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[Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
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marthagr81@yahoo.es
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[Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
CICATRICES DE AMOR (GP Santana)
LAS CICATRICES DE AMOR QUEMAN, SEDUCEN, Y NUNCA, NUNCA …DESAPARECEN.
BRITTANY
La peor noche de mi vida sólo empeoró. Nadie me explicó por qué he sido arrojada a esta casa deteriorada, o quién es esta fenómeno con boca sucia.
Todo lo que sé es que me quiere, dice que soy suya y estoy haciendo caso omiso al instinto de correr como el demonio. Cuando me tira hacia sus brazos, quiero empujarme más cerca de su calor, de su fuerza, de sus salvajes tatuajes. ¿Puedo confiar en ella? ¿Puedo confiar en mi misma? ¿U obedecer sus palabras maliciosas confirmará todas mis peores sospechas?
SANTANA
Tan dulce, tan pura, tan confundida... Casi me siento mal por reclamarla. Casi. Lástima que es una Pierce, y no me arrepiento de haberle echo firmar al viejo por ella ni por un segundo. Nací en Strelkov, soy una asesina y una forajida, no cuestiono nada. Al instante en que mis manos están sobre ella, sé que he tomado la decisión correcta. El dolor loco en mis labios cuando no están en los de ella no mienten. La venganza es un plato que se sirve caliente, sudoroso, hirviendo de pasión, y el de Brittany esta noche—es--especial. Si, ella va a explotar cuando ponga el contrato de boda en su rostro. Pero voy a hacerla mi esposa en todas las hermosas y permanentes maneras que pueda, incluso si esto significa agregar algunas pocas cicatrices más a mi piel y al corazón de Brittany…
Última edición por marthagr81@yahoo.es el Sáb Oct 15, 2016 4:09 am, editado 4 veces
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Edad : 43
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
CAPITULO 1
LIMBO
¿Se suponía que durmiera aquí? ¿Aquí, en este naufragio? La antigua casa donde mi padre me había enviado apestaba como si estuviera rellena hasta el borde con moho detrás de las desgastadas paredes. Cada vez que me movía en la antigua cama de latón, los resortes gritaban, lo que reflejaba el dolor sordo que empujaba mis huesos. Nunca había estado en un lugar tan patético, tan descuidado, y todavía no tenía una maldita idea del por qué.
Mi padre nunca me decía nada cuando se trataba de la empresa familiar. Pronto aprendí que la mejor cosa que podría hacer era encerrarme y escuchar cuando ladraba sus órdenes. Ahora, a los veinte años, tenía la edad suficiente para darme cuenta de que las consecuencias por desobedecerlo como adulto serian muchísimo peores que tener la piel con un alto bronceado… Mañana sería mejor. Él me prometió que nada malo me pasaría aquí. Al igual que siempre escucho… Correcto. Una sirena de policía se lamentaba en la distancia, perforando la noche con su llanto. Yo estaba a años luz de todo lo que había conocido mientras crecía. Por lo que estaba pasando, papá se debía haber metido en algo muy malo para dejarme aquí, sin más explicaciones que nuestro chofer, Carbonari.
La seguridad ante todo, Brittany. No dejaré que algo dañe a mi hija. Esto es por tu propio bien. Arrugué la nariz, recordando sus palabras, su gran abrazo en la biblioteca. Sus ojos nunca fueron más glaciares.
El sonido precipitándose justo fuera de mi puerta medio agrietada me hizo levantarme de forma tensa. Estaba preparada para muchas de cosas, pero si había ratas aquí… No, no podía ser. Los pasos crujían. Cualquiera que sea que estaba fuera era demasiado grande para ser una rata. Mi corazón comenzó a latir con fuerza cuando oí las voces apagadas. Me preguntaba cuan realmente seguro era este lugar.
La capilla vecina estaba repleta de delincuentes y drogadictos, un vertedero bien conocido por el que la ciudad había renunciado años atrás. Claro, se suponía que los hombres de papá debían estar fuera protegiéndome, pero ¿qué si habían tomado un descanso por un cigarrillo como hacían a menudo? Peor, ¿qué si ellos hubiesen sido tomados por cualquier bastardo malhechor que llamaba a este lugar su hogar?
En ese momento, el peso chirriante en la escalera se detuvo. Alguien estaba en mi piso. Mi puerta se abrió. ¡Mierda! Si había una cosa estúpida que querría haber arreglado bien en esta casa más que cualquier otra cosa, era la cerradura. La vieja cosa salió de su roto pestillo cuando quise forzarla para cerrarse. No funcionó, y no había otra línea de defensa entre los monstruos de fuera y yo. La cadena pequeña que tiraba a través de la abertura no iba a detener a nadie. Me estremecí, tirando de mi sabana, mirando alrededor en busca de un arma.
Una enorme silueta oscura se asomó en la rendija, buscándome en la oscuridad. Una gran parte se empujó a través de la apertura y desenganchó la patética cadena. Hicimos nuestros movimientos al mismo tiempo. La mujer (su sombra era demasiado grande para ser una mujer), emergió justo cuando arrancaba la lámpara malísima de la pared, apretándola contra mi pecho como un garrote.
—¡No te acerques más! —Grité. —Te hare daño. ¡No tengo miedo de mover esta cosa!
La sombra se detuvo al pie de la cama y se rió. Profunda, rico barítono e inconfundiblemente ronca . Vi la silueta de sus brazos oscuros levantarse, se apretó la parte posterior de la cabeza, flexionándose a medida que se extendía.
—Amor, no te molestes en forzar un solo puto músculo. No te va a ayudar. Vine por lo que me prometió tu idiota padre. Pierce tiene una maldita deuda que pagar por haber salvado su miserable vida, y estoy aquí para recoger lo que me debía.
¿Qué le debía? ¿A mí? ¡Jesús! Me mordí el labio. Mis nudillos dolían y no funcionarían más. Traté de levantar la pesada lámpara sobre mi cabeza, pero se escapó de mis manos, rodando fuera de la cama y con un estrepito golpeó el piso de madera.
Caminando hacia mí, la desconocida tomó la lámpara, enviándola contra la pared más cercana, lejos de donde podría hacer algo. Fuera del alcance. Sin suerte. No es que tuviera mucha al empezar. Las chicas afortunadas no terminan en las salas de tono negro en donde las cucarachas se arrastran y con una mujer quien parece que gastase cada minuto haciendo pesas. Su cuerpo masivamente musculoso era todo lo que podía ver en la oscuridad casi total, todo lo que podía hacer antes de que ella me agarrara. Su mano tapó firmemente mis labios, cortando mis gritos.
—Paciencia, mascota. Joder, hueles más dulce de lo que pensaba.
—Dejó de cubrirme la boca, silenciándome con esa maligna risa en su lugar.
—¿Eres virgen? ¿Al igual que él lo prometió?
Mis ojos casi saltaron de mi cráneo. Yo quería patearla, morderla, arañarla, incluso si eso significaba mi muerte. No fue el temor que llegó a mí. Era el puto insulto. Quería darle a esta animal un grito enojado, lo mismo que quería hacer con papá por haberme enviado a este infierno.
Había tenido una buena razón. ¿Verdad? Ya viste como te miraba. Estaba asustada. Lo hizo contra su voluntad.
Mi cerebro estaba desesperado por aferrarse a algo, cualquier cosa que le diese sentido a la manera loca en que mi realidad se estaba cayendo en pedazos sobre unos brazos enormes y firmes.
—¿Y, nena? ¿Me vas a dar una respuesta o deseas jugar conmigo toda la puta noche?
—Dio la vuelta hacia adelante, empujando sus piernas contra mi culo. Sentí el bulto entre ellos y quedé sin aliento. Dios ayúdame. La ó en mis nervios. —¡Vete al infierno! —Escupí —¿Quién crees que eres para preguntarme eso cuando acabas de conocerme? ¡No soy un pedazo de carne!
—Eres jodidamente linda —dijo, empujando sus susurros calientes en mi oído. —¿Por qué diablos crees que estás aquí, Brittany? Ilumíname.
Me estremecí. Por mucho que supongo no quisiera admitirlo, la bastarda estaba allí porque había un acuerdo llevándose a cabo. Ninguna otra cosa explicaba el por qué sabía mi nombre, o por qué los hombres de mi padre habían dejado que se deslizara más allá para llevarme.
—¿Se me ordenó? —le dije. —Cuando mi padre habla, escucho. Hago lo que se necesita por el bien de nuestra familia.
—Ah, la familia. Puedo apreciar eso. Por la familia de mierda es el por qué estoy aquí también, alimentando mi lujuria en tu orejita caliente. ¿Lo sientes, nena? ¿No?
—Sus manos se deslizaron lentamente hacia abajo hasta mi cintura, apretando con más fuerza, deteniéndose justo por encima de la carne intima.
—Mira, estamos todos en el mismo negocio aquí, niñita. Pero no en el mismo equipo. Ahora, cierra la boca y dame un beso. Me gusta probar lo que he comprado antes de tomar posesión completa.
Antes de que pudiera decir nada, torció mi cabeza. Sus labios se conectaron con los míos. Eran notablemente suaves, frescos como la oscuridad. Gruñí, empujando contra ella, estirando el cuello. Su lengua empujó en mi boca, profundizando el beso. Resbaladiza, caliente, excitante. ¡Maldita sea! Mi cuerpo me traicionó. Empecé a relajarme cuando debería haberme resistido, fundiéndome en la maravilla loca de mi decimo beso. Los últimos nueve que había tenido antes en la vida se desperdiciaron en una corta aventura con el hijo de una estrella del cine en mi último año de escuela. Esto era tan diferente, y no solo porque no podía ver quién diablos me estaba besando, no solo por los alrededores sucios revolcándose en mi cabeza. No necesitaba verla para sentir su fuego, su fuerza. Sus labios y la lengua me dijeron que no estaba besando a un niño. Estaba besando a una mujer, a una experta bruta tan fuerte que debería tener diez años más que yo. Jesús, ¿por qué su sabor es tan bueno? Me ahogué en la locura, rasgué mi ser mientras que su lengua hizo círculos.
En la oscuridad una risa ronca nos rodeó, convirtiéndose en una voz.
—Joder. Tu sabor es increíble, dulzura. Puro. Con labios como esos, de seguro tu coño es el cielo, el vino y el néctar hechos para mis putos labios. Abre las piernas, nena. Ahora mismo.
—Balanceó sus caderas contra mí. Me retorcí una vez que sentí su dureza. Vaya si mis piernas no se apartaron cuando mis rodillas se separaron, haciendo un perfecto espacio para que ella deslizara su mano hasta mi muslo desnudo. Tal vez la pude haber detenido si hubiera llevado algo más que este vestido de noche delgado. ¡Idiota! Hubiera empacado más si hubiera tenido una idea que esto iba a venir. Pero todo lo que traje fue ropa para dormir, una de las cosas en mi pequeña maleta me consoló en este extraño y nuevo infierno.
El calor pulsaba a través de mí, arremolinando mi cabeza, incorporándose en un charco entre mis piernas. Tan caliente. Tan húmedo. Tan fuera de lugar que me estaba asustando. Jesús. ¿Quién es ella, Que es exactamente ella un trasvestida, un transexual, a que fenómeno me vendió mi padre? ¿Qué me ha hecho? Empecé a temblar en sus brazos. Por un segundo, aligeró su tacto, moviendo con cuidado un dedo hacia arriba y debajo de mis bragas húmedas. Entonces, mi miedo fue roto.
Ella gruñó, lanzando aliento caliente en mi hombro desnudo, besando y mordiendo mi piel mientras sus dedos movieron a un lado la tela. Deslizó mi virginal humedad de arriba abajo, deslizando mis pliegues con perfecto equilibrio. Mi cerebro se hundió, enterró la vergüenza ardiendo y el placer me devoraba.
—Eso es, amor. Abre tu dulce culo para mí. Sólo va a doler un poquito. ¿Ya has obedecido a tu estúpido viejo, no? Me vas a obedecer a mí, también.
—Ella empujó sus dedos contra mí un poco más rápido, con más fuerza, deteniéndose a descansar sobre mi clítoris.
—. Eres una chica suertuda. En verdad quiero disfrutar esto con lentitud y saborearlo. Mi primera chica en mucho tiempo a la que no tengo que simplemente voltear en el colchón y follarla como una puta. Tienes que ser especial. Sólo que no se te suba a la cabeza. No estaré recitando poemas antes de que follemos.
¡Bastarda! ¡Perversa! Mujer extraña… Lloriqueé, las palabras no la herían, intenté salir entre gemidos. No pude pensar con claridad cuando empezó a hacer círculos en mi clítoris, agitando más las llamas, por lo que mis nervios iban de arriba abajo en oleadas. Tropecé. Cuando caí, me atrapó. Siempre pensé que la gente tenía sexo en la cama, o tal vez en la ducha. La extraña me probó que estaba equivocada, sosteniéndome en posición vertical con una mano alrededor de mi cintura, bloqueándome contra su torso, pellizcando y dando golpecitos a mi clítoris, trabajando como si hubiera conocido mi cuerpo toda su vida.
Nunca imaginé que el primer toque fuera de esta manera, tan extraño. Mi pobre cerebro explotó. En menos de un minuto, mi respiración fue irregular, por el feroz y desgarrador orgasmo.
—Eso es, mascota. Explota tu jodido cerebro. Es bueno que te acostumbres a ello. Vas a escuchar todo lo que te diga como una buena niña y habrá mucho más de donde vino eso.
No dejo de acariciar mientras empujaba las palabras tensas entre sus dientes, directas a mi oído, acelerando el fuego que consumía cada pulgada de mí. Me mordí la lengua, luchando por contener los jadeos y gemidos que sacudían mi garganta. Ser violada por una extraña ya era bastante malo. La única cosa peor era dejarla escuchar cuando lo estaba disfrutando, aunque supuse que lo supo por la forma en que mi cuerpo se inclinó hacia ella, anhelando sus músculos. Mi... ¿Qué era ella? ¿Mi duelo? Dio una risita entre dientes mientras mis piernas se relajaron y el placer cegador aclaró mi visión.
—Te corres hermoso, amor. Ahora dame el puto sabor a carne que he estado acariciando… Sus brazos me sostuvieron cerca por mi cintura mientras se hundía bajo, cayendo de rodillas. Su cara de inmediato se levantó, antes de que me diera cuenta cuando sus rastrojos se deslizaron hasta mis muslos.
—¡Espera! —grité, con voz quebrada—. No podemos hacer esto. Todo está sucediendo demasiado rápido. Tan rápido. Yo nunca he…
—¿Qué? ¿Ser lamida y chupada hasta que trepes por las malditas paredes? ¿Me estás diciendo que nunca tuviste a nadie ahogándose en tu pequeño coño hinchado con su lengua?
—Su barbilla se movió contra mi muslo y me di cuenta que ella se estaba divirtiendo, negando con la cabeza.
—. Joder, nena. En verdad eres una virgen. Por lo menos el cabrón cumplió su promesa de mierda. Un brazo liberó mi cintura y se deslizó hacia abajo, enviando más temblores a través de mi piel. Ella llegó a la parte delantera, pasando sus dedos sobre el mismo muslo donde lo estaba usando como apoyo de su cabeza, después acunó mi montículo. Lo apretó, moldeando mis bragas empapadas con más suavidad y sus dedos ásperos.
—Cada pulgada de esta maldita carne, ahora es mía, ¿entiendes? Mía. Soy la única que te dice lo que hace este coño y cuándo lo hace.
Otro gruñido. Otro apretón. Me marchité, balbuceé en encontrar las palabras para resistir y fallé mientras su pulgar tocó mi clítoris a través de la tela.
—Quiero entrenarte, Brittany. Quiero hacer esta mierda así como mis dedos aman acariciar justo en este punto.
—Gemí y entonces ella continúo.
—. Sé agradecida que te estoy haciendo un favor, nena. Nos lo estamos tomando con calma a menos que empieces a luchar. Lo diré una vez, una solamente: No tengo mucha paciencia para esta mierda. Si luchas, si tratas de alejar este coño de mí voy a coger el puto teléfono en un santiamén. Vamos a llamar a tu viejo para que escuche todo mientras sostengo lo que él me ha dado y lo follo.
Di un grito ahogado. Primero por el horror y en segundo por el placer, con la maldita enferma tentación haciéndome sudar y gemir cuando su maldito pulgar hizo su trabajo vertiginosamente.
—Jodidamente. No. Me enfurezcas. —dijo moliendo mi clítoris duro—. Lo tomaremos bien y despacio, siempre y cuando te comportes. Ahora, abre las piernas un poco más. Depende de ti que esto termine.
Bastarda. Traté de apretar las piernas con fuerza, pero no dejaron de temblar mientras acaricio fuertemente entre mis pliegues, moviendo su dedo en una tortura. Jesucristo. Esto es peor de lo que pensaba, mil veces peor. ¿Realmente no llamaría a mi padre…no? Tragué saliva. Su comportamiento dijo que no dudaría en matar si era necesario y tuve la fea sensación que eso se extendió hasta papá. Demonios, quizás también a mí.
Estiré el cuello y miré el techo. El crudo amenazador calor bailó con mi deseo mientras moví mis piernas más amplias para ella. Más golpes profundos me premiaron, moliendo y girando hasta que paró bruscamente. Su mano fue hacia arriba y empujó mi cintura. Jadeé cuando arrancó mis bragas hasta mis rodillas y luego empujó su cara entre mis piernas. La sorpresa fue tanto que casi caí, pero ella me mantuvo estable con un brazo alrededor de mi cintura. Su lengua lamió mis pliegues, asaltándome desde atrás, una sensación diferente a cualquier otra cosa que he tenido en mi vida. La lengua pudo haber hecho mucho más que los dedos y pulgares, especialmente la lengua de esta mujer. Mis caderas fueron hacia ella mientras lamió con más fuerza, a través de mi carne de terciopelo, lamiendo el calor virgen una y otra vez. Pronto, estaba delirando, la completa locura se enterró mientras estaba en el éxtasis. No podía pensar. No podía respirar. No había nada que hacer más que llevarlo, entregarse a la traición sucia de mi cuerpo. La desconocida detectó el cambio en mí. Empujo más, profundizando sus lengüetazos, sofocando mi clítoris, manteniendo su promesa.
Ella no podía hablar con su lengua trabajando de esta manera. Pero podía sentir sus demandas en cada golpe de urgencia, en cada giro de poder pulido, más a través de mi crema. Dámelo, nena. Córrete como el jodido juguete que eres. Mi cuerpo la oyó hablar, en un idioma de lengua y ella escuchó. Rendición.
Mis muslos se apretaron contra sus mejillas. Eso no la detuvo ni un poco. Empujó más su cara con un gruñido, sosteniéndome mientras que mi cuerpo explotó.
Grité —sí, grité— dejando que la ola pasará a través de mi coño ordeñado con su boca. Siguió lamiendo mientras me corría, en un ritmo constante a través de la explosión. Cristo, necesitaba algo para agarrar. Fue demasiado. Alcancé sus hombros, inclinándome hacia atrás, apretando mis piernas tan fuerte como pude mientras el fuego me arrasó. Le di el orgasmo que no quería, lo que me hizo prisionera mucho más que su tosco cuerpo o cualquier vil trato que mi familia concluyó.
Cuando el placer lanzó su lazo loco alrededor de mi cuello, estaba llorando. No me di cuenta hasta que me pregunté por qué mis respiraciones venían tan duras. El agarre de la desconocida se debilitó y su rostro se fue, pero yo la oía chasqueando los labios, lamiendo los restos de mí restos en sus labios.
Salté de la cama. Esta vez, no me detuvo. Me encontré con las bragas alrededor de mis rodillas, luego me agaché, subiéndolos y arreglando mi vestido. Cuando di vuelta en un frenesí, ella estaba de nuevo en pie, una mano en sombras se elevó a su boca.
—¿Tienes algo más para vestir, o qué?
Incliné mi cabeza, de repente agradecida por la oscuridad. No había nada que detenga que mi placer se derrame cuando ella me pone salvaje, pero al menos ella no podía ver mis lágrimas.
—Sí un poco. Estaba en un apuro cuando hice las maletas y las mantuve ligeras. No esperaba estar aquí mucho tiempo… Hizo un rápido movimiento con la cabeza.
—Tienes razón. Tíralo y te ayudaré a bajarlo. Estoy contenta con mi probadita y ahora tenemos que ponernos en marcha. No hay ningún uso en pasar el rato en esta pocilga más de lo necesario.
Está bien, idiota, pensé. Miré a través de la oscuridad, ni siquiera reconocía oírla. Sentí sus ojos en mí mientras paseé por la habitación, en busca de mi bolsa. Se aclaró la garganta.
—Joder, Brittany. No seas tan condenadamente tímida. No puedo ver una mierda en la oscuridad, igual que tú. Pero sentí lo suficiente con las manos y la boca para saber que eres un pequeño pedazo caliente, mejor que esas perras desesperadas en el casino… Se detuvo, como si hubiera dicho demasiado.
No era como que me importaba. El juego era un vicio bajo en la lista cuando sabía que mi padre era dueño de muchas cosas más oscuras fuera de los libros de su empresa.
—Date prisa. Esperaré fuera —gruñó, seguido por sus fuertes pisadas desplazándose hacia el pasillo.
Me deslicé en el vestidor maltrecho mientras me cambiaba. Me tomó unos minutos más, maldiciéndome en silencio cada vez que metí la pata al tratar de retorcerme en mis pantalones vaqueros y un suéter. Gracias a Dios no me puse zapatos que necesitaban ser atados.
Cuando oyó mis ligeros pasos detrás de ella, se volvió, tratando de alcanzar mi mano.
—Afuera está el coche. Entra y no mires hacia atrás. Voy a tener uno de mis chicos estableciendo tu culo ahí. Va a pasar un poco de tiempo antes de que nos encontremos de nuevo. No mucho, sin embargo.
Hice una mueca, tratando de ver su rostro, preguntándome si estaba arrastrando esa horrible lengua por sus labios, la misma que utilizó para mancillarme. Era extraño y aterrador haber hecho todo esto sin ni siquiera verla. No debería haber importado. ¿Qué importaba como se veía? No me dio nada hasta ahora, y esta estúpida oscuridad lo hizo peor. Tiró de mi mano. Estábamos casi en la escalera cuando abrí mi boca.
—Sabes mi nombre. ¿No es justo que deba saber el tuyo?
Ella pausó.
—Santana. No necesitas saber más que eso. Ahora, sígueme cuidadosamente sobre estas malditas escaleras.
Lo hice. Nos llevó alrededor de un minuto bajar las escaleras. Me sorprendió que no nos hayamos resbalado y roto nuestros cuellos. Nos trasladamos hacia la puerta. A mitad de camino, en la pequeña entrada a la cocina apareció una nueva sombra. Grité cuando una mano se extendió hacia mi cabeza y agarró mi pelo, casi arrancándome de las manos de Santana.
—¡Ustedes ladrones hijos de puta madre! —No lo entendí.
El aliento del hombre olía mal, licor barato y vómito rodaban a través de sus dientes podridos.
— . ¿Dónde está, perra? Lo tomaste, ¿verdad? ¿Dónde está mi puto vaso tú estúpida pequeña con traje alado…
Gruñendo, Santana se disparó a través de la oscuridad. Ella estaba cubriendo al hombre un segundo más tarde, los puños y los pies se desenfocaban en la oscuridad mientras golpeaba la sombra flaca en el suelo.
—¡Ay! ¡Ah, mierda, cabrona! ¡Detente! No fue mi intención hacer daño, no sabía que eras…
—Otro golpe aplastó su cráneo.
—Drogadicto de mierda. La tocas otra vez y te mueres, asumiendo que no sólo te desangres aquí en esta jodida planta. No es mi problema de mierda.
Mi corazón latía con fuerza en mi garganta. Si hubiera alguna luz que se filtrara por las ventanas polvorientas, sabía que hubiera visto sangre por todas partes en los enormes puños de Santana mientras se levantaba. Se limpió las manos en los pantalones durante varios segundos y luego me agarró de nuevo. Esta vez, no había nada que la detuviera, empujándome hacia la noche.
Finalmente, pude ver los más débiles contornos. Todavía estaba oscuro, pero me hizo salir a los profundos callejones y casas desglosadas al lado de la calle, claro como el sedán negro liso esperando por nosotras.
No había ninguna señal de los dos guardias que mi padre había enviado para mí.
—Métela en el coche —gruñó Santana, y me dio un suave empujón hacia un hombre que salió del asiento del pasajero.
—¿Qué ocurre? ¿Qué demonios pasó ahí? —Los ojos del nuevo hombre estaban muy abiertos, como un trabajador que estaba a punto de meterse en problemas por su jefa. Obviamente, él lo estaba.
—La cagaste a lo grande, Puck. Tú también, Finn. Me dijeron que la puta casa estaba limpia.
—Ella dio una brusca y gruesa respiración, todo fuego.
—. ¿Qué estaban haciendo aquí chicos? ¿Jugando con sus pequeños penes? ¡Un drogadicto imbécil consiguió poner sus jodidas manos sobre ella antes de que pisara su cráneo!
—Mierda. Mierda —repitió Puck—. Realmente lo siento, S. La rata debe haber estado oculta. Los chicos de Pierce dijeron que limpiaron esta canaleta antes de que llegáramos. Pero ya sabes cómo estos pequeños palos delgados están en los barrios pobres, se arrastran de la nada y… Vi a la única mujer que había tenido sus manos y su boca sobre mí hace menos de una hora lanzar el puño de nuevo.
Esta vez, sólo un puño. El golpe dejó a Puck tambaleándose, colapsó con sus brazos sobre el capó del coche. Parecía como si estuviera sorbiendo la sangre antes de que él se levantara y nos mirara.
—Gracias, S.
—Te dije que no putas disculpas. Me dices que lo sientes, significa que alguien lo jodió en vez de hacer las mierdas como yo pedí.
—Lo miró, se inclinó como una severa profesora castigando a un escolar. Me preguntaba a dónde iba esto. Jesús, me preguntó cómo seguía de pie después de todo lo que había sucedido en la última hora. Una fuerte sirena de policía cortó a través de la noche, más cerca de las que había oído por la ventana. Santana dio una palmada.
—Vamos. No perdamos más tiempo. Tenemos lo que venimos a buscar.
Sin más, Puck me ayudó a entrar en la parte de atrás y se deslizó a mi lado. En la delantera, Santana se sentó junto a otro hombre, probablemente el llamado Finn. El coche no tenía un límite, pero tenía un panel de vidrio oscuro entre los asientos delanteros y traseros. A estas alturas, debería haber sido utilizado para las sombras.
No me hubiera sentido tan horrible si me las hubiera arreglado para ver su cara sólo una vez.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
CAPITULO 2
RESENTIMIENTO
SANTANA
Tan pronto como oí que ella estaba durmiendo en la suite principal de arriba, fui abajo por una merecida bebida. Joder. Esperaba sentir una gran mierda atacando mi cráneo tan pronto como tuviera en mis manos a la hija del anciano Pierce.
Simplemente no esperaba que mi pene se mantuviera asfixiado en mis vaqueros tres horas más tarde, salvaje como las bolas de color azul que solía tener cuando era una niña fenómeno y las chicas con clase no las querían sacar porque no era legal todavía. Sabía que tuve que disfrutar del pequeño coño de Brittany, su boca, tanto como me gustaría humillar a ese hijo de puta de mierda por el infierno que le hizo vivir a su preciosa hija.
Pero pensé que sería más fácil tomarla allí en la oscuridad, áspera y descuidada, empujando mi pene en su garganta y sin importar una mierda si ella subía a tomar aire.
El problema era que quería tomar las cosas con calma. Ni siquiera había visto a la chica todavía. Quiero decir que realmente no la he visto en carne propia, sin tantas sombras colgando por todo el lugar. La había visto en fotos, sí, pero las imágenes nunca le hacen justicia a nadie.
Me quedé mirando el retrato de mi gran tío Ignacio, mientras vertía mi vodka. Camisa importada de calidad superior en un vaso de cristal, la única cosa que jamás había permitido en cualquier casa propiedad de un López.
—Za Vas (mierda). —Levanté mi vaso, murmuré un brindis y bebí. Para usted, tío. Una de las pocas frases completas que conocía en la antigua lengua. El último López de pura sangre que podía hablar con fluidez murió con el patriarca mirando por el marco, directo a mi alma.
Mi hermano, Víctor, muerto en el mismo ataque. El vodka desgarró mi garganta y explotó como una bomba en mi tripa. Golpeé el vaso sobre la barra y me ubiqué cerca de la chimenea, tratando de detener los espasmos de mi pene.
Si esta mierda se mantiene parada, no seré capaz de esperar hasta la mañana para mostrarle lo que venía. Estaría corriendo hasta allí como una maldita vampira, empujando el contrato en su cara y aspirando su cuerpo delicioso.
Además, era la emoción que conseguiría cuando ella finalmente me viera. Sonreí. Eso tomó el borde de malos recuerdos. La chica iba a festejar cada pulgada de roca dura tatuada en mí cuando la reclamase. Cada perforación, cada puta cicatriz, cada dedo, todo antes de que la hiciera envolver esas ricas piernas alrededor de mi y tomarla muy profundo.
Los pendejos Pierce mantienen la tradición aún más fuerte que nosotros. Su papá nunca la hubiera dejado salir con nadie como yo, mucho menos follarla. Recuerdo la forma en que el malnacido se retorció con mi cuchillo en la garganta cuando le dije le quería salvar su vida de mierda, obligándolo a firmar el acuerdo. Empujé mis manos juntas y quebré mis nudillos. Ellos recordaban la sensación de los huesos de ese maldito drogadicto debajo de ellos antes de esta noche. Sí, le di a Puck una mierda al respecto. ¿Qué clase de jefa sería si no lo hiciera? Pero me alegré que el idiota estuviese aquí. Él me dio una cierta manera de desahogarme antes de llegar de nuevo a manejar el negocio en la mañana. Sobre todo, necesitaba un poco de distracción, de alguna manera, para aliviar las urgencias primarias del palpitar en mis venas como una puta animal al instante en que apreté mis labios con los de ella. Porque si no tenía algo, iba a perder mi puta cabeza cuando llegara mañana, cuando hice a Brittany entender exactamente por qué estaba aquí para siempre.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
CAPITULO 3
DEBERES IMPOSIBLES
BRITTANY
En mis sueños, recuerdo la última vez que vi a mi padre en la finca de la familia, justo antes de que él me dijo que empacara y me llevaron lejos a una parte de la ciudad donde no pertenecía Pierce.
—¿Qué es, Papá? ¿Qué te ha sucedido? —Yo estaba asustada en el instante en que lo vi en su escritorio. Nuestro mayordomo, Rocco, me había criado, diciendo que mi padre le preguntó por mí. Rara vez me vio tan temprano en la noche, pero esperaba encontrarlo allí en su escritorio, su ordenador portátil cerrado, ocultando cuidadosamente el mundo que había tratado de mantener oculto como siempre. Ahora, estaba mirando directamente. La cara de papá parecía enferma, y tenía una línea rojiza en uno de los labios que parecía que alguien lo había dividido dejándola abierta. Más tarde, me di cuenta de la descolorida hinchazón alrededor de la mandíbula y la fina descolorida huella en el cuello.
—Necesito tu ayuda, Brittany. Lo mismo ocurre con mi empresa.
—Se puso de pie, tembloroso, cojeando hacia mí. Me acerqué y traté de tomar sus manos, pero se negó. —¡Dios! ¿Qué está pasando aquí, papá? Te ves terrible. Me estás asustando…
—Hice un grave error de cálculo.... Una cierta campaña de negocios no fue de la forma en que pensaba, y ahora toda la cosa está en problemas. Todo por lo que esta familia ha estado trabajando está en la línea—. Él bajó la cabeza, y luego levantó la mirada, apretando la mandíbula con fuerza por mantener la compostura.
—¿Es la policía? ¿Papá, vas ir a la cárcel? Él sonrió y negó con la cabeza. —Si sólo fuera tan simple como eso. No, la ley no sabe nada. Escucha, mi Brittany, necesito tu ayuda. Me duele decirlo y sabes que no lo haría si tuviera otra opción.
Mi corazón saltó. ¿Él me está involucrando a mí en el negocio? ¿Qué diablos estaba pasando? Me acerqué de nuevo. Por fin, me dejó tomar sus manos y las apreté mientras cruzaba la habitación para sentarse conmigo en el pequeño sofá de cuero en su oficina.
—Esta noche, necesito que empaques algo de ropa y vayas con el conductor. Es necesario que te marches por un tiempo, Brittany, es todo lo que puedo hacer para mantenerte a salvo.
—. Abrí la boca para protestar, pero él levantó una mano.
—No discutas conmigo, niña. Esto no es negociable. Sólo pregunto porque quiero que me des tu completa cooperación.
—Por supuesto —dije después de varios segundos.
—Buena chica. Esto es para mantenerte a salvo, para limpiar el aire para que pueda trabajar en corregir este error que he cometido. Cuando las cosas se solucionen, podrás volver a casa otra vez. Ya entenderás más tarde. Sólo toma mi amor, mi agradecimiento. Mantenlo justo aquí y vete. No voy a dejar que termine de esta manera, lo juro…
Él agarró mi mano entre las suyas y la apretó firmemente, empujándolas de nuevo hacia mi corazón como siempre lo hacía. Traté de no incumplir o enterrarlo en el millón de preguntas que zumbaban en mi cabeza. Asentí con desánimo, preguntándome lo que quiso decir. ¿No dejaré que termine de esta manera? Detenida, me ayudó y me dio el abrazo más apretado que jamás me haya dado. Cuando se retiró, sus ojos eran fríos, determinado, como si estuviera haciendo negocios en lugar de abrazar a su propia hija.
¿Estaba temblando un poco mientras me sostenía? Me dio un beso en la frente y fui a mi habitación, y luego hasta el coche que estaba esperando con algunos conjuntos que pude recaudar en mi bolsa. Estaba tan apurada que hice un trabajo de mierda al empacar. No podía creer que mi padre me enviaba lejos así, pero realmente no podía creer cómo estaba actuando. Era como si él nunca esperaba volver a verme, no importaba lo que dijo. La culpa en sus ojos azules susurraba disculpas constantes, arrepentido por enviarme al mismo diablo.
Me desperté con té y una bandeja de fruta con tostadas y mermeladas de varios colores, todo dispuesto en una bandeja de plata desordenada.
Bueno, cualquier otra cosa que fue estropeada en esta situación, al menos, el alojamiento era decente. Cualquier cosa era una mejoría después de esa casa horrible. Me lancé y comí, dando cuenta del hambre que tenía después de la locura de las últimas veinticuatro horas. A decir verdad, apesta aceptar cualquier cosa de Santana la misteriosa, pero una chica tenía que comer. Ayer por la noche, me encontré con un ropero lleno en mi armario. Una amplia variedad de vestidos, pantalones vaqueros, camisas y suéteres, que van desde aceptables a cosas que no vestiría ni muerta.
Algunos trajes eran de un tamaño demasiado grande, pero quienquiera que lo surtió, estuvo cerca de conseguir mi tamaño justo. Arrugué la nariz, pasando a través de las cosas no deseadas, iluminado por la claraboya en el techo. Sí, el armario era tan grande que tenía dos, poniendo incluso mi antigua habitación en la casa de papá en vergüenza. Por fin, me decidí por algo cómodo, un suéter de manga larga con rayas de cebra y vaqueros.
Toda la ropa fue puesta para llamar la atención, pero yo estaría condenada si me pusiera una de las faldas cortas o cosas de escote-feliz distribuidos en la parte delantera para tentarme. No funcionaría. No iba a salir de mi camino para complacer a mi captora. La forma en que mi cuerpo reaccionó a ella la noche anterior todavía estaba jodiendo mi cabeza, haciéndola girar de una manera que tenía miedo de entender. Una ducha rápida y un cambio ayudaron a desinfectar mi cuerpo y el cerebro. Tal vez podría sobrevivir aquí, si sólo no se forzara a sí misma en mí otra vez.
Estaba empezando a conseguirlo: se trataba de una situación de rehenes, una guerra entre empresas rivales en la que mi familia había caído. Lo que sea que hizo papá, esperaba que hiriese a la mujer quien era propietaria de esta casa y su estúpido cartel, mafia, lo que diablos estuviese corriendo.
Yo no quería ninguna parte de esto. Nunca quise ser alejada de todo lo que había conocido, arrastrada a un calabozo. Y no se equivoquen, esta casa era una prisión. Ellos nunca te dicen que los candelabros de cristal y estucos pueden unirse de la misma manera como grilletes.
Presa o no, iba a hacer lo imposible para hacer las cosas aquí. Eres una chica Pierce, maldición. Nadie nos empuja por ahí. No me importa quién este fenómeno de mujer piensa que es o lo mucho que quiere hacer balancear sus puños y su pene. Ella no me va a romper. Nunca.
Me acerqué a la puerta, refrescada y decidida. Estaba medio esperando ser bloqueada cuando di vuelta a la perilla, pero no era el caso. Fácilmente salí al pasillo largo y elegante, en dirección a la escalera que conduce al piso principal.
—Buenos días, mascota.
Di un salto cuando estaba casi en la cocina principal. Ni siquiera le había visto en la habitación enorme con chimenea. Solo la atravesé. Giré y la vi por fin, sentada como una leona en una gran silla de cuero en la esquina.
Las manos de Santana estaban dobladas, acentuado por gemelos de plata brillantes, todos conectados a un traje gris fino. Las botones de metal en sus mangas eran tan elegantes y afilados como sus ojos. Jadeé cuando la vi. Finalmente. Era tan guapa como me temía, pero no había mucho más que eso.
Varias rayas oscuras se cerraron hasta el collar de su cuello, el ébano se arremolinaba como cobras negras que la protegían. Cada parte de ella fue esculpida en piedra, y una cicatriz de tres líneas notables empañaba una mejilla, como si hubiera sido rasgada en la cara por un tigre. ¿Cuál era el saludo apropiado para una mujer que se torció en contraste como la masilla, la lujuria, el miedo y la repulsión en un bulto doloroso?
—Ven aquí. Siéntate allí.
—Se refirió a la silla vacía frente a ella, idéntica a la suya
—. Hay algo que necesito mostrarte.
Metió la mano en el asiento junto a ella mientras puse mala cara, calmándome en el asiento. Era el sistema más adecuado para una mujer como ella. Yo no era la chica más flaca o la más corta, pero todavía me sentía como un enano en el frío cuero. Santana extendió la mano, empujando una carpeta delgada de mármol hacia mí. Al ver que no la tomé de inmediato, señaló con sus manos, agitándolo con fuerza en el aire.
—Toma un momento para revisarlo con cuidado, nena. No hay vuelta atrás después de esto. Tu viejo lo firmó. Fue un largo contrato. Empecé a leer las primeras palabras, algo acerca de un matrimonio aprobado por el estado de Nueva York. Había algo acerca de una hija que no estaba plenamente en sus facultades mentales también. En el fondo era un sello de notario junto a tres líneas firmadas. Uno de ellos fue Santana, enorme e imponente como el resto de ella. Al lado estaba la firma rizada familiar de mi padre. La sangre ya estaba latiendo caliente en las sienes cuando llegué a la tercera firma. Cuando vi la mala imitación de mi propia escritura, casi me desmayo.
—Cuesta un brazo y una maldita pierna para pagar al pendejo que tuvo esa cosa lista para nosotros. Lo bueno es que tu viejo es rico. Los funcionarios del Estado son codiciosos hijos de putas cuando se trata de arriesgar sus cuellos para apoyar los matrimonios falsos.
—Se detuvo, arrugando el labio por la insatisfacción.
—. No, eso no está del todo bien, ¿verdad? No hay nada falso en esta mierda. El maldito estado completo reconoce que tú eres mi novia de mierda, nena, y lo mismo ocurre con tu viejo. Por último, encuentro que eres tú.
Mi visión se contrajo. La habitación se puso borrosa hasta que no pude ver nada, excepto su gran sombra diabólica sentada allí. Mi columna se desplomó al mismo tiempo que mis piernas. Golpeé el suelo y apenas me atrapó a mí misma.
Ella estaba sobre mí en un instante, tirando de mi cuerpo inerte por los hombros, acunándome en su pecho.
—¡Tu... no lo hiciste! —Mi voz se quebró, ronca y aterrada—. No podemos estar...
—¿Casadas? Joder, si podemos, Brittany. Y estamos. Hay que acostumbrarse a ello.
Toda mi energía resurgió. Me resistí en sus brazos, traté de darle un par de codazos, gritando. Pero ella era demasiado fuerte, demasiado rápida, fácil de frustrar mis esfuerzos de la misma manera que un hombre adulto ahuyenta a distancia los golpes débiles de un niño.
—Cálmate de una puta vez, hermosa. Te estoy haciendo un jodido favor por adelantado. Mejor que consigas sacar esta mierda fuera de tu sistema ahora. — Se rió—. Adelante. Trata de darme patadas en las pelotas. Nada como una lucha real para llegar a la verdad.
Me retorcí en sus brazos varias veces más. Luego aflojé de nuevo, dándose cuenta de que mi cuerpo estaba tan jodido que no quería pasar más tiempo luchando. No podía reunir la voluntad de gritar, de arañarla, y menos aún de llorar.
—¿Qué pasa, amor?
—Me preguntó después de un minuto de calma.
—Estás tomando esta mierda mejor de lo que pensaba. ¿Son todos los demonios que tienes en esos bonitos huesos? O podría ser que tal vez sólo tal vez, casarte con mi culo no es una sentencia de muerte.
¡Bastarda! La imperiosa necesidad de escupir, morder y
apuñalar estaba de vuelta, pero me mantuve bajo control. Apenas.
—Nunca voy a ser tu mujer —le dije con frialdad—. Adelante y finge. Úsame como un peón en este enfermo puto negocio del que nunca pedí ser parte. No sé cuál es tu problema con mi papá, pero no es el mío. Si vas a herirme, violarme, retenerme en contra de mi voluntad… entonces es todo cosa tuya.
Esperaba que gruñera, tal vez que me abofeteara en la cara. No esperaba más de esa viciosa oscura risa gruesa tronando en mis oídos.
—Haz lo que quieras, niña. Eres mi nueva mujercita, hayas interiorizado esa mierda o no. Me importa un carajo si quieres luchar y decirme la chica mala que soy. Me casé contigo porque no quería que nuestros niños crecieran como bastardos.
Me faltaba el aire. ¿Niños? ¿Este loca estaba realmente hablando acerca de tener un bebé conmigo?
—Espero que saques esas jodidas lágrimas de tu sistema pronto, mascota. No van a retrasar absolutamente nada.
—¿De qué estás hablando? ¿Retrasar qué? —Espeté.
Santana me tiró contra su pecho, esta vez con más fuerza. Su mano bajó por mi lado, presionando mi ceñido suéter. No se detuvo hasta que su bruta mano dio una palmada en el muslo, dándole un posesivo apretón. Un peligroso calor me inundó, la rabia y el deseo se mezclaron en la danza que despreciaba. Me dio mi respuesta antes de abrir la boca de nuevo. No. Ahí no. ¡Por favor!
—Vas a hacer tus putos deberes como una buena esposa, al igual que haré el mío, tu legítimamente esposa. Tenemos ciertas tradiciones que respetamos aquí, Brittany. Mierda, significa más para mí que respirar. Vas a darte cuenta de eso rápido.
—Suspiró, con silbidos caliente, el deseo gutural en mi cuello, deteniéndose justo antes de estampar sus labios en mi piel.
—. Nada va a detenerme de joder tu cabeza, amor. Nada. Este pequeño contrato me da todos los derechos y privilegios que una esposa merece, y no estoy tomando esa mierda por sentado. Puedes quejarte todo lo que quieras, pero en algún momento, en las próximas veinticuatro horas, estaré hundiendo mis bolas dentro de tu pequeño y dulce coño. Aunque pienses que soy un fenómeno. Entonces vas a entender. Una vez que tengas esta polla en ti, nunca serás capaz de imaginar otra, especialmente, ningún miserable que no sabe una mierda de la sangre, el sexo o la tinta como yo.
¡Mierda! Me quedé mirando profundamente a los ojos, buscando, preguntando si esto era toda una broma de algún bastardo enfermo.
Había diversión en sus ojos, pero no fue insignificante. La apuesta psico que me sostenía era muy seria. Traté de mantener la respiración. No fue fácil cuando la lujuria era insoportable a mi cólera, una pieza implacable, con la mano tan cerca de donde brotó y dolía. Venía desentrañado allí mismo, deseando a una mujer que llenó mi corazón con total desprecio.
Se impulsó a distancia en un movimiento áspero, desplomándome de nuevo, arañé la silla para apoyarme. Me sorprendí a mí misma y me quedé de rodillas.
—Te voy a dar el día para que te acostumbres a esta casa y mantengas la cabeza centrada. Seca esos ojos brillantes —dijo, dando un paso a distancia y apuntándome con el dedo. —Esta noche nena, será sólo tú, yo y una cama. Bienvenida a tu puta luna de miel.
Nunca supe cuánto tiempo me quedé allí. La puerta se cerró y me quedé con la cabeza contra la piel, por un buen rato. El estómago estaba revuelto, la cabeza palpitaba y mi corazón rasgado en pedazos. Jesucristo, papá. ¿Qué has hecho conmigo? Estaba empezando a odiar a mi propio padre peor que Santana y sus enfermas promesas. ¿Era realmente más importante la empresa familiar que su propia hija? Tenía que tener una idea de a lo que me había arrojado.
Imbécil. Mi cerebro quería que alguien pagara, alguien que tomara mi odio y enojo. El valiente frente al que me aferré, había desaparecido a la mañana. Todos ellos. ¿Qué demonios hacía luchando porque me enviaron a las garras de esta animal sin ni siquiera una explicación de por qué?
Firmó los papeles él mismo, fue junto con el esquema de Santana para decirle al estado que apenas estaba competente, falsificó mi firma para renunciar a mí, ¡mi propio maldito padre! Mi estómago se revolvió. Me puse de pie, obligando al mundo a un acuerdo. Me prometí que no importa lo que pasó, no iba a vomitar. No iba a dejar que todo este mal llegara a la cabeza.
Por primera vez, vi en mi entorno, la forma en que llegué aquí: Busqué un escape. No podía depender de la familia, la sangre o de la riqueza. Tenía que alejarme de ella, y tuve que hacerlo.
Enderecé mi ropa e ignoré la tensión anudar mis intestinos. Caminando por la casa, evité los sirvientes lo mejor que pude. Había sólo unos pocos limpiando, inclinados sobre las plantas y los mostradores en diferentes habitaciones, haciendo diligentemente su deber.
Los que admiraban murmuraron con timidez algo que sonaba como el ruso, y me hicieron caso, ya que volvieron a sus funciones. A nadie le importaba que estuviese aquí. A nadie, excepto mi traidor padre y la bestia que merodeaba esta finca.
Si pudiera evitar a los dos, entonces tal vez tendría una oportunidad. Caminé la planta principal completa, más de diez mil pies cuadrados, mirando a través de varias habitaciones. Las puertas principales que daban hacia el hermoso jardín, estaban todas selladas, atornilladas y armadas con un sistema de seguridad cuya advertencia parpadeaba cuando agarré la manija.
Tiene que haber otra manera… siempre hay. Estaba esperando por mi justo fuera de la gran cocina. Había una despensa enorme y un congelador con una puerta que daba a un pequeño muelle de carga exterior. Un joven flaco me saludo. Esta característica me pareció extranjera, y dudaba de que sabía inglés.
Decidí probar a estos campesinos y ver si me detenían. Observó claramente que me dirigía a la puerta. El hombre levantó la vista una vez, olió, y volvió a descargar el camión con otro hombre mayor, que además no mostraba mucho interés mientras caminaba a lo largo de su rampa, salta hacia abajo en la acera en el punto más bajo. Tomé las cosas con calma hasta que el camión estaba detrás de mí. Entonces quité los pernos para los jardines, lanzándome a través de los enormes setos recortados y sobre parcelas de piedra de flores y musgo. Estaba oscuro, una temprana tormenta de lluvia se posó por encima, trayendo la tarde más rápido de lo habitual. Debí haberme quedado dormida o desmayada después de su grotesca sorpresa. Menos mal. Si pudiera conseguir salir a través de estos jardines, más allá de la espesura del bosque, sería libre por la noche, libre antes de que llegara arriba para destruirme con su loco deseo y bordes duros que no podía resistir.
¡Nunca! Me prometí. Nunca dejaré a esa cruel bastarda tatuada torcer su cuerpo desnudo alrededor del mío. Nunca voy a ceder, nunca perderé la cabeza otra vez como anoche… La última. Maldita. Noche. La memoria implacable forzó a mis rodillas a trabajar más rápido. Me precipite a través de los jardines, por el camino de adoquín ordenado que conduce hacia el bosque. Había una puerta más para destrabar, luché con ella en un tiempo récord, y entonces era libre. Libre. Aspiré la tardía noche de verano, llenando mis pulmones con el reconfortante calor. Justo antes de entrar en la densa vegetación donde terminaba el camino, me detuve. El bosque era denso, mucho más oscuro dentro de los matorrales. Las ramas gruñeron. Esta finca fue parte de la ciudad— supuestamente—pero debió haber sido en las afueras, cerca de los cotos donde el glamour urbano dio paso al movimiento de los suburbios y tranquilad del campo.
Dudé. No estaba hecha para desgarrar a través de millas de bosques densos, especialmente por la noche. Aparte de unas cuantas caminatas en los rodantes Apalaches durante unas raras vacaciones con mi padre, nunca había estado realmente en el desierto. Genial, el invernadero de la ciudad limpio y jardines de lujo eran lo más cerca que normalmente llegué a estar de la naturaleza. Está bien. Tienes que hacer esto. Encontrarás tu camino. La gente se ha impulsado a través de la naturaleza durante tiempos desesperados durante miles de años. Tú también puedes. Nunca tuve una segunda oportunidad para tranquilizarme.
La figura de negro que me agarró y me empujó al suelo fue tan rápido que al principio pensé que era Santana, lista para arrojarme en la mierda tan profundamente que nunca saldría.
El hombre cubrió mi boca, ahogando mi grito. No, este hombre estaba en una máscara, y tenía un compañero con él. Estaban vestidos como comandos SWAT. Armadura y camuflaje negro, todo forrado hasta las pequeñas ranuras donde sus ojos miraban hacia fuera, llevaban todas las marcas excepto los enormes rifles que había visto en las películas.
—Tranquila, Señorita Pierce —susurró el hombre—. Estamos aquí para sacarla bajo las órdenes de su padre.
—Ven con nosotros —dijo el segundo hombre, extendiendo una mano—. Todo esto habrá terminado en poco tiempo.
Cuando él me tiró hacia arriba, miré al cielo oscureciendo, luego de nuevo a la puesta de sol sobre la enorme finca. El alivio inundó mi corazón, mezclándose con una nueva inquietud. ¿Podría realmente ser tan fácil? No quería creerlo. Los comandos me llevaron profundamente en el bosque.
Estaban frustrados por lo lento que iba, parando para subir con cuidado sobre todas las ramas nudosas y la corriente fangosa. No estaba vestida para esta basura en absoluto. Podría haber jurado que estaban impacientes, como si tuvieran un horario que cumplir, pero no dejaba de pensar que tenía que ver con querer sacarme lo antes posible.
Más tarde, se detuvieron en un pequeño claro para que pudiera alcanzarlos. La luz de la luna nueva brillaba hacia abajo entre los árboles, pintando todo en otro resplandor de tiza mundano. Estaban apiñados juntos cuando finalmente me acerqué, a sólo unos pies más para ir.
—Este es un buen lugar —Oí decir el alto a su compañero más bajo—. El GPS dice que estamos en la parte más densa. No hay casas o calles por millas. Nadie alrededor.
—Oye, ¿chicos? —Levantaron la vista cuando grité.
—. No necesito un descanso. Podemos seguir moviéndonos si ustedes piensan que es sabio. Soy lenta, pero no estoy cansada. Lo que sea. Ellos no necesitaban saber cómo realmente estaba de agotada. Sólo quería largarme de este lugar y olvidar todo sobre el monstruo llamado Santana.
También me sorprendió que por primera vez en mi vida, papá había cambiado de opinión. No me había tirado al lobo feroz para siempre. No debería haber dudado de él. Por supuesto él vendría por mí, y él tenía. El lobo me había mordido, sí, pero no dejaría que me tragase entera.
—Vas a estar en casa y libre antes de darte cuenta, Señorita Pierce. Ahora, si tan sólo da un paso atrás por un momento...
Detrás de la calma expresó un comando, el intruso estaba jugando con algo en sus manos. Me incliné hacia delante y sentí que mi sangre se enfrió cuando vi que era una pistola. Estaba atornillando algo en la punta, un tubo largo y negro.
Debe haber sido un silenciador. No estaba segura de por qué me acordé eso de las tontas películas de espías que examiné para el papel de la Escuela Secundaria. Cuando lo hice, mi corazón se detuvo, y el mundo adquirió un resplandor surrealista.
—¿Qué está pasando, chicos? —susurré, cruzando mis brazos para protegerme contra el frío repentino—. ¿Estamos en peligro? Ninguno de los dos me respondió.
El hombre alto entrecerró sus ojos hasta que quedaron sólo pequeñas hendiduras en su máscara. Dio un paso adelante, me tomó por los hombros, y comenzó a arrastrarme hacia atrás a través de la suciedad. ¡Mierda! No podía haber estado más equivocada. Estos hombres no fueron enviados a salvarme del lobo—ellos eran las bestias, los monstruos, las cosas en la oscuridad que me quería muerta.
Grité y golpeé contra sus hombros, lastimando mis puños contra su dura armadura.
—¡Sujétala contra el árbol! —gritó el hombre bajo—. Esto tiene que parecer un accidente. Toda la misión se joderá si López consigue un olorcillo de que alguien más estaba aquí... No fue el dolor de la trituración del hueso quemando en mis nudillos lo que causó que dejara de golpear contra él, o la posibilidad totalmente desesperada de un agrietamiento a través de su armadura como una frágil cáscara.
Me detuve porque estaba girando por la confusión, tristeza, traición. Esto tenía que ser un error. ¡Tenía que ser! ¿Por qué me mataría mi propio padre?
—Eso es bueno —gruñó el hombre bajo—. Dame un tiro limpio a mi señal. No quiero hacerlo de nuevo. Puedes dejarla ir. No importa si ella se escapa y corre. Tal vez eso sería más natural.
—Ah, mierda, —dijo el hombre alto, sosteniéndome con indiferencia.
—. Vamos a acabar con esto aquí. No puedo soportar el llanto de esta perra. ¿Estás listo?
—Sí... —El otro hombre se aclaró la garganta.
—. Listo en tres. Uno... dos...
—¡Tres! —Una tercera voz rugió a varios pies de distancia, y luego todo fue ahogado en un tiroteo explosivo. El hombre bajo apenas soltó un grito antes de que cayera al suelo. El hombre alto giró, me soltó, sacando su brazo lateral y mirando fijamente en la oscuridad. Otro disparo lo clavó entre los ojos.
Me estrellé contra el suelo, grité, y me sacudí, capturando varias gotas rojas nebulosas en mis manos mientras se desplomaba muerto a mi lado.
Quién más que Santana salió de la maleza un segundo más tarde y los dos hombres que me había tomado en la casa la noche anterior a su lado.
—Gran tiro, S.
—Puck tocó su bolsillo y sacó un cigarrillo, sacudiendo el encendedor cerca de sus labios. Allí esperó con el otro hombre, Finn. Nada desaceleró a Santana. Ella seguía avanzando, totalmente furiosa y dando pasos, llegando justo a mí.
Pasó por encima del cuerpo del hombre muerto, dándole una patada con su zapato.
—Putos bastardos descuidados. El viejo Pierce no debería haber escatimado en cascos si quería el trabajo bien hecho...
—Oye, jefa. Mira esto.
—Finn sacó la pistola del hombre bajo de la tierra y la sostuvo en alto—. No he visto un perno así desde Grozny. Un montón de humo y espejos en esa ciudad, y un montón de accidentes terribles también. El matón de Santana hizo un ruido. No podía decir si era una tos o una risa. Tal vez un poco de ambos. Mi captora se estiró y recorrió el arma de las manos de Finn. La levantó, girándola para su estudio por debajo de la luz de la luna.
—A alguien allá arriba le debes gustar mucho, Brittany. Aquí abajo también. Si hubiera sido un par de segundos más tarde...
—Miró hacia arriba, encontrando mis ojos, y luego arrojó el arma en el suelo—. No está hecho para un tiro limpio. La maldita cosa habría disparado un pesado cerrojo para romper tu lindo cráneo, como un animal para el matadero.
—Ellos mencionaron algo sobre hacer que parezca un accidente. —Mi voz era extrañamente tranquila para ser una sobreviviente de una muerte cercana. Debería haber estado rebelándome teniéndola cerca de mi tan pronto, pero supongo que mis intestinos estaban muy ocupados retorciéndose, picando con la traición de mi padre. ¿Había estado equivocada sobre el verdadero monstruo desde el principio?
—Sí. Ya sea que te mataba al impactar o simplemente al salir, la mierda te habría rematado con una pesada roca, o boca abajo en un arroyo. La Diosa de la Fortuna simplemente nos dio un beso como una perra en celo y envió nuestros culos aquí a tiempo.
Me miró durante un minuto completo mientras sus hombres arrastraban los pies alrededor de los cuerpos, mirando fijamente en mi alma. No podía decir si estaba consumida por la ira o simplemente aliviada de que estaba a salvo. Diablos, no estaba segura de cómo sentirme todavía. ¿Cómo podría seguir conociendo que mi propio puto padre casi extinguió mi vida? ¿Qué tenía para regresar, para luchar, después de esto?
La comprensión mordió profundamente, inyectándome con veneno puro. Comenzó como los temblores que una persona obtiene durante una mala fiebre. Empecé a temblar, cruzando mis brazos alrededor de mí, húmeda por primera vez en la noche sofocante. El calor no disuadió a Santana ni un poco. Ella se arrastró hacia adelante, extendió la mano, y me tiró dentro de su alcance. Exploté, enterrando mi cara en su cuello, lloriqueando como un bebé.
—Calma tu dulce culo, bebé. Vas a estar bien.
—Se inclinó y besó mi frente, lo que sólo me hizo llorar más fuerte.
—. Mierda. Normalmente, broncearía tu piel cruda por salir corriendo y casi conseguir matarte. Sin embargo, creo que has aprendido tu lección de una puta vez. Nunca me dejes otra vez.
Miré hacia arriba, secándome las lágrimas y encontrando sus ojos oscuros. La lujuria, ira, tristeza irradiaban allí, espejos de las mismas emociones que marcaron mi alma desde que llegué a este lugar.
—No lo haré —dije las palabras y sentí que ondulaban en mi cabeza una y otra vez, desapareciendo después de la gran conmoción
¿Era yo hablando realmente? ¿Yo, la misma chica que había hecho todo en su poder para huir de esta mujer bruta hace apenas un par de horas?
—Malditamente correcto. Vamos. Volvamos a la casa y a limpiarte.
—Me llevó lejos, deteniéndose sólo brevemente para susurrar unas palabras a sus hombres.
—Limpien esta mierda de la manera en que normalmente hacemos. Guarden los parches en sus kevlar. Si el viejo Pierce viene golpeando, vamos a dejar a su estúpido culo saber exactamente lo que pasó con sus muchachos. En este momento, estoy más interesada en lo que va a pasar con su hija.
Seguimos caminando. La mano de Santana se deslizó más bajo, alcanzado mi culo, y me dio una nalgada cuando estábamos casi fuera del claro.
El sedán oscuro que nos recogió antes estaba esperando. Me sorprendió, pero ni la mitad del golpe seco en mi trasero. Me detuve, la miré en la oscuridad, tratando de no colapsar de nuevo.
—¿Qué? —gruñó en la noche—. ¿Esperas que sostenga tu pequeña mano mientras te arropó en esta noche como una princesa? Eres mi esposa, bebé, y has sido mala.
Parpadeé, confundida. Mi temor e incertidumbre volvieron en un santiamén. Justo cuando ella había aparecido como una salvadora también.
Santana dio un paso adelante, la mandíbula apretada, lista para desnudar sus dientes. Se extendió para coger mis dos muñecas y me tiró hacia ella de nuevo, lanzándome contra su pecho mientras estábamos de pie al lado del coche oscuro.
—Nos vamos a casa, mascota. Nada de lo que pasó aquí esta noche cambia una mierda. Si te hace dejar de luchar jodidamente duro, entonces está bien. De cualquier manera, no he alterado los planes que puse esta mañana. Tan pronto como estemos en casa, te arrastraré arriba y joderé ese coño virgen. Has intentado escapar y la cagaste. No esperes comodidad. No esperes nada más que mi pene entre tus piernas y las manos todas sobre ti, mostrando que estas en lo correcto, mostrando a quién le importas. ¡La única idiota en el mundo que lo hace ahora!
Su voz se volvía más caliente y más enojada por un segundo. La punta de su lengua salió y se lamió los labios, como una depredadora que prueba sus dientes.
—Nunca pedí esto —dije con frialdad, luchando en sus manos. Enmarañada, apretó los puños. Tirando de mí, me sostuvo contra su torso, me sostuvo hasta que dejé de retorcerme.
—No juegues a la sabelotodo conmigo, Brittany. Lo único que ha cambiado esta noche es que por fin estamos en la misma página. Has descubierto a un idiota viejo sanguinario, la misma maldita cosa que cada López ha conocido ya que tuvimos que hacer frente a tu jodida familia. No llores sobre él. No voy a dejar de hacer nada que mantenga tus piernas cerradas un solo puto segundo más de lo necesario. Tomaré esa cereza, Brittany, esta noche... y nada va a interponerse en mi camino.
Sus palabras rompieron en un siseo. Sus caderas se
sacudieron contra la mía, haciéndome temblar con sus bombas rítmicas. Jadeé cuando sentí la cresta dura que había llegado casi hasta su estómago, una erección hinchada tan enojada como el resto de ella, preparada y lista para cumplir sus promesas desagradables.
¡Dios! En realidad no hay vuelta atrás, ¿verdad? ¿Por qué no me siento aterrorizada? Sin decir una palabra, ella me dio la vuelta y llevó la mano suavemente en la parte posterior de mi cabeza, bajándola hacia abajo mientras tiraba de la puerta abierta del pasajero.
—Entra. Nos vamos. Mis chicos tendrán apoyo aquí en un rato para llevarlos a casa. Sólo estoy esperando tu culo esta noche, y no por mucho más tiempo.
Se metió en el asiento del conductor, un segundo después. Una mano encendió el motor y la llevó al volante. La otra, se quedó en mi muslo, dando un buen apretón cuando presionó el acelerador. La tensión en el corto trayecto de vuelta era denso, asfixiante, todo sexo, odio y horror. Yo estaba a punto de ser violada por una diabla y demonio absoluto y no había forma de detenerla.
En el fondo, el fuego latía cada vez que la imaginaba tirándome abajo en esa cama enorme y rasgándome. Sudor. Dolor. Deseo. Me vi apretando las sábanas y tratando de luchar. Pero la batalla se perdió la noche anterior, y hoy, el resto de la guerra. Contra toda cordura, la deseaba. Y me hizo sentir enferma. Nunca lo admitiría en su cara, nunca como una chica Pierce, cualquiera que sea el infierno que se supone que pase, pero esa parte retorcida que me negaba a reconocer no miente. La misma parte de mí que casi le había dado todo la noche anterior, se quemó cien veces más fuerte apenas veinticuatro horas después. Me preguntaba seriamente si yo estaba perdiendo la cabeza. Si se estaba desintegrando, entonces ella estaba allí para recoger los pedazos, para darle forma y moldearlos, cogerme de nuevo y juntarlos. De vuelta a casa, ella se detuvo en la enorme puerta de entrada bajo el dosel y se dirigió a la puerta.
Me temblaban los dedos cuando desabroché mi cinturón de seguridad. Un tirón hacia arriba y yo estaba en sus brazos de nuevo. Santana se negó a dejar que mis pies tocaran el suelo hasta que estuvimos arriba, me lanzó por encima del hombro como un gatito travieso. Siempre me ha llamado mascota. ¿No era eso todo por lo que estaba con ella? ¿Para todo el mundo? Ya fuese que estuviera sirviendo a esta bestia o mi padre idiota, siempre di por sentado estar obligada a hacer lo que alguien más me dijera. No quería ser su maldita mascota. Si iba a llevarme, quería ser su amante.
Las sorpresas siguieron llegando, pero nadie podía quitarme cómo las manejaba. La puerta de la habitación principal se cerró de golpe. Mi señal para empezar a golpear sus hombros. Y me refiero a realmente golpearlos, tratando de hacer daño, aunque fuese un poco. La confusión movió mis puños más que cualquier otra cosa. Estaba enojada porque estaba pasando tan jodidamente rápido, y ni siquiera estaba segura de sí la quería. Luego rozó su pierna entre las mías, una llamada más caliente y cachonda que nunca gritó en mi cabeza. Deja de luchar contra ella. Enfrenta a la tormenta por una vez. Santana parecía más molesta que otra cosa. Me agarró por la espalda, lanzándome en la cama cuando llegamos a la habitación. Sus manos se engancharon alrededor de mis muñecas, aplastándolas en el colchón, agitando mis brazos. Dejé de luchar. Sólo respiraba, enrojecida, odiando las lágrimas frescas que pinchaban mis ojos.
—¿Qué carajos te pasa? ¿Todavía estás molesta por tu viejo?
—¡Estoy molesta porque estás haciendo esto! Estás tomando lo que quieres y no tengo nada que decir al respecto. La historia de mi puta vida.
Aflojó su empuñadura, aunque sólo fue un poco. Santana me miró de arriba abajo, sin duda tratando de controlar la fuerza debajo de su cinturón, moviendo la cabeza.
—Tienes toda la razón, nena. No hay nada que detenga esto, lo mismo que dije antes —gruñó, empujando el aliento caliente contra mis labios, peligrosamente cerca y tan condenadamente caliente. Sus palabras tranquilizaron mi cuerpo, pero no mi cabeza. —Lo que no entiendes es la forma en que estás torturando mi culo también. ¿Crees que esto es todo rosas para mí, perdiendo mí jodida mente cada hora desde que te tomé de ese punto de entrega en el gueto?
—Tomó mis manos y las apretó de nuevo, con fuerza.
—No me importa. Haz lo que vayas a hacer. Nada más importa s...
—Mi cabeza goleó de lado a lado, con el deseo tan fuerte de que pudiese hundirse en el suelo, ajena a cualquier otra cosa que mi vida infernal tenía reservado para mí.
—Esto se supone que se tratara sobre el puto viejo Pierce —gruñó. —Se suponía que debía tomar tu coño virgen como la animal que soy y disfrutar de la sangre en mi pene. Se suponía que debía lamer tus putas lágrimas y que me encantara, como si fuera una rusa blanca con la más suave mierda que una mujer puede tirar por la garganta. ¡La venganza se supone que es jodidamente fácil y no lo es!
Tomó una mano fuera de la mía y dio un puñetazo en la cama junto a mí. La fuerza me hizo saltar.
—¿Cómo puedo pensar que eres tan condenadamente indefensa, impotente, nena? Envenenaste mi sexo con tu borracho culo la primera vez que puse un dedo encima de ti. Sí, por supuesto que lo que quería era abrirte y dejar mi polla divertirse en esa raja caliente y húmeda que tienes entre las piernas, mostrándote todas las formas en que tu apretado cuerpo estaba destinado a cogerme cuando lo reclamara..
Cristo. Ella no puede estar hablando en serio. Ninguna persona me había llamado hermosa. Bueno, por supuesto, no me había llamado así, era demasiado civilizado para ella, pero en realidad lo había dicho a su propia manera oscura.
La misma maldita manera que goteaba lujuria, me desea como nunca nadie lo había hecho. La loca expresión torcía su cara diciendo otra cosa. Su agarre se aflojó en la otra mano. Me quitó las manos de encima. Se pasó una sobre su rostro, a través de su pelo, ojos brillantes como estrellas chispeantes después de que la palma de su mano pasó sobre ellos.
—El problema es que me importa una mierda esas lágrimas que corren por tus mejillas. Puedo follarte y satisfacer esta polla mientras tus ojos brotan hacia fuera, sí, pero no voy a disfrutar jodidamente de ella. Quiero que quieras esto. Necesito que me folles como mi esposa en lugar de obligarte como a una maldita puta por algún contrato.
—Santana dejó escapar un largo gruñido entre dientes mientras enganchó sus caderas a la mía y empezó a oscilar. En primer lugar, la ira surgió. ¿Cuáles eran estos juegos mentales de mierda? ¿Se supone que iba a sentir pena por ella?
—¡Estás loca! —Gruñí, aplanando las palmas de mis manos contra su pecho. Se movía más rápido, más fuerte, nivelando su cresta perfectamente entre mis piernas.
—No, amor, y eso es suficiente mierda fuera de ti —gruñó, tratando de alcanzar mi pelo, empuñándolo y tirando de mi cabeza—. Sólo una puta cosa será una locura, es mi pene si no hundo mis bolas profundamente en tu interior durante la próxima hora.
Sus ojos se estrecharon. Yo quería zafarme, abrazar el horror que debería haber estado sintiendo, pero en vez de eso, mis ojos estaban fijos en los suyos, que brillaban a través de mí.
—No sé si creo en el amor a primera vista —susurró—. Tal vez en la primera cogida.
La poca resistencia que todavía había en mí se desvaneció al instante en que su pene golpeó mi clítoris a través de nuestra ropa. Mi cuerpo respondió con fuego, por lo que tenía que preocuparme ahora. Cada parte se enredó, eléctrica y salvaje. La hija de puta me hizo sentir más viva cuando fundió su pene contra mí, más de lo que había sentido en los años de mi antigua vida. ¿Cómo diablos lo hizo? ¿Qué me estaba haciendo? La odiaba. La necesitaba. Pero odiaba más a mi padre, el bastardo real que me había traicionado de una manera que nunca podría perdonar. Las lágrimas se detuvieron. La cama crujía debajo de nosotras mientras se mecía y se balanceaba, con los ojos cerrados, golpeando sus caderas más duro hacia las mías, haciéndome sentir cada vibración.
Lasciva, sexo provocativo golpeó mi cerebro y se hizo cargo de todos mis pensamientos. Me la imaginaba llegar hacia mí con nada entre nosotras. Todas las posibilidades de inmundicia me golpearon de una sola vez. Santana arriba, detrás de mí, mis piernas abiertas y enganchadas alrededor de su culo, tirando de ella más y más profundamente mientras me mantenía presionada, gruñendo y liberándose dentro de mí.
—¡Mierda! —Me atragantó y agarró las sábanas. Dios me ayude, mis caderas se sacudieron en respuesta. Mis piernas la rodearon, en un enganche apretado, todo lo mejor que pude para arremeter. Se prolongó durante otro minuto antes de que se moviera, empujando sus brazos alrededor de mi cabeza, elevándose más fuerte contra mí. Sus manos se deslizaron por mi espalda, levantando, empujando mi cara a un lado buscando un beso.
El aroma de su boca era puro fuego en la mía. Me chupó con avidez con su lengua, gimiendo de necesidad. En ese momento, una emoción estaba confinada en la mano superior, y había otros deseos con certeza, sin lugar a dudas. Sólo quería un poco de control, incluso un poco, sólo uno pequeño, una diminuta chatarra.
Por debajo de todo, la rabia quemaba, inseparable de la lujuria. Necesitaba hacer que alguien pagase por todo esto, haciendo que me enfrentara al huracán Santana, desgarrándome en partes, con cada golpe, cada beso, cada dedo torbellino…
Sólo había una manera de aceptar. Al follar a Santana, estaba follando sobre mi idiota padre. O si no, estaba ya muy lejos, arrastrada por su lujuria, que no podía pensar en otra cosa excepto, follarla. Su respiración se hizo más rápida en mi boca, sus besos más difíciles. Me incliné hacia arriba, subiendo su cuerpo, lanzando mis manos alrededor de su cabeza y arañando su cuello. Santana chupó mi labio inferior y metió su lengua contra la mía, dentro y fuera, un adelanto de todo lo que venía. Los últimos restos vírgenes en mi interior calentaron la cereza roja con vergüenza.
La agarré, profundizando mi beso, sacudiendo el malestar de la mejor manera que sabía. Esta noche, su tiempo había terminado. La vieja Brittany era un fraude, un títere, un fantasma. Ella se tenía que ir, y lo mismo hizo con todos sus problemas, enterrados en la tormenta cegadora de mi primera noche con Santana. Gruño para respirar, Santana se retuerce, rompiendo el beso para recibir el preciado aire. No me había dado cuenta de lo mucho que lo necesitaba hasta que me estaba tragando mis propias respiraciones agudas.
—Joder, nena. ¡Joder! —Ella negó con la cabeza, encendiendo el fuego en sus ojos en mí una vez más—. Quítate esa maldita ropa. No tenemos que preocuparnos de lo que hay detrás de nosotras o lo que viene después de esta noche. Has estado jodida en estos días, lo tengo.
Permíteme hacer todo lo mejor con la única terapia que necesitarás siempre...
No me preguntó de nuevo. No lo necesitaba. Ella sólo tomó lo que quería, enganchando los dedos en mis vaqueros y tirando con fuerza. Saliendo, deslizándose por mis piernas y el cinturón con ellos. Cuando vio mi ropa interior, maldijo de nuevo.
—¡No me jodas! Tan húmeda como un puto río. Buena chica. Buena chica.
Sus palabras hicieron eco en mi cabeza y me sacudieron un poco cuando ella tomó mi montículo, dándole el mismo apretón dominante como la noche anterior.
Excepto, este apretón era más pesado, más duro, todo el placer agudo se disparó en mi cerebro. Lo que no fue igual a la última noche, fue cuando se detuvo al tener su dedo en mi coño. Íbamos mucho más allá esta noche, más de lo que un hombre y una mujer pudieran.
Si sobrevivía, entonces yo iba a salir de la vorágine convertida en una nueva mujer. Brittany, no Brittany la débil. Prefiero ser una puta para esta lunática que una virgen torpe que deja que el resto del mundo a su alrededor la sacuda.
Santana se tornó en una depredadora pura y torció su cuerpo. Se movió contra mí, arrancando la camisa, luego desenganchó el sujetador. Su cara de paloma miraba directamente hacia mis pechos desnudos, sus duros pezones resplandecientes, el objetivo desnudo aumentaba la energía insaciable dentro de ella. Los dedos, los labios y los dientes rodeaba mis puntas. La sangre fluía por mi cabeza cada vez que encendía, probaba y enrollaba mis pezones, casi me desmayé. El fuego estalló en mis extremidades, tirando de mis nervios. Mis piernas respondieron envolviéndola apretada alrededor de ella, animándola, volando la bandera blanca con mi humeante piel hambrienta.
Tómame, Santana. Bastarda, bruta, salvadora… lo que sea que eres, toma lo que has reclamado. Hazme olvidar todas las lágrimas esta noche. Hazme olvidarme a mí misma. Hazme olvidar todo. No debería haber tentado al destino con tales pensamientos apasionados. Esta mujer no era la tipa que aceptaba tomaduras de pelo, y ella me recordaba cada vez que sus manos y su boca trabajaron mi carne ansiosa. A pesar del aire acondicionado, la humedad aumentó, o tal vez era sólo el deseo salvaje. Las sábanas se empaparon con nuestro sudor antes de que ella comenzara a besar mi vientre hacia abajo, mirándome como una loba cuando su rostro se hundió entre mis muslos. Llegó a mi culo, tirando de mí hacia sus labios.
Chupaba y lamía mi terciopelo mojado resbaladizo tan furiosamente como ella me había besado, hambrienta por mi sabor. Su lengua lisa encontró mi clítoris, hurgando rápidamente, enviando fuertes oleadas. Fuego de precisión hecho para dividir mi mundo en dos, llegó en cada lamida, y no pasó mucho para enviarme por encima del borde.
—¡Santana! ¡Joder!
—Robé sus palabras sucias cuando mi cuerpo se convulsionó. Yo había terminado de hablar como una chica virgen. Hablar como una mujer era mejor, una mujer que no tenía miedo a escupir ya los arañazos y juramentos en el éxtasis sacudiendo la separación. Escucharme gritar su nombre la llevó más salvaje. Dos dedos rígidos me forzaron a abrirme, tanto como mi raja virgen lo permitía. Su lengua lamió subiendo y bajando, en el fondo, en cualquier lugar y en todas partes que tenía una terminación nerviosa unida a mi clítoris.
Grité en andanadas cortas fraccionadas. A continuación, el éxtasis al rojo vivo se hizo tan fuerte que no podía bramar nada en absoluto. Reclinada, dejé que las olas chocasen sobre mí, pellizcando mis piernas apretadas alrededor de sus hombros mientras me devoraba.
Me estaba viniendo aún, todavía jadeando por aire cuando ella gruñó y se levantó. Mis piernas desesperadas temblaban bajo sus manos, mi piel hormigueaba mientras viajaba por mis curvas, trazándome.
—Tienes una jodida boca sucia en esa cara dulce. No habría creído que eras virgen si no tuviera garantías.
—. Se quitó la camisa mientras mis ojos se peleaban por estabilizarse.
—. ¿Estás lista para matar a esa chica buena que tu jodido padre siempre quiso que fueras? ¿Matarla con esto?
Dios, leyó mi mente. Y ella lo decide también, abrumándome con el deseo, el almizcle y el calor. Su gruesa erección frotó mi raja desnuda, oculta sólo por su pantalón. Las manos de Santana se trasladaron a su cinturón y comenzó a bajar sus pantalones antes de contestar. ¡Sí, sí! Sácala de su miseria, Santana. Un mal, estropeada esposa necesita una mujer igual de mala. No importa cómo lo intenté, no podía reunir el valor para decirlo a la cara. La tímida vieja Brittany no estaba muerta hasta que ella la sacó fuera de mí.
Solo me estremecí y asentí, los pensamientos insanos me atraparon. Era extraño estar aquí en este momento, presa bajo sus músculos tatuados tan pronto, después de que casi había muerto virgen en el bosque. ¡Y qué cárcel! Su tinta torcida sobre toda su piel es una locura, escalofriante, gloriosamente extravagante.
CONTINUARA..................
PD. DEJEN SUS COMENTARIOS. QUE LES PARECIÓ, MUY FUERTE???????
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Orale!!!!!
A mi me encanto....
El padre de britt es un bastardo por vender a britt por una deuda...
Aunque... puede que en algun momento aya algo pocitivo o ya lo ubo jajaja
A ver como sigue!!!
A mi me encanto....
El padre de britt es un bastardo por vender a britt por una deuda...
Aunque... puede que en algun momento aya algo pocitivo o ya lo ubo jajaja
A ver como sigue!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Hola por favor te vengo a pedir que me pases todos los links de la saga de after... el 1 libro se llama obviamente after y lo busque acá pero no me aparece serias tan amable de pasarme los links de toda la saga
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Me gusta mucho, no tan fuerte, es decir la forma en que San llego a la vida de Britt no fue para nada buena, sin embargo tampoco es que Britt desprecie del todo a la morena, creo que es mas a la situación porque aunque no le guste se siente atraída por ella.
Y bueno que de decir del señor Pierce hacer negocio con su hija, un asco. Aunque falta saber como es que se dieron las cosas.
Mientras pues San cumplirá lo que le dijo a Britt, va a ser completamente suya ....
Y bueno que de decir del señor Pierce hacer negocio con su hija, un asco. Aunque falta saber como es que se dieron las cosas.
Mientras pues San cumplirá lo que le dijo a Britt, va a ser completamente suya ....
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Este fic es bastante fuerte pero interesante, me pregunto si santana tendra sentimientos pq aparentemente no parece, es raro verla asi, a ver como continuan las cosas entre ellas!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Creo q Santana está enamorada, o almenos eso parece (◍•ᴗ•◍)❤ me encanta... (͡° ͜ʖ ͡°)
claudia1988* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 21/08/2016
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Fuerte e interesante!! Me gusta!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
3:) escribió:Orale!!!!!
A mi me encanto....
El padre de britt es un bastardo por vender a britt por una deuda...
Aunque... puede que en algun momento aya algo pocitivo o ya lo ubo jajaja
A ver como sigue!!!
Hola, me alegra que te haya gustado, siempre uno se arriesga con este tipo de historias, pero quise aventurarme y estoy feliz con el resultado......
El padre de Brittany es un bastardo tienes toda la razon, ese viejo no quiere a su propia hija lo bueno es que Brittany cayo en las manos de Santana sino pobrecita de ella.
Bueno continuo con el final de ese capitulo o sea ellas siguen en estado HoT WanKy, y toda la cosa...
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Caritovega escribió:Hola por favor te vengo a pedir que me pases todos los links de la saga de after... el 1 libro se llama obviamente after y lo busque acá pero no me aparece serias tan amable de pasarme los links de toda la saga
Hola Caritovea una pregunta tu eres la msma que aparece como Caritovega en Wattpad??????
Bueno a la saga yo no la nombre After sino por los nombres de cada libro, creo que por eso no los encontraste.
Estan Amores Infinitos....
https://gleelatino.forosactivos.net/t22703-resuelto-brittana-amores-infinitos-finalizado
Y Almas Perdidas...
https://gleelatino.forosactivos.net/t22697-brittana-almas-perdidas-finalizado-20-08-16
y de las otras no me acuerdo ahorita pero las seguire buscando, como te menciono yo no las nombre After sino por el nombre de cada libro tal vez eso facilita tu busqueda....
Y dime que piensas sobre toda la gente que esta entrando a este foro unicamente para llevarse las historias de aqui a Wattpad. y son personas que las leen, ni comentan no se registran y mas bien se estan llevando lo poco que tenemos en el foro, mas que estan chipeando a Camren, hay historias muy buenas pero esa pareja no me atraeee. siempre Brittana para mi... Saludos....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
JVM escribió:Me gusta mucho, no tan fuerte, es decir la forma en que San llego a la vida de Britt no fue para nada buena, sin embargo tampoco es que Britt desprecie del todo a la morena, creo que es mas a la situación porque aunque no le guste se siente atraída por ella.
Y bueno que de decir del señor Pierce hacer negocio con su hija, un asco. Aunque falta saber como es que se dieron las cosas.
Mientras pues San cumplirá lo que le dijo a Britt, va a ser completamente suya ....
Gracias, me alegra que te guste por que la otra historia GP es buena pero un poco light.
Si no fue las mejores condiciones, pero menos mal que cayo en las manos de Santana y no en las manos de cualquier mafioso como el padre de Britt.
Si ese hombre es un asco,,,, ya sabremos mas de el...
Sip pronto lo sabremos.....
Asi es, Saludo, gracias por leer y comentar y pues seguimos con la escena hot Wanky en la que estabamo..... jajaj tuve que cortar ese cap. en dos.... era demasiado...
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
micky morales escribió:Este fic es bastante fuerte pero interesante, me pregunto si santana tendra sentimientos pq aparentemente no parece, es raro verla asi, a ver como continuan las cosas entre ellas!!!!
Hola , sip que es fuerte, asi lo senti yo, las otras chicas piensan que no, pero queria subirle el tono a mis adaptaciones jajjajajaja, si Santana tiene sentimientos no lo dudes jajajajajajajj, es cierto que tiene cierto amiguito que la deshubica pero veras que tiene autocontrol y por que lo que hizo tiene un porque.....
saludos....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
claudia1988 escribió:Creo q Santana está enamorada, o almenos eso parece (◍•ᴗ•◍)❤ me encanta... (͡° ͜ʖ ͡°)
Yo tambien pienso que lo que hizo es porque esta enamorada desde antes de aceptar ese intercambio....
y me alegra que te guste la historiaa.......... estaba al comienzo algo preocupada por el tono fuerte.....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
monica.santander escribió:Fuerte e interesante!! Me gusta!!!
Saludos
Sip, ajjajaj, pero estoy muy aliviada podria decirse por el hecho de que les haya gustado.
Continuamos con esta parejita pues..........
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
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Oscuras rayas como las llamas rodeaban su tórax, arriba y abajo de sus pechos esculpidos. Un águila de dos cabezas con sus picos torcidos bruscamente estaba en el centro, sosteniendo lo que parecía una familiar cresta cruzada con espadas. El lienzo que llamó a su piel no mintió, y tampoco lo hizo la pequeña cicatriz a lo largo de su mejilla: había marcado el dolor del bajo mundo en su carne, un testimonio vivo de las cosas terribles que había sufrido y de la sangre que había dibujado.
Estaba a punto de follar con una asesina, un monstruo, una mujer igual que mi papá. Excepto, esta mujer había cumplido con sus promesas, monstruosas sin embargo.
Mantuvo su palabra, tan honesta como toda la sangre que seguramente cubrió sus manos.
—¿Qué estás mirando, amor? ¿No has visto a una tipa cubierto de tatuajes antes?
Sonrió, sabiendo la respuesta a su pregunta. Disfrutaba mi asombro.
—Me gustan —susurré.
—Ellos encajan.
Se rió, finalmente, pateando los pantalones y alcanzando la cintura de su bóxer de compresión.
—Lo tomaré como un cumplido. Lo que sea, mascota. Todo lo que importa es encajar dentro de ese coño virgen dulce. Puedes curiosear todo lo que quieras cuando mis bolas estén golpeando contra tu pequeño culo. Ahora abre tus jodidas piernas finas y prepárate para esto. Toma una respiración profunda. Porque una vez que comience, no va a hacer una puta parada.
Bajó su bóxer bruscamente y los arrancó por sus piernas de un tirón. Otra patada y ya no estaban. Se enderezó, lentamente corriendo un puño hacia abajo, tomando su polla tan grande que apenas parecía humana. Lo que había palpitando en su mano era nada a la cosa dura rechoncha que había imaginado. La punta de Santana brillaba, enojada, púrpura y enorme, babeó algo resbaladizo y perlado sobre sus dedos. Se frotó con fuerza, dando un gruñido bajo, moviendo sus piernas para exponer el enorme conjunto de bolas que alimentaba su gigantesca verga.
—No te preocupes, nena. La mayoría de los hombres no se cuelgan como esto. No es que conseguirás siempre otra oportunidad de averiguarlo. Esta polla, la única polla que siempre estará dentro de ti, ¿entendido? Y esa mierda que has oído hablar de que las cosas buenas viene en paquetes pequeños, olvídalo. Esta puta polla es lo mejor que hay, porque es condenadamente enorme.
Rodó hacia adelante, acuñándolo para acercarlo a mi apertura, corriendo a través de mis pliegues. Me erice ante la malvada arrogancia, estremeciéndose de nuevo cuando su pene rodó tan cerca para empujar dentro de mí, recogiendo la crema fresca que se escurría fuera de mí.
Era tan caliente, diez gruesas pulgadas de magma volcánico sellado en una envoltura rígida, todas excepto una pequeña parte cerca de la cabeza. ¿Qué demonios? Me agaché y tuve la mayor sorpresa aún. El puño de Santana se cerró sobre la mía en su pene y me hizo apretar.
—Adelante y captura la sensación. Esas putas cuentecillas que suben no son naturales. Conseguí instalarlos especialmente por un chiflado que conozco. Muchas niñas pierden sus jodidas mentes cuando las sienten por primera vez. Vamos a ver cómo funciona en ti. Los pequeños globos estaban debajo de su piel, modificaciones corporales que no sabía que existía. Ellos demostraron su valor cuando se desplazaron hacia abajo y comenzó un largo empuje, lento, rasgando su camino en mí. Mi espalda se arqueó en una mezcla de placer, dolor y calor. Era como una máquina arrolladora en mí, estirando la piel virgen, haciendo estragos en su camino hasta mi vientre. Si no estuviese programada para que me gustara, hubiera dolido demasiado, pero el cosquilleo gratificante que latía en mi vientre me dijo sonríe y aguanta. Mis uñas apretaron las sábanas debajo de mí. Santana dejó caer su cabeza bruscamente hacia atrás, los labios ligeramente abiertos, perdida en la felicidad total.
—Joder, nena. Más apretado y más húmedo de lo que jodidamente pensé.
Eliminó la alegría de la cara y miró hacia mí, regresando la seriedad. Su pene palpitaba muy dentro de mí.
—. Aférrate a ese colchón y aprieta tus piernas alrededor de mí. Aquí es donde te rompes dentro y te acostumbras a esta polla. Y será mejor, nena. Va a estar en ti cada maldito minuto que me sobre después de esta noche…
Empezó a empujar. Su enorme polla traspasó mis paredes mientras bombeaba dentro y fuera, acelerando sus golpes cuando vio que podía tomarla. Las pequeñas cuentecillas implantadas en su piel rayaron dentro de mí, burlándose y fue más caliente que nada de lo que imaginaba. El instinto pateó. Mis caderas se resistieron hasta llevarla más profundo, y mis rodillas se doblaron, enganchándose fuerte alrededor de su culo. La sensación repentina debió haberla conducido porque ella tomó fuerza, estrangulando mi cuerpo, me sacudía de pies a cabeza mientras embestía su erección dentro y fuera.
Mis pulmones luchaban por respirar. Demonios, mi cuerpo estaba teniendo un momento difícil haciendo cualquier cosa excepto tensándose con un relámpago orgásmico, una acumulación rápida me poseyó de pies a cabeza.
Santana se desplazó, plantando sus brazos por encima de mi cabeza, todo lo mejor para golpear en mí. Sus bolas golpeaban mi culo ruidosamente mientras follamos, al igual que prometió, no mostrar ninguna señal de que estaba perdiendo el control, excepto el ocasional gruñido. Choque y deleite zumbaban en mi cabeza cuando me di cuenta que estaba haciéndose cargo de cogerme tan duro y profundo como ella quería, sin preocuparse de volverse loca de la forma en que había oído que hacen los hombres. No es una mujer común y corriente. Y esto no es una cogida ordinaria, me recordó una voz grave en mi cabeza. Santana volvió a gruñir, acelerando el paso, sacudiendo la enorme cama. Más duro, más profundo, más rápido.
Sus caderas rodaron, convirtiéndose en un taladro, abriéndome más. ¡Oh, Dios. Oh, mierda! La traición, el terror y la lujuria cegadora se coronaron justo por delante del espasmo. Mis dedos se cerraron y quedaron insensibles, perdiendo sangre mientras ellos me destrozaban en las sábanas de la cama. Los empujes de Santana recogieron todo mi cuerpo y me golpearon de nuevo, haciendo vibrar los huesos, follando y llenando, me sacude hasta que un orgasmo me golpeó como una bomba.
Me corrí, una detonación lenta de adentro hacia afuera, todos los gritos, el sudor y las curvas ondulantes. Mis pechos temblaban mientras empujaba más duro; tan malvadas, golpes menos profundos, follando a través de mi clímax. Mi cerebro ordeñó puro placer de sus sectores más profundos cuando mi sexo se apretó alrededor de su polla. Convulsioné, quemando cenizas, con los dientes apretados y agitada. Cuando el placer aflojó su agarre alrededor de mi garganta sólo un poco, Santana ralentizó sus movimientos, se inclinó y susurró en mi oído, recuperando el lóbulo de la oreja con los dientes.
—Sigue follando esta polla, nena. La parte más fuerte terminó, reventándote de par en par. Ahora trae a tu lindo pequeño cerebro de nuevo y ábrete ampliamente para mi corrida. Era como un ordinario encantamiento. Funcionó también. Mi coño se apretó otra vez, un nuevo rayo surgió a través de mis caderas. Mi clítoris zumbaba, latía y latía, especialmente cuando se enterró tan profundamente como pudo, meciendo sus caderas y la adición de una deliciosa fricción a mi coño con su vello púbico. Mierda, mierda, mierda, mierda… Mi cerebro se cerró, ahogado en la gloria animal.
El tiempo se desgarró, perdida en el latido de mi corazón retumbando a través de la felicidad. Me he corrido tres veces en lo que parecía diez minutos, o el tiempo de los demás crecía sin sentido en un prolongado orgasmo. Todo mi cuerpo estaba tan insensible con el placer que no podía sentir más dolor, a pesar de que sabía que mi calor húmedo luchó para dar cabida a su incesante golpeteo. Santana nunca se detuvo para tomar aliento o descansar o cualquier otra cosa. Era como un motor de peluche en carne y hueso, impulsado por un deseo insaciable. Si era así con todas los demás con las que seguramente había follado, entonces yo no podía entender por qué me había elegido.
Si tan sólo pudiera desconectar mi cerebro. Sólo imaginarla con alguien más envió rayos de celos por mi sangre fundida. Envolví mis piernas alrededor de su culo más estrictos, enterrando los tobillos en la dura roca de su músculo. Sus pechos tatuados goteaba el sudor en mi, las águilas pintadas batiendo sus alas, abiertas ampliamente, una promesa de dominación completa escrita en tinta. Me dolían los oídos cuando empezó a moverse más rápido de nuevo.
Me di cuenta de lo irregular que era mi propia respiración, pero casi se ahogó por el sonido gutural en su garganta, un largo rugido constante como una montaña a punto de caer en una avalancha.
—Me voy a correr en tu coño, amor —susurró. —Voy a poseer tu dulce coño con esta semilla. Se mi chica buena. Toma una profunda. La primera carga caliente, la primera de muchas que pasaran por tu dulce culo hasta que engendres a mi hijo.
Gemí cuando lo dijo. Engendrar, tomándome y poseyéndome de espaldas como la animal que me había convertido, las piernas abiertas, sólo para ella. Pensando en sus fuegos alimentados que debería haber gastado hace dos orgasmos atrás. Estaba recargada con un nuevo tabú de calor, empujando y meciendo las caderas como una loca. Cuando pensé en ella golpeándome hacia arriba, casi me desmayé. Era una locura, perversa, equivocada. Apenas lo sabía, y ella estaba en mi vientre sin condón, lista para volar.
Lista para reclamar, formar y moldearme como quería. Ella quería que yo engendrara. Y tenía una maldita buena oportunidad de salirse con la suya porque mi cabeza estaba demasiado jodida y lo suficiente inexperta como para pensar en el control de la natalidad. Incluso si pudiera haber puesto esto en pausa para el control de la natalidad, había pasado el punto de no control. Mi coño codiciosos no me dejaría hacer absolutamente nada, excepto arrodillarse y tomar lo que ella le ofrecía. El placer gorgoteaba a través de mí, dividiendo los labios, dándole un gemido que rogó por su corrida cuando lo que debería haber hecho era tirar fuera de ella.
Santana miró fijamente mis ojos, ralentizando sus golpes, y luego aumentando la velocidad hasta que sacudió todo mi cuerpo, un tornado de piel y tatuajes golpearon en mí, una fuerza demoníaca en todas las embestidas.
—¡Se siente tan jodidamente bueno! Correte de nuevo, mascota. ¡Correte tan duro como jodidamente puedas mientras esté lleno este coño!
Su pecho enorme fue el primero que se hinchó. Sus caderas se volvieron locas, sacudiendo, golpeando y estremeciendo la cama como nunca antes. Pensé que se iba a romper, o por el contrario se convertiría en una cama elástica, enviándonos a ambas a volar hasta el techo. Los muelles y la madera vieja se rompieron y chillaron, sobrecargados como mi propia carne y hueso.
Todo debajo de ella chilló mientras se enganchó y plantó su polla. El pene de Santana se hinchó, y mis ojos se cerraron. Por un segundo, nos estremecimos, atónitas al escalar tan alto e irregular que no podíamos imaginar ir sobre ella. Pero lo hicimos. Ella enseñó los dientes y rugió cuando se corrió. Escoria caliente se disparó por mi coño, más caliente que la lava, el primer chorro de muchos más que vinieron y llenaron mi vientre. Mi cuerpo se tornó en espasmos de piedra, los brazos y las piernas envueltas alrededor de ella.
Los músculos se retorcieron y se pulsaron al azar, pero nada como la forma en que mi sexo la aspiró, tirando de su don a la profundidad. Me llenó de su fuego, corriéndome hasta que estaba inundada de ella, convulsionando en su mar de esperma. Follamos y gemimos y nos corrimos como una, dos cuerpos retorciéndose, entregando todo en carne viva, un éxtasis fértil. No la sacó como esperaba cuando se terminó. El titanio en sus músculos se tornó en acero, un poco más relajada, y me aflojé debajo de ella. Finalmente entendí que el mundo gastó todos sus sentidos malvados.
Santana se arraigó profundamente dentro de mí, apenas relajada en absoluto. Una mano se extendió por mi cara, deslizándose sobre ella, jugando con mi forma con sus dedos.
—Tienes todo el derecho de estar enojada y confundida en este momento — susurró—. Lo que sea que pienses o sientas sobre tu desgraciado viejo y la forma en que su vida se ha ido a la mierda, metete esto en la cabeza: eres mía, Brittany. Toda mía. Sólo mía. Y cuando hago un reclamo, no lo dejo ir. Ni por nada. Nadie te va a arrancar de mis putas manos a menos que esté muerta. Estás aquí para quedarte, incluso si tengo que follarte un millar de veces para asegurarte de que lo veas. Esta es tu vida conmigo, nena, la única puta vida que importa.
Sus palabras eran como dagas forradas de terciopelo. Dolorosas, llamativas, pero extrañamente suaves también. Inclino mi cabeza lejos de ella, tratando de procesar las veinticuatro horas más locas en mi vida. A Santana no le gustaba ser ignorada. Meció sus caderas contra mí, endureciéndose de nuevo, llegando entre mis piernas. Su semilla goteaba en la carne entre nosotras, un cálido y relajante mar que dio fuerza a sus palabras. Mía, pensé. ¿Cómo podría ser cualquier cosa más que de ella cuando me estaba follando así, usando mi cuerpo para el placer, con la promesa de corromper mi línea de sangre con su fertilidad si lo quisiera? Y la corrupción sonaba condenadamente bien ahora mismo. Abrí la boca, contestándole con un gemido bajo, envolviendo mis manos alrededor de su cuello grueso.
—¿Nena? ¿Qué es? ¿Qué estás pensando? Me gusta saber todo lo que está pasando debajo de esos cerrados mechones rubios…
Empuñó mi pelo y tiró. Envolví mis piernas alrededor de ella con más fuerza, moviéndose contra su cuerpo. No quería hablar. Quería resolverlo con la carne.
—Tuyos o no, algunos secretos son míos. Adelante. Desperdicia minutos preciosos que podemos estar jodidamente tratando de averiguarlo.
Los labios de Santana sacaron una sonrisa. Ella empujó con fuerza, moviendo mis pechos y caderas y me dijo que había hecho su elección.
—No me jodas, Brittany. Tienes una boca de mierda desagradable para una chica virgen…
—Ex-virgen —le recordé, envolviendo mis tobillos en los suyos, tan seductora como podría ser.
—¡Joder! Virgen, ramera, puta, lo que sea. No me importa una mierda lo que quieres ser, siempre y cuando seas mía.
Gruñendo, se echó hacia atrás y agarró mis piernas, moviéndose rápido y profundo hasta que llegamos de nuevo.
Última edición por marthagr81@yahoo.es el Miér Oct 12, 2016 5:29 am, editado 1 vez
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Intenso es poco!!! Jaja
Es impocible que se puedan separar o mejor dicho que san la deje a britt..
San quiere bebe... y estoy segura que oportunidad para procrear no le va a faltar... ojala no aya creado un moustro??? Jaja
Es impocible que se puedan separar o mejor dicho que san la deje a britt..
San quiere bebe... y estoy segura que oportunidad para procrear no le va a faltar... ojala no aya creado un moustro??? Jaja
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
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CAPITULO 4
CAMBIANDO CORAZONES
Ella miró condenadamente, casi perfecta a mi polla. Encima de mi, sobre mi, montándome, siempre fue increíble y follaba como la seda, no importa cómo eché su cuerpo algo apretado alrededor. Sabía que iba a ser bueno desde el instante en que me deslicé en su dulce coño. Pero cuán jodidamente bueno fue cuando la penetré hasta que vacié mis pelotas por tercera vez en su interior.
Brittany estaba por debajo de mí, a gatas, y me quedé con una mano empuñando su pelo y otra masajeando su clítoris. Mi polla golpeó de entrada y salida, moviendo la vieja cama por debajo de nosotras. El marco era un viejo caballo de batalla, una herencia familiar que perteneció a mi gran abuelo cuando la familia gobernó la mitad de los países del Báltico para el Tsar, la misma cama en la que fueron concebidos generaciones de López. Mi mente empezó a arder, una canción inspiraba el minuto en que mi polla se hundió en ella, directo al cuello.
Tenía que engendrar a esta chica, hacerla mía y sólo mía en todos los sentidos del maldito mundo. Me prometí que no iba a bajar por su garganta o tomar su culo hasta que estuviese embarazada. Joder, la idea sola de imaginar su dulce vientre estirado, pechos abultados, más voluptuosa de lo que era ahora, me hizo follarla aún más fuerte.
No estaba segura de lo que era más desagradable: sus palabras o sus gritos o simplemente la forma en que hizo que mis pelotas latieran como si hubieran sido rociadas con queroseno y encendió el fuego.
Brittany desgarró su puta garganta abierta y dejó que el placer la hiciera cantar mientras la follaba por detrás, gruñendo y conduciendo como una demente, revolviendo hasta las dos últimas cargas gruesas que había mezclado con su crema.
La jodida hija del viejo Pierce como una zorra que debe haber satisfecho a la bestia que clamaba por venganza. Hizo eso, está bien, pero hizo mucho más también.
¿Locas? ¿Dementes? ¡Sí, sí, joder! Ya estaba allí, sobre la luna, catapultado al más intenso rasgado que estos nervios habían tenido alguna vez, fuera de derramar la sangre. Mi puto corazón latía como un tonto cada vez que la vi estremecerse y explotar debajo de mí. Cuando me quedé mirando a los ojos, o la oí gemir, me puse loca, posesiva como una maldita loba.
Quería. No, necesitaba, poseer a Brittany mucho peor que cualquier perra que he tenido en mi polla. Me encantaba follarla, amaba sostenerla, y la amaba. La emoción estaba envuelta en sus largas piernas lisas y suaves cabellos rubios, su risa, su coqueto pequeño culo, su dulce aroma, todo lo que era Brittany. Siendo la chica del viejo Pierce, ni siquiera entraba en ello. No, carajo no, no podría. Esta mierda era algo especial.
—¡Santana!
Su voz se rompió mientras trataba de gritar mi nombre antes de que el puro placer la cortara. Mi polla no la dejó hablar. La follé con tanta fuerza que perdió todo su aliento, estrangulando mis caderas contra ella, pellizcando ese pequeño clítoris que temblaba en mis dedos.
Ella abrió la boca y se corrió de nuevo, y yo con ella. No pudo contenerse un segundo más. No con ésta, la chica había decidido que era digna de follarla, la única que quería follar y engendrar hasta el final de los tiempos.
Ella no lo había descubierto todavía, pero esto era un puto trato hecho. Iniciado en el segundo en el que forcé a su anciano a firmar ese contrato de matrimonio, y terminó el segundo que la tuve en la cama debajo de mí.
Brittany era el principio y fin, el alfa y omega. De ninguna maldita manera iba a perder mi piel, mi semilla, mi alma en nadie más. Y no me importa una mierda si se tomó más tiempo para entender, siempre y cuando ella recibiera el mensaje. Ella era mía, mía, MÍA, y esa mierda no iba a cambiar por nada ni por nadie.
Cuando me corrí por tercera vez, llegué a ser una bestia, levantando sus piernas de la cama y presionándolas a mis lados. Hundí mi polla profundo, soplando otra descarga hasta su vientre, inclinando sus caderas un poco, de tal manera que la gravedad hizo todo el trabajo. Ella se derramó, corriéndose en mí otra vez, dando a sus caderas un pequeño giro dulce que acentuaba nuestro placer. Joder. La chica era natural. Si se mantiene esta mierda, yo iba a estar muy desgastada, antes de lo que quisiera.
Me refiero a pasar toda la maldita noche clavándola en el suelo. Esta vez, después de la dicha, la saqué y la abracé con fuerza. Ella gimió mi nombre varias veces, deslizándose dentro y fuera de la conciencia. Necesitaba su sueño reparador, especialmente después de todo lo que había pasado los últimos días. No la culpaba ni un poco. Mi polla se quedó dura contra su culo. Bastarda codiciosa.
Si ella estaba flotando, tendría que esperar a mañana. Me aferré con más fuerza, besándola en la parte posterior de su cuello, escuchando los murmullos sin resolver en sus sueños. Si hubiera estado un segundo más tarde, hace unas pocas horas, el viejo Pierce me hubiera jodido. El bastardo ya había matado a Víctor y a tío Ignacio, mi hermano y la familia patriarca se habían ido en un abrir y cerrar de ojos. Claro, era personal antes que irrumpiera en su casa y amenazado con cortar su garganta hasta que firmó el contrato de matrimonio, entregando su carne propia y la sangre hacia mí, hacia el demonio que atormentaba su malvado culo.
Pensé que tomar el control total de su hija y plantar mi semilla en ella, sería venganza suficiente. Ahora que él había tratado de matar a su propia carne y sangre, todas las apuestas estaban cerradas. Hubiera dado la cabeza de mi tatuaje de águila para averiguar a dónde diablos iba esto.
Tenía mucho trabajo por delante todavía, para hacer que Brittany me amara, jodidamente amarme, y aceptar su nueva vida. No estaba segura de cómo se vendrían abajo, pero de una cosa estaba claro: Pierce cavó su puta tumba en el instante en que envió a los sicarios tras ella. Había conseguido su segunda oportunidad y la lanzó a la basura. Matar a ese pedazo de mierda extendería chispas, sangre y balas por todo el camino a través del Atlántico al viejo mundo, donde cada López y Pierce y sus marionetas tendrían sus dagas afuera, pero no me importaba un carajo. La paz era una ilusión, siempre y cuando pendejos como Pierce estuvieran respirando.
Iba a poner su culo hacia abajo y enterrarlo profundamente, y luego enterrar toda su puta operación en el proceso. No nos importaba la cantidad de sangre que tenía que derramarse mientras tanto, follara a su chica. Después de esta noche, la sangre de Pierce iba a vivir y morir por mi mano, por mi misericordia. Todo el mundo que sirviera a ese idiota con una gota de su sangre iba a estar muerto, y sólo viviría con ADN López enredado en el niño que Brittany me daría.
Cogí el pezón dormido, escuchando su suspiro y rodando en su sueño. Maldita sea, ella estaba caliente, incluso cuando estaba dormida, mi esposa frágil, perdida en sueños sin resolver. Mía. Un beso más en la frente selló el acuerdo.
Duerme tranquila esta noche, nena. Las próximas semanas van a ser ásperas. Si salgo de esto con vida, vas a ser la última Pierce viva. Sólo tú y nuestros futuros hijos e hijas, la única maldita cosa que necesitamos para reconstruir bien esta mierda.
Voy a terminar esta puta lucha por toda mi familia, pasado y presente, si es la última cosa que haga.
Brittany dormía como un tronco. Me duché, me puse mi bata, y la saludé con café en la mañana. Tuvo que vencer a los sirvientes en la cocina antes de que me zumbaran con mi desayuno habitual. A la mierda, no me sentía igual gran parte de la mañana, no después de que había conseguido la mierda directa en mi cabeza.
—Bebe esto —dije, despertándola cuando la bandeja de plata chocó en la mesita de noche—. Necesito que te animes rápido, nena.
Se sentó, sonrojándose un poco mientras se ponía la manta a su alrededor. Joder, quería rasgar la manta y estar entre sus piernas otra vez.
Muy mal negocio, significaba que no podía pasar todo el día en esta maldita cama. Ella me miró con cautela, llevando la humeante taza de café a los labios.
— ¿Lo de anoche sucedió realmente?
—Sí. Tu viejo trató de matar tu hermoso culo y follamos después de la medianoche. ¿Algo más que necesites saber?
Miró su café, con los labios retorcidos, tratando de reprimir una sonrisa.
— No tienes que ser tan contundente al respecto. Me encogí de hombros.
—Es la única manera de ser. Date prisa y come tu desayuno, luego te duchas. Vamos a Atlantic City.
—¿Jersey? ¿Por qué?
Ella dejó su taza sobre la mesa y cogió un plato, pelando la fruta y comiendo las tostadas que había dejado en la bandeja para ella.
—Voy a tener un poco de diversión mientras me ocupo de algunas cosas. No puedo dejarte aquí. Considero que es una especie de luna de miel.
—Tomé un largo trago de mi propio café—. No te preocupes. Habrá mucho más cuando lleguemos al casino. Este es sólo el comienzo.
—Me encantaría. Papá rara vez me llevó fuera del estado. Dijo que era demasiado peligroso para dejarme ir por mi cuenta, o incluso ir con él a Europa…
Toda esta charla sobre su viejo me estaba molestando. Carajos, la razón principal era que íbamos para hacerla olvidar. También porque era un lugar perfecto para atraer su estúpido culo a mi territorio, así que podría derrotar sus sesos y poner esta mierda en reposo para siempre, pero ella no necesita saber acerca de eso.
—Olvídate de la forma en que solías vivir, nena. Estás conmigo ahora. Haces lo que te digo, y no hay segunda opinión. Eres una mujer libre ahora, libre como puedas estar en mi sombra. No eres la niña de papá nunca más. Eres mía, toda mía y sólo mía. Sus cejas se arquearon mientras tomó un gran bocado de pan tostado.
—¿Lo soy? Eres sumamente controladora, Santana. Soy algo así... en el dormitorio. No estoy segura acerca de cualquier otro lugar. Su cara se calentó, las mejillas se tiñeron de color rojo cereza. Gruñí, y se limpió la boca.
—¿Alguna vez aflojarás los tornillos? No voy a tratar de huir de nuevo. Estoy cansada de eso. Lo entiendo, no has tenido muchas razones para confiar en mí. Un día, espero que me trates como una verdadera esposa, y voy a demostrar que puedo.
Ella parecía tan condenadamente determinada. Mierda, yo en realidad le creí. Podría haber dejado que las riendas se deslizaran si no pudiera recordar la últimas cuarenta y ocho horas. Lástima que la memoria era una perra que nunca dejó de cavar sus uñas en mi garganta.
—Veremos —le dije. —Tengo que mantenerte a salvo y feliz antes que hablemos de confianza. Ese es mi puto trabajo, nena, tomo mis responsabilidades condenadamente en serio.
La vi comer en silencio, derribando el resto de mi café. Ignorando la sensación de hambre en el estómago, me levanté, moviéndose hacia el armario por ropa limpia. Tenía un hambre de mierda después de satisfacer tantos otros apetitos anoche, pero un desayuno como el de ella no me atraía. Habría tiempo de sobra para un sándwich en el helicóptero de camino al casino.
—Necesito preguntarle algo —dijo cuando me di la vuelta.
—Escupe. No es necesario pedir permiso, nena. Eres mi esposa. No eres mi puto estudiante. —Fijé mis ojos en ella—. Voy a mantenerte fuera de peligro. No se requiere el hocico para eso.
Ella parpadeó, con los ojos brillando un poco más feliz ahora que le estaba dando la oportunidad de dar un paso, uno más cerca de mí.
—¿Que te hizo él? ¿Se trata de negocios toda esta rivalidad con mi familia?
Me detuve en seco, mirando al otro lado del espejo. El traje se veía bien. Tratar con sus duras preguntas iba a ser mucho más difícil.
—Fue negocios antes. Una mierda más ligera. Una guerra de territorios sobre las rutas de suministro, pequeñas treguas que nunca se llevaron a cabo por más de un año. La mierda ha sido así en cuatro continentes desde que mi padre era un niño.
—Esto es diferente... —Brittany sacó las malditas palabras de mi boca.
—Sí. —Me quedé mirando mi reflejo—. Derramar sangre de la familia da una jodida ventaja que no puedo ignorar. Eres italiana, amor. Sé que no puedes tener sangre así, sin entender lo que significa la venganza. Me quedé mirando su cara detrás del espejo.
Ella asintió lentamente.
—Perdí a mi tío abuelo y a mi hermano en un ataque, a principios de este verano. Tu viejo ordenó el golpe que bombardeó su nave y los dejó a ahogarse en el frío mar azul. El cabrón pensaba que estaba en ese barco también. Creía que iba a noquear a todos los López importantes en los Estados de una sola vez.
Ella se quedó sin aliento. Su rostro se retorció de dolor. La chica era una Pierce, sin duda alguna, pero ella había sido, obviamente, protegida del mundo de la violencia, llevando ese nombre a denominarla… A la mierda el viejo. No podía esperar para sentir su sangre caliente en mis manos, la muerte carmesí que debería haber derramado y sentir hace semanas.
—Dios. Santana, lo siento, siento mucho por todo lo que…
—Detente. No necesito que te excuses por las decisiones que nunca tomaste. Esta mierda es un asunto oscuro del que no es necesario estar involucrado. No voy a ensuciar tu dulce mente con sangre y bombas, pero no voy a ocultarlo de la forma en que él lo hizo. Te diré lo que está pasando, siempre y cuando te mantengas fuera de esta mierda y dejes que me encargue de los demonios. Eso es lo que se me da bien, después de todo.
Se puso de pie, tirando de su túnica estrecha. Algo acerca de cómo ocultar su cuerpo de mí, la falsa vergüenza que necesitaba para limpiar, me trajo furiosa a través del cuarto. La cogí en mis brazos y la apreté con fuerza, incapaz de dejar de ahuecar la curva de su afelpado culo y dándole un apretón.
—¿Qué crees que estás haciendo, Brittany? No tienes nada de qué avergonzarte. No me gusta el nombre de Pierce por todo lo que me ha hecho, pero también es algo por lo que estar orgulloso. Algo de lo que estoy malditamente agradecido de mantener, de controlar, de amar.
Sus labios se torcieron, tratando de encontrar las palabras. La enterré en un beso largo y caliente antes de que pudiera decir nada. Dale tiempo, pensé. Vamos a solucionar esta mierda. Ella va a averiguar a dónde pertenece y dónde ella no, lo suficientemente pronto. Igual que va a averiguar acerca de cómo manejar ese puto nombre.
—Me gustaría que no tuviese que ser así —susurró ella, cerrando los ojos— . Me gustaría que lo hubiéramos hecho juntas de manera diferente, sin este matrimonio forzado y mi Papá siendo un idiota.
—Jodidos deseos, nena. A la mierda lo correcto. —Cogí sus manos y las apreté tanto. Fuerte—. Estamos juntas, ¿verdad? Eso es todo lo que importa. Te tomé por la fuerza y tiré de tu corazón hacia fuera. Tuve que hacerlo de la manera difícil, porque no hago una mierda fácil. ¿Y sabes qué? Lo haría de nuevo sin pensarlo dos veces, porque estás aquí, eres mía y no vas a ninguna parte. Retorcería tu corazón en pedazos todo el tiempo que esté en mis manos, y tienes espacio para mi loco culo dentro de él. Le di otro beso. No iba a escuchar más palabras fuera de sus labios o curar con un beso cualquier lágrima que cayera de sus ojos. —Ahora, ve a prepararte. —Le di la vuelta por los hombros hacia el gran cuarto de baño—. Tenemos un vuelo que coger en dos horas. La maleta ya está esperando al lado del estante en el armario.
El viaje en helicóptero la agotó. O tal vez era sólo la resaca de tener mi polla agitándose a su alrededor hasta que la luz del día se asomó. Brittany seguía dormitando en mi hombro cuando aterrizamos en el helipuerto, en la parte superior del piso cincuenta del casino, hacia un corto camino de entrada especial a mi suite privada. No sabía cómo diablos se las arregló para oler tan dulce, y era todo natural también. Seguro hizo que mi jodida polla se tensara en los pantalones. Mi pene no dejaba de palpitar, hambriento como el demonio, como si se hubiera olvidado de la puta noche anterior. Se hacía difícil pensar en el largo viaje, pero me las arreglé.
Mis muchachos salieron primero y escanearon el lugar. Pierce no tardaría mucho tiempo en averiguar a dónde nos dirigimos. Si él no sabía que estábamos ahora en Jersey, entonces lo sabrá muy pronto cuando le envíe mi invitación.
—Todo está claro, S. —El acento delgado de Puck crujía por la radio en mi cinturón. Brittany se estiró, frotándose los ojos. Pasé un brazo alrededor de ella mientras el piloto saltó y abrió la puerta.
—¿Ya estamos aquí? ¡Maldita sea! Yo quería ver el horizonte. —Frunció sus labios con amargura.
—Tendrás mucho tiempo para esa mierda más tarde, nena. La mejor parte de ser rica es montar el cielo cada vez que me da la gana. Venga. Te voy a mostrar tu habitación.
Finn cerró el perímetro del edificio. Asintió cuando pasamos. Era bueno tener seis ojos en la azotea con mis guardaespaldas y yo, en lugar de sólo dos, pero no estaba dando nada por sentado. Si hubiera visto el brillo tenue de un francotirador cerca de la torre, hubiera tirado a mi esposa al suelo tan jodidamente rápido que ella me daría una cachetada por el choque. Es una lástima, sin embargo. Mejor tomar algunas contusiones con orina y vinagre que acabar muerto.
En el interior, me relajé. Los ojos de Brittany se agrandaron cuando vio la enorme suite donde nos alojábamos, fácilmente su propio apartamento. El menú fue presentado junto al mueble del bar, desde langosta a filete miñón, y todo gratis. Ser propietaria tiene sus ventajas. La dejé vagar alrededor mientras me lavé la cara y me peiné. El agua fría se sentía bien, refrescante, calmando el diablo caliente en mi piel. Tomé al margen inmediatamente la mirada fija en los ojos calientes, sedientos de sangre, de la mujer mirando hacia mí en el espejo. Apreté mis puños. Mierda. Me hubiera gustado darle una luna de miel apropiada. Algo mejor que este brillo y el glamour bajo el cuchillo, a sabiendas de que podría bajar y reducir nuestro mundo al infierno en cualquier momento. Sólo tienes que extraer sangre una vez más. Pensé. Mata a esa mierda y limpia a los subordinados.
Entonces, le puedes dar el mundo. Estaba a punto de abrir la puerta cuando oí su zumbido. La suave serenata que vino de la pequeña alcoba de lectura cercana me dijo que finalmente se había instalado. Y después de varios días de puro infierno, mi nena estaba contenta, segura y feliz en mi presencia como un gatito ronroneando. Mi polla comenzó a endurecerse de nuevo por décima vez desde que salimos de Nueva York. Negué con la cabeza, manteniendo los deseos a distancia. Habría tiempo de sobra para tenerla debajo de mí más tarde, después de acabar con los negocios. Abrí la puerta y salí en dirección al ascensor. Tenía que recoger a Puck fuera y bajar a la sala VIP, donde tenía un cuarto de guerra de tipo oculto detrás de la barra de lujo. La llamada que había hecho esta mañana vencía en cinco minutos.
—¡Oye! —Me gritó Brittany mientras caminaba junto a ella, levantando la vista al bulto de cuero grueso que había sacado de la estantería—. ¿A dónde vas? ¿Puedo unirme? ¡Me encantaría ver el piso del casino!
—Ahora no, nena. No vas a ningún lado. —La miré con ojos severos—. Tengo negocios que atender.
Sus labios se torcieron en una mueca.
—¿Quieres decir que llegamos hasta aquí sólo para sentarme en esta sala? Sería bueno, quiero decir, que me gustaría mucho más salir y...
Levanté una mano.
—Alto ahí. Dejo tu dulce culo aquí por una razón, mascota. No quiere decir que tenemos que vivir como prisioneras en esta puta habitación. Vas a salir más tarde, conmigo, y sólo conmigo. Sé que puedes esperar un poco más de tiempo por mí, ¿verdad, amor? La paciencia tiene sus recompensas. Crucé el espacio entre nosotras, la alcancé, ahuecando su mandíbula en una mano. Joder, me encanta trazar su piel suave y blanca como la nieve, sintiendo los pómulos de Pierce que recubre los labios que ahora me pertenecían. Preguntas locas destellaron en mi cráneo. Me preguntaba si nuestro hijo conservaría esa característica o si la tendría cuadrada, un rasgo angular como mis ancestros. Lo sabremos pronto.
No estoy desacelerando en esto sólo porque su viejo todavía respira. Voy a criar ese puto coño, tomaré todo lo que es mío de la manera más profunda posible. Suprimí el estremecimiento. Cada vez que pensaba en ello sorprendía mi sistema entero, convirtiendo mi polla en una roca hirviendo como ninguna otra cosa.
Brittany resistió durante varios segundos, y finalmente empujó la mejilla en la mano, ronroneando en mi palma. Sonreí mientras asentía con la cabeza, empujando suaves mechones rubios a través de mis dedos. El cabello de la chica se sentía increíble todo el tiempo, sin importar si estaba acariciándolo o aferrándome para salvar su vida mientras me estrellaba contra ella.
—No me hagas esperar por siempre —dijo—. Estoy empezando a acostumbrarme a esto.
—Descansa. Vas a necesitarlo para toda la mierda que haremos esta noche. Mantén ese puto coño caliente para mí y una botella de vino frío. Después de que te folle acá arriba, te invito a ver cada pulgada de este lugar conmigo, a mi lado.
Me fui antes de que pudiera decir una palabra más. De ninguna maldita manera iba a dejar que el progreso que había hecho con ella comenzara a deslizarse. Con mayor razón tuve que accionar la trampa de su viejo ahora.
—Su ayudante en la línea, señora. Listo y esperando. —Me puse de pie, furiosamente dando vuelta por la mesa de madera de cerezo circular, cuando Finn me pasó el teléfono. No hay línea de fuego en este momento.
Fue un teléfono fijo reforzado, diseñado sólo para el casino, asegurado desde cualquier olfateo por curiosos federales u otros carteles hasta nuestras gargantas.
—¿Hola?
—Señor Pierce quiere hablar con usted ahora. Un momento.
—El desdén de su ayudante fluyó en mis oídos. Hubo un sonido de barajado durante aproximadamente un segundo, y luego oí la voz del pendejo.
—¿López? ¿Qué tienes que decirme después de la pasada anoche? Eres la última persona en el mundo que esperaba para organizar una charla.
—Aguanta tu puta emoción. Sé lo que hiciste, enfermo hijo de puta. Su aliento raspaba en el otro extremo.
—¿Sí? ¿Vas a fingir que tienes alto el terreno aquí? Por favor. Cualquier hombre hubiera hecho lo mismo con tu hija si ella fuese tomada por un animal de feria al igual que tú. Sí, traté de matarla. Intenté sacarla de su miseria y proteger el nombre de la familia de tu veneno. Traté de ser compasivo, y no voy a renunciar hasta que lo haga. ¡Joder! Mis dedos se cerraron con tanta fuerza alrededor del receptor que pensé que partiría el plástico en dos. Relájate. ¡Malditamente relajada! No es jodidamente fácil, incluso con cada parte de mi cerebro gritando que permanezca tranquila. —Eres un hijo de puta desalmado —gruñí—. Tan jodidamente frío que no voy a dejar que esa hermosa, inocente niña se extinga como una hormiga.
—Adelante. Sabe que bajarás la guardia, tarde o temprano. Yo quería hacerlo rápido, con prontitud, evitar que sufra… pero si tengo que usar veneno, entonces...
—Cierra la boca. ¡Sé que estás tirando de mis pelotas con esta mierda! Sabes que ella es más que carne para mí. No puedo joderla y arrojarla a los lobos como ramera de clase alta.
Él hizo un sonido como de caliente, apretado, un feroz siseo salió de sus labios.
—Eso significa que ya la deshonraste. Si no supiera lo que hacía, me hubiese parecido que casi le importaba Brittany. Su tono se volvió como un tono áspero y suave. Pero no, por supuesto que era todo acerca de su ego, su retorcido juramento trenzaba a una línea de sangre que no merecía sobrevivir. Familia, lo entendía. Esta mierda y yo estábamos en guerra por venganzas, sangre y dinero. Lo tengo, claro como el agua. Sacrificar mi propia carne y sangre por un maldito sentido del honor, por otro lado... Esa mierda era de hielo. Por mucho que lo intentara, no podía hacerlo computar en mi cerebro.
Toda una vida en el bajo mundo, no me había hecho tan jodidamente enferma.
—Mira —dije entre dientes—. No he hecho otra mierda que cualquier persona de sangre roja no habría hecho a la hija de su peor enemigo. La chica no merecía morir. Eres un bastardo, Pierce, pero puedes tenerla de vuelta si prometes no hacerle daño.
Su respiración se detuvo. Hubo una larga pausa. Probablemente una sacudida eléctrica vibró a través de su cerebro, tratando de averiguar si estaba o no muy en serio.
—¿Quieres... renunciar a ella? —Dijo, con voz sonora incrédulo—. ¿Tan fácilmente? ¿La gran Santana López? ¡Ha! —Él se echó a reír de verdad.
—¿Qué es tan jodidamente divertido, idiota? —Parece que lo que dicen de las generaciones futuras tiene razón: nunca están tan determinados como sus antecesores. Nunca tan fuerte. Tu tío Ignacio se hubiera salido con la suya con ella y enviado la cabeza desmembrada de mi pobre niña a mí, en una caja.
—No soy mi tío —gruñí—. No sabes una mierda de cómo funciona mi familia. Calla tu maldita boca.
—Lo siento, no soy el plebeyo al que le ordenas sin más, vaya perro callejero Iván. —Se aclaró la garganta, riendo ante el insulto ridículo—. Aceptaré tu amable oferta y estoy de acuerdo con los términos que has mencionado. No sé cómo, pero voy a encontrar alguna manera de borrar las huellas podridas del ADN de los animales que has dejado en mi muchachita… ¿cuándo te gustaría que envíe por ella? Mis hombres pueden estar allí mañana. Estarán desarmados en las instalaciones del casino.
Bueno, pensé. Se le escapó que él nos había rastreado a Jersey.
—No es tan jodidamente rápido. La quieres, entonces tiene que venir en persona. Sé que no eres lo suficientemente hombre para hacer estallar el cerebro de tu propia hija. ¿Quieres verla muerta? Tendrás uno de tus hombres haciéndolo. Otra larga pausa.
—¿Cual es la diferencia? Si realmente quisiera eso, sabes que me encargaría de ella tan pronto como saliéramos de tu territorio. —Porque verla de nuevo golpearía algunos malditos sentidos en tu cráneo podrido. No le dirías a nadie tirar del maldito gatillo o servir tu veneno cuando le sostengas en tus brazos de nuevo. Y como una garantía, si me entero de que la chica no está respirando después que la tomes de vuelta, tu culo está muerto.
—Eso no va a suceder.
—No lo permitas, Pierce. Espero que recuerdes lo jodidamente fácil que es para mí entrar en tu oficina. Sostuve una navaja en tu garganta una vez y sólo dibujé un hilillo. La próxima vez, voy a bañarme en tu maldita sangre si pones un solo dedo de tus garras en Brittany. Voy a pintar rosas en tu sangre de mierda y las pondré sobre tu puta tumba. Si envío su culo de vuelta a ti no será la única manera de mantenerla a salvo... Dejo que mis dientes rechinen.
El guión que estaba siguiendo en mi cabeza era falso, al igual que todas las promesas que estaba haciendo. Sin embargo, la frustración, el odio, la necesidad de matar a ese hijo de puta enfermo era real, y salió como clavos rasgando sobre una pizarra gruesa.
—Acepto. Nos encontraremos en aguas neutrales, y voy a llevarla a bordo de mi barco.
—Entonces nunca, jamás quiero volver a saber de tu culo de nuevo.
—Hasta que choquemos en las rutas del Mediterráneo, por supuesto.
Pierce respiró profundo, con aire satisfecho y seguro de sí mismo de que había humillado mi culo. Sigue riendo, ríe entre dientes maldito. Será una de las últimas antes de mañana.
—Por supuesto. Hasta entonces.
La línea se cortó. Colgué el teléfono tan duro que toda la puta mesa se sacudió. Puck y Finn estaban a mi lado en un instante. Los otros dos bulldogs privados que estaban allí para la seguridad del casino cerca de la puerta arrastraron los pies, incómodos con la mirada malvada en el negocio que realmente aseguraba sus cheques de pago. ¡Al diablo con ellos! Habían hecho su puto trabajo, nerviosos o no, y eso era todo lo que importaba. Cada hombre en mis libros fue investigado por sus habilidades, antecedentes, realeza, y los dos chicos más cercanos a mí tenían lazos familiares con los míos por generaciones atrás.
—¿Y bien? ¿Es eso, S? ¿Solo así, la devolveremos?
Puck me miró como si hubiera perdido mi maldita mente.
—. El negocio es lo primero. Esta mierda es lo mejor para el negocio y la seguridad de la chica también. Por mucho que me gustaría tenerla en mi pene mucho más tiempo, tengo que hacer lo que traiga el menor dolor. Deja de mirarme como si mi cerebro se estuviese desplegando de mi puta oreja.
—Miré a los dos, de Puck a Finn, mirándolos fijamente hasta que bajaron sus ojos.
—. Usted dos tienen sus órdenes. Estén listo para mañana. Prepara el intercambio para las diez cuando llame el bastardo de su ayudante. Nunca nadie me desafió. No seriamente. En el instante en que lo hicieron, yo los tendría sobre sus pies, una mano alrededor de la garganta, haciendo sonar sus huesos como muñecas de trapo insubordinadas se merecían. Empecé a caminar hacia la puerta de la oficina, y me detuve cerca de los otros guardias, volviéndome a mis hombres.
—Una cosa más… asegúrense de que la seguridad en torno aquí es estricta. Esta va a ser mi última noche con Brittany, y quiero darle algo para recordar. Pellizqué mi mandíbula apretada hasta que estuve al final del pasillo.
Entonces... y sólo entonces... me permití una fina sonrisa. Ellos habían mordido el anzuelo. Todo el mundo tuvo. Ahora, sólo tenía que mantener a mi chica segura cuando el viejo Pierce traicionara mi culo. Habría venido por ella antes de rechazarla y, probablemente, tratará de matar mi culo muerto, tan segura como que el puto sol saldría mañana. Y cuando lo hiciera, sus culos subordinados me llevaría derecho a él. Tan pronto como lo hicieran, lo colgaría como el imbécil salvaje que era, y alimentar con su cuerpo inútil a todos los monstruos de dientes afilados en las profundidades del océano.
Última edición por marthagr81@yahoo.es el Miér Oct 12, 2016 5:42 am, editado 1 vez
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
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CAPITULO 5
DEL CIELO AL INFIERNO
BRITTANY
Me levanté de la cama desplazando por debajo de mis piernas. Mi cuerpo se sacudió y mis ojos se abrieron de golpe. Santana estaba gloriosamente desnuda, unos kilos de cuerpo moreno esbelto, fibroso y tatuados y esculpidos en roca gateando hacia mí como un tigre. Abrí la boca para hablar, pero ella era demasiado rápida.
Tirando de mí hacia sus brazos, sofocó mis palabras con un beso alocado, fuerte y sensual y lleno de deseo, como si nuestras bocas no se encontraran hacía meses. La lengua de Santana encontró la mía, enredándome en el mismo baile deslumbrante de antes. Dios, deseaba poder resolver mis sentimientos por esta mujer en un beso. Pero estos estaban en capas, como el vino de mejor calidad o el mousse más decadente. Ella me enfurecía, me asustaba y encendía mis deseos como nadie más lo había hecho. ¿Alguna vez la descifraría? ¿Diablos, me descifraría a mí misma? ¿Un millón de probadas de sus labios alguna vez me dirían algo?
Su mano viajó a mi entrepierna, deslizándose por mi muslo desnudo. Mi timidez había desaparecido, y ahora vestía orgullosamente la falda que ella había escogido esta mañana. Me alegré de hacerlo cuando sus dedos fueron más lejos, escurriéndose fácilmente entre mis bragas para encontrar el calor y la humedad de mi sexo.
—Mierda, nena —gruñó, rompiendo el beso—. Iba a llevarte a salir esta tarde, pero al verte acostada aquí no pude esperar. Necesito follarte ahora.
Sonriendo, la obligué. Tomé la iniciativa, presionándome contra su pecho mientras ella golpeaba mi clítoris. Me retorcí alejándome de su mano y presioné ambas manos sobre su polla, ya gruesa y dura entre sus piernas. Cuando vio mi cabeza bajar hacia su polla, agarró mi cabello en un puño. Ella nunca abandonaba el control, aunque tuviera que confiar en mí en esto.
—Sí, nena. Chúpala bien profundo. No espero que lo hagas perfecto la primera vez que chupes una polla, pero tienes mucho tiempo para aprender y mucho de práctica que… ¡Oh, mierda!
Su respiración se trabó cuando mis labios la rodearon. Estaba sorprendida de lo poco que podía meterme en la boca. Era más divertido chupársela de lo que esperaba, dura, y ruda. Mi lengua probó las duras cuentas implantadas entre su piel, las mismas que me daban tanto placer cuando ella estaba profundamente dentro de mí. Su agarre en mi cabello se hizo más fuerte. No habló de nuevo mientras me ponía a trabajar, saboreando mis reflejos orales, encontrando los lugares que la hacían retorcerse y gruñir en mi cabeza. Muéstrale lo que significa ser tu esposa. Muéstrale lo mucho que la deseas.
—¡Ah, joder! —rugió Santana cuando ahuequé sus pelotas, apretándolas cuidadosamente con una mano. Está bien, era una novata, pero no era estúpida. Había leído mi buena cuota de historias sucias en internet mientras crecía, sorteando furtivamente el filtro vigilante que tenía mi papá en mi computadora. ¿Cómo se sentiría él si supiera que estaba dándole una mamada a su peor enemiga?
Esperaba que su horror fuera tan intenso como la grandeza que envié a través de los nervios de mi amante. Santana gruñó otra vez, su respiración se hizo dificultosa, los dedos en mi cabello tiraron de él hasta que dolió. La chupé más y más profundo. Apreté una mano alrededor de su base, el largo pedazo que no podía meterme en la boca. Pasé mi lengua salvajemente por la zona debajo de su hinchada cabeza, danzando contra su carne, apretando su carne caliente contra mi lengua. Otro minuto y Santana se tensó. Me agarró por el pelo, sin detenerse esta vez, y me alejó violentamente.
—¿Qué está mal? —Miré hacia arriba, esperando no haber hecho algo mal.
—Casi me tienes —susurró—. No voy a venirme en tu boca así de fácil, nena. No mientras aún tengo tu coño para reproducirse.
Reproducirse. Esa palabra animal envió un aguijoneo por mi espalda. Temblé, y Santana lo notó. Sonrió, me empujó hacia el colchón y me sacó la remera. Notó que no llevaba sostén. Mientras ella estuvo fuera, me lo saqué y dejé que mis tetas se balancearan libremente. Tal vez inconscientemente me di cuenta de que ella volvería por más que una siesta.
Sus ojos se fijaron en mis duros pezones, encendiéndolos más con su intensa mirada. Su boca fue a ellos instantáneamente, chupando y tirando con sus dientes, apretando el otro con una mano. Un fuego abrazador me recorrió. Los músculos de mi coño se apretaron, hambrientos y ansiosos y calientes como el infierno. Finalmente, estaba lista para Santana.
Lista para sus besos, lista para su polla, lista para la reproducción. Me tomó por sorpresa anoche, explosivo como los eventos que me llevaron a acostarme con ella. Ahora, quería tomármelo más lento, más profundo, más duro con ella. Quería follar como se supone que lo hacen los amantes.
Santana se movió hacia abajo, haciendo a un lado mi remera. Un puño encontró mis bragas y las bajó de un tirón, deteniéndose justo antes de mis tobillos. Se abrió paso con su boca, con sus manos. Me recosté hacia atrás y la dejé entrar, tensándome cuando su lengua dio en el blanco. Sus lamidas se volvieron rápidas, pesadas, dulces, resbaladizas. Era mi turno de sentir fuego en mis pulmones. Mis tetas bien chupadas se bamboleaban en mi pecho cada vez que su boca golpeaba mi clítoris. Vi el color rojo que dejaron sus dientes alrededor de mis pezones, una de las muchas marcas que ella estaba obligada a hacerme antes de que la tarde terminara.
—Oh, Dios —gimoteé—. ¡Santana!
Clavé mis uñas en su cuello. La arañé, dejando mi propia marca, empujándola entre mis muslos. Sus lamidas se volvieron más duras, más salvajes, poniendo mi clítoris entre sus dientes. La sostuvo allí y chupó la pequeña protuberancia una y otra vez, llenándome de puro placer. No podía seguir conteniéndome. Mis muslos temblaron y luego me apreté contra su cara, explotando con un chillido agudo de éxtasis. Me dejé ir y me corrí, rodeada por su boca, rindiéndome mientras mis caderas se sacudían, metiendo mi tierna carne en sus labios.
Ella me chupó y lamió durante todo mi orgasmo, alimentando las convulsiones que me recorrían de adentro hacia afuera. El placer me llevó alto y me desplomé con fuerza. Cando volví en mí, la falda estaba fuera. Sacudí mis tobillos y descubrí que mis bragas tampoco estaban. Santana estaba entre mis piernas, frotando su dura polla contra mí, dándole pequeñas sacudidas a mi clítoris con su longitud. Observó mi boca en busca de consentimiento, y el pequeño carraspeo que dejé salir fue la señal que estaba esperando.
—Maldita sea, mascota. Lo deseas mucho, ¿no? —Sonrió—. Me gusta bromear, solo cuando el momento es el adecuado. Pero no ahora. Ahora mismo, todo lo que tendrás es esta polla. Voy a follarte y llenarte hasta que mi semilla florezca en ti, nena. De un movimiento estaba dentro de mí.
Abrí mucho los ojos y Santana fue hacia abajo para follarme, azotando sus caderas contra las mías tan fuerte que la cama se sacudió como hojas al viento. El lujoso colchón King de la cama era incluso más grande y amplio que el que teníamos en casa, pero ella se las arreglaba para moverlo. La forma en que me follaba podía mover montañas, era una fuerza brutal y salvaje que me golpeaba en todos los lugares correctos, llevándome al clímax. Ayudé cuando mis caderas también comenzaron a follarla. La loca determinación de sentir su esencia en mí pulsaba todos los botones correctos. No podía explicar por qué me excitaba algo tan repentino, tan sucio.
En una noche, una esposa que nunca esperé me había vuelto retorcida. Había apretado las cadenas, todas en mi cabeza, volviéndome una completa adicta a su calor, a sus músculos, a su orgasmo. ¡Dios, no! ¡No puede ser así! Pero lo era. La deseaba. Mi cuerpo gritaba por ello, y luego la rogaba cuando las cuentas de su polla daban en el blanco. Mi coño palpitó y lo chupó, más caliente y húmedo que antes. Tanto por lo lento y sensual. Santana me hundió en otro beso y se mantuvo allí, alimentando mis rápidas respiraciones, un preludio de la explosión que estaba por venir entre mis piernas. Su lengua jugó salvajemente con la mía, transmitiendo una necesidad inconfundible mejor que con cualquier palabra.
Moví mi cabeza de un lado a otro, rompiendo el beso cuando estaba cerca. Santana también lo sabía. Tomó mi larga cabellera rubia y tiró, más fuerte que cuando se la chupé, sujetándome debajo de ella.
—Córrete conmigo, nena. Córrete en la polla que va a darte nuestro bebé. ¡Córrete, maldita sea!
A la tercera vez lo hice. Mi sexo se tensó y todos mis músculos se volvieron de piedra, y luego puro calor celestial. Exploté en ella, golpeando mis caderas contras las suyas, tomando todo lo que ella había arraigado en mí una y otra vez. Santana me penetró y me sostuvo abajo, su pecho ardía, y luego todo su cuerpo.
—¡Mierda Brittany! Me voy a correr, me voy a vaciar dentro de tu coño, dentro de tu puto útero…
Ninguna de las dos pudo hablar después de eso. Solo nos destrozamos, sudamos, gruñimos juntas, amoldamos nuestros cuerpos como dos animales apareándose. Su semilla se disparó más profundamente, más caliente que nunca, chorreando en mí con la ferocidad que prometió. La rodeé con mis piernas y la tomé profundo. Su trasero palpitaba bajo mis tobillos, al mismo ritmo que nos hace estar a menos de un latido de distancia. Las oleadas del orgasmo rasgan mi cerebro, mi coño, cada músculo. Eso me habría hecho desmayar, si no fuera porque ella me sostenía, obligándome a sentir el mismo fuego que la invadía mientras me penetraba profundamente. Estaba solo medio consciente cuando Santana finalmente salió de mí. Cerré mis piernas y ella se desplomó a mi lado en la cama, empujándome a sus brazos.
—Una follada más y será hora de la cena. Y también de los juegos. —La seriedad volvió a sus ojos mientras me miraba de arriba abajo—. Mantén esa mierda dentro de ti.
Miré hacia abajo. Sus dedos se burlaban de mi coño, esparciendo por mis pliegues la resbaladiza crema que ambas creamos y que estaba deslizándose fuera de mí.
—¿Huh? ¿No hay suficiente de dónde vino eso? —bromeé, recuperando mi ingenio después de haber sido tan malditamente insensata.
—Sí. Y vas a obtenerlo cuando volvamos esta noche, amor. Cada maldita gota que tenga.
Conteniendo una sonrisa, apreté mis muslos, obedeciendo sus órdenes. Decidí mejor tomar vino esta noche. Por cómo estaban yendo las cosas, prometía ser mi última oportunidad de beber antes de estar embarazada.
Última edición por marthagr81@yahoo.es el Miér Oct 12, 2016 5:27 am, editado 1 vez
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
3:) escribió:Intenso es poco!!! Jaja
Es impocible que se puedan separar o mejor dicho que san la deje a britt..
San quiere bebe... y estoy segura que oportunidad para procrear no le va a faltar... ojala no aya creado un moustro??? Jaja
jjajajajja, lo adverti.... jajajajajja, oh ha convertido a Brittany......
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Santana adora a Britt!!
Veremos como sale ese tema con el padre!
Saludos
Veremos como sale ese tema con el padre!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Lo único malo fue la forma en que de conocieron y llegaron a la vida de la otra como dijo Britt, y aunque ha pasado poco tiempo ya se adoran.
Y bueno parece que habrá bebe pronto jajajaja, mientras que sigan intentándolo jajajaja.
Ahora falta ver como se da la cita con el papá de Britt, obviamente San no dejara ir a la rubia ni a sus futuros hijos ni un centímetro lejos de ella, como le ha dicho a su rubia ahora es de ella y por nada del mundo se ira de su lado !
Y bueno parece que habrá bebe pronto jajajaja, mientras que sigan intentándolo jajajaja.
Ahora falta ver como se da la cita con el papá de Britt, obviamente San no dejara ir a la rubia ni a sus futuros hijos ni un centímetro lejos de ella, como le ha dicho a su rubia ahora es de ella y por nada del mundo se ira de su lado !
JVM- - Mensajes : 1170
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Me estas jodiende verdad??? San va a dejar a britt???!!!
Pero si es por el bien de britt... es lo que tiene que hacer...
Puede que aya algo bueno y aya bebe!!!
No me gusta como van las cosas pero bue!!!... a ver la ultima noche juntas!!
Pero si es por el bien de britt... es lo que tiene que hacer...
Puede que aya algo bueno y aya bebe!!!
No me gusta como van las cosas pero bue!!!... a ver la ultima noche juntas!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
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Re: [Resuelto]Brittana: Cicatricez de Amor (Adaptacion) GP-Santana. FINALIZADO
Lo unico que no me gusta mucho es el lenguaje de santana pero supongo que me acostumbrare, no el que utiliza durante sus encuentros pero eso de mascota pues......sigo sin internet asi que solo pdo comentar cuando encuentro un ordenador, pero seguire tratando de aparecer hasta que solucionen mi problema, hasta pronto!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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