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[Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
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Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
excelente perversion, muy buen capitulo, espero tu actualizacion!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
OMG! creo que solo había leído el primer capítulo, a lo mucho dos... pero de lo que me estaba perdiendo!
Espero que llegue el capítulo de lo que sucederá el Lunes jijijiji...
Me ha gustado mucho el fic.
Saludos! :)
Espero que llegue el capítulo de lo que sucederá el Lunes jijijiji...
Me ha gustado mucho el fic.
Saludos! :)
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Es más que obvio que Brittany va a aceptar LOL XD espero tu actualización. :)
Invitado- Invitado
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
hola Kris o/, ya lei tu actus wow... o.O y asi es como Britt acepta ir el lunes al depa de San xD
nos leemos Kris
XOXO
nos leemos Kris
XOXO
Invitado- Invitado
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Hey aqui el cap
CAPITULO 15
El domingo por la mañana, Santana me llevó de paseo por el pueblo e insistió en comprarme todo lo que yo decía que me parecía bonito; desde un ramo de peonias hasta unos pendientes preciosos en un anticuario. Al final, terminé por callarme, pero a ella no le importó. Sencillamente, se limitó a comprar todo lo que yo miraba más de dos segundos.
Me dormí durante el trayecto de regreso, lo que lamenté, porque me habría gustado seguir disfrutando de la compañía de esa Santana tan relajada que contaba anécdotas absurdas sobre su época de pasante y que se empeñaba en decirme que estaba guapa.
No habíamos vuelto a hablar de lo de la noche anterior, pero tampoco hablamos del trabajo ni de Jake, ni de nada por el estilo. Me contó alguna de sus aventuras en el extranjero y yo le correspondí hablándole de los dos veranos que había pasado en Francia de pequeña.
—Ya hemos llegado —me dijo cuando detuvo el coche frente a mi apartamento—Rachel a de estar preocupada por ti
Yo abrí los ojos y al verla mirándome con una sonrisa en los ojos, me sonrojé.
—Sí; Rachel es la mejor. No sé qué habría hecho sin ella-
—Habrías estado bien —afirmó Santana—, pero me alegro de que tengas una buena amiga que se preocupa por ti y mas si es Rachel Berry
—Bueno, será mejor que me vaya —dije yo, sin poder evitar mirarle los labios.
—No voy a besarte —me espetó, adivinando mis pensamientos y sin apartar los ojos de mi boca.
—Oh, está bien. —Intenté bromear para disimular la decepción, pero me temo que no lo conseguí—. Gracias por el fin de semana, señorita López ,nos vemos mañana.
—Nos vemos mañana, señorita Pierce
Iba a abrir la puerta, pero me detuvo y salió del coche para abrirla ella
—Gracias —le dije con una sonrisa al bajar.
Justo y cuando coloque un pie sobre la cera un brazo me detuvo
—De nada. Buenas noches, Brittany-dijo dándome un tierno beso en la frente
-Que no… ¿no me ibas a besar?
-Nadie hablo de en qué parte –dijo encogiéndose de hombros-
—Cierto-dije con una boba sonrisa-Buenas noches
Volvió a meterse en el Ferrari y me dije que ella también había tenido que morderse los labios para no besarme.
Rachel efectivamente estaba esperándome y no me dejó acostarme hasta que le hube jurado por toda mi familia que Santana se había portado bien conmigo. No le conté lo que me había pedido, pero no por ella, sino porque yo tampoco estaba lista
para compartirlo. Santana me estaba haciendo sentir algo completamente nuevo y no quería que nadie, ni siquiera Rachel, intentase convencerme de que no estaba bien.
A la mañana siguiente, me desperté con una sonrisa en los labios y con unas ganas casi incontrolables de ir al bufete y ver a Santana, pero a medida que iba acercándome al edificio de la sede de López & Berry iban asaltándome más y más dudas. ¿Y si Santana lo había pensado mejor? ¿Y si todo había sido una broma de mal gusto? O, peor aún, ¿y si me había utilizado y ahora fingía que no había pasado nada?
Subí en el ascensor con el corazón en un puño y me fui directa a mi mesa para ver si conseguía calmarme antes de que llegase alguno de mis compañeros y me viera . Y entonces reparé en la caja.
Una caja de terciopelo negro junto a un sobre y una taza de té recién hecho. Miré a mi alrededor, pero no vi a nadie. Había llegado un poco antes y agradecí la soledad y la intimidad. Me quedé contemplando los distintos objetos durante unos segundos, sin necesidad de plantearme quién los había dejado allí y decidí abrir primero la caja.
Una llave colgando de una sencilla cinta de cuero.
Pasé los dedos por la llave, parecía nueva, y luego volví a cerrar la caja.
Abrí el sobre y saqué la nota manuscrita. Era la primera vez que veía la letra de Santana y me pareció un detalle muy íntimo.
Brittany,
Ésta es la llave de mi apartamento, encontrarás la dirección en el reverso de esta nota. Te espero a las nueve. Si no vienes, sabré que has decidido seguir con tu sueño.
Tómate el té y piensa en mí. Yo estoy en la piscina (intentando no pensar en ti).
Tuya,
S.
Metí la nota en el sobre y me lo guardé en el bolso, junto con la llave. Me bebí el té, que estaba como a mí me gusta, sin poder dejar de sonreír. Y pensé que aún faltaban muchas horas para las nueve.
De pronto ante mis ojos paso una desesperada rubia que se me hacía bastante familiar,no reaccione para cuando me di cuenta esa rubia había desaparecido delante de mis ojos
……………………………………………………………………………………………….
Estaba tan concentrada tratando de relajarme a expensas de el agua que se encontraba en mi piel,me Salí de la piscina para sentarme en la orilla de esta y meter solo mis pies en el agua mientras que las muchas gotas de agua que se encontraban en mi cuerpo caían a mis lados,estaba concentrada en el hermoso color del agua que me hacia recordar en particular a una persona , cuando escuche algo
-Santana –dijo una voz familiar a mis espaldas-
Me gire y ahí estaba Quinn
-Quinn-dije con una sonrisa-
Ella se coloco a mi lado a un de pie
-Aquí estoy para que me querías
-Quinn se lo que hiciste-solté aguantándome la risa-
-A que te refieres –dijo con tono nervioso-
-Tu sabes –dije morbosa-
En ese preciso instante ella se dio cuenta a lo que me refería
-No entiendo como es que…
-Solo lo sé o más bien lo supuse
Ella se puso un poco roja ,a decir verdad no me incomodaba pero al parecer a ella si
-Tranquila no te hagas drama –le anime-
Nos quedamos en silencio, hasta que ella lo rompió sentándose a mi lado
-Como te fue a ti
-Mejor que a ti-dije con una gran sonrisa-
-Presumida –dijo golpeándome levemente el hombro-
-Y ¿tu con la enana?-pregunte curiosa-
-Perfecto-dijo con una sonrisa de satisfacción-
………………………………………………………………………………………
Pasé el resto de la mañana sin ver a Santana y sin dejar de pensar en ella , aunque la verdad es que fui capaz de trabajar y de concentrarme en lo que estaba haciendo. Era como si ella en cierto modo me inspirara , me motivara a ser mejor abogada, a prestar más atención.
Fui a comer con Lucia un restaurante vegetariano que había cerca del bufete y en cuanto nos sentamos, empezó el interrogatorio:
—Te vi bailando con Randy —me confesó mi nueva amiga—. Es muy guapo., Si yo no estuviera comprometida, y pesara doce kilos menos, le tiraría los tejos.
—Estás fantástica
—No mientas y cuéntame lo de Randy ¿Te fuiste con él? Parecías estar muy bien el uno con el otro-
—No, no me fui con él
—Vaya, yo que pensaba que ibas a contarme algo interesante…
—No, lo siento
—Bueno, qué se le va a hacer —dijo Lucia con una sonrisa—. ¿Y qué has hecho todo el fin de semana?
—Nada especial —mentí—. ¿Y, tú?
—Seguir con los preparativos de la boda. Por suerte, faltan sólo tres semanas. Ah, antes de que se me olvide —metió una mano en el bolso y sacó un sobre rojo—. Estás invitada.
—Oh, no hace falta, Lucia —le aseguré, cogiendo el sobre.
—Por supuesto que hace falta. Es la primera vez que tengo una amiga en el trabajo. Si quieres, puedes venir acompañada.
Pensé en Santana y sentí un nudo en el estómago. Ella me había dejado claro que no quería ser mi pareja, al menos no fuera de la cama, y me dolió. Por primera vez comprendí lo que me había dicho de que llegaría un día en que lo dejaríamos porque yo le pediría algo y ella me diría que no.
—Gracias, pero iré sola
—Todavía faltan muchos días, quién sabe, quizá para entonces Randy esté completamente enamorado de ti y te suplique que lo dejes acompañarte.
—Quién sabe
Las dos nos reímos y seguimos hablando de tonterías.
Por primera vez, salí del trabajo antes de las ocho y me fui a casa para cambiarme. Había pensando en mentirle a Rachel, pero al final opté por contarle la verdad.
—Voy a ver a Santana
—¿Vas a cenar con ella?
—Hemos quedado en su apartamento —respondí sin concretar—. He anotado la dirección en la cocina
—¿Te quedarás a dormir? —me preguntó ella enarcando una ceja
—No, pero quizá vuelva tarde
—Vaya, vaya, Britt ¿estás segura de que es lo que quieres hacer?
—Lo estoy-respondí firme-
—Está bien, pero ten cuidado,pesar de lo que digas, tienes demasiado corazón como para poder mantenerlo a distancia. Y Santana López quizá no sea la mujer adecuada como para que vuelvas a arriesgarlo
—Ha sido sincera conmigo, que es mucho más de lo que puede decirse de Jake, sólo iré a su apartamento un rato,y te prometo que no me enamoraré de ella
Con su expresión, Rachel dejó claro que se lo creía tan poco como yo.
Me puse un conjunto de ropa interior blanco muy delicado y que Jake no había visto nunca. En realidad, al ponérmelo pensé que nunca me había preocupado qué ropa interior iba a ver él o no. En cambio, con Santana, me pasé más de media hora con el cajón de la lencería abierto, intentando decidir cuál le gustaría más.
Elegí ese blanco por su tacto, era muy suave y, al no tener ningún relleno, si ella no me desnudaba sentiría sus dedos a través de la ropa. Además era muy femenino. A Santana parecía gustarle que yo no tuviese demasiada experiencia, y ese sujetador jamás se lo habría comprado una femme fatale.
Luego elegí un vestido y me puse las medias y las botas. Me maquillé poco y me eché unas gotas del último perfume que me había comprado. Cogí la cinta de seda negra y me la acerqué a la nariz. Olía como Santana. Sólo como Santana, y de repente se me encogió el estómago al preguntarme si habría utilizado esa misma cinta con sus otras mujeres.
Yo nunca me había considerado celosa, pero sólo de pensar en ella vendándole los ojos a otra me dieron arcadas y tuve ganas de arrancarle las entrañas a esa desconocida. Iba a tener que preguntárselo, aunque me doliera la respuesta, no iba a poder quitármelo de la cabeza.
Abrí la caja con la llave y tiré de la cinta de cuero. La cinta se rompió y la llave cayó al suelo y, al recogerla, la apreté en mi palma. Tuve la sensación de que me quemaba, una estupidez, por supuesto, pero así lo sentí. Guardé la llave en un compartimento del bolso y me quedé con la cinta de cuero. Podría haberla dejado encima de la cama, pero algo me impulsó a atármela alrededor de la muñeca. Era delgada y muy larga, me daba tres vueltas, y luego la até con un nudo que escondí debajo. El cuero era suave y en mi muñeca parecía una esclava romana.
En esta primera cita el chófer de Santana no fue a buscarme, por lo que llamé un taxi y bajé a esperarlo. Habría podido ir a pie, pero estaba tan nerviosa que tenía miedo de caerme con los zapatos de tacón. El apartamento de Santana estaba, evidentemente, en uno de los barrios más caros de New York y en cuanto el taxi se detuvo ante la puerta, salió un portero uniformado a recibirme.
—¿Es usted la señorita Pierce ? —me preguntó y, tras verme asentir, continuó- la señorita Lopez la está esperando,coja el ascensor y suba al ático, yo me ocuparé del taxista
Iba a decirle a aquel buen hombre que yo podía pagar perfectamente mi propio taxi, pero el modo en que me miró me dijo que si insistía iba a ponerlo en un aprieto con Santana
—Gracias
—De nada, señorita. Es un placer
Entré en el ascensor y le di al botón del ático. Tenía la llave en la palma de la mano y no podía dejar de pensar en si todas las mujeres con las que Santana había estado se habían sentido igual. Sencillamente no podía.
La campanilla del ascensor me indicó que habíamos llegado a nuestro destino y salí al rellano. Debería irme. Todavía estaba a tiempo, si con sólo unos días me sentía tan posesiva con Santana, ¿qué no llegaría a sentir? Y ella me dejaría, eso había quedado claro. Quizá lo mejor sería…
—Estás aquí —dijo desde la puerta, como si no pudiese creérselo—. Me había parecido oír el ascensor, pero no sabía si eran imaginaciones mías.
—Estaba pensando en irme —confesé a media voz.
Santana retrocedió como si lo hubiese golpeado, pero en seguida lo disimuló.
—Ya te dije que podías irte en cualquier momento, lo único que tienes que hacer es decir no
—¿Tan fácil te resultará mantener las distancias?
—¿Fácil? No, en absoluto. Pero no es no. Y haré lo que sea necesario para respetar tu decisión —aseguró, mirándome a los ojos con la fiera determinación de antes.
—¿Puedo preguntarte una cosa antes de entrar?
—Creía que habías dicho que me harías una pregunta después de pasar siete noches juntas
—Ésta es distinta. Además, todavía no me has dicho si aceptas responderme
—Acepto. Después de siete noches juntas, contestaré cualquier pregunta que me hagas —me prometió—. Y sí, puedes preguntarme lo que quieras antes de entrar, siempre que termines entrando —añadió con una sonrisa, probablemente menos segura de lo que a ella l le habría gustado
—Todavía no lo sé
—Haz tu pregunta, Brittany —dijo con voz más ronca que antes y con la mirada fija en mi boca—antes de que decida que no te dejo hacérmela y te meta en el piso
—La venda de seda negra y la llave —la levanté para enseñársela y ella se fijó en mi muñeca y no apartó los ojos de la cinta de cuero—, ¿a cuántas mujeres se las has dado?
—A ninguna —aseguró, tragando saliva-
—¿A ninguna? Dijiste que habías estado con…
—Siete mujeres. Ninguna como tú. Eso también te lo dije.
Se me acercó sin decir más. Sin darme otra explicación y sin añadir nada que corroborase que yo era especial. Pero le creí. Se detuvo ante mí y me cogió la muñeca en la que llevaba la cinta de cuero.
—Es la cinta de la llave. ¿Por qué te las puesto aquí?
—No lo sé —respondí-
No quería decirle que me la había puesto porque quería tener algo de ella cerca de mí.
—No te la quites, mientras estemos juntas, no te la quites. —No me soltó la muñeca, sino que me la apretó con más fuerza.
—De acuerdo —le aseguré-
La tenía tan cerca que podía oler su perfume a madera y me sentía el corazón en la garganta.
—¿Vas a entrar?
—Voy a entrar-
Santana cerró los ojos un segundo y me dio un beso
........................................................
Gracias :)
Kris_LittleCrazy***** - Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 02/03/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
demasiado bueno, me encanta que brittany haya aceptado, solo espero que al termino de los 90 días santana se haya enamorado de ella y no la deje ir!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Hi..creo que este esta un poco subido haver que les parece
CAPITULO 16
—He preparado algo de cenar —me dijo en cuanto cruzamos el umbral y vio que yo olfateaba el delicioso aroma que salía de la cocina
—¿Sabes cocinar?
—La señora Riverton insistió en enseñarme, aunque casi nunca lo hago. Primero no iba a hacer nada, pero has ido a comer a ese vegetariano… —levantó las manos— y he deducido que tendrías hambre
—¿Cómo sabes que he ido al vegetariano?
Santana se volvió y levantó una ceja una perfecta ceja …
—Yo lo sé todo, señorita Pierce
—Claro. —Me reí, pero una parte de mí supo que Santana hablaba en serio—. No tienes que preocuparte por mi dieta, ya soy mayorcita y sé cuidarme.
—No eres tan mayorcita
—Vaya, deduzco que sabes mi edad porque la viste en el contrato —dije yo—. ¿Y tú? ¿Cuántos años tienes? ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—Treinta y cinco —me respondió—. Y nunca celebro mi cumpleaños
La verdad que no aparentaba esa edad incluso se veía a un más joven que yo
—¿Por qué?
Tardó unos segundos en contestar y cuando lo hizo cambió completamente de tema:
—A partir de ahora, siempre que vengas aquí irá a buscarte mi chófer. Y tendrías que llevar un abrigo más grueso, hace demasiado frío para que vayas con una gabardina.
—Puedo coger un taxi. Y me olvidé el abrigo en casa, mi hermano me lo traerá uno de estos días
—Ya sé que puedes coger un taxi, Brittany. Pero va a ir a buscarte mi chófer porque así sabré que no corres ningún peligro y que estás bien atendida. Y ya hablaremos de lo del abrigo. Has entrado en mi apartamento, llevas la venda de seda negra en el bolso y te has puesto la cinta de la llave alrededor de la muñeca. Tal vez tú todavía no lo sepas, pero empiezas a confiar en mí. Deja que yo me ocupe del resto.
—De acuerdo, vendré con tu chófer —accedí, pero sólo porque me parecía una estupidez seguir discutiendo sobre eso. Y porque sabía que Santana no iba a ceder.
—Ve sentándote si quieres, la mesa está lista —sugirió , dando también por zanjado el tema—. El salón está por ahí. En seguida vuelvo.
Fui hacia donde me indicó y me quedé impresionada con las vistas del apartamento. La pared del fondo era de cristal y podía verse todo New York. A diferencia de la casa de campo, aquel piso sí encajaba perfectamente con la imagen
que Santana proyectaba de sí mismo. Los muebles carecían completamente de calidez y eran de último diseño. Había una pantalla smart y un montón de aparatos que no tenía ni idea de para qué servían. En el centro, sobre una mesa de madera negra, vi dispuestas una cubertería de plata y una vajilla blanca con motas doradas, además de un par de delicadas copas de cristal y una botella de champán al lado. Una única vela, también blanca, estaba encendida entre los dos comensales.
Santana apareció tras unos segundos con dos platos de salmón que parecían sacados del mejor restaurante de New York Sonreí. Santana no hacía nada a medias.
Cenamos y noté que no dejaba de mirarme la cinta de la muñeca. Fuera por el motivo que fuera , le fascinaba que yo hubiera decidido atarme aquel trozo de cuero. Durante la cena, me preguntó por el trabajo, por Rachel y por Lucia , pero nada demasiado personal.
—¿Estás bien? —me preguntó entonces.
—Sí, sólo un poco nerviosa. No sé qué pretendes exactamente.
Santana me miró a los ojos y nos sirvió otra copa a ambas
—¿Creías que iba a pedirte que te vendases los ojos nada más entrar?
—Sí. No. No lo sé.
—Es lo que iba a hacer en un principio —confesó sincera—, pero al final he decidido que las dos teníamos que cenar y siempre me ha gustado cocinar
—El salmón estaba buenísimo. —Si ella iba a justificar así aquella cena para seguir creyendo que no estábamos teniendo una cita, yo no iba a contradecirla—. Gracias
—De nada. Voy a llevar los platos a la cocina. Tú no te muevas
En un único viaje, se llevó los platos y los cubiertos y dejó sólo las copas. Volvió antes de que yo bebiera otro sorbo de champán
—Quiero comentarte algo. El otro día, en mi casa, no me acosté contigo porque no estabas preparada y porque quería que supieras que podías sentir placer tú sola. Pero hoy, si vienes a mi cama conmigo, no podré ni querré contenerme. Y tú tampoco.
—¿A qué viene esto,Santana ?
—Quiero que sepas que puedes confiar en mí. No tengo ninguna enfermedad y mientras estemos juntas no estaré con ninguna otra mujer,quería que supieras que no corres ningún riesgo conmigo
—Oh. —Me sonrojé—. Gracias.
En realidad no sabía qué más decirle. Yo nunca había hablado de esos temas con nadie, no había tenido necesidad. Jake había sido mi primer y único novio y Santana era… Santana no encajaba en ninguna definición.
Me miró a los ojos y me obligué a sostenerle la mirada. Presentía que iba a intentar ahuyentarme de nuevo y no estaba dispuesta a permitírselo. Ahora que estaba allí, nada me haría marchar.
—Tú y yo no vamos a hacer el amor. No me tumbaré encima de ti ni te poseeré con delicadeza. Voy a arrebatarte el control y, cuando lo tenga, te follaré hasta que creas que sin mí no puedes sentir placer
Apreté las piernas para contener un estremecimiento. Santana había elegido aquel lenguaje con la intención de asustarme, pero mi cuerpo sentía de todo menos miedo
Me señaló la escalera que conducía al piso superior del ático.
—Arriba hay una habitación con una cama, un vestidor y un cuarto de baño. Y las mejores vistas de la ciudad. Sube, quítate el vestido, las botas y también las medias y la ropa interior, y espérame sentada en un sofá que hay frente a la ventana, con los ojos cerrados. Deja la cinta de seda negra al lado, yo te la pondré
Tragué saliva antes de hablar:
—¿Qué hay ahí? —Le señalé tres puertas que se veían en el pasillo contiguo al comedor donde estábamos.
—Mi dormitorio, un aseo de cortesía y otra habitación. La tuya, si decides quedarte a pasar la noche
—¿Tu dormitorio? Creía que era el de arriba
—No, arriba no duermo nunca
—Comprendo
—No, todavía no, Pero si subes esa escalera, ya no habrá marcha atrás, —Me cogió la mano y me dio un beso en la muñeca—voy a mi habitación,ve arriba y haz lo que te he dicho, no tardaré
Se puso en pie y desapareció en dirección al pasillo. Yo me quedé allí sentada. Pensando. Quería subir; si lo que iba a hacerme allí arriba se parecía lo más mínimo a
lo que me había hecho en su casa de campo, jamás me recuperaría. Pero la poca cordura que me quedaba me susurró que Santana me estaba dando una última oportunidad para irme, para salir de ese apartamento y de su vida sin correr ningún riesgo. Si me iba de allí y le dejaba la llave encima de la mesa, ella nunca lo mencionaría.
Me levanté y fui en busca del bolso. Metí la mano dentro para buscar, ¿la llave?, ¿la cinta de seda? Mis dedos rozaron la seda y la atraparon al instante. Dejé el bolso y me aparté de la puerta como si fuera un monstruo dispuesto a engullirme y a alejarme de lo que más deseaba en este mundo.
Subí la escalera sin plantearme ni siquiera una vez la posibilidad de arrepentirme.
Seguí las instrucciones de Santana al pie de la letra. Colgué el vestido en el vestidor, que sólo contenía ropa de ella y un par de batas de seda negras, dejé las botas en el suelo y todo lo demás al lado, y me senté en el sofá con los ojos cerrados.
Aquel dormitorio era precioso, aunque, a decir verdad, apenas me fijé en nada, porque sólo podía pensar en Santana y en cuánto tardaría en subir. Y en qué haría cuando lo hiciera .
Una impresionante cama ocupaba el centro del espacio. Las sábanas eran de color oscuro y muy suaves al tacto y encima había dos mantas increíblemente sedosas, que acaricié con los dedos. Las paredes eran todas de cristal y podía verse la ciudad entera.
Frente a una había, tal como Santana había dicho, un sofá. Era un mueble muy bonito, probablemente antiguo, con una tapicería de cuero resplandeciente.
Me moví nerviosa y noté el calor que desprendía la piel, así como también el olor, que no tardó en envolverme.
—A veces subo aquí a pensar —dijo de repente ella, no la había oído subir, pero ahora que sabía que estaba allí me resultaba imposible ignorar su presencia—los cristales tienen un tinte especial —me explicó—, no permiten que nadie pueda vernos desde el exterior
—Pero tú sí puedes verlos a todos, ¿no?
—Exacto
—Te gusta observar sin ser vista —aventuré en voz alta
—Me gusta saber qué sucede a mi alrededor,tienes los ojos cerrados —me dijo cuando se sentó a mi lado en el sofá
—Tú me has pedido que los cerrara
—¿Y si te pidiera algo más? —Noté la cinta de seda deslizándose por mi espalda—. Algo realmente arriesgado
¿Más?
—Pídemelo, sólo así podré darte mi respuesta
—Nunca me había afectado tanto mirar a una mujer —admitió tras unos segundos, sin decirme qué era eso tan arriesgado—ni siquiera tengo que mirarte para excitarme —Se rió por lo bajo y tuve la sensación de que si hubiera tenido los ojos abiertos no me habría confesado aquello con aquel tono de voz—me basta con saber que voy a verte, con saber que estás ahí
—A mí… —Me puso un par de dedos en los labios y me silenció
—Chist, no digas nada más. ¿De acuerdo?
Asentí sin decir ni una palabra y me acarició la cara
—Entregarle el control a otra persona es mucho más difícil de lo que parece —susurró, mientras me ataba la cinta alrededor de los ojos—. Hace falta tener mucha fuerza de voluntad para reprimir las reacciones naturales del cuerpo. Por ejemplo, si hago esto —deslizó un par de dedos por uno de mis pechos y me lo pellizcó levemente. Yo retrocedí y se me aceleró el corazón—, tú haces eso. Y si hago esto —me cogió las manos y las colocó a ambos lados de mi cuerpo; luego, se inclinó y me lamió el cuello hasta detenerse en la mandíbula—, tus manos sienten el impulso de levantarse del sofá y sujetarme, o apartarme, ¿no?
Flexioné los dedos encima del cuero y clavé las uñas en el maldito sofá. No iba a darle la satisfacción de rendirme tan fácilmente. Por un lado, cualquiera diría que era eso lo que Santana estaba buscando, pero yo sabía (aunque no tenía ni idea de cómo era eso posible) que era justo lo contrario. Ella quería que me quedara . Lo necesitaba. No aparté las manos y no hablé, me limité a seguir esperando.
—No sonrías —me dijo y supe que no había conseguido ocultar todas mis reacciones—. Todavía no he empezado. ¿De verdad crees que podrás seguir adelante? ¿Crees que podrás obedecerme? Respóndeme. —Su voz sonó más ronca que de costumbre, como si le costase tanto hablar como a mí respirar
—Sí
—Ponte de pie
Me levanté y ella entrelazó los dedos de una mano con los míos para acompañarme sin que me tropezase con nada
—Sujétate aquí
Noté el cuero bajo mis palmas y deduje que era el respaldo del sofá en el que antes había estado sentada. Con las rodillas rocé también la parte trasera del mismo y supuse que estábamos de pie frente a la ventana, justo detrás del mueble. Yo no podía ver nada, pero Santana me veía a mí y toda la ciudad. Había dicho que los cristales eran tintados y yo sabía que era verdad, pero por un instante no pude evitar pensar que, si no lo fueran, cualquiera podría vernos.
De repente noté que ella se pegaba a mi espalda y que, aunque seguía llevando los pantalones, tenía el torso desnudo tenía los senos de Santana en mi espalda rosándola sin piedad y el solo saber eso me excitaba , me mordí el labio inferior para reprimir un gemido. ¿Qué diablos me estaba haciendo que me había reducido a aquel estado?
—Lo único que voy a pedirte hoy es que no te muevas —me susurró, pegado al oído derecho
Se apartó de mí y oí el ruido de una cremallera y de una prenda de ropa cayendo al suelo. Se había quitado los pantalones. Temblé. Estaba allí de pie, desnuda, con los ojos vendados, a merced de una mujer a la que le había dicho que lo obedecería.
—Chist, tranquila. —Me acarició la espalda al presentir mi inquietud. ¿Cómo lo hacía para meterse dentro de mi cabeza?—. Sólo soy yo
Se pegó completamente a mí para que comprobase que en efecto sólo éramos ella y yo.
—Sólo yo —repitió en voz más baja y con cierto temblor
Sus manos, que había colocado encima de las mías en el respaldo, se levantaron y me rodearon la cintura. Noté sus antebrazos desnudos sobre mi piel y me estremecí
—Una —susurró —. A ver cuántas veces eres incapaz de contenerte
Apreté la mandíbula, decidida a demostrarle que quería estar allí. ¿Por qué estaba tan empeñada en cumplir las peticiones de Santana?Dios, subió las manos por mi estómago y dejé de pensar, o mejor dicho, perdí completamente la capacidad de razonar.
—No te muevas —me recordó, mientras subía las manos hasta mis pechos, al mismo tiempo que se apartaba un poco de mi espalda para besarme la nuca
Me estremecí de nuevo
—Dos
Me pellizcó los pechos y yo me mordí el labio inferior para no gemir de placer. Y para no moverme. Cerré los ojos con fuerza, pero fue peor. No dejaba de imaginarme a Santana desnuda, pegada a mi espalda, sus manos, aquellas maravillosas manos, encima de mis pechos. No, no iba a moverme. Respiré hondo y lo conseguí.
—Muy bien, Brittany
Sus palabras fueron como una caricia y sentí una satisfacción inexplicable al saber que la había complacido. Sin embargo,ella no me dio tregua. Dejó una mano en un pecho y la otra la movió muy despacio hasta mi entrepierna. La colocó delante, sin tocarme, pero lo bastante cerca como para que yo pudiese adivinar su presencia. Movió las caderas y pegó su pelvis a mis nalgas allí pude notar que ella todavía traía consigo la tanga puesta pero a un así podía sentir su calor
—Tres
Santana volvió a apartarse y le habría suplicado que volviera si en aquel mismo instante no me hubiera empezado a acariciar con los dedos. Se me aceleró la respiración y noté que me resbalaba una gota de sudor por la espalda, pero no me moví.
—Eres preciosa,Brittany. Tus reacciones, tu cuerpo, tu olor
Movió los dedos con lentitud, recorriendo los labios de mi sexo y separándolos con suma delicadeza. Me besó la columna vertebral y con la otra mano me pellizcó de nuevo el pecho. Ese asalto fue más de lo que pude soportar.
—Cuatro —dijo ella, cuando apoyé la cabeza en su torso
Tenía la voz cada vez más ronca y su cuerpo desprendía tanto calor que pensé que terminaría quemándome. Por el modo en que me estaba tocando, se diría que tenía un único objetivo: hacerme enloquecer de deseo. Y demostrar que no podía seguir sus reglas.
Santana me penetró con un dedo y me mordió en la nuca. Empezó a mover la mano al mismo ritmo que sus caderas y yo volví a morderme el labio inferior. La necesidad de moverme amenazaba con ahogarme, quería gemir, besarla, quería soltarme de aquel maldito sofá y rodearla con los brazos
Quería… quería que Santana me deseara . Y por eso conseguí permanecer inmóvil.
Hasta que ella sacó el dedo de mi interior y se puso de rodillas detrás de mí. En cuanto noté sus manos sujetándome las caderas y su lengua rozándome la parte interior de los muslos, separé un poco más las piernas en busca de la caricia que tanto necesitaba
—Cinco —susurró antes de detenerse
¿Iba a apartarse?
Santana gimió y abrió los labios como si fuese a darme un beso en la boca. Me mordió y me lamió y me llevó al borde del orgasmo sin dejar que lo alcanzara
—No te corras —dijo, apartándose de nuevo—. Todavía no —añadió, acariciándome las nalgas
Noté que se ponía en pie y cuando volvió a estar pegada a mí, se quedó completamente inmóvil.
—Nunca había estado tan cerca de perder el control —susurró entre dientes y noté que sus dedos comenzaban a penetrarme de nuevo
Gemí
—Seis
¿Seguía contando?
Me sujetó de nuevo las caderas y movió las suyas lentamente
—Joder—farfulló—. Eres perfecta… Me estás…
Hundió el rostro en mi cuello y noté que tenía la frente empapada de sudor.Su cuerpo temblaba , o quizá era yo. Santana fue acelerando el ritmo de sus movimientos y yo me olvidé de lo que había sucedido en mi vida hasta esa noche.
—Lo has hecho muy bien —susurró—, cariño
Me excité todavía más. Ni mi cuerpo ni mi mente podían soportarlo más. Notaba los dedos de Santana dentro de mí, encontrando los lugares más secretos de mi interior; una de sus manos estaba encima de mis pechos, acariciándolos y pellizcándolos justo en el momento preciso; su voz… su voz me susurraba al oído cosas que yo no sabía que había deseado oír. Tenía su sudor pegado a mi cuerpo, sus piernas presionando las mías…
—Ahora, Brittany
No hizo falta nada más, ni siquiera tuvo que especificarme qué era lo que tenía que hacer. Me corrí justo cuando ella me lo pidió y cuando noté que su cuerpo se tensaba tras el mío, volví a hacerlo.
¿Qué diablos había accedido a hacer?
Ella dejó de moverse y noté que apoyaba la frente en mi nuca durante un instante; luego, muy lentamente y con mucho cuidado, se apartó de mí y me dio un último beso en la espalda antes de irse del todo
Yo me quedé donde estaba, sujetándome con tanta fuerza en el respaldo del sofá que, sin verlos, sabía que tenía los nudillos blancos. Segundos más tarde, o quizá minutos, Santana volvió con una toalla y me la pasó por las piernas y por la espalda para secarme el sudor que ella me había dejado pegado.
Le habría dicho que no se molestara , que no me importaba, pero tenía miedo de hablar. Y la verdad era que tampoco sabía qué decir.
Santana me cogió en brazos y me depositó con cuidado en la cama, de costado; ella se tumbó a mi lado y me acarició la espalda. Pensé que me abrazaría, que nos acurrucaríamos juntas y nos besaríamos y que por la mañana nos iríamos juntas al trabajo y bromearíamos sobre la falta de sueño.
Volvió a levantarse y cuando regresó a la cama me tapó con la bata de seda negra que yo había visto antes en el vestidor. No sentí que el peso de la cama variara , así que deduje que ella también se había puesto la suya y que iba a irse.
No la veía. Santana no me había quitado la venda y yo tampoco lo había hecho. Una parte de mí quería obligarla a que lo hiciera ; si me la había puesto, tenía que quitármela. Así quizá se daría cuenta de lo absurda que era aquella barrera entre las dos.
Ella estaba allí, mirándome. Lo sabía con la misma certeza con que sabía que se me estaba partiendo el corazón. No me moví. Había aceptado sus condiciones y ahora tenía que afrontar las consecuencias. Y no iba a permitir que ella utilizase mi reacción como excusa para ponerle punto final a nuestra relación, o a lo que fuese que existiera entre nosotras.
No sé si pasó un minuto o una hora, pero al final oí crujir la madera de los escalones y la puerta del que supuse que era su dormitorio, aquel dormitorio en el que yo, según ella , no iba a dormir jamás.
Eso ya lo veríamos.
Me incorporé en la cama y me quité la venda de los ojos, preguntándome quién la llevaba en realidad, si yo o Santana y me enjugué las dos lágrimas que no logré contener.
Me vestí y abandoné el apartamento sin sorprenderme lo más mínimo de encontrar al chófer de Santana en la puerta del edificio, esperándome.
—Buenas noches, señorita Pierce —me saludó sin inmutarse por la hora o por mi rostro, que sin duda estaba, como mínimo, desencajado.
—Buenas noches
Llegamos al piso de Rachel y el chófer esperó a que hubiera entrado antes de irse. Y fue en mi dormitorio cuando me di cuenta de que no había encontrado mis braguitas por ninguna parte. ¿Santana se las había quedado? ¿Esa mujer que se negaba a dormir conmigo o a darme un beso de buenas noches se había quedado con mi ropa interior?
Sonreí. Probablemente estaba volviéndome loca.
Si Santana creía que con esa noche me había asustado y que no volvería a su apartamento, estaba equivocada. Volvería y dentro de seis noches, cinco, si contábamos lo que había sucedido en su casa de campo, le haría mi primera pregunta.
.............................................
Y que tal?
Gracias :)
CAPITULO 16
—He preparado algo de cenar —me dijo en cuanto cruzamos el umbral y vio que yo olfateaba el delicioso aroma que salía de la cocina
—¿Sabes cocinar?
—La señora Riverton insistió en enseñarme, aunque casi nunca lo hago. Primero no iba a hacer nada, pero has ido a comer a ese vegetariano… —levantó las manos— y he deducido que tendrías hambre
—¿Cómo sabes que he ido al vegetariano?
Santana se volvió y levantó una ceja una perfecta ceja …
—Yo lo sé todo, señorita Pierce
—Claro. —Me reí, pero una parte de mí supo que Santana hablaba en serio—. No tienes que preocuparte por mi dieta, ya soy mayorcita y sé cuidarme.
—No eres tan mayorcita
—Vaya, deduzco que sabes mi edad porque la viste en el contrato —dije yo—. ¿Y tú? ¿Cuántos años tienes? ¿Cuándo es tu cumpleaños?
—Treinta y cinco —me respondió—. Y nunca celebro mi cumpleaños
La verdad que no aparentaba esa edad incluso se veía a un más joven que yo
—¿Por qué?
Tardó unos segundos en contestar y cuando lo hizo cambió completamente de tema:
—A partir de ahora, siempre que vengas aquí irá a buscarte mi chófer. Y tendrías que llevar un abrigo más grueso, hace demasiado frío para que vayas con una gabardina.
—Puedo coger un taxi. Y me olvidé el abrigo en casa, mi hermano me lo traerá uno de estos días
—Ya sé que puedes coger un taxi, Brittany. Pero va a ir a buscarte mi chófer porque así sabré que no corres ningún peligro y que estás bien atendida. Y ya hablaremos de lo del abrigo. Has entrado en mi apartamento, llevas la venda de seda negra en el bolso y te has puesto la cinta de la llave alrededor de la muñeca. Tal vez tú todavía no lo sepas, pero empiezas a confiar en mí. Deja que yo me ocupe del resto.
—De acuerdo, vendré con tu chófer —accedí, pero sólo porque me parecía una estupidez seguir discutiendo sobre eso. Y porque sabía que Santana no iba a ceder.
—Ve sentándote si quieres, la mesa está lista —sugirió , dando también por zanjado el tema—. El salón está por ahí. En seguida vuelvo.
Fui hacia donde me indicó y me quedé impresionada con las vistas del apartamento. La pared del fondo era de cristal y podía verse todo New York. A diferencia de la casa de campo, aquel piso sí encajaba perfectamente con la imagen
que Santana proyectaba de sí mismo. Los muebles carecían completamente de calidez y eran de último diseño. Había una pantalla smart y un montón de aparatos que no tenía ni idea de para qué servían. En el centro, sobre una mesa de madera negra, vi dispuestas una cubertería de plata y una vajilla blanca con motas doradas, además de un par de delicadas copas de cristal y una botella de champán al lado. Una única vela, también blanca, estaba encendida entre los dos comensales.
Santana apareció tras unos segundos con dos platos de salmón que parecían sacados del mejor restaurante de New York Sonreí. Santana no hacía nada a medias.
Cenamos y noté que no dejaba de mirarme la cinta de la muñeca. Fuera por el motivo que fuera , le fascinaba que yo hubiera decidido atarme aquel trozo de cuero. Durante la cena, me preguntó por el trabajo, por Rachel y por Lucia , pero nada demasiado personal.
—¿Estás bien? —me preguntó entonces.
—Sí, sólo un poco nerviosa. No sé qué pretendes exactamente.
Santana me miró a los ojos y nos sirvió otra copa a ambas
—¿Creías que iba a pedirte que te vendases los ojos nada más entrar?
—Sí. No. No lo sé.
—Es lo que iba a hacer en un principio —confesó sincera—, pero al final he decidido que las dos teníamos que cenar y siempre me ha gustado cocinar
—El salmón estaba buenísimo. —Si ella iba a justificar así aquella cena para seguir creyendo que no estábamos teniendo una cita, yo no iba a contradecirla—. Gracias
—De nada. Voy a llevar los platos a la cocina. Tú no te muevas
En un único viaje, se llevó los platos y los cubiertos y dejó sólo las copas. Volvió antes de que yo bebiera otro sorbo de champán
—Quiero comentarte algo. El otro día, en mi casa, no me acosté contigo porque no estabas preparada y porque quería que supieras que podías sentir placer tú sola. Pero hoy, si vienes a mi cama conmigo, no podré ni querré contenerme. Y tú tampoco.
—¿A qué viene esto,Santana ?
—Quiero que sepas que puedes confiar en mí. No tengo ninguna enfermedad y mientras estemos juntas no estaré con ninguna otra mujer,quería que supieras que no corres ningún riesgo conmigo
—Oh. —Me sonrojé—. Gracias.
En realidad no sabía qué más decirle. Yo nunca había hablado de esos temas con nadie, no había tenido necesidad. Jake había sido mi primer y único novio y Santana era… Santana no encajaba en ninguna definición.
Me miró a los ojos y me obligué a sostenerle la mirada. Presentía que iba a intentar ahuyentarme de nuevo y no estaba dispuesta a permitírselo. Ahora que estaba allí, nada me haría marchar.
—Tú y yo no vamos a hacer el amor. No me tumbaré encima de ti ni te poseeré con delicadeza. Voy a arrebatarte el control y, cuando lo tenga, te follaré hasta que creas que sin mí no puedes sentir placer
Apreté las piernas para contener un estremecimiento. Santana había elegido aquel lenguaje con la intención de asustarme, pero mi cuerpo sentía de todo menos miedo
Me señaló la escalera que conducía al piso superior del ático.
—Arriba hay una habitación con una cama, un vestidor y un cuarto de baño. Y las mejores vistas de la ciudad. Sube, quítate el vestido, las botas y también las medias y la ropa interior, y espérame sentada en un sofá que hay frente a la ventana, con los ojos cerrados. Deja la cinta de seda negra al lado, yo te la pondré
Tragué saliva antes de hablar:
—¿Qué hay ahí? —Le señalé tres puertas que se veían en el pasillo contiguo al comedor donde estábamos.
—Mi dormitorio, un aseo de cortesía y otra habitación. La tuya, si decides quedarte a pasar la noche
—¿Tu dormitorio? Creía que era el de arriba
—No, arriba no duermo nunca
—Comprendo
—No, todavía no, Pero si subes esa escalera, ya no habrá marcha atrás, —Me cogió la mano y me dio un beso en la muñeca—voy a mi habitación,ve arriba y haz lo que te he dicho, no tardaré
Se puso en pie y desapareció en dirección al pasillo. Yo me quedé allí sentada. Pensando. Quería subir; si lo que iba a hacerme allí arriba se parecía lo más mínimo a
lo que me había hecho en su casa de campo, jamás me recuperaría. Pero la poca cordura que me quedaba me susurró que Santana me estaba dando una última oportunidad para irme, para salir de ese apartamento y de su vida sin correr ningún riesgo. Si me iba de allí y le dejaba la llave encima de la mesa, ella nunca lo mencionaría.
Me levanté y fui en busca del bolso. Metí la mano dentro para buscar, ¿la llave?, ¿la cinta de seda? Mis dedos rozaron la seda y la atraparon al instante. Dejé el bolso y me aparté de la puerta como si fuera un monstruo dispuesto a engullirme y a alejarme de lo que más deseaba en este mundo.
Subí la escalera sin plantearme ni siquiera una vez la posibilidad de arrepentirme.
Seguí las instrucciones de Santana al pie de la letra. Colgué el vestido en el vestidor, que sólo contenía ropa de ella y un par de batas de seda negras, dejé las botas en el suelo y todo lo demás al lado, y me senté en el sofá con los ojos cerrados.
Aquel dormitorio era precioso, aunque, a decir verdad, apenas me fijé en nada, porque sólo podía pensar en Santana y en cuánto tardaría en subir. Y en qué haría cuando lo hiciera .
Una impresionante cama ocupaba el centro del espacio. Las sábanas eran de color oscuro y muy suaves al tacto y encima había dos mantas increíblemente sedosas, que acaricié con los dedos. Las paredes eran todas de cristal y podía verse la ciudad entera.
Frente a una había, tal como Santana había dicho, un sofá. Era un mueble muy bonito, probablemente antiguo, con una tapicería de cuero resplandeciente.
Me moví nerviosa y noté el calor que desprendía la piel, así como también el olor, que no tardó en envolverme.
—A veces subo aquí a pensar —dijo de repente ella, no la había oído subir, pero ahora que sabía que estaba allí me resultaba imposible ignorar su presencia—los cristales tienen un tinte especial —me explicó—, no permiten que nadie pueda vernos desde el exterior
—Pero tú sí puedes verlos a todos, ¿no?
—Exacto
—Te gusta observar sin ser vista —aventuré en voz alta
—Me gusta saber qué sucede a mi alrededor,tienes los ojos cerrados —me dijo cuando se sentó a mi lado en el sofá
—Tú me has pedido que los cerrara
—¿Y si te pidiera algo más? —Noté la cinta de seda deslizándose por mi espalda—. Algo realmente arriesgado
¿Más?
—Pídemelo, sólo así podré darte mi respuesta
—Nunca me había afectado tanto mirar a una mujer —admitió tras unos segundos, sin decirme qué era eso tan arriesgado—ni siquiera tengo que mirarte para excitarme —Se rió por lo bajo y tuve la sensación de que si hubiera tenido los ojos abiertos no me habría confesado aquello con aquel tono de voz—me basta con saber que voy a verte, con saber que estás ahí
—A mí… —Me puso un par de dedos en los labios y me silenció
—Chist, no digas nada más. ¿De acuerdo?
Asentí sin decir ni una palabra y me acarició la cara
—Entregarle el control a otra persona es mucho más difícil de lo que parece —susurró, mientras me ataba la cinta alrededor de los ojos—. Hace falta tener mucha fuerza de voluntad para reprimir las reacciones naturales del cuerpo. Por ejemplo, si hago esto —deslizó un par de dedos por uno de mis pechos y me lo pellizcó levemente. Yo retrocedí y se me aceleró el corazón—, tú haces eso. Y si hago esto —me cogió las manos y las colocó a ambos lados de mi cuerpo; luego, se inclinó y me lamió el cuello hasta detenerse en la mandíbula—, tus manos sienten el impulso de levantarse del sofá y sujetarme, o apartarme, ¿no?
Flexioné los dedos encima del cuero y clavé las uñas en el maldito sofá. No iba a darle la satisfacción de rendirme tan fácilmente. Por un lado, cualquiera diría que era eso lo que Santana estaba buscando, pero yo sabía (aunque no tenía ni idea de cómo era eso posible) que era justo lo contrario. Ella quería que me quedara . Lo necesitaba. No aparté las manos y no hablé, me limité a seguir esperando.
—No sonrías —me dijo y supe que no había conseguido ocultar todas mis reacciones—. Todavía no he empezado. ¿De verdad crees que podrás seguir adelante? ¿Crees que podrás obedecerme? Respóndeme. —Su voz sonó más ronca que de costumbre, como si le costase tanto hablar como a mí respirar
—Sí
—Ponte de pie
Me levanté y ella entrelazó los dedos de una mano con los míos para acompañarme sin que me tropezase con nada
—Sujétate aquí
Noté el cuero bajo mis palmas y deduje que era el respaldo del sofá en el que antes había estado sentada. Con las rodillas rocé también la parte trasera del mismo y supuse que estábamos de pie frente a la ventana, justo detrás del mueble. Yo no podía ver nada, pero Santana me veía a mí y toda la ciudad. Había dicho que los cristales eran tintados y yo sabía que era verdad, pero por un instante no pude evitar pensar que, si no lo fueran, cualquiera podría vernos.
De repente noté que ella se pegaba a mi espalda y que, aunque seguía llevando los pantalones, tenía el torso desnudo tenía los senos de Santana en mi espalda rosándola sin piedad y el solo saber eso me excitaba , me mordí el labio inferior para reprimir un gemido. ¿Qué diablos me estaba haciendo que me había reducido a aquel estado?
—Lo único que voy a pedirte hoy es que no te muevas —me susurró, pegado al oído derecho
Se apartó de mí y oí el ruido de una cremallera y de una prenda de ropa cayendo al suelo. Se había quitado los pantalones. Temblé. Estaba allí de pie, desnuda, con los ojos vendados, a merced de una mujer a la que le había dicho que lo obedecería.
—Chist, tranquila. —Me acarició la espalda al presentir mi inquietud. ¿Cómo lo hacía para meterse dentro de mi cabeza?—. Sólo soy yo
Se pegó completamente a mí para que comprobase que en efecto sólo éramos ella y yo.
—Sólo yo —repitió en voz más baja y con cierto temblor
Sus manos, que había colocado encima de las mías en el respaldo, se levantaron y me rodearon la cintura. Noté sus antebrazos desnudos sobre mi piel y me estremecí
—Una —susurró —. A ver cuántas veces eres incapaz de contenerte
Apreté la mandíbula, decidida a demostrarle que quería estar allí. ¿Por qué estaba tan empeñada en cumplir las peticiones de Santana?Dios, subió las manos por mi estómago y dejé de pensar, o mejor dicho, perdí completamente la capacidad de razonar.
—No te muevas —me recordó, mientras subía las manos hasta mis pechos, al mismo tiempo que se apartaba un poco de mi espalda para besarme la nuca
Me estremecí de nuevo
—Dos
Me pellizcó los pechos y yo me mordí el labio inferior para no gemir de placer. Y para no moverme. Cerré los ojos con fuerza, pero fue peor. No dejaba de imaginarme a Santana desnuda, pegada a mi espalda, sus manos, aquellas maravillosas manos, encima de mis pechos. No, no iba a moverme. Respiré hondo y lo conseguí.
—Muy bien, Brittany
Sus palabras fueron como una caricia y sentí una satisfacción inexplicable al saber que la había complacido. Sin embargo,ella no me dio tregua. Dejó una mano en un pecho y la otra la movió muy despacio hasta mi entrepierna. La colocó delante, sin tocarme, pero lo bastante cerca como para que yo pudiese adivinar su presencia. Movió las caderas y pegó su pelvis a mis nalgas allí pude notar que ella todavía traía consigo la tanga puesta pero a un así podía sentir su calor
—Tres
Santana volvió a apartarse y le habría suplicado que volviera si en aquel mismo instante no me hubiera empezado a acariciar con los dedos. Se me aceleró la respiración y noté que me resbalaba una gota de sudor por la espalda, pero no me moví.
—Eres preciosa,Brittany. Tus reacciones, tu cuerpo, tu olor
Movió los dedos con lentitud, recorriendo los labios de mi sexo y separándolos con suma delicadeza. Me besó la columna vertebral y con la otra mano me pellizcó de nuevo el pecho. Ese asalto fue más de lo que pude soportar.
—Cuatro —dijo ella, cuando apoyé la cabeza en su torso
Tenía la voz cada vez más ronca y su cuerpo desprendía tanto calor que pensé que terminaría quemándome. Por el modo en que me estaba tocando, se diría que tenía un único objetivo: hacerme enloquecer de deseo. Y demostrar que no podía seguir sus reglas.
Santana me penetró con un dedo y me mordió en la nuca. Empezó a mover la mano al mismo ritmo que sus caderas y yo volví a morderme el labio inferior. La necesidad de moverme amenazaba con ahogarme, quería gemir, besarla, quería soltarme de aquel maldito sofá y rodearla con los brazos
Quería… quería que Santana me deseara . Y por eso conseguí permanecer inmóvil.
Hasta que ella sacó el dedo de mi interior y se puso de rodillas detrás de mí. En cuanto noté sus manos sujetándome las caderas y su lengua rozándome la parte interior de los muslos, separé un poco más las piernas en busca de la caricia que tanto necesitaba
—Cinco —susurró antes de detenerse
¿Iba a apartarse?
Santana gimió y abrió los labios como si fuese a darme un beso en la boca. Me mordió y me lamió y me llevó al borde del orgasmo sin dejar que lo alcanzara
—No te corras —dijo, apartándose de nuevo—. Todavía no —añadió, acariciándome las nalgas
Noté que se ponía en pie y cuando volvió a estar pegada a mí, se quedó completamente inmóvil.
—Nunca había estado tan cerca de perder el control —susurró entre dientes y noté que sus dedos comenzaban a penetrarme de nuevo
Gemí
—Seis
¿Seguía contando?
Me sujetó de nuevo las caderas y movió las suyas lentamente
—Joder—farfulló—. Eres perfecta… Me estás…
Hundió el rostro en mi cuello y noté que tenía la frente empapada de sudor.Su cuerpo temblaba , o quizá era yo. Santana fue acelerando el ritmo de sus movimientos y yo me olvidé de lo que había sucedido en mi vida hasta esa noche.
—Lo has hecho muy bien —susurró—, cariño
Me excité todavía más. Ni mi cuerpo ni mi mente podían soportarlo más. Notaba los dedos de Santana dentro de mí, encontrando los lugares más secretos de mi interior; una de sus manos estaba encima de mis pechos, acariciándolos y pellizcándolos justo en el momento preciso; su voz… su voz me susurraba al oído cosas que yo no sabía que había deseado oír. Tenía su sudor pegado a mi cuerpo, sus piernas presionando las mías…
—Ahora, Brittany
No hizo falta nada más, ni siquiera tuvo que especificarme qué era lo que tenía que hacer. Me corrí justo cuando ella me lo pidió y cuando noté que su cuerpo se tensaba tras el mío, volví a hacerlo.
¿Qué diablos había accedido a hacer?
Ella dejó de moverse y noté que apoyaba la frente en mi nuca durante un instante; luego, muy lentamente y con mucho cuidado, se apartó de mí y me dio un último beso en la espalda antes de irse del todo
Yo me quedé donde estaba, sujetándome con tanta fuerza en el respaldo del sofá que, sin verlos, sabía que tenía los nudillos blancos. Segundos más tarde, o quizá minutos, Santana volvió con una toalla y me la pasó por las piernas y por la espalda para secarme el sudor que ella me había dejado pegado.
Le habría dicho que no se molestara , que no me importaba, pero tenía miedo de hablar. Y la verdad era que tampoco sabía qué decir.
Santana me cogió en brazos y me depositó con cuidado en la cama, de costado; ella se tumbó a mi lado y me acarició la espalda. Pensé que me abrazaría, que nos acurrucaríamos juntas y nos besaríamos y que por la mañana nos iríamos juntas al trabajo y bromearíamos sobre la falta de sueño.
Volvió a levantarse y cuando regresó a la cama me tapó con la bata de seda negra que yo había visto antes en el vestidor. No sentí que el peso de la cama variara , así que deduje que ella también se había puesto la suya y que iba a irse.
No la veía. Santana no me había quitado la venda y yo tampoco lo había hecho. Una parte de mí quería obligarla a que lo hiciera ; si me la había puesto, tenía que quitármela. Así quizá se daría cuenta de lo absurda que era aquella barrera entre las dos.
Ella estaba allí, mirándome. Lo sabía con la misma certeza con que sabía que se me estaba partiendo el corazón. No me moví. Había aceptado sus condiciones y ahora tenía que afrontar las consecuencias. Y no iba a permitir que ella utilizase mi reacción como excusa para ponerle punto final a nuestra relación, o a lo que fuese que existiera entre nosotras.
No sé si pasó un minuto o una hora, pero al final oí crujir la madera de los escalones y la puerta del que supuse que era su dormitorio, aquel dormitorio en el que yo, según ella , no iba a dormir jamás.
Eso ya lo veríamos.
Me incorporé en la cama y me quité la venda de los ojos, preguntándome quién la llevaba en realidad, si yo o Santana y me enjugué las dos lágrimas que no logré contener.
Me vestí y abandoné el apartamento sin sorprenderme lo más mínimo de encontrar al chófer de Santana en la puerta del edificio, esperándome.
—Buenas noches, señorita Pierce —me saludó sin inmutarse por la hora o por mi rostro, que sin duda estaba, como mínimo, desencajado.
—Buenas noches
Llegamos al piso de Rachel y el chófer esperó a que hubiera entrado antes de irse. Y fue en mi dormitorio cuando me di cuenta de que no había encontrado mis braguitas por ninguna parte. ¿Santana se las había quedado? ¿Esa mujer que se negaba a dormir conmigo o a darme un beso de buenas noches se había quedado con mi ropa interior?
Sonreí. Probablemente estaba volviéndome loca.
Si Santana creía que con esa noche me había asustado y que no volvería a su apartamento, estaba equivocada. Volvería y dentro de seis noches, cinco, si contábamos lo que había sucedido en su casa de campo, le haría mi primera pregunta.
.............................................
Y que tal?
Gracias :)
Kris_LittleCrazy***** - Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 02/03/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Omg!!!!!!!!!!!
Este.cap fue grandiosamente impactante mira k me kede a cien esto.va ser el incio y el pork d muchas cosas jaja nos seguimos leyendo
Este.cap fue grandiosamente impactante mira k me kede a cien esto.va ser el incio y el pork d muchas cosas jaja nos seguimos leyendo
f_snix** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 05/08/2013
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
mmmm sabra Britt que va a sufrir mucho!!
Saludos no tardes en actualizar por favor
Saludos no tardes en actualizar por favor
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
realmente sorprendente, me parece que la que va a salir enredada en su propio juego va a ser santana!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Quiero la primera pregunta!!!!
Pero creo que necesitaré una cubeta de hielo para poder leer los próximos encuentros xD
Pero creo que necesitaré una cubeta de hielo para poder leer los próximos encuentros xD
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Espero y les guste
CAPITULO 17
Todo sería normal en un martes por la mañana si no fuera por el pequeño e insignificante hecho de que Santana López había desaparecido por completo del mapa,la muy cretina después de esa noche en su departamento simplemente había desaparecido ,la muy cobarde se había dado a la fuga,pero eso si había mandado a su secretaria a avisar que ella estaría afuera por unos asuntos familiares
Imbécil.
Cobarde
Y a pesar de todo la echaba de menos. No podía dejar de pensar que quizá fuera verdad, quizá le había surgido algo y necesitaba mi ayuda. ¿Mi ayuda? Estaba claro que Santana no necesitaba nada de mí ni de nadie, a juzgar por la facilidad que tenía para desconectar de una persona.
Al mediodía volví a ir al vegetariano con Lucia y disfruté pensando en lo mucho que le molestaría a Santana si supiera que sólo me había tomado una sopa y un té.
Después de comer, Rachel se fue a una reunión a la que yo, por mi inferior categoría profesional, no tenía que asistir y aproveché para repasar todo lo que había hecho durante la mañana, porque no me fiaba de no haber metido la pata.
—¿Es usted la señorita Pierce,Brittany Pierce? —me preguntó un chico que llevaba uniforme de mensajero
—Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarte?
—Si es tan amable de firmar aquí… —Me pasó un comprobante de entrega.
—Me temo que hay un error,—dije amablemente-
El chico comprobó los datos y me miró intrigado.
—¿Usted es Brittany Pierce y esto es el bufeteLopez & Berry ?
—Sí, así es.
—Entonces no hay ningún error. La señorita López nos encargó personalmente que le trajéramos este paquete. Si es tan amable de firmar, por favor…
Firmé porque no quería causarle ningún problema a aquel muchacho y porque mis compañeros ya empezaban a mirarme.
—Gracias. —Vio que buscaba el bolso y me dijo en voz más baja—. No hace falta, la señorita López también dejó una generosa propina. Que tenga un buen día.
—Lo mismo digo —creo que conseguí decirle, antes de que desapareciera por el pasillo.
Me quedé mirando la enorme caja de negra decorada con un precioso lazo. Me daba pena deshacerlo, pero si quería saber qué había dentro, no tenía más remedio.
Deshice el lazo con cuidado y lo dejé encima de la mesa, junto a la pantalla del ordenador. Luego levanté el papel y fui descubriendo la caja.
El logo de Tiffanys apareció ante mí. Quité la tapa y me encontré con una hermosa Pulsera . Era de plata y sencillamente preciosa
Señorita Pierce :
Ponte la pulsera y piensa en mí. Volveré el miércoles . Yo no podré dejar de pensar en ti (y aquí no hay piscina).
Tuya,
S.
¿Por qué no podía ser como la gente normal y mandarme un SMS o un correo electrónico, o llamarme por teléfono? No, Santana había tenido que comprarme la pulsera que sin duda habría elegido yo si hubiera podido permitírmelo y me había dejado una nota que evidentemente había tenido que escribir de madrugada. Y no sólo eso, seguro que había despertado al pobre encargado de los almacenes para asegurarse de que todo salía según ella tenía planeado.
Nadie le decía que no a la señorita Santana López al parecer yo tampoco, porque, aunque seguía enfadada con ella por no haberse despedido en persona, o por no haberme besado, me puse el abrigo y sonreí.
El Miércoles llegó y terminó sin rastro de Santana y esa noche, después de decirme que no importaba y que ya tendría que haberlo visto venir, me quedé dormida llorando y preguntándome por qué me dolía tanto que no me hubiera llamado para decirme que no volvía según lo planeado.
Rachel tuvo el detalle de no decirme «Ya te lo dije» y se limitó a hacerme compañía mientras yo insultaba a Santana y juraba a los cuatro vientos que cuando lo viera le diría exactamente lo que pensaba del cuento chino que me había contado sobre que quería cuidarme y que necesitaba darme placer. Ella y su placer podían irse a paseo y eso sería lo primero que le soltaría en cuanto lo viera
El jueves me desperté un poco más tarde por culpa de la resaca de las lágrimas, pero completamente decidida a seguir adelante y a olvidarme de Santana y de lo que había sentido en sus brazos. New York era una ciudad repleta de hombres y mujeres muy atractivos, algunos incluso más que ella , seguro que alguno se fijaría en mí.
Ni yo me creía lo que decía pero al menos lo intenatria…
Salí del piso sin la pulsera que me había regalado. Hacía frío y como Sam todavía no me había llevado el mío de y yo no había ido a comprarme otro, le pedí a Rachel que me prestara uno.
Llegué a Lopez & Berry y ,Supongo que habría podido preguntar si sabían algo de Santana, pero me negué a hacerlo. Si hubiera querido que yo estuviera al corriente de su paradero, me lo habría dicho personalmente.
Llevaba un par de horas trabajando cuando me sonó el móvil. Al principio, el timbre me sorprendió y tardé varios segundos en reaccionar, pero cuando lo hice y vi el nombre que aparecía reflejado en la pantalla contesté de inmediato.
—Buenos días, Brittany.
—Buenos días, Randy.
Ese hombre seguía teniendo una voz increíblemente sexy, no tanto como Santana pero…
Para Brittany..para
—Lamento no haberte llamado antes, pero he tenido una semana muy complicada —se disculpó él con amabilidad.
—No te preocupes, yo también he estado muy liada.
Por decirlo de algún modo.
—Sé que es precipitado y que lo más probable es que estés ocupada, pero este mediodía tengo que ir al centro y he pensado que podríamos quedar para comer. Si te apetece, por supuesto.
Me quedé petrificada con el teléfono en la mano. Qué petición tan normal, tan directa, sin ninguna condición y sin ninguna frase que me encogiera el estómago.
—Te dejan salir a comer, ¿no? Tengo entendido que Rachel y Santana no son tan esclavistas como el resto.
Sonreí. Sí, definitivamente, Randy Jones era mucho menos complicado que Santana
—Sí, sí, nos dejan salir a comer. Pero tenemos el tiempo limitado.
—Oh, un toque de queda. Suena interesante. ¿Qué? ¿Te apetece comer conmigo?
—Claro.
—Perfecto, pasaré a recogerte a las doce. Si no me falla la memoria, hay un restaurante italiano cerca de Lopez & Berry que está muy bien. Llamaré y reservaré y así no tendremos que perder tiempo esperando. ¿Te parece bien?
—Me parece perfecto.
—Pues hasta luego, señorita Pirata. Y hoy no traigas la espada, ¿de acuerdo? Yo también iré desarmado.
—De acuerdo.
Colgué y no pude dejar de sonreír.
Dieron las doce y cuando le dije a Lucia que no comería con ella porque Randy me había invitado, casi me metió en el ascensor para que no llegara tarde. Y me obligó a prometerle que cuando volviera se lo contaría todo sin omitir ningún detalle.
Randy estaba abajo esperándome, de pie junto a una farola. Iba con vaqueros y una cazadora de cuero marrón estilo motorista que lo hacía parecer todavía más rubio que la noche del baile. Igual que Santana, exudaba clase por los poros, y seguro que las gafas de sol que llevaba valían más que mi bolso y mis zapatos.
Eliminé la imagen de Santana de mi cabeza, donde se empecinaba en aparecer cada dos segundos.
—Hola —me saludó en cuanto me vio.
—Hola.
—Estás preciosa,
—Tú también. Tu look de rebelde sin causa es de lo más auténtico, seguro que todas las adolescentes que nos encontremos caerán rendidas a tus pies.
Él soltó una carcajada.
—Ya sabía yo que me habías gustado por algo. Vamos, el restaurante está aquí cerca.
Me ofreció el brazo y yo se lo cogí a la espera de sentir algo similar a lo que sentía cada vez que Santana se me acercaba. Fue en vano. Qué digo, fue peor, porque lo que sentí fue que entre R
andy y yo jamás existiría ni el más mínimo atisbo de deseo, al menos por mi parte, aunque sin duda llegaríamos a hacernos muy amigos.
Llegamos al restaurante, un precioso local de comida italiana, y el maître nos sentó al instante. Randy había reservado, pero aunque no lo hubiera hecho, no habríamos tenido que esperar. Randy rezumaba poder y la gente se daba codazos para satisfacerlo.
Yo pedí lasaña y una ensalada, y Randy otra pasta y un osobuco. Él se encargó de elegir un vino delicioso, pero yo sólo lo probé y opté por beber agua. No quería arriesgarme a volver al bufete con la mente nublada. Acabábamos de comer el primer plato cuando me sonó el móvil, lo miré y al ver el número del despacho, lo cogí sin pensar.
—¿Qué estás haciendo con Randy Jones ?
¿Santana? ¿Había vuelto? ¿Cuándo? ¿Y me estaba llamando hecha una furia?
—Contéstame. —Su voz resonó en el aparato.
—¿Cuándo has vuelto?
—Ahora —dijo entre dientes—. ¿Qué estás haciendo con Randy Jones?
—No es de tu incumbencia
—Brittany, tú sabes tan bien como yo que esa frase es mentira. Así que contéstame, ¿qué estás haciendo con Randy?
—Si no me necesita, señorita López , ahora mismo estoy comiendo con un amigo. Volveré al bufete en cuanto termine mi hora del almuerzo.
Le colgué y cogí la copa de vino para beberme el que me quedaba.
—¿Era Santana? —me preguntó Randy, enarcando una ceja.
—Sí —me limité a contestar.
No tenía sentido que se lo negara , pues me había oído llamarla señorita Lopez.
—No tendrías que provocarla
Lo miré a los ojos e intenté fingir que no sabía a qué se refería, aunque me pareció que no conseguí engañarlo. Por fortuna, en aquel preciso instante llegó el camarero con el segundo plato y cuando volvimos a hablar, Randy tuvo el detalle de elegir otro tema.
Terminamos la comida y él me acompañó de regreso al despacho. Yo no le había dicho nada acerca de Santana y Randy no había vuelto a preguntarme por ella o por la llamada de teléfono, pero su actitud había cambiado desde entonces.
—No es asunto mío —me sorprendió diciéndome justo antes de llegar a la puerta del edificio del bufete —, pero Santana López es una persona muy complicada . Quizá deberías tener cuidado.
—¿Por qué lo dices?
—Pareces una buena chica y me gustas —me contestó sincero— y aunque sólo lleguemos a ser amigos —añadió, mirándome los ojos—, no quiero que te hagan daño.
—Sé cuidarme.
—De eso estoy seguro —afirmó con una sonrisa—, pero si algún día quieres hablar, llámame. ¿De acuerdo? Santana y yo éramos amigos.
—¿Ya no lo son?
—Creo que ella ya no me considera como tal, pero yo nunca he dejado de hacerlo
—Tengo que entrar —le dije, tras esa frase tan complicada—. Gracias por invitarme a almorzar.
—Gracias a ti por aceptar. —Se acercó y me dio un beso en la mejilla—. Te llamaré dentro de unos días, podríamos ir al cine o al teatro; como amigos. ¿No te parece que los amigos son más difíciles de encontrar que los ligues? Mientras tengas a Santana metida aquí —me tocó la frente con un dedo—, no te fijarás ni en mí ni en nadie. Créeme, lo digo por experiencia. Y me gusta estar contigo: eres divertida y no te dejas impresionar fácilmente. Así ¿qué?, ¿amigos?
—Amigos —acepté.
—Cuídate, Britt
—Me sonrió y volvió a ponerse las gafas de sol, que hasta entonces había guardado—. Y llámame si me necesitas.
—Y tú a mí, Randy
Lo vi subirse en una moto y esperé a que se fuera. Luego entré en el edificio y saludé a Gabbe antes de entrar en el ascensor.
Y durante todo el trayecto pensé que era una lástima que no me sintiese atraída por Randy.
Llegué a Lopez & Berry y, en cuanto salí del ascensor, Suzzie, una de las dos recepcionistas, me detuvo.
—La señoriota Lopez quiere verte en su despacho ahora mismo.
—Gracias, Suzzie —le dije, como si la frase no me hubiese hecho un nudo en el estómago.
El despacho de Santana estaba al final del pasillo. Tenía una de las mejores vistas del edificio y las paredes de cristal, aunque a medida que fui acercándome comprobé que había echado las cortinas para que nadie pudiese ver el interior. Rachel no lo hacía nunca, creía firmemente que todos los empleados debían poder verla a todas horas, pero Santana sí lo hacía en ocasiones. Y por lo que había oído decir, eso nunca auguraba nada bueno.
Llamé a la puerta y esperé.
—Adelante.
—¿Quería verme,señorita López?
Se abalanzó sobre mí y me pegó a la puerta. Si no hubiera tenido tantas ganas de besarla como tenía, quizá habría gritado y la habría insultado, pero estaba tan furiosa con ella y le había echado tanto de menos que dejé que me besara con toda la rabia que evidentemente sentía.
Levanté las manos para tocarle la cara, pero Santana sólo me lo permitió un segundo y, cogiéndomelas por las muñecas, me las apartó. Me las sujetó sólo con una mano mientras con la otra me acariciaba el pelo y tiraba del recogido que llevaba.
—No me vengas con señorita López —me dijo, al interrumpir el beso—. Has ido a comer con Randy llevando esto en la muñeca. —Apretó la cinta de cuero que yo seguía llevando—. Has ido a comer con Randy a pesar de que sabías que a mí no me gustaría.
Estaba furiosa. Santana me estaba mirando a los ojos como si de verdad le hubiera dolido que hubiera ido a comer con Randy, pero ella ni siquiera se había disculpado por no haberme llamado en tres días.
—¿Y cómo se supone que iba a saberlo yo? ¿Por todas las veces que me has llamado preguntando por mí, diciéndome lo mucho que me echabas de menos? —le espeté.
—Te he echado de menos. Igual que tú a mí-aseguro con media sonrisa-
Aunque no sé cómo fui capaz, pero conseguí enarcar una ceja.
—Cierra los ojos —me dijo, sin ocultar lo excitada que estaba.
Podía notar su respiración entrecortada, su calor y la humedad la parte delantera de la falda. El fuego que desprendía su mirada.
Quería hacerlo y al mismo tiempo quería resistirme y hacerle pagar por las lágrimas que había derramado por ella .
—¿Dónde has estado? —opté por preguntarle, con los ojos bien abiertos.
Santana respiró hondo y tardó varios segundos en contestar. De hecho, pensé que no iba a hacerlo y que iba a soltarme.
—¿Es ésa la pregunta que quieres hacerme? ¿Una pregunta a cambio de entregarte a mí la otra noche?
—Tú sabes que esto no tiene nada que ver con aquello. Nada. Y si no, suéltame y deja que me vaya —la reté, temerosa de que fuera a hacerme caso. Sabía que tenía que andarme con cuidado con Santana, ni ella ni yo estábamos preparadas para lo que sentíamos estando juntas—. Quiero saber dónde has estado porque lo que sucedió el otro día no me habría sucedido con ninguna otra persona. Y quiero que tú me lo cuentes porque quieres contármelo.
—No quiero contártelo. Dios, Brittany, hay una parte de mí que no quiero contarte jamás. —Me miró a los ojos y respiró hondo. La sentí temblar y a las dos nos costó contener las ganas de volver a besarnos—. He estado en Forks , ocupándome de unos asuntos de mi tío. No te he llamado porque no quería mezclarte con eso. No podía. No puedo.
—Chist —la tranquilicé igual que él había hecho conmigo el lunes por la noche—. No pasa nada. He ido a comer con Randy porque somos amigos. Nada más. Él estaba en el centro y me ha invitado y yo he aceptado.
—No volverás a salir con él —aseveró Santana.
—Sí volveré a salir con él, pero te lo diré antes y te pediré que me acompañes. Me ha dicho que erais amigos.
—No quiero seguir hablando de Randy—me espetó Santana tras tragar saliva—. Cierra los ojos. No digas nada.
Los cerré.
—Llevo tres noches sin dormir soñando con tu olor, con tu sabor… —dijo, como si estuviera enfadada.
Me subió la falda sin preocuparse lo más mínimo por si la arrugaba y apoyó una mejilla en uno de mis muslos. Yo temblaba, pero no tanto como ella . Y como Santana no me había dicho que no me moviera y que no lo tocara, levanté una mano y le pasé los dedos por el pelo. El gesto la hizo estremecer y lo que sucedió a continuación jamás lo habría imaginado.
Se puso en pie de repente y mientras con una mano me bajaba las medias y las braguitas, con la otra se desabrochaba su falda . No dejó de besarme ni un
instante, unos besos cargados de deseo y de pasión y con los que sentí en lo más profundo de mi ser que pretendía dominarme. Me entregué a ella sin ninguna restricción. Desnudas de cintura para abajo, Santana me besó contra la pared como si estuviéramos solas en el mundo, me hizo el amor con los labios y no se apartó hasta que las dos nos quedamos sin respiración. Me besó el mentón y la mandíbula, y luego me recorrió el cuello con la lengua.
—Rodéame el cuello con los brazos.
Lo hice y Santana me levantó del suelo y me penetró en un único movimiento.
Gemí al sentir los dedos de Santana en lo mas profundo de mi ser
pero no dije nada. No habría podido aunque ella me hubiera dado permiso para hablar. Jamás había sabido que algo estaba tan destinado a existir como nosotras.
—No abras los ojos. No te muevas. No me toques.
Me apoyó contra la puerta, la única superficie que era de madera maciza y no de cristal, y se quedó completamente inmóvil. Le habría recorrido la espalda con mis manos. Le habría susurrado palabras de amor al oído. Le habría besado la mejilla. Pero no hice nada de eso porque era lo que ella me había pedido.
Empezó a moverse despacio. Me mordió en la clavícula por encima de la ropa y supe que lo hacía para contener un gemido.
—Eres mía. Mía.
Podía sentir cómo seguía excitándose y tuve que morderme la lengua para no gritar del placer que sentía. Poco a poco, Santana fue moviendo sus caderas presionándome completamente y sintiendo los roces de su intimidad con más y más fuerza y las manos que tenía apoyadas en la pared fueron deslizándose hacia abajo hasta que me acarició la cara. Yo no abrí los ojos, pero sé que en aquel preciso instante me miró, porque la sentí correrse
Me besó en los labios y no me soltó hasta que ambas terminamos con un orgasmo tan demoledor que sacudió los cimientos de mi mundo, porque en aquel instante supe que jamás me recuperaría de Santana López . Y a ella también debió de sucederle algo similar, porque me dejó en el suelo y me bajó la falda como si yo estuviera hecha de cristal y tuviera miedo de romperme.
La misma mujer que minutos atrás me había levantado en brazos y me había poseído como si su vida dependiera de ello, se arrodilló delante de mí y me limpió el interior de los muslos con un pañuelo.
Yo seguía quieta. En silencio.
—Abre los ojos —me pidió con voz ronca—. Siento no haberte llamado.
Sonreí.
Al menos era un principio.
—Está bien —concedí, consciente de que para ella eso equivalía a un paso de gigante—. ¿Nos vemos más tarde? —me atreví a sugerir y Santana no tuvo tiempo de ocultar lo sorprendido y feliz que lo hizo mi pregunta.
—Claro. —Carraspeó—. Ven a mi apartamento a las nueve.
—Allí estaré.
—Trae la cinta de seda negra.
Mentiría si negara que no me dolió el comentario. Había creído que después de hacer el amor de aquel modo, a plena luz del día y con el resto de los abogados a menos de medio metro de distancia, las cosas habían cambiado algo entre nosotras. Pero me dije que tenía que darle tiempo y que el único modo de conseguir que Santana confiara en mí era siguiendo, por el momento, sus normas.
—Claro —imité su respuesta.
Ella me sonrió. Por una sonrisa como aquélla podía seguir con los ojos vendados todo el tiempo que hiciera falta, o eso me dije mientras volvía a mi mesa.
Y me negué a pensar que Santana, aunque se había disculpado por no llamarme, no me había dejado mirarla ni tocarla mientras hacíamos el amor
...........................................................................
Les aviso que ya faltan como unos 10 capos para que termine
Pero mientras echen un vistazo a mi nuevo fic
https://youtu.be/9kGpS2RIxhg
Bueno ese es el video pero aqui va la direccion del fic:
http://www.gleeklatino.com/t19444-fic-brittana-infidels-video-presentacion
Me seria de mucha felicidad que lo checaran
Gracias por su apoyo :)
CAPITULO 17
Todo sería normal en un martes por la mañana si no fuera por el pequeño e insignificante hecho de que Santana López había desaparecido por completo del mapa,la muy cretina después de esa noche en su departamento simplemente había desaparecido ,la muy cobarde se había dado a la fuga,pero eso si había mandado a su secretaria a avisar que ella estaría afuera por unos asuntos familiares
Imbécil.
Cobarde
Y a pesar de todo la echaba de menos. No podía dejar de pensar que quizá fuera verdad, quizá le había surgido algo y necesitaba mi ayuda. ¿Mi ayuda? Estaba claro que Santana no necesitaba nada de mí ni de nadie, a juzgar por la facilidad que tenía para desconectar de una persona.
Al mediodía volví a ir al vegetariano con Lucia y disfruté pensando en lo mucho que le molestaría a Santana si supiera que sólo me había tomado una sopa y un té.
Después de comer, Rachel se fue a una reunión a la que yo, por mi inferior categoría profesional, no tenía que asistir y aproveché para repasar todo lo que había hecho durante la mañana, porque no me fiaba de no haber metido la pata.
—¿Es usted la señorita Pierce,Brittany Pierce? —me preguntó un chico que llevaba uniforme de mensajero
—Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarte?
—Si es tan amable de firmar aquí… —Me pasó un comprobante de entrega.
—Me temo que hay un error,—dije amablemente-
El chico comprobó los datos y me miró intrigado.
—¿Usted es Brittany Pierce y esto es el bufeteLopez & Berry ?
—Sí, así es.
—Entonces no hay ningún error. La señorita López nos encargó personalmente que le trajéramos este paquete. Si es tan amable de firmar, por favor…
Firmé porque no quería causarle ningún problema a aquel muchacho y porque mis compañeros ya empezaban a mirarme.
—Gracias. —Vio que buscaba el bolso y me dijo en voz más baja—. No hace falta, la señorita López también dejó una generosa propina. Que tenga un buen día.
—Lo mismo digo —creo que conseguí decirle, antes de que desapareciera por el pasillo.
Me quedé mirando la enorme caja de negra decorada con un precioso lazo. Me daba pena deshacerlo, pero si quería saber qué había dentro, no tenía más remedio.
Deshice el lazo con cuidado y lo dejé encima de la mesa, junto a la pantalla del ordenador. Luego levanté el papel y fui descubriendo la caja.
El logo de Tiffanys apareció ante mí. Quité la tapa y me encontré con una hermosa Pulsera . Era de plata y sencillamente preciosa
Señorita Pierce :
Ponte la pulsera y piensa en mí. Volveré el miércoles . Yo no podré dejar de pensar en ti (y aquí no hay piscina).
Tuya,
S.
¿Por qué no podía ser como la gente normal y mandarme un SMS o un correo electrónico, o llamarme por teléfono? No, Santana había tenido que comprarme la pulsera que sin duda habría elegido yo si hubiera podido permitírmelo y me había dejado una nota que evidentemente había tenido que escribir de madrugada. Y no sólo eso, seguro que había despertado al pobre encargado de los almacenes para asegurarse de que todo salía según ella tenía planeado.
Nadie le decía que no a la señorita Santana López al parecer yo tampoco, porque, aunque seguía enfadada con ella por no haberse despedido en persona, o por no haberme besado, me puse el abrigo y sonreí.
El Miércoles llegó y terminó sin rastro de Santana y esa noche, después de decirme que no importaba y que ya tendría que haberlo visto venir, me quedé dormida llorando y preguntándome por qué me dolía tanto que no me hubiera llamado para decirme que no volvía según lo planeado.
Rachel tuvo el detalle de no decirme «Ya te lo dije» y se limitó a hacerme compañía mientras yo insultaba a Santana y juraba a los cuatro vientos que cuando lo viera le diría exactamente lo que pensaba del cuento chino que me había contado sobre que quería cuidarme y que necesitaba darme placer. Ella y su placer podían irse a paseo y eso sería lo primero que le soltaría en cuanto lo viera
El jueves me desperté un poco más tarde por culpa de la resaca de las lágrimas, pero completamente decidida a seguir adelante y a olvidarme de Santana y de lo que había sentido en sus brazos. New York era una ciudad repleta de hombres y mujeres muy atractivos, algunos incluso más que ella , seguro que alguno se fijaría en mí.
Ni yo me creía lo que decía pero al menos lo intenatria…
Salí del piso sin la pulsera que me había regalado. Hacía frío y como Sam todavía no me había llevado el mío de y yo no había ido a comprarme otro, le pedí a Rachel que me prestara uno.
Llegué a Lopez & Berry y ,Supongo que habría podido preguntar si sabían algo de Santana, pero me negué a hacerlo. Si hubiera querido que yo estuviera al corriente de su paradero, me lo habría dicho personalmente.
Llevaba un par de horas trabajando cuando me sonó el móvil. Al principio, el timbre me sorprendió y tardé varios segundos en reaccionar, pero cuando lo hice y vi el nombre que aparecía reflejado en la pantalla contesté de inmediato.
—Buenos días, Brittany.
—Buenos días, Randy.
Ese hombre seguía teniendo una voz increíblemente sexy, no tanto como Santana pero…
Para Brittany..para
—Lamento no haberte llamado antes, pero he tenido una semana muy complicada —se disculpó él con amabilidad.
—No te preocupes, yo también he estado muy liada.
Por decirlo de algún modo.
—Sé que es precipitado y que lo más probable es que estés ocupada, pero este mediodía tengo que ir al centro y he pensado que podríamos quedar para comer. Si te apetece, por supuesto.
Me quedé petrificada con el teléfono en la mano. Qué petición tan normal, tan directa, sin ninguna condición y sin ninguna frase que me encogiera el estómago.
—Te dejan salir a comer, ¿no? Tengo entendido que Rachel y Santana no son tan esclavistas como el resto.
Sonreí. Sí, definitivamente, Randy Jones era mucho menos complicado que Santana
—Sí, sí, nos dejan salir a comer. Pero tenemos el tiempo limitado.
—Oh, un toque de queda. Suena interesante. ¿Qué? ¿Te apetece comer conmigo?
—Claro.
—Perfecto, pasaré a recogerte a las doce. Si no me falla la memoria, hay un restaurante italiano cerca de Lopez & Berry que está muy bien. Llamaré y reservaré y así no tendremos que perder tiempo esperando. ¿Te parece bien?
—Me parece perfecto.
—Pues hasta luego, señorita Pirata. Y hoy no traigas la espada, ¿de acuerdo? Yo también iré desarmado.
—De acuerdo.
Colgué y no pude dejar de sonreír.
Dieron las doce y cuando le dije a Lucia que no comería con ella porque Randy me había invitado, casi me metió en el ascensor para que no llegara tarde. Y me obligó a prometerle que cuando volviera se lo contaría todo sin omitir ningún detalle.
Randy estaba abajo esperándome, de pie junto a una farola. Iba con vaqueros y una cazadora de cuero marrón estilo motorista que lo hacía parecer todavía más rubio que la noche del baile. Igual que Santana, exudaba clase por los poros, y seguro que las gafas de sol que llevaba valían más que mi bolso y mis zapatos.
Eliminé la imagen de Santana de mi cabeza, donde se empecinaba en aparecer cada dos segundos.
—Hola —me saludó en cuanto me vio.
—Hola.
—Estás preciosa,
—Tú también. Tu look de rebelde sin causa es de lo más auténtico, seguro que todas las adolescentes que nos encontremos caerán rendidas a tus pies.
Él soltó una carcajada.
—Ya sabía yo que me habías gustado por algo. Vamos, el restaurante está aquí cerca.
Me ofreció el brazo y yo se lo cogí a la espera de sentir algo similar a lo que sentía cada vez que Santana se me acercaba. Fue en vano. Qué digo, fue peor, porque lo que sentí fue que entre R
andy y yo jamás existiría ni el más mínimo atisbo de deseo, al menos por mi parte, aunque sin duda llegaríamos a hacernos muy amigos.
Llegamos al restaurante, un precioso local de comida italiana, y el maître nos sentó al instante. Randy había reservado, pero aunque no lo hubiera hecho, no habríamos tenido que esperar. Randy rezumaba poder y la gente se daba codazos para satisfacerlo.
Yo pedí lasaña y una ensalada, y Randy otra pasta y un osobuco. Él se encargó de elegir un vino delicioso, pero yo sólo lo probé y opté por beber agua. No quería arriesgarme a volver al bufete con la mente nublada. Acabábamos de comer el primer plato cuando me sonó el móvil, lo miré y al ver el número del despacho, lo cogí sin pensar.
—¿Qué estás haciendo con Randy Jones ?
¿Santana? ¿Había vuelto? ¿Cuándo? ¿Y me estaba llamando hecha una furia?
—Contéstame. —Su voz resonó en el aparato.
—¿Cuándo has vuelto?
—Ahora —dijo entre dientes—. ¿Qué estás haciendo con Randy Jones?
—No es de tu incumbencia
—Brittany, tú sabes tan bien como yo que esa frase es mentira. Así que contéstame, ¿qué estás haciendo con Randy?
—Si no me necesita, señorita López , ahora mismo estoy comiendo con un amigo. Volveré al bufete en cuanto termine mi hora del almuerzo.
Le colgué y cogí la copa de vino para beberme el que me quedaba.
—¿Era Santana? —me preguntó Randy, enarcando una ceja.
—Sí —me limité a contestar.
No tenía sentido que se lo negara , pues me había oído llamarla señorita Lopez.
—No tendrías que provocarla
Lo miré a los ojos e intenté fingir que no sabía a qué se refería, aunque me pareció que no conseguí engañarlo. Por fortuna, en aquel preciso instante llegó el camarero con el segundo plato y cuando volvimos a hablar, Randy tuvo el detalle de elegir otro tema.
Terminamos la comida y él me acompañó de regreso al despacho. Yo no le había dicho nada acerca de Santana y Randy no había vuelto a preguntarme por ella o por la llamada de teléfono, pero su actitud había cambiado desde entonces.
—No es asunto mío —me sorprendió diciéndome justo antes de llegar a la puerta del edificio del bufete —, pero Santana López es una persona muy complicada . Quizá deberías tener cuidado.
—¿Por qué lo dices?
—Pareces una buena chica y me gustas —me contestó sincero— y aunque sólo lleguemos a ser amigos —añadió, mirándome los ojos—, no quiero que te hagan daño.
—Sé cuidarme.
—De eso estoy seguro —afirmó con una sonrisa—, pero si algún día quieres hablar, llámame. ¿De acuerdo? Santana y yo éramos amigos.
—¿Ya no lo son?
—Creo que ella ya no me considera como tal, pero yo nunca he dejado de hacerlo
—Tengo que entrar —le dije, tras esa frase tan complicada—. Gracias por invitarme a almorzar.
—Gracias a ti por aceptar. —Se acercó y me dio un beso en la mejilla—. Te llamaré dentro de unos días, podríamos ir al cine o al teatro; como amigos. ¿No te parece que los amigos son más difíciles de encontrar que los ligues? Mientras tengas a Santana metida aquí —me tocó la frente con un dedo—, no te fijarás ni en mí ni en nadie. Créeme, lo digo por experiencia. Y me gusta estar contigo: eres divertida y no te dejas impresionar fácilmente. Así ¿qué?, ¿amigos?
—Amigos —acepté.
—Cuídate, Britt
—Me sonrió y volvió a ponerse las gafas de sol, que hasta entonces había guardado—. Y llámame si me necesitas.
—Y tú a mí, Randy
Lo vi subirse en una moto y esperé a que se fuera. Luego entré en el edificio y saludé a Gabbe antes de entrar en el ascensor.
Y durante todo el trayecto pensé que era una lástima que no me sintiese atraída por Randy.
Llegué a Lopez & Berry y, en cuanto salí del ascensor, Suzzie, una de las dos recepcionistas, me detuvo.
—La señoriota Lopez quiere verte en su despacho ahora mismo.
—Gracias, Suzzie —le dije, como si la frase no me hubiese hecho un nudo en el estómago.
El despacho de Santana estaba al final del pasillo. Tenía una de las mejores vistas del edificio y las paredes de cristal, aunque a medida que fui acercándome comprobé que había echado las cortinas para que nadie pudiese ver el interior. Rachel no lo hacía nunca, creía firmemente que todos los empleados debían poder verla a todas horas, pero Santana sí lo hacía en ocasiones. Y por lo que había oído decir, eso nunca auguraba nada bueno.
Llamé a la puerta y esperé.
—Adelante.
—¿Quería verme,señorita López?
Se abalanzó sobre mí y me pegó a la puerta. Si no hubiera tenido tantas ganas de besarla como tenía, quizá habría gritado y la habría insultado, pero estaba tan furiosa con ella y le había echado tanto de menos que dejé que me besara con toda la rabia que evidentemente sentía.
Levanté las manos para tocarle la cara, pero Santana sólo me lo permitió un segundo y, cogiéndomelas por las muñecas, me las apartó. Me las sujetó sólo con una mano mientras con la otra me acariciaba el pelo y tiraba del recogido que llevaba.
—No me vengas con señorita López —me dijo, al interrumpir el beso—. Has ido a comer con Randy llevando esto en la muñeca. —Apretó la cinta de cuero que yo seguía llevando—. Has ido a comer con Randy a pesar de que sabías que a mí no me gustaría.
Estaba furiosa. Santana me estaba mirando a los ojos como si de verdad le hubiera dolido que hubiera ido a comer con Randy, pero ella ni siquiera se había disculpado por no haberme llamado en tres días.
—¿Y cómo se supone que iba a saberlo yo? ¿Por todas las veces que me has llamado preguntando por mí, diciéndome lo mucho que me echabas de menos? —le espeté.
—Te he echado de menos. Igual que tú a mí-aseguro con media sonrisa-
Aunque no sé cómo fui capaz, pero conseguí enarcar una ceja.
—Cierra los ojos —me dijo, sin ocultar lo excitada que estaba.
Podía notar su respiración entrecortada, su calor y la humedad la parte delantera de la falda. El fuego que desprendía su mirada.
Quería hacerlo y al mismo tiempo quería resistirme y hacerle pagar por las lágrimas que había derramado por ella .
—¿Dónde has estado? —opté por preguntarle, con los ojos bien abiertos.
Santana respiró hondo y tardó varios segundos en contestar. De hecho, pensé que no iba a hacerlo y que iba a soltarme.
—¿Es ésa la pregunta que quieres hacerme? ¿Una pregunta a cambio de entregarte a mí la otra noche?
—Tú sabes que esto no tiene nada que ver con aquello. Nada. Y si no, suéltame y deja que me vaya —la reté, temerosa de que fuera a hacerme caso. Sabía que tenía que andarme con cuidado con Santana, ni ella ni yo estábamos preparadas para lo que sentíamos estando juntas—. Quiero saber dónde has estado porque lo que sucedió el otro día no me habría sucedido con ninguna otra persona. Y quiero que tú me lo cuentes porque quieres contármelo.
—No quiero contártelo. Dios, Brittany, hay una parte de mí que no quiero contarte jamás. —Me miró a los ojos y respiró hondo. La sentí temblar y a las dos nos costó contener las ganas de volver a besarnos—. He estado en Forks , ocupándome de unos asuntos de mi tío. No te he llamado porque no quería mezclarte con eso. No podía. No puedo.
—Chist —la tranquilicé igual que él había hecho conmigo el lunes por la noche—. No pasa nada. He ido a comer con Randy porque somos amigos. Nada más. Él estaba en el centro y me ha invitado y yo he aceptado.
—No volverás a salir con él —aseveró Santana.
—Sí volveré a salir con él, pero te lo diré antes y te pediré que me acompañes. Me ha dicho que erais amigos.
—No quiero seguir hablando de Randy—me espetó Santana tras tragar saliva—. Cierra los ojos. No digas nada.
Los cerré.
—Llevo tres noches sin dormir soñando con tu olor, con tu sabor… —dijo, como si estuviera enfadada.
Me subió la falda sin preocuparse lo más mínimo por si la arrugaba y apoyó una mejilla en uno de mis muslos. Yo temblaba, pero no tanto como ella . Y como Santana no me había dicho que no me moviera y que no lo tocara, levanté una mano y le pasé los dedos por el pelo. El gesto la hizo estremecer y lo que sucedió a continuación jamás lo habría imaginado.
Se puso en pie de repente y mientras con una mano me bajaba las medias y las braguitas, con la otra se desabrochaba su falda . No dejó de besarme ni un
instante, unos besos cargados de deseo y de pasión y con los que sentí en lo más profundo de mi ser que pretendía dominarme. Me entregué a ella sin ninguna restricción. Desnudas de cintura para abajo, Santana me besó contra la pared como si estuviéramos solas en el mundo, me hizo el amor con los labios y no se apartó hasta que las dos nos quedamos sin respiración. Me besó el mentón y la mandíbula, y luego me recorrió el cuello con la lengua.
—Rodéame el cuello con los brazos.
Lo hice y Santana me levantó del suelo y me penetró en un único movimiento.
Gemí al sentir los dedos de Santana en lo mas profundo de mi ser
pero no dije nada. No habría podido aunque ella me hubiera dado permiso para hablar. Jamás había sabido que algo estaba tan destinado a existir como nosotras.
—No abras los ojos. No te muevas. No me toques.
Me apoyó contra la puerta, la única superficie que era de madera maciza y no de cristal, y se quedó completamente inmóvil. Le habría recorrido la espalda con mis manos. Le habría susurrado palabras de amor al oído. Le habría besado la mejilla. Pero no hice nada de eso porque era lo que ella me había pedido.
Empezó a moverse despacio. Me mordió en la clavícula por encima de la ropa y supe que lo hacía para contener un gemido.
—Eres mía. Mía.
Podía sentir cómo seguía excitándose y tuve que morderme la lengua para no gritar del placer que sentía. Poco a poco, Santana fue moviendo sus caderas presionándome completamente y sintiendo los roces de su intimidad con más y más fuerza y las manos que tenía apoyadas en la pared fueron deslizándose hacia abajo hasta que me acarició la cara. Yo no abrí los ojos, pero sé que en aquel preciso instante me miró, porque la sentí correrse
Me besó en los labios y no me soltó hasta que ambas terminamos con un orgasmo tan demoledor que sacudió los cimientos de mi mundo, porque en aquel instante supe que jamás me recuperaría de Santana López . Y a ella también debió de sucederle algo similar, porque me dejó en el suelo y me bajó la falda como si yo estuviera hecha de cristal y tuviera miedo de romperme.
La misma mujer que minutos atrás me había levantado en brazos y me había poseído como si su vida dependiera de ello, se arrodilló delante de mí y me limpió el interior de los muslos con un pañuelo.
Yo seguía quieta. En silencio.
—Abre los ojos —me pidió con voz ronca—. Siento no haberte llamado.
Sonreí.
Al menos era un principio.
—Está bien —concedí, consciente de que para ella eso equivalía a un paso de gigante—. ¿Nos vemos más tarde? —me atreví a sugerir y Santana no tuvo tiempo de ocultar lo sorprendido y feliz que lo hizo mi pregunta.
—Claro. —Carraspeó—. Ven a mi apartamento a las nueve.
—Allí estaré.
—Trae la cinta de seda negra.
Mentiría si negara que no me dolió el comentario. Había creído que después de hacer el amor de aquel modo, a plena luz del día y con el resto de los abogados a menos de medio metro de distancia, las cosas habían cambiado algo entre nosotras. Pero me dije que tenía que darle tiempo y que el único modo de conseguir que Santana confiara en mí era siguiendo, por el momento, sus normas.
—Claro —imité su respuesta.
Ella me sonrió. Por una sonrisa como aquélla podía seguir con los ojos vendados todo el tiempo que hiciera falta, o eso me dije mientras volvía a mi mesa.
Y me negué a pensar que Santana, aunque se había disculpado por no llamarme, no me había dejado mirarla ni tocarla mientras hacíamos el amor
...........................................................................
Les aviso que ya faltan como unos 10 capos para que termine
Pero mientras echen un vistazo a mi nuevo fic
https://youtu.be/9kGpS2RIxhg
Bueno ese es el video pero aqui va la direccion del fic:
http://www.gleeklatino.com/t19444-fic-brittana-infidels-video-presentacion
Me seria de mucha felicidad que lo checaran
Gracias por su apoyo :)
Kris_LittleCrazy***** - Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 02/03/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
de verdad espero que santana se enamore de brittany y se olvide de esos 90 dias!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Wow por como empezo la historia espero san no muera y se enamore de britt y sean felices.
Esperando la actualizacion saludos!
Esperando la actualizacion saludos!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Madre que capitulo!!!!
Por favor pocrias actualizar mas seguido por favor!!!!
Gracias espero el proximo capitulo con ansias!!
Por favor pocrias actualizar mas seguido por favor!!!!
Gracias espero el proximo capitulo con ansias!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
bueno ya me lei tu nuevo fic y como dije me iba a pasar por aqui debo decir q ya me lei el libro y q el final del libro me tiene molesta porq me dejo en el aire osea con muchas dudas
perooooo debo decir q adaptado a las brittnas es mucho mejor mas interesante misterioso y excitante me encantaaaaaaaaaaaaa
san es perfecta en ese personaje amo cuando san es misteriosa asi q ya me tienes atrapada para seguir leyendo esta adaptacion Q AMOOOO
bueno hasta la próxima y actualiza rapido para q empieces el otro
bye besos
perooooo debo decir q adaptado a las brittnas es mucho mejor mas interesante misterioso y excitante me encantaaaaaaaaaaaaa
san es perfecta en ese personaje amo cuando san es misteriosa asi q ya me tienes atrapada para seguir leyendo esta adaptacion Q AMOOOO
bueno hasta la próxima y actualiza rapido para q empieces el otro
bye besos
airin-SyB***** - Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 28/01/2013
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
CAPITULO 18
Hospitla Kind Wellmes
Hace ya cuatro horas que se han llevado a Santana y todavía no sé nada. El médico sigue con ella y las dos enfermeras que han venido a verme están más preocupadas por mí que por ella .He llamado a Randy y a Rachel y seguro que uno de los dos no tardará en llegar.
—Britt, he venido en cuanto he podido —me dice Randy, apareciendo tras la puerta como si mi mente lo hubiera conjurado—. ¿Dónde está Santana ?
—Se lo han llevado hace unas horas. Oh, Randy —No puedo más y me echo a llorar y Randy, el bueno de Randy, me abraza y permite que le deje la camisa completamente empapada.
—Tranquila, todo saldrá bien. Ya lo verás, Santana es demasiado
a terca como para morir y dejarte aquí sola. Te quiere demasiado —afirma convencido, lo que me hace llorar todavía más.
—Ya no estamos juntas —sollozo.
—¿Qué has dicho? -pregunta confundido-
— Que no estamos junt
as. Discutimos hace unos días y me fui-digo culpable-
—Tranquila. —Randy me acaricia el pelo igual que habría hecho mi hermano—. No sé de qué diablos estás hablando, pero es imposible que Santana y tú no estén juntas. Es sencillamente imposible. No sé por qué discutir, pero seguro que no tiene importancia. Ustedes dos tienen que estar juntas. Vamos, no pienses en eso ahora, piensa en Santana y en que pronto se pondrá bien. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —accedo porque Randy tiene razón, ahora lo más importante es pensar en Santana —. Gracias por haber venido.
—No digas tonterías. ¿Cómo diablos ha tenido un accidente? Santana es la mejor conductora que conozco, aunque cuando se recupere lo negaré con todas mis fuerzas.
—No lo sé. Todavía no he hablado con la policía, pero al parecer el coche derrapó en el asfalto y fue a chocar contra un muro.
—¿Su coche derrapó? ¿Qué coche llevaba?-pregunta interesado-
—Creo que el Ferrari
—Los Ferrari no derrapan; ninguno de los coches que tiene Santana derrapa. Si no te importa, cuando venga la policía me gustaría hablar con ellos. Quizá todo esto no haya sido ningún accidente.
—¿Qué quieres decir? -pregunto confundida-
—Ahora no es momento de preocuparte por eso y si Santana no te lo ha contado es porque está convencido de que no tiene importancia, pero lleva años recibiendo amenazas.
—¿Amenazas? Oh, Dios mío, tengo que sentarme-digo mareada-
—Mierda, no tendría que habértelo dicho. —Randy corre a ayudarme.
—Estoy bien, sólo algo mareada-le resto imporatncia-
—Es normal. ¿Qué te han dicho de Santana ? ¿Te ves con fuerzas para contármelo?
—Sí. —Respiro hondo—. Tiene dos costillas rotas y el pulmón perforado, los dedos de la mano izquierda y también la rodilla del mismo lado, pero de todo eso se recuperará sin problema, aunque tendrá que hacer rehabilitación.
—De acuerdo. Ahora dime qué es lo que te tiene tan preocupada. —Randy me coge la mano.
—Tenía un coágulo en el cerebro, han tenido que operarlo para eliminarlo y ahora está en coma y no se despierta. No saben cuándo se despertará, o si lo hará…
—Se despertará. Ya lo verás-dice seguro-
—Los del hospital creen que soy su prometida —le digo de repente.
—Y lo eres —afirma él, mirándome a los ojos.
En ese preciso instante oímos cómo una camilla golpea la puerta justo antes de que uno de los enfermeros pueda abrirla.
—Señorita Pierce —me saluda el primero que entra—, el doctor Briel vendrá en seguida.
El otro enfermero se limita a asentir en mi dirección, pero yo sólo tengo ojos para Santana y no le respondo.
—¿Cómo ha ido? —pregunto, con el corazón en un puño.
—Nosotros no tenemos los resultados, señorita Pierce , lo lamento —me informa el único que parece dispuesto a hablarme—, pero según mi experiencia, si dejan que pase el día el día en esta habitación y no en una de las salas de observación, es buena señal.
—Gracias-respondo con media sonrisa-
—De nada. Ya está, nos vamos. Si necesita algo, descuelgue y uno de nosotros o de nuestras compañeras vendrá de inmediato.
—Gracias por todo —les dice Randy cuando se van—. Dios —suelta cuando nos quedamos solos—, parece que sólo esté durmiendo.
—Sí, lo sé
Me acerco a Santana y le doy un beso en los labios sin importarme que Randy esté presente. Luego le aparto el pelo de la cara y le toco la cicatriz que tiene en la ceja. Me estremezco al recordar la noche en que me contó cómo se la hizo. Despacio, le
acaricio también la mejilla . Le acaricio el brazo y me tranquiliza ver que sigue llevando la cinta de cuero alrededor de la muñeca. Odio no habérsela puesto cuando me lo pidió y deseo con todas mis fuerzas poder compensarla por ello
—Buenos días, señorita Pierce —La voz del médico me saca de mis ensoñaciones.
—Buenos días, doctor —lo saludo y al ver a Randy recuerdo mis modales y los presento—. Él es Randy Jones, un buen amigo.
—Me alegra que no esté sola, señorita Pierce , pero recuerde que sólo puede haber una visita en la habitación —dice el doctor Briel tras estrecharle la mano a Randy—. Las pruebas que le hemos hecho a la señorita Lopez indican que no hay ningún otro derrame en el cerebro —empieza la explicación sin dar ningún rodeo, cosa que en el fondo le agradezco—. Sin embargo, el golpe ha sido contundente y sigue habiendo una zona hinchada. Me temo que, tal como le he dicho antes, lo único que podemos hacer por ahora es esperar. Si en un par de días no se despierta, tendremos que plantearnos otras vías. Por ahora, no merece la pena preocuparnos por algo que lo más probable es que nunca llegue a suceder. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —digo no muy convencida-
—En cuanto al resto de las heridas, la más crítica sigue siendo el pulmón perforado, pero se está recuperando bien y no se observan signos de infección. Y la mano y la rodilla tendrán que seguir su curso. ¿Quiere hacerme alguna pregunta?
—¿Sabe si Santana me oye? -pregunto son esperanzas de la respuesta-
—Me temo, señorita Pierce , que a pesar de lo mucho que ha avanzado la medicina, seguimos sin poder afirmar qué clase de estímulos percibe una persona en coma y cómo reacciona a ellos. El cerebro de la señorita Lopez está activo, así que su sistema auditivo funciona perfectamente, pero no puedo asegurarle que la oiga. Ni que la entienda. ¿Comprende? —Me ve asentir y continúa—: Sin embargo, y a pesar de todo lo que pueda decirle la ciencia, es innegable que la fuerza de voluntad, las ganas de curarse, son vitales en estos casos, así que a la señorita Lopez no le hará ningún mal oír su voz. Todo lo contrario
—Antes me ha parecido que me estrechaba los dedos
—No me malinterprete, señorita Pierce , puedo entender que a usted le haya parecido eso, pero lo más probable es que sólo haya sido un espasmo muscular. Háblele, tóquela, pero tenga paciencia. Volveré a verla dentro de unas horas y, si sucede algo mientras usted no esté, la avisaríamos de inmediato.
—Estaré aquí
—De acuerdo —concede resignado antes de mirar a Randy—. Cuide de su amiga, no quiero tener que ingresarla en otra planta.
—No se preocupe, doctor, me encargaré de que descanse. Y si no le importa, le dejaré también mi teléfono al irme.
—Claro, déjeselo a una de las enfermeras. Volveré más tarde.
El médico siguió su camino y Randy se acercó a mí.
—Tienes que descansar, Britt, no le servirás de nada a Santana si te pones enferma.
—Estoy bien-respondo rotunda ,todo lo que necesito es no separarme de ella-
—De acuerdo, por ahora dejo de insistir, no serviría de nada, pero me reservo el derecho de volver a hacerlo más adelante. ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Necesitas que te traiga algo, que vaya a alguna parte?
Quizá sea una cobarde, pero ahora sólo puedo, y sólo quiero, pensar en Santana .
—Sí, por favor.
—Pídeme lo que quieras y dalo por hecho.
—¿Puedes llamar al tío de Santana ? ella l no querría que su tío viniera al hospital, pero supongo que tenemos que decírselo. Si se entera por alguien del bufete o por alguna de sus amistades, montará un número.
—Tranquila, yo me encargo. Se lo diré y me aseguraré de que no aparezca por aquí-dijo con media sonrisa-
—Gracias, Randy
—Oh, vamos, no me las des y asegúrate de que la terca de San se despierta. Volveré en cuanto pueda, ¿de acuerdo?
—De acuerdo
Vuelvo a quedarme a solas con Santana . Le doy otro beso en los labios y me digo que no volveré a llorar. Es mentira, en menos de unos segundos estoy haciéndolo, pero me obligo a secarme las lágrimas y respiro hondo hasta calmarme.
—Tienes que despertarte, Santana . Por favor. No quiero que nuestra primera noche entera juntos sea en un hospital. —Sonrío al recordar una cosa—. ¿Te acuerdas de esa noche en que te quedaste dormida en la cama del piso superior de tu ático?
..............................................................
Hola :)
Disculpen la tardanza pero es que he estado muy muy ocupada con la escuela y ademas tube un percance lo siento :(
Gracias por sus comens y perdon por no contestarlo pero estoy muy apretada con el tiempo,pero los aprecio mucho
Hospitla Kind Wellmes
Hace ya cuatro horas que se han llevado a Santana y todavía no sé nada. El médico sigue con ella y las dos enfermeras que han venido a verme están más preocupadas por mí que por ella .He llamado a Randy y a Rachel y seguro que uno de los dos no tardará en llegar.
—Britt, he venido en cuanto he podido —me dice Randy, apareciendo tras la puerta como si mi mente lo hubiera conjurado—. ¿Dónde está Santana ?
—Se lo han llevado hace unas horas. Oh, Randy —No puedo más y me echo a llorar y Randy, el bueno de Randy, me abraza y permite que le deje la camisa completamente empapada.
—Tranquila, todo saldrá bien. Ya lo verás, Santana es demasiado
a terca como para morir y dejarte aquí sola. Te quiere demasiado —afirma convencido, lo que me hace llorar todavía más.
—Ya no estamos juntas —sollozo.
—¿Qué has dicho? -pregunta confundido-
— Que no estamos junt
as. Discutimos hace unos días y me fui-digo culpable-
—Tranquila. —Randy me acaricia el pelo igual que habría hecho mi hermano—. No sé de qué diablos estás hablando, pero es imposible que Santana y tú no estén juntas. Es sencillamente imposible. No sé por qué discutir, pero seguro que no tiene importancia. Ustedes dos tienen que estar juntas. Vamos, no pienses en eso ahora, piensa en Santana y en que pronto se pondrá bien. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —accedo porque Randy tiene razón, ahora lo más importante es pensar en Santana —. Gracias por haber venido.
—No digas tonterías. ¿Cómo diablos ha tenido un accidente? Santana es la mejor conductora que conozco, aunque cuando se recupere lo negaré con todas mis fuerzas.
—No lo sé. Todavía no he hablado con la policía, pero al parecer el coche derrapó en el asfalto y fue a chocar contra un muro.
—¿Su coche derrapó? ¿Qué coche llevaba?-pregunta interesado-
—Creo que el Ferrari
—Los Ferrari no derrapan; ninguno de los coches que tiene Santana derrapa. Si no te importa, cuando venga la policía me gustaría hablar con ellos. Quizá todo esto no haya sido ningún accidente.
—¿Qué quieres decir? -pregunto confundida-
—Ahora no es momento de preocuparte por eso y si Santana no te lo ha contado es porque está convencido de que no tiene importancia, pero lleva años recibiendo amenazas.
—¿Amenazas? Oh, Dios mío, tengo que sentarme-digo mareada-
—Mierda, no tendría que habértelo dicho. —Randy corre a ayudarme.
—Estoy bien, sólo algo mareada-le resto imporatncia-
—Es normal. ¿Qué te han dicho de Santana ? ¿Te ves con fuerzas para contármelo?
—Sí. —Respiro hondo—. Tiene dos costillas rotas y el pulmón perforado, los dedos de la mano izquierda y también la rodilla del mismo lado, pero de todo eso se recuperará sin problema, aunque tendrá que hacer rehabilitación.
—De acuerdo. Ahora dime qué es lo que te tiene tan preocupada. —Randy me coge la mano.
—Tenía un coágulo en el cerebro, han tenido que operarlo para eliminarlo y ahora está en coma y no se despierta. No saben cuándo se despertará, o si lo hará…
—Se despertará. Ya lo verás-dice seguro-
—Los del hospital creen que soy su prometida —le digo de repente.
—Y lo eres —afirma él, mirándome a los ojos.
En ese preciso instante oímos cómo una camilla golpea la puerta justo antes de que uno de los enfermeros pueda abrirla.
—Señorita Pierce —me saluda el primero que entra—, el doctor Briel vendrá en seguida.
El otro enfermero se limita a asentir en mi dirección, pero yo sólo tengo ojos para Santana y no le respondo.
—¿Cómo ha ido? —pregunto, con el corazón en un puño.
—Nosotros no tenemos los resultados, señorita Pierce , lo lamento —me informa el único que parece dispuesto a hablarme—, pero según mi experiencia, si dejan que pase el día el día en esta habitación y no en una de las salas de observación, es buena señal.
—Gracias-respondo con media sonrisa-
—De nada. Ya está, nos vamos. Si necesita algo, descuelgue y uno de nosotros o de nuestras compañeras vendrá de inmediato.
—Gracias por todo —les dice Randy cuando se van—. Dios —suelta cuando nos quedamos solos—, parece que sólo esté durmiendo.
—Sí, lo sé
Me acerco a Santana y le doy un beso en los labios sin importarme que Randy esté presente. Luego le aparto el pelo de la cara y le toco la cicatriz que tiene en la ceja. Me estremezco al recordar la noche en que me contó cómo se la hizo. Despacio, le
acaricio también la mejilla . Le acaricio el brazo y me tranquiliza ver que sigue llevando la cinta de cuero alrededor de la muñeca. Odio no habérsela puesto cuando me lo pidió y deseo con todas mis fuerzas poder compensarla por ello
—Buenos días, señorita Pierce —La voz del médico me saca de mis ensoñaciones.
—Buenos días, doctor —lo saludo y al ver a Randy recuerdo mis modales y los presento—. Él es Randy Jones, un buen amigo.
—Me alegra que no esté sola, señorita Pierce , pero recuerde que sólo puede haber una visita en la habitación —dice el doctor Briel tras estrecharle la mano a Randy—. Las pruebas que le hemos hecho a la señorita Lopez indican que no hay ningún otro derrame en el cerebro —empieza la explicación sin dar ningún rodeo, cosa que en el fondo le agradezco—. Sin embargo, el golpe ha sido contundente y sigue habiendo una zona hinchada. Me temo que, tal como le he dicho antes, lo único que podemos hacer por ahora es esperar. Si en un par de días no se despierta, tendremos que plantearnos otras vías. Por ahora, no merece la pena preocuparnos por algo que lo más probable es que nunca llegue a suceder. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —digo no muy convencida-
—En cuanto al resto de las heridas, la más crítica sigue siendo el pulmón perforado, pero se está recuperando bien y no se observan signos de infección. Y la mano y la rodilla tendrán que seguir su curso. ¿Quiere hacerme alguna pregunta?
—¿Sabe si Santana me oye? -pregunto son esperanzas de la respuesta-
—Me temo, señorita Pierce , que a pesar de lo mucho que ha avanzado la medicina, seguimos sin poder afirmar qué clase de estímulos percibe una persona en coma y cómo reacciona a ellos. El cerebro de la señorita Lopez está activo, así que su sistema auditivo funciona perfectamente, pero no puedo asegurarle que la oiga. Ni que la entienda. ¿Comprende? —Me ve asentir y continúa—: Sin embargo, y a pesar de todo lo que pueda decirle la ciencia, es innegable que la fuerza de voluntad, las ganas de curarse, son vitales en estos casos, así que a la señorita Lopez no le hará ningún mal oír su voz. Todo lo contrario
—Antes me ha parecido que me estrechaba los dedos
—No me malinterprete, señorita Pierce , puedo entender que a usted le haya parecido eso, pero lo más probable es que sólo haya sido un espasmo muscular. Háblele, tóquela, pero tenga paciencia. Volveré a verla dentro de unas horas y, si sucede algo mientras usted no esté, la avisaríamos de inmediato.
—Estaré aquí
—De acuerdo —concede resignado antes de mirar a Randy—. Cuide de su amiga, no quiero tener que ingresarla en otra planta.
—No se preocupe, doctor, me encargaré de que descanse. Y si no le importa, le dejaré también mi teléfono al irme.
—Claro, déjeselo a una de las enfermeras. Volveré más tarde.
El médico siguió su camino y Randy se acercó a mí.
—Tienes que descansar, Britt, no le servirás de nada a Santana si te pones enferma.
—Estoy bien-respondo rotunda ,todo lo que necesito es no separarme de ella-
—De acuerdo, por ahora dejo de insistir, no serviría de nada, pero me reservo el derecho de volver a hacerlo más adelante. ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Necesitas que te traiga algo, que vaya a alguna parte?
Quizá sea una cobarde, pero ahora sólo puedo, y sólo quiero, pensar en Santana .
—Sí, por favor.
—Pídeme lo que quieras y dalo por hecho.
—¿Puedes llamar al tío de Santana ? ella l no querría que su tío viniera al hospital, pero supongo que tenemos que decírselo. Si se entera por alguien del bufete o por alguna de sus amistades, montará un número.
—Tranquila, yo me encargo. Se lo diré y me aseguraré de que no aparezca por aquí-dijo con media sonrisa-
—Gracias, Randy
—Oh, vamos, no me las des y asegúrate de que la terca de San se despierta. Volveré en cuanto pueda, ¿de acuerdo?
—De acuerdo
Vuelvo a quedarme a solas con Santana . Le doy otro beso en los labios y me digo que no volveré a llorar. Es mentira, en menos de unos segundos estoy haciéndolo, pero me obligo a secarme las lágrimas y respiro hondo hasta calmarme.
—Tienes que despertarte, Santana . Por favor. No quiero que nuestra primera noche entera juntos sea en un hospital. —Sonrío al recordar una cosa—. ¿Te acuerdas de esa noche en que te quedaste dormida en la cama del piso superior de tu ático?
..............................................................
Hola :)
Disculpen la tardanza pero es que he estado muy muy ocupada con la escuela y ademas tube un percance lo siento :(
Gracias por sus comens y perdon por no contestarlo pero estoy muy apretada con el tiempo,pero los aprecio mucho
Última edición por Kris_LittleCrazy el Lun Sep 09, 2013 8:39 pm, editado 1 vez
Kris_LittleCrazy***** - Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 02/03/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
estoy un poco perdida, lo ultimo que entendi fue que britt y santana estaban haciendo el amor en la oficina y de ahi saltan a un accidente y ella no estan juntas pero lo estaban!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Me gusta, espero que San se recupere!!!
Me gusto el capitulo!!
Saludos
Me gusto el capitulo!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Contestando a micky morales cuando estan en la oficina son como flashback que tienen lo del hostipal es como decirlo en presente de ellas!
Bueno buen capitulo aunque espero santana se recuperea,
Saludos hasta la siguiente actualizacion!
Bueno buen capitulo aunque espero santana se recuperea,
Saludos hasta la siguiente actualizacion!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Eh otro cap y mira k muero d ternura k se despiert pronto sannnn kiero a san despiertaaa
aaww me encanta tu fic jeje espero k estes mjr y yo espero x leer asi k jo t apures
aaww me encanta tu fic jeje espero k estes mjr y yo espero x leer asi k jo t apures
f_snix** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 05/08/2013
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Mira como te explica una de las demas que comentaron es que cuando mires el nombre del hospital es como estar en el presente y todo lo de mas es como un flashback,entiendes?,todos los caps que no tengan el nombre del hospital al principiomicky morales escribió:estoy un poco perdida, lo ultimo que entendi fue que britt y santana estaban haciendo el amor en la oficina y de ahi saltan a un accidente y ella no estan juntas pero lo estaban!
Ojala y entiendas
Gracias
Si yei yo tambien espero y San se ponga mejor pero sobra esperarmonica.santander escribió:Me gusta, espero que San se recupere!!!
Me gusto el capitulo!!
Saludos
Gracias y saludos
Hey que bien que si le entiendas :) gracias por apoyarme en esa formaJane0_o escribió:Contestando a micky morales cuando estan en la oficina son como flashback que tienen lo del hostipal es como decirlo en presente de ellas!
Bueno buen capitulo aunque espero santana se recuperea,
Saludos hasta la siguiente actualizacion!
Gracias por comentar y saludos y aqui tienes la actu
Jajaja asi que te da ternura ami tambien :)f_snix escribió:Eh otro cap y mira k muero d ternura k se despiert pronto sannnn kiero a san despiertaaa
aaww me encanta tu fic jeje espero k estes mjr y yo espero x leer asi k jo t apures
Jaja gracias y si ya estoy mejor pero con menos tiempo :( pero me voy a apurar te lo prometo
Gracias
..................................................................
Bien creo que es la primera vez en este fic que contesto comens
Asi que es como bien padre chicas
Gracias por el apoyo al fic y sin mas el cap
Kris_LittleCrazy***** - Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 02/03/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
CAPITULO 19
Después de lo que había sucedido en el despacho de Santana , tardé más de una hora en recuperar cierta normalidad. Y aunque supongo que mi aspecto exterior no lo revelaba, o al menos esperaba que así fuera, por dentro seguía temblando. Todavía sentía como sus dedos se movian dentro de mí, sus labios engullendo los gemidos de ambas… y...
—Siento haberle dicho a la jefe dónde estabas —se disculpó Lucia , apoyándose en mi mesa—. Apareció de repente preguntando por ti y se lo solté sin pensar.
—No pasa nada, no te preocupes —le dije yo, rezando para que no viese que se me aceleraba el corazón al oír que Santana había preguntado por mí.
—Ash me ha dicho que te has pasado casi una hora encerrada en su despacho. Es una cotilla. ¿Estás metida en un lío?
¿una hora ?
—No, tranquila. —Carraspeé, una técnica de despiste nada original, y cogí una carpeta—. ¿Cuándo es la próxima reunión con el señor Chang? Todavía nos queda una antes del juicio, ¿no?
—De eso precisamente quería hablarte. La abogada del señor Chang ha llamado a Artie para decirle que esta tarde nos harán llegar su última oferta. Al parecer, su cliente ha cambiado de opinión y no quiere correr el riesgo de poner su futuro, y su fortuna, en manos de un jurado popular.
—Quizá la oferta no sea lo bastante buena —planteé yo, agradecida porque Lucia hubiera aceptado el cambio de tema.
—Algo me dice que lo será. En fin, Artie quiere que repasemos las cuentas de Chang una vez más; tiene la teoría de que si ha accedido tan fácilmente a cambiar de opinión, entonces quizá se nos ha pasado algo por alto.
—Artie cree que nos está ocultando algo que podría hacer que su esposa se quedase prácticamente con todo-suspuse
—Exacto, así que me temo que tenemos que volver a repasar todos los archivos del divorcio. Tengo dos portátiles en una de las salas ,Cuando recibamos la oferta de Chang, seguro que tendrá validez limitada y Artie no quiere que se nos cuele nada
—En seguida voy
—Tranquila, ni yo ni los ordenadores nos iremos a ninguna parte.
Lucia se fue de mi mesa y se encaminó hacia la sala de reuniones en la que probablemente íbamos a pasarnos varias horas. ¿Debería avisar a Santana ? Sí, eso sería lo correcto. ¿Cómo? ¿Le llamaba por teléfono y le decía que no me esperara?Según Santana , ella y yo no teníamos una relación normal y con todas las estrictas normas de conducta que había establecido y sus condiciones, no sabía si tenía derecho a llamarla o no.
Oh, todo aquello era una completa tontería. Descolgué el teléfono y marqué la extensión de su despacho. Comunicaba. Colgué y me dije que lo intentaría más tarde.
Eran las nueve y Lucia y yo seguíamos encerradas en la sala de reuniones. La abogada del señor Changhabía aparecido en el bufete a las seis y media con su oferta; la propiedad de las casas que reclamaba su hasta entonces esposa, la mitad de los bienes declarados y la custodia compartida de los niños. Demasiado bueno para ser verdad. En eso coincidimos los tres; Artie,Lucia y yo. Y por eso mismo seguíamos buscando qué era eso que el señor Chang tenía tanto interés en esconder. Si lográbamos encontrarlo antes de las diez de la mañana del sábado, hora en que perdía vigencia la oferta, quizá lograríamos que nuestra clienta se quedase con lo único que de verdad quería: la custodia total de sus hijos.
—Artie me ha dicho que estabas aquí —dijo Santana , apareciendo en la puerta—. Vengo a ayudaros —añadió, mirándome a los ojos— y Artie también vendrá en seguida.
—Hemos repasado todas las cuentas oficiales —le explicó Lucia , ajena a lo que estaba sucediendo entre ella y yo— y ahora íbamos a leer otra vez los informes de los peritos contables
—Perfecto, dame el primero —le pidió, tendiendo una mano con la palma hacia arriba—. Entre los cuatro iremos más rápido
.
En el poco tiempo que llevaba en Lopez & Berry había oído contar que tanto Santana como Rachel no tenían ningún problema en remangarse y colaborar en cualquier parte del proceso, pero ver a Santana comportándose como si fuera una becaria y no uno de las dos socias del despacho, hizo que mi pobre corazón diera otro salto mortal
A esas alturas, ya tendría que estar acostumbrada.
Tal como había dicho Santana , apenas cinco minutos más tarde llegó también Artie y se puso a repasar otra de las carpetas de documentación. Si alguien me hubiera sugerido que sería capaz de trabajar con Santana en la misma habitación que yo, le habría dicho que se había vuelto loco. Pero pude y no sólo eso, sino que me concentré con mucha más facilidad que antes de que llegara.
—Señoritas, Artie —dijo Santana estirando los brazos—, no sé ustedes , pero a mí me iría bien tomar un café y comer algo
—Sí, son casi las once —apuntó Artie , mirando su reloj.
—Ash tiene anotado el número de la cafetería de al lado. Corro el riesgo de perder la mano, pero abriré su agenda y llamaré —bromeó Santana .
Era la primera vez que lo veía tan relajada
—No sé cómo no vives aterrorizado. Si mi secretaria fuese como Ash, creo que nunca saldría de mi despacho —comentó Artie en broma
—No, Ash es la mejor —la defendió Santana —, sólo tienes que aprender a llevarla. Vamos, dime qué quieres que te pida. Y nada de tonterías, Artie
—Un sándwich de pollo y una ensalada, — al ver que Santana enarcaba una ceja, incrédula.
—¿Lucia ? —le preguntó entonces a mi amiga
—Lo mismo que Artie , falta poco para la boda —se justificó con una sonrisa.
Santana se puso en pie y se dirigió hacia la puerta sin preguntarme a mí.
—Yo quiero lo mismo —le dije en voz alta.
—Mientras Santana está gestionando nuestra cena —dijo Artie —, llamaré a mi esposa para decirle que estoy demasiado mayor para esto.
—Yo también aprovecharé para llamar a Jaime(su prometido)
Lucia y Artie salieron de la sala de reuniones y yo me quedé sola, deseando tener también a alguien a quien llamar. Santana apareció justo entonces. Miró a su alrededor y detrás de ella y después se acercó a mí me dio un beso en los labios.
Se apartó tan rápido que creí que lo había soñado.
—Pareces cansada
—Estos días no he dormido demasiado bien-dije encogiendome de hombros
—Tienes que dormir más. De hecho, he estado pensando que deberías quedarte a dormir en mi casa
—¿Ah, sí?
—Sí, así tu descansarás mejor y yo también, porque sabré que duermes las horas necesarias.
—¿Y tú dormirás conmigo? —le pregunté, mirándola a los ojos.
—No. Yo dormiré en mi dormitorio y tú en el tuyo. Puedes decorarlo como quieras.
—No, gracias. Ya tengo compañera de piso.
¿Cómo podía volver a estar tan frío después de haberme hecho el amor de aquella manera en su despacho?
—Ya te dije cuáles eran las normas, Brittany.
—No me dijiste el porqué —la ataqué yo—. Si me lo dijeras , quizá no me costaría tanto recordarlas —puntualicé sarcástica
—El porqué no importa
—Sí importa —insistí
—No. —se mantuvo firme—. Necesito follarte cómo nunca he follado a nadie en mi vida, eso lo reconozco.
—¡Un momento! —exclamé, ofendida por el modo en que me estaba hablando.
¿Qué diablos le había sucedido?
—Mercedes te manda saludos Santana —nos interrumpió Artie al entrar—, me ha preguntado si sigues viendo a esa mujer de forks y me ha dicho que si es así, la traigas a cenar a casa la próxima vez que venga.
¿Forks ? Santana acababa de volver de esa ciudad. Oh, Dios, me sentí como una estúpida.
Intenté contener el dolor que me causó el descubrimiento, pero Santana lo vio reflejado en mi rostro. Alargó una mano para tocarme la muñeca, pero yo la aparté.
Eso era lo que le pasaba, se había cansado de mí y quería quitárseme de encima
—No, llevo meses sin verla —repuso en voz alta, pero mirándome a mí, no a Artie
—Oh, es una lástima. La noche que la conocí parecíais llevarse muy bien.
Oh, así que lo de que no salía con nadie fuera de sus citas sexuales también era mentira. Por supuesto. Sentí una arcada y me puse en pie de inmediato.
—En seguida vuelvo —dije y salí corriendo de la sala de reuniones en dirección al baño.
—Brittany —oí a Santana llamándome, pero no me detuve.
Entré en los servicios y tuve el tiempo justo de levantar la tapa antes de vomitar.
—Brittany—Santana entró detrás de mí y se arrodilló a mi lado. Me acarició la espalda y me odié un poco más porque el gesto me reconfortó—. No he visto a esa mujer en Forks . Hace meses que no la veo y la verdad es que soy incapaz de recordar su cara.
—Pero sí que saliste con ella —repliqué, sin levantar la cabeza.
—No. Esa mujer de la que habla Artie es abogada y coincidimos en un concierto organizado por una fundación benéfica. Supongo que nos sentamos juntas y que debí de presentársela, pero no tiene importancia.
—Oh, sí la tiene-repuse
Me aparté del retrete y ella me ayudó a incorporarme
—Ven —me indicó, acercándome al espejo.
Cogió una toalla, la humedeció con agua y luego me la pasó por la cara. Yo lo miré y vi que estaba preocupada de verdad
—¿Estás mejor? -pregunto con media sonrisa
—Sí, gracias
—Vamos, iré a decirle a Artie que te acompaño a casa.
—No pienso irme —afirmé rotunda—. Ahora ya estoy bien y no pienso dejarlos plantados
—No nos dejas plantados. Estás pálida y tienes ojeras. Tienes que descansar Llevas toda la semana trabajando en el caso. Artie lo sabe y Lucia también. Ninguno te acusará de no haber hecho tu parte
—No me voy a ningún lado-rigida
—Sí que te vas. Si es necesario, te llevaré a rastras-dijo firme y con tono de conviccion
—No te atreverás-le rete
—Sí me atreveré, así que no te conviene provocarme. ¿Acaso te has olvidado de lo de antes? —Se pegó a mí y se me aceleró el corazón—. Eres mía y voy a cuidar de ti tanto si quieres como si no
Vi que hablaba en serio, muy en serio, y aunque una parte de mí quería gritarle que yo no era de nadie y mucho menos de alguien que no me contaba la verdad, otra no pudo evitar que esa frase me hiciera temblar por dentro a demas de añadirle el que su cercania me quemara
Aun así, no iba a ceder tan fácilmente
—Me quedaré hasta la una. Si para entonces no hemos encontrado nada, me iré a dormir.
—De acuerdo, pero tienes que comerte todo lo que te he pedido para cenar.
—¿Qué me has pedido?
—Ya lo verás. ¿Qué me dices, Brittany?
—Oh, está bien, —Levanté las manos exasperada—. Dime de una vez qué me has pedido.
— Sopa, un sándwich de pollo y una manzana
—Y tú, ¿qué te has pedido?
—Lo mismo.
Sonó el timbre y las dos nos volvimos hacia la puerta
-La cena nos espera, milady. Y recuerda, a la una en punto te llevaré a tu casa
A la una menos cuarto, Santana encontró lo que Mike Chang tanto se había esforzado en esconder. Confieso que me perdí en alguna parte del razonamiento, pero, al parecer, el hombre llevaba años evadiendo impuestos a través de unas cuentas para cuya cancelación necesitaba la firma de su esposa. Si se divorciaba de ella, podía presentar la sentencia de divorcio en el banco y reclamar ese dinero sin la firma del otro titular. Si no, la firma de la señora Chang era imprescindible.
—Llamaré a la abogada a primera hora para decirle que no aceptamos su oferta y exponerle nuestras condiciones —anunció Artie con una sonrisa de oreja a oreja—. Y ahora, si no les importa, me iré a casa. Buenas noches a todos-se despidio
—Yo también me voy —dijo Lucia —. Ahora mismo no recuerdo qué tengo que hacer mañana, pero seguro que es algo muy importante y que reservé hace mucho tiempo. Buenas noches
—Buenas noches —contestamos Santana y yo al unísono
—Ha sido impresionante —comenté en cuanto nos quedamos a solas—. Confieso que no he entendido la mitad de lo que has dicho, pero ha sido fascinante. La señora Chnag se alegrará de poder quedarse con sus hijos
—Sí y ellos también
—Bueno, me voy a casa. —Me puse en pie y cogí el bolso, que en algún momento había ido a parar al suelo
—Ven a mi apartamento. No, no —se apresuró a decir, al ver que lo miraba incrédula—, no para eso. Para dormir
—¿En tu cama?
—En la tuya
—Yo no tengo cama en tu apartamento
.
—No me lo pongas más difícil, Brittany. Ven.
Me tendió la mano y vi que le temblaba.
—Oh, está bien, pero antes tengo que pasar por casa para coger mis cosas y decirle a Rachel que pasaré la noche fuera.
—No. Venga, vamos. A Rachel mándale un mensaje
—De acuerdo, pero que conste que acepto porque estoy muy cansada, no por ti.
—Llámalo como quieras
Salimos del bufete y llegamos al apartamento de Santana en cuestión de minutos. Me quedé dormida en el coche, su precioso Ferrari rojo, y no me desperté hasta que detuvo el motor en el garaje de su domicilio.
—Cariño, ya hemos llegado.
—Me gusta que me llames «cariño», pero sólo lo haces cuando crees que no me doy cuenta.
—Estás muy dormida —señaló ella con una sonrisa antes de salir del coche para abrirme la puerta. Santana siempre hacía esas cosas—. Vamos, rodéame el cuello con los brazos. Eso es, buena chica —me dijo, justo antes de levantarme.
—Eh, puedo caminar.
—Ya lo sé, llevo días viéndote hacerlo. Quiero llevarte en brazos y tú vas a dejarme.
—Tú nunca me pides cosas, siempre me las ordenas —farfullé. Al parecer, el cansando, la falta de sueño y haber hecho el amor con ella esa tarde, me habían aflojado la lengua—. ¿Por qué no me lo pides?
—Porque si lo hago puedes decir que no.
—Nunca te diría que no.
—Chist, duérmete. Ya hemos llegado.
No me había dado cuenta, pero al parecer habíamos subido en el ascensor y en esos momentos estábamos a punto de salir de el. Santana abrió la puerta de su piso sin dejarme en el suelo y yo hundí la nariz en el hueco de su cuello.
Noté que se detenía frente al pasillo que conducía a su dormitorio y al de invitados sin decidirse. Estuvo allí varios minutos y yo me fingí dormida.
—Mierda —masculló entre dientes y entonces, como furiosoa consigo misma, giró sobre sus talones y se dirigió hacia la escalera que llevaba al dormitorio donde nos habíamos acostado la otra noche.
Me tumbó en la cama y me desnudó con mucho cuidado. No me dio ni un beso con los labios, pero sí con los dedos, con los que me acarició todo el cuerpo. Cuando estuve en ropa interior, vi que tensaba la mandíbula justo antes de levantarse e ir hacia el vestidor, del que volvió con una camiseta negra en las manos.
Me la puse y lo primero que noté fue que no era nueva, lo segundo, que olía a ella .
—Duérmete, Brittany —me susurró, después de tumbarme en la cama y taparme con las sábanas
Se puso en pie y, aunque yo seguía con los ojos cerrados, fingiéndome dormida, la oí pasear de un lado a otro del dormitorio. Se detuvo. Seguro que iba a bajar la escalera y encerrarse de nuevo en su habitación. Conté mentalmente los segundos para estar preparada para el impacto. Diez, once, doce, trece, catorce…
Se tumbó en la cama a mi lado. Sin tocarme. Completamente tensa y con la respiración acelerada. Yo nunca antes había tenido tantas ganas de abrazarla.
Unos golpes en la puerta del apartamento nos despertaron de golpe y Santana se sentó en la cama y se quedó mirándome como si no pudiera creer que hubiéramos pasado la noche juntas en la misma cama. Yo la miré igual.
Volvimos a oír los golpes, seguidos de unos insultos y Santana bajó a abrir. Yo seguía un poco confusa. Recordaba perfectamente que habíamos salido muy tarde del trabajo y también sabía que no nos habíamos acostado al llegar, pero lo que no recordaba era haber visto antes a Santana medio desnuda. O medio vestida.
Tan sólo lo vi unos segundos antes de que bajara a toda velocidad a abrir la puerta, pero tuve tiempo de sobra de percatarme de que iba en boxer y con una camiseta que hacía juego con la mía.
—Eres una cretina, Lopez—oí la voz de Mike insultándola
¿Mike Chang?
—Tú tendrías que ser mi abogada y no el de mi maldita esposa
—Vete de mi apartamento, Mike
—No pienso irme de aquí hasta desahogarme. Tú eres como yo. Sabes
perfectamente que jamás habría podido conformarme con Tina
—Pues entonces tendrías que haber sido sincero con ella y no humillarla delante del país entero. Es la madre de tus hijos, Mike, por favor-reclamo con voz fuerte
—¿Y por eso te sientes legitimada para arruinarme? ¿Acaso tú no utilizas a las mujeres como yo?
—Ya te lo dije aquel día, tú y yo no somos iguales. Vete de aquí ahora mismo.
—Eres una hipócrita.
Probablemente tendría que haberme quedado en el dormitorio, pero oí el distintivo sonido de un puñetazo y mis pies bajaron la escalera por voluntad propia.
Efectivamente, Mike le había dado un puñetazo a Santana , pero éste había sabido defenderse, a juzgar por la sangre que goteaba del labio del uno y de la nariz del otro.
—Oh, esto sí que tiene gracia, Lopez . Tú aquí, dándome lecciones de moral y me apuesto lo que quieras a que no le has dicho a la señorita colegiala que te gusta atar y dominar a las mujeres
—¡Cállate, Mike! -dijo con voz fuerte
—Oh, ¿no se lo has dicho? Vaya, no sabes cuánto siento haberte chafado la sorpresa. —Se secó la sangre de la nariz y se acercó a mí—. Lo siento, señorita, pero me temo que el señorita Lopez tiene unos gustos mucho más perversos de lo que usted se imagina. Haría bien en irse de aquí cuanto antes.
—El que haría bien en irse es usted, señor Chang,hágalo antes de que llame a la policía
—No se moleste, ya me iba. —Se alejó, encaminándose hacia la salida—. Ya he firmado el condenado acuerdo que ha preparado uno de tus esbirros —le dijo a Santana —. No vuelvas a meterte en mi vida
............................................................................................
que tal
Gracias :)
Después de lo que había sucedido en el despacho de Santana , tardé más de una hora en recuperar cierta normalidad. Y aunque supongo que mi aspecto exterior no lo revelaba, o al menos esperaba que así fuera, por dentro seguía temblando. Todavía sentía como sus dedos se movian dentro de mí, sus labios engullendo los gemidos de ambas… y...
—Siento haberle dicho a la jefe dónde estabas —se disculpó Lucia , apoyándose en mi mesa—. Apareció de repente preguntando por ti y se lo solté sin pensar.
—No pasa nada, no te preocupes —le dije yo, rezando para que no viese que se me aceleraba el corazón al oír que Santana había preguntado por mí.
—Ash me ha dicho que te has pasado casi una hora encerrada en su despacho. Es una cotilla. ¿Estás metida en un lío?
¿una hora ?
—No, tranquila. —Carraspeé, una técnica de despiste nada original, y cogí una carpeta—. ¿Cuándo es la próxima reunión con el señor Chang? Todavía nos queda una antes del juicio, ¿no?
—De eso precisamente quería hablarte. La abogada del señor Chang ha llamado a Artie para decirle que esta tarde nos harán llegar su última oferta. Al parecer, su cliente ha cambiado de opinión y no quiere correr el riesgo de poner su futuro, y su fortuna, en manos de un jurado popular.
—Quizá la oferta no sea lo bastante buena —planteé yo, agradecida porque Lucia hubiera aceptado el cambio de tema.
—Algo me dice que lo será. En fin, Artie quiere que repasemos las cuentas de Chang una vez más; tiene la teoría de que si ha accedido tan fácilmente a cambiar de opinión, entonces quizá se nos ha pasado algo por alto.
—Artie cree que nos está ocultando algo que podría hacer que su esposa se quedase prácticamente con todo-suspuse
—Exacto, así que me temo que tenemos que volver a repasar todos los archivos del divorcio. Tengo dos portátiles en una de las salas ,Cuando recibamos la oferta de Chang, seguro que tendrá validez limitada y Artie no quiere que se nos cuele nada
—En seguida voy
—Tranquila, ni yo ni los ordenadores nos iremos a ninguna parte.
Lucia se fue de mi mesa y se encaminó hacia la sala de reuniones en la que probablemente íbamos a pasarnos varias horas. ¿Debería avisar a Santana ? Sí, eso sería lo correcto. ¿Cómo? ¿Le llamaba por teléfono y le decía que no me esperara?Según Santana , ella y yo no teníamos una relación normal y con todas las estrictas normas de conducta que había establecido y sus condiciones, no sabía si tenía derecho a llamarla o no.
Oh, todo aquello era una completa tontería. Descolgué el teléfono y marqué la extensión de su despacho. Comunicaba. Colgué y me dije que lo intentaría más tarde.
Eran las nueve y Lucia y yo seguíamos encerradas en la sala de reuniones. La abogada del señor Changhabía aparecido en el bufete a las seis y media con su oferta; la propiedad de las casas que reclamaba su hasta entonces esposa, la mitad de los bienes declarados y la custodia compartida de los niños. Demasiado bueno para ser verdad. En eso coincidimos los tres; Artie,Lucia y yo. Y por eso mismo seguíamos buscando qué era eso que el señor Chang tenía tanto interés en esconder. Si lográbamos encontrarlo antes de las diez de la mañana del sábado, hora en que perdía vigencia la oferta, quizá lograríamos que nuestra clienta se quedase con lo único que de verdad quería: la custodia total de sus hijos.
—Artie me ha dicho que estabas aquí —dijo Santana , apareciendo en la puerta—. Vengo a ayudaros —añadió, mirándome a los ojos— y Artie también vendrá en seguida.
—Hemos repasado todas las cuentas oficiales —le explicó Lucia , ajena a lo que estaba sucediendo entre ella y yo— y ahora íbamos a leer otra vez los informes de los peritos contables
—Perfecto, dame el primero —le pidió, tendiendo una mano con la palma hacia arriba—. Entre los cuatro iremos más rápido
.
En el poco tiempo que llevaba en Lopez & Berry había oído contar que tanto Santana como Rachel no tenían ningún problema en remangarse y colaborar en cualquier parte del proceso, pero ver a Santana comportándose como si fuera una becaria y no uno de las dos socias del despacho, hizo que mi pobre corazón diera otro salto mortal
A esas alturas, ya tendría que estar acostumbrada.
Tal como había dicho Santana , apenas cinco minutos más tarde llegó también Artie y se puso a repasar otra de las carpetas de documentación. Si alguien me hubiera sugerido que sería capaz de trabajar con Santana en la misma habitación que yo, le habría dicho que se había vuelto loco. Pero pude y no sólo eso, sino que me concentré con mucha más facilidad que antes de que llegara.
—Señoritas, Artie —dijo Santana estirando los brazos—, no sé ustedes , pero a mí me iría bien tomar un café y comer algo
—Sí, son casi las once —apuntó Artie , mirando su reloj.
—Ash tiene anotado el número de la cafetería de al lado. Corro el riesgo de perder la mano, pero abriré su agenda y llamaré —bromeó Santana .
Era la primera vez que lo veía tan relajada
—No sé cómo no vives aterrorizado. Si mi secretaria fuese como Ash, creo que nunca saldría de mi despacho —comentó Artie en broma
—No, Ash es la mejor —la defendió Santana —, sólo tienes que aprender a llevarla. Vamos, dime qué quieres que te pida. Y nada de tonterías, Artie
—Un sándwich de pollo y una ensalada, — al ver que Santana enarcaba una ceja, incrédula.
—¿Lucia ? —le preguntó entonces a mi amiga
—Lo mismo que Artie , falta poco para la boda —se justificó con una sonrisa.
Santana se puso en pie y se dirigió hacia la puerta sin preguntarme a mí.
—Yo quiero lo mismo —le dije en voz alta.
—Mientras Santana está gestionando nuestra cena —dijo Artie —, llamaré a mi esposa para decirle que estoy demasiado mayor para esto.
—Yo también aprovecharé para llamar a Jaime(su prometido)
Lucia y Artie salieron de la sala de reuniones y yo me quedé sola, deseando tener también a alguien a quien llamar. Santana apareció justo entonces. Miró a su alrededor y detrás de ella y después se acercó a mí me dio un beso en los labios.
Se apartó tan rápido que creí que lo había soñado.
—Pareces cansada
—Estos días no he dormido demasiado bien-dije encogiendome de hombros
—Tienes que dormir más. De hecho, he estado pensando que deberías quedarte a dormir en mi casa
—¿Ah, sí?
—Sí, así tu descansarás mejor y yo también, porque sabré que duermes las horas necesarias.
—¿Y tú dormirás conmigo? —le pregunté, mirándola a los ojos.
—No. Yo dormiré en mi dormitorio y tú en el tuyo. Puedes decorarlo como quieras.
—No, gracias. Ya tengo compañera de piso.
¿Cómo podía volver a estar tan frío después de haberme hecho el amor de aquella manera en su despacho?
—Ya te dije cuáles eran las normas, Brittany.
—No me dijiste el porqué —la ataqué yo—. Si me lo dijeras , quizá no me costaría tanto recordarlas —puntualicé sarcástica
—El porqué no importa
—Sí importa —insistí
—No. —se mantuvo firme—. Necesito follarte cómo nunca he follado a nadie en mi vida, eso lo reconozco.
—¡Un momento! —exclamé, ofendida por el modo en que me estaba hablando.
¿Qué diablos le había sucedido?
—Mercedes te manda saludos Santana —nos interrumpió Artie al entrar—, me ha preguntado si sigues viendo a esa mujer de forks y me ha dicho que si es así, la traigas a cenar a casa la próxima vez que venga.
¿Forks ? Santana acababa de volver de esa ciudad. Oh, Dios, me sentí como una estúpida.
Intenté contener el dolor que me causó el descubrimiento, pero Santana lo vio reflejado en mi rostro. Alargó una mano para tocarme la muñeca, pero yo la aparté.
Eso era lo que le pasaba, se había cansado de mí y quería quitárseme de encima
—No, llevo meses sin verla —repuso en voz alta, pero mirándome a mí, no a Artie
—Oh, es una lástima. La noche que la conocí parecíais llevarse muy bien.
Oh, así que lo de que no salía con nadie fuera de sus citas sexuales también era mentira. Por supuesto. Sentí una arcada y me puse en pie de inmediato.
—En seguida vuelvo —dije y salí corriendo de la sala de reuniones en dirección al baño.
—Brittany —oí a Santana llamándome, pero no me detuve.
Entré en los servicios y tuve el tiempo justo de levantar la tapa antes de vomitar.
—Brittany—Santana entró detrás de mí y se arrodilló a mi lado. Me acarició la espalda y me odié un poco más porque el gesto me reconfortó—. No he visto a esa mujer en Forks . Hace meses que no la veo y la verdad es que soy incapaz de recordar su cara.
—Pero sí que saliste con ella —repliqué, sin levantar la cabeza.
—No. Esa mujer de la que habla Artie es abogada y coincidimos en un concierto organizado por una fundación benéfica. Supongo que nos sentamos juntas y que debí de presentársela, pero no tiene importancia.
—Oh, sí la tiene-repuse
Me aparté del retrete y ella me ayudó a incorporarme
—Ven —me indicó, acercándome al espejo.
Cogió una toalla, la humedeció con agua y luego me la pasó por la cara. Yo lo miré y vi que estaba preocupada de verdad
—¿Estás mejor? -pregunto con media sonrisa
—Sí, gracias
—Vamos, iré a decirle a Artie que te acompaño a casa.
—No pienso irme —afirmé rotunda—. Ahora ya estoy bien y no pienso dejarlos plantados
—No nos dejas plantados. Estás pálida y tienes ojeras. Tienes que descansar Llevas toda la semana trabajando en el caso. Artie lo sabe y Lucia también. Ninguno te acusará de no haber hecho tu parte
—No me voy a ningún lado-rigida
—Sí que te vas. Si es necesario, te llevaré a rastras-dijo firme y con tono de conviccion
—No te atreverás-le rete
—Sí me atreveré, así que no te conviene provocarme. ¿Acaso te has olvidado de lo de antes? —Se pegó a mí y se me aceleró el corazón—. Eres mía y voy a cuidar de ti tanto si quieres como si no
Vi que hablaba en serio, muy en serio, y aunque una parte de mí quería gritarle que yo no era de nadie y mucho menos de alguien que no me contaba la verdad, otra no pudo evitar que esa frase me hiciera temblar por dentro a demas de añadirle el que su cercania me quemara
Aun así, no iba a ceder tan fácilmente
—Me quedaré hasta la una. Si para entonces no hemos encontrado nada, me iré a dormir.
—De acuerdo, pero tienes que comerte todo lo que te he pedido para cenar.
—¿Qué me has pedido?
—Ya lo verás. ¿Qué me dices, Brittany?
—Oh, está bien, —Levanté las manos exasperada—. Dime de una vez qué me has pedido.
— Sopa, un sándwich de pollo y una manzana
—Y tú, ¿qué te has pedido?
—Lo mismo.
Sonó el timbre y las dos nos volvimos hacia la puerta
-La cena nos espera, milady. Y recuerda, a la una en punto te llevaré a tu casa
A la una menos cuarto, Santana encontró lo que Mike Chang tanto se había esforzado en esconder. Confieso que me perdí en alguna parte del razonamiento, pero, al parecer, el hombre llevaba años evadiendo impuestos a través de unas cuentas para cuya cancelación necesitaba la firma de su esposa. Si se divorciaba de ella, podía presentar la sentencia de divorcio en el banco y reclamar ese dinero sin la firma del otro titular. Si no, la firma de la señora Chang era imprescindible.
—Llamaré a la abogada a primera hora para decirle que no aceptamos su oferta y exponerle nuestras condiciones —anunció Artie con una sonrisa de oreja a oreja—. Y ahora, si no les importa, me iré a casa. Buenas noches a todos-se despidio
—Yo también me voy —dijo Lucia —. Ahora mismo no recuerdo qué tengo que hacer mañana, pero seguro que es algo muy importante y que reservé hace mucho tiempo. Buenas noches
—Buenas noches —contestamos Santana y yo al unísono
—Ha sido impresionante —comenté en cuanto nos quedamos a solas—. Confieso que no he entendido la mitad de lo que has dicho, pero ha sido fascinante. La señora Chnag se alegrará de poder quedarse con sus hijos
—Sí y ellos también
—Bueno, me voy a casa. —Me puse en pie y cogí el bolso, que en algún momento había ido a parar al suelo
—Ven a mi apartamento. No, no —se apresuró a decir, al ver que lo miraba incrédula—, no para eso. Para dormir
—¿En tu cama?
—En la tuya
—Yo no tengo cama en tu apartamento
.
—No me lo pongas más difícil, Brittany. Ven.
Me tendió la mano y vi que le temblaba.
—Oh, está bien, pero antes tengo que pasar por casa para coger mis cosas y decirle a Rachel que pasaré la noche fuera.
—No. Venga, vamos. A Rachel mándale un mensaje
—De acuerdo, pero que conste que acepto porque estoy muy cansada, no por ti.
—Llámalo como quieras
Salimos del bufete y llegamos al apartamento de Santana en cuestión de minutos. Me quedé dormida en el coche, su precioso Ferrari rojo, y no me desperté hasta que detuvo el motor en el garaje de su domicilio.
—Cariño, ya hemos llegado.
—Me gusta que me llames «cariño», pero sólo lo haces cuando crees que no me doy cuenta.
—Estás muy dormida —señaló ella con una sonrisa antes de salir del coche para abrirme la puerta. Santana siempre hacía esas cosas—. Vamos, rodéame el cuello con los brazos. Eso es, buena chica —me dijo, justo antes de levantarme.
—Eh, puedo caminar.
—Ya lo sé, llevo días viéndote hacerlo. Quiero llevarte en brazos y tú vas a dejarme.
—Tú nunca me pides cosas, siempre me las ordenas —farfullé. Al parecer, el cansando, la falta de sueño y haber hecho el amor con ella esa tarde, me habían aflojado la lengua—. ¿Por qué no me lo pides?
—Porque si lo hago puedes decir que no.
—Nunca te diría que no.
—Chist, duérmete. Ya hemos llegado.
No me había dado cuenta, pero al parecer habíamos subido en el ascensor y en esos momentos estábamos a punto de salir de el. Santana abrió la puerta de su piso sin dejarme en el suelo y yo hundí la nariz en el hueco de su cuello.
Noté que se detenía frente al pasillo que conducía a su dormitorio y al de invitados sin decidirse. Estuvo allí varios minutos y yo me fingí dormida.
—Mierda —masculló entre dientes y entonces, como furiosoa consigo misma, giró sobre sus talones y se dirigió hacia la escalera que llevaba al dormitorio donde nos habíamos acostado la otra noche.
Me tumbó en la cama y me desnudó con mucho cuidado. No me dio ni un beso con los labios, pero sí con los dedos, con los que me acarició todo el cuerpo. Cuando estuve en ropa interior, vi que tensaba la mandíbula justo antes de levantarse e ir hacia el vestidor, del que volvió con una camiseta negra en las manos.
Me la puse y lo primero que noté fue que no era nueva, lo segundo, que olía a ella .
—Duérmete, Brittany —me susurró, después de tumbarme en la cama y taparme con las sábanas
Se puso en pie y, aunque yo seguía con los ojos cerrados, fingiéndome dormida, la oí pasear de un lado a otro del dormitorio. Se detuvo. Seguro que iba a bajar la escalera y encerrarse de nuevo en su habitación. Conté mentalmente los segundos para estar preparada para el impacto. Diez, once, doce, trece, catorce…
Se tumbó en la cama a mi lado. Sin tocarme. Completamente tensa y con la respiración acelerada. Yo nunca antes había tenido tantas ganas de abrazarla.
Unos golpes en la puerta del apartamento nos despertaron de golpe y Santana se sentó en la cama y se quedó mirándome como si no pudiera creer que hubiéramos pasado la noche juntas en la misma cama. Yo la miré igual.
Volvimos a oír los golpes, seguidos de unos insultos y Santana bajó a abrir. Yo seguía un poco confusa. Recordaba perfectamente que habíamos salido muy tarde del trabajo y también sabía que no nos habíamos acostado al llegar, pero lo que no recordaba era haber visto antes a Santana medio desnuda. O medio vestida.
Tan sólo lo vi unos segundos antes de que bajara a toda velocidad a abrir la puerta, pero tuve tiempo de sobra de percatarme de que iba en boxer y con una camiseta que hacía juego con la mía.
—Eres una cretina, Lopez—oí la voz de Mike insultándola
¿Mike Chang?
—Tú tendrías que ser mi abogada y no el de mi maldita esposa
—Vete de mi apartamento, Mike
—No pienso irme de aquí hasta desahogarme. Tú eres como yo. Sabes
perfectamente que jamás habría podido conformarme con Tina
—Pues entonces tendrías que haber sido sincero con ella y no humillarla delante del país entero. Es la madre de tus hijos, Mike, por favor-reclamo con voz fuerte
—¿Y por eso te sientes legitimada para arruinarme? ¿Acaso tú no utilizas a las mujeres como yo?
—Ya te lo dije aquel día, tú y yo no somos iguales. Vete de aquí ahora mismo.
—Eres una hipócrita.
Probablemente tendría que haberme quedado en el dormitorio, pero oí el distintivo sonido de un puñetazo y mis pies bajaron la escalera por voluntad propia.
Efectivamente, Mike le había dado un puñetazo a Santana , pero éste había sabido defenderse, a juzgar por la sangre que goteaba del labio del uno y de la nariz del otro.
—Oh, esto sí que tiene gracia, Lopez . Tú aquí, dándome lecciones de moral y me apuesto lo que quieras a que no le has dicho a la señorita colegiala que te gusta atar y dominar a las mujeres
—¡Cállate, Mike! -dijo con voz fuerte
—Oh, ¿no se lo has dicho? Vaya, no sabes cuánto siento haberte chafado la sorpresa. —Se secó la sangre de la nariz y se acercó a mí—. Lo siento, señorita, pero me temo que el señorita Lopez tiene unos gustos mucho más perversos de lo que usted se imagina. Haría bien en irse de aquí cuanto antes.
—El que haría bien en irse es usted, señor Chang,hágalo antes de que llame a la policía
—No se moleste, ya me iba. —Se alejó, encaminándose hacia la salida—. Ya he firmado el condenado acuerdo que ha preparado uno de tus esbirros —le dijo a Santana —. No vuelvas a meterte en mi vida
............................................................................................
que tal
Gracias :)
Kris_LittleCrazy***** - Mensajes : 213
Fecha de inscripción : 02/03/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
huuuuu me encanto!!!
Lo que no me gusta mucho es que demores demasiado para actualizar.
Etuvo muy bueno!!
Espero leerte prontito prontito!!!!!
Saludos
Lo que no me gusta mucho es que demores demasiado para actualizar.
Etuvo muy bueno!!
Espero leerte prontito prontito!!!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana-90 Días-Aviso + Pregunta (15/julio/14)
Genial ya quiero leer la siguiente actualizaciónd
Oh durmieron juntas!
Ojala no te demores mucho en actualizar
Saludos!
Oh durmieron juntas!
Ojala no te demores mucho en actualizar
Saludos!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
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