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Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
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Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
holap,...
me gusto,..
britt ya asimila que se siente atraída por san!!!!
mmmm bar gay,... a ver como va a terminar la salida al bar!!!! jajajaj
nos vemos!!!
me gusto,..
britt ya asimila que se siente atraída por san!!!!
mmmm bar gay,... a ver como va a terminar la salida al bar!!!! jajajaj
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
me va a dar algo si no actualizas pronto, que pasara en ese lugar?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Hola!!! quiero saber como termina esa noche por favor!!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Fanfic Brittana: Canciones para Brittany (Adaptado). Capítulo 7 (22/09/14)
CAPÍTULO 8
El local estaba en un hotel imponente, construido en la década de 1930. Decidieron entrar por parejas, con la esperanza de que Santanay Ruby llamaran menos la atención. Después de comprar las entradas en el vestíbulo, Brittany y Santana se adelantaron.
El local tenía una iluminación tenue y había pequeñas mesas con manteles rosas y velas en candelabros de cristal. En un extremo había un escenario, donde un grupo integrado por mujeres estaba tocando sensuales canciones de Sergio Mendes y Brazil 66.
Santana vio una mesa para cuatro y guió a Brittany hasta ella. Era agradable sentir la presión de su mano en la cintura y Brittany lamentó que la apartara. Al cabo de minutos vieron entrar a Ruby y Kerry, y les hicieron señas para que se acercaran. Una mujer vestida con unos pantalones negros diminutos a juego con un top muy corto se acercó a tomarles el pedido. El grupo estaba tocando Más que nada y la pista estaba llena de mujeres que bailaban abrazadas. Brittany observó que algunas llevaban traje de chaqueta y otras, vestido de coctel. Se tranquilizó al ver que también había muchas con vaqueros y una camiseta informal, aunque sentía no haberse puesto algo especial para ir a aquel lugar fabuloso.
Se acomodó en la silla y bebió un trago de su Campari con soda. En la mesa de al lado, una mujer morena de pelo corto, vestida con un traje de chaqueta con pajarita, le sonreía provocativamente. Llevaba los labios pintados de rojo y estaba fumando un puro. A Brittany le pareció atractiva, y le devolvió la sonrisa. La mujer la miró de arriba abajo lentamente, de modo insinuante. Ella siguió sonriendo y se sorprendió por lo mucho que estaba disfrutando de su atención. Siempre que un hombre la miraba así apartaba la vista para desanimarlo.
En otra mesa había dos mujeres que se besaban apasionadamente, y la escena le pareció muy erótica. Volvió a imaginarse besando a Santana; experimentó una oleada de deseo y cerró los ojos un segundo. Cuando los abrió de nuevo, la mujer de la pajarita seguía mirándola y sonriendo.
Santana estaba sentada junto a ella y estaba claro que aquello le parecía divertido.
—Creo que le gustas.— Su voz aterciopelada fue como una caricia.
«No tanto como tú a mí.» Una mujer con una bandeja de puros se acercó a la mesa.
—Ay, sí, cielo, ¡cogeré uno de estos!
—¡Estupendo! ¡Yo también!
Ruby y Kerry encendieron sus cigarros y exhalaron alegremente una nube de humo aromático. La mujer de la mesa de al lado seguía mirando a Brittany, que volvió a sonreír, embargada por una deliciosa sensación de felicidad. Aunque no se había visto nunca en una situación como aquella, tenía la sensación de que todo lo que ocurría estaba bien y, en cierto modo, aquello le transmitía una sensación placenteramente familiar. Oyó la risa sexy de Santana y se volvió a mirarla.
—Cielo, creo que como no te invite a bailar, la doña me ganará por la mano.
El grupo empezaba a tocar música de Serge Gainsbourg: jazz lento y sensual de la década de 1950. Santana cogió a Brittany de la mano para llevarla a la pista, la miró a los ojos, la rodeó con sus brazos y empezaron a bailar. Era un placer sentir los brazos de Santana alrededor de su cuerpo, los músculos tensos de su espalda bajo las manos y la presión del pecho contra el pecho. Brittany apoyó la cara en su mejilla y sintió su perfume especiado. Notó que la respiración de Santana se aceleraba y le pareció oírla murmurar: «Oh, Dios». El deseo que la había estado asaltando en oleadas se hizo más fuerte, y empezó a temblar.
Pasó las manos por los hombros de Santana y esta entrelazó los dedos por detrás de su cintura. Se abrazaron. No era como abrazarse con un hombre; Brittan no había sentido nunca nada parecido con un cuerpo masculino. Santana tenía un cuerpo de curvas elegantes, fuerte pero femenino, terso y flexible, y la piel de sus brazos y de su rostro era suave como la seda. Brittany se imaginó metiéndole las manos por debajo de la camiseta para acariciarle la espalda, y sintió un repentino torrente de deseo casi doloroso. Deslizó el muslo entre sus piernas y se unieron como un solo cuerpo. Santana bajó las manos lentamente, le acarició las caderas y la besó en el cuello. Brittany contuvo la respiración; el beso se le grabó a fuego y encendió una llama entre sus muslos. Santana tenia las pupilas dilatadas y una expresión de puro deseo se reflejaba en sus ojos. Sentirla temblar hacia que Brittany se estremeciera aún más. Sus bocas estaban cerca; casi se rozaban los labios. Bésame.
—¡Disculpa!—Brittany tardó en reaccionar ante la voz de la intrusa— . ¿No eres Santana López?
Alguien estaba tirando del brazo de Santana. El mundo exquisito, sensual y privado que se había generado entre ambas se evaporó de repente.
Santana parecía desorientada, y se volvió hacia el grupo de mujeres como si estuviera mareada. Cuando Brittany se apartó de sus brazos, la miró con cara de pena y le apretó la mano.
—Vuelvo a la mesa.
En un abrir y cerrar de ojos, Santana quedó rodeada por una docena de mujeres.
Brittany se dirigió al cuarto de baño; necesitaba un momento para recomponerse. Se echó agua fría en la cara y se miró al espejo. Se sentía tan diferente, tan cambiada, que casi se sorprendió de ver que tenía el aspecto de siempre. Se pasó las manos por el pelo, se retocó con el pintalabios que lleva respiró prba en el bolsillo, ofundamente y volvió a la mesa.
Ruby seguía fumándose el puro y Kerry estaba apurando una jarra de cerveza.
—Han reconocido a San, ¿verdad, cielo?—dijo Ruby. Brittany asintió. Aun sentía un dolor erótico y sordo, y no se encontraba repuesta del todo—. Era inevitable. Te pediré otro Campari.— Brittany la miró y, repentina e inexplicablemente, sintió que iba a echarse a llorar. Ruby sonrió con dulzura, le besó la mejilla y susurró—:No pasa nada, cielo.
Kerry la miraba, asombrada. Era evidente que había presenciado su sensual baile con Santana y debía de estar pensando que era un comportamiento extraño en su jefa, supuestamente heterosexual. A Brittany le daba igual, pero por el rabillo del ojo vio que Ruby le daba un codazo.
Santana regresó al cabo de unos minutos. Se sentó al lado de Brittany, le apretó la mano un instante por debajo de la mesa y le sonrió como por obligación. El momento especial había pasado y Santana había vuelto a ser la de siempre.
No transcurrió mucho tiempo antes de que apareciera otro grupo de fans a la caza de un autógrafo, de modo que se apresuraron a terminarse las copas.
De vuelta en el hotel, de camino a los ascensores, Santana se detuvo en la puerta del bar.
—Te invito a un café, Britt.
Se despidieron de las demás y buscaron una mesa. El local era exclusivo para los huéspedes del hotel, por lo que había muy poca gente. El ambiente era íntimo y acogedor; las luces estaban bajas y, de fondo, sonaba una música desangelada.
Pidieron café y se sentaron en silencio. Santana la miró a los ojos durante un largo instante y Brittany percibió su perplejidad antes de que bajara la vista a la mesa y se pusiera a jugar con la carta de bebidas. La luz de la lámpara le hacía brillar el pelo y le arrancaba un precioso juego de sombras en el rostro. Se estaba mordisqueando el labio y Brittany se moría por besarla. Mientras le miraba las manos, deseó poder volver a sentirlas sobre su piel.
El camarero les llevó los cafés. Brittany no sabía cómo expresarse. El deseo que sentía era tan intenso que no podía pensar con claridad. Se sentía totalmente perdida y quería que Santana se hiciera cargo de la situación.
—No sé qué me pasa exactamente— dijo.
Santana se puso azúcar en el café y lo revolvió.
—Está bien, estas cosas pasan. Es culpa mía. Me he sentido muy atraída por ti desde el primer momento.
Brittany no quería que se echara atrás. Quería que al menos la ayudara a entender sus sentimientos, porque imaginaba que sabría que hacer en una situación como aquella.
—Esta noche te he deseado como no he deseado a nadie en mi vida—confesó. Santana se puso una mano en la frente, como tapándose los ojos—. Y todavía te deseo.
Santana pareció estremecerse y Birttany se dio cuenta de que tragaba saliva.
—Joder, tú sí que eres directa, cielo.
Brittany sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas. Todo estaba ocurriendo muy deprisa. Echó un vistazo a su alrededor con la mirada perdida y se concentró en sus esfuerzos por no llorar. Santanaa la tomó de la mano y Brittany sintió que una descarga eléctrica le subía por el brazo y le recorría el cuerpo. Mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas, vio que a Santana también le brillaban los ojos por el llanto contenido.
—Cariño...—La palabra fue como un beso, y Brittany se mareó-. Podría hacer lo que me pide el cuerpo y llevarte a la cama.— Su voz era poco más que un susurro. Brittany se estremeció y Santana le apretó la mano con más fuerza—. Pero sé que te sientes confusa y que es un error tremendo meterse en el dormitorio cuando no se tienen las cosas claras.— Brittany se enjugó las lágrimas—. Puede que para ti esto sea un arrebato, cielo, pero, si no lo es, enrollarnos solo complicaría las cosas. Me voy a casa en diez días, y no tiene sentido empezar algo que no va a llegar a ninguna parte.— Hizo una pausa y parpadeo para disipar las lágrimas—. Creo que deberíamos concentrarnos en ser buenas amigas. No quiero perder eso.—Aparto el café que no había probado y añadió—: Creo que deberíamos irnos a dormir, ¿no te parece? Mañana nos espera un gran día: noche de estreno.
—Me quedare aquí unos minutos más. Santana se puso en pie. Se la veía alterada; seguía teniendo las pupilas dilatadas y los ojos encendidos de pasión.
—Buenas noches, Britt.—dijo, antes de marcharse.
A Brittany le costó conciliar el sueño y, a la mañana siguiente, se levantó pensando de nuevo en Santana. Al recordar el momento, durante la prueba de luces, en que había reconocido que la deseaba, y la sensación de los brazos de Santana alrededor de su cuerpo, sintió un torrente de pasión y su corazón empezó a palpitar con inquietud.
En la realidad luminosa y soleada de aquel viernes, lo que había pasado parecía irreal. De no haber sido por el deseo que persistía en su cuerpo, no se habría creído que había ocurrido de verdad.
El timbre del teléfono la sobresaltó. Era Ben, que la llamaba para decirle que la echaba de menos, que parecía que podía tomarse unos días libres para reunirse con ella en algún sitio del norte de Queensland cuando terminara el trabajo y que le hacía mucha ilusión.
Brittany se sintió aliviada al oír su voz y las imágenes eróticas de Santana desaparecieron rápidamente de su cabeza. Hablaron durante un rato sobre cosas reconfortantes y familiares: asuntos cotidianos, cosas formaban parte de la vida organizada que se había montado.
Se duchó y, cuando le llevaron el desayuno y el periódico, se sentó a la mesa, encendió el ordenador y revisó el correo. Había un mensaje del director artístico, que quería tratar con ella unas ideas relacionadas con la maquetación del reportaje. Ya se pondría en contacto con el más adelante. Se tomó el café y trató de pensar en cuanto le gustaría volver a ver a Ben. Hacía tiempo que no pasaban unos días juntos y tenían mucho de qué hablar. Hojeó el periódico para ver si decía algo sobre la llegada de Santana a la ciudad o sobre el concierto de aquella noche. Había un artículo de media página con una foto tomada en el aeropuerto.
De repente se le apareció una imagen de Santana mirándola a los ojos y el impacto la dejó sin aliento. Alargó la mano, vacilante, para coger la taza de café, pero la volcó.
Mientras limpiaba la mesa, trató de poner sus sentimientos en algún tipo de perspectiva. Pensó que todo aquello no era más que una tontería que se le había ido de las manos. Por supuesto que se lo había pasado bien en el bar la noche anterior. Solo había mujeres; era lógico que se hubiera sentido como en casa. No era nada terrible y, tal como había dicho Santana, lo que le había ocurrido había sido un arrebato. Se había dejado llevar, nada más. Menos mal que Santana era sensata y se había dado cuenta.
En aquel momento recordó el rostro de Santana, con los ojos llenos de lágrimas, susurrando: “Cariño…”.
Debilitada por un nuevo estremecimiento, se desplomó en una silla y se sirvió otro café con manos temblorosas.
Debería alegrarse de que, de alguna manera, Santana le hubiera provocado reacciones sexuales que nunca se hubiera creído capaz de experimentar. Evidentemente, en su interior había permanecido latente una profunda pasión y quizás, a partir de entonces, pudiera esperar más de sus relaciones. Quizás había llegado
el momento de seguir adelante y dejar a Ben, porque nunca podría hacerle sentir nada parecido. Tal como había dicho Santana, su único problema era que aún no había conocido a la persona adecuada.
Tenía que quitarse aquel asunto de la cabeza y concentrarse en su plan de trabajo para aquel día. Había quedado en reunirse con Louis, Jenny y Don a las nueve en la piscina, antes de que se fueran al ensayo, y tenía previsto comer con Danny para recopilar información de trasfondo sobre los miembros del grupo. Aquella noche iba a ir al concierto y estaba impaciente por ver cómo reaccionaría el público de Sídney.
Tenía tiempo para darse un chapuzón antes de que los otros llegaran a la piscina. Se puso un bañador y un albornoz, cogió una toalla, la libreta y la grabadora, y bajó al jardín.
Aquel día, más tarde, Brittany estaba sentada a la mesa de su habitación, tomando notas de las conversaciones que había grabado antes para ordenarlas con arreglo a algún criterio. Sonrió mientras escuchaba la voz de Danny en la cinta. Había sido una comida agradable. Le contó que hacía más de veinte años había entrado en el negocio de la música, como guitarrista de un grupo relativamente famoso, aunque, en palabras del propio Danny, carecía del talento necesario para llegar a ser realmente bueno, de modo que se pasó a la parte administrativa del negocio. Al principio, Santana solo era una más entre los artistas a los que representaba, pero abandonó a los demás clientes en cuanto aumentó la popularidad de la cantante. Era indudable que lo emocionaba mucho formar parte de la fama y el éxito de Santana; le brillaban los ojos y se revolvía, emocionado, en el asiento cuando describía conciertos memorables y agotadoras negociaciones de contratos. Le había proporcionado varios detalles fascinantes sobre el funcionamiento del negocio de la música en general, y había resultado muy ameno. Brittany hizo una pausa, se echó hacia atrás en la silla y bebió un trago de agua mineral, mientras echaba un vistazo al fax que le había enviado Adele, que incluía copias de las críticas que había recibido Santana durante su gira por Estados Unidos, por si le servían para el artículo. Miró el reloj. Eran las cinco y media, y pensó que ya iba siendo hora de dejar el trabajo y prepararse para el concierto. A las siete había quedado con Kerry en el restaurante del hotel, para cenar antes de ir al Opera House. Recogió sus notas, fue al cuarto de bario y se duchó. Mientras se maquillaba, se dio cuenta de que estaba cada vez más tensa. Había estado muy ocupada durante todo el día, había pasado gran parte del tiempo acompañada y había sido capaz de dejar de lado la preocupación por lo que sentía por Santana. Sin embargo, la idea de verla más tarde en el escenario le hacía sentir un hormigueo de expectación y ansiedad.
Se puso unos pantalones negros y una chaqueta entallada de raso, de color crema, una cadena y unos pendientes de oro sencillos, y un poco de perfume. De pronto recordó los brazos de Santana rodeándola, las manos bajando por sus caderas, y se estremeció. Respiro profundamente y se pintó los labios de un rosa oscuro. «No seas ridícula—se reprendió— . Compórtate como una profesional.»
Cogió el bolso y bajó a reunirse con Kerry. El público estaba gritando y aplaudiendo. El auditorio del Opera House estaba repleto y el ambiente era electrizante.
Santana salió al escenario y se situó bajo los focos.
—Vamos allá—dijo con su voz grave, y el público gritó más.
Llevaba un frac blanco, sin camisa debajo, de forma que la chaqueta revelaba buena parte de su escote, y en el cuello se había puesto una pajarita fucsia.
Desde su asiento en la tribuna de prensa, cerca del escenario, Brittany podía verla claramente: su piel lucía un bronceado radiante y llevaba los labios pintados de color rojo. «Sexy», pensó, y su mente vibró una vez más con los recuerdos eróticos de la noche anterior. Cerró los ojos en un intento de acallar el deseo que la dominaba. No entendía por que no podía controlar aquellos sentimientos.
Miró las caras embelesadas a su alrededor y se preguntó cuantas de aquellas mujeres se sentían como ella, cuantas fantaseaban con Santana y, cuantas veces, en cuantas ciudades, Santana había abrazado a una mujer como la había abrazado a ella la noche anterior. Quizá fuera el amor propio lo que le hacía pensar que la atracción que sentía Santana por ella era especial, o quizá fuera su falta de experiencia con el verdadero deseo.
Volvió su atención al escenario. Tenía que dejar de pensar en sí misma y juzgar objetivamente la actuación.
La puesta en escena era excelente, y Santana y los demás estaban en plena forma. Una vez más le maravilló la voz de la cantante. Si la vida de Santana hubiera seguido otros derroteros, podría haber cantado opera en aquel famoso auditorio perfectamente. Habría sido una gran mezzosoprano.
La iluminación y el ritmo de la música cambiaron y, de repente, Santana quedó bañada por luces azules y doradas. A Brittany se le puso la carne de gallina cuando empezó a cantar la balada que tanto la había conmovido el día anterior; se mordió el labio y se obligó a contener las lágrimas. Al final de la primera estrofa, Santana la miró y Brittany empezó a temblar, azotada por una ola de deseo. «Dioses.» Era inútil que tratara de dejar de pensar en sus sentimientos; su reacción sexual ante la mera visión de Santana le impedía pensar con claridad. Decidió que lo mejor que podía hacer era mantenerse alejada de ella durante un par de días, como mínimo durante el fin de semana. El martes volaban a Brisbane y, con suerte, en ese paréntesis conseguiría poner las cosas en perspectiva.
Antes de que terminara el concierto se escabulló discretamente y volvió al hotel.
El sábado por la mañana, Brittany estaba sentada a la mesa de su habitación, cerca de la ventana, tomándose un café con tostadas. El cielo era de un azul perfecto, con unas pocas nubes altas, como bolas de algodón, y la brisa cálida y suave prometía una jornada calurosa. Igual que el día anterior, se había despertado pensando en Santana. Temblaba cada vez que pensaba en ella y sabía que aquella atracción se estaba convirtiendo en un deseo desesperado. Se preguntaba si aquello sería la famosa pasión y el deseo que siempre había anhelado. Era difícil de asumir que hubiera hecho falta una mujer para ponerlo de manifiesto, y no entendía por que hasta entonces no había sentido lo mismo por ninguna otra.
Creía conocerse muy bien. A fin de cuentas, tenía claras las relaciones. Le había costado casi un decenio saber quién era y forjarse un espacio cómodo y próspero. Hacía años que había dejado de preocuparse porque no se enamoraba perdidamente, como sus amigas. Había ensayado las conversaciones, tenía todas las explicaciones y excusas, y soportaba con aplomo que sus padres y sus amigos le preguntaran con frecuencia cuando iba a sentar la cabeza, cuando iba a casarse y formar una familia. Aquellas cosas ya no le molestaban. Se sentía cómoda, por no decir completamente feliz. Le parecía increíble que a Santana López le hubieran bastado cinco días para poner del revés su mundo cómodo y acogedor.
Suspiró y alejó el plato. Le convenía avanzar un poco con el trabajo. Cogió el periódico, buscó la reseña de la noche del estreno de Santanaa y puso los ojos en blanco al ver el titular: «Que noche! Santana López sacude el Opera House». La crítica era tan favorable como esperaba.
Encendió el portátil y, concentrada solo parcialmente en el trabajo, de manera mecánica, estableció el formato de los títulos de sección para empezar a escribir su reportaje, y volvió a mirar al puerto por la ventana.
Sabía que mantenía las relaciones emocionales más estrechas con sus amigas, y era consciente de que para ella significaban más que para las otras. Aun así, algo le impedía abrirse con ellas por completo. Era completamente distinto con Ruby, Lisa, Kerry y Santana, sobre todo con Santana. Con ellas se sentía como en casa.
Recordó la noche del jueves en el bar y a la mujer de la pajarita que había coqueteado con ella. Le había seguido el juego y le había encantado.
Se concentró en la pantalla del ordenador y empezó a escribir:
Las luces cambian, y Santana se queda mirándonos completamente inmóvil. Percibimos su tensión y nos ponemos tensos. La lenta cadencia del bajo despierta una ansiedad primitiva y misteriosa en nuestro interior. Santana está cubierta de sudor y clava la vista en una mujer, en todas las mujeres..., en mí, con una desesperación y una pasión persuasiva y aterradoramente seductora.
La guitarra empieza a sonar con acordes lentos y el ritmo se acelera al compás de nuestros corazones. Los labios de Santana casi tocan el micrófono. Toma aire, y su respiración es deliberadamente sexy. Contenemos el aliento..., esperando.
Empieza a cantar con voz sensual; se está conteniendo, pero sabemos que pronto va a estallar. «Te he estado mirando, nena. / He visto tus sonrisas. / Te he cogido la mano, / pero se que todo el tiempo...»
La acusación de su voz nos atrapa y sabemos que Santana puede ver nuestro interior: sabe que estamos pensando. Vuelve a respirar lentamente y nos hace estremecer.
Brittany decidió que no iría al concierto de aquel día. De haber estado en Melbourne, podría haber pasado la noche en casa de algún amigo. Quizá Jane y Robert hubieran organizado una de sus maravillosas cenas. Asistirían Helena y Don, Vicki y Adrian, y Justine, que en aquel momento no tenía pareja, y la conversación sería polémica y divertida. Brittany iría con Ben, que la miraría constantemente y a menudo le cogería la mano y la besaría con dulzura, mirándola a los ojos. Ben esperaría pasar la noche juntos, y ella pensaría: «¿Por qué no? Hace tiempo que no lo hacemos». Y se irían a casa, se acostarían juntos y estaría bien, y a la mañana siguiente, después de tomar café en el jardín, empezaría a desear que se fuera.
«Puedes sentir que soplan nuevos vientos, / vas a querer arriesgar, / se que querrás tocar el fuego, / desearás verme bailar...»
Ahora, Santana canta a pleno pulmón. Se mueve por el escenario, inquieta, con la frustración de desear algo o a alguien que esta fuera de su alcance... Y se que me habla a mí. Quiero conocerla como no he querido conocer nunca a nadie... Quiero ser ella y que ella sea yo.
Y si su voz resuena furiosa en mi cuerpo, y si sus palabras me atraviesan, su respiración orgásmica me hace estremecer.
Sonó el teléfono. Era Kerry, que llamaba para preguntarle si quería comer con ellos. A Brittany le pareció curioso que no la hubiera llamado Santana.
—Gracias, pero creo que aprovechare el fin de semana para avanzar con el reportaje. No iré al concierto de esta noche, aunque tampoco es que me necesitéis ahí. Os las arreglareis sin mí.
Cuando colgó, se preguntó si Santanaestaría pesando en ella, si sentiría el mismo deseo y si sería ese el motivo por el que no la había llamado aquel día ni el anterior. No le cabía duda de que tendría otras cosas en que pensar, pero tal vez estuviera molesta con ella, quizá pensara que solo había estado coqueteando, tonteando. La idea le resultaba aterradora. No podía soportar que Santana pensara algo así de ella.
Dejó el trabajo a un lado. De repente se sentía cansada y falta de inspiración, y se tumbó en la cama al calor de la tarde. Se imaginó en su casa, sentada en su cómoda cama, leyendo un libro rodeada de cojines. Tendría un café en la mesilla y Lord Tubbington estaría durmiendo a su lado, acurrucado. La luz del sol entraría por los ventanales, ya se habrían caído la mitad de las hojas del roble del jardín y entre las ramas se vería el parque, al otro lado de la calle. Arrullada por aquella imagen reconfortante, durmió durante el resto de la tarde.
Aquella noche pidió que le llevaran la cena a la habitación y, liberada por la decisión de mantenerse alejada del concierto, se instaló cómodamente a ver una película.
El domingo, Brittany sacó las anotaciones que había hecho el viernes sobre Danny y los demás, y trató de concentrarse en el reportaje, pero su mente seguía divagando. Tenía la sensación de que la imagen que tenia de sí misma se estaba desdibujando y, cuanto más se esforzaba por retenerla, mas imprecisa se volvía. Dejar de ver a Santana y de hablar con ella no había aplacado su deseo en absoluto y, por si fuera poco, echaba de menos su compañía.
A última hora de la mañana se sentó ante el ordenador, abrió el documento que había empezado a escribir el día anterior y lo leyó.
—¡Por todos los dioses, despierta!—dijo entre dientes—. ¿Qué crees que eres? ¿lesbiana?
Suspiro. Desde que había conocido a Santana había cambiado. Había cambiado por dentro. No se le ocurría como iba a conciliar aquel cambio con la vida que tenía establecida, pero no podía pensar tan a largo plazo. Lo único de lo que estaba segura era de su deseo por Santana, y sabía que, tras haberlo reconocido, tenía que seguir el dictado de su corazón.
Las reticencias de Santana eran comprensibles. A Brittany se le ponían los pelos de punta cada vez que recordaba que se iba a marchar una semana después, pero, si sentía lo mismo que ella, encontrarían una solución. En aquel momento, su mayor preocupación era saber que sentía Santana.
Decidió que tampoco iría al concierto de aquella noche y que la llamarla al día siguiente para quedar con ella. Con suerte, Santana se alegraría de saber que había reflexionado mucho antes de llegar a aquellas conclusiones. Entonces se daría cuenta de que ya no estaba confundida y de que no bromeaba con lo de mantener una relación.
Seleccionó todo el texto de la pantalla y pulsó la tecla de borrado. Tenía que concentrarse en el trabajo y empezar a escribir algo que pudiesen leer otras personas. Pero, antes de ver a Santana, tenía que hacer algo muy importante, y le daba pánico. Tenía que llamar a Ben para decirle que lo suyo se había acabado.
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¡Hola! Antes que nada, quiero pedir mil perdones por no actualizar antes, siempre me decía, hoy actualizo y no podía sentarme, con la computadora y empezar a escribir. Me entretenía con otra cosa, leyendo o tenía que hacer unos trabajos, pero no es excusa, porque igual podía...
Pero, seguramente, esta semana actualice de nuevo, antes del sábado.
Entonces, ¿qué les pareció el capítulo? Al fiiiin, aclaró sentimientos Britt
También quiero comentar lo feliz que estoy de las fotos que han salido últimamente del Cast y lo feliz que me hace que Heather tenga Twetter
Britt_**** - Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 15/07/2014
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Al fin se aclaro Brit!!! quiero saber que piensa San por favor!!
Espero que no nos hagas esperar tanto!!
Saludos
Espero que no nos hagas esperar tanto!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
al fin britt ya sabe lo que quiere con san,... a ver que hace ella ahora????
espero que no la vetee por que se va en menos de una semana,...
nos vemos!!!!
espero que no la vetee por que se va en menos de una semana,...
nos vemos!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
ok britt se aclaro pero alguien se ha parado a pensar si santana quiere lo mismo o siente lo mismo? hasta pronto, espero!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Bueno, al parecer las cosas van por buen camino! Britt ya se aclaró, pero y Santana? Será que ella también de arriesgará?? Saludos!! Y actualiza pronto
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Vengaaaaaaaa!! Que creo que el paso más grande ya lo dió Britt sentimientos aclarados
ahora a afrontarlos bien, y espero en verdad espero!!!! que San no la cague, que también
acepte a Britt y sean felices por siempre! Ok me adelanté al final, pero en verdad quiero
ver a mis chicas juntas *-* Saludos!!! By. Nathie ^^
ahora a afrontarlos bien, y espero en verdad espero!!!! que San no la cague, que también
acepte a Britt y sean felices por siempre! Ok me adelanté al final, pero en verdad quiero
ver a mis chicas juntas *-* Saludos!!! By. Nathie ^^
Nathie_B4E****** - Mensajes : 315
Fecha de inscripción : 06/07/2014
Edad : 30
Fanfic Brittana: Canciones para Brittany (Adaptado). Capítulo 8 //Primera parte. 26/09
Capítulo 8 (Parte I)
El lunes a última hora de la mañana, Brittany ya había escrito un borrador del reportaje, aunque todavía quedaban muchos detalles por añadir, y necesitaba seguir hablando con Santana para completar el cuadro. Se alegraba, porque, si la cantante se había enfadado con ella, eso le daría una excusa para verla.
Adele había llamado más temprano para preguntarle cómo iban las cosas y para pedirle que le enviara el borrador y las fotos que se hubieran hecho hasta el momento, para poder distribuir el espacio en la revista. Ya habían revelado las fotos que había tomado Kerry en el Opera House durante la prueba de luces, y a Brittany le parecían extraordinarias. Le envió el archivo a Adele por correo electrónico y llamo a Kerry para que mandara los negativos con un servicio de mensajería urgente. Después de haber pasado dos días recluida en su habitación, le apetecía tomar el aire y hacer un poco de ejercicio, y decidió ir a nadar. Cuando volviera, llamaría a Santana. Era el día de descanso del grupo y quería invitarla a cenar.
Cuando volvió a su habitación, media hora después, estaba sonando el teléfono.
—Cielo, creo que has estado trabajando demasiado y ya va siendo hora de que salgas a divertirte.
Brittany se estremeció al oír la voz sensual de Santana. Se le había secado la boca por el deseo que la embargaba y le costaba hablar. Trago saliva.
—Estaba pensando lo mismo. De hecho, estaba a punto de llamarte.
Santana se rio entre dientes, con aquella risa sorda y gutural que tanto le gustaba a Brittany.
—Vaya, me alegro de oír eso. Ruby, Lisa y yo queríamos salir a pasear por King's Cross y a buscar un sitio para comer. ¿Te apuntas?
A Brittany se le levantó el ánimo. Por lo menos, Santana no estaba enfadada con ella.
—Suena muy bien. Nos vemos abajo en veinte minutos.
Como fuera hacía calor, se puso una camiseta de tirantes de color turquesa y se la metió por dentro de los vaqueros. Se secó el pelo, se maquilló un poco, se echó una pizca de perfume y se dirigió a la planta baja.
Santana estaba esperando en el vestíbulo con Lisa y Ruby, cerca de los ascensores. Se volvió al oír que se abría la puerta y se estremeció de deseo al ver a Brittany. Llevaba aquellos vaqueros desgastados que se ceñían a cuerpo a la perfección y una camiseta que permitía apreciar cada centímetro de su preciosa figura.
Brittany se echó el pelo hacia atrás y esbozó una de sus arrebatadoras sonrisas antes de besarla en la mejilla, envolviéndola con un perfume seductor. Santana se sintió aliviada al ver que la trataba con el mismo cariño que siempre; estaba preocupada por la posibilidad de que lamentara lo que había ocurrido y estuviera enfadada con ella. Aunque, durante el fin de semana, más de una vez había tenido ganas de llamarla, era obvio que Brittany la había estado evitando y había decidido dejar que se tomara su tiempo.
Santana sonrió y le acarició la mano.
—Te he echado de menos, cielo. Todos te echábamos de menos.
—Sí, chica, ¿qué has estado escribiendo? ¿Guerra y paz?— Ruby le dio un abrazo, y las cuatro salieron al sol de la tarde.
Casi inmediatamente, Lisa le pasó un brazo por los hombros a Brittany y se las ingenió para dejar atrás a Ruby y Santana.
—
¿Cómo va el reportaje?
—
preguntó. Santana estaba indignada por lo avasalladora que podía llegar a ser Lisa.
— ¿Lisa? ¿Qué le parece a Ángela que mañana te vengas a Brisbane con nosotros?—Ángela era la novia de Lisa—¿Te echa de menos cuando viajas?—Esperaba que su voz no revelara su inquietud.
Lisa se volvió hacia ella.—Como bien sabes, tenemos una relación abierta y muy relajada. Ángela hace su vida; no creemos en la monogamia. No somos posesivas—subrayó, en un tono cortante.
Santana esbozo una sonrisita de satisfacción cuando Lisa le quito el brazo de encima a Brittany. Ruby le dio codazo y sonrió ampliamente.
—Tus dardos no han hecho mella, cielo, pero hay que reconocer que la versión bollo de Otelo te ha quedado bordada.
Dieron una vuelta por el barrio y pasaron por delante de bares de mala muerte, locales de estriptis y unas cuantas tiendas y restaurantes de moda. Los trabajadores del sexo desfilaban por la calle. «Parece que todas las ciudades tienen una zona de este estilo», pensó Santana. Era como estar en medio de una película cutre. Eligieron un café y se sentaron en una mesa de la terraza; pidieron bocadillos y capuchinos, y se dedicaron a ver pasar a los turistas y las putas mientras comían.
Ruby se echó la larga melena hacia atrás, haciendo tintinear las pulseras y esclavas. —No te debe de faltar mucho para terminar el reportaje, Brittany. ¿Ya has escrito la parte en la que se habla de mí?—pregunto, con un brillo en los ojos.
Brittany se echó a reír.— Se habla mucho de ti en muchas partes, pero todavía no he terminado.—Se volvió hacia Lisa—. En algún momento me gustaría hablar contigo de todo lo relacionado con la promoción.
Lisa parecía encantada y Santana pensó que la sonrisa que le dedicaba a Brittany era prácticamente lasciva.
—Sí, cuando quieras. Podemos quedar algún día en Brisbane. Puedo contarte montones de anécdotas y darte mucha información.
A Santana aquello le sentó fatal. «Ya, y me conozco el resto.»
—También necesito hablar más contigo, San. Necesito tú punto de vista sobre los antecedentes que he estado recopilando.
La mirada de Brittany era tan directa y encantadora que, durante unos segundos, Santana se sintió hipnotizada. La expresión de sus ojos tensa un atisbo de complicidad mezclado con una promesa tentadora. Y, cuando se sacudió el pelo, Santana sintió que el calor latente de su cuerpo se convertía en una llama. Se alegraba de que Brittany no estuviera enfadada con ella, pero esperaba fervientemente que ya se le hubiera enfriado la pasión; no sabía si podría volver a resistirse.
Trago saliva y sonrió.—Si, por supuesto.
—Pues más te vale que sea pronto—dijo Ruby—, porque nos vamos en seis días. El tiempo pasa volando, ¿verdad?
Santana se apresuró a mirar a Brittany y esta apartó la vista y empezó a hacer dibujos con las migas que había en la mesa. Parecía tan afectada por el recordatorio de Ruby como ella.
—¿Hay alguien que te esté esperando en Savannah?—preguntó Lisa a Santana, en un tono insidioso.
—Bueno, mis amigas Quinn y Rachel viven cerca y le echan un ojo a mi casa cuando estoy de viaje. Y Tom y Mike, que viven en la otra punta de la ciudad y se ocupan de mimarme. Me muero de ganas de verlos.
—Me refería a si te esperaba alguna amante.
Brittany se puso visiblemente tensa. Santana nunca había nombrado a ninguna amante... nunca. En ningún momento. Ella no podría...
—No— dijo Santana.
Brittany pudo sentir como se le relajaba visiblemente el cuerpo.
Lisa rio con sequedad, sin el menor sentido del humor.—Es algo que me resulta difícil de creer. Las chicas se te echan encima todo el tiempo.
Santana estaba empezando a enfadarse; era obvio que Lisa estaba jugando aquellas cartas para granjearse los favores de Brittany. Sabía que había empezado ella y que era mejor cambiar de tema, pero no podía.
—Lo creas o no, Lisa, no conozco a muchas mujeres con las que de verdad quiera meterme en la cama. No todas vamos por la vida en plan «aquí te pillo, aquí te mato».
Lisa se ruborizó ligeramente. No cabía duda de que estaba a punto de salir con otro comentario ingenioso cuando, afortunadamente, Ruby la interrumpió.
—Pues yo sí. Soy terrible, ¿verdad, San?
—Le hizo ojitos, y Santana se alegró de que Brittany se echara a reír —. Creo que deberíamos volver. Quiero acostarme temprano. Estoy molida.
Se levantaron para irse y, de repente, Lisa dijo:— Brittany, ¿por qué no cenamos juntas esta noche y así aprovechas para preguntarme lo que sea para el reportaje?
—Lo siento, Lisa—espetó Santana—, pero ya ha quedado para cenar conmigo.
Brittany le dedico una de sus sonrisas y Santana sintió un temblor peligroso. No tenía ni idea de cómo iba a hacer para resistirse a aquella sonrisa y a aquellos ojos durante toda la cena, pero tenía que verla. La echaba de menos.
Cuando Lisa volvió a adelantarse con Brittany, Ruby dijo entre dientes:
—Por el amor de Dios, San, ¿qué mosca te ha picado? Nunca te había visto así. Te estas comportando como una colegiala celosa.
—Lisa me pone de los nervios. No parece dispuesta a dejarla en paz, y lo último que necesita Britt es que le tiren los tejos de esa manera.
—Brittany sabe cuidarse sola. No me da la impresión de que le moleste mucho.—Santana frunció el entrecejo. Sabía que su comportamiento resultaba ridículo, pero estaba loca por Brittany—. Mira, creo que Lisa y tú tenéis que acabar con esto de una vez por todas—prosiguió Ruby—. ¿Por qué no os buscáis una calle tranquila y polvorienta en algún sitio y mantenéis un duelo al amanecer?
A Santana no le hizo mucha gracia la idea y puso cara de tedio. Al parecer, su reacción solo sirvió para divertir más a Ruby, que se pasó todo el camino de regreso riendo e incordiando.
Lisa se despidió de ellas en la puerta del hotel antes de volver a su despacho de BGI. Mientras Ruby avanzaba hacia los ascensores, Brittany le tocó el brazo a Samantha.
—Nos vemos aquí a las ocho, ¿vale? Reservare mesa en algún sitio. ¿Te gusta la comida tailandesa?
Santana tembló al sentir el contacto y al pensar que estaría a solas con ella.—Sí, cielo, me parece perfecto.
De vuelta en su habitación, Brittany reservó mesa en un restaurante que le gustaba y que quedaba al otro lado del puerto. Era un sitio tranquilo e íntimo, donde podría charlar con Santana. Mientras se arreglaba, las ideas se agolpaban en su cabeza. Aún no se podía creer que Santana quisiera pasar un rato con ella. Se preguntaba por qué daba muestras de sentir celos por la atención que le dedicaba Lisa. No tenía claro si el interés que le demostraba Lisa era sincero o fingido, pero le daba igual, y Santana no tenía por qué preocuparse.
Decidió ir a la cena preparada para hablar del reportaje. Si Santana se iba a tomar las cosas con calma, ella estaba segura de poder soportar una conversación sobre trivialidades.
Se puso un traje rojo de tela fina. Era entallado, falda corta y chaqueta por la cintura, con hombreras escote redondo, abotonado hasta el cuello.
Santana también había tenido un par de días para reflexionar y quizá no estuviera dispuesta a permitir que volviera a surgir ninguna intimidad entre ellas. Brittany esperaba desesperadamente que fuera todo lo contrario.
Se puso los pendientes de oro pequeños y brillo rojo en los labios. Esperaba que Santana estuviera tan consumida por el deseo como ella. Se echó un poco de perfume. Quería hacer el amor con Santana aquella noche. La idea la hacía estremecerse de deseo, pero también la ponía nerviosa. Significaba dar un paso definitivo e irreversible hacia un futuro nuevo, y no se podía quitar de la cabeza su falta de experiencia. Le aterraba pensar que podía decepcionar a Santana. « ¿Y si no se me da bien?»
Con los hombres no se había preocupado nunca por ser una buena amante. De hecho, sabía que no lo era, pero peor para ellos. En aquella ocasión, sin embargo, le importaba muchísimo. Cada nervio de su cuerpo parecía impulsado por una nueva sensualidad y le parecía muy importante hacer feliz a Santana.
Mientras el camarero les servía el vino, Brittany miró a Santana, sentada enfrente de ella. Llevaba un vestido que le llegaba a las rodillas, de lino gris claro, y una fina cadena de oro que le llegaba justo al escote.
La cantante apuró lo que le quedaba de bourbon y le dijo al camarero:
—Creo que me tomare otro antes de pasarme al vino.—Miró a Brittany y sonrió—. Esta noche estas preciosa.
Brittany enrojeció un poco y se sintió realmente alagada, creyendo las palabras. Un cumplido más allá de lo amistoso de parte de una mujer era mucho mejor que cualquier otro.— Gracias. Tu también, San.—A Santana se le dilataron las pupilas, y tragó saliva. Brittany se estremeció. Era un momento incómodo. Santana apartó la vista y empezó a mordisquearse el labio—. He traído unas cuantas notas y la grabadora. He pensado que podría contarte lo que he conseguido del historial de los otros para que me hagas comentarios. Después podemos hablar de tus canciones y de que las inspira.
Santana sonrió con alegría, visiblemente aliviada.—Vale.—Se bebió de un trago el bourbon que le acababan de servir.
Les llevaron los entrantes: diminutos rollitos de primavera con salsa agridulce y una ensalada templada de ternera, sazonada con zumo de lima, cilantro y chile. Brittany encendió la grabadora y, mientras comían, hablaron de la música de Santana y de los miembros del grupo.
Santana se animó con la conversación: cuando hablaba de sus canciones y de los arreglos musicales con Ruby, le brillaban los ojos y una sonrisa espectacular iluminaba su rostro. Brittany pensó que debía de ser la mujer más sexy del mundo. No era de extrañar que la adoraran tantas chicas.
La comida estaba buena, pero Brittany descubrió que la desazón y los nervios le habían quitado el apetito. Santana también estaba comiendo con desgana. El plato principal, pollo al curry rojo con espárragos y guarnición de arroz, llegó con otra botella de vino y un tercer bourbon para la cantante.
Brittany apagó la grabadora. San no se lo estaba poniendo fácil, pero tenía cosas importantes que contarle.—Quería decirte que he roto con Ben.
Santana tomó un trago de bourbon.— Bien. No eras feliz y mereces algo mejor.
—No es solo eso— replicó Brittany. Santana la miró los ojos durante un largo instante, bajó la vista y se puso a juguetear con un mechón de pelo—. Se han acabado los hombres. He comprendido que no encontraba al adecuado porque no es lo que me va.
—¿Qué quieres decir?—Santana la miraba muy seria.
—¿A ti que te parece?—Sonrió—. ¿Tengo que decirlo con todas las letras para demostrar que soy sincera?— Santana no se inmutó, pero le sostuvo la mirada—Vale, soy lesbiana. ¿He aprobado?
Santana se bebió el resto del bourbon de un trago.
—Me pediré otro.—Tenía la voz ronca.
—¿De verdad necesitas otro, cariño?
« ¡Virgen Santa! Cariño.» Se le había escapado. Santana parecía afectada: de repente se le llenaron los ojos de lágrimas y se quedó mirando la boca de Brittany. Esta sintió que le temblaban las piernas.
—No, no necesito otro bourbon—contestó Santana con una voz que era poco más que un susurro.
—Tienes que saber que has provocado un gran impacto en mí..., en mi vida. Lo que siento por ti me ha hecho pensar en cosas que me confundían desde hace años. Lo de la otra noche no fue un arrebato; fue el detonante para que me aclarara.
Santana tragó saliva e inspiró entrecortadamente.—Has dado un paso muy importante, pero la verdad es que no me sorprende. Aunque algunas cosas puedan resultarte difíciles durante un tiempo, estoy segura de que serás muy feliz.—Se le quebró la voz y se tapó los ojos con la mano, como si tratara de controlar sus emociones—. Sin embargo, la otra noche hicimos lo correcto. No tiene sentido que empecemos nada.—
Levantó la vista—. Lo entiendes, ¿verdad?
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¡Hola! Bueeeno, como dije, antes del fin de semana quería actualizar.
Y me emocioné, no sé por qué, pero quería publicar la segunda parte seguramente mañana sí o sí.
Espero les guste el capítulo
Oh, y también quería preguntar si ustedes saben cómo contestar a los comentarios acá, porque no sé adónde hacer click porque uno dice "multi-citar"y el otro solamente "citar" si saben, por favor, pueden decirme cómo? Gracias:)
El lunes a última hora de la mañana, Brittany ya había escrito un borrador del reportaje, aunque todavía quedaban muchos detalles por añadir, y necesitaba seguir hablando con Santana para completar el cuadro. Se alegraba, porque, si la cantante se había enfadado con ella, eso le daría una excusa para verla.
Adele había llamado más temprano para preguntarle cómo iban las cosas y para pedirle que le enviara el borrador y las fotos que se hubieran hecho hasta el momento, para poder distribuir el espacio en la revista. Ya habían revelado las fotos que había tomado Kerry en el Opera House durante la prueba de luces, y a Brittany le parecían extraordinarias. Le envió el archivo a Adele por correo electrónico y llamo a Kerry para que mandara los negativos con un servicio de mensajería urgente. Después de haber pasado dos días recluida en su habitación, le apetecía tomar el aire y hacer un poco de ejercicio, y decidió ir a nadar. Cuando volviera, llamaría a Santana. Era el día de descanso del grupo y quería invitarla a cenar.
Cuando volvió a su habitación, media hora después, estaba sonando el teléfono.
—Cielo, creo que has estado trabajando demasiado y ya va siendo hora de que salgas a divertirte.
Brittany se estremeció al oír la voz sensual de Santana. Se le había secado la boca por el deseo que la embargaba y le costaba hablar. Trago saliva.
—Estaba pensando lo mismo. De hecho, estaba a punto de llamarte.
Santana se rio entre dientes, con aquella risa sorda y gutural que tanto le gustaba a Brittany.
—Vaya, me alegro de oír eso. Ruby, Lisa y yo queríamos salir a pasear por King's Cross y a buscar un sitio para comer. ¿Te apuntas?
A Brittany se le levantó el ánimo. Por lo menos, Santana no estaba enfadada con ella.
—Suena muy bien. Nos vemos abajo en veinte minutos.
Como fuera hacía calor, se puso una camiseta de tirantes de color turquesa y se la metió por dentro de los vaqueros. Se secó el pelo, se maquilló un poco, se echó una pizca de perfume y se dirigió a la planta baja.
Santana estaba esperando en el vestíbulo con Lisa y Ruby, cerca de los ascensores. Se volvió al oír que se abría la puerta y se estremeció de deseo al ver a Brittany. Llevaba aquellos vaqueros desgastados que se ceñían a cuerpo a la perfección y una camiseta que permitía apreciar cada centímetro de su preciosa figura.
Brittany se echó el pelo hacia atrás y esbozó una de sus arrebatadoras sonrisas antes de besarla en la mejilla, envolviéndola con un perfume seductor. Santana se sintió aliviada al ver que la trataba con el mismo cariño que siempre; estaba preocupada por la posibilidad de que lamentara lo que había ocurrido y estuviera enfadada con ella. Aunque, durante el fin de semana, más de una vez había tenido ganas de llamarla, era obvio que Brittany la había estado evitando y había decidido dejar que se tomara su tiempo.
Santana sonrió y le acarició la mano.
—Te he echado de menos, cielo. Todos te echábamos de menos.
—Sí, chica, ¿qué has estado escribiendo? ¿Guerra y paz?— Ruby le dio un abrazo, y las cuatro salieron al sol de la tarde.
Casi inmediatamente, Lisa le pasó un brazo por los hombros a Brittany y se las ingenió para dejar atrás a Ruby y Santana.
—
¿Cómo va el reportaje?
—
preguntó. Santana estaba indignada por lo avasalladora que podía llegar a ser Lisa.
— ¿Lisa? ¿Qué le parece a Ángela que mañana te vengas a Brisbane con nosotros?—Ángela era la novia de Lisa—¿Te echa de menos cuando viajas?—Esperaba que su voz no revelara su inquietud.
Lisa se volvió hacia ella.—Como bien sabes, tenemos una relación abierta y muy relajada. Ángela hace su vida; no creemos en la monogamia. No somos posesivas—subrayó, en un tono cortante.
Santana esbozo una sonrisita de satisfacción cuando Lisa le quito el brazo de encima a Brittany. Ruby le dio codazo y sonrió ampliamente.
—Tus dardos no han hecho mella, cielo, pero hay que reconocer que la versión bollo de Otelo te ha quedado bordada.
Dieron una vuelta por el barrio y pasaron por delante de bares de mala muerte, locales de estriptis y unas cuantas tiendas y restaurantes de moda. Los trabajadores del sexo desfilaban por la calle. «Parece que todas las ciudades tienen una zona de este estilo», pensó Santana. Era como estar en medio de una película cutre. Eligieron un café y se sentaron en una mesa de la terraza; pidieron bocadillos y capuchinos, y se dedicaron a ver pasar a los turistas y las putas mientras comían.
Ruby se echó la larga melena hacia atrás, haciendo tintinear las pulseras y esclavas. —No te debe de faltar mucho para terminar el reportaje, Brittany. ¿Ya has escrito la parte en la que se habla de mí?—pregunto, con un brillo en los ojos.
Brittany se echó a reír.— Se habla mucho de ti en muchas partes, pero todavía no he terminado.—Se volvió hacia Lisa—. En algún momento me gustaría hablar contigo de todo lo relacionado con la promoción.
Lisa parecía encantada y Santana pensó que la sonrisa que le dedicaba a Brittany era prácticamente lasciva.
—Sí, cuando quieras. Podemos quedar algún día en Brisbane. Puedo contarte montones de anécdotas y darte mucha información.
A Santana aquello le sentó fatal. «Ya, y me conozco el resto.»
—También necesito hablar más contigo, San. Necesito tú punto de vista sobre los antecedentes que he estado recopilando.
La mirada de Brittany era tan directa y encantadora que, durante unos segundos, Santana se sintió hipnotizada. La expresión de sus ojos tensa un atisbo de complicidad mezclado con una promesa tentadora. Y, cuando se sacudió el pelo, Santana sintió que el calor latente de su cuerpo se convertía en una llama. Se alegraba de que Brittany no estuviera enfadada con ella, pero esperaba fervientemente que ya se le hubiera enfriado la pasión; no sabía si podría volver a resistirse.
Trago saliva y sonrió.—Si, por supuesto.
—Pues más te vale que sea pronto—dijo Ruby—, porque nos vamos en seis días. El tiempo pasa volando, ¿verdad?
Santana se apresuró a mirar a Brittany y esta apartó la vista y empezó a hacer dibujos con las migas que había en la mesa. Parecía tan afectada por el recordatorio de Ruby como ella.
—¿Hay alguien que te esté esperando en Savannah?—preguntó Lisa a Santana, en un tono insidioso.
—Bueno, mis amigas Quinn y Rachel viven cerca y le echan un ojo a mi casa cuando estoy de viaje. Y Tom y Mike, que viven en la otra punta de la ciudad y se ocupan de mimarme. Me muero de ganas de verlos.
—Me refería a si te esperaba alguna amante.
Brittany se puso visiblemente tensa. Santana nunca había nombrado a ninguna amante... nunca. En ningún momento. Ella no podría...
—No— dijo Santana.
Brittany pudo sentir como se le relajaba visiblemente el cuerpo.
Lisa rio con sequedad, sin el menor sentido del humor.—Es algo que me resulta difícil de creer. Las chicas se te echan encima todo el tiempo.
Santana estaba empezando a enfadarse; era obvio que Lisa estaba jugando aquellas cartas para granjearse los favores de Brittany. Sabía que había empezado ella y que era mejor cambiar de tema, pero no podía.
—Lo creas o no, Lisa, no conozco a muchas mujeres con las que de verdad quiera meterme en la cama. No todas vamos por la vida en plan «aquí te pillo, aquí te mato».
Lisa se ruborizó ligeramente. No cabía duda de que estaba a punto de salir con otro comentario ingenioso cuando, afortunadamente, Ruby la interrumpió.
—Pues yo sí. Soy terrible, ¿verdad, San?
—Le hizo ojitos, y Santana se alegró de que Brittany se echara a reír —. Creo que deberíamos volver. Quiero acostarme temprano. Estoy molida.
Se levantaron para irse y, de repente, Lisa dijo:— Brittany, ¿por qué no cenamos juntas esta noche y así aprovechas para preguntarme lo que sea para el reportaje?
—Lo siento, Lisa—espetó Santana—, pero ya ha quedado para cenar conmigo.
Brittany le dedico una de sus sonrisas y Santana sintió un temblor peligroso. No tenía ni idea de cómo iba a hacer para resistirse a aquella sonrisa y a aquellos ojos durante toda la cena, pero tenía que verla. La echaba de menos.
Cuando Lisa volvió a adelantarse con Brittany, Ruby dijo entre dientes:
—Por el amor de Dios, San, ¿qué mosca te ha picado? Nunca te había visto así. Te estas comportando como una colegiala celosa.
—Lisa me pone de los nervios. No parece dispuesta a dejarla en paz, y lo último que necesita Britt es que le tiren los tejos de esa manera.
—Brittany sabe cuidarse sola. No me da la impresión de que le moleste mucho.—Santana frunció el entrecejo. Sabía que su comportamiento resultaba ridículo, pero estaba loca por Brittany—. Mira, creo que Lisa y tú tenéis que acabar con esto de una vez por todas—prosiguió Ruby—. ¿Por qué no os buscáis una calle tranquila y polvorienta en algún sitio y mantenéis un duelo al amanecer?
A Santana no le hizo mucha gracia la idea y puso cara de tedio. Al parecer, su reacción solo sirvió para divertir más a Ruby, que se pasó todo el camino de regreso riendo e incordiando.
Lisa se despidió de ellas en la puerta del hotel antes de volver a su despacho de BGI. Mientras Ruby avanzaba hacia los ascensores, Brittany le tocó el brazo a Samantha.
—Nos vemos aquí a las ocho, ¿vale? Reservare mesa en algún sitio. ¿Te gusta la comida tailandesa?
Santana tembló al sentir el contacto y al pensar que estaría a solas con ella.—Sí, cielo, me parece perfecto.
De vuelta en su habitación, Brittany reservó mesa en un restaurante que le gustaba y que quedaba al otro lado del puerto. Era un sitio tranquilo e íntimo, donde podría charlar con Santana. Mientras se arreglaba, las ideas se agolpaban en su cabeza. Aún no se podía creer que Santana quisiera pasar un rato con ella. Se preguntaba por qué daba muestras de sentir celos por la atención que le dedicaba Lisa. No tenía claro si el interés que le demostraba Lisa era sincero o fingido, pero le daba igual, y Santana no tenía por qué preocuparse.
Decidió ir a la cena preparada para hablar del reportaje. Si Santana se iba a tomar las cosas con calma, ella estaba segura de poder soportar una conversación sobre trivialidades.
Se puso un traje rojo de tela fina. Era entallado, falda corta y chaqueta por la cintura, con hombreras escote redondo, abotonado hasta el cuello.
Santana también había tenido un par de días para reflexionar y quizá no estuviera dispuesta a permitir que volviera a surgir ninguna intimidad entre ellas. Brittany esperaba desesperadamente que fuera todo lo contrario.
Se puso los pendientes de oro pequeños y brillo rojo en los labios. Esperaba que Santana estuviera tan consumida por el deseo como ella. Se echó un poco de perfume. Quería hacer el amor con Santana aquella noche. La idea la hacía estremecerse de deseo, pero también la ponía nerviosa. Significaba dar un paso definitivo e irreversible hacia un futuro nuevo, y no se podía quitar de la cabeza su falta de experiencia. Le aterraba pensar que podía decepcionar a Santana. « ¿Y si no se me da bien?»
Con los hombres no se había preocupado nunca por ser una buena amante. De hecho, sabía que no lo era, pero peor para ellos. En aquella ocasión, sin embargo, le importaba muchísimo. Cada nervio de su cuerpo parecía impulsado por una nueva sensualidad y le parecía muy importante hacer feliz a Santana.
Mientras el camarero les servía el vino, Brittany miró a Santana, sentada enfrente de ella. Llevaba un vestido que le llegaba a las rodillas, de lino gris claro, y una fina cadena de oro que le llegaba justo al escote.
La cantante apuró lo que le quedaba de bourbon y le dijo al camarero:
—Creo que me tomare otro antes de pasarme al vino.—Miró a Brittany y sonrió—. Esta noche estas preciosa.
Brittany enrojeció un poco y se sintió realmente alagada, creyendo las palabras. Un cumplido más allá de lo amistoso de parte de una mujer era mucho mejor que cualquier otro.— Gracias. Tu también, San.—A Santana se le dilataron las pupilas, y tragó saliva. Brittany se estremeció. Era un momento incómodo. Santana apartó la vista y empezó a mordisquearse el labio—. He traído unas cuantas notas y la grabadora. He pensado que podría contarte lo que he conseguido del historial de los otros para que me hagas comentarios. Después podemos hablar de tus canciones y de que las inspira.
Santana sonrió con alegría, visiblemente aliviada.—Vale.—Se bebió de un trago el bourbon que le acababan de servir.
Les llevaron los entrantes: diminutos rollitos de primavera con salsa agridulce y una ensalada templada de ternera, sazonada con zumo de lima, cilantro y chile. Brittany encendió la grabadora y, mientras comían, hablaron de la música de Santana y de los miembros del grupo.
Santana se animó con la conversación: cuando hablaba de sus canciones y de los arreglos musicales con Ruby, le brillaban los ojos y una sonrisa espectacular iluminaba su rostro. Brittany pensó que debía de ser la mujer más sexy del mundo. No era de extrañar que la adoraran tantas chicas.
La comida estaba buena, pero Brittany descubrió que la desazón y los nervios le habían quitado el apetito. Santana también estaba comiendo con desgana. El plato principal, pollo al curry rojo con espárragos y guarnición de arroz, llegó con otra botella de vino y un tercer bourbon para la cantante.
Brittany apagó la grabadora. San no se lo estaba poniendo fácil, pero tenía cosas importantes que contarle.—Quería decirte que he roto con Ben.
Santana tomó un trago de bourbon.— Bien. No eras feliz y mereces algo mejor.
—No es solo eso— replicó Brittany. Santana la miró los ojos durante un largo instante, bajó la vista y se puso a juguetear con un mechón de pelo—. Se han acabado los hombres. He comprendido que no encontraba al adecuado porque no es lo que me va.
—¿Qué quieres decir?—Santana la miraba muy seria.
—¿A ti que te parece?—Sonrió—. ¿Tengo que decirlo con todas las letras para demostrar que soy sincera?— Santana no se inmutó, pero le sostuvo la mirada—Vale, soy lesbiana. ¿He aprobado?
Santana se bebió el resto del bourbon de un trago.
—Me pediré otro.—Tenía la voz ronca.
—¿De verdad necesitas otro, cariño?
« ¡Virgen Santa! Cariño.» Se le había escapado. Santana parecía afectada: de repente se le llenaron los ojos de lágrimas y se quedó mirando la boca de Brittany. Esta sintió que le temblaban las piernas.
—No, no necesito otro bourbon—contestó Santana con una voz que era poco más que un susurro.
—Tienes que saber que has provocado un gran impacto en mí..., en mi vida. Lo que siento por ti me ha hecho pensar en cosas que me confundían desde hace años. Lo de la otra noche no fue un arrebato; fue el detonante para que me aclarara.
Santana tragó saliva e inspiró entrecortadamente.—Has dado un paso muy importante, pero la verdad es que no me sorprende. Aunque algunas cosas puedan resultarte difíciles durante un tiempo, estoy segura de que serás muy feliz.—Se le quebró la voz y se tapó los ojos con la mano, como si tratara de controlar sus emociones—. Sin embargo, la otra noche hicimos lo correcto. No tiene sentido que empecemos nada.—
Levantó la vista—. Lo entiendes, ¿verdad?
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¡Hola! Bueeeno, como dije, antes del fin de semana quería actualizar.
Y me emocioné, no sé por qué, pero quería publicar la segunda parte seguramente mañana sí o sí.
Espero les guste el capítulo
Oh, y también quería preguntar si ustedes saben cómo contestar a los comentarios acá, porque no sé adónde hacer click porque uno dice "multi-citar"y el otro solamente "citar" si saben, por favor, pueden decirme cómo? Gracias:)
Britt_**** - Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 15/07/2014
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Siiii!! Segunda parte entendí mal?? O San rechazó d nuevo a Britt?? rayos, lo de los comentarios eso no se como sea, lo siento
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
holap,...
huuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu,.. britt con sutileza se le esta tirando onda a san!!!! a ver como termina la noche???
ame los celos de san, cuando esta lisa cerca de britt!!!
nos vemos!!!
huuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu,.. britt con sutileza se le esta tirando onda a san!!!! a ver como termina la noche???
ame los celos de san, cuando esta lisa cerca de britt!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
bueno ahora si que no entiendo nada, primero santana cela a britt y luego le dice que no quiere nada con ella, y entonces?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Que le pasa a santana!? Me encanta tu fic! Vuelve pronto
nataalia* - Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 27/09/2014
Canciones para Brittany (Adaptado). Capítulo 8// Segunda parte
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— Has dado un paso muy importante, pero la verdad es que no me sorprende. Aunque algunas cosas puedan resultarte difíciles durante un tiempo, estoy segura de que serás muy feliz.— Se le quebró la voz y se tapó los ojos con la mano, como si tratara de controlar sus emociones—. Sin embargo, la otra noche hicimos lo correcto. No tiene sentido que empecemos nada.—Levantó la vista—. Lo entiendes, ¿verdad?
Brittany le sostuvo la mirada. Quería decirle que no estaba de acuerdo, pero no quería presionarla más. Ya parecía bastante alterada: tenía los ojos llenos de lágrimas y la propia Julia tuvo que parpadear para no llorar. No quería molestarla y, aunque se moría por hacerlo, no podía abrazarla y consolarla en el restaurante. Optó por cambiar de tema.
—Esta mañana nos han dado los contactos de las fotos. Son fantásticas. Kerry ha hecho un trabajo excelente.
Santana pareció animarse un poco y, durante el resto de la velada, la conversación se limitó a los conciertos y a hacer conjeturas sobre la reacción del público de Brisbane.
Ninguna de las dos comió mucho del segundo plato, pero la cantante parecía más relajada. Brittany no sabía si era por el alcohol o porque había digerido lo que le había dicho, pero, al final de la cena, no le cabía duda de que Santana la seguía deseando.
Salieron del restaurante y cruzaron a la parada de taxis.
—¿Te apetece ver las fotos? Podríamos tomar un café mi habitación.
Santana vaciló un instante antes de dedicarle una de sus medias sonrisas tan sexys.—Claro que me gustaría verlas, cielo.
Durante una fracción de segundo, Brittany creyó que se iba desmayar.
Cuando llegaron al hotel, Brittany encendió una lámpara y miró a Santana. Esta se quitó la chaqueta y la lanzó a un extremo del sofá. Le encantaban aquellos gestos tan naturales y lánguidos. La imaginó avanzando hacia ella, estrechándola entre sus brazos y besándola apasionadamente.
Santana se arremangó la camisa, se metió las manos en los bolsillos y se quedó mirándola. Brittany se estremeció, envuelta en una ola de deseo. Los ojos de Santana adquirieron una expresión más intensa; empezó a mordisquearse el labio y terminó por apartar la vista.
—Creo que pasare del café y me tomare un bourbon.
Mientras servía las copas, Brittany sintió que Santana la observaba atentamente y se le aceleró el corazón. Se sirvió un brandy, dejó los vasos en la mesita, se sentó el sofá y señaló la carpeta que contenía los contactos.
—Ahí están las fotos que quería enseñarte.
Santana se sentó a su lado, cogió su vaso y se bebió la mitad de un trago. Brittany se echó hacia atrás en el sofá y tomó un poco de brandy, sin quitarle los ojos de encima. Cruzó las piernas lentamente y notó cómo se las miraba. Santana apuró el resto del bourbon antes de sacar las fotos de la carpeta.
—Todas son muy buenas— dijo Brittany. Se acercó un poco más, le cogió las fotos con delicadeza y le mostro sus favoritas—. Pero estas son impresionantes.
Santana las miró sin hacer comentarios. Parecía que estaba pensando en otra cosa. Brittany inspiró su encantador perfume y se preguntó, angustiada, porque no la tocaba. Sabía que la deseaba. Santana cerró los ojos y respiró profundamente. Brittany ya no pudo aguantar más. Se moría por un beso.
—Santana...— murmuró.
Santana se levantó repentinamente y se dirigió al otro extremo de la habitación, dándole la espalda.—Lo siento, no puedo con esto.—Le temblaba la voz. Cogió la chaqueta y avanzó hacia la puerta. Brittany se puso en pie, se le acercó y estiró la mano para tocarle el brazo, pero ella se apartó—. No, cielo—murmuró con los ojos llenos de lágrimas.
—Quiero que te quedes conmigo esta noche.
Santana parecía abatida cuando sacudió la cabeza.
—Me voy a casa el domingo y no puedo empezar contigo algo que habrá terminado en menos de una semana.— Apartó la vista con expresión de impotencia y se mordió el labio—. Me importas mucho.—Se tapó los ojos y trató de serenarse—. Puede que a ti te de igual, pero para mí sería terrible.—Abrió la puerta y le lanzó una última mirada apasionada
—. Lo siento, cariño— dijo, y se marchó.
Brittany no se lo podía creer. La había tenido allí, deseándola, y había dejado que se fuera. Se había quedado mirándola, muriéndose de ganas de abrazarla, pero no había hecho nada. Podría haberla besado cuando estaban sentadas en el sofá, pero se había contenido, esperando a que Santana diera el primer paso.
Se echó a llorar, frustrada, al darse cuenta de que durante toda su vida había esperado a que los demás tomaran la iniciativa. Santana estaba dejando que sus temores sobre el futuro ensombrecieran la enorme atracción que sentían, mientras que, para ella, lo único que importaba eran los sentimientos. Ya tendrían tiempo de ocuparse de los problemas que pudieran surgir a largo plazo; en aquel momento eran lo de menos. Por muy inteligente que fuera Santana, estaba claro que no siempre tenía la razón.
Se metió en la cama y trató de hacer caso omiso de aquel dolor que no la abandonaba. No estaba dispuesta a renunciar a Santana; la deseaba demasiado y era evidente que tendría que mostrarse más firme y enérgica hasta entonces. «La próxima vez será diferente.» Cerró los ojos y se vio seduciéndola. La imaginó entre sus brazos y su deseo se intensificó.
Deslizó una mano por su cuerpo desnudo. Estaba sudando. Se acarició, temblando de placer. Estaba muy mojada. Fantaseó con Santana: se imaginó abrazándola y besándola, hasta que al fin gimió, se estremeció y se quedó tendida, conteniendo la respiración y con el corazón latiendo con fuerza. «La próxima vez no dejaré que Santana me rechace», pensó.
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Bueno... Realmente no creí que se iba a hacer tan corto esto... Pero intentaré actualizar lo más pronto posible el capítulo 9
¿Qué opinan de la reacción de Santana? Yo pienso que ella está muy asustada porque me refiero a que, tiene todos esos sentimientos desconocidos hacia una mujer que recién se estaba dando cuenta sobre su sexualidad y ella no sabe si Brittany solamente quiere experimentar con ella o... otra cosa.
Pero Santana tampoco dejó que Brittany hablara sobre sus sentimientos, entonces... Esto es muy contradictorio para mí
Saludossssssssss y gracias por leer,
Britt_**** - Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 15/07/2014
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
holap,...
no me gusta que britt sufra,... pero es seguro que a las dos le afecta el rechazo de san,...
a demás lo hace para no joder la relación,.. se nota san que quiere mas que un simple acoston de una noche quiere algo mas!!!!
a ver que hace britt para seducir a san!!! o mejor dicho tendría que hablarlo,..
nos vemos,...
no me gusta que britt sufra,... pero es seguro que a las dos le afecta el rechazo de san,...
a demás lo hace para no joder la relación,.. se nota san que quiere mas que un simple acoston de una noche quiere algo mas!!!!
a ver que hace britt para seducir a san!!! o mejor dicho tendría que hablarlo,..
nos vemos,...
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Hola! Si es contradictorio para vos imaginate para mi!!!!!!
Espero que ese encuentro suceda pronto.
Saludos
Espero que ese encuentro suceda pronto.
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Por qué el temor Santana!!??
Para empezar, cuando alguien quiere solo algo pasajero, JAMAS mete a los sentimientos.
Britt ya le dijo todo hasta que Santana la hizo abrir los ojos hacia su sexualidad! Y_Y
Pero como nada de lo que diga modificará la historia, esperaré la actu jjajajja
Saludos!! ^^ By. Nathie ^^
Para empezar, cuando alguien quiere solo algo pasajero, JAMAS mete a los sentimientos.
Britt ya le dijo todo hasta que Santana la hizo abrir los ojos hacia su sexualidad! Y_Y
Pero como nada de lo que diga modificará la historia, esperaré la actu jjajajja
Saludos!! ^^ By. Nathie ^^
Nathie_B4E****** - Mensajes : 315
Fecha de inscripción : 06/07/2014
Edad : 30
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
en ninguna parte aparecio que habias actualizado asi que me disculpo por no haber comentado, yo pienso igual, creo que para santana no es una simple aventura, ella quiere algo mas, estara britt dispuesta a darsela?
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Me gusta mucho este fic :D saludos
VictoriaRivera** - Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
No aguante y tuve que leerme el libro original pero igual amo tu adaptacion :3
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Fanfic Brittana: Canciones para Brittany (Adaptado). Capítulo 9
Capítulo 9
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El martes por la mañana, Brittany salió del hotel con Kerry más temprano que los demás. Quería que sacara una serie de fotos que mostraran a Santana abriéndose paso entre la ruidosa multitud de fans, mientras avanzaba hacia la sala de embarque para tomar el vuelo a Brisbane. Había estado hablando de la maquetación con el director de arte, y pensaban poner en cada página del reportaje una tira de fotos en vertical, como si fueran tramos de película. En Brisbane también sacarían fotografías, sobre todo el domingo, cuando Santana se fuera a casa.
A Brittany le asaltaba el pánico cada vez que recordaba que Santana se marcharía el domingo a las once de la mañana. Le parecía inconcebible que dejaran las cosas como estaban y se despidieran sin más, como pretendía Santana, aparentemente. Se preguntaba que podía hacer para vencer su obstinación y encontrar una oportunidad para hablar con ella, para estar con ella. No le cabía ninguna duda de que era muy terca y de que estaba acostumbrada a que las cosas se hicieran a su manera.
Cuando Kerry y ella llegaron al aeropuerto, ya había varios centenares de mujeres, varios equipos de televisión y un montón de personal de seguridad esperando a Santana. A Brittany le sonó el móvil y entró en la sala de embarque para contestar. Era Adele, que llamaba para decir que le habían encantado el borrador y las fotos.
De repente estalló una ovación fuera, señal de que había llegado el grupo. La puerta se abrió de golpe y entraron todos menos Santana.
—Hola, cielo— gritó Ruby, mientras un ayudante de Lisa los escoltaba hasta el avión.
Brittany siguió hablando con Adele, pero su corazón empezó a acelerarse ante la inminente llegada de Santana.
Al cabo de unos minutos, la cantante entró en la sala seguida de Lisa, echo un vistazo rápido a su alrededor y, al verla, se paró en seco. Brittany sintió un escalofrío en todo el cuerpo cuando notó la intensidad y la complicidad con que la miraba y, de repente, le resultó imposible concentrarse en lo que le estaba diciendo Adele. Le sostuvo la mirada y vio que su expresión se transformaba en una sonrisa afable, antes de marcharse con Lisa para subir al avión. Terminó de hablar por teléfono y se quedó esperando a Kerry.
Al cabo de diez minutos, Brittany avanzaba a duras penas entre los asientos, seguida por Kerry, cuando reparó en que Santana ya estaba sentada junto al pasillo, unas filas más adelante. Esperaba que levantara la vista, pero no fue así, y cuando pasó por su lado vio que tenía una revista abierta en el regazo. Parecía que estaba leyendo muy concentrada, pero solo se trataba de una foto a toda página de un avión de una compañía australiana que volaba por un cielo despejado, y no pudo evitar sonreírse.
Se hallaban a unos centímetros de distancia y Brittany estaba segura de que Santana también sentía la electricidad que había entre ellas. Se moría de ganas de tocarle el pelo, negro sedoso y brillante. Don estaba en el asiento de al lado y Brittany lo saludó con una sonrisa antes de seguir adelante. Se sentó con Kerry y se ajustó el cinturón mientras el avión empezaba a despegar.
—¿Crees que seguirá haciendo calor en Brisbane?—pregunto la fotógrafa.
—Sí, más que en Sídney, desde luego.
Lisa estaba en la fila de atrás y se apoyó en sus respaldos.— No olvidéis que esta noche tenemos una cena en el hotel con todos los jefazos de BGI. Es importante.—Brittany gruñó para sus adentros. Se le había pasado por completo. Era bastante improbable que pudiera hablar en privado con Santana aquella noche—. Mi jefe está deseando conocerte, Brittany.
—Que bien— dijo. Esperaba que su sonrisa resultara convincente, porque lo último que le apetecía aquella noche era reunirse con un ejecutivo de BGI.
Aterrizaron en Brisbane a las dos, después de una hora de vuelo. Hacía calor, cerca de veintisiete grados, y había bastante humedad. En cuanto llegaron al hotel, Kerry se fue con los otros a ver el Lyric Theater, la sala donde darían los conciertos. Brittany declinó la invitación de Ruby para que los acompañara; habría sido una situación tensa porque Santana seguía muy distante. Pidió en la recepción del hotel que le llevaran todas las mañanas The Courier Mail, el periódico local, para mantenerse al día con todo lo que se pudiera publicar sobre Santana, y se dirigió a su habitación.
Cuando cerró la puerta, suspiró, aliviada, y salió a la terraza para contemplar las vistas de la ciudad y del río Brisbane. Estaba cansada, porque no estaba durmiendo bien, y decidió descansar un rato. Se quitó los vaqueros y la camisa, y se tumbó en la cama, mientras una brisa suave le refrescaba la piel.
Recobró el conocimiento lentamente, cuando tomó conciencia de que el teléfono no paraba de sonar. Desorientada, echó un vistazo al reloj de la mesilla y vio que eran las cinco y media. Había dormido tres horas.
—Hola— dijo Lisa—. Quería avisarte de que la cena es a las siete y media en el salón Globe, en la planta baja.
—Vale, gracias— farfulló Brittany medio dormida.
—Tu habitación me queda de camino. Pasaré a recogerte.
Lisa cortó antes de que pudiera protestar. A Brittany no le interesaba ir a la cena con ella. En realidad, no le interesaba la cena en general. Pero al menos podría ver a Santana y, con un poco de suerte, tal vez no se pasaría la noche tratando de eludirla.
Cuando salió de la ducha se sentía radiante y recuperada por la siesta, y llena de optimismo en relación a Santana. No podía dejar de tener pensamientos eróticos mientras se ponía la ropa de gala. Era un vestido negro de corte clásico, con tirantes finos, escotado, corto pero no demasiado, entallado y con cremallera en la espalda. Le parecía sexy y elegante, y esperaba que Santana opinara lo mismo.
Se ajustó un collar de oro con esmeraldas diminutas y unos pendientes a juego, y se echó perfume. Acababa de pintarse los labios de rosa cuando oyó que Lisa llamaba a la puerta. Se puso unos zapatos de tacón de color negro, cogió el bolso y fue a abrir.
—Hola— dijo, y empezó a avanzar hacia el pasillo, pero Lisa le puso una mano en el brazo y la detuvo.— Eh, no hay prisa— dijo, con una sonrisa— . ¿No vamos a tomar algo antes?
Brittany se apartó, reticente, mientras Lisa entraba en la habitación y cerraba la puerta.
—Son las siete y media. ¿No deberíamos bajar? Ya habrá llegado todo el mundo.
—Estarán tomando copas y hablando durante horas. Tenemos tiempo.
Brittany estaba impaciente por ver a Santana, pero Lisa la había puesto en un compromiso y no quería ponerse borde con ella, porque le caía bien. Con la esperanza de ocultar su impaciencia, sonrió y se acercó al minibar.
—¿Que te apetece?
—Una cerveza.
Brittany sentía como la miraba mientras sacaba la bebida y se servía un vaso de agua mineral. Cogió una copa para servir la cerveza, pero Lisa no la quiso.
—Beberé de la botella.— Destapó la cerveza y declaró—: Me gusta tú vestido.
—Gracias.—Brittany tomó un trago de su Perrier. La mirada de Lisa era turbadora—. Deberíamos darnos prisa. Tu jefe te estará buscando.
Lisa le miró el escote.
—¿Te pongo nerviosa?— No, claro que no— le aseguró, y la miró directamente con lo que esperaba que fuera una sonrisa normal y afable. Lisa se estaba mostrando más insinuante que de costumbre, y no pudo evitar pensar que, si se hubiera encontrado en la misma situación con un hombre, a solas en una habitación de hotel, se habría sentido extremadamente nerviosa e incómoda. Sin embargo, el interés Lisa le resultaba halagador, aunque no fuera correspondido.
Lisa bebió un trago de cerveza y dejó la botella en mesita. Se acercó a Brittany, que seguía de pie junto al mini-bar, y le acarició el brazo con un dedo.
—Me gustas mucho. Puede que lo hayas notado.
Brittany se alegró de haber dejado el vaso en la encimera, porque, de lo contrario, se le habría caído al suelo. No esperaba que Lisa fuera tan directa con ella. Tragó saliva.
—Gracias, Lisa, pero...—Pero te interesa otra persona, ¿es eso?
Brittany asintió, cogió el vaso y tomó un trago de agua. Lisa esbozó una especie de sonrisa de resignación.—Me pregunto quién será—dijo con cierta ironía. Brittany no supo que contestar, de modo que se encogió de hombros. Lisa siguió tan cálida y amable como siempre—. Bueno, no sé si debería preocuparme mucho. A fin de cuentas, no está aquí, ¿verdad?—Brittany se quedó mirando el vaso. Le habría gustado que Santana estuviera allí y que fuera a la cena con ella—. En fin, será mejor que nos vayamos— añadió Lisa, avanzando hacia la puerta.
Mientras Brittany cogía el bolso para salir pensó en cuanto más agradables eran las mujeres con aquellas cosas. En su experiencia, los hombres siempre se tomaban mal los rechazos y se volvían fríos, malhumorados o algo peor. También notó que Lisa la consideraba lesbiana, y aquello era algo que la complacía enormemente.
Santana estaba rodeada de un grupo de mujeres efusivas en exceso: las esposas y las novias de los ejecutivos de BGI, hombres en su mayoría. Hacia lo posible por entretenerlas, pero estaba nerviosa esperando a Brittany.
Aquella tarde, al llegar al hotel, habían intercambiado una mirada y la evidente pasión que reflejaban los ojos de Brittany la había estremecido. Después, Brittany se había dirigido a su habitación y no la había vuelto a ver. Le preocupaba que estuviera dolida o enfadada por lo de la noche anterior. Sabía que tenía que dejar las cosas como estaban, pero su deseo se hallaba en guerra continua con su sentido común.
De repente se abrió la puerta, y Santana se interrumpió en mitad de una frase cuando vio que Brittany entraba en el salón. Estaba despampanante. Lisa entró detrás de ella y, poniéndole una mano en la espalda, se la presentó a un ejecutivo de BGI. Brittany se echó el pelo rubio hacia atrás, esbozó una sonrisa encantadora y le estrechó la mano. Santana se estremeció al recordar el roce de aquel pelo suave y perfumado contra su rostro, la única vez que se había permitido tenerla entre los brazos. Le parecía que había pasado una eternidad.
El hombre se marchó y Lisa se acercó más a Brittany para susurrarle algo al oído. Santana no lo pudo soportar.
—Lo siento—les dijo a las mujeres que la acompañaban—. Tendréis que disculparme un momento.
Atravesó rápidamente el salón para acercarse a Brittany cuando, por fortuna, Lisa se apartó de su lado. Se sentía cohibida y hechizada por su visión. Parecía tan tranquila y segura de sí misma que resultaba inquietante. No decía nada y Santana se puso muy nerviosa. Su corazón se aceleró y, en un intento de ponerse a salvo, bajó la vista y se topó con el canalillo de Brittany, lo que la perturbó más aún. Tragó saliva y se atrevió a mirar directamente aquellos ojos brillantes de color esmeralda.
—No estas enfadada conmigo, ¿verdad?
Brittany se echó el pelo hacia atrás, con un movimiento muy sexy.
—No, enfadada no estoy—contestó con la voz ronca, sin aliento.
Lo único en lo que podía pensar Santana era en estrecharla entre sus brazos y en besarla allí mismo. El resto del salón era una mancha borrosa.
—Hola, Santana— dijo Lisa, provocándole un sobresalto. Volvió a ponerle la mano en la espalda a Brittany y la empezó a alejar —. Están sirviendo la cena. Creo que deberíamos ir a sentarnos.
Santana se quedó en el lugar, impotente, mientras Brittany se despedía con una mirada seductora y se dejaba llevar.
—Aquí, San— gritó Ruby indicándole una silla, a su lado.
Se estaban sirviendo platos, maravillosamente presentados, de bogavante, gambas, ostras, ensaladas, cangrejos con salsa de chile y pasta especiada, y los camareros se afanaban llenando las copas de vino. Santana se sentó, pero no dejó de mirar a Brittany, que estaba en el extremo opuesto de la mesa.
Brittany estaba guapísima. Sonreía y hablaba con todos. Manejaba a aquellos ejecutivos a su antojo. Lisa apoyó un brazo en el respaldo de la silla de Brittany y se le estaba acercando. Santana sintió una punzada de celos y le dijo a Ruby, entre dientes:—Por el amor de Dios, fíjate en Lisa. Está todo el tiempo encima de Brittany. Es patético.
Ruby miró a Lisa y se echó a reír, mientras se servía bogavante.— Está haciendo lo que te gustaría estar haciendo a ti, cielo. Nada más.
Santana estaba sufriendo una lucha interna. Había tomado una decisión. Si no estaba dispuesta a tener una relación con Brittany, lo que Brittany hiciera con otras personas no era asunto suyo. Pero le resultaba difícil reprimir el impulso de levantarse para llevársela de allí, lejos de Lisa, a un lugar donde pudieran estar solas.
Bebió un trago de vino y se sirvió una ración de cangrejos con chile.
—Bueno, Lisa puede tratar de ligársela todo lo que quiera, pero está perdiendo el tiempo. Brittany no se la va a tirar.
—No mientras estés cerca, cielo. Esta loca por ti.— Ruby miro a Lisa con especial atención. Sumida en sus pensamientos, pareció olvidar donde estaba y, con su tono estridente de costumbre, dijo en voz alta—: Pero, si se me presentara la ocasión, creo que yo sí que me la tiraría si ella me lo propusiera. Me da que es contundente y directa.— Aquellas palabras retumbaron en todo el salón.
—Por Dios, Ruby—musitó Santana mientras bajaba la vista, muerta de vergüenza. Notó que a su alrededor se habían quedado todos mudos y oyó que Kerry reía entre dientes al otro lado de la mesa.
Levantó la cabeza lentamente y se encontró frente a los ojos azules y asustados de una jovencita rubia. Estaba sosteniendo un tenedor lleno de pasta con la mano temblorosa y llevaba un anillo de compromiso, con un diamante enorme y resplandeciente.
—¿Todo va bien?—Santana esperaba que su sonrisa pareciera cálida y tranquilizadora—. ¿Te estas divirtiendo?— La mujer asintió levemente y apartó la vista
—Huy—murmuro Ruby, y las dos estallaron en carcajadas. Se serenó y tomó un poco de agua—. Tienes que dejar de torturarte, San. Cuando Brittany salga del armario las chicas pedirán turno para estar con ella, cielo. Es muy guapa, y no puedes enfadarte con Lisa por tratar de ligársela. Dentro de unos días estarás en el otro lado del mundo y no te enterarás de nada.—Bebió un trago de vino—. Por supuesto, las cosas podrían ser diferentes si no fueras tan cabezota.
Santana alejó su plato. Se le había quitado el apetito.
—Es imposible.
—Imperfecto, cielo.
— Imposible.
Ruby rió entre dientes.
—Para ti es lo mismo, ¿verdad?
El resto de la cena se le hizo cuesta arriba. Santana habló de trivialidades y se sintió aliviada cuando por fin empezaron a recoger y todo el mundo se levantó a charlar y a tomar el café y los licores en el salón. Observó que Brittany entablaba conversación con una persona tras otra, y que Lisa no se despegaba de ella en ningún momento.
Kerry, Ruby y los otros miembros del grupo decidieron ir a una discoteca, pero Santana no estaba de humor para acompañarlos. Aunque deseaba desesperadamente hablar con Brittany, sabía que sería inútil tratar de mantener una conversación amistosa e intrascendente. El mero hecho de estar allí observándola le resultaba doloroso. De vez en cuando veía que la miraba, y se derretía por la pasión que había en sus ojos. Y cada vez que veía que Lisa la tocaba, apretaba los puños, angustiada.
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Hasta acá llegamos con este capítulo!
Me alegra mucho que les guste esta adaptación y la sigan :)
Y Dani:), no importa, te entiendo. Yo hice eso con una adaptación, y como no la siguieron, lo terminé leyendo por Internet.
Gracias de nuevo por los comentarios y hasta luegoo
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El martes por la mañana, Brittany salió del hotel con Kerry más temprano que los demás. Quería que sacara una serie de fotos que mostraran a Santana abriéndose paso entre la ruidosa multitud de fans, mientras avanzaba hacia la sala de embarque para tomar el vuelo a Brisbane. Había estado hablando de la maquetación con el director de arte, y pensaban poner en cada página del reportaje una tira de fotos en vertical, como si fueran tramos de película. En Brisbane también sacarían fotografías, sobre todo el domingo, cuando Santana se fuera a casa.
A Brittany le asaltaba el pánico cada vez que recordaba que Santana se marcharía el domingo a las once de la mañana. Le parecía inconcebible que dejaran las cosas como estaban y se despidieran sin más, como pretendía Santana, aparentemente. Se preguntaba que podía hacer para vencer su obstinación y encontrar una oportunidad para hablar con ella, para estar con ella. No le cabía ninguna duda de que era muy terca y de que estaba acostumbrada a que las cosas se hicieran a su manera.
Cuando Kerry y ella llegaron al aeropuerto, ya había varios centenares de mujeres, varios equipos de televisión y un montón de personal de seguridad esperando a Santana. A Brittany le sonó el móvil y entró en la sala de embarque para contestar. Era Adele, que llamaba para decir que le habían encantado el borrador y las fotos.
De repente estalló una ovación fuera, señal de que había llegado el grupo. La puerta se abrió de golpe y entraron todos menos Santana.
—Hola, cielo— gritó Ruby, mientras un ayudante de Lisa los escoltaba hasta el avión.
Brittany siguió hablando con Adele, pero su corazón empezó a acelerarse ante la inminente llegada de Santana.
Al cabo de unos minutos, la cantante entró en la sala seguida de Lisa, echo un vistazo rápido a su alrededor y, al verla, se paró en seco. Brittany sintió un escalofrío en todo el cuerpo cuando notó la intensidad y la complicidad con que la miraba y, de repente, le resultó imposible concentrarse en lo que le estaba diciendo Adele. Le sostuvo la mirada y vio que su expresión se transformaba en una sonrisa afable, antes de marcharse con Lisa para subir al avión. Terminó de hablar por teléfono y se quedó esperando a Kerry.
Al cabo de diez minutos, Brittany avanzaba a duras penas entre los asientos, seguida por Kerry, cuando reparó en que Santana ya estaba sentada junto al pasillo, unas filas más adelante. Esperaba que levantara la vista, pero no fue así, y cuando pasó por su lado vio que tenía una revista abierta en el regazo. Parecía que estaba leyendo muy concentrada, pero solo se trataba de una foto a toda página de un avión de una compañía australiana que volaba por un cielo despejado, y no pudo evitar sonreírse.
Se hallaban a unos centímetros de distancia y Brittany estaba segura de que Santana también sentía la electricidad que había entre ellas. Se moría de ganas de tocarle el pelo, negro sedoso y brillante. Don estaba en el asiento de al lado y Brittany lo saludó con una sonrisa antes de seguir adelante. Se sentó con Kerry y se ajustó el cinturón mientras el avión empezaba a despegar.
—¿Crees que seguirá haciendo calor en Brisbane?—pregunto la fotógrafa.
—Sí, más que en Sídney, desde luego.
Lisa estaba en la fila de atrás y se apoyó en sus respaldos.— No olvidéis que esta noche tenemos una cena en el hotel con todos los jefazos de BGI. Es importante.—Brittany gruñó para sus adentros. Se le había pasado por completo. Era bastante improbable que pudiera hablar en privado con Santana aquella noche—. Mi jefe está deseando conocerte, Brittany.
—Que bien— dijo. Esperaba que su sonrisa resultara convincente, porque lo último que le apetecía aquella noche era reunirse con un ejecutivo de BGI.
Aterrizaron en Brisbane a las dos, después de una hora de vuelo. Hacía calor, cerca de veintisiete grados, y había bastante humedad. En cuanto llegaron al hotel, Kerry se fue con los otros a ver el Lyric Theater, la sala donde darían los conciertos. Brittany declinó la invitación de Ruby para que los acompañara; habría sido una situación tensa porque Santana seguía muy distante. Pidió en la recepción del hotel que le llevaran todas las mañanas The Courier Mail, el periódico local, para mantenerse al día con todo lo que se pudiera publicar sobre Santana, y se dirigió a su habitación.
Cuando cerró la puerta, suspiró, aliviada, y salió a la terraza para contemplar las vistas de la ciudad y del río Brisbane. Estaba cansada, porque no estaba durmiendo bien, y decidió descansar un rato. Se quitó los vaqueros y la camisa, y se tumbó en la cama, mientras una brisa suave le refrescaba la piel.
Recobró el conocimiento lentamente, cuando tomó conciencia de que el teléfono no paraba de sonar. Desorientada, echó un vistazo al reloj de la mesilla y vio que eran las cinco y media. Había dormido tres horas.
—Hola— dijo Lisa—. Quería avisarte de que la cena es a las siete y media en el salón Globe, en la planta baja.
—Vale, gracias— farfulló Brittany medio dormida.
—Tu habitación me queda de camino. Pasaré a recogerte.
Lisa cortó antes de que pudiera protestar. A Brittany no le interesaba ir a la cena con ella. En realidad, no le interesaba la cena en general. Pero al menos podría ver a Santana y, con un poco de suerte, tal vez no se pasaría la noche tratando de eludirla.
Cuando salió de la ducha se sentía radiante y recuperada por la siesta, y llena de optimismo en relación a Santana. No podía dejar de tener pensamientos eróticos mientras se ponía la ropa de gala. Era un vestido negro de corte clásico, con tirantes finos, escotado, corto pero no demasiado, entallado y con cremallera en la espalda. Le parecía sexy y elegante, y esperaba que Santana opinara lo mismo.
Se ajustó un collar de oro con esmeraldas diminutas y unos pendientes a juego, y se echó perfume. Acababa de pintarse los labios de rosa cuando oyó que Lisa llamaba a la puerta. Se puso unos zapatos de tacón de color negro, cogió el bolso y fue a abrir.
—Hola— dijo, y empezó a avanzar hacia el pasillo, pero Lisa le puso una mano en el brazo y la detuvo.— Eh, no hay prisa— dijo, con una sonrisa— . ¿No vamos a tomar algo antes?
Brittany se apartó, reticente, mientras Lisa entraba en la habitación y cerraba la puerta.
—Son las siete y media. ¿No deberíamos bajar? Ya habrá llegado todo el mundo.
—Estarán tomando copas y hablando durante horas. Tenemos tiempo.
Brittany estaba impaciente por ver a Santana, pero Lisa la había puesto en un compromiso y no quería ponerse borde con ella, porque le caía bien. Con la esperanza de ocultar su impaciencia, sonrió y se acercó al minibar.
—¿Que te apetece?
—Una cerveza.
Brittany sentía como la miraba mientras sacaba la bebida y se servía un vaso de agua mineral. Cogió una copa para servir la cerveza, pero Lisa no la quiso.
—Beberé de la botella.— Destapó la cerveza y declaró—: Me gusta tú vestido.
—Gracias.—Brittany tomó un trago de su Perrier. La mirada de Lisa era turbadora—. Deberíamos darnos prisa. Tu jefe te estará buscando.
Lisa le miró el escote.
—¿Te pongo nerviosa?— No, claro que no— le aseguró, y la miró directamente con lo que esperaba que fuera una sonrisa normal y afable. Lisa se estaba mostrando más insinuante que de costumbre, y no pudo evitar pensar que, si se hubiera encontrado en la misma situación con un hombre, a solas en una habitación de hotel, se habría sentido extremadamente nerviosa e incómoda. Sin embargo, el interés Lisa le resultaba halagador, aunque no fuera correspondido.
Lisa bebió un trago de cerveza y dejó la botella en mesita. Se acercó a Brittany, que seguía de pie junto al mini-bar, y le acarició el brazo con un dedo.
—Me gustas mucho. Puede que lo hayas notado.
Brittany se alegró de haber dejado el vaso en la encimera, porque, de lo contrario, se le habría caído al suelo. No esperaba que Lisa fuera tan directa con ella. Tragó saliva.
—Gracias, Lisa, pero...—Pero te interesa otra persona, ¿es eso?
Brittany asintió, cogió el vaso y tomó un trago de agua. Lisa esbozó una especie de sonrisa de resignación.—Me pregunto quién será—dijo con cierta ironía. Brittany no supo que contestar, de modo que se encogió de hombros. Lisa siguió tan cálida y amable como siempre—. Bueno, no sé si debería preocuparme mucho. A fin de cuentas, no está aquí, ¿verdad?—Brittany se quedó mirando el vaso. Le habría gustado que Santana estuviera allí y que fuera a la cena con ella—. En fin, será mejor que nos vayamos— añadió Lisa, avanzando hacia la puerta.
Mientras Brittany cogía el bolso para salir pensó en cuanto más agradables eran las mujeres con aquellas cosas. En su experiencia, los hombres siempre se tomaban mal los rechazos y se volvían fríos, malhumorados o algo peor. También notó que Lisa la consideraba lesbiana, y aquello era algo que la complacía enormemente.
Santana estaba rodeada de un grupo de mujeres efusivas en exceso: las esposas y las novias de los ejecutivos de BGI, hombres en su mayoría. Hacia lo posible por entretenerlas, pero estaba nerviosa esperando a Brittany.
Aquella tarde, al llegar al hotel, habían intercambiado una mirada y la evidente pasión que reflejaban los ojos de Brittany la había estremecido. Después, Brittany se había dirigido a su habitación y no la había vuelto a ver. Le preocupaba que estuviera dolida o enfadada por lo de la noche anterior. Sabía que tenía que dejar las cosas como estaban, pero su deseo se hallaba en guerra continua con su sentido común.
De repente se abrió la puerta, y Santana se interrumpió en mitad de una frase cuando vio que Brittany entraba en el salón. Estaba despampanante. Lisa entró detrás de ella y, poniéndole una mano en la espalda, se la presentó a un ejecutivo de BGI. Brittany se echó el pelo rubio hacia atrás, esbozó una sonrisa encantadora y le estrechó la mano. Santana se estremeció al recordar el roce de aquel pelo suave y perfumado contra su rostro, la única vez que se había permitido tenerla entre los brazos. Le parecía que había pasado una eternidad.
El hombre se marchó y Lisa se acercó más a Brittany para susurrarle algo al oído. Santana no lo pudo soportar.
—Lo siento—les dijo a las mujeres que la acompañaban—. Tendréis que disculparme un momento.
Atravesó rápidamente el salón para acercarse a Brittany cuando, por fortuna, Lisa se apartó de su lado. Se sentía cohibida y hechizada por su visión. Parecía tan tranquila y segura de sí misma que resultaba inquietante. No decía nada y Santana se puso muy nerviosa. Su corazón se aceleró y, en un intento de ponerse a salvo, bajó la vista y se topó con el canalillo de Brittany, lo que la perturbó más aún. Tragó saliva y se atrevió a mirar directamente aquellos ojos brillantes de color esmeralda.
—No estas enfadada conmigo, ¿verdad?
Brittany se echó el pelo hacia atrás, con un movimiento muy sexy.
—No, enfadada no estoy—contestó con la voz ronca, sin aliento.
Lo único en lo que podía pensar Santana era en estrecharla entre sus brazos y en besarla allí mismo. El resto del salón era una mancha borrosa.
—Hola, Santana— dijo Lisa, provocándole un sobresalto. Volvió a ponerle la mano en la espalda a Brittany y la empezó a alejar —. Están sirviendo la cena. Creo que deberíamos ir a sentarnos.
Santana se quedó en el lugar, impotente, mientras Brittany se despedía con una mirada seductora y se dejaba llevar.
—Aquí, San— gritó Ruby indicándole una silla, a su lado.
Se estaban sirviendo platos, maravillosamente presentados, de bogavante, gambas, ostras, ensaladas, cangrejos con salsa de chile y pasta especiada, y los camareros se afanaban llenando las copas de vino. Santana se sentó, pero no dejó de mirar a Brittany, que estaba en el extremo opuesto de la mesa.
Brittany estaba guapísima. Sonreía y hablaba con todos. Manejaba a aquellos ejecutivos a su antojo. Lisa apoyó un brazo en el respaldo de la silla de Brittany y se le estaba acercando. Santana sintió una punzada de celos y le dijo a Ruby, entre dientes:—Por el amor de Dios, fíjate en Lisa. Está todo el tiempo encima de Brittany. Es patético.
Ruby miró a Lisa y se echó a reír, mientras se servía bogavante.— Está haciendo lo que te gustaría estar haciendo a ti, cielo. Nada más.
Santana estaba sufriendo una lucha interna. Había tomado una decisión. Si no estaba dispuesta a tener una relación con Brittany, lo que Brittany hiciera con otras personas no era asunto suyo. Pero le resultaba difícil reprimir el impulso de levantarse para llevársela de allí, lejos de Lisa, a un lugar donde pudieran estar solas.
Bebió un trago de vino y se sirvió una ración de cangrejos con chile.
—Bueno, Lisa puede tratar de ligársela todo lo que quiera, pero está perdiendo el tiempo. Brittany no se la va a tirar.
—No mientras estés cerca, cielo. Esta loca por ti.— Ruby miro a Lisa con especial atención. Sumida en sus pensamientos, pareció olvidar donde estaba y, con su tono estridente de costumbre, dijo en voz alta—: Pero, si se me presentara la ocasión, creo que yo sí que me la tiraría si ella me lo propusiera. Me da que es contundente y directa.— Aquellas palabras retumbaron en todo el salón.
—Por Dios, Ruby—musitó Santana mientras bajaba la vista, muerta de vergüenza. Notó que a su alrededor se habían quedado todos mudos y oyó que Kerry reía entre dientes al otro lado de la mesa.
Levantó la cabeza lentamente y se encontró frente a los ojos azules y asustados de una jovencita rubia. Estaba sosteniendo un tenedor lleno de pasta con la mano temblorosa y llevaba un anillo de compromiso, con un diamante enorme y resplandeciente.
—¿Todo va bien?—Santana esperaba que su sonrisa pareciera cálida y tranquilizadora—. ¿Te estas divirtiendo?— La mujer asintió levemente y apartó la vista
—Huy—murmuro Ruby, y las dos estallaron en carcajadas. Se serenó y tomó un poco de agua—. Tienes que dejar de torturarte, San. Cuando Brittany salga del armario las chicas pedirán turno para estar con ella, cielo. Es muy guapa, y no puedes enfadarte con Lisa por tratar de ligársela. Dentro de unos días estarás en el otro lado del mundo y no te enterarás de nada.—Bebió un trago de vino—. Por supuesto, las cosas podrían ser diferentes si no fueras tan cabezota.
Santana alejó su plato. Se le había quitado el apetito.
—Es imposible.
—Imperfecto, cielo.
— Imposible.
Ruby rió entre dientes.
—Para ti es lo mismo, ¿verdad?
El resto de la cena se le hizo cuesta arriba. Santana habló de trivialidades y se sintió aliviada cuando por fin empezaron a recoger y todo el mundo se levantó a charlar y a tomar el café y los licores en el salón. Observó que Brittany entablaba conversación con una persona tras otra, y que Lisa no se despegaba de ella en ningún momento.
Kerry, Ruby y los otros miembros del grupo decidieron ir a una discoteca, pero Santana no estaba de humor para acompañarlos. Aunque deseaba desesperadamente hablar con Brittany, sabía que sería inútil tratar de mantener una conversación amistosa e intrascendente. El mero hecho de estar allí observándola le resultaba doloroso. De vez en cuando veía que la miraba, y se derretía por la pasión que había en sus ojos. Y cada vez que veía que Lisa la tocaba, apretaba los puños, angustiada.
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Hasta acá llegamos con este capítulo!
Me alegra mucho que les guste esta adaptación y la sigan :)
Y Dani:), no importa, te entiendo. Yo hice eso con una adaptación, y como no la siguieron, lo terminé leyendo por Internet.
Gracias de nuevo por los comentarios y hasta luegoo
Última edición por Britt_ el Vie Oct 03, 2014 8:25 pm, editado 1 vez (Razón : No se cambió el número del capítulo, perdónnn)
Britt_**** - Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 15/07/2014
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
Hola que tal!! Disculpa pero me ha quedado gusto a poco!!
Me encanta la historia
Saludos
Me encanta la historia
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
No se cambió el número del capítulo!!! Pero bueno.
Gracias por leer, Monica.Santander. Siiip, este capítulo parecía más de relleno o algo, ojalá el próximo te guste más!
Gracias por leer, Monica.Santander. Siiip, este capítulo parecía más de relleno o algo, ojalá el próximo te guste más!
Britt_**** - Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 15/07/2014
Re: Fanfic: Canciones para Brittany (Adaptado) Cap. 17, Final.
ok te espero tanto y no terminas de hacer que la tal lisa se caiga del avion en pleno vuelo o se parta un tobillo? y pq si a britt le gusta santana acepta las atenciones de esa depredadora? hasta, no se, cuando pdas sera!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
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