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Activo [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Mensaje por fanybeaHEYA Miér Sep 24, 2014 11:58 am

HOLA QUE TAL MI NOMBRE ES FANNY YA LLEVO UN TIEMPO AQUI PERO HASTA AHORA ME ANIMO A PUBLICAR UN FIC O POR LO MENOS ADAPTAR UNO ANTES DE EMPEZAR A PUBLICAR EL MIO XD... BUENO HABER SI LES GUSTA

Prólogo

–No me interesa pasar un fin de semana en el campo –afirmó Santana López, sin la menor vacilación.

Gonzalo López sonrió diplomáticamente, deseando por enésima vez desde la muerte de su primogénito haber dedicado más tiempo y atención a la educación de su hijo pequeño.

Después de todo, Lysant, Santana para sus amigos, era una hija del que cualquier padre estaría orgulloso.
Tremendamente hermosa y atlética, Santana tenía una buena cabeza para los negocios y, gracias a su talento, había levantado una empresa millonaria incluso sin el apoyo familiar.

Desgraciadamente, Santana también tenía una cara oscura, un temperamento apasionado y una vena salvaje. Era obstinada como una mula, arrogante y totalmente independiente; un individuo extrovertido en una familia muy conservadora.

Las peleas entre padre e hija habían sido inevitables porque Santana se salía con la suya…siempre. La desaprobación paterna no significaba nada para ella pero tras la muerte de Emily, su hermano mayor, la necesidad de tender puentes había sido ineludible,
pensó Gonzalo con tristeza.

–Los padres de Hanna están muy interesados en que vayas. Y no es culpa suya que tu hermana muriese en el accidente y que su prometida sobreviviera…

Santana levantó una imperiosa ceja. –Hanna Marin tuvo suerte de escapar sin cargos de conducción temeraria…

–Estaba nevando, era de noche y la carretera era peligrosa –le recordó su padre–. Ten un poco de compasión por los errores humanos, hija. Hanna se quedó desolada por la muerte de Emily.

No tan desolada como para no flirtear con su hermana pequeña unas semanas después del funeral, pensó Santana. Pero se guardó esa información para sí, sabiendo que su padre le diría que había interpretado mal la actitud de Hanna.

Aunque sólo habían pasado seis meses desde la muerte de Emily, ese trágico evento había cambiado por completo el futuro de Santana. Como único heredero del famoso armador Gonzalo López, a partir de la muerte de su hermana era considerado mucho mejor partido que cuando era sólo una inconformista que trabajaba por su cuenta.

–La relación entre nuestras familias volverá a ser la misma si aceptas la invitación –insistió Gonzalo.
Santana apretó los dientes. No le gustaba verse obligada a hacer nada. Le gustaba su vida tal y como era y se preguntaba si sus padres tendrían la ridícula idea de casarla con Hanna para unir las dos navieras. Hanna era una mujer preciosa y llena de talento pero Santana, a los veinticinco años, no tenía el menor deseo de casarse. Y su vida privada, que aparecía a menudo en las revistas del corazón, seguía siendo tan interesante y aventurera como siempre.

–Te lo agradecería mucho, hija –dijo su padre entonces.
Santana lo observó, notando las arrugas que el dolor por la muerte de su primogénita había marcado en su rostro. Era un cargo de conciencia, pero no quería tener que llenar el hueco que Emily había dejado. Habiendo sido la favorito desde que nació, sería imposible ocupar el sitio de su hermana mayor. Santana siempre se había negado a competir con ella porque desde muy joven había notado que a sus padres les molestaba que tuviera más éxito. ¿Pero qué importaba un fin de semana si eso los hacía felices?

–Muy bien, de acuerdo. Iré… pero sólo esta vez.

–Gracias. Tu madre se sentirá muy aliviada –dijo su padre–. Seguramente te encontrarás con amigos en San Francisco y, sin la menor duda, también harás contactos que te vendrán bien –siguió Gonzalo, sabiendo que eso era lo único que podía animar a su hija. Santana subió al segundo piso de la casa de L.A para visitar a su madre, Gloria. Pero mientras subía sonó su móvil y en la pantalla vio el nombre de Kitty, su amante del momento. Era la tercera llamada desde que se marchó de Londres. Irritada, apagó el móvil, decidido a cortar con ella a la menor oportunidad.

Pero su conciencia no lo dejaba tranquila. ¿Qué era lo que hacía que las mujeres pasaran de divertidas amantes a mujeres predecibles en busca de un compromiso en el que ella había dejado claro desde el principio que no estaba interesado?
Como siempre, su madre se lamentó por la muerte de Emily como si hubiera ocurrido el día anterior. Santana soportó que llorase sobre su pecho y le reprochase sus defectos, en comparación con su perfecta hermana mayor, antes de despedirse para ir al aeropuerto y a la libertad que tanto disfrutaba.

Pasarían unos meses hasta que volviese a L.A; volver a casa siempre era deprimente para ella.

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Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Mensaje por Elita Vie Sep 26, 2014 10:16 am

Bueno, se ve interesante :)
Me gusta!
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Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Mensaje por iFannyGleek Vie Sep 26, 2014 11:30 am

XD lo leí desde ayer y me pareció muy interesante, espero que le des seguimiento.
:)
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Activo Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 1

Mensaje por fanybeaHEYA Vie Sep 26, 2014 12:28 pm

hola aqui esta el primer cap
haber q tal

Capítulo 1

–Por supuesto que debes ir. Es una oportunidad para conocer mejor a tu hermanastra –afirmó Binkie, contenta ante la idea de que Brittany pudiera disfrutar de un lujoso fin de
semana en el campo–. Además, te vendría bien un descanso después de tanto estudiar.

No le sorprendía que Binkie viera la invitación como una oportunidad, pero Brittany no le dijo que la llamada de su padre había sido una sorpresa desagradable para ella. Apartando rubios cabellos de la cara, sus ojos azules recelosos, dejó escapar un suspiro.

–No es tan sencillo. Tengo la impresión de que mi padre sólo quiere que vaya para que vigile a Sugar y…
–¿Él te ha dicho eso? –la interrumpió Binkie.
–No exactamente.
–Bueno, ¿y no crees que podría ser cosa de tu imaginación? Sí, ya sé que tu padre no suele llamar a menudo, pero no deberías pensar mal de él. Tal vez solo quiere que sus dos hijas se conozcan más.
–Tengo veinte años y Sugar diecisiete. Si eso es lo que quiere, ¿por qué ha esperado tanto tiempo?
Brittany había respondido con cierta brusquedad porque, después de toda una vida de decepciones y rechazos, era relativamente cínica en lo que se refería a su padre.
Binkie suspiró. –Tal vez se ha dado cuenta de que cometió un error. La gente suele ablandarse con los años.
Para no mostrarse amargada ante la mujer que era lo más parecido a una madre para ella, Brittany no dijo nada. Binkie… la señora Binkiewicz, una viuda polaca, había cuidado de ella desde que era niña y pronto se hizo cargo también de la casa en la que vivían.

Michael Pierce era un poderoso empresario holandés que había ignorado la existencia de su hija desde que nació. Odiaba a la madre de Brittany, Susan, y Brittany había pagado el precio de esa hostilidad. Susan era una famosa modelo, comprometida con Michael cuando se quedó embarazada…
«¡Pues claro que lo había planeado!», había admitido su madre en un momento de honestidad. «Tu padre y yo llevábamos un año comprometidos pero yo no le gustaba a su preciosa familia y me di cuenta de que el compromiso empezaba a enfriarse».

Como, en medio de tan delicada situación, Susan había engañado a su padre con otro hombre, Brittany entendía la actitud de Michael Pierce. La verdad era que sus padres eran tan diferentes que no entendía cómo podían haberse comprometido. Michael, desgraciadamente, jamás había podido perdonarle esa humillación, ni las entrevistas que Susan había dado después de la ruptura hablando mal de él. Por supuesto, también había cuestionado la paternidad del hijo que Susan esperaba y, al final, su madre había tenido que llevarlo a juicio para conseguir una pensión. Y, aunque su padre tuvo que pagar, Brittany había cumplido once años antes de que aceptase conocerla.
Para entonces, Michael se había casado con una mujer británica llamada Ariadne con quien tuvo otra hija, Sugar. Brittany siempre se había sentido como una intrusa, sin el apoyo paterno que cualquier niño necesitaba. De hecho, podía contar con los dedos de una mano el número
de veces que había visto a su padre.

Pero, nueve años después, a punto de terminar su carrera de Decoración y Diseño de Interiores, Brittany era consciente de que Michael Pierce había pagado su educación y se lo agradecía porque su madre nunca había sido capaz de llegar a fin de mes.

–Te cae bien Sugar –le recordó Binkie–. Te alegraste mucho cuando te invitó a su fiesta de cumpleaños el año pasado.
–Eso fue diferente, entonces yo era una invitada más –replicó Brittany–. Pero mi padre me ha dejado claro por teléfono que debo acompañar a Sugar este fin de semana para evitar que se meta en líos. Por lo visto, últimamente bebe demasiado y sale con un hombre que a él no le gusta.
–Sugar es menor de edad. Es normal que esté preocupado.
–Pero no sé qué puedo hacer yo. No creo que Sugar vaya a hacerme caso–Brittany suspiró–. Es mucho más sofisticada que yo y mucho más testaruda.
–Pero es estupendo que tu padre confíe en ti, ¿no? Y si a Sugar le caes bien… –No le caeré nada bien si me meto en su vida, eso seguro.

En realidad, después de un par de encuentros organizados, sobre todo para satisfacer la curiosidad de Sugar, Brittany era la que estaba intrigada por su hermanastra, que solía aparecer en las revistas del corazón con los ricos y famosos. No tenían nada en común, ni en aspecto físico ni en personalidad, y vivían en mundos diferentes. Sugar era la hija querida y
mimada de un hombre muy rico. Llevaba joyas y vestidos de diseño y acudía a las fiestas más exclusivas.

La dura realidad que había conformado la personalidad de Brittany nunca había tocado a Sugar, que había vivido siempre rodeada de privilegios. Sugar nunca había tenido que lidiar con facturas impagadas o con una madre que, cuando la despensa estaba vacía, se compraba un vestido nuevo en lugar de intentar ahorrar dinero. Sólo el techo sobre sus cabezas era seguro porque el ático en el que Brittany vivía con su madre y Binkie era una propiedad que su padre les había cedido.

Y allí fue a buscarla una limusina una semana después. Después de darle al chófer su bolsa de viaje, Brittany subió al coche y su hermanastra la miró de arriba abajo.
–No me gusta esa ropa –dijo Sugar, mirando el impermeable y los vaqueros con gesto de desagrado.
–Tengo ropa para ir a clase y dos trajes de chaqueta que compré para hacer las prácticas el año pasado –replicó Brittany, molesta. Sugar era una chica muy guapa de largo pelo castaño y enormes ojos castaños, su esbelta figura destacada por una minifalda y unos zapatos de tacón de aguja.

–Podrías haberte arreglado un poco más.
–¿Por qué? Vamos al campo.
–Pero algunos de los Empresarios solteros más cotizados de San francisco estarán este fin de semana en –replicó Sugar antes de soltar una carcajada–. ¡No pongas esa cara! Sólo estaba imitando a mi padre.
– ¿Por qué?
–A mi padre le encantaría casarme con algún tipo rico para dejar de preocuparse por mí, pero ya tengo novio.
– ¿Quién es? –preguntó Brittany, intentando disimular que la visible diferencia entre su ropa y la de Sugar le avergonzaba.
–Se llama Puck y es DJ –respondió su hermanastra. Pero luego apartó la mirada, como diciendo que no estaba dispuesta a contar nada más–. ¿Tú sales con alguien?
–No, ahora mismo no –Brittany llevaba mucho tiempo sin salir con nadie, pero odiaba que mujeres a los que apenas conocía intentasen tocarla, y más todavía cuando esas mujeres estaban ebrias. Encontrar una mujer sobria por la noche, había descubierto, no era tarea fácil.

Haber sido criada por una mujer tan religiosa como Binkie la había colocado un paso atrás con respecto a sus contemporáneas, pero después de haber sufrido la agitada vida amorosa de su madre, Brittany prefería la personalidad de Binkie.

Aunque ya había cumplido los cuarenta, Susan seguía siendo una mujer muy guapa, pero sus relaciones no duraban mucho y brittany había decidido mucho tiempo atrás que ella quería algo más que pasar un buen rato o encontrar un hombre forrado de dinero. Y no le importaba nada dormir sola hasta que encontrase lo que buscaba.

El móvil de Sugar sonó en ese momento y su hermanastra se puso a hablar en griego a toda velocidad. Brittany, que a pesar de haberlo estudiado por las tardes durante varios años aún no dominaba el idioma, se dedicó a mirar por la ventanilla.

La limusina estaba entrando por un camino privado cuando por fin Sugar cortó la comunicación y se volvió hacia ella.

–No voy a decirles a mis amigos quién eres –anunció–. Siento mucho si eso te ofende, pero así es la vida. Si mi padre hubiese querido reconocerte como hija, te habría dado su apellido.

En respuesta a un comentario tan hiriente, Brittany se puso pálida.

–Entonces, ¿quién voy a ser este fin de semana?
–Seguirás siendo Brittany Pearce porque nadie conoce ese nombre. La gente no se acuerda de que mi padre estuvo comprometido con otra mujer y a mí no me gusta airear trapos sucios–su hermanastra se quedó pensando un momento, sin percatarse de lo hirientes que eran sus afirmaciones–. Yo creo que lo mejor sería decir que trabajas para mí. Brittany tuvo que morderse la lengua.–¿Trabajar para ti como qué? –le preguntó.
Sugar arrugó su delicada nariz.
–Podríamos decir que eres mi ayudante personal.
–¿Tu ayudante personal?
–Sí, claro. Te encargas de las compras, las invitaciones y esas cosas. Algunos de mis amigos tienen ayudantes personales y, además, sólo estás aquí porque mi padre dijo que no podía venir sola –se quejó Sugar, con tono petulante.
Brittany asintió con la cabeza. También ella tenía su carácter, pero siempre atemperado por el sentido común y por la intrínseca tolerancia hacia las personalidades más… inestables.

Sugar no quería hacerle daño, sencillamente era una niña mimada acostumbrada a que todo el mundo hiciera lo que ella quería y no la habían educado para que viese a Brittany como una hermana de verdad.

–Pero como empleada estaré excluida de todas las actividades y no podré cuidar de ti.
–¿Por qué ibas a cuidar de mí? Yo sé cuidarme sola. Además, estarías fuera de tu elemento entre mis amigos.
–Intentaré no avergonzarte –dijo Brittany, irónica–. Pero le prometí a tu padre que cuidaría de ti y si no vas a dejar que lo haga, lo mejor es que vuelva a mi casa…
–No, no. Mi padre se pondría furioso –la interrumpió Sugar–. De verdad, no puedo creer que estemos emparentadas. ¡Mira que eres aburrida!
–Yo no soy aburrida –intentó defenderse Brittany.

El lujoso coche se detuvo frente a una mansión de estilo victoriano rodeada por acres y acres de precioso jardín.
–¿No es una ironía que me recuerdes a mi padre? Te pareces físicamente a él, además. Tienes su misma nariz y pareces una girafa. ¡Menos mal que yo me parezco a mi madre!

¿jirafa? Brittany tuvo que apretar los dientes. Ella tenía figura de modelo; una figura delgada de pechos pequeños, piernas largas y tonificadas pero no era tan alta no era una girafa
o tal vez sí, eso era verdad. Medía un metro setenta y tres, de modo que si podía llevarle la contraria aunque no lo haría Sugar siempre fue terca al momento de tener la razón en todo.
Cuando bajó del coche vio a su hermanastra, saludando a una elegante chica rubia en la puerta.

–Hanna Marin, nuestra anfitriona. Brittany Pearce, mi ayudante personal –anunció.
Un grupo de risueñas chicas rodeó a Sugar y Brittany tuvo que seguir al ama de llaves al piso de arriba. Pero cuando su hermanastra se reunió con ellas y la vio abriendo su bolsa de viaje sobre una de las dos camas de la habitación, se volvió hacia el ama de llaves, indignada.

–¡Yo no voy a compartir habitación con nadie!

La mujer le explicó que ese fin de semana todas las habitaciones estaban ocupadas pero, por fin, ante la insistencia de Sugar, acompañó a Brittany al piso de arriba para alojarla con una chica del servicio… que no disimuló su enfado al ver a una extraña invadiendo su terreno.

Sabiendo que no era bienvenida, Brittany no se molestó en sacar sus cosas de la bolsa de viaje y se dirigió a la escalera para reunirse con su caprichosa hermanastra.

Cuando llegó al pasillo del segundo piso, una Mujer no muy alta pero con un cuerpo atlético de piel canela y pelo mojada oscuro salió de una habitación. Y Brittany se quedó helada porque sólo llevaba una toalla cubriendo su desnudez.

Lo que no estaba cubierto por la toalla era impresionante. Piernas delgadas y tenía los abdominales de un atleta. Era, sin la menor duda, la mujer más guapa que había visto nunca: ojos de un tono castaño claro, pómulos prominentes, piel bronceada y una boca de labios sensuales.
Brittany se quedó helada al descubrir que no podía apartar los ojos de ella.

–Acabo de llegar y estoy demasiada hambrienta como para esperar a la hora de la cena.
Quiero sándwiches y café –anunció, sus ojos chocolates clavados en aquella chica tan guapa, aunque no fuera de su estilo–. ¿Sería posible?
–Seguro que sí, pero…
–No he podido localizar a nadie por el teléfono interior, pero lo he intentado –la interrumpió ella, con una sonrisa que lo hacía aún más atractiva.
–Yo no trabajo aquí –dijo Brittany por fin.
– ¿Ah, no?
Aparte de guapa, parecía simpática. Tenía una piel preciosa. Sus ojos eran del color del cielo, tenía pecas en la nariz y sus labios delgados y finos eran una delicia. Resultaba muy… natural. Y eso no era algo a lo que estuviera acostumbrada.
Además, era evidente que no se tomaba a sí misma muy en serio porque ninguna de sus amigas se pondría esos vaqueros y esa camiseta de color caqui. Por otro lado, tenía una figura extraordinariamente perfecta… donde tenía que serlo. Su mirada oscura se clavó en la curva de sus pechos aunque algo pequeños . Sí, era perfecta. A ella le gustaban las mujeres que parecían mujeres, no esas chicas de goma que parecían plasticas.
–No trabajo aquí pero tampoco soy una invitada exactamente. He venido para cuidar de
una de las invitadas más jóvenes… –Brittany tuvo que tragar saliva. No sabía por qué, pero la mirada de aquella mujer le hacía sentir un cosquilleo entre las piernas al que no estaba acostumbrada–. Si veo a alguien del servicio, le diré que suba.
–Soy Santana López, por cierto –se presentó ella, sus ojos clavados en ella como los de un halcón en su presa.

Era diferente a las chicas que conocía y, después de haber roto con su última amante debido a sus insistentes demandas de atención, estaba de humor para algo diferente. Alguien
menos caprichosa y mimada, una mujer que pudiese apreciar su interés sin querer convertir
una simple aventura en el romance del siglo. Una chica trabajadora sería un buen cambio, pensó. Nada que ver con las modelos y aspirantes a actrices con las que solía salir.
Si no tenía interés en los proverbiales quince minutos de fama sería digna de confianza y seguramente no vendería su historia a las revistas como habían hecho otras. Algo que ella
odiaba profundamente.

Brittany asintió con la cabeza. No reconocía el nombre pero le gustaba su acento.
–Encantada, Santana.
– ¿Y tú eres...?
–Brittany Pearce.
Santana sonrió, divertida.
–Yo me llamo Lysant –le confesó–. O mejor dime Santana – sonriéndole coquetamente

Tan sorprendida se quedó Brittany después de aquel encuentro que estuvo a punto de chocar con una columna del pasillo. Sacudiendo la cabeza para aclarar su ideas, bajó la escalera riendo al recordar que se había quedado como hipnotizada por Santana López.

Por lo visto, era más susceptible a las mujeres hermosas de lo que había pensado. No le
hacía mucha gracia la reacción de su cuerpo… no, de hecho le irritaba y le avergonzaba.

Ninguna mujer la había hecho sentir eso. Pero Lysant López, o Santana Puertorriqueña, con el físico increible, no era una mujer como las demás.
Suspirando, encontró a alguien del servicio y le pasó la nota sobre los sándwiches y el café.

Luego se dirigió al salón, donde Sugar estaba en medio de un grupo de chicas. Y no hizo falta la mirada de advertencia de su hermanastra para saber que no había sitio para ella entre ese grupo de niñatas. Todas tenían una copa en la mano y Brittany se preguntó si Sugar estaría bebiendo… y si a su padre no le importaría que una chica menor de edad bebiese alcohol. Pero, para no discutir con su hermanastra, decidió salir a explora el jardín.
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Hanna Marin, la prometida de su difunta hermana, le llevó café y sándwiches a la habitación… y luego se quedó inmóvil, como si sus piernas se hubieran vuelto de piedra. Tan interesada estaba la rubia en atenderla, pendiente de sus palabras como si fueran el
Evangelio, que Santana perdió el apetito.
Aquél empezaba a convertirse en un fin de semana infernal, decidió cuando por fin Hanna
salió de su habitación. Los Marin no estaban allí para hacer de anfitriones y sólo había una
pandilla de adolescentes correteando de un sitio a otro, entre ellas la hermana pequeña de Hanna, Kyra.
Santana se había encontrado con dos ex novias en cuanto llegó y, aunque se alegró de ver a una de ellas, ver a Daniella Seydoux no le hizo ninguna gracia. Daniella, la tempestuosa hija de un magnate francés de la construcción, se había tomado su breve aventura del año anterior demasiado en serio y estaba dolida con ella. Y aunque Santana sabía que no había hecho nada malo, se sentía incómoda con los ojos tristes de Daniella siguiéndolo por todas partes.
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Brittany estuvo una hora explorando el jardín antes de terminar en los establos. Los mozos
le ofrecieron montar a una yegua muy tranquila, pero tuvo que decir que no porque no sabía
montar a caballo. Aunque le encantaría aprender. Susan su madre había insistido en que hiciera ballet, algo que Brittany odiaba, pero se había negado a que su hija, a quien ella veía como un chicazo, tomase clases de equitación.

Como no le interesaban la ropa, el dinero o los hombres, Brittany no tenía mucho en común
con su madre. Su decisión de vivir dentro de sus posibilidades y sus sueños de tener algún
día una empresa de decoración eran algo extraño para Susan, que odiaba ajustarse a un presupuesto y esperaba que los hombres la mantuviesen. El entusiasmo de Brittany por la vida y su energía también eran algo extraño para su indolente madre.

– ¿Dónde has estado? –le espetó Sugar cuando entró en el salón.
–Fuera, viendo a los caballos.
Sugar arrugó la nariz.
–¡Desde luego, puedo olerlo!
–Me daré una ducha antes de cenar –Brittany se dirigió alegremente a la escalera… justo
cuando Santana bajaba, guapísima con un pantalón de sport y una camisa de tirantes.
–Veo que has estado dando un paseo.

Estaba despeinada y tenía las mejillas coloradas. Parecía más sensual, más llena de vida
que antes. Y le encantaba que no le importase su aspecto.
–He estado saludando a los caballos –le contó Brittany, mirando esos ojos chocolates rodeados de largas pestañas. De cerca era tan guapo que se le doblaban las rodillas.
–Tal vez ahora que te has tomado un descanso podrías planchar la ropa de Sugar. Mis empleados están muy ocupados este fin de semana –escucharon una voz femenina tras ellos.
Era su anfitriona, Hanna Marin.
– ¿Por qué iba a planchar la ropa de Sugar? –preguntó Brittany–. No soy su criada.
–No, no lo es –dijo su hermanastra. Santana suspiró, impaciente. Estaba claro que Hanna había notado su interés por Brittany y se alejó antes de que su presencia provocase más problemas.
Mujeres, pensó, exasperado, no se podía vivir ni con ellas ni sin ellas. Pero no pudo evitar girar la cabeza para mirar el redondo trasero de Brittany mientras subía por la escalera… y la súbita tensión en su entrepierna le dijo que llevaba demasiado tiempo sin sexo.
Pero la sonrisa de aquella chica, y que apartase tímidamente la mirada, le decía que el
interés era mutuo. No dormiría solo esa noche, pensó.
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– ¿De qué conoces a Santana López, Brittany? –le preguntó Sugar cuando se quedaron solas.
–Me lo he encontrado antes en el pasillo.
–Pues parece que a Hanna le ha molestado. Estuvo prometida con la hermana de Santana, Emily, pero la pobre murió en un accidente de coche el año pasado. Creo que Hanna sigue interesada en esa familia, pero lo tiene muy crudo porque Santana es una mujeriega.

Brittany intentó esconder su interés.
– ¿Ah, sí?
–Sale con una chica diferente cada mes. No pierdas el tiempo –le advirtió Sugar–. Todo el mundo sueña con casarse con Santana, pero es imposible.
–Yo no tengo ningún interés en ella. Acabo de conocerla.
No era verdad y saber que estaba mintiendo, algo a lo que no estaba acostumbrada, le molestó. Ella tenía suficiente sentido común como para no sentirse atraída por alguien
rica y arrogante que jugaba con las mujeres.
–No quiero menospreciarte, pero tú no eres su tipo. A Santana le gustan las modelos –siguió Sugar–. Tiene fama de ser…
–Ya te he dicho que no estoy interesada –la interrumpió Brittany. Su hermanastra ni siquiera intentó disimular una expresión de sorna.
–Si yo tuviera alguna posibilidad, no le diría que no. Y a mi padre le encantaría. Santana
es un soltera de oro, además dicen que tiene un buen….asunto entre las piernas –brittany la miro confundida – se dice que tiene lo que una mujer no debería tener, por eso es que es tan codiciada entre las mujeres yo definitivamente le diría que si.

Brittany sintió sus mejillas arden con cada palabra de Sugar, hasta llegar a sentir interés-sacudió su cabeza <¿Qué? > < en que estoy pensando > se regaño así misma-
y la chica que lo lleve al altar será muy afortunada- continuo Sugar.

–Supongo que es rica, claro –dijo Brittany, enfadada consigo misma. El orgullo le decía que dejase el tema, pero la curiosidad era más fuerte que ella.
–Dicen que ganó su primer millón antes de terminar la carrera y, además, hay que tener en consideración la fortuna de su familia –respondió Sugar, con un brillo de avaricia en los
ojos–. Son armadores, los más ricos de Estados Unidos según dicen aunque ella vive en Londres las mujeres no le faltan…

Brittany, de repente, sintió pena por Santana López.
Evidentemente, su dinero y su familia lo convertían en objetivo de mujeres ambiciosas y buscavidas de todo tipo. Le parecía una ironía que Sugar, que nunca había tenido que
preocuparse por el precio de nada, estuviera tan obsesionada por el dinero de los demás. Pero así eran las cosas; su hermanastra medía a la gente por el estado de su cuenta corriente y estaba claro en qué escalón la colocaba a ella.
En cualquier caso, cuando sacó un vestido arrugado de la maleta, Brittany se compadeció
de ella. Sugar no había planchado una prenda en toda su vida pero parecía dispuesta a aprender. Por primera vez, Brittany se sintió como una hermana de verdad y acabaron muertas de risa con los patéticos esfuerzos de Sugar.

– ¿Qué vas a ponerte tú para la cena?
–No lo sé, no tengo muchos vestidos.
–Yo te prestaría alguno de los míos, pero… –su hermanastra hizo una mueca. Sugar
era bajita y delgada, mientras que ella era delgada y alta como girafa pensó Brittany. Jamás podrían compartir ropa.
–No pasa nada.

Se puso un vestido negro comprado en las rebajas. Lo había comprado porque servía para cualquier ocasión, pero parecería un cuervo en medio de una bandada de pájaros exóticos. Y, por primera vez, al mirarse al espejo Britany experimentó cierto anhelo por los atributos que no poseía. ¿Qué cruel jugarreta del destino le había dado pecas en la nariz y unos pechos pequeños en lugar de proporciones más femeninas?

Binkie había intentado inculcarle que el aspecto físico no era importante, pero Brittany sabía que vivía en un mundo donde la apariencia lo era todo. Importaba cuando ibas a una entrevista de trabajo e importaba más cuando querías seducir a alguien.
¿Quería ella atraer a una caza mujeres?, se preguntó. Brittany se regañó a sí misma por ser tan superficial mientras bajaba al comedor detrás de su alegre hermanastra. Santana estaba sentada al lado de Hanna Marin, que llevaba un precioso vestido blanco con un hombro al aire, y Brittany intentó no animarse al ver que parecía aburrido.

Pero Sugar no era buena compañía precisamente porque no paraba de reír con sus amigas, diciéndose cositas al oído y enviando y recibiendo mensajes de texto todo el tiempo. Cuando la cena terminó, Hanna anunció que se servirían copas en el salón.

–Yo me voy a dormir –Sugar intentó disimular un bostezo–. Tengo sueño y mañana hay una gran fiesta.
Dejar de hacer el papel de carabina fue un alivio para Brittany y, pensando en la novela que
había llevado con ella, se dirigía a la escalera cuando Santana se interpuso en su camino.

–Hola…
Brittany tuvo que echar la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
–Hola.
–Vamos a tomar una copa –sugirió él, mirando sus generosos labios y el vestido que destacaba.
–Yo estaba pensando irme a la cama… –empezó a decir ella, aunque sentía la tentación de decir que sí.

Pero al ver un brillo de confianza en los ojos dorados, se dio cuenta de que Santana esperaba que pasara la noche con ella. En ese momento, vio a Hanna mirándolos desde la puerta del salón y sintió que le ardían las mejillas.

–Gracias, pero no.
Sorprendida por la negativa, Santana frunció el ceño.
–¿Por qué no?
–Me apetece leer un rato antes de dormir –respondió ella.
Como Santana no parecía saber qué decir, seguramente porque nunca le habían dicho que no, Brittany subió a su habitación y, agradeciendo que su desagradable compañera de cuarto no estuviera por allí, se metió en la cama con su novela.

Las aventuras de la heroína, que parecía atraer a una innumerable cantidad de hombres,
a ninguno de los cuales quería, aburrieron a Brittany y, finalmente, dejó a un lado la novela para apagar la luz.
Pero no era capaz de conciliar el sueño. No dejaba de pensar en la invitación de Santana, preguntándose por qué le había dicho que no de manera tan antipática. En fin, lo que estaba
claro era que no volvería a pedírselo.
Que se acercase a ella cuando había tantas chicas guapas en la casa le había sorprendido.
Ella no llevaba la ropa adecuada, ni tenía el acento adecuado, ni pertenecía a la familia adecuada. ¿Por qué la había elegido a ella precisamente? ¿Podría haber pensado que se sentiría halagada, impresionada? ¿O pensaba eso por su baja autoestima?

Después de todo, una mujer rica, guapa y sofisticada le había pedido que pasaran un rato juntos y ella la había rechazada porque no estaba preparada y porque, en el fondo, era tan insegura que pensó que tendría algún motivo oculto para hacerlo.


Era patético, pensó, enfadada consigo misma.
Se quedó dormida deseando haber dicho que sí, deseando que Santana volviera a pedírselo…

Brittany despertó poco después, sobresaltada, para ver a su compañera de cuarto buscando
algo en un cajón.
–Perdona, no quería despertarte…
–No importa –murmuró, medio dormida.
Al sentarse en la cama, Brittany vio un neceser en el suelo, al lado de la puerta. Era de Sugar y su hermanastra debía de estar buscándolo, de modo que se levantó de la cama y se
puso un albornoz para llevarlo a su habitación.

Llamó suavemente a la puerta con los nudillos y, al no recibir respuesta, asomó la cabeza
en la habitación.
– ¿Sugar?
La luz estaba encendida, pero su hermanastra no estaba en la cama. Brittany dejó el neceser sobre la cómoda y se asomó al cuarto de baño, pero tampoco estaba allí.

Cuando volvía a su habitación le pareció escuchar la voz de su hermanastra en el piso de abajo. Y sonaba extrañamente estridente. Acercándose a la barandilla de la escalera, Brittany miró hacia abajo…
Y se quedó helada al ver a Santana López llevando a Sugar hacia la escalera. ¿Habrían estado juntos en el jardín?
«Si yo tuviera alguna posibilidad, no le diría que no», recordó las palabras de Sugar.
¿Le habría dicho que sí cuando ella le había dicho que no?, se preguntó.

Pero no tuvo tiempo para seguir pensando porque Sugar subía parloteando por la escalera. Tenía hipo, se le había corrido el maquillaje y llevaba una falda tan corta que apenas le tapaba los muslos.
Estaba claro que había bebido demasiado y, como resultado, apenas podía caminar.
Atónita, Brittany corrió escaleras abajo para averiguar qué había pasado…
.....................

este fin de semana actulizare! :)
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Mensaje por 3:) Vie Sep 26, 2014 2:25 pm

holap,...

me gusto el primer capitulo,...
a ver como sigue!!!!

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por Dolomiti Vie Sep 26, 2014 7:37 pm

Hola, parece una historia interesante [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL 210293833 saludos, hasta el próximo cap [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL 1206646864
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Mensaje por dani_lcastrejon Sáb Sep 27, 2014 1:22 am

Oww me gustó mucho el primer capítulo. :)
Oh! Sigue haciendo los capítulos largos Porfi :3
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Activo Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 2

Mensaje por fanybeaHEYA Sáb Sep 27, 2014 8:29 am

Hola gracias x comentar ...x el momento los 3 primeros capítulos sera conocerlos ya luego iniciara el drama xD
no tengo mucho tiempo x la universidad...pero no significa que lo dejare ya tengo todos los capitulos nada mas de publicarlos ...
de nuevo gracias

Capítulo 2

–¿Que le has hecho? –exclamó Brittany, furiosa.
Santana López la fulminó con la mirada.
–Yo no le he hecho nada. Y no tengo por qué darte explicaciones. Brittany se cruzó de brazos, interponiéndose en su camino.

–Yo creo que sí. Parece que Sugar ha estado bebiendo… ¿es que no sabes que es menor de edad?
–¿No se supone que eras tú la que debía cuidar de ella? –le espetó Santana–. Pues lo estás haciendo de pena.
Brittany se sintió mortificada. Evidentemente, Sugar la había engañado al decir que se iba a la cama. Y después de darle esquinazo se había ido de fiesta con Santana.
Hanna Marin se acercó entonces y estaba mirándola con una ceja levantada cuando apareció su hermana pequeña.
–Kyra, lleva a Sugar a la cama, por favor. Evidentemente, ha bebido demasiado –dijo

Hanna cuando su hermana desapareció escaleras arriba– pero no me parece buena idea montar una escena, señorita …
Brittany apretó los labios.

–No sabía que estuviera montando una escena. Sencillamente, quiero saber qué ha pasado.
–Sugar no está en condiciones de contárselo y sus padres no querrían que esto se supiera –dijo Hanna, mientras Kyra se llevaba a Sugar a la habitación.

Santana abrió una puerta al otro lado del vestíbulo.
–Ven, Brittany. Hablaremos aquí.
Evidentemente, se sentía ofendida porque no estaba acostumbrada a que nadie le llamase la atención. Brittany sospechaba que tenía un carácter volcánico. Y algo que previamente había odiado en su impulsiva y a menudo porfiada madre de repente le pareció fascinante.

–No es necesario, Santana –intervino Hanna–. La señorita no tiene derecho a pedir explicaciones.

–Yo me encargo de esto –replico ella, haciéndole un gesto a Brittany para que entrase con ella
en el estudio y cerrando la puerta en las narices de su anfitriona.

–¿Adónde has llevado a Sugar? –le preguntó ella.

–No la he llevado a ningún sitio. ¿Por qué iba a hacerlo? Para mí es una niña –Santana dejó escapar un suspiro–. Creo que sus amigas y ella llamaron a un taxi para ir al pub del pueblo. Cuando llegué, el camarero se negaba a servirles más copas sin una prueba de que eran mayores de edad y Sugar estaba discutiendo con él.
–Por favor… –Brittany se pasó una mano por la cara– me dijo que se iba a la cama.

–¿Una adolescente en la cama antes de las doce? –replicó él, irónico.
–Sí, bueno… ¿y qué pasó después?

–Tomé una copa en el pub y me marché media hora después. Pero cuando volvía aquí me encontré a Sugar en la carretera, a un kilómetro del pueblo…
–¿Sola?
–Estaba tan borracha que no podía tenerse en pie.
–Dios mío…
–No podía dejarla allí, como te puedes imaginar. Subió a mi coche y empezó a llorar como una histérica… aparentemente, había quedado con su novio en el pub pero él le había dado plantón.

Brittany sintió que le ardía la cara cuando Santana clavó la mirada en el cuello del albornoz,
el escote del camisón escondiendo apenas el nacimiento de sus pechos.
–No sabía que Sugar hubiera salido –dijo finalmente.
–Y si ha salido de aquí sin decírselo a nadie, no querías que se encontrase precisamente conmigo, ¿verdad?
–No sé qué intentas decir con eso –replicó ella.
–Tú sabes muy bien lo que quiero decir. Te he visto cuando apareciste en la escalera –dijo Santana, mirándola con sus increíbles ojos cholates–. No te ha gustado verme con Sugar porque te has puesto celosa.

Brittany lo miró, perpleja.

–Eso es una tontería. No te conozco de nada… ¿por qué iba a ponerme celosa?
–Dímelo tú –Santana sonrió, insolente.

Y era una sonrisa preciosa, tuvo que reconocer Brittany. Santana era un espécimen
masculino casi perfecto, tan guapo que no podía dejar de mirarlo.

–Conozco lo bastante a las mujeres como para leer en sus ojos.
–¡Tú no has leído nada en mis ojos porque no hay nada que leer!
–Eso no es verdad.

Brittany se puso tan furiosa que, por primera vez en su vida, estaba a punto de darle una bofetada alguien. En aquel momento entendía por qué una provocación podía hacer que alguien perdiese los nervios.

–Eres increíblemente arrogante –le espetó, viéndolo moverse por el estudio como un león por su jaula. A pesar de su enfado, no podía dejar de mirarlo, estudiando sus movimientos con una emoción que era nueva para ella–. Ni siquiera me caes bien.

–No necesito caerte bien –dijo él, clavando en ella sus ojos –. Tan sólo necesito que me desees.
Brittany sintió un cosquilleo en la piel, como si la hubiera tocado. Una parte de ella quería
salir corriendo, pero otra parte quería quedarse. Tenía la sensación de que aquél era un momento importante en su vida; que estaba a punto de experimentar ese algo que había esperado tanto tiempo. Quería darle una bofetada, quería gritarle que era un tipo insoportable, pero todo eso se mezclaba con el poderoso deseo de besarlo. Santana exudaba un atractivo que la atraía y la repelía al mismo tiempo.

–Y me deseas –siguió ella, aparentemente seguro de sí mismo. Por un momento se había preguntado si estaría equivocado. Después de todo, ella lo había rechazado cuando le pidió
que tomasen una copa juntos. Pero al ver el brillo de deseo en sus ojos, se preguntó si la negativa habría sido una argucia femenina para despertar su interés–.
Como yo te deseo a ti, ma belle douce (mi bello dulce)

Fue esa admisión lo que rompió las defensas de Brittany como la eficiente hoja de un cuchillo. Hasta ese momento ningún hombre o mujer la había hecho sentir atractiva y sexy, pero Santana había conseguido ese milagro con una sola frase. Mientras la estudiaba, con una intensidad y un ansia que no podía esconder, ella tuvo que sonreír, casi sin darse cuenta.
Al ver esa sonrisa, Santana la apretó contra su pecho y se apoderó de su boca con exigente ardor. Los sabios movimientos de su lengua entre sus labios abiertos le hicieron sentir una punzada de placer, casi como una descarga eléctrica, pero la dulzura inicial fue seguida por una fiera sensación de deseo.
El beso no era suficiente. Dejando escapar un inconsciente suspiro de insatisfacción, Brittany puso las manos sobre sus hombros para apoyarse en el duro torso masculino. Necesitaba ese contacto para satisfacer la sensibilidad de sus pezones y el cosquilleo que sentía entre las piernas. Como respuesta, Santana la envolvió en sus brazos y aplastó su boca, disfrutando del rico sabor a fresa de sus labios. Le gustaría tomarla en brazos y llevarla a su habitación para saciar el loco deseo que despertaba en ella…
Excitada como nunca, enredó los dedos en la masa de rizos y echó su cabeza hacia atrás para mirar los gloriosos ojos azules en contraste con la piel de porcelana.
De nuevo, intentó entender aquella poderosa atracción.
¿Era la sinceridad que veía en esos ojos o la salvaje sensualidad con la que se había rendido a sus besos? En la cama, sospechaba, su pasión sería abrumadora.
Un móvil sonó en ese momento y Brittany, parpadeando como si estuviera saliendo de un trance, levantó las manos para apartarse de ella.
Santana frunció el ceño mientras apagaba el móvil después de mirar la pantalla.

–No seas así.
–¿Qué quieres decir?
Brittany sentía que le ardía la cara y las piernas no le respondían. Atónita al descubrir que su albornoz estaba abierto, se abrochó el cinturón con manos nerviosas.
Respiraba con dificultad y sus pensamientos eran un caos, pero entendía que lo que acababa de pasar era enteramente nuevo para ella, una tentación con la que nunca antes se había encontrado. Lo que había sentido era tan increíblemente poderoso que sus pezones casi temblaban como respuesta y experimentaba un deseo que nublaba su visión. Y sólo podía
pensar en repetir la experiencia…
Santana alargó una mano.
–Ven…
–¡No! –Brittany dio un paso atrás, sintiéndose absurdamente como una mujer en peligro de
perder su alma–. Buenas noches, Santana.
–¡No lo dirás en serio! –exclamó ella, incrédula, al ver que se dirigía a la puerta.
–Muy en serio –dijo ella, tomando el picaporte–. No va a pasar nada entre tú y yo.

Santana la vio salir del estudio conteniendo el aliento. ¿Qué le pasaba a aquella chica? Nunca se había excitado tanto con una mujer para ver luego que le daba la espalda, dejándola insatisfecha. Y tampoco nunca se había sorprendido tanto por el deseo que una mujer la hacía sentir. Darse una ducha fría para calmar un poco su ardor no le resultaba en absoluto
apetecible, pero iba a ser totalmente necesario.

Brittany encontró a Sugar profundamente dormida y, después de quitarle los zapatos, la cubrió con el edredón. Al día siguiente intentaría ganarse su confianza y tal vez tendría la oportunidad de convencerla de que no estaba compartiendo el fin de semana con una gobernanta.
Pero una vez en su habitación, no dejaba de darle vueltas a lo que había pasado. En lo que se refería al sexo opuesto, siempre había creído ser inteligente y sensata, menospreciando las aventuras románticas de su madre. Sí, la verdad era que se había sentido superior en ese campo, convencida de que ella nunca haría tonterías… pero tal vez había sido demasiado
soberbia. Había creído saberlo todo, y había descubierto después que no era más sofisticada que una cría en lo que se refería a los hombres.
Porque, en veinticuatro horas, Santana le había enseñado cosas sobre sí misma que Brittany no había querido saber. Conocerlo había resultado una experiencia iluminadora, pensó. Había descubierto que estar a su lado la mareaba, incapacitándola para pensar de manera racional. Había descubierto que era humana y capaz de hacer tonterías. Y también que no dejarse llevar por el deseo podía doler.
Era comprensible que su madre hubiera roto tantas relaciones siendo infiel. Susan Spencer nunca había dicho que no a una atracción así. Había hecho lo que quería, cuando quería y a menudo había pagado un precio muy alto por ello. Pero Brittany también había tenido que pagar.
En más de una ocasión, se había encariñado con alguno de los novios de su madre y la consiguiente desaparición de ese hombre la había confundido y disgustado. Siendo muy pequeña, había decidido que no se podía confiar en los hombres y que era más seguro no encariñarse con ellos. Sólo cuando tuvo cierta edad empezó a entender que era el comportamiento de su madre lo que destrozaba esas relaciones.
En cualquier caso, tener una relación con Santana no llevaría a ningún sitio.
Sólo la hubiera llevado a su habitación esa noche, pensó. Y también que retrasar una satisfacción no era algo de lo que Santana pareciese saber mucho.
Los dos querían más después del beso y ella no parecía entender por qué tenían que esperar.
Brittany sabía muy bien lo que había pensado porque había sentido la urgencia de su deseo, reconociendo al mismo tiempo el suyo propio.
Tal vez sería virgen toda la vida, pensó, horrorizada. Viviría siempre sin ser tocada, sin ser deseada por un hombre.
Santana no iba a perseguirla esperando que cediese. Para una mujer como ella, sería cosa de una noche.
Una locura, se decía a sí misma. No tenían nada en común aparte de que su padre era griego… y Santana no lo sabía porque su padre no tenía intención de contarle al mundo quién era. Vivían en mundos diferentes. Santana era una mujer muy rica mientras que ella era una simple estudiante. Ni siquiera tenía nada en común con Sugar, que venía del mismo mundo de riqueza y privilegios. Supuestamente, aquél era el momento en el que debería cometer errores y descubrir quién era en realidad. ¿No era el momento de saltarse las reglas y
experimentar un poco? Pero acostarse con Santana sería, definitivamente, un error. No había futuro para esa relación y...
¿Todas las relaciones deberían tener un futuro?, se preguntó entonces.
¿Siempre debería haber sentimientos serios, importantes? ¿No había sitio para algo ligero, sin complicaciones?
Brittany daba vueltas y vueltas en la cama, indecisa. Ella no quería
enamorarse y casarse de inmediato. Sólo tenía veinte años. Y tampoco era tan tonta como para soñar con que Santana se enamorase de ella. La hija de Susan Spencer no podía ser tan ingenua porque, siendo adolescente, a menudo se había sentido mortificada al ver a algún extraño en la mesa del desayuno tonteando con su madre. Y Susan jamás se había percatado de la turbación de su hija. Como había amanecido antes de que pudiera conciliar el sueño, despertó muy tarde y totalmente desorientada cuando Sugar tocó su hombro.

–¿Qué hora es?
–Casi mediodía.
–¿Qué…? –Brittany intentó apartar los rizos de su cara–. ¿A qué hora te has levantado tú?
Su hermanastra parecía irritantemente despierta y llena de energía para ser alguien que se había ido a la cama en estado de embriaguez.
–Temprano –respondió Sugar–. He tenido tiempo suficiente para desayunar y jugar un partido de tenis. Los hombres han ido a los establos y nosotras nos vamos de compras, así que…
–¿De compras? ¿Por qué? –exclamó Brittany, apartando el edredón.
–La pregunta lo dice todo –replicó su hermanastra, haciendo una mueca–.
No tiene que haber una razón para ir de compras. Esta noche hay una gran fiesta y no puedes volver a ponerte el vestidito negro. Además, yo también quiero ponerme algo nuevo.
–Sobre lo de anoche… –empezó a decir Britt.
–Por favor, no me eches la bronca –la interrumpió Sugar–. Pero sí te debo una disculpa
por esta habitación. Es una pocilga.
Brittany miró los muebles viejos y la pintura desconchada que, aparentemente, la familia de
Hanna consideraba adecuada para el servicio pero no para los invitados.
–¿Qué pasó con Puck anoche? - Sugar se puso a la defensiva.
–No apareció porque no pudo… se perdió –respondió. Pero su aire de desafío sugería que sus amigas tampoco se habían tragado esa excusa.
Brittany se encontró siendo prácticamente empujada hasta un Range Rover que pertenecía a
una de las amigas de Sugar, pero como no había tenido tiempo de comer nada su estómago
protestaba ruidosamente.
Durante el viaje a San Francisco, intentó que Sugar le hablase de Puck, pero su hermanastra no parecía dispuesta a compartir esa información.
Cuando Brittany volvió en un taxi porque las otras chicas tenían cita en un salón de belleza. Su padre la llamó para saber cómo iba el fin de semana y Brittany no le contó lo que había pasado, por supuesto, pero aprovechó la oportunidad para preguntarle por qué no le caía bien el novio de Sugar.

–Noah Puckerman tiene antecedentes como traficante de drogas. Es un delincuente y no lo
quiero cerca de mi hija –contestó Michael Pierce.

Sí, razones más que suficientes Brittany usó el cuarto de baño de Sugar, como le había pedido su hermanastra, para ducharse y lavarse el pelo. Aquella tarde había sido divertida, debía reconocerlo. Sugar había insistido en comprarle un vestido de satén azul turquesa con escote bordado de piedrecitas y, aunque era más corto de lo que ella solía llevar, se sentía muy guapa con él. Le encantaba el color y cómo parecía iluminar su cara.
No tenía ni idea de lo que había costado y no pensaba preguntar. A veces se sentía mayor de lo que era después de tantos años cuidando de su madre y, por una vez, quería sentirse joven y despreocupada.
La cena fue estilo bufé y, muerta de hambre como estaba, Brittany llenó su plato. Le daba igual que la gente la viese comer como si llevara tres días sin hacerlo. Además, todo tenía una pinta estupenda.
Pero cuando sintió la mirada de Santana clavada en ella, su corazón se volvió loco. No podía creer que fuese tan inmadura, pero su corazón palpitaba con tal violencia que apenas podía probar bocado.

Un joven rubio se acercó entonces con una copa de champán en la mano.
–Me parece que no nos conocemos –le dijo, con una agradable sonrisa–. Soy Sam Evans.
–Brittany Pie… Spencer… –se presentó ella–. Te daría la mano, pero tengo las dos ocupadas… –Britt rió intentando sostener el plato, la copa y el tenedor. Por no hablar del bolsito de noche que colgaba de su muñeca. Sam tomó su plato y la llevó hacia una mesa.
–Ven, vamos a sentarnos un rato.

Al ver al mago de la informática, Sam, flirteando con Britt, Santana tuvo que apretar los dientes.
Esa noche, Brittany estaba increíblemente sexy con aquel vestido de color azul turquesa, el cuello bordado de piedrecitas acariciando el nacimiento de sus pechos y la falda por la mitad del muslo mostrando sus bien torneadas piernas.
La inmediata rigidez que sintió bajo el pantalón le sorprendió porque normalmente solía controlar su libido.
No sabía por qué aquella chica le gustaba tanto. Pero sí sabía que no le gustaba nada verla con Sam Evans. Cuando Sugar pasó a su lado del brazo de un hombre alto y moreno, Brittany la llamó y su hermanastra se detuvo con desgana para hacer las presentaciones. Mientras anunciaba que su novio iba a pinchar en una conocida discoteca más tarde, Brittany observó los calculadores ojos oscuros de Puck y la posesiva mano en el brazo de su hermanastra. Debía de tener al menos treinta años, era mucho mayor de lo que había esperado, demasiado para
una chica de diecisiete.

–Me iré dentro de un rato con Puck a la discoteca y seguramente no volveré –anunció Sugar–. Pero no se lo cuentes a mi padre…
–No voy a mentirle –le advirtió Brittany.
–Pero tienes que hacerlo…
–Yo no tengo que hacer nada. Y tú tampoco. Creo que deberías pasar el fin de semana con tus amigas, como estaba previsto.

Sugar murmuró una grosería antes de alejarse. Haciendo una mueca, Brittany se volvió hacia su acompañante.
–Lo siento, pero se supone que debo cuidar de ella.
–Y sospecho que no es fácil –comentó Sam, con la irónica sonrisa de un hombre acostumbrado a los caprichos de las adolescentes–. Es la hija de Michael Pierce, ¿no?
–Sí.
–¿Trabajas para él? - Incómoda con el papel que Sugar le hacía interpretar, Brittany carraspeó. –Algo así.
Cuando miró hacia el otro lado del salón vio a Santana observándola e incluso a esa distancia sus preciosos ojos podían hacerla temblar de deseo. Nunca había sentido algo así, y le fascinaba. Santana despertaba su sexualidad como ningún otro hombre.
Un camarero se acercó entonces con una copa.

–La señorita Pierce envía este cóctel para usted.
–Ah… –Brittany tomó la copa y miró alrededor buscando a su hermanastra, pero no la
encontró. ¿Sería su manera de pedirle disculpas?
–Se te va a enfriar la comida –le recordó Sam.
Apartar los ojos de Santana requirió de toda su disciplina. La tentación de admirar la feminidad y perfección de sus rasgos le avergonzaba, y cuando miró su plato se dio cuenta de que había perdido el apetito por completo. Tomó un sorbo del cóctel. Sabía a fruta y era más de su gusto que el champán, al que no estaba acostumbrada.

–Britt… –la saludó Santana entonces, mirando luego a su acompañante–. Hola, Sam.

Al darse cuenta de que estaba molesta, Brittany se levantó. Y fue una reacción visceral. Era evidente que no le gustaba verla con otro hombre… Santana estaba celosa. Ningúna persona se había mostrado posesivo con ella y, aunque por primera vez en su vida sentía el poder de ser mujer, descubrió que no tenía el menor deseo de usarlo.
Además, ese carácter volcánico que Santana no podía esconder le fascinaba.

Hanna Marin se unió a ellos entonces y Brittany se disculpó ante Sam con la mirada cuando Santana la tomó por la cintura para llevarla aparte, en un gesto que irritó a su anfitriona.
Brittany no le hizo caso, feliz al estar con Santana pero ligeramente mareada.
–Esta noche estás conmigo –dijo ella.
–¿Y mañana? –se aventuró a preguntar ella, tomando un sorbo del cóctel.

Santana alargó una mano para apartar los cabellos de su cara. Los ardientes ojos chocolates estaban clavados en los suyos y Brittany no hubiera podido apartarse aunque le fuese la vida en ello.
–Mañana seguirás siendo mía, ma bella –respondió ella, tomándola por la cintura para apretarla contra su cuerpo–. ¿Qué estás bebiendo?

–No lo sé… me lo ha enviado Sugar. Me sorprendió porque acabábamos de discutir y estaba enfadada conmigo… –Brittany frunció el ceño al notar que le costaba trabajo pronunciar bien.
–¿Por qué habéis discutido?
–Quería marcharse con su novio y le he dicho que no pensaba mentirle a su padre. Por lo visto, su novio tiene antecedentes por tráfico de drogas… Oye, no sé qué me pasa, no me encuentro bien.
–Espera, vamos a comer algo –dijo ella. –No tengo hambre… de hecho, me siento muy rara. No la sostenían las piernas y apenas podía hablar porque se le trababa
la lengua.
–¿Cuántas copas has bebido?
–Sólo este cóctel… no lo entiendo. No puedo creer que esté borracha con un solo cóctel…
Brittany suspiró, aliviada, cuando Santana la llevó hasta una silla. Le pesaba la cabeza y tenía que apoyar la barbilla en una mano para mantenerse erguida. Se sentía fatal, como si todo diera vueltas.
–Lo siento… pero creo que estoy a punto de desmayarme…

Cuando empezaba a resbalar de la silla, Santana la sujetó mientras le hacía un gesto a Sugar para que se acercase.

–¿Quieres que se lo lleve a la policía? –le espetó, señalando el cóctel.
–¿La policía? –repitió Sugar, horrorizada.
–Has echado algo en el cóctel de Brittany…
–No, eso no es verdad.
–¿Por qué lo has hecho? ¿Porque Brittany no quería que te fueras con tu novio? –exclamó
Santana–. Pues me acabas de estropear la noche a mí y te aseguro que no ha sido buena idea.
Dime qué has echado en ese cóctel… y mientras tanto, tu novio puede ir marchándose con
viento fresco. No creo que a Hanna le haga gracia que alguien eche sustancias raras en las bebidas de sus invitados.
Sugar miraba a Santana como una cobra mira a un encantador de
serpientes. Brittany parpadeó, intentando concentrar la mirada y, finalmente, cerró los ojos. Ni siquiera una alarma de incendios podría haberla sacado de aquel estado comatoso…



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Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Mensaje por 3:) Sáb Sep 27, 2014 12:44 pm

holap,....

worale britt es la única que le dice NO a san jajajajaja,...
definitivamente san se obsesiono con britt por el dichoso "no",... a ver como termina la noche!!

ns vemos!!!
3:)
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Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Mensaje por minerva ortiz Sáb Sep 27, 2014 1:15 pm

Me gusta el fic aunque creo que deberias de tener mas cuidado en como nombras a santana ya que aveses la llamas hombre......;)
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Activo Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Mensaje por nataalia Dom Sep 28, 2014 5:05 am

Me encanta este fic! Siguelo:)
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Activo Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 3

Mensaje por fanybeaHEYA Dom Sep 28, 2014 10:24 am

Hola Gracias x comentar
lo aprecio mucho
ya sin mas el cap

Capítulo 3


Brittany se sentía de maravilla cuando abrió los ojos y vio el precioso dosel que había sobre
su cabeza…
¿Un dosel?
Súbitamente alarmada, se sentó en la cama y miró alrededor. Aquélla no era su
habitación. La luz del sol se colaba por las cortinas, iluminando el opulento dormitorio lleno de antigüedades.
Tampoco era la habitación de Sugar, pensó.
Al ver un traje masculino colgado sobre el respaldo de una silla miró rápidamente bajo las sábanas y cuando comprobó que seguía llevando el sujetador y las braguitas suspiró, aliviada. Pero el vestido azul que había llevado por la noche estaba en el suelo, junto con los zapatos y el bolso.
Apenas recordaba nada de la fiesta y…
Entonces vio la marca de una cabeza en la otra almohada y, al mismo tiempo, escuchó el ruido de un grifo. ¿En el cuarto de baño?
Brittany estaba desconcertada y consternada cuando Santana, tan sexy como siempre, entró en el dormitorio con una toalla atada desde su pecho. Tenía un aspecto increíble, sus brazos cubiertos por pequeñas gotas de agua y las largas y poderosas piernas.
–Ah, por fin estás despierta.
Brittany se cubrió con la sábana.
–¿Se puede saber cómo he terminado aquí? ¿Qué ha pasado? ¿Has dormido conmigo? –Naturalmente, ésta es mi habitación –respondió ella.
–¿Y qué hago yo aquí?
–Después de que el médico te examinara…
–¿Qué médico? –lo interrumpió ella.
–Hanna y yo pensamos que lo mejor sería llamar al médico, por si había que llevarte al hospital. Sugar juraba que sólo había echado una pastilla para dormir en tu cóctel…
–¿Qué?
–Una pastilla que le había dado un amigo, no su novio, según ella –siguió explicando Santana–. El médico le preguntó qué pastilla era, consultó con un colega por teléfono y decidió que no era nada grave. Y luego le echó tal bronca que Sugar se puso histérica.
–Dios mío…
No podía creer que su hermanastra hubiera hecho algo así y decidió tener una seria charla con ella.
Pero en aquel momento tenía cosas más importantes que hacer. Que llevase puesta la ropa interior sugería que no había ocurrido nada entre Santana y ella, pero necesitaba estar segura del todo.
–Entiendo que anoche… no pasó nada ente nosotros.
–No, me gusta que las mujeres estén despiertas –bromeó ella–. Despiertas y dispuestas.
Nunca me aprovecharía de una mujer, te lo aseguro.
–No quería insultarte, pero sigo sin entender qué hago aquí. ¿Por qué no me llevaste a mi habitación?
–Sugar no se prestó voluntaria para ayudar y decidí no dejarte en manos de los empleados. Sólo quería comprobar que estabas bien.
–Gracias… –incapaz de seguir allí más tiempo cuando necesitaba ir al baño urgentemente, Brittany saltó de la cama envuelta en la sábana y corrió al baño como una atleta profesional.
Santana soltó una carcajada cuando cerró la puerta. Le encantaba ese cuerpo no era nada voluptuoso pero le encantaba, le encantaba que fuese tímida, algo a lo que no estaba acostumbrada. Tímida y seguramente un poco circunspecta. Y eso era algo a lo que no estaba acostumbrada en absoluto, ya que las mujeres con las que solía compartir cama eran muy libres con respecto al sexo.
Pero había tenido que darse una ducha fría por la noche para apagar el incendio que el cuerpo de Brittany provocaba.
Brittany dejó escapar un gemido de horror al entrar en el baño, rodeado de espejos por todas partes. ¡Aquél era el baño del infierno!
Tomando un peine que encontró en un cajón, intentó poner orden su cabello mientras intentaba controlar el encrespamiento. Después de lavarse la cara y usar un cepillo de dientes nuevo, se metió en la ducha.
Seguía avergonzada por haber salido corriendo, pero era algo que no podía evitar. Santana se había portado muy gentil a pesar de su fama de caza mujeres.

Aunque apenas se conocían y su relación consistía en un par de besos, la noche anterior, cuando importaba de verdad, había cuidado de ella. No cualquiera habrían hecho lo mismo y que no se hubiera desentendido le parecía un detalle precioso. Poniéndose un albornoz blanco que colgaba en la puerta, Brittany guardó la ropa interior en uno de los bolsillos y volvió al dormitorio.
–¿Te apetece desayunar? –le preguntó Santana, señalando una bandeja que alguien había debido de subir mientras estaba en el baño.
Con el torso casi desnudo cubierto por pequeño t-shirt y un pantalón vaquero que se ajustaba a sus delgadas caderas y sus poderosos muslos, era la mujer más sexy que había visto en toda su vida.
–No, gracias. Tengo que volver a mi habitación.
–¿Por qué siempre sales corriendo? –preguntó Santana, frunciendo sus oscuras cejas.
Brittany tuvo que reconocer que su innata cautela la urgía a mantener las distancias. Santana era un peligro porque con ela quería olvidar la sensatez y soltarse el pelo. Sólo tenía que mirarla para desear estar entre sus brazos, tocándola, besándola… de modo que retirarse le parecía lo más juicioso.
–No voy a salir corriendo, es que…
–Sientes lo mismo que yo –la interrumpió ella.
Era cierto. Estaba tan cerca que apenas podía respirar y cuando tiró del cinturón del albornoz para atraerla hacia ella, no puso objeciones. Al contrario, rió, experimentando una sensación de libertad que no había experimentado nunca.
–Te deseo, ma bella –murmuró Santana, en un sexy acento francés como una caricia.
–No puedes tenerme –se atrevió a decir Brittany.
–Sólo un beso antes de marcharte –dijo ella, inclinando su arrogante cabeza para besarla.
Cuando tiró de su labio inferior con los dientes, Brittany empezó a temblar y, sin darse cuenta, abrió la boca para recibir la invasión de su lengua. Santana puso una mano sobre su pecho, el pulgar rozando la sensible punta por encima del albornoz...
«Hazlo», le decía una vocecita. ¿Pero hacer qué?
Santana se apoderó de su boca, el brazo que atrapaba su cintura apretándola contra su potente erección brittany se sintió desmayar. Cuando la depositó sobre la cama, con ella, el deseo era como un tren sin frenos.

Brittany sabía que debería estar asustada, pero no era así. Estaba emocionada, sorprendida
por su propia respuesta y por la sensación de que era allí donde debía estar.
Santana le parecía la mujer que, secretamente, siempre había soñado amar y aunque una vocecita le advertía que acababa de conocerla, ya se había ganado su confianza cuidando de ella la noche anterior.
Y la confianza lo era todo para Brittany.
–Tienes unos pechos preciosos –murmuró ella, abriendo el albornoz para acariciar los pezones con sus largos dedos–. He estado fantaseando con esto desde que te conocí…
Brittany no sabía qué decir y se sentía incómoda desnuda a la luz del día, pero antes de que pudiera reaccionar, Santana inclinó la cabeza para tomar un rosado pezón entre los labios, convirtiendo su pelvis en una bola de fuego. Por primera vez en su vida, el deseo le hacía perder la cabeza y no podía creer lo poderoso y tenaz que era. Santana la besó de nuevo, un beso apasionado que la dejó sin aliento, y Brittany dejó de pensar en absoluto, acariciando la satinada piel de sus hombros, deslizando las manos para tocar su torso. El aroma a gel de ducha era como un afrodisíaco…
–¿Te quedas? –le preguntó ella, más pronunciado que nunca.
Por un momento, sin aire y ardiendo de deseo, Brittany no entendió por qué le hacía esa pregunta.
Santana pasó un dedo por sus labios.
–Te deseo. Te he deseado desde el primer momento, pero me gusta jugar limpio. Quiero saber si estás recuperada del todo.
–Claro que sí.
«Te he deseado desde el primer momento».
Sí, le gustaba eso. Y ella sentía lo mismo, no podía negarlo.
El deseo había sido instantáneo, como una reacción química que no pudiese controlar.
Brittany lo miró a los ojos y su corazón se volvió loco, los músculos de su pelvis contrayéndose como respuesta.
Pero ese loco impulso de deseo la hacía incapaz de pensar con claridad. ¿Iba a acostarse con ella? Deseaba hacerlo. Sabía que si lo pensaba un momento se le
ocurrirían al menos veinte razones para no acostarse con ella pero, por una vez, Brittany se rebeló contra su sensata naturaleza.
Santana era una mujer guapísimo, sexy y sorprendentemente considerada. Y le parecía halagador que la encontrase tan atractiva.
Estaba convencida de que nunca encontraría una persona tan adecuada como ella para ser su primer amante.
–Brittany…
Como temía estar pensando demasiado y perdiendo el valor y la espontaneidad, Brittany empujó su cabeza para besarla con toda la pasión que hasta ese momento había contenido. Santana se quedó sorprendido por tal entusiasmo; era como una antorcha entre sus brazos y tenía el cuerpo de una diosa. Ardiendo de deseo, pasó un dedo entre sus piernas y, al encontrarla húmeda y dispuesta para el siguiente paso, se quitó vaqueros y los boxers de un tirón y alargó
una mano hacia la mesilla para sacar un preservativo, que se puso con manos nerviosas. Y luego, sin esperar más porque no podía hacerlo, abrió sus piernas con una rodilla.

Brittany no dijo nada, pero al sentir el roce del miembro en su entrada se puso
tensa y la penetración le resultó dolorosa.
Al oírla gemir de dolor, Santana se detuvo, apartándose.
–¿Qué demonios…?
–No tienes que parar –dijo Brittany.
–¿Cómo que no? Te he hecho daño…
–No sabía que fuera tan… incómodo la primera vez. Al apartarse un poco, Santana vio una manchita de sangre en el albornoz blanco.
–¿La primera vez? ¿Estás diciendo que eres virgen? Brittany se concentró en uno de sus hombros para no mirarlo a los ojos.
–Pues… sí.
Santana saltó de la cama.
–¿Se puede saber a qué estás jugando? –exclamó, antes de entrar en el cuarto de baño.
–¿Perdona? –desconcertada, Brittany abrochó el cinturón del albornoz y se sentó en la cama, mortificada por el ignominioso final de su encuentro.
Evidentemente, Santana no tenía deseos de continuar y parecía furioso. Y ella, que siempre había creído que para los hombres bueno en este caso para las personas con las condiciones de santana era imposible parar en el último momento, estaba totalmente sorprendida.
Santana apareció de nuevo en la habitación y se puso los boxers que antes había tirado al suelo, mirándola con expresión furiosa.
–¿A qué estás jugando?
–No te entiendo.
–Eres virgen y yo no quiero ninguna complicación.
Brittany empezaba a enfadarse con tan absurda actitud. –¿Cuál es tu problema? Tal vez debería habértelo advertido, pero…
–¡Pues claro que deberías haberme advertido! De haberlo sabido me habría tomado mi
tiempo… yo no quería hacerte daño.
Brittany volvió a atar el cinturón del albornoz antes de saltar de la cama.
–Bueno, no creo que sea para tanto. Agradezco que te preocupes, pero no creo que haya ninguna razón para que te enfades conmigo.
–No me gustan las sorpresas. Las mujeres normalmente tienen motivos ocultos y…
–Tal vez el motivo oculto en mi caso sea alejarme de ti todo lo posible –lo interrumpió ella.–Las mujeres no suelen sacrificar su virginidad en un encuentro casual.
–Ah, pues siento mucho haberme saltado las reglas –replicó Tally,
irónica–. ¿Con qué clase de mujeres sales tú?

Santana nunca había conocido a una mujer como ella. Incluso cuando era adolescente, sus amigas eran sofisticadas y despreocupadas sobre el sexo. En el mundo en el que se movía,
todos eran expertos en ese tema y no se le había ocurrido pensar que, a pesar de su timidez,
ella pudiera ser diferente.
–Eres mi primera virgen –admitió–. Y he oído que cuanta menos experiencia tiene una mujer, más espera de su amante.
–Pues en lo que respecta a mí, estás equivocado. Yo no tengo experiencia pero no espero
nada de ti. ¡Y mucho menos una charla sobre sacrificar mi virginidad! – replicó Brittany, sus rizos moviéndose alrededor de su cara.
–De haber sabido que era tu primer amante no habría hecho nada. Imagino que habrá alguna razón por la que has esperado tanto tiempo para acostarte con alguien… Brittany no estaba dispuesta a inflar su ego diciéndole que nunca había conocido alguien que la excitase como ella.
–No soy precisamente vieja. Y tampoco soy tan rara como tú pareces creer.
No todas las chicas van por ahí acostándose con unos y otros.
–¿Pero por qué me has elegido precisamente a mí? ¿O es una pregunta tonta?
–¿Una pregunta tonta? –repitió ella.
–Trabajas para la hija de Pierce… tal vez has descubierto que te gusta este estilo de
vida y esperas conseguirlo a través de mí.
–Ah, ahora crees que soy una buscavidas… ¡por favor, estás tan obsesionado con el dinero como Sugar! –lo condenó Brittany, indignada–. Yo no espero nada de ti, Santana. De hecho, no tengo intención de volver a verte.

Entró en el baño y salió unos minutos después, vestida. Y cuando Santana intentó detenerla, le espetó:
–¡Piérdete!
Y ella pensando que Santana Lopez era esa persona especial, al que había buscado secretamente y temía no encontrar nunca
Después de cambiarse de ropa y hacer la maleta, Brittany sacó su móvil para comprobar el horario de los trenes y llamar a su padre. No le apetecía hacer esa llamada, pero lo más justo sería contarle lo que había pasado… por si su hija le contaba una versión diferente.
Después de hablar con Michael Pierce, que se subió por las paredes al saber que Sugar se había emborrachado, Brittany bajó a hablar con su hermanastra.
–Ah, eres tú –envuelta en un elegante kimono de seda, Sugar la dejó entrar en la
habitación con gesto aburrido–. Supongo que esperarás que me disculpe, pero anoche deberías haberte metido en tus asuntos.
–¿Cómo? –Puck no tuvo nada que ver con lo que pasó y lo echaron de la fiesta. ¡Supongo que estarás contenta!
–Mira, Sugar, en este momento tu novio me importa un bledo –replicó Brittany, airada–. Gracias a ti me desmayé y tuve que depender de la amabilidad de los extraños porque estaba inconsciente. ¿Cómo pudiste hacerme eso? Es una broma muy peligrosa y, te lo aseguro, una experiencia que no le deseo a nadie.
Sugar la miró, desafiante.
–¿Y qué? Yo no te quería aquí este fin de semana.
–No te preocupes, no volverá a pasar –le aseguró Brittany, dirigiéndose a la puerta–. Nos veremos… o tal vez no.
–¿Adónde vas? –preguntó Sugar al ver la maleta en el pasillo.
–A tomar el tren…
–Pero tienes que quedarte conmigo hasta esta tarde –protestó su hermanastra.
–No, me voy a casa. Te deseo lo mejor, Sugar –se despidió Brittany antes de darse la vuelta.

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espero que les guste :) saludos
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Mensaje por 3:) Dom Sep 28, 2014 12:20 pm

holap,...

san la jodio y bien jodida,... a ver que hace para arreglarlo si es que la arregla quizás?????
a ver que hace sugar ahora sin britt!!!!

nos vemos!!!!
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Mensaje por micky morales Dom Sep 28, 2014 12:25 pm

Acabo de terminar de leer los 3 capitulos, tienes que estar mas pendiente de no enfocar a santana como un hombre pq es muy confuso, sugar es una imbecil y santana muy delicada y todo al principio preocupandose por britt pero luego la trato como basura, me ha encantado tu historia, solo te pido que no tardes siglos en actualizar y desde ya se quemeste fic sera uno de mis favoritos, hasta pronto!
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Mensaje por minerva ortiz Dom Sep 28, 2014 4:21 pm

Estoy deacuerdo con micky ten mas cuidada al hablar de santana la enfocas muy seguido como hombre pero aparte de eso me gusta tu historia es muy adictiva espero que la continues nos leemos luego...;)
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Mensaje por fanybeaHEYA Dom Sep 28, 2014 11:16 pm

hola chicos
pues si lo de santana ..bueno la enfoco en partes como hombre porque lo e dejado así ....
he querido ponerlo como una chica con parte de hombre ...lamento la confusión ...pero me parecio mejor asi ....y pos asi no tengo que hacerle tantos cambios a la historia , porque si lo hago se pierde el sentido del mismo ... espero y no les moleste este cambio ....
gracias por comentar y si Micky no te preocupes lo estare actulizando por lo menos 2 o 3 veces a la semana y si no tengo problemas en mi agenda universitaria seran mas de 3 veces las actus!
..
gracias de nuevo
esperen la actu [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL 2145353087
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Mensaje por Heya Morrivera Lun Sep 29, 2014 12:03 am

Me encanta que lo dejes asi, espero la actu hoy ahorita en realidad
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Mensaje por fanybeaHEYA Lun Sep 29, 2014 11:05 pm

Capítulo 4

Después de desayunar, Santa estaba leyendo la sección financiera del periódico en el porche cuando vio a Brittany salir de la casa tirando de una maleta.
Preguntándose cuál sería la causa de tan abrupta partida de san francisco, Santana farfulló una palabrota. No era culpa suya que esa niña mimada, Sugar, hubiera despedido a su ayudante, se dijo. Pero, un momento después, empujado por el mismo instinto que una vez le
había hecho buscar durante una semana a su perro cuando era niña, se levantó.
No era porque lamentase lo que le había dicho a Brittany Spencer, no lo lamentaba. Él no quería acostarse con una virgen. Ni siquiera estaba tan interesado.
A ella le gustaban las cosas sencillas y su frustrante encuentro con aquella chica lo había convencido de que apartarse del tipo de mujer con el que solía salir era un error. En lugar de disfrutar de las diferencias eligiendo a una chica normal, se había encontrado con una virgen de mucho carácter… y muy desagradecida. Pero en el futuro se limitaría a las chicas sofisticadas a las que estaba acostumbrado. Brittany giró la cabeza al escuchar el motor del deportivo a su lado, pero a ver a Santana tras el volante levantó la barbilla en un gesto de orgullo.

–¿Qué quieres?
Su pelo se movía con la brisa en un espectacular torrente de lisos rubios. Sus vívidos ojos azules brillaban bajo el sol y los delgados labios que sabían a fresa estaban ligeramente abiertos y húmedos. La ya familiar punzada de deseo irritó a Santana, que la estudió con el ceño fruncido, preguntándose qué tenía aquella chica que la excitaba tanto.
–Te llevo a donde quieras –le dijo.
–Gracias, pero voy a la estación y está aquí al lado –respondió Brittany, convencida de que sólo la había seguido por compasión. Sus bronceadas facciones eran tan atractivas que la necesidad de mirarla era imperiosa, pero hizo un esfuerzo por seguir caminando. Se había acostado con ella y, aunque no habían llegado a la natural conclusión, seguía siendo un desastre…

Santana detuvo el coche y tomó su maleta para guardarla entre los dos asientos del deportivo.

–Vamos, sube.

Como no quería tener una pelea con él frente a la mansión, Brittany apretó los labios y subió al coche, incómoda y enfadada.

–¿Esa boba te ha despedido? –le preguntó Santana, intentando no fijarse en cómo el jersey
se marcaba a sus pesones o recordar ese glorioso cuerpo desnudo en la cama.
–No… hemos decidido despedirnos antes de lo previsto –respondió Brittany.
No quería contarle la verdad. Ella era una mujer con dinero y se movía en los mismos círculos que su hermanastra. Y britt era demasiado orgullosa como para admitir cuál era su verdadera relación con Sugar cuando su padre prefería ignorar su existencia.
–Como siga así, esa chica va a acabar mal –dijo Santana.
–Es muy joven, pero imagino que pronto aprenderá.
–¿Cuántos años tienes tú?
–Veinte.
–Pareces mucho más madura –murmuró Santana, sorprendida y nada contento de que fuera poco más que una adolescente.
–Pero no lo bastante como para que lo pasaras bien esta mañana –replicó ella, irónica.
–No te lo tomes así –dijo ella, mirando su perfil mientras aparcaba en la estación. Brittany la fulminó con la mirada.
–¿Cómo esperas que me lo tome? ¡Ha sido una experiencia horrible y, encima, me has insultado!

Salió del coche y alargó una mano para tomar su maleta, pero Santana se lo impidió.
–Yo lo haré.
Al ver sus luminosos ojos verdes llenos de furia, Santana se sintió divertido e intrigado a la vez. Las mujeres nunca se peleaban con ella y rara vez la criticaban. De hecho, sentía la tentación de tomarla entre sus brazos y transformar esa «horrible» experiencia en un orgasmo, y le molestaba saber que no iba a tener oportunidad.
–Deberíamos cenar juntos esta noche –sugirió.
–¡Lo dirás de broma! –replicó Brittany.
–No sabes lo que te pierdes, cariño.
–¡Ya te he dicho lo que pienso de ti! –exclamó ella, dirigiéndose hacia el andén–. Y no me llames «cariño». Yo no te tengo cariño alguno.
------------------------------------------------------------------
–¡Qué maravilla! –exclamó Binkie, enterrando la nariz en el fragante ramo de rosas que acababa de llegar.
–Dios mío –murmuró Brittany, entrando en la cocina–. ¿Alguno de los novios de mi madre cree que ha vuelto de Portugal?
–No son para tu madre, son para ti –respondió Binkie.
–¿Para mí? –Brittany prácticamente le quitó la tarjeta de las manos. Rasgando literalmente
el sobre, leyó la nota que había en el interior: dos palabras y un número de teléfono.

----¿Cenamos?... Santana----
Brittany soltó la tarjeta como si quemara, preguntándose por qué Santana Lopez enviaba mensajes tan conflictivos. ¿De verdad pensaba que lo llamaría como una niña obediente, agradecida por sus atenciones y dispuesta a olvidar que la había ofendido sólo por unas flores?
Cinco días antes, Santana había dejado dolorosamente claro que no quería saber nada de
ella y la insinuación de que se había acostado con ella porque era millonaria le había ofendido en lo más hondo. Unas horas después, cuando sugirió que cenasen juntos, ella había dejado claro que no estaba interesada… ¿entonces por qué le mandaba flores? Y un extravagante y carísimo ramo de rosas, además. Binkie quería saberlo todo sobre la mujer que le había enviado las flores y Brittany tuvo que admitir que había conocido a Santana en san francisco. Como no quería disgustarla, no le contó lo que había hecho Sugar. Pero cuando le habló de la fama de caza mujeres de Santana, el brillo de romántica esperanza en los ojos de Binkie empezó a esfumarse.

Brittany se encargó de colocar las rosas en un jarrón, pero no tenía intención de llamar a Santana. En un momento de debilidad había buscado su nombre en Google y fue inmediatamente recompensada con más razones para mantener las distancias. Aparentemente, Santana Lopez estaba especializado en rubias altas y delgadas con percho y trasero, modelos con botox, aspirantes a actrices o celebridades de cualquier tipo. Salía con chicas que llevaban vestidos diminutos o biquinis y que salían retratadas saliendo de discotecas y posando en yates.
Y tuvo que recordarse a sí misma que esa mañana había estado a punto de darle una bofetada.
Al recordar eso, Brittany tuvo que reconocer que era perverso por su parte pensar en aquella latina todas las noches. Su cerebro le decía que Santana Lopez y ella eran totalmente incompatibles, pero algo menos racional y más primitivo lo mantenía vivo en sus pensamientos.
Pero desde luego le había hecho aborrecer el sexo, tuvo que admitir, mortificada. Había sido muy excitante hasta un punto… y luego una terrible desilusión.
Había aprendido una buena lección, se dijo a sí misma: acostarse con un extraño no era buena idea. Santana había supuesto que iba a sacrificar su virginidad para impresionarla.
¿Entonces por qué no había entendido el mensaje cuando se negó a volver a verla?
Sugar la llamó esa misma mañana y le contó que Santana le había pedido su dirección.
–¿Estás saliendo con ella?
–No, pero me ha enviado flores –respondió Brittany.
–Mi padre se ha quedado muy impresionado cuando se lo he contado…
–Pues no deberías haberlo hecho –la interrumpió ella–. No va a pasar nada.
–Tal vez lo ha hecho por una apuesta o algo así –sugirió su hermanastra–. ¿Por qué si no te mandaría flores?
–No lo sé, pero parece que tú tienes más ideas al respecto que yo –replicó Brittany, irónica.

Su madre volvió esa noche, después de un mes en la villa portuguesa de su último amante. Bronceada y con un montón de collares dorados, Susan Spencer observó a su hija trabajando en un proyecto de interiorismo y dejó escapar un suspiro.
–¿No te cansas nunca de ser sensata, Brittany?
–¿Qué quieres decir? –preguntó ella, sorprendida al ver que su madre tenía unas profundas ojeras.
–Peter ha decidido que debemos dejar de vernos durante un tiempo –su madre se encogió de hombros, pero el gesto no la engañó–. Las cosas se estaban poniendo muy serias.
Al fin y al cabo, hemos estado prácticamente viviendo juntos durante los últimos seis meses…
Brittany se dio cuenta de lo que pasaba y se levantó para abrazarla. Susan podía tener una vida amorosa menos que recomendable y ser un desastre con el dinero, pero ella la quería y no soportaba verla sufrir.

–Lo siento mucho, mamá.
–Me ha dejado –le confió Susan entonces, con lágrimas en los ojos–. Soy yo quien normalmente deja a los hombres, pero la verdad es que no lo había visto venir. He sido una tonta… pensé que Peter estaba interesado en una relación de verdad…
–No te preocupes, ya conocerás a otro.
–Ya no es tan fácil –su madre suspiró–. Voy a cumplir cuarenta y tres años, no veintitrés.

Los hombres de mi edad buscan mujeres más jóvenes… y las consiguen, que es lo peor. Lamentarse no era típico de su madre y, unos días después, había recuperado el buen
humor. Su extensa red de contactos y su apretado calendario social fueron una gran ayuda,
de modo que ese fin de semana Susan se marchó con una amiga a pasar una semana en un
castillo escocés.
Brittany, que intentaba mantener los asuntos económicos de su madre en orden, se quedó en casa, atónita cuando llegó la factura de sus tarjetas de crédito. Susan gastaba como si el dinero no fuera a acabarse nunca y Peter, un jubilado rico, ya no estaba allí para pagar los
gastos. Una vez más, tendría que intentar convencerla de que no podía vivir por encima de
sus posibilidades… aunque sabía que no serviría de mucho.
A principios de la semana siguiente, Binkie se marchó a Polonia, adonde solía ir una vez al año para visitar a sus parientes, y Brittany se quedó sola en casa. Al día siguiente, a las siete, sonó el timbre. Últimamente, a los niños del barrio les había dado por llamar a los timbres de las casas y salir corriendo y Brittany abrió con cara de pocos amigos, dispuesta a echarles una bronca… Pero cuando se encontró con Santana Lopez, muy elegante con un traje gris corto y una chaqueta negra, se quedó de piedra. Una parte de ella quería darle con la puerta en las narices, pero era más bien porque no se había peinado desde la hora del almuerzo y no llevaba maquillaje. Siendo una joven sensata, se quedó sorprendida por tan repentino ataque de vanidad. Pero otra parte de ella, la más dominante, no podía dejar de mirarla.
Y cuando Santana clavó sus ojos en ella, tuvo que tragar saliva.

–Hola –dijo ella, con una sonrisa en los labios.
Brittany nunca se arreglaba demasiado y la falda vaquera y la camiseta blanca no podrían ser más sencillas. Y, sin embargo, Santana nunca se había sentido más atraído por las curvas de una mujer.
–¿No me invitas a entrar?
–No –respondió ella, apoyando una mano en el quicio de la puerta.
–¿Tanto miedo te da lo que pueda pasar? –bromeó ella.
–No va a pasar nada –replicó Brittany–. Lo que tenía que pasar, ya pasó.
–Pero no es verdad, apenas hemos empezado –dijo Santana, frustrada por su negativa.
–Lo siento, pero he decidido que no va a pasar nada más.
–Pues entonces te equivocas –insistió ella, con esa innata seguridad en sí misma.
–Ya, claro, porque no es lo que tú quieres. Y estoy segura de que tú sólo haces lo que quieres.
–Las mujeres no suelen discutir conmigo.
–Pues entonces no te molestes en pasar tiempo conmigo. A mí me gusta discutir.
Esa réplica la hizo reír; una risa que alivió la intensidad del encuentro.
–Me estás retando…
–Algo que tú disfrutarías durante unos cinco minutos –volvió a interrumpirlo Brittany–. ¿Sabes cuál es tu problema? Que estás aburrida. Ésa es la única razón por la que pierdes el tiempo enviándome flores y apareciendo donde no eres bienvenido.

Santana se quedó helado al darse cuenta de que era verdad. Últimamente las mujeres con las que se acostaba se habían vuelto predecibles y no lo excitaban en absoluto. De hecho, no recordaba cuándo fue la última vez que una mujer le había interesado tanto como Brittany Spencer, y se preguntó si su obstinada negativa era la razón por la que insistía tanto. Por una vez, una mujer no caía rendida en sus brazos ni hacía esfuerzo alguno para conquistarlo. Al contrario, Brittany Spencer no parecía en absoluto interesada y no tenía la menor reserva en dejarlo bien claro.

–Hablé con franqueza y te ofendí sin querer. ¿Eso es todo lo que tienes contra mí?
–No, no es todo. Eres un mujer con dinero y mimada y crees que mereces un trato especial.
No tenemos nada en común, Santana.
–Salvo esto, que no puedes negar…
Antes de que Brittany pudiese adivinar sus intenciones, Santana dio un paso adelante para
sellar su boca con un beso que la dejó sin aliento. Temblando, Brittany experimentó un cosquilleo entre las piernas que no podía controlar.
Santana levantó la cabeza, clavando en ella sus ojos dorados.
–Cenaremos juntos mañana. Vendré a buscarte a las ocho. Y con esa arrogancia suya, se dio la vuelta sin esperar respuesta.

Brittany parpadeó varias veces antes de cerrar la puerta. Ese beso, que había acelerado su corazón hasta el punto de impedirle respirar, había matado cualquier pensamiento racional.
Pensó no estar en casa a las ocho cuando fuera a buscarla, pero le pareció una cobardía. Más tarde cayó en la cama, agotada. Su cerebro estaba en guerra con un profundo e indefendible deseo de volver a verla…
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hasta el martes 2ble cap [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL 2145353087
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Mensaje por Heya Morrivera Mar Sep 30, 2014 12:00 am

Jajaja hay britt ya esta cayendo en el encanto lopez jejeje amo este fic
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Mensaje por karenmargi Mar Sep 30, 2014 12:47 am

felicidades me gusta y alcanzo a comprender que quizas te llame la atención santana medio hombre o algo asi...pero es que las que amamo a estas chicas las amamos precisamente por eso..por se chicas.....del resto sigue adelante :D
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Mensaje por 3:) Mar Sep 30, 2014 10:37 am

holap,...

no se lo pone facil bratt a san,... y ese juego es muy divertido jajajaja
a ver que llega a hacer san para acercarse a britt sin que la corra con algo jajaja

nos vemos!!
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Mensaje por micky morales Mar Sep 30, 2014 10:38 am

me gusta la aptitud de brittany pero mas me gustaria que santana pudiera ver mas alla de lo que britt demuestra, hasta pronto!
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Mensaje por Canek Mar Sep 30, 2014 11:56 am

Hola Fanny, me llamo Marian solo quería comentarte para decirte que desde que subiste la sinopsis me encanto tu fic o tu adaptación
esperare cada día con mucha emoción tus actualizaciones. solo espero y no lo abandones.
gracias por subirlo y pues nos leemos en la sig. actualización.


Saludos y espero te encuentres bien.
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Mensaje por fanybeaHEYA Mar Sep 30, 2014 1:11 pm

Canek escribió:Hola Fanny, me llamo Marian solo quería comentarte para decirte que desde que subiste la sinopsis me encanto tu fic o tu adaptación
esperare cada día con mucha emoción tus actualizaciones. solo espero y no lo abandones.
gracias por subirlo y pues nos leemos en la sig. actualización.


Saludos y espero te encuentres bien.

hOLA MARIAN GRACIAS AX COMENTAR Y Q ALEGRIA QUE TE GUSTE EL FIC... Y NO TE PREOCUPES NO LO ABANDONARE HASTA TENGO YA LISTO CUANDO TERMINE ESTE HACER OTRAS ADAPTACIONES ...
SALUDOS PARA TI .CUIDATE :)


Última edición por fanybeaHEYA el Mar Sep 30, 2014 1:12 pm, editado 1 vez (Razón : ESCRIBIR MAL)
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Mensaje por fanybeaHEYA Mar Sep 30, 2014 1:13 pm

Heya Morrivera escribió:Jajaja hay britt ya esta cayendo en el encanto lopez jejeje amo este fic

JEJE SII YA ESTA CAYENDO AUNQ ESA CAIDA VA SER UN POCO DOLOROSA JIIJIJIJIJI
GRACIAS X COMENTAR
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