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El amor llega cuando menos te lo esperas

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Activo El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por nikigarcianiki Vie Feb 06, 2015 3:23 pm

El amor llega cuando menos te lo esperas


Sinopsis


La vida ha sido muy injusta y a veces ha sido jodidamente justa las personas cambian de un momento a otros, unos por su madurez, otros por sus errores que cometieron en sus anteriores años pero ella cambio totalmente sin saber cuándo empezó esto, quizás si lo sepa pero no quería reconocerlo era una jodida pregunta que siempre se hacía al verse cada mañana en el espejo grande y caro que había comprado su madre diciendo que tenía que apreciar esa belleza que la mayoría de mujeres no tenía. Al diablo con eso ella es una chica de apenas 17 años que no sabe lo que realmente desea estudiar o tal vez si, ser medica era su sueño desde pequeña al pedir en su cumpleaños número catorce fue un libro escrito por el mejor medico de su país para su padre no era tan difícil aquello, era el empresario con más poder en aquel país. Aquel día cuando la jovencita de catorce años después de dos días exactos en su recama decorada especialmente por su madre en aquella cama cara estaban dos paquetes envueltos de color dorado su favorito, supuso que el regalo era el libro tenía el tamaño de aquello, sin poder creerlo dejo su mochila Gucci en su escritorio ordenado y limpio, con una mano temblorosa tomo aquel paquete desgarrando cuidadosamente estaba feliz, su libro que había buscado en todas la bibliotecas de New York sin éxito estaba en su cama y con una pequeña dedicatoria a mano por el mejor medico de Estados Unidos. El segundo paquete era su nuevo teléfono moderno IPhone 6 plus color dorado confundida por aquel regalo, Santana nunca había sido una chica actualizada se enfrascaba más por saber sobre las curas de las enfermedades y parte de su día ser voluntaria en las instituciones necesitadas junto con su hermana Emily dos años mayor que ella. Pero santana tenía un problema su madre soñaba anhelaba que su hija menor estudiara negocios justo como su padre y eso era la batalla diaria que Santana y su madre combatía día a día.


Escuela, leer su libro favorito, investigar y ser voluntaria junto con su hermana Emily era lo que hacía santana los trescientos sesenta y cinco días al año, pocas veces asistía a fiesta tenía amigos verdaderos una rubia simpática llamada Quinn desde pequeñas supieron que su amistad iba a ser eterna, otra grandiosa persona era Rachel que la conoció en su cumpleaños y desde entonces las cuatro son las mejores amiga que ha tenido en esta vida y está segura que nadie podrá hacerle cambiar eso.




Santana
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Emily
El amor llega cuando menos te lo esperas Vi

Mama de santana
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Papa de santana
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Quinn
El amor llega cuando menos te lo esperas Dianna-agron-24

Rachel
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No sean malas comenten si os gusta mientras escribo dos capítulos de esta historia que ronda por mi cabeza desde enero. XOXO
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Sanny25 Vie Feb 06, 2015 3:49 pm

Parece interesante por favor siguela, me imagino que la que va a cambiar el mundo de San va a ser Brittany no?? Digo porque no pusiste ninguna foto de ella.
Me encanta la idea de que Emily sea la hermana de San y Quin y Rechel sus mejores amigas

Por favor siguela
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Activo RE: el amor llega cuando menos te los esperas

Mensaje por fanybeaHEYA Vie Feb 06, 2015 3:55 pm

pues el nombre que le pusiste me llamo la atención
y ahora
esperare el capitulo
saludos :)
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por PAUlANyH Vie Feb 06, 2015 4:34 pm

SIGUELAAAAAA
PLISSSS El amor llega cuando menos te lo esperas 2145353087 El amor llega cuando menos te lo esperas 918367557
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Jane0_o Vie Feb 06, 2015 5:30 pm

Siguela por favor
Saludos
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Activo El amor llega cuando menos te lo esperas ACTUALIZACIÓN CAPITULO 1.

Mensaje por nikigarcianiki Vie Feb 06, 2015 10:28 pm

Capítulo 1

Santana

Sentí gloria cuando deslice mi cuerpo debajo de aquellas sabanas tan suaves con el objetivo que Morfeo me sostuviera por unas cuantas horas complaciendo a mi cuerpo.

El día anterior había sido un caos mi día fue tan agitado llegar del aeropuerto después de tener una largas vacaciones en España mientras esperaba mis maletas me llego un mensaje de texto diciendo que dos días después tenia clases la asistente de mi madre me había inscrito a la escuela más prestigiosa tuve suerte que mis amigas también estuvieran ahí, era algo que agradecía internamente.

Mientras caminaba siendo escoltada por dos sujetos enormes de trajes negro, Alex y Noah al final del túnel pude apreciar la hermosa vista de un cartel de color dorado, el cartel decía SAN TE EXTRAÑAMOS sin decir ninguna palabra salí corriendo dejando mis maletas atrás y montándome al cuerpo de mi hermosa hermana que me recibió con gusto, a lado de ella estaban mis dos mejores amiga quinn y rachel, no pudimos reprimir las lágrimas había sido un mes que no las veía y estaba feliz de volver a verlas.

Después de todos los saludos dos suburban nos esperan en la entrada del aeropuerto, me di cuenta que los hombres de negro ya no eran dos sino ocho hombres negros gigantes, había olvidado que nuestros padres tenían fama y nos pidieron de favor que nos acostumbráramos a los escoltas era por nuestro bien y lo entendíamos perfectamente, los hombres de negro se ponían al tanto mientras nosotras no dejábamos de hablar o más bien gritar.

-Señorita me temo que su llegada al país izo alborotar a los medios- dijo Alex el líder del grupo con un tono gracioso mirándome-
-No sé cómo se pudieron enterar queríamos algo privado san- dijo quinn mientras miraba a la entrada.
-No podemos hacer nada al respecto- dije encogiéndome de hombros con una mueca.
-A veces pienso que tenemos un chip para que ellos nos busquen enseguida- dijo seria Emily buscando en su ropa causando risas a todos.
-La salida será un poco agitada- dijo Alex con su hermosa sonrisa- la rodearemos a todas tratemos de no hablar con nadie entre más pronto salgamos es mejor-


Todos estuvimos de acuerdo quinn a lado mío seguíamos a mi hermana y rachel mientras éramos rodeadas de estos hombres gigantes al acercarnos vimos como las personas en los pasillos se detenían para tomarnos fotos rachel soltó una risita y quinn me susurro un bienvenida a casa san en modo gracioso a eso simplemente pude hacer es sostenerme de su brazo mientras le sonreía, al llegar a la salida escuchamos muchas voces y preguntas acerca de porque mi salida del país, que si venia de visita a lo que respondí mientras nos acercábamos a la camioneta fue un sin comentarios.

Emily fue la primera en subirse, seguida de rachel quinn y luego yo hubo un momento que pise mal y cayo mi zapato fuera de la camioneta Alex me lo devolvió con una sonrisa burlona a lo que me sonroje, las chicas siempre se reían cuando me pasaba eso, era como demostrar lo torpe que era cuando habían situaciones así aunque estaba acostumbrada pero tener a cientos de personas mirándote y hablándote a mismo tiempo causaba estrés y nerviosismo. Por la ventanilla pude ver que también había chicas de nuestra edad y poco más grandes con un papel y marcador, quizás me sentí por dos minutos una estrella de rock cuando baje el vidrio automático y permití que introdujeran su mano y garabatear algo tipo autógrafo, atreves de aquel mar de voces gritando nuestros nombres puede escuchar halagos de nosotras, siempre era escoltada por Alex espero pacíficamente parado cerca de mi ventana pasándome los papeles, hasta que yo subiera el vidrio y se subiera en el asiento del copiloto mientras se ponía el cinturón pidiendo al chofer que arrancara con destino a mi casa donde probablemente estaría mi padre y mi madre esperándome.

Casa de familia López
El amor llega cuando menos te lo esperas Foto1_encabezado

Cuarto de santana
El amor llega cuando menos te lo esperas Hotel-Ushuaia-Tower-lujosa-Ibiza_TINIMA20130610_0159_18

CHICAS en total cada una tiene dos guardaespaldas como los quieren jóvenes guapos o todos viejos, y otra detalle nuestra rubia no aparecerá al menos tres o cuatro capitulo dependiendo mi imaginación jeje. hasta yo estoy intrigada por saber. No olviden comentar.
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Sanny25 Vie Feb 06, 2015 11:29 pm

Hermoso capitulo, las chicas parecen todas unas celebridades jajaajjaaja como sera Britt?? Me pregunto eso, pero me gusta mucho por favor siguelooo!!
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Activo El amor llega cuando menos te lo esperas ACTUALIZACIÓN 2-

Mensaje por nikigarcianiki Sáb Feb 07, 2015 12:17 am

Capítulo 2
Hogar dulce hogar

Santana

Todo el camino me dispuse a ponerme al días con mis amigas fue un verdadero reto librarnos de los paparazis en motocicleta, después de aquella misión imposible mis amigas estaban organizando una pequeña fiesta donde celebrábamos mi llegada a Estados Unidos al principio me negué lo único que quería era mi hermosa habitación pero viendo los pucheros más tiernos que he visto nunca y los San por favor de mi hermana pude aceptar soltando una carcajada todos los que estaban en el coche.

Por un segundo me perdí en aquel letrero color ver que indicaban que faltaban dos kilómetros para llegar a la Residencia Familia López Rivera un pequeño cosquilleo comenzó en mis pies estaba nerviosa ¿Me había arreglado lo suficiente para estar a la altura que mi madre quería? Las clases de ética habían ayudado mucho mientras estaba con ella y asistía a las reuniones de recaudación sim embargo en España tenía la disponibilidad de vestir con vaqueros y diminutos vestidos short que estaban en la tiendas de allí, pero no tuve el valor para comprarlos me conforme con usar la ropa fina y cara que mama suele comprar para Emily y yo.

Pero en todo ese mes había pensado en mí, estaba reuniendo las fuerzas necesarias para hablar con mi madre, enfrentarla y decirle que deseo estudiar y ser médico. De pequeña recuerdo que me decía lo que tú quieras ser te seguiré amando como lo hago justo ahora hija pasaron los años y nuestra familia comenzó a llenarse de prestigios revistas mansiones autos, si tenía que culpar a alguien era la maldita fama.

Sabía que sin ella no podía conseguir mis libros que pedía a mi padre cada vez que actualizaban uno nuevo, también me prometí ayudar a las personas con bajos recursos en España pude pensar en ello, tengo proyectos rondando mi cabeza se que con la ayuda de mi padre puedo hacerlo.

La voz de Alex me trajo vuelta a la realidad todas habían ya bajado de la camioneta los demás guardaespaldas entraron a la casa junto con sus amigas estos tipos se toman en serio su trabajo alce la vista y me topé con la mirada azul intenso mientras tomaba su mano para bajar con cuidado y no caer o soltar torpemente mi zapatos.

-¿Todo está bien?- dijo con un poco de preocupación en su mirada sin dejar soltar mi mano y cerrar la puerta con la otra para que la camioneta se pudiera estacionar en los cajones de aquel garaje inmenso.

-Si todo está bien Alex- dije mientras miraba la entrada de mi casa- ¿Mamá está aquí?- hable de nuevo mientras esperaba que Alex tomara mi mochila de mano ella al verlo, se la pido era su guardaespaldas no sirviente- dame mi bolso-

-No te preocupes no me molesta si estás pensando en eso- hablo con un toque de diversión- y tu mama está esperándote con tu padre adentro-

- ¿Crees que estoy bien arreglada? Digo sabes como es mi madre- dijo la morena inclinando la cabeza indicando su casa.

Alex sin ningún pudor miro a Santana de arriba hacia abajo, su cabello estaba en una coleta dejando ver su rostro perfecto, estaba vestida muy bien llevaba puesto una Camisa Blanca Cuello Bordado Dorado dejaba ver un collar de oro sobresalía en aquel cuello canela llevaba un abrigo gabardín estaba estupenda.

-San esta increíblemente hermosa- dijo el rubio de ojos azules notando un color carmesí en los cachetes de la morena.

-Gracias- dijo la morena mientras respiraba hondo y subía el escalón que dividía la puerta con lo que sería el jardín una mano en su brazo la detuvo cuando estaba a punto de abrir la puerta.

-Recuerda siempre esto has sido hermosa San desde siempre con lo que te vista- dijo Alex soltando delicadamente su brazo y ahora el tomando la manija de aquella puerta gigante antes de avanzar la miro a la morena divertido- Hogar dulce hogar-

-Hogar dulce hogar- repitió divertida la morena era una burla decir esto sabían perfectamente que de hogar no había nada ahí, era más artificial que los juegos artificiales del 4 de julio.

Alex El amor llega cuando menos te lo esperas Liam+Hemsworth+Dolce+Gabbana+Cannes+2013+3
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Sanny25 Sáb Feb 07, 2015 1:10 am

Me gusto eso de que San quiera ser medica y ayudar a los demas, me pregunto como se lo tomara su mama, digo ser medico es una gran profesion no creo que se queje, ademas seguro sera de las mejores.
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Dolomiti Sáb Feb 07, 2015 11:44 am

Hola! Parece ser que habrá muchas peleas El amor llega cuando menos te lo esperas 2113258990 es bueno eso de que san quiera ayudar a los demás El amor llega cuando menos te lo esperas 1206646864 espero lo continúes, si si... nos leemos en el siguiente cap El amor llega cuando menos te lo esperas 210293833
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Activo El amor llega cuando menos te lo esperas ACTUALIZACIÓN CAPITULO 3.

Mensaje por nikigarcianiki Miér Feb 11, 2015 4:56 pm

Disculpen la demora perdí mi computadora y eh comprado una nueva, ahora estare mas por aquí besos disfruten. No olviden comentar sino me pongo mal



Capítulo 3
“Regresemos un poco atrás”


El hombre de la gorra se introdujo en el estrecho callejón con un rápido giro, a fin de despistar a cualquiera que estuviese observándole. Avanzó unos metros por el sucio y oscuro pasadizo, hasta que divisó una pequeña luz en movimiento. Se aproximó a ella, sin dejar de agarrar con su mano derecha el revólver que portaba en el bolsillo de la desgastada sudadera.
—¿Tienes algo para mí? —preguntó al hombre escondido tras un contenedor de basura y del que divisaba apenas sus sucios rasgos.
—Sólo rumores —respondió el aludido y tiró al suelo la colilla aún encendida.
—Adelante.
—La banda de Los Panameños. He oído que piensan dar un golpe sonado.
—¿De qué se trata?
—No lo sé. Están muy quisquillosos últimamente. Apenas se dejan ver, por eso pienso que debe ser algo gordo.
—¿Algún alijo importante? ¿Trata de blancas? ¿Ajuste de cuentas?...
El hombre de la gorra sacó una cajetilla de cigarrillos y ofreció uno a su interlocutor. Este lo aceptó con ansia.
—Me huelo que es algo diferente, que se aparta de sus negocios habituales.
—Vaya. Parece que nuestros amigos quieren probar fortuna en otros campos. ¿Sabes cuándo piensan actuar?
—No, pero debe de ser pronto porque han reducido al mínimo sus otras actividades.
—Bien, ponte a trabajar en ello inmediatamente. Nos vemos la semana próxima. Si te enteras de algo antes, ya sabes lo que debes hacer.
—Descuide, jefe.
El hombre de la gorra observó a su interlocutor mientras se marchaba por el otro extremo del callejón, empujando un destartalado carrito en el que se acumulaban sus numerosas y variopintas pertenencias. Su aspecto andrajoso daba a entender claramente que se trataba de un mendigo, un sin techo de los muchos que deambulaban por los barrios menos distinguidos de la ciudad. Tiró el cigarrillo casi acabado y se marchó. Su confidente le había proporcionado un buen asunto en el que pensar.
—¿Diga?
—Acepta una llamada a cobro revertido de... —se apagó la voz de la operadora y se escuchó la de un hombre que se identificó. Al fondo se oía el bullicio de una concurrida calle.
—Sí, la acepto —y se dispuso a escuchar con anhelo lo que su confidente en la zona sur de la ciudad deseaba in—formar. Imaginó que debía ser algo importante para que decidiera no esperar a su cita semanal.
—Jefe, ya me he enterado de lo que traman Los Panameños.
—Bien, larga.
—Piensan sacar una buena tajada secuestrando a la hijas de un ricachón, un tal Roberto López. Creo que se dedica a los barcos y es empresario, aunque tiene otros muchos negocios. Dicen que está forrado.
—Sé quién es —contestó la voz al otro lado del teléfono, bastante más nervioso que antes de comenzar la conversación—. ¿Para cuándo será el golpe?
—Eso ni ellos lo saben. Tienen que esperar a que las chica vengan de Europa donde están estudiando.
—Averigua todo lo que puedas. Alguien más debe de estar tras esto, alguien de importancia. No me creo que se les haya ocurrido a ellos solos. No es propio de unos burdos mañosos dar un golpe tan alejado de sus métodos habituales.
—Eso pienso yo también, jefe, pero ya le dije que no quieren soltar prenda. Lo que le he contado lo escuché de pura casualidad a una de sus mujeres. Parece que el tal Roberto López sale mucho en las revistas últimamente.
—De acuerdo, sigue pendiente e infórmame de todo. Nos vemos según el plan acordado —colgó y se quedó pensativo. Descolgó otro teléfono y llamó.
—Mario, tráigame todo lo que tengamos sobre Roberto López.
—¿El empresario? —preguntó la voz del aludido.
—El mismo, y rápido —colgó y repasó mentalmente lo que sabía del hombre.
Se trataba de uno de los más influyentes hombres de negocios del estado. Sus actividades se centraban en el sector naviero, aunque se extendían también a otros ámbitos de la economía. Era, según se rumoreaba, uno de los mayores patrocinadores del partido gobernante y amigo personal del propio gobernador del estado. El mismo estuvo tentado de meterse en política, pero su azarosa
Se trataba de uno de los más influyentes hombres de negocios del estado. Sus actividades se centraban en el sector naviero, aunque se extendían también a otros ámbitos de la economía. Era, según se rumoreaba, uno de los mayores patrocinadores del partido gobernante y amigo personal del propio gobernador del estado. El mismo estuvo tentado de meterse en política, pero su azarosa vida sentimental supuso un obstáculo para ello. Desde hacía unos tres años aparecía habitualmente en las revistas de cotilleo, y un año después fue debido al notorio escándalo que supuso su divorcio y posterior boda con una guapa modelo y aspirante a actriz casi treinta años menor que él. Sí, pensó con ironía, el capricho debió costarle una bonita cantidad y bastante de su reputación. Se airearon muchos trapos sucios, que sus influencias no pudieron acallar, y eso le costó su carrera política. Aunque ahora el caso estaba casi olvidado y últimamente sólo aparecía en algunos eventos sociales, no era de extrañar que tanto revuelo hubiese suscitado el interés por su persona o por alguien de su entorno.
—Señor, me permite unos minutos. Poseo información que puede ser importante.
—De acuerdo, Noah, pero sea breve. Tengo cita con el comisario para dentro de una hora —indicó el teniente de policía ante la perentoria demanda de su subordinado—. ¿De qué se trata?
El inspector se sentó en una silla frente al escritorio atestado de papeles.
—Uno de mis confidentes ha oído decir que traman secuestrar a las hijas de Roberto López.
El teniente levantó la cabeza y le prestó toda su atención.
—¿Santiago Roberto López, el empresario?
Noah asintió, sonriendo satisfecho al advertir el interés suscitado en su superior.
—Bien, cuéntemelo todo con detalle. Seguro que al comisario le interesará el asunto —se retrepó en la silla y cruzó los brazos ante su abultado vientre, feliz de tener una gran noticia que contar en su inminente visita.
El inspector le puso al tanto de la información proporcionada por su confidente, entregándole el informe sobre el industrial que poseía la policía. En efecto, Santiago Roberto López se había casado en primeras nupcias con una adinerada señorita de la alta sociedad bostoniana, lo que facilitó a la entonces joven promesa de los negocios el empujón necesario para encumbrarse en el mundo de las finanzas. Con la ayuda financiera de su suegro fundó la empresa naviera que le hizo rico y, al morir éste, heredó sus prósperos negocios, aumentando así su abultada fortuna. Según los informes, fueron una pareja feliz y bien avenida hasta el divorcio de su esposa, que nadie sabia el porque de eso. Fruto de ese matrimonio fueron sus hijas, Santana y Emily únicas descendiente hasta ahora del empresario, de catorce años de edad y la otra de dieciséis. La chicas siempre estuvieron interna en colegios extranjeros y en la actualidad estudiaban en una universidad inglesa.
Allí pasaban el año y sólo venían en vacaciones veraniegas, permaneciendo en la casa heredada de sus abuelos maternos en Cape Cod. Parecía que las relaciones entre padre e hijas eran tensas, principalmente tras el divorcio con su madre sin saber por qué y su posterior matrimonio con una joven modelo, apenas unos años mayor que la propia Santana.
—Y usted piensa que la idea no es propia de esa banda de hampones y que, de ser cierto, puede tratarse de un encargo. Pero ¿de quién y con qué finalidad? ¿Un rival financiero o político, su ex esposa...?
—Cualquiera de ellos o incluso la propia Santana o Emily para sacar un poco de dinero a papá y vengarse así de los agravios recibidos. También podría haberlo ideado una mente despejada con el único propósito de conseguir un buen montón de pasta y que utiliza como ejecutores a esos impresentables para que carguen con las culpas si algo sale mal. Sea quien sea el cerebro detrás de la trama, el caso es que las jóvenes puede. correr peligro y se debería alertar al padre.
—¿Y por qué esperar a que lleguen las hijas y no secuestrar al propio Roberto López que lo tienen más a mano? —preguntó el teniente, que consideraba más lógica la segunda opción.
Aunque el empresario poseía varias casas en distintas ciudades del país y repartía su tiempo entre ellas, solía pasar largas temporadas en aquella ciudad, donde tenía la sede principal de su industria naviera.
—Imagino que han pensado en ellas para tener al padre bien cogido por las pelotas y acceda a sus peticiones en el menor tiempo posible. También pueden haber calculado que la operación con sus hijas resultaría más fácil al ser jóvenes y, supuestamente, descuidada e imprudente.
El teniente asintió con la cabeza. Con sus hijas en manos de los secuestradores, el padre estaría dispuesto a hacer lo que le pidiesen. Reflexionó. Aunque no era seguro que el delito se fuese a cometer, era evidente que los interesados debían estar al tanto de las sospechas que se barajaban mientras continuaban investigando sobre la veracidad de la amenaza. Hablaría con el comisario y que éste indicase las medidas a adoptar. No le hacía la menor gracia tener que destinar un puñado de hombres a la vigilancia de los implicados, pero si sus superiores así se lo indicaban, debería hacerlo.
Tampoco estaría mal pillar con las manos en la masa a la escurridiza banda de Los Panameños, que tantos problemas les estaba causando en los últimos meses, y mandarlos a la sombra por unos cuantos años.
—Buen trabajo, Noah. Continúe con las investigaciones e infórmeme inmediatamente de cualquier novedad que surja. Y, por favor, total discreción en este asunto, ¿entendido?
—Descuide, señor.
Capítulo 5
Un año atrás.
Santiago Roberto López paseó la mirada por el amplio y casi desierto comedor del exclusivo club donde le había citado su amigo para comer, consciente de las miradas posadas en él. Su figura despertaba el interés de la gente, incluso en aquel lugar al que solían acudir personas igualmente relevantes, ya que aún no se habían acallado los ecos del escándalo suscitado por su divorcio y posterior boda con Pamela. También, reconoció con una sonrisa, le gustaba creer que las miradas femeninas se posaban en él con un interés diferente. A sus casi cincuenta y cinco años aún conservaba gran parte del atractivo que causara estragos entre las mujeres. Alto y delgado, de abundante cabello parcialmente canoso y con un rostro bronceado de agra—ciados rasgos, en el que el paso del tiempo apenas había dejado su huella, seguía siendo un hombre seductor. Y la mejor prueba de ello era que había logrado enamorar a una de las mujeres más bellas del país y treinta años menor que él.
Recibió la llamada de su amigo la tarde anterior, sorprendiéndole la urgencia de ésta y la negativa a revelar nada sobre el asunto que deseaba debatir con él. Sin duda, imaginó con una sonrisa de suficiencia, necesitaría una nueva aportación para los gastos de la futura campaña electoral o su participación en un nuevo proyecto empresarial.
Le vio sentado en una aislada mesa al fondo del local, cercana a otra en la que se situaban dos miembros de su escolta personal. Se dirigió hacia él con una sonrisa y advirtió el gesto de asentimiento que dirigía a sus guardianes para que no obstaculizaran el acercamiento. Su amigo se levantó y le tendió la mano, al tiempo que asomaba a su rostro una de las pocas sonrisas que mostraba públicamente.
—López, amigo. ¿Cómo te va? —saludó, palmeándole el hombro.
—Bien, gracias. ¿Y a ti, Morris? ¿Mucho trabajo con la nueva campaña? —sugirió, con el fin de ir directamente al grano.
—Cierto, el ajetreo es agotador. Llevo un mes que no duermo más de dos noches en la misma cama. No sabes lo inteligente que eres al insistir en mantenerte apartado de este mundillo —se quejó su interlocutor con pesar—. Pero no hablemos de política, por favor. Después de casi tres meses sin vernos no vamos a malgastar el tiempo de esa manera, ¿no crees?
Lopez sonrió a su amigo y se dispusieron a pedir ante la presencia del solícito camarero. Una vez que éste se hubo marchado, continuaron con la interrumpida conversación.
—Continúas con el aspecto inmejorable de siempre, bribón —reconoció el político y añadió con una pícara sonrisa—. El tener una joven y guapa esposa debe ser el mejor tónico de juventud que exista y la manera más agradable de mantenerse en forma. Tal vez me interese probarlo.
—No creo que tu mujer te deje tiempo para pensarlo siquiera. Si mal no recuerdo, nunca te has quejado de falta de atención por su parte.
—No, es cierto —y sonrió con disimulado orgullo.
—¿Cómo se encuentra Michelle? ¿Se adapta mejor a sus múltiples obligaciones oficiales?
—Ya la conoces, es una mujer fuerte y capaz de aceptar con serenidad todos los retos. Ella y Gloria eran muy unidas y parecidas, ¿recuerdas?
Sí. Recordaba que, bajo la apariencia de fragilidad y descaro de su ex esposa, se escondía una voluntad de hierro. Esa firmeza con la que consiguió sobrellevar su doble vida con hipocresía y a aferrarse a la vida con esa mentira, aunque al final ésta le fuese arrebatada por el impecable destino. También recordaba lo amigas que habían sido las dos mujeres, la alegría ante el anhelado nacimiento de Emily y después de meses Santana, el apoyo recibido por Michelle durante el divorcio.
Apenas se veían desde la separación de su esposa. Michelle parecía guardarle rencor por no pedirle el divorcio sin ninguna explicación.
Pero ella no podía comprender las noches y angustias que le impulsaron a intentar suicidarse su amor, su esposa la única mujer que había amado con toda su alma.
Cuando Emily y Santana eran pequeñas, las invitaban a pasar los veranos con su numerosa familia hasta que, tras unos años, su hija Santana decidió no seguir disfrutando de sus vacaciones con ellos. Nunca supo los motivos de esa decisión. Ella no se lo dijo y él tampoco preguntó, solo su hermana podría deducir acerca de ello, tal vez porque conocía la respuesta y no le gustaba en absoluto. Pero desde que se casó con Pamela, su hija prefirió encerrarse en Hyannis Port junto con Emily quien la apoyaba incondicionalmente donde él iba a visitarlas siempre que tenía un rato libre. Aunque éstos no fueron muchos en los últimos años debido a sus numerosas ocupaciones.
Con un supremo esfuerzo de voluntad desechó los lúgubres pensamientos que inundaban su mente. No era el momento ni el lugar para recrearse en los recuerdos y sumirse en la tristeza y dolor que éstos le ocasionaban. Dibujó en su rostro una mueca, que quiso hacer pasar por una sonrisa, y miró a su amigo. Volvió a preguntarse la causa de su inesperada y urgente llamada.
—Bien, dejemos de hablar de nuestras interesantes y satisfactorias vidas sexuales y vayamos al grano —pidió con sarcasmo—. ¿Para qué me has llamado, Morris?
Observó cómo el semblante de su amigo se tornaba repentinamente serio y se tensó, esperando algún tipo del contratiempo. Lo conocía bien y sabía que no era de su agrado transmitir noticias enojosas.
—Verás, Lopez, esta mañana he recibido una llamada del jefe de policía de Baltimore para comunicarme ciertas sospechas —calló durante unos segundos para estudiar el rostro de su amigo. Este estaba serio, esperando con tenso interés algún tipo de anuncio desagradable—. Según me explicó, les ha llegado el rumor de que una famosa banda de maleantes trama secuestrar a tus hijas.
Howard quedó momentáneamente bloqueado, temiendo no haber oído bien. Lo que menos esperaba era un anuncio de ese tipo y por ello le costó tanto procesarlo.
—¿Secuestrar a mis hijas ? —al pronunciar las palabras su mente asimiló la magnitud del problema y su inicial desasosiego se convirtió en manifiesto terror—. ¿Qué sucede, Morris? ¿Acaso ha ocurrido ya y no te atreves a decírmelo? Hace un par de semanas que no hablo con ella y...
—No temas, he hecho averiguaciones y están bien. Parece ser que el golpe piensan darlo cuando estén aquí. No quieren problemas con la justicia inglesa.
—Pero, si saben quiénes son los delincuentes, ¿por qué la policía no los apresa? —preguntó estupefacto ante lo factible de la solución.
—No es tan sencillo, López. En primer lugar sólo son rumores que corren por los bajos fondos, conversaciones oídas por confidentes o relatadas a éstos por terceros. Nada fiable al cien por cien. Por otro lado, y aunque lo supieran con certeza, no los podrían detener hasta que no tuvieran cargos en su contra. Y eso ocurriría sólo cuando cometiesen el delito.
—En otras palabras, que no piensan hacer nada hasta que secuestren a mis hijas —contestó, extremadamente alterado y levantando la voz.
—No es así y lo sabes. Los tienen vigilados y alertarán de cualquier movimiento sospechoso que realicen. Es muy probable que decidan no hacer nada al advertir el acoso al que están sometidos o que, antes de intentar dar el golpe, los detengan por cualquier otra causa. Todos están fichados por la policía con numerosos antecedentes por tráfico de drogas, prostitución, robo, extorsión, etc.
Es cuestión de poco tiempo que los cojan "in fraganti" y los encierren, frustrando con ello cualquier otro proyecto que tuviesen. Lo único que puede hacer la policía es no perderlos de vista y, por tu parte, extremar las precauciones durante la estancia de las niñas entre nosotros —miró conmovido a su amigo. La eufórica confianza que demostrara desde su llegada se había tornado en mortificada angustia—. Te he aconsejado muchas veces que contrates protección. Debido a tu posición económica y social, eres un blanco muy apetitoso para los delincuentes y se lo pones muy fácil al insistir en no tomar medidas para protegerte. A partir de ahora, espero que recapacites y decidas contratar escolta permanente para ti y para Pamela. En cuanto a tus hijas, debes rodearla de las mayores medidas de seguridad. Al no tratarse de un personaje público y no estar totalmente confirmado el intento de secuestro, la policía no puede proporcionarle protección. Deberás ser tú quien se encargue de ello, al menos, durante el tiempo que pase en este país o hasta que se resuelva el problema.
—Mejor aún, le ordenaré que se queden en su apartamento del campus universitario durante estas vacaciones y contrataré unos buenos guardaespaldas que la protejan allí.
De esa forma les complicaremos las cosas si desean continuar con sus planes —decidió tajante el empresario. No estaba dispuesto a que sus lindas hijas corriera el menor peligro.
Se trasladaría al Reino Unido para pasar unos días con ella si era necesario.
—No creo que sea lo más aconsejable, López. Pienso que, si le revelas los rumores, Emily especialmente Santana podría sentirse aterrorizada. Ya han sufrido bastante, ¿no crees? Deja que disfrute de estos meses de relativa tranquilidad en su hogar, con gente que conoce y las aprecia.
No debes prolongar su permanente exilio. Si le proporcionas una buena protección, no será necesario hacerle prescindir de lo demás.
López acusó las veladas recriminaciones de su amigo. Él también se culpaba de no haberle proporcionado un hogar y, a pesar de desear tenerlas a su lado, la había mantenido alejada desde que su madre y él se divorciaron. Su amigo no sabía que llevaba algún tiempo pensando en proponerle continuar sus estudios en una universidad estadounidense para tenerlas más cerca. Incluso atesoraba la idea de casarlas con algún joven y que se quedase a vivir cerca de él, proporcionándole en poco tiempo un precioso nieto. Ahora, al enterarse de que estaba amenazadas, comprendía cuánto la amaba y su deseo de tenerla cerca se intensificaba. Pero, por otro lado, estaba la seguridad de sus propias hijas y ésa era una razón de suficiente peso como para que el sacrificio por ambas partes se prolongara unos meses más.
—Si no les cuento lo que está sucediendo, ¿cómo justifico la presencia de los escoltas? Ya las conoces y sabes que ninguna es tonta precisamente.
—Puedes decirle que es una precaución que has decidido adoptar tras recibir algunos anónimos amenazadores, probablemente de algún bromista o un empleado resentido, que lo único que pretende es provocar temor. Aunque las amenazas son contra ti, has decidido ampliar la protección a toda tu familia, Emily Santana y Pamela incluidas no tiene que sospechar nada extraño y se limitará a soportar la presencia de los escoltas y reducir un poco su movilidad. Yo te puedo recomendar a una persona que se ocupará de todo. Si no tienes inconveniente, me pondré en contacto con él y le pediré que vaya a verte.
Morris miró a su amigo con pesar, encogiéndosele el corazón ante el manifiesto temor y preocupación que expresaba su rostro. Parecía haber envejecido varios años en unos minutos. Por ello le recomendaría a la mejor persona que conocía para garantizar la seguridad de Santana y Emily. Un ex oficial del ejército, curtido en las fuerzas especiales y experto en la protección de personas. El hombre que le salvó la vida.
—De acuerdo, haré lo que me sugieres. Sabes que aprecio tus sabios consejos —respondió Roberto López con una forzada sonrisa, con la que pretendía disimular su angustia.
—No siempre los has seguido —le recordó veladamente su amigo.

López asintió. Morris tenía razón, no siempre escuchó sus sabios consejos. Si lo hubiese hecho unos años atrás habría evitado el dolor y decepción que causó a su hija santana y que supuso un mayor distanciamiento entre ambos, sin embargo Emily siempre trataba de unirlos, algo que resultaba cada día más difícil de lograr.

La relación con Gloria era increíble nunca había estado tan enamorado de aquella mujer cuando gloria conoció al socio de Roberto López. El amor, por no decir simplemente deseo, que les unió acabó en un revolcón de cama y al día siguiente repetir la rutina tras la espalda del empresario López por ello no se consideró culpable cuando se sintió decepcionado por la vergüenza que su esposa le rogaba que era una confusión, que no era nada y que lo perdonara.. Pensó entonces que lo más honrado era confesárselo y tramitar un divorcio.
Nunca imaginó que su ex mujer iba negarse y a organizar aquel tremendo escándalo cuando él insistió en romper definitivamente el matrimonio.

Roberto Lopez
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Mensaje por Sanny25 Miér Feb 11, 2015 7:49 pm

Asi que le padre de Santana es un buen hombre y se preocupo por sus hijas, pero que le hizo a San para que no quiera saber nada de el...
cuando va a parecer Britt y en que circunstancias ??
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Mensaje por 3:) Miér Feb 11, 2015 8:12 pm

holap,...

nueva lectora,..me encanta tu fic,..
a ver como avanza el "secuestro" de san...a pesar de lo que aya pasado con san y roberto se preocupa por ella...
no se pero si Lopez sigue los consejos de Morris me puedo llegar a imaginar si aparece birtt!!

nos vemos!!!
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Mensaje por Dolomiti Jue Feb 12, 2015 1:41 am

Vaya! Que cosa habrá pasado paa que san tuviera problemas con su papá?? El amor llega cuando menos te lo esperas 2113258990 El amor llega cuando menos te lo esperas 2113258990 y eso del secuestro.... Wow!! Muy buenos caps El amor llega cuando menos te lo esperas 210293833 saludos El amor llega cuando menos te lo esperas 1206646864
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Activo El amor llega cuando menos te lo esperas ACTUALIZACIÓN 4

Mensaje por nikigarcianiki Vie Feb 13, 2015 4:18 pm

Chicas hola la historia me esta tomando forma ya, no tengo idea cuando aparecerá la rubia de la que todas estamos enamoradas, dependiendo de la historia pero les doy un adelanto ya vieron el escolta Alex de Santana no lo pierdan de vista. puntos claves Hermana. y el es rubio de ojos azules tengan mucha paciencia.
Besos beso besos

Capítulo

Sus hijas ya había sufrido demasiado, juzgó con determinación. Era hora de pensar un poco más en ellas y olvidar su egoísmo y sus absurdas ilusiones de recuperar un sentimiento definitivamente perdido. Aquel que compartió con Gloria, su verdadero amor.
Miró a su amigo con desconsuelo. Acaso él sabía de su sufrimiento, de la profunda herida del engaño de Gloria dejó en su corazón, de las locas ansias de encontrar, al menos, un pálido reflejo de lo que su esposa fue con el en otras mujeres. Después de tantos años estaba convencido de que el nunca regresaría para reconfortarle con su cariño y debía conformarse con el placer que le proporcionaba el deseo despertado por otras, algo que nunca sustituiría al verdadero y profundo amor que sintió por su primera mujer a la cual no tenía rencor.
Suspiró profundamente y tendió la mano a su amigo, despidiéndose de él. Después, con paso cansado, abandonó el local. Quien lo estuviese observando no reconocería en él al hombre atractivo y triunfador que poco antes entrara por la puerta que ahora traspasaba.
Morris observó con pesar la marcha del empresario, su amigo. Cogió el teléfono móvil y buscó un número memorizado.
—Hola, Hugh. ¿Sabes quién soy? —preguntó cuando una voz masculina respondió a la llamada.
—Desde luego. ¿Cómo te va, hombre importante?
—No mucho mejor que a ti, por lo que me han contado. Enhorabuena por tu nuevo nombramiento.
—Gracias. ¿Qué se te ofrece?
—Necesito que me hagas un favor. Es algo muy importante para mí.
—Dime.
—Quiero que pidas a tu sobrino Alex que se encargue personalmente, y recalco lo de personalmente, de la seguridad de dos personas, concretamente de las hijas de mi buen amigo Roberto López.
—Sabes que tras el incidente, hace cuatro años, abandonó el ejército. Ahora posee una empresa de instalación de sistemas de seguridad, que no incluye servicio de escoltas. No obstante, él podrá recomendarle los mejores para esa tarea.
—Sólo confío en Alex, Hugh, en nadie más. Sus hijas pueden estar amenazada por un gran peligro y precisa de la mejor protección.
—Hablaré con él, aunque no te prometo nada. Está muy cambiado desde aquello.
—Gracias. Te estaré sumamente agradecido —dijo, consciente de que su interlocutor haría todo lo posible por convencer a su sobrino de aceptar el encargo—. Te voy a dar el número personal de mi amigo para que Alex le llame y concierte la entrevista. Debe decirle que va de mi parte. Esta misma tarde te mandaré el informe que tengo sobre el caso para que lo pongas en antecedentes. También daré órdenes para que la policía le facilite toda la ayuda que precise.
—De acuerdo. ¿Cuál es el número?
Morris se lo dictó y colgó tras un saludo. Respiró algo más tranquilo sabiendo que la persona más preparada que conocía iba a encargarse de proteger a Santana y Emily.
Alex colgó el teléfono y se quedó pensativo durante largos minutos. Acababa de hablar con su tío Hugh y éste le había pedido un favor personal, al que no se podía negar a pesar del supremo esfuerzo que le costaría llevarlo a cabo. ¿Cómo iba a rehusar la petición de su familia que le quedaba su hermana y su tío era lo único de la personas que le ayudó y apoyó desde que quedara huérfano en su más tierna infancia, de su mentor en los difíciles años de su rebelde juventud, en los que se encontró perdido, de su preceptor en su destacada carrera en el ejército, de quien estuvo a su lado en las horas de angustia y dolor, quien le alentó a superar su trauma y continuar viviendo? No podía negarse aún habiéndose prometido firmemente no volver a hacerse responsable de la vida de otra persona, de haberse jurado no volver a empuñar un arma. Y ahora tenía que romper esa promesa porque la persona a quien más quería en el mundo junto con su hermana, y a quien todo debía, le pedía que lo hiciese.
Proteger a las hija del empresario Roberto López durante sus vacaciones veraniegas en este país. No la instalación de un sofisticado sistema de seguridad o un informe sobre la efectividad del que tuviese instalado. Se trataba de vigilancia personal las veinticuatro horas. Algo a lo que pensaba no tener que volver a dedicarse y menos por la hipotética amenaza de un secuestro. Para poner más difícil la situación, la implicada no estaba al tanto de la gravedad de la situación, lo que tornaba más difícil su tarea y, además, le obligaba a falsear la verdad. Y eso chocaba con su ética profesional. ¿Realmente pensaba su tío que podrían resultar unas agradables vacaciones, que por cierto estaba necesitando desde hacía varios años y que por fin se había decidido a disfrutar este verano?
Alex subió hasta el decimosegundo piso del impresionante edificio de la compañía tras a ver terminado la conversación a hermana de veinte años en la zona comercial de Baltimore, y se anunció a la bonita secretaria situada tras la amplia y elegante mesa. Esta se levantó y enfiló por un largo pasillo, perdiéndose en él. Tras unos minutos regresó, indicándole que la siguiera.
El despacho de Roberto López era todo lo imponente que se podía esperar de un magnate de las finanzas, pensó Alex, y desde él se admiraba una preciosa vista del viejo puerto. También le impresionó el hombre en sí. Aunque ya lo había visto en alguna publicación, principalmente a raíz del escándalo suscitado por su divorcio y su posterior boda con una joven modelo, no lo conocía personalmente y le sorprendió su elevada estatura, que casi se equiparaba a la suya, y la sensación de poder que emanaba de su persona.
López le tendió la mano, rogándole que se sentase en un cómodo sillón frente a su mesa.
—Le agradezco que haya aceptado hacerse cargo de la seguridad de mis hijas, señor. Me han elogiado encarecidamente su profesionalidad y valía —comentó el emprendí con una amplia sonrisa.
—Gracias, señor, pero temo que ha sido mal informado. Hace varios años que no me dedico a las tareas de vigilancia y protección.
En la actualidad dirijo una empresa de instalación de sistemas de seguridad, por lo que creo que no soy la persona adecuada para sus necesidades. No obstante, puedo facilitarle los nombres de excelentes profesionales que llevarán a cabo su labor con absoluta diligencia.
—La persona que le recomendó asegura que es usted uno de los más competentes en ese campo —señaló Roberto López, manifiestamente decepcionado—. Y, créame señor Alex, realmente necesito su ayuda. Temo por la vida de mis hijas. Aceptaré su ofrecimiento en cuanto a la protección de mi mujer y de mí mismo, pero para Santana y Emily quiero al mejor.
“Alex conocía la amistad del empresario con el actual gobernador del Estado, al que en una ocasión se encargó de proteger. También sabía que era él quien había intercedido ante su tío para que realizase la tarea. Sería un gran error por su parte decepcionar la confianza puesta en él por una persona tan importante, sin contar las consecuencias que podría tener para su tío la negativa a aceptar el trabajo. Estaba atrapado, comprendió Alex, y eso le molestaba enormemente. No le gustaba que lo manipulasen ni obligasen a hacer algo en contra de su voluntad. Lo más arduo de su trabajo en el ejército fue precisamente tener que acatar órdenes con las que no estaba de acuerdo o que chocaban con sus criterios morales. Y ahora se veía en una situación similar a la que decidió dejar atrás en el pasado. Pero no podía defraudar a la única persona que realmente le importaba en el mundo.
Estudió al hombre que tenía delante. El gesto de preocupación que expresaba el rostro del industrial parecía auténtico. Debía de querer mucho a sus hijas para estar más preocupado por su seguridad que por la de su propia esposa, una mujer impresionante y mucho más joven que él, de la que, según se rumoreaba, estaba locamente enamorado.
Alex contempló las fotografías de las tres mujeres que descansaban en magníficos marcos de plata sobre el escritorio del industrial. En una de ellas aparecía la imagen de Pamela Martin en una bella pose. La mujer era realmente hermosa y comprendía la debilidad que el hombre debía sentir por ella.
En la otra aparecía una adolescente delgada y huesuda, de sonriente rostro exento de atractivo y cabello recogido en una coleta, que imaginó se trataba de la famosa Santana.
En la última estaba una hermosa morena compostura delgada sujetando un pequeño diploma con un trofeo radiante.
Las dos jovencita no se veían demasiado atractiva después de compararlas con la belleza deslumbrante de su madrastra, aunque no le cabía duda de que su aspecto mejoraría cuando pudiera prescindir de los antiestéticos correctores dentales que tanto afeaban su sonrisa.
En fin, se dijo, no tenía escapatoria, por lo que debería afrontar la situación lo mejor posible. Ya que realmente no estaba confirmada la amenaza y, probablemente, se trataba de simples rumores sin fundamento, intentaría tomarlo como unas vacaciones. Se limitaría a pasar los dos próximos meses tomando el sol en alguna playa de moda mientras la policía cercaba y detenía a los presuntos secuestradores. Al fin y al cabo, se merecía unas vacaciones desde hacía demasiado tiempo.
—De acuerdo, señor López. Me encargaré de la protección de su hija siempre que me permita actuar a mi manera —advirtió con acritud.
—Por supuesto. Tiene carta blanca para adoptar todas las medidas que crea necesarias. De momento, ya he abierto una cuenta a su nombre en este banco —y le tendió una tarjeta de crédito y una nota con el número de cuenta en uno de los bancos más importantes del país—. Tiene fondos más que suficientes para material, desplazamientos y gastos en general. Aparte sus honorarios, que deberá fijar usted mismo.
—De eso hablaremos cuando todo acabe —guardó la tarjeta y la nota en su cartera. Se sintió molesto por la actitud del empresario, tan parecida a cualquier hombre adinerado que pensaba que todo lo podría pagar con dinero, incluso la vida de un hombre—. De momento necesito información. Por ejemplo: ¿cuándo llegará sus hijas, dónde piensa establecerse, con cuántas personas estará en contacto habitualmente, cuáles son sus gustos y costumbres...?”
Lopez se removió inquieto en su silla, sumamente avergonzado al advertir lo poco que conocía a su propias hijas. ¿Cómo pudo consentir que ocurriese siendo ella sus única familia? ¿Qué sabía en realidad de ellas? ¿De Santana? O la misma Emily? Cuándo había mantenido una conversación de padre a hija en la que ellas le confiase sus deseos, ilusiones y esperanzas y él le demostrara su amor? No recordaba haber cruzado más de una docena de palabras seguidas en el último año. Rápidas conversaciones telefónicas para asegurarse que estaba bien y no necesitaba nada; nada material, claro.
Lo que su hija especialmente Santana estuvo necesitando durante todos esos años fue un padre que le mostrase afecto y no solamente un benefactor que la proveyese con creces de todo lo que podía necesitar. Tener q su hermana le ayudaba y mucho pero el amor de un padre era irresponsable ¿Cómo pudo ser tan egoísta al preocuparse únicamente de sí mismo, de satisfacer sus necesidades y ansias de poder, relegando por completo los deberes paternos y el cuidado de su hija a frías instituciones educativas? ¿Por qué se empeñaba inconscientemente en mantener a las chicas alejada de él? Tal vez porque al mirar su bello rostro éste le recordaba dolorosamente al de su esposa, y eso era algo que no podía soportar.
—Bueno, en cuanto a esto último me temo que no puedo proporcionarle demasiada información. En realidad, no conozco demasiado sus hábitos o preferencias. Ella pasa tanto tiempo fuera que... —el mudo reproche que apreciaba en los ojos de aquel hombre le hizo ser consciente de su culpabilidad—Imagino que se interesara por las mismas cosas que cualquier joven de su edad. No sé, la música, la moda...
—En ese caso tendré que averiguarlo yo mismo —contestó Alex mordaz y, ante el manifiesto azoramiento del hombre, decidió suavizar su postura. En realidad, ¿quién conocía realmente a un adolescente en plena efervescencia hormonal?—. Pero no se preocupe, no representará ningún problema.
Lopez se sintió aliviado en parte ante la súbita comprensión que advirtió en el serio semblante de su interlocutor. Probablemente, él también tendría hijos y sufriría idénticos problemas.
—Espero que así sea y que pueda usted controlarlas un poco mejor que yo. Santana es la mas rebelde de ellas dos.. Reconozco que he fracasado en parte en esa labor. El hecho sepárame de su madre a tan pronta edad y mi agobiante actividad han sido las causas de que Santana haya crecido un poco salvaje, podríamos decir. Es muy independiente y obstinada, algo caprichosa también, pero inteligente y sensata, no lo dude. Cuando la pongamos al corriente del problema, no pondrá obstáculos a su labor de protección, estoy convencido —sonrió espontáneamente, rememorando tiempos felices—. Por cierto, pienso que no es conveniente que ella sepa de la amenaza de secuestro. Sería menos complicado hacerle creer que su presencia se debe a unas elementales medidas de seguridad aconsejadas por la policía tras recibir unos anónimos amenazadores. Por supuesto, tanto mi mujer como yo nos proveeremos también de unos escoltas, para lo que solicito su consejo.
—Me pondré en contacto con una empresa que se dedica a este tipo de servicios y mañana mismo tendrán usted y su esposa la escolta solicitada. En cuanto a la información que le pedí en principio...
—¡Ah, sí! Mi hija Santana llega de España la semana próxima y, tras pasar unos días aquí con nosotros, se marchará a la casa que le regalo su madre en la costa de Massachusetts, en Cape Cod, donde prefiere pasar las vacaciones. Era la residencia de descanso de mis suegros y allí disfrutó los veranos de su infancia. Conserva algunos amigos de su niñez y está cerca de la poca familia que le queda, que reside en Boston.
Emily por lo que imagino vendrá dos días antes de su llegada prefiere siempre venir antes que Santana.
Yo suelo desplazarme allí algunos días, pero a mi mujer le gusta más la costa californiana, con sus fiestas y plagadas de famosos o hacer algún crucero en el yate por el Caribe, y Santana insiste en no abandonar la casa por ello... —continuó excusándose.
—Comprendo, los chicos parecen querer llevar siempre la contraria a sus mayores —le interrumpió Alex, queriendo suavizar la situación. Realmente sentía lástima por aquél hombre que se veía atrapado entre una exigente y caprichosa esposa y una alocada rebelde hija y otra hija normal—. De todas formas, creo que ese plan no es el más adecuado en estas circunstancias. No debemos facilitarle tanto las cosas a los secuestradores haciendo pasar a su hija por el aeropuerto de esta ciudad en dos ocasiones, ya que los espacios abiertos y concurridos son los más factibles para llevar a cabo ese tipo de delitos. Creo que lo más acertado es que su hija viaje directamente a Boston y desde allí se traslade a la casa, preferentemente en helicóptero. Usted puede ir a esperarla al aeropuerto y pasar unos días con ella, si lo desea.
—Por mí no hay problema, pero tal vez Santana tenga otros planes con su hermana Emily. Puede que desee visitar a algunos amigos y realizar compras...
—Entonces tendrá que convencerla de que aplace las visitas y las compras las realice en Boston. Pueden instalarse en un hotel durante unos días. Es más seguro. Los secuestradores deben haber ideado un plan basándose en la rutina que ustedes llevaran anteriormente. Lo más probable es que piensen cometer el delito durante la estancia de su hija en esta ciudad, aprovechando su paso por el aeropuerto o en salidas posteriores. Es lógico que, al tratarse de una banda de malhechores que se mueve por aquí, prefieran dar el golpe en un medio conocido. Si les privamos de lugares y situaciones idóneas y predeterminadas, les será más difícil tener éxito en su intento.
López consideró lo expuesto y coincidió con sus acertados razonamientos. Ahora sólo tocaba convencer a su testaruda hija de que aceptase el cambio de planes Emily me ayudaría en eso estaba seguro.
—De acuerdo. Hablaré con ella y le diré que tome un vuelo directo a Boston. Allí la esperaremos y la pondremos al corriente de las novedades. Si desea permanecer en la ciudad, nos hospedaremos en un hotel y, en caso contrario, marcharemos directamente a Cape Cod. Intentaré convencer a Pamela para pasar allí unos días antes de iniciar el crucero.
—Ahora necesito que me haga una lista, lo más detallada posible, de las personas que van a estar en contacto con su hija en estos meses: personal del servicio, parientes, amigos..
López volvió a inquietarse ante el desconocimiento de las personas con las que su hija se relacionaba. Durante los tres años anteriores, en los que Santana había decidido pasar sus vacaciones en aquel lugar, apenas estuvo dos o tres días seguidos en la casa, sobre todo por los dolorosos recuerdos que ésta le provocaba. En el pasado fue tan feliz allí que no soportaba estar en aquel lugar. Por eso evitaba visitarla y prefería encontrarse con su hija en otro lugar. Desconocía casi totalmente con quién se veía allí, aparte de los criados. Le avergonzaba haber descuidado tanto a su hija hasta el punto de convertirla casi en una desconocida.
—En realidad, ella se relaciona con poca gente cuando viene, únicamente con la familia de su madre: unas prima de mi primera mujer que vive en Boston se llama Rachel. Ella les visita e invita a los chicos a pasar días en Cape Cod su otra amiga es Quinn. En cuanto al servicio, es el mismo desde casi siempre. De la casa se ocupa Rose. La cuida y la mantiene en orden por si la necesitamos. Desde hace tres años, cuando Santana decidió pasar allí sus vacaciones, se incrementa el servicio en dos personas más, su hija y el marido de ésta. Entre los tres se encargan de todo. Son personas de confianza, de las que nunca he tenido la menor queja, y Santana está también muy contenta con ellos.
—Prepáreme el listado con los nombres para que pueda investigarles. Es necesario que llame a la encargada de la casa y le avise de mi próxima llegada. Quiero estudiar el terreno e instalar un buen sistema de seguridad antes de la llegada de ustedes y darles las instrucciones necesarias para que estén atentos a cualquier movimiento extraño.
Pienso que se les debe facilitar la misma versión que a su hija para que no se produzcan incongruencias.
—Estoy de acuerdo con usted en eso. En cuanto a la lista, estará preparada en una hora. Déjeme un teléfono de contacto, a ser posible con fax, o una dirección de e-mail y se la mandaré en cuanto la tenga redactada.
Puede llamarme en cualquier momento al número que ya tiene. Yo me pondré en contacto con usted diariamente para estar al tanto de los preparativos que lleve a cabo y comunicarle el día y hora de la llegada de Emily y de Santana, así como el plan que pensamos seguir —concluyó Lopez, indicando con ello que daba por terminada la entrevista.
Alex escribió en una tarjeta y se la ofreció a su interlocutor.
—Ahí tiene mi número de teléfono móvil y la dirección de correo electrónico. Le ruego que me comunique lo antes posible la llegada de su hija para programar debidamente la línea de acción a seguir. Va a ser necesario contar con otro hombre que me sirva de apoyo en la casa y me releve en los momentos necesarios. En cuanto a la escolta que han solicitado, mañana tendrán ustedes dos personas asignadas que les acompañarán en las salidas que realicen —alargó la mano para estrechar la del empresario y se encaminó hacia la puerta. Cuándo iba a salir se giró—. Una cosa más, señor Lopez, ¿ha comentado con alguien este asunto? ¿Sabe cuántas personas tienen conocimiento de la amenaza?
—Pues no —respondió el aludido con extrañeza—. No he comentado con nadie mi preocupación, sólo con mi amigo, que tuvo conocimiento de ello por el jefe de policía de esta ciudad y me indicó que se pondría en contacto con usted. Aparte de eso, no puedo imaginar quién más lo sabe.
—De acuerdo. Le aconsejo que no mencione a nadie la verdadera naturaleza de la amenaza. A su esposa, que sin duda demandará explicaciones sobre la presencia de los escoltas, puede proporcionarle la misma versión que a su hija, y de igual forma a todo el que se interese por el tema. Es conveniente para evitar incongruencias en los diferentes relatos y posibles filtraciones.
—¿A qué se refiere con posibles filtraciones, señor? —preguntó López, molesto por las veladas acusaciones que se desprendían de sus palabras.
—Siempre cabe la posibilidad, señor López , de que alguien cercano a la víctima facilite, voluntaria o involuntariamente, información a los delincuentes. No me refiero obligatoriamente a familiares y amigos, también puede tratarse del personal de servicio, amigos o familiares de éstos, repartidores a domicilio, empleados de cualquier establecimiento que suelan frecuentar y puedan oír cualquier conversación aparentemente intrascendente... —Alex comprendía lo delicado de la situación y la suspicacia del hombre, pero no podía dejar nada al azar—. Comprenda que es mejor tomar el mayor número de precauciones posible.
—De acuerdo. Limitaré las explicaciones a lo acordado anteriormente.
—Perfecto. Buenos días.
Alex abandonó el despacho y el edificio con una mal disimulada irritación causada, no sólo por la imposición a que se vio obligado, sino también por un vago temor o desazón al que no podía poner nombre y que se había instalado en su subconsciente tras la conversación con Roberto López. Su desarrollado instinto, que tantas veces le ayudó e, incluso, salvó la vida en alguna ocasión, le advertía de que algo no marchaba bien. Alex presentía que no iba a resultar tan fácil como todos se empeñaban en hacerle creer.
La relación entre padre e hija no era todo lo buena que cabía esperar, eso saltaba a la vista. Para el empresario su joven hija era toda una desconocida y, además, parecía no importarle demasiado lo que hacía o dejaba de hacer su tierno retoño. Aunque la quería, daba la impresión de estar más preocupado por satisfacer los caprichos de su bella esposa que por asumir la difícil, y sin duda ingrata, tarea de educar a su vástago, delegando esa responsabilidad en otras personas.
Había observado esa forma de actuar en personas adineradas. Estas parecían pensar que el proveer a sus hijos de los mejores cuidados y atenciones, a la vez que les proporcionaban todos los caprichos que pudiesen desear, les exoneraba de sus obligaciones y responsabilidades paternas.
También había visto niños malcriados y caprichosos, abandonados desde pequeños en colegios donde recibían la mejor educación posible, y que no todos sabían o querían aprovechar, pero carentes de afecto. Lo que les convertía en soberbios y déspotas con las mismas ideas prepotentes de sus padres. Temía que iba a vérselas con una jovencita de ese tipo y eso lo ponía de muy mal humor, abriendo viejas heridas que creía sanadas para siempre. Lo menos que deseaba en esos momentos era tener que lidiar durante dos meses con una niña mimada y altanera. Empezaba a cuestionarse si el amor que sentía por su único familiar vivo merecía tanto sacrificio.
Con un gruñido de disgusto y maldiciendo interiormente a todas las niñas mimadas con padres ricos y despreocupados y a los familiares que abusaban de la confianza en sus seres queridos, cogió su coche y se sumergió en el caótico tráfico de la gran ciudad, para dirigirse a la comisaría de policía. Tenía interés en entrevistarse con el inspector encargado del caso y recibir de primera mano toda la información que le pudiese facilitar.
El inspector Will resultó ser un hombre inteligente y muy preparado, que le hizo un amplio y esclarecedor resumen de las pesquisas efectuadas.
Para él, se trataba de un simple caso de delincuencia común. Nada, a su parecer, indicaba que tuviese un trasfondo político, aunque en un principio hubiese barajado esa posibilidad, principalmente por las conexiones de Roberto López con los actuales mandatarios. A pesar de ello, se alegraba de que el industrial le hubiese elegido a él para custodiar a su hija pues, según le comentó, conocía su brillante carrera en el ejército. Le explicó las medidas adoptadas para mantener bajo vigilancia a la banda de delincuentes que pretendía secuestrar a la hija del industrial y las pesquisas que se realizaban para descubrir quién podía estar detrás de la trama. El inspector prometió mantenerle continuamente informado de las novedades y le facilitó los informes confidenciales que poseía sobre el caso.
James se trasladó a la mañana siguiente a Cape Cod con Noah, el escolta de apoyo, y entre los dos se ocuparon de dotar a la casa de un complejo y altamente sofisticado sistema de seguridad, que garantizaba la protección de Santana López dentro de la casa y en un radio de cincuenta metros alrededor de ella.
Alex no le gustó la ubicación de la mansión de verano, en una especie de promontorio con vistas al mar, bastante apartada de sus vecinas y a varios kilómetros de la población más cercana. Desde ella se podía acceder, a través de un estrecho sendero entre dunas de fina arena, hasta una pequeña y aislada playa. La casa estaba rodeada de una extensa parcela ajardinada y, por suerte, protegida en todo su perímetro por una alta tapia de piedra y espinos de más de dos metros. En uno de sus extremos habían construido una amplia piscina y en el otro, y apartado de la entrada principal, se hallaban las cocheras.
La casa era una construcción sencilla, aunque espaciosa, de principios de los años cincuenta del siglo anterior. Originalmente debió constar de una sola planta a la que, con posterioridad, se añadió una segunda con el fin de ampliar el número de habitaciones. Alex sospechaba que Lopez tenía la intención de crear una gran familia y para ello se proveyó espacio suficiente donde albergar a la numerosa prole que pensaba concebir. Tuvo que ser una gran decepción para él no ver cumplidas sus expectativas.
Como temía, la casa estaba desprovista de alarma o medidas de seguridad, aunque sí contaba con todas las comodidades posibles. Rose, la encargada de cuidarla, era una mujer de más de sesenta años, amable y dicharachera, que desde el primer momento se mostró dispuesta a ayudar en todo lo que necesitase "para que a su niña no le ocurriese nada malo" y le facilitó un exhaustivo relato sobre la historia de la familia. Llevaba trabajando en la casa desde que los abuelos de Santana y Emily la construyeron, casi cincuenta años antes.
Vivía en la cercana localidad de Hyannis Port y se trasladaba allí cuando venían los dueños de vacaciones. Tras la separación de su madre la casa no estuvo habitada ni una semana seguida. Hasta tres años antes, cuando la joven decidió volver a pasar allí las vacaciones, de lo cual se alegraba mucho. Mary, su hija menor, y John, el marido de ésta, venían durante el día para ayudarle en las tareas y atender las necesidades de Karla y los invitados que pudiera traer.
A Santana le desagradaba la nueva mujer de su padre y esa era la causa, según Rose, de que se negase a pasar las vacaciones con ellos y hubiese decidido volver a la casa de su madre, que ella había heredado, lo que ocasionaba que apenas se vieran unos pocos días en todo el año. Además, era demasiado mayor para ir a los campamentos de verano a los que antes siempre la enviaban.
A pesar de su propensión al cotilleo, Rose le pareció una persona honrada y fiel —cosa que después confirmaron los informes remitidos por su tío—y una firme aliada para salvaguardar la integridad de su protegida. Aparte de la información relativa al personal de servicio, hugh le envió un amplio dossier de varias personas directa o indirectamente relacionadas con Roberto López y su hija entre las que, estaba convencido, se hallaba el instigador del delito que se planeaba cometer. Dejando aparte varios personajes importantes del mundo de las finanzas y potenciales rivales del industrial en varios negocios, Alex había seleccionado a tres personas.
En primer lugar estaba el socio Jorgue Bosworth, el ex socio del empresario, hombre visceral y vengativo que podría haber tramado el plan, no sólo para conseguir un dinero extra al obtenido con el divorcio, sino también para vengarse del hombre que la humilló. La policía especulaba con ello debido a que últimamente se estaba relacionando con individuos poco recomendables.
En segundo lugar se hallaba Néstor Cruz, un emigrado cubano residente desde hacía varios años en Miami y que tuvo en el pasado una intensa relación con Pamela Martin, hasta que ésta le abandonó por el rico empresario. Los mismos motivos podían impulsar al cubano que a la ex mujer. La circunstancia de que varios componentes de esa banda fuesen de origen caribeño señalaba a Cruz como un buen candidato.
Por último estaba Sam Evans, un primo lejano de Santana por parte de madre. Según los informes que tenía en su poder, el joven abogado era adicto al juego, afición que parecía haber heredado de su padre.
Éste acabó dilapidando la escasa fortuna de la familia en las salas de juego y los malos negocios. A su muerte sólo pudo dejar deudas, lo que obligó a su mujer a vender todo su patrimonio y a su hija a abandonar los estudios y a ponerse a trabajar.
Imaginaba que Elizabeth, la madre de Sam, debió solicitar la ayuda de Roberto López y éste se la facilitó, así como un empleo para sus dos hijos en una de sus empresas con sucursal en Boston, ciudad en la que residían. Aunque nada hacía sospechar la implicación de esta persona, Alex sabía que la adicción al juego, al igual que cualquier otro tipo de dependencia, podía ser la causa de nefastas tentaciones por conseguir dinero fácil con el que continuar el vicio o pagar a los acreedores. Sam Evans no estaba en el grupo de sospechosos de la policía, entre otras cosas por no tener motivos aparentes para querer secuestrar a su prima y, además, por vivir en otra ciudad. Pero Alex no pensaba descartarlo totalmente y encomendó su vigilancia a un detective privado. De los demás se encargaba la policía, la cual lo tenía al tanto de las novedades.
Alex echó un último vistazo a los alrededores y subió al coche que le esperaba con el motor arrancado. Indicó a Noah que diera una vuelta alrededor de la casa antes de encaminarse hacia el aeropuerto de Boston.
Allí esperarían la llegada de López con su hija Emily y Santana , en un vuelo directo desde Londres que aterrizaría en pocas horas.
Se recostó en el asiento junto al conductor y se decidió a disfrutar de la hora de relajación que le restaba antes de llegar al aeropuerto y enfrentarse con los posibles problemas.
Prefería adelantarse a la llegada del avión para tener tiempo suficiente de inspeccionar detenidamente el lugar y poder advertir cualquier anomalía o personas sospechosas. Sabía que un gran aeropuerto era idóneo para llevar a cabo un intento de secuestro, y él no deseaba dejar nada al azar.
En verdad, había sido una semana muy movidita, recordó con cierto placer. Hacía tiempo que no se sumergía en tal actividad y, tuvo que admitir con una sonrisa, la echaba de menos. Por otra parte Alex pensaba que, aunque no estaba convencido de tenerlo todo controlado, sí estaba bastante más tranquilo que cuando lo llamó su tío para pedirle su colaboración en aquel asunto. Sólo quedaba confiar en que los secuestradores hubiesen decidido aplazar indefinidamente sus planes y él pudiese dedicarse durante los dos próximos meses a descansar en aquel hermoso y tranquilo lugar.
Llegaron al aeropuerto en poco más de una hora y se dispusieron a tomar las medidas pertinentes. Noah procedió a alquilar un coche en el que se trasladaría con uno de los escoltas que venían con el empresario y el equipaje, después los aparcamientos y daría una vuelta por los alrededores con el fin de detectar cualquier anomalía. Alex se dirigió directamente a la terminal de vuelos internacionales. En el tiempo que restaba para la llegada del avión exploró concienzudamente las amplias salas de espera, los aseos, las distintas tiendas y cafeterías. Habituado por el entrenamiento recibido a fijarse más en los gestos de las personas que en su aspecto para detectar algo sospechoso o fuera de lo normal, tardó pocos segundos en hacerse una composición de lugar.
Todo estaba atestado de gente que en aquellas fechas procedía a iniciar sus vacaciones o viajaba por negocios. También estaban los que esperaban la llegada de familiares y amigos, lo que se adivinaba por las continuas miradas al reloj o al panel de información de vuelos. No descubrió a nadie que pareciese encontrarse fuera de lugar o tuviese unos motivos diferentes de los habituales en un aeropuerto. Detectó también a algunos paparazzi de los que solían merodear por los grandes aeropuertos a la caza de imágenes de famosos. Alex hizo un gesto de contrariedad, ya que daba por sentado que reconocerían al financiero y, con toda probabilidad, también a su hija.
No deseaba que los presuntos delincuentes supiesen tan pronto de la llegada de su supuesta víctima.
Llamó a su compañero de escolta para que le facilitase un informe detallado del reconocimiento efectuado. Este le comunicó que no detectaba ningún vehículo sospechoso en su zona de vigilancia ni nada que pareciese anómalo. Alex le ordenó que, cuando llegasen Los López , estuviese en la salida con el coche preparado para recogerles. No quería demorarse más de lo necesario para evitar innecesarias preguntas y continuas fotografías.
Se relajó en parte. Miró el panel informativo de vuelos internacionales. Este indicaba que el vuelo procedente de Londres llevaba un retraso de veinte minutos sobre la hora prevista y Alex calculó que tardaría casi una hora en llegar, por lo que compró un periódico y se dispuso a vigilar atentamente los movimientos a su alrededor mientras simulaba leer. Cerró convenientemente su cazadora deportiva para que no descubriesen el arma que portaba en el costado y que se veía obligado a llevar muy en contra de sus deseos.
Era necesario pasar desapercibido, por ello llevaba un atuendo informal y la comunicación la realizaba a través del teléfono móvil y un dispositivo de manos libres, de esa forma no levantaría sospechas en el caso de que los secuestradores estuviesen merodeando por aquel lugar.
Transcurrido el tiempo estimado, oyó por los altavoces la inminente llegada del vuelo que estaba esperando. Prudentemente, se situó detrás del grupo que se encaminó hacia la puerta indicada por megafonía. Nadie le pareció sospechoso entre la veintena de personas que aguardaban con ansia la llegada de sus seres queridos o los turistas de las diferentes agencias que llegarían en ese vuelo. Como esperaba, acudieron inmediatamente los paparazzi, con la esperanza de que algún famoso pudiese llegar en ese vuelo. Se situó lo más alejado que pudo de ellos y cerca de la puerta de salida, para poder evacuarlos rápidamente en caso de necesidad.
A los pocos minutos vio aparecer a Roberto acompañado por un hombre vestido con traje oscuro, sin duda uno de los escoltas. El hombre lo vio entre la gente que esperaba y se dirigió directamente hacia él. Le tendió la mano en un gesto de saludo y le presentó a su acompañante.
—Me alegro de verle aquí. ¿Hay alguna novedad? ¿Ha detectado algo sospechoso? —preguntó ansioso.
—Hasta ahora nada, señor López, aunque nunca se puede descartar esa posibilidad —contestó Alex, sin dejar de observar a todos lados y, principalmente, al grupo de reporteros que se dedicaban en masa a fotografiar a una famosa cantante llegada en ese mismo vuelo. Alex agradeció la beneficiosa coincidencia ya que podría desviar la atención de sus protegidos temporalmente. Presentía que no tardarían en reconocer al industrial si se demoraban demasiado en aquel lugar. Por ello preguntó ansioso:
—¿Sus hijas no le acompañan?
—Han tenido algún problema con su equipaje, pero no creo que tarde en reunirse con nosotros. El otro escolta las acompaña. Yo me he adelantado para comprobar que no existe ningún peligro.
—¿Nos dirigiremos a la casa directamente? —preguntó Alex. Tal vez habían decidido cambiar el plan previsto inicialmente.
—Sí. Continuamos con lo acordado —confirmó el industrial.
Alex le vio mirar ansioso la salida de viajeros. Parecía demacrado a pesar de las gafas de sol que ocultaban sus ojos. Probablemente el cansancio del largo vuelo había hecho mella en él. Se comunicó con Noah, para que les esperase en la salida, y se dedicó a observar el continuo fluir de pasajeros cargados de maletas, deseando ver aparecer de un momento a otro la huesuda figura Santana o Emily a la que estaría ligado durante los próximos meses.
No pudo evitar que sus ojos se posasen, con masculino interés, en una alta y deslumbrante mujer de grandes gafas oscuras y larga melena morena, que vestía falda corta y camiseta ajustada, revelando con el escueto atuendo que era poseedora de un voluptuoso y magníficamente torneado cuerpo. Acompañada de otra hermosa morena de cabello manos oscuro sus lentes ocultaba su mirada. La mujer precedía a un carrito cargado de maletas, empujado por un hombre vestido con traje y gafas oscuras y un mal disimulado abultamiento en su costado izquierdo, lo que sugería claramente su ocupación.
Miró a Roberto López y observó que éste hacía un gesto para llamar la atención de las mujeres. Ella le respondió con otro de asentimiento y se dirigió hacia ellos. En un principio, Alex pensó que se trataba de la esposa del empresario, que había decidido reunirse con él en Londres y luego viajar todos juntos hasta Boston. Pero pronto vio aclaradas sus dudas cuando, con una amplia sonrisa de orgullo, el industrial le presentó a sus hijas.
—Encantada de conocerle al fin, señor. Mi padre no ha dejado de enumerarme durante estos pocos días sus grandes cualidades. Puedo comprobar que no exageraba en cuanto a algunas de ellas, aunque espero que no se equivoque en todo lo demás —confesó ella con un cierto tono mordaz en la voz, al tiempo que lo sometía a un intenso escrutinio.
Mucho gusto soy Emily López hermana de Santana- dijo la morena de cabello castaño mientras miraba a su hermana frunciendo el ceño.
Alex el rubio de ojos azules se sintió inexplicablemente nervioso ante la mirada evaluadora de aquellos bellos ojos azul intenso —que se mostraban por primera vez en todo su esplendor tras liberarse de las gafas que los ocultaban—, aunque irritado por el sarcasmo que expresaban sus palabras. Conocía y comprendía esa actitud en personas que se veían obligadas a aceptar una protección que no deseaban, mostrando la típica reacción de rechazo ante los que consideraban responsables de su incomodidad, y estaba preparado para sobrellevarla con estoicismo.
Estrechó la mano que le tendía y la sintió suave y fuerte en la suya, transmitiéndole una agradable y conmovedora sensación que lo dejó momentáneamente turbado. Reaccionó con prontitud ante el innegable hechizo de la mujer y respondió de forma cortés y distante a su saludo.
—Es un placer, señoritas López. Si no les importa, debemos marcharnos de aquí lo antes posible —indicó con gesto serio.
Dio unas breves indicaciones a los dos escoltas y, lanzando una rápida mirada a su alrededor, se puso rápidamente en marcha precediendo al grupo. Había advertido que uno de los paparazzi les observaba insistentemente e intuyó que no tardaría en comenzar a hacerles fotografías, propagando la noticia entre sus compañeros.


Pamela madrastra de Santana
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Mensaje por Heya Morrivera Vie Feb 13, 2015 8:13 pm

A ver si entendi alex es hermano de Britt y este se enamorara de emily y britt de santana o algo si
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Mensaje por nikigarcianiki Vie Feb 13, 2015 8:22 pm

Heya Morrivera escribió:A ver si entendi alex es hermano de Britt y este se enamorara de emily y britt de santana o algo si

Ellos lucharan por una morena ¿quien sera?
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Mensaje por 3:) Vie Feb 13, 2015 8:34 pm

holap,...

bueno todo lo que arma alex para cuidar a las hermanitas lopez, pero se me hace que tiene cierta preferencia por sany!!!...
me dejaste con la intriga de que manera puede llegar a relacionarse alex y britt??? y como va a transcurrir sin que muera alguien jajaja
nos vemos!!!
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Mensaje por nikigarcianiki Vie Feb 13, 2015 10:03 pm

3:) escribió:holap,...

bueno todo lo que arma alex para cuidar a las hermanitas lopez, pero se me hace que tiene cierta preferencia por sany!!!...
me dejaste con la intriga de que manera puede llegar a relacionarse alex y britt??? y como va a transcurrir sin que muera alguien jajaja
nos vemos!!!

Estan amenzadas dime tu que harias si tuvieras esas hijas? yo de todo jaja, es picaron verdad jajaja, alex y britt mmm a mi igual jajaja, nadie va morir hasta ahora.
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Mensaje por Heya Morrivera Vie Feb 13, 2015 10:22 pm

Ohh se pelearan por San pero San elejira a Britt esta interesante esto
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Mensaje por nikigarcianiki Sáb Feb 14, 2015 12:02 am

Heya Morrivera escribió:Ohh se pelearan por San pero San elejira a Britt esta interesante esto

¿esta segura? jajajajajaja
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Heya Morrivera Sáb Feb 14, 2015 12:10 am

Pues es fanfic Brittana y si no quedan juntas te matariamos
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Activo Re: El amor llega cuando menos te lo esperas

Mensaje por Dolomiti Dom Feb 15, 2015 1:24 pm

Hola!! Jajaja pues eso si! Lo ideal es que se quede con britt El amor llega cuando menos te lo esperas 2414267551 aunque entonces entre hermanos tendrán que competir por ellA?? El amor llega cuando menos te lo esperas 2113258990 rayos! Espero el siguiente cap El amor llega cuando menos te lo esperas 1206646864 saludos
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Mensaje por nikigarcianiki Dom Feb 15, 2015 5:15 pm

Heya Morrivera escribió:Pues es fanfic Brittana y si no quedan juntas te matariamos

¿Sabes donde vivo? jajaja
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Activo El amor llega cuando menos te lo esperas ACTUALIZACIÓN

Mensaje por nikigarcianiki Dom Feb 15, 2015 5:31 pm

Capitulo
El amor llega cuando menos te lo espras


HOLA CHICAS QUIERO DARLE LAS GRACIAS DE CORAZON SON USTEDES INCREIBLES LECTORAS FIELES, UNA QUE OTRA QUIERE MATARME PERO ME ARRIESGO A ELLO. POR FIN APARECE BRITT. QUIERO LEER SUS CONCLUSIONES QUE PIENSAN DE ELLA, DE SAN, DE ALEX, EL PADRE DE SAN, LA MADRE.

Santana estaba acostumbrada a hacer lo que le apetecía desde que nació, pues siempre fue una niña independiente y tozuda.

En cambio Emily había nacido como su padre era un mujer que meditaba las cosas antes de hablarlo. En cambio Santana fue buena hija su madre estuvo con ella, se encargó de guiarla y controlarla en sus excesos. Una vez que Gloria desapareció de la vida de ambos, él no supo encontrar la forma de imponerse a su díscola hija, probablemente porque tuvo que lidiar en demasiadas batallas y no pudo asumir la ingente tarea de disciplinarla, o esa era la excusa con la que pretendía justificarse. Pero en esta ocasión no iba a permitir que le desobedeciera y así se lo dio a entender.

El que ella no volviese a sacar el tema le hacía temer que Santana esperaría la menor ocasión para dar esquinazo a su escolta y lanzarse a curiosear por ahí, al igual que siempre hacía. ¡También en eso es tan parecida a su madre! A Gloria le encantaba salir a pasear sin rumbo fijo, con el libro de medicina bajo el brazo, y detenerse en cualquier lugar para investigar lo que en ese momento llamase su atención. En ocasiones, él se inquietaba ante la tardanza de su esposa y cuando, alarmado, se disponía a salir en su búsqueda, la veía llegar con una sonrisa feliz en los labios y el rebelde cabello alborotado. Entonces le mostraba entusiasmada sus bocetos, en los que aparecían bellos paisajes del entorno o los rostros graves y expresivos de las gentes del lugar, y él olvidaba su inicial enfado y la estrechaba entre sus brazos.

Santana había heredado el talento artístico de su madre, aunque ella prefería expresarlo por medio de la fotografía ella lo hacia por medios de libros médicos. Desde que con seis años le regalara su primer libro de medicina, su hija se dedicaba a esa afición con verdadera pasión, principalmente durante sus vacaciones, y estaba convencido de que en esta ocasión no estaría dispuesta a quedarse encerrada entre las paredes de la villa e intentaría perderse por los alrededores con su motocicleta. Debería advertir a Alex de esa arraigada afición para que intentase impedirla o, al menos, refrenarla.

Le habría gustado poder pasar unos días con ella en la casa y disfrutar de la paz y la belleza del lugar. Lamentablemente debería marcharse al día siguiente. Pamela llegaría a Baltimore por la tarde y deseaba verle.
Estaba terriblemente preocupada por el problema surgido y él deseaba tranquilizarla personalmente. Después, intentaría convencer a su esposa de que pasaran unos días con su hija. Estaba firmemente decidido a conseguir un acercamiento real entre las dos. Emily no había problema ella lo entendía.

Santana debía evitar el rechazo hacia su nueva madrastra y aceptar la situación de una vez. Habían transcurrido casi cuatro años, tiempo suficiente para que comprendiese que no se trataba de un capricho pasajero. Pamela lo amaba tanto o más que él a ella, estaba convencido. Su hija debería sentirse feliz con la situación. Era consciente de que ninguna mujer reemplazaría nunca en su corazón a la esposa. Ella siempre estaría ahí, ocupando una gran parte, pero Glroiia nunca regresaría y él no podía resigna a vivir sólo de los recuerdos, por muy bellos y gratificantes que estos fuesen. Era aún joven y no deseaba renunciar amor y a la felicidad que su bella mujer le proporcionaba. Santana tendría que comprenderlo y aceptarlo.

Lopez emitió un leve suspiro y procuró relajarse y desechar cualquier pensamiento negativo. Estaba cansado por el largo viaje y la tensión soportada en los días anteriores. Decidió dormir el resto del trayecto hasta llegar a la casa. Quería acumular la suficiente energía para enfrentarse a los terribles recuerdos y a la gran añoranza que aquel lugar siempre le provocaban.

Llegaron en menos de una hora. Alex había llamado momentos antes a Rose para confirmar que todo estaba en orden. Ésta los esperaba en la puerta de la casa y corrió hacia el coche para saludar a los recién llegados.
—¡Mi niña, lo que has crecido en este último año —exclamó la mujer, mientras la abrazaba con ternura e intentaba reprimir las lágrimas que empañaban sus cansados ojos. Después, la separó para inspeccionarla con mirada crítica—. Pero te veo más delgada. No importa, ya me encargaré yo de poner un poco de carne sobre esos huesos al igual que tu hermana.
Ambas rieron felices por el recibimiento de la mujer, a la que quería sinceramente.
—No creas que voy a permitir que me cebes como a un pavo para Acción de Gracias. En cuanto suba unos gramos de peso, me marcharé a un hotel, ¿entendido? —la amenazó con fingida seriedad.
—¡Oh, esta chica siempre tan mandona! ¿A quién habrá salido? —y miró directamente a Roberto mientras éste se acercaba a saludarla.
—No voy a permitir que me hagas responsable de eso Rose. Entre su madre y tú la educasteis de pequeña —contestó el industrial, al tiempo que se inclinaba para depositar un afectuoso beso en la ajada mejilla—. Aunque sí, estoy de acuerdo en que las niñas deben descansar y reponer fuerzas. Sé que te ocuparás de ello.
—¿No lo hago siempre? —le reprochó la mujer y, olvidando al hombre, se dispuso a dar órdenes a su hija y al marido de ésta, que también habían acudido a recibirles, para que subieran el equipaje y acomodasen a los recién llegados.
—Me alegra comprobar que los años no han conseguido endulzarle el carácter —comentó Roberto con sarcasmo mientras se dirigían al interior de la casa.
—Tal vez sólo muestra su lado amable con quien se lo merece —intervino Santana en idéntico tono.
—Ya sé que no soy santo de su devoción pero...
El empresario enmudeció de repente mientras un gesto de dolor se marcaba en su rostro. Emily lo miró y descubrió la causa de su mutismo. Observaba fijamente las letras en hierro que formaban un nombre a la entrada.
—Espero que no te importe. Este nombre es más acorde con lo que el lugar representa para mí. Además, así la llama mamá. ¿No lo recuerdas? —preguntó dolida la morena menor.
—Puedes hacer lo que desees. La casa es tuya —y, sin añadir nada más, se dirigió directamente a su habitación en el piso superior, dejando a su hija en la entrada.
Santana volvió a fijar la mirada en las letras escritas en la pared y una repentina tristeza la invadió. ¿Acaso su padre había olvidado eso también? ¿Ya no le quedaba ningún recuerdo de su primera esposa a la que prometió amar eternamente? "Te amaré siempre, por toda la eternidad". Volvieron a su mente las palabras pronunciadas con voz cargada de adoración, mientras los enamorados se entregaban a sus mutuas caricias, perdidos en su propio universo de emociones. Santana atesoraba esos recuerdos como los más bellos de su existencia y en cambio su padre parecía haberlos olvidado. Cuando el año anterior decidió poner a la casa el nombre de Pequeño Paraíso al enterarse del divorcio de sus padres, lo hizo también pensando que le agradaría a su padre.
Pero ahora comprobaba que no le importaba en absoluto. ¿O quizá no recordaba el nombre con el que su madre se refería a aquel lugar en el que, según ella, era más feliz que en ningún otro?

Reprimió fieramente las lágrimas que pugnaban con asolar sus ojos en seguida sintió las brazos delicados de su hermano y se dirigió a su habitación con paso firme y la cabeza orgullosamente erguida.

Alex no podía dejar de observar a Santana desde que llegaron a la casa movido por algo más que su deber profesional, cosa que intentaba ignorar. Lo cierto era que no conseguía quitarle los ojos de encima ahora que tenía entera libertad para hacerlo y a cada minuto que pasaba se sentía más fascinado por ella.

Si en un principio le pareció una mujer arrogante y cínica, tras haber contemplado cómo respondía con auténtico cariño al saludo de Rose, se veía forzado a cambiar esa primera impresión. En esos momentos, con su bello rostro iluminado por una sonrisa de auténtica alegría y felicidad, aparecía la jovencita afectuosa que debía ser en realidad, y Alex se sintió gratamente sorprendido ante tal descubrimiento.

Después la vio dirigirse hacia la casa con su padre y hermana. No llegó a escuchar la conversación aunque advirtió la tensión que se creó entre ellos y la repentina tristeza que ensombreció el rostro de Santana mientras era abrazada por su hermana. Advertía claramente los grandes esfuerzos que hacía para contener las lágrimas, y él apenas pudo reprimir el fuerte impulso de ir a su lado, estrecharla entre sus brazos y ofrecerle consuelo. Y esa última reacción era demasiado alarmante para ignorarla, se dijo irritado. Si comenzaba a preocuparse por los sentimientos de su protegida, mal iba a hacer su trabajo. La experiencia le había enseñado dolorosamente que, en una profesión como la suya, debían dejarse de lado todo tipo de afectos, que embotaban la mente y entorpecían la misión encomendada. Debía mantener sus emociones a raya para que no se desbocasen, por muy turbadora que la señorita Roberto Lopez pudiese resultar.

Con decisión, apartó de su pensamiento el afligido rostro de Santana y se centró en su llamada. Tenía tres horas pensando en llamar a su hermana había viajado por una mision y quería saber como estuvo su bienvenida, la hermana del escolta era la primera mujer que iría a la guerra por unos largos años, al principio con su única decisión de que su hermana se quedara junto con el trabajando en la empresa está en su mente, pero su hermana como siempre lo dijo su padre "Déjala vivir ella sola se dará cuenta" y eso es lo que hacia y se repetía miles de veces en su cabeza no era una buena opción dejar ir a tu hermana menor a la guerra recuerdo el momento que por delante de todo ella siguió sin importar los comentarios sobre su sexualidad ella era fuerte, su mirada penetraba a todo aquel que llegase a mirar sus ojos por más de unos segundos, su sonrisa tan brillante, antes de reunirse con el industrial y sus hijas la llamo al tercer tono una voz conocida contesto.

— ¿Diga? - hablo una voz muy suave mientras escuchaba un bostezo desde la otra línea
— Soy Alex hermano mayor de Brittany
— Hola Alex, soy Alessa ella ahorita mismo esta en el baño- Dijieron en la otra línea
— yo espero necesito hablar con ella- imaginó que su hermana había tenido una buena bienvenida su hermana sabia de lo hermosa que era.
— Pues no esperes tanto ella esta preguntando quien pregunta por ella- dijo soltando una risita- esta de mal humor- advirtió
—Hola hermanita- dijo el rubio
— Alex ¿que pasa?- dijo esta mientras caminaba al comedor- que sea corto.
— Baja ese humor solo quería llamarte para ver como estas después de estos años- dijo el hombre se refería a los 6 años de servido que cumplió
— Lo bajo cuando me salga de la gana- dijo la rubia soltando un gruñido- me fue magnifico tomamos mucho té mientras veía como mataron a mi mejor amigo ¿que tal a ti?

Era cierto había escuchado ese rumor, pero rogaba que no fuera cierto Brittany y Sam fueron los mejores amigos que ella podía encontrar no se imaginaria lo despechada que se sentía su hermana y el no podía hacer nada estaban lejos.

— Britt lo siento- dijo este en un pequeño sonido
— no lo sientas y no me llames Britt- dijo la rubia
— No puedes hablarme así, soy tu hermano mayor- dijo el rubio un poco enojado por la actitud de la rubia- que paso con la hermana dulce que tenía debajo de mis brazos.
— Puedo hablarte como quiera, no estuviste aquí por seis años Alexander no te imaginas lo difícil que ha sido para mi hablar con la familia de mi mejor amigo, la Brittany esta enterada con Sam- dijo esto seguido de un golpe seco imagino que fue la puerta de la refrigeradora.
— lo comprendo como ya te he dicho no cometas locuras debo cortar la llamada estoy trabajando como escolta pronto te pondré al tanto.
— sabia que iba a pasar esto con uno de los dos, estoy bien siempre lo he estado ¿no? Pon me al tanto en la noche estaré dispuesta a escuchar tus quejas— dio la rubia soltando una risa
— no te imaginas te llamo en la noche no olvides que te amo— dijo el rubio finalizando la llamada.

Había olvidado que Brittany tuvo que madurar a los 10 años sus padres habían muerto por un accidente aéreo ella de pequeña fue la típica rubia que quería muchas muñecas y su cuarto lleno de rosa, al enterarse el hermano mayor de la pérdida de sus padres no supo como explicárselo. ¿Quién demonios le habla a una niña sobre la muerte de sus padres a los 10 años?

Como fue de esperarse la pequeña Brittany lloro hasta quedarse dormida en los brazos de su hermano mayor, al día siguiente al entrar al cuarto de la pequeña rubia estaba todo fuera de su orden, habían cajas y cajas que contenían lo que mas amaba Brittany peluches regalos por sus padres y aquella cajita musical que le regalo.

La razón de aquel cambio brusco comprendió que sus padres no volverían que no estaría con ellas en las noches de frío que necesitaba como ayer, comprendió que llorando no había nada de milagros su hermano sintiendo pena la alzó en brazos y le dijo que estaba muy orgullosa de ella. Y pasaron los años donde Alexander comprendió que su pequeña hermana era justo como su madre fuerte e inteligente como su padre era mas sensible y más justa.

Aun le quedaba mucho por hacer. Había prometido al empresario hablar durante la cena de las medidas a en lo sucesivo y, posteriormente, mostrarles el sistema de seguridad instalado. Deseaba que todo funcionase a la perfección. No quería que tuviese la menor queja de su trabajo. La llegada de los dos escoltas que acompañaban a los López suponía ayuda adicional, al menos hasta el día siguiente cuando se marchasen, y pensaba aprovecharla para dar unas horas de descanso a Noah y relajarse él también un poco. Después, todo el peso de la vigilancia recaería sobre ellos dos y esa iba a ser una dura tarea. Pensó en necesitar de otra ayuda pero ese era tema delicado al cual debía de hablarlo entre esta semana o tal vez la otra.

Dio instrucciones detalladas a sus ayudantes y volvió a supervisarlo todo. Una vez que hubo dado una vuelta por el jardín y comprobado que todos cumplían con su misión, fue directo al cuarto de control y relevó a Noah en su puesto. Se sentó y miró los diferentes monitores en los que se reflejaban las imágenes emitidas por las cámaras instaladas en diferentes puntos de la casa, el jardín y la puerta de entrada a la propiedad.

El sistema de seguridad estaba equipado también con sensores que captaban los movimientos y permitía conectar y desconectar las diferentes áreas de la vivienda a ciertas horas. Este sistema enlazaba directamente a una central receptora que se ponía a su vez en contacto con la policía de la localidad más cercana por medio una señal de radio, y permanecía activa ante cualquier eventualidad ya que funcionaba con una batería.
Alex estaba satisfecho con las medidas adoptadas. Eran las más innovadoras en el mercado de la seguridad por que garantizaban casi al cien por cien la inviolabilidad de la vivienda.

Todo estaba en orden y no se veía ningún movimiento extraño. Se relajó por primera vez en varias horas y repasó los acontecimientos de esa tarde. No hubo problemas durante la llegada al aeropuerto y posterior traslado a la casa. Temía que los delincuentes aprovechasen esa ocasión tan propicia para cometer el delito y, aunque estaba preparado para ello, le habría resultado muy complicado evitarlo. Ahora, en aquel protegido recinto, se consideraba seguro de poder impedir cualquier intento que amenazase la seguridad de su protegida.

Su protegida. Alex, muy a su pesar, aceptó que aún estaba bajo los efectos de la fascinación que Santana López le provocara nada más verla. se recriminaba por la pésima impresión que debió causar su infantil reacción ante tan espléndida presencia. Ya más calmado y sin la intensa y subyugante mirada de Santana sobre él, la sensación que ahora le dominaba era la de perplejidad. ¿Dónde estaba la jovencita larguirucha y famélica con coleta y correctores dentales que aparecía en la fotografía del despacho de su padre? O la fotografía era de bastantes años atrás o se había producido un asombroso milagro en la anatomía de la joven en muy poco tiempo. No le extrañaría que hubiese intervenido la cirugía en ello.

Si le pareció potencialmente atractiva en aquella ocasión, ahora reconocía que se trataba de una gran belleza que nada tenía que envidiar a la de su madrastra. Además, su mirada intensa, entre pícara e inocente, y su sonrisa seductora le conferían un atractivo demoledor. No recordaba haber sufrido una turbación igual ante mujer alguna, reconociendo con fastidio que había quedado como un tonto. Sobre todo porque ella lo había advertido y ahora estaría convencida de que podía incluirlo en su lista de conquistas.
Pero no volvería a suceder, se prometió Alex. Él estaba allí para realizar un trabajo. Y el trabajo consistía en proteger a Santana, no en babear detrás de ella como un adolescente lujurioso. Era lógico que hubiese reaccionado de esa manera ya que no esperaba encontrarse con una mujer tan fascinante. Pero tras la tremenda impresión recibida, y de la que se estaba recuperando, la situación se normalizaría y él se dedicaría a cumplir con la misión encomendada como el buen profesional que siempre fue.

Miró el reloj. Aún faltaban dos horas para la cena y no se observaba nada fuera de lo normal. Roberto López y sus hijas estaban en sus respectivas habitaciones descansando del largo vuelo y el cambio de horario. Rose y Mari se afanaban en la cocina y John se ocupaba del jardín. Había impartido las órdenes necesarias para que todas las áreas estuviesen cubiertas y distribuido los turnos de vigilancia. Alex decidió ir a su habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Quería también llamar al inspector O'Rourke para informarle de la llegada de Santana y Emily y enterarse de las últimas novedades en la investigación de los presuntos secuestradores.

Brittany Pierce
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