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FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23 Primer15
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Finalizado FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Dom Feb 22, 2015 4:47 pm

Hola chicas, volvi!! Por problemas de tiempo he estado muy desaparecida, pero por insistencia de algunas personas volvi.
Para las que me preguntaron si continuare mis fic inacabados, la respuesta es si, odio dejar las cosas a medias, pero hasta dentro de unos meses mi tiempo sigue siendo inestable, las clases me dejan poco tiempo para escribir, asi que dedicare el poco tiempo que tengo en hacer esta adaptacion, os pido paciencia, no actualizare tan rapido como os tengo (tenia) acostumbradas, pero intentare no demorarme mucho, os aseguro de 2-3 actualizaciones semanales, si hay suerte más, pero por lo pronto es lo que puedo aseguraros.
Bueno, sin más os dejo con esta adaptacion de una de mis autoras favoritas, Radclyffle, para las que leyeron la saga honor, decidles que es la misma autora
Una misteriosa recién llegada, una médico solitaria, y una adolescente gay con problemas de amor, amistad y confianza, durante un verano tumultuoso en Provincetown.
Brittany Pierce, Teniente Coronel USMCR, es la nueva ayudante del sheriff que tiene a todos en vilo, en medio de especulaciones sobre quién será la primera mujer que captará sus atenciones.
La Doctora Santana López ha sido traicionada, en el amor, y se niega a correr el riesgo de volver a enamorarse.
Quinn Fabray, la hija adolescente del jefe de Britanny, teme la ira de su padre cuando se entere que ella ama a otra chica.
A medida que estas tres mujeres luchan por vivir y amar en libertad, ponen en riesgo sus corazones y almas, para dar, a unos y a otros un puerto seguro.


Decidme que parejas os gustaria ver en esta saga, ya sean parejas de glee u otras series


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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Dom Feb 22, 2015 5:34 pm

FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23 33516268-256-k704442
Capítulo Uno
El nuevo y único ayudante del Sheriff de Provincetown maniobró con su todo terreno hasta detenerse en el aparcamiento, con vistas a Herring Cove. Eran las 6 a.m.,de una mañana clara y nítida de mayo. Aparte de un Winnebago estacionado en el otro extremo del aparcamiento, estaba sola. A su derecha se extendía la curva de la arena que lleva una larga extensión de playa, y en la distancia, se podían distinguir las figuras de algunos caminantes, a esas primeras horas de la mañana. Las gaviotas se balanceaban sobre el agua, en busca de su desayuno, sus estridentes gritos hacían eco en el viento. El agua reflejaba el color del cielo casi sin nubes, los azules iridiscentes y verdes destacaban contra la blanca espuma de las olas agitadas. El aire junto con la niebla húmeda se cernía sobre las dunas, enfriando su piel. A pesar del frío, bajó las ventanillas, permitiendo que el olor y los sonidos del mar, entraran a través del vehículo. Con una taza de café apoyada sobre el tablero, movió su cinturón, ajustando su revólver más cómodamente contra su cadera derecha. Tomó un sorbo de su café, mientras su mirada se perdía a lo lejos sobre la bahía. Su mente se mantuvo vacía, sólo pensando en las fuerzas eternas de la naturaleza que la rodeaban. Se sentía totalmente insignificante, y sin embargo completamente en paz. Se sentía más en casa de lo que jamás hubiera pensado. Este hecho, era de una total sorpresa para ella, ya que sólo llevaba viviendo en este pequeño pueblo unas pocas semanas. Ella se había movido por todo el país, hasta llegar a este pequeño y acogedor lugar, dejando atrás la vida que había llevado, desde que era una niña. Sin embargo, se sentía bien de estando allí, y lo había aceptado con ecuanimidad, gracias a que había sido entrenada para hacer frente a todas las circunstancias que se le presentaran en la vida.
Su atención fue atraída por un destello de color que apareció sobre la costa. Un kayak rojo, con una raya brillante amarilla atraía su vista, los poderosos golpes rítmicos del kayakista propulsaban la nave rápidamente a través del agua. En lugar de interrumpir su tranquilidad, la imagen del batir de los brazos y mezclar los remos sobre las olas, la sumió en una agradable armonía. Observó hasta que la embarcación era sólo un punto en el horizonte, puso en marcha el motor de su vehículo y sacó lentamente su mente de la orilla del agua.
El Sheriff Nelson Fabray levantó la vista, cuando la puerta de la estación se abrió, sorprendido por una ráfaga de viento que agitó los papeles de su escritorio. El departamento del sheriff, estaba formado por una oficina grande, con varios escritorios que estaban separados de una sala de espera, con una barandilla baja y una puerta bloqueada, que chirrió al abrirse. En una habitación contigua, en la parte trasera del edificio, había dos celdas de detención, que rara vez se utilizaban. Su segundo, entró con la brisa, y se sorprendió, una vez más, por la sensación de tranquilidad que emanaba de ella, cada vez que la veía. Tal vez era su altura, era condenadamente tan alta como él, o tal vez era la forma en que se movía, tiesa como un palo, incluso en posición de descanso. Tenía los hombros ligeramente más amplios, y las caderas más estrechas que la mayoría de las mujeres, y ella estaba en mejor forma física, que cualquiera de sus hombres.
Su ajustado uniforme caqui le recordaba, una vez más, que tenía que haber algo para adelgazar los veinte kilos de más, que parecían haberse asentado muy firmemente alrededor de su cintura. Tal vez era sólo, que ella no se daba cuenta de lo imponentemente guapa que era, con ese aspecto andrógino, que muchas de las mujeres de Provincetown tenían. Pensó que podría estar un poco celoso.
"¡Buenos días, jefe!" -dijo, mientras se dirigía hacia la máquina de café. Frunció sus características cejas, esculpidas, en su cara angular, y se fijó en los dos centímetros de oscuro café que quedaban en la parte inferior. "¿Mala noche?"
"Me temo que es así, Brittany", respondió en tono de disculpa. "Yo sólo me lo tomé todo."
"Jesús", murmuró, tirando los restos en la fregadera. "Tiene peor pinta que el café del cuartel, el cual ni siquiera se podía beber, que a menos que estuvieras medio muerto."
Hizo una nueva cafetera, y se instaló detrás de la otra mesa. Había algunos informes del turno de noche sobre su bandeja, y los recogió para revisarlos.
"¿Algo importante que debería saber?" -preguntó ella.
"Nada fuera de lo común. Algunas paradas de tráfico por exceso de velocidad, un DUI, y un par de peleas en un bar abajo, en el Bradford General. No hay mucho que hacer hasta este fin de semana."
Echó un vistazo al calendario colocado en una esquina del tablón de anuncios. Faltaban dos días antes de “Memorial Day Weekend”. Aún no había experimentado la transformación que se producía en esta pequeña localidad de pescadores, con el inicio de la temporada de verano. A partir de finales de mayo y hasta después del Día del Trabajo, una avalancha de turistas, aumentaba de forma considerable, la tranquila población de la zona. La gente del pueblo dependía de la afluencia de visitantes para apoyar su economía, a pesar de las constantes quejas, por parte de los nativos que sufrían las consecuencias de esta multitud agitada y su tráfico ingobernable.
"Sí," el sheriff continuó, "se espera una gran cantidad de tráfico -. De vehículos y a pie, más accidentes, más vida nocturna y más borrachos y desórdenes constantes en estos seis meses de caos sin parar, después de seis meses de silencio mortal."
Brittany revisó los informes en silencio, imaginando las semanas de trabajo que tenían por delante.
"¿Crees que serás capaz de soportar el invierno?" Preguntó Fabray. "En diciembre podrás ver a lo largo de toda la calle comercial, sin un coche bloqueando la vista. Podrás caminar por la calle y las únicas huellas en la nieve serán las tuyas."
Brittany lo miró sorprendida, con sus ojos azules a modo de interrogatorio. "¿Por qué no habría de hacerlo?"
Se encogió de hombros, siempre con ese sentido de la diplomacia. Ella había estado trabajando para él, desde hace casi dos meses, y no sabía ni una palabra acerca de su vida personal. Ella nunca mencionaba su pasado, no hablaba de su familia. Le resultaba difícil creer que alguien que se parecía de alguna manera a ella no estuviera apegado. Sin embargo, ella nunca dejó ningún margen para ese tipo de preguntas, y él se encontró a menudo pensando sobre quién era ella. "Es probablemente que ésta no sea el tipo de vida que has vivido antes."
Brittany guardaba ferozmente su privacidad. No era sólo algo instintivo. Ella luchaba contra el impulso de abandonar habitual su silencio, ante las preguntas personales. Este hombre no sólo era su jefe, además, era la persona con la que tendría que pasar la mayor parte de su tiempo, en los próximos meses. A su manera, él estaba tratando de ser amable. Se recordó a sí misma que no tenía nada que ocultar. "Sheriff, la vida a la que estoy acostumbrada, es una vida militar. Puede ser muy aburrida, según se mire. No ha cambiado mucho en los últimos 200 años."
"Estás demasiado cualificada para este trabajo", continuó. "Ya lo sabía que cuando te contraté. Simplemente no podía no contratarte, con tu experiencia militar y de a demás con tu título de abogado"
Pensó lo mucho que quería compartir. Sus pocas relaciones sociales se regían por toda su vida en el ejército, un mundo jerárquico y rígido, donde se definían y aceptaban las relaciones de jerarquía y la política. Había reglas que determinan donde se comía, donde se dormía, y lo que se podía y no se podía decir. Si uno era cuidadoso, podía evitar estas reglas. Brittany nunca había sentido la necesidad de desafiarlas, pero estaba lejos de ser ingenua acerca de las consecuencias, que podría tener si las intentaba ignorar. Ciertos pensamientos y sentimientos, podían ser peligrosos, y en algunos casos, mortales. Cuando era una joven recluta, le habían enseñado sólo había tres respuestas aceptables, a cualquier pregunta o petición que le hiciera algún superior - "Sí, señor", "No, señor", y "no es una excusa, señor". Ella respiró. “Después de quince años, se había dado cuenta, que ya no estaba tan a gusto en el ejército. Tuvo que tomar la decisión de quedarse para el resto de mi vida o de hacer un movimiento. No me gustaba la legislación militar, pero seguía queriendo con algo relacionado con la ley, aunque fuera diferente. Este trabajo me daba la oportunidad de hacerlo".
Ni siquiera se trataba de explicar la inquietud incesante que había sentido en los últimos años, ella no podía entenderlo. Ella había revisado a su vida, no se podía quejar, pero todavía tenía la sensación de que le faltaba algo. Ahora, ella estaba aquí, y se sentía feliz con la decisión que había tomado, y esperaba iniciar su nueva vida.
Fabray miró a su al rededor preguntándose lo que Brittany no le estaba diciendo. Ella le devolvió la mirada, impasible, sabiendo que tenía todas las respuestas pero sin saber cuándo las podría conseguir.
"Bueno, me alegro de tenerte", dijo con voz ronca. "Y para que lo sepas, los amigos me llaman Nelson”.
Ella apartó un mechón de pelo rubio de su cara, con los dedos largos de su mano, mientras dejaba escapar una pequeña sonrisa marcando un hoyuelo a la derecha de su boca. Sus ojos azules eran como el láser directo.
"Claro que sí, jefe", respondió ella, suprimiendo su sonrisa. "¿Quieres hacer la primera ronda por la ciudad o prefieres que lo haga yo?"
Negó con la cabeza, tratando de no reírse. "Adelante. Estoy esperando una llamada de la Oficina del Condado para hablar sobre el presupuesto del próximo año. Dios, odio el papeleo. Nunca debí haberme presentado para sheriff. Yo era mucho más feliz cuando era el ayudante del sheriff."
"Ahora es demasiado tarde", se reincorporó Brittany. "Ese puesto ya está cubierto." Se acomodó su sombrero sobre su pelo grueso y corto, para fijarlo sobre los ojos hundidos.
Por un segundo Nelson tuvo ganas de acompañarla. Brittany cogió las llaves y se dirigió alegremente hacia la puerta. Le encantaba salir en la patrulla, simplemente observando el día a día de las actividades de la comunidad, a las cuales ya se había acostumbrado. Casi había terminado su lento recorrido por el pueblo, cuando escuchó que le llamaban por la radio.
"¿Brittany?"
"Aquí", respondió ella, hojeando su micrófono.
"Ellos te necesitan en la clínica en Holland Road. Un robo."
Ella giró su todo terreno por una de las calles laterales estrechas, que atravesaban la parte principal de la ciudad, poniendo las luces de emergencia con una mano.
"Llego en dos minutos", respondió lacónicamente. "¿Hay algún sospechoso en la escena?"
".. Negativo, pero mantén un ojo por el camino, el médico está allí, así que no sabemos cuánto tiempo hace que los sospechosos han marchado. Y Brittany... El médico está en el interior del edificio"
"Entendido," Brittany respondió secamente. Un civil en un edificio sin garantías, podría fácilmente convertirse en una situación de rehenes. Quitó la sirena. Si alguien estaba todavía allí, que era mejor no alertarlos. Por la misma razón, no quería un ejército de coches de policía rondando por la clínica. Aunque realmente, tampoco es que pudieran disponer de un ejército de patrullas en la pequeña localidad de Provincetown. "Volveré a llamar en cuando haya comprobado el área. Mantente a la escucha, por ahora."
No vio a nadie sospechoso mientras se acercaba despacio a la Clínica de Salud de East End. El pequeño aparcamiento estaba vacío, a excepción de un Jeep Cherokee con un kayak sujeto encima. Reconoció la roja embarcación, que había visto una hora antes en la bahía. Dejó a su todo terreno en ángulo, bloqueando la salida. Rápidamente dio una vuelta al edificio a pie, observando una ventana rota en la parte trasera del pequeño edificio histórico. Mientras se dirigía hacia la entrada, la puerta fue abierta por una mujer de pelo negro azabache vestida con una bata blanca de laboratorio. Sus ojos castaños estaban llenos de preocupación. Se inclinó ligeramente sobre su bastón de caoba pulido. Sobre el extremo inferior de sus pantalones vaqueros, se podía ver un objeto ortopédico que sujetaba su pierna.
"Hola, soy Pierce, la ayudante del sheriff. Necesito que salga un momento por favor." Brittany había sacado el revólver de su funda, y lo sostenía a un lado. Mientras hablaba, tomó a la mujer con firmeza por el brazo y la sacó a través de la puerta, que daba a un pequeño porche. "Espere en el coche patrulla mientras reviso el edificio, por favor."
"No hay nadie aquí", respondió la mujer. "Ya lo he mirado”.
Brittany asintió con la cabeza, con sus ojos explorando el interior de la clínica. "De todos modos, prefiero que espere fuera."
"Por supuesto", respondió la doctora. Bajó del porche y se volvió. "Los pacientes van a llegar en pocos minutos."
"Sólo tienen que esperar en el aparcamiento," le indicó Brittany, mientras se movía con cautela por la sala de espera. Después de comprobar las oficinas y salas de examen, regresó a su coche y llamó a Nelson. "¿Jefe?"
"Adelante, Brittany."
"No hay nadie en el recinto. Me voy a quedar durante un poco de tiempo conseguir detalles."
"Conforme, pero luego quiero saber lo que haya."
"Lo haré." Se volvió en el asiento para mirar a la mujer sentada a su lado. "¿Por qué no entramos y le explico todo?"
"Soy Santana López, por cierto. Soy la directora de la clínica," le informó al entrar en el edificio, extendiendo su mano mientras hablaba.
Brittany tomó la mano ofrecida, devolviendo el firme apretón "Brittany Pierce, doctora. ¿Puedes decirme lo que encontraste cuando llegaste?"
"Abrí a mi hora habitual - 7 de la mañana", la médico empezó a explicar una vez que entraron en su oficina. "No noté nada raro, hasta que abrí una sala de examen. Ya viste que desastre que había", añadió con disgusto. Ella apoyó su bastón contra el escritorio y se sentó detrás de él, descansando las manos sobre la mesa rayada. "Llamé al Sheriff de inmediato, luego miré alrededor."
Un acto de valentía, pero peligroso, pensó Brittany para sí misma. "¿Has visto a alguien caminando por la carretera antes de llegar aquí, o algún vehículo que pareciera fuera de lugar?"
"No. Pero la verdad es que no me estaba fijando mucho. He venido directamente aquí desde Herring Cove."
Brittany estudió a la mujer con cuidado, teniendo en cuenta los antebrazos fuertes que asomaban por las mangas enrolladas de su bata blanca. Vestía una sencilla camisa de color azul oscuro, y ajustados pantalones vaqueros azules. Parecía tener unos treinta y cinco años, ligeramente bronceada con un puñado de pecas en las mejillas que sólo añadían atractivo. Tenía el aspecto tonificado de una atleta, a pesar del bastón a su lado. "¿El kayak?"
Santana pasó una mano, distraídamente, a través de las capas cortas de su cabello hasta los hombros, encogiéndose levemente mientras lo hacía.
"Sí". Respondió esperando ver alguna expresión de incredulidad, que por lo general seguida. La mayoría de la gente miraba su pierna, ya se suponían que no podía manejar cualquier cosa física. Ella se sentía a la defensiva ante las miradas de la gente, tanto que llegaba a enfurecerse.
"¿Lo haces todos los días?" Brittany preguntó directamente.
"Sí, ¿por qué?" Santana respondió defensivamente.
"Porque en un pueblo tan pequeño cualquier podría saberlo," Brittany respondió de manera uniforme, sin dar ninguna señal de que había notado el tono borde de la médico. "Y también sabrían que la clínica estaba vacía."
"Oh, ya veo," Santana murmuró, sintiéndose un poco tonta ante su propia reacción. Ella no solía estar tan sensible. Tal vez era sólo por el estrés de la situación, o por el hecho de que este una rígida funcionaria la estaba inquietando. Su comportamiento frío y controlado le resultaba desconcertante. Santana enseguida conseguía establecer una buena relación con la gente rápidamente, pero ahora se sentía un poco fuera de juego. Los sheriffs solían tener un enfoque preciso e impersonal, que le recordaron a algunos cirujanos que había conocido - excelentes técnicos, pero no sabían relacionarse con la gente.
"¿Estás bien?" preguntó Brittany en voz baja. La tensión de la mujer era evidente.
Santana se había visto más afectada por la violación de su clínica, de lo que había pensado, un hecho que, aparentemente, no había escapado a la atención de la ayudante del sheriff, que la estaba observando. Estaba avergonzada de parecer débil frente a ella, y luego rápidamente se preguntó por qué debería importarle. Respiró hondo y soltó el aire lentamente. "Sí, estoy bien, gracias. Normalmente soy mucho mejor en momentos de crisis."
Brittany sonrió. "No me imagino que tengas que lidiar con este tipo de cosas muy a menudo."
Santana contuvo el aliento ante la repentina transformación que acompaña esa brillante sonrisa. De repente, los rasgos de su cara parecían estar esculpidos e impregnados de calor compasivo y una belleza impresionante. Era como ver una obra de arte que cobraba vida, de forma totalmente inesperada.
Ella se sonrojó ante su reacción visceral, esperando que no ser tan transparente como se sentía. Estaba agradecida al ver que la cabeza rubia se inclinaba sobre un pequeño bloc de notas, que Brittany había mantenido en su rodilla cruzada. Tomando firmeza, Santana respondió con calma: "Tienes razón. ¿Qué más puedo decir para ayudarte?"
"¿Falta algo?"
Santana levantó las manos sin poder hacer nada. "No tengo ni idea. Tendré que hacer un inventario de todas las salas de examen y la farmacia."
"¿Qué medicamentos tienen aquí?"
"Lo de siempre - antibióticos, una gran cantidad de muestras farmacéuticas..."
"¿Qué pasa con los narcóticos?"
"No mucho. No se dispensan medicamentos aquí, pero necesito una pequeña cantidad de ellos en caso de emergencia. Soy el único médico en treinta y cinco millas. Tengo una cantidad limitada de codeína, Percocet , metadona ".
"¿Inyectables?"
"Alrededor de una docena de ampollas de morfina. Todos los narcóticos están encerrados bajo llave."
"¿Falta alguna?"
"No he tenido tiempo para comprobarlo."
"Vamos a hacerlo ahora."
Brittany siguió a la médico hacia una pequeña habitación en la parte trasera del edificio, que era poco más que un almacén. Estantes repletos de ropa, envases quirúrgicos cerrados, soluciones intravenosas, y otros suministros. Un armario con un sistema incorporado con una cerradura escondida en una esquina de la pequeña habitación. Santana suspiró con alivio cuando vio que la puerta del armario de las drogas estaba cerrado. Metió la llave, abrió la puerta y estudió su interior. "Se ve bien".
"Bien", respondió Brittany. "Voy a necesitar una lista de todos los empleados, también los del servicio de limpieza, y cualquier otra persona que tenga acceso a este edificio. Quién es el dueño del edificio?"
"Yo". Santana agarró el brazo de Brittany cuando está salía del almacén. "Ninguna de las personas que trabaja aquí haría esto."
Brittany se enfrentó a ella, con expresión cuidadosamente neutral. "Estoy segura de que tienes razón. Es sólo rutina."
Después de que Santana le hubiera entregado una lista preliminar, Brittany la dobló en su bloc de notas y la guardó. Ella estudió a la doctora por un momento, sin perder apartar su mirada un poco distraída en sus ojos.
"¿Seguro que estás bien?"
Santana le tendió la mano, cuadrando los hombros y levantando la barbilla. Ella era muy consciente de que estaba siendo valorada por los fríos ojos azules que buscaban en su rostro. "Estoy bien. Gracias, Sheriff."
Brittany apretó la mano que le ofrecía.
"Señora". Ella se llevó una mano a la gorra y se fue.


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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por monica.santander Dom Feb 22, 2015 11:19 pm

Hola Marta que bueno que hayas vuelto!!!!!!!!
Parece interesante esta historia!!!
Veremos como sigue.
Saludos
monica.santander
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Jane0_o Dom Feb 22, 2015 11:33 pm

Siiiiii unas mas de tus adaptaciones
Genial
Saludos
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Lun Feb 23, 2015 10:48 am

monica.santander escribió:Hola Marta que bueno que hayas vuelto!!!!!!!!
Parece interesante esta historia!!!
Veremos como sigue.
Saludos
Hola Mónica, yo también me alegro de haber vuelto, os echaba de menos.
La historia promete, estoy segura que te gustara
Nos vemos ;)
Jane0_o escribió:Siiiiii unas mas de tus adaptaciones
Genial
Saludos
Jajajajaja Me senti hasta importante xD
Nos vemos ;)
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Lun Feb 23, 2015 10:51 am

Capítulo Dos
"¡Santana! Santana, ¿dónde estás?"
"Aquí, en la sala de procedimientos." Ella levantó la vista desde donde estaba arrodillada clasificando y catalogando de materiales, para saludar a la jefa de enfermeras de la clínica. "Oye, Sallly, me alegro de verte."
"¿Qué está pasando? ¿Estás bien?" Tina preguntó con ansiedad, viendo el lío de papeles y objetos del suelto.
"Sí, estoy bien - alguien ha entrado en la clínica esta noche."
"He visto a una policía en la puerta. Ella es una nueva, ¿verdad?" dijo Tina recuperado varias cajas sin abrir de gasas quirúrgicas del suelo y los apiló sobre el mostrador. "Madre mía! ¿Viste su cuerpo? ¡Jesús!"
"Dios, nunca te pierdes nada ¿verdad?
"No, cuando se trata de mujeres," se rió Tina-. "¿Así que vamos a ver pacientes o no?”
Santana se puso lentamente de pie, tratando de ignorar el calambre de su pierna. "Creo que mejor reprogramamos a los de la mañana. Primero tenemos que limpiar este lugar y averiguar si falta algo.
Tina suspiró. "Voy a empezar a llamarles y te informo de cómo queda todo"
"¿Quieres decir que hablarás sobre la ayudante del sheriff, ¿no?" Santana cuestionó fuertemente. No estaba segura de por qué, pero ella no quería hablar de la distante, aunque atractiva sheriff. Ella prefería olvidarse de todo. Santana sabía que la sheriff simplemente estaba haciendo su trabajo - con calma, serenidad, y estaba siendo totalmente profesional. Pero había algo en su actitud de mando, que la había tomado por sorpresa. Nunca nadie había logrado llevar sus emociones tan al borde, con un solo encuentro. Y ninguna mujer había captado su atención, tan rápido, en los últimos años.
Tina no podía ignorar la tensión en la voz de Santana. Ella nunca la había alterar su comportamiento, por lo general implacable. De hecho, a veces a Tina se preguntaba si su amiga solitaria, no debería beneficiarse de una pequeña interrupción en su vida. Desde su punto de vista, la vida de Santana era siempre muy segura y predecible. En los cuatro años que habían trabajado juntas, ella nunca había conocido hasta la fecha, a ninguna mujer con ella, ni siquiera mostraba interés en ello. Santana trabajaba horas y horas, se negaba a considerar buscar un socio, e incluso cuando ella había sido engañada para ir a alguna fiesta, solía poner alguna excusa para irse temprano. Tina había hecho grandes intentos por buscarle amigas, pero Santana siempre sonriente y firme las rechazada.
"¿No te gusta ella, ¿verdad?" Indicó a Tina. "Ella es tan preciosa que debe ser ilegal -así que dime lo que hizo para enfadarte."
Santana se quedó perpleja, mientras se sonrojaban sus mejillas. "No tengo ninguna opinión de ella, ni buena ni mala. ¡Apenas la conozco! Así que, ¿de acuerdo?" Le gritó a Tina, alzando sus manos en señal de rendición. "¡Así que no me digas más!" Santana la miró con exasperación total. "¡Sólo tienes que ir a llamar a los pacientes!" Se volvió resuelta para terminar lo que estaba haciendo, ocultando sus pensamientos.

"Entonces, ¿qué tienes?" le preguntó Nelson a Brittany en cuanto llegó hasta su escritorio. Sacó un formulario para rellenar el informe correspondiente, y se acomodó en su silla.
"Unos principiantes rompieron una ventana trasera del edificio, saquearon los armarios, y tiraron todo el material por el suelo. No llegaron al almacén de drogas, lo que significa que, o bien no eran personas de aquí o la médico les sorprendió antes de que hubieran terminado."
Brittany se acordó de los fuertes rasgos claros de la directora de la clínica -el pelo negro, su piel bronceada, y la forma en que sus ojos marrones chispearon fuego cuando fue provocada. El pensamiento de Santana López caminando, de forma inesperada, en medio de un robo fallido le hacía sentirse incómoda. Tenía la sensación de que la médico perfectamente, podría haber tratado de manejar las cosas ella sola. Brittany desestimó esa imagen desconcertante e inquietud desconocida, y metódicamente comenzó a llenar su informe.
"¿Qué?" Nelson le preguntó cuando vio su ceño fruncido. Se dio cuenta de que algo la preocupaba, tenía esa mirada lejana en sus ojos otra vez.
"Si hubiera entrado en medio del robo, podría haber sido un desastre", dijo Brittany en voz baja. "Ella no parece del tipo de mujer, que pueda enfrentarse a este tipo de problemas, y seguro que podría haber sido herida."
Nelson resopló. "No apostaría por ello. La doctora tiene una especie de cinturón negro en artes marciales. Además, ella es fuerte como un caballo. La he visto levantar a un hombre adulto en una camilla sin pestañear. Esa pierna le ralentiza algo, pero seguro que ella puede con ésto."
"Me alegra saber que ella puede cuidar de sí misma", dijo Brittany, inclinando la cabeza hacia su informe, pasando por alto la extraña inquietud persistente. No tenía sentido pensar en algo que no había sucedido. Tenía trabajo que hacer.
Nelson la miró, consciente de que había sido despedida, pero no sabía por qué. Maldición, ¡era algo difícil de imaginar!
Cuando Emma Pillsbury, la única secretaria del departamento de policía, llegó para su turno de nueve a cinco, encontró a los dos escribiendo en silencio. Se preguntó, no por primera vez, lo bien que el director iba a adaptarse a su nueva ayudante. No era tanto el hecho de que ella era una mujer, sino el hecho de que ella no parecía ni se comportaba como una mujer. Emma tenía la sensación de que él no había tenido mucha experiencia cercana con este tipo de personas. La chica era tan privada que lo volvía aún más curioso. Y Dios sabe, que Nelson Fabray era muy curioso, ¡sí que lo era! Pero cualquier persona, con una sonrisa como la de esa joven - del tipo que te rompe el corazón –merecía la pena conocerla, ¡aunque tendrían mucho trabajo!
"Buenos días a los dos!" dijo, acomodándose detrás del mostrador de recepción y centro de recogida de mensajes, en general. "¿Por qué es estáis tan serios? ¿Viene el presidente?"
Nelson resopló y Brittany sonrió mientras se inclinaba hacia atrás en su silla giratoria.
"Pensé que sólo llegaba al extremo de Nantucket", bromeó Brittany. "Aquí no somos lo suficientemente civilizados para su presencia."
"Entonces debe ser la emoción por lo ocurrido en la clínica."
"¿Cómo sabes eso?" preguntó Nelson sorprendido. ¿No había nada que Emma no supuera?
"Te olvidaste de mi escáner, Jefe," Emma respondió con aire de suficiencia.
"No me llames jefe," contestó automáticamente.
Brittany se puso de pie y se estiró, sonriendo ante tales bromas. "Voy a hacer otra ronda, Jefe", gritó, ya impaciente por estar fuera de la pequeña oficina.
Emma esperó hasta que la puerta se cerró antes de acudir al Sheriff.
"¿Cómo va?"
"Tan bien como cabría esperar, teniendo en cuenta su hoja de vida. ¡Ella es la mejor oficial que he tenido!"
¿Cómo es ella?”
Nelson miró a su vieja amiga especulativamente. "¿Qué es lo que quieres saber, vieja cotilla?"
"Ha! Como si tú no fueras cotilla! Me preocupo por una joven, que ha aparecido en esta ciudad salida de la nada. Podría estar muy sola."
"No parece solitaria para mí", reflexionó Nelson. "Sólo solitaria - como si estuviera acostumbrada a estar sola."
"Una persona se vuelve solitaria, cuando pasa mucho tiempo sola," apuntó Emma, mirándolo fijamente.
"Puede ser. Pero no me preocuparía demasiado. No parece tener problemas para encontrar pareja, sin importar el tipo que sea."
"Como si no estuviera claro qué tipo de pareja sería!" Emma comentó secamente.
"Ahora no te pongas a hacer suposiciones, sólo porque estemos en Provincetown", comentó Nelson, irritado porque Emma siempre parecía saber más que él.
"Oh, Nelson. Puedes poner a esa chica en cualquier parte del país y estaría llamando la atención de las mujeres!"
"Tu también, Emma?" , bromeó.
"Si no fuera tan vieja y no llevara casada veinte años con William, tal vez sí que lo haría."
Nelson la miró, dejándo que la mujer tuviera su razón, sin querer hablar más del tema.

Brittany dejó el motor en marcha, fuera de la tienda de comestibles, mientras corría hacia el interior para comprar un sandwich. Las dos mujeres que dirigían el pequeño mercado gourmet, en el centro de la ciudad, le dieron una cálida bienvenida. A pesar del poco tiempo que llevaba viviendo allí ya parecía como una clienta habitual.
"De atún, lechuga y tomate?" pregunto Carol, en cuanto la oficial entró por la puerta.
Brittany se echó a reír. "Obviamente estoy siendo demasiado predecible. Que sea de carne curada"
"Claro. ¿Cómo es la nueva casa?"
Brittany ocultó su sorpresa. Todavía no se había acostumbrado a la familiaridad de los residentes. Este, definitivamente no era el lugar adecuado, si no querías conocer a tus vecinos.
"Bien estoy viviendo en ella - y las reformas se terminarán en un par de semanas, gracias al grupo de Sarah, es muy bueno.".
Carol asintió con la cabeza mientras envolvía la comida de Brittany. "Te envidio ese punto de vista. No hay muchos lugares por esa zona, con vistas a la bahía."
"Tuve la suerte de encontrarlo", coincidió Brittany.
"Aquí tienes. Ten cuidado hay fuera."
"Gracias."
Brittany apoyó el bocadillo en el asiento junto a ella, comiendo mientras lentamente paseaba por la ciudad. De momento, no había mucha gente en las calles, pero en dos días todo sería diferente. Ella estaba esperándolo con ansiedad, a pesar de que sabía que su trabajo se triplicaría. Le gustaba la sensación de formar parte de la comunidad, y cuidar de ella a su propia manera. Sin pensamiento consciente, se encontró dirigiéndose de nuevo hacia la clínica. El aparcamiento estaba lleno. El hombre de detrás del mostrador en la zona de recepción parecía acosado. Brittany esperó, mientras terminaba de hacer una carta, de pie en silencio junto a una madre con dos niños pequeños a cuestas. Él la miró expectante, moviendo de un tirón el pelo de sus ojos. Su asombrosamente bello rostro se fijó en ella, con gesto nervioso.
"¿Hay alguna posibilidad de que pudiera ver la doctora López?"
"Oh, por favor! Sería más fácil conseguirte una audiencia con el Papa," suspiró dramáticamente. Tenía las pestañas más largas que había visto nunca. Si fuera una mujer, ella lo parecía, pero todavía había algo decididamente masculino de él que desmentía esa descripción. "Vamos a ver dónde está, ¿de acuerdo? Anda con mucho retraso, pero supongo que ya sabes por qué."
Brittany asintió con la cabeza, encogiéndose de hombros disculpándose. Regresó un momento después.
"Sígueme, por favor, ella se reunirá contigo en su oficina cuando puede hacer un descanso, dijo que sólo sería un par de minutos."
La llevó a la misma oficina que Brittany había dejado sólo unas horas antes. Mientras esperaba, examinó las paredes. Sólo había un diploma, anunciando que Santana Marie López había sacado su título de medicina por la Universidad de McGill en Canadá. De mucho mayor interés, fueron las fotos enmarcadas varias mujeres remeras, algunas en desde los cuatro a los ocho años, aproximadamente, incluso en alguna de ellas aparecía remando sola. Brittany se inclinó más cerca para mirar las caras. En varias fotos se veía claramente a Santana López remando. El sonido de la puerta al cerrarse detrás de ella, interrumpió su estudio, y se volvió a encontrar a la doctora observándola.
"¿Sorprendida, Sheriff?" Santana preguntó nerviosamente.
Brittany levantó una ceja ante el tono defensivo en la voz de la mujer. Sus ojos azules se encontraron con los calmados ojos castaños de Santana. "¿Por qué?"
Santana golpeó el objeto ortopédico de su pierna con su bastón. El metal sonó bruscamente.
"Ah - para ser honesta, no lo había pensado", respondió Brittany, con su mirada fija todavía sobre Santana.
Santana apartó su mirada, y finalmente sacudió la cabeza con tristeza. "Debes de ser la única persona que lo ha olvidado."
"Yo no he dicho lo hubiera olvidado", dijo Brittany en voz baja. "Es sólo que nunca se me había ocurrido que fuera tú, la persona que veía esta mañana en el agua-.. Sobre la bahía parecías formar parte del mar, ni siquiera perturbabas el ritmo de las olas."
Los labios de Santana se abrieron, cuando un pequeño suspiro se le escapó. Había escuchado muchas descripciones sobre su forma de remar, pero ninguno tan genuina, ni tan elocuente. Ella desvió su mirada y tragó saliva.
"Gracias," dijo al fin, en silencio, mirando a su alrededor. Se acercó a su mesa, finalmente mirando a Brittany, quien se quedó tiesa como un palo en el medio de la habitación, con su sombrero bajo el brazo. Santana se preguntó si tenía alguna idea de lo imponente y atractiva que era.
"Siéntate, Sheriff. Me estás poniendo nerviosa", dijo Santana a la ligera.
Brittany se echó a reír, una risa llena de profundidad, mientras se dirigía a la silla frente a la mesa de Santana. "Eso lo dudo."
Santana fue irracionalmente complacida por su respuesta, y consciente de su decepción cuando la mirada de Brittany se había evaporado.
"Yo sé que estás ocupada," dijo Brittany. "¿Has tenido la oportunidad de descubrir lo que falta?"
Santana suspiró con cansancio. "Casi no he tenido tiempo, parece que la mitad de la ciudad tiene la gripe. He estado trabajando sin parar desde que te fuiste. Pero, sin embargo, he podido hacerte una lista provisional. Una extraña maldición."
Brittany se sentó un poco más erguida, con los ojos brillantes. "¿Cómo es eso?"
"Nos faltan agujas, jeringas y algunos instrumentos quirúrgicos, pero no escalpelos, ni cajas de gasa o alcohol, y de todas las cosas -... Un esterilizador portátil"
"¿No faltan drogas?"
"Las drogas están contabilizadas. No puedo estar segura, porque no tengo un inventario de muestras farmacéuticas, pero creo que hay una variedad de antibióticos que faltan."
"¿Eso es todo?"
"Hasta donde puedo decir. Si encuentro algo más, te lo haré saber."
Brittany asintió. "¿Significa algo para tí?"
"No parece gran cosa. Los adictos querrían jeringas. Supongo que el esterilizador tendría sentido, si alguien quería volver a utilizar las agujas, pero lo raro es que sin las jeringas?"
"No lo sé", murmuró Brittany. "¿Hasta qué hora está abierto?"
"Hasta hace seis años, excepto los miércoles, hasta que termino de ver a mis pacientes, normalmente sobre las diez."
"¿Hay alguien aquí contigo todo el tiempo?"
"Bueno, Will, el recepcionista, se va cuando la clínica cierra y mi enfermera, Tina, se queda hasta recoger. Normalmente, yo me quedo una hora más tarde para terminar con el papeleo."
"No lo hagas" dijo Brittany rotundamente, "por lo menos no en los próximos días. Vete cuando Tina se vaya, y asegúrate de que las dos estéis con los coches en marcha, antes de que ninguna de las dos se aleje."
Santana la miró con asombro, con los hombros rígidos. "Es realmente necesario, tengo trabajo que hacer - y estoy segura de que sólo eran unos niños"
"No estoy segura de eso", Brittany se respondió con firmeza. "Esto, está bastante aislado. Puede hubiera algo más que querían, y no lo han podido encontrar esta mañana. No quiero que estés aquí sola, si deciden volver."
Santana escuchó el inconfundible tono de mando en su voz, un tono demasiado fácil, lo que demostraba que ella estaba acostumbrada a ser obedecida. Lo que decía tenía sentido, pero Santana estaba molesta, no quería que nadie le dijera cómo debía llevar su negocio.
"¿No podemos llegar a algún acuerdo, Sheriff Pierce?"
"No, doctora" respondió Brittany con una sonrisa.
Santana golpeó su pluma sobre la mesa, tratando de decidir si se sentía tan reticente porque la petición no era razonable o porque le molestaba la autoridad de esa demanda. Cualquiera que fuera la razón, esta mujer tenía un efecto asombroso en ella. Ella estaba tan segura, tan segura, que hizo que Santana quisiera discutir con ella, incluso cuando sabía que lo que decía tenía sentido. Brittany esperó.
"Está bien," Santana concedió a regañadientes. "Puedo hacerlo durante unos días."
"Una semana".
Los ojos de Santana lanzaban fuego mientras se disponía a protestar.
"Por favor", añadió Brittany.
Era el turno de Santana a reír, a pesar de su molestia. "Es muy difícil resistirse a ti, Sheriff", afirmó, y luego inmediatamente se arrepintió de sus palabras. No sólo porque sonaba un poco coqueta, sino porque se dio cuenta, con disgusto, que era verdad. La combinación de la sheriff, con el control de sus ojos azules cristalinos y el sutil humor resultaba poderosamente atractiva.
Brittany respondió desapasionadamente. "Entiendo que es difícil, Dra. López, y le agradezco su cooperación." Se puso de pie y dio unos golpecitos con el dedo en el ala de su sombrero. "Gracias por hacer tiempo para atenderme, a pesar de su día tan ocupado. Le haré saber cuando tenga una pista sobre esto."
"¡Gracias!" respondió Santana cuando Brittany se marchaba. Se sentó por un momento tratando de ordenar sus pensamientos. Una vez más, tuvo la sensación desconcertante de estar un poco fuera de equilibrio, más cuando estaba acostumbrada a tener todo siempre bajo control. Exasperada con ella misma, empujó el recuerdo de esa sonrisa fugaz y rica risa de su mente. Había un montón de trabajo por hacer, y podía contar con eso para quitar a la ayudante del Sheriff de su mente.

Al final de su turno Brittany se sentó en su todo terreno en frente de la casa jugando con sus llaves. Ella había estado evitando este momento, desde que llegó a Provincetown, y ella sabía que no podía retrasarlo por más tiempo. El lugar era demasiado pequeño. Y ya la mayoría de los dueños de tiendas sabían su nombre. Ella puso el coche en marcha, y se dirigió hacia el extremo este de la calle larga, de aproximadamente unos tres kilómetros. Aparcó en la acera, en frente de una de las innumerables galerías. Después de un minuto de vacilación, se dirigió resueltamente hacia la pequeña casa contigua. Tocó el timbre, mientras se le aceleraba el pulso.
Una mujer de unos cincuenta años, en pantalones vaqueros holgados y una camiseta hecha jirones, abrió la puerta, mirando inquisitivamente al oficial que esperaba en las escaleras.
"¿Sí?" -preguntó ella. Entonces sus ojos se abrieron cuando ella se centró en los ojos azules de acero y rasgos cincelados. El parecido era inconfundible. "Oh Dios mío", se quedó sin aliento. "¿Brittany?"
"Hola Jean", dijo Brittany en voz baja.
"¡Kate!" la mujer chilló. A continuación, volviendo a entonar su voz llamó en voz alta: "Cariño, será mejor que vengas aquí!"
"¿Qué pasa?" preguntó la mujer alta que entró por la parte trasera de la casa. Se detuvo detrás de su amante, quedándose sin palabras.
"Hola mamá", dijo Brittany en voz baja. Ella miró a su madre, a su piel coloreada por sol bruñido, al pelo rubio casi gris ahora, y a los ojos azules, tan parecidos a los suyos. A pesar de su ansiedad, se sentía extrañamente tranquila. "Pensé que ya era hora de visitarte."
"Había renunciado a la esperanza de volver a verte", dijo su madre-murmurando con voz ahogada.
"Lo siento - Yo -" Brittany vaciló, sin saber cómo explicar los años que habían pasado separadas.
"No lo sientas solo ven y cuéntame -. Bien, dime lo que quieras." Kate tocó las mejillas de su hija, suavemente, mientras hablaba, y luego le tomó la mano para tirar de ella hacia el interior de la casa. Llevó a Brittany a través de las pocas habitaciones hasta una pequeña cocina que daba a la bahía.
"Siéntate," dijo Kate, señalando la mesa, delante de las ventanas. "¿Quieres té?"
"Sí, gracias", dijo Brittany, poniendo su sombrero sobre la mesa.
"¿Cuánto tiempo llevas aquí?" -preguntó su madre, incapaz de apartar los ojos de la atractiva mujer, sentada en su mesa. Si no llevara una vida de enclaustro, ella lo habría sabido. Un recién llegado siempre llama la atención.
"Apenas ocho semanas", dijo Brittany, señalando a su uniforme. "Soy el ayudante del sheriff."
"Simplemente no puedes renunciar a un uniforme, ¿eh?"
Brittany se echó a reír y la tensión en la sala se disipó. "Nunca lo pensé de esa manera, pero creo que tienes razón."
"Y ahora vives aquí", dijo su madre con asombro.
Brittany asintió, inusualmente insegura. "¿Te parece bien?"
Las lágrimas brillaron en los ojos de su madre, y un pequeño sollozo escapó de sus labios.
Jean, la compañera de su madre, puso su mano protectora sobre el hombro, sabiendo cuántas veces había soñado con este momento.
"Muy bien sería un eufemismo, Brittany," dijo su madre por fin. "Creía que cuando conocí a Jean, todos mis sueños se habían hecho realidad. Ni siquiera me atrevía a esperar nada como ésto."
Brittany miró hacia otro lado, cuando el dolor de viejos recuerdos vinieron a su mente.
"Si hubiera podido ser diferente Brittany, seguro que algo podría haber hecho" Su madre se detuvo, sabiendo que no había palabras para explicar el pasado. O para deshacerlo.
Brittany se encontró con su madre mirándola de manera uniforme, con voz firme. "No he venido aquí para pedir explicaciones."
Kate hizo girar el anillo de oro en su dedo anular, el que le había regalado Jean, y dijo con tristeza: "Traté de decirme a mí misma que estarías bien cuidada"
"Y yo lo estaba", dijo Brittany. "Pero llegó un momento para mí, en que quería salir de allí."
Kate buscó alarmada, en lo ojos de su hija. "¿Estás bien, estás enferma, o...?"
"No, estoy bien," Brittany sonrió, tomándole de la mano.
"¿Así que estás aquí para quedarte?"
"Sí," dijo Brittany, sintiendo la rectitud de sus palabras. "Me quedo."
Jean se acercó, colocando una gran bandeja de sopa en el centro de la mesa y dijo con firmeza:
"Tengo la sensación de que va a ser una noche muy larga."
Y comenzaron a hablar.
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por monica.santander Lun Feb 23, 2015 1:08 pm

Que buena historia!!!
Me encanta este inicio de relacion entre Britt y San.
Saludos
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Lun Feb 23, 2015 7:19 pm

monica.santander escribió:Que buena historia!!!
Me encanta este inicio de relacion entre Britt y San.
Saludos
Me alegra que te guste, voy a ser buena y te dejare un nuevo capitulo hoy
Nos vemos ;)
Marta_Snix
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Lun Feb 23, 2015 7:20 pm

Capítulo Tres
Era cerca de la medianoche cuando Brittany les dejó. Les había tomado mucho tiempo esbozar lo ocurrido, durante los últimos veinte años. No habían tocado cosas muy personales, ninguna de ellas estaba preparada para ello. Pero fue un comienzo, y se sentía bien. Estaba demasiado excitada para dormir, por lo que decidió conducir. Circuló por una calle comercial, siguiendo por las calles estrechas que llevaban hasta la clínica.
No era exactamente el camino a su casa, recorrió los dos por municipios que se encontraban de camino a su casa. Ella frunció el ceño cuando vio que el Jeep Cherokee seguia aparcado en el aparcamiento. La clínica estaba a oscuras. Brittany salió de su todo terreno, dejándolo aparcado junto al arcén de la carretera, y dio una vuelta a través de la maleza y la arena de la parte trasera de la clínica. Cuando intentó suavemente tocar la manilla, la puerta trasera se abrió. Pistola en mano, se dirigió lentamente por el pasillo, abriendo cuidadosamente cada puerta al pasar.
Al doblar una esquina en la zona de recepción sombría, sintió un movimiento a su derecha. Balanceando sus brazos extendidos en esa dirección, alzó su arma puño en mano, gritó: "¡Policía!"
Su movimiento desvió el golpe que le se avecinaba, pero el dolor le quemó a lo largo de todo su antebrazo, donde fue golpeada. Ella se impulsó hacia adelante, golpeándose contra el borde de un archivador de metal, mientras se agachaba. Se acercó en cuclillas, y estaba a punto de disparar a la sobra que se veía a contraluz, en la luz de la luna, cuando una voz gritó: "¡Sheriff, no! Soy Santana!"
Las luces se encendieron y Brittany se encontró cara a cara con la médico, con el bastón en alto amenazando con volver a golpearla.
"Baja el bastón" murmuró Brittany, limpiándose la cara con una mano. Su mano estaba manchada de sangre, y se tambaleó, repentinamente mareada.
"Siéntate, Sheriff," le ordenó Santana acercándose rápidamente. Agarró a Brittany por la cintura, dirigiéndola a una silla. "Estás herida."
"Tengo que revisar este lugar," Brittany protestó, sacudiendo la cabeza, tratando de aclarar su visión. "La puerta de atrás esta abierta."
"No importa. A Tina siempre se le olvida cerrarla con llave." Santana escrutó el rostro de Brittany con cuidado.
"Vas a necesitar puntos."
"Tengo que pedir refuerzos"
"¿Por qué, estoy detenida? Yo no sabía que eras tú hasta que hablaste. Oí un ruido en el pasillo"
"Increíble", Brittany hizo una mueca, doblemente avergonzada. "Primero anuncio mi presencia, y luego dejo que me golpees. Tal vez deberías usar una tarjeta de identificación!"
Santana sonrió tristemente. "Este bastón es tan mortal, como cualquiera de vuestras armas, por lo menos a corto alcance. Estoy agradecida de no haberte roto el brazo." Miró a Brittany con creciente preocupación. "No lo hice, ¿verdad?"
Se arrodilló, con dificultad, frente a Brittany, y agarró la mano derecha de Brittany con la suya.
"Aprieta los dedos", dijo.
"No puedo," Brittany murmuró, luchando contra una oleada repentina de náuseas.
"Debo haber tocado algún nervio mediano", señaló clínicamente. "Pueden pasar un par de horas, hasta que puedas flexionar los dedos, de nuevo, pero no parece roto."
Ella continuó palpando, a lo largo del antebrazo de Brittany, consciente de los músculos bien desarrollados bajo sus dedos. "Tienes suerte de estar en tan buena forma, tu masa muscular te ha protegió. Aun así, vas a tener un gran hinchazón." Ella se echó hacia atrás y estudió el rostro de Brittany, retirando un mechón de pelo de la frente de Brittany. La sheriff estaba pálida, pero su mirada era clara. "Tienes una laceración en una ceja. Tenemos que volver a la sala de operaciones para que pueda cuidar de ella. ¿Puedes caminar?"
Brittany asintió, enfundando su arma mientras cuidadosamente se levantaba. Extendió su mano izquierda para ayudar a Santana a levantarse.
"No puedo decirte cuánto lo siento, Sheriff," Santana comentó a medida que avanzaban hacia la parte posterior de la clínica.
"Ha sido una lección bien aprendida, doctora", dijo Brittany gravedad. "Tener un arma, a veces, te hacen demasiado confiado. Un artista marcial, bien entrenado, es una amenaza real en lugares cerrados. Eso es lo que eres, ¿verdad?"
"Siéntate aquí", indicó Santana, señalando la mesa de operaciones en el centro de la habitación. Ella se quedó en silencio mientras se cogía unos guantes y una bandeja de sutura.
"¿Eres alérgica a alguna droga?"
"No."
"Túmbate. Sólo tengo que limpiarte la herida un poco." Mientras ella se dedicaba a su trabajo, continuó, "Hapkido. ¿Lo conoces?"
"Un poco – yo practico jiu-jitsu," Brittany respondió, haciendo una mueca de dolor, ante la inyección de novocaína. "Hapkido. Eso es coreano, ¿verdad?"
"Uh huh," Santana respondió cuando empezó a colocar las suturas. "Es una combinación entre Aikido y Tae Kwon Do. Afortunadamente para tí, sino seguro te habría hecho más daño con el arte del bastón."
"Bueno, ciertamente es efectivo", dijo Brittany rotundamente. "Vas a tener que enseñarme alguna vez."
"Si quieres. Bueno ésto es todo. Voy a tener que quitarte los puntos en unos cinco días." Ella movió el taburete y se sentó frente a Brittany. "¿Por cierto qué estás haciendo aquí?"
"Pasaba conduciendo por aquí y vi su Jeep. El lugar estaba oscuro. Estaba preocupada. No debes estar aquí sola, ¿recuerdas?"
Santana suspiró: "Lo sé. Acabamos muy tarde. Envié a todos a casa hace una hora. De verdad que yo ha había terminado, y me dirigía hacia la puerta cuando te escuché. Lo siento mucho"
"Por favor", dijo Brittany, moviéndose hasta una posición sentada más cómoda. Afortunadamente su cabeza se sentía clara. "Me alegra saber que puedes cuidarte tú misma. Vamos a dejarlo así, ¿de acuerdo?"
Santana estaba, tratando de alcanzar un algodón con alcohol, cuando ella tomó la barbilla de Brittany con una mano, notando la tensión en Brittany.
"Tienes sangre en el cuello", dijo Santana en silencio, limpiando la piel con suavidad.
"Gracias," Brittany murmuró, sus ojos se encontraron con los ojos castaños y profundos de la otra mujer. Ella era muy consciente de la calidez del tacto de Santana.
Ésta se apartó rápidamente, retirando su mirada, mientras rápidamente rompía el contacto. La retirada fue tan brusca, que Brittany se estremeció involuntariamente. Santana frunció el ceño. "Tienes que estar en la cama. Vamos, te llevaré a casa."
"Estoy bien", murmuró Brittany, saltando de la mesa. Se tambaleó ante una repentina ola de vértigo, y habría caído si Santana no le hubiera deslizado su brazo rápidamente alrededor de su cintura.
"No del todo, no lo estás. Puede ser fuerte, pero no estás hecha de acero. Te has llevado un fuerte golpe en la cabeza, y con ese brazo, no estás en condiciones de conducir. Lo digo en serio. "
"No puedo dejar mi coche en la calle”, protestó Brittany.
"Yo conduzco. Vamos."
"Vete a la cama," dijo Santana cuando Brittany las condujo a la sala de estar de su nuevo hogar. "Voy a buscar un poco de hielo para tu brazo – ¿la cocina está por ahí?" indicó con un gesto de la cabeza.
"Sí, pero puedo conseguirlo yo mima"
Santana se volvió hacia Brittany, con los ojos brillantes. "Mira Sheriff, puedes guardarte esa rutina butch para los chicos malos. Sé que puedes hacerlo. Lo que quiero es que te acuestes, de modo que voy a conseguirlo."
Brittany miró fijamente, con una expresión perpleja en su rostro. "No estoy tratando de ser butch! Sólo estoy acostumbrada a hacer las cosas por mí misma."
La cara de Santana se suavizó, y una sonrisa curvó sus labios carnosos. "Sí, apuesto a que lo haces. Pero esta noche no. Ahora ve por favor."
Santana la encontró, sus pocos minutos después, tratando torpemente de colocar el cinturón de su arma y el uniforme en el armario. Su brazo derecho estaba todavía descoordinado y visiblemente hinchado. Se las había arreglado para ponerse una camiseta de algodón descolorida, con las siglas de USMC sobre el pecho izquierdo. Sus piernas estaban desnudas, por debajo del dobladillo de la camisa. Santana trató de no mirar a la extensión de piel suave y los bien musculados miembros, decidiendo finalmente que no podía evitar mirarla, a menos que, de repente, se quedara ciega. Agarrando la percha de las manos de Brittany, dijo con firmeza, "A la cama".
Santana dobló cuidadosamente el pantalón y lo colgó en el armario pulcramente ordenado. Camisas y pantalones oficiales estaban cuidadosamente separados de la ropa informal, de izquierda a la derecha. Se quedó mirando el traje de Judo nítido y los hakamas cuidadosamente doblados en el estante superior. La misteriosa sheriff era más que una artista marcial casual. Volviendo sobre Brittany, la encontró apoyada en la cama, con las manos cruzadas sobre las sábanas que la cubrían hasta la cintura. Estaba observando cuidadosamente a Santana, con su inescrutable rostro. Santana le devolvió la mirada, pensando que esta mujer decía mucho con su silencio.
"¿Qué?" preguntó Santana en voz baja.
"Estabas estudiando con demasiado interés mi armario. ¿Te fijas siempre en todo?"
"Gajes del oficio. Ser médico, es un poco como ser un detective, tienes que aprender a no pasar por alto los detalles más sutiles. ¿Y tú? Siempre eres tan pulcra, ordenada y controlada?"
Brittany se echó a reír. "Sí. Quince años en el Cuerpo de Marines te obliga a ello. Aunque también podría ser algo hereditario. Mi padre es militar de carrera."
"Y tu madre es una administradora de sistemas de la organización?" Santana bromeó.
Brittany se quedó inmóvil, repentinamente, con expresión pensativa. "No, mi madre es artista. Me temo que no heredé nada de ella."
Santana se dio cuenta de que el tema estaba claramente fuera de sus límites, y una vez más, volvió a surgir una gran distancia entre ellas. "Ven", dijo acercándose a la cama con la bolsa de plástico con hielo en la mano, "Extiende tu brazo." Lo envolvió en una toalla libremente alrededor del antebrazo de Brittany, y le aplicó la compresa de hielo, asegurándola con otra toalla. "Ten esto todo el tiempo que puedas. Si tienes más dolores, durante la noche, o notas que empeora el entumecimiento, llámame. No creo que eso ocurra, pero no quiero correr ningún riesgo."
"¿Cuál es tu número de teléfono?" preguntó Brittany cortésmente. No tenía ninguna intención de pasar más de tiempo de esta mujer. Todo este ridículo era por su culpa, para empezar. Nunca nadie la había tomado por sorpresa, en ningún incidente.
"Sólo llámame – Me quedo en tu sofá."
Brittany se levantó del susto sobre la cama. "No vas a quedarte aquí!"
"Mi Jeep es en la clínica, estoy cansada, y estoy empezando a tener mal humor, tengo la intención de irme a dormir -.. Inmediatamente No te preocupe, ni siquiera sabrás que estoy aquí."
"Ese no es el punto!" Brittany exclamó. "Ya has hecho demasiado por mí!"
Santana alzó una ceja. "¿Y cómo definirías" demasiado ", Sheriff? Un poco de ayuda es demasiado? Sólo dime donde tienes sábanas de repuesto.."
Brittany señaló un baúl militar, debajo de las ventanas. "La ropa de cama está allí, Doctora. Tema militar me temo. Sólo llevo de civil poco tiempo, y las compras no están en mi lista de prioridades."
"Solo es para una noche. Gracias," dijo Santana mientras se dirigía a la puerta. "Ahora apaga las luces, por favor."
"Sí, señora", suspiró Brittany, dándose cuenta de que la habían dejado fuera de control, en más de un sentido, esa noche.
A las cinco de la mañana, en el mes de mayo, todavía faltaba mucho para que amaneciera. Brittany se quedó mirando a Santana, a través de la penumbra que la reflejada desde la cocina. Se acostó de lado, con los brazos alrededor de la almohada. Tenía el pelo revuelto, enmarcando su rostro suave y joven por el sueño. Sus ropas habían sido arrojadas sobre una silla cercana, el aparato de su pierna ortopédica y su bastón estaban apoyados al alcance de sus manos. Brittany se sintió cautivada por lo tranquila que parecía. Antes de que pudiera alejarse, Santana rodó sobre su espalda y abrió los ojos, pasando de sueño a la plena vigilia casi instantáneamente. Vio la curiosidad en el rostro de Brittany, antes de que ésta la ocultada.
"¿Qué?" Preguntó Santana. "¿Hay algo extraño en mi forma de dormir?"
Brittany la contempló por un momento, consciente de que estaba desnuda debajo de la sábana. La curva de su cadera y la leve inflamación de sus senos, se reflejaban a través de la luz y la sombra. Brittany sabía que la había estado mirando, y obligó a sus ojos a dirigirse a la cara de Santana.
"No sólo parecía que estuvieras durmiendo – parecía que pudieras sentirlo, como si fuera algo vital." Su voz se apagó. No tenía palabras para expresar lo hermosa que la veía."No quise molestarte", terminó torpemente.
Santana se sentó, sosteniendo la sábana, contra su pecho, con un brazo, mientras con la otra se retiraba el pelo de la cara. "Creo que te sentí en mi sueños, pero no me despertaste".
Miró a Brittany con incertidumbre. Ella sabía que Brittany no la había tocado, pero su piel se estremeció con el sentido de una caricia prolongada. De pronto sacó las piernas del sofá y las posó en el suelo. Esto se estaba volviendo ridículo. Demasiada agitación, en las últimas veinticuatro horas, le estaba haciendo imaginar cosas.
"Tengo que ir a trabajar," dijo Santana más bruscamente de lo que pretendía.
"De acuerdo. Voy a dejar que te vistas", dijo Brittany, dándose la vuelta, desconcertada por el brusco cambio. "Quieres café?" preguntó mientras ella se dirigía rápidamente a la cocina.
"Si, Por favor,". Unos minutos más tardes, se unió con Brittany en la cocina, mirando a su alrededor con sorpresa. El ambiente, recientemente renovado, es moderno y equipado con aparatos profesionales. "¡Qué gran cocina! Sabes cocinar!"
Brittany sonrió y agachó la cabeza tímidamente. "Un vicio secreto." Le entregó a Santana una humeante taza café francés recién tostado.
"¿Cuándo aprendiste a cocinar? ¿No estabas obligada a comer en un comedor o algo así?"
Brittany se echó a reír, calentando a Santana con su cálida voz. Santana se relajó, apoyada en el gran centro de la isla de la cocina, que dominaba el espacio. Bebió un sorbo de café mientras examinaba a Brittany, a través de la brillante luz de la mañana. Ella vestía un uniforme nuevo, con pliegues en las mangas y pantalones pulcramente planchados, su corbata correctamente anudada bajo su fresco cuello. La superficie de sus zapatos brillaba impecable. Ella parecía impecable, también. Su pelo rubio recortado con precisión alrededor de sus oídos, y por encima de su cuello. Su despejado rostro, mostraba unos ojos azules claros, nariz recta y un fuerte mentón. Era guapa y hermosa al mismo tiempo, y las campanas de alerta comenzaron chocar en el cerebro de Santana. Este tipo de mujeres, sabían lo atractivas que eran, y por lo general siempre traían problemas. Los años no habían borrado, todo el dolor que alguien había causado a su corazón. Se obligó a concentrarse en lo que estaba diciendo Brittany, recordándose a sí misma que nunca volvería a cometer el mismo error, otra vez.
"Yo vivía sobre todo fuera de la base. Aprender a cocinar me dio algo que hacer, ya que siempre he vivido sola."
"¿Siempre?" Preguntó Santana. Era difícil de creer que una mujer con su presencia no estaba cogida.
"Sí, siempre", Brittany respondió en voz baja.
Una vez más, Santana sintió una puerta cerrarse, a través de la mirada distante que apareció en los ojos de Brittany.
"¿Cómo está tu brazo?" Preguntó Santana, cambiando de conversación.
"Rígido, pero la sensación ha regresado."
"¿Puedes manejar el arma?"
Brittany miró sorprendida. "Creo que sí."
Santana negó con la cabeza. "Tienes que ser capaz o sino no podrás trabajar. Es serio, Sheriff"
Brittany levantó una mano. "Por favor, llámame Brittany. No puedes seguir llamándome Sheriff en mi propia cocina."
Santana se rió. "Entonces llámame Santana. Ahora, coge tu arma."
Brittany la estudió por un segundo. Dejó su taza de café en el mostrador, y en un segundo, se había girado hacia Santana, con el revólver en sus manos, en posición de tiro.
Santana se quedó sin aliento, sorprendida por la velocidad y la gracia de Brittany.
"Conforme", dijo Santana suavemente, consciente de que tenía la garganta seca y se le aceleraba el pulso. Tuvo que admitir que la combinación de la belleza física y la potencia controlada era una imagen convincente.
Brittany se enderezó, enfundando su pistola. Ella sonrió y saludó a Santana casualmente.
"Gracias, señora."
Brittany no estaba segura de por qué Santana la estaba mirando con tanta curiosidad, pero le gustaba la forma en que lo hacía, y se echó a reír. Por alguna razón, la risa la hacía feliz.
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Mensaje por monica.santander Mar Feb 24, 2015 11:04 am

Me encanta com Britt y San  comienzan a acercarse!!
Saludos
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Mensaje por Marta_Snix Mar Feb 24, 2015 11:11 am

monica.santander escribió:Me encanta com Britt y San  comienzan a acercarse!!
Saludos
Preparada para conocer a Quinn?
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Mensaje por Marta_Snix Mar Feb 24, 2015 11:12 am

Capítulo Cuatro
Después de acompañar a Santana a la clínica, Brittany se dirigió a la comisaría. Nelson estaba en su escritorio, con el ceño fruncido sobre otro voluminoso informe que tenía que terminar.
"Jesús, Pierce ¿qué te ha pasado?" le preguntó cuando vio el moratón en la cara de su ayudante y los puntos frescos en la frente.
Brittany sacudió la cabeza con tristeza, lanzando su sombrero en su escritorio. "Si te dijera la verdad, me despedirías."
"Díme", ordenó. Se estaba riendo en el momento en que terminó la historia. "Te dije que la doctora podía cuidar de sí misma! Alégrate de que sólo tiene una pierna buena, o ella realmente te podría haber hecho mucho más daño!"
Se miraron el uno al otro cuando él hizo una mueca de disgusto. "Oh, demonios, no me refiero a eso. Fue una maldita tragedia, y yo aquí bromeando." Negó con la cabeza avergonzado.
"¿Qué quieres decir?" preguntó Brittany, en voz baja.
"Supongo que no es un secreto - como si alguien en esta ciudad tuviera secretos Era una remero ¿Sabías que..?"
"Algo he oído", comentó Brittany, recordando las fotografías en la oficina Santana.
"Ella era muy buena. Remaba para el equipo olímpico canadiense. Era la gran esperanza para lograr una medalla de oro en los Juegos Olímpicos del 88. Otro remero la golpeó y terminó con sus aspiraciones, justo antes de los juegos. Rompió su embarcación por la mitad, y casi se lleva su pierna con ella. Nunca volvió a remar. " Brittany se dio la vuelta, con el pecho encogido.
"¿Has vuelto a quedarte trabajando esta noche, de nuevo?" -dijo con voz ronca, cogiendo la cafetera.
Nelson la miró boquiabierto por la sorpresa. Él nunca entendería a esta mujer. Se cerraba muy rápido, más que nadie que hubiera conocido, hombres incluidos. Pero él respetaba sus estados de ánimo, por lo que sólo gruñó mientras volvía a con el interminable papeleo de su escritorio.
Brittany se centró en la preparación de café, forzando la imagen dolorosa de Santana, herida en su embarcación destrozada. Inesperadamente, ella retrocedió a la imagen de Santana que había visto esa mañana, cuando estaba dormida, recordando su belleza. La imagen era inexplicablemente calmante. Brittany respiró hondo, manteniendo sus emociones bajo control, una vez más, y se volvió hacia el jefe.
"Voy a empezar mi ronda."
"Claro. Hey, me traes algunos donuts, ¿te importa?"
En vez de girar a la derecha hacia la ciudad, Brittany fue en la dirección opuesta por la ruta 6 hacia Herring Cove. Pescadores y mujeres abarrotaban la zona del puerto. Estacionó cerca de la orilla del agua, buscando el horizonte. La luz del sol brillaba en el agua azul de la mañana, fría y gris, como si fueran dos fuerzas de la naturaleza. Allí, a la derecha, cortando el horizonte, con rapidez y seguridad, vio el kayak rojo. La tensión de su pecho se alivió, cuando vio a Santana volar a través de la superficie, con total libertad. Calmada, una vez más, se giró sonriendo para dar comienzo a su nuevo día. Después de su segunda ronda por la ciudad, se dirigió de nuevo, por la por la ruta 6, a la carretera principal que corría todo Cape Cod. Un centenar de metros por delante, algo salió de la nada, chocando contra un vehículo. El patinador no se levantó. Brittany se detuvo cerca, con las luces parpadeando. Corrió hacia la figura tendida.
"Tómalo con calma, hijo," dijo mientras se agachaba junto al joven de pelo rubio corto. "Oops, lo siento", se corrigió al mirar más de cerca, dándose cuenta de que el patinador era una mujer. "¿Estás herida?"
"Metí la rodilla bastante bien", murmuró la joven, haciendo una mueca mientras trataba de ponerse en pie. Ella había estado patinando, en pantalones cortos ajustados, sin equipo protector, y la longitud de su muslo estaba bastante raspada y sangrando.
"No trates de ponerte en pie", le advirtió Brittany, deslizando un brazo alrededor de su cintura. Se inclinó un poco, colocó su otro brazo detrás de las piernas de la joven y se levantó, alzándola fácilmente. "Vamos. Te llevaré a la clínica", dijo mientras caminaba unos pocos metros hasta su coche patrulla.
"Estoy bien", protestó la joven pálida.
"Puede ser, pero mejor estar seguros." Brittany abrió la puerta trasera abierta, deslizando a la chica suavemente en el asiento trasero. "¿Cómo te llamas?"
"Quinn Fabray," fue su tranquila respuesta.
Brittany la miró detenidamente. Tenía el pelo muy corto y en punta, no llevaba nada de maquillaje. Tenía un pequeño anillo de plata en su ceja izquierda, un tatuaje rodeando su brazo derecho, y una banda de plata ancha en el dedo medio de su mano izquierda. A primera vista, ella aparecía la típica adolescente, pero al examinarla más minuciosamente, la chica tenía una mirada encantadora.
"¿Estás relacionada con el sheriff Fabray?"
"Sí, es mi padre".
"Le avisaré por radio," dijo Brittany, mientras se ponía al volante.
"¿Tienes que hacerlo?"
Brittany se giró en el asiento para mirar a su joven acompañante.
"¿Cuántos años tienes?"
"Diecisiete".
"Deberíamos tener el permiso de tu padre, antes de ser tratada"
"¿No podemos esperar a ver lo que tengo, antes de avisarle? Él se va a poner como loco. Él no quiere que patine aquí. Además, se supone que debería estar en la escuela."
Brittany consideró su petición. Seguramente Nelson se enfadaría con ella si no le avisaba de inmediato, pero había algo en la cara de la chica que la hizo recapacitar. Podía esperar un poco.
"Después le llamaremos, Quinn – primero vamos a ver tus lesiones ¿de acuerdo?"
"Sí", la joven suspiró.
Santana entró en la clínica, justo detrás de Brittany. Ella la miró inquisitivamente, cuando la oficial se acercó.
"¡Hola!" dijo Santana, encantada de verla de nuevo tan pronto.
"Buenos días," Brittany respondió, su voz cálida. "Me temo que te he traído algo de trabajo. Se ha golpeado mientras patinaba. Se ha hecho daño en la rodilla."
"Maldita sea," murmuró Santana, mentalmente, ya que tendría que modificar la planificación que tenían organizada. "Ni Tina ni Will están todavía. Supongo que me puedes ayudar con la camilla, ¿verdad?"
Brittany no respondió mientras abría la puerta de su coche patrulla, y se inclinaba hacia el interior. Para sorpresa de Santana, Brittany se enderezó con la joven en sus brazos. Quinn echó un brazo alrededor del hombro de la oficial, para mantener su apoyo.
"Si me haces un poco de sitio por favor" anunció Brittany.
Santana asintió, decidiendo que debía acostumbrarse a ser sorprendida por la sheriff, totalmente autosuficiente. Brittany la siguió a través de la sala de reconocimiento, y dejó a Quinn, suavemente, sobre la mesa de tratamiento.
"Le voy a esperar", dijo Brittany. "Voy a tener que llamar a su padre."
Santana asintió, distraídamente, mientras se inclinaba sobre su paciente, y luego sin pensarlo dos veces, preguntó: "¿Te importaría hacer un poco de café?"
"Sin problemas", Brittany respondió con una sonrisa. Ella encontró una pequeña cocina y enseguida tuvo la cafetera en marcha. Ella estaba sirviendo dos tazas cuando Santana volvió a aparecer.
"Está bien," respondió Santana, ante la mirada inquisitiva de Brittany. "Tiene un mal esguince, pero le he puesto un inmovilizador de rodilla. Podrá volver a patinar otra vez en una o dos semana."
"Gracias", dijo Brittany. "Siento haberle molestado, pero pensé.."
"Tonterías," dijo Santana, tocando a Brittany suavemente en el brazo. "Tenías razón para traerla. Está más preocupada por su padre que por su rodilla. Nelson la tiene bastante vigilada. Ella se metió en algún tipo de problema hace aproximadamente un año o así, ya sabes cosas de adolescentes".
Brittany asintió. "Es difícil tener esa edad. Lo voy a llamar, y luego la llevaré a su casa."
"Eres muy buena para este pequeño pueblo, sheriff."
Brittany sonrió, complacida. "Gracias. No tengo mucha experiencia en la vida comunitaria. Yo he sido siempre una mocosa militar, siempre en activo, después de terminar la escuela." Se detuvo tímidamente. "Iré a llamar a Nelson."
Le tomó unos minutos calmar su jefe, pero finalmente lo convenció de que no tenía que venir personalmente a la clínica. Le dio las gracias a Santana, una vez más, luego acomodó, de nuevo, a Quinn en el todo terreno.
"¿Es cierto que tienes un cinturón negro en karate?" le preguntó Quinn, en cuanto salieron a la carretera.
"No exactamente," respondió Brittany. "Tengo un cinturón negro en jiu-jitsu. Es un poco diferente. ¿Cómo lo sabes?"
"Mi padre me dijo."
Brittany sabía que estaba en su “currículum”, y asumió que el sheriff se había dado cuenta. Era cierto que no tenían secretos en Provincetown.
"¿Podría usted enseñarme?" continuó la joven.
Brittany volvió la cabeza para estudiar a la adolescente. Su mirada esperanzada, tocó un recuerdo lejano. Ella también había sido una adolescente solitaria, en un mundo de adultos. Su entrenamiento en artes marciales la había ayudado a centrar su energía adolescente sin rumbo fijo. Y hoy en día seguía centrada.
"Es un compromiso muy serio, Quinn - y se necesita mucho tiempo para aprender, ¿qué es lo que quieres hacer?"
Quinn sabía que le estaba haciendo una pregunta seria, y se sentía como si Brittany realmente se preocupara por su respuesta. Ella luchó por encontrar las palabras adecuadas.
"Porque quiero algo que sea mío -. Algo que yo elija, algo que me pueda ganar y porque me aburro, y me siento inquieta todo el tiempo."
Brittany asintió. Ella había tenido la edad de Quinn, cuando comenzó su formación, y recordó aquel momento difícil en su vida. Ella no quería negarse, pero significaba un compromiso para ella también. Asumir un estudiante era una responsabilidad profunda.
"Tendrías que entrenar tres veces por semana. Y tu padre lo tiene que aprobar".
El rostro de Quinn se contrajo con determinación. "Muy bien. ¿Cuándo puedo empezar?"
"No hasta que se te cure la rodilla, y la doctora te de el visto bueno. Pero puedes venir a mi casa el sábado, y así te puedo explicar algunas cosas que necesitas saber. A las siete de la mañana"
"Allí estaré.”.
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Mensaje por Marta_Snix Mar Feb 24, 2015 12:57 pm

Capítulo Cinco
"¿Qué es eso de que mi hija quiere aprender jujitsu?" preguntó Nelson, al minuto de entrar Brittany en la estación de policía, al final de su turno.
"Ella te lo comentó ¿eh?" le dijo con una leve sonrisa. Quinn estaba ansiosa, y eso era alentador.
Nelson asintió. "Fui a casa a comer para ver cómo estaba, y es de lo único que habla. ¿De verdad quieres hacer esto?"
Brittany se apoyó en la esquina de su escritorio, mirándolo fijamente."Que un adolesctente aprenda algo, es siempre importante-. Para cualquier persona, en realidad -.. Aprender auto-confianza y auto-control, nunca está de más, y para que una mujer sepa cómo protegerse, estoy dispuesta a enseñarle, si ella está dispuesta también a hacer el esfuerzo. No es fácil, y requiere un compromiso real por un largo tiempo. "
Nelson se acercó a las ventanas, y se quedó mirando fijamente. Brittany reconoció ésto como un hábito suyo, cuando estaba preocupado por algo. Esperó en silencio. Él no la miró cuando habló.
"La encontré en uno de los muelles hace unos seis meses, con unos chicos de un par de ciudades más - los chicos ya habían tenido problemas con las drogas antes, Quinn me juró que no había hecho nada.. pero me asustó bastante. Ella es inteligente, y siempre lo hacía muy bien en la escuela, pero el año pasado -.. algo cambió. Ella no se llevaba bien con ninguno de sus viejos amigos, algo le pasó en la escuela, algo muy malo, pero sin embargo no ví venir las señales., casi no hablaba, de hecho, casi no me habla, pero ahora con éste tema, no sé hacía mucho tiempo que no mostraba ningún interés, no puedo pagar.. mucho, pero creo que va a valer la pena si crees que a ella le podría ayudar. "
Brittany eligió cuidadosamente sus palabras, no quería ofenderlo. "Nelson, enseñar a tu hija, algo que me encanta, no es ningún problema para mí. Me ayudó mucho, cuando yo tenía su edad. A veces pienso que me impedía hacer locuras. Yo no necesito que me pagues, pero a cambio haré que Quinn me ayude en el dojo. Todavía hay mucho trabajo por hacer ".
"¿El dojo?"
Brittany sonrió. "Bueno, ahora es mi garaje."
"Me ocuparé de que ella entienda que es parte del acuerdo."
"Muy bien."
Una vez en casa, Brittany se puso un chándal y una camiseta, y se fue en busca de Sarah James, la jefa del grupo de mujeres que había contratado para terminar las renovaciones en su casa. El dueño anterior había dejado muchas cosas incompletas, o en algunos casos, no se habían hecho los trabajos.
"¿Cómo te va?" le preguntó a la pequeña rubia, cuando por fin la encontró en el sótano. Sarah hizo una mueca. "Sálvame de hacer las cosas ellos mismos! La instalación de las cañerías del baño principal es una pesadilla. No hay forma de encontrar las válvulas de cierre en ningún sitio”.
Brittany sonrió ante el exuberante despliegue de angustia de Sarah, y luego preguntó seriamente: "¿Puedes arreglarlo?
"Oh, claro. Puede que necesite una semana más, de lo que en principio pensaba. ¿Está bien?"
"Está bien - sólo dime dónde vas a trabajar e intentaré permanecer fuera de tu camino Si me necesitas, yo podría salir por un tiempo"
Sarah negó con la cabeza. "No es necesario, pero habrá algunos costos adicionales, lo siento -. Subestimé el estado de cosas aquí. Nadie ha vivido aquí durante bastante tiempo, y hay muchos desperfectos con la instalación del agua y demás -."
Brittany la interrumpió. "No te preocupes por eso. Haz lo que tengas que hacer. Si necesitas otro adelanto para comprar más materiales, sólo házmelo saber."
Sarah miró a la otra mujer con admiración. Dios era bueno trabajar para alguien que no creyera que le estaban tratando de robar. Y una mujer, que por cierto, estaba de muy buen ver. Incluso había estado considerando invitarla a salir, pero no había podido tener una lectura clara sobre ella. Parecía que Brittany era una mujer personalmente inaccesible. Ella nunca hablaba de nada que no fuera de trabajo, y nunca le había dado indicios de ningún tipo de insinuación sexual. Sarah no estaba al cien por ciento segura de que la sheriff fuera gay. El hecho de que ella tuviera el cuerpo duro como una roca, que le sentara increíblemente bien en un uniforme, y que tuviera un rostro tan andrógino, que parecía una estatua griega, no necesariamente tenía que ser que ella fuera lesbiana. Pero Brittany Pierce había llamado la atención de muchas mujeres del pueblo, y no podían estar todas equivocadas
Sarah se dio cuenta, con un sobresalto, que Brittany estaba esperando su respuesta. Ella se sonrojó, y confirmó que mantendría su tasación del horario de trabajo.
"Muy bien. Voy a salir de tu camino entonces", dijo Brittany.
Sarah la vio subir las escaleras hasta la cocina, incómodamente consciente de que acaba de quedarse sin palabras, cuando había hablado con ella. Sacudió la cabeza, decidiendo que la hermosa policía era demasiado peligrosa. Si una simple conversación podía hacerle eso a ella, no sabía lo que podría sucederle si realmente le tocaba. No estaba preparada para nada serio, y algo le decía eso sería importante para Brittany.
Ajena a la persistente mirada de Sarah, Brittany inició su marcha y caminó durante un kilómetro hasta el gimnasio de la ciudad. Tres o cuatro veces a la semana, entrenaba en las instalaciones, propiedad de una mujer en el centro de la pequeña ciudad. Por lo general, ella tenía un lugar reservado para sí misma. La mayoría de los turistas preferían tomar el sol o ir de compras por la tarde, y los asiduos al gimnasio, tendían a trabajar por la mañana. Brittany saludó a la propietaria y se dirigió a las pesas. Ella colocó su bolsa de deporte en la pared, para tener de fácil acceso a ella, en caso de ser necesario. El Jefe le había informado que él esperaba que llevara su arma con ella en todo momento. Su fuerza era pequeña, y aunque no solía tener graves problemas, tenían algunos problemas recurrentes con el consumo de drogas, y violencia. Nelson le dijo que quería que estuviera disponible a corto plazo, sobre todo porque era la segunda al mando. A ella no le importaba – se había preparado para ese tipo de vida. Su arma y su busca eran una parte tan importante de su vida, como las llaves del coche. Que tuviera que estar siempre de guardia, no le molestaba, ya fuera porque realmente no tenía una vida personal, más allá de su trabajo y su formación. Ella trabajaba, trabajaba fuera, y se entrenaba en el dojo. Esa era la vida que conocía, la que se había construido desde el momento en que era adolescente, y estaba contenta. Ella levantó la barra sobre su cabeza y empezó a contar.
Mercedes Jones, la dueña del gimnasio, se apoyó en el mostrador hojeando una revista y mirando el callado trabajo que Brittany llevaba a cabo. Eso es lo que pensaba de ella – "la callada". Ella sabía quién era Brittany, por supuesto. Algo tan emocionante como la nueva sheriff adjunta, especialmente una guapa mujer, lo que no había pasado desapercibido en un lugar tan pequeño. Mercedes le había estado observando durante un par de semanas. Pesos moderados, altas repeticiones - set de pesas ocasionales. La sheriff, obviamente, había estado trabajando para conseguir fuerza, no masa muscular, aunque desde una parte de su camiseta, sobre su amplio pecho, y el tono muscular de los muslos, era obvio que ella podría haber hecho trabajo pesado si ella lo quería demostrar. Exibirse no era claramente su objetivo, y la facilidad con que se estiraba después de cada ejercicio, revelaba lo flexible que era. Mercedes la admiraba como atleta, y se sintió intrigada por ella como individuo. Ella siempre había sido amable, atenta, concentrada, y totalmente distante. Mercedes se preguntó si ella era tan tranquila porque había sido perturbada fácilmente, o si simplemente no había nada en su vida que pudiera molestarla. Si evitaba implicaciones, generalmente evitaba gran parte de la diversión de la vida, y nunca había visto a la callada mujer con nadie. De hecho Mercedes no la había visto en ningún sitio, a menos que estuviera trabajando o entrenando de su gimnasio. ¿Qué hará para divertirse? Reflexionó Mercedes. Si fuera más joven, podría verse tentada a probar algo con ella. Algo le dijo a Mercedes que esta mujer podría sorprenderle.
En ese momento, Brittany se acercó, preguntando: "¿Puedo conseguir una botella de agua?"
"Claro", respondió Mercedes, metiendo la mano en una pequeña nevera que tenía bajo el mostrador. Le secó la condensación fuera del recipiente de plástico con una toalla, antes de entregársela a Brittany.
Brittany la tomó con gratitud, preguntando mientras se estiraba, "¿Cuánto le debo?"
"Invita la casa", respondió Mercedes.
"Gracias, pero prefiero pagar", dijo Brittany, sin ningún indicio de censura en su voz.
"Un dólar entonces," dijo Mercedes. Miró seria a la otra mujer. "No estábamos buscando ningún favor, con los pequeños gestos que la gente probablemente te ofrece. Usted hace un trabajo que todos agradecemos. Nuestras vidas dependen de nuestros negocios, y si la comunidad no es segura, los turistas no vienen. Sin ellos, nos morimos de hambre. Dentro de dos días este lugar se volverá loco, y su vida se complicará. "
Brittany vació su botella. "Ya lo sé, y estoy agradecida por apreciarlo. Pero es mi trabajo mantener el orden y hacer que las calles estén seguras. No necesito ningún extra, gracias, es suficiente con lo que me pagan."
Mercedes se quedó mirándola. Brittany le devolvió la mirada con una constante y firme mirada. "Los Boy Scouts realmente perdieron cuando resultaste ser una niña, verdad?",
Mercedes afirmó sin un atisbo de sonrisa.
"¿Qué te hace pensar que yo no era una boy scout?" respondió Brittany con la misma seriedad.
Mercedes se rió, sorprendida, y Brittany se unió a ella. Cuando las dos se recuperaron, Mercedes preguntó impetuosamente, "¿Te gustaría cenar conmigo una de estas noches, después de que hayas terminado tu entrenamiento?"
Para Brittany fue un momento incierto. No estaba acostumbrada a los encuentros sociales informales, sobre todo con gente que no conocía bien. Pero había algo tan cómodo en esta mujer que Brittany no temía la intrusión que había sufrido, tantas veces, con otros extraños. "Está bien."
"¿Qué tal mañana?", insistió Mercedes. Tenía la sensación de que ésta era tímida, y ella no quería que le dieran la oportunidad de cambiar de opinión. Ella no podía decir exactamente lo que había en aquella joven mujer, que le causaba cierto misterio, pero ella simplemente le gustaba.
Brittany asintió después de pensarlo un momento. "Aquí 3estaré."
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Mensaje por monica.santander Mar Feb 24, 2015 2:57 pm

DCuantas interesada por Britt jajajaja.
Gracias por los dos capítulos!!!
Saludos
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Mensaje por Marta_Snix Mar Feb 24, 2015 6:57 pm

Capítulo Seis
Santana miró hacia la orilla mientras remaba rítmicamente a través del agua, a las seis de la mañana. Se fijó en que había unos pocos pescadores, pero no vio el todo terreno de la policía. Lo había visto allí, todas las mañanas a lo largo de la semana, y creía saber con seguridad, quién era su ocupante. Se agitó y luego se detuvo, reprendiéndose a sí misma por su necesidad. No tenía ninguna razón para pensar que Brittany Pierce estuviera allí para verla. No había hablado con ella, en más de una semana, desde el día que había aparecido con Quinn Fabray, en su coche patrulla. Tuvo que admitir, que había esperado que Brittany se pusiera en contacto con ella, para hablar sobre las novedades de su investigación. Santana se encontró buscando el coche de policía, como todos los días, su pulso se aceleró un poco en cuanto lo vio. Una ola la tomó por sorpresa, moviendo la pequeña embarcación y recordando que debía dejar de soñar despierta. Miró una vez más hacia la orilla, tratando de distinguir el perfil del conductor, y luego volvió su mente a la mar.
Brittany vació su taza de café mientras veía el punto rojo desaparecer. Se quedó pensando un poco más, antes de arrancar el motor. Esos pocos minutos cada mañana, viendo a Santana deslizarse a través del horizonte, eran los momentos más tranquilos del día. No podía haber dicho exactamente por qué, pero sabía lo que sentía, y no tenía motivos para dudar de ello. Por fín, dirigió su todo terreno, en torno a la ruta seis, resuelta y lista para trabajar.
Condujo al este de los límites de la ciudad, y luego se volvió a la derecha hacia el puerto para completar el circuito, de nuevo, por la calle comercial. A esta hora, casi no había tráfico, a excepción de los camiones de reparto, situados en doble fila, a lo largo de la estrecha calle de sentido único, sus conductores daban servicio a las muchas empresas que se encontraban hacinadas en la vía. Los ciclistas y los patinadores terminarían por llenar las tranquilas calles, a partir de las 11 de la mañana, junto con los autobuses turísticos y los turistas que saldrían a pasear.
Para ser el primer día, de un fin de semana largo, habría un flujo constante de vehículos que circularían lentamente, a través de la ciudad, hasta bien pasada la medianoche. Ella esperaba que se cumpliera el caos que su jefe había predicho. En algunas ocasiones, tendrían que trabajar hasta doce horas diarias, pero eso no le molesta. Tendría que hacer algún ajuste, en su programa de entrenamiento, pero esa era su única preocupación. Casi todas las noches, después de salir del gimnasio, se acercaba a ver cómo estaban las renovaciones de su garaje, para dejar su dojo listo. A las nueve, que por lo general, ya estaba en la cama con un libro.
A las cuatro de la mañana, salía a correr 9 kilómetros, por la playa, y luego se duchaba, y salía de casa a las seis hacia el trabajo. Mantenía horas militares, las mismas horas que había mantenido desde que tenía catorce años. Su vida era ordenada, rutina y predecible.
Su trabajo en las fuerzas de paz, primero en el ejército, y ahora aquí, le proporcionaba un sentido de propósito y satisfacción. Su entrenamiento en artes marciales retaba a su cuerpo y mantener su mente calmada. La ausencia de lazos personales, no era algo que cuestionaba, ni le daba ningún pensamiento. Esta era la vida que siempre había vivido, y en general, estaba contenta con ella.
Saludó con un gesto de Paul Smith, mientras entraba en el pequeño aparcamiento detrás del edificio municipal. Paul era uno de los jóvenes oficiales que trabajaban en el turno de noche, y se conocían sólo lo suficiente como para decir hola.
"¿Noche tranquila?" le preguntó Brittany.
"Sí," dijo mientras abría la puerta de su camioneta Dodge. "Solo un par de borrachos que necesitan les lleváramos a su casa. También pasamos por la clínica, un par de veces, como usted me pidió. Aquello estaba desierto. Por lo demás, como todavía no hace mucho calor, las dunas estaban vacías.
Los guardaparques patrullaban las dunas durante el día, pero por la noche quedaban en manos del departamento del Sheriff. Pronto, los tres kilómetros de arena, junto a Herring Cove, estarían llenas de bañistas y aspirantes a amantes. Las dunas sobre la playa, a lo largo de la Ruta Seis, eran el lugar favorito para citas románticas. La policía intentaba mantener a la gente fuera de las dunas, para proteger el hábitat y sobre todo, para impedir que practicaran sexo y consumieran drogas. Para ella, no era un deber, sino que lo asumía como parte de su trabajo.
No había nadie en la oficina, así que aprovechó la tranquilidad para terminar de organizar los horarios, hacer las listas de turnos, y para leer los últimos informes de la delincuencia de los municipios cercanos. Tarde o temprano, los problemas de las otras ciudades acababan llegando a su comunidad. Ella estaba a punto de preparar otra taza de café, y pensando en su almuerzo, cuando en el escáner de la radio sonó una llamada al 911 en Wellfleet.
"Un hombre ha caído en la zona del amarre Larga", informó una voz masculina ansiosa. "Parece que se ha torcido una pierna, y está sangrando por todo el lugar-" Brittany ya estaba saliendo por la puerta, antes de que la voz de la radio terminara de dar el aviso.
Ella estaba a dos minutos de la escena. La zona del Embarcadero era muy larga, varias rocas formaban un arco de protección entre el puerto de Provincetown y el Océano Atlántico. Se extendía unos dos kilómetros y era la atracción turística favorita. Por desgracia, la gente solía subestimar, lo traicioneras que podrían ser las grandes rocas, sobre todo cuando subía la marea. En cuanto giró por Bradford Street, vio una multitud de curiosos, por lo que tuvo que aparcar, su todo terreno, sobre la acera para evitar el acceso a los espectadores más curiosos. La gente se apartó dejándole paso, de mala gana, empujándose unos a otros, para ver mejor. Brittany pudo ver más gente a lo largo de los metros que la separaban de las rocas, presumiblemente el lugar del accidente. Se dirigió hacia ellos tan pronto como pudo, su marcha era lenta debido a lo obstaculizado del camino, ya que las rocas estaban demasiado resbaladizas con los escombros dejados por las mareas. El muelle estaba formado por bloques de piedra en ángulo, apilados unos junto a otros, formando una pasarela discontinua. No había grandes diferencias de altura entre las mismas, pero era necesario saltar desde una superficie irregular a la otra. Ella ya había andado unos cien metros, moviéndose tan rápido como podía, cuando llegó a la altura de Santana López, quien con cautela hacía su camino hacia la multitud reunida.
Brittany estaba teniendo problemas para mantener su propio equilibrio, así que andar por esa superficie con un bastón y una pierna con aparato ortopédico era un suicidio. Brittany deslizó su mano, por debajo del codo de la médico para guiarla hasta la superficie empinada que bajaba, diciéndole, "No deberías estar aquí, doctora."
El temperamento de Santana se encendió, mientras miraba a la mujer más alta. La airada respuesta murió en sus labios cuando todo lo que encontró en esos ojos azules era una mirada de sincera preocupación. No había condescendencia, y por suerte, ni rastro de piedad.
"Tienes toda la razón, Sheriff - pero aquí estoy."
"¿Por qué no me dejas ir más adelante y ver cuál es la situación. Los paramédicos van a llegar dentro de cinco o diez minutos", sugirió Brittany.
Santana puso su mano sobre el hombro de Brittany para sentirse firme, cuando continuó subiendo a la siguiente roca. "¿Por qué no vas por delante y consigues que la gente se aparte, así tendremos más espacio para trabajar, cuando llegue allí", replicó. "Tengo que estar segura de que al tener la pierna atrapada, no se esté sangrando. Ya he llegado hasta aquí -. Tranquila, voy a estar bien."
Brittany sabía que el plan tenía sentido. No estaba segura de por qué no quería dejar a la médico sola, era un deseo instintivo de protegerla, pero no protestó. Con el estómago encogido por la tensión, se rindió a la razón. Su formación era demasiado arraigada para permitir preocupaciones individuales, que pudieran interferir con la lógica.
"Vale. Pero ten cuidado, ¿de acuerdo?"
"Sí - ahora ve."
Cuando Santana llegó a la escena, Brittany había alejado a algunos de los espectadores para mantenerlos lejos del hombre que yacía atascado entre las rocas. Su pierna parecía desaparecer por una grieta entre dos grandes rocas. Brittany estaba de rodillas, de espaldas a Santana, cuando ésta se puso a su lado. Se quedó sin aliento, cuando Brittany la miró. El rostro de la sheriff y su camisa estaban manchados de sangre.
"¿Estás herida?" preguntó ella con ansiedad, mientras deslizaba los últimos dos pies.
"No, es suya," Brittany gruñó por el esfuerzo mientras inclina la cabeza hacia el hombre que estaba encajado en las rocas. La sangre brotaba de la herida de la pierna, una herida enorme que Brittany estaba tratando de mantener cerrada con ambas manos.
"Fractura abierta de tibia," evaluó Santana mientras buscaba el pulso en el cuello. Era débil y filiforme. "Es en shock. Tenemos que conseguir para el sangrado." Ella presionó dos dedos en la ingle, sobre la arteria femoral, y el flujo constante de sangre de la herida abierta se redujo a un goteo. "Brittany, hay una toalla en mi mochila. Córtala por la mitad y envuelva la herida tan fuerte como puedas."
Brittany soltó su agarre de la pierna lesionada del hombre. "Los EMT están aquí", dijo mientras terminaba el vendaje de compresión. Una sirena marcó la llegada de los vehículos de rescate.
"Bueno," jadeó Santana. "Mi pie está fatigado."
"¿Quieres que vaya yo?" se ofreció Brittany.
"Si por favor, es mejor que vayas a avisarles. Necesitamos sus equipos aquí. Y diles que necesitamos las mandíbulas hidráulicas para subir estas piedras."
"Vuelvo enseguida", dijo Brittany, incapaz de mantener la preocupación en su voz.
"Estoy bien", le aseguró Santana.
Los pocos minutos que le tomó a Brittany llevar una de las cajas, para los equipos de rescate, le parecieron horas mientras ella continuaba agachada, torpemente, en el estrecho espacio, con miedo de moverse, por si perdía su tenue control sobre la arteria por debajo de sus dedos. Estaba empezando a tener espasmos en su propia pierna lesionada, por la posición en que se encontraba con su rodilla doblada. Ella apretó los dientes y se aclaró la mente, concentrarse únicamente en lo siguiente que tenía que hacer.
"Tengo que colocar una vía IV," dijo mientras Brittany se dejó caer a su lado. "¿Puedes prepararme el material? , entonces podrás hacerte cargo de la compresión."
"Un minuto", dijo Brittany como ella rasgó el envoltorio de plástico sacando el tubo y la solución salina con los dientes. Detrás de ella, los dos paramédicos estaban tratando de encontrar un lugar para calzar el gato hidráulico entre las rocas. "Está bien", dijo, poniendo sus manos sobre las de Santana, para mantener la arteria. Ella presionó hacia adentro para que Santana pudiera apartarse.
Santana se puso detrás de ella, sacando un trozo de tubo de goma suave y envolviéndolo alrededor de la parte superior del brazo del hombre. Encontró una aguja intravenosa de gran calibre, y expertamente la introdujo en la vena antecubital sobre la curva de su codo. Unió el tubo que Brittany había preparado y dejó que la solución salina corriera a toda velocidad.
"¿Cuánto tiempo más necesitáis?" gritó a los técnicos, con un gesto de preocupación en su rostro. "Realmente está grave. Necesita sangre, y si no consigo reparar la fractura, al menos, parcialmente podría perder el pie."
"Esas rocas se van a desplazar en el momento que activemos el gato," advirtió la más alto de las dos paramédicos femeninas. "Donde estás, no es seguro. Vas a tener que salir de allí."
Santana miró el constante goteo de sangre de la fractura en la pierna del paciente y negó con la cabeza. "Sólo podemos controlar el sangrado si nos quedamos así. Si reducimos la compresión, puede desangrarse. Déjame volver allí, Sheriff. Mantendré la arteria taponada."
Brittany miró por encima del hombro a Santana. Su rostro no mostraba rastro de tensión.
"Vas a necesitar mucho más, para que yo salga de aquí. Será mejor que subas. Me voy a quedar con él."
Esta respuesta cogió a Santana por sorpresa. Tenía la imagen de Brittany atrapada bajo toneladas de rocas y algo cercano al pánico, se instaló en su garganta. No quería que fuera Brittany la que estuviera en peligro, cuando había tomado la decisión de quedarse con el paciente.
"¡No!" empezó a discutir.
"Esta es mi obligación, doctora. Puedes preocuparte luego de mantenerlo con vida. Ahora sal de aquí."
El tono de mando implacable era inquebrantable. Brittany volvió su atención hacia el hombre herido, dado por sentado que la conversación claramente había llegado a su fin. Santana sabía que no había otra manera, y no había tiempo para discutir. "Por el amor de dios, ten cuidado", murmuró mientras cuidadosamente subía varios tramos de rocas para mayor seguridad.
"¿Tienes las piernas a la vista?" preguntó uno de los paramédicos .
"Sí, todo está bien. Podéis empezar", respondió Brittany.
Cuando se activó la entrada de corriente, pedazos de gravilla y arena llenaron el aire, nublando la vista de Santana del abismo donde se acuñaban Brittany y la víctima. A medida que el chirrido de las rocas se calmaba, miró ansiosamente hacia abajo. Ella sólo podía ver la alta figura de Brittany encorvada sobre el hombre herido.
"¿Estás bien?" -exclamó-.
"Sí," jadeó Brittany. "Pero se está deslizando hacia abajo en la hendidura, así que necesito un tipo de arnés para sujetarnos mejor-.! Rápido" Sus brazos se esforzaban en sostener el peso muerto, con miedo a perderlo.
Uno de los paramédicos le tiró un arnés, y momentos más tarde tenían a la víctima amarrada. Ellos lo aseguraron a un tablero, mientras Santana le ponía una férula inflable en los pantalones, para mejorar el flujo de sangre.
"Llévalo al helipuerto de Dennis," dijo ella. "Tiene que ser tratado en Boston. Ponerle dos vías intravenosas muy abiertas, y una dosis de carga de Ancef, también."
Tan pronto como se alejaron de ella se volvió preocupada hacia Brittany, que se estaba inclinada recuperando el aliento.
"Déjame que te eche un vistazo", dijo Santana.
"Estoy bien," jadeó Brittany. "Sólo necesito un poco de aire. Casi lo pierdo allí al final."
"Bueno, no lo hiciste," Santana respondió ignorando las protestas del Sheriff, y la examinó rápidamente. "Tienes un montón de pequeños cortes en las manos, pero creo que podemos prescindir de puntos."
Brittany levantó las manos con cansancio, mirándolas como si las viera por primera vez.
"Son sólo pequeñas muescas de los golpes con las piedras", señaló encogiendo los hombros.
Santana asintió. "¿Estás lista para la caminata de vuelta?"
Brittany se puso en pie, volviendo con fuerza. "Claro, estoy lista", dijo.
Santana dio un paso e hizo una mueca. Ella no podría hacerlo sin ayuda. Los músculos de su pierna lesionada estaban muy tensos, desde la escalada ardua y desacostumbrada, y le estaban empezando a sentir calambres. No creía que pudiera mantener el equilibrio.
"Tengo un pequeño problema", admitió.
Brittany buscó en su rostro con preocupación. "¿Qué puedo hacer yo?"
"Si me apoyo en ti, creo que podría ser capaz de hacerlo."
Brittany deslizó un brazo fuerte alrededor de la cintura de Santana, sosteniéndola firmemente.
"Nos tomaremos las cosas con calma," dijo ella, guiándola por las rocas traicioneras.
Cuando finalmente llegaron a la final de la calzada, las dos se hundieron, con gratitud, en un banco de piedra, para los turistas.
"Gracias," dijo Santana en voz baja. Ella no había necesitado, ni pedido ayuda a nadie, en mucho tiempo. Le sorprendió que no le molestara. Había algo en la implacable ayudante del sheriff que hizo aceptar su ayuda fácilmente. Brittany irradiaba fuerza y confianza en sí misma, pero también había una simplicidad en ella que la cautivaba. A pesar de su competencia y de aire de mando, nunca demostraba indicios de superioridad o condescendencia. Santana no recordaba haber conocido a nadie como ella. Ciertamente, nadie la había hecho sentir tan segura, ni disminuida.
"Estás siendo indispensable en esta ciudad, Sheriff," añadió Santana con sinceridad.
Brittany se encogió de hombros. "Me gusta pensar que me estoy ganando mi sueldo." Ella miró a Santana pensativa. "Lo que acabas de hacer requiere mucho coraje. Ese tipo no sabe la suerte que tiene de que estuvieras allí. ¿No lo sabes?"
Santana se sonrojó ante el cumplido y habló apresuradamente para cubrir su vergüenza.
"Te olvidas de que se trata de Provincetown! Probablemente todo el mundo en la ciudad, sabe que me baño en el Inn, durante la hora de mi hora de almuerzo! Estaba justo al otro lado de la calle, cuando alguien llegó corriendo para llamar al 911, el gerente vino a por mí. Podía haber llegado mucho antes hasta él, si no fuera por esta maldita pierna! "
"Hiciste un gran trabajo", comentó Brittany. Ella suspiró, estirando sus músculos rígidos. "¿Te apetece si compro algo de comer?"
Santana trató de ignorar los latidos de su corazón. Estaba segura de que Brittany sólo estaba siendo amable. "Gracias, pero ya llego tarde a la clínica."
Brittany asintió. "Ha sido un placer trabajar contigo, Dra. Lopez. Debería ir a casa para cambiarme de uniforme."
"Todavía tienes heridas que necesitan ser curadas," Santana le recordó. "¿Qué tal si te pasas por la clínica más tarde?" ella se ofreció.
"Estoy segura de que voy a estar allí. Esta noche tengo turno, de todos modos."
Brittany se quedó mirándola fijamente, con el rostro parcialmente sombreada por el ala de su sombrero. Tenía una pose imponente recortada contra el azul del cielo. Santana tuvo que hacer un gran esfuerzo no para mirar su cuerpo liso.
"Entonces me acercaré," Brittany le informó.
"Bueno," susurró cuando vio que Brittany se alejaba. No podía dejar de mirarla. Se movía con tanta seguridad en sí misma que se adaptaba a su personalidad vigorosa. No había una sola cosa en ella, que no fuera atractiva, y eso fue suficiente para que Santana se mantuviera en guardia. Toda mujer, sin ataduras, en Provincetown, y no pocas de las casadas, estarían echando un buen vistazo a la nueva Sheriff. Ese era exactamente el tipo de mujer, de la que Santana debía alejarse
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por monica.santander Mar Feb 24, 2015 7:39 pm

mas,mas,mas,mas!!!!!!
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Mensaje por 3:) Miér Feb 25, 2015 12:33 pm

holap marta,...

me encanto tu nueva adap!!!
me gusta como va la relaciona de san y britt!!!

nos vemos,...

LU!!!
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Mensaje por Marta_Snix Miér Feb 25, 2015 4:30 pm

monica.santander escribió:mas,mas,mas,mas!!!!!!
Jajajajajaja impaciente, aqui tienes

3:) escribió:holap marta,...

me encanto tu nueva adap!!!
me gusta como va la relaciona de san y britt!!!

nos vemos,...

LU!!!
Hola Lu, como estas?
Aun esta en el comienzo, pero mejorará y pronto
Nos vemos ;)
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Mensaje por Marta_Snix Miér Feb 25, 2015 4:30 pm

Capítulo Siete
Mercedes saludó a Brittany, con una sonrisa, cuando entró en el gimnasio por la tarde, después del trabajo. "Pensé que no vendrías", dijo.
Brittany miró el reloj detrás de la cabeza de Mercedes. Eran las cinco y media, exactamente la misma hora a la que solía llegar para su sesión de ejercicios.
"¿Por qué?" -preguntó ella, sorprendida. "Te dije que estaría aquí."
Mercedes se encogió de hombros. "Tonta de mí! Debería saber que eras una mujer de palabra!!"
Brittany se encogió de hombros, y continuó con su rutina. Terminó tres series de ejercicios para las piernas y la espalda en noventa minutos, luego se fue a los vestuarios y se dio con ducha. Se puso unos pantalones chinos, una camisa de mezclilla de color azul marino, y una chaqueta de color beige claro, que cubría la funda de debajo del brazo izquierdo, en una sobaquera. Se miró el espejo - la pistola no se veía - y salió al encuentro de Mercedes.
Caminaron calle abajo hacia la ciudad comercial. Aún eras demasiado temprano, durante esta temporada, por lo que no hacía falta preocuparse por las reservas, pero eso podría cambiar en los próximos días. Les dieron una buena mesa, junto a las ventanas que daban a la calle, para que pudieran ver a los turistas pasear, mientras cenaban.
Ambas pidieron unas margaritas mientras esperaban el menú.
"Esto no es una cita, ya sabes," Mercedes anunció después de haber dado las órdenes a la camarera.
Brittany tomó un sorbo de su bebida - era fuerte y agrio, y miró a la mujer frente a ella, con calma. "No se me había ocurrido que lo fuera."
Mercedes se echó a reír. "Se trata de Provincetown, Sheriff! Cuando una mujer le invita a otra mujer a cenar, normalmente suele tratarse de una cita."
Brittany asintió solemnemente. "¿Entonces por qué no es esto una cita?"
Mercedes le devolvió la mirada, totalmente desconcertada. La mujer hermosa frente a ella era imposible de entender. Ella no decía nada con su expresión, o su voz. Nada parecía sorprenderla, o lanzarla fuera de su paso. Mercedes se preguntó qué podría hacerle salir de su calma controlada. También se preguntó qué precio pagaba, en su vida, para mantener este tipo de exigente control. Permanecía completamente sin pretensiones, y Mercedes le respondió. "No es una cita por dos razones - mis expectativas y mis intenciones."
"¿Cómo es eso?" preguntó Brittany, sin expresar ningún tipo de desafío, simplemente con interés sincero.
"Sería tonta si pensara que podrías estar interesada en mí. Por un lado, soy veinte años mayor que tú..."
Brittany sonrió, sacudiendo la cabeza. "Casi", dijo, estudiando el rostro bronceado, y bien desarrollado de Mercedes.
"Lo bastante cerca", gruñó Mercedes.
Brittany esperó en silencio. "Y la otra razón?" -le preguntó en voz baja.
Mercedes se sonrojó cuando dijo: "Eres demasiado butch para una vieja deportista como yo. Me imagino que tus gustos van más por el tipo de “femme".
Brittany se echó hacia atrás, mientras la camarera deslizaba sus platos frente de ellas, pensando en las palabras de Mercedes. Era la segunda persona, en dos semanas, que le decía lo mismo. Nunca había pensado en sí misma como una “butch” y trató de imaginar qué pensarían los demás. Era algo sobre lo que ella no tenía ninguna experiencia. Hasta este momento de su vida, su rango le había determinado cómo debía relacionarse con el resto de la gente. Las normas de conducta, incluyendo quién puede "fraternizar" con, eran muy claras. Mucho las eludían, pero Brittany no. No era porque estuviera siempre de acuerdo con ciertas normas, pero no tenía ninguna necesidad de desafiarlas. Había pasado toda su vida ya sea preparándose para ser, o siendo, un oficial. Su vida profesional y personal, era una misma.
"Yo no estoy tan segura de ser del tipo “butch”, pero estoy bastante segura de que yo no tengo ningún tipo de nada en particular”, dijo después de un momento.
Mercedes resopló mientras se ocupaba de su comida. "Confía en mí en esto, Sheriff – si quieres oir una terminología políticamente incorrecta, eres tan macho que pareces estar gritando “No dejes que te moleste.".
Brittany sonrió. "Bueno, como quieras llamarlo, para mí es algo natural -. Esto es sólo una cena amistosa, entonces?"
"Sí".
"Muy bien."
"Ya que estamos de confidencias", Mercedes continuó: "¿Cómo terminaste en nuestro pequeño pueblo?"
"Necesitaba un trabajo, y este era el más adecuado para mí", comentó Brittany.
"¿Así que no has venido aquí en busca de amor?" Mercedes preguntó medio en serio.
Brittany sonrió un poco triste "No exactamente".
"Y no has dejado a nadie atrás, a nadie de tu pasado?"
"No," respondió Brittany. "No tengo ningún pasado."
Mercedes negó con la cabeza. "Realmente, eres de una rareza exquisita . La mayoría de la gente viene aquí para encontrar a alguien, o para escapar de algo."
"No soy tan diferente. Pero no es lo que estás pensando."
"Y no creo que me lo vayas a contar, verdad?" preguntó Mercedes, suavemente.
Con igual suavidad, Brittany respondió. "No esta noche."
Terminaron de cenar con otro tipo de conversación más ligera. Cuando Mercedes vio que Brittany daba un vistazo a su reloj, por segunda vez, ella le preguntó: "Tienes que estar en alguna parte?"
"En la clínica", replicó. "Se supone que debo pasar por allí para que me quiten unos puntos. La médico me dijo que estaría allí hasta las diez."
"No hay prisa. Siempre está allí hasta muy tarde. Yo vivo en la misma calle. Ella no parece hacer otra cosa que trabajar!
"Debe tener bastante trabajo, especialmente cuando eres el único médico en la ciudad", comentó Brittany, recordando a Santana, con su firme determinación para andar sobre las peligrosas rocas para ayudar al hombre herido. Su dedicación era clara y admirable.
"Seguro que es difícil, especialmente si se utiliza el trabajo como una excusa para evitar tener una vida social! ¿No crees que hay un montón de médicos a los que le encantaría vivir aquí, durante la temporada, y trabajar con ella?"
Brittany miró en silencio. Sintió un fuerte deseo de salir en defensa de Santana, y una extraña oleada de ira, contra la crítica de Mercedes. Ambas respuestas la confundían.
Mercedes no dejó pasar la mirada de Brittany. "Hey, me gusta", dijo en serio. "Siempre lo ha hecho. Ella es una buena persona, un gran amigo de la gente de esta ciudad, y hay muchas mujeres a las que les gustaría llegar a conocerla mejor, si lo permitiera." Ella se encogió de hombros mientras alcanzaba su bolso. "Ella no parece confiar en nadie, no deja que nadie se acerque demasiado, y éso es una lástima."
"Estoy segura que ella tiene sus razones", dijo a modo de respuesta.

Will estaba saliendo por la puerta delantera cuando Brittany se acercó.
"Un día largo?" -preguntó al recepcionista.
"Sí, demasiado", dijo con petulancia. "Los últimos pacientes no han parado de llegar, y al ritmo que va, a ella todavía le queda otra hora antes de que se pueda machar, eso si su pierna se lo permite... No me sorprendería que mañana apareciera con muletas! No sería la primera vez! "
A pesar de su crítica voz, su angustia era evidente. Él estaba claramente preocupado por Santana, y a Brittany inmediatamente le cayó bien. Continuó mientras le abría la puerta que Brittany pudiera entrar.
"¿Crees que alguna vez ha cancelado atender a sus pacientes sólo porque ella tiene que estar en la cama, descansando? Por supuesto que no!" Mantuvo la puerta abierta mientras hablaba. "Mejor te acompaño a su despacho y le esperas. Es más cómodo, y ella te encontrará allí, cuando termine. Ella insistió en que me fuera a casa a tiempo! Como si pudiera hacerlo. Ja! Espera hasta que vea que libro de citas - buena suerte entonces. Voy a ver si me necesita y le diré que estás aquí. "
Brittany tuvo que sonreír ante el esbelto y atractivo joven, aunque sus pensamientos se desviaron hacia la mujer que trabajaba de manera totalmente desinteresada a pesar del coste personal que parecía pasarle. De repente se sintió muy ansiosa por verla.
"Entonces le espero en su despacho. Gracias."
Brittany se acomodó en la silla frente al escritorio de Santana, dejando su sombrero sobre su rodilla, y dejó que sus ojos se perdieran en las fotos del grupo olímpico. A los pocos minutos, escuchó el sonido de unos pasos lentos, y se volvió para saludar a la doctora. Santana estaba pálida y demacrada, pero sus ojos venían acompañados de una sonrisa.
"¿Llevas mucho tiempo esperando?" preguntó Santana mientras ella se acomodaba en el sillón de cuero detrás de su escritorio. Trató de ocultar una mueca de dolor, cuando sintió un espasmo por su pierna dañada, obligándola a jadear.
"No mucho," dijo Brittany en voz baja. "¿Puedo hacer algo por tí?" El dolor de Santana era obvio, y verla luchar con ello le hacía sentir impotente e inquieta.
Santana la miró con sorpresa. "Dios, ya hemos llegado a ese punto, ¿no? ¿Porque tengo una discapacidad, no puedo ser como el resto de la gente?"
Estaba demasiado cansada y sentía demasiado dolor, como para ocultar su amargura.
"Tienes una lesión." Discapacitada "no es una palabra que yo usaría para describirte", comentó Brittany, mientras se movía, con valentía, alrededor de la mesa de Santana. "Veamos qué podemos hacer" terminó en voz baja.
"Tengo que conseguir quitarme este trasto", dijo Santana con los dientes apretados, "pero si lo hago, no voy a ser capaz de llegar hasta mi coche."
"Pues te preocupes de eso," dijo Brittany mientras se arrodillaba. Ella empujó la pierna, a través de los pantalones vaqueros de Santana, y estudió el dispositivo de metal con bisagras que se extendían, desde debajo de la rodilla hasta el arco de su pie. Su rostro era inexpresivo, mientras tocaba en el entrecruzamiento de las cicatrices quirúrgicas e injertos de piel, sobre los músculos atrofiados dañados. "No se ve muy complicado", dijo de manera uniforme. "¿Puedo?"
Las acciones de Brittany cogieron Santana completamente por sorpresa. Ella la miró a los ojos azules, que buscaron su rostro, repentinamente aterrorizada ante la posibilidad de que fuera a llorar. Estaba tan acostumbrada a combatir sus molestias ella sola, y que la oferta directa de ayuda casi la abrumó.
"Por favor," susurró, con la garganta apretada.
Brittany soltó las ataduras de velcro y alivió ligeramente el aparato metálico. La pierna de Santana estaba hinchada, desde la pantorrilla hasta abajo, y el tobillo estaba empezando a decolorarse. Santana jadeó de dolor, cuando Brittany suavemente empezó a masajear los tejidos lesionados, devolviendo poco a poco la sangre a la zona.
"Lo siento", murmuró Brittany. "Tenemos que hacer algo con esta hinchazón. Tienes hielo?"
"Hay una bolsa de hielo sobre el fregadero en la sala de tratamiento," Santana logró decir, luchando con el dolor físico y la agitación emocional inesperada, que Brittany le había provocado involuntariamente.
Brittany cogió el paquete, lo abrió, y lo envolvió alrededor del tobillo de Santana con un vendaje que había encontrado. "Creo que ésto es lo mejor que puedo hacer", dijo en tono de disculpa.
"Es más que suficiente," Santana respondió, con gratitud, una vez que recuperó su aliento. "¿Eras médico en la Marina?"
Brittany se echó a reír, mientras se apoyaba en el borde de la mesa de Santana. "Era policía militar, mientras estudiaba derecho, Tuvimos que atender varios avisos de lesiones de poca importancia.".
"Sólo dame un minuto, y luego voy a ver si puedo volver a colocarme esta maldita cosa de nuevo."
"¿Por qué?"
Santana consideró, solemnemente, a Brittany. Era tan malditamente fácil hablar con ella, y lo que más miedo le daba, era que ella le gustaba. No quería admitir, que no podía aguantar más, que se encontraba condenadamente cansada. Al darse cuenta de lo mucho que quería confiar en esos ojos azules, que la miraban tan profundamente, la hizo desconfiar. Algo tan convincente se le podría ir de las manos.
"No puedo ir muy lejos sin él," Santana respondió, tratando de reír.
"¿Cuánto pesas?" Preguntó Brittany.
Santana se rió. "¡Dios mío! ¿Es que no tienes sentido del tacto? ¿No sabes que es una pregunta peligrosa, para una mujer?"
Brittany metió las manos en los bolsillos, y respondió con toda seriedad: "Debo haberme perdido en el entrenamiento básico."
Santana podía decir, por el brillo de determinación en los ojos de Brittany, que esto sería una batalla cuesta arriba. Graciosamente ella accedió. "Cincuenta kilos."
Brittany asintió. "No es problema. Coge tus llaves." Mientras hablaba, deslizó un brazo por detrás de los hombros de Santana, y el otro por debajo d sus rodillas. "Espera," dijo Brittany cuando se enderezó, sosteniendo a Santana firmemente contra su pecho. Los brazos de Santana se aferraron alrededor de su cuello. "¿Estás bien?" Preguntó Brittany.
Por primera vez en todo el día, Santana se había olvidado del dolor de su pierna. Se sentía totalmente desconcertada. Una cascada de sensaciones la asaltaban – notó los duros músculos, el latido del corazón lento y constante, el olor dulce de su transpiración. Brittany era una combinación embriagadora de la ternura y la fuerza, y la respuesta de Santana fue automática. Se sonrojó ante la oleada de excitación, y respiró temblorosa, con la esperanza de que la mujer que la sujetaba no pudiera sentir su temblor.
"Sí, estoy bien", murmuró, permitiéndose el lujo de descansar la cabeza sobre el hombro de Brittany.
Brittany la llevó, en brazos, con suma facilidad a su coche patrulla e instaló a Santana en el asiento delantero. "¿A dónde?" -preguntó mientras arrancaba el motor.
"Derecho por la seis A hacia Truro. Está sólo una milla fuera de la ciudad."
En cuestión de minutos Brittany detuvo su coche delante de una vivienda unifamiliar, situada sobre una gran extensión frente al puerto de Provincetown. Cuando salió del coche una forma oscura se precipitó a través de la noche hacia ella.
"Whoa!" -gritó cuando un enorme perro plantó sus patas delanteras en su pecho.
"Jed! ¡Al suelo!" gritó Santana mientras trataba de salir, ella sola, del coche.
Ante el sonido de su voz, el perro inmediatamente bajó al suelo y corrió hacia ella.
"¿Es seguro estar cerca?" Brittany llamó mientras se acercaba al lado del pasajero de su vehículo.
"Es perfectamente seguro," dijo Santana acariciando al perro, en su enorme pecho, a modo de saludo. "No está más que nervioso."
"¿Qué es?" preguntó mientras se inclinaba y levantaba a Santana del asiento.
"Es un Mastín. Se llama Jedi - Jed, para abreviar."
"Eso me hace suponer que eres la princesa Leia," Brittany comentó, mientras caminaba por la acera hacia la amplia terraza que abarcaba la parte trasera de la casa.
"¿Qué te hace pensar que no soy Luke Skywalker?"
"Es sólo una corazonada".
Santana se rió y se sentó, más cómodamente dentro del círculo, de los brazos de Brittany. Brittany la sostuvo mientras Santana metía la llave en la puerta, de pronto, consciente del suave oleaje de los pechos de Santana, la apretó contra su pecho, sintiendo la sutil fragancia de su perfume. La tenue luz de la luna, sobre el rostro de Santana, era de una belleza intemporal. De repente, Brittany comenzó a temblar, y un calor desconocido le inundó.
"Me has defraudado," dijo Santana con firmeza ", estás temblando."
Brittany la bajó, con suavidad, manteniendo un brazo por la cintura a modo de apoyo. "Supongo que no estoy en tan buena forma como yo pensaba," Brittany dijo un poco insegura. No podía recordar sentirse tan mareada, ni tan siquiera después de haber recorrido un veintena de kilómetros, con peso sobre sus espaldas. No estaba segura de lo que estaba mal en ella, pero le daba mucha vergüenza.
"Tonterías", respondió Santana mientras empujaba la puerta abierta. "Estás en excelente forma, pero ya es suficiente." Buscó el interruptor de luz en la puerta, iluminando una amplia sala de estar con vistas al mar.
"Es suficiente con que me dejes allí", dijo indicando un gran sofá situado delante de una pared con grandes ventanas y puertas correderas de cristal que daban a la terraza.
"La mitad del tiempo me quedo dormida aquí. Una noche más en el sofá no me va a matar."
"Te pongo más hielo?" le preguntó Brittany colocándole la pierna sobre varias almohadas.
"No por el momento. Pero me tomaría una copa, y sin duda te has ganado otra. Si no te importa servirme un whisky, te estaría agradecida, para siempre."
Brittany le trajo la bebida, y se sirvió una cerveza para ella. "No hace falta que me lo agradezcas. Te mereces esto y más, después del día que has tenido."
Brittany se sentó en el sofá, estirando las piernas para acomodar a Jed, que se había subido en parte delantera del sofá. Cuando levantó su enorme cabeza y la apoyó en su muslo, empezó a acariciarlo distraídamente. Todavía se sentía extrañamente agitada.
"Quinn Fabray ha pasado, esta mañana, por la clínica", comentó Santana. "Ella me dijo que revisara sus lesiones, para poder empezar a entrenar contigo.”
"¿Está bien?" preguntó Brittany, agradecida por hablar de algo casual, y volver a controlar su propio estado de inquietud.
"Ella está bien. Es muy bueno lo que haces por esa chica", añadió Santana, mirando a Brittany de cerca. La sheriff parecía distraída, y aún más lejos que de costumbre.
Brittany volvió hacia ella, con sorpresa. "¿Por qué lo dices?"
Santana suspiró. "Creo que sabes que la madre de Quinn murió hace tres años. Eso es suficientemente horrible, a cualquier edad, pero es especialmente difícil para un adolescente. Deduzco, que Nelson te habrá dijo que Quinn se ha estado comportando de forma un poco salvaje. Parece que trabajar contigo puede ser justo lo que ella necesita. "
"Espero que le ayude", dijo Brittany. "Yo sé lo que es como cuando todo el mundo parece desaparecer, durante la noche. Puede ser un momento peligroso."
"Te pasó a ti?" Santana preguntó en voz baja, esperando un atisbo de lo que había debajo de ese exterior de acero formidable.
Brittany miró hacia el agua iluminada por la luna, recordando cómo era ella a esa edad. Recordó cómo se sintió cuando su madre se había ido - su incertidumbre y su ira. Su padre la amaba, y él le enseñó las cosas que sabía - le enseñó cosas como responsabilidad, disciplina y honor. Él le enseñó el camino que le habían enseñado, el camino de la Marina. Él espera lo mejor de ella, y lo consiguió. A cambio, le proporcionó una vida ordenada, confiable y predecible.
"Podría haber sido diferente para mí", pensó casi para sí misma. "Mis padres se divorciaron cuando yo tenía catorce años. Mi padre es marino carrera, y me crió para seguir sus pasos. Me he pasado toda la vida en la Infantería de Marina, de una manera u otra. Es cierto lo que dicen- fue muy duro- , sobretodo esos primeros años hasta que tuve edad suficiente para el ROTC y la universidad fueron complicados ".
"Me imagino que todo fue duro", aventuró Santana, empezando a entender por qué Brittany parecía tan controlada. El Cuerpo de Marines, sin duda, produce buenos soldados, pero a qué precio?
"No me malinterpretes, me encantó la Infantería de Marina, de hecho todavía estoy en la reserva, pero cuando yo tenía la edad de Quinn no fue fácil. A veces estaba muy sola -...."
Brittany se detuvo, repentinamente consciente de sí misma. Ella nunca había hablado de sí misma, y no tenía idea de por qué lo estaba haciendo ahora.
"¿Qué hay de tu madre?" Santana sondeó suavemente.
Brittany, inconscientemente, cuadró los hombros, con ese gesto militar con el que Santana se estaba familiarizando, y respondió rotundamente: "Ella no estaba allí."
"Lo siento," dijo Santana, "No debería haber preguntado."
Brittany sonrió, con esa sonrisa impresionante fugaz. "No me di cuenta."
Santana se rió. "Dudo que haya algo que se te escape!" De repente muy seria, Santana agregó: ".Hoy has sido de mucha ayuda, estoy segura de cómo me las podría haber arreglado sin ti - esta mañana en el muelle, o esta noche." A pesar de que hablaba en serio, ella no quería pensar, demasiado, en por qué estaba admitiendo su debilidad, cuando ella lo había negado durante tanto tiempo. No quería pensar demasiado, en lo diferente que Brittany parecía, como nadie que hubiera conocido antes, o de lo fácil que hubiera sido aceptar su ayuda. No quería pensar, en lo mucho que le había afectado la calma y firme presencia de esta distante mujer. "Yo - Yo sólo quería darte las gracias -"
Brittany negó con la cabeza, interrumpiendo las palabras de Santana. "Doctora López"
"¡Por favor! Llámame Santana!"
"Está bien," Brittany asintió, casi con timidez, "Santana, ha sido un honor y un placer. Así que por favor no me des las gracias, por algo que estaba encantada de hacer."
Santana miró a los intensos y penetrantes ojos de Brittany, y algo visceral se agitó dentro de ella. Se quedó sin aliento, movida por la simple honestidad de las palabras de Brittany. Su voz estaba cargada de emoción, mientras ella respondió: "Es más que un trabajo para tí, ¿no es así?"
Brittany se sonrojó, pero ella sostuvo la mirada de Santana. "No es sólo eso, pero hice el juramento de servir y proteger, y cada día me alegro de haberlo hecho."
"Yo no le creo. Te he visto en acción," dijo en voz baja. Ella pensó que Brittany tenía que ser la persona más sencilla que había conocido, y al mismo tiempo la más complicada.
"Bueno," dijo Brittany mientras se levantaba. "Entonces, no te opondrás a que venga a recogerte para llevarte a la clínica, por la mañana. Recuerda, no tienes coche."
"No me dejas mucho para discutir, ¿verdad?" Santana comentó con tristeza, al darse cuenta de que Brittany volvía a ofrecer su ayuda, imposible de rechazar.
"Esa es una habilidad que aprendí en la escuela de formación de oficiales!" Brittany se reincorporó, sus ojos risueños.
"Entonces acepto, Sheriff," Santana bromeó a la ligera.
Santana la miró mientras se dirigía con gracia a la puerta, sonriendo ante el rápido saludo que Brittany le dio al salir. Ella se recostó en el sofá, culpando a los efectos del whisky, por la repentina oleada de calor que sentía por todo su cuerpo.
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por monica.santander Miér Feb 25, 2015 7:06 pm

hola Marta!!
Hasta cuando se van a controlar estas chicas!!???? Jajaja
Saludos
monica.santander
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Mensaje por 3:) Miér Feb 25, 2015 9:00 pm

holap marta,...

me encanta que siempre de una forma u otra estan para ayudarse mutuamente!!!
definitivamente estan sintiendo cierta atracción una por la otra!!!

nos vemos!!!!
3:)
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Mensaje por Marta_Snix Jue Feb 26, 2015 11:00 am

monica.santander escribió:hola Marta!!
Hasta cuando se van a controlar estas chicas!!???? Jajaja
Saludos
Hola Monica!!
Bueno, es evidente que San sufrio por una chica en el pasado y no quiere volver a sufrir. Y Britt, bueno su mundo era muy diferente antes
Nos vemos ;)
3:) escribió:holap marta,...

me encanta que siempre de una forma u otra estan para ayudarse mutuamente!!!
definitivamente estan sintiendo cierta atracción una por la otra!!!

nos vemos!!!!
Hola Lu!
Si, siempre estan ahi la una para la otra, lo mejor es que siendo una policia y la otra doctora, pues se veran mucho y sobretodo en un pueblo tan pequeño
Nos vemos ;)
Marta_Snix
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por Marta_Snix Jue Feb 26, 2015 11:01 am

Capítulo Ocho
"Está abierto", dijo Santana, mirando el reloj. Sonrió cuando vio que eran exactamente 06 a.m.
Brittany entró con dos tazas, de papel, de café expresso.
"Pensé que podrías necesitar esto", dijo, deslizándole una de las tazas de color negro y cromo, sobre la barra de la cocina. "Es uno doble."
"Es una buena forma de empezar la mañana", Santana gimió, apoyada en su bastón mientras cogía la taza con su mano libre.
"Si quieres, podría hacer un poco más", Brittany sugirió, señalando a una máquina de café situada junto a ella cerca.
"Siéntate," ordenó Santana. "Con éste es suficiente. Voy a ponerme en marcha en un sólo minuto." Tomó un sorbo de la rica taza, señalando a Brittany que se la veía como nueva, con la camisa y los pantalones del uniforme totalmente impecables. "Supongo que ya habrás corrido diez kilómetros o alguna otra cosa igual de desagradable."
"¿No te has fijado que está lloviendo?" Brittany preguntó con suavidad. "Sólo he corrido cinco."
Santana la miró sonriendo, cuando vio el destello más elemental de una sonrisa en el hermoso rostro de Brittany. "Podría aprender a odiarte", respondió ella.
Brittany se echó a reír. "Dios, espero que no!" Hizo una pausa, y luego preguntó: "¿Cómo está la pierna?"
Santana miró hacia otro lado por un segundo, pero decidió no cuestionar la mirada de Brittany. "Duele como el infierno, pero he estado peor."
"Quedarte en casa no sería una opción para ti, verdad ?"
"A ti te gusta vivir peligrosamente, ¿no?" le respondió en voz baja, sorprendida ante que la preocupación de Brittany. Por alguna razón, la atención que Brittany le prestaba, no la hacía sentirse de menos.
"Claro, no estaría bien que te quedaras fuera de servicio", dijo Brittany en serio. "La ciudad te necesita demasiado. Así que, si el hecho de que descanses un día, para evitar un problema mayor, voy a arriesgarme a sugerirlo."
"Gracias," dijo Santana. "Pero ya estoy acostumbrada a estos episodios, y te puedo decir que es un problema real."
"Lo entiendo", dijo Brittany.
"Se trata del tobillo. El nervio se corta, por lo que no lo puedo flexionar. Necesito lleva el aparato ortopédico o una sujeción de tobillo."
"No sería la sujeción menos dolorosa?" Brittany se aventuró con cuidado, apreciando que se trataba de un tema sensible, para la médico independiente.
"Probablemente", admitió Santana. "Pero también me movería menos. Lo llevo bien en el agua, y puedo trabajar con un él tengo cuidado. Además, siempre he esperado..." Su voz se desvaneció mientras miraba hacia otro lado.
"Esperabas que?" instó Brittany, suavemente.
"Que se fije de nuevo, el tobillo."
"¿Cuánto tiempo ha pasado desde que remabas?" Brittany preguntó en voz baja.
"Desde el día del accidente -. Hace casi diez años. Supongo que es bastante ridículo seguir teniendo esperanzas, ¿no es así?"
Brittany se encogió de hombros. . "Si es algo que deseas mucho, tiene sentido a no cerrar ninguna puerta. Sabes cuánto dolor te puede tomar – pero si vale la pena..."
Santana la miró con gratitud. "Gracias. Mis amigos y familia no creen lo mismo. Ellos piensan que debería haber dejado que me la cortaran o inmovilizaran para siempre, cuando yo estuve en el hospital, la primera vez."
"La primera vez?"
Nuevamente Santana bajó la mirada. "Tuve problemas -. Infección, algunas necrosis musculares. Los cirujanos tuvieron que operarme varias veces hasta dejarlo como está".
Brittany le miró fijamente, sin revelar su sentimiento de tristeza. Su entrenamiento le había enseñado a no personalizar el dolor, ni a distraerse con las lesión de los soldados, porque un segundo de pérdida de concentración, podía significar la pérdida de más vidas. Pero el saber del sufrimiento de Santana, durante todos esos años, le había afectado, y tuvo que disipar, conscientemente, la visión de Santana en una cama de hospital, luchando por mantener su pierna.
"¿El kayak te ayuda?"
"Algunas veces -.. Cuando estoy en el agua, el ritmo es bueno. Mi pierna pesa, y por supuesto, no tengo mucha movilidad, pero no hay nada como la sensación ser solo una scull," ella gritó, con frustración evidente.
Brittany recordó las sculls de las fotografías en la oficina de la clínica. Se la veía muy feliz entres otras remeras. También recordó las largas y libres piernas de Santana, que asomaban bajo los pantalones cortos. "Lo siento," dijo ella en voz baja.
Santana puso la mano en el antebrazo de Brittany, acariciándolo suavemente. "Hey, está bien. Realmente solo me pongo de mal humor cuando las cosas fallan. Créeme, la mayoría de los días, me alegro de estar aquí, pero gracias por no decir que estoy siendo una tonta".
"Dijiste que todavía entrenas?" Preguntó Brittany.
"Sí, Hapkido, ¿recuerdas?"
"No suelo olvidar cuando alguien me humilla!"
"No puedo imaginar que alguien lo haya hecho!" Santana se rió. "Como has visto, lo hago solo cuando tengo un arma, ya sabes con el bastón, que por suerte para mí, es un arma tradicional de Asia."
Ante el asentimiento de la comprensión de Brittany, continuó, "Si no estoy descansada, puedo hacer algunos ejercicios de defensa personal y ejercicios de suelo. Pero hay muchos movimientos que realmente no puedo hacer. Las katas, por ejemplo, son demasiado para mí ".
"Entonces, ¿estarías dispuesta a entrenar conmigo?" Preguntó Brittany.
"Si no te importa trabajar en la alfombra conmigo," respondió inmediatamente.
Brittany sonrió feliz. "Por supuesto. No he tenido un compañero de entrenamiento en mucho tiempo. Sólo quiero hacerlo cuando tu pierna esté mejor."
"Dame una semana," Santana respondió con el mismo entusiasmo. "Ahora será mejor que salgamos de aquí, antes de que lleguemos tarde al trabajo!"
Brittany miró el reloj sobre la estufa, sorprendida al darse cuenta que ya eran casi las siete. No podía recordar la última vez que había perdido la noción del tiempo.
Will estaba abriendo la puerta cuando Brittany entró en el aparcamiento. Él las observó, con las cejas levantadas, cuando Brittany y Santana se pararon ante la puerta.
"Bueno! Buenos días", dijo con énfasis exagerado, mirando fijamente a las dos mujeres.
"Buenos días Will. Tengo que quitarle los puntos a la Sheriff Pierce. Te importaría dejaros entrar?" dijo Santana, frunciendo el ceño ante su insinuación.
"Oh, por supuesto, Doctora! Enseguida Doctora!" continuó con una sonrisa, con un tono ligeramente burlón.
"Ya basta, Will," murmuró Santana, mientras le pasaba.
Se las arregló para seguirlas por el pasillo, con el pretexto de abrir las puertas de la sala de examen. Se apoyó en la puerta de la sala de tratamiento, mientras que Santana retiraba las suturas de la frente de Brittany.
"Si se mantiene la herida limpia, se curará en unos días", le dijo, mientras Brittany se levantaba para irse.
"Claro que sí. Gracias, doctora", dijo Brittany. Ella saludó a Will, con la cabeza, cuando pasó junto a él, al salir por el pasillo.
Will estiró el cuello para verla dirigirse hacia la puerta.
"¡Oh, qué butch que es!" anunció una vez que ella se había ido.
"Will!" dijo Santana con exasperación.
"Oh, vamos, doctora López, ¿qué he dicho?"
Santana sonrió. "Una cosa muy impresionante butch!"
Los ojos de Will se abrieron con sorpresa. No podía recordar cuándo su jefa había hecho algún tipo de comentario sobre alguna mujer. Había renunciado a conseguirle una cita, cuando veía el dolor en sus ojos, cada vez que él se burlaba de ella.
"¿Hay alguna razón para que la Sheriff te haya traído a trabajar?" insistió, curioso y lleno de esperanza, de que alguien por fin había logrado captar la atención de Santana.
Santana lo miró repentinamente serio. "Ella me llevó a casa, ayer por la noche - no podía moverme."
"Maldita sea Santana! Me hubiera quedado! ¿Por qué no me lo dijiste?"
Ella suspiró. "Lo sé. No estoy acostumbrada a pedir ayuda."
"Entonces, ¿cómo es que le pediste ayuda a ella?"
"Yo no. Ella no me dio ninguna opción."
Bien por ella! Pensó Will, pero tuvo el buen sentido de no decirlo en voz alta. Ya era hora de que alguien se negara a dejarse intimidar por Santana López. Por otra parte, al recordar el aire al mando de la mujer que acaba de salir, se imaginó que nadie en su sano juicio pudiera contradecirla.
"Por lo tanto-o-o ..?" él preguntó sugestivamente.
"Así que nada!" respondió secamente. "Ella habría hecho lo mismo por cualquier persona. Ella es así."
Seguro, murmuró Will mientras observaba a Santana moverse rígidamente por el pasillo.
Brittany entró en la oficina silbando, dejando a Nelson Parkers asombrado.
"¿Te importaría decirme qué es lo maravilloso de este primer día, del fin de semana largo?" -preguntó malhumorado.
"¿Perdón?" lo miró Brittany, perpleja.
"No importa!" , espetó. "Estás en el turno de siete a siete ¿de acuerdo?"
"Claro", respondió Brittany. "No hay problema."
Él la miró con atención, estaba relajada, sonriendo débilmente, y, si no la conociera, pensaría que estaba despistada. En estos dos meses, desde que la había conocido, nunca había visto distraída. Su curiosidad se despertó.
"Algo que deba saber, Pierce?"
"¿Qué quieres decir?" -preguntó, genuinamente confundida. "No pasa nada." Ella lo miró como si estuviera actuando de manera extraña.
"No importa", murmuró. "Algo nuevo sobre el robo en la clínica?"
Brittany negó con la cabeza. "No. Las cosas que faltaban son imposibles de rastrear. A menos que tengamos suerte, nunca lo sabremos. Hay demasiada gente entrando y saliendo de allí, como para tomar las huellas dactilares valiosas. No hay mucho que hacer, excepto echar un ojo, de vez en cuando."
"Bueno, será mejor que pasar por allí un par de veces por turno, durante las próximas semanas. Espero desalentar cualquier repetición de allanamiento. Por cierto, buen trabajo ayer en el muelle. Oí que se organizó un buen lío ".
"Yo no hice mucho. Si Santana no hubiera estado allí, creo que el chico habría muerto desangrado, antes de que los paramédicos lo sacaran. Ella merece todo crédito."
"Lo más probable es que tengamos un montón de trabajo para la doctora, durante este verano, ya que nos pasaremos la mitad de nuestro tiempo, tratando con accidentes, sobredosis, y peleas menores -. Y todos acaban terminando en su clínica."
"Esa es una carga muy pesada para solo un doctor," comentó Brittany, recordando lo agotada que parecía Santana la noche anterior.
"No recuerdo que se tomara unas vacaciones, en los tres años que lleva aquí", señaló Fabray.
Mantener esta conversación sobre Santana la hacía sentirse incómoda, y lo peor es que no tenía ni idea de por qué.
Ella se sacudió ante la repentina necesidad de conducir hacia la clínica. Impaciente, cogió sus llaves.
"Voy a dar un paseo antes de empezar con el detalle del tráfico", anunció. Tal vez eso podría disipar su extraña ansiedad.
"Claro", el sheriff le respondió, cuando ya estaba saliendo.
Brittany condujo por la ruta seis hacia Truro, a continuación, dio una vuelta por la ciudad a lo largo de 6A, evitando deliberadamente su vuelta por Bradford, que la llevaría más allá de la clínica. Se detuvo enfrente de su galería de su madre. Se sentó con el motor en marcha, durante unos instantes, preguntándose por qué había venido. Por primera vez en su vida, ella no se sentía del todo segura de si misma. Los impulsos no eran algo a lo que ella estaba acostumbrada, y sin embargo allí estaba. Apagó el motor y salió del coche antes de que tuviera más tiempo para pensar.
"Brittany" -exclamó su madre cuando ella abrió la puerta.
"Es un mal momento?" Brittany preguntó con incertidumbre.
"No, en absoluto. Es maravilloso verte. Vamos hacia atrás y tomaremos un café."
"Claro", respondió Brittany, andando detrás de la otra mujer, a través de la casa hacia la cocina.
"¿Cómo estás?" preguntó su madre.
"Estoy bien. Pasaba por, y ..." Brittany se tambaleó, incapaz de explicar.
"Brittany", Kate dijo en voz baja, "no necesitas una razón para venir. Para mí verte ya es un milagro."
Brittany miró hacia otro lado, y luego se enfrentó a su madre directamente. "Era parte del acuerdo, no? Que no me vieras?"
El malestar de su madre era palpable. "Sí. Yo no estaba de acuerdo, pero hace veinte años, una madre lesbiana no tenía ningún derecho, en absoluto. Y yo no podía luchar contra él. Tu padre tenía fotos."
Brittany se mantuvo muy quieta. "Te siguió?"
"Sí. No fuimos muy discretas. Jean y yo éramos jóvenes y terriblemente inocentes. No se le ocurrió, a ninguna de nosotras, que amarnos podría estar equivocado. Lo siento mucho, Brittany! Fui egoísta, lo sé, pero yo estuve muy triste, durante mucho tiempo! No contigo! Fuiste la mejor parte de mi vida! Pero conocí a Jean, y me sentí viva por primera vez! " Sus ojos estaban llenos de lágrimas, mientras miraba a la mujer en que su hija se había convertido. "Lo siento de verdad!"
Brittany negó con la cabeza. "Elegiste vivir. Si te hubieras quedado, sólo puedo imaginar lo malo que hubiera sido para todos nosotros. Yo no te culpo. Si alguna vez siento lo que sentías por Jean, Haría lo mismo."
Kate estudió los rasgos estrictamente controlados y perfectamente contenidos de la cara de su hija y preguntó audazmente: "Y ¿alguna vez? Has sentido de esa manera a alguien?"
"No." Brittany miró, por encima de su madre, a las tranquilas aguas de la bahía, pesando que nunca había examinado de cerca su vida. "Yo, soy como él, ya sabes. Yo estaba feliz en el ejército, y soy feliz ahora. Me encanta el orden, el deber y la responsabilidad. No necesito nada más."
"Tienes las mejores cualidades de tu padre, Brittany. Verte me recuerda por qué me casé con él -.. Verte con ese uniforme -. Ni una arruga, ni un pliegue fuera de lugar, me recuerdas que él representaba algo decente, honesto y admirable. O eso creía yo. Tu padre nunca hizo sitio, en su vida, para el amor, Brittany. Espero que no sea así para ti. Si lo encuentras, no le vuelvas la espalda."
Brittany sonrió con tristeza. "No estoy muy segura de reconocerlo."
Su madre se rió, apretando la mano de Brittany suavemente. "Confía en mí ... lo sabrás."
Brittany se pasó las siguientes cuatro horas, dirigiendo el denso tráfico ante la cantidad de turistas que llegaban para el fin de semana, a través de las congestionadas y estrechas calles del centro de la ciudad. Los autobuses turísticos llenaron el muelle, varios grupos de excursiones, en su mayoría de personas de edad avanzada, que se arremolinaban con incertidumbre, aparentemente ajenos a los coches que pasan a pocos centímetros de ellos. Las parejas de gays y lesbianas, de todas las edades, paseaban por la ciudad aprovechando el principio de la temporada de verano. Commercial Street estaba llena de peatones, intercalados con los vehículos que intentaban circular. Brittany saludó a Paul Smith, con una sonrisa.
"Bienvenido al manicomio, pero supongo que ya lo esperábamos!"
Paul miró hacia arriba y abajo de la calle, sacudiendo la cabeza. "Sí, mira a tu alrededor, una vez que el sol se ponga, la mayoría de los turistas se marcharán, y todo lo que quedará serán los gays -... Hasta las dos o así"
Se le veía preocupado, y Brittany recordó que su joven esposa estaba embarazada.
"¿Cuándo está el bebé?"
"Dará a luz, en cualquier momento. Cheryl es tan grande ahora, que casi no puede dormir, y se está poniendo muy nerviosa, al estar sola en casa por la noche", dijo con preocupación.
Brittany miró su reloj y dijo: "Oye - ¿Y si te relevo a medianoche, podrías ir a casa y dormir un rato."
Él la miró con esperanza. "¿Lo harías?"
"Por supuesto -.?. Es sólo para unos pocos días, sólo dejar que se lo comente al sheriff. Estaré en casa si me necesitas"
Se despidió con un gesto dándole las gracias, caminando para recuperar su coche patrulla. El entusiasmo y el espíritu de las fiestas, de la gente que la rodeaban, era contagiosa, y dudaba que pudiera ser capaz de dormir mucho. Bien podría funcionar. Además, estaba ansiosa por ver el Provincetown que sólo se veía por la noche. A diez minutos de la medianoche, Brittany aparcó su coche patrulla en el pequeño aparcamiento detrás del ayuntamiento, a través de la calle del Monumento peregrinos, y a una cuadra del centro de la ciudad. Ella encontró a Paul y lo envió a casa. De pie de espaldas al embarcadero, miró hacia arriba y abajo por la calle comercial. Estaba casi tan concurrida como lo había estado al mediodía, pero todo el ambiente había cambiado. Había una energía de Mardi Gras en el aire, con parejas del mismo sexo, de todas las edades, con estilos y atuendos que paseaban por las aceras y se detenían en la calle. Los hombres con pantalones cortos, algunos de cuero y spandex, pasaban solos o en grupos, evaluándose abiertamente entre sí. Las mujeres, sobre todo en parejas, y algunos pequeños grupos ocasionales de jóvenes estaban muy presentes también. Se agarraban de las manos y se abrazaban los unos a los otros, deleitándose en su visibilidad. Brittany nunca había visto antes, tanta gente gay, en un mismo lugar. Estaba claro que cada centímetro de Provincetown era la Meca que decía ser. Empezó su ruta a lo largo de la zona Comercial, hacia la estación de la Guardia Costera que marcaba el final de la zona peatonal más poblada de Provincetown. En su mayor parte, la multitud era agradable y controlada, desde los ciclistas hasta los patinadores que se atrevían a transitar por las calles abarrotadas. Brittany se tomó su tiempo, echando un vistazo a las tiendas que pasaba, la mayoría de las cuales todavía estaban abiertas, durante casi dieciocho horas al día, hasta finalizar el Día del Trabajo. Los comerciantes de Provincetown tenían una temporada muy corta, y trabajaban sin parar durante los tres meses de verano. Los restaurantes y muchos B&B dependían también, de la fuerte industria turística, y sobre todo de la aparición, durante el verano, de muchos gays y lesbiana, que se dejaban caer por la ciudad para coger fuerzas y así sobrevivir a la desolación cercana de los meses de invierno.
Brittany caminó hasta la entrada al gimnasio de Provincetown y asomó la cabeza. Mercedes estaba detrás del mostrador, apilando camisetas y sudaderas en las estanterías. Mercedes sonrió con un saludo. "Oye, guapa! Pensé que este era el turno de Paul!"
"Lo es, pero está en casa con su esposa, a la espera en el bebé. Lo voy a sustituir unos días."
"¿No es hermoso lo de ahí fuera?" comentó Mercedes con una sonrisa.
"Todo lo que me han dicho es cierto. El enorme cambio que se produce durante la noche," Brittany estuvo de acuerdo.
"Y todavía no estamos al completo!"
Era difícil no captar el entusiasmo que impregnaba el pequeño pueblo de pescadores. Brittany asintió con la cabeza, sabiendo que empezaban los tres meses más difíciles de todo el año, aunque no le daba casi importancia. Esa era la razón por la que estaba aquí -para asegurarse de que la ciudad y su gente estaban a salvo.
"Tengo que irme. Sólo quería saludarte."
Mercedes le indicó diciendo: "¿Qué tal si volvemos a cenar de nuevo?"
"Claro", acordó Brittany. "¿Cómo suena en septiembre?"
"Oh, vamos, Sheriff," Mercedes bromeó, "tienes que encontrar algo de tiempo para disfrutar de lo que pasa por aquí. Te llevaré a la danza del té!"
"Claro", Brittany aceptó, "en cuanto tenga un día libre."
"Es una cita!"
Brittany levantó una ceja. "¿En serio?"
Mercedes se rió, "¡Fuera de aquí. Vete a vigilar que nuestras calles estén seguras para la juventud!"
Brittany sonrió, para sus adentros, mientras la multitud se reunía frente a Spiritus Pizza, el punto de reunión, para las decenas de hombres y mujeres que se sentaban en la acera, ocupando los bancos, o se apoyaban en las farolas, para observar el espectáculo de la vida al pasar. No había casi casos de embriaguez pública, o de consumo de drogas. Generalmente lograban mantener a los fiesteros pesados bajo control o fuera de las calles. Brittany se alegraba de ello. No quería pasar su turno molestando a la gente por el uso de sustancias inofensivas, a manos que viera algo demasiado evidente públicamente. Le pagaban para hacer cumplir la ley, y lo haría, pero se reservaba el derecho a usar su propio juicio, acerca de lo que constituía una violación real. Miró por el callejón al lado Spiritus, y notó movimiento en las sombras en el otro extremo. Como estaba bastante oscuro, sacó su linterna, iluminando sobre el terreno por delante. Dos personas, envueltas en un abrazo, se separaron cuando ella se acercó. Su luz brilló en la cara de una adolescente castaña. La chica lucía como el resto de los jóvenes vestidos de cuero, que abarrotaban las calles. Tenía varios pendientes a lo largo del borde de las orejas, un anillo de plata en el borde de la fosa nasal izquierda, y un tatuaje, por toda la cara interna de su pecho izquierdo. El chaleco que llevaba, sin nada por debajo, aún estaba abierto hasta la cintura, por lo que sin duda había sido una caricia interrumpida. Una cita típica adolescente, excepto que esta chica estaba sosteniendo firmemente a Quinn Fabray, tratando de parecer desafiante. Quinn dio un paso adelante, con los hombros en alto, tapando a la chica de la vista de Brittany.
Brittany habló antes de que Quinn pudiera. "No es seguro estar en estos callejones. Nunca deberíais dar la espalda a la calle."
Ninguna de las dos dijo nada cuando pasaron junto a ella, corriendo hacia el final del callejón. Brittany se tomó su tiempo, dándoles la oportunidad de desaparecer entre la multitud. Echó un vistazo a su reloj. Era la una y veinte de la mañana. Estaba dispuesta a apostar que Nelson Fabray no sabía que su hija, de diecisiete años, estaba en la calle, o lo que estaba haciendo allí. Se alegraba de que no fuera su hija. Estaba segura de que no sería fácil manejar el problema. Mientras caminaba de vuelta al ayuntamiento, pensaba en ella a los diecisiete años. Nunca había tenido el deseo de escaparse para estar con otra persona, hombre o mujer, y por primera vez en su vida, ¿por qué no? Se preguntó.
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por 3:) Jue Feb 26, 2015 12:49 pm

holap marta,...

me gusta que birtt vuelva a tener relación con su mama!!!
tienes razón un pueblo chico,.. se van a ver mucho mas ahora que posiblemente entrenen juntas y es seguro que britt no va a dejar sola a san por el problema de su pierna!!!
mmm mercedes y su "amistad" por britt a ver hasta donde llega!!!

nos vemos!!!
3:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

Mensaje por monica.santander Jue Feb 26, 2015 2:17 pm

jajaajaa descubrieron a Quinn, que embole!!!!!
Muy lindo capitulo.
Saludos
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Finalizado Re: FanFic Brittana. Los cuentos de Provincetown tales 1: Puerto seguro. Capitulo 19, 20, 21, 22 y 23

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