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FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
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FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Sinopsis
Es Santana López una agente inmobiliaria exitosa en lo profesional y, creen algunos, en lo personal tiene un imán, innegable, con las mujeres; Ardiente y atlética, a muchas se les antoja irresistible pero ella, convencida de que toda historia de amor tiene un final amargo, se niega a establecer relaciones duraderas. Intensas y dulces sí, ¡cuántas podrían testificarlo!, pero también breves… ¡cuántas no lo lamentan!
Sin embargo, el cinismo en el que se ha instalado será sometido a una dura prueba cuando la doctora Brittany Pierce, hermosa, apasionada y emocionalmente muy fuerte, aparezca en su vida.
Brittany, que conoce la fama de Santana, tampoco parece en principio dispuesta a embarcarse en nada serio, ni duradero de hecho, pretende mantener la amistad en el terreno platónico... a no ser que consiga romper el muro, cosa que nadie antes ha logrado.
¿O sí? Santana, trastornada por la irrupción de esta mujer irresistible y acosada por un pasado que creía superado, se deja arrastrar a un territorio en el que se sabe vulnerable. Y en esa sensibilidad, que ella toma por debilidad, las lectoras descubrirán a una Santana distinta…
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Hola Hola Chicas
Bueeeno tengo como mil historia en proceso pero esta adaptación no podia dejar de ponerselas !
Comenten si les gusta Dejare el primer capítulo !
Saludos
Última edición por Dani(: el Vie Feb 27, 2015 12:37 am, editado 3 veces
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Capítulo 1
Santana despertó de golpe aturdida, se quedó quieta en la cama con el corazón palpitante, tratando de aferrar los hilos sueltos del sueño y, al mismo tiempo, intentando volver a la realidad.
Vio una silueta oscura agazapada en la silla del rincón del dormitorio y dio un respingo.
Se apoyó sobre el codo, contuvo la respiración y miró en esa dirección, intentando enfocarla con claridad.
Cuando sus ojos se adaptaron a la luz tenue del amanecer, soltó el aire que tenía en los pulmones. «Idiota», murmuró, enfadada consigo misma.
La noche anterior había llegado agotada y había tirado la ropa encima de los mullidos cojines que cubrían la silla de cualquier manera antes de dejarse caer en la cama.
No era propio de ella ser tan desordenada el reloj de la mesilla marcaba las cinco y media aún hacía calor se volvió de cara a la luz que se colaba por el estor romano de color crudo a medio bajar.
Se levantó, fue a la ventana y subió el estor del todo, con la esperanza de que entrara algo de brisa y refrescara su cuerpo desnudo pero fuera no corría ni un soplo de aire posó la mirada en las hileras de olmos a lado y lado de la calle.
Los mortecinos rayos de sol los partían en dos: un resplandor entre rosado y amarillento bañaba las copas y los troncos estaban en sombras las ramas parecían brazos extendido implorando un poco de aire vital y se diría que las hojas boqueaban por respirar.
Se puso una camiseta ancha y se dirigió a la cocina sacó una botella de agua dela nevera, se sirvió un vaso, se lo bebió ansiosa y se puso otro algunas gotas se derramaron y relucieron sobre la barra de acero inoxidable de la cocina las secó con un trapo blanco limpio y después se sentó en uno de los taburetes con respaldo que había junto a la barra.
La había despertado el mismo sueño de siempre, ése en el que se halla completamente atrapada y a oscuras en un cuarto pequeño y desconocido, y no encuentra la salida la busca desesperadamente, tanteando las paredes de la habitación, pero al final le entra el pánico en ese momento se despierta.
Santana suspiró y se puso el vaso de agua helada en el cuello de pequeña solía tener un sueño parecido entonces era comprensible, pensó, pero ahora ya no.
Era la típica pesadilla de una niña pequeña, pero pasados más de veinte años no tenía sentido.
Seis meses atrás se había enterado de que su padre, con el que no se hablaba desde hacía diez años, había sido ingresado en una residencia al enterarse de su enfermedad se le habían removido recuerdos de infancia que no le venían a la cabeza desde hacía veinte años fue como si se abriera una habitación de su mente que estaba cerrada y la cómoda capa de polvo que cubría un pasado irrelevante se levantara durante el día era capaz de bloquear esos recuerdos con cierta facilidad, pero al parecer se negaban a ser ignorados y se habían transformado en una pesadilla que invadía su sueño noche sí noche también.
A todas horas, las imágenes de la pesadilla planeaban como una sombra amenazadora por los márgenes de su vida; una vida que, por otro lado, era satisfactoria quizás empezaba a ser hora de tomarse unas vacaciones, pensó su vida se había vuelto algo monótona y si cambiaba un poco de ambiente volvería a ser la de siempre.
Había salido el sol y sus rayos dorados reverberaban en la barra y se reflejaban en los ojos todavía era temprano, pero decidió que era un buen día para ponerse en marcha de buena mañana.
Era sábado, así que los buscadores de pisos ya se habrían levantado y estarían examinando detenidamente los anuncios clasificados los posibles compradores empezarían a llamarla sobre las siete y media se acabó el vaso de agua y atravesó el salón hundiendo los pies en la moqueta, subió los escalones de su dormitorio de dos niveles y se metió ene l baño contiguo para darse una ducha.
Media hora después se pasó los dedos por el cabello mojado, moreno y corto, y lo dejó secar al aire como siempre hacía. Ya bien despierta, se concentró en la ajetreada mañana que tenía por delante.
En el negocio inmobiliario, el sábado era el día con más trabajo de la semana aparte de llevar a los compradores de un lado a otro para enseñarles casas y además de atender innumerables consultas telefónicas, el sábado era día de subasta.
De nuevo en su habitación, se puso unos pantalones holgados de lino de color perla, con rayas finas de color beige, y una camisa negra de seda, sin mangas y con escote de pico. Se puso la chaqueta a rayas a juego y la dejó desabrochada, mientras pensaba en las dos subastas que tenía esa mañana.
Era un día caluroso y quizás algunos de los compradores más indecisos no se presentasen.
Se puso sus anillos de oro y unos pendientes pequeños también de oro.
Cuando llegara a la oficina, pensó, llamaría a los compradores interesados para animarlos y, por supuesto, a sus vendedores para tranquilizarlos. No le gustaban los vendedores nerviosos.
A menudo, si perdían la sangre fría rechazaban la mejor oferta del día, aunque estuviera dentro de un precio de mercado razonable cuando sacaban un inmueble a subasta, Santana se pasaba semanas enteras inmersa en negociaciones privadas, antes de que por fin se realizara la venta y ella recibiera su comisión no había dinero extra por las horas extras, de modo que era esencial una buena preparación durante las cuatro o seis semanas previas a la subasta ahora bien, los días de subasta le encantaban era un desafío para sus habilidades, un todo o nada.
Nunca podía estar segura de cómo reaccionarían los compradores y los vendedores bajo presión. Le subía la adrenalina, sus músculos se tensaban como un muelle, sus sentidos se agudizaban ese día podía ganar un montón de dinero o no ganar nada de nada.
Se puso el reloj de pulsera cuando éste marcaba las siete en punto. «Hora de encender el móvil», pensó, de camino a la cocina.
Se detuvo frente al antiguo buró francés de la sala de estar y cogió el móvil y la agenda.
El sol entraba alegremente por la ventana de la cocina y caldeaba la habitación bajó el estor echó café en la cafetera y, en cuestión de segundos, su delicioso aroma llenó la estancia el pulso se le aceleró y se le hizo la boca agua al anticipar aquel primer sorbo celestial cuando estaba echando el café en la taza, le sonó el móvil.
—Santana López.
—Hola, soy Kurt Hummel hemos visto un par de anuncios tuyos de casas y hemos pensado, mi pareja Robert y yo, que nos gustaría verlas nuestro amigo Tim Jacobs nos recomendó que habláramos contigo le vendiste un apartamento a él y a su novio el año pasado, ¿no?
—Ah, sí. Tim. —En realidad Santana era incapaz de recordar a Tim entre los cientos de clientes con los que había tratado el año anterior el hecho de que fuera gay no era de gran ayuda. La mayoría de sus clientes eran homosexuales. Con la mano libre, removió el azúcar del café.
—Dijo que eras un verdadero encanto—dijo Kurt con una risita.
Santana sonrió le gustaba saber que la habían recomendado obtenía la mayor parte de sus clientes gracias a las referencias que daban de ella le dio las gracias a Kurt, comprobó su agenda y quedó en encontrarse con ellos delante de la primera casa en una hora antes tenía que pasar por la oficina, así que tenía que darse prisa se bebió el café de un trago, metió el móvil y la agenda en su maletín y bajó al garaje por la puerta del recibidor.
Apretó el control remoto que llevaba en el llavero y la puerta del garaje se abrió mientras arrancaba el coche aparte del chirrido de las cigarras, la calle estaba en silencio cuando salió del garaje.
Las casas tenían las cortinas echadas.
Los mirlos picoteaban aquí y allá dando saltitos por el césped un chaval bajaba en bicicleta por la calle lanzando periódicos a las entradas de las casas y éstos aterrizaban sobre el hormigón con un golpe seco Santana se puso las gafas de sol, encendió el aire acondicionado, sintonizó una emisora de música rock en la radio y, con INXS sonando a todo trapo, se dirigió a la inmobiliaria Inner City.
Santana llegó a la oficina casi a las ocho de la mañana y a esas horas ya estaba todo a pleno rendimiento los agentes inmobiliarios corrían de un lado para otro, con los móviles pegados a la oreja.
Karen, la recepcionista y secretaria dela oficina, estaba hablando por teléfono y sonaban varías líneas más saludó a Santana con un gesto de la mano y una sonrisa cuando pasó por delante de su mesa Santana trabajaba allí desde hacía ocho años y Karen llevaba en el puesto casi el mismo tiempo dado que Santana apenas pasaba por la oficina, le confiaba a Karen las llamadas que llegaban para ella cuando estaba fuera o tenía el móvil ocupado.
Como agente inmobiliaria con experiencia, Santana disponía de despacho propio soltó el maletín hallado de su mesa y miró al otro lado del pasillo, al despacho de Kitty, que estaba justo enfrente del suyo Kitty erala responsable del departamento de alquileres en ese momento hablaba por teléfono apoyada en el respaldo de lasilla.
Llevaba puesta una minifalda de color rojo que dejaba los muslos al aire casi hasta las caderas estaba sentada con las piernas cruzadas —unas piernas bien torneadas— y uno de sus zapatos rojos de tacón se balanceaba hacia delante y hacia atrás con el suave vaivén de la pierna una espiral de humo se escapaba del cigarrillo que sostenía entre sus dedos de manicura Santana oyó por encima un trozo de su conversación.
—... Y también olivas negras, cariño —ronroneaba con su voz profunda y refinada—. Y no olvides sacar las toallas de la lavadora... —estaba claro que hablaba con su novia.
Santana se sentó en la mesa y sacó su archivador el día anterior había conseguido dos vendedores nuevos.
Repasó minuciosamente los contratos de compraventa y después los metió encarpetas nuevas y las etiquetó con esmero al salir se los dejaría a Karen para que los archivara Nick, uno de los subastadores de la empresa, se asomó a su puerta.
— ¡Buenas, San! —la saludó alegremente.
Nick había cumplido los sesenta, llevaba en la profesión toda la vida y el negocio inmobiliario ya no tenía secretos para él Santana se alegraba de que fuera Nick quien se encargara de subastar sus inmuebles era el mejor, entusiasta pero honesto los compradores confiaban en él, y ella también.
Sabía por instinto cuando la gente se hacía de rogar era capaz de sacarle a un comprador esos cinco mil o diez mil extras que tenía —que sabía que debía gastar— con tanta facilidad como si le robara el caramelo a un niño.
Santana necesitaba saber que podía confiar en el subastador durante media hora de infarto, el trabajo de semanas quedaba en sus manos. Lo único que podía hacer Santana era pasear entre la multitud, susurrando palabras de ánimo a los compradores que había estado mimando y dándoles palmaditas en la mano, conteniendo la respiración.
— ¿Qué tenemos hoy? —Preguntó Nick, ojeando las páginas de su carpeta sujetapapeles—. Ah, sí, Montero y Street a las doce y Palm Avenue a la una. —Levantó la vista con una amplia sonrisa— ¿Cómo van tus vendedores?
Santana sonrió.
—Como una seda. Los llamo dentro de un momento.
—Fantástico. He enviado a los chicos a colocar los letreros y las pancartas de la subasta en las casas.
—Espero que el calor no eche para atrás a la gente.
Nick negó con la cabeza.
—No te preocupes por el calor. La lluvia: eso es lo único a lo que hay que temer, San la maldita lluvia.
Le deseó suerte, le dijo que la vería luego y se alejó por el pasillo.
Santana sacó su lista de clientes más prometedores y se dispuso a telefonearlos una de las cosas más importantes que había aprendido con la experiencia era a distinguir a un verdadero comprador de un soñador.
A menudo había tratado de explicar la diferencia a los agentes principiantes pero nunca lo cogían los veía perder el tiempo detrás de clientes inútiles, como cachorritos detrás de una pelota los agentes principiantes iban con una actitud equivocada para empezar, carecían de cualquier tipo de gusto por la arquitectura, no sabían apreciar la belleza de una casa ni ver su potencial ni su valor de mercado.
Y no se involucraban lo suficiente con sus clientes para tratar de comprenderlos y emparejar vendedores y compradores con éxito lo mismo les daba vender casas que vender donuts Kitty colgó el teléfono y miró a Santana.
—Hola, cielo —dijo.
Santana le sonrió.
—Hola. ¿Una mañana ocupada?
— ¡Mierda, ya te digo! —Resopló Kitty, apartándose los rizos de color rubio de los hombros—. Esperaba que la gente se quedase en su casa con el calor que hace.
Santana soltó una risita.
—Pues por mí que salgan en manada yo no voy a sueldo fijo como tú, ¿recuerdas?
El teléfono de Kitty sonó y ella se volvió para contestar Santana miró alternativamente su escritorio limpio y ordenado, salvo por el archivador abierto encima, y la mesa de Kitty.
Como de costumbre, la de ésta era un revoltijo de carpetas, papeles esparcidos, cigarrillos, ceniceros llenos, un estuche de maquillaje —abierto y con todo su contenido desparramado— y, ese día, un ramillete de violetas en un florero para Santana era un caos absoluto sin embargo, Kitty era muy buena en su trabajo y siempre sabía exactamente dónde encontrar cada cosa.
Santana sonrió para sus adentros Kitty y ella eran amigas desde hacía seis años, cuando Kitty entró a trabajar allí.
El día que llegó Kitty, Santana pasó por la oficina un momento para coger unos folletos Karen estaba hablando con una mujer en recepción y, al pasar junto a ella a toda prisa, oyó por casualidad que se trataba de Kitty Wilde, la nueva responsable del departamento de alquileres que empezaba ese día Santana notó que flotaba en el aire un perfume nuevo, intenso y dulce el nombre de Kitty figuraba ya en la puerta abierta de su nuevo despacho echó un vistazo al interior y vio un cigarrillo humeando en el cenicero —peligrosamente cerca de un montón de papeles—, una polvera y un pintalabios abiertos, listos para usar.
Santana acababa de sentarse en su mesa cuando oyó que los cuatro agentes principiantes estaban haciendo comentarios lascivos sobre Kitty en la oficina común de al lado Indignada, Santana se levantó y salió al pasillo con intención de decirles cuatro cosas bien dichas en ese momento Kitty, que se dirigía también a la sala, pasó junto a Santana como un tornado y prácticamente la arrolló, obligándola a arrimarse a la pared su expresión era de cólera: al parecer también había oído los comentarios de los hombres de dentro.
Fascinada, Santana la siguió.
— ¡A ver, panda de gilipollas de mierda!—bramó Kitty Los chicos pusieron unos ojos como platos y se encogieron tras sus mesas como colegiales asustados los ojos de Kitty echaban chispas y tenía los puños apretados—.Si oigo un solo comentario obsceno y sexista más de cualquiera de vosotros, ¡haré que os metan en la cárcel de una patada en el culo! — Santana contempló encantada cómo se ponían colorados como un tomate—. ¿Os ha quedado claro, joder?
Los colegiales asintieron, como bobalicones, con pinta de estar a punto de echarse a llorar dicho lo anterior, Kitty salió de la sala con aire majestuoso, de vuelta a su despacho.
Impresionada, Santana fue al despacho de Kitty, se presentó y la invitó a comer.
En marcado contraste con su violento arrebato, Kitty aceptó la invitación calurosamente, con un encanto irresistible.
Enseguida, Santana percibió que Kitty era lesbiana, cosa que aún le hacía ganar más puntos salieron juntas de la oficina entre risas y, tras una comida que duró más de lo que debía —sobre todo siendo el primer día de Kitty— y tras un par de copas de más, se hicieron buenas amigas.
— ¿San? —La llamó Kitty desde el otro lado del pasillo—. ¿Esta noche vienes a cenar a casa de Rachel y Quinn, no?
—Sí me apetece mucho.
—Vendrá esa doctora nueva. —Kitty encendió un cigarrillo. Sus jugosos labios pintados de rosa hacían juego con su esmalte de uñas.
Santana sólo le prestaba atención a medias estaba seleccionando los folletos que necesitaba para las visitas de la mañana y todavía tenía que hacer varias llamadas.
— ¿Qué doctora?
Kitty dejó escapar un suspiro profundo y teatral.
— ¡Por Dios, Santana! Ya te había hablado de ella. ¡Brittany! Trabaja en la clínica con Rachel y Marley. —Marley, la novia de Kitty, era fisioterapeuta; Rachel era médico— Brittany es una vieja amiga de Rachel Solo la he visto algún que otro momento al ir a recoger a Mar.
—Ajá. —Santana marcó el número de un vendedor.
—Es preciosa.
—Ajá. —El número comunicaba.
Santana buscó el teléfono del otro vendedor.
—Y está libre —añadió Kitty en tono confidencial.
Dio una calada al cigarrillo, mientras observaba a Santana y se balanceaba ligeramente en la silla. Volvía a tener esa mirada suya de celestina Santana se armó de paciencia y le sonrió.
—Si no me doy prisa con estas llamadas, llegaré tarde a mi primera cita.
Por suerte, a Kitty le sonó el teléfono otra vez y Santana pudo dedicarse al trabajo.
Al poco, Santana estuvo lista para marcharse sus vendedores eran optimistas le habían asegurado que sus casas tenían un aspecto inmejorable.
Estaban llenas de flores y sonaban CD de música clásica de fondo sus compradores todavía parecían interesados sacó del archivador los dos contratos de compraventa referentes a las subastas con un poco de suerte, estarían firmados antes de terminar el día los metió en el maletín junto con los folletos que necesitaba tras cogerlos contratos de compraventa nuevos para dárselos a Karen, se tomó un momento para asegurarse de que no necesitaría nada más de la oficina durante los próximos días.
Le gustaba tener libertad de movimientos: sólo iba a la oficina cuando era realmente necesario se pasaba los días yendo de un inmueble a otro con el coche, visitándolos y evaluándolos, negociando, consiguiendo nuevos clientes, formalizando las ventas tras las subastas y, de vez en cuando, antes si necesitaba un lugar para sentarse y hacer llamadas, escribir anuncios o quedar con clientes, solía ir a su local favorito: Café Q.
—Suerte con las subastas, cielo —le deseó Kitty—. Podrás venir al partido de criquet esta tarde, ¿verdad?
—Claro.
—De todas maneras —apuntó Kitty, arrugando su naricita—, hace un día de mierda para jugar al criquet de los huevos.
—Tranquila, nena —dijo Santana con una carcajada—. Las aplastaremos se despidió de ella y fue a reunirse con Kurt y Robert.
Santana aparcó ante una de las casas que formaban una moderna hilera de adosadas Kurt y Robert se detuvieron detrás de ella acababa de enseñarles un apartamento al otro lado de la ciudad.
A Kurt parecía haberle gustado, pero su novio lo detestaba por las indirectas que Kurt había dejado caer sobre su presupuesto, Santana sospechaba que estaban visitando propiedades muy por encima de sus posibilidades. Mientras les abría la puerta y los invitaba a pasar, intuyó que iban a ser clientes difíciles.
—El garaje doble sí que es genial, ¿no?—le preguntó, esperanzado, Kurt a Robert.
Robert se encogió de hombros, enfurruñado.
—No me gusta la moqueta y los apliques son horrorosos.
—Pero esas cosas son fáciles de cambiar. —Nathan se volvió hacia Santana con una mueca de aprensión— ¿Verdad que sí, querida?
Santana asintió.
—Lo que tenéis que hacer es fijaros en la distribución y el diseño no os preocupéis por la decoración sólo tened en cuenta qué cambios entran en vuestro presupuesto.
Al margen de la decoración, la casa adosada parecía cumplir los requisitos que Kurt le había esbozado. Su novio estaba, simplemente, en plan negativo.
— ¿Qué tal si tomo nota de lo que os gusta y de lo que no? — Santana sacó su cuaderno—. Así, a medida que visitemos sitios, podemos hacernos una idea de lo que queréis de verdad.
—Yo quiero un sitio antiguo, eduardino o algo que tenga un poco de personalidad —informó Robert en tono quejumbroso.
Impaciente, Kurt se pasó las manos por la melena de mechas rubias y dejó escapar un profundo suspiro.
— ¡Cariño, me dijiste que querías algo moderno!
Por Dios, pensó Santana que no se pongan a discutir ahora después de esa le quedaba otra visita, su primera subasta era a las doce y no tenía tiempo para estar allí de cháchara.
— ¿Por qué no lo habláis tranquilamente? —Propuso Santana, sonriendo con amabilidad—. Os llamo a principios de la semana que viene y decidimos si vemos algunas casas de época, ¿de acuerdo?
Robert se encogió de hombros y enfiló hacia la puerta Kurt sonrió a Santana y le acarició el brazo un momento en ademán confidencial.
—Gracias, querida hablamos luego.
Santana dejó la casa bien cerrada y se apresuró para llegar a tiempo a su segunda cita.
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Hola Hola
Bueeeeno aqui dejo el primer capítulo si les gusta dejen sus comentarios :) Pronto vendra Britt asi que ya dije si quieren mucho mas comenten para saber!
Lean mis otras historias !
Espero que les guste
Saludos y Besos
Última edición por Dani(: el Miér Dic 17, 2014 7:27 pm, editado 1 vez
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Parece muy interezante esta historia, aunque se nota que al final sete hizo un lio con los nombres y las caracteristicas de las personas, me confundio un poco.
Ya quiero ver como va ser la reaccion de San cuando vea a Brittany.
espero con ancias la contiinuacionnn
Ya quiero ver como va ser la reaccion de San cuando vea a Brittany.
espero con ancias la contiinuacionnn
Sanny25- ---
- Mensajes : 580
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Edad : 27
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Aqui al pie del cañón siguiendo otra de tus lindas historias.
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Wow! Nuevo fic! Pasaré por aquí siempre que pueda
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Sanny25 escribió:Parece muy interezante esta historia, aunque se nota que al final sete hizo un lio con los nombres y las caracteristicas de las personas, me confundio un poco.
Ya quiero ver como va ser la reaccion de San cuando vea a Brittany.
espero con ancias la contiinuacionnn
Hola Hola
Me alegra que te gustara :) y si lo lamento ya lo cambie todo !! y aqui viene :P
Saludos
Jane0_o escribió:Siguela
Saludos
Hola Hola!
Gracias por comentar :) aqui viene otro cap!
Saludos
monica.santander escribió:Aqui al pie del cañón siguiendo otra de tus lindas historias.
Saludos
Hola Hola!
Me alegra que te gusten :DDD
Saludos
Dolomiti escribió:Wow! Nuevo fic! Pasaré por aquí siempre que pueda
Hola Hola!
Ojala sea asi y te guste la historia ;)
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Capítulo 2
El partido de criquet empezaba a lastres.
Llegó cinco minutos antes y metió el coche en el aparcamiento que había junto al terreno de juego, en el centro de un enorme parque repleto de árboles.
Atravesó el césped en dirección al grupo de jugadoras reunidas junto a la valla que limitaba el campo había unos cincuenta espectadores, sentados sobre esterillas o en mesas de picnic bajo los árboles la mayoría eran amigos o parejas de las jugadoras al acercarse, Santana distinguió a Kitty y a Marley entre las dos docenas de jugadoras de los dos equipos Rachel, la capitana del equipo, pequeña , delgada y resuelta, caminaba arriba y abajo a grandes zancadas organizándolo todo.
Todas llevaban los pantalones blancos tradicionales y camisetas blancas de manga corta.
Santana sonrió Rachel se enfadaría con ella por no llevar el uniforme que tocaba con el calor que hacía, Santana había optado por unos pantalones cortos de color blanco, en lugar de los pantalones largos, y una holgada camiseta blanca sin mangas le hacía gracia que Rachel se tomara aquellos partidos de amateurs tan en serio como la mayoría de las demás, Santana los consideraba una excusa para echarse unas risas y hacer un poco de ejercicio.
Aunque, claro está, le gustaba que su equipo ganara.
Kitty le había presentado a Rachel y a su pareja, Quinn, hacía dos año querían comprar una casa y, mientras las ayudaba en la tarea, se hicieron amigas finalmente, Santana les encontró una casa fantástica que les encantó a menudo, los clientes se convertían en amigos mezclar el trabajo con la vida social era lo que más le gustaba a Santana de su profesión Rachel había formado su equipo de criquet el año anterior y durante el verano jugaban contra otros equipos de lesbianas un par de sábados al mes.
— ¿Qué tal las subastas? —le preguntó Kitty.
—Muy bien. Vino mucha gente. Mis compradores pujaron bien y los vendedores consiguieron un buen trato las dos casas se vendieron por más del precio de reserva.
—Entonces me podrás invitar a comer la semana que viene —dijo Kitty, sonriendo de oreja a oreja.
Rachel había estado hablando con la capitana del otro equipo molesta y acalorada, se plantó al lado de Santana y de las demás con un cigarrillo sin encender en la boca hacía unos meses que había dejado de fumar, pero no había dejado los cigarrillos.
—Han ganado el puto cara o cruz y, cómo no, escogen batear —dijo, malhumorada.
Las demás rezongaron les tocaría estarse de pie en el sol para atrapar las pelotas mientras el otro equipo se relajaba en la sombra y se turnaba para batear Rachel echó una ojeada a los pantalones de Santana.
— ¿Y los pantalones cortos a qué vienen, San?
Santana sonrió.
—Hace un calor que te mueres.
Rachel se sacudió el largo flequillo castaño de los ojos y se sacó el cigarrillo de la boca frunció los labios.
—No es muy profesional.
Santana soltó una risita.
—Jugamos contra las Bolleras Moteras, no contra los puñeteros West Indies.
Las demás rieron y Rachel sonrió, poco convencida.
—Venga, Rach —dijo Kitty—. No la tomes con ella. Lo que estás es celosa de ese pedazo de piernas que tiene San.
Rachel puso los ojos en blanco y tiró el cigarrillo a una papelera cercana.
—Bueno, va. Vamos allá.
Tras permanecer una hora de pie o corriendo de un lado a otro bajo un sol de justicia, Santana estaba cansada.
Despertarse temprano sin haber dormido bien, sumado a una mañana de trabajo estresante con lo que pegaba el sol, se estaba cobrando su precio era un partido lento y se distrajo contemplando la distancia el parque se extendía por la falda de la colina, hasta una estrecha franja de arbustos silvestres que bordeaban una ensenada: el estuario del río Yarra los trinos de los pájaros campana surgían de la sombría maraña de matas de melaleuca Santana se imaginó en la oscuridad de su pesadilla y una sensación helada le puso la carne de gallina ahuyentó la imagen de su mente y apartó los ojos de las sombras, hacia el cielo.
La silueta de la ciudad despuntaba por encima de los árboles un helicóptero atravesaba lentamente el cielo, borroso en la calima que rodeaba las torres de acero estaba en el aire, suspendido como un juguete diminuto colgado de un hilo, a punto de aterrizar en el helipuerto de la azotea de un edificio.
De repente, Santana sintió un leve mareo se frotó los ojos y volvió a prestarle atención al partido el otro equipo estaba bateando bien y su equipo iba perdiendo qué milagro, se dijo, echando un vistazo a sus compañeras. Todas demostraban muy poco entusiasmo, tenían los hombros hundidos y los brazos en jarras.
Algunas simplemente se miraban los pies Marley, en el extremo opuesto del terreno de juego, había decidido mandar el partido a la porra y se estaba echando una buena siesta sobre la hierba.
—Esas jodidas están reservando a Casey la Asesina' para el final, cuando vayamos ya con la lengua fuera —exclamó Kitty, irritada.
Estaba colocada en el campo cerca de Santana sacó un pañuelo de papel del bolsillo y se secó delicadamente el sudor de la cara llevaba la espesa melena recogida en lo alto de la cabeza y se iba apartando con impaciencia los mechones de pelo que le venían a los ojos justo en ese momento, batearon la pelota con un sonoro clac y ésta voló en su dirección tanto Santana como Kitty fueron por ella, pero a Santana se le escapó y rebotó en el suelo varios metros fuera de su alcance si la pelota llegaba a la valla que delimitaba el campo, el otro equipo se anotaría automáticamente cuatro entradas Kitty estaba más cerca de la pelota y se tiró encima justo antes de que llegara a la valla.
Hincando la rodilla para ponerse en pie, la lanzó con extraordinaria precisión a la wicket-keeper 'justo a tiempo de eliminar a la jugadora contraria el público la vitoreó.
Santana y Kitty chocaron los cinco.
— ¡Muy buena, k!
Kitty parecía halagada.
—Ya era hora de que elimináramos a una, joder.
Jadeando, se sacudió las briznas de hierba seca de la camiseta.
Sorprendentemente, su carmín rosa brillante seguía estando perfecto.
Santana volvió a su posición.
Eran casi las cuatro cuando Brittany entró en el aparcamiento que había junto al campo de criquet. Satisfecha de encontrar un sitio en la sombra, aparcó su BMW blanco al lado de una larga fila de motocicletas había quedado con Quinn en que vendría por la tarde, hacia última hora. Total, no tenía sentido que se diera prisa en llegar al principio del partido cuando no sabía ni una palabra de criquet.
Considerando que era un día tórrido, Brittany se había visto tentada de quedarse en casa, recostada cómodamente en una tumbona, leyendo bajo la pérgola pero les había prometido a Rachel y a Quinn que iría.
Habían insistido en que era una buena oportunidad para que conociera a sus amigas.
Y Brittany sabía que era hora de empezar a hacer vida social en Melbourne después de haber vivido en Sydney durante los últimos tres años.
Cogió una botella de Evian del asiento del pasajero y soltó un respingo por el calor al salir del coche con airea condicionado al oír una repentina explosión de aplausos, se volvió y miró hacia el parque.
Con suerte, Quinn habría cogido una de aquellas mesas bajo la sombra de los pinos.
Mientras cerraba el coche, observó con admiración el Mustang descapotable de principios de los sesenta que había aparcado al lado la capota estaba echada, sin duda para proteger del sol el inmaculado interior. Un coche sexy, pensó, sobre todo uno en tan buenas condiciones como aquél.
La brisa suave era agradable; el verde brillante de la hierba y los árboles resultaba de lo más tentador se alegraba de haber ido los últimos meses había estado muy ocupada, entre trasladarse desde Sydney y aclimatarse a la casa de alquiler y al nuevo trabajo.
Su ruptura con Diane empezaba a formar parte del pasado afortunadamente Diane la llamaba con menos frecuencia ahora que Brittany estaba lejos y, cuando llamaba, se mostraba menos difícil Brittany estaba muy contenta de haber regresado a Melbourne y sólo quería mirar al futuro.
Quinn la saludó, sonriente, desde una de las mesas que había bajo los árboles.
Ella no jugaba, pero solía ir a ver los partidos.
Brittany le dio un beso en la mejilla.
— ¿Me he perdido algo interesante? —preguntó con una amplia sonrisa, al tomar asiento.
—No, nada del otro mundo, de momento. Acabamos de eliminar a una del otro equipo, pero aún vamos perdiendo.
Quinn bebió un trago de Coca-Cola.
Brittany abrió la Evian y bebió un poco, escrutando el campo para tratar de encontrarle algún interés al juego.
Sonrió al ver a Marley en uno de los extremos, sentada en la hierba, y localizó a Kitty al otro lado.
Pero una y otra vez los ojos se le iban hacia la mujer colocada al lado de Kitty a diferencia de las demás, llevaba pantalones cortos, tan cortos que parecían ropa interior tenía unas piernas espléndidas, largas y tonificadas, los hombros rectos, las caderas afiladas Ágil y grácil a un tiempo, tenía un cuerpo atlético perfecto caminaba con una despreocupación y un aplomo que daban gusto con una mano, Brittany se retiró el cabello de los hombros y lo mantuvo en alto para que le diera el aire en el cuello, brillante de sudor.
De pronto Quinn se puso en tensión y se irguió en la silla. Un murmullo se levantó entre los espectadores.
—Ahí llega Casey 'la Asesina' —musitó en tono reverencial—. Es la mejor bateadora del equipo contrario.
Brittany miró a la mujer que entraba pesadamente en el campo y levantaba el bate. Le resultaba difícil de creer que Casey, con pinta de pesar como una tonelada, fuera una amenaza seria.
—Esa seguro que no corre muy rápido.
—No es lo bastante rápida para salvarse—repuso Quinn—. Pero no tiene que hacerlo. Le pega a la pelota con tanta fuerza que la saca del campo.
Se hizo el silencio entre la multitud. Las defensas se pusieron en tensión mientras Rachel se encaminaba lentamente a suposición en el extremo del campo, preparada para lanzar.
—Mi niña es una buena lanzadora —añadió Quinn—, pero Casey es un hueso duro de roer.
Rachel retrocedió, cogió carrerilla y lanzó. La pelota rebotó y tomó efecto delante del bate, así que Casey se vio obligada a dar un paso y blandir el bate con poco garbo. Pese a todo, le dio a la pelota y ésta salió despedida hacia arriba.
Un nuevo murmullo se levantó entre el público.
— ¡Genial! —Dijo Quinn—. ¡Tenemos una posibilidad de eliminarla!
Las defensas se movieron siguiendo la pelota Brittany se descubrió a sí misma conteniendo el aliento mientras la pelota se dirigía como una bala hacia la mujer de los pantalones cortos Quinn se levantó, emocionada.
— ¡Santana va a cogerla!
Estaba en la posición perfecta para atraparla la pelota descendió rápidamente, pero, al rozarle las manos, se desvió. Rebotó hacia arriba y la golpeó en la cara Brittany se levantó, sobresaltada, mientras Santana se tambaleaba y se llevaba las manos al rostro.
— ¡Joder! —exclamó Quinn.
Los espectadores soltaron un respingo.
Brittany sabía que las pelotas de criquet eran duras como una piedra. Otra de las defensas recogió la pelota mientras varias jugadoras se reunían alrededor de Brittany Esta salió del campo haciéndole un gesto con la mano a Kitty para que no la acompañara.
—Será mejor que vaya a ver si está bien—dijo Quinn.
—Ya voy yo —dijo Brittany—. Tengo un botiquín en el coche por si es preciso —se volvió hacia Quinn—. ¿Es amiga tuya?
—Sí, Santana López Vendrá a cenar esta noche.
Brittany se acordaba del nombre. Rachel había mencionado que había invitado a Santana López a cenar, que era una agente inmobiliaria muy buena y la persona más indicada para ayudarla a comprar un apartamento Brittany vio que Santana se sentaba en el extremo más alejado del campo, lejos del público.
El aire refrescó un poco mientras Brittany atravesaba el parque en dirección a ella.
El sol, hundiéndose cada vez más en el cielo, había perdido fuerza. Santana estaba sentada con los codos apoyados en las rodillas y la cabeza entre las manos, y Brittany temió que se hubiera hecho daño de verdad. Al acercársele, Santana levantó la vista de repente.
Era arrebatadora.
Brittany sonrió y se quitó las gafas de sol, aliviada por el hecho de que la herida no pareciera grave.
—Hola eres Santana, ¿no? Soy Brittany Pierce Menudo golpe que te han dado. He venido a ver cómo estabas.
Los ojos de Santana escrutaron el rostro de Brittany y después recorrieron fugazmente su cuerpo. Esbozó una sonrisa deslumbrante y le aparecieron dos hoyuelos a lado y lado de la boca.
—Gracias. Pero estoy bien, si es que no me muero de vergüenza por haber fallado una pelota tan fácil —su tono era informal y su voz tenía un toque ronco muy atractivo.
Tenía un pequeño corte en la ceja y le caía un hilillo de sangre.
—Has tenido suerte de que no te diera en el ojo. Soy médico. ¿Te importa si le echó un vistazo?
Santana sonrió ampliamente.
—Brittany Debes de ser la amiga de Rachel —Se movió en el asiento para dejarle sitio—. Claro, míramelo.
Brittany le sostuvo la cara con una mano y con la otra le palpó delicadamente la ceja si el impacto había sido muy fuerte, el hueso podía estar roto Santana tenía una piel perfecta; tez aceitunada, muy bronceada y brillante de sudor.
Llevaba el cabello oscuro largo y despeinado, y los ricitos húmedos se le pegaban a la piel en la frente y en la nuca Brittany podía notar su aroma salado y vital, con una seductora nota de almizcle.
Se vio cautivada por una gotita de sudor que le resbalaba por la garganta, hacia el canalillo Santana la miraba de hito en hito, imperturbable.
Tenía unos ojos cafés oscuros y largas pestañas.
Brittany carraspeó.
— ¿Te duele?
Santana sonrió.
—No, sólo escuece un poco.
Brittany se incorporó y volvió a ponerse las gafas de sol.
—No tiene mal aspecto. Se te pondrá el ojo morado, nada más. Puedo limpiarte el cortesito si quieres: tengo un botiquín en el coche.
—Gracias.
Fueron hacia el aparcamiento los espectadores se pusieron a aplaudir y las jugadoras fueron saliendo lentamente del terreno de juego.
—Creo que tu equipo ha perdido —dijo Brittany.
—Un mal día. Y yo no he sido de mucha ayuda —Santana se encogió de hombros—. Creo que tú y yo nos veremos esta noche en la cena.
Brittany sonrió mientras sacaba el botiquín de primeros auxilios del maletero.
—Sí. Parece que estábamos destinadas a encontrarnos hoy, de un modo u otro.
Kitty y Marley corrieron hacia ellas Brittany estaba limpiándole el corte cuidadosamente, con algodón y agua oxigenada Rachel parecía muy preocupada.
— ¿Estás bien, cielo?
Brittany le puso antiséptico y finalizó la cura.
Santana sonrió de oreja a oreja.
—Brittany dice que sobreviviré.
Brittany guardó el botiquín y cerró el maletero.
—Vamos a tomarnos algo frío —propuso Marley.
Fueron a reunirse con las demás, pero Santana sólo se tomó algo rápido y después se disculpó, diciendo que había tenido un día ocupado y que quería descansar un rato antes de la cena.
Bebiendo su agua a sorbitos, Brittany la siguió con la vista mientras volvía al aparcamiento Santana se detuvo para charlar un momento con algunas mujeres en el camino seguidamente, Brittany oyó un bip y los faros del Mustang azul medianoche se encendieron y apagaron justo cuando Santana llegaba hasta él.
Brittany sonrió Santana se sentó al volante, bajó la capota blanca y se puso unas gafas de sol el motor rugió vigorosamente y en un abrir y cerrar de ojos Brittany se marchó.
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Hola Hola
Muchas gracias a todas las que comentaron y les gusta la idea de la historia en este capitulo vemos el primer encuentro Brittana que les parecio ?
Espero sus comentarios!
Saludos Y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Holaaa!
Me gusto mucho este capitulo y ya aparecio Britt. Ya quiero saber que va a pasar en la cena.
Me parecia a mi o Britt ya se engancho con Santana?
Espero con ancias la continuacion!!!
Me gusto mucho este capitulo y ya aparecio Britt. Ya quiero saber que va a pasar en la cena.
Me parecia a mi o Britt ya se engancho con Santana?
Espero con ancias la continuacion!!!
Sanny25- ---
- Mensajes : 580
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Edad : 27
kamilittaz***** - Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 08/05/2014
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Que torpe San jajaja... pero valio la pena ya que conoció a Britt.
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Me encanta ya quiero leer
Sobre la cena
Saludos
Sobre la cena
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Sanny25 escribió:Holaaa!
Me gusto mucho este capitulo y ya aparecio Britt. Ya quiero saber que va a pasar en la cena.
Me parecia a mi o Britt ya se engancho con Santana?
Espero con ancias la continuacion!!!
Hola Hola!
Me alegra que te gustara ;) y jajajaja aqui viene! y mmmmmmm ya veremos :P
Saludos
kamilittaz escribió:Otro mas pls
Hola Hola!
Aqui viene ;)
Saludos
monica.santander escribió:Que torpe San jajaja... pero valio la pena ya que conoció a Britt.
Saludos
Hola Hola!
jajajajajjaja san muere por esa bola jajaja asi es ya se viene jajaja
Saludos
Jane0_o escribió:Me encanta ya quiero leer
Sobre la cena
Saludos
Hola Hola!
Me alegro qeu te gustara aqui viene el otro cap
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Capítulo 3
Santana se secó el pelo con una toalla y se examinó el ojo en el espejo del baño.
El corte apenas se notaba, pero el párpado empezaba a adoptar una tonalidad verde azulada en una profesión como la suya, en que la presencia física era tan importante, era poco probable que un ojo morado causara buena impresión a los nuevos clientes menuda faena, pensó. Pero no había nada que hacer. Se tocó con cuidado la piel sensible alrededor del ojo y recordó las manos de Brittany, delicadas y al mismo tiempo seguras.
Cuando levantó la vista y la vio acercarse, Santana creyó que alucinaba.
El viento le agitaba el pelo por delante de la cara; Brittany alzó las manos, se recogió la melena —de un hermoso tono dorado— y la dejó caer a su espalda.
El cabello le llegaba por debajo de los hombros, tenía las puntas ligeramente onduladas y se balanceaba a cada movimiento era bastante alta y llevaba unos vaqueros bajos y descoloridos, ajustados a sus sinuosas caderas por comodidad, obviamente, con el calor que hacía, llevaba desabrochado el primer botón y se vislumbraba su estómago, firme y bronceado.
Santana fue a su dormitorio y sacó un traje del armario era liviano, de color azul cobalto con un toque de brillo metálico. Se puso los pantalones ajustados y un top blanco sin mangas.
Cuando Brittany se quitó las gafas y le sonrió, Santana se quedó embobada era preciosa. La observó, esperando detectar alguna señal de interés por su parte: una sonrisa dulce y sugerente, quizás, o una caída de ojos coqueta.
Pero Brittany sólo se había mostrado simpática y amable Santana se puso una gargantilla de oro, un poco de perfume y, finalmente, la chaqueta del traje.
En la sala de estar, abrió un aparador chino lacado en negro, echó un vistazo al vino que tenía en los estantes y escogió una botella de Grange Hermitage para llevarles a Rachel y Quinn Santana decidió que Brittany no era de las que flirteaban aunque obviamente era una persona cariñosa, también se mostraba desenvuelta y segura de sí misma. Resultaba difícil imaginársela haciendo ojitos o coqueteando de todos modos, ¿qué interés iba a mostrar Brittany por ella?
Acababa de fallar una pelota que hasta una idiota cegata habría atrapado y estaba hecha una piltrafa sudorosa y mugrienta, con un ojo sangrando.
Santana cogió la cartera y las llaves, y fue abajo estaba mucho más animada ahora que había podido echar una cabezadita y se había dado una ducha bien larga, y le apetecía mucho ir a cenar.
Al menos Brittany no tenía pareja, según Kitty, y eso, para empezar, siempre facilitaba las cosas. Quizá durante la cena Brittany mostraría algún signo de interés Santana esperaba que así fuera. Hacía tiempo que no le daba verdaderamente fuerte por nadie.
Rachel y Quinn vivían en una urbanización hacia el norte, no muy lejos de Santana. Eran cerca de las ocho cuando llegó a su casa, diez minutos después a Santana le gustaba mucho aquella casa en particular. Era de la época de la Federación. Le encantaban las verandas esquinadas y los enormes ventanales que sobresalían en forma de mirador. La veranda estaba decorada con el tradicional calado verde oscuro, bordeado en bermellón.
Había sido todo un hallazgo, pensaba Santana al llamar al timbre, y seguramente a esas alturas ya habría multiplicado su valor Kitty y Marley ya se habían puesto cómodas en la sala de estar y estaban tomando una copa cuando Quinn la invitó a pasar esta volvió a la cocina y Rachel le sirvió a Santana algo de beber.
— ¿Qué tal el ojo? —Le preguntó Rachel mientras sacaba un vaso largo del congelador y servía una Heineken—. ¿Has tenido mareos o algo?
Santana cogió el vaso de cerveza.
—Gracias. No, está bien.
—Joder, déjame ver —dijo Kitty, acercándose para mirarlo mejor—.Bueno, mira, te hace juego con el vestido.
Santana rió y se sentó en el sofá Marley le dio una calada al cigarrillo y sonrió alegremente.
—Apuesto a que te dolió mucho menos después de que Brittany te lo curara —dijo Sus ojos chispearon.
Santana dio un sorbo de cerveza y esbozó una sonrisa.
—Bueno, al menos hizo que dejara de pensar en ello. — Volviéndose hacia Rachel, le preguntó—: ¿Cuánto hace quela conoces?
Rachel estaba en el aparador, descorchando una botella de vino tinto para la cena.
—Desde la Facultad de Medicina, unos doce años. Gracias por el Grange. Creo que lo abriré... No vale la pena que lo dejemos para luego. —Miró a Santana por encima del hombro—. A lo mejor recuerdas haberme oído hablar de la casa que tiene una amiga en el campo, donde Q y yo vamos a veces durante los tres años que ha estado en Sydney, venía de vez en cuando y entonces íbamos a pasar el fin de semana allí.
A Santana le sonaba vagamente haber oído mencionar la casa a Rachel una o dos veces, pero definitivamente no había dicho nada sobre su preciosa propietaria.
— ¿Cómo es que ha vuelto a Melbourne?
—Se fue a Sydney para vivir con su novia, Diane. Rompieron hace seis meses, así que ha vuelto. —Sonó el timbre—. Debe de ser ella.
Rachel fue a abrir la puerta.
—Es guapísima, como te dije, ¿verdad, San? —dijo Kitty.
Santana y Marley se miraron y pusieron los ojos en blanco. Deseosa de verla sentarla cabeza, Kitty estaba empeñada en encontrarle a Santana su media naranja evidentemente, Brittany era su nueva candidata para el puesto. Lo que Kitty no entendía era que «sentar la cabeza» era lo último en lo que pensaba Santana.
—Sí, Ki —Santana sonrió—Es guapísima, tal como dijiste.
A Santana se le aceleró el pulso al percibir el sensual sonido de la voz, profunda y aterciopelada, de Brittany en el recibidor cuando Brittany entró en la sala, Santana no pudo evitar ponerse en pie al instante para recibirla. ¡Dios!
Guapísima era decir poco. Era esbelta y llevaba unos pantalones negros a medida y una elegante camisola negra escotada y bordada con pedrería. La melena, de un tono dorado se derramaba sobre sus hombros. Y tenía una sonrisa que cortaba la respiración.
Por un instante, el desparpajo habitual de Santana se tambaleó cuando una sonriente Brittany la miró a los ojos con una franqueza arrebatadora.
—Veo que el ojo se te está empezando aponer morado.
Santana recuperó la compostura y se encogió de hombros, sin darle importancia.
— ¿Qué se le va a hacer? —Dijo, con una mueca—. Tendré que aguantarme e ir por ahí con pinta de boxeadora durante un par de semanas.
Santana rió entre dientes. Tenía los labios húmedos y jugosos, pintados de un beige rosado. Su mirada directa al recorrer el rostro de Santana le supo cómo una caricia Santana estaba paralizada.
—No, no creo —musitó Brittany.
—Solo gin con tónica, cariño —dijo Rachel, pasándole a Brittany una copa color rubí en la que tintineaban cubitos de hielo.
Rachel las dejó para ayudar a Quinn en la cocina Brittany se alejó de Santana para tomar asiento y ésta aspiró el delicado y seductor perfume que quedó flotando en su estela Brittany cogió su bebida de la mesita y dio un trago.
— ¿Y qué tal por Melbourne, ahora que has vuelto definitivamente?
Brittany se reclinó en el sofá y cruzó sus largas piernas.
—Genial. Me encanta la clínica North Melbourne. Ha sido una suerte que Rachel pudiera conseguirme el trabajo uno de los médicos dejaba el puesto y yo regresaba, así que llegué en el momento oportuno.
—Aparte, Mar dice que no te faltan pacientes —apuntó Kitty, sonriendo de oreja a oreja—. Dice que no hay lesbiana de Melbourne que no haga cola para conocer a esa doctora nueva tan mona que ha venido de Sydney.
Brittany sonrió y sacudió la cabeza, quitándole importancia al comentario.
Las demás rieron.
—No te creas —dijo Brittany—. Pero es fantástico que nos dediquemos sobre todo a la comunidad gay. La mayoría de mis pacientes son lesbianas. Hizo una pausa para dar un sorbo de Sloe gin.
A Santana no le costaba imaginarse a lesbianas de toda la ciudad inventándose cualquier tipo de enfermedad para pasar diez minutos con Brittany Casi deseaba que alguna pelota de criquet apareciera volando de la nada y le diera en el otro ojo, sólo para que Brittany volviera a tocarla.
—Y a diferencia de la consulta donde trabajaba en Sydney, en nuestra clínica practicamos una visión holística de la medicina que me gusta mucho. Es maravilloso contar con una fisioterapeuta y masajista como Mar, y también tenemos a una experta en acupuntura.
—Pronto tendremos reflexóloga —añadió Marley—. Atendemos a muchos enfermos de sida y los tratamientos alternativos les suelen ir muy bien.
Rachel entró a anunciarles que la cena estaba lista y todas pasaron al comedor contiguo Quinn colocó en el centro dela mesa una enorme empanada dorada que olía a las mil maravillas y Rachel sirvió el vino.
—Me encanta cenar aquí —afirmó Santana— Quinn siempre cocina las cosas que más me gustan: comida casera.
Brittany parecía estar divirtiéndose.
— ¿Comida casera?
—Sí, ya sabes. Empanada, pudín..., cosas de ésas —sonrió Santana—. Los fideos soba, las setas shiitake, el tofu, las algas secas: todo tiene su encanto, pero de vez en cuando me muero por comida de verdad.
— ¿Porque te recuerda tu infancia?
—No, por Dios. Tuve una colección de niñeras y amas de llaves de todas las nacionalidades imaginables. Hacían la comida que sabían hacer y solo comía cosas como ésta en casa de mi tía.
—Parece una infancia interesante.
«Interesante» era una manera de decirlo, pensó Santana con amargura Quinn empezó a servir la empanada. Bajo la masa hojaldrada había un relleno de pollo, puerros y setas en salsa de vino blanco.
—Y especialmente para Santana —dijo Quinn—. De postre, he hecho un pudín de chocolate al vapor.
Santana gimió de placer.
—Qué pedazo de mujer. Si no estuvieras casada ya, me casaría contigo yo misma.
Marley soltó una risita.
—Eso sí que sería un acontecimiento —se volvió hacia Santana—. Ya hemos perdido la esperanza de que Santana vaya con alguien en serio. Hemos perdido la cuenta de sus conquistas. A saber de dónde las saca.
Las demás rieron mientras Santana se avergonzaba internamente sabía que los comentarios de Marley iban en broma y normalmente también ella se habría reído. Pero instintivamente sintió que las palabras de Marley no iban a causar la mejor de las impresiones a Brittany, que digamos. Y Santana quería que se llevara una buena impresión de ella.
Además, no era cierto los últimos meses había estado algo inquieta y más nerviosa que de costumbre, desde que los recuerdos del pasado merodeaban por los rincones de su mente como arpías chismosas, así que no había estado de humor para salir con nadie.
Con una sonrisa relajada, se dirigió a Brittany, que estaba sentada enfrente.
—Eso es una total exageración, No le hagas caso.
Brittany asintió y esbozó una sonrisa de cortesía su rostro reflejaba algo peor que una mala impresión. ¡Reflejaba indiferencia! Dio un sorbo de su Grange Hermitage.
—Buen vino —comentó, sin dirigirse a nadie en particular.
Santana era incapaz de leer los pensamientos de Brittany y eso la preocupaba Habitualmente le era fácil captar lo que una mujer sentía por ella.
A veces las miradas de Brittany parecían de deseo, otras veces de indiferencia.
En cualquier otro momento no le habría dado más vueltas le gustaba detectar señales claras de la atracción que una mujer pudiera sentir por ella antes de ir más lejos. Siempre procuraba no meterse en aventuras serias y nunca iba detrás de nadie. Nunca daba el primer paso en una aventura y así se quitaba de encima la responsabilidad y el sentimiento de culpa, porque casi siempre era ella la que la terminaba.
Pero Brittany no era una mujer corriente y Santana se sentía atraída por la ambigüedad de su conducta. Combinaba un poderoso sex-appeal terrenal y una elegancia casi etérea. Era un reto fascinante. Por alguna razón, gustarle a Brittany se había convertido en algo de vital importancia.
—Qué pastel más jodídamente delicioso Q —saltó Kitty, entusiasmada.
Santana vio que Brittany miraba a Kitty, intrigada, por el rabillo del ojo Kitty se apartó los rizos de los hombros con un gesto rápido y bebió un delicado sorbo de vino sin tan siquiera correrse el carmín Rachel trajo a la mesa unas bandejas de crema de nueces y calabaza al horno, patatas y espinacas revueltas con piñones tostados.
— ¡Ñam! —Exclamó Kitty—. Mira que me encantan las jodidas espinacas.
Los labios de Brittany se curvaron en una sonrisita. Apartó la vista de Kitty y se concentró en su copa de vino, mientras la hacía girar lentamente por el pie.
Aparentemente estaba absorta en los reflejos rubíes del vino a la luz de las velas, pero en realidad parecía estar aguantándose la risa.
Santana sonrió para sí Brittany casi no conocía a Kitty y sin duda aún estaba en la fase de: « ¡Dios Santo! ¿De verdad ha dicho lo que creo que ha dicho?». Por supuesto, nadie más en la mesa le daba ya la menor importancia a los comentarios de Kitty Pero, a lo largo de los años, Santana se había divertido mucho a costa de las no iniciadas, que se quedaban con la boca abierta cuando Kitty —con una voz suave y dulce como la lluvia de primavera—blasfemaba como un carretero en los momentos más inoportunos.
—San—dijo Rachel—, Brittany está buscando un apartamento y le he dicho que tú eras la persona más indicada para ayudarla.
Santana notó un cosquilleo de expectación delicioso. La idea de llamar a Brittany y pedirle una cita cada vez pintaba peor; pero enseñarle casas erala excusa perfecta para pasar tiempo con ella.
Brittany sonrió.
—Algo pequeño. Tengo una casa en el campo y paso allí la mayoría de los fines de semana, así que quiero un sitio en la ciudad que no me dé mucho trabajo.
—Será un placer ayudarte. —Santana mantuvo un tono neutro, porque no quería parecer demasiado emocionada—. Sé de un promotor que está rehabilitando una antigua mansión victoriana para hacer estudios a lo mejor te interesan. Es un edificio precioso en una finca enorme de Carlton. Se puede ir andando desde el centro. Además, es una buena inversión.
Brittany parecía muy interesada.
— ¡Suena genial! Ahora tengo alquilada una casita en Carlton. Me encanta la zona.
Santana asintió.
—Un montón de italianos buenísimos..., tiendas fantásticas. ¿Qué tal si te llamo en un par de días? Podría pasar a recogerte por la clínica, el miércoles, por ejemplo, nos damos una vuelta y te enseño unos cuantos sitios.
—Fantástico. Me encantaría. Gracias.
Santana notó que el corazón se le ponía a cien cuando Brittany le dedicó una cálida sonrisa ella se la devolvió.
Cuando todas acabaron el plato fuerte, Quinn y Rachel empezaron a recoger la mesa Marley sacó un paquete de cigarrillos y le ofreció a Kitty y a Brittany Para sorpresa de Santana, Brittany aceptó uno.
Antes, en la sala de estar con las demás, no había fumado. Otra enigmática contradicción.
Más que nada, no tenía aspecto de ser la típica fumadora. Pero el caso es que pasó el brazo por el respaldo de la silla e inhaló profundamente, con un placer que saltaba a la vista. El humo caracoleó y desapareció en su garganta, para volver a emerger entre sus labios finos y húmedos como una caprichosa corriente de plata.
Santana la miraba hechizada.
¿Cómo se las arreglaba Brittany para que algo tan ordinario pareciera tan erótico?
Sostenía el cigarrillo entre los dedos, finos y elegantes, con las uñas pintadas del mismo tono beige rosado que lucía en sus labios.
Echó la cabeza hacia atrás, se pasó la mano libre por el largo y reluciente cabello, se lo recogió y después lo dejó caer por detrás de los hombros como una cascada reluciente.
Sus sencillos pendientes de perlas emitían un resplandor nacarado que contrastaba con su radiante piel blanca.
Rachel volvió a la sala con más copas y una botella de vino de postre Santana atendía a la conversación de las demás sólo a medias, sin quitarle el ojo de encima a Brittany Se preguntaba cómo sería besar aquella boca exquisita y abrazar aquel cuerpo tan bello.
¿Qué clase de amante sería Brittany? ¿Se derretiría en sus brazos entre jadeos y gemidos, completamente entregada? ¿Ola fulminaría con sus afilados ojos color azul y le susurraría con aquella voz tan sexy, en tono exigente o incluso dominador? ¡Qué dilema más maravilloso! Santana no podía decidirse.
¡Dios! Cerró los ojos, aturdida momentáneamente por un fuego erótico inesperado que la recorrió de arriba abajo. ¿Qué estaba haciendo? Inspiró profundamente y volvió a la realidad.
De golpe, se dio cuenta, horrorizada, de que Brittany la estaba mirando Santana se había quedado embobada con ella como una idiota Brittany tenía las cejas algo enarcadas, mostrando una expresión inquisitiva, como si esperara que Santana fuera a decirle algo.
Esperando que Brittany no pudiera leerle la mente, Santana tragó saliva y buscó desesperadamente algo que decir.
—Humm..., creía que hoy en día los médicos estaban en contra del tabaco —carraspeó—. Se supone que es malo para la salud..., ya sabes.
— ¡Venga ya, San! —Dijo Kitty—. Hay un montón de cosas que te joden la salud.
—Sí —corroboró Marley—. Incluso follar, según algunos.
Todas rieron Rachel sirvió el vino de postre.
—Sólo fuma de vez en cuando. Ojalá yo pudiera hacer eso.
Brittany dio una calada al cigarrillo y le sonrió a Santana.
— ¿Te preocupa que sea malo para tu salud que yo fume? — sugirió, provocativa.
Santana sonrió ampliamente.
—Pues sí, de hecho me preocupa estás tan sexy haciendo eso que tengo miedo de desmayarme, caerme de la silla y darme de cabeza contra el mármol de la chimenea. —Las demás rieron de nuevo—. Y no creo que mi cabeza soportara más golpes por hoy.
Brittany le sostuvo la mirada y sus ojos relampaguearon por debajo de las risas y por debajo de su propia respiración, musitó:
—Bueno, pues será mejor que te agarres al asiento.
Santana estaba perdiendo la cabeza en aquellos ojos líquidos, insondables.
Tenía que llegar hasta el fondo de aquella mujer tan fascinante. Tenía que conocerla. Y tenía que ir con cuidado.
Quinn volvió a la sala llevando orgullosa un magistral pudín de chocolate en una bandeja de plata.
Estaba recubierto de una brillante salsa de chocolate y olía de maravilla Santana recibió la interrupción con alivio y la conversación general fue por otros.
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Hola Hola
Perdon por la demora mi internet esta un poco malo y se me dificulta estar actualizando pero pronto lo arreglaran :D pero por ahorita les traigo un nuevo capitulo!
Espero sus comentarios de si la historia les esta gustando
Saludos y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Me gusto mucho este capituloo!!! Dios me parece que la que se engancho fue Santana no Britt, pero que pensara Britt de todo esto?? Se interesa un poco por San??
Muy buen capitulo, me encanto como va yendo esta historia
Muy buen capitulo, me encanto como va yendo esta historia
Sanny25- ---
- Mensajes : 580
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Me encanto!! Otro por fa
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Coincido!! Ahí la interesada es san jaja y britt de momento como que no tanto actualiza pronto tal parece que las cosas estarán interesantes saludines dani!!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Me gusta mucho la historia!!
Actualiza pronto!!
Feliz Año Nuevo!!
Actualiza pronto!!
Feliz Año Nuevo!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Sanny25 escribió:Me gusto mucho este capituloo!!! Dios me parece que la que se engancho fue Santana no Britt, pero que pensara Britt de todo esto?? Se interesa un poco por San??
Muy buen capitulo, me encanto como va yendo esta historia
Canek escribió:Me encanto!! Otro por fa
Dolomiti escribió:Coincido!! Ahí la interesada es san jaja y britt de momento como que no tanto actualiza pronto tal parece que las cosas estarán interesantes saludines dani!!
monica.santander escribió:Me gusta mucho la historia!!
Actualiza pronto!!
Feliz Año Nuevo!!
jas2602 escribió:
GRACIAS POR COMENTAR PERDON POR LA TARDANZA !!!
GRACIAS POR COMENTAR PASO RAPIDO
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Capítulo 4
El miércoles siguiente, a las cuatro y media de la tarde, Santana abría la puerta de una lujosa casa adosada y desconectaba el sistema de alarma.
Había quedado con un posible comprador para enseñarle la casa era una casa que daba gusto visitar.
Pertenecía a dos mujeres que vivían en el extranjero y estaba siempre inmaculada. No como otros sitios, a los que Santana tenía que asegurarse de llegar con tiempo para adecentar las cosas antes de que llegara el cliente.
Más de una vez, esconder el plato del perro debajo del fregadero, vaciar ceniceros, meter ropa debajo de los muebles e incluso echar la colcha por encima de camas sin hacer formaba parte del trabajo. La sacaba de quicio que hubiera personas tan dejadas, especialmente cuando intentaban vender sus casas.
Puso bien las sillas del comedor y recolocó el centro de mesa peruano: mejor un poco descentrado.
Era un edificio moderno, de habitaciones pequeñas —Santana las detestaba—, pero las puertas acristaladas compensaban las deficiencias, pensó.
Ocupaban la mayor parte de la pared dela sala de estar y daban a una balconada con vistas al parque. Eran impresionantes y gracias a ellas los techos bajos pasaban casi inadvertidos.
Abrió las cristaleras y dejó que entrara el aire fresco.
Le echó un ojo al reloj y esperó que su cliente no se retrasara a las cinco y cuarto tenía que recoger a Brittany en la clínica para enseñarle algunos apartamentos y estaba impaciente por volver a verla. No había pensado en otra cosa desde la cena del sábado. No era normal en ella sentirse tan atraída por alguien y eso la preocupaba un poco, pero hacía meses que no estaba de tan buen humor.
Una aventura excitante con una mujer sexy como Brittany devolvería el equilibrio a su vida. Sólo tenía que averiguar si Brittany sentía lo mismo. Con un poco de suerte accedería a tomarse algo con ella más tarde, puede que incluso cenaran juntas al menos, Brittany había dado muestras de que ella le gustaba, así que Santana parecía tener confianza en que aceptaría la invitación.
Le sonó el teléfono era Kurt.
— ¿Te acuerdas de aquella casa eduardina tan mona que nos enseñaste, querida? La que tenía aquel desván tan ideal. Nos parece perfecta. ¿Crees que podrías arreglar un poco el precio?
Santana gruñó para sí. Kurt y Robert habían insistido en visitar aquella casa, pero estaba muy por encima de su presupuesto.
—Verás, ya sé qué queréis tener dos baños y una cocina de diseño, pero el garaje triple, la piscina climatizada y los cinco dormitorios hacen que resulte una elección bastante cara.
—Pero es que a Robert le encanta —gimoteó Kurt—. ¿No podrías hablar con el propietario?
A menudo, los vendedores aceptaban una buena oferta antes de llegar a subasta, pero ningún propietario en su sano juicio consideraría vender por cincuenta de los grandes menos del precio de reserva fijado antes de la subasta. Sin embargo, la palabra «no» no existía en el vocabulario de un buena gente de ventas.
—Por supuesto. Veré qué puedo hacer.
Brittany levantó la vista cuando entró una mujer por la puerta abierta. Había llegado su cliente.
Enseguida, Santana se fijó en que era muy guapa de cara, llevaba un vestido cortísimo y tenía las piernas bonitas. Le dedicó una sonrisa afable. ¿Lesbiana?, se preguntó. Los ojos de la mujer la repasaron de arriba abajo; se pasó las manos por el largo cabello negro y le sonrió con coquetería.
Al parecer sí lo era.
—Kurt, mientras tanto, ¿por qué no volvéis a pensaros los otros sitios que os enseñé? Quizá podríais considerar la posibilidad de hacer reformas para dejarlos a vuestro gusto.
De momento Kurt se contentó con eso.
Santana le prometió que lo llamaría al cabo de unos días y se despidió. Entretanto, la mujer había ido paseando distraídamente hasta las puertas acristaladas y contemplaba las vistas.
Santana le tendió la mano, sin dejar de sonreír.
—Tina, soy Santana López. Encantada de conocerte.
—Un placer —ronroneó Tina, aceptando la mano de Santana Sus labios eran rojos y brillantes—. Este sitio es precioso.
Santana le dio una vuelta por la casa mientras hablaban sobre lo que Tina estaba dispuesta a gastarse y sobre lo que quería encontrar. Tina dijo que se lo pensaría y le dio las gracias por la visita Santana la acompañó hasta la puerta. Allí, Tina se detuvo y le dio una tarjeta.
— ¿Por qué no me llamas? —Le dijo— Podemos tomar una copa o algo, hablar de casas... —Sonrió—. O hacer otra cosa.
Santana echó un vistazo a la tarjeta.
Aquel comentario la había cogido de improviso.
—Claro. Gracias.
Una mujer que va directa al grano, pensó.
—Parece que has tenido algún que otro contratiempo.
Tina miraba su ojo morado Santana sonrió alegremente.
—Criquet.
Tina asintió, le dedicó una sonrisa de despedida y se marchó Santana cerró la casa y se dirigió a la clínica North Melbourne.
Cerca de las siete, Brittany y Santana llegaron al Café Q.
—Me extraña que Rachel todavía no te haya traído aquí — comentó Santana al acercarse a la barra—. Creo que me paso media vida aquí.
A Brittany le habían gustado mucho los cuatro apartamentos que Joanna le había enseñado. Sin prisas, Santana le había explicado solícita las ventajas y el potencial de inversión de cada uno.
Estaba claro que tenía buen ojo para el diseño y conocía bien su profesión el sábado anterior, Santana había resultado ser una compañía encantadora y muy agradable con frecuencia, durante lacena, había mirado a Brittany de manera abiertamente sexual aquella tarde no había sido diferente. Para Brittany, la actitud despreocupada de Santana y su espectacular atractivo eran de lo más sugerente.
—Hola, San —la saludó un hombre detrás de la barra.
Santana le presentó a Steve, el propietario del café. Pidió Sloe gin para Brittany y Barbados con hielo para ella.
Steve se interesó por el trabajo de Santana y les sirvió las bebidas. Mientras charlaban un rato, Brittany se apoyó en el respaldo del taburete e inspeccionó el local.
La barra, rodeada de taburetes, estaba en el centro de una gran estancia. El resto del espacio lo ocupaban mesas y sillas de madera clara, estilo italiano, sencillo y de líneas rectas. La parte de delante era una enorme cristalera inclinada contra el techo, de modo que el café daba a la calle cuán ancho era.
Del techo pendían ventiladores de madera, que giraban lentamente. Las paredes eran de ladrillo rojo, al descubierto en algunas partes, y recubiertas de yeso esponjado en ocre.
Un aire grunge de alto standing, cuidado hasta el más mínimo detalle, pensó Brittany.
Pero estaba bien pensado y le gustaba el ambiente. El menú se exhibía en grandes pizarras; Barbra Streisand los arrullaba desde los altavoces.
Justo cuando Santana le pasaba su bebida, entraron dos mujeres, vestidas de cuero y con cascos de moto bajo el brazo. Saludaron a Santana calurosamente y ella bajó del taburete y les dio un abrazo. Se las presentó a Brittany: eran Bev y Sandy.
—He aquí a dos integrantes de ese tremendo equipo que nos arrolló el sábado —dijo Santana con una amplia sonrisa.
—Casey se siente un poco culpable por lo de tu ojo —le dijo Bev.
Santana rió ligeramente.
— ¿Por qué será que no me lo creo?
Sandy le dio un repaso de la cabeza a los pies.
— ¿Cuándo entrarás en razón, San, y te comprarás una moto a juego con la ropa que llevas?
— ¿Una moto? ¿Teniendo un Mustang clásico?
Las demás rieron. Sonriendo para sus adentros, Brittany observó a Santana.
Llevaba unos elegantes pantalones ajustados de cuero negro, una camiseta de seda plateada con escote de pico y la chaqueta de piel alrededor de las caderas, con las mangas atadas a la cintura era la personificación de la informalidad con estilo aunque no resultaba difícil imaginarla a lomos de una Harley, le vino a la mente con más fuerza su imagen posando indolente en un anuncio de Calvin Klein.
Bev y Sandy fueron a sentarse a una mesa con unas amigas.
—Vamos a coger una mesa antes de que esto se llene — sugirió Santana—. ¿Te pido otra de esas copas rojas tan lindas?
Cautivada momentáneamente por su sonrisa, Brittany se descubrió a sí misma mirando fijamente la boca de Santana.
Sus labios eran de un rosa intenso, eran carnosos y tenían una bonita forma.
Tenía, además, dos pequeños hoyuelos irresistibles, que quedaban adorables sobre sus facciones bien definidas.
—Sí, gracias —dijo Brittany alegremente, con la esperanza de que su mirada no hubiera sido evidente.
Estaba decidida a mantener a raya su deseo y no alentar el aparente interés de Santana los comentarios que habían surgido durante la cena sobre las múltiples conquistas de Santana no habían hecho más que confirmar su primera corazonada ya se había dado cuenta durante el partido de criquet, cuando Santana se la había comido con aquellos ojos cafés lo había notado en su comportamiento, en su forma de andar tenía un ligero aire de arrogancia, pero quedaba compensado por su amabilidad y sencillez además, un toque de arrogancia, cuando se sabe llevar, es algo que Brittany siempre había encontrado muy atractivo en una mujer.
Lo sabía todo sobre las mujeres guapas y encantadoras que tienen una sonrisa para quitar el sentido y a las que les gusta vivir sin ataduras. Y ya había tenido bastante con ellas. Ser amiga de Santana sería genial, pero nada más.
Se llevaron las bebidas a una mesa cerca de la entrada fuera todavía era de día y la calle estaba llena de gente que curioseaba los menús en los escaparates de los restaurantes y los cafés, para decidir dónde cenar.
Al parecer, bastantes personas, en su mayoría gays, elegían el Café Q.
—Gracias por acompañarme hoy —dijo Brittany—. Los apartamentos que has elegido son justo lo que busco.
—No hay de qué. Pero espero que no te corra mucha prisa comprar. Cada día salen sitios nuevos y seguro que en unos meses podremos encontrar algo perfecto para ti.
Brittany sonrió.
—Intentaré tener paciencia, pero la verdad es que soy bastante impulsiva.
Santana le sostuvo la mirada mientras se mojaba los labios con su bebida.
Arqueó levemente una ceja.
— ¿Ah, sí?
Hablaba en voz baja y suave, con un tono provocativo un leve cosquilleo de deseo advirtió a Brittany que debía dominarse.
— ¿Qué hay, Santana?
Una atractiva mujer se detuvo junto a su mesa Brittany se alegró de la interrupción.
Había cierta intimidad en la manera en que la mujer miraba a Santana.
—Cuánto tiempo.
Brittany supuso que habían sido amantes.
Santana se levantó con una cálida sonrisa en los labios y la besó en la mejilla.
—Me alegro de verte, Linda. Sí que ha pasado mucho tiempo. Tenemos que quedar y ponernos al día.
Linda sonrió con amabilidad a Brittany cuando Santana las presentó y después las dejó para dirigirse a la barra.
—Veo que conoces a mucha gente.
—Es por el trabajo. —Santana meneó su vaso y los cubitos de hielo tintinearon—. Además, paso mucho tiempo aquí como aquí muchas veces, quedo con los clientes para tomar algo, ya sabes acabas conociendo a la gente.
El camarero les trajo otra ronda.
— ¿Te apetece cenar? —preguntó Santana.
El café estaba cada vez más lleno de gente y reinaba una alegre algarabía.
Afuera oscurecía y el aire fresco se colaba en el interior; la iluminación era suave y acogedora.
Brittany sonrió.
— ¿Por qué no?
Rápidamente, echaron un ojo al menú dela pizarra y pidieron la comida al camarero, incluida una botella de Chenin Blanc.
Santana acarició el vaso y le quitó la condensación tenía unas manos bonitas, con las uñas cortas y bien cuidadas llevaba finos anillos de oro en casi todos los dedos, incluido el pulgar izquierdo.
—Ya veo que te encanta tu trabajo ¿Cómo te metiste en el negocio inmobiliario?
—Por casualidad, la verdad, a través de una persona que conocí acababa de dejar la carrera de Bellas Artes me moría de aburrimiento y tenía unas ganas locas de independizarme económicamente de mi padre quería algo que supusiera un desafío para mí, que me diera un poco de libertad empecé a trabajar con un amigo a media jornada hace unos catorce años y me pareció muy interesante me fui formando mientras aprendía el negocio en mi puesto de ahora soy bastante independiente. —Dio un sorbo de ron y sonrió—. Voy y vengo cuando quiero, cierro mis tratos, llevo mi propio marketing. Si lo hago bien, la recompensa económica es buena. Si no soy lo bastante cuidadosa o no trabajo lo suficientemente duro, pierdo dinero. —Se encogió de hombros—. Así es como me gusta.
— ¿Tu familia se enfadó cuando dejaste la universidad?
Santana rió entre dientes.
—A mi padre le dio un ataque no es que antes nos lleváramos bien, pero aquello fue prácticamente la gota que colmó el vaso.
Santana se acabó el Barbados.
Brittany compuso una mueca.
— ¿Y cuál fue la gota que colmó el vaso?
—Contarle que era lesbiana hace diez años. —Dejó el vaso vacío a un lado—.No he vuelto a verlo desde entonces.
Lo dijo con cara de indiferencia Brittany tampoco había estado nunca muy unida a sus padres, pero no había tenido ningún conflicto con ellos, como estaba claro que le había pasado a Santana.
—Después de irme de casa, pasaba a verlo alguna que otra vez. No teníamos nada en común y nunca me importó demasiado. Más que nada, pensaba que tenía que seguir en contacto. —Se encogió de hombros de nuevo—. Era joven y puede que aún buscara alguna señal de aprobación por su parte. Lo delas inmobiliarias empezaba a irme muy bien y me había comprado mi primer apartamento. Pero la última vez que fui a verlo empezó a despotricar sobre que estaba desperdiciando mi vida, que tendría que haber acabado la universidad, que lo había decepcionado... Ya sabes, esa clase de cosas siempre se quejaba de lo mismo y normalmente yo lo ignoraba. Pero ese día me harté. Le dije que me iba muy bien, que vivía como yo quería y que, además, era lesbiana y que ya podía pensar de ello lo que le diera la gana. —Santana soltó una risita—. Nunca había visto semejante cara de espanto en la vida ¡Pensé que le iba a dar un infarto! Dijo que estaba escandalizado, horrorizado..., cosas así. Sea como sea me hizo despertar era un viejo cabrón, siempre lo había sido, y no le debía nada ese día me dio la excusa para borrarlo de mi vida probablemente la estaba esperando parece que a él ya le está bien así: no me ha llamado ni una vez.
Santana hablaba sin rastro de amargura, en un tono relajado y práctico pero era evidente que había tenido una vida familiar agitada.
A Brittany le picó la curiosidad.
El camarero les trajo la cena: rísotto con tomates secados al sol y setas para Santana y ensalada dé pollo caliente con croutons para Brittany les sirvió vino y dejó la botella en una cubitera.
— ¿También trabajas con Rachel en esa otra clínica de la periferia, al oeste? —preguntó Santana.
—Ah, sí. El Centro de Emergencias. Las dos trabajamos allí, pero sólo una noche por semana.
—Tiene pinta de ser un sitio deprimente y peligroso.
—Lo es al principio fue un shock para mí Rachel me pidió que fuera es una doctora fabulosa, muy generosa con su tiempo. Al ser una clínica gratuita, las condiciones son muy malas y el sueldo es terrible, pero Rachel se dedica en cuerpo y alma a hacer todo lo que puede por los pacientes. La abrieron para compensar la falta de hospitales y ambulatorios en esa zona dejada de la mano de Dios. No es suficiente, pero es mejor que nada. Eso sí, les cuesta que los médicos se queden. Siempre acaban marchándose.
Santana la miraba fijamente, con expresión atenta y pensativa con el pulgar, se acariciaba lenta y distraídamente la línea del labio inferior.
Una boca para besar, pensó Brittany Desvió la mirada, bebió un sorbo de vino y se centró para continuar hablando:
—Nunca sabes lo que puede pasar. Nos llegan casos de sobredosis, gente que se ha liado a navajazos en una pelea, a veces víctimas de violación. Los habituales son niños de la calle.
Tienen todo tipo de problemas de salud y sufren toda clase de maltratos. Más que por cualquier otra cosa, si sigo allí es por ellos. —Santana volvió a llenar las copas su top plateado refulgía con brillos metálicos sobre su piel aceitunada—.Las ambulancias se pasan toda la noche entrando y saliendo, y se llevan los casos más graves a los hospitales de la ciudad. Y también está ahí la policía, claro, buscando drogadictos y criminales.
Brittany se detuvo, pensando en los chavales que veía regularmente, algunos de no más de doce o trece años al principio no se fiaban de ella, se mostraban hostiles y no querían colaborar pero con el paso del tiempo empezaron a abrirse a ella y a responderle con sonrisas confiadas y afectuosas, que revelaban la inocencia que les quedaba, y se ganaron su corazón.
Algunos iban al centro las noches que trabajaba sólo por charlar con ella. En el centro había un baño y, cuando se dejaban, los ayudaba a lavarse, hacía unas cuantas llamadas para encontrarles un albergue donde pasar la noche y los aconsejaba sobre el sexo seguro y el consumo de drogas.
Muchas veces sus historias, su honradez y su sentido del humor le habían abierto los ojos. Cuando aprendió a mirar más allá de las ideas preconcebidas y suponer a las personas de verdad, descubrió en ellas una tenacidad y un optimismo extraordinarios. Aprendió que las cosas no son siempre lo que parecen.
La alegraba mucho saber que en algunos casos había contribuido a cambiar las cosas hacía algunas semanas había conseguido, con la ayuda de una asistenta social que conocía, encontrarle una buena familia de acogida a una niña de doce años que se había escapado de casa y que estaba desesperada por tener una familia estable.
—No creo que pudiera soportarlo más de una vez por semana, pero hasta cierto punto me gusta el trabajo que hago. —Brittany sonrió—Rachel también ayuda a que sea un poco más divertido.
Santana asintió y después se quedó con la mirada fija en algún punto indeterminado del local, mientras se retorcía lentamente uno de los pendientes de oro la luz de los candelabros de la pared arrojaba un suave resplandor sobre su rostro su mandíbula firme, sus pómulos y sus largas pestañas estaban definidas, medio en luz, medio en sombras.
Era todo un misterio. ¿Por qué encontraría aquella cualidad tan tentadora?, se preguntó Brittany.
Las palabras que no se decían, las miradas perdidas en lugares lejanos y desconocidos, la insinuación de un secreto que descubrir: esas cosas siempre la fascinaban apartando la vista, se acabó el vino de un trago ese era el peligro: justo lo que trataba de evitar era lo que más la atraía.
Santana se volvió hacia ella con una sonrisa.
—Bueno, cuéntame eso de que tienes una casa en el campo suena genial.
—Era la casa de mis padres. Los dos murieron hace cuatro años, así que la casa pasó a mi hermano Sam y a mí él vive en Singapur, por lo que nunca la usa antes era una granja, una hacienda enorme donde criaban ovejas, pero la dividieron años antes de que mis padres la compraran ahora la casa tiene veinticinco acres y linda con un parque natural.
Está a una hora y media al norte de Melbourne. —Sonrió—. A ti te interesa la arquitectura: seguro que te gustaría. Tiene ciento veinte años y mis padres la restauraron.
Santana la miró con ojos soñadores.
— ¿Tejado de chapa y verandas alrededor? —Brittany asintió— La casa de mis tíos es como ésa. Antes las construían así. Cuando era pequeña iba a pasar las vacaciones con ellos.
Santana se quedó con la mirada fija en el fondo de la copa mientras la hacía girar sobre la mesa.
—Me encantaba estar allí —murmuró.
Permaneció en silencio unos instantes, sumida en sus pensamientos entonces alzó la vista con ánimo.
—Debe de ser difícil mantenerla en condiciones viviendo en la ciudad ¿Cómo te las arreglabas cuando vivías en Sydney?
—Tengo un acuerdo con una mujer que vive en la ciudad de al lado. Va de vez en cuando a limpiar, lavar y planchar las sábanas, las toallas y eso. Y la pareja que vive en la finca de al lado lleva sus caballos a la mía y así la hierba no crece demasiado. Me dejan montar de vez en cuando y a mí me encanta. Tengo unas cuantas sillas de montar en el garaje.
Santana asintió, sin perderse palabra.
—Rachel y Quinn vendrán a pasar este fin de semana no, el otro. ¿Por qué no vienes tú también?
Santana se mostró encantada.
—Sería fantástico, Gracias.
El camarero vino y retiró los platos dela mesa.
— ¿Quieres postre? —Preguntó Santana— Tienen un pudín de melaza con natillas super pegajoso, que está para chuparse los dedos.
Brittany soltó una risita.
—De acuerdo. ¿Otra vez comida casera?
—Sí, está casi tan bueno como el de mi tía Thelma.
El camarero anotó los postres y el café.
— ¿En vacaciones ibais toda la familia a casa de tu tía?
Santana negó con la cabeza.
—Sólo éramos mi padre y yo, y él nunca iba. Casi no estaba en casa. Trabajaba en el extranjero, sobre todo en Indonesia. Era ingeniero: diseñaba diques, puentes y cosas así Normalmente la niñera de turno me subía al tren en Melbourne y me recogía después. —Rió entre dientes—. Tuve muchas niñeras. Era una niña mala. No podían conmigo.
— ¿Y tu madre?
La expresión de Santana se en sombreció de repente desvió la mirada y se mordió el labio Brittany contuvo el aliento. Sin querer, había arañado la superficie de la máscara perfecta de Santana y había dejado al descubierto un punto vulnerable. Flaqueó.
Santana compuso una mueca de indiferencia.
—Se marchó cuando tenía cinco años no he vuelto a verla desde entonces.
— ¿Sabes por qué? ¿Qué le pasó?
Santana se encogió de hombros.
—Cuando era pequeña, Thelma me decía que había tenido que irse, que quería estar conmigo pero que no podía me decía que mi madre me quería y todo eso, pero, claro, eso es lo que se le dice a una niña. Yo nunca me lo creí. No me acuerdo mucho de ella, pero tengo la fuerte sensación de que estábamos muy unidas. Igualmente, por aquel entonces estaba convencida de que había dejado de quererme y punto. —Sonrió—.Durante mucho tiempo tuve miedo de que Thelma hiciera lo mismo.
A Brittany se le hizo un nudo en la garganta odiaba ser tan sentimental.
Santana hablaba de algo que había pasado hacía treinta años y que al parecer no la preocupaba demasiado.
Brittany tampoco debería preocuparse, pero tener un corazón tan sensible la metía en líos con demasiada frecuencia.
—Cuando fui un poco más mayor, imaginé que habría tenido una aventura con algún tipo y se habría fugado con él es probable: mi padre casi nunca estaba en casa y dormían en habitaciones separadas. Quizá tuvo un montón de aventuras, no sé.
Miró a Brittany directamente. Sus bellos ojos eran cautivadores y la compostura de Brittany se tambaleó.
—Es curioso que la menciones —continuó Santana—. Últimamente he pensado mucho en todo aquello. Tengo pesadillas desde que me enteré de que mi padre había sufrido una embolia y de que está en una residencia. —Volvió a encogerse de hombros, indolente—.Dios sabrá por qué. Desde que tenía doce o trece años me ha importado un pimiento lo que hubiera sido de mi madre.
Brittany observó a Santana mientras echaba el azúcar en el café y lo removía su expresión era imperturbable, pero su actitud despreocupada había cambiado un poco se la veía tensa los ojos de Brittany recorrieron los hombros fuertes y rectos de Santana, los músculos de sus brazos claramente definidos.
Como Santana tenía la mirada baja, fija en la taza, no podía verle los ojos. Parecía fuerte y frágil al mismo tiempo. Una combinación irresistible. El pulso de Brittany se aceleró, el deseo afloró. ¡Dios!
No quería que pasara eso. Las tersas mejillas de Santana se tensaron bajo la piel y, de repente, toda la entereza de Brittany se fue al traste.
Brittany desvió la vista y paseó la mirada por el café, para distraer su atención se apoyó en el respaldo de la silla y se recogió el pelo de los hombros en un gesto casual, para dejarlo caer de nuevo a su espalda.
El bar estaba abarrotado y las conversaciones y las risas luchaban por imponerse sobre la música. Un grupo de travestís con vestidos de lúrex se contonearon hasta la barra haciendo equilibrios sobre unos taconazos peligrosamente altos; los hombres se pavoneaban y flirteaban unos con otros; dos mujeres se fundieron en un abrazo apasionado. Tenía que controlar sus sentimientos por Santana, se dijo, o se metería en un lío el volumen de la música subió: de Madonna se pasó a los Blue Boys.
—Un sitio agradable, ¿no te parece? —dijo Santana.
Brittany sonrió mientras removía el café.
—Sí, me gusta.
Santana le preguntó sobre cómo andaba el ambiente en Sydney, ya que hacía tiempo que no iba por allí, y mientras se acababan el café conversaron sobre temas más alegres.
Una media hora después decidieron marcharse y Santana insistió en llevar a Brittany hasta su coche, que seguía aparcado en la clínica.
No hablaron mucho durante el corto trayecto en coche Santana no parecía incómoda con los silencios, pero Brittany podía sentir cómo crecía la tensión sexual entre las dos la capota estaba echada y el áspero olor a cuero de la ropa de Santana se mezclaba con su perfume almizcleño y seductor, y se concentraba en el aire.
Conducía con rapidez y seguridad al cambiar de marcha, doblaba las esquinas con movimientos cortos y fluidos, y el roce del cuero se oía como si fuera un susurro.
Santana metió el coche en el aparcamiento y estacionó junto al BMW de Brittany.
Estaba oscuro, salvo por una luz mortecina que iluminaba la otra punta del parking el motor emitió un suave ronroneo y Santana se volvió hacia Brittany el corazón de ésta se aceleró un poco cuando los ojos de Santana se detuvieron en su boca Brittany le sonrió amistosamente.
—Gracias por traerme —dijo sin alterarla voz.
Abrió la puerta y bajó del coche Brittany también salió y permaneció de pie a su lado mientras abría el suyo.
—Te llamaré para lo del fin de semana en el campo —le dijo Santana.
Brittany se preguntó si había sido inteligente invitar a Santana Iba a ser difícil que fueran sólo amigas.
—Claro que sí lo pasaremos bien.
Entonces, Santana la cogió del brazo con delicadeza y la besó en la mejilla.
Brittany sintió una descarga inesperada que la hizo estremecer.
Santana esbozó una leve sonrisa su boca estaba tan cerca que resultaba tentadora Brittany se había quedado paralizada, indefensa.
¿Santana iba a besarla en la boca? Su mente gritaba «no», pero su cuerpo suspiraba por ello. ¿Por qué no se habría metido en el coche sin más? ¿Por qué seguía allí de pie? Cerró los ojos un momento y Santana la besó en el cuello.
Brittany sintió el suave cosquilleo de su lengua y emitió un débil gemido.
—Buenas noches —musitó Santana.
Brittany tragó saliva.
—Buenas noches y gracias otra vez.
Y se marchó, dejando a Santana de pie, entre las sombras, al lado de su coche.
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Hola Hola!
Bueno se que tarde mucho pero aquiiiiiii esta un capitulo ;)
Dejemen un comentario si quieren que actualice el lunes :p
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
VIERON LA PROPUESTA BRITTANA !!
SORRY POR VOLVER A COMENTAR PEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAH HOLY SHITTTTTTTTTTTTTTTTTTT!
Saludos
SORRY POR VOLVER A COMENTAR PEROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAH HOLY SHITTTTTTTTTTTTTTTTTTT!
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Diosss que capituloo!! La verdad estoy sin palabras fue un gran capitulo.
Pobre Britt solo tuvo un momento con San y no se pudo resistir mucho a ella jajajajaj
Los momentos Brittanas vienen con todoo
Pobre Britt solo tuvo un momento con San y no se pudo resistir mucho a ella jajajajaj
Los momentos Brittanas vienen con todoo
Sanny25- ---
- Mensajes : 580
Fecha de inscripción : 30/11/2014
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
holap dan,...
me gusto tu nuevo fic,...
me gusta como van las cosas entre san y britt la tensión entre las dos va a ir en aumento jajaja
imaginar a san así DIOS METEN ME JAJAJA ------> "pantalones ajustados de cuero negro, una camiseta de seda plateada con escote de pico y la chaqueta de piel alrededor de las caderas, con las mangas atadas a la cintura"
nos vemos!!!
me gusto tu nuevo fic,...
me gusta como van las cosas entre san y britt la tensión entre las dos va a ir en aumento jajaja
imaginar a san así DIOS METEN ME JAJAJA ------> "pantalones ajustados de cuero negro, una camiseta de seda plateada con escote de pico y la chaqueta de piel alrededor de las caderas, con las mangas atadas a la cintura"
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: La otra mujer (Capítulo Final 10/4/15 )
Pero que buen capítulo!! Dios mío espero actualices pronto, san va por buen camino y espero britt no se resista mucho
Siii vi los caps y el promo de la propuesta y pff!! Grite cuando escuche a san decirlo muero por ver el siguiente cap el viernes
Siii vi los caps y el promo de la propuesta y pff!! Grite cuando escuche a san decirlo muero por ver el siguiente cap el viernes
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
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