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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 12:27 am

Hola a todos hace unos días me presente y hoy espero y ya salga bien les traigo los primeros capítulos de la adapatacion del libro Existence. Esta adaptacion solo la habían hecho en un primer capitulo asi que are la bercion completa espero sus comentarios y si hago algo erróneo avísenme por favor

Para quienes ya leyeron y se pierden cuando buscan los libros:


Libro 1 Existence   va de la pag 1 a la 4.
Libro 2 Predestined va de la pag 5 a la 10
Libro 3 Ceaceles va de la pag  11 a la ----


Les dejo un poco de los personajes

Brittany; Estudiante de ultimo año que ve a los muertos mejor amiga Rachel

Santana: Personaje que solo puede ver Brittany. Mas adelante se revelara quien es

Sam: Mariscal de campo del colegio y el chico mas popular de la escuela

Rachel: Mejor amiga de Brittany novia de Puck

Puck: Novio de Rachel se conocen desde niños al igual que a Brittany








Existence




¿Qué sucede cuando eres acosada por la muerte? ¿Qué sucede cuando eres acechada por la muerte? Te enamoras de ella, por supuesto. Brittany S. Pierce no se burla de la muerte, al contrario, se enamora de ella. De diecisiete años de edad, Brittany S. Pierce  ha visto almas durante toda su vida. Una vez se dio cuenta que los extraños que veía caminar a través de las paredes no eran visibles para cualquier persona, comenzó a ignorarlos. Si no les permitía saber que podía verlos, la dejaban en paz. Hasta que salió de su coche el primer día de escuela y vio a una chica increíblemente sexy descansando sobre una mesa de picnic, mirándola con una sonrisa divertida en el rostro. El problema es que ella sabe que  está muerta. Sencillamente no desaparece cuando ella la ignora, pero hace algo que ninguno de los otros han hecho. Habla. Brittany está fascinada por esa alma. Lo que ella no sabe es que el momento de su muerte se acerca y el espíritu perversamente hermoso del que se está enamoranda no es un alma en absoluto. Ella  es la muerte y está a punto de romper todas las reglas.



Espero haberlo puesto ya por fin en el lugar correcto   Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO  2145353087



Aprovechando les dejo los links de mis otras adaptaciones que ya solo les falta el final:

Existence (que  pasa si la muerte se enamora de ti )


35 jovenes que pelean por ser la prometida de la princesa Brittany. Podra Santana conquistarla


Un error, una coincidencia, el destino o talvez la respuest a lo que mal empieza mal acaba o simplemente el cuento de hadas que Brittany soño un caballero de radiante armadura dispuesto a darle todo



Un matrimonio por conveniencia o amor verdadero Santan se pregunta que hizo Brittany para que se pregnte eso



Una mujer hermosa le pide a Santana que si la quiere  ella estara esperando



Un matrimonio arreglado, un divorcio  un amor verdadero  sonlas consecuencias de beber de mas para Britany y Santana


Última edición por awong_snix el Vie Mar 20, 2015 7:57 pm, editado 34 veces
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Activo Capitulo 1

Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 12:32 am

CAPITULO 1



No la mires y ella se irá. Cantaba en mi cabeza, mientras caminaba hacia mi casillero. Me tomó una enorme cantidad de fuerza de voluntad no mirar sobre mi hombro.
No sólo lo alertaría, podía ver que era inútil, también sería estúpido.
Los pasillos ya se encontraban llenos de estudiantes. Aunque, si ella me hubiese seguido dentro de la escuela, de todos modos lo habría visto con bastante facilidad a través de la multitud de personas. Permaneció apartada, justo como todos ellos lo hacían, sin moverse y observando.
—¡Agh!¿Has visto a Sam? Quiero decir, honestamente ¿Puede ser más caliente? Oh sí, sí que puede. —, Rachel Berry, mi mejor amiga desde la escuela primaria, chilló mientras me agarraba del brazo.
—No, no lo he visto. El entrenamiento de fútbol debe de haber coincidido con ella. —le contesté con una sonrisa forzada. No me podría importar menos cuán caliente podía lucir Sam Evans. Rachel entornó los ojos y abrió el casillero junto al mío.
—En serio, Brittany, no entiendo cómo puedes ser tan inmune a una persona tan intensamente sexy.
Logré una sonrisa genuina y deslicé mi bolso por encima del hombro.
—¿Sexy? Por favor dime que no dijiste sexy.
Rachel se encogió de hombros. —No soy un pozo sin fin de palabras descriptivas, como tú.
Me atreví a echar un vistazo por encima del hombro. Los pasillos se encontraban llenos de gente normal, gente que vive. Hablaban, reían, y leían sus horarios. Todo era muy real. Dejé escapar un suspiro de alivio. Este era el primer día de mi último año. Quería disfrutarlo.
—Entonces ¿Qué clase tienes primero? —Pregunté, relajándome por primera vez desde que había visto al chico muerto afuera, apoyándose tranquilamente sobre una mesa para el almuerzo mirándome directamente.
—Tengo Álgebra II. ¡Agh! Disfruté tanto Geometría el año pasado. Odié Álgebra en primer año y ya puedo sentir las vibras negativas saliendo de mi libro. —El estilo dramático que Rachel tenía para la vida en general nunca dejaba de hacerme reír.
—Yo tengo Literatura Inglesa.
—Bien, todos saben que te encanta eso. Oh, mira, mira, mira ahí está ella. — Rachel chilló en voz baja, mientras asentía con la cabeza hacia donde Sam hablaba con otros jugadores de fútbol.
—Odio no poder andar por ahí y disfrutar de Su Alteza contigo, pero ésta es mi parada.
Rachel se volvió hacia mí, entornó sus grandes ojos marrones, y me dio un saludo antes de hacer su camino hacia Sam.
Los salones vacíos eran lugares que usualmente evitaba a toda costa. Teniendo en cuenta el hecho de que la campana no sonaría hasta cinco minutos más, esta sala, sin duda, permanecería vacía por los próximos cuatro minutos. Si me hubiera quedado en el pasillo, habría sido arrastrada por Rachel a donde Sam se rodeaba de sus escasos elegidos.
Sabía, sin dudar, que no le interesaba hablar con Rachel. Hemos ido con Sam a la escuela desde que teníamos once. Desde su traslado de algún lugar al norte de la ciudad costera de Breeze, Florida, nunca nos había reconocido, a ninguna. No es como si me importara. No era mi tipo. Caminé hacia la mesa más cercana a la ventana y puse mi bolso en el piso.
Un movimiento, por el rabillo de mi ojo, hizo que los vellos de mis brazos se erizaran. Sabía que no debía quedarme en esta habitación vacía.
Pero ya me encontraba aquí ahora y salir corriendo lo haría peor. Me volví para hacer frente a la misma alma que vi afuera, sentado en una silla en la parte posterior del salón de clases con sus pies apoyados sobre el escritorio frente a ella y los brazos cruzados casualmente sobre el pecho. ¿Cómo sabía que podía verlo?
No le di ningún indicio. Normalmente, los fantasmas necesitaban una pequeña pista para darse cuenta que no era tan ciega como el resto del mundo. Algo era diferente con éste. Bajé la mirada y empecé a voltearme. Tal vez debería ir con Rachel y el equipo de jockey que se encontraba en el pasillo. Si actuaba como si no lo viera y caminara de regreso al pasillo, entonces ella podría pensar que había cometido un error y flotar o caminar a través de una pared o algo así.
—Realmente no quieres someterte a tan inútil compañía, ¿Verdad? —
Una fría y suave voz rompió el silencio.
Agarré la silla de plástico duro a mi lado tan fuerte que mis nudillos se pusieron blancos. Luché contra un sorpresivo y pequeño llanto—casi un grito—en la parte de atrás de mi garganta.
¿Debería ignorarlo? ¿Debería responderle? Dejarle saber que su presentimiento era cierto podría no terminar bien. Pero ignorar todo esto iba a ser imposible. Ella podía hablar. Las almas nunca antes me hablaron. Desde el momento en que me di cuenta que los extraños que con frecuencia me miraban o aparecían en mi casa vagando por los pasillos no eran visibles para nadie más que para mí, había comenzado a hacer caso omiso de ellos.
Ver gente muerta no era una cosa nueva en mi vida pero escucharlos hablarme era definitivamente un nuevo giro.
—Te creía con más agallas. ¿Vas a decepcionarme también? —Su tono se suavizó. Había un acento familiar en su voz ahora.
—Puedes hablar. —dije, mirándola directamente. Necesitaba que supiera que no me sentía asustada. Había lidiado antes con almas errantes, porque eso me ha gustado pensar que son, toda mi vida.
Ellos no me asustaban pero prefería ignorarlos, de ese modo se marcharían. Si alguna vez pensaran que podía verlos, me perseguirían. Ella continuó observándome con una expresión divertida en su rostro. Pude notar que su sonrisa torcida dejaba ver un solo hoyuelo. El hoyuelo no parecía encajar con su actitud fría y arrogante. Por mucho que su presencia me molestaba, no podía dejar de admitir que ésta alma solo podía ser etiquetada como ridículamente hermosa.
—Sí, hablo. ¿Esperabas que fuera muda?
Apoyé la cadera contra la mesa.
—Sí, de hecho, eres la primera que ha hablado conmigo.
Frunció el ceño. —¿La primera?
Parecía genuinamente sorprendida de no ser la primera persona muerta que podía ver. Ella era, sin duda, el alma más singular que he visto nunca. Hacer caso omiso de un alma que podía hablar iba a ser duro. Sin embargo, tenía que superar su capacidad y deshacerme de ella. Hablar con amigos invisibles podría dificultar mi vida social.
Acabaría pareciendo una chica loca que hablaba sola.
—Brittany S. Pears , este debe ser mi día de suerte. —Al escuchar mi nombre, me giré para ver a Noa Pockerman entrando en el salón. Forcé una sonrisa como si no hubiera estado hablando con una habitación vacía.
—Creo que lo es. —Incliné mi cabeza de regreso para encontrarme con sus ojos.
—Continúas creciendo, ¿Cierto?
—Parece que no puedo detenerlo. —Me guiñó el ojo y luego colgó una de sus largas piernas sobre la silla en frente de la mía antes de sentarse.
—¿Dónde has estado este verano? No te he visto mucho. Tuve la oportunidad de echar un vistazo atrás, hacia el alma, para encontrar una silla vacía. Una mezcla de alivio y decepción se apoderó de mí.
Querer hacerle más preguntas no era exactamente una buena idea, pero no podía evitarlo. Le preguntaría lo que a otras almas antes, como: “¿Por qué me estás siguiendo?” o “¿Por qué puedo verte?” y siempre permanecían mudas. Muchas veces desaparecían cuando comenzaba a hacerles preguntas.
Volviendo mi atención de regreso a Puck, forcé una sonrisa antes de responder.
—Estuve en Carolina del Norte todo el verano en el campo de caballos de mi tía. Puck se reclinó en su silla y sacudió la cabeza. —Simplemente no entiendo por qué la gente querría irse todo el verano, cuando vivimos en una de las playas más bellas del mundo.
Para mí no había sido una elección en realidad, pero no quería explicarle el motivo a Puck o a cualquier otra persona. Más estudiantes comenzaron a entrar en la habitación, seguidos por nuestro profesor de Literatura Inglesa, el Sr. Brown.
— Puck ¿Cómo estás, Slim?—Justin Gregory saludaba mientras se dirigía hacia nosotros. Dejó caer su bolso sobre la mesa al otro lado de Puck. Por ahora, la atención de Puck no se dirigía a mí, gracias a la interrupción de Justin.
Cuando me volví hacia el frente de la clase, mis ojos se volvieron a encontrar con el alma. Apoyado contra la pared directamente en diagonal a mi escritorio, estaba de pie, mirándome. Me fulminó con la mirada y pareció encontrar mi evidente aversión entretenida. Su hoyuelo apareció y odié el hecho de encontrarlo sexy. No era un ser humano, bueno, ya no lo era. Me tomó un gran esfuerzo apartar la mirada, lejos de ella y enfocar mi atención en el tablero donde el Sr. Brown había escrito nuestra tarea. Siempre había ignorado a esas fastidiosas almas antes y habían desaparecido. Tenía que superar el hecho de que esta podía hablar conmigo. Si no lo ignoraba estaría atrapada, con ella acechándome.
* * *
—Lo odio, me refiero a odiar de una forma importante, —se quejaba Rachel mientras dejaba caer la bandeja del almuerzo en la mesa con un fuerte estruendo—. Si tengo que sentarme en álgebra y química durante toda la mañana, uno pensaría que por lo menos podría haber una pequeña recompensa para la vista en una de mis clases. ¡Pero nooooo! Tengo a Gretchen con sus incesantes estornudos y a Craig con sus problemas de gases.
Me atraganté con mi sándwich y agarré mi botella de agua para tomar un sorbo rápido con el fin de tragar la comida. Una vez que me sentí segura de que no iba a ahogarme hasta la muerte, levanté la vista hacia la cara preocupada de Rachel.
—¿Tienes que decir cosas como esas cuando tengo la boca llena de comida? —Pregunté.
Ella se encogió de hombros. —Lo siento, sólo decía, eso es todo. No era mi intención que te olvides de masticar la comida. —Me alcanzó con una mano sobre la mesa y apretó mi brazo—. Ahí va Su Perfección ahora. ¿Crees que va a salir otra vez con Kendra este año? Me refiero a que realmente tuvo una mala ruptura el año pasado con todo lo del engaño y esas cosas.
Seguramente lo superó.
Di otro bocado a mi sándwich, sin querer contestar su pregunta. No me importaba con quién saliera Sam Evans, pero sí, estaba más que segura de que volvería con Kendra. Parecían ser "La Pareja de Oro". Todos sabían esto y lo esperaban. Los de su tipo siempre buscaban otros a la altura de su nombre.
—Vuelve a meter la lengua dentro de tu boca, Rachel. Te ves como un perro que está muriendo de sed. — Puck se sentó frente a nosotras, lanzando una risita por su propia broma mientras Rachel le fruncía el ceño.
—No tengo mi lengua colgando, muchas gracias. Puck me guiñó un ojo y se encogió de hombros.
—Lo parecía para mí. ¿Qué piensas Brittany , se babeaba o qué?
Llené mi boca con otro bocado. No pensaba estar en el medio de esto.
Puck se echó a reír cuando le señalé mi boca repleta. Rachel me dio un codazo en el costado.
—No te pongas de su lado. Ella solo es malvado.
Con un largo sorbo de agua tragué mi comida, y luego miré fijamente a Rachel.
—Ustedes pueden discutir todo lo que quieran pero yo no voy a meterme. Desde que decidieron llevar esto un paso más allá de la amistad el año pasado y se vino abajo a su alrededor, todo lo que quieren hacer es darse golpes bajos el uno al otro. No es mi pelea. Déjenme en paz. —Rápidamente di otro bocado a mi sándwich así no podía ser incitada a decir nada más.
Cuando ambos se dieran cuenta que se encontraban locos el uno al otro porque ninguno ha podido superar la ruptura, harían mi vida más fácil.
Pero entonces, sería la única soltera, una vez más. Mi novio, Puck, se mudó hace meses y no había hablado con ella, incluso desde antes de ir a ver a mi tía este verano.
—¡No se trata de eso! No pudo importarme menos que no pudiera mantener su lengua fuera de la garganta de Katie cuando no lo miraba. — dijo Rachel con enojo.
—No tenía mi lengua en la garganta de nadie, excepto la tuya, Rachel, pero no me crees y estoy cansado de defenderme. — Puck se levantó y tiró de su bandeja de comida sin tocar antes de alejarse.
—Imbécil. —murmuró, mirando como ella se cambiaba de mesa. Odiaba verlos así. Los tres habíamos sido amigos desde el tercer grado.
En aquel entonces, Puck había sido todo brazos y piernas. Ahora, se alzaba por encima de todos con un cuerpo largo y musculoso. Rachel no había sido inmune a sus repentinas cualidades el año pasado. Ahora, no lo soportaba.
—Escucha, Rachel, pensaba, que tal vez si los dos hablaran sobre lo que pasó sin que lo acuses, las cosas podrían funcionar. —Había intentado esto antes y ella siempre me ignoraba.
Efectivamente, comenzó a sacudir su cabeza haciendo que sus rizos castaños rebotaran adelante y atrás.
—Sé lo que pasó, Brittany . No quiero hablarlo con ella. Es un gran mentiroso, un traidor. —Dio un mordisco violento a su manzana Granny Smith y siguió mirando en dirección a Puck —. Míralo, actuando como si encajara más en esa mesa. Quiero decir, realmente, ¿Quién se cree que es?
Seguí su mirada. Puck estaba recostado en una silla, riéndose de algo que otro jugador de baloncesto decía. Todos parecían encantados de tener a Puck en su presencia.
Normalmente, se sentaba con nosotras. Este año las cosas serían diferentes.
Suspiré, deseando no tener que ser la que señalara lo obvio a Rachel.
—Ella es el único en esta escuela que tiene cazatalentos universitarios que vienen a verlo jugar baloncesto. Eso es lo que es. Sam puede ser el pez gordo en el campo de fútbol, pero no veo ningún cazatalentos universitarios llamando a su puerta. Puedes estar enojada con Puck, pero ella pertenece a esa mesa más que nadie.
Rachel volvió su mirada sobre mí y al instante se transformó en una mueca. —Bueno, ella puede ir a la universidad con una beca de baloncesto y engañar a todas esas animadoras, entonces. Debo advertirles. —Su voz había adquirido un tono de derrota mientras se ponía de pie y se dirigía hacia los cubos de basura. La miré, deseando poder encontrar una manera de arreglar esto entre ellos.
Alguien se sentó a mi lado en la silla que Rachel acababa de abandonar. Me volví en mi asiento, casi esperando ver al alma. Imagina mi sorpresa cuando noté que no era el alma no deseada, pero sí el deportista arrogante.
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Activo Capitulo 2

Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 12:33 am

CAPITULO 2


—Hola, Brittany , el Sr. Yorkley dijo que tenía que venir para hablar contigo. —El sonido de la voz de Sam pareció sacarme de la conmoción momentánea. Si el señor Yorkley lo envió, es que ella necesitaba algún tipo de ayuda académica. Sin embargo, no me sentía segura de querer ayudar, ni tenía la intención de hacerle esto fácil. Me las arreglé para expresar un "¿Para qué?" y esperé en silencio. Sam se aclaró la garganta y se frotó las manos sobre las rodillas de sus pantalones vaqueros, como si estuviera realmente nervioso.
—Eh, eh, bueno, —empezó a decir—, quiero decir, esto es, necesito algo de ayuda con la oratoria. No es lo mío y el Sr. Yorkley dijo que eras con quien debía hablar sobre cómo obtener un poco de ayuda. —Se quedó mirando al frente mientras hablaba. Ni siquiera me miró. Realmente no me gustaba este tipo. Finalmente volvió su mirada hacia mí. Seguro usaba todo el tiempo esa expresión lastimosamente esperanzadora con las chicas, con el fin de conseguir lo que quería. Mi estómago me traicionó y se estremeció afectado por sus suplicantes ojos azules de bebé. Odiaba que pudiera hacer que mi cuerpo reaccionara por ella, de otra forma que no fuera para vomitar, por supuesto.
—Este es el primer día de clases ¿Cómo puedes ya necesitar ayuda? — Le pregunté con una voz que esperaba sonara molesta. No era una chiquilla tonta que podía conmoverse por unos cuantos movimientos de sus largas pestañas, incluso si mi cuerpo no parecía estar de acuerdo. Sin duda, era mi imaginación ese ligero rubor en sus mejillas.
—Um, si, lo sé, bueno, el Sr. Yorkley y yo lo sabemos, pero voy a esforzarme. —dijo un poco a la defensiva. Sam había sido siempre un buen estudiante. Había estado en algunas clases con ella.
—¿Por qué ambos piensan que tienes que esforzarte? Claramente, no tienes miedo de hablar delante de toda la clase.
Ella negó con su cabeza y fijó la mirada al frente otra vez. —No, no es así. —Esperé, pero no dijo nada más. Era interesante, me había intrigado.
—En realidad, simplemente no entiendo por qué necesitas mi ayuda.
Escribes ensayos para las tareas asignadas y luego los expones oralmente. Sencillo, sin ningún tipo de presunciones, ni rodeos o ecuaciones difíciles.
Volvió la mirada hacia mí con una sonrisa triste. —No es tan fácil para mí. —Hizo una pausa y actuó como si quisiera decir algo más, luego sacudió la cabeza y se puso de pie—. No importa, olvida que te pregunté.
Lo vi pasar por delante de la mesa de su club de admiradoras y dirigirse afuera por las puertas dobles. Por un momento, experimenté una punzada de culpabilidad, por ser tan dura con ella. Había venido a pedir ayuda y yo básicamente acabé burlándome de ella. Levanté mi bandeja, enojada conmigo misma por actuar como una idiota. “Idiota” era parte de su descripción, no mía.
* * *
Mi mochila aterrizó en la mesa de la cocina con un golpe sordo, anunciando mi regreso. Me dirigí a la nevera. El jugo de naranja en el que había trabajado ayer, tan arduamente, sonaba bien.
—¿ Brittany, cariño, eres tú? —La voz de mi mamá se escuchó desde el pasillo. Estaba acurrucada en un rincón de su oficina con una gran taza de café, escribiendo en su computadora. No tenía que verla para saber esto. Mi mamá es escritora.
Ella vive detrás de su equipo.
—Sí. —Respondí.
Antes de que pudiera servirme un vaso de jugo de naranja, el sonido de sus zapatillas dejándose caer contra el piso de madera me sorprendió. Se trataba de un extraño acontecimiento. Rara vez se alejaba de su escritura cuando regresaba a casa de la escuela. Por lo general era cerca de la hora de cenar cuando me honraba con su presencia.
—Bien, me alegro de que vinieras directo a casa. Necesito hablar contigo y luego tengo que arreglarme. —Hizo un gesto a su camiseta holgada y vieja de Los Atlanta Braves1—. Voy a cenar con Roger, pero no te preocupes, te dejo dinero para pedir una pizza. —Tiró de una silla para sentarse y su cara amable se puso seria. No era una buena señal. Esta seriedad era del tipo grave, lo reconocía, pero raramente lo experimentaba.
—¿Qué? —Pregunté mientras colocaba mi vaso sobre la mesa.
La espalda de mamá se tensó mientras se aclaraba la garganta. La mirada con ceño fruncido de Estoy-Decepcionada-De-Ti apareció mientras bajaba la comisura de sus labios. Rápidamente me devané los sesos, intentando pensar en algo que podría haber hecho para molestarla, pero nada vino a mi mente.
—Recibí una llamada del Sr. Yorkley, justo en medio del capítulo quince.
Oh-oh, ella sabía sobre Sam.
—¿El señor Yorkley? —Pregunté, fingiendo que no sabía de qué se trataba. Mamá asintió con la cabeza y echó la cabeza hacia un lado como si estuviera estudiándome para ver si creía que yo realmente no tenía idea de por qué mi profesor podría llamar. La cabeza inclinada siempre me ponía nerviosa. Me preparé. Estaba a punto de dejarlo correr. Había sido una idiota, pero en mi defensa no era como si hubiera hecho algún daño. Me burlaba del rey gobernante, no de una persona con baja autoestima.
—Al parecer, hay un muchacho que tiene una discapacidad de aprendizaje y le dijeron que te buscara para tutoría. Te inscribiste para dar clases este año, por créditos extras. Mi pregunta es, Brittany , ¿Por qué no ayudar a un estudiante en tu escuela que lucha con algo tan serio como la dislexia? El muchacho, según me dijeron, tiene la oportunidad de dar una beca por sus habilidades atléticas, pero su discapacidad requiere recibir ayuda extra en ciertas clases. Se necesita a alguien que le ayude a poner sus discursos en un papel. Eso no parece mucho pedir. Dijiste que querías ser tutora este año. Explícame por qué elegiste decirle que no a este muchacho y, te lo digo ahora, más vale que sea bueno. —Se echó hacia atrás y cruzó los brazos sobre el pecho, en su postura de Estoy-Esperando.
¿Sam sufría de dislexia? ¿Era esto una broma? Había estado yendo a la escuela con ella la mayor parte de mi vida. Chicas, incluida Rachel, sabían todo sobre ella. Demonios, Rachel, una vez me había dicho exactamente dónde se encontraba su marca de nacimiento.
No me importaba. ¿Cómo podría Sam Evans tener dislexia y ninguno saberlo?
Me acordé de Sam pidiéndome ayuda en la cafetería hoy y la forma en que me había comportado. La revelación de que Sam trataba con algo como la dislexia y se las arreglaba para tener tan buenas notas me molestó. No sabía el por qué, exactamente, pero lo hacía.
Me gustaba pensar en ella como un deportista. Alguien que consiguió su popularidad de la noche a la mañana. Ahora todo lo que podía pensar era en el aspecto que tenía, cuando había venido a pedirme ayuda. Un nudo se formó en la boca de mi estómago.
Miré a mi mamá y negué con la cabeza lentamente.
—No tenía idea que ella tenía un problema de aprendizaje. Siempre es tan arrogante y seguro de sí mismo. Me sorprendió que se acercara busca de ayuda y de inmediato me pregunté por qué ella, de todas las personas, necesitaría ayuda.
Mamá se inclinó hacia delante en la mesa y su ceño fruncido se alivió un poco. —Bien, puedes mejorarlo. He criado una chica más compasiva que eso.
Asentí y alcancé mi mochila. —Lo sé, lo siento. Voy a arreglarlo.
Parecía aplacada. —No me gusta recibir llamadas de la escuela acerca de ti. Sobre todo cuando estoy escribiendo una intensa escena de asesinato.
Sonreí y puse el vaso en el lavavajillas antes de voltearme hacia ella. — Lo siento, voy a tratar de recordarlo. Um, así que, ¿La segunda cita con este Roger?
Se ruborizó. —Sí y parece que somos capaces de hablar durante horas. Adoro su forma de pensar y ha viajado por todo el mundo. Mi mente siempre está girando cuando habla de lugares y cosas que nunca he visto. — Se encogió de hombros—. Me conoces, siempre estoy pensando en la historia detrás de todo.
Levanté las cejas y me acerqué a ella. —Y ella es sexy.
Se rió, lo cual no era un sonido normal para mi mamá. —Oh, ahora no es por eso que me gusta. Es su forma de pensar y la conversación. Me reí en voz alta. —Claro que lo es, mamá, sigue diciéndote esa mentira.
—Está bien, es bastante atractivo.
—Mamá, ella es sexy y lo sabes. Es cierto, es mayor, pero aun así es sexy.
—No es viejo. Tiene mi edad.
—Exactamente.
Miré su intento de parecer lastimada antes de que cediera y se echara a reír. —Bien, soy vieja. Tu dinero estará en la encimera cuando estés lista para pedir una pizza.
Quedarme en casa sola no era algo que disfrutara. Cuando estoy sola las almas que veo vagando sin rumbo me molestan. Especialmente desde que realmente había hablado con una hoy. Resultaba más fácil recordarme a mí misma que eran inofensivas cuando eran mudas.
Ahora, me sentía un poco asustada. Una vez que cerré la puerta de mi dormitorio, agarré el celular de mi bolsillo y llamé a Rachel.
* * *
—A ver si he entendido bien. —Rachel se sentó en el sofá con un pedazo de pizza en la mano y una lata de refresco entre sus piernas, mirándome—. ¿Sam "me-pones-tan-caliente-que-deseo-restregarme" Evans te pidió que lo ayudaras con su discurso y te negaste? ¿Estás tan loca como creo que lo estás? Quiero decir, en serio Brittany, pensé que la locura que tan a menudo veo en ti, era sólo para mostrar de forma superficial, y muy en el fondo tenías algo de sentido común.
Arrojé un pedazo de pizza en el plato delante de mí, de la frustración.
—Voy a arreglarlo en la mañana. No es como si hubiera asaltado un banco. Deja de hacer un gran problema de esto. Sé que me equivoqué. Realmente necesitaba ayuda y se inscribió para clases de apoyo. Si quiero el crédito extra, tengo que ayudar a todo aquel que me envíe el Sr. Yorkley.
Rachel entornó los ojos. —¡Oh, Dios no lo quiera y envíe al hombre más caliente del Estado contigo! Quiero decir, por el amor de Dios, ¿Qué te pasa?
Era imposible no encontrar divertido su drama. Rachel nunca dejaba de hacerte sonreír a las pequeñas cosas, convirtiéndolo todo en un gran escenario dramático.
—Me equivoqué al no ofrecerle mi ayuda. Supongo que mis prejuicios hacia los deportistas se interpusieron. Pero, no le voy a ayudar porque tú piensas que es caliente. Sólo estoy ayudándolo porque realmente lo necesita y me inscribí para eso.
Rachel rodó los ojos y se quedó inmóvil, sosteniendo la pizza en el aire entre el plato y la boca.
—Espera... ¿Podría venir a tu casa y todo eso? Porque, si es así, quiero estar aquí también. Me puede notar y darse cuenta de que está perdidamente enamorado de mí, y luego podemos salir durante toda la escuela secundaria y después de la graduación nos podríamos casar y yo seré la madre de sus hijos.
La soda escapó de mi boca y cubrió mi plato todavía con pizza. —
¿Qué? —Sonrió encogiéndose de hombros antes de tomar un bocado de su pizza libre de refresco.
—Para empezar, es necesario terminar la universidad antes de siquiera pensar en casarse y tener hijos. Y NO, no va a venir por aquí. Incluso si fuera a hacerlo, no te permitiría venir después de ese comentario descabellado. La última cosa que quiero hacer es arreglar algo entre mi amiga y un chico con el que está fantaseando sobre casarse y tener hijos, recién salidos de la escuela secundaria.
Rachel suspiró con la derrota y me hizo un puchero, enojada, era buena con eso. —No eres divertida, Brittany , no tienes gracia en absoluto.
Di otro bocado a la pizza de la caja de cartón que había colocado en la mesa de café. —¿En serio? Entonces ¿Por qué sigues aquí? —Pregunté.
—¡Porque te quiero!
—¡También te quiero!
Rachel se puso de pie. —No me gusta dejar la intimidad caliente de esta conversación, pero tengo que hacer pis. —Saltó, levantándose del sofá y se dirigió por el pasillo hacia el baño. Siempre aguantaba hasta el último minuto. Solía pensar que cambiaría a medida que fuera creciendo, pero no lo había hecho. Cuando decidía que necesitaba ir al baño siempre era una carrera precipitada.
—Interesante amiga la que tienes ahí. Es realmente bastante entretenida.
La pizza que llevaba a mi boca cayó de las manos a mi regazo. Reprimí un grito en mi garganta. Me sorprendió, pero reconocí la profunda voz con acento sureño. El alma parlante se sentó en una de mis sillas. Simplemente genial. La chica muerta, era realmente sexy y aún escalofriante-porque-puedo-hablar debió haberme seguido a casa.
—¿Por qué estás aquí? —Demandé en voz baja, deseando que me dejara en paz de una vez y se fuera a vagar por la tierra a otro lugar. La intensidad de su firme mirada hizo que mi pulso saltara de los nervios, o tal vez una mejor descripción sería... miedo.
—No puedo decirte eso. Todavía no es el momento. Pero, puedo asegurarte que por lo pronto no me voy a ningún lado.
Después de un vistazo rápido para ver si Rachel volvía, la miré. —
¿Por qué? Si no hago caso de los-asuntos-de-las-almas siempre se van.
Frunció el ceño, se inclinó hacia delante y me estudió con atención.
—¿Qué quieres decir con—asuntos de las almas—?
No me sentía muy segura en el suelo mirándolo hacia arriba, empujé la pizza fuera de mi regazo y me puse de pie para poder estar a la altura de sus ojos. —No eres especial. He estado viendo fantasmas, almas, espíritus o cualquier cosa que sean, toda mi vida. Están por todas partes. En mi casa, en la calle, en las tiendas, en las casas de otros, puedo verlos. Simplemente los ignoro y se van. Poco a poco, se puso de pie y dio un paso hacia mí. Su altura era intimidante, pero su cercanía me hubiera hecho retroceder, incluso si hubiera sido de menor estatura. —¿Puedes ver almas?
—Puedo verte, ¿No?
Asintió lentamente. —Sí, pero soy diferente. Se supone que debes verme. Es más fácil de esa manera. Pero a las otras… no se supone que las veas.
La puerta del baño se abrió con un clic. Giré mi cabeza para ver volver a Rachel con una sonrisa en el rostro. —¿Hablabas sola?
Me encogí de hombros y forcé una sonrisa. —Mmm, sí. Se rió y volvió a sentarse en el sofá. Tomé aire estabilizándome y luego miré hacia atrás, al alma que había regresado a la misma silla de mimbre blanco de la cocina, y me miraba. La única manera de que pudiera terminar esta conversación y conseguir que se fuera sería... enviando a casa a Rachel. Hablar con un alma que ella no podía ver, no iría muy bien. Mi capacidad de ver las almas no era algo que hubiera compartido con ella y no tenía intención de empezar a hacerlo. El alma parecía estar esperando a que tomara una decisión.

La idea de estar a solas con ella me asustaba. Puede que fuera sexy, pero era un muerto y me había seguido a casa. Escalofriante no era suficiente para empezar a describirlo. Hacer que Rachel me dejara aquí, no era uno de mis planes para esta noche. Puse un poco de distancia entre el alma y yo caminando hacia el sofá para sentarme junto a Rachel. — ¿Quieres ver The Vampire Diaries?2 Tengo los dos últimos episodios grabados. —Pregunté, con la esperanza de que ella entendiera la indirecta y desapareciera.
—¡Oh! Sí, me lo perdí la semana pasada. Agarré el mando a distancia, seleccionando los programas grabados en mi lista de DVD e hice clic. Tenía que dejar de pensar en la tipa muerta dentro de la habitación. Después de al menos diez minutos de escuchar a Rachel suspirar por Damon y quejarse de Elena, contuve la respiración y casualmente eché un vistazo en su dirección. La silla donde había estado sentado ahora se encontraba vacía. Dejé escapar un suspiro de alivio.
* * *

Durante toda la mañana había estado repitiendo exactamente lo que le iba a decir a Sam. No me sentía segura sobre decirle que sabía acerca de su dislexia, o que podía comenzar tan pronto como estuviera listo y omitir la explicación. También me preparé para que me dijera que ya no necesitaba mi ayuda. Si ya había conseguido otro tutor entonces todo este lío se habría acabado. No me vería obligada a ayudar a alguien que no me gustaba, pero sería un problema para mi crédito extra. De cualquier forma, perdería en esta situación. Esto tampoco era algo que quisiera hacer con Rachel a mi lado, batiendo sus pestañas y riendo cuando ella hablara. El tiempo sería de suma importancia. Después de Química, esperé en el pasillo para que saliera de la única clase que compartíamos este semestre. Por suerte, caminaba solo.
—Mmm, Sam, ¿Podría hablar contigo un momento? —Le pregunté tan pronto como salió por la puerta. Me miró y el ceño aumentó de inmediato arrugando su frente. Parecía estar pensando seriamente en alejarse e ignorarme cuando, en su lugar, dio media vuelta y se encaminó hacia mí deteniéndose justo en frente. Apoyado contra la pared, cruzó los brazos delante de su pecho y esperó. Tuve la sensación de que no iba a hacerme esto fácil.
—Respecto de ayer, lo siento, fui muy grosera con lo de ayudarte. Me anoté para dar clases por el crédito extra y no debería haberte tratado de la manera en que lo hice. —Me detuve y vacilé, esperando que dijera algo. Ella no se movió, o siquiera actuó como si fuera a responder. Tomé una respiración profunda y me recordé a mí misma que era mi culpa—. Si todavía quieres que sea tu tutora, me encantaría ayudarte.
Concluí, no realmente feliz, pero sonaba como lo más correcto para decir. Su mirada silenciosa empezó a ponerme nerviosa. Parecía aburrido. Puse en práctica todo mi autocontrol para no enojarme con ella y alejarme. Recordé exactamente lo grosera que había sido ayer y logré seguir esperando pacientemente por su respuesta. Se enderezó y miró por el pasillo por encima de mi hombro, como si en realidad no estuviera considerando lo que había dicho. Justo cuando pensé no quería mi ayuda, concentró su expresión aburrida en mí y preguntó—: ¿Te estás ofreciendo debido al Sr. Yorkley? ¿Te pidió que hicieras esto? Pensé en las palabras de mi mamá ayer y me pregunté, Si ella no hubiera insistido en que hiciera lo correcto, ¿Estaría ofreciéndole ahora mi ayuda? Este popular, talentoso, y adorado chico me había confiado su secreto. No me gustaba. Diablos, no lo conocía, pero por alguna razón quería ayudarlo.
—Actué como lo hice, porque simplemente no me gustas. Me equivoqué y, sinceramente, ni siquiera te conozco lo suficientemente bien como para formarme una opinión de ti. Te estoy ofreciendo mi ayuda porque lo necesitas. Eso es por lo que me anoté y por eso estoy aquí. Parecía estar pensando en lo que dije por un momento y luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro. —Así que... no te gusto, ¿Eh? Me puse un poco más derecha y acerqué los libros más a mi pecho en actitud defensiva. Sorprendentemente, era algo difícil ser la destinataria de una de sus encantadoras sonrisas. Sobre todo después de que acababa de admitir que no me gustaba. ¿Por qué tenía que ser tan frustrantemente lindo? Di una pequeña sacudida de la cabeza y se rió entre dientes.
—Bueno, puede que tengamos que trabajar en cambiar tu opinión. —
Acomodó su mochila más arriba, sobre el hombro y esbozó una sonrisa más—. Te veré más tarde.
Se marchó, dejándome un poco nerviosa. Luché contra la urgencia de dar la vuelta y verlo alejarse. Un lento sonido de aplausos, me sorprendió y di media vuelta para encontrarme con el alma apoyada en los casilleros con esa maldita sonrisa torcida.
—Impresionante. Una mujer con las agallas suficientes para admitir que puede estar equivocada, pedir disculpas y ofrecerse a corregir la situación. Puse los ojos en blanco y suspiré, sabiendo que el pasillo no se encontraba completamente vacío, así que la respuesta no sería posible.
—Aléjate de mí. —siseé de todas formas, antes de volverme y caminar en dirección a la cafetería.

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Activo Capitulo 3

Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 12:34 am

CAPITULO 3


Estaba de pie en mi sala, frustrada por perder el control de la situación en mi encuentro con Sam. Había ido a la biblioteca preparada para cumplir con nuestra tutoría programada e incluso había hecho notas en el libro de mano que el Sr. Yokley les dio a todos los tutores. Me encontraba en el problema de crear un programa para usar con Sam, haciendo notas de los días y horas de nuestras sesiones. Escribí instrucciones para ella, sobre qué llevar y cómo tomar notas en clase. Todo parecía tan cortante y seco. Aun así, nada salió como se planeaba. No había tomado en consideración que estudiar con Sam en el último periodo sería imposible dado que todos los jugadores de fútbol americano debían reportarse en el campo en el último período. Tampoco había pensado en sus prácticas de la tarde y en el trabajo en la tienda de surf de su tío al atardecer. El timbre sonó antes de que pudiera enojarme más por que nada iba en la forma en que lo había planeado. No pude quitarme la irritación mientas abría la puerta.
Sam sonrió compungido. —Realmente lo siento sobre esto. Me siento mal por que tengas que trabajar de acuerdo a mi agenda. Sé que a las siete es tarde y bueno, lo siento.
La indignación que me había arreglado para sentir mientras pensaba en tener que trabajar alrededor de Sam, se evaporó. Parecía sincero y un poco nervioso. Esta no era la forma en que esperaba que actuara. ¿Dónde estaba su arrogancia? ¿Siempre era tan amable? Seguramente no. El tipo había salido con la perversa bruja de la costa sureña por dos años. Di un paso atrás para dejarlo entrar.
—Está bien. Pasa y siéntate en la mesa, nos traeré algo para beber.
¿Te gusta la cerveza sin alcohol? —pregunté, caminando hacia el refrigerador, así no tendría que mirarlo.
—Eso es genial, gracias.
Me tomé mi tiempo, sacando las sodas del refrigerador y abriéndolas antes de caminar de regreso a la mesa de la cocina. Esta sería la primera vez que había hablado realmente con Sam más allá de las breves conversaciones de ayer y hoy.
—Traje el programa de clase y todo lo que se espera en este curso. Tengo una semana antes de que el primer discurso sea dicho y necesita ser sobre algo en lo que me sienta entusiasmado. Muy bien. Era una tutora. Podía hacer esto. Ella era sólo otro estudiante que necesitaba mi ayuda. —Así que, necesitamos decidir qué te apasiona. — Se rió entre dientes y levanté la vista—. ¿Qué? —pregunté cuando vi su expresión divertida.
—¿Qué me apasiona? Rodé mis ojos y sostuve el programa de estudios. —Ya sabes, algo con lo que te sientas fuerte. Como tu propósito o base. Asintió con su risa divertida aún en su lugar. —Apasiona, me gusta eso. Pensemos en algo que me apasiona.
Esto no debería tomarle mucho para darse cuenta. Algún tema relacionado con el fútbol americano o problemas en el deporte tenía que estar dando vueltas en su cabeza. Estiré la mano para abrir la portátil. —
¿Tienes alguna idea? —pregunté.
Aparentaba estar muy compenetrado en su pensamiento. Me sorprendió un poco. ¿Cuán compenetrado puede volverse uno si se trata de futbol americano? —La importancia de la adopción. Comencé a escribir su respuesta mientras sus palabras lentamente se hundieron. ¿Adopción? ¿Quería escribir sobre adopción? —Muy bien. — repliqué preguntándome si iba a explicar con detalles por qué quería discutir esto. Estuve completamente de acuerdo con ella, pero, ¿Cómo podía el Sr. Popular estar apasionado sobre algo tan importante?
Estudiaba el bolígrafo en su mano y lo deslizaba hacia atrás y hacia adelante entre sus dedos. Podía decir que decidía cómo explicarme por qué quería hablar sobre adopción. Así que me las arregle para mantener mi boca cerrada y esperar. Finalmente me miró. —Fui adoptado después de vivir en hogares de acogida por cinco años. Ya no tenía la esperanza de pertenecer a una familia, para el momento en que cumplí nueve porque la mayoría de la gente quiere bebés. Se me dio una oportunidad con la que la mayoría de los huérfanos de nueve años sólo sueñan.
Si ella simplemente me hubiera hablado en un fluido chino no hubiera estado más sorprendida. ¿Adoptado? ¿Sam Evans? ¿En serio? —Oh, wau, no tenía idea. Yo, uh, puedo ver por qué este sería un tema importante para ti. —Cuando había dicho que no conocía a Sam Evans, no me había dado cuenta cuán precisas eran mis palabras. El pequeño niño en un hogar de acogida sin padres y una dificultad de aprendizaje no parecían encajar con el tipo que caminaba por los pasillos de Harbor High como el rey actual. Las cosas acerca de Sam que me desagradaban ahora parecían logros impresionantes. ¿Era posible que lo haya etiquetado incorrectamente? Los atletas superficiales no superaban la adversidad ni lograban las cosas que Sam había logrado. Lo había catalogado, sin siquiera conocerlo. El hecho de que las chicas se volvían tontas por ella y que cada chico quería ser ella, no lo hacían un idiota. La única idiota en la habitación resultó ser la elitista y prejuiciosa mujer. Yo.
—Escuchaste la parte donde soy adoptado, ¿Verdad? —Su voz rompió mis pensamientos y lo miré confundida. Una sonrisa tiró de sus labios—. Te ves muy perturbada. Pensé que quizás te perdiste el final feliz.
—Lo siento. Es sólo, bueno, no esperaba eso. Me sorprendiste un poco. Se inclinó hacia atrás en su silla. —Me parece que tienes un montón de ideas en lo que a mi respecta. Seguro pensaste mucho en alguien que no te gusta demasiado.
Mi rostro se calentó y sabía que me sonrojaba. —¿Quién sabe,Brittany?
Quizás te guste antes de que termine esto.
* * *
Nos tomó tres noches consecutivas de tutoría tener su discurso listo. También me tomó sólo tres noches darme cuenta que realmente me gustaba el mariscal estrella de Habor High. Sam Evans no era nada parecido a como siempre lo había asumido. Aún me sentía culpable por el estereotipo en que lo había ubicado. Sin embargo, aunque estábamos pasando dos horas juntos cada atardecer, nada cambió en la escuela. A pesar de que Sam sonreía y asentía cuando nos cruzábamos en el pasillo, no llevábamos la fácil amistad que parecíamos tener durante las tutorías, a la vida diaria en la escuela.
—K, así queeeee, aquí está la cosa, Puck y yo estuvimos hablando un poco y me pidió ir al Baile de Bienvenida. Eso significa que tendrás que buscar una cita y venir también. Sé que planeamos ir al cine esa noche pero buenoooo…
Rachel sacudió sus pestañas hacia mí a través de la mesa. —Estoy encantada de que Puck y tú hayan vuelto. Odiaba que estuvieran enojados.
—Yo también. Apestaba, ¿No? —intervino Puck, mientras tomaba asiento al lado de Rachel. Ella se inclinó sobre ella y de repente, me sentí un poco dejada de lado.
—Y Brittany necesita una cita para el baile. No podemos ir sin ella. —dijo Rachel sonriéndole a Puck.
—Estoy bastante seguro de que Brittany puede conseguir una cita si quiere una —Mordió su hamburguesa. Sabía que intentaba hacer lo posible para frenar las ideas de emparejarme que tenía Rachel. Le di una sonrisa agradecida.
—Realmente no hay nadie con quien quiera ir. —Esto era una mentira y lo sabía. Me obligué a no mirar la mesa de Sam porque hacerlo me delataría de inmediato. Puck, sin embargo, miró hacia la mesa de Sam y luego a mí con una sonrisa burlona. Por suerte, Rachel se perdió su sutil insinuación y Puck decidió no verbalizar sus pensamientos. Rachel, enterándose de mi interés por Sam, era la última cosa que necesitaba.
—Pero no será divertido sin ti. —Rachel hizo un puchero. Tomé otro trago de mi té. No quería discutir con ella sobre esto—. Vamos, Brittany, han sido seis meses desde que Puck se fue. Lo extrañamos también, pero ella se mudó. Necesitas tener citas de nuevo.
Era la primera vez que la mención de mi antiguo novio no me ponía triste. Había comenzado a salir con ella en mi noveno grado y ella había sido un alumno de décimo primer año. Después de la graduación este pasado Mayo se fue a la Universidad y sus padres se mudaron a otro estado. Ambos acordamos que una relación a distancia sería muy difícil y rompimos. Al principio, había estado perdida. Había asumido que debía ser el corazón roto. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que extrañaba la comodidad de nuestra relación. En el fondo, habíamos sido sólo muy buenos amigos. Nos gustaban las mismas cosas y nos preocupábamos por lo mismo.
—No es por Puck. No he conocido a nadie que me interese.
La sonrisa de Puck se hizo más grande mientras le daba otro mordisco a su hamburguesa. Si ella no fuera cuidadoso le estrangularía esa sonrisa tonta de la cara. Rachel hizo una mueca de desagrado. —Es una lástima que pases cada noche con Sam Evans y que ni siquiera te guste. Simplemente no lo entiendo.
Puck se levantó las cejas hacia ella y frunció el ceño. —¿Qué estás diciendo, Rachel?
Ella frunció los labios y trató de parecer seria. —Oh, basta, Puck, sabes que te amo. —Ella se agachó y le dio un beso en los labios antes de regresar a su comida. Ella volvió su atención a mí, con una sonrisa tonta en la cara y quise reír—. Sólo estoy diciendo que si pudieras ver más allá de tu desagrado hacia ella, sería una gran oportunidad.
Pensé por un minuto acerca de seguir dejándola creer que realmente no me gustaba Sam. De alguna manera me parecía injusto con ella. No se merecía mi disgusto y dejar que otros creyeran que no me gustaba era incorrecto.
—No me desagrada Sam. No es como yo pensaba. Me equivocaba acerca de ella. Sin embargo, tampoco estoy caliente por ella. —Miré a mi bandeja con un poco de miedo de que Rachel pudiera haber conseguido leer entre líneas, pero, en cambio, parecía un ciervo encandilado por los faros. Ella no se enfocaba en mí, su mirada se centraba en algo o alguien detrás de mí.
—Bueno, me alegra saber que no estás caliente por mí. Una preocupación menos en mi mente. Cerré mis ojos con fuerza, esperando sólo haber imaginado la voz de Sam. Su hombro rozó el mío mientras se sentaba a mi lado y lentamente abrí los ojos para ver a un muy divertido Puck, mirándome. Me aclaré la garganta y forcé una sonrisa que no sentía, antes de darme vuelta para mirar a Sam.
—Hola. —Le dije simplemente y se echó a reír, empujando mi hombro con su brazo.
—Relájate, Brittany, está bien. Entiendo que odiabas mis entrañas y has tenido la revelación de los dioses de que no soy tan malo después de todo. Es genial. —Me resistí las ganas de suspirar de alivio.
—Así que, ¿Qué te trae a las mesas de la clase baja? —Preguntó Puck, sonriendo a su propio humor.
Sam lo miró y levantó una ceja con sorpresa. —Oh, ¿Te refieres a que esto es la clase baja? No tenía ni idea. Tiene el atleta estrella que ser guiado por universitarios. —Señalando a Puck—. Su novia. —Señalando a Rachel—. Y la reina del Baile de Bienvenida del año pasado. —dijo, volviéndose hacia mí.
Rodé mis ojos. —Eso fue sólo por mi cita y lo sabes.
—No, no lo sé.
Sabía que me ruborizaba y lo odiaba. Mi mirada se encontró con la de Rachel y me di cuenta de que absorbía cada palabra. Esto no era bueno. No iba a extrañar mis mejillas rosadas. —¿Qué es lo que necesitas? —Le pregunté, tratando de no parecer grosera.
Sonrió como si pudiera leer mi mente. —Quería decirte que obtuve una A en mi discurso.
—Eso es maravilloso. Es un discurso muy bueno. Pusiste algunas grandes cosas en ella.
—Sí, pero no podría haberlo hecho sin tu ayuda.
Sonreí y miré hacia mi comida.
No le había contado a nadie, incluida Rachel, acerca de la dislexia de Sam o su adopción. Esas no eran mis historias para contar.
—¿Vienes al juego de esta noche? —Preguntó y lo miré sorprendida por la pregunta.
—Um, no, probablemente no.
Frunció el ceño y luego asintió con la cabeza y se levantó.
—Bueno, gracias de nuevo y creo que te veo el lunes, entonces.
—Está bien. Buena suerte esta noche. —Le contesté. ¿Había herido sus sentimientos por el hecho de no ir al juego? Me giré de nuevo en mi asiento y Puck negó con la cabeza.
—¿Qué? —Pregunté.
—El pobre tipo no está acostumbrado a ser derribado. —dijo y tomó un trago de su leche.
—¿Derribado? —Le pregunté, confundida. Colocó la caja de leche de nuevo en su bandeja y me miró con una expresión seria, rara vez vista en el rostro de Puck.
—Quería que fueras a su juego y dijiste que no. Fruncí el ceño, tratando de recordar si me pidió que fuera. Estoy segura de que ella me preguntó si planeaba ir. Ni una sola vez me pidió que fuera. —No, no lo hizo.
Puck se echó a reír y sacudió la cabeza. —Salir con Puck te arruinó. La mayoría de las veces la gente no sale con alguien exactamente igual a ellos. Pero tú te entendías con Puck, porque, como tú, era directo y serio. No todos los chicos, no, la mayoría de los chicos, no son así. —Asintió con la cabeza hacia donde Sam hablaba con Kendra—. Te estaba invitando, confía en mí. —Puck se alejó y miré de regreso a Sam. Kendra giraba su largo cabello rubio alrededor de un dedo mientras le sonreía. Hacía apenas una semana, hubiera pensado que ella se merecía a alguien tan superficial y hermosa.
Ahora, lo conocía mejor. Volteó y me sorprendió mirándolo. Sus ojos parecían decir algo que no entendía, pero antes de que pudiera averiguarlo ellos cambiaron y adquirieron una expresión educada.
Volvió su atención a Kendra. Confundida y un poco molesta, agarré mi bandeja y comencé a pararme. Comencé a decirle a Rachel que la vería más tarde, cuando me di cuenta de que me miraba con la boca ligeramente abierta.
—¿Qué? —Le pregunté, un poco a la defensiva, porque sabía, por la expresión en su cara, que lo había descubierto.
—Te...gusta...ella. —dijo lentamente, como con asombro.
Rodé los ojos y me reí. —No del todo. —Agarré mi bandeja y me dirigí a la basura, lejos de los ojos conocedores de Rachel.
* * *
—Las chicas de tu edad, normalmente, ¿No salen y hacen cosas el fin de semana? —Esta vez no fui capaz de detener el grito de sobresalto que estalló de mi boca. Por suerte mi mamá no se encontraba en casa para oírme. Me di la vuelta para encontrar al alma parlante sentada en mi cama, mirándome.
—Podrías POR FAVOR dejar de aparecer de la nada y asustarme. ¡Jodidamente! Y ¿Qué estás haciendo en mi habitación? ¡Vete! —Le arrojé la camisa que había estado a punto de colgar en el armario como una buena medida. Esto comenzaba a ponerse rancio. Tenía que dejar de seguirme.
Una de sus oscuras cejas se levantó. —Normalmente no eres tan irritable.
Gruñendo en voz alta, me acerqué a mi ventana, la abrí y luego me volví hacia ella. —Vuela lejos por favor. Mantente fuera de mi habitación. ¡Podría haber estado desnuda!
Una risa profunda causó un calor extraño a través de mi cuerpo. Parecía tener mareos, pero apenas. —¿Quieres que vuele lejos? Eso es lindo.
No quería ser linda, pero parecía que ya no podía seguir estando enojada tampoco. Algún extraño letargo se había apoderado de mí. ¿Su risa había causado este calor relajante en mi cuerpo?
—No, no exactamente, pero tengo la capacidad de controlar la ansiedad o el pánico. Mi risa no tuvo nada que ver con eso. ¿Acaba de leer mis pensamientos o había dicho eso en voz alta?
Parecía encontrarme divertida, si la sonrisa de su cara era alguna indicación. Otra razón por la que debía estar furiosa con ella.
Estúpida tipa muerta parlante.
—Si vale de algo, siento haberte asustado. No era mi intención, pero, ¿Si hubiera aparecido en frente de ti, de pie en tu armario, hubiera sido eso menos terrorífico?
Pensé en ella apareciendo en frente de mí y una pequeña risa escapó de mis labios. Tenía razón. Probablemente me hubiera desmayado. Pero podría haber tratado de golpear la puerta o algo así. Espera, ¿Podrían golpear puertas los fantasmas o sus puños simplemente la traspasarían?
—Veo tu punto. —Respondí y comencé a cerrar la ventana, luego decidí no hacerlo. Me hacía sentir más segura si estaba abierta—. ¿Por qué estás aquí? —Pregunté.
—¿Por qué estás aquí? —respondió. ¿El tipo quería evadirme hablando en clave?
—Vivo aquí.
Se encogió de hombros. —Sí, pero eres joven. Tienes amigos. Es el fin de semana. Sé que están afuera, pasándola bien así que, ¿Por qué estás aquí?
Genial, ahora el alma parlante quiere ser entrometida. —No estoy de humor para salir.
—¿Debido al jugador de fútbol?
¿Qué sabía ella sobre Sam? Me acerqué y me senté en la silla de felpa que mantenía en un rincón de mi habitación para la lectura. Al parecer, iba a tener que hablar con la chica para lograr que se fuera. —En realidad no, mayormente es porque no quiero ser la tercera rueda de Rachel y Puck.
—Pero ella sigue llamando e invitándote a salir con ellos. A mí me parece que te quiere alrededor.
¿Cómo sabía que ella me había llamado? Me senté con la espalda recta y metí los pies debajo de mí, tratando de lograr un poco de rabia por su entrometimiento, pero no pude.
—¿Has estado observándome? —Le pregunté, estudiando su expresión en busca de cualquier señal de una mentira. Ella me dedicó una sonrisa maliciosa, puso las manos en su nuca y se inclinó hacia atrás. —Durante semanas, Brittany, durante semanas. ¿Semanas? Abrí mi boca y luego la cerré sin saber qué decir. ¿Me había visto desnuda? ¿Realmente quiero saber si lo hizo?, ¿Cómo se había escondido de mí? ¿Permanecía en mi habitación cuando dormía? Sacudí la cabeza, tratando de aclarar las preguntas corriendo en mi mente.
—Te veré más tarde. Tu madre está en casa. —Levanté bruscamente la mirada de mis manos, que había estado retorciendo en mi regazo con nerviosismo, pero mi cama seguía vacía.
—¡BRITTANY! ¡Ven a ayudarme a entrar las compras! —Mamá llamó desde la parte inferior de las escaleras. Suspiré y me puse de pie, mirando hacia atrás, una vez más, a mi cama vacía, antes de correr escaleras abajo para ayudarla a descargar el coche.
* * *
El sueño no vino fácil el resto del fin de semana. Incluso me había dormido con la puerta abierta y la luz en el armario encendida. Era ridículo que ella me hiciera temer a la oscuridad. Los círculos oscuros debajo de mis ojos habían sido imposibles de cubrir por completo esta mañana. Con mi bolsa de libros cargada en mi hombro, me dirigí por el pasillo lleno. Pasé a Sam y ella asintió con la cabeza educadamente. Las otras veces que lo había visto hoy, ni siquiera se había fijado en mí. Por qué su falta de atención me hizo querer volver a casa y meterme en la cama, no lo sé. Pero, tal vez sólo quería meterme en la cama porque la sexy-tipa-muerta acosadora me quitaba el sueño y me sentía exhausta.
—No la mires la próxima vez. Va a volverlo loco. —El acento familiar no me asustó. Era casi como si lo esperase. A pesar de que había estado frustrantemente ausente desde que me dijo el sábado por la tarde, que había estado observándome durante semanas. Por supuesto, no había manera de que pudiera responderle en este momento y ella lo sabía. Me volví y me dirigí a mi casillero—. Está tratando de hacerse la dura. Demuestra lo infantil que es, pero puedo ver que te está molestando.
—No estoy molesta. —Le dije entre dientes cuando abrí mi casillero.
—Sí, lo estás. Hay una pequeña arruga entre tus cejas que aparece y mordisqueas tu labio inferior cuando algo te molesta. Sabía que no tenía necesidad de mirarlo, pero no pude evitarlo. Volví la cabeza y lo divisé a través de mi pelo. Apoyado contra el casillero junto al mío, con los brazos cruzados sobre el pecho, observándome. Nadie me había prestado nunca la suficiente atención antes, para ser realmente capaz de describir mi expresión facial cuando me sentía molesta. Era extrañamente entrañable.
—Te estás perdiendo la exhibición pública de afecto, en el pasillo, entre tus dos amigos. Es posible que te necesiten para que lances un cubo de agua helada sobre ellos. —Me mordí el labio para no reírme. No tenía necesidad de dame vuelta para saber de qué hablaba. Rachel y Puck podían ser un poco asquerosos.
—Así está mejor. Me gusta cuando estás sonriendo. Si el niño futbolista sigue haciéndote fruncir el ceño, voy a tomar el asunto en mis propias manos. —Abrí la boca para protestar, pero ella se fue.
* * *
Le eché un vistazo al reloj. Sam estaría aquí en cualquier momento. Mi madre se había ido hacía media hora, a otra cita con Roger. Había pasado el tiempo a solas, caminando por la casa buscando al alma de la cual parecía que no podía deshacerme. No estaba segura de dónde esperaba encontrarla. En realidad no parecía ser la clase de chica que se sentaba y no hacía nada. Si ella estuviera aquí, ¿No estaría tratando de decirme qué hacer o haciéndome preguntas que no eran de su incumbencia? Pero la busqué de todos modos. Quería hablar sobre el comentario que hizo más temprano. El timbre interrumpió mi búsqueda y me dirigí a la sala para abrir la puerta.
—Hola. —Di un paso atrás y dejé entrar a Sam. Lo había ignorado el resto del día. No estoy segura de qué tan bueno fue eso, pero decidí que no quería que Sam pensara que me importaba si me hablaba o no.
—Hola. —respondió y entró. Lo llevé a la mesa de la cocina y esperé a que dejara sus libros en ella.
—Sexo seguro. —anunció.
Me quedé inmóvil y lo miré fijamente, insegura de si lo había escuchado correctamente. Su rostro serio se rompió en una sonrisa y luego se echó a reír.
—Desearía que pudieras ver tu cara. —dijo a través de sus ataques de risa.
—¿Dijiste sexo seguro, entonces? —Pregunté, tratando de determinar qué era tan gracioso. Ella era quien hablaba de sexo.
Ella asintió con la cabeza y levantó su papel. —El tema para el discurso de esta semana.
Me reí débilmente. —Está bien, bueno, esa si fue una manera de anunciarlo. —Le contesté, mientras iba a la nevera para conseguir las bebidas.
—Espero que estés bien educada en este tema, porque no tengo ni idea.
—¿Qué? —Chillé en respuesta. Se rió de nuevo y me quedé allí, esperando que se controlara. —Lo siento. —dijo —. Es que eres tan linda cuando te sorprendes. Me puse tensa al oír la palabra linda y deseé no haberlo hecho. Con la esperanza de que no notara mi reacción, tomé una respiración profunda y recé en silencio para que mis ojos no me traicionaran cuando me di la vuelta. No era como si quisiera que Sam me viera diferente pero no quería exactamente que ella pensara que era linda. Tal vez atractiva o bonita incluso, pero no linda. Aunque, ella refiriéndose a mí como linda, ayudó a recordarme dónde estábamos. Cualquier idea delirante que pude haber tenido de nosotros siendo algo más que amigos se disipó.
—Creo que tener la experiencia real no es necesario. Se supone que es básicamente acerca de tus creencias sobre el tema o la importancia del mismo. —No me atreví a mirarlo a los ojos.
Alargó el brazo y levantó mi barbilla así no tendría otra opción. —Estás avergonzada. —Aparté los ojos y sonrió —. Eso es lindo.
¡Ugh! Volvimos a mí, siendo linda. Lo miré de regreso. —Por favor, deja de decir que soy linda. Es una especie de insulto.
Ella frunció el ceño mientras dejaba caer la mano de mi barbilla. — ¿Cómo es eso un insulto? Me encogí de hombros, sin querer hablar de ello y deseando haber mantenido la boca cerrada. —Simplemente lo es. Nadie quiere ser lindo. Los cachorros son lindos. —Alcancé su cuaderno, mantuve los ojos en el papel y leí sobre el tema o al menos intenté actuar como si estuviera leyendo sobre ella.
—Bueno, definitivamente no te ves como un cachorro. —dijo con una sonrisa.
—Bueno, eso es algo por lo menos. —Necesitábamos cambiar el tema y yo tenía que aprender a controlar mi lengua—. Muy bien, entonces, ¿Cuáles son las tres principales razones por las que crees que el sexo seguro es importante? —Tal vez ahora podríamos dejar el tema de mí, siendo linda. Ella no respondió y lo miré a los ojos. Me miraba con una expresión seria.
—¿No estás seguro?
Ella no respondió.
—Um, bien, ¿Qué pasa con el embarazo adolescente? Ese es un buen punto. Nadie necesita convertirse en padre mientras todavía es un niño. Una vez más, ella no respondió, así que lo escribí.
—Tus sentimientos están heridos. —dijo en voz baja. Me quedé inmóvil, pero mantuve los ojos en el papel—. No fue mi intención decir algo para herir tus sentimientos. —Continuó.
Quería negarlo pero me di cuenta de que aceptar sus disculpas y seguir adelante sería la mejor manera de manejar esto. —Está bien. Vamos a trabajar en tu ensayo.
Se quedó mirando el papel. —El embarazo adolescente es sin duda una de las razones. —Estuvo de acuerdo.
—Está bien ¿Qué hay de las ETS3? —Sugerí, escribiéndolo mientras hablaba.
—Esa es otra buena. Empecé a escribirlo, pero se estiró y me quitó el cuaderno. Sobresaltada, sacudí la cabeza para ver lo que hacía. Ella me dio una sonrisa de disculpa. —Lo siento, pero no podía pensar en otra manera de llamar tu atención.
Insegura de cómo responder, me senté en silencio y esperé a que terminara.
—No eres sólo linda. Sí, haces caras lindas y haces cosas lindas pero no eres sólo linda. —Escucharlo explicarse me hizo sentir estúpida por decir algo al respecto.
—Está bien. —Logré balbucear. Deslizó el cuaderno de regreso a mí.
—Ahora, vamos a ver... ¿Qué hay sobre el hecho de que el uso de un condón quita el placer, deberíamos hablar de eso?
Me atraganté con mi refresco y empecé a toser incontrolablemente mientras Sam me daba palmadas en la espalda. Una vez estuve bajo control, levanté la vista y lo atrapé reteniendo una sonrisa.
—Una vez más, haces un montón de cosas lindas, pero no eres sólo linda.
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Activo Capitulo 4

Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 12:35 am

CAPITULO 4



Sam no se presentó ayer por la noche para terminar su discurso y debía darlo hoy. No presentarse no era común en ella. Cuanto más tarde se hacía, sin una llamada de ella, más enojada me ponía. Al final, terminé el discurso por mi cuenta y lo imprimí. En el fondo, creía que tendría una buena excusa y dejar que ella tuviera una mala calificación me había parecido cruel. Metí la mano en mi bolso para sacar su discurso mientras caminaba por el pasillo. Sólo esperaba que cuando lo encontrara y le entregara el documento, tuviera una excusa legítima para la última noche. Admitirme a mí misma que necesitaba que ella tuviera una excusa, realmente buena, no había sido fácil. Me permití preocuparme demasiado por Sam Evans.
—Oye, chica, ¿Qué pasa? Te echo de menos. —Rachel deslizó su brazo alrededor de mi cintura y apoyó la cabeza en mi hombro. La echaba de menos también. El año pasado, cuando Puck y ella habían estado saliendo yo había estado con Artie. No me había hecho sentir aislada de mis amigos cuando se habían convertido en un elemento. Conmigo estando soltera y ellos dos siendo una pareja, seríamos un trío y no pude evitar sentirme como la tercera rueda.
—También te extraño. Tenemos que salir juntas una noche. Tal vez una noche de chicas fuera. —Sugerí, mientras buscaba a Sam , a través de la multitud de estudiantes que se acumulan en el pasillo.
—¡Eso suena maravilloso! Vamos a planearlo para hacerlo una noche de este fin de semana. —Hizo una pausa y frunció el ceño—. ¿O tal vez la próxima semana? —El gesto característico era prueba suficiente de que odiaba decirme que estaba ocupada.
Me encogí de hombros y esbocé una sonrisa forzada. —No te preocupes. Cuando tengas tiempo. —Miré por el pasillo y esta vez logré obtener una visión de Sam en su casillero. Su espalda hacia el pasillo lleno de gente. Me volví de nuevo a Rachel—. Tengo que darle esto a Sam . Me pondré al día contigo, en el almuerzo.
La multitud parecía diluirse cuando llegué al final de los casilleros. Una vez que me abrí paso entre el último grupo de estudiantes que se interponían entre nosotros, noté a Kendra apoyada en su casillero, sonriéndole. Pensé en dar la vuelta, porque no quería entregarle esto delante de ella, cuando recordé que iba a Discurso en el primer período. Reduje la velocidad y me detuve detrás de ella. Cuando me acerqué para tocarle el hombro, Kendra se estiró y pasó sus dedos por el cabello de Sam . Era repugnante de ver. Era un buen chico y ella era pura maldad.
—¿Estás seguro que venir ayer por la noche no fue una gran cosa? No me gustaría echar a perder las cosas entre tu novia y tú. —Susurró ella.—Sabes que ella no es mi novia, Kendra. Deja de llamarla así. Comenzarás rumores. —Su voz sonaba molesta. ¿La idea de que alguien pudiera pensar que le gustaba era tan repulsiva para ella? Un nudo enfermizo se formó en mi estómago y empecé a girarme y salir antes de que me notara.
—Pasas mucho tiempo en su casa y siempre está mirándote.
—Ella es mi tutor y no, no me está mirando. Solo estás siendo paranoica cuando no tienes razón para serlo. Aseguró mi mano vacía en un puño pensando en todas las veces que me había engañado, haciéndome creer que era un buen tipo. Era tan malo y calculador como Kendra. ¿Era siquiera adoptado o eso había sido una gran mentira elaborada para conseguir que sintiera pena por ella? De hecho, había convencido a mi estúpida yo, de que Sam podía ser material para una potencial relación. La próxima vez que vino a mi mesa en el almuerzo y me preguntó si iba a ir a su juego, había intentado decir que sí y ver si eso llevaba donde Puck había creído que nos conducía.
—¿Estás seguro de que sabe que no es tu novia? Porque parece que te está acechando. —Kendra ronroneó. Me giré de nuevo odiando el calor que sentía en mis mejillas. Mi cara era probablemente de color rojo brillante.
—Oh, eh, Brittany Iba a ir a buscarte y explicarte lo de anoche. —Asentí con la cabeza, sin querer discutir esto después de todo lo que había oído y le entregué el papel.
—Pensé que podrías necesitar esto.
Se quedó mirando el papel en mi mano antes de alcanzarlo y tomarlo. Me giré para alejarme. —Espera, iba a llamarte ayer por la noche. Simplemente estuve atado. Gracias. —dijo levantando el papel. Kendra pasó un brazo dentro del suyo y le sonrió dulcemente. —Eso no es cierto, Sam , nunca te he atado. —Luego dirigió su mirada hacia mí y me dio una sonrisa de triunfo. Mientras me había sentado hasta tarde terminando su discurso, ella había estado con Kendra. ¿Cuán estúpida puedo ser? Perdí mi tiempo escribiendo un discurso para alguien que creía que necesitaba mi ayuda, todo este tiempo pensando que era un buen tipo; que podría, posiblemente, gustarme realmente. Tal vez no lo había juzgado tan injustamente antes. Tal vez Sam Evans se ajustaba a la descripción que me había hecho de ella todos estos años. Me dolió saber que el chico que había construido, era una ilusión. Que había hecho el ridículo, por permanecer levantada y escribir el discurso para ella. Me hizo quedar como una de sus groupies enamoradas.
Me las arreglé para conseguir abrir mi casillero y encontrar los libros que necesitaba para la primera clase a través de mi nube de ira. Me detuve, cerré los ojos y respiré hondo. Acababa de aprender una lección y no tenía que olvidarla. Dos lágrimas se escaparon y rápidamente las sequé antes de cerrar la puerta de mi casillero. Ahora me había hecho llorar. Perfecto.
—Brittany. ¡Mierda! Había venido por mí. No podía dejar que me viera llorando. Humillación no sería una palabra lo suficientemente fuerte para lo que yo sentiría si Sam sabía que había derramado una lágrima por esto. Me obligué a poner una expresión indiferente en mi cara y me di la vuelta. —¿Sí? Parecía molesto. Deseé poder convencerme de su sinceridad. —Mira, acerca de anoche, realmente lo siento mucho. No había esperado que terminaras el discurso para mí. Metí la pata y me iba a llevar la mala nota. Debí haber llamado, pero… Negué con la cabeza para detenerlo. —No es gran cosa. Sin embargo,
¿A partir de ahora podrías por favor hacerme saber por adelantado cuando no serás capaz de llegar a la hora señalada para tu sesión? Ahora, si me disculpas. —Di un paso en torno a ella y me dirigí a clases.
—Brittany, espera, por favor.
Me detuve y consideré decirle que se fuera al infierno, pero decidí no hacerlo antes de volverme hacia ella. —¿Qué?
—Iba a ir y Kendra llamó. Negué con la cabeza. —No me importa. Sólo llama la próxima vez, por favor. —Me di vuelta y me dirigí a mi clase, pero cuando llegué, no dejé de caminar. Entrar en un aula tarde, con los ojos de todos en mí, no me parecía posible en ese momento.
Abrí la puerta principal de la escuela y salí. Normalmente no me ponía así por cualquier persona. Hoy había cometido el error de hacerlo y me quemé. Sólo quería ir a casa. Podía tratar con mi orgullo herido sola.
—No te vayas. Ella no vale la pena. —La voz profunda y familiar sonaba como si estuviera suplicando. Caminaba a mi lado. Su rostro tenso y la sonrisa burlona a la que me acostumbre, no estaba.
—No me quiero quedar. Estoy enojada y sólo me quiero ir.
—Por favor, Brittany, no entres en tu coche. Vuelve adentro. Olvídate del niño estúpido y disfruta el resto de tu día. No permitas que algo que ese idiota hizo te ponga así.
Me detuve y lo miré.
—¿Por qué te importa si me voy? ¿Eres la nueva monitora del pasillo y me perdí la nota de aviso?
Su ceño se profundizó; ojos azules volviéndose azul hielo como si un fuego se hubiese encendido detrás de ellos. —Estoy rogándote que vuelvas a la escuela.
—¿Por qué?
Pasó su mano por su cabello oscuro y sedoso y gruñó con frustración.
—¿Tienes que cuestionar todo? ¿No puedes escuchar, por una vez?
Eso fue todo. Había tenido más que suficiente para un día. En primer lugar, Sam demuestra que es un imbécil de grado A y luego, el alma que no me dejará sola, decide enfadarse conmigo.
—Me voy de aquí. No puedes detenerme. No tengo que escucharte. Si no tienes una buena excusa, entonces no hay razón para que me quede. —
Giré sobre la punta de mis pies y salí hacia mi coche. Los chicos y chicas eran molestos, vivos o muertos, no parecía importar.
Rápidamente me subí al coche y me centré en salir del estacionamiento de la escuela. No quería que nadie me viera y me reportara antes de que pudiera salir de aquí. No podía creer que en realidad hubiera derramado una lágrima por esto. El llanto no era lo mío. Tenía que haber sido la humillación. No estoy acostumbrada a eso y obviamente, no sabía cómo tratar ante la situación.
Ajusté el espejo retrovisor para ver si me veía tan mal como me temía, en el caso de que mi madre saliera de su madriguera de escribir, cuando llegara a casa. Si mi máscara se corrió, mi madre se daría cuenta. No sería capaz de ocultar la frustración. Las sonrisas falsas no son uno de mis talentos.
Suspirando, me volví a mirar la carretera. El intento de arreglar mi cara sin la ayuda de agua y jabón era una causa perdida. La señal de Pare donde me había parado un millón de veces me sorprendió. No había estado prestando atención, y me había olvidado de ir más despacio. Era demasiado tarde para frenar. Miré por encima justo a tiempo para ver a un camión que venía directamente hacia mí y en una fracción de segundo, la razón me golpeó: No sería capaz de detenerme a tiempo.
Todo se volvió negro, las ruedas chirriando y la bocina se quedó en silencio. Una sensación de dar vueltas y un agudo dolor que atravesó mi cuerpo. Traté de gritar para pedir ayuda, pero no salió nada. Comencé a sofocarme. Algo pesado presionaba contra mi pecho y no podía respirar. Jadeé y estiré la mano en la oscuridad en busca de ayuda. Me asfixiaría si no conseguía quitar el peso de mi pecho. Luché por abrir mis ojos, pero la oscuridad me mantuvo ahí. El calor se extendió en mí, mientras agarraba algo en la oscuridad. Me quedé inmóvil, sin saber lo que había encontrado cuando me di cuenta de que podía respirar de nuevo. Las luces volvieron a encenderse repentinamente y el mundo se volvió brillantísimamente cegador. No podía abrir los ojos por el dolor. Alguien me llevó a una corta distancia y luego sentí el suelo frío en mi espalda. Las manos, anormalmente cálidas, acunándome desaparecieron. Traté de protestar. No quería que mi salvador me dejara, pero no pude encontrar mi voz. Traté de incorporarme y un dolor intenso se apoderó de mi cuerpo. El mundo quedó en silencio. Un sonido impresionantemente dulce se reprodujo en la oscuridad. Volví la cabeza para encontrar la fuente de la música. Mi cuello se sentía rígido y la cabeza empezó a latir tan fuerte que entorpeció el sonido de la melodía que había estado tratando de encontrar. Dejé de moverme y mantuve los ojos cerrados, esperando que el dolor parase.
—Y ella se despierta. —dijo una voz en la oscuridad. La reconocí y en vez de temerle, el sonido me tranquilizó. La música empezó a tocar de nuevo y me di cuenta que era el suave rasgueo de una guitarra. Un zumbido se unió y me quedé quieta, escuchando en la oscuridad, contenta de que la música llenara el vacío, asegurándome que no me encontraba sola.
Necesitando verlo, abrí los ojos y me di cuenta de que las luces estaban apagadas. Permanecí inmóvil mientras mis ojos se acostumbraron a la oscuridad del lugar. No era mi habitación. La máquina a mi lado y la aguja en el brazo fueron las únicas pistas que necesité. Me encontraba en un cuarto de hospital. La guitarra dejó de tocar. Temerosa de volver la cabeza otra vez, cuidadosamente moví mi cuerpo en su lugar.
El alma se sentó en un rincón oscuro, mirándome. —¿Qué estás haciendo? —Me las arreglé para preguntar en un susurro ronco.
Sonrió, se levantó y se acercó a mí. —Bueno, había pensado que sería evidente. —Levantó la guitarra en sus manos. Ésta alma no solo podía hablar, sino que también tocaba instrumentos musicales. Quería preguntarle más, pero mi garganta dolía mucho. Se sentó en una silla que alguien había colocado al lado de mi cama. —Probablemente no debas hablar. Estuviste en un accidente de tránsito y has sufrido una conmoción cerebral grave, junto con una costilla rota. Aparte de eso, solo tienes unos feos moretones.
Me acordé de la señal de Pare y el camión había venido a mí con demasiada rapidez. Supe que sería incapaz de frenar a tiempo.
—Llevabas el cinturón de seguridad, el camión golpeó la parte trasera de tu coche y diste un par de tumbos.
¿Mi mamá sabía? Ella estaría aterrada ¿Cuánto tiempo había pasado?
Y ¿Por qué era un alma la única persona conmigo? Eché un vistazo a la máquina, donde mis cables fueron conectados y si leía correctamente, entonces estoy viva. El repentino miedo ante la perspectiva de que podría estar muerta cesó y devolví la mirada a esos intensos ojos azules oscuros.
—¿Mamá? —Me las arreglé para preguntar a través de mi garganta seca.
El alma sonrió. —Acaba de salir a tomar un café, hace unos momentos. Espero que regrese muy pronto.
Mamá estaba aquí y la volvería a ver en pocos minutos. Me sentía como una niña, con miedo a la oscuridad. Las lágrimas asomaban a mis ojos al mirar hacia la puerta, esperando que se abrieran para revelarla. Una mujer con cabello castaño corto y rizado entró, sin usar la puerta. La estudié y me sonrió, pero miró justo más allá de la otra alma en la sala. Una vez, cuando tenía diez años, estuve internada en el hospital por una neumonía y me di cuenta de que errantes almas perdidas, se encontraban en abundancia dentro de los hospitales. Esta se detuvo en unas flores que no había notado antes, junto a la ventana. Parecía estar oliéndolas y dio un suave tirón al puñado de globos PONTE BIEN unidos a una docena de margaritas amarillas. Eché un vistazo al alma que se sentaba a mi lado.
Parecía que me estudiaba con atención.
—La ves ¿No? —Preguntó y asentí. Miraba a la señora mientras ella miraba hacia mí una vez más, antes de regresar a través de la pared—.
¿Siempre las has visto?
Me las arreglé para sonreír a la forma en que se refería a las almas, como si ella no fuera una de ellas. Levanté las cejas y lo miré con intención. —Tú eres una de ellas. —dije en un susurro.
—Sí, supongo que para ti se ve de esa manera. Sin embargo, hay una diferencia entre las almas y yo. Fruncí el ceño. —¿Qué? —Sabía que ella podía hablar conmigo y las almas nunca me hablaban, pero seguía siendo un alma sin cuerpo.
—No puedo decirte lo que soy. Ya he roto suficientes reglas. — Estudió la máquina junto a mí en lugar de enfrentar mi mirada. La puerta de mi habitación se abrió y mi madre entró. Sus ojos se encontraron con los míos y se quedó sin aliento antes de correr hacia mí. —¡Brittany, estás despierta! Oh, cariño, siento no haber estado aquí cuando despertaste. Completamente sola y confundida en una oscura habitación de hospital. Eché un vistazo detrás de ella y vi el alma, de pie allí, con una sonrisa sexy que comenzaba a quedar atada a sus labios perfectos.
—Sólo necesitaba un poco de café y luego corrí a buscar esta revista — dijo, sosteniendo una bolsa de plástico verde—- Vamos a llamar la enfermera. Solo quédate quieta. Estás un poco reventada, pero estarás bien.
—Saltaron lágrimas de sus ojos y se tapó la boca con la mano—. Lo siento.—dijo, mirándome, con ojos aún llorosos—. Es solo que no dejo de pensar en tu coche y cómo te habría aplastado por completo si no hubieses sido arrojada desde el asiento del conductor. Siempre te dije que usaras el cinturón de seguridad y el hecho de que no me has escuchado te ha salvado la vida. —Dejó escapar un sollozo pequeño y sonrió como disculpándose—.
Oh, bebé, estoy tan contenta de que hayas abierto los ojos. Le sonreí tratando de ocultar mi confusión. —Está bien. —Le susurré. Se agachó y me besó en la frente. —Vuelvo enseguida. Necesito conseguir una enfermera. Han estado esperando que despiertes. Se dirigió a la puerta y miré al alma parada en la esquina con la guitarra en la mano. Me pareció extraño verlo sosteniendo una guitarra ¿La gente veía una guitarra flotando en el aire? Mamá no pareció darse cuenta, pero no había mirado a otro lugar más que a mí.
—El cinturón de seguridad. —Le susurré a través de mis labios secos. Había estado usando mi cinturón de seguridad. Siempre lo hacía. Ella incluso había dicho que fue una buena cosa que lo llevara puesto. ¿Por qué mi madre creía que no lo había hecho y que no hacerlo me había salvado la vida? Dio un paso adelante, mirándome de cerca. La expresión en su rostro decía que no sabía cómo responderme. Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió de nuevo y ella se retiró de nuevo a la esquina. Una enfermera entró bulliciosamente con mi madre detrás.
La respuesta a mi pregunta tendría que esperar.
* * *
El alma se fue antes de que la enfermera terminara conmigo y no había regresado. La siguiente vez que me desperté, rápidamente registré alrededor de la habitación, con la esperanza de que ella hubiera regresado, pero mi madre ya trabajaba en su portátil desde un rincón. Me miró y sonrió.
—¡Buenos días! —El temor que había visto en sus ojos la noche anterior se había ido... ahora que me había despertado y la enfermera se había asegurado de que me recuperaría bien, parecía menos tensa y más como mi madre de nuevo.
Sonreí. —Buenos días. —Mi garganta se sentía un poco mejor gracias a todos los cubos de hielo que había comido. Me estiré por mi vaso de agua y mamá se levantó rápidamente.
—No te muevas. Tu costilla rota va a requerir que estés quieta por un tiempo. —Puso la pajilla en mis labios y tomé pequeños sorbos de agua fría. Se sintió maravillosa en mi garganta—. Rachel ya ha llamado esta mañana y le dije que despertaste ayer por la noche. Está en camino, con Puck. —
Mamá hizo una pausa y miró a la puerta—. Y Sam Evans ha estado en la sala de espera toda la noche. Incluso durmió allí. Fui y le hice saber que habías despertado y le dije que se fuera a casa porque no podías recibir visitas, pero se quedó. Las enfermeras se sintieron mal por ella y le dieron una almohada y mantas. —Se calló, como si no estuviera segura exactamente de por qué había querido permanecer en una sala de espera toda la noche. Los recuerdos de su falta a nuestra sesión de estudio, debido a Kendra, resurgieron.
Ya no me sentía triste o decepcionada. Las lágrimas que había derramado por ella habían sido inútiles. Mamá se mordió el labio inferior. —Me dijo que ella fue la razón por la que saliste molesta de la escuela. No te he preguntado por qué no estabas en la escuela o que pasó, porque no quería molestarte. —Dejó de hablar y me estudió, esperando que dijera algo. ¿Qué podía decir? Realmente no quería ver a Sam . Casi me había matado a mí misma actuando como una chica tonta con un enamoramiento.
—¿Ella ha estado aquí toda la noche? —Le pregunté, queriendo asegurarme de que le entendí correctamente. Ella asintió con la cabeza. —Ha estado aquí desde que se enteró de tu accidente. Vino con Rachel y Puck, pero no quiso irse con ellos.
—Bueno, um, si quiere entrar, entonces está bien. Mamá parecía aliviada. Supongo que había estado preocupada de que pudiera decirle al pobre chico, que había esperado toda la noche en una incómoda sala de espera, que no quería verlo. Corrió hacia la puerta y oí a Rachel susurrar algo mientras pasaban. No hay duda de que hablaban sobre si quería que Sam me viera. Rachel entró y puso las manos en las caderas y me dio una gran sonrisa alegre.
—Mírate, completamente despierta y hermosa. —dijo, acercándose a mí y sentándose en la silla junto a la cama. Agarró mi mano y vi el brillo en sus ojos mientras luchaba con las lágrimas. Apreté su mano y su valentía se quebró. Dejó escapar un sollozo, mientras las lágrimas comenzaron a correr por su rostro. Miré a Puck, quien detrás de ella me observaba. Se encogió de hombros y me dio lo que podía decir que era una sonrisa forzada.
Rachel se atragantó con un sollozo.
—Lo siento. Dije que no iba a llorar. Realmente había trabajado para estar brillante y alegre, pero sigo recordando tu coche y escuchando las palabras “Fue trasladada de urgencia al hospital, inconsciente” una y otra vez en mi cabeza. —Se limpió la cara mojada y sonrió a través de sus lágrimas. —Estoy tan contenta de que estés bien. Ayer fue el peor día de mi vida. —Llevó nuestras manos unidas hacia su boca y las besó.
—Lo sé. —dije simplemente. Porque lo hacía. Si hubiera sido ella, en esta cama, en vez de mí, hubiera estado aterrorizada.
—Irónico ¿No es así? El día que decides romper las reglas, faltar a la escuela y no usar el cinturón de seguridad, lo cual es extraño ya que eres una nazi del cinturón de seguridad, todo explota en tu cara.
—Te dan ganas de seguir caminando por el camino recto y estrecho, ¿No? —Preguntó Puck con una sonrisa en su rostro. Sonreí porque reírme me haría daño y Rachel rodó los ojos pero una sonrisa tiró de la esquina de su boca. —Sí, supongo que sí. —Quería aclarar el hecho de que había estado usando mi cinturón de seguridad, pero no podía explicar algo que no entendía, así que mantuve mi boca cerrada. Llamaron a la puerta y Rachel me miró, mordiéndose el labio inferior con nerviosismo.
Bajó la voz hasta un susurro. —No se ha ido desde que llegó aquí con nosotros ayer. Incluso se perdió la práctica del fútbol.
Vi como Sam caminaba dentro de la habitación. Sus ojos se encontraron con los míos y se detuvo un momento antes de adentrarse más en la habitación. No estuve segura exactamente de qué decirle o qué, posiblemente, podría decirme ella a mí. Era un chico que tutelé y que había dormido en la sala de espera toda la noche, porque había actuado ridículamente, debido a que ella echó a perder nuestra sesión de estudio. Era evidente que se sentía nervioso y sabía que la presencia de Puck y de Rachel no ayudaba precisamente. No tenía intención de decirles a todos que mi accidente fue su culpa. No creía eso. Sabía que yo había causado esto. Dejarlo fuera del gancho sería bastante fácil.
Sin embargo, con mis dos mejores amigos en la habitación sería incomodo. No quería que me dejaran, porque tenerlos aquí se sentía como una manta de seguridad. Miré a Sam y pude ver en sus ojos que quería hablar conmigo sin público, pero no les pediría que se fueran. El pensamiento de ella durmiendo en la sala de espera, toda la noche, porque se sentía culpable, parecía injusto. Necesitaba aliviar su conciencia para que pudiera ir a casa.
Me volví a Rachel y Puck. —¿Podrían darnos un minuto? Rachel fulminó con la mirada a Sam y asintió con la cabeza. Vi como se puso de pie. Mirar a Sam no era algo nuevo para Rachel, pero fulminarlo con la mirada, sí. Después de haber rectificado la situación con Sam tendría que aclarar las cosas con mis amigos también.
Una vez que la puerta se cerró detrás de ellos, le dirigí mi atención. —Ayer, yo... Dios. —Se pasó la mano por su cabello rubio y desordenado y cerró los ojos—. Estás aquí por mí. Sé que te fuiste porque te sentías molesta. Lo pude ver en tus ojos, pero no sabía cómo hacer para que hablaras conmigo. —Se detuvo de nuevo y me miró—. No puedo expresarte cuánto lo siento. Negué con la cabeza. —Esto no fue tu culpa. Tomé una decisión estúpida.
—No, fue mi culpa. Pude ver las lágrimas en tus ojos, Brittany, y eso me mataba, pero no pude encontrar las palabras adecuadas. Quise explicarme, pero no hice un buen trabajo.
No podía dejar que asumiera la culpa por mi estupidez. —Deja de culparte. Debo admitir que he actuado estúpidamente porque no apareciste o llamaste. Dejé que el hecho de que estuvieras con Kendra me molestara y eso fue una tontería. No sé por qué dejé que me molestara así. Llorar por un tipo no es algo que hago. El hecho de luchar por contener las lágrimas me confundió y me fui.
Extendió la mano y tocó suavemente una de las dos docenas de rosas de color rosa que se encontraban en una mesa junto a la ventana. —Te fuiste porque te lastimé. Eso hace que esto sea mi culpa. —Respondió con sencillez. No quería que se golpeara a sí mismo por esto. Tenía que recuperarse y volver a casa.
—Sam , soy su tutora. Ni siquiera somos amigos. Puedes perder una sesión y olvidarte de llamarme y yo no debería dejar que eso me duela. He leído más en nuestra relación de lo que debí. Nunca has insinuado que éramos más que compañeros de estudio. No hablamos en la escuela, no nos vemos uno a otro, excepto en mi casa, cuando estamos trabajando. Esto fue mi culpa. Deja de culparte y vuelve a casa. —dije esto último con suavidad en mi voz, para que no sonara grosero. Frunció el ceño y se acercó al lado de mi cama.
—¿Crees que sólo te veo como mi tutora? —Preguntó. Asentí con la cabeza, sin saber su significado. Ella me dio una sonrisa triste. —Eso sería mi culpa también. Nunca he tenido problema en dejar saber a una chica que me interesa...hasta ahora. —No estoy segura de lo que quería decir, así que permanecí en silencio. Se sentó en la silla que Rachel dejó vacante hacía unos momentos.
—Sabía que no te gustaba cuando estuviste de acuerdo en ser mi tutora. No hacía falta que lo aclararas ese día, en el pasillo, cuando dijiste que me habías rechazado porque no te caía bien. Siempre he sabido que no lo hacía, pero quería que fueras mi tutora. Quería que seas la única que conoce mi secreto. Nunca esperé que la chica que me miraba con desprecio fuera tan divertida. Llegó como una sorpresa descubrir que la chica que había estado observando desde nuestro primer año en la escuela secundaria resultó ser tan bella por dentro como lo era en el exterior. Me sorprendiste y no tomó mucho tiempo para que me enganchara. —Una triste sonrisa apareció en sus labios—. Sin embargo, en la escuela todavía parecías tan intocable como siempre, así que mantuve mi distancia. Traté de hablar contigo e incluso tuve el valor para invitarte a salir, pero tu falta de interés me asustó. No quería hacer que nuestras noches juntos fueran incómodas, así que no pedí nada más. Miré al futuro y esperaba nuestras sesiones durante todo el día. No podía estropear eso. Bajó la mirada hacia sus manos, que tenía cerradas en un puño en su regazo.
—Entonces, Kendra llamó y empezó a llorar, diciendo que necesitaba hablar con alguien y yo era la única persona de confianza. Le dije que tenía que estar en un lugar, pero ella gritó más fuerte y me rogó. Estuve de acuerdo en pasar por su casa. Está lidiando con algunas cosas en su vida personal que yo ya sabía y necesitaba que alguien le escuche. Cuando me di cuenta de que no iba a ser capaz de dejarla, quise llamar, pero no podía hacerlo delante de ella y explicarte. Por lo tanto, no lo hice. Simplemente iba a hacerle frente a la mala nota. No tenía idea de que incluso te importaría. — Me miró con una expresión de dolor en su rostro—. Me equivoque y nunca he estado tan enojado conmigo mismo. —Se puso de pie, metiéndose las manos en los bolsillos de sus jeans, con una mirada de derrota en su rostro.
Sonreí. —Por favor no te enfades contigo mismo. No te culpo por nada.
—Quería decir algo más, pero no pude. Me miró un momento antes de asentir.
—¿Existe la posibilidad de que no haya arruinado completamente todo entre nosotros? —Preguntó.
—¿Qué es lo que te preocupa haber arruinado? Todavía soy tu tutora, si eso es a lo que te refieres.
Se rió en voz baja y suavemente me tomó la mano. —Estoy muy agradecido de que sigas siendo mi tutora, pero eso no es a lo que me refiero.
Tenía miedo antes, de arruinar las cosas, pero no creo que pueda arruinar nada más de lo que ya lo he hecho. —Volvió a sentarse en la silla a mi lado y me miró con esos ojos azules de bebé, enmarcados en pestañas tan gruesas, que hacía que sea difícil no suspirar—. No quiero que solo seas mi tutora.
Quiero que seas la chica que busco en los pasillos todas las mañanas y a quien le guardo un asiento en la cafetería. Quiero que seas la que me espera cuando salgo fuera de la cancha en mis juegos. Quiero que seas la que me hace levantar el teléfono para llamarte, sólo para hacerme sonreír. —Sus ojos me miraban. Sam Evans parecía realmente nervioso.
Ella esperaba que dijera algo. Pude ver la pregunta en sus ojos. Sam quería llevar esto a un nivel que yo había pensado que quería antes, así que ¿Por qué era tan difícil de aceptar ahora? El miedo parpadeó en sus ojos y me las arreglé para asentir con la cabeza. Había accedido a dejar que las cosas cambien entre nosotros, pero de alguna manera, en el fondo, algo no se sentía bien.
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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 12:35 am

CAPITULO 5


Me quedé en el hospital durante una semana entera. Cada noche, me dormía al suave rasgueo de una guitarra. Cuando me despertaba en mitad de la noche, nunca era una habitación de hospital vacía, si la oscura y misteriosa alma se había quedado. Ella se sentaba en las sombras y tocaba una nana que decidí que me pertenecía.
Cada día, Sam venía inmediatamente después de su práctica de fútbol con la comida que le había pedido de contrabando dentro de su chaqueta de cuero. Trabajábamos en su tarea, y luego veíamos televisión y comíamos lo que había traído. Estar con Sam me hacía sonreír. Amaba cada momento que pasábamos juntos. Sin embargo, en la noche cuando el alma se sentaba en mi habitación y tocaba para mí, la música parecía llenar los lugares solitarios. Tenía una necesidad por el alma que no entendía. Mi deseo por ella me asustaba y me fascinaba. Mi última noche en el hospital su voz se unió al rasgueo de la guitarra. Le puso letra a mi nana:
La vida que recorro uniendo las manos
me hace tomar cosas que no entiendo.
Camino este oscuro mundo desconocido
que tienen por verdadero, olvidando el que conocí una vez,
hasta ti.
La vida que recorro eternamente era todo lo que sabía
Nada más me retenía aquí en esta tierra,
Hasta ti.
Siento el dolor de cada corazón que tomo
Siento el deseo de remplazar todo lo que he llegado
a odiar.
La oscuridad me abraza, pero la luz aún dibuja
mi alma vacía.
El vacío en el que solía usar dolor, para llenar el agujero
ya no me controla, ya no me llama.
Gracias a ti”.

A medida que mis párpados caían, y el sueño se apoderaba de mí, mi corazón sufría por el dolor en sus palabras. Eran palabras que sabía que significaban más para ella, que lo que yo comprendía. La canción con la que ella había llenado mis noches, era mucho más profunda que todo lo que había conocido.
Rachel corrió hacia mí en el momento en que Sam abrió la puerta delantera de la escuela y la mantuvo mientras yo caminaba al interior. La emoción en su rostro hizo que sus ojos marrones brillaran. Sonreí, esperando que me explicara la causa de su alegre comportamiento una mañana de lunes. Mi vuelta a la escuela no causaría esta respuesta. Se detuvo y miró a Sam. Ella se aclaró la garganta.
—Um, te veré en unos minutos. —Se excusó con una sonrisa y se dirigió hacia mi casillero para llevar mis libros.
—Está bien, se ha ido. Ahora, dime qué te tiene de tan buen espíritu esta mañana.
Entrelazó su brazo con el mío y se acercó a mi oído.
—Santana López está aquí. Como, en nuestra escuela. Como, inscrita en nuestra escuela. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé quel fue a una escuela secundaria en Mobile, Alabama, hasta el año pasado cuando su banda consiguió un hit y comenzó a tocar en todos los Estados Unidos en lugar de sólo en el suroeste. ¡GAH! ¡Puedes creer que está aquí! ¿En nuestra escuela?
Supongo que si tenía que volver a la escuela secundaria, nuestro pequeño y pintoresco pueblo costero es preferible a algún lugar de Alabama. Pero aun así, no puedo creer esto.
No pude evitar sonreír ante la emoción de Rachel, incluso aunque no tenía idea de quién era Santana López. Nunca había oído hablar de ella o de su banda antes. Seguí la vertiginosa expresión de Rachel, cuando mis ojos se encontraron con el alma. Anoche había combatido el sueño para ver si aparecía en mi dormitorio y me cantaba para dormir. No había venido. Verla ahora me hizo querer dar un suspiro de alivio.
La idea de que podía no volver a verla otra vez, me había asustado. Le sonreí sabiendo que debía actuar como si ella no estuviera allí pero no podía. En algún lugar del camino había llegado a confiar en su presencia. Sus ojos azul oscuro estaban satisfechos y menos encantadores de lo que recordaba. Quería caminar hacia ella y decir algo, pero no podía en esta sala llena de gente. Ella asintió con la cabeza como respondiendo a una pregunta, pero sus ojos no dejaron los míos. Una sonrisa tensa se formó en su rostro, sustituyendo la sonrisa de satisfacción que yo había recibido. Entonces, como a cámara lenta, dirigió su atención a la chica rubia, a su lado, riéndose y sosteniendo una revista y un bolígrafo para que ella lo tomara.
Observé, como perdida en un extraño sueño, cómo ella sonrió y asintió con la cabeza al oír las palabras de la chica. Ella firmó la revista que ella empujó en sus manos y se la devolvió. Oí a Rachel diciendo algo a mi lado, pero sonaba como si estuviera a kilómetros de distancia. Algo no iba bien. Di un paso hacia ella, incapaz de mirar hacia otro lado. Me sonrió, con su sexy sonrisa torcida que producía un perfecto hoyuelo. De repente, su sonrisa parecía de disculpa mientras, una vez más, se volvía hacia mí y tomaba algo de las manos de otra chica y firmaba en ello. Me quedé inmóvil, tratando de procesar lo que mis ojos veían.
—Está bien, Brittany, vas a tener que salir de esto. Sam está viniendo y si nota que estás mirando a Santana López como si quisieras devorarla, va a ser un problema. Quité los ojos del alma y contemplé a mi amiga. —¿Qué? —Me las arreglé para preguntar a través de las preguntas pululando en mi cabeza. Rachel sonrió y negó con la cabeza. —Por Dios, chica, estás peor que yo. Por lo menos yo no me di un golpe cuando la vi en la oficina más temprano. Por supuesto, ella no parecía realmente preocupada por tu reacción. Lo que es una buena cosa, teniendo en cuenta que puedes parecer un poco acosadora.
Negué con la cabeza sin comprender. —¿Qué? —Pregunté de nuevo.
—Descubrí la gran noticia. —dijo Sam, detrás de mí, y yo sabía que tenía que voltearme para mirarlo, pero, justo ahora, no podía. Todo el mundo podía ver el alma. Nada tenía sentido. Cerré los ojos y respiré hondo y después los abrí para notar que Rachel me miraba, con una expresión divertida en su rostro.
—¿Lo ves a ella? —Pregunté en un susurro. Su mirada parpadeó con cautela detrás de mí, donde sabía que Sam estaba de pie, y luego se lanzó hacia donde se encontraba el alma.
Una vez que sus ojos volvieron a los míos, asintió lentamente con la cabeza.
—Um, sí, pero ¿De qué “ella” estamos hablando? —Preguntó en un susurro. Miré rápidamente hacia el lugar donde el alma todavía hablaba a los estudiantes y firmando cosas. Rachel se acercó a mi oído—. Eso es Santana López, todo el mundo lo ve ¿Tomaste algunos medicamentos para el dolor importantes esta mañana? Porque estás actuando de manera extraña Santana López. El alma, mi alma ¿Era “Santana López” cantante? Una mano se posó en mi hombro y me volví poco a poco para enfrentar a Sam. Su preocupado ceño fruncido era idéntico al de Rachel. Negué con la cabeza para despejarme y forcé una sonrisa.
—Mamá me hizo tomar algunas de mis pastillas esta mañana y creo que están jugando con mi cabeza. —Mentí, aferrándome a la excusa que Rachel me había dado. Sam sonrió y deslizó su brazo protector alrededor de mis hombros.
—Ah, bueno, yo cuidaré de ti. Vamos, vamos a tu primera clase. Ya tengo tus libros. —Caminé al lado de Sam, aliviada, pero aún decepcionada de no estar caminando al lado del alma. Me quedé esperando para ver si me despertaba de esa sensación de sueño extraño y escuchaba el alma tocando suavemente en mi habitación.
Llegué a Literatura Inglesa antes de darme cuenta de que Sam había estado guiándome a la misma. Ella me dio la vuelta para mirarlo de frente.
—Si me necesitas, mándame un mensaje de texto y estaré aquí en un segundo, ¿De acuerdo? —Asentí con la cabeza y me dio un beso rápido antes de volverse y me dejó en la puerta de mi salón de clases. Entré, luchando contra la necesidad de volver atrás y ver la multitud de personas alrededor del alma, a quien llamaban Santana López. Me senté en el primer pupitre al volver en mí y empecé a abrir mi libro, cuando un cálido cosquilleo recorrió mi cuerpo.
Sobresaltada, miré hacia arriba. Santana se dirigía hacia mí. Me atreví a echar un vistazo sobre los otros chicos de la clase. Todos los ojos se posaban en ella. Esto tenía que ser algún tipo de sueño de locos. Ella se sentó detrás de mí y luché contra el impulso de temblar por la cálida sensación que su cercanía parecía estar causándome. Esto no había ocurrido antes.
—No creo que nos hayamos conocido. Soy Santana López. —Su familiar y suave acento no sonaba como si estuviera soñando.
Me giré para mirarlo. Si hubiera tomado calmantes esta mañana estaría convencida de que estaba colocada. No había excusa para esta alucinación.
—No entiendo. —dije simplemente. Una sonrisa de disculpa tiró de sus carnosos labios. ¿Eran sus labios más llenos ahora que eran de carne y hueso?
—Lo sé, y lo siento. ¿Sería mucho pedirle que me lo detallaras? Si esto era real, entonces sería muy bueno si pudieras explicarme cómo, de repente, ella podía ser vista por el resto del mundo vivo. Mejor aún ¿Por qué todos creían que es una estrella de la musica? No dijo nada pero sus ojos nunca dejaron los míos. Alguien pasó y le pidió un autógrafo y ella negó con la cabeza, sin apartar sus ojos de mí. Todo el mundo en la sala parecía estar observándonos. Hablando con ella, aquí, no me daría ninguna respuesta. Aparté mis ojos de su cálida mirada y me di la vuelta en mi asiento. Si no me despertaba pronto, entonces me preocuparía sobre una mejor explicación que “lo siento”.
—Calma, calma. —La voz del señor Brown aplazó el murmullo excitado y las risas ocasionales—. Es muy emocionante, me doy cuenta, tener a una, —El Sr. Brown agitó una mano en dirección de Santana —, joven, entre nosotros, cuyo talento a muchos de ustedes les gusta. Sin embargo, este momento es para aprender de la belleza que la Literatura Inglesa tiene para nosotros.
Podemos soñar y desmayarnos por el Sita. López durante nuestra hora de comer.
—Ahora, vamos a seguir adelante con nuestro estudio de Shakespeare. Nos hemos referido a el brevemente este año ya que este no era su primer contacto con Shakespeare y creo que es importante centrarse en algunos otros famosos dramaturgos. El dramaturgo griego Esquilo, fue muy influyente en sus obras. De hecho, varias fuentes antiguas le atribuyen entre setenta y noventa obras. Creo que el viernes les pedí a todos que leyeran el capítulo en su libro sobre Esquilo, y puesto que era fin de semana ¿Puede alguien aquí decirme algo que aprendiera de su lectura? —El Sr. Brown juntó las manos sobre el pecho, para descansarlas sobre su vientre redondo.
La sala permaneció en silencio. Preferí pasar mi fin de semana tratando de ponerme al día con toda mi pérdida escolar y la lectura de Esquilo no había sido muy importante. Además, concentrarse en este momento sería difícil.
—Sólo seis de sus tragedias se han conservado intactas: Los Persas, Siete contra Thebes, Los Suplicantes, y la trilogía conocida como La Orestiada, que consta de tres tragedias: Agamenón, Las Coéforas y El Euménides. —La voz de Santana llegó a lo largo de la habitación y el Sr. Brown miró hacia ella sorprendido.
—Siete, Sita. López. Se te olvidó Prometeo Encadenado.
—La autoría de Prometeo Encadenado se disputa. Se cree que es la obra de un autor posterior. —Celebró la voz de Santana en tono de aburrimiento.
El Sr. Brown enderezó su corto y ancho cuerpo y se quedó mirando abajo, hacia Santana, con una suave sonrisa apareciendo en su rostro. —
Porque, sí, lo es, pero esa información no está dentro de su libro de texto. Miró al resto de la clase sonriendo, como si alguien le hubiera llevado docenas de donas. —Parece que nuestra musical amiga está bien educada. Escuché una risa silenciosa detrás de mí y miré por encima de mi hombro para ver los ojos de Santana en los míos. ¿Había leído mi mente?
¿Tenía súper poderes? Me alejé de ella y cerré los ojos, tratando de conseguir que las preguntas alojadas en mi cabeza sobre lo que Santana López hacía, se apartaran el tiempo suficiente para prestar atención en clase.
—Muy bien, muy bien, de verdad. Ahora, como se indica en su plan de estudios para el año, todos habrán comprado copias de La Orestíada: Agamenón, Las Coéforas, El Euménides. Vamos a comenzar nuestro estudio de Esquilo con la lectura de su obra, Agamenón ¿Quién trajo su libro a clase como solicité el viernes? —Baje la mirada, a mi libro de texto y un cuaderno. Sam no había conseguido la edición de bolsillo de mi casillero—. Ah, y nuestro nuevo estudiante me sorprende una vez más. —Levante la vista para ver al Sr. Brown asintiendo con la cabeza hacia el escritorio de Santana —. ¿Ese es el libro en su escritorio o no Sita. López?
—Sí señor. —Respondió Santana y me estremecí involuntariamente. Me pareció oír otra suave risa que venía de detrás de mí—. Bueno, entonces ¿Podría empezar a leer por mí? Ya que parece que el resto de los estudiantes en esta sala, que de hecho estuvieron aquí el viernes, parece que sufren pérdidas de memoria.
Santana se aclaró la garganta y comenzó a leer. —Queridos Dioses, me he librado de todo el dolor, el largo que veo mantener, todo un año despierto…apoyado en mis brazos, en cuclillas en el techo de Atreo como un perro. Conozco las estrellas por memorias, los ejércitos de la noche, y hay en la delantera los que nos traen la nieve o los cultivos de verano, nos traen todo lo que tenemos —nuestros grandes reyes del cielo, los conozco, cuando se levantan y cuando caen…y ahora veo la luz, la señal del fuego saliendo de Troya, gritando Troy es tomado. Por lo tanto, ella ordena, llena de grandes esperanzas.
La clase pasó muy rápido con la hipnótica voz de Santana al mando de la sala. El ring de la campana me hizo saltar. Sacudí la cabeza tratando de salir del trance en el que su lectura me metió. Me puse de pie y cogí mis libros, sabiendo que Sam estaría en la puerta, esperándome, listo para coger los libros para mi próxima clase. Me tomó un esfuerzo supremo no mirar atrás a Santana .
El sonido de las chicas risueñas y los fans aduladores me permitió llegar a Sam sin descomponerme y volverme a echarle un vistazo.
—¿Una clase divertida? —Sam enarcó las cejas y asintió con la cabeza hacia donde sabía que Santana se rodeaba de admiradoras femeninas. Me encogí de hombros. —En realidad no. Tragedias Griegas, ya sabes, lo de costumbre. —Sam me disparó una de sus sonrisas fáciles antes de llegar a mis libros.
—Me alegro de haber hecho mi movimiento antes de que Santana López se presentara. —dijo, con una voz en broma, que sonaba forzada.
No miré hacia ella. —¿Qué quieres decir? —¿Acaso notó el rubor en mis mejillas cuando dijo el nombre de Santana ? Dios, esperaba que no.
—Parece que no puede apartar los ojos de ti. No es que la pueda culpar. —Me pasó el brazo por los hombros y me atrajo como si necesitara aferrarse a mí. Al instante la culpa me inundó. La forma en que me estremecía y me fundía cuando estoy cerca de Santana , no era justo para Sam. Un tirón extraño dentro de mí, convirtió todo alrededor y me hizo agarrarme al brazo de Sam en busca de apoyo. Tal vez esto era un sueño después de todo. Era casi como si algún dominio de hierro estuviera tratando de obligarme a detenerme y dar marcha atrás.
—¿Estás bien? —La voz de Sam tenía preocupación. Sabía que el pensaba que había perdido mi mente. Nada acerca de la manera en que actuaba era cuerdo. Le sonreí tranquilizadoramente. —Estoy bien. —Incapaz de luchar contra el tirón invisible, miré hacia atrás y mis ojos inmediatamente encontraron a Santana , rodeada de chicas y chicos, pero sus ojos miraban directamente sobre mí. Incluso desde esta distancia, podía sentir el calor de su intensa mirada.
—Ella parece ser un tema caliente. —Murmuró Sam, mientras su mirada seguía la mía. Sacudí la cabeza de vuelta, furiosa conmigo misma por ceder y buscarle. La preocupación en la voz de Sam lo decía todo. Necesitaba controlarme.
—Realmente no hago todo lo de la cosa de cantar. Sinceramente, ni siquiera tengo una pista de lo que canta o la banda en la que está. Sam besó la parte superior de mi cabeza. —Me gustaría que la estrella hubiera escuchado eso. —Pareció relajarse a mi lado.
—Eso no es cierto, Brittany. Tú disfrutas de tu pequeño concierto privado cada noche mientras duermes.
Me quedé inmóvil sujetando el brazo de Sam más fuerte. ¿Qué diablos fue eso? ¿Acababa Santana de hablar en mi cabeza? ¡Dios, esto tenía que ser un sueño! Se volvía más loco por momentos. Me desprendí del brazo de Sam y me pellizqué tan duro como fue posible.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó, con una mirada de confusión en su rostro. Mi cara se puso caliente. En cuestión de minutos estaría de color rojo brillante. No estoy segura si era por el hecho de que Santana acababa, de alguna manera, de hablarme en el oído aunque estuviera al otro lado del pasillo, o por el hecho de que me pellizcaba en el pasillo como una loca.
—Relax, Brittany, nadie me escucha aparte de ti. Quita el encantador sonrojo de tu rostro. Tu amigo, quien parece pensar que le perteneces, va a pensar que estás loca. Me di la vuelta, esta vez necesitando ver dónde estaba. Era la voz de Santana la que había oído. Tan claramente como si estuviera de pie a mi lado, inclinándose hacia mi oído. Santana no encontraba justo a mi lado. Seguía donde yo recordaba: de pie en el extremo opuesto del pasillo, escuchando a una chica pelirroja, estudiante de primer año, que parecía estar en las nubes por la atención de la estrella . Su mirada dejó la de ella y se encontró con la mía. Me guiñó un ojo y me dio su sonrisa maliciosa antes de mirar atrás a la muchacha a su lado. Me tragué el miedo corriendo a través de mí y me alejé de ella. ¿Me habría realmente hablado desde el otro lado del pasillo sin que nadie lo hubiera escuchado?
—¿Estás bien, Brittany? —La voz de Sam rompió mi momento de pánico y me las arreglé para forzar una sonrisa y un guiño.
—Sí, pensé que me había olvidado de algo, pero no lo hice. Sam se rió entre dientes. —¿El medicamento sigue jugando contigo? — Preguntó con una voz que ayudó a traerme de vuelta a la normalidad.¿ Ella era normal. Ella era real. —Um, sí, creo que sí. —Si tan sólo hubiera tomado medicamento para el dolor esta mañana, tal y como seguía diciendo, entonces podría culpar de todo esto a los productos químicos. Pero sabía la verdad. No había tomado nada. Me estoy volviendo loca por mi cuenta.
***
—Hablé con Sam durante el discurso y le sugerí que nosotros cuatro fuéramos a ver una película esta noche para celebrar tu regreso a la escuela —dijo Rachel desde el otro lado de la mesa de la cafetería. Había estado tan perdida en mis pensamientos que no me había dado cuenta que se había sentado frente a mí.
Miré hacia arriba. —Eso suena como una gran idea. Rachel frunció el ceño, inclinó la cabeza y se acercó más a mí. — ¿Estás bien? Forcé una sonrisa y asentí con la cabeza. Convencer a mí mejor amiga de que no me volvía loca internamente, iba a ser difícil. Como era de esperar, levantó las cejas y me dio el “no te creo” con los ojos mientras se echaba hacia atrás. Por suerte, Puck eligió ese momento para unirse a nosotras, por lo que ella no tenía la oportunidad de probarme más.
—Esta noche después de la práctica de fútbol de Sam, todos vamos a ir al cine para celebrar la recuperación de Brittany. Puck me miró con cara de preocupado. —¿Estás para eso? Asentí con la cabeza. —Claro, me siento mucho mejor. Tengo que salir y hacer algo normal.
La sonrisa de Rachel regresó. —Entonces, está arreglado. Ahora, todo lo que queda es decidir qué película vamos a ver. —Los ojos de Rachel se quedaron mirando algo por encima de mi cabeza—. Uf, no me extraña. — dijo en tono de disgusto. Eché un vistazo hacia atrás para ver lo que ella encontraba tan irritante. Kendra entró con el brazo metido dentro del codo de Santana , sonriendo tímidamente hacia ella, mientras que hablaba con ella. Era evidente que disfrutaba de su atención. No sería la primera en ser víctima de sus atenciones. Kendra hacía un completo paquete de perfección, si dejabas aparte su personalidad. Volví la cabeza hacia atrás, esperanzada de poder cubrir las emociones agitadas en mi estómago. La visión de ella, del brazo de ella, me puso un poco enferma.
—Sería Kendra la que consiguiera la estrella. —dijo Rachel, en un tono de disgusto, antes de tomar un bocado de su ensalada.
—Espero que no sean celos lo que estoy escuchando en tu voz. Teniendo en cuenta que sería un golpe a mi ego. —dijo Puck en broma y Rachel lo fulminó con la mirada.
—Por supuesto que no. Ojalá Santana López no haya decidido dar su atención, a esa perra asquerosa. Hay un montón de otras chicas hermosas en esta escuela que serían mucho mejores opciones.
Puck se rió entre dientes. —¿Cómo quién? Rachel se encogió de hombros. —No lo sé. Simplemente alguien que no sea Kendra. —Puck se rió en voz alta y meneó la cabeza.
—¿Qué me perdí? —Preguntó Sam, mientras se sentaba a mi lado.
—Nada, —Le respondí un poco demasiado rápido. Puck asintió con la cabeza hacia donde Santana y Kendra se sentaban en una sola mesa—, parece que Rachel cree que cualquiera sería una mejor opción para la estrella, que Kendra.
Sam asintió con la cabeza. —Es probable que tenga razón. Sin embargo, mientras no se detenga a comer con los ojos a mi chica, no me importa a quién le da su atención.
Rachel alzó las cejas en sorpresa hacia mí. —¿En serio ha estado comiéndote con los ojos?
Rodé mis ojos. —No. —Mi rápida respuesta ni siquiera sonó creíble para mis propios oídos.
—Sí, lo ha hecho. —dijo Sam, alcanzando mi mano debajo de la mesa. Me dio un apretón suave, como para tranquilizarme. Suspiré y me relajé. No tenía sentido discutir con ella. Sabía que Santana me observaba con más frecuencia que cualquier otra persona. No me había dado cuenta de la forma posesiva en que me sentía hacia ella, hasta que había visto a Kendra conseguir su atención. Podía ir a cantar a Kendra para dormir con su guitarra y su música de belleza inquietante. Oí una baja risa y me volví para mirar a ambos, Sam y Puck, cuyas bocas estaban llenas de comida. Me quedé inmóvil y miré hacia atrás, a la mesa donde Santana parecía tener una conversación privada con Kendra. Sus ojos dejaron los de ella y me dio una mirada divertida antes de volver a la perfecta rubia a su lado.
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Mensaje por Dolomiti Dom Mayo 25, 2014 4:03 pm

Jajajaja estoy realmente intrigada! Espero que sigas subiendo más caps ;)
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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 10:55 pm

Dolomiti escribió:Jajajaja estoy realmente intrigada! Espero que sigas subiendo más caps ;)


Hola gracias por comentar, ya que es la primera vez que hago una adaptación

y como lectora tomare tu opinión la historia ya la tengo completa del primer libro, la subo entera o por 5 capítulos.

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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 11:00 pm

CAPITULO 6


—Tengo entendido que éste es tu primer juego de fútbol. —dijo mi madre, sonriendo desde el lavado de la cocina, donde se encontraba de pie, escurriendo fideos en forma de lazos. Me encogí de hombros. —Supongo. Alzó la mirada para verme. —¿Y saldrás con el mariscal cuando termine? —Comencé a responderle, cuando un alma entró a la cocina por las puertas cerradas que dan al patio. Me puse rígida. Había pasado un largo tiempo desde que un alma había vagado por nuestra casa. El alma parecía joven. Su cabello colgaba por su espalda en largas ondas rubias. Parecía que flotara alrededor de su cintura. Comencé a hacer lo acostumbrado y actué como si no la hubiese visto, pero se detuvo directamente frente a mí y empezó a estudiarme detenidamente. Sus ojos parecían translúcidos y sus pestañas eran increíblemente largas, pero tan rubias que parecían casi indetectables. Su cabeza se inclinó a un lado mientras se acercaba hacia mí, como si yo fuera algún tipo de experimento científico que le llamaba la atención.
—¿Cariño? —La voz de mamá me despertó de mi trance. Quité mi mirada del alma, lo cual era un poco difícil ya que se encontraba tan cerca de mí que podía estirar la mano y tocarla.
—Um, sí, lo siento. —Mamá ya no parecía divertida. Me frunció el ceño, con el colador de fideos en las manos ya olvidado.
—¿Te encuentras bien, Brittany? Tal vez deberías quedarte en casa y descansar. Toda una semana de clases debió haber sido difícil después de todo lo que has pasado. —Me forcé a mí misma a no temblar cuando una fría mano tocó mi cabello.
—Es lindo. —El musical sonido de la voz del alma me sorprendió. Salté lejos de ella.
—¿Brittany? —Tomé una gran bocanada de aire para calmarme, y forcé una sonrisa que esperaba fuera normal.
—Estoy bien, solo un poco nerviosa. Necesito terminar de arreglarme antes de que Rachel y Puck lleguen. Mamá asintió y su sonrisa regresó. —De acuerdo, entonces. Supongo que los nervios son entendibles cuando uno va a tener una cita con un chico tan guapo. —Guiñó e intenté mantener mi sonrisa falsa antes de girarme y salir de la cocina. Cerré la puerta de mi habitación y me giré para ver si el alma me había seguido.
—¿Estás buscándome? —La musical voz provino detrás de mí. Me volteé, sorprendida y dejé salir un audible chillido.
—¿Qué estás haciendo? —Pregunté, confundida. ¿Por qué las almas habían comenzado a hablarme? Dejó salir una risita que sonó similar al repique de las campanas.
—Ya está fijado. —dijo simplemente y caminó más cerca de mí. Tendí ambas manos al frente como si eso evitaría que se acercara.
—No te acerques más. —dije, dándome cuenta que, por primera vez en mi vida, me sentía completamente aterrorizada de un alma. Frunció el ceño. —No eres muy amigable.
Dejé escapar una pequeña risa. —¿Qué? ¿No soy amigable con una fantasma que flota en mi casa y comienza a tocarme? Bueno, disculpa mi mala educación, pero esto es un poco perturbador. Su ceño parece tomar una expresión comprensiva. —Ah, sí. Bueno, supongo que solo asumí que ya estabas acostumbrada a nosotros. Así que sabía que podía ver almas. —¿Quién eres? —Pregunté de nuevo, deseando que mi voz sonara firme en vez de, sin lugar a dudas, temblorosa. No respondió, pero volvió a estudiarme detenidamente—. Necesito arreglarme para salir antes de que mis amigos lleguen. Si no tienes ningún propósito al estar aquí, entonces, ¿Podrías encontrar otra casa por la que vagar?
Su risa cantarina llenó la habitación nuevamente.
—No vago por las casas de las personas. —Como si yo hubiese dicho la cosa más tonta que alguna vez hubiese escuchado—. Está fijado. —dijo de nuevo, sonriendo ampliamente.
Empecé a preguntarle a lo que se refería cuando, una vez más, me quedé sola en mi habitación. Me giré en círculos, esperando verla caminando por allí, pero se había ido.
Necesitando escuchar la normalidad que era escuchar el canto desafinado de mi madre mientras preparaba la cena, fui y abrí la puerta de mi habitación. Necesitaba ver a Santana . Quería respuestas. Antes de Santana , las almas no hablaban conmigo. Me había gustado de esa manera. Me gustaría mantenerlo de esa manera. No me agradaba la idea de que las almas caminaran hacia mí, me tocaran y me hablaran. Podía lidiar con su presencia, pero prefería ignorarlas y, en respuesta, ser trataba como todos los demás. Di otra rápida vuelta en mi habitación y en silencio cerré la puerta. Caminé al otro lado del cuarto, poniendo distancia entre la puerta y yo. Lo último que necesitaba era que mi mamá escuchase lo que estoy a punto de hacer.
—Santana . —dije en voz alta. Me había hablado desde el otro lado de un pasillo lleno de gente. Me imaginaba que podía escucharme en cualquier lugar. Pero igual no era ninguna experta en las señales de las almas. Nunca había sentido la necesidad de contactar alguna. Esperé, pero nada sucedió. Me giré para revisar detrás de mí. —¿Santana ? —dije nuevamente, sintiéndome estúpida. La habitación se mantuvo vacía. Con un suspiro de derrota, volví hacia la puerta y la abrí. Necesitaba dejar de jugar con lo sobrenatural y arreglarme.
* * *
—¡Vaaaaamos PIRATAS! —Rachel anima altísimo desde su asiento a mi lado. Íbamos ganando por dos touchdowns y la multitud comenzó a celebrar locamente. Al juego solo le faltaban cuatro minutos para terminar y no había visto a Santana por ningún lado. Aparentemente, Kendra no lo había visto tampoco, ya la había estado observando mientras animaba en el campo de futbol. Seguía buscando entre la multitud, por ella. Por supuesto, sus razones de querer verla eran completamente distintas a las mías. Sin mencionar el hecho de que las de ella no eran ni de cerca tan importantes.
Con cada ceño en su rostro, supe que no había visto a la elusiva Santana López. Necesitaba encontrarlo antes que el juego terminara. Salir con Sam a celebrar la victoria más tarde sería obstaculizado por las preguntas sin respuestas en mi cabeza.
—¿Podrías dejar de buscar en la multitud a la estrella y mirar a tu novio? —Siseó Rachel en mi oído. Debía haber sabido que me descubriría. Fruncí el ceño. —No estoy buscando a la estrella de. El fútbol simplemente me aburre. Rachel rió y rodó sus ojos. —Solo tú saldrías con el mariscal ardiente y luego admitirías que te aburre el fútbol. Me encogí de hombros y luego volví mi atención a la acción que ocurría en el campo. En el momento en que mis ojos se fijaron en Kendra, vi como su rostro se iluminaba mientras veía a alguien abajo en las gradas. No podía verla desde donde me encontraba, pero sabía que había llegado. Esa sería la única razón por la que Kendra cambiaría su irritada expresión por una de encanto total. Miré hacia Rachel y Puck, quienes se encontraban observando el juego. La expresión de Kendra no era algo a lo que prestaban atención.
Busqué mi bolso. —Voy a comprar algo de tomar, ¿Quieren algo? — Pregunté, deseando que dijeran que no. No quería ser apresurada. Necesitaba encontrarme a solas con Santana y obtener algunas respuestas.
—No, el juego ya casi termina y vamos al Grill a celebrar. Podemos tomar algo allí. Deslicé mi bolso sobre mi hombro. —Tengo sed ahora. Nos vemos en el campo cuando todo esto termine. —Rachel busca a mí alrededor por entre la multitud. No tenía que preguntar para saber que buscaba a Santana . Por suerte, ella no se había aparecido a la vista. Rachel me miró nuevamente y se encogió de hombros.
—De acuerdo —Me giré y caminé rápidamente antes de que viera a Santana o decidiera que quería algo de la tienda. Santana se encontraba de pie mirando el juego en el campo con los brazos cruzados, como si estuviese aburrido. Sus ojos se encontraron con los míos en el momento en que aparecí por la esquina. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. No tenía tiempo para lidiar con sus astutos comentarios sobre yo queriendo encontrarla.
—Necesito hablar contigo a solas, ahora. —dije susurrando mientras pasaba a su lado y me dirigía hacia el oscuro estacionamiento. No me giré para ver si me seguía. Podía sentir su presencia. Una vez supe que nos encontrábamos fuera de la vista de todos, me giré para mirarla—. ¿Quién es ella? —Demandé.
Santana frunció el ceño. —Se más específica, por favor. Suspiré y cerré los ojos contra la distracción que su voz siempre me significaba. Costaba concentrarme, viéndolo a la luz de la luna. —El alma que vino a mi casa y me tocó y habló conmigo. Me dijo “está fijado” dos veces.
Santana se tensó visiblemente y se acercó a mí. —¿Qué? —Preguntó con expresión sorprendida en su rostro.
—Un alma vino a mi casa. Me tocó y habló conmigo. Las almas nunca me hablaban, antes de que llegaras. Incluso entró a mi habitación. —
Murmuré, con miedo de que alguien pudiese escucharme. —¿Dijo “está fijado”? —Preguntó, con voz tensa. Podía darme cuenta que trataba de controlar su temperamento, simplemente, no sabía por qué se molesto. Asentí, mirándolo de cerca. Caminó más dentro en la oscuridad y luego subió su mirada enojada al cielo. —No jodas conmigo. —dijo en voz alta y fuerte. Retrocedí, sin estar segura de a qué le gritaba. Se quedó de pie con la espalda hacia mí, tomando profundas bocanadas de aire, y esperé, deseando no haberlo traído sola aquí en la oscuridad.
Lentamente se giró. Incluso en la oscuridad, claramente podía ver sus ojos azules. Me recordaban a brillantes zafiros reflejando los rayos del sol.
—Voy a estar vigilando. —Su voz sonaba aún más intensa que antes. Di un paso atrás, aterrorizada por el creciente brillo en sus ojos, saliendo desde la profundidad de su pecho—. Si se acerca a ti, o cualquier otra… alma se acerca a ti, adviérteles que vas a decirme. ¿Entiendes? —Me encontraba asustada. No de Santana , pero de… algo. —¿Quién es ella? —Pregunté de nuevo.
En su rostro se reflejó una mirada torturada antes de girarse lejos de mí. —Alguien que ha venido a enmendar algo malo. —Caminé más cerca de ella, necesitando saber más, pero sacudió su cabeza en protesta y luego desapareció. Me quedé de pie, sola en el estacionamiento. Debido a los recientes acontecimientos, no me gustaba estar aquí afuera, sola. Aun sabiendo que Santana se encontraba lo suficientemente cerca, que vendría si lo llamaba. Las celebraciones se escuchaban desde el campo, señalando que el juego había terminado.
Mis preguntas todavía no tenían respuestas. Caminé rápidamente de vuelta al estadio iluminado, frustrada con Santana y su determinación por ser evasiva, incluso cuando ella mismo parecía ser la causa de mi vida hecha desastre. El campo lleno de piratas celebraba mientras caminaba por entre las masas de estudiantes y padres. Comencé a buscar a Rachel y a Puck.
Una risa familiar llamó mi atención y me giré para ver a Kendra con sus manos en el pecho de Santana mientras ella bajaba la mirada hacia ella con una sonrisa en su rostro. Me congelé. Ella parecía contenta y despreocupada con la atención de la animadora rubia, cuando hace solo momentos se encontraba maldiciendo hacia el cielo y diciéndome que amenazara a cualquier otra alma parlanchina que tuviera contacto conmigo. La urgencia de acercarme a Kendra y jalarla por los cabellos hasta que estuviera a unos buenos tres metros lejos de Santana , era difícil de resistir. Sus ojos se apartaron de los de Kendra y me encontraron. Asintió como saludando antes de volver su mirada a la chica en sus brazos. Tragué la sensación de traición y retiré mi mirada lejos de ambas. Santana no me pertenecía, así que, en realidad, no me traicionaba. Ese recordatorio no me hizo sentir para nada mejor. En ocasiones, parecía como si Santana López y el alma fueran dos seres completamente distintos. Confiaba en el alma. Santana López me confundía.
—¡Brittany! —La voz de Rachel se escuchó por entre las voces de celebración. Me giré, sin estar segura de poder enfrentarla en estos momentos. Miré de nuevo hacia el estacionamiento, pensando en alguna manera de poder escapar. Pero mi casa ya no parecía segura. La hermosa alma rubia me había asustado—. ¿Brittany? —Llamó Rachel, de nuevo, y volví mi atención nuevamente a la multitud, sabiendo que debería ir hacia ella. Sam estaría esperándome. Sin embargo, esa yo que conseguiría, no era la que merecía. No celebraba por la victoria. En vez de eso, me encontraba aterrorizada de lo desconocido.
—Ve con ellos. Estoy aquí. Te encuentras a salvo. —La voz de Santana llegó fuerte y clara por entre las voces de la multitud. Justo como antes, nadie más pareció escucharlo. Busqué su familiar rostro entre aquellos de las personas a mí alrededor.
—¡Jesús, Brittany, estás sorda! ¿Dónde has estado? Vámonos. — Rachel tomó mi brazo y comenzó a jalarme por entre la gente que celebraba. Le permití llevarme y forcé una sonrisa. Sam lo esperaría de mí. Rachel y Puck lo esperarían de mí. Iba a terminar diagnosticada de loca si no me controlaba. —¡Allí está! —Me gritó Rachel al tirarme hacia Sam. Ella acababa de salir de los vestuarios, recién bañado y con un par de vaqueros descoloridos y un jersey limpio. Tomé una gran bocanada de aire y plasmé una sonrisa en mi cara. Ella miró en mi dirección y lo saludé con la mano. Sonrió ampliamente y corrió hacia mí. Antes de poder darme cuenta, me levantaba y presionaba contra su pecho. No tuve tiempo de prepararme para cuando sus labios cubrieron los míos. Sus brazos a mi alrededor eran cuidadosos debido a que mis costillas todavía sanaban. El me recordaba la calidez y la seguridad.
Subí mis manos hasta su pecho, esperando poder aferrarme a el un poco más y pretender que de verdad me encontraba a salvo. Sus manos se deslizaron por mi cabello e inclinó mi cabeza hacia atrás al profundizar más el beso. Lo tomé completamente. Necesitaba este sentido de normalidad.
Esta falsa sensación de seguridad. Sam era real y representaba todas las cosas seguras. Necesitaba esa conexión con el mundo. En este momento necesitaba lo que me ofrecía. Sin embargo, bailando peligrosamente en el fondo de mi mente, había pensamientos de otra boca, lo que parecía revolver cosas aún más intensas dentro de mí. Cerré mis ojos con más fuerza, intentando luchar con el deseo de tener los brazos de Santana presionándome más cerca, con sus perfectamente esculpidos labios contra los míos. Esto era seguro. Sam era saludable para mí.
Rompió el beso y se separó solo un poco, me di cuenta que su respiración era irregular, no como la mía. El parecía aturdido. —Eso fue aún mejor de lo que había imaginado. —dijo, sin aliento. La punzada de culpa que me había estado embargando, desde que Santana se había metido bajo mi piel, me recordó que esta era la decisión correcta.
—De acuerdo, ustedes dos necesitan o conseguir un jodido cuarto, o salir a la superficie por aire para poder ir a buscar algo de comer. Muero de hambre. —La divertida voz de Puck entró al pequeño mundo en el que nos habíamos perdido por entre la multitud de gente.
Sam me guiñó y deslizó su brazo alrededor de mi hombro. —Vamos a comer. —dijo, sonriendo como un pequeño niño al que le acaban de dar caramelos. Me aferro a el por lo que representaba en mi vida, no porque lo deseara, pero aparté eso de mi mente. Pensar en el asunto solo hacía que la culpa aumentara.
* * *
—Después del juego de esta noche no veo cómo los Scouts4 pueden mantenerse apartados. —dijo Puck, sonriendo desde el otro lado de la mesa frente a Sam y yo. Sam rió. —Un juego no derrotará a los Scouts de la universidad, sabes eso. Puck llevó una papa frita hasta su boca. —Un par más como ese y descenderán. —dijo, seguro de sí mismo.
El pulgar de Sam acarició mi mano. Había comenzado a sostenerme la mano cada vez que nos encontrábamos juntos. Era dulce. —Oh, qué asco ¿Tenían que venir aquí? Es decir ¿Por qué no simplemente se lleva a la chica pulpo a un hotel y nos dejan comer en paz? —dijo Rachel en voz molesta, mientras me daba una expresión de conocimiento. Alcé la mirada, para ver a Santana entrar por la puerta con una muy pegada Kendra a su lado. Alcancé mi soda y decidí estudiar la tarjeta de comercio puesta debajo del vidrio encima de la mesa—. Creo que la única manera en que pueda estar más cerca de ella, es si envuelve las piernas a su alrededor y ella se ve en la obligación de cargarla. —dijo Rachel en tono de asco.
Puck rió. —De acuerdo, Rachel, deja tranquila a la pobre chica. Parece que la estrella tiene sus manos llenas tratando de evitar que la viole. No necesita que andes haciendo comentarios sarcásticos. —Rachel rió tontamente y descansó su cabeza en el hombro de Puck.
—¿Qué la viole? Me gusta esa. Desearía haberla pensado. —Puck sacude su cabeza mientras lleva otra papa frita a su sonriente boca. Sam suspiró. —Tiene muchos problemas que hacen que actué como lo hace. —Lo miré y me di cuenta que parecía más preocupado que divertido. Rachel rodó los ojos. —Tú lo sabrías. Saliste con ella como por tres años.
Sam bajó la mirada hacia mí. —Sí, lo hice, pero solo porque la única chica que quería, parecía que yo no le gustaba completamente. Sonreí y apreté su mano. —Era estúpida. —Era verdad. Conocer a Sam me enseñó que juzgar a otros no era solamente malo, sino que provocaba que me perdiera amistades con personas especiales. Sus ojos se tornaron serios y se inclinó, pero se detuvo justo antes de que sus labios tocaran los míos. —Eres brillante. Quizás solo un poco lenta en la aceptación, pero brillante de todas maneras. —Sus labios tocaron gentilmente los míos. De nuevo, me sentí segura. Un profundo gruñido me sorprendió y brinqué hacia atrás, mirando a Sam para ver si había estado gruñendo. El confundido ceño en su rostro me dijo que no había sido el. Su pulgar acarició mi labio inferior y el gruñido comenzó nuevamente. Definitivamente no era Sam quién hacia esos sonidos de animales—. ¿Estás bien? —Preguntó suavemente.
—Lo siento, pensé que habías dicho algo. —Expliqué, forzando una sonrisa. Sonrió y dejó caer su mano de mi rostro. El gruñido disminuyó y miré alrededor de la habitación. Santana se encontraba sentada en la mesa de la esquina junto a Kendra, quien parecía estar hablando animadamente con otra animadora al lado de ellos. Sus ojos oscuros me miraron con un brillo posesivo. Había sido ella. Ella había gruñido. ¿Cómo hacía eso? Podía sentir la mirada de Rachel y no quería que me estuviese haciendo más preguntas. Me concentré de nuevo en mi comida y lancé una papa frita en mi boca. Sam y Puck habían vuelto a hablar del juego, así que tuve tiempo de enfocarme de nuevo en mis amigos y no en Santana . Sam se inclinó de nuevo contra el sillón y liberó mi mano,
deslizando la suya detrás de mis hombros y luego gentilmente apretándome contra el.
Rachel sonrió. —Así que ¿Cuándo vamos a escoger vestidos para el Baile de Bienvenida? —Me preguntó. Fruncí el ceño hacia ella. Sam y yo no habíamos hablado del baile de bienvenida. Estábamos saliendo exclusivamente, pero no me había dicho nada sobre llevarme al baile. Ya había decidido quedarme en casa a ver películas viejas y comer palomitas de maíz. La mirada de Rachel iba de mí hacia Sam, como valorando la situación—. Le preguntaste, ¿Verdad? —Preguntó en tono irritado. Sam giró su cabeza y me miró.
—Solo asumí que estaba arreglado ¿Se suponía que debía preguntar?
—La mueca de preocupación en su rostro era adorable. Le sonreí, esperando tranquilizarlo. No me gustaba preocuparlo. Parecía muy sensible emocionalmente.
—Sam, siempre se supone que debes pedirle ir al baile a una chica. Asumirlo es algo malo. —El tono de corrección de Rachel me hizo reír. El ceño de Sam se suavizó y deslizó su dedo debajo de mi barbilla, y gentilmente acarició la línea de mi mandíbula con su pulgar.
—Brittany, ¿Te gustaría hacerme el honor de ser mi cita para el Baile de Bienvenida? La posibilidad de no ser capaz de sostenerte en mis brazos toda la noche es desgarradora. Rachel suspiró desde el otro lado de la mesa. —De acuerdo, eso fue hermoso. ¿Por qué no me preguntaste así? —Le preguntó a Puck. Puck le lanzó a Sam una mirada irritada. —Gracias, amigo. La próxima vez que decidas demostrar tu lado romántico, ¿Podrías hacerlo a solas?
Me reí y Sam continuó mirándome. Asentí y se inclinó para besarme. Me preparé mentalmente para el gruñido, y en el momento en que lo escuché, bajo el enfadado en mis oídos, sonreí.
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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 11:01 pm

CAPITULO 7



En el momento en que intenté abrir la puerta y la encontré cerrada con llave, supe que tenía problemas. La nota de mi madre en el mostrador diciéndome que ella y Roger habían ido al cine envió un escalofrío de miedo a través de mí. No quería estar sola en casa. No le había pedido Rachel que viniera a pasar la noche conmigo, porque había planeado dormir en la cama con mi madre. Entré en mi habitación y escaneé cada centímetro de su cuerpo buscando un cabello largo y rubio. No había señales del alma extraña. Eché un vistazo al cuarto de baño y pensé en cuánto quería una ducha. Entrar allí, y encender la ducha y cerrar la cortina me asustaba. Seguía recibiendo visiones de las películas de terror que había visto, donde cosas malas pasaban cuando alguien se daba una ducha. Nunca sería capaz de tomar una ducha sin que mamá estuviera en casa. Tal vez ni siquiera entonces. ¡Oh, mierda! ¡Me iba a convertir en una chica increíblemente apestosa! Si trataba de convencer a mi mamá de que entrara al cuarto de baño conmigo, para así poder tomar una ducha, ella pensaría que estoy loca. Me dejé caer en mi cama y dejé escapar un suspiro de derrota.
—¿Qué está mal? —Preguntó una voz desde mi puerta. Me levanté rápidamente, gritando. Sin embargo, esta murió casi de inmediato cuando vi a Santana apoyada en el marco de la puerta, observándome.
—Santana. —Tomé una respiración profunda para calmar mi acelerado corazón.
—Lo siento, no me di cuenta de que te sentías tan alterada por esto. — dijo, frunciendo el ceño y entrando en la habitación. Volví a sentarme en mi cama y solté una carcajada profunda.
—Bueno, discúlpame si almas extrañas aparecen en mi casa, hablando conmigo y tocándome y asustándome un poco. —Le lancé una mirada acusadora—. Entonces, te pregunto sobre ello y tú maldices en la oscuridad y te pones toda enojada.
—Lo siento por eso. No debería haberte asustado de esa manera. —No había ninguna duda respecto al tono de preocupación de su voz.
—Bueno, ¿Puedes decirme lo que está sucediendo, quién es ella? —
Pregunté. Negó con la cabeza e, inmediatamente, dirigió su mirada lejos de mí.
—No, eso es lo único que no puedo hacer por ti. Pídeme cualquier cosa en el mundo, Brittany, y me aseguraré de que sea tuyo, pero eso no lo puedo hacer. —Su voz sonaba intensa y dolorosa, al mismo tiempo. Me decepcionó, pero sabía que empujarla en el tema no tenía sentido.
—¿Por qué estás aquí, entonces? —Le pregunté, recordando cómo, hace menos de una hora atrás, la había dejado en la esquina de una cabina, con Kendra acurrucada contra su costado. Se puso de pie y se acercó a la ventana y miró hacia afuera.
—Hasta que no sepa que todo está bien... hasta que me ocupe de lo que debe hacerse, voy a pasar las noches aquí en tu habitación. —Se volvió hacia mí con una expresión determinada—. Tengo que protegerte. —Hizo un gesto hacia la puerta—. Si quieres tomar esa ducha, me aseguraré de que estés completamente a salvo, mientras lo haces. Por supuesto que sí, quería esa ducha. Empecé a levantarme y después me senté de nuevo, mirándola.
—¿Puedes leer mi mente? —Esta no era la primera vez que él sabía lo que pensaba.
Me sonrió con malicia.
—No exactamente. Es más bien como que puedo sentir tus miedos con tanta fuerza que los puedo oír. —Asentí con la cabeza y pensé en la vez en que me había reído entre dientes de la manera que sólo yo podría haberlo oído, y fue como si me hubiera escuchado en la cafetería pensando en ella y Kendra. Le devolví la mirada.
—Me oíste en la cafetería cuando seguías con Kendra, no tenía miedo entonces. —Arqueó las cejas ligeramente. —¿No tenías? —Mi cara se puso caliente y me di vuelta y salí de la habitación antes de que ella pudiera verme sonrojada. Comencé a cerrar la puerta del baño, pero me volví y miré las paredes sabiendo que un alma podría entrar en cualquier momento. Devolví la mirada al pasillo, donde Santana descansaba en mi cama. Ella no podría ver si el alma entraba en el cuarto de baño. Su cabeza se volvió de inmediato hacia mí. Lentamente una sonrisa maliciosa se formó en su boca.
—Me encantaría acompañarte en el baño mientras te duchas, y, si en verdad fuera tan mala como piensas que soy, haría exactamente eso. Sin embargo, puedo sentir a cualquier alma intentar entrar en esta casa incluso antes de que lo haga. Estaría allí antes de que cualquier otra entrara. Estás a salvo conmigo aquí. —Terminó con un guiño. Cerré la puerta con rapidez antes de que dijera otra cosa que me avergonzara.
***
Me puse un par de pantalones de chándal y una camiseta sin mangas, en lugar de mi vestimenta de noche habitual. Si iba a tener compañía mientras dormía, tenía que usar ropa. Mi corazón se aceleró ante la idea de Santana estando en mi dormitorio, en mi cama y tomé varias respiraciones profundas para calmar mis pensamientos y emociones.
—Brittany, cariño ¿Estás en el baño? —Llamó mamá desde el pasillo. Abrí la puerta y miré más allá de ella, a la cama donde Santana todavía descansaba.
—No puede verme ni oírme. Cálmate. —Miré a mi madre, sonriendo en la puerta.
—¿Tuviste un buen rato con Sam?
—Sí, ganamos el partido y después salimos con Rachel y Puck al Grill. Fue muy agradable. —dije pensando en él besándome y una vez más, mi mente volvió a la increíblemente, sexy mujer no humano en mi habitación, a la que parecía que no podía mantener al margen de mi cabeza.
Mamá se echó a reír.
—Agradable, ¿Eh? Pobre chico, no tiene ni idea de que eres un hueso duro de roer. Ah, bueno, eso es bueno por ahora. Un día, el chico correcto va a llegar y te quedarás fascinada, no serás capaz de ver con claridad. Disfruta de los otros hasta entonces. —Besó mi mejilla y se dirigió hacia su habitación.
Cuando entré en mi habitación, miré lo que parecía ser un durmiente Santana. Cerré la puerta de la habitación con suavidad, no queriendo despertarlo. Abrió los ojos y miró hacia mí, sonriendo.
—¿No hay posibilidad de que me dejes dormir en la cama también?
Negué con la cabeza y me reí.
—No, no la hay. —Suspiró y se sentó.
—Ya lo había adivinado, pero esperaba un momento de piedad de la “hueso duro”. —Fruncí el ceño, odiando que hubiera oído a mi madre. Realmente no quería que Santana supiera que tenía dudas de estar enamorada de Sam. Era mejor así. Me fui a mi armario en busca del saco de dormir que había comprado para ir de camping el verano pasado.
—No duermo, Brittany, te tomaba el pelo. —Me di la vuelta y fruncí el ceño.
—Bueno, supongo que tiene sentido… para las almas normales. Ellas no tienen cuerpos, pero tú sí, entonces tú no lo haces. Es como si pudieras elegir si quieres ser humano o alma. Eso no es normal, ¿Verdad? —Le pregunté, sin saber nada de cómo funcionaba. Lo único que sabía era que no funcionaba de la manera que siempre me habían enseñado. La Escuela Dominical lo tenía todo mal.
Él se rió y se sentó en el sofá al lado de mi ventana.
—No soy precisamente un alma. Eso es todo lo que puedes saber. —
Tomó la guitarra que no había notado, parada en la esquina detrás de la silla.
—Vete a dormir, Brittany. Estás a salvo y necesitas descansar. — Comenzó a tocar la guitarra y me volví a mi cama y saqué la colcha antes de caer en el interior. Las luces se apagaron y miré a Santana. —No hay necesidad de dormir con las luces encendidas. Puedo ver de cualquier manera. —Explicó. Asentí con la cabeza y me obligué a cerrar los ojos. Quería hacer más preguntas, pero sabía que no iba a responderlas esta noche. El sonido de la música comenzó a calmarme. La voz baja de Santana se unió a la guitarra y me perdí en el sonido y la seguridad de su presencia…
“No estabas destinada para el hielo, no te hicieron para el dolor. El mundo que vive dentro de mí no era el mundo que estabas destinada a contener. Estabas destinada para los castillos y la vida bajo el sol. El frío corriendo a través de mí debería haberte hecho correr.
Sin embargo, te quedas. Aferrándote a mí, sin embargo, te quedas, extendiendo la mano que empujo lejos. El frío no es para ti, sin embargo te quedas, te quedas, te quedas. Cuando yo sé que no es correcto para ti.
El hielo llena mis venas y no puedo sentir el dolor, sin embargo, estás ahí como el calor que me manda a gritar de miedo. No puedo sentir el calor, necesito sentir el hielo. Quiero tener todo dentro y adormecido hasta que no pueda sentir el cuchillo.
Tu calor amenaza con derretir todo y sé que no puedo soportar el dolor si el hielo se derrite. Así que te empujo lejos y grito tu nombre y sé que no puedo necesitarte sin embargo, me lo das de todos modos y corro, deseando que corrieras también.
Sin embargo, te quedas. Aferrándote a mí, sin embargo, te quedas, extendiendo la mano que empujo lejos. El frío no es para ti, sin embargo te quedas, te quedas, te quedas. Cuando sé que no correcto para ti. La oscuridad es mi escudo. La tiro aún más cerca.
Eres la luz de la que me escondo, la luz que aborrezco. Eres la luz de esta oscuridad y no puedo permitir que te quedes. Necesito la oscuridad a mí alrededor como si necesitara el hielo en mis venas. El frío es mi sanador. El frío es mi lugar seguro. No eres bienvenida con tu calor, no perteneces a mi lado.
Te odio pero me encantas, no te quiero, pero te necesito. La oscuridad siempre será mi capa y tú eres la amenaza para dar a conocer mi dolor, así que vete. Vete y borra los recuerdos.
Tengo que hacer frente a la vida que ha significado para mí. No te quedes y arruines todos mis planes. No puedes tener mi alma, no soy un humana. El recipiente vacío que habito no tiene la intención de sentir el calor que traes. Te aparto y te rechazo.
Sin embargo, te quedas.”
***
El sonido de mi madre cantando fuera de tono y el olor del tocino me despertó. Me estiré y entrecerré los ojos con el brillo del sol de la mañana. La noche anterior lentamente volvió a mí y me senté en la cama y miré hacia la ahora silla vacía. Eché un vistazo alrededor de la habitación y me di cuenta que me encontraba sola. ¿Me había dejado? Confiaba en ella para mantenerme a salvo. Me levanté, necesitando abrir la puerta y estar cerca de mi madre. Estar sola no figuraba en mí lista de cosas “por hacer”. Me volví y vi la guitarra en un rincón, y un poco de desahogo regresó, sabiendo que una parte de él permanecía aquí. Sin embargo, una guitarra no era ella, así que corrí escaleras abajo.
—Bueno, buenos días, Glory. —dijo mi madre desde la estufa. Puso un trozo de tocino en la parte superior de una toalla de papel.
—Buenos días. —Le dije en una voz áspera por el sueño profundo en el que había estado. El aclarado de una garganta femenina me sorprendió y me volví para ver a Santana sentada en el sofá, mirándome.
—Creíste que me fui. Te dije que no lo haría. —dijo con una sonrisa.
Dejé escapar un suspiro de alivio y sonreí débilmente.
—Aquí, cariño, toma un panqueque. Antes de que se enfríen y toma un poco de tocino. El café está fresco si quieres un poco —Se echó a reír—. Parece como si necesitaras recogerme.
Sonrío y fui a tomar yo misma un plato.
—Huele bien. —dijo Santana, desde su lugar en el sofá. Fruncí el ceño, preocupada por ella, por no poder comer.
Se rió entre dientes.
—Está bien, Brittany, no necesito de los alimentos. Se trata de un beneficio. —Me serví una taza de café y le eché azúcar y leche antes de dirigirme a la mesa—. Te ves como si hubieras dormido bien. —dijo, evaluando mi apariencia. Me sonrojé pensando en mi pelo sin peinar, que no me había cepillado, debido a la precipitada fuga de mi habitación vacía—. Ni siquiera pensaste en cepillártelo. Me gusta, es sexy. —Rodé los ojos y me hundí en la silla, y tomé un mordisco.
—Así que, ¿Cuáles son tus planes esta mañana, cariño? —Preguntó mamá desde la cocina. La miré mientras arreglaba su plato.
—Um, voy a comprar un vestido para el baile de bienvenida con Rachel, Puck y Sam. —Santana se rió entre dientes.
—Así que, ¿Sam llevará un vestido? —La miré y luego me volví hacia mi madre cuando se sentó a la mesa frente a mí.
—Oh, así que ¿Sam te pidió que fueras con él? Eso es emocionante. Puedes llevar la tarjeta visa. Sólo asegúrate de que no conseguir nada rojo o amarillo. Esos colores no son buenos con tu cutis. — Asentí con la cabeza y le di otro mordisco.
—Azul, azul suave. —dijo Santana, en voz baja, como si estuviera pensando en ello, más que decirlo. Mantuve los ojos en mi comida.
—Tengo una cita con el ordenador hoy día. Mi último manuscrito está casi terminado. Estoy emocionada acerca de esto más de lo que he estado con todos los demás. —Su voz había adquirido el tono alegre que sólo tenía cuando hablaba de su escritura.
—O, mejor aún, de un rosa muy pálido. —dijo Santana y me puse rígida. Sus palabras se sentían como una caricia y tomaba todas mis fuerzas no temblar. Se rió, y luego se levantó y caminó hacia la puerta. Quise preguntarle a dónde iba, pero no pude con mi madre sentada aquí.
***
—Finalmente, podemos ir a por comida. Muero de hambre. —Puck dejó escapar un suspiro de alivio con el bolso del vestido de Rachel colgando encima de su hombro.
—Como sea, no fue tan malo. Quiero decir que nos las arreglamos para encontrar los vestidos perfectos en menos de cuatro horas. Diría que fue bastante impresionante. —Rachel sonrió con aire de suficiencia. Puck se rió entre dientes.
—No, tú tomaste cuatro horas. Brittany tenía el suyo elegido después de una hora. Sam ya ha tenido tiempo para llevarlo al coche y obtener para sí mismo un taco mientras esperábamos por ti. Sam levantó las dos manos.
—Déjame fuera de ésta. —Él deslizó un brazo alrededor de mi cintura y se inclinó para besar la parte superior de mi cabeza. Estar con él era tan fácil.
—Vamos a alimentarte Puck, por todo tu duro trabajo. —dije en broma y Rachel se rió.
—¿Qué fue todo su duro trabajo? Sentarse en una silla diciendo: “Ese es magnífico, consíguelo” ¿A cada vestido que me probé?
Me eché a reír y Puck se encogió de hombros.
—¿Qué? ¿No puedo pensar que eres hermosa, sin importar lo que te pones? —Rachel sonrió hacia él y deslizó su brazo alrededor de su cintura.
—Te amo. —dijo sin ninguna vacilación. Me sentí un poco incómoda en los brazos de Sam. Tenía la esperanza de que no se hiciera ilusiones, porque esas no eran palabras que yo estaba dispuesta a utilizar en cualquier forma.
—Yo te amo más. —dijo Puck, devolviéndole la sonrisa.
—Consigan una habitación. —dijo Sam en tono de broma y alivió mi tensión. Parecía ser siempre capaz de hacer eso por mí. Vi cómo un alma caminó alrededor, estudiando a la gente como si estuviera perdida. Eso sucedía demasiado, a veces. Siempre me he preguntado si se trata de nuevas almas, confundidas en cuanto a lo que les había sucedido. Siempre me ponía triste. El alma me miró y le di una pequeña sonrisa, pero rápidamente me di la vuelta. No quería que vinera hacia mí y me hablara. No me sentía de humor para hablar con almas en este momento.
—Por lo tanto, Brittany ¿Dónde quieres comer? —Preguntó Sam y miré a Puck que pronunciaba, “mexicana” para mí. Sonreí y me volví hacia Sam.
—Tacos suenan bien. —Sam se rió entre dientes—. ¿Estás segura?, puedo ver y leer labios, también, a pesar de que Puck parece pensar que no puedo.
—No, en serio, quiero comida mexicana. Salsa y chips suenan bien.
—Mexicana entonces.
Todos dimos la vuelta y nos dirigimos hacia el restaurante mexicano situado en el interior del centro comercial. La sensación de hormigueo, de que alguien me observaba, me hizo mirar hacia atrás. El alma que había notado antes nos había seguido y se quedó a varios metros de distancia, mirándome. Me di cuenta por su expresión perdida, que era un alma normal. Del tipo con las que había tratado toda mi vida. Me di la vuelta como si no la hubiera visto. Ignorarla, era lo mejor. De esa manera iba a continuar, en lugar de perder el tiempo conmigo. No había nada que pudiera hacer por ella ahora.
***
Por favor, que esté en mi habitación, por favor que esté en mi habitación. Cantaba en mi cabeza mientras caminaba hacia arriba pasando el cuarto de mi madre donde la oí escribir con fuerza en su computadora. Entré y casi suelto un suspiro de alivio al ver a una muy divertida Santana descansando cómodamente en mi cama.
—Te dije que estaría aquí ¿Por qué dudas de mí? —Me encogí de hombros y pensé en el hecho de que no había estado conmigo en todo el día. —¿De verdad quieres que esté a lo largo de toda tu cita? —Preguntó y sonreí y negué con la cabeza—. No lo creía. Además, te encontrabas entre amigos y en público. Todo está bien. Me aseguraba de eso. —Habló en un tono casual, como si no estuviéramos hablando de seres sobrenaturales. Asintió con la cabeza hacia el vestido colgando en mi armario—. De color rosa pálido. Me gusta.
Me sonrojé, pensando en el hecho de que sólo me había probado vestidos de color rosa pálido. La forma en que me había sentido cuando sugirió rosa pálido se fue repitiendo en mi mente y no podía pensar en cualquier otro color para probarme. Agaché la cabeza y fui a buscar mi ropa para dormir.
—Kendra estará vestida de rojo. —dijo con sencillez y un súbito estallido de celos me sobresaltó. ¡Maldita sea! ¿Por qué me importa? ¿Y por qué tienes que decirme lo que llevaría puesto? Kendra era la última persona en la tierra de la que yo quería oír hablar. Ella podía oír o sentir mis pensamientos. Conseguir una cerradura para mis emociones sería muy bueno ahora.
—Eso es genial. Estoy segura de que estará impresionante. —Me las arreglé para decirlo con sólo una pequeña cantidad de veneno goteando mis palabras.
—Odio el color rojo, casi tanto como el pelo rubio. —dijo con un tono divertido. Empecé a responder, pero me contuve. No le creía, pero ¿Cuál era el punto de decirle? No era como si no pudiera verlas, a ella y a Kendra, juntas, todo el día, todos los días. Era como si constantemente apuntaba con un puño a través de mi estómago cada vez que la tocaba o le susurraba al oído. Me volví, de espaldas a ella, y me acerqué a mi cofre para encontrar las joyas a juego. Era mejor que pensar en Kendra en un vestido rojo con las manos de Santana por todos lados.
El calor apretaba contra mi espalda causando que un escalofrío corriera por mi cuerpo. Llegué a la orilla de la cómoda para no perder el equilibrio y caer al suelo. Sabía que Santana se encontraba detrás de mí. A pesar de que no lo entendía, sabía que sólo su contacto podría causar esta reacción fuerte. Dejé que mi cabeza cayera de nuevo en el calor sólido de su pecho.
—Ella no significa nada para mí. —La voz de Santana envió un hormigueo por mi cuello y en mi pecho—. Nunca te mentiría, Brittany. —dijo, con urgencia, contra mi oreja. Abrí los ojos para mirar hacia ella, con ganas de ver el azul de sus ojos. Sus labios rozaron la punta de mi oreja e hizo un sendero hasta mi cara. Ambas manos se apoderaron de mi cintura tirando de mí con fuerza, contra su cuerpo—. Tú me tientas. No puedo caer en la tentación. No estoy hecha para ser tentada pero, Brittany S. Pierce, me tientas. Desde el momento en que vine por ti me atrajiste. Todo acerca de ti… —Una de sus manos que se posaba en la parte izquierda de mi cintura, se trasladó hasta acariciar suavemente mi brazo—. Tú me vuelves loca de necesidad. De deseo. No lo entendía al principio. Pero ahora lo sé. Es tu alma llamándome. Las almas no significan nada para mí. No se supone que deban. Pero la tuya se ha convertido en mi obsesión. —Bajó la cabeza a mi hombro y me besó en la curva de mi cuello. Su mano se movió por debajo de mi camisa y el calor de la palma de su mano descansaba sobre mi vientre desnudo. Un pulso de calor se apoderó de mí y me apretó fuertemente contra ella para que no me cayera—. Quiero matar a ese chico cada vez que veo sus manos sobre ti. —Besó el camino hasta mi cuello y arqueé mi cuello en respuesta a darle un mejor acceso. Nada se había sentido así. Su tacto era como una droga—. Quiero arrancar los brazos de su cuerpo para que no te pueda tocar de nuevo. —Un gruñido bajo, familiar vibraba en mi espalda—.
Pero no puedo tenerte, Brittany. No estás hecha para mí. —Su voz sonaba torturada. Quería consolarla. Ella me reclamó también. De alguna manera, había entrado en mi mundo y se había convertido en el centro del mismo. Era todo lo que quería. Comencé a decirle lo mucho que significaba para mí cuando me levantó y me puso con cuidado sobre la cama, cerniéndose sobre mí. Llegué a él deseando sentir su cuerpo contra el mío de nuevo pero ella se alejó.
—Por favor. —Susurré Santana cerró los ojos con fuerza como si estuviera adolorida.
—No puedo, Brittany. Nos destruiría a las dos. —Y entonces ella se desvanecido.







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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 11:03 pm

CAPÍTULO 8


Sam besó mi mejilla antes de dejarme en la puerta de mi clase de literatura. Había comenzado a viajar con él a la escuela todos los días. Cada mañana había sido un poco más difícil alejar la presencia de Santana y entrar en la realidad de Sam. Después de dormirme con la voz de Santana cantándome en el oído toda la noche, parecía anhelar su presencia aún más. Ahora existía una intimidad entre nosotros. Después de tener sus manos en mi cuerpo y sus labios contra mi piel, nada había sido lo mismo. Se había acostado a mi lado ayer por la noche y me sostuvo contra ella mientras dormía. Necesitaba a Santana. Las palabras que me susurró al oído durante la noche me aseguraban que él me quería, también. Ella me necesitaba, pero dejaba que una barrera invisible se interpusiera entre nosotros. Caminé hacia mi escritorio y me di cuenta que el de atrás estaba vacío.
Era el lugar de Santana. Estaría aquí pronto. Me senté en mi escritorio y me concentré en dónde nos habíamos quedado el viernes. Cada vez que veía a alguien entrar por la puerta desde mi visión periférica, levantaba la vista para ver si era Santana. La voz risueña y la cabeza de Kendra entraron por la puerta, detrás de ella, Santana cargaba sus libros.
Mi estómago se contrajo dolorosamente, obligándome a mirar hacia otro lado. Ella había dicho que no le gustaban las rubias, pero la forma en que la miraba, decía completamente lo contrario. Miré hacia el libro abierto en frente de mí, sin comprender ninguna de las palabras. Esperaba que Santana se sentara detrás de mí. Nunca lo hizo. El Sr. Brown entró al salón silbando y le sonrió a la clase.
—Ah, qué bueno es ver caras tan felices esta mañana ¿No es la Literatura Inglesa una alegría? ¿Qué mejor manera de despertar? —Preguntó en un tono jovial. Se giró y escribió la tarea de esta semana en el pizarrón.
Quería mirar hacia atrás y ver en dónde estaba Santana, pero me negué. Podía sentirla observándome, sin duda alguna esperando a que lo buscará. Bien, no le daría esa satisfacción. Además, probablemente jugaba con los largos mechones rubios que decía odiar. Había susurrado que ella me quería a mí. Que yo era lo único que alguna vez había necesitado.
—¿Puede alguien decirme uno de los últimos temas más importantes que hemos aprendido mientras estudiamos Las Euménides5? —Deseando desesperadamente alejar mi mente de Santana, levanté mi mano en el aire. El Sr. Brown sonrió y asintió con la cabeza—. Bien, señorita Pierce .
—El conflicto entre lo viejo y lo nuevo, entre el salvajismo y la civilización, entre lo primario y lo racional. —Le contesté y el Sr. Brown aplaudió con las manos.
—Muy bien. Ahora, ¿Un ejemplo de este tema? —Él miró por la habitación y levanté mi mano de nuevo. El Sr. Brown levantó sus cejas, sin duda sorprendido ante mi repentino deseo de participar en clase—. ¿Brittany?
—La progresión de viejos a nuevos dioses. Zeus derrocó a las generaciones más antiguas de los dioses y entre las antiguas deidades fueron las Furias. Las Furias se convirtieron en Parias. —Me detuve, sin querer decir más.
—Muy bien, muy bien. Ahora, ¿Alguien que no sea Brittany puede por favor explicarme que tuvo que ver Apolo en esto? —El aula quedó en silencio y alguien rió—. Kendra, tal vez tú puedas ayudarnos con la respuesta. —El Sr. Brown dirigió su ceño hacia la aparente fuente de la risa.
—No, señor, tengo una vida fuera de la escuela. No todos pasamos nuestro tiempo extra estudiando y dando tutorías con el fin de conseguir un novio.
Hubo otra explosión de risas y el Sr. Brown inclinó la cabeza hacia un lado. —No creo que esa sea la respuesta correcta, Kendra, recibirás una nota baja por la participación de hoy. Ahora, alguien puede decirme, ¿O tendré que pedirle a la señorita Pierce que nos ayude una vez más?
—Apolo es un símbolo para el hombre, lo racional, lo joven, y lo civilizado. Las Furias representan a la mujer, la violencia, lo viejo y lo primitivo. Esquilo captura un momento místico en la historia, una en que el mundo entre un pasado salvaje y arcaico y el orden nuevo y audaz de la civilización griega, los dioses jóvenes del Olimpo y la racionalidad. La dificultad de la lucha entre estos dos mundos es dramatizada por el ciclo de la violencia en la casa de Atreo y el enfrentamiento entre Apolo y las Furias.
Nadie se rió después que Santana terminó. No había duda en mi mente, ella había dicho eso por mí. Esta vez me volví y la encontré exactamente donde la esperaba. Sentado detrás de Kendra cuya expresión era de dolor, como si alguien le hubiera dado una bofetada. Me guiño un ojo y me mostró su perfecto hoyuelo. No podía borrar la sonrisa de mi cara.
—Muy bien hecho, Sita López. Ahora, esperemos que el resto de ustedes aprovechen esta pieza de literatura así como Brittany y Santana, porque hoy nos embarcaremos en un viaje más allá de este mundo creado por Esquilo. El tener la respuesta de Santana, más elaborada que la mía, dio a entender que el saber las respuestas no tenía nada de malo, me ayudó a mantenerme enfocada en el debate del Sr. Brown. Sin embargo, Santana siempre estuvo al frente de mi mente.
***
Al final del día fui a mi casillero y saqué los libros que necesitaba para hacer la tarea. Dos manos cálidas se deslizaron alrededor de mi cintura.
—Te extrañé. —Sam susurró en mi oído, giré mi rostro hacia él y sonreí.
—Yo también te extrañé, ¿Pero no deberías estar en práctica? Se encogió de hombros. —Iba camino hacia allá cuando pensé en ti de pie en tu casillero y lo fácil que sería tomar una desviación para verte.
—Estoy feliz de que lo hayas hecho. Ahora, regresa al campo antes de que el entrenador te haga correr por llegar tarde. —Se inclinó y me besó suavemente en los labios.
—Te veré por la noche. —Volviendo a correr hacia las puertas delanteras. Me quedé mirándolo hasta que se perdió de vista, después suspiré y me giré para cerrar mi casillero. Hoy había sido agotador y sólo quería ir a casa.
Un escalofrío se deslizó por mi columna y me congelé. No era un escalofrío como los de Santana. Era otra clase de escalofrío. Del tipo que recordé de antes. El miedo hizo que mi corazón latiera violentamente dentro de mi pecho. Tomé dos respiraciones profundas antes de girarme lentamente. El alma de la rubia me miraba desde el otro lado del pasillo.
Estudiándome como lo había hecho la última vez que la había visto. Tragué para evitar las nauseas causadas por el miedo, casi me ahogo. Estoy en un pasillo vacío. ¿Por qué no me había ido con Sam? Retrocedí hacia las puertas principales pero éstas estaban demasiado lejos para hacerme sentir segura. Ella se echó a reír, el sonido tintineante envió escalofríos por mis brazos. Cada paso que tomaba hacia atrás, ella lo daba hacia adelante.
—Déjame en paz. —Hice una mueca ante la debilidad de mi demanda. Era obvio que me sentía aterrorizada. Arqueó las cejas con sorpresa. —No puedo. —Mientras se acercaba. Pensé en girarme y echarme a correr, pero sabía que podía atraparme con bastante facilidad.
—Vete o le diré a Santana. —dije, con poca convicción en mi voz. Su risa tintineante sonó nuevamente.
—Ella está ocupada con la rubia. No entiendo por qué está deteniendo esto. —dijo cuándo sólo la separaban unos pasos de mí. Atraje mi mochila más cerca de mi pecho y luché contra el impulso de gritar.
—Santana. —Susurré a pesar del terror apretando mi garganta, con la esperanza de que, de alguna manera, me escuchara. La rubia miró a su alrededor con pánico, pero sólo por un momento. Entonces su sonrisa angelical regresó.
—Como te dije, está ocupada. —Estiró una mano para tocarme y me estremecí, esperando la sensación fría de sus manos. —Yo no lo haría si fuera tú. —La voz de Santana hizo que me volviera débil por el alivio. Sus brazos me envolvieron y me recargué contra ella.
—Deja eso. Esta no es decisión de nadie. —Sus ojos inquietantemente bellos la fulminaron con la mirada, con una ferocidad que me dejo helada—. Nunca fue tu decisión. Las reglas son como siempre han sido. Tendrán que hacerlo.
Sus brazos se apretaron alrededor de mí. —Vas a marcharte y mantenerte alejada de ella. Si te acercas a ella otra vez, no te lo perdonaré tan fácilmente. —Un destello de miedo cruzó por sus ojos y dio un paso atrás y luego desapareció.
Mis piernas quedaron inertes con alivio. Santana me estrechó más cerca para no caerme al suelo. —¿Te tocó? —Preguntó con una voz fría que no había estado esperando.
Negué con la cabeza, sin saber si era capaz de hablar. Eché mi cabeza hacia atrás. Ella miraba hacia el pasillo. Podía oír un sonido bajo en su pecho mientras gruñía al pasillo vacío.
—Vamos, te llevaré a casa. Le permití mantener su brazo alrededor de mí cintura, para estabilizarme, mientras me guiaba por el estacionamiento. Se detuvo delante de un Jeep negro sin techo y abrió la puerta del pasajero. No tenía idea de que tenía un vehículo, pero, tampoco debería de sorprenderme. Me cargó hasta el asiento como si fuera un niña y caminó alrededor del auto, para subir en el asiento del conductor.
—¿Cómo lo supiste? —Pregunté una vez que estábamos fuera del estacionamiento de la escuela. Se volvió hacia mí.
—Escuché tu miedo… y entonces oí mi nombre y la desesperación en ella era… —Se detuvo y miró hacia la carretera. Esperé en silencio a que terminara, pero permaneció en silencio.
—¿Era qué? —Pregunté en un susurro.
Dejó escapar un suspiro de frustración. —Aterrador. Cuando supe que tenías miedo… escuchar el miedo fue diferente a todo lo que he sentido.
Estoy dispuesta a terminar la existencia de cualquier cosa que te estuviera haciendo daño. Entonces la vi y supe que era algo que no podía controlar sin, sin… hacer algo que sería insoportable para mí, pero más soportable que la alternativa. Escuché sus palabras, pero no tenían sentido. Fruncí el ceño y sacudí la cabeza, con ganas de entender y se acercó para tomar mi mano entre las suyas.
—Brittany, por favor, no preguntes por lo que no te puedo dar. Puedo darte todo excepto las respuestas a esas preguntas. Cerré los ojos y volví mi cara hacia otro lado. Quería odiarla por no decirme quién era o qué era. Quería entenderla, entender esto, pero ella no quería o no podía decirme nada. Cuando el Jeep se detuvo frente a mi casa, agarré mi mochila y me bajé. Necesitaba distancia. Nada de esto tenía sentido y quería entenderlo.
Me giré para cerrar la puerta y vi a Santana junto a su Jeep con una expresión de derrota. Me detuve. La necesidad de llamarla era tan fuerte, pero resistí y cerré la puerta suavemente. No podía comprender por qué se negaba a explicarme lo que me sucedía. Quería odiarla, pero tenía una parte de mi alma y no había nada que pudiera hacer para evitar mis sentimientos hacia ella. Su aparición en mi vida había empezado con toda esta locura. Había ofrecido darme cualquier cosa en el mundo, excepto las respuestas que quería y necesitaba. Tiré mi mochila debajo del mostrador de la cocina y me dejé caer sobre un taburete. Esta noche Sam vendría y trabajaríamos en su discurso de esta semana. Sería una cosa normal, de adolescentes.
Pretendería que no vivía en un mundo de actividad paranormal. Tal vez cocinaría la cena para él. Todo muy normal, todo muy real. Terminé de cortar las quesadillas cuando sonó el timbre. Cogí el plato y lo coloqué sobre la mesa de la cocina mientras caminaba hacia la puerta. Sam sonrió y entró. —Lo que sea que huele es celestial. Por favor, dime que es para mí, porque me muero de hambre. —Me puse de puntillas y lo besé castamente en los labios antes de regresar a la cocina para tomar bebidas de la nevera.
—Hice quesadillas esta noche. ¿Quieres crema agria o guacamole? — Le pregunté, girándome para mirarlo.
—Crema agria. —Respondió. Todo demasiado normal. Ninguna alma rubia tratando de asustarme hasta la muerte. Sólo mi novio y yo, trabajando en nuestros deberes.
—Está bien, comemos primero y luego empezamos con tu discurso sobre… ¿De qué se trata esta semana? —Le pregunté, mientras dejaba las bebidas, la crema agria y el guacamole en la mesa.
—La importancia de un título universitario. —Respondió, sonriendo con la quesadilla camino a su boca. Me senté frente a él. —Debería de ser bastante fácil. Sam asintió y le dio otro mordisco a la quesadilla. Un movimiento me llamó la atención. Sorprendida, empecé a ponerme de pie, lista para correr cuando Santana entró en la habitación. La vi pasar, sintiendo la tristeza abrumarme. Había sido grosera esta tarde y de todos modos había regresado. Secretamente, me había preocupado de que no regresara esta noche después de la forma en que me alejé de ella. Miré a Sam, quien tomaba un trago de su bebida.
—Mm, tengo que ir arriba y tomar algo, digo, hacer algo. Ya vuelvo, eh, come hasta que estés lleno. —Él sonrió y le dio otro mordisco. Me dirigí hacia las escaleras y entré a mi habitación, inmediatamente mirando hacia la cama para descubrirla vacía. En lugar de estar sobre mi cama, la encontré en la silla con la guitarra en sus manos.
—Hola. —Le dije, sin estar segura de qué decir. Su sonrisa y hoyuelo me hicieron temblar.
—Hola. —Respondió mientras comenzó a tocar la guitarra. Me quedé quieta por un momento y la escuché tocar la melodía que le había oído cantar en la noche, cuando pensó que dormía. Me senté en la cama y la vi tocar. Era una contradicción. Un alma que no era una alma, pero que hacia cosas que un alma podía hacer. Una estrella que se suponía debía estar en una banda en la que nunca estaba. No había pensado en nada de esto antes.
—Santana, ¿Por qué estás aquí? Si cantas en una banda, quiero decir, ¿Qué te trajo aquí? —Sonrió con tristeza y bajó la mirada hacia la guitarra en sus manos.
—Sí, canto con la banda cuando tienen conciertos. Cold Soul aún no es famosa. Puedo entrar y salir fácilmente, Brittany, lo sabes. Mantenerme al día con mi otra vida es bastante fácil. —Por supuesto que lo tenía todo bajo control. Era la mujer orquesta: ella roba corazones de la escuela, cantante en una banda, la habilidad de ser un fantasma y mi guardaespaldas. Sus ojos azules me miraron—. ¿Por qué estás aquí cuando el Sr. Maravillas está abajo? —Preguntó, dejando de tocar.
Me encogí de hombros. —No lo sé, pensé que podías necesitarme. —Le dije, odiando la forma en que sonaban las palabras. Dejó la guitarra y se puso de pie. La vi mientras se ponía de rodillas frente a mí. Me quedé hipnotizada mientras trazaba la línea de mi mandíbula con el dedo y luego suavemente mis labios. El deseo se apoderó de mi cuerpo con tanta fuerza, que cogí un puñado de la colcha en que me sentaba.
—Te necesito. Nunca dudes de mi necesidad por ti. Pero ahora no es el momento de explorar mi necesidad. Tienes un chico enamorado en la planta baja que necesita de tu ayuda en su tarea. —dijo suavemente, mientras se colocaba de pie apartándose de mí, dándose la vuelta para desaparecer. Me quedé en la habitación vacía y tomé varias respiraciones para estabilizar mi corazón antes de regresar a la planta de abajo para ayudar a Sam con su tarea. Me di cuenta que mis manos temblaban cuando cerré la puerta de mi habitación. Si tan sólo su tacto me hacía reaccionar con tanta fuerza ¿Cuánto me afectaría sus labios sobre los míos? Cerré los ojos ante la necesidad que corrió por mí.
***
Más tarde, esa noche, después de mi ducha, me dirigí a mi habitación y encontré a Santana ya sentada en la silla de la esquina tocando su guitarra. No me miró.
Decepcionada de que no parecía querer terminar lo que habíamos comenzado antes, tiré de la colcha de la cama y me deslicé en ella. Quería preguntarle por qué se había ido, pero no parecía querer hablar conmigo. ¿Había visto a Sam darme un beso de buenas noches? ¿Le molesto? No había oído el gruñido familiar que normalmente significaba que Santana había visto a Sam besarme. Ya no me hacía sonreír. Me partía un poco el corazón. No me gustaba la idea de hacerle daño.
—Santana. —Le susurré en la oscuridad, pero no miró hacia mí. Su voz se unió a la música y luché contra la necesidad de cerrar los ojos y quedarme dormida ante la comodidad que su voz parecía inducir. Lo observé, silenciosamente pidiéndole que me mirara. ¿La había lastimado?
—Cierra los ojos, Brittany, y deja de preocuparte por mí. La vida en que me he puesto, es mía, para soportarla. No tienes ninguna razón de preocuparte si me causas dolor. Haces exactamente lo contrario de lo que temes.
La miré, sin saber a qué se refería en hacer lo contrario. —En cuanto a los besos, tienes razón, no me gusta verlo. Si decido verlo, es mi culpa. —Levantó la cabeza de la guitarra en sus manos y me miró fijamente—. La emoción que él evoca en ti no es fuerte. Sólo hay consuelo, no pasión, corriendo por tus pensamientos cuando te sostiene. — Su atención volvió de nuevo a la guitarra en sus manos.
—¿Me abrazarás esta noche? —Pregunté. Sus hermosos ojos me miraron con tanta emoción que me dejaron sin aliento.
—No hay nada que desee más, pero esta noche mi fuerza es débil. No puedo sostenerte en estos momentos. Lo quiero demasiado. Por favor, Brittany, esta noche sólo duerme.
Lo vi tocar su guitarra hasta que mis ojos se volvieron pesados. Santana tenía razón. Sam era mi refugio. Mi roca para la normalidad. Él era un amigo. Era Santana quien me consumía.
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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 11:04 pm

CAPITULO 9


—¡No se parece para nada a nuestro gimnasio! ¡GAH! ¿Qué tan fantástico luce este lugar? —Rachel se giró para vernos, sonriéndonos, extremadamente contenta por la decoración del gimnasio. Tenía razón. Habían hecho un excelente trabajo convirtiendo el gimnasio en una estrellada noche oceánica.
—Es impresionante. —Estuve de acuerdo, mientras el brazo de Sam me acercaba más a él.
—¿Tienes ganas de bailar? —Me preguntó, mientras la música cambió a una canción lenta de Lady Gaga, Just Dance. Negué con la cabeza y miré en dirección a las mesas.
—¿Podemos sentarnos en una? No estoy segura de que mi costilla esté lista para este tipo de movimientos. —Me dirigió hacia las mesas, mientras Rachel agarraba a Puck y lo arrastraba a la pista de baile. Me reí de la expresión de dolor de Puck y me volví para decirle algo a Sam, cuando me di cuenta de que su atención se concentraba en la entrada. Había una mueca en su rostro. Santana acababa de entrar. Se veía impresionante en un par de pantalones vaqueros, una camiseta negra y botas militares. Me tomó un momento apartar mis ojos de ella y notar que Kendra se pegaba a su lado. Estaba fundida y vertida en el vestido rojo que llevaba puesto. En realidad, no era un vestido en absoluto, sino algo que tenía pintado sobre su cuerpo.
Los celos se encendieron en mi pecho a la vista del brazo de Santana alrededor de su cintura. Miré hacia arriba, a Sam, quien seguía mirando a la pareja con disgusto.
—¿Estás bien? —Le pregunté y él apartó su mirada de Kendra y Santana. Asintió con la cabeza, se detuvo y me estudió un momento. —Tienes algunas clases con Santana y has estado hablando con ella unas cuantas veces, ¿No es así? —Asentí, sin saber de qué se trataba, así que esperé por más—. Algo en él me inquieta. Kendra tiene algunos problemas que la hacen inestable y estoy empezando a preocuparme de que Santana no sea el tipo de persona que ella necesita. Parece oscura y siniestra. Mis celos fueron olvidados y se remplazaron por la ira ¿Sam pensaba que Santana no era suficientemente buena para Kendra, la perra del pueblo?
Me las arreglé para mantener una furiosa ráfaga de risa y miré hacia la pista de baile deseando de alguna manera poder escaparme. Tenía que calmarme.
—¿Qué? Te ves molesta. No me malinterpretes, Kendra no me gusta, Brittany. No se trata de eso. —Tomó mi otro brazo y me atrajo hacia él paramirarlo. Su anterior expresión de hostilidad hacia Santana había desaparecido. Ahora parecía preocupado y por primera vez no me importaba calmar su preocupación.
—Mírame. No la quiero. Tú eres todo lo que quiero. Te amo, Brittany. No es así con Kendra. Simplemente no quiero que le hagan daño. Tiene…
—Problemas, sí, te he oído. —dije, interrumpiéndolo antes de que lo olvidara e hiciera una escena. Tomé una respiración profunda, recordándome a mí misma que me lo tomaba como algo personal debido a mis sentimientos por Santana—. Mira, si Santana López tiene algún interés en Kendra, entonces ella debe tener suerte. Por lo que sabemos, ella es: inteligente, honesta, talentosa y compasiva. Fulminé con mi mirada a Sam quien parecía estar asimilando mis palabras. Quería decir algo más y seguir defendiendo a Santana pero sabía que había dicho suficiente.
—Necesito algo de beber. Enseguida regreso. —dije antes de girarme y alejarme. Era grosero, pero necesitaba poner un poco de espacio entre mi ira y Sam.
Rachel me saludó cuando pasé por donde bailaban ella y Puck. Forcé una sonrisa, pero seguí caminando. El vestido ceñido de Kendra llamó mi atención y me volví para verla envuelta alrededor de Santana, riendo y bailando de la manera que lo hacen las parejas, en cuestión de segundos.
Los celos anudaron mi estómago debido a la forma en que Santana la sujetaba y la tocaba de maneras en que nunca me había tocado a mí. No me dirigí hacia la mesa de los refrescos. En su lugar, me dirigí a las puertas traseras. Necesitaba alejarme de Sam y Santana. Hice una pausa en la puerta. Estar a solas en la oscuridad no podía ser una buena idea.
La risa de Kendra resonó en mis oídos y me decidí en ese momento, prefería hacer frente a la delicadamente escalofriante alma rubia que ver a Santana sosteniendo a Kendra. La brisa de la noche se había enfriado en las últimas semanas. Envolví mis brazos alrededor de mi cintura y caminé hacia el campo de fútbol abandonado. Las emociones agitándose dentro de mí me dieron una sensación de valentía. Seguí andando, lejos de la música y las risas. Volví a pensar en el verano pasado, en el rancho de mi tía y lo fácil que las cosas habían sido. Había pasado mi tiempo montando caballos y ayudando a mi tía con la muerte de mi tío. Mamá me había sugerido que la fuera a visitar para que no estuviera sola. Había estado de acuerdo en ir, pensando que podría ayudar estar lejos de este pueblo y de los recuerdos de Artie. Lo había hecho, en un sentido. Después de unas pocas semanas, me había dado cuenta de que Artie y yo nunca estuvimos destinados a estar juntos. Otra ventaja de estar en el rancho había sido las almas errantes que parecían ser escasas. Había sido un breve respiro de mi vida. Sin embargo, las últimas semanas del verano, esperaba con interés volver a casa. Miré hacia atrás en el gimnasio y pensé en todas las cosas locas que habían sucedido desde mi regreso.
—¿Por qué no estás adentro bailando con tu cita? —La voz de Santana rompió el silencio, me giré y la vi recostada contra la pared de cemento del estadio. Me encogí de hombros y agaché la cabeza, mientras estudiaba mis pies. No quería que viera el dolor o la envidia en mis ojos. Ya era bastante malo que probablemente ya lo supiera—. Se ve muy triste sentado en una mesa solo, —dijo Santana, en la noche silenciosa. Un parpadeo de culpa profunda en mi estómago, no era suficiente para enviarme adentro. Me encogí de hombros otra vez y no me encontré con su mirada penetrante. Se rió, el bajo y sexy sonido envió un escalofrío a través de mí—. Así que, ¿Te has decidido a intentar la cosa de ignorarme de nuevo, para ver si me voy?
—Preguntó con un toque de humor en su voz. Me mordí el labio para sonreír y negué con la cabeza.
—Sé que no funciona contigo.
—¿Por qué estás aquí, Brittany? ¿Qué pasa? —Preguntó en voz baja. De mala gana lo miré. Se veía tan increíblemente hermosa de pie con los brazos cruzados delante de su pecho. El pelo oscuro, que se curvaba en los extremos, parecía bailar en la brisa.
—Nada que te concierna. —Mentí. Él inclinó la cabeza hacia un lado y me dedicó una sonrisa maliciosa.
—¿En serio?
Asentí con la cabeza. —En serio. Sus manos cayeron a los costados mientras se alejaba de la pared dando un paso hacia mí. —¿Verme bailar con Kendra no te molesta? — Preguntó en un ronco susurro. Sacudí la cabeza y miré hacia otro lado, negándome a retroceder ante su cercanía. Sus ojos me devoraron tan intensamente como si estuviera realmente tocándome. Mi corazón empezó a golpear con fuerza contra mis costillas y lo miré.
Sus ojos se movieron de mi vestido, a mi cara. —Sabía que el rosa pálido te sentaría. La mayoría de las chicas no pueden llevarlo, pero en ti, es perfecto.
Tragué saliva, atemorizada de que mi corazón estuviera a punto de explotar, justo en mi pecho. No quería pensar sobre la manera en que su mirada hacía que cada célula de mi cuerpo cobrara vida.
—Crees que no te quiero tocar de la misma manera en que toco a Kendra. Tienes razón. —Sus palabras cayeron como agua helada sobre mí y di un paso atrás, lejos de ella, como si acabara de abofetearme. El latido de mi corazón disminuyó y tomé una rápida bocanada de aire, asustada, por un momento, de no ser capaz de respirar. Su mano se acercó, agarró la mía y me levantó contra él. —Cuando toco a Kendra, mentalmente, me atemoriza tener que seguir fingiendo estar interesado en ella.
Dejé de tratar de retirar mi mano de la suya y me quedé mirándolo. Esto sonaba como algo que yo quería oír.
—Cuando no puedo controlar mi necesidad de ti y me permito tocarte, se enciende un monstruo en mi interior sobre el que tengo miedo de perder el control. Tú me haces sentir cosas que nunca he sentido antes. Algo pasa —hizo una pausa y bajó la mirada de mis ojos a mis labios—, cuando estoy cerca de ti de esta manera, —tocó mis labios con la yema de su dedo y temblé. Cerró los ojos como si le doliera—, y cuando reaccionas de la manera en la que lo haces, siento el zarpazo dentro de mí, por tener lo que quiero.
Abrió los ojos y me miró con una intensidad que me hubiera asustado si no confiara en él completamente.
—Tú eres lo único que más quiero en el mundo, sin embargo lo único que no puedo tener. Porque tenerte completamente sería imposible. No puedes ir donde yo voy. —Se detuvo y acunó mi rostro entre sus manos—. El propósito de mi existencia es no tener una pareja. Es ser solitaria y fría. Hasta ahora, ha sido todo lo que he conocido. Luego te convertiste en el designio y todo cambió. —Dejó caer las manos de mí y se alejó, mientras una dolorosa desesperación nublaba sus ojos—. Vete, Brittany. Corre, por favor, corre. No soy la que crees que soy. No soy “inteligente, honesto, talentoso y compasivo” y oírte decir esas palabras en mi defensa, sentí como un líquido caliente a través de mis venas frías. Quieres saber lo que soy y no puedo decírtelo. Si lo supieras, no tendría que pedirte que corras. Ella gruñó y se alejó de mí, huyendo hacia la oscuridad. No podía dejarla ir. Corrí tras ella y se volvió bruscamente. Su mirada enojada me sorprendió y me congeló. La ira pareció irse inmediatamente y una expresión de tortura se apoderó de sus rasgos perfectamente cincelados. Jadeé al ver la transformación.
—No me importa lo que eres, —le dije, dando un paso hacia ella—, no me puedes asustar y no voy a salir corriendo. ¿Qué es lo que dice la canción que me cantas? ““Sin embargo te quedas. Aferrándote a mí, pero te quedas, extendiendo la mano que yo alejo. El frío no es para que permanezcas, sin embargo tú, tú te quedas. Cuando sé que no es adecuado para ti”. —Le repetí sus palabras en la oscuridad. Su rostro se encogió por el dolor.
—Vete, Brittany. Ahora. No me puedo controlar más. —Susurró en la oscuridad.
Di otro paso hacia ella. Un gruñido surgió de su pecho y se apoderó de mí en un movimiento rápido. Su boca encontró la mía al instante. Sus dientes mordieron mi labio inferior y luego golpeó suavemente su lengua sobre la mordedura. Mi primer sabor de ella hizo girar mi mundo. De alguna manera sabía que sería así. Agarré en mis puños la camiseta de Santana. Necesitaba mantenerla aquí contra mí, finalmente, permitiendo lo que había estado anhelando. Sus brazos se apretaron a mí alrededor y oí un jadeo en la oscuridad, pero no estoy segura de si era de ella o mío. Mi propósito estuvo completo. No había nada que quisiera o deseara más que esto. Había una oscuridad tirando de nosotros, no podía comprender qué era exactamente peor, incluso a través de la bruma de placer, supe que se encontraba allí.
Santana arrastró varios besos por mi cuello y murmuró palabras que no entendí. Solté su camiseta para poder apoderarme de su rostro, atrayendo con deseo su boca de nuevo a la mía. Sus manos lentamente corrieron por mi espalda y se deslizaron por mis costillas. Mi respiración se atascó, mientras sus pulgares rozaron la parte inferior de mi sujetador. Santana alejó su boca de la mía, jadeando ruidosamente. Me estremecí al verla tan necesitada como yo por esto.
—No puedo Brittany. Quiero esto tan malditamente fuerte. Pero no puedo. —En un abrir y cerrar de ojos estuve sola, sentada en el pasto frío en el centro del campo de fútbol. Mi respiración era entrecortada y la cabeza me daba vueltas. ¿Dónde estaba Santana? Mis ojos lo buscaron desesperadamente en la oscuridad. ¿Por qué tenía que dejarme? La sensación de euforia desapareció con ellal y mi cuerpo dolía por su pérdida.
—¿Brittany? —Una preocupada voz llamó desde detrás de mí. No me giré, porque reconocí la voz de Sam. Había venido a buscarme y aquí estaba yo sentada en mi vestido rosa pálido, comprado para otro chico, en medio de un campo de fútbol abandonado. Tal vez comenzaba a volverme loca. Se arrodilló delante de mí con temor y preocupación en su hermoso rostro.
—Dios, me has asustado. Vine afuera, te busqué y te vi cayéndote o desmallándote… ¿Estás bien? lo siento, Brittany, no quería molestarte. Por favor, por favor, perdóname. —Sostuvo mis manos entre las suyas, sin embargo, el calor de su cuerpo no podía penetrar en el frío que se filtraba a través de mí. Lo miré fijamente, sabiendo que tenía que decir algo. Pero ¿Qué podía decir?
—Está bien. Simplemente no me encuentro bien. Mi cabeza. —Me toqué la cabeza para el efecto—. Lo siento, pero sólo quiero ir a casa. —Se levantó y me ayudó a levantarme, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura como un medio de apoyo. Caminamos en silencio a través del campo y del oscuro estacionamiento. No estoy segura de si se sentía enojado o herido, pero ahora sólo necesitaba estar sola. Mi mente no era capaz de envolverse alrededor de lo que había sucedido y yo sabía que en el fondo tenía la esperanza de que Santana estaría en mi habitación esperando por mí. No volvimos a hablar durante todo el viaje de vuelta. Odiaba el silencio, pero no había manera de explicar lo que había sucedido. Cuando se detuvo en mi entrada, apagó el auto y luego me miró.
—Espero que puedas perdonarme por haberte hecho sentir mal. — Dejó salir un suspiro de disgusto—. Aquí estoy, todo preocupado por la vida personal de Kendra y termino perjudicando a la única mujer que he amado por mi estupidez. —Se detuvo y sacudió la cabeza—. Aún no estás curada de algo que te causé. Nunca te quejas sobre ello, pero sé que aún estás superando todavía los efectos de tu caída. No sé si voy a ser capaz de perdonarme por dejar que mi estúpida boca te molestara tanto que… —hizo una seña con la mano como si fuera hacia el campo de fútbol que se encontraba a millas de distancia—…te vas sola y triste a causa de la tensión que te infligí.
No podía dejarlo culparse a sí mismo por lo que pasó más. Me obligué a eliminar mi estado de bruma y tomé su mano.
—Sam, escúchame. Lo que ha pasado esta noche no es tu culpa. Todavía no estoy segura de lo que me pasó, pero nadie tiene la culpa, excepto yo. No tienes nada, y lo digo enserio, nada que ver con eso. La pequeña llama de alivio en sus ojos no era lo suficientemente fuerte para compensar su expresión torturada. Puso mi mano en su boca y la besó.
—Te amo, Brittany S. Pierce —Había estado diciendo esas tres palabras mucho esta noche. Sabía que no podía decir las palabras que él quería oír. Sam era especial para mí, pero no lo quería, al menos no de la forma en que él me quería a mí. Hice lo único que podía pensar, me incliné y lo besé suavemente en los labios, y luego giré y me bajé del auto. Me dirigí a la puerta sin mirar atrás.
Mi habitación se sentía vacía, pero, de alguna manera, sabía que sería así. Algo había ocurrido esta noche. No sabía lo que era, pero sabía que era importante. Me acerqué a la silla donde Santana pasaba sus noches y me acurruqué en ella. No vendría esta noche. Necesitaba estar cerca de ella y esta parecía ser la única manera. El silencio parecía cortar a través de mí como un cuchillo y lágrimas tibias corrieron por mi cara. Extrañaba su voz llenando mi habitación con calor. No quería que me dejara. El temor que se hubiera ido dolía mucho, obstaculizando mis vías respiratorias. El alma rubia que me había asustado ya no me parecía importante. La ausencia de Santana hacía doler mi pecho. No pude aguantar el silencio más, así que comencé a cantar suavemente en la oscuridad.
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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 11:05 pm

CAPITULO 10


Ella no volvió. Pasé todo el fin de semana encerrada en mi habitación esperándola, pero nunca vino. Me levanté, el lunes en la mañana, muy temprano y me vestí con tal desesperación que casi corrí fuera de la casa hasta llegar a la escuela.
Cuando mi madre preguntó: —¿Sam no te llevará hoy? —Me detuve con mi mano en la perilla, insegura de cómo responder. Dejé que sus llamadas fueran a mi correo de voz el fin de semana. Después de escuchar sus suplicantes mensajes, finalmente lo llamé y le aseguré que me encontraba en la cama, enferma. Él esperaba llevarme a la escuela esta mañana. Me obligué a mi misma a sentarme y comer mi desayuno mientras esperé diez minutos más, a que Sam llegara. De alguna manera, me las arreglé para aparentar paciencia, hasta que entré por la puerta principal de la escuela. No pude sentirlo. Ella no estaba aquí. El puchero en los labios rojizos de Kendra me aseguró que no se escondía de mí.
Simplemente, no estaba aquí. Cada clase que pasaba sin ella, se sentía como un agujero negro expandiéndose cada vez más en mi mundo. Sam me miraba con una mezcla de preocupación y frustración que sabía que trataba de ocultar. Una vez que la última campana sonó, salí de la biblioteca y me dirigía a casa. Necesitaba que ella estuviera allí. Pero no estaba. Estuvo ausente por dos días más. Para cuando entré a la clase de Literatura Inglesa el jueves, la sentí.
El cálido hormigueo creció más de lo acostumbrado después de cuatro días de ausencia. Miré hacia el final de la habitación y allí se encontraba ella, dándole a Kendra su sonrisa torcida mientras trazaba su mandíbula con la punta de su dedo. Río, y ella se acercó más y le susurró algo al oído que causo que echará su cabeza hacia atrás y se carcajeara. Ella miró en mi dirección y sonrió triunfalmente. Mi mirada viajó de ella a Santana, quien parecía no prestarme atención en absoluto. Ella la observaba con una sonrisa seductora. Me besó y me dejó sola, confundida, y luego desapareció por cuatro días.
Actuaba como si nada hubiera pasado. Lo miré fijamente, deseando que me notara, que reconociera mi presencia. No lo hizo. Incapaz de observar más la situación, me di la vuelta y salí de la habitación. Sam se encontraba afuera de la puerta, dónde lo dejé. Hablaba con Justin y me miró con una sonrisa de sorpresa.
—Hola, ¿Olvidaste algo? —Preguntó, alargando su mano. Negué con mi cabeza, con miedo de que el enorme agujero que Santana hizo en mi corazón fuera visible para todo el mundo. Me acerqué a Sam y envolví mis brazos alrededor de su cintura. Sus brazos me rodearon al instante.
—Hablaremos después, hombre. —Le escuché decirle a Justin sobre mi cabeza.
—¿Qué pasa? —Susurró a mi oído, mientras continuaba abrazándome. Quería llorar porque no lo amaba. Sam me amaba y sería fácil enamorarme. Nunca me lastimaría de la manera en que Santana acababa de hacerlo. Él era tan bueno y honesto. ¿Por qué no lo amaba a él? Me apreté fuertemente contra su cuerpo, con miedo de que pudiera escuchar mis pensamientos y me alejara en cualquier momento. Sin embargo, Sam no podía escuchar mis temores.
Me acercó más y comenzó a frotar pequeños círculos en mi espalda con su mano. Las lágrimas brotaron de mis ojos y odié llorar en sus brazos por otro chico. Sam se merecía alguien que pudiera amarlo. En una ocasión lo odié, porque pensé que él creía ser demasiado bueno para mí. Ahora, me odiaba a mi misma porque sé que él era demasiado bueno para mí. No lo merezcía, me aferré a él de todos modos. Quizás no lo amaba, pero lo necesitaba. Él no tenía idea de que mis entrañas se sentían como si hubieran sido arrancadas de mi cuerpo, debido a que alguien o algo me rechazó.
—Sr. Brown, Brittany no se siente bien. Necesita ir a enfermería. Me aseguraré de llevarla y traerle un justificante. —Le explicó Sam a mi maestro mientras me abrazaba.
—Bien, ¿Tú la llevarás entonces? —La voz del Sr. Brown sonó preocupada.
—Sí, señor. —La puerta se cerró y el pasillo se convirtió en silencio. No quería ir a enfermería, pero sabía que no podía quedarme en el pasillo todo el día, dejando que Sam me abrazara. A pesar de que sabía que si yo le pedía eso, él lo haría. Di un paso atrás para levantar mi mirada a su rostro. Su cara era una máscara de preocupación mientras secó una lágrima de mi mejilla. —¿Qué pasa, Brittany? —preguntó en voz baja.
Me las arreglé para sonreír un poco. —Creo que el malestar se acaba de ir. Me siento bien otra vez. Esta semana fue miserable. —Admití, necesitaba agregar algo de verdad en lo que decía. Él asintió y me jaló de regreso a sus brazos. —Lo siento. No puedo soportar verte llorar. Me mata. —dijo en voz baja y me apretó contra él. Sam era mi vínculo con el mundo real y mi fuente de consuelo, especialmente ahora que mi corazón se sentía roto sin posibilidad de repararse. Lo que me asustó más fue el hecho de que mi corazón había sido roto por alguien que ni siquiera conocía.
Fui a enfermería, pero sólo me quedé allí el tiempo suficiente para que Literatura Inglesa terminara. Una vez que mi clase de Algebra II estuviera a punto de comenzar, le aseguré a la enfermera Tavers que me sentía mucho mejor y quería ir a clase. Algebra II pasó a ser la única clase que no compartía con Santana o Kendra. Podía sobrellevarlo. Sam estaría conmigo en Historia Universal, así la presencia de Santana sería más fácil de ignorar. Puse un pie en el pasillo y la inquietante advertencia en mi cabeza de que alguien me observaba hizo que los vellos de mi brazo se erizaran. Miré a los lados del pasillo vacío, pero no había nadie. El miedo parecía atorarse en mi garganta y me obligué a tomar una calmada respiración antes de dirigirme hacia Algebra II con mi pase de la enfermera Tavers. Caminé más rápido de lo normal, esperando ver a más personas. Estar sola en el pasillo me traía recuerdos aterradores.
Especialmente ahora, ya que no estoy segura de si Santana vendría a mi rescate. Ella ni siquiera me miraba, así que ¿Por qué vendría hasta aquí si un alma me persiguiera? La sensación de ser observada se intensifico mientras más cerca llegaba al final del pasillo. ¿Por qué Algebra II tenía que estar al final del pasillo? Miré por encima de mi hombro y el pasillo seguía vacío. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal y me eché a correr. No podía verla, pero sabía que se encontraba allí.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Mantuve mis ojos en la puerta del salón de clase. Todavía parecía estar muy lejos, sin embargo, sabía que si gritaba podían escucharme. El frío se hizo más fuerte y el aire se volvió más pesado, haciendo que fuera difícil respirar. Necesitaba dejar de correr para forzar el oxigeno a entrar en mis pulmones, pero no me dejaría en paz por mucho tiempo.
Una puerta se abrió justo cuando mi visión comenzó a ser borrosa por mi falta de oxigeno y aire, mis pulmones ardían. El frío desapareció. Bajé mis libros y puse mis manos en mis rodillas, jadeando por más aire, relajándome y tratando de calmar mi corazón. Los pasos acercándose me sorprendieron y levanté la mirada, lista para correr nuevamente cuando vi a Santana alejarse.
Lo que sea que me siguió huyó por su culpa. Afortunadamente para mí, no notó que a Santana no le importaba mantenerme a salvo. Mi corazón ya no se aceleraba por miedo, pero dolía por el rechazo. Tomé mis libros del piso y observé la silueta de él, alejándose, una vez más, antes de dirigirme a mi clase.
* * *
—Si no estás lista para comenzar con mi discurso, no tengo prisa. — Sam se inclinó y susurró en mi oído. Ordenamos pizza y estábamos abrazados en el sofá viendo televisión.
La verdad era esa, no me sentía de humor para trabajar en su discurso. Todo lo que realmente quería hacer era disfrutar de la calidez de estar en sus brazos. Estar sentados en el sofá, sintiendo los brazos de mi novio, me ayudaba a mantener el miedo en control. Cuando Sam se marchara, tendría que ir a mi dormitorio sola. La idea de enfrentarme a mi habitación después de mi experiencia de hoy, en el pasillo, me aterrorizaba. Ver a Santana alejarse de mí, como si él fuera un chica sin ninguna preocupación en el mundo, mientras yo jadeaba en busca de aire, me dejó con un sentimiento de desesperación. Alargué mi brazo y tomé la mano de Sam en la mía. Él estaba aquí. Claro que no me protegería contra las almas psicóticas. Sólo Santana podría detener eso… aquello… la cosa que fuera ella. Pero Santana no se encontraba aquí. Sam era todo lo que tenía y quería absorber su presencia todo el tiempo que pudiera.
Sam sostuvo mi mano con la suya y permanecimos en silencio. No estoy segura de qué veíamos. Él reía en voz alta algunas veces y el sonido me hacía sonreír. Disfruto verlo feliz. Algunas veces olvido lo que es ser feliz. El timbre de su teléfono interrumpió mis pensamientos y salté. Estaba en el borde esta noche. Sonrió. —Es mi teléfono, no la alama de incendio. Jesús, estás nerviosa esta noche. —Busco el móvil en su bolsillo y lo sacó.
—¿Hola? —Hizo una pausa—. Estoy con Brittany justo ahora… lo sé, pero estoy ocupado… No hemos terminado todavía. —Sam me miró disculpándose—. De acuerdo, estoy en camino. —frunció el ceño, mientras cerraba su teléfono.
—Era mi papá. Necesita que vaya con él a dejar el coche de mamá con el mecánico. Van a arreglarlo mañana a primera hora. No puede irse a la cama hasta dejar el auto y después tiene que trabajar un doble turno en la estación.
Me senté recta y forcé una sonrisa. Mi madre no llegaba en casa aún y el pensamiento de estar sola me hizo querer acurrucarme como una bola y llorar. —Oh, bueno, umm, entonces ve. Trabajaremos en el discurso mañana.
Él frunció el ceño y deslizó una mano en mi cabello, frotando su pulgar contra mi oído. —Pareces tensa. No me gusta dejarte inquieta. Sonreí y me encogí de hombros. —Probablemente necesite dormir un poco.
Mentí, esperaba que lo creyera. Se inclinó y me besó suavemente. Deslicé mis manos detrás de su cuello y profundicé el beso. Sam tomó mi rostro en sus manos y ladeó su cara para acomodarse perfectamente. Me sumergí en la comodidad de su cercanía y calidez. Sabía que necesitaba dejarlo ir para ayudar a su papá, pero me aferré. Dejarlo ir significaba que estaría sola. Me apreté contra él, sin pensar en cómo mi necesitad de compañía podía ser malinterpretada con pasión. Un gemido salió del pecho de Sam y me presionó suavemente contra el sofá y me cubrió con su cuerpo.
Nunca habíamos dejado que las cosas fueran tan lejos antes. Santana estaba allí, en algún lugar en el centro: una fuerza invisible que me hacía distanciarme de Sam. Sería un error permitir que las cosas vayan aún más lejos. Que Sam creyera que podemos dar un paso más allá en nuestra relación no sería justo para ninguno. Santana siempre estaría en mi mente. Sam merecía algo más que ser el segundo. Incluso ahora, mientras se presiona contra mí y su respiración suena agitada, no siento nada salvo seguridad.
Su mano se desliza por debajo de mi camisa y sé que es hora de detenernos. Justo cuando roza la parte inferior de mi sujetador rompo el beso.
—No. —Susurré y su mano se retira lentamente. Su respiración sonaba entrecortada y pude sentir su corazón latiendo contra el mío. Lentamente se sentó y extendió su mano para levantarme también. Pasó una mano a través de su cabello rubio y se rió temblorosamente.
—Wau. —dice, sonriendo. No estoy segura de qué decir, porque “Wau” no era lo que yo sentía—Lo siento, me dejé llevar. —Se disculpó, bajando la mirada hacia mi camisa, la cual estaba levantada, justo encima de mi ombligo. La tiré hacia abajo y le sonreí tranquilizadoramente. No era como si acabara de tratar de violarme.
—No te disculpes. Necesitábamos parar. Tu papá está esperando. Sam asintió, su expresión seguía siendo un poco vidriosa, y se puso de pie. Tomó su chaqueta, agarró sus libros y llaves.
—¿Estarás bien hasta que tu mamá llegue a casa? —Preguntó. Quise reír por la respuesta a esa pregunta. En su lugar, asentí y sonreí. No era como si pudiera decirle que un alma perturbada quería matarme por razones que yo no entendía.
La puerta cerrándose detrás de Sam dejó un fuerte peso sobre mi pecho. Pensé en salir afuera y quedarme en el jardín, para así ver las otras casas iluminarse y las personas dentro de ellas. De alguna manera, ver a las otras personas sonaba seguro. Caminé y me detuve en frente de la puerta. Podría quedarme aquí hasta que mamá llegara a casa. Si cualquier cosa se presentaba, podía correr hasta la calle y gritar. Por supuesto, todo el mundo pensaría que estoy loca, pero llamaría la atención.
—No creo que esas medidas drásticas sean necesarias. Ve a la cama, Brittany, estaré aquí. —Me giré hacia el sonido de la voz de Santana. El alivio y la ira se apoderaron de mí al mismo tiempo. Quería lanzar mis brazos alrededor de ella, pero también quería darle un puñetazo en su perfecta nariz.
—Preferiría que no lo hicieras. Sólo ve a la cama. —Su tono frío me hirió más que el miedo. No me miraba, en su lugar veía una revista de deportes que Sam olvidó. Sus botas se apoyaban sobre la mesa mientras reclinaba su silla. Las lágrimas ardieron en mis ojos, pero no lloraría frente a ella. Esa era una humillación que me rehusaba a darle. En su lugar, subí las escaleras corriendo.
El agua caliente apartó mis lágrimas mientras estuve en la ducha más tiempo del necesario. Allí mis sollozos fueron camuflados. Una vez que las lágrimas dejaron de caer y todo lo que quedó fue un gran hueco, cerré el agua, salí a la alfombra blanca y envolví una toalla a mí alrededor. Estudié a la chica frente al espejo. Sus ojos rojizos e hinchados.
Ninguna cantidad de agua podía lavar la tristeza que reflejaba. Ella estaba aquí y yo me encontraba a salvo. Era algo que agradecer. No tenía el coraje para preguntarle por qué había venido. No quería que me viera llorar. No quería que supiera que pasé media hora llorándole. ¿Quizás robó mi corazón o tomó mi alma? No podía estar segura, pero me rehusé a que tomará mi orgullo, también.
Apreté la toalla más fuertemente y me dirigí a mi habitación. Entré, sabiendo que estaría vacía. Santana no quería estar cerca de mí. Una pequeña parte tenía la esperanza de encontrarla sentad en la silla de la esquina con la guitarra en sus manos. Lágrimas nuevas brotaron de mis ojos. Necesito controlar esta agonía o lo que sea que es. Alargué mi brazo buscando mi suéter, pero no me atreví a usar cualquier cosa que me recordara a Santana y las noches que pasó cantándome para dormir. En cambio, saqué mi camisa de dormir y la deslicé sobre mi cabeza. Era rosa pálido. Sonreí tristemente, notando que nunca había pensado en eso antes. De inmediato me la quité y la deje caer en el suelo. No podía usarla, tampoco. Abrí mi armario y saqué una camisa de Sam que tenía y me la puse. Todavía podía sentir a Sam y eso me dio el poder para ser capaz de ignorar a Santana y abrazar a Sam con mis acciones, incluso si mi corazón pensaba de manera diferente. Caminé hacia mi cama y me recosté, pensando en la música que no podría escuchar. El silencio hacía eco a través de la casa, pero sabía que no seguía sola. Ella observaba. No quería cerrar mis ojos, esperanzada de que viniera a sentarse en su silla y tocara música para mí. El único sonido que pude escuchar fue el lento goteo del grifo en el baño y el asentamiento de la casa.
Si Santana no estuviera en la planta baja, cualquier pequeño sonido me hubiera hecho saltar y correr hacia la puerta. Sin embargo, con ella vigilándome, era capaz de cerrar mis ojos y ser arrullada por el silencio. La música vino en mis sueños. La inquietante y dulce música llenó el agujero de dolor en mi corazón. Sonreí, buscando la fuente del sonido, pero no encontré nada. Fue sólo un sueño hermoso.
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Mensaje por awong_snix Dom Mayo 25, 2014 11:06 pm

Bueno aquí esta la actualización 5 capítulos mas

espero sus comentarios ya estamos a la mitad del primer libro
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Mensaje por VictoriaRivera Lun Mayo 26, 2014 12:32 am

Me encanta me encanta!!!!!! cuantos libros son?
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Mensaje por awong_snix Lun Mayo 26, 2014 3:05 am

[quote="VictoriaRivera"]Me encanta me encanta!!!!!!  cuantos libros son? [/quote


Son 3 pero hay una pequeña parte parte entre el dos y tres de 70 paginas.

Sigan comentando y espero sus respuestas si subo los otros 10 capítulos juntos o de a 5 capítulos lo que mas sea botado lo are.


Si les gusta esta saga hay otras que les pueden interesar que puedo adaptar solo digan de que tipo de temática pelea, sobrenatural, romance etc., y habrá adaptaciones.
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Mensaje por Dolomiti Lun Mayo 26, 2014 4:52 am

Wow! No pude detenerme hasta terminar los 5 caps!! Fueron simplemente geniales!! Mmmm... Yo diría q de 5 en 5 están bien, pero bueno eso realmente no me molesta ya que a pesar de que estoy intrigada, actualizas rápido *-* jaja u bueno, sin mencionar que de 5 caps se puede comentar un poco más ;) jajaja ammm... entonces... Serían 4 libros por decirlo así? Wow! Excelente!! Saludos!! Sigue actualizando!!
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Mensaje por Linda23 Lun Mayo 26, 2014 5:44 am

Hola! sigue, está historia me encanta. aunque me desespera la aptitud de Santana de te quiero pero no debo. Y britt en vez de terminar de una vez con Sam, no lo quiere pero sigue.

Actualiza pronto, es decir ya. Sí subes todos los capítulos para mi es perfecto.
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Mensaje por awong_snix Lun Mayo 26, 2014 12:34 pm

Dolomiti escribió:Wow! No pude detenerme hasta terminar los 5 caps!! Fueron simplemente geniales!! Mmmm... Yo diría q de 5 en 5 están bien, pero bueno eso realmente no me molesta ya que a pesar de que estoy intrigada, actualizas rápido *-* jaja u bueno, sin mencionar que de 5 caps se puede comentar un poco más ;) jajaja ammm... entonces... Serían 4 libros por decirlo así? Wow! Excelente!! Saludos!! Sigue actualizando!!  


Bueno en base a todo no desesperen lo único que puedo decir es que esta historia en inicio es diferente al resto se requiere paciencia para leer.

Seguiré actualizando subiré los siguientes capítulos el martes a las 9 pm hora de México

Pd. Como siempre comenten y hagan sugerencias y con gusto are lo mejor

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Mensaje por awong_snix Lun Mayo 26, 2014 12:35 pm

Linda23 escribió:Hola! sigue, está historia me encanta. aunque me desespera la aptitud de Santana de te quiero pero no debo. Y britt en vez de terminar de una vez con Sam, no lo quiere pero sigue.

Actualiza pronto, es decir ya. Sí subes todos los capítulos para mi es perfecto.



Bueno en base a todo no desesperen lo único que puedo decir es que esta historia en inicio es diferente al resto se requiere paciencia para leer.

Seguiré actualizando subiré los siguientes capítulos el martes a las 9 pm hora de México

Pd. Como siempre comenten y hagan sugerencias y con gusto are lo mejor
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Mensaje por atercio Lun Mayo 26, 2014 8:35 pm

wow....esta sin lugar a dudas es una muy buena historia y adaptacion....solo una cosa ojo con lo de ella/el que aveces como que habla de sam y se refiere a ella y cosas asi de resto fiel lectora hasta el final
atercio
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Mensaje por awong_snix Lun Mayo 26, 2014 10:30 pm

atercio escribió:wow....esta sin lugar a dudas es una muy buena historia y adaptacion....solo una cosa ojo con lo de ella/el que aveces como que habla de sam y se refiere a ella y cosas asi de resto fiel lectora hasta el final

Te agradezco tu comentario, revisare y pondré mas detalle en eso para los siguientes capítulos, pero si hay algo que se me pase pido su benevolencia  Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO  2145353087.

Espero sus comentarios
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Mensaje por awong_snix Mar Mayo 27, 2014 12:35 am

Como nota del capitulo antes de leerlo pueden escuchar este vídeo y después leer el capitulo.  

Esto se los dejo para los que gusten no es parte del capitulo pero sirve de apoyo auditivo. Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO  4061796348 Antes estaba el vídeo de encantada aquí pero esta queda mejor


CAPITULO  11





A la mañana siguiente, Santana  se había ido. La esperaba, pero aun así bajé corriendo las escaleras por si se hubiera quedado. Pasaron los días y Santana  siguió ignorándome. Durante los días en la escuela continuó flirteando con Kendra. Me volví invisible en cualquier sitio donde ella estuviese. Por la noche, ella entraría a la sala alrededor de la hora de dormir y se sentaría en el sofá sin reconocerme. Nada tenía sentido. No importó cuántas veces intenté hacer conversación ella  permaneció en silencio. Una persona solo puede sufrir cierta cantidad de humillación y yo llene mi cuota. Si quería ignorarme, entonces está bien. Me daba por vencida.
—No voy a aceptar un no por respuesta. Si tengo que ir personalmente a tu casa y vestirte y luego llamar a Puck para que te recoja y te tire sobre su hombro para llevarte al concierto, lo haré. No dudes de mí. —Rachel puso una mano en su cintura y alzó la barbilla con determinación. Discutir con ella cuando se ponía así era inútil.
Puck se rio entre dientes. —La llevaré sobre mi hombro si tengo que hacerlo, pero tal vez deberíamos discutir primero el transporte con Sam. No estoy realmente seguro de que vaya a querer que lleve a su chica cargada en mi hombro.
Rachel sacudió su mano hacia él. —¡Da igual! Él no le hará nada que ella no quiera hacer. Tú vas a tener que cargarla y yo voy a tener que hacer frente a Sam y sentarme sobre él mientras ustedes escapan lejos. Me reí y me sorprendió lo bien que se sintió.
—¿Qué es eso de ti sentándote sobre mí? —Preguntó Sam mientras se acercó y pasó su brazo alrededor de mi cintura. Rachel puso los ojos en blanco. —Estoy intentando explicar a Brittany que no voy a aceptar un NO por respuesta. Va a ir al concierto esta noche y punto. Sam me apretó ligeramente la cadera.
—¿Así que entonces hablamos de una posible situación de rehenes? — dijo con voz burlona.
Puck se rió entre dientes. —Parece que sí. Sam me miró, sonriendo maliciosamente. —¿Quieres que salgamos corriendo y ver si pueden alcanzarnos?
Me reí y sacudí la cabeza. —No, está bien. Iré si es tan importante para Rachel. Rachel dejó escapar un suspiro demasiado dramático. —Oh, bien, no tenía ganas de discutir con él.
—Hubiera sido divertido verte intentarlo. —Puck rió y me costó mucho no pensar que acababa de aceptar ir al concierto benéfico de Cold Soul en la playa. Ver a Santana  en el escenario con la misma guitarra en sus manos con la que me había tocado tantas noches y escuchar su voz siendo compartida con miles de personas, hicieron que el agujero que tengo en el corazón creciese. Si pudiera encontrar una forma para detener el dolor, lo haría. Nada parecía ayudar.
—Va a ser increíble, Brittany. Ya sé que realmente no te importa lo de Santana  López, pero confía en mí, ella sabe tocar. —Rachel deslizó su brazo entre el de Puck y le miró con una sonrisa tímida—. Pero no puede disparar tres punteros como tú, cariño, así que quita esa mueca de tu sexy cara. — Puck sonrió y la besó en la cima de la cabeza.
Ver el amor en los ojos de Rachel cuando miró a Puck hizo que el agujero de mi corazón doliera aún más. Nunca amaría a Sam de esa manera. Santana  López había dañado mi corazón y lo reclamo en el proceso.
—Solo no empieces a babear con eso de la estrella del rock. Soy un fan de su música también, pero puedo aprender a odiarla rápido si me siento celoso.
—El tono de Puck sonaba burlón, pero nadie dudaba de que lo que decía era la verdad. Sam se rió entre dientes. —No creo que tenga que preocuparme de que Brittany comience a babear. Cold Soul no canta su tipo de música. Tengo la sensación que no estará allí por mucho tiempo.
Rachel miró más a Sam. —No le des ninguna idea o excusa. No estoy bromeando. Te patearé el trasero si siquiera miras a la salida de mala manera. —Sam echó la cabeza hacia atrás y rió.
—Estoy muy feliz de que tengas un buen sentido del humor —dijo Puck con una sonrisa—. Tus brazos son mucho más grandes que los míos. Empecé a reír, pero el impulso murió instantáneamente cuando mis ojos se encontraron con Santana . Se puso frente a Kendra, cuya espalda estaba contra la pared mientras ella le sonreía. Se inclinó y le susurró al oído.
Necesité toda mi fuerza y auto-preservación para apartar mis ojos de la intimidad entre ellas. Mi respiración se volvió profunda por el dolor en mi pecho. Sam debió sentir el cambio en mí, porque me acercó más a él y me acarició el brazo desnudo. Cuanto más nos alejamos de Santana , más fácil se volvió respirar.
***
La brisa de la noche del golfo era inusualmente cálida teniendo en cuenta que eran finales de otoño. Un largo escenario con brillantes luces que lo rodeaban fue montado en el paseo marítimo frente a la playa. Había miles de personas cubriendo la arenosa costa. Las hogueras se podían ver bajo la multitud. Un par de estudiantes de secundaria ya eran esposados por consumir bebidas alcohólicas. No sería la primera, ni la última noche. Sujeté la mano de Sam con más fuerza mientras tuvimos que zigzaguear entre la multitud siguiendo la estela de Rachel. Ella había organizado para la compañía de su padre el comprar algunos de los asientos especiales bajo una gran carpa, por un precio superior a los demás boletos. Yo habría sido feliz juntándome con la multitud en la arena, pero Rachel no. Nos detuvimos en la entrada.
—Rachel  Berry y tres invitados. —dijo con un aire altivo que solo parecía salir de ella cuando alardeaba sobre el poder de su padre. No lo hace a menudo, a menos que quisiese algo, como librarnos de comprar entradas. Henry Berry  propietario de BerryRealty.
BerryRealty controla todos los bienes comerciales de alta gama del estado. En otras palabras, eran los dueños de la ciudad.
—Por aquí, Señorita Berry. —dijo la joven mujer, mientras se volvía y nos llevó en frente de una fila de asientos con una vista perfecta del escenario.
Genial, no solo tendría que escuchar la voz que tan desesperadamente quería olvidar, sino que tendría un perfecto panorama suyo también. Eché un vistazo a Sam, quien arqueó las cejas como si estuviese impresionado con nuestros asientos y me dio una de sus sonrisas ansiosas.
Fingir un dolor de cabeza no iba a funcionar. Rachel enloquecería y Sam realmente parecía estar entusiasmado por los buenos asientos.
—¡Estamos bien atendidos! Esto es de lo que estoy hablando. —Puck sonreía y miraba a su alrededor hacia la mesa de elaborados refrescos montada al final de la carpa.
—Chicos, pueden comer al deseo de sus corazones. Vayan y dejen de babear. —dijo Rachel, con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Puck la besó con fuerza en los labios y miró a Sam. —Vamos, hombre, vamos a acabar con esa comida de lujo. —Sam se volvió hacia mí como si estuviera pidiendo permiso. Asentí con la cabeza. Me recordó a un fiel cachorrito. Se agachó y me dio un beso rápido en los labios antes de seguir a Puck.
—Deja de fruncir el ceño como si te hubiera traído a un bar lleno de humo. Vamos, chica, diviértete. —Forcé una sonrisa, lo que solo consiguió profundizar el ceño fruncido de Rachel—. ¿Qué pasó contigo, Brittany? Te costaba no mirar a Santana  y poner esa mirada de tonta admiración en tu cara. Ahora,  la ves y pareces como si estuvieras a punto de vomitar ¿Hirió tus sentimientos o algo? ¿Es eso por lo que no quieres estar aquí?
¿Me hirió? Ella nunca podría saber lo mucho que me había herido. Negué con la cabeza e intenté esforzarme aún más para que mi sonrisa pareciese más realista.
—Por supuesto que no. Solo me di cuenta que era una idiota. Algo en ella es frío y no me gusta estar cerca de ella. —Miré a las olas rompiéndose en la orilla. Si ella profundizase en mis ojos, notaría mi agonía.
—Hmmm, de acuerdo entonces. Supongo que tienes razón acerca de lo del frío. Algo en ella parece difícil y muy irreal. Ella no tenía idea de lo irreal que  era. La brisa había empezado a enfriarse y los asientos bajo la carpa estaban llenos. Quería estar en cualquier otro sitio lejos aquí, no con una perfecta vista del escenario en el que Santana  cantaría pronto. Las luces se apagaron y el público enloqueció. Sam puso sus brazos alrededor de mi espalda y me incliné hacia él, esperando que su cercanía me ayudase a pasar esto.
Con un redoble de tambor y el sonido de una guitarra eléctrica, las luces destellaron tan brillantemente como los fuegos artificiales que explotaban por encima. Un grupo de  chicos había tomado el escenario. Uno sentado detrás de la batería con largos rizos rubios y los otros dos de pie a cada lado del escenario con guitarras en sus manos. La música llenó el aire nocturno y gritos salieron de la playa. Había tanta multitud en la costa que ya no podías ver la arena. Una fuerte explosión y una nube de humo me hicieron saltar. Los gritos y los cánticos solo sonaron más fuerte. Santana  salió del humo que ahora se filtraba del escenario. Vi como su cabello oscuro danzaba con la brisa y como llegó al micrófono que le esperaba en el centro del escenario.
Lo cogió entre sus manos y luego se volvió directamente hacia la carpa. Directamente hacia mí.

“Quieres lo que no puedes tener.
Lo veo en tus ojos.
El dolor que llena tus noches es a causa de mi sarta de mentiras.
Te he abierto la puerta para que te vayas.
Hay un camino mejor para ti, aunque yo quiero que te quedes.
He roto las reglas,
me he desviado del camino pero cuando te conocí supe que salvarte valía la ira.
Déjame irme ahora, antes de que sea demasiado tarde.
Déjame irme ahora, antes de que sepas quien soy y tu amor se vuelva odio.
Aléjate de mí antes de que colapse y te lleve conmigo.
No puedes venir a donde estoy por ir, no puedes atravesar mi infierno.
Aléjate de mí antes de que colapse y te lleve conmigo.
Mi camino solo  está destinado a mí.
No hay manera de que puedas venir.
Te he dado vida cuando estaba en mis manos darte muerte.
Aléjate de mí.
Veo la vida que sé que llevarás sin mí aquí.
Es lo que te mereces, es a donde perteneces, es todo lo que quiero y todo lo que te amo.
Una vez que te conocí tenía que salvarte, pero me salvaste.
Ahora me estoy marchando y dejándote  libre.
En ni un solo momento se me olvida que hay un fuego dentro de mí que enciendes con tu toque.
Lastimarte no era el plan pero tenía que ocurrir por mi mano.
Aléjate de mí antes de que colapse y te lleve conmigo.
No puedes venir a donde estoy por ir, no puedes atravesar mi infierno.
Aléjate de mí antes de que colapse y te lleve conmigo.
Mi camino solo  está destinado a mí.
No hay manera de que puedas venir.
Te he dado vida cuando estaba en mis manos darte muerte.
Aléjate de mí.”



Me temblaban las manos en mi regazo. Su mirada nunca se apartó de la mía.
Las palabras eran para mí. No podía respirar por el dolor constriñéndome la garganta. ¿Por qué hacía esto? ¿No me había herido lo suficiente? Las lágrimas que picaban en mis ojos caerían libremente, rodando por mis mejillas, anunciando a mis amigos lo mucho que me habían afectado las palabras de Santana . No lo podían saber. Nadie podía. Me puse de pie y me alejé. No podía sentarme allí y escuchar nada más. En una especie de trance desesperado me abrí paso entre los fans gritando y los cuerpos sudorosos. Podría respirar si solo pudiese escaparme, poner alguna distancia entre sus palabras y yo.
Una vez que salí de la carpa, me giré y corrí hacia la oscuridad. Lejos del miedo. No le tenía miedo a ella, pero sus palabras me asustaban. Ella se iba. Se me hizo un nudo en el estómago cuando lo pensé y corrí más deprisa hasta que la arena de la playa estuvo oscura y vacía. El sonido de la música sonaba en la distancia y miré sobre mi hombro para ver si Sam o Rachel habían conseguido seguirme. Nadie iba a venir. Estaba realmente sola. Jadeando, caí de rodillas y solté el llanto que había estado tratando de aguantar desde que empezó a cantar. Lágrimas calientes se arrastraron por mi cara. El pecho me dolía mucho, y me era imposible realizar respiraciones profundas.
El aire nocturno bajó varios grados. No era dolor el que asfixiaba mi respiración, era el frío que venía con ella. Me di la vuelta lentamente, sabiendo que ella me miraba. Podía sentir su presencia. Ella era ese miedo helado. Sin embargo, el agujero negro de dolor que Santana  había dejado en mi pecho hacía que el peligro que ella poseía palideciese en comparación. Me puse de pie y la enfrenté, dándome cuenta que mi miedo había sido remplazado por el odio. Ya no me asustaba. Me enfadó. Algo acerca de su aparición causó la angustia de Santana  e hizo que quisiera hacerle daño por el papel que interpretaba en mi dolor. La miré mientras su cabello rubio flotaba, sin restricciones con la brisa del golfo.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —Grité a través de mis lágrimas. Di un paso hacia ella, apretando mis manos en puños. No quería que pensase que podía hacer que me acobardase. No quería que pensara que me podía asustar nunca más. Su risa tintineante llenó la oscuridad que nos rodeaba.
—Está designado. —dijo, con una voz que había llegado a aborrecer.
—¿Qué está designado? ¿Eh? ¿Sabes? ¡Consigue una maldita vida y déjame jodidamente en paz! —Di un paso más hacia ella, queriendo golpearla pero sabiendo que eso no haría ningún bien.
Su risa tintineante se volvió profundamente siniestra.
—Estaba designado y rompió las reglas. —Su risa murió y miró hacia mí—. ¡Por ti! ¡Rompió las reglas por ti! ¿Por qué por ti? Una simple humana con un tiempo designado, era todo muy sencillo, pero ella lo complicó tanto — Curvó su dedo hacia mí—. Vamos, acércate y corregiré su error. —Tragué y el miedo que pensé que había superado comenzó a volver poco a poco. Santana  también había dicho que ella había venido a corregir un error.
—¿Qué error? —Pregunté. Inclinó la cabeza como si me estudiase. —Tú eres diferente a los demás. Supongo que eras interesante para ella. Su existencia es más bien monótona.
Luché contra la tentación de arremeter contra ella, a sabiendas de que probablemente la atravesaría. Quería que me acercase. Necesitaba mantener las distancias. Negué con la cabeza y di un paso atrás. Mi respiración comenzó a hacerse más profunda. Traté de retroceder otro paso, pero una mano de hielo envolvió mi muñeca y comenzó a tirar de mí hacia las olas, con una fuerza contra la que no podía luchar. El primer chapoteo con el agua fría y salada me sobresaltó. Esto era real. Esta vez me encontraba sola y nadie me escucharía.
Empecé a dar patadas y a forcejear, pero ella continuó arrastrándome hacia el golfo con poco esfuerzo. No tenía ninguna oportunidad de sobrevivir en las aguas profundas. Las olas se hacían cada vez más grandes y ella me arrastraba hacia abajo. Iba a ahogarme. ¿No podía solamente matarme asfixiándome como había empezado a hacer en el colegio antes de que Santana  la interrumpiera? Las luces y la música danzaban en la distancia. Esta vez  estaba sola y nadie me salvaría. Por extraño que parezca, no tenía ganas de gritar. No temía a la muerte por más tiempo. Pero ojalá hubiera sido capaz de despedirme. Cerré los ojos mientras el agua me llegaba a la barbilla y la primera ola se estrellaba contra mi cabeza. Mientras dejé que mi cuerpo se aflojase y acepté este destino, escuché a alguien gritar mi nombre.
¿Alguien me había encontrado aquí? Empecé a sacudirme fuera de su agarre y gritar, pero me di cuenta que probablemente solo le quitaría la vida a  esa persona  también. Ella no estaba aquí para ellos. Tenía que irme en silencio. La que había venido a por mí, no se merecía este destino.
Un destello de luz brillante llenó el agua oscura y mi muñeca fue instantáneamente liberada de su apretón de hielo. Luché para encontrar la superficie del agua y llenar de aire mis ardientes pulmones.
La voz de Santana  dijo —¡NO! ¡Dije NO! Yo hice esta elección y rompí esta regla, pero fui yo quien la rompió. He dejado tu interferencia impune el tiempo suficiente. Esto termina ahora.
Quería abrir los ojos y verla. Podía escucharle pero el agua salada se metía en mis ojos y lo hacía imposible.
Otra ola se estrelló contra mí y empecé a patalear frenéticamente mientras el agua llenaba mi nariz no preparada para ello. Cálidos brazos rodearon mi cintura y me aferré a ellos sabiendo que le pertenecían a ella.
Ahora me encontraba a salvo. Mi cabeza atravesó la superficie y comencé a ahogarme con el agua salada.
—Aquí, déjame. —Santana  secó mis ojos con un pañuelo frío y el ardor desapareció al igual que mi tos. Era como si nunca hubiera sido hundida bajo las frías olas del mar. Finalmente pude ver la cara de Santana . Ella me cargaba de nuevo.
—¿Por qué, Brittany? —Cerró los ojos y tocó mi frente con la suya y respiró hondo—. ¿Por qué? Sabías que ella seguía asechándote. La sentiste.
¿Por qué viniste aquí sola? ¿Pensaste que enfrentarla era la respuesta? Negué con la cabeza y miré fijamente a sus ojos tan cercanos a los míos. —No, solo quería alejarme. Necesitaba pensar. Verte… —Me detuve antes de decir nada más.
Una sonrisa triste se formó en su boca.
—Todo lo que ella podía hacer era tratar de matarte. En tanto que tú realmente te enfrentases a la muerte, La Muerte habría tenido que venir y llevarte. Eso no iba a suceder —Se detuvo y respiró entrecortadamente antes de tocar mi cabeza con sus labios. Sus labios se movieron a mi mejilla antes de detenerse en mi boca—. Por mucho que quiera besarte, no puedo —Dejó salir una risa suave—. Eres una chica frustrante. No eres como ninguna de las almas que he conocido. —Toqué su cara y me incliné para tocar sus labios con los míos, pero ella se echó hacia atrás y negó con la cabeza—. No — Susurró—. No lo hagas. No puedo. Eres demasiado especial. Mi deseo por ti se sobrepone a lo que sé que es mejor para ti. No puedo arriesgar eso de nuevo.
—No me dejes. —Supliqué.
Tocó mis labios con la yema de su dedo. —No lo haré. Al menos, no esta noche.


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Lei sus comentarios subo este capitulo de prueba para que me indiquen si ya no hay tantos errores.

Como siempre sigan comentando como adelanto ya que debo revisar de nuevo la adaptación, "tengan paciencia con esta historia" y un poco mas de paciencia a mi porque revisare que no allá tantos errores en la adaptación.


Última edición por awong_snix el Mar Mayo 27, 2014 12:09 pm, editado 3 veces
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Activo Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO

Mensaje por Dolomiti Mar Mayo 27, 2014 4:53 am

Sip! Quedó muy bien ;) esperaré ansiosa los.siguientes caps! Grax x hacer el cap d prueba jeje
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Activo Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO

Mensaje por Linda23 Mar Mayo 27, 2014 11:12 am

Muy
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