[Resuelto]FanFic Brittana: Parejas (Adaptada) Cap 41 - Final

Capitulo 26

—Toma—dijo Santana, entregando una copa de vino a Brittany.

Estuvo complacida de que su mano no temblara. Volvió su espalda a Brittany, apoyándose en la barandilla, mirando hacia el agua.

Le gustaba más cuando lo estaban ignorando.

Al menos de esa manera no se sentía como una colegiala.

Oyó a Brittany levantarse de la silla, la sintió moverse a su lado. Ella imitó su postura, apoyando sus brazos en la barandilla, mirando hacia la oscuridad.

—¿Qué pasa? ¿Estás nerviosa? ¿O avergonzada?—Brittany adivinó.

Santana sonrió.

—Ambas, supongo. Acabo de cometer el pecado capital para las lesbianas.

—¿Cuál es?

—No sólo eres hetero, también estás comprometida. Doble mala suerte.

Brittany inclinó su cabeza levemente mientras la miraba.

—Oh, entiendo. Asumes que eres la primera mujer de la que me he sentido atraída y estoy pasando por una loca curiosidad antes de casarme ¿Es eso?

—¿No es así?

—¿No crees que estoy un poco vieja para un juego como ese?

Santana se volvió para mirarla.

—¿Vamos a hablar en círculos otra vez? ¿O solo vamos a hablar?

Brittany sonrió.

—Oh, ahora ella es valiente.

Santana asintió.

—Permíteme comenzar contándote una historia.

—¿Cuánto vino tienes? Porque también tengo una historia.

—¿Quieres quedarte aquí o quieres entrar?

—No, es bonito aquí fuera. Cuéntame tu historia.

—Bueno, es sobre el pecado capital—dijo—Conocí a esta mujer cuando estaba en la Academia. Nos llevamos bien de inmediato. Resulta que acababa de romper con su novio. Debí haber corrido por la derecha entonces.

Santana tomó un sorbo de su vino, sorprendida de que el recuerdo de ese tiempo todavía escocía.

Había sido tan ingenua.

Miró a Brittany, sintiéndose todavía muy ingenua a los veinte y sietes.

—Pero no corrí. Estaba encaprichada con ella. Y ella conmigo. Y nuestra aventura duró casi un mes. Hasta que volvió con su novio. Ella dijo que su curiosidad acerca de tener sexo con una mujer había sido satisfecha. Y la verdad era que, ella durmiendo con otra mujer encendía a su novio.

—Wow.

—Sí. Así que, ya he cometido este pecado antes. Me involucré con alguien con quien trabajaba, alguien con un novio—se volvió lentamente, mirándola a los ojos—Y yo no quiero hacerlo otra vez.

—Entiendo.

Brittany se alejó, yendo al otro extremo de la cubierta, bajo las sombras. Santana esperó mientras apoyaba una cadera contra la barandilla, observó mientras Brittany tomaba un sorbo de vino.

Ahora ¿quién estaba nerviosa?

—Yo tenía diecinueve años—dijo Brittany finalmente—Y tenía este gran plan para mi vida. Pensé que era magnífico porque no era nada comparado con la vida que mi mamá había llevado. Y sabía sin duda que no quería ser como mi mamá, un marido perdedor tras otro.

Brittany se movió, acercándose de nuevo.

—Me graduaría en la universidad, obtendría un buen trabajo, me casaría con un hombre agradable que sería bueno para mí y viviríamos felices para siempre. Parecía bastante simple—Brittany bebió el resto de su vino y dejó la copa en la barandilla junto a ella—No contaba que Carol Ann entraría en mi vida.

Santana guardó silencio, solamente moviéndose para llenar la copa de Brittany.

—Fuimos compañeras de habitación en la residencia de estudiantes. Y ella era lesbiana. Y yo estaba total y completamente enamorada por ella.

Brittany tomó la copa de vino, mirando dentro del cristal.

—Y la primera vez que nos besamos, lo supe. Era tan diferente a los besos que había compartido con los chicos. Mi cuerpo cobró vida—sonrió—Mi cuerpo cobró vida, y me asusté. No estaba en mis planes enamorarme de una mujer.

Brittany se movió otra vez, de vuelta a las sombras.

—No importó. No pude resistirme a sus caricias. Pero tampoco podía permitirme estar enamorada de ella. Así que cada noche, cuando ella venía a mí, cuando nuestras caricias se volvieron más atrevidas, cuando simplemente me dolía el deseo por ella, la rechazaba. No podía permitir que lo hiciera. Veía a mi mamá. Y me acordaba de mi plan. Y Carol Ann no estaba en él. Así que la alejé de mí.

Santana la miró fijamente, tratando de encontrar sus ojos en las sombras, deseando ver su cara, pero Brittany permaneció escondida.

—La alejé. Escondí todos esos sentimientos. Y seguí con mi vida. Nunca me permití acercarme a otra mujer. Tenía pocas amigas mujeres. No podía correr el riesgo. Entonces conocí a Sam y me pareció bien. Era lo suficientemente bueno—Brittany hizo una pausa, mirando el lago—Pero no es lo suficientemente bueno—dijo en voz baja—No estoy enamorada de él. Nunca he estado enamorada de él. Pensé que tal vez vendría. Él es bueno para mí, y él piensa que todo está bien con nosotros. Así que pensé...bueno, pensé que podría ser feliz—entonces se volvió hacia Santana—Lo supe el primer día que te vi, supe que serías la única que arruinarías mi plan—dijo con una risa silenciosa—Sabía que me sentía atraída por ti. Pero lo ignoré. Hasta esa noche cuando me abrazaste. No podía ignorarlo por más tiempo.

—Lo siento. Lo siento mucho.

Brittany salió de las sombras, sonriendo.

—Oh, Dios, Santana. ¿Así que ahora te vas a sentir culpable porque llegaste y arruinaste mi plan?—movió su mano entre ellas, tocando suavemente su brazo—Obviamente, mi plan era aterrador—dijo a la ligera.

Dejó caer la mano, poniendo un poco de espacio entre ellas. Santana no sabía qué decir. Impresionada por la historia, sí.

¿Debió haberlo pensado?

¿No había algo en la forma en que Brittany se conducía?

Confiada y segura.

Nunca minimizándose como algunas mujeres hacían cada vez que un hombre estaba cerca.

Santana cerró los ojos. Todavía había un problema con su historia.

—Tienes un prometido.

—Sí, lo tengo.

Brittany caminó pasando junto a Santana para tomar la botella de vino.

—A pesar de todas mis quejas sobre él, es realmente un hombre agradable y decente. Y va a estar muy lastimado—hizo una pausa—Pero lo que dije era la verdad. No estoy enamorada de él. Y esto va a lastimarlo mucho.

En vez de volver a llenar su vaso, bajó la botella.

—Tienes razón. Tenemos dos problemas. Tengo un prometido, y tú y yo somos pareja—Brittany tomó una respiración profunda—Y estoy muy cansada.

Santana asintió.

—Debería irme—se dio la vuelta, mirando hacia Santana—Gracias. Gracias por hablar—dijo.

—¿Resolvimos algo?

—No. Me imagino que no lo hicimos—Brittany se acercó—Simplemente no deseaba esta distancia entre nosotras. Sin importa qué, debemos ser capaces de ser amigas ¿no?

—Así es.

—Bien—hizo una pausa—Así que me voy a ir. Ya es tarde.

Santana se quedó ahí como una estúpida, preguntándose... ¿qué?

Pero Brittany sonrió dulcemente y tomó el par de pasos necesarios. Su abrazo debió haber sido breve.

Al menos, eso fue lo que se dijo.

Pero cuando sintió los brazos de Brittany alrededor de ella, cuando sus propios brazos la rodearon, breve fue la última cosa en su mente. Un largo sentimiento dormido rugió a la vida mientras se abrazaban, mientras escuchaban los latidos de sus corazones, mientras sus cuerpos se fundían juntos.

Brittany fue quien se apartó, sus ojos claros ahora oscuros, excitados. Dio un paso atrás, pero Santana la sintió temblar.

¿O era ella misma quien lo hacía?

—¿Amigas?—murmuró Brittany.

Santana asintió.

—Amigas.

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Capitulo 27

—¿Cómo puede alguien sólo desaparecer?

Brittany sonrió.

—De nuevo, ¿una pregunta retórica?

Habían estado trabajando toda la semana, en busca de John Doe. Habían patrullado las calles, de día y de noche. Habían mostrado su imagen en los alrededores y se encontraron con miradas en blanco. Habían vigilado el refugio en la hora de la comida pero fue en vano.

Era casi como si él no existiera.

Incluso Emma, quien dijo que John comía ahí la mayoría de las veces, no lo había visto. Así que ahí estaban de nuevo, la tarde del viernes, manejando hacia Elm. Habían conducido po Deep Ellum y los alrededores tantas veces que pensaban que podían hacer el camino con los ojos cerrados.

Se volvió lentamente, observando el perfil de Santana mientras conducía. Había pasado una semana desde la conversación que habían tenido.

Una semana.

No lo habían mencionado desde entonces.

Oh, pero estaba ahí.

Cuando se miraban la una a la otra, cuando se tocaban, aunque fuera de manera inocente, estaba ahí.

Pero al menos la tensión, la distancia, había desaparecido. Pero en su lugar había una animosidad artificial, las dos hacían todo lo posible para que todo pareciera normal entre ellas.

Pero no lo era normal.

Porque estaba Sam.

Se alejó de Santana, mirando de nuevo por la ventana, sus ojos como dardos sobre los peatones que paseaban por Elm Street.

Sí, aún estaba Sam.

Pero en su defensa, ¿cuándo es un buen momento, para decirle al hombre con el que estás comprometida que no estás enamorada de él?

¿Simplemente lo sueltas durante la cena una noche?

No era que hubieran tenido la oportunidad de cenar, por supuesto.

No cuando ella estaba trabajando, día y noche. Y Sam, por su parte, había dejado de quejarse de que ella nunca estuviera en casa.

Él salía a divertirse con sus amigos.

De hecho, la mayoría de las veces, le ganaba llegando primero a casa en las noches. Y muy frecuentemente, la despertaba, queriendo que hicieran el amor.

Y ella se estaba quedando sin excusas.

Dolor de cabeza, cansancio, su período, no estaba de ánimo.

Brittany las había usado todas.

Pero el fin de semana había llegado.

No habría más excusas.

Tenía que decirle.

¿Y luego qué?

¿Estaba dispuesta a admitir que su vida había sido sólo una gran farsa?

¿A los veinte y cinco, podía finalmente aceptar lo que ya sabía a los diecinueve años?

Miró de nuevo a Santana, dejando que sus ojos se deleitaran.

Sí.

Brittany era lesbiana.

—¿Estás bien?

Brittany asintió con la cabeza.

—Sí.

—Estás un poco silenciosa.

—Mmm.

Sin pensarlo, se inclinó sobre la consola, apoyando la mano sobre el brazo de Santana, dejando que sus dedos la presionaran. Aunque fue un toque inocente, pudo sentir la electricidad entre ellas. Por tan sólo un segundo unos ojos oscuros capturaron los de ella.

Un segundo, eso fue todo.

Pero fue todo lo que necesitó. En esa breve súplica, todo adquirió perfecto sentido para ella. Esta mujer sentada a su lado, esta hermosa mujer, podía poner su alma en fuego.

Sí, ella era lesbiana.

Y sí, esta era la mujer que quería.

Su compañera.

Brittany cerró los ojos.

Sí, el segundo de sus problemas.

Ellas eran compañeras.

—Todo va a estar bien.

Brittany abrió los ojos, escuchando las palabras de Santana.

¿Había leído sus pensamientos?

Brittany se volvió hacia Santana.

—¿Lo crees?

—Esa va a ser mi mantra de todos modos—dijo con una sonrisa, aliviando algunos de sus miedos.

Brittany sonrió también.

Su mundo se estaba poniendo al revés lentamente, pero sí, todo estaría bien. Vivir en una mentira, como lo había hecho, estaba poco a poco fulminando su vida.

Podía verlo ahora.

Lo que sea que el futuro trajese para ella, tenía que ser mejor que una mentira.

—Hey. Dale un vistazo a esa mujer.

Brittany se volvió, mirando hacia donde Santana estaba señalando. Una alta y delgada mujer caminaba por la acera a un ritmo acelerado.

—¿Sí? ¿Y?

—¿No te parece familiar esa manera de caminar?

—Oh, Dios mío. Pásala.

Santana, manejó lentamente junto a la mujer.

—Es John—dijeron al mismo tiempo.

Santana frenó en la acera en frente de él, deteniéndolo. Brittany no estaba segura si Santana esperaba que John corriera o no.

Pero él no lo hizo.

Él las miró por la ventana, su rostro mostrando una sonrisa.

—¡Señorita Brittany! ¡Señorita Santana!—lss saludó, entonces se apresuró hacia la camioneta.

Pero su sonrisa se desvaneció.

—Señorita Santana, usted no va a…

—No te voy a atar, no—Santana señaló su vestimenta—Entonces John, ¿qué hay con el vestido?

El miró a su alrededor con nerviosismo, como asegurándose de que no hubiera nadie alrededor que les escuchara, entonces asomó la cabeza por la ventana.

—Yo soy la hermana hoy.

Brittany esperaba que la sorpresa que sentía no se reflejara en su rostro.

—¿Tú eres la hermana?

Santana se inclinó sobre la consola, mirando a John.

—Así es que tu hermana entonces, ella es ahora…

—Mi hermano.

—Oh, Dios mío.

Brittany oyó el murmullo de Santana. Ella quería hacer eco de esas palabras.
En lugar de eso, dijo:

—John, ¿tal vez te gustaría andar por ahí con nosotras y hablar?

Él inclinó la cabeza.

—Se supone que no la haga.

—¿Por qué no?

—Porque él dijo que no.

—¿Él?

—El abogado St. James.

Brittany escondió su sonrisa mientras miraba a Santana.

—¿Conoces al abogado St. James?

—No. No creo que me guste. Él fue malo.

—Está bien—Brittany sonrió, intentando otro enfoque—¿A dónde vas?

—Para el parque.

—¿Exall?

—Sí—él se inclinó más cerca—Para ver a las chicas bonitas—entonces sus ojos se abrieron—Pero no para... ya sabes. No quiero ser atado de nuevo.

—No, no. Estarás bien—dijo—¿Podemos ir al parque contigo?

—Oh, claro.

—John, ¿no va a parecer gracioso si miras a las chicas? y tú, ya sabes, estás usando un vestido—preguntó Santana.

Se echó a reír, con un delicioso sonido infantil.

—Igual de divertido como cuando tú miras a la señorita Brittany de esa manera.

Brittany no pudo contener su propia risa. La expresión en la cara de Santana no tenía precio.

—Chico inteligente—murmuró Santana—Así que, ¿quieres venir con nosotras al parque?

—Me gusta caminar. Hay más cosas que ver de esa manera.

—Está bien. Bueno, déjame estacionar en la calle por ahí y caminaremos contigo ¿genial?

A medida que se alejaban hacia el parque, Brittany susurró.

—¿Qué demonios crees que está pasando?

—Estoy casi asustada de averiguarlo.

—¿Deberíamos llamar a Fabray?

—No. Ella nos hará arrestarlo por algo, ¿recuerdas?

—Cuando sepa que finalmente lo encontramos, va a estar enojada—Brittany bajó la voz—No crees que va a dispararnos ¿verdad?

El sonido de la risa de Santana, hizo que Brittany se uniera a ella.

—En realidad no estaba bromeando—agregó.

—Las dos sabemos que no podemos arrestarlo. No ha hecho nada malo.

Se estacionaron y salieron, esperando a que él se les uniera.

—El me gusta—admitió Brittany.

—Lo sé.

—Él es...

—Dulce.

—Sí, es dulce. Inocente.

—O al menos eso parece—dijo Santana, sonriendo mientras John se apresuraba a lo largo de la acera para unirse a ellas.

—Esto va a ser divertido—dijo—Ojalá hubiera comprado algunos chocolates.

—¿Chocolate?

—Sí.

Se detuvo, mirando alrededor. Y abrió su blusa sacando una billetera de cuero pequeña.

—Mira—dijo abriéndola para que la vieran—Trece dólares—dijo emocionado.

—¿De dónde lo sacaste?

—Mi hermano me lo dio. Pero lo ahorré. Realmente no necesito dinero. Puedo comer en el refugio—él caminó adelante—Y la señorita Emma a veces me deja tener tres duchas a la semana en lugar de dos. Pero me gustaría comprar chocolate. Y refresco.

—Hablando de tu hermano, la otra noche cuando te recogimos, recuerdas que te preguntamos si tenías un hermano. Pero dijiste que no.

Él negó con la cabeza.

—No, en ese momento no lo tenía. Hoy lo tengo.

—Entonces, ¿cuál es tu nombre hoy?—preguntó Santana.

—Es John, tonta.

Brittany sabía que Santana estaba perdiendo la paciencia, por lo que la golpeó suavemente con el hombro, lanzándole una mirada de: se agradable.

—Está bien. Pero dijiste que el nombre de tu hermana era Patty. Así que hoy, si tu hermana es tu hermano, ¿todavía su nombre es Patty?

—No. Nunca encuentro un nombre de chica que le guste.

—¿Y su nombre es?

—Patrick.

—Así es que cuando él es tu hermano, es Patrick. Y cuando él es tu hermana, es Patty?

—Uh-huh—él se detuvo, señalando—¡Oh, mira! Los patos están aquí—dijo mientras se echaba a correr.

El estanque que ocupaba el centro de Exall Park estaba rodeado de florecientes árboles y arbustos, céspedes bien cuidados y un malecón pequeño.

Cuatro patos nadaban perezosamente hasta que John corriera hacia ellos haciéndoles chillar ruidosamente y obligándolos a nadar hacia el otro lado del charco.

—A veces veo a las personas darles de comer pan—dijo—Ojalá tuviera un poco. Me gustaría mucho darles de comer.

—Bueno, ya sabes, tal vez la próxima vez que compres chocolate, podrías comprar un poco de pan—sugirió Brittany.

—Podría hacerlo ¿no es así?—él dio la vuelta rápidamente—Vamos, señorita Brittany, vamos a encontrar un banco—entonces se detuvo—Y también tú señorita Santana. No quise decir que no podías venir.

Santana sonrió.

—Voy detrás de ti.

Pero Santana se quedó atrás y Brittany la miró por encima de su hombro, al ver la expresión pensativa en su rostro. Santana, como ella, debía tener un centenar de preguntas para él.

—John, tengo curiosidad. ¿Cómo sabías que serías la hermana hoy?

—Porque el vestido estaba ahí.

—¿Dónde?

—Donde yo duermo.

—¿Con qué frecuencia eres la hermana?—Santana presionó.

Él levantó la vista hacia el cielo, sus ojos moviéndose como si estuviera pensando.

—No demasiado—dijo finalmente.

—¿Una vez a la semana?

Él la miró con extrañeza.

—¿Una semana?—entonces él miró hacia otro lado, avergonzado—Pierdo la cuenta de los días—entonces sus ojos se iluminaron—Pero sé cuándo es domingo. Es cuando oigo las campanas.

Brittany sonrió.

—Sí. Las campanas de la iglesia.

—Ese es domingo—dijo con orgullo.

—Está bien, John, pero de vuelta al vestido—dijo Santana—¿Patrick deja el vestido para ti?

—Uh-huh.

—Así que ¿vives... como, en un departamento?

Él le dio una mirada a Santana que hizo que Brittany riera a carcajadas. No pudo evitarlo, ver a Santana sacándole información a este niño, y eso era lo que era, un niño en el cuerpo de un hombre, era demasiado cómico. Así que, como hacía con cualquier niño, le preguntó directamente.

—John, ¿dónde duermes?

—Depende del tiempo. Si no es demasiado frío, me gusta estar con Sammy.

—¿Quién es Sammy?

—Él es mi amigo. Él me permite dormir con él a veces.

—¿En la calle? ¿En un callejón?

Él asintió con la cabeza.

—No es tan malo.

—¿Patrick duerme contigo?—preguntó Santana.

Él negó con la cabeza.

—A él le gusta lo oscuro.

—¿Qué quieres decir?

—Siempre está adentro. Pero hace frío ahí. Frío y oscuridad. Por eso me gusta afuera.

—Dentro de dónde?

Él la miró por un momento, frunciendo el ceño.

—No estoy seguro—sus ojos se iluminaron—¡Mira! Aquí vienen—su voz baja—Creo que son bailarinas. Son tan bonitas.

Brittany siguió su mirada, al ver el grupo de chicas jóvenes corriendo por el césped. Bailarinas, por cierto. Pero no era un musical. Parecía ser una especie de clases de ejercicios.

—Ellas no vienen todo el tiempo—dijo—Pero a veces, cuando estoy aquí vienen.

—John, escucha—dijo Santana—¿Crees que podrías presentarnos a Patrick?

Él hizo una mueca.

—No creo que a él le gustaría eso.

—¿Por qué no?

—Él se enoja a veces—hizo una pausa—Pero yo no lo veo tanto.

—¿Por qué no?—preguntó Brittany.

—Él es opuesto.

—¿Opuesto? Quieres decir, como que a veces él usa el vestido y a veces lo haces tú.

John se rió.

—No, tonta. Quiero decir que es lo opuesto a mí.

Brittany miró a Santana, preguntándose si tenía alguna idea de lo que estaba hablando.

—Está bien. Opuesto... ¿como si tú eres un niño y él una niña?—Santana intentó.

—Él es sobre todo una chica. Yo soy sobre todo un chico. A veces, los dos somos chicos. Pero solamente somos una niña, uno a la vez.

—Está bien.

Santana se puso de pie, pasando por delante de John. Ella se puso en cuclillas, mirándolo.

—Opuesto como... ¿a ti te gusta el chocolate y a él no?

John se rió.

—No. Como que a mí me gusta el día y a él la noche.

Santana frunció el ceño.

—¿Eh?

—Él duerme cuando estoy despierto—dijo levantando sus manos hacia el sol—Yo duermo cuando él está despierto. Opuesto.

Santana la miró con una expresión de dolor en su rostro.

Ayuda.

Brittany sonrió, teniendo que contenerse para simplemente no acercarse y abrazarla con fuerza. En su lugar, golpeó el hombro de John con el suyo, sentada a su lado en el banco.

—Opuesto. Entiendo. Así que ahora mismo, él está durmiendo.

—Sí, supongo—él inclinó la cabeza—Debemos ser iguales, pero no lo somos.

—¿Por qué son hermanos?

—Porque somos gemelos. Pero no nos gusta lo mismo. Él no le gusta el chocolate.

Las cejas de Santana se alzaron.

—¿Ustedes son gemelos?—Santana agarró el puente de su nariz.

—Gemelos. Imagínate eso.

—¿Dónde está él ahora?—Preguntó Brittany.

—Está en el agujero, supongo.

Santana tocó su rodilla.

—¿Qué agujero, John?

—El agujero en la pared—él rompió en una sonrisa—¡Mira! Los patos volvieron—se levantó de un salto, corriendo de nuevo al estanque.

—Cristo—murmuró Santana. Brittany la miró—¿Qué quieres hacer?

—No podemos seguir presionándolo. Es como un niño. Él va a callarse cuando esté cansado de hablar.

Santana asintió.

—Gemelos. No lo vi venir.

—Gemelos. Pero no gemelos idénticos—dijo.

—¿Cómo lo sabes?—preguntó Santana.

—Debido a que los gemelos idénticos tienen el mismo ADN—Brittany se encogió de hombros—Me tomé un par de clases forenses.

—Así que a pesar de que son gemelos, pudieran no tener el mismo aspecto.

—Correcto. Pero debido a que cambian para ser la hermana, me imagino que ellos se favorecen uno al otro.

—Bueno, al menos tenemos algún tipo de relación con él—Santana sonrió—Creo que él tiene un enamoramiento contigo.

Brittany se levantó.

—Y creo que tiene miedo de que vayas a atarlo—bromeó.

—Está bien. Tratemos de averiguar dónde va durante el día y ¿por qué demonios no pudimos encontrarlo en toda la semana?

—Sí. Pero ¿por qué crees que Patrick hace lo del vestido? ¿Y por qué haría que John lo usara de vez en cuando? No tiene sentido.

—Si hay otro asesinato, CIU va a participar. Y luego tendremos psiquiatras y perfiladores revisando el caso. Sabremos muy pronto por qué hace lo del vestido.

—Ese es el problema. El porqué de eso no va a ayudarnos realmente a atraparlo.

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Capitulo 28

—Dame un respiro, Fabray—dijo Santana—¿Bajo qué malditos cargos?—Santana volvió su mirada en Brittany, rodando sus ojos—Él no ha hecho nada malo. Lo encontramos, hablamos con él, fin de la historia—Santana frunció el ceño—Porque nosotras le creemos maldición, es por eso.

Brittany la miró, después de haber aprendido cómo Santana y Quinn se hablaban la una a la otra cuando parecían estar molestas. Lo cual, en realidad, no estaban. Era sólo la forma en que Quinn descargaba y Santana lo permitía.

Hasta cierto punto.

—Sí, sí. Por el amor a Rach—cerró su teléfono—Me vuelve loca. Te lo juro, creo que lo hace a propósito. De todos modos, Will está tratando de obtener la aprobación para una detención de veinticuatro horas, con la esperanza de que John nos pueda llevar a Patrick. Voy a juntarme con Fabray este fin de semana y repasar todo lo que John nos dijo.

—Bueno, al menos sabemos más de lo que hacemos. Me alegro de que podamos terminar temprano por una vez.

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, quiso regresarlas.

—Sí. Noche corta—Santana forzó una sonrisa—Y un viernes. ¿Supongo que tú y Sam tienen grandes planes.

Brittany se mordió el labio. Santana no había mencionado el nombre de Sam en toda la semana.

—No, Santana, no fue lo que quise decir. Es que...ha sido una semana larga. Eso es todo.

—Sí, lo ha sido—Santana la miró rápidamente—Lo siento. Por lo tanto, tengo planes de lavandería para el fin de semana. Y le prometí al Sr Sylvester que cortaría el césped de su patio—Santana tomó una respiración profunda—¿Qué tienen pensado? ¿Algo divertido?

—Ya basta.

Santana puso la luz intermitente a la espera de que un coche pasara antes de entrar en el estacionamiento.

—Lo siento—dijo Santaba de nuevo—Tienes razón. Ha sido una semana muy larga. No es de mi incumbencia de todos modos.

—¿Santana?

Santana miró y Brittany se sorprendió por la tristeza que vio en sus ojos.

Brittany alargó una mano, pero Santana se apartó.

—No—susurró.

—¿Santana? ¿Qué estamos haciendo?

—Supongo que no estamos haciendo nada. Lo siento. Estoy muy cansada. Sé que tú también—Santana miró a través del parabrisas—Que tengas un buen fin de semana. Nos vemos el lunes.

En cuanto a despidos, Brittany estaba segura de que éste había sido el más frio. Brittany no podía pensar en ninguno en este momento. Así que ella asintió con la cabeza, luchando entre tratar de explicarle las cosas a Santana y su necesidad de llegar a casa con Sam.

Porque ya era hora.

Ya era hora de que ella hablara con él. Tenía que terminar con esto. Y Brittany quería hacerlo sin que Santana lo supiera.

No quería que se sintiera culpable.

No quería que se sintiera presionada.

No quería que el hecho de que hubiera terminado con Sam, fuera considerado cuando se tratara de la relación de ambas.

—San…

—Buenas noches, Brittany—Santana bajó la cabeza—Por favor—Santana susurró—Sólo buenas Brittany.

Brittany suspiró.

—Está bien.

Salió y cerró la puerta sin hacer ruido detrás de ella. Santana se volvió y sus miradas se cruzaron por un segundo, luego Santana se marchó, dejándola ahí de pie, con el recuerdo de esos encantadores ojos oscuros grabados en su cerebro.

Sus manos se apuñaron, mirando como las luces rojas de la camioneta de Santana se perdían de su vista.

—Oh, San—susurró.

Respiró hondo, dejando que el aire saliera lentamente.

Sam tendría que esperar.

Simplemente no podía dejar las cosas como estaban con Santana. Así que ella corrió a su coche, saliendo a toda velocidad por la calle detrás de Santana.

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Capitulo 29

—Idiota.

Santana se sentó en su silla, tratando desesperadamente de no pensar acerca de Brittany con Sam. La parte racional de su cerebro, le decía que no podían estar durmiendo juntos.

¿Cierto?

Pero la otra parte, la parte que le estaba alimentando los celos, le decía por qué otra cosa Brittany salía corriendo para estar con él un viernes por la noche.

Idiota.

¡Jesús!

Nunca te enamores de una mujer heterosexual.

Nunca.

Pensaba que había aprendido esa lección hacía diez años.

Al parecer, no.

Las mujeres heterosexuales solo son curiosas.

Bien.

Ella podía superar esto.

Ellas eran compañeras.

Eran amigas.

Ahí terminaba.

Este tonto enamoramiento, esta atracción, simplemente desaparecería con el tiempo.

Sin duda.

—Idiota.

—¿Con quién estás hablando?

Santana casi se cayó de la silla y se sintió avergonzada por el grito ahogado que salió de sus labios.

—¡Jesucristo! ¡Podrías recibir un disparo por hacer eso!

Brittany rió.

—Si. Veo lo rápido que sacaste tu arma.

Santana se dio la vuelta.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí, de todos modos?

—He venido a hablar contigo.

Santana negó con la cabeza.

—No. Vamos, Britt. Por favor, no hagamos esto. Esto es una tontería. Estás comprometida. Vives con un hombre. Y yo soy una idiota—dijo.

Brittany se acercó.

—¿Una idiota porque te sientes atraída por mí?

—Estoy tratando de superar esto.

—¿Lo estás?

—Sí. De hecho, voy a trabajar en eso este fin de semana.

—¿Por qué?

Santana levantó las cejas.

—¿Se te olvida ese pecado mortal?

—¿Así que vamos a volver al argumento de que sólo estoy curioseando? ¿Una mujer heterosexual jugando contigo?—Brittany se acercó—¿Es eso lo que realmente piensas?

Es lo que quería pensar. Sus inseguridades le decían que eso era lo que era. Sus inseguridades le decían que esta hermosa mujer que estaba comprometida para casarse, no podía encontrarla atractiva, no podía desearla.

Pero cuando sus ojos se encontraron, no pensó tal cosa.

—Curiosidad no es la palabra correcta, San. No quiero tocar los pechos de otra mujer. Quiero tocar los tuyos. No siento curiosidad por saber cómo sabe la piel de otra mujer, quiero saber cómo sabe la tuya—susurró—Y no quiero besar a otra mujer, Santana. Dios, quiero besarte a ti, y quiero hacer el amor contigo.

Cuando sus ojos se encontraron, Santana se volvió incapaz de hablar, incapaz de pensar.

—Así es que no lo superarás este fin de semana. Pero tienes que dame un poco de tiempo para poner mi vida en orden, Santana. Por favor, no huyas de esto—Brittany cerró los ojos—Por favor no dudes de mí. Estoy haciendo lo mejor que puedo.

Santana finalmente se movió, alzando la mano y tocando la cara de Brittany. Dejó que sus dedos se movieran suavemente a través de su piel, consciente de que era el toque más íntimo que había compartido.

—Lo siento—Brittany susurró.

—No es un juego para mí, San. Pero aún no estoy preparada para esto, y yo no creo que tú lo estés—Brittany cubrió la mano de Santana con la suya, manteniéndola cerca—Yo no quiero arruinar esto. No quiero hacerte daño o a mí, y no quiero arruinar nuestra nueva amistad por esto. Aun no estamos listas.

—Lo sé—Santana la atrajo hacia ella—Ven aquí.

Tenía razón.

Todo lo que dijo Brittany era correcto.

No, probablemente no estaban preparadas para una relación física. Por qué no iba a ser sólo físico. Y tenían una relación de trabajo con que tratar. Se le ocurrió que cualquier persona sensata, habría terminado en ese momento las cosas antes de que incluso empezaran. Pero una persona sensata no le había mirado a los ojos, no había visto el brillo de deseo, no había sido acariciada inocentemente por ella, haciendo que su propio deseo ardiera.

Una persona sensata no podría ver más allá del miedo en sus ojos para ver la promesa.

Así que se acercó a Brittany, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo simplemente abrazándola, dejando que sus cuerpos se conocieran entre sí.

No, ellas no estaban preparadas.

Pero se sentía tan bien abrazarla, escuchar los latidos de su corazón, sentir su respiración y sentirla temblar, sólo por estar cerca.

Imagínate como sería hacerle el amor.

Santana se echó hacia atrás, necesitando terminar esto, antes de que su cuerpo tomara el control, pero no, los dedos de Brittany pasaron a través de su cabello, tocándola, tirándola de regreso, acercándola de nuevo.

—Bésame.

Santana miró sus labios.

¿Era una orden?

¿O sólo lo había imaginado?

Pero no, los labios de Brittany se separaron, la mano en su cuello le guio, atrayéndola.

Santana no se resistió.

Tomó lo que le estaban ofreciendo.

Sencillamente no estaba preparada para la suavidad, para la dolorosa dulzura que le dio la bienvenida.

Santana gimió.

¿O fue Brittany?

Levantó la cabeza y miró esos ojos azules inundados en el deseo, preguntándose si los pensamientos de Brittany estaban tan revueltos como los de ella en ese momento.

Pero Brittany tiró de Santana hacia abajo, y el fuego fue encendido.

Su boca se abrió, su lengua exigiendo entrada, y Brittany lo permitió, sus manos vagando libremente, apretando a Santana contra ella. Cualquier restricción a la que se había aferrado, desapareció cuando sus propias manos se deslizaron por las caderas de Brittany, agarrándola, tirándola con fuerza contra su cuerpo.

Santana sintió las manos de Brittany clavándose en su espalda, oyó los sonidos provenientes de su garganta mientras sus caderas se mezclaban juntas.

Apartó su boca, necesitando respirar, necesitando pensar, pero los muslos de Brittany se separaron, y perdió su voluntad para pensar. Agarró las caderas de Brittany, tirando de ella con fuerza contra su pierna, imaginando la humedad que encontraría ahí mientras Brittany se frotaba contra ella.

Mentalmente no estaban listas, no, pero Dios, físicamente, estaban a punto de explotar.

¿Cuándo fue la última vez que sintió esta clase de fuego por besar a una mujer?

Estaban tan cerca, aferrándose la una a la otra, no estaba segura de dónde terminaba su cuerpo terminó y comenzaba el de Brittany.

Pero cuando Brittany le levantó la camisa y sintió el aire fresco de la noche sobre su piel, cuando sintió el calor ardiente de los dedos de Brittany mientras se deslizaban hacia arriba, supo que debía parar. Se dio cuenta por las acciones de Brittany que su cuerpo había superado su mente, primordialmente con su sensibilidad y su pasión desenfrenada.

Pero así no era como quería que fuera su primera vez, un apresurado encuentro en su cubierta, como si estuvieran escondidas, como si se tratara de algún tipo de aventura.

No.

Santana quería que Brittany pudiera entregarse libremente, sin sentirse culpable por hacer el amor tan precipitadamente sólo porque la necesidad de tocarse les había sobrepasado. Así es que ella alejó su boca de Brittany, tomando sus manos y manteniéndolas entre sus cuerpos, intentando calmar su acelerado corazón.

—Oh, Dios—susurró Brittany—Lo siento. Yo…

—Shhh, no. Y que me detenga no tiene nada que ver con ser valiente de mi parte—Santana inclinó la cabeza rozando suavemente sus labios con los de Brittany—Simplemente no quiero que nuestra primera vez sea así.

Brittany se apartó, con los ojos desorbitados.

—He perdido completamente mi mente—Brittany trató de sonreír—Sabía que sería así contigo. Sabía que mi cuerpo iba a reaccionar de esta manera.

Brittany se acercó a la barandilla, inclinándose, recuperando el aliento.

—Nunca había demasiado de esta manera a alguien—se volvió de nuevo—Pensé que tendría miedo.

—¿Miedo de mí?

—Miedo de esto—dijo—Nosotras.

—Podemos tomarlo tan lento como sea necesario, Britt.

Brittany sonrió.

—¿Lento? Yo no creo que mi cuerpo entienda esa palabra—Brittany se enderezó.

—Tengo que irme. Antes de que nosotras...

Santana asintió.

—Lo sé.

Brittany se detuvo al llegar a las escaleras de la cubierta y se dio la vuelta.

—Besas increíblemente, por cierto—dijo, dejando a Santana sonriente, detrás de ella.

Increíblemente ¿eh?

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Capitulo 30

La indiferencia que trató de mostrar a Santana al salir, se desvaneció tan pronto entró en su coche. Se sentó por un momento, agarrando el volante, su mente dando vueltas.

—Mi Dios—susurró.

¿Se supone que sea tan intenso?

Sin pensarlo, se metió las manos entre las piernas, apretando con fuerza, su cuerpo todavía estaba recuperándose del contacto con Santana. Podía sentir la humedad desconocida entre sus piernas, aún podía sentir el calor, y su cuerpo clamaba por liberación.

—Oh Dios—gimió mientras apretaba la costura de sus pantalones vaqueros ajustados contra ella.

¡Alto!

Alejó las manos de ella, tratando de calmarse. Miró su reflejo en el espejo, apenas reconociendo la mirada en sus ojos.

—La quiero—susurró.

Entonces sonrió.

¿No me digas?

Pero su humor se desvaneció cuando se fue. Tenía que contarle a Sam. Cómo iba a decirle, no tenía idea. Porque no tenía ningún deseo de hacerle daño.

¿Pero qué hombre entendería esto?

Cuando llegó a casa y la consiguió silenciosa, asumió que él había subido donde Puck. Ella no lo había llamado. Él no había tenido ni idea de que ella regresaría temprano. Su esperanza de que él se hubiera ido, dándole la oportunidad de ensayar lo que tenía que decirle, era efímera.

Gritó cuando él la agarró por detrás y la atrajo hacia él.

—¡Sam! Estás mojado.

—Acabo de salir de la ducha—él le dio la vuelta, besándola con fuerza—Y me siento juguetón. Vamos, no hemos tenido sexo en años.

—Sam, ¿qué estás haciendo? ¿Ahora?

—Sí, ahora. ¿Por qué no ahora?—él la besó de nuevo—Vamos a hacerlo antes que tengas dolor de cabeza, o digas que estás demasiado cansada, o cualquier otra excusa en la que puedas pensar.

Brittany lo empujó con fuerza.

—No sabía que necesitaba una excusa para no tener relaciones sexuales. Sigue siendo una opción, ¿verdad?

Ella se limpió la boca con el dorso de la mano, su violento beso sustituyendo el suave toque de Santana.

—Vamos. Sabes lo que quiero decir. Últimamente siempre hay alguna razón. La última vez que lo hicimos, empezaste a llorar—se inclinó contra la pared—¿Quieres decirme qué está pasando?

No era así como ella imaginaba tener esta conversación. No con él deseando tener sexo y ella teniendo que defenderse a sí misma.

Miró a otra parte por un segundo, recordando la caricia de Santana, su beso.

No, no podía posponerlo más.

—Sam, no quiero tener sexo contigo—dijo en voz baja—Simplemente no se siente…correcto para mí.

—¿Correcto? ¿Qué cosa? ¿El sexo?

Ella metió las manos bajo sus brazos, incapaz de mirarlo.

—No sólo el sexo, Sam. Todo. Nosotros. Tengo dudas sobre esto—dijo ella débilmente, odiándose a sí misma por no ser capaz de simplemente decirle.

—¿Acerca de la boda?—dio un paso más cerca—¿Estás bromeando?

—Sam, simplemente no es justo con nosotros. ¿No puedes sentirlo?—ella finalmente lo miró a los ojos—Quiero decir, ¿Qué estamos haciendo aquí? Siento que estamos dejándonos llevar.

—¿De qué estás hablando?

—Estoy hablando de nosotros, Sam. ¿Me puedes nombrar alguna cosa que tengamos en común? Sólo una—dijo ella.

Ella observó cómo su frente se fruncía y humedecía sus labios nerviosamente. Finalmente él sonrió.

—A los dos nos gustan las películas.

—A ti te gusta el cine.

—Está bien. Bueno, a los dos nos gusta salir a comer.

—Dios mío, Sam, eso es porque ninguno de los dos cocina.

Ella le agarró del brazo, apretándole con fuerza como si eso lo hiciera entender.

—Lo más parecido que tenemos a algo en común, es cuando empieza la temporada de fútbol, me gusta ver el partido contigo. Contigo y Puck y Mike y Rory—ella dejó caer su mano—¿No te das cuenta, Sam? Amas tus juegos, tu televisor grande, tus boletos de temporada, tus amigos. Estamos aquí en este departamento porque Puck y los muchachos viven aquí. Pudimos costearnos una casa, pero no quisiste hacerlo. Porque te encanta estar aquí.

—Es un lindo departamento. No veía la necesidad de apresurarnos a adquirir una casa.

—Oh, Sam, ese no es el punto. Somos nosotros. ¿Siquiera nos conocemos realmente?—ella levantó las manos—¿Quiero tener niños?

Él se encogió de hombros.

—No lo sé. Supongo.

Ella lo miró fijamente.

—¿En serio?

—Bueno, algún día, sí. Supongo que sí.

Ella sonrió con tristeza.

—¿No es extraño que nunca hablemos de eso? ¿Quién planea casarse sin saber si el otro quiere tener hijos o no?

—Brittany, creo que estás sacando esto de proporción ¿no?—entrecerró los ojos—¿Comenzó tu período otra vez?

—No, Sam, no se trata de mis hormonas—ella tomó una respiración profunda—Estoy tratando de decirte que no puedo casarme contigo.

Sabía que él iba a enojarse.

Lo esperaba.

Pero la mirada de devastación que cruzó su rostro fue casi demasiado para ella.

—Lo siento—ella susurró.

—¿Quieres cancelar la boda?—preguntó en voz baja—¿Quieres...romper?

Ella lo miró a los ojos.

—Sí.

Y por supuesto, su siguiente pregunta no fue inesperada.

—¿Has conocido a alguien, no es verdad?

Pero había provocado suficientes heridas por una noche. No había necesidad de hablarle de Santana o sobre la mentira que había estado viviendo. Así que negó con la cabeza.

—Esto no tiene nada que ver con conocer a alguien más, Sam. Se trata sólo de nosotros. Y nosotros no encajamos.

Él golpeó su puño sobre el mostrador.

—¿Y justo ahora llegaste a esa conclusión? ¿Solo te despertaste una mañana y golpeó?

Se merecía su ira, sí. Pero aun así era impactante. Él nunca, ni una sola vez, le había levantado la voz.

Ella mantuvo su voz calmada, su mirada fija.

—Creo que debemos detenernos aquí, Sam. Antes de que alguno de los dos diga algo de lo que nos arrepintamos.

Él bajó la cabeza.

—Lo siento. No puedo creer esto—susurró—Simplemente ha salido de la nada.

—Piensa en esto, Sam. ¿Salió realmente de la nada? Piensa al respecto.

El frotó su cabeza, apartando se cabello de la frente una y otra vez, sus ojos clavados nerviosamente por la habitación.

—Bueno, yo...yo podría quedarme con Puck. Puedes quedarte aquí. Podemos…

—No. Este es tu departamento, no el mío. Sólo voy a empacar algo de ropa y voy a conseguir una habitación para el fin de semana. La próxima semana hablaremos. Ya veremos nuestras cosas—dijo.

Dios, ¿cómo romper podía ser tan civilizado?

Pero no, no lo era.

De repente, la expresión de sus ojos cambió. Él la agarró del brazo con fuerza.

—Creo que nos estamos dando por vencidos demasiado rápido. No estamos peleando por esto. Vamos a terapia—dijo, sosteniéndola frente a él—Tenemos mucho invertido para sólo tirarlo a la basura.

Ella lo miró fijamente.

—No, Sam. La consejería no va a ayudar.

—¿Por qué no? ¿Por qué no intentarlo?—él dejó caer sus manos de ella, sin dejar de mirarla fijamente—No entiendo cómo puedes simplemente renunciar a esto sin intentarlo? ¿No te importa aunque sea un poco?

—Sam…

—Voy a conseguir una cita. Podemos ir a un par de sesiones, ver qué podemos hacer para cambiar las cosas. Vamos—él suplicó.

—No. No podemos cambiar las cosas.

—Sí, podemos—insistió—Podemos. Si nosotros…

—¡Sam, basta!—dijo agarrando su brazo—Sam, no podemos cambiar, porque...porque soy lesbiana.

Sam abrió la boca, pero no salió ningún sonido. La miró, interrogantes reflejándose en sus ojos.

Pero el silencio era demasiado.

—Lo siento—dijo ella.

—No. Sólo estás diciéndolo. Sólo estás usando eso como una excusa. Tú no eres lesbiana. Dios mío, hemos estado viviendo juntos, estamos jodidamente comprometidos. Las lesbianas no se comprometen—dijo en voz alta.

—No. Supongo que normalmente no se comprometen—ella tragó saliva—Asumo toda la responsabilidad, Sam. Y toda la culpa. No has hecho nada malo.

—¡No! Las lesbianas no tienen sexo con los hombres—gritó—No puedo creer que pienses que eres gay—se rió con amargura—¿Es la excusa que se te ocurrió para romper conmigo? ¿Qué eres gay?—él pasó la mano por su cabello otra vez—Jesús, Brittany. ¿Qué tal sobre…tú queriendo volverte una monja o algo así? Podría creerlo. Pero no, tú no eres una jodida gay—apuntó su dedo hacia ella—Y no te atrevas a decirle eso a ninguno de nuestros amigos. No voy a dejar que te burles de mí.

Él se giró y ella lo escuchó en su dormitorio, poniéndose los pantalones vaqueros y los zapatos. Muy pronto, el sonido de sus llaves tintineando y la puerta delantera abriéndose.

Y entonces el slam.

Sabía que iba a venir y aun así saltó por la fuerza de la misma. Ella tomó una respiración profunda, frotándose la cara con las manos, tratando de liberarse de parte de la tensión.

No funcionó.

—Eso no fue muy bien—murmuró.

Pero no podía culparlo. Ella hubiera estado sorprendida si él le hubiera anunciado que era gay.

Pero seguramente él lo sabía.

A través de los años, ¿no tenía que saber que ella no era tan receptiva con él como debería serlo?

Había dormido con muchas mujeres antes que ella.

¿Seguramente él sabía cómo tenía que ser?

Seguramente él sabía que ella estaba fingiendo.

—Oh, Dios.

Ella se sentía como un fraude. Lo cual era, por supuesto. Y él tenía todo el derecho a odiarla. En realidad, ella había desperdiciado casi cuatro años de su vida.

Y cuatro años de los de ella.

No, la verdad sea dicha, había perdido casi catorce años de su vida, desde que rechazó Carol Ann y todo lo que ella representaba. Desde que trató de ocultarse bajo un manto heterosexual y fingir que era perfectamente feliz. Desde que ella huyó de lo que era y trató de ser algo que definitivamente no era.

Una mujer heterosexual.

Así que, sin ceremonia, deslizó el anillo de su dedo, apretándolo en la palma de su mano durante unos segundos antes de abrir su mano, mirando la luz que reflejaba el diamante, burlándose de ella. Curiosamente, sólo el simple hecho de quitarse el anillo parecía liberarla.

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Capitulo 31

—Oh, mi Dios—susurró Brittany, bajando sus gafas de sol asimilando el completo efecto de Santana cortando el césped con nada más que un sujetador deportivo y unos diminutos pantalones cortos.

Su cuerpo estaba tan bronceado y tonificado como ella sospechaba que estaría.

Y la visión de Santana causó que su libido volviera a la vida.

Oh, mi Dios.

Se bajó de su coche, sonriendo como saludo al anciano que estaba sentado en su porche mirando a Santana. Ese debía ser el señor Sylvester cuyo césped necesita cortar.

Caminó por la acera, más allá de las bien cuidadas y frondosas flores que aún floreaban de manera exuberante incluso finalizando septiembre. El hombre se puso de pie cuando llegó a su pórtico, tendiéndole la mano en un amistoso saludo.

—Estoy aquí por Santana—explicó.

Él asintió con la cabeza.

—Siéntate—dijo en voz alta cuando el zumbido de la segadora de Santana se acercaba.

Santana la vio entonces y Brittany notó la mirada de asombro que cruzó su rostro. Sorprendida porque ella estaba sentada en una silla al lado del señor Sylvester, o incluso sorprendida de verla en absoluto, no estaba segura de qué.

Brittany sonrió, y luego en una demostración exagerada, dejó que sus ojos siguen la longitud del cuerpo de Santana, pasando por el ridículamente encantador sujetador púrpura brillante, el vientre liso, curtido, los diminutos pantalones cortos que se colgaban sobre sus caderas, bajando por la interminable longitud de sus piernas hasta un par de viejos, raídos y manchados zapatos.

Oh, mi Dios.

Y el rubor que cubrió el rostro de Santana debido a su evaluación simplemente se añadió a su encanto.

Santana levantó dos dedos y señaló hacia el patio.

Brittany asintió.

—Ella está a punto de terminar—dijo el anciano.

Brittany se acercó más a él.

—Usted debe ser el señor Sylvester. Soy Brittany Pierce—dijo en voz alta—Una amiga de Santana.

Él sonrió y asintió con la cabeza, y luego se echó hacia atrás en su silla, sus ojos siguiendo a Santana por el patio. Al principio, ella supuso que él estaba disfrutando de la vista de Santana casi desnuda, al igual que ella estaba disfrutando. Pero entonces se dio cuenta de que había un poco de orgullo en sus ojos, casi como un papá por una hija. Se preguntó cuál sería la relación entre ellos. Obviamente lo suficientemente amigable como para que Santana cortara su césped.

¿Sería un viudo?

Después de dos vueltas más alrededor del patio, Santana apagó la podadora. Inclinándose casualmente sobre ella, mirándola.

—¿A qué debo el placer, detective Pierce?

—Pensé que tal vez podría llevarte a almorzar, Detective López.

—¿Almuerzo?—Santana se acercó más, ampliando su sonrisa. Miró al señor Sylvester—¿Qué piensa usted, Ronnie?

—Ella es bonita—dijo—Le tomaría la palabra si fuera tú.

Santana asintió con la cabeza.

—Ella es bonita, ¿no? Está bien. Almuerzo.

Brittany arrugó la nariz.

—Pero te vas a...tú sabes—dijo, señalándola.

—¿Ducharme? Sí, me voy a duchar. Voy a dejar que Ronnie te entretenga—Santana empujó la podadora por el césped, pero se detuvo—Y, Ronnie, ningún secreto—dijo por encima del hombro—Ella no tiene por qué saberlo todo.

Brittany rió.

—Oh, creo que ella abrió una lata de gusanos aquí. ¿Qué secretos sabe?

Él sonrió, arrugándose la piel alrededor de sus ojos.

—¿Quieres un poco de limonada?

Miró el vaso vacío en su mano y asintió.

—Claro, si no es mucha molestia.

Pero antes de que pudiera levantarse, la puerta se abrió y una anciana salió con dos vasos llenos.
Ah, así que él no era viudo.

—Sue, esta es Brittany. Una amiga de nuestra Tana.

Brittany tomó el vaso de limonada ofrecido y sacudió suavemente la frágil mano de la mujer.

—Encantada de conocerte, Sue. Gracias por esto. No puedo creer el calor que sigue haciendo—Brittany tomó un sorbo, su ojos muy abiertos.

No sólo era limonada, era limonada casera.

—Delicioso.

—Oh, he estado haciendo limonada durante años—Sue sonrió dulcemente—Tana la disfruta también—tiró de la bata de casa lejos de su pecho para abanicarse, señaló hacia la puerta—Creo que voy a volver atrás donde está más fresco. Encantada de conocerte, Brittany.

Él se acercó más cuando la puerta se cerró.

—A ella no le gusta salir mucho—dijo en voz baja con una rápida mirada a la casa—Los últimos años, sólo quiere permanecer adentro.

Brittany no sabía qué decir.

—Bueno, algunas personas no pueden soportar el calor. Y sé que es septiembre, pero todavía se siente como agosto—dijo a la ligera.

—Eso no es todo—apuntó hacia las flores—Ella solía amar sus flores. Amaba plantarlas, amaba sentarse aquí y verlas—él negó con la cabeza—Ya no es así. Es como si hubiera perdido el interés—hizo un gesto hacia la casa de Santana y sonrió—El punto culminante de su semana es cuando arrastramos a Tana y Sue puede cocinar para ella.

—Santana no ha vivido aquí mucho tiempo, ¿verdad?

—No, no. Sólo este año. Creo que fue a finales de primavera cuando se mudó—sus ojos se arrugaron mientras sonreía de nuevo—Estaba tratando de sacar algunas bolsas de mantillo de mi coche. Era tiempo para las flores, ya sabes. De todos modos, Tana se detuvo con su camioneta toda cargada, me vio luchando con las bolsa y vino directamente, quejándose de que me iba a romper algo si no tenía cuidado—él se echó a reír—La llamé joven sábelo-todo y le dije que se metiera en sus propios asuntos.

Brittany se rió con él, al ver en sus ojos el afecto genuino por Santana.

—Oh, ella me puso en mi lugar. Dijo que era su asunto si tenía que venir y hacer RCP todo el tiempo sólo porque yo estaba siendo un vejete rebelde—él se rió de nuevo y palmeó su rodilla—Oh, ella fue pendenciera ese día. Entonces Sue me dijo que dejara de discutir con los niños del barrio. Tana recibió su patada de vuelta—él se acercó nuevamente—Ella me invita una cerveza de vez en cuando. Nos sentamos en la terraza de atrás y hablamos.

—¿A Sue no le importa?

—No—sus ojos miraron a lo lejos—Ahora a ella no le importa nada.

—Lo siento.

Él se encogió de hombros.

—Parte de envejecer, supongo—su cara se iluminó mientras la miraba—¿Así que tú y Tana son amigas?

—Sí.

—Eso es bueno. Estaba empezando a pensar que no tenía ninguna.

Brittany frunció el ceño.

—¿En serio?

—Tú eres la primera que ella ha traído. Bueno, excepto por esa policía amiga de ella.

—¿Quinn?

—Mujer Alta, rubia. Fabray, así la llama.

Brittany asintió.

—Sí. Ella viene algunas veces. Se sientan en la parte trasera y beben cerveza o vino. No es que esté espiando ni nada.

—No.

—Y sabes, no fue sino hasta hace poco que descubrimos que era... bueno, ya sabes...de esa manera. Una homosexual.

Brittany trató de ocultar su sonrisa.

—Ya veo.

Sus ojos se clavaron en ella.

—¿Eres homosexual también?

—¿Yo?—Brittany sintió el rubor que cubrió rápidamente su rostro—Bueno, sí. Sí, lo soy.

Sus ojos se alejaron de nuevo.

—Sabes, tan viejo como soy, empujando los ochenta, no creo que haya conocido a un homosexual antes. Fue un poco impactante. Tana, quiero decir. No estaba muy seguro de cómo tomarlo—él la miró de nuevo—Ella ha sido más familia para nosotros, estos últimos seis meses, que nuestros propios nietos. Ella no es como todas las historias que solía escuchar en la iglesia, ya sabes—él se rió y se frotó el pelo—"Yo esperaba verle crecer los cuernos en la parte superior de la cabeza o algo así. Pero como he dicho, ella es como de la familia. Es una buena persona.

—Sí, lo es.

—Bueno, es mejor que vayas allá—sus ojos brillaron cuando él la miró fijamente—Yo le daría una sorpresa cuando saliera de la ducha, si fuera tú.

Una vez más, Brittany sintió un rubor cubrir su rostro.

—Eso es lo que yo solía hacer con Sue—dijo él, riendo de nuevo—Por supuesto, era sesenta años más joven.

—Bueno, en realidad, sólo somos amigas. Sólo nos estamos conociendo—ella aclaró.

—No. Vi cómo se iluminaban los ojos de Tana cuando te vio. Esa no era la mirada de una amiga.

Brittany no pudo evitar sonreír ante él, y apretó ligeramente su hombro mientras se levantaba.

—Supongo que debería ir a ver eso, entonces—ella colocó su vaso al lado del suyo—Por favor, dele las gracias a Sue por la limonada.

—Lo haré. Vuelve a visitarnos.

—Gracias.

Se dirigió a la parte trasera de la casa de Santana y a la cubierta, haciendo una pausa para mirar hacia fuera en el lago.

Me llamó una homosexual.

Ella bajó la cabeza, pero no pudo contener la risa. Una semana atrás se hubiera desmayado si alguien le hubiera dicho eso.

¿Esta semana?

No, esta semana había sido animada a espiar a Santana mientras salía de la ducha.

¡Animada por un hombre de ochenta años de edad!

Entró en la casa, sin la intención de seguir su consejo.

En realidad no.

De hecho, ni siquiera estaba segura de dónde estaba el dormitorio de Santana. Sólo había estado dentro de su casa una vez, y fue una rápida caminata mientras iban a la cubierta para su charla. Ayer en la noche, se había ido directamente a la cubierta, a sabiendas de que era ahí donde la encontraría. Así que ahora, se tomó el tiempo para mirar alrededor, sin estar realmente sorprendida por la combinación de muebles que Santana había juntado.

El sofá era de un sólido de color marrón neutro. La silla era un rayado marrón granate. La mesa de café era de roble claro. La mesa del comedor parecía ser de caoba. Y el sillón de cuero reclinable de color negro azabache. Nada parecía viejo o desgastado. De hecho, el sillón parecía nuevo. Pero parecía que todos habían sido adquiridos en diferentes momentos, épocas diferentes, para diferentes hogares. Y por la prominente posición del sillón frente a la TV, ella supuso que había sido su última compra, probablemente cuando compró la casa.

Caminó por la sala, su mano deslizándose por el cuero, mientras miraba a su alrededor. Ella inclinó la cabeza al oír que cerraba la ducha, luego el silbido. Sonrió, imaginando una desnuda Santana silbando mientras se secaba.

Qué lindo.

Sí, lindo.

Y sin duda Santana estaba preguntándose qué estaba haciendo aquí, casi al mediodía de un sábado. El almuerzo había sido una excusa. Realmente sólo quería verla, hablar con ella, estar con ella. Después de su conversación con Sam, había empacado suficiente ropa para la semana y consiguió una habitación en el nuevo Dallas Suites en la autopista, pero aun así cerca del centro.

Usaría la semana para encontrar un departamento. Como le había dicho a Sam, aquel era su lugar, no el de ella. Prefería adquirir algo nuevo, algo que fuera sólo de ella. Algún lugar donde no pudiese encontrarse con Sam o sus amigos en el estacionamiento.

Y por eso hoy, después de haber buscado departamentos en el periódico, después de tres tazas de café...y después de haber revivido los besos de Santana de la noche anterior, probablemente por centésima vez, tenía que verla.

Así que el almuerzo era sólo una excusa.

—Hey.

Brittany se volvió lentamente encontrando a Santana de pie en el borde del pasillo sosteniendo unas sandalias de cuero en una mano y unos Nikes en la otra.

Pero Brittany sólo miró superficialmente los zapatos. Sus ojos viajaron de su cabello todavía húmedo, a la camiseta blanca que estaba metida en sus pantalones cortos color caqui permaneciendo largo rato sobre sus piernas bronceadas que anteriormente ya habían mantenido su atención.

—No estaba seguro de a dónde pensabas ir—dijo Santana, sosteniendo los zapatos.

Brittany subió la mirada y frunció el ceño.

—¿Qué?

—¿El almuerzo?

Brittany bajó la mirada, avergonzada.

—Claro. El almuerzo—Brittany rió brevemente y miró de nuevo—Se me olvidó que estaba muerta de hambre... —dijo bajando la voz hasta un susurro cuando los ojos de Santana se fusionaron con los de ella.

Tragó saliva con nerviosismo, quedando sin aliento cuando Santana dejó caer los dos pares de zapatos al suelo.

—Me muero de hambre también—dijo Santana cuando se acercó.

La garganta de Brittany estaba seca, y tragó nuevamente, sus ojos atrapados por los de Santana, mientras se colocaba delante de ella. La tensión en la habitación era eléctrica, estaban a un pie de distancia, mirándose la una a la otra. Brittany vio el latido rápido del pulso en la garganta de Santana, vio cómo su pecho subía y bajaba, sorprendida de que ella era la causa de eso, sólo con su presencia, ya que no se habían tocado.

Sus palabras valientes de la noche anterior parecían burlarse de ella. No estoy preparada para esto. Pero, oh, sí, lo estaba. Habían pasado muchos años fingiendo, muchos años de pasión forzada, y muchos años anhelando una caricia sobre su piel que la liberara.

Las caricias de Santana podrían hacer eso, estaba segura.

Las caricias de Santana, sin duda, la llevarían a lugares que sólo había soñado.

—Mentí—susurró.

Santana parecía entender exactamente lo que esas palabras significaban y sus ojos se suavizaron en respuesta. No había más preguntas en esos profundos ojos oscuros, no había vacilación, y no había un velo que ocultara sus emociones. Los ojos de Santana estaban abiertos, revelándolo todo a plenitud.

Cuándo la mano de Santana se levantó, cuando sus dedos temblorosos rozaron su mejilla, Brittany supo en ese momento que esta era la mujer que había estado esperando.

Simplemente lo supo.

En el fondo de su corazón, en el fondo de su alma. Y todo lo que necesitó fue ese ligero toque sobre su rostro para saber que estaba a punto de ser liberada de sus cadenas autoimpuestas.

Santana la acercó aún más hacia ella y los ojos de Brittany se cerraron, su boca esperando que Santana la reclamara. Pero sintió la vacilación de Santana y sus ojos se abrieron nuevamente.

—¿Estás segura de que tú…?

—Sí. Quiero saber. Quiero saber lo suave que es tu piel…—susurró—…Quiero saber cómo se sienten tus senos cuando los toco…—Brittany se lamió los labios—…Quiero saberlo todo sobre hacer el amor contigo, San.

No hubo más discusión, no hubo más dudas.

Brittany se deslizó en el abrazo de Santana como si fuera la cosa más natural en el mundo, encontrándose con su boca sin la cautelosa urgencia de la noche anterior.

Sus brazos se movieron sobre los hombros de Santana, acercándolas aún más, mientras que los brazos de Santana bajaban por su espalda, deslizándose hacia sus caderas. Brittany gimió contra su boca, dejando que la lengua de Santana capturara la suya, sus caderas sacudiéndose en respuesta, presionando firmemente contra Santana.

Oh, Dios.

Quería arrancarle la ropa, quería tocar su suavidad.

Gimió de nuevo cuando sintió la mano de Santana se deslizaba desde sus caderas hasta la parte inferior de su cintura, deslizándose bajo la blusa corta que había llevado. Brittany se echó hacia atrás, jadeando con rapidez, sus ojos cerrados mientras las manos de Santana se movían a través de su piel.

—Quiero tocarte—susurró Santana, como pidiendo permiso.

—Sí—suspiró Brittany—Por favor.

Pero sus ojos se cerraron de golpe al sentir los dedos de Santana acariciar sus pechos, moviéndose sobre ellos como si estuviera leyendo Braille, sus dedos la tocaban ligeramente. Brittany inclinó la cabeza hacia atrás, ofreciéndose a sí misma a Santana.

Dios.

Santana finalmente tomó lo que ella ofrecía, poseyendo sus pechos completamente, sus pulgares rozaron sus pezones tensos, haciendo que le dolieran, haciendo que anhelara más.

—San, por favor, me voy a caer—dijo cuándo la boca de Santana encontró el pulso en su cuello y le mordió ahí.

Sintió la sonrisa de Santana contra su piel y Brittany la atrajo aún más cerca, amando la tranquila y pausada pasión que estaba a punto de explotar entre ellas.

—Me muero de ganas de verte desnuda—le susurró al oído.

Santana se apartó, sus manos liberando sus pechos, sus ojos todavía oscuros de deseo.

—¿A la habitación? ¿Está bien?—entonces Santana vaciló—Quiero decir…

—Sí—dijo Brittany—Quiero hacer el amor contigo. Lo quiero todo, San.

Brittany se sorprendió por la ingesta rápida de respiración, el silencioso gemido. Santana parecía tan nerviosa como ella. Pero luego sonrió, esa perezosa media sonrisa que iluminaba sus rasgos.

—Nuestra próxima comida podría ser el desayuno entonces.

Pero su sonrisa se desvaneció cuando Brittany se acercó más, sus labios persistentes.

—Enséñame como amarte. Muéstrame.

Y sin decir nada más, Santana le tomó de la mano y la condujo hacia su habitación, sus pies descalzos silentes en el piso. Se detuvo, mirando a la cama y luego a Brittany.

—Estoy nerviosa—Santana finalmente confesó.

—¿Porque nunca he estado con una mujer?

—¿Y si...quiero decir, y si yo no…

Brittany le hizo callar colocando un dedo sobre sus labios.

—¿Estás bromeando? Estoy a punto de explotar aquí. No creo que tengas que preocuparte por eso—Brittany tiró de la camisa de Santana—Ahora, por favor, quítate esto.

Y Santana lo hizo, tirando de ella por encima de su cabeza, dejándola en un apretado sujetador deportivo negro. Pero antes de que Brittany pudiera tocarla, Santana le desabrochó la blusa, deslizándola por sus hombros. La cabeza de Santana bajó, moviendo sus labios contra su piel, su lengua tocando el borde de su sujetador de encaje.

Brittany gimió, deslizando sus manos por detrás cuello de Santana, atrayéndola más cerca, anhelando tener su boca sobre su pechos.

—Oh, San.

Brittany respiró cuando la boca de Santana finalmente la cubrió, sólo la fina tela de su sujetador las separaba. Pero entonces, Santana soltó su sujetador, separando su boca lo suficiente para arrojar la prenda y luego volver, esta vez sin un obstáculo que la bloqueara.

Una vez más, Brittany tuvo miedo de caerse.

El húmedo torbellino provocado por la lengua de Santana mientras jugaba con su pezón, trayéndolos a la vida, casi fue su perdición. La boca sobre su pecho era suave, traviesa, luego exigente mientras la succionaba, sus dientes rastrillaban contra su pezón.

Brittany la abrazó con fuerza, suplicándole en silencio que tomara más. Su cabeza cayó hacia atrás y se quedó ahí, con la boca abierta y jadeante mientras Santana se daba un festín con su pecho. Se sentía tan perdida por la sensación de la cálida boca de Santana devorándola, que no se dio cuenta cuando sus pantalones cortos fueron desabotonados, no se dio cuenta cuando las manos de Santana cubrieron su carne hasta que sintió que se deslizaban dentro de sus bragas, ahuecando su duro trasero duro, amasándolos.

Brittany gimió cuando la boca de Santana abandonó su pecho y se trasladó a su oído, su lengua serpenteando dentro con vehemencia.

—¿Estás mojada para mí?—susurró.

Involuntariamente, las caderas de Brittany se elevaron, tocando las de Santana, buscando alivio desesperadamente. Sus manos se movieron por su espalda y por su cabello mientras que la parte inferior de su cuerpo trataba de moldearse con Santana.

¿Estaba mojada?

Ella estaba más que mojada.

Estaba absolutamente palpitante.

Y maldita sea, se sentía tan bien.

Entonces ella tiró la cabeza hacia atrás encontrando los labios de Santana en esta ocasión, y sonrió sobre ellos.

—¿Por qué no me tocas y lo averiguas?

Ellas se separaron, mirándose a los ojos. Brittany casi colapsó ahí mismo por la mirada de puro deseo que se reflejaban en esos maravillosos ojos oscuros.

Nadie jamás le había mirado de esa manera.

Nadie jamás le había querido de ese modo.

Y, ciertamente, nadie jamás la había puesto de rodillas con pasión.

Pasión por ella.
Mientras miraba, Santana dio un paso atrás y se quitó el sujetador. Brittany se quedó ahí, con el pecho casi jadeante, con los ojos fijos en los pechos de Santana. Inconscientemente, ella se humedeció los labios mientras miraba como sus pezones se endurecían, atrayéndola. Luego su mirada se desplazó hacia abajo cuando las manos de Santana abrieron la cremallera de sus pantalones cortos y los deslizó más allá de sus caderas, por sus muslos y al piso.

Cuando sus manos alcanzaron el último elemento restante de su ropa, Brittany se lo impidió.

—No.

Santana levantó las cejas y Brittany sacudió la cabeza.

—Déjame—susurró.

Sus propios pantalones cortos, que ya colgaban bajo sus caderas, se deslizaron fácilmente por sus piernas, y ella los echó a un lado. Estaban de pie una frente a la otra, desnudas, excepto por la prenda que cubría el lugar donde ambas querían estar.

Entonces Brittany dio un paso adelante, casi avergonzada por el temblor de su mano mientras la extendía para tocar a Santana por primera vez. Ella observó con fascinación como los pezones de Santana se endurecieron aún más con su toque ligero.

—Tu piel es tan suave—murmuró, preguntándose si ella había pronunciado las palabras o sólo las estaba pensando.

Pero su toque fue más audaz cuando tomó los dos pechos de Santana, sintiendo que sus párpados se volvían pesados por el deseo.

—Yo quiero...quiero besarlos—dijo con timidez.

Santana simplemente asintió con la cabeza, esperando. El corazón le latía con tanta fuerza, que bloqueó todo pensamiento.

Brittany bajó la cabeza, emitió un suave gemido cuando su boca se cerró suavemente, sobre el pecho de Santana dejando que su lengua arremolinara el duro pezón dentro de su boca.

—Sí, más duro— susurró Santana, sujetándola firmemente sobre su pecho.

Y Brittany lo hizo, su boca se abrió de nuevo, dejando que su hambre le guiara chupándo con fuerza el pecho de Santana, tomándolos con ambas manos, sosteniéndolos hacia su boca.

—Ahora voy a caerme—dijo Santana, alejando suavemente a Brittany—Dios mío—susurró—Cama.

Brittany no estaba segura de poder llegar a la cama. Sentía las piernas tambaleantes, su mente borrosa. Miró a Santana, perdida en la pasión que había soñado, apenas consciente de que Santana deslizaba sus bragas por sus piernas. Entonces Santana la llevó a la cama, acostándose y empujándola hasta acostarla sobre ella.

Los viejos-enterrados recuerdos de ella acostada con otra chica, explorando tímidamente el cuerpo de otra chica, bajo el amparo de la oscuridad en un pequeño dormitorio, nunca le había preparado para esto.

Dejó que su peso cubriera Santana, era consciente de los muslos de Santana abriéndose, creando un espacio para ella. Pero entonces todo pensamiento coherente le abandonó cuando las manos de Santana agarraron sus caderas y la atrajeron hacia sí, ambas arqueándose, tocandose.

—Te sientes tan bien—susurró Santana cuando su boca una vez más encontró la de ella.

La cama giró y Brittany se encontró sobre su espalda con los ardientes ojos de Santana apoderándose de los suyos. Entonces la rodilla de Santana urgió que sus piernas se abrieran y apretó su firme muslo contra ella. El último pensamiento coherente que aún conservaba, se desvaneció cuando se perdió a sí misma en las manos y boca de Santana.

Una vez más, una cálida lengua hizo círculos en su pezón, jugando con él, hasta que hizo temblar a Brittany. Pero las manos que se movían a través de su piel tan suavemente, tan lentamente, la estaban dirigiendo hasta el mismo borde de la locura.

Brittany arqueó sus caderas, sus piernas se abrieron más ampliamente, tratando desesperadamente de traer algo de alivio a su cuerpo ardiente. Gimió cuando Santana presionó con fuerza contra su clítoris, luego emitió un grito ahogado cuando los dientes de Santana rastrillaron sobre su pezón.

—Por favor—rogó—No puedo más.

Brittany sintió la boca suave de Santana mientras movía sus labios hacia su otro pecho.

—Es una agonía. Una tortura—suspiró mientras la boca de Santana se cerró sobre ella.

Brittany agarró las caderas de Santana, tirando de ellas con fuerza contra sí misma.

—Por favor, tócame.

Sintió que el peso de Santana se movió abandonándola, luego gimió cuando la mano de Santana se movió más allá de su cintura hacia las caderas.

Date prisa, date prisa, date prisa.

Nunca había estado tan necesitaba como ahora, nunca antes había estado al borde de mendigar a alguien que le hiciera el amor, nunca había pensado que moriría por anhelo.

En agonizante lentitud, los dedos de Santana bailaron a través de su piel, volviéndola loca de deseo, de necesidad, con un hambre que exigía ser satisfecha. Justo cuando pensaba que no podía soportar más, los dedos de Santana se sumergieron más abajo, rozando sobre su humedad, tocando ligeramente la parte interior de sus muslos, abriendo sus piernas. Sintió la pausa de Santana y abrió sus ojos encontrándose con los ojos de Santana.

—Sí.

Sí a todo.

Y entonces, finalmente, Santana la tocó, sus dedos hundiéndose dentro de ella, llenándola.

Dios, sí.

Brittany se arqueó, tomando a Santana dentro de ella, sosteniéndola ahí. Luego bajó sus caderas nuevamente, sintiendo a Santana retirarse, casi, entonces esos dedos la tomaron nuevamente, llenándola, moviéndose con el ritmo que Brittany había establecido, sus caderas meciéndose suavemente con cada golpe.

Intentó abrir sus ojos, quería ver a Santana mientras la poseía, pero sus ojos se negaban a cooperar, permaneciendo cerrados mientras sus caderas se movían cada vez más rápido, sintiendo que Santana la poseía cada vez más duro.

Los únicos sonidos, la resbaladiza humedad cuando Santana la penetraba y la respiración frenética de ambas.

Sí, sí, sí, sí, su silenciosa consigna mientras sentía que su cuerpo se aleja de ella, tirando de su alma, amenazando con destrozarla. Cuando estuvo segura de que literalmente iba a explotar, cuando su cerebro simplemente dejó de funcionar, sintió que Santana retiraba sus dedos, sustituyéndolos inmediatamente con su boca.

Unos cálidos labios se cerraron sobre su doloroso clítoris y Brittany agarró las sábanas entre sus puños, tratando de aguantar, pero Santana la llevó al límite. Su grito, un profundo sonido gutural, venía de su alma y en su neblina se preguntó si alguna vez había tenido realmente un orgasmo.

Pero no tuvo tiempo para recuperarse.

Santana recogió sus caderas hacia ella, su boca alimentándose todavía de Brittany, succionándola, su lengua explorando profundamente dentro de ella.

No, Brittany no podría responder nuevamente, su cuerpo estaba demasiado agotado, su mente demasiado exhausta.

Pero lo hizo.

Como un lento crescendo, lo construyó, tirando de ella, empujándola hacia adelante. Abrió los ojos, viendo a Santana situada entre sus piernas. La visión de esta mujer dándole placer, haciendo el amor con ella, fue su perdición.

Sus caderas se sacudieron una vez más, con fuerza contra la cara de Santana, a continuación apretó sus muslos uniéndolos, sosteniendo a Santana, dejando que ella tomara lo último de su orgasmo en su boca...y luego se desplomó.

Santana se apoyó en un codo, mirando a Brittany mientras recuperaba su aliento, incapaz de detener su mano mientras encontraba su camino a través de su cuerpo, acariciando suavemente la piel de Brittany, moviéndose hacia su pecho.

El pezón se endureció contra su palma, y ella apretó, sintiendo como Brittany se estremecía. Sus ojos azules se abrieron y se cerraron de nuevo cuando una satisfecha sonrisa apareció en sus labios.

—¿Wow es una descripción bastante adecuada?—preguntó Brittany mientras rodaba hacia Santana—Pensé que me iba a desmayar.

—Mmm.

Santana se echó hacia atrás, tirando del cálido cuerpo de Brittany hacia ella, cerrando sus propios ojos cuando la mano de Brittany tímidamente cubrió su pecho, jugando con ella.

—Tu piel es tan suave—Brittany se inclinó más cerca, sus labios se movieron sobre su pecho, cerrándose finalmente sobre su pezón.

Santana gimió, forzando a sus ojos a permanecer abiertos mientras miraba a Santana poseer su pecho.

¿Era demasiado pronto?

¿Habían precipitado las cosas?

Dejó que sus ojos se cerraran cuando Brittany se trasladó hacia su otro pecho.

No, era inevitable.

Hoy, la semana siguiente, no importaba cuándo.

—¿Te gusta?

Santana sonrió.

—Mmm.

—¿Puedo...puedo tocarte?

Santana, finalmente abrió los ojos, olvidando que esta era la primera vez de Brittany. Acercó a Brittany hacia ella, besándola lentamente, escuchándola gemir.

—Quiero que me toques—susurró.

Brittany no necesitó otro estímulo, entonces su mano se deslizó por su cuerpo, más allá de sus caderas. No hubo dudas, simplemente separó sus muslos, sus dedos moviéndose a través de su humedad, tocándola.

—Oh, Dios—susurró Brittany, sus ojos encontraron los de Santana—¿Puedo tocarte con mi boca?

Santana simplemente asintió con la cabeza, incapaz de hablar. Había un hambre en los ojos de Brittany que no había visto antes. Una mirada de puro deseo, de anhelo. De repente se sintió aterrorizada de que no pudiera ser capaz de soportarlo.

Una vez más, no hubo vacilación cuando Brittany se deslizó por su cuerpo, sus manos y su boca moviéndose a través de su piel, casi quemándola donde la tocaba.

Santana abrió las piernas, arqueando su espalda, rogándole silenciosamente a Brittany que se diera prisa. La boca de Brittany se movió a través de su estómago, dejando una hilera de besos, encontrando el punto sensible en la curva de su cadera, lo que la hizo gemir.

—Sí.

Oh, sí.

Santana sintió que Brittany se apoderaba de sus caderas, situándose entre sus muslos, sintió su aliento contra su piel mojada. Se obligó a abrir los ojos, observándola. Entonces Brittany levantó la vista, encontrando su mirada.

—He soñado contigo toda mi vida—susurró.

Cualquier respuesta que Santana tenía, se perdió cuando Brittany bajó la cabeza, deslizando su lengua dentro de ella, cubriéndola con su boca, besándola y succionándola, expulsando todo pensamiento excepto por la realidad de que esta mujer estaba acomodada entre sus muslos, devorándola.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio!. Saludos =D


Pd: Bueno, no¿?