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[Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
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¡Fer Brittana4ever!
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Capitulo 9
Lo siento!!! He vuelto y dispuesta a terminar esta semana la historia. Se que dije que lo haría hace unas semanas, pero mi intento fallido de escritora me tenia ocupada.
Gracias por sus comentarios y ahora si les prometo por mi bella HeMo que cumpliré!
Acá les dejo la actu.
Horas después, con el ruido de la fiesta de fondo, Brittany se sentó al lado de Santana en la limusina que las llevaría de vuelta al hotel. Cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo. Decir que estaba cansada era quedarse corto.
Como si le hubiera leído el pensamiento, Santana le acarició la mejilla con los nudillos. – ¿Cansada?
La caricia había sido muy leve e inocente, pero ella se quedó sin respiración. Giró la cabeza en dirección a su jefa y abrió los ojos preparándose para el impacto de su mirada, que, de todos modos, la arrolló. Como era incapaz de decir algo coherente, se limitó a asentir.
La morena sonrió. –Has estado increíble esta noche –le dijo con una voz tan dulce como la miel–. Estás preciosa, mejor que cualquier modelo que hubiéramos contratado. Y tienes un talento innato para relacionarte con los demás. Los has tenido a todos comiendo de tu mano.
Brittany sintió, a pesar del cansancio. –Me alegro de que te haya gustado. Debo reconocer que estaba nerviosa. No quería ponerte en evidencia ni hacer nada llevando este hermoso vestido que pudiera estropear el desfile de mañana.
–Eso era imposible. Has estado extraordinaria.
La rubia se ruborizó y experimentó un placer inesperado ante sus cumplidos. No debiera estar contenta de que a Santana le hubiera gustado su actuación, sino molesta por haber mejorado la reputación de Ashdown Abbey. Pero estaba contenta, por haber desempeñado el papel de secretaria y por hacerlo tan bien que se había ganado los elogios de Santana, no como jefa, sino como mujer.
–Gracias –murmuró.
–No –respondió la morena al tiempo que le acariciaba la mejilla–. Gracias a ti.
Y entonces, antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba a punto de hacer, se inclinó y la besó en los labios. Durante unos segundos, la sorpresa le impidió a Brittany moverse o
responder. Pero los labios de Santana eran suaves y tentadores, y llevaba tanto tiempo imaginándose cómo sería besarla...
Lanzando un suspiro de deseo se refugió en sus brazos al tiempo que le ponía las manos en los hombros. Abrió los labios y sintió que su cuerpo se derretía en contacto con el de Santana. Esta gimió y la atrajo hacia sí con fuerza poniéndole la mano en la espalda mientras su lengua le recorría los labios para después introducirla en su boca, ante su clara invitación.
El mundo desapareció mientras se devoraban y se metían mano como dos adolescentes.
A la rubia se le ocurrieron miles de razones para no hacerlo, pero sus dudas y miedos no pudieron nada contra la fuerza del deseo. A pesar de que más tarde lo lamentara, en aquel momento no le importaba. No recordaba que la hubieran besado así antes ni haber deseado tanto a una mujer. Era sorprendente que su jefa se sintiera atraída por ella, que la
deseara. Tal vez se insinuara a todas sus secretarias; tal vez uno de sus objetivos en Estados Unidos fuera acostarse con el mayor número posible de americanas. Si era así, después se enfadaría mucho. Pero, en aquel momento, estaba más que dispuesta a ser una más en la lista.
Mientras Santana mantenía una mano en su espalda, con la otra le acarició los senos por encima de la tela del vestido. Los pezones se le endurecieron mientras gemía de deseo. La morena gimió a su vez e incrementó la presión de su boca en los labios de ella al tiempo que le recorría sin cesar la lengua con la suya.
Brittany le respondió con la misma fiereza, lamiendo, chupando y bebiendo de su jefa. El olor de su perfume era delicioso. Quería lamerla de arriba abajo, olerla y absorberla por la piel como el sol en un día de verano.
La mano de Santana descendió por su costado hasta la cintura y la cadera, y comenzaba a levantarle lentamente la falda del vestido cuando la limusina se detuvo. Unos segundos después, la puerta del chófer se abrió y la morena se apartó de ella con brusquedad.
Rápidamente, antes de que la niebla de la pasión se hubiera dispersado del cerebro de Brittany, su jefa le estiró el vestido y se arreglo su traje, limpió el carmín de los labios de ambas justo en el momento en que la puerta trasera se abría.
Cuando apareció el chófer, Brittany y Santana estaban sentadas con un buen espacio entre ambas, como si ni siquiera se hubieran dirigido la palabra durante el trayecto. Sin decir nada, la morena se bajó del vehículo y ayudó a Brittany a desmontar.
A continuación dio las gracias al chófer, además de una generosa propina, y entraron en el hotel.
En el ascensor estuvieron calladas. Al llegar a su planta, Santana le ofreció el brazo como si nada hubiese pasado. Brittany no sabía qué pensar o sentir. ¿Querría su jefa continuar donde lo habían dejado en cuanto entraran en la suite? Se estremeció al pensarlo.
¿O querría olvidar lo ocurrido y que cada una fuera por su lado? Pensarlo la entristeció un poco.
Al llegar a la puerta esperó a que Santana la abriera y decidió que actuaría sobre la marcha.
Si la morena la besaba, la dejaría hacerlo y disfrutaría de cada momento; si volvía a ser la mujer tranquila y reservada que conocía y no se le acercaba, ella haría lo mismo. Tal vez fuera lo mejor, a pesar de lo mucho que lamentaría la pérdida de sus labios y de su sabor. Ella entró primero, con el corazón latiéndole con fuerza. Sin embargo, Santana no la abrazó después de cerrar la puerta ni la empujó contra la pared. Llegaron al salón como dos personas educadas y civilizadas.
La morena carraspeó y Brittany, sobresaltada, se volvió lentamente. Se llevó una decepción al ver que no se le aproximaba, a pesar de que los ojos le ardían de deseo.
–Creo que debo disculparme por lo ocurrido en el coche – murmuró Santana.
A Brittany se le cayó el alma a los pies. Trató de no sentirse ofendida, pues sabía que tontear con su jefa, y posible enemiga, no era buena idea. Sin embargo, se sintió dolida.
Al ver que ella no respondía, la morena añadió. –Pero, francamente, no puedo decir que lo sienta.
La rubia la miró fijamente a los ojos y contempló la misma pasión de la que había sido testigo en la limusina; la misma necesidad, el mismo deseo... pero ardiendo lentamente, y no de forma desatada.
–Eso hace que me resulte violento lo que voy a pedirte.
Brittany tragó saliva.
–¿Te importaría quitarte el vestido?
La rubia parpadeó. Era un poco extraño, ya que esperaba que estuviera más cerca al pedírselo, que se lo susurrara al oído o que ella misma quisiera quitárselo. Pero si Santana quería que ver cómo se desnudaba, estaba dispuesta a complacerla.
Entonces, la morena destruyó cualquier tipo de fantasía que ella hubiera concebido. –Tengo que devolver el vestido y los zapatos para el desfile.
–Sí, claro –replicó la rubia tratando de encontrar las palabras adecuadas y de pensar con claridad–. Un momento, por favor.
Se dirigió al dormitorio con toda la dignidad que pudo mostrar al tiempo que se reprochaba su estupidez. Cerró la puerta y, con movimientos automáticos, se quitó el collar, los pendientes y los zapatos, y estuvo a punto de dislocarse el hombro al bajarse la cremallera del vestido. Cuando se lo hubo quitado lo colgó de la percha, lo introdujo en la bolsa y la cerró.
Se volvió a poner el albornoz que se había quitado antes y que había dejado a los pies de la cama. Recogió todo lo que su jefa le había prestado y volvió al salón. Santana estaba exactamente donde la había dejado, pero no la miró a la cara. Ya se había sentido suficientemente humillada por una noche. Dejó el vestido en el sofá, metió los zapatos en su caja y dejó las joyas en la mesa de centro.
–Ahí tienes –dijo con voz seca y también sin mirarla–. Gracias por prestármelo esta noche. Ha sido un honor.
Volvió al dormitorio con la cabeza muy alta. Y así se mantuvo mientras se desnudaba y se metía en la ducha.
Las cosas no habían salido según lo previsto, y Santana se sentía como una perfecta idiota. El beso en la limusina era inolvidable. Había habido momentos en que creyó que iba a estallar por las sensaciones que experimentaba en contacto con los labios de Brittany. Había tenido que recurrir a toda su fuerza de voluntad para separarse de ella al detenerse el coche. El control de sí misma había sufrido otra dura prueba mientras entraban en el hotel y subían en el ascensor, ya que lo único que deseaba era continuar donde lo habían dejado.
Mientras recorrían el pasillo hacia la suite había imaginado lo que le haría a la rubia en cuanto entraran y estuvieran solas. Pero no podía abalanzarse sobre ella nada más cerrar la puerta, porque Brittany pensaría que era una maníaca sexual o, peor aún, que, si no consentía, su puesto de trabajo se vería afectado. Santana masculló un juramento. Lo último que le faltaba era una denuncia por acoso sexual contra ella o la empresa. Pero, sobre todo, no quería ser el tipo de jefa que flirtea con su secretaria y la hace creer que la recompensará si le sigue el juego y que se verá en el paro si no lo hace. No quería que Brittany pensara eso. Sentía genuina atracción por ella, quería que lo supiera y que se sintiera verdaderamente atraída por la morena. Creyó haber estado ingenioso al pedirle que se quitara el vestido para devolverlo. Pero se había imaginado que ella se desnudaría allí
mismo y que entonces ella le susurraría que lo retomaran donde lo habían dejado.
Pero le había salido el tiro por la culata. Había dicho o hecho algo mal. La expresión de Brittany había pasado de la dulzura y la alegría a la sorpresa y el dolor. Santana había perdido la oportunidad de disculparse y aclarar las cosas antes de que ella se fuera al dormitorio. Y después se había sentido desconcertada e incapaz de articular palabra por su propia estupidez, y ella había vuelto a marcharse. ¿Qué tenía Brittany que la volvía estúpida? Fuera lo que fuera, tenía que solucionarlo. Aunque la noche no hubiera resultado como esperaba, no podía consentir que ella pensara que era una estúpida para quien no significaba nada el beso que se habían dado o a quien le importaba más devolver el vestido que lo que estaba naciendo entre ambas.
Pasó un rato pensando en cómo deshacer el embrollo en que se había metido. Se acercó a la puerta del dormitorio y oyó el sonido del agua, por lo que dedujo que la rubia se estaba duchando. La idea de ella totalmente desnuda bajo el agua le hizo difícil concentrarse. Y le humedeció cierta parte del cuerpo, sobre todo al pensar en ella enjabonándose los brazos, los senos, el torso y... más abajo.
Se le formaron gotitas de sudor en el labio superior y tensó los músculos. Tuvo ganas de entrar en el cuarto de baño para ayudarla. Lo más probable era, sin embargo, que la recibiera con una bofetada. Primero tenía que hablar con ella; después, seducirla para que
volviera a la ducha. De repente, cesó el sonido del agua. No quería asustarla, y lo más probable era que ella no quisiera verla, pero debía hablarle.
Esperó unos minutos hasta que consideró que ya habría salido del cuarto de baño y llamó suavemente a la puerta. Tenía las manos húmedas y sentía una opresión en el pecho. Eso no era propio de Santana. No se había sentido nerviosa por tener que hablar con una chica desde... ¿se había sentido así alguna vez? En la universidad había sido una seductora empedernida. Y en aquel momento sudaba por tener que enfrentarse a ella para disculparse y rogarle que no creyera que era una idiota.
Al ver que no le abría, pensó que no quería verla. No la culpaba por ello, pero sabía que estaba allí, que la había oído llamar y que aún no estaría dormida. Se estaba comenzando a enfadar. Volvió a llamar, esa vez con más fuerza. Entraría con o sin invitación, si fuera necesario. Al fin y al cabo, la suite era suya, y había sido muy generosa dejando a Brittany ocupar el dormitorio. Aunque prefería que le abriera voluntariamente, para no tener que añadir la intimidación a la lista de delitos de aquella noche. La puerta se abrió, pero solo una rendija. La luz del salón iluminó un ojo y parte de la cara de la rubia, y el resto quedó en sombras debido a la oscuridad del dormitorio.
–¿Sí?
–Siento molestarte –dijo la morena.
Se aproximaba bastante a decir lo siento, pero se las arregló para evitar disculparse de modo directo. –¿Podemos hablar un momento? –lo intentó de nuevo, pero con la misma cobardía que antes.
–Es tarde –afirmó la rubia sin abrir ni un milímetro más la puerta–. Estoy cansada. Hablaremos mañana.
Dicho lo cual, cerró la puerta y echó el pestillo. Vaya, lo había echado todo a perder. Santana lanzó una maldición. El maldito vestido ya había vuelto con el resto de la colección y esperaba el desfile del día siguiente mientras la morena seguía tratando de hallar el modo de solucionar aquel embrollo. Respiró hondo. Ya estaba bien. Iba a acabar con aquello en ese mismo momento.
Volvió a llamar a la puerta con fuerza.
–Váyase, señorita Lopez.
Así que volvía a tratarla de usted, cuando acababa de empezar a llamarla Santana.
En voz baja le ordenó. –Abre la puerta, Brittany.
–No.
Apretó la mandíbula y los dientes le rechinaron. –Abre ahora mismo.
Aguzó el oído, pero no oyó nada.
–Voy a contar hasta tres –afirmó–. Si no me abres, echaré la puerta abajo.
En realidad, no sabía si podría hacerlo. Creía estar en forma, ya que jugaba uno o dos partidos de tenis a la semana, además de realizar una rutina gimnástica diaria. Pero no sabía si tendría fuerza y coordinación suficientes para echar la puerta abajo era mujer y la puerta muy sólida, por otro lado. Esperaba no tener que comprobarlo. Retrocedió unos pasos y se preparó para cumplir la amenaza.
En ese momento se oyó un clic y el pomo de la puerta que giraba. Santana soltó el aire muy lentamente y la tensión muscular desapareció.
Ella volvió a abrir solo una rendija y sacó la cabeza. Tenía el pelo todavía húmedo de la ducha. La fulminó con la mirada. –¿Me estás amenazando? Porque es lo que parece. O tal vez sea acoso. Aquí dentro hay un teléfono y no dudaré en utilizarlo.
La morena suspiró. –Por favor, solo será un momento.
Como ella no le dio con la puerta en las narices, añadió:
–Quiero disculparme por lo de antes. No pretendía ofenderte al pedirte que te quitaras el vestido para devolverlo. Tenía que habértelo dicho de otro modo.
Vio que ella fruncía el ceño y que aflojaba un poco la mano con la que agarraba la puerta, que incluso abrió unos milímetros más.
–Por ejemplo, debiera haberte dicho que cuanto antes te quitaras el vestido antes retomaríamos lo que estábamos haciendo en el coche. O mejor aún, debiera habértelo quitado yo misma al entrar en la suite, sin pensar en el desfile. No lo hubiéramos mostrado
mañana, y una modelo se hubiera quedado sin desfilar, pero hubiera merecido la pena si no hubiera herido tus sentimientos, como he hecho. Y ahora mismo te estaría haciendo el amor en vez de estar hablando contigo, con la esperanza de que no vuelvas a darme con la puerta en las narices.
Ya estaba, ya lo había dicho. Le había costado, por una cuestión de orgullo. Observó a Brittany detenidamente intentando juzgar su reacción por el ojo, la mejilla y la mitad de la boca que veía.
La rubia, nerviosa, se pasó la lengua por los labios. Y entonces la puerta comenzó a abrirse lentamente y ella salió. Llevaba puesto el albornoz del hotel, que la cubría por entero. Aunque debiera haberle resultado poco atractiva, le pareció adorable, con el pelo húmedo que le llegaba por debajo de los hombros y la piel del rostro enrojecida de frotarse.
Como ella se había apretado el cinturón, distinguió fácilmente las curvas de su cuerpo. El albornoz apenas dejaba entrever el escote, y quiso abrirle el albornoz para ver más.
Ella se cruzó de brazos y la miró con recelo. –Entonces, ¿no lamentas lo que sucedió en la limusina?
Santana sintió que se le levantaba el ánimo. Si se lo preguntaba era porque había estado pensando en ello. Avanzó un paso con precaución, pero le respondió con claridad y sinceridad, sin importarle las consecuencias. –No lo lamentaría aunque llamases a la policía, como has amenazado con hacer, ni aunque me denunciaras por acoso sexual, como estarías en tu derecho.
Ella pareció reflexionar durante unos segundos y, después, la rigidez comenzó a desaparecerle del rostro. Bajó los brazos y respiró hondo. –No es buena idea –murmuró al tiempo que miraba hacia un lado, por lo que Santana no supo si se lo decía a ella o a sí misma. –Trabajo para ti. Podrías despedirme o utilizarme. Las cosas podrían ponerse feas.
La morena hundió los hombros de forma imperceptible. Ella tenía razón, desde luego, pero no era esa la reacción que esperaba. –Es cierto –reconoció contra su voluntad–. Pero no te estoy utilizando ni te despediría por algo personal, por lo que, además, sería igualmente responsable.
La rubia la miró a los ojos. –¿Tan noble eres?
Santana alzó la barbilla con todo el orgullo y la dignidad que le había conferido su nacimiento. –Sí.
–Eso creía –replicó ella, casi con resignación. Y luego bajó la voz al decir– Yo tampoco lamento lo que pasó en la limusina
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Gracias por sus comentarios y ahora si les prometo por mi bella HeMo que cumpliré!
Acá les dejo la actu.
Capitulo 9
Horas después, con el ruido de la fiesta de fondo, Brittany se sentó al lado de Santana en la limusina que las llevaría de vuelta al hotel. Cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo. Decir que estaba cansada era quedarse corto.
Como si le hubiera leído el pensamiento, Santana le acarició la mejilla con los nudillos. – ¿Cansada?
La caricia había sido muy leve e inocente, pero ella se quedó sin respiración. Giró la cabeza en dirección a su jefa y abrió los ojos preparándose para el impacto de su mirada, que, de todos modos, la arrolló. Como era incapaz de decir algo coherente, se limitó a asentir.
La morena sonrió. –Has estado increíble esta noche –le dijo con una voz tan dulce como la miel–. Estás preciosa, mejor que cualquier modelo que hubiéramos contratado. Y tienes un talento innato para relacionarte con los demás. Los has tenido a todos comiendo de tu mano.
Brittany sintió, a pesar del cansancio. –Me alegro de que te haya gustado. Debo reconocer que estaba nerviosa. No quería ponerte en evidencia ni hacer nada llevando este hermoso vestido que pudiera estropear el desfile de mañana.
–Eso era imposible. Has estado extraordinaria.
La rubia se ruborizó y experimentó un placer inesperado ante sus cumplidos. No debiera estar contenta de que a Santana le hubiera gustado su actuación, sino molesta por haber mejorado la reputación de Ashdown Abbey. Pero estaba contenta, por haber desempeñado el papel de secretaria y por hacerlo tan bien que se había ganado los elogios de Santana, no como jefa, sino como mujer.
–Gracias –murmuró.
–No –respondió la morena al tiempo que le acariciaba la mejilla–. Gracias a ti.
Y entonces, antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba a punto de hacer, se inclinó y la besó en los labios. Durante unos segundos, la sorpresa le impidió a Brittany moverse o
responder. Pero los labios de Santana eran suaves y tentadores, y llevaba tanto tiempo imaginándose cómo sería besarla...
Lanzando un suspiro de deseo se refugió en sus brazos al tiempo que le ponía las manos en los hombros. Abrió los labios y sintió que su cuerpo se derretía en contacto con el de Santana. Esta gimió y la atrajo hacia sí con fuerza poniéndole la mano en la espalda mientras su lengua le recorría los labios para después introducirla en su boca, ante su clara invitación.
El mundo desapareció mientras se devoraban y se metían mano como dos adolescentes.
A la rubia se le ocurrieron miles de razones para no hacerlo, pero sus dudas y miedos no pudieron nada contra la fuerza del deseo. A pesar de que más tarde lo lamentara, en aquel momento no le importaba. No recordaba que la hubieran besado así antes ni haber deseado tanto a una mujer. Era sorprendente que su jefa se sintiera atraída por ella, que la
deseara. Tal vez se insinuara a todas sus secretarias; tal vez uno de sus objetivos en Estados Unidos fuera acostarse con el mayor número posible de americanas. Si era así, después se enfadaría mucho. Pero, en aquel momento, estaba más que dispuesta a ser una más en la lista.
Mientras Santana mantenía una mano en su espalda, con la otra le acarició los senos por encima de la tela del vestido. Los pezones se le endurecieron mientras gemía de deseo. La morena gimió a su vez e incrementó la presión de su boca en los labios de ella al tiempo que le recorría sin cesar la lengua con la suya.
Brittany le respondió con la misma fiereza, lamiendo, chupando y bebiendo de su jefa. El olor de su perfume era delicioso. Quería lamerla de arriba abajo, olerla y absorberla por la piel como el sol en un día de verano.
La mano de Santana descendió por su costado hasta la cintura y la cadera, y comenzaba a levantarle lentamente la falda del vestido cuando la limusina se detuvo. Unos segundos después, la puerta del chófer se abrió y la morena se apartó de ella con brusquedad.
Rápidamente, antes de que la niebla de la pasión se hubiera dispersado del cerebro de Brittany, su jefa le estiró el vestido y se arreglo su traje, limpió el carmín de los labios de ambas justo en el momento en que la puerta trasera se abría.
Cuando apareció el chófer, Brittany y Santana estaban sentadas con un buen espacio entre ambas, como si ni siquiera se hubieran dirigido la palabra durante el trayecto. Sin decir nada, la morena se bajó del vehículo y ayudó a Brittany a desmontar.
A continuación dio las gracias al chófer, además de una generosa propina, y entraron en el hotel.
En el ascensor estuvieron calladas. Al llegar a su planta, Santana le ofreció el brazo como si nada hubiese pasado. Brittany no sabía qué pensar o sentir. ¿Querría su jefa continuar donde lo habían dejado en cuanto entraran en la suite? Se estremeció al pensarlo.
¿O querría olvidar lo ocurrido y que cada una fuera por su lado? Pensarlo la entristeció un poco.
Al llegar a la puerta esperó a que Santana la abriera y decidió que actuaría sobre la marcha.
Si la morena la besaba, la dejaría hacerlo y disfrutaría de cada momento; si volvía a ser la mujer tranquila y reservada que conocía y no se le acercaba, ella haría lo mismo. Tal vez fuera lo mejor, a pesar de lo mucho que lamentaría la pérdida de sus labios y de su sabor. Ella entró primero, con el corazón latiéndole con fuerza. Sin embargo, Santana no la abrazó después de cerrar la puerta ni la empujó contra la pared. Llegaron al salón como dos personas educadas y civilizadas.
La morena carraspeó y Brittany, sobresaltada, se volvió lentamente. Se llevó una decepción al ver que no se le aproximaba, a pesar de que los ojos le ardían de deseo.
–Creo que debo disculparme por lo ocurrido en el coche – murmuró Santana.
A Brittany se le cayó el alma a los pies. Trató de no sentirse ofendida, pues sabía que tontear con su jefa, y posible enemiga, no era buena idea. Sin embargo, se sintió dolida.
Al ver que ella no respondía, la morena añadió. –Pero, francamente, no puedo decir que lo sienta.
La rubia la miró fijamente a los ojos y contempló la misma pasión de la que había sido testigo en la limusina; la misma necesidad, el mismo deseo... pero ardiendo lentamente, y no de forma desatada.
–Eso hace que me resulte violento lo que voy a pedirte.
Brittany tragó saliva.
–¿Te importaría quitarte el vestido?
La rubia parpadeó. Era un poco extraño, ya que esperaba que estuviera más cerca al pedírselo, que se lo susurrara al oído o que ella misma quisiera quitárselo. Pero si Santana quería que ver cómo se desnudaba, estaba dispuesta a complacerla.
Entonces, la morena destruyó cualquier tipo de fantasía que ella hubiera concebido. –Tengo que devolver el vestido y los zapatos para el desfile.
–Sí, claro –replicó la rubia tratando de encontrar las palabras adecuadas y de pensar con claridad–. Un momento, por favor.
Se dirigió al dormitorio con toda la dignidad que pudo mostrar al tiempo que se reprochaba su estupidez. Cerró la puerta y, con movimientos automáticos, se quitó el collar, los pendientes y los zapatos, y estuvo a punto de dislocarse el hombro al bajarse la cremallera del vestido. Cuando se lo hubo quitado lo colgó de la percha, lo introdujo en la bolsa y la cerró.
Se volvió a poner el albornoz que se había quitado antes y que había dejado a los pies de la cama. Recogió todo lo que su jefa le había prestado y volvió al salón. Santana estaba exactamente donde la había dejado, pero no la miró a la cara. Ya se había sentido suficientemente humillada por una noche. Dejó el vestido en el sofá, metió los zapatos en su caja y dejó las joyas en la mesa de centro.
–Ahí tienes –dijo con voz seca y también sin mirarla–. Gracias por prestármelo esta noche. Ha sido un honor.
Volvió al dormitorio con la cabeza muy alta. Y así se mantuvo mientras se desnudaba y se metía en la ducha.
Las cosas no habían salido según lo previsto, y Santana se sentía como una perfecta idiota. El beso en la limusina era inolvidable. Había habido momentos en que creyó que iba a estallar por las sensaciones que experimentaba en contacto con los labios de Brittany. Había tenido que recurrir a toda su fuerza de voluntad para separarse de ella al detenerse el coche. El control de sí misma había sufrido otra dura prueba mientras entraban en el hotel y subían en el ascensor, ya que lo único que deseaba era continuar donde lo habían dejado.
Mientras recorrían el pasillo hacia la suite había imaginado lo que le haría a la rubia en cuanto entraran y estuvieran solas. Pero no podía abalanzarse sobre ella nada más cerrar la puerta, porque Brittany pensaría que era una maníaca sexual o, peor aún, que, si no consentía, su puesto de trabajo se vería afectado. Santana masculló un juramento. Lo último que le faltaba era una denuncia por acoso sexual contra ella o la empresa. Pero, sobre todo, no quería ser el tipo de jefa que flirtea con su secretaria y la hace creer que la recompensará si le sigue el juego y que se verá en el paro si no lo hace. No quería que Brittany pensara eso. Sentía genuina atracción por ella, quería que lo supiera y que se sintiera verdaderamente atraída por la morena. Creyó haber estado ingenioso al pedirle que se quitara el vestido para devolverlo. Pero se había imaginado que ella se desnudaría allí
mismo y que entonces ella le susurraría que lo retomaran donde lo habían dejado.
Pero le había salido el tiro por la culata. Había dicho o hecho algo mal. La expresión de Brittany había pasado de la dulzura y la alegría a la sorpresa y el dolor. Santana había perdido la oportunidad de disculparse y aclarar las cosas antes de que ella se fuera al dormitorio. Y después se había sentido desconcertada e incapaz de articular palabra por su propia estupidez, y ella había vuelto a marcharse. ¿Qué tenía Brittany que la volvía estúpida? Fuera lo que fuera, tenía que solucionarlo. Aunque la noche no hubiera resultado como esperaba, no podía consentir que ella pensara que era una estúpida para quien no significaba nada el beso que se habían dado o a quien le importaba más devolver el vestido que lo que estaba naciendo entre ambas.
Pasó un rato pensando en cómo deshacer el embrollo en que se había metido. Se acercó a la puerta del dormitorio y oyó el sonido del agua, por lo que dedujo que la rubia se estaba duchando. La idea de ella totalmente desnuda bajo el agua le hizo difícil concentrarse. Y le humedeció cierta parte del cuerpo, sobre todo al pensar en ella enjabonándose los brazos, los senos, el torso y... más abajo.
Se le formaron gotitas de sudor en el labio superior y tensó los músculos. Tuvo ganas de entrar en el cuarto de baño para ayudarla. Lo más probable era, sin embargo, que la recibiera con una bofetada. Primero tenía que hablar con ella; después, seducirla para que
volviera a la ducha. De repente, cesó el sonido del agua. No quería asustarla, y lo más probable era que ella no quisiera verla, pero debía hablarle.
Esperó unos minutos hasta que consideró que ya habría salido del cuarto de baño y llamó suavemente a la puerta. Tenía las manos húmedas y sentía una opresión en el pecho. Eso no era propio de Santana. No se había sentido nerviosa por tener que hablar con una chica desde... ¿se había sentido así alguna vez? En la universidad había sido una seductora empedernida. Y en aquel momento sudaba por tener que enfrentarse a ella para disculparse y rogarle que no creyera que era una idiota.
Al ver que no le abría, pensó que no quería verla. No la culpaba por ello, pero sabía que estaba allí, que la había oído llamar y que aún no estaría dormida. Se estaba comenzando a enfadar. Volvió a llamar, esa vez con más fuerza. Entraría con o sin invitación, si fuera necesario. Al fin y al cabo, la suite era suya, y había sido muy generosa dejando a Brittany ocupar el dormitorio. Aunque prefería que le abriera voluntariamente, para no tener que añadir la intimidación a la lista de delitos de aquella noche. La puerta se abrió, pero solo una rendija. La luz del salón iluminó un ojo y parte de la cara de la rubia, y el resto quedó en sombras debido a la oscuridad del dormitorio.
–¿Sí?
–Siento molestarte –dijo la morena.
Se aproximaba bastante a decir lo siento, pero se las arregló para evitar disculparse de modo directo. –¿Podemos hablar un momento? –lo intentó de nuevo, pero con la misma cobardía que antes.
–Es tarde –afirmó la rubia sin abrir ni un milímetro más la puerta–. Estoy cansada. Hablaremos mañana.
Dicho lo cual, cerró la puerta y echó el pestillo. Vaya, lo había echado todo a perder. Santana lanzó una maldición. El maldito vestido ya había vuelto con el resto de la colección y esperaba el desfile del día siguiente mientras la morena seguía tratando de hallar el modo de solucionar aquel embrollo. Respiró hondo. Ya estaba bien. Iba a acabar con aquello en ese mismo momento.
Volvió a llamar a la puerta con fuerza.
–Váyase, señorita Lopez.
Así que volvía a tratarla de usted, cuando acababa de empezar a llamarla Santana.
En voz baja le ordenó. –Abre la puerta, Brittany.
–No.
Apretó la mandíbula y los dientes le rechinaron. –Abre ahora mismo.
Aguzó el oído, pero no oyó nada.
–Voy a contar hasta tres –afirmó–. Si no me abres, echaré la puerta abajo.
En realidad, no sabía si podría hacerlo. Creía estar en forma, ya que jugaba uno o dos partidos de tenis a la semana, además de realizar una rutina gimnástica diaria. Pero no sabía si tendría fuerza y coordinación suficientes para echar la puerta abajo era mujer y la puerta muy sólida, por otro lado. Esperaba no tener que comprobarlo. Retrocedió unos pasos y se preparó para cumplir la amenaza.
En ese momento se oyó un clic y el pomo de la puerta que giraba. Santana soltó el aire muy lentamente y la tensión muscular desapareció.
Ella volvió a abrir solo una rendija y sacó la cabeza. Tenía el pelo todavía húmedo de la ducha. La fulminó con la mirada. –¿Me estás amenazando? Porque es lo que parece. O tal vez sea acoso. Aquí dentro hay un teléfono y no dudaré en utilizarlo.
La morena suspiró. –Por favor, solo será un momento.
Como ella no le dio con la puerta en las narices, añadió:
–Quiero disculparme por lo de antes. No pretendía ofenderte al pedirte que te quitaras el vestido para devolverlo. Tenía que habértelo dicho de otro modo.
Vio que ella fruncía el ceño y que aflojaba un poco la mano con la que agarraba la puerta, que incluso abrió unos milímetros más.
–Por ejemplo, debiera haberte dicho que cuanto antes te quitaras el vestido antes retomaríamos lo que estábamos haciendo en el coche. O mejor aún, debiera habértelo quitado yo misma al entrar en la suite, sin pensar en el desfile. No lo hubiéramos mostrado
mañana, y una modelo se hubiera quedado sin desfilar, pero hubiera merecido la pena si no hubiera herido tus sentimientos, como he hecho. Y ahora mismo te estaría haciendo el amor en vez de estar hablando contigo, con la esperanza de que no vuelvas a darme con la puerta en las narices.
Ya estaba, ya lo había dicho. Le había costado, por una cuestión de orgullo. Observó a Brittany detenidamente intentando juzgar su reacción por el ojo, la mejilla y la mitad de la boca que veía.
La rubia, nerviosa, se pasó la lengua por los labios. Y entonces la puerta comenzó a abrirse lentamente y ella salió. Llevaba puesto el albornoz del hotel, que la cubría por entero. Aunque debiera haberle resultado poco atractiva, le pareció adorable, con el pelo húmedo que le llegaba por debajo de los hombros y la piel del rostro enrojecida de frotarse.
Como ella se había apretado el cinturón, distinguió fácilmente las curvas de su cuerpo. El albornoz apenas dejaba entrever el escote, y quiso abrirle el albornoz para ver más.
Ella se cruzó de brazos y la miró con recelo. –Entonces, ¿no lamentas lo que sucedió en la limusina?
Santana sintió que se le levantaba el ánimo. Si se lo preguntaba era porque había estado pensando en ello. Avanzó un paso con precaución, pero le respondió con claridad y sinceridad, sin importarle las consecuencias. –No lo lamentaría aunque llamases a la policía, como has amenazado con hacer, ni aunque me denunciaras por acoso sexual, como estarías en tu derecho.
Ella pareció reflexionar durante unos segundos y, después, la rigidez comenzó a desaparecerle del rostro. Bajó los brazos y respiró hondo. –No es buena idea –murmuró al tiempo que miraba hacia un lado, por lo que Santana no supo si se lo decía a ella o a sí misma. –Trabajo para ti. Podrías despedirme o utilizarme. Las cosas podrían ponerse feas.
La morena hundió los hombros de forma imperceptible. Ella tenía razón, desde luego, pero no era esa la reacción que esperaba. –Es cierto –reconoció contra su voluntad–. Pero no te estoy utilizando ni te despediría por algo personal, por lo que, además, sería igualmente responsable.
La rubia la miró a los ojos. –¿Tan noble eres?
Santana alzó la barbilla con todo el orgullo y la dignidad que le había conferido su nacimiento. –Sí.
–Eso creía –replicó ella, casi con resignación. Y luego bajó la voz al decir– Yo tampoco lamento lo que pasó en la limusina
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¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
pero cómo lo dejas ahí !! que mala eres ¬¬ ... nah broma xD
la historia va muy bien :) me encanta como es Santana, aunque las cosas se van a enredar un poco cuando sepa lo de Brittany :/ y ella esta siendo muy honesta con Britt
Bueno espero la siguiente actualización(prontoooo!!)
Saludos
la historia va muy bien :) me encanta como es Santana, aunque las cosas se van a enredar un poco cuando sepa lo de Brittany :/ y ella esta siendo muy honesta con Britt
Bueno espero la siguiente actualización(prontoooo!!)
Saludos
Invitado- Invitado
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola,,
Rayos lo has dejado en la parte más interesante!!!
No me esperaba que San reconociera lo que quería hacer con britt,, lo dijo hacer el amor awww.
Y britt tampoco lamentaba lo del beso..
PD:ansiosa por en siguiente cap, no te tardes no me hagas sufrir.
Xoxo
Rayos lo has dejado en la parte más interesante!!!
No me esperaba que San reconociera lo que quería hacer con britt,, lo dijo hacer el amor awww.
Y britt tampoco lamentaba lo del beso..
PD:ansiosa por en siguiente cap, no te tardes no me hagas sufrir.
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
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Edad : 30
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
jajaj son muy comicas las dos!1
Como se le ocurre a San pedirle el vestido despues de semejante momento?? jajajaj!!
Saludos
Como se le ocurre a San pedirle el vestido despues de semejante momento?? jajajaj!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
hola fer,...
nueva lectora O/,..... me gusto mucho tu fic!!!!!!!
por que lo cortas ahí??????
que manera tan sutil tiene santana de cagar las cosas,.....
si hubiese sido britt te tiro el vestido por la cabeza a san,.... (ella tiene cordura yo no)!!!!!
me encanta san lo tímida que se pone para arreglar las cosas,...!!!!
nos vemos!!!!!
LU!!!!!
nueva lectora O/,..... me gusto mucho tu fic!!!!!!!
por que lo cortas ahí??????
que manera tan sutil tiene santana de cagar las cosas,.....
si hubiese sido britt te tiro el vestido por la cabeza a san,.... (ella tiene cordura yo no)!!!!!
me encanta san lo tímida que se pone para arreglar las cosas,...!!!!
nos vemos!!!!!
LU!!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
las cosas no se van a enredar se van a poner de lo peor pq sospecho que santana nada tiene que ver con el robo de los diseños de Brittany!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
me has dejado enganchada esperando mas de la situación en la suite jaja. gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Mariselsann escribió:pero cómo lo dejas ahí !! que mala eres ¬¬ ... nah broma xD
la historia va muy bien :) me encanta como es Santana, aunque las cosas se van a enredar un poco cuando sepa lo de Brittany :/ y ella esta siendo muy honesta con Britt
Bueno espero la siguiente actualización(prontoooo!!)
Saludos
adi-santybritt escribió:Hola,,
Rayos lo has dejado en la parte más interesante!!!
No me esperaba que San reconociera lo que quería hacer con britt,, lo dijo hacer el amor awww.
Y britt tampoco lamentaba lo del beso..
PD:ansiosa por en siguiente cap, no te tardes no me hagas sufrir.
Xoxo
monica.santander escribió:jajaj son muy comicas las dos!1
Como se le ocurre a San pedirle el vestido despues de semejante momento?? jajajaj!!
Saludos
3:) escribió:hola fer,...
nueva lectora O/,..... me gusto mucho tu fic!!!!!!!
por que lo cortas ahí??????
que manera tan sutil tiene santana de cagar las cosas,.....
si hubiese sido britt te tiro el vestido por la cabeza a san,.... (ella tiene cordura yo no)!!!!!
me encanta san lo tímida que se pone para arreglar las cosas,...!!!!
nos vemos!!!!!
LU!!!!!
micky morales escribió:las cosas no se van a enredar se van a poner de lo peor pq sospecho que santana nada tiene que ver con el robo de los diseños de Brittany!
Camila18 escribió:me has dejado enganchada esperando mas de la situación en la suite
jaja. gracias por escribir
Siiiii jajajaja fui mala en dejar la situación hasta ese punto, pero no saben como me costo escribir la parte que viene, espero mi pervertida mente haya hecho un buen trabajo, ya que me amanecí por esto!
Gracias por estar siempre pendientes y ser fiel a esta historia!
Besos!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Capitulo 10
Y aquí esta lo que todas esperaban del viaje!
Disfruten!
Capítulo Diez
Brittany sabía que debía lamentar lo sucedido en la limusina y que debiera haber aceptado las disculpas de Santana sin decir nada más, para después encerrarse en el dormitorio.
Eso hubiera sido actuar con inteligencia.
Cómo le gustaría haber tenido esa fuerza de voluntad. Pero, a pesar de lo dolida y ofendida que estaba por lo que había sucedido, no había podido dejar de pensar en el beso mientras estaba en la ducha. A pesar de las lágrimas y de la respiración entrecortada, su cuerpo temblaba de necesidad y de deseo.
Comenzó a pensar en lo que hubiera pasado si... ¿Y si no se hubieran visto interrumpidas por la llegada al hotel? ¿Y si ella no llevara puesto uno de los modelos del desfile del día siguiente? ¿Y si su jefa la hubiera besado en el ascensor y se hubiera abalanzado sobre ella al entrar en la suite? ¿Y si todo lo sucedido en los cuarenta minutos anteriores hubiera sido distinto y en aquel momento estuvieran en la cama haciendo el amor, explorándose mutuamente, satisfaciendo el deseo que había sentido desde el momento de conocer a Santana?
No debería querer nada de eso. Debería ser más inteligente y estar enfadada con ella por su posible intervención en el robo de sus diseños. Debería evitar que las hormonas pensaran por ella. Pero no podía o, al menos, sus intentos habían sido inútiles.
Así que se dio por vencida.
Ya sabía que Santana se sentía atraída por ella. Quería liarse la manta a la cabeza y estar con la mujer por la que se derretía.
¿Y si lo hiciera?
Santana no conocía su verdadera identidad y ella no se quedaría mucho más tiempo, tal vez un mes, hasta que resolviera el misterio y pudiera volver a Nueva York con la información que salvaría su empresa.
Ni siquiera era necesario que esa sexy morena supiera quién era. Hasta el momento había hecho un buen trabajo como su secretaria. Y saber que no era un trabajo permanente, que ella no sería su jefa para siempre, facilitaba la justificación de una aventura pasional. Podía soltarse el pelo, pasárselo bien y marcharse sin consecuencias. Con una breve carta de dimisión y la excusa de un nuevo empleo en otro sitio, preferiblemente lejano, pero sin dejar entrever que vivía en Nueva York, bastaría para hacer borrón y cuenta nueva.
Así que aquello era prácticamente un regalo: sexo en vacaciones, sin compromiso.
Teniendo en cuenta el tiempo que hacía que no había salido ni tenido sexo con nadie, lo único que se le ocurría era: «Sí, por favor».
Por eso le había dicho que ella tampoco lamentaba lo que había sucedido entre ambas después de la fiesta. Había deseado que, al entrar en la suite, le arrancara el vestido y la poseyera contra la pared más cercana.
Bueno, tal vez no ese vestido, pero un vestido.
Y no quería pasarse el resto de la noche sola en aquella inmensa cama, dando vueltas, insatisfecha.
Observó que los ojos de Santana se oscurecían más y brillaban ante lo que ella acababa de reconocer. Respiró hondo y decidió explicarle exactamente a lo que se refería.
–A pesar de lo mucho que me ha gustado hacer de modelo para Ashdown Abbey, desearía no haberme puesto el vestido esta noche, porque me hubiera gustado que me arrancaras la ropa en cuanto entráramos por la puerta.
Santana apretó la mandíbula. –Procura estar muy segura de los que dices –le recomendó la morena con palabras que parecían salirle del fondo del alma– porque cuando empecemos no me detendré. Dejaré de ser una señorita y de tener buenos modales.
La rubia se estremeció. Tragó saliva con fuerza y dio un paso hacia delante, resuelta y dispuesta. –Entiendo. Y no voy a darte con la puerta en las narices.
El deseo estalló en el rostro de Santana iluminándole los ojos. Salvó la distancia que las separaba sin decir palabra, la agarró de los brazos y la atrajo hacia ella con tanta fuerza que casi la levantó del suelo. Su boca chocó con la de la rubia, y la devoró. Ella le devolvió cada beso, cada embestida.
La rubia agarró a su jefa por los hombros, después llevó las manos a la parte delantera de la blusa. No tuvo que abrir los ojos ni mirar para desabotonarle cada estorboso botón. Santana gimió cuando le tocó un pecho por encima de su sujetador, y la rubia estuvo a punto de gemir también.
Con la punta de los dedos le rozó los pezones que sobresalían por encima de la prenda que cubría esos perfectos pechos, luego subió a su clavícula. Su piel irradiaba un calor como el de un horno, un calor que penetró en la piel de ella.
Le abrió mas la blusa y la dejo colgada en su espalda. Continuó explorando los contornos de su cuerpo y después descendió a la cintura de la falda.
Le arañó levemente el estómago y la morena contuvo la respiración. Brittany sonrió al notar que el abdomen se endurecía ante la caricia.
Santana gimió y volvió a besarla en la boca mientras le agarraba la cabeza con las manos. La rubia estaba feliz al ver que la deseaba con desesperación, que había perdido el control. Lo único que lamentaba era no haber comenzado antes y haber perdido tanto tiempo en discusiones, sentimientos heridos, incertidumbre y explicaciones.
Le desabrochó la ajustada falda y cayó al suelo. Brittany sintió su deseo, su sexo estaba mojado e hinchado a través de sus bragas, donde ella había colocado la mano. Dedicó unos
segundos a acariciar de arriba y abajo con los nudillos, lo que hizo que la morena gimiera y le mordiera el labio inferior.
La rubia sonrió y soltó un leve gemido cuando le recorrió la espalda con las manos hasta llegar a las nalgas, que apretó para presionarla aún más contra su evidente excitación.
Ella se frotó retorciéndose contra su jefa mientras esta levanto los labios de su garganta, para separarla un poco y tirarle del cinturón del albornoz. Tardó unos segundos en deshacerle el nudo, que estaba muy apretado debido a los tirones. Le abrió el albornoz y se lo echó hacia atrás.
Debajo, estaba desnuda. Brittany se estremeció cuando el aire frío de la habitación le tocó la piel, pero no intentó volver a ponerse la bata ni cubrir su desnudez. Santana la miraba como si fuera el ser más delicioso jamás creado y ella llevaba mucho tiempo soñando con ese momento, y no iba a esconderse.
Así que se quedó allí, medio desnuda y medio tiritando, tanto por la temperatura de la habitación como por el deseo que experimentaba. Y dejó que la mirara todo lo que quisiera.
Y mientras esa morena la miraba, ella hizo lo mismo. Observó su piel a traves de su poca ropa sorprendentemente bronceada y su cuerpo bien formado.
Podía haber sido una modelo anunciando ropa interior sexy. Y se haría millonaria, ya que todas las mujeres comprarían lo que anunciara.
Se observaron mutuamente durante unos segundos, que a ella le parecieron minutos. Los marrones ojos de Santana centellearon al reflejar el mismo deseo que había en los de ella.
Agachó la cabeza y emitió un sonido salvaje antes de acercársele. Le pasó los brazos en torno a la espalda y la beso con furia. Sin dejar de besarla, la llevó a la cama.
La sostuvo con un brazo mientras que con la mano del otro apartaba la ropa de cama. Después la lanzo en el centro del lecho y descendió con ella hasta cubrirla como una manta humana, cálida y liviana. La tela de su blusa y el sujetador rozó la piel desnuda de ella, salvo por su estomago presionó el suyo.
Ella enroscó las piernas en su cintura y en dos rápidos movimientos saco las prendas para que esos deliciosos pechos quedaran junto a los de ella. La apretó fuertemente.
Después, Santana le acarició la cintura y la parte inferior de los senos, sin detenerse en ningún sitio, a pesar de que ella se retorcía por sus caricias. Sin hacer caso de sus gemidos de deseo, le acabó de quitar el albornoz y la levantó para sacárselo de debajo del cuerpo y lanzarlo sobre la cómoda.
La miró desde la cabeza hasta donde sus piernas estaban entrelazadas en sus muslos. Se fijó en sus senos desnudos, en la curva del vientre y en el triángulo de rizos rubios.
A Brittany se le puso la carne de gallina.
Santana resopló mientras los ojos le brillaban como las estrellas. Sin dejar de mirarla, se quitó los zapatos y sus bragas.
Unos segundos después, Brittany la contempló en su gloriosa desnudez.
Era tan hermosa que se le hizo un nudo en la garganta de la emoción. Tragó saliva mientras su jefa se colocaba sobre ella, y se dijo que aquello solo era una aventura, nada más.
Alzó los brazos y entrelazó las manos en su cuello atrayéndola hacia sí. Se besaron lentamente y se exploraron mutuamente la boca sin prisas. Santana le metió los dedos en el cabello mientras ella le acariciaba la espalda y se deleitaba en la deliciosa elevación de sus nalgas.
La morena gimió y la abrazó con más fuerza. Brittany arqueó la espalda intentando acercarse aún más, aunque ya estaban tan cerca como podían estarlo dos personas.
Su jefa le recorrió las mejilla con los labios, le mordisqueó el lóbulo de la oreja, bajó por el cuello hasta la clavícula y, de allí, a los senos, hinchados y arqueados. La rubia jadeaba y pensaba progresivamente con menos claridad mientras la temperatura de su cuerpo se elevaba.
Santana se detuvo, se alejo un poco y la miro. No recordaba haber visto nada más bonito en su vida que Brittany George tumbada desnuda en la cama y pensó que nunca lo olvidaría.
A pesar de lo excitada que estaba y de lo desesperada que se encontraba por meter sus dedos dentro de ella, no podía dejar de mirarla. El pelo le caía alrededor de los hombros y su pálida piel estaba sonrojada por el deseo.
Tenía los pechos pequeños, pero perfectos, con los pezones endurecidos por la excitación. Y el resto de ella le causaba la misma admiración: la curva de la cintura, el triángulo de rizos rubios en el vértice de sus muslos, las piernas largas y trabajadas...
Pero lo que más le gustaba era su falta de inhibiciones. Se sentía cómoda estando desnuda. Y, además, se sentía a gusto con ella y con lo que estaban a punto de hacer.
Fingiendo una paciencia y un control que distaba mucho de tener, se puso a su lado y la abrazó. Brittany se volvió hacia ella, y sus senos se aplastaron contra los de la morena mientras le acariciaba la pantorrilla con la planta del pie.
Santana le apartó un mechón de pelo de la cara y se lo colocó detrás de la oreja. –Estoy contentísima de que hayas venido conmigo este fin de semana.
Brittany sonrió. –Yo también.
–Y aunque no me importa dormir en el salón, estaría bien pasar la noche en esta cama, para variar.
–No he dicho que pudieras dormir aquí.
La morena entrecerró los ojos y reprimió una sonrisa. –¿Piensas utilizarme y después mandarme a esa horrible cama supletoria? Veremos si te hago cambiar de idea.
La boca de la rubia esbozó una sonrisa antes de que su jefa la besara. Le rodeó el cuello con las manos y Santana se puso encima de ella.
Lo que le había dicho era verdad: llevarla en aquel viaje había sido una de sus mejores ideas, aunque al decidirlo no supiera que acabarían así. Sin embargo, no podía negar que lo deseaba. Casi desde el momento en que Brittany entró por primera vez en el despacho, había comenzado a imaginar situaciones en las que acababan como estaban en aquellos momentos. Sabía que era peligroso y que no debía ocurrir. Pero había ocurrido, y no lo lamentaba ni le preocupaban las consecuencias. Lo único que deseaba era continuar besándola y acariciándola y hacerle el amor toda la noche. Y si ella tenía la intención de enviarla de vuelta a la otra cama después de haber quedado satisfecha, lo único que tenía que hacer era tenerla ocupada y cegada por la pasión de modo que perdiera la noción del tiempo. Se quedaría a dormir con ella.
Le acarició los hombros, los brazos y la espalda mientras sus lenguas seguían unidas. Podría pasarse la vida besándola sin aburrirse. Pero había mucho más que deseaba hacerle.
Separó su boca de la de ella lo justo para mordisquearle la comisura de los labios. Después siguió la línea de la barbilla hasta llegar a la garganta. Ella echó la cabeza hacia atrás y le lamió el cuello. Santana se volvió a situar encima de ella.
Brittany esta vez acomodo sus piernas entre las de ellas y la morena gimió de deseo.
Esta vez fue el turno de la rubia de tocar sus pechos, con sus pulgares acaricio esas elevaciones mientras su jefa se concentraba solo en besarla y disfrutar. Los pellizcó y dirigió sus labios a ellos para trazar círculos con su lengua.
Arriba de ella, Santana se retorcía de impaciencia y gemía.
Brittany le besó y lamió los senos tratando de hacerlo por igual con los dos hasta que
la presión húmeda de su jefa contra su casi dolorosa excitación aumentó hasta tal punto que tuvo que prestarle atención.
Alzó la cabeza y le dio un rápido beso en la boca. –Hay tantas cosa que quiero hacerte... –murmuró mientras le acariciaba la cara–. Querría estarme mucho tiempo acariciándote, aprendiéndome cada centímetro de tu cuerpo. Pero eso tendrá que esperar, porque ahora te deseo demasiado.
La agarró por las caderas y la acomodo sobre su sexo para hacer hincapié en lo que le había dicho. Santana se hundió en ella para aumentar el contacto. Brittany suspiró mientras cerraba los ojos y rogaba no terminar deprisa y satisfacerla.
A Santana le encantó que ella le agarrara de las nalgas y levantara el torso para morderle la barbilla.
La morena hablo como si leyera su mente. –Me gusta la rapidez cuando es la primera vez. La lentitud está sobrevalorada.
Brittany rió al tiempo que se felicitaba por su suerte. La abrazó y la volvió a besar, y sus bocas se fundieron como pretendía que se fundieran sus cuerpos.
La agarró del muslo y le subió más la pierna que tenía sobre la cadera para que ella se abriera más. A continuación situó su excitado sexo justo enfrente del de ella. Contuvo la respiración al notar que la humedad femenina de su jefa la envolvía.
Brittany le metió los dedos en el pelo y le obligó a acercar la boca a la suya. Se retorció con impaciencia contra ella, invitándola a que empezaran ese vaivén de caderas.
Demostrándole claramente todo lo que la deseaba.
La respiración jadeante de ambas y sus gemidos resonaron en la habitación mientras Santana se hundía más en ella. La morena pensó que podría pasarse así toda la noche, si no estuviera desesperada por moverse impulsada por el deseo. Brittany le mordisqueó el lóbulo de la oreja, y la forma en que dijo su nombre suspirando le indicó que ella sentía lo mismo. Santana comenzó con movimientos lentos y circulares que le produjeron un placer exquisito a pesar de que sentía crecer el impulso a embestirla más deprisa y con más fuerza.
Gimiendo en su oído, la rubia cerró los brazos en torno a su cuello y los senos femeninos se frotaban entre si.
Santana bajo una mano lentamente entre los cuerpos hasta posarse en el húmedo centro de su amante. Jugueteo con dos de sus dedos en la hendidura de la rubia, haciendo que esta se arqueara.
La rubia le mordisqueó los labios y murmuró: –Deja de provocarme, Santana, y hazlo.
La morena se hubiera echado a reír si no estuviera tan desesperada como ella. Apretó los dientes, acomodo bien su mano para que el rose también fuera gratificante para ella y empujó.
–Oh Santana –murmuró.
El sonido de su nombre en los labios de su secretaria la llenó de placer.
–Por favor –le rogó mientras inclinaba las caderas para que la penetrara aún más.
La morena gimió se levanto quedando en la misma posición sentada sobre ella y con su mano libre la agarró por las caderas y comenzó a moverse deprisa, con embestidas largas y lentas, seguidas de otras cortas y rápidas; y después al contrario: largas y rápidas, y cortas y lentas.
Con suerte, conseguiría controlar su orgasmo hasta que Brittany estuviera satisfecha.
Y entonces la rubia comenzó a dar sacudidas debajo de ella y a arañarle el estomago mientras gritaba su nombre. A punto de explotar, Santana se unió en silencio al coro de sus exclamaciones. Sus músculos se tensaron y se puso rígida.
Brittany deslizó una mano entre el infierno que tenían ambas en sus sexos y buscó con los dedos entre los rizos femeninos hasta hallar el pequeño capullo de placer allí escondido.
Cuando lo tocó, Santana echó la cabeza hacia atrás y gritó su nombre.
Brittany la acomodo nuevamente para que sus sexos chocaran mientras su jefa tenía el orgasmo a segundos de escapar.
En unos pocos movimientos el éxtasis explotaba como bombas en sus cabezas y se extendían por todo su ser. Esos segundos fueron los mas gratificantes para ambas.
Pasaron unos largos y silenciosos instantes mientras trataban de recuperar el ritmo de la respiración. Cubiertas de sudor, sus cuerpos unidos rodaron hacia un lado.
Santana tenía un brazo alrededor de ella, y Brittany, una pierna en su cadera. La morena sonrió y le apartó un mechón de pelo que tenía en los labios.
Al sentirla, la rubia abrió los ojos y la miró.
–Mmm... –ronroneó.
Santana rio. –Te he dejado sin habla.
La secretaria sonrió a su vez mientras volvía a cerrar los ojos. La morena supuso que se había quedado dormida. La tomó en sus brazos y Brittany se acurrucó, apoyó la cabeza en su hombro y le puso la pierna encima del muslo.
Santana sintió que, sorprendentemente, volvía a excitarse. Pero más que el mero deseo, se sintió invadida de una satisfacción como nunca había experimentado tras una relación sexual ocasional y apresurada.
Desde el momento que la había conocido supo que Brittany era especial, pero hasta ese momento no se había dado cuenta de hasta qué punto. Le despertaba emociones que no recordaba haber sentido y le sugería ideas que nunca se había sentido inclinado a analizar.
Brittany se removió y entreabrió los ojos. –He cambiado de opinión –dijo con voz soñolienta–. Puedes dormir conmigo.
Teniendo en cuenta que estaba a punto de hacerlo, Santana no pudo evitar reírse. –Vaya, gracias. Eres muy generosa.
–Lo soy –farfulló ella, y la morena notó que esa vez sí se estaba quedando dormida.
La besó en la frente y esperó a oírla respirar de forma regular. –Eso espero –murmuró–. De verdad que lo espero
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Y eso seria todo por ahora, tratare de actualizar mañana aunque no les prometo mucho. Si no fuera así las recompensare.
Besitooos!
Disfruten!
Capitulo 10
Capítulo Diez
Brittany sabía que debía lamentar lo sucedido en la limusina y que debiera haber aceptado las disculpas de Santana sin decir nada más, para después encerrarse en el dormitorio.
Eso hubiera sido actuar con inteligencia.
Cómo le gustaría haber tenido esa fuerza de voluntad. Pero, a pesar de lo dolida y ofendida que estaba por lo que había sucedido, no había podido dejar de pensar en el beso mientras estaba en la ducha. A pesar de las lágrimas y de la respiración entrecortada, su cuerpo temblaba de necesidad y de deseo.
Comenzó a pensar en lo que hubiera pasado si... ¿Y si no se hubieran visto interrumpidas por la llegada al hotel? ¿Y si ella no llevara puesto uno de los modelos del desfile del día siguiente? ¿Y si su jefa la hubiera besado en el ascensor y se hubiera abalanzado sobre ella al entrar en la suite? ¿Y si todo lo sucedido en los cuarenta minutos anteriores hubiera sido distinto y en aquel momento estuvieran en la cama haciendo el amor, explorándose mutuamente, satisfaciendo el deseo que había sentido desde el momento de conocer a Santana?
No debería querer nada de eso. Debería ser más inteligente y estar enfadada con ella por su posible intervención en el robo de sus diseños. Debería evitar que las hormonas pensaran por ella. Pero no podía o, al menos, sus intentos habían sido inútiles.
Así que se dio por vencida.
Ya sabía que Santana se sentía atraída por ella. Quería liarse la manta a la cabeza y estar con la mujer por la que se derretía.
¿Y si lo hiciera?
Santana no conocía su verdadera identidad y ella no se quedaría mucho más tiempo, tal vez un mes, hasta que resolviera el misterio y pudiera volver a Nueva York con la información que salvaría su empresa.
Ni siquiera era necesario que esa sexy morena supiera quién era. Hasta el momento había hecho un buen trabajo como su secretaria. Y saber que no era un trabajo permanente, que ella no sería su jefa para siempre, facilitaba la justificación de una aventura pasional. Podía soltarse el pelo, pasárselo bien y marcharse sin consecuencias. Con una breve carta de dimisión y la excusa de un nuevo empleo en otro sitio, preferiblemente lejano, pero sin dejar entrever que vivía en Nueva York, bastaría para hacer borrón y cuenta nueva.
Así que aquello era prácticamente un regalo: sexo en vacaciones, sin compromiso.
Teniendo en cuenta el tiempo que hacía que no había salido ni tenido sexo con nadie, lo único que se le ocurría era: «Sí, por favor».
Por eso le había dicho que ella tampoco lamentaba lo que había sucedido entre ambas después de la fiesta. Había deseado que, al entrar en la suite, le arrancara el vestido y la poseyera contra la pared más cercana.
Bueno, tal vez no ese vestido, pero un vestido.
Y no quería pasarse el resto de la noche sola en aquella inmensa cama, dando vueltas, insatisfecha.
Observó que los ojos de Santana se oscurecían más y brillaban ante lo que ella acababa de reconocer. Respiró hondo y decidió explicarle exactamente a lo que se refería.
–A pesar de lo mucho que me ha gustado hacer de modelo para Ashdown Abbey, desearía no haberme puesto el vestido esta noche, porque me hubiera gustado que me arrancaras la ropa en cuanto entráramos por la puerta.
Santana apretó la mandíbula. –Procura estar muy segura de los que dices –le recomendó la morena con palabras que parecían salirle del fondo del alma– porque cuando empecemos no me detendré. Dejaré de ser una señorita y de tener buenos modales.
La rubia se estremeció. Tragó saliva con fuerza y dio un paso hacia delante, resuelta y dispuesta. –Entiendo. Y no voy a darte con la puerta en las narices.
El deseo estalló en el rostro de Santana iluminándole los ojos. Salvó la distancia que las separaba sin decir palabra, la agarró de los brazos y la atrajo hacia ella con tanta fuerza que casi la levantó del suelo. Su boca chocó con la de la rubia, y la devoró. Ella le devolvió cada beso, cada embestida.
La rubia agarró a su jefa por los hombros, después llevó las manos a la parte delantera de la blusa. No tuvo que abrir los ojos ni mirar para desabotonarle cada estorboso botón. Santana gimió cuando le tocó un pecho por encima de su sujetador, y la rubia estuvo a punto de gemir también.
Con la punta de los dedos le rozó los pezones que sobresalían por encima de la prenda que cubría esos perfectos pechos, luego subió a su clavícula. Su piel irradiaba un calor como el de un horno, un calor que penetró en la piel de ella.
Le abrió mas la blusa y la dejo colgada en su espalda. Continuó explorando los contornos de su cuerpo y después descendió a la cintura de la falda.
Le arañó levemente el estómago y la morena contuvo la respiración. Brittany sonrió al notar que el abdomen se endurecía ante la caricia.
Santana gimió y volvió a besarla en la boca mientras le agarraba la cabeza con las manos. La rubia estaba feliz al ver que la deseaba con desesperación, que había perdido el control. Lo único que lamentaba era no haber comenzado antes y haber perdido tanto tiempo en discusiones, sentimientos heridos, incertidumbre y explicaciones.
Le desabrochó la ajustada falda y cayó al suelo. Brittany sintió su deseo, su sexo estaba mojado e hinchado a través de sus bragas, donde ella había colocado la mano. Dedicó unos
segundos a acariciar de arriba y abajo con los nudillos, lo que hizo que la morena gimiera y le mordiera el labio inferior.
La rubia sonrió y soltó un leve gemido cuando le recorrió la espalda con las manos hasta llegar a las nalgas, que apretó para presionarla aún más contra su evidente excitación.
Ella se frotó retorciéndose contra su jefa mientras esta levanto los labios de su garganta, para separarla un poco y tirarle del cinturón del albornoz. Tardó unos segundos en deshacerle el nudo, que estaba muy apretado debido a los tirones. Le abrió el albornoz y se lo echó hacia atrás.
Debajo, estaba desnuda. Brittany se estremeció cuando el aire frío de la habitación le tocó la piel, pero no intentó volver a ponerse la bata ni cubrir su desnudez. Santana la miraba como si fuera el ser más delicioso jamás creado y ella llevaba mucho tiempo soñando con ese momento, y no iba a esconderse.
Así que se quedó allí, medio desnuda y medio tiritando, tanto por la temperatura de la habitación como por el deseo que experimentaba. Y dejó que la mirara todo lo que quisiera.
Y mientras esa morena la miraba, ella hizo lo mismo. Observó su piel a traves de su poca ropa sorprendentemente bronceada y su cuerpo bien formado.
Podía haber sido una modelo anunciando ropa interior sexy. Y se haría millonaria, ya que todas las mujeres comprarían lo que anunciara.
Se observaron mutuamente durante unos segundos, que a ella le parecieron minutos. Los marrones ojos de Santana centellearon al reflejar el mismo deseo que había en los de ella.
Agachó la cabeza y emitió un sonido salvaje antes de acercársele. Le pasó los brazos en torno a la espalda y la beso con furia. Sin dejar de besarla, la llevó a la cama.
La sostuvo con un brazo mientras que con la mano del otro apartaba la ropa de cama. Después la lanzo en el centro del lecho y descendió con ella hasta cubrirla como una manta humana, cálida y liviana. La tela de su blusa y el sujetador rozó la piel desnuda de ella, salvo por su estomago presionó el suyo.
Ella enroscó las piernas en su cintura y en dos rápidos movimientos saco las prendas para que esos deliciosos pechos quedaran junto a los de ella. La apretó fuertemente.
Después, Santana le acarició la cintura y la parte inferior de los senos, sin detenerse en ningún sitio, a pesar de que ella se retorcía por sus caricias. Sin hacer caso de sus gemidos de deseo, le acabó de quitar el albornoz y la levantó para sacárselo de debajo del cuerpo y lanzarlo sobre la cómoda.
La miró desde la cabeza hasta donde sus piernas estaban entrelazadas en sus muslos. Se fijó en sus senos desnudos, en la curva del vientre y en el triángulo de rizos rubios.
A Brittany se le puso la carne de gallina.
Santana resopló mientras los ojos le brillaban como las estrellas. Sin dejar de mirarla, se quitó los zapatos y sus bragas.
Unos segundos después, Brittany la contempló en su gloriosa desnudez.
Era tan hermosa que se le hizo un nudo en la garganta de la emoción. Tragó saliva mientras su jefa se colocaba sobre ella, y se dijo que aquello solo era una aventura, nada más.
Alzó los brazos y entrelazó las manos en su cuello atrayéndola hacia sí. Se besaron lentamente y se exploraron mutuamente la boca sin prisas. Santana le metió los dedos en el cabello mientras ella le acariciaba la espalda y se deleitaba en la deliciosa elevación de sus nalgas.
La morena gimió y la abrazó con más fuerza. Brittany arqueó la espalda intentando acercarse aún más, aunque ya estaban tan cerca como podían estarlo dos personas.
Su jefa le recorrió las mejilla con los labios, le mordisqueó el lóbulo de la oreja, bajó por el cuello hasta la clavícula y, de allí, a los senos, hinchados y arqueados. La rubia jadeaba y pensaba progresivamente con menos claridad mientras la temperatura de su cuerpo se elevaba.
Santana se detuvo, se alejo un poco y la miro. No recordaba haber visto nada más bonito en su vida que Brittany George tumbada desnuda en la cama y pensó que nunca lo olvidaría.
A pesar de lo excitada que estaba y de lo desesperada que se encontraba por meter sus dedos dentro de ella, no podía dejar de mirarla. El pelo le caía alrededor de los hombros y su pálida piel estaba sonrojada por el deseo.
Tenía los pechos pequeños, pero perfectos, con los pezones endurecidos por la excitación. Y el resto de ella le causaba la misma admiración: la curva de la cintura, el triángulo de rizos rubios en el vértice de sus muslos, las piernas largas y trabajadas...
Pero lo que más le gustaba era su falta de inhibiciones. Se sentía cómoda estando desnuda. Y, además, se sentía a gusto con ella y con lo que estaban a punto de hacer.
Fingiendo una paciencia y un control que distaba mucho de tener, se puso a su lado y la abrazó. Brittany se volvió hacia ella, y sus senos se aplastaron contra los de la morena mientras le acariciaba la pantorrilla con la planta del pie.
Santana le apartó un mechón de pelo de la cara y se lo colocó detrás de la oreja. –Estoy contentísima de que hayas venido conmigo este fin de semana.
Brittany sonrió. –Yo también.
–Y aunque no me importa dormir en el salón, estaría bien pasar la noche en esta cama, para variar.
–No he dicho que pudieras dormir aquí.
La morena entrecerró los ojos y reprimió una sonrisa. –¿Piensas utilizarme y después mandarme a esa horrible cama supletoria? Veremos si te hago cambiar de idea.
La boca de la rubia esbozó una sonrisa antes de que su jefa la besara. Le rodeó el cuello con las manos y Santana se puso encima de ella.
Lo que le había dicho era verdad: llevarla en aquel viaje había sido una de sus mejores ideas, aunque al decidirlo no supiera que acabarían así. Sin embargo, no podía negar que lo deseaba. Casi desde el momento en que Brittany entró por primera vez en el despacho, había comenzado a imaginar situaciones en las que acababan como estaban en aquellos momentos. Sabía que era peligroso y que no debía ocurrir. Pero había ocurrido, y no lo lamentaba ni le preocupaban las consecuencias. Lo único que deseaba era continuar besándola y acariciándola y hacerle el amor toda la noche. Y si ella tenía la intención de enviarla de vuelta a la otra cama después de haber quedado satisfecha, lo único que tenía que hacer era tenerla ocupada y cegada por la pasión de modo que perdiera la noción del tiempo. Se quedaría a dormir con ella.
Le acarició los hombros, los brazos y la espalda mientras sus lenguas seguían unidas. Podría pasarse la vida besándola sin aburrirse. Pero había mucho más que deseaba hacerle.
Separó su boca de la de ella lo justo para mordisquearle la comisura de los labios. Después siguió la línea de la barbilla hasta llegar a la garganta. Ella echó la cabeza hacia atrás y le lamió el cuello. Santana se volvió a situar encima de ella.
Brittany esta vez acomodo sus piernas entre las de ellas y la morena gimió de deseo.
Esta vez fue el turno de la rubia de tocar sus pechos, con sus pulgares acaricio esas elevaciones mientras su jefa se concentraba solo en besarla y disfrutar. Los pellizcó y dirigió sus labios a ellos para trazar círculos con su lengua.
Arriba de ella, Santana se retorcía de impaciencia y gemía.
Brittany le besó y lamió los senos tratando de hacerlo por igual con los dos hasta que
la presión húmeda de su jefa contra su casi dolorosa excitación aumentó hasta tal punto que tuvo que prestarle atención.
Alzó la cabeza y le dio un rápido beso en la boca. –Hay tantas cosa que quiero hacerte... –murmuró mientras le acariciaba la cara–. Querría estarme mucho tiempo acariciándote, aprendiéndome cada centímetro de tu cuerpo. Pero eso tendrá que esperar, porque ahora te deseo demasiado.
La agarró por las caderas y la acomodo sobre su sexo para hacer hincapié en lo que le había dicho. Santana se hundió en ella para aumentar el contacto. Brittany suspiró mientras cerraba los ojos y rogaba no terminar deprisa y satisfacerla.
A Santana le encantó que ella le agarrara de las nalgas y levantara el torso para morderle la barbilla.
La morena hablo como si leyera su mente. –Me gusta la rapidez cuando es la primera vez. La lentitud está sobrevalorada.
Brittany rió al tiempo que se felicitaba por su suerte. La abrazó y la volvió a besar, y sus bocas se fundieron como pretendía que se fundieran sus cuerpos.
La agarró del muslo y le subió más la pierna que tenía sobre la cadera para que ella se abriera más. A continuación situó su excitado sexo justo enfrente del de ella. Contuvo la respiración al notar que la humedad femenina de su jefa la envolvía.
Brittany le metió los dedos en el pelo y le obligó a acercar la boca a la suya. Se retorció con impaciencia contra ella, invitándola a que empezaran ese vaivén de caderas.
Demostrándole claramente todo lo que la deseaba.
La respiración jadeante de ambas y sus gemidos resonaron en la habitación mientras Santana se hundía más en ella. La morena pensó que podría pasarse así toda la noche, si no estuviera desesperada por moverse impulsada por el deseo. Brittany le mordisqueó el lóbulo de la oreja, y la forma en que dijo su nombre suspirando le indicó que ella sentía lo mismo. Santana comenzó con movimientos lentos y circulares que le produjeron un placer exquisito a pesar de que sentía crecer el impulso a embestirla más deprisa y con más fuerza.
Gimiendo en su oído, la rubia cerró los brazos en torno a su cuello y los senos femeninos se frotaban entre si.
Santana bajo una mano lentamente entre los cuerpos hasta posarse en el húmedo centro de su amante. Jugueteo con dos de sus dedos en la hendidura de la rubia, haciendo que esta se arqueara.
La rubia le mordisqueó los labios y murmuró: –Deja de provocarme, Santana, y hazlo.
La morena se hubiera echado a reír si no estuviera tan desesperada como ella. Apretó los dientes, acomodo bien su mano para que el rose también fuera gratificante para ella y empujó.
–Oh Santana –murmuró.
El sonido de su nombre en los labios de su secretaria la llenó de placer.
–Por favor –le rogó mientras inclinaba las caderas para que la penetrara aún más.
La morena gimió se levanto quedando en la misma posición sentada sobre ella y con su mano libre la agarró por las caderas y comenzó a moverse deprisa, con embestidas largas y lentas, seguidas de otras cortas y rápidas; y después al contrario: largas y rápidas, y cortas y lentas.
Con suerte, conseguiría controlar su orgasmo hasta que Brittany estuviera satisfecha.
Y entonces la rubia comenzó a dar sacudidas debajo de ella y a arañarle el estomago mientras gritaba su nombre. A punto de explotar, Santana se unió en silencio al coro de sus exclamaciones. Sus músculos se tensaron y se puso rígida.
Brittany deslizó una mano entre el infierno que tenían ambas en sus sexos y buscó con los dedos entre los rizos femeninos hasta hallar el pequeño capullo de placer allí escondido.
Cuando lo tocó, Santana echó la cabeza hacia atrás y gritó su nombre.
Brittany la acomodo nuevamente para que sus sexos chocaran mientras su jefa tenía el orgasmo a segundos de escapar.
En unos pocos movimientos el éxtasis explotaba como bombas en sus cabezas y se extendían por todo su ser. Esos segundos fueron los mas gratificantes para ambas.
Pasaron unos largos y silenciosos instantes mientras trataban de recuperar el ritmo de la respiración. Cubiertas de sudor, sus cuerpos unidos rodaron hacia un lado.
Santana tenía un brazo alrededor de ella, y Brittany, una pierna en su cadera. La morena sonrió y le apartó un mechón de pelo que tenía en los labios.
Al sentirla, la rubia abrió los ojos y la miró.
–Mmm... –ronroneó.
Santana rio. –Te he dejado sin habla.
La secretaria sonrió a su vez mientras volvía a cerrar los ojos. La morena supuso que se había quedado dormida. La tomó en sus brazos y Brittany se acurrucó, apoyó la cabeza en su hombro y le puso la pierna encima del muslo.
Santana sintió que, sorprendentemente, volvía a excitarse. Pero más que el mero deseo, se sintió invadida de una satisfacción como nunca había experimentado tras una relación sexual ocasional y apresurada.
Desde el momento que la había conocido supo que Brittany era especial, pero hasta ese momento no se había dado cuenta de hasta qué punto. Le despertaba emociones que no recordaba haber sentido y le sugería ideas que nunca se había sentido inclinado a analizar.
Brittany se removió y entreabrió los ojos. –He cambiado de opinión –dijo con voz soñolienta–. Puedes dormir conmigo.
Teniendo en cuenta que estaba a punto de hacerlo, Santana no pudo evitar reírse. –Vaya, gracias. Eres muy generosa.
–Lo soy –farfulló ella, y la morena notó que esa vez sí se estaba quedando dormida.
La besó en la frente y esperó a oírla respirar de forma regular. –Eso espero –murmuró–. De verdad que lo espero
___________________________________________________________________________
Y eso seria todo por ahora, tratare de actualizar mañana aunque no les prometo mucho. Si no fuera así las recompensare.
Besitooos!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Wowwwww que reconciliacion!!! jaja
Por eso son buenas las peleas, por la reconciliaciones jajja!!
Saludos
Por eso son buenas las peleas, por la reconciliaciones jajja!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
amo las reconciliaciones!!!!!!!!!!!!!!!!
que la gente se pelee mas y se reconcilie!!!! jajajaja
me gusto el capitulo,... super WANKY!!!!
nos vemos!!!!
que la gente se pelee mas y se reconcilie!!!! jajajaja
me gusto el capitulo,... super WANKY!!!!
nos vemos!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Wanky, me encanto el cap!!!
Y me encanto como sean reconciliado!!!!
Espero la actu
Xoxo
Y me encanto como sean reconciliado!!!!
Espero la actu
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
vaya que buena estuvo esa reconciliacion y ahora mi pregunta es: que pasara si se enamoran?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola.
Creo que es la primera vez que comento el fic pero bueno es genial esa atracción que se tienen, quiero ver que pasara ahora aunque creo que sera color de rosas y luego se viene el drama u.u pero en fin me encanta esta muy bueno.
Espero que te encuentres bien.
Adiós.
Creo que es la primera vez que comento el fic pero bueno es genial esa atracción que se tienen, quiero ver que pasara ahora aunque creo que sera color de rosas y luego se viene el drama u.u pero en fin me encanta esta muy bueno.
Espero que te encuentres bien.
Adiós.
Fran_ci* - Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 31/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Que intenso encuentro enserio y eso que tenia dudas no quiero imaginarme cuando quieran estar de verdad jajajaja me ha gustado mucho el capitulo ahora que pasara esa mentira de Britt de alguna manera saldrá a la luz las mentiras tienen patas cortas bueno espero tu próxima actualización saludos
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola!!
Me encanto!! Las chicas por fin se desataron!!! Creo que la tensión era mucha como para soportar más tiempo!!!
Un cap muy Caliente!!!!!
Ahora se viene una de las más importantes partes verdad? es decir que va a pasar desde ahora?
Volverán al rol de Secretaría y Jefa como si nada??
No lo creo!! :)
Espero la actu!!
Saludos!! NaT!
Me encanto!! Las chicas por fin se desataron!!! Creo que la tensión era mucha como para soportar más tiempo!!!
Un cap muy Caliente!!!!!
Ahora se viene una de las más importantes partes verdad? es decir que va a pasar desde ahora?
Volverán al rol de Secretaría y Jefa como si nada??
No lo creo!! :)
Espero la actu!!
Saludos!! NaT!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola que tal??
Volverás?? Espero que si!!!
No te olvides de tu historia.
Saludos
Volverás?? Espero que si!!!
No te olvides de tu historia.
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Capitulo 11
A la mañana siguiente se despertaron justo a tiempo. Habían hecho el amor una, dos veces... había perdido la cuenta a la tercera. Y eso no incluía el tiempo que Santana la había despertado lamiéndola dándole placer con la boca; ni el que Brittany la había despertado para devolverle el favor.
Por eso era un milagro que se hubieran levantado y estuvieran de camino hacia el desfile, que comenzaría en menos de dos horas, y que no parecieran muertas vivientes.
Santana llevaba un traje blanco de falda corta y ajustada con una blusa negra y tacones del mismo color. Dejo su pelo completamente liso y lo peino hacia un lado. Lo que más maquillo en su bello rostro fueron sus profundos ojos marrones.
Brittany en cambio se había puesto un vestido corto con flores que, desde luego, no procedía de Ashdown Abbey, pero que se adecuaba a la perfección al sol de Miami. Recogió su pelo en una cola de caballo; se había maquillado un poco, pero no se notaba que no había descansado. Estaba para comérsela.
Santana deseó poder saltarse el desfile, volver al hotel y hacer justamente eso: comérsela. Tuvo que sermonearse y regañarse para no decirle al chófer que diera media vuelta.
Al fin y al cabo era la presidenta de Ashdown Abbey y debía estar allí. Y teniendo en cuenta lo disgustado que estaba su padre con el rendimiento de la empresa en Estados Unidos, la morena dudaba que se pusiera muy contento al saber que su hija había desperdiciado una gran ocasión para pasar el día con su nueva y encantadora secretaria.
Pero, a pesar de todo, era lo que quería hacer. La había tomado de la mano al bajar en el ascensor y ella no la había rechazado. Habían seguido agarradas hasta llegar a la limusina y también dentro de ella. Y Brittany se había sentado mucho más cerca de ella que la noche anterior.
Llegaron al lugar donde se celebraría el desfile y se pusieron en la cola de vehículos que dejaban a los pasajeros. Se veía a mucha gente entrando en la gigantesca carpa en la que tendría lugar el desfile. La limusina fue avanzando lentamente hasta llegar a la cabeza de la cola. Entonces, el chófer se bajó y les abrió la puerta para que desmontaran.
Santana lo hizo primero y ayudó a Brittany a bajar, sin dejar que se alejase cuando las cámaras comenzaron a disparar a su alrededor. El desfile de ese día no era un evento de alfombra roja, pero había un número suficiente de diseñadores conocidos y personas famosas para atraer a los paparazzi y los medios de comunicación.
La morena sonrió, asintió y desempeñó su papel mientras guiaba a
Brittany entre la multitud con una mano en la espalda. Tuvo cuidado de no tocarla en ningún otro sitio ni de dar indicios al público de la verdadera naturaleza de su relación.
Tardaron un siglo en llegar a la carpa, pues tuvieron que detenerse cada poco para saludar o hablar con gente que Santana conocía o con gente que quería conocerla. Por fin llegaron a sus asientos, cerca de la pasarela.
Antes de sentarse, Santana le tomó la mano a Brittany y se inclinó para susurrarle. –Tengo que ir entre bastidores a ver cómo van los preparativos. ¿Quieres venir conmigo o prefieres quedarte?
La rubia le apretó la mano con fuerza y se mostró más emocionada de lo que hubiera esperado. Le brillaban los ojos. –Prefiero ir, si te parece bien.
Buscaron la entrada a la parte de atrás del escenario, que parecía un manicomio de gente corriendo de acá apara allá, chillando, llamando, tratando de oír y de ser oída por encima del sonido de las otras voces.
Santana sabía más o menos dónde estaría el personal de Ashdown Abbey, y hacia allí se encaminó. Cuando llegaron, las modelos se hallaban en diferentes estadios de peinado, maquillaje y vestido.
En el centro se hallaba Kurt Hummel, el jefe del equipo de diseñadores, que daba instrucciones, señalaba en una u otra dirección y controlaba que todos estuvieran trabajando. Aunque pareciera que la actividad era frenética, Santana sabía por otros desfiles que se trataba de un caos controlado y que, cuando todo estuviera listo y comenzara el desfile, Kurt y los demás se sentarían y afirmarían que todo había salido a la perfección.
Cuando el diseñador divisó a Santana y Brittany, bajó los brazos, respiró hondo y sonrió.
«Es el momento de aparentar seguridad para que lo vea la jefa», pensó Santana, divertida.
Aunque no se había alarmado por lo que contemplaba. Su experiencia le indicaba que lo que sucedía entre bastidores era normal, y Kurt Hummel era capaz de coordinar las diferentes fases de la preparación.
–Señorita Lopez –Kurt la saludó y le estrechó la mano.
Santana lo saludó a su vez y le volvió a presentar a Brittany antes de preguntarle cómo iba todo.
–Bien, muy bien –respondió el diseñador– aunque nos falta una modelo –añadió mirando alrededor por si estaba entre quienes los rodeaban–. Seguro que llegará, pero si no se presenta, aplazaremos la presentación del vestido color champán. Tenemos accesorios especiales para él, ya que es el último que desfilará.
Santana hizo un mohín dudando si manifestar la idea que se le acababa de ocurrir, muy brillante en su opinión, aunque no tenía la certeza de que a Kurt o a Brittany fuera a gustarles.
Al ver que fruncía el ceño, Hummel creyó que estaba enojada y se apresuró a tranquilizarla. –No se preocupe, señorita Lopez, todo está controlado. Si no viene la modelo, buscaremos a otra. Si hace falta, saldré yo mismo a lucir el vestido.
–En realidad –dijo la morena, pensando que Brittany no se atrevería a darle una bofetada delante de todo el mundo– se me ha ocurrido una idea –se volvió hacia su secretaria y la tomó del brazo–. ¿Por qué no sustituyes tú a la modelo?
Brittany la miró con los ojos como platos. Se había puesto muy pálida. –¿Cómo? Que ridículo. ¿Por que no lo haces tu?
–¿Qué tiene de ridículo? Eres hermosa, desenvuelta, alta, que juega en mi contra a la hora de desfilar y muy capaz. Las dos sabemos que estás preciosa con ese vestido. Me parece la solución ideal.
Antes de que ella pudiera replicarle, Santana se dirigió a Kurt. –Mándala a que la peinen y la maquillen y vístela. Asegúrate de que tenga un aspecto magnífico para que sea el broche de oro del desfile.
–Santana... –ella negó con la cabeza. Parecía al borde de un ataque de pánico.
Su jefa se inclinó y la besó en la mejilla. –Todo saldrá bien –le aseguró–. Estarás maravillosa. – Al ver que no parecía convencida añadió. –Por favor, necesitamos que nos ayudes.
La oyó suspirar, supo que estaba a punto de acceder y no le dio tiempo a que cambiara de opinión.
–Ve –le ordenó empujándola hacia Kurt, que no tardó en agarrarla del brazo y llevársela para prepararla.
Con una sonrisa en el rostro, volvió a su asiento a esperar lo que creía que sería el mejor desfile de su vida, y no desde el punto de vista profesional.
Horas después, Brittany seguía temblando. En su vida había estado
tan nerviosa, ni siquiera el primer día que trabajó como secretaria de
Santana.
¿En qué estaba pensando su jefa?
No era modelo, sino diseñadora. Su lugar estaba al otro lado de la pasarela, fuera de los focos, no en la pasarela desfilando con cientos de ojos clavados en ella. Santana no lo sabía, por supuesto, pero eso no le daba derecho a vestirla y sacarla a desfilar sin habérselo consultado antes.
Había superado la prueba, incluso creía que había hecho un trabajo excepcional. Por lo menos no se había desmayado, sino que había recorrido la pasarela de un extremo al otro sin caerse encima de los espectadores. Pero ¿y si alguien la había reconocido? Mucha gente la conocía como Brittany S. Pierce. Aunque llevara el pelo más oscuro y se hubiera maquillado más de lo habitual para el desfile, era indudable que alguien se fijaría en ella y se preguntaría qué hacía desfilando para la competencia.
Si tenía suerte, la llamarían al móvil para preguntarle qué sucedía. Pero lo más probable era que la llamaran a su casa y hablaran con Juliet o Elizabeth. Sus hermanas no sabrían qué decir, pero sumarían dos y dos, la localizarían en Los Ángeles y se descubriría la estrategia.
Santana se pondría furiosa, y con motivo. Pero lo peor era que la echarían a patadas de Ashdown Abbey antes de haber averiguado quién le había robado los diseños.
¿Cómo se había metido en aquel lío?
Con las manos, trató de deshacer el peinado que había lucido en la pasarela para que el cabello le cayera de forma natural. Se había quitado el vestido del desfile y vuelto a poner el vestido veraniego que llevaba al llegar. En cambio, el maquillaje tendría que dejárselo hasta que volviera al hotel y pudiera usar algodón y al menos un litro de leche desmaquilladora para quitárselo.
Estaba a punto de apartarse del espejo de cuerpo entero para salir de allí cuando unas manos la tomaron por la cintura y sintió que unos labios cálidos la besaban en el cuello. Por el espejo vio a Santana detrás de ella.
–Has estado maravillosa –le susurró al oído–. Lo sabía.
Se separó de la rubia antes de que alguien se fijara en la familiaridad con que trataba a quien se suponía que simplemente era su secretaria y añadió. –Al final, la modelo no se ha presentado, así que gracias por salvar el desfile.
–No hay de qué –contestó ella casi de mala gana. Después se volvió hacia Santana y cruzó los brazos con aire enfadado. –Podías haberme preguntado si quería jugar a las modelos antes de obligarme a salir contra mi voluntad. ¿Te haces una idea de lo aterrorizada que me sentía? Has tenido suerte de que no vomitara en uno de los vestidos ni me desmayara en medio de la pasarela y estropeara el espectáculo.
Para su sorpresa, la morena se echó a reír al verla enfadada. –Tonterías. Has estado excepcional. Y no creo que nadie hubiera estado más hermosa que tú, ni siquiera una modelo profesional.
A pesar de que ella quería seguir enfadada, sus elogios estaban surtiendo efecto. Estaba contenta de haberle sido de ayuda cuando la había necesitado y de que a Santana le hubiera gustado su actuación. Pero eso no alteraba el hecho de que estaba metida en un lío. No había sido muy acertado haber dormido juntas la noche anterior, pero deseaba volver a hacerlo.
Además debía preocuparse por si alguien la reconocía y se daba cuenta de que tenía una doble identidad, y por si Santana se enteraba de lo que se proponía y la detestaba para siempre.
El corazón le dio un vuelco. Aunque le estuviera mintiendo, aunque lo que había entre ellas fuera ocasional y de escasa duración, la idea de que descubriera quién era ella en realidad, lo que había estado haciendo al fingir que era su secretaria, casi le llenó los ojos de lágrimas.
Podía soportar que su aventura romántica estuviera condenada al fracaso, pero ver en la mirada de Santana que se sentía traicionada, y probablemente asqueada, después de lo que habían compartido... No, no quería que su relación acabara así.
Eso implicaba que debería extremar las precauciones a partir de ese momento y, para protegerse, no establecer más vínculos con su jefa.
No dejar que la afectara en el plano emocional.
De todos modos, lo más importante era volver a las oficinas de Ashdown Abbey en Los Ángeles y averiguar de una vez por todas quién le había robado sus diseños para la colección California.
Sin darse cuenta del rumbo que habían tomado sus pensamientos, Santana le acarició los brazos desnudos y entrelazó sus dedos con los de ella. –Si estás lista, podemos irnos. Tendremos que intercambiar cumplidos al abrirnos paso entre la multitud que hay fuera, pero el coche nos espera para llevarnos al hotel.
–¿No tienes que quedarte un rato a hablar con tus clientes?
–Ya lo he hecho. He hablado con algunos compradores al acabar el desfile, mientras te cambiabas, y he repartido tarjetas entre quienes pueden estar interesados en comprar nuestros diseños. Me llamarán al despacho el lunes.
–¡Qué rapidez! Creí que tendrías que quedarte el resto del día.
La morena sonrió. –A veces debo hacerlo. Pero, en la mayoría de los casos, estos eventos se prolongan para que disfrute el público. Quienes formamos parte de la industria ya nos conocemos, nos buscamos y vamos al grano. Además –susurró– no quiero quedarme a socializar con desconocidos cuando puedo pasar el resto del tiempo que nos queda en Miami a solas contigo.
Una oleada de deseo invadió a Brittany. Contuvo la respiración y se pasó la lengua por los labios. –Entonces, ¿volveremos pronto a Los Ángeles?
–Mañana, lo que nos deja el resto del día para disfrutar del sol y la arena.
La rubia ladeo la cabeza y le dedicó una medio sonrisa. –¿Para disfrutar del sol y la arena o de la suite en el hotel?
Santana le devolvió la sonrisa y le guiño un ojo con malicia. –Te dejo que elijas, pero ya sabes lo que deseo.
Brittany negó con la cabeza mientras reía, incapaz de resistirse a su encanto y esa sonrisa rodeada por esos carnosos labios. Y aunque no fuera la decisión más acertada, dada la situación en que se hallaba, quería pasar la noche con Santana. Otra noche, las dos solas.
Era consciente de que eso contribuiría a aumentar el engaño y le haría más difícil separarse de Santana, pero deseaba estar a solas con ella el máximo tiempo posible. Serían minutos secretos, horas de intimidad y preciados recuerdos que guardaría toda la vida.
Aunque no tuviera futuro con esa morena, dado que le había mentido desde el principio, podía tener aquellos momentos, aquella noche. Y si solo podía aspirar a eso, iba a aferrarse a ello con ambas manos y a disfrutarlo.
–De acuerdo –afirmó ella lentamente– Llévame a comer y después te diré lo que quiero hacer.
Santana la miró dándole a entender que haría todo lo que estuviera en su mano para que tomara la decisión correcta, la de volver directamente al hotel para acabar desnudas, sudando y abrazadas.
La rubia se estremeció ante las imágenes que le desfilaban por la mente. Claro que acabarían así, pero a su jefa no le vendría mal sufrir un poco ante la incertidumbre.
Santana le ofreció el brazo y ella lo tomó. Cuando echaron a andar, dijo:
–Me parece bien, pero recuerda que aún no he disfrutado de todo el tiempo que me corresponde en la cama grande de la suite. Sería una pena volver a casa sin haberle dado el uso adecuado.
Brittany se mordió los labios para no soltar una carcajada. Parecía que ya había comenzado la campaña para pasar el resto del tiempo que les quedaba en Miami encerradas en la suite. Aunque no sabía por qué debían circunscribir sus actividades a la cama, por la que
Santana parecía tan preocupada. Al fin y al cabo, también estaban el sofá, el escritorio, la terraza, la ducha, el tocador...
Se apoyó en la morena sin importarle que alguien las viera y se diera cuenta de que entre ellas había algo más que una mera relación entre jefa y secretaria, y dijo:
–Lo tendré en cuenta.
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El sofá, el escritorio, la cómoda, la ducha y la cama. Lo hicieron en todos lados, al menos en parte, salvo en la terraza, antes de dejar el hotel el domingo por la mañana para tomar el avión de vuelta a Los Ángeles.
Brittany sabía lo peligroso que era dejarse llevar por Santana y se lo había reprochado varias veces, mientras se hallaban recluidas en la suite, el estar haciendo lo que no debieran. Pero no podía evitarlo, por lo que decidió adoptar la actitud de no preguntarse por qué dejaba que las cosas continuaran de aquel modo, cuando sabía cómo acabarían, y de no reprocharse más tarde el haber sido una estúpida al consentir que se le fueran de las manos sus sentimientos por Santana.
Por eso accedió finalmente a pedir al servicio de habitaciones que les subiera la comida, en vez de ir a un restaurante. Y por eso dejó que Santana se sentara muy cerca de ella en el vuelo de vuelta y que mezclara el trabajo con murmullos sobre lo que más le había gustado de lo que habían hecho y lo que le gustaría que hicieran en el futuro, no en un futuro lejano, sino en cuanto aterrizaran.
Aunque Brittany trató de resistirse, dejó que la convenciera de que la acompañara a su casa desde el aeropuerto. Era una idea terrible, ya que así cavaría más hondo el agujero en que se había metido, un agujero de arenas movedizas que amenazaba con engullirla. Pero había algo en los dedos de Santana deslizándose por su muslo desnudo justo debajo del dobladillo de la falda, en su aliento rozándole la oreja. Revivía muchos recuerdos del tiempo que habían pasado encerradas en la suite del hotel y deseaba más. Así que dejó que la convenciera, que la llevara del jet al Bentley que la esperaba y que la condujera a su casa.
Se esperaba una mansión en Beverly Hills, con piscina, bolera y cosas por el estilo. En su lugar, un portero les abrió la puerta de un bonito edificio de ladrillo, no lejos de las oficinas de Ashdown Abbey.
El piso de Santana era él ático.
La vista era espectacular, al igual que la distribución y el mobiliario. Le explicó que lo había alquilado así y que era perfecto para ella. Le dio diez minutos para que observara lo que había a su alrededor mientras el chófer subía el equipaje y Santana servía unas copas de vino. Después la condujo al dormitorio, donde le ofreció una visita guiada a su enorme cama, las sábanas de seda y la pintura blanca del techo por encima de ellas.
La morena la hubiera tenido allí durante horas, y a Brittany no le habría importado.
Cuando Brittany comenzó a decir que debía irse a casa, Santana insistió en que se quedara a cenar. Ella se negó hasta que la morena se ofreció a cocinar. Era algo que tenía ganas de ver. Por desgracia también tuvo que comerse lo que su jefa cocinó con una sonrisa en los labios, ya que no tuvo el valor de decirle que sus habilidades culinarias necesitaban mejorar.
Después de cenar, la morena volvió a seducirla y, demasiado cansada para protestar, se quedó a dormir con Santana. Por la mañana tenían que ir a la oficina. Por suerte, Brittany tenía ropa de sobra en la maleta.
Santana la dejó a dos manzanas antes de las oficinas de Ashdown Abbey para que pareciera que llegaba sola. La siguió unos minutos después. A partir de aquel momento y en los días siguientes, tontearon en el despacho intercambiando miradas ardientes incluso cuando no estaban solas. Y la rubia acabó prácticamente mudándose a casa de Santana.
Era cómodo y le resultó más fácil de lo esperado. Pasaban mucho tiempo juntas y la rubia se quedaba a dormir en su casa. Brittany comenzó a fantasear con la posibilidad de pasar el resto de su vida con Santana Lopez, y cada vez estaba más cerca de enamorarse. Pero no lo estaba de descubrir quien robo sus diseños. Todo el tiempo que pasaba con la morena no podía dedicarlo a investigar los archivos de Ashdown Abbey.
Al cabo de una semana de representar los papeles de jefa y secretaria que tenían una relación profesional y de pasar las noches como una pareja de excitadas adolescentes, Brittany se dio cuenta de que tenía que volver al buen camino.
Había tenido la suerte de que su desfile por la pasarela no hubiera tenido consecuencias. Parecía que a los medios de comunicación les interesaban más los modelos que quienes los lucían. El peinado y el excesivo maquillaje habían contribuido asimismo a que no la reconocieran.
Pero a pesar de no ser capaz de romper con Santana por completo, se aclaró las ideas lo suficiente como para insistir en pasar la noche sola, en su piso.
Brittany no se había llevado el teléfono móvil a Florida, sino el que Ashdown Abbey le había proporcionado para hacer su trabajo. Y se hallaba tan distraída por su imprevista estancia en el ático de Santana que se había olvidado de agarrarlo la única vez que había estado en
su casa. Seguía en la mesilla de noche, al lado de la cama, exactamente donde lo había dejado.
Cuando por fin llegó al piso, sola, y fue capaz de tomar aliento, aclararse las ideas y centrarse, lo encendió y observó que el buzón de voz estaba lleno de mensajes.
Como sospechaba lo que oiría, y de quién serían la mayor parte de ellos, a punto estuvo de no escucharlos, pero sabía que tenía que hacerlo. Se quitó los zapatos y deambuló por el salón recogiendo papeles, carpetas y cuadernos mientras los mensajes iban sonando. Como era de esperar, había varios de su hermana Juliet.
–¿Dónde estás? ¿Por qué no dices en la nota adónde vas?¿Por qué no me devuelves las llamadas? Llámame, por favor. Nos tienes preocupadas.
Brittany experimentó un gran sentimiento de culpa mientras la voz de su hermana se volvía más frenética. Después había mensajes de Blaine Anderson, el detective privado, que parecía furioso, aunque Brittany no tenía idea de por qué. Al fin y al cabo trabajaba para ella. ¿No debiera ser ella la que estuviera enfadada por su falta de progresos, y no al revés?
Sus dos primeros mensajes eran educados; se limitaba a pedirle que lo pusiera al día o que lo informara de si había encontrado alguna relación entre Ashdown Abbey y el robo de sus diseños. Sin embargo, enseguida se transformaban en exigencias de que respondiera a sus llamadas y en amenazas de poner fin a su relación laboral si no les explicaba todo a sus hermanas.
Brittany se frotó el entrecejo porque comenzaba a dolerle la cabeza. Se suponía que aquello debía haber sido muy sencillo, pero las cosas se habían complicado. Ella debía haber sido la única implicada, pero el asunto se había extendido y afectaba a otras personas, a las que
quería y deseaba proteger.
Lanzó un suspiro y calculó la diferencia horaria entre la Costa Oeste y la Costa Este. Si esperaba un poco podría llamar a su casa en Nueva York y dejar un mensaje para sus hermanas cuando ninguna de las dos estuviera en casa, y así podría tranquilizarlas, sobre a todo a Juliet, decirles que estaba bien y que esperaba volver pronto, sin tener que explicarles dónde se hallaba ni lo que estaba haciendo. Porque si Juliet o Elizabeth contestaban a su llamada, le harían innumerables preguntas, la someterían al tercer grado, sin que ella pudiera decirles la verdad. Aún no.
Eso la llevaba al siguiente y más importante elemento de la lista de cosas que debía hacer. Tenía que averiguar cómo Ashdown Abbey había copiado sus modelos para la colección California.
Dejó en la mesita frente al sofá toda la información que había recopilado hasta aquel momento de los anales de Ashdown Abbey, fue al dormitorio, se quitó el vestido que llevaba y se puso un cómodo pijama de algodón.
Volvió al salón, se preparó una cafetera, que supuso que sería la primera de varias, y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el sofá. Teniendo en cuenta la investigación que había llevado a cabo y la información que había reunido, no entendía por qué no había conseguido averiguar quién era el ladrón. Tenía que estar allí, oculto y escondido de tal modo que se le escapaba. Creía tener la respuesta frente a ella. Si supiera dónde buscarla exactamente... o exactamente lo que buscaba.
Necesitaba otro par de ojos. A sus hermanas, al menos a Juliet, se les daría muy bien revisar todas aquellas páginas llenas de datos. Pero su intención era no implicarlas. Otra excelente opción era el detective, pero Juliet se había puesto en contacto con él después que ella, por lo que el hombre se hallaba en un dilema, desde su punto de vista, aunque no desde el de Brittany. De todos modos, explicaba la agresiva actitud de Blaine Anderson.
Al pensar en él volvió a sentirse culpable.
«Vale, vale», se dijo para tranquilizar su conciencia. Agarró el móvil y marcó el número de la oficina del detective. Deseó que no estuviera, para dejarle un mensaje que escuchara cuando ella no se hallara al otro extremo de la línea y no pudiera descargar en ella su furia.
Por suerte, fue el buzón de voz el que recibió la llamada.
–Señor Anderson, soy Brittany Pierce –dijo, y prosiguió rápidamente, sabiendo que no tenía mucho tiempo antes de que la comunicación se cortara–: Siento no haberme puesto en contacto con usted. He recibido sus mensajes y le prometo que estoy a punto de acabar aquí. No voy a comunicar a mi hermana Juliet mi paradero, pero voy a llamarla y a decirle que estoy bien y que le explicaré todo al volver a Nueva York. Siento haberle causado problemas, pero le ruego que no diga nada a mis hermanas. Gracias.
Colgó. El corazón le latía a toda prisa. Esperaba haber dicho lo correcto, haber conseguido algo más de tiempo y que el enfado del detective hubiera disminuido. Pensó en llamar a su hermana seguidamente, pero era domingo por la tarde y, aunque la tienda estaba abierta, era el día en que las tres libraban, por lo que probablemente Juliet y Elizabeth estuvieran en casa. Esperaría al día siguiente, cuando ambas estuvieran en la tienda y no pudieran responder al teléfono. El mensaje las estaría esperando cuando volvieran a casa y haría que se sintieran menos preocupadas por ella.
Una vez decidido, volvió a los papeles y las notas, examinándolos detenidamente, como ya había hecho varias veces. Y, sin embargo, algo se le escapaba ya que, de lo contrario, el misterio se habría resuelto.
Siguió examinándolos unas horas mientras bebía café para mantenerse despierta, organizándolos y volviéndolos a organizar, suspirando y volviendo a suspirar.
Estaba repasando los detalles de la colección California, memorandos, instrucciones, listas de proveedores y bocetos, cuando algo atrajo su atención. Se enderezó con el papel en la mano para acercárselo a los ojos.
_____________________________________________________________________________
Acá esta el capitulo chicas, espero sea de su agrado! Quedan 2 o 3 más para terminar!
Perdón por la espera y gracias por los comentarios!
Besitos a todas y saludos!
¡Fer Brittana4ever!***** - Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
hola,...
lastima que se termino el viaje,...!!!!
a ver como va a terminar la investigación y todo el tema de las hermanas de birtt,...
lastima que queda poco para que termine,..
lastima que se termino el viaje,...!!!!
a ver como va a terminar la investigación y todo el tema de las hermanas de birtt,...
lastima que queda poco para que termine,..
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola que tal!!!
Al fin volviste que buen capitulo espero que no desaparezcas por favor.
Saludos
Al fin volviste que buen capitulo espero que no desaparezcas por favor.
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola! Buen cap :3 ya quiero saber que pasará después! Saludos
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
que abra descubierto, en verdad cabria la posibilidad de que santana la perdonara?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
Hola!!!
Me alegro que volvieras!!!
Wow Britt ha descubierto algo!! Ya quiero saber que es!!
Espero la actu!!!
Xoxo
Me alegro que volvieras!!!
Wow Britt ha descubierto algo!! Ya quiero saber que es!!
Espero la actu!!!
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana ¡The Secret! "Capitulo 11" ACTUALIZACIÓN
vuelveeeee :'( que pasa despues?
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
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