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Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final

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Mensaje por Susii Mar Feb 09, 2016 12:07 am

Uff me estoy empezando a preocupar por Sam y Britt:s estan cada vez mas cerca de ser descubiertas D:
A ver como sigue esto! Ya quiero saber que tipo de bestia lleva Fiona adentro:s
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Mensaje por evean Mar Feb 09, 2016 1:29 am

Mmm tiene a alíen y depredador juntos ahí jajaa
Me gusta ... Saludos
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Mensaje por ana_bys_26 Jue Feb 11, 2016 7:32 am

por evean el Mar Feb 09, 2016 6:29 am Mmm tiene a alíen y depredador juntos ahí jajaa Me gusta ... Saludos escribió:

jajaja la berdad no se que salra de hay siesque sale

por micky morales el Mar Feb 09, 2016 3:20 am ya empeze a temer por ellas, a menos que le caigan a tiros a ese tal Belden no se como lo podrian vencer, la unica manera que veo de acabar con esa loca madre hogan es tomando por asalto esas cuevas y lanzando una bomba para acabar con la abominacion esa que vive ahi!!!!! escribió:

algo se les ocurrira para acabar con el clan mogan jajaja esperemos que no haga falta llegar a las bonbas

por Susii el Mar Feb 09, 2016 5:07 am Uff me estoy empezando a preocupar por Sam y Britt:s estan cada vez mas cerca de ser descubiertas D: A ver como sigue esto! Ya quiero saber que tipo de bestia lleva Fiona adentro:s escribió:


hesperemos que san y britt no sean descubiertas si no se liaria aun que son muy intelijentes y fiona lo esta pasando real mente mal

por 3:) el Mar Feb 09, 2016 2:26 am holap,... se esta poniendo cada vez mas bueno jajaja me gusta como van las cosas entre san y britt! nos vemos!!!! escribió:


me alegro que te gusto jaja y es pero que sigas lellendo por que se pondra aun mas emocionante
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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 37

Mensaje por ana_bys_26 Jue Feb 11, 2016 8:37 am



CAPÍTULO 37


San metió la caja bajo su brazo mientras entraba, cerrando la puerta de un empujón con el codo.

“¿Qué es eso?”, preguntó Brit desde la cocina.

“No estoy segura. Algo de Puck”, dijo colocando la caja sobre la mesa. “¿Has hablado con Fiona?”

“Muy brevemente”, dijoBritt. “Se veía mucho mejor, pero aún lucía débil. Me pregunto por qué no dice que está enferma”,Britt sonrió. “Y sí, he tenido que detenerme a mí misma para no ir y verificarla”.

San se acercó por detrás, deslizando sus brazos alrededor de la delgada cintura de Britt. Sintió como Britt se relajaba contra ella con un pequeño suspiro. Dado que se habían convertido en amantes, la tensión entre ellas había desaparecido por completo. Y así todo el stress de pretender que odiaban esta misión encubierta.

“Déjala en paz. Sabes lo que dijo Avery”, besó un lado del cuello de Britt, luego la soltó, curiosa sobre lo que Puck les había enviado.

“Lo sé. Esperaré para hablar con ella mañana”, Britt volvió a cortar el tomate. “¿Te importa comer sobras? Hice una ensalada, pero no estaba de humor para cocinar”.

“No hay problema”, dijo mientras cortaba la caja.

Abrió la tapa, luego retiró el papel de seda. Se quedó mirando fijamente con incredulidad, parpadeando varias veces al darse cuenta de lo que estaba viendo.

“Voy a matarlo”, murmuró.

“¿Qué es?”

Cerró la tapa rápidamente. “Nada”.

Britt se acercó, con las cejas levantadas. “¿Nada?”

Ella vaciló, luego deslizó la caja a lo largo de la mesa hacia ella.

Britt abrió la tapa, con los ojos muy abiertos.

“¿Esto es lo que creo que es?”

“Sí. Y voy a matarlo”, dijo ella, tratando de alcanzar la caja.

Britt la agarró la mano y la detuvo. “Tal vez deberíamos... probarlo”, sugirió Britt mirándola a los ojos con una sonrisa descarada. “¿Hmmm?”

Las rodillas de San se debilitaron mientras se imaginaba haciendo precisamente eso. Jesús.

Britt se movió rozando su cuerpo contra el de San.

“¿Es eso un sí?”, preguntó besando ligeramente a San.

“Dios, sí”, murmuró San inmediatamente. “Sí. Es decir... si estás segura”, añadió mientras sus manos se deslizaron por el cuerpo de Britt.

Otro beso, entonces Britt se alejó, dándole a San la caja.

“Te veré en el dormitorio”, dijo con un guiño.

San pasó las manos por su cabello, sintiendo como temblaban. Dios.

Abrió la caja nuevamente, mirando el interior. No era como si nunca hubiese usado un falo anteriormente. ¿Pero con Britt? Maldita sea, la mujer nunca dejaba de sorprenderla.

Cuando salió del baño hacia el dormitorio, Britt la estaba esperando.

La sabana se había deslizado hasta su cintura, sus pezones estaban duros por la anticipación. San lamió sus labios y luego tironeó los pantalones cortos que se había colocado para ocultar el falo que estaba atado a ella. Se sentía expuesta, de pie allí bajo la luz.Britt levantó las sábanas, dejando al descubierto su cuerpo desnudo ante los ojos codiciosos de San.

“Ven aquí”.

San asintió, caminando lentamente hacia la cama, el falo reclamando atención en el interior de sus pantalones cortos. Se sentía nerviosa y no estaba muy segura de cómo proceder. Britt dejó caer la sabana mientras se ponía de rodillas, extendiendo una mano. San la tomó, sorprendida por la confianza que Britt estaba demostrando. Sintió su excitación mientras sus ojos se encontraban, Britt le hizo señas para que se acercara.

“Vamos a quitarte esto”, sugirió Britt, tirando de la camiseta de

San hacia arriba y sacándola. Su sujetador le siguió, dejándola desnuda de la cintura para arriba. Su preocupación por la manera en que Britt recibiría esto, se transformó en excitación y tiró de Britt hacia ella, besándola con fuerza. Escuchó el jadeo de Britt cuando sus caderas se encontraron y el bulto en sus pantalones cortos se apretó contra el centro deBritt. Britt se recostó, instando a San para que la siguiera.

San lo hizo, buscando sus labios nuevamente. “Britt…”, susurró ella, “… ¿estás segura?”

Britt sonrió mientras sus manos se deslizaban dentro del pantalón corto, empujándolos hacia abajo. San los echó fuera y cerró los ojos al sentir las manos de Britt en la piel de sus muslos, moviéndose más arriba.

“Nunca he hecho esto”,San abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Britt. “Entonces tal vez deberíamos…”, pero sus palabras fueron cortadas cuando la lengua de Britt se deslizó dentro de su boca. “Dios, Brittanay…”, susurró cuando el beso llegó a su fin. Britt estaba debajo de ella, abierta y apetecible.

San se bajó a sí misma, escuchando el gemido de Britt cuando frotó el falo contra ella. No podía creer lo mucho que la quería… tan desesperadamente.

“¿Me lo dirás si te hago daño?”

Britt sonrió nuevamente. “No imagino que tú me hagas daño”, deslizó su mano entre sus cuerpos y San sintió como agarraba el juguete, guiándolo hacia su apertura.

San gimió cuando reconoció lo que Britt estaba haciendo. Se dejó llevar, relajándose mientras presionaba hacia delante, sintiendo como la mano de Britt se alejaba mientras la penetraba.

Se estremeció al darse cuenta que estaba dentro de ella, completamente. Utilizando sus brazos para sostenerse a sí misma, bajó sus caderas, mirando el rostro de Britt, donde era evidente su placer. Sus ojos permanecieron conectados y se detuvo por un momento, sin saber lo qué Britt quería. En respuesta, las manos de Britt fueron hacia sus caderas, ahuecándolas y animándola. San asintió mientras lo sacaba, luego empujó hacia adentro, más profundamente esta vez, sus gemidos se mezclaron con los de Britt mientras Britt se arqueaba contra ella. Se perdió a sí misma en este baile atemporal, llenando a Britt con cada golpe, sintiendo su propia humedad… su propia excitación… como respuesta posterior. Ahora su única preocupación era Britt y las manos frenéticas en sus caderas, urgiéndola. Se inclinó más, tomando la boca de Britt en otro acalorado beso, su respiración acelerada por
su esfuerzo.

“Dios, sí”, siseó Britt cuando las caderas de San se movieron más rápido, el falo se deslizaba con la humedad de Britt.

San escuchaba vagamente el crujido de la cama con cada empuje de sus caderas, su ritmo imitando la fuerza de su movimiento. Britt ahora jadeaba, girando su cabeza hacia un lado. San agarró el muslo de Britt, tirando de él hacia arriba, dándose más espacio. Sus brazos estaban temblando por su peso, pero continuó. Chocaba contra ella con más y más fuerza, la base del falo golpeaba su clítoris con cada golpe, haciéndola dolorosamente consciente de su propia excitación. Los dedos de Britt se clavaron en sus brazos, sus caderas se arquearon una vez más, encontrándose plenamente con San en su último golpe, gritando cuando su orgasmo la poseyó. Su cuerpo se relajó, sus ojos se abrieron parpadeantes y luego se cerraron.

San se retiró de ella y se dio la vuelta mientras sus brazos cedían. Retiró el falo, yendo con sus dedos hacia su propia humedad, en busca de alivio.

“Permíteme”, murmuró Britt mientras se volteaba, sus dedos se deslizaron sobre el clítoris de San. San se arqueó y abrió las piernas, dejando que Britt le acariciara. Demasiado pronto su clímax la poseyó, su aliento tembloroso quedó atrapado contra el cuello de Britt mientras ella la abrazaba.

Ambas se quedaron inmóviles, recuperando el aliento. Su piel estaba húmeda por el sudor, al igual que la de Britt. Apartó el cabello del rostro de Britt, mirándola a los ojos.

“Fantástico”, respondió Britt a su pregunta no formulada. Se apoyó sobre un codo, moviendo sus dedos perezosamente a través del pecho de San. “¿Quieres que te devuelva el favor?”

San tragó saliva y negó con la cabeza. “No. No, estoy bien”.

Britt la miró inquisitivamente y San no pudo sostenerle la mirada. Maldita sea. “Debes saber a estas alturas que la penetración no es lo mío. Al menos… no con eso”.

Britt asintió y San pudo ver las preguntas que se formaban. “¿Quieres hablar de ello?”

Sanse dio la vuelta. “No”. Cerró los ojos, pero las caricias de Britt nunca vacilaron, sus dedos se deslizaban suavemente sobre su piel. “Cariño ¿qué edad tenías?”

San se mordió el labio, avergonzada de que Britt hubiese adivinado. No debería estar sorprendida. Había hecho alusión a eso ella misma. Nunca le había contado a alguien acerca de ese momento en su vida. Pero quería contarle a Britt. Sentía una conexión… una cercanía… con Britt que no había tenido con nadie más. Su mayor temor era si Britt la juzgaría con dureza o no.

“Tenía diez años cuando comenzó”.

Britt jadeó y sus dedos se quedaron inmóviles.

San se volteó para mirarla. “Mi hermana era dos años mayor que yo”, dijo ella “Trató de detenerlo”.

Britt la miró a los ojos “¿Diez? Dios mío ¿Qué pasó... qué pasó con tu madre? ¿Estaba allí? ¿Lo sabía?”

San asintió “Ella sabía. Creo que estaba agradecida de que él la dejara en paz”, se inclinó hacia Britt, limpiando una lágrima que se formaba. “No llores por mí, Britt-Britt. Es demasiado tarde para eso”.

Britt aclaró su garganta y respiró hondo.

“¿Sabes de que estoy de humor? Una botella de vino”.

“¿Sí?”

“Sí. Estoy aquí. En la cama. Contigo”.

Britt acarició su rostro suavemente, frotando un dedo sobre sus labios. “Quiero saber tu historia. Quiero saber que te hace quién eres, ¿vas a contarme?”

“No es una historia bonita”, advirtió San.

“No. No creo que lo sea”, hizo una pausa. “Si no quieres contarme, lo entenderé”.

San casi dijo eso precisamente. Esa era una parte de su vida en la que rara vez pensaba. Pero Britt tenía razón. Era lo que la había hecho quién era ¿Quería compartirlo con Britt?

“Está bien. Te voy a contar mi historia”.

Britt le sonrió tranquilizadoramente, luego se arrastró fuera de la cama, agarrando sus pantalones cortos y su camisa desechada, caminando desnuda hacia el cuarto de baño. La mirada de San siguió sus movimientos, disfrutando de las suaves curvas y piel suave con un suspiro de satisfacción.

Toda su vida adulta la había pasado en soledad, saltando de cama en cama, de mujer en mujer. Sin sentido. Era todo lo que pensaba podía ofrecer a cualquier persona. El deseo de compartir más, simplemente no estaba allí.

¿Por qué entonces se descubría a sí misma disfrutando de esta felicidad doméstica con Brittany? Casi deseaba que esta asignación se prolongara durante un tiempo más. Una vez que todo hubiese terminado, regresarían a Houston... y a sus vidas. Sorprendentemente, era algo que no estaba lista para pensar.

Cuando Britt salió del baño, San tomó su turno. Encontró a Britt de vuelta en la cama, apoyada en las almohadas. Una camiseta leccubría esta vez, aunque… sin brasier… los ojos de San fueroncatraídos por sus pechos y pezones que se dibujabancperfectamente.

Britt le sonrió. “Tranquila, tigre”, palmeó la cama junto a ella.c“Ven”.

San arqueó una ceja. “¿Otra vez?”

Britt se echó a reír, una risa que hacía que sus ojos bailaran decalegría. “¿Qué tal si hablamos primero?”, dijo ella sosteniendo uncvaso de vino para San.

San asintió, desapareciendo la ligereza cuando sus ojos secencontraron. No había nada alegre sobre la historia que estaba acpunto de contar. Se recostó junto a Paige, tomando la copa ycsosteniéndola suavemente entre sus dedos. Nunca había sidocuna bebedora de vino. Nunca había pensado mucho en el vinocanteriormente.

Britt, sin embargo, estaba bien versada y conocía muy bien quecvino era apropiado para cada ocasión. Como ahora, sentada en laccama, con San a punto de contarle los horrores de su infancia. Un vino color rojo oscuro para la ocasión. San ni siquiera pretendía saber qué tipo de vino era. Tomó un sorbo y luego otro. Britt esperó en silencio a su lado.

“Mi hermana y yo compartíamos una habitación”, dijo ella. “Emily era dos años mayor que yo”, se encogió de hombros. “Nunca supe que él solía visitarla durante las noches”, le dio una media sonrisa. “Esa era la palabra que usábamos. ‘Visita’. En fin, su temperamento era legendario. Mi madre, bueno, ella llevó su ración de golpes. Él llegaba tarde a casa, oliendo a whisky y se quejaba de que la cena no estuviese sobre la mesa”, San la miró. “Por supuesto, todos comíamos temprano, a la hora normal. Ella siempre tenía un plato para él. A veces era lo suficientemente bueno. La mayoría de las veces. Otras veces, estrellaba el plato contra la pared y la golpeaba un par de veces por no ser una buena esposa. Hacía que ella cocinara nuevamente algo para él”.

“¿Dónde estabas?”

“Oh, diablos, estábamos escondidas, esperando que no nos viera. Creo que a veces olvidaba que estábamos allí. Si él estaba en uno de sus estados de ánimo y le daba palizas a ella, si nos veía, también ganábamos una paliza”.

“Oh, cariño”, susurró Britt.

“Simplemente era con lo que vivía. Hasta esa primera vez que vino a mi cama. No tenía ni idea de lo que estaba pasando. Teníamos dos camas allí, Em saltó de su cama y comenzó a golpearlo, diciéndole que me dejara en paz. Yo estaba asustada de muerte y él la lanzó por la habitación como si fuese un muñeco
de trapo”.

San se detuvo ante el recuerdo borroso de aquella noche. Podía ver a Emily viniendo a su defensa, recordaba el sonido de su pequeño cuerpo golpeando la pared, podía ver como Emily caía. Recordaba a su padre tirando de sus bragas. Aparte de eso, sólo recordaba el dolor... y la vergüenza.

Sacudió su cabeza, aclarándola. “En fin, después de eso, cada vez que entraba en nuestra habitación, era como, si rogaras que no fueses tú quien escogiera esa noche, sin embargo, casi deseabas que lo fueras”, tragó y respiró hondo. “Escuchar como él violaba a Emily era peor que si me lo estuviese haciendo a mí”.

La mano de Britt acariciaba su muslo de arriba hacia abajo, con su cabeza ligeramente apoyada en el hombro de San. Sólo podía imaginar los pensamientos que pasan por la mente de Britt. Se dio la vuelta, viendo las relucientes lágrimas en los ojos de Britt.

”¿Quieres que me detenga?“

Britt negó con la cabeza y apretó su muslo. ”Quiero saber“, susurró.

San asintió, con la intención de contarle todo. “Eso se prolongó durante los siguientes tres años, hasta que Emily quedó embarazada. Tenía quince años entonces”.

“Jesús”, murmuró Britt.

“Mi madre ni siquiera sabía. Em me hizo prometer que no le diría a nadie. Pero entonces estaba comenzando a notarse y tenía que hacer algo. Me dijo que se ocuparía de ello. Así que una mañana mientras nos preparábamos para la escuela ella comenzó una discusión con él. Ni siquiera recuerdo por qué. Él le dio una bofetada, como una advertencia para que se callara. Pero no lo hizo. Ella siguió
provocándolo. Yo estaba escondida en la habitación, mirando por la rendija de la puerta. Nuestra madre estaba en la cocina, preparando el desayuno como si nada estuviese pasando. En fin, él la golpeó muy bien, rompiendo su labio. Y como de costumbre después de una paliza, nuestra madre buscaba el maquillaje para ocultar los moretones. Esa mañana no fue diferente. Cuando entramos en la escuela, nos metimos en una tienda y Em se lavó el rostro, se quitó todo el maquillaje”, San miró a Britt. “Tenía la
huella perfecta de una mano en la mejilla”.

“¿Emily esperaba que alguien se enterara?”

“Sí. Ella estaba en la secundaria. Yo todavía estaba en la primaria. Cuando llegamos a mi escuela, me dijo que la verdad saldría ese día. Ella dijo: ‘Cuando vengan y te busquen haciendo preguntas, diles la verdad’”. San respiró profundamente. “Tenía miedo. Tenía miedo de lo que él haría con nosotras, ya sabes”.

“¿Y vinieron?”

San asintió. “Em le contó todo a su consejero de la escuela”, San la miró. “Todo. Así que cuando me llamaron, había una mujer policía allí. Al principio, pensé, mierda, ahora estamos realmente en problemas”, dijo sonriendo.

Había sido tan ingenua en ese momento. No inocente, no. Pero recordó su miedo en ese entonces, el temor de que la policía simplemente le llevara a su casa con su padre.

“¿Pero les dijiste?”

“Sí. Recuerdo lo sorprendidos que estaban todos, cuan horrorizados”, se volvió hacia Britt. “Esa era nuestra vida. Eso era con lo que nos topamos a diario. Ya no era una sorpresa para nosotras. Simplemente así era nuestra vida”.

Britt tomó la copa de vino que ella había olvidado, bebiendo lo que San había dejado. San notó que las manos de Britt estaban temblando. Se preguntaba qué pensaba de todo.

¿Estaría asqueada? Seguro. ¿Se apartaría de ella como lo habían hecho sus amigos en aquel entonces? ¿Como si fuesen leprosas? ¿Cómo si tuviesen una enfermedad? Britt entrelazó sus manos juntándolas, levantándola para poder besar los nudillos de San. Dejó escapar un profundo suspiro.

“¿Qué pasó entonces?”

San miró sus manos entrelazadas, complacida por el contacto. Apretó los dedos de Britt un poco más fuerte antes de continuar.

“Me llevaron hasta la secundaria y llamaron a nuestra madre. Ella... ella lo negó todo, dijo que estábamos inventándolo todo sólo para llamar la atención”.

San hizo una pausa, recordando el desafío en el rostro de Emily mientras permanecía de pie, levantando su camiseta y señalando su vientre. ‘¿Estoy inventando esto?’ Sonrió ante el recuerdo. Su madre había sido sorprendida quedando sin palabras.

“¿Por qué lo negaría? ¿Esa no era su oportunidad de alejarse de él?”

“Estaba asustada. Tenía miedo de los golpes que recibiría cuando él se enterara”, se recostó contra las almohadas, sin soltar la mano de Britt. “Para resumir, nos llevaron a un refugio, a mí y a Emily. Nuestra madre era tan culpable como nuestro padre”.

“¿Prisión?”

“Eventualmente, sí. El hijo de puta obtuvo veinte años. Ella obtuvo ocho”.

“¿La has visto?”

“Una vez. Me encontró cuando salió. Yo estaba empezando en la academia. En el Departamento de Policía de Houston, no en el FBI”, contestó a la pregunta silenciosa de Britt. “Le dije que no me
contactara nunca más. No quería tener nada que ver con ella”, se encogió de hombros “Y no lo ha hecho”.

“¿Y tu hermana?”

San cerró sus ojos por un momento, imaginando el rostro de Emily.

“Nos fuimos a vivir con mi tía. Ella era todo lo contrario a nuestra madre. Una bonita casa, un buen trabajo. Estaba divorciada y no tenía hijos. Nos acogió y nos dio un lugar estable donde vivir. Pero Em... Emily no pudo hacerlo”, entonces miró a Britt. “El embarazo, quiero decir. Ella se suicidó”.

“Oh, Dios, cariño. Lo siento tanto”, murmuró Britt, sus dedos se apretaron alrededor de la mano de San.

“Dejó una nota para mí. Fue breve, al grano. Muy sincera”, dijo ella. No mencionó que todavía tenía la nota, que todavía la leía de vez en cuando. Tragó saliva, sus palabras salieron con dificultad mientras la recitaba: “Te amo, Sanny. Nunca olvides eso. Haz algo bueno de tu vida. Ayuda a los niños. Niños como nosotras. Pero no puedo hacer esto. No puedo traer un niño al mundo, no uno que fue engendrado por ese monstruo. No voy a hacerlo”, se encontró con los ojos de Britt notando lágrimas en ellos. “Eso
fue todo. Esa fue la nota. Ella se subió a un árbol y se ahorcó”, dijo simplemente.

“Oh, bebé, ¿tú la encontraste?”

San negó con la cabeza. “No. Mi tía lo hizo. Ya había leído la nota. Lo supe”.

Britt se acercó, acariciando suavemente con sus dedos la frente de San, apartando su cabello de su rostro. “Todo eso, por eso cuando son niños ¿te afecta?”.

San asintió. “Al principio, su nota me derrumbó. Quiero decir, nosotras fuimos engendradas por ese monstruo. Pero no la culpé. Traté de hacer lo que ella dijo. Pensé que tal vez podría ser una consejera de escuela, como la que nos ayudó. O tal vez una trabajadora social o algo así”, sonrió. “Descubrí que la universidad no era lo mío. Obtuve mi diploma, pero la perspectiva de finalizar era demasiado desalentadora. Me aceptaron en la academia, así que me salí de la universidad”.

Estaba casi avergonzada por ese hecho, consciente de que Britt no sólo había terminado, sino que también había ido a la escuela de leyes.

“La universidad no es para todos”, dijo Britt. “Te convertiste en una persona maravillosa, San. Tu hermana se sentiría orgullosa ¿no lo crees?”

“Creo que… sí, tal vez”, dijo ella.

Britt se acercó aún más y la besó suavemente. “¿Ves a tu tía todavía?”

San asintió. “No tanto como debería, pero sí, hablamos. Ahora está casada. Suelo pasar por allí en Acción de Gracias y ceno con ellos”, se apoyó en Britt, permitiendo que Britt la abrazara mientras se acomodaban en las almohadas nuevamente.

Cerró sus ojos, los suaves dedos de Britt acariciaban su piel de ida y de vuelta adormeciéndola a un estado relajado, su mente se liberaba a sí misma de esas imágenes de tanto tiempo atrás. La vulnerabilidad que normalmente sentía al recordar esos momentos en su vida ahora se habían ido. Si era el hecho de que estaba más vieja… y más sabia… o simplemente que ahora lo aceptaba, no lo sabía. Fuese lo que fuese, se sentía en paz con todo.

Abrió sus ojos, descubriendo que Britt la observaba. No había ninguna señal de juicio, ni de asco o de repulsión. Sólo un toque de tristeza, nada más. Detuvo la mano que aún se movía perezosamente a lo largo de su brazo, llevándola hacia su boca y la besó suavemente.

“Gracias”.

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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 37,38

Mensaje por ana_bys_26 Jue Feb 11, 2016 8:49 am




CAPÍTULO 38



Fiona se sentó en su sillón, leyendo. Era su única forma de entretenimiento ya que madre Hogan había prohibido la televisión. La mayoría de los otros, ni siquiera habían visto un televisor. Del rebaño restante, sólo ella, Don y Gretchen habían estado afuera. No sabía nada de Don y Gretchen, pero ella había estado
fascinada con la televisión cuando estuvo en la universidad. Cualquier razón que madre Hogan utilizaba para prohibir los televisores, Fiona sabía el verdadero propósito. Tener televisores expondría al rebaño hacia el mundo exterior, influiría en ellos. Sería someterlos a ideas que la mayoría de los que vivían en
Hoganville no tenían ni idea, tomando en cuenta lo protegidos… y controlados… que los mantenía madre Hogan.

De esa manera, no habría perspectivas de ninguno de los otros para salir al exterior. Fiona era la más joven que quedaba. Todos los jóvenes como ella habían sido sacrificados por varias razones.

Desobediencia. Sí, algo de lo que nunca había sido acusada. Miró su libro con cariño, sabiendo que madre Hogan no tenía ni idea de cuántos de ellos había devorado con los años. Era un visitante
frecuente de la biblioteca en la universidad. Su único temor era que Gretchen descubriera su pasión por la lectura y lo reportara a la madre Hogan. Hasta ahora, había sido capaz de proteger sus sueños, viviendo a través de los personajes de sus libros, permitiéndose escapar de la existencia infernal que había tenido hasta el momento. Sin embargo, era una realidad que había llegado a aceptar.

Sobre todo ahora, pensó, mientras se atrevía a tocar su anormalmente enorme vientre. Oh, pero deseó no haber aceptado. Los eventos del mes pasado le hicieron darse cuenta de lo mucho que realmente quería salir. Las elecciones que había hecho, de las pocas elecciones que en realidad tenía, deseaba poder rehacerlas. Si hubiese sido más fuerte, habría escapado años atrás. Si se hubiese atrevido, podría haber escapado cuando estaba en la universidad .

Suspiró. Sí, sólo si ella se hubiese atrevido. Pero el temor que madre Hogan le había inculcado entonces era aún más fuerte. Y ahora, por supuesto, ya era demasiado tarde para eso de todos modos.

Un golpe rápido y delicado en la puerta de la cocina la sacó de sus cavilaciones. Ladeó la cabeza escuchando y el golpe sonó nuevamente.

Frunció el ceño, preguntándose quien estaría en su puerta trasera.

No era Brittany. Ella usaría el frente. Quizás Belden, pero él no se molestaría en llamar. Abrió la puerta, sorprendida al encontrar a Don allí. Al ver que no se había presentado la noche anterior, había asumido que él había cambiado de opinión. No lo habría culpado.

“¿Estás sola?”, susurró él.

Ella asintió con la cabeza. “Sí, estoy sola ¿Está todo bien?”, preguntó ella, mirando más allá de él en la noche oscura.

“Sí. No pude venir ayer por la noche. Belden estaba afuera y vigilante. No quería arriesgarme”.

Ella asintió con la cabeza y dio un paso atrás. “Entra”.

Él lo hizo y ella cerró la puerta detrás de él. Miró a su alrededor, luego rió con inquietud.

“No me importa decir que estaba un poco nervioso saliendo”, se aclaró la garganta. “Está bien, muy nervioso. Incluso puse almohadas en mi cama para que se viera como que si estaba durmiendo”, se encogió de hombros. “Si Belden se entera que salí…”

“Sí, lo sé. ¿Viniste por el sendero?”

“Sí. Me tomó cerca de media hora a paso rápido”. Sus ojos se encontraron.

“En el bosque por la noche, Belden sería la menor de mis preocupaciones”, dijo ella.

“Lo sé. Estaba aterrorizado”.

Ella se movió lentamente hacia la sala de estar y su sillón, haciendo un gesto hacia el sofá desgastado para él. En vez de sentarse, él la ayudó a sentarse en su silla.

“Gracias. Cada día se me hace más difícil moverme”.

“No puedo creer que estés tan tranquila sobre esto”, dijo Don, con sus manos retorciéndose nerviosamente.

“¿Tranquila? Tendrías que haberme visto ayer. Después de tomar la poción, la que madre Hogan me dijo que tomara dos veces al día, estaba tan hambrienta. Pero sabía que no tendría nada. Excepto por una sopa que me dejaron. Una de Selma, ya sabes. Empecé a comerla como si fuese una loca”, hizo una pausa, sólo pensar en ello le daba náuseas. “La sopa estaba ensangrentada”, dijo ella. “Ni siquiera pude notarlo al principio. Estaba llena de carne cruda y... sangre”, apartó la mirada, aclarando su garganta.
“Me enfermé. Vomité todo. Y no he tomado su poción en todo el día”, lo miró fijamente. “¿Qué crees que haya en ellas? ¿Qué crees que ella mezcle?”

Él negó con la cabeza lentamente. “Ni siquiera podría adivinar. Pero no tomaría nada de lo que me diera”, se inclinó hacia delante. “Sabes que el rumor es que ella envenenó a su madre”.

Fiona asintió. Sí, todos habían oído ese rumor. A menudo se preguntaba si madre Hogan lo había empezado ella misma, un medio más para mantener el rebaño bajo su control. A pesar de que no tenía ninguna duda de que podría haber sido cierto.

“Crees que… bueno ¿crees que haya una posibilidad de que pudiese escapar?”

“Sí. Pero vas a necesitar ayuda. Hay alguien en quien confío aquí. Ella te ayudará”

“¿Una maestra?”

“Sí. Las dos nuevas. Las que me encontraron la otra noche”.

“¿Son nuevas? ¿Y confías en ellas?”

Ella asintió con la cabeza. “Sí. Ellas te ayudarán. Sé que lo harán”.

“¿Vendrás conmigo?”

Ella cerró los ojos, sintiendo el dolor que comenzaba de nuevo. Oh, cómo desearía poder huir con él.
“No. Sabes que no puedo. Sin embargo, he estado pensando en cómo puedes hacerlo. Estoy segura que una vez que entre en Hoganville este fin de semana, no va a dejar que me vaya nuevamente. Así que debe ser esta semana”, trató de moverse en la silla, pero no pudo.

Tomó respiraciones cortas y poco profundas, descubriendo que eso le ayudaba un poco con el dolor. “Vienes aquí el viernes”, dijo ella. “Temprano. Estarás aquí cuando salga para la escuela. Iremos juntos”, encontró su mirada resuelta. “Tenemos que decirles”.

“¿Decirles?”

“Sí. Todo”.

Se puso de pie rápidamente. “Fiona, no podemos”, caminó delante de su silla nerviosamente. “Sabes lo que pasará. Belden nos llevará a las cuevas. Nadie regresa de las cuevas”.

Su respiración se estaba volviendo laboriosa y se preguntaba si tal vez debió haber tomado la poción de madre Hogan después de todo. Ella lo miró, viendo el miedo en sus ojos. Extrañamente, ella no sentía nada de eso.

“Vas a lograr salir de aquí ¿recuerdas?”, señaló hacia su vientre

“Y no seré enviada a las cuevas. No mientras lleve esto”.

“Pero si les decimos, ¿crees que incluso nos crean? A veces no lo creo yo mismo”, sacó un pequeño frasco de pastillas del bolsillo.

“Toma”, dijo entregándoselo a ella. “Casi se me olvida. Es Vicodin. Para el dolor. Supuse que no estarías tomando sus pociones, no después de la otra noche”.

“Gracias”, se quedó mirando la botella. “¿Qué va a hacer esto?”

“Va a hacer que sientas sueño. Es posible que desees tomar sólo la mitad de una pastilla ahora”, sugirió.

El dolor era cada vez peor, pero pensaba que podía mantenerlo a raya un poco más. “Voy a tomar una pastilla entera antes de acostarme”, ella lo miró. “Voy a despertar ¿no?”

Él sonrió y asintió con la cabeza “Sí. Y una ventaja añadida, no ha expirado”, se sentó nuevamente, sus pensamientos, obviamente, regresaron a lo que habían estado discutiendo. “Si les decimos ¿qué pasará con los otros?”

“¿El rebaño?”, ella negó con la cabeza. “Ellos no pueden funcionar en el exterior, lo sabes ¿Van a ser encarcelados? Madre Hogan será encarcelada. Belden y su equipo, sí. ¿Pero los otros?”

“Ninguno de nosotros éramos participantes en esto, Fiona”. “Tú y yo”, dijo ella. “Hemos estado afuera. Teníamos conocimiento. Debimos haber hecho algo para evitarlo hace años”.

“¿Hacer qué? Los dos conocíamos las consecuencias. Hemos visto lo que le pasa a los que van en contra de madre Hogan”, le recordó.

“Sí”, y eso también lo había pensado ella ¿Qué pasaría con el rebaño? ¿Con su propia madre? Sabía la respuesta, pero tenía miedo de decirla ¿Le habían lavado el cerebro a Don al igual que el resto de ellos? ¿O había sido capaz de bloquearlo, como ella lo había hecho? ¿Era porque tenían educación, porque habían estado afuera, que supo incluso que podrían bloquearlo?

“¿Qué estás pensando?”

“Las sesiones”, dijo ella. “No le permití entrar”, golpeó su cabeza.

“La he bloqueado”.

“Roca amarilla”, dijo claramente, arqueando una ceja. Ella sonrió.

“Tú la has bloqueado también”.

“Sí. La palabra clave de madre para su poción venenosa”, se puso de pie nuevamente. “Cuando las sesiones comenzaron, estaba horrorizado por lo que había planeado para nosotros. Vi a los otros, todos en trance, todos repitiendo sus palabras. Roca amarilla en el reloj”, se rió. “Uno pensaría que ella podría haber escogido una mejor frase que esa”. Odiaba tener que decirlo, pero era la única opción.

“Tal vez el rebaño deba terminar con esa frase”, dijo ella. “Ponerle fin a todo de una vez por todas”.

“¿Hacer que todos mueran por sus propias manos?”

“¿Conoces a alguien que pudiese sobrevivir fuera de los confines de Hoganville?”

Lentamente negó con la cabeza. Ella respiró profundamente sintiéndose más cansada de lo que debería. “Vuelve el viernes”, dijo. “Ahora tienes que irte. No quieres ser atrapado en el bosque”.

Miró hacia la noche. “Sí, tengo que darme prisa. No quiero ser confundido con la cena”.

Lo dijo con una risa, pero no tenía ninguna duda de que él lo decía literalmente.

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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 37,38 y 39

Mensaje por ana_bys_26 Jue Feb 11, 2016 9:04 am



CAPÍTULO 39


“Bueno, te ves mejor”, dijo Britt mientras ayudaba a Fiona a ocupar la silla.

“Sí. Me siento casi normal”, dijo Fiona. Señaló hacia su abultado vientre. “Tan normal como puede ser con esto, de todos modos”, comenzó a desenvolver su sándwich, pero se detuvo. “Todo el mundo está hablando de mí ¿no es así?”

Lo más educado por hacer sería mentir, pero Britt no pensaba que Fiona quería eso. Así que asintió.

“Sí. La mayoría están preocupados”, dijo ella. “Y, por supuesto, algunos están sorprendidos por tu embarazo”.

“Sí. Yo también lo estoy”, dijo con una pequeña sonrisa. “Pero terminará pronto”.

“¿Estás ya estás en espera?”

“Sí. Pronto”, dijo Fiona con evasivas.

Britt no la presionó. También estaba preocupada por la salud de Fiona. Aunque, como había dicho, se veía mejor hoy. Pero decidió mantener las cosas ligeras durante su almuerzo y no presionarla.

“Tuve otro regaño de la Sra. Miner”, dijo ella. “Entró en el gimnasio mientras estábamos haciendo Zumba”.

Fiona se echó a reír. “Apuesto a que casi le da un infarto”.

“Peor aún. Me hizo una cita con el director Avery para estudiar mi falta de plan de estudios”. Britt se inclinó hacia delante con complicidad. “Ella piensa que estoy saboteando la auditoría que está por venir en el otoño”, sonrió “Sí, voy a derribar sin ayuda la escuela”.

Fiona estrechó su mano. “Oh, se siente tan bien reír. Gracias”. Britt asintió, pero se sorprendió cuando Fiona entrelazó sus dedos.

“Realmente me gustas, Brittany. Creo... creo que podríamos haber sido muy buenas amigas”.

Britt frunció el ceño. “¿Qué quieres decir con que podríamos haber sido?”

“Quiero decir, que me gustaría que no hubiese sido aquí. Me gustaría que hubiese sido en el mundo real”, apretó sus dedos.

“Un lugar diferente, un tiempo diferente”.

Britt no estaba segura de lo que quería decir y supuso por la expresión de su rostro que reflejaba sorpresa porque Fiona se echó a reír nuevamente.

“No, no. No me refiero sexualmente”, dijo Fiona. “No como tú y Santana”.

“Oh. Está bien, entonces”, dijo Britt dándole una sonrisa de alivio y apretó aún más su agarre cuando Fiona trató de retirar la mano.

“Simplemente siento que contigo, si hubiésemos estado en otro lugar”, explicó ella. “Podríamos haber sido mejores amigas”.

Fiona suspiró “Nunca he tenido una mejor amiga”. Britt aclaró su garganta. “Bueno, ahora la tienes”.

Volvieron a comer su almuerzo y Britt se preguntaba qué estaba pasando con Fiona. Parecía diferente. La misma, sin embargo, diferente. Las siguientes palabras de Fiona sólo confirmaron eso.

“¿Crees en los monstruos?”, preguntó Fiona en voz baja.

Britt asintió. “Sí, las personas pueden ser monstruos”, le guiñó un ojo “Estas estudiantes pueden ser monstruos”.

Fiona no le devolvió la sonrisa. “No hablo de las personas. Monstruos reales”.

Britt apoyó los codos sobre la mesa, estudiándola. “No lo sé. Leemos acerca de ellos en los libros, están en el cine, pero si existen o no, no estoy segura”, vio como las manos de Fiona frotaban su vientre. “¿Estás bien?”, preguntó ella.

Fiona levantó la vista rápidamente, la sonrisa en su rostro era forzada. “Sí. Lo siento. Deben ser mis hormonas”, aclaró su garganta. “Escucha ¿podrían tú y Santana venir a casa el viernes después de la escuela?”

Britt asintió. “Sí, pero tengo que ir a San Agustín al supermercado.

A menos que la tienda de comestibles Hogan esté abierta”, bromeó ella.

Una vez más Fiona no sonrió. “No”, la miró a los ojos. “No vayas allí”.

Britt estaba confundida por la seriedad de Fiona. Seguramente sabía que Britt sólo había estado bromeando. “Está bien”, le tocó el brazo ligeramente. “¿Qué pasa?”

“Hay alguien que quiero que conozcas, eso es todo”.

Ante eso, se despertó el interés de Britt. “¿Alguien especial?”

Fiona tomó una respiración profunda, asintiendo con la cabeza.

“Sí”.

Britt esperó que Fiona se explicara, pero no dijo nada más. Colocó la parte no consumida de su sándwich en la bolsa y se puso de pie, usando la mesa para sostenerse.

“Tengo que volver”.

“Está bien”, Britt recogió su basura rápidamente, agarrando la de Fiona y tirando todo en un contenedor de basura.

“Solo estoy cansada”, dijo Fiona.

“¿Qué?”

“Estás preocupada”.

Britt se echó a reír “¿Se nota?”

Fiona la sorprendió tomándola del brazo. “Gracias por ser mi amiga”.

"Si necesitas ayuda, me lo harás saber ¿verdad?”

“Por supuesto”.

“Porque…”, se detuvo, al ver que Jules se acercaba. Ella sonrió.

“Hola ¿Estás tomando un almuerzo tardío?”

“Oh, no. Es que no te había visto en toda la semana”, se volvió hacia Fiona. “¿Cómo te sientes?”

“Gorda”, dijo ella y todas rieron. Jules se volvió hacia Britt.

“Quería asegurarme de que sabías acerca de la barbacoa el domingo. Es en casa de Val y Ella”.

“Está bien ¿Cuál es el tema de esta semana?”

“Oh, sin tema. Haremos filetes y un plato de acompañamiento. Dave tiene una parrilla de gas que pondrá en uso”.

Britt asintió. “Grandioso. Estaremos allí”.

“Las veo más tarde”, dijo Jules despidiéndose de ellas.

“Maravilloso”, dijo Britt secamente. “Filetes. A San le encantará eso”.

“¿Oh? ¿Y a ti no?”

Britt negó con la cabeza. “Estoy así de cerca…”, dijo sosteniendo su dedo pulgar e índice juntos, “…de ser vegetariana”.


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Finalizado Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final

Mensaje por Susii Jue Feb 11, 2016 3:36 pm

Usaron el regalo de Puck!! Ohmygosh$-$ lsjskdb
Que mal lo paso San cuando era niña:l todo por culpa del imbesil que tuvo como padre>:c
Fiona le va a contar todo lo que sucede a las brittana! Ohhhhh:o
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Finalizado Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final

Mensaje por micky morales Jue Feb 11, 2016 7:42 pm

vaya, pobre san! espero que fiona si pda llegar a contar los horrores que se viven en ese tetrico lugar, tal vez asi no haya que recurrir a mi plan de la bomba!!!!
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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 40

Mensaje por ana_bys_26 Sáb Feb 13, 2016 4:02 pm



CAPÍTULO 40


San yacía despierta mientras el relámpago cruzaba por las persianas cerradas y un trueno luminoso le seguía. El viento se había detenido y asumió que la lluvia no tardaría en caer. Instintivamente apretó su agarre de Britt, cerrando sus ojos por unos segundos mientras besaba suavemente su hombro desnudo.

Britt se enterró profundamente en la almohada, manteniendo su mano en el brazo que San usaba para rodear su cintura desde atrás.

San pensó que podía quedarse así para siempre y eso la sorprendió. Sin duda, cuando el caso hubiese terminado, cuando regresaran a Houston, entonces este pequeño romance que estaban teniendo llegaría a su fin.

Francamente, era una mierda. Estar acostada así en la cama con alguien más, una desconocida que acabara de conocer, no era atractivo en lo más mínimo. Pero ¿a quién quería engañar? Nunca se había quedado el tiempo suficiente para abrazar a alguien. Demonios, nunca había querido abrazar a alguien. A veces, no salía de sus camas lo suficientemente rápido.

Dios, tantas cosas habían cambiado. Besó el hombro de Britt nuevamente.

No, no tenía ganas de volver a su antigua vida. Tampoco estaba cerca de quedarse dormida. Se alejó de Britt lentamente, manteniendo las sabanas a su alrededor.

Britt se agitó pero no despertó. San agarró la camiseta que se había quitado anteriormente y se la puso, luego caminó descalza hacia la sala de estar. Abrió las persianas, la tormenta estaba ahora en toda su fuerza y un trueno retumbó encima de ella. Se puso de pie junto a la ventana, viendo el espectáculo, los grandes pinos a través del camino se balanceaban poderosamente por el viento. No era una de esas que pronosticaba el tiempo, pero había escuchado mencionar al jefe Aims que uno de los otros guardias había dicho que estas tormentas podían producir tornados.

Estiró su cuello, mirando el pino gigante que estaba justo fuera de su ventana, pensando que si se caía aplastaría su casita en pequeñas cerillas de fósforo. Se apartó de la ventana rápidamente cuando un relámpago crepitó sobre el bosque seguido inmediatamente de un trueno.

Su mirada se dirigió a la casa de Fiona al cruzar la calle. Asumió que Fiona estaba en cama, ya que era justo después de medianoche. Tenía curiosidad sobre a quién quería Fiona que conocieran. Britt pensaba que tal vez era el padre de su bebé. Otro resplandor de un relámpago cruzó los árboles, iluminando el bosque. Se inclinó hacia delante, sin poder creer lo que acababa de ver. Entrecerró los ojos, esperando otro destello de luz.

Y ahí estaba, una enorme criatura estaba de pie en el borde del bosque cercano a la casa de Fiona.

“¿Qué demonios?”, murmuró.

Una vez más, la oscuridad y ella esperó. El rayo surgió casi simultáneamente con el rugido de un trueno y saltó hacia atrás. La... la cosa parecía estar mirándola directamente a los ojos, entonces se deslizó en el bosque sobre cuatro patas.

¿Qué diablos fue eso?

“¿Sanny?”

Saltó y dejó escapar un grito, sus ojos muy abiertos. Contuvo la respiración, ahora avergonzada.

“¿Qué pasa?”, preguntó Britt.

San se volvió hacia la ventana, señalando. “Vi algo. Algo que ni siquiera estoy segura puedo describir”.

Britt ladeó la cabeza. “¿Y te asustó? Porque gritaste como una chica”.

Sanrió. “Sí, bueno, un poco”.

Britt se acercó, entrelazando sus brazos y ambas se quedaron mirando afuera en la noche oscura. Otro relámpago iluminó el bosque, pero no hubo ninguna señal de… eso.

“No podía dormir”, dijo San. “La tormenta. Por eso vine aquí para verla. Eso... eso estaba en el borde de la casa de Fiona. Era una especie de animal, supongo. Cuatro patas. Pero estaba de pie sobre sus patas traseras”, se volvió hacia Britt. “Era como si sabía que lo estaba viendo. Lo juro, se volvió y me miró directamente. Entonces se echó a correr sobre sus cuatro patas, nuevamente hacia el bosque”.

“¿Qué crees que era?”, preguntó Britt en voz baja.

“No tengo ni idea. Pero sea lo que sea, supongo que es lo que oímos gritar en la noche”

“¿Y no era una pantera negra?”

“No. Era demasiado grande. Estando de pie sobre sus patas traseras, diría que tenía ocho o nueve pies

Britt la miró con escepticismo. “¿Estás segura?”.

San se quedó mirando el lugar donde estaba, tratando de imaginarlo nuevamente. Por supuesto, sólo lo había visto durante unos segundos, pero la imagen se había arraigado en su mente.

“Sí”, dijo ella. “Estoy segura”.

Y a lo lejos, el grito espeluznante se escuchó, lo suficientemente alto como para que incluso el sonido del trueno no pudiera ocultarlo.

Britt se inclinó más cerca de ella, sus dedos clavándose en el brazo de San.




***




Fiona despertó sobresaltada, con sus ojos muy abiertos.

Se sorprendió al encontrarse a sí misma en su cama. Se recostó, parpadeando varias veces. Sólo un sueño. Pero uno muy real, sin duda. Había estado corriendo. Rápido. En los túneles. Y... algo la perseguía. Giró la cabeza hacia un lado, viendo los restos de la tormenta destellando detrás de sus persianas cerradas. Una suave ráfaga de truenos, entonces ahí estaba, el inquietante grito desde lo más profundo en el bosque.

Nadie hablaba de ello. Ni siquiera su propia madre. Pero todos sabían lo que era y dónde vivía. La madre Hogan les aseguró que estaban a salvo, pero aun así, Fiona se propuso no estar afuera por la noche. Más de un par de ovejas se habían perdido con los años. Se preguntaba si esa no era una de las razones por la que los túneles habían sido construidos, para que pudieran moverse
sin miedo… miedo a los forasteros y miedo a eso. Era gracioso, ya que los túneles se unían a la cámara de todos modos.

Un dolor agudo en su intestino le hizo jadear y apretó su mano con firmeza contra su lado, deseando que el dolor se fuera. Cuando se calmó, agarró la botella de píldoras que Don le había
dejado.

Sólo había tomado la mitad de una a la hora de acostarse. Ahora tomó la otra mitad, tomándola con el agua que había dejado sobre la mesa de noche. Giró alejándose de la ventana, sus ojos parpadeando lentamente, esperando que el fármaco hiciera efecto. Se sentía cada vez más somnolienta, sus párpados pesados. Se sorprendió al sentir una lágrima correr por su mejilla. La limpió con impaciencia. No haría ningún bien permitir que su dolor y tristeza escalaran. Ya era demasiado tarde para eso. Sólo
había una manera de salir de esta pesadilla. Fiona sólo esperaba
ue fuese lo suficientemente fuerte.


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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 40,41

Mensaje por ana_bys_26 Sáb Feb 13, 2016 4:13 pm



CAPÍTULO 41


Britt miró las piernas que se balanceaban de adelante hacia atrás a su lado.

San estaba tranquilamente sentada en el mostrador con una botella de vino entre sus muslos. Se volvió hacia la salsa a fuego lento, finalmente calmando las piernas de San. “Debes saber que estás rompiendo todo tipo de reglas por sentarte en el mostrador”.

San se echó a reír. “¿Te estoy volviendo loca, señorita TOC?”, se bajó de un saltó, olvidando la botella de vino cuando San la alcanzó, haciéndole cosquillas a los lados con las dos manos mientras Britt las palmeaba.

“Dios ¿podrías detenerte?”, dijo riendo, tratando de escapar.

“Nunca me dijiste que tenías cosquillas”.

Britt agarró la botella de vino y la puso en las manos de San. “Haz algo útil, por favor”.

“Está bien, querida. No quiero interponerme entre tú y tu vino”, volvió a su lugar en el mostrador, asegurando la botella de vino nuevamente entre sus piernas mientras retorcía el sacacorchos.

Britt sintió como le poseía una inesperada oleada de afecto ante esa vista. Disfrutaba muchísimo la compañía de San, sin embargo, eran contrarias casi por completo.

“No sé por qué me gustas tanto”, dijo dándole voz a sus pensamientos. “No eres para nada mi tipo”.

San levantó la mirada con una sonrisa jugando en sus labios. “Bebé, soy exactamente tu tipo. Has sido una niña muy buena toda la vida, creo que te gusta algo de lo malo”. San la miró a los ojos desvaneciéndose su alegría “Es por eso que me gustas. Necesito algo bueno en mi vida”.

“No sé por qué estás tan convencida de que soy buena”, dijo ella. Le quitó el vino a San y lo puso a un lado, colocándose entre sus piernas.

“¿Qué pasa?”

San negó con la cabeza. “En realidad nada. Es sólo que tienes razón. No soy su tipo”.

Britt frunció el ceño desconcertada por el cambio en su tono. Entrelazó sus dedos con fuerza. “Habla conmigo ¿Qué te preocupa?

San se encogió de hombros. “Es que... si no trabajáramos juntas, si nos hubiésemos conocido en otro lugar, no me hubieses dado ni la hora. Porque no soy…”

Britt llevó uno de sus dedos a los labios de San deteniéndola. No soy lo suficientemente buena. Odiaba que San se sintiera así, pero, obviamente, su infancia, su educación, había tenido un profundo efecto en ella. Pero quería ser sincera con ella.

“Probablemente tienes razón, San. Si nos hubiésemos conocido en la calle, en una fiesta, probablemente no hubiese pensado dos veces en ti, en conocerte”, dijo ella. “Pero así no fue como nos conocimos. Te conozco. Sé la pasión que tienes por el trabajo, por la gente, las víctimas. Sé lo mucho que te gusta esto, lo personal que es para ti. Sé que lo que deseas es cuidar de todo el mundo y sin embargo no cuidas de ti misma. Es como si creyeras que no eres tan digna como los demás”, apretó su mano con más fuerza. “Sé todo eso, San. Tienes más integridad y honor que nadie que conozca. Así que no digas que no eres lo suficientemente buena. Eres mejor que suficientemente buena”.

Sus ojos se sostuvieron y Britt sabía que San estaba buscando la verdad en ellos. Se abrió a sí misma, permitiendo que San viera todo lo que necesitaba.

San finalmente asintió con la cabeza, formando una pequeña sonrisa. “Así que, incluso con toda mi belleza y encanto, no habrías pensado dos veces en mí ¿eh?”

Britt se echó a reír. “Vaya, que eres modesta”.

San también rió, su sonrisa ahuyentando la última sombra que había surgido. “Sabes, estoy muy contenta de haber dejado de fingir. La tensión era realmente insoportable”, sirvió vino en una de las copas. “¿No es mucho mejor?”

Britt asintió. “Voy a tener que estar de acuerdo contigo en eso. Esto es mucho mejor”, se acercó más besando ligeramente a San antes de tomar la copa de vino.

Las piernas de San reanudaron su oscilación mientras Britt levantaba la tapa en su salsa de espagueti. Vertió la mayor parte de su copa de vino en ella, después la agitó. Sin tener que pedirlo, San volvió a llenar su copa.

“Nunca solía beber vino”, dijo San. “Creo que me tienes enganchada a este”.

“Bueno, lo intento”.

San tomó un sorbo, mirándola pensativa. “Sabes, esa noche…”

Paige sonrió. “¿Esa noche?”

San se echó a reír. “Sí, esa noche. En el bar. Después de todo… a pesar de que fue extraño para nosotras en el trabajo… seguí esperando que volvieras”.

“¿Ah, sí?”

“Sí. Seguí buscándote, con la esperanza de verte nuevamente”, se encogió de hombros. “Lo sé, es una locura. Quiero decir, ya que ni siquiera hablamos de ello. No hablamos en absoluto”.

Britt negó con la cabeza. “No es una locura. De hecho, lo pensé un par de veces. Pero no quería hacer las cosas más difíciles de lo que ya eran”.

Permanecieron en silencio mientras Britt agitaba la salsa, pero sentía los ojos de San en ella. Finalmente la miró inquisitivamente.

“Tenías razón ¿sabes?”, dijo San. “Cuando dijiste que no sabía cómo tratar a las mujeres”.

“Oh, no, San. Lo siento”, bajó la cuchara colocándose entre las piernas de San nuevamente “No quise decir eso. Estaba enojada. stábamos teniendo una discusión”.

“No. No, lo decías en serio. Y es verdad. No sé cómo hacerlo”, se encogió de hombros. “Podría echarle la culpa a los modelos de conducta que tuve mientras crecía, pero eso no sería más que una excusa”, dijo ella. “A decir verdad, nunca quise que nadie me conociera. No quise que hubiese alguien a quien contarle mi historia, ya sabes”. San agarró su mano, acariciando suavemente con el pulgar su mano, de ida y vuelta. “Era más fácil estar sola, más fácil tener esas aventuras de una noche”.

“Me alegro que confiaras en mí lo suficiente como para contarme, San. Creo que si hubieses dejado que alguien se acercara a ti y le hubieses contado tu historia, creo que te hubiesen entendido. Eras una niña. No había culpas en ti”.

Ella bajó a San del mostrador, envolviendo sus brazos alrededor de ella con fuerza. Beso su mejilla, moviéndose lentamente hacia su boca. Se separaron, apoyando sus frentes una contra la otra y
cerrando sus ojos. Sentía que su apego a San crecía con cada beso, con cada caricia. El hecho de que San confiara en ella lo suficiente como para permitir que viera sus vulnerabilidades sólo servía para fortalecer el vínculo que crecía entre ellas.

Sí, eran muy diferentes. Habían crecido en los extremos opuestos del espectro, la educación de ambas no podría haber sido más diferente. Sin embargo, allí estaban, en los brazos de la otra, reconfortándose y consolándose. Amigas y amantes.

Escondió su cabeza, enterrándola en el cuello de San. ¿Amantes? Sí ¿Pero amigas? Eso era algo que nunca había considerado anteriormente, no con San. Debido a que eran tan diferentes. Pero esas diferencias ahora no significan nada. Se atrevería a adivinar que San no tenía amigos. Y si daba una
mirada honesta a su vida, tendría que admitir que tampoco tenía amigos íntimos. Simplemente relaciones superficiales que no significaban nada. Las personas con quienes se había sentido cercana, las personas con quienes pasaba tiempo, las personas que realmente importaban en su vida eran Sam, Puck y, sí, San. ¿Por qué había requerido esta asignación para ver eso?

Levantó su cabeza, buscando la boca de San nuevamente. Sus besos fueron ligeros, suaves, ninguna de las dos los profundizaron. Se echó hacia atrás, viendo la mirada de San sobre ella. Sonrió rápidamente, luego la besó nuevamente.

“Gracias”, dijo San. “No quise que nuestra conversación fuese tan seria”.

“No. Creo que es bueno que podamos hablar así. Debemos ser capaces de ser honestas con la otra acerca de lo que estamos pensando”, tomó su copa de vino y se alejó de San, volviendo a su salsa. “Quiero que sientas que puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa”. San sonrió y Britt vio desaparecer la tensión de su rostro.

“Está bien. Entonces hablemos de esta salsa sin carne que estás haciendo. Me muero de hambre”.

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El mundo de Brittany

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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 40,41 y 42

Mensaje por ana_bys_26 Sáb Feb 13, 2016 4:55 pm




CAPÍTULO 42

San abrió las persianas lo suficiente para mirar hacia afuera, después las cerró nuevamente cuando no vio nada. Echó un vistazo hacia Britt.

“¿Dijo a qué hora estarían por aquí?”

Britt se situó en el refrigerador, mirando dentro. “Sólo dijo que después de la escuela”.

San vio como Britt se ponía en cuclillas, abriendo el cajón de verduras y sacudiendo la cabeza.

“¿Qué pasa?”, Britt se puso de pie nuevamente y cerró la puerta con un suspiro. “No tengo nada que ofrecerles. Ya sabes, hors d'oeuvre o aperitivos”.

San se echó a reír. “¿Y eso es tan… malo?”

Britt puso sus manos en las caderas. “¿Te burlas de mí?”

“Oh, no”, dijo ella rápidamente “Me encanta que sepas acerca de hors d'oeuvres y todo eso”.

Britt ladeó su cabeza, mirándola fijamente. “Le estoy dando demasiada importancia ¿no es así?”

“Creo que tal vez sólo quiere que conozcamos a su novio o algo así, ¿no? Quiero decir, probablemente solo pasen para saludar y luego volverán a su casa”, se encogió de hombros. “Por supuesto, es viernes así que tal vez venga a buscarla. Ya sabes, tomando en cuenta que se queda en Hoganville los fines de semana”.

“Supongo que tienes razón. Sin embargo estoy curiosa ¿no lo estás tú?” “Por razones completamente diferentes, sí”.

“¿Qué significa eso?”

“Significa que miras a Fiona como a una amiga y quieres conocer a esta persona que ella afirma es especial. Yo quiero ver si tiene cuernos y cola y quiero ver si podría ser una persona de interés en esta supuesta investigación que se supone debemos hacer”.

“¿Cuernos y cola?”

“Sabes a qué me refiero”, abrió las persianas nuevamente, finalmente viendo a Fiona salir de su casa.

“Jesús, ella esta enorme”, murmuró.

“¿Ya viene?”

“Sí. Y hay un tipo de apariencia normal con ella. No hay cuernos. Parece ser de su edad, tal vez un poco mayor”, dijo San.

“¿Es guapo?”

San se echó a reír. “Voy a dejar que juzgues eso”.

Britt abrió la puerta cuando Fiona golpeó, sonriéndoles ampliamente. Fiona le devolvió la sonrisa y San pudo ver el cariño genuino que Britt y Fiona compartían.

“Adelante”, dijo Britt “¿Cómo te sientes?”

“¿La verdad? Como si mi piel se estuviese estirando tanto que está a punto de estallar en cualquier momento”.

“Entonces voy a decirlo una vez más, tal vez deberías consultar a un médico. Un médico de verdad”, añadió con un guiño.

Britt se volvió hacia el hombre que estaba al lado de Fiona quien lucía nervioso y le tendió la mano.
“Soy Brittany Pierce”, dijo ella.

“Ella es Santana Lopez”.

“Don... Don Hogan”, dijo él.

Aunque San y Britt sabían que todos tomaban el nombre Hogan como su apellido… y que Don era el médico en Hoganville… Britt mantuvo el juego.

“¿Ah, sí? ¿Son parientes?”

Fiona se echó a reír. “Podríamos serlo”.

San se acercó, sacudiendo su mano como saludo. “Encantada de conocerte”.

“Estoy decepcionada si están relacionados”, continuó Britt, formando una sonrisa. “Tenía la esperanza de que nos presentaras a tu novio”.

Tanto Fiona como Don se sonrojaron mientras Britt los llevaba al interior y cerraba la puerta tras ellos. Don ayudó a Fiona a sentarse y San se preguntó si Britt no estaría acertada en su suposición.

“No un novio, no”, dijo Fiona. “Pero quería que las dos lo conocieran”, miró a Don nerviosamente. “Tenemos… tenemos algo que discutir con ustedes”.

El tono de Fiona era serio y Britt se dio cuenta de eso. El papel que estaba jugando como anfitriona desapareció, reemplazado por la curiosidad inherente a su trabajo.

“¿Está todo bien?”, entonces, recordando sus modales, Britt hizo un gesto hacia la cocina. “Lo siento ¿Puedo darles algo de beber?”, miró a San quien negó con la cabeza.

“No, estamos bien”, dijo Don.

Britt se sentó en el brazo del sofá junto a Fiona, frotando ligeramente con su mano el hombro de Fiona.

“¿Qué está mal, cariño?”

Fiona dio una risa rápida. “Qué no está mal sería una respuesta fácil”, tomó una respiración dificultosa, frotando con una mano su costado. “Lo siento. He tenido calambres”.

“¿Has tomado una píldora?”, preguntó Don.

“La mitad”, dijo Fiona.

Britt miró a San con las cejas levantadas antes de volver a Fiona. “¿Que píldora, Fiona?”

“Vicodin”, dijo Don.

“¿Vicodin? Pero... Quiero decir, no soy médico, pero estas embarazada ¿Puedes tomar Vicodin?”

“¿Podría hacerle daño al bebé?”

“Creo que sí, sí”, dijo Britt. “Es un medicamento con receta ¿Fuiste a ver a un médico?”

Don estaba a punto de hablar, pero Fiona le detuvo con una sacudida de su cabeza. Se volvió hacia Britt y le tomó la mano.

San pudo ver lo mucho que la estaba apretando ya que los nudillos de Fiona se volvieron casi blancos.

“Tenemos que hablar con ustedes. Necesitamos que nos escuchen”, hizo una pausa “Necesitamos su ayuda”.

“Por supuesto”, dijo Britt inmediatamente. Echó un vistazo hacia San. “¿Qué está pasando?”

Fiona soltó la mano de Britt, ahora mirando al frente como si estuviese ordenando sus pensamientos. Don la estaba mirando fijamente, con las manos retorciéndose nerviosamente.

“¿Recuerdas cuando decías que estabas fascinada con Hoganville?”

Britt asintió. “Entiendes cuan diferentes son las cosas por aquí ¿verdad?”

“Sí”.

Fiona giró la cabeza lentamente, mirando a Britt. “Tenemos algunas cosas que decirles… algunas de ellas puede que ni siquiera las crean… pero necesitamos que ayuden a Don a alejarse de Hoganville”, dijo ella. “Una vez que regrese esta noche, no creo que Madre Hogan me permita regresar”

“¿Quieres decir hasta después que nazca tu bebé?”, preguntó Britt.

Fiona negó con la cabeza. “No. Nunca”.

Britt frunció el ceño. “¿De qué estás hablando?”

Esta vez, Fiona miró a San. “Las cosas no son como parecen. La mayoría de las personas que viven allí, nunca han puesto un pie fuera de esas paredes. Algunas ni siquiera han visto a un extraño. Ellos tienen ciertos trabajos. Algunos atienden los jardines, algunos los pollos, algunos los cerdos y vacas. Algunos son trabajadores de la madera, algunos de costura”, hizo una pausa. “Y algunas cosas suceden allí... bueno, sólo cosas. Les cuento esto porque necesito que saquen a Don de aquí. Y ya que San está con la policía, pensaba que tal vez podrías traer a las autoridades”.

San no podía creer que Fiona estaba contándoles esto. ¿Cosas? Seguramente estaba hablando de las desapariciones. Pero necesitaban oírlo todo de Fiona. No podían suponer que eso era de lo que estaba hablando. Y ciertamente no podían revelar su pantalla así que fingió ignorancia.

“¿Las autoridades? ¿Para qué?”, preguntó ella. “¿Bajo qué motivo?”

Fiona negó con la cabeza. “No creo que me creas si te lo digo”.

Britt se arrodilló delante de ella. “¿Qué está pasando, Fiona?”

Fiona tomó una respiración profunda.

“Tengo treinta y uno”, dijo ella. “Una virgen. Hasta hace poco tiempo. Fui elegida para copular. Cuando me ausenté de la escuela esa semana, estaba cautiva y me mantuvieron drogada”, apartó la mirada de Britt. “Para que Antel pudiese… preñarme”.

Britt se puso de pie rápidamente. “¿De qué estás hablando? ¿Cópula?”

Don aclaró su garganta. “Madre Hogan decide quién debe copular de manera que la línea de sangre siga siendo fuerte. La cópula se realiza en la cámara”.

“¿Cámara?”, preguntó San.

“Las cuevas”.

San y Britt se miraron. “¿Que cuevas?”

“Cuevas subterráneas”, dijo Don. “Ella tiene un altar en la cámara. Para... bueno, para muchos usos”.

Britt miró a Fiona. “Pero…”

“Por favor, no juzguen ni traten de encontrarle significado a eso ahora”, dijo Fiona. “No hay tiempo. Sólo estamos tratando de decirles lo que pasa”.

“Está bien, espera un minuto”, dijo Britt levantando una mano. “En el almuerzo un día, cuando me estabas hablando acerca de tu familia, dijiste que Antel era tu padre”.

Fiona asintió. “Sí”.

Los ojos de Britt se agrandaron. “Y él…”

“Sí”.

“Oh, Dios mío”, murmuró Britt, su mirada yendo hacia la barriga de Fiona. “Pero Fiona…”

“No. Estoy segura que no es su bebé. Fue un acto realizado para el rebaño. Madre Hogan dijo que quería una línea de sangre pura. Antel es el único verdadero Hogan que quedaba. Yo soy la siguiente”.

La mente de San le daba vueltas. Antel, su padre, mantenida en cautiverio, preñada. Echó un vistazo hacia Britt, todavía tratando de ordenar sus pensamientos ¿Estaba tratando de decirles que su propio padre...? Por Dios... no.

Britt le dio una mirada suave, una para hacerle saber que entendía la dirección de sus pensamientos. Pero también le decía que se concentrara, que fuese profesional. Que hiciera su trabajo.

San asintió. Ahora no era el momento para pensar en esa atrocidad.

“Está bien”, dijo Britt, volviendo a Fiona. “Sigue. Estás embarazada. Pero no de tu… de Antel”.

“No. No es posible”. Fiona señaló su vientre. “Esto sucedió hace apenas dos meses”.

“¿Qué estás diciendo?”

Fiona miró a Don, como si buscara ayuda. Echó un vistazo hacia San, pero dirigió sus palabras a Britt.
“Algo vive en las cuevas. Algo que nunca hemos visto. Nuestra comunidad fue construida cerca de la entrada principal para custodiar las cuevas”.

San se acercó, tratando de averiguar lo que estaba diciendo. Inclinó la cabeza. “¿Algo vive ahí? ¿Qué?”

“No lo sabemos”, dijo Fiona. “Pero estoy bastante segura que lo que está creciendo dentro de mí es de él”.

“Fiona, ¿de qué estás hablando?” Britt se sentó junto a ella otra vez. “Dime lo que estás tratando de decir”.

Fiona la miró fijamente durante mucho tiempo, finalmente asintió. “Les contaremos todo. No nos van a creer, pero vamos a decírselos”.

Fiona se volvió lentamente, encontrando sus ojos con los de Don. Lo que sea que se hayan dicho entre ellos lo hicieron en silencio. Fue Don quien habló a continuación.

“Por lo general, dos veces al año… a veces tres… Belden y los cazadores traen chicas o mujeres. Las traen a la cueva. Madre Hogan tiene este ritual que llama la Semana de la Celebración”.

“Eso ha estado sucediendo durante años. Mucho antes de nuestro tiempo”, añadió Fiona.

“Las chicas se ofrecen como sacrificio a... bueno, a lo que vive en las cuevas”, dijo Don.

“¿Un sacrificio?”

“Madre Hogan les hace beber una de sus pociones, entonces Belden las lleva más allá de las cavernas y hacia el túnel principal de la cueva”.

Fiona miró hacia abajo, con los ojos casi cerrados. “A veces hay gritos. A veces se mantiene por mucho tiempo”, dijo ella, su voz casi un susurro.

“Ellos las hacen correr. Para ser cazadas”.

“¿Las matan?”, preguntó Britt en voz baja.

Fiona levantó la vista. “Las devoran”.

Las cejas de Britt se elevaron. “Estas pociones que la madre Hogan prepara. ¿Qué es ella? ¿Una bruja?”

Fiona sonrió. “Sí. Podría serlo”.

Britt y San se miraron nuevamente, pero San no estaba dispuesta a revelar su misión. Sacudió sutilmente su cabeza, viendo como Britt le contestaba con un asentimiento. San se movió hacia
delante, parándose delante de Fiona.

“¿Estas chicas son secuestradas? ¿Qué? ¿Raptadas?”

“Por lo que sé, sí. No es algo de lo que se hable”.

Una vez más, Santana fingió ignorancia. “¿Y son llevadas a la cueva para ser devoradas por algo?”

Fiona la miró a los ojos. “Sé que no nos creen. Es una locura, ¿no?”

“Sí. Una locura”.

“Pero es cierto. Cualquiera que sea la criatura que vive en la cueva controla a madre Hogan”.

“Estamos tratando de encontrar una manera de detenerlo”, dijo Don "Nosotros somos los únicos que podemos hacer que suceda. No hay nadie más. A los otros les han lavado el cerebro durante mucho tiempo, ni siquiera pueden imaginar ir en contra de madre Hogan. Además, la mayoría de ellos son mayores. Eso es todo lo que conocen”.

“Don y yo somos de los pocos que hemos estado en el exterior”, dijo Fiona. “También somos los más jóvenes que quedamos en el rebaño. Gretchen es la otra, pero es una causa perdida. Ella es muy leal a Madre Hogan. A Don y a mí siempre nos han mantenido separados, nunca se nos permitió interactuar. Debido a que hemos estado afuera. Conocemos del mundo. Hemos sido educados”.

“Si ella nos permitía interactuar…”, dijo Don, “…podríamos haber conspirado contra ella. O simplemente hubiésemos decidido huir. O decirle a alguien, como lo estamos haciendo ahora”.

“El resto de ellos, todos siguen la dirección de madre Hogan”, dijo Fiona. “De todo. Ellos no tienen ni un solo pensamiento propio. Todo lo que hacen, todo lo que comen, todo lo que dicen, todo lo que piensan proviene de ella”.

“Siempre ha sido de esa manera”, dijo Don. “Así es como te enseñan. No cuestionas. Los que lo hacen son sacrificados. Fiona y yo hemos aprendido a fingir que tenemos un lavado de cerebro como ellos. Es la única manera de sobrevivir. Ha habido un montón antes de nosotros que no fueron capaces de hacerlo. Ellos fueron sacrificados rápidamente. Y con crueldad”.

“Y eso refuerza el miedo… y su poder”, añadió Fiona.

San movió sus ojos hacia Britt con las cejas levantadas. ”¿Sacrificados?“

“Sí”, dijo Fiona. ”Son dejados en la cueva. Y es… es algo realmente malo”, dijo ella mirando a Don.

“¿Recuerdas a Ryan?”

Don asintió. Fiona se volvió hacia Britt.

“Madre Hogan acusó a Ryan de desobediencia, de contarle cosas a las autoridades. Todos fuimos reunidos en la cámara. Después que Madre Hogan hizo una lista de sus crímenes, Belden lo llevó a la cueva y lo ató”, cerró sus ojos extendiendo su mano hacia Don. “Nos hicieron escuchar sus gritos... mientras él era devorado. Después de eso se aprende rápidamente a no cuestionar jamás a madre Hogan”.

“Mierda”, murmuró San. “Entonces ¿qué es? ¿Qué hay en la cueva?”

“No sabemos”.

“¿Los gritos que escuchamos en la noche?”, preguntó Britt. “¿Es de eso?”

Fiona asintió. “Sí. Es de eso. Él caza en el bosque cerca de la escuela”. Fiona miró directamente a Britt. “Madre Hogan dice que somos los guardianes de la cueva. Ese es nuestro trabajo. Madre Hogan tiene poderes. Todas ellas han tenido poderes”.

“¿Ellas quiénes?”, preguntó Britt.

“La abuela de Ester, su bisabuela y las que estaban antes que ella. Todas ellas han dirigido el rebaño”.

San levantó una ceja. “¿Qué clase de poderes?”

“Ella puede ver cosas. Sabe cosas. Puede mover cosas sin tocarlas”.

San frotó su garganta, llevando su mirada hacia Britt. “Ese día en la cafetería, sentí como si alguien me estuviese ahogando ¿Recuerdas?”

Britt asintió.

“Ese es uno de sus trucos favoritos”, dijo Fiona.

“Y ella está, ya sabes ¿en control aquí?”, preguntó Britt, golpeando su cabeza.

“¿Madre Hogan? No. Está completamente loca. También es muy, muy inteligente. Es por eso que tenemos que sacar a Don de aquí. Porque lo sabrá”, miró a Don. “No hemos tenido ningún papel en todo esto, que no sea el que vivimos aquí”, dijo ella.

“Don es el único que puede funcionar fuera de Hoganville. El resto, no puede. Así que sáquenlo y llamen a las autoridades”.

“¿Y qué hay de ti?”, preguntó Britt.

Fiona negó con la cabeza. “Lo que está creciendo dentro de mí, no es algo que se pueda explicar. Mi destino está sellado”.

“¿Crees que lo vive en la cueva es el...?”, dijo mirando su vientre abultado.

Fiona asintió.

Britt se volvió hacia San. “Tenemos que decirles”, susurró.

Britt obviamente confiaba en Fiona y creía lo que estaba diciendo. Las desapariciones, sí. ¿Pero el cuento de que alguna criatura vivía en una cueva y comía gente? ¿Qué la criatura hubiese preñado a Fiona? Bueno, claro, habían oído los gritos en el bosque. Y ella había visto algo la noche de la tormenta. Pero, ¿realmente creía su historia salvaje? Se encontró con la mirada persistente de Britt, lo vio allí, sí, Britt creía su historia .

“Está bien”, dijo ella, cediendo. “Cuéntales”.

“Contarnos ¿qué?”, preguntó Fiona.

Britt miró entre Fiona y Don, permaneciendo finalmente en Fiona.

Extendió las manos, señalando hacia San. “Nosotras… somos la autoridad”.

Fiona frunció el ceño. “¿De qué estás hablando?”

Britt se puso en cuclillas a su lado. “Cariño, somos del FBI. No soy una maestra. Nos enviaron aquí por las desapariciones”.

“Eres... ¿eres del FBI?”

“Sí”.

La rabia se mostró en el rostro de Fiona inmediatamente. Apartó la mano de Britt alejándola, juntando sus propias manos y apretándolas.

“¿Así que todo este tiempo, estabas jugando conmigo? ¿Pretendiendo ser mi amiga? ¿Tratando de hacer que confiara en ti? Tu nombre probablemente ni siquiera es Brittany ¿verdad?”

San pudo ver que Britt estaba luchando consigo misma para mantenerse profesional, pero las palabras de Fiona le hirieron profundamente. Britt perdió la batalla cuando agarró su mano nuevamente.

“Mi nombre es Brittany. Y no he estado fingiendo. Eres mi amiga. Cariño, lo siento, no podía decirte”.

“¿Pero hemos estado bajo investigación?” Fiona trató de levantarse, pero Britt la hizo permanecer sentada.

“¿Y ya saben acerca de las chicas?”, preguntó Don.

“No sabemos ningún detalle”, dijo Britt. “Una de las chicas era la hija de un senador. Su desaparición fue lo que empezó todo”.

San vaciló sobre qué tanto compartir con ellos. Britt obviamente confiaba en Fiona y sentía que estaba diciendo la verdad. San, sin embargo, no tenía ninguna razón para confiar en ninguno de ellos. Ellos podrían simplemente estar soplándoles humo por el culo, enviados aquí bajo la orden de Ester Hogan. Sintió que los tres la miraban y su mirada se deslizó hacia Britt. Britt pareció entender su vacilación.

“No hay pruebas que vinculen Hoganville con nada”, continuó Britt. “Nos enviaron aquí para observar, realmente”.

“Así que tú y Santana no son... bueno, han estado fingiendo”, dijo Fiona. “Me engañaron. Supongo que tenían a todos los maestros engañados”.

“Lo siento”, dijo Britt nuevamente. “Necesitábamos encajar. Esa era la mejor manera”.

“Está bien. Entiendo. Tú has…”, las palabras de Fiona se interrumpieron cuando se dobló de dolor, su mano apretó con fuerza su costado. Tanto Britt como Don intentaron consolarla mientras el sudor brotaba por su rostro. San se quedó sin poder hacer nada, sin saber qué hacer.

“Tenemos que llevarte a un hospital”, dijo Britt. Britt miró a San. “Olvidemos todo esto ahora mismo y
saquémoslos de aquí”.

San negó con la cabeza. “No podemos”.

“Podemos”.

Fiona agarró el brazo de Britt. “No. No puedo irme”.

“Tú puedes. Podemos conseguirte ayuda”.

“¡No!”, Fiona estrechó la mano de Britt con impaciencia.

“No, no puedo. Es demasiado tarde para eso. Lo hecho, hecho está”, respiró profundamente, estabilizándose. “Lo siento, Britt. Pero esto es importante. Esta es la única oportunidad. Tiene que
terminar aquí. Ahora”.

“No estás en condiciones de hacer nada”, dijo Britt.

“Todo lo que tengo que hacer es llegar a la cámara. Madre Hogan podría venir”.


“Pero…”

“No voy a ser dañada”, insistió Fiona señalando hacia su estómago. “No mientras lleve esto”.

San pudo ver que Britt aún vacilaba.

Gentilmente la hizo a un lado, colocándose en cuclillas al lado de Fiona. Miró a Don, viendo el miedo en sus ojos. Si todo lo que habían dicho era cierto, entonces él seguramente sería asesinado… o sacrificado… si volvía. Se dio cuenta de cuánta fe, tanto él como Fiona estaban poniendo en ellas.

“Dime que quieres que hagamos”, le dijo a Fiona “Podemos llamar a Houston. Podemos pedir respaldo, pero eso tomará varias horas”.

“No tenemos muchas horas. Tienen que atrapar a madre Hogan. Ella lo controla todo. Pero tienen que tener cuidado con Belden. Él las matará inmediatamente, sin pensarlo”. “No solo podemos ir allí y detenerla”, dijo San. “No tenemos una orden judicial”.

El rostro de Fiona se puso rojo mientras negaba con la cabeza. “Sin arrestos. Ella sabrá que vienen. Deben matarla”.

“No podemos simplemente matarla”, dijo Britt.

Fiona la miró fijamente. “Ella no les dará otra opción. Deben estar listas. Esta será la única oportunidad. Una vez que vaya allí esta noche, no voy a regresar. Ella no me dejará salir nuevamente. Así es como tiene que ser”, miró a Don “Tenemos que dibujarles un mapa de los túneles”.

“Pueden entrar por mi casa”, dijo Don.

Fiona negó con la cabeza. “No. Una vez que Belden sepa que te has ido, esperará eso. Debe ser de otro lugar”.

San miró a Britt con las cejas levantadas. “¿Que túneles?”

“Hay túneles que enlazan la mayoría de las casas hacia la cueva. La cafetería, también la tienda de comestibles”.

“Es por eso que todo el mundo parece que se desvanece”, dijo Britt “¿Por qué el lugar parece desierto?”

“Sí. En ciertos momentos se nos ordena permanecer por debajo del suelo”.

San miró inquisitivamente a Britt. Tenían que llamar a Will y hacerle saber lo que estaba pasando. También tenían que hablar con Avery. Ellas necesitaban refuerzos ¿Podrían confiar en el departamento del sheriff local? Diablos, ¿entrarían realmente sin una orden? Will tendría sus dos culos. No, no podían implicar otra agencia. Nadie creería esta historia loca de todos modos.

“Mira, todo esto es fascinante, realmente…”, dijo San, “… pero no podemos irrumpir allí… Brittany y yo… y esperar que nos encarguemos de todo”, pasó las manos por su cabello varias veces. “Diablos, ni siquiera sabemos contra que luchamos ¿Algo vive en la cueva? ¿Qué demonios?”

Fiona cerró sus ojos, respirando rápidamente de nuevo. San miró a Britt para pedirle ayuda, pero Britt estaba arrodillada delante de Fiona, la preocupación superaba su buen sentido. San sabía lo que venía antes de que Britt siquiera pronunciara las palabras.

“Necesitas un hospital. Ahora. No puedo dejar que vayas allí”.

“Eso no es una opción”, dijo Fiona. “Voy a estar bien”.

“No estás bien. Estás…”

“Brittany”, dijo San. “Déjalo así”.

Britt se puso de pie rápidamente. “No voy a dejarlo así. Mírala”, dijo señalándola.

“Ya basta”, dijo Fiona. “Para ahora mismo. No tenemos tiempo para esto. Mi hora se acerca. Después de eso, no voy a ser de utilidad para nadie”.

“Tiene razón”, dijo Don. “Es ahora o nunca”.

Britt negó con la cabeza. “Fiona, tengo miedo por ti. Si regresas…”

“Sé lo que estoy haciendo. Sé lo que hay que hacer. Conozco mi destino. Ahora ¿van a ayudarnos o no?”

Todos los ojos se volvieron hacia Britt. Poco a poco tomó una respiración profunda, cerrando sus ojos mientras lo dejaba escapar.

“Jesús” murmuró. Echó un vistazo hacia San“¿Qué quieres hacer?”

Fue el turno de San de tomar una respiración profunda, tratando de ordenar sus pensamientos.

“Tenemos que informarle a Will lo que está pasando. Entonces tenemos que alertar a Avery. Hacer que él…”

“¿El director Avery?”

“Lo siento, cariño”, dijo Britt. “También es del FBI”.

“Guau. No tenía ni idea”, se echó hacia atrás en el sofá, su enorme vientre protruía de mala manera. “Tengan cuidado con Richard, el guardia. Él es un espía de Belden”, dijo ella.

“Sí. Pensamos lo mismo. Él es quien les permite a ti y a Gretchen abandonar el complejo cuando quieren, a pesar que la puerta está cerrada”, dijo San.

“Y también sabías todo eso”, dijo Fiona en voz baja, con sus ojos ligeramente acusadores.

“Lo siento”.

Pero Fiona negó con la cabeza, rechazando la disculpa. “Don, vamos a dibujarles un mapa de los túneles. Entonces necesitas mostrarles el sendero por el bosque”.

“¿El sendero? ¿De noche? ¿Estarán a salvo?”

“¿Qué sendero?”, preguntaron San y Britt al unísono.
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Finalizado Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final

Mensaje por Susii Sáb Feb 13, 2016 5:43 pm

Se viene!! se viene!!! :o estoy ansiosa por saber que ocurre D: !!
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Mensaje por micky morales Dom Feb 14, 2016 10:49 am

espero de verdad que san y britt pdan ponerse en contacto con will puck y sam lo mas pronto posible para que envien a su gente, en algo tiene razon santana, ellas dos no pden hacerlo solas!!!!!
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Mensaje por 3:) Dom Feb 14, 2016 9:53 pm

holap...

se esta poniendo jodidamente bueno,...
quiero el otro cap,..

nos vemos!!!
3:)
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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 43

Mensaje por ana_bys_26 Lun Feb 15, 2016 6:24 am



CAPÍTULO 43


El golpe en la puerta fue más fuerte, más rápido de lo normal. Ester se apartó de la ventana, sabiendo que Belden venía con noticias. Algo no estaba bien. Podía sentirlo.

“¿Hay algún problema?”, preguntó mientras él entraba.

“Don ha desaparecido” dijo él.

“¿Desaparecido?”

“No está en su casa. Nadie lo ha visto desde esta mañana”.

Ester sintió una opresión en el pecho. Se alejó de él, porque no quería que él detectara ninguna debilidad en ella. Separó las cortinas, la calurosa tarde estaba dando paso a las horas de la noche. Sabía que algo andaba mal. Lo había sentido durante todo el día. Durante toda la semana en realidad. Simplemente no podía poner el dedo en la llaga.

“Fiona ya debería estar aquí. Pero no lo está, ¿verdad?”

“No, madre. Todavía no”.

Veía como sus planes se deshacían y sabía que tenía que hacer algo. Se había equivocado al permitir que Fiona se fuera. Se estaba acercando demasiado. Pero el temor de que los de la escuela fisgonearan había sido demasiado.

Tal vez estaba dejando que también el miedo se interpusiera en su camino. Tal vez Fiona estaba enferma. Tal vez Don había ido a ayudarla. No. No harían tal cosa sin su aprobación. Su dirección. No tomarían esas decisiones sin consultarle. Ellos no desobedecerían. Todos sabían las consecuencias de aquellos que desobedecían.

“Don está en la escuela”, dijo ella con cierta claridad. Cerró los ojos, tratando de encontrarlo, de verlo. Sin embargo vio a Fiona, en su auto.

Sola. Su rostro estaba mojado ¿Estaba llorando? Negó con la cabeza. No. Adolorida, tal vez. Había llegado el momento. Pero no estaba llorando. El rebaño no lloraba. Ellos no conocían tal emoción.

“¿Está con Fiona?”

“Fiona estará aquí en breve. Está en camino. Sola”.

Ester se apartó de la ventana, ahora con los ojos claros.

“Don no tiene ningún asunto en la escuela. Fiona no ha estado bien. Me temo que ha llevado su papel de médico al extremo. Debe ser tratado. Ya sabes qué hacer”.

“Sí, madre”



***


“Nos vemos en la estación de guardia”, dijo Avery con impaciencia.

No le gustaba lo que estaba ocurriendo, pero San y Britt le había dado poca elección. Howley no estaba feliz, pero tampoco le habían quedado otras opciones. Fiona ya estaba en camino de regreso a Hoganville. Don Hogan estaba escondido en casa de las agentes. Will había aprobado el plan, sin embargo estaba a medio hornear. Incluso por aire, estaban al menos a dos horas de
distancia.

“Estaba a punto de sentarme a cenar. ¿Puede esperar?”

“Te aseguro jefe Aims, esto no puede esperar. Ya voy en camino”.

“¿De qué se trata?”

“Te lo explicaré cuando lleguemos allí”, colgó antes que el jefe pudiese hacer más preguntas. Sí, estaba de acuerdo en que Richard Barr estaba involucrado. Sin embargo, sólo por el hecho de que él permitiera que Fiona y Gretchen… y veces a Belden… que entraran y salieran a voluntad apenas lo implicaban en las desapariciones.

Sin mencionar la explicación rápida de la tortura de la que fueron víctimas las chicas en la llamada cueva.

Si San y Britt realmente creían tal cuento o no, no estaba seguro. Ellas estaban, sin embargo, de camino hacia Hoganville usando un mapa toscamente dibujado. Mientras la oscuridad se acercaba, tenía que admitir que nunca volvería a intentar una caminata por el bosque a pie. No por la noche. Él y Will les habían aconsejado que esperaran hasta que llegara el respaldo, pero temían por la
vida de Fiona.

La caseta de vigilancia estaba bien iluminada y Avery estacionó al lado del coche de Richard.

Cuando salió, tocó su arma para tranquilizarse. No que esperara que Richard protestara o huyera de él, sin embargo, sentía consuelo con su mera presencia. No fingiría que estaba a gusto con lo que estaba haciendo. Nunca había sido un agente de campo, había estado contento encargándose del papeleo y haciendo las investigaciones. Pero sabía cómo manejar un arma. Bueno, al menos en el campo de tiro, era así. De hecho, era un excelente tirador

Tomó aliento dándose ánimo y haciendo tiempo para abrir la puerta de la estación de guardia.

“Director Avery. ¿Qué lo trae por acá?”

“Buenas noches, Richard”, dijo él. “Tengo algunas cosas que discutir contigo. El jefe Aims viene en camino”.

“¿Hay algo malo?”

No había nada más que Richard Barr necesitara saber, aparte de los hallazgos en los registros de la puerta. Decidió utilizar su visita como una llamada disciplinaria.

“Hay algo de malo, sí. Hemos hecho una auditoría de los registros en la puerta. Parece que has permitido que la puerta se abriera a horas intempestivas de la noche, todo sin mi conocimiento. Y, desde luego, se remonta, al parecer desde mi predecesor que no lo sabía”.

Él esperaba al menos una negación. Richard simplemente lo miró fijamente, sin decir nada. Los faros en el camino indicaban que el jefe Aims se aproximaba. Avery se trasladó a la puerta, indicándole que pasara.

“Jefe Aims, gracias por venir tan rápido”.

“¿De qué se trata esto, Avery?”

Avery sacó sus credenciales, mostrándoselas a Aims. “Estoy con el FBI”, dijo él. “Hicimos un análisis de los registros de la puerta. Parece…”

“¿FBI?”, el jefe Aims se echó a reír. “Me estás tomando el pelo ¿verdad?”

Avery alejó sus credenciales “No. El Sr Barr ha permitido que la puerta se abra después de horas. Muchas veces. De hecho…”

“¿Por qué le importa eso al FBI?”

“Hay una investigación en curso. Ahora mismo, simplemente necesito que detenga al Sr. Barr y se asegure que no haga contacto con ninguna persona en Hoganville. Tenemos agentes en el lugar”.

El Jefe Aims miró a Richard, sonriendo. “¿Has oído eso, Richard? Se supone que debo detenerte. Ya que hay agentes aquí”.

Richard se echó a reír. “Sí. ¿Vas a esposarme?”

Los ojos de Avery se abrieron cuando Aims sacó su revólver de su cadera, apuntando causalmente hacia él en lugar de a Richard.

“Bueno, ahora vamos a esposar a alguien ¿no es así? ¿Imagino que las dos nuevas, Lopez y Pierce, son sus agentes?”, él negó con la cabeza “Sabía que algo no estaba bien con ella. No era una guardia de la prisión. No tenía la disciplina en absoluto”.

Richard se levantó de detrás del escritorio, viniendo hacia adelanta. Avery entró en pánico, sabiendo que estaba fuera de su liga. No era así como se suponía que debía pasar. Abrió el botón de la chaqueta de su traje, tratando de encontrar su arma, sólo que Richard agarró sus brazos con rudeza y tirando de ellos hacia su espalda. Aims le arrojó las esposas.

“¿Qué estás haciendo? No puedes hacer esto. Te lo dije, soy del FBI. Debes…”

“Cállate, Avery”, dijo el Jefe Aims. “No me importa lo que seas”.

Aims miró a Richard “Necesitamos contactar a Belden. Hazle saber que tiene dos agentes deambulando por allí”.

“No deberías. Jefe Aims, esto es altamente…”

“Te dije que te callaras”. Avery cerró la boca al sentir el frío metal de la pistola de Aims apoyada contra su frente.


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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 43,44

Mensaje por ana_bys_26 Lun Feb 15, 2016 6:49 am



CAPÍTULO 44


San ajustó la correa de su pistolera de muslo, mirando a Britt una vez más.

“No deberíamos estar haciendo esto, lo sabes ¿verdad?”

“Sí, lo sé”

“No es demasiado tarde. Todavía podemos esperar los refuerzos”, sugirió a pesar de que reconocía la mirada determinada en el rostro de Britt.

Britt negó con la cabeza inmediatamente “Es demasiado tarde. Fiona no tiene tiempo para esperar por el respaldo”.

San se detuvo detrás de un árbol, la sombra ahora espesa completaba la oscuridad sobre ellas. No sabía si sentirse agradecida por la luna llena o no. Había luz suficiente por lo que deberían ser capaces de avanzar la mayor parte del sendero sin linternas. También había luz suficiente como para que sus movimientos pudiesen ser seguidos, si alguien, o algo, estuviese observando.

“No puedo creer que estemos aquí en este sendero”, susurró ella.

“De noche”.

“Tú y yo, tigre”.

“Will no estará feliz con nosotras, lo sabes”, dijo San.

“Confío en Fiona”, dijo Britt.

“No estoy segura sí creo todo lo que dijo, pero aun así, esta es la zona cero en cuanto a las desapariciones se refiere” “Y esa es la única razón por la que vamos a seguir con esto”

“¿Crees que lo poco que Don le contó a Will por teléfono sea suficiente para una orden?”

San asintió. “Creo que sí. Will conseguirá algo. ¿Por qué más nos asignaría a permanecer aquí, en primer lugar, si no estaba dispuesto a actuar en consecuencia? Él va a lanzarse contra terroristas nacionales, nada más y nada menos”.

“Pero le prometimos que no le dispararíamos a nadie, recuerda. No quiero estar en todos los canales de noticias como la que comenzó un enfrentamiento”.

“No voy a dispararle a nadie, siempre y cuando no nos disparen primero”.

San estuvo a punto de continuar por el sendero cuando Britt la detuvo. “Fiona... ¿crees que estará bien?”

San no sabía qué respuesta esperaba Britt. Demonios, ambas la habían visto. Parecía estar en tanto dolor, como si literalmente estuviese a punto de explotar ¿Estaba en trabajo de parto? ¿Estaba a punto de dar a luz? Y encima de eso… ¿a qué estaba a punto de dar a luz Pero Britt también sabía todo eso. Sólo estaba buscando algo de tranquilidad. San no estaba segura de poder dárselo.

“Desearía poder prometer que va a estar bien”, dijo ella. “Sabe todo lo que va a pasar con ella, con su embarazo, va a suceder esta noche. No estoy segura de sí espera que la protejamos de Ester Hogan… o de lo que sea que vive en la cueva”.

Britt la miró fijamente durante un largo rato, finalmente asintió. “Está bien. Sigamos”.

Cuanto más profundo se adentraban en el bosque, más pesada se volvían las sombras. Era una noche calurosa y húmeda, el aire estaba quieto y en silencio. Sintió como Britt se acercaba detrás de ella y dio la bienvenida a su presencia. Podía sentir como el bosque recobraba… las criaturas de la noche despertaban después de su letargo en la luz del día. Era una chica de ciudad, claro, pero eso sólo significaba que su imaginación estaba en marcha. Las criaturas inofensivas de la noche como los mapaches y zarigüeyas rápidamente le crecieron colmillos y garras, mientras acechaban el suelo del bosque. Se detuvo de repente, volviéndose hacia Britt.

“Los mapaches… ellos no atacan ¿verdad?”

Britt casi se echó a reír. “Cariño, creo que los mapaches son la menor de nuestras preocupaciones. Pero no, no creo que ataquen”.

San también sonrió. “Sé que estoy siendo tonta. Pero es espeluznante aquí”.

Britt asintió. “¿Crees que deberíamos usar la linterna? Si nos salimos del sendero, estamos jodidas”.

“Uso mínimo”, dijo ella. “Somos blancos fáciles”.

Por mucho que no quería usar las linternas, tenía que estar de acuerdo con ella. Podrían perderse en un instante. Hizo una pausa escuchando, nada indicaba que las habían siguiendo. O las habían visto. Entonces encendió su linterna, alumbrando rápidamente el suelo, viendo si de hecho todavía seguían en el sendero. Era un sendero que parecía ser muy utilizado. Sin embargo, no podía imaginar que las personas de Hoganville lo utilizaran. ¿Qué razón tendrían de colarse en los terrenos de la escuela? Lo más probable es que se haya convertido en un sendero de juego, utilizado por los ciervos.

Y cualquier otra cosa que habitara el bosque por la noche. Alejó ese pensamiento cuando volvió a apagar la luz, volviéndose hacia Britt. “¿Te he dicho lo sexy que te ves toda de negro?”

“Te gusta mi traje de comando ¿eh?”

“Muy macho. El cabello en cola de caballo, saliendo por el gorro, se ve bien”, dijo ella.

Britt ladeó la cabeza. “¿Estás haciendo tiempo?”

“Diablos, sí”, susurró ella. “Te juro que si algo se mueve, voy a disparar”.

“¿Quieres que tome la delantera?”

“¿Tú? Brittany, tienes las uñas pintadas. Realmente creo que debo ser la que vaya delante”.

Britt sonrió. “Está bien, tigre. Entonces sigue adelante. No tenemos toda la noche”

San se obligó a moverse. Cada paso que daban parecía excepcionalmente ruidoso, cada ramita que se rompía hacía eco a través del bosque silencioso. Podía oír sus respiraciones, podía sentir el nerviosismo que les rodeaba.

Eran agentes del FBI, por el amor de Dios. Pero eso no le trajo ningún alivio. Nunca había estado en esta situación anteriormente.

Se había enfrentado a criminales enfurecidos, había estado bajo el cañón de una pistola, había perseguido narcotraficantes y jefes del crimen. ¿Pero esto?.

¿Escabullirse por el bosque en la noche? ¿Con la esperanza de encontrar la entrada a un túnel de las antiguas caballerizas? ¿Yendo a cuevas subterráneas? ¿Buscando una… una criatura que acechaba estos bosques? No.

La mano de Britt apretó dolorosamente su brazo, deteniéndola.

“Escucha”.

San inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos viajando por la oscuridad del bosque, en busca de movimiento. Escuchó el susurro de las hojas detrás de ellas. Las dos se volvieron y pudo sentir… oír… el latido de la sangre en sus oídos. Su mano se deslizó hacia el arma que había atado a su muslo, lista para sacarla.

Britt luchó con su propia luz, apuntando en dirección del ruido. San contuvo el aliento, esperando. El rayo de luz brilló a través de los árboles, luego hacia abajo a lo largo del suelo. Britt fue la primera en reírse. San la imitó, aunque todavía estaba llena de nerviosismo.

“Armadillo”, murmuró Britt.

“Sonaba como un oso”.

“No puedo esperar regresar a la ciudad”, se volteó para seguir, pero se detuvo.

“Espera. Apunta la luz nuevamente hacia allá”, dijo ella.

Britt hizo lo que le pidió, deteniéndose con un jadeo. “Jesús ¿Es eso lo que creo que es?”

San también encendió su luz, uniéndose al haz de Britt.

Caminó lentamente hacia el lugar, su linterna zigzagueando por el suelo. El cráneo blanco brillaba intensamente, las cuencas de los ojos, oscuros y huecos, mirando a través de ellas. La boca abierta parecía estar congelada por la eternidad en un grito silencioso sin alma. Si tenía alguna duda sobre la historia de Fiona, desapareció rápidamente en el aire de la noche.

“Sí. Es lo que piensas que es”.

Se puso de cuclillas junto a él, alejando las hojas. No había otros huesos visibles, nada que indicara que un cuerpo había sido enterrado aquí. Sólo estaba el cráneo, ubicado tranquilamente contra las raíces del gran roble. Tal vez había sido arrastrado allí por un animal... o algo así. Se puso de pie, haciendo poco caso a la sensación de ser observada.

“Vamos”, dijo ella.

Dirigió su luz a lo largo del sendero, caminando con más rapidez. El bosque ahora estaba vivo con sonidos, ahogando sus propios pasos. Las ranas, los grillos y las cigarras cantaban todas en una armonía ensordecedora. El chillido de una lechuza casi la hizo tropezar, luego, Britt le detuvo nuevamente con un tirón en el brazo.

“Apaga la luz”, susurró Britt con urgencia.

San lo hizo, sintiendo como su corazón latía con fuerza en su pecho. Ladeó su cabeza, escuchando como si alguien corriera no muy lejos delante de ellas. Se agachó más retrocediendo en el bosque y tirando a Britt con ella. Más adelante, vieron tres figuras en la sombra trotando a lo largo del sendero. Se deslizó más profundamente en el bosque, escondiéndose detrás de un roble gigante.

Tal vez Fiona tenía razón. Quizás Ester Hogan podía ver las cosas. Tal vez sabía que iban a venir. Reconoció la figura de Hulk de Belden, que era seguido por otros dos hombres. Uno de los hombres llevaba una linterna. Los tres vestían ropas oscuras.

Tranquilamente desabrochó su pistolera, oyendo como Britt hacía lo mismo. Sin embargo, los hombres corrieron delante de ellas, regresando a lo largo del sendero por donde ella y Britt acababan de llegar, en dirección a la escuela.

“Ellos saben”, dijo Britt en voz baja.

“Ellos saben algo, sí”, enfundó su arma nuevamente, luego siguieron adelante.

Avanzaron sin la luz, continuando hacia Hoganville… y los túneles.

Sólo quince minutos más tarde las formas oscuras de las casas aparecieron a la vista. Mantuvo la luz cerca de ella, sacando las notas de Don. Rodear hacia la izquierda. Los establos cercados serán el quinto edificio.

Apagó la luz, indicándole a Britt que siguiera. No había sendero que las condujera y dio un paso con cuidado sobre las ramas caídas. No importaba cuan silenciosa trataba de ser, sentía como si cada paso era rotundo. Silenciosamente contó los edificios a su paso y luego sintió que Britt nuevamente detenía sus movimientos.

“Jesús. ¿Ahora qué?”

De regreso a lo largo del sendero, por donde habían venido, una figura solitaria ahora caminaba lentamente, sin correr.

Era Belden. Trató de hacerse lo más pequeña posible, quedándose inmóvil en su lugar. No había árboles lo suficientemente grandes como para esconderse detrás, incluso si se arriesgaba a moverse. Él hizo una pausa, mirando por el sendero hacia Hoganville, luego girando y mirando detrás de él. Parecía estar solo. No podía haber llegado a la escuela y haber regresado. Los otros dos debían haber ido a la escuela sin él. Si iban a su casa, Don sería un blanco fácil. Pero, ¿por qué se regresaría Belden? Finalmente Belden se movió, corriendo ahora hacia la casa más cercana y luego a su alrededor. Una vez que llegó a las sombras, ya no pudo verlo. Escuchó el sonido de sus pasos desapareciendo.

Tragó saliva, nerviosa, justo ahora consciente de que había estado conteniendo el aliento. Acercó a Britt aún más, colocando su boca contra su oído.

“Deberíamos llamar a Avery. Don podría no estar seguro”, Britt asintió. “Primero entremos en los establos”.

Esperó unos segundos más, asegurándose de que Belden se hubiese ido de verdad. Cuando no hubo ningún movimiento o sonido, siguió adelante, encogiéndose cuando una ramita se partió en dos con su peso.

Se mantuvo en las sombras, sosteniendo la rama de un árbol fuera del camino de Britt. Los establos eran como Don los había descrito. Las tablas en las ventanas traseras estaban viejas y desgastadas, fácilmente podrían retirarlas. Sin embargo, con Belden, posiblemente buscándolas, no quería correr el riesgo de darle a conocer su presencia con tablas y clavos que crujieran.

Se agachó, sintiendo como Britt hacía lo mismo. Ahora se apresuró, hacia un lado del edificio, haciendo una pausa en algunos pasos, escuchando. Cuando llegó a la esquina frontal, se apoyó contra la pared, ocultándose con las sombras. Se arriesgó mirando alrededor de la esquina, sin ver movimiento. Respiró profundamente. Era ahora o nunca. Utilizó su hombro tratando de empujar la puerta. Esta no se movió. Utilizó más fuerza, sintiendo como cedía, escuchando un fuerte chirrido cuando la puerta se abrió.

“Shh”, siseó Britt. San la hizo entrar y cerró la puerta rápidamente.

Estaba oscuro en el interior, todas las ventanas estaban tapiadas. Esperó, el sonido de su respiración era fuerte para sus oídos. Encendió la linterna, yendo hacia la parte de atrás donde Don les dijo podían encontrar el túnel.

“Habrá heno apilado. Muevan las dos primeras pacas. Verán la puerta trampa”.

“Allí”, dijo ella. Estaba tal como él lo había descrito.

Ella y Britt agarraron un extremo de la paca y la rodaron hacia el suelo, haciendo lo mismo con la siguiente. Había una puerta tallada en la pared, no mucho más grande que una pequeña ventana. Tiró del mango, las bisagras oxidadas casi gritaron en protesta al abrirse. Eso le daba credibilidad a la afirmación de Don de que los establos nunca eran utilizados. Asumía que esta puerta no se había abierto en más de una década. La fría humedad les golpeó. Se alejó de ella tomando una respiración profunda. En ese momento, la última cosa que quería hacer era meterse en el túnel.

Britt dio un paso atrás. “Primero voy a llamar a Avery”.

“Sí. Okay”.

San deslizó la luz por el túnel.

Las telas de araña decoraban la entrada y las escaleras legaban hasta la tierra fría y oscura. “Odio las arañas”, murmuró ella.

“Sin respuesta”, dijo Britt sosteniendo su teléfono “Tengo un mal presentimiento”.

San asintió. “Yo también. Pero no podemos preocuparnos de Avery en estos momentos. Esperemos que él y el jefe hayan asegurado todo”.

“Es Don quien me preocupa. Se lo prometimos a Fiona”.

San miró nuevamente hacía el túnel, repentinamente abrumada por una ansiedad desesperada. Sí, le habían prometido a Fiona un montón de cosas. Pensaba que a Will le daría un infarto cuando le contara de sus planes. Él casi les ordenó que se retiraran. No estaba segura de lo que habrían hecho si lo hubiese hecho. Britt estaba resuelta. En este momento, Britt estaba en su modo protector. Ninguna de ellas sabía lo que Fiona había planeado, pero la mirada en sus ojos le dijo a San que Fiona no tenía intención de dar a luz.

San había visto esa mirada desesperada y desolada anteriormente en los ojos de su propia hermana. Britt, sin embargo, no hizo mención de ello. Su enfoque ahora estaba allí y en proteger a Fiona de los horrores que Ester Hogan había planeado para ella. Entonces se volteó hacia Britt, tirando de ella rápidamente en un fuerte abrazo.

“¿Qué?”

San miró hacia la entrada del túnel. “Siento como si fuésemos al infierno”.

“Lo sé. Digo que entremos y acabemos de una vez, aunque no sabemos muy bien en lo que nos estamos metiendo”.

“No. E incluso con los chicos viniendo en helicópteros, tomará por lo menos una hora antes de que tengamos un poco de respaldo”.

Britt respiró profundamente. “Entonces vamos a hacerlo. Estoy lista para salir pitando de aquí”.

San se inclinó hacia delante y la besó, luego tiró de ella en otro abrazo.

“Escucha, si algo sucede, sólo quiero que sepas que esto... bueno, que esto no es un romance barato. No eres solo una muesca, como una vez dijiste”.

Britt la miró fijamente. “¿Ahora? ¿Quieres hablar de eso ahora?”

Avergonzada, San miró nuevamente hacia la entrada del túnel evitando mirar hacia Britt. “No. Demonios, ¿qué estaba pensando?”

Sí, ¿qué estabas pensando? Dio un paso hacia adelante, quitando las telas de araña con la linterna, sólo para que Britt detuviera su progreso con una mano en su brazo. Se dio la vuelta, con las cejas levantadas.

“No me enredo en romances baratos”. Britt ladeó la cabeza. “Lo sabes ¿verdad?”

En las sombras, San se encontró con sus ojos. Finalmente asintió, aliviada por lo que vio allí. “Entonces vamos a terminar con esto, bebé”.

“Y no me llames bebé”, murmuró Britt detrás de ella y San reconoció la sonrisa en su voz.


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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 43,44 y 45

Mensaje por ana_bys_26 Lun Feb 15, 2016 6:57 am



CAPÍTULO 45

Fiona agarró su estómago, tomando respiraciones cortas y rápidas. Casi deseaba haber tomado la pastilla para el dolor que Don le había ofrecido, pero sabía que debía tener sus sentidos alertas. Sin duda, madre Hogan ya sabría que algo andaba mal. ¿Ya habría echado de menos a Don? Si era así, Fiona sería a quien buscarían por respuestas.

Su madre la recibió en la puerta y por la mirada en sus ojos, Fiona sabía que madre Hogan ya la habría interrogado.

“Llegas tarde”.

Fiona trató de mantener su voz firme. “Tenía pruebas por corregir”, dijo ella, una mentira que había inventado en su camino a casa.

“Madre Hogan estaba preocupada. Dijo que no te sentías bien”.

Fiona tragó. “¿Cómo supo eso?”

Su madre casi se quedó sin aliento. “¿La cuestionas? Niña, ella lo sabe todo”. Y tú sabes tan poco, pensó Fiona. Incluso ahora, su madre no tenía ni idea de cuál sería el destino de Fiona. ¿Pensaba que Fiona daría a luz? ¿Tenía alguna idea de la... la cosa que llevaba? ¿No sentía preocupación? No. Todo lo que le preocupaba a su madre era desagradar a Madre Hogan. Nada más.

“Si lo sabe todo, entonces creo que sabrá que voy a la cámara. Supongo que la veré allí”.

Fiona se dirigió hacia la cocina, donde estaba la puerta que le llevaría a los túneles. Su madre la detuvo, sosteniendo su brazo.

“¿Qué es lo que te pasa? Estás actuando raro”.

“¿Raro?”, Fiona señaló su estómago “No. Esto es raro. Sin embargo, no haces ninguna mención de ello. ¿Por qué?”

“No nos corresponde cuestionar”, dijo su madre simplemente.

Fiona tomó aliento con dificultad cuando una sacudida de dolor la golpeó.

“No. Las buenas ovejas no cuestionan ¿no es así?”, murmuró.

Miró el viejo reloj de su abuelo que pasaba los segundos en silencio, como lo había hecho toda su vida. Su mirada siguió el largo del péndulo, viendo el paño amarillo desteñido cuidadosamente doblado en la parte inferior de la caja, consciente de que cada casa tenía el mismo reloj con la misma tela de color
amarillo escondido allí. ¿Se vería Brittany obligada a usar la frase desencadenante?Miró a su madre y se preguntó si ese sería el mejor resultado para ella¿La muerte? O probablemente ser encerrada en un manicomio por el resto de sus años.Sería tan sencillo pronunciar la frase ahora, ver a su madre entrar en trance, ver como ciegamente iba a tientas hacia el paño, sacando la cápsula que la Madre Hogan había escondido en cada reloj.

Roca amarilla en el reloj. Tick. Tock. Amarillo. Roca.

Pero al final, Fiona no pudo decirla. Su propio destino podría estar sellado, pero no podía ser la que enviara a su madre a su muerte.

“Adiós, madre”, dijo haciendo una mueca mientras sostenía su costado. “Tengo una cita con madre Hogan”.

“Ella no te ha convocado”.

“No. Esta vez soy yo quien la está convocando”.

Una vez más, su madre se quedó sin aliento. “Habla de esa manera y provocarás su ira”, advirtió.

Fiona encontró las fuerzas para reír. “Ese es el plan. Ahora ¿no deberías empezar la cena?”

Su madre asintió con la cabeza. “Sí. Por supuesto. Lo haré ahora”.

Fiona la miró por un momento, sus movimientos lentos y medidos, a fin de no dar un paso en falso. Nadie quería dar un paso en falso.

Suspiró, consciente de que nunca vería a su madre nuevamente. Extrañamente, ese pensamiento no le causó tristeza.

Se dio la vuelta, abriendo la puerta hacia los túneles, mirando hacia atrás una vez más, pero su madre no le prestó atención.



***


Ester se paseaba lentamente, de ida y de vuelta, la ventana abierta dejaba entrar la brisa cálida de la noche. Estaba tan quieto, tan húmedo, sentía el sudor humedeciendo su piel.

Fiona estaba de regreso. Lo sabía. Pero algo no estaba bien. No podía verla, no podía sentirla. No como debería. Tal vez este embarazo estaba interrumpiendo su flujo de energía. O tal vez era algo más.

Escuchó, pasos en la escalera. Reconoció los pasos pesados de Belden y esperó a que llamara.

“Sí. Entra”.

Lucía agitado, con su piel brillante de sudor.

“Madre”, saludó, su voz sonaba como sin aliento.

“¿Don?”, preguntó con sencillez. Negó con la cabeza. “Pero lo encontraremos. Me temo que tengo otras noticias”.

Frunció el ceño, sintiéndose fuera lugar. ¿Noticias? ¿Qué noticias podría tener que ella no supiese ya?

“Adelante”, dijo ella.

“El director Avery es un farsante”, dijo él.

“¿Un farsante?”

“Es un agente del FBI”.

Las palabras fueron como un golpe en su pecho y extendió su mano, apretando como una garra el brazo de Belden.

“¿Cómo sabes eso?”

“Él trató que el jefe Aims arrestara a Richard. Algo sobre la puerta”.

“Debe ser eliminado”, dijo rápidamente. “Podemos sacrificarlo como a los demás”.

Sí, eso era lo que iba a hacer. Sacrificarlo. Hacer que se fuera. Entonces las cosas volverían a la normalidad. Después de todo, Fiona estaba a punto de dar a luz. Era el momento de celebrar. No tenía tiempo para lidiar con el FBI.

“Hay más”, dijo Belden, sus ojos abandonaron los de ella, nervioso.

“Dime”.

“Las dos mujeres que se hicieron amigas de Fiona… Son también del FBI”.

Esa noticia no la sorprendía. Sabía que ellas no eran quienes decían ser. No traería ninguna consecuencia.

“También serán eliminadas. Tráelas a ellas y al director Avery aquí. Esta noche”.

“Ese es el problema”, dijo él “Creo que ellas ya están aquí”.


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Finalizado Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final

Mensaje por micky morales Lun Feb 15, 2016 8:00 am

por Dios que llegue el FBI si algo le pasa a las chicas morire, esa condenada vieja y sus locos seguidores deberian quemarse en el infierno!!!!!!!
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Mensaje por Susii Lun Feb 15, 2016 12:41 pm

Vieja desgraciaaaaada! Debe moriiir xd Y sus estupidas "ovejas" tambien sjhdj me pone nerviosa y ansiosa estos capitulos!:s
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Mensaje por monica.santander Lun Feb 15, 2016 3:27 pm

Hola!!!!
Esto se pone muy bueno!!!
Saludos
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Finalizado Re: Brittana Muros del lamento capitulo 41,42 ,43 44 final

Mensaje por evean Lun Feb 15, 2016 5:05 pm

OMG quiero más ....
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Mensaje por 3:) Lun Feb 15, 2016 10:31 pm

holap,...

uuhh se sabe la verdad,..
a ver que les van a hacer a las chicas???

nos vemos!
3:)
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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 46

Mensaje por ana_bys_26 Miér Feb 17, 2016 7:43 am



CAPÍTULO 46



Brittany dudó en la parte superior de las escaleras, haciendo una pausa para mirar hacia atrás por encima de su hombro. No sabía lo que esperaba encontrar. La puerta estaba cerrada y las ventanas estaban tapiadas. Aun así, sentía como si algo la estuviese mirando y casi se estremeció por eso.

“Vamos” dijo San instándola desde abajo.

Tomando una respiración profunda, Britt dio el siguiente paso hacia abajo, tirando de la puerta de la trampa cerrándola tras ella. A pesar de haber visto como San rompía las telarañas, se imaginaba cientos de arañas al acecho, listas para saltar sobre ella cuando se deslizara junto a éstas. Agarró la mano ofrecida por San, sus pies finalmente golpearon la tierra húmeda. Se aferró a San por un largo rato, adaptando sus ojos a la penumbra.

“De acuerdo con el mapa…”, dijo San manteniéndolo bajo su linterna, “…deberíamos estar seguras usando las linternas hasta aquí”.

Britt siguió el avance del dedo de San, viendo un giro en forma de L que las llevaría a la cámara. Trató de recordar las palabras de Don sobre el laberinto de túneles, pero ahora todo estaba borroso. Sólo sabía que tenían que darse prisa. Parecía que habían pasado horas desde que ellas se habían separado de Fiona.

“Vamos”, dijo ella.

“Voy justo detrás de ti”.

“Sí, claro. Ahora me quieres en la delantera”, murmuró San.

Britt sonrió, agradecida por el intento de San de aligerar el ambiente. Mantuvo su propia linterna guardada en el bolsillo de su muslo, siguiendo a San de cerca mientras avanzaban poco a poco hacia lo más profundo de la tierra. El túnel era pequeño, con apenas el espacio suficiente para que se ubicaran en posición vertical. El túnel había sido reforzado con tablas, pero el rápido vistazo que había sido capaz de dar sugería que eran viejas y podridas. Había visto horrores anteriormente en su trabajo, pero nada se podía comparar a lo que estaba sintiendo en estos momentos.

Su miedo era auténtico, pero no era algo en lo que podía poner su dedo.

¿Sería sólo porque iban a las entrañas de la tierra, a enfrentarse con una criatura que podría o no vivir allí? ¿O se trataba de los poderes desconocidos que Ester Hogan podría o no poseer? ¿Era porque Belden muy probablemente estaba buscándolas? ¿O era miedo por el destino de Fiona? ¿Podrían salvarla? Todas esas preguntas disputaban el primer lugar en su mente, echando a un lado el miedo físico que sentía, miedo a estar en el húmedo y oscuro túnel que estaban tratando de recorrer, miedo de que pudiese ceder sobre ellas.

Llegaron a un cruce y San se detuvo, sacando nuevamente el mapa. Britt miró por encima de su hombro, tratando de dar sentido al dibujo.

“Creo que estamos aquí”, susurró San.

“¿Eso crees?”

“No. Estoy bastante segura”.

“Dame eso”, dijo Britt, tomando el mapa de San.

Era un dibujo deficiente y obviamente, sin escalas, pero asumió que Don sólo había incluido el túnel que tenían que tomar. Se volteó en círculo, tratando de orientarse, pero en el túnel oscuro no tenía ni idea de qué dirección tomar. Silenciosamente entregó el mapa nuevamente a San.

“No tengo ni idea”.

“¿Ves? Es por eso que estoy en la delantera”.

“Entonces guíanos, tigre. Estoy empezando a sentir claustrofobia”.

“Sí, podrían haber hecho esto un poco más grande”, murmuró San mientras seguía adelante.

Cuando llegaron al cruce en forma de L, ambas se detuvieron rápidamente y San apagó la linterna. La oscuridad fue cortada por una tenue luz más adelante.

Britt parpadeó varias veces, para adaptarse a la tenue luz. San tiró de su brazo, en un gesto para que la siguiera. Sus pasos ahora eran más lentos, cuidadosos y Britt pudo escuchar el latido de la sangre en sus oídos. Tomó respiraciones cortas y superficiales, tratando de calmar su nerviosismo. Cuando se acercaban a la esquina, San se presionó firmemente a lo largo de la pared, moviéndose en silencio para mirar alrededor del borde.

“Parece una antorcha pasada de moda”, susurró. “No veo a nadie. El túnel continúa”.

Britt asintió, moviéndose hacia adelante también. El túnel parecía ser más grande ahora y había otro pequeño túnel que se unía con el túnel por donde ellas habían venido. La antorcha era como San la había descrito, algo que se podía ver en una película antigua. Se preguntaba qué utilizaban como combustible. Y siguiendo ese pensamiento, se preguntaba si estaban en peligro de envenenamiento por monóxido de carbono. Sonrió ante sus pensamientos, consciente que era la menor de sus preocupaciones en estos momentos.

“Estoy empezando a pensar que esta es una idea terrible”, dijo San mientras caminaba.

“Lo sé. Pero no era como si tuviésemos un montón de opciones”.

San sacó el mapa nuevamente, sosteniéndolo hacia la antorcha. Don había dibujado el otro túnel, por lo que sabía que estaban en el camino correcto. Sólo unas cuantas vueltas y terminarían en lo que Fiona y Don habían llamado ‘la cámara’. La cueva estaba más alá de eso.

“Vamos”.

Britt asintió, siguiendo a San muy de cerca. Britt se preguntaba por qué esta parte del túnel estaba iluminado por antorchas. Tal vez era un pasillo principal. Ese pensamiento la hizo mirar por encima del hombro, asegurándose de que todavía estaban solas. Aunque no veía a nadie, ciertamente sentía ojos sobre ella.

“Siento como si fuésemos vigiladas”, susurró dando voz a sus pensamientos.

“Probablemente son las arañas”, murmuró San con una sonrisa tranquila.

El único sonido después de eso fueron los pasos amortiguados que daban. Paige se mantuvo detrás de San, sabiendo que la próxima vuelta les llevaría al lugar abierto.

San se detuvo, señalándole a Britt que se mantuviera contra la pared. Escuchó voces a lo lejos.

“¿Fiona?”

San asintió. “Y Belden”.

“Por lo menos sabemos dónde está él”.




***



“No deberías estar aquí”, dijo Belden.

El aliento de Fiona eran jadeos cortos y rápidos, ahora el dolor era casi insoportable. Su rostro estaba empapado en sudor y limpió una gota de sudor en la esquina de su ojo.

“Búscala”, dijo Fiona nuevamente. “Quiero verla”.

“Madre Hogan dejó instrucciones de que esperaras. No debes estar en la cámara sin ella”.

Fiona arrastró los pies acercándose al altar, apoyándose en el borde para mantenerse a sí misma. Sintió una humedad pegajosa entre sus piernas y supo que era sangre. No tenía mucho tiempo. Se volvió hacia Belden, con la esperanza de usar su miedo hacia Madre Hogan contra él. Señaló hacia su vientre.

“Estoy a punto de dar a luz. Si algo sucede, serás el culpable ¿Quieres eso?”, tomó una insoportable respiración profunda. “Sabes lo que te va a hacer ¿verdad?”

Belden vaciló y luego sus ojos se ampliaron cuando ella dejó escapar un gemido agudo, el dolor estuvo a punto de ponerla de rodillas.

“Quédate aquí. Voy por ella”.

Él salió corriendo y desapareció por el túnel que lo llevaría a la propiedad de madre Hogan.

Se agarró al altar, empujándose a sí misma a lo largo de su longitud. Cerró sus ojos con fuerza, esperando que el dolor disminuyera. Cuando disminuyó un poco, se irguió y miró hacia la parte posterior de la cámara. La oscura entrada al túnel principal se alzaba como una boca abierta. Más allá, los túneles más pequeños convergían.
¿Estarían Brittany y Santana cerca? ¿Habrían logrado su viaje por el bosque? ¿Habrían encontrado los establos? ¿Había sido suficiente el mapa de Don para que pudieran encontrar el camino? Si era así, esperaba que estuviesen cerca. Estaba sangrando y sentía como sus fuerzas la abandonaban rápidamente. Si querían atrapar a madre Hogan en su momento más débil, sería ahora. Una vez que todo hubiese terminado, temía que ellas no serían rival para la ira de madre Hogan.

Cada paso que daba era angustioso, un dolor intenso tironeaba su centro. Bajó la mirada e incluso en la oscuridad, podía ver la sangre manchando sus pantalones de trabajo todo el camino hasta los tobillos. Sintió como un gran dolor la golpeaba entonces y casi sollozó con éste.

Tanto tiempo desperdiciado. Todo se había ido para siempre. La poca normalidad en su vida había ocurrido en la escuela, de lunes a viernes. No se había dado cuenta de cuanto la atesoraba.Si hubiese tenido la fuerza años atrás, tal vez podría haber vivido una vida ordinaria. Ella y Don podrían haber huido juntos. Pero
no.

Madre Hogan debió haber previsto eso. Tenía que haber sabido que una vez que estuviesen en el exterior sabrían cosas. Cosas que los otros no sabían. Los mantuvieron separados hasta el final . Cerró los ojos por un segundo, luego echó fuera esos pensamientos.

No había necesidad de lamentarse ahora. Su destino estaba sellado. Su única esperanza era que todo terminara pronto. Muy pronto.

Reunió las pocas fuerzas que le quedaban, aferrándose al altar por ayuda. Tanteó a ciegas por el revestimiento de piedra fría, buscando la grieta donde madre Hogan mantenía su cuchillo. Sus dedos rozaron la envoltura de cuero y cerró su mano alrededor de él, sacándolo de su escondite. Se apoyó pesadamente contra el altar, con los codos en el borde, manteniendo su posición vertical.

Tomó respiraciones rápidas y cortas, sintiendo como sus párpados se ponían pesados. Sorprendentemente, no sentía más dolor. Sólo un entumecimiento frío que calaba sus piernas. Podía sentir un goteo lento y se preguntaba cuánta sangre había perdido. Sus pantalones se sentían empapados. Sabía que tenía calambres, podía sentir su interior contrayéndose, pero no sentía dolor.

“Fiona, niña ¿qué estás haciendo?”

Fiona volteó la cabeza lentamente, viendo como madre Hogan venía hacia ella y Belden pisándole los talones.

Deslizó el cuchillo fuera de su vaina, sosteniéndolo para que pudieran verlo. Como era de esperar, madre Hogan se detuvo en seco, abriendo mucho los ojos con incredulidad.

“Tú... tu bebé va a nacer”, dijo Fiona, su voz sonaba extraña a sus propios oídos.

Desvió sus ojos de la intensa mirada de madre Hogan, quien intentaba poseer su mente. Sintió un tirón casi físico en el cuchillo, pero se aferró a éste con fuerza. Madre Hogan no iba a ganar. Oh, ¿dónde estaban Brittany y Santana? Seguramente estaban cerca. No podía hacer esto por sí misma, lo sabía.

“Baja el cuchillo”, dijo madre Hogan, su voz casi estruendosa en la cámara.

Fiona negó con la cabeza, su agarre firme alrededor del suave mango del cuchillo, “No tienes poder sobre mí”, dijo ella sorprendiéndose a sí misma por su valor. “Ya no soy una de tus pequeñas ovejas”.

“No me hables de esa manera, niña. No debes desobedecer”.

Fiona sintió un hilillo de lágrima por su mejilla y sintió que su resolución de desvanecía. Temía no ser lo suficientemente fuerte como para llevarlo a cabo. Apretó los dientes, alejando el pánico repentino que se apoderó de ella. Su ansiedad decayó al sentir otra contracción.

“Mírame”, jadeó. “Mira lo que me has hecho. Y, ¿para qué?”

“No te corresponde cuestionar”.

Fiona sintió como el cuchillo se aflojaba en su mano y volvió su atención a él, obligando a sus dedos a sujetar firmemente la hoja. Madre Hogan no tiene poder sobre mí, se recordó.

“No”, dijo ella con voz débil. “Nadie te cuestionó, ¿verdad? Hasta ahora”

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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 46,47

Mensaje por ana_bys_26 Miér Feb 17, 2016 7:54 am



CAPÍTULO 47

Britt le tiró del brazo y San se dio la vuelta, con las cejas levantadas.

“¿Tenemos un plan?”

“No”, se encogió de hombros. “Es más o menos como toda esta asignación ha sido ¿no?”

“Tratemos de no dispararle a nadie”, dijo Britt.

“Estoy más preocupada por Belden. Él nos podría partir en dos con sus propias manos”.

“Cierto. Él podría. Así que dirige, tigre”.

San desabrochó la cartuchera en su muslo en silencio, escuchando como Britt hacía lo mismo. Se agachó moviéndose rápidamente a lo largo de la pared hasta el último rincón, tratando de permanecer en las sombras. Tomando una respiración profunda, se dirigió a la gran sala… la cámara. Había suficiente luz de las antorchas para visualizar el altar contra la pared del fondo. Allí estaba Fiona, inclinándose débilmente contra éste. Ester Hogan… vestida con una túnica oscura… estaba frente a ella. Belden parecía estar flanqueándola a su derecha.

San le indicó a Britt que se ubicara opuesta a ella, hacia Ester. San se apretó contra la pared de la izquierda, con la intención de interceptar a Belden. Fue entonces cuando vio el cuchillo, la hoja brillante que Fiona agitaba hacia Ester.

“Déjala caer”, Ester le ordenó a Fiona con voz firme. “Te lo ordeno”.

“Aléjate de mí. Tú no me mandas más”.

San miró a Britt, cuyos ojos estaban clavados en Fiona. Ahora sería un buen momento para tener un plan.

“Baja el cuchillo, Fiona. Ahora”.

San no pensaba que Fiona intentaría acabar con Ester Hogan por su cuenta, pero la miraba fijamente, esperando alguna señal para moverse. ¿Sabía Fiona que estaban allí? ¿Podría verlas?

“Ya es demasiado tarde. No seré tu peón”.

Todo pasó tan rápido… el cuchillo destellando bajo la luz de las antorchas. El corazón le dio un vuelco con incredulidad cuando Fiona hundió la hoja en su propio vientre, un maullido terrible abandonó sus labios mientras sacaba el cuchillo, sólo para enterrarlo nuevamente.

“¡No!” gritó Britt, corriendo hacia adelante. “¡Fiona…! ¡No!”

Ester Hogan giró su cabeza, con sus ojos casi sobresaliendo de su cráneo. Señaló hacia ellas, gritando en voz alta.

“¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños! ¡Extraños!”

“Oh, mierda”.

Antes de que pudiera dar un paso más, Belden estaba sobre ella, una gran mano envolvía su garganta ahogándola mientras la levantaba del suelo, presionando su espalda firmemente contra la pared. Le dio una patada, tratando desesperadamente de recuperar el aliento. No podía ver a Britt, no sabía lo que estaba pasando. Lo único que escuchaba era la voz chirriante de Ester Hogan. Elevó una de sus rodillas, golpeando a Belden debajo de su barbilla.

Su agarre se aflojó lo suficiente como para tomar una respiración profunda. Parpadeó, tratando de recordar la frase que Fiona les había enseñado.

¿Calcetín amarillo? ¿Roca Amarilla? ¿Reloj amarillo? ¿Cómo demonios era? ¿Puto amarillo… qué? Lo pateó nuevamente, impactando contra su ingle.

Sus manos se apartaron de ella mientras se doblaba de dolor.



***



Britt corrió ciegamente hacia Fiona, empujando a Ester Hogan fuera del camino con un golpe feroz. Fiona yacía inmóvil en el suelo frío, la sangre brotaba de sus heridas. Ella parpadeó lentamente, encontrando los ojos de Britt.

“Oh, Dios, Fiona”. “

"No la mires”, susurró Fiona. “Cierra tu mente a su poder”.

“No te muevas. Voy a…”

Pero sus palabras fueron cortadas cuando fue arrojada contra la pared del fondo. El golpe fue sólido, el impacto casi le dejó sin aliento. Sacudió su cabeza, encontrando la mirada fija de Ester Hogan sobre ella. Ester nunca le había puesto una mano encima, pero la había lanzado como una muñeca de trapo. Alejó los ojos de su mirada, cayendo de rodillas al sentir un firme agarre alrededor de su garganta. Se quedó en la más absoluta incredulidad.

Ester Hogan estaba por lo menos seis metros lejos de ella, pero sentía sus fríos y huesudos dedos alrededor de su cuello. La visión de Britt se nubló cuando su respiración se cortó. Tanteó a través de su muslo, encontrando su arma todavía asegurada en su funda.

“Calcetín amarillo”, dijo San mientras bailaba alrededor del furioso Belden quien trataba de capturarla. “Reloj amarillo”, ignoró el golpe en su hombro, con una sonrisa en su rostro “Roca amarilla”, dijo ella. Sí, eso es. “Roca amarilla en el calcetín”.

Belden se detuvo, inclinando su cabeza, como si buscara en sus recuerdos algún enigma que hubiese olvidado. Pero se liberó de eso, agarrándola nuevamente con su largo brazo y golpeándola contra la pared.

“Maldita sea”, dijo entre dientes al sentir como sus costillas casi se hacían añicos. “Reloj. No calcetín”, murmuró.

Lo miró a los ojos, notando como un hombre totalmente desprovisto de emoción la miraba. Su mano se tensó peligrosamente alrededor de su cuello.

“Roca amarilla en el reloj”, se atragantó, con la voz ronca por su agarre. Sorprendentemente, los ojos de Belden parecieron girar en su cabeza. “Sí, eso es. Roca amarilla en el reloj”, dijo nuevamente. “Tick Tock”. “Roca amarilla” “Sí. Repítelo conmigo”, dijo mientras su agarre se aflojaba. “Roca amarilla en el reloj. Tick
Tock. Roca amarilla”.

“Roca amarilla en el reloj”. Se frotó la garganta cuando él la soltó, sus ojos estaban vidriosos.

“Roca amarilla”.

“En el reloj. Tick. Tock. Roca amarilla”.

Él se volteó bruscamente, sus pies se movieron en un ritmo decadente, marchando hacia la boca del túnel oscuro y desapareciendo, su voz murmuraba la frase una y otra vez. Saltó ante el sonido, luego cayó sobre sus rodillas cuando un solo disparo resonó una y otra vez en la cámara cerrada.

Giró su cabeza, encontrando inclinada a Britt, quién respiraba con dificultad.

Ester Hogan yacía inmóvil en el suelo.
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Finalizado Guardian dela cueva capitulo 46,47 y 48

Mensaje por ana_bys_26 Miér Feb 17, 2016 8:16 am



CAPÍTULO 48

Britt se arrodilló junto a Fiona.

Sus ojos estaban cerrados, pero su boca estaba abierta, liberando respiraciones superficiales. Echó un vistazo hacia San, quien estaba de pie sobre el cuerpo sin vida de madre Hogan.

“Pensé que no íbamos a dispararle a nadie”.

“No tuve otra opción”.

Tocó el rostro de Fiona, viendo el aleteo de sus párpados. No sabía qué hacer. El cuchillo todavía estaba dentro de ella, enterrado hasta la empuñadura.

“Oh, Fiona. ¿Por qué?”

“Era la única manera”, susurró ella.

Britt tomó su mano, apretándola con fuerza. “Aguanta. Te llevaremos a un hospital”.

“No. Es demasiado tarde”.

“No es demasiado tarde”.

“Britt… gracias, mi amiga. Eres lo mejor que me ha pasado”.

“No. Quédate conmigo”, dijo Britt interrumpiéndola. “Vamos a sacarte de aquí. A ti y a Don, ambos”.

“Ese siempre fue mi sueño”, dijo Fiona con voz débil. “Escapar”.

Britt sintió que los dedos de Fiona se apretaron alrededor de los suyos.

“No huyas de Santana”, susurró ella. “Confía en ella. Las cosas horribles que su padre le hizo... la hacen desconfiar de los demás. Pero ella quiere amarte. Permíteselo”.

Britt la miró con incredulidad. “¿Cómo supiste acerca de su padre?”

El agarre de Fiona se aflojó y su mano cayó, pero sus ojos se mantuvieron con firmeza en los de Britt.

Britt vio como la mano de Fiona encontraba el cuchillo, entonces, en un último gesto, tiró del cuchillo. La sangre brotó, pero Fiona nunca hizo un sonido. Simplemente se quedó inmóvil, con la mano y el cuchillo cayendo inútilmente sobre el suelo.

Britt se la quedó mirando, viendo como el último aliento de Fiona le abandonaba, viendo como la vida se desvanecía de sus ojos. Justo de esa manera. Se fue. Por sus propias manos.

“¿Brittany?”

Sintió el toque de San en su hombro y se volteó hacia ella, permitiendo que San le pusiera de pie. Se aferró a ella, escondiendo su rostro en su hombro. Sentía como se le rompía el corazón, pero no vinieron las lágrimas.

La escena era surrealista. Fiona en un charco de su propia sangre, por su propia mano. Ester Hogan a seis metros de distancia, con una bala en su corazón que puso fin a su vida sin una ceremonia. Surrealista.

“¿Belden?”

“Hice la cosa del calcetín amarillo. Entró en trance, justo como ellos dijeron que ocurriría”.

Britt frunció el ceño. “¿Calcetín amarillo?”

“Calcetín, roca, reloj. Lo que sea”, San la sostuvo a un brazo de distancia. “¿Estás bien?”, la volteó hacia la antorcha, inspeccionando su cuello. “Estás herida”.

Britt tocó su cuello adolorido. “Nunca me puso una mano encima. Me lanzó contra la pared. Y me estaba ahogando. Pero nunca me tocó”.

“Supongo que Fiona tenía razón con respecto a sus poderes”.

Britt miró hacia Fiona, sacudiendo lentamente su cabeza. “¿Por qué? ¿Por qué hizo eso? Podríamos haberla ayudado”.

“¿Podríamos?”, San se encogió de hombros. “Quizás. Pero eso hubiese sido demasiado para ella. Incluso si sobrevivía al dar a luz, ¿entonces qué? ¿Se convertiría en un espectáculo de circo?”

“No lo sé. Pero esto sólo parece…” Sus palabras fueron interrumpidas por un rugido espantoso proveniente de la cueva.

Ella y San se miraron, con sus ojos muy abiertos.

“Oh, mierda”, murmuró San, tirando de Britt con ella. “Tenemos que salir de aquí. ¡Ahora!” El rugido fue seguido por un grito agudo, similar a los que habían escuchado por la noche. Cuando estaba cazando.

Ella corrió tras San, ambas metiéndose en el primer túnel por donde habían venido. Se detuvieron en seco, escondiéndose en las sombras. Se aferró a los brazos de San, mirando a su alrededor, su visión de la cámara ligeramente obstruida.

Lo primero que vio fue su silueta, la luz de la antorcha seguramente distorsionaba su forma. Pero no. La criatura se puso de pie sobre sus patas traseras, medía fácilmente tres metros de altura.

“Dios mío, ¿qué es eso?”, susurró mientras se encogió contra la pared.

“No tengo ni la menor idea”.

Su cabeza era escamosa como la de un lagarto y giró su mirada alrededor de la cámara, aterrizando primero en Ester Hogan, luego en Fiona. Dejó escapar un tremendo rugido, un sonido lastimero lleno de angustia… se atrevía a decir… lleno de dolor y luto. Su mano se metió en el brazo de San mientras la criatura se agachaba levantando a Fiona, con sus brazos balanceándose sin vida por sus costados. Britt quería alejar su mirada de esa vista, pero no lo hizo. Con otro gemido atormentado, se arrastró, nuevamente hacia la cueva, llevando a Fiona… y a su bebé… con él.

“No puedo creer que acabo de ver eso”, dijo San en voz baja.

“¿Qué debemos hacer?”

“De seguro no vamos a ir detrás de él”.

“Pero…”

“De ninguna manera”, San buscó a tientas su linterna, profundizándose en el túnel.

“Vamos”

“¿Sabemos dónde estamos?”

“Mira esto”, dijo San alumbrando a lo largo de las paredes.

Mientras que el otro túnel por donde habían llegado había sido construido sin orden, este túnel había sido reforzado con madera brillante y barnizada. Tallada con extraños símbolos que nunca había visto.

“¿A dónde crees que nos lleve esto?”, preguntó Britt.

“Supongo que a la casa de Ester”. Britt la siguió, mirando detrás de ellas para asegurarse de que no eran seguidas. Se preguntaba cómo iban a explicar todo lo que había sucedido. Nadie iba a creerles. Al igual que San, no podía entender lo que había visto.

Se detuvieron en la parte inferior de una pequeña escalera. Estas

escaleras también eran mucho mejor que las que estaban en los establos. Los pasamanos a ambos lados eran de madera barnizada. Los pasos crujieron bajo su peso mientras subían a la cima. San giró el pomo de la puerta lentamente. Estaba abierta. Britt también sacó su linterna.

La habitación parecía haber sido alguna vez un estudio o una sala de estar, sin embargo estaba escasamente amueblada. San alumbró por la habitación, aterrizando en una puerta abierta. Britt la siguió quedándose de pie en el marco de la puerta cuando San entró. Se trataba de un viejo estudio. Incluso bajo la luz limitada, Britt podía ver lo gastado del inmobiliario. Movió la linterna hacia la ventana, las cortinas tan delgadas que no podía distinguir su color original. La ventana estaba abierta, dejando entrar la poca brisa que había. Fue entonces cuando Britt dio cuenta de lo caliente y cargado que estaba. Se limpió el sudor de la frente.

“Trata encender la luz”, dijo San señalando hacia el interruptor en la pared. Britt lo hizo, pero la habitación se quedó a oscuras.

“Fuera de servicio”, murmuró San. “Tal vez sólo utilizaba un generador cuando lo necesita”.

“Probablemente”.

La linterna de San cruzó la habitación, aterrizando en una puerta en la esquina trasera. La abrió, revelando otro tramo de escaleras.

Ésta iba hacia arriba, no hacia abajo. San le devolvió la mirada con las cejas levantadas. Britt asintió. Era una escalera estrecha y subieron en una sola fila. Se preguntaba si se trataba de un acceso directo a la habitación de Ester. San abrió la puerta con cautela, haciendo una pausa para escuchar, pero todo estaba en silencio.

La puerta se abría a un pasillo y la escalera parecía ser sólo una ruta más corta hacia el segundo piso. Había cuatro puertas, dos a cada lado, pero era la quinta puerta al otro extremo la que parecía inusual. El marco de la puerta tenía por lo menos un pie de ancho, talado con los mismos símbolos que habían visto en el túnel.

“Verifiquemos primero estas habitaciones”, dijo San.

La primera estaba completamente vacía, incluyendo la ausencia de cortinas. Una enorme tela de araña cruzaba la ventana, evidenciando la falta de uso de la habitación. San fue a la siguiente y Britt cruzó el pasillo, abriendo una puerta de ese lado. Esperaba otra habitación vacía y casi se quedó sin aliento ante lo que vio cuando su linterna iluminó adentro. Era la habitación de un niño, con un mobiliario pequeño y anodino. En la cama yacían los restos óseos de un niño pequeño, vestido sólo con una camisa blanca y pantalones cortos.

“San”, dijo ella. “Aquí”.

San miró por encima de su hombro y luego suavemente la movió hacia un lado mientras entraba en la habitación. Britt vaciló, iluminando por el pasillo. No podía evitar la sensación de que no estaban solas.

“Diría que quizás seis u ocho años”, dijo San.

“¿Crees que era hijo de Ester?”

“No lo sé. No la puedo imaginar como madre. ¿Tu puedes?”

Britt ladeó la cabeza escuchando un sonido bienvenido en la distancia. Helicópteros

“Escucha”, dijo ella.

San la miró, sonriendo. “Refuerzos. Ya era hora”.

“Vamos a ver las otras habitaciones”, dijo Britt “Estoy lista para salir pitando de aquí”.

Las otras dos habitaciones en el pasillo estaban vacías, al igual que la primera. No había ni rastro de la habitación de Ester, lo que les llevaba a pensar que la puerta decorada al final de la sala lo sería.

Britt dio un paso atrás, asintiendo con la cabeza cuando San giró el pomo. La puerta se abrió y un olor desagradable les golpeó de inmediato. Ambas entraron, sus linternas se proyectaban en las
sombras en la habitación. Era grande, mucho más grande que una habitación.

Alineadas en una fila ordenada, estaban ocho camas idénticas dominando la habitación.

“Jesús”, murmuró San mientras se adentraba en la habitación.

Britt alumbró cada cama, sin poder creer lo que veía. Las ocho camas parecían estar talladas a mano. El trabajo de la madera era exquisito. Sin embargo, una sola cama estaba vacía.

“¿Qué demonios es esto?”

San fue al final, alumbrando los nombres tallados en cada cama.

“Estaline, Naomi, Opal, Velma, Eustice, Estele, Rosaline... y Ester”.

“Fiona dice que las cosas aquí siempre han sido de esta manera”, dijo Britt “¿Crees que estas son las Hogan reinantes?”

“¿Y cuando mueren, las traen aquí? Dios, ¿te imaginas viviendo en esta casa con estas... estas mujeres aquí?”

“Están vestidas con una especie de vestido ceremonial”, señaló Britt mientras su mirada viajaba por cada esqueleto. “Si no tuviese la información, creería que son vestidos de novia”.

San miró hacia el techo; los helicópteros ahora parecían estar sobre ellas. “Bueno, vamos a largarnos de aquí”.

“¿Dónde crees que esta la habitación de Ester?”

“Me imagino que en algún lugar de la planta baja. Vamos”, justo en ese momento sonó el teléfono de San, el tono familiar de Puck llenó la habitación tranquila. “Hey, calvo. Ya era hora”.



***

“¿Dónde diablos estás?,” preguntó Puck.

San siguió a Britt quien bajaba las escaleras.

“Estamos en la casa de Ester Hogan. La única de dos pisos”.

“Sí. La veo. Está jodidamente oscuro aquí”, dijo él.

“Están fuera de servicio ¿recuerdas? ¿Cuántos agentes?”

“Seis de nosotros. Incluyendo a Will”.

“Está bien. Pensamos que hay cerca de cuarenta habitantes.

Ester Hogan ha sido eliminada. Tenía un guardaespaldas. Un sujeto enorme. Belden. Tengan cuidado con él. El resto no creo que vayan a ocasionar problemas”.

“Estamos revisando las casas ahora”.

“Estaremos fuera en un segundo”, dijo ella desconectando.

Detuvo a Britt antes de salir al estudio nuevamente. “Hey”.

Britt se dio la vuelta, mirándola interrogante. Pareció entender la vacilación de San y apagó su linterna. Se abrazaron con fuerza y San cerró los ojos, sintiendo como sus inseguridades surgían nuevamente. Habían enfrentado el túnel, a Belden, a Ester Hogan e incluso a la criatura que vivía en la cueva. Pero ahora tenían que enfrentarse a Puck, Sam y Will. Habían cambiado. Ambas habían cambiado. Puck y Sam se darían cuenta inmediatamente.

“Podemos hacer esto”, dijo Britt. “Hemos jugado a este juego desde hace mucho tiempo”.

“Ellos van a saber”.

“Ellos pueden creer que saben. Pero realmente no lo sabrán”, Britt tomó su rostro con ternura, acariciando su barbilla con su pulgar.

“Tenemos mucho de qué hablar Sanny, pero ahora no es el momento”.

San asintió. Dios, va a romperme el corazón, pensó. Pero sonrió afablemente. “Está bien. Salgamos de aquí”.

Atravesaron el estudio y salieron hacia la sala principal, encontrando la puerta principal. Las bisagras protestaron cuando la abrieron y asumió que Ester rara vez… o nunca… utilizaba la puerta. Una de las cosas que encontraba extraño era que nada estaba cerrado. Se podría pensar que tanto como les gustaba
mantenerse aislados, tendrían todo fuertemente cerrado.

El aire en el exterior estaba un poco más frío que el interior de la casa inactiva, pero sólo ligeramente. Se quitó la gorra, pasando las manos por su cabello húmedo antes de colocársela nuevamente.

“Las luces están por allá”, dijo Britt señalando la casa de al lado.

Fueron interceptadas por Will antes de que pudieran entrar.

“¿Qué demonios ha pasado aquí?”, exigió.

San se lo quedó mirando. “Sí, estamos bien. Un poco golpeadas y magulladas, pero estamos bien”, dijo con sarcasmo “Gracias por preguntar”.

Él la ignoró, dirigiéndose hacia Britt en su lugar. “Están muertos”.

“¿Quiénes?”

“Quienes diablos viven aquí. Muertos. Específicamente dije…”

“…que no les disparáramos a nadie”, concluyó San.

“Ester Hogan fue la única baja. No se pudo evitar. En cuanto a los otros, no sé de lo que estás hablando”.

“No nos encontramos con nadie además de Ester y Belden”, dijo Britt.

“¿Quién es Belden?”

“Él es como su guardaespaldas”, dijo San.

“Dos cadáveres más en esta casa”, gritó Puck.

“Jesús. Esto es como Jim Jones de nuevo”, murmuró Will mientras se dirigía en dirección a Puck.

San y Britt lo siguieron.

Era un hombre y una mujer mayor, ambos desplomados contra la pared.

San se quedó mirando la tela amarilla agarrada con fuerza en la mano del hombre. Se volvió en círculo, escaneando la habitación con su linterna, aterrizando en un reloj de pared antiguo, el péndulo estaba detenido.

“Mierda”, susurró ella.

“¿Qué pasa?”

“El reloj”, se volvió hacia Will. “Muéstrame otra casa”.

En la de al lado era lo mismo. Dos hombres. Uno en el suelo, el otro desplomado en el sofá. Una vez más, un reloj de péndulo, éste seguía marcando el tiempo.

San se volteó hacia Britt. “La frase que Fiona nos dijo que usáramos. La que puso en trance a Belden. Roca amarilla en el reloj”.

“Fue un desencadenante del suicidio”, dijo Britt. “Pero Belden fue el único que la escuchó”.
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“Él la estaba diciendo una y otra vez a medida que se iba. Eso debió ser parte de todo. Para alertar a los demás. La pasaron entre ellos”.

“Está bien, ¿de qué demonios están hablando?”, preguntó Puck.

“Fue esta frase…”

“Oh, Dios mío, San. Nos olvidamos de Don”, dijo Britt. “Y Avery”.

“Sí, ¿dónde está Avery?”, preguntó Will. “No pude contactarlo”.

“Nosotras tampoco. Él y el jefe Aims iban a detener a Richard Barr, el guardia identificado a partir de los registros de la puerta”, dijo ella. “Lo dejamos en la escuela. Don se quedó en nuestra casa”.

“Tenemos que ir”, dijo Britt tirando del brazo de San.

“No tenemos un coche. Y no voy a volver por el bosque”.

“Tomaremos el coche de Fiona”, dijo Britt mirando a su alrededor.

“Es decir, si lo encontramos”.

Will levantó sus manos. “Ustedes dos, esperen. Necesito saber qué demonios está pasando aquí”.

“Hay túneles bajo las casas que conducen a una cámara subterránea”, dijo San.

“Una cueva”, agregó Britt. “Allí fue donde estuvimos. Allí es donde encontrará el cuerpo de Ester Hogan. Le disparé”.

“A menos que él haya regresado y se la haya llevado”, dijo San en voz baja.

“Oh. Sí. Esa es una posibilidad”.

“¿Él quien?”, preguntó Will.

Britt y San se miraron entre sí. “¿Quiere que le contemos esto?”, preguntó Britt.

“No ahora, no. Tenemos que llegar a la escuela”, se volvió hacia Will.
“Con su permiso, por supuesto. Tenemos que encontrar a Avery y a Don”.

“Sabía que no debía dejarlas entrar por su cuenta”, dijo él. “Sabía que algo así iba a suceder”, dejó escapar un suspiro de frustración. “Está bien. Lleven a Puck y a Sam. Y no hagan nada estúpido”.

San se detuvo. “Hablando de eso... no vayan a los túneles. Es un laberinto. Y hagan lo que hagan, no entren en la cueva”.
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bueno primero decirles que espero que esteis disfrutando y segunque solo quedan 3 capitulos para el fial de la primera parte

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