[Resuelto]FanFic Brittana: En Equilibrio (Adaptada) Epílogo

Capitulo 32

Recostándose contra el respaldo de su silla en el despacho, Brittany se quedó mirando por la ventana de la sexta planta y reflexionó sobre lo mucho que estaba cambiando su vida.

El mundo ahora tenía que relacionarse con Santana y con Brittany, una pareja de lesbianas.

Era diferente incluso a relacionarse con ella individualmente como lesbiana. A cada una de ellas les afectaban las decisiones, las acciones y las reacciones de la otra, y era más complicado de lo que se había imaginado.

Desafiante era mejor palabra.

Pero tal como le había enseñado su mamá, si algo valía la pena, también valía la pena luchar por ello.

Así que lucharía.

Quería que su vida en pareja fuera tan maravillosa y satisfactoria como fuera posible.

Y todo lo que hiciera falta para conseguirlo caería presa de los esfuerzos lógicos y sistemáticos de Brittany, de los que ya había dado muestra el día antes de la manifestación, cuando decidió quedar con su jefe para comer.

Se acomodaron en la mesa y Will, como de costumbre, fue al grano.

—Nunca me habías pedido que quedáramos para comer a solas, Brittany, así que sospecho que hay algo de lo que quieres hablarme. ¿Me equívoco?

—Generalmente, tanto por razones personales como profesionales, no te pondría en la situación de comer a solas conmigo. Tienes razón, tengo que hablar contigo y no se me ocurre mejor momento o lugar.

—Deja de preocuparte por lo que pueda parecer y dime qué tienes en mente, aunque he de advertirte que, a pesar de lo mucho que valoro tu trabajo, no puedo ni siquiera plantearme la posibilidad de aumentarte el sueldo por lo menos hasta principios de año—su atención se dividía entre Brittany y el menú.

—No, no tiene que ver con el dinero. Es algo de naturaleza mucho más personal.

La camarera les interrumpió para tomarles nota. La rubia prosiguió:

—Mañana voy a participar en una manifestación que, sin duda, será cubierta por los medios de comunicación. Quería avisarte para que no te sorprendas si me ves en las noticias de las once—contempló cómo aquellos familiares ojos verdes iban rápidamente de ella al café que se estaba preparando y viceversa.

—Mira, Carl siempre ha sido militante del partido demócrata, mientras que yo soy incondicional de los republicanos. Ryan es evangelista y yo soy católico. Te lo digo en serio, Brittany, la religión y la política son asuntos personales de cada uno y, mientras eso no afecte a tu trabajo, no es asunto mío.

Ella admiró la manera clara y directa que tenía Will de afrontar todas las cosas.

Con él siempre sabías por dónde pisabas.

Eso hacía mucho más fácil la misión de Brittany.

—Sé que lo dices en serio. Nunca te he visto actuar de otra manera, y este sentido de la rectitud es una de las cosas que más admiro de ti. Seguramente es por esto por lo que tengo necesidad de explicártelo. No sería justo por mi parte dejarte en una posición en la que te puedan pillar desprevenido si te lo
dice cualquiera antes que yo.

Quería darse prisa para tranquilizar la mirada de perplejidad de la cara de Will, pero tuvo que esperar a que les sirvieran.

Cuando la camarera se volvió para irse, Will le preguntó impaciente:

—¿Es una manifestación contra una clínica antiabortista que pueda ponerse fea o algo así?

Sin duda ya se imaginaba pagando a altas hora de la madrugada la fianza para que Brittany pudiera salir del calabozo.

La posibilidad le hizo sonreír.

—No—sus pensamientos volvieron a su intención—Es para pedir que sea llevado a juicio un hombre que mató a dos mujeres hace unos meses.

—Vale, ya me acuerdo. No he oído nada más sobre eso—su postura reflejó un alivio evidente y empezó a comerse su bocadillo,

—Justo. Es posible que no le acusen o que los abogados intenten llegar a un acuerdo de reducción de pena para que haga terapia—el habló entre bocados.

Brittany mordisqueaba su comida.

—¿Cómo es posible? Creía que había un testigo.

—Lo había. Pero su abogado alega que se vio provocado por el modo de vida de las mujeres, que desquiciaron su estricta moral cristiana; que observar su vida pecaminosa día tras día le hizo volverse loco. Por lo menos, eso es lo que he podido entender de los informes de las noticias.

—Ummmm, es cierto. Eran lesbianas, ¿verdad?—la taza de café de Will se detuvo un momento antes de alcanzar sus labios—¿Cómo es que estás tan involucrada en esto?

—Conocía a las dos mujeres. ¿Recuerdas que me tomé un día de asuntos propios? Fue para ir a su funeral.

Se preguntaba si hacía falta ir más lejos.

Como la cara de Will no reflejaba ninguna conexión, mientras le quedaba valor, añadió:

—Excepto los familiares, seguramente todas las personas de la manifestación serán gays o lesbianas—sintió un alivio instantáneo por haber llegado hasta el final.

Will dejó el bocadillo, se secó la boca con la servilleta y se recostó en la silla. Masticó el último bocado de comida mientras contemplaba los imperturbables ojos de Brittany.

Estaba procesando la información.

Por fin, con los ojos igual de impasibles, le preguntó:

—¿Eres lesbiana?

Brittany asintió.

—¿Desde cuándo?

Probablemente estaba intentando recordar la última vez que la había visto con Sam.

—Seguramente desde siempre, pero me di cuenta, por fin, cuando me enamoré de una mujer.

La cara de Will reflejaba una perplejidad absoluta mientras se esforzaba por entenderlo.

—Mira, si la pregunta está fuera de lugar, dímelo, pero tú eres una mujer notablemente guapa, con un cerebro y una personalidad también destacables. Podrías tener a cualquier hombre que quisieras ¿Por qué quieres ser lesbiana?

—Lo que está claro es que no se trata de algo que yo haya planeado, no es una elección... es decir, si lo que quiero es ser feliz. Me enamoré de una persona maravillosa, amable y con talento que me ama más de lo que yo puedo llegar a comprender. Y resulta que esa persona es una mujer. Nunca había sido tan feliz. Lo único que desearía es que las demás personas de mi
vida pudieran entenderlo y compartir mi felicidad.

Los ojos de Will seguían clavados en los de Brittany. Un leve movimiento de cabeza indicó su reconocimiento.

—Debe de ser una mujer sensacional.

La sonrisa de Brittany fue tan reveladora como sus palabras.

—Cantó con Blaine el día de mi fiesta.

La expresión de Will, aunque de forma sutil, mostró más sorpresa de la que Brittany le había visto mostrar nunca.

—Ahora sí que me has roto los esquemas. Está tan lejos de un hombre como...—hubo una pausa mientras Will, meditabundo, se tomaba el café.

Brittany se preguntó si habría más preguntas.

—A pesar de que sabes lo bien que nos caes a Emma y a mí, debe de haber sido difícil decidir explicarme algo tan personal.

—Sí que lo ha sido—reconoció—Incluso me he preguntado por qué me parecía necesario, pero, lamentablemente, lo que las personas gays y lesbianas hacen en sus dormitorios puede afectar a sus trabajos.

—Pero si esto hubiera tenido que ver con un hombre no hubiera importado, nunca te hubieras sentido obligada a explicármelo—vio cómo Brittany asentía—Está claro que nunca creíste que tuvieras que hablarme de tu vida personal con Sam.

—No más de la información personal que tú puedas facilitar a un compañero de trabajo.

—Lamento que las cosas sean así, Brittany. Quizás cambien. Hoy en día hay mucha más aceptación de los modos de vida diferentes que cinco años atrás.

Ella percibió una preocupación casi paternal.

Estudió los rasgos de su cara.

Estaba preocupado, intentando tranquilizarse a sí mismo: quizás la vida de Brittany no tendría por qué ser difícil y complicada sólo por haberse enamorado de una mujer.

Detrás de su eficiencia y de su fría postura ante la vida, había una sincera preocupación por los demás.

—Sin duda las cosas cambiarían mucho más deprisa si hubiera más gente como tú. Aprecio de verdad tu actitud abierta y tu imparcialidad, lío todo el mundo tiene la suerte de trabajar para alguien como tú.

—Gracias, pero no todo el mérito es mío. Mi mamá tuvo que trabajar mucho, ella sola, para educar a un buen chico. Siempre he querido que esté orgullosa del hombre en que me he convertido.

—Seguro que lo está—la sonrisa de Brittany alivió considerablemente la tensión—, ¿Significa esto que el lunes por la mañana seguiré teniendo trabajo?

Will sonrió y miró el reloj:

—No, a menos que estés de vuelta en el trabajo en quince minutos.

Capitulo 33 - Ultimo

—¿Qué posibilidades crees que hay de que le caiga el primer grado?—preguntó Santana ocupando el asiento de al lado de Quinn en el vestíbulo de los juzgados.

—Me gustaría decirte que muchas, pero la verdad es que no tengo ni idea. Ni siquiera Abrams se atreve a hacer predicciones, y eso que él ha visto cientos de jurados en su carrera.

—Me alegraré de que todo se acabe—Santana dio un trago de agua de un vaso de papel—He de reconocer tus méritos, señorita Fabray. Has hecho un gran trabajo organizando a la gente y manteniéndola concentrada e informada.

—La verdad es que no hay manera de saber el efecto que hemos tenido en realidad, pero a mí me ha servido de terapia. Necesitaba de veras algo importante que me mantuviera ocupada, algo a lo que pudiera dedicar mis ideas y mis fuerzas, y creo que me ha ayudado a no volverme loca. No creo que te des cuenta de lo valioso que es tener alguien con quien irte a casa, alguien que esté ahí esperándote, que te ayude a distraerte de las cosas.

—Sí que me doy cuenta. Incluso alenté a Rachel a que se quedara contigo cuando le preocupaba estar abusando de tu hospitalidad.

—¿La alentaste? Me alegro de que se quedara. No es lo mismo que una novia, pero ha sido una gran ayuda.

—Las veo muy bien juntas y muy cariñosas entre ustedes, ¿algo de contarme Quinny?

Quinn para sorpresa de Santana se puso roja y evito su mirada, pero para suerte de la ojiverde Jenny las interrumpió.

—¿Alguien quiere un chicle?—ofreció Jenny al tiempo que se unía a ellas—¿Qué les ha parecido que la defensa no sacara al viejo al estrado?

—Una medida inteligente—respondió Quinn—Ahí arriba Abrams le hubiera apretado las clavijas. Y el jurado hubiera visto con sus propios ojos que es un fanático maleducado y egoísta. Tenían que tratar de proteger la imagen que intentan vender.

Jenny apoyó la nunca en la pared:

—El cristiano conservador atormentado diariamente por la visión de una vida pecaminosa. Creí que iba a vomitar. ¿Cómo puede tragarse eso un jurado después de oír a tres testigos diferentes testificar sobre tres amenazas sin que mediara provocación alguna?

—No haber sido capaces de encontrar más que un testigo de carácter favorable tampoco debe de haber ayudado mucho a la defensa—comentó Santana.

—Se basan sobre todo en los testimonios de profesionales. Los psicólogos tenían que convencer al jurado que haber sido sistemáticamente testigo de algo que él consideraba pecado podía haberle ido desquiciando hasta hacerle saltar de repente—explicó Quinn.

—Un concepto que presupone que los miembros del jurado se crean que él es una persona amable y virtuosa—añadió Santana—¿Mató por odio o a causa de una perturbación provocada por su sentido de la rectitud?

Quinn asintió mostrando su acuerdo.

—La cosa se reduce a doce personas que no conocen a ningún involucrado y que han de tomar una decisión con la que puedan vivir tranquilos.

—Me cuesta mucho mirarlo con objetividad—Jenny tenía la cara demacrada y los ojos cansados—No podía creerme la importancia de la psicología, incluso a la hora de elegir al jurado. ¿A quién recusas y con quién te quedas? Los miembros del jurado en los que confiábamos fueron recusados por la defensa. Las preguntas se plantearon para deshacerse de gays y lesbianas, de familiares de gays y lesbianas, de feministas y de cualquiera que hubiera perdido a alguien de forma violenta. Y Abrams evitó escoger a hombres mayores, a republicanos y a cualquiera nacido o criado al sur de Ohio. Todo parecía un arriesgado juego de adivinanzas.

—Como he dicho, Abrams no haría ninguna predicción—Quinn se levantó para estirar las piernas—Por cierto, ¿alguien lo ha visto esta mañana?

—Ha estado en la sala de reuniones con su ayudante casi todo el rato—respondió Jenny—Cuando hemos llegado ha hablado con nosotras y nos ha dicho que, de momento, el jurado sólo ha pedido el informe policial del momento en que se denunciaron las amenazas. Cree que es buena señal. Supone que si salen antes del mediodía significará que no aceptan el alegato de locura, lo que, seguramente, implicará un veredicto de asesinato en primer o segundo grado.

Mientras las mujeres seguían hablando se abrió la puerta de la sala de reuniones.

Artie Abrams salió y cruzó el vestíbulo hacia donde estaban ellas. Su figura delgada y recta de andares deliberadamente majestuosos emanaba seguridad.

Habló suavemente y con precisión:

—El jurado está entrando en la sala.

Las mujeres se pusieron de pie. Jenny le miró directamente a los ojos y respiró hondo.

—Allá vamos.

Artie Abrams sonrió ligeramente y asintió: la tomó del brazo y la acompañó hasta la sala del tribunal.

Santana y Quinn, en silencio, recorrieron el camino con ellos, viviendo por dentro sus nervios y sus esperanzas.

De nuevo se acomodaron en sus asientos habituales en la ya demasiado familiar sala del tribunal.

El juicio en sí se había alargado durante casi dos semanas. Habían perdido un día por la enfermedad de un miembro del jurado y otro por un inesperado problema de agenda del juez.

Santana y Quinn se habían turnado, un día cada una, en la medida de lo posible, para evitar perder demasiadas horas de trabajo.

El pobre Sebastián había pasado dos semanas muy duras y Santana prometió compensarlo.

La sala empezó a llenarse rápidamente.

Llegaba gente de todos los puntos del edificio donde habían estado esperando.

Estaban presentes los familiares de Donna y de Evonne, así como un buen número de amigos y vecinos.

Se pusieron en pie cuando el juez y el jurado entraron ordenadamente en la sala y después tomaron sus respectivos asientos.

El juez Hudson se dirigió al jurado:

—Entiendo que ustedes han alcanzado una decisión sobre este caso. ¿Es así, Sr. Foreman?

—Así es, su señoría.

Las cosas empezaron a suceder muy rápido entonces. Tras meses de angustia y nerviosismo todo estaba a punto de resolverse en cuestión de segundos.

El juez Hudson formuló la misma pregunta que había hecho cientos de veces con anterioridad:

—¿Cuál es el veredicto?

Todos los ojos estaban clavados en el portavoz mientras hablaba:

—En el caso del pueblo contra Crawford, encontramos al acusado culpable de dos cargos de asesinato en primer grado.

Jenny se agarró a su hermana y la abrazó con fuerza mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas.

Artie Abrams echó la cabeza hacia atrás y finalmente sonrió mientras el juez
inquiría.

— ¿Es por unanimidad?

—Sí—fue la respuesta al unísono.

Quinn apretó la mano de Santana.

—Sí—repitió con énfasis—Sí.

Santana contempló al anciano, esperando una reacción mientras el jurado emitía su veredicto, pero su cara permaneció inmutable. Contempló estoicamente a cada uno de los miembros del jurado mientras confirmaban individualmente la decisión.

«¿Qué clase de mente puede aceptar un acto tan horrendo?—se preguntaba—¿Cómo puede generar tanto odio algo tan inocente como amar a otra persona?» Seguía sin poder comprenderlo.

Su mente intentaba no hacer caso de sus sentimientos y aceptar la justicia como una clausura aceptable.

«Cadena perpetua para un hombre de sesenta y siete años? ¿Qué significa eso? ¿Cinco años, ocho años? ¿Es bastante sufrimiento para pagar por dos preciosas vidas y por todos los demás afectados?»

Le colocaron las esposas en las muñecas y, mientras pasaba por al lado de Santana y Quinn, las miró directamente a los ojos, primero a una y después a otra, y desde apenas medio metro de distancia el anciano les espetó:

—Qué lástima que no estuvieran ahí.

Un sentimiento indescriptible atenazó la boca del estómago de Santana. Cogió a Quinn del brazo.

—Voy a telefonear—dijo esperando poder disolver el veneno de las palabras del hombre—Le prometí a Britt que la llamaría cuando todo hubiera acabado.

Epílogo

—¿Sabes?, aunque tenemos montones de cosas que hacer, me alegro de que me hayas convencido para hacer esta escapada—sonrió Santana.

Se acercó para cogerle la mano a Brittany mientras el coche entraba en la autopista.

Cuando faltaban sólo dos días para su segundo aniversario, Brittany había organizado un fin de semana especial para ellas dos en la cabaña.

Todo lo demás esperaría: ella y Santana iban a estar absoluta y maravillosamente ilocalizables.

—La vida se estaba volviendo demasiado rutinaria, has de reconocerlo. Las obligaciones cotidianas, lo que creemos que hemos de hacer, nos han impedido pasar juntas tiempo de calidad. La verdad, supongo que me siento un poco egoísta.

—Sean cuales sean tus motivos, me alegro de que vayamos.


Las siguientes tres horas las pasaron hablando, cantando y bromeando, cosas que hacía tiempo que no hacían.

Brittany se dio cuenta al ver la cara de Santana al doblar por el caminito que llevaba a la cabaña de cuánto tiempo había pasado sin ver aquella hermosa sonrisa despreocupada.

La primera vez que la vio fue ahí, aquel primer fin de semana.

Era una sonrisa que decía: «No tengo nada más en que pensar salvo en disfrutar de esto y de tu compañía».

¡Qué sonrisa tan bonita!

Y se dirigía a ella.

Santana la rodeó con los brazos, estrechándola y haciéndola girar al mismo tiempo.

—Lo necesitaba.

—Casi se me había olvidado lo mucho que lo necesito yo también.

—Venga, démonos prisa y descarguemos las cosas para poder ver la puesta de sol.

El lago, bañado en rojo escarlata y vestido de principios de otoño compartió su frescor con las siluetas que se dibujaban en lo alto de la colina.

Santana y Brittany hablaban en frases cortas como si no quisieran interrumpir el magnífico espectáculo.

Después, mientras la oscuridad iba ganado terreno al día y suavizando los colores, Brittany habló con brillo propio.

Con los brazos alrededor de Santana le dijo suavemente:

—Quiero estar siempre contigo, Sanny.

Las siluetas se pusieron de perfil, mientras los contornos empezaban a desdibujarse en la noche. Volvió a hablar:

—¿Quieres casarte conmigo?

El leve espacio escarlata que quedaba entre sus labios desapareció, fundiendo sus figuras en un único contorno impreciso.

Unos momentos después, con sus figuras separadas apenas visibles ante un cielo que rápidamente se oscurecía, Brittany le preguntó:

—¿Esto ha sido un sí?

—¿No hablarás en serio?—la sonrisa de Santana casi no se podía distinguir—No estás embarazada, ¿verdad?

—No, a menos que, como imitador de mujeres, seas mejor que Kurt.

Santana pasó los dedos suavemente entre su pelo oscuro, largo y brillante sin decir nada. Bajó la mirada un momento y después se quitó el anillo de diamantes de su mamá y lo deslizó en el dedo de Brittany.

—¡Oh, Sanny! susurró Brittany.

La mirada en los ojos de Santana era muy seria, ya no sonreía. Habló con suavidad.

—Sí, quiero casarme contigo, Britt-Britt.



Meses Después.



—¿Estas nerviosa?—pregunto Quinn.

—¿Nerviosa? ¿Yo? Puff solo quiero estar con mi rubia—dijo Santana.

—Estas muerta de miedo morena, no te hagas—dijo riendo Quinn—Tienes que estar tranquila Tana, todo saldrá bien.

—¿Cómo te cambia el amor, no? Rach te hace decir muchas cursilerías—dijo Santana—Aun no puedo creer que por fin estén juntas, ya era tiempo la verdad.

—Sabes que yo si quería, pero pensé que nunca me aceptaría, pero cuando paso lo de Ivonne y Dona nos unimos como nunca, tu misma lo viste.

Santana sonrió con cariño.

—Estoy feliz de que estén juntas—dijo Santana.

—Y yo, y no solo nosotras cuatro, sino también por Blaine y Kurt, Marley y Kitty y nuestro querido Sebastián y su pareja cada vez va mejor—dijo Quinn.

—Por fin estamos bien, con personas que nos quieren—dijo Santana—¿Esta noche será la indicada?—pregunto.

—No, Tana esta noche es de ustedes, lo mío puede esperar… hasta mañana—dijo Quinn.

Ambas rieron, pero pararon cuando tocaron la puerta.

—¿Lisas chicas?—dijo Sebastián detrás de la puerta—Britt esta lista y esperando por ti, San.

—¿Lista para el mejor día de tu vida?—pregunto Quinn.

—Lista para ser la señora Pierce y espero que tu también pronto seas la señora Berry—dijo Santana con una gran sonrisa.



Las horas pasaron, Santana y Brittany pasaban a ser las señoras López-Pierce.

La ceremonia fue hecha por el hermano de la rubia y había asistido los más cercanos.

La hermana de la morena, Emily, también había asistido y muy bien acompañada, su pareja Hanna.

La hermana de Brittany, Tina y su esposo Mike, también estaban presentes, dando la noticia que estaban esperando su primer bebé.

Los padres de Brittany estaban más que felices y más feliz estaba la rubia de ojos azules al darse cuenta que el amor entre sus padres había renacido otra vez.





Años Después.



—No Santy—dijo Santana—Debes esperar a mamá.

Santiago López-Pierce, era el primer hijo de ellas, Santana lo había tenido, pero con los óvulos de Brittany.

—Mamá yo puedo solo—dijo Santiago con el ceño fruncido.

—Santy si nos ven perderemos—dijo Santana.

—No quiero encontrar a Charly, quiero que ella me encuentre—dijo Santiago un poco ruborizado.

Santana lo miro con asombre… y miedo, ella no iba a perder a su bebé.

Pero no puedo hacer nada, ya que en ese momento Quinn y Charlie Fabray-Berry los encontraban.

—Te pille López—dijo Quinn con una sonrisa maliciosa.

—Te tengo Santy—dijo la pequeña Fabray-Berry abrazando a un contento morenito.

Quinn y Rachel se habían casado un año después que Brittany y Santana y tiempo después Quinn había quedado embarazada y al igual que las Brittana, la rubia de ojos verdes había utilizado los óvulos de Rachel.


—Mi hija es la mejor—dijo una contenta Quinn—Pero, aléjate de Santy bebé, nada de abrazo a esta edad—dijo mientras tomaba en brazos a Charlie.

Santana iba a replicar, pero nuevamente las interrumpieron.

—¡Aquí están!—dijo Marley—Spens, ven hijo tenemos a cuatro.

El pequeño Spencer Rose-Wilde corría donde su mamá contento de saber que solo quedaban cuatro personas más para ganar.

Kitty y Marley también se habían casado y formado una familia.

—Los tenemos—grito Blaine—Eso es hijo somos los mejores.

—Nos nuestros—dijo Rory—Papi no nos creerá, siempre perdíamos al final—dijo contento el menor de los Anderson-Hummel.

Kurt y Blaine se habían casado y también formaron una familia.

—Mami, Mami—grito Ezra—¡Aquí están aquí están!

—Ese es mi bebé—dijo Emily—Ustedes jamás podrán con los Fields-Marin.

Emily también hacia dado el gran pasó y se había casado con Hanna, formando una familia.

—¿Cómo es posible? Íbamos ganando y ahora somos unas perdedoras—dijo una confusa Santana mientras tomaba en brazos a hijo.



Los cinco adultos iban conversando mientras sus cinco hijos iban caminando adelante jugando entre ellos.

Santana miraba a la pequeña Fabray-Berry con el ceño fruncido, Charlie iba de la mano con Santiago y él la miraba completamente embobado.

—El destino nos sigue juntando, ¿no?—dijo Quinn con una sonrisa tierna.

Santana iba a responder, pero una contenta Brittany apareció ante su visión y todo, pero absolutamente todo, se borró.

Solo existía su Brittany.

Cada adulto tomo a su hijo y se fueron a encontrar con sus parejas que los esperaban para almorzar.

Quinn al ver que todo había desaparecido para las Brittana tomo a Santiago y se lo llevo con ella y Charlie.

Un contento Sebastián esperaba a su ahijado con los brazos abiertos, pero el mini López-Pierce solo tenía ojos para la pequeña Charlie.

—¿Cómo les fue?—dijo Brittany mientras besaba a un distraído Santiago que se iba con Charlie, para luego besar a su morena—¿Ganaron?

—¿Pero qué pregunta es esa Britt-Britt?—dijo Santana—Claramente fuimos los campeones, nadie puede con el equipo López-Pierce—dijo orgullosa.

Brittany se rio y la abrazo.

—Perdieron, ¿no?—pregunto dándole un tierno beso.

Santana solo rodo los ojos.

—Es solo que Charlie, lo ha…—pero no puedo continuar algo le llamo la atención, lo que la hizo abrir grandes los ojos y grito—Charlotte Dona Fabray-Berry, no lo inte…

Pero tampoco pudo decir más, ya que antes de terminar Brittany la tomo por las mejillas e hizo que la mirada para luego besarla.

Brittany cuando vio lo que Santana estaba mirando supo que la celosa mamá López-Pierce saldría a flote, y para evitar problemas solo llamo su atención.

Como solo ella sabría.

Santana estaba perdida en el beso y quito la vista de su hijo y Charlie.

—Tienes que dejarlos Sanny, no pasa nada—dijo con una voz tierna Brittany.

Santana aun no podía recuperar el aire.

—Pero mi bebé—dijo Santana—Rachel le mete cosas a Charlie y ella me quiere quitar a mi bebé.

Brittany rio con ternura.

—Pronto tendrás otro bebé por quien preocuparte—dijo Brittany—Y las Faberry también.

Santana abrió grandes sus ojos, ya húmedos.

—Qu… que… ¿Qué quieres decir, Britt-Britt?—dijo Santana posando sus manos en el vientre de la rubia—¿Funciono?

—Si, amor—dijo Brittany—Con Rach nos hicimos la prueba hoy y ambas dieron positivo—Santana la abrazo y dieron vueltas—Pero no puedes decir nada aun, Rach quiere esperar para contárselo a Quinn y Charlie.

Santana la volvió a besar.

—Te amo tanto Britt-Britt, es la mejor noticia que me puedes dar—dijo Santana—Espero que sea una mini tu—dijo con una gran sonrisa—¿Podríamos llamarla Ivonne si es niña?

—Por supuesto amor—dijo Brittany.

—Susan Ivonne López-Pierce—dijo Santana—Perfecto.

—Te amo Santana Pierce-López.

—Te amo Brittany López-Pierce.