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FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA Primer15
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Activo FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por dianna agron 16 Dom Ene 05, 2014 10:48 pm

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“No temas” murmuré

“Nuestro destino es estar juntas”

Me sentí repentinamente sobrepasada por la verdad de mis propias palabras.

Este momento era tan perfecto, tan correcto.

No había forma de dudarlo.

Sus brazos me envolvieron.

Estrechándome contra ella…

Sentía como si cada terminación nerviosa de mi cuerpo fuera una corriente eléctrica.

“Por siempre” acepto.





La niñez no es del nacimiento a cierta edad y hasta cierta edad.
El niño crece, y se guarda las cosas infantiles.
La niñez es el reino donde nadie muere.

Edna St. Vincent Millay


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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por dianna agron 16 Dom Ene 05, 2014 10:53 pm




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PREFACIO



Había tenido más que mi cuota correspondiente de experiencias cercanas a la muerte. No era algo a lo que realmente te acostumbras. Parecía curiosamente inevitable, sin embargo, enfrentar la muerte otra vez. Como si realmente estuviera marcada para el desastre. Había escapado repetidas veces, pero esta seguía volviendo a mí.

No obstante, esta vez era tan diferente a las demás.
Puedes correr de alguien que temes, puedes tratar de luchar contra alguien que odias. Todas mis reacciones habían sido dirigidas hacia aquel tipo de asesinos los monstruos, los enemigos.

Siendo la persona que estuviese matándote, alguien quien amaras, no tendrías opción que seguir. ¿Cómo podrías correr, cómo podrías luchar, cuando al hacerlo lastimarías a tu amado? Si tu vida fuera todo lo que tuvieras que darle a tu amado, ¿cómo podrías negársela?

¿Si fuera alguien a quien realmente amaras?


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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por dianna agron 16 Dom Ene 05, 2014 11:21 pm




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COMPROMETIDA


Nadie te esta mirando, me prometí a mi misma. Nadie te esta mirando. Nadie te esta mirando. Pero, porque no podía mentirme convincentemente ni siquiera a mi misma, tuve que echar un vistazo. Como estaba sentada esperando por las tres luces del tráfico en el pueblo que se volvieran verdes, mire a escondidas a la derecha -en su minivan, La Señora Abrams dio vuelta completo su torso en mi dirección. Sus ojos perforaron los míos y me estremecí, preguntándome por qué no bajaba su mirada o se veía avergonzada. Todavía se consideraba rudo mirar fijamente a la gente, ¿no era así?, ¿ya no se aplicaba más eso a mí? Entonces recordé que estas ventanas estaban recubiertas de un color tan oscuro que probablemente ella no tenia idea si incluso yo estaba aquí, quedando claro eso alcance su mirada. Intente encontrar algún alivio en el hecho de que no tenía la vista fija en mí realmente, sólo en el auto.

Mi auto. Suspiré.

Eche un vistazo a la izquierda y gemí. Dos peatones estaban tiesos en la acera, perdiendo su oportunidad de cruzar mientras miraban fijamente. Detrás de ellos, el Señor Marshall estaba embobado a través de la vidriera de su pequeña tienda de recuerdos. Al menos no tenía la nariz pegada contra el vidrio. Todavía. La luz se volvió verde y en mi apuro por escapar pisotee sobre el pedal del gas sin pensarlo - la forma normal en la que hubiera golpeado a mi viejo monovolumen Chevy para que se moviera.

—"¡Argh!" - grite sofocada mientras buscaba a tientas el freno.

Tranquilizándome, simplemente golpe de forma ligera el pedal. De todas formas el auto se tambaleo hasta detenerse absolutamente. No aguante mirar alrededor a la reacción. Si había habido alguna duda de quién estaba manejando este auto antes, se había ido ahora. Con la punta de mi zapato, suavemente presione el pedal del gas hacia bajo un milímetro y medio, y el auto se movió hacia adelante otra vez. Conseguí alcanzar mi meta, la gasolinera. Si no hubiera estado funcionando no hubiera llegado al pueblo del todo. Iba sin muchas cosas estos días, como Pop-Tarts (galletitas dulces) y cordones de zapatos. Para evitar gastar tiempo en público.

Moviéndome como si fuera en una carrera, tuve la ventanilla abierta, la tapa del depósito de gasolina abajo, la tarjeta escaneada y el inyector en el tanque dentro en segundos. Por supuesto, no había nada que pudiera hacer para que los números en el marcador aceleraran el paso. Ellos hacían tic-tac perezosamente, casi como si lo hicieran sólo para enojarme.
No estaba soleado un típico día lluvioso en Forks, Washington - pero aún sentía como si un foco me apuntara, atrayendo la atención al delicado anillo en mi mano izquierda. En momentos como este, percibiendo los ojos en mi espalda, se sentía como si el anillo se estuviera moviendo rítmicamente como un aviso de neón: Mírame, Mírame.

Era ridículo estar tan acomplejada y sabía eso. Además de mi papá y mamá, ¿realmente importaba lo que la gente estuviera diciendo sobre mi compromiso?, ¿acerca de mi nuevo auto?, ¿acerca de mi misteriosa aceptación en el Ivy League Collegue? ¿Acerca de la brillante tarjeta de crédito negra que centelleaba en mi bolsillo de atrás ahora mismo?

—Sí, a quién le importa lo que piensen— Murmuré respirando bajo.
—Uhm, ¿señorita?— la voz de un hombre llamo.

Me di vuelta, y entonces desee no haberlo hecho.

Dos hombres estaban parados al lado de un lujoso todo terreno con flamantes kayaks atados en la parte superior. Ninguno de ellos estaba mirándome, ambos miraban el auto.

Personalmente, no lo entendía. Apenas estaba orgullosa de poder distinguir los símbolos de Toyota, Ford y Chevy. Este auto era negro brillante, elegante, y bonito, pero seguía siendo sólo un auto para mí.

—Lamento molestarla, pero ¿podría decirme qué tipo de auto esta manejando?— preguntó el alto.
—Uhm, un Mercedes, ¿si?
—Sí— dijo el hombre cortésmente mientras su amigo de más baja estatura entorno sus ojos a mi respuesta. —Lo sé. Pero me estaba preguntando... ¿esta manejando un Mercedes Guardian?— el hombre dijo el nombre con reverencia. Tuve la sensación de que este tipo se llevaría bien con Santana, mi... mi prometida (no había realmente vuelta que darle a esa verdad con la boda sólo a unos días) —Se supone que no están disponibles en Europa todavía— el hombre continúo —y mucho menos aquí.— Mientras sus ojos examinaban los contornos de mi auto no se veía muy diferente de otros Mercedes para mi, pero ¿qué sabia yo? Contemplaba brevemente mis problemas con palabras como prometida, boda, esposa, etc.

Tan solo no podía ponerlas juntas en mi cabeza.

Por una parte, había sido criada para que se me pusieran los pelos de punta al simple pensamiento de esponjosos vestidos blancos y ramilletes. Pero más que eso, tan sólo no podía conciliar un formal, respetable, aburrido concepto como esposa con mi concepto de Santana. Era como moldear a un arcángel como un contador público. No podía visualizarlo en ningún rol banal.

Como siempre, tan pronto comencé a pensar en Santana fui atrapada por un excitante revuelo de fantasías. El extraño tuvo que aclarar su garganta para tener mi atención: todavía estaba esperando por una respuesta acerca de la compañía que hizo el auto y el modelo.

—No lo sé—le dije honestamente.
—¿No le importa si me tomo una foto con él?
Me tomo un segundo procesar eso. —¿En serio?, ¿quiere tomarse una foto con el auto?
—Claro--nadie va a creerme si no tengo una prueba
—Uhm. Okay. Bien.

Puse de lado rápidamente el inyector y me arrastre lentamente en el asiento delantero para esconderme mientras el entusiasta extrajo de su bolso una gran cámara que se veía profesional. Él y su amigo hicieron turnos posando por el capo, y entonces fueron a tomar fotos a la parte trasera.

—Extraño mi monovolumen— me queje.

Muy, muy conveniente -demasiado conveniente- que mi monovolumen haya dado su último respiro sólo semanas después de que Santana y yo hayamos acordado nuestro anómalo compromiso, un detalle el cual era que ella tenia permitido reemplazar mi monovolumen cuando este pasara a mejor vida. Santana juro que eso sólo era esperable, mi monovolumen había vivido bastante y entonces había expirado por causas naturales. Según ella. Y, por supuesto, yo no tenia forma de verificar su historia o tratar por mi misma de revivir mi monovolumen. Mi mecánico favorito...detuve ese frío pensamiento, negándome a terminarlo. En lugar de eso, escuche la voz del hombre afuera, atenuada por las paredes del auto.

—... en el video online venían con un lanzador de fuego. Ni siquiera arrugo la pintura.
— Por supuesto que no. Puedes pasar un tanque sobre este nene. No hay mucho mercado para uno aquí. diseñado para diplomáticos del Medio Oriente, traficantes de armas, y los lideres que manejan drogas, en su mayoría.
—¿Crees que ella es algo?— preguntó el de baja estatura en voz más suave. Agache mi cabeza.
—Huh— dijo el alto —Quizás. No puedo imaginar para qué necesitas vidrios a prueba de misiles y dos toneladas de armadura por aquí. Debe ser conducido en alguna parte más peligrosa.

Armadura. Dos toneladas de armadura. ¿Y vidrios a prueba de misiles? Genial. ¿Qué había pasado con el buen pasado de moda antibalas?

Bueno, al menos esto hacia algún sentido si tenias un retorcido sentido del humor.

No era como si no hubiera esperado que Santana se aprovechara de nuestro trato, para cargarlo de su lado de modo que ella pudiera dar más que recibir. Estuve de acuerdo en que podía reemplazar mi monovolumen cuando necesitara ser reemplazado, no esperando que ese momento llegara tan luego, por supuesto. Cuando fui forzada a admitir que mi monovolumen se había convertido en no más que un tributo de naturaleza muerta a los clásicos Chevys en mí acera. Sabía que su idea del reemplazo iba probablemente a desconcertarme. Hacerme foco de miradas y cuchicheos. Había estado de acuerdo en esa parte. Pero ni siquiera en mis más oscuros pensamientos había previsto que ella me daría dos autos.

El auto "anterior". Me dijo que era un auto prestado y que lo devolvería después de la boda. Todo esto no tenía absolutamente ningún sentido para mí.

Hasta ahora.

Ja ja. Porque yo era tan frágilmente humana, tan propensa a los accidentes, tan victima de mi propia peligrosa mala suerte, aparentemente necesitaba un resistente tanque como auto para mantenerme a salvo. Muy divertido. Estaba segura que ella y sus hermanos habían disfrutado un poco de la broma a mis espaldas. O quizás, tan sólo quizás, una pequeña voz susurró en mi cabeza, no es una broma, tonta. Quizás ella esta realmente preocupada por ti. Esta no era la primera vez que ella se volvía un poco exagerada tratando de protegerme.

Suspiré.

No había visto el auto de "después" todavía. Estaba escondido bajo una sabana en el rincón más profundo del garaje de los Cullen. Sabía que la mayoría de la gente habría mirado a hurtadillas hasta ahora, pero realmente no quería saber. Probablemente no había armadura en ese auto - porque no la necesitaría después de la luna de miel. Virtualmente indestructible era una de las muchas ventajas que yo estaba buscando. La mejor parte acerca de ser un Cullen no eran los autos caros ni las impresionantes tarjetas de créditos.

—Hey— llamó el hombre alto, poniendo sus manos en el vidrio en un esfuerzo por tratar de ver hacia dentro —Ya estamos listos. ¡Muchas gracias!
—De nada.—contesté de vuelta, y entonces tensa mientras encendía el motor moví el pedal con cuidado - siempre tan suavemente- hacia abajo... No importa cuantas veces haya conducido el familiar camino hacia mi casa, aún no podía hacer que los anuncios mojados por la lluvia se descoloraran en el fondo. Cada uno de ellos, sujetado con grapas a los postes de teléfono y pegados en las señalizaciones de las calles, era un golpe frío en la cara. Un bien merecido golpe en la cara. Mi mente fue absorbida en el pensamiento. Antes había sido interrumpido inmediatamente. No podía evitarlo en este camino. No con fotografías de mi mecánico favorito pasando delante de mí a intervalos regulares.

Mi mejor amigo. Mi Sam.

Los carteles de ¿HA VISTO USTED A ESTE CHICO? no fueron la idea del padre de Sam. Habían sido idea de mi padre, Charlie, quien imprimió anuncios y los esparció por todo el pueblo. Y no sólo en Forks, sino en Port Angeles y Sequim y Hoquiam y Aberdeen y en cada pueblo de la Península Olímpica... Se había asegurado que todas las estaciones de policía en el estado de Washington tuvieran el mismo anuncio colgado en la pared, también. Su propia estación tenía un mural entero dedicado a encontrar a Sam. El mural estaba generalmente vacío, para su gran decepción y frustración.

Mi papá estaba decepcionado más que con la falta de respuestas, con Billy, el padre de Sam y el amigo más cercano de Charlie.

Por Billy no estar más involucrado con la búsqueda de su "fugitivo de 16 años". Por Billy negándose a poner anuncios en La Push, la reserva en la costa que era el hogar de Sam. Por su aparente resignación a la desaparición de Sam, como si no hubiera nada que él pudiera hacer. Por decir —Sam esta madurando ahora. Él volverá a casa si quiere hacerlo

Y estaba frustrado conmigo por irme al lado de Billy.

Yo no ponía carteles, tampoco. Porque ambos, Billy y yo, sabíamos donde estaba Sam, más o menos, y también sabíamos que nadie había visto a este chico.

Los anuncios situaron el usual gran y gordo nudo en mi garganta, las usuales escocidas lágrimas en mis ojos, y estaba contenta de que Santana estuviera fuera cazando este domingo. Si Santana viera mi reacción, sólo la haría sentir terrible, también.

Por supuesto, había inconvenientes en que fuera domingo. Mientras me daba vuelta lenta y cuidadosamente sobre mi calle, pude ver la patrulla de policía de mi papá en el camino de entrada de nuestra casa. Se había saltado la pesca hoy otra vez. Aún enfurruñándose acerca de la boda.

Así que no pude ser capaz de usar el teléfono adentro. Pero tenía que llamar...

Me detuve en la acera detrás de la figura del Chevy y saque el celular que Santana me había dado por emergencias de la guantera. Marqué, manteniendo mi dedo en el botón de "colgar" mientras el teléfono sonaba. Por si acaso.

—¿Hola?— Joe respondió, y suspire de alivio. Yo era demasiado cobarde para hablarle a su hermana mayor Marley. La frase "arráncame la cabeza con los dientes" no era totalmente en sentido figurado cuando venía de Marley.
—Hey, Seth, es Britt
—¡Oh hola, Britt! ¿Cómo estas?
Atragantada. Desesperada por consuelo. —Bien.
—¿llamando para ponerte al día?
—Eres psíquico
—Apenas. No soy Rachel -tú sólo eres predecible bromeo. Entre la manada Quileute allá abajo en La Push, sólo Joe se sentía a gusto mencionando a los Cullen por su nombre, menos aún bromear acerca de cosas como mi próxima cuñada casi sabe lo todo.
—Sé que lo soy.— Vacile por un minuto. —¿cómo esta él?

Seth suspiró.

—Igual que siempre. No quiere hablar, aunque puede oírnos. Esta tratando de no pensar como humano. Sólo yendo con sus instintos.
—¿Sabes donde esta ahora?
—En alguna parte del norte de Canadá. No podría decirte qué provincia. Él no presta mucha atención a los limites entre estados
—Cualquier indirecta que él pudiera...
—Él no va a volver a casa, Britt. Lo siento.
Tragué saliva. —Esta bien, Joe. Lo sabía antes de preguntar. Es sólo que no puedo evitar anhelarlo.
—Sí. Todos nos sentimos igual.
—gracias por aguantarme, Joe. Sé que los otros deben estar haciéndotelo difícil.
—no son grandes admiradores tuyos" convino alegremente. "Una tontería, pienso. Sam hizo sus elecciones, tú las tuyas. A Sam no le gusta la actitud de ellos sobre esto. Por supuesto él no esta súper entusiasmado en que lo estés inspeccionando, tampoco
Me quede boquiabierta. —¿pensé que él no te hablaba?
—No puede escondernos todo, por mucho que trate.

Así que Sam sabia que estaba preocupada. No estaba segura de cómo sentirme acerca de eso. Bueno al menos él sabía que no había saltado hacia el horizonte y lo había olvidado por completo. Puede ser que él me haya imaginado capaz de eso.

—Supongo que te veré en la... boda. —dije, forzando la palabra a través de mis dientes.
—Sí, yo y mi mamá estaremos ahí. Fue genial de tu parte que nos preguntaras.

Sonreí al entusiasmo en su voz. Aunque invitar a la familia de Sue había sido idea de Santana, estaba contenta de que hubiera pensado en eso. Tener a Joe iba a ser bueno un vínculo, no obstante poco convincente, a mi padrino de boda perdido.

—Dile a Santana que le mando saludos, ¿si?
—Seguro

Agité mi cabeza. La amistad que había surgido entre Santana y Joe era algo que aún aturdía mi mente. Aunque era una prueba de que las cosas no habían tenido que ser de esta manera. Los licántropos y vampiros podían llevarse bien, muchas gracias, si tuvieran la voluntad de hacerlo.

No a todos les gustaba esa idea.

—Ah— dijo Joe, su voz se quebró una octava. —Er, llegó Leah.
—¡Oh, adiós!

La llamada se corto. Deje el teléfono sobre el asiento y me prepare mentalmente para entrar a la casa, donde Charlie estaría esperando. Mi pobre padre tenia tanto con que lidiar en estos momentos. Sam el fugitivo era solo uno de los tantos problemas que tenia que aguantar en su sobrecargada espalda.

Estaba más o menos preocupado por mi, su apenas una adulta legal hija quién estaba a punto de ser Señora en sólo unos pocos días más. Caminé lentamente a través de la ligera lluvia, recordando la noche que le contamos...

Así como el sonido del auto de Charlie anunciaba su regreso, el anillo de repente pesaba cincuenta kilos en mi dedo. Quería meter mi mano izquierda en el bolsillo, o quizás sentarme arriba de ella, —Deja de moverte nerviosamente, Britt. Por favor trata de recordar que no estas confesando un asesinato aquí.

—¡Es fácil decirlo para ti!

Escuché el siniestro, fuerte y bullicioso sonido de las botas de mi padre chocar contra el pavimento. Las llaves sonaban en la puerta ya abierta. El sonido me recordó a esas partes de las películas cuando las victimas se dan cuenta que olvidaron cerrar el pestillo…

—Cálmate Britt— Santana susurró, escuchando la aceleración de mi corazón. La puerta golpeó contra la pared, y me estremecí como si hubiera sido atacada con un arma de electrochoque.
—Hola, Charlie— Santana lo saludó totalmente relajada.
—¡NO!— pité bajo mi respiración
—¿Qué?— Santana susurró de vuelta.
—¡Espera a que cuelgue su pistola!

Santana soltó una risita entre dientes y pasó la mano por su perfecto cabello.

Charlie salió de la esquina, aún en su uniforme, aún armado, y tratando de no poner caritas cuando nos ha espiado sentados en el sofá de dos plazas. Últimamente, se ha esforzado mucho para que Santana le agradara más. Por supuesto, esa revelación de seguro estaba por acabarse inmediatamente.

—Hola, chicas. ¿Qué pasa?
—Nos gustaría hablar contigo— dijo Santana.— Tenemos buenas noticias.

La expresión de Charlie pasó en un segundo de tensa amabilidad a oscura sospecha.

—¿Buenas noticias?— gruñó Charlie, mirándome fijamente.
—Toma asiento, Papá.

Levantó una ceja, me miró por cinco segundos, entonces con paso ruidoso se sentó en la orilla del reclinador, su espalda estaba recta.

—No te exaltes, Papá— después de un momento de silencio se lo dije.
—Todo esta bien.

Santana hizo una mueca, y supe que había una objeción en la palabra “Esta bien”. Ella probablemente habría usado algo parecido a “maravilloso” o “perfecto” o “glorioso”.

—Seguro Britt, seguro que sí. Si todo es tan genial entonces ¿Por qué estas tan nerviosa?
—No estoy nerviosa— mentí.

Me ladeé lejos de su feroz ceño fruncido, avergonzada hacia Santana, e instintivamente limpié mi frente con mi mano derecha para remover la evidencia.

—¡Estas embarazada!. Charlie explotó—¿Estas embarazada, no es cierto?

Pensando que la pregunta estaba dirigida a mi, él estaba mirando a Santana, que contuvo excelente un sonrisa y puedo jurar que ví la mano de Charlie dirigirse a su pistola.

—¡No! ¡Por supuesto que no lo estoy!, ¡Papá! ¡Somos chicas! ¡Es genéticamente imposible que pueda estar embarazada de Santy! — Quise darle un codazo en la costilla a Santana, pero sabia que ese movida sólo me podría proporcionar un moretón.

La mirada llena de ira de Charlie se aclaró.

—Oh, lo siento, lo olvide por un momento
—Disculpa aceptada.

Hubo una larga pausa. Después de un momento me di cuenta que todos estaban esperando a que dijera algo. Miré aterrada a Santana. No había manera de que me salieran las palabras. Me sonrió y entonces dobló sus hombros hacia mi padre.

—Charlie, me he dado cuenta de que no he hecho esto en orden. Tradicionalmente, debería haberte preguntando primero. No quise faltarte el respeto, pero como Britt ya ha dicho que sí y no quiero empequeñecer su decisión en este asunto, en vez de pedirte a ti su mano, estoy pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que nada en este mundo, más que a mi vida, y por un extraño milagro ella me ama de esa forma también. ¿Nos darías tu bendición?.

Sonaba tan segura, tan calmada. Por un instante, escuchando la absoluta confianza en su voz, experimenté un raro momento de entendimiento. Podía ver, fugazmente la manera que el mundo se veía para ella. En lo que duraba un latido del corazón, esta noticia hacia perfectamente sentido. Y entonces capté la mirada de la expresión de la cara de Charlie, ahora sus ojos estaban mirando el anillo. Aguanté la respiración mientras que su piel cambiaba de color, un aceptable rojo, de rojo a violeta, me comencé a parar, no estaba segura que tenia planeado hacer; tal vez utilizar la maniobra Heimlich. De seguro él no estaba ahogado, pero Santana apretó mi mano y murmuró —Dale un minuto— tan bajo que sólo yo pude escuchar.

El silencio fue mucho mas largo esta vez. Entonces gradualmente, matiz a matiz, el color de Charlie volvió a la normalidad. Sus labios estaban apretados, y sus cejas estaban arrugadas; reconocí su expresión de “pensamiento profundo”. Nos estudió con la mirada a las dos por un largo momento, y sentí a Santana relajarse a mi lado.

—Supongo que no estoy tan sorprendido— se quejó Charlie. —Sabia que tendría que lidiar con esto tarde o temprano

Suspiré.

—¿Estas segura de esto?— demandó Charlie mirándome.
—Estoy cien por ciento segura de Santy”, le dije sin titubear.
—Contrayendo matrimonio, ¿aunque? ¿Cuál es el apuro?— Me miro sospechosamente otra vez. El apuro era debido al hecho de que me estaba acercando cada vez más a los diecinueve años todos los apestosos días, mientras que Santana estaba congelada en sus diecisiete años de perfección. No es ese el hecho de que en mi libro este asociado al casamiento, pero el matrimonio era requerido debido al delicado y enredado compromiso que Santana y yo habíamos hecho para llegar a este punto, al borde de cualquier transformación de mortal a inmortal. Estas no eran cosas que podía explicarle a Charlie.
—Nos vamos juntas a Darthmouth en el otoño, Charlie — Santana le recordó. —Me gustaría hacerlo, bueno, de la manera correcta. Es como fui criada.— Dijo encogiendo sus hombros. No estaba exagerando exactamente; ellos habían sido grandes moralistas pasados de moda en la Primera Guerra Mundial.

La boca de Charlie estaba torcida de un lado. Mirando por algún ángulo para rebatir. Pero ¿Que podía decir? ¿Prefiero que vivas en pecado primero? Era un papá; sus manos estaban entrelazadas. —Sabia que venia esto— dijo para si mismo frunciendo el ceño. Entonces de repente, su cara pasó perfectamente a suave y en blanco.
—¿Papá?— pregunté ansiosa. Miré a Santana, pero no pude leer su cara, tampoco cuando miraba a Charlie.
—¡Ja!— Charlie explotó. Salté en mi asiento. —¡Ja,ja,ja!

Miré sin creer como Charlie se doblaba de la risa, todo su cuerpo se sacudía.

Miré a Santana por una traducción, pero Santana tenia sus labios juntos, tensamente presionados, como si estuviera tratando de contener otra carcajada.

—Ok, esta bien— dijo ahogado. —Cásense—. Otro ataque de risa lo sacudió.
—Pero…
—¿Pero qué?” demandé.
—¡Pero tú tienes que decirle a tu madre! ¡No le diré ni una palabra a Susan! ¡Eso es todo tuyo!— estalló en carcajadas de la risa.

Paré con mi mano en la manilla, sonriendo.

Seguro, en ese momento, sus palabras me aterrorizaron. La Ultima Condena: decirle a Susan. Un matrimonio a temprana edad estaba en lo más alto de su lista negra, más que hervir vivos a pequeños cachorritos. ¿Quién podría haber previsto su respuesta? Yo no. Charlie ciertamente no. Quizás Rachel, pero no pensé en preguntarle.

—Bueno: Britt,— dijo Susan después de haberme atragantado y tartamudeado con las palabras imposibles: Mamá, me caso con Santana. —Estoy un poco ofendida que hayas esperado tanto para decirme. Los pasajes de avión cada vez se ponen más caros. Oohh— se inquietó,—¿Crees que Phill no tendrá yeso para entonces? Arruinaría las fotos si no esta con traje.
—Espera un segundo, Mamá.— dije boquiabierta.— ¿A que te refieres con que esperé tanto? Recién me comp…— No podía forzar a salir la palabra comprometida —las cosas se fijaron, tú sabes, hoy
—¿Hoy día? ¿En serio? Eso es una sorpresa. Asumí…
—¿Qué asumiste? ¿Cuándo lo asumiste?
—Bueno, cuando viniste a visitarme en Abril, se veía como si todo estuviera arreglado, si sabes a lo que me refiero. No eres muy difícil de leer, cariño. Pero no dije nada por que sé que no habría hecho nada de bien. Eres exactamente como Charlie—. Suspiró, resignada.—Una vez que decides algo, no hay forma de razonar contigo. Por supuesto, exactamente como Charlie, te apegas a tus decisiones, también. No estas cometiendo mis errores, Britt, suenas como si estuvieras muerta de miedo, y creo que es porque tenias miedo de mi.— Soltó una risita tonta. —De que voy a creer, y sé que he dicho mucho sobre el matrimonio y otras estupideces, no estoy retractándome, pero necesitas darte cuenta de que esas cosas específicamente se aplican a mi. Tú eres una persona completamente distinta a mí. Tú cometes tus propios errores, y estoy segura que tendrás tu parte correspondiente de arrepentimientos en tu vida. Pero el compromiso nunca fue tu problema, cariño. Tienes mejores opciones para hacer que esto funcione, mucho mas que gente de cuarenta años que conozco.— Susan se reía otra vez.— Mi pequeña hija de mediana edad. Por suerte, al parecer haz encontrado otra alma vieja.”
—No estas enojada? ¿No crees que estoy cometiendo un gran error?
—Bueno, de seguro desearía que esperaras unos cuantos años más. Me refiero a que, te parezco lo suficientemente vieja para ser suegra? No contestes eso. Pero no sobre mí. Es sobre ti. ¿Eres feliz?
—No lo sé. Estoy teniendo una experiencia extrasensorial ahora mismo.

Susan soltó una risa suave.

—¿Ella te hace feliz, Britt?
—Sí, pero…
—¿Pero qué?
—Pero no dirás que suena exactamente como cualquier otra encaprichada adolescente como en la antigüedad?
—Nunca has sido una adolescente, cariño. Sabes lo que es mejor para ti

En las últimas semanas, inesperablemente, Susan se vio inmersa en los planes de la boda. Pasa horas todos los días al teléfono con la madre de Santana, Emma, no hay preocupaciones en que las suegras se lleven bien.
Susan adora a Emma, pero entonces, dudo que alguien pueda evitar reaccionar de esa manera a hacia mi más adorable suegra. En seguida me dejó descolocada. La familia de Santana y mi familia, juntos estaban a cargo de los preparativos sin dejarme hacer, saber o pensar mucho sobre ello. Charlie estaba furioso, por supuesto, pero la parte más dulce fue que no estaba enojado conmigo. Susan era la traidora. El contaba con que ella fuera la difícil. ¿Que podía él hacer ahora, cuando la última amenaza – decirle a Mamá – había resultado completamente en vano? No tenía nada, y lo sabia. Entonces lloriqueaba alrededor de la casa, murmurando que ya no podía confiar en nadie en este mundo…

—¿Papá?— lo llamé cuando abrí la puerta de la calle. —Estoy en casa.
—Espera, Britt , quédate ahí.
—¿Ah?— pregunté, parando automáticamente.
—Dame un segundo, Ouch, ¿lo hiciste, Rach?.
—¿Rach?
—Lo siento, Charlie,”—La vibrante voz de Rachel respondió—, ¿Cómo es eso?
—Estoy sangrando.
—Estás bien. No pase la piel confía en mi.
—¿Qué esta pasando?— demandé, dubitativa en la puerta de entrada.
—Treinta segundos, por favor, Britt,— me dijo Rachel. —Tu paciencia será recompensada.
—Hhmm” añadió Charlie.

Golpeé con mi pie en el suelo, contando cada segundo. Antes de entrar a la sala de estar.

—Oh— exhalé. —Aw. Papá. ¿No te ves…
—¿Tonto?— interrumpió Charlie.
—Estaba pensando en 'elegante'

Charlie se sonrojó. Rachel tomó su codo y tiró de la manga, lo dio vuelta en circulo para exhibir el traje de color gris pálido.

—Ahora sácame esto, Rach. Me veo como un idiota.
—Nadie que ha sido vestido por mi se ve como un idiota.
—Tiene razón, Papá. ¡Te ves fantástico! ¿Cuál es la ocasión?

Rachel giró sus ojos.

—Es la prueba de talle final. Para ambos

Despegué la mirada del inusualmente elegante Charlie y por primera vez vi la temida bolsa blanca de ropa recostada cuidadosamente a través del sofá.

—Aahh
—Ve a tu lugar feliz, Britt. No nos tomará mucho

Respiré hondo y cerré mis ojos. Manteniéndolos cerrados, me tropecé dirigiéndome hacia las escaleras a mi habitación. Me desnudé hasta quedar en mi ropa interior y mantuve los brazos arriba sin rodeos.

—Creíste que estaba metiendo astillas de bambú bajo tus uñas,— Racheñ murmuró para si misma cuando me seguía. No le presté atención. Estaba en mi lugar feliz. En mi lugar feliz, toda la confusión de la boda se terminaba y listo, quedaba atrás.

Reprimida y olvidada. Estábamos solas, sólo Santana y yo. El entorno era confuso y estaba constantemente en flujo cambiaba de un brumoso bosque a una ciudad cubierta de nubes a una noche ártica por que Santana estaba guardando en secreto el lugar de nuestra Luna de miel para sorprenderme. Pero no estaba particularmente preocupada acerca de dónde. Santana y yo estábamos juntas, había cumplido mi parte del compromiso perfectamente. Me casaría con ella. Ese era el mayor. Pero también había aceptado todos sus exorbitantes regalos y estaba inscrita, aunque inútilmente, para asistir a la escuela de Darmouth en el otoño. Ahora era su turno. Antes de que me transformara en vampiro su gran compromiso ella tenía otra condición que cumplir.

Santana tenía una obsesiva preocupación acerca de las cosas humanas a las que estaba renunciando, las experiencias que no quería que me perdiera. Pero había sólo una experiencia en la que yo insistía. Por supuesto era la que ella habría deseado que olvidara por completo. Así era la cosa, difícil. Sabía como seria cuando todo se acabara. He visto vampiros neófitos de primera mano, y he escuchado las historias de mi pronto a ser familia sobre los salvajes primeros días. Por varios años, mi mayor rasgo de personalidad será estar sedienta. Tomaría tiempo volver a ser yo otra vez. Y aún cuando estuviera en control de mi misma, nunca volvería a sentir de la misma forma que me siento ahora. Humana… y apasionadamente enamorada. Quería la experiencia completa antes de haber intercambiado mi calidez, frágil, un cuerpo plagado de feromonas por algo hermoso, fuerte y desconocido. Quería una Luna de miel real con Santana, y a pesar del miedo que sentía al peligro en que me colocaría, ella aceptó intentarlo.

Estaba vagamente conciente de Rachel y el suave roce de satín en mi piel. No me importaba por el momento que el pueblo entero hablara de mí. No pensaba en el espectáculo que tendría que protagonizar muy pronto. No me preocupaba de tropezarme con mi cola o de reírme en el momento equivocado o de ser muy joven o de la audiencia mirando o incluso del asiento vació donde mi mejor amigo debería estar.

Estaba con Santana en mi lugar feliz.


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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por iFannyGleek Lun Ene 06, 2014 4:23 am

¡Uffff! Ya es Amanecer :) quiero leer cuando se casen, su luna de miel, el embarazo, cuando es vampira Britt JAJAJAJA' todo!

Espero tu actualizacion. :)
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Mensaje por Linda23 Lun Ene 06, 2014 6:46 am

Hola!

Por Dios, mi libro favorito por fin lo vas adaptar! me encanta la boda, la luna de miel, el embarazo, Bella inmortal, no puedo esperar por otro capítulo!

Los últimos capítulos de Eclipse me los leí y estuvieron buenos. Pero amanecer me fascina y lo he estado esperando con ansias.

Actualiza Pronto. :-)
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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por 3:) Mar Ene 07, 2014 2:36 pm

hola,...

de la saga el libro de amanecer es el que mas me gusto de todos,...
a ver como va, lo que mas quiero leer la parte del embrazo de britt!!!!,...
3:)
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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por dianna agron 16 Jue Ene 09, 2014 2:23 am




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Noche Larga

—Ya te extraño.
—No necesito irme. Me puedo quedar…
—Mmm...

Estuvo en silencio por un largo momento, sólo el golpe de mi corazón martillando. El ritmo deshecho de nuestra respiración entrecortada, y el susurro de nuestros labios moviéndose en sincronización.

A veces era muy fácil olvidar que estaba besando a una vampiro. No porque pareciera normal o humana nunca podría olvidar ni por un segundo que estaba sosteniendo a alguien más ángel que humana en mis brazos sino porque ella lo hacía parecer como si no fuera nada tener sus labios contra mis labios, mi cara, mi garganta. Ella afirmaba que ya tenía mucho tiempo que había pasado la tentación que mi sangre solía ser para ella, que la idea de perderme le había curado cualquier deseo de ella. Pero yo sabía que el olor de mi sangre todavía le causaba dolor todavía le quemaba su garganta como si estuviera inhalando llamas.

Abrí mis ojos y encontré los suyos abiertos, también, mirando fijamente mi cara. No tenía sentido cuando ella me miraba de esa manera. Como si fuera el premio en lugar de la escandalosa afortunada ganadora.

Nuestras miradas se encontraron por un momento; sus ojos dorados eran tan profundos que imaginé que podía ver todo el camino a su alma. Parecía tonto que éste hecho el de la existencia de su alma siempre había estado en duda, incluso si ella era una vampiro. Ella tenía el alma más hermosa, más hermosa que su mente brillante ó su incomparable cara ó su glorioso cuerpo.

Ella me volvió a mirar como si pudiera ver mi alma, también, y como si le gustara lo que veía.

Ella no podía ver dentro de mi mente, sin embargo, de la manera que veía la de los demás. Quién sabe por qué algún extraño fallo en mi cerebro que lo hacía inmune a todas las extraordinarias y atemorizantes cosas que algunos inmortales podían hacer. (Sólo mi mente era inmune; mi cuerpo todavía era un tema para los vampiros con habilidades que trabajaban de diferentes maneras que las de Santana.) Pero estaba seriamente agradecida con el mal funcionamiento que fuera que mantenía mis pensamientos en secreto. Era simplemente muy vergonzoso considerar la alternativa.

Tire su cara hacia la mía de nuevo.

—Definitivamente me quedo — murmuró un momento después.
—No, no. Es tu fiesta de soltera. Tienes que ir.

Dije las palabras, pero los dedos de mi mano derecha se aferraron a su cabello, la izquierda presionaba con fuerza su espalda.

Sus manos heladas acariciaron mi cara.

—Las fiestas de solteras están diseñadas para aquellas que están tristes por ver pasar sus días de solteras. No podría estar más ansiosa de tener los míos detrás de mí. Así que no tiene sentido.
—Cierto.— Respiré contra la piel fría como invierno de su garganta.

Esto era muy cercano a mi lugar feliz. Charlie durmiendo inconsciente en su cuarto, que era casi tan bueno como estar sola.

Estábamos acurrucadas en mi pequeña cama, entrelazadas lo más posible, considerando la espesa manta en la que estaba envuelta como en un capullo. Odiaba la necesidad de la manta, pero arruinaba un poco el romance cuando mis dientes comenzaban a castañear. Charlie se daría cuenta si prendía el calentador en Agosto…

Por lo menos, si tenía que ser abrigada, el abrigo de Santana estaba en el piso. Nunca salí del shock de cuan perfecto su cuerpo era pálido, frío, y pulido como el mármol. Dirigí mi mano hacia su cuello de piedra, baje trazando a través de la plana superficie de su estómago, simplemente maravilloso. Un ligero escalofrío la recorrió, y su boca encontró la mía de nuevo. Con cuidado, dejé que la punta de mi lengua presionara contra sus labios como el vidrio, y ella suspiró. Su dulce aliento pasó frío y delicioso sobre mi cara.

Ella comenzó a apartarse ésa era su respuesta automática cuando decidía que las cosas habían ido muy lejos, su reflejo cuando ella quería sobre todo seguir. Santana había pasado la mayoría de su vida rechazando cualquier tipo de gratificación física. Sabía que era aterrador para ella tratar de cambiar esos hábitos ahora.

—Espera— dije, agarrando sus hombros y abrazándome más cerca de ella. Liberé una pierna y la enrollé alrededor de su cintura. —La práctica hace la perfección.
Ella se rió por lo bajo. —Bueno, deberíamos estar bastante cerca de la perfección a estas alturas, entonces, o no? Has dormido algo en el último mes?
—Pero éste es el ensayo para el vestido—le recordé—y sólo hemos practicado ciertas escenas. No es hora de jugar seguro

Pensé que ella reiría, peor no respondió, y su cuerpo estaba inmóvil con estrés repentino. El oro en sus ojos pareció endurecer de un líquido a un sólido.

Analicé mis palabras, dándome cuenta qué podría haber oído en ellas.

—Britt…—susurró.
—No empieces esto de nuevo— dije. —Un trato es un trato.
—No lo sé. Es muy difícil concentrarse cuando estás conmigo así. Yo – yo no puedo pensar con claridad. No seré capaz de controlarme. Saldrás herida.
—Estaré bien.
—Britt…
—Shh!— presioné mis labios contra los suyos para detener su ataque de pánico. La había escuchado antes. No se iba a salir de su trato. No después de insistir en que me casara con ella primero.

Me regresó el beso por un momento, pero sabía que no estaba tan involucrada como antes. Preocupándose, siempre preocupándose. Qué tan diferente sería cuando ella ya no necesitara preocuparse por mí. Qué haría con todo su tiempo libre?

Tendría que buscarse un nuevo hobby.

—Cómo están tus pies?—preguntó.
Sabiendo que no lo decía literalmente, respondí, —Entrando en calor.
—En serio? No ideas de apoyo? No es demasiado tarde para cambiar tu decisión.
—Estás tratando de abandonarme?”
Soltó una risita. —Sólo asegurándome. No quiero que hagas algo de lo que no estás segura.
—Estoy segura acerca de ti. Con lo demás puedo vivir.

Ella vaciló, y me preguntó si pondría mi pie en mi boca de nuevo.

—Puedes? preguntó en voz baja. —No me refiero a la boda que estoy segura sobrevivirás a pesar de tus reclamos pero después… qué pasa con Susan, qué pasa con Charlie?
Suspiré. —Los extrañaré —Lo peor, que ellos me extrañarían, pero no quería darle ningún combustible.
—Tina y Mike, y Sugar y Artie.
—Extrañaré a mis amigos, también.—Sonreí en la oscuridad. —Especialmente a Artie. Oh, Artie! Cómo podré seguir?

Soltó un gruñido.

Reí pero después era en serio.

—Santy, hemos pasado por esto y por esto. Sé que será difícil, pero esto es lo que quiero. Te quiero a ti, y te quiero por siempre. Una vida es simplemente insuficiente para mí.
—Estancada para siempre en los 18— murmuró.
—El deseo de cualquier mujer hecho realidad— bromeé.
—Nunca cambiar… nunca seguir adelante.
—Qué significa eso?
Respondió lentamente. —Recuerdas cuando le dijimos a Charlie que nos casábamos? Y pensó que estabas… embarazada?
—Y pensó en disparate—supuse con una risa. —De todos modos no es algo que tu y yo podamos hacer. Admítelo por un segundo— ella honestamente lo consideró.

No respondió.

—Qué, Santy?
—Deseo… bueno, deseo que él haya estado en lo correcto.
—Emma y Kitty se las arreglan bien. Si es un problema después, podemos hacer lo que Emma hizo adoptaremos, muchas más opciones no tenemos de todos modos Santy
Suspiró y luego su voz era feroz. —No está bien! No quiero que hagas sacrificios por mí. Quiero darte cosas, no quitártelas. No quiero robar tu futuro.
Puse mi mano sobre sus labios. —Tú eres mi futuro. Ahora detente. Sin depresiones, o llamaré a tus hermanas para que vengan y te lleven. Tal vez necesitas una fiesta de soltera.
—Lo siento. Me estoy deprimiendo, o no? Deben ser los nervios.
—Están tus pies fríos?
—No en ese sentido. He estado esperando un siglo para casarme con usted, Señorita Pierce. La ceremonia de la boda es algo que no puedo esperar—Ella interrumpió su idea. —Oh, por el amor de todo lo que es santo!
—Qué sucede?
Apretó los dientes. —No tienes que llamar a mis hermanas. Aparentemente Rachel, Quinn y Kitty no me van a dejar retirarme esta noche.

La agarré más cerca por un momento y luego la solté. No tenía una oración para ganar unas vencidas con Rachel. —Diviértete.

Hubo un chillido contra la ventana alguien deliberadamente arañando con sus uñas de acero el cristal para hacer un sonido horrible, de cúbrete tus oídos, como gansos golpeándote la columna. Me estremecí.

—Si no mandas a Santy afuera— Rachel todavía invisible en la noche silbó amenazante, —entraremos por ella!
—Ve— reí. —Antes de que destruyan mi casa.

Santana puso los ojos en blanco pero se puso en pie en un fluido movimiento y tenía su abrigo puesto en otro. Se inclinó y besó mi frente.

—Duérmete. Tienes un gran día mañana:
—Gracias! Eso seguro me ayuda.
—Te veré en el altar.
—Seré la de blanco.— Sonreí con la forma tan perfectamente de época soné.
Ella se río, diciendo, —Muy convincente—y luego de repente se hundió agachándose, sus músculos flexionados en un brinco. Se desvaneció lanzándose fuera de mi ventana demasiado rápido para que mis ojos la siguieran.

Afuera, había un golpe sordo, y oí a Quinn maldecir.

—Más les vale que no se retrase— murmuré, sabiendo que podían escuchar.

Y luego el rostro de Quinn miraba a través de mi ventana, su cabello color miel, plateado en la débil luz de la luna que trabajaba a través de las nubes.

—No te preocupes, Britt. La llevaremos a casa con suficiente tiempo.

De pronto estaba muy calmada, y todas mis dudas parecieron poco importantes. Quinn era, a su propia manera, tan talentosa como Rachel con sus increíblemente precisas predicciones. El medio de Quinn eran los humores en lugar del futuro, y era imposible de resistir sentirte de la manera que ella quería que te sintieras.

Me senté incómodamente, todavía envuelta en mi sábana.

—Quinn? Qué hacen los vampiros para las fiestas de solteras? No la vas a llevar a un strip club, verdad?
—No le digas nada! — Kitty gruñó desde abajo. Hubo otro golpe, y Santana rió por lo bajo.
—Relájate— me dijo Quinn Y lo hice. —Las Cullen tenemos nuestra propia versión. Sólo unos pocos pumas, un par de osos pardos. Muy parecida a una noche normal fuera.

Me pregunté si alguna vez sería capaz de sonar tan indiferente sobre la dieta “vegetariana” de los vampiros.

—Gracias, Quinn.

Hizo un guiño y salió de mi vista.

Estaba completamente en silencio afuera. Los ronquidos amortiguados de Charlie zumbaban a través de las paredes.

Me recosté sobre mis almohadas, ahora adormilada. Mire las paredes de mi pequeño cuarto, pálidas decolorada a la luz de la luna, bajo pesadas capas.

Mi última noche en mi cuarto. Mi última noche como Brittany Pierce. Mañana en la noche, sería Britt Cullen. Aunque toda la experiencia del matrimonio era una espina dentro de mí, tenía que admitir que me gustaba cómo sonaba.

Dejé a mi mente vagar libremente por un momento, esperando que el sueño me llevara. Pero, después de unos minutos, me encontré más alerta, la ansiedad regresaba sigilosamente a mi estómago, retorciéndolo en posiciones incómodas. La cama parecía muy suave, muy tibia sin Santana en ella. Quinn estaba muy lejos, y todos los pensamientos tranquilos y relajados se fueron con ella.

Iba a ser un día muy largo mañana.

Estaba conciente que la mayoría de mis miedos eran estúpidos sólo tenía que olvidarlos. La atención era una parte inevitable de la vida, no podía confundirla siempre con el escenario. Sin embargo, sí tenía preocupaciones específicas que eran completamente válidas.

Primero, estaba la cola del vestido de boda. Rachel claramente dejó a su sentido artístico dominar a lo funcional en esa.

Maniobrar la escalera de los Cullen en tacones y una cola sonaba imposible. Debí haber practicado.

Luego estaba la lista de invitados.

La familia de Tanya, el clan Denali, estarían llegando antes de la ceremonia.

Sería delicado tener a la familia de Tanya en la misma habitación con nuestros invitados de la reserva Quileute, el padre de Sam y la familia de Sue. Los Denali no eran fans de los hombres lobo. De hecho, la hermana de Tanya, Irina, no vendría a la boda.

Ella todavía esperaba una vendetta contra los hombres lobo por matar a su amigo Sebastian (sólo que él estaba a punto de matarme). Gracias a ese rencor, los Denali abandonaron a la familia de Santana en su peor hora de necesidad. Había sido la inverosímil alianza con los lobos Quileute que había salvado nuestras vidas cuando la horda de vampiros neófitos atacó…

Santana me había prometido que no sería peligroso tener a los Denali cerca de los Quileute. Tanya y toda su familia además de Irina se sentían horriblemente culpables por ese defecto. Una tregua con los hombres lobo era un precio pequeño para reconciliar algo de esa deuda, un precio que estaban preparados para pagar.

Ése era el gran problema, pero había un pequeño problema, también: mi frágil autoestima.

Nunca había visto a Tanya antes, pero estaba segura que conocerla no sería una experiencia agradable para mi ego. Había una vez, probablemente antes de que naciera, ella había hecho su jugada por Santana no es que la culpe a ella o a alguien más por quererla. Aún así, ella sería hermosa por lo menos y magnífica por mucho. Aunque Santana claramente e inconcebiblemente me prefería, no sería capaz de evitar hacer comparaciones.

Refunfuñé un poco hasta que Santana, que sabía mi debilidad, me hizo sentir culpable.

—Somos lo más cercano que ellos tienen a una familia, Britt— me había recordado. —Todavía se sienten como huérfanos, sabes, incluso después de todo este tiempo.

Así que se lo concedí, escondiendo mi ceño fruncido.

Tanya tenía una gran familia ahora, casi tan grande como los Cullen. Había cinco de ellos: A Tanya, Kate, e Irina se les unieron
Carmen y Eleazar casi al mismo tiempo que a los Cullen se les unían Rachel y Quinn, todos ellos unidos por su deseo de vivir más compasivamente que los vampiros normales.

Para toda compañía, sin embargo, Tanya y sus hermanas estaban aún solas de una manera. Todavía de luto. Porque mucho tiempo atrás, ellas habían tenido una madre, también.

Me podía imaginar el hueco que dejó esa pérdida, incluso después de miles de años; traté de visualizar a la familia Cullen sin su creador, su centro, y su guía, su padre, William. No lo podía imaginar.

William había explicado la historia de Tanya durante una de las muchas noches que me quedé hasta tarde en casa de los Cullen, aprendiendo todo lo que podía, preparándome lo más posible para el futuro que había escogido. La historia de la madre de Tanya era una entre varias, una historia preventiva ilustrando una de las reglas de la que necesitaría estar pendiente cuando me uniera al mundo inmortal. Sólo una regla, de hecho una ley que se rompe en mil facetas diferentes: Mantén el secreto.

Mantener el secreto significa muchas cosas vivir discretamente como los Cullen, mudándose antes de que los humanos sospechen que no están envejeciendo. O mantenerte libre de humanos completamente excepto a la hora de comer la manera en que nómadas como Blaine y Kurt habían vivido; la manera en que los amigos de Quinn, Peter y Charlotte, aún vivían. Significa mantener el control de los nuevos vampiros de crearas, como Quinn había hecho cuando había vivido con Maria. Como Kurt había fallado en hacer con sus neófitos.

Y significaba no crear algunas cosas en primer lugar, porque algunas creaciones eran incontrolables.

—No conozco el nombre de la madre de Tanya— había admitido William, sus ojos dorados, tristes al recordar el dolor de Tanya. —Nunca hablan de ella si pueden evitarlo, nunca piensan en ella por gusto.
—La mujer que creó a Tanya, Kate e Irina que las amaba, creo vivió muchos años antes de que yo naciera, durante un tiempo de plaga en nuestro mundo, la plaga de los niños inmortales.
—Lo que estaban pensando, aquellos antiguos, no lo empiezo a entender. Ellos crearon vampiros de humanos que apenas eran más que bebés.

Tuve que tragarme la bilis que subió en mi garganta mientras me imaginaba lo que estaba describiendo.

—Ellos eran muy hermosos— había explicado William rápidamente, viendo mi reacción. —Tan simpáticos, tan encantadores, no te lo imaginas. No tienes sino que estar cerca de ellos para amarlos; era algo automático.
—Sin embargo, no se les podía enseñar. Estaban estancados a cualquier nivel de desarrollo que hubieran logrado antes de ser mordidos. Adorables niños de dos años con hoyuelos y ceceos que podían destruir media aldea en una de sus rabietas. Si tenían hambre, se alimentaban, y ninguna palabra de advertencia podía contenerlos. Los humanos los veían, historias circularon, el miedo se propagó como fuego en maleza seca…
—La madre de Tanya creó un niño como esos. Como con los otros antiguos, no puedo comprender sus razones.— Tomó una profunda, regular respiración. —Los Volturi se involucraron, por supuesto.

Me encogí como siempre lo hacía con ese nombre, pero por supuesto que la legión de vampiros italianos realeza en su propia opinión era el eje de esta historia. No podría haber una ley si no hubiera castigo; no podría haber castigo si no hubiera nadie
para repartirlo. Los antiguos Aro, Cayo y Marcos gobernaban las fuerzas Volturi; sólo los había visto una vez, pero en ese breve encuentro, me pareció que Aro, con su poderoso don que lee mentes un contacto y sabría cada pensamiento que una mente hubiera tenido era el verdadero líder.

—Los Volturi estudiaron a los niños inmortales, en casa en Volterra y alrededor de todo el mundo. Cayo decidió que los jóvenes eran incapaces de proteger nuestro secreto. Y por eso tenían que ser destruidos.
—Te digo que eran encantadores. Bueno, los aquelarres pelearon hasta el último hombre fueron completamente diezmados para protegerlos. La matanza no fue tan difundida como las guerras sureñas en este continente, pero más devastadoras en su propia forma. Aquelarres establecidos durante mucho tiempo, viejas tradiciones, amigos… La mayoría se perdió. Al final, la práctica fue completamente eliminada. Los niños inmortales se volvieron innombrables, un tabú.
—Cuando viví con los Volturi, conocí a dos niños inmortales, así que conozco de primera mano el atractivo que tenían. Aro estudió a los pequeños por muchos años después de que la catástrofe que habían causado había acabado. Conoces su carácter inquisitivo; él tenía esperanzas que pudieran ser domesticados. Pero al final, la decisión fue unánime: los niños inmortales no podían ser permitidos a existir.

Había olvidado a la madre de las hermanas Denali cuando la historia regreso a ella.

—No es precisamente claro lo que le sucedió a la madre de Tanya— Willim dijo. —Tanya, Kate, e Irina eran completamente inconscientes hasta el día que los Volturi llegaron por ellas, su madre y su creación ilegal ya como sus prisioneros. Fue la ignorancia lo que salvó la vida de Tanya y sus hermanas. Aro las tocó y vio su total inocencia, así que no fueron castigadas con su madre.
—Ninguna de ellas había visto al niño antes, o soñar de su existencia, hasta el día que lo vieron quemarse en los brazos de su madre. Solo puedo suponer que su madre había guardado el secreto para protegerlas de éste exacto resultado. Pero por qué lo habría creado en primer lugar? Quién era él, y qué había significado para ella que la motivó a cruzar ésta línea que no se puede cruzar? Tanya y las otras nunca recibieron una respuesta para cualquiera de éstas preguntas. Pero no pudieron dudar de la culpabilidad de su madre, y no creo que jamás la hayan perdonado verdaderamente.
—Incluso con la perfecta garantía de Aro que Tanya, Kate, e Irina eran inocentes, Cayo quería quemarlas. Culpables por asociación. Fueron afortunadas de que Aro se sintiera compasivo ese día. Tanya y sus hermanas fueron perdonadas, pero dejadas con corazones incurables y un muy saludable respeto por la ley…

No estoy segura cuándo exactamente el recuerdo se volvió un sueño. Un momento parecía que estaba escuchando a William, mirando su cara, y luego un momento después estaba mirando un gris, árido campo y oliendo la espesa esencia de incienso quemándose en el aire. No estaba sola allí.

El conjunto de figuras en el centro del campo, envueltas en capas cenicientas, me deberían haber aterrorizado sólo podían ser Volturi, y yo era, contra lo que ellos habían decretado en nuestro último encuentro, todavía humana. Pero yo sabía, como a veces lo hago en sueños, que yo era invisible para ellos.

Esparcidos alrededor de mí había montones humeantes. Reconocí la dulzura en el aire y no examiné los montículos muy de cerca. No tenía deseos de ver los rostros de los vampiros que habían ejecutado, medio temerosa de que pudiera reconocer a alguien en las ardientes piras.

Los soldados Volturi se hallaron en un círculo alrededor de algo ó alguien, y escuché sus susurrantes voces creciendo en agitación. Me acerqué despacio a las capas, obligada por el sueño a ver que cosa o persona estaban examinando con tanta intensidad. Movimiento cuidadosamente entre las altas y silbantes figuras envueltas, finalmente ví el objeto de su debate, creciendo en un pequeño monte sobre ellos.

Él era hermoso, adorable bebé, justo como William había descrito. El niño era un pequeño todavía, tal vez dos años de edad. Rizos café claro enmarcaban su cara de querubín con sus redondas mejillas y labios rellenos. Y él estaba temblando, sus ojos cerrados como si estuviera muy asustado para ver la muerte acercarse más cada segundo.

Fui golpeada por una poderosa necesidad de salvar al adorable, aterrado niño que los Volturi, a pesar de todo su peligro devastador, ya no me importaban. Los empujé para pasar, sin importarme si ellos se daban cuenta de mi presencia.

Liberándome de ellos completamente, corrí hacia el niño.

Sólo cuando me tambaleé al detenerme fue cuando tuve una clara visión del monte en el que él estaba sentado. No era tierra y roca, sino una pila de cuerpos humanos, desangrados y sin vida. Demasiado tarde para no ver las caras. Los conocía a todos, Tina, Mike, Sugar, Artie… y directamente bajo el adorable niño estaban los cuerpos de mi padre y mi madre.

El niño abrió sus ojos brillantes color rojo sangre.


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Mensaje por 3:) Jue Ene 09, 2014 1:56 pm

hoooooooooooo ya quiero la boda,....!!!!! me gusto el capitulo!!!
me encanta cuando britt y san están juntas!!!!

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por micky morales Jue Ene 09, 2014 9:58 pm

ahora solo espero la boda !!!!!!!!
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Mensaje por akarencilla Vie Ene 17, 2014 4:52 pm

me encanto enserio deberias seguir espero la actualizacion  FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA 2145353087 
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Mensaje por dianna agron 16 Lun Ene 27, 2014 10:12 pm

H e regresado! Se que me tarde, pero aqui estoy de nuevo.
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Mensaje por dianna agron 16 Lun Ene 27, 2014 10:22 pm





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Matrimonio



Mis ojos se abrieron.

Estuve temblando y jadeando en mi cama durante varios minutos, tratando de liberarme del sueño y luego rosado mientras esperaba que mi corazon redujera la marcha.

Cuando volví a la realidad de mi cuarto sucio, familiar. Me molesté un poco conmigo misma. ¡Qué sueño para tener la noche antes de mi boda! Esto es lo que consigo obsesionándome con las historias inquietantes a mitad de la noche.

Impaciente por quitarme la pesadilla. Me vestí y me dirigí a la cocina mucho antes de que yo lo necesitara. limpie los cuartos, y luego cuando Charlie se levantó le hize unas tortitas. Yo estaba demasiado nerviosa hasta para tener cualquier interés en comer el desayuno. Me senté en mi sitio mientras el comía.

—Tienes que recoger al Sr. Abrams a las tres en punto.—Le recordé
—No tengo mucho que hacer además de acompañarte, Britt. Probablemente no olvidaré mi único trabajo. — Charlie había tomado el día libre entero para la boda, y al final no serviría para nada. De vez en cuando, sus ojos miraban furtivamente a la puerta cercana bajo la escalera, donde él guarda sus instrumentos para pescar.
—Ese no es tu único trabajo, también tienes que estar vestido y presentable— Él frunció el ceño en hacia sus cereales y murmuró las palabras —El traje de mono — bajo su aliento.

Alguien tocó energicamente la puerta de la calle.

—Tu piensas que lo tienes mal — Dije, mientras me levantaba — Rach trabajará en mí todo el día — Charlie cabeceó pensativamente, concediendo que él realmente tenía los menores problemas. Bese lo mas alto de su cabeza Él se ruborizó y toció. Seguí caminando para abrirle la puerta a mi mejor amiga y mi pronto hermana.

El pelo castaño de Rach no estaba en sus habituales puntas despeinadas.

Tenia preciosos bucles cayendo alrededor de su cara de duendecillo, que le daba una expresión contrastadamente seria. Ella me arrastró fuera de la casa diciendo un leve — ¡Eh!, Charlie — cuando salió.

Rachel me examinó cuando entré en su porsche.

—¡Ah, Dios, mira tus ojos!— Dijo con reproche — ¿Qué has hecho? ¿quedarte despierta toda la noche?
—Casi—Ella frunció el ceño.
—Sólo he planeado tanto tiempo para que quedes perfecta y tu no estas ayudando, Britt
—Nadie me espera perfecta. Creo que el problema más grande es que yo podría dormirme durante la ceremonia y no ser capaz para decir "Si quiero" en la parte correcta y Santy se irá a la fuga. —Ella se rió. —Te lanzaré el ramo cuando estés cerca
—Gracias.
—Al menos usted tendrá mucho tiempo para dormir sobre el avión mañana.

Levanté una ceja. Mañana, reflexioné. Si nosotros nos fueramos esta noche después de la recepción, nosotros todavía estaríamos sobre el avión mañana ... bien, nosotros no íbamos a Boise, Idaho. Santana no había dejado caer solo una indirecta. Yo no debía haber acentuado el misterio, pero era extraño el no saber donde dormiría mañana por la noche. O quizás no dormiría...

Le pregunté a Rachel si iba a regalarnos algo y ella frunció el ceño.

—Esta todo empaquetado y listo— Ella dijo distraerme.

¿Ha hecho eso?!

—Me gustaría que me dejaras empaquetar mis cosas
—Eso habría sido demasiado.
—Descarta tu oportunidad de comprarme algo
—Tu vas a ser mi hermana oficial en diez horas ... es hora de quitarte esa aversión a la ropa nueva

Yo saqué la cabeza por la ventanilla hasta que llegamos a la casa.

—No te preocupe. Santana estará antes de que la música empieze. Pero no puedes verla. Lo haremos de la manera tradicional.

Yo grité.

—¡Tradicional!
—Sí, novias aparte
—Ya sabes que ella habrá echado una hojeada.
—No, soy la única que te ha visto con el vestido y no he pensado en el mientras Santana estuviera cerca
—Bien.— Dije cuando giramos hacía la carretera. —Vuelves a usar la decoración de la graduación— Tres millas de calle estaban otra vez llenas de miles de lucecitas. Esta vez ella añadió banda de satén blanco.
—La basura no, no quería. Disfrútalo por que no volveras a ver esta decoración por mas tiempo.— Entró en el cavernoso garage de la entrada principal, el jeep de Puck también estaba.
—¿Segura respecto a que la novia si puede ver la decoración?— Protesté.
—Sí ella es responsable. Quiero que tu mayor impacto sea cuando bajes las escaleras

Ella puso una mano delante de mis ojos cuando entramos en la cocina. Yo estuve inmediatamente atacada por el olor.

—¿Qué es eso?— Estaba sorprendida de como ella me dirijía por la casa.
—¿Es demasiado?— Con la voz absolutamente preocupada —Tu eres el primer humano aquí. Deseo que esté bien
—¡Huele genial! — Le aseguré — algo intoxicada pero no del todo llena, el balance de diferentes fragancias me llenaba: Amapolas, naranjas… lilas y... algo mas ... ¿estoy en lo correcto?
—Muy bien, Britt. Tu solo olvidaste la Fresa y las rosas.

Ella no destapó mis ojos hasta que estuvimos en el baño. Lo habían convertido en un salón de belleza y me empezé a sentir somñolienta.

—¿Es todo realmente necesario? Voy a parecer simple cuando me vea.

Ella me empujo hasta una silla rosa.

—Nadie se atreverá a llamarte simple cuando termine contigo.
—Sólo por que tendrán miedo de que les chupes la sangre.— Dije. Me apoye en la parte de atrás de la silla y cerré mis ojos. Yo iba a estar muy cansada despues de esto. Realmente podría haberme dormido. Casi lo conseguí mientras ella enmascaraba, arreglaba y espolvoreaba cada superficie de mi cuerpo.

Fue despues de la hora de comer cuando Kitty abrió la puerta del baño y entró con su rubio cabello recojido en un suave moño encima de la cabeza. Estaba tan hermosa que me dieron ganas de llorar. ¿Iba a tener que desvestirme con Kitty delante?

—Que no se acerqué— dijo Rachel al ver lo que Kitty había ido a decirle
—Ella está cambiandose todavia.— Dijo Kitty. —Ella valora mucho su vida. Emma tiene que terminar unas cosas. ¿Quieres ayuda? ¿Puedo arreglarle el pelo?

Mi mandibula se abrio. Intenté recordar como se cerraba.

Kitty nunca fue mi persona favorita del mundo.

Ella estaba ofendida por la opción que yo había elegido. Ella tenia su belleza imposible, su amorosa familia. Y aquí estoy yo, tirando todo lo que ella quiso por la basura. Exactamente esto me asustó.

—Por supuesto— dijo Rachel. —Tu puedes empezar planchandolo. El velo va aquí debajo.— Sus manos peinaban mi pelo torciendolo, levantandolo y mostrando detalladamente como lo quería. Cuando termió, sus manos fueron sustituidas por las de Kitty, formando mi pelo suave y rapidamente. Rachel movió hacia atras mi cara.

Rachel me hizo estar de pie de modo que ella pudiera pasar el vestido sobre mi pelo y maquillaje. Mis rodillas temblaban tanto que Rachel tuvo que abrochar los botones de satén en mi espalda.

—Toma aire, Britt — Rach me dijo. — Intenta calmar tu corazón. No sudes tu nueva cara—Le di la mejor expresión sarcástica que yo podría hacer "Lo conseguiré"
—Vamos a vestirnos ahora. ¿Puedes arreglártelas sin nosotras durante dos minutos?

Ella rodó sus ojos y salió corriendo por la puerta.

Me concentré en mi respiración, conté cada movimiento de mis pulmones, y miré fijamente en el espejo del baño y las luces que hacían que la tela de mi falda brillase. Tuve miedo de mirar al espejo con miedo a que la imagen de mí en el traje de novia me enviaría al borde en una crisis de pánico a escala natural.

Rachel volvió antes de que yo hubiera respirado doscientas veces, en un vestido que caía sobre su cuerpo delgado como una cascada plateada.

—Rach…wow
—No es nada. Nadie me mirará hoy. No mientras tu estés en la habitación
—Difícil
—Ahora, ¿Tienes control, o tengo que traer a Quinny?
—¿Ha llegado mi madre?
—Acaba de entrar. Está subiendo

Susan había volado hace dos días, y yo había pasado cada minuto que podía con ella cada minuto que podía llevarla lejos de Emma y las decoraciones, en otras palabras. Por lo que yo podría decir, ella tenía más diversión con esto que un niño en Disneyland todo el día, De alguna forma, me sentí casi tan engañado a Charlie. Todo el terror que tuve respecto a su reacción.

—¡Ah, Bella! —Chilló ella, Entrando de una manera efusiva por la puerta. —¡Ah, cariño, estás tan hermosa! ¡Ah, voy a llorar! ¡Rach, eres increíble! Tu y Emma deberíais hacer un negocio como planificadoras de boda. ¿Dónde has comprado el vestido? ¡Es precioso! ¡Muy generoso y elegante!. Britt, pareces salida de una película de Austen.— La voz de mi madre sonaba un poco lejana, y todo en mi habitación parecía sumido en un sueño. —Una idea muy creativa basar todo en el anillo de Britt. ¡Muy romántica! Pensar que estaba en la familia de Santana desde el siglo XVIII!

Rachel y yo nos miramos de forma conspiradora. Mi madre no sabia que mi vestido y la decoración eran de antes del siglo XVIII. La boda no estaba hecha alrededor del anillo. Era alrededor de la vida de Santana.

Alguien se aclaró la garganta de forma brusca en el arco de la puerta.

—Susan, Emma dice que es hora de que bajes— Dijo Charlie.
—Bueno, Charlie, te ves fabuloso!—Dijo Susan en tono de sorpresa. Todos esperamos la respuesta de Charlie.
—Rach me ayudó
—¿Es ya la hora?— Dijo Susan a si misma —Esto pasa muy rápido, me siento mareada

Ya éramos dos.

—Dame un abrazo antes de que baje— Insistió Susan. —Con cuidado, no quiero llorar

Mi madre me abrazo con delicadeza por la cintura, entonces se fue por la puerta.

—Oh ¡Dios! Casi me olvido. Charlie, ¿Dónde está la caja?

Mi padre rebuscó en sus bolsillo y saco una pequeña cajita blanca, que le dio a Susan. Ella levanto la tapa y me lo mostró.

—Algo azul— Dijo ella.
—También algo viejo, es de la abuela Pierce.— Añadió Charlie. —Nosotros teníamos una joya con piedras y un zafiro

Dentro de la caja había dos grandes horquillas plateadas con un zafiro azul oscuro en el centro y un intrincado detalle floral en los dientes.

Tragué saliva.

—Mamá, Papá... no puedo admitirlo
—Rach no nos dejaba hacer nada.— Dijo Susan. —Cuando lo intentábamos ella quería mordernos nuestros cuellos

Una risa histérica salió de mis labios.

Rachel rapidamente colocó las horquillas en mi pelo.

—Esto es algo viejo y algo azul— Musitó. Girando para mirarme. —Y el vestido es nuevo así que...

Ella cogió algo y lo puso sobre mis manos. Era una liga blanca de encaje preciosa.

—Es mía y la quiero de vuelta— Dijo Rachel.

Yo asentí.

—Ya está— Dijo Rachel con satisfacción.—Estas oficialmente perfecta—Dijo con una auto-suficente sonrisa en su cara de duendecillo. Se giró hacia mis padres —Susa, tienes que bajar
—Si mama— Susam me dio un beso y salió.
—Charlie, ¿me pasas las flores por favor?

Charlie salió de la habitación. Rachel se puso detrás mío y arreglo la falda, puso la cola del vestido y el velo. y salió de la habitación.

Ella volvió junto con Charlie con cuatro flores blancas. El olor a rosas, amapolas y fresa me envolvió.

Kitty, la música de la familia después de Santana, estaba tocando en el piso de abajo. El canon de Pachelbel. Yo empecé a hiper-ventilar

—Tranquila, Britt— Dijo Charlie. Yo miré a Rachel nerviosamente —Te ves preocupada, estás segura de que quieres hacerlo?

Su voz sonó lejana, no sentía mis piernas.

—Ella está mejor

Rachel se puso delante mío y cogió mis hombros con sus manos. Me guiño un ojo.

—Tranquila, Britt. Santy te esta esperando para que bajes.

La música cambio en una nueva canción. Charlie cogió mi brazo.

—Britt… estamos a punto de batear
—¿Britt?" Pregunto Rachel.
—Si.— Asentí. —Santy, Ok— Y empecé a caminar por la habitación con Charlie unido por mi brazo.

La música llenaba todo el hall. La fragancia de millones de flores flotaba por las escaleras. Me concentré en la idea de Santana para que mis pies se arrastraban por el camino.

La música me era familiar. La marcha tradicional de Wagner embellecía todo.

—Es mi turno— Susurró Rachel. —Cuando cuentes hasta cinco, sígueme.

Ella fue caminando con su graciosa danza. Pensé que elegir a Rachel como Dama de Honor fue un error. Yo parecería des-cordinada al lado suyo.

Una fanfarria repentina comenzó a sonar. Reconocí mi señal.

—No dejes que me caiga, papá — susurré. Charlie colocó mi mano por su brazo y luego la agarró fuerte.

Un paso por vez. Me dije como comenzamos a descender al ritmo lento de la marcha. No levanté mis ojos hasta que mis pies estuvieron seguros sobre la tierra plana, aunque yo pudiera oír los murmullos y el crujido de la audiencia centrando la vista en mi. La sangre fluyó mis mejillas cuando lo oí; desde luego yo sería siempre la novia ruborizada.

En cuanto mis pies descansaron sobre el pie de la escalera, le busqué.

Durante un breve segundo, me distraje con las guirnaldas y las flores blancas colgadas por todo el cuarto. Pero entrecerré mis ojos cuando comencé a caminar entre las sillas cubiertas de satén, ruborizándome más profundamente cuando los rostros se fijaron en mi hasta que yo la encontré por fin, estaba de pie antes de un arco que se desborda un montón de flores enmarañadas.

Yo estaba apenas era consciente de que William estaba a su lado, y el padre de Tina detrás de ellos. No vi a mi madre donde ella debe haber estado sentada, o a mi nueva familia, o a cualquiera de los invitados ellos tendrían que esperar hasta más tarde. Todo que yo realmente vi era la lacara de Santana; esto llenó mi visión y abrumó mi mente. Sus ojos eran un de el más oro ardiente; su cara perfecta era casi severa con la profundidad de su emoción. Cuando sus ojos encontraron los míos, ella sonrió mientras tomaba aire.

De repente, lo único que sentí fue la mano de Charlie sobre la mia, evitando que me cayera.

La marcha era demasiado lenta luché contra mis pasos para ir a su ritmo.

El pasillo era muy corto. Y luego,al final... al final yo estaba allí. Santana ofreció su mano. Charlie tomó mi mano y, en un símbolo tan viejo como el mundo, lo colocó en la de Santana. Cuando toque la dura y fría piel de Santy, sentí que estaba en casa.

Nuestros votos eran los tradicionales, aunque nunca importaban tanto como para una pareja de nuestro tipo. Nosotras habíamos pedido a Sr. Abrams hacer un cambio en los votos. En vez de " antes de que la muerte nos lleve" dijo el más apropiado "tanto tiempo como vivamos." En aquel momento,cuando el dijo su parte, mi mundo, que había estado al revés últimamente volvió a su estado natural. Me di cuenta de lo tonta que fui al temer esto, como si fuera un regalo de cumpleaños no deseado o una muestra de cariño embarazosa. Yo examiné como de radiante estaba Santana, tenia una mirada triunfante pero también sabia que yo, a mi manera, ganaba. Porque nada me importaba mas que estar con ella.

Yo no me di cuenta de que estaba llorando hasta la hora de decir las palabras,

—Si quiero— Dije mas cerca de un inteligible susurro. mirando sus ojos hasta que vi reflejada mi cara.

Cuando era su turno de hablar las palabras salieron claras y victoriosas.

—Si quiero— Dijo.

El señor Abrams nos declaro unidas en matrimonio, entonces las manos de Santana recogieron mi cara, con cuidado, como si se tratara de delicados pétalos, y acercó nuestras cabezas. Yo trate de comprender y mirar a través de la cortina de lagrimas que caían de mis ojos, el irreal acto en el que una persona es mía. Sus ojos dorados miraron mis ojos como si ellos también quisieran derramar lagrimas, si no fuera imposible. Ella me estrecho contra su cuerpo y yo pase mis brazos por su cuello.

Ella me beso despacio y con adoración, yo olvide todo, el lugar, el tiempo, la razón... solo recordaba que le amaba y que ella me quería a mi, yo era suya.

Santana culmino el beso, y tuvo que terminarlo.

Me abracé a el mientras nos reíamos suavemente, sin hacer caso de como la audiencia se aclaraba la garganta. Finalmente, sus manos frenaron mi cara y nos separamos, demasiado pronto, para mirarnos. Sobre la superficie de su sonrisa atisbe a ver una sonrisa satisfecha. Por debajo de su hospitalidad y amabilidad frente al público me lleno de felicidad.

El público rompió en aplausos y ella giro nuestros cuerpos a nuestros amigos y familiares. Yo no podía quitar mi mirada de ella.

Lo brazos de mi madre me encontraron primero, sus lagrimas consiguieron apartar mi mirada de la de Santana. Entonces yo fui pasando de mano en mano por todo el público pero mi mente seguía en Santy, y su mano en la mía. Yo abracé de diferente manera, suavemente a mis amigos y con fuerza a mi nueva familia.

Uno de los abrazos fue diferente a los otros. Joe estaba allí en lugar de mi perdido amigo licántropo.


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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por dianna agron 16 Lun Ene 27, 2014 10:25 pm




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Gesto

La boda fluía en la fiesta de recepción sin problemas prueba de la planificación impecable de Rachel. Estaba el crepúsculo sobre el río, la ceremonia duró exactamente la cantidad de tiempo, permitiendo establecer el crepúsculo detrás de los árboles. Las luces en los árboles como Santana, me condujo a través de la puerta trasera de vidrio, con el resplandor de flores blancas. Hubo otras diez mil flores allí, que actuaban como una fragante, aireado desde la tienda hasta más de la pista de baile, creado en el césped bajo dos de los antiguos cedros.

Las cosas se pusieron lentas, relajado como la suave noche rodeandonos.

La pequeña multitud de propagación acabo, bajo el suave brillo de las luces, y que fueron recibidos de nuevo por los amigos que sólo nos abrazó. Hubo tiempo para hablar ahora, para reír.

—felicidades, chicos", nos dijo Joe, de atenuación elegante y con su cabeza bajo el borde de una guirnalda de flores. Su madre, Sue, con mallas por su lado, mirando a los huéspedes cautelosos con intensidad. Su rostro era delgado y fuerte y de expresión que fue acentuada por su corto, peinado severo, que fue tan corto como el de su hija Marley—Me pregunto si ella le había cortado la misma manera en una muestra de solidaridad. Billy, al otro lado de Joe, no estaba tan tenso como Sue.

Cuando miré al padre de Sam, me sentí como si viera a dos personas, en vez de un padre. Sin embargo, solo era un hombre viejo en la silla de ruedas alineadas con el rostro y una sonrisa blanca que miró todo el mundo. Y, aparte de lo que aparentaba, era el descendiente directo de una larga línea de gran alcance, mágicos jefes, envuelta por la autoridad que había nacido de el y sus antepasados.

A pesar de que la ausencia de magia en él, Billy sigue siendo una parte del poder y la leyenda que contiene su familia. Esa magia no fluyó directamente a través de él. Se fluía a través de su hijo, el heredero de la magia, que se ha convertido en su orgullo. En su izquierda Finn, que estaba para actuar como el jefe de leyendas y magia ahora…

Billy parecía extrañamente a gusto teniendo en cuenta el evento de la boda sus ojos negros brillaban como si hubiera recibido sólo una buena noticia. Me impresionó por su compostura. Esta boda debe haber parecido una cosa muy mala, lo peor que podría suceder al hijo de Billy.

Yo sabía que no era fácil para él limitar sus sentimientos, teniendo en cuenta el desafío de este evento que anunció a los antiguos tratados entre los Cullens y la Quileutes, el tratado que prohíbe la Culles la creación de otro vampiro. Los lobos sabían que una infracción estaba llegando, pero los Cullens no tenían ni idea de cómo reaccionaría. Antes de la alianza, que habría significado inmediato en ataque. Una guerra. Pero ahora que ellos conocían mejor nuestra historia, ¿habría perdón?

Como en respuesta a ese pensamiento, Joe inclino la cabeza hacia Santana, con los brazos extendidos para abrazarle. Santana devolvió el abrazo con su brazo libre.

Vi Sue delicadamente estremecerse.

—Es bueno ver, que las cosas funcionan para ti— dijo Joe. —Estoy feliz por ti.
—Gracias, Joe. Eso significa mucho para mí.— Dijo Santana apartándose de Joe y esperado a Sue y Billy. —Gracias también. Por dejar venir a Joe. Por apoyar a Britt el día de hoy.
—Eres bienvenida— dijo Billy en su profundidad, grave su voz, y me sorprendió el optimismo en su tono. Tal vez una tregua puede ser más fuerte que el horizonte.

La formación de una pequeña fila, hizo que Joe se despidiera y Billy fuera en ruedas hacia la comida. Sue manteniendo, por una parte, a cada uno de ellos.

A continuación llegó Tina y Mike fueron al lado de la demanda, seguidos por los padres de Tina y luego Artie y Sugar—que fueron, para mi sorpresa, a la celebración de la mano. Yo no había oído que estaban juntos de nuevo. Eso fue bonito.

Detrás de mis amigos humanos, estaban los que serian mis nuevos primos, el clan Denali. Me di cuenta de que estaba celebrando mi aliento como el vampiro frente Tanya, asumí el olor a fresa en su cabello oscuro de rizos llegado para abrazar Santana.

Junto a ella, otros tres vampiros de ojos color oro. Para mí con curiosidad abierta, eran hermosos. Una mujer con el cabello rubio pálido, recto como maíz seda. Junto a ella estaban un hombre y una mujer de pelo negro, con un toque de oliva de un tono elegante.

Y ellos fueron los cuatro, el motivo que hizo mi estómago sentirse herido.

Tanya se mantenía con Santana.

—Ah, Santy— dijo— te he extrañado.

Santana le abrazo, colocando su mano ligeramente sobre su hombro y la intensificación de la espalda, para obtener un mejor aspecto a ella.

—Ha sido demasiado tiempo, Tanya. Te ves muy bien
—¿Así que...?
—Quiero presentarles a mi esposa.— Fue en ese momento en que Santana dijo esa palabra y lo considere desde ahí que era oficialmente cierto, pareció como si explotara con satisfacción diciéndolo de esa manera y en ese momento. Los Denalis rieron ligeramente en respuesta. —Tanya, esta es mi Britt.

Tanya era tan hermosa como en mis peores pesadillas había predicho. Ella tenía ojos puestos en mí con una mirada que era mucho más especulativa de lo que era su dimisión y, a continuación, llegó a tener en mi mano.

—Bienvenida a la familia, Britt. —Ella sonrió. —Nos consideramos familia extensa de William y me siento parte de ella, siento lo de Irina, reciente incidente cuando no se comportan como tales. Tenemos que han cumplido con usted antes. —¿Nos disculpas?
—Por supuesto— dije sonrojándome. —Estoy encantada de conocerle.
—Los Cullen son muy unidos y ahora el número se incrementa. Tal vez sea hora de nuestro turno eh, Kate?
—Es bueno mantener vivo el sueño— dijo Kate rolando sus ojos de oro. Ella tomó mi mano sobre la de Tanya y la apretó suavemente. —Bienvenida, Britt.

La mujer morena puso su mano en la parte superior de Kate.

—Soy Carmen, este es Eleazar. Estamos todos muy contentos por que finalmente están juntas.
—Yo..yo tambien— Tartamudeé.

Había gente esperando detrás de Tanya, Charlie adjunto, Mark, y su esposa. Sus ojos se volvieron enormes ya que les toco detras del Clan Denali

—Sera bueno conocer a los demás más tarde. ¡Vamos a tener mucho tiempo para eso! Tanya reía con Carmen y entonces su familia se trasladó al comedor.

Todas las tradiciones estándar se mantuvieron. Estaba cegada por los flashes cuando sujetábamos el cuchillo sobre el gran y majestuoso pastel, pensé, que era algo increíble para nuestro grupo íntimo de familiares y amigos. Al terminar de cortar la torta Santana y yo estamos empujando trozos de pastel a los invitados: Santana tragó su parte con incredulidad. A la hora de aventar el ramo, lo tire con habilidad atípica, justo en las sorprendidas manos de Sugar. Puck y Quinn aullaban con risa hacia mi, mientras que Santana me quitaba liga prestada de Rachel que bamboleo hasta llegar a mi tobillo muy cuidadosamente con sus dientes. Con un rápido guiño hacía mí, ella disparó la liga directamente a la cara de Artie.

Y cuando la música empezó, Santana me tiró en sus brazos para la primera danza habitual; me fui voluntariamente, a pesar de mi miedo a bailar, especialmente bailar frente a una audiencia, solo feliz por tenerla sosteniéndome. Ella hizo todo el trabajo, y yo sin esfuerzo bajo el resplandor de un dosel de luces brillantes y los destellos de las cámaras, me dejé llevar.

—¿Disfruta de la fiesta, la señora Cullen?— Ella susurró en mi oído.

Yo me reí.

—Esto va a tardar solo un rato— me recordó con su voz exuberante, apoyando sus labios en los míos y besándome mientras bailábamos. Cientos de cámaras hacían clic febrilmente.

La música había cambiado y Charlie aprovechó para tomar a Santana del hombro y pedir que le dejara bailar conmigo, Santana acepto.

No fue casi tan fácil bailar con Charlie. Él no era mejor de lo que yo era, por lo que tuve que desplazarme con seguridad de un lado a otro en una pequeña plaza de formación. Santana y Emma bailaban como un hilar que nos rodeaba, como Fred Astaire y Ginger Rogers.

—Voy a extrañarte en casa, Britt. Voy a estar solo.— dijo Charlie.

Hable a través de un nudo en la garganta, tratando de hacer una broma sobre esto.

—Me siento horrible, dejando que tu cocines. Es prácticamente negligencia criminal. Deberías arrestarme.

El sonrió.

—Supongo que puedo sobrevivir a la comida. Solo llámame cuando puedas.
—Lo prometo

Pareció como si bailara con todos. Era bueno ver a todos mis viejos amigos, pero realmente quería estar con Santana más que con alguien más. Estaba feliz cuando finalmente termino, solo después de medio minuto comenzó otro nuevo baile.

—¿Aun no te gusta Artie, eh?— comente ya que Santana me alejo de el.
—No cuando tengo que escuchar sus pensamientos. Tiene suerte de que no lo haya echado. Por supuesto.
—Si, claro.
—¿Alguna ves piensas verte a ti misma?
—Um. No, supongo que no. ¿Por qué?
—Entonces supongo que no te das cuenta totalmente, de lo angustiosamente hermosa que estas esta noche. No estoy sorprendida por la dificultad que tiene Artie con los pensamientos impropios acerca de una mujer casada. Estoy decepcionada que Rachel no te forzó a mirarte al espejo.
—Tu eres muy parcial, lo sabes

Ella suspiró y luego hizo una pausa y me giró para afrontar la casa. La pared de cristal reflejó la fiesta de atrás como un espejo largo. Santana señalo a la pareja en el espejo directamente a través de nosotras.

—¿Soy parcial?

Solo logre vislumbrar un pedazo del reflejo de Santana, un perfecto duplicado de su rostro perfecto, con una hermosa rubia a su lado. Su piel era una crema y rosas, sus ojos eran enormes con entusiasmo y enmarcados por sus gruesas pestañas. El vestido de un blanco brillante era estrecho, con un corte que resaltaba su figura de una forma elegante y agraciada, mientras me mantenía inmóvil, al menos.

Antes de pudiera parpadear y la belleza se volteara hacia mi, Santana de repente se puso rígida y se volvió automáticamente hacia la dirección contraria, como si alguien le hubiera llamado.

De repente, sonrió una brillante sonrisa.

—¿Qué pasa?— pregunte.
—Un regalo de bodas sorpresa.
—¿Huh?

Ella no respondió; solo empezó a bailar de nuevo, llevándome al lado contrario al que nos habíamos dirigido antes, lejos de las luces y luego entrando en las profundidades de la noche al límite de la luminosa pista de baile.

Ella no paro hasta que encontramos el lado oscuro de un enorme cedro. Entonces Santana miro directamente en la oscuridad de las sombras.

—Gracias— Santana lo dijo hacia la oscuridad. —Esto es muy… amable de tu parte.
—Amable es mi segundo nombre— una familiar voz tosca respondió desde la negra noche. —¿Interrumpo?

Mi mano voló hasta mi garganta, y si Santana no estuviera sosteniéndome probablemente hubiera colapsado.

—¡Sm!— sonreí tan pronto como pude respirar —¡Sam!
—Por aquí, Britt.

Me tropecé con el sonido de su voz. Santana mantenido su agarre bajo mi codo hasta que otra serie de fuertes manos me atraparon en la oscuridad.

El calor de de la piel de Sam me quemada a través de la delgado vestido satinado cuando el me tiro para mantenerme mas cerca. Él no hizo ningún esfuerzo para bailar; solo me abrazo por un momento y enterré mi cara en su pecho. El se inclino hacia abajo para presionar su mejilla en lo alto de mi cabeza.

—Puck no podrá perdonarme si no le doy su oficial turno en la pista de baile— murmuro Santana, y supe que ella nos dejaba, dándome su propio regalo este momento con Sam.
—Oh, Sam.— Ahora estaba llorando; no podía decir las palabras claramente. —Gracias.
—Deja de llorar, Britt. Arruinaras tu vestido. Solo soy yo.
—¿Solo? ¡Oh, Sam! Todo es perfecto ahora.

El resoplo.

—Si la fiesta puede comenzar. El mejor hombre finalmente llego.
—Ahora todos a los que amo están aquí.

Senti sus labios cepillando mi cabello.

—Lamento llegar tarde, cariño.
—Estoy muy feliz de que hayas llegado
—esa era la idea

Heche una mirada a los invitados pero no pude ver através de los bailarines hacia el lugar donde se había encontrado antes el padre de Sam, no sabia si seguía ahí.

—¿tu padre sabe que estas aquí?

Tan pronto como pregunte, supe que era lo que seguiría había una sola explicación para la expresión que se dibujo en él después

—estoy seguro de que Finn se lo dijo. Iré a verlo cuando… cuando la fiesta termine
—el estará tan alegre de que estés en casa

Sam se acomodo un poco hacia atrás y se enderezo, coloco una mano sobre mi espalda y agarro mi mano derecha con la otra.

Él acerco nuestras manos hacia su pecho; pude sentir los latidos de su corazón debajo de mi palma y pude adivinar que no había colocado mi mano ahí accidentalmente.

—no se si puedo pedirte algo mas que tan solo esta pieza— dijo él y empezó a guiar nuestros movimientos en lentos y pequeños círculos que no seguían el compás de la música que venía de detrás de nosotros.
—me encantaría que fuera la mejor

Nos mecimos al ritmo de los latidos de su corazón que sentía bajo mi mano.

—estoy muy alegre de haber venido— dijo Sam tranquilamente después de un momento. —no creí que lo estaría
—Pero es bueno verte…una vez más— no es tan triste como pensé que sería.
—no quiero que te sientas triste
—lo sé, y yo no vine esta noche para hacerte sentir culpable
—No, me hace muy feliz que hayas venido es el mejor regalo que tu pudiste haberme dado.

Sam sonrió.

—que bien por que no había podido deternerme para tener un presente verdadero

Mis ojos se estaban acostumbrando a él y pude ver su cara ahora mas arriba de lo que esperaba. Era posible que él siguiera creciendo? El debería de estar cerca de los 2 metros (y algo) de altura.

Era un alivio ver sus facciones habituales después de todo ese tiempo sus ojos eran profundos y se les dibujaba una sombra debajo de sus desaliñadas cejas, sus prominentes pómulos, sus gruesos labios estirados por encima de sus brillantes dientes en la sarcástica sonrisa que tanto lo caracterizaba.

Sus ojos se encontraban apretados hacia los bordes, cuidadosos; pude ver que él estaba siendo más cuidadoso esta noche.

Hacia todo lo posible por hacerme feliz, para no resbalar y demostrarme cuánto le estaba costando de verdad.

Nunca había hecho algo lo suficientemente bueno como para merecer un amigo como Sam.

—¿cuándo decidiste volver?
—¿consciente o inconscientemente?— inhaló profundamente antes de proceder a contestar su propia pregunta.
—realmente no lo sé. —Supongo que estuve vagando en vueltas sobre este camino por un buen tiempo y quizá fue por que el comienzo estaba aquí. Pero no estuve seguro hasta esta mañana de que quería recorrerlo.
No sabía si sería capaz de hacerlo. —Sonrío.— No podrías creer que raros son estos sentimientos caminando en dos piernas de nuevo. ¡Y ropa! Y es mas chistoso por que lo sientes extraño. No había esperado eso. Estoy fuera de practica con todas las cosas humanas.

Girábamos constantemente.

—Hubiera sido una lastima perderme ver que esto te gustaría. Valió la pena hacer el viaje hasta aquí. Te ves increíble, Britt, tan hermosa
—Rachel invirtió mucho tiempo en mí hoy, la oscuridad ayuda mucho
—no es tan oscuro para mi, tu sabes
—ok sentidos de hombre lobo.— Fue tan fácil olvidar todas las cosas que el pudo hacer, parece tan humano. Especialmente ahora mismo.
—Te cortaste el cabello— lo note.
—Si. Mas fácil, ya sabes. Pensé que había aprovechar lo mejor de las manos.
—Luce bien.— Menti.

El resoplo.

—Claro. Lo hice yo mismo, con unas tijeras de cocina oxidadas.—Sonrio ampliamente por un rato, y después su sonrisa se apago. Su expresión se volvió seria. —¿Eres feliz, Britt?
—Si.
—Esta bien.— Sentí que sus brazos se encogieron. —Eso es el asunto principal, supongo.
—¿Cómo te sientes, Sam? ¿En realidad?
—Estoy bien, Britt, es verdad. Ya sabes que no necesito que te preocupes por mi nunca mas. Deja de fastidiar a Joe.
—No solo lo estoy fastidiando por ti. Me agrada Joe.
—El es un buen chico. Mejor compañía que otros. Te dire, si pudiera librarme de las voces en mi cabeza, al ser un lobo seria perfecto.

Me rei de la manera en que sono.

—Si, no puedo mantenerme callada, yo tampoco.
—En tu caso, significaría que estas enferma. Claro, ya sabia que ya estabas enferma.— Bromeo.
—Gracias. La locura es probablemente más fácil de compartir en un paquete mental. Las voces de la gente loca no envían niñeras para estarlos vigilando.
—¿Huh?
—Sam esta allá. Y algunos de los otros. Solo en caso, tu sabes.
—¿En caso de que?
—En caso de que no pueda mantenerte cerca, algo así. En caso de que decida arruinar la fiesta.— El destello una rápida sonrisa a lo que fue probablemente un pensamiento apelando a el. —Pero no estoy aquí para arruinar tu boda, Britt. Estoy aquí para…— El se callo.
—Para hacerla perfecta.
—Esa es una orden de arriba.
—Lo bueno es que tu eres alto.

El gimio ante mi mala broma y después suspiro.

—Solamente estoy aquí para ser tu amigo. Tu mejor amigo, una vez mas.
—Finn debería darme mas crédito.
—Bueno, tal ves estoy siendo súper sensible. Tal ves ellos estarían aquí de todos modos, para mantener vigilado a Joe. Hay muchos vampiros aquí. Joe no toma eso tan seriamente como debería.
—Joe sabe que el no es ningún peligro. El entiende a los Cullens mejor que Finn.
—Claro, claro.— dijo Sam, haciendo las paces antes que esto se convirtiera en una pelea.

Es tan raro verlo siendo el diplomático.

—Lo siento acerca de las voces— dije. —Desearía que pudiera ser mejor, en muchas maneras.
—No es tan malo. Solo estoy lloriqueando un poco.
—¿Eres… feliz?
—Lo suficientemente cerca. Pero es suficiente acerca de mí. Tu eres la estrella hoy.— Se rio en silencio. —Apuesto a que estas amando esto. Centro de atención.
—Si. No puedo tener suficiente atención.

El se rio y después miro por encima de mi cabeza. Con los labios apretados, él estudió el brillante brillo de la fiesta de recepción, el giro lleno de gracia de los bailarines, los pétalos que revolotean y se caen desde las guirnaldas. Miré con él. Todo Parecía muy distante desde este oscuro y quieto espacio.

Casi como si estuviéramos viendo la agitación de una blanca corriente dentro de una esfera de nieve.

—se los voy a agradecer mucho— dijo él— ellos si que saben como organizar una fiesta
—Rachel es una imparable fuerza de la naturaleza

Él suspiró. la canción termino.

—¿Crees que podrías regalarme otro baile? ¿O te estoy pidiendo demasiado?

Estreche mi mano alrededor de la suya.

—puedes pedirme los bailes que tu quieras

Sonrió.

—Eso sería interesante. Creo que me puedo quedar con dos más. No quiero empezar a hablar.

Giramos en otro círculo.

—Te parece que los utilice para decirte adiós por ahora.

Murmuró.

Intenté pasar el nudo que se había hecho en mi garganta, pero no pude forzarme a tragarlo.

Sam me observo y frunció el entrecejo. Acercó sus dedos a mi mejilla y con ellos enjugó las lágrimas que estaban ahí.

—Tu no deberías de estar llorando, Britt
—todo mundo llora en la bodas. —Dije sopesadamente.
—¿esto es lo que quieres, verdad?
—así es
—entonces sonríe
—Lo intentare.

Él sonrió en respuesta a mi mueca.

—Intentaré recordarte justo así. Pretenderé que…
—¿Qué prenderás? ¿Qué estoy muerta?

Él apretó los dientes. Estaba luchando consigo mismo con su decisión de hacer su presencia aquí un regalo y no una sentencia.

Pude adivinar que quería decir.

—No. —Finalmente respondio. — Pero asi te veo en mi cabeza. Mejilas rosadas. El corazón latiendo. Dos pies izquierdos. Todo eso

Deliberadamente le di un pisotón tan fuerte como pude.

Sonrrio.

—Esa es mi chica

Empezo a decir otra cosa y después mantuvo la boca cerrada. Luchando contra las palabras que no quería decir.

Mi relación con Sam solia ser fácil. Natural como respirar. Pero desde que Santana regreso a mi vida es una constante tensión. Porque en los ojos de Sam al elegir a Santana, estaba eligiendo una esperanza que era peor que la muerte, o al menos equivalente a ella.

—Que es Sam? , solo dimelo. Me puedes decir lo que sea
—Yo… yo no tengo nada que decirte
—Por favor. Escupelo
—Es verdad. No es… es, es una pregunta, es algo que quiero que tu me digas
—Preguntame

Puso resistencia durante un minuto mas y después exhalo.

—No debería. No importa. Es solo que estoy morbosamente curioso.

Porque lo conocía tan bien, entendí.

—no es esta noche Sam— susurre.

Sam esta mas obsecionado con mi humanidad que Santana. Atesoraba cada uno de los latidos de mi corazón, ya que estaba contados.

—Oh— Dijo con alivio. —Oh

Comenzo una nueva canción pero no noto el cambio esta vez.

—Cuando?— susurro.
—no estoy segura, una semana o dos, tal vez

Su voz cambio, tomo un tono de burla y a la defensiva.

—que traes entre manos?
—Es solo que no quería pasar mi luna de miel retorciéndome de dolor
—Como deberías pasarla? Jugando damas jaja
—Muy gracioso
—Estoy bromeando Britt. Pero sinceramente, no veo el punto. No puedes tener una luna de miel de verdad con tu vampiro, por que ir en contra de eso. Llama a las cosas por su nombre. No es la primera vez que lo evitas. Creo que eso es bueno.— Dijo, repentinamente serio. —no te sientas apenada de ello
—No estoy evitando nada.— Dije brusacamente. — Y si, no puedo tener una verdadera luna de miel. No puedo hacer nada de lo que quiero! Pero no te importa!

Detuvo nuestro dar vueltas en círculos abruptamente. Me pregunte si finalmete se dio cuenta que la música cambio y yo me revolvía la cabeza , pensando en como componer nuesra pequeña riña antes de que nos despidiéramos.

Y después sus ojos se ampliaron, como con horror.

—Que?— jadeo. —Que acabas de decir?
—Acerca de que? …. Sam?, Que pasa?
—A que te refieres? Tener una verdadera luna de miel? Mientras aun eres humana. Estas bromeando? Porque es una broma de mal gusto, Britt.

Lo mire con hostilidad.

—Dije pero no te importa. Entonces no es tu problema. No tendría… no tendríamos que estar platicando de esto siquiera. Es privado

Sus enormes manos me tomaron fuertemente por los hombros y recorrieron mis brazos.

—OH, Sam, superalo

Me agito.

—Britt, has perdido la razón. No puedes ser tan tonta, dime que estas bromeando

Me agito una vez mas. Sus manos, apretadas como torniquetes estaban temblando, mandando vibraciones dentro de mis huesos.

—Sam detente

La oscuridad estaba de pronto atestada.

—Quitale las manos de encima — La voz de Santana era fría como el hielo, filosa como una navaja.

Detrás de Sam, había un ligero gruñido, y luego otro que cubria a el primero

—Sam, hermano, alejate! — Oí a Joe pedir. —Lo estas perdiendo

Sam parecía tan frio como en realidad estaba, sus ojos anchos del horror y la mirada fija.

—La vas a lastimar— susurro Joe. —Dejala ir
—Ahora!— jadeo Santana.

Las manos de Sam se dejaron caer a su costado y el repentino fluir de la sangre en mis venas era prácticamente doloroso. Antes pude percibir mas que eso, manos frias remplazaron a las calientes y el aire estaba de pronto zumbaba a traves mi.

Parpadee y estaba sobre mis pies, doce pies mas lejos de donde había estado parada. Santana estaba tensa en frente de mi. Había dos enormes lobos entre ella y Sam, pero no parecían agresivos para mi. Solo trataban de evitar la pelea.

Y Joe, el Joe desgarbado, de 15 años, tenia sus largos brazos alrededor del cuervo tembloroso de Sam, tratando de alejarlo. Si Sam entraba en fase con Joe tan cerca…

—Vamos Sam, vámonos
—Te matare — su voz lo asfixiaba de la furia, que pareció mas un susurro.

Sus ojos se enfocaron en Santana, ardiendo de furia.

—Te matare yo mismo. Lo hare ahora— se estremeció convulsivamente

El lobo mas grande, el negro, gruño bruscamente.

—Joe, quitate de mi camino— bufo Santana.

Joe le dio un tirón a Sam de nuevo. Sam estaba tan desconcertado de furia que Joe lo pudo alejar unos cuantos metros hacia atrás.

—No lo hagas Sam. Retrocede. Vamos

Finn el lobo más grande, el negro se le unió a Joe.

Puso su enorme cabeza contra en pecho de Sam y lo empujo.

Los tres, Joe jalando, Sam temblando y Finn empujando desaparecieron rápidamente en la oscuridad.

El otro lobo, comenzó después de ellos. No estaba segura, por la débil luz del color de su pelaje, café chocolate. Era Jake entonces?.

—Lo siento— le dije al lobo.
—Todo esta bien ahora Britt— murmuro Santana.

El lobo miro a Santana, su mirada no era amistosa. Santana asintió con la cabeza. El lobo enfadado dio la media vuelta para seguir a los demás, desvaneciéndose como lo hicieron ellos.

—Muy bien— Santana se dijo a si misma y después me miro a mi.
—Vamonos
—Pero Sam…
—Finn lo tiene controlado. Se fue
—Santy lo siento, fui estúpida..
—No hiciste nada malo
—Tengo una gran bocota, Porque no solo… no debi dejar que me hiciera eso. En que estaba pensando?
—no te preocupes— solo toco mi cara. Necesitamos volver a la recepción antes de que alguien note nuestra ausencia.

Me quede en shock, tratando de reorientarme a mi misma. ¿Antes de que alguien se entere? ¿Alguien se ha perdido esto?

Entonces, pensé acerca de esto, recapitule la confrontación que me había parecido catastrófica que me había reservado, muy tranquila y pequeña entre las sombras.

—Dame dos segundos.— Pedi.

En mis adentros eran caóticos con pánico y dolor, pero eso no importaba, solo el exterior importaba ahora mismo. Hacer una escena era algo que sabia que tenia que dominar.

—¿Mi vestido?
—Luces bien. Ni un cabello fuera de lugar.

Tome dos respiraciones profundas.

—Esta bien, vamos.

Ella puso sus brazos alrededor de mí y me llevo de vuelta a la luz. Cuando pasamos debajo de las brillantes luces, ella me hizo girar gentilmente en la pista de baile. Nos mezclamos entre los otros bailarines como si nuestro baile nunca se hubiera interrumpido.

Me deslizaba alrededor de los invitados, pero nadie parecia sorprendido o asustado. Solo unos rostros palidos mostraron algún signo de estrés, y lo tomaron bien. Quinn y Puck estaban en el final de la pista de baile, demasiado cerca. Y supongo que ellos han estado nerviosos durante la confrontación.

—Estas
—Estoy bien —prometi. —No puedo creer lo que hice. ¿Qué hay de malo conmigo?
—Nada esta mal en ti.

Estaba tan contenta de ver a Sam aquí. Sabiendo el sacrificio que el hacia. Y entonces lo arruino, convirtiendo su regalo en un desastre. Debería estar en cuarentena.

Pero mi idiotez no podría arruinar nada mas esta noche. Lo pondría de esta forma. Lo empujaría en un cajón y lo trataría de trabar para después. Habría tiempo suficiente para arrepentirme por esto, nada de lo que pudiera hacer ahora ayudaría.

—se terminó — dije. — no vamos a pensar de nuevo en esta noche

Esperé rápidamente el apoyo de Santana, pero ella permaneció en silencio

—¿Santy?

Ella cerró sus ojos y tocó su frente con la mía.

—Sam tiene razón— susurraba. —¿Qué estaba pensando?
—Él no es. —Intenté esconder mi cara de culpabilidad de la vista de todas nuestras amistades.
—Sam es demasiado dado a no ver nada claramente

Ella masculló algo muy bajo que sonaba casi como

—debería dejar que me matara incluso con el pensamiento…
—¡Basta! — dije ferozmente. Tomé su cara entre mis manos y espere hasta que abriera sus ojos.
—tu y yo es lo único que importa. La única cosa sobre la que tienes permitido pensar ahora. ¿Me escuchaste?
—Si — suspiró.
—olvida que Sam vino. Yo puedo hacerlo, yo voy a hacerlo, por mí. Prométeme que intentarás olvidarlo

Se quedo mirando mis ojos por un momento antes de responder.

—te lo prometo
—gracias Santy, no estoy asustada.
—Yo si— susurraba.
—no lo estés.— Respiré profundamente y sonreí. —por cierto, te amo.

Ella sonrió un poco a cambio.

—es por eso que estamos aquí
—estas acaparando a mi cuñada — dijo Puck, acercándose desde detrás del hombro de Santana.
—Dejame bailar con mi nueva hermana. Que esta podría ser mi ultima oportunidad para hacerla sonrojar.

Se rió a carcajadas, tan natural como él siempre es en una atmósfera seria.

Resultó que había mucha gente con la que yo no había bailado aún, y eso me dió la oportunidad de componerme. Cuando Santana me reclamó de nuevo, ví que el asunto de Sam estaba olvidado. Mientras ella me envolvía con sus brazos, yo fui capaz de desenterrar la dicha que sentí antes, la certeza de que todo en mi vida estaba en su lugar esta noche. Sonreí y recosté mi cabeza contra su pecho. Sus brazos me apretaron junto a ella.

—Podría acostumbrarme a esto— dije.
—¿No me digas que has superado tus problemas con el baile?
—Bailar no es tan malo, contigo. Pero estaba pensando más en esto — y me apreté contra ella aún más fuerte —en nunca tener que dejarte ir
—Nunca— prometió, y se inclinó para besarme.

Fue un tipo de beso serio, intenso, lento pero edificante...

Casi había olvidado donde estaba cuando escuché a Rachel gritar,

—¡Briit! ¡Ya es la hora!

Sentí un breve destello de irritación con mi nueva hermana por la interrupción.

Santana la ignoró; sus labios estaban apretados contra los mios, más apremiantes que antes. Mi corazón empezó a latir locamente y mis manos se pegaron a su cuello de mármol.

—¿Quieres perder el avión?— preguntó Rahel, quien ahora estaba justo a mi lado. —Estoy segura que tendran una encantadora luna de miel acampando en el aeropuerto mientras esperan por otro vuelo.

Santana giró su cabeza apenas para murmurar,

—Véte, Rachel — y entonces volvió a presionar sus labios con los mios.
—¿Beitt, quieres usar ese vestido en el avión?— ella me preguntó.

En realidad, yo no estaba prestando mucha atención. En el momento, simplemente no me importaba.

Rachel gruñó bajó.

—Le diré a donde la piensas llevar, Santana. Así que ayúdame, porque se lo diré.

Ella se quedó inmóvil. Entonces separó su cara de la mia y miró a su hermana preferida.

—Eres terriblemente chica para ser tan inmensamente irritante.
—Yo no elegí el perfecto vestido para irse de viaje, para que no sea usado.— le respondió, tomando mi mano. —Ven conmigo, Britt.

Tiré hacia atrás su brazo, para besarla una vez más. Rachel tironeó mi brazo impacientemente, alejándome de Santana algunas risas entre los invitados que estaban mirando. Me rendí y dejé que me llevara a la casa vacía.

Ella lucía molesta.

—Perdóname, Rach — me disculpé.
—No te culpo, Britt. — Ella suspiró. — No pareces capaz de ayudarte a ti misma.

Me reí de su expresión martirizada, y ella frunció el ceño.

—Gracias, Rach. Fue la boda más bella que alguien haya tenido — le dije seriamente. — Todo estuvo totalmente bien. Tú eres la mejor, más inteligente y más talentosa hermana en el mundo entero.

Eso hizo que desapareciera su enojo; sonrió abiertamente.

—Me alegra que te gustara.

Susan y Emma estaban esperando escaleras arriba. Las tres rápidamente me tuvieron fuera de mi vestido y dentro del conjunto azul oscuro de Rachel. Estuve agradecida cuando alguien me quitó las horquillas del cabello y lo dejó caer por detrás sobre mi espalda estaba ondulado por el peinado, me salvaban de un seguro dolor de cabeza que con seguridad hubiera venido después. Las lágrimas de mi mamá fluían sin ningún descanso.

—te llamaré cuando sepa a donde voy— lo prometo y la abracé en señal de despedida, yo sabía que la luna de miel secreta probablemente la estaría volviendo loca, mi mamá odia los secretos, al menos que ella sea la que los tiene.
—yo te diré pronto si ella está segura — me dijo Rachel adelantandose a mi sonrisa preocupada. Que injusto para mí ser la ultima persona en enterarse.
—tendrás que visitarme a mi y a Phil muy, muy pronto. Es tu turno de ir al sur de ver el sol por una vez. — Dijo Susan.
—el día de hoy no llovió — le recordé, intentando evitar su petición.
—todo un milagro
—todo esta listo — dijo Rachel. —tus maletas estas en el auto, Quinn seguía llevando cosas.

Ella me hizó hacia atrás de las escaleras cuando Susan venía detrás, incluso en la mitad del trayecto ella me avergonzaba.

—te quiero mamá — le susurre mientras decendiamos —estoy muy alegre de que estés con Phil, cuídense el uno al otro
—yo también te quiero, cariño
—Adiós mamá. Te quiero — dije de nuevo, sentí un nudo en la garganta.

Santana estaba esperando en donde terminaban las escaleras. Tomé la mano que extendió hacia mi, observando la pequeña cantidad de gente que nos esperaba para vernos partir.

—papá?— pregunté mientras mis ojos lo buscaban
—por acá — Santana murmuró. Y me condujo atra vez de los invitados; ellos hicieron un itinerario para nosotros. Encontramos a Charlie inclinado torpemente contra la pared detrás de todos los demás, parecía tan pequeño como si fuera un niño que se estuviera escondiendo. Las rojas llamas alrededor de sus ojos explicaban el porque.
—¡Oh, papa!

Lo abrace alrededor de la cintura, las lagrimas se derramaban de nuevo estaba llorando mucho esta noche. Me dio unas palmaditas en la espalda.

—Vete, ahora. No querrás perder tu avión.

Es muy difícil hablar de amor con Charlie éramos muy parecidos, siempre revirtiendo la cosas triviales para evitar demostraciones emocionales embarazosas. Pero en este momento no había tiempo para ser timida.

—Te quiero para siempre, papa— le dije. —No lo olvides.
—Yo también, Britt. Siempre lo hago, siempre lo hare.

Lo bese en la mejilla y al mismo tiempo el beso la mia.

—Llamame— dijo.
—Pronto.— Prometi, sabiendo que esto era todo lo que podía prometer.

Solo llamadas telefónicas. Mi padre y mi madre podrían no volver a verme otra vez; Yo seria tan diferente, y muy, muy peligrosa.

—Ve, entonces. — Dijo bruscamente. — No querras llegar tarde.

Los invitados hicieron otro pasillo para nosotros. Santana me tiró cerca de su lado como hiciéramos nuestro escape.

—¿Estas lista?— pregunto.
—Lo estoy— dije, y sabia que era verdad.

Todos aplaudieron cuando Santana me beso en la entrada. Entonces ella me metió en el carro cuando la tormenta de arroz empezó. La mayor parte la recibimos a la par, pero alguien, probablemente Puck, los lanzo como si nos aventara un hechizo, me cayeron muchos al ser rebotados por la espalda de Santana.

El auto estaba decorado con más flores que formaban serpentinas siguiendo toda su longitud, y largas cintas que estaban atadas a una docena de zapatos, zapatos de diseñador que parecían nuevos, que colgaban del paragolpes.

Santana me protegió del arroz mientras me subía, luego ella se subió y mientras nos alejábamos a gran velocidad, me asomé por la ventanilla para saludar y grité —Los quiero— al porche, donde mis familias me saludaban también.

La última imagen que registré fue una de mis padres. Phil tenía ambos brazos envueltos tiernamente alrededor de Susan. Ella tenía un brazo alrededor de la cintura de él, pero su mano libre tomaba la de Charlie. Tantas clases diferentes de amor, armoniosas en ese momento exacto. Me pareció una imagen muy esperanzadora.

Santana apretó mi mano.

—Te amo — me dijo.

Incliné mi cabeza contra su brazo.

—Es por eso que estamos aquí — la cité.

Ella besó mi cabello.

Mientras tomábamos la negra autopista y Santana realmente presionaba el acelerador, escuché un sonido sobre el ronroneo del motor, que venía desde el bosque detrás de nosotros. Si yo pude oirlo, ella definitivamente pudo hacerlo. Pero ella no dijo nada, mientras el sonido lentamente se desvanecía en la distancia. Yo tampoco dije nada.

El penetrante y desgarrador aullido se iba haciendo cada vez más imperceptible y luego desapareció completamente.


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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por dianna agron 16 Lun Ene 27, 2014 10:28 pm




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Isla Emma


—Houston? —Pregunté, levantando mis cejas cuando llegamos a la puerta en Seattle.
—Es sólo una parada en el camino — me aseguró Santana con una sonrisa.

Sentí que apenas había dormido cuando me levantó. Me sentía aturdida mientras ella me dirigía entre las terminales, luchando con recordar como abrir mis ojos después de pestañear. Me tomó unos minutos darme cuenta de lo que sucedía cuando paramos en el mostrador internacional para documentar para el siguiente vuelo.

—Rio de Janeiro? — pregunté con un poco más de emoción.
—Otra parada — me dijo.

El vuelo a Sudamérica fue largo pero confortante en el amplio asiento de primera clase, con los brazos de Santana alrededor mío. Me despabilé y enderecé inusualmente alerta mientras nos acercábamos al aeropuerto, con la luz del atardecer atravesando las ventanas del avión.

No nos quedamos en el aeropuerto para hacer otra conexión como yo había supuesto. En lugar de eso, tomamos un taxi para cruzar las oscuras, congestionadas y vivas calles de Rio. Incapaz de entender una sola palabra de las instrucciones en portugués que Santana daba al conductor, supuse que iríamos a un hotel antes de seguir con nuestro camino. Un dolor agudo, muy parecido al miedo escénico se revolvió en la boca de mi estómago mientras consideraba esa posibilidad. El taxi continuó a través de la multitud hasta que ésta desapareció, y parecía que nos encontrábamos en el extremo oeste de la ciudad, dirigiéndonos hacia el océano.

Nos detuvimos en el muelle.

Santana se dirigió hacia una larga línea de yates blancos colocados sobre el agua color negro noche. El bote en el que se detuvo era el más pequeño de todos, más delgado, obviamente construido para velocidad y no por espacio. Aún así era muy lujoso, y más impresionante que los demás. Ella se subió sin dificultad, a pesar de las pesadas maletas que cargaba. Dejó caer éstas en la cubierta y se apuró para ayudarme a subir.

Miré en silencio, mientras preparaba el bote para la salida, sorprendida de lo hábil y acostumbrada que parecía, sorprendida porque nunca había mencionado interés alguno por los yates. Pero de nueva cuenta, ella era perfecta en todo.

Mientras nos dirigíamos hacia el este, al mar abierto, recordé geografía básica en mi cabeza. Podía recordar que no había más de Brasil hacia el este… hasta que te encuentras con África.

Pero Santana aceleró mientras las luces de Rio se apagaban y finalmente desaparecían detrás nuestro. En su cara, se dibujaba una familiar sonrisa de emoción, esa que era producida por cualquier forma de velocidad. El bote se hacía camino entre las olas y sentía mi cuerpo llenarse con brisa del mar.

Finalmente la curiosidad que había guardado tanto tiempo me sobrepasó.

—Falta mucho para llegar? — pregunté

No era común que ella se olvidara que yo era humana, pero me pregunté si entre los planes estaba quedarnos a vivir dentro del bote por algún tiempo.

—Media hora más — Sus ojos se posaron en mis manos, las cuales se aferraban al asiento, y sonrió.

Oh bien, pensé para mi misma. Ella era una vampira, después de todo. Tal vez nos diríamos a la Atlántida.

Veinte minutos después, escuché mi nombre sobre el sonido del motor.

—Britt, mira esto — Y apuntó justo al frente.

Primero solo pude ver oscuridad, y el reflejo de la blanca luna sobre el mar. Pero observé cuidadosamente el espacio que ella había apuntado hasta que fui capaz de notar una forma oscura rompiendo el reflejo de la luna sobre las olas. Mientras analizaba la oscuridad, la silueta se volvió más detallada. La forma parecía un triangulo irregular, con un lado más largo que otro, hundiéndose en las olas. Nos acercamos más y pude ver que la silueta parecía de algo emplumado, moviéndose al compás de la brisa.

Y entonces, cuando mis ojos se reenfocaron y todas las piezas tuvieron sentido: una pequeña isla saliendo del agua, justo frente a nosotras, con palmas saludándonos, una playa brillando bajo la luz de la luna.

—Donde estamos? — pregunté con voz baja, mientras ella se dirigía a la parte norte de la isla.

Me escuchó, a pesar del ruido del motor, y me dedicó una amplia y blanca sonrisa que resplandeció bajo la luz de la luna.

—Esta es la Isla Emma

El bote bajó la velocidad drásticamente, trazando con precisión el camino hacia el pequeño muelle, construido con placas de madera, iluminadas por la claridad de la luna. El motor se apagó, y el silencio que le siguió fue profundo. No había nada más que olas, chocando suavemente contra el bote, y el sonido de la brisa que movía las palmas. El aire era cálido, húmedo y fragrante como el vapor que se queda después de un baño caliente.

—Isla Emma? — mi voz era baja, pero aún así sonó fuerte dentro de la calmada noche.
—Un regalo de William, Emma nos la prestó

Un regalo. Quien da una isla como regalo? Arrugué el entrecejo. No me había dado cuenta que la extrema generosidad de Santana era un comportamiento heredado.

Ella colocó las maletas en el muelle y giró hacia mí, sonriendo de forma perfecta mientras se acercaba. En lugar de tomar mi mano, me tomó directamente entre sus brazos.

—No se supone que deberías esperar a que estemos en la puerta? —pregunté, sin aliento, mientras bajábamos del bote.

Sonrió.

—No me conformo con eso

Tomando en una mano las maletas y cargándome con el otro brazo, me llevó del muelle hacia el camino de arena pálida que era rodeada por oscura vegetación.

Por un breve momento todo estaba muy oscuro en esa vegetación casi jungla, y entonces pude vislumbrar una cálida luz. Estábamos ya cerca cuando pude darme cuenta que la luz era una casa los dos brillantes y perfectos cuadrados eran amplias ventanas que rodeaban la puerta del frente el miedo escénico me invadió de nuevo, con más fuerza que antes, peor de lo que sentí cuando creí que nos dirigíamos a un hotel.

Mi corazón latía fuertemente contra mis costillas, y mi respiración parecía atorarse en la garganta. Sentí los ojos de Santana en mi cara, pero me rehusé a voltear. Coloqué la mirada al frente, sin ver nada.

No me preguntó lo que pensaba, lo que era algo extraño en ella. Supuse que eso significaba que ella estaba repentinamente tan nerviosa como yo.

Colocó las maletas en la entrada para abrir las puertas estaban sin llave.

Santana bajó sus ojos hacia mí, esperando que yo correspondiera la mirada antes de que cruzáramos el umbral.

Me llevó por la casa, ambas íbamos calladas, encendiendo las luces por donde pasábamos. La vaga impresión que tuve de la casa es que era demasiado grande para la pequeña isla, y extrañamente familiar. Me había habituado tanto al esquema de decoración de los Cullen; me sentía en casa. No me pude concentrar en nada en especial a pesar de todo. El pulso violento que golpeaba detrás de mis orejas hacía que todo se viera borroso.

Entonces Santana se detuvo y encendió la última luz.

El cuarto era grande y blanco, y la pared más lejana era casi toda de cristal, decoración clásica de mis vampiros. Afuera, la luna brillaba en la arena blanca y, solo a unos metros de distancia, iluminaba las olas. Pero apenas pude notar esa parte. Estaba más enfocada en la inmensa cama en el centro del cuarto, con una red para mosquitos colgado.

Santana me puso en pie.

—Yo… iré por las maletas

El cuarto estaba muy caliente, más apabullante que la noche tropical afuera. Unas gotas de sudor se formaron en la parte trasera de mi cuello. Caminé lentamente hasta alcanzar y tocar la esponjosa red. Por alguna razón, me tenía que convencer que todo lo que veía era real.

No escuché a Santana regresar. De pronto, su helado dedo acarició mi cuello, quitando una gota de sudor.

—Está un poco caluroso aquí — me dijo con tono de disculpa. —Pensé… que sería mejor
—Definitivamente — murmuré por lo bajo, y ella soltó una risita nerviosa, raro en ella.
—Traté de pensar en todo lo que pudiera hacer esto…. más fácil — admitió

Tragué saliva escandalosamente, aún sin poder mirarla. Acaso había existido una luna de miel como esta antes?

Sabía la respuesta. No, no había existido.

—Me preguntaba — dijo Santana lentamente —si… primero… tal vez quisieras nadar en la oscuridad conmigo? — Tomó una bocanada de aire, y su voz parecía menos tensa cuando habló de nuevo. —El agua estará caliente. Esta es la clase de playa que te gusta.
—Suena bien — Mi voz se quebró.
—Estoy segura que querrás un minuto o dos para ser humana… Fue un largo viaje.

Asentí de forma extraña. Apenas podía sentirme humana; tal vez unos minutos a solas me ayudarían.

Sus labios acariciaron mi garganta, justo debajo de mi oído. Rió nerviosamente de nuevo, y su aliento fresco punzó mi sobrecalentada piel.

—No tardes demasiado, Sra. Cullen.

Salté un poco al escuchar mi nuevo apellido.

Sus labios recorrieron desde mi cuello hasta la punta de mi cuello.

—Te esperaré en el agua

Ella pasó frente a mí dirigiéndose a la puerta francesa que llevaba directamente hacia la playa. En el camino, se desprendió la blusa de su cuerpo y después su sujetador, tirándolos en el piso, y entonces salió por la puerta hacia la noche iluminada. El aire salado se coló por el cuarto detrás de ella.

Mi piel estaba en llamas? Tuve que observarme para checarlo. No, nada se quemaba. Al menos no visiblemente.

Recordé que debía respirar, y entonces me dirigí a la maleta gigante que Santana había abierto en la parte superior del tocador. Debía ser mía, porque la familiar bolsa con mis cosas de tocador estaba encima, y había muchas prendas, pero no reconocí una sola pieza. Mientras buscaba a través de las pilas de ropa con la mente en algo familiar y cómodo, un par de viejos pants tal vez llamó mi atención que había una abrumadora cantidad de encaje y satín en mis manos. Lencería. Una lencería muy lenceriosa, con etiquetas francesas.

No sabía cómo o cuando, pero algún día Rachel pagaría por esto.

Rindiéndome, me dirigí al baño y espié por las largas ventanas que daban exactamente al mismo lugar que las puertas Francesas. No pude verla; supuse que estaría en el agua, sin importarle salir a tomar aire. En el cielo, la luna estaba de lado, casi llena, y la arena brillaba bajo su resplandor. Un pequeño movimiento atrapó mi mirada que se dirigió hacia los árboles de palmas que estaban en la playa, el resto de sus ropas se mecían a la par de la suave brisa.

Una descarga de calor se sintió por mi piel de nuevo.

Tomé un par de bocanadas de aire y me dirigí hacia los espejos colocados sobre el largo y estrecho pasillo. Me veía exactamente como si hubiera pasado durmiendo todo el día en un avión. Encontré mi cepillo y lo pasé con fuerza sobre los nudos que se hicieron detrás de mi cuello hasta que se deshicieron y las cerdas estaban llenas de cabello. Lavé mis dientes meticulosamente, dos veces. Entonces lavé mi cara y aventé un poco de agua en la parte trasera de mi cuello, que se sentía hirviendo. Se sintió tan bien que decidí lavarme los brazos también, hasta que finalmente me rendí y decidí tomarme un baño. Sabía que era ridículo bañarme antes de nadar, pero necesitaba calmarme, y el agua caliente era una forma segura de hacerlo.

También, depilarme las piernas de nuevo no parecía mala idea.

Cuando terminé, tomé una toalla blanca enorme del mueble y me envolví en ella.

Entonces enfrenté un dilema. No lo había considerado. Que se suponía que me pondría? No un traje de baño, obviamente. Pero parecía demasiado tonto ponerme la misma ropa de nuevo. No quería pensar en todo lo que Rachel había empacado para mí.

Mi respiración comenzó a acelerarse de nuevo y mis manos temblaron gracias al efecto calmante del baño. Comencé a sentirme mareada, aparentemente un ataque de pánico venía en camino. Me senté en el piso frio, envuelta en mi toalla y puse la cabeza entre las rodillas. Recé porque ella no decidiera venir a checar antes de que pudiera calmarme. Podía imaginar lo que pensaría si me veía desmoronarme de esta forma. No sería difícil para ella convencerse a sí misma que cometíamos un error.

No estaba asustada porque pensara que cometíamos un error. Para nada. Me asustaba pensar que no tenía idea de cómo hacer esto, y me asustaba salir de este cuarto y encarar lo desconocido. Especialmente en lencería Francesa. Sabía que no estaría lista para eso aún.

Se sentía exactamente como tener que salir a enfrentar un teatro lleno de gente, sin saber cuales eran mis líneas.

Cómo hace la gente esto tragarse los miedos y confiar en alguien más tan implícitamente con cada imperfección y miedo con que cuentan con menos qué compromiso absoluto como el que Santana me ofrecía? Si no estuviera Santana ahí afuera, si cada célula de mi cuerpo no supiera lo mucho que me amaba, así como yo la amaba a ella incondicional e irrevocablemente y para ser honestos, irracionalmente nunca hubiera sido capaz de levantarme del piso.

Pero era Santana, y susurré las palabras —No seas cobarde — suavemente y me puse de pie. Coloqué la toalla aún más apretada bajo mis brazos y salí del baño con determinación. Pasé la maleta llena de encaje y la gran cama sin siquiera mirarlas. Salí por la puerta de cristal hacia la arena fina.

Todo se veía en blanco y negro, la luz de la luna opacaba todos los colores. Caminé lentamente a través de la arena tibia, haciendo una pausa en el árbol torcido donde ella había dejado sus ropas. Coloqué mi mano sobre el rugoso tronco y chequé que mi respiración estuviera tranquila. O lo suficientemente tranquila.

Miré hacia las pequeñas ondas del agua, oscuras en la noche, buscando por ella.

No fue difícil de encontrar. Ahí estaba parada, con su espalda hacia mí, la cintura dentro del agua, viendo hacia la luna. La pálida luz de la luna hacia ver su piel perfecta, e hizo su cabello mojado tan negro como el océano. Ahí estaba, sin moverse, con la palma de sus manos reposando sobre el agua; las pequeñas ondas golpeaban contra ella como si fuera de piedra. Miré hacia las pequeñas líneas de espalda, sus hombros, sus brazos, su cuello, su perfecta figura.

El fuego no quemaba ya sobre mi piel estaba calmada y enterrada ahora; se llevó de mi la incomodidad y la incertidumbre. Me despojé de la toalla sin duda alguna, dejándola sobre el árbol junto a sus ropas, y caminé hace la blanca luz; que me hacía parecer tan pálida como la nieve.

No podía escuchar el sonido de mis pasos cuando caminé hacia la orilla del agua, pero supuse que ella podía. Santana no dio la vuelta. Dejé que el agua tocara mis pies, y me di cuenta que ella tenía razón estaba muy caliente, tan caliente como un baño. Me interné en el agua, caminé cuidadosamente a través del piso invisible del oceáno, pero mi precaución no era necesaria; la arena seguía siendo tan suave y fina, me dirigí hacia Santana. Caminé contra corriente hasta estar a su lado, y coloqué mi mano en la suya que descansaba sobre el agua.

—Hermosa — le dije.
—Todo está bien — me contestó, sin impresionarse. Volteó lentamente para encontrar mi mirada; pequeñas olas se formaban con sus movimientos y chocaban contra mi piel. Sus ojos parecían color plata en su cara como hielo. Dobló su mano de forma que atrapó la mía y la hundió bajo la superficie del agua. Era lo suficientemente cálida como para que su piel fría no me estremeciera.
—Pero yo no usaría la palabra hermosa— continuó. —No comparándome contigo

Sonreí, y levanté mi mano libre, no temblaba y la coloqué sobre su corazón. Ella se estremeció un poco con el contacto cálido. Su respiración se volvió difícil.

—Te prometí que lo intentaríamos — susurró, tensa de repente. —Si… si hago algo malo, si te lastimo, me debes decir inmediatamente

Afirmé solemnemente, manteniendo mis ojos en los suyos. Tomé otro paso a través de las olas y recosté mi cabeza contra su pecho.

—No tengas miedo— murmuré. —Nos pertenecemos

Fui repentinamente abrumada por la verdad de mis propias palabras. Este momento era tan perfecto, tan correcto, no había duda de ello.

Sus brazos me envolvieron, reteniéndome contra ella, verano e invierno. Sentía como cada nervio de mi cuerpo era un cable vivo.

—Para siempre — coincidió, y entonces nos hundimos gentilmente en la profundidad del agua.

El sol, caliente sobre la desnudez de mi espalda, me despertó por la mañana. Muy tarde en la mañana, quizá era tarde, no estaba segura.

Todo, sin tomar en cuenta la hora, estaba claro; sabía perfectamente donde estaba el cuarto brillante con la super cama blanca, con los brillantes rayos del sol atravesando las puertas abiertas. La red sobre la cama suavizando el resplandor.

No abrí los ojos. Estaba demasiado feliz como para cambiar algo, sin importar lo pequeño que fuera. Los únicos sonidos eran las olas afuera, nuestra respiración, el latido de mi corazón…

Estaba cómoda, aún con el sol quemante. Su piel fría era el antídoto perfecto al calor. Descansando sobre su pecho, sus brazos a mi alrededor, se sentía tan bien y natural. Me pregunté por qué había entrado en pánico la noche anterior. Mis miedos parecían tontos ahora.

Sus dedos trazaban suavemente el camino de mi espalda, y supe que ella sabía que estaba despierta. Pero mantuve los ojos cerrados y apreté mis brazos sobre su cuello, tratando de acercarme más a ella.

No habló; sus dedos se movían de arriba abajo en mi espalda, apenas rozando mientras trazaba patrones sobre mi piel.

Yo habría estado feliz de quedarme ahí por siempre, para nunca tener que interrumpir este momento, pero mi cuerpo tenía otra idea. Reí por mi impaciente estómago. Parecía algo prosaico estar hambrienta después de todo lo que había pasado la noche anterior. Era como pisar la tierra de nuevo después de estar en el cielo.

—Qué es lo chistoso? — murmuró, aún acariciando mi espalda. El sonido de su voz, seria y profunda, trajo a mi mente imágenes de la noche anterior, y sentí como el color llenaba mi cara y cuello.

Para responder su pregunta, mi estómago gruñó. Reí de nuevo.

—No se puede escapar de ser humana por mucho tiempo.

Esperé, pero no rió conmigo. Lentamente, haciéndose camino entre las muchas capas de éxtasis que nublaban mi cabeza, me dí cuenta que la atmósfera era muy diferente fuera de mi propia esfera de felicidad.

Abrí los ojos; la primera cosa que vi fue su piel de la garganta, el arco de su mentón sobre mi cara. Su mandíbula estaba tensa. Me recargué sobre un codo para poder verla de cerca. Ella estaba viendo hacia el dosel de la cama y mientras no volteaba a verme, estudié su postura. Su expresión fue un shock envió dolores físicos a través de mi cuerpo.

—Santy — le dije, un sonido extraño salió de mi garganta. —Qué es esto? Que pasa?
—Tienes que preguntarlo? — Su voz era dura, cínica.

Mi primer instinto, el producto de una vida llena de inseguridades, fue preguntarme que había hecho mal. Pensé en todo lo que había pasado, pero no pude encontrar un solo momento amargo. Todo había sido más fácil de lo que esperaba; encajábamos perfecto, como un rompecabezas hecho para eso. Esto me había dado una satisfacción en secreto éramos compatibles físicamente, así como lo éramos en lo demás. Fuego y Hielo, existiendo de alguna forma, sin destruirse entre sí. Una prueba más de que yo le pertenecía.

No podía pensar en nada que la hubiera puesto así tan fría y severa. De qué me había perdido?

Su dedo suavizó las líneas de preocupación en mi frente.

—En qué piensas? — susurró
—Estás molesta. No lo entiendo. Acaso hice…? — no pude terminar.

Sus ojos se ajustaron un poco.

—Qué tan lastimada estás, Britt? Dime la verdad no trates de minimizarlo.
—Lastimada? — repetí; mi voz se oyó más fuerte de lo normal porque me tomó por sorpresa.

Levantó una ceja, sus labios pegados formando una pequeña línea.

Hice un chequeo rápido, estiré mi cuerpo, tensando y flexionando mis músculos. Sentí un poco de dolor, hinchazón, también, era verdad, pero básicamente tenía la sensación de que mis huesos se habían desprendido de mis articulaciones y que me había convertido en gelatina. Pero no era una sensación desagradable.

Y entonces me molesté, porque ella estaba satanizando la más perfecta de todas las mañanas con sus conjeturas pesimistas.

—Porqué sacaste esa conclusión? Nunca he estado mejor de lo que estoy ahora

Sus ojos se cerraron

—Detén esto
—Detener que?
—Deja de actuar como si no fuera el monstruo que accedió a esto
—Santana! — susurré, realmente molesta ahora. Estaba tratando de quitarme un alegre recuerdo y reemplazarlo con algo oscuro, manchándolo. —Nunca digas eso de nuevo

Ella abrió sus ojos, parecía que no quería verme.

—Mírate Britt. Y luego me dices si no soy un monstruo

Herida, sorprendida, seguí sus instrucciones sin pensar y me espanté.

Qué me había pasado? No tenía sentido ver toda esa nieve peluda colgando de mi piel. Sacudí la cabeza y una cascada blanca cayó de mi cabello.

Tomé entre mis dedos la suave nieve. Era una pieza caída.

—Porqué estoy cubierta en plumas?— Pregunté confundida.

Ella exhaló impacientemente.

—Mordí una almohada. O dos. Pero eso no es de lo que hablo.
—Mordiste una almohada? Por qué?
—Mira, Britt! — ella casi gritaba. Tomó mi mano delicadamente y la estiró — Mira eso

Esta vez, entendí lo que me decía.

Bajo la lluvia de almohadas, grandes moretones comenzaban a notarse sobre la piel de mi brazo. Mis ojos siguieron el rastro que hacían hasta mi hombro, y sobre las costillas. Hundí un dedo sobre un moretón, para verlo desaparecer un segundo y reaparecer un instante después. Molestó un poco.

Delicadamente, Santana colocó su mano sobre los moretones de mi brazo, uno a la vez, uniendo sus largos dedos en los patrones.

—Oh — dije

Traté de recordar esto el dolor pero no pude. No pude pensar en un solo momento en que sus abrazos fueran tan fuertes, o sus manos duras contra mí. Solo podía recordar que quería que me abrazara más fuerte y estar agradecida cuando lo hacía…

—Lo… siento tanto, Britt. —Susurró mientras veía los moretones. —Sabía bien que esto pasaría. No debí… — Hizo un sonido apagado, revolviéndose en lo profundo de su garganta. —Estoy más apenada de lo que podría expresar.

Puso un brazo sobre su cara y se quedó completamente quieta.

Me senté por un momento, en total shock, tratando de calmar ahora que entendía su miseria. Era tan diferente a como yo me sentía que me costaba procesarlo.

El impacto se desvaneció rápidamente, dejando nada en su ausencia. Vacio. Mi mente estaba en blanco. No podía pensar en que hacer o que decir. Como le podría explicar en la forma correcta? Como podría hacerla tan feliz como yo lo era o como había estado, un momento antes?

Tomé su brazo y no respondió. Envolví mis dedos alrededor de su muñeca y traté de quitar su brazo de la cara, pero pude haber tratado de mover una estatua porque así lo sentí.

—Santy

No se movió.

—Santy?

Nada. Entonces, sería un monólogo.

—Lo siento tanto, Santy. Estoy… ni siquiera puedo decírtelo. Estoy tan feliz. Eso no es suficiente. No te molestes. No lo hagas. Estoy realmente b…
—no digas la palabra “bien”. —Su voz era fría como hielo. —Si valoras mi salud, no digas que estás bien
—Pero lo estoy— susurré
—Britt — como si pudiera llorar. —No
—No. No tú, Santana!

Ella movió su brazo; sus ojos dorados me veían desconcertados.

—No lo arruines— le dije. —Estoy. Muy. Feliz
—Ya lo he arruinado— murmuró
—Deja eso!— ordené

Escuché sus dientes chocar de furia.

—Ugh! — gruñí. —Por qué no es posible que leas mi mente? Es muy inconveniente ser una muda mental!

Sus ojos se estrecharon un poco, distraídos a pesar de si misma.

—Eso es nuevo. Te encanta que no sea capaz de leer tu mente.
—No hoy

Me miró fijamente.

—Por qué?

Solté mis manos en frustración, sintiendo un ardor en mi hombro que ignoré. Mis palmas cayeron contra su pecho con un golpe seco.

—Porque todo este berrinche sería innecesario si pudieras ver como me siento ahora! O hace 5 minutos. Estaba muy feliz. Total y completamente fuera de este mundo. Ahora, bueno, estoy muy enojada
—Deberías estarlo
—Pues lo estoy. Te hace sentir mejor?

Exhaló.

—No, no creo que haya nada que me haga sentir mejor
—Eso — dije —Eso es por lo que estoy molesta. Estás matando mi alegría, Santana

Dio vuelta a los ojos y sacudió la cabeza.

Tomé una bocanada de aire. Comenzaba a sentir las molestias ahora, pero no estaba tan mal. Era algo así como cuando levanté pesas. Lo había hecho con Susan durante una de sus etapas obsesivas. Levanté 65 veces con 5 kilos en cada mano. No podía caminar al dia siguiente. Esto no se sentía ni la mitad de mal.

Tragué mi irritación y traté de suavizar la voz.

—Sabíamos que iba a ser difícil. Pensé que ya lo sabías. Y entonces bueno, fue mucho más fácil de lo que pensé. Y esto no es nada. — Señalé con mis dedos sobre mi brazo. —Creo que para ser la primera vez, sin saber que nos esperaba, lo hicimos increíble. Con un poco de práctica…

Puso la cara tan lívida que tuve que dejar de hablar.

—Saberlo? Esperabas esto Britt? Pensabas que te lastimaría? Pensabas que sería peor? Consideras este experimento un triunfo porque puedes caminar aún? Sin huesos rotos eso significa una victoria?

Esperé, dejando que dijera todo. Entonces esperé más mientras su respiración se calmaba. Cuando sus ojos se habían normalizado, pregunté, hablando con poca precisión.

—No sé que esperaba pero definitivamente no creí que fuera tan … tan… tan increíble como fue. — Mi voz se volvió un susurro, mis ojos se movieron de su cara a mis manos. —Quiero decir, no sé como fue para ti, pero eso fue para mí.

Un dedo frio levantó mi mandíbula.

—Es eso de lo que estás preocupada?— preguntó a través de sus dientes —Que no haya disfrutado?

Mis ojos no se levantaron.

—Sé que no es lo mismo. No eres humana. Solo trataba de explicarte que, para un humano, bueno, no puedo imaginar que la vida pueda dar algo mejor que esto

Se quedó callada por un largo rato, hasta que finalmente, tuve que verla.
Su cara se había suavizado, pensativa.

—Parece que tengo muchas cosas de las cuales disculparme— Hundió el entrecejo. —Nunca creí que pensarías que todo esto que siento significa que anoche no fue… bueno, la mejor noche de mi existencia. Pero no quería pensarlo así, no cuando tu fuiste…

Mis labios se torcieron un poco.

—De verdad? La mejor de tu vida?— pregunté apenada.

Tomó mi cara entre sus manos, aún pensativa.

—Hablé con Emma después de que tu y yo hicimos el pacto, esperando en que pudieras ayudarme. Por supuesto, me advirtió que podía ser muy peligroso para ti — Una sombra cruzó su cara. —Ella tenía fé en mi, fé que no merezco

Comencé a protestar, y el puso dos dedos sobre mis labios antes de poder continuar.

—También le pregunté que debería esperar. No sabía como sería para mí… yo siendo vampira.— Sonrió levemente. —Emma me dijo que era algo muy poderoso, como nada en el mundo. Me dijo que el amor físico era algo que no debía tomar a la ligera. Con nuestras raros cambios de temperamento, emociones fuertes pueden alterarnos de forma permanente. Pero me dijo también que no necesitaba preocuparme por esa parte tu ya me habías cambiado completamente. — Esta vez, su sonrisa era genuina.
—Hablé con mis hermanas también. Ellas me dijeron que era un gran placer. Detrás únicamente de tomar sangre humana. — Una línea se formó en su frente. —Pero yo he probado tu sangre, y no existe sangre más potente que eso… No creo que estén equivocadas, realmente. Solo que es diferente para nosotros. Algo más
—Fue más. Lo fue todo
—Eso no cambia el hecho de que estuvo mal. Aún cuando sea posible que te sientas así
—Qué significa eso? Crees que estoy inventando todo? Por qué?
—Para calmar mi culpa. No puedo ignorar la evidencia Britt. O tu historia, cuando antes ya has hecho cosas para hacerme sentir mejor

Tomé su mentón y la acerqué a mí, de forma que nuestras caras estaban a centímetros.

—Escuchame Santana. No estoy inventando nada por ti, de acuerdo? Ni siquiera sabía que tenía que haber una razón para hacerte sentir mejor hasta que empezaste a ser miserable. Nunca he estado más feliz en mi vida. No estuve así de feliz cuando decidiste que me amabas más de lo que deseabas matarme, o la primer mañana cuando desperté y estabas ahí esperando por mí…. Ni cuando escuché tu voz en el salón de ballet —Ella se estremeció con el recuerdo de mi encuentro con un rastreador, pero no me detuve —o cuando dijiste “acepto” y me dí cuenta que de alguna forma te tendría para siempre. Esos son recuerdos felices, y esto es mejor que cualquiera de ellos. Así que acostúmbrate.

Ella tocó la línea entre mis cejas.

—Te estoy haciendo infeliz ahora. No quiero q se así
—Entonces no seas infeliz. Es lo único que está mal aquí

Sus ojos se entrecerraron, tomó un gran respiro y asintió.

—Tienes razón. El pasado es pasado y no puedo hacer nada para cambiarlo. No tiene sentido dejar que mi mal humor te amargue la vida. Hare lo posible por hacerte feliz ahora

Examiné su cara con desconfianza, y ella me correspondió con una sonrisa serena.

—Lo que sea que me haga feliz?

Mi estómago rugió al mismo tiempo de preguntar.

—Tienes hambre — dijo rápidamente. Se salió agilmente de la cama, dejando un camino de plumas a su paso. Lo que me recordó.
—Entonces, por qué exactamente decidiste destruir las almohadas de Emma? — Pregunté, sentándome y sacudiendo plumas de mi cabello.

Ella ya tenía puestos un par de shorts cortos, y estaba parada en la puerta, acomodando su cabello, quitando las plumas.

—No sé si decidí hacer algo anoche— murmuró —Simplemente fuimos afortunadas de que hayan sido las almohadas y no tu — Inhaló profundamente y sacudió la cabeza, como si quisiera sacarse un pensamiento malo. Una auténtica sonrisa se dibujó en su cara, pero supuse que había sido un gran esfuerzo para ella.

Me deslicé cuidadosamente de la cama y me estiré de nuevo, más consciente ahora, del dolor e inflamación. La escuché carraspear. Se dio la vuelta, con sus manos en puños.

—Luzco tan mal? — pregunté, tratando de amenizar el ambiente. Sostuvo la respiración y siguió sin voltear, probablemente para esconder la expresión en su rostro. Caminé hacia el baño para checarme.

Definitivamente había empeorado. Había una ligera mancha en mi mejilla, y mis labios estaban inflamados, pero por otra cosa, mi cara estaba bien. El resto de mi cuerpo estaba decorado con parches azulados y morados. Me concentré en los moretones que eran más difíciles de ocultar mis brazos, mis hombros. Pero no eran tan malos. La piel se repone rápidamente. Para el momento en que un moretón aparecía yo ya me había olvidado cómo se había formado. Por supuesto, estos apenas estaban en desarrollo. Se verían peor mañana. Eso no haría las cosas más sencillas.

Miré mi cabello, y después gruñí.

—Britt? — Ella estaba detrás de mí en cuanto hice el sonido.
—Nunca podré quitarme esto del cabello — Apunté hacia mi cabeza, con lo que parecía un nido de pájaros. Comencé a jalonear las plumas.
—Deberías preocuparte por tu cabello — se quejó, pero se puso detrás mio, quitándo las plumas más rápidamente.
—Cómo te contuviste de reírte? Me veo ridícula

No contestó; se mantenía quitando las plumas. Y sabía la respuesta de inmediato no había anda que pudiera parecerle gracioso de esto.

—No va a funcionar — Suspiré después de un minutos —Está enredado. Tendré que lavarlo — Y me dí la vuelta, colocando mis brazos en su cintura. —Quieres ayudarme?
—Mejor buscaré comida para ti — Dijo en una voz calmada, y gentilmente se desprendió de mis brazos. Suspiré mientras desaparecía, moviéndose rápidamente.

Parecía que mi luna de miel había terminado. Eso me hizo un nudo en la garganta.

Cuando estuve libre de plumas y vestida con un vestido blanco nuevo de algodón que cubría la mayor parte de los moretones, caminé descalza hacia donde me dirigía el olor de los huevos, tocinos y queso cheddar.

Santana estaba paranda frente a la estufa de acero inoxidable, cocinando un omelet bajo la fina luz azulada del lugar. El olor a comida me invadió. Me creí capaz de comerme todo el plato e incluso el sartén; mi estómago reclamó.

—Aquí está — me dijo. Se dio la vuelta con una sonrisa en su cara y colocó el plato en una pequeña mesa.

Me senté en una de las sillas de metal, oliendo los huevos calientes. Quemaron mi gargante, pero no me importó.

Se sentó frente a mí.

—No te estoy alimentando bien

Tragué y le recordé

—Estaba dormida, y esto está realmente bueno, por cierto. Impresionante viniendo de alguien que no come
—Food Network — me dijo, regalándome la sonrisa torcida que era mi favorita.

Estaba feliz de verla, feliz de que se viera un poco más normal.

—Le pedí a unas personas que vinieran a limpiar la cocina. Por primera vez en este lugar. Creo que les pediré que limpien las plumas también — Ella se distrajo, su mirada fija en un espacio sobre mi cabeza. No respondí, tratando de evitar decir algo más que pudiera molestarla de nuevo.

Comí todo, aún cuando había comida suficiente para dos.

—Gracias — le dije. Me recosté sobre la mesa para besarla. Me besó automáticamente y repentinamente se alejó de mí.

Apreté mis dientes, y la pregunta que quería hacer antes, salió de mí, sonando como una acusación —No me volverás a tocarme mientras estemos aquí verdad?

Dudó, entonces con una breve sonrisa levantó su mano y acarició mi mejilla. Sus dedos pasaban suavemente sobre mi piel, y no pude evitar colocar mi cara en su palma.

—Sabes que esto no es lo que me refiero

Suspiró y dejó caer su mano.

—Lo sé. Y estás en lo cierto. — Pausó, levantando su mentón ligeramente. Y entonces habló de nuevo con convicción. —No haré el amor contigo hasta que te hayas transformado. No volveré a lastimarte


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Mensaje por iFannyGleek Mar Ene 28, 2014 1:12 am

Santana me desesperó poquito XD es que siempre se siente culpable de todo.

Espero tu actualización. :)
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Mensaje por dianna agron 16 Mar Ene 28, 2014 7:58 pm



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Distracciones


Mi entretenimiento se convirtió en la prioridad número uno en Isla Emma.

Hicimos snorkel (bueno, yo hice snorkel, mientras ella alardeaba de su capacidad de aguantar sin oxígeno indefinidamente), exploramos la pequeña jungla que rodeaba el pico de roca. Visitamos a los loros que habitaban en la pajarera que había en la zona sur de la isla, vimos la puesta de sol en la cala pedregosa que había al oeste, nadamos con los delfines que jugaban en las cálidas y poco profundas aguas. O al menos yo lo hice: cuando Santana estaba en el agua, los delfines desparecían como si hubiese un tiburón cerca.

Sabía lo que estaba tramando. Intentaba mantenerme ocupada, distraída, para que no le fastidiase con el tema del sexo.

Cada vez que intentaba sugerir que descansáramos un poco viendo uno de los millones de DVD que había bajo la televisión de plasma, me atraía fuera de la casa con palabras mágicas como arrecifes de coral o cuevas submarinas o tortugas acuáticas.

Nos pasábamos el día sin parar, en marcha, para que cuando el sol se ponía yo estuviera famélica y exhausta.

Cada noche, me desvanecía sobre el plato en cuanto terminaba de cenar. De hecho, en una ocasión me quedé dormida sobre la mesa y tuvo que llevarme a la cama.

En parte, porque Santana siempre preparaba demasiada comida, pero yo estaba tan hambrienta después de nadar y escalar durante todo el día que me lo comía casi todo.

Y después, llena y desfallecida, casi no podía mantener los ojos abiertos.
Todo parte del plan, sin duda.

La extenuación no ayudaba mucho con mis intentos de seducción, pero no me rendía.

Lo intenté razonando, suplicando y refunfuñando, sin resultado.

Normalmente estaba inconsciente antes de poder defender mi caso. Y después, mis sueños parecían tan reales principalmente pesadillas, que parecían más reales debido a los colores brillantes de la isla, supuse que me despertaba cansada sin importar cuanto tiempo dormía.

Más o menos una semana después de haber llegado a la isla, intenté llegar a un acuerdo. Nos había funcionado en el pasado.

Ahora dormía en la habitación azul. El equipo de limpieza no llegaría hasta el día siguiente, así que la habitación blanca aún estaba cubierta por una alfombra de plumas.

La habitación azul era más pequeña, y la cama, de unas proporciones más razonables.

Las paredes eran oscuras, con paneles de teca, y todos los accesorios eran de lujosa seda azul.

Había empezado a ponerme algunas cosas de la colección de lencería de Rachel, para dormir por las noches, que no eran tan reveladoras comparadas con los diminutos bikinis que había puesto en mi equipaje. Me preguntaba si había tenido una visión de por que yo querría tales cosas, y después me estremecí, avergonzada por aquel pensamiento.

Empecé despacio, con inocentes satenes de color marfil, preocupada por el hecho de que dejar mucha piel al descubierto tuviera el efecto opuesto al deseado, pero dispuesta a probar lo que hiciese falta.

Santana pareció no notar nada, como si yo llevara puesta una de las viejas y andrajosas sudaderas que solía ponerme en casa.

Los moretones estaban mucho mejor, poniéndose amarillos en algunas zonas, y desapareciendo completamente en otras, así que esa noche elegí una de las piezas más aterradoras y me la puse en el baño. Era negro, de encaje, y daba vergüenza mirarlo incluso cuando no lo llevabas puesto. Tuve cuidado de no mirarme en el espejo antes de volver a la habitación. No quería perder los nervios.

Tuve la satisfacción de ver cómo los ojos casi se le salían de las cuencas, justo un segundo antes de que consiguiera controlar su expresión.

— ¿Qué te parece? —pregunte, dando vueltas para que pudiera verme desde todos los ángulos.

Se aclaró la garganta.

—Estás muy guapa. Como siempre.
—Gracias —dije, agriamente.

Estaba demasiado cansada como para evitar subirme rápidamente a la suave cama.

Puso sus brazos alrededor de mí y me acercó a su pecho, pero esto era rutinario, porque hacía demasiado calor como para que yo consiguiese dormir sin tener su frío cuerpo cerca.

—Te propongo un trato — dije, medio dormida.
—No voy a hacer ningún trato contigo —contestó.
—Ni siquiera has escuchado lo que te voy a ofrecer.
—No importa.

Suspiré.

— ¡Maldición! De verdad quería… bueno.

Puso los ojos en blanco.

Cerré los míos, dejando allí el cebo. Bostecé.

Sólo le llevó un minuto, no lo suficiente como para que yo me quedara colgada.

—De acuerdo. ¿Qué es lo que quieres?

Rechiné los dientes por un momento, luchando contra una sonrisa. Si había algo que ella no podía resistir, era la oportunidad de darme algo.

—Bueno… estaba pensando que todo el rollo de Darthmouth era supuestamente una coartada, pero sinceramente, un semestre en la universidad probablemente no me mataría —dije, repitiendo sus propias palabras de hacía tiempo, cuando trataba de convencerme de que olvidara mi conversión en vampiro. —Apuesto a que Charlie se emocionaría con las historias de Darthmouth. Por supuesto, podría ser embarazoso si no consigo seguir el ritmo de esos cerebritos. De todas formas… dieciocho, diecinueve… No es que haya gran diferencia. No es como si me fueran a salir patas de gallo el próximo año.

Se quedó en silencio un momento, después, en voz baja dijo:

—Lo harías. Permanecerías humana.

Me mordí la lengua, dejando que asumiera la oferta.

— ¿Por qué me haces esto? —dijo entre dientes, repentinamente enfadada — ¿No es ya bastante duro sin todo esto? — Agarró un puñado de encaje que estaba embarullado sobre mi muslo. Por un momento, pensé que lo iba a romper por la costura. Pero su mano se relajó. —No importa. No voy a hacer ningún trato contigo.
—Quiero ir a la universidad.
—No, no quieres. Y no hay nada que merezca tanto la pena como para arriesgar tu vida otra vez, como para que te haga daño.
—Pero quiero ir a la universidad. Bueno, no es la universidad en si lo que quiero, pero quiero ser humana durante un tiempo más.

Cerró los ojos y expiro aire por la nariz.

—Me estás volviendo loca, Britt. ¿No hemos tenido esta discusión un millón de veces, y siempre suplicabas que te convirtiera sin demora?
—Si, pero… bueno, tengo una razón para querer ser humana que antes no tenía.
—¿Y qué razón es?
—Adivina… —dije, arrastrándome sobre las almohadas para besarla.

Me devolvió el beso, pero no de una forma que me hiciese intuir que estaba ganando. Era más bien como si tratara de no herir mis sentimientos; completamente, exasperantemente manteniendo el control de si misma.

Suavemente, me aparto después de un momento, y me acunó contra su pecho.

—Eres demasiado humana, Britt. Te controlan las hormonas — rió.
—Esa es la cuestión, Santana. Me gusta esta parte de ser humana. No quiero dejarlo todavía. No quiero esperar durante años de ser una neófita loca por la sangre para que sólo parte de todo esto vuelva a mí.
Yo bostecé, y ella sonrió.
—Estás cansada. Duerme, amor. —Empezó a tararear la nana que había compuesto para mí cuando nos conocimos.
—Me pregunto por que estaré tan cansada — murmuré sarcásticamente —No puede ser parte de tu plan, ni nada.

Rió y después volvió a tararear.

—Con todo lo cansada que estoy, cualquiera diría que podría dormir bien.

La canción cesó.

—Has estado durmiendo como un tronco, Britt. No has dicho ni una sóla palabra en sueños desde que llegamos aquí. Si no fuera por los ronquidos, me preocuparía que te hubieras quedado en coma.

Ignoré la pulla de los ronquidos, yo no roncaba.

—¿No he estado dando vueltas en la cama? Es raro. Normalmente me retuerzo mucho cuando tengo pesadillas. Y grito.
—¿Has estado teniendo pesadillas?
—Y muy vívidas. Me dejan agotada —bostecé —No puedo creer que no haya estado farfullando todas las noches.
—¿Pesadillas sobre qué?
—Sobre muchas cosas diferentes… pero a la vez iguales, ¿sabes? Por los colores.
—¿Colores?
—Todo es muy brillante, y real. Normalmente, cuando sueño, sé que estoy soñando. Pero con éstas, no sé que estoy durmiendo, y eso las hace más aterradoras.

Sonó inquieta cuando volvió a hablar.

—¿Qué es lo que te da tanto miedo?

Me estremecí ligeramente.

—Sobre todo…
—¿Sobre todo…? —apuntó.

No sabía por qué, pero no quería decirle nada sobre el niño de mis pesadillas. Había algo… privado acerca de aquel horror en particular. Así que, en vez de darle una descripción completa, le di sólo uno de los elementos.

—Los Vulturi —susurré.

Me estrechó con más fuerza.

—No nos van a molestar nunca más. Vas a ser inmortal muy pronto, así que no tendrán razones para ello.

Dejé que me reconfortara, sintiéndome un poco culpable de que lo hubiera malinterpretado. Las pesadillas no eran así exactamente.

No era que tuviese miedo por mí, tenía miedo por el niño.

No era el mismo niño del primer sueño, aquel niño vampiro con los ojos de un rojo sangre que se sentaba sobre una pila de cadáveres de mis seres queridos. Éste niño con el que había soñado cuatro veces durante la semana pasada, era definitivamente humano.Sus mejillas estaban sonrojadas, y sus enormes ojos eran de un suave color azul.

Pero tal y como hacía el otro niño, se estremecía de miedo y desesperación mientras los Vulturi se acercaban a nosotras.

En este sueño, que era nuevo y viejo a la vez, yo simplemente tenía que proteger a ese niño. No había otra opción, y al mismo tiempo, sabía que no lo conseguiría.

Vio la desolación pintada en mi cara.

—¿Qué puedo hacer para ayudar?

Negué con la cabeza.

—Son sólo sueños, Santy.
—¿Quieres que cante para ti? Cantaré toda la noche si eso sirve para mantener los malos sueños lejos.
—No todos son malos. Algunos son bonitos… Muy… coloridos. Bajo el agua, con los peces y los corales. Parece que está sucediendo de verdad, como si no estuviera soñando. Puede que la isla sea el problema. Todo es demasiado brillante aquí.
—¿Quieres volver a casa?
—No, no. Todavía no. ¿No podemos quedarnos un poco más?
—Podemos quedarnos tanto tiempo como quieras, Britt —me prometió.
—¿Cuándo empieza el semestre? No presté demasiada atención.

Suspiró. Puede que empezara a canturrear de nuevo, pero, antes de que pudiera estar segura, ya estaba ida.

Más tarde, cuando desperté en la oscuridad, fue con un susto.

El sueño había sido muy real… vívido, sensorial…

Grité, desorientada en la habitación oscura. Sólo un segundo antes, parecía que estaba bajo la brillante luz del sol.

—¿Britt? –susurró Santana, con su brazos alrededor mío, sacudiéndome suavemente. —¿Estás bien, cariño?

Emití un grito ahogado, de nuevo. Sólo un sueño. No era real. Para mi completo asombro, las lágrimas caían de mis ojos sin previo aviso, resbalando por mi cara.

—¡Britt! –dijo en voz alta, ahora alarmada. —¿Qué pasa?

Limpió con sus dedos fríos y frenéticos las lágrimas que me resbalaban por las mejillas, pero otras las sustituyeron.

—Sólo era un sueño.

No pude contener el sollozo que rompió mi voz. Las insensibles lágrimas eran molestas, pero no pude controlar la asombrosa pena que me oprimía. Quería desesperadamente que el sueño fuese real.

—Todo está bien, amor, estás a salvo. Estoy aquí —me acunó adelante y atrás, demasiado rápido para que consiguiera calmarme —¿Has tenido otra pesadilla? No era real, no era real.
—No era una pesadilla —sacudí la cabeza frotándome los ojos con el dorso de la mano —Era un buen sueño —mi voz se quebró de nuevo.
—Entonces ¿por qué lloras? —preguntó, desconcertada.
—Porque he despertado. —gemí, rodeando su cuello con mis brazos, y sollozando contra su garganta.

Se rió de mi lógica, pero el sonido fue tenso por la preocupación.

—No pasa nada, Britt. Respira hondo.
—Era muy real. —lloré —Quiero que sea real.
—Cuéntamelo —me urgió —Tal vez eso ayude.
—Estábamos en la playa… —me aparté, para mirar con los ojos llenos de lágrimas su ansiosa cara de ángel, borrosa en la oscuridad.

La miré melancólicamente, hasta que la irracional pena empezó a desvanecerse.

—¿Y...? —me apremió.

Pestañeé para que las lágrimas salieran de mis ojos llorosos.

–Oh, Santy…
–Cuéntame, Britt…–suplicó, con ojos preocupados por el dolor que sonada en mi voz.

Pero no pude. En vez de eso, rodeé de nuevo su cuello con mis brazos y mi boca se poso febrilmente sobre la suya.

No era deseo, era necesidad, tanta que dolía.

Su respuesta fue instantánea, pero pronto fue seguida por su rechazo.

Forcejeó conmigo tan delicadamente como pudo, sorprendia, apartándome mientras me sujetaba por los hombros.

–No, Britt –insistió, mirándome preocupada, como si pensara que yo había perdido la razón.

Dejé caer los brazos, derrotada, las extrañas lágrimas cayendo de nuevo en torrente por mi cara, con un sollozo creciendo más y más en mi garganta.

Ella tenía razón, debía estar loca.

Me miró, con ojos confundidos y llenos de angustia.

–Lo s-s-s-siento… –farfullé.

Me acercó a ella de nuevo, abrazándome estrechamente contra su pecho de mármol.

–No puedo Britt, no puedo –dijo con un agónico gemido.
–Por favor…–dije, mi ruego sonó apagado contra su piel –Por favor, Santy.

No podría decir si las lágrimas que hacían temblar mi voz la conmovieron, si fue que no estaba preparada para manejar mi repentino ataque, o si su necesidad era tan insoportable como la mía en aquel momento.

Pero cualquiera que fuera la razón, el caso es que acercó sus labios a los míos, rindiéndose con un gruñido.

Retomamos las cosas justo donde se habían quedado en mi sueño.

Me quedé muy quieta cuando desperté a la mañana siguiente, intentando mantener el ritmo de mi respiración. Tenía miedo de abrir los ojos.

Estaba acostada a través del pecho de Santana, pero ella estaba muy quieta y sus brazos no me rodeaban. Eso era mala señal. Tenía miedo de reconocer que estaba despierta y enfrentarme a su ira, estuviese a quien estuviese dirigida aquel día.

Con cuidado, eché un vistazo a través de mis pestañas. Estaba mirando hacia arriba, al oscuro techo, con los brazos detrás de la cabeza. Me incorporé sobre mi hombro para poder verle la cara mejor. Su expresión era suave, sin emociones.

–¿Estoy metida en un lío? –pregunté con una suave vocecilla.
–En uno bien grande. –dijo, pero volvió la cabeza y me dedicó una sonrisita de suficiencia.

Suspiré con alivio.

–Lo siento…–dije –no pretendía… Bueno, no se exactamente que me pasó anoche –sacudí la cabeza al recordar esas lágrimas irracionales, el aplastante dolor.
–No llegaste a contarme de que iba tu sueño.
–Supongo que no… pero más o menos te mostré de que iba. –dije con una risita nerviosa.
–Oh –dijo. Sus ojos se ensancharon y luego los entrecerró –Interesante…
–Era un sueño muy bueno –murmuré. Como no hizo ningún comentario, pasados unos segundos pregunté – ¿Estoy perdonada?
–Me lo estoy pensando.

Me senté, dispuesta a examinar mi cuerpo, aunque de todas formas no parecía haber plumas a mi alrededor. Pero cuando me moví, una extraña sacudida de vértigo me recorrió. Me tambaleé y caí de espaldas sobre las almohadas.

–Whoa… un mareo.

Sus brazos me rodearon entonces.

–Has dormido mucho, doce horas.
– ¿Doce? –que raro.

Me eché una ojeada a mi misma mientras hablaba, intentando no llamar la atención.

Parecía estar bien. Los moratones de mis brazos seguían siendo los de la semana pasada, casi amarillos. Me estiré, haciendo un experimento, y también me sentía bien. Bueno, más que bien, la verdad.

– ¿Está todo lo del inventario?

Asentí tímidamente.

–Parece que todas las almohadas han sobrevivido.
–Desgraciadamente, no puedo decir lo mismo de tu… ehm… camisón. –inclinó la cabeza hacia los pies de la cama, donde trozos de encaje negro estaban esparcidos sobre las sábanas de seda.
–Vaya… ese me gustaba –dije.
–A mi también.
– ¿Hay más bajas? –pregunté tímidamente.
–Voy a tener que comprarle a Emma una cama nueva –confesó, mirando por encima del hombro. Seguí su mirada y me sorprendí al ver que grandes trozos de madera parecían haber sido arrancados de la parte izquierda del cabecero.
–Hmm – fruncí el ceño –Cualquiera pensaría que yo tendría que haber oído eso.
–Parece ser que no eres nada observadora cuando tu atención está puesta en otras cosas.
–Estaba un poco absorta –admití, sonrojándome.

Tocó mi ardiente mejilla y suspiró.

–Voy a echar de menos esto, mucho.

Le miré a la cara, buscando signos de de la ira o el remordimiento que tanto temía.

A su vez, ella me miró, con apariencia tranquila pero ilegible.

– ¿Qué tal estás?

Se rió.

– ¿Qué? –pregunté.
–Pareces sentirte culpable, como si hubieses cometido un crimen.
–Me siento culpable.
–Sedujiste a tu demasiado dispuesta esposa. No es un pecado capital.

Parecía estar bromeando. Mis mejillas se pusieron aún más rojas.

–La palabra seducción implica cierta cantidad de premeditación.
–Puede que esa no fuera la palabra apropiada –concedió.
– ¿No estás enfadada?

Sonrió apesadumbrada

–No estoy enfadada.
– ¿Por qué?
–Bueno… –hizo una pausa –No te he hecho daño, al menos. Esta vez fue más fácil controlarme, canalizar mis excesos –sus ojos volaron hacia el destrozado cabecero –Tal vez porque tenía una ligera idea de que esperar.

Una sonrisa llena de esperanza se extendió por mi cara.

–Te dije que era cuestión de práctica.

Puso los ojos en blanco. Mi estómago rugió y ella se rió.

– ¿Hora de desayunar para los humanos? –preguntó.
–Por favor –dije, saltando de la cama. Pero me moví demasiado rápido y me tambaleé como una borracha para recuperar el equilibrio. Me sujetó antes de que estampase contra la cómoda.
– ¿Estás bien?
–Si en mi próxima vida no tengo mejor sentido del equilibrio, pediré un reembolso.

Esa mañana cociné yo. Freí unos huevos, demasiado hambrienta para preparar cualquier cosa más elaborada. Impaciente, los puse en el plato solo unos minutos después.

– ¿Desde cuando comes huevos con la yema casi cruda?
–Desde ahora.
– ¿Sabes cuantos huevos has comido sólo durante la semana pasada? –cogió el cubo de la basura de debajo del fregadero. Estaba lleno de hueveras de cartón azul.
–Que raro –dijo después de tragar un bocado que quemaba –Este sitio está cambiando mi apetito –y mis sueños, y mi ya dudoso sentido del equilibrio –Pero me gusta estar aquí. Aunque tendremos que irnos pronto, ¿no?, para llegar a Dartmouth a tiempo. Wow, si hasta tenemos que encontrar un sitio para vivir y todo…

Se sentó a mi lado.

–Puedes dejar ya de fingir acerca de la universidad, ahora que ya conseguiste lo que querías. Y no habíamos llegado a ningún acuerdo, así que no hay nada que te ate.

Resoplé.

–No estaba fingiendo, Santy. No me paso el día tramando cosas, como alguien que conozco. ¿Qué podemos hacer para agotar hoy a Britt? –dije, en una pobre imitación de su voz. Se rió, sin sentirse avergonzada –De verdad que quiero un poco más de tiempo como humana –me incliné para acariciar su abdomen desnudo. –Aún no he tenido suficiente.

Me dirigió una mirada dubitativa.

– ¿De esto? –pregunto, cogiendo mi mano y moviéndola hacia su bajo vientre. – ¿El sexo ha sido la clave todo este tiempo? –Puso los ojos en blanco – ¿Por qué no pensé en ello antes? –dijo sarcásticamente –Me hubiese ahorrado unas cuantas discusiones.
–Si, probablemente –reí.
–Eres demasiado humana –dijo otra vez.
–Lo sé.

El principio de una sonrisa tiró de las comisuras de sus labios hacia arriba.

–Así que... ¿vamos a ir a Dartmouth? ¿En serio?
–Probablemente me echaran después del primer trimestre.
–Seré tu tutora – su sonrisa era evidente ahora –Te va a encantar la universidad.
– ¿Crees que podremos encontrar un apartamento a estas alturas?

Hizo una mueca de culpabilidad.

–Bueno… la verdad es que… ya tenemos una casa allí. Sólo por si acaso, ya sabes.
– ¿Has comprado una casa?
– Las propiedades inmobiliarias son buenas inversiones.

Levanté una ceja y lo dejé pasar

–Así que estamos listas para ir.
–Tendré que preguntar si podemos quedarnos tu coche durante un tiempo más.
–Si, que el cielo no permita que no me encuentre protegida contra tanques.

Sonrió burlonamente.

– ¿Cuánto tiempo nos podemos quedar? –pregunté.
–Vamos bien de tiempo. Unas semanas más, si quieres. Y así podríamos visitar a Charlie antes de irnos a New Hampshire. Podríamos pasar las navidades con Susan…

Sus palabras pintaron un futuro inmediato de lo más feliz. Un futuro libre de dolor para todos los involucrados. El “cajón” de Sam, de todo menos olvidado, resonó, y retoqué el pensamiento. Casi para todos los involucrados.

No se estaba poniendo nada fácil. Ahora que había descubierto exactamente lo bueno que podía llegar a ser humana, era tentador dejar que mis planes fueran a la deriva.

Dieciocho o diecinueve, diecinueve o veinte. ¿De verdad importaba tanto? Y ser humana junto a Santana… La decisión se tornaba cada vez más delicada.

–Unas semanas más –acordé. Y después, porque el tiempo nunca parecía suficiente, añadí –Y estaba pensando… ¿te acuerdas de lo que decía sobre la práctica?

Santana rió.

– ¿Puedes esperar un momento? Oigo un barco, los de la limpieza deben estar aquí.

Quería que esperase un momento. ¿Significaba eso que no me iba a dar más problemas sobre las “prácticas”? Sonreí.

–Deja que le explique a Gustavo el desastre de la habitación blanca, y después podemos salir. Hay un lugar en la jungla, en el sur...
–No quiero salir. Hoy no pienso caminar por toda la isla. Quiero quedarme aquí y ver una película.

Apretó los labios, tratando de no reírse de mi tono contrariado.

–Vale, como prefieras. ¿Por qué no eliges una mientras voy a abrir la puerta?
–No he oído a nadie picar.

Movió la cabeza a un lado, escuchando atentamente, y, medio segundo más tarde, un tímido repiqueteo sonó en la puerta. Sonrió burlonamente y se dirigió al pasillo.

Recorrí con la mirada la estantería que había bajo la televisión, mirando los títulos. No era fácil decidir por dónde empezar, tenían más DVDs que en un videoclub.

Puede oír la aterciopelada voz de Santana mientras se acercaba por el pasillo, conversando fluidamente en lo que pensé debía ser un perfecto portugués. Otra voz, más áspera, respondía en la misma lengua.

Santana los acompaño a la habitación, apuntado hacia la cocina de camino allí. Los dos brasileños parecían increíblemente bajos y morenos a su lado. Uno de ellos era un hombre grueso, y la otra una mujer delgada, ambos con las caras surcadas de arrugas.

Santana me señaló con una sonrisa llena de orgullo, y oí mi nombre mezclado entre una ráfaga de palabras raras.

Me ruboricé un poco al pensar en el desastre que pronto iban a encontrar en la habitación blanca. El hombre me sonrió educadamente.

Pero la menuda mujer de piel color café no sonrió. Me miró con una mezcla de horror, preocupación, y sobre todo, miedo. Antes de que yo pudiera reaccionar, Santana le hizo un gesto para que le siguieran hacia el “gallinero”, y se fueron.

Cuando volvió estaba sola. Caminó rápidamente hacia mí y me envolvió con sus brazos.

– ¿Qué pasa con ella? –susurré con urgencia, recordando su expresión de pánico.

Santana se encogió de hombros, no parecía preocupada.

–Kaure es mitad india, de la tribu Takuma. Fue educada para ser supersticiosa, o también se podría decir para que fuera más cauta, al menos más que aquellos que viven en el mundo moderno. Sospecha lo que soy, o casi –todavía no sonaba preocupada –Aquí tienen sus propias leyendas. El Libishomen, un demonio que bebe sangre, y se alimenta en exclusiva de mujeres hermosas.

Me lanzó una mirada lasciva.

¿Sólo de mujeres hermosas? Bueno, eso era halagador.

–Parecía aterrorizada –dije.
–Y lo está. Pero principalmente está preocupada por ti.
– ¿Por mí?
–Tiene miedo por que te tengo aquí conmigo, a solas –Ahogó una risita, y clavó la mirada en la estantería –Bueno, ¿Por qué no escoges algo para ver? Eso es algo humano y aceptable.
–Si, estoy segura de que una película la convencerá de que eres humana –reí, y me puse de puntillas para rodearle el cuello con los brazos.

Ella se agachó para que pudiera besarla, y después sus brazos se apretaron alrededor de mí, levantándome del suelo para no estar doblada.

–Película, pelicula –murmuré, mientras sus labios se desplazaban hacia mi garganta y yo enterraba los dedos en su cabello.

Entonces oí un grito ahogado, y ella me soltó de repente.

Kaure estaba congelada en el pasillo, con los cabellos llenos de plumas, más plumas dentro de una bolsa que sujetaba entre los brazos, y una expresión de terror en su cara.

Me miró fijamente, con los ojos desorbitados. Yo me sonrojé y miré al suelo.

Entonces, recuperó la compostura y murmuró algo que, incluso en otro idioma, era claramente una disculpa. Santana sonrió y contestó en tono amistoso. Apartó los ojos de nosotras y siguió caminando por el pasillo.

– ¿Estaba pensando lo que pienso que estaba pensando?

Se rió de mi enrevesada frase.

–Si.
–Esta –dije, estirándome para coger una película al azar –Ponla, y podemos fingir que la estamos viendo.

Era un viejo musical lleno de caras sonrientes y vestidos vaporosos.

–Muy “luna de miel” –aprobó Santana.

Mientras los actores bailaban en la pantalla una alegre canción introductoria, yo me repantigué en el sofá, acurrucándome entre los brazos de Santana.

– ¿Vamos a volver a la habitación blanca? –pregunté distraídamente.
–No sé… Ya he destrozado el cabecero de la otra cama, sin posibilidad de reparación alguna. Puede que, si limitamos la destrucción a una sola zona de la casa, Emma vuelva a invitarnos algún día.

Sonreí abiertamente.

– ¿Así que va a haber más destrucción?

Se rió de mi cara.

–Creo que sería más seguro si es algo premeditado, en vez de esperar a que me ataques otra vez.
–Eso es sólo una cuestión de tiempo –admití, pero ya sentía el pulso desatado en las venas.
– ¿Tienes algún problema de corazón?
–No. Estoy sana como un caballo –hice una pausa – ¿Querías ir a hacer un reconocimiento de la zona de demolición ahora?
–Sería más educado esperar a estar solas. Puede que tú no te enteres cuando rompo los muebles, pero a ellos probablemente les daría un buen susto.

De verdad, yo ya había olvidado la presencia de gente en la otra habitación.

–Es verdad. Mierda.

Gustavo y Kaure se movían silenciosamente por la casa, mientras yo esperaba impacientemente a que terminaran, intentando prestar atención al “felices para siempre” que se desarrollaba en la pantalla.

Me estaba quedando dormida (a pesar de que Santana dijo que había dormido gran parte del día) cuando una voz áspera me sobresaltó.

Santana se incorporó, manteniéndome acurrucada contra ella, y contestó a Gustavo en fluido portugués. Gustavo asintió, y camino silenciosamente hacia la puerta.

–Ya han terminado.
–O sea, qué ¿ahora estamos solas?
– ¿Qué tal si comes primero? –sugirió.

Me mordí el labio, dividida por el dilema. Tenía mucha hambre.

Con una sonrisa, tomó mi mano y me llevó hasta la cocina.

Conocía las expresiones de mi cara tan bien, que no importaba que no pudiese leer mi mente.

–Esto se me está yendo de las manos –me quejé, cuando por fin me sentí llena.
– ¿Quieres ir esta tarde a nadar con los delfines? ¿Para quemar las calorías? –preguntó.
–Tal vez más tarde. Tengo otra idea para quemar calorías.
– ¿Si? ¿Y que es?
–Bueno… todavía queda un gran trozo de cabecero en la cama…

No pude terminar. Ya me había cogido entre sus brazos, y sus labios silenciaron los míos mientras me llevaba a la habitación azul con inhumana velocidad.


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Mensaje por Linda23 Mar Ene 28, 2014 9:07 pm

Hola!

Me encantan Esto capítulos, cómo te había dicho antes este es mi libro favorito.

Que bueno que volviste, no desaparezca.
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Mensaje por iFannyGleek Mar Ene 28, 2014 11:31 pm

Este capítulo estuvo muy bueno *-* Santana a veces me desespera pero en este capítulo no lo hizo. :)

Espero tu actualización, no demores. ;)
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Mensaje por micky morales Mar Ene 28, 2014 11:45 pm

han sido espectaculares estos capitulos, espero tu actualizacion!
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Mensaje por pauu Miér Ene 29, 2014 5:12 pm

aaaaaaah esto esta cada vez mas interesante !!! el capitulo que vienes es cuaticoo
quiero leerlo yaa! ajajaja espero tu actualizacion saludos !
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Mensaje por dianna agron 16 Jue Ene 30, 2014 1:01 am

Espero que les guste, ha sido el más dificil de adapar pero espero que les guste



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Inesperado

La línea de negrura avanzaba sobre mí a través de la niebla que me envolvía. Yo podía ver sus oscuros ojos rubí brillando con deseo, ansiosos por matar. Sus labios se retiraban por detrás de sus afilados, húmedos dientes algo como un gruñido, como una sonrisa.

Escuché al niño gimoteando detrás de mí pero no podía volverme hacia él. Aunque estaba desesperada por asegurarme de que estaba a salvo, no podía perder ni un instante en mirarle en ese momento.

Ellos parecían fantasmas y estaban cerca, sus negras togas se inflaban suavemente con cada movimiento. Veia sus manos encrespadas en forma de garras huesudas y blanquecinas. Empezaron a distanciarse entre ellos, preparándose para venir desde todos los lados. Estábamos rodeados. Íbamos a morir.

Y entonces, como la ardiente luz de un flash, toda la situación era diferente. Todavía nada había cambiado todavía los Volturi avanzaban hacia nosotros, preparados para matarlos. Todo lo que había cambiado era como la escena me parecía a mí. De repente, tenía hambre de ellos, quería arremeter contra ellos. El pánico fue sustituido por sed de sangre cuando avancé hacia delante, con una sonrisa en mi cara y un gruñido saliendo a través de mis dientes descubiertos.

Me incorporé de una sacudida. Estaba ardiendo. Mi pelo estaba enmarañado y lleno de sudor en las sienes y se enrollaba en mi cuello.

Busqué a tientas en las templadas sábanas y las encontré vacías.

—¿Santy?

Justo entonces, mis dedos se encontraron algo suave, plano y rígido. Un trozo de papel, doblado a la mitad. Cogí la nota y crucé la habitación para encender la luz.

Estaba dirigida a la Señora Cullen.

“Espero que no despiertes y te des cuenta de mi ausencia pero si eso pasa, vuelvo muy pronto. Sólo he ido a caza. Vuelve a dormir y allí estaré cuando vuelvas a despertarte. Te amo”

Suspiré. Habíamos estado allí sobre dos semanas así que debería haber esperado que tuviese que dejarme pero no lo había pensado en ningún momento. Parecíamos estar como si no existiese el tiempo, en un perfecto estado.

Me sequé el sudor de mi frente. Estaba totalmente despejada aunque el reloj del tocador decía que no era más de la una. Sabía que no iba a poder dormirme otra vez con el calor y el bochorno que sentía. No mencionaré el hecho de que si apagaba la luz y cerraba los ojos estaba segura de que podría ver esas figuras negras merodeando en mi cabeza.

Me levanté y paseé a través de la oscura casa, encendiendo las luces. Parecía tan grande y vacía sin Satana. Era diferente.

Acabé en la cocina y decidí que lo mismo una buena comida era lo que yo necesitaba.

Rebusqué en el frigorífico hasta que encontré todos los ingredientes para un pollo frito. El chisporroteo del pollo en la sartén era un agradable y dulce sonido; me sentía menos nerviosa mientras se llenase el silencio.

Olía tan bien que empecé a comer directamente de la sartén, quemándome la lengua. Al quinto o sexto bocado se había enfriado lo suficiente para mi gusto. Mastiqué más despacio. ¿Había algo extraño en el sabor? Comprobé la carne y estaba blanca pero completamente hecha. Tomé otro bocado para probar. Ugh definitivamente asqueroso. Salté para escupirlo en el fregadero. De repente, el olor de pollo y el aceite me parecía asqueroso. Cogí el plato entero y lo vacié en la basura, entonces abrí las ventanas para que saliese el olor. Una brisa helada entraba de fuera. Mi piel lo agradeció.

Estaba tremendamente cansada pero no quería volver a la cálida habitación. Así que abrí más ventanas en la sala de la TV y me tumbé en el sofá que había debajo de ellas. Volví a ver la película que ya habíamos visto el otro día y rápidamente me quedé dormida con la canción del principio.

Cuando abrí los ojos, el sol estaba en medio del cielo pero no fue la luz lo que me despertó. Eran unos gélidos brazos.

Ella puso una mano helada en mi frente. Era muy agradable.

—¿Cómo te encuentras hoy?

Yo lo pensé un momento. Las nauseas habían desaparecido tan rápido como llegaron y me sentía como cualquier otra mañana.

—Bastante normal. Un poquito hambrienta, solamente

Me hizo esperar una hora y beber un gran vaso de agua antes de que me friese unos huevos. Me sentía perfectamente normal solo un poco cansada por haberme levantado a medianoche. Puso la CNN habíamos estado tan fuera de contacto que podría haber estallado la Tercera Guerra Mundial y no habernos enterado y me dejé caer sobre sus rodillas.

Me aburrí con las noticias y me giré para besarla. Como aquella mañana, un agudo dolor golpeó mi estómago cuando me moví. Me separé corriendo de ella con mi mano tapando la boca. Sabía que no podría llegar al baño esta vez así que fui corriendo al fregadero de la cocina.

Ella me sujetó el pelo otra vez.

—Quizás deberíamos volver a Rio a ver al médico— sugirió con preocupación mientras me enjuagaba la boca.

Negué con la cabeza y me dirigí hacia el pasillo. Los médicos son sinónimo de agujas.

—Estaré mucho mejor después de lavarme los dientes

Cuando mi boca sabía mejor, busqué en mi maleta el pequeño kit de primeros auxilios que Rachel había empaquetado para mi, lleno de cosas para humanos como vendas y analgésicos y mi objetivo ahora, Pepto Bismol. Quizás podía calmar mi estómago y tranquilizar a Santana.

Pero antes de que encontrase el Pepto, vi algo más que Rachel había guardado para mí. Cogí la pequeña caja azul y la sostuve en mi mano durante un largo rato, olvidando todo lo demás.

Entonces empecé a echar cuentas en mi cabeza. Una vez. Dos. Otra más.

Un golpe me sobresaltó; la cajita cayó dentro de la maleta.

—¿Estás bien?— preguntó Santana desde la puerta —¿Te encuentras mal otra vez?
—Sí y no— dije pero mi voz sonó ahogada.
—Britt, ¿puedo entrar?— Estaba muy preocupada.
—Vaa…vale

Entró y valoró mi situación, sentada entre el suelo y la maleta, y mi expresión pálida, mirando a un punto fijo. Ella se sentó delante de mí, puso su mano en mi frente otra vez.

—¿Qué va mal?
—¿Cuántos días han pasado desde la boda?— susurré.
—Diecisiete— respondió automáticamente —Britt, ¿qué es lo que pasa?

Yo estaba contando otra vez. Estiré un dedo, avisándole de que esperase y musité los números para mí. Me había confundido sobre los días antes. Llevábamos allí más de lo que yo pensaba. Volví a empezar la cuenta de nuevo.

—¡Britt! —cuchicheó con nerviosismo —Me vas a volver loca

Intenté tragar. No podía. Así que busqué en la maleta y revolví en ella hasta dar con la cajita azul de tampones de nuevo. Se la tendí en silencio.

Ella se puso frente a mí, confusa.

—¿Qué? ¿Britt a caso no recuerdas que yo deje de usar esto hace ya bastante tiempo ó estás intentando hacerme creer que tu enfermedad es el síndrome premenstrual?
—No — conseguí dejar de ahogarme. —No, Santy, si lo recuerdo perfectamente. Estoy intentando decirte que tengo un retraso de cinco días

La expresión de su cara no cambió. Era como si yo no hubiese hablado.

—No creo que esto sea una mala digestión

No respondió. Parecía haberse vuelto una escultura. Sólo dijo algo parecido a "no puede ser verdad" por lo bajo.

—Los sueños — me susurré a mi misma demasiado bajo.
—Dormir tanto. Los llantos. Toda esa comida. Pero es imposible.

Santana parecía totalmente fría, como si nunca me pudiese ver más.

Pensando, casi involuntariamente, mi mano volvió a caer hasta mi estómago.

—Oh — musité.

Me tambaleé sobre mis pies, fuera del alcance de las manos inmóviles de Santana. No me había quitado los pantalones cortos de seda y la camisola desde que me había despertado. Me deshice de la tela azul y la sostuve encima de mi estómago.

—Imposible — gemí.

No tenía ninguna experiencia con embarazos ni bebes ni nada de ese mundo pero sabía que era biológicamente imposible la reproducción humana con personas del mismo sexo. Había visto las suficientes películas y espectáculos de Tv como para saber que no era así cómo funcionaba. Sólo tenía un retraso de cinco días. Aunque totalmente imposible, lo pensé, si estuviera embarazada, mi cuerpo todavía no habría registrado el hecho. No podía tener náuseas por la mañana, no podía haber cambiado mis hábitos alimentarios o de sueño.

Y, definitivamente, no podía tener un pequeño pero definido bulto entre mis caderas.

Retorcí mi torso y sucesivamente, examiné desde cada ángulo, como si eso pudiese hacer desaparecer precisamente la correcta pista. Yo pasé mis dedos sobre el suave bulto, sorprendida por la roca dura que sentía debajo de mi piel.

—Imposible— repetí porque, bulto o no bulto, periodo o no periodo (y no es que definitivamente no fuese a haber periodo aunque yo no me había retrasado ni una sola vez en mi vida), no había manera de que estuviese embarazada. La única persona con la que yo había tenido sexo era con una vampira, y para asegurarme de que eso era totalmente imposible ella era una mujer, podía asegurarlo.

Una vampira que, por cierto, estaba todavía congelada en el suelo sin dar muestras de irse a mover otra vez.

Así que tenía que tener otra explicación. Algo que iba mal en mí. Una extraña enfermedad sudamericana con signos de embarazo, sólo que acelerados.

Y entonces recordé algo una mañana de búsqueda en Internet que parecía que había sido hacía una eternidad. Sentada en el viejo escritorio de mi cuarto en casa de Charlie con una gris luz pasando débilmente a través de la ventana, enfrente de mi viejo, destartalado ordenador, leyendo ávidamente una web llamada “Vampiros A-Z” Había sido menos de 24 horas después de que Sam, hubiese pretendido entretenerme con las leyendas de Quileute, que él aún no creía y me hubiese dicho que Santana era una vampiro. Yo había echado un vistazo a las primeras entradas de la web que estaban dedicadas a los mitos vampíricos a lo largo del mundo. El filipino Dana, el hebrep Estrie, el romano Varacolaci, el Italiano Stregoni benefici, la actual leyenda basada en lo que mi nuevo suegro me había contado de los Volturi, (nada que yo supiera entonces). Yo le había prestado menos y menos atención a las historias que iban avanzando de forma imparable. Solamente recordaba muy poco de las últimas entradas. Ellas parecían como excusas fantasiosas para explicar las grandes tasas de mortalidad infantil y la infidelidad y yo no estaba siendo infiel. La sexy mujer que tú viste desnuda por la casa era un diabólico succubus. ¡Tengo suerte de haber escapado con vida! (por supuesto, con lo que yo sabía ahora sobre Tanya y sus hermanas, sospeché que alguna de esas excusas habían sido ciertas). Había una para las mujeres, también. ¿Cómo puedes acusarme de engañarte solo porque hayas venido después de dos años de un viaje en el mar y esté embarazada? Fue un incubus. Él me hipnotizó con sus mágicos poderes de vampiro…y había otra…las mujeres que eran hijas únicas en sus familias y habían sido convertidas en vampiras, llevaban consigo un gen masculino...

Yo sacudí mi cabeza, aturdida. Pero…

Pensé en Quinn y en Rachel. Vampiras que no podían tener niños. Si fuese posible, ya habrían encontrado la manera de hacerlo. El mito de estos genes era una fábula.

Excepto que… bien, había una diferencia. Por supuesto, Quinn o Rachel no podía concebir un hijo porque ellas estaban paralizadas en el estado que se pasa de humano a inhumano. Una total transformación. Y los cuerpos de las mujeres humanas tenían que cambiar para albergar un bebé. El constante cambio del ciclo menstrual y luego los grandes cambios necesarios para que el niño creciese… El cuerpo de ellas dos no podían cambiar.

Pero el mío sí. El mío lo hacía. Toqué el bulto de mi estómago que no estaba el día anterior.

Por supuesto, ¿cómo podía alguien saber si las vampiras pueden ser madres de niños cuando sus parejas no son capaces? ¿Qué vampira de la tierra podría tener el control suficiente para probar la teoría con una mujer mortal? ¿O el deseo?

Podía pensar en una única cosa.

Parte de mi cabeza estaba clasificando hechos, memorias y especulaciones, mientras que la otra mitad la que controlaba la habilidad de mover todos los músculos estaba muy aturdida como para realizar actividad normal. Yo no podía mover mis labios para hablar aunque quería preguntarle a Santana que estaba pasando. Necesitaba volver dónde ella estaba sentada, tocarla, pero mi cuerpo no obedecía mis instrucciones. Únicamente podía observar mis asustados ojos en el espejo, mis dedos presionados contra el hinchazón de mi torso.

Y entonces, como en mi intensa pesadilla de la pasada noche, la escena se había transformado de forma radical. Todo lo que yo veía en el espejo era totalmente diferente aunque nada en ese momento era diferente.

Lo que hacía cambiar todo era un pequeño bulto, cubierto por mi mano  procedente del interior de mi cuerpo.

En el mismo momento, el teléfono de Santana sonó, pidiendo respuesta. Ninguna nos movimos. Llamó una vez y otra. Yo intenté callarlo mientras presionaba los dedos en mi estómago, esperando. En el espejo mi expresión no era muy desconcertada, estaba asombrada en ese momento. Me acababa de dar cuenta cuando extrañas, silenciosas lágrimas empezaron a deslizarse por mies mejillas.

El teléfono continuaba sonando. Yo deseé que Santana lo respondiese estaba viviendo algo trascendental. Posiblemente, lo más trascendental de mi vida.

Ring! Ring! Ring!

Finalmente, la irritación pudo con todo lo demás. Me agaché hacia Santana sentí que me movía con más cuidado, cien veces más consciente de cada emoción que sentía rebusqué en sus bolsillos hasta que di con el teléfono. Había medio esperado que ella lo hubiera cogido y respondido pero estaba perfectamente inmóvil.

Reconocí el numero y pude fácilmente adivinar porque estaba llamando.

—Hola, Rachel— dije. Mi voz no era mucho mejor que antes. Me aclaré la garganta.
—¿Britt? ¿Britt, estás bien?
—Sí. Um. ¿Está ahí William?
—Está. ¿Cuál es el problema?
—No estoy… un uno por ciento…segura
—¿Está Santana también bien? —Preguntó cautelosa. Ella dijo el nombre de William y entonces insistió.
—¿Por qué no coge el teléfono?— dijo antes de que respondiese a la primera pregunta.
—Britt, ¿qué está pasando? Yo solo vi…
—¿Qué es lo que viste?

Hubo un silencio.

—Te paso a William— respondió por fín.

Sentí como si me hubiesen inyectado agua helada en mis venas. Si Rachel hubiera tenido una visión de mí con un niño de ojos azules y cara angelical en mis brazos me hubiese respondido ¿verdad?

Mientras esperaba a que William hablase, la visión que había imaginado para Rachel bailó ante mis ojos. Un diminuto y precioso bebé, más hermoso que el chico de mi sueño un pequeño como Santana en mis brazos. Una oleada de calor recorrió mis venas, echando al hielo.

—Britt, soy William. ¿Qué pasa?
—Yo… —No estaba segura de cómo responder. ¿Se reiría de mis conclusiones, me diría que estaba loca? ¿Estaba teniendo solo otro bonito sueño? —Estoy un poco preocupada por Santana… ¿Pueden los vampiros entrar en shock?
—¿Está herida?— la voz de William era, de repente, apremiante.
—No, no— le aseguré. —Es sólo que ha tenido una sorpresa
—No entiendo, Britt
—Yo creo…bueno…yo creo que… quizás… puedo estar…— tomé una bocanada de aire —Embarazada

Como si me respondiese, noté otro golpecito en mi abdomen. Mi mano voló hacia mi estómago.

Después de una pausa prolongada, William empezó con el procedimiento médico.

—¿Cuál fue el último día de tu pasado ciclo menstrual?
—Dieciséis días antes de la boda— Hice la cuenta mentalmente para ser capaz de responder con certeza.
—¿Cómo te sientes?
—Rara— le conté con la voz rota. Otro torrente de lágrimas se deslizaba por mis mejillas. —Va a parecer una locura. Quizás estoy loca. Pero tengo sueños extraños y como todo el tiempo y lloro y vomito y….. yo noto algo que se mueve dentro de mí justo ahora

La cabeza de Santana se levantó.

Suspiré aliviada.

Santana levantó su mano hacia el teléfono, su cara dura.

—Um, creo que Santana quiere hablar contigo
—Pásamela— William dijo con voz tensa.

No estaba muy segura de que Santana pudiese hablar pero puse el teléfono en su mano extendida.

Presionó el teléfono contra su oreja

—¿Es posible?— murmuró.

Escuchó durante un rato, de pie sin ninguna expresión.

—¿Y Britt? —preguntó. Su brazo osciló hacia mí mientras hablaba, poniéndome a su lado.

Escuchó durante un tiempo que se me hizo eterno y entonces dijo

—Sí, sí, lo haré

Retiró el teléfono de su oreja y presionó el botón de finalizar. Mejor ahora, marcó un nuevo número.

—¿Qué dice William?— pregunté impacientemente.

Santana respondió con una voz débil.

—Piensa que estás embarazada

Sus palabras me provocaron un cálido escalofrío en la espalda. El pequeño golpe latió dentro de mí.

—¿A quién estás llamando ahora?— pregunté cuando se puso el teléfono a la oreja.
—Al aeropuerto. Volvemos a casa

Santana estuvo al teléfono durante más de una hora sin respiro. Supuse que estaba consiguiendo nuestro vuelo a casa pero no podía estar segura porque ella no estaba hablando en inglés. Sonaba como si estuviese discutiendo; ella habló mucho a través de sus dientes.

Mientras discutía, hacía la maleta. Ella se movía por la habitación como un furioso tornado, destruyéndolo todo a su paso. Tiró algunas de mis ropas sobre la cama sin mirarlas así que acepté que era momento de vestirme. Continuaba con sus argumentaciones mientras me cambiaba, gesticulando con repentinos y agitados movimientos.

Cuando no podía soportar la violenta energía que irradiaba, dejé la habitación silenciosamente. Su frenética conversación me provocaba dolor de estómago no como el de la mañana, sólo incomodidad. Esperaría en algún lugar a que su mal humor pasase. No podía hablar a esa fría y enfadada vampira que, sinceramente, me daba algo de miedo.

De nuevo, acabé en la cocina. Había una bolsa de galletitas saladas en el armario. Empecé a masticarlas de forma ausente, frente a la ventana y las arena, las rocas, los árboles y el océano, todos brillando bajo el sol.

Alguien me golpeo suavemente.

—Lo sé— dije —Yo tampoco quiero irme

Estuve de pie en la ventana durante un rato pero el golpe no respondió.

—No lo entiendo— susurré —¿Qué es lo malo que hay aquí?

Absolutamente sorprendente. Desconcertante. Pero, ¿malo?

No

¿Así que por qué Santana estaba tan furiosa? Ella era la única que había deseado tanto una boda precipitada.

Intenté pensar alguna razón sobre eso.

Quizás estaba tan confundida que quería ir a casa para que todo fuese bien. Querría que William me examinase, estar segura que mi suposición era cierta. Aunque no tenía ninguna duda en ese aspecto. Probablemente ellos querrían resolver porque estaba ya tan embarazada, con el bulto y los golpecitos y todo lo demás. Eso no era normal.

Una vez que pensé eso, yo estaba segura que lo sabía. Ella debía estar preocupada por el bebé. No me había percatado de esto todavía. Mi cerebro trabajaba más lento que eso estaba todavía maravillada por la escena que había imaginado antes: el pequeño bebe con la boca de Santana, tumbado amorosamente y precioso en mis brazos. Esperaba que tuviera la cara exacta de Santana, sin rasgos de la mía.

Era divertido como de repentina e importante esa visión había empezado a ser. Desde su primer pequeño golpe, el mundo entero se había movido. Donde antes había una sola cosa sin la que yo no podía vivir, ahora había dos. No había separación mi amor no se rompería entre ellos ahora ni nada como eso. Era más como si mi corazón hubiese crecido, aumentado dos veces su talla en ese momento. Todos ese nuevo espacio ya estaba lleno. Este incremento casi me daba vertigo.

Nunca había entendido realmente el dolor y resentimiento de Kitty antes. Nunca me había imaginado a mí como madre, nunca quise eso. Había sido fácil prometer a Santana que no me preocupaba no tener niños por ella porque realmente no quería. Niños, en su sentido abstracto, nunca me habían llamado. Parecían criaturas ruidosas, siempre empapados de algún tipo de suciedad. Nunca había tenido mucho que hacer con ellos. Cuando yo había soñado que Susan me diese un hermano siempre había imaginado un hermano mayor. Alguien que cuidase de mí y no al revés.

Ese niño, el niño de Santana, era otra historia.

Lo quería como el aire que respiraba. No era una elección, era una necesidad.

Lo mismo solo tenía una mala imaginación. Lo mismo porqué yo no había sido capaz de imaginar que estaría casada hasta que ya lo estaba incapaz de ver que yo desearía un bebé hasta que éste estuviese en camino.

Cuando puse mi mano en mi estómago, esperando el próximo golpecito, las lágrimas corrían por mi cara otra vez.

—¿Britt?

Me volví, cautelosa por el tono de su voz. Era tan fría, tan cuidadosa. Su cara era como su voz, vacía y dura.

Y entonces vio que estaba llorando.

—¡Britt!— Cruzó la habitación como un rayo y puso sus manos en mi cara. —¿Estás dolida?
—No, no…

Me puso contra su pecho.

—No estés asustada. Estaremos en casa en dieciséis horas. Estarás bien. Willaim estará preparado cuando lleguemos. Nosotros nos encargaremos de esto y tu estarás bien, estarás bien
—¿Encargarse de esto?¿Qué quieres decir?

Se apartó y me miro a los ojos

—Vamos a sacar esa cosa de ti antes de que te haga daño. No tengas miedo. No voy a dejar que te haga daño
—¿Qué cosa? - jadeé

Miro bruscamente a otro lado, hacia la puerta de entrada.

—¡Maldita sea!— Olvidé que le debía a Gustavo. Me libraré de él y volveré— Salió como una flecha de la habitación.

Me sujeté fuertemente a la encimera para sostenerme. Mis rodillas estaban
temblando.

Santana había llamado a mi bebé cosa. Dijo que William me lo sacaría.

—No— gemí.

Había estado equivocada antes. No se preocupaba por el bebé en absoluto. Quería herirlo. La hermosa imagen en mi cabeza se sacudió fuertemente, convertida en algo siniestro. Mi precioso bebé llorando, mis débiles brazos no eran suficientes para protegerlo…

¿Qué podía hacer? ¿Sería capaz de razonar con ella?

¿Que debía hacer si no podía? ¿Cómo explicaría Rachel ese extraño silencio en el teléfono?
¿Era esto lo que ella había sembrado? (las tentadoras ropas que había puesto en el equipaje) ¿Santana y William asesinando ese pálido niño perfecto antes de que pudiera vivir?

—No — gemí de nuevo, con voz más fuerte, eso no podía ser, yo no lo permitiría

Escuche a Santana hablando, portugués de nuevo. Argumentando otra vez. Su voz se acerco, y escuche su exasperación, luego escuche otra voz, baja y tímida. La voz de una mujer.

Santana entro en la cocina, por delante de ella, y fue derecho hacía mí. limpio mis lagrimas desde mis mejillas y murmuro en mi oído su liviano pensamiento, con la línea de su boca rígida.

—ella insiste en dejar la comida que trajo, hizo la cena para nosotras — Si ella hubiera sido menos tensa, menos furiosa, yo sabia que habían cambiado sus ojos. —es una excusa. Ella quiere asegurarse de que no te he matado aún — Su voz fue fría al final.

Kaure dio nerviosamente la vuelta en la esquina con el plato en sus manos. Desee poder hablar portugués, o que mi español fuera menos rudimentario, así podría intentar dar las gracias a esa mujer quien había osado a la ira de una vampiro, solo para comprobar mi persona.

Sus ojos se fijaron entre nosotras dos. Vi su medición en el color de mi cara, la humedad en mis ojos, con algo de brillo materno que no entendía, ella puso el plato en la encimera.

A Santana algo se le quebró en ella; Yo nunca le había escuchado antes.

Se volvió a ir, y los giros de movimiento de su larga falda dejaron el olor de la comida en mi cara. Era tan fuerte, cebollas y pescado. Les di una mascada y los vomite por el fregadero. Sentí las manos de Santana en mi frente y cabeza, su suave aliento a través del gruñido en mis oídos. Sus manos desaparecieron por un segundo, y escuche el cierre del refrigerador. Misericordiosamente, el olor desapareció con el sonido, y las manos de Santana estaban enfriando mi húmeda cara de nuevo. Era siempre rápida.

Enjuague mi boca en el llave mientras acariciaba los lados de mi cara.

Eso era una pequeña tentativa para impulsarlo a mi vientre.

Estás bien. Nosotros estamos bien, pensé había el bulto.

Santana se envolvió en torno a mí, tirando de mí en sus brazos. Recosté mi cara en su hombro, mis manos instintivamente, se juntaron en mi estomago.

Escuche un pequeño Oh y lo busqué.

La mujer aún estaba ahí, dudando en el umbral con sus manos medias extendidas y estaba mirando por algún tipo de ayuda. Sus ojos se bloquearon en mi manos, saltones con la gran conmoción, su boca abierta de par en par.

Luego Santana dijo oh ,también, y de repente le hizo frente a la cara de la mujer, empujando ligeramente detrás de mi, su cuerpo. Sus brazos se envolvieron en mi torso, como celebrando en mi espalda.

De repente, Kaure grito en voz alta furiosamente, con sus inextensibles  palabras que cruzaron la habitación como cuchillos. Planto su diminuto puño en el aire y dio dos pasos hacia nosotras, agitándole a Santana. A pesar de su ferocidad, era fácil ver el terror en sus ojos.

Santana se intensifico hacia ella, también, y me agarre a su brazo, asustada por la mujer.

Pero cuando Santana interrumpió su invectiva, su voz me tomo por sorpresa, sobre todo tomando en cuenta la forma brusca que había sido ella cuando no estaba gritándole a mi esposa. Yo estaba fuera de la realidad ahora, estaba escrito. No solo que, pero el sonido era diferente, mas gutural lo peor había pasado. No pensé que estaba hablando portugués ya.

Por un momento, la mujer fijo su vista en ella maravillada, y luego sus ojos se redujeron ya que estaba desconcertada en la tela de juicio de la misma lengua exótica.

Observe como aumentaba en su cara la tristeza y seriedad, y una vez que asintió. Ella dio rápido paso hacia atrás y salió.

Santana debe de haber escuchado, insinuándome y descansando sus manos contra mis mejillas.

Ella respondió airadamente una vez más, agitando sus manos acusadoras hacia Santana, y luego insinuándole. Cuando ella termino, Santana defendió de nuevo con el mismo tono, la voz de urgencia.

Su expresión cambio ella se fijo en Santana con dudas en el plano de su cara mientras hablaba, sus ojos en repetidas ocasiones destellaron en mi confusa cara. Santana dejo de hablar, y ella parecía estar deliberando algo. Ella daba un paso hacia atrás y adelante entre nosotras dos, y luego, al parecer inconscientemente, dio un paso adelante.

Ella hizo un movimiento con sus manos, haciendo una forma como un globo sobresaliendo fuera de su estomago. Fije la mirada ¿Habían sus leyendas del depredador bebedor de sangre incluir esto? ¿Podría posiblemente saber algo acerca de lo que estaba creciendo dentro de mí?

Ella camino unos pasos adelante deliberadamente y esta vez hizo unas breves preguntas, que Santana respondió tensa. Luego Santana se convirtió en la autora de la pregunta de una rápida consulta.

Ella dudo y sacudió lentamente la cabeza. Cuando Santana hablo de nuevo, su voz era tan agonizante que la mire en estado de shock. Su cara estaba dibujada con dolor.

En respuesta, ella camino lentamente hacia adelante hasta que estuvo suficientemente cerca para colocar su pequeña mano en mi parte superior, siempre en mi estomago. Ella dijo una sola palabra en portugués.

—Morte — ella suspiro en silencio. Luego se volvió, sus hombros doblados como si la conversación tenia edades comprendidas para ella, y abandono la sala.

Yo sabia suficiente portugues para una sola palabra.

Santana se inmovilizo de nuevo, deteniéndose después con la expresión de tortura fija en su rostro. Unos momentos después, escuche el motor del barco volviendo a vivir y luego desvanecerse en la distancia.

Santana no se movió hasta que me dirigí hacia el baño. Luego su mano atrapo mi hombro.

—¿Dónde vas? — Su voz era un susurro de dolor.
—A mi cepillarme los dientes de nuevo.
—No te preocupes sobre lo que ella dijo, son leyendas pero no son nada, antiguas mentiras para el buen entretenimiento
—No entendí nada.— Le dije a ella, pensé que no era del todo cierto. Como si pudiera descontar algo por que se trataba de una leyenda. Mi vida estaba rodeada de leyendas por todos lados. Todas ellas eran verdaderas.
—Guarde tu cepillo de dientes. Voy a buscarlo para ti

Ella se alejo de mí hacia la habitación.

—¿Nos vamos luego?— Me llamo después de ella.
—Tan pronto como hay terminado

Ella esperó que terminara de lavarme los dientes para volver a guardarlo, con un ritmo silencioso alrededor del dormitorio. Se lo entregue cuando hube terminado.

—llevare los bolsos hacia el bote
—Santy…

Ella se volvió hacia atrás.

—¿si?

Dudé, intentando pensar en un cierta forma de obtener unos pocos segundos en solitario.

—¿Podrías tu…. Guardar algo de comida? Tu sabes, en caso de que me de hambre de nuevo.
—Por supuesto— dijo, sus ojos de repente se volvieron suaves. —No te preocupes de nada. Iremos donde William en unas horas, de verdad. Tenemos que hacerlo lo más pronto

Asentí, no confiando en mi voz.

Dio la vuelta y abandono la habitación, con una gran maleta en cada mano.

Me relaje y saque el teléfono que el había dejado en la encimera. Era muy raro en ella olvidar las cosas. Olvidar que Gustavo estaba llegando, A salir sin su teléfono y estar mintiendo aquí. Ella estaba tan estresada, era apenas ella misma.

Volví de mis pensamientos y busque los números programados. Me alegraba de que hubiera apagado el sonido, por el miedo a que me descubriera. ¿Estaría ahora en el barco? ¿ o ya estaba regresando? ¿Me escucharía susurrando desde la cocina?

Busque el numero que quería, uno al que nunca antes había llamado en mi vida. Presione el botón “enviar” y cruce mis dedos.

—Hola? — su voz sonó como campanas de viento al atender.
—Kitty? – susurré – Soy Britt. Por favor. Tienes que ayudarme...



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Por favor, por favor, por favor...diganme que les gusto!!!!!!. Besos!


Última edición por dianna agron 16 el Jue Ene 30, 2014 2:31 am, editado 1 vez
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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por Jane0_o Jue Ene 30, 2014 1:34 am

Ya quiero el siguiente capitulo
Cada vez esta mejor
Saludos
Jane0_o
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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por Linda23 Jue Ene 30, 2014 10:05 am

Hola!

No sólo me gusto, me encanto. Lo hiciste bien. Actualiza pronto.
Linda23
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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por 3:) Jue Ene 30, 2014 12:26 pm

hola,.....!!!!
me encanto,.. esta genial fabuloso!!!!
ya me puse al día con los capítulos!!!!
tenia la intriga de saber como lo ibas a adaptar esta parte!!!

nos vemos!!!
3:)
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Activo Re: FANFIC - BRITTANA - CREPUSCULO - AMANECER - CAPITULO 21 - TALENTOSA

Mensaje por pauu Jue Ene 30, 2014 1:02 pm

te quedo perfecto! tenia muchas ganas de saber como adaptarias esa parte, quedo genial
saludos cuidate c:
pauu
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