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Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
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Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Muy bien, excelente capítulo. Espero con ansia los capítulos que vas a públicar hoy.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Dolomiti escribió:Sip! Quedó muy bien ;) esperaré ansiosa los.siguientes caps! Grax x hacer el cap d prueba jeje
Hola gracias por los comentarios en un rato subiré los 4 capítulos siguientes.
Recomiendo dar una leída del 11 antes de leer los otros 4. Hice una modificación a la canción que creo que mejora el capitulo.
Ya llegaran nuevas personas a la historia
awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
gua esta fantastico... lei y no pare de leer me encantaa tu fic... ya quiero seguir leendo... asta tu actu
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Recuerden dar una leída al capitulo anterior
y como es costumbre y no me gusta hacer esperar aquí van los siguientes capítulos
awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
CAPITULO 12
—¿Qué hiciste todo el fin de semana? Sam dijo que no te habías sentido bien después del concierto. Pensé que escucharía algo de ti. Pero no tengo nada, nada . Cold Soul tocó impresionantemente. Deberías haberte quedado después. Conocimos a la banda, bueno, excepto a la cantante, Santana . Se fue pronto o algo. No importa, ¡Fue increíble! Podría haber besado la cara de papá por esta. —Rachel enganchó su brazo con el mío mientras balbuceaba. Escaneé la entrada, necesitando ver a Santana en algún sitio en el mar de caras—. ¿A quién estás buscando? —Había un toque de interés en la voz de Rachel. Santana no estaba entre la multitud, sin embargo, Kendra flirteaba abiertamente con Justin. Eso me pareció extraño.
—¿Has visto a Santana esta mañana? —Le pregunté, mirando a Rachel y rezando para que ella no hubiese leído nada más en mí pregunta. Su frente se arrugó en una mueca.
—¿Santana como Santana López, cantante de Could Soul? Asentí con la cabeza y escaneé las taquillas.
—Sí, Santana . —Repetí. La confusa expresión en la cara de Rachel activó la campana de alarma en mi cabeza.
—Um, ¿Estás tomando esos medicamentos para el dolor de nuevo, cariño? ¿Por qué iba a estar aquí la cantante de Cold Soul? Algo iba muy mal. Mi pecho se hinchó de pánico.
—Buenos días. —dijo Sam mientras caminaba hacia mí y me pasaba su brazo por los hombros.
Rachel lo miró con una sonrisa preocupada.
—Buenas, Sam. Es tan dulce que vayas a por todos sus libros en el momento en que llegas. ¿Te importaría darle algunos consejos a Puck?
—De ninguna manera. —Se echó a reír y me apretó los hombros con suavidad, normalmente tenerle cerca me ayudaba cuando estaba al borde del pánico. De cualquier manera, justo ahora necesitaba saber dónde se encontraba Santana y por qué Rachel no parecía saber de lo que yo hablaba. Miré a Sam. —¿Has visto a Santana ? —La misma confusión se apoderó de su rostro.
—¿Quién? —Preguntó, igual de confuso.
—Me ha preguntado lo mismo a mí. Estoy pensando que podría haber tenido que tomar algunos medicamentos contra el dolor otra vez esta mañana. ¿Sigues herida? ¿Lo sabe tu madre? Porque amiga, estas drogada si crees que Santana López está en nuestro colegio. —Rachel y Sam me miraban como si fuese una razón para preocuparse. Miré a Kendra, quien seguía cerca de Justin.
—¿Está Kendra saliendo con Justin ahora? —Pregunté en un tono que esperaba fuese conversacional y no delatase el creciente pánico dentro de mí.
Sam frunció el ceño. —Ellos han estado saliendo desde hace meses.
¿Estás bien, Brittany?
Forcé una sonrisa y asentí. —Oh, um, lo olvidé. No, estoy bien. Solo necesito hacer una parada en el baño antes del primer periodo. —Me puse de puntillas, besé rápidamente a Sam en los labios y me fui por otro camino. Necesitaba escapar de su escrutinio para poder pensar. Santana se había ido y nadie se acordaba de ella.
El baño estaba benditamente vacío. Dejé mis libros en el húmedo mostrador y me apoyé contra una pared para sujetarme. Mi corazón se contrajo tan dolorosamente en mi pecho que temía que pudiera dejar de funcionar. Alguien entró y me enderecé. Necesitaba privacidad para mi crisis nerviosa. Pero tan solo dos pasos después, me di cuenta que la puerta del baño nunca se había abierto. Una adolescente de pelo negro había atravesado la pared. Me giré, di un paso hacia ella y se percató de mí.
Parecía sorprendida de que pudiese verla y una sonrisa apareció en su rostro.
—¿Quién eres? —Pregunté, pero ella solo me miraba—. ¿Puedes hablar conmigo? —Ya no me preocupaba ignorarles. Tal vez ellos tenían las respuestas. Sacudió su cabeza y su sonrisa se volvió triste. Se dejó llevar más cerca de mí, extendió su mano y me tocó el cabello. Nada. Ni escalofríos ni frío. Era como si ella no estuviera allí. Esto era lo que siempre había sabido de las almas—. ¿Por qué no puedes hablar? —Le pregunté y ella se acercó hasta que estuvo de pie ante mí. Negó con la cabeza como si me corrigiese por preguntar esa pregunta—. ¿No tienes permitido hablar conmigo o no puedes? —No le tenía miedo. Sabía que no tenía el poder para hacerme daño. Su expresión comenzó a agitarse, negó con la cabeza de nuevo y se apartó de mí despacio. Di un paso más cerca de ella—. Por favor, necesito algunas respuestas y creo que podrías ayudarme —Su expresión se volvió asustada y siguió sacudiendo la cabeza y alejándose de mí como si fuera algo a lo que temer—. Por favor —Supliqué, y en mi último favor se dio la vuelta y se desvaneció en la pared. Me quedé mirando hasta que la puerta del baño se abrió y una chica de primer año entró. Se detuvo y me estudió. Debo haber parecido una idiota allí, de pie, mirando una pared vacía. Le sonreí para tranquilizarla. Tal vez este incidente no se extendiese por toda el colegio. No es que me importase que la gente hablara de mí. Pero no necesitaba que Rachel y Sam se preocupasen por mí, más de lo que ya lo hacían. Además, necesitaba respuestas y ya estaba muy cansada de esperar para que Santana me las diese. La joven alma no había sido capaz de ayudarme, por motivos que no podía entender. Sin embargo, tenía la sensación de que si seguía buscando, pronto encontraría a alguien dispuesto a hablar o que al menos pudiese hacerlo.
Los pasillos se encontraban vacíos, lo que significaba que ya llegaba tarde a Literatura Inglesa. El dolor regresó mientras pensaba en afrontar la clase de Literatura sin Santana . Incluso, cuando había continuado ignorándome, era capaz de escucharla y hablar, sentir el calor de su mirada. Ahora, ni siquiera iba a tener ese pequeño pedazo de comodidad. Lo que más me dolía era que nadie parecía recordarle. Era como si nunca hubiera existido. Me detuve en frente de la puerta. Ir dentro me parecía insoportable. Me coloqué las manos sobre el estómago para sostener el dolor que me destrozaba y me apoyé contra la pared. Me quedé en el pasillo vacío, deseando que otra alma viniese vagando.
En cambio, el silencio vacío se mantuvo. Por primera vez en mi vida, quería ser molestada por la presencia de las almas y no había ninguna alrededor. Si solo pudiese ir a algún sitio que estuviese infectado de almas errantes, entonces podría preguntarles a ellas.
Podría preguntar y preguntar hasta que encontrase alguna que hablase conmigo. Algo acerca de la joven alma en el baño me dijo que podría haberme hablado si hubiera querido. Ella parecía asustada. ¿Asustada de qué? ¿A que tienen miedo las almas? Están muertas después de todo, o al menos sus cuerpos.
—El hospital. —Susurré en voz alta, recordando que el único lugar en que había visto un sinfín de almas errantes era el hospital. Me di media vuelta y fui hacia las puertas del colegio. Iría allí y empezaría a preguntar a cada alma que me encontrase.
Una de ellas estaría obligada a responderme. Averiguaría la manera de encontrar a Santana . Ella era real. Le había conocido. La amaba. Le encontraría.
—¿Señorita Pierce? Nuestra clase está por este camino. —La voz del señor Brown cortó mis pensamientos, me detuve y suspiré de derrota antes de volverme y enfrentar la ronda de mi profesor de Literatura Inglesa.
—Sí, señor, yo estaba, um, tan solo iba a conseguir un justificante por llegar tarde. —Sonrió y sacudió la cabeza—. No es necesario, pero date prisa por favor, estamos comenzando con la belleza de la ficción. Vuelve enseguida
—Dio un paso atrás, esperando que yo entrase primero. Caminé de vuelta hacia la clase, con ganas de girarme y salir corriendo en dirección contraria, sabía que si mamá recibía una llamada diciéndole que me había saltado clases, se pondría furiosa y mis oportunidades de encontrar a Santana serían casi nulas una vez que me encerrase en mi habitación el resto del año.
Entré en clase y me acerqué a mi asiento vacío junto a la ventana. La silla detrás de mí estuvo vacía. Miré a Kendra y la silla detrás de ella era ocupada por Justin. Él solo era un remplazo y tomó el sitio de Santana . Asqueada, me di la vuelta. ¿Cómo podía haber sido tocada por Santana y besada por ella y olvidar tan fácilmente que había existido? Yo no la había olvidado. ¿Cómo lo había hecho ella? ¿Cómo podía no sentir el dolor por su ausencia? Ella era demasiado buena para Kendra.
¿Por qué había perdido tanto tiempo con ella? Me hundí en mi asiento y se formó en mi interior un nudo por la emoción. No podía pasar esta clase sin ella.
—La asignación de lectura de hoy se va a hacer tranquilamente en nuestros escritorios. No hablen con sus compañeros. Quiero completo silencio mientras inhalan la belleza de la palabra escrita. Tómenla. Dejen que penetre en sus venas y les llene de un maravilloso asombro que es tan positivo que brilla intensamente —La sala se llenó de gemidos—. Tsk, tsk, tsk. Excitados por su belleza. —Las quejas continuaron sonando con los sonidos de las páginas pasándose por toda la habitación. Este sería una gran oportunidad para la mayoría de estudiantes de tomar una siesta detrás de sus libros de texto. Yo abrí el mío, esperando encontrar algo para alejar mis pensamientos de Santana . Cuando el día se terminase, iría al hospital y comenzaría a hacer preguntas. Algún alma tenía respuestas en algún lado.
—Ugh, esta cosa es poesía. —Sonó una voz estridente desde el fondo del aula.
El señor Brown levantó la vista del libro que tenía en sus manos.
—Ah, sí, es el señor Kimbler, que agradable que te des cuenta. —Más gemidos sonaron y encontré la página indicada en la pizarra. Era la obra de William Wordsworth. Sentí el impulso de gritar de desesperación. Estudiar el inicio del Romanticismo no era algo que necesitase en este momento.
¿Dónde estaban los trágicos dramaturgos cuando los necesitabas?
—¿Cómo nos ayudará este desastre en la vida real? —dijo Justin con voz arrogante. La risa estalló en el aula.
—Escucha, escucha. —Alguien llamó con un golpe en su pupitre. El señor Brown nos miró una vez más con una expresión ligeramente molesta en su rostro. —Caballeros, si uno no estudia las palabras de los poetas románticos famosos, ¿Cómo podrá alguna vez aprender a cortejar a una mujer el día que se enamore? Puedo aseguraros que P Diddy no tiene palabras de instrucción en sus creaciones líricas.
Sus palabras causaron algunas risas. Habría encontrado todo esto muy divertido, si el asunto de leer las letras de las canciones de P Diddy no me pareciese una idea tan atractiva en este momento. Miré al poema que íbamos a estudiar y sobre el que tendríamos que escribir un ensayo de dos páginas. To a Young Lady (A una joven), por William Wordsworth. Solo esperaba que no fuese un poema sobre el amor duradero.
Querido Hijo de la Naturaleza,
¡déjales poner límites!
Hay un nido en un verde valle,
Un puerto y una bodega,
Donde a una Esposa y Amiga verás
Tus propios deliciosos días, y ser
Una luz de joven a anciano.
Allí, sano como un joven Pastor,
Como si tu herencia fuera la alegría,
Y el placer fuese tu negocio,
Tú, cuando tus chicas se aferren a ti
Nos mostrarás como harás cosas divinas que
Una mujer tal vez hizo.
Tus pensamientos y sentimientos no morirán,
Tampoco te dejaré, cuando las canas estén cerca,
Un melancólico esclavo
Pero una vejez, viva y brillante,
Y adorable como una noche de Laponia,
Te llevará a la tumba.
El placer se propaga por la tierra
En los regalos perdidos que serán reclamados por quien los encuentre.
¡déjales poner límites!
Hay un nido en un verde valle,
Un puerto y una bodega,
Donde a una Esposa y Amiga verás
Tus propios deliciosos días, y ser
Una luz de joven a anciano.
Allí, sano como un joven Pastor,
Como si tu herencia fuera la alegría,
Y el placer fuese tu negocio,
Tú, cuando tus chicas se aferren a ti
Nos mostrarás como harás cosas divinas que
Una mujer tal vez hizo.
Tus pensamientos y sentimientos no morirán,
Tampoco te dejaré, cuando las canas estén cerca,
Un melancólico esclavo
Pero una vejez, viva y brillante,
Y adorable como una noche de Laponia,
Te llevará a la tumba.
El placer se propaga por la tierra
En los regalos perdidos que serán reclamados por quien los encuentre.
Mi destrozado corazón latía. Empecé a escribir. El dolor dentro de mí se derramó sobre el papel. Se sentía casi como si estuviera sangrando con cada palabra que garabateé. Perdida en mi necesidad de expresar a alguien mi dolor interior, me sorprendió cuando el papel fue sacado de debajo de mi mano. Alcé la cabeza.
El señor Brown me dio un pequeño asentimiento con la cabeza y se aclaró la garganta.
—Ah, parece que la señorita Pierce conoce a William Wordsworth o ya ha leído su tarea —Miro sobre sus lentes de media luna a la clase—. Lo cual es mucho más de lo que puedo decir sobre la mayoría de ustedes —Bajó su mirada hacia mi trabajo y se ajustó sus pequeñas y redondeadas gafas.
—Wordsworth recordaba a su hermana, a quien le habían regañado por dar largos paseos con él en el campo. Pensaba en la vida de ella, y la plenitud que ella experimentaría. La felicitó y la elogió por sus esfuerzos de divertirse con la belleza a su alrededor, en vez de seguir las reglas. Sonó el timbre y los estudiantes comenzaron a luchar para salir del aula, por el temor a que el señor Brown fuese a obligarles a escuchar más de mi trabajo, o peor, ordenarles que leyesen los suyos en voz alta. Volvió a poner mi trabajo sobre mi pupitre y me sonrió.
—Eres una verdadera delicia, Brittany. Estoy deseando leer el resto mañana. —Se volvió y se dirigió a su mesa con un contoneo. Sam entró en la clase sonriéndome.
—¿Vienes, preciosa? Sé que te gusta Literatura Inglesa pero se ha acabado por hoy.
El señor Brown me miró. —Ah, sí, pero en cualquier momento que quieras dejar de hablar de su belleza, por favor, siéntete libre de hacerlo.
—Gracias, señor Brown. —Esto no estaría sucediendo, pero en realidad él era un hombre dulce, mayor. Un poco excéntrico, pero dulce.
—No le dé ninguna idea, señor Brown. —Sam bromeó mientras cogía los libros de mis manos.
—Ah, el bello hombre que posee su corazón no quiere compartir —dijo el señor Brown, con una sonrisa que empujó sus gruesas mejillas un poco hacia atrás.
Sam rio entre dientes. —Es cierto.
***
—Ahora, cuéntame una vez más ¿Qué es eso que vas a hacer que es más importante que ir de compras a por las perfectas botas de invierno? — La mano derecha de Rachel, colocada en su cadera, mientras me miraba, como si acabase de hablar en español. Subí la correa de la mochila más arriba sobre mi hombro y mantuve mis ojos en el aparcamiento.
—Voy a apuntarme a hacer trabajo voluntario en el hospital. —No tenía una explicación moral real para ello. No me atreví a decirle a Rachel cómo sentía la necesidad de darme a mí misma o lo que sea que uno diría que siente cuando tiene la necesidad de ir de voluntario a ayudar a enfermos y moribundos. La verdad era que odiaba los hospitales y Rachel lo sabía.
Ella no sabía por qué los odiaba. Solo sabía que lo hacía. Nunca había sido capaz de explicarle cómo me molestaban las almas errantes que llenaban las habitaciones de los hospitales.
—Así que, ¿Has superado la aversión a los hospitales ahora que has pasado una semana allí? —Preguntó con curiosidad. Me encogí de hombros porque mi estancia no tenía nada que ver con esto.
—Supongo. —Era una excusa tan buena como cualquier otra.
—Bien entonces, si tienes que hacer algo por el bien de los demás mientras voy a hacer algo por el bien de mi armario de invierno, entonces supongo que estoy bien con eso.
Le dediqué una sonrisa y luego fui hacia el coche de Sam. Me había dejado sus llaves y me dijo que iría a su casa con Justin. Yo le había engañado con esta cosa de “quiero ir a ser voluntaria” también. No era totalmente una mentira. Había decidido que este era la mejor forma de ver suficientes almas sin alguien metiéndome en un manicomio por vagar por los pasillos hablando conmigo misma. De esta manera tenía un motivo para estar allí y encontraría un montón de almas a las que hablar. Con el tiempo, encontraría alguna que hablase.
—Llámame cuando vuelvas a casa de tus buenos actos y llevaré mis compras y te las enseñaré.
—Vale, buena suerte. —dije mientras abría la puerta del coche y entraba. Por primera vez en tres días tenía alguna esperanza. Seguía recordando la mirada en los ojos de Santana , la noche del viernes mientras me abrazaba. Ella había sido muy real. El hecho de que nadie pareciese recordar que alguna vez camino por los pasillos del colegio no significaba que comenzara a volverme loca. El hecho era que yo había estado viendo a la gente que nadie más podía ver desde que nací. Algo era diferente en mí. Esto no era una primicia. Santana tenía secretos y yo los iba a descubrir. Necesitaba saberlos porque la necesitaba. La respuesta detrás de su partida estaba dentro de sus secretos y sabía que si podía averiguarlo entonces podría encontrarle y traerla de vuelta.
awong_snix- ---
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Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
CAPITULO 13
Eché un vistazo a mi ID. Mi madre estaría encantada. Esto iba a lucir maravilloso en mis aplicaciones de la universidad. Entre más servicio a la comunidad mejor, bueno, mientras que sea voluntario y no obligatorio. Me habían asignado el deber de leer a los niños hoy, como era mi primer día y no tenían a nadie más que pudiera entrenarme para los trabajos más difíciles. Me bajé del ascensor en la planta de pediatría y tres de las almas que había pasado en la planta anterior se detuvieron a mirarme. Asentí con la cabeza a ellos.
—Hola. —dije, alegremente, y todos ellos parecieron sorprenderse. Me volví y seguí las instrucciones que el voluntario de recepción me había dado. No tardé más que solo unos segundos en darme cuenta de que la planta de pediatría se encontraba llena de almas errantes. Caminé pasando a unos niños en silla de ruedas mirándome con curiosidad. Sonreí y dije hola al pasarlos. Mi corazón empezó a doler por otras razones, que la de mi pérdida.
Ver las pequeñas sonrisas en sus rostros pálidos no fue fácil. Una niña pequeña con un largo, rizado y rojo cabello llamó mi atención. Se paró en la puerta de su habitación de hospital mirando, no a mí, sino a ambos lados y detrás de mí con curiosidad antes de mirarme directamente a mí. Reduje mi andar y miré hacia atrás, dándome cuenta de que la mayoría de las almas a las que les había sonreído comenzaban a seguirme. Ella podía verlos. Me detuve y estudié su pequeño y dulce rostro. Estaba de pie con el uso de lo que parecía ser un andador. Miró hacia las almas de nuevo y sonrió cálidamente, luego sus pequeños ojos me encontraron.
—¿Los ves? —Le pregunté en un susurro, temerosa de que alguien pudiera escucharme y pensar que estoy demente. Asintió con la cabeza, haciendo que todos los rizos rojos rebotaran a su alrededor.
—¿Y tú? —Me preguntó en un fuerte susurro. Yo asentí con la cabeza.
—Genial. —Contestó, sonriente. Le guiñé un ojo y luego seguí mi camino hacia la sala de actividad.
No podía pararme a hablar con una niña en los pasillos sobre las almas que ambas podíamos ver, sin llamar la atención. Yo nunca había conocido a nadie más que pudiera ver a las almas.
Fue difícil el solo caminar lejos de su pequeña cara conocedora. Pero sabía que la vería de nuevo. Tenía la intención de encontrarla más tarde. Encontré la puerta azul cielo con la frase “Hoy tú eres tú, eso es más que cierto. No hay nadie vivo que sea más tú que tú.” Dr. Seuss, en colores brillantes pintado en ella. Aquí era donde se suponía que debía estar. La abrí e inmediatamente encontré la estantería de libros a la derecha. Me di la vuelta y le sonreí a las almas que me habían seguido dentro.
—¿Alguno de ustedes tiene una sugerencia? —Todas me estudiaron y algunas se deslizaron más cerca para mirarme o tocarme. Yo no podía sentirlas—. ¿Nadie? —La habitación permaneció en silencio. Suspiré y me volví a los libros—. Muy bien, voy a elegir uno yo misma.
—Mi favorito es “Donde viven los monstruos” —Giré de nuevo, pensando que un alma por fin había hablado. Todas las almas veían a la pequeña niña de cabellos rojos desde el pasillo. Estaba de pie en la puerta, sonriéndome—. No van a hablarte, ya sabes. No pueden. —dijo al tiempo que entraba.
—¿No pueden hacerlo? —Pregunté mirando hacia abajo, hacia sus ojos que parecían más viejos que su pequeño cuerpo. Sacudió su cabeza lentamente y suspiró.
—No, yo he tratado de hacer que lo hagan. Les gusta que tú hables con ellos —Hizo una pausa—. Bueno, algunos de ellos les gusta que tú les hables, pero no pueden responder. Son almas luchando por su regreso, así que permanecen aquí vagando sin rumbo —Miró hacia atrás, por encima de su hombro, hacia las almas, suspirando—. Pero empiezan a olvidar quiénes son o por qué están aquí. Es en verdad triste. Si se hubieran ido a la primera oportunidad, se les habría asignado otro cuerpo y otra vida en lugar de esta existencia sin sentido.
Me acerqué y me senté en la silla frente a ella. —¿Cómo sabes eso? — Pregunté, sorprendida de que alguien tan pequeño pudiera saber mucho más que yo sobre las almas que he visto toda mi vida. Se encogió de hombros. —Supongo que ella no quería que yo tuviera miedo. Ellas le temen, como puedes ver, y no quería que yo le tuviera miedo.
Y creo que, tal vez, no quería que yo me convirtiera en algo como ellas. Sacudí la cabeza tratando de averiguar de quién hablaba. —¿A qué te refieres? ¿Quién es ella? Frunció el ceño y las almas que se habían reunido en la habitación se desvanecieron. —Tienen miedo de ella, como he dicho. Es lo único que recuerdan, porque fue la última cosa que vieron mientras estaban vivos.
Tonto, de verdad, eso no es culpa suya. Simplemente les había llegado su hora. —Me quedé helada ante sus palabras y me aferré al brazo de la silla en la que me encontraba sentada en busca de apoyo.
Mi corazón empezó a palpitar en mi pecho mientras preguntaba:
—¿A qué te refieres con “su hora”? Ella me miró un momento y luego susurró: —Era su tiempo designado para morir. Al igual que el mío, que llegará pronto. Me lo dijo. No se suponía que me lo dijera, pero puede romper las reglas si quiere. Nadie puede detenerla. Al final, es su decisión.
Tragué mi mal genio ante la mención de la pequeña niña al hablar sobre su muerte.
—¿Quién te lo dijo? —Pregunté otra vez. Ella sacudió la cabeza. —No te pongas tan triste. Dijo que este cuerpo que tengo, está enfermo, y una vez que me muera, voy a conseguir un cuerpo nuevo y una nueva vida. Las almas no están obligadas a vagar por la Tierra. Solo aquellas demasiado asustadas para seguir, son dejadas aquí para vagar. Si eliges dejar la Tierra, regresarás en un cuerpo nuevo y en una nueva vida. Tú alma será, sin embargo, la misma. Ella me dijo que el hombre que escribió mis libros favoritos, Las crónicas de Narnia, dijo que “Tú no eres un cuerpo. Tú tienes un cuerpo. Tú eres un alma.” —Ella sonrió ante la idea, como si fuera brillante.
Respiré hondo, para tranquilizarme antes de preguntar una vez más.
—¿Quién es”?
Ella frunció el ceño. —¿El autor? C.S. Lewis. Negué con la cabeza. —No, el “la” que te ha dicho todo esto. A “quien” las almas tanto le temen. —Frunció el ceño y se volvió para irse—. No, por favor, espera… necesito saber quién es. —Le rogué.
Volteó para atrás, mirándome y sacudió la cabeza. —Hasta que te llegue la hora, no puedes saberlo. —Se fue. Sostuve el libro, “Donde viven los monstruos”, en mis manos, lista para leer cuando los niños se presentaran, pero no vino con ellos. Forcé una sonrisa y un tono alegre al leer las palabras que recordaba de mi infancia. Varios niños pidieron otros libros cuando terminé y, aturdida, tomé cada libro fuera de la estantería y les leí los que me pidieron hasta que las enfermeras insistieron en que era hora de regresar a sus cuartos para la cena. Después de varios abrazos y “gracias”, me dirigí de nuevo por los pasillos. Esta vez no me molesté en sonreírle a las almas. Ellas no me podrían ayudar. Estoy bastante segura de que la única que podría, era la pequeña niña que había hablado con “ella” y en el fondo me temía, que yo sabía exactamente quién era y qué era lo que hacía.
***
—Tengo una sorpresa para ti. —Sam anunció mientras paseaba por la sala de mi casa a las siete de la noche. Me asomé desde el libro de texto abierto sobre la mesa y le sonreí. Ver a Sam ayudó a aliviar el vacío dentro de mí. Se inclinó, me besó en los labios suavemente y luego dejó un folleto frente a mí, en la mesa.
—¿Gatlinburg, Tennessee? —Pregunté, leyendo el folleto frente a mí con la imagen de una montaña nevada con un telesilla y las calles festivamente iluminadas. Sonrió y se sentó en la silla a mi lado. —Todo un fin de semana de esquí y compras. Mis abuelos tienen una cabaña allí a la que vamos cada año en esta temporada. Hablé con Rachel y ella tiene el visto bueno por parte de su padre. Él cubriría los gastos del viaje de ella y Puck, y mis padres quieren agradecerte por todo el trabajo duro que hiciste al ayudarme a sacar una A+ en Oratoria. —Sonrió con malicia—. Y porque sabían que yo no iría a menos que tu fueras también.
Irme de vacaciones a esquiar no era algo sobre lo que quería pensar en estos momentos. Emocionalmente, apenas podía sostenerme y necesitaba encontrar a Santana . Simplemente no podía entender cómo iba a encontrarle exactamente.
—Wau. —Forcé una sonrisa. Él tomó mi falsa sonrisa como un estímulo y abrió el folleto. Comenzó a hablar sobre todas las cosas que se podían hacer en la cima de la montaña. Yo daba vueltas en mi cabeza, pensando en cómo podría decirle que no, cuando mi madre entró.
—Hola, Sam, ¿Has comido? Traje a casa comida china de la reunión con mi agente literario. ¿Alguno de ustedes tiene hambre? —preguntó.
—Estoy muerto de hambre. —dijo Sam con entusiasmo.
—No, gracias. —Respondí. Pensar en comida me revolvió el estómago. Me di cuenta de que Sam le hablaba a mi madre sobre el viaje a esquiar y me entró pánico, tratando de pensar en alguna manera de detenerlo.
—Oh, eso sería perfecto, Brittany. La tía Margie nos ha pedido ir al rancho por Acción de Gracias, pero odiaría volver a llevarte allí para que seas testigo del llanto de su primer día de Acción de Gracias sin Ted. Ella me necesita y yo podría ir si tú pasaras las vacaciones en las montañas con tus amigos. No me sentiré como que estas sufriendo. Eso es simplemente perfecto. Sam, gracias. Tengo que llamar a tus padres esta noche para conseguir más detalles. Quiero enviar dinero, sin embargo, no me gusta la idea de que tus padres paguen por ella. Sam negó con la cabeza. —¡Oh, no, señora¡ Eso no es necesario. Ellos quieren pagar. Ha sido una respuesta a sus oraciones con mis calificaciones de Oratoria este año. No podrían haber pagado por un mejor tutor. —Me dedicó una sonrisa maliciosa y luego sonrió a mi madre con cortesía.
Lo planeaban como si ya fuera un hecho. Mamá no iba a decirme que no, o a cuestionármelo. No tenía escapatoria, a menos que quisiera herir, no solo a Sam, quien no lo merecía, sino también a Rachel. Ella, sin duda, parecía emocionada por el viaje y, aunque todo lo que yo quería hacer era buscar a Santana, no podía. Por el momento, no estoy segura sobre cómo comenzar. Mi plan había llegado a un interrumpido registro de trayectos. En un súbito estallido de esperanza buscaría en Ebay boletos para Cold Soul pensando que, tal vez, si fuera al concierto, podría verla y saber que era real. Podría acabar con todos estos temores revolviéndose dentro de mí, de que ella era algo que yo no podía tener o tocar. Incluso, si pudiera comprarme los boletos, no podría financiarme el costo del viaje para llegar a las próximas fechas de sus próximos conciertos.
—Supongo que eso es lo que tenemos que hacer mañana. —dijo mamá alegremente. No tenía idea a lo que se refería.
La miré fijamente y fruncí el ceño. —¿Qué?
Ella rodó los ojos. —Ir a comprar tu equipo para la nieve, tontita. Vas a necesitar ropa de invierno también. ¡Oh, esto va a ser muy divertido! Estoy tan emocionada. Ustedes dos hagan su tarea y yo iré a llamar a Margie y le haré saber que estaré allí en Acción de Gracias. —Mamá nos dejó y Sam se dio la vuelta, sonriendo triunfante, con una caja de arroz frito en una mano y los palillos en la otra.
—Ella es más que genial, lo juro. Los padres de Puck dieron una pequeña pelea. Ella fue tan fácil —Besó la parte superior de mi cabeza mientras volvía a sentarse frente a la mesa—. Será mejor que llames a Rachel y le cuentes las buenas noticias antes de que empecemos. Está esperando saber las noticias —Asentí con la cabeza y alcancé el teléfono. Iba a tener que actuar emocionada por el bien de Sam, y el de ella. El teléfono sonó una vez antes de que un intenso chillido estallara en la otra línea.
—Por favor, di que ella dijo que sí, por favor, por favor, por favor. —La voz de Rachel cantó desde la otra línea.
—Dijo que sí. —Le respondí, dedicándole una sonrisa a Sam.
—¡FANTABULOSO! Vamos a pasárnosla tan bien. De compras en la nieve. ¿Qué tan romántico es eso? Quiero decir ¿Hay realmente algo mejor que la nieve sobre las pequeñas calles llenas de tiendas? No, no lo hay. Sin embargo, te advierto en este momento que no pondré mi pie en un esquí. De ninguna manera. Quiero ir de compras, no a visitar la sala de emergencias ¿Tú vas a esquiar? —Miré a Sam, quien obviamente podía escuchar la voz desde el teléfono. Asentía con una gran sonrisa en su rostro.
—No creo que tenga elección. —Respondí.
—Uf, bueno, yo sí, y no lo haré. Quiero decir, te caes y tu trasero queda completamente húmedo. De ninguna manera. No lo haré. Sam se rio entre dientes. —Llevarás puesto un traje de nieve Rachel, eso mantiene tu trasero seco. —Gritó en voz alta.
—Lo que sea, sigo sin hacerlo. Oh, tengo que llamar a Puck y decirle. Tenemos que ir a comprar verdadera ropa de invierno. Vas a tener que hacer a un lado tu servicio comunitario por una tarde o quizá dos. ¡De acuerdo, bien! Hablaré contigo mas tarde. —Colgó. Cerré mi teléfono y lo puse sobre la mesa. —Será un poco difícil vivir con ella las próximas dos semanas. —dije, bromeando.
Sam asintió. —Creo que tienes razón —Se recostó en su silla—. Así que dime, ¿Qué paso con ese servicio comunitario? No quería hablar con él acerca de esto. Miré hacia abajo, en el bloc de notas frente a mí.
—Bueno, estoy trabajando como voluntaria en el hospital. Hoy leí libros a los niños. —Esperaba que esa fuera toda la información que él necesitaba. Levanté la vista, mirándolo y la admiración en sus ojos me hizo sentir como una terrible persona. No había ido como voluntaria porque estuviera preocupada por otros. Había ido a encontrar respuestas. Sin embargo, había encontrado todas las respuestas que me era posible conseguir allí. Ella había sido solo una niña, pero había hablado como si supiera exactamente a lo que se refería. Pensé en mañana hablar con las personas mayores que sabía que no les quedaba mucho tiempo para ver si alguno de ellos me decía si había visto a esa ala que se refería.
—Eres una chica especial, Brittany S. Pierce , y yo soy increíblemente afortunado. —dijo Sam, mirándome con una emoción en sus ojos que yo no merecía.
Negué con la cabeza. —No, soy tan normal como las demás. Confía en mí. Ahora, vamos a terminar algunos deberes —Necesitaba cambiar el tema antes de romper en llanto y admitir qué clase de horrible persona era yo realmente. Usé a Sam como consuelo y lo tuve por tanto tiempo. Ahora, utilizaba gente enferma para encontrar a Santana . ¿Me detendría ante algo para encontrarla? ¿El amor debe ser tan intenso?
—Bien, esta semana nos enfrentamos a la desafiante pregunta: ¿Deberían los estudiantes de secundaria apoyarse en la ayuda de beber café por las mañanas? Realmente profundo ¿eh? —Dejé escapar una risa que no sentía y alcancé mi portátil.
—Creo que tenemos que buscar esta. Porque por lo menos yo pienso que el café es el néctar de los Dioses y, sí, lo necesitamos desesperadamente. Sin embargo, estoy pensando que tu profesor opina diferente. Sam se encogió de hombros. —Odio esta cosa, así que no soy de ayuda.
¿Realmente crees que el Internet va a tener información sobre esto? Lo miré al presionar la tecla enter. —Um, sí, lo creo. Tendremos los argumentos de los grupos preocupados por la salud y los argumentos de Starbucks, ambos en nuestras manos en tan solo un segundo. Sam se inclinó, miró la pantalla, y sonrió. —Genial, así que, ¿De qué lado debo estar para este discurso?
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Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
CAPITULO 14
Las calles están decoradas con luces navideñas en todos los árboles. Los escaparates engalanados con la alegría de las fiestas. Las calles olían a chocolate caliente y las tiendas de dulces que exhibían caramelos de bastones, se llenaban en cada esquina. La nieve se derretía perezosamente y se pegaba a los abrigos a medida que caminabas por las calles. Puck llevaba cinco bolsas en sus manos, llenas de compras de Rachel. Una brisa helada retumbaba en mi adormecida nariz. Escondí mi barbilla en la bufanda que había envuelto alrededor de mi cuello repetidas veces. No estaba acostumbrada a este clima. Nuestros inviernos en Florida, nunca tenían este frío. Sam me atrajo hacia su lado.
—Vamos a ese café y pidamos algo que nos ayude a entrar en calor.
—Buena idea. Necesito un descanso de estas bolsas y estoy bastante seguro de que Rachel no encontrará nada allí para comprar. Me reí de Puck a través de la bufanda que cubría mi boca. Señalé las bolsas, mirándolo.
—Tienes que estar bromeando. Sabes que puede encontrar cualquier cosa en cualquier tienda en donde entremos. Hasta ahora, hemos estado en cinco tiendas y tienes en tus manos cinco bolsas.
—Como sea. —dijo Rachel, con un gesto de su peluda mano enguantada—. ¿Para qué están todas estas pequeñas y lindas tiendas, si no es para comprar cosas? Sam se río entre dientes detrás de mí y nos fuimos todos a una mesa. Suspiré cuando el calor de la cafetería parecía descongelarme la nariz congelada. Era la única parte del cuerpo que no había sido capaz de cubrir.
—¿Qué quieres? —Preguntó Sam, quitándose la bufanda y colgándola junto a su gran abrigo negro, en el respaldo de la silla junto a mí.
—Un Latte caramelo con crema batida. —Contesté. Se dio la vuelta y se unió a Puck en el mostrador y miré a Rachel.
—Siento mi nariz como si hubiera sido enterrada en la nieve. —Me quejé y la froté con las manos enguantadas. Ella asintió con la cabeza y se frotó la suya también.
—Sé lo que quieres decir. Ahora que estoy aquí y no centrada en las compras, me siento adormecida. Empecé a decir algo más, cuando noté un alma junto al cajero, observando a las personas con una expresión confusa. Ahora sabía lo que eran y por qué siempre se veían tan perdidos y confundidos, me hubiera gustado poder hacer algo para ayudarlos. Pudieron haber vivido más vidas si hubieran seguido adelante. En cambio, el miedo les había retenido y todo lo que podían aspirar era a vagar, perdidos.
—¿A quién estás mirando como si tuvieras ganas de llorar? —Preguntó Rachel, asomando la barbilla a lo largo de la bufanda alrededor de su cuello. Aparté mi vista del alma y le devolví la mirada
—No, simplemente estoy perdida en mis pensamientos. —Rachel miró por encima del hombro, pero todo lo que vio fue a Puck y Sam caminando de regreso hacia nosotras, sosteniendo unas humeantes tazas de café. Bueno, al menos las de todos, menos la de Sam, el suyo sería un chocolate caliente.
—Aquí vamos. Veamos si podemos hacer que la sangre helada en las venas se ponga de nuevo en marcha —dijo Puck jovialmente, mientras dejaba el Latte de Rachel frente a ella. Tomé el mío de Sam y le di un pequeño sorbo, necesitando tener un poco de calidez fluyendo a través de mí cuerpo. Rachel tomó la taza y la acercó a su nariz. Me reí y Puck rodó los ojos.
—Ríete todo lo que quieras, pero se siente bien. —Estudié mi taza y decidí que no me importaba lo tonto que se viera, quería calentar mi nariz también. El calor de la taza provocaba una sensación maravillosa. —Ustedes, las chicas de Florida, exageran con un poco frío. Rachel bajó la taza y miró a Sam con incredulidad. —¿Un poco de frío? ¿Estás loco? ¡Es como si estuviéramos bajo cero! —Gimió y regresó la taza hasta su nariz.
—Um, no. En realidad, allí afuera hay sólo diez grados. Ni siquiera se acerca. Coloqué mi taza sobre la mesa.
—Um, yo diría que es mucho más frío que un poco de frío. —Rachel me sonrió por defenderla y le dedicó a Sam una sonrisa de suficiencia. El brazo de Sam se deslizó alrededor de mí y me permití fingir que mi vida era normal: que amaba a Sam y mi corazón no sufría daños irreparables, porque estoy enamorada de alguien que no podía encontrar y temía nunca volverla a ver. La risa tintineante de mi mejor amiga y su felicidad al estar rodeada de amigos y de compras parecía tan normal. Podría fingir que esto era todo. Fingir que era feliz y pretender que un alma perdida no vagaba a través de la pared detrás de Puck, buscando a alguien que pudiera tener la respuesta a su problema. Nadie podía ayudarle ahora. Mi sonrisa falsa era difícil de mantener, pero lo hice, porque ignorar lo sobrenatural es lo que he estado haciendo toda mi vida.
* * *
—Estoy pensando en que no deberíamos salir esta noche. Quiero decir, sé que no es exactamente ideal pasar el rato en una cabaña con tus padres, Sam, pero hace mucho frío allí. —Rachel fruncía el entrecejo, mientras miraba por la ventana en su lado de la Hummer, que los padres de Sam habían alquilado, para que utilizáramos en nuestra estancia.
—Estamos dentro de un monstruo, bebé, no te preocupes. —Puck se inclinó y besó el cuello de Rachel, haciéndola reír. Observé el camino delante de mí, lejos de la feliz pareja a mi espalda.
—Puck tiene razón, Rachel. Mis padres alquilaron este vehículo para poder desplazarse fácilmente en el clima helado. Además, el Pancake House no es algo que te quieres perder. Hay pilas de panqueques cubiertos en cualquier acabado que puedas imaginar. Estoy babeando sólo de pensarlo.
—dijo Sam, con una sonrisa.
—¡Uf! Voy a tener varios kilos de más cuando nos vayamos de aquí. Todo lo que hacemos es comer. Si me hacen entrar en unas de esas tiendas de dulce, creo que saldré corriendo en sentido contrario. —Rachel hizo un mohín desde el asiento trasero. Puck se echó a reír.
—O querrás probar todas las muestras que tienen. Rachel le dio un puñetazo en el brazo bromeando. —Oh, cállate. No me recuerdes mi debilidad y el daño que le he hecho a mis caderas.
—Me gustan tus caderas. —Respondió Puck en un susurro ronco, que se podía escuchar claramente en la delantera.
—Bueno, ustedes dos, los haré caminar al restaurante si no se enfrían de nuevo. —Advirtió Sam, noté su sonrisa en el espejo retrovisor. Mantuve mi atención en la carretera, mientras la nieve que caía, parecía volverse más pesada. Me toqué el cinturón de seguridad y una pequeña puñalada de dolor me atravesó, mientras recordaba a Santana de pie en mi habitación del hospital, diciéndome que mi cinturón de seguridad había salvado mi vida. Sin embargo, mi madre había dicho que había sido expulsada por no llevar el cinturón de seguridad y no usarlo había salvado mi vida. Hubiera sido aplastada si me hubiera quedado en el interior del coche. El recuerdo de un gran peso sobre mi pecho, dificultándome respirar, me golpeó. Estuve dentro del coche cuando por fin había dejado de rodar. Pensé que me iba a asfixiar por la pesadez sobre mí. Entonces, me habían sacado del auto y dejado en la hierba. El dolor había sido tan intenso que no podía abrir los ojos. ¿Cómo había salido del auto? Alguien me había sacado. Alguien me había desabrochado el cinturón de seguridad y me sacó del coche aplastado para dejarme a salvo en la hierba. Nunca había preguntado por el cinturón de seguridad otra vez. Ahora, mientras conducíamos por la carretera helada de la montaña, poco a poco caí en la cuenta. La persona que me había sacado del accidente, tenía que haber sido la única persona que sabía que yo había estado usando mi cinturón de seguridad. ¿Por qué no le pregunté de nuevo? Olvidé que ella sabía sobre mi cinturón de seguridad. Sam se había presentado y me permití olvidar el accidente y los acontecimientos que condujeron a ello.
—¿Estás bien? —Sam deslizó la mano a través de mi pierna y tomó mi mano entre la suya. Oculte mi dolor y me giré para darle una sonrisa tranquilizadora.
—Sí. —Asintió hacia los árboles cubiertos de nieve fuera de mi ventana. —Es hermoso, ¿No?
Asentí con la cabeza, porque él tenía razón, lo eran, pero también, porque me dio una excusa para seguir con la mirada perdida en la oscuridad.
—¡SAM! ¡CUIDADO! —La voz de Puck rompió la tranquilidad relajante de la Hummer, como una bala y Sam maniobró el vehículo fuera de la carretera y lo deslizó contra la ladera de la montaña antes de estar a punto de estrellarnos con un auto volcado frente a nosotros. Sam abrió de golpe la puerta.
—¡Llamen al 911! —Nos gritó y Puck saltó del vehículo con él. Llegué a ciegas a mi bolso, sin querer quitar los ojos del humeante carro en caso de que las viera. Las almas que se alejaban de él, si el accidente había matado a los pasajeros. Sabría pronto si habrían muerto... ¿O no?
—Ha habido un accidente muy feo frente a nosotros. —Oí la voz de Rachel detrás de mí y supe que había encontrado su teléfono y había hecho la llamada. Dejé caer mi bolso y me arrastré hasta el asiento de Sam, para salir por su puerta, porque mi lado fue atascado contra la montaña. Las chispas comenzaron a volar desde el coche y Puck agarró el brazo de Sam para alejarlo.
—No, hombre, detente. —dijo, y Sam pareció debatirse en si debía tratar de ayudarles a salir o mantenerse a salvo. Las chispas y el humo significaban que en cualquier momento el auto se prendería en llamas y posiblemente explotaría.
—RETROCEDAN. —Gritó Rachel, saltando fuera del coche y corriendo hacia nosotros con el teléfono en la mano. —La señora en el teléfono dice que retrocedan. El humo y las chispas son una mala señal y dijo que los paramédicos y camiones de bomberos se encuentran en camino, pero que no necesitan más accidentados, eso no ayudara en esta situación.
—Tiene razón, Sam, vamos. Retrocede. —Sam miró frenéticamente hacia mí.
—Retrocede, Brittany. —Llamó.
Antes de que nadie pudiera reaccionar, el fuego aumentó y el coche frente nosotros ardió en llamas. Un grito hizo eco en mis oídos y me estremecí al pensar en las personas en su interior que yo no fui capaz de ayudar. Congelados por el horror, todos nos quedamos allí y miramos, sin poder hacer nada para salvarlos. Los lamentos de Rachel fueron amortiguados por la suave voz de Puck. Los brazos de Sam llegaron a mí alrededor y me apartó del calor de las llamas. Dejé que me alejara, pero no aparté los ojos del coche. Necesitaba ver si murieron.
—No mires, Brittany. —Pidió Sam, en voz baja, en mi oído. Él no entendía por qué tenía que ver y yo no podía decírselo. Entonces lo vi. Salió de la oscuridad y se dirigió directamente al fuego. Me liberé del agarre de Sam y corrí hacia el fuego. Estaba aquí. Santana estaba aquí.
—Brittany, ¡NO! —Llamó la voz de Sam detrás de mí.
—¡DETENLA! —Gritó Rachel, con voz de pánico, pero yo no podía parar. ¡Santana estaba aquí! Ella estaba allí. El fuego no le haría daño. Ahora lo comprendía. Unos brazos aparecieron alrededor de mí y me hicieron retroceder mientras luchaba en contra de ellos.
—No, déjame, no puedo… ¡Tengo que llegar hasta allí! Tengo que ver — Le rogué mientras luchaba contra los brazos de Sam, sin apartar la vista del coche en llamas. Santana surgió con dos personas a su lado. Eran una pareja joven. Comencé a gritar mientras Sam me abrazaba con fuerza en sus brazos, inflexible. —Por favor, por favor, déjame ir. Tengo que ir. —Le supliqué, viendo como Santana se detenía y me miraba. Sus ojos eran de un azul intenso, brillante en la oscuridad, mientras me veía luchar y gritarle desde los brazos de Sam. Ella estaba allí, tan cerca, y la gente a su lado miraba al coche en llamas del que acababan de escapar. Apartó la mirada y con un gesto de su mano, los tres desaparecieron. Vi con horror cómo volvía la oscuridad. El coche seguía ardiendo y escuché los camiones de bomberos que se acercaban.
—Vamos, Brittany. Vuelve, bebé. —Susurró Sam, en mi oído.
—Están muertos. —Le susurré, sabiendo por qué había venido Santana . Sam me atrajo hacia sí y me sostuvo en un fuerte abrazo. Lo dejé. No tenía ni idea de lo que acababa de ver. Nadie la tenía. Todo lo que veían era el vehículo en llamas. Acababa de ver la hermosa alma, que había robado mi corazón, emerger de la oscuridad y tomar las almas de las personas en el interior del coche en llamas. Ella no era un alma normal. Siempre me había dicho que era diferente. Ahora comprendía lo que quería decir. Ella es diferente.
Su existencia era fría y solitaria. Un sollozo sacudió mi cuerpo y me estrujé contra el cuerpo de Sam. Lloré con la comprensión de que a Santana nunca se le daría una oportunidad para enamorarse. Vivía dentro de la tristeza. Tenía que caminar de la mano con la muerte. Escuché la voz de Sam tratando de consolarme, pero no podía aceptar sus palabras. Nada de lo que dijo hizo que me sintiera bien. A Santana no se le dio una oportunidad para vivir y ser feliz. Mi respiración era entrecortada por los disparos de dolor a través de mi corazón. Todo era demasiado. Tenía un límite y acababa de sobrepasarlo.
—No, señor, que no está herida. No estábamos lo suficientemente cerca cuando el vehículo se accidentó y todos llevábamos los cinturones de seguridad, tuve que maniobrar para salir de la carretera. Ella no puede con todo lo que vimos y.... —La voz de Sam se fue apagando. Una voz desconocida habló desde detrás de mí.
—Tiene que ser ingresada y darle algunas medicinas para calmarla. Ese tipo de trauma emocional puede dejar efectos devastadores. — Apreté mi cuerpo contra Sam. No puedo ir al hospital ahora. No quería ver más almas enfermas o perdidas. Negué con la cabeza violentamente contra su pecho.
—Está aterrorizada y no puedo dejarla ir sin mí. No puedo dejarla. — Oí a Sam discutir.
—Se puede montar con ella, pero necesita un poco de atención médica. Esta no es una forma normal de tratar con algo así. La otra chica está manejándolo bien, pero ella parece estar perdida.
—Bien, pero no voy a apartarme de ella. —dijo Sam, con firmeza en su voz.
—No quiero ir a un hospital. —dije , presa del pánico. Me aparté de Sam, tratando de escapar, así podría correr hacia una persona segura, alguien que no me obligara a ir. Nadie entendía lo que yo había visto. Lo que había visto esta noche. —No, no. —Escuché las protestas de Sam y pensé por un momento que me hablaba a mí, pero después sentí el pinchazo de una aguja y el mundo fue nebuloso, antes de volverse negro.
***
—No, le dieron un tranquilizante para noquearla. Intenté detenerlos, pero sucedió antes de que pudiera evitarlo. —Escuché la voz de Sam en la oscuridad.
—He llamado a su madre y se ha preocupado muchísimo. Le dije que no viniera. Nos iremos de aquí en unas pocas horas. —La voz de la señora Pierce sonaba preocupada.
—¿Cómo están Rachel y Puck? —Preguntó, antes de que los dedos de Sam suavemente acariciaran mi brazo. Sabía que era su tacto.
—Ambos están muy bien. Rachel está bien. Está muy preocupada por Brittany. Le aseguré que está descansando. —Hubo unos minutos de silencio. Dejé que la caricia de Sam me confortara. Ayudándome a luchar contra el horror que a duras penas podía contener. Sabía que era el dolor que me esperaba, pero no estaba lista para enfrentarlo.
—Cariño, ¿Es siempre tan inestable? Sé que fue una cosa horrible de presenciar, pero no para que enloquezca completamente, bien ¿Crees que tiene algunos problemas mentales de los cuales pueden no ser conscientes?
—Sam no dijo nada al principio, y me pregunté si negaba con la cabeza o se encogía de hombros. Le oí suspirar.
—No sé, mamá. —dijo en voz baja. Sam siempre parecía completamente ciego a mis problemas. Siempre me había preguntado si notaba la manera en que yo presenciaba y veía cosas que él no podía ver. Luego, mis cambios de humor, que él siempre parecía pasar por alto. Tal vez había visto más de lo que yo me había dado cuenta. Una oleada de pánico me apretó el pecho cuando noté que podía estar perdiendo a Sam también. Esta vez no sería capaz de ignorar mis serios problemas. Yo no era normal. Nunca lo había sido.
—Puede que tengas que pensar sobre tu relación con ella. No es saludable involucrarse con alguien que es emocionalmente vulnerable. La gente que es débil emocionalmente puede ser peligrosa. —La mano de Sam dejó de acariciar mi brazo.
—No pedí tu opinión. No digas cosas como esas sobre Brittany nunca más. ¿Me entiendes? No hay nada malo con ella que sea peligroso o nocivo. Sólo siente más que otros. —Pensé en lo mucho que amaba a Santana y no podía discutir con ella. Sentía más profundamente de lo que era normal.
—Lo siento, cariño. No debería haber dicho nada, pero es la preocupación de una madre, eso es todo. Quiero lo mejor para ti. Asegúrate de que ella lo sea. Quería abrir los ojos y decir: "Escucha a tu madre. No soy buena para ti, Sam” pero no lo hice. Porque era egoísta y me encontraba asustada.
____________________________________________________________________________
Me falta un capitulo que no he revisado así que pido disculpas solo subo 3 capítulos para las 11 o 12 subo el 4 de hoy.
Por favor sigan dejando sus comentarios y para poner un poco de suspenso a la historia por favor díganme quien es mejor para Brittany ya que esta historia es diferente.
Y todo puede pasar
Asi que en sus comentarios quien espera que se quede con Santana alias la Muerte poner el Gif
Los que piensan que es mejor Sam por que el esta con ella poner el gif
Espero esta encuesta le daremos tiempo no elijan a un como consejo esperen hasta que acabe el segundo libro.
Cuídense y de aquí a la siguiente actualización díganme. Quien es mas celosa Santana Brittany o Sam ?
awong_snix- ---
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Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Bueno como dije habrá sorpresas así que como recompensa por seguir esta mi primera historia de adaptación
la persona que me envié quien es el nuevo personaje que aparecerá, y por que creen que es esa persona le enviare por adelantado el capitulo 16 que estará disponible a partir del viernes en la noche o madrugada del sábado. El capitulo 20 estará disponible el día domingo
Finalmente en cuanto tengamos resultados de la encuesta de quien es mas celosa o celoso tendremos escenas extra del libro ( si algo así como en películas donde no sale toda la escena)
Por favor voten por medio de los Gifs, sigo recibiendo sus comentarios, para mejorar a votar
Les dejo la encuesta aquí
Capitulo 15 el jueves
Cuídense y de aquí a la siguiente actualización díganme. Quien es mas celosa pongan el gif en sus comentarios por favor
Santana Gif
Brittany
Sam
la persona que me envié quien es el nuevo personaje que aparecerá, y por que creen que es esa persona le enviare por adelantado el capitulo 16 que estará disponible a partir del viernes en la noche o madrugada del sábado. El capitulo 20 estará disponible el día domingo
Finalmente en cuanto tengamos resultados de la encuesta de quien es mas celosa o celoso tendremos escenas extra del libro ( si algo así como en películas donde no sale toda la escena)
Por favor voten por medio de los Gifs, sigo recibiendo sus comentarios, para mejorar a votar
Les dejo la encuesta aquí
Capitulo 15 el jueves
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awong_snix- ---
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Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
es un fanfic Brittana asi que me gustaria Brittana como a muchas creo que Brittany:|-|: es mas celosa en cuanto a Santana obvio me encanta esta historia mucho
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Heya Morrivera escribió:es un fanfic Brittana asi que me gustaria Brittana como a muchas creo que Brittany:|-|: es mas celosa en cuanto a Santana obvio me encanta esta historia mucho
Bueno como dije habrá sorpresas así que como recompensa por seguir esta mi primera historia de adaptación
la persona que me envié quien es el nuevo personaje que aparecerá, y por que creen que es esa persona le enviare por adelantado el capitulo 16 que estará disponible a partir del viernes en la noche o madrugada del sábado. El capitulo 20 estará disponible el día domingo
Finalmente en cuanto tengamos resultados de la encuesta de quien es mas celosa o celoso tendremos escenas extra del libro ( si algo así como en películas donde no sale toda la escena)
Por favor voten por medio de los Gifs, sigo recibiendo sus comentarios, para mejorar a votar
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Capitulo 15 el jueves
Cuídense y de aquí a la siguiente actualización díganme. Quien es mas celosa pongan el gif en sus comentarios por favor
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Brittany
awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
De con quien se queda... Ammm yo diría q siendo un fic Brittana, me gustaría q se quedara con San, aunq sería difícil, dado q san es la muerte..... De quien es más celoso... Mmmm.... Yo digo q britt jaja por lo menos a lo q va de la historia :) ammm... Y del nuevo personaje.... Se me cruzo la idea de Quinn jaja porq bueno, es la q falta para tener a the unholy Trinity :D
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Dolomiti escribió:De con quien se queda... Ammm yo diría q siendo un fic Brittana, me gustaría q se quedara con San, aunq sería difícil, dado q san es la muerte..... De quien es más celoso... Mmmm.... Yo digo q britt jaja por lo menos a lo q va de la historia :) ammm... Y del nuevo personaje.... Se me cruzo la idea de Quinn jaja porq bueno, es la q falta para tener a the unholy Trinity :D
Bueno
Dejame felicitarte acabas de acertar sera el nuevo personaje, pero como dije esta historia requiere tiempo y mucha paciencia, siga dejando quien demuestra mas celos y el premio de el capitulo va para ti te enviare el 16 y cuando acabe la historia como bono extra te enviare las escenas extra por adelantado.
Gracias por comentar seguiremos asiendo mas concursos y próximamente pediré opiniones para la siguiente historia ya que solo me faltan unos cuantos capítulos para terminar de adaptar al 100% los 4 libros.
Pd. No dejes de comentar y por mensaje privado por favor envíame tu correo
awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Como Prometí aquí esta el capitulo 15 y tenemos un nuevo personaje, espero actualizar ya cada 3 días un mínimo de 3 capítulos. No se les olvide votar por quien es mas celosa o celoso
No sé cuánto tiempo tardó el viaje de regreso a casa. El tiempo pasaba desapercibido para mí. No hay noche, ni día. Levantarse de la cama era casi imposible a veces. En mis sueños, Santana se encontraba allí. Sólo quería dormir. Hablar era algo para lo que simplemente no estaba preparada.
Había visto las preguntas y la preocupación en los ojos de Sam en el vuelo a casa, pero no había hablado con él. No quise enfrentarme a él ahora que sabía que tenía problemas, aunque realmente no sabía cuáles eran. Piensa que estoy loca y ese no es mi problema. Mi problema era que amaba a alguien a quien no podía tener. Veía almas que vagaban por la tierra perdidas y había sido atacada por un alma que tenía la intención de matarme. Yo era la única persona que recordaba que Santana López había ido a la escuela y si sacaba su nombre a colación otra vez, todo el mundo pensaría que realmente perdí la cabeza. Así que, sí, he tenido problemas, pero no psiquiátricos. Tenía los sobrenaturales.
Un golpe en la puerta de mi habitación me sorprendió y me volví para ver la puerta cerrada, sabiendo que era mi madre. Mi madre preocupada. ¿Cómo explicarle que estoy lastimada tan profundamente que no estoy segura de poder recuperarme? Faltaba algo en mi vida, algo que jamás conocí.
—Adelante. —Mi voz sonó ronca por falta de uso. Mi madre abrió la puerta lentamente y asomó la cabeza en el interior, como si evaluara la atmósfera antes de entrar.
—¿No irás a la escuela esta mañana? —Preguntó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Olvidé qué día era, pero sabía que no estoy preparada para hacer frente a la escuela. Tampoco preparada para enfrentarme a Sam o Rachel o Puck. Tenía que permanecer en mi habitación y encontrar la fuerza dentro de mí para seguir viviendo. Negué con la cabeza y la pretensión de sonrisa dio paso a un ceño de preocupación, arrugas en su frente. —Cariño, has perdido una semana de escuela hasta ahora. Te he permitido quedarte aquí, con la esperanza de que pudieras superar el trauma que has experimentado. Pero ahora me preocupa que no vayas a salir de aquí. He estado estudiando tus síntomas en Internet y tienes todos los signos de un trastorno de estrés postraumático. Tienes pesadillas horribles y gritas en tus sueños, gritando por Santana o Satanas o Santo Tomas … no puedo entender entre los sollozos. No sales de tu habitación y no aceptas llamadas o visitas. Cuando trato de hablarte es como si te ocultaras. No me estás escuchando.
Me quedé allí sentada, escuchándola. Sufría por tener el corazón destrozado, roto sin remedio, pero no iba a decírselo. Me quedé en silencio. Ella parecía tomar mi silencio como un estímulo.
—He hecho algunas llamadas y te conseguí una cita con una psiquiatra. Necesito que vayas a hablar con ella. Es muy buena y trabaja con los adolescentes exclusivamente. Está muy recomendada y no tienes que decirle a nadie que vas a verla. —Las lágrimas brotaron en los ojos de mi madre. Las apartó de golpe y dejó escapar un jadeo entrecortado. —Yo... la verdad es que debería haberte enviado hace años. Cuando eras pequeña hablabas de personas en las paredes. Pensé que era tu imaginación, pero ahora me pregunto si, de alguna manera, tienes alguna enfermedad y este trauma que has experimentado ha provocado algo. —Olfateó. —Te hablas a ti misma en la noche aquí. Te escucho hablarle a alguien. Cariño, necesitas ayuda. —Asentí con la cabeza. Sabía que iba a aliviar su miedo. Ella se preocupaba mucho por mí y yo no podía explicar nada sin que pensara que estoy loca. Sonrió a través de sus lágrimas y asintió con la cabeza. —Está bien, bueno. Te voy a dar algo de tiempo, pero hay que levantarse y tomar una ducha. Entonces vístete y vamos a ir a ver a la doctora Hockensmith. Nos está esperando.
Asentí con la cabeza de nuevo y vi que mi madre salió de la habitación, dejando la puerta abierta como un recordatorio de que necesitaba levantarme. Había aceptado ir a ver a un psiquiatra. Mi madre perdería el dinero, pero yo sabía que tenía que ir, o ella tendría que ver a un psiquiatra, por la tensión que le provoco emocionalmente. Odiaba estar disgustándola, pero me parecía que no había una manera de salir de la desesperación que me consumía.
La enorme casa, de dos pisos, de estuco blanco, daba vista a lo largo del Golfo de México. Mi mamá ralentizó y se quedó mirando la casa, lo suficientemente grande como para contener al menos cinco familias cómodamente. Pero no era una casa para una familia. La alegre casa en la playa, era un lugar para sanar a las adolescentes que sufren de problemas psiquiátricos.
Eché un vistazo a mamá, me esperaba para dar el primer paso. Habíamos empacado mis cosas en silencio, después de que estuve de acuerdo con la psiquiatra, de que sufría un trastorno de estrés postraumático y necesitaba ayuda. Estuve dispuesta a aceptar cualquier cosa para salir de la oficina donde era obvio que ella realmente quería que cambiáramos personalidades o admitiera mi locura. Yo no era una psicópata y este parecía ser el diagnóstico que me dieron.
—¿Quieres hacer un par de llamadas antes de ir a instalarte? Una de las reglas es que no se puede tener el teléfono aquí. —La expresión de mamá me dijo que temía que la noticia de ningún teléfono iba a destrozarme. Asentí, pensando en Sam y Rachel. Tenía que hacerles saber dónde iba a estar por un tiempo. Mamá asintió con la cabeza. —Está bien. Voy a empezar a llevar tus maletas y a registrarte. —dijo las palabras con un pequeño hipo, como si estuviera a punto de romper a llorar. Había manejado todo esto tan bien y ha sido tan fuerte, pensando que esto es lo que necesito. Estiré la mano y cogí la suya, apretándola con fuerza.
—Mamá, estoy bien. Creo que me va a ayudar. No te pongas tan sentimental. Todo va a estar bien. —Asintió con lágrimas en los ojos. Sabía que tenía que mejorar para ella. Tenía que encontrar una manera de vivir con el agujero en mi pecho. Mamá subió las escaleras con las maletas en la mano y cogí el teléfono, marcando primero a Rachel.
—Bueno, todo el jodido tiempo veo tu nombre moviéndose por mi pantalla. ¡Por Dios, Brittany! Me has estado asustando. —Sonreí aliviada al escuchar su voz.
—Lo siento. —Tomé una respiración profunda. —He sido diagnosticada con trastorno de estrés postraumático. Estoy a la espera de ser ingresada en este centro de rehabilitación para personas con problemas similares. No puedo tener mi teléfono, pero me dijeron que podía recibir visitas, por si quieres venir a verme alguna vez.
Rachel se quedó en silencio y comencé a preguntarme si mi teléfono había colgado su llamada.
—Entonces, puedes mejorar... Quiero decir, ¿Te ayudarán? —Preguntó lentamente, sonando como si estuviera aterrorizada.
—Sí, pueden hacerlo. —Le dije para tranquilizarla. Pero sabía que no me podía sanar. Nunca podría ser normal. Sólo quiero aprender a fingir, para que mis seres queridos no se preocupen por mí.
—¿Le has dicho a Sam? —Su voz había perdido la alegría de antes, y odiaba que fuera mi culpa.
—No, te llamé primero. —Con un suspiro irregular dijo: —Te quiero. — Sentí las lágrimas ardiendo en mis ojos por primera vez. Yo también la quería. —Llama a Sam y te visitaré lo antes posible.
—Está bien. Nos vemos pronto. Adiós. —Presioné el botón para terminar la llamada y luego llamé a Sam.
—Brittany. —Su voz sonaba tan aliviada como la de Rachel.
—Eh, tú. —dije, necesitando tranquilizarlo antes de asestarle la misma noticia que acababa de dar a mi amiga. —¿Te sientes mejor ahora? Espero que sí, Brittany, porque te extraño como loco. —Sonreí ante la calidez que su voz siempre me causaba.
—Tengo trastorno de estrés postraumático, Sam. Fui a ver a un psiquiatra.
—¿Qué es eso? ¿Te dará alguna receta para medicina? —En su voz sonaba el pánico.
—No exactamente. Tengo problemas para volver a la normalidad por el trauma que sufrimos. Ustedes lo manejaron normalmente. Yo no. Podría ser un desequilibrio químico, pero no están seguros. Estaré en un centro psiquiátrico por un tiempo. Se supone que me curaré aquí. No tendré mi teléfono, pero puedo recibir visitas. Sam parecía estar tomando una respiración profunda.
—¿Entonces podré ir a verte? ¿Por cuánto tiempo estarás allí?
—Sí, puedes venir, y no estoy segura todavía.
—Siento mucho lo que te está sucediendo, Brittany. Lo siento mucho. — Su voz sonaba llena de dolor y culpa.
—Escúchame, Sam. Estoy lidiando con esto, por las cosas que están mal conmigo. Lo que hemos visto sólo lo provocó. Voy a mejorar. — Necesitaba escuchar esa mentira, tanto como él. Después de tranquilizarlo varias veces más, colgué el teléfono y dejé mi celular en el asiento del pasajero del coche. Mi bolso quedó en el asiento trasero, así que lo tomé y me dirigí hacia las escaleras, hasta mi nuevo hogar, al menos por ahora.
* * *
La sala de color amarillo pálido que me habían asignado contenía una pequeña ventana redonda con vistas a la playa. Abracé a mi madre en la planta baja hacía treinta minutos. Recordándome que hacía esto por ella. Sería de gran ayuda para lidiar con sus miedos de mi locura. Y estar lejos de mi dormitorio, donde hay tantos recuerdos de la existencia de Santana , eso me ayudaría a encontrar una manera de vivir sin ella.
Una señora mayor se quedó afuera en la arena, con una bolsa de lo que parecía pan, lanzándolo en el aire mientras las gaviotas volaban en círculos sobre su cabeza. O bien era una turista y no se daba cuenta de que le caía caca en la cabeza, o era una paciente psiquiátrico, demasiado loca como para preocuparse por el excremento de pájaro.
Me aparté de la oleada creciente de pájaros hambrientos y estudié la pequeña habitación de madera de por lo menos la mitad de una habitación regular. Teniendo en cuenta que este lugar ocupaba veinticinco pacientes a la vez, y diez enfermeras y dos médicos, las habitaciones no podrían ser demasiado grandes, incluso si la casa era de dos plantas. Una cama individual se asentaba en el centro de la habitación con una pequeña mesa redonda, blanca, la cual sostenía una lámpara cubierta de conchas. Un solitario espejo ovalado colgaba en la pared en un armario con tres cajones. Un armario muy pequeño, sólo lo suficientemente grande como para colgar quince artículos y mantener tres pares de zapatos, estaba en la pared opuesta. Se me permitió sólo una hora en mi habitación durante el día. Podría usarlo para estar aquí toda la hora, también podía no venir. Era su manera de mantener a los pacientes rodeados de otras personas. Evitar la depresión del aislamiento, era su regla de oro aquí.
Le eché un vistazo al pequeño despertador que había dejado sobre la mesa redonda. Ya había utilizado diez de mis minutos en mi habitación. Tenía que ir a pasear y ser vista, así tendría tiempo para volver más tarde. Caminé por el pasillo y cerré detrás de mí. La pequeña llave que me habían dado seguía en mi bolsillo y cerré mi puerta con ella. Al parecer, no había motivos para preocuparse de los robos entre pacientes. No se permitía traer cualquier cosa de valor contigo, pero aquellos que sufrían de trastornos de la personalidad tomaban cualquier cosa y yo necesito mi ropa. Sólo había sido asignada una cantidad pequeña y necesitaba lo que tenía.
Una puerta se abrió por el pasillo y una niña con el pelo espeso, de color castaño, y enormes gafas redondas se me quedó mirando, y luego, rápidamente, estampó su puerta para cerrarla. Oí el seguro haciendo clic detrás de ella. Se asustó con facilidad y espanto. Debe de ser alguien que realmente sufre de Trastorno de Estrés Postraumático, ya que está aquí. Me quedé mirando las otras puertas cerradas, preguntándome si todo el mundo en esta sala tenía el mismo trastorno. Si las noches iban a ser ruidosas, con gritos causados por pesadillas.
Bajé las escaleras hasta el salón principal, o lo que ellos denominan la Gran Sala. Allí era donde las televisiones interpretaban comedias y lo juegos de mesa eran jugados. No había ordenadores o Internet para los pacientes. Una enfermera me sonrió alegremente mientras caminaba con una cesta llena de aperitivos.
—Comeremos nuestra merienda pronto. Pásate por aquí y conseguirás algo para comer y conocer a algunos de los otros pacientes. Tenemos varios de tu edad. —Conocer adolescentes con trastornos psiquiátricos no era muy atractivo para mí. Pero no dije nada. En su lugar, me dirigí a las puertas dobles de cristal que daban hacia el piso.
—No serás capaz de abrirlas. Se bloquean. Ya sabes, para nosotros, los locos que podemos tener el salvaje capricho de comprobar si volamos. Aunque, me imagino que la arena amortiguaría el golpe. —Me di vuelta para ver a una chica joven con el pelo teñido de rubio que le llegaba hasta los hombros. Lo tenía peinado en dos coletas en la cima de su cabeza. Llevaba labial rojo brillante, que contrastaba con su piel pálida.
—Gracias. —Ella se encogió de hombros.
—No hay problema. Si deseas salir y disfrutar de la playa puedes pedir que una enfermera te acompañe. Les gusta tener una excusa para salir a la calle. —Recordé la señora alimentando a las aves. Sola. Realmente no quiero saber quién era, por lo que una vez más asentí y dije: —Gracias. —Inclinó su rostro delgado de lado a lado y actuó como si estuviera examinando algo más espectacular.
—No estás loca, ¿verdad? —No esperaba que esta chica extraña hiciera tal observación precisa. Después de todo, los médicos, todos creían que necesitaba ayuda. Me encogí de hombros, sin saber cómo responder.
—Bueno, parecen pensar que lo estoy. —Arqueó sus oscuras cejas.
—Pueden equivocarse. Lo han estado antes. —Me pregunté si se refería a sí misma. Miré a la enfermera, sentada detrás de un escritorio de trabajo en un ordenador portátil. No parecía reaccionar a la acusación de que había gente aquí que no era loca.
—Karen sabe que es verdad. Pero no lo va a admitir. ¿Ves a la enfermera Karen? —La rubia sonreía a la enfermera, quien levantó la vista y rodó los ojos con cariño y volvió a escribir. —Ella lo sabe, pero está demasiado ocupada en Twitter para admitirlo. —La enfermera se acercó y le dio unas palmaditas a la pila de papeles que había a su lado antes de mirar a la rubia de nuevo.
—Estoy revisando medicamentos y resultados de pruebas.
—Bla, bla, bla. No dejes que te engañe, ella es una adicta de Twitter. Por eso está todo el jodido tiempo pegada allí. —La enfermera le disparó una mirada de advertencia.
—Cuida tu lenguaje, por favor. Perderás diez minutos de tu tiempo de habitación si no tienes cuidado. La rubia se encogió de hombros y me miró.
—Como he dicho, no siempre tienen la razón por aquí. Lo puedo ver en tus ojos. Estás muy sana. No tienes los demonios en tus ojos, como la mayoría de la gente de aquí. —Se puso de pie y se estiró, mostrando un muy pálido y plano estómago. Tenía una gran barra negra a través de su ombligo.
—Soy Quinn, por cierto. —Alargó su brazo, extendiéndola hacia mí, cuando fui a sacudirla, ella retiro la mano. —Regla número uno, no estreches la mano de nadie. Este lugar está lleno de locos.
Sonreí.
—Supongo que no eres uno de ellos. Ella soltó una carcajada. —Oh no, yo estoy tan jodida como ellos creen. —Comenzó a pasear y golpeó los papeles en los que la enfermera tenía a su lado mientras pasó por allí.
—No Twitees demasiado, Karen, es malo para los ojos. Es una estupidez.
—Diez minutos, Quinn. —dijo a la enfermera, sin levantar la vista. Quinn miró hacia atrás y me guiñó un ojo.
—No les gusta las malas palabras, así que si tienes una boca de marinero necesitas dominarla.
—Veinte minutos, Quinn. —dijo la enfermera de nuevo, todavía centrada en la pantalla. Quinn soltó una carcajada de nuevo y se dirigió hacia el comedor. La enfermera me miró.
—Quinn es definitivamente un caso especial. Aprenderás a no hacerle caso. Es hora de la merienda en el comedor, si quieres comer algo y conocer a otros pacientes. Sonreí.
—Gracias, pero no estoy muy hambrienta. ¿Puedo quedarme aquí y ver la televisión? —La enfermera Karen asintió con la cabeza y volvió a su trabajo. Me acurruqué en un sillón y me quedé mirando fijamente a la pantalla de televisión, sintiéndome más sola que nunca.
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Gracias por leer, sigo recibiendo sus comentarios
CAPITULO 15
No sé cuánto tiempo tardó el viaje de regreso a casa. El tiempo pasaba desapercibido para mí. No hay noche, ni día. Levantarse de la cama era casi imposible a veces. En mis sueños, Santana se encontraba allí. Sólo quería dormir. Hablar era algo para lo que simplemente no estaba preparada.
Había visto las preguntas y la preocupación en los ojos de Sam en el vuelo a casa, pero no había hablado con él. No quise enfrentarme a él ahora que sabía que tenía problemas, aunque realmente no sabía cuáles eran. Piensa que estoy loca y ese no es mi problema. Mi problema era que amaba a alguien a quien no podía tener. Veía almas que vagaban por la tierra perdidas y había sido atacada por un alma que tenía la intención de matarme. Yo era la única persona que recordaba que Santana López había ido a la escuela y si sacaba su nombre a colación otra vez, todo el mundo pensaría que realmente perdí la cabeza. Así que, sí, he tenido problemas, pero no psiquiátricos. Tenía los sobrenaturales.
Un golpe en la puerta de mi habitación me sorprendió y me volví para ver la puerta cerrada, sabiendo que era mi madre. Mi madre preocupada. ¿Cómo explicarle que estoy lastimada tan profundamente que no estoy segura de poder recuperarme? Faltaba algo en mi vida, algo que jamás conocí.
—Adelante. —Mi voz sonó ronca por falta de uso. Mi madre abrió la puerta lentamente y asomó la cabeza en el interior, como si evaluara la atmósfera antes de entrar.
—¿No irás a la escuela esta mañana? —Preguntó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos. Olvidé qué día era, pero sabía que no estoy preparada para hacer frente a la escuela. Tampoco preparada para enfrentarme a Sam o Rachel o Puck. Tenía que permanecer en mi habitación y encontrar la fuerza dentro de mí para seguir viviendo. Negué con la cabeza y la pretensión de sonrisa dio paso a un ceño de preocupación, arrugas en su frente. —Cariño, has perdido una semana de escuela hasta ahora. Te he permitido quedarte aquí, con la esperanza de que pudieras superar el trauma que has experimentado. Pero ahora me preocupa que no vayas a salir de aquí. He estado estudiando tus síntomas en Internet y tienes todos los signos de un trastorno de estrés postraumático. Tienes pesadillas horribles y gritas en tus sueños, gritando por Santana o Satanas o Santo Tomas … no puedo entender entre los sollozos. No sales de tu habitación y no aceptas llamadas o visitas. Cuando trato de hablarte es como si te ocultaras. No me estás escuchando.
Me quedé allí sentada, escuchándola. Sufría por tener el corazón destrozado, roto sin remedio, pero no iba a decírselo. Me quedé en silencio. Ella parecía tomar mi silencio como un estímulo.
—He hecho algunas llamadas y te conseguí una cita con una psiquiatra. Necesito que vayas a hablar con ella. Es muy buena y trabaja con los adolescentes exclusivamente. Está muy recomendada y no tienes que decirle a nadie que vas a verla. —Las lágrimas brotaron en los ojos de mi madre. Las apartó de golpe y dejó escapar un jadeo entrecortado. —Yo... la verdad es que debería haberte enviado hace años. Cuando eras pequeña hablabas de personas en las paredes. Pensé que era tu imaginación, pero ahora me pregunto si, de alguna manera, tienes alguna enfermedad y este trauma que has experimentado ha provocado algo. —Olfateó. —Te hablas a ti misma en la noche aquí. Te escucho hablarle a alguien. Cariño, necesitas ayuda. —Asentí con la cabeza. Sabía que iba a aliviar su miedo. Ella se preocupaba mucho por mí y yo no podía explicar nada sin que pensara que estoy loca. Sonrió a través de sus lágrimas y asintió con la cabeza. —Está bien, bueno. Te voy a dar algo de tiempo, pero hay que levantarse y tomar una ducha. Entonces vístete y vamos a ir a ver a la doctora Hockensmith. Nos está esperando.
Asentí con la cabeza de nuevo y vi que mi madre salió de la habitación, dejando la puerta abierta como un recordatorio de que necesitaba levantarme. Había aceptado ir a ver a un psiquiatra. Mi madre perdería el dinero, pero yo sabía que tenía que ir, o ella tendría que ver a un psiquiatra, por la tensión que le provoco emocionalmente. Odiaba estar disgustándola, pero me parecía que no había una manera de salir de la desesperación que me consumía.
* * *
La enorme casa, de dos pisos, de estuco blanco, daba vista a lo largo del Golfo de México. Mi mamá ralentizó y se quedó mirando la casa, lo suficientemente grande como para contener al menos cinco familias cómodamente. Pero no era una casa para una familia. La alegre casa en la playa, era un lugar para sanar a las adolescentes que sufren de problemas psiquiátricos.
Eché un vistazo a mamá, me esperaba para dar el primer paso. Habíamos empacado mis cosas en silencio, después de que estuve de acuerdo con la psiquiatra, de que sufría un trastorno de estrés postraumático y necesitaba ayuda. Estuve dispuesta a aceptar cualquier cosa para salir de la oficina donde era obvio que ella realmente quería que cambiáramos personalidades o admitiera mi locura. Yo no era una psicópata y este parecía ser el diagnóstico que me dieron.
—¿Quieres hacer un par de llamadas antes de ir a instalarte? Una de las reglas es que no se puede tener el teléfono aquí. —La expresión de mamá me dijo que temía que la noticia de ningún teléfono iba a destrozarme. Asentí, pensando en Sam y Rachel. Tenía que hacerles saber dónde iba a estar por un tiempo. Mamá asintió con la cabeza. —Está bien. Voy a empezar a llevar tus maletas y a registrarte. —dijo las palabras con un pequeño hipo, como si estuviera a punto de romper a llorar. Había manejado todo esto tan bien y ha sido tan fuerte, pensando que esto es lo que necesito. Estiré la mano y cogí la suya, apretándola con fuerza.
—Mamá, estoy bien. Creo que me va a ayudar. No te pongas tan sentimental. Todo va a estar bien. —Asintió con lágrimas en los ojos. Sabía que tenía que mejorar para ella. Tenía que encontrar una manera de vivir con el agujero en mi pecho. Mamá subió las escaleras con las maletas en la mano y cogí el teléfono, marcando primero a Rachel.
—Bueno, todo el jodido tiempo veo tu nombre moviéndose por mi pantalla. ¡Por Dios, Brittany! Me has estado asustando. —Sonreí aliviada al escuchar su voz.
—Lo siento. —Tomé una respiración profunda. —He sido diagnosticada con trastorno de estrés postraumático. Estoy a la espera de ser ingresada en este centro de rehabilitación para personas con problemas similares. No puedo tener mi teléfono, pero me dijeron que podía recibir visitas, por si quieres venir a verme alguna vez.
Rachel se quedó en silencio y comencé a preguntarme si mi teléfono había colgado su llamada.
—Entonces, puedes mejorar... Quiero decir, ¿Te ayudarán? —Preguntó lentamente, sonando como si estuviera aterrorizada.
—Sí, pueden hacerlo. —Le dije para tranquilizarla. Pero sabía que no me podía sanar. Nunca podría ser normal. Sólo quiero aprender a fingir, para que mis seres queridos no se preocupen por mí.
—¿Le has dicho a Sam? —Su voz había perdido la alegría de antes, y odiaba que fuera mi culpa.
—No, te llamé primero. —Con un suspiro irregular dijo: —Te quiero. — Sentí las lágrimas ardiendo en mis ojos por primera vez. Yo también la quería. —Llama a Sam y te visitaré lo antes posible.
—Está bien. Nos vemos pronto. Adiós. —Presioné el botón para terminar la llamada y luego llamé a Sam.
—Brittany. —Su voz sonaba tan aliviada como la de Rachel.
—Eh, tú. —dije, necesitando tranquilizarlo antes de asestarle la misma noticia que acababa de dar a mi amiga. —¿Te sientes mejor ahora? Espero que sí, Brittany, porque te extraño como loco. —Sonreí ante la calidez que su voz siempre me causaba.
—Tengo trastorno de estrés postraumático, Sam. Fui a ver a un psiquiatra.
—¿Qué es eso? ¿Te dará alguna receta para medicina? —En su voz sonaba el pánico.
—No exactamente. Tengo problemas para volver a la normalidad por el trauma que sufrimos. Ustedes lo manejaron normalmente. Yo no. Podría ser un desequilibrio químico, pero no están seguros. Estaré en un centro psiquiátrico por un tiempo. Se supone que me curaré aquí. No tendré mi teléfono, pero puedo recibir visitas. Sam parecía estar tomando una respiración profunda.
—¿Entonces podré ir a verte? ¿Por cuánto tiempo estarás allí?
—Sí, puedes venir, y no estoy segura todavía.
—Siento mucho lo que te está sucediendo, Brittany. Lo siento mucho. — Su voz sonaba llena de dolor y culpa.
—Escúchame, Sam. Estoy lidiando con esto, por las cosas que están mal conmigo. Lo que hemos visto sólo lo provocó. Voy a mejorar. — Necesitaba escuchar esa mentira, tanto como él. Después de tranquilizarlo varias veces más, colgué el teléfono y dejé mi celular en el asiento del pasajero del coche. Mi bolso quedó en el asiento trasero, así que lo tomé y me dirigí hacia las escaleras, hasta mi nuevo hogar, al menos por ahora.
* * *
La sala de color amarillo pálido que me habían asignado contenía una pequeña ventana redonda con vistas a la playa. Abracé a mi madre en la planta baja hacía treinta minutos. Recordándome que hacía esto por ella. Sería de gran ayuda para lidiar con sus miedos de mi locura. Y estar lejos de mi dormitorio, donde hay tantos recuerdos de la existencia de Santana , eso me ayudaría a encontrar una manera de vivir sin ella.
Una señora mayor se quedó afuera en la arena, con una bolsa de lo que parecía pan, lanzándolo en el aire mientras las gaviotas volaban en círculos sobre su cabeza. O bien era una turista y no se daba cuenta de que le caía caca en la cabeza, o era una paciente psiquiátrico, demasiado loca como para preocuparse por el excremento de pájaro.
Me aparté de la oleada creciente de pájaros hambrientos y estudié la pequeña habitación de madera de por lo menos la mitad de una habitación regular. Teniendo en cuenta que este lugar ocupaba veinticinco pacientes a la vez, y diez enfermeras y dos médicos, las habitaciones no podrían ser demasiado grandes, incluso si la casa era de dos plantas. Una cama individual se asentaba en el centro de la habitación con una pequeña mesa redonda, blanca, la cual sostenía una lámpara cubierta de conchas. Un solitario espejo ovalado colgaba en la pared en un armario con tres cajones. Un armario muy pequeño, sólo lo suficientemente grande como para colgar quince artículos y mantener tres pares de zapatos, estaba en la pared opuesta. Se me permitió sólo una hora en mi habitación durante el día. Podría usarlo para estar aquí toda la hora, también podía no venir. Era su manera de mantener a los pacientes rodeados de otras personas. Evitar la depresión del aislamiento, era su regla de oro aquí.
Le eché un vistazo al pequeño despertador que había dejado sobre la mesa redonda. Ya había utilizado diez de mis minutos en mi habitación. Tenía que ir a pasear y ser vista, así tendría tiempo para volver más tarde. Caminé por el pasillo y cerré detrás de mí. La pequeña llave que me habían dado seguía en mi bolsillo y cerré mi puerta con ella. Al parecer, no había motivos para preocuparse de los robos entre pacientes. No se permitía traer cualquier cosa de valor contigo, pero aquellos que sufrían de trastornos de la personalidad tomaban cualquier cosa y yo necesito mi ropa. Sólo había sido asignada una cantidad pequeña y necesitaba lo que tenía.
Una puerta se abrió por el pasillo y una niña con el pelo espeso, de color castaño, y enormes gafas redondas se me quedó mirando, y luego, rápidamente, estampó su puerta para cerrarla. Oí el seguro haciendo clic detrás de ella. Se asustó con facilidad y espanto. Debe de ser alguien que realmente sufre de Trastorno de Estrés Postraumático, ya que está aquí. Me quedé mirando las otras puertas cerradas, preguntándome si todo el mundo en esta sala tenía el mismo trastorno. Si las noches iban a ser ruidosas, con gritos causados por pesadillas.
Bajé las escaleras hasta el salón principal, o lo que ellos denominan la Gran Sala. Allí era donde las televisiones interpretaban comedias y lo juegos de mesa eran jugados. No había ordenadores o Internet para los pacientes. Una enfermera me sonrió alegremente mientras caminaba con una cesta llena de aperitivos.
—Comeremos nuestra merienda pronto. Pásate por aquí y conseguirás algo para comer y conocer a algunos de los otros pacientes. Tenemos varios de tu edad. —Conocer adolescentes con trastornos psiquiátricos no era muy atractivo para mí. Pero no dije nada. En su lugar, me dirigí a las puertas dobles de cristal que daban hacia el piso.
—No serás capaz de abrirlas. Se bloquean. Ya sabes, para nosotros, los locos que podemos tener el salvaje capricho de comprobar si volamos. Aunque, me imagino que la arena amortiguaría el golpe. —Me di vuelta para ver a una chica joven con el pelo teñido de rubio que le llegaba hasta los hombros. Lo tenía peinado en dos coletas en la cima de su cabeza. Llevaba labial rojo brillante, que contrastaba con su piel pálida.
—Gracias. —Ella se encogió de hombros.
—No hay problema. Si deseas salir y disfrutar de la playa puedes pedir que una enfermera te acompañe. Les gusta tener una excusa para salir a la calle. —Recordé la señora alimentando a las aves. Sola. Realmente no quiero saber quién era, por lo que una vez más asentí y dije: —Gracias. —Inclinó su rostro delgado de lado a lado y actuó como si estuviera examinando algo más espectacular.
—No estás loca, ¿verdad? —No esperaba que esta chica extraña hiciera tal observación precisa. Después de todo, los médicos, todos creían que necesitaba ayuda. Me encogí de hombros, sin saber cómo responder.
—Bueno, parecen pensar que lo estoy. —Arqueó sus oscuras cejas.
—Pueden equivocarse. Lo han estado antes. —Me pregunté si se refería a sí misma. Miré a la enfermera, sentada detrás de un escritorio de trabajo en un ordenador portátil. No parecía reaccionar a la acusación de que había gente aquí que no era loca.
—Karen sabe que es verdad. Pero no lo va a admitir. ¿Ves a la enfermera Karen? —La rubia sonreía a la enfermera, quien levantó la vista y rodó los ojos con cariño y volvió a escribir. —Ella lo sabe, pero está demasiado ocupada en Twitter para admitirlo. —La enfermera se acercó y le dio unas palmaditas a la pila de papeles que había a su lado antes de mirar a la rubia de nuevo.
—Estoy revisando medicamentos y resultados de pruebas.
—Bla, bla, bla. No dejes que te engañe, ella es una adicta de Twitter. Por eso está todo el jodido tiempo pegada allí. —La enfermera le disparó una mirada de advertencia.
—Cuida tu lenguaje, por favor. Perderás diez minutos de tu tiempo de habitación si no tienes cuidado. La rubia se encogió de hombros y me miró.
—Como he dicho, no siempre tienen la razón por aquí. Lo puedo ver en tus ojos. Estás muy sana. No tienes los demonios en tus ojos, como la mayoría de la gente de aquí. —Se puso de pie y se estiró, mostrando un muy pálido y plano estómago. Tenía una gran barra negra a través de su ombligo.
—Soy Quinn, por cierto. —Alargó su brazo, extendiéndola hacia mí, cuando fui a sacudirla, ella retiro la mano. —Regla número uno, no estreches la mano de nadie. Este lugar está lleno de locos.
Sonreí.
—Supongo que no eres uno de ellos. Ella soltó una carcajada. —Oh no, yo estoy tan jodida como ellos creen. —Comenzó a pasear y golpeó los papeles en los que la enfermera tenía a su lado mientras pasó por allí.
—No Twitees demasiado, Karen, es malo para los ojos. Es una estupidez.
—Diez minutos, Quinn. —dijo a la enfermera, sin levantar la vista. Quinn miró hacia atrás y me guiñó un ojo.
—No les gusta las malas palabras, así que si tienes una boca de marinero necesitas dominarla.
—Veinte minutos, Quinn. —dijo la enfermera de nuevo, todavía centrada en la pantalla. Quinn soltó una carcajada de nuevo y se dirigió hacia el comedor. La enfermera me miró.
—Quinn es definitivamente un caso especial. Aprenderás a no hacerle caso. Es hora de la merienda en el comedor, si quieres comer algo y conocer a otros pacientes. Sonreí.
—Gracias, pero no estoy muy hambrienta. ¿Puedo quedarme aquí y ver la televisión? —La enfermera Karen asintió con la cabeza y volvió a su trabajo. Me acurruqué en un sillón y me quedé mirando fijamente a la pantalla de televisión, sintiéndome más sola que nunca.
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awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Hola y gracias a quienes me han tenido paciencia para no cometer los mismos errores que en los primeros capítulos. Estamos en la recta final del primer libro.
Continuo con la misma recomendación paciencia con la historia.
El comedor era una gran habitación con cinco largas mesas en las que se sentaban diez personas en cada una. Un buffet al estilo cafetería se encontraba ubicado donde las enfermeras llenaban los platos de los pacientes. Esta era la única habitación con ventanales grandes. Básicamente todo el muro sur se encontraba cubierto por ventanales enmarcados con vista a la playa. Le di las gracias a la enfermera que me entregó la bandeja de color rojo brillante llena de macarrones con queso que parecían bastante comestibles, tiras de pollo asado, una ensalada César, judías verdes, un panecillo de trigo grande, y una pequeña porción de algún tipo de crema que ya sabía que no probaría. Las mesas más cercanas a las ventanas parecían ser las más populares, ya que se encontraban completamente llenas, y algunos pacientes discutían sobre lugares específicos. Decidí sentarme en una de las mesas lejos de las ventanas. No quería tener que lidiar con problemas si me sentaba en el asiento codiciado de alguien. Tomé una taza de plástico llena de té helado y me dirigí hacia la última fila de mesas.
—Probablemente quieras ir a buscar algo de esa azúcar. El té no tiene nada de dulce, y así es simplemente desagradable. —Una chica con el pelo fibroso de color marrón, y grandes ojos marrones, se quedó allí de pie con el ceño fruncido hacia la taza en mi mano. Sus dientes parecían sobresalir un poco y tenía la nariz cubierta de pecas. Me recordó a alguien que podrías encontrarte en alguna granja de por allí.
—Oh, eh, gracias, pero yo no tomo azúcar en mi té helado. —Le expliqué y, frunció la nariz.
—Entonces debes ser de Florida. No entiendo porque continúan actuando como si fueran del norte. Ustedes están más al sur de lo que estamos en Mississippi, y nosotros sabemos que el té helado necesita azúcar. Me costó entender su acento, pero le sonreí y me giré hacia la mesa que había elegido, pero me di cuenta de que ahora habían otros dos ocupantes: la chica con el grueso cabello marrón que había cerrado la puerta y se había encerrado adentro luego de haberme visto, y Quinn. Vacilé y me pregunté si tal vez debería ir a sentarme en otra mesa, cuando Quinn me lanzó una sonrisa desafiante. Me imaginé que era mejor seguir con mi plan.
Quinn esperaba que me fuera a otro sitio, y no quería que pensara que me daba miedo. Me sorprendía un poco que estuviese sentada con la chica hiperactiva. Quinn no parecía la clase de persona que le agradaría a alguien nerviosa y llena de miedo.
—No estarás pensando en sentarte con esas dos, ¿verdad? —La chica de vaquera me preguntó.
Me encogí de hombros. —No veo por qué no. Se echó a reír. —Porque Quinn es una loca, por eso. Es una completa Looney Toons, te lo digo. —Me mordí para evitar sonreír por el hecho de que este lugar era para enfermos mentales. ¿Acaso no todos eran un poco Looney Toons en este lugar?
—Um, gracias, pero ya conocí a Quinn y no parece tan mal. —La chica junto a mí se me quedó mirando, como estudiándome cuidadosamente.
—No eres esquizofrénica, ¿cierto? Porque tengo que saberlo. No me siento cómoda alrededor de los esquizofrénicos. —Miré a Quinn y me pregunté si era eso lo que ella era. ¿Tenía esquizofrenia?
Negué con la cabeza. —No, tengo trastorno de estrés postraumático. Ella sonrió. —Ah, bueno, puedo lidiar con eso. Son fáciles de manejar. Yo soy bipolar. Mamá me trajo por haberme intentado matar.
Me puse rígida, mirando a esta amigable persona con aspecto agrícola de niña inocente, preguntándome cómo alguien como ella podría intentar acabar con su vida. —¿Por qué? —Me oí preguntar. Ella se encogió de hombros. —A veces me siento tan triste que suena bien. —dijo esto con mucha seriedad, y me estremecí. Nunca me di cuenta que habían chicos de mi edad que parecían normales, pero que por dentro luchaban con mucho más. Coloqué mi bandeja en la mesa, al otro lado de la morena. —Fue bueno hablar contigo, —dijo la chica de campo, sonriendo.
—¿No vas a sentarte a mi lado, Henrietta? ¿Por qué, Henrietta? Creo que mis sentimientos están heridos. Puedo sentir la necesidad de llorar aquí, delante de la maldita cafetería. —dijo Quinn, sonriendo a la chica de campo.
—Déjala en paz. —Siseó la tupida morena antes de meterse una cucharada llena de macarrones con queso a la boca. Quinn le devolvió la sonrisa a la tupida morena. —Es muy divertido burlarse de Henrietta. A veces, incluso puedes hacerla decir “he tenido suficiente de tus habladurías. Ahora déjame en paz antes de que te delate.”
—Quinn imitó perfectamente el habla de Henrietta. La tupida morena sonrió y tragó su bocado de comida.
—¿Así que no estás loca? Yo soy Jess, siento lo de antes, pero no me gusta mucho conocer a los locos nuevos que ingresan. Estoy suficientemente loca, y no necesito más loqueras a mí alrededor. Es extraño que pase tanto 8 Series de dibujos animados de la compañía Warner Bros y tiempo alrededor de Quinn. —Quinn sonrió y sacó la lengua, que también tenía una barra en ella, pero de plata.
Me sorprendí por cómo lucía su lengua y ella rio a carcajadas.
—Relájate. Brittany. No muerdo, al menos no a otras personas. —Se rió de su comentario al igual que su compañera. —Le dije a Jess que no se estresara tanto por ti. Que ya te había visto, y que no había nada malo en ti. Pero eres interesante. No logramos comprender qué es lo que ellos creen que tienes. Moví la comida en mi plato, pero nada me llamó la atención.
—Trastorno de estrés postraumático —dije, mirándola.
—Ah, así que piensan que has tenido un trauma y que te afectó. Lo que es realmente malo, ya que sabemos que no estás loca. ¿Qué hiciste para conseguir que te enviaran aquí? —Preguntó Jess antes de introducir otra cuchara llena de macarrones con queso a su boca. Miré a las enfermeras que ya habían comenzado a patrullar las mesas laterales.
—Eso no es algo de lo que realmente quiero hablar. —Cogí mi rollo, con la esperanza de que si comenzaba a llenar mi boca, dejarían de esperar que hablara. Quinn asintió con la cabeza y luego le dio un codazo a Jess. —Mira a Roberta. Está a punto de atacar a Kim por tocar el plato. ¡Ah, maldita sea! Es esa enfermera Karen. Se está llevando a Roberta para que busque otro plato y se lave las manos. —Quinn sonrió hacia mí. —Roberta es el mejor tipo de enfermo mental para molestar.
—Ella tiene trastorno obsesivo compulsivo. —Jess terminó, sonriendo. Al parecer, los pobres problemas de Roberta eran una cuestión de entretenimiento. Quinn tiró del anillo de su lengua con los dientes.
—Mierda divertida. —dijo ella, sonriendo.
—Diez minutos mañana, Quinn. —la voz de la enfermera Karen vino detrás de mí. Jess entornó los ojos. —¿Por qué haces eso cuando sabes que puede oírte? Quinn se encogió de hombros. —Porque puedo. O porque no me gusta ir a mi cuarto sola. Tú sabes que las voces en mi cabeza son muy altas cuando estoy sola. —Quinn me dirigió una sonrisa y le dio un mordisco a su pastel de crema.
* * *
Me sentí aliviada al llegar a la cama. Después de la cena había sido enviada a salas de reuniones para "Tiempo de Discusión", lo que significaba que animaban a todos a hablar. No quería hablar. No tenía nada que decir. Se había vuelto tan aburrido, que me encontré a mí misma buscando almas errantes con la mirada. Después de que ninguna diese señales por horas, me di cuenta de que no había visto una desde que puse un pie en la casa. Al parecer, a las almas les asustaba este lugar. No podía culparlas. Afuera podía escuchar las olas rompiendo, y esperaba que fuera el único sonido que escuchara esta noche.
Justo en ese momento escuché un grito ahogado. Me estremecí y me hundí en la cama. No era que me dieran miedo, pero sufría por ellos. En verdad trataban con cosas que no podía comprender. Otro grito hizo eco en el pasillo. Alguien había abierto la puerta y soltó su terror. Miré de nuevo a mi puerta para asegurarme de haberla bloqueado. Una enfermera hablaba con el gritón y varias puertas se abrieron y cerraron.
—Nunca voy a poder dormir. —Murmuré en la oscuridad. Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana para ver las olas rompiendo contra la costa, iluminadas por la luna. Las olas me recordaban la última noche que había pasado con Santana . Me salvó de las olas que intentaban quitarme la vida. Había estado lista para que sucediera, hasta que su brazo se envolvió a mí alrededor.
El dolor atravesó mi corazón y tuve que sentarme en la cama y apretar fuertemente mi estómago, con el fin de mantenerme en una sola pieza. Otro grito se escuchó a pocas habitaciones. Una lágrima ardiente corrió por mi rostro. Me encontraba sola, por primera vez en mi vida. Me acosté con las rodillas contra mi pecho y mis brazos envueltos con fuerza alrededor de ellas. Mis párpados se volvieron pesados y los gritos comenzaron a ser ahogados de inmediato.
Lentamente me dejé llevar a mis sueños por la música que empezó a tocar. Luché para despertar de nuevo. La familiar tonada era mi canción de cuna. El cansancio del día y mi sensación de soledad parecían desaparecer a medida que la música se reproducía. La calidez de la voz de Santana llenó mi mente, y me dormí.
* * *
—Tienes un visitante y es delicioso, delicioso para lamerse los labios.
—dijo Quinn, pavoneándose en la biblioteca. Estaba casi segura de que ella nunca había dedicado un momento a mirar la copia de cuero gastado de Orgullo y Prejuicio que había encontrado entre los estantes de libros que cubrían las paredes.
—¿Tengo un visitante? —Tenía que ser Sam. —Gracias. —Me levanté y seguí a Quinn de nuevo a la gran sala, donde todas las visitas tenían que llevarse a cabo. El ceño fruncido de Sam se esfumó cuando me vio venir hacia él. Una sonrisa disminuyó la línea de preocupación en su frente.
—Brittany. —dijo, caminando y tirando de mí en un abrazo feroz. Me aferré a él con fuerza, tratando de no llorar.
—Estoy tan contenta de que hayas venido. —Le susurré, con la esperanza de que la emoción en mi voz no fuese tan evidente.
—Te extraño, Brittany, mucho. —dijo contra mi pelo, y nos quedamos sosteniéndonos mutuamente hasta que alguien se aclaró la garganta, y de mala gana me retiré. La enfermera Karen frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—Oh, vamos zorra Twitter, esto es más entretenido que la mierda que tenemos que ver en la televisión. —Quinn llamó desde su silla.
—Veinte minutos, Quinn. —Respondió la enfermera Karen con aburrimiento.
—Ya he perdido todo mi tiempo de mierda el día de hoy, Enfermera Karen. Ella la miró y señaló con el dedo hacia Quinn. —Veinte minutos mañana y te perderás todos los privilegios por una semana si dices otra mala palabra.
Quinn rodó sus ojos y acarició el asiento a su lado. —Ven con el Sr. Delicioso aquí para que pueda mirarlo —dijo con un ronroneo en su voz.
—Quinn, anda a ayudar a la Enfermera Ashley con los preparativos del almuerzo.
Quinn miró a Karen y se levantó malhumorada. —Iba a jugar limpio, ya sabes, Karen. No eres divertida, en absoluto divertida. —Quinn se lamió los labios al pasar frente de Sam y me guiñó un ojo. Apreté la mano de Sam y lo llevé hasta el extremo de la gran sala, donde se podía ver televisión o jugar juegos de mesa Siempre se encontraba vacía. Sam me observó con preocupación.
—¿Todas las personas de aquí son como ella?
—Parecía traumatizado. Me reí entre dientes y comencé a sacudir la cabeza, pero lo pensé mejor.
—No, pero no es la peor aquí. —Sam todavía parecía horrorizado. Le sonreí—. Son muy entretenidos cuando te das cuenta de lo inofensivos que son. Me siento muy mal por ellos, Sam. —Sacudí la cabeza. —De todos modos, dime acerca de la escuela, y de Rachel, y de ti. ¿Cómo están todos? La cara de Sam se iluminó con una gran sonrisa aliviada. —Pareces mejor ya. —Tocó el lado de mi cabeza suavemente. —Dios, te he echado de menos.
—Yo también te extraño. Gracias por venir hoy. Necesitaba hablar con alguien del mundo exterior. Dime, ¿Cómo están todos? Me dio una triste sonrisa. —Estamos preocupados por ti. Te echamos de menos y hablamos de ti todo el tiempo. No está ocurriendo absolutamente nada más. —Quería decirle que también pensaba en ellos todo el tiempo, pero la verdad es que pensaba en Santana . Lo había escuchado la noche anterior. Ella había estado allí, en mis sueños.
—¿Trajiste mi trabajo escolar? —Le pregunté, mirando a la bolsa en sus manos.
—Oh, sí, aquí tienes. ¿En verdad puedes hacerla aquí? —Miró a las dos chicas que acababan de entrar y comenzaban a jugar al Monopolio. Al parecer, tenían un desacuerdo y procedieron a meter el dinero del juego por debajo de sus camisas mientras gritaban. La enfermera Karen corrió y empezó a romper la discusión desde arriba. Oí decirles cuánto tiempo a solas habían perdido.
—¿Por qué los mantienen amenazados a todos con el tiempo? ¿Es igual que el tiempo que se obtiene como castigo o algo así? Me reí y sacudí mi cabeza. —No, en realidad es todo lo contrario. Sólo tenemos una hora al día para estar solos en las habitaciones. Es un castigo para reducir tu tiempo. Tiempo a solas en tu habitación para escapar de todo esto es codiciado.
Sam dejó salir un suspiro irregular y sacudió la cabeza. —Tú no perteneces aquí, Brittany —dijo, mirándome con el ceño fruncido. Me encogí de hombros. —El hecho de que no arrojo maldiciones a las enfermeras, ni trato con las voces en mi cabeza, no quiere decir que no estoy lidiando con mis propias cosas. —Asintió. Su mano apretó la mía.
—Te amo. No voy a ir a ninguna parte —dijo en un susurro. Las lágrimas brotaron de mis ojos y le regalé una sonrisa.
—Lo sé. —Quería decir algo más, pero sabía que no podía.
—Romeo, Romeo, ¿dónde te encuentras, Romeo? —Quinn llamó desde el pasillo mientras caminaba hacia las escaleras con los brazos llenos de toallas.
Me reí en voz alta. —Ella es inofensiva. —Le aseguré a Sam, y luego pensé en ello un momento. —Bueno, quizás no inofensiva. Pero ella no implica daño alguno en estos momentos. —La mirada de espanto de Sam regresó.
—¿Bloqueas tu puerta por la noche? —Me preguntó mirando a su alrededor, como si tuviera miedo de que lo escucharan y vinieran por él. Sonreí y asentí con la cabeza. —Pero sólo porque hay muchos gritando y corriendo por la noche. Terrores nocturnos y cosas similares. Sacudió la cabeza y bajó la mirada hacia mí. —Por favor, date prisa y mejórate para que vuelvas a casa. Aquí no es donde perteneces.
—Lo sé.
* * *
Los gritos ahogados comenzaron inmediatamente después de que se anunció el que se apagaban las luces. Me cubrí la cabeza y bloqueé el sonido. Había esperado todo el día para volver a la cama y caer en un profundo sueño en el que esperaba oír su música. Pensé en las veces que había cantado para mí y las horas que me había tenido y me había besado. Mis ojos se comenzaron a cerrar y la música empezó. Luché por abrir mis ojos y encontrarlo en mi habitación. Ella se encontraba allí. Lo podía sentir. Su guitarra tocaba mi canción de cuna e intenté desesperadamente de abrir los ojos. Era como si un manto oscuro estuviese sobre mí, y no pudiese quitármelo. En lugar de ser presa del pánico, esto me calentaba. La tranquilidad de saber que Santana estaba conmigo era suficiente por ahora. Su voz se unió al rasgueo de la guitarra. Sabía que andaba por aquí y que había venido por mí. Ya no me encontraba sola. Los sonidos amortiguados de los gritos y portazos cesaron, y todo lo que escuché fue la música que ayudó a llenar el vacío dentro de mí. Quería girarme, hacer frente a la fuente de la música y arrojarme a sus brazos. Me quedé dormida, incapaz de luchar contra la somnolencia por más tiempo.
** *
—¿No te sientes un poco sola Miss Popularidad? —Quinn se paseaba por el pasillo hacia mi habitación cuando salí luego de una siesta de media hora. Si no fuese por las noches cuando la música llegaba y Santana se encontraba conmigo, perdería la cabeza por la monotonía de este lugar.
—¿Tengo un visitante? —Le pregunté a Quinn cuando volvía a su dormitorio.
—Sí. —dijo y cerró la puerta detrás de ella. No había manera de que Quinn tuviese un momento a solas hoy. Personalmente había escuchado a la Enfermera Karen quitarle minutos por dos días, desde el desayuno. Alguien podría estar buscándola en pocos minutos. Me dirigí escaleras abajo, ansiosa por ver quién había venido a verme. Me eché a correr en el momento en que mis ojos se encontraron con Rachel, de pie en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho en forma defensiva.
—¿Te dijo Quinn que tenías una visita? —Preguntó la enfermera Karen, frunciendo el ceño y mirando detrás de mí. Asentí con la cabeza, no queriendo delatar a Quinn por ir a su habitación. —¿Dónde está? —Preguntó. Levanté las cejas y me encogí de hombros. —Parece que volvió de nuevo aquí. —La enfermera Karen miró por el pasillo, con el ceño fruncido, como si pensara que había perdido a Quinn al regresar. Asintió con la cabeza y volvió a escribir en el ordenador.
Rachel echó sus brazos a mi alrededor tan pronto como llegué hasta ella. Se sentía tan bien verla.
—Por favor, márchate conmigo. —Susurró en mi oído. Me reí entre dientes. —No puedo.
—Te ayudaré a salir. Amiga, esta gente está loca, tienes que salir. —Me mordí el labio para evitar la risa. —La chica, Quinn, es una demente y no volvió a bajar las escaleras. Me encontraba mirándola. Si ella no volvía a bajar contigo de inmediato yo iba a subir para vengar tu muerte. —Me reí en voz alta un momento.
—Vamos por aquí y podremos hablar. —Le tomé la mano y la llevé donde me había sentado con Sam dos días atrás. Rachel volvió a mirar hacia las escaleras. —Todavía no ha bajado.
Tal vez tengas que decirle a la enfermera. —Susurró Rachel detrás de mí. Me senté en una silla y señalé otra que había a mi lado.
—No, no le voy a decir nada a Karen. Quinn no es mala. A ella le gusta dejar una buena impresión. Es más acerca de la atención con ella. Y no quiero ser el que la delate. Me gusta y me gustaría mantenerlo de esa manera. He visto lo que hace a la gente que no le gusta.
—Los ojos marrones de Rachel crecieron grandes y redondos. Le sonreí tranquilizadoramente.
—Cosas que un matón de escuela podría hacer, no un asesino en serie, cálmate.
Rachel pareció relajarse un poco y cruzó las piernas delante de ella, luego se inclinó para mirarme de cerca. —Por lo tanto, ¿Están siendo buenos aquí? ¿Ni los locos ni nadie te están maltratando? Porque si lo están haciendo, voy a hacerlos caer. No existe un enfermo mental por acá que vaya a meterse con mi chica. Yo te protegeré. —Su expresión feroz me calentó. Le sonreí. —Todos son agradables, pero gracias por el apoyo. Ella miró por encima de mi hombro a la enfermera Karen: —Espero que las otras enfermeras presten más atención a los enfermos mentales que ella. ¿Sabías que está metida en Twitter?
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Por favor expresen sus deseos de como subir los capítulos de los otros tres libros ya que he terminado de re editarlos.
Tenemos como tiempo limite hasta que acabe este libro que les parece esta nueva encuesta?
Díganme sus opiniones gracias y como siempre sigan comentando
Continuo con la misma recomendación paciencia con la historia.
CAPITULO 16
El comedor era una gran habitación con cinco largas mesas en las que se sentaban diez personas en cada una. Un buffet al estilo cafetería se encontraba ubicado donde las enfermeras llenaban los platos de los pacientes. Esta era la única habitación con ventanales grandes. Básicamente todo el muro sur se encontraba cubierto por ventanales enmarcados con vista a la playa. Le di las gracias a la enfermera que me entregó la bandeja de color rojo brillante llena de macarrones con queso que parecían bastante comestibles, tiras de pollo asado, una ensalada César, judías verdes, un panecillo de trigo grande, y una pequeña porción de algún tipo de crema que ya sabía que no probaría. Las mesas más cercanas a las ventanas parecían ser las más populares, ya que se encontraban completamente llenas, y algunos pacientes discutían sobre lugares específicos. Decidí sentarme en una de las mesas lejos de las ventanas. No quería tener que lidiar con problemas si me sentaba en el asiento codiciado de alguien. Tomé una taza de plástico llena de té helado y me dirigí hacia la última fila de mesas.
—Probablemente quieras ir a buscar algo de esa azúcar. El té no tiene nada de dulce, y así es simplemente desagradable. —Una chica con el pelo fibroso de color marrón, y grandes ojos marrones, se quedó allí de pie con el ceño fruncido hacia la taza en mi mano. Sus dientes parecían sobresalir un poco y tenía la nariz cubierta de pecas. Me recordó a alguien que podrías encontrarte en alguna granja de por allí.
—Oh, eh, gracias, pero yo no tomo azúcar en mi té helado. —Le expliqué y, frunció la nariz.
—Entonces debes ser de Florida. No entiendo porque continúan actuando como si fueran del norte. Ustedes están más al sur de lo que estamos en Mississippi, y nosotros sabemos que el té helado necesita azúcar. Me costó entender su acento, pero le sonreí y me giré hacia la mesa que había elegido, pero me di cuenta de que ahora habían otros dos ocupantes: la chica con el grueso cabello marrón que había cerrado la puerta y se había encerrado adentro luego de haberme visto, y Quinn. Vacilé y me pregunté si tal vez debería ir a sentarme en otra mesa, cuando Quinn me lanzó una sonrisa desafiante. Me imaginé que era mejor seguir con mi plan.
Quinn esperaba que me fuera a otro sitio, y no quería que pensara que me daba miedo. Me sorprendía un poco que estuviese sentada con la chica hiperactiva. Quinn no parecía la clase de persona que le agradaría a alguien nerviosa y llena de miedo.
—No estarás pensando en sentarte con esas dos, ¿verdad? —La chica de vaquera me preguntó.
Me encogí de hombros. —No veo por qué no. Se echó a reír. —Porque Quinn es una loca, por eso. Es una completa Looney Toons, te lo digo. —Me mordí para evitar sonreír por el hecho de que este lugar era para enfermos mentales. ¿Acaso no todos eran un poco Looney Toons en este lugar?
—Um, gracias, pero ya conocí a Quinn y no parece tan mal. —La chica junto a mí se me quedó mirando, como estudiándome cuidadosamente.
—No eres esquizofrénica, ¿cierto? Porque tengo que saberlo. No me siento cómoda alrededor de los esquizofrénicos. —Miré a Quinn y me pregunté si era eso lo que ella era. ¿Tenía esquizofrenia?
Negué con la cabeza. —No, tengo trastorno de estrés postraumático. Ella sonrió. —Ah, bueno, puedo lidiar con eso. Son fáciles de manejar. Yo soy bipolar. Mamá me trajo por haberme intentado matar.
Me puse rígida, mirando a esta amigable persona con aspecto agrícola de niña inocente, preguntándome cómo alguien como ella podría intentar acabar con su vida. —¿Por qué? —Me oí preguntar. Ella se encogió de hombros. —A veces me siento tan triste que suena bien. —dijo esto con mucha seriedad, y me estremecí. Nunca me di cuenta que habían chicos de mi edad que parecían normales, pero que por dentro luchaban con mucho más. Coloqué mi bandeja en la mesa, al otro lado de la morena. —Fue bueno hablar contigo, —dijo la chica de campo, sonriendo.
—¿No vas a sentarte a mi lado, Henrietta? ¿Por qué, Henrietta? Creo que mis sentimientos están heridos. Puedo sentir la necesidad de llorar aquí, delante de la maldita cafetería. —dijo Quinn, sonriendo a la chica de campo.
—Déjala en paz. —Siseó la tupida morena antes de meterse una cucharada llena de macarrones con queso a la boca. Quinn le devolvió la sonrisa a la tupida morena. —Es muy divertido burlarse de Henrietta. A veces, incluso puedes hacerla decir “he tenido suficiente de tus habladurías. Ahora déjame en paz antes de que te delate.”
—Quinn imitó perfectamente el habla de Henrietta. La tupida morena sonrió y tragó su bocado de comida.
—¿Así que no estás loca? Yo soy Jess, siento lo de antes, pero no me gusta mucho conocer a los locos nuevos que ingresan. Estoy suficientemente loca, y no necesito más loqueras a mí alrededor. Es extraño que pase tanto 8 Series de dibujos animados de la compañía Warner Bros y tiempo alrededor de Quinn. —Quinn sonrió y sacó la lengua, que también tenía una barra en ella, pero de plata.
Me sorprendí por cómo lucía su lengua y ella rio a carcajadas.
—Relájate. Brittany. No muerdo, al menos no a otras personas. —Se rió de su comentario al igual que su compañera. —Le dije a Jess que no se estresara tanto por ti. Que ya te había visto, y que no había nada malo en ti. Pero eres interesante. No logramos comprender qué es lo que ellos creen que tienes. Moví la comida en mi plato, pero nada me llamó la atención.
—Trastorno de estrés postraumático —dije, mirándola.
—Ah, así que piensan que has tenido un trauma y que te afectó. Lo que es realmente malo, ya que sabemos que no estás loca. ¿Qué hiciste para conseguir que te enviaran aquí? —Preguntó Jess antes de introducir otra cuchara llena de macarrones con queso a su boca. Miré a las enfermeras que ya habían comenzado a patrullar las mesas laterales.
—Eso no es algo de lo que realmente quiero hablar. —Cogí mi rollo, con la esperanza de que si comenzaba a llenar mi boca, dejarían de esperar que hablara. Quinn asintió con la cabeza y luego le dio un codazo a Jess. —Mira a Roberta. Está a punto de atacar a Kim por tocar el plato. ¡Ah, maldita sea! Es esa enfermera Karen. Se está llevando a Roberta para que busque otro plato y se lave las manos. —Quinn sonrió hacia mí. —Roberta es el mejor tipo de enfermo mental para molestar.
—Ella tiene trastorno obsesivo compulsivo. —Jess terminó, sonriendo. Al parecer, los pobres problemas de Roberta eran una cuestión de entretenimiento. Quinn tiró del anillo de su lengua con los dientes.
—Mierda divertida. —dijo ella, sonriendo.
—Diez minutos mañana, Quinn. —la voz de la enfermera Karen vino detrás de mí. Jess entornó los ojos. —¿Por qué haces eso cuando sabes que puede oírte? Quinn se encogió de hombros. —Porque puedo. O porque no me gusta ir a mi cuarto sola. Tú sabes que las voces en mi cabeza son muy altas cuando estoy sola. —Quinn me dirigió una sonrisa y le dio un mordisco a su pastel de crema.
* * *
Me sentí aliviada al llegar a la cama. Después de la cena había sido enviada a salas de reuniones para "Tiempo de Discusión", lo que significaba que animaban a todos a hablar. No quería hablar. No tenía nada que decir. Se había vuelto tan aburrido, que me encontré a mí misma buscando almas errantes con la mirada. Después de que ninguna diese señales por horas, me di cuenta de que no había visto una desde que puse un pie en la casa. Al parecer, a las almas les asustaba este lugar. No podía culparlas. Afuera podía escuchar las olas rompiendo, y esperaba que fuera el único sonido que escuchara esta noche.
Justo en ese momento escuché un grito ahogado. Me estremecí y me hundí en la cama. No era que me dieran miedo, pero sufría por ellos. En verdad trataban con cosas que no podía comprender. Otro grito hizo eco en el pasillo. Alguien había abierto la puerta y soltó su terror. Miré de nuevo a mi puerta para asegurarme de haberla bloqueado. Una enfermera hablaba con el gritón y varias puertas se abrieron y cerraron.
—Nunca voy a poder dormir. —Murmuré en la oscuridad. Me levanté de la cama y caminé hacia la ventana para ver las olas rompiendo contra la costa, iluminadas por la luna. Las olas me recordaban la última noche que había pasado con Santana . Me salvó de las olas que intentaban quitarme la vida. Había estado lista para que sucediera, hasta que su brazo se envolvió a mí alrededor.
El dolor atravesó mi corazón y tuve que sentarme en la cama y apretar fuertemente mi estómago, con el fin de mantenerme en una sola pieza. Otro grito se escuchó a pocas habitaciones. Una lágrima ardiente corrió por mi rostro. Me encontraba sola, por primera vez en mi vida. Me acosté con las rodillas contra mi pecho y mis brazos envueltos con fuerza alrededor de ellas. Mis párpados se volvieron pesados y los gritos comenzaron a ser ahogados de inmediato.
Lentamente me dejé llevar a mis sueños por la música que empezó a tocar. Luché para despertar de nuevo. La familiar tonada era mi canción de cuna. El cansancio del día y mi sensación de soledad parecían desaparecer a medida que la música se reproducía. La calidez de la voz de Santana llenó mi mente, y me dormí.
* * *
—Tienes un visitante y es delicioso, delicioso para lamerse los labios.
—dijo Quinn, pavoneándose en la biblioteca. Estaba casi segura de que ella nunca había dedicado un momento a mirar la copia de cuero gastado de Orgullo y Prejuicio que había encontrado entre los estantes de libros que cubrían las paredes.
—¿Tengo un visitante? —Tenía que ser Sam. —Gracias. —Me levanté y seguí a Quinn de nuevo a la gran sala, donde todas las visitas tenían que llevarse a cabo. El ceño fruncido de Sam se esfumó cuando me vio venir hacia él. Una sonrisa disminuyó la línea de preocupación en su frente.
—Brittany. —dijo, caminando y tirando de mí en un abrazo feroz. Me aferré a él con fuerza, tratando de no llorar.
—Estoy tan contenta de que hayas venido. —Le susurré, con la esperanza de que la emoción en mi voz no fuese tan evidente.
—Te extraño, Brittany, mucho. —dijo contra mi pelo, y nos quedamos sosteniéndonos mutuamente hasta que alguien se aclaró la garganta, y de mala gana me retiré. La enfermera Karen frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—Oh, vamos zorra Twitter, esto es más entretenido que la mierda que tenemos que ver en la televisión. —Quinn llamó desde su silla.
—Veinte minutos, Quinn. —Respondió la enfermera Karen con aburrimiento.
—Ya he perdido todo mi tiempo de mierda el día de hoy, Enfermera Karen. Ella la miró y señaló con el dedo hacia Quinn. —Veinte minutos mañana y te perderás todos los privilegios por una semana si dices otra mala palabra.
Quinn rodó sus ojos y acarició el asiento a su lado. —Ven con el Sr. Delicioso aquí para que pueda mirarlo —dijo con un ronroneo en su voz.
—Quinn, anda a ayudar a la Enfermera Ashley con los preparativos del almuerzo.
Quinn miró a Karen y se levantó malhumorada. —Iba a jugar limpio, ya sabes, Karen. No eres divertida, en absoluto divertida. —Quinn se lamió los labios al pasar frente de Sam y me guiñó un ojo. Apreté la mano de Sam y lo llevé hasta el extremo de la gran sala, donde se podía ver televisión o jugar juegos de mesa Siempre se encontraba vacía. Sam me observó con preocupación.
—¿Todas las personas de aquí son como ella?
—Parecía traumatizado. Me reí entre dientes y comencé a sacudir la cabeza, pero lo pensé mejor.
—No, pero no es la peor aquí. —Sam todavía parecía horrorizado. Le sonreí—. Son muy entretenidos cuando te das cuenta de lo inofensivos que son. Me siento muy mal por ellos, Sam. —Sacudí la cabeza. —De todos modos, dime acerca de la escuela, y de Rachel, y de ti. ¿Cómo están todos? La cara de Sam se iluminó con una gran sonrisa aliviada. —Pareces mejor ya. —Tocó el lado de mi cabeza suavemente. —Dios, te he echado de menos.
—Yo también te extraño. Gracias por venir hoy. Necesitaba hablar con alguien del mundo exterior. Dime, ¿Cómo están todos? Me dio una triste sonrisa. —Estamos preocupados por ti. Te echamos de menos y hablamos de ti todo el tiempo. No está ocurriendo absolutamente nada más. —Quería decirle que también pensaba en ellos todo el tiempo, pero la verdad es que pensaba en Santana . Lo había escuchado la noche anterior. Ella había estado allí, en mis sueños.
—¿Trajiste mi trabajo escolar? —Le pregunté, mirando a la bolsa en sus manos.
—Oh, sí, aquí tienes. ¿En verdad puedes hacerla aquí? —Miró a las dos chicas que acababan de entrar y comenzaban a jugar al Monopolio. Al parecer, tenían un desacuerdo y procedieron a meter el dinero del juego por debajo de sus camisas mientras gritaban. La enfermera Karen corrió y empezó a romper la discusión desde arriba. Oí decirles cuánto tiempo a solas habían perdido.
—¿Por qué los mantienen amenazados a todos con el tiempo? ¿Es igual que el tiempo que se obtiene como castigo o algo así? Me reí y sacudí mi cabeza. —No, en realidad es todo lo contrario. Sólo tenemos una hora al día para estar solos en las habitaciones. Es un castigo para reducir tu tiempo. Tiempo a solas en tu habitación para escapar de todo esto es codiciado.
Sam dejó salir un suspiro irregular y sacudió la cabeza. —Tú no perteneces aquí, Brittany —dijo, mirándome con el ceño fruncido. Me encogí de hombros. —El hecho de que no arrojo maldiciones a las enfermeras, ni trato con las voces en mi cabeza, no quiere decir que no estoy lidiando con mis propias cosas. —Asintió. Su mano apretó la mía.
—Te amo. No voy a ir a ninguna parte —dijo en un susurro. Las lágrimas brotaron de mis ojos y le regalé una sonrisa.
—Lo sé. —Quería decir algo más, pero sabía que no podía.
—Romeo, Romeo, ¿dónde te encuentras, Romeo? —Quinn llamó desde el pasillo mientras caminaba hacia las escaleras con los brazos llenos de toallas.
Me reí en voz alta. —Ella es inofensiva. —Le aseguré a Sam, y luego pensé en ello un momento. —Bueno, quizás no inofensiva. Pero ella no implica daño alguno en estos momentos. —La mirada de espanto de Sam regresó.
—¿Bloqueas tu puerta por la noche? —Me preguntó mirando a su alrededor, como si tuviera miedo de que lo escucharan y vinieran por él. Sonreí y asentí con la cabeza. —Pero sólo porque hay muchos gritando y corriendo por la noche. Terrores nocturnos y cosas similares. Sacudió la cabeza y bajó la mirada hacia mí. —Por favor, date prisa y mejórate para que vuelvas a casa. Aquí no es donde perteneces.
—Lo sé.
* * *
Los gritos ahogados comenzaron inmediatamente después de que se anunció el que se apagaban las luces. Me cubrí la cabeza y bloqueé el sonido. Había esperado todo el día para volver a la cama y caer en un profundo sueño en el que esperaba oír su música. Pensé en las veces que había cantado para mí y las horas que me había tenido y me había besado. Mis ojos se comenzaron a cerrar y la música empezó. Luché por abrir mis ojos y encontrarlo en mi habitación. Ella se encontraba allí. Lo podía sentir. Su guitarra tocaba mi canción de cuna e intenté desesperadamente de abrir los ojos. Era como si un manto oscuro estuviese sobre mí, y no pudiese quitármelo. En lugar de ser presa del pánico, esto me calentaba. La tranquilidad de saber que Santana estaba conmigo era suficiente por ahora. Su voz se unió al rasgueo de la guitarra. Sabía que andaba por aquí y que había venido por mí. Ya no me encontraba sola. Los sonidos amortiguados de los gritos y portazos cesaron, y todo lo que escuché fue la música que ayudó a llenar el vacío dentro de mí. Quería girarme, hacer frente a la fuente de la música y arrojarme a sus brazos. Me quedé dormida, incapaz de luchar contra la somnolencia por más tiempo.
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—¿No te sientes un poco sola Miss Popularidad? —Quinn se paseaba por el pasillo hacia mi habitación cuando salí luego de una siesta de media hora. Si no fuese por las noches cuando la música llegaba y Santana se encontraba conmigo, perdería la cabeza por la monotonía de este lugar.
—¿Tengo un visitante? —Le pregunté a Quinn cuando volvía a su dormitorio.
—Sí. —dijo y cerró la puerta detrás de ella. No había manera de que Quinn tuviese un momento a solas hoy. Personalmente había escuchado a la Enfermera Karen quitarle minutos por dos días, desde el desayuno. Alguien podría estar buscándola en pocos minutos. Me dirigí escaleras abajo, ansiosa por ver quién había venido a verme. Me eché a correr en el momento en que mis ojos se encontraron con Rachel, de pie en la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho en forma defensiva.
—¿Te dijo Quinn que tenías una visita? —Preguntó la enfermera Karen, frunciendo el ceño y mirando detrás de mí. Asentí con la cabeza, no queriendo delatar a Quinn por ir a su habitación. —¿Dónde está? —Preguntó. Levanté las cejas y me encogí de hombros. —Parece que volvió de nuevo aquí. —La enfermera Karen miró por el pasillo, con el ceño fruncido, como si pensara que había perdido a Quinn al regresar. Asintió con la cabeza y volvió a escribir en el ordenador.
Rachel echó sus brazos a mi alrededor tan pronto como llegué hasta ella. Se sentía tan bien verla.
—Por favor, márchate conmigo. —Susurró en mi oído. Me reí entre dientes. —No puedo.
—Te ayudaré a salir. Amiga, esta gente está loca, tienes que salir. —Me mordí el labio para evitar la risa. —La chica, Quinn, es una demente y no volvió a bajar las escaleras. Me encontraba mirándola. Si ella no volvía a bajar contigo de inmediato yo iba a subir para vengar tu muerte. —Me reí en voz alta un momento.
—Vamos por aquí y podremos hablar. —Le tomé la mano y la llevé donde me había sentado con Sam dos días atrás. Rachel volvió a mirar hacia las escaleras. —Todavía no ha bajado.
Tal vez tengas que decirle a la enfermera. —Susurró Rachel detrás de mí. Me senté en una silla y señalé otra que había a mi lado.
—No, no le voy a decir nada a Karen. Quinn no es mala. A ella le gusta dejar una buena impresión. Es más acerca de la atención con ella. Y no quiero ser el que la delate. Me gusta y me gustaría mantenerlo de esa manera. He visto lo que hace a la gente que no le gusta.
—Los ojos marrones de Rachel crecieron grandes y redondos. Le sonreí tranquilizadoramente.
—Cosas que un matón de escuela podría hacer, no un asesino en serie, cálmate.
Rachel pareció relajarse un poco y cruzó las piernas delante de ella, luego se inclinó para mirarme de cerca. —Por lo tanto, ¿Están siendo buenos aquí? ¿Ni los locos ni nadie te están maltratando? Porque si lo están haciendo, voy a hacerlos caer. No existe un enfermo mental por acá que vaya a meterse con mi chica. Yo te protegeré. —Su expresión feroz me calentó. Le sonreí. —Todos son agradables, pero gracias por el apoyo. Ella miró por encima de mi hombro a la enfermera Karen: —Espero que las otras enfermeras presten más atención a los enfermos mentales que ella. ¿Sabías que está metida en Twitter?
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awong_snix- ---
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Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
CAPITULO 17
—Brittany. —La doctora Janice vino caminando hacia la habitación en donde me hallaba sentada jugando Monopolio con Quinn, quien hacía trampa y Roberta, quien seguía mirando mal a Quinn por hacer trampa.
—¿Sí señora? —Pregunté. Le sonrió a las chicas y sostuvo en alto un portapapeles.
—Es hora de tu valoración. Por favor ven conmigo. —Descrucé mis piernas y me levanté del suelo.
—Oh mierda, desfrutaba jugar contigo Human Brain , te van a decir que no eres una enferma mental y te enviarán a casa. —Quinn me mostró su lengua perforada y me guiñó un ojo. Había tomado la costumbre de llamarme Human Brain en los últimos días. Era un poco molesto, pero no le veía el caso formar un problema por eso. Forcé una sonrisa y seguí a la doctora. Aún no me encontraba lista para irme. Santana había venido en la noche y temía que una vez que estuviera en casa me dejaría otra vez. Mi corazón dolía, recordándome que seguía vacío. La doctora Janice abrió la puerta de su oficina y la sostuvo abierta para mí mientras entraba.
—Tendrás que ignorar el desastre en mi escritorio. He estado haciendo gráficos esta semana y se sale un poco de control aquí. —Me sonrió a modo de disculpa y caminó alrededor para situarse detrás de su escritorio.
—Por favor, siéntate. —dijo, señalando unos mullidos sillones de cuero negro detrás de mí. Me senté en uno mientras la doctora Janice tomaba el portapapeles en sus manos. Deslizó por el puente de su larga nariz el par de gafas que colgaban de su cuello en una cadena de perlas.
—Aparentemente, Brittany; eres el paciente más saludable mentalmente que hemos tenido en un largo tiempo. Eres compasiva y te haces amiga de incluso los más duros casos que hemos tenido. Lo que solo refuerza el diagnóstico de que no estás mentalmente enferma. Entablar amistad con alguien como Georgia Vain no es fácil y Jess es su única amiga porque parece tener miedo de Georgia. Las evaluaciones de las enfermeras dicen que eres amable y que comprendes bien. Reaccionas en el modo en el que lo hace alguien quien entiende que está rodeada de enfermos mentales, y eres paciente con ellos. Eso no solo te hace una paciente muy agradable sino también una persona muy estable. —La doctora Janice colocó el portapapeles en su escritorio y se quitó las gafas, dejándolas caer delicadamente en su pecho. —El hecho básico es: no perteneces aquí.
Asentí, sabiendo que no tenía ningún sentido discutir con la doctora de que yo era un caso mental y que necesitaba quedarme. La doctora Janice bajó la mirada.
—Estudié cuidadosamente las recomendaciones que fueron enviadas cuando fuiste recetada para estar aquí, para ayudarte a aprender cómo lidiar con el trauma que sufriste. Normalmente no estoy en desacuerdo de manera tan radical con las observaciones de otros doctores pero esta vez fuiste muy mal diagnosticada. Ahora, la pregunta es ¿Por qué, Brittany S, Pierce, te retiraste tanto en ti misma que tu madre tuvo que buscar ayuda médica?
Me tragué el miedo que crecía dentro de mí ante el pensamiento que sería enviada a casa hoy y esta noche no tendría a Santana . Necesitaba una razón para quedarme. Estudié de vuelta a la Doctora Janice y me pregunté si podría ser honesta con ella y la verdad me mantendría aquí. Si le dijera que vi gente muerta, ¿Cambiaría su opinión? Empecé a hablar y una imagen de los ojos llenos de lágrimas de mamá cuando había venido a visitarme regresó a mi mente. Me extrañaba y se preocupaba por mí. La lastimaba, o bueno, más bien la enfermedad que ella pensaba que yo tenía la hería. Si admitía que veía almas, me etiquetarían de loca. Sería diagnosticada con todo un nuevo problema y mi madre sería consumida por la preocupación.
Tan solo trataría de ganar una noche más. Una oportunidad más de escuchar a Santana y esta vez lucharía contra el sueño que siempre me impedía verla. Encontraría una manera de hablar con ella.
—El accidente automovilístico me molestó y me confiné en mí misma porque no me gustaba pensar acerca de lo que había sido testigo. Estuve de acuerdo en venir aquí para hacer sentir a mamá mejor. Le asustaba la idea de que me iba a convertir en una solitaria. Mi estancia aquí ha sido aclaradora y siempre lo voy a apreciar. Las chicas de aquí son como yo, solo que ellas tienen enfermedades mentales que hacen que vivir una vida normal sea difícil. Siguen siendo personas. Siguen teniendo sentimientos y quieren ser aceptadas. He disfrutado conocerlas a todas. Tiene razón, no tengo una enfermedad mental como los otros pacientes, pero estar alrededor de ellos me ha ayudado a aprender a aceptar lo que atestigüé.
La doctora Janice sonrió. —Bueno, eso sigue confirmando mi diagnóstico. Tú estás completamente sana en cuanto a salud mental y eres muy madura para tu edad. ¿Te gustaría llamar a tu madre y contarle que eres libre para irte a casa?
Este era mi momento para pedirle una noche más, necesitaba decir adiós. Necesitaba abrir mis ojos esta noche y verla. No me podía ir hasta que no la viera.
—Doctora Janice ¿Sería un problema si me quedo aquí esta noche y me voy mañana a primera hora? Me gustaría cenar con mis nuevos amigos y darles una apropiada despedida a todos ellos.
Me dio una lenta y complacida sonrisa y asintió.
—Pienso que eso sería perfecto. Observé el teléfono en su escritorio.
—Entonces, ¿Puedo llamar a mi madre y dejarle saber que soy libre para irme mañana en la mañana? Pensé en cómo las noticias de que podría ir a casa iban a traer una sonrisa a su rostro.
Sabía que eso ayudaría a reducir el dolor, pero no lo suficiente.
* * *
Llevé mi bandeja de comida para sentarme en frente de Quinn y Jess. Quinn inclinaba su cabeza de un lado a otro, como hace frecuentemente cuando está pensando en algo, jugaba con el aro de su lengua, pasándolo contra sus dientes frecuentemente.
—Te vas Human Brain , ¿Cierto? Le sonreí y asentí. Ella suspiró dramáticamente.
—Era obvio que te mandarían a casa pronto, ya que no tienes fallos mentales. Quiero decir, ni siquiera gritas en las noches. Pero por supuesto, ella canta para ti. Me impresiona de verdad. Me habría asustado hasta la mierda si ella entrara en mi habitación. El hecho de que no estás asustada te hace alguien que no me fastidie.
Me congelé, escuchando sus palabras. Ella sabía que Santana venía en las noches y cantaba para mí. ¿Cómo lo supo? ¿Acaso la vio? ¿Quinn veía almas? ¿Era eso mi problema? ¿Era yo esquizofrénica? Dejó salir su sonrisa maniática y me guiñó el ojo.
—Estás pensando que sólo podrías ser ridícula después de todo ¿No es así Human Brain ? Desearías estar así de jodida. De ninguna manera, pequeña. De ninguna jodida manera. —Susurró, inclinándose hacia mí para que las enfermeras no escucharan sus maldiciones y le quitaran sus privilegios.
—¿Qué es lo que te molesta? ¿Tomaste tus medicinas hoy, Quinn? Porque estás hablando como una lunática, peor de lo normal. —dijo Jess, frunciendo el ceño antes de echar un cacahuate en su boca. Quinn no quitó sus ojos de mí. Casi tenía un brillo en sus ojos mientras me miraba, disfrutando la confusión que sabía que se encontraba claramente visible en mi rostro.
—Sólo aquellos por los que ella ha venido pueden verla, Human Brain . Sabes eso ¿Cierto? Sólo aquellos a los que se les acerca su hora. Sé por qué está aquí. —Movió su cabeza de un lado a otro y me estudió más de cerca. — Pero ella no canta para mí. No, ella no canta para mí. Jess suspiró ruidosamente y fulminó con la mirada a Quinn.
—Si no paras de hablar como una psicópata, llamaré a la enfermera Karen para que venga y drogue tu culo.
—¿Quién es ella? —Le pregunté a Quinn silenciosamente, temerosa de que ella en verdad no supiera. Una sonrisa triste tocó sus labios y sacudió su cabeza.
—Ah, entonces no ha venido por ti aún. Tan extraño. Tú la puedes ver y está contigo, aunque no haya venido por ti. Ella es la única que te lo puede decir. Quinn se levantó de la mesa, dejando su bandeja de comida sin tocar en ella y se alejó caminando. Jess me observó y sacudió su cabeza tristemente.
—Está escondiendo sus medicinas debajo de su lengua otra vez y las está escupiendo en el sanitario. Tendré que decirle a alguien antes de que enloquezca más. Me temo que si pasa más tiempo sin tomar sus medicinas podrá hacer algo fatal. —Jess tomó un mordisco de carne, se levantó y se dirigió hacia la enfermera Ashley. Esta noche decidí a preguntarle a ella otra vez, pero el miedo de que se alejara me asustó más que las palabras de mi psicótica amiga.
* * *
Empaqué el último par de jeans en mi maleta. Los cajones se encontraban vacíos y el armario no guardaba ya mis cosas. Caminé hacia la pequeña mesa redonda y tomé las cartas que Sam y Rachel me habían enviado. Leyéndolas cada mañana, me habían dado una razón para sonreír.
Las deslicé en un bolsillo de mi mochila y me senté en mi cama. Había sido autorizada para venir a mi habitación tan temprano como quisiera. Las reglas del aislamiento ya no se aplicaban a mí, además necesitaba empacar. La pequeña habitación no era más grande que el clóset de mi madre pero iba a ser duro alejarme de ella en la mañana. Justo como en casa, en esta habitación había estado Santana . Tendría recuerdos de Santana . La enfermera Ashley caminaba por los pasillos, haciendo sonar su campana, anunciando que las luces se iban a apagar. Me levanté y empujé las cobijas de mi cama y me deslicé en ella antes de estirarme y apagar la lámpara. Esta noche vendría y yo hablaría con ella. No me tendría que preocupar acerca de si me dejaría y no volvería, porque me iba en la mañana. Quería saber por qué Quinn sabía quién era ella o si ella pensaba que era alguien más. ¿Era “la” misma “la” de la que la pequeña niña pelirroja del hospital había hablado? “la” que ella había dicho que iba a venir pronto a llevársela.
Santana había sido la que se había llevado a la pareja del auto cuando habían muerto. ¿Eso fue lo que ella había hecho? ¿Era él el alma quien iba y recuperaba otras almas cuando estas morían? Cerré mis ojos y esperé. Pensé en las diferentes cosas que había visto y lo que Quinn y la pequeña niña habían dicho. Todo apuntaba a Santana siendo guardián de algún tipo. Quizás un ángel. Me volteé de un lado para otro, esperando a la música. Esperando a que Santana viniera y cantara para mí. Ella nunca vino.
El amanecer trajo un pálido brillo a la amarilla habitación mientras me levantaba con mis maletas, mirando alrededor para ver si había olvidado algo. Me iba sin ninguna respuesta. Mis pensamientos regresaron a Quinn.
Deslicé mi maleta un poco más arriba de mi hombro y me encaminé escaleras abajo para encontrarla. Quería hablar con ella una última vez antes de que me fuera. Decirle adiós y preguntarle una vez más si ella me podía explicar quién era esa persona que había creído escuchar en mi habitación. La sala principal se encontraba vacía y los sonidos de pequeñas charlas a la deriva provenían del comedor, donde todo el mundo comía el desayuno. Quinn estaría allí. Puse mis maletas al lado de la puerta y me dirigí a decir mis últimas despedidas.
En el momento en el que entré en el concurrido comedor miré hacia la mesa más alejada. Jess se sentaba sola, mirando hacia su plato mientras removía la comida y la empujaba dentro de su boca. Miré hacia la línea de servicio, pero las enfermeras ya habían terminado de servir la comida a todos sus pacientes. Todo el mundo se encontraba sentado en sus mesas, desayunando. La enfermera Karen miró hacia arriba y asintió hacia mí con una sonrisa triste en su rostro. Caminé hacia Jess y me senté en frente de ella.
—Se ha ido. —dijo Jess, mientras metía otro pedazo de queso en su boca.
—¿Quinn se fue? ¿Qué quieres decir? —Pregunté confundida. La había visto la noche anterior antes de irme a la cama, sentada con un grupo de chicas jugando un juego de cartas. Jess levantó su mirada hacia mí y me frunció el ceño.
—Fue a golpearlos, alrededor de las cuatro. Empezó a gritar y a maldecir y tuvieron que sedarla. Está empeorando y la doctora Janice no se quedará con aquellos que se alteren de tal manera, que se vuelvan peligrosos para ellos mismos. Ella los transfiere al hospital donde puedan ser mantenidos solos y bajo llave. —Jess sacudió su cabeza y tomó un gran trago de leche achocolatada. —Sabía que la enviarían fuera pronto. Es lo que siempre hacen con los psicóticos.
Sentí un nudo enfermo en mi estómago.
—¿Sabes el hospital al que fue enviada? Ella se encogió de hombros.
—No, porque no estoy lo suficientemente loca como para ser enviada allí. Me levanté
—Emm, está bien. Um, fue bastante lindo conocerte Jess. —Decirle que la vería después sonaría extraño, porque ambas sabíamos que no era verdad. Así que simplemente sonreí y dije: —Adiós. Ella asintió, llenó su boca con otro pedazo de tocino y miró más allá de mí, hacia las ventanas de daban vista al golfo. Me di la vuelta y me dirigí hacia la puerta. La enfermera Karen caminó hacia mí.
—Necesito que tu madre firme algunos papeles, para tramitar tu salida. —Me siguió hacia la puerta. Me giré hacia ella.
—¿Quinn fue enviada al hospital? —Quería escucharlo de la enfermera.
—Me temo que sí. No está segura aquí. Necesita un trato más fuerte y aquí no se lo podemos ofrecer. Tragué el repentino nudo en mi garganta y caminé detrás de ella por el pasillo. Mi mamá esperaba para saludarme. Se encontraba en la sala viéndonos aproximarnos. Miré por encima de mi hombro, a la enfermera Karen antes de que estuviéramos lo suficientemente cerca de mi madre como para que oyera.
—¿En qué hospital está? —Quería verla.
La enfermera Karen me sonrió.
—Mercy Medical.
El hospital en el que me había anotado para ser voluntaria. Sin embargo, ahora tenía en mi historial problemas mentales, así que ya no me dejarían trabajar en el hospital nunca más. Pero estoy segura de que podía seguir haciendo visitas.
—Brittany, te ves como si hubieras perdido diez libras. —dijo mamá tan pronto como estuve lo suficientemente cerca de ella para oírla. Caminó hacia mí y envolvió sus brazos alrededor, sosteniéndome fuerte. —Estoy tan feliz de que estés de vuelta en casa. Ganarás algo de peso en menos tiempo del que piensas.
Sonreí y disfruté la comodidad de sus brazos.
—Estoy segura de que la pizza y la comida china serán ilimitadas. — Bromeé. Ella rio y me soltó.
—Nunca digas que cocinaré la comida que te engordará. —Sus ojos vidriosos, pero estoy segura de que no eran lágrimas de tristeza esta vez.
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Que les ha parecido este capitulo??
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Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
CAPITULO 18
Me mantuve de pie estudiando la mesa de la cocina. Se encontraba cubierta con latas de soda vacías, dos cajas de pizza, también vacías, y la mitad de un pastel de chocolate, en el que se podía leer Bienvenida a casa Brittany en letras blancas. Sam, Rachel y Puck me habían sorprendido esta tarde. Había abierto la puerta hace cuatro horas para encontrarlos a los tres sosteniendo pizza, sodas y una caja de pastelería. Estar con ellos, comiendo comida de muy buen sabor y entreteniéndolos con historias del tiempo que estuve en la casa de reposo, me hizo sentir como si estuviera en casa. Sus caras sonrientes y las risas familiares me daban una sensación cálida, alejando la frialdad que siempre me penetraba. Sam me había sostenido en sus brazos mientras estábamos sentados en la sala, recuperando el tiempo que habíamos perdido.
Kendra se había caído de la cima de una pirámide humana durante una práctica de animadoras y tenía un cabestrillo en su pierna derecha. Rachel parecía bastante complacida con el pequeño sufrimiento de la chica. Los reclutadores de las universidades habían venido a observar a Sam y ahora él tenía propuestas de dos universidades diferentes. Sam había seguido sin mí. El saber que estaría bien cuando ya no fuera parte de su vida, alivió un poco la culpa que había dentro de mí. No podía quedarme con él. No cuando ansiaba tanto a Santana . Incluso si no podía encontrarlo, sabía que le importaba.
Ella tendría que volver, eventualmente. Sabría que la necesitaba y vendría a mí. Incluso si no podía verla, sabía que estaba cerca. Miré hacia las escaleras sabiendo que no vendría esta noche. Mi habitación era un lugar seguro para mí ahora. Si tan solo pudiera verla y decirle que la amo y que iría a cualquier lugar que tuviera que ir solo para estar con ella… pero nunca le permitiría saberlo, o incluso entenderlo. El escritorio vacío, en donde Santana se había sentado una vez en
Literatura Inglesa relampagueó por mi mente y el vacío en mi pecho dolió aún más.
* * *
La música sonaba. Me tomó un momento abrir los ojos y darme cuenta de que Santana tocaba mi nana. Me senté derecha en mi cama y dirigí mi mirada hacia la silla, para encontrarla vacía, aun así, la música seguía sonando. Me tomó unos minutos abrirme paso a través de la bruma del sueño y darme cuenta de que la música no sonaba en mi habitación, ni siquiera en la casa. La música se filtraba a través de la ventana desde el exterior. Salté y corrí para ver de dónde venía.
¿Santana se encontraba ahí afuera? El patio trasero se hallaba oscuro y brumoso. La música venía hacia mí desde algún lugar de la noche. Alcancé mi chaqueta, me puse mis zapatos y luego me encaminé escaleras abajo hacia la puerta trasera, cerrándola cuidadosamente detrás de mí, para no despertar a mi madre. Si me atrapaba escabulléndome en la oscuridad ella misma me devolvería a la casa de reposo. La música sonaba como si viniera desde el bosque. Caminé hacia el jardín para encontrar una linterna, que mi madre siempre guardaba en el cobertizo. Una vez allí, agarré la linterna, comprobé que tuviera baterías y me dirigí otra vez hacia el patio trasero.
¿Por qué Santana estaría aquí afuera, en la oscuridad, tocando mi nana? Seguí el camino que mi madre hacía cuando se daba tiempo para caminatas naturales, desde nuestro patio trasero hasta el estanque comunitario, a través del bosque. Las hojas crujían a mí alrededor y contuve un chillido. Necesitaba encontrar a Santana antes de que alguna extraña criatura me encontrara. La música me llevó aún más adentro del bosque. Mi linterna no ayudaba mucho.
La espesa niebla hacía casi imposible la visibilidad. Me seguí repitiendo en mi cabeza que Santana andaba por aquí, en algún lugar, ella quería que yo la encontrara. ¿Por qué otra razón el tocaría su música para que yo la pudiera oír, si no para sacarme de aquí? Una luz brilló en la oscuridad, asomándose a través de la niebla. Caminé hacia ella, sabiendo que la música venía de allí. Entre más me acercaba, la luz se hacía más brillante. Rompí a través de la niebla y llegué a un pequeño claro. Una brillante bola flotaba en el centro del círculo de árboles rodeando el brillo. Escondí la linterna en el bolsillo de mi chaqueta antes de dar un cuidadoso paso hacia la fuente de la luz. La música de Santana venía de ésta.
Confundida, escaneé rápidamente el claro en busca de Santana . Permanecía vacío, aparte de mí y la luz musical. ¿Por qué tocaba la canción de Santana ? El miedo empezó lentamente a filtrarse a través de mí. Santana no se encontraba aquí. Ella nunca me atraería a un claro, de noche, en medio del bosque, sola. Alguien más lo haría. Alguien que quería que dejara mi cama y me alejara de la seguridad de mi casa.
—Thump thump, thump thump, el ritmo de tu corazón se está acelerando ¿No es así Human Brain?
—Me giré al oír la voz de Quinn. Ella se encontraba en la esquina más alejada del claro, observándome. No se veía como la Quinn de la casa de reposo. Su corto cabello rubio volaba a su alrededor, en la brisa nocturna y sus labios rojos ahora parecían brillar como brillantina plateada a la luz de la luna. Retrocedí un paso, poniendo distancia entre nosotras.
—¿Qué estás haciendo aquí, Quinn? —Pregunté, tratando de mantener el pánico fuera de mi voz. Ella frunció sus escarchados labios y movió la cabeza de un lado a otro.
—Hmmm ¿La pequeña señorita pantalones perfectos no es tan lista después de todo? La única chica sana en la casa, ¡HA! Fuiste la única lo suficientemente estúpida como para hacerse mi amiga. —Busqué frenéticamente alrededor de mí, tratando de pensar un modo de escapar.
—Jess era tu amiga. —Repliqué, esperando distraerla mientras trataba de pensar en cómo podría alejarme de ella. Quinn empezó a reírse a carcajadas.
—Jess es una lunática, cuya mente era fácil de controlar. Tú, sin embargo, te me acercaste sin tener que esforzarme ni un ápice. Lo hiciste todo por tu cuenta. Confiaste en mí. —Ella paró de hablar y empezó a acercarse a mí. Riéndose maniáticamente. —He sido enviada para corregir los errores. Me encontraba allí por ti. La primera noche iba a ir por ti. Estaba destinado así. —Gruñó.
—Pero ella ya se hallaba allí. Ni siquiera te había matado aún y ya se encontraba allí. Protegiéndote. A una tonta humana. A la simple alma viviendo dentro de ti. Ella la protege. Empezó a pasearse de aquí para allá en frente de mí, como si fuera un gran gato rondando su presa. Retrocedí otro paso y se rió perversamente, como si mi intento de escapar fuera tan loco como ella.
—Es su ¡TRABAJO! ¡Fui enviada para arreglar su error! Rompió una regla contigo. No puede romper las reglas. Si no corrige este error pagará por ello. Debe ser corregido. —Empezó a sacudir su cabeza para atrás y hacia adelante, estudiándome como si fuera una especie desconocida. Me di cuenta de que sus ojos ya no se veían lunáticos. Se veían más como los de un gato. Sus rasgos habían tomado una especie de brillo. No era humana.
No era una paciente mental. Era… algo más.
—¿Qué eres Quinn? —Pregunté.
—¿De verdad quieres saberlo? —dijo sonriendo. Dejó de rondarme y miró hacia el claro como si estuviera esperando a alguien más. ¿Habían otros más como ella aquí?
—Supongo que es hora de que lo sepas. Eres como un atrasado libro de historia. Tick tock, tick tock, me estás haciendo desperdiciar mi valioso tiempo. Este no es mi trabajo. Es SUYO —Siseó, observando el claro otra vez, y me di cuenta de que esperaba a Santana .
—¿Quién es Santana ? —Pregunté. Se rio ante la pregunta y enarcó una de sus cejas tan rubias como su cabello. —¿Quién crees que es, Human Brain ? —Se burló.
—Ella se lleva a aquellos que murieron a donde se supone que deben ir
—Repliqué en un susurro, casi asustada de oírme a mí misma decir esas palabras. Quinn se empezó a carcajear con su risa maniática.
—Bueno, si estuvieras en lo correcto, entonces este mundo sería mucho más fácil. Pero viendo lo perdida que estás lo hace más difícil. Santana no es un transportador. Yo lo soy. Es cierto Human Brain , yo las llevo arriba o abajo. —dijo con un tono de disgusto. —Y tú ibas a ser fácil. Tú ibas a ir arriba. Te darían un Nuevo Cuerpo, vivirías una nueva vida y tu alma habría hecho lo que las almas buenas hacen. Vivir para siempre, una y otra vez. Pero ¡NO! —Gritó en la oscuridad y chispas rojas brotaron de las puntas de sus dedos. —No HUMAN BRAIN , Ella no quería que eso pasara.
¿Por qué diablos no?
Bueno, esta vez tu bonita alma se encontraba en un bonito y joven cuerpo y tenías una sonrisa adorable y un adorable caminar, una risa encantadora y eras interesante. Podías ver otras almas y eras valiente y bla, bla bla. Como sea. —Se detuvo y me fulminó con la mirada. —Llegaste a ella, se supone que nadie lo hace, pero tú lo hiciste.
Empezó a balancearse de atrás hacia adelante otra vez, mirándome como si no estuviese segura de qué hacer conmigo.
—Ahora, soy yo quien tiene que corregir los errores. Ella es demasiado débil para hacerlo.
TE QUIERE.!!!!
No quiere enviar tu alma conmigo arriba para vivir una nueva vida. No puede soportar el pensamiento de terminar las cosas contigo. —Rodó sus ojos y alzó sus manos en el aire con un suspiro frustrado.
—He sido enviada para recuperar tu alma, con o sin su consentimiento. Ella estará aquí en el final, no frunzas el ceño. Verás su sexy cara otra vez. —Quinn empezó a caminar hacia mí, pavoneándose como un gato.
—No me dijiste quién es ella. —Digo, retrocediendo lejos de ella.
—¿Qué es ella? ¿Aún no lo sabes? Y yo que pensé que lo había dejado bastante claro. —Se burló, deteniéndose en frente de mí para deslizar una uña sobre mi rostro. Temblé ante el familiar toque helado. La rubia que había tratado de asesinarme me había dado la misma sensación que el toque de Quinn.
—Trataste de asesinarme. —dije con voz ronca, buscando algún parecido con la rubia que pensé que Santana había asesinado.
Ella sonrió y sacudió su cabeza.
—No Human Brain , esa alma no era yo. Ky era otra transportadora de quien tu amada se deshizo. ¿Ahora puedes ver por qué no estoy muy entusiasmada con el trabajo que se me ha asignado? Ella no va a estar feliz conmigo. No quiero que su ira esté dirigida a mí cuando me lleve a su preciosa. Después de todo, ¿Quién quiere joder a la Muerte? —Tragué el nudo que se había formado en mi garganta.
—Muerte. —Apenas pude susurrar.
—Déjala ir. —La voz de Santana llenó el claro y Quinn se tensó. Su agarre se aflojó antes de reforzarse aún más. Respirar ahora era imposible.
—¡NO! —La voz de Santana rompió en la oscuridad. El agarre de Quinn se soltó mientras su cuerpo era lanzado contra el suelo. Jadeé por aire, mirándola en el suelo mientras ella fulminaba con la mirada a Santana , en sus ojos había una mezcla entre miedo y odio.
—Es hora. He sido enviada. No puedes romper las reglas. Es un alma a la que se le dará otra vida. La puedes encontrar otra vez. Termina esto. — Quinn rogó, observando a Santana . Ella caminó más allá de ella y estiró una mano para tocar mi cuello. El calor alivió el dolor que el agarre helado de Quinn había dejado.
—Lo siento. —Susurró y me miró directo a los ojos. Asentí, sin estar segura del “por qué” de su disculpa, pero sabía que la perdonaría sin importar el motivo. La carcajada salvaje que vino de detrás de él hizo que sus ojos azules se transformaran en dos brillantes zafiros. Se dio la vuelta y fulminó con la mirada a Quinn.
—Vete y te dejaré existir. —Su fría y dura demanda penetró la oscuridad. Quinn se levantó, mirándolo, temerosa.
—No me puedo ir hasta que tú hagas tu trabajo y me vaya con esa alma.
Santana sacudió su cabeza y sus ojos parecían como si quisieran hacerle daño. Ella hizo una mueca mientras retrocedía.
—Escucha, no pedí ser la que molestara a La Muerte. Ellos me enviaron. No tenía elección. —Me señaló. —Me agrada. Puedo ver lo que viste en ella, pero tiene que morir. Está escrito.
Santana se dio la vuelta por completo y empezó a caminar en su dirección.
—¡Nooo! —Rugió. Quinn retrocedió aún más con una expresión aterrorizada. Alcancé a Santana , tomando su brazo.
—No, Santana , por favor. —Rogué. Ella se detuvo, volviéndose hacia mí.
—¿Entiendes lo que quiere? No es tu amiga Brittany, tan solo interpretó muy bien su papel. —Me acerqué a ella.
—Eres La Muerte y se supone que debo morir. —Aparté mis ojos de los suyos y posé mi mirada en Quinn. —Y ella me va a transportar. Santana sacudió su cabeza y fulminó con la mirada a Quinn.
—¿Lo hiciste sonar así de simple? ¿Le hiciste pensar que podría solo morir, flotar lejos y vivir otra vida? Un brillo se alojó en el pecho de Santana y Quinn se alejó más, su cuerpo temblando visiblemente.
—No funciona de ese modo, ¿No es cierto Quinn? —Replicó, y pude sentir los músculos de sus brazos tensarse bajo mi toque.
—Estoy aquí para corregir un error. Rompiste una regla que no puede ser rota. No te puedes quedar con ella, Muerte. Ella no es una mascota con la que puedas jugar. Es un alma y tu único poder sobre un alma es el hecho de que tomas la vida del cuerpo cuando es el momento. No posees las almas.
—NO tomaré su alma. Vivirá. Su muerte no sucedió. Quinn alzó sus manos con exasperación.
—Sí, sabemos eso. ¡Porque TÚ lo detuviste! Se suponía que iba a morir en aquel coche. Y estarías allí para tomar el alma de su cuerpo. Ky iba a terminar las cosas, pero NO. Tomaste su cuerpo y lo salvaste.
Mis piernas se aflojaron cuando la verdad de las palabras de Quinn me golpeó. Las palabras de la pequeña niña del hospital vinieron volando hacia mi mente.
—No te pongas triste. Ella dijo que este cuerpo que tengo está enfermo y una vez que muera tendré uno nuevo y una nueva vida. Las almas no están forzadas a permanecer en la tierra. Solo aquellas que están muy asustadas de irse son las que permanecen aquí. Si escoges dejar la tierra regresarás con un cuerpo nuevo y una vida nueva. Tu alma, sin embargo, será la misma. Ella me dijo que el hombre que escribió mis libros favoritos, Las Crónicas de Narnia, dijo que: Tú no eres un cuerpo. Tú tienes un cuerpo. Tú eres un alma. Santana me alcanzó antes de que golpeara el piso. Levanté la mirada hacia ella.
—Conocí una pequeña niña en el hospital. Te conocía. Estaba enferma e iba a morir y le dijiste que su cuerpo se hallaba enfermo y que no tuviera miedo porque iba a tener un cuerpo nuevo.
Santana sacudió su cabeza con una expresión atormentada.
—Sé lo que estás pensando y no. Miré a Quinn y ella apartó su mirada. Había algo que no sabía y que era importante. Levanté mi mirada hacia Santana .
—¿Qué es lo que no me estás diciendo, Santana ? ¿Por qué no puedes tomar mi cuerpo y dejarme vivir una vida otra vez? Puedo estar contigo una vez que no esté destinada a morir y no romperías ninguna regla. Quinn sacudió su cabeza y me dio la espalda. Santana cerró sus ojos fuertemente.
—No volverás. —dijo en un ronco susurro.
—¿Por qué? Tú le dijiste a la pequeña niña que ella lo haría. Quinn dijo que tendría otro cuerpo y que viviría, que es lo que las almas hacen. —Santana tomó mi cara entre sus manos.
—Brittany, el momento en que me enamoré de ti y elegí romper las reglas, todo cambió. Tú eres mi debilidad. Te escogí por encima de las reglas. Una vez que te hayan llevado no volverás. No podré verte nunca más y no se me dará la oportunidad de estar cerca de ti. Soy La Muerte. No puedo vivir con la luz y tú vivirás en ella. Para siempre, sin regresar a la tierra. No puedo resistirme a ti, así que ellos no me dejarán mantenerte conmigo. Ella bajó su cabeza y besó mi nariz suavemente. Temblé bajo su toque. Las lágrimas quemaban mis ojos. No podía soportar el pensamiento de no volver a verlo nunca.
—Y si se rehúsa a tomar tu cuerpo, el suyo será tomado en consecuencia. ¿Le contarás esa parte, Muerte? ¿Le contarás que ya no serás capaz de correr libremente por la tierra como La Muerte sino que serás enviada al infierno? Serás como los ángeles caídos. Si ella vive, tú mueres. —Quinn miraba a Santana con las manos en sus labios. —La elección es ahora. Una vez que tus poderes te sean retirados, te transportaré abajo. Y en verdad odio tener que ir allí. —Dirigió su mirada hacia mí. —Puedes vivir y tener una vida eterna mientras ella se quema en el infierno con el resto de los ángeles caídos y pecadores, o puedes venir conmigo y vivir en la luz, dejándola continuar viviendo la vida que ha vivido desde la creación de los hombres. Lo que es, y siempre ha sido, La Muerte.
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Hay alguna persona sorprendida.....
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Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
CAPITULO 19
El cielo oscuro comenzó a agitarse alrededor de un centro de luz.
Agarré el brazo de Santana con mis dos manos como si estuviera a punto de desaparecer.
—¿Qué está pasando? —Le pregunté sobre el sonido del rugir del viento en la distancia. Santana negó con la cabeza, con los ojos sobre Quinn. Ella miró de ella a mí. —Van a llevarla. Gracias a ti, será considerada como una de las menos. Ha caído. Rompió las reglas. —Quinn empezó a gritar a través de la tormenta, como vientos encerrando el intercambio de información. Solté a Santana y caminé hacia delante, sabiendo que tenía que detener esto y ella no me iba a decir cómo.
—¿Qué puedo hacer? —Le grité a Quinn. Ella miró a Santana detrás de mí. —Ella no es como los otros seres humanos. Es por lo que te enamoraste de ella cuando nadie más te tentó. Déjala que tome esta decisión.
—¡NO! —Gritó Santana detrás de mí con una intensidad de su voz rayando en pánico. Corrí hacia Quinn, con miedo a que Santana pudiera detenerme.
—Dime. —Le exigí. Ella me miraba, mientras sus brillantes rasgos parecían cada vez más de otro mundo. La tormenta se hizo más fuerte. Su cabello rubio se azotaba violentamente a su alrededor, creando la apariencia de lo inmortal que era.
—Ella sólo puede ser perdonada si tú mueres. Ella es La Muerte y tendrá que aceptar tu alma. Sólo puedo hacer lo que se requiere para matar a tu cuerpo pero al final hasta que Ella ya no exista, La Muerte tiene que tomar tu alma.
—¡NO! ¡NO LA TOMARÉ! ¡ELLA ES UN ALMA NUEVA! ¡MI DEBILIDAD NO LA CONDENARÁ! —Santana rugió detrás de mí y sus brazos me apartaron de Quinn. Ella ignoró la protesta de Santana y continuó mirándome mientras la tormenta se hizo más fuerte. Yo tenía un poder aquí que Santana no admitiría y Quinn se encontraba demasiado asustada para decirme. Lo intentaba. La amiga que pensaba que había hecho en la casa mental, en verdad podría ser mi amiga, después de todo. No había ninguna intención malvada en su mirada, como había visto en los ojos de la otra transportadora. Ella suplicaba silenciosamente conmigo. ¿Cuál fue la elección? Si Santana se negó a tomar mi alma, entonces, ¿Cómo iba a matarme? Incluso cuando caminé directo a sus brazos. Los brazos de Santana parecían estar luchando contra un tirón de la tormenta que no venía por mí o Quinn. Se encontraba aquí por ella. Levanté la vista hacia ella y toqué su rostro angustiado, tan lleno de determinación por salvarme, dispuesta a ser absorbida hacia el Infierno.
—Te amo. —Le dije, haciendo que su cara se retorciera de dolor.
—Yo no soy humana por lo que no tengo un corazón que ame como un ser humano lo hace. Soy un dios inmortal que vive con el poder supremo porque poseo las llaves de La Muerte. Pero tú eres mi existencia. Yo soy tuya. —Lágrimas calientes corrían por mi rostro mientras miraba la cara de alguien que comprendió una emoción mucho más fuerte que mis débiles palabras, débiles de amor. Su brazo fue arrancado de mí por la fuerza de la tormenta de viento y permaneció como la diosa que era mientras un embudo oscuro se formó alrededor de ella.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho y corrí hacia Quinn, sabiendo de alguna manera que había algo que podía hacer. Ella me podía llevar, podía verlo en sus ojos. Para mí, era una manera de detener esto. Quinn me miraba cuando me acerqué a ella y me di cuenta de la esperanza parpadeando en sus ojos.
—¡Ayúdala! Haz lo que puedas, pero no dejes que se la lleven, por favor. —Le grité por encima del ruido detrás de mí, arrancado del pecho de La Muerte. Quinn asintió y miró por encima del hombro.
—Ella hizo el sacrificio. Se acabó. —Quinn, anunció con un tono dominante alto y profundo. Sus ojos se volvieron a mí cuando me tocó con su mano en la cabeza. El aire a mi alrededor cesó. Ya no podía extraer oxígeno para mis pulmones. Necesité de toda mi fuerza de voluntad para no tratar de tomar aire. Si Santana me vio luchando yo sabía que iba a luchar contra cualquier fuerza que le unía a librarme del poder de Quinn. El suelo frío y húmedo se levantó a mi encuentro y yo yacía inerte y el dolor agudo de la asfixia me quemó los pulmones. La tormenta a mí alrededor se desvaneció. No oía nada más y ya no sentía. Era diferente que antes. Esta vez el dolor se apartó rápidamente y la oscuridad me consumió.
* * *
El olor a café y tocino llenaron mis sentidos mientras inhalé un respiro tan dichosamente dulce, que me despertó con un sobresalto. Me senté y miré alrededor de mi habitación. Me encontraba en mi cama. Tragué saliva y mi garganta se apretó de dolor. Me toqué el pecho y lo sentí sensible, como si me hubieran dado un puñetazo justo sobre el lugar donde descansaban mis pulmones dentro de mí. Todo había sido real. Aturdida, me puse de pie y me acerqué a la ventana para mirar hacia el bosque detrás de mi casa. ¿Mostrarían evidencia de los vientos huracanados que azotaron anoche, luchando para tomar a Santana ? Los árboles se alzaban igual como cuando yo había entrado en ellos la noche anterior. Las hojas soplaron suavemente en la brisa. Esto andaba mal. Me había entregado por La Muerte. Quinn me podría haber tomado. Lo había visto en sus ojos. ¿Tenía Santana aún en posesión el poder de detenerlo incluso con el Infierno tirándolo lejos? Yo me encontraba viva y aquí en mi casa, respirando, cuando había pedido dejar este cuerpo atrás y cesar mi vida en la tierra.
—No. —Susurré contra el cristal de la ventana, mientras las lágrimas corrían por mi cara. —Quería morir. Esta existencia que me has dado no vale nada sin ti. No puedo vivir con el hecho de que tú ya no...
—Un sollozo sacudió mi cuerpo y mis piernas cedieron y me desplomé en el suelo. Acurruqué mi cuerpo en una bola, intento de lidiar con el dolor rasgando mi pecho. Esto no era una existencia con la que podría vivir. Yo había estado tan segura de que Quinn conocía una forma de salvarla. Esta, esta vida donde Santana fue condenada al Infierno y a mí se me permitió seguir adelante como si nada hubiera pasado, sería mi Infierno personal.
—Dime, Human Brain , ¿Eres siempre así de dramática? —Me sacudí al sonido de la voz de Quinn y levanté los ojos hinchados para encontrarla sentada en el borde de mi cama. Sus piernas largas y delgadas se encontraban cruzadas y me estudiaban con la cabeza inclinada. —Eres un ser humano bastante singular. —dijo con una sonrisa.
La ira comenzó a subir dentro de mí, me puse de pie y la miré. Ella me había mentido. Me había hecho pensar que podría detener el destino de Santana .
—Guau, Human Brain , toma el aspecto psicológico de tu cara bonita y respira profundamente. —Hizo una pausa y sonrió.
—Ahora que puedes respirar, eso es.
—Odiaba la sonrisa y la indiferencia de su actitud después de lo que había sucedido con Santana .
—Me mentiste. —Susurré, mientras cerré la distancia entre nosotras. Quinn meneó la cabeza lentamente. —No, no lo hice. Honestamente, Brittany, deja de tirar la cosa sobre mí. No es como que me puedas hacer daño. Apaga el drama, cariño. Sé que la amas. Mierda, me imagino que tienes sentimientos más intensos hacia ella que los miserables, que amo y que los seres humanos dan tan fácilmente. Quiero decir, la mayoría de los seres humanos no tirarían sus almas ciegamente en una eternidad que no entenderían, por el bien de salvar a La Muerte. Fue raro efectivamente.
—Podrías haberte esforzado más para tomarme. Ella fue apartada por una fuerza más fuerte que Ella misma. ¡Podrías haberme matado! Caminé hasta ti y me ofrecí como un sacrificio. —Me tapé la boca, cuando un sollozo escapó y los pasos de mi madre hicieron eco en el pasillo. Me quedé inmóvil, sin saber qué hacer. Mis entrañas se sentían como si hubieran sido arrancadas de mí.
Ya no tenía fuerzas para ocultar el dolor que sentía.
La puerta del dormitorio se abrió y mamá se asomó y sonrió, luego cerró la puerta suavemente. Me quedé congelada y confundida en cuanto a lo que acababa de presenciar. Levanté la mirada hacia Quinn, que seguía sentada en el borde de mi cama. Mamá no había estado mirándola fijamente. Quinn se volvió ligeramente y le dio unas palmaditas con la mano a algo mientras me sonreía. Mis ojos se movieron de ella al lugar que había dejado desocupado después de despertarme por la mañana y por primera vez, me di cuenta de que todavía me encontraba en la cama. Di un paso más cerca y miré hacia abajo a lo que parecía ser mi cuerpo dormido.
—Creo que un “lo siento” sería suficiente en este momento. Ya sabes, por gritarme y por el espantoso silbido que hiciste. Un poco me recordó a los de allí abajo y, bueno, me asusté. —Aparté los ojos de mi cuerpo y devolví la mirada a Quinn, que parecía completamente satisfecha. —Estoy esperando mi disculpa. Habla, Human Brain , tú sabes que puedes. —Frunció los labios y ladeó la cabeza de lado a lado.
—¿Estoy muerta? —Le pregunté, mirando hacia atrás, a mi cuerpo. — Me refiero a, ¿Mi cuerpo está muerto? Quinn dio un largo suspiro.
—Siiiiiiiii, ahora vamos a oírlo: “Lo siento, Quinn por hablarte tan feo cuando hiciste lo que te pedí” Vamos, puedes decirlo.
Negué con la cabeza y estudié mi cuerpo antes de caminar hasta el espejo. Tenía la misma apariencia en la mayoría de los aspectos, excepto todas mis imperfecciones, ¿Dónde han ido? Era una versión perfecta de mí.
—¿Qué? ¿Por qué estoy aquí? ¿No se da cuenta mi madre que estoy muerta? ¿Dónde está Santana ? ¿Ellos la dejaron ir? ¿Tú me vas a transportar? ¿O soy un alma errante? ¿Dónde está Santana ? —Sentí esperanza por primera vez desde que había despertado. Miré de nuevo al espejo y me toqué la cara. Mis mejillas suaves y lisas donde las lágrimas las habrían dejado húmedas y sensibles. Quinn hizo una mueca. —Se necesita un poco de tiempo acostumbrarse, todo el ser en un cuerpo de diecisiete años y ahora no tienes uno. Te olvidas y piensas que las cosas son de determinada manera y no lo son. Al igual que el hecho de que llorabas con tanta intensidad en el suelo con todo tu instinto dramático y sabías que tu cuerpo produce lágrimas por lo que las sentiste, ya que creías que iban a estar allí. —Quinn se encogió de hombros y se levantó.
—¿Adónde vas? ¿Me estás llevando? ¿Dónde está Santana ? —Le pregunté de nuevo y ella levantó las manos como en defensa.
—Bueno, en primer lugar, no he tenido mis disculpas y todavía piensas que puedes comenzar a exigir respuestas.
—¡Lo siento! Ahora, ¿Dónde está Santana ? Quinn frunció el ceño. —Eso no suena como que lo decías en serio. — Cerré los ojos y me di cuenta de que incluso con ellos cerrados todavía podía ver.
Extraño—. Tus ojos no se cierran, Human Brain , tú tan solo piensas que lo están. Ya te expliqué la forma en que funciona, así que para. Parece que estás haciendo la cosa de la mirada escalofriante que las almas hacen.
—Por favor. Lo siento. Sólo dime dónde Santana está. —Declaré. Quinn sonrió. —Vale, vale bien. La verdad es que no sé exactamente. — Ella se encogió de hombros y pasó de largo caminando hacia mí.
—¿Qué quieres decir? Ella se dio la vuelta y me sonrió. —Todo es confuso. Me dejaste matar tu cuerpo, pero, por supuesto, tu amante no iba a tomar el alma de tu cuerpo. Sin embargo, yo sabía, como ella, que si tu alma se hallaba verdaderamente dispuesta podría dejar el cuerpo por sí solo. Por lo tanto, dejé el remolino del huracán ayer por la noche y llevé tu cadáver de vuelta aquí. Yo sabía que cuando tu alma volviera alrededor del trauma de la muerte de tu cuerpo, sería el momento de la verdad. Esperé para ver y, por supuesto...
—Hizo una pausa y sonrió.
—Honestamente, nunca lo dudé. Pude ver tu fiereza por salvarla. Yo sabía que era tu alma la que hablaba, y esperaba que abandonase tu cuerpo. Eso, por supuesto, lo hizo e inmediatamente debería haber sido capaz de llevarte y advertirte. —Ella mordió su labio inferior y se encogió de hombros.
—¿Qué? —Le pregunté con alivio corriendo a través de mí al pensar que Santana aún era La Muerte y ella no se estaba quemando en el Infierno.
—Ah, bueno, no estoy muy segura. Quiero decir me gustas y todo, pero tengo una agenda muy ocupada y me has tomado una buena cantidad de mi tiempo durante las últimas semanas. Bueno, al menos desde que Santana expulsó a Ky y me quedé atrapada con el trabajo de asegurarme de que la señorita Obstinada libere tu alma. De todos modos, mira la cosa es que me distraje un tanto y pospuse nuestra partida para que pudiera hablar contigo y me hagas un millón de preguntas. Yo, eh, bueno, tu alma no está por venir. No va a marcharse y no tiene una fuerza que lo sostenga. —Ella suspiró y me frunció el ceño. —No sé lo que está pasando aquí. Tú eres la primera en todos los sentidos. Tal vez La Muerte tiene que tomar tu alma, después de todo. No tengo ni idea. Mi conjetura es que mejor vayas a buscar de nuevo tu cuerpo y vivir esta vida. Me temo que a La Muerte no se le ha dado un indulto por su rebelión. Si no vuelves a tu cuerpo, entonces te vas a pasar la eternidad como un alma errante. No tengo que decirte lo que un alma errante es, porque las dos sabemos que ya sabes. Las ves todo el tiempo. ¿Quieres tener su miserable existencia? Mira, no dejes que le den la condenación eterna a cambio de nada.
—Ella se acercó a donde yacía mi cuerpo sin vida. —Si ella tiene que quemarse en el Infierno por toda la eternidad no dejes que lo tenga que hacer sabiendo que eres un alma perdida. Ella sabrá. Ellos se asegurarán de que lo sepa. Es todo sobre el dolor y tortura allí abajo. ¿Qué no puede hacer un poco de calor para ella conocimiento de que renunciaste a la eternidad prometida que él tanto luchó para que tuvieras? Va a causarle un dolor como nunca lo comprenderás. —Ella miró hacia abajo a mi cuerpo.
—Es tu elección. Vuelve a vivir. Hazlo por ella.
—Entonces ella se había ido.
Me paré sobre mi cuerpo viendo cómo ardientes lágrimas corrían por mi cara de nuevo, aunque ahora sabía que sólo se siente el recuerdo de las lágrimas. Yo era un alma. No podía llorar. Me toqué la cara y mi cuerpo se sentía frío. La idea de volver a este cuerpo y existir, al mismo tiempo que Santana ya no vagaba por la Tierra, a causa de mí, era insoportable.
—Tú eres la razón de mi existencia, Santana . ¿Cómo puedo vivir sin ti? — Susurré en la habitación y sabía que no importa lo que el dolor de la vida me guardaba, no podía causarle más dolor.
Quisiera soportar la vida, así ella no tendría la culpa de mi alma perdida que lo atormente. Había renunciado a todo por mí. Podría sacrificar una eternidad de dolor, si eso es lo que se necesitaba para aliviar su sufrimiento.
Me deslicé en la cama y sentí una sensación de hormigueo caliente correr por mí, ya que me reuní con el cuerpo que había dejado.
Mis ojos se abrieron y un sollozo escapó de mis labios.
—Brittany, ¿Cariño? ¿Nunca te vas a levantar y venir a comer? —Mamá se encontraba de pie en mi puerta sonriéndome, completamente inconsciente de que su última visita a mi habitación había visto un cuerpo vacío.
—Sí, bueno, lo siento. Supongo que estar en mi cama otra vez me hizo dormir demasiado. —Ella caminó hacia mí y se sentó a mi lado.
—Se sintió bien tenerte en casa anoche. Puedes faltar a la escuela hoy si necesitas un día para aclimatarte. —Pensé quedarme en casa, en mi habitación y sabía que iba a ser muy difícil. Tenía que salir y hablar con gente. Necesitaba ver la vida y encontrar una manera de sobrevivirla. No sería la causa del dolor de Santana.
Viviría….. viviría por ella.
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Dejen sus comentarios de que les ha parecido la historia falta un capitulo y las escenas extra del libro. Las subiré mañana por la noche
No dejen de comentar
awong_snix- ---
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Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Queee!!! O sea que San está atrapada en el infierno y britt vivirá su vida sin más?? No me malentiendas me da gusto q viviera, pero entonces hay posibilidades de q vuelvan a encontrarse?? Me da gusto haber adivinado el personaje nuevo...pero nunca imaginé q Quinn sería una transportadora de almas! Estoy impactada! Gracias por seguir adaptando, esperaré ansiosa los siguientes caps!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Hola!
Primera vez que comento este fabuloso Fic!
Es genial, gracias por tomarte el tiempo de adaptar la historia y publicar tantos capítulos!
Una amiga me lo recomendó y aquí me tenes, totalmente atraida...
La historia es super intensa, tanto que por momentos llega a aflijirme pero no dejo de leer. Algunos recuerdos se presentan y duele más, pero en fin, el deleite por seguir leyendo es más fuerte.
Coincido con una lectora sobre el hecho de "esperar" que San al final esté con Britt, es un fic Brittana y es lo que se espera. Veremos cómo sigue!
Espero actualices pronto! Besos! Besos!
Primera vez que comento este fabuloso Fic!
Es genial, gracias por tomarte el tiempo de adaptar la historia y publicar tantos capítulos!
Una amiga me lo recomendó y aquí me tenes, totalmente atraida...
La historia es super intensa, tanto que por momentos llega a aflijirme pero no dejo de leer. Algunos recuerdos se presentan y duele más, pero en fin, el deleite por seguir leyendo es más fuerte.
Coincido con una lectora sobre el hecho de "esperar" que San al final esté con Britt, es un fic Brittana y es lo que se espera. Veremos cómo sigue!
Espero actualices pronto! Besos! Besos!
Claru!***** - Mensajes : 209
Fecha de inscripción : 22/09/2012
Edad : 33
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Dolomiti escribió:Queee!!! O sea que San está atrapada en el infierno y britt vivirá su vida sin más?? No me malentiendas me da gusto q viviera, pero entonces hay posibilidades de q vuelvan a encontrarse?? Me da gusto haber adivinado el personaje nuevo...pero nunca imaginé q Quinn sería una transportadora de almas! Estoy impactada! Gracias por seguir adaptando, esperaré ansiosa los siguientes caps!
Como dije esta historia es diferente a todo lo que conocemos y requiere tiempo
awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Claru! escribió:Hola!
Primera vez que comento este fabuloso Fic!
Es genial, gracias por tomarte el tiempo de adaptar la historia y publicar tantos capítulos!
Una amiga me lo recomendó y aquí me tenes, totalmente atraida...
La historia es super intensa, tanto que por momentos llega a aflijirme pero no dejo de leer. Algunos recuerdos se presentan y duele más, pero en fin, el deleite por seguir leyendo es más fuerte.
Coincido con una lectora sobre el hecho de "esperar" que San al final esté con Britt, es un fic Brittana y es lo que se espera. Veremos cómo sigue!
Espero actualices pronto! Besos! Besos!
Hola
Agradezco tus comentarios y si hoy subiré el resto del primer libro, pero permitirme felicitarte por que tu historia "la verdad sobre el amor" es genial, en lo personal me agradan las historias que no son tradicionales ya que eso no pasa en la vida real y vivir en la fantasía no es mi estilo. En fin Solo repito lo mismo, esta historia requiere paciencia mucha... muchisima.
Ya he terminado de adaptarla al 100% los 4 libros así que al subir los capítulos finales are una pequeña encuesta de que tipo de historia les gustaría ahora. Así que si no están muy ocupadas espero ayuden a la encuesta.
Cuídense y no dejen de comentar
awong_snix- ---
- Mensajes : 552
Fecha de inscripción : 15/11/2013
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Gracias por tus felicitaciones!
Tendré paciencia!
Besos!
Tendré paciencia!
Besos!
Claru!***** - Mensajes : 209
Fecha de inscripción : 22/09/2012
Edad : 33
Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
Bueno Aqui esta el final de Existence subiré a continuación las escenas extra. Recuerden todo es importante. Y lo de siempre calma al leer
Mamá había enviado a Sam a la escuela sin mí y explicó que volvería en la tarde. Sam era una cosa con la que tenía que tratar. Si tenía que vivir esta existencia, no podía continuar usándolo. Yo nunca lo amaría en la forma en que se merece. Él era mi amigo y una fuente de consuelo. Dejarme permanecer como su novia no sólo fue un error para Sam, fue una traición porque nunca pertenecería a nadie, sino a Santana . No podría vivir de esa manera. Vivir no iba a ser fácil para mí. Tenía que cortar todas las cuerdas que quebraron mi alma ya dañada.
Para el momento en que nos registramos en la escuela me había perdido literatura Inglesa. Los pasillos se fueron llenando con estudiantes. Mantuve mis libros cerca de mi pecho y apreté en mi mano mi pase de llegada tarde. Puedo hacer esto. Canté el recordatorio una y otra vez en mi cabeza. Rachel salió de la multitud de gente, sonriendo cuando me vio.
—¡BRITTANY! ¡Hurra, viniste! Te he extrañado como loca. Ahora el almuerzo no será tan aburrido y, ¡Oh mi D! ¿Adivina qué? —Me esforcé para continuar con su torrente de palabras, así que me tomó un momento darme cuenta de que quería que yo reaccionase al “¿Adivina qué?”.
—Oh, eh, ¿qué? —Ni siquiera podía forzar una sonrisa. Ella me sonrió y miró a su alrededor para ver si alguien la estaba escuchando antes de mirar hacia mí. —Santana López está aquí.
Lo único que pude decir fue ¿Cómo, en nuestra escuela?. ¿Cómo que, está inscrita en nuestra escuela?
Rachel solo pudo decirme al ver mi asombro ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que ella fue a una escuela secundaria en Mobile, Alabama, hasta el año pasado, cuando su banda consiguió un hit y comenzó a tocar en todo los Estados Unidos en lugar de sólo el sureste. GAH! ¿Puedes creer que está aquí? ¡En nuestra escuela! Supongo que si tenía que volver a la escuela secundaria nuestro pintoresco pueblito costero es preferible a algún lugar de Alabama. Pero aun así, no puedo creer esto.
Me quedé congelada, con sus palabras registradas en mi cerebro. ¿Santana se encontraba aquí? ¿Cómo? La súper estrella de la que ella hablaba ya no existía. Pánico mezclado con incredulidad me apretaba el pecho y tuve que tomar una respiración profunda.
—¿Dónde? —Me las arreglé para preguntar, sabiendo que no podía ocultar la expresión desesperada en mi cara. Rachel sonrió y asintió con la cabeza hacia Sam.
—Será mejor que quites esa cara de anonadada por la estrella. Aquí viene Tu Hombre.
Yo apenas la miré y le tomé la mano. —Dime dónde está. Por favor, ahora. —Ensanchó mucho los ojos a mi demanda sin aliento repentino. Ella iba a pensar que me encontraba de nuevo loca.
—Eh, eh, bien por aquí en alguna parte. —dijo, en un tono de preocupación y miró a Sam, forzando una sonrisa que no cumplía sus ojos llenos de preocupación.
—¿Sabías que Brittany era una gran fan de Cold Soul? —Sam me miró, pero yo no tenía tiempo para ocuparme de él en este momento. Necesitaba encontrar a Santana .
—Me tengo que ir. Nos vemos más tarde. —dije a modo de explicación, mientras me dirigía a través de la multitud en una carrera. Luché contra la tentación de llamar su nombre en voz alta.
—Vas a conseguir volver a ese lugar mental si no te calmas. —dijo la voz suave de Santana , bromeando en mi oído, y me di la vuelta. Ella, por supuesto, susurraba en mi oído, no en cualquier lugar cercano a mí.
—¿Dónde estás? —Susurré en voz baja. Oí una carcajada y me tiró a mirar hacia atrás, para ver una pareja de estudiantes de primer año besándose.
—La mesa de picnic. —dijo, simplemente. Me giré de nuevo y me dirigí a la puerta principal de la escuela. Ella me esperaba en el lugar que le había visto por primera vez. Empujé la puerta con ambas manos y me eché a correr. Solo descansaba allí, justo como había estado el primer día que la había visto, me sonreía cuando llegué a la esquina. Dejé mis libros y me lancé a sus brazos abiertos. Un sollozo sacudió mi cuerpo. ¡Ella se encontraba aquí! Estuvo aquí. No podía hablar, así que seguí con mi rostro enterrado en su pecho, sollozando incontrolablemente. Quería mirar a sus ojos y darle un beso y preguntarle cómo, pero no era capaz de controlar el pozo de emoción abrumándome. Ella me llevó a su regazo y se sentó de nuevo en la parte superior de la mesa.
—¿Te alegras de verme? —Preguntó en mi oído. Su cálido aliento me hacía cosquillas en la oreja. Me reí en su pecho y asentí, todavía no me sentía segura de que pudiera hablar. —Hubiera llegado antes, pero no estaba segura. Tuve que esperar hasta que... —Se calló y me retiré hacia atrás para mirar a su cara.
—¿Esperar qué? —Le pregunté, necesitando la seguridad de que no se iría. Santana secó con el dedo las lágrimas de mi rostro húmedo e inclinó la barbilla para que yo pudiera mirar directamente a sus ojos, semejantes a joyas.
—Yo no podía regresar hasta que tú eligieras. Al parecer, si hacías el máximo sacrificio entonces mi regla rota seria enmendada. —Sacudí la cabeza, sin entender de qué sacrificio hablaba.
—¿Quieres decir que mi muerte? Hice eso voluntariamente la noche anterior. ¿Qué te tomó tanto tiempo? Quinn vino a mi habitación y ella se encontraba tan confundida como yo.
Ella me sonrió. —No, no es morir, aunque el sacrificio no fue tomado a la ligera. Sin embargo, podría haber sido interpretado como la naturaleza egoísta de la Deidad. Tú ves, los seres humanos abandonan la vida cuando no pueden lidiar con el dolor. Es una salida fácil para ellos. El sacrificio del que estoy hablando no es de muerte, sino de vida.
Tocó su frente con la mía. —Verás, Quinn desempeñaba su papel. Sabía exactamente lo que sucedía. No es una Deidad, sino que es inmortal y ha existido desde el principio del tiempo. Sabía que todo gira en torno al autosacrificio. Un acto totalmente desinteresado.
Negué con la cabeza, frunciendo el ceño. —¿Qué quieres decir? —Se rio entre dientes y me di cuenta que era el sonido más hermoso del mundo.
—Elegiste vivir una vida que ya no querías, sólo para aliviar mi dolor. No querías vivir sin mí, sin embargo, cuando supiste que habría hecho mi extinción sin sentido, no pudiste soportar la idea. Elegiste vivir por mí. — Asentí de acuerdo con ella, pero no me hallaba segura de cómo esto tuvo algo que ver con cómo ella estaba aquí, delante de mí.
—Mi alma bella. —Murmuró y me acarició la mejilla. —Cuando diste el último sacrificio desinteresado, pagaste por mi mal. Has demostrado ser digna de mi devoción. Del amor… de La Muerte. Toqué sus labios perfectos con mis dedos, con ganas de darle un beso. Para estar lo más cerca posible de ella. —Así que, porque elegí la vida, ¿sigues existiendo? —Le pregunté asombrada. Ella asintió. —En realidad, es aún mejor. —dijo, besando mi mentón y luego cada una de mis mejillas, haciendo que me olvidase de lo que estábamos hablando. Su cercanía me hizo débil por el placer, y un suave gemido escapó de mi garganta.
—Ah, eso suena maravilloso. —Murmuró, mientras corría besos por mi cuello y a través de mi clavícula. Me aferré a sus hombros, sabiendo en todo momento que iba a desmayarme de placer. Sentí su lengua cálida sobre mi piel y me quedé sin aliento, presionándome más cerca de ella, dispuesta a pedir más, justo ahí, en el patio del colegio. Ella se echó hacia atrás y su respiración era entrecortada.
—Puedo quedarme contigo. —dijo, mirándome, con una intensidad que me hizo temblar.
—¿Quedarte conmigo? —Pregunté, llegando a besar su mentón y dejando un sendero de besos por su cuello perfecto.
—No aquí. No puedo aguantar mucho más, Brittany. Sóla no soy tan fuerte. —dijo con voz ronca mientras me atrajo hacia su pecho. —Eres mía ahora. Mientras camines en la Tierra me perteneces. Nada puede hacerte daño. —Oí un toque de humor en su voz. —Es prácticamente imposible hacer daño a lo que la Muerte protege. —Sonreí en su pecho, con ganas de quedarme en sus brazos para siempre. Pero había preguntas que sabía que tenía que hacer. Podría disfrutar en su presencia más tarde.
—Puedo quedarme contigo para la eternidad, ¿Entonces? —Le pregunté, mirándole. Una pequeña mueca apareció en su perfectamente esculpida boca.
—No exactamente. Eres mía, siempre y cuando camines por la tierra. Tu cuerpo va a envejecer y la vejez no es algo que puedo parar. Un día tendrás que dejar este cuerpo y empezar una nueva vida.
—Voy a envejecer y tener que dejarte y entonces ¿Qué? ¿Comenzar una nueva vida donde no te voy a conocer? ¿Vas a esperar hasta que sea lo suficientemente mayor y luego venir a verme?
No. Santana , ¡NO! No quiero hacer eso. Yo quiero conservarte para siempre, todo el tiempo. Santana acunó mi cara y me miró a los ojos. —Brittany eres un alma. Debes vivir la eternidad que a las almas se les da. No te dan una opción. El hecho de que pueda amarte y protegerte mientras vives en la Tierra es un don que no me había atrevido a esperar.
Esto es todo lo que podemos tener. Soy La Muerte, soy una Deidad. No soy y nunca he sido un alma. Tomo almas frías o almas cuyos cuerpos han muerto y los envío al lugar que han ganado. Fui creada para esto. —Sacudí la cabeza, envolviendo mis brazos alrededor de ella, como si fuera a desaparecer en cualquier momento.
—Quiero ser inmortal. Quiero estar siempre contigo. ¿No hay nada que puedas hacer? —Sacudió la cabeza con tristeza, y luego se detuvo, mirando por encima del hombro con un furioso ceño fruncido.
—Vete, Quinn, este no es tu asunto. —Su voz goteaba hielo frío que sólo La Muerte podía reunir. Me volví y Quinn se encontraba cerca, con una mano en la cadera, sonriendo como si acabara de ganar un concurso.
—Ah, pero no me importa. Esa es la belleza del mismo. —dijo brillante y me miró. —Ella no te está diciendo todo lo que hay que saber, porque piensa que tu mente es demasiado frágil para entender la complejidad. No se lo dejes tan fácil, Human Brain . Santana gruñó detrás de mí. —No la llames así. Quinn sonrió y me guiñó un ojo. —Bueno, está bien. Britt
—Me volví a mirar a Santana .
—¿De qué está hablando, Santana ? Dime. Haré lo que sea, nunca te dejaré. No quiero envejecer. Quiero seguir siendo como somos ahora, para siempre. Iré a donde quieras que vayas. Por favor. Santana suspiró, deslizó su mano alrededor de mi cintura y apretó.
—Un día te diré. Cuando llegue el momento. Hay una manera pero, Brittany, no es fácil. Se requiere dar más de lo que podrías imaginarte. La elección nunca se ha hecho y para un alma sería imposible. Las almas están en desventaja por sus emociones, que son demasiado débiles. Quinn se rió detrás de mí.
—Se supone que las almas son emocionalmente débiles, pero esta no es débil en absoluto. Dale un poco de crédito. Acaba de hacer una elección que ninguna otra alma podría o habría tenido el poder de hacer. Su alma es poco común o, si no, tú nunca la habrías hecho tuya. Ella me miró y sonrió dulcemente.
—Lo sé. —La calidez en sus ojos hizo que el resto del mundo se desvaneciera.
—Nos vemos por ahí, Human Brain. —Quinn llamó desde detrás de mí. Odiaba apartar la vista de la mirada de Santana , pero lo hice para decirle adiós a Quinn. Ella ya se había ido.
Santana dejó escapar un suspiro de frustración. —Si no te gusta me aseguraré de que nunca la volvamos a ver. Me puse tensa.
—¿Qué? No. Ella sonrió. —
Relájate, Brittany, está a salvo de mi ira. Ella te hace sonreír y se preocupa por ti. Eso la hace por siempre segura y preciada.
Sonreí y pasé la mano por sus rizos oscuros. —Entonces, Muerte, ¿Qué hacemos ahora?
—Para empezar tienes que romper las cosas con Sam, y yo voy contigo. La idea de romper el corazón de Sam era bastante mala. La culpa me carcomía por dentro ante la idea de hacerle daño. Negué con la cabeza y miré suplicante a Santana . —Por favor, déjame hacer esto sola. No puedes estar allí, sólo empeorará las cosas.
La expresión de Santana se mantuvo inflexible. —Lo siento, Brittany, pero no puedo dejarte hacer esto sola. Él no es quien crees que es. No me fío de su reacción.
Sonreí a la creencia de que Santana necesitaba protegerme de Sam. Sam era inofensivo. Estaría deshecho, pero no peligroso. Santana se puso de pie, poniéndome en el suelo delante de ella y deslizando su mano en la mía. —Brittany, no estoy segura de cómo decirte esto, pero... Sam no es humano.
____________________________________________________________________________
Y para terminar el libro 1 de existence
que les ha parecido el final recuerden quedan 2 partes y la versión de Sam que va después del libro 2
No olviden dejar sus comentarios de esta primera parte les agradezco al final de las esenas extra por favor díganme que clase de historia quieren ver ahora
Cuídense y como siempre sigan comentando
CAPITULO 20
Mamá había enviado a Sam a la escuela sin mí y explicó que volvería en la tarde. Sam era una cosa con la que tenía que tratar. Si tenía que vivir esta existencia, no podía continuar usándolo. Yo nunca lo amaría en la forma en que se merece. Él era mi amigo y una fuente de consuelo. Dejarme permanecer como su novia no sólo fue un error para Sam, fue una traición porque nunca pertenecería a nadie, sino a Santana . No podría vivir de esa manera. Vivir no iba a ser fácil para mí. Tenía que cortar todas las cuerdas que quebraron mi alma ya dañada.
Para el momento en que nos registramos en la escuela me había perdido literatura Inglesa. Los pasillos se fueron llenando con estudiantes. Mantuve mis libros cerca de mi pecho y apreté en mi mano mi pase de llegada tarde. Puedo hacer esto. Canté el recordatorio una y otra vez en mi cabeza. Rachel salió de la multitud de gente, sonriendo cuando me vio.
—¡BRITTANY! ¡Hurra, viniste! Te he extrañado como loca. Ahora el almuerzo no será tan aburrido y, ¡Oh mi D! ¿Adivina qué? —Me esforcé para continuar con su torrente de palabras, así que me tomó un momento darme cuenta de que quería que yo reaccionase al “¿Adivina qué?”.
—Oh, eh, ¿qué? —Ni siquiera podía forzar una sonrisa. Ella me sonrió y miró a su alrededor para ver si alguien la estaba escuchando antes de mirar hacia mí. —Santana López está aquí.
Lo único que pude decir fue ¿Cómo, en nuestra escuela?. ¿Cómo que, está inscrita en nuestra escuela?
Rachel solo pudo decirme al ver mi asombro ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que ella fue a una escuela secundaria en Mobile, Alabama, hasta el año pasado, cuando su banda consiguió un hit y comenzó a tocar en todo los Estados Unidos en lugar de sólo el sureste. GAH! ¿Puedes creer que está aquí? ¡En nuestra escuela! Supongo que si tenía que volver a la escuela secundaria nuestro pintoresco pueblito costero es preferible a algún lugar de Alabama. Pero aun así, no puedo creer esto.
Me quedé congelada, con sus palabras registradas en mi cerebro. ¿Santana se encontraba aquí? ¿Cómo? La súper estrella de la que ella hablaba ya no existía. Pánico mezclado con incredulidad me apretaba el pecho y tuve que tomar una respiración profunda.
—¿Dónde? —Me las arreglé para preguntar, sabiendo que no podía ocultar la expresión desesperada en mi cara. Rachel sonrió y asintió con la cabeza hacia Sam.
—Será mejor que quites esa cara de anonadada por la estrella. Aquí viene Tu Hombre.
Yo apenas la miré y le tomé la mano. —Dime dónde está. Por favor, ahora. —Ensanchó mucho los ojos a mi demanda sin aliento repentino. Ella iba a pensar que me encontraba de nuevo loca.
—Eh, eh, bien por aquí en alguna parte. —dijo, en un tono de preocupación y miró a Sam, forzando una sonrisa que no cumplía sus ojos llenos de preocupación.
—¿Sabías que Brittany era una gran fan de Cold Soul? —Sam me miró, pero yo no tenía tiempo para ocuparme de él en este momento. Necesitaba encontrar a Santana .
—Me tengo que ir. Nos vemos más tarde. —dije a modo de explicación, mientras me dirigía a través de la multitud en una carrera. Luché contra la tentación de llamar su nombre en voz alta.
—Vas a conseguir volver a ese lugar mental si no te calmas. —dijo la voz suave de Santana , bromeando en mi oído, y me di la vuelta. Ella, por supuesto, susurraba en mi oído, no en cualquier lugar cercano a mí.
—¿Dónde estás? —Susurré en voz baja. Oí una carcajada y me tiró a mirar hacia atrás, para ver una pareja de estudiantes de primer año besándose.
—La mesa de picnic. —dijo, simplemente. Me giré de nuevo y me dirigí a la puerta principal de la escuela. Ella me esperaba en el lugar que le había visto por primera vez. Empujé la puerta con ambas manos y me eché a correr. Solo descansaba allí, justo como había estado el primer día que la había visto, me sonreía cuando llegué a la esquina. Dejé mis libros y me lancé a sus brazos abiertos. Un sollozo sacudió mi cuerpo. ¡Ella se encontraba aquí! Estuvo aquí. No podía hablar, así que seguí con mi rostro enterrado en su pecho, sollozando incontrolablemente. Quería mirar a sus ojos y darle un beso y preguntarle cómo, pero no era capaz de controlar el pozo de emoción abrumándome. Ella me llevó a su regazo y se sentó de nuevo en la parte superior de la mesa.
—¿Te alegras de verme? —Preguntó en mi oído. Su cálido aliento me hacía cosquillas en la oreja. Me reí en su pecho y asentí, todavía no me sentía segura de que pudiera hablar. —Hubiera llegado antes, pero no estaba segura. Tuve que esperar hasta que... —Se calló y me retiré hacia atrás para mirar a su cara.
—¿Esperar qué? —Le pregunté, necesitando la seguridad de que no se iría. Santana secó con el dedo las lágrimas de mi rostro húmedo e inclinó la barbilla para que yo pudiera mirar directamente a sus ojos, semejantes a joyas.
—Yo no podía regresar hasta que tú eligieras. Al parecer, si hacías el máximo sacrificio entonces mi regla rota seria enmendada. —Sacudí la cabeza, sin entender de qué sacrificio hablaba.
—¿Quieres decir que mi muerte? Hice eso voluntariamente la noche anterior. ¿Qué te tomó tanto tiempo? Quinn vino a mi habitación y ella se encontraba tan confundida como yo.
Ella me sonrió. —No, no es morir, aunque el sacrificio no fue tomado a la ligera. Sin embargo, podría haber sido interpretado como la naturaleza egoísta de la Deidad. Tú ves, los seres humanos abandonan la vida cuando no pueden lidiar con el dolor. Es una salida fácil para ellos. El sacrificio del que estoy hablando no es de muerte, sino de vida.
Tocó su frente con la mía. —Verás, Quinn desempeñaba su papel. Sabía exactamente lo que sucedía. No es una Deidad, sino que es inmortal y ha existido desde el principio del tiempo. Sabía que todo gira en torno al autosacrificio. Un acto totalmente desinteresado.
Negué con la cabeza, frunciendo el ceño. —¿Qué quieres decir? —Se rio entre dientes y me di cuenta que era el sonido más hermoso del mundo.
—Elegiste vivir una vida que ya no querías, sólo para aliviar mi dolor. No querías vivir sin mí, sin embargo, cuando supiste que habría hecho mi extinción sin sentido, no pudiste soportar la idea. Elegiste vivir por mí. — Asentí de acuerdo con ella, pero no me hallaba segura de cómo esto tuvo algo que ver con cómo ella estaba aquí, delante de mí.
—Mi alma bella. —Murmuró y me acarició la mejilla. —Cuando diste el último sacrificio desinteresado, pagaste por mi mal. Has demostrado ser digna de mi devoción. Del amor… de La Muerte. Toqué sus labios perfectos con mis dedos, con ganas de darle un beso. Para estar lo más cerca posible de ella. —Así que, porque elegí la vida, ¿sigues existiendo? —Le pregunté asombrada. Ella asintió. —En realidad, es aún mejor. —dijo, besando mi mentón y luego cada una de mis mejillas, haciendo que me olvidase de lo que estábamos hablando. Su cercanía me hizo débil por el placer, y un suave gemido escapó de mi garganta.
—Ah, eso suena maravilloso. —Murmuró, mientras corría besos por mi cuello y a través de mi clavícula. Me aferré a sus hombros, sabiendo en todo momento que iba a desmayarme de placer. Sentí su lengua cálida sobre mi piel y me quedé sin aliento, presionándome más cerca de ella, dispuesta a pedir más, justo ahí, en el patio del colegio. Ella se echó hacia atrás y su respiración era entrecortada.
—Puedo quedarme contigo. —dijo, mirándome, con una intensidad que me hizo temblar.
—¿Quedarte conmigo? —Pregunté, llegando a besar su mentón y dejando un sendero de besos por su cuello perfecto.
—No aquí. No puedo aguantar mucho más, Brittany. Sóla no soy tan fuerte. —dijo con voz ronca mientras me atrajo hacia su pecho. —Eres mía ahora. Mientras camines en la Tierra me perteneces. Nada puede hacerte daño. —Oí un toque de humor en su voz. —Es prácticamente imposible hacer daño a lo que la Muerte protege. —Sonreí en su pecho, con ganas de quedarme en sus brazos para siempre. Pero había preguntas que sabía que tenía que hacer. Podría disfrutar en su presencia más tarde.
—Puedo quedarme contigo para la eternidad, ¿Entonces? —Le pregunté, mirándole. Una pequeña mueca apareció en su perfectamente esculpida boca.
—No exactamente. Eres mía, siempre y cuando camines por la tierra. Tu cuerpo va a envejecer y la vejez no es algo que puedo parar. Un día tendrás que dejar este cuerpo y empezar una nueva vida.
—Voy a envejecer y tener que dejarte y entonces ¿Qué? ¿Comenzar una nueva vida donde no te voy a conocer? ¿Vas a esperar hasta que sea lo suficientemente mayor y luego venir a verme?
No. Santana , ¡NO! No quiero hacer eso. Yo quiero conservarte para siempre, todo el tiempo. Santana acunó mi cara y me miró a los ojos. —Brittany eres un alma. Debes vivir la eternidad que a las almas se les da. No te dan una opción. El hecho de que pueda amarte y protegerte mientras vives en la Tierra es un don que no me había atrevido a esperar.
Esto es todo lo que podemos tener. Soy La Muerte, soy una Deidad. No soy y nunca he sido un alma. Tomo almas frías o almas cuyos cuerpos han muerto y los envío al lugar que han ganado. Fui creada para esto. —Sacudí la cabeza, envolviendo mis brazos alrededor de ella, como si fuera a desaparecer en cualquier momento.
—Quiero ser inmortal. Quiero estar siempre contigo. ¿No hay nada que puedas hacer? —Sacudió la cabeza con tristeza, y luego se detuvo, mirando por encima del hombro con un furioso ceño fruncido.
—Vete, Quinn, este no es tu asunto. —Su voz goteaba hielo frío que sólo La Muerte podía reunir. Me volví y Quinn se encontraba cerca, con una mano en la cadera, sonriendo como si acabara de ganar un concurso.
—Ah, pero no me importa. Esa es la belleza del mismo. —dijo brillante y me miró. —Ella no te está diciendo todo lo que hay que saber, porque piensa que tu mente es demasiado frágil para entender la complejidad. No se lo dejes tan fácil, Human Brain . Santana gruñó detrás de mí. —No la llames así. Quinn sonrió y me guiñó un ojo. —Bueno, está bien. Britt
—Me volví a mirar a Santana .
—¿De qué está hablando, Santana ? Dime. Haré lo que sea, nunca te dejaré. No quiero envejecer. Quiero seguir siendo como somos ahora, para siempre. Iré a donde quieras que vayas. Por favor. Santana suspiró, deslizó su mano alrededor de mi cintura y apretó.
—Un día te diré. Cuando llegue el momento. Hay una manera pero, Brittany, no es fácil. Se requiere dar más de lo que podrías imaginarte. La elección nunca se ha hecho y para un alma sería imposible. Las almas están en desventaja por sus emociones, que son demasiado débiles. Quinn se rió detrás de mí.
—Se supone que las almas son emocionalmente débiles, pero esta no es débil en absoluto. Dale un poco de crédito. Acaba de hacer una elección que ninguna otra alma podría o habría tenido el poder de hacer. Su alma es poco común o, si no, tú nunca la habrías hecho tuya. Ella me miró y sonrió dulcemente.
—Lo sé. —La calidez en sus ojos hizo que el resto del mundo se desvaneciera.
—Nos vemos por ahí, Human Brain. —Quinn llamó desde detrás de mí. Odiaba apartar la vista de la mirada de Santana , pero lo hice para decirle adiós a Quinn. Ella ya se había ido.
Santana dejó escapar un suspiro de frustración. —Si no te gusta me aseguraré de que nunca la volvamos a ver. Me puse tensa.
—¿Qué? No. Ella sonrió. —
Relájate, Brittany, está a salvo de mi ira. Ella te hace sonreír y se preocupa por ti. Eso la hace por siempre segura y preciada.
Sonreí y pasé la mano por sus rizos oscuros. —Entonces, Muerte, ¿Qué hacemos ahora?
—Para empezar tienes que romper las cosas con Sam, y yo voy contigo. La idea de romper el corazón de Sam era bastante mala. La culpa me carcomía por dentro ante la idea de hacerle daño. Negué con la cabeza y miré suplicante a Santana . —Por favor, déjame hacer esto sola. No puedes estar allí, sólo empeorará las cosas.
La expresión de Santana se mantuvo inflexible. —Lo siento, Brittany, pero no puedo dejarte hacer esto sola. Él no es quien crees que es. No me fío de su reacción.
Sonreí a la creencia de que Santana necesitaba protegerme de Sam. Sam era inofensivo. Estaría deshecho, pero no peligroso. Santana se puso de pie, poniéndome en el suelo delante de ella y deslizando su mano en la mía. —Brittany, no estoy segura de cómo decirte esto, pero... Sam no es humano.
FIN
____________________________________________________________________________
Y para terminar el libro 1 de existence
que les ha parecido el final recuerden quedan 2 partes y la versión de Sam que va después del libro 2
No olviden dejar sus comentarios de esta primera parte les agradezco al final de las esenas extra por favor díganme que clase de historia quieren ver ahora
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Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
El Casillero
La única explicación era que esa chica tenía que ser una idiota o lesbiana. Cuando Brittany no miraba hacia ella, patéticamente le daba miradas lascivas. Luego, cuando ella la miró, ella actuó como si no hubiera estado jadeando por ella como un maldito perro, tan sólo dos segundos atrás. Si no fuera por la racha posesiva muy extraña que sentía hacia mi novia, le habría hecho ver a esa, el error de sus actos. No me gustaba el hecho de que ella quisiera su atención.
Desde luego no le iba a ayudar. Mirar su pequeño ceño fruncido y la decepción en su boca, provocó un revuelo dentro de mí. No pude darle un nombre exactamente porque era una nueva emoción. No era algo con lo que yo ya estuviera familiarizado. Brittany tiró su bolso de libros sobre su hombro mientras empujaba a través de los cuerpos de los estudiantes que llenaban el pasillo. No podía mantenerme al margen y verla tan infeliz. En vez de permanecer en el fondo, siendo su sombra, como he estado haciéndolo durante semanas con el fin de aliviar la tensión extraña en el pecho, que sólo su ausencia podía provocar, hablé.
—No la mires la próxima vez. Va a volverla loca. Sus ojos se encendieron en una rápida mirada hacia mí, pero ella no se inmutó. No me gustó que su ceño fruncido se profundizara. Garantizado que la mayoría de la gente no estaba loca por mí, pero quería agradarle a Brittany. Admitir ese simple hecho era humillante y sacó el infierno fuera de mí. Ella se detuvo frente a su casillero todavía ignorándome, a pesar de que me aseguré de que podía verme.
—Está tratando de jugar a hacerse la dura. Demuestra lo infantil que es ella, pero puedo ver que te está molestando.
—No estoy molesta. —Respondió, con los dientes apretados y abrió su casillero.
—Sí, lo estás. Hay una pequeña arruga entre tus cejas que aparece y mordisqueas tu labio inferior cuando algo te molesta. Eso le llamó la atención. Ella se congeló y giró lentamente la cabeza para mirarme a través de su cascada de pelo oscuro. Me recordaba a la seda.
Me gustaba la seda. Sobre todo la seda oscura. El ceño fruncido se había ido y una extraña sensación de logro se apoderó de mí. He sido el único que hizo que esa pequeña sonrisa se formara en sus labios. ¿Por qué algo tan sencillo me hizo sentir como un jodido rey?
****
—Te estás perdiendo la exhibición pública de afecto entre tus dos amigos. Es posible que te necesiten para que lances un cubo de agua helada sobre ellos.
Yo apenas había mirado a Rachel y Puck. Todo lo que podía ver cuando Brittany estaba alrededor era... bueno... a Brittany. Pero sabía que hacer una broma acerca de la constante sesión de toqueteo de sus amigos, transformaría esa leve sonrisa en una risa completa.
—Así está mejor. Me gusta cuando estás sonriendo. Si el niño futbolista sigue haciéndote fruncir el ceño voy a tomar el asunto en mis propias manos. ¿Realmente acabo de decir eso? Iba a tener que cuidar mis palabras. Antes de que pudiera responder, me desvanecí. No iba a responder a ese desliz menor de mi lengua. No podía verme por más tiempo, aunque no me había movido. Sus hombros se levantaron y volvieron a caer cuando dejó escapar un fuerte suspiro de frustración. Se giró para caminar hacia su próxima clase y me alegré de que no podía oír mi risa. Estoy segura de que mi diversión a costa de su frustración no le complacería. Pero, maldita sea, esa chica me fascinaba
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Re: Fan fic Brittana Existence / Predestined/SAM (pendiente)/ Ceaceles / TERMINADO
La muerte rompe las reglas
Así era esto. El destino se había desarrollado según lo planeado y el chico idiota por el que ella se interesaba podía ser la razón por la que saliera hoy. Por primera vez en mi existencia, esto se sentía mal. La atracción de estar ahí. La atracción de tomar su alma. No era más fuerte que mi necesidad de mantenerla con vida.
Me quedé mirándola hablar con su amiga tonta. Brittany no escuchaba una palabra de lo que su amiga le decía. En cambio, sus ojos escaneaban el pasillo por el chico. Ver esto era más de lo que yo podía manejar en estos momentos. Tenía una pelea en mis manos y esta era la última cosa que necesitaba presenciar. Decidí esperar afuera. Tal vez sería más fácil de lo que pensaba, cambiar el cursor del destino.
Como en el momento justo, Brittany salió del edificio con lágrimas brillando en sus ojos. Esto se comenzaba ha convertirse en un maldito tren fuera de control que no podía parar. ¡Maldita sea! Tenía que hacer algo. Cambiar las cosas de alguna manera.
—No te vayas. Él no vale la pena. —Oí la súplica en mi voz, mientras me eché a caminar a su lado.
—No me quiero quedar. Estoy enojada y me quiero ir. —Por supuesto que lo hacía. Ese era el gran plan. Tenía que detenerla.
—Por favor, Brittany, no entres en tu coche. Vuelve a entrar. Olvídate del estúpido chico y disfruta del resto de tu día. No permitas que ese idiota te haga salir corriendo.
Ella dejó de caminar y la esperanza se disparó dentro de mi pecho. Era una sensación extraña. Era…una emoción. Yo experimentaba una emoción. Una fuerte.
—¿Por qué te importa si me voy? ¿Eres el nuevo monitor del pasillo y perdí mi nota?
Esto era. Yo podría cambiar las cosas. Podría mantenerla con vida.
—Te estoy rogando que vuelvas a la escuela. —¿Por qué?
Un gruñido de frustración surgió de mi pecho. Era tan testaruda.
—¿Tienes que cuestionar todo? ¿No puedes escuchar, por una vez?
El enojo tomó el lugar del dolor en sus ojos y su postura se cuadró. — Me voy de aquí. No puedes detenerme. No tengo que escucharte. Si no tienes una buena excusa, entonces no hay razón para que me quede. Se dio la vuelta y se dirigió a su coche. Lo había intentado. Nada que no fuera agarrarla y mantenerla aquí le impediría entrar en el maldito coche e irse. La atracción seguía todavía allí. Nada de lo que yo había hecho cambio algo. Sólo lo había ralentizado.
Iba a tener que romper las reglas. No estoy segura de cuál sería la sanción, pero no sería capaz de continuar si tuviera que tomar el alma de Brittany. Ella era tan joven. Había tantas cosas que no había experimentado todavía. Y…yo era egoísta. No estoy dispuesta a dejarla ir.
Vi cómo su coche salía del estacionamiento antes de unirme a ella para cambiar completamente el destino de su alma. Me senté mirándola ansiosamente preguntándome en qué momento iba a suceder el accidente. Cómo iba a suceder. Ella no podía verme sentada en el asiento del pasajero a su lado. Me aseguré de eso. Si iba a alterar por completo su destino, por lo menos necesitaba mantener algunas cosas ocultas. Ella no iba a parar. La señal de “Alto” se alzaba delante, pero Brittany se miraba en el espejo.
—Brittany, por favor mira la carretera. —Rogué, a pesar de que sabía que no podía oírme. El camión de gran tamaño no estaba frenando.
—LA CARRETERA. —Rugí una vez más, deseando poder hacerme visible o por lo menos hablar con su alma, pero sólo empeoraría las cosas si lo hacía. Así que en su lugar, hice lo único que podía hacer, agarré el volante y mantuve el coche rodando hacia el lado del terraplén. No quería que su cuerpo se dañara. La bocina del camión sonó y el impacto no fue directamente en el lado de Brittany. Me aseguré de eso. La puse de frente, empujando el volante hacia su pecho. Rápidamente, desabroché el cinturón de seguridad, y la levanté con suavidad del coche.
Jadeando fuerte mientras la sostenía, me di cuenta de que ella no era capaz de respirar. Maldita sea, odiaba esto. Quería llevarla a urgencias al hospital, manteniéndola a salvo en mis brazos. Pero no podía. Ya había hecho demasiado.
La puse suavemente en el suelo y sostuve su mano susurrándole promesas que sabía que podía mantener mientras esperaba la ambulancia. Ella no se movió. Sus ojos ni siquiera aleteaban, pero respiraba. El corazón le latía. No tomaría esta alma hoy. Un murmullo de pánico se escapó de sus labios y me agaché para cantar en su oído. No me detuve cuando oí las sirenas. No me detuve cuando comenzaron a trabajar sobre su cuerpo. No me detuve hasta que la levantaron y la colocaron de forma segura en la ambulancia.
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