Re: FanFic [Brittana] Primer impulso. Capitulo 26. Final

por **Marta_Snix** Mar Jul 16, 2013 5:21 pm

ScarletteLópez*-* escribió::ooo awww:3 se declararon:3 bueeenoxd en realidad
san se declaró $-$

Me encanta este ficD: no quiero que se acabeee :\'(:

Ojala que el último capítulo sea largo:c para que disfrute mucho más la historia:c XDD
Bueeeno:c eso :(

actualiza pronto:D

Cuidate, un abrazoD:

La autora ha sacado a finales de junio, una secuela de este libro, llamado "Operación furor de tormenta", estoy buscandolo para poneros la secuela, pero por ahora sin éxito. Si alguien saber donde puedo encontrarlo que me mande un mensaje privado y así os puedo adaptar la secuela

por andre *-* Mar Jul 16, 2013 7:52 pm

actualizaaaaaaaaaa ...

por **Marta_Snix** Mar Jul 16, 2013 8:02 pm

Capítulo 26

San abrió los ojos y permaneció inmóvil, tratando de orientarse. ¿Dónde estaba? En su casa de Gualala. Sí. En su cama. Lo comprobó. Aún no había amanecido. En efecto. Una hermosa mujer encima de ella.

—Debo de estar soñando,

Al oír su propia voz se espabiló. Un leve ronquido sonó muy cerca, un brazo se posó sobre su vientre y una pierna se enredó entre las suyas. San siguió quieta, mientras cada molécula de su ser percibía el contacto con el otro cuerpo. Algodón sobre algodón. Piel sobre Piel. Durante la noche Brittany debía de haberse bajado los pantalones, porque San percibió un calor que le indicó que Brittany no llevaba nada. Notó un cosquilleo, una sensación cálida y húmeda. Al darse cuenta, una especie de alarma contra incendios la sacudió. Trató de dormir de nuevo, pero le resultó imposible. Quería abandonarse y devorar a aquella maravillosa criatura. “Muy bien, San. Vaya momento para ponerte poética y aprovecharte de ella, justo cuando es más vulnerable y se siente en deuda contigo. Muy honrado, muy leal. Durará. ¡Una mierda! ¿Quieres que dure? ¿En qué estás pensando?” En una fracción de segundo San bajó por una resbaladiza cuesta y llegó a una sorprendente conclusión. Deseaba que durase. Quería a Brittany de todas las maneras. Estaba quebrantando todas sus reglas. Tenía que abandonar la cama ya. Apartó a Brittany con mucho cuidado y la tapó con las mantas, procurando no tocarla con los dedos sudorosos. Luego se levantó en silencio, dolorida y reprimiendo una queja. Cogió un forro polar del armario, se calzó unas zapatillas y fue a encender el calentador y la chimenea. Puso la tetera al fuego, preparó té y se sentó en el sofá, frente a la chimenea. El sol se sumergía en el mar. Habían dormido mucho. Retiró el cargador del móvil, pulsó un número rápido y una voz familiar respondió al segundo timbrazo.

—Hola, Maggie. Llamo para informarme. ¿Hay novedades?

—Enviamos gente al lugar del incidente. La furgoneta estaba destrozada. El señor Hatch saltó a tiempo, pero no contaba contigo y con tu cuchillo. Estaba donde lo dejaste. El equipo cree que no había pasado nadie por allí. ¿Se encuentra bien la señorita Pierce?

—Sí. Está durmiendo. ¿Y Noah y la Fabray? ¿Los habéis encontrado?

—Según nuestros informes, huyeron a Canadá antes de que pudiésemos detenerlos. No creo que vuelvan, pero hay muchos como ellos por ahí.

San suspiró.

—¿Crees que se han librado?

—Eso parece, pero nunca se sabe. El chiringuito de las acciones ha cerrado y la gente que lo llevaba, al menos en Estados Unidos, ha muerto o ha desaparecido. Podéis volver, pero será mejor que mantengáis la guardia durante un tiempo, porque cabe la posibilidad de que no hayamos identificado a todos los jugadores.

San contemplaba el fuego mientras escuchaba a Maggie. “Tal vez sea mejor así.” De pronto oyó una tosecilla y vio que Brittany estaba apoyada en la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, observándola. Los ojos de San recorrieron su cuerpo. Llevaba los pantalones puestos. “Seguro que lo he soñado.” San se preguntó qué habría oído Brittany y sintió la necesidad irracional de ocultarle el hecho de que podían marcharse. Sin embargo, tenía que decírselo.

—Te volveré a llamar para concretar planes. Gracias por la información, Maggie. —Cerró el teléfono y permaneció sentada, con los brazos apoyados en los muslos y las manos entrelazadas. Brittany se acercó a ella y se sentó a su lado, y San percibió el aroma de las sales de baño que había puesto en la bañera la noche anterior, el aroma del que había disfrutado durante toda la noche.

—Buenas noticias —dijo San sin mucho entusiasmo, contemplando el fuego—. Han arreglado lo del... accidente; parece que no lo vio nadie más. Creen que Noah y Quinn cruzaron la frontera de Canadá. Podemos regresar.

Brittany se quedó callada unos instantes.

—No.

San giró la cabeza bruscamente.

—¿Qué?

—No.

—¿Por qué no?

—Me prometiste unos días libres. Solas.

—¿De veras?

Brittany contempló la habitación en penumbra.

—¿Qué hora es? Parece tarde.

San señaló un reloj de pared con gesto ausente.

—Ahí. Son casi las cinco.

Brittany se levantó y cogió la taza de San.

—Voy a preparar té. Mientras llama a tu amiga para decirle que volvemos dentro de unos días. Luego hablamos de nuestras vacaciones.

La espalda de la mujer que se dirigía a la cocina era tan subyugante como su rostro. San se dio cuenta de que estaba sonriendo con cara de boba, pero no pudo evitarlo. Llamó canturreando, y Maggie la sacó del atolladero enseguida. Brittany preparó té y tostadas. Con aire ausente, untó las tostadas con mantequilla y luego, llevó la bandeja a la sala y la dejó ante la chimenea. Se sentó al lado de San y preguntó:

—¿Has llamado?

—Sí.

—Estupendo. ¿Y qué hacemos estos días? —Brittany se daba palmaditas en el muslo.

San la miró un momento, se acercó a ella y le sujetó la mano que tenía ocupada.

—Brittany, mírame, por favor. —Brittany obedeció y le sostuvo la mirada—. Antes de que hagamos planes, debes escucharme. —Brittany permaneció en silencio.

San tomó aliento.

—Cuando descubriste la mierda de tu... de la empresa de Sam Evans, te dieron una paliza. Y eso fue por la ética que demostraste, por tu honradez y por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Brittany asintió, preguntándose adonde iría a parar todo aquello. Los ojos de San la traspasaban y le suplicaban que la escuchase y la comprendiese.

—Pero cuando entraste en relación conmigo, por lo del disco y el intento de pescar a esos tipos, había demasiado en juego. Creo que descubrieron lo que habías hecho y quién era yo. Entonces, o bien te mataban o bien te controlaban para utilizarte como baza. En realidad, ese grupo es mucho más poderoso que Sam, Quinn o el propio Noah. Sólo piensan en el negocio. —No dejó intervenir a Brittany—. Lo sé porque trabajo para las personas que quieren detenerlos.

Brittany, confundida, acertó a decir:

—Pero tienes una gran empresa. Trabajas para ti.

—Y también para varias agencias del gobierno. Me pagaron la carrera y me ayudaron a montar la empresa. Y por eso he desarrollado los programas de seguridad y los programas forenses que utiliza el gobierno. Las versiones que se venden al público no son nada en comparación con las que tienen las agencias.

Brittany le apretó la mano.

—Sí, claro. Todo el mundo sabe que tienes contratos con el gobierno. Y ahora ya entiendo por qué esa gente está nerviosa.

San se inclinó hacia Brittany.

—Eso no es todo. No me he dedicado sólo al desarrollo de software. He participado... en operaciones encubiertas. Estoy entrenada y trabajo como... agente, Brittany. He hecho cosas que ni en sueños se te ocurrirían y de las que no me enorgullezco. Casi nadie lo sabe, pero si los que trabajan para Noah están entre los pocos enterados y me han identificado... —Posó los ojos en la mano que retenía Brittany.

Brittany resopló y se quedó callada durante unos segundos.

—Entonces, ¿me tendiste una trampa? ¿Cómo? ¿El hombre que entró en mi apartamento trabajaba para ti?

—¡Claro que no!

Brittany percibió el daño que habían provocado sus palabras y acarició la mano de San para animarla a seguir. Estaba confusa y, sobre todo, le aterrorizaba que su amor por San se basase en una mentira.

—La verdad es que hacía tiempo que tu ex novio se hallaba en el punto de mira —explicó San— El dinero que Jen invirtió en su empresa procedía del Departamento del Tesoro. No coincidimos contigo en aquel restaurante por casualidad. Yo lo planeé todo. Al principio, la amistad que Jen entabló contigo estaba planificada. Te captamos y te utilizamos, aunque sabíamos que podía ser peligroso. Me he dado contra la pared millones de veces por haberte metido en esto, pero creía en la misión. ¿Qué importaba una víctima si capturábamos a los malos? Soy tan mala como ellos. Ahora ya lo sabes. —San se recostó en el sofá. Parecía derrotada.

Brittany, que había retirado la mano varias frases antes, contempló el fuego durante un buen rato. De pronto todo cobraba sentido. No era lo que Brittany quería escuchar, pero sí lo que necesitaba escuchar. Era algo real. Tan real como su reacción al oírlo. Sabía que tenía que elegir. No como la chica chiflada por una mujer misteriosa e inalcanzable, sino como una mujer que tenía que coger las riendas de su destino. Podía levantarse e irse. Con toda certeza, sus padres le aconsejarían que se alejase de San López lo máximo posible. Se trataba de su vida, y Brittany sabía, sin duda, que San era su futuro. Pero San tenía que responder más preguntas. Brittany no iba a arriesgarlo todo por una aventura. Nunca había sido ni sería partidaria de las relaciones superficiales. Y mucho menos con San.

—Entonces, ¿Jen sólo fingió que yo le caía bien para convencerme de que trabajase para ti? — Aquello le dolió mucho.

San sacudió la cabeza enérgicamente.

—¡Rotundamente no! Sí, tenía que ganarse tu amistad, pero casi desde el principio pensó que no debíamos inmiscuirte. La invitación para vivir en nuestra casa no formaba parte del plan y no era necesaria. Y mis... sentimientos por ti no estaban previstos. —La última frase fue casi un susurro.

Aunque le dio un vuelco el corazón al oír las palabras de San, Brittany tenía que saberlo todo.

—¿Sigues siendo agente? Tal y como lo has explicado, sonaba a cosa del pasado.

San dudó.

—Hace tiempo que pienso en renunciar a mi personalidad encubierta. En realidad, soy demasiado reconocible. Antes podía evitar la publicidad, pero la presión de las entrevistas, de los discursos y todo lo demás ha aumentado con el tamaño de la empresa.

—Comprendo el motivo. La mayoría de los directores ejecutivos son hombres blancos y

rechonchos. Y tú no encajas en esa categoría. Los medios de comunicación deben de adorarte.

Una sonrisa irónica iluminó los labios de San, que se frotó las sienes con los dedos, como si le doliese la cabeza.

—No sé si todos estarán de acuerdo. No he colaborado mucho con ellos.

—¿Es la única razón para que lo dejes?

Los ojos de San se posaron en Brittana. Brittany se acercó más a ella y exigió:

—Dime la verdad. Deja que decida yo.

San casi se encogió, y Brittany vio miedo y dolor en su mirada.

—Estoy cansada de... esa vida. En realidad, no me di cuenta de que había tomado la decisión hasta que me preguntaste. Pero, cuando te conocí, algo cambió. Y cada vez que pienso que podría haberte perdido..., que aún podría perderte por culpa de esto...

Enmudeció y a San la sorprendieron sus propias lágrimas. Brittany borró una con el dedo y, luego, se lo llevó a los labios.

—San, la noche que nos conocimos, cuando me salvaste, si no hubieras estado allí, no sé qué habría pasado. Y en tu casa, con aquellos hombres horribles, te expusiste por mí. Ahora estoy aquí y me encuentro bien gracias a ti. —Brittany se inclinó y rozó suavemente con sus labios los de la mujer que había conquistado su corazón.

San trató de resistir.

—No lo entiendes. ¡Podrías haber muerto por mi culpa!

—Pero no ha ocurrido.

—¡No quiero que estés conmigo por gratitud! Eso sería...

Brittany, cuyo corazón sufría por San, puso un dedo sobre sus labios y la hizo callar.

—Algo que yo no haría. Deseo estar contigo. Deseo conocerte. No puedo explicarlo mejor. Sólo estoy segura de una cosa: sé lo que quiero. Lo he querido casi desde el mismo momento en que te conocí. Y te aseguro que la gratitud es una parte muy pequeña de todo ello. Por favor.

—Brittany, ¿has estado alguna vez con una mujer? ¿Eres lesbiana?

—Siempre viví como querían mis padres. Intenté que formases parte de mis fantasías.

AI advertir la confusión de San, Brittany explicó:

—Estaba tan entusiasmada con nuestro baile, con el beso y con la noche que pasamos juntas, sin tocarnos, que basé la decisión en obligarte a desempeñar tu papel, con consecuencias casi catastróficas. Te debo una disculpa.

San iba a decir algo, pero Brittany sacudió la cabeza. Debía rematar aquello mientras conservaba todos sus sentidos, porque, a diferencia de la postura extremadamente ética de San, no tenía intención de perder un segundo si San la aceptaba.

—Por culpa de mis meteduras de pata, te viste obligada a rescatarme, y la situación se repitió. Pero huimos juntas, comimos barras de cereales rancios juntas y nos enfrentamos a ese tipo juntas. Aprendí a confiar en ti. Y, sobre todo, a confiar en mí.

Se llevó la mano de San a los labios, la besó, y se miraron.

—Me has preguntado si estuve alguna vez con una mujer y si soy lesbiana. Las respuestas son no y no lo sé. Nunca lo había pensado. Por favor, conténtate con eso. Jamás sentí por nadie lo que siento por ti. Y no quiero dejar de sentirlo. Si eso significa que soy lesbiana, pues lo soy. A mi madre le va a dar un ataque.

San se quedó callada unos instantes, luego resopló y se echó a reír. Brittany la imitó, y ambas se rieron a carcajadas hasta quedarse sin aliento; cuando se calmaron, se apoyaron la una en la otra.

—Bueno, ¿qué te gustaría hacer hoy..., mejor dicho..., esta noche?

—A mí... Eh, a todo esto, ¿dónde diablos estamos?

—En Gualala. —Había un matiz de burla en los ojos de San.

—¿Dónde?

—Gua... No muy lejos de Mendocino. ¿Has estado allí?

—No. Pero, ¿no es el pueblo donde rodaron Se ha escrito un crimen? Allí vivía la protagonista, Cabot algo. Siempre quise visitarlo. Recuerdo ver la serie de televisión de niña y oír a mis padres quejarse de que se rodara en un pueblo de California, en vez de rodarla en el pueblo de pescadores de Cape Cod. Cuando llegué aquí, nunca pasé de Los Ángeles. Espero que no se parezcan en nada.

—No. Se parece más a Bolinas, pero con unos restaurantes estupendos y unas tiendas maravillosas, y no ha perdido su toque bohemio. Es la capital de la marihuana del norte de California. ¿Te apetece ir? Compraremos comida a la vuelta.

—¿Quieres saber qué me apetece realmente? —La voz de Brittany transmitía sus deseos, y San tragó saliva y abrió bien los ojos.

—Sí, claro.

—Me apetece quedarme aquí contigo. Eso es lo que más me apetece.

—¿Quieres... comer algo?

—Acabamos de comer.

Brittany se sentó en el regazo de San a horcajadas, se inclinó y le dio un beso tan tierno y sensual que ambas se quedaron sin aliento. Leigh se levantó y preguntó:

—¿Hay vino? —Y salió de la habitación. San permaneció sentada un poco más, con el cuerpo encendido. Luego se levantó, llevó los platos a la cocina como una autómata y los dejó en el fregadero.

Cogió una botella de vino, la abrió y se quedó mirando por la ventana de la cocina, mientras su mente no dejaba de dar vueltas. “Tal vez no debería...” A San la rescataron de sus dilemas éticos unos brazos cálidos que la rodearon por la cintura. Se volvió y recibió un beso apasionado, al que correspondió. Brittany llevaba una vieja camiseta de San, unos calcetines gruesos y, a simple vista, nada más.

—Vamos, he preparado el jacuzzi. —Brittany cogió las copas de vino y se dirigió al baño, moviendo las caderas con un aire que la invitó a seguirla.

San tiró el paño de cocina por encima del hombro, sin preocuparse de dónde caía, cogió la botella y siguió a Brittany. Cuando entró en el baño, Brittany la estaba esperando, rodeada de velas encendidas que pertenecían al equipo de emergencia de San. Brittany cerró la puerta y la miró.

—Desnúdate.

—No estoy muy...

—Ahora.

San trató de bajar la cremallera del forro polar con manos temblorosas. Como no lo consiguió, intentó quitarse los pantalones. “¿Cómo es posible que ni siquiera pueda quitarme los pantalones? ¡A ver si de una vez por todas!” De pronto, otro par de manos la ayudaron, y San admiró la habilidad de Brittany para las tareas motrices más sencillas. El forro se desprendió. Luego dejó que Brittany le quitase la camisa de manga larga por la cabeza.

—Levanta los brazos.

Observó con alivio que Brittany temblaba mientras intentaba quitarle la camiseta, sin éxito. San le sujetó las manos para serenarla y la miró a los ojos, de un intenso color café, tan próximos a los de ella.

—¿Estás segura? —preguntó, con la voz ronca de deseo.

Brittany sostuvo la mirada y retrocedió unos pasos, y San dejó de respirar. Se quitó con elegancia los calcetines y la camiseta, que cayó al suelo. San estaba aturdida. Contempló el cuerpo de Brittany con los ojos de una amante y le pareció increíble. Esbelto, piernas bien torneadas, cintura estrecha y unos preciosos pechos que cortaban la respiración. Todo proporcionado. Vio cómo Brittany se acercaba a la bañera y se metía dentro. Tras acomodarse, llenó las copas de vino.

—Estoy segura.

San se despojó de la camiseta y la tiró al suelo. Se quitó rápidamente los pantalones de chándal y percibió el frío de las baldosas bajo los pies mientras se dirigía a la bañera, consciente de que Brittany no se perdía ni uno solo de sus movimientos.

—Dios —gimió Brittany—. Tu cuerpo es fuerte y, a la vez, absolutamente femenino. Y tú no te das cuenta. He soñado con verte, con recrear mis ojos en ti desde aquella noche en mi apartamento. La noche que me llevaste al baño cubierta sólo con una toalla.

—No tenía ni idea.

Cuando se sentaron en la bañera y bebieron vino, San casi no se lo creía. Estaba desnuda, con aquella mujer que llenaba sus pensamientos y sus sueños.

—Quiero que sepas cuánto... Quiero decir que no he... —San bajó la vista—. “Maldita sea. No había tenido tanto miedo ni cuando me dispararon. ¡Qué difícil es esto!”

Brittany contempló a aquella magnífica mujer, que, de pronto, parecía tan abierta y vulnerable. Con una vulnerabilidad que reflejaba la suya propia. Dejó a un lado la copa, se acercó a ella y la abrazó por el cuello.

—San, eres la persona más maravillosa que conozco —susurró—. No puedo dejar de pensar en ti. Ocupas mis primeros pensamientos por la mañana y los últimos por la noche. El mero roce de tu mano me provoca reacciones que jamás creí que existieran. No he estado con ninguna mujer antes, pero eso no significa que no haya pensado en lo que quiero hacer contigo. ¿Te sirve de algo?

San la miró a los ojos y algo se agitó en su interior. Su sonrisa le indicó a Brittany que no tardarían en convertirse en amantes y se le aceleró el corazón.

—Creo que me lees la mente, pero debo advertirte una cosa.

Brittany frunció el entrecejo.

—Lo que pretendía decirte antes, sin éxito, era que nunca había sentido lo mismo por nadie. No quiero que nos precipitemos. Si sólo deseas besarme, lo haremos así. No quiero asustarte. —San estaba colorada—. Quiero que tú...

—¿Acaso me estás diciendo que te da miedo tu propia pasión?

—Supongo que sí. Me he pasado la vida controlándolo todo, pero contigo no funciona. No sé qué sucederá.

Brittany se acercó a San, le colocó un mechón de cabellos sueltos detrás de la oreja y susurró:

—Averigüémoslo.

Se besaron con dulzura, explorándose mutuamente los labios y la boca. Pero las semanas de separación y el deseo que sentían disiparon sus temores y encauzaron la pasión. San se levantó y la abrazó con fuerza, y por primera vez disfrutaron del contacto de sus cuerpos desnudos.

—Dios mío, San —dijo Brittany—, ¡qué suave eres! —Gimió al sentir cómo se deslizaba el muslo de San entre sus piernas y se apretó contra ella. San la sostuvo con firmeza y la besó en la mejilla y en el cuello, chupando y mordisqueando de vez en cuando.

El agua caliente se agitó a su alrededor y la sensación increíblemente erótica de los cuerpos tocándose empujó a Brittany a rodear la cintura de San con las piernas.

—Quiero que cada parte de mí esté en contacto contigo. Nunca me parecerá suficiente.

Tras unos momentos.

San jadeó.

—No creo que aguante mucho más. ¿Estás limpia? —Las últimas palabras apenas se oyeron.

—Sí. Me parece que no puedo moverme. Ven. —Brittany se levantó y la besó apasionadamente, un beso que no acabó hasta que tuvieron que separarse para respirar.

San sonrió, casi sin aliento.

—Si no salimos de esta bañera pronto, acabaremos ahogándonos. Aguanta un minuto, por favor. Tengo que recuperarme.

Brittany se apartó, pero deseaba regresar a los brazos de San desesperadamente. Ambas

permanecieron en silencio unos diez segundos.

—De acuerdo. Salgamos de aquí. —Brittany, que estaba más cerca de los escalones, salió, cogió una toalla y se dedicó a secar a San en cuanto abandonó la bañera. San agarró la otra toalla y envolvió con ella los hombros de Brittany. Brittany estaba tan excitada que la operación de secado fue muy torpe. Arrojó la toalla al suelo y se acercó a San.

—No puedo hacerlo.

San, aunque afectada, acertó a decir:

—Bien, de acuerdo. No tienes que hacer nada que te moleste. No ha sido buena idea. Disculpa.

Britany la miró, tratando de adivinar a qué se refería.

—¡No! San, en mi vida había estado tan segura de algo. Es que no puedo esperar mientras nos secamos. Quiero que estés a mi lado, en la cama, ahora mismo. ¡Vamos! —La cogió de la mano y corrieron al dormitorio, compitiendo para ver quién llegaba antes.

Se tendieron en la cama riendo, jugando y tirándose almohadas. Luego permanecieron la una junto a la otra, contemplando las estrellas a través de la claraboya. San se colocó de lado y apoyó la cabeza en la mano; y Brittany sintió tanto frío que se le puso la carne de gallina y los pezones de punta. San se apresuró a subir las mantas y a rodear a Brittany con sus brazos para darle calor. Permanecieron así unos minutos. Brittany acurrucó la cabeza bajo el mentón de San, y sólo se oían los latidos de sus corazones. Brittany percibió el ritmo del pulso de San y se sumergió en su desnudez. Sin pensar, Brittany posó los labios en el cuello de San y besó la piel bajo la que vibraban los latidos. Oyó un profundo suspiro y lamió el mismo lugar, atreviéndose a cubrir con la mano el pecho de San. El pezón se endureció inmediatamente mientras sus dedos lo acariciaban. Su cuerpo también se acaloró y los besos descendieron hasta reclamar el otro pezón con los labios; luego lo rodeó con la lengua y saboreó la excitación de su amante.

—Sí —susurró San.

Brittany continuó la exploración de aquella maravillosa mujer que yacía a su lado. Con un movimiento repentino, San cambió de postura, y Brittany se sumergió en aquellos ojos insondables.

—Déjame, por favor. Déjame —murmuró San y cubrió a Brittany con su cuerpo, provocando gemidos de placer.

—Eres maravillosa, San. Maravillosa.

Instintivamente los cuerpos de ambas buscaron los puntos de placer mutuos; los besos se volvieron más encendidos, y San metió de nuevo el muslo en el lugar que había excitado a Brittany en la bañera. A Brittany la abrumaba cada nuevo roce y casi no podía respirar.

—Más, San, dame más.

San se puso de lado y capturó un pezón con la lengua; lo lamió y lo chupó. Con una mano frotó el abdomen liso de Brittany, que gimió y se arqueó. Apartó el muslo para introducir los dedos y gimió al percibir la fluida humedad de Brittany.

—He soñado muchas veces con acariciarte —declaró San.

Brittany intentó controlarse o, al menos, registrarlo todo mientras San le frotaba el clítoris con fuerza, presionando, y luego lo acariciaba, primero suavemente y después con más urgencia, manteniendo el muslo entre sus piernas.

—San, sí, más fuerte, por favor. Por Dios, San, más fuerte.

San aumentó la presión y la velocidad, y Brittany se elevó cada vez más. No tenía sentido del tiempo; sólo quería que aquello no acabase nunca.

De pronto, Brittany se puso tensa y dejó de moverse, mientras se dispersaban por su cuerpo sensaciones nuevas para ella. Se desprendió de la pierna de San y se tendió en la cama, abriéndose completamente a la mano de su amante. San aumentó la presión de las caricias, se puso a horcajadas sobre una pierna de Brittany y se movió contra ella. Brittany casi no podía respirar. Su cuerpo y su mente explotaron en una cascada de placeres tan salvajes y primarios que no los reconoció. Su garganta emitió un gemido mientras se estremecía y, luego, se sacudió, buscando a San. San se mantuvo firme, mientras continuaba acariciando el centro de Brittany y se deslizaba en su interior para acrecentar la respuesta de su amante. Las oleadas de placer agitaban a Brittany, que respondía a todo lo que San hacía. Poco a poco se calmó, y San permaneció dentro de ella, siguiendo sus propias instrucciones, hasta que Brittany se quedó exhausta. San empezó a salir lentamente y Brittany lanzó un largo suspiro.

—No. Aún no. —Continuaron una al lado de la otra.

La mano de Brittany se demoró sobre el bellísimo cuerpo que estaba a su lado, y San suspiró. Siguió tocándola muy despacio hasta que encontró el tesoro que buscaba entre sus piernas, húmedo, hinchado y vibrante.

—Eres divina —murmuró Brittany—. Deslumbrante, —Besó a San y comenzó a explorar los pliegues con los dedos, traduciendo la pasión que sentía por su amante en movimientos que condujeron a San a un fuerte clímax en cuestión de minutos. Brittany se sorprendió cuando estuvo a punto de compartir el desahogo con ella. “¡Dios, qué mujer!”

—Lo siento. —San jadeaba—. Quería prolongarlo, pero no he podido. Resultas muy excitante cuando exiges lo que quieres. He hecho todo lo posible por retenerlo y llegar las dos juntas, pero, en cuanto me has tocado, he sentido que iba a explotar.

—¿Te estás disculpando? Eres maravillosa. Casi... hum, he disfrutado cada instante. Créeme.

San deslizó la mano de nuevo.

—Estás mojada. —Su voz sonó ronca.

Brittany, aún muy sensible, jadeó cuando San la tocó y, luego, se abandonó a sus caricias.

—Debes de creer que soy adicta al sexo o algo por el estilo. Nunca me había ocurrido nada igual. Yo... —Antes de continuar, un intenso beso cubrió su boca, lo cual contribuyó a acentuar su excitación.

—¡Chis! —le susurró San al oído—. Disfruta. Quiero saborearte. Eres extraordinaria. —Se deslizó sobre el cuerpo de Brittany, lamiéndolo y chupándolo, prestando especial atención a los lugares que le hacían arrancar gemidos. Brittany no pudo contenerse; ni siquiera reconoció su propia voz.

San le introdujo los dedos y acomodó el cuerpo entre las piernas de Brittany, cubriéndola con la boca; luego, su lengua localizó el aterciopelado tejido hinchado por el deseo. Saboreó, lamió, rozó con los dientes el clítoris de Brittany y, a continuación, lo estimuló con la lengua hasta que Brittany creyó que moriría de pasión antes de alcanzar el orgasmo. San percibió el ritmo de Brittany y se ajustó a él perfectamente. Cuando Brittany se corrió, gritó el nombre de San, que siguió lamiéndola, chupando y presionando hasta que Brittany le suplicó que la abrazase. Sólo que la abrazase. Cuando recuperó fuerzas suficientes para hablar, dijo:

—¡Dios mío! ¿Ocurre esto cada vez que una mujer hace el amor con otra?

—No lo sé. Nunca me había sucedido antes.

—Entonces..., ¿somos nosotras?

—Sí.

—Me apunto.

Se acurrucaron bajo las mantas, y Brittany estaba medio dormida cuando oyó que San susurraba:

—Te amo.

Esperó unos momentos y, luego, dijo:

—Yo también te amo. —Le pareció que en sus labios se dibujaba una sonrisa, pero se le cerraron los ojos.

Permanecieron abrazadas mucho tiempo, saboreando el sudor, la sal y la pasión mutuas. Cuando una se dormía, el roce de la otra las unía de nuevo. El amanecer las sorprendió enredadas bajo un montón de sábanas y mantas. Brittany, a escasos milímetros de San, observó cómo despertaba lentamente. San la besó en los labios.

—Te amo, Brittany. Pero tal vez no te convenga.

Brittany se sintió furiosa bajo la luz gris de la mañana.

—No vuelvas a decir eso, San. Lo que no me conviene es estar sin ti. Pase lo que pase, quiero que lo afrontemos juntas. Y, ahora, cierra los ojos.

La expresión de pura alegría y paz que iluminó el rostro de San antes de que sus párpados se cerrasen se grabó para siempre en el corazón de Brittany. Brittany tiró de las sábanas y las mantas para tapar los cuerpos de ambas; luego se acercó a San y acarició sus rizos negros hasta que sintió que el cuerpo de San se abandonaba al sueño. Mientras Brittany contemplaba a su amante dormida, el día se tiñó de vibrantes colores que nunca antes había visto. San había dicho que seguramente seguían en peligro y que debían tener mucho cuidado, pero Brittany estaba convencida de que eran más fuertes juntas que separadas. E, indiscutiblemente, estaba enamorada de San López. Haría lo que fuese por proteger aquel amor. San se movió, puso a Brittany sobre ella, la besó en el cuello y murmuró:

—Te amo. Duerme.

Brittany se acurrucó bajo el hombro de San y cerró los ojos, al fin en casa.

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Bueno chicas, hasta aqui dura la historia de las dos chicas, ¿que les parecio? Como he dicho la autora ha escrito una secuela, el libro salio en Junio, aun no he conseguido el libro, en cuanto lo consiga pondre la secuela, se llamará "Operación furor de tormenta"

por Maitehd Mar Jul 16, 2013 11:11 pm

Hola! Me encantó la historia, está excelente. Todo lo último que vivieron, demasiadas emociones juntas.
Espero que pronto puedas subir uno propio, deseo leer uno tuyo nuevamente :3
Soy tu fiel seguidora de fic, aunque todavía no leo "Honor" xD
Besos!

por micky morales Miér Jul 17, 2013 12:29 am

Eres una de las mejores escritoras que he tenido el placer de leer y te agradesco muchisimo por este increible fic, solo me queda esperar a que decidas dar inicio a otra historia, ten por seguro que ahi estare, hasta pronto!

por Alisseth Miér Jul 17, 2013 1:15 am

just perfect!!! :D
Me encantó la historia de las chicas..
Gracias por el fic!! x3
está super tierno el final..
Ya sabes.. fiel seguidora... y si escribes otro ten por seguro que lo seguiré.. XD

Besos! :)

por monica.santander Miér Jul 17, 2013 3:16 am

haaayyy me encanto la histortia. gracias por compartir esta adaptacion con nosotras. Nos leemos pronto!! Obvio que te sigo con la otra historia a morir jja!!
Saludos

por **Marta_Snix** Miér Jul 17, 2013 5:29 am

Maitehd escribió:Hola! Me encantó la historia, está excelente. Todo lo último que vivieron, demasiadas emociones juntas.
Espero que pronto puedas subir uno propio, deseo leer uno tuyo nuevamente :3
Soy tu fiel seguidora de fic, aunque todavía no leo "Honor" xD
Besos!

Sobre lo de "Honor" te dije que no te preocupes si tienes pensado leerlo original, pero debes leerlo, esta muy bien la historia.
Sobre uno propio, en agosto empezare, como te dije me voy una semana de vacaciones sin internet y no quiero empezar algo y dejarlo mucho tiempo parado. Pero habra historia propia
Besos!! ;)

micky morales escribió:Eres una de las mejores escritoras que he tenido el placer de leer y te agradesco muchisimo por este increible fic, solo me queda esperar a que decidas dar inicio a otra historia, ten por seguro que ahi estare, hasta pronto!

Hola, muchas gracias por todo y, sobre todo, por seguirme alli donde voy, lectoras como vosotras sois de gran inspiración. Por ahora seguire con "Honor", tengo una idea de un FF propio, pero el martes salgo de vacaciones, una semana, y sin internet, por lo que esperare a principios de agosto para poner uno propio, no me gusta dejar los FF tanto tiempo sin actualizar

Alisseth escribió:just perfect!!! :D
Me encantó la historia de las chicas..
Gracias por el fic!! x3
está super tierno el final..
Ya sabes.. fiel seguidora... y si escribes otro ten por seguro que lo seguiré.. XD

Besos! :)

Gracias a ti por leerlo. Otro pronto, muy pronto, mientras tanto deberás conformarte con "Honor" o "vinculos de honor", la 2º parte
Besos Ali ;)

monica.santander escribió:haaayyy me encanto la histortia. gracias por compartir esta adaptacion con nosotras. Nos leemos pronto!! Obvio que te sigo con la otra historia a morir jja!!
Saludos

Muchisimas gracias, me siento importante y todo jajaja. Nos vemos muy pronto ;)

por aria Miér Jul 17, 2013 6:45 pm

Ohhhh que genial... No pudo haber sido mejor ese final... Que emotivo... Romantico y excitante *.* me ha encantado...
Juntas son mas fuertes como dice Britt ...

por **Marta_Snix** Miér Jul 17, 2013 6:47 pm

aria escribió:Ohhhh que genial... No pudo haber sido mejor ese final... Que emotivo... Romantico y excitante *.* me ha encantado...
Juntas son mas fuertes como dice Britt ...

Si, se hicieron de rogar, pero finalmente juntas :D

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