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FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
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monica.santander
Caritovega
6 participantes
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Página 1 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
ADAPTACIÓN BRITTANA: FURIA BRILLANTE DE PASIÓN
Sinopsis:
Cuando una cirujana de trauma y una cineasta, se convierten en aliadas reticentes en el campo de batalla entre la vida y la muerte, la pasión ataca sin previo aviso.
Brittany Susan Pierce, Jefa de trauma de un hospital en Manhattan, esta menos que contenta de saber que su nueva residente va a ser la protagonista de un documental. La llegada de Santana López, una ardiente cineasta independiente, pronto hace saltar chispas cuando las dos mujeres chocan tanto personal como profesionalmente. Ambas tienen secretos que han pasado toda una vida guardando, y ambas han optado por poner sus carreras por encima del amor. Deseo y destino se enfrentan en este ardiente romance.
Autora: Radclyffe
Adaptada por: CaritoVega
Desligue de responsabilidad: Los personajes no me pertenecen. la autora de esta historia es Radclyffe, todo el crédito a ella.
Sino haz leído mis anteriores adaptaciones aquí te dejo los links:
- https://gleelatino.forosactivos.net/t22611-fanfic-brittana-una-isla-para-dos
- https://gleelatino.forosactivos.net/t22631-fanfic-brittana-7-noches-de-pecado-g-p-terminado?highlight=7+noches+pecado
- https://gleelatino.forosactivos.net/t22682-fanfic-one-shots-brittana?highlight=one+shots+brittana
*************************************************************************
Prólogo
Era una rutinaria mañana de lunes del mes de Julio, y apenas era consciente de las personas a su alrededor mientras viajaba apoyada en la barra de metal en el centro del vagón de metro. Sostenía su maletín con una mano, y con la otra mantenía a la altura de sus ojos el Times doblado por la mitad en sentido longitudinal. Eran las siete y media de la mañana, hora punta, más de ochenta pasajeros llenaban el vagón y la aplastaban en el estrecho pasillo, y aún le quedaban treinta paradas para llegar a su destino.
Había renunciado a intentar tomar café durante el viaje, demasiadas camisas destrozadas al tratar de maniobrar una taza en medio de las multitudes y los empujones, por lo que se había parado a tomar su habitual espresso tostado francés, y había cogido un tren diferente. A veces cinco minutos pueden cambiar el curso de una vida.
—Maldito conductor, nos va a matar a todos, —se quejó alguien cerca.
—Perdón, perdón, —murmuro un hombre a su lado por tercera vez, después de perder el equilibrio y caer encima suyo.
—No hay problema, —murmuró, bajando el periódico y mirando a través del cristal grueso y rayado de las puertas correderas dobles frente a ella. Las sombras de los soportes verticales de hormigón y los huecos oscuros de las bocas, pasaron volando rápidamente en el túnel poco iluminado. Iban demasiado rápido. Cuando el hombre de negocios a su lado se tambaleó hacia ella una vez más, metió el periódico bajo el brazo, apretó el maletín contra su pecho con el codo, y se agarró al poste con ambas manos. El vagón se sacudió fuertemente, y tuvo que anclar sus pies al suelo para no caerse.
Miró al resto del vagón y se dio cuenta de que todo el mundo tenía dificultades para mantenerse de pie. Su pulso se aceleró mientras luchaba para mantener el equilibrio. El tren entró en una curva y pareció inclinarse hacia un lado. A través del ruido de su propio corazón latiendo fuertemente en sus oídos, oyó el chirrido tranquilizador de los frenos. Nada de qué preocuparse.
Ese fue su último pensamiento consciente antes de que el mundo se volviera del revés en medio de los sonidos desgarradores del metal retorciéndose y gritos de terror. Después de eso sólo quedaron fragmentos de palabras, imágenes vertiginosas y movimientos que la catapultaban dentro y fuera de la conciencia. Hasta que finalmente la realidad se abrió paso en forma de una luz cegadora en los ojos y un gran dolor en la cabeza. Luchó por incorporarse, pero el ligero movimiento que fue capaz de realizar, le causó un fuerte dolor en su pierna derecha, y tuvo que luchar para forzar la entrada de aire en sus pulmones. Esforzándose para mantener los ojos abiertos a pesar del terrible dolor, se encontró mirando a un disco de plata enorme, con una bombilla blanca en el centro suspendido sobre su cabeza.
Casi al instante, se dio cuenta de que sus brazos estaban atados. Entonces empezó a oír voces, tonos estridentes que forman medias frases, frases abreviadas, recortadas.
—Cerrada la herida de la cabeza… Fractura abierta de tibia y peroné…
—Que alguien llame a quirófano…llevamos otra para allá…
—Cuatro unidades de…
—Necesitamos un TAC de tórax y abdomen… STAT…STAT…
** Stat, una abreviatura del latín statim , "inmediatamente", de uso frecuente en contextos médicos, como en salas de emergencia.
Luchando contra el dolor, reunió todas sus fuerzas y trató de hablar.
—¿Qué ha pasado…? ¿Dónde estoy…?
De repente, una silueta apareció en su campo de visión,
iluminado por la luz brillante, y trató, sin éxito, de
enfocarla.
—Por favor…
Unas manos suaves la acariciaron, y una voz profunda y
tranquila habló.
—Ha tenido un accidente. Está en Bellevue. ¿Me puede
decir su nombre?
Trató de formar los sonidos de su nombre, pero sintió con
gran angustia que nada salía de su boca. Siguió mirando
hacia arriba, apenas consciente de lo dedos que rozaban su
cara. Hasta que finalmente, las características comenzaron
a salir de las sombras, dándole algo a qué aferrarse en el
mar de confusión y dolor. Una cara con ojos azules como el cielo y
el color del mar, intensos y penetrantes. Pelo
rubio, grueso y rebelde, que se escapaban del gorro de
cirujano, cubrían una fuerte frente ancha. Pómulos
prominentes y mandíbula hermosa.
—Todo va a salir bien.
No tenía más remedio que entregarse a sí misma a esos
ojos de inquebrantable confianza, y creer.
*****************************************************************************************************
Aquí les traigo una nueva adaptación, espero me tengan paciencia con las actualizaciones ya que apenas tengo adaptado el prólogo nada más. En cuento pueda empezare a subir capítulos. besosss!
Última edición por Caritovega el Lun Sep 05, 2016 10:40 pm, editado 1 vez
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
hola,..
me gusta tu nueva historia,..
se super interesante!!!
nos vemos!!!
me gusta tu nueva historia,..
se super interesante!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Que lindooooo!!!!
esperando los primeros capítulos!!!!
Salludos
esperando los primeros capítulos!!!!
Salludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
buena con esta la diferencia de historias las hace mucho mas interesante
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
me encanta algo totalmente diferente, hasta pronto!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Capítulo uno
Cinco años más tarde
—No tengo tiempo para las entrevistas, —dijo Brittany Pierce con irritación apenas contenida, mientras entraba sin anunciarse en el despacho del Jefe de Cirugía, la noche del último día del mes de junio. —Y te agradecería que no planificaras cosas para mí sin discutirlo conmigo primero.
El imponente hombre de cincuenta años de edad tras el amplio escritorio de nogal, se alisó el pelo plateado, se colocó cuidadosamente su pluma Waterman en el bolsillo del pecho de su impecable bata blanca almidonada, y trató de ocultar su aversión hacia su inesperada visitante.
Se recostó en la silla giratoria acolchada, y miró fijamente a la mujer de pelo rubio y bata quirúrgica que estaba demasiado cerca de la parte delantera de su escritorio para ser respetuosa. Llevaba dos buscas colgados de su cinturón, el de trauma que la convocaría en el helipuerto o en la zona de admisión en caso de urgencia, y el de la unidad de cuidados intensivos que la avisaría si uno de sus pacientes sufría una crisis. Era alta y delgada, demasiado atlética y agresiva para su gusto. Probablemente no era consciente del hecho, de que estaba inclinada hacia adelante con los pies separados y las manos apretadas a los costados.
—Lo siento, —dijo con su practicada voz burocrática. —Pensaba que mi secretaria se había puesto en contacto contigo.
—Aparentemente no, —respondió ella con un tono que indicaba que no le creía en absoluto. —Mañana es uno de Julio, y tengo tres adjuntos, dos internos de primer año, y un puñado de flamantes residentes en mi unidad de trauma. No puedo dejarlo todo para reunirme con un reportero. Tendrá que hablar otra persona con él.
Figgins Gunderson sonrió, pensando en lo mucho que le gustaría despedir a la arrogante mujer. Lástima que la dirección del hospital, estuviera tan preocupada por el sexo y los perfiles de las minorías de sus jefes de departamento y división. Una clara tendencia, podría tener un impacto negativo en la distribución de los fondos estatales y federales, y todas las instituciones estaban sintiendo la crisis financiera. Era un hecho que los poderes que controlan su propio presupuesto, no verían con buenos ojos que despidiera a una de las pocas mujeres jefe de departamento de todo el sistema hospitalario universitario. Ignoró convenientemente el hecho de que ella era también una de los cirujanos de trauma más prestigiosos del estado, que incluso había sido objeto de varios artículos en periódicos y revistas. No había podido encontrar nada,
profesional o personal, con que poder amenazarla y hacer que se comiera su arrogancia.
Reservada y solitaria, al parecer casada con su trabajo, su reputación era intachable. No le iba a ser fácil eliminarla. —Eres tú la que tiene que hablar con ella, Brittany, —dijo solícitamente, adjudicándose una familiaridad que ella nunca le había dado. —Tú eres la Jefa de Unidad, es a ti a quien quiere.
—De acuerdo, pues que vuelva en septiembre a hablar conmigo, —dijo mientras se daba la vuelta y se dirigía hacia la puerta. Idiota pomposo. Hacía tanto tiempo que no estaba en un quirófano, que se había olvidado de lo peliagudas que pueden ser las primeras semanas de Julio.
—Pensaba que te interesaría cumplir con esta gente y establecer las reglas del juego, —dijo, —pero tú decides, por supuesto. Tú eres la que sabe lo que necesitas para hacer funcionar tu unidad.
¿Esta gente? Se detuvo y giró lentamente, con los ojos entrecerrados. —¿Hay algo que no me has dicho, Figgins?
—La imagen lo es todo en el mercado actual, y no somos la excepción. Nosotros no somos la única unidad de trauma de nivel uno en Manhattan, ni el único centro que lucha contra el cáncer, ni el único que cuenta con atención terciaria, —dijo suavemente, como si ella no fuera consciente de esos hechos. —Tenemos que sobresalir por encima de ellos, y esto es una oportunidad perfecta.
—¿Y qué es esto, exactamente?
No pudo ocultar su sonrisa de triunfo. —Una de las cadenas independientes quiere emitir un documental médico, y la compañía de producción quiere filmarlo aquí. Es una excelente oportunidad para hacernos publicidad gratuita.
Por un momento ella se limitó a mirarlo, rígidamente inmóvil, hasta que un músculo se tensó a lo largo de la frontera de su mandíbula. En voz muy baja, con un tono afilado como el acero, preguntó:
—¿Y exactamente eso que tiene que ver conmigo?
—Los productores han considerado que el documental tendría más impacto, si los espectadores pueden identificarse con un individuo en particular a través de los episodios, por lo que van a basar el documental en la vida de un estudiante de cirugía.
—¿Qué estudiante?
Figgins fingió mover algunos papeles alrededor de su escritorio, pero Brittany sabía muy bien que no tenía necesidad de buscar un nombre. Todo ya estaba decidido, y probablemente, se había puesto en marcha semanas antes.
—Ah … aquí lo tengo. Rachel Berry .
—Mi residente de trauma. —Era una afirmación, no una pregunta. Brittany se frotó los ojos y lo miró fijamente. —¿Sabe Berry algo de esto?
—Por supuesto, —respondió Figgins sorprendido. —Está de acuerdo y ha firmado el contrato. —No añadió que el contrato final dependía de que ella aceptara el proyecto, ni que había hecho creer a la alumna y a la productora que Pierce estaba al tanto de todo.
—¿Estás tratando de decirme, que voy a tener un montón de gente correteando por mi unidad de trauma con cámaras, micrófonos y Dios sabe qué más, mientras yo estoy tratando a mis pacientes? No puedes estar hablando en serio.
FIggins Gunderson se puso de pie, con los ojos repentinamente endurecidos. —En realidad, Pierce, eso es exactamente lo que te estoy diciendo. El hospital necesita esto, y ya he aceptado. Vas a tener que encontrar la manera de convivir con ello, por lo que sugiero que te reúnas con la directora como estaba previsto.
Ella se dio la vuelta y se fue sin decir nada, porque un segundo más y no habría sido capaz de contener su temperamento. Era una lucha que sabía que no podía ganar, y tenía batallas mucho más importantes de las que ocuparse.
*****
01 de julio - Seis AM
Una figura, estaba apoyada contra la pared de la puerta de su oficina, de espaldas a ella. Estaba leyendo un periódico doblado en sentido longitudinal, lo que probablemente indicaba que era un pasajero habitual del metro de Nueva York City. Todo lo que Brittany podía ver, era una masa de rizos negros, que caía sobre el cuello de una camisa de color caqui estilo safari, y unas largas piernas enfundadas en pantalones a medida.
Redujo el paso al acercarse, curiosa, porque estaba segura de que no esperaba nadie. Su presentación a los nuevos residentes, y el personal estaba prevista para las siete.
Ante el sonido de las pisadas en el pasillo desierto, Santana López se volvió, y posó su mirada por primera vez en la esquiva doctora Brittany S. Pierce Jefa de Trauma del Hospital Bellevue en el bajo Manhattan. La cirujana no era exactamente lo que esperaba de alguien con ese título. Sobre todo no con el casco de la moto bajo el brazo, una chaqueta de cuero negro desgastada, y los vaqueros desteñidos. Santana se quedó momentáneamente perpleja, porque la mujer que estaba a unos metros de distancia, estudiándola con una ceja levantada y el ceño ligeramente fruncido, le parecía familiar. Y estaba segura de que no se conocían. No se habría olvidado de alguien con la buena apariencia, la confianza y la actitud segura de sí misma que esa mujer irradiaba. Probablemente la habría visto en alguna una foto promocional, pensó, desestimando la incómoda sensación de déjà vu.
—¿Dra. Pierce? —preguntó Santana, cuando finalmente encontró su voz, dando un paso adelante con la mano extendida. —Santana lópez, Horizon Productions.
El ceño de Brittany se profundizó, pero aceptó la mano que le ofrecía. El agarre de la pelinegra era firme y seguro. Sus ojos cafés eran directos y sólidos, también. Brittany soltó su mano y sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta de cuero. Mientras la introducía en la cerradura de su puerta, preguntó sobre su hombro. —¿Tenemos una cita?
—No, —dijo Santana, acercándose a la puerta, dispuesta a evitar con el pie que se la cerrara en las narices, si era necesario. —No la tenemos. Llevo semanas intentando concertar una, pero su secretaria no era capaz de precisar el momento oportuno.
—Probablemente porque no existe, —respondió Brittany, dispuesta a bloquear la entrada a la pequeña habitación que usaba como oficina auxiliar, así como zona de descanso durante las guardias. Se sorprendió al encontrar a la otra mujer casi nariz con nariz con ella a través del umbral. —Este es un una de las épocas más problemáticas del año, para nosotros, y no tengo tiempo para… — se pasó una mano por el pelo, intentando calmarse y ser moderada, —…las relaciones públicas.
—Entiendo, —Santana estuvo de acuerdo, ella se encontraba en la misma posición. —Todo mi equipo llegará aquí mañana, y estoy un poco corta de tiempo, también. ¿Podríamos hacer esto con un café?
—¿Hacer qué?—preguntó Brittany, quitándose la chaqueta y arrojándola sobre una estrecha cama cubierta con revistas médicas y trajes azul marino. Cediendo, hizo un gesto a Santana para que pasara. —Cierre la puerta, —dijo mientras cogía un par de pantalones y comenzaba a desabrocharse los vaqueros. —Puede informarme mientras me cambio.
Santana se quedó sin palabras imaginándose a Brittany Pierce quitándose los sexis y desgastados levis justo en frente suyo. Se dio la vuelta rápidamente para hacer frente a la pared, donde un viejo escritorio de madera contrastaba con el sistema informático moderno. Se aclaró la garganta, que se le había quedado repentinamente seca, y respondió de manera uniforme. —Tenía la esperanza de que pudiéramos hablar de la logística. No quiero meterme en su camino, Dr. Pierce…
—Ya está en mi camino, —señaló Brittany, quitándose la camiseta, y sustituyéndola por una azul marino. Fue hacia su escritorio, cogió su pluma, y la metió en el bolsillo del pecho de su uniforme de quirófano. Apoyó la cadera contra el borde de la mesa y miró a su visitante, tratando infructuosamente de reprimir un suspiro de exasperación. —Me tengo que quedar con esto, ¿no?
Santana se encogió de hombros y sonrió. —Me temo que sí. Trataré de hacerlo lo menos doloroso posible. —No estaba segura de si conseguiría evitar molestar a la cirujana, que se sentía claramente agravada, pero no podía hacer otra cosa. Además, tenía que hacer algo para apartar de su mente lo condenadamente atractiva que encontraba a Pierce. No era propio de ella sentirse tan afectada por un par de ojos azules profundos y melancólicos y una melena de pelo rubio que le pedía a gritos que lo acariciara. Trató de ignorar calor que sentía en las extremidades. Había trabajo que hacer.
Brittany se apartó de la mesa y se dirigió rápidamente hacia la puerta, abriéndola. Miró por encima del hombro y dijo: —Bueno, entonces vamos. Tiene veinte minutos.
—Treinta, —respondió Santana, corriendo tras ella. —Deme media hora, y le invito al café.
No obtuvo respuesta, pero podría jurar que vio una sonrisa. Era una pequeña victoria, pero la tomaría por ahora.
*******************************************************************************************************Me pone realmente feliz que les llame la atención esta historia, aquí les traigo el 1 capítulo espero les guste y si hay algún error pido disculpas y queda decir que me avisen para corregirlo, buenas noches
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Quiero masss!!!!!! jajaja!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
holap,...
interesante el primer encuentro entre las dos,..
va a ser divertido verlas trabajar??
nos vemos!!!
interesante el primer encuentro entre las dos,..
va a ser divertido verlas trabajar??
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Jajajajaja.... Figgins tramando todo y bueno a Britt no le quedo de otra que aceptar, haber como se llevan San y Britt jaja
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Capítulo dos parte 1
Santana estaba acostumbrada a correr en su trabajo. Había filmado casi de todo en un momento u otro, excepto un combate real, pero había estado lo suficientemente cerca Kosovo, como para tener cubrirse a toda velocidad, para evitar ser aplastada por la caída de escombros durante los bombardeos. Prácticamente tenía que correr para poder seguir el ritmo de Brittany, mientras avanzaban por los pasillos camino a la cafetería. Cuando Santana comenzó a girar a la derecha en una esquina, claramente marcada con una señal que indicaba la cafetería, Brittany la agarró del brazo y tiró de ella hacia la izquierda.
—Por aquí, —dijo Brittany, tirando de la otra mujer con ella en la dirección opuesta.
—¿Qué…?
—Hay algunas cosas que son esenciales en este trabajo, —le interrumpió Brittany mientras sacaba un puñado de billetes del bolsillo de su camisa, —y un buen café es una de ellas.
Santana vio el pequeño kiosco escondido en la esquina de la gran sala de espera de admisión. La parte superior de una cafetera espresso, era visible detrás de una pila de vasos y un recipiente de plástico para pasteles. —Ah, ya veo, —señaló. —Le gusta el buen café.
Brittany se inclinó sobre el mostrador, miró alrededor de la caja registradora, y sonrió con satisfacción. —¡Terry! Café rápido. —Se giró hacia Santana, y preguntó: — ¿Qué quiere tomar? Terry hace el mejor café que haya probado.
—Perfecto, —respondió Santana. Un minuto más tarde, aceptó la taza de café espresso con un suspiro de satisfacción. Cuando Brittany fue a pagar, le cogió la mano. —Me toca a mí, ¿recuerda?
Por un segundo, ambas miraron la mano de Santana en la muñeca de Brittany. Santana sintió un hormigueo en sus dedos que no tenía ningún sentido en absoluto. Intentó adivinar si la cirujana también lo había sentido, pero su rostro era inexpresivo mientras se apartaba.
—Por supuesto. Gracias.
Cogieron sus tazas, y caminaron a través de la sala de espera del vestíbulo público, hacia los ascensores.
—Bueno… —empezó Santana, ansiosa por aprovechar cada minuto con la esquiva cirujana. —Tengo que aclarar algunos detalles del rodaje con usted.
—Ya me he dado cuenta, —respondió Brittany secamente. Apretó el botón hacia arriba, un poco sorprendida por la facilidad, con que la que la directora la había llevado hacia una discusión, sobre algo que no estaba del todo segura de querer hacer. Por lo general no era tan susceptible a la persuasión, pero tuvo que admitir, que la pelinegra tenía un encanto sutil que era bastante difícil de resistir. Para eliminar de su mente ese desconcertante pensamiento, dijo: —Tengo una reunión de orientación con el nuevo personal en cuarenta minutos. Podemos hablar en la sala de conferencias antes que lleguen. Probablemente sea el único momento libre que tenga en todo el día.
—De acuerdo, —contestó Santana. Bebió un sorbo de café y gimió débilmente. —Oh, Dios. Está buenísimo.
Brittany sonrió a pesar de sí misma. —Por supuesto.
Cuando se sentaron en la pequeña sala de reuniones contigua a la cafetería del hospital, Brittany se reclinó en su silla, y miró a Santana fijamente. —Figgins Gunderson me dijo anoche que quiere filmar un documental en mi unidad de trauma.
—¿Ayer por la noche?, —preguntó Santana sorprendida. —¿Se enteró ayer ? Llevamos negociando esto con el hospital hace meses, y me habían dicho que todos los involucrados estaban al tanto. ¿Por qué no se lo dijo antes?
—Probablemente porque sabía que lo iba a rechazar,—respondió Brittany suavemente, mirando a su compañera por encima de su taza de café. La otra mujer hasta el momento había sido imperturbable, segura y capaz, pero, sorprendentemente, sin ningún interese en enfrentarse a ella. Una mano de hierro en guante de terciopelo. Brittany estaba impresionada, y no se le impresionaba fácilmente.
—¿En serio?—preguntó Santana plácidamente. Ahora podía entender la resistencia de la cirujana. No podía culpar a Sinclair por sentirse agravada, si se le acababa de informar sobre el proyecto, y aquello también explicaba por qué no había sido capaz de conseguir una cita con ella antes. Pero sentía algo más profundo en la oposición de la otra mujer. Algo más personal que los conflictos burocráticos. —¿Y le importaría decirme por qué se opone a ello?
—Debido a que ni usted, ni su gente, pertenece a una unidad de trauma. Filmar lo que podrían ser los momentos más íntimos y personales de la vida de alguien, es una invasión de la privacidad. —Su preocupación por la confidencialidad del paciente era cierta, pero no era su única objeción. Aunque no tenía intención de revelar su propia aversión a la publicidad.
—Pediremos permiso e informaremos a los pacientes de cualquier cosa que emitamos, y bloquearemos sus rostros electrónicamente si es necesario, —señaló Santana razonable. Tenía práctica en ese tipo de objeciones.
—¿Y qué pasa con los que no pueden dar su consentimiento, los que están en coma, los moribundos, o los niños?
Santana estaba a punto de dar otra respuesta estándar, pero algo en la voz de Pierce la hizo detenerse. Había un tono de enfado, de proteccionismo, que la intrigaba. Se inclinó hacia delante, encontrando intimidante la fija mirada de Brittany. —¿Y si le garantizo, que se tomarán todas las precauciones para proteger la intimidad de las personas? Estaré aquí todo el tiempo mientras las cámaras estén rodando. Hablaré con las familias personalmente si tengo que hacerlo. Nadie será grabado sin su consentimiento.
—Su presencia interferirá en la formación de Rachel Berry. Ella estará más preocupada por salir bien, que por aprender a tomar decisiones, y actuar con buen juicio.
—Por lo que tengo entendido, los residentes tienen que estar constantemente supervisados, —dijo Santana.
—Cierto, —admitió Brittany. — Rachel Berry estará de guardia conmigo la mayor parte del tiempo.
—Y que es lo que le preocupa… ¿Qué ella me preste más atención a mí que a usted?
Brittany se vio obligada a sonreír de nuevo. El dinamismo de la directora le estaba resultando difícil de resistir. —Va a estar distraída cuanto menos.
Santana la miró fijamente, consciente de que aquella confrontación podría significar el éxito o el fracaso, de un proyecto en el cual había invertido toda su energía, y recursos considerables durante seis meses. Podía hacerlo sin la cooperación de Brittany, si era necesario. Tenía un contrato firmado con el hospital, y los demandaría e iría a juicio si tenía que hacerlo. Pero si iba por ese camino, si pasaba por encima de ella para sacar su proyecto adelante, eso haría que el trabajo fuera infernalmente difícil. Y Santana no quería tener a esa mujer como enemiga, por muchas razones, una de las cuales era que encontraba muy refrescante, la evidente falta de preocupación por la diplomacia de la cirujana. —¿Qué es lo que realmente le molesta de todo esto? —preguntó en voz baja.
—Hay algunas cosas que la gente no necesita saber, tal vez ni siquiera quieren saber, —dijo Brittany, sorprendiéndose a sí misma. No conocía a aquella mujer, pero le hacía admitir cosas que no había dicho a nadie hasta aquellos momentos. —Lo que sucede en esa unidad, no siempre, pero con suficiente frecuencia, en esos pocos segundos en los que la vida está en juego, no son cosas que deban ser expuestas para satisfacer la curiosidad de nadie. En esos momentos, los pacientes están desnudos e indefensos, son impotentes. Y a veces lo que hacemos no es suficiente.
—Eso es un drama humano, Dra. Pierce. Es la vida real. ¿No cree que el público pueda apreciar, y entender lo especial que es?
El derecho del público a saber, la búsqueda incesante de la historia en nombre de la verdad, a menudo era sólo una excusa para la invasión, pensó Brittany, pero no lo dijo. Se encogió de hombros y respondió serenamente: —No lo sé. No soy socióloga. Soy cirujana.
—Sí, —aceptó Santana, pensando que Brittany era mucho más que eso. —Y es Jefa de la unidad de trauma. Pero, ¿podríamos estar de acuerdo con darle a esto una oportunidad?
—¿Tengo alguna opción?
—Lo siento, —dijo Santana, sorprendiéndose al descubrir que ciertamente estaba apenada por la mujer. —No.
*****************************************************************************************************
Bueno acabo de adaptar este capítulo así que aquí lo tienen, gracias por cada uno de sus comentarios que bueno que les este gustando la historia
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
me gusta, pero hay tanta tension entre ellas por el momento, espero no hayan muchos encontronazos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
marthagr81@yahoo.es escribió:me gusta, pero hay tanta tension entre ellas por el momento, espero no hayan muchos encontronazos
si es notable la tensión entres Britt y San vamos a ver que sucede
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Capítulo 2 parte 2
Anotación del proyecto personal López
01 de julio - 07:50 am
Brittany se levantó a las siete en punto y la habitación quedó en silencio. Había una docena de personas presentes, seis adjuntos, dos internos de trauma de primer año, dos residentes de cirugía general, y dos estudiantes de medicina. Yo era la única forastera, la única que no era médico. Se acercó a la parte delantera de la sala, se apoyó en el borde de la mesa de conferencias, y cruzó los brazos sobre el pecho. Parecía relajada vestida con su camisa y pantalones de quirófano, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. No dijo ni una palabra hasta que todos los ojos estuvieron sobre ella. Me sentía como si tuviera que saltar y saludar. Pensé que un par de los internos más jóvenes estaban a punto de hacerlo. Dios, parecía tan difícil, tan inaccesible.
Me esperaba un discurso, pero no lo dio. Simplemente les informó de sus reglas básicas. [Nota: Título del primer episodio ―Reglas de obligación‖]
Veinticuatro horas dentro, cuarenta y ocho horas fuera. Rondas en la unidad de trauma a las ocho de la mañana, nadie podrá irse a casa hasta que se hallan pasado las rondas. Que por experiencia resultara ser en algún momento cerca de las treinta horas de estar casi sin dormir.
Después de eso perdí la noción de lo que estaba diciendo, trataba de imaginar ese tipo de horario. Estoy acostumbrada a trabajar duro, a veces días enteros en busca del final de la historia. Pero soy la primera en admitir que no funciono bien así durante durante mucho tiempo. Y yo no tengo que abrir a la gente.
Me llamó la atención con lo último que dijo, la única orden directa que puedo recordar que les dio. Ella dijo:
—Algunos morirán fuera, y no hay nada que podamos hacer al respecto. A esos hay que dejarlos ir. Pero sientran en mi unidad, calientes y con pulso, será mejor que no los perdáis.
*****
Santana alcanzó a Rachel berry fuera de la sala de conferencias. —Rachel, —llamó, mientras bajaba la escalera.
—Hey, Santana, —la pelinegra, dos veces olímpica en baloncesto, respondió con su característica sonrisa efervescente, y sus ojos cafés brillantes. —Me alegro de verte de nuevo.
—¿Qué toca ahora?—Preguntó Santana, corriendo a su lado. Salieron en el primer piso, y siguieron por un pasillo de intersección del pasillo principal. —¿Por qué nadie camina a paso normal por aquí?
—Ya has oído a la jefa. Ronda en la Unidad de Cuidados Intensivos de Trauma en cinco minutos, y luego esperar a una llamada de emergencias. Estoy asignada a la unidad de urgencias de este mes, por lo que no tengo ninguna responsabilidad en planta.
—Es verdad, —dijo Santana, repasando mentalmente lo que recordaba, de la muy breve sinopsis que el departamento de cirugía le había proporcionado. Sin embargo tenía la sensación, de que Sinclair no se adhería a ningún guion que le marcaran. —Así que una vez que vuestros pacientes son transferidos de la unidad de cuidados intensivos de trauma, a una cama de planta, ¿ya no sois responsables de ellos?
—Bueno, nos hacemos cargo de ellos las semanas en las que no estamos de guardia en urgencias. Es una cosa o la otra, porque realmente no se puede hacer las dos cosas a la vez. —Rachel abrió la pesada puerta gris sin ventana, con el letrero rectangular de color rojo, que anunciaba que entraban en la UCIT. Unidad de Cuidados Intensivos de Trauma. —Coge una bata del estante. Luego te conseguiré un traje para que no eches a perder tu ropa de calle, y no tengas que andar cubriéndote cada vez que entramos y salimos de las unidades.
—Gracias, —respondió Santana distraídamente, de pie junto a la puerta, observando la longitud de la sala rectangular iluminada. El área del mostrador en forma de U, justo en la entrada a su derecha estaba vacío, salvo por unas cuantas sillas giratorias, un gran número de papeles esparcidos sobre la encimera, y una deformada y fosilizada caja de donuts. Lo que captó su atención fueron las diez camas alineadas a lo largo de la pared opuesta, separadas entre sí por unos pocos pies de espacio, y cortinas que colgaban de los rieles del techo, que ocultaban y daban privacidad a los ocupantes.
Las camas eran ajustables, con barandillas de acero, que contenían pacientes sin género, casi desnudos, empequeñecidos por las máquinas desapasionadas de la medicina moderna. Respiradores industriales portátiles del tamaño de un lavavajillas flanqueaban cada cama, y entregaban un volumen predeterminado de oxígeno, de diez a quince veces por minuto a través de los tubos de respiración de plástico duro, que sobresalían de las proximidades de la boca de cada paciente. Brazos y extremidades inmovilizadas, o atadas por vendas de algodón suave a las barandillas de la cama. Tubos de todos los tamaños, salían por todos los orificios, para la administración de antibióticos, la nutrición líquida, o la eliminación de los residuos de la lesión y la decadencia. Varios monitores que ocupaban todo el espacio disponible, dosificaban vidas en tonos monótonos y puntos de luz.
La Unidad de Cuidados Intensivos de Trauma, uno de los triunfos de la tecnología médica, era un lugar frío e impersonal. Santana se estremeció.
—¿Estás bien? —Preguntó Rachel Berry, al ver la reacción de Santana.
—¿Qué? Oh … sí, estoy bien. Lo siento, —respondió Santana, apartando la mirada.
Buscó por la habitación, tratando de sacudirse la sensación extraña de haber entrado en una pesadilla, y finalmente encontró algo en que ocupar su atención. Brittany se situó en el centro de un grupo de figuras con batas blancas o trajes de quirófano arrugados, que se agolpaban alrededor de la parte inferior de la primera cama. Su pie estaba en el asiento de una silla de ruedas, y un brazo apoyado en la rodilla levantada. Sostenía una larga hoja de papel en la mano mientras se inclinaba hacia adelante, con la cara enfocada en la figura de la cama mientras escuchaba lo que decía un hombre joven a su lado.
—Vamos, —susurró Rachel con urgencia. —Brittany ya ha empezado.
—¿Voy a poder filmar aquí?—preguntó Santana, quería captar así a Brittany, con todos los ojos y rostros expectantes sobre ella, parecía un comandante antes de una batalla.
—Probablemente, —dijo Rachel a medida que se acercaban a las personas agrupadas en torno a Pierce. —Ya lo preguntaremos más tarde, después de las rondas.
Santana no tuvo más remedio que aceptar, porque sabía que no podía interrumpir lo que estaba en marcha, y además, quería verlo. Nadie parecía oponerse, e incluso parecía que todos sabían y aceptaban que ella iba a estar allí. Las enfermeras se movían de manera eficiente entre las camas, administrando medicamentos, ajustando las bombas de fluidos, extrayendo sangre…
Técnicos de la radiografía trabajaban a través de los residentes y el personal que bloqueaba los pasillos, colocaban placas rectangulares en los pacientes, y gritaban una advertencia con total desprecio por lo que estaba pasando a su alrededor. Ante el sonido de advertencia del técnico, todo el mundo se colocaba detrás de la persona más cercana que llevaba un delantal de plomo para protegerse lo más posible de la radiación, esperaba a que el técnico disparar la radiografía, y luego volvía a su sitio sin apenas interrumpir su ritmo.
Una profunda voz de mando le llamó la atención.
—¿Cómo está la presión intracraneal?—preguntó Brittany al joven de pelo rubio de pie justo delante de Santana.
—Treinta y ocho.
—Ha subido diez en las últimas dos horas, —observó la jefa de trauma, con una advertencia leve en su voz.
—Sí.
—¿Y qué indica eso a usted, Dr. Kinney?
Santana estiró el cuello para ver a Brittany, cuyos ojos azules estaban fijos como un láser, en el rostro del joven.
Era residente de primer año, según la tarjeta de identificación que colgaba su bolsillo. Con voz tensa por la tensión respondió.
—Significa que algo está causando que la presión aumente dentro de su cráneo.
—¿Cómo qué?—La advertencia había progresado, y ahora se sentía con gran nitidez.
Santana creyó oírlo tragar.
—Eh… edema cerebral, hematoma subdural, ummm … sangrado epidural.
Brittany puso el pie en el suelo, y se enderezó, con su fiera mirada todavía en el joven médico. Parecía más alta de lo que Santana recordaba, pero sabía que era por unos centímetros más alta que ella. En el grupo nadie se movía, aunque la actividad todavía bullía a su alrededor.
—¿Y alguna de estas condiciones necesita una urgente intervención quirúrgica?
El residente palideció. —El hematoma subdural y la hemorragia epidural.
—Entonces, ¿por qué no están los neurocirujanos aquí encargándose de él?
—Hemos llamado, y dijeron que vendrían pero… —ofreció tentativamente. Miró a su derecha e izquierda buscando ayuda, pero sus compañeros residentes evitaron su mirada. Él se quedó solo.
—¿Y si hubiera muerto mientras esperamos? ¿Quién sería el responsable de eso, Dr. Kinney? —Brittany volvió la cabeza hacia Rachel Berry. —Llama a Neurología. Diles que los quiero aquí ahora mismo. Ponte en contacto con radiología, necesitamos un TAC urgente para este hombre. Averigua quien debe firmar el consentimiento, pero no llames a la familia hasta que sepamos a ciencia cierta que va a quirófano.
—Estoy en ello, —respondió Rachel rápidamente, y se alejó hacia la enfermería en el lado opuesto de la habitación.
—Está bien, ¿quién es el siguiente?—Preguntó Brittany, dirigiéndose ya a la cama de al lado.
Alguien le acercó la silla de ruedas, y ella ausente apoyó una pierna en ella, y se inclinó para estudiar al paciente en la cama dos, mientras que un residente diferente comenzaba a dar informes.
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Bueno nuestra querida Britt cuando quiere ser cortante y borde lo es.. aquí les dejo otro cap
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
holap,...
es lo mas divertido torturar a los estudiantes de medicina,... (estudie medicina y lo eh pasado jajaj)
a veces ahí que ser borde,..
a ver como van las cosas,.. es el primer día todavía!
nos vemos!!
es lo mas divertido torturar a los estudiantes de medicina,... (estudie medicina y lo eh pasado jajaj)
a veces ahí que ser borde,..
a ver como van las cosas,.. es el primer día todavía!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Britt si que es dura, y perra y parece pared fria y sin sentimiento pobre San tener que aguantar todo eso, Supongo que la furia brillante es la rubia pero no le veo por donde nazca la quimica entre ellas.. saludos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Disculpa que no haya comentado antes pero es que no sabia que habias actualizado, de verdad yo tampoco veo como va a poder existir algo entre ellas con esa"dulce" doctora pierce!!!!! hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Me encanta Britt!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Capítulo 3
Anotación del proyecto personal López
1 de Julio -10:45 am
Acabo de terminar mi primera mañana de rondas. Estoy agotada y eso que nadie me ha preguntado nada. Todo lo que he hecho ha sido pasar de la cama a la cama y ver el proceso. No he entendido mucho de lo que han dicho, sobre todo cuando han empezado a hablar sobre los valores de gases en sangre, y los resultados del coma de Glasgow. [Nota: hablar con Rachel, para que explique en el documental, la calificación para las lesiones en la cabeza, preferentemente con un paciente de fondo. Conseguir que Brittany acepte que filmemos en la UCIT. Comprobar la compatibilidad de iluminación de la UCIT].
Lo que me ha quedado bien claro, es que es en las rondas de trauma donde empieza el verdadero trabajo del día. Es el único momento en que todo el equipo está junto, y es cuando Brittany afina el plan de tratamiento para cada paciente de la UCIT.
El residente a cargo de cada paciente, le resume el estado del enfermo y todo lo que hay que hacer con él, consultas, estudios, ajustes de la medicación, etc, se discute entre todos. Brittany autoriza los cambios, y después los médicos asignados a los pacientes menos críticos en planta van a visitarlos, y los médicos responsables de las urgencias traumatológicas entrantes – hoy Brittany y Rachel - bajarán a la zona de admisión de Trauma.
Yo …
—¿Srta.López?
Santana saltó, asustada, y apagó la grabadora. Sonrió a Brittany, que estaba apoyada en un hombro contra la pared, observándola. —Lo siento. No sabía que estaba ahí. ¿Me necesita para algo?
—Quería enseñarle el área de urgencias. Voy hacia allí ahora.
—Estupendo, —respondió Santana, deslizando el pequeño dispositivo en el bolsillo del pantalón mientras caminaban. —Gracias por dejarme estar presente en las rondas de esta mañana.
—¿Ha grabado en ellas también?
—No, —dijo Santana muy seria. —Suelo grabar notas para mí misma, impresiones, reacciones, recordatorios. Cosas que podría utilizar para voces en off en la película. Si quiero grabarle a usted o cualquier otra persona, se lo pediré.
Brittany se quedó callada por un instante y preguntó: —¿Por qué eligió a Rachel Berry para su proyecto?
Pasaron junto a la sala de espera de urgencias, ya llena de pacientes, en su mayoría madres con niños y personas de mediana edad con heridas leves. Las personas con problemas potencialmente graves generalmente llegaban en ambulancia, y entraban directamente al Box. Santana miró hacia adelante por el pasillo y vio un conjunto de puertas, con un dispositivo de seguridad que indicaba que era necesaria una contraseña para entrar.
—Nos conocimos hace tres años en los Juegos Olímpicos. Yo estaba haciendo un reportaje sobre las mujeres atletas, y empezamos a hablar sobre sus planes después de los juegos. Cuando empecé a trabajar en esto, pensé en ella.
—¿Y ella estuvo de acuerdo? —preguntó Brittany, marcando el código de la cerradura de la puerta. —Es la misma que la extensión telefónica, dos cuatro dos cero.
—Sí, —respondió Santana, siguiéndola. —Lo hizo. ¿Por qué?
Brttany se encogió de hombros. —Eso es lo que me pregunto yo, ¿por qué?
—Pues se lo va a tener que preguntar a ella. Me gustaría hablar de usted en el documental, de su formación, antecedentes, experiencias personales, ese tipo de cosas.
Brittany se detuvo y la miró. —Todo lo que necesita saber sobre mi está en mi Curriculum. Mi secretaria puede dárselo. Creo que ya conoce su número.
Había una ligera nota de dureza en su voz que no dejaba lugar a discusión. Santana se guardó la sorpresa y la curiosidad, para sí misma. Había empujado lo suficiente para el primer día. —Muy bien, gracias.
—Esta, —informó Brittany, llevándola a través de un pequeño hueco que contenía fregaderos y armarios con gorros y trajes quirúrgicos, a otra habitación sin adornos, casi estéril, que parecía ser un hibrido de quirófano y sala de curas, —es la zona de admisión de trauma. Cada paciente se trae aquí, se estabiliza, y se valora.
Había tres mesas de operaciones alineadas en el centro de la sala, cada una de las cuales podría ser cerrada con cortinas para su privacidad si era necesario. Sobre cada mesa de acero estrecha, colgaban grandes focos circulares que contenían bombillas halógenas brillantes, capaces de iluminar el área adecuada para la cirugía. Santana se quedó mirando las cúpulas de plata y sintió una repentina ola de calor y mareos. Su visión se estrechó y unas manchas negras bailaron a través del paisaje oscuro. Por reflejo alargó una mano para mantener el equilibrio, y fue vagamente consciente de un brazo rodeando su cintura.
—Srta. López, —preguntó una voz tranquila y serena, —¿está usted bien?
Santana se obligó a respirar hondo, recordándose a sí misma que aquello pasaría rápidamente si seguía respirando. Sus piernas temblaban y agradeció tener un cuerpo junto al suyo que la sujetara. —Sí, —susurró débilmente. —Sólo… lo siento… sólo será un minuto.
Brittany se quedó completamente inmóvil, dejando que la otra mujer se apoyara en ella, sosteniéndola tan cerca que podría haber sido un abrazo. Una fina capa de sudor rodaba por frente de Santama, y estaba increíblemente pálida. —Sera mejor que se acueste, —dijo Brittany suavemente. Podía sentir su temblor.
—No, —respondió Santana rápidamente, presionando una mano en el hombro de Brittany, y enderezándose con esfuerzo. —Me pondré bien. Estoy bien, de verdad.
Brittany la estudió, sin soltarla mientras descansaba dos dedos sobre el pulso en la muñeca de Santana. Rápido pero fuerte. —Estoy de acuerdo. Se va a poner bien, pero necesita sentarse.
—Lo siento, —dijo Santana, riendo tímidamente, mientras permitía a Brittany acompañarla hasta una silla frente a un largo mostrador que bordeaba la pared posterior. Su visión se había despejado, y era muy consciente del hecho de que Brittany Pierce todavía tenía un brazo alrededor de su cintura. También era consciente del duro cuerpo de Brittany contra el suyo, y del suave oleaje de la mama de la cirujana contra la suya. Sus piernas temblaron otra vez, pero esta vez el vértigo no era el causante. Se apartó rápidamente y se sentó en la silla. —Gracias.
Una de las enfermeras preguntó a Brittany si necesitaba algo, pero esta negó con la cabeza. Se sentó en otra silla al lado de Santana y preguntó: —¿Qué ha pasado?
Avergonzada, Santana se sonrojó. —Nada. Estoy un poco mareada. Supongo que será porque no he desayunado.
—Puede pasar, —admitió Brittany con una inclinación de cabeza, aunque no creía que se tratara de una hipoglucemia. Esta, por lo general venía acompañada por unos síntomas de advertencia, aceleración del pulso, temblores, la aparición gradual del desmayo…. Santana López se sentía perfectamente bien hasta que entró en la sala de trauma. —¿Le ha ocurrido esto antes?
—No, —respondió Santana, incómoda bajo la mirada de aquellos ojos penetrantes. Al menos, no desde hacía mucho tiempo, creía que todo había terminado.
—Deberíamos hacerle un electrocardiograma. Una de las enfermeras puede hacérselo aquí abajo.
—Me siento bien ahora. —Para demostrarlo, Santana se levantó y se alejó unos metros. Distancia, que necesitaba para escapar de la mirada de la otra mujer. Tenía que controlar la ansiedad que se aferraba a ella como un mal sueño, y que tenía que olvidar el aumento rápido del deseo que había experimentado en el abrazo inocente de Brittany. Aquel no era un buen comienzo.
Santana se aclaró la garganta y preguntó: —¿Cuántos pacientes ve usted en un año?
—Mil quinientos, aproximadamente,—respondió Brittany, mirando a Santana que se había alejado de ella al menos doce metros. El brusco cambio de tema no se le había escapado, pero comprendió la necesidad de privacidad. Todos teníamos nuestros secretos. —Cuando entra un trauma, no queda mucho espacio aquí. Se concentran en esta sala técnicos de emergencias, enfermeras, técnicos de radiología, terapeutas respiratorios, anestesistas, por lo menos tres cirujanos y varios especialistas.
—¿Las familias?
Brittany sacudió la cabeza. —No aquí no entran. Hay una sala de espera al final del pasillo, donde pueden quedarse. Por lo general, no pueden ver al paciente hasta que ha sido trasladados a la UCIT o terminan con él en quirófano, dependiendo de la gravedad de sus lesiones. Se trata de una moderna unidad MASH, evaluamos y derivamos lo más rápido posible.
—Pero a veces se opera aquí, —preguntó Santana, olvidando su propia incomodidad mientras hablaban. Se dirigió de nuevo hasta donde Brittany seguía sentada, y se sentó frente a ella.
—Sólo en caso de vida o muerte.
—¿Y cómo se decide si ese es el caso o no?—Preguntó Santana. —¿Por cierto, puedo grabar esto?
Brittany se dio cuenta de que había sido hábilmente manipulada para que le concediera una entrevista, y asintió con una sonrisa, aceptando a regañadientes la derrota.
—Hay un gran número de factores. Cualquier cosa que afecte la respiración, una laringe fracturada, por ejemplo puede requerir una traqueotomía. Heridas que conllevan una gran pérdida de sangre de la cara, la pelvis u órganos internos rotos, lesiones de la aorta que evitan que la sangre llegue al cerebro…
Mientras escuchaba, Santana continuó estudiando la disposición física de la sala, así como su contenido. Esa sala en su conjunto, sería el escenario de la mayor parte de la acción que filmaría. Iba a pasar mucho tiempo en este lugar durante el siguiente año.
—¿Qué hace usted entre las alertas de trauma?
—Normalmente estoy en mi oficina ocupándome de las cosas administrativas, en reuniones del comité, o haciendo rondas en la unidad. Los días de mucho ajetreo por aquí, suelo quedarme trabajando en mi sala de guardia en el pasillo.
—Oh, oh, —una voz masculina sonó detrás de Santana, —espero que no estés tratando de convencer a otro inocente, para que juegue una partida de ajedrez contigo.
Santana se dio la vuelta en su silla y vio a un hombre con una bata de color azul pálido, un color que estaba segura había elegido para que hiciera juego con sus ojos. Su corte de pelo de doscientos dólares, y su belleza sorprendente eran una indicación sobre el cuidado que le daba a su apariencia. Podría haber sido un modelo masculino posando en un catálogo de uniformes.
—Santana lopez, te presento a Sam Evans, enfermero de trauma neurálgico, — Brittany hizo las presentaciones.
Sam sonrió a Santana, y con una mirada de franca apreciación que le estrechó la mano. —Encantado de conocerte. He oído rumores de que vamos a ser inmortalizados en un documental.
—Eso espero, —respondió Santana con una carcajada. Tuvo cuidado de no dejar que su mirada se posase demasiado tiempo en el rostro del hombre. No quería que se hiciese ninguna idea equivocada.
—Excelente, —dijo el guapo rubio con entusiasmo. —Lo del ajedrez iba en serio, ten cuidado con ella. Cuando la buena doctora se aburre, le gusta humillar a la gente en las partidas.
Santana se encogió de hombros, con la esperanza de parecer más despreocupada de lo que se sentía.
—No te preocupes, el ajedrez no es mi juego.
Brittany observó a la pelinegra en silencio, preguntándose por qué, por segunda vez en menos de una hora, Santana López estaba mintiendo.
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Bueno como muy bien saben Brittany no es solo fría con Santana sino con los demás también.. puede que haya tal vez una razón del porque sea así... no les dire que no van a haber encontronazos porque estaria mintiendo.. así que tengan paciencia con la historia que todo tiene una razón.. saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
holap,...
que trauma o fobia tiene san,.. cuando entro a ese habitación en particular??
es verdad no parece ser tan mala britt como aparenta,..
todavía es pronto!!!
nos vemos!!!
PD; consulta caro,... vas a hacer la trilogía?
que trauma o fobia tiene san,.. cuando entro a ese habitación en particular??
es verdad no parece ser tan mala britt como aparenta,..
todavía es pronto!!!
nos vemos!!!
PD; consulta caro,... vas a hacer la trilogía?
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
ok nadie se marea asi como asi y que raro labios de salamandra no podia faltar, aunque a la mayoria le parece guapo a mi no en realidad, es un rubio simple, pero bueno, cada quien con sus gustos, hasta pronto!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
La accidentada del principio fue San????? Por eso su reacción???
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Que trauma tiene San bueno en cuanto a ello se darán cuenta en cuanto suba mas capítulos... Lo de britt puede ser una fachada, el porque poco a poco lo van a saber!!3:) escribió:holap,...
que trauma o fobia tiene san,.. cuando entro a ese habitación en particular??
es verdad no parece ser tan mala britt como aparenta,..
todavía es pronto!!!
nos vemos!!!
PD; consulta caro,... vas a hacer la trilogía?
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Exacto!! En cuanto a Sam buehh es tipico que aparesca en los fics Brittana a mi no me parece simple sam tiene lo suyo.. pero para gusto los coloresmicky morales escribió:ok nadie se marea asi como asi y que raro labios de salamandra no podia faltar, aunque a la mayoria le parece guapo a mi no en realidad, es un rubio simple, pero bueno, cada quien con sus gustos, hasta pronto!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Bueno apenas se esta desarrollando la historia asi que pues a medida que actualice se van a dar cuenta de muchas cosasmonica.santander escribió:La accidentada del principio fue San????? Por eso su reacción???
Saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "Furia brillante de pasión" [Terminada]
Capítulo cuatro
—Deberá intentar trabajar con el mínimo de personas aquí dentro, —dijo Brittany después de que Sam Evans las dejase, para ir a almorzar con una de las enfermeras de la UCIT. —El espacio es un bien escaso.
—Necesito al menos, dos cámaras, un técnico de sonido y un asistente, además de mí, — respondió Santana inmediatamente. Seguía pensando en los comentarios del enfermero, sobre que a Pierce le gustaba jugar al ajedrez. Genial, una complicación más.
—No es posible.
Santana la miró fijamente, irritada por el tono inflexible de su voz. En otras circunstancias habría manejado las cosas con más diplomacia, pero todavía estaba afectada por el desmayo, y se sentía fuera de su entorno. Habló sin pensar.
—No necesito su permiso, ya lo sabe. Sólo estoy intentando ser educada.
—No tiene que ser amable, Srta. López, —dijo Brittany mientras se ponía de pie, sin levantar la voz, pero con una mirada glacial en sus ojos azules. —Lo que tiene que hacer, es tener cuidado de no interferir con el trabajo que hay que hacer aquí, o haré que saquen su culo de mi sala.
De entre todos los soberbios y dictatoriales… Santana observó enfurecida como Brittany salía rápidamente de la habitación. Se frotó las sienes y trató de no maldecir en voz alta. Maravilloso, simplemente maravilloso.
*****
1 de julio de 16:42
—¿Por qué decidiste terminar tus estudios con Brittany Pierce?, —preguntó Santana, colocando la pequeña grabadora entre ellas sobre la mesa de la sala de conferencias.
—Porque es la mejor, —respondió Rachel Berry, con una mirada que le decía a Santana, que debería saber la respuesta a esa pregunta tonta.
—Define mejor, —sondeó Santana, con ganas de tener una idea de que pensaba su “estrella”, y sentar las bases de lo que iba a suceder en las próximas semanas. —¿Qué la hace diferente a cualquier otro cirujano de trauma?
—El registro, —respondió Rachel, asintiendo con la cabeza hacia la grabadora. —Su unidad tiene las mejores estadísticas de supervivencia del estado, y la he visto en el quirófano. Estuve aquí cuando era residente de primer año en cirugía general, y es increíble. Mueve las manos como un rayo. Es impresionante.
Santana tenía la sensación de que había algo más, por la pequeña sonrisa que Rachel tenía en su rostro.
Pulsó el botón de apagado en su dictáfono, y la enfrentó directamente. —¿Hay algo más?, fuera de grabación. ¿Qué pasa con ella? Vamos, Rachel, tiene todo mi proyecto en sus manos.
—Sí, —admitió Rachel, con ojos brillantes, —es terriblemente sexi. Todos los residentes quieren trabajar con ella.
—Ajá, —respondió Santana, con la esperanza de no haberse sonrojado. —De acuerdo. Omitiremos eso. —¿Qué demonios me pasa? He pensado exactamente lo mismo, desde el primer momento en que la vi. Es tan caliente. Y es un verdadero dolor en el…
Rachel Berry se levantó de un salto cuando el busca de su cintura sonó, y sin decir una palabra salió corriendo de la habitación. Por encima de su cabeza, el intercomunicador
empezó a atronar, STAT alerta trauma, trauma. Alerta Trauma STAT…
Santana cogió su dictáfono y corrió.
*****
Brittany se puso bata y guantes, al mismo tiempo que las puertas dobles de la zona de urgencias de trauma se abrían, y daban paso a una camilla que lleva un montón de equipo, ropa empapada de sangre y una Técnica de Emergencias Médicas a caballo en un cuerpo humano. La EMT arrodillada a horcajadas sobre el hombre contaba en voz alta, mientras rítmicamente comprimía el pecho. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… uno, dos, tres, cuatro, cinco … desacelerando al final de cada secuencia, para que su compañero pudiera suministrar una respiración, a través de la bolsa Ambu inflable unida al tubo endotraqueal que sobresalía de la boca del hombre.
—Herida de bala en el pecho izquierdo, —gritó su compañero a nadie en particular, con voz chillona por la adrenalina mientras corría al lado de la camilla, exprimiendo el aire en los pulmones del paciente que no respondía. —Intubado. Le hemos puesto un litro de solución Ringer. Presión Arterial inicial ochenta palpable. Perdimos el pulso y la presión hace unos tres minutos.
—¿Herida de salida?—preguntó Brittany mientras ella, y varias enfermeras deslizaban al gran hombre de la camilla a la mesa de tratamiento. Rápidamente evaluó al paciente. Ausencia de respuesta a la luz. Si no está en muerte cerebral ya, le queda poco si no recibe algo de oxígeno en el cerebro.
—No hemos visto ninguna, doctora.
Rápidamente, trasladó su estetoscopio de un lado a otro del pecho, escuchando el movimiento del aire cuando el paramédico ventilaba al paciente. Rachel Berry, seguida de cerca por Santana López, entraron a la sala cuando Brittany se enderezaba. —No hay flujo de aire en ninguno de los dos lados. Berry, introduce un tubo en el de la derecha. Tina, abre la bandeja de toracotomía.
Las enfermeras trabajaban de manera eficiente, casi en silencio, repitiendo un trabajo que habían realizado cientos de veces. Una cortó los restos de la ropa del paciente; otra deslizó un catéter estéril en su pene que iba unido a una bolsa de recogida de orina; otra sacó una media docena de frascos de sangre para análisis de laboratorio. Un interno puso una bandeja de metal de altura junto a la cama, y empezó desdoblar capas de ropa estéril que cubrían una amplia gama de instrumentos quirúrgicos. Un técnico de radiología llegó empujando un gran equipo Rayos X portátil y se quedó esperando, etiquetado con calma la película de placas individuales con la fecha y la “UTM”*, letras que identificarían al paciente hasta que tuvieran tiempo de averiguar su nombre y apellidos.
*Unidentified White Male (hombre blanco no identificado).
Sam Evans realizaba las compresiones torácicas, después de haber relevado a la EMT agotada. Era un trabajo fatigoso, empujar el pecho con fuerza suficiente para que esta se transmitiese al corazón, y más difícil aún conseguir que el corazón expulsara la sangre con suficiente presión para llegar al cerebro, y otros órganos vitales cuando estaba casi vacío. Y el corazón de ese hombre tenía que estar casi vacío. La mayor parte de su volumen de sangre se había derramado por el agujero de cinco centímetros que tenía en el pecho.
Santana se apretó contra la pared y se quedó tan cerca de la acción como pudo. Nadie le prestó la más mínima atención. Echó un vistazo al reloj, solo habían transcurrido cuarenta y cinco segundos desde había llegado la camilla. Mirando por encima del anestesiólogo en la cabecera de la mesa y observó a Brittany. La mirada de la cirujana mientras estudiaba el paciente era dura y firme, sus ojos casi púrpura lo evaluaban con intensidad. Todo en ella era penetrante, ferozmente concentrado. Si Santana hubiera sido consciente de su propio cuerpo, se habría dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración, pero estaba demasiado absorbida por el trauma principal para darse cuenta.
—Tenemos que administrarle sangre y masajear a mano, —dijo Brittany bruscamente. Miró a través del cuerpo del hombre a Rachel. —¿Tienes el tubo, Berry?
—Casi, —gruñó Rachel, obligando a entrar a una pinza de gran tamaño entre la quinta y sexta costilla con una mano, mientras sostenía un tubo de plástico transparente de un centímetro de diámetro en la otra, dispuesta a guiarlo a través del túnel que estaba creando en la cavidad torácica.
—Aprieta oblígala a entrar, no vas a hacerle daño, —ordenó Brittany mientras vertía Betadine directamente de una botella en el torso del hombre. —En cuanto lo tengas dentro échame una mano para abrir el pecho.
Mientras hablaba, hizo una incisión de unos veinticinco centímetros entre las costillas del lado izquierdo. —Separador, —ordenó escuetamente, cuando un río de sangre negra coagulada cayó en cascada sobre ella. Extendió su mano derecha, y una enfermera le pasó un retractor de doble hoja trinquete. Brittany lo obligó entre las costillas con la manivela abierta, exponiendo un pulmón desinflado y un corazón flácido. Rachel se puso a su lado, respirando con dificultad, pero sus manos eran firmes.
—Abre el pericardio y masajea el corazón manualmente, —instruyó Brittany, y se apartó un poco para Rachel pudiera acercarse más. Se inclinó un poco para ver como su alumna hacía un corte en la cubierta protectora que encierra el corazón. —No lo hagas demasiado profundo, y mantente alejada de las coronarias. Eso es … perfecto. Pasa tu mano alrededor de él.
Sin levantar la cabeza, Brittany anunció. —El corazón sigue vacío. Vamos, gente, introducir la sangre. —En un susurro la animó:—Eso es, muy bien Berry. Sujétalo en la palma de tu mano y mantén la presión, perfecto.
—Tenemos señal en el ECG, —anunció Sam.
—¿Cuánto?—preguntó Brittany sin apartar la vista del enorme agujero en el cuerpo del hombre.
—Con sólo cuarenta.
—Dos unidades de atropina, —ordenó. Rachel Berry y ella estaban tan cerca que sus cuerpos estaban prácticamente fundidos. —Sigue, Rachel. Ya casi lo tienes.
Santana apartó la mirada del rostro de Brittny y miró el reloj. Dos minutos y diez segundos.
—Tenemos presión arterial, —anunció una de las enfermeras.
—Latido del corazón, —murmuró Rachel, casi sin creerlo.
—Para la compresión y veamos si vuela, —ordenó Brittany.
Por un momento nadie respiró. El ECG sonó de manera constante, la línea arterial se mantuvo, y el flujo de sangre de la herida del pecho se redujo al mínimo.
—Avisa a quirófano de que vamos para allá, —dijo Brittany, con una nota victoriosa en su voz. Levantó la vista y su mirada se encontró con la de Santana. Una sonrisa brilló en la esquina de su boca.
Santana vio la danza del triunfo en los brillantes ojos azules de Brittany. Era una de las cosas más sensuales que jamás había visto.
*****
1 de julio de 19:35
Brittany levantó una ceja, sorprendida mientras caminaba por la sala de cirugía, hacia la puerta que conducía a la habitación del vestuario de mujeres. El espacio común entre los vestuarios y la sala de operaciones, estaba vacío salvo por Santana López, que estaba sentada escribiendo en un bloc de notas, en la larga mesa de madera, que contenía los restos de una pizza y una tarta de capa blanca.
—¿Qué hace aquí tan tarde?, —preguntó Brittany, deteniéndose frente a la cineasta, quien levantó la vista y sonrió.
—La estaba esperando. —Santana apartó el trabajo y estudió a la cirujana, observando la mancha oscura en el muslo que sólo podía ser sangre, y el sudor que humedecía la camisa entre sus pechos. Parece cansada, pensó Santana, y el pensamiento la sorprendió. Se dio cuenta de que no había imaginado que la formidable Jefa de trauma fuera vulnerable a algo tan común y, a continuación, se preguntó de dónde había salido esa idea.
—¿A si?,—comentó Brittany con tono curioso. —¿Por qué?
—Porque le debo una disculpa.
Brittany se frotó la cara brevemente, dejó escapar un suspiro, y sacó una silla frente a la pelirroja. Recordó su último acalorado intercambio, aunque parecía que había sucedido hacia bastante más, que tan sólo las pocas horas que habían transcurrido. Recordaba estar enfadada, pero desde luego no podía recordar nada que exigiese una disculpa. Y de alguna manera la idea de aquella mujer pidiéndole perdón le parecía mal. Ambas habían sido bastante apasionadas. —Mire, Srta. López…
—No, déjeme terminar, —la interrumpió Santana, divertida al ver un rápido destello de molestia en los ojos de la otra mujer. No estas acostumbrada a ser interrumpida, ¿verdad? —Tenía razón sobre limitar mi equipo en el área de admisión. Aquello parece un zoológico durante una alerta. Debería haber esperado, para evaluar las cosas yo misma antes de exigirle lo que necesitaba. Se me ocurrirá algo.
—Bueno, aprecio que haga esos ajustes. Gracias, —dijo Brittany. Luego añadió, —me doy cuenta de que no me ha pedido disculpas, por haberme amenazado con hacer valer su rango por encima de mí.
—No, no lo he hecho.
Brittany se levantó. —Me parece bien. Rachel Berry está de guardia mañana por la noche. Será mejor que descanse un poco si va a empezar a llevar el horario de un cirujano.
—¿Ha terminado por hoy?—preguntó Santana observando como Brittany se alejaba.
—Pronto, —dijo Brittany mientras abría la puerta del vestuario. Sabía que probablemente pasaría la noche en la cama estrecha de su sala de descanso, ya que de alguna manera le parecía menos impersonal, que lo que ella llamaba su casa, pero eso era algo que quisiera compartir.
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Les comento que estoy tan pero tan triste con la tragedia que a sucedido en orlando.. primero Christina un psicópata le arrebato la vida y luego esas personas que fueron asesinadas y lastimadas por el simple hecho de tener gustos diferentes, por el hecho de amar a personas de su mismo sexo, la humanidad cada día esta peor.
- El mundo necesita menos odio y mas amor -
"Los gays van contra la naturaleza de Dios" ,matar gente también va contra Dios y lo siguen haciendo.
Bueno aquí les dejo este cap!
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Alguien me pregunto si adaptare la triologia, voy a ser sincera yo esta historia no tenia en mente adaptarla... quería adaptar otra pero resulta que ya la subieron al foto.... y tenia un listado de historias por adaptar pero se me perdió!!
Hace poco me leí esta historia así que bueno me decidí en adaptarla el punto es que no sabia que había una triologia pero si alguien me podría decir como se llaman los otros dos libros con gusto los adapto!!
—Deberá intentar trabajar con el mínimo de personas aquí dentro, —dijo Brittany después de que Sam Evans las dejase, para ir a almorzar con una de las enfermeras de la UCIT. —El espacio es un bien escaso.
—Necesito al menos, dos cámaras, un técnico de sonido y un asistente, además de mí, — respondió Santana inmediatamente. Seguía pensando en los comentarios del enfermero, sobre que a Pierce le gustaba jugar al ajedrez. Genial, una complicación más.
—No es posible.
Santana la miró fijamente, irritada por el tono inflexible de su voz. En otras circunstancias habría manejado las cosas con más diplomacia, pero todavía estaba afectada por el desmayo, y se sentía fuera de su entorno. Habló sin pensar.
—No necesito su permiso, ya lo sabe. Sólo estoy intentando ser educada.
—No tiene que ser amable, Srta. López, —dijo Brittany mientras se ponía de pie, sin levantar la voz, pero con una mirada glacial en sus ojos azules. —Lo que tiene que hacer, es tener cuidado de no interferir con el trabajo que hay que hacer aquí, o haré que saquen su culo de mi sala.
De entre todos los soberbios y dictatoriales… Santana observó enfurecida como Brittany salía rápidamente de la habitación. Se frotó las sienes y trató de no maldecir en voz alta. Maravilloso, simplemente maravilloso.
*****
1 de julio de 16:42
—¿Por qué decidiste terminar tus estudios con Brittany Pierce?, —preguntó Santana, colocando la pequeña grabadora entre ellas sobre la mesa de la sala de conferencias.
—Porque es la mejor, —respondió Rachel Berry, con una mirada que le decía a Santana, que debería saber la respuesta a esa pregunta tonta.
—Define mejor, —sondeó Santana, con ganas de tener una idea de que pensaba su “estrella”, y sentar las bases de lo que iba a suceder en las próximas semanas. —¿Qué la hace diferente a cualquier otro cirujano de trauma?
—El registro, —respondió Rachel, asintiendo con la cabeza hacia la grabadora. —Su unidad tiene las mejores estadísticas de supervivencia del estado, y la he visto en el quirófano. Estuve aquí cuando era residente de primer año en cirugía general, y es increíble. Mueve las manos como un rayo. Es impresionante.
Santana tenía la sensación de que había algo más, por la pequeña sonrisa que Rachel tenía en su rostro.
Pulsó el botón de apagado en su dictáfono, y la enfrentó directamente. —¿Hay algo más?, fuera de grabación. ¿Qué pasa con ella? Vamos, Rachel, tiene todo mi proyecto en sus manos.
—Sí, —admitió Rachel, con ojos brillantes, —es terriblemente sexi. Todos los residentes quieren trabajar con ella.
—Ajá, —respondió Santana, con la esperanza de no haberse sonrojado. —De acuerdo. Omitiremos eso. —¿Qué demonios me pasa? He pensado exactamente lo mismo, desde el primer momento en que la vi. Es tan caliente. Y es un verdadero dolor en el…
Rachel Berry se levantó de un salto cuando el busca de su cintura sonó, y sin decir una palabra salió corriendo de la habitación. Por encima de su cabeza, el intercomunicador
empezó a atronar, STAT alerta trauma, trauma. Alerta Trauma STAT…
Santana cogió su dictáfono y corrió.
*****
Brittany se puso bata y guantes, al mismo tiempo que las puertas dobles de la zona de urgencias de trauma se abrían, y daban paso a una camilla que lleva un montón de equipo, ropa empapada de sangre y una Técnica de Emergencias Médicas a caballo en un cuerpo humano. La EMT arrodillada a horcajadas sobre el hombre contaba en voz alta, mientras rítmicamente comprimía el pecho. Uno, dos, tres, cuatro, cinco… uno, dos, tres, cuatro, cinco … desacelerando al final de cada secuencia, para que su compañero pudiera suministrar una respiración, a través de la bolsa Ambu inflable unida al tubo endotraqueal que sobresalía de la boca del hombre.
—Herida de bala en el pecho izquierdo, —gritó su compañero a nadie en particular, con voz chillona por la adrenalina mientras corría al lado de la camilla, exprimiendo el aire en los pulmones del paciente que no respondía. —Intubado. Le hemos puesto un litro de solución Ringer. Presión Arterial inicial ochenta palpable. Perdimos el pulso y la presión hace unos tres minutos.
—¿Herida de salida?—preguntó Brittany mientras ella, y varias enfermeras deslizaban al gran hombre de la camilla a la mesa de tratamiento. Rápidamente evaluó al paciente. Ausencia de respuesta a la luz. Si no está en muerte cerebral ya, le queda poco si no recibe algo de oxígeno en el cerebro.
—No hemos visto ninguna, doctora.
Rápidamente, trasladó su estetoscopio de un lado a otro del pecho, escuchando el movimiento del aire cuando el paramédico ventilaba al paciente. Rachel Berry, seguida de cerca por Santana López, entraron a la sala cuando Brittany se enderezaba. —No hay flujo de aire en ninguno de los dos lados. Berry, introduce un tubo en el de la derecha. Tina, abre la bandeja de toracotomía.
Las enfermeras trabajaban de manera eficiente, casi en silencio, repitiendo un trabajo que habían realizado cientos de veces. Una cortó los restos de la ropa del paciente; otra deslizó un catéter estéril en su pene que iba unido a una bolsa de recogida de orina; otra sacó una media docena de frascos de sangre para análisis de laboratorio. Un interno puso una bandeja de metal de altura junto a la cama, y empezó desdoblar capas de ropa estéril que cubrían una amplia gama de instrumentos quirúrgicos. Un técnico de radiología llegó empujando un gran equipo Rayos X portátil y se quedó esperando, etiquetado con calma la película de placas individuales con la fecha y la “UTM”*, letras que identificarían al paciente hasta que tuvieran tiempo de averiguar su nombre y apellidos.
*Unidentified White Male (hombre blanco no identificado).
Sam Evans realizaba las compresiones torácicas, después de haber relevado a la EMT agotada. Era un trabajo fatigoso, empujar el pecho con fuerza suficiente para que esta se transmitiese al corazón, y más difícil aún conseguir que el corazón expulsara la sangre con suficiente presión para llegar al cerebro, y otros órganos vitales cuando estaba casi vacío. Y el corazón de ese hombre tenía que estar casi vacío. La mayor parte de su volumen de sangre se había derramado por el agujero de cinco centímetros que tenía en el pecho.
Santana se apretó contra la pared y se quedó tan cerca de la acción como pudo. Nadie le prestó la más mínima atención. Echó un vistazo al reloj, solo habían transcurrido cuarenta y cinco segundos desde había llegado la camilla. Mirando por encima del anestesiólogo en la cabecera de la mesa y observó a Brittany. La mirada de la cirujana mientras estudiaba el paciente era dura y firme, sus ojos casi púrpura lo evaluaban con intensidad. Todo en ella era penetrante, ferozmente concentrado. Si Santana hubiera sido consciente de su propio cuerpo, se habría dado cuenta de que estaba conteniendo la respiración, pero estaba demasiado absorbida por el trauma principal para darse cuenta.
—Tenemos que administrarle sangre y masajear a mano, —dijo Brittany bruscamente. Miró a través del cuerpo del hombre a Rachel. —¿Tienes el tubo, Berry?
—Casi, —gruñó Rachel, obligando a entrar a una pinza de gran tamaño entre la quinta y sexta costilla con una mano, mientras sostenía un tubo de plástico transparente de un centímetro de diámetro en la otra, dispuesta a guiarlo a través del túnel que estaba creando en la cavidad torácica.
—Aprieta oblígala a entrar, no vas a hacerle daño, —ordenó Brittany mientras vertía Betadine directamente de una botella en el torso del hombre. —En cuanto lo tengas dentro échame una mano para abrir el pecho.
Mientras hablaba, hizo una incisión de unos veinticinco centímetros entre las costillas del lado izquierdo. —Separador, —ordenó escuetamente, cuando un río de sangre negra coagulada cayó en cascada sobre ella. Extendió su mano derecha, y una enfermera le pasó un retractor de doble hoja trinquete. Brittany lo obligó entre las costillas con la manivela abierta, exponiendo un pulmón desinflado y un corazón flácido. Rachel se puso a su lado, respirando con dificultad, pero sus manos eran firmes.
—Abre el pericardio y masajea el corazón manualmente, —instruyó Brittany, y se apartó un poco para Rachel pudiera acercarse más. Se inclinó un poco para ver como su alumna hacía un corte en la cubierta protectora que encierra el corazón. —No lo hagas demasiado profundo, y mantente alejada de las coronarias. Eso es … perfecto. Pasa tu mano alrededor de él.
Sin levantar la cabeza, Brittany anunció. —El corazón sigue vacío. Vamos, gente, introducir la sangre. —En un susurro la animó:—Eso es, muy bien Berry. Sujétalo en la palma de tu mano y mantén la presión, perfecto.
—Tenemos señal en el ECG, —anunció Sam.
—¿Cuánto?—preguntó Brittany sin apartar la vista del enorme agujero en el cuerpo del hombre.
—Con sólo cuarenta.
—Dos unidades de atropina, —ordenó. Rachel Berry y ella estaban tan cerca que sus cuerpos estaban prácticamente fundidos. —Sigue, Rachel. Ya casi lo tienes.
Santana apartó la mirada del rostro de Brittny y miró el reloj. Dos minutos y diez segundos.
—Tenemos presión arterial, —anunció una de las enfermeras.
—Latido del corazón, —murmuró Rachel, casi sin creerlo.
—Para la compresión y veamos si vuela, —ordenó Brittany.
Por un momento nadie respiró. El ECG sonó de manera constante, la línea arterial se mantuvo, y el flujo de sangre de la herida del pecho se redujo al mínimo.
—Avisa a quirófano de que vamos para allá, —dijo Brittany, con una nota victoriosa en su voz. Levantó la vista y su mirada se encontró con la de Santana. Una sonrisa brilló en la esquina de su boca.
Santana vio la danza del triunfo en los brillantes ojos azules de Brittany. Era una de las cosas más sensuales que jamás había visto.
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1 de julio de 19:35
Brittany levantó una ceja, sorprendida mientras caminaba por la sala de cirugía, hacia la puerta que conducía a la habitación del vestuario de mujeres. El espacio común entre los vestuarios y la sala de operaciones, estaba vacío salvo por Santana López, que estaba sentada escribiendo en un bloc de notas, en la larga mesa de madera, que contenía los restos de una pizza y una tarta de capa blanca.
—¿Qué hace aquí tan tarde?, —preguntó Brittany, deteniéndose frente a la cineasta, quien levantó la vista y sonrió.
—La estaba esperando. —Santana apartó el trabajo y estudió a la cirujana, observando la mancha oscura en el muslo que sólo podía ser sangre, y el sudor que humedecía la camisa entre sus pechos. Parece cansada, pensó Santana, y el pensamiento la sorprendió. Se dio cuenta de que no había imaginado que la formidable Jefa de trauma fuera vulnerable a algo tan común y, a continuación, se preguntó de dónde había salido esa idea.
—¿A si?,—comentó Brittany con tono curioso. —¿Por qué?
—Porque le debo una disculpa.
Brittany se frotó la cara brevemente, dejó escapar un suspiro, y sacó una silla frente a la pelirroja. Recordó su último acalorado intercambio, aunque parecía que había sucedido hacia bastante más, que tan sólo las pocas horas que habían transcurrido. Recordaba estar enfadada, pero desde luego no podía recordar nada que exigiese una disculpa. Y de alguna manera la idea de aquella mujer pidiéndole perdón le parecía mal. Ambas habían sido bastante apasionadas. —Mire, Srta. López…
—No, déjeme terminar, —la interrumpió Santana, divertida al ver un rápido destello de molestia en los ojos de la otra mujer. No estas acostumbrada a ser interrumpida, ¿verdad? —Tenía razón sobre limitar mi equipo en el área de admisión. Aquello parece un zoológico durante una alerta. Debería haber esperado, para evaluar las cosas yo misma antes de exigirle lo que necesitaba. Se me ocurrirá algo.
—Bueno, aprecio que haga esos ajustes. Gracias, —dijo Brittany. Luego añadió, —me doy cuenta de que no me ha pedido disculpas, por haberme amenazado con hacer valer su rango por encima de mí.
—No, no lo he hecho.
Brittany se levantó. —Me parece bien. Rachel Berry está de guardia mañana por la noche. Será mejor que descanse un poco si va a empezar a llevar el horario de un cirujano.
—¿Ha terminado por hoy?—preguntó Santana observando como Brittany se alejaba.
—Pronto, —dijo Brittany mientras abría la puerta del vestuario. Sabía que probablemente pasaría la noche en la cama estrecha de su sala de descanso, ya que de alguna manera le parecía menos impersonal, que lo que ella llamaba su casa, pero eso era algo que quisiera compartir.
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Les comento que estoy tan pero tan triste con la tragedia que a sucedido en orlando.. primero Christina un psicópata le arrebato la vida y luego esas personas que fueron asesinadas y lastimadas por el simple hecho de tener gustos diferentes, por el hecho de amar a personas de su mismo sexo, la humanidad cada día esta peor.
- El mundo necesita menos odio y mas amor -
"Los gays van contra la naturaleza de Dios" ,matar gente también va contra Dios y lo siguen haciendo.
Bueno aquí les dejo este cap!
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Alguien me pregunto si adaptare la triologia, voy a ser sincera yo esta historia no tenia en mente adaptarla... quería adaptar otra pero resulta que ya la subieron al foto.... y tenia un listado de historias por adaptar pero se me perdió!!
Hace poco me leí esta historia así que bueno me decidí en adaptarla el punto es que no sabia que había una triologia pero si alguien me podría decir como se llaman los otros dos libros con gusto los adapto!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
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