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7 noches pecado - FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado - Página 5 Primer15
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Mensaje por Caritovega Dom Mar 13, 2016 9:58 pm

CAPÍTULO 21
La noche transcurrió de la misma manera que las otras noches que había pasado con Santana aquella semana: una mezcla inexorable de trabajo y juego, música y sexo. Se dirigieron en taxi al primero de los bares aislados que había en la lista de Santana para aquella velada. Pero, una vez en el bar, incluso mientras discutían acerca del primer grupo, Playground Bully, Santana deslizó la mano hacia arriba bajo la mesa en la que estaban sentados y se inclinó hacia delante para susurrarle al oído:
—¿Estás mojada?
Su corazón latió con más fuerza ante aquella pregunta.
—Muy mojada —le dijo. Y era verdad. Incluso aunque siguiera concentrándose en la banda de rock, era consciente de aquella pegajosidad que tenía entre las piernas, justo como ella le había dicho que iba a sentirse. Se sentía preparada para la acción, sentía los pechos pesados y sensibles bajo el sujetador, y escalofríos en la vulva.
—Bien —dijo Santana con una sonrisa dominante que a ella le hizo saber que le pertenecía, al menos durante aquella noche, durante aquella semana; y aunque nunca antes le había gustado la idea, la de ser la posesión de alguien, con Santana era solo un matiz sexual más que añadir al resto.
—¿La tienes dura? —le preguntó entonces; deseaba tomar parte en aquel juego atrevido y guasón.
Ella le concedió una mirada traviesa.
—Compruébalo tú misma.
Ella aspiró con fuerza. La sala estaba oscura, y estaban sentados alrededor de una pequeña mesa redonda, la una al lado de la otra, por lo que acariciarle sin ser vistas no sería algo difícil.
Se mordió el labio, tendió la mano, y deslizó la palma directamente sobre el bulto que había en sus pantalones. Lo que era más que un bulto. Lo sentía más como una columna de hormigón, dura como la roca contra su mano. Presionó hacia abajo, y el placer de aquella caricia se extendió a lo largo de su cuerpo, y le oprimió el pecho con deseo y seguramente la hizo humedecerse más donde se suponía que tenían que estar sus braguitas.
—¿Cómo puedes soportarlo? —le susurró ella. Se refería al hecho de que estuviera tan empalmado. Y además todavía era muy temprano.
Su respuesta vino acompañada de una sexy sonrisa.
—Es el precio de mezclar el trabajo con la diversión.
—Te las arreglas mejor que nadie al que haya conocido.
Sus ojos brillaron con pura lascivia.
—Tú lo has dicho. Supongo que eso significa que una cosa es tan importante para mí como la otra.
Le costó mucho no lanzarse hacia ella y olvidarse completamente de los Playground Bully, pero justo entonces llegó la camarera, llevando dos bebidas frías. Vino para ella, Santana iba a tomar ron con cola aquella noche.
Así que bebieron y flirtearon incluso mientras hablaban de negocios, y al final, llegaron a la conclusión de que Playground Bully no tenían un sonido lo suficientemente único como para aprovecharlo y dar el siguiente paso.
El bar al que fueron después era un poco más selecto, lo que no desentonaba mucho con el Strip, con un patio exterior en el que había una joven mujer que tocaba la guitarra y cantaba. Mientras se quedaban allí observándola, hubo una camarera que reconoció a Santana y le preguntó si podía echarse una foto con ella con la cámara de su teléfono móvil. Brittany pensó que parecía avergonzada —y fue como acordarse exactamente de por qué su cara se estaba haciendo famosa fuera de Los Ángeles, debido a la mala prensa y las hirientes acusaciones— pero Santana estuvo de acuerdo, por lo que después la gente empezó a mirarlas; era obvio que estaban intentando adivinar quién era ella, y Brittany se sintió una vez más como la novia de una famosa.
—¿Qué te parece? —le preguntó acerca de la cantante.
Ella reflexionó un momento y le dijo:
—Me gusta. Es como... una Juliana Hatfield de otra época.
A su lado, Santana parecía impresionada, entonces le dijo:
—Es una buena comparación. Pero quizás sea ese el problema, la otra época. Incluso cuando canta canciones más actuales, hay un tono demasiado nostálgico en su voz. Nada en ella dice ahora o innovación.
Su respuesta sorprendió a Brittany, ya que hasta aquel momento, habían estado completamente de acuerdo en cada cosa que habían escuchado juntos.
—Pero es muy buena, Santana. ¿No te parece?
En lugar de responder a su pregunta, le dijo:
—¿Quién es su público? ¿A qué tipo de gente la venderías?
La multitud que había alrededor de ellos estaba formada estrictamente por adultos maduros con un aspecto más formal y distinguido, que iban desde los treinta hacia delante; en realidad Brittant se sentía un poco joven entre ellos llevando aquella minifalda.
—La misma gente que escucha a Michael Bublé y a Jason Mraz —dijo ella.
Santana negó lentamente con la cabeza.
—Bublé y Mraz dicen ahora e innovación. Dan un giro fresco a su música, lo que la hace actual, incluso aunque no haya mucho sonido de pop moderno. No creo que esa chica esté a su altura.
Brittany no pudo evitar sentirse algo decepcionada, como si quizás no tuviese realmente buen ojo para ver las personas que podían vender.
Vio que Santana tenía una expresión ligeramente refunfuñona.
—No parezcas tan deprimida. La música es subjetiva. Incluso la gente del negocio no está siempre de acuerdo en todo.
Ella escuchó cómo la honestidad hacía acto de presencia antes de que ni siquiera pudiera pensarlo.
—Hasta ahora, he sentido que realmente estoy pillándolo todo. Pero si tú no estuvieras aquí, si solo estuviera yo, probablemente me acercaría a esa chica y le diría que estoy muy interesada. Y si tú tuvieras razón, si no tiene lo que hay que tener, entonces significaría que estoy cometiendo un grave error.
Santana ladeó la cabeza.
—Todo el mundo toma una decisión errónea en algún momento. No sería el fin del mundo, ni siquiera el fin de tu trabajo.
—¿Has cometido tú alguna vez un error así?
—Claire Starr —le recordó con sinceridad. —Un error por muchas razones. Resultó ser alguien exigente e irracional con la que trabajar, pero aun así yo lo eché a perder todo. Y ahora estoy pagando por ello.
«Más de lo que te piensas». Brittany no pudo evitar pensar en aquello.
Antes de que abandonaran el bar, Santana se presentó y también presentó a Brittany a la cantante, y le dijo que si deseaba enviarle algo más movido y actual, estaría encantada de escucharla.
La chica, que no tenía ni idea de que había estado siendo estudiada por los de Blue Night, pareció agradecida, incluso un poco avergonzada ante la crítica silenciosa de Santana. Y cuando se fueron, ella le explicó a Brittany que cuando alguien demostraba ser una promesa, prefería arriesgarse a herir sus sentimientos que a no darle algún tipo de guía que pudiera ayudarlos a tener éxito.
—Y por mucho que te guste, estoy deseando darle la oportunidad de que me enseñe algo más.
Pero cuando subieron al taxi y se dirigieron hacia el siguiente destino, Brittany no estaba muy segura de poder hacer aquello, acercarse sin más a alguien y, efectivamente, decirle que lo que estaban haciendo no era lo suficientemente bueno, incluso aunque ellas no hubieran pedido nunca que ninguna discográfica los solicitara.
Había ciertas partes confusas que le hacían dudar, dudar acerca de cómo podría llevar a cabo exactamente las partes de su trabajo como las de estar cara a cara con los artistas, las partes que no implicaban solamente dar buenas noticias. Brittant decidió hacer lo que se le había estado dando tan bien durante aquella semana. Dejó a un lado sus dudas y se concentró en las partes buenas de la noche: caminar del brazo de Santana, saber que más tarde estaría en su cama.
Su última parada de la noche fue en uno de los hoteles más antiguos del extremo norte del Strip, en un salón bar donde una cantante pelirroja cantaba canciones alternativas al piano. Después de unos quince minutos, Santana se inclinó sobre Brittany y le dijo:
—Por favor, dime que no estás considerando a esta tía.
Afortunadamente, podía hacerlo.
—Tiene una voz lo suficientemente buena, pero... no. No estoy segura de cuál es la razón. ¿Porque está poniendo demasiado interés? ¿Porque su presencia en el escenario es demasiado violenta? Hay algo en ella que me hace sentir como... algo que ya he visto.
Al ver que Santana asentía, sintió que su confianza se restauraba.
—Sí, por todo eso. Es una imitadora barata de Tori Amos. Y no se puede imitar a Tori. Tienes razón, esta chica tiene una voz decente, pero es el vivo ejemplo del artista de sala de Las Vegas, y estará encerrada en lugares como este durante toda la vida.
—Eso... es algo triste —no pudo evitar decírselo.
—El negocio es así. —le dijo ella, después le levantó la barbilla con uno de sus dedos. —Pero tú eres condenadamente dulce, ¿lo sabes?
Sus ojos estaban brillándole otra vez, derritiéndola como de costumbre, y ella se sorprendió al saber que Santana la encontraba dulce, después de todas las cosas que había hecho con ella y cómo de sucia se había comportado. Le llegaba directamente al corazón, porque incluso si ella no se eso significaba que la vieja Brittany no se había desvanecido, y que quizás Santana estuviera puliendo la parte que quedaba de ella. La parte que era sensible, la parte que se preocupaba acerca de herir los sentimientos de los demás, la parte que... odiaba tanto las mentiras.
Aun así, cuando salieron a la noche iluminada por las luces de neón de Las Vegas, recomenzaba un nuevo tipo de pecado.
—Dime algo —le dijo Santana cuando le abrió la puerta del taxi.
Ella recibió su mirada bajo las brillantes luces. —¿Qué?
—¿Todavía tienes los muslos pegajosos?
Una nueva ola de lujuria la inundó mientras su cuerpo respondía a la pregunta.
—Mucho. Y espero que pronto hagas que estén incluso aún más pegajosos.
******************************************************************************************************************************************bueno este es el capítulo de hoy, saludos  7 noches pecado - FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado - Página 5 2145353087
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Mensaje por micky morales Dom Mar 13, 2016 10:14 pm

brittany aun no esta preparada para ocupar el puesto de santana, no lo veo tan facil como se piensa!!!!
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Mensaje por 3:) Lun Mar 14, 2016 12:18 am

holap,..

es difícil estar en "los suburbios de la música" y decidir quien va y quien no,.. pistas, letras a veces no son elegidas bien y se pierden artistas,...
cada ves mas intensa la relación entre las dos..

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por Caritovega Miér Mar 16, 2016 6:51 pm

micky morales escribió:brittany aun no esta preparada para ocupar el puesto de santana, no lo veo tan facil como se piensa!!!!
tal vez y mas si la mata la conciencia. 7 noches pecado - FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado - Página 5 1206646864
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Mensaje por Caritovega Miér Mar 16, 2016 7:15 pm

3:) escribió:holap,..

es difícil estar en "los suburbios de la música" y decidir quien va y quien no,.. pistas, letras a veces no son elegidas bien y se pierden artistas,...
cada ves mas intensa la relación entre las dos..

nos vemos!!!
de acuerdo contigo, saludos 7 noches pecado - FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado - Página 5 2145353087
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Mensaje por Caritovega Miér Mar 16, 2016 7:19 pm

CAPÍTULO 22

Cuando salieron del taxi hacia las puertas principales del hotel Venecia —los numerosos carriles estaban abarrotados de coches, de gente que iba y venía, el mundo entero parecía concentrarse en aquel oasis del desierto— lo único en lo que Brittany pudo pensar fue en meterse dentro y volver a los boxers de Santana.
Así que se sorprendió mucho cuando ella la cogió de la mano y la llevó lejos de la lujosa entrada, lejos de la multitud, y se dirigieron a una ondulada acera.
—Eh, ¿dónde vamos?
Ella le concedió una sonrisa misteriosa.
—Es una sorpresa.
Ella parpadeó.
—¿Qué tipo de sorpresa?
—Ya lo verás. Solo camina conmigo.
Sin pensárselo dos veces, Brittany pasó el brazo por el de Santana y ella subió la mano que le quedaba libre para cubrirle la suya. Y mientras paseaban por el camino hasta alcanzar finalmente una enorme escalera blanca que recibía a los peatones que venían del Strip, Brittany se sintió... cerca de ella. Románticamente cerca.
Lo que ella sabía que era terrible, rozando lo trágico.
Pero el cuerpo de Da Santana junto al suyo le daba una sensación tan cómoda y acogedora, y la noche parecía tan bonita, que no pudo hacer otra cosa que disfrutar de la situación. Y averiguar cuál era su sorpresa.
El ambiente que rodeaba la enorme plaza que había al final de las escaleras estaba en silencio, excepto por el eco de la música que venía de una discoteca que había encima. Las ventanas y columnas arqueadas y de aspecto gótico del hotel se levantaban majestuosamente alrededor de ellos, iluminadas desde dentro. Y al igual que en muchos momentos durante los últimos días, ella se sintió sorprendentemente sola con Santana, a pesar de estar justo en el centro de la Ciudad del Pecado.
Todavía cogidas del brazo, Santana la llevó hacia el embarcadero de góndolas donde reinaba la más absoluta oscuridad y tranquilidad también, excepto por un gondolero que maniobraba una de las barcas grandes y decoradas de adornos.
—Pensé que quizás te gustaría dar un paseo en góndola —le dijo Santana.
Ella desvió la mirada de la concentración de estrechos botes hacia su cara. La idea era increíblemente tierna, pero...
—Creo que están cerrados esta noche.
Aun así, Santana ladeó la cabeza, en un gesto de seguridad.
—Para casi todo el mundo.
Ella enarcó las cejas.
—¿Para casi todo el mundo?
—Hice una llamada temprano, cuando tú estabas en el aseo de señoritas.
—Y...
A Santana le brillaban los ojos en la oscuridad.
—Me quedo mucho en este sitio y al parecer les gusto, a pesar de la mala publicidad que me dan. Aceptaron abrir el canal para un último paseo esta noche.
Justo entonces, el gondolero se dirigió a ellos.
—¿Señorita López?
—Sí, soy yo. Gracias por ser tan complaciente.
—Es un placer, señorita López... y señorita —dijo el joven hombre, haciendo una leve inclinación de cabeza, mientras
Santana llevaba a Brittany hacia el bote donde estaba el gondolero, con un palo en la mano.
Ella se dio cuenta de que aquella góndola en particular era incluso más grande que las demás, resplandecía con los lujosos adornos dorados que enmarcaban los asientos negros de felpa. Con discreción, Santana puso en el puño del gondolero lo que parecía un fajo considerable de billetes cuando Brittany se acomodó en la tapicería de terciopelo.
—Pónganse cómodos y disfruten —les dijo el gondolero, y ella pudo distinguir el acento italiano cuando él empezó a entonar una elegante serenata operística que bloqueaba cualquier otro sonido, y al resto del mundo más allá del canal.
Santana se sentó cerca de ella y, a medida que el barco se alejaba del embarcadero, ella se inclinó para susurrarle al oído.
—Esto es tan maravilloso, Santana... gracias. Pero... no deberías haberte molestado tanto. Hubiera estado encantada con un paseo normal mañana, uno que apuesto que no te costaría un brazo y una pierna.
—Pero yo no hubiera estado encantado —le dijo ella con intensidad.
—¿Por qué no?
—Porque a veces, me gusta hacer ciertas cosas en privado. Quería poder enrollarme contigo si me apetecía, y no creo que tú me dejaras hacerlo a plena luz del día.
Brittany soltó una carcajada y le recordó:
—Acabo de hacerte una mamada en la cima de la alucinante Torre Eiffel.
Sus ojos la miraban apasionadamente.
—Sí, está claro que lo has hecho. Pero durante el día, la gente se queda alrededor del canal para ver pasar a las góndolas. No creí que fuera una buena idea, a no ser que quieras que aparezcamos en la prensa sensacionalista, como portada del National Enquirer cerca del último bebé alienígena.
—Oh —dijo ella. —Bueno, supongo que esa es una preocupación válida. Pero solo para que quede claro, si empezaras a besarme mientras nos miran miles de personas, aun así no creo que fuera capaz de resistirme.
Santana ladeó la cabeza, con una expresión especulativa en la cara.
—No puedo superarte. Eres la última chica con la que hubiera imaginado divertirme tanto.
—¿Y qué es exactamente lo que te hizo pensar que era tan correcta y remilgada al principio?
—Bueno, no te tomes mal lo que voy a decir, pero llevo viéndote en la oficina cada semana durante los últimos años y tenía la impresión de que eras... una mujer buena y dependiente que... probablemente pensaba que yo era alguien con la que había que tener cuidado.
Algo de la Brittany nueva y atrevida quería convencerla de que estaba completamente equivocada, que la había etiquetado como algo diferente, pero nunca se le había dado bien mentir, la honestidad aparecía simplemente con mucha más naturalidad.
—Bueno, quizás era un poco más remilgada cuando estaba con Sam. Pero ahora, no tengo razón por la que deba ser así. Y en cuanto a lo que pensaba de ti...
—¿Sí?
De alguna manera, odiaba tener que decirle lo que Santana ya sabía pero... una vez más, no se le daba bien no ser honesta. En realidad, cuanto más la conocía, más fácil le resultaba hablarle con el corazón.
—Pensaba... pensaba que con aquellos vaqueros ceñidos y rasgados eras la mujer más sexy que había visto nunca.
Santana bajó la barbilla, tenía un aspecto totalmente provocativo.
—¿De verdad?
Ella esperó que la inclinación de su cabeza le pareciera más sexy que tímida.
En cualquier caso, Santana le pasó el brazo alrededor de sus hombros y la acercó a ella, mientras que con su otra mano le levantaba las piernas y las ponía alrededor de su regazo. Y se inclinó un poco más, su susurro resonaba tan sensual como la noche.
—Tú sí que eres condenadamente sexy.
Estar tan cerca de ella, pero sin besarla, la hizo excitarse aún más. Solo mirando sus ojos aparecía esa sensación de posesión otra vez, esa sensación de pertenecerle, de querer abandonarse a su merced sexual.
—¿Todavía quieres que nos liemos? —le preguntó ella.
—Oh, sí —le contestó, y después se inclinó para darle un beso largo y suave.
La canción italiana del gondolero impregnaba la brisa de la noche, con su voz fuerte y profunda, a medida que el bote privado se deslizaba por la suave superficie del canal. Estaba de pie detrás de ellas, guiando el bote, pero había un gran toldo que ensombrecía el asiento y lo hacía casi imperceptible, y gracias a Dios, los besos de Santana se hicieron más y más apasionados. En poco tiempo, su respiración se volvió más forzada mientras un intenso calor se abría camino por sus muslos. No estaba segura de si alguna vez en la vida se había sentido tan excitada por simples besos.
Como de costumbre, cuando su boca descendió por su cuello, ella pensó que iba a estallar. Escalofríos de placer se curvaban alrededor de sus brazos, sus pechos, y la región lumbar le dolió con una necesidad dura y sensual.
Cuando terminó la canción del gondolero, Brittany y Santana se detuvieron y miraron por encima del hombro, en el caso de que fuera a hablarles, pero cuando simplemente empezó a cantar otra melodía detrás de ellos, volvieron a empezar con los besos.
Hasta que Santana bajó la mano entre sus piernas.
La sensación palpitaba en su interior, creando una necesidad enloquecedora.
—Por favor —se escuchó a sí misma susurrarle con un tono de voz ronca—, más.
Abrió las piernas ligeramente y sintió cómo sus dedos descendían, lentamente, muy lentamente, hasta encontrar su húmeda abertura.
—Mmm —suspiró ella, incapaz de resistirse, y afortunadamente el gondolero cantaba tan felizmente alto, mientras su paseo avanzaba a través de unas aguas prácticamente privadas y oscuras.
—Todavía estás excitada y pegajosa para mí —le jadeó Santana al oído.
Ella asintió.
—Mmm. Sí.
Ella le invadió la boca con su lengua una vez más, la besó con intensidad, posesivamente, de nuevo tomando posesión de ella, justo como Brittany quería, hasta que le dijo:
—Dios, te necesito, cariño.
—Pronto me tendrás, en lo más profundo de tu perfecta y pequeña vulva.
La parte del cuerpo a la que aludió se convulsionó involuntariamente alrededor de las yemas de sus dedos, y ambas dejaron escapar un jadeo pesado.
—Jesús —susurró Santana. —Estás tan preparada, nena —ella nunca la había oído tan intensamente excitada. O sentido de aquella manera, con todo su cuerpo ardiendo por una avidez precipitada y animal.
—Yo... casi no puedo controlarme. Casi quisiera follarte aquí mismo.
Un calor sin precedente invadió sus ojos cafés.
—Solo un poco más —le prometió.
—Deberías... deberías dejar de acariciarme ahora. O... o no sé que voy a hacer.
Santana retiró su mano a un lado y ambas dejaron escapar gemidos de frustración incluso aunque ella había insistido en que lo dejara. Aun así, Santana no pareció poder dejar de tocarla por completo, ya que deslizó la mano hacia arriba y le cubrió un lado del pecho, y le acarició con el pulgar el pezón endurecido casi dolorosamente.
Un gemido de placer incontrolable se escapó de ella cuando Santana se inclinó para preguntarle, con el tono de voz más sucio que ella había escuchado antes:
—¿Te excita imaginar lo que pueda pasar? ¿Follarme aquí mismo, en este preciso instante, delante del gondolero, delante de la gente que se arremolina alrededor de nosotros, bajo la oscuridad? ¿No te hace alcanzar el éxtasis imaginarte que todo el canal está alineado con gente, pero que no puedes controlarte, así que te subes la falda y te montas encima de mi polla y me follas como una loca mientras todos nos miran?
Oh, cielos, las imágenes que habían suscitado sus palabras le daban vueltas a la cabeza y hacían que su vulva palpitase con una necesidad dura y cruda. Santana seguía acariciándole el pecho, enloqueciéndola más con cada una de sus caricias, y ella se escuchó a sí misma hablándole con una sinceridad todavía más desenfrenada.
—Sí. Oh, sí.
—Cuéntame —le pidió Santaana, con una voz baja y exigente. —Cuéntame cómo llegas a él.
—Es... como en la piscina —intentó explicarle, sin aliento, cada fibra de su ser se volvía más hambrienta con cada segundo que pasaba. —Como ya te dije una vez, lo haría contigo en una cama si pudiera o si no, no me importaría hacerlo delante de toda esa gente. Y ahora mismo, me montaría a horcajadas sobre ti y cabalgaría tan intensamente sobre esa preciosa y grande verga tuya... Te follaría bien, cariño, hasta que me corriera encima de ti.
Él estaba besándola de nuevo, con más intensidad esta vez, sus bocas forcejeaban por tener más de cada uno de alguna manera.
Y entonces, el gondolero dejó de cantar otra vez.
Y ambos se quedaron quietos, y miraron de nuevo por encima del hombro.
Y esta vez, él volvió la vista atrás.
—Espero que hayan disfrutado de su paseo en góndola, aquí en el Venecia. Que pasen una maravillosa noche.
Dios, ya habían vuelto al embarcadero. Ella ni siquiera se había dado cuenta, había perdido cualquier noción de espacio y tiempo, y de todo lo demás. No podía hablar, la respiración le temblaba demasiado, pero Santana se las arregló para sentarse recta y decirle al gondolero:
—Ha sido genial. Gracias otra vez por el favor —mientras, Brittany se esforzaba por calmarse y actuar normalmente mientras salían de allí.
Después de haber caminado un rato, cogidos de la mano con fuerza, Santana le dijo:
—¿Estás bien, nena?
—No —le contestó ella. —Me estoy volviendo loca. Creo que podría correrme aquí mismo si vuelves a besarme.
Caminaron rápidamente hacia la línea de puertas que conducían al interior del hotel.
—Solo aguanta, cariño, un poco más, y te prometo que daré lo mejor de mí misma.
Su voz era tranquilizante, pero cuando le apretó la mano, su vulva reaccionó con más humedad todavía, y ella empezó a preocuparse —esperaba que irracionalmente— y se preguntó si podía emitir tanta humedad que, sin bragas, aquello empezara a descenderle por las piernas. ¿Era posible que pasara una cosa así? Temió poder descubrirlo pronto.
—Date prisa —le dijo ella, y después tiró de Santana hacia delante, hasta romper en un ligero trote.
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Bueno este es el cap de hoy, ya se que me tardo en actualizar pero de verdad a veces no me queda tiempo, intentare adaptar los últimos caps de la historia para asi empezar a publicar seguido, saludos. 7 noches pecado - FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado - Página 5 2145353087
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Mensaje por Caritovega Miér Mar 16, 2016 7:23 pm

CAPÍTULO 23
Santana había estado con mujeres ardientes antes. Ella mismo se había sentido así también. Pero no se acordaba de haber tenido que correr nunca para llegar a un lugar en el que tener relaciones sexuales, desde su juventud.
Y Brittany no era la única ardiente ahí. Santana estaba sencillamente igual de ansiosa que ella, así que se dejó arrastrar a través de las puertas del hotel Venecia y después por el casino hasta llegar a los ascensores. Se sentía como si fuera a explotar dentro de sus pantalones si no llegaban pronto a la habitación.
Joder, la deseaba. Y le gustaba. Le gustaba jodidamente, mucho. Demasiado. Y había pasado los últimos días haciendo exactamente lo que se había dicho que no podía permitirse hacer más, especialmente en aquel momento. Había dado rienda suelta a su lujuria, estaba dejando que la vieran en público con una mujer justo en el momento en el que la acusaban de aprovecharse de las mujeres, y se había lanzado a todas las oportunidades que se le habían presentado con ella. Sin embargo, había algo en Brittany que le hacía imposible parar.
Puede que hubiera intentado actuar despreocupada por haber sido «algo más remilgada» antes de aquel momento, pero Santana todavía sospechaba que había sido mucho más remilgada de lo que confesó y de lo que había demostrado recientemente, y tenía la fuerte sensación de que fuese ella quien la había convertido en el animal sexual que era ahora. Santana sabía que aquello la hacía una bastarda arrogante, pero le llegaba al alma. Y que Dios la ayudara, porque la amaba. La hacía sentirse como si fuera... una diosa. Su diosa. Pero también... quería cuidar de ella. Necesitaba hacerlo. Sentía casi como si la estuviera salvando de algo, y tuviera que seguir salvándola.
Normalmente, Santana no disfrutaba sintiendo ningún tipo de responsabilidad hacia una mujer, pero aquello era diferente, ella era diferente. No le exigía, ni siquiera le pedía, simplemente era así de sincera, había una parte genuina en ella que la hacía desear mucho más. Quería seguir salvándola, seguir follándosela, seguir riéndose con ella, solo seguir estando con ella.
Por supuesto, en aquel momento, mientras entraban por la parte de atrás al ascensor abarrotado, todo lo que quería era echar un polvo. La necesidad era más que palpable.
Estaba de pie detrás de ella, y dejó que sus brazos se plegaran con ternura alrededor de su cintura, tirando de ella hacia atrás, sabiendo cómo de dura estaba su verga y que ella podía sentirla presionando con insistencia contra su trasero suave y dulce.
A medida que el ascensor se elevaba, ella se estremeció en sus brazos, alimentando incluso aún más su deseo. Y mierda, aquella maldita cosa se detenía planta por planta. Había gente que salía y más gente que entraba. Santana se frotó contra ella. No pudo evitarlo. Ella le cubrió los brazos con los suyos, lo apretujó, lo acarició, y al poco tiempo, le clavó suavemente las uñas.
Cuando el ascensor se detuvo al final en su planta, prácticamente saltaron hacia el vestíbulo y Santana, cogiéndola de la mano, tiró de ella por el silencioso pasillo que llevaba a su habitación.
—Dios mío —dijo ella, desesperada y sin respiración. —No puedo creérmelo.
—¿Qué?
—De verdad puedo sentirlo... descendiendo por mis piernas.
Santana estaba confusa.
—¿Qué? ¿Qué hay en tus piernas?
—Mi... humedad.
Santana se detuvo, y la paró en seco, después su mirada bajó hacia la minifalda y más abajo aún. Estaba claro que había estado manteniendo cerradas las piernas en el ascensor, pero podía ver perfectamente la humedad a la que se refería, sobre la parte interior de sus muslos y bajo el dobladillo de la falda.
—Cielo santo.
Incapaz de mantener el control, siguió sus instintos, empujándola hacia una de las paredes lujosamente decoradas, cayó a sus rodillas, le abrió las piernas y con intensidad, le lamió la parte interior de los muslos.
El sabor dulce salado de su orgasmo recibía su lengua e hizo que el corazón le latiera con más rapidez, y que cada músculo de su cuerpo se tensara con un deseo puro e intenso. Parecía como si su verga le quemara debajo de la cremallera; estaba ahora tan rígida que le dolía.
Le lamió un muslo, después el otro, y escuchó sus gemidos suaves e incontrolables, consciente de que todavía estaba temblando y ahora se aferraba indefensa contra la pared que tenía detrás, extendiendo los dedos sobre el papel y curvándolos hacia dentro como si pudiera agarrarse a alguna parte. Y Santana ni siquiera había llegado a ningún lugar cercano de su vulva.
—Dios, Santana. Vamos a la habitación. Ahora. Por favor. O voy a morirme.
Santana casi le creyó. Tampoco se había sentido nunca tan atormentada por el deseo.
Recorrieron lo que quedaba de pared en el pasillo, pero tuvo que concentrarse para conseguir sacarse la cartera del bolsillo y sacar la llave tarjeta que había dentro.
Ella atravesó el gran vestíbulo y la zona del salón directamente hacia la habitación, con Santana pisándole los talones. Y entonces, justo cuando pensaba que ella no podía sorprenderla más de lo que ya lo había hecho, lo hizo. Cuando entró en la habitación, ella se dio la vuelta, le agarró de los antebrazos y la empujó con fuerza hacia la cama. Santana se dejó caer sin dificultad. No había esperado nada de aquello. Después observó como la sexi Brittana, excitante y hambrienta, se montaba a horcajadas sobre sus muslos y empezaba a desabrochar vorazmente la hebilla de su pantalón, justo como había hecho la noche anterior, sólo que ahora lo hacía con más fervor aún.
Unos segundos más tarde, liberó su hambrienta verga y Santana la ayudó a abrirse más los pantalones y bajarse los calzoncillos. Y entonces, ella lo montó, descendiendo su vulva húmeda, cálida y tensa hacia ella con tanta rapidez e intensidad que ambas soltaron un grito.
Oh, cielos, justo como antes, la sensación de encontrarse piel contra piel casi lo abrumaba. Ella la cabalgaba como una vaquera salvaje, al mismo tiempo que se sacaba la camiseta por la parte de arriba de la cabeza. Debajo de ella, llevaba un sexy sujetador de color rojo, de corte bajo, las redondas curvas de sus pechos se arqueaban hacia arriba. Un cálido placer la inundó, el puro placer del sexo, pero también el inesperado deleite que le producía ver a Brittany conseguir lo que quería de ella, tan grosera y sucia.
—Necesito más de esos hermosos pechos tuyos —le dijo a través de la mandíbula apretada, después tendió la mano para bajarle las copas con los bordes de encaje de su sujetador para que solo perfilaran los dos preciosos montes de carne. Ella jadeaba excitada, después gimió cuando Santana los cubrió con sus manos y los estrujó, modelando su exuberante suavidad, sintiendo aquellos pezones duros que señalaban hacia las palmas de sus manos.
Y entonces, los movimientos de Brittany se volvieron más lentos, solo un poco, después más rítmicos, y cerró los ojos, y Santana supo en ese instante y así de rápido que pronto alcanzaría el éxtasis.
—Oh, Dios, cariño —le ronroneó ella, después con más suavidad—, sí. Ahora. Sí.
Echó la cabeza hacia atrás y Santana sintió cómo la golpeaba el orgasmo y observó sus pechos balancearse de un lado a otro, todo su cuerpo sacudiéndose ligeramente, una y otra vez. Joder, estaba preciosa cuando se corría.
Por supuesto, la mayoría de las mujeres lo estaban, pero cuando Brittany alcanzaba el clímax, Santana no podía evitar ver a la formal chica de oficina en su mente, y el contraste entre aquella visión y la otra hacía que todo fuese incluso más increíble aún.
—Oh, vaya —suspiró ella, mientras su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia delante, con una sexy sonrisa de alivio invadiendo su cara cuando se encontró con su mirada.
—Ha sido muy rápido —dijo Santana con una sonrisa, quedándose quieta durante un momento, solo para dejar que ella se recuperara.
—Ya te dije que estaba muy cerca.
—Me encanta que hayas estado excitada toda la maldita noche.
Ella asintió, sonrió y perezosamente se lamió los labios, confirmando, en realidad, que había sido así.
Y por alguna razón, Santana se acordó de que ella había estado intentando aquella postura en la bañera la pasada noche, y casi la ahoga, lo que Santana pensaba que era jodidamente atractivo.
—Este es un lugar mejor para que puedas estar arriba —le dijo, y apretó los dientes de nuevo, mientras empezaba a empujar hacia arriba contra su piel cálida y empapada.
Mientras ella comenzaba a recibir sus embestidas, su respuesta llegó entre jadeos, entre los golpes.
—Esta es... la primera vez... que lo hemos hecho... en una cama.
La respiración de Santana se volvió igual de irregular.
—No... le cojas tanto cariño... a la cama, nena.
—Es... una sorpresa —a Santana se le había ocurrido algo en la góndola, cuando habían empezado a hablar sucio, cuando ella la había hecho fantasear con la idea de follársela en el bote.
—¿Otra sorpresa?
—Para mañana por la noche. Y te prometo... que te gustará. Ahora déjame... que te coma las tetas —las necesitaba en su boca más que el aire para respirar.
Ella se mordió el labio, se inclinó hacia delante, le puso los brazos a ambos lados de la cabeza, y dejó que sus hermosos pechos le colgaran sobre la cara. Santana capturó uno de los erectos pezones entre sus labios y dejó que la firmeza de su lengua le volviera loco mientras lo lamía, en un beso intenso; después succionó.
Sobre Santana, los gemidos de Brittany inundaban la habitación y ella entendió que sus pechos eran incluso más sensibles de lo que había imaginado. Se dirigió hacia el otro pecho, y tiró de su preciosa bolita con la boca, mientras todavía empujaba la verga en la calurosa bienvenida de su vulva.
—Oh, cielo —le dijo ella entre jadeos, mientras Santana le chupaba con más intensidad aún, y cuando ella se arqueó, Santana recibió todo lo que pudo de su suave y femenina piel.
La respiración de Brittany se había vuelto otra vez débil, rápida, y sus movimientos eran más sensuales. Santana cerró las manos sobre su trasero, y estiró los dedos para abarcar de sus nalgas tanto como pudiera, y las masajeó, adaptándose al ritmo que ella había establecido en ese momento para follársela. Ella sintió cómo aumentaba el deseo de Brittany, cómo se tensaba, y se sintió más que preparada para explotar, pero se contuvo porque supo que ella estaba a punto de alcanzar el orgasmo otra vez.
Sus gemidos se intensificaron, su respiración se volvió superficial.
Santana succionó con más fuerza, e introdujo su pezón todo lo que pudo dentro de su boca, mientras escuchaba sus suaves gritos de placer.
Embistió su erección hacia arriba en unos golpes duros y lentos.
Y entonces, ella explotó, y Santana pudo escuchar también sus sollozos, sintió una ligera caída en su pelvis, después su vulva hundiéndose y hundiéndose, a medida que la inundaba, y su cuerpo entero se movía y deslizaba contra el suyo, creando una fricción perfecta.
Al final, ella se desplomó sobre su pecho, completamente exhausta.
—Oh, Dios mío —susurró por último. —No puedo creer que haya tenido dos orgasmos, como la pasada noche.
Santana recorrió su pelo sedoso con una de sus manos y le sonrió.
—¿Por qué no?
Ella parecía agotada.
—Bueno, he escuchado todo tipo de historias acerca del orgasmo múltiple, pero... realmente nunca lo había experimentado. .. hasta que te he conocido.
—¿Y cómo ha sido este? —le preguntó Santana con suavidad.
—Eh... intenso.
—¿Intenso en el buen sentido?
Ella asintió contra su camiseta.
Y Santana, como por instinto, la puso sobre su espalda, sin ni siquiera salir de ella, hasta que quedó encima, bajó la cabeza para mirarla y a ella se le encendieron las mejillas, en una expresión todavía apasionada.
Santana pensó que quizás era la primera vez que la miraba tan de cerca. Sus ojos azules le recordaban el mar, un mar puro, tranquilo pero también apasionado y a ella eso le encantaba .
—Bonitos ojos —le susurró sin pensarlo siquiera.
Su sonrisa era sumamente dulce y su voz tierna.
—Gracias.
Y Santana sintió cómo se le encogía el pecho. Apenas había tenido relaciones sexuales en la postura del misionero. Principalmente, porque solía encontrarlo algo aburrido, y limitado en cierto sentido, pero... ahora no le parecía aburrido. Ahora era como... demasiado para ella, estaba demasiado cerca de ella, cara a cara, mirándose a los ojos.
Y Santana supo que se había sentido cerca de ella antes, durante todas las otras veces que habían estado jugueteando o follando, pero de alguna manera sentía que todo aquello, en aquel preciso instante, era peligroso, como algo de lo que necesitaba alejarse.
Así que Santana salió de ella, y le dijo:
—Date la vuelta. Ponte de rodillas.
Ella obedeció sin rechistar, y arqueó su precioso trasero en el aire. Su falda colgaba ahora de sus caderas y le ofrecía una vista suntuosa de su vulva abierta antes de que Santana moldeara sus manos sobre su trasero y empujara su verga de nuevo dentro de ella.
Brittany ahogó un grito y ella le dijo:
—Dime que te gusta. Dime que te gusta mucho.
—Oh —gimió ella. Después—, oh, Dios sí, ¡me gusta! Dame más fuerte.
Aquello era todo lo que ella deseaba, todo lo que necesitaba. Un polvo bueno y salvaje. Se acordó de sus ojos y se concentró en el pasaje de su vulva todavía húmeda, fuerte, fuerte, fuerte, tanto como pudo, hasta que alcanzó el límite de la gloria y se dejó caer sobre ella, gritándole:
—Cielos, nena, ¡me estoy corriendo dentro de ti! Ahora.
«Oh, sí», era tan jodidamente bueno derramar su cálida semilla dentro de ella, dejar que se extendiera, finalmente, después de todas aquellas horas de creciente lujuria.
Y cuando Santana se vació por completo, aquel familiar cansancio la golpeó y se desplomó sobre ella, haciendo que las dos cayeran sobre la cama, y se quedaran allí, en silencio y de cerca, mientras Santana escuchaba sus gemidos y se deleitaba con la fragancia de su perfume, una mezcla del rico aroma del sexo, y entonces, se dio cuenta de que no había solucionado nada poniéndola en aquella postura.
Todavía se sentía peligrosamente cerca de ella y al parecer, no podía hacer nada por evitarlo.
Mierda.
Así que se limitó a darle un beso en la mejilla y se dejó llevar al sueño que vino después de su orgasmo.
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Bueh les dejo cap wanky 7 noches pecado - FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado - Página 5 2145353087
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Mensaje por micky morales Miér Mar 16, 2016 8:15 pm

esteeee a este paso seran madres mañana!!!! jajajajajaaja dicen por ahi que el que se enamora pierde, sera asi con ellas?????
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Mensaje por 3:) Jue Mar 17, 2016 9:14 am

holap,...

si que la pasan bien,.. y súper bien!!
ya es peligroso,.. san esta cruzando la línea!!!
y ni que lo digamos de britt!!

nos vemos!!!
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Mensaje por Caritovega Sáb Mar 26, 2016 8:07 pm

CAPITULO 24
Un rato más tarde, Brittany salió de la cama y se fue al cuarto de baño para asearse un poco. Se quitó los zapatos, después se deshizo de su falda, agotada pero rebosando de una felicidad que no había experimentado nunca antes. Se sentía completamente mareada. Y maravillosa. Por el sexo. Por Santana. Simplemente nunca se había imaginado que pudiera comportarse tan sucia y que aquello le pareciera tan vigorizante. Era como si Santana hubiera descubierto una parte entera de su vida que Brittany no podía haber experimentado sin ella, y todo su cuerpo cantaba con una satisfacción insuperable.
Se miró en el espejo y suspiró felizmente. Se había acostumbrado con rapidez a su nuevo corte de pelo y su cambio de look. Y ahora... incluso estaba acostumbrándose a ser una mujer altamente sexual, a utilizar su cuerpo de la manera exacta en la que había sido diseñado: para concebir placer.
Y aquello la golpeó repentinamente una vez más, con una nueva fuerza... la nueva Brittany ya no existía realmente, porque aquello ya no era parte de una actuación, alguien que estaba fingiendo ser, o incluso intentando ser. Ahora era realmente la nueva Brittany, que se sentía completamente en casa con Santana y totalmente a gusto con todo el sexo escandaloso del que habían disfrutado juntas.
Y probablemente aquello fuera una estupidez, probablemente era peligroso que se permitiera preguntárselo siquiera, pero qué pasaba si... ¿qué pasaba si de alguna manera funcionaba todo aquello y Santana no era despedida y tuvieran que seguir trabajando juntas? ¿Qué pasaba si lo que había sucedido en Las Vegas no se quedaba en Las Vegas, después de todo? ¿Qué pasaba si pasaban demasiado tiempo juntos y Santana se daba cuenta de que estaba loca por ella, más que a nivel físico, y que quizás una relación seria con Santana no fuera realmente algo tan horrible?
Dejó escapar otro suspiro, esta vez uno de infantil esperanza y, desviando la mirada de su reflejo, se fue de nuevo a la habitación, donde también encontró a Santana, que se había quitado la ropa y se había vuelto a meter bajo las sábanas. Dios, estaba hermosa tumbado allí, toda somnolienta y sexy, y despeinada, y exhausta, debido a ella.
—Las luces del móvil están encendidas, nena —le dijo, con los ojos cerrados.
Ella miró hacia el tocador que había al otro lado de la habitación, donde antes había dejado su bolso y el teléfono. Lo había dejado allí en el hotel cada noche que habían salido fuera, ya que había pensado que el bolso sería un estorbo que no necesitaba, sobre todo porque la tarjeta de Blue Night que poseía Santana cubría todos los gastos de su viaje. Y lo había hecho incluso antes de saber que habría tanto sexo involucrado en su relación, por lo que al final había resultado ser una decisión excelente.
Caminó desnuda hacia la mesa, cogió el teléfono, lo abrió y escuchó el mensaje.
Después reconoció la voz de Schuester.
—Solo quería saber cómo te iba, Brittany. Santana me mencionó en un correo que estabas aprendiendo con rapidez y que tenías un buen oído con la música, así que buen trabajo. Sobre todo porque las cosas no parecen muy alentadoras con Claire. No me sorprendería si nos lleva pronto a juicio, y si eso ocurre, ya sabes lo que significa... Santana está fuera y tú dentro.
Oh, mierda.
Cerró de golpe el teléfono, y deseó que Santana estuviera dormida.
No tuvo tanta suerte.
—¿Algo importante?
—No.
—Entonces, ¿por qué pareces tan preocupada?
Ella se dio la vuelta para mirarla y vio sus maravillosos ojos cafés abiertos ahora y estudiando su clara preocupación.
—Era Quinn —eludió ella. —Tiene un problema con un hombre, eso es todo.
—Oh —dijo ella, echando la cabeza hacia atrás otra vez y acomodándose en la almohada; después, cerró los ojos. —Apaga la luz y ven conmigo a la cama. Quiero abrazarte.
Acababa de mentirle. Hasta aquel momento, solo había sido un engaño, le ocultó algo que la influía mucho, y aquello ya le había parecido lo suficientemente horrible. Pero ahora le mintió intencionada y detenidamente para guardar su sucio secreto.
Y como le había dicho a Quinn cuando todo aquello empezó, odiaba las mentiras.
Hizo todo lo que pudo para reprimir la sensación de culpa mientras apagaba la luz de la mesita y se metía bajo las sábanas con su amante, la mujer a la que estaba engañando para robarle el trabajo.
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Buehhh aquí les dejo el cap de hoy, como van con su semana santa? - saludos-
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Mensaje por 3:) Sáb Mar 26, 2016 9:50 pm

holap,...

ohhh,.. se le viene el mundo encima a britt!!!
creo que britt en algún momento tiene que ser sincera con san antes e que termine todo!!
o se entere por otro lado!!

nos vemos!!
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Mensaje por micky morales Dom Mar 27, 2016 2:03 pm

si san se entera por otro lado se va a sentir utilizada y traicionada y con justa razon, asi que Brittany habla de una buena vez si esa mujer te interesa!!!!!!
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Mensaje por Caritovega Jue Mar 31, 2016 10:42 pm

CAPÍTULO 25
LA QUIINTA NOCHE

El placer es el cebo que te pone el pecado.

Platón


Al día siguiente, Santana informó a Brittany de que necesitaba hacer unas cuantas llamadas telefónicas a algunos de los artistas que llevaba para Blue Night y que iba a poner las manos libres para que ella pudiera escuchar cómo trataba ella con «los talentos».

Así que ella se limitó a escuchar mientras ella aliviaba los temores de una banda de rock alternativa cuyo primer CD no estaba causando mucha sensación, como ellos habían esperado. Y mientras Santana le explicaba a la cantante de Rythm & Blues la razón por la que el anuncio de su próximo y anhelado CD debía ser retrasado otros dos meses. Y cuando la gran estrella de Blue Night, el roquero británico Malcolm Barstow, se quejó con Santana porque la selección de la canción de su próximo CD no le había gustado al fotógrafo que había hecho las fotos para la carátula.

Brittany se dio cuenta de que Santana hablaba con cada persona de manera diferente, dependiendo de la personalidad de cada uno y de las cuestiones que les preocupaban, hasta que parecían adecuadamente calmados, aunque con Barstow «calmado» era probablemente un término demasiado optimista.

Después de presionar el botón de fin de llamada por última vez, levantó la cabeza del sofá donde se acomodaba con los vaqueros ceñidos que solía llevar y una camiseta, para mirar a Brittany, que había estado sentada en una silla con tapizado de satén.

—Ahí lo tienes —le dijo. —El lado oscuro del representante de A&R. ¿Crees que podrás hacerte con ello?

«Ni en el mejor de mis días», se sintió tentada a decirle.

Sabía cómo tratar con Schuester cuando estaba saturado de trabajo y estresado. Y sabía que cuando Quinn tenía un mal día, lo mejor que podía hacer era estar de acuerdo con ella en todo y al final se calmaría. Sabía cómo arreglar las fotocopiadoras y tenía mucha habilidad con el Microsoft Word, y podía llevar con eficiencia una oficina con una mano atada a la espalda. Aun así, a pesar de que Schuester y Santana creyeran en ella, no tenía ni idea de cómo iba a encargarse de la gente que probablemente tuviera buenas razones para estar preocupada con unos problemas que posiblemente no tuvieran solución.

Y estaba segura de que había hablado con la mayoría de esas personas antes por teléfono, pero solo para pasarles con Schuester o para asegurarles que ya se había dado la orden de pago, y eso era completamente diferente. La vieja Brittany era una buena guía, pero no con estrellas de rock enfadadas e histéricas.

—Tengo que admitir que estoy intimidada con todo lo que acabo de oír —le contestó ella e intentó no sonar tan alucinada como lo estaba.

—Y yo tengo que admitir que normalmente no tengo que hacer tres llamadas telefónicas como estas de golpe. Pero estar fuera supone que se te acumulen un poco las cosas, y parte de la razón por la que están tan enfadados es porque no les he devuelto la llamada cinco minutos después de que hayan intentado contactar conmigo. Los artistas son temperamentales, eso es un hecho en este negocio. Solo tienes que abordar sus necesidades lo mejor que puedas.

Ella asintió y esperó no parecer demasiado preocupada. Como se había asegurado a sí misma cuando Santana había estado estableciendo contactos con el personal de las discotecas, Ella tenía un don de gente natural, y Brittany no estaba del todo segura de que pudiera verse a sí misma tan desenvuelta al iniciar una relación, o al tratar con personas que eran difíciles, justo como acababa de hacer Santana.

—¿Sabes lo que necesitas para animarte? —le preguntó ella.

De acuerdo, así que estaba claro que sus miedos se le reflejaban todavía en la cara. ¿Qué?

—Ropa interior nueva.

Ella le dedicó una mirada coqueta; se sentía mucho más cómoda con su actual vida social que con la profesional.

—Tienes razón, me debes un par de braguitas, ¿verdad? O dos pares —añadió ella, después de recordar su encuentro en el Fetiche.

—Por suerte para ti, el centro comercial Fashion Show está lo suficientemente cerca como para acercarnos dando un paseo.

—Por suerte para mí, estoy acostándome con una mujer que sabe cosas como esas —le contestó ella con una carcajada.

—Bueno, espero que esto no vaya a conmocionarte mucho, pequeña señorita Brittany —le dijo con un guiño de ojos—, a pesar de que no suelo utilizar ropa interior como la tuya, no será mi primera vez en una tienda de lencería.

Ella soltó un grito burlón, y le dio una palmada en el hombro.

—Y no es solo que no sea el tipo de mujer que se queda ahí de pie en la puerta con los brazos cruzados, mirándose los pies. Voy a ayudarte a elegir tus braguitas.

Ella rió con suavidad.

—No puedo esperar a ver lo que eliges. Y solo para que lo sepas, no soy fácil. Necesito que mi ropa interior sea a la vez cómoda y sexy.

En respuesta, Santana chasqueó los dedos y murmuró:

—Mierda.

Dos horas más tarde, estaban atravesando Las Vegas Boulevard y hacían su pequeña caminata hasta el elegante y sofisticado centro comercial. Aparte de reemplazar el tanga rojo que habían destrozado la noche anterior, Santana había elegido un tanga negro, un tanga de leopardo con un lazo negro delante, un sujetador bordado y una caja de braguitas de encaje y seda de color lavanda.

Iban cogidas de la mano, se besaban mientras caminaban y compraban, se besaron aún más cuando se detuvieron para comprar un par de bocadillos en la cafetería para comer. Después, se abrieron camino de vuelta al Venecia, y Santana cargaba con la pequeña bolsita rosa del centro comercial con una seguridad natural que hizo que Brittany se deleitara en la feminidad y a la vez rudeza de su gesto.

—No a todos los hombres y mujeres les gusta llevar bolsitas rosas —señaló, impresionada.

Santana se limitó a contestar.

—Yo no soy como todos los hombres o mujeres.

«De eso puedes estar segura». Era fácilmente la mujer más sexy, más segura y más seductora que ella había conocido. Y le había dado besos ante los escaparates de ropa interior y entre bocados de sus sándwiches de pavo y —oh, Dios— estaba empezando a resultarle realmente fácil pensar en ella como... su novia.

Lo que era un suicidio emocional, ella lo sabía con seguridad.

Santana le había dicho que aquello era temporal.

Y ella le estaba mintiendo de todas maneras, por lo que era bueno que aquello fuera temporal.

«Así que deja de pensar en ella como si fuera tu novia, como si fuera alguien con la que puedes comprometerte».

Ojalá fuera tan fácil.

El hecho era que ella nunca había sido aquel tipo de mujer, el tipo como Quinn, quien podía involucrarse con alguien en el plano físico sin que eso empezara a preocuparla demasiado. Y se había estado engañando los últimos días, pensando que quizás la nueva Brittany sí fuera ese tipo de mujer. Pero ahora que la nueva Brittany parecía ser la verdadera Brittany... bueno, estaba empezando a comprometerse con Santana. E iba a salir herida de todo aquello y se iba a sentir sola y vacía cuando acabara, de eso no le cabía ninguna duda.

La única solución, por el momento, era la misma en la que había estado confiando toda la semana.

«Deja esas ideas a un lado. No pienses en ello. Solo siente».

Santana la besó cuando se detuvieron en la puerta de su habitación —ya que ella tenía más llamadas que hacer y correos que mandar, ella había decidido echarse una siesta— y cuando su lengua bailó con la suya e hizo que su cuerpo se estremeciera desde la cabeza hasta los dedos de los pies, justo como pasaba con cualquier cosa que hacía con ella, definitivamente sintió. Lo sintió todo. El placer. La emoción. La necesidad de estar con Santana.

La triste realidad era que ni siquiera le gustaba realmente que tomaran caminos separados para el resto de la tarde. Se había acostumbrado tanto a estar con ella casi todo el tiempo durante aquellos últimos días, que era eso lo que la hacía sentirse como la nueva y verdadera Brittany. La presencia de Santana, su influencia, las cosas que ella le hacía pensar, sentir.

—Arréglate para esta noche —le dijo ella, aún cogiéndole la mano.

—¿Que me arregle cómo?

Ella se encogió de hombros.

—Con un vestido sexy, si tienes.

—¿Por qué?

—Ya lo verás.

Ah, su sorpresa. Casi se había olvidado de ello. Y no podía imaginar dónde había planeado exactamente Santana follársela aquella noche que requiriera que llevara un buen vestido, pero tampoco podía esperar a descubrirlo.

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disfruten del cap de hoy =D saludos =D.. gracias a cada una de las personas

que siguen esta historia ;)

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Finalizado Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado

Mensaje por 3:) Jue Mar 31, 2016 11:49 pm

holap,....

la monotonía de la relación esta haciendo efecto en las dos,..
mmmm no creo que la relación sea pasajera o por lo que dure el viaje!
que sorpresa tiene san,..

nos vemos!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado

Mensaje por Caritovega Dom Abr 03, 2016 11:26 pm

CAPÍTULO 26
—Vaya —dijo Santana cuando ella contestó a la puerta a las seis en punto de aquella tarde. Cuando Santana la miró rápidamente de arriba abajo, sintió cómo le cosquilleaban los senos y le palpitaba la vulva.

Se mordió el labio, se sentía sexy y sofisticada a la vez.

—¿Te gusta?

—Nena —le dijo, como si aquella fuera una pregunta ridícula. —Ese vestido es... increíble. El aspecto que tienes... seré una mujer con suertuda si logro hacer negocios antes de entregarme al placer.

El vestido negro de satén colgaba perfectamente sobre sus curvas y revelaba más de su cuerpo que cualquier cosa que hubiera llevado nunca, con unas copas semicirculares en lugar del sujetador que le levantaban el pecho, dejando mucha piel al desnudo. El dobladillo llegaba hasta medio muslo, pero había una abertura a un lado que lo hacía incluso más picante.

Quinn había insistido en que Brittany se comprara aquel vestido, pero ella había dejado puesta la etiqueta, porque pensaba que quizás era mejor devolverlo, hasta que Santana le había pedido llevar un vestido sexy antes, lo que había hecho que ella supiera que era perfecto para pasar una noche en Las Vegas, del brazo de la mujer viva más excitante.

Había completado el atuendo con unas sandalias negras de tacón que llevaban unos pequeños diamantes falsos cubriéndole los dedos de los pies, y los pendientes largos de diamantes que había llevado en su boda. Echando la vista atrás, le pareció de mejor utilidad en aquel momento.

Santana también se había vestido muy elegante —más de lo que le había visto antes: —llevaba una camisa blanca lisa, desabrochada, bajo una chaqueta de cuero de color caramelo, con los pantalones vaqueros ceñidos que llevaba normalmente debajo. Como siempre, la cruz de su abuela descansaba cerca de su garganta, visible entre los botones abiertos.

—Tú también estás muy guapa —le dijo, mientras loa miraba de arriba abajo, como Santana había hecho con ella y no dudó en rezagar la mirada en su entrepierna donde, sin erección, aparecía un bulto muy agradable.

Un enorme espejo con marco dorado colgaba de la pared cerca del ascensor y mientras lo esperaban, Brittany no pudo evitar mirarse a los dos y pensar que aquella noche, más que antes incluso, parecía pertenecerle a ella, como si fuera alguien fabulosa que se dirigía a una noche de glamorosa diversión; y lo mejor de todo era que, en aquel instante, era verdad.

Santana la llevó al Bouchon, un restaurante francés que había en el Venecia, donde se sentaron en un bonito patio enlosado cerca de la piscina. Después de la cena, compartieron una mousse de chocolate bajo un ambiente de dulce música, del sonido de vasos que brindaban y de elegantes columnas y arcos de piedra. Y Brittany intentó con todas sus fuerzas no sentir todo lo romántico que había en ello, aunque era muy difícil de ignorar.

Por un lado, sabía que Santana era una mujer de mundo, y una amante de las mujeres, por lo que el hecho de que ella hubiera elegido un restaurante terriblemente romántico seguramente no se debía a otra cosa que a una medida respetable de cariño, una buena cena con alguien de cuya compañía disfrutaba.

Pero cuando la miraba a los ojos... ¿veía ella algo más?

¿O solo se lo estaba imaginando?

A veces, podía jurar que Santana también estaba enamorándose de ella. Pero entonces... recordaba que una mujer Santana era tan agradable de forma natural, alguien a la que se le daba tan bien hacer que otra persona se sintiera especial, que sabía que era probable que aquellos gestos no significaran nada.

«Y eso está bien —se recordó a sí misma. —Esto es solo una aventura, y es exactamente lo que tú querías que fuera. Sexo sin compromiso».

De la cena se dirigieron al Strip para disfrutar de la velada. Aquella noche, le había explicado Santana, iban a ir a ver a cantantes que trabajaban en los mega resorts que se alineaban en Las Vegas Boulevard.

La idea la impactó. «Oh, esa es la razón por la que me ha pedido que me vistiera elegante». Aquello prometía ser una noche más en la ciudad, como tantas otras que habían compartido hasta el momento, e hizo que la sensación de sorpresa cuando ella le habló de no acostumbrarse demasiado a la cama se volviera más un misterio.

Su primera parada fue en uno de los pocos espectáculos tradicionales que quedaban en Las Vegas: un lugar lleno de chicas en topless cubiertas por toneladas de pieles y lentejuelas. Era una mezcla variada de entretenimiento, y Santana señaló a la cantante que habían ido a ver, recomendada por un camarero que había hablado con ella a principios de la semana. Pero Santana declaró rápidamente que al chico le gustaba demasiado «el sonido de Broadway», con lo cual Brittany estuvo de acuerdo y después de aquello, simplemente se sentó y disfrutó del llamativo espectáculo de todo ello, maravillándose con la cantidad de pechos desnudos en el escenario.

Después, mientras se mezclaban con el resto de espectadores que abandonaban el lugar, Santana le dijo:

—Siento si esto te resulta algo inútil, pero el chico con el que hablé me dijo que la vocalista era espectacular, por lo que pensé que merecía la pena echar un vistazo.

Brittany abrió los ojos de par en par.

—¿Estás bromeando? ¡Me ha encantado! Ha sido completamente el espectáculo clásico de Las Vegas. Me lo he pasado genial —y lo había hecho. Dado que la mayoría de las showgirls estaban hoy día muertas o retiradas, le encantó tener una pequeña porción de la vieja Ciudad del Pecado.

Santana solamente sonrió, y después le pasó el brazo por la cintura y la acercó a ella para darle un beso.

—¿Tienes idea de lo bonita que eres?

Ella bajó la barbilla y le concedió una mirada juguetona.

—Pensaba que era excitante.

—Eres bonita y excitante —le aseguró ella. —Y si no te habías dado cuenta, todos los hombres y una que otra mujer con los que nos hemos topado esta noche tenían los ojos puestos en ti.

En realidad, sí que se había dado cuenta. Y aquello la había hecho sentirse sexy y excitante, y despreocupada... y también le había hecho pensar si la miraban porque pensaban que era una prostituta con aquel vestido tan descarado. Estaba claro que si todos los hombres o mujeres pudieran ver las cosas que había hecho ella los últimos días, creerían lo segundo, pero ella sabía que solo podía haberse comportado de aquella manera con Santana, y con nadie más.

Y cuando ella la llevó de la mano hacia el casino y después salieron juntas a la calle, la cálida brisa

de la noche invadió sus sentidos, y supo que no podía negar que estaba enamorándose de ella.

Pero también, desde luego, que toda aquella situación era imposible, no importaba cómo lo viera ella.

Y eso significaba que tenía que aprovechar todo lo que pudiera de ella en aquel momento, aquella noche, y las noches que estaban por llegar. Tenía que empaparse de ella, absorberla, su cuerpo, su mente, aquellos hermosos ojos, todo de ella.

Así que cuando se subieron a un taxi y Santana le dijo al conductor que los llevara al Caesars Palace, ella levantó la mano hacia su cara y lo besó, descarada, apasionada y sin disculparse, sin importarle lo más mínimo si el taxista podía observarlos a través del retrovisor. Ahora que la acompañaba el amor, su deseo sexual por ella adoptaba una necesidad nueva que ella temía que no tuviera límites.

—Genial —le dijo Santana cuando el beso terminó.

En respuesta, ella bajó la mano hacia su muslo, en un gesto atrevido, después se deslizó hacia dentro, sobre su verga, la cual se endureció en cuestión de segundos.

Su mirada llevaba una mezcla de diversión y de excitación.

—Debes estar deseando saber cuál es tu sorpresa.

—Mucho —admitió ella.

En el Caesars Palace, se abrieron camino a través del casino hacia a un elegante bar temático llamado Cleopatra's Barge, donde cruzaron un pequeño puente de madera hasta llegar al club flotante y en forma de barco. La oscuridad cayó sobre ellos, era hora de bailar, las luces se arremolinaban en el suelo donde veinte o treinta personas se movían al ritmo de un grupo que tocaba canciones del Top 40 Hits6.

—Estos son a los que venimos a ver —le dijo ella mientras se colaban a través de la multitud para llegar a la barra. —Se llaman Razor's Edge.

La banda estaba liderada por una bonita rubia, la única mujer del grupo. Con copas de vino en la mano, observaron y escucharon, y Brittant fue consciente otra vez de la atención que recibía por parte de los hombres, y si no estaba equivocada, incluso algunas mujeres parecieron lanzarles miradas de admiración. Estaba empezando a pensar que debería llevar ropa atrevida más a menudo y se recordó a sí misma darle las gracias a Quinn por hacer que se comprara el vestido.

De hecho, se acordó otra vez que tenía que darle las gracias a Quinn por un montón de cosas: no solo por ayudarla a comprar y por pedirle una cita en la peluquería, sino también por todo el concepto de seducir a Santana. Quizás hubiera ocurrido de todas formas, pero de alguna manera sentía que las varias formas de consejos de Quinn habían ayudado a que todo pasara.

Después de media hora, Brittany dejó su copa vacía en la barra y se inclinó para decirle a Santana por encima de la música:

—No sé... parecen un buen grupo de bar, pero no hay nada nuevo en ellos. Sé que aún no hemos escuchado música original suya, pero hay algo en ellos que me hace sentir... que estoy escuchando algo de los noventa. ¿Estoy equivocada?

Santana vació su propia copa y negó con la cabeza.

_____________________________________________________________

6 Colección de cuarenta canciones que forma parte del álbum de Anal Cunt, una banda de Grindcore, famosa en los Estados Unidos por la obscenidad y mordacidad de sus letras. (N. del T.)

—En realidad, has acertado por completo. Llevo aquí un rato esperando a que me dejen alucinado con algo, pero no lo han conseguido. Buen oído, nena.

Después de dejar el Cleopatra's Barge cogidos de la mano, tomaron un taxi en lo alto del Strip y se dirigieron hacia otro enorme hotel, Brittany ni siquiera sabía cuál era. Tras el sinfín de paradas que habían hecho durante aquella y las demás noches, hubo un momento que se olvidó de prestar atención.

Se pasearon por otro casino donde las máquinas tragaperras zurraban y tintineaban y la ruleta daba vueltas, y Santana la llevó a una discoteca oscura y tranquila donde su mirada cayó instantáneamente en el joven hombre que había en el escenario, que estaba sentado en un taburete, cantando y tocando una simple guitarra de madera. Con un pelo ligeramente desgreñado y una complexión suave y aceitunada, no podía tener más de diecisiete años, pero su voz y su instrumento afirmaban lo contrario, porque sonaba como si pertenecieran a una vieja alma. El sonido era pop alternativo —pegadizo pero moderno, ingenioso pero lleno de significado— y después de solo unos segundos, Santana y Brittany se miraron en silencio y dijeron: «Este chico es bueno».

—Estoy sorprendida —le dijo Santana.

En respuesta, Brittany cayó en su nueva costumbre de hacer comparaciones con un ojo comercial.

—Es como... un joven John Mayer, pero con el atractivo de un ídolo adolescente. Cualquier chica de instituto podría derretirse por él.

—La carátula del CD será un primer plano de su cara —meditó Damon, con los ojos puestos en el escenario, claramente pensando en el futuro. —Solo con su nombre encima. Austin Colé.

—Como en los antiguos álbumes —dijo Brittany —podíamos poner un póster de él en el interior.

Santana no parecía convencido.

—Todavía podemos trabajar en esa idea. Para eso es para lo que están las páginas web. Sin embargo, podemos lanzar una oferta, un póster gratis para las primeras mil personas que manden el recibo que encontrarán en el CD, algo parecido.

—¿Cuántos años tiene? —preguntó Brittany.

—No lo suficiente como para entrar aquí, solo lo suficiente como para actuar aquí —le explicó. —Me envió un CD hace unos pocos meses, y supe que era bueno, pero no sabía que era tan bueno, o me hubiera olvidado de los demás y hubiera arrastrado mi culo hacia aquí a toda prisa.

Luego encontraron una mesa, pidieron una botella de vino y simplemente se pusieron cómodos y disfrutaron de la música conmovedora y sincera de Austin Colé. Hasta que él se tomó un descanso. Lo que le permitió a Brittany ser testigo, una vez más, de la parte divertida de aquel trabajo, observar la cara del chico iluminarse cuando Santana se presentó y le dijo lo impresionada que estaba.

Acordaron una reunión con Austin y su madre para el día siguiente, pero Santana organizó una comida en lugar de un desayuno.

—Porque —le había explicado a Brittany con un guiño cuando salieron de la discoteca—, vamos a estar fuera hasta tarde. Ella sonrió.

—Eso implica mi sorpresa, desde luego.

Santana asintió, en un gesto claro y conciso.

—¿Y cuándo exactamente voy a recibir esa sorpresa?

—En nuestra próxima parada.

Muy a su pesar, la vulva de Brittany tembló con la expectación. Por supuesto, haber tenido tantos ojos lujuriosos puestos en ella durante toda la noche la había mantenido en un estado de excitación toda la velada, como durante el provocativo espectáculo de topless, solo estando con Santana. Por lo que no era solo la promesa de lo que estaba a punto de suceder lo que la emocionaba. Era todo, todo lo que Santana y la Ciudad del Pecado podían ofrecerle.

Y ella estaba más que preparada para cualquier cosa que le deparara la noche.

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Buehh aquí su querida y hermosa escritora :3 esta de cumpleaños, si cumplo 18 así que aquí les traigo una nueva actualización.. no se cuando vuelva a actualizar ya que mañana inicio practicas laborales, intentare no demorar!!


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Mensaje por micky morales Lun Abr 04, 2016 9:07 am

esas noches lujuriosas van a desembocar en un enamoramiento dificil de evitar, espero que por parte de las dos pq Britt ya cayo!!!!!!
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Mensaje por 3:) Lun Abr 04, 2016 12:50 pm

holap,...

ya es imposible que escondan lo que sienten..
lo único que falta es que se lo digan una a la otra,..

nos vemos!!!
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Mensaje por Caritovega Dom Abr 17, 2016 8:10 pm

CAPÍTULO 27


El siguiente taxi los llevó con rapidez a través del bullicioso Las Vegas Boulevard, donde todo lo que Brittany podía ver alrededor de ellos eran limusinas y tranvías y más de esas vallas publicitarias en movimiento que ofrecían en venta a una mujer vestida solo con lencería. Mirando a través de las ventanas, recayó en los letreros de neón que señalaban el hotel casino MGM Grand, el París, el Monte Cario, y otros que pasaban ante sus ojos a toda velocidad y la hacían sentir —junto con el vino que había tomado— completamente consumida por las mareantes luces y el ritmo acelerado del Strip. Lo siguiente que supo fue que el taxi se había detenido en la avenida, en un camino rodeado de arbustos que llevaban a otro resort gigante y otro casino iluminado con luces brillantes, pero otra vez, había olvidado fijarse en el nombre.

Mientras Santana la llevaba a través de las puertas principales y entraban en otro enorme vestíbulo, sintió más ojos puestos en ella, sintió la mano de su mujer sobre la suya, sintió que su corazón latía con fuerza por la emoción de preguntarse qué iba a pasar a continuación y cómo podría agradecérselo por la noche.

Después de entrar en el ascensor, Santana esperó hasta que la mayoría de las personas que estaban dentro hubieran salido en sus respectivas platas, y después presionó el botón de arriba, marcado simplemente con una R.

—¿Qué significa esa letra? —le preguntó ella. —¿Lleva a la azotea?

La boca de Santana se curvó en una sonrisa traviesa.

—No. Lleva a una discoteca. Se llama Rendezvous.

Por lo que iban a otra discoteca, una que estaba situada en lo alto de un hotel de Las Vegas Strip.

—¿Esa es mi sorpresa? —le preguntó ella despreocupada. —¿Otra discoteca? —no había querido sonar como decepcionada, pero ya había estado en un montón de discotecas con Santana, por lo que había esperado algo más... único.

Cuando las dos últimas personas que había con ellos en el ascensor se bajaron, las puertas se cerraron y Santana le lanzó una mirada oscura y seductora.

—No te preocupes, nena. Nunca antes has estado en una discoteca como esta.

—¿A qué te refieres?

En aquel momento, se abrieron las puertas del ascensor y el aura de la glamurosa vida nocturna le invadió los sentidos. Ante ellos se desplegaba una habitación con una tenue iluminación, con destellos rojos y púrpuras que giraban y resplandecían sobre los cuerpos escasamente ataviados que había en la pista de baile. La fragancia del alcohol y el perfume caro inundaba el ambiente. Cada cara que pudo ver ella era... hermosa, no había otra manera de describirlo. Estaba claro que era allí adónde iba la gente guapa que quería salir de fiesta.

Pero antes de llegar al interior de la discoteca, tuvieron que ser admitidos por un portero, y ella observó la fila de personas que estaban esperando para entrar, mientras Santana la llevaba por delante, directo al hombre que sostenía una cuerda roja de terciopelo en las manos.

—Señorita López —le dijo él tranquilamente, después desató la cuerda, y les hizo un gesto para que entraran. Santana le pasó discretamente al portero un fajo de billetes doblados mientras atravesaban la entrada.

Dentro, pudo ver a la gente guapa más de cerca. Las mujeres tenían un aspecto seguro y atractivo, la mayoría llevaban vestidos de cóctel que rivalizaban con el suyo propio por sexualmente atrevidos, y los hombres eran claramente modernos, elegantes, cómodos en su ambiente.

La iluminada pista de baile estaba compuesta por plataformas e incluso por unas pocas jaulas enrejadas. Sobre las plataformas había más gente guapa bailando, la mayoría de las chicas no parecían tener problema alguno por frotar sus cuerpos mientras se movían. Las jaulas, sin embargo, estaban ocupadas por lo que ella pensó que serían gogós, todas vestidas con tops negros de lentejuelas y faldas minúsculas también de color negro, bajo las cuales llevaban ligüeros que sujetaban unas medias de rejilla negras y unas sandalias de plataforma «tacones de stripper». Todo en lo que pudo pensar ella fue... Vaya. Santana tenía razón, ella nunca había estado en un lugar como aquel antes.

Justo entonces, una mujer rubia y delgada pasó delante de ella y se dio la vuelta para mirarla y le dijo a Santana:

—¿Estoy loca o esa que acaba de pasar es Paris Hilton?

—No estás loca.

—Vaya.

El aura sexual del ambiente era completamente palpable. La gente que había en la pista de baile se movía en ondulaciones líquidas, claramente estaba más interesada en el sexo que en la danza. Las camareras en topless servían las copas en la barra mientras otras camareras se pasaban por la discoteca llevando bandejas de copas y botellas, con el mismo top y medias que llevaban las mujeres que bailaban en las jaulas. A cualquier parte que mirara, Brittany veía a personas besándose, y aquellos que no estaban besando a alguien parecían querer estarlo.

—Santana —otra rubia de escándalo se dirigió a ella, tendiendo la mano y curvando sus uñas rojas alrededor de su brazo. Llevaba un vestido blanco ceñido con un corpiño en forma de V que llegaba hasta su ombligo, resaltando el abultamiento de sus pechos. —¿Qué haces en la ciudad, querida?

—Hola, Allyson —le dijo ella con una sonrisa sosegada. —Solo estoy dando una vuelta en busca de algún nuevo talento, como de costumbre.

—Yo puedo ser nueva, y definitivamente poseo ciertos talentos —estaba siendo directamente depredadora y Brittany intentó calmarse y no dejar que la pudieran los celos, pero al mismo tiempo se encontró agarrándose al otro brazo de Santana más posesivamente de lo que había pretendido.

—Esta es mi pareja, Brittany, la nueva representante de A&R de Blue Night —le dijo ella, soltando el brazo de las garras de Allyson para señalar a Brittany.

—Chica con suerte —dijo Allyson con una timidez afectada, a modo de saludo.

—Sí, lo soy —le contestó Brittany, dándose cuenta de que aquello parecía ser el consenso universal: cualquier chica que estuviera con Santana López, aunque fuera por una noche, tenía que ser envidiada.

—Un placer volver a verte, cariño —le dijo a Allyson cuando se iban, y Brittany no pudo evitar sentirse feliz de dejar a Miss Vestido Blanco detrás, mientras ellos avanzaban hacia la sala oscura.

Aun así, se vio obligada a observar que muchas más chicas sexys ponían los ojos en su mujer, pero cuando también se dio cuenta de que los hombres le dedicaban a ella la misma mirada, se olvidó de sus preocupaciones. ¿Eran todos aquellos ojos puestos en ella, la sexualidad que flotaba en el ambiente, lo que la hacía sentir cómo le dolían los pechos y se le dilataba la vulva? ¿O era solo porque había estado deseando a Santana toda la noche?

A pesar del sexo que emanaba aquel lugar, ella estaba al límite de preguntarle por qué razón exactamente el Rendezvous era su sorpresa, cuando llegaron a una zona completamente nueva de la discoteca. La pista de baile quedó visible detrás de ellos, pero el ambiente acababa de cambiar, sumergiéndose incluso más en un ritmo más lento, más sofocantemente sensual.

La gran sala que los rodeaba estaba llena de... camas. Bueno, no camas reales, sino otomanos y divanes grandes, lujosos y adornados de joyas que hacían un papel perfecto. Los clientes estaban tumbados sobre ellos vestidos con un sofisticado atuendo, bebiendo, hablando, algunos de ellos besándose. Como en el Fetiche, observó a dos chicas dándose el lote, pero a diferencia del Fetiche, ahí nadie parecía particularmente interesado, aparte de un hombre que estaba tumbado con ellas en el diván esmeralda, acariciando la pierna de una de las chicas.

La música también era diferente, aunque la pista de baile todavía estaba a la vista, con un ritmo rápido y fuerte que ya no podía oírse, solo podían escuchar canciones más lentas y eróticas que resonaban desde los ocultos altavoces. La iluminación era suave, invitadora, sensual.

Y alrededor del perímetro de la sala... «oh, Dios mío». Al principio no se había dado cuenta de ello, solo había visto unas cortinas oscuras de color azul zafiro que rodeaban la zona, pero ahora había caído en que algunas de las cortinas estaban retiradas, y se revelaba un gran compartimento en forma de U que tenía una cama hecha a la medida y que se encajaba contra la pared curvada. Eran como cabinas semicirculares en un restaurante, pero en lugar de cabinas, ella pudo ver más lugares pomposos en los que acostarse.

Las zonas que estaban visibles le daban la oportunidad de espiar a la gente que había tumbada allí. En algunas, pudo ver a parejas, mientras que otras camas estaban ocupadas por tres, cuatro o incluso cinco personas. Como en las camas que había en la zona abierta de la sala, la gente que había en la especie de cabinas estaba bebiendo, riendo a carcajadas, y algunos estaban dándose el lote.

La mera presencia de tantas camas elaboradas, con tanta gente reclinadas sobre ellas, la hacían sentirse más excitada aún, hacían que se le humedeciera un poco más la vulva. ¿De verdad tenía la gente relaciones sexuales en aquel lugar? ¿Era esa la razón por la que algunas cortinas estaban echadas?

Mientras intentaba ajustarse al seductor ambiente, una atractiva mujer madurita con otro vestido tan provocador como el suyo —el de la mujer de un bonito color coral— se acercó a ellos, y puso la mano encima del brazo de la amante de Brittany.

—Santana.

—Cynthia, hola —le cubrió la mano ligeramente mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.

Aquella mujer parecía más amistosa que ligona, así que Brittany no se sintió celosa como antes, pero estaba empezando a pensar que Santana conocía a cada persona del planeta.

—He visto tu nombre en la lista de reservas —dijo Cynthia— así que he reservado mi cama favorita para ti.

Oh, trabajaba allí.

Y... había reservado una cama especial para ella. El estómago de Brittany se revolvió con una extraña expectativa, todavía estaba asombrada y conmocionada por aquel lugar.

Cynthia las condujo a través de varias cortinas cerradas y un par de zonas abiertas, después tiró hacia debajo de una cuerda azul de terciopelo para revelar... la cama más seductora que Brittany había visto en su vida. Una tela gruesa de terciopelo rojo cubría la cama en forma de U, mientras afelpadas almohadas de color negro y púrpura, de toda forma y tamaño, alineaban el borde redondo. La pared en forma de U estaba tapizada de más terciopelo rojo, hacia arriba, cubierto con un lujoso papel de pared. El compartimento privado se completaba con repisas para colocar bebidas encima, y espejos con marco dorado que colgaban desde varios ángulos, claramente diseñados para encajar con las paredes curvadas.

—Esto es genial, Cynthia —dijo Santana tan informalmente como si fuera la camarera que le trae la comida.

—¿Puedo traeros algo de beber?

Ella miró a Brittany.

—¿Más vino?

—Claro —se sentía tan fuera de su elemento que temía que su voz hubiera salido con un sonido parecido al de un ratón. Incluso si parecía formar parte de la noche, no estaba acostumbrada a estar rodeada de tanta elegancia.

Santana le pidió a Cynthia que trajera una botella de su mejor Pinot Grigio y, cuando se fue, cogió a Brittany de la mano y la llevó hacia el cubrecama de terciopelo rojo.

Le dio una sensación indiscutiblemente extraña cuando se echó hacia atrás y se acomodó contra las cómodas almohadas llevando aquel vestido de satén, con las piernas desnudas extendidas ante ella, con las rodillas flexionadas, especialmente en una sala llena de gente, y aun así al mismo tiempo, la hizo sentirse repentinamente como una parte más de la abierta sensualidad del ambiente. Santana estaba tumbada a su lado, apoyadsa en uno de sus codos, mirándola a la cara.

—Entonces, ¿esta es mi sorpresa? —le preguntó ella.

Ella asintió brevemente.

—Es... bastante salvaje. Todavía estoy intentando adaptarme.

—¿Adaptarte?

—Estoy acostumbrada a las discotecas que tienen mesas, no camas.

Justo entonces, un suave gemido sonó en algún lugar cerca de ellos; ella supuso que venía de una de las otras camas. Señaló vagamente hacia el sonido.

—¿De verdad hay gente que está manteniendo relaciones sexuales aquí? ¿Justo aquí? ¿En la discoteca?

La lascivia inundó su sonrisa.

—Por eso están aquí las camas.

Ella le puso los ojos en blanco, y le ofreció una sonrisa apologética.

—Ya entiendo esa parte. Pero... ¿por qué salir fuera para tener sexo cuando puedes hacerlo en tu casa o en tu hotel? Especialmente desde que supongo que tienes que pagar por una de esas camas.

Santana tendió la mano para tocarle la rodilla, y utilizó su dedo pulgar para acariciarla.

—Algunas de estas personas vienen aquí esperando a conocer a alguien con el que deseen echar un polvo. Y la gente como nosotros, que ya saben a quién desean tirarse... venimos por la emoción.

De repente, ella lo comprendió.

—Está... prohibido.

A ella le brillaron los ojos.

—Exacto.

—Como hacerlo en la Torre Eiffel —continuó ella. —O en la góndola.

Su mano ascendió cálida por su muslo.

—¿Te acuerdas de lo que me dijiste en la góndola la pasada noche? Dijiste que si pudieras, me follarías en aquel momento, y no te importaría que nadie nos estuviera observando.

Un pequeño atisbo de vergüenza combinado con la sensación de excitación se apoderó de ella. En realidad, sí le había dicho aquello. Era difícil de creer, pero era verdad. Incluso más difícil de creer era que lo hubiera dicho en serio. Santana la había transformado en una desvergonzada adicta al sexo, por lo visto.

Y hacía justo un momento, ella se había sentido preparada para cualquier cosa que ella hubiera querido que ella hiciera, cualquier cosa que ella hubiera hecho. Y quizás se había quedado desconcertada por la grosería de aquel lugar, donde el sexo estaba tan «a la vista», pero mientras la cálida caricia de Santana se deslizaba suavemente más hacia arriba, y las yemas de sus dedos jugueteaban ahora bajo el dobladillo de su falda, quizás su conmoción empezaba a desvanecerse. Se desvaneció casi por completo cuando ella la besó, su lengua coqueteando dulcemente con la de Brittany, en un encuentro sensual y suave de sus bocas.

Justo en aquel instante, una de las camareras en top apareció al borde de su cama, llevando dos copas y un cubo con hielo con una botella de vino abierta dentro.

—Su Pinot Grigio —dijo ella cuando ambos la miraron.

Y a Brittany se le ocurrió que quizás la camarera se sintiera algo incómoda, pero no lo estaba.

Porque ese tipo de cosas solían suceder allí, personas que se tumbaban, que se daban el lote, delante de todo el mundo.

—Gracias —dijo Santana, después se levantó para sacarse la cartera y le pasó unos billetes a la chica.

Cuando la camarera se fue y Santana empezó a servir el vino, Brittany dijo:

—Tengo algunas preguntas que hacerte.

Ella se detuvo para destellarla con una mirada divertida.

—No puedo esperar a escucharlas.

Ella sonrió, sabía que a Santana le parecía entretenida su ingenuidad.

—De acuerdo, ¿cómo has pagado por la cama? Quiero decir, ¿Cuándo? No te he visto darle dinero alguno a Cynthia.

—Sueles dar el número de la tarjeta de crédito cuando llamas para hacer las reservas.

—Oh —aquello tenía sentido, supuso ella. Aunque la siguiente pregunta no era tan divertida como la primera. —Y si la gente mantiene relaciones sexuales en estas camas, ¿están, eh... limpias?

—Sí, nena, están limpias. La cubierta de terciopelo se puede quitar. Cada vez que se libera una cama, todo el compartimento es desinfectado.

—Bien —dijo ella, después ladeó la cabeza. —¿Pero cómo sabes eso?

—Porque así lo dicen los folletos.

Brittany sintió cómo se le abrían los ojos de par en par.

—¿Tienen folletos? ¿Que hablan acerca de la limpieza después de que la gente folle sobre las camas?

Santana dejó escapar una carcajada gutural.

—Se explica con mucha más delicadeza que esa, pero sí, así es. Están en la puerta de la discoteca y probablemente en la barra. Y...

¿Y qué?

—Si estás preguntándote si la gente podrá escucharte, los compartimentos están diseñados para que el ruido se quede dentro. Sé que has escuchado un gemido hace unos minutos, así que sí, algo se escapa, pero casi todo se queda dentro.

—¿He de suponer que eso también está descrito con delicadeza en el folleto?

Santana inclinó la cabeza, en un gesto conciso y juguetón.

Y ella no pudo evitar juguetear con ella cuando le pasó la copa de vino.

—Parece que eres toda una experta de este lugar.

—No es la primera vez que estoy aquí —le dijo con un guiño. Después levantó la copa para hacer un brindis. —Por las experiencias nuevas.

Ella se mordió el labio, y se sintió a la vez tímida y aventurera, y la sensación de aventura se hacía más poderosa por momentos. Tintineó suavemente su copa contra la de Santana.

—Por las experiencias nuevas.

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Disculpen la demora enserio, pero estoy muy corta de tiempo.... no les prometo que actualizare rápido porque se los he dicho y no he cumplido así que actualizare cada ves que pueda.

( Si hay alguna persona de Ecuador en este foto espero y se encuentre bien, #FuerzaEcuador bendiciones )

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Finalizado Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado

Mensaje por micky morales Dom Abr 17, 2016 9:12 pm

Bueno, gracias por actualizar cuando te sea posible, de verdad existira ese lugar????, las vegas me esta llamando mucho la atencion!!!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado

Mensaje por 3:) Lun Abr 18, 2016 12:48 pm

holap caro,...

a britt se le esta renovando absolutamente todo al respecto a su vida sexual,..
si que la pasan súper en las vegas mas en los clab!!! jaja
están jugando mucho al exhibicionismo jajaja

nos vemos!!!

PD; cada ves que leo tu fic quiero volver a las vegas!!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado

Mensaje por Caritovega Dom Abr 24, 2016 6:30 pm

CAPÍTULO 28


Bebieron sus copas de vino y conversaron durante un rato más, luego Santana se quitó la chaqueta y la dejó en el borde de la cama. Se besaron, se abrazaron, escucharon la música y observaron a la gente a través de sus cortinas abiertas.
Cuando Santana vació su copa, se acercó un poco más a ella, y descansó la palma de la mano sobre su vientre, apenas rozando con el pulgar la parte inferior de su pecho, y con aquel gesto, hizo que Brittany deseara más. Se había vuelto agradablemente embriagada durante la noche, y ahora estaba empezando a intoxicarse agradablemente de aquel lugar, de los colores vivos, de las telas lujosas, de la coqueta gente que había alrededor de ellos.
—Te deseo —le susurró ella.
El inclinó la cabeza hasta rozarle la frente con la suya, con una mirada deliberada e intencionada. —Vas a tenerme.
Justo en aquel momento, Brittany captó la imagen de un sexy vestido de leopardo que pasaba por el borde de su cama, y que se detuvo delante de ellos. Santana y ella levantaron la cabeza.
—Santana López—dijo la chica del vestido con una sonrisa.
Joder, otra admiradora más. Y esta última era incluso más atractiva que todas las demás, con su pelo largo y lacio de un color llamativo cobrizo y una complexión perfecta y aceitunada, con unos labios carnosos y húmedos, con las curvas de sus respingones pechos sobresaliendo de la tela de la parte de arriba del vestido.
—Jenelle —dijo Santana y se sentó para saludarla con una sonrisa más sincera que las que le había dedicado al resto de mujeres que se habían acercado a ella. —¿Cómo estás?
La espectacular chica echó la cabeza hacia atrás y puso los ojos en blanco, en un gesto juguetón que a Brittany le sorprendió que le pareciera tan sensual. Así de rápido, parecía más simpática y menos afectada que la mayoría de las mujeres del «club de fans de Santana».
—Estoy bien —dijo ella, pero su voz la delataba. —He roto con Danny.
Santana ladeó la cabeza, con una expresión de reprimenda en la cara.
—Ya te avisé acerca de ese tipo.
—Sí, debí haberte escuchado. Esa rata bastarda me ha engañado. Con Darla.
—Oh, mierda —dijo Santana, parecía verdaderamente conmocionadq.
En aquel momento, Jenelle desvió su atención hacia Brittany.
—Darla es mi mejor amiga —le informó como si las tres fueran ya amigas. —Bueno, era mi mejor amiga —luego, se inclinó para tenderle la mano al otro lado de la cama. —Soy Jenelle.
—Brittany —se presentó y tendió la mano para recibir brevemente la suave mano de la chica. —Y... siento lo de tu novio.
Jenelle hizo un leve gesto con la cabeza, como si estuviera intentando quitarle importancia al asunto, aunque era obvio que había sido algo relevante para ella.
—No me merecía —dijo, intentando esbozar una sonrisa. —Lo que me dijo Santana cuando lo vi la última vez, hace ya seis meses, ¿pero le hice caso yo? No. Aunque ya sabes lo que pasa con algunos tíos, lo simplemente excitantes que son y que se cuelan bajo tu piel de alguna manera, haciéndote perder la cabeza, ¿sabes a qué me refiero?
Brittany no solía conocer a aquella clase de tíos, pero lo había aprendido todo aquella semana. Así que le concedió una sonrisa que le decía que podía entenderla.
—Sí, claro.
—El ex marido de Brittany era el mismo tipo de rata bastarda —le dijo Santana a Jenelle, después giró la cabeza para mirar a Brittany. —Espero que no te importe que acabe de decir eso.
Ella negó con la cabeza.
—No, en absoluto —Sam era ya agua pasada, aunque le gustaba que Santana entendiera cómo de horrible era engañar a una persona y también supo que Jenelle estaba de acuerdo.
—¿Tu marido te engañó? —la cara de Jenelle adoptó una expresión de verdadera repugnancia, como si fuera la primera vez que escuchaba algo tan terrible.
Brittany asintió, después lo resumió en pocas palabras.
—Era un gilipollas.
Jenelle se sentó al borde de la cama y se inclinó hacia ella.
—Dios, pobre chica. Quiero decir, fue más que horrible lo que me pasó con Danny, pero no puedo imaginar cómo de terrible tiene que ser que te engañe la persona con la que estás casada.
Brittany suspiró.
—Bueno, definitivamente es un asco. Pero la buena noticia es que ya es historia.
—Y ahora estás pasando el rato en el Rendezvous con la bombón de Santana —Jenelle sonrió.
—Sí, de hecho así es —contestó Brittany, y en aquel momento no lamentó que Sam la hubiera llevado a acabar con su matrimonio, dado que Santana era una mejora incuestionable. Tendió la mano para apretujarla con ternura la rodilla, sobre sus pantalones vaqueros azules, y Santana se la cubrió con su gran mano.
—Así que estás aquí fuera, disfrutando la vida de soltera otra vez, ¿eh? —le preguntó Santana a Jenelle.
Como antes, la atractiva chica suspiró pero intentó quitarle importancia y sonrió mientras le contestaba.
—Podríamos llamarlo como un intento de volver a subir al caballo. Pero estoy un poco confusa —arrugó la nariz. —He salido sola esta noche, pensé que me toparía con alguien al que conociera, o quizás conocería a alguien interesante, pero básicamente he estado dando vueltas por ahí sintiéndome completamente sola.
Santana ladeó la cabeza, en un gesto dubitativo.
—No me digas que no hay hombres o mujeres que no se te han echado encima con ese vestido, cariño, o sabré que estás mintiéndome.
Ella volvió a poner los ojos en blanco ligeramente.
—Oh, sí, lo han hecho. Pero eran simplemente... bah. Demasiado insistentes. O presuntuosas. O vulgares. Ese es el problema cuando se sale para echar un polvo. Puedo disfrutar del sexo esporádico como cualquier chica de aquí, pero solo es divertido cuando sucede con naturalidad. ¿Sabéis a qué me refiero?
Ella miró a Brittany al hacer la pregunta, y como el único sexo esporádico que había tenido en la vida había sido con Santana, y como el sexo con Santana estaba empezando a convertirse en algo más que esporádico, le dijo:
—Completamente.
—Así que creo que me iré a casa y ahogaré mis penas en una botella de vino, después me iré a dormir y empezaré de nuevo mañana —con aquello, se puso de pie. —Me alegro de haberte conocido —le dijo a Brittany—, y ha sido genial cruzarme contigo, Santana. Llámame la próxima vez que vengas a la ciudad y quedaremos a comer o cualquier cosa. Estoy es casa de amigos ahora mismo porque todos los que tenían salen ahora con Darla y Danny, los capullos.
A pesar de querer estar sola con Santana, bueno, tan sola como se podía estar en el Rendezvous, Brittany sintió verdadera pena por Jenelle. Una cosa era perder a tu hombre, pero otra completamente diferente era perder al mismo tiempo a todos tus amigos.
—Si vas a volver a casa solo para beber algo, aquí tenemos vino —hizo gestos hacia el cubo de hielo, y la botella que sobresalía de ella. —Quédate un rato.
Jenelle ladeó la cabeza y esbozó una sonrisa de complicidad.
—Es muy amable de tu parte, pero no creo que ustedes dos hayáis venido hasta aquí solo para socializaros, excepto quizás la una con la otra —guiñó un ojo.
—Tenemos toda la noche —le dijo Brittany, ya ni siquiera se sentía avergonzada porque la gente asumiera que Santana y ella estaban allí para mantener relaciones sexuales. Y aunque ya era tarde, se había dado cuenta de que las noches en Las Vegas duraban incluso hasta más tarde (por lo menos para ella) que las noches en otros lugares. Llegó incluso a dar una palmada en el terciopelo rojo que había a su lado. —Siéntate y tomemos una copa.
Jenelle se mordió el labio, parecía tentada y Brittany se sintió una vez más sorprendida por su belleza.
—¿Están seguras de que no les importa? No voy a quedarme mucho tiempo.
—Sí, estamos seguras —e incluso aunque le parecía una idea inconcebible que estuviera invitando a una chica tan despampanante a «su cama», Brittany siguió insistiendo porque Jenelle era mucho más agradable que la mayoría de las mujeres atractivas, y porque al oír los planes que tenía para aquella noche, Brittany se dio cuenta de que quizás la vida no fuera siempre tan bonita para la gente bonita. En realidad, quizás incluso apestaba algunas veces.
—Bien, entonces —dijo Jenelle. —Voy a la barra a por otro vaso, y pediré otra botella de vino ya que voy. ¿Qué vino quieren?
—Pinot —contestó Santana, después sacó la botella del cubo para que Jenelle pudiera ver la etiqueta.
—Ahora mismo vuelvo —les dijo Jenelle por encima del hombro con una sonrisa, antes de que desapareciera con su vestido de leopardo.
Después de aquello, Santana giró hacia Brittany, sus ojos brillaban con sorpresa.
—¿Te ha molestado? —le preguntó ella. —¿Que le haya dicho que se quede?
Santana sonrió suavemente.
—No, tienes razón, tenemos toda la noche por delante. Pero me ha pillado por sorpresa.
Brittany se encogió de hombros.
—Parece agradable. Y algo a la deriva también. Quizás simplemente esté echando la vista atrás, cuando mi matrimonio se rompió. Realmente es una situación difícil, sobre todo cuando los amigos que tienes en común se ven obligados a elegir bando.
Santana asintió.
—Es agradable.
—¿De dónde la conoces?
—Es una showgirl, ahora es bailarina en el MGM, pero cuando la conocí bailaba en el Tropicana, en una fiesta después de un concierto. Hace años que la conozco.
—¿Te has acostado con ella?
—Hace mucho tiempo. Solo una vez.
—¿Baila en topless, como las chicas del espectáculo que hemos visto esta noche?
—Solía hacerlo. Pero la última vez que la vi, acababa de ser ascendida a un papel más prominente donde los uniformes no son tan atrevidos. En realidad, apuesto a que sus problemas han venido por eso. Darla estaba en el mismo espectáculo que ella, y no creo que se alegrara mucho cuando a Jenelle la ascendieron de puesto.
Brittany hizo una mueca de desprecio.
—Entonces, ¿crees que Darla se lió con el novio de Jenelle por venganza?
Santana se encogió de hombros.
—Quién sabe, pero parece muy probable.
Brittany no podía evitar pensar en lo desagradable de todo aquello. Y cómo de competitivo y animado era el mundo en el que Jenelle vivía.
—¿Qué hace que alguien quiera ser una showgirl aquí? —se preguntó en voz alta.
—Jenelle me dijo una vez que había hecho todo lo posible por intentar triunfar en Broadway, pero que no pudo, su voz no era lo suficientemente potente. Todo lo que ella quería hacer en la vida era bailar, así que este parece ser el segundo mejor sitio para conseguirlo.
Justo en aquel instante, reapareció Jenelle, con una botella descorchada de vino en una mano y una copa en la otra.
—Ya estoy aquí.
—Entra —Brittany le hizo gestos para que se metiera dentro.
Jenelle se acomodó a un lado de Brittany, y sostuvo la copa en el aire para que Santana se la llenara. Con Jenelle repentinamente tan cerca, la atención de Brittany se dirigió sin darse cuenta hacia los pechos de la mujer; su escote parecía bronceado y perfecto. Y por primera vez, también se fijó en los pies de Jenelle, cubiertos por unos zapatos rojos, de tiras y con tacones de aguja. Aunque Brittany no pensaba que pegaran mucho con el vestido de leopardo, Jenelle tenía más que el estilo suficiente como para permitirse combinar algo así.
—Este vestido es precioso —le dijo Jenelle, y tendió la mano para recorrer el suave satén sobre la cadera de Brittany.
Espontáneamente, la vulva de Brittany se estremeció ante el contacto, dejándola completamente desconcertada. Tomó un gran sorbo de su vino e intentó actuar con normalidad.
—Gracias.
—Te hace un pecho precioso —añadió Jenelle, todavía con la mano en el vestido de Brittany.
—Mmm, sí, son geniales, ¿verdad? —Santana contribuyó a la conversación y se inclinó para plantar un pequeño beso en la parte de arriba del pecho de Brittany. Un escalofrío recorrió su región lumbar, no solo por aquella caricia sino por el hecho de que la cortina estuviera todavía abierta, y Jenelle aún tuviera la mano sobre ella, con tanta informalidad y facilidad, como si aquel contacto fuera lo más normal del mundo. Quizás lo era en su mundo.
—Las tuyas son también preciosas —Brittany se oyó a sí misma decirle aquello a Jenelle.
Dios, ¿qué estaba haciendo? ¿Por qué había dicho algo así? Tenía unos pechos preciosos, pero ¿desde cuándo hacía cumplidos de este tipo ?
Aun así, ni Jenelle ni Santana parecieron desconcertadas. En lugar de eso, Jenelle zarandeó juguetonamente sus pechos en el vestido de leopardo y contestó:
—Esa es la razón por la que compré el vestido.
En aquel momento, Brittany se acordó de lo que Jenelle hacía en la vida y decidió que era probable que fuera completamente normal en su círculo de amistades que las mujeres hablaran acerca de sus pechos.
Pero todavía tenía una sensación de pesadez en el punto en el que se unían sus muslos, y le daba vueltas a la cabeza. Estaba confusa. Ahora casi deseaba no haber invitado a Jenelle a quedarse. Porque lo único que deseaba era lanzarse a los brazos de Santana y besarla, acariciarla, conseguir lo que quería de ella. La necesidad había estado creciendo durante toda la noche, y ahora, con una brusquedad alarmante, se estaba volviendo más animal aún, como la pasada noche cuando habían paseado en góndola.
—Entonces díganme, ¿de dónde se conocen ustedes dos? —preguntó Jenelle.
Santana contestó, y le explicó a la chica el cambio de trabajo de Brittany y la razón por la que las dos estaban en Las Vegas.
—Vaya, es genial —dijo Jenelle, retirando finalmente su mano de donde la había dejado al principio. —Enhorabuena.
Brittany se esforzó por fingir que la lujuria estaba quemándola por dentro.
—Gracias. Estoy muy emocionada, y Santana es una maestra excelente —la miró a los ojos y una vez más no pudo evitar darle voz a lo siguiente que se le vino a la cabeza. —En más de un sentido.
—¿En serio? —Jenelle bajó el tono de voz y concedió una sonrisa que decía «Cuéntamelo todo».
—Bueno —empezó Brittany, mientras intentaba pensar en cómo responder, porque no iba a admitirles a ninguno de las dos que nunca había tenido una aventura esporádica antes. —No he estado con nadie desde que me divorcié. Y Santana... me ha ayudado a salir de la rutina.
A su lado, Jenelle suspiraba.
—Estoy tan celosa... Necesito a alguien que me saque a mí de la rutina. Hace un mes que no me he acostado con nadie —dijo ella como si llevara cinco años de sequía.
Pero Brittany estaba empezando a comprender algo. Quizás no se echa el sexo tanto de menos si lo que has experimentado es lo normal o incluso simplemente aceptable. Ahora que había estado con Santana, sin embargo, sabía que iba a echarla locamente de menos cuando todo aquello se acabara. Una vez que experimentas unas relaciones sexuales alucinantes, es muy difícil que puedas vivir sin ellas, y supuso que Jenelle había tenido un montón de experiencias parecidas.
Jenelle quería escuchar más acerca de lo que habían estado haciendo desde su llegada a Las Vegas, a qué bares habían ido, cuántos artistas contrataron, en qué restaurantes cenaron. Ambas proporcionaron las respuestas, y Brittany acabó la que probablemente sería la quinta copa de vino en la noche, y se sentía agradecida de que hubieran pasado tantas horas entre toma y toma o seguramente estaría desmayada en aquel momento.
—Hoy —continuó Santana—, no tenía muchos negocios de los que encargarme, solo una pocas llamadas telefónicas que hacer, así que me llevé a Brittany de compras.
—Oooh, ¿qué has comprado? —preguntó Jenelle, enarcando sus cejas perfectamente arregladas.
Brittany no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.
—Braguitas.
Jenelle ladeó la cabeza, en un gesto de conspiración.
—Y apuesto a que las llevas puestas ahora mismo.
—Así es —le confirmó Brittany, que se sentía más bebida a medida que pasaba el tiempo.
—¿Cuáles llevas? —preguntó Santana.
—Es... una sorpresa —dijo ella, jugando de la misma manera que ella lo había hecho.
—Apuesto a que vas con... un negro clásico —dijo Jenelle—, que encajan a la perfección con ese atractivo vestido.
—Compramos un tanga negro, pero yo creo que lleva puesto el rojo —decidió Santana. —Ya que yo le destrocé el último rojo que tenía.
Brittany soltó una pequeña carcajada, ya que ambas estaban equivocadas, pero no dijo nada.
Hasta que finalmente Jenelle extendió la mano hacia Brittany, deslizando sus uñas rojas y pulidas bajo la abertura lateral del vestido de Brittany y tirando hacia fuera para revelar un pedazo de tejido de la tela, la parte de delante de su tanga de leopardo.
—Oh, Dios mío, este va genial con mi vestido —exclamó Jenelle, y Brittany intentó luchar contra la aparición de la humedad entre sus muslos, mientras Santana reía a carcajadas y Jenelle continuaba hablando. —Las mías también pegan con el tuyo, quizás deberíamos intercambiarlas —dijo entre risas. —¿Ves? —después se puso de rodillas, y se levantó el vestido hasta revelar su propio tanga, que era de un bonito encaje negro.
Santana también se cambió de lugar, acercándose a las cortinas para cerrarlas.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Brittany. Santana arqueó una de sus cejas.
—Bueno, si vamos a empezar a enseñar la ropa interior que llevamos cada una, probablemente sea hora de echar las cortinas. A no ser que quieras que las deje abiertas.
—No —dijo Brittany. Porque aquello tenía sentido. Porque los vestidos de Jenelle y el suyo estaban echados hacia arriba lo suficiente como para enseñar sus respectivos tangas. Incluso aunque ella no estuviera muy segura de cómo habían llegado a ese punto.
Cuando Santana ajustó la cortina al pie de la cama, el espacio pareció hacerse más pequeño, más íntimo. E incluso aunque todavía podían escuchar la música de fondo, a la gente riendo, y los gemidos o jadeos ocasionales que venían de la otra cama, daba la sensación de que las tres estuvieran solas en aquel lugar.
Fue entonces cuando Jenelle, que todavía estaba sobre las rodillas, se inclinó por encima de Brittany para coger la botella de vino, porque necesitaba llenarse la copa, pero perdió el equilibrio y se cayó hacia delante, descansando justo sobre el regazo de Brittany.
Los tres estallaron a carcajadas, pero Brittany se sintió más excitada que entretenida con la situación. Nunca había experimentado esto de estar con dos mujeres y excitarse a un punto máximo, el cuerpo esbelto de Jenelle tendido sobre ella hacía que le temblara la vulva todavía más enloquecedoramente. ¿Acaso no se había sentido antes inconscientemente excitada cada vez que había visto aquellas vallas publicitarias en movimiento donde se anunciaban mujeres casi desnudas? ¿No se había excitado observando a todas aquellas showgirls con Santana antes, pensando una vez más lo expuesto que estaba el sexo en aquel lugar? Cuando estabas tan rodeada de gente guapa, hombres y mujeres, ¿no se mezclaba y cuajaba todo de alguna manera? ¿No era excitante todo aquello? Joder, le gustara o no, incluso el roce de Quinn el día que habían estado levantando los pechos de Brittany hacia arriba la había excitado un poco.
—Lo siento —dijo Jenelle, todavía riéndose, apoyando los brazos en el terciopelo rojo para levantarse.
Pero cuando lo hizo, sucedió algo extraño. Se detuvo a medio camino, colgando directamente sobre Brittany, y dejó que su mirada se desviara hacia sus pechos. Y cuando Jenelle volvió a hablar, su voz había adoptado un tono mucho más bajo.
—¿Son esas... tan bonitas como yo pienso que son?
Brittany pudo oler la fragancia del champú de Jenelle cuando un mechón del pelo largo y voluminoso de la chica rozó la parte de arriba de sus pechos. Aquella pregunta le causó problemas para responder, pero aun así le dijo al final:
—Tendrás... tendrás que preguntárselo a Santana.
Ambas la miraron y Brittany observó el calor puro y animal que había invadido su mirada.
—Sí, lo son —dijo definitivamente. Y cuando Jenelle volvió a tumbarse en la cama, con las piernas estiradas a su lado, Santana se inclinó hacia Brittany, y deslizó la palma de su mano por su pecho. —¿Por qué no te las enseño? —sugirió ella.
Brittany pensó en protestar, pero la verdad era que no quería hacerlo. Se dijo a sí misma que estaba preparada para cualquier cosa que le aguardara la noche y no podía negar que sentía curiosidad, intriga, por ver adonde llegaba aquel encuentro prohibido. Así que simplemente se quedó mirando, mientras Santana utilizaba ambas manos para bajarle el vestido por los hombros, después introdujo los dedos en el satén negro que sujetaba su pecho, y lo bajó hasta desnudarlos por completo, descubriendo unos pezones rosados y erectos.
Brittany desvió la mirada hacia Jenelle, pero no se encontró con sus ojos. Jenelle estaba ya estudiando su pecho desnudo, y la punta de la lengua salía para deslizarse por su labio superior. El corazón de Brittany latía enloquecedora y apasionadamente.
Solo después de un largo momento paralizante, los ojos de Jenelle se dirigieron finalmente hacia la cara de Brittany.
—¿Puedo besarlos?
Brittany se sintió perdida en un mar de confusa lascivia. No sabía cuán lejos debía llevar todo aquello o lo que deseaba, o cómo se sentiría después de que ocurriera lo que iba a ocurrir.
Impotente, miró a Santana, pero ella no parecía estar confusa en absoluto. Encontró su oscura mirada y Santana movió los labios para articular una palabra: «sí».
Santana deseaba aquello. Quería verla con otra chica.
Y lo que Santana deseaba, lo deseaba ella.
Porque le encantaba agradarle, le encantaba excitarla, y en aquel preciso momento —aquella noche, aquel instante— no le importaba nada más.
—Sí —dijo y escuchó el leve gemido de satisfacción que salió de la boca de Santana cuando Jenelle se inclinó hacia ella.
La lengua de Jenelle lamió dulcemente uno de los turgentes pezones, ligero y airoso, y excitante.
Brittany gimió de placer, el lametón le había dado la misma sensación que cuando Santana lo había hecho, solo que más suave de alguna manera, y era extrañamente emocionante saber que había venido de otra mujer aparte de Santana.
Entonces, Jenelle hizo como había prometido, y le concedió un simple y dulce beso al pezón de la misma teta, antes de cerrar la boca sobre él para succionar tiernamente. El tirón de los labios femeninos fue directo hacia la vulva de Brittany y cuando ella desvió la mirada hacia Santana y sus ojos se encontraron, la dejó clavada en el sitio con más fuego del que había visto antes. Dios, era como entrar en un paraíso prohibido.
Jenelle cambió al otro pecho y cerró sus suaves manos alrededor de la curva exterior de los senos de Brittany, masajeando con suavidad, y Brittany todavía seguía mirando a Santana, incluso mientras suspiraba, mientras gemía, hasta que cerró los ojos y se dejó llevar al placer que le proporcionaba Jenelle.
Santana tendió la mano para retirar hacia atrás el pelo de Jenelle; estaba claro que deseaba ver cómo lamía y succionaba el pecho de Brittany. Y Brittany lo quería... todo. Quería cada sensación, cada caricia, deseaba sentir todo lo que podía sentir una persona. Deseaba a Santana. Deseaba a Jenelle. Deseaba dejar de pensar y perderse en las sensaciones.
Y eso fue exactamente lo que hizo.
Santana se inclinó para besarle el otro pecho, por lo que los dos estaban siendo estimulados al mismo tiempo. Oh, Dios, ella nunca había experimentado tal descarga de pura alegría física y cuando arqueó los pechos hacia arriba, más profundo en sus bocas, intentó tirar de las calientes sensaciones hacia sí.
Los besos de Santana eran más intensos, mas deliciosos, más apasionados, mientras que los labios de Jenelle trabajaban con dulzura y suavidad, cada movimiento más femenino. brittany escuchó cómo su respiración se volvía más irregular a medida que el deleite físico la invadía, y se extendía hacia abajo hasta colarse en sus braguitas.
Cuando finalmente Santana soltó su pecho de la boca, sus exuberantes labios brillaron por la humedad, sus ojos se entrecerraron por la pasión. Se puso de pie, la besó en los labios y... mmm, sí, necesitaba recibir la misma atención que habían tenido sus pechos, pero en otros lugares.
Después, Jenelle se levantó otra vez, y se inclinó para besar la calurosa bienvenida de la boca de Brittany mientras Santana las observaba. Justo como lo había sentido en el pecho, los labios de Jenelle eran inexorablemente más suaves cuando plantó sus labios en los de Brittany primero a un lado y después al otro.
Fue entonces cuando Santana se hizo hacia adelante y comenzó el excitante ménage á trois y Brittany sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo hasta los dedos de los pies. Todas las lenguas se encontraron a la vez, lamiéndose con delicadeza la una a la otra, hasta que Brittany sintió unas manos abriéndose camino por el ribete de su vestido. ¿Serían las de Santana o las de Jenelle? Era emocionante no estar segura de quién se trataba, pero llegó a la conclusión de que pertenecían a su mujer, ya que pronto se dio cuenta de la suavidad de su mano, ligeramente más grande.
Sus dos compañeras se hicieron hacia atrás después, y se pusieron de rodillas. Jenelle se inclinó
para levantarle el vestido a Brittany, y se mordió el labio mientras estudiaba sus braguitas, que ahora estaban completamente expuestas.
—Qué sexy —jadeó ella, pasando las yemas de los dedos por la parte de delante, justo sobre el monte de Brittany.
Ésta aguantó la respiración ante la sacudida de sensaciones y se escuchó a sí misma suspirar:
—Por favor.
«Por favor, dense prisa. Por favor, no se detengan. Por favor, hagan que me sienta bien».
—Puedes tener cualquier cosa que desees, nena —le dijo Santana, con un tono de voz suave y profundo, y añadió después: —Levanta tu trasero para mí.
Ella puso los tacones sobre la cama, se levantó, y dejó que Santana le bajara sus nuevas braguitas, mientras Jenelle estudiaba la vulva que acababan de revelar, suspirando de forma audible ante la escena.
—Mmm, qué bonita.
Brittany no estaba segura de que ella hubiera pensado nunca en su vulva de aquella manera, pero santana había utilizado la misma palabra para describirla, y decidió que sí, que era bonita. A su propia y especial manera.
Santana retiró a un lado su tanga de leopardo y suavemente le extendió las piernas, y la hizo sentir su propia humedad mientras él la exponía lascivamente.
—Bonita y rosada —arrulló Jenelle, con una voz llena de coquetería.
—Bonita y rosada, y deliciosa —añadió Santana, con la mirada puesta en los ojos de Brittany y después, miró a Jenelle. —Mantenla abierta para mí.
El corazón de Brittany latió más fuerte ante aquella petición, sobre todo cuando Jenelle utilizó ambas manos para separar con delicadeza los labios de la vulva de Brittany más de lo que ya estaban.
Y cuando Santana hundió su boca allí... Oh cielos, fue casi como recibir más placer del que podía aguantar. Se encontró a sí misma estrujando el terciopelo entre sus manos, a su lado, clavando las uñas en ella mientras levantaba la vulva para recibir los lametones minuciosos de Santana.
Al poco tiempo, Jenelle dejó solo a Santana y volvió a concentrarse en los pechos de Brittany, recorriéndolos con sus suaves manos, atormentando las cimas sensibles y rosadas con las yemas de sus dedos, y otra vez más se inclinó para lamerla y succionarle.
Ella pudo escuchar sus propios gemidos de placer y vagamente se preguntó si podría resonar más allá del compartimento, pero aquello no le preocupaba lo suficiente como para dejar que parasen. Recibir placer por dos personas realmente proporcionaba el doble de deleite y llevaba sus pasiones a increíbles y nuevas alturas. Todo su cuerpo se ondulaba con deseo, sus pechos se levantaban para recibir las manos y la boca de Jenelle, su vulva ascendía para encontrar la hábil lengua de Santana. Había perdido el control y tenía la sensación de que la lanzaban a un mar de placer puro, que tiraban de ella desde todas las direcciones.
—Oh, Dios, oh Dios —se escuchó a sí misma jadear. Ahora Santana succionaba su clítoris e incluso había introducido dos de sus dedos en su humedad. —¡Oh! —sollozó ella ante la cálida entrada, y después se los folló a los dos, a la boca de Santana, y a los absorbentes y calientes lametones que Jenelle le daba en los pezones.
—Oh... oh, Dios, cariño, sí, sí—estaba muy cerca de alcanzar el orgasmo y casi ni siquiera quería hacerlo, porque deseaba sentirse así para el resto de su vida. Al mismo tiempo, mientras miraba la caída del pelo cobrizo de Jenelle hasta donde sus labios se cerraban alrededor del dilatado pezón y su mano femenina le cubría el otro pecho, bajó los ojos hasta Santana, que recibió su mirada incluso mientras su boca estaba enterrada entre sus piernas; entonces, supo que no podía reprimirlo. —Oh, cariño —ronroneó ella, mirando a sus ojos Cafés y sexys.
No dijo nada más. Pero al mismo tiempo, pensó que lo acababa de decir todo. «Quiero esto. Te quiero a ti. Te necesito. Haz que me corra. Haz que me corra».
Y entonces, el clímax surgió dentro de ella a la velocidad de la luz, latiendo salvajemente por todo su cuerpo, obligándola a cerrar los ojos, haciéndola gritar incluso más alto que nunca, a medida que cálidas olas de placer la llevaban a algún lugar nuevo, antes de que finalmente descansara la espalda sobre el terciopelo rojo de la cama donde acababa de entregarse al encuentro más escandaloso de su existencia.
Jenelle estaba besándole la boca con ternura, sonriendo sensualmente mientras la miraba, y Santana le daba diminutos besos justo por encima de los rizos negros que cubrían su vulva, hasta su ombligo.
—Mmm, ¿te ha gustado? —le preguntó Jenelle.
Simplemente no existían las palabras que pudieran describir lo que acababa de experimentar. Y ahora que el orgasmo se estaba desvaneciendo y volvía a poner los pies en la tierra, todo le pareció... surrealista. ¿Ella con dos mujeres? ¿Al mismo tiempo?
Pero la vuelta a la cordura no hizo más fácil que ella pudiera negar que se había divertido con aquel atrevido capricho más de lo que podía comprender.
—Dios, sí —se las arregló finalmente para decir.
Jenelle acarició los pechos de Brittany un poco más y parecía sinceramente agradada.
—Mmm, me alegro.
Y a Brittany seguía gustándole mucho, pensaba que era muy dulce, incluso aunque vivieran en mundos completamente diferentes, porque, después de todo, el mundo de Brittany parecía estar cerca del de Jenelle con cada día que pasaba. Así que le pareció justo decirle a su nueva amiga:
—Ahora me toca a mí.
Jenelle se mordió el labio, le lanzó una sexy sonrisa y besó a Brittany una vez más.
Por supuesto, Brittany no tenía ni la más mínima idea de cómo proceder, solo sabía que quería darle a Jenelle el placer que había venido buscando aquella noche, y que Santana iba a ayudarla.
Subió suavemente la mano y la llevó hasta la nuca de Jenelle y cuando Brittany localizó un lazo de tela, tiró de él e hizo que el vestido de Jenelle le cayera suavemente sobre la cintura.
—Oh, vaya —susurró Brittany al ver los perfectos pechos de Jenelle. Eran grandes y redondos, y no había ninguna marca de bikini en ellos y se levantaban perfectamente por sí solos. Supuso que probablemente estaban operados, y si era así no había duda alguna de que Jenelle había invertido bien su dinero.
Aunque fue más la curiosidad que el deseo lo que empujó a Brittany a llevar sus manos hacia arriba, hacia la dulce curva que había alrededor de la parte exterior de sus pechos. Suaves y firmes en las palmas de sus manos, la caricia hizo que una nueva sensación de lujuria se apoderara de Brittany. No podía afirmar con seguridad si le gustaba otra mujer o no, pensó que mucha de su excitación se debía simplemente al hecho de atreverse a hacer algo tan salvaje, o de ver cuánto disfrutaba Santana con aquello.
Una idea que la hizo concentrar la mirada en ella.
—Bésalos —le dijo Santana.
Y ella obedeció, una respuesta natural que consistía en darle placer a Santana, a costa de lo que fuera.
Levantó la cabeza de las almohadas negras y púrpuras, y con dulzura besó la punta del pezón color malva de Jenelle; escuchó el pequeño suspiro de su nueva amiga y el suave gemido de Santana, y dejó que los sonidos recorrieran todo su ser. La sensación de la pequeña y dura gota de piel contra sus labios le hizo sentir una nueva ráfaga de electricidad que le atravesó la piel.
«Sé más atrevida», le decía una pequeña voz interior. «Hazlo por Santana. Impresiónala. Impresiónale más de lo que ella cree que eres capaz».
Brittany se mordió el labio y se sentó erguida, curvó las manos alrededor de los hombros de Jenelle y la empujó suavemente hasta acostarla sobre la cama, invirtiendo las posiciones. Después hizo una pausa, solo durante un segundo, conmocionada por la belleza de Jenelle tumbada en topless con su pelo desplegado sobre el terciopelo.
Brittany tomó aliento, después se convirtió sin dudarlo en la agresiva criatura en la que deseaba convertirse por su mujer. Ahora estaba apoyada sobre las rodillas, con el vestido todavía en sus caderas, y sus pechos expuestos aún, e inclinándose hacia Jenelle, cerró la boca sobre el turgente y rosado pezón del pecho de la encantadora chica. La satisfacción se apoderó de ella cuando Jenelle jadeó y después gimió, con intensidad. Todo el cuerpo de Brittany tembló cuando empezó a succionar de ella, suavemente al principio, y después saboreando la sensación del pezón erecto con la lengua, la carne que lo rodeaba llenándole la boca.
Mientras succionaba, dejó que su otra mano se cerrara alrededor del pecho de Jenelle, y exploró, y masajeó. Era extraño y excitante estar con otra mujer de aquella manera, pensó, todavía tirando del pezón con intensidad. El pecho de Jenelle en su mano era suave y perfecto, como una pequeña montaña perfectamente redonda cuya cima era una dura perla que raspaba la palma de Brittany mientras amasaba la piel de alrededor.
Detrás de ella, Santana las observaba. Lo sabía por los gemidos bajos y cálidos que emitía ella, incluso mientras sus manos se moldeaban sobre su trasero, y sus pulgares se extendían hacia dentro, hasta el centro, haciéndola sentir un nuevo tipo de deseo, algo profundo, extraño y desenfrenado.
Y en aquel momento supo que deseaba a otra mujer. Sí, aquello estaba sucediendo porque quería complacer a Santana, pero independientemente de aquel deseo, el placer que recibía del cuerpo de Jenelle era más que solo secundario. Los pechos de Jenelle eran tan encantadores, que la sumían en un estado febril que solo antes había experimentado con un hombre. Y ella deseaba más de aquel deseo, necesitaba cosechar más del cálido placer de ella, por lo que dejó de chuparle, cesó de acariciarla y en lugar de eso, cambió ligeramente de posición y se irguió hacia arriba, bajando después sus propios pechos sobre los de Jenelle y frotándole los pezones con los suyos.
El suspiro apasionado de Jenelle llenó su lujoso compartimento, y pronto se le unieron los propios suspiros de Brittany. Había demasiado suavidad, la suya mezclada con la de Jenelle. Pero, interrumpido por pequeños trozos de dureza, sus pezones, rozándose los unos con los otros, creando diminutos pinchazos de sensación que llegaban directamente a la vulva de Brittany.
Detrás de ella, Santana besaba su trasero y el tumulto de sensaciones que recibía por ambos lados la hizo sentirse loca de deseo. Se movían juntas, su cálida fricción con Jenelle delante estableciendo el ritmo con el que arqueaba su trasero hacia Santana por detrás. Brittany se perdía en todo aquello... hasta que Santana fue hacia ellas dos y comenzó a acariciarles los pechos, y susurró al oído de Brittany: —Quítale las bragas.
El estómago se le contrajo. Una cosa era que su vulva se sintiera complacida por Santana y ella, pero otra completamente diferente era invitar a Jenelle a la refriega.
Aun así, no dudó un momento. La pasión era demasiado poderosa, y junto con los deseos de Santana, la empujaban hacia delante. Fuera lo que fuera lo que Santana quisiera, ella estaba dispuesta a dárselo. Nunca había pretendido convertirse en una especie de persona sumisa, pero el deseo por agradarle era simplemente demasiado fuerte como para querer luchar contra ella. Se había convertido en parte de su sexo, parte de lo que las dos compartían.
Santana llevó las palmas de vuelta a las caderas desnudas de Brittany y suavemente la apartó de Jenelle, imponiendo su voluntad incluso aunque ella se rindiera a Santana, ansiosa por dejar que ella la guiara.
Justo como Jenelle y Santana habían estado sobre su cuerpo hacía solo un rato, ahora Santana y ella lo hacían sobre el cuerpo de Jenelle. Lentamente, Santana deslizó las manos por la parte exterior de los muslos de Jenelle, levantando lentamente su vestido de leopardo. Jenelle parecía sentirse tan intensa como lo había hecho Brittany, masajeándose sus propios pechos desvergonzadamente ahora que Brittany se había ido.
Bajo el ribete, encontraron un tanga de encaje negro que se curvaba bajo el piercing del ombligo de Jenelle y el tatuaje de un corazón rojo a un lado del pendiente. Justo como le había pasado con los pechos de Jenelle, Brittany pensó que aquella parte de su cuerpo también parecía perfecta, tanto que era difícil no sentir envidia, especialmente viendo cómo Santana lo estudiaba detenidamente. Y por una décima de segundo aquello la hizo sentirse cohibida, angustiada, como si nunca pudiera llegar a medirse con una chica tan perfecta y con un cuerpo tan tonificado por el baile, hasta que la mirada de Santana se levantó hacia ella.
—Quítaselo para mí.
Y entonces la golpeó la realidad. A ella no le importaba. O quizás no podía verlo. Pero en cualquier caso, era todavía Brittany a quien deseaba. Si hubiera deseado a Jenelle, le hubiera quitado el tanga ella misma Aunque quería que Brittany lo hiciera. Quería seguir guiándola a través de la intensa educación sexual que le había proporcionando aquella semana. Todo aquello seguía siendo por ella.
Reprimió los nervios, esperando que Santana no pudiera verlos, y tendió la mano hacia abajo para pasar los dedos pulgares por la cinta que había en las caderas de Jenelle. Cuando esta levantó el trasero de la cama, permitiendo que Brittany tirara de las bragas suavemente hacia sus rodillas, su mirada se desvió naturalmente hacia la vulva de Jenelle. La vista de lo cual la hizo quedarse sin respiración, porque ¡Jenelle se había depilado todo el vello púbico!
Supuso que ya había visto algo así antes, en una revista Playboy que Sam había comprado una vez, o cuando accidentalmente había abierto un correo electrónico spam que contenía fotos obscenas, pero nunca había pensado que aquello pudiera hacerlo cualquier tipo de mujer.
Y ahora, mientras estudiaba la abertura sedosa y desnuda que había entre las esbeltas piernas de Jenelle, no pudo evitar sentirse al mismo tiempo desconcertada y... asombrada. Por cómo parecía haber mucho más expuesto —como todo en la Ciudad del Pecado— y lo excitante que le parecía.
Ella nunca había pensado que pudiera tener nuevamente interés en la vulva de otra mujer, pero de repente, hubo más curiosidad que tiraba de ella, y la hizo tender la mano y acariciar suavemente con su dedo corazón los pliegues, haciendo que Jenelle gimiera y le dejara húmeda la yema del dedo.
Oh, Dios, ¿acababa de hacer lo que acababa de hacer? ¿Tocarle la vulva a otra chica? ¿Sin que ni siquiera Santana se lo pidiera?
Miró al otro lado del cuerpo de Jenelle para ver a Santana, sabiendo que debía parecer conmocionada. Pero la mirada de Santana era toda calor, toda voracidad. Ella ni siquiera se había dado cuenta de que tenía la mano tendida, los dedos separados, el húmedo dedo corazón sobresaliendo ligeramente, hasta que Santana cerró su cálida mano sobre la de ella y tiró de su dedo húmedo hasta su boca.
Su propia vulva emergió con la idea de que estaba lamiendo los jugos de otra mujer de su propia mano. Y aunque los celos podían haber entrado en escena en aquel momento, no lo hicieron, solo tenía la extraña sensación de que habían invitado a otra mujer en sus relaciones y que de alguna manera aquello las acercaba incluso más. No entendía muy bien cómo había llegado a pasar, pero cuando miró a Santana a los ojos, lo sintió en el alma, y en las cálidas pulsaciones de su vulva.
Se sintió tan fuerte que se inclinó por encima de Jenelle, le cubrió a Santana la cara con las manos y la besó con intensidad. Cerró los ojos e introdujo la lengua en su boca, y se perdió en la humedad que encontró allí, en el sabor de ella mezclado con su propio sabor, e incluso con el de Jenelle, y, siguiendo el instinto que repentinamente la corroyó por dentro, le dijo con brusquedad:
—Lámela. Quiero ver cómo le lames la vulva. Quiero ver cómo se lo haces a otra persona que no sea yo.
Un leve sonido salió de la garganta de Damon mientras sus ojos se volvían vidriosos por el placer. Cuando retiró las manos de su cara, Damon le agarró los puños y esta vez la besó con el mismo fervor antes de decirle:
—Ábrele las piernas para mí.
La vulva de Brittany volvió de nuevo a la vida, pero ella se las arregló para romper el contacto visual con Santana y concentrarse en la suave vulva de Jenelle. El tanga todavía estaba en sus rodillas, pero Santana tiró suavemente de él hasta quitárselo.
Cada una de sus terminaciones nerviosas crepitó con la idea y la expectación cuando Brittany bajó lentamente las palmas de las manos y las puso sobre la superficie modelada y bronceada de los muslos de Jenelle y la escuchó suspirar. Levantó la cabeza para mirarla, mientras que ella se pellizcaba sensualmente los pezones y se lamía el labio superior y miraba a Brittany a los ojos.
Lentamente, llevó su caricia hacia adentro. Cada sutil movimiento hacía que Jenelle emitiera un nuevo gemido de placer, hasta que extendió las piernas de Jenelle, más y más abiertas, hasta que la piel que había en la unión de sus muslos se abrió, revelando los pliegues rosas que había dentro.
Los pechos de Brittany le dolían de deseo, mientras su propia vulva se dilataba, todo por estar compartiendo cosas tan extrañamente íntimas con Santana. ¿Cómo era posible que tener otra compañera le hiciera sentirse tan conectada a ella? No lo sabía, pero cuando sus ojos se encontraron por encima de la vulva de Jenelle, ella pudo jurar que él se sentía de la misma manera.
—Lámela ahora —jadeó Brittany, desconcertada por cuanto deseaba aquello, por cuanto necesitaba verlo.
Después de darle otro húmedo beso en los labios, Santana se arrodilló y pasó la lengua por la abertura de Jenelle. Ella miró a Brittany cuando terminó el largo y completo lametón que le hizo a Jenelle sollozar, y toda la combinación de sentimientos provocó que Brittany se sintiera todavía más loca de lujuria.
—Otra vez —le dijo.
Ella obedeció y los papeles se invirtieron. De repente, ella había dejado de ser la sumisa.
Y de alguna manera, lamer a Jenelle a petición de Brittany, mirarle a los ojos después de hacerlo, le hacía sentir —inexplicablemente— como si se lo estuviera haciendo a sí misma. Todavía seguía siendo parte de todo aquello, todavía estaba íntimamente involucrada en el acto incluso sin cosechar el placer físico directo. Le encantaba observarlo tan de cerca, más cerca de lo que podría hacerlo cuando Santana la lamía a ella. Le encantaba la manera en la que se humedecían y abrían los pliegues internos de Jenelle que aparecían cada vez que la lengua de Santana ascendía sobre ellos. Le encantaba escuchar los gemidos de Jenelle, observar cómo levantaba la pelvis para encontrarse con su boca, y saber que era ella la causante de todo aquello, por su capricho, por su antojo, por su deseo, por su orden. Ella nunca había sentido antes un poder sexual sin tocar ni ser tocada.
Pero cuanto más observaba la lengua de su amante sobre la vulva de otra mujer, más necesitaba también la interacción física, la fricción, el placer. Así que desvió la mirada de Santana y volvió a concentrarse en los pechos de Jenelle. Al principio, los besó un poco más, los lamió y se deleitó con la manera en la que el erecto pezón de Jenelle se retraía cuando pasaba la lengua sobre él. Pero pronto retomó la cálida sensación de simplemente frotar sus propios pechos con los de ella, ligeramente, de forma juguetona.
Cuando Jenelle rodeó el cuello de Brittany con sus brazos, y le puso la mano encima de la cabeza, tirando de ella para darle un beso voraz, Brittany se rindió completamente. A todo. A cada sensación. Como antes, cuando había estado cerca del orgasmo, dejó de pensar, y dejó que los placeres físicos la consumieran.
Y pronto Jenelle estuvo sollozando en su boca y empujando enloquecidamente contra la boca de Santana y Brittany se inclinó hacia abajo para besar y succionar más de sus pechos, deseando ayudarla para que alcanzara el orgasmo.
—¡Oh! —gritó Jenelle finalmente. —¡Oh, joder! ¡Sí! ¡Sí! —todo su cuerpo se convulsionó enloquecidamente, follando la boca de Santana mientras gritaba, y Brittany supo que la gente más allá de la cortina tenía que haberlo escuchado todo, pero aun así no le importaba.
Hasta que finalmente Jenelle dejó de moverse, y se quedó quieta y tenía un aspecto completamente hermoso, incluso exhausto, con su vestido arrugado en su torso y sus brazos colgándole sobre la cabeza.
—Oh, Dios mío —dijo ella, más suavemente ahora. —Ha sido tan bueno. Ninguno de las dos tenéis ni idea de cuánto lo necesitaba.
Santana, con su camisa blanca ligeramente arrugada ahora pero más sexy que nunca, se puso de rodillas entre las dos chicas acostadas, y sensualmente les acarició los muslos con cada una de sus manos.
—Habéis estado las dos sumamente increíbles —dijo ella, sus ojos oscuros radiaban calor.
—Santana —dijo Jenelle, casi como si ella estuviera diciendo una tontería. —Tu lengua ha estado sumamente increíble
El solo soltó una carcajada, pero Brittany se mordió el labio, estaba completamente de acuerdo con Jenelle, recordando exactamente la sensación que había tenido cuando había tenido la lengua de Santana en su clítoris. Después se dio cuenta de que estaban hablando en pasado, y levantó la cabeza para mirar a la mujer de la que se había enamorado.
—Todavía no hemos acabado, ¿verdad?
Ella bajó la barbilla, enarcando una de sus cejas, en un gesto especulador.
—¿No quieres que acabe?
Ella negó con la cabeza, y sin reflexionar en sus palabras, dijo exactamente lo que estaba pensando. —Deseo tu polla.
La expresión de Santana se oscureció cuando señaló hacia el enorme bulto que había debajo de sus pantalones. —Está justo aquí.
Ella se mordió el labio. Deseaba desesperadamente darle tanto placer como ella le había dado a Jenelle y a ella con su hábil lengua. Y cuando tendió la mano hacia la hebilla de su cinturón, levantó la cabeza y le dijo:
—Ahora te toca a ti, nena. Así que prepárate.
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Mensaje por Caritovega Dom Abr 24, 2016 6:34 pm

CAPÍTULO 29

Brittany no perdió tiempo alguno y sacó la verga de Santana. Porque incluso si había aprendido a disfrutar cuando tonteaba con las mujeres, todavía necesitaba a Santana para que la hiciera sentirse verdaderamente llena, y eso solo lo podía hacer ella.
Jenelle y ella suspiraron cuando vieron aquella verga rosa y venada, toda fuerte, larga y dura, con la punta resplandeciendo con las gotas que anteceden al orgasmo. Ella no había pensado acerca de lo que iba a hacer con aquella majestuosa erección, solo había sentido un deseo humillante por ella.
Recorrió su longitud con las manos, desde la parte de abajo hasta arriba y volvió a bajar otra vez, cubriendo suavemente sus testículos, y sintiéndose indebidamente agradada cuando escuchó el duro aliento de Santana sobre ella y notó cómo sus ojos la atravesaban.
Pero al poco rato, pareció que solo había una cosa para hacer que la noche fuera completa y justa, así que miró sobre la cabeza de su verga hacia Jenelle, que estaba sentada esperando impacientemente, y le dijo:
—Lámela conmigo.
Jenelle sonrió y Santana gruñó. Y Brittany fue consciente otra vez de la satisfacción que le producía hacer de lo prohibido una realidad.
Mientras Brittany le sujetaba la base del mango a Santana, Jenelle y ella lamieron con delicadeza y sensualidad ambos laterales, como si estuvieran compartiendo un largo helado. Fue al mismo tiempo conmovedor y excitante ver a la otra mujer, tan cerca de la verga de Santana, pero justo como había pasado antes, la excitación pudo más que los celos, y pronto Jenelle y ella estaban intercambiando ligeros besos con lengua alrededor de su erección mientras le daban placer a la vez.
Aunque Brittany no podía soportar esperar demasiado tiempo por tomarlo en su boca, después de lamer la mancha de fluido de su punta, bajo los labios sobre aquella columna de carne dura como la piedra, disfrutando con el gemido que resonaba de Santana desde arriba. Jenelle acariciaba sus testículos, mientras Brittany se movía arriba y abajo, humedeciendo a Santana, dejándole que la llenara en su garganta, animada por sus pequeñas y lentas embestidas y la mano en la cabeza.
—Oh, sí —dijo ella, su voz flotó en el aire hacia ella. —Chúpame. Chúpame la polla.
Cuando Brittany sintió el cansancio, se la ofreció a Jenelle, que no pareció dudar cuando le lamió los labios a Brittany y después lo hizo también con su verga. Jenelle trabajaba más rápido aún, más feroz y menos sensual, y Santana ajustó sus embestidas, haciéndolas más rápidas y duras.
—Chúpala —dijo Santana, con un tono bajo y autoritario. —Chúpala.
Brittany sintió como si de alguna manera hubiera descendido a un segundo plano, donde todo lo que importaba era el placer, donde no existían ni las reglas ni los tabús. Y cuando Santana la miró a los ojos, supo que debía parecer desesperada, loca, tan llena de lujuria como lo estaba. Y se sintió tentada a decir lo que estaba pensando «te quiero, te quiero, te quiero», pero de alguna manera se las arregló para no hacerlo.
Aun así, ella debió haber leído la salvaje necesidad en sus ojos, porque justo entonces se alejó de Jenelle, levantándole suavemente la cabeza y entonces, miró a Brittany, sus ojos llenos de emoción.
—Necesito follarte, nena, ahora.
—Oh, Dios, lo sé, yo también lo necesito. Necesito tu verga muy dentro de mí —tenía la mano agarrada a su musculoso muslo y parecía que estaba rogándole, pero no podía parar.
Santana se tumbó detrás de ella, sobre el terciopelo rojo, y tendió el brazo para cubrirle uno de sus pechos, lo masajeó, y ella inclinó la cabeza hacia atrás, demandando un beso.
—Levanta la pierna —dijo Jenelle, con la mano sobre la tira de cuero que rodeaba el tobillo de Brittany.
Oh, Dios, ¡Jenelle! Casi se había olvidado de ella, así de rápido, de la otra chica que todavía estaba allí. ¡También tenía que estar deseando a Santana!
Pero accedió, dejando que Jenelle le levantara la pierna y observó entre sus muslos mientras Jenelle rodeaba la densa erección de Santana con su puño, tiraba de ella y la colocaba, guiándole hacia la bienvenida de su vulva.
Los tres gimieron cuando Santana entró dentro de ella, y la expresión de Jenelle hizo que Brittany sintiera más deseos de ver por ella misma la imagen cuando ella la penetraba, cuando entraba en su suave piel con su dureza.
Mientras Santana empezaba a embestirla desde detrás, Jenelle se tumbó delante de ella y empezó a besarle en el pecho. Santana incluso sujetó el monte que Jenelle chupaba como si se lo estuviera ofreciendo, recordándole a Brittany que estaba experimentando la forma máxima de compartir.
Pronto, ambas chicas comenzaron a acariciar los pechos de la otra, y Brittany sintió cómo se le salía el alma del cuerpo de un sentimiento de alegría puro e impulsivo, y antes de que fuera consciente, Jenelle y ella también estaban frotándose más abajo. Una de las piernas de Jenelle se deslizó entre las de ella, conectando con su clítoris mientras Brittany presionaba instintivamente el muslo hacia delante, entre las piernas de Jenelle.
Aquello le recordó a su época de instituto, cuando se daba el lote con un chico y sentía sus piernas entrelazadas con las de él de aquella misma manera, frotándose, perdiéndose en aquella maravillosa fricción. Solo que aquello no era el instituto, y Jenelle no era un chico. No, el “Chico” de Brittany estaba detrás de ella, empujando su duro mango en su humedad —una y otra vez, una y otra vez— haciéndola gritar y empujar a su vez hacia atrás, lo que también significaba empujar contra el muslo de Jenelle, hasta que...
—¡Oh! ¡Oh! ¡Dios! ¡Me estoy corriendo! —sollozó ella, el placer le venía de ambos lados, invadiéndola, apoderándose de ella.
—Oh, sí, yo también —gimió Jenelle, que empujaba con más fuerza contra Brittany, y balanceaba salvajemente sus pechos, justo en el momento en el que Santana dejaba escapar un enorme gemido que significaba que estaba alcanzando el clímax, también, vaciándose dentro de ella. Y las tres se movieron al unísono como olas tumultuosas en un mar de terciopelo rojo, hasta que finalmente se quedaron todos quietos, y se desplomaron de agotamiento.
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Bueno ya les había mencionado que no me gusta el Swinger, estos capitulos fueron demasiado acalorados, quería adaptarlo de una manera diferente pero no lo hice, así es la esencia de esta historia y aparte me demoraría un poco para rehacerlos y como quiero que esta historia termine rápido la he adaptado tal y como está en el libro original. Les comento que esta historia me la había leído hasta la mitad y esto del trio me sorprendió no pensé que fuese a ocurrir XD Pero bueh espero les guste. PERO EN LAS VEGAS TODO PUEDE PASAR!
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Mensaje por 3:) Dom Abr 24, 2016 9:46 pm

holap,...

definitivamente britt ya cruzó la línea jajaja
las vegas te cambian al 100% jaahahaha
por suerte que no lo sacaste y quedo tal cual esta en el libro!!

nos vemos!!!
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Mensaje por micky morales Lun Abr 25, 2016 8:06 am

No pense que Brittany llegara a tanto en su recien descubierta sexualidad pero bueno lo que pasa en las Vegas se queda en las Vegas o no??????
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Finalizado Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado

Mensaje por Caritovega Sáb Abr 30, 2016 8:17 pm

CAPITULO 30
A Brittany todavía le temblaba todo el cuerpo media hora más tarde cuando Santana y ella atravesaban cogidas de la mano el casino del hotel y el vestíbulo que llevaba a las puertas principales. Como le había pasado a menudo desde el momento que había empezado a follarse a Santana, la experiencia la había dejado casi aturdida. Aturdida porque se sentía descarada. Y sentirse descarada en aquel lugar era algo muy fácil, allí en la Ciudad el Pecado, allí con Santana

No podía creer lo que acababa de hacer con ella, pero no se arrepentía de nada. Santana y el aura hedonista de aquella ciudad estaban enseñándole a vivir, a vivir realmente, a experimentarlo todo, a embriagarse de todo.

Cuando salieron por una puerta rotatoria de latón hacia el taxi que los esperaba, una cálida brisa nocturna sopló sobre su vestido y le recordó, una vez más, que no llevaba puesto nada de ropa interior, su tanga estaba guardado en el bolsillo de la chaqueta de Santana.

—Solo para que lo sepas —dijo Santana con una sonrisa traviesa bajo las luces del gran toldo que tenían arriba. —Jenelle no era parte de tu sorpresa. Esa parte ha sido puro hallazgo fortuito.

El calor le coloreó las mejillas cuando suspiró y levantó la cabeza para mirarla. No se sentía con remordimientos, ni siquiera exactamente avergonzada, pero sentía un poco de timidez y lo admitió:

—Nunca pensé que pudiera... ya sabes... desear dos personas al mismo tiempo.

Santana le lanzó una mirada segura y de complicidad.

—El sexo no es siempre lógico. Solo sientes lo que sientes.

—¿Quién lo hubiera creído? —dijo con un suspiro. —¿Y adivina qué? Al parecer, no me importa compartirte, después de todo.

Santana soltó una carcajada mientras el portero les sujetaba abierta la puerta del taxi para que entraran.

—Al menos, a veces —terminó suavemente, después de meterse dentro. Ya sabía que... bueno, incluso a pesar de lo asombroso de la experiencia, no quisiera hacerlo todo el tiempo. Es más, anhelaba más el tipo de sexo como el que habían compartido en la bañera, lento, sin prisas, y solas.

Después de darle las indicaciones al taxista para que los llevara de vuelta al Venecia, ella le susurró:

—Eres asombrosa.

Ella se mordió el labio, y se preguntó cuánto tendría que confesarle.

—De alguna manera tú... haces que desee serlo. Asombrosa. Y entonces... lo soy.

Intercambiaron dulces sonrisas en el oscuro asiento trasero del coche que ahora se incorporaba a Las Vegas Boulevard.

—Realmente lo eres, ya lo sabes —le dijo ella. —Nunca hubiera podido soñar que fueras tan...

—Yo tampoco —meditó ella cuando la voz de Santana se desvaneció y le hizo ganarse un beso. Después de lo cual ella le preguntó con un tono juguetón: —Entonces, ¿cómo vas a superar esto? ¿Cómo vas a llevarme ahora a nuevas alturas?

Santana miró hacia otro lugar.

—Ya lo verás.

Ahora que parecía ser la única que bromeaba le dijo:

—¿Qué? ¿Qué has planeado para ahora?

Ella ladeó la cabeza, le lanzó una mirada llena de picardía y se inclinó cerca de su oído, y ella deseó escuchar las mismas palabras que tenía en la mente, pero en lugar de eso Santana solo dijo:

—Nena. Es una sorpresa.

*****************************************************************************************************

Note que a alguien no le gusta este tipo de trama pero aclaro esta historia no es mía, simplemente la estoy adaptando.... y bueno es comprensible, pero para gusto los colores verdad... de antemano les quiero decir que los siguientes capítulos serán igual de explícitos y estarán llenos de sorpresas.Si quieren leerlos perfecto!!
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