[Resuelto]FanFic Brittana: Parejas (Adaptada) Cap 41 - Final

Capitulo 22

Estaban sentados en sus escritorios, con envolturas de Burger, bolsas de papas y bebidas ocupando sus escritorios, mientras intercambiaban ideas.

—Recuerdan cómo algunos de los testigos dijeron que el mirón era una mujer—Santana les recordó—Podría haber sido esta Patty.

—¿No estarás pensando seriamente que su hermano Patrick es realmente su hermana travesti Patty?—Hudson levantó una papa—Creo que eso es muy poco probable.

—Oh, ¿así es que piensas que es una coincidencia que él llame a su hermana Patty? Vamos, te contamos lo que dijo Artie sobre el ADN. Un pariente. Su hermano.

—Pero él dijo que no tenía un hermano—dijo Hudson.

—Creo que nos estamos olvidando de algo aquí—dijo Brittany—Él es como un niño, ingenuo—Brittany sonrió—Y no me refiero a ti, Hudson.

Quinn se rió.

—Muy buena, Pierce.

—De todos modos, John ve las cosas en blanco y negro. Así que si esta persona en su vida, lleva un vestido y se va por Patty, para él, es su hermana. Puede muy bien ser su hermano biológico y lo más probable es que lo sea, por lo que él respondió con honestidad. Él no tiene un hermano, tiene una hermana.

Santana se echó hacia atrás y cruzó los brazos detrás de la cabeza, mirando al techo.

—¿Pero por qué Patrick siente la necesidad de vestirse como Patty? ¿Y lo hace todo el tiempo? Obviamente no. Debe haber sido Patrick cuando mató a Rudy Bobby. No dijeron Patty lo mató. Dijeron Patrick.

—¿Y todos saben que se disfraza?—se preguntó Quinn—Si se trata de algo que hace de vez en cuando, entonces John no hubiera dicho que tenía una hermana. John dijo que tenía una hermana como si se vistiera como Patty todo el tiempo.

Santana cerró los ojos, todavía pensando. Ellos tenían más preguntas que respuestas. Pero al menos tenían preguntas. Al menos tenían un lugar para ir ahora.

—Oh, hice que Rach hiciera algunas llamadas. La Alianza de los vagabundos pagó su fianza. Parece que St. James es voluntario ahí—dijo Quinn.

—¿Cómo la Alianza de los vagabundos siquiera sabía que estaba detenido?

—Sharon está en la reserva. Ella es una voluntaria también.

—¿Qué? ¿Es como una pequeña red de voluntarios? ¿Todos esperando a que nosotros detengamos a alguno de ellos para que puedan enviar sus tropas?—Santana negó con la cabeza—Increíble.

—Todo el mundo tiene una causa, López—dijo Quinn mientras hacía una bola con la envoltura de su papel de aluminio y la tiró hacia ella—¿Qué piensan si detenemos la vigilancia de los departamentos? Creo que puede ser una pérdida de tiempo.

—No estoy de acuerdo—dijo Brittany—Si Patrick es nuestro asesino, entonces tiene que hacer algún tipo de reconocimiento a sus víctimas. No son al azar.

—En realidad, tiene sentido—dijo Santana—Es menos probable que levante sospechas si él es un ella, ya sabes. Ves a una mujer caminando por los alrededores, no piensas nada malo de eso. Ves a un hombre espiando departamentos, llamas a la policía.

—Pero hay mucho terreno que cubrir. Y sólo tuvieron suerte con John Doe. Si no hubiera sido así, entonces él habría estado en Cascades haciendo suciedades y ninguno hubiéramos tenido conocimiento de eso. Estábamos patrullando a seis cuadras de distancia.

—Y tal vez tengamos suerte con Patrick manteniendo la vigilancia—dijo Brittany—Por lo menos vamos a estar ahí. Si no es así, entonces estaremos a la espera de su próximo asesinato.

—Vamos a hacerlo todos cada noche—dijo Santana—Si salimos los cuatro, podemos cubrir más terreno.

Su sugerencia fue recibida con un gemido por parte de Fabray y Hudson.

—Oh, lo olvidé. Soy la única sin una vida.

—No, no. Es una buena idea—dijo Quinn—Rach va a entender—miró a Brittany—¿Puedes equilibrarlo? Quiero decir, tu prometido podría…

—Puedo hacerlo equilibrarlo—dijo sin dudarlo.

—Está bien. ¿Finn? ¿Va a arruinar tu vida amorosa de nuevo?

—Diablos, sí, lo hará. Pero supongo que si Rachel puede manejarlo, Kristi puede.

—¿Kristi? ¡Qué dulce!—Santana bromeó.

—Pero las noches del viernes, no, pérdida de tiempo—dijo Quinn—Hay demasiada actividad los fines de semana. No puedo imaginar que se arriesgue a explorar departamentos en ese momento. Demasiada gente alrededor—Quinn miró a Brittany—Cuando abriste los informes de los mirones, ¿qué días tenían la mayor cantidad de golpes?

—Miércoles y jueves.

—Pero creo que deberíamos salir los lunes y martes también—dijo Santana—¿No están de acuerdo?

—Sí, sí. Cada maldito día, López. Por cierto, vamos a salir en el barco mañana, pasa la noche. Rach quiere que te invite.

—¿Estás segura?

—Sí. Ella hizo un sartén grande de lasaña anoche. Vamos. Tenemos que aprovechar el tiempo de verano mientras podamos.

—Genial. Estoy dentro—Santana miró a Brittany—¿Ustedes tienen planes?

—Vamos a Austin. Un amigo de la universidad de Sam se está casando. Realmente no los conozco.

Santana miró hacia otro lado.

—Bueno, tal vez puedas conseguir algunos consejos para tu boda.

—No es necesario. La mamá de Sam ya tiene todo planeado ¿recuerdas?

Se produjo un silencio incómodo en la habitación, luego Hudson se aclaró la garganta.

—Así que, ¿han elegido una fecha?

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Capitulo 23

El sol estaba alto y caliente, y Rachel se protegió los ojos mientras veía a Santana subir a bordo. Ella sonrió, sacudiendo la cabeza. Quinn y Santana se saludaron con un golpe de brazo. Caminó más, envolviendo con sus brazos a Santana en un abrazo.

—Me alegro de que hayas podido venir.

Rachel besó su mejilla con cariño, complacida al ver el ligero rubor que cubría el rostro de Santana.

—Gracias por incluirme—Santana sacó de su bolso una botella de vino tinto—Para la cena.

—Excelente. Gracias. Ahora ve a poner tu cava en la sombra. Quinny está ansiosa por salir al agua.

—La voy a poner en marcha. ¿Están listas?—dijo Quinn desde el control de mando.

—¿Ves lo que quiero decir?

Rachel miró a Quinn y puso su pulgar hacia arriba. Se sentaron en las sillas de cubierta mientras Quinn aceleraba a través del lago. Rachel aceptó la cerveza que Santana le ofreció, luego deslizó sus gafas de sol en su cabeza.

Rachel quería hablar con Santana y quería hacerlo ahora, en privado.

Rachel se moría por saber sobre Brittany.

—¿Todo bien?

—Sí. ¿Por qué lo preguntas?

—Pareces un poco... bueno, silenciosa. Distraída.

—¿Lo parezco?

Rachel sonrió.

—¿Quieres hablar de ello?

—Oh, estoy bien. No es nada serio.

Rachel se acercó y le apretó la rodilla.

—Sabes, no le cuento todo Quinny. Y soy buena escuchando.

Santana respiró hondo.

—Es sólo que...soy una idiota—dijo finalmente.

Rachel se echó a reír.

—Está bien. Así que voy a adivinar que implica a una mujer.

—Sí—Santana torció nerviosamente la botella de cerveza en la mano—En realidad, es Brittany—dijo en voz baja.

—¿Tu pareja?

—Sí.

Rachel asintió con la cabeza, preguntándose cuántas preguntas podía hacer antes que Santana se callara.

—¿Quieres dar más detalles?

—He cometido el pecado más grande—Santana la miró fijamente a los ojos—Tengo un enamoramiento con mi pareja.

—No por estallar tu burbuja, pero puedo relacionarme con eso.

—No, no puedes. Quinn no era hetero.

—No, pero yo sí. O pensaba que lo era.

Santana suspiró.

—No sé lo que es. Solo hicimos clic. Podemos hablar, ¿sabes? Atrapadas en un coche cada noche, podemos hablar. Estamos cómodas juntas.

—Las amigas pueden hablar también. Las amigas pueden sentirse cómodas estando juntas.

Santana sonrió.

—Si. Pero quiero saltar sobre sus huesos.

Rachel se echó a reír.

—Sí, eso cruza la línea de la amistad.

—Y por supuesto, está comprometida para casarse. Eso pone un freno a las cosas.

—¿En serio?

—Lo hace, si no me tocara todo el tiempo. Y Dios, Rach, a veces me mira y... bueno, siento algo.

—¿Cómo qué?

—Como...bueno, como que mi corazón hace un golpeteo. Es repugnante.

Rachel reprimió una sonrisa, sabiendo cuán vulnerable Santana debía sentirse en este momento. Así que intentó otro enfoque.

—Sabes, sólo la has conocido unas pocas semanas. Tal vez…

—Lo sé—dijo Santana rápidamente—Es por eso que te estoy diciendo que soy una idiota.

Esta vez Rachel no pudo contener su sonrisa y se inclinó hacia Santana para abrazarla.

—Tú no eres una idiota.

Sólo te estás enamorando. Pero no podía decir eso sin que Santana saltara por la borda.

—Tal vez es sólo que...no lo sé…

—¿Una fase?—Santana rodó sus ojos—Me siento atraída por mi compañera, que está comprometida para casarse. Con un hombre. Y en vez de recuperar mis sentidos, estoy celosa.

—Bueno, vamos a cambiar de marcha. ¿Qué pasa con Brittany?

—Creo que ella sabe. Estoy bastante segura de que lo sabe. Quiero decir, como he dicho, soy una idiota.

—Ya veo. Entonces, ¿crees que ella siente algo también?

—Cristo, Rach, cuando yo la sostenía, te juro que ella sentía algo. Y ella dijo…

—Espera, espera, espera. ¿Qué quieres decir con cuando estabas sosteniéndola?

Pero Santana no respondió.

Tenía los ojos puestos en Quinn quien se abrió paso por la escalera hacia la cubierta. Se volvió hacia Rachel.

—Voy a estar bien. Gracias por dejarme hablar.

—Pero…

—¿No es genial?—preguntó Quinn, extendiendo sus brazos—Amo los tardíos fines de semana de verano como este. No hay muchos barcos en el agua, no tienes que pelear con nadie por nuestra cala preferida. Es perfecto.

—Sin embargo sería más perfecto si tuvieras una cerveza, ¿no?—preguntó Santana yendo a su cava.

—Una cerveza y una caña de pescar—se acercó a Rachel—Y un beso.

Los labios de Rachel persistieron en el beso, luego se trasladaron a la oreja de Quinn.

—Te amo, Quinny—le susurró. Rachel se apartó—Ahora, ve a disfrutar. Voy a sentarme aquí en el sol y voy a leer.

Sacó una butaca y puso una toalla sobre ella, entonces se relajó, deslizando sus gafas de sol protegiendo sus ojos. Pero la novela negra no podía mantener su atención tanto como las dos mujeres bajo su vista.

Le encantaban momentos como este.

Le hacía sentir como si su mundo fuera perfecto.

Quinn y Santana se había quitado la camisa. Ambas estaban en la barandilla, vestidas con diminutos sujetadores deportivos y pantalones cortos, con los pies desnudos sosteniendo una caña de pescar en una mano y una cerveza en la otra.

Estuvo tan feliz cuando Santana entró en sus vidas.

Santana y Quinn, aunque tan diferentes, eran muy parecidas. Ellas se hacían bien la una a la otra. Más importante aún, sabían que se hacían bien la una a la otra.

Quinn finalmente tenía la mejor compañera que necesitaba y Santana, bueno, Santana tenía la hermana mayor, y la familia, que había faltado en su vida.

Ahora bien, si tan sólo pudiéramos conseguir que su vida amorosa estuviera resuelta.

Rachel sonrió y abrió el libro de nuevo.

Le gustaba Brittany. No la envidiaba por tener que pasar por lo que Rachel sospechaba estaba pasando. Rachel recordó lo difícil que había sido. Las incertidumbres, el miedo. Y la emoción de enamorarse. Pero enamorarse de una mujer por primera vez podía ser impactante. No sólo para ti misma, sino para los que te conocieron.

Ella lo sabía.
 

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Capitulo 24

Brittany hizo girar la copa de vino metódicamente entre sus dedos, tratando con todas sus fuerzas de escuchar la conversación, de estar interesada en la conversación, pero la verdad es que estaba aburrida hasta las lágrimas.

Ella, obviamente, había estado en bodas anteriormente, pero por su vida, no recordaba que existiera esta infinita discusión de bodas y procedimientos. Y lunas de miel.

Dios mío.

Lo habían diseccionado a muerte.

Seguramente ¿había más temas interesantes para discutir?

Como el hambre en África, por ejemplo.

Sonrió para sí misma, contenta de no haber perdido su sentido del humor esta noche, aunque sus pies le dolían por los tacones altos que había elegido usar.

Brittany miró a su alrededor, todas las hermosas parejas emparejadas correctamente, hablando animadamente en grupos.

La novia y el novio eran la pareja perfecta. O al menos eso le habían dicho cientos de veces. Y Sam y yo parecíamos tan felices.

¿Cuándo es tu gran día?

Ella juró que si otro de los amigos de Sam le hacía esa pregunta, iba a vomitar.

Y ahí estaba él, charlando con sus amigos de la universidad. Todos ellos colgados de sus palabras mientras él estaba describiendo, sin duda, el nuevo juego de computadora en el que estaba trabajando. De repente, no pudo soportarlo por más tiempo. Pasó de largo por la mesa de vinos, que era libre en las fiestas de bodas, y se dirigió a la barra en su lugar.

¿Quién hace una boda en un bar de todos modos?

—¿Me estoy quejando?

Brittany sacudió la cabeza.

No.

Brittany eligió un taburete en la esquina, lejos de la gente, lejos de la televisión, donde un grupo estaba sentado viendo un partido de fútbol americano universitario. En cambio, ella miró en el espejo detrás de la barra, encontrándose con sus ojos, no se sorprendió por lo que vio.

Confusión y un toque de depresión.

Estos eran los amigos de Sam, la gente de Sam.

No la suya.

Ella no los conocía. Y al juzgar por las conversaciones que había sostenido, no quería conocerlos.

—¿Qué puedo servirle?

Apoyó los codos en la barra y apoyó la barbilla en sus manos, sonriendo al camarero.

Sí, en efecto.

¿Qué podría servirle él?

Ella levantó una esquina de su boca en una sonrisa, tratando por lo menos.

—Algo fuerte—dijo.

—¿Directamente en las rocas?

Ella negó con la cabeza.

—Es mejor matarlo con algo.

—¿Doble Corona con un disparo de Coca?

—Perfecto. Y ábrame una cuenta.

—Por supuesto.

Se dio la vuelta, mirando a los invitados de la boda a través de la doble puerta.

Dios mío.

Una vez más, ¿quién tiene una boda en un bar?

—¿Estás con la boda?—le preguntó mientras colocaba el vaso frente a ella.

—Más o menos—Brittany tomó el vaso y bebió un sorbo, asintiendo—Perfecto. ¿Cuál es tu nombre?

—Gracias. Es Blaine—sacó un trapo y limpió la mancha de humedad delante de ella, y luego arrojó el trapo detrás de él—Entonces, ¿estás en la boda?

—Dios, no—Brittany se inclinó más cerca—¿Quién se casa en un bar de todos modos?

—Se conocieron aquí.

—¿Y?

—Ellos vienen mucho por aquí.

—Su familia es propietaria del hotel, ¿verdad?

Él se echó a reír.

—No. Pero creo que es un poco romántico. Ya sabes, se conocen aquí como extraños una noche, se enamoran, luego vuelven a menudo para cenar, tomar unas copas, una habitación arriba en el hotel. ¿Por qué no atar el nudo aquí también?

—Menos mal que no se conocieron en la tintorería—Brittany bromeó.

Él se echó a reír y se acercó. La mirada en sus ojos era una que había visto muchas veces antes. Y sobre todo en los bares.

—¿Y? ¿Estás aquí sola?—preguntó.

Cogió su copa de nuevo, mirándolo fijamente.

—No—Brittany tomó un sorbo—Porque si estuviera sola, yo no estaría aquí.

—Las bodas no son lo tuyo, ¿eh?

—Brittany, ahí estás. Te he estado buscando.

Brittany se encontró con los ojos de Blaine.

—Ese debe ser Sam. Mi prometido—añadió Brittany.

—No lucen como que estén juntos—susurró.

—Estoy empezando a ver eso.

Se dio la vuelta cuando Sam agarró su hombro.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Me cansé del vino—dijo mientras sostenía su vaso—Blaine es simplemente el mejor barman.

—Voy a tomar tu palabra. Pero están listos para la cena.

—Vamos a cenar aquí ¿verdad?

—En una habitación privada, sí. Estoy seguro de que Blaine no le importará si te traes tu bebida.

—¿Te importa, Blaine?—preguntó mientras sacaba un poco de dinero de su bolso y lo dejaba sobre la barra.

—No, en absoluto. Espero que vuelva más tarde.

—Absolutamente—dijo, mientras Sam se la llevaba.

—¿Qué pasa?—él susurró.

—Nada. Bueno, además de tratar de emborracharme. ¿Por qué?

Tiró de ella acercándola.

—¿Qué demonios pasa contigo?

—¡Por el amor de Dios! He estado atrapada en un grupo de discusión de bodas y lunas de miel durante horas. Eso haría que el maldito Papa quisiera beber. Si hubiera tenido mi arma conmigo, le hubiera disparado a alguien.

Él se echó a reír.

—¿No estás exagerando un poco? Además, yo pensaba que la boda era perfecta. Espero que la nuestra sea tan buena—la llevó por el brazo hacia atrás para la fiesta—Creo que fue una gran idea hacerla en el hotel. Todo está aquí. Tus invitados sólo tienen que tomar un ascensor para ir a sus habitaciones. No tienes que preocuparte por divertirte demasiado y luego conducir—la miró—Me gusta.

Ella lo miró fijamente.

—¿No estás hablando en serio?

—¿Por qué no?

—Bueno, para empezar, tu mamá te va a matar

—Es nuestra boda, no la de ella.

—¿Desde cuándo?

Terminó lo último de su copa, sintiendo un leve mareo del trago doble. Blaine era un buen hombre. Ella podría ser capaz de superar la noche.

Él la atrajo hacia sí de nuevo.

—Por favor no me avergüences.

—¿Quieres decir esta noche? ¿O en nuestra boda?

Él sonrió.

—Ambas.

Ella tomó una respiración profunda.

—No estoy borracha, Sam. Este es mi primer trago. Sólo estaba escapando...de todo esto—dijo agitando sus manos hacia sus amigos.

—Son realmente gente divertida, Brittany. Dales una oportunidad. Creo que te van a gustar.

Ella tomó una respiración profunda.

—Por supuesto, Sam. Lo siento. Voy a tratar.

Pero mientras jugaba con la comida en su plato, estaba convencida de que nunca sería amiga de esa gente. No es que ellos no lo intentaran.

Era ella.

Ella simplemente no estaba interesada.

Y después de otra hora tratando de mantener conversaciones falsas con extraños, se escapó de nuevo. Pero esta vez no al bar del hotel. Se encontró en el tercer piso donde el patio al aire libre daba a la piscina. Aún estaba lleno de gente en un sábado por la noche, a pesar de lo tarde que era. Se acercó a la orilla, inclinándose sobre la barandilla, mirando hacia abajo a la piscina luego hacia arriba al cielo nocturno, bloqueando el parloteo a su alrededor.

Cerró los ojos por un momento y finalmente dejó entrar en sus pensamientos a la persona que había tratado de mantener a raya el fin de semana.

Santana.

Tratando de mantenerla lejos, sí, pero que había estado ahí todo el tiempo.

Sacó su celular, mirando la hora. Pasada las once.

¿Aún estaría despierta?

Santana estaba con Quinn y Rachel, fuera en su barco.

¿Se atrevería a llamar?

Y si estaban las tres despiertas, ¿cómo podría explicarlo?

Cerró su teléfono.

No hagas nada estúpido.

Pero mientras miraba hacia arriba, viendo el tenue brillo de las estrellas sobre la ciudad, abrió su teléfono otra vez, con el pulgar buscando a través de los números, deteniéndose cuando el número de Santana apareció.

Brittany cerró los ojos por un momento, y luego apretó el botón de llamada.

Sólo quería escuchar su voz.

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El aire, cálido, todavía mantenía la frescura.

Tal vez fuera simplemente por estar en el agua, pero le faltaba el efecto que tenía en la ciudad.

Santana echó la cabeza hacia atrás, mirando las estrellas. A ella le encantaba estar aquí. El suave balanceo del barco, el viento, la luz sobre el agua, los sonidos de las ranas y los insectos, los sonidos de la noche. Se había convertido en un ritual.

Desde que se había unido a Quinn y a Rachel, había apartado un tiempo para estar en la cubierta después de que ellas se fueran a la cama.

Privacidad.

Santana no quería meterse en la de ellas. Así es que, como era su hábito, después de que se iban a la cama, sacaba una botella de vino y la llevaba a cubierta con ella. Algunas noches, se sentaba sola por unas horas. Otras veces, permanecía ahí hasta que aparecía la luz de la mañana.

Simplemente sentada.

Pensando.

Como ahora.

Pensando.

Santana sonrió.

O tratando de no pensar.

Pero su corazón dio un vuelco cuando su teléfono móvil vibró contra su pierna. Lo sacó de su bolsillo, entrecerrando los ojos bajo la luz de la luna para leer el nombre.

Brittany.

Maldición.

—Santana—respondió en voz baja.

—Soy yo.

Santana sostuvo el teléfono con fuerza.

—¿Está todo bien?

—Sí—una pausa—¿Estás sola?

—Uh-huh. ¿Y tú?

—Si no tomas en cuenta los treinta y tantos en el patio, sí.

Santana sonrió, mirando por encima del agua.

—Está bien, así que no los contemos.

Sólo hubo un instante de silencio, y luego oyó el silencioso suspiro.

—Te extraño.

Apretó aún más el teléfono.

—Yo...yo también te extraño.

Una vez más, un suspiro.

—No debí haber llamado. Solo necesitaba escuchar tu voz.

—Está bien—le susurró Santana.

Cristo, no sabía si eso estaba bien o no.

Santana no sabía nada.

—¿Es así, Santana? ¿Está bien realmente?

—No lo sé—admitió.

Oyó una risa silenciosa.

—Sí, temía que esa fuera tu respuesta—aclaró su garganta—Tengo que irme.

Santana se quedó mirando las estrellas otra vez.

Sí, vete.

De regreso a Sam.

—Disfruta el resto de tu fin de semana—logró decir.

—Nos vemos el lunes.

Y Santana se sentó, su teléfono todavía en la mano, escuchando como los sonidos de la noche se desvanecían y lo único que oía era el latido constante de su corazón.

Y las palabras que resonaban en su cerebro.

Te extraño.

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Capitulo 25

Cuando Santana entró en la sala de la brigada, estaba decidida a hacer todo tan normal como fuese posible.

Ella olvidaría la llamada telefónica de la noche del sábado.

Olvidaría la conversación que había tenido con Rachel.

Y olvidaría cómo su corazón se detenía de sólo ver a Brittany Pierce.

Porque, como se había convencido finalmente la noche anterior, Brittany estaba fuera de límites.

Un anillo de compromiso tendía a hacer eso.

Así que ella forzó una sonrisa en su cara cuando entró, sosteniendo las dos bolsas en sus manos. Una con café y la otra con pasteles.

—Gracias, López. Estaba esperando que trajeras café—dijo Finn dándole su mejor sonrisa—Eres la mejor.

—Uh-huh—Santana puso el capuchino en el escritorio de Quinn, tomando en cuenta la silla vacía—¿Dónde está Fabray?

—No ha llegado—dijo Brittany, alcanzando la taza que Santana le entregó—Gracias. Necesitaba esto.

Y como si nada, con sólo una mirada, su determinación se derrumbó.

La mirada en los ojos azules de Brittany, estaba atormentada, tan atormentada como había estado la de ella en la mañana.

Quitó la tapa de su taza de café, bebiendo, tratando de convencerse de que Brittany Pierce era su compañera, nada más y nada menos. Una llamada telefónica, tarde en la noche, durante un momento de debilidad no significaba nada.

Al menos, eso era lo que se había dicho a sí misma.

Pero cuando Brittany volteó esos suaves ojos azules hacia ella, ya no estaba tan segura.

Te extraño.

¡Cristo!

Santana bajó su taza de café y se acercó más.

—¿Pasa algo, Britt?—le preguntó en voz baja, sin poder contenerse.

Vio como Brittany mirada a Finn, luego de vuelta a ella.

—Nada, López. Todo está bien.

—Está bien.

La sonrisa falsa que Brittany le dio no pudo convencerla, pero, obviamente,
Brittany no quería hablar.

Bien.

Probablemente fuera más seguro de esa manera.

Santana sólo había tomado un bocado de su pastel cuando sonó el teléfono.

—López—dijo con la boca llena.

—Soy yo. Coge el equipo. Tenemos un homicidio. No sé si ella es nuestra o no.

Santana se levantó, chasqueando sus dedos a Hudson y Pierce.

—¿Dónde?

—Cascades.

—¿Cascades? Ahí fue donde arrestamos a John.

—Lo sé. Nos encontraremos ahí. Y, López, trae mi cappuccino.

Santana deslizó su teléfono en el clip de su cinturón y cogió su café.

—Otra mujer. Cascades—señaló el café Quinn—Hudson, lleva eso para ella ¿podrías?—miró a su alrededor—¿Dónde diablos está Will?

—Ha salido esta mañana. Al médico—Hudson le recordó.

—Por eso Quinn recibió la llamada—murmuró ella, apresurándose hacia la puerta con los otros.


Santana y Brittany automáticamente fueron a su camioneta, luego se detuvieron, mirando a Finn. Si bien era una camioneta grande con espacio en la cabina adicional detrás de los asientos, de ninguna manera él subiría ahí.

Todos se miraron el uno al otro, esperando.

—Mira. Tomo el mío. Será más fácil—dijo—Las encuentro ahí.

Mientras Santana entraba, se preguntó por qué no se iban todos en el coche de Finn, pero él ya se estaba alejando.

Bien.

Ellas podían hacer esto.

Eran adultas.

—Lo siento—dijo Brittany inesperadamente.

Santana arrancó la camioneta y retrocedió.

—¿Por qué?

—Por lo de antes. Por llamarte la otra noche. Por…

—No tienes que disculparte. Olvídalo.

—¿Olvidarlo? ¿Olvidar que, Santana? ¿Qué debo olvidar?

Santana se volvió, mirándola a los ojos.

—Todo. Vamos a olvidar todo.

Santana escuchó más que ver la sonrisa. Una sonrisa, pero una sonrisa triste.

—¿Cómo es que conseguimos hablar de ello sin realmente hablar de ello, Santana?

—Porque es muy atemorizante, por eso.

—¿Tenemos miedo de decirlo en voz alta?

—Al parecer.

Santana aceleró, pasándose una luz en Gaston. Tomó una respiración profunda.

—Entonces, ¿cómo estuvo tu fin de semana?

—¿Es tu manera no tan sutil de cambiar de tema?

—Sí.

Sintió como Brittany se alejó de ella y quiso disculparse por haber sido tan brusca.

Pero no lo hizo.

—Está bien. No vamos a decirlo en voz alta entonces. Cambiaremos de tema, López—Brittany se encogió de hombros—Maravilloso fin de semana.

—Bien.

—Sí. Bien.

Santana dio la vuelta bruscamente, lanzando prácticamente a Brittany contra la puerta cuando entró en el aparcamiento de Cascades. Tres unidades, un camión de bomberos, una ambulancia y la camioneta del forense. Llamando plenamente la atención de los vecinos.

Salió sin esperar a Brittany, necesitando escapar de su presencia, aunque sólo fueran por unos momentos.

Sin embargo, fue por corto tiempo.

Al doblar la esquina, sintió la mano de Brittany en su brazo, deteniéndola.

—Mira. Es el mismo departamento.

Santana detuvo.

—Tienes razón. Maldita sea—murmuró.

—Hey, chicas, por aquí—llamó Quinn—Departamento ciento treinta y cuatro. Primer piso, al igual que los otros.

—¿Cuál era su nombre?—preguntó Brittany.

—Rhonda Lampton—dijo.

—Hampton—Hudson la corrigió.

—Así es. Hampton. Rhonda Hampton. Edad veinticuatro.

—Estuvimos aquí—dijo Santana.

—¿Qué? ¿Cuándo?

—La otra noche. Estuvimos aquí—se dio la vuelta, señalando los arbustos alineados en el patio pequeño—Aquí fue donde encontramos a John.

—¿El mismo maldito departamento?—Quinn las miró—¿Qué carajos?

—¿Qué carajos, qué?—dijo Santana en voz alta—Él se estaba haciendo la paja, mirando en este departamento. ¿Se supone que debíamos saber que su hermano atacaría el mismo maldito piso?

—Hey, chicas. Cálmense—dijo Hudson, agarrando por el brazo a Quinn y alejándola.

—Lo siento, López. Es sólo que…

Santana hundió sus manos en su pelo.

—Lo sé. Demonios, lo sé.

Brittany se acercó.

—Si podemos discutir esto racionalmente…—dijo mirandolas a ambas, a Quinn y a Santana—…Tal vez podamos descifrar como Patrick supo que este era el departamento. ¿John hace las recopilaciones para él? ¿John alardea delante de él como es capaz de ver a las mujeres sin ser descubierto? ¿Es así como Patrick sabe quien vive sola y quién no?

—Sin evaluarlo él, realmente no sabemos muy bien si John es lento o no, o sólo está fingiendo—dijo Quinn—Debido a esto—ella dijo, señalando al departamento—Es jodidamente demasiado.

—Él no está fingiendo—dijo Brittany.

—No puedes estar segura. Podría estar jugando contigo.

—No. No lo creo. Nunca cambió su actitud, su discurso. Todo le salió muy natural.

Quinn las miró.

—Encuéntrenlo. Tráiganlo.

—¿Bajo qué cargos?

—Lo que sea. No me importa—dijo mientras se alejaba—Sólo encuéntrenlo.

—¿Por qué demonios está enojada con nosotras?—se preguntó Brittany.

Santana sonrió.

—Eso es sólo Fabray. Eso es justo lo que hace.

—Es aterradora.

—Sí, lo es. Pero yo la quiero de todos modos—Santana miró rápidamente a Brittany—Vamos.


Brittany condujo por Elm por lo que le pareció cientos de veces ese día. Sintió que estaba tan familiarizada con el entorno como si fuera la palma de su mano.

Habían estado ahí todo el día.

Y no habían visto ni rastro de John Doe. Habían tomado un descanso a las cinco, reuniéndose de nuevo a las siete.

Brittany sabía que Santana estaba cansada de conducir todo el día, por lo que ofreció su coche para el turno de la noche. Y la noche estaba demostrando ser tan silenciosa como el día.

Silenciosa como Santana que no decía mucho. Silenciosa como si la morena estuviera tomando una siesta.

—¿Estás dormida?

Finalmente preguntó.

Había pasado por lo menos una media hora desde la última vez que habían hablado y Santana estaba en la misma posición, mirando por la ventana lateral.

—No. No dormida—Santana flexionó sus hombros y se movió en el asiento—Sólo viendo, eso es todo.

Brittany soportó otro largo silencio, el tiempo suficiente para viajar por Elm dos veces más y hacer un círculo en Gaston.

Y ya había tenido suficiente.

—Santana, quiero hablar de esto—explotó—No puedo soportarlo.

—No hay nada de qué hablar. Estás comprometida para casarte—se dio la vuelta para mirarla por primera vez en horas—Así que no hay nada de qué hablar realmente.

Brittany miró el camino, sin saber por dónde empezar.

—Hablando de comprometidos, ellos quieren una boda en diciembre.

Santana sacudió su cabeza.

—¿Diciembre? ¿Este diciembre?

—Sí. Tres meses.

Brittany podía sentir como Santana se alejaba de ella aún más, podía sentir la tensión en el coche.

Pero no le importaba.

Quería hablar de ello.

—Wow. Tres meses—dijo Santana en voz baja—Creo que vas a estar ocupada de vez en cuando.

Brittany golpeó su mano contra el volante.

—¡Maldita sea Santana! Esto es ridículo. Sabes tan bien como yo que no voy a casarme en diciembre.

—Mira…

—No, tú mira. Estoy cansada de hacer caso omiso a esto.

Brittany le arrebató su teléfono, desplazando los números hasta encontrar el de Quinn. El teléfono sonó dos veces.

—¿Fabray? Es Pierce. Escucha, no hemos tenido suerte. Vamos a terminar por hoy—Brittany asintió con la cabeza—Bien. Nos vemos mañana—Brittany echó un vistazo a Santana—También terminaron por hoy.

—¿Qué estás haciendo?

—Te voy a llevar para que busques tu camioneta, entonces te voy a seguir a tu casa. Vamos a hablar.

—Britt, por favor. No hay nada que decir. Esto es lo que es. Fin de historia.

—¿Por qué siento como si estuviéramos hablando en clave? ¿Por qué hablamos con rodeos?—miró a Santana, luego de vuelta a la carretera—Me siento atraída por ti. Ahí está. Ya lo he dicho en voz alta.

—Brittany, por favor... no lo hagas.

—¿No hacer qué? ¿No sentirme atraída por ti?

Se volvió a su estacionamiento, deteniéndose al lado de camión de Santana. Se dio la vuelta en su asiento enfrentándola.

—Pero me siento atraída por ti. Y sabes que me siento atraída por ti.

Brittany alargó su brazo y tomó la mano de Santana, sosteniéndola con fuerza cuando la morena trató de apartarse.

—Y sé que el sentimiento es mutuo, San—susurró—Estoy cansada de fingir que no está sucediendo.

Sintió como Santana se endurecía, pero se negó a liberar su mano.

—Está bien. Así que lo hemos dicho en voz alta. Y sí, el sentimiento es mutuo. Pero tenemos dos problemas aquí. Uno, somos pareja. Y eso no puede suceder. Y dos, estas comprometida, por el amor de Cristo.

Finalmente soltó la mano de Santana y pulsó el botón para desbloquear las puertas.

—Por favor, San. No vamos a tener esta discusión en mi coche. ¿Podemos ir a tu casa y hablar? Por favor.

Pudo ver la indecisión que invadía la cara de Santana, podía sentir su vacilación.

Finalmente, Santana asintió.

—Tienes razón—sus ojos se encontraron—Tenemos que hablar.

—Gracias.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pronto rediccionaran el link de www.gleeklatino.com a www.gleelatino.forosactivos.net, así sera mas fácil, pero como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio!. Saludos =D