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[Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
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¡Fer Brittana4ever!
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[Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Chicas traigo una nueva historia!
Esta semana tratare de avanzar lo mas posible mis otros fics, quiero terminarlos luego!
Debo decir que ya esta casi terminada así que actualizare rápido
Comentarios, bienvenidos sean!
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Esta semana tratare de avanzar lo mas posible mis otros fics, quiero terminarlos luego!
Debo decir que ya esta casi terminada así que actualizare rápido
Comentarios, bienvenidos sean!
Sinopsis
Al descubrir que una empresa rival le había
robado sus creaciones, la diseñadora Brittany Pierce se juró
que atraparía al ladrón. Se le ocurrió un plan perfecto:
marcharse a Los Ángeles y con otra identidad, emplearse
como secretaria de Santana Lopez, la sexy presidenta de la
compañía rival. A medida que las largas jornadas laborales
se convertían en noches apasionadas, Brittany trataba de
centrarse en su misión secreta. Esperaba que Santana fuera
inocente, porque estaba atrapada en la ardiente relación que
mantenían. Pero, frente a tanto engaño, su amor pronto
estaría en la cuerda floja.
robado sus creaciones, la diseñadora Brittany Pierce se juró
que atraparía al ladrón. Se le ocurrió un plan perfecto:
marcharse a Los Ángeles y con otra identidad, emplearse
como secretaria de Santana Lopez, la sexy presidenta de la
compañía rival. A medida que las largas jornadas laborales
se convertían en noches apasionadas, Brittany trataba de
centrarse en su misión secreta. Esperaba que Santana fuera
inocente, porque estaba atrapada en la ardiente relación que
mantenían. Pero, frente a tanto engaño, su amor pronto
estaría en la cuerda floja.
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Última edición por ¡Fer Brittana4ever! el Jue Nov 21, 2013 1:52 am, editado 8 veces
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
debo decir que ya me atrapaste............me encantó la sinopsis de la historia y no veo el instante en que ya actualices nuevamente jejejeje
Saludos, hasta la proxima actualizacion
Saludos, hasta la proxima actualizacion
_Claudia_100%fanGLEE_Bol-* - Mensajes : 1976
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Se ve genial la introduccion
Y el capitulo?
Bueno esperemos lo subas pronto
Saludos!
Y el capitulo?
Bueno esperemos lo subas pronto
Saludos!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
me tinca! me llama la atención en como sera el desarrollo de la historia entre santana y brittany. gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
_Claudia_100%fanGLEE_Bol escribió:debo decir que ya me atrapaste............me encantó la sinopsis de la historia y no veo el instante en que ya actualices nuevamente jejejeje
Saludos, hasta la proxima actualizacion
Jane0_o escribió:Se ve genial la introduccion
Y el capitulo?
Bueno esperemos lo subas pronto
Saludos!
Camila18 escribió:me tinca! me llama la atención en como sera el desarrollo de la historia entre santana y brittany. gracias por escribir
Muchas gracias fieles seguidoras! No las haré esperar nada esta vez! Aquí va el primero!
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¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Capitulo 1
Capitulo 1
Imposible. Era imposible.
Brittany Pierce maximizó la ventana de su navegador y se aproximó aún más para examinar la foto en la pantalla del portátil.
Tecleó con furia para minimizar la ventana y abrir otra. Ventana tras ventana, la presión arterial le iba subiendo. Volvió a teclear con rabia para poner en marcha la impresora, de la que fueron saliendo las fotos, o, como ya comenzaba a considerarlas, las pruebas.
Tomó las fotos de la bandeja y las llevó a una mesa larga y ancha, donde las colocó en fila.
El corazón le palpitaba como si hubiera corrido los cien metros lisos. Allí, frente a sus ojos, tenía la prueba de que alguien le estaba robando sus diseños.
Volvió a estudiar las fotos. Los tejidos eran distintos, desde luego, al igual que algunas líneas y cortes, pero era indudable que se trataba de sus diseños.
Para asegurarse de que no se imaginaba cosas ni se estaba volviendo loca, Brittany abrió un cajón donde guardaba los esbozos de sus diseños y buscó una carpeta que llevó a la mesa. Sacó los bocetos en los que había estado trabajando la primavera anterior y que formarían la colección de aquel otoño. Tras un corto periodo de prueba tuvo cada esbozo situado al lado del correspondiente a su rival. El parecido le provocó náuseas.
Volvió a preguntarse cómo había podido suceder algo así.
Se devanó los sesos tratando de determinar quién podía haber visto los bocetos mientras trabajaba en ellos ¿Cuánta gente había entrado y salido del estudio? No mucha.
Elizabeth y Juliet, por supuesto, pero confiaba en ellas plenamente.
Sus hermanas y ella compartían aquel espacio para trabajar. Las tres habían alquilado el edificio entero en Nueva York y utilizaban uno de los pisos como vivienda, que también compartían; y el otro como lugar de trabajo de la empresa: Modas Pierce.
Aunque a veces se enfadaran entre ellas, o sus horarios se solaparan, lo cierto era que trabajar como socias estaba funcionando muy bien. Brittany enseñaba sus bocetos a sus hermanas y les pedía su opinión y viceversa.
Pero ni Elizabeth ni Juliet le robarían los bocetos ni la traicionarían de ningún otro modo.
Estaba totalmente segura.
Entonces, ¿quién había sido? A veces iba gente al estudio, pero no era habitual. Cuando tenían algún asunto que resolver lo hacían en la sede de la empresa, en Manhattan, donde estaban las máquinas de coser, los empleados, un despacho para cada hermana y una
pequeña tienda que esperaban ampliar muy pronto. Ese sueño sería imposible si les robaban sus creaciones y las sacaban al mercado antes que ellas. Recogió los bocetos y las fotos y comenzó a recorrer el estudio.
¿Qué podía hacer?
Si supiera quién era el culpable sabría qué hacer. Sin embargo, como no tenía ni idea de quién estaba detrás de aquello, no sabía por dónde empezar. Tal vez sus hermanas pudieran sugerirle algo, pero no quería mezclarlas en aquello.
Ella era la que había ido a una escuela de diseño y la que había pedido un préstamo a sus padres para montar su propio negocio. Y aunque ellos eran muy ricos y le habían dicho que le regalarían el dinero, ella deseaba construir algo por sí misma.
Se había marchado a Nueva York para hacerse un nombre, y Elizabeth y Juliet habían ido después, dejando sus empleos en Connecticut.
Las dos habían supuesto una gran contribución a Modas Pierce. La ropa que diseñaba Brittany era fabulosa, desde luego, pero los zapatos de Elizabeth y los bolsos y accesorios de Juliet habían hecho famosa la marca Pierce. El dinero estaba en los accesorios. A las mujeres les gustaba comprarse una nueva prenda, pero también todo lo que la acompañaba. Que pudieran salir de Modas Pierce con todo lo necesario para vestirse era lo que las hacía volver y recomendar la tienda a sus amigas.
Pero no estaban robando los diseños de sus hermanas, y Brittany no quería que se inquietaran por su futuro. Tenía que enfrentarse a aquello sola, al menos hasta que supiera algo de lo que sucedía. Volvió adonde estaba el portátil y se sentó en el taburete frente a él. Los dedos le vacilaron sobre el teclado, pero comenzó a escribir y, aunque no estaba segura de que lo que iba a hacer fuera lo correcto, decidió seguir su instinto.
Dos minutos después tenía la dirección de una empresa de detectives, y cinco minutos más tarde había concertado una cita para la semana siguiente. No estaba segura de lo que les pediría que hicieran, pero, tras haberla escuchado, tal vez le dieran alguna idea.
Después prosiguió buscando información sobre la empresa rival: Ashdown Abbey.
La había fundado Carlos Lopez, hacía más de un siglo, en Londres. Trabajaban en ropa deportiva y de trabajo, y aparecían en muchas revistas de moda. Tenían cincuenta tiendas en todo el mundo y sus ventas les dejaban más de diez millones de beneficios anuales.
Entonces, ¿por qué le estaban robando sus ideas?
Modas Pierce se hallaba en los inicios y apenas daba para ir devolviendo mensualmente el préstamo a los padres de Brittany y para que sus hermanas y ella vivieran sin problemas.
La copia de los modelos procedía de la sucursal de Ashdown Abbey en Los Ángeles, por lo que Brittany buscó más información sobre ella. Según la página web de la empresa, su directora era Santana Lopez, descendiente de Carlos Lopez. Pero la sucursal de Los Ángeles solo llevaba abierta un año y medio y trabajaba de modo independiente con respecto a la empresa británica, centrándose principalmente en clientes americanos y, sobre
todo, de Hollywood.
Brittany entrecerró lo ojos para examinar la foto de Santana Lopez que había aparecido en la pantalla.
Reconoció de mala gana que era guapa. Tenía el pelo castaño y lo llevaba largo; los pómulos altos y la mandíbula fuerte; los labios gruesos, pero no en exceso; y los ojos parecían marrón, pero era difícil saberlo por la foto.
A pesar de sus deseos de despreciarla, Santana Lopez tenía una sonrisa encantadora que amenazaba con lograr que las piernas dejaran de sostenerla.
Brittany era abiertamente lesbiana.
Por suerte estaba sentada y era una mujer fuerte. A primera vista, desde luego, no la hubiera considerado una ladróna. Siguió mirando fotos y artículos sobre la empresa, pero la mayor parte se referían a la sede británica y a otras tiendas europeas. Decidió que no podía hacer mucho más hasta ver al detective con el que se había citado. Miró la hora. Había quedado para cenar con sus hermanas en veinte minutos.
Mientras iba cerrando las diversas ventanas, algo le llamó la atención: una página con oportunidades de empleo en Ashdown Abbey (Estados Unidos), a la que ya había echado una ojeada. Maximizó la ventana, seleccionó el enlace de más información y lo imprimió.
Se le había ocurrido una locura.
Sus hermanas, por descontado, tratarían de disuadirla si se lo contaba; el detective, también, e intentaría convencerla de que dejara el asunto en sus manos por el
módico precio de ¿cien, doscientos, quinientos dólares la hora? Era mucho más sencillo que ella se introdujera en la empresa a ver qué podía averiguar. Conocía el mundo del diseño a la perfección y estaba segura de que la elegirían.
Se estremeció.
Era peligroso, claro. Las cosas podían torcerse y verse metida en un buen lío. Pero no podía desaprovechar la oportunidad. Era como si el destino le indicara el camino.
Tenía que averiguar qué sucedía, cómo había sucedido y detenerlo. Y trabajar para Ashdown Abbey era un buen modo de conseguirlo.
Bueno, no, perfecto.
Santana Lopez necesitaba una secretaria, y ella era la persona adecuada para el puesto.
_________________________________________________________________________
Ahora actualizare mis otros fic, aunque tengo algunos problemas con Beyond Curiosity y después subiré otro capitulo. Lo haremos rápido!
Gracias por leer!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Se ve interesante brittany de encubierta genial
Me a gustado y si aqui tienes
Una fiel lectora!
Saludos,
Me a gustado y si aqui tienes
Una fiel lectora!
Saludos,
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
wowww:¬¬: ..........que manera de empezar el primer capitulo........indudablemente me ENCANTÓ.........la duda y la curiosidad no me dejan en paz mientras voy pensando ¿quien pudo robarle la idea de sus diseños a Britt?.............jejejejeje, ya quiero leer su reaccion cuando conozca personalmente a Santana
Saludos, hasta la proxima actualizacion:??:
Saludos, hasta la proxima actualizacion:??:
_Claudia_100%fanGLEE_Bol-* - Mensajes : 1976
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola nueva lectora,, me encanto esté 1er cap.
Actualiza pronto
Xoxo
Actualiza pronto
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola nueva lectora!
Me gusta ya quiero ver como interactuan las Brittana :3
Hasta la actu.Saludos! ^-^
Me gusta ya quiero ver como interactuan las Brittana :3
Hasta la actu.Saludos! ^-^
Invitado- Invitado
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Se que dije que actualizaria rapido. Pero tengo problemas con el Word de mi PC y todos mis archivos estan en ese formato. El domingo en la noche o el lunes actualizo sin falta todos mis fics!
Gracias por leer!
Gracias por leer!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Bien chicas al fin solucione los problemas de mi office, así que podre actualizar ahora si más seguido.
Muchas gracias por todos sus comentarios, hoy no tengo tiempo de responderlos ya que estoy de cabeza escribiendo mis fics y no quiero que se me vaya la inspiración! Perdonenme por eso si?
Besitos a todas!
______________________________________________________________________
Santana Lopez maldijo en voz baja mientras dejaba de golpe el informe financiero trimestral de la empresa sobre la última carta de su padre, que la había hecho sentirse como una niña a la que regañaban por alguna travesura.
La carta, escrita a mano y enviada desde Inglaterra, porque así lo habían hecho siempre sus padres, y porque un correo electrónico era demasiado vulgar para su refinada educación, subrayaba que las ganancias en la sucursal norteamericana eran decepcionantes y que Santana había fracasado al añadir otra gema a la corona de la empresa desde que la habían nombrado presidenta, hacía dieciocho meses.
A Santana le pareció que su padre estaba allí hablando con ella, con las manos detrás de la espalda y las cejas fruncidas en señal de desagrado: igual que cuando era una niña.
Sus padres siempre le exigían la perfección en todo, y ella nunca la había logrado.
De todos modos, creía que un año y medio no era suficiente para asegurar el triunfo o el fracaso de una sucursal de la empresa en un nuevo país, cuando Ashdown Abbey había tardado casi un siglo en triunfar en Gran Bretaña.
Pensaba que las expectativas de su padre habían sido demasiado elevadas, pero cualquiera se lo decía.
Se recostó en el asiento, suspirando, y consideró cuánto tiempo podría posponer la respuesta a la carta antes de que su padre le enviara otra; o todavía peor, antes de que decidiera tomar un avión y plantarse en Los Ángeles para vigilar a su hija.
¡Vaya día! Además le aterraba pensar en el asunto de la nueva secretaria.
Ya había tenido tres, jóvenes atractivas y competentes, pero faltas de dedicación.
El problema de contratar a una secretaria en Los Ángeles era, en su opinión, que las candidatas solían aspirar a ser actrices, por lo que se aburrían fácilmente o dejaban el empleo en cuanto las contrataban para hacer un anuncio; o bien aspiraban a ser diseñadoras de moda que se desesperaban cuando no conseguían triunfar con sus creaciones en menos de seis meses.
Y cada vez que una se marchaba, Santana tenía que empezar de nuevo a formar a la siguiente.
El departamento de Recursos Humanos había contratado a la última en su lugar y le había enviado información profesional y personal de la elegida.
Antes de que tuviera ocasión de volver a leer el currículo, llamaron a la puerta del despacho. Esta se abrió y su nueva secretaria, o al menos eso fue lo que dedujo ella, entró.
Era más guapa de lo que parecía en la foto.
Tenía el pelo rubio oscuro y lo llevaba recogido en un moño. Iba poco maquillada y sus
rasgos eran clásicos y delicados. Llevaba gafas de montura oscura y aros dorados en las orejas. Vestía una sencilla blusa blanca, una estrecha falda negra que le llegaba por debajo de la rodilla y unos zapatos negros de tacón alto.
Iba a la moda, pero Santana se fijó en otros aspectos de ella, como su piel de porcelana, el modo en que la blusa le marcaba los senos o el rosado de sus labios.
–Señorita Lopez, soy Brittany, su nueva secretaria. Aquí tiene su café y el correo de la mañana.
Dejó la taza humeante en el posavasos de cuero del escritorio. Le había añadido un poco de crema de leche, como a ella le gustaba. Y colocó el montón de cartas frente a su jefa.
La primera impresión que le produjo a Santana fue muy positiva.
–¿Desea algo más?
–No, gracias.
Ella asintió, dio media vuelta y se dirigió a la puerta.
–Señorita George...
Ella se volvió.
–Dígame.
–¿La blusa y la falda que lleva son diseños de Ashdown Abbey?
–Ella sonrió levemente.
–Por supuesto.
Santana reflexionó durante unos segundos sin atreverse a creer que su suerte estuviera cambiando. Carraspeó y le preguntó:
–No será usted actriz, ¿verdad?
Ella frunció el ceño.
–No.
–¿Ni modelo?
Ella soltó una breve risa.
–Por supuesto que no.
Santana recordó algunos puntos importantes de su currículo. Era licenciada en Ciencias Empresariales y había hecho varios cursos de diseño.
–Y su interés en la industria de la moda es...
Ella replicó en tono firme.
–Estrictamente laboral, además de tener la oportunidad de
conseguir nuevos diseños antes que el resto del mundo. Me gusta
mucho la ropa –afirmó, y le dedicó una medio sonrisa.
Santana sonrió a su vez, casi contra su voluntad.
–Entonces está en el lugar adecuado. Los empleados tienen descuento en nuestra tienda, como ya sabrá.
–Sí, lo sé.
–Excelente –murmuró ella, satisfecha de momento con su nueva secretaria.
Aunque aún no la había visto trabajar, ya había superado el primer obstáculo.
–Si todavía no lo ha hecho, mire mi agenda para la semana. Habrá algunas reuniones y eventos a los que tendrá que venir conmigo, así que preste atención a esas anotaciones. Y compruebe a menudo mi agenda, ya que suelo cambiarla sin previo aviso.
Agarró la taza y dio un sorbo. Tenía muy buen sabor, pues llevaba la cantidad exacta de crema que le gustaba.
–Muy bien.
–Gracias. Eso es todo de momento.
Ella volvió a dirigirse a la puerta y Santana volvió a detenerla antes de que llegara.
–El café es excelente. Espero que haga el té igual de bien.
–Lo intentaré.
Salió cerrando la puerta, y Santana sonrió inesperadamente.
En cuanto cerró la puerta del despacho y estuvo sola, Brittany se dirigió con paso vacilante a sentarse tras su escritorio.
Temblaba de pies a cabeza y el corazón se le había desbocado.
Y el estómago... Le parecía estar en un barco que cabeceara en medio de una tormenta. Sería un milagro que no vomitara el desayuno.
Para evitar que sucediera, se inclinó hacia delante y puso la cabeza sobre las rodillas, ya que con aquella falda tan estrecha era imposible ponerla entre ellas.
Brittany había pensado en cambiarse el nombre, pero se le haría muy difícil atender a otro. Pero si opto por cambiarse el apellido y había elegido uno sencillo y que le resultara fácil de
identificar: George, que fue como sus hermanas y ella llamaron al primer perro que tuvieron.
Así que Brittany George era su nuevo nombre, aunque le parecía propio de una bibliotecaria de mediana edad.
Pero parecía una bibliotecaria.
Su estilo habitual y sus propios diseños tendían hacia los colores fuertes y eran atrevidos y desenfadados. Pero su puesto en Ashdown Abbey le impedía vestir así. Y además, tenía que hacer todo lo posible para que no la reconocieran ni la relacionaran con Modas Pierce.
Esperaba que el cambio de nombre y de estilo de vestir, unido a las gafas y al hecho de haberse oscurecido el pelo, que tenía rubio, fuera suficiente para evitar que alguien de la empresa supiera quién era.
También contribuiría que Modas Pierce no fuera muy conocida. Sus hermanas y ella apenas habían aparecido en los medios de comunicación. Las habían fotografiado de vez en cuando y habían salido en revistas o páginas de sociedad, sobre todo por ser hijas de quien eran y por la fortuna de su familia.
Al cabo de unos minutos, el pulso de Brittany recuperó la normalidad y dejó de tener arcadas. De momento estaba consiguiendo su propósito. Había superado la prueba de la aceptación de su currículo, la de la entrevista y la de enfrentarse a la presidenta de la empresa, Santana Lopez, sin que la hubieran sacado esposada del despacho.
Todo estaba yendo bien.
En Ashdown Abbey no había el ruido de fondo de voces y máquinas de coser que había en Modas Pierce. Pero su empresa no era tan rica como Ashdown Abbey, que tenía las oficinas y los talleres en edificios distintos. Brittany pensó que le gustaría oír el zumbido de las máquinas o la risa de sus hermanas, sobre todo en momentos como aquel, en que lo único que oía era su respiración agitada y una voz interior, aterrorizada, que le decía que estaba loca y que la iban a pillar.
Para no escucharla comenzó a recitar uno de los poemas sin sentido que había aprendido en la escuela primaria. Después se incorporó lentamente.
Santana Lopez creía que era su nueva secretaria, así que tendría que comportarse como tal.
Acercó la silla al escritorio y comenzó a teclear frente a la pantalla del ordenador. Aunque se había familiarizado con el sistema operativo antes de entrar en el despacho de Santana, todavía tenía mucho que aprender; por ejemplo, el plan de trabajo de su jefa para
ese día.
Se sintió culpable al pensar si sus hermanas ya habrían encontrado la nota que les había dejado y respetarían sus deseos de no decirle a nadie que había desaparecido y de que no intentaran buscarla. Les había dicho que tenía que resolver un asunto personal, les
había asegurado que no correría peligro alguno y les había pedido que confiaran en ella.
No quería que se preocuparan, pero no estaba dispuesta a decirles lo que iba a hacer. Un día se lo contaría ante una botella de vino, y lo más probable era que acabaran riéndose, pero eso sería cuando hubieran desaparecido las amenazas a su empresa.
Antes de marcharse había acudido a la cita con Blaine Anderson, de la agencia de detectives Anderson, para que investigara a todos los empleados de Modas Pierce. Brittany no creía que fuera a encontrar algo comprometedor, pero más valía prevenir que curar.
Le había dicho que se ausentaría de Nueva York durante un tiempo y que lo llamaría una vez a la semana para que la pusiera al día.
Francamente, esperaba que el detective no tuviera que darle malas noticias y que si se las daba no tuvieran relación con Modas Pierce.
Pero hasta que volviera a hablar con él tenía que centrar toda su energía en su nuevo empleo y en investigar por sí misma sigilosamente.
Al mirar la agenda de Santana para ese día, comprobó aliviada que sería una jornada tranquila, ya que estaría en el despacho buena parte del día. Tenía una cita para comer y debía acudir a una conferencia por la tarde, pero ella no debía acompañarla.
Echó un vistazo a la agenda del resto de la semana y se dijo que volvería a comprobarla cada dos horas hasta que se convirtiera en un hábito hacerlo.
Dedicó unos minutos a investigar algunos de los programas y carpetas del sistema, aunque esperaba no tener que usarlos inmediatamente. Pero como entendía de diseño, sabía cómo utilizar los programas instalados relacionados con él. La pregunta era si le servirían para acceder a la información necesaria para localizar a quien le estaba robando los diseños.
Tal vez sí, o tal vez no: dependía de si Santana sabía lo que estaba sucediendo.
Se preguntó si estaría involucrada. ¿Habría enviado a un espía de Ashdown Abbey a su empresa? ¿O, a pesar de haber reconocido sus diseños de la última colección de
su empresa, habría mirado hacia otro lado porque era lo más fácil y contribuiría a aumentar las ventas y el prestigio de Ashdown Abbey?
Esperaba que no. Se resistía a creer que hubiera ejecutivos que se rebajaran a esos extremos, cuando tenían un montón de diseñadores con talento. También se resistía a creer que alguien tan guapa, con aquel maravilloso acento entre británico y latino, fuera capaz de algo tan malo. Aunque estaba segura que personas más atractivas eran culpables de cosas
peores.
Era algo que sucedía todos los días, y ella no era tan ingenua como para creer que porque una mujer fuera tremendamente atractiva y millonaria no estuviera dispuesta a robar para conseguir otro par de millones.
Buscó información sobre la colección California, la colección de Ashdown Abbey que incluía buena parte de sus creaciones con ligeras modificaciones y confeccionadas en tejidos totalmente distintos.
Los ligeros vestidos veraniegos eran muy bonitos, aunque no tanto como lo hubieran sido sus diseños si hubiera tenido la oportunidad de confeccionarlos. Examinó cada uno concienzudamente. No todos procedían de uno de sus diseños, lo cual no era ningún consuelo y podría serle perjudicial si trataba de demostrar ante un tribunal que había habido
hurto.
Un buen abogado defensor podría distinguir que existían similitudes entre los diseños de ambas empresas, pero que, como la colección de Ashdown Abbey incluía asimismo modelos sin parecido alguno con los de Modas Pierce, se trataba simplemente de un caso de coincidencia creativa.
Brittany cerró la galería de fotos y abrió otros documentos de la carpeta, entre los que encontró los bocetos de los modelos definitivos de la colección California. Eran bocetos digitales, a todo color, realizados con uno de los programas informáticos que cada día eran más populares.
Brittany también lo tenía en su notebook, pero prefería el lápiz y el papel. Sin embargo, lo que atrajo su atención no fue cómo estaban hechos sino que estuvieran firmados por un equipo de diseñadores, en vez de por un solo diseñador. Debía de ser la costumbre en Ashdown Abbey.
Buscó la lista de nombres del equipo, que aparecieron con sus títulos y las colecciones anteriores que habían realizado para la empresa. Brittany la imprimió.
Mientras la impresora estaba funcionando sonó el intercomunicador.
Ella inspiró profundamente y apretó el botón de la línea directa de Santana Lopez.
–¿Sí?
–¿Puede venir un momento?
Un silencio absoluto siguió a la pregunta, por lo que Brittany dedujo que su jefa había colgado sin esperar respuesta.
Agarró la lista de diseñadores de la bandeja de la impresora, la dobló varias veces y se la guardó en el bolsillo delantero de la falda, hecho lo cual se dirigió al despacho de Santana sin saber con qué se encontraría al otro lado de la puerta. Ni siquiera sabía si debía llevar
un bloc y un lápiz para tomar notas.
¿Qué llevaba una secretaria cuando la llamaba la jefa o jefe? ¿Pluma y
papel? ¿Un tablet? No había tenido tiempo de echar un vistazo para ver el material del que disponía la secretaria de Santana Lopez.
Así que entró con las manos vacías después de llamar a la puerta. Santana acabó de anotar algo antes de prestarle atención.
–¿Qué hace esta noche? –le preguntó.
La pregunta le resultó tan inesperada a Brittany que se quedó en
blanco. Y estaba segura de que la cara la tenía del mismo color.
–Deduzco que no tiene planes.
Como ella seguía sin responder, su jefa continuó hablando.
–Voy a cenar con un diseñador al que puede que contratemos y he pensado que tal vez quiera venir con nosotros. De ese modo se irá familiarizando con lo que le exige su puesto.
Ella se limitó a responder:
–Muy bien.
Santana asintió de modo casi imperceptible.
–Yo iré directamente desde la oficina, pero usted puede ir a casa a cambiarse, si quiere. La iré a buscar a las ocho. No olvide dejarme la dirección antes de marcharse.
Volvió a concentrarse en su trabajo, por lo que ella dedujo que no quería nada más.
–De acuerdo. Muchas gracias –dijo antes de apresurarse a salir.
Se sentó en su escritorio para analizar los últimos acontecimientos.
Por un lado tenía la lista de los diseñadores de la colección de Ashdown Abbey basada en sus diseños, lo cual era un golpe maestro para ser el primer día en territorio enemigo.
Por otro, lo que más deseaba era acabar el día sin ser descubierta. No había pensado que tuviera que hacer horas extra fuera de la oficina, y menos a solas con su guapa jefa.
Claro que no estaría sola con ella. Era una cena de negocios, así que al menos habría otra persona. Pero no dejaba de ser una situación en que se hallaría muy cerca de la mujer de la cual dependía su futuro.
Su futuro profesional y probablemente su libertad.
Si su jefa averiguaba quién era ella en realidad y por qué estaba trabajando de incógnito en la empresa, era muy posible que acabara entre rejas. Y daría igual que dijera que ella había sido la primera en cometer un delito.
________________________________________________________________
Espero sus comentarios motivacionales!
Muchos besos!
Muchas gracias por todos sus comentarios, hoy no tengo tiempo de responderlos ya que estoy de cabeza escribiendo mis fics y no quiero que se me vaya la inspiración! Perdonenme por eso si?
Besitos a todas!
______________________________________________________________________
Capitulo 2
Santana Lopez maldijo en voz baja mientras dejaba de golpe el informe financiero trimestral de la empresa sobre la última carta de su padre, que la había hecho sentirse como una niña a la que regañaban por alguna travesura.
La carta, escrita a mano y enviada desde Inglaterra, porque así lo habían hecho siempre sus padres, y porque un correo electrónico era demasiado vulgar para su refinada educación, subrayaba que las ganancias en la sucursal norteamericana eran decepcionantes y que Santana había fracasado al añadir otra gema a la corona de la empresa desde que la habían nombrado presidenta, hacía dieciocho meses.
A Santana le pareció que su padre estaba allí hablando con ella, con las manos detrás de la espalda y las cejas fruncidas en señal de desagrado: igual que cuando era una niña.
Sus padres siempre le exigían la perfección en todo, y ella nunca la había logrado.
De todos modos, creía que un año y medio no era suficiente para asegurar el triunfo o el fracaso de una sucursal de la empresa en un nuevo país, cuando Ashdown Abbey había tardado casi un siglo en triunfar en Gran Bretaña.
Pensaba que las expectativas de su padre habían sido demasiado elevadas, pero cualquiera se lo decía.
Se recostó en el asiento, suspirando, y consideró cuánto tiempo podría posponer la respuesta a la carta antes de que su padre le enviara otra; o todavía peor, antes de que decidiera tomar un avión y plantarse en Los Ángeles para vigilar a su hija.
¡Vaya día! Además le aterraba pensar en el asunto de la nueva secretaria.
Ya había tenido tres, jóvenes atractivas y competentes, pero faltas de dedicación.
El problema de contratar a una secretaria en Los Ángeles era, en su opinión, que las candidatas solían aspirar a ser actrices, por lo que se aburrían fácilmente o dejaban el empleo en cuanto las contrataban para hacer un anuncio; o bien aspiraban a ser diseñadoras de moda que se desesperaban cuando no conseguían triunfar con sus creaciones en menos de seis meses.
Y cada vez que una se marchaba, Santana tenía que empezar de nuevo a formar a la siguiente.
El departamento de Recursos Humanos había contratado a la última en su lugar y le había enviado información profesional y personal de la elegida.
Antes de que tuviera ocasión de volver a leer el currículo, llamaron a la puerta del despacho. Esta se abrió y su nueva secretaria, o al menos eso fue lo que dedujo ella, entró.
Era más guapa de lo que parecía en la foto.
Tenía el pelo rubio oscuro y lo llevaba recogido en un moño. Iba poco maquillada y sus
rasgos eran clásicos y delicados. Llevaba gafas de montura oscura y aros dorados en las orejas. Vestía una sencilla blusa blanca, una estrecha falda negra que le llegaba por debajo de la rodilla y unos zapatos negros de tacón alto.
Iba a la moda, pero Santana se fijó en otros aspectos de ella, como su piel de porcelana, el modo en que la blusa le marcaba los senos o el rosado de sus labios.
–Señorita Lopez, soy Brittany, su nueva secretaria. Aquí tiene su café y el correo de la mañana.
Dejó la taza humeante en el posavasos de cuero del escritorio. Le había añadido un poco de crema de leche, como a ella le gustaba. Y colocó el montón de cartas frente a su jefa.
La primera impresión que le produjo a Santana fue muy positiva.
–¿Desea algo más?
–No, gracias.
Ella asintió, dio media vuelta y se dirigió a la puerta.
–Señorita George...
Ella se volvió.
–Dígame.
–¿La blusa y la falda que lleva son diseños de Ashdown Abbey?
–Ella sonrió levemente.
–Por supuesto.
Santana reflexionó durante unos segundos sin atreverse a creer que su suerte estuviera cambiando. Carraspeó y le preguntó:
–No será usted actriz, ¿verdad?
Ella frunció el ceño.
–No.
–¿Ni modelo?
Ella soltó una breve risa.
–Por supuesto que no.
Santana recordó algunos puntos importantes de su currículo. Era licenciada en Ciencias Empresariales y había hecho varios cursos de diseño.
–Y su interés en la industria de la moda es...
Ella replicó en tono firme.
–Estrictamente laboral, además de tener la oportunidad de
conseguir nuevos diseños antes que el resto del mundo. Me gusta
mucho la ropa –afirmó, y le dedicó una medio sonrisa.
Santana sonrió a su vez, casi contra su voluntad.
–Entonces está en el lugar adecuado. Los empleados tienen descuento en nuestra tienda, como ya sabrá.
–Sí, lo sé.
–Excelente –murmuró ella, satisfecha de momento con su nueva secretaria.
Aunque aún no la había visto trabajar, ya había superado el primer obstáculo.
–Si todavía no lo ha hecho, mire mi agenda para la semana. Habrá algunas reuniones y eventos a los que tendrá que venir conmigo, así que preste atención a esas anotaciones. Y compruebe a menudo mi agenda, ya que suelo cambiarla sin previo aviso.
Agarró la taza y dio un sorbo. Tenía muy buen sabor, pues llevaba la cantidad exacta de crema que le gustaba.
–Muy bien.
–Gracias. Eso es todo de momento.
Ella volvió a dirigirse a la puerta y Santana volvió a detenerla antes de que llegara.
–El café es excelente. Espero que haga el té igual de bien.
–Lo intentaré.
Salió cerrando la puerta, y Santana sonrió inesperadamente.
En cuanto cerró la puerta del despacho y estuvo sola, Brittany se dirigió con paso vacilante a sentarse tras su escritorio.
Temblaba de pies a cabeza y el corazón se le había desbocado.
Y el estómago... Le parecía estar en un barco que cabeceara en medio de una tormenta. Sería un milagro que no vomitara el desayuno.
Para evitar que sucediera, se inclinó hacia delante y puso la cabeza sobre las rodillas, ya que con aquella falda tan estrecha era imposible ponerla entre ellas.
Brittany había pensado en cambiarse el nombre, pero se le haría muy difícil atender a otro. Pero si opto por cambiarse el apellido y había elegido uno sencillo y que le resultara fácil de
identificar: George, que fue como sus hermanas y ella llamaron al primer perro que tuvieron.
Así que Brittany George era su nuevo nombre, aunque le parecía propio de una bibliotecaria de mediana edad.
Pero parecía una bibliotecaria.
Su estilo habitual y sus propios diseños tendían hacia los colores fuertes y eran atrevidos y desenfadados. Pero su puesto en Ashdown Abbey le impedía vestir así. Y además, tenía que hacer todo lo posible para que no la reconocieran ni la relacionaran con Modas Pierce.
Esperaba que el cambio de nombre y de estilo de vestir, unido a las gafas y al hecho de haberse oscurecido el pelo, que tenía rubio, fuera suficiente para evitar que alguien de la empresa supiera quién era.
También contribuiría que Modas Pierce no fuera muy conocida. Sus hermanas y ella apenas habían aparecido en los medios de comunicación. Las habían fotografiado de vez en cuando y habían salido en revistas o páginas de sociedad, sobre todo por ser hijas de quien eran y por la fortuna de su familia.
Al cabo de unos minutos, el pulso de Brittany recuperó la normalidad y dejó de tener arcadas. De momento estaba consiguiendo su propósito. Había superado la prueba de la aceptación de su currículo, la de la entrevista y la de enfrentarse a la presidenta de la empresa, Santana Lopez, sin que la hubieran sacado esposada del despacho.
Todo estaba yendo bien.
En Ashdown Abbey no había el ruido de fondo de voces y máquinas de coser que había en Modas Pierce. Pero su empresa no era tan rica como Ashdown Abbey, que tenía las oficinas y los talleres en edificios distintos. Brittany pensó que le gustaría oír el zumbido de las máquinas o la risa de sus hermanas, sobre todo en momentos como aquel, en que lo único que oía era su respiración agitada y una voz interior, aterrorizada, que le decía que estaba loca y que la iban a pillar.
Para no escucharla comenzó a recitar uno de los poemas sin sentido que había aprendido en la escuela primaria. Después se incorporó lentamente.
Santana Lopez creía que era su nueva secretaria, así que tendría que comportarse como tal.
Acercó la silla al escritorio y comenzó a teclear frente a la pantalla del ordenador. Aunque se había familiarizado con el sistema operativo antes de entrar en el despacho de Santana, todavía tenía mucho que aprender; por ejemplo, el plan de trabajo de su jefa para
ese día.
Se sintió culpable al pensar si sus hermanas ya habrían encontrado la nota que les había dejado y respetarían sus deseos de no decirle a nadie que había desaparecido y de que no intentaran buscarla. Les había dicho que tenía que resolver un asunto personal, les
había asegurado que no correría peligro alguno y les había pedido que confiaran en ella.
No quería que se preocuparan, pero no estaba dispuesta a decirles lo que iba a hacer. Un día se lo contaría ante una botella de vino, y lo más probable era que acabaran riéndose, pero eso sería cuando hubieran desaparecido las amenazas a su empresa.
Antes de marcharse había acudido a la cita con Blaine Anderson, de la agencia de detectives Anderson, para que investigara a todos los empleados de Modas Pierce. Brittany no creía que fuera a encontrar algo comprometedor, pero más valía prevenir que curar.
Le había dicho que se ausentaría de Nueva York durante un tiempo y que lo llamaría una vez a la semana para que la pusiera al día.
Francamente, esperaba que el detective no tuviera que darle malas noticias y que si se las daba no tuvieran relación con Modas Pierce.
Pero hasta que volviera a hablar con él tenía que centrar toda su energía en su nuevo empleo y en investigar por sí misma sigilosamente.
Al mirar la agenda de Santana para ese día, comprobó aliviada que sería una jornada tranquila, ya que estaría en el despacho buena parte del día. Tenía una cita para comer y debía acudir a una conferencia por la tarde, pero ella no debía acompañarla.
Echó un vistazo a la agenda del resto de la semana y se dijo que volvería a comprobarla cada dos horas hasta que se convirtiera en un hábito hacerlo.
Dedicó unos minutos a investigar algunos de los programas y carpetas del sistema, aunque esperaba no tener que usarlos inmediatamente. Pero como entendía de diseño, sabía cómo utilizar los programas instalados relacionados con él. La pregunta era si le servirían para acceder a la información necesaria para localizar a quien le estaba robando los diseños.
Tal vez sí, o tal vez no: dependía de si Santana sabía lo que estaba sucediendo.
Se preguntó si estaría involucrada. ¿Habría enviado a un espía de Ashdown Abbey a su empresa? ¿O, a pesar de haber reconocido sus diseños de la última colección de
su empresa, habría mirado hacia otro lado porque era lo más fácil y contribuiría a aumentar las ventas y el prestigio de Ashdown Abbey?
Esperaba que no. Se resistía a creer que hubiera ejecutivos que se rebajaran a esos extremos, cuando tenían un montón de diseñadores con talento. También se resistía a creer que alguien tan guapa, con aquel maravilloso acento entre británico y latino, fuera capaz de algo tan malo. Aunque estaba segura que personas más atractivas eran culpables de cosas
peores.
Era algo que sucedía todos los días, y ella no era tan ingenua como para creer que porque una mujer fuera tremendamente atractiva y millonaria no estuviera dispuesta a robar para conseguir otro par de millones.
Buscó información sobre la colección California, la colección de Ashdown Abbey que incluía buena parte de sus creaciones con ligeras modificaciones y confeccionadas en tejidos totalmente distintos.
Los ligeros vestidos veraniegos eran muy bonitos, aunque no tanto como lo hubieran sido sus diseños si hubiera tenido la oportunidad de confeccionarlos. Examinó cada uno concienzudamente. No todos procedían de uno de sus diseños, lo cual no era ningún consuelo y podría serle perjudicial si trataba de demostrar ante un tribunal que había habido
hurto.
Un buen abogado defensor podría distinguir que existían similitudes entre los diseños de ambas empresas, pero que, como la colección de Ashdown Abbey incluía asimismo modelos sin parecido alguno con los de Modas Pierce, se trataba simplemente de un caso de coincidencia creativa.
Brittany cerró la galería de fotos y abrió otros documentos de la carpeta, entre los que encontró los bocetos de los modelos definitivos de la colección California. Eran bocetos digitales, a todo color, realizados con uno de los programas informáticos que cada día eran más populares.
Brittany también lo tenía en su notebook, pero prefería el lápiz y el papel. Sin embargo, lo que atrajo su atención no fue cómo estaban hechos sino que estuvieran firmados por un equipo de diseñadores, en vez de por un solo diseñador. Debía de ser la costumbre en Ashdown Abbey.
Buscó la lista de nombres del equipo, que aparecieron con sus títulos y las colecciones anteriores que habían realizado para la empresa. Brittany la imprimió.
Mientras la impresora estaba funcionando sonó el intercomunicador.
Ella inspiró profundamente y apretó el botón de la línea directa de Santana Lopez.
–¿Sí?
–¿Puede venir un momento?
Un silencio absoluto siguió a la pregunta, por lo que Brittany dedujo que su jefa había colgado sin esperar respuesta.
Agarró la lista de diseñadores de la bandeja de la impresora, la dobló varias veces y se la guardó en el bolsillo delantero de la falda, hecho lo cual se dirigió al despacho de Santana sin saber con qué se encontraría al otro lado de la puerta. Ni siquiera sabía si debía llevar
un bloc y un lápiz para tomar notas.
¿Qué llevaba una secretaria cuando la llamaba la jefa o jefe? ¿Pluma y
papel? ¿Un tablet? No había tenido tiempo de echar un vistazo para ver el material del que disponía la secretaria de Santana Lopez.
Así que entró con las manos vacías después de llamar a la puerta. Santana acabó de anotar algo antes de prestarle atención.
–¿Qué hace esta noche? –le preguntó.
La pregunta le resultó tan inesperada a Brittany que se quedó en
blanco. Y estaba segura de que la cara la tenía del mismo color.
–Deduzco que no tiene planes.
Como ella seguía sin responder, su jefa continuó hablando.
–Voy a cenar con un diseñador al que puede que contratemos y he pensado que tal vez quiera venir con nosotros. De ese modo se irá familiarizando con lo que le exige su puesto.
Ella se limitó a responder:
–Muy bien.
Santana asintió de modo casi imperceptible.
–Yo iré directamente desde la oficina, pero usted puede ir a casa a cambiarse, si quiere. La iré a buscar a las ocho. No olvide dejarme la dirección antes de marcharse.
Volvió a concentrarse en su trabajo, por lo que ella dedujo que no quería nada más.
–De acuerdo. Muchas gracias –dijo antes de apresurarse a salir.
Se sentó en su escritorio para analizar los últimos acontecimientos.
Por un lado tenía la lista de los diseñadores de la colección de Ashdown Abbey basada en sus diseños, lo cual era un golpe maestro para ser el primer día en territorio enemigo.
Por otro, lo que más deseaba era acabar el día sin ser descubierta. No había pensado que tuviera que hacer horas extra fuera de la oficina, y menos a solas con su guapa jefa.
Claro que no estaría sola con ella. Era una cena de negocios, así que al menos habría otra persona. Pero no dejaba de ser una situación en que se hallaría muy cerca de la mujer de la cual dependía su futuro.
Su futuro profesional y probablemente su libertad.
Si su jefa averiguaba quién era ella en realidad y por qué estaba trabajando de incógnito en la empresa, era muy posible que acabara entre rejas. Y daría igual que dijera que ella había sido la primera en cometer un delito.
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Espero sus comentarios motivacionales!
Muchos besos!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
uhhhh.......al fin Britt se decidió a ejecutar su plan de investigacion........creo que hasta yo me puse nerviosa por si la descubrian
Saludos, hasta la proxima actualizacion:@:
Saludos, hasta la proxima actualizacion:@:
_Claudia_100%fanGLEE_Bol-* - Mensajes : 1976
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Woooow! Britt de espía! estoy segura qué es tu fantasía xD
sigue pronto.
y avisa cuando actualices mala mujer ¬¬
sigue pronto.
y avisa cuando actualices mala mujer ¬¬
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
wuuju me esta gustando, te seguire leyendo muy atentamente gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Me encanta, ya quiero saber quien es el culpable,
Buena la idea de Britt de cambiar.
Espero la actu ojalá sea pronto
Xoxo
Buena la idea de Britt de cambiar.
Espero la actu ojalá sea pronto
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
_Claudia_100%fanGLEE_Bol escribió:uhhhh.......al fin Britt se decidió a ejecutar su plan de investigacion........creo que hasta yo me puse nerviosa por si la descubrian
Saludos, hasta la proxima actualizacion:@:
Jajaajaja ya sabremos quien es el culpable! Paciencia, tardaremos un rato en averiguarlo!
Gracias por leer!
Tat-Tat escribió:Woooow! Britt de espía! estoy segura qué es tu fantasía xD
sigue pronto.
y avisa cuando actualices mala mujer ¬¬
Jajajajajaja si supieras todas las fantasías que tengo con mi preciosa HeMo! Me encontrarías aun mas pervertida de lo que somos! Es que tan sexy y lindaaa! Ahhh la amo!
En fin... Pensare si te aviso o no 77!
Camila18 escribió:wuuju me esta gustando, te seguire leyendo muy atentamente gracias por escribir
Muchas gracias por estar atenta lectora!
Saludos!
adi-santybritt escribió:Me encanta, ya quiero saber quien es el culpable,
Buena la idea de Britt de cambiar.
Espero la actu ojalá sea pronto
Xoxo
Paciencia, solo paciencia! No te hago esperar, te dejo otro capitulo!
Besitos!
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¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Capitulo 3
Capitulo 3
A las ocho menos cinco, Brittany todavía corría por su piso tratando de terminar de arreglarse antes de que llegara Santana.
De nada le servía acabar de mudarse y haberse llevado pocas cosas de Nueva York ni que el piso fuera simplemente un lugar para dormir, no demasiado bonito ni demasiado caro.
Nunca se hubiera imaginado que su jefa, la presidenta de la compañía, decidiría pasarse por su casa a recogerla para ir a cenar. Además no había pensado en que tendría que salir, por lo que había llenado el armario con ropa de Ashdown Abbey para ir a trabajar, pero no se había comprado nada para salir.
Se temía que su jefa había elegido un restaurante caro, y no quería desentonar ni, peor aún, que la confundieran con una empleada del local.
Había hecho lo que estaba en su mano con lo que le ofrecía su escaso guardarropa. Llevaba otra falda negra, más corta, con una abertura en la parte de atrás, y una fina blusa azul zafiro.
Se volvió a mirar en el espejo para comprobar su aspecto.
Afortunadamente, apenas se le transparentaba el sujetador. Se puso unos pendientes, un collar y zapatos de tacón abiertos por delante. Metió el monedero, la barra de labios, las llaves y el móvil en el bolso y por fin, estuvo lista para cuando llegara Santana.
Acaba de tomar aire para tranquilizarse y estaba pensando en ir por última vez al servicio cuando llamaron al timbre.
La poca calma que había logrado se le evaporó y el miedo hizo que se le contrajera el estómago.
Agarró el bolso, tragó saliva y se dirigió a la puerta. Como no quería que Santana viera el interior del piso y notara que carecía de un toque personal, lo cual desmentiría la afirmación de que llevaba viviendo en la ciudad varios años, abrió solo una rendija e interpuso el cuerpo para evitar que ella viera algo.
Salió todo lo deprisa que pudo y cerró la puerta.
Santana la examinó de arriba abajo. Estaba tan cerca que ella olió el perfume que se había echado. Aspiró para olerla mejor, pero se dio cuenta de lo que estaba haciendo y contuvo la respiración con la esperanza de que ella no hubiera notado su indiscreción.
No era muy acertado pensar que su jefa olía bien. Le resultaba atractiva. ¡Y lo era!. Cualquiera, hombre o mujer, estaría de acuerdo. Pero eso no implicaba que tuviera añadir que olía muy bien. Era una mujer muy guapa con un gusto excelente a la hora de elegir perfume, eso era todo.
Santana volvió a mirarla a la cara.
–Está muy guapa. ¿Podemos irnos?
–Sí.
Y cuál no sería su sorpresa cuando ella le ofreció el brazo. No fue un gesto romántico, sino educado. Tras unos segundos de vacilación, ella deslizó la mano en torno a su codo y avanzaron juntas por el pasillo.
.
Bajaron las cortas escaleras, en vez de esperar el ascensor. En la calle, un Bentley Mulsanne con chófer las esperaba, y él abrió la puerta para que ella subiera.
Había un ordenador abierto en el asiento, al lado de la otra puerta. Santana la abrió, cerró el ordenador y se sentó. Dejó el portátil en el suelo, al lado de su portafolios.
Después se inclinó hacia ella para agarrar el cinturón de seguridad y abrochárselo. Al hacerlo, le rozó la cintura con el brazo, muy cerca de los senos. Brittany sintió un escalofrío y calor en zonas en que no debería sentirlo. Tragó saliva y se quedó quieta.
Santana, por supuesto, no se había dado cuenta de la reacción que
había originado su inocente gesto.
Ella se humedeció los labios y trató de sonreír. –Gracias –dijo mientras tiraba del cinturón–. Parece que va a hacer horas extra esta tarde –añadió, aliviada porque su voz sonaba firme y normal.
Ella se recostó en el asiento y suspiró. –No hay horas extra en este puesto. Trabajo todo el día.
Brittany sabía a lo que se refería. Ella había trabajado veinticuatro horas al día, los siete días de la semana, para montar Modas Pierce y cuando llegaron sus hermanas se esforzaron al máximo, las tres, para que la empresa comenzara a funcionar.
–Esta noche –dijo Santana– cenaremos con un diseñador que quiere dejar Vincenze por un puesto mejor en Ashdown Abbey.
Brittany se quedó pasmada.
Vincenze era una firma enorme y multimillonaria, de gran prestigio. Si ella no tuviera su propia empresa, le hubiera entusiasmado tener la posibilidad de trabajar allí. Y, sin embargo, iban a cenar con alguien que quería dejarla por Ashdown Abbey, lo cual no implicaba que esta fuera peor que aquella, ni mucho menos. Eran empresas similares en éxito y prestigio, pero sus diseños diferían completamente.
Brittany trató de centrarse en el trabajo que se suponía que debía hacer en vez de divagar sobre el suyo propio.
–No sé cuál va a se mi papel esta noche.
–Limítese a escuchar. Así irá aprendiendo.
Se volvió hacia ella y le sonrió. –Para serle sincera, le he pedido que venga conmigo para no
estar a solas con este tipo. Las cenas de negocios a veces son muy aburridas, sobre todo cuando el posible empleado me obsequia con la larga lista de sus capacidades.
Brittany le devolvió la sonrisa. La industria de la moda estaba repleta de personas con un enorme ego. No creía ser una de ellas, pero se necesitaba saber venderse.
–Podíamos concertar una señal y algunos temas para hablar – propuso–. Así, si las cosas se ponen feas, puede hacerme la señal y yo comenzaré a hablar del calentamiento global.
La sonrisa de Santana se hizo más ancha. –¿El calentamiento global? –preguntó en tono divertido.
–Es un tema muy importante. Estoy segura de poder estar hablando una hora sobre él, si es necesario.
Santana asintió varias veces. –Podría ser útil –afirmó con los labios fruncidos para no reírse.
–Me parece que sí.
–¿Qué señal propone que usemos?
–Se puede tocar el lóbulo de la oreja; o darme un puntapié por debajo de la mesa; o podemos emplear una palabra clave.
–Una palabra clave –repitió ella–. Esto comienza a parecerse a una película de James Bond.
Fingiendo una despreocupación que no sentía se encogió de hombros. –Si prefiere tener que aguantar a nuestro acompañante durante horas, usted misma.
Se hizo un largo silencio, y la ansiedad de Brittany aumentó.
Tal vez se hubiera excedido, ya que solo llevaba doce horas trabajando para Santana Lopez. Era muy poco tiempo para comenzar a dar su opinión y decirle lo que debía hacer. Y para colmo, ella había mencionado a James Bond cuando, técnicamente hablando, ella era una espía en su empresa.
–Estoy totalmente de acuerdo en que necesitamos un plan de escape –dijo por fin Santana–. ¿Qué le parece si le pregunto por un supuesto dolor de cabeza que haya tenido antes? Me dice que el dolor ha vuelto y que quiere irse a casa a descansar.
–Muy bien –ella, desde luego, sabía más de jaquecas que del calentamiento global.
–Y si es usted la que se aburre, pregúnteme si quiero otro martini. Le diré que no y que tenemos que irnos porque tengo una cita mañana temprano.
–¿Beberá martini?
–Sí, y así tendremos una excusa para marcharnos pronto.
–Aún no hemos llegado y ya estamos pensando en cómo marcharnos en cuanto acabemos de cenar.
–Porque se trata de una aburrida cena de negocios. Si tuviéramos una cita, estaría buscando excusas para que la velada se prolongara y usted no se marchara después del postre.
A Brittany se le detuvo el corazón durante unos segundos y la invadió una oleada de calor. No era eso lo que esperaba que su jefa le dijera. No era el comentario que un jefe hace a una empleado.
Y ya se lo estaba imaginando: una cita para cenar con Santana en vez de una cena de negocios. Una mesa con velas, una conversación en voz baja flirteando, encaminada hacia algo más serio e íntimo.
El calor que sentía aumentó. Y cuando se imaginó que ella ponía la mano sobre la suya encima del mantel estuvo a punto de sobresaltarse, tan real le pareció.
Por suerte, Santana no notó nada porque el coche estaba disminuyendo la velocidad y ella se estaba estirando la ropa con sus manos.
Cuando el vehículo se detuvo, la morena la miró y sonrió.
–¿Lista?
Ella asintió.
Santana desmontó y fue a abrirle la puerta para que ella hiciera lo propio. Brittany dejó que la tomara del brazo al bajar. El chófer hizo un gesto de despedida con la cabeza mientras cerraba la puerta y volvía al asiento del conductor.
Brittany se estaba encantando con los modales de Santana. Admiraba esa forma tan galante de tratarla siendo una mujer.
Observó que estaban en el restaurante Trattoria. A pesar de no ser de Los Ángeles, reconoció el nombre del elegante restaurante de cinco tenedores, con una lista de espera de tres meses.
A no ser que se tratara de alguien como Santana Lopez.
Ella había cenado en restaurantes lujosos con su familia. Pero llevaba años sin hacerlo.
Además, se suponía que no era una heredera rica, lo que implicaba no estar acostumbrada a comidas de siete platos, cubertería de plata y restaurantes como aquel.
Tendría que comportarse como si no se hallara en su elemento para no despertar sospechas.
Cuando entraron, el garzon, vestido de esmoquin, salió a su encuentro y después de que Santana le dijera su nombre, las condujo al comedor. Se detuvo al fondo de la sala, ante una mesa para cuatro en la que ya había un hombre sentado.
Santana sacó una de las sillas para Brittany al tiempo que el hombre se levantaba. Era joven, de veintitantos años, de pelo oscuro, y llevaba un traje caro.
–Señorita Lopez –dijo tendiéndole la mano.
Santana esperó a que ella estuviera sentada para estrechársela.
–Gracias por venir.
Santana los presentó.
–Brittany, este es Harrison Klein. Señor Klein, Brittany George, mi secretaria.
–Mucho gusto –dijo Harrison dándole la mano.
El camarero les trajo la carta y tomó nota de las bebidas. Santana, según lo convenido, pidió un martini.
Al poco rato les trajeron el primer plato y charlaron de cosas intrascendentes mientras cenaban. Santana preguntó a Harrison por sus estudios y por su trabajo en Vincenze.
A Brittany le resultaba extraño estar cenando con otro diseñador y con la presidenta de una de las firmas británicas más importantes y tener que permanecer callada. Varias veces tuvo que morderse la lengua para no intervenir en la conversación. Así que se entretuvo bebiendo vino y examinando el diseño de los trajes de ambos.
Cuando hubieron acabado de cenar pidieron café.
–¿Vemos su carpeta de trabajos? –preguntó Santana a Harrison.
Este tragó saliva con nerviosismo antes de inclinarse y agarrar la carpeta que estaba en el suelo, al lado de la silla. Se la entregó a Santana y esperó.
A Brittany se le aceleró levemente el pulso, ya que aquel era un momento muy tenso para un diseñador. Y volvió a preguntarse por qué querría marcharse alguien de una empresa de prestigio.
Para ella hubiera sido más fácil buscar empleo en una compañía en vez de tratar de montar su propia empresa, pues hubiera aprendido de personas expertas y hubiera evitado los escollos con los que se había ido encontrando en su aventura individual.
La tensión aumentó mientras Santana examinaba la carpeta con atención. Al cabo de unos minutos la cerró y se la devolvió a Harrison.
–Está muy bien, gracias.
La expresión del diseñador le indicó a Brittany que había esperado una respuesta más entusiasta. Casi sintió lástima de él.
–Creo que por hoy hemos terminado –prosiguió Santana–. Tenemos su currículo, así que ya nos pondremos en contacto con usted.
Harrison puso cara larga, pero se recuperó de inmediato.
–Muy bien, muchas gracias.
Se estrecharon la mano para dar por terminada la reunión, pero Brittany no pudo evitar intervenir.
–¿Está segura de que no quiere otro martini?
Santana la miró con una medio sonrisa. –No, gracias, ya he bebido bastante. Será mejor que nos vayamos, ya que mañana tengo una reunión a primera hora.
Ella reprimió una sonrisa y asintió. Los tres se levantaron, salieron del restaurante y se despidieron.
El coche de Santana tardó unos minutos en llegar, pero no hablaron hasta que estuvieron dentro.
–Y bien –dijo ella girándose en el asiento para verla mejor–. ¿Qué le ha parecido?
Brittany, sobresaltada por la pregunta, tragó saliva. –¿El qué?
–El señor Klein, la entrevista, los diseños.
Brittany tenía una opinión al respecto, desde luego, pero ¿debía decírsela teniendo en cuenta que era su secretaria? ¿Y si hablaba en exceso y daba a entender que sabía demasiado para el puesto que tenía?
–No se preocupe, puede hablar con entera libertad. Quiero su opinión sincera. No significa que vaya a hacerle caso, pero la escucharé. Y lo que diga no tendrá consecuencia alguna en su puesto en la empresa, se lo prometo.
Ella se encogió de hombros. –Tiene talento, desde luego.
–¿Pero...?
–No hay ningún pero. Tiene mucho talento.
Santana pareció taladrarla con la mirada.
–Muy bien –dijo ella suspirando–. Tiene mucho talento, pero no creo que sus diseños sean adecuados para Ashdown Abbey.
–¿Por qué no?
–Porque son demasiado urbanos para el estilo de la empresa. Por eso ha tenido éxito en Vincenze, que es una firma americana con un estilo urbano y deportivo. Pero Ashdown Abbey es británica y tiene fama de fabricar prendas más profesionales y cuidadas.
Se detuvo esperando no haberse pasado de la raya. –A no ser que quieran cambiar de línea.
Santana siguió mirándola en silencio con expresión indescifrable. Por fin sonrió y se le iluminaron los ojos.
–No, no tenemos intención de hacerlo. Sus palabras han dado en el clavo. Era lo mismo que he pensado al ojear los bocetos.
Brittany se quedó perpleja al escucharla, sorprendida y encantada a la vez, ya que podía haberlo echado todo a perder. Pero ella había solicitado el puesto dejando claros sus conocimientos. Con tal de que no se descubriera su verdadera personalidad ni sus motivos, ¿por qué no iba demostrarlos?
–Tal vez acabe alegrándose de haberme contratado.
Ella le lanzó una mirada penetrante y le dijo con su profunda y sensual voz que la derretía.
–Creo que ya lo he hecho.
___________________________________________________________________
Espero les guste!
Saludos!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Así que pensarás en avisarme???
Mala mujer 77
Y más pervert de lo que te encuentro es algo difícil compatriota...
Besos :)
Mala mujer 77
Y más pervert de lo que te encuentro es algo difícil compatriota...
Besos :)
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola me encanto el cap !! El calentamiento global!! buena esa !!!Me imagino la anciedad de Britt por opinar
Espero que actualices pronto
Xoxo
Espero que actualices pronto
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola nueva lectora esta semana he estado desaparecida del foro por razones de salud pero de nuevo aqui me tiene como fiel lectora de tus historias de verdad y que puedo decir de esta en general me ha encantado Britt en faceta de espia me encanta y San toda ejecutiva igual es interesante la historia espero actualizes pronto saludos
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Bueno, me gusto mucho la historia, Brittany viene con un proposito y saldra envuelta en otra cosa, creo yo, mucho mas interesante! hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola que tal!!
Lei los tres capitulos y me gustaron mucho!!
Voy a seguir la historia
Saludos
Lei los tres capitulos y me gustaron mucho!!
Voy a seguir la historia
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Tat-Tat escribió:Así que pensarás en avisarme???
Mala mujer 77
Y más pervert de lo que te encuentro es algo difícil compatriota...
Besos :)
Jajajajajajaja! No nos veamos la suerte señorita Romina, creo que estamos en las misma.
Y no, no te avisare nada por que últimamente me tienes completamente abandonada.
Mala mujer tu
Bueno entiendo lo de tu campeonato así que estas perdonada.
Besitos!
Que bueno que te guste la historia y la sigas! Me alegra ver nuevas lectoras y que comenten.adi-santybritt escribió:Hola me encanto el cap !! El calentamiento global!! buena esa !!!Me imagino la anciedad de Britt por opinar
Espero que actualices pronto
Xoxo
Gracias!
Britt de espía, me encanta tanto como a ti. No sabes lo bueno que se pondrá la historia cuando se le olvide a lo que iba. Espero estés mejor de salud y no sea nada grave.Keiri Lopierce escribió:Hola nueva lectora esta semana he estado desaparecida del foro por razones de salud pero de nuevo aqui me tiene como fiel lectora de tus historias de verdad y que puedo decir de esta en general me ha encantado Britt en faceta de espia me encanta y San toda ejecutiva igual es interesante la historia espero actualizes pronto saludos
Saludos!
Demasiado mas interesante, me alegro que te guste la historia y que la sigas!micky morales escribió:Bueno, me gusto mucho la historia, Brittany viene con un proposito y saldra envuelta en otra cosa, creo yo, mucho mas interesante! hasta pronto!
Besitos Mycky!
Pues espero tenerte por acá siempre Monica!monica.santander escribió:Hola que tal!!
Lei los tres capitulos y me gustaron mucho!!
Voy a seguir la historia
Saludos
Saludos para ti también!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
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Capitulo 4
Capitulo 4
Aunque Brittany insistió en que no era necesario, Santana la acompañó hasta la puerta del piso. Era lo menos que podía hacer tras haberle quitado tanto tiempo libre.
En realidad, no hubiera necesitado que la acompañara al restaurante. Era la primera vez que le pedía a una secretaria que fuera a cenar con ella, aunque la cena fuera de negocios.
No sabía con certeza por qué lo había hecho, tal vez para comprobar lo que ella valía, ya que era nueva en el trabajo. En la oficina le había causado muy buena impresión, pero quería verla fuera de allí, en una situación más comprometida desde el punto de vista laboral, para observar cómo se desenvolvía.
Así se lo explicaba a sí misma y se lo explicaría a otros si le preguntaran.
La verdad era que quería seguir disfrutando de su compañía. Era muy atractiva y sus ojos eran hermosos, algo en lo que no debiera haberse fijado. Pero era un mujer claramente lesbiana, y era difícil no darse cuenta. Se preguntaba si su radar no le ha fallado y si Brittany también compartía sus gustos por las mujeres. Esperaba averiguarlo con el pasar de los días.
Había despertado su curiosidad, por lo que decidió estudiarla más de cerca y durante algo más de tiempo.
Presionarla para que fuera a cenar con ella tal vez no hubiera sido una decisión muy acertada, pero había resultado muy esclarecedora. Brittany George no solo era guapa, sino inteligente. En el trayecto de ida al restaurante se había mostrado ingeniosa y encantadora, aunque, en su opinión, algo nerviosa al principio.
Durante la cena había sido la acompañante perfecta. Sabía cuándo hablar y cuándo quedarse callada. Se preguntó, y no era la primera vez, cómo se comportaría en una cena que no fuera de negocios.
No debiera divagar de ese modo. Lo sabía, pero no podía evitarlo. Hubiera sido muy agradable centrar toda su atención únicamente en ella durante la cena y hablar de temas personales y no de negocios.
¿Cuánto tiempo hacía que no llevaba a una mujer a cenar?
Desde lo de Quinn.
¿Y cuánto hacía que salía con una mujer que no estuviera relacionada con la empresa familiar?
Era verdad que Quinn no lo estaba cuando se conocieron, pero era una modelo americana dispuesta a acostarse con quien fuera para abrirse camino en las pasarelas, sobre todo en las británicas, y conseguir fama internacional.
Y las modelos con las que ocasionalmente se relacionaba no contaban.
En realidad, tampoco contaba lo de aquella noche, aunque parte de ella deseaba que lo hiciera.
Se detuvieron ante la puerta del piso de Brittany. Ella introdujo la llave en la cerradura y la giró, pero no abrió la puerta, sino que se volvió a mirarla con la mano en el picaporte.
–Gracias. Lo he pasado muy bien.
–¿A pesar de haberla obligado a venir como mi secretaria?
Ella le sonrió. –A pesar de eso. Le agradezco la oportunidad de haber estado presente en una de sus reuniones. Y también le agradezco que me haya pedido la opinión sobre el trabajo de Harrison Klein. No tenía por qué hacerlo teniendo en cuenta que solo llevo un día trabajando para usted.
–Por eso se lo he preguntado. Quería saber de qué pasta está hecha, y me ha parecido que esa era la forma más rápida de averiguarlo.
–¿Así que he aprobado el examen?
–Con matrícula de honor –respondió Santana sin vacilar.
–Supongo que entonces sigo teniendo el empleo y que deberé presentarme mañana por la mañana.
–Por supuesto. Si sigue trabajando así, tal vez la ascienda a vicepresidenta de la empresa.
–Seguro que el actual vicepresidente estará encantado de saberlo.
Santana se encogió de hombros. –Es mi tío, un viejo gruñón que se jubilará pronto.
Brittany se echo a reír, un poco nerviosa.
Santana se preguntó si lo estaba por ser la nueva secretaria y estar hablando con su jefa o por ser una mujer que estaba muy cerca de ella sin nadie alrededor.
Al darse cuenta de que estaba bordeando peligrosamente la línea que separaba lo profesional de lo personal, Santana carraspeó.
–Bueno –murmuró– la dejo que vaya a acostarse puesto que mañana tiene que levantarse temprano. Gracias de nuevo por haberme acompañado.
–Gracias por la deliciosa cena. Ha sido un placer sentarse en Trattoria y pedir algo que no fuera un vaso de agua del grifo con una rodaja de limón.
Santana rió. No se le había ocurrido que el restaurante de su elección estuviera muy alejado de los lugares que frecuentaba Brittany. Pero, evidentemente, Trattoria era demasiado caro para el sueldo de una secretaria.
–Me alegro de que le haya gustado. Buenas noches.
Le puso las manos en los antebrazos, se inclinó hacia ella y la besó en la mejilla. Fue un beso rápido e inocente, pero Santana deseó que hubiera sido más largo y no tan inocente.
_____________________________________________________
Juliet Pierce recorría una y otra vez el salón del piso que compartía con sus dos hermanas.
–No sé por qué te preocupas tanto –dijo Elizabeth, su hermana menor, sentada en una esquina del sofá. Estaba aburrida, y le preocupaba más hacerse la manicura que el bienestar de su hermana mediana.
–¿Cómo me dices eso? –le reprochó Juliet–. Hace una semana que Britt desapareció.
–Nos dejó una nota en la que decía que no nos preocupáramos ni la buscáramos. Es evidente que sabe lo que hace y que necesitaba alejarse de aquí durante cierto tiempo.
–Me da igual. No es propio de ella. ¿Y si le ha pasado algo?
–Si le hubiera pasado algo nos lo diría. No sería la primera vez que nos pide ayuda.
Juliet frunció el ceño. No le hacía gracia que Elizabeth, la más joven, frívola y egoísta de las hermanas Pierce, fuera también la más sensata.
–No nos hará ningún mal buscarla y preguntarle si todo va bien.
Comenzó a dar vueltas, distraídamente, a la alianza de compromiso que llevaba en el anular. ¿Adónde habría ido Britt? ¿Por qué había huido? No era propio de su hermana desaparecer sin dar explicaciones o dejando una nota críptica.
Aunque Juliet fuera la mayor de las hermanas y, según el tópico, la más responsable, Brittany no era una rubia de cerebro hueco. Había montado una empresa y había insistido en que sus hermanas fueran sus socias.
Juliet y Elizabeth la ayudaban en lo que podían, pero Elizabeth se distraía con facilidad y no sabían si amanecería con la mente despejada y deseosa de poner manos a la obra o las llamaría desde Las Vegas para decirles que había conocido a un tipo y que tardaría un par de semanas en volver.
Y Juliet no daba abasto. Además de diseñar bolsos y accesorios para Modas Pierce, tenía que organizar su boda y tener contento a su prometido, que a veces estaba irritable y era muy exigente. Aún no se lo había dicho a Brittany, pero Paul la estaba presionando mucho para que volviera a Connecticut después del viaje de novios. Cuando le había pedido que se casaran le había parecido bien que viviera en Nueva York, donde ya llevaba un año, y había dado a entender que estaba dispuesto a apoyarla y a mudarse también él allí.
Después de que ella aceptara su proposición de matrimonio, las cosas comenzaron a cambiar, lo cual la preocupaba y molestaba. Pero ya habían fijado la fecha de la boda, reservado el local, encargado el banquete, elegido las flores... ¿Cómo iba a echarse atrás porque le había entrado miedo?
Se repetía que se le pasaría.
Se dirigió a la cocina y abrió un cajón del que sacó la guía de teléfonos de Manhattan y buscó en las páginas amarillas la lista de agencias de detectives. Tal vez uno de ellos consiguiera averiguar lo que le había pasado a Britt. Ella no sabía dónde buscarla ni a quién llamar para preguntarle por su paradero.
Una tarjeta se cayó de entre las páginas. Juliet la recogió y la leyó: «McAnderson. Agencia de detectives. Particulares y empresas». No sabía de dónde procedía la tarjeta, pero llevándola consigo volvió al salón, lanzó una mirada de desagrado a Elizabeth, que leía el último número de Elle y masculló:
–Voy a mi habitación.
Su hermana, suspirando de manera exagerada, cerró la revista y la dejó en la mesa de centro.
–Vale. Voy a trabajar un rato en el estudio. Si quieres que salgamos a cenar, dímelo.
Juliet esperó a que se hubiera marchado para sacar el móvil y marcar el número de la agencia de detectives McAnderson. Después de explicarle a la recepcionista, sin entrar en muchos detalles, su problema, esta apuntó su nombre y su número de teléfono y le prometió que se pondrían en contacto con ella lo antes posible.
Juliet hubiera preferido hablar con un detective inmediatamente o que le hubieran dado una cita para la mañana siguiente, pero sabía que su caso no constituía una emergencia, al menos en aquel momento.
Y esperaba que no llegara a serlo; la idea de que algo pudiera sucederle a su hermana le helaba la sangre.
Pensó que debería ir al estudio a trabajar con Zoe para dejar de pensar en Britt y en el móvil, que tenía en la mano y no sonaba, a pesar de que ya habían pasado cinco minutos desde su llamada.
En lugar de eso, se puso de nuevo a recorrer el salón. Los cinco minutos se convirtieron en treinta, soltó un bufido y se dejó caer en el sofá. Cuando el móvil por fin sonó, se sobresaltó.
–Dígame.
–¿La señorita Pierce?
–Sí.
–Soy Blaine Anderson, de la agencia de detectives. Me han dicho que su hermana ha desaparecido y que quiere que la localicemos.
–Sí –repitió ella.
–Sabe que es una persona adulta y que puede marcharse de la ciudad sin decir a nadie adónde va.
A Juliet le rechinaron los dientes. –Sí.
–Y si ha dejado una nota.... Porque ha dejado una nota, ¿verdad?
–Sí –repitió Juliet.
–Si ha dejado una nota, no se puede considerar que haya desaparecido. La policía le diría que esperase a ver si tenía noticias suyas.
Llena de frustración, Juliet murmuró. –Entiendo.
–¿Por qué no se pasa por aquí mañana a las once? No le prometo nada, pero hablaremos.
Juliet se sintió mareada. ¿Lo había oído bien? Carraspeó, tragó saliva y dijo:
–¿Cómo?
–Venga mañana –repitió él pacientemente– y hablaremos.
–De acuerdo, gracias.
–Entonces, hasta mañana –murmuró el detective.
Después de despedirse, dejó el teléfono en la mesita y fue a su habitación. ¿Qué se ponía una para ir a ver a un detective privado? Los únicos detectives a los que conocía eran los de las series de televisión y los de las novelas policíacas.
Gracias a su trabajo, en su guardarropa había montones de prendas para elegir. Seguro que se le ocurriría una buena combinación.
________________________________________________________________________
Es un capitulo aburrido lo se, pero había que publicarlo.
Pronto habrá Brittana, así que tranquilas.
Espero sus comentarios!
Saludos a cada una.
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