz no era muy espléndido.
- Claro que no es una competencia - dijo él - yo no estoy compitiendo con nadie; Blaine no es un jugador, él ya tiene dueña - bromeó Sam, palmeándole la espalda a Blaine.

Blaine sólo sonrió, pero a esa sonrisa le hacía falta… ¿alegría?

- Me haces sentir como un trofeo - dije, haciendo un mohín.
- Non un trofeo. Tu sei molto più di questo, come non si nota? - musitó.

El rostro de Blaine se endureció y su ceño se frunció ante las palabras que Sam había pronunciado. ¿Pero qué había dicho?

- Tell in spagnolo - le farfulló Blaine.
- No, mi vergogno - musitó Sam.
- Qual è il tempo a flirtare con l’? Non capisce - el rostro de Blaine se volvía serio y su voz no tenía ese tono amable.
- Perché so che gli piace l’accento italiano - Sam se encogió de hombros.
- Non vedo il punto - Blaine se cruzó de brazos y luego me miró.

No sabía cuál era mi expresión, pero hasta sentía un signo de interrogación dibujado por encima de mi cabeza. Odiaba no entender nada.

- Sam dice que eres mucho más que un trofeo y se pregunta el por qué no lo notas - me dijo, pero parecía molesto.
- Stai zitto! - protestó Sam a Blaine, enrojeciendo por completo.

Miré a Sam, enternecido.

- Qué lindo eres, Sam. Gracias - dije, y él enrojeció más. Sin embargo, Blaine permanecía de brazos cruzados y con rostro duro.

La fierecilla apareció de pronto, bailando de alegría porque creía que lo que Blaine tenía eran celos y aunque no quisiera aceptarlo, a mí también me gustaba la idea.


La tarde había llegado y el sol se había ocultado ya en algún punto del cielo cuando volvimos al departamento. Había sido increíble haber pasado todo un día con Blaine cuando no estaba en mis planes. Me sentía mal a veces de haber utilizado a Sam en varias ocasiones para sacarle ese rostro adusto y un ceño fruncido a Blaine. Pero más allá de la remota culpa, se sentía bien.

- ¡Uff! Fue un día magnífico el de hoy - dijo Sam, riendo complacido.
- Lo fue – concordé - Gracias, Sam.

Besé su mejilla ligeramente coloreada por una bella pincelada rosa y crucé los dedos por que el ceño fruncido de Blaine apareciera de nuevo en su bello rostro. Le miré por la colilla del ojo cuando me alejé de Sam y lo vi con las manos en sus bolsillos y la mirada baja, como si quisiera evitar ver. La fierecilla se decepcionó.

- Hasta luego, Sam - le dije.
- Hasta luego, bel ragazzo - rió, tímido, luego dio la vuelta y se introdujo al departamento de su tía.

Miré a Blaine quien ahora esbozaba una linda sonrisa, ¿no le había afectado en nada mi patético intento por ponerlo celoso?

- Qué grosero es Sam, no se despidió de mí - dijo, pero mantenía aun esa sonrisa.
- Es un poco despistado, no te lo tomes a mal - sonreí.

Abrí la puerta y él me siguió.

- Son las seis treinta de la tarde, ¿qué quieres hacer? - me preguntó.
- Estuve caminando casi todo el día por la plaza, no creo que me queden ánimos de hacer algo más - musité, aventándome al sofá y dejando la rosa roja sobre la mesa de centro.
- ¿Quieres jugar cartas? - sugirió, sentándose a mi lado.
- No, siempre me ganas - hice mohín y el rió por lo bajo.
- Bueno, que tal… ¿ver una película?
- Ya vi todas las que Rachel tiene, y me da pereza ir hasta el video club a rentar una. Lo siento - musité, negando.
- Está bien, ¿por qué no jugamos a las diez preguntas? - insistió.
- Bueno creo que eso puedo hacerlo sentado aquí - reí y me crucé las piernas sobre el sillón, acomodándome para quedar cara a cara con Blaine.
- Está bien, comienza tú - me dijo.
- Me dijiste que te gustaba la música. ¿Alguna vez has escrito una canción?
- Sí, tengo algunas letras, pero no son tan buenas - sonrió y bajó la mirada.
- Estoy seguro de que son geniales - animé.
- Siguiente pregunta - rió.
- ¿Algún día me ensañarás una?

Me miró y rió de nuevo por mi insistencia.

- Está bien, algún día - prometió.
- Bien. Veamos… - pensé - ¿tu punto más cosquilloso?
- Emm… el cuello - dijo, como quien no quiere la cosa.
- ¿Qué hay de tu futuro? - pregunté, meramente curioso.

Se encogió de hombros, elegante.

- Pues sólo estoy seguro de una cosa. No seré administrador como Finn – rió - A lo mejor, quizá, compositor.
- ¿Compositor? ¡Dios, eso sería fenomenal!
- Gracias.
- ¿De qué hablan las canciones que escribes?
- De la vida, de mí, del amor… - se encogió de hombros de nuevo.

La fierecilla se removió y me animó a preguntar:

- ¿Alguna vez le escribiste alguna a Rachel? - inquirí, temeroso por la respuesta, porque la fierecilla no sólo era terca, también era sensible.

Se quedó serio por un segundo, con un semblante duro e inexpresivo. La fierecilla se removió curiosa inquieta e impaciente.

- Me da pena admitirlo - bajó la mirada - Pero no - musitó.
- ¿Por qué no? - mi ceño se frunció pero la fierecilla sonreía alegremente.
- Es que… - elevó una de sus manos hasta su cabeza y la rascó despeinando su corto cabello - lo intenté, de verás, pero las palabras que salían y las frases que se formaban… simplemente no me gustaban. No eran buenas.
- Pero al menos lo intentaste, y ya sabes lo que dicen ‘La intención es lo que cuenta’ - le sonreí, aliviado y feliz.
- Supongo - asintió riendo - Siguiente pregunta.
- Está bien, veamos… ¿Qué pensaste de mí la primera vez que me viste?

Sonrió, dejándome ver todos esos hermosos y perlados dientes.

- Que eras Kurt, el amigo de Rachel - dijo.
- No eso, eso ya lo sabías. Me refiero a la primera impresión.
- Oh, bueno. Recuerdo que me reí porque peleabas con la puerta – sonrió - y pensé que eras divertido; luego me seguiste la plática, entonces supe que eras sociable; para después deducir que eras agradable porque era fácil reír contigo.
- Oh, vaya. Gracias - musité, ligeramente ruborizado.
- Siguiente pregunta.
- ¿Qué extrañas más de California?
- Diría que mi familia, pero ellos viven aquí así que… - pensó - tal vez mi antigua universidad: me gustaban las fiestas – rió - Siguiente y última pregunta.
- ¿Me las estás contando?
- ¡Claro! El juego se llama ‘diez’ preguntas, ¿no?
- Está bien, está bien - manoteé.

Pensé muy bien mi última pregunta, y sólo se me vino a la mente la que había estado pensando desde el inicio del juego, incluso mucho antes. Pero no sabía si hacerla era buena idea, sin embargo la fierecilla insistió hasta que las palabras salieron de mi boca con sumo cuidado.

- ¿Por qué te fuiste de California? - musité, tímido y con la voz apenas audible.

Él se quedó en silencio de nuevo y luego bajó la mirada. ¡Tonto, tonto, tonto! Me decía una voz interna; si no se lo contó a Rachel, no sé por qué tenía la esperanza de que me lo contara a mí.

- Es que no quería estar más en ese lugar - comenzó, con un tono de voz que se fue haciendo agrio conforme hablaba.

Iba a conformarme con aquella respuesta, creyendo que él ya no seguiría hablando; pero su boca se abrió de nuevo… ¿estaba dispuesto a contarme a mí… todo?

- La razón fue un chico, Sebastian - su mirada estaba gacha, puesta atenta en el verde cojín del sillón – Salí con él durante un año en una especie de relación; estábamos bien, o eso creía yo, hasta que un día llegué a casa y mamá me dijo que Sebastian había ido y me había dejado una nota, una especie de carta o algo así… - se quedó en silencio y respiró de forma notable varias veces, mientras que yo sólo observaba cómo su perfecto abdomen se inflaba y desinflaba bajo la camisa azul que vestía; luego continuó - Subí a mi habitación y me senté a leer la nota; decía que se iba, que no lo buscara y que era el fin de nuestra relación. Que lamentaba que eso tomara tanto tiempo y que se iba simplemente porque se merecía algo mejor que… yo - su semblante de ángel ahora parecía como si estuviese tallado en piedra, con una expresión hostil y entristecida a la vez - Terminé el año que me faltaba para graduarme y salí corriendo de ese lugar tan pronto pude; lo primero que se me ocurrió fue ir hasta Japón, pero llegué primero a Italia, aquí, me gustó y descubrí que era lo suficientemente lejos de ese lugar, así que decidí quedarme. Mi familia se mudó al año siguiente, cerca de mi apartamento. Luego conocí a Rachel, quien cambió mi mundo y me ayudo a dejar eso atrás. Mientras, me iba esforzando en no recordar aquello ni nada de ese lugar. No te voy a negar, que sí me dolió. Yo lo quería bastante y para él simplemente no fue suficiente… Bueno, éramos sólo universitarios, y creo que estaba en esa etapa de experimentar, sólo estaba confundido… - su voz se perdió y luego el silencio apareció de nuevo, y supe que ya no hablaría.
- Qué estúpido - farfullé, incrédulo y él me miró.
- ¿Disculpa?
- Sebastian, es un estúpido – dije - Me disculparás, pero, ¿que no eras suficiente? ¿Que se merecía algo más? ¿Acaso existe algo mejor que tú? - ¡cállate! Me gritó la voz y capté la última pregunta que había salido de mi boca, el rubor corrió traicionero y sentí vergüenza; pero Blaine me miraba enternecido, y mi corazón se conmovió dentro de mí, así que seguí hablando pero ahora consciente de lo que decía - Qué tonto fue – musité - porque no vio que eres un chico increíble, talentoso, atento, divertido, además de muy apuesto.

Él esbozó una sonrisa de medio lado.

- Estoy seguro que jamás encontró ese “algo mejor” porque simplemente no lo hay – continué - Qué lástima que te haya dejado ir, porque no supo que lo que dejó escapar fue como un tesoro, que ya no recuperará; por eso digo que Rachel es muy afortunada - en lo último de mi frase, la voz se me entristeció, pero él sonrió y aquella sonrisa le dio motivo a mi corazón para palpitar fuertemente.
- Qué lindo eres - musitó y el corazón comenzó a latirme más y más rápido, expandiéndose por todo mi pecho - Gracias.

Sonreí apenas pude, porque aún estaba un poco atolondrado intentando calmar a mi bombeador de sangre.

- ¿Sabes? - me dijo - Eres a la primera persona a la que se lo digo.

Cuando creí que el corazón había vuelto a su tamaño normal, volvió a inflarse completamente conmovido.

- Gracias por tenerme la confianza - murmuré.
- Gracias por escucharme.

Le sonreí de nuevo, aun sin comprender cómo es que aquel chico lo había dejado ir.

- Pero basta de mí, te toca - la sonrisa alegre apareció de nuevo en su rostro y esperé a que dijera la primera pregunta - ¿Qué te inspiró a ser fotógrafo?
- Mi papá – dije - Le gustaba mucho tomarnos fotos, a mí y a mi mamá y me gustaba cuando me sentaba en sus piernas y me las mostraba una por una, decía “Mis amores” y luego me daba un abrazo. Me hacía sentir protegido - el recuerdo llegó hasta mi garganta, quebrándome la voz.
- Seguro tu padre está muy orgulloso de ti, donde sea que él esté - me acarició la rodilla con cariño y me sonrió.
- Gracias.
- Dime, ¿Qué hay con el chico de Ohio? - inquirió y me reí por el cambio de tema tan repentino.
- ¿Cuál chico? - dije, un poco confundido.
- Del que le hablaste a Sam hoy, sobre tu amiga…
- ¡Oh! Eso, amm… - recordé mi pequeña mentira y rebusqué algunas palabras para formar la respuesta que él me pedía - Bueno, como tu dijiste, ya no importa, ya se quedó allá - me preguntaba si había notado mi nerviosismo.
- ¿Te has enamorado alguna vez? - su mirada miel se clavaba en mi rostro con intensidad, haciendo que mi corazón se trabara en sus latidos.
- Existió un chico, Dave – expliqué - Pero, no funcionó - me encogí de hombros.
- ¿Por qué no funcionó?
- Bueno, éramos muy distintos. Yo amaba la fotografía y el arte y él… no era muy trabajador que digamos – reí - Pero era un buen chico.
- ¿Entonces buscas a alguien con quien puedas congeniar?
- No lo busco, Blaine. Tengo algo así como una creencia de que él sólo llegará.
- El destino.
- Quizá - me encogí de hombros.
- Está bien… - sonrió, mientras un trío de arruguitas se formaron en su frente - Dime, am… Sam es… - parecía como si luchara con las palabras para encontrar las adecuadas -  amm… bueno, se nota que te llevas muy… bien, con él. ¿Te gusta? - sin embargo, parecía también apenado por su pregunta.

La fierecilla se emocionó al oír la pregunta que esperaba. “Dile que sí, dile que sí” me decía, pero la ignoré mandándola al rincón de donde había salido.

- Sam es… un gran chico. Pero…
- Tú le gustas - me interrumpió.
- No creo gustarle más que Britt. Y la respuesta es… que quizá me agrade un poco, pero, me quedo como su amigo.
- Eres sincero - esbozó una delicada sonrisita - Y, quiero conocer a esa chica, Britt. Me hablas de ella y no sé siquiera quien es.

Me reí.

- Es la chica del laboratorio de fotografía de los Pierce. Un día te llevaré.
- ¿Prometido?
- Prometido – reí - Siguiente pregunta.
- ¿Qué te contó Finn el otro día?
- ¡Tramposo! - negué con la cabeza riendo - No te voy a decir, no seas curioso, Blaine.

Me miró y enarcó una ceja.

- Perdón, Blaine… - sonrió - Pero no te diré.
- ¿Tiene algo que ver conmigo?



13.



- Eemm… contigo, conmigo, con Sam, con todos - divagué, saliéndome por la tangente -  Última pregunta.
- ¿Ya es la última?
- Así es, curioso - asentí.
- Está bien. Bueno, tú conoces a Rachel mejor que nadie, y me conoces bastante también a mí, ¿cierto? – Asentí - Bien, ¿crees realmente que Rachel y yo…? No, ya sé, ¿crees que Rachel es lo mejor para mí y yo para ella?

Abrí los ojos de par en par, ¿qué? ¿Ahora dudaba? ¿Y me preguntaba a mí?

- Bueno, mira - balbuceé y me humedecí los labios, repentinamente secos - no se trata de lo que opine o lo que la gente diga; aunque tú los has oído, dicen que ustedes son la pareja perfecta; pero te repito, los comentarios de la gente no importan, lo que verdaderamente importa es lo que tú y ella sienten. Si la amas, y ella a ti, ¿qué importa lo demás?

Tenía la mirada baja al igual que la cabeza que ligeramente se inclinaba hacía abajo.

- Gracias - musitó.
- Cuando quieras, Blaine.

Levantó la mirada de pronto e hizo que me corriera hacía atrás por el repentino movimiento.

- Tengo que irme, discúlpame con Rachel, ¿sí? - se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.
- ¿Por qué te vas? - inquirí, desorientado, aun sentado sobre el sillón.
- Las preguntas se acabaron – sonrió - Hasta mañana, Kurt - y salió por la puerta.

Dejó la habitación vacía y a mí en ella. Cuando lo capté, pude distinguir también un fiero deseo de mantener su presencia aun allí, conmigo.

Giré sobre mi asiento y miré la rosa sobre la mesa, suspiré. Salí disparado a mi habitación y rebusqué en el cajón inferior de mi buró aquellas fotos con el rostro de ángel. Me quedé sentado en el suelo de la habitación, recargado en uno de los lados de mi cama, mirando lo que tenía en las manos. ¿Qué era eso que sentía en mi estómago? ¿Por qué el corazón se me aceleraba cuando no debía? ¿Por qué… sentía que Blaine me gustaba? Era sumamente atractivo, sin duda y sensacional, también.

Estar a su lado era como no querer que el tiempo avanzara, querer detener las manecillas del reloj y mandarlas en sentido contrario. Su mirada angelical de miel era como la fábrica de luces para Navidad. Me hace sentir querido con el beso en la mejilla, la sonrisa que miraba en su rostro me llena de algo que me es inexplicable. Él de alguna forma me hace recordar lo que es sentir, saber que uno existe.

Blaine, su nombre me afectaba… porque ahora me invadía una angustia palpable que me comenzó a cortar la respiración y hacía que las manos desprendieran sudor frío.

No. Yo podía fijarme en cualquier chico, cualquiera. Excepto en uno. Arrojé las fotografías dejándolas desparpajadas por todo el interior del cajón y lo cerré abruptamente. Yo no podía fijarme en Blaine.

- ¡Kurt! - la voz de Rachel apareció lejos, junto a la puerta de entrada que apenas había cerrado para introducirse al departamento y como impulsado me levanté del piso y salí de mi habitación. Miré a Rachel.
- Hola - musité.
- ¿Dónde está Blaine? - preguntó, dejando su bolso Louis Vuitton sobre el sofá.
- Se fue.
- ¿Cómo? ¿Vino y se fue?
- Sí - me encogí de hombros - Me dijo que lo disculpara contigo pero que tenía que irse - tragué saliva escandalosamente.
- ¿Estás bien?
- ¿Yo? Claro, ¿por qué no he de estarlo? - farfullé, queriendo sonreír.
- Pues, te conozco y pareces nervioso.
- ¿Nervioso? ¿Yo? – Reí - No, para nada.
- Kurt - me miró, con esos grandes ojos color chocolate que me acusaban conjeturantes -  ay, ¿sabes qué? Olvídalo - manoteó restándole importancia al asunto - vengo muy cansada hoy - bostezó y luego miró hacía la mesita de centro - ¿Y esa rosa?

Abrí los ojos como platos.

- Eh… emm… - tartamudeé.
- ¿Te la dio Sam? - especuló con el rostro ansioso.
- Blaine - solté.
- ¿Te la dio Blaine? - su ceño se frunció, y la voz se le bañó radicalmente de un matiz de confusión.
- Emm… ¡No! Quiero decir que Blaine te la dejó a ti, es para ti - dije, mientras sentía que la fierecilla pataleaba y gritaba ¡Mía, mía, mía!
- ¿Hizo eso? - su semblante cambió de nuevo y se volvió tierno y dulce, como era - Aww, qué lindo es - se acercó a la rosa y la tomó para luego percibir su aroma - Tengo que ponerla en agua - sonrió y yo suspiré, aliviado y con pesar.

Aliviado porque había salido del lío que por poco y se iba a armar, y con pesar porque la rosa ahora estaba en las manos equivocadas, que irónicamente eran en las que deberían de estar.

Me senté en una de las sillas del pretil mientras veía cómo Rachel sumergía el tallo de la rosa en el agua de un florero pequeño.

- ¿Y qué tal tu día con Sam? - preguntó mi amiga.
- Genial - musité con aplomo.
- Ay pero lo dices como si no te hubiera gustado - su aguda voz se acercó cuando ella se sentó a mi lado.
- No, es que estoy cansado, ya me conoces - sonreí.
- No es justo, ¿sabes? - dijo.
- ¿Qué cosa? - la miré.
- Que no pueda pasar tiempo contigo. Dios, ¡eres mi mejor amigo y casi ni hablamos! Yo con mi trabajo y con… Blaine.
- Pero Rach, vivimos en el mismo departamento, como queríamos desde pequeños, ¿recuerdas?
- Sí – sonrió - y aun así casi ni te veo. No es justo.
- Está bien. Tenemos los domingos - dije.
- Un día de siete - hizo un mohín.
- Me gustaría pasar más tiempo contigo, Rach; como cuando éramos niños, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.
- Me siento muy afortunada, ¿sabes? – Suspiró - Tengo el mejor amigo del mundo y el novio más apuesto del planeta – rió - Además del trabajo que quería - agregó.

No sabía por qué me sentí culpable cuando ella dijo “el mejor amigo del mundo” y celoso cuando dijo “el novio más apuesto del planeta”.

Sonreí y la abracé. Si había una amiga excelente, esa era Rachel. No yo.

- Tengo que dormir, Rach - dije.
- ¡Ay, no! - exclamó, como niña pequeña - ¿No vas a cenar?
- Estoy cansado.
- ¡Vamos! Cena conmigo, ya van varias veces que me dejas cenando sola - hizo un puchero y me reí.
- Está bien. ¿Qué cenamos?

La sonrisa de Rachel se expandió alegre por su rostro.


Miré a través de la ventana el cielo completamente oscurecido y conté las escasas estrellas que había esa noche. Miré luego el reloj, iba a ser la una treinta de la mañana y yo aún no podía dormir. Me acurruqué entre la cobija y suspiré.

No podía seguir ignorando a la fierecilla dentro de mí, porque sus pensamientos ya no iban en total desacuerdo con los míos. Pero aún conservaba un poco de cordura en alguna parte de mi cabeza que me decía que no podía enamorarme de Blaine. Era tan intocable como el fuego bajo la sartén, tan prohibido como romper alguna ley de la constitución; era el novio de mi mejor amiga, y yo debía de brincar hacía atrás los pasos que no debí de caminar.

Apabullado y con la cabeza llena de pensamientos ilógicos logré dormir esa noche.

Su sonrisa llegaba hasta mí a través de la poca distancia entre ambos. Una sonrisa demasiado bonita como para desgastarla, pero él quería dármela a mí y sólo a mí; haciendo que miles de mariposas revolotearan en mi estómago. Luego tomó mi mano, y sentí que pude tocar el mismísimo cielo. El corazón se me aceleró cuando él puso mi nombre en sus labios y la sonrisa se expandía ahora por mi rostro.

- ¿Quién más puede hacerte sentir esto? - me preguntó, con su voz de terciopelo.

Era la primera noche que soñaba con él, con Blaine. Suspiré con la cabeza enterrada en la almohada y mi suspiró se convirtió en un vapor cálido que me pegó en todo el rostro. Alcé la cabeza y pude sentir algunos que otros cabellos despeinados cosquilleándome la frente. Hoy era sábado. Recordé angustiado el sueño y llegué a la conclusión de que tenía que contarle esto a alguien porque si no, explotaría tarde o temprano.

Me levanté y arreglé en media hora y tecleé sobre las teclas de mi celular el número de Finn, ¿quién mejor que él para entender toda esta locura?

- ¿Hola? - me contestó, del otro lado de la bocina.
- Finn, ¿podemos vernos hoy? - pregunté.
- Claro, dime en dónde y a qué hora - accedió.
- En la plaza, en una hora  y media, ¿está bien?
- Perfecto, ¿puedo preguntar para qué? - curioseó.
- Te digo cuando te vea.
- Está bien.

Trunqué la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaría más de una hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios me costaría trabajo.

Tomé un taxi que tardó casi los sesenta minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Rachel había colocado allí para mi uso, debido a que mis billetes y monedas aun eran americanos.

Bajé y me adentré en el motín de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banquita gris que estaba vacía por puro milagro, como si aguardara por mí.

Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Los nubarrones grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadores.

Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras esperaba por Finn; quien hasta el día de hoy se había vuelto casi mi mejor amigo, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesto a decirle con punto y coma todo, y eso incluía aceptar que Blaine me atraía y bastante.

A la media hora Finn apareció entre el tumulto de gente, su suéter color vino y su porte fue lo que alcancé a distinguir primero.

- ¡Finn, acá! - manoteé para que me viera y no sólo logré llamar la atención de él sino de algunos otros que me miraron extrañados por hablar en otro idioma.

Cómo si no hubieran oído jamás el español. Me encogí un poco cohibido y aun así Finn me alcanzó a mirar y se acercó.

- ¡Hola! - me sonrió, como siempre, con su sonrisa de lado.
- Qué bueno que llegaste - dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo.
- Dime, ¿qué pasa?
- Bueno, tengo un muy, muy, grave problema - farfullé.

Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa, pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación.

- ¿Qué tipo de problema? ¿Qué es? - inquirió, visiblemente atento.
- Bueno, ¿prefieres que te lo diga sin tantos rodeos? - pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí.

Asintió.

- Creo que me gusta tu hermano - dije, casi hablando entre dientes, consumido por la vergüenza.
- ¡¿Qué te gusta quién?! - sus ojos marrones se abrieron al igual que su boca.
- No me hagas repetirlo - lo fulminé con la mirada.
- ¿Estás enamorado de Blaine? - preguntó y su voz se mezcló con alguna chispa de arrebato repentino.
- No, no, no – gesticulé - Enamorado, no - negué rotundamente, meneando la cabeza -  Sólo, me gusta… mucho - admití, ruborizándome.
- Vaya - se recargó con aplomo sobre el respaldo metálico de la banca - Ahora somos compañeros del mismo dolor - bromeó.
- Finn, no estoy enamorado de tu hermano - volví a especificar.
- No por ahora.

Le fruncí el ceño y el rió.

- Vamos, cuéntame cómo ocurrió - me palmeó la pierna cariñosamente.
- Bueno – suspiré - creo que fue desde que lo vi. Mira, yo no creo en el amor a primera vista, pero cuando vi a Blaine, me atrajo al instante. Tu hermano es muy apuesto.
- Ya he oído eso - musitó Finn.
- Bueno, tú no te quedas atrás - admití.
- Gracias. Continua.
- Él no me dijo que era novio de Rachel, y Rachel tampoco me mencionó que tenía uno; así que mis pensamientos volaron libremente y entonces chocaron contra una dura pared cuando me enteré de que ellos eran pareja.
- ¿Cómo te enteraste?
- Oí a Rachel decirle ‘amor’ y luego besarlo.
- Oh - musitó y quiso fingir indiferencia, pero fue notable que le dolió. Capté entonces que debía guardarme comentarios como ese.

Continué.

- Luego Rachel me explicó que lo eran y… yo comencé a convivir con Blaine, ya sabes, mientras espera a que Rachel llegue del trabajo y eso; luego…
- Espera, espera - me interrumpió - ¿Cómo que convives con Blaine mientras espera a que Rachel llegue?
- Sí, bueno, Rachel llega a las ocho de la noche y Blaine va a las siete al departamento.
- ¿Por qué hace eso? - preguntó, confundido.
- Dice que es agradable estar allí - me encogí de hombros.

La cabeza de Finn se meneó y luego soltó una risita junto con un resuello.

- Continúa, continúa - me instó.
- Bueno, empecé a convivir con él, llevarnos bien es fácil, es agradable y divertido, pero mientras más convivíamos, empecé a sentir cosas por él.
- ¿Cosas?
- Sí, ya sabes, ese tipo de cosas - me encogí de hombros.
- ¿El cosquilleo en el estómago, la sonrisa idiota en el rostro, el latir inoportuno del corazón, el enrojecimiento de mejillas y las ridículas ganas de verle el rostro a cada instante de cada día?
- Eso… mismo.
- ¿O esas ganas abrasadoras de ser tú quien en vez de ella, esos molestos pinchazos en el interior que te fruncen el ceño cuando los ves tomados de la mano, riendo y platicando, y esas oleadas repentinas de tristeza cuando por accidente los descubres besándose?
- Sí - musité.
- Querido amigo - se acomodó para mirarme de frente y me miró con un gesto divertido y a la vez compasivo - Lamento confirmarte que estás enamorado - me hizo un cariño en la barbilla.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~o~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Sé que todos quieren que ya hayan "Momentos Klaine" por eso les he puesto tres capítulos hoy, pero les pido paciencia, como lo mencioné anteriormente, Kurt y Rachel son mejores amigos y ni modo que Kurt venga de la noche a la mañana a arrebatarle el novio. Asi que Paciencia por favor!

[Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 1206646864
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Mensaje por Gabriela Cruz Lun Oct 28, 2013 11:37 pm

Sigue actualizando con 2 capítulos diarios, esta súper.
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Mensaje por Invitado Miér Oct 30, 2013 12:48 am

14.
 
 
 
- ¡¿Qué?! - chillé, atónito - ¡No puedo estar enamorado de él!
- ¿Por qué no? - preguntó, sumamente tranquilo.
- ¡Porque es novio de mi mejor amiga! - vociferé como si fuese obvio - No debo, no puedo - negué con la cabeza, frenéticamente.
- Uno no decide de quien enamorarse – suspiró - Y si no, mírame a mí: no debo ni puedo estar enamorado de Rachel, y lo estoy - se encogió de hombros.
- ¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad? - vociferé, casi queriéndole sacudir de los hombros.
- Porque no voy a ponerme a llorar ni a atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptar y vivir con eso? Aunque me duela.
- Y bastante - admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio.
- Ahora sé por qué nunca me juzgaste - dijo, adivinando mi pensamiento.
- ¿Y qué vamos a hacer ahora? - pregunté, derrotado ante el sentimiento.
- Tratar de separarlos y hacer que Blaine te ame a ti y que Rachel me ame a mí - dijo.
- ¿Qué? - le miré, con desdén, crédulo.
- Sabes que eso fue sarcasmo, ¿verdad? No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada - musitó, lleno de aplomo.
- Por un segundo lo creí - susurré, recargando mi espalda en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos.
 
“Y me gustó” completó una vocecilla en mi cabeza.
 
- ¿Te digo algo? - dije, ignorándola.
- Dime - me miró.
- Creo que Blaine se… - me daba vergüenza decir eso, porque seguro Finn pensaría que estaba loco o demasiado enamorado y ya comenzaba a alucinar.
- Se… ¿qué? - me instó.
- Se pone un poco celoso cuando me ve con Sam - terminé diciendo como quien no quiere la cosa.
- ¿Sam? ¿El vecino de Rachel?
- Ajá.
- ¿Por qué se pondría celoso? - preguntó, con los ojos inquisidores.
- No sé - dije, aunque sí sabía, o al menos, quería creerme lo que pensaba. Que yo de alguna forma le atraía - Pero he notado que cada vez que tomo a Sam del brazo y que me despido de él, Blaine no parece muy contento - admití.
- ¿Te gusta Sam? - preguntó y me hizo recordar cuando Blaine lo hizo también.
- Es agradable, pero lo profiero como amigo.
- Entonces, déjame adivinar, ¿utilizas a Sam para darle celos a Blaine? - me reprochó.
 
Lo primero que pensé en decir fue ‘No’, pero luego, cuando lo pensé más, decir ‘No’ sería completamente falso; porque consciente o inconsciente, yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Blaine en su rostro y luego sentirme bien al saber, o mejor dicho, creer, que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud.
 
Finn interpretó mi silencio.
 
- Kurt, eso no se hace - me regañó, como un padre a un hijo, o como un hermano mayor.
- La mayoría del tiempo no lo hago a propósito - susurré.
- Y Blaine no tiene porqué ponerse celoso – reflexionó - Esto está muy, pero muy raro - se rascó la barbilla, como pensando y yo sólo me dejé caer de nuevo sobre el respaldo, suspirando. No quería hacerme ilusiones, no debía.
 
No quería que Finn se fuera, porque sabía que luego tenía que enfrentarme yo solo a un montón de sentimientos que no deben de estar dentro del corazón que ahora latía dentro de mí cuando lo veía a él.
 
Me mordí las uñas con nerviosismo, ideando quién sabe cuántos planes para evitar a Blaine, porque sí, eso es lo que haría, después de haberlo pensado y repensado, la decisión más sabia era evitarlo, así, a lo mejor, los absurdos sentimientos desaparecían. Miré el reloj con nerviosismo, como alguien que teme que el tiempo de un examen se acabe cuando no vas siquiera a la mitad. Faltaban doce minutos para las siete de la tarde.
 
Contárselo a Finn y que este me hiciera ver las cosas con claridad, había servido sólo para atormentarme; porque ahora ese era exactamente mi problema, todo estaba ya claro y yo estaba enamorado de alguien de quien no debía. Tanto tiempo compartido había traído consecuencias fatales para mí.
 
¿Y si no le abro? Pensé. Cuando llegara podría ignorarle y no salir a abrirle, así, él se iría y yo no tendría que atormentar a mi corazón, haciéndolo latir para luego ordenarle que se callara. Corrí a mi habitación, dispuesto a embarcarme en mi mundo e ignorar los ruidos externos, y eso incluía el llamado a la puerta que en cualquier momento se oiría.
 
Conecté mi reproductor de música al par de bocinitas que papá me había regalado en el cumpleaños número diecisiete y dejé que la música sonara queda por toda la habitación. Mientras sonaba la primera canción de la lista, aquellos golpeteos en la puerta tan reconocibles ya, se escucharon, haciéndome latir el corazón con un palpitar que resultaba ridículo. Traté de ignorarlos y sobre todo, ignorar el pensamiento de saber quién era el que estaba detrás de la puerta. Pero los golpecitos se aferraron a seguir llamando y era como si su sonido me incitara a correr y ver el rostro que ahora se proyectaba en mis sueños. Arranqué de un jalón el reproductor y conecté los auriculares blancos para luego llevarme cada uno a los oídos, haciendo girar el círculo para que el volumen subiera y me atronara en los oídos indefensos. Me tumbé sobre la cama y cerré los ojos con fuerza, produciendo una que otra arruguita en el parpado. Enterré la cabeza en la almohada y luego canturrié algunas estrofas de All the small things de Blink 182, que sonaba con potencia en mis oídos, haciendo de mi voz sólo un farfullar ahogado que nada más yo entendía.
 
Así pasaron casi cuarenta y cinco minutos hasta que decidí que no quería quedarme sordo antes de los treinta y bajé el volumen hasta desvanecerlo completamente y luego apagarlo. Suspiré, ¿con qué cara vería ahora a Rachel? ¿Podía acaso ser tan hipócrita como para mantenerle la misma sonrisa “sincera”? Ella no merecía que nadie le hiciera daño, nadie y mucho menos yo, ella ya había sufrido tanto y ahora, no podía permitirme hacerle daño. Contemplé el techo blanco por un rato, sintiéndome la persona más pérfida como amigo. Entonces oí cómo la puerta se abrió y luego la voz de Rachel y la de Blaine mezcladas. El corazón me latió por dos cosas, de nerviosismo y ansiedad.
 
- ¡Kurt! ¿Estás? - preguntó Rachel en un sonoro grito.
 
¿Y ahora qué se suponía que debía hacer? ¿Salir y portarme como si nada, siendo hipócrita hacia con Rachel y ordenando callar a mi corazón cuando Blaine se acercara o quedarme encerrado en mi habitación y hasta quizá ocultarme en el armario para siempre?
 
- ¡Allí estás! - dijo Rachel, con alivio, abriendo la puerta de mi habitación y haciéndome sentir descubierto bajo la mirada avellana de Blaine que se mostraba en segundo plano.
 
Le sonreí, totalmente nervioso y atontado debido a que no tuve la oportunidad de salir corriendo por la ventana, aunque hubiera sido mala idea por los tres pisos que había antes del suelo. No pude mirar a Blaine, o mejor dicho mantener mi mirada en él, mientras él me veía; pero tampoco pude hacerlo con Rachel, porque ella quizá podría ver en mis ojos alguna aflicción. Y no estaría del todo equivocada.
 
- ¿Por qué no le abriste a Blaine? - preguntó, entre tanto que yo bajaba de la cama y me acercaba para salir de mi habitación, aunque no quisiera.
- Oh, perdóname - intenté mirar al interpelado pero su mirada me derritió el corazón incluso antes que éste pudiera latir, así que me apresuré a hablar para quitarla rápido - Es que me quedé dormido con la música a todo volumen - me excusé y luego me dirigí hasta la cocina para tomar una manzana, pero más para huir de ambos. Porque por el lado que sea, yo me sentía culpable.
- No, no te preocupes - me dijo Blaine y su voz hizo que las piernas me temblaran.
- Lo encontré sentado afuera, quién sabe por cuánto tiempo estuvo allí - musitó Rachel y por la colilla del ojo miré cómo se giró hacía Blaine para darle un abrazo cariñoso.
 
El hecho de que no quería admitir que me daban celos, no evitaba que los sintiera. Entonces el timbre sonó interrumpiendo el beso que estaban a punto de darse y corrí alegre a abrir la puerta, dándole gracias a quién sea que estaba del otro lado.
 
Cuando abrí, un ramo de rosas rojas le tapaba la cara a alguien y sólo divisé las viriles manos que lo sostenían. Todos nos quedamos observando, confundidos y curiosos, hasta que el ramo de rosas bajó y pude ver el bello rostro juvenil de Sam, sonriéndome.
 
- Hola - me dijo.
- Hola - musité, aun confundido.
- ¿Puedo pasar? - preguntó.
- Adelante - animó Rachel, esperando ver la escena que ya imaginaba.
 
Recordé las palabras de Finn de esta mañana, y me esforcé de verás por no sacarle provecho al asunto. Al menos no a propósito.
 
Sam condujo sus pies hasta quedar atrás de mí, y luego yo cerré la puerta, temiendo por lo que pudiera pasar a continuación.
 
- Ten. Es para ti - me dijo cuando le miré y me extendió el ramo.
 
No quería, pero no pude evitarlo y miré por la colilla del ojo a Blaine, quien tenía un ceño ligeramente fruncido. Luego a Rachel, quien con ojos como platos contemplaba la escena, ajena a la expresión de su novio y completamente emocionada; como de esas niñas que ven un espectáculo de navidad en primera fila y apenas pueden esperar para saludar al sujeto gordo vestido de Santa Claus.
 
 
- Gracias, Sam - tartamudeé, tomando el ramo.
- Te dije que lo haría y bueno, yo siempre cumplo - musitó.
 
Antes de que pudiera yo decirle algo, Rachel habló, pero para Blaine.
 
- Oh, amor, eso me hizo recordar – dijo - Gracias por la rosa - besó su mejilla.
 
Blaine, desconcertado, frunció el ceño.
 
- ¿Cuál rosa? - preguntó.
 
Oh, oh. Pensé.
 
El corazón se me aceleró en un intento de explotar de nerviosismo y las manos desprendieron un poco de sudor frío.
 
- ¡Eh, Blaine! - dije, adelantándome a la situación - La rosa que le dejaste a Rachel ayer, como disculpa porque no pudiste venir, ¿recuerdas? - rogaba porque Blaine me siguiera la corriente y también porque no se molestara conmigo.
 
Miré de reojo a Sam, quien sabiamente guardaba silencio y su rostro me decía que trataba de comprender lo que estaba sucediendo.
 
Los ojos de Blaine me miraron, extraños. Fue una mirada que no supe describir, sus ojos algo me dijeron pero yo no entendí, estaba demasiado nervioso como para ponerme a descifrar el mensaje que me gritaban. Luego de un silencio, Blaine retiró su mirada de mí y le sonrió a Rachel.
 
- Sí, ya recuerdo – musitó - De nada - dijo.
 
Suspiré de alivio.
 
Después de eso, Rachel volvió al ataque.
 
- Y Sam, ¿a qué se debe tan gran detalle con Kurt? - preguntó Rach, preparada quizá para la bulla.
- Emm… - tartamudeó.
- Porque somos excelentes amigos, ¿verdad, Sam? - interrumpí.
- Claro - dijo el interpelado.
- Chicos, les daremos privacidad. Sam y yo iremos a mi habitación - tomé la mano de Sam mientras que con la otra aun sostenía el ramo - Vamos, Sam - lo llevé hasta mi cuarto, mientras que éste trataba de comprender mucho más todo lo que había ocurrido antes.
 
La mirada inquisidora de Rachel estaba a mis espaldas y la de Blaine, desconcertado, también nos seguía, hasta que nos deshicimos de ambas al cerrar la puerta.
 
Cerré los ojos y suspiré.
 
- Dios… - murmuré, aliviado.
- ¿Qué acaba de ocurrir allá afuera? - preguntó, Sam.
 
Le miré y suspiré de nuevo, era hora de contarle todo.
 
- Tenemos que hablar, Sam - dije y le hice seña de que se sentara sobre la cama entre tanto que yo me sentaba a su lado y ponía el ramo sobre la almohada.
- ¿Qué pasa? - preguntó, inquieto.
- ¿Recuerdas ayer cuando te dije que si alguna vez te había gustado alguien prohibido? - inquirí, en voz baja.
 
Él asintió.
 
- Bueno… - guardé silencio por un minuto, mientras que los ojos verdes de Sam esperaban que siguiera hablando - creo que estoy enamorado de Blaine - admití, casi con un hilo de voz.
- ¡¿Qué tú qué?! - farfulló.
- ¡Shhh! - exclamé, para que bajara su tono de voz - Finn me hizo darme cuenta de ello.
- Pero es el novio de Rachel, y ella es tu mejor amiga - musitó, con un leve tono de desesperación.
- ¿Y crees que no lo sé? - dije, triste - Pero uno no decide de quién enamorarse - cité, lo que hace unas horas había aprendido de Finn.
- ¿Y lo de la rosa?
- Bueno, Rachel llegó ayer y la vio tendida sobre la mesa de centro, me preguntó que si fuiste tú quien me la había dado y dije que no, ya sabes, no quería que empezara a especular más de lo que ya lo hace; entonces le dije que era Blaine quien se la había dejado a ella, porque no podía decirle que su novio me la había dado a mí - expliqué.
- Eres un gran amigo, Kurt - me acarició el hombro.
- Claro que no, ¿qué clase de amigo se enamora del novio de su mejor amiga? - dije, en un chillido ahogado.
- Bueno, exceptuando eso. Entonces, ¿te molesta que yo…? Ya sabes.
- Sam, no quiero usarte para darle celos a Blaine - bajé la cabeza.
- No siento que me uses. Aunque Blaine sí se pone celoso, cosa que no debería.
- Eres un gran amigo para mí, Sam. Es así como yo te veo. Discúlpame.
- No tienes que pedir perdón por eso, Kurt – sonrió - Eres muy simpático, claro, pero también eres un amigo para mí.
- Gracias, Sam.
- ¿Y ahora qué piensas hacer? - me preguntó.
- Trato de ignorar a Blaine.
- ¿Por eso no le abriste la puerta? - rió.
- ¿Cómo sabes eso?
- Mi tía me dijo que lo vio sentado allá afuera, como si esperara.
 
Suspiré.
 
- No siempre podrás evitarlo, Kurt - me dijo.
- Ya lo sé.
- ¿Sabes? A lo mejor no es enamoramiento, simplemente es… deslumbramiento muy profundo - trató de animarme.
- ¿Qué diferencia hay?
- Que en uno estás enamorado, en el otro no - rió, pero su broma no provocó nada en mí e inmediatamente volvió a la seriedad - Cuando me ocupes, sabes que voy a estar allí - me acarició la rodilla.
- Gracias, Sam. En serio, gracias.
 
Una vez aclaradas las cosas, Sam y yo pasamos el rato riéndonos, aunque mi risa no fuera con mucho sentido.
 
- Creo que ya es hora de irme. No quiero perderme la cena - dijo Sam, sobándose la panza.
- Está bien. Ojala podamos vernos mañana - sonreí.
- Claro.
 

Me paré para abrir la puerta de mi habitación y Sam me siguió. En cuanto la madera me dejó ver la escena exterior, deseé cerrarla de nuevo de un solo portazo. ¿Cuántas veces se necesitaba ver la escena amorosa entre Blaine y Rachel para que mi corazón se rompiera por completo? Me paré en seco y Sam detrás de mí. Blaine y Rachel se separaron y sus bocas volvieron a ser dos. Algo dentro tironeó mi corazón.



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Mensaje por darckel Miér Oct 30, 2013 12:48 am

esa coversacion furt fue tan linda, enserio me gusto mucho
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Mensaje por Gabriela Cruz Miér Oct 30, 2013 12:54 am

Espero que pronto Blaine se decida a dejar a Rachel, no me gusta esa pareja la verdad.
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Mensaje por darckel Miér Oct 30, 2013 1:17 am

perdón pero mi anterior comentario era para el capitulo 13, este es para este capitulo y es que sam es un muy gran amigo y espero que pronto este con britt y pues la amistad que tienen fin y kurt es muy linda
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Mensaje por Dablerry Miér Oct 30, 2013 3:38 pm

 aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw esto ha  estado genial, te juro que he estado toda emocionada los ultimos capitulos ♥ ♥  Blainey  ya no puede disimular más por diooooos son tan hermosos, estoy tan tan feliz, obviamente ya quiero Klaine, pero sabes esta tensión igual se siente de maraviiillla, pobre Rachel, porfis fijate en Finn :CCCC  , Sam es un muy buen amigo me encanta, amo este fic ♥ ♥ no puedo más querida porfavor actualiza lo más pronto que puedas, y enserio te agradezco de todo corazón que nos traigas esta tan maravillosa adaptación , sabes que casi me da un colapso al ver que de la nada habiamos llegado al 14 jaja, se sintió super bien, porfis si puedes danos mas sorpresas asi, un besote y gracias nuevamente ♥
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Mensaje por Invitado Jue Oct 31, 2013 4:02 pm

Actualiza, ya (? Jajaja que alguien mate a Rachel. Ok, no. Me encantó tu fic, felicitaciones :)
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Mensaje por alexluis Vie Nov 01, 2013 2:38 pm

WAOOO NO LO TOLERO MAS HACE MUCHO NO COMENTABA EN NINGÚN FIC YA QUE SIEMPRE ERA LO MISMO PERO ESTO ME ENCANTO POR FAVOR NO PUEDO MAS NECESITO MAS CAPÍTULOS POR FAVOR NO TARDES MUCHO ESTE FIC ES TAN ADICTIVO [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 
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Mensaje por alexluis Vie Nov 01, 2013 2:39 pm

Y DISCULPA EN EL ANTERIOR COMENTARIO NO AGRADECÍ "GRACIASSSSSS"
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Mensaje por Invitado Vie Nov 01, 2013 11:40 pm

darckel escribió:esa coversacion furt fue tan linda, enserio me gusto mucho
Yo también adoro Furt, es mi amistad favorita :D

Gabriela Cruz escribió:Espero que pronto Blaine se decida a dejar a Rachel, no me gusta esa pareja la verdad.
Yo igual... KLAINE!!! KLAINE!!! KLAINE!!! XD

darckel escribió:perdón pero mi anterior comentario era para el capitulo 13, este es para este capitulo y es que sam es un muy gran amigo y espero que pronto este con britt y pues la amistad que tienen fin y kurt es muy linda
Don't worry, a mi me encanta Sam y Britt como pareja.
kurtblainelover escribió: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw esto ha  estado genial, te juro que he estado toda emocionada los ultimos capitulos ♥ ♥  Blainey  ya no puede disimular más por diooooos son tan hermosos, estoy tan tan feliz, obviamente ya quiero Klaine, pero sabes esta tensión igual se siente de maraviiillla, pobre Rachel, porfis fijate en Finn :CCCC  , Sam es un muy buen amigo me encanta, amo este fic ♥ ♥ no puedo más querida porfavor actualiza lo más pronto que puedas, y enserio te agradezco de todo corazón que nos traigas esta tan maravillosa adaptación , sabes que casi me da un colapso al ver que de la nada habiamos llegado al 14 jaja, se sintió super bien, porfis si puedes danos mas sorpresas asi, un besote y gracias nuevamente ♥
Aaaaahhh!!! Comparto tu emoción y perdón por tardar... Soy una mala escritora xD... Pero las compensaré... Lo juro.

Milu Colfer ღ escribió:Actualiza, ya (? Jajaja que alguien mate a Rachel. Ok, no. Me encantó tu fic, felicitaciones :)
Saquen las armas!!! jajja naaah, adoro a Rach, pero no en el Fic xD

alexluis escribió:WAOOO NO LO TOLERO MAS HACE MUCHO NO COMENTABA EN NINGÚN FIC YA QUE SIEMPRE ERA LO MISMO PERO ESTO ME ENCANTO POR FAVOR NO PUEDO MAS NECESITO MAS CAPÍTULOS POR FAVOR NO TARDES MUCHO ESTE FIC ES TAN ADICTIVO [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 
alexluis escribió:Y DISCULPA EN EL ANTERIOR COMENTARIO NO AGRADECÍ "GRACIASSSSSS"
Gracias a tiiiiii por comentar.... Aaahhh!!!



Como los adoroooo!!! Y adoro sus comentarios son tan adfhjklñ me sacan 62934775932793 sonrisas siempre (apusto a que no leyeron el número xD) 

Ok, actualizo enseguida
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Mensaje por Invitado Sáb Nov 02, 2013 12:01 am

15.

 
 
 
- Perdón - dijo Sam, ya que yo me había quedado sin voz.
- Oh, no te preocupes, Sam - se levantó Rachel del sofá y se acercó - ¿Ya te vas? - preguntó, medio  consternada.
- Sí - dijo él.
 
Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné. Seguí a Sam hasta la puerta y él notó mi reacción.
 
- Nos vemos luego, chicos - dijo Sam y dijo adiós con la mano a Blaine y a Rachel. Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.
 
Me quedé parado allí, analizando lo que Sam acababa de hacer, o mejor dicho, el por qué lo había hecho.
 
- Adiós - musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Sam.
 
Me giré y los ojos inquisidores de Rachel me acusaron mientras que los de Blaine me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque… esa era la razón, ¿no?
 
Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajó la mirada.
 
- ¿De qué tanto hablaron tú y Sam? - preguntó Rachel, la curiosidad que siempre había existido en ella ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.
- De nada importante, ya sabes - me encogí de hombros - su tía, la cena - dije, divagando un poco - ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia - inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.
- Pero…
 
No dejé que Rachel terminara e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender. Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire. Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.
 
La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.
 
- Necesitamos hablar - me dijo Blaine haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.
 
De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Rachel? Le miré con ojos angustiados.
 
Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.
 
- ¿Qué sucede? - pregunté.
- ¿Qué fue eso? - me dijo, con el mismo tono de voz.
- ¿Que fue qué? - esto parecía un juego de palabras.
- Eso, con Sam, ¿por qué te besó?
 
Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?
 
- No me besó - dije.
- ¿Entonces cómo le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?
- ¿Qué? - reí aún más y al parecer a Blaine no le hacía mucha gracia - Sam no me besó, no en los labios, al menos. Fue sólo un beso de amigos.
- Pues no parecían amigos - farfulló.
- Blaine, pareces mi padre - dije, medio molesto por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.
 
Blaine suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.
 
- ¿Por qué le diste la rosa a Rachel? - preguntó.
- Porque ella es tu novia, Blaine - dije, aunque me haya dolido rectificar aquello - A ella es a quien debes de darle rosas, osos de peluche o lo que sea.
- Pero yo te la quise dar a ti - insistió.
- Y yo no iba a decirle a Rachel eso, ¿o sí? – Suspiré - Blaine, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Rachel he inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Sam me besa o me lleva un ramo de flores?
 
Se quedó en silencio un rato, mirando hacia delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.
 
- No lo sé – musitó - Tengo que irme - se levantó rápidamente y caminó hasta su Hybrid negra y subiendo a ella condujo hasta desaparecer calle abajo.
 
Me quedé sentado allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos; era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Blaine había actuado así? A no ser que… no, claro que no. Eso sería imposible.
 
 Suspiré agobiado, si Blaine había malinterpretado todo, seguro Rachel también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Rachel y sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le di a Blaine, el de “Sam y yo sólo somos amigos”.
 
Me levanté desganado y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Rachel podía llegar a ser realmente persistente.
 
Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Rachel mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró hacía mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.
 
Traté de sonreír.
 
- ¿Por qué la gran sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy? - bromeé.
- Aay - se quejó como niña pequeña - Eso sólo fue una vez y hace ya varios años - dijo y rió, dejando escapar el sonido levemente gutural de su risa.
 
Me tuve que reír también, recordando aquella escena de la pizza quemada en casa de su abuela, cuando teníamos diecisiete años.
 
- Bueno, pero no es por eso porque sonrío - me dijo - Tú tienes algo que contarme - levantó las cejas una y otra vez.
- ¿Cómo qué? - me hice el que no sabía.
- No sé, tú dime, algo que tenga que ver con un chico rubio, llamado… ¿Sam? - tanteó.
 
Puse los ojos en blanco.
 
- Rachel, ¿cuándo vas a entender que entre Sam y yo sólo hay una bonita amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.
- Pero  yo vi…
- Un beso, ya sé - la interrumpí, de nuevo poniendo los ojos en blanco - Rach, pero ese no fue un beso en la boca, fue en la mejilla, cerca, pero fue de amigos, nada más - dije.
 
Se quedó en silencio como por tres segundos y luego exhaló.
 
- Eres aburrido - dijo y se giró para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.
- El hecho de que no me guste Sam no quiere decir que sea aburrido - me defendí.
- No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico - me dijo - A menos que… - se giró de nuevo y me miró, la sonrisa volvió a expandirse por su rostro - ¿Te gusta Finn? - preguntó.
- ¿Qué?
- Pues, no sales con más chicos, vas de aquí para allá pero no sin las mismas personas: Sam, Finn, tu amiga la de los Pierce e incluso Blaine.
 
Algo me estrujó el estómago cuando dijo su nombre.
 
- Bueno, ¿y qué quieres que haga? Finn se ha vuelto un amigo excelente y Sam es una persona grandiosa. A Britt la conozco por que trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre - dije.
- Ya lo sé, Kurt. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.
- Eso lo hago, créeme.
- Pero…
- ¡Tu pizza está lista! - canté al oír el pitido del horno - Me voy a dormir, te quiero, buenas noches - le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.
 
Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con Rachel, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Blaine, o mejor dicho, de que no estaría yo solo con él. Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.
 
- KK - los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.
- Ya estoy despierto - farfullé.
 
Salí de mi habitación y miré a Rachel sonreírme. Me sentí mal de nuevo.
 
- ¿Cuáles son los planes de hoy? - pregunté, totalmente desganado.
- Conseguir un vestido elegante - me dijo.
- ¿Elegante? ¿Qué celebramos? - inquirí, confundido.
- El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas - puso los ojos en blanco - Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.
- ¿El señor Vittore? - traté de pronunciar el apellido con el acento que Rachel había utilizado.
- Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore - explicó.
- Oh… ¿y…?
- Estamos invitados -sonrió ampliamente.
-¿Invitados? - quería saber a quiénes se refería.
- Sí, tú, yo y Blaine. Quien por cierto ya debería estar aquí - divagó, mirando el reloj de su muñeca.
- ¿Blaine? ¿Nos acompañará? - hice un mohín.
- Claro, ¿y luego quién nos dirá cómo nos vemos con nuestros atuendos? - bromeó.
- Pero Blaine es… hombre. Sabes que no les gusta eso - intenté encontrar una excusa creíble para que Blaine no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.
- Pero es mi Blaine - dijo y me dolió - él está dispuesto a acompañarnos.
 
Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y… angustiado.
 
Rachel corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé parado allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. Pero entonces Rachel abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.
 
- ¡Amor! - dijo Rachel, sin duda feliz. Pero esta vez en ves de darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.
 
Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.
 
- Hola - musitó Blaine.
 
Lo saludé con la mano.
 
- Ve a cambiarte, Kurt - me instó Rachel y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo - Nos espera un largo día.
 
Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Rachel acababa de usar para calificar al día… largo.
 
Me puse una camisa negra, combinándola con un jeans en tono gris, luego salí al encuentro con ambos.
 
- ¿Listo? - preguntó Rachel.
 
Asentí. Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómodo al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era el único, Blaine tampoco hablaba mucho.
 
Nos fuimos en su Hybrid negra, Rachel en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucado atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos solos los dos, yo en lugar de Rachel, y deseé fervientemente que ahora, Rachel se borrara de la escena y al instante me sentí mal, traicionero. Suspiré, empañando el cristal negro.
 
- Kurt, ¿tienes alguna idea para mi vestido? - me preguntó Rach.
- ¿Ah? - musité, encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente.
- Sí, algún color que tengas ya en mente - me miró.
- Oh, bueno… no, en realidad - me encogí de hombros.
- ¡Yo sí! – Anunció - Creo que escogeré uno en tono tinto - me dijo, pero luego miró a Blaine - ¿Te gustaría? - le preguntó.
- Te verías hermosa con ese color - respondió.
 
Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón: me giré de nuevo a mirar hacía la ventana, tratando de ignorar la situación.
 
Blaine condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de vestidos de gala, como si fuera alguna calle de Nueva York, así me pareció.
 
Al bajar, Rachel me tomó de la mano y me hizo apresurar el paso, emocionada; mientras que Blaine nos seguía detrás.
 
Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía tres preciosos vestidos en maniquís blancos y sin cabeza. Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que afuera estaba frío.
 
- ¡Mira esos vestidos, Kurt! - Rachel señaló hacía su derecha, mostrándome tres vestidos en tono negro.
- ¿Puedo ayudarle? - preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodado en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible.
- Sí, estamos buscando vestidos para una fiesta elegante - dijo Rachel y luego le sonrió.
- ¿De noche?
- Sí.
- Síganme - dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.
 
Rachel me hizo seña de que la siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora. Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era Blaine, conocía sus manos muy bien.
 
Pero el sólo contacto de su mano con mi brazo, hizo arder mi piel. Me giré a mirarle, esperando algo parecido al extraño comportamiento de ayer, pero su mirada era distinta, era como siempre había sido, tierna, inspiradora, brillante.
 
- ¿Podemos hablar un minuto? - pidió y su voz de terciopelo acarició mis oídos.
 
Asentí y me soltó.
 
- Creo que… - comenzó y al instante bajó la mirada - que te debo una disculpa - musitó, pero yo me quedé en silencio, porque en realidad no sabía qué decir. Entonces él levantó su mirada miel y capturó mi rostro, como no dije nada, continuó hablando - Por lo de ayer, la… extraña discusión que tuvimos, yo… eh… debí agradecerte, aunque no le veo nada de malo darle una simple flor a un amigo; pero tienes razón.
- ¿En qué tengo razón? - pregunté, hablando por primera vez desde que inició el día.
- En que a quien debo de darle ese tipo de cosas es a Rachel, ella es mi novia - esbozó una tenue sonrisita - ¿no?
 
Me quise morder la lengua. Retractarme de las palabras que había dicho ayer, pero ya no podía, además de que era verdad, yo tenía razón, y me dolía tenerla.
 
- Claro, sí - sonreí también. Aunque fingidamente.
- Entonces… - vaciló - ¿estamos bien? Digo, somos amigos, ¿verdad?
 
Amigos. La palabra rebotó en mi mente como pelota de ping pon. Me dolió.
 
- Claro, amigos - esbocé una tenue, apenas visible sonrisa.
- Genial - su sonrisa se volvió amplia.
- ¡Kurt, Blaine! ¿Por qué se quedaron allí? - Rachel salió de nuevo a la vista y nos tomó de la mano a cada uno, llevándonos con ella - Kurt, vi unos vestidos preciosos, te encantarán - me dijo, animada.
 
Le sonreí, fingiendo entusiasmo.
 
Nos llevó hasta el fondo de la tienda, en donde ella ya había hecho selección de tres vestidos; uno en verde, otro en morado y el último en tono tinto.
 
- Ve y escoge algún traje que te guste, Kurt, anda - me instó y me señaló un apartado con varias chaquetas y pantalones.
 
Me giré a ellos y comencé a pasar la mano sobre cada uno, distraídamente. Azul, rojo, negro, gris. Los colores pasaban por mi mente, pero nada más; porque en realidad no le estaba prestando atención alguna al diseño de la tela.
 
Amigos. Aquella conclusión de él me decía que ese era nuestro destino, nada más. Si yo tenía sueños, esperanzas o cualquier tipo de especulación acerca de una posible relación futura, tenía que echarlas a la basura. Nada iba a pasar, nunca, sencillamente porque él era el novio de mi mejor amiga.
 
- Creo que el azul se te vería estupendo - dijo a mi lado, haciéndome volver a la realidad, pero aun manteniéndome perdido en las capas de terciopelo de su voz.
- ¿Cómo? - pregunté, atolondrado.
- El azul - señaló un maniquí portando un precioso traje de tela brillante, en tono azul violeta tornasol, o un azul Copenhague, no supe bien. Con diseños en dorado.
 
Me acerqué a él, sumamente atraído y Blaine me siguió.
 
- Muy glamouroso, ¿no crees? - dije, admirando los toque brillantes en los detalles.
- No tanto. Perfecto, diría yo - me dijo - Se te vería estupendo, como la camisa que tenías el día que salimos con mi hermano, ¿recuerdas? Además, es mi color favorito - añadió.
 
¿Qué si lo recordaba? Lo que me sorprendió era que él lo hiciera.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~o~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~


Blaine, entiende que Kurt no desea ser tu AMIGO!!! Aaaahh!!! 
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Mensaje por darckel Sáb Nov 02, 2013 1:09 am

detesto a klaine en la friendzone, es tan molesto cuando están en esa danza del te quiero pero como amigos y el te quiero a mi lado, decídanse
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Mensaje por Gabriela Cruz Sáb Nov 02, 2013 2:50 am

Odio esa palabra como amigos, que le pasa a Blaine, hasta cuando va a reaccionar.
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Mensaje por alexluis Sáb Nov 02, 2013 10:25 am

Estuvo genial me muero por el próximo capitulo por favor no tardes mucho este FIC es demasiado adictivo, ya no quiero Klaine como amigos es muy molesto.
Espero que no tarden mucho en decir lo que sienten y estén juntos
GRACIAS por actualizar esta genial el capitulo. [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 
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Mensaje por Dablerry Sáb Nov 02, 2013 8:55 pm

♥ ♥ ♥ pero que capitulo!!!, Blainey celoso!!, Blaine celoso!!! es que no lo puede disimular maas si se enojo tanto aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw, pero pobrecitos, mi querido Klaine debe seguir aparentando, disimualr su fuerte atracción aaaaaaaaay 


ese Sam me encantó!!, muy bien hecho, para que Blaine se de cuenta de que debe tomar una desición, pero igual todo se ve tan complicado :C 

aaaaa estoy tan ansiosa que cuando pasé algo entre ellos no se si seré capaz de controlar mis emociones jijiji , te juro que explotare ahi mismo de felicidad jajaja 


espero porfis que actualices pronto ♥ un besito y nos leemos pronto !! 
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Mensaje por Invitado Sáb Nov 02, 2013 11:20 pm

darckel escribió:detesto a klaine en la friendzone, es tan molesto cuando están en esa danza del te quiero pero como amigos y el te quiero a mi lado, decídanse
Sí, además... todos en algun momento hemos pasado por eso. Gracias por comentar [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 1206646864 
Gabriela Cruz escribió:Odio esa palabra como amigos, que le pasa a Blaine, hasta cuando va a reaccionar.
Lo sé, pienso lo mismo... Si lo tuviera enfrente lo abofetearía gritando ¡Date cuenta! ¡Kurt te ama! ok no [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 
alexluis escribió:Estuvo genial me muero por el próximo capitulo por favor no tardes mucho este FIC es demasiado adictivo, ya no quiero Klaine como amigos es muy molesto.
Espero que no tarden mucho en decir lo que sienten y estén juntos
GRACIAS por actualizar esta genial el capitulo. [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087 
Gracias a ti por comentar y no desesperes que ya actualizo [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 
kurtblainelover escribió:♥️ ♥️ ♥️ pero que capitulo!!!, Blainey celoso!!, Blaine celoso!!! es que no lo puede disimular maas si se enojo tanto aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw, pero pobrecitos, mi querido Klaine debe seguir aparentando, disimualr su fuerte atracción aaaaaaaaay 


ese Sam me encantó!!, muy bien hecho, para que Blaine se de cuenta de que debe tomar una desición, pero igual todo se ve tan complicado :C 

aaaaa estoy tan ansiosa que cuando pasé algo entre ellos no se si seré capaz de controlar mis emociones jijiji , te juro que explotare ahi mismo de felicidad jajaja 


espero porfis que actualices pronto ♥️ un besito y nos leemos pronto !! 
Sí, comparto contigo eso... Es como que; ¡Dios, dejen de perder el tiempo y amense de una vez! Y Sam, si que es un buen amigo, incluso ayudando a Kurt para darle celos a Blainey!!!




Gracias por comentar a todos y aquí ya un capítulo doble, o sea... El 16 y 17 [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087
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Mensaje por Invitado Sáb Nov 02, 2013 11:25 pm

16.
 
 
 
El traje era realmente precioso, así que me lo probé, justo como Rachel lo hacía con los vestidos que había elegido. Mientras que Blaine esperaba sentado afuera.
 
- Se te ve hermoso - dijo Blaine, cuando Rachel le preguntó qué tal, entre tanto que yo me esforzaba por meterme en el pantalón, torpemente.
 
Me pregunté qué color era ahora el que Rachel vestía, ya que se había probado primero el vestido en tono tinto. Corrí la cortina y salí del vestidor cuando por fin logré acomodarme el elegante atavío.
 
Rachel y Blaine me miraron, asombrados.
 
- ¿Me veo tan mal? - pregunté, un poco cohibido ante ambas miradas de alucinación.
- ¿Mal? Dios, Kurt, el traje es hermoso, te ves genial - me dijo Rach acercándose a mí.
- Te ves encantador - musitó Blaine, como un escultor admirado de su propia obra.
- ¿Dónde encontraste el traje? - me preguntó, maravillada.
- Pues, Blaine… me ayudó a encontrarlo - admití, aunque debería de haber dicho, “Blaine lo eligió”
- ¿En serio? - se sorprendió Rachel - No tienes malos gustos, Blaine - dijo y rió.
- Gracias.
 
Me sentí muy observado así que decidí hacerle fiesta al vestido que Rachel usaba.
 
- Tu vestido es… precioso – dije - Morado, claro. Tu color favorito.
 
Era un vestido sencillo pero lindo, en tono morado, en corte princesa y unos tirantes que lo ataban al cuello.
 
- ¿Te gusta? - preguntó Rachel.
- Claro, se te ve estupendo - reconocí.
 
A decir verdad, el vestido era bastante sencillo, sí, pero Rachel tenía ese no sé qué que hacía lucir cualquier cosa que se pusiera, aun así fuera la prenda más horrible del mundo.
 
- Entonces, creo que tenemos los atuendos - dijo, satisfecha.
 
Le sonreí, tímido.
 
- Rachel, no tengo con qué pagarlo - dije, el precio del traje no era para nada barato.
 
Rachel explotó en risitas tiernas.
 
- No seas tonto, Kurt, yo los voy a pagar - me dijo.
- ¿Qué? No, no, no - negué con la cabeza.
- Claro que sí, y no quiero protestas. Anda, cámbiate para ir a pagarlos - me empujó hacía el vestidor y ella cerró la cortina, corriéndola de un tirón.
 
Me miré al espejo, ahora me sentía peor; Rachel era una excelente amiga, ¿y cómo le pagaba yo? Enamorándome de su novio. Suspiré y decidí no pensar en ello, ¿para qué me hacía más daño? Me despojé de la chaqueta y el pantalón, doblándolo sobre mi brazo, para salir cuando ya estaba vestido con mi ropa.
 
Rachel pagó por todo y aproveché para agradecerle a Blaine la ayuda.
 
- Gracias, por elegirme el traje - dije y le sonreí de una forma desconocida para mí.
- Por nada, me alegra haberte ayudado.
 
Me le quedé mirando, justo como él a mí. Su mirada miel era como una canción romántica en mi alma, de esas canciones que te hacen desear bailar bajo la luz de la luna.
 
- Blaine, Kurt - nos llamó Rachel y nos hizo apartar la mirada del otro – Vámonos - sonrió.
 
Me dio la caja del traje y Blaine tomó la suya para llevarla él, luego se giró a mí.
 
- ¿Te ayudo? - se ofreció.
- Claro - dije y le di la caja.
 
Salimos de la tienda, y Rachel tomó la mano de Blaine para caminar hasta su Hybrid. La fierecilla se enfureció por ver el entrelazado de dedos entre ambos. De pronto, deseaba al menos confundirlo, que alguna parte de su cerebro formulara mi nombre junto a una remota posibilidad… al menos. Pero al instante de que me percaté de aquello, me retracté velozmente. Esto no debería de estarme pasando.
 
Sacudí la cabeza como queriendo deshacer esos pensamientos y decidí ignorar a todo aquello que la fierecilla me gritaba, aun así yo estuviera de acuerdo.
 
El chillido del tocino sobre la casuela caliente tronaba en mis oídos y el aroma que éste desprendía hacía que mis tripas se quejaran de hambre. Apenas había conseguido sobrevivir ayer, tenía que admitir que me dolía bastante el corazón verlos reír y abrazarse, y ni hablar de cómo se me partía el corazón cuando se besaban.
 
Serví el tocino sobre el plato amarillo en donde ya estaban un par de huevos revueltos, me senté a comerlos, tratando de no traer a mi mente los recuerdos de ayer, porque dolía, de verdad dolía.
 
Cuando terminé de comer, lavé mi plato y salí del departamento; hoy tenía que ir con Britt a contarle todo, porque aunque yo le llevara algunos años de diferencia, ella era increíblemente madura, su manera de pensar me fascinaba y me dejaba sorprendido, y yo le tenía la confianza suficiente como para ir y contarle mi secreto inconfesable.
 
La saludé en cuanto la vi, su blusa amarilla fue lo primero que capté en la oscuridad del laboratorio antiguo, pero luego su cara de ángel atrajo mi atención.
 
- Me tienes abandonada - me dijo, bromeando.
- Lo sé, lo siento.
- ¿Trajiste material nuevo? - me sonrió, entusiasmada.
- No, en realidad no traigo fotos ahora – vacilé - La verdad tengo algo que contarte.
- ¿Sam preguntó por mí? - sus ojos destellaron encanto.
 
Reí.
 
- No, la última vez, pero sí lo hace.
- Oh… - musitó.
- Vayamos a tomar un café, ¿quieres?
- Claro - aceptó.
 
Salimos y recorrimos algunas calles, hasta que nos sentamos en un café cercano.
 
- Bueno, dime, que me estoy muriendo de la curiosidad - me instó, palpándome el brazo.
 
Sonreí nervioso y la expresión me cambió al instante.
 
- ¿Por qué esa cara? - me preguntó, preocupada.
 
Pensé qué decirlo así, sin tantos rodeos, era la mejor opción, así que hablé rápido y sin tropiezos.
 
- Estoy enamorado del novio de mi mejor amiga - dije, atropellando las palabras.
- ¡Q-q-qué dices! ¡Oh! Cuéntamelo todo, ¿eh? - su bello semblante de ángel grácilmente maquillado se puso atento, inclinándose hacia adelante un poco - Tengo bastante tiempo.
 
Me le quedé mirando, sorprendido y divertido por su reacción. Ella interpretó perfectamente mi silencio.
 
- Oh, lo siento - dijo, tranquilizándose – Cuéntame - y volvió a recargarse en el respaldo de la silla.
 
Le conté la historia desde el principio, el tiempo nos sobraba a ambos y, desahogarme con Britt me resultó más sencillo de lo que esperaba. Ella era mujer, pero me entendía y comprendía más de lo que lo hubiera podido hacer Finn o Sam. En el transcurso de la charla, la veía hacer expresiones de sorpresa y otras de que estaba sumamente atenta; todo eso me recordó a Sam, ambos tenían un rostro expresivo pero de ángel.
 
Cuando terminé de contarle, el silencio que guardó me hizo sentir nervioso y comencé a enrollar mis dedos entre el blanco mantel de la pequeña mesa redonda.
 
- Es el chico de las fotos, ¿no? - preguntó.
- Sí.
- Lo sabía - dijo y sonrió con autosuficiencia.
- ¿Qué sabías? - pregunté, confundido.
- Kurt, los ojos se te veían brillar cuando hablabas de él, y vaya que es apuesto el muchacho, ¿eh? - soltó una risotada.
- ¿En serio? - dije, afligido. Si ella lo había notado, ¿Blaine se habrá dado cuenta de cómo es que late mi corazón cuando está cerca?
- Lo amas - puntualizó.
- ¿Amarlo? ¿Estás loca? ¡Claro que no! - chillé, escandalizado. No había llegado hasta ese punto, aun.
- Claro que sí, Kurt, se te nota. Amar y enamorarse no es lo mismo; enamorarse es disfrutar de todas aquellas sensaciones que se sienten al ver a la persona… “especial” - hizo las comillas con los dedos - Pero cuando amas, ya empiezan a doler.
 
Me quedé en silencio, sopesando sus palabras y al comprender, se me cayó el mundo encima. Ella tenía razón. Yo… lo amaba. Dejé salir un leve gemido.
 
- No te preocupes, Kurt - me dijo - Demuestra que eres maduro, que sabes cómo sobrellevar esto, a lo mejor yo me equivoco y no es más que un amor pasajero, ya sabes, esos de “verano” - volvió a hacer las comillas - aunque en vez de verano sería invierno - dijo y rió por lo bajo, festejándose su pequeña broma.
- Pues, ojala te equivoques - musité.
 
Ella rió.
 
- Kurt, yo no voy a decirte qué es lo que tú sientes, ¿lo amas? Eso sólo puedes contestártelo tú mismo - me aconsejó.
- Gracias.
 
La tarde se había pasado volando, y desde que había vuelto al departamento después de tomar el café con Britt, me quedé tirado sobre el sofá mirando el techo de la sala. ¿Yo lo amaba? ¿Cómo puede ser posible que ames a una persona en… un mes? Había un pasado un mes, o apenas iba a pasar, la cuenta exacta de los días no la llevaba, pero, yo no era de las personas que amaban en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo debía admitir que Blaine se había ganado mi confianza, cariño y ternura en menos de una semana. Él era tan… especial. Como un diamante en bruto dentro de una mina, que aunque no le diera la luz del sol, brillaba con un resplandor abrumador. ¿Rachel se daría cuenta de ello? ¿Se percataría acaso de lo que tiene realmente a su lado? Me dolió el corazón cuando palpitó, no debería estar pensando aquello.
 
Contemplé el techo por un rato más, especulando y hundiéndome en mis pensamientos, que iban de los más coherentes y razonables, hasta los más oscuros e ilógicos. Hasta que el timbre sonó, y todas las reflexiones se vinieron abajo cuando el corazón comenzó a latirme de una manera tan descompasada al saber quién esperaba del otro lado. Y el placer de aquel latido era tan intenso que… resultaba doloroso. Entonces comprendí que lo amaba. Y si no, terminaría haciéndolo tarde o temprano; pero estaba casi convencido de que lo que yo sentía iba más allá del simple querer, esto me lastimaba bastante pero… me gustaba.
 
Fue cuando el timbre sonó de nuevo, insistente junto a unos golpes en la puerta, cuando recordé que Blaine estaba detrás de la puerta. Y enseguida me levanté para abrirle.
 
Pasar el tiempo con él era como no tener conciencia de la hora, no pensar ni preocuparse de nada, sentirte seguro y estar siempre riendo, aunque sabía que estaba mal. Pero cuando lo miré a mi lado, en el sofá, moviendo sus rosados labios al hablar con ese entusiasmo y encanto en él y luego reír con una melodía distinta en cada risa, mostrándome sus perlas blancas y gemelas, todas iguales de bellas; me hacía volar y tocar el cielo sin siquiera despegar los pies del suelo.
 
Pero entonces mi tiempo se reducía a nada cuando Rachel llegaba y no me quedaba más que sonreír y caminaba hasta mi habitación y daba las buenas noches antes de desaparecer por la puerta y suspirar luego detrás de ella.
 
Me aventé sobre la cama, como siempre lo hacía, mirando el techo que ya conocía bastante bien y especulando como lo hacía en la sala. Me resultaba irónico que los demás eran quienes hacían que me diera cuenta de mis propios sentimientos, que si estaba enamorado de él, que si estaba celoso, que si lo amaba. ¿Es que yo en verdad era tan torpe y terco? Pero más que mis problemas emocionales de los que no lograba percatarme, había otro grandísimo problema que tomar en cuenta. Rachel. Yo podría herirla más de lo que me estaba hiriendo yo solo ahora, ella era tan frágil y yo me había convertido en la versión masculina de la bruja de su cuento de hadas; al menos así me sentía.
 
 
El día siguiente fue bastante raro, porque tenía una extraña necesidad de estar con él. Deseaba que la noche llegara sólo para poder verle, mi alma lo ansiaba. Decidí distraerme con cualquier otra cosa, ya que esto no ayudaba mucho a mi plan de “ignorar a Blaine” cuando ayer mismo no me atreví siquiera a sostenerle la mirada por más de diez segundos. Esto no estaba funcionando.
 
Me asomé a la ventana y observé los carros pasar por la angosta calle, en el camino de faroles que esperaban encenderse en cualquier momento. Fui hasta mi habitación por mi cámara y volví a la ventana para capturar la escena que me había gustado, saqué sólo un par de fotografías para cuando el timbre sonó.
 
Miré extrañado el reloj, que marcaba las seis con quince de la tarde, ¿quién podría ser a esta hora? Fui a abrir sin dejar la cámara y me sorprendió lo que vi. Era Blaine quien me sonreía con lucidez y provocando que los latidos de mi corazón golpearan con ímpetu contra mí pecho. Su presencia me hizo mirar de nuevo el reloj, ¿no era muy temprano para que él estuviera allí? A lo mejor era una ilusión de mi mente y me lo estaba imaginando parado allí, lucía tan radiante pero… siempre lucía así.
 
- ¿Qué haces tan temprano aquí? - pregunté, dejándole pasar.
- Bueno, vine a invitarte a un lugar - dijo, sin quitar aquella sonrisa encantadora.
- ¿A mí? ¿A qué lugar? - mi corazón se emocionó y no pudo evitar brincar contra mi pecho.
- Es una sorpresa. Vamos - me tomó de la mano y al instante la piel ardió de un fuego que sólo su tacto ocasionaba.
- Pero…
- Es como una forma de decir ‘lo siento’ por lo del otro día - musitó. Me vio la cámara en la otra mano y se apresuró a decir: - Sería un lindo lugar para tomar fotos - me ánimo, sabiendo que no me negaría jamás a una oportunidad para capturar lugares maravillosos con mi cámara; pero más que nada, aceptaría porque sencillamente era él quien me invitaba.
- Está bien, aunque te dije que lo de nuestra pequeña discusión ya estaba perdonado a pesar de que no tenías por qué disculparte - admití.
- Ya no digas eso, vamos.
 
Soltó mi mano para darme oportunidad de tomar una chaqueta y un bolso donde guardar mi cámara y junto a él, salí del departamento hasta su ya conocida camioneta Hybrid.
 
- Te va a encantar - me dijo, mientras conducía por las calles de Venecia, maniobrando con el volante.
 
Le miré y me sonrió, suspiré.
 
- ¿Qué? - me preguntó, visiblemente sonrojado.
 
No dije nada, saqué mi cámara y le tomé una foto a su perfil, una perfecta pose de modelo de revista, aunque no se esforzara en lo más mínimo para hacerla.
 
- ¡Oye! - rió, cohibido - Si vas a hacer eso, avísame - bromeó.
- No hace falta, te des o no cuenta, sales muy bien - admití, con una extraña necesidad de pelear por él contra… mi mejor amiga.
- Gracias - bajó la cabeza levemente, y lo conocía lo suficiente como para saber que lo hacía porque se sonrojaba.
 
Aquello me encantaba y me fascinaba. Él sonrojándose por mí.
 
Luego de fantasear en mi cabeza por un rato que para mí fue pequeño, sentí que estacionó el auto y miré a través de la ventanilla. No veía nada fuera de lo normal. Calles y canales y gente transitando por ellos.
 
No supe cuándo se bajó pero de pronto su figura ya estaba fuera del auto, de lado de mi puerta para abrirla y ayudarme a bajar.
 
- Gracias - le sonreí, pero aun no sabía dónde estaba ni a dónde me llevaría.
 
Oí cuando cerró la puerta, entre tanto que yo buscaba y rebuscaba algún lugar especial al que pudo hacer referencia Blaine. Pero no había nada.
 
- Ven - me tomó de la mano y me hizo estremecer.
 
Me guió por todo el largo de la calle, hasta que al doblar la esquina, pude percatarme del ruido y las luces de la feria que se establecía al lado del puerto. Abrí la boca de asombro, jamás había estado en una feria y mucho menos en una europea.
 
- ¿Te gusta? - me preguntó, mirándome atentamente, con esa bonita sonrisa en sus labios.
- Estoy emocionado - admití, observando todos y cada uno de los detalles de la feria mientras nos acercábamos a ella.
- Rachel me mencionó que cuando eran pequeños jugaban a la feria en su cuarto. Ella ya ha venido aquí, pero sé que tú no. Así que, espero que disfrutes esto.
 
¡Rachel! La mano se me congeló y me obligué a soltar la de Blaine. No debía de olvidarme de Rachel.
 
- Que lindo eres, Blaine - le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucecitas de colores de los puestos y carpas de la feria.
 
Me sonrió, desarmándome por completo y casi haciendo estallar a mi corazón.
 
Nos introdujimos a la feria en donde un montón de niños jalaban de las manos a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar subir a los juegos.
 
- Y… ¿qué quieres hacer primero? - me preguntó, con las manos en los bolsillos de su pantalón.
- Amm… ¿Hay aquí carritos chocones?
 
El rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos. Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.
 
Cuando bajamos, mis cabellos estaban más despeinados de lo normal, mientras que los de Blaine seguían intactos y perfectamente acomodados en su cabeza, pero traerlo levemente ondulado para él era una ventaja.
 
- Eso fue divertido – dijo - Ahora, ¿a dónde quieres ir?
- Te toca decidir a ti - le pegué cariñosamente en el hombro y reí.
 
El rió junto conmigo y luego miró alrededor y al final detuvo su mirada en un punto por arriba de mi cabeza.
 
- ¡Subamos allí! - señaló.
 
Me giré para ver cuál era la atracción que él decía y mi vista se elevó tan alto que instantáneamente se me produjo una inquietud desagradable en el estómago al contemplar la altura del juego.
 

- No - fue lo primero que salió de mi boca. Una negación rotunda ante la propuesta de Blaine.




17.






- Ay, vamos. No es tan malo - su intento por animarme resultó todo lo contrario.
- ¿Tan? - dije, repitiendo la palabra con sarcasmo - No, no, no, ni loco me subo a eso - me di la vuelta, para intentar escapar.
 
Pero él me detuvo tomándome por ambos brazos, de frente.
 
- Pues llámame loco, porque yo sí me subiré. Es sólo una montaña rusa, Kurt.
- Una montaña rusa del tamaño del Everest - traté de desasirme de sus manos.
- No seas exagerado - rió y me tomó con más fuerza para encaminarme hasta el tenebroso juego.
 
Lo cierto es que le tenía un pavor enorme a las atracciones mecánicas, la adrenalina no era lo que más me caracterizaba y jamás en mis veintidós años había montado uno. Esta vez no tenía que ser la excepción, pero Blaine insistía y así era más difícil hacerle caso a mi razón.
 
No sé cómo me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansiosa por subir y me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas a bordo me llegaban desde lo alto.
 
- Estás loco si piensas que me voy a subir a eso - farfullé, intentando huir por tercera vez.
- Ya te dije que sí estoy y te subirás conmigo - no sabía por qué la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, Blaine me agarró de la muñeca, me atrajo hacía él y me abrazo fuertemente, haciendo añicos mi fuerza de voluntad y por supuesto, imposible mi escape.
 
Me quedé quieto y me le quedé mirando, a esa distancia tan pequeña, su belleza era inconcebible.
 
- Por favor, súbete conmigo - pidió, con la voz más aterciopelada y dulce que jamás haya oído - No voy a dejarte ir hasta que me digas que sí.
 
De pronto, olvidé cómo hablar y sólo asentí. Me percaté del latido tan estrepitoso de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo, que estaba pegado al mío, entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba aunque ya había aceptado.
- Genial - me sonrió - Gracias.
 
¡Rachel, Rachel, Rachel, Rachel! La voz en mi cabeza gritaba aturdida. No debía olvidarme de Rachel. Me obligué a sacar voz de mi garganta.
 
- Ya te dije que sí, ya suéltame - musité, ruborizado.
- No, si te suelto tal vez intentarías escapar de nuevo; así que hasta que no estemos arriba, difícilmente te creeré - me apretujó más a su cuerpo, casi no podía respirar pero tampoco quería hacerlo si eso significaba dejar mi bella prisión.
 
Me sonrió antes de mirar de nuevo el temible juego y estando allí en sus brazos, su delicioso perfume llegaba con intensidad hasta mis fosas nasales, inundando todo el aire a mí alrededor y produciéndome un confort en el estómago, transportándome a un mágico paraíso.
 
- ¡Genial! Seguimos nosotros - me dijo, mientras me hacía avanzar detrás de las personas que emocionadas montaban los asientos para dos de la montaña rusa.
 
El estómago se me revolvió.
 
- Blaine… - la voz me tembló, insegura.
- Tranquilo, si quieres yo te protejo - me sonrió y sus brazos se tensaron a mi cuerpo.
 
Me hizo sentar en el cuarto asiento de adelante y él se sentó a mi lado. Luego sus brazos se volvieron a enrollar en mi cuerpo, ya que me había soltado unos segundos para poder acomodarse en el asiento continuo.
 
- No estoy muy seguro de…
- Ya estás arriba, así que no hay retorno - me interrumpió.
 
Nos hicieron ponernos el tubo de seguridad y el estómago se me encogió de nerviosismo. El tubo metálico no llegaba hasta mí abdomen.
 
- No hay peligro de que uno se salga, ¿verdad? - pregunté.
 
Blaine miró que el tubo no me llegaba y rió.
 
- No, pero dicen que siempre hay una primera vez - rió cínico.
- ¡¿Qué?!
- Es broma - se carcajeó - Tranquilo, ¿sí?
 
Entonces el carrito se empezó a mover por el riel que formaba el camino ilógico de aquella montaña. Quise correr, sólo tuve las ganas de hacerlo, pero como si Blaine me hubiese adivinado el pensamiento, sus brazos se tensaron a mi alrededor, tiernos y protectores.
 
Estaba más nervioso y asustado de lo que llega a estar la gente cuando enfrenta su peor pesadilla y empezaba a formular en mi mente mi testamento, qué le hubiera dejado a quién. Pero al menos moriría feliz, en los brazos de la persona a la que amaba.
 
Mi cabello comenzó a moverse con velocidad por el viento producido y luego se apaciguó cuando el carrito empezó a transitar en dirección hacia lo alto. Hasta el momento, no había sido la gran cosa, sólo vueltas tenues y velocidad media, pero ahora sabía que iba empezar lo malo, a lo que más le temía: la adrenalina de caer en picada hacia abajo. El corazón se me comenzó a acelerar y parecía eterno el camino; eso era bueno y era malo, porque aunque no quería que cayéramos ya, sabía que entre más se tardara en llegar hasta arriba, más era la altura.
 
El pánico me invadió por completo cuando me percaté de que faltaban sólo unos pocos metros para la gran curva de la montaña. La respiración se me aceleraba y el pulso me atronaba en los oídos. Entonces, al borde de caer por la estrafalaria bajada, tuve la necesidad de decirle a Blaine que lo amaba. Como si fuera a morirme y jamás le viera de nuevo.
 
- Blaine, tengo que decirte algo - farfullé, con la voz temblorosa.
 
Me miró, sus ojos me abrazaron también.
 
- Yo…
 
Los estruendosos gritos me interrumpieron y el movimiento desagradable de mi estómago provocó que cerrara la boca y los ojos con fuerza. El tiempo se me había acabado.
 
Até mis brazos al cuerpo perfecto de Blaine y escondí mi cabeza en su duro pecho, llenándome de ese perfume tan exquisito que me transportaba al paraíso al que deseaba volver y luego él apretó sus brazos más, protegiéndome.
 
Oía el paso de las llantas del carro sobre el metal que formaba el riel que a toda velocidad iba cayendo, los gritos combinados entre la euforia y el horror de las personas a mi alrededor y… el corazón palpitante en el pecho de Blaine, al que mi oído estaba pegado. Sentía que los cabellos se me movían con la velocidad y que tenía el estómago en los pies.
 
Una y otra y otra vez.
 
Cuando abrí los ojos es porque dejé de sentir el movimiento exterior, sin embargo, todo se seguía moviendo dentro de mí, la cabeza me daba vueltas y el estómago estaba apretujado en alguna parte de mi abdomen.
 
- ¿Verdad que fue divertido? - la voz de Blaine me devolvió un poco la calma.
 
Le miré, incrédulo.
 
- ¿Bromeas? Casi muero estando arriba - farfullé.
 
El soltó una carcajada y ese sonido hizo de mi caos interno una quietud. Me ayudó a salir del juego sin soltarme la mano por si acaso caía. Debía admitir que estaba un tanto mareado.
 
- ¿Y ahora? te toca a ti - me dijo.
- Claro, elijo esa banca de allá - divisé a unos cuantos metros una pequeña banca negra y la apunté. Necesitaba sentarme o si no muchos allí verían la merienda de la tarde.
 
El rió y me llevó hasta la banca.
 
- No fue para tanto - me dijo, sentándose conmigo y entonces soltó mi mano.
- No para ti, pero yo quise morirme allá arriba - llevé ambas manos a mi cabeza, apretándola con las yemas de los dedos.
 
Volvió a reír y su risa era algo de verdad reconfortante.
 
- Y, ¿qué ibas a decirme? - preguntó.
- ¿Eh? - lo miré al instante, recordando la confesión que estuve a punto de hacerle.
- Sí, antes de que cayéramos en la primera curva de la montaña dijiste que tenías algo que decirme - insistió.
- Oh, bueno… - me estrujé los sesos en busca de alguna excusa - Que no vuelvas a subirme a una cosa de esas en lo que te resta de vida - farfullé mi mentira esperando que él la creyera.
 
Su entonada risa me hizo darme cuenta de que mi tonta mentirilla había funcionado.
 
- Está bien, está bien. No volveré a hacerlo - prometió, aun riendo.
- Gracias.
 
Mientras intentaba aplacar las ganas que tenía de vomitar, miré a Blaine, que mostraba su perfil izquierdo, como en el auto, ya que miraba hacía uno de los juegos de su lado. Me pareció tan bello, cómo su ojo conseguía ese brillo con el reflejo de las luces de colores, cómo su piel suave se volvía de oro y su sonrisa como perlas de mar. Saqué mi cámara y tomé una fotografía de él.
 
Me miró.
 
- ¿Sigues haciéndolo? - dijo, divertido.
- Ya te dije que no es necesario que poses - reí.
- Ya te ríes - me observó con detenimiento y… encanto - Tu risa es linda.
 
No pude evitar ruborizarme, aun en la oscuridad que ya pintaba el cielo, creo que él notó que mis mejillas adquirieron un tono rosado, ya que sonrió, fascinado.
 
- Gracias - musité, escondiendo el rubor.
- ¿Ya estás mejor? - preguntó.
 
Asentí.
 
- Genial. Hay muchos juegos que nos están esperando - me sonrió de gran manera.
- ¿Estás loco? - casi se me salían los ojos de las órbitas - Prometiste que no volverías a subirme a otro de esos - dije, casi sin aire.
- Exacto, a otro de esos, lo que yo entiendo como alguna otra montaña rusa. Estos juegos son menores, si te subiste a esa grandísima cosa no creo que los demás te provoquen algún efecto – argumentó - Diviértete conmigo - casi me rogó con los ojos.
 
No pude resistirme.
 
- Está bien - suspiré, resignado. A fin de cuentas, ¿cuál era el daño?
 
Me llevó de la mano a todos los juegos, en donde cada vez terminaba más despeinado. Él tenía razón, estar a su lado era divertido. Reíamos juntos sin ninguna razón, excepto por el puro placer de reír. Corríamos de un lado a otro, tomados de la mano para hacer fila en los juegos y mientras esperábamos nuestro turno, aprovechaba para sacar fotografías de él, sin que se diera cuenta antes, por supuesto.
 
Me sentí libre, feliz, especial; me sentí… como jamás me había sentido. Era como olvidarte del mundo exterior y como si sólo haya existido Blaine a mi lado, para reír conmigo, mirarme con sus ojos miel y hacerme la persona más feliz en toda la faz de la tierra. Él era único, encantador, todo él podría ser una canción, un poema o la rosa de un jardín.
 
Me reía como no lo había hecho desde que mis padres murieron, simplemente el mundo desapareció para mí, me encontraba flotando entre nubes, resbalándome por un arco iris y cayendo en los brazos de Blaine. Y cada vez que sonreía y reía, su belleza era tan extrema que resultaba absurda. Su sonrisa era como un tesoro prohibido, de esos que no debes buscar, de esos que no debes encontrar; pero sin embargo, sumamente hermoso y atractivo.
 
Luego de que subimos a la mayoría de los juegos, decidimos tomar un descanso. Compró un par de algodones de azúcar y nos sentamos en otra de las bancas.
 
- Es divertido estar contigo - me dijo, mientras comía de su algodón color azul celeste - No eres como Rachel, ya sabes… - musitó.
 
¡Rachel! Maldición, ¿por qué sólo me acordaba de ella cuando él la mencionaba?
 
- Ella es atrevida con esto de los juegos mecánicos - siguió. Pero la comparación me había dolido en lo profundo de mí ser - Mientras que contigo, la diversión está cuando me ruegas que no te suba y luego de que te convenzo, bajas farfullando en contra mía – rió - Qué divertido.
 
Me vi obligado a reír, su risa no sólo era un bello sonido, sino también era de esas risas que te animan a reír también.
 
- Se nos hace tarde, tenemos que irnos - dije, con el pesar que no pude ocultar.
- Cierto, el tiempo se pasa rápido, ¿no? - me ayudó a levantarme de la banca y arrastré los pies a su lado, para encaminarnos a su Hybrid y volver a la realidad.
- Tan rápido que no te das cuenta cuándo suceden las cosas - musité, viéndome los pies al caminar; dándole el doble sentido a mi frase.
- Eso es cierto - concordó.
 
Subimos de nuevo a su vehículo negro que ya empezaba a hablarme de recuerdos, como si al sentarme en el asiento grisáceo, la suavidad de éste, me contara sobre las veces que yo he estado allí, con él.
 
Le regalé una sonrisa secreta a todos los recuerdos, pero Blaine alcanzó a percibir mi mueca de labios.
 
- ¿Por qué sonríes? - me preguntó, encendiendo el motor del vehículo.
 
El suave ronroneo me hizo salir de mi ensoñación.
 
- Porque… recordé… - me obligué a rebuscar palabras en mi mente - que hace mucho tiempo que no me divertía tanto - dije, al fin.
 
Las comisuras de sus labios hermosos se elevaron hasta formar una bonita sonrisa complacida.
 
- Pues me alegra que te hayas divertido - dijo.
 
Volví a sonreír, como diciéndole “gracias”; luego me giré a mirar por la ventanilla polarizada, escuchando los latidos de mi corazón al pensar que estaba cerca de él. La piel se me erizó un poco, no sé si por culpa o de preocupación; quizá de ambos.
 
¿Pero qué estaba haciendo yo de malo? Mi único delito era haberme enamorado de Blaine, porque era la persona menos indicada para aprisionar mi corazón. Su nombre debería de estar en algún manual de lo prohibido, en la primera página, con un aviso “Peligro”. Volví a mi pregunta, malo sería querer quedarme con él. Aunque la verdad es que sí lo deseaba, pero aunque no tuviera intensiones de hacerlo, desearlo como yo ya lo hacía, era suficientemente malo. Bastante.
 
- ¿Te molesta si hago una última parada? - me dijo, y su voz llegó hasta mi corazón en aquel silencio que inconscientemente se había producido.
 
Le miré.
 
- No, por supuesto que no - musité. A fin de cuentas, si se me permitía estar más tiempo con él, no iba a rehusarme a tal regalo.
- Genial. Quiero saludar a un viejo amigo. Hoy es su cumpleaños. Prometo que no tardaré - estacionó la camioneta en una calle medio vacía y en un instante, él ya se encontraba fuera del auto, abriéndome la puerta para que bajara.
- Acompáñame - me sonrió y me ayudó a bajar. Luego de cerrar la puerta, como hipnotizado le seguí, acatando su orden con el mayor placer.
 
Caminamos sólo unos pocos metros; ya que, a la mitad de la calle, se situaba un bar-café, a lo que pude entender por los dibujos con luz neón que sobresalían de la pared, a lado de la entrada de madera recién barnizada. Me detuve confundido, cuando Blaine paró también su andar.
 
- Oh, tranquilo. Aquí son muy amables - musitó, como si adivinara mis pensamientos.
- ¿Tú… alguna vez has…?
- ¡Oh, no! - se rió, como si hubiese sido una buena broma - Si te refieres a que si he tomado, jamás - aclaró.
 
El alivió corrió por mis venas. Yo odiaba todo tipo de alcohol que dañaba los sentidos de las personas, aquello le había quitado la vida a mis padres, indirectamente.
 
- Ven - me tomó de la mano y no dudé en seguirlo, aunque adentrarme a ese horrible lugar era casi igual de espantoso que subir a la montaña rusa.
 
El montón de lucecitas de colores me encandiló los ojos y el sonido de la música electrónica retumbó en mis oídos. Gente bailando de aquí para allá, con movimientos bruscos de brazos y piernas. Me acordé de América, sólo con la diferencia de que aquí, los lugares parecían más decentes. O al menos los que había visitado.
 
Blaine no me soltó la mano, mucho menos para conducirme por entre la gente danzante, hasta que me llevó hacía el otro extremo y se recargó en la barra con una elegancia extraordinaria.
 
- Gaspare, un amico. Piacere di vederti! - dijo Blaine, elevando un poco la voz para que se alcanzara a oír sobre el ruido.
 
El mozo que limpiaba algunos tarros con un trapo, detrás de la barra, se giró a la voz de Blaine.
 
- Blainey! Che gioia di vederti qui! - era un sujeto alto, con el cabello color rubio platinado y un tanto despeinado, su rostro era de aspecto viril, sin duda, aunque los labios estaban deliciosamente rosados. Dejó lo que estaba haciendo y se reclinó sobre la barra para darle un abrazo cariñoso a Blaine.
- Non poteva mancare il tou compleanno - su abrazo se prolongó por las palabras de Blaine.
- Oh, quanti dettagli da parte tua - dijo el joven, sonriendo agradecido.
 
La bella sonrisa de Blaine apareció en su rostro, y entonces el joven por fin prestó su atención en mí. Su mirada curiosa se paseó por mi rostro, haciéndome sentir cohibido.
 
- Chi è questo bello ragazzo? - pronunció.
 
La sonrisa de Blaine se hizo más ancha. ¡Cómo odiaba no entender italiano!
 
 
 
 
*La conversación de ellos, traducida:

- Gaspar, amigo. ¡Qué gusto verte!
- ¡Blaine! ¡Qué placer es verte por aquí!
- No podía dejar pasar tu cumpleaños.
- Oh, qué gran detalle de tu parte.

- ¿Y quién es este bello jovencito?


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Bueno, he cumplido con dejarle dos capítulos EXTREMAAADAMENTE largos!!! Por que los adoro y son los mejores lectores [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2145353087
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Finalizado Re: [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O!

Mensaje por Gabriela Cruz Sáb Nov 02, 2013 11:53 pm

Estuvieron genial, te felicito, espero más capítulos iguales, pero sobre todo de ellos solamente
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Finalizado Re: [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O!

Mensaje por darckel Dom Nov 03, 2013 12:31 am

que lindos capítulos, la encrucijada de kurt si que es muy difícil, y no ayuda la galantería de Blaine
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Finalizado Re: [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O!

Mensaje por Dablerry Dom Nov 03, 2013 1:47 am


 "Entonces, al borde de caer por la estrafalaria bajada, tuve la necesidad de decirle a Blaine que lo amaba. Como si fuera a morirme y jamás le viera de nuevo.
 

- Blaine, tengo que decirte algo - farfullé, con la voz temblorosa."


jajaja mori literalmente en esa parte, por qué le dan ataques de sinceridad a Kurt en esos momentos tan dramáticos?? jaja, le faltó decir hey Blaine tenemos que hablar algo muy serio xDD jajaj 


ame ame de veritas de veritas estos capitulos, Blainey es todo un protector y mi corazón sigue devoto a el, ayayayayya me fascina lo amo ♥ el 17 fué el que me hizo más feliz *-* y esa parte que le dice que es mas divertido ir con el por que le alega todo el rato aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw enserio me desmayé jajaja 


gracias infinitaaaaaaaaaas por haber actualizado dos capitulos enerio 2 !!!, no sabes lo feliz que me haz hecho, espero leer pronto lo qeu sigue, muchisisiisismas gracias por adaptarla ♥ te adoro ♥ 


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Finalizado Re: [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O!

Mensaje por Invitado Dom Nov 03, 2013 9:20 pm

Gabriela Cruz escribió:Estuvieron genial, te felicito, espero más capítulos iguales, pero sobre todo de ellos solamente
Falta poco, lo juro!!! Ya viene el romance [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 1206646864 

darckel escribió:que lindos capítulos, la encrucijada de kurt si que es muy difícil, y no ayuda la galantería de Blaine
Ese Blaine es un loquillo, y se hace el inocente! [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 2414267551 
kurtblainelover escribió:
 "Entonces, al borde de caer por la estrafalaria bajada, tuve la necesidad de decirle a Blaine que lo amaba. Como si fuera a morirme y jamás le viera de nuevo.
 

- Blaine, tengo que decirte algo - farfullé, con la voz temblorosa."


jajaja mori literalmente en esa parte, por qué le dan ataques de sinceridad a Kurt en esos momentos tan dramáticos?? jaja, le faltó decir hey Blaine tenemos que hablar algo muy serio xDD jajaj 


ame ame de veritas de veritas estos capitulos, Blainey es todo un protector y mi corazón sigue devoto a el, ayayayayya me fascina lo amo ♥️ el 17 fué el que me hizo más feliz *-* y esa parte que le dice que es mas divertido ir con el por que le alega todo el rato aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaw enserio me desmayé jajaja 


gracias infinitaaaaaaaaaas por haber actualizado dos capitulos enerio 2 !!!, no sabes lo feliz que me haz hecho, espero leer pronto lo qeu sigue, muchisisiisismas gracias por adaptarla ♥️ te adoro ♥️ 


Yo tambien los adoro y muchísimas gracias por tu comentario.


En realidad gracias a todos... ya saben como los quiero y lo mucho que me alegra leer lo que comentan [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O! - Página 3 918367557 


Actualizaré enseguida!
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Finalizado Re: [Resuelto] Manual De Lo Prohibido - E P I L O G O!

Mensaje por Invitado Dom Nov 03, 2013 9:24 pm

18.
 
 
 
 
- E ‘il migliore amico di Rachel, è venuto a vivire con lui per un po`. Ti farò conoceré, ma non parla italiano - dijo Blaine y me miró con… ¿ternura? - Gaspar, él es Kurt. Kurt él es Gaspar.
 
El sujeto me sonrió, estirando sus delgados labios rosados y alzó la mano para saludarme.
 
- Hola - musitó, bañando al español con un matiz inimitable de italiano.
 
Sujeté su mano, respondiendo el saludo y le devolví la sonrisa a sabiendas de que la mía parecería turbia.
 
Como no hablé para nada, Gaspar, volvió a la plática con Blaine.
 
- Neanche parla spagnolo? - le preguntó, confundido.
 
Blaine soltó una carcajada que al instante supo contraer.
 
- Penso che odia questi luoghi, man no te la prendere personale - le dijo él, con amabilidad - Beh, è meglio andare - el pesar en el rostro de Blaine apareció de repente.
 
Al menos podía estudiar sus expresiones sino entendía nada de lo que hablaban.
 
- Ma se siete appena arrivati! - parloteó el sujeto tras la barra.
- Sì, ma fretta - una mueca se dibujó en el rostro de Blaine.
- Okay, okay. Saluto Rachel.
- Chiaro - Blaine sonrió, fugaz.
- Hasta pronto, Kurt. Me dio mucho gusto conocerte - me dijo con su acento italiano, distorsionando un poco el español.
- Adiós, Gaspar - musité, tímido.
- Arriverdeci - dijo, Blaine, despidiéndose con el movimiento de mano también.
- Arriverdeci, Blainey - dijo él.
 
Blaine me tomó de la cintura y el tacto cálido de su mano sobre mi cuerpo, llegaba incluso a través de la ropa. La piel se me erizó, como si una lombriz de electricidad me recorriera el cuerpo.
 
Me sacó de aquel lugar y pude respirar el aire fresco una vez que estaba afuera. Aquel respiro me hizo pensar en Rachel. Me sobresalté.
 
- ¿Qué hora es? - le pregunté a Blaine.
 
Sacó su celular y miró la pantalla del mismo.
 
- Las ocho con cuatro - contestó, como si nada.
- ¡Rachel ya está en casa!
- Conduciré rápido - dijo.
 
¿Esa era su respuesta? ¿Acaso me sentía más culpable yo que él? ¿Él se sentiría culpable al menos? Las preguntas revolotearon en mi cabeza con voz propia, mientras me esforzaba a mandarlas todas al rincón de mi mente. Callándolas.
 
Subí a la Hybrid de Blaine cuando este me abrió la puerta. El tiempo se me acababa; había pasado un buen rato con él, sin embargo para mí pareció sólo la prolongación de lo que dura un suspiro y ahora iba a ponerle final al día, a mi tarde con él.
 
Condujo hasta el departamento de Rachel, y en el camino casi no hablamos debido a que mi cabeza se encontraba hundida en pensamientos, buscando alguna manera de explicar la situación. Situación que a Blaine parecía no preocuparle.
 
Cuando llegamos y él estacionó frente al edificio, me congelé en el asiento porque aún no tenía el pretexto ideal para decirle a Rachel. Hoy era una de esas noches en las que la cabeza no me daba para más, más que para sostener el cabello.
 
El rugido del motor se detuvo y el silencio se produjo al instante.
 
- Listo, subamos rápido - dijo, Blaine, satisfecho del tiempo que había tardado en llegar.
 
¿Veinte minutos se le hacía poco?
 
- Espera - le sujeté del brazo antes de que bajara.
 
Me miró, intrigado.
 
- ¿Qué vamos a decirle? - pregunté.
- ¿A quién? - inquirió, confundido.
- A Rachel - dije, obvio.
- ¿Por qué? - su ceño levemente fruncido me decía que no estaba fingiendo confusión.
- Por la hora a la que llegamos, porque estamos juntos, querrá explicaciones - intenté explicarle, desesperado, la culpa me estaba comiendo por dentro.
 
Blaine rió por lo bajo.
 
- Pues le diremos la verdad, ¿no? – Dijo - Que salimos a la feria y que pasé a saludar a Gaspar.
- Pero…
- No hicimos nada malo, Kurt - me interrumpió, pero aun en la oscuridad de la noche pude ver el brillo ladino que sus ojos desprendían con persuasión. Y el tono de voz cínico que salía de sus labios carnosos.
 
Tuve que hacer un esfuerzo sobrenatural por no aproximarme a ellos, para acallar los ridículos latidos de mi corazón que podrían dejarme en evidencia. Tuve que obligarme a retener a la cordura para no contradecir a lo que él acababa de decir.
 
La oscuridad sólo me hacía desearlo más. Me hacía querer acercarme de una manera casi incontrolable. Pero la voz en mi cabeza mascullando el nombre de mi mejor amiga impidió todo tipo de incoherencia que mi mente pudo haber producido.
 
- Kurt - me llamó, haciendo que regresará al momento - ¿Estás bien? - preguntó.
- Sí, yo… sí - tartamudeé.
- Bien - se bajó del auto y quise quitarle la oportunidad de ser caballeroso, porque todo aquello no ayudaba mucho en el asunto del enamoramiento absurdo en el que ahora estaba metido. Pero la puerta no abrió. Él rápidamente se encontró de mi lado y él mismo la abrió para ayudarme a bajar.
 
Subimos por las escaleras hasta el tercer piso y llegamos por fin al departamento. Blaine parecía relajado más sin embargo yo seguía sintiéndome culpable.
 
Abrí la puerta con el corazón palpitante de desazón y visualicé por un momento cómo debía ser el mundo.
 
Finn se encontraba con Rachel y ambos miraron al instante hacía donde Blaine y yo, la expresión de cada uno era distinta, la de Rachel era un rostro inquieto, preocupado, sin duda; la de Finn estaba tranquila, serena. Me pregunté cuál sería la mía.
 
- ¡Oh allí están! - exclamó Rachel y corrió a abrazarnos a Blaine y a mí.
 
Me quedé quieto, confundido.
 
- KK, ¿por qué no te llevaste tu celular? - me dijo - Blaine, ¿por qué no respondías el tuyo? - inquirió al interpelado.
 
Más que una amiga que se sintiera engañada o especulando alguna artimaña parecía madre preocupada como cuando sus hijos no llegan a casa y pasa de la media noche. Me sentí más culpable que antes.
 
- Lo siento, amor - dijo Blaine, y en la última palabra el corazón se me encogió adolorido - Llevé a Kurt a la feria, ¿recuerdas que me contaste que jamás había ido a una? Bueno, quise hacer algo realmente lindo por él - me miró y me sonrió, pero con una de esas sonrisas que te dan los amigos: expansiva y sin rastro alguno que me hiciera confundir - Y además, pasé a saludar a Gaspar, recuerda que hoy es su cumpleaños. Por cierto, te mandó saludos - se acercó a Rachel y besó su frente.
 
Capté la escena desde muy cerca y el corazón aun encogido en alguna parte de mi pecho, se sacudió violenta y dolorosamente. Rachel se tranquilizó.
 
- Pero debiste al menos avisarme, amor - musitó y se alzó en puntillas para besar a Blaine en los labios.
 
Ya no pude mirar más, bajé la cabeza y me retiré con rapidez hasta llegar a donde Finn estaba quien se encontraba también con la mirada gacha. Esa escena le lastimaba tanto como a mí.
 
- Pero, ¿te divertiste, Kurt? - me preguntó Rachel, con una sonrisa sincera cuando se hubo desocupado de los labios de su novio.
- Seguro, aunque casi muero arriba de una montaña rusa - dije, aparentando que todo estaba bien.
 
Rachel estalló en estruendosas risotadas y luego miró a Blaine.
 
- ¿Lo hiciste subir a una montaña rusa? ¿Cómo lo lograste? Yo lo he intentado tantas veces y siempre me dice no - dijo, sorprendida y divertida.
 
Blaine se encogió de hombros.
 
- Supongo que tengo don de convencimiento - bromeó.
 
No estuve en desacuerdo con Blaine, aunque su definición de “don de convencimiento” sería algo así como “retenerme en sus brazos para no dejarme escapar”.
 
Miré los mimos que Blaine y Rachel se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.
 
Finn me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Le tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Rachel y Blaine pensaran mal acerca de mí y de Finn, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.
 
Finn se sentó en mi cama y yo me quedé recargado a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.
 
- Me imagino que te divertiste mucho - dijo.
- Como nunca - admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado - ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Rachel?
 
Sonrió.
 
- Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola - confesó.
 
Me tumbé sobre la cama, suspirando.
 
- ¿Te confieso algo? - musité.
 
Finn se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.
 
- Dime.
- Amo a tu hermano - susurré, como si ellos pudieran oírme.
 
Finn rió.
 
- Cuánto lo siento - me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.
 
• • •
 
Conforme pasaban los días, la culpa no desparecía sino que, por el contrario, iba aumentando.
 
Caminé por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de fotografía de los Pierce, donde se encontraba una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme. Aunque esta vez hablar con Britt no sería tan sencillo ya que Sam me acompañaba. Se ofreció en seguida de que me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá.
 
Le miré.
 
- ¿La invitarás a salir? - pregunté.
- ¿Crees que diga que sí? - dijo, nervioso.
- Por supuesto que sí - reí.
- ¿Crees que le guste? - preguntó.
- Eso… averígualo hoy - dije.
 
Cuando llegamos Sam se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido pero los ojos azules de Britt chispearon al verle. Me hice a un lado para no obstruir su vista y la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras.
 
Me aclaré la garganta, haciéndome notar. Britt me miró al instante.
 
- Oh, Kurt, hola. ¿Nuevas fotos?
 
Le sonreí, dándolo por hecho.
 
Les di la oportunidad a Britt y a Sam de hablar y esperaba a que Sam realmente la invitara a salir, mientras que yo me encontraba revelando las fotografías. Cuando hube terminado, las puse en una pila y las miré una por una.
 
Eran como veinte fotografías, y la mayoría tenía una cosa en común. El rostro hermoso de Blaine. Se me había vuelto como una obsesión retratarle, era como para guardar el recuerdo o al menos tener una prueba de que los momentos a su lado habían sido reales.
 
Miré la hora en la pantalla de mi móvil, eran las seis con treinta y cinco minutos. Tenía dos opciones a elegir, una era quedarme aquí con Britt y Sam y así, no alimentar a este sentimiento con la compañía de Blaine; la otra era apresurar el paso para alcanzar a llegar al departamento y encontrarle, porque ese sentimiento quería ser alimentado.
 
La figura delicada de Britt entró al pequeño cuarto de revelado y me hizo pegar un brinco.
 
- ¡Sam me invitó a salir! - me dijo, entusiasmada.
- ¿En serio? Genial, ¿para cuándo? - pregunté.
- Para hoy – sonrió - En cuando cierre nos iremos.
- Oh - entonces ahora ya no tenía opción que escoger - Genial.
- ¿Hablaremos otro día? - preguntó, lamentándose por no poder hacerlo hoy.
- Seguro. Hay mucho que tienes que saber, pero sirve que así me cuentas tú también - insinué.
- Gracias - la bonita sonrisa de niña se expandió por su rostro.
 
Recogí mis cosas y guardé las fotografías en un sobre amarillo como el que había utilizado la primera vez; me despedí de Britt y Sam y salí apresurando el paso para llegar al departamento.
 
Cuando por fin logré visualizar el edificio, me percaté de la Hybrid negra que se estacionaba delante de él. El corazón me latió pesado.
 
Aun no eran las siete, ¿por qué Blaine había llegado ya? Mi móvil sonó en el bolsillo de mi chaqueta y con la mano libre lo tomé y contesté a la llamada sin siquiera ver quién era.
 
- ¿Hola?
- Kurt, ¿dónde estás? - la voz del otro lado me dejó el corazón pasmado para luego hacerlo latir tan fuerte, de una manera errática.
- Voy llegando al departamento, ¿por qué? ¿Ya estás allí? - logré articular.
- Sí, date prisa, tengo algo que mostrarte - me dijo y luego colgó.
 
¿Algo que mostrarme? ¿A mí? Hice que mis pies casi corrieran, aun cuando me faltaran menos de quince metros para llegar a la puerta del edificio. Entonces pude darme cuenta del poder que tenía Blaine sobre mí. Si me decía ven, yo iba.
 
Me adentré al edificio y subí los escalones alfombrados de dos en dos para llegar más rápido, el ascensor estaba vacío pero las escaleras me parecían un camino más dinámico.
 
Cuando logré llegar hasta el tercer piso y las pisadas de mis pies en la alfombra resonaron en el pasillo, vi a Blaine recargado en la pared. Las manos las tenía en el bolsillo de su pantalón y una sonrisa flamante adornaba su rostro.
 
- Hola - dije, medio agotado por el ejercicio.
- Hola - musitó, alegre.
 
Me acerqué para abrir la puerta y luego él me siguió cuando la hube abierto por completo.
 
Estaba curioso, y no sólo yo, sino la fierecilla también. Dejé el sobre amarillo encima del pretil y las llaves sobre éste. Luego me giré a Blaine, tratando de parecer lo más relajado posible.
 
- ¿Y… qué querías mostrarme? - pregunté.
- Esto - sacó de su bolsillo trasero un papel doblado en cuatro partes y me lo pasó.
 
 
 
 
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Español:
- Es el mejor amigo de Rachel, vino a vivir con ella por un tiempo. Te lo presentaré, pero no habla italiano.
- ¿Tampoco habla español?
- Creo que odia estos lugares, pero no te lo tomes personal. Bueno, tenemos que irnos.
- ¡Pero si acaban de llegar!
- Sí, pero tenemos prisa.
- Está bien. Está bien. Me saludas a Rachel.

- Claro.





19.






Me senté en una de las sillas y desdoblé el papel, haciéndolo crujir entre mis dedos. Cuando la hoja se encontraba completamente extendida en mis manos, comencé a leer aquella caligrafía alargada que se plasmaba en el papel.


 
Hay algo en la forma en que ella se mueve
Que me atrae como ninguna otra amante.
Hay algo en la forma en la que ella me coquetea
No quiero dejarla ahora,
¿Sabes? Lo creo ahora.
En algún lugar de su sonrisa, ella sabe
Que no necesito otra amante
Algo en su estilo que me muestra
No quiero dejarla ahora
¿Sabes? Lo creo ahora.
Me preguntas si mi amor crecerá
Pero no lo sé, no lo sé
Permanece cerca
Y posiblemente lo veas
Pero no lo sé, no lo sé.
En algún lugar de su sonrisa, ella sabe
Que todo lo que tengo que hacer es pensar en ella
Algo en la forma que ella me muestra
No quiero dejarla ahora,
¿Sabes? Lo creo ahora
 
Me quedé mirando las palabras sin leer de nuevo. Yo no era estúpido. ¿Qué clase de canción era ésta? Él había escrito una canción con acordes y estribillos y era difícil escuchar a mi razón, sintiendo cómo la dura lucha contra el impulso la hacía flaquear. Pero yo no era estúpido.
 
Algo en esas frases de caligrafía alargada susurraba mi nombre; lo sabía lo sentía. Y entonces pude escuchar un poco la voz de mi razón, de mi cordura, que me hacía pensar en Rachel más de lo que ya lo había estado haciendo.
 
Yo amaba a su novio, no entendía cómo en tan poco tiempo, pero lo amaba, podía incluso jurarlo; pero eso no me daba el derecho de arrebatárselo. Era su joya, no la mía, y yo se la estaba robando.
 
Miré a Blaine, que esperaba impaciente a que le dijera algo y lo único que pude deducir en aquel momento fue parte de la verdad, llegó a mí como una estrella fugaz que pasa y deja la luz en los ojos, como un soplo del viento que aclara la mente.
 
Blaine se estaba comportando como un cretino, ¿acaso estaba jugando con ambos? Iba, me regalaba, me llevaba y hasta me escribía una canción, porque podía asegurar que esa canción era para mí; y luego llegaba y abrazaba, besaba y le entregaba su cariño a Rachel. Me sentí un títere en sus manos. ¿Pero cómo poder reclamarle? Ni siquiera tenía los argumentos bien cimentados. Mi mente era todo un caos de pensamientos, conjeturas e hipótesis absurdas.
 
- ¿Y? - preguntó, ansioso.
- ¿En quién te inspiraste? - inquirí, tratando de que mi voz sonara casual. Él no debía de tener ni la más mínima sospecha de lo que pasaba por mi cabeza.
- Sólo… me llegó la inspiración. Pero, ¿te gusta? - insistió, ladeando el tema.
- Es… linda - dije, en realidad lo era, pero sólo si lo veía de una perspectiva muy, pero muy superficial.
- Parece como si no te hubiera gustado - musitó, y a su rostro asomó una máscara de pesadumbre.
 
Le ordené severamente a mi corazón que se callara; anhelaba besarlo y al mismo tiempo abofetearlo; deseaba salir corriendo tan lejos como me fuera posible. ¿Cómo podía él estarle haciendo esto a Rachel? Pero aun, ¿cómo podía yo estarle haciendo esto a Rachel?
 
- Está preciosa, Blaine, pero… - murmuré.
- ¿Pero? - buscó mi mirada, que repentinamente se encontraba gacha.
 
Me atreví a levantarla, sólo para poder verle el rostro y decidirme si lo que quería era abofetearlo o… besarlo. Eliminé ambas ideas de mi cabeza al instante y miré el reloj, ¿sólo habían pasado quince minutos?
 
- Pero… olvidé algunas fotos con Britt y debo ir por ellas - farfullé, nervioso. Optando por la opción que menos parecía una locura. Escapar. Y esperando a que se creyera mi mentira.
- ¿Britt? ¡Oh, claro! – sonrió - Te acompaño, y así me la presentas por fin - dijo.
- No - la corta palabra salió veloz, tajante.
 
Blaine se hizo para atrás, confundido.
 
- Es que… - tartamudeé - Voy a tardarme, mucho - hice un énfasis innecesario para la última palabra - Llegaré tarde y no es apropiado que hagas esperar a Rachel otra vez, así que tú quédate aquí – sonreí - espérala. Estás en tu casa.
 
Tomé precipitadamente el sobre del pretil y lo apreté bajo mi brazo, las llaves las tomé con la otra mano.
 
- Pero…
- ¡Oh! Por cierto - lo interrumpí - felicidades por escribir una canción tan… bonita - dije y salí por la puerta, huyendo como un niño asustado.
 
Bajé las escaleras a toda prisa, mis zapatos golpeteaban rítmicamente en los escalones que pasaban debajo de ellos y salí al aire exterior llenado mis pulmones de éste. Estaba asustado, no sabía qué pensar o qué pensamiento en mi cabeza obedecer.
 
Necesitaba huir al menos por un rato, sacar a Blaine de mi cabeza al menos por una fracción de segundo. Saqué mi móvil y tecleé el número de Finn.
 
- ¿Aló?
- Finn, soy yo, Kurt. ¿Podrías hacerme un favor? - pregunté, con la voz que me salía temblorosa de mi garganta.
- Claro, dime.
- ¿Podrías ir por Rachel a su trabajo?
- Pero… ya salió, ¿no?
- Sí, pero encuéntrala en el camino, antes de que tome un taxi o algo parecido. Y ofrécete a traerla a casa todos los días, por favor - farfullé, mientras caminaba calle abajo.
- Puedo preguntar ¿por qué?
- Sólo tráela a casa, ¿quieres? Luego te explico.
- Está bien.
- Date prisa, adiós.
- Hasta pronto.
- Gracias - musité.
- No, gracias a ti.
 
Trunqué la llamada y devolví el celular a mi bolsillo. Me abrace debido al frío y seguí caminando sin dirección. Mi plan era que Rachel estuviera más pronto en casa de lo que suele llegar. Todos y cada uno de los días que me restaran aquí. Así, no ignoraría a Blaine de forma tan obvia, pero sería menos tiempo estando con él y eso ayudaría bastante a que de una vez por todas controlara mis sentimientos.
 
Decidí parar a mitad de una calle, no sabía a dónde me dirigía y si seguía sin rumbo, seguro me perdería. No podía ir donde Britt debido a que allí no había nadie, ella seguro estaría en su cita con Sam. La gente me esquivaba y pasaba a mi lado, totalmente indiferente, mientras yo me quedé inmóvil allí. Había caminado apenas dos calles lejos del edificio, y sabía que si caminaba más terminaría perdiéndome.
 
Recordé un pequeño parque a unas cuantas cuadras más, un fácil camino para seguir, así que fui hasta allá, a desperdiciar el tiempo y que se hiciera tarde solamente para no verle el rostro a él.
 
Cuando llegué, me apoderé de una de las bancas de metal negro que adornaban los caminos del parque y me senté a observar cómo el cielo oscurecía totalmente.
 
No pude evitar pensar en Blaine, lo amaba, ni siquiera sabía cómo y con tanta rapidez. Me era absurdo, ilógico. Era casi ridículo cómo quería escapar de esos sentimientos que no debían de estar en mi corazón. Ridículo, sí. Porque en realidad estar a su lado era lo único que en este momento quería hacer.
 
Apreté el sobre en mis manos, haciéndolo crujir. El viento me movió el cabello y me despejó un poco la mente, haciéndome pensar en algo que hasta el momento le faltaba atención de mi parte.
 
Algún día tendría que irme.
 
¿Y qué pasaría? ¿Qué me llevaría? La agobiante presión en el pecho apareció apretujando mi corazón y sacudiéndolo de forma violenta. El solo hecho de pensar en eso, me dolía. Me iría y tendría que dejar aquí mi corazón, pero sabía que era la mejor opción que podía hacer. Me burlé de mi mismo, yo no era tan distinto a Rachel, huir también era mi opción fácil.
 
Pero al pensar en Rachel, el corazón se me encogió aún más, adolorido. La historia podría repetirse de nuevo y ella ¿a dónde huiría esta vez? Su antiguo novio, Jessie, la había lastimado tanto con aquella actitud que había tomado. La había cambiado de un día a otro y el frágil corazón de Rachel no pudo resistir aquello, la dejó destruida por que ella lo amaba; al punto de que decidió mejor mudarse de país, de continente.
 
Ahora, yo no quería ser la bruja malvada que le arrebataría de nuevo algo que ella ama, preferiría morir atropellado por un autobús, eso sería más digno.
 
Suspiré y me llevé las manos a la cabeza, dejando el sobre amarillo sobre mis piernas. Cerré los ojos por un minuto, anhelando que el viento susurrara la respuesta a mi oído de mi gran dilema.
 
Por allí oí decir que el amor ensuciaba, yo parecía estar manchado de todos lados. Pero huir era mi mejor opción hasta el momento, sólo que no sabía cuándo.
 
 
• • •
 
 
Mi plan había funcionado.
 
Rachel había llegado a las siete treinta jueves y viernes, gracias a Finn; por lo tanto, los minutos se me reducían a la mitad para estar con Blaine. Algo que aunque no me gustaba mucho hacía menos difícil la resistencia. Sin embargo no dejaba de ser dura.
 
Miré la hora cuando el timbre sonó, sólo dos minutos tarde había llegado Britt. Apagué el televisor y me encaminé hasta la puerta.
 
- Lindo departamento - musitó paseando su mirada por todo alrededor - Aunque el edificio es… un poco melancólico.
 
Sonreí.
 
- Gracias por venir - le dije.
- Para mí es un honor que me hayas invitado a tu casa… bueno, departamento - rió.
- Gracias, eres la única con la que puedo hablar de esto - fui hasta mi habitación e hice que me siguiera.
- Sabes que siempre podrás contar conmigo, Kurt - me sonrió, demostrándome confianza.
- Soy un caso perdido - me puse en cuclillas y rebusqué entre los cajones de mi buró, del inferior saqué mi gran tesoro. Un sobre amarillo en tamaño carta y de un grosor considerable que aventé luego sobre la cama, haciéndolo rebotar sólo un par de veces.
 
Le hice una seña a Britt para que abriera aquel sobre y al instante que comprendió, se acercó y lo tomó entre sus manos.
 
- Vaya, sí que pesa - bromeó, alzando las delicadas cejas.
 
Deshizo el pequeño hilo rojo y abrió el sobre. Sacó el montón de fotografías que estuvieron a punto de caérsele.
 
- ¡Wow! - dijo, sorprendida cuando notó cuántas fotos eran y sobre todo, de quién eran - Este tipo podría trabajar de modelo - musitó y aunque aquello era para hacerme reír, no pude hacerlo - Esto es como un libro - hizo referencia al grosor - o como una exposición de algún museo.
- O un manual de lo prohibido - musité.
- Eso suena interesante - rió.
 
El timbre apagó la risa de los dos, eran las seis con quince minutos apenas, ¿quién sería? Ambas nos miramos extrañados.
 
- ¿Esperas a alguien? - me preguntó Britt.
- No que yo sepa - negué con la cabeza y luego salí de mi habitación para abrir la puerta.
 
Britt fue detrás de mí y cuando abrí la armazón de madera me llevé una gran sorpresa al ver a Blaine allí. Los ojos casi se me salían de las órbitas.
 
- ¿Blaine? - articulé, claramente sorprendido.
- Ay, no pongas esa cara. Ni que fuera Drácula - bromeó y luego miró por encima de mi hombro a Britt, quien lo miraba embobada.
 
Se pasó sin que le dijera que lo hiciera y le sonrió a Britt.
 
- Hola - le dijo - Soy Blaine - le extendió la mano.
- El novio de Rachel - dije, cerrando la puerta de mala gana. ¿Por qué nunca dejaba bien claro quién era?
- Hola - musitó Britt, tendiéndole la mano también - Brittany.
- No, yo soy Blaine - dijo éste.
 
Britt rió.
 
- No, no, digo que yo soy Brittany, pero dime Britt.
- ¡Oh! ¡Britt, claro! He oído hablar tanto de ti – dijo - Me da mucho gusto conocerte al fin.
 
Me aclaré la garganta, haciéndome notar.
 
- Britt, amm… el manual en mi habitación, amm… podrías guardarlo, ¿por favor? - farfullé, recordando que habíamos dejado las fotografías al descubierto y regadas en la cama.
- Claro - captó rápidamente el hilo de mis palabras y salió disparada a mi habitación.
 
Miré a Blaine, aunque no quería admitir que estaba encantado de que estuviera allí traté de permanecer serio.
 
- ¿No es muy temprano para que vengas? - traté de sonar lo más normal posible, pero el pánico no se podía ocultar muy bien detrás de mi voz.
- Sí, pero ya que mañana será la fiesta del señor Vittore, quiero saber qué vamos a hacer mañana o a qué hora nos iremos - su mirada gacha bailó fugaz.
- Pero…
- ¡Listo! - Britt me interrumpió, saliendo de mi habitación con su sonrisa brillante en el bello rostro.
 
En ese momento agradecí al cielo de que ella se encontrara allí; así al menos no me vería tan obvio, no sería tan torpe al hablar con él. Y mi razón mantendría calmado a mi corazón.
 
Britt y Blaine conectaron enseguida, ambos eran muy sociables y la plática entre ellos fluyó de manera rápida, aquello me alegró.
 
Cuando Rachel llegó junto con Finn sonreí de manera significativa, aunque me doliera en lo más profundo de mi alma ver juntos a Blaine y a Rachel sabía que aquello me servía para ponerle un freno a mis absurdos sentimientos.
 
Luego de que Finn y Britt se fueran, me encerré en mi habitación como de costumbre, pero no pasó mucho tiempo cuando oí que llamaban a mi puerta, el murmullo de voces había desparecido del exterior y sólo los golpeteos en la puerta, algo apagados, se oían en aquel silencio sepulcral.
 
Salté de la cama y abrí la puerta, la cara de Rachel no era la misma, estaba bastante triste, podía notarlo.
 
- Rach, ¿qué pasa? - pregunté, preocupado.
- Necesito hablar contigo - me dijo y se sentó en mi cama.
 
No sólo su rostro estaba triste, su voz parecía haber dejado la alegría también.
 
- ¿Sobre qué? - inquirí, ahora nervioso, ¿sospecharía acaso que yo estaba enamorado de su novio?
 
Me quedé de pie, mordiéndome el labio inferior y esperé a que hablara.
 
- Es Blaine - musitó.
 
El corazón se me paró por un segundo.
 
- ¿Qué… qué pasa… con Blaine? - farfullé, torpe.
- Ya no es el mismo de antes - bajó su cabeza y las hebras de cabello se amoldaron a la posición, cayendo finas en dirección al suelo.
- ¿Qué quieres decir? - me senté a su lado.
- Casi no está conmigo, ya no me llama todos los días y cuando vengo del trabajo, se va rápidamente. Lo notó distraído cada vez que hablamos, como si su mente estuviera en otro lugar - confesó.
 
Abrí los ojos de par en par, aquello sí que no lo esperaba. Es decir, desde que conocí a Blaine como la pareja de Rachel, se veía claro que la quería muchísimo, estaba siempre al pendiente de ella y yo era a veces testigo de sus demostraciones de amor. Pero junto al desconcierto, la culpa comenzó a aflorar.
 
- Hablé con Finn sobre esto - continuó, ahora mirándome, sus grandes y oscuros ojos no tenían mucha luz.
- ¿Con Finn? - casi no podía creerlo.
- Sí, es su hermano, digo, ¿quién podría conocerlo mejor? Pero sólo me dijo que Blaine es así de raro, que me quería y que dejara de preocuparme.
- Eso es cierto, Rach. Mira, Blaine y tú son la pareja perfecta - dije, aunque me costara aceptarlo - Blaine te quiere, créeme. Eso se nota - pasé mi brazo por su hombro.
- No tanto - resopló.
 
¿Qué podía decirle? Yo me sentía culpable, no es que tuviera el ego muy grande ni nada de eso, pero sabía a lo mejor el porqué del comportamiento de Blaine.
 
- Mira, tranquila, ¿sí? - la animé - Mañana iremos a la fiesta esa de tu jefe, relájate, trata de no pensar en eso. Verás que tarde o temprano, Blaine volverá a ser el mismo - dije, mientras en mi cabeza ya pensaba en la fecha en la que partiría.
 
Esa noche, traté de dormir, pero lo cierto es que no pude pegar los párpados durante un par de horas. Rachel ya había comenzado a notar que Blaine estaba extraño, por supuesto, ella no era para nada tonta y tarde o temprano se daría cuenta de la razón de su comportamiento. Tenía que irme, tenía que irme pronto. Antes de que esto se complicara más, me iría y dejaría que Blaine y Rachel volvieran a sus vidas antes de que yo llegara a Venecia. Por mi parte, yo intentaría olvidarme de él, seguiría mi vida como había sido antes, llamaría a Rachel todos los días y si acaso, sólo pediría que saludara a Blaine de parte mía.
 
Huir era lo mejor. Lo mejor hasta ahora.
 
No sé por qué me encontraba nervioso desde que desperté, Rachel estaba muy entusiasmada con la fiesta, pero detrás de su entusiasmo seguía habiendo aquella preocupación que me había dejado ver anoche.
 
- ¡Te espero abajo junto con Blaine! - me gritó Rachel desde el exterior de mi habitación y luego se paró en mi puerta - No tardes - me sonrió.
 
Lucía hermosa con ese vestido púrpura que había comprado para esta ocasión especial. Aquel hermoso satín se le entallaba a su esbelto cuerpo con precisión en el pecho, y caía hermoso tapando sus largas piernas. Llevaba su cabello liso, más de lo que ya lo tenía y suelto cayendo libremente por sus hombros desnudos.
 
- Ya voy – musité - Sólo me pongo el traje.
 
Me sonrió y oí cuando salió del apartamento.
 
Suspiré, combinando mi dióxido de carbono con el oxígeno de mí alrededor. Tomé el atuendo que Blaine me había elegido y me lo puse, intentando no despeinar mi cabello, que lucía más perfecto que nunca, acomodado con bastante fijador.
 
Me miré en el espejo de mi habitación, pero al verme de cuerpo entero, no me sentía muy convencido de haber seleccionado el traje correcto. Tal vez la opinión previa de mi amiga aclararía mis incertidumbres.
 
- Demonios - farfullé.
 
Salí de mi habitación, Rachel había apagado las luces del departamento y sólo era iluminado por el atardecer del exterior que se filtraba por la ventana y la luz amarillenta que salía de mi cuarto entre abierto. Intenté caminar en la penumbra, pero lo primero que hice fue golpearme con algo bajo.
 
De pronto, la puerta se abrió, Rachel podría llegar a ser muy desesperada.
 
- ¿Tienes problemas? - pero esa no era la voz de Rachel.
 
Me quedé inmóvil al reconocer a Blaine, luego me erguí avergonzad. Aun en la oscuridad, podía verle. Llevaba puesto un esmoquin negro, ajustado a su perfecto cuerpo; su camisa blanca era del mismo color que el moño. Su figura me quitó el aliento.
 
- Emm… no es nada, sólo que… me hubiera gustado una segunda opinión - musité, atolondrado - ¿Podrías… encender…? - manoteé en la oscuridad, señalando el interruptor en la pared.
 
- Claro – aguardé en la oscuridad. Me volteé a mirar hacia el ventanal, intentando suprimir el hecho de que estábamos los dos solos en la penumbra. Pero lo sentí cerca de mí y su perfume bailoteó por mi nariz.
 
Sentí sus manos en mi espalda, una en cada hombro; el tacto hizo que la piel de todo el cuerpo se me erizara. El sonido del departamento era inexistente, no se oía nada, excepto nuestras respiraciones y los sonidos apenas audibles provenientes del exterior. El cuerpo me tembló inquieto, pero no me moví. Él aun sujetaba con sus manos mi espalda.
 
Y de pronto, sentí cómo acurrucó su nariz en el valle de mi cuello y cómo su respiración me traspasaba golpeando con delicadeza mi piel. El corazón se me aceleró, tanto que me pregunté si él podía oírlo.
 
- Blaine… - murmuré, ¿qué estaba haciendo?
 
Pero el silencio persistió y su respiración acariciaba la piel de mi cuello con más intensidad, haciendo que el estómago se me encogiera, que la piel se me erizara y que toda cordura huyera.
 
- ¿Chicos por qué tardan tanto? - la voz de Rachel me hizo pegar un brinco.
 
Sentí cómo la respiración de Blaine se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso. ¿Rachel habrá visto…? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.
 
- Esto sí que está oscuro - dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.
 
Estaba de espaldas a la escena, pero Rachel no parecía para nada sorprendida, molesta o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Me giré, la vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillada por mi ropa. Luego divisé a Blaine, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y… a un metro de distancia de mí.
 
Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.
 
- Te ves hermoso, Kurt - me dijo Rachel.
- Gracias - musité, con la voz temblorosa que salió de mí.
- Démonos prisa - me instó, haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta - Vamos, amor - le dijo a Blaine.
 
Tomé mi abrigo y no le dirigí siquiera una mirada a Blaine en el camino, o mejor dicho, una mirada que él notara. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado… demasiado… lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.
 
¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Rachel? Esto estaba sobrepasando los límites, Blaine no era un patán, no sé por qué se comportaba como uno.
 
Especulé durante los cuarenta y tantos minutos que se había tomado el viaje hasta la dirección que Rachel tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.
 
- Aquí es - dijo, Blaine.
 
Dirigí mi vista a través de la ventana de la Hybrid, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos. Del cual vislumbraban sus luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.
 
Bajamos de la camioneta después de que Blaine la estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillado todo a mí alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.
 
Rachel tomó del brazo a Blaine y por el otro lado, me tomó también a mí; y juntos nos encaminó hacia el interior de la casa.
 
Me quedé sorprendido cuando divisé la decoración, si afuera era hermoso, cuánto más adentro.
 
Del techo colgaban candiles enormes, hechos de cristal y pedrería, que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes. Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El suelo era blanco, de piso que jamás había visto. El lugar era grandísimo y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos formados por tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino; mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a piano.
 
- Wow - musité, sorprendido.
- Es… grande - concordó Blaine, viendo también los enormes candiles del lugar.
- Rachel, il mio diamante!* - la voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.
 
Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.
 
- Signor Vittore, buon compleanno! ** - dijo Rachel, expandiendo su sonrisa al hombre.
- Sono contento che sei venuto * - dijo él y luego nos miró a mí y a Blaine.
- Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vogliamo introdurre il mio fidanzato Blainey, e il mio migliore amico Kurt ** - contestó Rachel y luego nos acercó más.
- E ‘un piacere incontrarli * - nos saludó y como yo no entendía nada, sólo sonreí – Rachel - dijo, volviéndose a ésta - vieni qui. Ci sono alcuni progetti che ho voglia di parlare - la tomó de la espalda y la llevó entre la multitud, hablando con ella.
 
Blaine y yo nos quedamos parados allí, solos. Al comprender esto, mi corazón comenzó a latir frenéticamente.
 
- ¿A dónde va? - le pregunté, perdiendo de vista a Rachel.
 
Se encogió de hombros.
 
- Con su jefe, no sé - dijo, como si nada - ¿Quieres algo de beber? - me miró.
- Me gustaría, gracias - le sonreí, tímido.
 
No sabía si quedarme con él a solas era buena idea; después de lo que acababa de pasar, no, sin duda no lo era.
 
- Está bien, siéntate allá - me señaló una mesa con sillas disponibles - Yo te la llevo.
- Gracias - me di la media vuelta, pero luego me giré de nuevo - ¡Blaine! - pronuncié y él se giró a mirarme - Sin…
- Alcohol, ya sé - sonrió y luego continuó caminando entre la multitud con tremenda elegancia.
 
 
[Español]
*  -Rachel, ¡mi diamante!
** -Señor Vittore, ¡feliz cumpleaños!
*  -Me alegra que hayas venido
** -Gracias por invitarme, para mí ha sido un placer. Le quiero presentar a mi novio Blaine y a mi mejor amigo Kurt.
*  -Es un placer conocerlos. Rachel, ven. Hay algunos planes de lo que quiero hablarte.
 


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Mensaje por Dablerry Dom Nov 03, 2013 10:05 pm

Blaine respirando es su cuello.... Blaine respirando en su cuello...
sin palabras, te amo ♥ este fic no puede ser mas maravilloso!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


fkdjhsafkjhasdjkfhadjskfhjak es que aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay , Rachel Rachel ay mi corazoncito :CCCCCC me encanta me encanta!!
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