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FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 Primer15
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Mensaje por Dani(: Jue Jul 24, 2014 10:28 pm

Capítulo 4


Avergonzada ante la repentina irrupción en nuestra intimidad, me incorporé a toda prisa, estirándome la falda—... reunión de las dos es aquí.

Tardé un buen rato en darme cuenta de que López y yo seguíamos solas en la sala, y de que la voz que había oído venía del altavoz López estaba de pie al otro extremo del sofá, con la cara roja, el ceño fruncido y respirando agitadamente.

Tenía el pelo desordenado y los primeros botones de la camisa sin abotonar dejando a flote sus perfectos pechos.

Yo me horrorizaba pensando en mi propio aspecto; y, para colmo de males, volvía tarde al trabajo.

— ¡Jesús! —Se llevó las manos a la cabeza—. ¡En pleno día y en mi oficina!

Me puse de pie y traté de recomponerme un poco—Déjame a mí —se acercó y me levantó la falda otra vez.

Disgustada por lo que había estado a punto de ocurrir cuando debía estar trabajando, le di un manotazo—Basta ya. Déjeme en paz.

—Cállate, Brittany —dijo en tono grave, y me ayudó a remeter la blusa, negra y de seda, y a que la línea de botones quedase derecha. Luego me bajó la falda, alisándola con manos expertas y serenas— Arréglate la coleta.

López recuperó la chaqueta y se la puso antes de abotonar su camisa.

Llegamos a la puerta al mismo tiempo, y cuando me agaché para recoger el bolso, ella se inclinó conmigo me cogió por la barbilla y me obligó a mirarle—Eh, ¿te encuentras bien? —me preguntó suavemente.

Me ardía la garganta estaba excitada, furiosa y de lo más abochornada. Nunca en la vida había perdido la cabeza de aquella manera. Y me sentaba fatal que hubiera ocurrido precisamente con ella, una mujer cuya actitud hacia la intimidad sexual era tan fría que me deprimía con sólo pensarlo.

Sacudí la cabeza para que me soltara la barbilla— ¿Cómo estoy?

—Preciosa y como para echarte un polvo. Te deseo tanto que me hace daño. Estoy a punto de llevarte otra vez al sofá y hacer que te corras hasta que me supliques que pare.

—No se te puede acusar de retórica —le reproché, pero dándome cuenta de que no me sentía ofendida. La verdad era que aquella crudeza tenía un tremendo efecto afrodisíaco.

Con las piernas temblorosas y apretando firmemente la correa del bolso, sentía la tremenda necesidad de huir de aquella mujer. Y cuando terminara mi jornada, quería estar sola con una buena copa de vino.

López seguía junto a mí—Ahora voy a ocuparme de lo que me queda por hacer y a las cinco habré terminado a esa hora vendré a buscarte.

—No, no venga esto no cambia nada.

—Ya lo creo que sí.

—No sea pretenciosa, López he estado ofuscada un ratito, pero todavía no quiero lo que quiere usted.

—Claro que lo quieres; lo que pasa es que no te gusta el modo en que yo pretendo dártelo. Así que volveremos a vernos y repasaremos.

Otro negocio preparado de antemano se me tensó todo el cuerpo.

Puse una mano sobre la suya e hice girar el pomo para deslizarme acto seguido por debajo de su brazo y salir de allí. El secretario de López, boquiabierto, se levantó inmediatamente, lo mismo que las tres personas, una mujer y dos hombres, que estaban esperándole. Le oí hablar detrás de mí—Scott les acompañará a mi despacho yo llegaré enseguida.

Me alcanzó por la zona de recepción y me pasó el brazo por detrás a la altura de la cadera no quería montar un numerito, así que esperé hasta llegar a los ascensores para zafarme.
Ella se lo tomó con tranquilidad y apretó el botón de llamada.

Yo no aparté la vista de la tecla encendida—Tengo muchas cosas que hacer.

—Pues mañana.

—Voy a estar muy ocupada todo el fin de semana.

— ¿Con quién? —me preguntó impulsivamente, acercándose mucho a mí.

—A usted no le...

Me tapó la boca con la mano—No sigas dime tú cuándo, entonces. Y, antes de que contestes que nunca, mírame y dime si soy la clase de mujer a quien se rechaza así como así.

Tenía el gesto firme, los ojos entrecerrados y la mirada resuelta yo me estremecí no estaba nada segura de ganarle la batalla de la tenacidad a Santana López.

Tragué saliva, y esperé hasta que retiró la mano—Creo que las dos necesitamos calmarnos y tomarnos un par de días para pensar.

—El lunes, al salir del trabajo —insistió.

Llegó el ascensor y entré luego, me volví hacia ella y contraataqué—El lunes, a la hora de comer.

Sólo tendríamos una hora. Escapatoria garantizada—Va a suceder, Brittany —dijo, justo antes de que se cerraran las puertas, y sonó más como una amenaza que como un promesa.

—No te apures, Britt —me tranquilizó Kurt cuando llegué hasta mi mesa casi a las dos y cuarto—, que no te has perdido nada. Yo he comido tarde con el señor Leaman y acabo de llegar.

—Gracias.

Pero, dijera lo que dijera, yo me sentía muy mal la dura mañana del viernes parecía haber tenido lugar varios días atrás trabajamos sin interrupción hasta las cinco, cambiando impresiones sobre un anuncio de comida rápida e ideando algunos retoques, de modo que nos sirviera para una cadena de tiendas de alimentación biológica—Para que luego hablen de extraños compañeros de cama —había bromeado Kurt, sin saber hasta qué punto tenía razón en cuanto a mi vida privada.

Acababa de cerrar el ordenador y estaba a punto de sacar el bolso del cajón, cuando sonó el teléfono. Eché un vistazo al reloj y vi que eran exactamente las cinco, así que contemplé la posibilidad de no hacer caso a la llamada, teniendo en cuenta que, estrictamente hablando, mi jornada había terminado.

Pero como todavía me sentía fatal por haberme pasado con la hora de la comida, lo consideré un castigo y contesté—Britt, cielo, dice Richard que te dejaste el móvil en su oficina.

Solté un bufido y me dejé caer sobre el respaldo de la silla. Me imaginaba el pañuelo empapado que solía ir asociado con aquel característico tono de inquietud de mi madre. Me trastornaba y al mismo tiempo me partía el corazón—Hola, mamá, ¿cómo estás?

—Muy bien, gracias. —Mi madre tenía voz de niña y, a la vez, entrecortada, como la de Marilyn Monroe cruzada con la de Scarlett Johansson— Clancy te ha dejado el teléfono en la portería de tu casa. No deberías ir a ninguna parte sin él. Nunca se sabe si vas a necesitar llamar a alguien...

Había estado dándole vueltas a la idea de quedarme con el teléfono y derivar las llamadas a otro número que no supiera mi madre, pero eso no era lo que más me importaba en aquel momento— ¿Y qué opina el doctor Petersen de que fisgues en mi teléfono?

El silencio al otro lado de la línea fue muy significativo—El doctor Petersen sabe que me preocupo por ti.

—Mamá, creo que es hora de que vayamos juntas de nuevo a la consulta —le dije, pellizcándome el puente de la nariz.

—Ah, sí... claro. De hecho, él me ha dicho que le gustaría volver a verte.

Probablemente porque piensa que no estás colaborando mucho. Cambié de tema—Me gusta mucho mi nuevo trabajo.

—Eso es estupendo, Britt ¿Te trata bien tu jefe?

—Sí, es fantástico. No podría ser mejor.

— ¿Es guapo?

—Sí, mucho. Pero no está libre —contesté, y sonreí.

— ¡Qué pena! Los mejores nunca lo están.

Ella se rio y mi sonrisa se hizo más abierta me encantaba que estuviera contenta ojalá lo estuviera con más frecuencia—Estoy deseando verte mañana en la cena benéfica.

Monica Stanton, una deslumbrante belleza rubia a quien nunca le había faltado atención masculina, se sentía como pez en el agua en los actos de sociedad—Vamos a pasarlo bien —dijo mi madre entrecortadamente—. Tú, Rachel y yo iremos al spa y nos pondremos guapas y a tono estoy segura de que te vendría bien un masaje después de trabajar.

—Yo no voy a rechazarlo, por supuesto, y sé que a Rachel le encantará.

— ¡Qué ilusión me hace! Os mando un coche a casa a eso de las once.

—Estaremos listas.

Cuando colgué, me recliné en la silla y suspiré por un baño caliente y un orgasmo me tenía sin cuidado que Santana López se enterase de que me masturbaba pensando en ella la frustración sexual debilitaba mi posición, y ella seguro que no tenía ese problema no me cabía duda de que contaría con un orificio condescendiente antes de que terminase el día.

El teléfono sonó de nuevo mientras me cambiaba los zapatos de tacón por los de caminar casi nunca se podía despistar a mi madre durante demasiado rato los cinco minutos que habían pasado desde que terminó nuestra conversación eran el tiempo justo que había tardado en darse cuenta de que el problema del móvil no estaba resuelto de nuevo pensé en no hacer caso de la llamada, pero no quería llevarme a casa ningún disgusto del día.
Respondí con la frase habitual, pero con menos energía.

—Sigo pensando en ti.

La voz ronca y aterciopelada de López me envolvió con tal sensación de alivio que comprendí cuánto había deseado volver a oírla ese mismo día mi ansia era tan profunda que tuve la certeza de que aquella mujer iba a convertirse en una droga para mí, la fuente principal de muchos e intensos goces—Sigo tocándote, Brittany sigo saboreándote he estado caliente desde que te fuiste, pasando por dos reuniones y una teleconferencia te doy ventaja: pon tú las condiciones.

—A ver... déjame que piense... —le hice esperar, sonriendo al recordar aquello de las tetas moradas que había dicho Rachel— Pues... no se me ocurre nada. Pero sí que puedo darte un consejo de amiga: vete a pasar el rato con alguna mujer que babee por ti y te haga creer que eres una diosa folla con ella hasta que no podáis con el alma ninguna de las dos así, cuando me veas el lunes, ya se te habrá pasado todo y volverás al orden obsesivo-compulsivo de tu vida normal.

Oí un crujido de cuero y me imaginé a López reclinándose en la silla—Ésa era tu carta blanca, Brittany la próxima vez que ofendas a mi inteligencia, te daré unos azotes.

—A mí no me gustan esas cosas —repliqué, pero la advertencia, hecha con aquella voz, me electrizó oscura y Peligrosa, no había duda.

—Ya hablaremos de eso. Mientras tanto, dime lo que sí te gusta.

Yo seguí en mis trece—Es indudable que tienes voz de teléfono erótico, pero yo me largo; he quedado con mi vibrador.

Debería haber colgado en ese momento, para que el efecto «calabazas» hubiera sido total, pero no pude resistirme a saber si la encajaría como yo me imaginaba. Además, estaba divirtiéndome con ella—Ay, Brittany —López pronunció mi nombre en un desalentado susurro—, estás decidida a hacerme poner de rodillas, ¿verdad? ¿Qué haría falta para convencerte de formar un trío con un amigo que funciona a pilas?

No hice caso de sus preguntas, pero me alegré de que no pudiera ver el temblor de mis manos cuando me puse el bolso en bandolera no pensaba hablar de los amigos a pilas con Santana López nunca había hablado abiertamente sobre la masturbación con ninguna mujer, y mucho menos iba a hacerlo con alguien que, a efectos prácticos, era una desconocida—Mi amigo a pilas y yo tenemos un viejo pacto: cuando terminamos, sabemos exactamente cuál de los dos ha usado al otro, y la usada no soy yo adiós, Santana.

Colgué y me dirigí a las escaleras, con la idea de que bajar veinte pisos andando cumpliría dos funciones: una, eludir artefactos mecánicos, la otra, ahorrarme una sesión de gimnasio.

Me alegré tanto de llegar a casa después de un día como el que había tenido, que entré literalmente bailando en el apartamento mi sincero « ¡Dios, por fin en casa!», acompañado de unos bailes, fue lo bastante vehemente como para sobresaltar a la pareja que estaba en el sofá— ¡Huy! —exclamé, avergonzada por mis tonterías no es que Rachel estuviera en una situación comprometida con su invitado cuando yo aparecí sin previo aviso, pero sí que se encontraban lo suficientemente cerca el uno del otro para que se intuyera una cierta intimidad sin querer, pensé en Santana López, que prefería despojar de intimidad al acto más íntimo que uno se puede imaginar yo había tenido ligues de una noche y amigas con derecho a roce, y nadie sabía mejor que yo que hacer el amor y fornicar eran dos cosas muy diferentes, pero no creo haber visto nunca el sexo como un apretón de manos me parecía triste lo que hacía López, aunque no fuese alguien que inspirase compasión precisamente—Hola, nena —me saludó Rachel, poniéndose de pie—. Tenía la esperanza de que llegases antes de que Finn se marchara.

—Tengo clase dentro de una hora —explicó Finn, rodeando la mesa, mientras yo dejaba la bolsa de los zapatos en el suelo y el bolso sobre un taburete en el mostrador de desayuno—, pero me alegro de haber podido conocerte antes de irme.

—Yo también. —Le estreché la mano que me tendió y, de paso, le estudié de un vistazo era de mi edad aproximadamente, estatura alta y medio musculoso tenía un rebelde pelo café y los ojos color avellana en cuanto a la nariz, se le debía de haber roto en alguna ocasión, eso resultaba evidente— ¿Qué os parece una copa de vino?

—Me apunto —contestó Finn.

—Yo tomaré una también— Rachel se unió a nosotros en el mostrador de desayuno.

Llevaba unos vaqueros negros y una camisa holgada, con un aire informal y elegante que armonizaba maravillosamente con el pelo castaño oscuro y los ojos cafés de esta.

Abrí la vinoteca y saqué una botella cualquiera Finn, con las manos en los bolsillos de los pantalones, se balanceaba sobre los pies y charlaba en voz baja, mientras yo descorchaba la botella y servía.

Entonces, sonó el teléfono y yo descolgué el auricular de la pared— ¿Sí?

—Hola, Brittany Soy Sam Evans.

—Hola, Sam, ¿qué tal?

—Espero no molestarte con mi llamada. Tu padrastro me ha dado el número.

Ah. Ya había tenido yo bastante Stanton para un día—Claro que no me molesta, ¿ocurre algo?

— ¿Sinceramente? Bueno, pues parece que las cosas ahora van bien. Tu padrastro es como mi hada madrina. Está financiando unas cuantas mejoras en la seguridad del gimnasio y algunas modernizaciones que hacen mucha falta. Por eso te llamo. El centro va a estar cerrado unos días. Volvemos a abrir dentro de una semana, a contar desde el lunes.

Cerré los ojos y traté de reprimir un ramalazo de ira pero Sam no tenía la culpa de que Stanton y mi madre fueran dos maníacos súper protectores empeñados en controlarme no veían lo irónico que resultaba que me defendieran estando rodeada de personas tan cualificadas para hacerlo.

—Fantástico. Estoy deseando ir a entrenarme con vosotros.

—Yo también. Voy a darte caña, Brittany tus padres darán el dinero por bien empleado.
Puse un vaso delante de Rachel y tomé un buen sorbo del mío no dejaba de sorprenderme toda la colaboración que podía comprarse con dinero pero Sam no tenía la culpa—Por mí, fenomenal.

—Empezaremos contigo en cuanto abramos la próxima semana tu chófer tiene el horario.

—Muy bien. Pues hasta entonces. —Colgué el auricular y capté la mirada, dulce y amorosa, que Finn le dirigió a Rachel cuando creía que no le veíamos ninguna de las dos me hizo pensar que mis problemas podían esperar—Finn, siento mucho que tengas que marcharte ¿Puedes venir el miércoles a cenar pizza? Me gustaría que hiciéramos algo más que decirnos hola y adiós.

—Tengo clase —me sonrió, con cara de pena, y miró otra vez a Rachel de soslayo—, pero podría venir el martes.

—Perfecto. Encargamos la comida y nos vemos una película.

—Me encanta la idea.

Rachel me premió tirándome un beso cuando acompañó a Finn hasta la puerta cuando volvió a la cocina, cogió su vaso de vino y dijo: —Bueno, Britt, suéltalo ya se te ve muy estresada.

—Lo estoy —admití, botella en mano dando vueltas por el salón.

—Es por Santana López, ¿no?

—Pues claro pero no quiero hablar de ella—Aunque la persecución de Santana había sido estimulante, su objetivo era asqueroso—; mejor hablamos de Finn y de ti ¿Cómo os conocisteis?

—Me lo encontré en un curro trabaja media jornada como ayudante de un fotógrafo es muy sexy, ¿verdad? —Le brillaban los ojos de felicidad—, y todo una amabilidad, a la vieja usanza.

— ¿Pero quedan personas de ésas? —murmuré antes de liquidar el primer vaso.

— ¿Qué quieres decir?

—Nada, lo siento Rachel me ha caído muy bien y es evidente que tú le molas ¿Estudia Fotografía?

—Veterinaria.

— ¡Vaya! Eso está muy bien.

—Eso mismo pienso yo pero dejemos a un lado a Finn por el momento y dime qué es lo que te mortifica dilo de una vez.

—Mi madre —contesté, suspirando—, que se ha enterado de mi interés por el gimnasio de Sam y está fastidiándola.

— ¿Y cómo se ha enterado? Te juro que yo no se lo he dicho a nadie.

—Ya sé que no has sido tú; ni se me hubiera ocurrido pensarlo—Agarré la botella y me serví otro vaso—. Toma nota: ha estado fisgando en mi móvil.

Rachel hizo un gesto de asombro levantando las cejas— ¿En serio? Qué miedo.

— ¿A que sí? Se lo conté a Stanton, pero él no quiere saber nada.

—Bueno—Se pasó la mano entre el largo flequillo— ¿Y qué vas a hacer?

—Comprar otro teléfono. Y hablar con el doctor Petersen a ver si puede inculcarle un poco de sensatez.

—Buena jugada, pásale el asunto a su loquero. Esto... y en tu trabajo, ¿va todo bien? ¿Todavía te gusta?

—Mucho. —Recliné la cabeza en los cojines y cerré los ojos— Mi empleo y tú sois ahora mismo mi salvación.

— ¿Y qué me dices de la maciza supermillonaria que quiere trincarte? Venga, Britt, que me muero por saberlo ¿Qué ha pasado?

Se lo conté, por supuesto. Quería su opinión sobre todo aquello; sin embargo, cuando terminé, se quedó callada levanté la cabeza para mirarle y le encontré con los ojos brillantes y mordiéndose el labio—Rach, ¿en qué piensas?

—En que esta historia me pone muy caliente —se echó a reír, y el sonido afectuoso de su risa barrió buena parte de mi irritación— Apuesto a que está muy confundida en estos momentos habría dado dinero por verle la cara cuando le respondiste a eso de que quería darte unos azotes en el culo.

—Me parece increíble que dijera eso—Sólo con recordar el tono de López al salir con semejante amenaza, empezaron a sudarme las manos de tal forma que dejaba vapor en la copa—Pero ¿de qué demonios va?

—Los azotes en el culo no son una aberración además, en el sofá iba a hacer una buena proeza—Se dejó caer hacia atrás en el asiento, con una sonrisa radiante que le iluminaba la cara, tan atractiva de por sí—Tú supones un desafío para una tipa que se mueve habitualmente entre ellos. Y está dispuesta a hacer concesiones, algo a lo que no debe de estar acostumbrada, diría yo sólo tienes que decirle lo que quieres.

Repartí entre las dos el vino que quedaba me sentía ligeramente mejor con un poco de alcohol circulando por las venas ¿Qué quería yo? Aparte de lo lógico—Somos totalmente incompatibles.

— ¿Es así como calificas tú lo que pasó en el sofá?

—Vamos, Rach, resúmelo: me levanta del suelo del vestíbulo y me dice que quiere follar conmigo. Así de simple. Cualquier tía que me ligue en un bar tiene más marcha que ella Hola, ¿cómo te llamas? ¿Vienes mucho por aquí? ¿Quién es tu amiga? ¿Qué estás tomando? ¿Te gusta bailar? ¿Trabajas por aquí?

—Vale, vale, lo entiendo—Dejó el vaso en la mesa—. ¿Por qué no salimos por ahí? Buscamos un buen sitio y bailamos hasta que no podamos más. Quizá conozcamos alguna tía que te dé un poco de conversación.

—O por lo menos que me invite a una copa.

—Bueno, López te ofreció una en su oficina.

Sacudí la cabeza de lado a lado y me levanté—Lo que quieras me doy una ducha y nos largamos.

Salí de marcha como si aquélla fuera la última vez Rach y yo recorrimos todas las discotecas del centro, desde Tribeca hasta el East Village, gastando dinero a lo tonto en entradas y pasándonoslo de miedo yo bailé tanto que parecía que iba a quedarme sin pies, pero resistí hasta que Rachel se quejó primero de las botas con tacón que llevaba puestas acabábamos de salir de una discoteca tecno-pop con la idea de comprarme unas chancletas en un Walgreens que había cerca, cuando nos encontramos con un promotor que hacía publicidad de un establecimiento a pocas manzanas de allí—Un sitio fantástico para que descansen los pies un poco —dijo, sin las sonrisas exageradas ni los elogios aparatosos habituales en el oficio. La ropa que llevaba (vaqueros negros y jersey de cuello alto) era de muy buena calidad, cosa que me sorprendió. Y no tenía folletos ni postales. Lo que me entregó fue una tarjeta comercial hecha de papiro, con letras doradas que captaban la luz de los rótulos eléctricos que nos rodeaban. Tomé nota mentalmente para tenerlo en cuenta como una buena alternativa en la publicidad impresa.

A nuestro alrededor se movía una presurosa multitud de peatones Rachel observó los letreros entrecerrando los ojos; llevaba encima unas cuantas copas más que yo—Parece pretencioso.

—Enseñáis esta tarjeta —insistió el vendedor— y os ahorráis la entrada.

—Cariño —Rachel me cogió del brazo y tiró de mí—. Vamos, a lo mejor encuentras a una buena tipa en un local pijo.

Los pies me estaban matando cuando llegamos al sitio, pero dejé de lamentarme en cuanto vi la entrada tan bonita que tenía la fila para acceder al interior era muy larga; se extendía por toda la calle y doblaba la esquina por las puertas abiertas salía la conmovedora voz de Amy Winehouse junto con grupos de clientes muy bien vestidos y sonrientes.

Tal como había dicho el promotor, la tarjeta fue una llave mágica que nos proporcionó entrada inmediata y libre. Una encargada preciosa nos llevó al piso de arriba, hasta un bar VIP más tranquilo, desde donde se dominaba el escenario y la pista de baile de abajo, y nos señaló una zona de asientos junto a la terraza ocupamos una mesa rodeada por dos sofás curvos de terciopelo. Ella puso una carta de bebidas en el centro y dijo: —Invita la casa.

— ¡Mira qué bien! —dijo Rachel silbando—. Hemos acertado.

—Creo que el promotor te ha reconocido de algún anuncio.

— ¿No sería genial? Jo, qué noche. Estoy de marcha con mi mejor amiga y enamorándome de un nuevo cachas en mi vida.

— ¿Cómo?

—He decidido que voy a ver hasta dónde llegan las cosas con Finn.

Me alegró saberlo me pareció que yo había estado siempre esperando que Rachel encontrase alguien que la tratase bien— ¿Ya te ha pedido que salgas con él?

—No, pero no creo que sea porque no quiera. —Hizo un gesto con los hombros y se estiró la camiseta, rasgada intencionadamente a juego con los pantalones negros de cuero y las muñequeras de clavos, le daba un aire sexy y rebelde— Antes de nada, debe de estar intentando comprender qué hay entre tú y yo flipó cuando le dije que vivía con una mujer y que me había trasladado desde la otra punta del país para estar contigo tiene miedo de que yo sea una bi-curiosa de ésas y en el fondo esté colgada de ti por eso, quería que le conocieras hoy, para que vea cómo es nuestra convivencia.

—Lo siento, Rach Intentaré tranquilizarle en ese sentido.

—No es culpa tuya; no te preocupes. Saldrá bien si tiene que ser así.

Su convicción no me hizo sentir mejor y me puse a pensar en un modo de ayudarle.

Dos chicas se acercaron a nuestra mesa— ¿Podemos sentarnos con vosotras? —preguntó la más alta.

Primero miré a Rachel, luego a ellas parecían hermanas y eran muy atractivas, risueñas y seguras de sí mismas tenían una actitud relajada y natural estaba yo a punto de decir claro que sí, cuando en mi hombro desnudo se posó una cálida mano que me apretó firmemente—Ella no está libre.

Enfrente de mí, Rachel miraba boquiabierta a Santana López, que rodeó el sofá y le tendió la mano—Me llamo Santana López.

—Y yo, Rachel Berry —le estrechó la mano con una amplia sonrisa—, pero ya lo sabías encantada de conocerte he oído hablar mucho de ti.

Le habría matado de buena gana—Me alegro de saberlo—Santana tomó asiento a mi lado y puso un brazo sobre el respaldo para poder acariciar el mío como la que no quiere la cosa, pero de un modo posesivo al mismo tiempo—; quizás me quede alguna esperanza.

Giré la cintura para mirarle frente a frente y le susurré, furiosa: — ¿Pero qué haces?

—Lo que haga falta.

—Me voy a bailar—Rachel se puso en pie, con un gesto de ironía— Vuelvo dentro de un ratito.

Haciendo caso omiso de la mirada de súplica que le dirigí, me tiró un beso y se alejó, seguida de las das chicas yo tenía el corazón acelerado un minuto después, me resultaba ridículo, e imposible, pasar de Santana López.

Le eché un vistazo general llevaba pantalones ajustados de vestir color grafito y una camisa negra con un cuello V que producían un efecto de sofisticación informal me encantaba su apariencia y me atraía mucho la suavidad que sugería, aunque sabía que era sólo una ilusión ella era dura desde muchas perspectivas.

Respiré profundamente, por el esfuerzo que me costaba tratar con ella después de todo, ¿no era ése el problema principal? ¿Que ella quisiera saltarse los preliminares de una relación y pasar directamente a la cama? —Tienes un aspecto... —me detuve. Fantástica.
Maravillosa. Increíble. Sexy a más no poder. Al final, me quedé corta—... que me gusta.

Santana arqueó las cejas— ¡Vaya! Menos mal que hay algo de mí que te parece bien. ¿Se trata de todo el conjunto? ¿Sólo la ropa? ¿Sólo la camisa? ¿Los pantalones?

Me cayó mal el tonillo que empleó— ¿Y si te digo que sólo la camisa?

—Pues me compro una docena y así tengo para todos los días.

—Sería una lástima.

— ¿No te gusta la camisa? —Estaba un poco cabreada, las palabras le salían rápidas y cortantes.

Yo había apoyado las manos en el regazo, pero las movía sin parar—Sí me gusta, pero también me gusta el conjunto.

Me miró fijamente un minuto y luego me preguntó: — ¿Qué tal la cita con tu AAP?

¡Joder! Dirigí la vista a otro lado era muchísimo más fácil hablar por teléfono de masturbarse que ante aquella penetrante mirada café resultaba bochornoso y humillante—Yo no hablo de intimidades.

Me acarició la mejilla de nuevo y susurró: —Estás poniéndote colorada.

Noté por la voz que se alegraba y rápidamente cambié de tema— ¿Vienes mucho por aquí?
Mierda ¿Cómo se me había ocurrido decir aquella frase estereotipada?

Acercó las manos hasta mi regazo y cogió una de las mías—Cuando es necesario.

Un ramalazo de celos me hizo ponerme tensa— ¿Qué quieres decir? ¿Cuándo andas en busca de presa? —La miré, irritada, aunque en realidad estaba enfadada conmigo misma por el hecho de que aquello me importara.

Santana esbozó una genuina sonrisa que me hizo daño—Cuando hay que tomar decisiones importantes este local es mío, Brittany.

¡Vaya! ¡Cómo no! Una camarera muy mona dejó sobre la mesa unas bebidas con hielo, de color rosado, en vasos cuadrados y altos, y le dedicó a Santana una sonrisa insinuante—Aquí tiene, señora López, dos Stoli Elites con arándanos ¿Alguna cosa más?

—De momento, nada, gracias.

Veía claramente que la chica quería entrar en la lista de preseleccionadas, y me crispé después, me distraje con la bebida que nos había servido. Era lo que yo solía beber en las discotecas, lo que había estado bebiendo toda la noche. Sentí un cosquilleo nervioso observé a Santana haciendo girar el líquido en la boca, como si catara un buen vino, y tragárselo después el movimiento de la garganta me puso caliente, pero no fue nada comparado con el efecto que me produjo la intensidad de su mirada—No está mal —dijo— Dime si lo hemos hecho bien.

Entonces me besó se acercó deprisa, pero yo la vi venir y no me aparté. Tenía la boca fresca, con sabor a arándanos rociados de alcohol. Deliciosa. Todo el caos de energía y emociones que había estado bullendo en mi interior se desbordó de repente. Llevé una mano hasta su espléndido pelo y la sujeté bien fuerte mientras le succionaba la lengua. El gemido que emitió fue el sonido más erótico que había oído en mi vida, y la parte interna de mis muslos se tensó ardorosamente.

Sorprendida yo misma por la vehemencia de mi reacción, me distancié, jadeante.

Santana continuó acariciándome la cara con la boca, besándome las orejas, respirando trabajosamente, también el tintineo del hielo dentro del vaso removió mis exaltados sentidos—Britt, necesito sentir tu coño apretado entre mis dedos —me susurró bruscamente— No puedo más.

Clavé la vista en el vaso, mientras mi mente giraba en un torbellino de impresiones, recuerdos y confusión— ¿Cómo lo sabías?

Me pasó la lengua por la oreja, y yo me estremecí. Parecía que todas las células de mi cuerpo lucharan contra el suyo. Resistirme a ella consumía una cantidad de energía tan considerable que me agotaba— ¿El qué?

—Lo que me gusta beber, cómo se llamaba Rachel.

Inspiró profundamente y se separó de mí dejó el vaso en la mesa y cambió de posición, colocando una rodilla sobre el cojín que había entre nosotras, de modo que podía mirarme de frente. Volvió a pasar el brazo por el respaldo del sofá y empezó a hacer circulitos con la yema de los dedos en la curva de mi espalda—Habías estado antes en otro de mis locales Tu tarjeta de crédito apareció y quedaron anotadas tus consumiciones. Y Rachel Betty figura en el contrato de arrendamiento de tu casa.

Todo daba vueltas a mí alrededor. No había manera... El teléfono móvil, la tarjeta de crédito, el puñetero apartamento... Es que no podía ni respirar. Entre mi madre y Santana me hacían sentir claustrofobia—Caray, Brittany, estás blanca como el papel—Me puso un vaso en la mano—. Anda, bebe.

Era el Stoli con arándanos. Me lo bebí todo. El estómago se revolvió por un momento, luego se asentó— ¿Es tuyo el edificio donde vivo? —pregunté, casi sin aliento.

—Curiosamente, así es. —Se sentó sobre la mesa, justo enfrente de mí, y colocó las piernas a ambos lados de las mías. Tenía las manos heladas; Santana me quitó el vaso para dejarlo a un lado y me las calentó con las suyas.

—Santana, ¿estás chiflada?

— ¿Lo preguntas en serio? —dijo, apretando un poco los labios.

—Sí, lo pregunto en serio mi madre me acosa también y está yendo a un loquero ¿Vas tú a alguno?

—Por ahora, no, pero tú me vuelves lo suficientemente loca como para que eso esté dentro de lo posible.

—Entonces, ¿este comportamiento no es habitual en ti? —Tenía palpitaciones; hasta notaba la sangre circulando por los tímpanos— ¿O sí lo es?

Se pasó una mano por el pelo, arreglándose los mechones que yo le había despeinado cuando nos besamos—Simplemente, tuve acceso a ciertos datos que tú pusiste a mi disposición.

— ¡A tu disposición, no! ¡Ni tampoco para el fin que tú los has empleado! Seguro que has infringido alguna ley de protección de la intimidad—Me quedé mirándola, más confusa que nunca—. Pero ¿por qué lo haces?

—Coño, para conocerte.

— ¿Y por qué no hablas conmigo, Santana? ¿Tan difícil es eso hoy en día?

—Contigo, sí—Cogió el vaso y se bebió casi todo el contenido—No puedo tenerte a solas más de unos minutos cada vez.

—Porque lo único de lo que quieres hablar es de lo que tienes que hacer para tirarte a alguien.

—Brittany, por Dios, baja la voz —me pidió entre dientes.

La examiné detenidamente, asimilando cada uno de sus rasgos, cada plano de su cara. Por desgracia, catalogar los detalles no redujo ni un ápice mi turbación. Estaba empezando a sospechar que su atractivo jamás dejaría de deslumbrarme y no sólo a mí; había visto cómo reaccionaban las mujeres ante ella Y, encima, era escandalosamente rica, cosa que hace interesantes hasta a mujeres vieja y arrugadas no sería raro que estuviese acostumbrada a chascar los dedos y apuntarse un orgasmo.

Me lanzó una mirada— ¿Por qué me miras así? —me preguntó.

—Estoy pensando.

— ¿En qué? —Apretó un poco las mandíbulas—. Te advierto que, si dices algo de orificios, pre admisiones o emisiones orgásmicas, no respondo de mis actos.

Casi me hizo reír—Es que quiero comprender unas cuantas cosas, porque tal vez no te esté creyendo del todo.

—A mí también me gustaría entender algunas cosas —masculló.

—Me imagino que tienes mucho éxito con el método «Quiero follar contigo».

La cara de Santana se fue transformando hasta quedarse inexpresiva—No quiero hablar de eso, Brittany.

—De acuerdo. Tú quieres saber qué es lo que me induciría a acostarme contigo. ¿Es ésa la razón por la que estás aquí esta noche? ¿Por mí? Y no me contestes lo que tú crees que yo quiero oír.

Su mirada era clara y tranquila—Estoy aquí por ti, sí. Yo lo preparé.

De pronto pude atar los cabos sueltos y comprendí el promotor que nos había abordado era un empleado de López Industries— ¿Pensabas que trayéndome aquí ibas a echar un polvo conmigo?

Le resultaba difícil disimular su regocijo—Siempre hay una esperanza, pero suponía que haría falta algo más que un encuentro casual y unas copas.

—Tienes razón. Entonces, ¿por qué lo has hecho? ¿Por qué no has esperado al lunes por la mañana?

—Porque tú andas buscando algún rollo. No puedo hacer nada respecto a los AAP, pero, en mi bar, sí puedo evitar que ligues con alguna imbécil. Tú buscas rollo, Brittany, y yo estoy aquí.

—No estoy buscando ningún rollo, sino quemando la tensión de un día de estrés.

—No eres la única. —Tocó con los dedos uno de mis pendientes chandelier de plata—. Tú bebes y bailas cuando estás tensa. Yo, en primer lugar, trato de solucionar el problema que me provoca la tensión.

Su tono de voz se había suavizado y despertó en mí un alarmante deseo— ¿Es eso lo que soy yo? ¿Un problema?

—Por supuesto que sí —pero lo dijo con un atisbo de sonrisa.

Yo sabía que ahí radicaba gran parte de su atractivo Santana López no podía estar donde estaba, siendo tan joven, si aceptaba los «noes» tranquilamente— ¿Cómo definirías tú salir con alguien?

Frunció el ceño—Como pasar mucho tiempo con una mujer durante el que no estamos follando.

— ¿Te gusta la compañía femenina?

—Claro que sí, siempre que no haya expectativas exageradas ni exijan demasiado tiempo. Me he dado cuenta de que la mejor manera de evitar esto es tener amistades y relaciones sexuales exclusivas para ambas.

Allí estaban otra vez esas molestas «expectativas exageradas». Quedaba claro que aquello suponía un escollo para ella—Entonces, ¿tienes amigas?

—Naturalmente—Aprisionó mis piernas con las suyas— ¿Adónde quieres ir a parar?

—Aíslas el sexo del resto de tu vida; lo separas de la amistad, del trabajo... de todo.

—Tengo buenas razones para hacerlo.

—Estoy segura. Vale, ahí van mis conclusiones—Era difícil concentrarse tan cerca de Santana—: Te dije que no quería salir con nadie y no quiero. El trabajo es mi mayor prioridad, y mi vida personal, como mujer soltera, le sigue muy de cerca. No me apetece sacrificar ni una cosa ni la otra en aras de una relación ni queda espacio para incluir un vínculo estable.

—En eso coincidimos.

—Ahora bien, me gusta el sexo.

—Bueno, pues practícalo conmigo—Su sonrisa era toda una invitación erótica.

—Yo necesito que me una algo personal a las mujeres con las que me acuesto no tiene que tratarse de nada intenso ni profundo, pero el sexo para mí debe ser algo más que una fría transacción.

— ¿Por qué?

No podía decirse que Santana estuviera siendo frívola por rara que fuese para ella aquella conversación, se la estaba tomando en serio—Llámalo capricho, si quieres, pero no estoy hablando a la ligera. Me fastidia que me usen en cuestiones de sexo; me siento infravalorada.

— ¿No puedes verlo como que tú me usas a mí?

—Contigo, no—Estaba siendo muy persuasiva, muy contundente.

Pude ver en sus ojos el brillo de la depredadora cuando dejé mi debilidad al descubierto—Además —continué enseguida—, eso es semántica. En mis relaciones sexuales, necesito un intercambio equitativo o ser yo la dominante.

—De acuerdo.

— ¿De acuerdo? Lo has dicho demasiado pronto, teniendo en cuenta que yo quiero combinar dos cosas que tú te esfuerzas muchísimo en evitar que se junten.

—No me siento a gusto con ello y no voy a pretender que lo entiendo, pero estoy escuchándote. Es un problema. Dime cómo lo remediamos.

Me quedé sin aliento. No me esperaba aquello Santana era una mujer que no quería complicaciones con el sexo, y yo una mujer que encontraba complicado el sexo; pero ella no se daba por vencida Todavía.

—Tenemos que ser amigas, Santana. No compañeras del alma ni confidentes, pero sí dos personas que saben la una de la otra algo más que la anatomía. Para mí eso significa poder estar juntas sin tener que follar necesariamente. Y me temo que tendremos que pasar algunos ratos así en lugares donde nos veremos obligadas a contenernos.

— ¿No es lo que estamos haciendo ahora?

—Sí. Y a eso es a lo que me refiero. No creía que fueras capaz de hacerlo. Deberías haber actuado de un modo menos extraño. —Le tapé la boca con la mano cuando intentó interrumpirme—. Pero admito que intentaste buscar una oportunidad para hablar y yo no colaboré.

Empezó a mordisquearme los dedos de tal modo que tuve que protestar y retirar la mano—Oye, ¿por qué haces eso?

Se llevó a la boca mi mano mordida; la besó le pasó la lengua para aliviarla. Y para provocarme.

Respondí devolviéndola a mi regazo. Todavía no estaba segura de que hubiéramos dejado las cosas claras—Y para que no creas que hay expectativas exageradas, cuando tú y yo pasemos tiempo juntas sin follar, no pensaré que estamos saliendo, ¿vale?

—Lo tendré en cuenta. —Santana sonrió, y mi decisión de estar con ella se reforzó. Su sonrisa fue como un relámpago en la oscuridad, deslumbrador, bello y misterioso, y la deseé tanto que experimenté verdadero dolor físico.

Deslizó la mano por la parte trasera de mis muslos y me atrajo suavemente hacia ella.

El dobladillo de mi escaso vestido sin espalda quedó a una altura indecente, y los ojos de Santana permanecieron clavados en la carne que ella misma había dejado al aire se humedeció los labios con la lengua en un gesto tan carnal y sugerente que casi pude sentir la caricia sobre mi piel.

La voz de Duffy, cantando «Mercy», subía desde la pista de baile de abajo. Sentí un inoportuno nudo en el estómago y me pasé la mano por él.

Había ya bebido mucho, pero me sorprendí a mí misma diciendo:

—Necesito otra copa.

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Hola Hola vengo a dejar un nuevo capitulo C:
Espero que les guste y comenten sin les gusto
 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864
 
Saludos Y besos.

PD: SANTANA  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1215408055 



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Mensaje por 3:) Vie Jul 25, 2014 3:14 pm

holap dan,...

sany tiene toda la ciudad comprada por la empresa jajajajaja
va a ser divertido ver como se llevan de "amigas",...
entre la mama de britt y sany,..... va a ser mas fácil irte a vivir con wilson en una isla desierta jajajajaja

nos vemos,...
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Mensaje por vidia Vie Jul 25, 2014 4:09 pm

HOlaaaaaaaaaa, eres la primera a la que le comento en el año que llevo siguiendo esta pagina jajaaj pero es que recien acabo de iniciar a leer esta saga, y tu ya estas adaptándola, no se que hacer, leer tu adaptacion o leer el libro ajaj es que soy una deboradora de lecturas de este estilo, pero me alegra que este adaptandola...  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2145353087  
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Mensaje por Dani(: Sáb Jul 26, 2014 10:30 pm

3:) escribió:holap dan,...

sany tiene toda la ciudad comprada por la empresa jajajajaja
va a ser divertido ver como se llevan de "amigas",...
entre la mama de britt y sany,..... va a ser mas fácil irte a vivir con wilson en una isla desierta jajajajaja

nos vemos,...

Hola Hola :P
Jajajajaja san tiene todo! y jajajajajajajaj "amigas amigas mmmmm" y jajajajajaja ya veras !

Saludos y besos!  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

vidia escribió:HOlaaaaaaaaaa, eres la primera a la que le comento en el año que llevo siguiendo esta pagina jajaaj pero es que recien acabo de iniciar a leer esta saga, y tu ya estas adaptándola, no se que hacer, leer tu adaptacion o leer el libro ajaj es que soy una deboradora de lecturas de este estilo, pero me alegra que este adaptandola...  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2145353087  

Hola Hola!
Me alegra demasiado ser a la primera que le comentas  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2145353087 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2145353087 y lee otro libro y lee mi adaptacion :P jajajajajaj dale

Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Sáb Jul 26, 2014 10:34 pm

Capítulo 5


El sábado por la mañana tenía una resaca de órdago y pensé que era lo menos que me merecía por mucho que me ofendiera la insistencia de Santana en negociar las relaciones sexuales con la misma pasión con la que negociaría una fusión comercial, al final yo había hecho otro tanto porque le deseaba lo suficiente como para correr un riesgo calculado y romper mis propias normas.

Me consolaba saber que ella también estaba rompiendo algunas de las suyas.

Tras una larga ducha caliente, enfilé hacia el cuarto de estar, donde estaba Rachel, fresca y espabilada, sentada en el sofá con su netbook. Olía a café en la cocina, así que me dirigí allí y me llené la taza más grande que pude encontrar—Buenos días, nena —dijo Rach en voz alta.

Con mi muy necesaria dosis de cafeína entre las manos, fui a sentarme con él en el sofá.
Me señaló una caja que había en un extremo de la mesa—Te ha llegado mientras estabas en la ducha.

Dejé la taza en la mesa de centro y cogí la caja estaba envuelta con papel marrón y cordel y tenía mi nombre escrito en diagonal en la parte de arriba con trazos decorativos dentro había un frasco de color ámbar en el que ponía REMEDIO PARA LA RESACA con una antigua letra blanca y una nota atada con rafia en el cuello del frasco en la que se leía: Bébeme la tarjeta de Santana estaba entre el papel protector de seda me pareció un regalo muy oportuno desde que conocía a Santana me sentía como si hubiera caído por la madriguera del conejo en un mundo fascinante y seductor, donde la mayoría de las normas conocidas no eran aplicables me hallaba en un territorio desconocido que era emocionante y aterrador a la vez.

Eché una mirada a Rachel, que observó el frasco con recelo— ¡Salud! —Saqué el corcho y me bebí el contenido sin pensarlo dos veces sabía a empalagoso jarabe para la tos era tan desagradable que primero se me revolvió el estómago y luego noté que me quemaba me limpié los labios con el dorso de la mano y volví a poner el corcho en el frasco vacío.

— ¿Qué era? —preguntó Rach.

—A juzgar por el ardor, más de lo mismo para quitar la resaca.

—Eficaz pero desagradable —añadió, arrugando la nariz.

Y estaba funcionando, pues ya me sentía un poco más firme Rachel cogió la caja y sacó la tarjeta de Santana le dio la vuelta y me la tendió en el reverso Santana había escrito Llámame con una caligrafía de rasgos enérgicos y había anotado un número de teléfono.
Le cogí la tarjeta, ahuecando la mano sobre ella su regalo era señal de que pensaba en mí su tenacidad y fijación eran seductoras no había duda de que estaba metida en un buen lío en lo que respectaba a Santana me moría por sentirme como cuando ella me tocaba, y me encantaba cómo respondía cuando le tocaba yo cuando trataba de pensar en lo que no estaría dispuesta a hacer para que sus manos volvieran a tocarme, no se me ocurría gran cosa.

Cuando Rachel hizo ademán de pasarme el teléfono, sacudí la cabeza—Todavía no necesito tener la cabeza despejada cuando trato con ella, y aún estoy confusa.

—Parecíais muy a gusto las dos anoche desde luego, está colada por ti.

—Y yo por ella—Me acurruqué en una esquina del sofá, apoyé la mejilla en un cojín y encogí las piernas hasta el pecho— Vamos a salir de vez en cuando, a tener relaciones sexuales esporádicas, pero físicamente intensas y a ser, por lo demás, completamente independientes nada de ataduras, ni expectativas ni responsabilidades.

Rachel pulsó una tecla de su netbook y la impresora que estaba en el otro extremo de la habitación empezó a echar páginas luego cerró de golpe el ordenador, lo dejó encima de la mesa de centro y me concedió toda su atención—Quizá se convierta en algo serio.

—Quizá no —me burlé.

—Cínica.

—No busco ningún vivieron-felices-para-siempre, Rach, y menos con una mega magnate como López he visto en mi madre lo que supone relacionarse con gente poderosa es un trabajo de jornada completa con media de compañía el dinero hace feliz a mi madre, pero no sería suficiente para mí.

Mi padre quería a mi madre le pidió que se casara con él y compartieran la vida ella le rechazó porque carecía de la considerable cartera de acciones y la abundante cuenta corriente que ella requería en un marido el amor no era un requisito para el matrimonio en opinión de Mónica Stanton, y como a la mayoría de los hombres les resultaba irresistible su belleza de ojos seductores y voz susurrante, nunca tuvo que conformarse con menos de lo que quería desgraciadamente, no quería a mi padre para una larga travesía.

Eché un vistazo al reloj y vi que eran las diez y media—Supongo que debería prepararme.

—Me encanta pasar el día del spa con tu madre. —Rach sonrió, y despejó las sombras que aún persistían en mi estado de ánimo—Después me siento como una diosa.

—Yo también.

Teníamos tantas ganas de marcharnos que bajamos al encuentro del coche en lugar de esperar a que llamaran de recepción el portero sonrió cuando salimos fuera, yo con sandalias de tacón y vestido largo y Rach con unos vaqueros ajustados medio rotos y una camiseta cuello V blanca.

—Buenos días, señorita Pierce Señora Berry ¿Van a querer un taxi hoy?

—No, gracias, Paul. Estamos esperando un coche. —Rachel sonrió—. ¡Es el día del spa en Perrini’s!

—Ah, el Día del Spa de Perrini’s—Con un gesto de la cabeza, Paul dio a entender que sabía lo que era—. Yo le di a mi mujer un cheque regalo por nuestro aniversario. Le gustó tanto que he pensado hacer de ello una costumbre.

—Hiciste bien, Paul —dije yo—. Mimar a una mujer nunca pasa de moda.

Llegó un turismo negro con Clancy al volante Paul abrió la puerta trasera y nos montamos, dando grititos al ver una caja de chocolatinas Knipschild en el asiento nos despedimos de Paul, nos acomodamos y nos pusimos manos a la obra, dando pequeños mordiscos a aquellas trufas que merecía la pena saborear lentamente Clancy nos llevó directamente a Perrini’s, donde la relajación comenzó desde el momento mismo en que entramos cruzar el umbral de la entrada era como tomarse unas vacaciones al otro lado del mundo cada puerta arqueada estaba enmarcada por unas suntuosas cortinas a rayas de vibrantes colores, mientras que unos cojines con fundas de pedrería decoraban los divanes y los enormes sillones.

Colgadas del techo había jaulas doradas con pájaros que gorjeaban, y por todos los rincones se veían macetas con plantas de hojas exuberantes. Pequeñas fuentes decorativas añadían los sonidos del fluir del agua, y se oía música instrumental de cuerda a través de unos altavoces ingeniosamente escondidos. El aire olía a una mezcla de especias y fragancias exóticas, que me hacían sentir como si me hubiera adentrado en Las mil y una noches.

Rozaba la exageración, pero no llegaba a traspasar la línea. Eso sí, Perrini’s era exótico y lujoso, un capricho para quienes pudieran permitírselo. Como mi madre, que acababa de salir de su baño de leche y miel cuando llegamos nosotras.

Leí la carta de tratamientos disponibles y decidí cambiar mi habitual «mujer guerrera» por el de «caprichos apasionados». Me habían hecho la cera la semana anterior, pero me parecía que el resto del tratamiento —pensado para estar irresistible sexualmente— era justo lo que necesitaba.

Finalmente había conseguido reconducir el pensamiento a asuntos menos peligrosos, cuando Rachel habló desde el sillón de pedicura que estaba a mi lado—Señora Stanton, ¿conoce a Santana López?

Le miré boquiabierta sabía perfectamente que mi madre se ponía de los nervios con cualquier noticia relacionada con mis relaciones amorosas, o no tan amorosas, como podía ser el caso mi madre, sentada a mi otro lado, se echó hacia delante con su típica emoción de niña ante un persona rica y atractiva—Por supuesto es una de las mujeres más ricas del mundo la número veinticinco o algo así en la lista de la revista Forbes, si no recuerdo mal una joven muy ambiciosa, obviamente, y una generosa benefactora de muchas organizaciones benéficas que yo apoyo un buenísimo partido, claro está, tiene fama de muchas mujeres.

—Eso que me pierdo—Rachel sonrió e hizo como que no me veía sacudir la cabeza con fuerza—. Pero de todos modos sería un amor imposible, ya que ella anda tras Britt.

— ¡Britt! No puedo creer que no hayas contado nada. ¿Cómo has podido ocultarme algo así?
Miré a mi madre, cuya cara lavada se veía joven, sin arrugas y muy parecida a la mía. Yo era a todas luces hija de mi madre, hasta el apellido. La única concesión que le había hecho a mi padre había sido ponerme el nombre de su madre y sus ojos—No hay nada que contar —insistí—. Sólo somos... amigas.

—Podemos hacerlo mejor —dijo Mónica, con una calculadora mirada que me dio miedo—. No sé cómo no he caído en que trabajas en el mismo edificio que ella seguro que se enamoró de ti en cuanto te vio aunque se sabe que le van más las morenas... Humm... Bueno. También es famosa por su excelente gusto. Es evidente que en esto último llevas las de ganar.
—Las cosas no van por ahí por favor, no empieces a meterte donde no te llaman me pondrás en una situación embarazosa.

—Tonterías si hay alguien que sepa qué hacer con ese tipo de personas, soy yo.
Me hundí en el asiento, hasta que los hombros me rozaron las orejas para cuando llegó la hora del masaje, necesitaba desesperadamente que me lo dieran. Me tumbé en la mesa y cerré los ojos, dispuesta a echarme una siestecita para aguantar la larga noche que se avecinaba me encantaba arreglarme y estar guapa tanto como a cualquier chica, pero los actos benéficos daban mucho trabajo hablar de trivialidades era agotador, sonreír sin parar era una pesadez y las conversaciones sobre asuntos y personas que no conocía me aburrían mortalmente si no fuera porque Rachel se beneficiaba con la publicidad, me resistiría a ir.

Suspiré  ¿A quién trataba de engañar? Acabaría yendo de todas formas mi madre y Stanton apoyaban las organizaciones benéficas contra el maltrato infantil porque era importante para mí acudir a uno de aquellos convencionales eventos de vez en cuando era el pequeño precio que había que pagar por los beneficios que reportaban.

Respiré hondo y procuré relajarme tomé nota mentalmente de llamar a mi padre cuando llegara a casa y pensé en cómo enviar una nota de agradecimiento a Santana por el remedio para la resaca. Me figuré que podría mandarle un correo electrónico utilizando la información de contacto de su tarjeta, pero era poco elegante. Además, ignoraba quién leía su bandeja de entrada.

Le llamaría al llegar a casa ¿Por qué no? Me había pedido —no, dicho— que le llamara; había escrito el ruego en su tarjeta. Y oiría su voz seductora otra vez.

La puerta se abrió y entró la masajista—Hola, Brittany ¿Estás lista?
No del todo Pero casi.

Después de unas fantásticas horas en el spa, mi madre y Rachel me dejaron en el apartamento; luego ellas se fueron a buscar unos gemelos nuevos para Stanton como iba a estar sola durante un rato, decidí llamar a Santana pese a la muy necesaria intimidad, tecleé su número una media docena de veces antes de decirme a realizar la llamada.
Respondió a la primera señal—Brittany.

Sorprendida de que supiera quién le llamaba, me quedé sin palabras. ¿Cómo tenía mi nombre y mi número de teléfono en su lista de contactos?—Esto... Hola, Santana.

—Estoy a una manzana de distancia avisa en recepción de que voy.

— ¿Cómo? —Tenía la sensación de haberme perdido parte de la conversación— ¿Qué vas a dónde?

—A tu casa estoy en la esquina llama a recepción, Brittany.

Colgó y yo me quedé mirando el teléfono, tratando de asimilar el hecho de que Santana estaría conmigo otra vez en cuestión de minutos. Un tanto aturdida, me dirigí al interfono y hablé con recepción para comunicar que la esperaba, y mientras estaba hablando, entró ella en el vestíbulo unos instantes después, se encontraba ante mi puerta.

Fue entonces cuando me di cuenta de que sólo llevaba puesta una bata corta de seda, e iba peinada y maquillada para la cena ¿Qué impresión se llevaría de mi aspecto? Me apreté el cinturón de la bata antes de dejarle entrar yo no le había invitado a venir a casa para seducirle ni nada parecido Santana permaneció en la entrada un largo instante, contemplándome desde la cabeza hasta los dedos de los pies, con manicura francesa en las uñas a mí también me anonadó su aspecto le sentaban tan bien los vaqueros desgastados ajustados y la camiseta que vestía que me dieron ganas de desnudarla con los dientes—Sólo por encontrarte así ya ha merecido la pena el viaje—Entró en casa y atrancó la puerta tras ella— ¿Qué tal estás?

—Bien. Gracias a ti Gracias—Se me estremecía el estómago porque ella estaba ahí, conmigo, lo cual casi me daba... vértigo—Pero ésa no puede ser la razón por la que has venido hasta aquí.

—He venido porque has tardado mucho en llamarme.

—No sabía que tuviera un plazo para hacerlo.

—Tengo que preguntarte algo que requiere una respuesta inmediata, pero, aparte de eso, quería saber si te sientes bien después de anoche—Los ojos se le veían oscuros mientras me recorría de arriba abajo; su cara, imponente enmarcada en aquella increíble cortina de pelo negro—¡Dios, estás guapísima, Britt no recuerdo haber deseado nada tanto!
Aquellas sencillas y escasas palabras me pusieron mimosa, a cien demasiado vulnerable— ¿Qué es tan urgente?

—Ven conmigo a la cena benéfica esta noche.

Me eché hacia atrás, sorprendida y emocionada con la petición— ¿Vas a ir?

—Y tú también lo he comprobado, al saber que tu madre estaría allí. Vamos juntas.

Me llevé una mano a la garganta, debatiéndome entre la extrañeza que me producía lo mucho que ella sabía de mí y la preocupación por lo que me estaba pidiendo—No era a esto a lo que me refería cuando dije que debíamos pasar tiempo juntas.

— ¿Por qué no? —Aquella sencilla pregunta estaba teñida de desafío— ¿Qué problema hay en que vayamos juntas a un evento al que las dos íbamos a acudir por separado?

—No es que sea muy discreto se trata de un acto prominente.

— ¿Y? —Santana dio un paso hacia mí y me toqueteó un rizo.

El peligroso susurro que había en su voz hizo que me estremeciera sentí la calidez de su cuerpo y percibí el aroma profundamente rico de su piel estaba cayendo bajo su embrujo, cada vez más—La gente hará suposiciones, mi madre sobre todo, que ya estará oliendo tu sangre de soltera en el agua.

Bajando la cabeza, Santana posó los labios en la curva de mi cuello—Me da igual lo que piense la gente sabemos lo que hacemos yo me encargaré de tu madre.

—Si crees que puedes... —dije con la respiración entrecortada—, no la conoces bien.

—Pasaré a recogerte a las siete—Me pasó la lengua por la palpitante vena de la garganta y me fundí en ella, con el cuerpo laxo al atraerme hacia ella.

—Todavía no he dicho que sí —logré articular.

—Pero no vas a decir que no—Me cogió el lóbulo de la oreja entre los dientes—No te dejaré.

Abrí la boca para protestar y ella me la selló posando sus labios sobre los míos, acallándome con un voluptuoso y húmedo beso movía la lengua despacio, saboreándome de tal manera que me hizo desear que me hiciera lo mismo entre las piernas las manos se me fueron a su pelo, acariciándola, tirando de él cuando me rodeó con sus brazos, me arqueé, curvándome en sus manos al igual que en su oficina, me tuvo boca arriba en el sofá antes de darme cuenta de que me estaba moviendo, tragándose con su boca mi sorprendido jadeo la bata cedió a sus hábiles dedos, y a continuación me puso las manos en los pechos, acariciándolos con suaves y rítmicos apretones—Santana...

—Shhh—Me succionó el labio inferior, presionando y tirándome de mis sensibles pezones— Saber que no llevabas nada puesto debajo de la bata estaba volviéndome loca.

—Has venido sin... ¡Oh! ¡Oh, Dios!

Me rodeó un pezón con la boca, y aquella oleada de calor me produjo un velo de transpiración en la piel nerviosa, no dejaba de mirar la hora en el reloj del decodificador—Santana, no.

Levantó la cabeza y me miró con sus tormentosos ojos cafés—Es una locura, lo sé. No... No sabría explicarlo, Britt, pero tengo que hacer que te corras llevo días pensándolo constantemente.

Me metió una mano entre las piernas. Las abrí sin pudor, tan excitado mi cuerpo que me sentía arrebatada, casi febril con la otra mano seguía magreándome los pechos, poniéndomelos duros e insoportablemente sensibles—Te me has puesto húmeda —murmuró, bajando la mirada hacia donde estaba abriéndome con los dedos—Ahí también eres hermosa aterciopelada y rosa. Muy suave no te habrás depilado hoy, ¿verdad?
Negué con la cabeza—Menos mal. No creo que hubiera aguantado ni diez minutos sin tocarte, no digamos diez horas—Me introdujo un dedo cuidadosamente.

Me sentía tan vulnerable allí desnuda, con las piernas abiertas, toqueteada por una mujer cuya familiaridad con las normas de la depilación brasileña delataba un íntimo conocimiento una mujer que aún estaba completamente vestida, arrodillada en el suelo junto a mí—Estás muy acogedora. —Santana sacó el dedo y volvió a clavármelo con delicadeza arqueé la espalda al apretar con ansia— Y muy ávida ¿Cuánto tiempo hace que no follas?

Tragué saliva—He estado muy ocupada con la tesis, buscando trabajo, trasladándome...
—Una temporada, entonces sacó el dedo y a continuación me introdujo dos no pude reprimir un gemido de placer aquella mujer tenía unas manos dotadas, seguras y expertas, y cogía lo que quería con ellas.

— ¿Has ido a tus pruebas de enfermedades, Brittany?

—Sí—Me aferré al borde de los cojines—. Por supuesto.

—Te demostraré que estoy limpia y tú harás otro tanto, y luego dejarás que te haga mía.

— ¡Por Dios, SANTANA! —Jadeaba por ella, meneando las caderas descaradamente sobre aquellos dedos que empujaban tenía la sensación de que ardería espontáneamente si ella no salía.

En mi vida me había excitado tanto me moría por un orgasmo. Si hubiera entrado Rachel en aquel momento y me hubiera encontrado retorciéndome en la sala de estar de nuestra casa mientras Santana me follaba, creo que no me habría importado Santana respiraba entrecortadamente también tenía la cara sonrojada por la lujuria Por mí cuando lo único que había hecho yo era responderle sin poder evitarlo.

Me acarició la mejilla con la mano que tenía en mi pecho—Estás ruborizada te he escandalizado.

—Sí.

Su sonrisa era pícara y gozosa a la vez, y sentí una opresión en el pecho—Quiero sentir mis jugos en ti cuando te folle con los dedos quiero que tú sientas mi jugos en ti, para que pienses en el aspecto que tengo y los sonidos que hago cuando te chupo tus jugos también Y mientras pienses en ello, estarás deseando que vuelva a hacértelo una y otra vez.

Mi sexo se tensó alrededor de sus acariciadores dedos, la crudeza de sus palabras me empujaba al borde del orgasmo—Te diré todas las formas en que quiero que me satisfagas, Brittany, y vas a hacerlo todo... a aceptarlo todo, y el sexo será explosivo, primario, sin limitaciones lo sabes, ¿verdad? Intuyes cómo será entre nosotras.

—Sí —musité, apretándome los pechos para aliviar el profundo dolor de mis pezones endurecidos—. Por favor, Santana.

—Shhh... Te tengo. —Con la parte blanda de su pulgar empezó a frotarme suavemente el clítoris en círculos—Mírame a los ojos cuando te corras.

Todo se tensó en mi centro, y esa tensión crecía a medida que me masajeaba el clítoris y empujaba los dedos adentro y afuera con un ritmo constante, sin prisas—Ríndete a mí, Britt —ordenó—. Ya.

Alcancé el clímax con un tenue grito, mis blancos nudillos a los lados de los cojines, mientras sacudía las caderas en su mano, sin asomo de vergüenza o timidez tenía la vista fija en la suya, incapaz de apartar la mirada, fascinada con aquel triunfo que le brillaba en los ojos en aquel momento me poseyó haría lo que quisiera. Y ella lo sabía.

Me atravesó un intenso placer. Entre el latido de la sangre en mis oídos, me pareció oírle decir algo con la voz quebrada, pero me perdí las palabras cuando apoyó una de mis piernas en el respaldo del sofá y abarcó mi abertura con su boca—No. —Le empujé la cabeza con las manos—. No puedo.

Estaba demasiado inflamada, demasiado sensible pero cuando me tocó el clítoris con la lengua, agitándola sobre ella, creció de nuevo el deseo con más intensidad que la primera vez. Me bordeó mi palpitante abertura, provocándome, atormentándome con la promesa de otro orgasmo cuando yo sabía que no podía tener otro tan pronto entonces me introdujo la lengua y yo me mordí el labio para reprimir un grito. Me corrí por segunda vez, estremeciéndose mi cuerpo violentamente, tensándose los músculos con desesperación alrededor de sus voluptuosos lametones su bramido me hizo vibrar. No tuve fuerzas para apartarle cuando se puso a lamerme el clítoris otra vez suave, incansablemente... hasta que volví a tener otro orgasmo, pronunciando su nombre con voz entrecortada.

Me había quedado sin energía cuando me estiró la pierna y aún estaba sin aliento cuando empezó a besarme desde vientre hasta los pechos. Me chupó los pezones, luego me levantó pasándome los brazos por la espalda. Sostenía mi cuerpo laxo y flexible mientras me tomaba la boca con violencia reprimida, magullándome los labios y delatando lo cerca del borde que estaba ella.

Me cerró la bata y se levantó, mirándome desde arriba—Santana...

—A las siete en punto, Brittany—Alargó el brazo y me tocó el tobillo, acariciando con los dedos la brillante cadenita que me había puesto para lucir por la tarde— Y no te la quites quiero follar contigo vestida sólo con esto.
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por VictoriaRivera Sáb Jul 26, 2014 11:16 pm

Por supuesto que quiero que lo sigas por favor!!!!!
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por 3:) Sáb Jul 26, 2014 11:42 pm

holap dan,...

yo también quiero que san sea mi "amiga" jajajajjajjajjaja
odio a la madre de britt cuando se pone en protectora (versión CIA) y tratando de buscare pareja a britt,...
ok lo que le paso a britt ya le paso,... pero la vieja es pesado con todo,...

nos vemos!!!
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por Dani(: Dom Jul 27, 2014 12:22 am

Capítulo 6


—Hola, papá, te he pillado en casa. —Agarré bien el auricular y tiré de un taburete hasta el mostrador de desayuno. Echaba de menos a mi padre. Durante los últimos cuatro años habíamos vivido lo suficientemente cerca uno del otro como para vernos por lo menos una vez a la semana. Ahora, él vivía en Oceanside y yo en el otro extremo del país—. ¿Cómo estás?

Mi padre bajó el volumen del televisor—Mejor, ahora que me has llamado ¿Qué tal te ha ido en tu primera semana de trabajo?

Le describí las jornadas de lunes a viernes, omitiendo todo lo que tenía relación con Santana—Me cae muy bien mi jefe, que se llama Kurt, y el ambiente en la agencia es muy dinámico y un tanto insólito estoy contenta a la hora de ir y me quedo pegada a la silla a la de salir.

—Espero que sigan así las cosas. Pero tienes que procurar descansar también. Sal por ahí, vive la vida, diviértete. Aunque no excesivamente.

—Pues creo que ayer me pasé un montón salí de marcha con Rachel y hoy he amanecido con una resaca de cuidado.

—No me lo cuentes, anda —refunfuñó—, que hace unas noches me desperté con un sudor frío pensando en qué sería de ti en Nueva York me tranquilicé diciéndome a mí mismo que eres demasiado inteligente para correr riesgos, gracias a unos progenitores que te han transmitido normas de seguridad por medio del ADN.

—Y es verdad —le dije, riéndome—. Eso me recuerda... que voy a empezar a entrenarme en Krav Maga.

— ¿Ah, sí? —Hizo una pausa—. Uno de mis colegas es muy bueno en eso. Puede que me pase a verlo cuando vaya a visitarte y cambiamos impresiones.

— ¿Vas a venir a Nueva York? —No podía disimular mi entusiasmo—. Ay, papá, me encantaría. Aunque tengo nostalgia del sur de California, Manhattan es impresionante creo que te gustará.

—A mí me gustaría cualquier sitio siempre que tú estuvieras allí. —Hizo otra pausa antes de seguir— ¿Cómo está tu madre?

—Bueno, pues... como es ella: guapa, encantadora y obsesiva-compulsiva.

Se me hizo un nudo en el estómago y me pasé la mano por él. Pensé que quizás mi padre aún quería a mi madre. Nunca se había casado. Ésa era una de las razones por las que nunca le conté lo que me había pasado. Siendo policía, habría insistido en que se presentaran cargos y el escándalo habría hecho polvo a mi madre. También me preocupaba que él le perdiese el respeto o incluso que la culpara, y no había sido culpa suya. En cuanto ella se enteró de lo que estaba haciéndome su hijastro, dejó a un marido con quien era feliz y pidió el divorcio.

Yo seguía hablando cuando Rachel entró a toda prisa, con una bolsita azul de Tiffany & Co. en la mano. Le hice un gesto de saludo—Hoy hemos estado en un spa; una manera estupenda de ponerle fin a la semana.

—Me alegro de que podáis pasar tiempo juntas. —Notaba su sonrisa en la voz—. ¿Qué planes tenéis para lo que queda del fin de semana?

Eludí el tema del acto benéfico, sabiendo como sabía que todo ese rollo de la ostentación y los cubiertos exorbitantemente caros pondrían más distancia entre mis padres—Rachel y yo saldremos a cenar, y mañana tengo intención de quedarme en casa dormir hasta las tantas, con el pijama todo el día puesto, tal vez alguna película y comida a domicilio vegetar un poquito antes de que empiece una nueva semana de trabajo.

—Me suena a música celestial. Tal vez haga yo lo mismo el próximo día que tenga libre.
Eché un vistazo al reloj y vi que ya eran casi las seis—Tengo que arreglarme ya. Ten mucho cuidado en tu trabajo, ¿vale? Ya sabes que me preocupo mucho por ti.

—Así lo haré. Adiós, nena.

Aquella despedida, tan habitual en él, me hizo añorarle tanto que la emoción me produjo un nudo en la garganta— ¡Ah, espera! Voy a comprar otro teléfono móvil. Te mandaré un mensaje con el nuevo número en cuanto lo tenga.

— ¿Otro? Pero si ya te compraste uno cuando te trasladaste.

—Es una larga historia. Y muy aburrida.

—Bueno... Hazlo cuanto antes. Son muy útiles en cuanto a la seguridad y también para jugar a los Pájaros Cabreados.

—Yo ya no juego a eso. —Me eché a reír y una cálida oleada recorrió todo mi cuerpo al oírle reír a él también—. Te llamaré dentro de unos días. Sé bueno.

—Eso hago suelta en el silencio que siguió, con la sensación de que todo iba bien en mi mundo, sensación que no solía durar mucho; Rachel hizo sonar el equipo de su dormitorio con música de Hinder, y eso me hizo ponerme en movimiento.

Corrí a mi habitación a prepararme para salir aquella noche con Santana— ¿Me pongo collar o no? —le pedí consejo a Rachel cuando entró en mi cuarto con un aspecto verdaderamente espectacular vestida con su nuevo vestido, se le veía a la vez elegante y desenvuelta, y segura de llamar la atención.

—A ver... —ladeó la cabeza para examinarme—levántalo otra vez.

Me acerqué al cuello la gargantilla de monedas de oro el vestido que me había enviado mi madre era rojo camión de bomberos y diseñado para una diosa griega sujeto sólo de un hombro, caía en diagonal por el pecho e iba plisado hasta las caderas y con una abertura desde lo alto del muslo hasta los pies. No tenía espalda, aparte de una fina tira de pedrería que iba de un lado a otro de ésta para evitar que la parte delantera se desprendiese por otra parte, el escote de atrás llegaba justamente hasta la hendidura de los glúteos en un atrevido corte en V—Olvídate del collar —me dijo—. Yo me inclinaba por unos pendientes de oro, pero ahora me parecen mejor unos aros con diamantes los más grandes que tengas.

— ¿Sí? ¿En serio? —Fruncí un poco el ceño ante nuestra imagen reflejada en el espejo de cuerpo entero, y le observé mientras se dirigía a mi joyero y buscaba en él.

—Éstos. —Me trajo los aros de cinco centímetros que me había regalado mi madre cuando cumplí dieciocho años—. Confía en mí, Britt. Póntelos.

Me los puse y comprobé que tenía razón. Me proporcionaban un look muy distinto al de la gargantilla de oro, menos glamur pero más sensualidad. Además iban bien con la esclava, también de diamantes, que llevaba en el tobillo derecho, y que ya nunca me parecería la misma desde el comentario de Santana Con el pelo retirado de la cara, cayendo en una cascada de abundantes rizos deliberadamente desordenados, tenía una imagen de recién-follada que se complementaba con sombra oscura de ojos y brillo incoloro en los labios— ¿Qué haría yo sin ti, Rachel Berry?

—Nena —me puso las manos en los hombros y apretó su mejilla contra la mía—, nunca lo sabrás.

—A propósito, estás impresionante.

—Sí, ¿verdad? —Me guiñó un ojo y retrocedió un poco para que la viera bien.

A su manera, Rachel podría hacer la competencia a Santana en lo que al atractivo se refería Rachel tenía las facciones más delicadas, se podría decir que bonitas, comparadas con la belleza salvaje de Santana, pero ambas eran mujeres imponentes, que hacían volver la cabeza y quedarse un rato disfrutando de aquel regalo para la vista.

Cuando nos conocimos, Rachel no estaba tan bien, sino flaca y demacrada, con los ojos desorientados y sombríos. Pero me gustó de todos modos y hacía todo lo posible para sentarme a su lado en la terapia de grupo. Un día, me propuso de un modo muy brusco que me acostara con ella, pues tenía el convencimiento de que la única razón por la que la gente se le acercaba era para follar. Al negarme, firme e irrevocablemente, fue cuando por fin nos compenetramos y llegamos a ser tan buenas amigas ella se convirtió en la hermana que nunca había tenido.

Sonó el timbre del portero automático y di un respingo, lo cual me hizo darme cuenta de lo nerviosa que estaba. Miré a Rachel—Se me olvidó decir en recepción que iba a venir.

—Yo iré a buscarla.

— ¿Segura que no te importa andar por ahí con Stanton y mi madre?

— ¿Qué dices? ¡Pero si me adoran! —Su sonrisa se atenuó un poco—. ¿Salir con Santana te produce desasosiego?

Aspiré hondo, recordando cómo estaba unas horas antes: tumbada y aturdida por un orgasmo múltiple—No, la verdad es que no lo que ocurre es todo está yendo muy deprisa y mejor de lo que yo esperaba o creía que deseaba...

—Te estás preguntando dónde está la trampa—Alargó la mano y me dio unos golpecitos en la nariz con la yema del dedo— Ella es la trampa, Britt. Y tú te la has llevado disfrútala.

—Lo intento—Agradecía mucho que Rachel entendiera cómo funcionaba mi mente.

Era sumamente fácil estar con ella, sabiendo que ella leía entre líneas cuando yo no podía explicar algo—He investigado sobre ella todo lo que podido esta mañana y he imprimido las cosas interesantes más recientes. Están en tu mesa, por si quieres verlas.

Recordaba haberla visto imprimiendo algo antes de prepararnos para ir al spa. Me puse de puntillas y le besé en la cara—Eres inmejorable. Te adoro

—Lo mismo digo, nena. —Se encaminó hacia la puerta—. Bajaré a recepción y la traeré. No te aceleres. Se ha adelantado diez minutos.

Sonriendo, le vi salir tranquilamente al corredor. Después de cerrar la puerta, me dirigí al pequeño cuarto de estar anexo a mi dormitorio. Sobre el nada práctico escritorio que había elegido mi madre, encontré una carpeta con varios artículos e imágenes impresas.
Tomé asiento y me sumergí en la historia de Santana López.

Era como estar viendo un descarrilamiento me enteré de que era la hija de Geoffrey López, en otro tiempo presidente de una empresa de inversión de valores que más tarde resultó ser la pantalla de un enorme fraude tipo piramidal Santana sólo tenía cinco años cuando su padre se suicidó de un tiro en la cabeza para no ir a la cárcel Oh, Santana traté de imaginármela a esa edad y vi a una niña muy guapa, de pelo negro y ojos cafés, llena de confusión y tristeza. Se me partió el corazón. La muerte del padre y las circunstancias que la rodearon debieron de ser un tremendo golpe tanto para su madre como para ella la tensión y el sufrimiento en aquellos momentos tan duros tuvieron que ser horrorosos, en particular para una niña tan pequeña.

Su madre volvió a casarse, esta vez con Christopher Vidal, un ejecutivo de la música, y tuvo otros dos hijos, Christopher e Ireland, pero parecía que el aumento de la familia y la seguridad económica llegaron demasiado tarde para estabilizar a Santana tras semejante impresión había estado demasiado bloqueada como para que le quedaran dolorosas secuelas emocionales con ojos curiosos y críticos, estudié a las mujeres que habían sido fotografiadas junto a Santana, y pensé en su planteamiento de salir, socializar y sexo.

También me di cuenta de que mi madre tenía razón: todas eran morenas la mujer que más veces aparecía con ella llevaba el sello de la ascendencia hispana—Magdalene Pérez —murmuré, admitiendo a regañadientes que era despampanante. Tenía una pose de ostensible seguridad en sí misma que para mí quería yo.

—Bueno, ya es hora—Rachel me interrumpió con un suave tono de picardía estaba en la puerta de mi habitación, apoyada insolentemente en la jamba.

— ¿Ya? —Estaba tan absorta que yo no me había dado cuenta del tiempo que había pasado.

—Creo que está a punto de entrar a por ti apenas puede aguantar.

Cerré la carpeta y me levanté.

—Interesante, ¿verdad?

—Mucho.

¿Cómo habría influido el padre de Santana en ella o, más concretamente, su suicidio?
Todas las respuestas que quería me esperaban en la habitación de al lado Salí del dormitorio y recorrí el pasillo en dirección a la sala de estar me detuve en el umbral, con los ojos fijos en la espalda desnuda de Santana, que en ese momento observaba la calle por la ventana el corazón se me puso a mil el reflejo en el cristal me dejó adivinar su ánimo pensativo, por la mirada perdida y la expresión adusta los brazos cruzados delataban una inquietud inherente, como si se encontrara fuera de su elemento se le veía lejana y apartada una mujer intrínsecamente sola.

Advirtió mi presencia, o tal vez percibió mis sentimientos se dio la vuelta y luego se quedó inmóvil yo aproveché la oportunidad para empaparme de ella, mirándole de hito en hito era magnífica de arriba abajo con un atractivo tan sensual que me dolían los ojos sólo de verla el encantador mechón que le venía a la cara me hizo mover los dedos por las ganas de tocarlo. Y el modo en que me observaba ella a mí... me aceleró las pulsaciones—Britt —Se aproximó con paso enérgico y airoso, cogió una de mis manos y se la llevó a la boca su mirada no podía ser más intensa.

La sensación de sus labios en mi piel me puso la carne de gallina y despertó el recuerdo de aquella boca tentadora en otras partes de mi cuerpo. Me excité inmediatamente—Hola.
La satisfacción se asomó a sus ojos—Hola. Estás increíble. No veo el momento de lucirte por ahí.

Expresé con el suspiro el placer que sentía ante el cumplido—A ver si estoy a tu altura.
Santana frunció ligeramente el entrecejo— ¿Has cogido todo lo necesario?

Rachel se acercó con un chal de terciopelo negro y unos guantes largos—Aquí tienes. He metido en el bolso la barra de labios—Eres un cielo, Rach.

Dandome un guiño que había visto la tensión sexual—Bajaré con vosotras.

Santana cogió el chal y me lo echó por los hombros liberó la parte del pelo que había quedado debajo, y el contacto de sus manos con mi cuello me afectó de tal manera que apenas me di cuenta cuando Rachel me enfundó los guantes el tiempo que duró el descenso del ascensor hasta la entrada fue todo un ejercicio de supervivencia a la tensión sexual aguda no parecía que Rachel se diera cuenta; iba a mi izquierda silbando Santana, al otro lado era una fuerza irresistible aunque ni se movía ni emitía ningún sonido, yo notaba la potente energía que irradiaba me ardía la cara por la fuerza magnética que había entre nosotras y mi respiración se hizo entrecortada fue un alivio que se abrieran las puertas y saliéramos de aquel espacio cerrado.

Dos mujeres esperaban para entrar. Se quedaron con la boca abierta cuando vieron a Santana y Rachel, y eso me distendió y me hizo sonreír—Señoras —las saludó Rachel, con una sonrisa que realmente no era justa. Casi se podía ver el cortocircuito que tenía lugar en sus cerebros.

Por el contrario, Santana hizo una leve inclinación de cabeza y me condujo adelante con una mano en la zona dorsal de mi espalda, piel con piel el contacto fue eléctrico y me produjo una oleada de calor.

Le apreté una mano a Rachel—Resérvame un baile.

—Por supuesto. Hasta luego.

Fuera, nos esperaba una limusina. El chófer abrió la puerta en cuanto Santana y yo salimos. Me deslicé hasta un extremo del asiento y me coloqué el vestido. Cuando Santana se sentó junto a mí, me di cuenta de lo bien que olía. Inhalé aquel aroma, instándome a mí misma a relajarme y disfrutar de su compañía ella me cogió la mano y me acarició la palma con las yemas de los dedos, cuyo roce hizo saltar chispas de lujuria—Britt... —Apretó un botón y el cristal de separación del conductor comenzó a subir

Acto seguido me atrajo hacia ella y puso su boca en la mía, besándome apasionadamente.
Por mi parte, hice lo que había querido hacer desde que la vi en mi cuarto de estar: la sujeté por el pelo y le devolví el beso. Me encantaba el modo que tenía de besarme, como si no tuviera más remedio, como si fuese a enloquecer si tenía que esperar más tiempo. Le succioné la lengua, ahora que sabía cuánto le gustaba, ahora que sabía cuánto me gustaba a mí y lo mucho que me hacía desear chuparle en cualquier otro sitio con las mismas ansias pasó las manos por mi espalda desnuda y yo gemí, sintiendo sus pechos cambié de posición para sentarme sobre ella, quitando la falda de en medio y agradeciéndole mentalmente a mi madre la idea de mandarme aquel vestido provisto de una abertura tan práctica con una pierna a cado lado de su cuerpo, le abracé a la altura de los hombros y profundicé más con mis besos le lamí dentro de la boca, le mordisqueé el labio inferior, le acaricié toda la lengua con la mía...

Santana me agarró por la cintura y me hizo a un lado se apoyó en el respaldo del asiento, con el cuello arqueado para mirarme a la cara y el torso palpitante— ¿Qué me estás haciendo?

Le pasé las manos por los pechos, por encima del vestido, y noté la dureza implacable de sus pezones fui siguiendo con los dedos las turgentes líneas del abdomen mientras me hacía una idea de cómo estaría desnuda—Te estoy tocando disfrutando contigo como una loca te deseo, Santana.

Me agarró de las muñecas para impedir el avance de mis movimientos—Luego estamos en medio de Manhattan.

—Nadie nos ve.

—Ya, pero no es momento ni lugar para empezar algo que necesita horas. Estoy volviéndome loca desde esta tarde.

—Pues vamos a asegurarnos de que lo terminamos ahora.

Me apretó las manos con más fuerza—No podemos hacerlo aquí.

— ¿Por qué no? —Entonces me asaltó un pensamiento sorprendente—. ¿Nunca lo has hecho en una limusina?

—No —dijo, tensando las mandíbulas—. ¿Y tú?

Desvié la mirada sin contestar y vi el tráfico y los peatones que pululaban a nuestro alrededor. Estábamos sólo a un paso de la gente, pero el cristal oscuro nos ocultaba y a mí me daba alas. Quería complacerle. Quería saber que era capaz de descubrir el interior de Santana López, y nada me lo impedía salvo ella misma.

Balanceé las caderas contra ella, rozándome contra su sexo ella emitía sonidos sibilantes al soltar el aliento con los dientes apretados—Te necesito, Santana —le dije jadeando, inhalando su perfume, que era más intenso ahora que estaba excitada. Pensé que podría estar un poco ebria sólo del tentador aroma de su piel—Me vuelves loca.

Me soltó las muñecas y me cogió la cara con las manos, presionando con fuerza sus labios contra los míos. Llevé la mano a la parte baja de su vestido para levantarlo ella se puso rígido—Necesito esto —susurré contra sus labios— Dámelo.

No se relajó, pero tampoco intentó detenerme cuando tuve su clictoris en mi poder, emitió un sonido a la vez quejumbroso y erótico lo apreté delicadamente, con una suavidad premeditada estaba caliente lo acaricié de arriba a abajo con uno de mis dedos conteniendo la respiración cuando ella se estremecía debajo de mí.

Entonces me sujetó por los muslos y buscó bajo el vestido con los dedos hasta encontrar la puntilla roja del tanga—Tienes un coño tan dulce... —murmuró junto a mi boca—. Quiero tenerte extendida y lamerte hasta que me exijas los dedos.

—Si quieres, te los exijo ya—Seguí tocándola con una mano.

El dedo que deslizó bajo el tanga encontró ya la superficie resbaladiza—Apenas te he tocado —susurró, con los ojos brillantes dirigidos a mí desde la sombra del respaldo— y ya estás preparada.

—No puedo evitarlo.

—No quiero que lo evites—Me penetró con el dedo, mordiéndose el labio inferior cuando yo me contraje sin remedio en torno a ella—. No sería justo cuando yo no soy capaz de parar lo que me estás haciendo.

—A mí no se me dan bien.

Su mano se curvó sobre la mía—Me estoy saltando todas las reglas contigo.

El tono grave de su voz me provocó una cálida ola de confianza—Las reglas están hechas para romperlas.

Vi un instante la blancura de sus dientes; luego presionó un botón del panel que había a su lado y dijo: —Conduce hasta que te diga.

Las mejillas me ardían. Los faros de un coche traspasaron el cristal oscuro e iluminaron mi cara, delatando mi rubor—Vaya, Britt —susurró—, me seduces para hacer el amor en la limusina, y luego te sonrojas cuando le digo al chófer que no interrumpa mientras lo hacemos.

Esa ironía repentina me hizo desearle desesperadamente. Colocando las manos en sus hombros para guardar el equilibrio, me puse de rodillas, elevándome hasta la altura necesaria para quedarme de cara con el centro de Santana movió las manos por mi pelo y oí el rasgar de las mis bragas no sé cómo mierdas lo hizo pero ya no las tenía puestas el ruido repentino y lo impetuoso de aquel acto aguijonearon mi pasión hasta un punto supremo—Despacio —ordenó con voz ronca, levantando las caderas para subirse todo el vestido. .

Se tensó cuando rodeé el clictoris con mis dedos y empecé a moverlos en círculos los efluvios de nuestra fogosidad hacían el aire húmedo y cargado, una seductora mezcla de ardor y Hormonas que soliviantaba a todas las células de mi cuerpo, me producía un hormigueo en la piel y ponía los pechos pesados y tiernos esto era lo que yo quería desde el momento en que la vi: poseerla, chuparle cada centímetro de su vagina con mi boca y penetrarla con mis dedos—Dios santo, Brittany —exclamó, jadeante, cuando por fin bajé mis dedos a su abertura, mientras seguía masajeándome la cabeza.

Cerré los ojos, sintiéndome caliente había querido intimidad con ella y ahora esto parecía demasiado íntimo. Estábamos a pocos centímetros una de la otra, escondidas en un pequeño espacio mientras el resto del mundo circulaba a nuestro alrededor notaba su agitación, sabía que ella se sentía tan descentrada como yo—Eres tan ardiente... —sus palabras, entrecortadas, iban unidas por un hilo de deliciosa agonía.

—Y tú tienes un coño tan rico...

Volví a penetrarla pero esta vez con 4 dedos nuestras miradas se engarzaron a la vez que el placer se extendía desde el punto en que estábamos unidas me sorprendió pensar que estábamos las dos completamente vestidas salvo por las partes más íntimas de nuestro cuerpo me pareció carnal hasta la locura, igual que los sonidos que ella hacía expresando que su placer era tan intenso como el mío.

Completamente exaltada, aplasté su boca con la mía, mientras le aferraba por las raíces del pelo, empapado de sudor la besé sin dejar de menear las caderas, dejándome llevar por el arrebatador movimiento de su pulgar y sintiendo crecer el orgasmo con cada impulso de sus dedos largos y gruesos hacia mi tierno interior.

En algún momento perdí la cabeza, los instintos más primitivos se impusieron y sólo el cuerpo mandaba. No podía centrarme en nada, salvo en la absoluta necesidad de follar, de montar sus dedos hasta que la tensión explotara y me liberase de aquella ansia enloquecedora— ¡Qué bueno es esto! —musité, totalmente entregada—.Te sientes... ¡Dios mío, es demasiado bueno!

Santana marcaba el ritmo con sus embestidas, comprendí, por mi propia contracción y mis temblores, que iba a correrme precisamente gracias a eso, a sus expertos dedos dentro de mí Santana.

Me agarró de la nuca justo cuando el orgasmo hacía presa de mí, empezando con extáticos espasmos que se transmitían hacia fuera en oleadas hasta convertirme en una pura convulsión. Me vio descomponerme cuando yo hubiera preferido cerrar los ojos. Poseída por aquella mirada fija, me corrí con más intensidad que nunca, gimiendo y estremeciéndome a cada embate de placer—Joder, joder, joder —mascullaba.

Le contemplé fijamente, quería verla fuera de sí por mí. Sus ojos, frenéticos por la necesidad, perdían el rumbo a la vez que iba disminuyendo el control sobre sí misma, su precioso rostro desencajado por la brutal carrera hacia el clímax— ¡Britt! —se corrió con un rugido animal de éxtasis salvaje, un sonido que me fascinó por su fiereza. Se estremeció cuando el orgasmo se apoderó de ella, y sus rasgos se suavizaron un instante con un toque de inesperada vulnerabilidad.

Le cogí la cara con las manos y le besé sutilmente los labios, reconfortándola mientras ella dejaba escapar bocanadas de aire que me rozaban las mejillas—Britt—Me estrechó entre sus brazos, presionando su cara húmeda contra la curva de mi cuello.
Sabía exactamente cómo se sentía. Desnuda. Al descubierto.

Nos quedamos así mucho tiempo, abrazadas, absorbiendo las réplicas. Volvió la cabeza y me besó suavemente, aliviando mis confusas emociones con las caricias de su lengua en mi boca— ¡Guau! —respiré, conmovida.

—Sí —salió de su boca.

Sonreí, aturdida pero eufórica.

Santana me apartó de las sienes los mechones húmedos de cabello y pasó los dedos por mi cara casi con veneración. Me estudiaba de un modo que me ponía un nudo en el pecho. Me miraba atónita y... agradecida, con ojos cálidos y dulces.

—No quiero estropear este momento...

La frase quedó flotando en el aire y yo traté de completarla— ¿Pero...?
—Pero no puedo faltar a esa cena. Tengo que dar un discurso.

—Ya. —El momento efectivamente se había estropeado.

Me separé de ella con cuidado, mordiéndome el labio al notar cómo sus dedos salían de mi cuerpo dejándome humedecida. La fricción fue suficiente para hacerme querer más— ¡Maldita sea! —dijo bruscamente—. Te deseo otra vez.

Me agarró antes de que me apartara, sacó un pañuelo de algún sitio y me limpió entre las piernas con delicadeza. Era un acto sumamente íntimo, semejante al coito que acabábamos de compartir. Cuando estuve seca me acomodé en el asiento a su lado y saqué el lápiz de labios de la cartera. Miré a Santana por encima del espejo de la polvera mientras se ponía labial y se baja el vestido y le dijo al conductor que se dirigiera a nuestro destino. Luego, se arrellanó en el asiento y miró por la ventana.

Con cada segundo que transcurría sentía que Santana se distanciaba, que nuestra conexión se desbarataba poco a poco. Me quedé encogida en el extremo del asiento, retirada de ella, manteniendo el alejamiento que sentía crecer entre nosotras. Toda la calidez que había experimentado se convirtió en una notoria frialdad, y me sentí tan destemplada que me arropé con el chal. No movió ni un músculo cuando me giré a su lado para guardar la polvera, como si no se diera cuenta de que yo estaba allí.

Bruscamente, Santana abrió el bar y sacó una botella. Sin mirarme, preguntó: — ¿Brandy?
—No, gracias.

Mi voz sonó en un susurro, pero no pareció percatarse. O tal vez no le importaba. Se sirvió una copa y se la tomó de un trago.

Confusa y herida, me puse los guantes intentando comprender qué era lo que había fallado.


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Hola Hola!
Aqui dejo un capitulo C: espero que comenten si quieren que siga ya que casi no veo comentarios :l

Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864
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Mensaje por Dani(: Dom Jul 27, 2014 12:22 am

VictoriaRivera escribió:Por supuesto que quiero que lo sigas por favor!!!!!

3:) escribió:holap dan,...

yo también quiero que san sea mi "amiga" jajajajjajjajjaja
odio a la madre de britt cuando se pone en protectora (versión CIA) y tratando de buscare pareja a britt,...
ok lo que le paso a britt ya le paso,... pero la vieja es pesado con todo,...

nos vemos!!!

HOLA HOLA PUSE OTRO CAPITULO ESPERO QUE COMENTEN SALUDOS  Y BESOS PARA LAS DOS  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 918367557 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 918367557
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Mensaje por Ana Bedoya Dom Jul 27, 2014 5:09 pm

Está buena espero tu actualización, Saludos
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Mensaje por monica.santander Dom Jul 27, 2014 11:26 pm

WWwwwooooooowwwwww que capitulos!!!!!!!!
Nada mas para escribir!! jaja!!
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Lun Jul 28, 2014 10:37 am

Wanky!!!
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Mensaje por 3:) Lun Jul 28, 2014 3:11 pm

cool hacerlo en una limusina en medio de Manhattan, lo tendré en cuenta.... (mm ese comentario estaba de mas jajaja)
mmm me parece que sany es medio bipolar,...
a ver como transcurre la cena,..

nos vemos!!
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Mensaje por Dani(: Lun Jul 28, 2014 8:47 pm

Ana Bedoya escribió:Está buena espero tu actualización, Saludos

Hola hola!
Ya traigo capitulo en un rato C:
Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

monica.santander escribió:WWwwwooooooowwwwww que capitulos!!!!!!!!
Nada mas para escribir!! jaja!!

Hola Hola!
Me alegro que te gustaran ;)
Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

Anddy Rivera Morris escribió:Wanky!!!

Hola hola!
i just mean wanky ;P jajajajajaja
Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

3:) escribió:cool hacerlo en una limusina en medio de Manhattan, lo tendré en cuenta.... (mm ese comentario estaba de mas jajaja)
mmm me parece que sany es medio bipolar,...
a ver como transcurre la cena,..

nos vemos!!

Hola hola!
JAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ yo pense lo mismo  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2414267551 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2414267551 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2414267551  tambien quedo en mi lista de cosas por hacer jajajajajajajajajajjajaja
mmmmmmmmmmm san si se puede decir asi es medio loca jajajajaja

Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Lun Jul 28, 2014 9:44 pm

Capítulo 7


No recuerdo mucho de lo que sucedió cuando llegamos muchas ráfagas de luz provenientes de los flashes de las cámaras mientras corríamos por el pasillo de la prensa, pero apenas presté atención y sonreía de forma mecánica Iba abstraída y desesperada por alejarme de las ondas de tensión que irradiaba Santana.

En cuanto entramos en el edificio, alguien le llamó por su nombre y ella se dio la vuelta yo me escabullí, moviéndome rápidamente entre los demás invitados que se aglomeraban en la entrada enmoquetada cuando llegué a la sala de recepción, arrebaté dos copas de champán a un camarero que pasaba y busqué a Rachel mientras me trincaba una de ellas vi que se encontraba al otro lado de la habitación con mi madre y Stanton y me dirigí hacia ellos, dejando la copa vacía en una mesa según pasaba.

— ¡Britt! —A mi madre se le iluminó la cara cuando me vio— ¡Ese vestido te sienta de maravilla!

Hizo como que me besaba en ambas mejillas estaba guapísima con un deslumbrante vestido de corte recto de color azul hielo lucía zafiros en las orejas, el cuello y la muñeca, que le resaltaban los ojos y la piel clara—Gracias—Tomé un sorbo de mi segunda copa de champán, acordándome de que tenía pensado dar las gracias por el vestido aunque seguía agradeciendo el regalo, ya no estaba muy contenta con la práctica abertura del muslo.

Rachel se me acercó y me agarró del codo sólo con verme la cara, supo que estaba disgustada sacudí la cabeza, dando a entender que no quería hablar del asunto en aquel momento— ¿Más champán, entonces? —preguntó en voz baja.

—Por favor.

Intuí que Santana se aproximaba antes de ver cómo a mi madre se le iluminaba la cara cual bola de Año Nuevo en Times Square también Stanton pareció erguirse y prepararse—Britt—Santana me puso una mano en la piel desnuda de la parte inferior de mi espalda, y un estremecimiento me recorrió el cuerpo entero cuando me rozaron sus dedos, me pregunté si ella la sintió también—Has salido corriendo.

Me puse tensa al percibir cierto tono de reprobación en su voz le lancé una mirada que expresaba todo lo que no podía decirle en público—Richard, ¿conoces a Santana López?
—Sí, claro—Los dos se estrecharon la mano.

Santana me acercó aún más a su lado—Ambos tenemos la fortuna de acompañar a las dos mujeres más hermosas de Nueva York.

Stanton coincidió, sonriendo a mi madre con ternura.

Me trinqué el champán que me quedaba y, agradecida, cambié la copa vacía por la nueva que Rachel me pasó empezaba a notar el ligero calorcillo en el estómago que me producía el alcohol, y que estaba aflojándome el nudo que tenía ahí formado Santana se inclinó y me susurró con voz áspera: —No olvides que estás aquí conmigo ¿Estaba loca? ¿Qué demonios? Agucé los ojos.

—Eso lo dirás tú.

—Aquí no, Brittany—Hizo un gesto a los demás y me llevó con ella—Ahora no.

—Ni nunca —dije entre dientes, yendo con ella sólo para ahorrarle una escena a mi madre.
Mientras tomaba mi champán a sorbos, pasé al modo automático de supervivencia, algo que no había tenido que hacer en muchos años Santana me presentó a varias personas, y suponía que me portaba bien —hablaba en los momentos apropiados y sonreía cuando era necesario—, pero realmente no estaba prestando atención era demasiado consciente del muro de hielo que se había levantado entre nosotras y de mis sentimientos heridos si hubiera necesitado alguna prueba de que Santana era inflexible respecto a no socializar con las mujeres con las que se acostaba, la tenía.

Cuando se anunció que la cena estaba lista, entré con ella en el comedor y picoteé la comida tomé unas cuantas copas del vino tinto que servían con la comida y oí a Santana hablar con sus compañeros de mesa, aunque no presté atención a las palabras, sólo a la cadencia y al tono profundamente seductor no intentó que participara en la conversación, de lo cual me alegré no pensaba que pudiera decir nada agradable no me impliqué hasta que ella se levantó con una ronda de aplausos y se dirigió al estrado entonces me giré en el asiento y la observé cruzar hacia el atril, sin poder evitar admirar su elegancia felina y su despampanante presencia reclamaba atención y respeto con cada paso que daba, lo que era una hazaña, considerando su tranquila y pausada zancada no mostraba ni la más mínima señal de agotamiento pese al polvo que habíamos dejado a medias en su limusina en realidad, parecía una persona totalmente diferente una vez más volvía a ser la mujer a la que conocí en el vestíbulo del Lópezfire, sumamente contenida y calladamente poderosa—En Estados Unidos —empezó a decir—, una de cada cuatro mujeres y uno de cada seis hombres han sufrido abusos sexuales en la infancia. Miren a su alrededor. En cada una de las mesas hay una persona que ha sido víctima o conoce a alguien que lo es. Eso es inaceptable.

Estaba fascinada Santana era una oradora consumada y su voz hipnotizadora pero era el tema, que me tocaba muy de cerca, y su apasionada y a veces sobrecogedora forma de presentarlo, lo que me conmovió. Empecé a derretirme, y el daño en la confianza en mí misma, la perplejidad y la furia que se habían apoderado de mí comenzaron a amortiguarse por el asombro cambió la visión que tenía de ella, transformándose al tiempo en que me convertía en una persona más de aquel embelesado público aquella no era la mujer que poco antes había herido mis sentimientos, sino una experta oradora que hablaba sobre un tema sumamente importante para mí.

Cuando terminó, me levanté y aplaudí, pillándola a ella y a mí misma por sorpresa pero los demás enseguida se me unieron en una ovación en pie y oí murmullos de conversaciones a mi alrededor, halagos expresados en voz baja que eran muy merecidos—Eres una joven muy afortunada.

Me giré y vi a la mujer que acababa de hablar, una encantadora pelirroja que aparentaba unos cuarenta años—Sólo somos... amigas.

De alguna manera su serena sonrisa consiguió contradecirme.

La gente empezó a dejar las mesas. Yo estaba a punto de coger mi cartera de mano para marcharme a casa cuando se me acercó un chico joven. Su rebelde pelo castaño despertaba envidia al instante, y sus ojos, de un tono verde grisáceo, eran dulces y cordiales. Guapo y con aquel aire juvenil, consiguió sacarme la primera sonrisa sincera desde el trayecto en la limusina—Hola —dijo.

Parecía saber quién era yo, lo cual me puso en la situación embarazosa de tener que fingir que él no me era del todo desconocido—Hola.

El chico se rio, y el sonido de su risa era suave y agradable—Soy Christopher Vidal, el hermano de Santana.

—Ah, claro—Noté que se me acaloraba la cara. No podía creer que, con lo enfrascada que había estado regodeándome en mis penas, no los hubiera relacionado inmediatamente.
—Te estás poniendo colorada.

—Lo siento —me disculpé, esbozando una tímida sonrisa—No sé muy bien cómo decir que he leído un artículo sobre ti sin parecer una torpe.

Él se echó a reír—Me halaga que te acuerdes pero no me digas que ha sido en Page Six.

Esa revista era muy conocida por publicar la vida y milagros de las celebridades y personas importantes de Nueva York—No —dije rápidamente—. ¿En Rolling Stone, quizá?

— ¡Uff, menos mal! —Alargó un brazo hacia mí—. ¿Quieres bailar?

Lancé una mirada hacia donde estaba Santana al pie de las escaleras que conducían al estrado se encontraba rodeada de gente deseosa de hablar con ella, mujeres, la mayoría—Como puedes ver, tardará un poco —dijo Christopher, en tono risueño.

—Sí—Iba a dejar de mirarla cuando reconocí a la mujer que estaba al lado de Santana: Magdalene Pérez.

Cogí mi cartera de mano e hice el esfuerzo de sonreír a Christopher—Me encantaría bailar.
Agarrados del brazo nos dirigimos a la sala de baile y salimos a la pista. La orquesta empezó a tocar un vals y nos dejamos llevar con naturalidad por la música. El joven era un consumado bailarín, ágil y seguro tomando la iniciativa— ¿Y de qué conoces a Santana?

—No le conozco—Saludé a Rachel con un gesto cuando pasó a nuestro lado con una escultural belleza rubia—Trabajo en el Lópezfire y nos hemos encontrado algunas veces.

— ¿Trabajas para ella?

—No de ayudante en Waters Field and Leaman.

—Ah—Sonrió— Una agencia de publicidad.

—Sí.

—Debes de caerle muy bien a Santana para pasar de haberos visto un par de veces atraerte a un evento como éste.

Maldije para mis adentros. Sabía que la gente sacaría sus conclusiones, pero sobre todo yo quería evitar más humillaciones—Santana conoce a mi madre y ella ya la había dispuesto todo para que yo asistiera a este acto, así que sólo se trata de dos personas que vienen al mismo evento en un coche en lugar de en dos.

— ¿Eso quiere decir que estás soltera y sin compromiso?

Inspiré profundamente, sintiéndome incómoda pese a la fluidez con que nos movíamos—Bueno, no estoy enamorada.

Christopher esbozó su atractiva sonrisa juvenil—La noche acaba de dar un giro a mejor para mí.

El resto del baile lo dedicó a contar divertidas anécdotas sobre la industria musical que me hicieron reír y olvidarme de Santana cuando finalizó el baile, Rachel me pidió el siguiente hacíamos muy buena pareja bailando porque habíamos tomado clases juntas me sentía relajada con ella, agradecida de tener su apoyo moral— ¿Lo estás pasando bien? —le pregunté.

—Tuve que pellizcarme durante la cena cuando me di cuenta de que estaba sentada junto a la coordinadora general de la Fashion Week ¡Y me tiró los tejos! —Sonrió, pero había preocupación en su mirada—. Siempre que me encuentro en sitios como éste... vestida de esta manera... me cuesta creerlo. Me salvaste la vida, Britt, y me la cambiaste para siempre.

—Tú me mantienes cuerda constantemente. Créeme, estamos empatadas.

Me apretó la mano y me miró con intensidad—Se te ve triste ¿Qué ha hecho para fastidiarlo?

—Creo que he sido yo. Ya hablaremos luego.

—Tienes miedo de que le patee delante de todo el mundo.

Suspiré—Preferiría que no lo hicieras, por el bien de mi madre.

Rachel me dio un beso en la frente—Se lo he advertido. Ya sabe lo que le espera.

—Oh, Rach. —La quería tanto que se me puso un nudo en la garganta, aun cuando en mis labios se dibujó una sonrisa reacia. Tendría que haber sabido que Rachel le lanzaría alguna clase de amenaza en plan hermana mayor. Era muy propio de ella.

Santana apareció a nuestro lado—Ahora me toca a mí.

No era una petición Rachel se detuvo y me miró. Yo hice un gesto afirmativo con la cabeza ella se retiró con una reverencia, lanzando una furibunda mirada a Santana.

Santana me acercó a ella y tomó el control del baile como hacía con todo: con una seguridad en sí misma arrolladora era una experiencia muy diferente bailar con ella que con mis anteriores compañeros ella  poseía tanto la destreza de su hermano como la familiaridad de Rachel con el movimiento de mi cuerpo, pero Santana tenía un estilo descarado y agresivo que era intrínsecamente sexual tampoco ayudaba el hecho de que estar tan cerca de una mujer con la que había tenido relaciones íntimas poco antes me quitaba el sentido, a pesar de mi tristeza. Olía que era una delicia, con matices a sexo, y su forma de llevarme por los enérgicos y amplios pasos del baile hacía que notara aquel escozor en mi interior que me recordaba que ella había estado ahí dentro poco antes—No haces más que desaparecer —masculló, mirándome con el ceño fruncido.

—Cualquiera diría que a Magdalene le faltó tiempo para ocupar el sitio.

Arqueó las cejas y me atrajo hacia ella aún más— ¿Celosa?

— ¿En serio? —Desvié la mirada.

Emitió un sonido de disgusto—No te acerques a mi hermano, Brittany.

— ¿Por qué?

—Porque lo digo yo.

Me encendí, lo cual me sentó de maravilla después de los sentimientos de culpabilidad y las dudas en los que me debatía desde que habíamos follado como conejos salvajes. Decidí ver qué ocurriría en el mundo de Santana si se volvieran las tornas—No te acerques a Magdalene, Santana.

Apretó la mandíbula—Es una amiga, nada más.

— ¿Significa eso que no te has acostado con ella...? Todavía.

—No, maldita sea. Y no quiero hacerlo. Oye... —La música disminuía y ella se movía más despacio—. Tengo que irme. Has venido conmigo y preferiría ser yo quien te llevara a casa, pero no quiero arrastrarte si te estás divirtiendo. ¿Prefieres quedarte un rato y volver a casa con Stanton y tu madre?

¿Divirtiéndome? ¿Estaba de broma o es que era tonta? O peor aún. Quizá me había dado por perdida completamente y no me prestaba atención.

Le di un empujón y me aparté de ella; necesitaba espacio—No me pasará nada Olvídame.
—Britt —Alargó un brazo hacia mí y yo retrocedí inmediatamente.

Un brazo me rodeó por la espalda y Rachel habló—Yo me encargo, López.

—No te entrometas, Berry —avisó Santana.

Rachel resopló—Me da la impresión de que eso ya lo estás haciendo de maravilla tú solita.
Tragué el nudo que tenía en la garganta—Has dado un magnífico discurso, Santana. Para mí ha sido el momento más destacado de la tarde.

Aspiró aire con fuerza ante el insulto implícito y se pasó la mano por el pelo maldijo con brusquedad y comprendí por qué cuando sacó su vibrante teléfono del bolsillo y echó un vistazo a la pantalla—Tengo que irme. —Su mirada se cruzó con la mía y la sostuvo. Me acarició la mejilla con los dedos—. Te llamaré. Y se marchó.

— ¿Quieres quedarte? —me preguntó Rachel en voz baja.

—No.

—Te llevo a casa, entonces.

—No, no te preocupes. —Quería estar sola un rato. Darme un buen baño caliente, con una botella de vino frío y quitarme aquella profunda tristeza de encima—. Tú deberías quedarte. Te vendría bien para tu carrera. Ya hablaremos cuando llegues a casa. O mañana.

Tengo intención de pasarme el día tirada en el sofá.

Me miró fijamente, escrutándome— ¿Estás segura?

Afirmé con la cabeza.

—De acuerdo—Pero no parecía muy convencida— ¿Te importaría salir y pedir a alguien del servicio de aparcamiento que traiga la limusina de Stanton mientras yo voy al lavabo rápidamente?

—Vale—Rachel me pasó una mano por el brazo— Voy a por tu chal al guardarropa y te veo en la puerta.

Tardé más de lo debido en llegar a los servicios. Primero porque un sorprendente número de personas me paró para charlar, debían de pensar que yo era la pareja de Santana Y segundo, porque evité los servicios más cercanos, en los que se veía un constante flujo de mujeres entrando y saliendo de ellos, y encontré otros un poco más alejados. Me encerré en una cabina y me quedé allí más tiempo del absolutamente necesario. No había nadie más en el lugar, salvo la encargada, así que no tenía que darme prisa.

Estaba tan dolida con Santana que me costaba respirar, y me sentía confundida con sus cambios de humor. ¿Por qué me había acariciado la mejilla de aquella manera? ¿Por qué se enfadó cuando la dejé sola? ¿Y por qué demonios había amenazado a Rachel? Santana otorgaba un nuevo significado a la vieja expresión de «ser una veleta» Cerré los ojos y me serené ¡Dios! Yo no quería nada de aquello.

Había desnudado mis sentimientos en la limusina y aún me sentía muy vulnerable, un estado de ánimo que había aprendido a dominar con muchas horas de terapia. Lo único que quería era esconderme en casa, libre de la presión de tener que comportarme con entereza cuando no tenía ni asomo de ella Tú te lo has buscado, me recordé a mí misma. Apechuga con las consecuencias.

Tomé aire, salí y me resigné a encontrarme con Magdalene Pérez apoyada en el tocador con los brazos cruzados. Era evidente que me esperaba, que estaba al acecho en un momento en el que andaba yo con las defensas muy debilitadas. Di un traspiés; luego recobré la calma y me dirigí al lavabo a lavarme las manos.

Ella se giró hacia el espejo, observándome. Yo también la observaba a ella. Era aún más guapa en persona que en las fotos. Alta y delgada, con unos enormes ojos oscuros y una cascada de pelo liso castaño. Tenía los labios rojos y sensuales, los pómulos altos y esculturales. Llevaba un vestido pudorosamente sexy, recto, de raso color crema que contrastaba con su piel morena. Parecía una puñetera supermodelo y destilaba un exótico sex-appeal.

Cogí la toalla que me tendió la encargada del baño, y Magdalene habló a la mujer en español, pidiéndole que nos dejara solas. Yo rematé la petición añadiendo por favor y gracias. Con eso conseguí que Magdalene arrugara el ceño y me escudriñara aún más, a lo que yo respondí con igual frialdad— ¡Vaya! —murmuró cuando la encargada ya no podía oírnos. Hizo ese chasquido con la lengua que me daba tanta dentera como raspar una pizarra con las uñas—. Ya has follado con ella.

—Y tú no.

Eso pareció sorprenderla—Tienes razón, yo no. ¿Y sabes por qué?

Saqué un billete de cinco dólares de la cartera y lo dejé en la bandeja plateada de las propinas—Porque ella no quiere.

—Y yo tampoco, porque es incapaz de comprometerse. Es joven, guapa y rica, y disfruta de ello.

—Sí —asentí—. Ya lo creo que lo hizo.

Aguzó la mirada y se deterioró ligeramente su agradable expresión—No respeta a las mujeres que se tira. En el momento en que te metió los dedos, se acabó todo. Igual que con las demás mujeres. Pero yo sigo aquí, porque es a mí a quien quiere tener cerca a largo plazo.
Mantuve la calma a pesar de que el golpe iba dirigido a donde más dolía—Eso es patético.

Salí y no paré hasta llegar a la limusina de Stanton. Le apreté las manos a Rachel al subirme, y conseguí esperar hasta que el coche se puso en marcha para echarme a llorar.

—Hola, nena —dijo Rach cuando entré arrastrándome en el cuarto de estar a la mañana siguiente. Vestida sólo con unos viejos pantalones de chándal y un sujetador, estaba arrellanado en el sofá con los pies cruzados y apoyados en la mesa de centro. Se le veía encantadoramente desaliñada y conforme consigo misma—. ¿Qué tal has dormido?

Le mostré los pulgares hacia arriba y me dirigí a la cocina a por café. Me detuve junto a la encimera del desayuno, sorprendidísima ante el enorme ramo de rosas que había en el mostrador. Tenían una fragancia maravillosa, y la inhalé respirando profundamente— ¿Qué es esto?

—Han llegado para ti hace una hora, más o menos. Reparto dominical. Bastante carito.

Saqué la tarjeta de la funda de plástico transparente y la abrí.

NO DEJO DE PENSAR EN TI.

SANTANA


— ¿De López? —preguntó Rachel.

—Sí. —Pasé el pulgar por lo que suponía que era la letra de Santana. Era enérgica, hermosa, sexy. Un detalle romántico, viniendo de una tipa para quien no existía el romanticismo. Dejé la tarjeta en el mostrador como si me quemara y me serví una buena taza de café, con la esperanza de que la cafeína me diera fuerzas y me devolviera el sentido común.

—No pareces impresionada—Bajó el volumen del partido de béisbol que estaba viendo.

—Es un ave de mal agüero para mí, como un enorme detonador. Sencillamente tengo que mantenerme lejos de ella—Rachel había hecho terapia conmigo, y sabía de qué hablaba. No me miraba extrañada cuando le explicaba las cosas con la jerga de los terapeutas, y ella no tenía ningún problema en responderme de la misma manera.

—Y el teléfono no ha dejado de sonar en toda la mañana. No quería que te molestara, así que quité el volumen.

Consciente de que aún me duraba el dolor entre las piernas, me acurruqué en el sofá y resistí el impulso de comprobar en el buzón de voz si Santana había llamado. Quería oír su voz, y una explicación que aclarase lo que había sucedido la noche anterior—Me parece fenomenal. Dejémoslo así todo el día.

— ¿Qué sucedió?

Soplé un poco el café y me aventuré a tomar un sorbo—Follé con ella en su limusina como una posesa y después se convirtió en un témpano de hielo Rachel me miró con aquellos experimentados ojos color cafés, que habían visto mucho más de lo que nadie debería estar obligado a ver.

—La hiciste ver las estrellas, ¿eh?

—Sí, así fue. —Y me sulfuraba sólo de pensarlo. Habíamos conectado. Lo sabía.

La noche anterior la había deseado como a nada en el mundo y al día siguiente no quería volver a saber nada de ella nunca más—Fue muy intenso. La mejor experiencia sexual de mi vida, y allí estaba ella, conmigo. Sabía que lo estaba. Era la primera vez que lo hacía en un coche, y al principio se resistió un poco, pero la excité tanto que no pudo negarse.

— ¿En serio? ¿Nunca? —Se pasó una mano por su mejilla—. En el instituto la mayoría de las chicas tenían los coches en su lista de picaderos. De hecho, no recuerdo a nadie que no los tuviera, excepto los pazguatos y los feorros, y ella no es ni una cosa ni la otra.

Me encogí de hombros—Supongo que follar en un coche me convierte en un zorrón.

Rachel se quedó inmóvil— ¿Es eso lo que dijo?

—No. No dijo nada de eso. Fue su «amiga» Magdalene. Ya sabes, la chica de la mayoría de las fotos que te imprimiste de Internet. Decidió afilarse las garras con una pequeña y venenosa charla de chicas en el baño.

—Está celosa, la zorra de ella.

—Frustrada sexualmente. No puede follar con ella, porque al aparecer las chicas con quienes folla van derechas al montón de desechables.

— ¿Eso lo ha dicho Santana? —De nuevo, la pregunta estaba teñida de furia.

—No en tantas palabras. Dijo que no se acostaba con sus amigas. Le crean problemas las mujeres que quieren algo más que un buen revolcón, así que ya se encarga ella de mantener a las mujeres con las que folla y a las mujeres cuyo trato frecuenta en grupos separados—Tomé otro sorbo de café—. Le avisé de que ese tipo de arreglo no funcionaría conmigo y me contestó que haría ciertos ajustes, pero supongo que es de esa clase de tías que dicen lo que sea con tal de conseguir lo que quieren.

—O la has asustado.

Le lancé una mirada furibunda—No la disculpes. Pero, vamos a ver, ¿de qué lado estás tú?

—Del tuyo, nena. —Alargó una mano y me palmeó la rodilla—. Siempre del tuyo.

Le puse una mano en su antebrazo y pasé los dedos suavemente por la cara inferior en silenciosa gratitud. No notaba las numerosas y pequeñas cicatrices blancas de los cortes que le desfiguraron la piel, pero nunca olvidaba que estaban ahí. Daba gracias todos los días de que estuviera viva y sana, y de que fuera una parte fundamental de mi vida— ¿Y a ti cómo te fue la noche?

—No me puedo quejar. —En sus ojos apareció un brillo malicioso—. Eché un polvo a la rubia pechugona en el cuarto de mantenimiento las tetas eran de verdad.

— ¡Vaya! —Sonreí—. Seguro que le alegraste la noche.

—Lo intenté—Cogió el auricular del teléfono y me hizo un guiño—. ¿Qué te apetece pedir? ¿Unos bocatas? ¿Comida china?, ¿india?

—No tengo hambre.

—Siempre tienes hambre. Si no eliges algo, cocinaré lo que sea y tendrás que comértelo levanté la mano y me rendí.

—Vale, vale. Tú eliges.

El lunes llegué a trabajar veinte minutos antes, pensando que así evitaría encontrarme con Santana cuando llegué a mi mesa sin incidentes, sentí tal alivio que supe que estaba en un buen lío en lo que a ella se refería. No dejaba de tener altibajos por todas partes.

Kurt llegó muy animado, flotando aún por los importantes éxitos de la semana anterior, y nos metimos de lleno a trabajar. El domingo yo había hecho algunas comparativas del mercado del vodka y él tuvo la amabilidad de repasarlas conmigo y escuchar mis impresiones. A Kurt le habían asignado también la publicidad para un nuevo fabricante de lectores de libros electrónicos, así que empezamos el trabajo inicial de eso.

Estuve tan ocupada que la mañana pasó volando y no tuve tiempo de pensar en mi vida personal. Daba gracias por ello. Entonces respondí al teléfono y oí a Santana al otro lado de la línea. No estaba preparada— ¿Qué tal está siendo este lunes de momento? —preguntó me estremecí al oír su voz.

—Frenético. —Eché un vistazo al reloj y me pasmó ver que eran las doce menos veinte.

—Bien.

—Hubo una pausa—Intenté llamarte ayer te dejé varios mensajes quería oír tu voz.
Cerré los ojos y respiré profundamente. Había tenido que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para pasar el día sin oír el buzón de voz. E incluso tuve que meter en el ajo a Rachel, pidiéndole que me frenara por la fuerza si daba la impresión de que podría sucumbir al impulso—Me recluí y trabajé un poco.

— ¿Te llegaron las flores que te envié?

—Sí. Son preciosas. Gracias.

—Me recordaban a tu vestido.

¿Qué demonios estaba haciendo? Estaba empezando a pensar que tenía trastorno de personalidad múltiple—Algunas mujeres dirían que eso es romántico.

—A mí sólo me importa lo que digas tú—Su silla crujió como si se ella se hubiera levantado—. Pensé en acercarme... Me apetecía.

Suspiré, abandonándome a la confusión—Me alegro de que no lo hicieras.

Hubo otra larga pausa—Me lo merecía.

—No lo he dicho para fastidiar. Es la verdad, sencillamente.

—Ya lo sé. Oye... He encargado que me traigan el almuerzo a la oficina, para que no perdamos tiempo en salir y volver.

Después de su Te llamaré de despedida, no había dejado de preguntarme si querría que volviéramos a vernos tras regresar de dondequiera que hubiera estado. Era una posibilidad que me temía desde el sábado por la noche, consciente de que tenía que cortar, pero sintiendo que el deseo de estar con ella me mantenía enganchada. Deseaba volver a experimentar aquel momento de intimidad, puro y perfecto, que habíamos compartido pero ese único momento no podía justificar todos los demás en los que me había hecho sentir como una mierda—Santana, no hay ninguna razón para que almorcemos juntas. Ya hablamos la noche del viernes, y... nos ocupamos de nuestras cosas el sábado. Vamos a dejarlo ahí.

—Brittany —Había brusquedad en su voz—. Sé que la he jodido. Déjame que te explique.
—No tienes por qué hacerlo. No pasa nada.

—Sí que pasa. Tengo que verte.

—No quiero...

—Podemos hacerlo de la manera más fácil, Brittany. O puedes ponérmelo difícil —dijo con un tono de crispación en la voz—. Vas a oírme de todas todas.

Cerré los ojos, comprendiendo que no iba a tener la suerte de librarme con una rápida charla telefónica de despedida—De acuerdo. Iré.

—Gracias. —Soltó el aire de forma audible—. Estoy deseando verte.

Volví a poner el auricular en su soporte y me quedé mirando las fotos que tenía en la mesa, intentando formular lo que necesitaba decir y preparándome para el impacto de ver a Santana otra vez. La furia con la que reaccionaba a ella físicamente era incontrolable. De alguna manera tendría que superarla e ir directamente al grano. Después pensaría en que no me quedaría otra que verle en los días, las semanas y los meses venideros. De momento, sólo tenía que concentrarme en cómo sobrevivir al almuerzo.

Me rendí ante lo inevitable y volví al trabajo de comparar el impacto visual de varias muestras de tarjetas insertadas—Britt.

Di un respingo y me giré en la silla, atónita de ver a Santana junto a mi cubículo.
Como siempre, su presencia me sobresaltó, y el corazón me tableteaba en el pecho. Un rápido vistazo al reloj me demostró que había pasado un cuarto de hora en un instante—Sant... Señora López No tenías por qué bajar aquí.

Por la cara parecía serena e imperturbable, pero los ojos se le veían tormentosos y ávidos.
Abrí el cajón de mi mesa y saqué mi bolso, aprovechando la oportunidad para inspirar una profunda y temblorosa bocanada de aire. Olía fenomenal—Señora López. —Era la voz de Kurt—. Es un placer verla por aquí. ¿Hay algo que...?

—He venido por Brittany. Hemos quedado para almorzar.

Me enderecé a tiempo para ver cómo a Kurt se le disparaban las cejas hacia arriba enseguida compuso el semblante y su expresión volvió a adoptar su encanto habitual—Volveré a la una —le aseguré.

—Hasta luego, entonces. Que disfrutéis del almuerzo.

Santana me puso la mano en la franja dorsal y me condujo a los ascensores, con el consiguiente alzamiento de cejas de Megumi al pasar por delante de recepción. Me moví nerviosa cuando ella apretó el botón de llamada del ascensor, pensando que ojalá hubiera podido pasar el día sin ver a la mujer cuyo roce ansiaba como una droga.

Ella me miraba mientras esperábamos al ascensor y deslizaba los dedos por la manga de mi blusa de raso—Cada vez que cierro los ojos, te veo con ese vestido rojo. Oigo los sonidos que haces cuando estás cachonda. Te siento deslizándote sobre mi coño, apretando mis dedos como un puño, haciendo que me corra con tanta fuerza que duele.

—Para—Aparté la mirada, incapaz de soportar la intimidad con que me miraba.

—No puedo evitarlo.

La llegada del ascensor fue un alivio. Me cogió de la mano y me hizo entrar. Tras poner la llave en el panel, me acercó más a ella—Voy a besarte, Britt.

—No...

Me atrajo hacia sí y selló mi boca con la suya. Me resistí todo lo que pude; luego me derretí al contacto de su lengua acariciando lenta y dulcemente la mía. Deseaba su beso desde que nos habíamos acostado. Deseaba tener la certeza de que ella valoraba lo que habíamos compartido, que significaba algo para ella como lo significaba para mí.

Pero una vez más me dejó sin ese consuelo cuando se apartó bruscamente—Vamos—Sacó la llave al abrirse la puerta.

La pelirroja recepcionista de Santana no dijo nada esta vez, aunque me miró de manera extraña. Por el contrario, Scott, su secretario, se levantó cuando nos acercamos y me saludó amablemente por mi nombre—Buenas tardes, señorita Pierce.

—Hola, Scott.

Santana le dedicó un gesto seco—No me pases llamadas.

—Claro, por supuesto.

Entré en la amplia oficina de Santana, y la mirada se me fue al sofá donde me tocó íntimamente por primera vez.

El almuerzo estaba preparado en la barra: dos platos cubiertos en bandejas metálicas— ¿Me das el bolso? —preguntó.

La miré, vi que se había quitado la chaqueta y se la había colgado del brazo estaba allí plantada con sus pantalones ajustados y su camisa maldita caliente camisa gris, el pelo negro y abundante alrededor de aquella cara que cortaba la respiración y los ojos de un café intenso y deslumbrante. En pocas palabras, me llenaba de asombro. No podía creer que hubiera hecho el amor con una mujer tan guapa.

Pero, claro, no había significado lo mismo para ella— ¿Britt?

—Eres guapísima, Santana—Las palabras salieron de mi boca sin proponérmelo.

Enarcó las cejas, y a continuación sus ojos se llenaron de ternura—Me alegro de que te guste lo que ves.

Le di el bolso y me alejé, necesitada de espacio colgó su chaqueta y mi bolso en el perchero y se dirigió a la barra.

Crucé los brazos—Acabemos con esto de una vez no quiero verte más.


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Hola Hola vine a dejar un nuevo capitulo espero que le gusten y comenten C:

PD: ¿Que creen que suceda ? ¿Britt no volvera a ver a Santana? ¿Santana la dejara o no? ¿Las cosas pasaran a otro nivel? jajaja

Saludos Y besos.
 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864
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Mensaje por 3:) Lun Jul 28, 2014 10:43 pm

holap dan!!!!

amo la intensidad de sany,.... britt siempre tiene esa suerte jajajaj
odio a cada vieja que aparece a san,..
no creo que a britt pueda estar lejos de sany,... o que sany se aleje de britt (es lo mas seguro),...
la gran pregunta,.. ¿¿¿¿VAN A ALMORZAR???,.. JAJAJAJA

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por monica.santander Mar Jul 29, 2014 2:06 am

Jajaja no creo que `puedan separarse!!
Saludos
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Mensaje por micky morales Mar Jul 29, 2014 11:42 am

no quiero verte mas? eso sono mas falso que ........en fin espero tu pronta actualizacion!
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Mar Jul 29, 2014 11:09 pm

WANKY!!!

Demasiado increíble el capítulo, me ha encantado :)
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Mensaje por jas2602 Mar Jul 29, 2014 11:44 pm

siguelo porfis no lo dejes...ya habian publicado esta adaptacion pero no la siguieron porfa continuala...esta muy emocionante.....
bueno con respecto al capitulo yo creo que britt aunque quiera no dejara a san...eso estoy mas que segura...jejeje
saludos ...pues aca quedo en espera de tu actualizacion....cuidate mucho!!!!!    FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2145353087
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Mensaje por Dani(: Jue Jul 31, 2014 4:08 pm

3:) escribió:holap dan!!!!

amo la intensidad de sany,.... britt siempre tiene esa suerte jajajaj
odio a cada vieja que aparece a san,..
no creo que a britt pueda estar lejos de sany,... o que sany se aleje de britt (es lo mas seguro),...
la gran pregunta,.. ¿¿¿¿VAN A ALMORZAR???,.. JAJAJAJA

nos vemos!!!

Hola Hola!
Yo amo a santana jajajaja ! yo tbm las odio a todas jajaja y mmmm no no creo nadie puede estar lejos de ella y JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJA ESA ES LA PREGUNTA JAJAJAJAJAJAJA!
Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

monica.santander escribió:Jajaja no creo que `puedan separarse!!
Saludos

Hola Hola!
Creo lo mismo!  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 3750214905 
Saludos Y besos

micky morales escribió:no quiero verte mas? eso sono mas falso que ........en fin espero tu pronta actualizacion!

Hola Hola!
Jajajajajajajja Britt no sabe ni como mentir jajajajaj con esa san  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1215408055 
Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

Anddy Rivera Morris escribió:
WANKY!!!
Demasiado increíble el capítulo, me ha encantado :)

Hola Hola!
I JUST MEAN WANKY jajajajajajaj  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 3750214905 
Saludos Y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

jas2602 escribió:siguelo porfis no lo dejes...ya habian publicado esta adaptacion pero no la siguieron porfa continuala...esta muy emocionante.....
bueno con respecto al capitulo yo creo que britt aunque quiera no dejara a san...eso estoy mas que segura...jejeje
saludos ...pues aca quedo en espera de tu actualizacion....cuidate mucho!!!!!    FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 2145353087

Hola Hola!
No sabia pero igual la voy a continuar C: !
JAjajajajaja todas estamos mas mas que seguras jajajaja es san por dios! la diosa del sexo no ?  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1215408055 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1215408055 
Saludos y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Jue Jul 31, 2014 4:43 pm

Capítulo 8


Santana se pasó la mano por el pelo y dijo con aspereza: —No hablarás en serio.

De repente me sentía muy cansada, exhausta de luchar conmigo misma por su culpa—Sí que hablo en serio. Tú y yo... fue un error.

—No, el error estuvo en la forma en que yo llevé la situación después —replicó, con las mandíbulas crispadas.

Me quedé sorprendida por la vehemencia de su protesta—No hablaba de sexo, Santana, sino de mi conformidad con este absurdo acuerdo de «desconocidas con derecho a roce» que hay entre nosotras sabía que todo era una equivocación desde el principio debería haber hecho caso a mi intuición.

—Britt, ¿tú quieres estar conmigo?

—No, eso es lo que...

—No de la manera de la que hablamos en el bar más que eso.

Empecé a sentir palpitaciones— ¿A qué te refieres?

—A todo—Se separó de la barra y se acercó a mí—Yo sí quiero estar contigo.

—Pues el sábado no lo parecía—Me crucé de brazos.

—Estaba aturdida.

— ¿Ah, sí? Yo también.

Dirigió las manos a las caderas; luego, cruzó los brazos, como yo—Por Dios, Britt...
Le veía afectada y sentí un destello de esperanza—Si es eso todo lo que tienes que decir, hemos terminado.

— ¡Y una mierda hemos terminado!

—Hemos llegado a un callejón sin salida, si cada vez que nos acostamos tú te vas a dedicar a hacerte pajas mentales.

Era evidente que se esforzaba por encontrar las palabras adecuadas—Estoy acostumbrada a llevar las riendas, lo necesito. Y tú me lo fastidiaste en la limusina; no me sentó bien.
— ¿Ah, sí?

—Britt, nunca he experimentado algo como aquello. No creía que me fuera posible Y, ahora que lo conozco..., tengo que tenerlo, tengo que tenerte a ti.

—Santana, es sólo sexo Súper estupendo, sí, pero eso no puede joderte la cabeza cuando las personas que intervienen no son adecuadas la una para la otra.

—Tonterías he admitido que metí la pata y no puedo cambiar lo que ocurrió, pero estoy segura como que la mierda termina meada de que quieres cortar conmigo por aquello expusiste tus normas y yo traté de adaptarme a ellas, pero tú no quieres hacer ni lo más mínimo por adaptarme a mí. Tenemos que encontrarnos a medio camino—Tenía la cara rígida por la frustración—Cede un poco, tía.

La observé detenidamente, intentando comprender qué estaba haciendo y adónde quería llegar— ¿Qué pretendes, Santana? —le pregunté suavemente.

Me sujetó la cara con la mano—Pretendo seguir sintiéndome como cuando estoy contigo sólo tienes que decirme lo que debo hacer. Y dame un margen de error. No he hecho esto nunca en mi vida, y siempre hay una fase de aprendizaje.

Le tanteé el corazón y comprobé que latía impetuosamente. Era impaciente y apasionada, y eso me encendía. ¿Cómo tenía que responderle? ¿Con la razón o con el corazón?— ¿Qué es lo que no has hecho nunca?

—Lo que sea necesario para pasar contigo el mayor tiempo posible en la cama y fuera de la cama.

Me invadió una absurda y poderosa ráfaga de placer—Santana, ¿eres consciente del tiempo y el esfuerzo que hacen falta en una relación? Yo ya estoy hecha polvo. Además, hay cosas personales de las que tengo que ocuparme, y está mi trabajo... mi madre, que es una trastornada... —le tapé la boca con la mano antes de que le diera tiempo a abrirla—, pero tú mereces la pena, y me derrito por ti, así que creo que no tengo alternativa ¿verdad?

— ¡Britt, maldita sea! —Santana me levantó en vilo, impulsándome con las manos desde el trasero para que le rodeara la cintura con las piernas Me besó en la boca con fuerza y frotó su nariz contra la mía—Encontraremos la manera.

—Lo dices como si fuera a resultar fácil—Yo sabía de sobra que necesitaba mucho mantenimiento y ella parecía que también.

—Lo fácil es aburrido—Me llevó en brazos hasta la barra y me depositó en un taburete levantó el cubre-platos que tenía delante y apareció una enorme hamburguesa con queso y patatas fritas. Todavía estaba todo caliente, gracias a una placa térmica de granito que había debajo.

—Hmmm —exclamé, y me di cuenta del hambre que tenía. Después de hablar, había recuperado el apetito.

Desdobló una servilleta y la puso en mi regazo al mismo tiempo que me daba un apretón en la rodilla; Luego, se sentó a mi lado—Entonces, ¿cómo lo hacemos?

—Pues la coges con las dos manos y te la llevas a la boca.

Me dirigió una mirada divertida que me hizo sonreír. Era bueno sonreír. Era bueno estar con ella. Normalmente lo era... durante un ratito. Le di un bocado a la comida y lancé una exclamación de gusto al percibir de lleno su sabor. Era una hamburguesa tradicional, pero me sabía a gloria.

—Está buena, ¿verdad?

—Muy buena. Puede que me convenga quedarme para mí sola una mujer que sabe tanto de hamburguesas—Me limpié la boca y las manos— ¿Qué tal aguantas las exclusividades?

Dejó la hamburguesa a un lado y se quedó extrañamente quieta no podía adivinar qué estaba pensando—Doy por sentado que va implícito en nuestro trato, pero, para que no haya dudas, te diré claramente que no puede haber otras mujeres en tu vida, Britt.
El tono tajante que empleó y su mirada glacial me dieron escalofríos Santana tenía su lado oscuro. Yo había aprendido mucho tiempo atrás a descubrir y evitar a las personas con sombras peligrosas en los ojos pero las alarmas no habían sonado con ella como tal vez hubieran debido.

— ¿Y Hombres puede haber? —pregunté, para relajar el ambiente.

—Sé que tu compañera de piso es bisexual ¿Lo eres tú también?

— ¿Te molestaría?

—Me molesta compartirte. No es una opción. Tu cuerpo me pertenece.

— ¿Y el tuyo me pertenece a mí? ¿En exclusiva?

Se le encendió la mirada—Sí, y espero que te aproveches mucho y con frecuencia.
Bueno... en ese caso…—Pero tú a mí me has visto desnuda —bromeé—. Tú sabes lo que te vas a llevar; yo, no. Me encanta lo que he visto hasta ahora, pero todavía falta.

—Podemos arreglarlo ahora mismo.

La idea de que se desnudara para mí me hizo retorcerme en el asiento ella se dio cuenta e hizo una mueca maliciosa—Mejor no lo hagas —dije muy a mi pesar—, que ya volví tarde al trabajo el viernes.

—Entonces esta noche.

—De acuerdo —contesté, tragando saliva.

—Procuraré estar libre a las cinco —dijo, y reanudó la comida, tan satisfecha de que ambas hubiéramos marcado mentalmente sexo alucinante para aquel día en nuestro calendario.

—No tienes por qué—Abrí la mini botella de ketchup que había junto a mi plato—; tengo que ir al gimnasio después de trabajar.

—Iremos juntas.

— ¿Ah, sí? —Puse la botella boca abajo y le di unos golpecitos en la base.
Me la quitó de las manos y usó el cuchillo para servirme el ketchup—Será mejor que consuma un poco de energía antes de tenerte desnuda Mañana querrás ser capaz de andar con normalidad.

La miré, estupefacta, por la naturalidad con que había dicho aquello y la cara de fingida pena que había puesto; algo me daba a entender que no hablaba completamente en broma. Mi sexo se contrajo ante aquella deliciosa perspectiva podía imaginarme a mí misma haciéndome adicta a Santana López.

Comí unas cuantas patatas fritas pensando en otra persona que ya era adicta a Santana—Magdalene puede suponer un problema para mí.

Tragó un bocado de su hamburguesa acompañado de un sorbo de agua—Me contó que habíais tenido una charla y que las cosas no fueron bien.

Me tomé en serio las maquinaciones de Magdalene y su hábil intentona de cortarme el paso debía tener mucho cuidado con ella y Santana tenía que hacer algo al respecto, o sea, cortar con ella. Punto—No, no fueron bien —admití—, pero es que no puedo agradecer mucho que me digan que tú no respetas a las mujeres que te tiras y que terminarías conmigo en cuanto me metieras los dedos.

Santana se quedó paralizada— ¿Eso te dijo?

—Palabra por palabra. Y también que a ella la tienes reservada para el momento en que decidas sentar la cabeza.

—Así que eso te dijo—Usó un tono bajo y lleno de frialdad se me hizo un nudo en el estómago, sabiendo que todo podía salir realmente bien o realmente mal, dependiendo de lo que Santana dijera inmediatamente después.

— ¿No me crees?

—Claro que te creo.

—Ella podría ser un problema —repetí, porque quería insistir en aquello.

—No lo será. Yo hablaré con ella.

Me fastidiaba la idea de que hablasen; me ponía enferma de celos. Entonces, se me ocurrió que ése era un tema que habría que poner sobre la mesa—Santana...

— ¿Qué? —Había terminado la hamburguesa y estaba dedicándose a las patatas fritas.

—Yo soy muy celosa; puedo llegar a la irracionalidad —jugueteé un poco tocando la hamburguesa con una patata—. Tal vez deberías tenerlo en cuenta, y también si quieres tratar con alguien como yo, que tiene conflictos de autoestima. Éste era uno de los peros cuando me invitaste a la cama por primera vez, que iba a trastornarme con tantas mujeres babeando por ti y que yo no tendría derecho a decir nada.

—Ahora sí tienes derecho.

—No me tomas en serio—Sacudí la cabeza de lado a lado y le di otro mordisco a la hamburguesa.

—No he sido más seria en toda mi vida—Me pasó un dedo por la comisura de la boca y le dio un lengüetazo a la pizca de salsa que había recogido—No sólo tú puedes resultar posesiva; yo soy muy acaparadora con lo que es mío.

No lo dudé ni un instante le di otro mordisco a la comida y me puse a pensar en la noche que teníamos por delante estaba impaciente hasta no poder más. Me moría por ver a Santana desnuda me moría por pasarle las manos y la boca por todo el cuerpo. Me moría por tener otra oportunidad de volverla loca Y me apremiaba la necesidad de estar debajo de ella, de sentir su peso, sus dedos dentro de mí, de notar que se corría frenéticamente...—Sigue pensando en eso —me dijo de pronto— y volverás tarde otra vez.

Levanté las cejas en un gesto de asombro— ¿Cómo sabes en qué estoy pensando?

—Cuando estás excitada, se te pone una mirada especial espero provocarte esa mirada tan a menudo como sea posible—Santana tapó el plato y se levantó luego, sacó una tarjeta de visita y la dejó a mi lado. Vi que había escrito en el reverso los números de su teléfono móvil y del fijo de su casa—Te parecerá una tontería decirte esto después de la conversación que hemos tenido, pero necesito el número de tu móvil.

— ¡Ah, sí! —Me costó trabajo dejar atrás los pensamientos libidinosos—. Pero antes necesito comprarme uno está en la lista de cosas importantes que tengo que hacer.

— ¿Qué pasó con el que usaste para mandarme mensajes la semana pasada?

Arrugué la nariz, en una expresión de disgusto—Mi madre ha estado usándolo para rastrear mis movimientos por la ciudad. Se pasa un pelo... intentando protegerme.

—Ya entiendo. —Me acarició la mejilla con el dorso de los dedos—.Te referías a eso cuando decías que tu madre te acosaba.

—Sí, desgraciadamente.

—Bueno, pues nos ocuparemos de lo del teléfono a la salida del trabajo, antes de ir al gimnasio. Te conviene tenerlo por seguridad. Y, además, quiero poder llamarte cuando me apetezca.

Dejé una cuarta parte de la hamburguesa porque ya no podía comer más, y me limpié la boca y las manos—Estaba deliciosa, gracias.

—De nada —se inclinó hacia mí y me besó brevemente en la boca—¿Necesitas ir al baño?

—Sí. Voy a sacar el cepillo de dientes que llevo en el bolso.

Unos minutos después, me encontraba de pie en un cuarto de baño escondido tras una puerta que combinaba a la perfección con los paneles de caoba que había detrás de las pantallas planas. Nos cepillamos los dientes una al lado de la otra ante el doble lavabo y cruzamos las miradas en el espejo. Era una escena muy doméstica, muy normal, y aun así nos llenaba de placer—Te acompañaré hasta abajo —me dijo, dirigiéndose al perchero.

Yo iba siguiéndola, pero me desvié al pasar cerca de su mesa. Me acerqué a ella y puse la mano en el espacio vacío que quedaba delante de la silla— ¿Es aquí donde pasas la mayor parte del día?

—Sí—La vi ponerse la chaqueta y me dieron ganas de morderle, tan apetecible me resultaba.

En vez de eso, me senté sobre la mesa. Según mi reloj me quedaban cinco minutos, el tiempo justo para volver a mi puesto, pero no pude resistir la tentación de ejercer mis nuevos derechos—Siéntate —le pedí, señalándole la silla.

Hizo un gesto de sorpresa, pero no discutió y se acomodó en la silla.

Separé las piernas y le hice señas con el dedo para que se aproximara—Más cerca.

Se echó hacia delante, llenando el espacio que quedaba entre mis muslos me abrazó por las caderas y me miró—Britt, un día de éstos te voy a follar aquí mismo.

—Sólo un beso por ahora —susurré, inclinándome para besarla apoyé las manos en sus hombros y le pasé la lengua por los labios; luego la introduje en su boca y le acaricié con delicadeza.

Gimiendo, ahondó el beso, comiéndome la boca de una manera que me dejó dolorida y húmeda—Un día de éstos —repetí yo pegada a sus labios— me pongo de rodillas debajo de esta mesa y te chupo todo a lo mejor mientras estás hablando por teléfono y juegas con tus millones como si fuera al Monopoly usted, señora López, pasará de la casilla Go y recogerá sus doscientos dólares.

Su boca se curvó contra la mía—Ya sé lo que va a pasar. Me vas a hacer perder la cabeza y correrme en cualquier parte posible.

— ¿Estás quejándote?

—Se me está haciendo la boca agua, cielo.

Aquella palabra me desconcertó, aunque me pareció muy dulce— ¿Cielo?

Asintió con una especie de canturreo, y me besó resultaba increíble lo decisiva que podía ser una hora. Salí del despacho de Santana con un estado de ánimo completamente distinto al de cuando entré. El contacto de su mano en la parte baja de mi espalda me hacía disfrutar por anticipado en vez de sentirme amargada como cuando llegué allí.

Le dije adiós a Scott con la mano y le dediqué una sonrisa radiante a la nada sonriente recepcionista—Creo que no le gusto —le dije a Santana mientras esperábamos al ascensor.

— ¿A quién?

—A tu recepcionista.

Echó un vistazo hacia allá, y a la pelirroja se le iluminó la cara—Bueno —murmuré—, tú sí le gustas.

—Yo le garantizo el sueldo.

Hice un mohín—Sí, seguro que es eso apuesto a que no tiene nada que ver con que seas la mujer más sexy de la tierra.

— ¿Lo soy en este momento? —Me sujetó contra la pared, con una mirada ardiente.

Le toqué el abdomen y, al notar cómo se endurecían las líneas de su musculatura, me mordí el labio inferior—Sólo era una observación.

—A mí me gustas—Con las manos contra la pared, a ambos lados de mi cabeza, bajó la boca hasta la mía y me besó dulcemente.

—Tú a mí también, pero ¿eres consciente de que estás en el trabajo?

— ¿Y de qué sirve ser jefa si no puedes hacer lo que te dé la gana?

—Humm...

Cuando llegó un ascensor, me agaché por debajo de un brazo de Santana y entré ella me siguió y, como una depredadora, me sujetó por detrás para atraerme hacia ella Metió las manos en los bolsillos delanteros de mi chaqueta y tiró de ellos hasta los huesos de las caderas, manteniéndome inmovilizada la calidez de su contacto, tan próximo al punto donde más rabiaba yo por ella, era toda una tortura en venganza, moví el culo contra ella y sonreí cuando le oí respirar fuerte—Pórtate bien —me regañó con cierta brusquedad—, tengo una reunión dentro de quince minutos.

— ¿Pensarás en mí cuando estés sentada a tu mesa?

—Sin duda alguna. Y tú vas a pensar en mí cuando estés sentada a la tuya. Es una orden, señorita Pierce.

Dejé caer la cabeza hacia atrás, contra su pecho, encantada con el tono autoritario de su voz—No podría ser de otro modo, señora López, teniendo en cuenta cómo pienso en ti dondequiera que esté.

Salimos juntas al llegar al vigésimo piso—Gracias por comer conmigo.

—Creo que eso me toca a mí decirlo. —Me alejé un poco—. Hasta luego, Oscura y Peligrosa.
Se sorprendió al oír el apodo que le había puesto—A las cinco. No me hagas esperar.

Llegó uno de los ascensores de la izquierda Megumi salió de él y Santana entró, su mirada fija en la mía hasta que se cerraron las puertas— ¡Jo! —Exclamó Megumi—, qué suerte me muero de envidia.

No se me ocurrió nada que decir todavía era todo muy reciente y tenía miedo de gafarlo en el fondo de mi alma sabía que aquellos sentimientos de felicidad no podían durar mucho. Todo iba demasiado bien.

Corrí a mi mesa y me puse a trabajar—Britt —levanté la mirada y vi a kurt en el umbral de su despacho—, ¿puedo hablar contigo un minuto?

—Por supuesto —cogí la tableta, a pesar de que el tono de su voz y la expresión adusta que tenía me decían que no iba a necesitarlo. Cuando kurt cerró la puerta a mis espaldas, aumentaron mis temores—. ¿Va todo bien?

—Sí. —Esperó hasta que me senté y después ocupó la silla que estaba a mi lado, en vez de la de su escritorio—. No sé cómo decir esto...

—Sólo dilo supongo que lo entenderé.

Me miró con ojos compasivos y un cierto sonrojo—No me corresponde a mí interferir; sólo soy tu jefe y eso comporta unos límites, pero voy a traspasarlos porque me caes bien, Britt, y quiero que trabajes aquí durante mucho tiempo.

Se me encogió el corazón—Qué bien, porque me encanta mi trabajo.

—Vale, vale, me alegro —me dirigió una sonrisa fugaz—. Bueno... que tengas cuidado con López, ¿de acuerdo?

Me alarmé ante el rumbo que tomaba la conversación—De acuerdo.

—Es brillante, rica y sexy, así que comprendo que te atraiga. Con todo lo que yo quiero a Blaine, todavía me pongo nervioso cerca de López tiene mucho gancho—Kurt hablaba deprisa y gesticulaba con evidente turbación—. Tampoco me extraña que se interese por ti: eres guapa, inteligente, sincera, atenta... podría seguir así un buen rato porque eres estupenda.

—Gracias —contesté en voz baja, con la esperanza de que no se me viera tan mal como yo me sentía. Aquella especie de advertencia por parte de un amigo, y el que otra gente pensara de mí que sólo era otra chica-de-la-semana, eran la clase de cosas que hacían mella en mi inseguridad.

—Es que no quiero que te hagan daño —dijo entre dientes, y parecía estar pasándolo tan mal como yo—. En parte es por egoísmo, lo admito. No quiero perder a una ayudante magnífica porque no quiera trabajar en un edificio cuya propietaria es una ex.

—Kurt, significa mucho para mí que te preocupes y que me consideres valiosa, pero no tienes que preocuparte por mí. Ya soy mayorcita. Además, nada va hacer que deje este empleo.

Respiró aliviado—Muy bien, entonces dejémoslo y vamos a trabajar.

Y así lo hicimos, pero me preparé para futuros disgustos suscribiéndome a la alerta diaria de Google con el nombre de Santana Y cuando llegaron las cinco, la certeza de mis muchas debilidades se extendía sobre mi felicidad como una mancha de aceite.

Santana fue tan puntual como me había asegurado que sería, y no pareció darse cuenta de mi ánimo pensativo mientras bajábamos en un ascensor abarrotado más de una mujer le dirigió furtivas miradas, pero a mí no me importó mucho era muy atractiva; lo raro habría sido que no hubieran reparado en ella Me cogió de la mano cuando pasamos los torniquetes y entrelazamos los dedos.

Aquel sencillo gesto significó tanto para mí en aquella ocasión que le apreté un poco más.

Pero debía tener cuidado en el momento en que me mostrase agradecida de que pasara el tiempo conmigo sería el principio del fin. Si eso ocurría, ni yo me respetaría a mí misma ni ella me respetaría tampoco.

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Hola Hola !
Aqui vengo a dejar otro capitulo C:
Espero que les guste mucho y que dejen sus comentarios
 FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 

Saludos y besos  FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17  7/6/15) - Página 2 1206646864 
Dani(:
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por micky morales Jue Jul 31, 2014 8:11 pm

Excelente capitulo, ahora a ver como van las cosas entre ellas!
micky morales
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por 3:) Jue Jul 31, 2014 9:06 pm

holap,...

me encanta,...
a ver como empieza la relación de las dos,.. va a ser demasiado intenso,..!!!
ya están las pautas,.. son celosas y posesivas!!!
y van a ser pesadas as viejas que le pueden aparecer a san,..

no vemos,...
3:)
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

Mensaje por monica.santander Jue Jul 31, 2014 9:49 pm

Hola!!!! Veremos como sigue ahora que están juntas.
Va a ser muy divertido.
saludos
monica.santander
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Activo Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)

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