Mi Querido Secuestrador (Adaptación) Cap. 14-15-16

Hola chicos esta es una historia finchel es una adaptacion de una novela 1D al menos a mi me gusto mucho abra fabrevans y brittana no tanto como finchel pero abra espero que les guste y los dejo con el primer capitulo...

---

—¡Ya apúrate! ¿Tanto demoras en el baño? ¡Se supone que queremos llegar HOY! —me apuraba irritado.

—¡Ya voy, ya voy! —salí del baño aún colocándome el pantalón a brincos.

—¡Hasta que saliste! —me regañó con una sonrisa irónica en su rostro, mas no le hice caso.

Terminé de vestirme y subimos nuestras cosas y bolsos al auto, él se subió en el asiento del piloto y yo en el copiloto, luego colocó en marcha el auto.
¡Rayos, no traje mi chaqueta!

—¡Espera! —dije antes de que acelerara.

—¿¡Ahora qué!? —preguntó irritado golpeando el volante con las manos.

—Olvidé mi chaqueta, ya vengo —dije abriendo la puerta, pero me tomó el brazo.

—¿Eres idiota desde nacimiento o es sólo por hoy? —lo miré confundido—, ¡la tienes puesta! —me replicó con tono de obviedad, me sonrojé y cerré la puerta.

—S-Si… era una broma, ya lo sabía —reí, aunque no, no lo sabía…

—Claro… como sea —puso en marcha el auto y partimos. Llegamos al aeropuerto y bajamos todos nuestros bolsos, para abordar el avión, así lo hicimos, quedando yo al lado de la ventana y en medio de mí y otro caballero, Sam.

Con quien conversaba —a gritos—, era Sam, mi primo de diecisiete años. Que, aunque es dos años menor que yo, es mi mejor amigo.

Mi nombre es Finn Hudson, Sam es de apellido Evans, nuestras madres son hermanas. Yo tengo diecinueve, pero Sam dice que a veces parezco de diez, cuando me pongo a jugar con su hermano menor, Stevie, de exactamente diez años.

Vamos rumbo a Cancún, México, para tomarnos unas vacaciones, mejor dicho, para que yo tome unas vacaciones… las necesito.

Después de quedarme dormido en el vuelo, desperté dando un salto cuando Sam me gritó al oído.

—¡Ah! —grité dando un salto, y Sam comenzó a reírse—, ¡no es gracioso! —reproché. Pero él seguía riendo, y pronto ambos nos reíamos sin razón aparente… pero reíamos igualmente.

—Ok, ok… bajemos —dijo poniéndose de pie. Lo seguí y bajamos del avión, para ir a buscar nuestro equipaje. Ya con nuestro equipaje, fuimos a la salida del aeropuerto y subimos a un taxi. La ciudad era hermosa… mucha gente divirtiéndose, aparentemente sin preocupaciones, disfrutando. Me haría bien estar acá.

Llegamos a la cabaña donde nos quedaríamos. Ayudé a bajar los bolsos y entramos a la cabaña, era acogedora, me hacía sentir como en casa, con mis tíos, como si allí viviera toda mi familia.

—¡Iré a ver si es que no se nos quedó nada en el auto! —le grité a Sam desde la puerta.

Corría hacia el auto, cuando ni cuenta me di y había tirado a alguien al piso… Observé a quién fue y quedé maravillado… Era una chica de más o menos dieciocho años… 1 metro 60 o quizá un poco más, cabello castaño oscuro y ojos marrones. Contextura delgada y un rostro hermoso… era bastante femenina en todo aspecto y… Rayos, odio que me suceda esto con las personas, odio examinarlas tanto. Pero me sacó de mi trance verla sobándose la cabeza. Qué descortés de mi parte no ayudarla.

—D-Discúlpame… no vi por dónde iba. ¿Estás bien? —le dije tendiéndole la mano, ella la tomó y sonrió.

—Discúlpame tú también, debí haberme fijado por donde corría —rió. Su risa era como una melodía hermosa… No evité reírme como idiota.
—Me llamo Finn, mucho gusto —le tendí la mano y ella la estrechó. Sentí una corriente eléctrica recorrer mi mano cuando ella la estrechó… no sé bien qué fue, pero se sintió bien.

—Soy Rachel, —rió—, el gusto es mío —sonrió. Dios… su sonrisa es hermosa, y ella es muy educada.

—¡Allí estás engendra! —vino gritando y corriendo una chica de alrededor de diecisiete años, cabello castaño oscuro, ojos café oscuro, contextura delgada y también muy linda. Rachel rió nerviosa una vez que la chica estuvo junto a nosotros—. ¿Cómo se te ocurre salir corriendo, atravesarte en la calle, atropellar gente, gritar, saltar como loca, tenerme a mí detrás de ti persiguiéndote desesperada ¡Y todo por "¡Atrápame si puedes!"!? ¡Un auto pudo haberte atropellado! —le gritó molesta, mientras Rachel, se sonrojaba y yo me sorprendía, quedé con los ojos abiertos como plato, dos gigantescos platos, ¿¡Todo eso causó ella!? Era…

—¡Impresionante! —pensé en voz alta… y me sonrojé. Rachel me miró con sorpresa y su amiga, aparentemente eso era, me fulminó con la mirada.

—¡Bravo! ¡Sí, que bien, ¿no?! ¡Que la hubiesen atropellado, genial! —ironizó.

—N-No… pero, bueno, no le pasó nada malo, ¿no? —sonreí.

—Sí, no me pasó nada malo, fue todo al contrario… —se sonrojó y yo sonreí aún más. ¿Hablaba de mí?—, ¡y-y además no eres mi madre para regañarme así! —bufó molesta, yo volví a reír como idiota y su amiga se cruzó de brazos. Se formó un silencio incómodo… fingí toser—. ¡Oh! E-Eh… Quinn, él es Finn, Finn, ella es Quinn, mi mejor amiga. Ya que seguramente pensaste que era mi madre o algo así —dijo lo último entre dientes. Quinn la miró mal, yo reí y saludé a Quinn.

—Mucho gusto —le tendí la mano y me la estrechó mostrándome una linda sonrisa.

—Igualmente. Ehm, Rachel, tenemos que irnos… aún no ordenamos nada y Santana nos está esperando, muy preocupada por ti, y además nosotras estamos bajo su cuidado —la miró reprendiéndola, Rachel rodó los ojos. En ese momento salió Sam de la casa.

Espero que les guste actualizare pronto besos

hay es muy buenooo
+.+
actualiza pronto :)

Hola Nna Me encanto tu adaptacion, la verdad esta muy buena, actualiza pronto :DD

franciscagleek escribió:hay es muy buenooo
+.+
actualiza pronto :)

Gracias ahora actualizo

Monchele_finchel=love escribió:Hola Nna Me encanto tu adaptacion, la verdad esta muy buena, actualiza pronto :DD

Gracias por el apoyo

Hola guapuras gracias por el apoyo espero que sigan apoyando dejen su comentario abajo bueno a lo que vinieron el capitulo
Esto es lo que te perdistes en mi querido secuestrado

Finn es primo de sam se fueron a vacacionar por cancun y fue a buscar una cosa a su carro y se choca con una chica que resulta ser rachel que viene huyendo de alguien que resulta ser quinn su mejor amiga y que la termino regañando esto y mas en mi querido secuestrador :D


Capitulo 2

—¡Finn, ¿no viste dónde dejé la… —no terminó la pregunta, se quedó mirando a Quinn, Rachel y yo reímos al ver cómo ambos se miraban—, ¿quiénes son ellas? —me preguntó acercándose sin dejar de observar a Quinn.

—Oh ell… —me interrumpió avanzando sin tomarme en cuenta. Rodé los ojos, odio que no me pongan atención cuando hablo.

—Hola soy Sam… Sam ¿y tú? —dijo estúpido, yo traté de contenerme la risa, así como Rachel.

—Quinn. Mucho gusto —sonrió, bueno… ya estaba sonriendo, pero sonrió aún más, si es que eso es posible. Rachel y yo volvimos a reír, pero esta vez a ella le dio hipo, comenzamos a reír más, era chistoso… Pero los tórtolos parecían no notarlo.

—¿Tienes manguera? —me susurró Rachel, la miré confundido. Ella me sonrió pícara arqueando la ceja izquierda y yo asentí con sonrisa pícara también, entendí su plan.

Sin que nos noten, tomamos la manguera, cuando ella diera la señal yo abriría la llave.
—¡YA! —gritó y yo abrí la llave, el agua les llegó a Sam y a Quinn, quienes quedaron empapados. Pero nosotros reíamos a carcajadas.

—¡OH NO, HUDSON ESTÁS MUERTO! —me gritó amenazante Sam, en ese momento supe que debía correr… lo hice. Comenzó a perseguirme por el patio, pero no me alcanzó y finalmente se cansó, comencé a reír.

—¿Qué pasa? ¿El gran Hudson es demasiado para ti? —le hice burla.

—Vaya que eres bueno Finn —me dijo Rachel mientras me aplaudía con una sonrisa, yo sonreí.

—¡Estoy toda mojada, por tú idea! —histerizó Quinn, ahora Sam rió como idiota.

—E-Eh… —miró hacia todos lados, me vio a mí y sonrió, no sé por qué—, ¡Finn fue el de la idea, pregúntale a él! —dijo apresurada para salir corriendo, la miré sin comprender y luego miré a Quinn, quien estaba furiosa—. ¡Si aprecias tu vida corre! —me gritó a lo lejos mientras seguía corriendo, y le hice caso, encima a Quinn se le sumó Sam, quien también estaba mojado y no logró cobrar venganza. Alcancé a Rachel.

—Te conozco hace media hora y ya me debes una, eh —reí junto a ella.

—Veamos si resistes tanto… mmm… una carrera hasta… ¡Hasta allá! —señaló un parque lejano, tan lejano que se veía pequeñísimo desde dónde corríamos nosotros.

—Me parece bien… Ok, desde ahora, y… —no alcancé a decir "ya" cuando Rachel ya se había adelantado—. ¡Hey eso es trampa! —reclamé riendo, y escuché su melódica risa a lo lejos.

Apresuré el ritmo mientras esquivaba a toda esa gente que transitaba justo por donde yo tenía que pasar. Pero eso a ella creo que le era fácil de esquivar, como no, atropellaba a todos, la habré escuchado decir mil veces "Disculpe, lo siento, ¡ups, perdón!, no lo vi, ¡perdón!" Sin importar los insultos de la gente a la cuál pasaba a empujar… Definitivamente es tan femenina, divertida… y educada. Es perfecta.

La rebasé, y ya nos quedaban sólo pasos para llegar al parque. Pero por darme vuelta para sacarle la lengua como un niño, cuando volví a dirigir mi vista al frente choqué con un árbol… ¿Quién demonios lo puso allí? Ni idea… pero mi querida nariz sufrió las consecuencias del impacto. Me apoyé con los codos para sobarme la nariz, y en un segundo quedé idiota nuevamente, por tener su angelical rostro en frente del mío, observándome con preocupación.

—¡F-Finn! ¿Estás bien?, ¿no te pasó nada? Déjame ver —habló demasiado rápido… pero que hermosa se veía preocupada por mí. Sonreí dejando que examine mi rostro. Suavemente acariciaba mi mejilla examinando con cuidado mi nariz, explorando con dulzura mi rostro en sí.
Por unos segundos creí verla mirarme a los ojos fijamente… y creí ver que se sonrojaba. ¿Sería verdad?

—Me-menos mal que no te pasó nada grave —dijo ocultando su rostro mirando hacia otro lado.

Luego se paró y me tendió la mano, yo la cogí y nuevamente esa corriente eléctrica se hizo presente, esta vez no lo tomé en cuenta, estaba muy ocupado sonriéndole—. Oye… Perdón —se lamentó mirando hacia abajo. Yo no entendía por qué me pedía disculpas.

—¿Por qué?

—Po-porque… bueno, si yo no te hubiera dicho que hagamos esa tonta carrera tú no hubieras chocado, y no te hubieras hecho daño… Perdón —volvió a decir mirando hacia abajo, apenada. Sonreí, que dulzura impregnaba ella… y además era educada por sobre todo. Yo aún no entendía la razón de que me pidiera disculpas, ella no tuvo la culpa.

—Ey, no te culpes —dije tomando su delicado rostro entre mis manos, para hacer que me mire—, tú no tienes la culpa. Si yo en primer lugar no me hubiera dado vuelta para sacarte la lengua —reímos, ella apenas—, no hubiera chocado contra ese árbol —sonreí.

—Bueno… —sonrió y me sentí más tranquilo. Yo aún no apartaba mis manos de su dulce rostro, parecíamos hipnotizados ambos por los ojos del otro… pero no mentiré, amaba estar así con ella… ni idea del porqué.

De mi seriedad, pasé a sonreír, lentamente, pero sonreí curvando mis labios, así como ella lo hizo también. Repentinamente acercó su mano a mi mejilla y la acariciaba con cuidado mientras me miraba a los ojos y sonreía, se veía… realmente hermosa, siendo honesto. Sus ojos brillaban, se veían hermosos también…

—Tienes unos ojos hermosos… —ella se sonrojó y alejó su mano de mi mejilla con pudor. Por inercia yo también retiré las mías de su rostro y Rachel bajó la mirada, aparentemente tratando de esconder su rubor que, por lo demás, yo ya había notado. Era tan dulce… Reí bajo ante su aparente estado nervioso… momento, ¿yo la puse nerviosa? ¡Yay! Punto a favor.

—Y e-em… ¿vamos a sentarnos a allá? —pregunté sonriente, señalando una banca de madera pintada de blanco, típica en los parques, pero se veía linda y adornaba el paisaje.

—Claro —sonrió, y fue tierno ver que aún no se le quitaba ese rubor suave de sus mejillas.

Caminamos hasta la banca y nos sentamos observando el mar, que estaba al cruzar la gran calle, cruzando esa calle, había escaleras y luego playa de arena. Un gran paisaje.

—Y em… cuéntame más de ti, ¿eres de aquí? —pregunté.

—No, vine de vacaciones con Quinn y Santana, su hermana de 20 años, vivo en Ohio—sonrió retomando la confianza que hace algunos minutos teníamos.

—y… ¿tú eres de acá?

—No, coincidentemente soy de Ohio, también, nací allá —reímos—. ¿Y en qué ciudad vives?
—Lima —sonrió. ¡Era imposible!

—¡¿Qué?! —respondí entusiasmado—, ¡es imposible que nunca te haya visto en algún lado, también vivo allí! —ella se mostró igual de sorprendida que yo.
—¡E-es… prácticamente imposible! Wow… eso demuestra que el mundo realmente es pequeño —reímos.

—¿Y cómo es tu apellido? —sonreí.
—Berry, Rachel Berry —sonrió—. Sé que mi apellido es raro, pero… bueno, es mi apellido —rió—. ¿Y el tuyo, cómo es? —volvió a curvar sus labios en una sonrisa.

—Hudson, Finn Hudson —sonreí, junto con ella, pero de repente la cara se le palideció y me miró preocupada.

—¡Finn, Quinn y Sam! —dijo exaltada—. ¡Dios! No quiero pensar en la cara de Quinn —hizo cara de horror y reí.

—Descuida, estás con el gran Hudson, de mi lado, no te pasará nada, lo aseguro. Pero… ¿Por qué no paseamos por Cancún? De seguro que Quinn y Sam ya están entretenidos —reímos a carcajadas—, ¿y entonces qué dices?

¡Yaaay! sam y quinn y esto ya esta empezando a tomar forma
¿Que les parecio?
¿Les gusto? Espero nos vemos en la próxima actualización

Sí, me fascina. Como te respondí en aquel comentario que me dejaste en mi fic . YA lo había leído...solo que no sabía que era tuyo y no pude comentarte, porque lo hice desde mi cel :/
Está muy buenoooooo!

Capítulo III.

—No lo sé… ¿estará bien? ¿Y si se preocupa? No lo sé, Finn… Además no conozco esta ciudad… ¿Qué tal si nos pasa algo? —se le notaba insegura… era razonable, no me conoce hace más de una hora… pero yo necesito estar con ella, necesito compartir un tiempo más juntos… hay algo que me obliga. Debo convencerla como sea.

—Por favor… —me acerqué atrevidamente más a ella y la miré a los ojos—. Por favor… ¿si? —le sonreí, ya muy cerca de su rostro… ¿Qué consecuencias podría traerme el hacer eso? Una muy clara…

Fijé mi vista en sus labios, y noté un rubor en sus mejillas… quería que pase… quiero que pase… no sé si sea apresurado, pero es como si la conociera de por vida. Acerqué mi mano a su mejilla, y comencé a hacerle un pequeño masaje en ella, mientras me acercaba un poco más… concentrando mi vista en sus apetitosos labios.

—E-em, bueno… si insistes. Que esperen, ¿no? —dijo nerviosa colocándose de pie y dándome la espalda… ¡Rayos, Finn! ¿No podías esperarte? Eres un idiota… ¿Por qué me reprendo en tercera persona? Aún más idiota.

—Si… eh… ¿Qué tal si nos encaminamos por allá? —dije señalando unos edificios lejanos, me pareció buena idea, por lo tanto nos encaminamos hacia allá.

—Busquemos algún lugar para comer… —propuse.

—¿Aquí habrá Breadstix? —preguntamos al unísono y nos miramos sorprendidos, luego reímos.

—Quizá si haya —dijo ella.

—Aham… busquemos —reímos y comenzamos a encaminarnos hacia, supongo, el centro de la ciudad. Encontramos un centro comercial, supusimos que allí adentro debería de haber algún local Breadstix. Pero mientras recorríamos vimos un negocio con miles de gafas de diferentes y cómicos diseños, sin poder resistirnos, entramos.

—¡Mira esos! —señaló unos diseños alocados, yo reí y nos comenzamos a probar miles de diferentes diseños. Reíamos viendo como le calzaban al otro. Y finalmente, y dejando muy frustrada a la vendedora ya que no compramos nada, salimos del negocio.

—Wow, vaya que se enojó —rió, nuevamente esa melodía… reí secundándola, pero a su diferencia, mi risa era idiota—. ¡Allá está Breadstix! —le brillaron los ojos, y yo dirigí mi vista a donde ella señalaba, sonreí.

—Vamos —nos encaminamos e hicimos la fila, para llegar a la caja.

Pedimos unas hamburguesas con queso, y muchas, realmente muchas papas fritas, era increíble lo mucho que teníamos en común. Mientras yo pagaba, Rachel fue a buscar un lugar. Después de entregar el dinero me dirigí donde ella.

—¿Y? —pregunté luego de un tiempo en silencio, estábamos concentrados comiendo.

—¿Y qué? —respondió luego de tragar la, debo decir, gran mordida que le dio a su hamburguesa.

—¿Cómo está la comida? —reí.

—Mmm… —pensó unos segundos haciendo una mueca de desaprobación—, ¡exquisita! Y más comiendo contigo —se sonrojó, al igual que creo yo lo hice… sólo sentí el ardor en mis mejillas. Seguí comiendo—. Y… ¿Tienes hermanos? —preguntó tratando de buscar un tema de conversación.

—No, pero Sam es como mi hermano, y él tiene uno, Stevie, que es como mi hermanito menor, a ambos los adoro —sonreí.

—Ah, qué lindo —nuevamente vi ese brillo en sus ojos… y la observé unos segundos más… cada segundo que más la veía, más bella me parecía. En unos minutos corrió su vista y tosió nerviosa, supe que mi mirada la incomodaba, así que volví a morder mi hamburguesa—. Y… ¿tus padres? —me atraganté con la comida—. ¡¿E-estás bien?! —preguntó preocupada pasándome mi vaso de bebida. Tomé un sorbo y luego suspiré aliviado… ese fue un buen susto, pensé que me atoraría allí mismo.

—S-si… sólo me atoré —reímos—. Bueno… mis padres ellos… ellos murieron cuando yo tenía trece años —dije sin darle tanto interés al tema y seguí con mi hamburguesa. Realmente… no me gustaba tocar el tema, me hace sentir un vacío que, sé, nunca podré llenar.

—Ah y-yo… cómo lo siento… —dijo colocando sus manos sobre la mía derecha, esa era la que yo tenía sobre la mesa. Sonreí enternecido.

—¿Y los tuyos? —entristeció su mirada y alejó sus manos de la mía para cruzarse de brazos sobre la mesa y perder su mirada en el piso.

—¿Sabes Finn?

—¿Ahm? —le incité que prosiga.

—Pienso que… tenemos tantas cosas en común —rió casi sin ánimo me atrevo a decir. Reí simpático acompañando su, repito una vez más, melódica, aunque esta vez no tan motivada, risa.

—¿Por qué lo dices? —no comprendía…

—Porque… tenemos los mismos gustos, para empezar, luego… tenemos cada uno dos amigos, que son como nuestros hermanos, y resulta que entre ellos lo son —rió—, luego… a-ambos… —noté que se trababa… su voz sonaba más angustiada y comenzaba a morderse el labio inferior sin apartar su vista del lugar donde hace unos segundos miraba, el piso—, ambos… —le costaba proseguir… coloqué mis manos sobre las suyas, sonriéndole… quizá la calmaría. Me miró y sonrió, nuevamente, casi sin ánimo—, ambos no tenemos padres… a ambos nos dejaron para partir a un lugar mejor… Irónico, ¿no? —trató de reír, pero su risa se vio empañada por una diminuta lágrima, se nota que le costaba tocar el tema. Yo me sentí… identificado con ella… al fin encontraba a alguien que podía saber el dolor que se sentía no tener a tus padres junto a ti, y no precisamente porque estuvieran, físicamente, lejos, sino, completamente lejos.
Me atreví a llevar mi mano a su mejilla, y barrí con mi dedo pulgar sus lágrimas, que ya eran unas cuantas más. Como ya habíamos terminado de comer, me levanté haciendo que ella se levante de su asiento también. La abracé… esperando en ese abrazo hacerle sentir algo más de apoyo, comprensión… yo sabía lo que era estar en su lugar. La abracé por la cintura y ella a mí también, hundiendo su cara en mi pecho y comenzando a sollozar… me dolía verla así… y aún más, me daban ganas de acompañar su llanto… Pero quería parecer fuerte en ese momento, para así poderle dar más apoyo. Apoyé mi cabeza sobre la suya, —que llegaba apenas hasta mi cuello—, y comencé a acariciarle el cabello, besando su nuca.

—Tranquila… sé lo que se siente, pero no es bueno llorar por esas cosas. Debes verles el lado positivo… quizá ya era hora de que ellos partieran —traté de tranquilizarla un poco más susurrándole al oído. Se aferró más a mí y poco a poco fueron disminuyendo sus sollozos—. ¿Mejor? —pregunté alejándome tan sólo un poco para mirarla a la cara y acomodar un mechón rebelde de su cabello detrás de su oreja, para luego arrastrar mi dedo índice por la piel de su rostro llevándola a su mentón y hacer que me mire.

—Sí. Gracias… y… perdón por parecer tan débil, es sólo que me duele ese tema… —dijo algo avergonzada.

—No te preocupes, a mí también me sucede, no es nada del otro mundo, después de todo son nuestros padres, no es para menos —sonreí y repentinamente sentí su cuerpo acoplarse al mío, estrujándome delicadamente con sus brazos. Sonreí… inconsciente del porqué.

—Bien… ¿vamos a otro lugar? —propuso.

—Mmm… Ok —sonreí. Caminamos fuera del centro comercial, y yo le contaba algunos chistes que le sacaban más de una risa—. "Pepe, tus besos queman" —dije imitando la voz de una chica—, "Claro, si te has tragado mi cigarrillo" —explotó en risa, risa que yo acompañé. Anteriormente ese chiste se lo había contado a Sam, y él no le halló gracia… es un amargado.
Pero con Rachel es todo tan diferente… me la paso bien, ella ríe de mis muchas veces aburridos chistes… pero aún así ríe, y para ser honesto, su risa es sincera.

Caminamos otro rato, por las calles de Cancún… ¿Sólo un rato? Fueron horas… y horas… y… horas… y… horas. El tiempo se nos pasó volando… y ya estaba por anochecer, estábamos cerca de unas terrazas, aunque no sé muy bien si cerca o lejos de mi cabaña.

—¡Vamos a allá! —propusimos los dos, señalando a unas terrazas… por nuestra repetida telepatía comenzamos a reír encaminándonos hacia allá.

Llegamos, y el espectáculo que pudimos ver… fue realmente hermoso. Realmente… muy, muy hermoso.

Narra Rachel Berry.

Es increíble lo mucho que me parezco a Finn… es demasiado, realmente casi imposible. Me la paso muy bien con él, escuchando sus chistes que, aunque para cualquier otra persona pudiesen parecer aburridos, a mí cada uno me causó gracia. Es que para escuchar chistes hay que tener sentido del humor, cosa que ambos tenemos.

Fuimos a unas terrazas, nuevamente dirigidos por nuestra rara telepatía. Llegamos justo para observar el atardecer… fue un espectáculo hermoso… y no sé porqué un impulso me hizo abrazar a Finn… y apoyé mi cara en su pecho, aún observando el crepúsculo. Finn me respondió el abrazo y apoyó su cabeza sobre la mía, eso, aunque para otra persona hubiera sido incómodo, para mí no lo era… no era incómodo estar así con él.

—Que hermoso… —hablé.

—Sí…

—Cuéntame otro chiste… quiero reír un poco —dije dando una risita leve.

—Mmm… ya sé. Un hombre va a una tienda a comprar una tarjeta por el día de San Valentín y pregunta al vendedor: "¿Tienes tarjetas que digan para mi ÚNICO Y VERDADERO AMOR?", "Sí, tenemos" —hizo una voz diferente—, "Dame OCHO por favor" —y como era costumbre, comencé a reírme… es que no imagino a alguien diciendo eso, y eso es lo que me causa gracia, que me imagino el chiste. Cuando por fin terminó mi ataque de risa, noté que Finn me miraba dulcemente… y sonreía. Me contagió su dulce sonrisa y ambos nos mirábamos dulcemente…

—¿Y… tienes novia? —me atreví a preguntar, sonrojándome. ¿Qué pregunta era esa? O qué Rachel, ¿ya te flechaste, DE NUEVO? Recuerdo el último flechazo que tuve… hace una semana… fue horrible… desearía no recordarlo.

---

Y.. ¿Que les parecio les gusto espero que si?
Lo siento por no subir espero no se molesten nos vemos en el proximo capitulo

Capítulo IV.

—No… ¿y tú, tienes novio?

—Tampoco —sonreímos, casi por inercia… aunque quizá fue nuestra ya antes mencionada, extraña telepatía. Volví mi vista al paisaje—. ¿Sabes, Finn?

—Dime.

—Es como si te conociera de por vida… como si hubiéramos convivido siempre juntos… —reí bajito.

—Es… increíble, porque yo siento lo mismo… y realmente me encanta. Me encantó conocer a alguien tan parecida a mí… Imagina que tenemos tantas cosas en común… Es… increíble —rió. Volví a mirarlo, su rostro… reflejaba felicidad, la misma que sentía yo.

Sin darme cuenta, me encontraba con los ojos cerrados… y lo que me hizo reaccionar fue oler el mentolado aliento de Finn… era un olor a menta agridulce, muy exquisito aroma… También podía oler su colonia… si mal no olía era colonia Prada… la misma que usaba mi padre, y la misma que le di la primera vez que le hice un regalo… simplemente era imposible olvidarla.
Sentí que llevó sus manos a mis mejillas, uniendo nuestras frentes… Era un ambiente totalmente romántico… amaba ese ambiente. Pero el sentirlo jugar con nuestras narices me despertó de mi trance… ¡¿Qué diablos estoy haciendo?! ¡No puedo besarlo!

Sin hacer un movimiento tan brusco, logré escapar de esa situación, abrazándolo y hundiendo mi rostro en su pecho. Al principio se sorprendió… creo que esperaba que el beso ocurriese, pero yo no podía, no era correcto. Finalmente terminó devolviéndome el abrazo. Lo oí dar un suspiro.

—Perdón… —dije.

—¿Por qué? —preguntó alejándose un poco para mirarme.

—Por… bueno… Es que yo no beso a alguien tan rápido —me sonrojé, Finn soltó una risita leve.

—¿Era eso? —sonrió y tomó mi mentón para que lo mire, ya que yo miraba hacia abajo—.

¿Sabes que me llaman Danger? ¿Quieres saber por qué? —me preguntó casi en un susurro… y no noté que se acercaba cada vez más, quedando a la misma distancia que estábamos antes de nuestro abrazo, y esa distancia me intimidaba…

—Eh… B-Bueno… —respondí en un susurro. Y entonces me aprisionó desde la cintura con sus brazos… por alguna razón no sentí temor, algo que debí haber sentido ya que lo conozco hace casi un día y ni eso, horas solamente. Pero no, me sentía raramente a gusto… Volvió a unir su frente con la mía y cerré mis ojos, no me pregunten por qué los cerré, porque ni yo sé. Me estremecí cuando comenzó un juego con nuestras narices y pasaba casi rozando mis labios con los suyos… pero no los tocaba… Finalmente terminó su jugueteo, quedando igual de cerca y yo podía hasta saborear su, repito, exquisito aliento mentolado.

—Porque nunca sigo las reglas… —de alguna manera percibí que curvó sus labios en una sonrisa. Y pude probar sus deseables labios… Eran dulces, exquisitamente dulces… Primero comenzó haciendo presión sobre mis labios con los suyos, y luego capturó mi labio inferior, jugando con él y mordiéndolo suavemente. Yo aún no reaccionaba a su perfecto beso… y finalmente reaccioné. Nuestros labios se movían al compás el uno del otro, al parecer no sólo nuestras mentes tenían telepatía. Entrelacé mis dedos con su ondulado cabello, revolviéndolo y acercándolo más a mí, para que no pudiera escapar, pero algo me decía que no lo haría.

Entreabrí un poco más mi boca para darle otro nivel a nuestro beso… deseaba saborear su miembro bucal. Y al parecer él también, puesto a que no dudó mucho y tuve el placer de jugar con su también deliciosa lengua… sinceramente todo en él era delicioso. Luego de unos minutos bajamos el ritmo de nuestro, podría decir, alocado beso. Mordió mi labio inferior con lentitud y se alejó unos centímetros de mi rostro, me soltó de la prisión que eran sus brazos alrededor de mi cintura y levantó sus manos paralelas a su cuerpo, alejándose un poco más.
Yo sentía sorpresa… nunca alguien me había hecho sentir tanto en mi interior en el primer beso… nadie excepto Finn.

—Y por eso… no me enojaré si deseas darme una bofetada, insultarme, o lo que sea… sé que no fue correcto… pero tenía que hacerlo… Observaba tus labios… y… —se mordió el labio inferior observando mis ahora, yo supongo, hinchados y rojos labios, pero sin bajar sus brazos—, me era imposible no sentir deseo… —terminó por confesar.

Para jugarle una broma, cambié mi expresión a una molesta, y me acerqué a él con un paso decidido. Al verme ir con tanta prepotencia y ya estando en frente de él, cerró sus ojos, supongo esperando una bofetada. Queriendo hacerle creer eso lleve mi mano a su cara, pero no con violencia, sino más bien con delicadeza. Me acerqué a su rostro y lo acerqué al mío.

—Eres un tramposo —reí dulcemente e iba a soltar su cara… pero al observar de cerca sus ahora más deseables labios… puesto que estaban algo hinchados y rojos, como supongo también estaban los míos, tuve que… necesité besarlo. Pero sólo hice una pequeña presión sobre sus labios, presión que cuando se suponía iba a terminar, él continuó, pero a decir verdad… no me molestaba, al contrario, me fascinaba. Me abrazó nuevamente por la cintura y yo reencontré a mis manos con su cabello, dejándolo alborotado. Jugaba con mi labio superior con frenesí, hasta que unos silbidos hicieron que nos separemos.

—¡Whaao! ¡Qué hermosura! ¿La compartes con nosotros, flaco? —preguntaron unos adolescentes de yo creo unos diecisiete años. Tenían apariencia de pandilleros… no es que yo discrimine por las apariencias, pero realmente no parecía que venían a hacer amigos. Finn me puso detrás de él.

—¿Qué quieren? —les preguntó.

—¿No fuimos claros? Queremos que compartas a esa muñeca —dijo uno de ellos, mirándome morbosamente… no quiero imaginar que pensaba… De todas maneras yo sólo andaba con un short de blue jeans, una polera delgada y encima de ésta un sweater un poco más grueso, verde limón. Me tapé cohibida ante su insistente mirada.

—¿Y qué pasa si no lo hago? —preguntó.

—Uh… no querrás saber, amigo —le respondió otro arqueando una ceja y colocándose la mano en la barbilla, negando con la cabeza.

—Mejor ya no pierdan su tiempo. Vayan a molestar a otra parte.

—Oh, no, eso no, nosotros la queremos a ella, y cuando queremos algo, LO TE-NE-MOS así que… ¿por qué no te despides de ella? —rió cínicamente y sólo vi como dos de los siete que eran tomaban a Finn, éste oponía resistencia, pero al ser dos, le ganaban en fuerza. Me quedé paralizada viendo cómo lo sujetaban. Y me recorrió un escalofrío sentir una mano en mi cintura, una respiración en mi cuello y otra mano subiendo desde la mitad de mi pierna hasta llegar a mi glúteo. Me volteó para quedar de frente a él y aprisionarme colocando sus manos en mis glúteos, yo quedé con mis muñecas apoyadas en sus hombros, mirándolo con algo de temor.

—Bien, muñeca, dame un besito, ¿eh? —sonrió tratando de hacerse el galán. No negaré que era lindo, pero DEFINITIVAMENTE no era de mi tipo.

—¡Corre! —escuché que Finn me gritó, y seguido a eso escuché que lo golpearon. No sé de dónde saqué fuerzas para voltear a ver, pero allí lo vi, sujetado por dos y a otro que estaba de frente a él… a Finn le sangraba el labio.

—¡FINN! —grité.

—¿La pones difícil, no, viejo? ¡A ver si eres tan hombre! —y le pegó con el puño cerrado esta vez en el estómago. Llevé mi mano derecha a mi boca, inundada de temor… mi mente se había quedado en blanco al ver cómo maltrataban al causante de esos dos besos que me hicieron soñar despierta…

Capítulo V.

—¡FINN! —grité nuevamente algo más desesperada. Y los tipos que lo golpeaban, luego de golpearlo muchas veces más, lo soltaron… y sólo vi cómo se retorcía de dolor en la vereda, antes de que mi vista fuese tapada por los siete individuos acorralándome. Sentí cómo me manoseaban… y las lágrimas subieron a mis ojos, golpeando al primero que estuvo en frente mío, el mismo que anteriormente quiso tocarme… y creo que le dolió mi puñetazo en su cara… ¡Ups, tengo anillos!

Recordando mis clases de defensa personal, me concentré para comenzar a abrirme paso golpeándolos a cada uno en sus partes más comprometedoras y en la cara… No tengo idea de cómo lo hice… sólo sé que logré mi objetivo: escaparme de ellos.

Corrí hacia Finn y lo tomé del brazo para ayudarlo a levantarse. Creo que ya no estaba tan adolorido, por lo tanto comenzamos a correr, sin importar la oscuridad de la noche, que era un poco más clara por la luz de las calles.

—¿Estás bien? —pregunté agitada sin dejar de correr, pero ambos íbamos a la misma altura.

—Si… aún me duele, pero es sólo un poco… —sonrió.

—¿Aún vienen? —le pregunté sin desear tener que voltear hacia atrás.

—No, ya no, por suerte —dijo parando de correr cuando llegamos a una plaza donde había algo más de gente. También me detuve. Me acerqué a él y lo abracé.

—Pensé que podías salir malherido… me preocupé —tomé una gran bocanada de aire, producto de tanto correr. Finn besó mi nuca.

—Verdaderamente… pareciera que te conozco de toda mi vida —sonrió mirándome, y recordé su golpe en el labio. Llevé mi dedo índice a su herida.

—¡Auch! —reclamó.

—Pe-Perdón… ¿Te duele mucho?

—No, bueno, no es nada que no pueda controlar —rió. Y yo aún observaba su herida, que estaba en su labio inferior.

Llevé una mano detrás de su nuca y con la otra tomé su cara, me acerqué un poco más y con cuidado capturé su labio inferior, siendo delicada en cada movimiento. Atrevidamente delineé el contorno inferior de su labio con mi lengua, para luego adentrarme en su boca y jugar con la suya. Volví a su labio inferior, y bajé mi ritmo, para separarme de Finn—. ¿Y… y eso… por qué fue? —vi en sus ojos un brillo hermoso… no evité sonreír.

—No lo sé… ¿No te gustó? —me sonrojé.

—N-no… yo… Al contrario… me encantó —curvó sus labios regalándome una sonrisa y luego un abrazo.

—Finn… ¿Cómo vamos a volver? —pregunté temerosa.

—Es una buena pregunta… —respondió luego de pensar un poco. Y entonces me entró el pánico. Estoy con Finn, solos, en algún lugar de Cancún, sin dinero, sin celular, de noche, y acabamos de escapar de una pandilla. ¡Wow, ¿qué más podría salir mal?!

Narra Quinn Fabray.

Luego de perseguir a Rachel y Finn junto a Sam, nos cansamos, y nos dimos por vencidos.

—¿Cómo es que pueden correr tan rápido? —se quejó él.

—No tengo idea… pero Rachel siempre ha sido así de veloz… es una de las tantas cosas que odio de ella, ¡nunca la puedo alcanzar cuando arranca! —reímos.

—¿Qué te parece si los esperamos en mi cabaña? Será mejor que estar aquí parados esperándolos —rió, y no supe que decirle… ¿Sí o no? Porque… aún no lo conozco bien, podría ser un asaltante, un violador, un asesino, ¡hasta un psicópata! Ok, Quinn, calma, ya te estás volviendo paranoica… ¿No me hará mal ir con él, verdad? Además… esos ojos verdes hermosos no tienen apariencia de delincuente o de psicópata… Wow… ¿ya me fleché por la hermosura de cabello? ¡Rayos, qué débil soy!

—Ehm… bueno… ¿por qué no? Vamos —sonreí, y volvimos a su cabaña. Era acogedora… pequeña, pero acogedora—. Qué lindo todo —sonreí.

—Si… eso mismo pensé cuando entré hace una hora —rió—. ¿Quieres algo para beber? Creo que hay jugo en el refrigerador —sonrió.

—Ehm, claro —le sonreí, y sirvió jugo para ambos. Luego me lo entregó sentándose junto a mí en un sofá color rojo—. Y… ¿no eres de aquí? —le pregunté llevándome el vaso con jugo a la boca.

—Nope, con Finn somos de Ohio, allí vivimos, en Lima —me atraganté con el jugo—. ¿Estás bien? —preguntó algo preocupado, mientras me pasaba una servilleta y yo me limpiaba la boca sonrojada.

—Si, es solo que… wow, el mundo si que es pequeño —reí, el rió sin comprender mucho—, con Rachel también somos de Lima… yo nací en New York, pero nos fuimos a vivir con Santana, mi hermana mayor, y Rachel a Lima —se veía sorprendido—. Lo sé, es casi imposible que ambos vengamos de allí —reí.

—Wow… sí que es coincidencia —acompañó mi risa—. ¿Y qué edad tienes?

—Diecisiete ¿y tú? —tomé otro sorbo de jugo.

—También —rió—. Pero cumplo dieciocho en febrero —sonrió, me volví a atorar con el jugo—.

—¿Ocurre algo? —preguntó conteniendo la risa y pasándome otra servilleta.

—Ok… esto me está asustando… ¡Yo también cumplo los dieciocho en febrero! —reímos—.

—Veamos… esto se pone interesante… ¿tu color favorito?

—Azul... y espera, no me digas… ¿el tuyo también?

—¡Sí! —y volvimos a reír.

—Esto sí que se pone interesante… ¿tienes hermanos?

—Una, Santana, ¿y tú?

—Uno, se llama Stevie, tiene diez —risas, nuevamente.

Y así nos pasamos gran parte de la tarde, descubriendo que somos prácticamente iguales. La misma música, el mismo estilo, la misma ideología, las mismas opiniones… ¡Somos idénticos!

Pero cuando ya eran las diez de la noche comencé a preocuparme por el paradero de Rachel… al igual que Sam por el de Finn.

Capítulo VI.

—¿Dónde estarán? —pregunté preocupada.

—Ni me preguntes a mí, no conozco Cancún —respondió inquieto.

—¿Y si llamas a Finn? —le sugerí, ya que Rachel no llevaba su celular, estaba malo.

—Buena idea —tomó su celular y marcó… comencé a escuchar un timbre de celular, entonces Sam cortó frustrado—. ¡Le dije que siempre debía llevar su teléfono por cualquier emergencia! ¡No puedo creer que tenga diecinueve y actúe como de doce! ¡¿Qué no piensa que lo puedo necesitar para algo?! ¡Es un inconsciente e inmaduro! ¡Creo que Stevie es más responsable que él! —gritó furioso… Me acerqué a él y acaricié su hombro.

—Tranquilízate… Pero oye… ¿en serio Finn es taaaan irresponsable? —dije conteniendo la risa, me miró serio.

—Noooo, estoy bromeando —respondió irónico—, ¿no se te ocurre el origen de "Danger"? —dijo con tono de obviedad… y entonces todo cuadró… Finn es un irresponsable, lamentablemente al igual que Rachel…

—¡Dios! ¡Con dos irresponsables perdidos, más probable que estén ya muertos o en un gran, GRAN lío! —me preocupé aún más.

—No me digas que… ella… ¿a ella también la regañas tú? —preguntó esperando que Rachel fuera más acorde a su edad.

—Aham… es una completa niña pequeña —suspiré agotada.

—Lo único que nos queda es esperar a que se les ocurra alguna forma de llama… —fue interrumpido por el sonido de su celular, lo tomó de inmediato—. ¿Aló? —Contestó nervioso—, ¡¿Dónde rayos están?! —murmullos—, ¡Oh, no me digas…! ¡¿Es que quizá sea porque nunca has venido a Cancún?! —murmullos—, Bien… Ok, ok —se tranquilizó—. ¿No hay por ahí cerca algún policía? —murmullos—, ¡Eres un completo idiota! —murmullos, pero algo más enojados—, Espérame… ¿no reconoces algún lugar cerca de allí? —murmullos—, Ok… Ok, trataré de encontrarlos. No se muevan de allí —cortó, y me miró aún enojado.

—¿Finn? —pregunté.

—Sí, era él. Dijo que no sabía dónde estaban, pero que cerca había una feria, y un poco más allá terrazas… Tendremos que salir a buscarlos —dijo parándose a buscar su chaqueta.

—¿Tienes auto? —le pregunté.

—Sí, pero lo dejé en Lima, aunque de todos modos si vamos en taxi será mucho más fácil hallar el lugar donde están —hizo visible su hermosa sonrisa, y me aturdí por completo.

Y no recuerdo nada, quedé demasiado fuera de mí. Lo único que sé es que ahora vamos en el taxi… Espero que Rachel esté bien y no le haya pasado nada… aunque conociéndola, hartos líos ha de haber formado ya.

Recorrimos bastantes calles, y no había cerca de allí ni terrazas ni nada. Además, para que se sume a nuestra mala suerte, el chofer había llegado sólo hace algunos días a Cancún ¡Somos tan afortunados! Nótese mi ironía.

Ya comenzaba a desesperarme, la hora pasaba y pasaba y pasaba y pasaba… ¡Y PASABA! ¡Y no los encontrábamos! ¿Habrán ido muy lejos?

—Sam… comienzo a preocuparme, la hora pasa y pasa y pasa y pasa… ¡y pasa, y pasa…

—¡Cálmate! —me interrumpió tomándome de los hombros y sacudiéndome, pero no demasiado fuerte—. Ya los encontraremos, en serio —sonrió, no me quedó de otra que tranquilizarme y esperar…

—Ok…

—¡MIRA! —exclamó Sam señalando fuera del taxi.

—¡WOW! —le pagamos al taxista y bajamos del automóvil. Nos dirigimos corriendo hacia ese lugar, felicidad me inundó.

Capítulo VII.

¡ERA UNA FERIA! Oh, y cerca se divisaba una terraza… da lo mismo. Con Sam corrimos hasta la ruleta de la fortuna, y compramos boletos.

¡Wow, era divertido estar allí con él! Ni siquiera recuerdo porqué salimos de su cabaña… Es lo que menos me importa, ¡me estoy divirtiendo!

Narra Finn Hudson.

—¿Dónde estarán? Muero de frío —se quejaba Rachel. La abracé.

—¿Algo mejor? —la miré, sonrió—. No creo que anden tan lejos… ¡Ey, me quedan 10 dólares aún! —exclamé cuando revisé mi bolsillo.

—Podríamos… ¡ir a esa feria! —exclamó entusiasmada, pensé en decirle que pidamos un taxi… ¡Pero su idea es mucho mejor!

Fuimos caminando hasta los juegos. Autos chocadores, tazas locas, montaña rusa, ruleta de la fortuna, entre muchos de muchos de muuuuuchos juegos. Finalmente ya algo cansados fuimos a comprar Algodones de Azúcar, ¡cómo los amo!

—Eres tan divertido —reía, acababa de contarle un chiste.

—Sí, y no me crees que me sé otro que… ¡Son Sam y Quinn! —¿Cómo era posible que estén allí?
—¿Un chiste sobre ellos? ¡Genial!

—¡No, sobre ellos no!, ¡allá están! —le señalé donde estaban, muy cerca de nosotros, y comprando más Algodones de Azúcar. Enojados, Rachel y yo, fuimos hasta ellos, quedando de frente a frente, ellos estaban pasmados.

—¿Q-Quieren un poco? —nos ofrecieron de su Algodón de Azúcar torpemente ambos, los miramos aún más mal.

—Con que buscándonos, ¿eh? —les dijimos al unísono. Ellos estaban nerviosos.

—Sabía que algo se nos había olvidado —escuché que le susurró Quinn a Sam.

—Presentía lo mismo —le susurró él.

—¡¿CÓMO PUEDEN OLVIDAR BUSCARNOS?! —les gritamos furiosos.

—E-Ehm… ¡¿Y no que ustedes estaban cerca de unas terrazas?! —repercutieron, ofendidos.

—Oh… s-si… ¡Pero al menos no olvidé buscar a mi primo! —les respondí.

—¡Ni yo a mi mejor amiga! —bufó Rachel.

—Bueno… eh… —Sam miró nuestras caras de furia, sobre todo la mía—, ¿de verdad no quieren un poco? —sonrió inocente, ofreciéndonos Algodón de Azúcar nuevamente. Lo miré serio—. ¡CORRE! —le gritó a Quinn, ambos comenzaron a correr, no por mucho, ya que cuando pasaron al lado de Rachel y yo, los tomamos. Rachel a Quinn del brazo y yo a Sam del cuello de su camisa.

—Dame cinco dólares —le dije a Sam.

—¿Para qué quieres cinco dólares? —preguntó cuando tenía el billete en la mano. Se lo arrebaté.

—No lo sé, quería cinco dólares —sonreí y guardé el billete en el bolsillo delantero de mi pantalón. Sam rodó los ojos.

Volteamos hacia Rachel y Quinn, se ve que nos le duró mucho el enojo… estaban, aparentemente, conversando muy animadas. Tosimos al ver que no paraban de hablar.

—Oh, si… Eh… ¿Nos vamos? —preguntó Quinn.

—Oh, bueno, yo supongo que deberíamos —dije irónico.

Llamamos un taxi y volvimos a nuestra cabaña. Estábamos hablando muy animadamente, y llamaron al celular de Quinn.

—¿Aló? —contestó feliz, pero se escucharon murmullos, no exactamente felices ni muy relajados…—, ¡SANTANA! ¡Lo-lo siento, ya vamos! —cortó.

—¿E-e-era Sa-Sa-Santana? —preguntó Rachel nerviosa, Quinn asintió tragando saliva.

—¿Quién es Santana? —preguntó Sam.

—¡NO LA CONOCES ENFADADA! —histerizó Quinn.

—Ok, no es para tanto —prosiguió Rachel calmada, tomando un sorbo de jugo.

—Oh, sí, no es para tanto… ¿Qué te parece que me dijo que si no llegábamos en veinte minutos volveríamos a Lima y adiós Cancún? —ironizó, Rachel escupió todo el jugo. Jugo que llegó a mi polera…

—¡VÁMONOS! Oh… y perdón Finn —se sonrojó.

—Descuida… me pasa seguido —miré a Sam, otro que se sonrojó.

—¿Las vamos a dejar? —preguntó mi primo.

—No es necesario, con que nos llamen un taxi basta —dijo Quinn.

Llamamos un taxi para ellas, y a los cinco minutos llegó. Sam fue a dejar a Quinn hasta el taxi, mientras yo me despedía de Rachel dentro de la casa.

—Fue lindo conocerte hoy —le sonreí.

—Digo lo mismo —sonrió—. ¿Tienes celular?

—Sí, claro —tomé una servilleta… era lo único que tenía a mano. También tomé un lápiz que por suerte había en la mesa de centro y le escribí mi número, pasándole la servilleta—, ahí tienes.

—Ok. Te llamaré cuando pueda, creo que podré… cuando llegue a mi casa y tenga mi celular —rió, y sonó la bocina del taxi—. Bien… creo que debo irme… —comenzó a caminar hacia la puerta, siendo sincero, no avanzaba nada—. Y… sí… saldré por la puerta… iré al taxi… y me iré a mi… —la interrumpí tomándola del brazo, haciendo que volteara quedando de frente a mí. La observé tan sólo dos segundos —los conté—, y acerqué mi rostro al suyo para darle un beso de "buenas noches", supongo. Era lento y delicado, nuestros labios se movían al compás… y cada vez se formaba más mágico… Pude haberlo descrito mejor, pero nuestro sueño se acabó cuando sonó —de nuevo—, la bocina del taxi. Le sonreí separándome de ella.

—Te veo otro día —sonreí aún más.

—Bien… adiós —salió sonrojada, aparentemente emocionada. Se subió al taxi y vi desde la ventana como el taxi se hacía más pequeño cada vez que avanzaba… hasta que ya no lo divisé más.

—Hey, ya la verás de nuevo, calma, todas vuelven —me interrumpió Sam dándome dos palmadas en la espalda y riendo.

—Eres un idiota… —le dije entre dientes mientras él iba a buscar algo a la cocina, que estaba allí mismo, era una cocina americana.

—¡Te escuché! —gritó desde el refrigerador, donde tenía metida la cabeza, buscando un Red Bull, supongo. Yo reí y me dirigí a mi ahora habitación para desvestirme hasta quedar en sólo boxers, colocarme una musculosa y acostarme para conciliar el sueño.

aaaaaaa!!!
es tan hermoso +.+
finn<3
actualiza pronto :) jiijijij
esta muy bueno :3

Capítulo VIII.

Narra Rachel Berry.

Con Quinn llegamos a la casa donde nos quedábamos, la casa de sus abuelos. Sólo que ellos ya habían fallecido hace algunos años… pero conservaban su casa para las vacaciones.

Entramos… y raramente todo estaba apagado, no había ruido… Entonces pensamos que Santana se había dormido, hasta que se encendió una lámpara y vimos que un sillón se daba vuelta, mirándonos fijamente Santana desde ese sillón.

—Les haré una oferta que no podrán rechazar: Ustedes me traen mucho chocolate y les perdono la vida —dijo imitando a "El Padrino" con Quinn estallamos en risa—. Hablo en serio, quiero chocolate —bufó, y nosotras reímos más.

—Bien… si de algo te sirve, compré chocolate en el aeropuerto creo que está en mi bols… — Quinn fue interrumpida por Santana, la que fue corriendo a su pieza, y trajo los tres bolsos que trajo Quinn a Cancún.

—¿En cuál está? —reímos, y Santana también.

—En el verde —Santana casi destruye el pobre bolso, hasta que sacó el chocolate.

—¡Chocolate! —sonrió, y nosotras reímos, mientras ella le daba un mordisco.

—Bien… nos vamos a acostar —tratamos de escapar, pero Santana se sentó en la silla imitando nuevamente a "El Padrino".

—Un momento, deben explicarme dónde andaban. Que parezca un accidente —reímos, de nuevo—. En serio, ya díganme donde andaban —retomó su seriedad y se levantó del sillón. Con Quinn nos sentamos en otro sofá, y raramente suspiramos al mismo tiempo—. No me digan, chicos —rodó los ojos, la verdad es que a Santana no le ha ido tan bien con eso… su último novio, tuvo un hijo con otra.

—Sí, pero… si los vieras… —suspiró Quinn, le pegué un codazo—, por eso digo que… iugh, sí, chicos…

—Sólo váyanse con calma —le dio una mordida a su chocolate y se fue a, yo supongo, su habitación.

—¿Crees que aún le afecta lo que sucedió con Karofsky? —pregunté.

—¡CÁLLENSE! —se escuchó que gritó desde su habitación y luego dio un portazo.

—Creo que no debes mencionar ese nombre…

—Creo igual… Bueno, ¿qué hora es?

—Las… wow, las cuatro veintisiete —respondió mirando el reloj de pared, ¿tan tarde era? ¡Y tengo que levantarme a las nueve!

—Mejor voy a dormir, tengo que levantarme a las nueve —le dije eso y me dirigí a mi habitación.

Desperté con mi celular sonando, era la alarma, y supe que debía dirigirme a trotar, siempre hago eso por las mañanas. Pero no sin antes tomar desayuno.

Me levanté y me dirigí a la cocina, aún no había nadie despierta. Entonces me preparé un café y me comí un pan. Para luego vestirme con un short, una polera, y dirigirme a trotar.
Inconsciente de por dónde iba, choqué con alguien cuando ya llevaba cerca de media hora trotando hacia no tengo idea dónde.

—Disculpa —me dijo tendiéndome la mano, exacto, me caí… es porque soy algo débil.

—No te preocup… —me sorprendió ver a Finn parado en frente mío.

—¿Tú? ¡Hola! —dijimos al mismo tiempo, reímos.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó.

—Troto —reí—, ¿y tú?

—Em… nada realmente, sólo quise salir —rió.

—Ah… emm… —miré mi reloj, eran las… ¿las 12:49? Wow, es tarde…—. Hay… Fi-Finn lo siento… tengo que irme.

—Bien… e-espera. ¿Qué harás en la tarde? Digo… como las seis…

—Mmm… que yo sepa… nada —reí—. ¿Por qué?

—Eh… bueno… po-por… ¿te gustaría salir? —noté un rubor tierno en sus mejillas… ¡qué hombre más tierno!

—Claro… —respondí un poco hipnotizada con su ternura, sonrió.

—Paso por ti a las seis —sonrió—. Cuídate —se acercó y me dio un beso en la mejilla, pero como no me esperé su despedida, moví la cara sin querer, y nuestros labios rozaron… provocando que me sonroje, y él un poco.

—T-te… veo a las seis —me fui trotando de vuelta algo entusiasmada debo confesar.
Al llegar, partí a la ducha, ni me percaté si Quinn o Santana se habían levantado. Después, cuando salí de la ducha, me dirigí a vestirme, y así lo hice. Luego fui al living y allí estaban las famosas hermanas.

—Hola —sonreí.

—Hola, ¿por qué tan contenta? —preguntó Santana curiosa. Ella es mi segunda mejor amiga… bueno, Quinn y Santana son igual, en las dos confío ciegamente.

—Porque… me encontré con Finn —creo que me ruboricé un poco, ya que sentí un pequeño ardor en mis mejillas.

—Ah… ¿a qué hora sales? —preguntó.

—¿Qué? ¿Cómo sabes que me invitó a salir?

—Es… ¿obvio, no lo sé? Por tu felicidad, es notorio —sonrió, casi sin ánimo me atrevo a decir.

—Santana… no me digas que aún no olvidas a Karofsky —le dijo Quinn.

—No, no es eso… él ya no me importa. Con permiso —Santana estaba cocinando, y de la nada partió al baño… supuse que, aunque ella lo niegue, a llorar.

—Me destroza… —suspiré.

—A mi también… —miró hacia abajo—. Bueno… cambiemos el tema. ¿Qué tal con Finn? —me miró pícara.

—Nada… —me volví a sonrojar.

—Oh vamos, con Sam vimos su beso cuando nos llamaron el taxi —me miró aún más pícara.
—¿Qué? Eso… eso… ehm… es que él fue el del impulso —me sonrojé aún más, creo que yo ya era prácticamente un jitomate.

—Claro… ¿y no habrás empezado con tu típico "Y… sí… saldré por la puerta… y…" lo que sea que hagas después? Eso es típico en ti, cuando me enojo contigo o para dar lástima —rió, la miré mal. ¿Tan bien me conocía?

—Bien… tengo un poquito de culpa… Pero… wow… él es tan… ¡wow! —suspiré.
—Vayan lento —se escuchó que dijo Santana, volviendo a picar cebollas… supe entonces que efectivamente sí lloró.

—Santana… ¿estás llo… —le pegué un codazo—, ¡AUCH! —se quejó. Le sonreí a Santana.

—¿Eres estúpida? ¡Cómo le preguntas eso! —le susurré a Quinn.

—Lo siento, ¡pero por favor perdóname la vida! —ironizó, odio cuando usa su sarcasmo… ¡es que lo usa tan bien!

Finalmente almorzamos, nos divertimos un poco cuando lavamos los platos. ¡A quién engaño, fue la mejor pelea de sobras de comida que he tenido en mi vida! Además fue muy divertido.
Luego de eso, yo por mi parte decidí hacer una siesta. No mentiré… me encanta dormir, y relajarme.

—Hey… ¡Hey! —me sacudía.

—¡Fuera! —Exclamé dormida y golpeé a alguien con mi brazo—. ¡Lo siento! Hay… perdón, de verdad —me sonrojé.


Hola ¿que les pareció? espero que les halla gustado

Hola... sorry por no pasar antes, pero no habia tenido tiempo, pero aqui estoy y me encanto la historia, me gusto mucho la relacion Finchel. Espero la actualizacion :D

Hola :D
Está muy interesante, síguela subiendo. No dejes a tus lectores con esta falta xdd!!
Queremos más fic´s finchel y sobre todo terminados :C

Capítulo IX.

—¡Estás loca! —me gritó Santana. Yo aún seguía sonrojada por haber sido tan bruta.

—Lo siento…

—¿Qué te pasó? ¿Por qué estás así? —me preguntó preocupada.

—¿Ah? —¿a qué se refería? Tomó un espejo y lo puso en frente de mi cara. ¿Lloré?

—¿Por qué lloraste?

—No lo sé… no me di cuenta —estaba atónita— Seguramente soñé… con ellos… —raramente un nudo se formó en mi garganta. Santana lo notó y me abrazó cálidamente.

—De verdad que lo siento tanto por ti… debe ser… duro. Pero siempre contarás conmigo, nunca estarás sola, ¿si? —me sonrió, y yo a ella.

—En fin… ¿a qué venías a despertarme? —le pregunté mientras caminaba a mi toilette para desmaquillarme y volverme a maquillar.

—¿Se te olvidó tu cita con Finn? Llega a las seis, o al menos se supone. Y son un cuarto para las seis —en ese momento casi salté de mi silla.

—¡Rayos! ¡Ayúdame, ayúdame! —comencé a revolver buscando ropa un poco más linda, quería verme bien para él… por alguna rara razón quería que me viera linda…

Santana me ayudó, y se unió Quinn también a nuestra fundación de caridad: "Por una Rachel hermosamente bella", lo sé, el nombre es tonto… ellas lo inventaron y me causó gracia.

—Creo que ya está, tampoco quiero ser una barbie —les dije divertida.

—Bien, veamos como quedas… ¡Wow! —exclamó Quinn.

—¿Tan mal me veo? —la miré mal.

—No… ¡te ves hermosa! Para sólo quince minutos te dejamos muy bien —dijo Santana, me sonrojé.

—Ok, me queda esperar que llegue Finn —sonreí.

Fuimos a sentarnos al living, mientras conversábamos. Fueron ya las seis con diez minutos… y Finn no llegaba.

—Oye… se me hace que Finn te dejó plantada —dijo Quinn.

—No… quizá siempre se demora… debe ser eso —ya estaba nerviosa.

Pasaron diez minutos más… aún no llegaba ni llamaba.

—¿Crees que vendrá? —le susurró Quinn a Santana.

—¡Obvio que va a venir!, ¡no me dejaría plantada —respondí algo irritada— Un momento… pero… Finn no sabe dónde queda esta casa… quizá sea eso —lo defendí.

—Si… ¿y por qué no te ha llamado?

—Porque… ¡ouch! Tampoco tiene mi número de celular…

—No es excusa… Sam si tiene mi número, se lo hubiera pedido —se sonrojó, supongo que por lo de que Sam tiene su número.

De cualquier manera seguí esperando… hasta que fueron las siete. Yo ya estaba algo deprimida… nunca esperé que él me fuera a dejar plantada.

—Creo que me voy a dar una ducha…

—Pero si te bañaste en la tar.. ¡Auch! —Santana golpeó a Quinn, hice como si no hubiera existido su comentario.

Me fui a mi habitación, y comencé a pensar en el porqué me emocioné tanto con Finn… no es ninguna maravilla tampoco, no es como si fuera perfecto… ni como si tuviera mis mismos gustos, o prácticamente tuviera mi misma vida y me comprendiera… A quién le miento, ¿a mí misma? Finn es perfecto, sinceramente es perfecto… si no lo fuera, con ese primer beso no me hubiera hecho sentir tanto si casi ni nos conocíamos…
¿Por qué siempre mis flechazos acaban mal?

De cualquier manera… será mejor que deje de pensar en eso. Mejor pienso en otra cosa.
Vi sobre la mesa una foto que siempre traigo conmigo, de mis padres y yo… yo tenía quince, a esa edad los perdí… hace tres años, y la herida aún duele, demasiado.

—¿Por qué? ¿Por qué tuvieron que irse? —le pregunté inconscientemente a la fotografía— Los extraño tanto… no se imaginan cuanta falta me hacen… Espero que estén bien, donde sea que estén… sólo espero que estén bien —las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro… como odio sentir toda esta pena… destroza realmente demasiado.

¿Pero qué puedo hacer? Son mis padres, siempre lo serán, estoy obligada a extrañarlos… sé que siempre los extrañaré.
Sin querer comencé a sollozar sobre mi cama, mirando esa foto. Vernos riendo, como familia… juntos.

—Rachel… —entraron Santana y Quinn a abrazarme, me desplomé sobre ellas llorando…

—Calma… —me tranquilizaba Santana.

—Tú sabes que aunque ellos no estén aquí, nos tienes a nosotras, somos tu familia… yo lo considero así. Tú eres prácticamente otra hermana nuestra —Quinn besó mi frente, y me enternecieron sus palabras.

—Es verdad —Santana me abrazó más fuerte.

—Las amo… nunca me dejen, por favor… nunca se alejen de mí. Las amo chicas, son las mejores… de verdad —sollocé más fuerte, pero para luego calmarme.

—¿Mejor? —sonrió Santana.

—Mucho —sonreí secándome las lágrimas pocas que me quedaban.

—Creo que te haría bien dormir… además… son las nueve, aunque casi ni se nota —rió— Así que… te dejamos, deberías descansar —sonrió, se levantaron y me dejaron en mi habitación.
Pero, ¡que tonta soy!, tengo el número de Finn, puedo llamarlo. ¡Qué inteligente Rachel, wow!
Comencé a marcar el número… nadie contestaba… y eso me deprimió un poquito más… tan sólo un poco. Pero recién había marcado una vez, seguiría intentando. Nadie me besa a las horas de conocerme, al otro día me invita a salir, y me deja plantada. Nadie, ni siquiera Finn, ni aunque sea el chico perfecto… ¡Basta!

Hasta que al décimo primer intento contestaron, hora de saber porqué me dejó plantada.



Hola siento la tardanza les dejo un nuevo capitulo espero que les guste

franciscagleek escribió:aaaaaaa!!!
es tan hermoso +.+
finn<3
actualiza pronto :) jiijijij
esta muy bueno :3

Gracias por pasar que bueno que te gusto

Kenia_Michele escribió:Hola... sorry por no pasar antes, pero no habia tenido tiempo, pero aqui estoy y me encanto la historia, me gusto mucho la relacion Finchel. Espero la actualizacion :D

No te preocupes que bueno que te gusto si igual a mi me encanta

MelFinn escribió:Hola :D
Está muy interesante, síguela subiendo. No dejes a tus lectores con esta falta xdd!!
Queremos más fic´s finchel y sobre todo terminados :C

Gracias si voy a seguir subiendo solo que haces tengo tareas y no tengo tiempo de actualizar pero cuando tengo tiempo actualizo como ahora

Muy buen capítulo , ya quiero conocer la razón de por que finn la dejo plantada :(

Wafialex escribió:Muy buen capítulo , ya quiero conocer la razón de por que finn la dejo plantada :(

Si ahora actualizo y sabras porque y dentro de 2 capitulos va empezar ya la acción gracias por leer y comentar

Capítulo X.

—¿Aló, Finn? —pregunté.

—Sí… ¿Rachel?

—Sí, soy yo.

—Perdóname… perdóname por no ir… es que…

—Es que ya me besaste y eso fue todo, ¿no? Ya no te interesa nada. Debí saber que eres de la clase de chicos que…

—¡No! —me interrumpió—. No creas que soy así, porque no lo soy. Te tengo una explicación… y a la misma vez una mala noticia…

—Está bien… perdón… no debí hablarte así. Bueno, dime… ¿qué sucede?

—E-es que… tuvimos que volver a Lima… —¿cómo?, ¿qué acabo de oír?, ¡¿que está a miles de kilómetros en este momento?!

—¿Qué? ¡¿Por qué?!

—Los padres de Sam, mis tíos, tuvieron que viajar donde una hermana de mi tío que está muy enferma, y tuvimos que volver, porque no podían llevar a Stevie y no podían pagarle a nadie para que lo cuidara…

—Oh… bueno… —debo confesar que eso me desanimó… quizá sólo en dos meses más vuelva a verlo.

—Perdóname por no llamarte antes, no tuve oportunidad…

—Bueno, no es como si te hubiera estado esperando ansiosa ni na-nada… —le dije algo nerviosa, ¿qué le dije? Por Dios, ¡claro!, ¡qué bien!, ¡ahora creerá eso!

—¿Estuviste esperándome? —sonó divertido.

—¿Qué? Ya escuchaste, no te estuve esperando —me sonrojé, él no lo vería, pero… igualmente me sonrojé.

—Y ansiosa… ¿eh? —con ese mismo tono.

—¡Que no! Y ya no molestes —él rió.

—Bien. O-oye… tengo que colgar, guardaré tu número, así nos comunicamos. Cuídate.
—Ok, tú igual cuídate… —cortamos ambos.
Creo que ya me quedaba más tranquila… pero igualmente deseaba poder salir con Finn, y no exactamente en dos meses más.

Me dormí, pensando en cómo podría volver a Lima…

—¡Despierta, despierta!, ¡Rachel! —sentía que me sacudían brutamente.

—¡QUÉ! —respondí enojada abriendo los ojos de golpe, y golpeando la cama con los brazos.

—Son las dos de la tarde, ¿no crees que es algo tarde?

—¿Qué? ¿Tanto dormí? ¿Y cómo no me desperté a las nueve? —me senté en mi cama y refregué mis ojos.

—No lo sé. Pero sí sé que con Quinn queremos salir… ¿vienes?

—¿Dijiste compras? —me entusiasmé, Santana asintió—, ¡QUÉ ESPERAS! —sonreí y salté de mi cama para ir a buscar ropa que colocarme. Santana rió y salió de mi habitación para que yo me vista tranquila.

Me fijé en cómo estaba el día, bueno, la tarde. Un sol imponente, y casi no habían nubes… por lo tanto veamos… mm… un short de mezclilla, junto con una polera de tirantes blanca, más unas sandalias negras: ¡perfecto! Luego me coloqué un suave brillo en los labios, peiné mi cabello y eso fue todo. Salí hacia el living.

—¿Listas? —pregunté llegando.

—Claro —sonrieron. Tomaron sus bolsos y partimos caminando hacia… supongo el centro de la ciudad.

Cuando ya estuvimos dentro del centro comercial, recorrimos miles de tiendas, probándonos y probándonos ropa, pero finalmente no compramos nada… Fue frustrante.

—Cómo es posible que nada nos guste —suspiró Quinn.

—Hmm… empiezo a odiar esta salida —reí.

—Nunca me había pasado esto… ¡la mayoría de las veces me compro la tienda entera! —exclamó Santana.

—Oigan… ehm… voy al baño, ya vengo —me paré de donde estábamos sentadas, y comencé a caminar hacia una tienda que vende pasajes para avión.

Ya allí, me acerqué donde la señorita.

—Buenas tardes, ¿en qué la puedo ayudar? —me preguntó sonriente.

—Quisiera un pasaje a Lima, Ohio.

—Claro. ¿Para cuándo lo quiere?

—Si fuera posible para mañana…

—Veamos… hay uno a las doce del día y otro a las seis de la tarde. ¿Cuál quiere?

—El de las doce.

—Ok. Necesito su carnet.

—Aquí tiene —lo busqué en mi bolso y se lo entregué, ella comenzó a teclear en su computador.

—Ya, tome —me entregó mi carnet y lo guardé.

—Entonces, mañana tengo que estar a las doce en el aeropuerto, ¿correcto? —pregunté.

—Sí, aquí tiene su pasaje —me entregó el pasaje, le sonreí y lo guardé también en mi bolso.

—Muchas gracias.

—De nada, que tenga una linda tarde, disfrute Cancún —me sonrió y luego volvió a su trabajo en su computador.

Compré esos pasajes, porque Quinn y Santana lo están pasando bien aquí, sería injusto obligarlas a volver junto conmigo a Lima. Y yo… realmente no me estoy divirtiendo demasiado aquí, hubiera sido mejor si Finn se hubiera quedado… pero es comprensible, es su familia.

—Ya —sonreí llegando donde ellas.

—¿Tanto demoraste en el baño? —me miraron cómplices.

—Sí, ¿qué tiene? —me hice la ofendida.

—Nada… bueno, creo que no tenemos nada más que hacer aquí… ¿qué tal si vamos a caminar por ahí? —sugirió Santana.

—¡Sí! — Quinn casi saltó de donde estaba sentada, me tomó del brazo a mí y a Santana y nos llevó corriendo fuera del centro comercial.

Caminamos por las calles de Cancún, era entretenido observar la belleza de esa ciudad… y también fuimos a la playa, jugamos un rato en el agua, para luego tendernos en la arena cuando ya se hacía tarde.

—Esta ciudad es hermosa —comentó Santana.

—Sí…

—¡Omg! ¡Qué hermoso atardecer! —exclamó Quinn sentándose en la arena con las piernas cruzadas para observar mejor, con Santana la imitamos.

Y voy volando en el avión… siento un poco de remordimiento de no haberles dicho nada a Quinn y Santana, pero sé que fue lo mejor, y que me comprenderán… Ellas también han tenido flechazos, no es nada nuevo.

¡Lima, mi hermosa ciudad! Al fin aquí, y respirando el aire de mi apartamento… bueno, no es sólo mío… es también de Santana y Quinn, pero por ahora, dejémoslo en que es mío.
Dejé mi bolso en mi habitación y tomé mi celular.

Hola pues ya actualice espero que les guste y dentro de 2 capitulos mas ya va haber mas acción lo prometo gracias por leer chau

Capítulo XI.

—¿¡DÓNDE DIABLOS ESTÁS ENGENDRA!? —me gritó Quinn desde el otro lado del celular.

—En Lima… —dije casi en un susurro.
—¡¿CÓMO DICES QUE DIJISTE?! —escuché que gritaron ambas.
—¡QUE ESTOY EN LIMA, SORDAS! —les grité yo igual.
—¿¡Y POR QUÉ DIABLOS ESTÁS ALLÁ SI TAN SÓLO HACE UNAS HORAS ESTABAS AQUI!?
—Porque… ayer no fui exactamente al baño…
—¿Y se puede saber para qué diablos estás allá? —preguntó Santana, mientras oía los gritos de Quinn, cosas como: "¡Es una inconsciente!, ¡por qué diablos está allá!, ¡se supone que vinimos de vacaciones, JUNTAS!" y demás cosas.
—Finn volvió a Lima.
—Ogh, tu flechazo —por su tono de voz, rodó los ojos, reí—, ¿qué tiene de cómico? —me preguntó algo más enojada.
—No sé…
—Debería… debería… ¡no lo sé! Pero debería hacer algo —bufó.
—Sí, deberías decirme que está bien que haya venido, porque tengo un flechazo por Finn —le dije inocente como una niña pequeña.
—Ok… mira, en un mes iremos, ¿si? Para disfrutar un poco más Cancún —por su tono de voz, sonrió, igual que yo.
—Bien. Cuídense… estoy algo cansada. Ahí estaremos en contacto, saludos a Quinn, dile que no se enoje, se va a arrugar —reímos.
—Tú igual, cuídate —cortó.
Aunque reconozco que estaba algo cansada, decidí salir a recorrer mi ciudad.

Narra Finn Hudson.

Mi celular sonó estrepitosamente, sacándome de mi dulce siesta. Al fijarme en quien llamaba, una sonrisa se dibujó en mi rostro, era del celular de Rachel.
—¿Aló? —contesté aún algo dormido.
—¿Con Finn? —preguntó una voz ronca.
—Sí, con él. ¿Quién es usted y qué hace con el celular de Rachel? —le pregunté desconfiado.
—La secuestré —me respondió frío. Un segundo, ¿la secuestró dijo?
—¡¿QUÉ?! ¡¿Dónde la tienes, maldito?! —escuché una risa cínica de su parte.
—Está a salvo, POR AHORA —hizo énfasis.
—¿Qué quieres?, ¿dinero?, ¿qué?
—Sólo ven, ven a Breadsticks 734 Metcalf a las cinco y media, y ella estará bien —cortó.
Y entonces me preocupé demasiado… además faltaba poco para que fueran las cinco y media.
Me alisté, es decir, me vestí… reconoceré que no exactamente dormía una siesta desde la tarde… sino más bien… la dormía desde ayer en la noche.
Salí cuando faltaban cinco minutos. Y tomando un taxi, llegué finalmente.
¡Era imposible!, ¿cómo podía estar aquí?

Capítulo XII.

Y por lo que veo, no está secuestrada ni nada. Me acerqué a ella, sonriendo.

—Una broma, ¿eh? ¡De muy mal gusto, me asusté! —me hice el ofendido, luego reímos… ella y su dulce risa.

—Perdón —se sonrojó—, tenía que hacer alguna broma, hace días que no hacía una —ese rubor pequeño en sus mejillas le quedaba hermoso.

—Eres igual, pero idéntica a mí —reímos.

—Entonces… ¿me acompañas a comer algo? —sonrió.

—Claro —tomamos asiento en una mesa, y pedimos dos cafés que llegaron de inmediato—. Y entonces… ¿cómo es que estás aquí? —pregunté para luego tomar un sorbo de café.

—Vine —respondió.

—Oh, ¿dejaste tus vacaciones en Cancún por mí? —pregunté algo sorprendido.

—Algo así… pero de todos modos, Cancún tampoco era la gran cosa… ¡Imagina que recorrimos el centro comercial completo y no encontramos nada para comprar! —bufó, y yo reí… ¡vino a Lima por mí!

—Ah… —reí de nuevo—, pero Quinn y ¿Santana?, vinieron contigo.

—No… vine sola —se sonrojó, y para tratar de ocultarlo, tomó café, y me alegró saber eso… es decir, ella siente algo no muy distinto a lo que siento yo…

—¡Que divertidos son! —dijo Rachel apenas, riendo a carcajadas, así como Sam, Stevie y yo.

—Bueno… ya… ya… —trató de calmar su risa Sam—. Stevie, es tarde, tienes que dormir, mamá se enojaría si supiera que aún no estás durmiendo —le dijo levantándose de la mesa con sus platos.
—¿Qué? ¡Hey, son sólo las once y media! —reclamó—. Sammy… —le sonrió inocente—, ¡apuesto a que no me ganas en los videojuegos! —dijo sonriendo ganador.

—¿Qué dices?, ¡yo te apuesto que sí puedo ganar! —con Rachel observábamos la escena.

—¡Pero yo llegaré primero! —Stevie se levantó de la mesa y entonces ambos corrían hacia la sala.

—¿Y… siempre son así? —preguntó Rachel, para luego reír, mientras se levantaba al igual que yo, y recogía los platos.

—Sí, a veces son peores… pero lo que más risa da, es que Stevie siempre engaña a Sam para dormirse más tarde —reí—. Oh, deja, deja, yo hago eso —le dije tratando de quitarle los platos.

—No, no Finn está bien. Siempre acostumbro a lavar los platos después de la cena —sonrió.

—Pero es que… eres visita…

—¿Y qué?, no es como si fuera a morirme por lavar los platos siendo visita —rió, mientras caminaba hacia el lavaplatos y yo la seguía—. Y apart… —no terminó de decir nada, porque se resbaló con uno de los autitos de Stevie, pero por suerte, alcancé a tomarla desde la cintura… Momento incómodo…

—Casi… —reí tímido.

—S-si… gracias —terminó de llevar los platos al lavamanos, la acompañé.

—En serio que no tienes que hacerlo… mejor vamos al patio, ¿te parece?, mañana Sam lavará eso —sonreí.

— ¿Sam?, ¡que malo eres, pobrecito él! —Rió—, pero bueno… si insistes —sonrió, y me acompañó hasta el patio, donde nos apoyamos en el cerco viendo hacia la luna.

—Se ve resplandeciente esta noche —comenté.

—Sí, hermosa —me sonrió.

—Cuéntame sobre tus padres… en todo este mes ninguno de los dos los ha mencionado… supongo que deberíamos saber algo de los padres del otro —le sonreí.

—Si… bueno, ellos… —suspiró—. Finn, lo que te contaré… quizá no debería decírtelo, por… porque me lo prohibieron. Pero es necesario que lo sepas… además confío en ti —me sonrió, y yo también a ella—. Verás… mis padres… murieron en un accidente de tránsito… mientras llevaban a cabo una operación… Ellos eran agentes de la C. I. A. — ¿qué?, es imposible.

—W-wow… —me limité a decir.

— ¿Y los tuyos? —me sonrió.

—Los míos… fueron… asesinados —tragué saliva—, y ellos… eh… mi padre trabajaba en una empresa, y mi madre, bueno ella sólo estaba en la casa —traté de sonreír… mi estado me lo impedía…

—Oh… que… horrible… me pregunto cómo las personas pueden matar a otras… es horrible —si ella tan sólo supiera de lo que habla.

—Si… Oye… eh… ya es tarde… creo que deberías irte…

—Tienes razón —sonrió. Caminamos hasta la puerta principal de la casa—. ¿Me irás a dejar? —se sonrojó.

—No puedo… acabo de recordar que… eh… Sam irá a dejarte. ¡SAM! —lo llamé.

— ¿Qué?, ¿no ves que juego contra el enano?

— ¡Hey! —se escucharon sus gritos desde la sala.

— ¡Ve a dejar a Rachel! —le grité. Se notaba que Rachel no entendía por qué yo no iba.

— ¡¿No puedes ir tú?, estoy ocupado!

—¡QUE VAYAS! —le grité finalmente enojado. Se oyó la televisión apagarse, y Sam estuvo con nosotros.

—Si… em… vamos —abrió la puerta, dirigiéndose al auto.

—Adiós… —se despidió Rachel, acercándose para darme un beso en la mejilla.

—Nos vemos —dije con un tanto de frialdad… y cerré la puerta cuando ella ya salió.

Narra Rachel Berry.

Caminé con Sam hasta su auto, muy lujoso por cierto. Él me abrió la puerta, así de caballero como Finn.

Ya en camino a mi casa, comencé a pensar mientras miraba por la ventana. ¿Por qué Finn no me vino a dejar?, ¿por qué se puso así de frío luego de que le hablé de mis padres?
Quizá… se sintió intimidado… tal vez no debí contarle, lamentablemente, ya lo hice… Debí obedecer a lo que siempre me repetía Mike, mi tutor… el mejor amigo de mis padres, la persona que se preocupa de mí, y mi padrino de bautizo. Él también trabaja en la C. I. A., pero a diferencia de mis padres, él investiga, no va a terreno.

— ¿Sucede algo? —me preguntó Sam al notar que yo miraba muy concentrada por la ventana.

—No, nada… bueno… es sólo que no entiendo por qué Finn no vino a dejarme y te mandó a ti…
—suspiré.

—No te preocupes, ya se le pasará —me sonrió volteando su cara para verme unos segundos, luego volvió la vista al frente.

Ya afuera de mi departamento, bueno… no sólo mío, pero en fin, bajé del auto de Sam despidiéndome de él con un beso en la mejilla, y abriéndome paso a las escaleras, mientras escuchaba como él se marchaba con su auto.

Al entrar, sonó el teléfono fijo, atendí.

— ¿Aló? —pregunté al notar que nadie hablaba… se escuchaba una respiración del otro lado del teléfono… era algo un poco escalofriante.

—Ten cuidado —se oyó en un susurro… y cortaron. ¿Que tenga cuidado?, ¿a qué se refiere? Debe ser una de esas tontas bromas. No le di importancia.

Miré la hora, un cuarto para las una de la madrugada… Yo acostumbro a dormir tarde… así que creo que miraré unas películas, para también dejar de revolver en mi cabeza el por qué de la frialdad de Finn.

Miré una película, y a la mitad de la otra que veía, volvió a sonar el teléfono…

— ¿Aló? —nuevamente, sólo una respiración… esta vez corté yo.

Ya pensando que era mejor ir a dormir, puesto que eran las dos de la mañana, decidí darme una corta ducha primero, no más de cinco minutos.

Entré a la ducha, y me relajé unos momentos sintiendo la cálida agua recorrer mi cuerpo. Como era algo corto, salí casi al mismo tiempo en que entré. Me envolví en toallas y fui a mi habitación. Allí enchufé el secador de pelo.

Ya con mi ropa interior puesta y mi cabello seco, me encaminé a buscar mi pijama, y entonces recordé que estaba en la pieza del planchado, fui por él.

—Veamos… dónde estarás… —hablé en voz alta mientras revolvía la ropa. Finalmente lo encontré, y me lo coloqué, como adoraba este pijama… amo el color verde.

Me encaminé a mi habitación… y me preocupó ver la ventana del balcón abierta… estoy segura de que yo no la había dejado así.

— ¡AAAAAH! —grité al mismo tiempo en que sentía una mano aprisionando mi cintura contra una anatomía y una mano en mi boca, impidiéndome gritar más.


Hola ¿como estan? espero que bien les deje 2 capitulos para que disfruten ahora si empieza el suspenso

Pobre racheel ya quiero sabes que pasa con ella :(