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Mensaje por ana_bys_26 Jue Dic 29, 2016 2:11 pm

CAPITULO 14

Brittany


Desde ese día en adelante, mi vida cambió por completo.

Tan pronto como pude caminar y las enfermeras me permitieron salir de mi cama de hospital, me arrastré como una anciana cargada a la unidad de cuidados intensivos neonatales para sentarme con Skye. Era lo más hermosa que había visto. Pero mirarla me asustaba demasiado. Era tan pequeña, tan frágil y delicada. ¿Cómo se supone que debía protegerla y cuidar de ella? No sabía absolutamente nada de esto.
No parecía importar cuántos artículos de paternidad leí, nada me había preparado para esto. Esto era real.

Una enfermera entró mientras me hallaba sentada en la mecedora, con mi brazo apoyado en el interior del agujero para la mano de la incubadora, acariciando suavemente sus dedos miniatura.

—Cariño, debes regresar a tu habitación y descansar un poco ahora. Has estado aquí bastante tiempo. No queremos que tengas un contratiempo.

Apenas la miré mientras estudiaba el pequeño mechón de la línea del cabello de mi bebé. ¿Cómo diablos había Santana acertado con eso?  

Tal vez simplemente imaginé la descripción que me dio de ella. Había un montón de manchas difusas en mis recuerdos de la noche en que nació.

—Estoy bien. —Todavía no quería dejarla. No creía que fuera posible amar tanto. Mi pecho se sentía completamente lleno. Me podría haber sentado en esa silla y solo mirarla dormir y respirar durante el resto de mi vida—. ¿Ella necesita una manta? —pregunté cuando su cuerpito se estremeció en su sueño
como si estuviera temblando—. Parece como si tuviera frío.

Los labios de la enfermera se apretaron con irritación. —Ella está bien. Pero tú debes volver a tu habitación. Dijeron que acabas de salir de diálisis. No quieres excederte.

Asentí como si estuviera de acuerdo, pero respondí—: Solo un poco más.

Con un gruñido, se dio media vuelta y se alejó. Cuando escuché la  frase. —... típica madre adolescente soltera. Creen que lo saben todo... —Me di la vuelta y me quede mirándola, viendo los diez kilos de peso extra en su cintura, desde atrás y adelante mientras ella se marchaba en un rabieta enojada.

No sé por qué dejé que ese comentario me afectara. Tal vez fue por las hormonas del embarazo sobrantes en mis venas, el inicio de alguna depresión puerperal o problemas normales de inseguridad de una nueva mamá típica de diecinueve años. Pero las lágrimas llenaron mis ojos de inmediato. Giré hacia mi hija, pequeña e indefensa, luchando por su vida, y la compuerta se abrió incluso más.

¿Qué diablos pensaba que estaba haciendo?

Había seguido en esto con mi falsa confianza de costumbre, pensando  que de podía criar a un niño. Millones de mujeres daban a luz bebés cada año. ¿Por qué iba yo a tener un problema con ello? Y mira, casi había hecho que Skye muriera.

Lloré aún más, con mi pecho agitado. Tuve que sacar mi mano de la incubadora de Skye y enterrar mi cara en ambas palmas de mis manos para amortiguar el desgarrador sonido para no despertarla.

Ella se encontraba aquí, así, porque yo no estaba en condiciones, porque…

—Hola —interrumpió mi fiesta de lástima una voz alegre—. Bueno, mira quien ya está levantada de la cama.

Sonaba tan aliviada y feliz. Me giré para mirar a Santana. Permaneció de pie en la puerta con la sonrisa más grande y una bolsa de regalo color rosa que colgaba de su mano. Cuando vio mi cara, su sonrisa desapareció.

—¿Qué pasa? ¿Skye? —Dejó caer la bolsa mientras se apresuraba a la incubadora.

La preocupación en su rostro me calentó el corazón y ayudó a calmar mis lágrimas. —No, ella está bien. Mejorando cada día.

Un profundo suspiro se le escapó mientras colocaba su mano sobre el plástico transparente que lo separaba de mi hija. —Gracias a Dios.

Parpadeé, aún asombrada por lo preocupado que había estado. —¿Cómo llegaste aquí? —Ni siquiera habían permitido a Rechel. Todavía tenía que mirar a Skye por la ventana en el pasillo.

—Coquetear viene muy bien a veces. —Finalmente se volvió hacia mí y me guiñó un ojo—. Las enfermeras me aman. —Sin embargo, su sonrisa fue breve. Su preocupación regresó casi de inmediato cuando se agachó para    levantarme de la silla—. Ahora, ¿por qué son todas estas lágrimas? Por cierto, te ves mejor. La piel amarilla y cara hinchada me asustaba mucho.

No me di cuenta que me iba a sentar en su regazo hasta que ya estaba acomodada ahí. Me sentí aún más joven, y más estúpida de lo que había estado cuando empecé mi ataque de llanto. Una niñita tonta necesitando sentarse en un buen regazo reconfortante para calmarse.

—No sé —murmuré, limpiando las gotas de mis mejillas y sintiéndome tonta—. Estoy tan... abrumada. —Junto con asustada, preocupada, perdida, insegura; ¡ugh! ¿Qué había pasado con la engreída Brittany Pierce que era hace un año? Me gustaría tener una gran dosis de ella.

Santana rió y me besó la frente, provocando un nido de mariposas en mi estómago. O tal vez fueron las grapas en la sección C de corte que crearon esa sensación, excepto que no podía sentir mucho en esa área. Medicamentos impresionantes y todo eso.

Incapaz de evitarlo, puse mi cabeza sobre su bonito y amplio hombro reconfortante. Digo, élla lo estaba ofreciendo. No me pude resistir. Y se sentía bien, increíblemente bien dejar que alguien me abrazara tan solo por un minuto.

—Lo siento —comencé, sorbiendo lo último de mis lágrimas—. Solo ignórame. Yo...

—No, no voy a ignorarte. Nunca voy a ignorarte. Tienes toda la razón del mundo para tener un momento de susto. Joder, acabas de dar a luz. Eso por sí solo sería poner suficiente presión sobre las emociones de alguien.Eleine lloró por tres semanas después de que nació Santy.

Si me hubiera mirado en ese segundo, élla habría visto una arruga entre mis ojos. Yo no quería saber nada de su esposa en este momento, no cuando me acurrucaba en su regazo, dejándolo consolarme y deseando cosas de élla que nunca podría darme. Pero supongo que no me molestó lo suficiente como para
alejarme de élla. Se necesitaría usar tenazas para sacarme del regazo de Santana Lopez.

Pasé mi dedo por un tatuaje de una cara del gato en su antebrazo mientras seguía hablando.

—Pero mira que más has apilado encima de todo. No conozco todo, pero lo que sí sé parece un montón de mierda. También me quebraría si yo estuviera en tus zapatos. —Besó mi sien esta vez—. No tienes que ser valiente y fuerte todo el tiempo, Campanita.

Mis labios se agitaron con diversión. —Nunca vas a olvidar ese apodo, ¿verdad? Una chica lleva a Campanita en su camisa una vez…

—Acéptalo. —Sonrió antes de acariciar su nariz contra mi sien—. No todo el mundo puede sacarse la imagen de Campanita.

Mi sonrisa floreció. Acariciando las orejas del gato, le pregunté—: ¿Significa algo esto? ¿El tatuaje de gato?  

Bajó la mirada. —Por supuesto. Todos ellos significan algo. No me tatúo imágenes al azar en mi piel sin ninguna razón.

Sonó bastante a la defensiva como para hacerme mirar hacia arriba. — Entonces, ¿qué  significa?
Con un encogimiento de hombros, miró a la cara del gato.

—Yo crecí en cuidado de crianza desde mi nacimiento hasta los dieciocho años. No me alojé en el mismo lugar, sino un par de años en cada uno, como mucho. Y aprendes de joven que las reglas cambian de casa en casa. No siempre llegas a llevar mucho contigo dondequiera que vayas luego. Y no siempre puedes mantener lo que traes contigo. Olvídate de fotos o chucherías sentimentales. Eres solo tú
y la piel de tu espalda. Así que por una vez quería mantener un recuerdo de algo, así que…

—Lo tatuaste en tu piel —terminé por él. Estudiándolo bajo una nueva luz, miré de vuelta al gato—. ¿Fue ese gato tu primera mascota?

—Mi única mascota —corrigió con una sonrisa en su voz—. En realidad, no era una mascota. Era solo un gato callejero sarnoso. Un animal extraviado que entró a nuestra casa. Sacaba a escondidas algo de comida para él, y regresaba. Después de un tiempo, me dejó acariciarlo mientras comía. Nunca
dejé que otras personas en el barrio se le acercaran.

Sonreí, gustándome esa historia. —¿Cómo lo llamaste?

Me envió una mirada irritada. —Él era un animal callejero. Uno no  nombra a animales callejeros.

Algo en sus ojos marrones entrecerrados me hizo empujarlo suavemente  con el codo. —Lo que sea. Lo nombraste. Ahora escúpelo.

Con un suspiro, inclinó la cabeza hacia atrás y miró al techo antes de  murmurar—: Es una estupidez.

Eso solo hizo que me gustara más. —No me importa. Dime.

—Shakespeare —dijo, rodando los ojos—. Lo llamé Shakespeare.

Ahh. Eso logró que me gustara aún más. Le toqué la barbilla, amando la  manera en que su áspera mandíbula raspaba contra mis dedos. Quería tocar los aros de metal en su labio, pero logré contenerme.

—Fuiste un soñadora, ¿no?

Su voz era seca y todavía llena de irritación cuando gruñó—: Si supieras en cuántas peleas me he metido en los últimos años, no pensarías eso.

—Apuesto a que sí. He visto por qué te metes en peleas. Es francamente sorprendente que no vea una capa de héroe entintado en cualquier lugar de aquí. —Desplacé mis dedos hacia su codo—. Solo puedo imaginar cuántas otras damiselas en apuros has salvado en los últimos años.

—Ja, ja —murmuró.

Sonreí. —Mi hija y yo te debemos nuestras vidas,Santana. No voy a  olvidarlo.

Me miró, y algo cayó con pesadez en mi estómago. Mis pechos se  estremecieron y no creía que fuese a causa de mi leche.

—¿Por qué me llamas Santana? —susurró.

—Porque es tu nombre —le susurré; ni siquiera me atrevía a respirar. El  brillo de sus ojos me dijo que quería darme un beso. Y, oh diablos, quería devolverle el beso.

Pero élla apartó la mirada hacia Skye.

—Solo los trabajadores sociales y maestros siempre me llamaron Santana.

El momento se estaba volviendo demasiado profundo. Recordando que me hallaba sentada en el regazo de una Mujer casado, me abstuve de insistir con el tema. No le pregunté si le gustaba que lo llamara así. En su lugar, me centré en otro tatuaje de una planta. —¿Qué tal este? ¿Qué significa este?

—Mi madre adoptiva favorita. A ella le gusta la jardinería.

Seguimos, desde la muñeca hasta el hombro, repasando el significado  detrás de cada tatuaje. Suspiré con tristeza después de que explicó el que simboliza el primer motor de coche que reconstruyó desde cero. Me gustaba saber lo que más le importaba.

—Me gustaría tener un tatuaje algún día —le dije, pensativa, sabiendo exactamente lo que más importaba mientras miraba a mi hija.

—Vas a tenerlo. —San trazó delicadamente con su dedo la piel desnuda detrás de mi oreja izquierda—. Justo aquí. Vas a ponerte mi nombre.

Rodé los ojos, luchando contra una sonrisa, porque sabía que no debería alentar su actitud coqueta.

—Siempre tan segura de ti misma, ¿verdad?

Sonrió. —Por supuesto. No digo mierda que no sea en serio.

Sonaba horriblemente serio. Pero yo solo negué, y, finalmente, dejé que  se filtrara una sonrisa. Apoyando la cabeza en su hombro, continué delineando las imágenes en su brazo con mi uña. —Tu esposa probablemente me mataría si supiera que estoy dejando que me abraces de esta manera.

—Nah. —Se inclinó y hundió su nariz en mi pelo. Mientras la escuchaba inhalar profundamente, algo extraño envolvió mi estómago—. Ella no es así.

Bueno, tal vez debería serlo, porque no sentía una compañía amistosa con élla en este momento. Experimentando algo mucho más profundo, abrí mi boca para discutir. Aceptándolo, esposa celosa o no, esto todavía estaba mal. Élla pertenecía a otra persona. No debía dejar que siga llegando a mi rescate.
Podría no significar mucho para él, pero para mí, significaba mucho más de lo que debería.

—En cualquier caso —le dije, dejando caer el tema así no sabría lo mucho que me estaba enamorando de élla—, realmente aprecio que estés aquí y hablándome para salir de mi ataque de llanto. Siempre sabes cuándo aparecer en el momento justo para salvarme.

Sus brazos se apretaron, y yo sabía que élla pensaba acerca de lo que Alec había hecho.

Toqué su cara. —Lo digo en serio, Santana. Mírame.

Levantó la cara, y yo quería presionar mi boca contra la suya. —Hiciste todo bien esa noche. Ahora deja de preocuparte por ello.

Sacudiendo la cabeza, me dio una pequeña sonrisa. —Justo después de  que dejes de leer mi mente, mujer. Es demasiado sexy.

Abrí la boca para decirle que encontraba sexys las cosas más extrañas,  pero la enfermera que me había hecho llorar regresó. Una línea irritada se profundizó entre sus ojos antes de que ella se centrara en la cara de San. Y al instante, sus  mejillas se iluminaron con placer.

—Oh, por dios. No pensé que volvería a ver tu magnífico trasero, señora San.

San de le sonrió. —Hola, Charlotte. ¿Has estado cuidando bien de mis dos chicas, aquí?

Ella me miró, luciendo un poco culpable antes de volverse hacia él. —No tenía ni idea de que eran tuyas, pero por supuesto que lo hemos hecho. Ahora ven aquí y dame un poco de dulzura.

Cuando ella se inclinó por delante de mí,San, obedientemente, la besó en la mejilla. Enderezándose hacia atrás con un brillo feliz, Charlotte sacó la cabeza de la habitación y llamó la atención de las enfermeras. En cuestión de segundos, toda la habitación se hallaba llena de mujeres que se arrastraban por
todos lados, exigiendo abrazos y besos. Me deslizó suavemente de su regazo y me puso de nuevo en la silla para poder acceder a ellas, diciéndole a Whitney que le gustaba su nuevo corte de pelo, y a Megs que se veía como si hubiera perdido demasiado peso. A cambio, lo pateaban, arrullaban y le preguntaron
cómo se encontraba Santy.

Santy, cierto. Por eso debían conocerlo. Tenía que haber estado aquí cuando su esposa dio a luz.

Otra ronda de envidia me mordió en el culo mientras lo veía convertirse en el centro de toda la atención de mis enfermeras. Sacó su teléfono para mostrar fotos de su hijo, y negué con asombro. la mujer ciertamente sabía cómo trabajar en un cuarto lleno de mujeres.

Cuando élla me miró, me guiñó un ojo y señaló, preguntándole a las damas—: Mi Campanita no les está dando ningún problema, ¿verdad? Sé cómo puede ser de descarada.

Las enfermeras le aseguraron que era una paciente perfecta, aparte del hecho de que necesitaba más descanso.

Después de eso, élla se encargó de acompañarme personalmente a mi habitación para una siesta. Toqué los dedos de Skye en señal de despedida, esperando que pronto fuera capaz de besarla en la frente o las mejillas, o en sus deditos de los pies, o en realidad tenerla en mis brazos. Después San tomó mi mano y me acompañó a mi habitación. Una vez que me metió en la cama, donde todo el mundo parecía quererme, sacó su bolsa de regalo. El cerdo rosado de peluche que trajo para Skye era perfecto. Le di las gracias y lo acerqué a mi pecho mucho después de que se fue, diciendo que se había quedado más allá de su hora de almuerzo.

Las enfermeras eran mucho más agradables conmigo después de eso. Una observaba el cerdo que yo abrazaba y sonrió con complicidad. —¿De San?—supuso.

Asentí, acurrucando el animal de peluche en mi barbilla.

—Así que, ¿cuánto tiempo hace que conoces a nuestro mamá favorita?

—Oh. —Sonreí—. No mucho. Mi prima,Quinn, trabaja con él en el club  nocturno Forbidden.

La enfermera asintió. —Bueno, élla es único en su clase, eso es seguro.

Creo que todas las enfermeras se enamoraron de élla cuando estaba aquí por esa muchacha Eleine. Élla era increíble, con el bebé de ella. Paciente, amable. Muy natural para esto.

Sonreí suavemente, vacilante cuando me di cuenta de que había dicho bebé “de ella”, no “su” bebé. Raro.

—Apuesto a que lo era. Todavía no he conocido a Santy. Solo he visto una foto que San me enseñó.

La enfermera chasqueó la lengua. —Estaba tan orgullosa de esa chica. Es una maldita pena que no sea suyo.

Parpadeé. —Espera, ¿qué? ¿Qué quieres decir con que no sea suyo? —Dios mío. No había otro significado para esa frase. Pero eso debía significar…—. Mierda. ¿San lo sabe?

Con un bufido y rodando los ojos, la enfermera comprobó el nivel de agua en mi lanzador. —Cariño, ese bebé salió más negro que yo. No hay forma de que el bebé pudiera ser suyo. Y todo el mundo lo sabía.

Respiré agudamente. —Oh... vaya. Yo... Asumí que la mamá era... No puedo creer que su esposa la engañó.

—¿Esposa? —chilló la enfermera, haciendo una pausa mientras dejó caer pesadamente el lanzador—. No, no te atrevas a decirme que élla se casó con esa chica. —Sacudió la cabeza con tristeza—. La peor paciente que he tenido. Te diría que —se acercó más y bajó la voz—, no has oído esto de mí, pero a nadie
le agradaba. Mm-hmm. Ella era una perra con P mayúscula. Y yo ni siquiera maldigo. —Para probarse a sí misma, levantó la mirada hacia el techo, y  murmuró—: Perdóname, Padre. —Sacó un crucifijo de debajo de su blusa y lo besó.

Mi boca se abrió. Mi mayor preocupación había sido que su esposa fuera dulce, hermosa y asombrosa. Pero saber que no era tan buena como me temía, era casi peor. No quería saber que estaba atado a una perra que lo había engañado.

Mi pobre, pobre Santana. Quería arrancarle los ojos a ella.

—¿Sabía que el bebé no era suyo antes de nacer? —pregunté, mi voz  igual de baja que la de la enfermera.

Se enderezó, golpeando juguetonamente mi mano. —Por supuesto. Élla y la chica nunca habían tenido ese tipo de relación, si sabes lo que quiero decir. Eran más como hermanos. Creo que dijo que habían estado en el mismo hogar de acogida una vez. —Puso los ojos en blanco—. Élla ha estado cuidándola
durante años. Y si se casaron, es solo a causa de su bebé.

Mi pecho de repente se sintió estrecho y me entraron ganas de llorar. Una chica como San —que golpeó a Alec porque él había tratado de matar a mi bebé, que se había hecho cargo de un niño que sabía que no era suyo, que me sostuvo en sus brazos para consolarme— merecía un verdadero matrimonio por amor, una esposa que lo adorara.

Mi enamoramiento por él se hizo aún más fuerte. Si solo lo hubiera conocido la noche que conocí a Alec “Bastardo” Worthington. Pero incluso si lo hubiera hecho, probablemente aún habría ido tras Alec, porque era estúpida y prejuiciosa. Todo lo que hubiera visto en Pick eran sus tatuajes de chico malo y la ropa sin marca. Lo habría etiquetado como un perdedor de mala calidad.

Pero Alec era el verdadero perdedor y, San era la Mujer más dulce y más honorable que he conocido.
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Mensaje por JVM Jue Dic 29, 2016 4:18 pm

Por fin supo Britt sobre la relación de San con Elaine y del pequeñin Santy....
Espero que sabiéndolo considere darse una oportunidad con la morena!
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Mensaje por Tati.94 Jue Dic 29, 2016 5:54 pm

Sii ya se aclaro la situacion de san con eleine, y san con britt siempre tan linda. Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 1215408055
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Mensaje por micky morales Vie Dic 30, 2016 7:54 am

San es un "dulcito" jajajajajaja siempre me da mas risa una risa escrita, pero no lo pude evitar, las cosas van muy bien entre ellas, a ver como siguen!!!!!
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Mensaje por monica.santander Vie Dic 30, 2016 5:43 pm

Hola me había perdido unos capítulos!!!!!!
San mi heroína absoluta!!!!!!
como hacemos desaparecer a Elaine???
Saludos y feliz año nuevo!!!!!!!!
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Mensaje por ana_bys_26 Miér Ene 04, 2017 8:51 am

CAPITULO 15

BRITTANY


Tan pronto como podía respirar, comer y mantenerse caliente por su cuenta, Skye fue dada de alta del hospital. Tenía veinte días de edad cuando por fin pude llevarla a casa.

Yo solo había tenido que quedarme durante una semana. Después de que mis riñones decidieron volver a funcionar por su cuenta, me echaron dos días después. Fue lo más difícil del mundo irme del hospital sin mi bebé; mi niñita que había estado conmigo durante los últimos siete meses y medio. Así que, por lo general, acababa atrapada por ahí todo el día, molestando a las enfermeras con todas las pregunta. Creo que fueron muy pacientes conmigo solo porque sabían que era amiga de San.

Para la situación de Skye, su médico no preveía ningún problema a largo plazo. Me advirtió que probablemente tendría algunos retrasos en la evolución, tal vez un poco de problemas en la escuela. Pero físicamente, estaba bien.

Esa primera noche con ella en casa fue dura, y no porque Skye era quisquillosa. De hecho, era un sueño hecho realidad en comparación con las historias de terror de bebés que había leído. En realidad tenía que despertarla un par de veces para sus comidas regulares. Lo que la hizo dura fue que no podía dejar de preocuparme. Salía de la cama para ver cómo estaba cada vez que se movía o respiraba un poco demasiado fuerte.

Antes de que terminara la noche, moví la cuna hasta que estuvo aplastada contra mi cama, así ya no se encontraba al otro lado de la habitación. Solo pude conciliar el sueño cuando deslicé la mano por los listones de la cuna y descansé los dedos sobre ella. Si no hubiera temido que pudiera girarme y asfixiarla por accidente, la hubiera mantenido en la cama conmigo.

Llegó la mañana antes de darme cuenta, y me desperté a lo que yo juré era el sonido de la risa de San.

Al principio, pensé que era parte de la hermosa sueño que tenía. Sostenía a Skye, diciéndole la princesa que era, justo antes de que ella soltara un gas.

Echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. Pensé que añadiría algo como “Princesa del Gas”, pero en lugar de eso dijo—: Cristo, Fabrey. No puedo creer que en realidad compraras este pedazo de mierda.

Mis pestañas se abrieron, y mi dormitorio en el dúplex de Rechel entró en foco. Luz diurna brillaba en las paredes claras, diciéndome que ya no eran las cinco de la mañana, que fue la última vez que estuve despierta con Skye. Las cortinas se movieron, dejando entrar una brisa cálida de primavera porque
dejé la ventana abierta toda la noche. La ráfaga de luz rozó mis mejillas, haciéndome sonreír.

Estas últimas horas fueron las que más dormí en toda la noche. Me dolía el cuerpo y tenía que tomar mis medicamentos para el dolor, además de que mis pechos de leche ardían y se encontraban duros como piedras. Estaba en la peor condición física de mi vida, y sin embargo, no podía recordar haberme
sentido tan contenta.

Entonces oí la voz de San de nuevo. —Me sorprende, francamente, que la cosa siga funcionando. ¿Has mirado este motor?

Me senté erguida en la cama. ¡Dios mío! San se hallaba aquí, justo afuera de mi ventana.

Oh mi Dios por dos. Eso me dolió. Oh, diablos... Auch. Eso sí que dolía.

Envolviendo mi cintura con el brazo cuando un dolor candente pasó a través de la cicatriz de mi cesárea, jadeé y traté de respirar a través de las olas de agonía. Pero, guau. Sentarse demasiado rápido después de que te hubieran abierto los intestinos no se sentía bien. No ayudaba que mi abdomen siguiera molido desde donde me había golpeado Alec, pero esto… esto había venido directamente de esa línea de grapas.

—No estaba allí cuando Rechel lo compró. —La voz de Quinn flotó a través de la ventana detrás de Santana—. Lo vi en la entrada cuando llegué a casa de clases.

—¿Quieres que te ayude a darle una paliza al idiota que se lo vendió?

Sonreí suavemente. Tal vez debería molestarme que San estuviera tan lista para usar sus puños, pero ese rasgo suyo había salvado mi vida y la de mi hija. No podía dejar de apreciarlo.

—Dios, no —murmuró Quinn—. He visto cómo golpeas a la gente. Voy a pasar. Solo fíjate si puedes hacer que esta cosa sea lo suficientemente segura para conducirla.

—Lo tienes. Oye, ¿quieres…?

Pero San no llegó a terminar la pregunta, porque otra voz interrumpió, ésta fuerte y desagradable—: ¡Hola, hijos de puta! ¿Qué hacen?

Escuchar el recién llegado me hizo inclinar la cabeza con curiosidad. Quienquiera que fuera sonaba vagamente familiar.

Quinn, obviamente no esperaba más compañía, porque había dicho—: ¿Qué diablos están haciendo aquí? —Supuse que más de una persona acababa de entrar a visitarlo.

—Escuché que San consiguió una invitación dorada a tu casa y me sentí excluido.

—Solo estoy aquí porque Puck era mi conductor al partido de fútbol esta mañana —intervino otra voz—. Comenzamos la práctica de verano hoy, así que me arrastraron sin mi consentimiento. No te preocupes, voy a irme pronto. Mi chica va a pasar a recogerme en unos minutos.

—Lo siento —interrumpió una tercera voz—. Puck me dijo que íbamos a juntarnos en tu casa hoy, así que lo seguí. No sabía que no estábamos invitados.

—Está bien —respondió Quinn—, no me importa que ustedes dos estén aquí.

—¡Oye! —gritó Puck, claramente ofendido, lo que solo hizo reír a Quinn.

—Oye, Wild —dijo San, la voz más moderada de lo que había sido antes—. Pásame esa llave a tus pies, ¿quieres?

—No vas a golpear a un tipo en la cara con ella, como la última vez que estuvimos aquí, ¿verdad?

Guau, ¿en realidad golpeó a Alec en la cara con una llave? A pesar de que hice una mueca por la cantidad de dolor que debió de haber sentido mi ex, una sonrisa incontrolable apareció en mi cara. Ojalá que San le haya dejado una cicatriz; Alec había estado siempre tan orgulloso de su cara bonita.

—Muy gracioso —murmuró San—. El bastardo se lo merecía. Oye, oí que recuperaste a tu chica. No he trabajado mucho contigo últimamente para felicitarte.

—Gracias —dijo Ketty, sonando bastante orgulloso—. Aunque no tengo idea de por qué volvió a aceptarme; le hice perder su trabajo y luego, básicamente, le cargué la responsabilidad de tres hijos cuando me traje a mis hermanos, pero no voy a mirarle los dientes a un caballo regalado. Está aquí y
la voy a apreciar durante el tiempo que decida quedarse conmigo.

—Sí, también me enteré que tus hermanos se mudaron contigo. Eso es una mierda, hombre.

—En realidad, no. Ahora estoy menos preocupado por ellos, además de que estamos en un lugar mejor. Es mejor para todos nosotros... Excepto quizás Aspen, que está tomando la responsabilidad de hacer que se establezcan y se matriculen en la escuela de aquí. Ha sido toda una bendición del cielo.

—Oye, ¿de quién es esta cerveza? —Puck regresó a la conversación.

—Mía —contestó San, con voz ahogada, como si acabara de deslizarse bajo el coche de Rechel.

Oí el clic y la efervescencia de una lata siendo abierta. —Maldita sea, tienes un gusto barato. —Luego hizo una pausa antes de suspirar como si se hubiera bebido la mitad de la lata.

—Si vas a servirte... —La voz de San sonó seca—… entonces mantén tu maldita boca cerrada.

—Oye, no me quejo. Tomo cerveza barata. Y hablando de barato, ¿recuerdas la chica que entró en el bar para verte la otra noche? Le diste algo de dinero y la enviaste a casa.

—Sí —dijo San con suspicacia—. ¿Qué pasa con ella?

—Esa era barata, y fácil. Te lo digo, todo lo que le compré fue un cono de nieve y me dio sexo oral allí mismo, en la playa de estacionamiento. Entonces me siguió a casa y la follé de todas formas.

—Tú… —San no parecía saber qué decir a eso. Entonces, finalmente, le preguntó—: No le diste droga, ¿verdad?

—¿Qué? —La voz de Puck parecía llena de confusión—. No. No tomo drogas. ¿Por qué siquiera preguntas eso? Espera, ¿por eso fue a Forbidden a verte? Oh, amigo. ¿Eres un vendedor de drogas?

—Oh, Jesús. ¿En serio? Si yo fui el que le dio dinero, ¿por qué iba a ser el traficante de drogas?

—Mierda. ¿Así que es una traficante de drogas?

—No. Maldita sea. Solo... Cállate. Ninguno de los dos traficamos drogas.

—Entonces, ¿por qué has traído las drogas a la conversación y por qué le dabas dinero? ¿Quién coño es ella? —Puck empezaba a sonar alarmado.

—Hablé de drogas porque ella era una adicta al crack. Me aseguraba que no le diste nada. Y le di dinero porque es mi esposa.

Me puse la mano sobre mi boca, ya que se abrió en shock. Pero, guau.

No esperaba esa respuesta. Tampoco ninguno de los chicos, al parecer. Una pausa embarazosa flotó a través de la ventana antes de que Puck explotara. — ¿Me follé a tu mujer?

Entonces Quinn, Ketty y Emily gritaron juntos—: ¿Estás casada?

—Oh, mierda. —La voz de Puck sonaba hueca—. Sabía que tenías un hijo, pero ¿desde cuándo estás casada? ¿Cómo diablos puedes estar casada? Eres como la mujeriega más grande que conozco.

—No es cierto. —San sonaba insultado—. Tú eres el mujeriego más grande que conoces. Todo lo que ves es que me llevo a chicas borrachas a casa desde el bar todas las noches. En realidad no me acuesto con ninguna de ellas.

¿Qué clase de idiota se aprovecha de una mujer en estado de ebriedad?

—No lo sé —murmuró Wild, pensativo—. Algunas son bastante convincentes. Pueden ponerse difíciles de resistir.

—Literalmente —resopló Puck ante el juego de palabras.

—¿Estás haciendo bromas, Puck? —preguntó Quinn—. ¿En serio? Justo después de enterarte de que le pusiste los cuernos al pobre de San?

—No —dijo San para tranquilizarlos—. Eleine y yo no tenemos ese tipo de matrimonio. Quiero decir, ciertamente nunca he llegado allí con ella. Es más como una hermana para mí. Solo la estoy ayudando con el seguro hasta que ella y su hijo salgan adelante.

—¿Por lo tanto, el niño no es tuyo? —preguntó Puck.

—No... Técnicamente. Pero probablemente voy a ser la única padre que va a conocer, por lo que en realidad no importa quién donó el esperma para hacerlo.

—¿Y nunca la has follado? Por lo tanto, todavía no he tenido ninguna de tus sobras.

Guau, ¿eso era lo que más le preocupaba? Resoplé. Ese tipo, Puck, era un desgraciado.

—No. —La respuesta de San sonaba mucho más bondadosa de lo que la mía hubiera sido—. Ella y yo nunca lo hemos hecho... Y nunca lo haremos. Francamente, me sorprende incluso que tú la quieras. No es exactamente...

—Amigo, yo follaré a cualquier cosa con tetas que, voluntariamente, abra las piernas para mí. No me importa como luzca. Y la culpa es tuya por preocuparte tanto por la apariencia. Es un milagro que todas las damas se pongan tan locas contigo, prejuicioso malparido.

San hizo un sonido agravado. —Oye, vete a la mierda. No hablaba de su aspecto, idiota. Iba a decir que no es muy agradable.

—Oh. Eso. Bien... —Una sonrisa se enlazó al tono de Puck—. Jodes una sonrisa aturdida en la cara de una chica y la perra se viene. ¿Lo entiendes? Se viene directamente.

—Está bien, está bien. Basta de hablar acerca de dormir con la esposa de San —regañó Wild—. Maldita sea, Puck. —Debió de haberse girado hacia Quinn porque, dijo—: Fabry, cambia de tema. ¿Qué ha estado pasando contigo? ¿Cómo están con tu chica después de que esa vieja cachonda vino al bar?

Contuve la respiración, porque yo ni siquiera había pensado en la señora Harrison desde que Quinn y Rechel se comprometieron. Había estado un poco preocupada por mi nuevo pedazo de cielo en la tierra. Comprobándola, me incliné para verla dormir en su cuna, y guau... Era tan preciosa.

—Me dejó poner un anillo en su dedo —decía Quinn fuera—, así que diría que estamos bien.

El orgullo en su voz me hizo sonreír. Era tan agradable saber lo mucho que amaba a Rechel. Me gustaba verla feliz. Extendiendo la mano, acaricié la mejilla suave de Skye. Se movió y empezó a despertarse. Ya era hora de darle de comer de todos modos, así que me incliné sobre la barandilla y la atraje a mis brazos antes de abrirme la camisa para darle un poco de desayuno.

La voz aturdida de Wild flotaba en el ambiente. —¿Te vas a casar? Mierda, chicos. Solo estuve fuera durante un par de semanas. Sabía que Puck se mudaría con Fields desde que lo dejé sin hogar para irme a vivir con mi chica. ¿Pero San está casada con un hijo,Fabrey comprometido, y Puck empezó a
acostarse con mujeres casadas? Mierda. Muy pronto estarán diciéndome que Hamilton ha perdido su virginidad. —Después de un momento de silencio, Wild explotó—: ¡Mierda! ¿Fields perdió su virginidad?
Cuando una ronda de risas le respondió, Wilds se les unió. —Bueno, felicitaciones, amiga. ¿Qué opinas?

—¿Qué qué piensa? —resopló la voz incrédula de Puck—. la chica tuvo relaciones sexuales por primera vez. Pudo haber sido el polvo más asqueroso en la tierra; Si el acabó, ¡le gustó!

—Ella no estaba mal. —Emily sonó ofendido, lo que me hizo sonreír.

Fue agradable escuchar a una tipa defender a una chica en lugar de basurearla con sus amigos.

—¿Oh, sí? —Puck sonó intrigado—. ¿Subió encima tuyo y tomó el control o dejó que pensaras que estabas a cargo?

—Oye, tranquilo. Deja de fastidiar a la chica —lo regañó San—. No tiene que dar más detalles.

—¿Qué demonios? Quiero saberlo todo. Cuándo, dónde, por cuánto tiempo, qué posiciones. Cuántas veces le hiciste venir.

—Yo no… —empezó Emily, solo para cortarse abruptamente.

—Bueno, escúpelo —exigió Puck—, no nos dejes colgados ahora. ¿Tú no qué?

Casi podía sentir a la pobre Emily sonrojándose. Su voz era más bien un murmullo cuando al final admitió—: No sé si en realidad le hice... Quiero decir, ¿cómo lo sabes?

El silencio respondió a su pregunta. Por último, Puck dijo en un tipo de voz horrorizada y escandalizada—: ¿No hiciste que acabe?

Más silencio. Entonces: —No lo sé.

—Confía en mí, Em. Sabrías —dijo Wild.

—Pero... ¿Cómo?

Puck rió. —¿Gritó tu nombre, te arañó la espalda, al canto de “ohmiDios, ohmiDios, ohmiDios, más duro, más rápido. Allí mismo, Emily. ¡Fóllameeee!”

—Lo cual es la prueba de que las chicas fingen contigo —dijo Quinn secamente.

—Oye, vete a la mierda, hombre. ¿Cómo sabes cuando sucede entonces, oh gran y poderosa Fabrey, reyna de todos los dioses del sexo?

—Se puede sentir —respondió Quinn—. Ese dulce pequeño músculo que se contrae alrededor de tus dedos justo en el momento en que sus ojos ruedan a la parte de atrás de su cabeza, su espalda se arquea y sus muslos se sujetan a tu alrededor.

Me atraganté un poco, porque no quería pensar en el O de Rechel de esa manera. Sorprendida por mi reacción, Skye se separó de mi pezón y parecía confundida. Estaba tan ocupada tratando de ayudarla a que se sujete de nuevo, que casi me perdí cuando San respondió—: Tiene razón. Sin duda, puedes
sentirla ordeñando tus dedos.

Inmediatamente, me puse caliente por todas partes, imaginándolo de esa manera. Conmigo. Dios... Pensé que eran las hormonas del embarazo lo que me pusieron caliente por élla. Pero ya no estaba embarazada, por lo que debería haber superado esto.

—Sí —añadió Wild con una sola afirmativa mientras la conversación continuaba.

Puck resopló. —Lo que sea. No puedes sentir esa mierda.

—Tal vez tú no eres lo suficientemente grande como para sentirlo. —Se rió Quinn.

—Oh, ¿mira quién está presumiendo de su tamaño ahora com tu no tienes? —Puck sonaba repentinamente incómodo.

Como para salvarlo de sentirse deficiente,Emily dijo rápidamente—: No creo que ella acabara. ¿Cómo hago que…? —Una vez más, se interrumpió, pero todo el mundo, incluyéndome a mí, sabía exactamente lo que pedía.

—Parece que necesitas poner a trabajar tu lengua. —La sugerencia de San me hizo darme cuenta que me había mojado. Qué maldita vergüenza. Solo su voz y la palabra lengua me calentaron.

—¿Eh? —Emily estaba obviamente confundida.

San aclaró. —Tú. Debes. Lamerla.

—¿Lamerla?

—Dios mío. —Me imaginaba a San girando para mirar con incredulidad a los otros con las manos en el aire—. ¿Es en serio?

—Élla fue sobreprotegida —explicó Puck—. Criado por su abuela.

—Oh... bueno, entonces. Claro que sí, lame a esa chica. Detrás de la oreja, por el cuello, entre los pechos, sobre sus pezones, justo en su coño, bajo su…

—Bajo su... ¿qué?

Puse la mano sobre mi boca para no reírme en voz alta sobre el tono horrorizada de Emily.

—Sobre todo allí —añadió Wild, y me encontré asintiendo.

Justo detrás de las orejas, en la nuca, y sobre mis senos ya ardían como si hubieran experimentado físicamente el asalto verbal de San. Pero entre mis piernas es donde más quemaba; podría venirme bastante bien la lengua de San.

—Ponerle jalea y lamerlo también funciona bien.

Hice una mueca. Oh, no, no, no. Eso era algo que quise saber acerca de Quinn. Iuuuuu. Tenía la esperanza de que no estuviera hablando de algo que hizo con Rechel. Nunca sería capaz de comer un sándwich de mantequilla de maní y jalea de nuestra cocina de nuevo.

—Maldita sea, Fabrey. Te pusiste creativo por allí.

—Definitivamente voy a tener que probar eso con Aspen.

Me puse la mano sobre la boca para no reírme en voz alta. Guau. No tenía idea que las chicas tenían este tipo de discusiones con los demás.

—Así que, en serio la lames... ¿allí? ¿Y a ella no le importa?

—¿Importarle? ¿Por qué iba a importarle? Las chicas aman esa mierda.

Me piden eso todo el tiempo. Puck, bebé, es tu turno para bajar esta noche.

—Pero…

—Es como si todavía necesitaras aprender las partes de una mujer —dijo San—. La próxima vez que estén juntas, no tengas miedo de explorar. A ella no le importará. Si estás tocando, lamiendo, besando y mordisqueando cada pequeño lugar, lo apreciará. Confía en mí. Baja a nivel de la vista con todo y
solo... mira un poco. Pruébalo con la lengua. Te hará saber lo que le gusta y lo que no.

—En voz alta —agregó Puck.

Suspiré un poco, deseando haber conocido hace años a San. Parecía una amante muy considerada y cuidadosa. Dudo que incluso me dejara estar en las nubes y tratar de escapar a mi entumecido lugar seguro. Apuesto a que sería capaz de mostrarme lo que se suponía que era el buen, puro y honesto sexo.

El remordimiento quemó mi garganta porque nunca había tenido eso, nunca disfruté de un momento íntimo con una chica.

—Escucharía a San. la mujer sabe de lo que está hablando.

—¿Qué demonios? —respondió San—. ¿Puck acaba de darme un elogio? ¿Estás bien? Oh mierda, ¿te estás muriendo?

—Cállate.

La risa de San me calentó desde adentro, mientras Wild habló—: Shh, alerta mujer. La señora Fabrey está viniendo por el camino.

Las mujeres se calmaron al instante. Unos segundos más tarde, Quinn gritó—: ¡Eh!, Sweet Pea. —Podía imaginarlo enganchándola alrededor de la cintura y bajándola sobre su regazo.

—Has estado de compras, ¿eh? —preguntó Puck—. ¿Te quedaste de nuevo sin jalea?

Mi boca se abrió, con la esperanza de que por Dios Rechel no tuviera ni idea de a qué se refería. Pero cuando ella dijo—: ¿De qué está hablando? —Un poco bruscamente, sabía que había sido pillada y le enviaba a Quinn el mal de ojo por compartir demasiado con sus amigos.

Debió poner la perfecta cara de inocente, porque después respondió—: No tengo ni idea. —Rechel dejó el tema. Me la imaginé saliendo disparada de su regazo con una fresca sonrisa y llevando las bolsas de comida hacia la puerta trasera.

—¿Dónde está Britt? —preguntó, y sí, su voz sonó mucho más cerca de donde se encontraba la puerta.

—No la he visto esta mañana —respondió Quinn—. Debe estar todavía en la cama. Sé que yo estaría. Juro que esa bebé se levantó a cada hora.

Rodé los ojos. Había pasado cada dos horas, no una. Ese había sido el horario de alimentación recomendado que las enfermeras me habían dado.

—¿Por qué no vas a ver si está levantada? —dijo San—. Y arrástrala aquí afuera. Todavía no he tenido mi dosis de Campanita en el día.

Al instante sonreí. Élla quería verme. Eso era tan…

Me mordí el labio para matar la sonrisa. Britt mala. Tenía que dejar de pensar en élla de esta manera, a pesar de que su esposa era como una hermana para élla y solo se había casado con ella por el seguro.

Este era el peor momento para desarrollar sentimientos sinceros por un chico. Tenía equipaje, asuntos y
problemas por todas partes. Y a pesar de que a San no le importaba abrirse paso entre aquella clase de mierda por una mujer, ya que él se había casado con una puta ex-drogadicta solamente para echarle una mano, yo todavía no quería acumularle algo de mi mierda.

Era demasiado increíble para hacer frente a la gente como yo.

—Claro. La iré a ver —dijo Rechel—. Oigan, chico y chicas ¿se quedan a comer? Quinn podría hacer algo en la parrilla.

—¿Que dices? —comenzó Quinn Y Puck dijo—: Comida gratis, sí. Cuenta conmigo.

—Gracias, pero mi familia me va a recoger pronto —dijo Wild.

A lo que respondió Rechel—: Ellos también pueden quedarse. Haremos una fiesta. Cuantos más, mejor.

—Bueno, está bien entonces. Cuenten conmigo.

—Podría comer —añadió Emily.

—Y no voy a dejar que digas que no, señora Lopez. Después de la forma en que salvaste a mi Britt., te alimentaria todos los días por el resto de mi vida.

—En realidad, no puedo quedarme mucho tiempo. El sábado es siempre mi mañana con mi hijo. Ya estoy perdiendo algo de tiempo de mamá.

—Está bien, no hay problema —dijo Rechel, pero no parecía muy convencida.

—Sin embargo, todavía quiero ver a Britt y Skyer antes de irme —gritó justo cuando oí abrirse la puerta de atrás de la cochera.

Ya que Skye terminó de comer, me bajé de la cama y la llevé a la cocina, haciéndola eructar mientras iba.

—¡Ahí estás! —Rechel aplaudió cuando entré en la habitación. Dejó dos bolsas desbordantes sobre la mesa antes de volverse hacia mí y arrebatar a Skye de mis brazos—. Justo iba a verte.

—Lo sé. Lo oí. Mi ventana estaba abierta, y oh Dios mío... —Me incliné, bajando la voz—. Las cosas que hablan las mujeres cuando creen que una mujer no escucha. Nos hacen pensar que es todo coches, deportes, y sexo con ellos. Bueno, quiero decir, hubo un montón de charla sobre sexo pero…

Rechel se quedó sin aliento y dejó de palmear la espalda de Skye para agarrar mi brazo. —¡Lo sabía! Quinn se fue de la lengua sobre la jalea, ¿no?

Me mordí el labio, pero mi expresión me delató.

Su boca se abrió. —Así que voy a matarla.

Robé a Skye de vuelta antes de que ella se volviera homicida. —No creo que tuviera intenciones de decirlo, si eso sirve de consuelo. Le daban consejos a Em porque élla acaba de acostarse con su primera chica y…

—¿Qué? Guau. ¿Emily era virgen? Pero es tan ardiente.

—¡Lo sé! Al parecer, fue criado por su abuela y ni siquiera sabía lamer a una chica. Además, él es como súper tímida.

—Mierda, Britt. —Rechel se echó hacia atrás y sacudió la cabeza—. ¿Cómo
Britt diablos escuchaste a esas tipas?

—Oh, eran una fuente de chismes jugosos.

Coloqué a Skye en la hamaca de la mesa y ayudé a Rechel a preparar nuestro picnic improvisado. Le decía cómo Wild y su novia profesora estaban de nuevo juntas cuando la puerta trasera se abrió y Quinn vino a la Cocina.

—Hola, cariño —le dijo a Rechel mientras iba tras ella para ponerle los brazos alrededor de su cintura y besarla en el costado del cuello—. La parrilla está lista, y apareció la familia de Kitty. —Una extraña expresión cruzó su rostro antes de que agregara—: Estuvieron de acuerdo en quedarse para el almuerzo,
lo cual nos hace once y un pequeño hermoso bebé. —Soltó a Rechel para acudir a Skye, sacarla de su silla, y frotar la nariz en su vientre—. Hola, niña.

Todavía me sorprendía lo afectuoso que era con ella, y lo dispuesto que estaba a sostenerla. Mientras la acunaba y le hacía gorgoritos, miré a Rechel.

Había presionado sus labios y sostenía ambas manos en su corazón mientras lo observaba con una sonrisa de enamorada. Cuando me encontró mirándola, se abanicó la cara con una mano y pronunció las palabras: “¿No es increíble?”

Rodé los ojos, pero sonreí, porque sí, había encontrado a una mujer increíble.

—¿Te importa si me la llevo fuera y se la muestro a las chicas? — preguntó Quinn, mirándome—. Creo que San está a punto de morderse el brazo si no ve pronto a una de ustedes.

No había manera de que pudiera negar tal deseo, así que le hice un gesto con la mano. Pero en la puerta, se detuvo y se volvió de nuevo a Rechel. — Oh, y la Dra. Rous está aquí. Ella y Ketty están juntos de vuelta.

—Oh, lo sé. Britt estaba… —Al darse cuenta de que iba a revelar la fuente de sus chismes, Rechel apretó los labios con fuerza y luego exageró a lo grande un jadeo—. ¿En serio? Guau, eso es genial. Ella me agrada.

—Sí, pero Ketty nos advirtió que no la llamáramos Dra. Rous No quería espantarla y recordarle que solíamos ser sus alumnos.

—Claro. Claro. ¿Espera? ¿Cuál es su nombre?


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Mensaje por monica.santander Miér Ene 04, 2017 3:17 pm

Que linda es San!! Por fin Britt conoció la verdad en la vida de San!!!!
Saludos
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Mensaje por micky morales Miér Ene 04, 2017 10:17 pm

Era hora que Britt supiera las verdaderas circunstancias del matrimonio de San!!!
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Mensaje por JVM Jue Ene 05, 2017 2:32 am

Pues todo va por buen camino, el único obstáculo es el matrimonio de San :(
Pero espero que las chicas se sigan acercando y conociendo mejor!
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Mensaje por 3:) Dom Ene 08, 2017 10:17 pm

ya me puse al dia,..
me encanta como san cuida a britt,..y todo lo que hace hasta ahora!!!
a ver cuanto tarda san en disolver el matrimonio,.. y sobre todo que ella y britt asimilen lo que sienten una por la otra?
3:)
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Mensaje por ana_bys_26 Miér Ene 11, 2017 6:28 am

CAPITULO 16

Brittany


Rechel y yo preparamos una buena barbacoa improvisada en el patio trasero, si se me permite decirlo.
Aspen —a la que nunca nos volvimos a referir como Dra. Rose—, y Caroline, la hermana de Ketty entraron a la cocina en algún momento. Nos ayudaron mucho y tuvimos nuestro propio chisme jugoso, hablando de todos los chicos mientras se picaba las verduras y se preparaba las empanadas de hamburguesas. Skye seguía siendo la atracción principal del día e iba de adentro a afuera, mientras más gente de la que podía contar la paseaba, tomando turnos para cargarla.

Para el momento que finalmente dejé la cocina, cargando la legendaria ensalada de patatas de Rechel, una mesa y sillas habían sido acomodadas, puestas en el exterior de la entrada delantera. San cerró el capó del auto de Rechel y le describía a Quinn todo lo que arregló, mientras Puck y dos jóvenes más pequeños se burlaban de cuán incómodo lucía Keitty cargando a Skye.

—No los escuches —le dije a Wilde mientras levantaba a mi bebé de sus brazos—. Lo estás haciendo bien. —Me di la vuelta, buscando un lugar para sentarme, pero encontrando la mirada de San en mí.

—Así que en serio te encontrabas adentro —murmuró, acercándose—. Me preguntaba cuándo ibas a aparecer.

Mi corazón revoloteó en mi pecho cuando le sonrió a Skye.

—Rechel me ha hecho trabajar mucho en la cocina. Pero creo que casi tenemos todo listo. ¿Ya tuviste tu turno de cargar a Skye?

—Aún no. —Levantó las manos para mostrarme cuán negras y grasosas se encontraban sus palmas—. Fabvrey me ha hecho trabajar mucho aquí afuera. Sin embargo, voy a lavarme y vengo a robártela.

Asentí, incapaz de detener mi sonrisa. No lo había visto desde su última visita a mi habitación de hospital para entregar el cerdo de peluche de Skye.

Eso había sido ya hace mucho tiempo. Solo con mirar sus cálidos ojos marrón refrescaba algo dentro de mí.

Se detuvo un momento como si quisiera decir más. Luego negó con la cabeza, sonrió y se fue. La miré desaparecer por la puerta trasera, y dejé salir un suspiro, ya queriéndola de regreso.

Apartando tales pensamientos tan raros de mi cabeza, caminé hacia las sillas acomodadas en el camino de entrada donde Quinn se hallaba volteando hamburguesas en la parrilla. Encontré el lugar vacío más cercano y me dejé caer, sosteniendo a Skye en mi pecho.

Sin embargo, supongo que debí saber que no debía sentarme cerca de Puck.

Me envió una sacudida de barbilla y meneó las cejas. —¿Cómo te va con ese alimento de pecho?

Oh, buen Señor. ¿En serio? Le di mi mejor mirada seca. —Tan bien como tu habilidad de acostarte con mujeres casadas, al parecer.

—Oh, rayos. Eso fue un golpe bajo. —Me frunció el ceño antes de mirar alrededor y bajar la voz—. ¿Cómo lo supiste?

Señalé con la cabeza al frente de la casa. —La ventana de la habitación está abierta.

La cara de Puck enrojeció mientras se hundía en la silla. —No estuvo bien.

La puerta trasera se abrió de nuevo, y me olvidé de Puck mientras echaba un vistazo. Pero no fue San quién salió. Rechel fue la primera en salir, cargando un brazo lleno de bollos de hamburguesas y platos de papel. Aspen apareció detrás de ella, cargando la bandeja de verduras. Marley salió después, acarreando una canasta de kétchup, mostaza, salsa de verduras y otros condimentos. Y luego, por fin, San surgió en el fondo, con sus brazos tatuados llenos de botellas de gaseosa, vasos y bolsas de papas fritas.

—San —le gritó Reese sobre el hombro—, ¿por qué no llamas a tu familia y le preguntas si quieren venir a almorzar?

A mi lado, Puck murmuró—: Mierda, no. Di no, di no, di no.

San se mordió el labio antes de darme un rápido vistazo. Luego se encogió de hombros. —De acuerdo.

Puck gruñó y se hundió más.

Incluso si el matrimonio de San no era un matrimonio por amor y nunca dormía con su esposa, no me encontraba segura acerca de cómo sentirme por conocerla. Sí, quería conocer a Santy. ¿Pero Eleine? No mucho. Ella tenía el apellido de élla, su amado tiempo, y mucha de su atención. No podía evitar estar
celosa de ella.

Luego de un minuto de presionar su teléfono en la oreja, una mirada preocupada cruzó su rostro. —Hmm. No está en casa.

—Ay, gracias a Dios —susurró Puck.

—Entonces, ¿no te extrañarán si te quedas a almorzar? —insistió Rechel, moviendo sus pestañas, esperanzada.

—Sí. Supongo. —Pero seguía pareciendo nervioso—. Es raro. En general no saca al bebé. Me pregunto a dónde fueron.

Del otro lado de la calle, los dos hermanos pequeños de Keitty intentaban enseñarle a silbar a Emily.

—Tienes que enrollar tu lengua así —instruyó el hermano mayor, cuyo nombre creo que era Brandt.

Keity rió. —De acuerdo, déjenlo en paz. Su pobre lengua ya tiene mucho de lo que preocuparse.

Miré a Puck, esperando que saltara con su propio comentario crudo. Pero se hallaba demasiado ocupado golpeando la punta de su zapato en el suelo.

Fruncí el ceño y lo golpeé con mi codo.

Levantó la mirada y me frunció el ceño. —¿Qué?

Elevé una mano. —¿No vas a decir nada ante eso?

—¿Eh? —Miró alrededor, obviamente sin idea.

—Ay Dios mío. Keitty la dejó abierta para que dijeras algo completamente ofensivo. Diablos, incluso yo tengo algo sucio en mi cabeza. ¿Qué pasa contigo? Pero frunció más el ceño, claramente irritado por mi pregunta. —Nada. Estoy bien.

Ajá. Algo cambió cuando más personas llegaron a la fiesta. Pensando que tal vez tenía un interés en la novia profesora de Keitty, miré hacia Marley, pero se hallaba ocupada ayudando a Colton a apilar comida en un plato. Entonces atrapé a Aria mirando entre nosotros. Cuando me vio mirando, se sonrojó y
rápidamente desvió la mirada. Sus mejillas seguían rojas cuando levanté mis cejas y giré de nuevo hacia Puck, solo para encontrar su atención en ella.

Interesante. Muy interesante.

Me acerqué más a él. —Esa hermana de Keitty es hermosa, ¿no? Alejó estrepitosamente la mirada de Aria y parpadeó. —¿Qué?

—Tiene un aspecto delicado y clásico. ¿No te parece? Y me encanta su cabello, es incluso más claro que el mío.

Continuó frunciendo el ceño, y sus ojos solo se entrecerraron, de pronto sospechoso. —¿Adónde quieres llegar?

Me encogí de hombros y le di una sonrisa inocente. —No quiero llegar a nada. —Skye se retorció en mis brazos, así que bajé la mirada para revisarla.

Mientras la reubicaba para ponerla más cómoda,Puck se inclinó y susurró—: Si estás pensando lo que creo, entonces detente. Ahora.

Me giré para mirar la seriedad en su rostro. No bromeaba, lo que solo me puso más sospechosa.

—Oye,Britt. —gritó Rechel del otro lado de la calle—. ¿Quieres que cargue a Sky mientras almuerzas o solo te quieres sentar ahí y coquetear con Puck el resto de la tarde?

Cuando todos en la fiesta se detuvieron para mirar entre Puck y yo, mis mejillas ardieron. Podría matar a mi prima por esa pregunta. Pero Rechel solo me miró y guiñó el ojo.

—No estamos coqueteando —estableció Puck demasiado firmemente.

Levanté una ceja hacia él. —¿Disculpa? ¿Estás diciendo que no soy digna de coqueteo? Ya sabes, estoy casi en mi peso pre-embarazo, y mis pechos son el doble del tamaño que antes. Y cualquier otro hombre heterosexual querría tener suerte aquí.

—Campanita, eres la chica más digna de coqueteo que conozco —dijo San, acercándose con los brazos abiertos—. Ven. Sostendré a Skye mientras comes algo. Luego regresa y siéntame a mi lado. Estaré feliz de tener suerte contigo.

Dios, ¿podía alguien ser tan considerado, dulce, coqueto y demasiado sexy por sus propios tatuajes? San Lopez era demasiado bueno para ser real.

Cuando no respondí lo bastante rápido, alzó sus manos para mostrarme las palmas. —No te preocupes, ya me quité toda la grasa de auto.

Sonreí. Sip, definitivamente era la chica perfecta. Pero me negué ante su oferta. —Está bien. Tampoco has comido. Adelante.

—Mujer, mejor acepta mi oferta. Esa niñita va a estar hambrienta pronto, y te ocuparás alimentándola. Mejor come algo mientras puedas.

—Oh, bien. —Ya que tenía razón, me levanté y transferí mi bebé a sus brazos. Era tan obvio que se hallaba acostumbrado a los niños; el traslado fue sin esfuerzos. Le sonrió a Skye.

—Bueno, hola, preciosita. He estado muriendo por tenerte en mis manos toda la mañana. —Luego la levantó solo lo suficiente para besar su frente y me miró con la misma sonrisa encariñada—. Ve. Come.
Entonces, lo hice. Terminé detrás de Caroline. Cuando me miró con una

sonrisa dubitativa, como si quisiera decir algo pero se encontraba insegura de ello, me incliné hacia ella.

—Te recomiendo la ensalada de patatas. Rechel hace una ensalada de patatas genial.

—De acuerdo. Gracias. —Su sonrisa era tímida pero complacida. En serio era impresionantemente hermosa. Pero los hoyos negros debajo de sus ojos me dijeron que algo la atormentaba. Recogió una porción modesta de la ensalada de Rechel, ganándose mi aprobación.

—¿Qué edad tiene tu bebé? —preguntó.

Resplandecí con orgullo. —Hoy, tres semanas. Fue prematura así que no la traje a casa del hospital hasta ayer.

Más sombras llenaron los ojos de Aria, pero me dio una sonrisa triste. —Es adorable.

—Gracias. También lo creo.

Un llantito rasgó el aire, y de inmediato me giré hacia el sonido. Pero San ya tenía una mano arriba mientras mecía a Skyle en su otro brazo. — Estamos bien —gritó—. Puck la miró. Esa cara haría llorar a cualquier chica.

Arqueé una ceja hacia Puck. Levantó su mano en rendición. —Ni siquiera la toqué.

—Creo que fue su horrible aliento —ofreció casualmente San. Movió ligeramente a Skye. Ya se había calmado y parecía bien otra vez.

—Deja de respirar en mi bebé, imbécil —grité, haciendo reír a Aria, solo para que se cubriera la boca y se sonrojara.

—¡Oye! —Puck frunció el ceño—. ¿Qué es esto? ¿El día “tómenle el pelo a Puck”?

—No, eso es a diario —gritó Keitty en respuesta.

Puck lo cortó con una mirada sucia, pero no devolvió ningún insulto.

Regresé a mi asiento entre San y él con un plato lleno de comida, donde San estudiaba el rostro de Skye tan intensamente que me pregunté si iba a ponerse a llorar.

—¿Está bien? —pregunté, sentándome a su lado. No me di cuenta de lo cerca que puso su silla de la mía hasta que mi cadera rozó la suya al sentarme.

Un estremecimiento de excitación surcó hasta el interior de mis muslos. Levantó la mirada, y la tristeza permanecía en sus ojos, pero sus labios brillaban con una sonrisa baja-bragas. Tuve que dejar salir un suspiro para calmarme antes de ofrecerle una sonrisa.

—Sí —murmuró—. Estamos genial. Tengo a la pequeñita más bonita aquí en mis brazos, y está absorbiendo todos los cumplidos que le hago. La vida no puede ponerse mucho mejor que esto. —Luego miró a Skye. Después de ver la ternura y afecto en su mirada, fue todo, fui una fracasada total.

Esta mujer podría tenerme en cualquier forma que quisiera.

Cuando volvió a mirarme, nuestras miradas quedaron fijas. No estaba tan segura de qué había aquí —viajando entre nosotros a través de una simple mirada—, pero era lo bastante grande para amontonarse en mi pecho hasta que casi no podía respirar.

—Esa ensalada de patatas luce bien. —Rompió el contacto y bajó la vista a mi plato, lo juro, a propósito matando nuestro momento.

—Oh, toma. —Parpadeé para regresar a la realidad—. ¿Quieres probar? —No me di cuenta que le ofrecí hasta que alcé un tenedor a su boca y deslizó sus labios alrededor de la probada. Mi mirada atrapó la suya mientras liberaba lentamente el tenedor. Nos miramos descaradamente mientras masticaba.

Esta cosa entre nosotras era demasiado intensa.

Una vez que tragó, se lamió con la lengua su labio inferior y alrededor de su perforación. Casi gemí.

—Mmm. Está buena.

Asentí robóticamente. —¿Quieres otra?

Por favor. Por favor. Por favor.

Sus labios se deslizaron en una lenta y sensual sonrisa. —Como si te pudiera decir que no.

Así que le di otra probada de ensalada de patatas, y la experiencia fue tan emocionante como la primera. Luego hice el momento más íntimo todavía al dar yo misma una probada. Sus ojos se calentaron mientras miraba el tenedor desaparecer en mi boca.

—¿Pepinillo? —pregunté, levantando una porción.

Asintió. —Diablos, sí.

Así que lo dejé arrancar una rodaja de pepinillo de mis dedos. Cuando una gota cayó de su labio y quedó en la frente de Skye, me reí. —Ups. Agarré una servilleta y me estiré para limpiarla, pero San ya la estaba
levantando hacia su boca. Lamió las salpicaduras.

Quedé totalmente boquiabierta. —¿Acabas de lamer a mi hija?

Ay, mierda. Mencionar la palabra “lamer” me hizo pensar en lo que los chicas dijeron antes. Cuando mi cara se calentó al instante, San me guiñó el ojo. —Solo porque no se me permite lamerte a ti.
Inhalé, incapaz de creer que dijo eso.

Puck gruñó. —Jesús, chicas. Ya consíganse un cuarto. Hay niños aquí. Britt intento comer.

San y yo intercambiamos una mirada antes de inclinar su cabeza hacia Puck. —¿Cuán es el problema?

Me encogí de hombros. —Creo que está celoso. Te dejé sostener a Skye.

Puck bufó. —Como si quisiera cargar a tu maldito bebé.

—¡Oye! —Me giré para dedicarle una mirada sucia—. Cuida tu boca cerca de mi hija, cara de mierda.

Puck me miró boquiabierto antes de mirar más allá de mí y darle a San una mirada incrédula como si esperara que él me frenara. —Ella tiene una boca muy sucia.

San sonrió. —¿No es genial?

Mientras Puck bufaba en desacuerdo, San golpeó su rodilla con la mía. Lo miré, y se inclinó más cerca.

—Buena esa, Campanita.

Del otro lado, escuché a Rechel decirle a Aria—: Marley dijo que te gradúas de la preparatoria el próximo domingo.

Alcé una ceja y golpeé a Puck con el codo. —Oh, sigue en preparatoria, eh. La trama se complica.

—Cállate —murmuró y me golpeó en respuesta. Muy fuerte. Justo en el estómago, demasiado cerca de la incisión de la cesárea.

Instantáneamente dejé caer mi plato lleno de comida, salpicando mi ensalada de patatas, pepinillos y hamburguesa por todos lados, para inhalar y doblarme, agarrándome la panza. Flamas de dolor subieron por mi abdomen.

—Oh, mierda. —Puck se puso de pie, agarrando mi codo—. Lo siento. Lo siento tanto.

—¿Campanita? —San se encontraba ahí un segundo después. Por una bocanada de aire, élla fue todo en lo que me podía concentrar. Me incliné hacia élla y agarré su camisa, enterrando mi rostro en su cuello mientras me cargaba y metía una mano debajo de mis rodillas y la otra rodeaba mi espalda.

Cuando mis oídos dejaron de sonar, lo primero que escuché fue el grito enojado de Quinn. —¿Cuál es tu maldito problema, Puck? Acaba de dar a luz hace tres semanas y su vientre está unido por grapas.

—Sin mencionar que es donde la golpeó el imbécil padre de la bebé, enviándola a parto prematuro—añadió Ketty, su tono igual de rígido y enojada.

San presionó su mejilla en mi sien. —¿Britt? Háblame. Di algo, cariño.

Mis nudillos seguían blancos por agarrarme tan fuerte de su camisa. Pero logré jadear—: Estoy bien.

—¿Está bien? —preguntó Rechel; su voz cerca.

Mantuve arriba mi pulgar con la mano libre pero no podía aflojar mis párpados. —¿Dónde está Skye?

—Emily la está cargando —dijo San.

—¿No se encontraba sentado del otro lado de la entrada?

—Sip. la chica se mueve rápido cuando es necesario. —Levantando su rostro del mío, preguntó—: ¿Dónde está su habitación? Voy a recostarla.

—Por aquí. Sígueme —instruyó Rechel.

Y alguien más preguntó—: ¿Deberíamos llevarla al hospital?

San se hizo cargo mientras me llevaba dentro. —Vamos a ver primero si se abrió algo.

Aunque mi estómago se sentía como si lo hubieran cortado sin anestesia, me hallaba feliz de regresar a sus brazos e inhalar su intoxicante esencia de coco. Me recostó en mis sábanas demasiado pronto para mi gusto. Sin élla a mi lado, me hice una bola y traje mis rodillas a mi pecho mientras acunaba mi
estómago.

Escuché bastantes voces para darme cuenta que todos en el día de campo se metieron en mi habitación, intentando echarme un vistazo.

—¿Está bien? —preguntó Puck.

Enseguida San le gruñó—: Lárgate de aquí.

—De acuerdo, es suficiente —instruyó Marley, su voz no dejaba espacio para discusiones—. ¿Por qué no salen todos? Necesitamos asegurarnos de que no se reabrió su incisión.

—Esperen —jadeé en el último segundo, estirando mi mano a ciegas—. San.

Se hallaba inmediatamente hincado a mi lado. —Aquí estoy, Campanita.

lo jalé más cerca y vino sin ningún tipo de resistencia; sus ojos marrón se arremolinaban con enojo y desconcierto. El enojo era lo que me preocupaba.

—Prométeme que no matarás a Puck. Es mi culpa que él...

—No fue tu maldita culpa.

—Le estaba incitando y le di un codazo primero.

—Bueno, él debió haber utilizado su maldito cerebro. E incluso si estabas perfectamente sana, de ninguna manera debió darte un codazo tan fuerte. Es un idiota de mierda.

Agarré su barbilla en mi mano. —Santana.

Gruñó con irritación, pero asintió. —Está bien. —Luego se inclinó y presionó sus labios en mi frente por unos largos veinte segundos. Justo antes de que se alejara, rozó su lengua y probó mi piel. Luego alisó mi cabello con sus dedos—. Será mejor que estés bien.

—Estaré bien. —El dolor ya menguaba. Todos habían hecho acerca de mi lesión un problema mucho mayor de lo necesario.

Una vez que San se marchó, Rechel cerró la puerta tras élla. Ella, Marley y Aria se quedaron.

—Vamos a ver lo que tenemos aquí. —Mientras Marley se acercaba a la cama, traté de sentarme.

—Dra. Ros... —Mierda, olvidé que tenía que utilizar su nombre.

—Es solo Marley —dijo ella, sonriendo levemente—. Y en realidad no soy doctora, doctora.

Asentí, un movimiento que me provocó una mueca de dolor. —Lo siento.

—Muy bien. ¿Te sientes cómoda con dejarnos ver tu...? —Hizo un gesto vagamente hacia mi regazo.

Le di una pequeña sonrisa. —Una habitación llena de extraños tuvieron un contacto íntimo con mi vagina cuando di a luz. Creo que estoy bien con ello.

—Britt. no es precisamente tímida. Ni modesta. —Rechel se sentó en el colchón junto a mí y me cogió la mano.

—Caray. Corres en topless por una playa una vez y de repente consigues la etiqueta indecente. —Rodé los ojos y apreté el dorso de su mano.

—En realidad —argumentó Rechel con una sonrisa—, creo que eras tú riendo y gritando “Mira mis tetas'” lo que te hizo ganar la etiqueta de indecente.

Cuando Marley y Aria se miraron escandalizadas, suspiré. —En mi defensa, estaba muy borracha en ese momento.

—Oh. —Parecían entenderlo, lo cual me hizo preguntarme lo que ambas habían hecho en estado de ebriedad.

Me hundí en mi almohada al tiempo que Marley sacaba lentamente mis pantalones de yoga para revelar mi estómago. Aria avanzó más cerca, mordiéndose el labio. Rechel también se inclinó para mirarme. Cerré los ojos, esperando lo mejor, pero temiendo lo peor.

El “¡Oh!” sorprendido de Marley me hizo abrir los ojos.

—Oh, Dios. ¿Qué?

Me sonrió con total tranquilidad. —No me di cuenta de que te quitaron las grapas.

Asentí. —Me las quitaron la semana pasada.

—Supongo que no he actualizado a Quinn recientemente con todos los problemas médicos de Britt —agregó Rechel—. Estaba un poco más atrás en el tiempo cuando dijo que seguían allí.

—Bueno, parece estar sanando... bien. Quiero decir, no soy doctora doctora, pero nada está abierto
y no hay sangre, enrojecimiento ni hinchazón. Solo algunas contusiones de aspecto verdoso que se ve de unas pocas semanas.

Eso sería donde me golpeó Alec.

Marley se mordió el labio. —¿Quieres que toque para ver si hay algo de dolor extra? —Sus dedos se acercaban lentamente hacia mi abdomen, pero seestaba encogiendo como si hubiera preferido sacar sus muelas del juicio.

Sonreí. —Yo lo haré. —Toqué mi línea del bikini. Aparte de lo habitual, me sentí bien. Tiré de mis pantalones de nuevo a su lugar—. Creo que estoy bien.

Cuando fui a sentarme, las tres chicas se acercaron a sujetarme.

—Tal vez deberías descansar un rato —sugirió Rechel.

Abrí la boca para decirles que estaba bien, pero un alboroto en la puerta nos llamó la atención.

Apenas me había incorporado y deslizado mis pies en el suelo en el momento que Marley, Aria y Rechel abrieron la puerta y salieron corriendo de mi habitación. San gritaba algo, Puck también, y tanto Quinn como Keitty gritaban para que se calmaran. Suspiré y rodé los ojos.

Chicas.

—San —regañé antes de que incluso llegara a la puerta. Encontré a Quinn detrás, reteniéndolo por los brazos mientras que Keitty ponía su mano en el pecho de Puck para mantenerlo alejado. Puck tenía una marca roja muy nítida en su mejilla.

—¿Qué? —dijo San, saliéndose del agarre de Quinn para poder venir a mí—. Todavía respira.

Suspiré. —Simplemente no pudiste contenerte, ¿verdad?

—Si alguien te hace daño, yo también le haré daño. Eso es todo.

La sinceridad y emoción en sus ojos me hicieron tragar con anhelo.

Si tan solo…

Negué con la cabeza. —Bueno, estoy bien, por lo que puedes dejarlo en paz. ¿Y dónde está mi bebé mientras que todos las chicas sienten la necesidad de pelearse?

—Aquí —dijo Emiliy. Salió de la esquina donde había estado protegiendo a la bebé en sus brazos de toda la testosterona en la habitación. Se veía más grande con un bebé prematuro en sus brazos, pero la llevó con el máximo cuidado mientras la traía hacia mí y me la entregó.

—Ha estado durmiendo todo el tiempo. —Su voz era tranquila, como si tuviera miedo de despertarla, incluso después de la pelea a gritos que se produjo entre los demás chicas.

Le sonreí. —Gracias, Emily.

—Fue un placer. —Se sonrojó y dio un paso atrás, enviando una mirada preocupada a San, como si temiera ponerse en problemas por estar muy cerca de mí.

San lo ignoró mientras ponía su mano suavemente sobre mi espalda y me dirigía de vuelta a mi habitación.

—Vamos a llevar a las dos damas a la cama.

Intenté decirle que estaba bien, pero no quiso escuchar nada de eso. la Mujer frustrado no quedó satisfecha hasta que me tuvo recostada en mi colchón con Skye acunada contra mi pecho. Y aun así, se sentó en el borde de la cama junto a mí, luciendo desesperado mientras nos observaba.

Cuando respiró hondo mientras, lentamente, se acercaba y pasaba su mano suavemente sobre el cabello oscuro de Skye, mi corazón se rompió por él, a pesar de que no tenía idea de por qué estaba tan triste.

—Oye. —Puse mi mano en su muslo—. ¿Qué pasa?

Agarró mis dedos y apretó. —Nada. Yo... —Negó con la cabeza y dejó escapar otro suspiro—. Tengo que irme. Eleine todavía no contesta su teléfono. No puedo creer que ella tenga a Santy fuera tanto tiempo. No es... —Sacudió de nuevo la cabeza—. Simplemente no es propio de ella.

Asentí como si entendiera, a pesar de que no entendía nada. —¿Por qué nunca me hablaste de su relación? —espeté.

Dudó y se negó a encontrarse con mi mirada. —¿Qué quieres decir?

—No tienes un matrimonio real.

Levantó la cabeza y se encogió, luciendo apenado. —Créeme, es real. Tengo un permiso firmado por un juez para probarlo.

—Pero no es real, real. No la amas. No tienes relaciones sexuales con ella. Nunca las has tenido. Y Santy no es tuyo.

—¿Cómo...? —Inclinó la cabeza hacia un lado, de repente sospechoso—. ¿Cómo descubriste todo eso?

Dejé escapar un suspiro exagerado. —No importa cómo. Lo que importa es que nunca te molestaras en decirme nada de eso tú misma. ¿Por qué no pensaste que merecía saberlo? Creí que éramos por lo menos amigas. Y sabías que siempre me sentía culpable por la forma en que... interactuábamos.

—Britt… —Apartó la mirada; el tormento arrugó su rostro mientras se pasaba los dedos por su pelo. Cuando volvió a mirarme a la cara, expulsó un fuerte suspiro—. Somos amigas.

—Entonces... —Negué con la cabeza, confundida y herida—. ¿Por qué?

Abrió la boca. —Yo... me gustas —admitió como si fuera una especie de gran confesión.

—Está bien —dije lentamente—. ¿Eso no quiere decir que debes sentirte más cómoda compartiendo ese tipo de hechos conmigo? —Levantó la mano, como si quisiera decirme que tenía problemas para explicarse.

—Yo... quiero decir, si no estuviera atado a ella en este momento... si no estuviera... —Gimió y se pasó sus dedos por el pelo de nuevo—. Quiero ser más que tu amigo.

—Oh. —Tragué saliva. Oh, vaya.

Me miró fijamente, con arrepentimiento en sus ojos marrones oscuro. — No puedo anular el matrimonio. Ella es una madre terrible. Me siento mal al admitirlo en voz alta, pero es la verdad, y me siento aún peor cada vez que tengo que dejar a Santy a solas con ella. Nunca sé si se saltará su alimentación o cambiará su pañal o simplemente lo dejará en su columpio todo el día. Es por eso que estoy con ganas de llegar a casa. Y sí… cualquier cosa podría estar sucediendo. Si detengo este matrimonio, no tendré derecho a él. Básicamente ya no lo tengo, pero es mejor que nada. —Sus ojos se enrojecieron alrededor de los bordes mientras salía de la cama y se aclaraba la garganta—. Tengo que llegar a casa.

Llegó a la puerta antes de que yo reuniera bastante mis pensamientos dispersos para decir—: San.

Se detuvo, pero se mantuvo de espaldas a mí, con la cabeza gacha.

—Lo entiendo —dije en voz baja.

Me miró, luciendo casi enferma de arrepentimiento. Luego su mirada parpadeó con nostalgia hacia Skye.

—Cuídate, Campanita.

Y luego se fue.
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Mensaje por micky morales Miér Ene 11, 2017 7:58 am

Si Britt lo entiende y lo acepta no veo el problema para que ellas comienzen algo o si?????? Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 1206646864 Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 1206646864 Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 1206646864 Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 3637566961 Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 3637566961 Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 3637566961
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Mensaje por monica.santander Miér Ene 11, 2017 11:27 pm

despues de tod este lio espero no le haya pasado nada a Santy Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN - Página 3 4065562827
saludos
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Mensaje por Tati.94 Dom Ene 15, 2017 6:49 pm

Bueno por los menos las cosas estan claras. No veo porqe san no se da una oportunidad con britt, si su matrimonio practicamente es una farsa
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Mensaje por 3:) Dom Ene 15, 2017 11:08 pm

se merecen una oportunidad,... para poder intentarlo
un matrimonio asi no vale!! es entendible lo que san hace pos santy,..
a ver que paso con con santy y la "madre",..
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Mensaje por JVM Mar Ene 17, 2017 5:53 pm

Creo que aunque Britt entienda y comprenda la situación de San ésta no quiere que se encuentre en medio de su drama marital. Solo espero que lo piense tal vez Britt cuando este mejor podría ayudarle con el pequeño Santy.
Mientras espero que el pequeño este bien!!!
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Mensaje por ana_bys_26 Miér Ene 18, 2017 5:28 am

CAPITUO 17

BRITTANY

La mañana del domingo, Rechel y yo le dimos a Skye su primer baño en la mesa de la cocina. Hacíamos sonidos como oooh y aaah con cada dedito cuando Quinn recibió una llamada.

—Mierda —le murmuró a la persona que llamaba—. Sí, puedo ir mañana por la noche. Ya estoy trabajando miércoles y jueves. ¿Puedes tomar el viernes? Bien. Le prometí a Rechel una cita.

Cuando colgó y frotó su rostro cansado, Rechel se enderezó para darle una mirada curiosa. —¿Qué sucede?

Quinn me miró preocupado antes de decir—: Era Keitty. La niñera de San tiene varicela, o sus hijos o… alguien. No sé. Estarán todos contagiados por las siguientes dos semanas, así que tiene que quedarse en casa con su hijo hasta que encuentre a alguien en quien pueda confiar para cuidarlo.

Fruncí el ceño. —¿Y su esposa?

Era su hijo. ¿Por qué él buscaba niñeras? ¿Y por qué ella no dejaba su trabajo de lado para cuidarlo?

—Ella, eh, se fue —murmuró Quinn, hundiendo la barbilla mientras respondía.

—¿Qué? —Me desplomé en la silla junto a la mesa y lo miré boquiabierta.

Suspiró. —Sí. Cuando llegó a casa del picnic en la nuestra se había ido.

—Oh, Dios mío —jadeó Rechel—. ¿Y dejó al bebé allí? ¿Solo?

Me sentía enferma del estómago. San había tratado más de una vez de llamar a casa ese día sin obtener respuesta. Probablemente Santy estuvo solo todo el tiempo. —Me pregunto cuánto tiempo estuvo solo. Jesús, apenas tiene cuatro meses.

Quinn sacudió la cabeza. —No tengo idea de cuánto tiempo estuvo solo. Y estoy bastante seguro de que San ni siquiera quiere pensar en ello. Wild dijo que sonaba muy molesta.

—Ya lo apuesto. —Puse una mano sobre mi corazón, y comprobé a mi propia hija, todavía envuelta en su toalla mientras trataba de quitársela.

Me sentía como una basura. San estuvo aquí, hablando conmigo, preocupándose por mí, mientras su hijastro era abandonado por su propia madre. Probablemente nunca querría volver a verme.

Pero incluso con ese pensamiento, solté—: Yo lo cuidaré.

Lo haría por élla. De alguna manera.
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Mensaje por ana_bys_26 Miér Ene 18, 2017 6:05 am

CAPITULO 18

SANTANA

Aún me sentía en un estado de shock, ira y pena cuando alguien golpeó mi puerta temprano por la mañana el lunes. Incluso aunque Eleine podría mejorar sus habilidades como madre, no pensé que en realidad haría esto. Aún me perseguía el recordar cómo encontré a Luchador gritando en su cuna, lanzando sus puños al aire, su rostro rojo con angustia mientras atravesaba la entrada y lo encontraba en casa, solo.

Muchas cosas podrían haberle pasado. De solo pensar en ellas, siento ganas de vomitar. Mis manos temblaban de miedo. Si alguna vez veía a Eleine de nuevo, la verdad es que tenía miedo de lo que podría hacerle. ¿Pero cómo pudo hacerle esto a él? A su propio hijo.

Con los dedos apretados en puños, caminé hacia la puerta, medio esperando que no fuera Eleine porque temía lo que diría, y medio esperando que sí fuera ella, así podía decirle exactamente lo que quería. Había estado poco dispuesto a bajar a Luchador los pasados días, así que se encontraba sobre mi hombro mientras dormía.

Abrí la puerta y retrocedí debido a la sorpresa cuando Rechel me sonrió.

Extendió una mano. —Teléfono, por favor.

—¿Qu…? —Confundido, fruncí el ceño y saqué el teléfono de mi bolsillo trasero, sin pensarlo—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Me sentía tan pasmado que le tendí el teléfono, sin siquiera preguntarle qué planeaba hacer con él.

—Clave —ordenó.

Con un suspiro, lo cogí de nuevo y puse la clave antes de volver a entregárselo.

—Gracias. —Centrando su atención en la pantalla, pulsó unos números en la agenda—. Aquí está mi teléfono. Llámame cuando termines con ella, y vendré a recogerla inmediatamente. Oh, y por favor cuida de mi chica. No es solo mi prima favorita, sino que también mi mejor amiga.

Tomé el teléfono cuando me lo regresó. Sacudiendo la cabeza y sin entender nada, dije—: ¿Eh?

Allí fue cuando una jadeante Brittany llegó detrás de ella, arrastrando a Skye en un enorme asiento de auto con una bolsa de pañales en su hombro.

Rechel fue olvidada al instante. Parpadeé repetidamente para asegurarme de que veía lo que veía. —¿Campanita?

Sonrió, y todo mi pecho se llenó de calidez.

—Quinn dijo que necesitabas una niñera. —Me dio una explicación jadeante—. Así que… aquí estoy.

—¿Tú…? —Negué con la cabeza, confundida, incluso aunque aclaró perfectamente por qué se hallaba allí—. ¿Qué?

No funcionaría, porque si entraba a mi casa, nunca querría irme. Brittany utilizó el asiento de auto como apoyo, inclinándose hacia adelante y forzándome a hacerme a un lado. Sí, tendría que llamar y renunciar a mi trabajo. Ambos trabajos. Podría convertirme en un vago y solo babear cada vez que pasara. Esa sería mi nueva meta.

—Bien, adiós, Britt. Te quiero. —Detrás de mí, alguien en el pasillo hizo sonidos de besitos. No sabía quién era. Nadie más existía actualmente en mi universo, excepto tal vez por Santy y Skye.

Pero Brittany se inclinó más allá de mí para sonreírle a esa otra molesta persona, y le envió un beso. —Yo también te quiero. Gracias por el aventón.

Su aventón debía haberse ido al instante porque Brittany me dio una mirada divertida. —¿Vas a cerrar la puerta?

—¿Eh?

—Ve a ducharte y alistarte para el trabajo, Santana. —Su voz sonaba seca, pero divertida—. No querrás llegar tarde.

—¿Trabajo? —repetí. Pensé que ya habíamos decidido que mi nuevo trabajo sería comérmela con los ojos.

Girándose, puso el cargador de Skye en el suelo y colocó esta sofisticada cartera con el nombre de Skye a un costado junto a él. Luego fue a desabrochar a su bebé. Todo el tiempo que estuvo arrodillada, mi mirada permaneció fija en su trasero. Y la única razón por la que podría creer que estuvo embarazada hace tan solo un mes era porque lo vi con mis propios ojos.

En lugar de sacar a su bebé del asiento, se enderezó y me atrapó mirándola. —Por todo lo santo. Puedes mirar mi trasero más tarde. No se irá a ninguna parte. Ahora muévete. —Alargó una mano y comenzó a sacar a Luchador de mis brazos.

Fue bastante obvio lo mucho que me gustaba cuando no intenté alejar sus dedos tratando de tocarlo. Pero después del sábado, tenía algunos graves problemas de apego; otra razón por la que no podía trabajar hoy. Dejar a Santy se sentía mal. En realidad necesitaba sentarme allí y sostenerlo mientras me
comía con los ojos a la niñera.

Y luego Campanita lo hizo incluso peor al arrullarlo en cuanto lo tuvo en sus brazos. —Oh, Dios mío. Es tan lindo. Mira esas perfectas mejillas. Será un modelo algún día.

Santy se removió y abrió los ojos. Me tensé, listo para quitárselo, porque Brittany era una extraña y probablemente lo asustaría. Pero apenas y le parpadeó unas cuantas veces.

Ella sonrió y lo besó en la nariz. —Hola, guapo. Eres incluso más adorable cuando abres esos grandes ojos color chocolate. Sí que lo eres. Mi nombre es Brittany. Algunas personas me llaman Britt. —Me dio una sonrisa—. O Campanita. —Regresando su atención a mi hijo, le siguió hablando, explicándole cómo iba a pasar el rato con ella y Skye, y cómo iban a tener un montón de diversión.

Solo seguí mirando. Campanita le hablaba; Eleine se quejaba porque no podía responderle, excepto que eso fue exactamente lo que hizo. Le respondió rompiendo en una de sus famosas sonrisas y haciéndola derretir.

—Au. —Mirándome, dijo—: Creo que acabo de enamorarme.

Estuve bastante tentado a decir—: Yo también. —Pero era estúpido. ¿No? Mierda, tenerla aquí, cuidando de mi hijo, era demasiado peligroso para mi paz mental.

Brittany me dio un extraño ceño fruncido, como si supiera lo que pensaba. Me removí incómodamente.

—¿Qué estás haciendo, mirándonos? —dijo—. ¡Vete! Llegué puntual y tendrás que pagarme por esto. Podrías querer hacer lo mismo así puedes permitirte pagarme.

Finalmente, sonreí y negué con la cabeza. —Te debo una… enorme.

Rodando los ojos, me hizo un gesto con la mano. —Creo que ya me has pagado con la noche que salvaste la vida de mi hija.


************************************


Tuve que trabajar en mi hora de descanso. Lo que apestaba totalmente. Toda la mañana ansié llegar a casa y comprobar a Santy. Ver a Brittany.

Acurrucarme con Skye. Mi atención permaneció más tiempo en el reloj que bajo el capó de cual fuera el auto que arreglaba. Entonces algún idiota con dinero y un sofisticado traje se presentó con una rueda desinflada. No éramos exactamente una tienda de repuestos, pero la única cosa que mi jefe vio fueron
los billetes, así que sí, me pidió que arreglara el neumático del Bentley. No estaba seguro de qué hacía un maldito Bentley en nuestro vecindario, pero lo que sea.

Alguien debía haber pensado que tampoco pertenecía allí, porque fue el corte de un cuchillo lo que lo había desinflado. Definitivamente no fue por un pinchazo fortuito.

El estúpido dueño permaneció junto a mí todo el tiempo, con los brazos plegados sobre su pecho mientras escrudiñaba cada pequeña cosa que hacía, y miraba con desdén mis tatuajes, pero al menos no hizo ninguna crítica. Cuando le tendí la boleta para que entrara y pagara, diciéndole que ya todo estaba
listo, finalmente sonrió, las arrugas profundizándose alrededor de una pequeña y blanca cicatriz a lo largo de su mejilla izquierda. Pero no era una sonrisa amigable. Sus ojos decían sus verdaderos pensamientos. Me miraban con desdén, a mí y a todos mis tatuajes y perforaciones, diciéndome el pedazo de
mierda que pensaba que era.

Gente rica.

Amaría verlo tratar de sobrevivir en este vecindario. A veces, para sobrevivir, tenías que mezclarte y adaptarte, proyectar una imagen de amenaza así los enfermos hijos de puta te dejaban solo.

Además, me gustaba mi apariencia agresiva, aunque estaba seguro de que con este estilo nunca encajaría en el club de campo donde Brittany había sido criada. Al recordar que se encontraba en mi apartamento, rodeada por mis cosas de baja calidad, le marqué.

—Hola —dije tan pronto como respondió al teléfono; su melodiosa voz hizo que mi pulso se acelerara.

—¡Hola! —Sonaba animada y despierta. Cuidar de dos pequeños aún noparecía haberle afectado—. ¿Qué sucede?

—Solo comprobaba. Iba a pasarme por allí en mi descanso, pero a último segundo recibimos un auto. —Me alejé del Bentley mientras el dueño se alejaba del escritorio del cajero y sacaba las llaves de su bolsillo.

Su mirada permaneció en mí mientras abría la puerta, por lo que le di un respetoso asentimiento—. Uno bueno.

Su sonrisa era un poco demasiado arrogante para mi gusto, así que lo seguí mirando en lo que entraba en su auto.

—Estamos bien aquí —me dijo Brittany mientras yo lo miraba—. Santy acaba de almorzar y se durmió, por lo que Skye se aburrió y también se durmió. No sé cómo hice que ambos se durmieran al mismo tiempo, pero incluso me impresioné a mí misma.

Sonreí. —No me sorprende para nada; sabía que serías así de buena. Parece que lo tienes bajo control. Sé que puede ser problemático a veces. — Eleine siempre se quejaba de que lloraba sin parar.

—Bueno, no lo ha sido. Este hombrecito es un encanto. No ha llorado ni una vez y, hombre, sí que le encanta sonreír.

Mi rostro se estiró mientras crecía mi propia sonrisa. —Sí.

—Aunque he aprendido una gran diferencia entre géneros en lo que respecta a cambiar pañales. Esa fue una… experiencia húmeda.

Mis ojos se ampliaron. —Oh, mierda. ¿Te hizo pipí?

—Un poco, sí. —Su risa sonaba feliz, dejándome saber que no estaba para nada molesta—. Espero que no te importe que usara tu secadora.

Mi cabeza se llenó con imágenes de ella paseándose por mi apartamento en topless mientras su camiseta se secaba.

Oh, diablos. oh excitarme en el trabajo. No era bueno.

—No —gemí; mi voz ronca y mis pantalones demasiado ajustados—. No, para nada. Lamento que lo haya hecho. Supongo que debí haberte advertido que podría hacer eso. Después de abrir su pañal, por lo general solo lo levanto lo suficiente como para dejar que le dé el aire y pueda hacer lo suyo antes de
desenvolverlo completamente.

—Qué buen consejo. Gracias. Definitivamente mantendré eso en mente para mañana.

—¿Mañana? —hice eco estúpidamente, mientras mi corazón se aceleraba.

—Bueno, sí. Pensé que tu niñera estaría enferma por unas dos semanas.

Me sentí en una nube. Brittany Pierce iba a estar en mi apartamento, cuidando a mi hijo por... ¿dos semanas? ¿Cómo sobreviviría a ello, siempre sabiendo que se encontraría allí, cuidando a mi hijo, caminando a través de mis habitaciones, sentándose en mis muebles, secando sus camisetas meadas en mi secadora? Ya deseaba lo suficiente salir del trabajo así podía ir a casa y solo disfrutar de su presencia. ¿Pero dos semanas de este lujo? Dios, podría tener una sobredosis.

—Oh, oye. Tengo una pregunta antes de que te vayas.

¿Vayas? Había estado planeando alargar esta conversación por tanto tiempo como fuera posible. —¿Qué sucede? —pregunté.

—Santy tiene cuatro meses, ¿cierto?

—Sí.

—Eso fue lo que pensé. Así que tomé prestada tu computadora y busqué en unos cuantos sitios así no había nada que se me estuviera pasando sobre cuidar a alguien de esa edad. Y decía que los cuatro meses es un buen tiempo para darles comida sólida. Pero no vi nada en los gabinetes, así que…

—Guau, no había pensado en eso. Pero sí, me aseguraré de comprar algo la próxima vez que vaya a la tienda. ¿Qué le compro?

—Decía que está bien esperar un par de meses más, pero Santy parece comer un montón, así que pensé… Sé que estoy sobrepasándome. Lo siento, yo…

—¡No! Eso es… en realidad, estoy feliz de que trajeras el tema a colación, ero no tengo idea de lo que necesita. He estado dándole lo mismo los pasados cuatro meses. Cualquier consejo que tengas es apreciado.

—En ese caso, puedes empezar a darle sólidos en porciones pequeñas. Creo que también podría usar esta crema que tengo para Skye. Tiene las mejores recomendaciones, y el pobre y pequeño trasero de Santy parecer estar recuperándose de un horrible sarpullido.

No podía decirle que era porque su madre nunca lo había cambiado y muchas veces había pasado la mayor parte del día sin un pañal fresco. Ya era lo suficientemente humillante saber que mi hijo había pasado por eso y que no hubiera podido estar allí para mantenerlo constantemente cambiado, pero
escuchar a Brittany señalar lo obvio era más que vergonzoso.

Tan triste como era admitirlo, era una bendición que Eleine se hubiera ido. Santy finalmente recibiría un auténtico cuidado.

******


Las cinco no pudieron llegar lo suficientemente pronto. Le di a mi tarjeta de control y me apresuré a casa. Mientras desbloqueaba y abría la puerta principal de mi apartamento, la risa de un bebé sorprendió mis oídos.

Congelado en la entrada, observé a Brittany —dándome la espalda—, ientras permanecía sentada con las piernas cruzadas en una sábana en el suelo y se inclinaba hacia Santy. Recostado sobre su espalda, movía las piernas y balanceaba los brazos, riendo incontrolablemente mientras ella hacía sonidos
extraños.

Cuando se detuvo, él dejó de sonreír, dejó de patear y la miró con una expresión seria. Pero luego Brittany comenzó nuevamente e incluso su cabellorubio le daba en el rostro, haciéndolo reír y patear de nuevo.

Junto a él en la otra mitad de la manta, la pequeña Skye se encontraba tumbada sobre su estómago mientras trataba de levantar la cabeza del suelo y su cabecita diminuta bamboleaba por el esfuerzo que le tomaba.

Los tres juntos así era lo más increíble que había visto.

Me quedé en la puerta, incapaz de hacer otra cosa que mirar a esta mujer cautivando a mi pequeño. En ese momento, la amaba. La amaba tan condenadamente tanto que dolía todo mi pecho. Incluso las lágrimas pueden haberse reunido en mis ojos porque todo el asunto me puso muy emocional.

Pero joder, estaba haciendo reír a mi hijo. ¿Cómo podría no amarla?

No me importaba quién era, cuántos años había soñado con conocerla, preguntándome como sería en la vida real, amaba a esta mujer aquí en mi piso por lo que ella era en este mismo momento.

Sintiendo mi presencia, Brittany finalmente levantó la vista y miró por encima del hombro. Lanzó un grito de sorpresa antes de poner una mano sobre su corazón y reír.

—Oye, mira quién está en casa. —Recogiendo a Luchador, lo acunó cerca para que sus mejillas se aplastaran juntas. Entonces le agarró la mano y le ayudó a saludarme—. Hola, mami. ¿Cómo estuvo el trabajo?

Sorbí mis emociones y entré en el apartamento, sintiéndome casi desconectado de mi cuerpo porque estaba completamente sumergido en este momento. No quería que terminara nunca. Quería enmarcarlo y colgarlo en el techo sobre la cama, para que pudiera verlo y revivirlo una y otra vez, cada noche por el resto de mi vida antes de irme a dormir.

Luego de que la puerta principal se cerrara detrás de mí, me acerqué y me deslicé hacia abajo en el suelo para sentarme en el borde de la manta con la espalda apoyada en el sofá. —El trabajo estuvo bien, pero dudo que haya tenido tanta diversión como parecen estar teniendo ustedes.

—La hemos pasado de maravilla —informo Brittany, sonriendo mientras presionaba sus labios en toda la cara de Luchador. Pequeño bastardo con suerte. Él se regodeaba también, sonriendo y entornando los ojos, para luego agarrarle puñados de su pelo y jalarlo.

—Oye, amigo. No tires. —Me estiré hacia adelante para ayudar a desenredar el lío.

—Está bien. —Brittany se rió mientras los dos trabajábamos para liberar a sus pálidos mechones sedosos—. Definitivamente le encanta agarrarse a las cosas.

Me encantaba que ya supiera lo que a él le gustaba... después de un solo día de observarlo.

Cuando Skye chilló, frustrada por ser incapaz de levantar la cabeza, la recogí y apreté mi nariz en su mejilla para poder inhalar su aroma limpio y fresco de bebé. —Hola, pequeña. ¿Esa era tu manera de conseguir mi atención? Lo lograste, cariño.

—Creo que no se ha olvidado de que todavía le debes un baile —dijo Brittany, con los ojos chispeantes mientras observaba nuestro abrazo.

—Eso es correcto. Le debo un baile, ¿no? —Coloqué a Skye en el hueco de mi brazo y me puse de pie para poder tararear “Baby Blue” de George Strait en su cabello y balancearla por la sala de estar.

Al notar lo contenta que parecía Eva al vernos juntos, le guiñé un ojo y luego hice un gesto a la manta.

—Me sorprende que estén en el suelo. Debe estar sucio. —No podía recordar la última vez que lo limpié. Tal vez no desde que nació Luchador. Había estado tomando tantas horas extras como podía para pagar por todas las cuentas que vinieron con su nacimiento. Así que por lo general me encontraba demasiado ocupado con la ropa sucia, la cocina, cuarto de baño o en el trabajo para preocuparme por embellecer la sala.

—Hay algo curioso acerca de eso —me dijo Brittany con una sonrisa maliciosa—. Encontré una cosa en el armario de allí. Creo que se llama aspiradora. Limpió el piso enseguida.

—¿Pasaste la aspiradora? —Giré la cabeza para disfrutar de toda la sala.

Había estado tan centrado en los tres jugando como si fueran una familia de verdad que no fui capaz de ver nada más. Pero, mierda, no solo quedaron las líneas de la aspiradora en el suelo, sino que se hallaba todo arreglado, la mesas limpias, posiblemente incluso desempolvadas. La manta que Eleine utilizaba
para su regazo se encontraba doblaba y apoyada sobre el respaldo del sofá y los cojines del sofá estaban enderezados y esponjosos.

—Limpiaste. —La maravilla en mi voz solo le hizo rodar los ojos.

—Estos dos disfrutaron de su sueño de belleza, así que tuve un montón de tiempo libre.

—Sí, pero... —Me volví hacia ella, sacudiendo la cabeza—. No tienes que hacer todo esto, Campanita. Quiero decir —extendí la mano, abrumado—, con solo estar aquí por Santy... Dios, no sabes lo mucho que aprecio que hayas venido hoy para cuidarlo. Salvaste mi culo completamente.

El cumplido la hizo resplandecer. Coqueteé con ella numerosas veces y de plano le dije que era preciosa.

Pero agradecerle parecía tener un efecto todavía mejor. Se veía tan satisfecha. En su elemento. El brillo de satisfacción en sus mejillas la hacía más hermosa de lo habitual.

Un pitido agudo que provenía de la cocina interrumpió el momento y me hizo fruncir el ceño. ¿Qué diablos era eso? Por un segundo, pensé que podría ser una alarma de humo. Pero Brittany se sentó de golpe, llevando a Santy con ella.

—¡Oh! Tu cena está lista.

¿Cena? Mi boca se abrió. —¿Cocinaste? —¿Ella cocinó?

—No te emociones demasiado. Es solo una pizza congelada. De verdad no tienes nada en tus armarios, Patrick. Estoy pensando en que mañana tienes que dejarme un poco de dinero, así puedo a comprar comestibles para ti. Santy ya casi no tiene pañales. Le habría dado algunos de Skye pero, en
comparación con ella... —Hizo una pausa para poner la mano sobre la oreja del niño así él no podía oír. Luego susurró—: Tiene un culo enorme.

Me eché a reír. —En comparación con esta muñequita, creo que todo el mundo tiene un culo enorme. Pero sí, si quieres ir de compras, yo estaría más que feliz de financiarlo. —Estaría feliz de besar el suelo que pisaba ella.

¿Pero limpiar? ¿Cocinar? ¿Ir de compras? Empezaba a preguntarme si había alguna enfermedad rara que pudiera infligir de algún modo en la familia Rojas, de esa manera Brittany podría ser la niñera temporal para siempre.

—Ten, ¿puedes sostenerlo por mí?

Parpadeé porque esa era por lo general la pregunta que yo le hacía a Eleine. —Sí. Por supuesto. —Después de transferir a Skye a un brazo, extendí el otro para Santy. Brittany nos sonrió a los tres después de que me lo entregó.

Luego se alejó, balanceando sus caderas con un ritmo natural que me hizo agua la boca.

Quería cada partecita de esta mujer que alguna vez haya existido. Necesitando seguirle el rastro, la seguí, llevando a los niños conmigo.

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Mensaje por JVM Miér Ene 18, 2017 6:46 pm

Pues el que se haya ido Elaine fue en parte bueno porque no cuidaba como debía a luchador, pero tampoco pensé que lo abandonaría.
Pero gracias a eso San esta echando un vistazo a como seria su familia con Britt!
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Mensaje por micky morales Miér Ene 18, 2017 7:05 pm

Que maravilla que la buena para nada de Elaine se haya largado, para lo que hacia mas estorbo que otra cosa, se ven como una linda familia, esperemos que este cuidado de luchador las acerque mas!!!!!
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Mensaje por 3:) Miér Ene 18, 2017 10:04 pm

mmmm dos semanas a la que van a jugar a la familia,.. y me encanta!!!
amo la relación de santy y britt!!!
a ver cuanto aguanta san,.. en no intentar algo con britt aunque sea un solo beso!?
3:)
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Mensaje por Tati.94 Jue Ene 19, 2017 5:26 pm

Uii .. Espero que en esas dos semanas pasen al siguiente nivel, mínimo un besito ¿no?.
Me encanta la reacción que tienen la una con la otra cuando se encuentran juntas.
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Mensaje por ana_bys_26 Dom Ene 29, 2017 8:16 am

[center]CAPITULO 19
SANTANA [/center]


Brittany me convenció de ir a trabajar al club esa noche. Así que lo hice, y también apestó, porque no pude dejar que un par de chicas ebrias manejaran solas hacia su casa, lo que me hizo correr más de lo usual. Después de que las dejé frente a su casa, me di cuenta de lo fuerte que quedó oliendo mi pobre
Barracuda, como a perfume frutal. Así que tomé el camino largo a casa con las entanas abiertas para que se ventilara.

No quería que Brittany lo oliera y pensara que había pasado lo que no pasó cuando tuviera que llevarla de regreso a la casa de Quinn. Pero al momento en el que regresé a mi apartamento a las malditas tres de la mañana, ella se encontraba dormida en mi cama, con los bebés acurrucados a su alrededor. Me quedé un momento mirándolos, amando verlos juntos. Se suponía que esta iba a ser mi familia. Mi felices para siempre. Y que ella debió haber sido mi esposa.

Mi pecho creció con anhelo y una clase hambrienta de necesitad, pero también con alegría porque estaban aquí, sin importar cuánto tiempo, los tenía.

Planeaba disfrutar cada segundo.

Retirándome, caminé en puntas de pie hacia la sala y le mandé un mensaje a Rechel para decirle que Brittany se quedó dormida. Que la llevaría a casa en la mañana. Luego me desplomé sobre el sofá, puse la manta sobre mis hombros, y quedé inconsciente.

Horas después, desperté cuando Brittany me tocó el hombro. —¿Por qué no me despertaste cuando llegaste a casa?

Traté de decirle que no quise perturbarlos y que ya había llamado a Rechel, pero no sabía si entendería mucho mis murmullos cansados, hasta que respondió—: Bueno, gracias por dejarnos descansar, pero ahora Skye y yo podemos tomar el sofá; no quise quedarme dormida y robarte la cama.

Hice un ademán con la mano. —Está bien. Regresa y quédate ahí por el resto de la noche.

Frunció el ceño. —No voy a sacarte de tu propia cama, Santana.

—Demonios. —Suspiré con sueño y le sonreí mientras giraba sobre mi espalda—. Todavía suena caliente cuando me llamas así, incluso cuando estoy medio dormida. —Con un bostezo, me acurruqué de nuevo sobre mi lado, dándole la espalda—. Por favor, Dios, en este momento no me hagas levantar y
moverme. No puedo recordar cuándo fue la última vez que tuve tanto sueño.

Se quedó callada por un minuto antes de decir—: Tienes razón. Lamento molestarte. Vuelve a dormir, Santana.

Sonreí en su dirección y luego suspiré cuando movió suavemente mi cabello. Amaba la sensación de sus dedos contra mi cuero cabelludo. A punto de hundirme de nuevo en un tranquilo olvido, me puse rígida cuando una idea pasó por mi mente.

—¡Mierda! ¿Luchador está despierto? —Todavía no me había levantado con él, y por lo general lo hacía una o dos veces en la noche.

—No, lo alimenté, lo cambié y lo volví a acostar.

Froté mi cara. ¿Por qué me sentía tan malhumorado? —No tenías que hacer eso, Campanita. Estoy en casa, pude haberme levantado. —Me sentía un poco inquieto por haber dormido bien a pesar de su llanto.

Brittany solo rodó sus ojos. —No te preocupes por eso. De verdad. Ya estaba levantada por Skye.

—Gracias —dije, desde el fondo de mi corazón—. Te lo debo.

Sacudió su cabeza como si le divirtiera y caminó por el pasillo hacia mi habitación… para dormir en mi cama. Gruñí y volví a colapsar sobre el sofá.

Tan cansada como me sentía, pasaría un tiempo antes de volverme a dormir de Nuevo.

*************

En la mañana, salí de la ducha para echarle un vistazo a la habitación, con la toalla alrededor de mi. Ni Brittany ni Skye se hallaban en la cama.

Escuché ruidos en la cocina así que bajé la toalla y excavé en el cajón de mi ropa interior en busca de algo limpio. Una vez que estuve vestida, llevé mis medias a la cocina, que por alguna razón era donde me las ponía cada mañana.

Cuando llegué a la entrada, me sorprendió encontrar a Brittany llenando dos tazas de cereal. Desde atrás, se veía bien a primera hora de la mañana, su ropa arrugada moldeada sus curvas, y su cabello recogido en un nudo moderno ya desaliñado con ese tentador rizo pequeño y solitario colgando y provocando su besable nuca. Sabía que se vería dos veces más increíble cuando se volteara. Y estuve
tentado a acercarme por detrás, envolverme a su alrededor y besarla sobre sus hombros. Mis brazos dolieron porque los contuve de actuar en un impulso.

Ella se giró, y vi que tenía a Skye acunada en un brazo. —Buenos días —dijo alegremente, a través de las ojeras de insomnio bajo sus ojos.

Bostecé y pasé la mano por mi cabello húmedo. —Buenos días. —Luego caminé descalzo por la cocina hasta la mesa, me senté en una silla y me puse las medias. A pesar de que dormí más de lo normal al no tener que pasear con Santy por el piso, me sentía muerto y adolorido por pasar la noche en el sofá.

Salté cuando Brittany colocó una de las tazas de cereal frente a mí. A punto de decirle que no tenía que hacer eso, porque parecía ser mi frase favorita estas últimas veinticuatro horas, me detuve, preguntándome si la cansaría que estuviera repitiéndolo constantemente. Así que me decidí por un sincero—:Gracias.

Se sentó frente a mí y mecía a Skye en sus brazos mientras comía con una mano. —Entonces, ¿cuántos días trabajas desde las nueve de la mañana hasta las dos de la siguiente? —me preguntó entre bocados.

Le sonreí masticando ruidosamente, sorprendido por lo multifuncional que era. Cuando una gota de leche cayó a su barbilla, haciéndola luchar con las dos manos llenas para limpiarla, incluso sonreí más y me incliné para hacerme cargo por ella.

—Un par —respondí, lamiendo la gotita de leche de mi pulgar. En realidad trabajaba mucho más que eso la mayoría de los días de la semana.

Sacudió la cabeza, mirando mi pulgar mientras lo alejaba de mi lengua.

—No sé cómo lo haces sin caer muerto de cansancio.

Le hice señas con mi cuchara antes de tomar un bocado. —Ayer trabajaste las mismas horas que yo. En realidad, más. ¿Cómo sigues de pie?

Sacudió la cabeza en desacuerdo. —Pero tengo suficiente descanso.

Resoplé. —¿Cuándo? ¿Cuando estás cuidando no solo al mío, sino a tu propio bebé, limpiando mi casa o haciéndome la comida? Oh, y no creas que no me di cuenta que anoche bañaste a Luchador. Olía limpio y fresco cuando me incliné para besarle la cabeza hace un rato.

—De acuerdo, bien. —Se rindió con un suspiro—. Secretamente soy una Mujer Maravilla. Solo que escondo mis brazaletes y mi tiara y los entrelazo en el bolso de pañales de Skye así tú no los encuentras.

Sonreí. —La Mujer Maravilla siempre fue mi súper héroe favorito.

—Y estoy segura de que el tamaño de su pecho, su pequeña cintura y sus increíbles muslos no tuvieron algo que ver.

Solté una carcajada, cerca de atragantarme con el último trago de leche de tomaba de mi taza. —Me conoces muy bien. —Poniéndome de pie, fui a enjuagarlo en el fregadero, dándome cuenta de lo malditamente impecable que estaba. Ella no solo lavó lo platos, sino que también limpió el fregadero.

Agitando mi cabeza y pensando que de verdad debía ser la Mujer Maravilla, me giré para decir—: Puedo llevarte a la casa de Fbrey cuando estés lista.

Levantó la mirada con sorpresa. —¿Esta noche no voy a cuidar a Santy?

Inhalé una rápida y complacida respiración. —¿Lo decías de verdad?

—Por supuesto. —Frunció el ceño como si estuviera loco por preguntar—. Aún necesitas ayuda para cuidarlo, ¿no?

—Sí, pero… —Me encogí de hombros, de repente cohibido—. Fui un poco idiota contigo la última vez que nos vimos. No entiendo por qué estás siendo tan increíble y me estás ayudando así.

Sacudió la cabeza; su confusión era obvia. —¿Cómo fuiste un idiota conmigo?

Desvié la mirada, avergonzado. —Básicamente te dije que no quería que supieras que no tenía un verdadero matrimonio porque no quería que me tentaras a hacer algo que yo sabía podrías tentarme con facilidad. Y luego me alejé de ti y no te volví a hablar.

—De acuerdo, primero que todo, eso fue hace tres días, no décadas como lo haces parecer. Y tus manos están llenas, San. Es completamente comprensible. Además, no estás obligado a hablarme de nuevo, aunque no llamar cuando tu esposa te dejó colgado con un bebé de cuatro meses para que lo cuidaras lastima un poco. Pensé que nos habíamos vuelto amigos. ¿Por qué no creíste que te ayudaría a cuidarlo?

—Yo… —Me reí un poco—. En realidad, ni siquiera se me ocurrió la idea. No estoy acostumbrado a pedir ayuda a alguien. Generalmente, es lo contrario y las personas vienen a mí cuando necesitan algo.

—Entonces parece que necesitas amigos nuevos. Si nunca obtienes nada a cambio de ellos, no son tus amigos. Son solo personas que te usan. —Antes de que pudiera responder a su declaración, continuó—: Y además, entiendo por qué no me dijiste sobre la verdadera naturaleza de tus votos matrimoniales. Solo tuve que pasar cinco minutos con Santy para saber lo increíble que es y lo mucho que te necesita en su vida. Nunca haría nada para poner eso en peligro. —Se formó una línea entre sus cejas—. De todas formas, ¿cómo va a funcionar esto? Ella ya se fue. Es decir, está bien que te quedes con él, ¿verdad?

—No lo sé —confesé en voz baja, mientras me inclinaba contra el mesón de la cocina para borrar el cansancio de mis ojos—. Pero es seguro que no voy a llamar a los trabajadores sociales para ver si está bien. No hay manera en el infierno de que vaya a hacer algo que pueda llevarlo al sistema de crianza.

Sus ojos se suavizaron con simpatía. —Tuviste una muy mala experiencia con eso, ¿no?

Me encogí de hombros y bajé mi mirada a la taza limpia de cereal antes de aclararme la garganta y ponerla en el mesón. —Algunos lugares están bien. Otros son como el infierno. Todo es una basura. La mayoría de esas personas toman a los niños por el dinero. No les importa lo que te pasa tan pronto como obtienen el cheque. Nunca sientes como si pertenecieras. Da igual. —Cuando un llanto vino de mi habitación, miré hacia el sonido-. no se merece eso.o cuando está conmigo.

La dejé en la cocina para ir a sacar a mi niño de su cuna. Cuando lo puse en mi pecho y besé su cabeza, se acurrucó contra mí, agarrando un puñado de mi camisa.

Brittany y Skye aparecieron en la entrada. Cuando Campanita me sonrió, con su mirada suave y de entendimiento, algo se apretó en mi pecho. Incluso dolió más el saber que ella entendía completamente por qué no podía seguir con la atracción entre nosotros.

—¿Estás segura que esta mañana no necesitas regresar a tu casa para algo? ¿Cambiarte de ropa, cosas para Skye?

Movió la cabeza. —Ya tengo todo cubierto. Rechel está en vacaciones de verano de la universidad y hoy no tiene que cuidar a la hermana de Quinn. Ella puede traerme cualquier cosa que necesite. Además tendrá que darme un aventón a la tienda de comestibles.

Mi ceja se levantó. —¿Eso también era en serio?

—Demonios, sí. Moriré de hambre si pronto no tengo más comida en tus gabinetes.

—Puedes tomar mi coche si necesitas ir a cualquier parte. El taller donde trabajo solo está a doce cuadras de aquí.

Se estremeció como si eso fuera una idea horrible. —Anoche te saqué de tu cama. No manejaré tu coche. Especialmente con este clima.

—Sí, pero te veías muy sexy envuelta en mis sábanas, así que eso fue más que una ventaja para mí.

Suspiró y rodó los ojos. —Ahí está. Me preguntaba dónde se hallaba ese lado coqueto tuyo que se había ido esta mañana.

Le guiñé un ojo. —Solo necesitaba un poco de tiempo para despertar y atacar.

—No lo sé —murmuró, mirándome como si de repente pensara que era sospechoso—. Anoche me dijiste que mi voz sonaba sexy cuando te llamaba Santana, y en ese entonces te encontrabas medio ido.

—¿Lo hice? Mmm, debía estar mejor de lo que pensaba.

Se rio y dejó a Skye en la cuna. —Es mejor que te vayas a trabajar ya, Rica Suave. O llegarás tarde.

—Siempre llego tarde. Probablemente mi jefe se moriría de la impresión si de verdad aparezco a tiempo.

Cuando se giró hacia mí, también estuve tentado de dejar a Santy en la cuna, así podría alzar en brazos a Britt, derribarla sobre la cama y tener mimomento sexy con ella.

—Bueno,Britt la Mujer Maravilla hoy está en escena —dijo, inconsciente de mis sanos pensamientos—. Así que no tienes que llegar tarde. Ahora dame a este hermoso niño así puedo malcriarlo.

Vendido. Le di a Luchador y esperé hasta que lo tuviera instalado en sus brazos antes de inclinarme y darle un beso a mi niño una última vez y decirle que estaría bien con Campanita. Luego me subí a la cama para pasar mis dedos suavemente sobre la frente de Skye. Se había quedado dormida; entonces
susurré—: Cuídate, princesa.

Cuando me enderecé, Brittany encontró mi mirada, sus impresionantes ojos expectantes.

Sentí mal no darle a ella también una despedida especial. Así que dije—: Gracias —antes de presionar mis labios en su frente. Me quedé así más tiempo del que debí. Pero ella no me alejó. Levantó su mirada cuando retrocedí, y sus ojos reflejaron todo el deseo que sentía profundo dentro de mi pecho.

Girándome antes de caer en la tentación, salí a zancadas de la habitación.

Después de dejar el apartamento, una extraña llenura se arremolinó en mi pecho. Seguro que me encontraba malditamente cerca de dejarme llevar por mi felicidad. Podría hacer cualquier cosa. Porque sentía como si solo le hubiera dicho adiós a mi familia por el día.

Era la broma más sucia de todos los tiempos, sabía eso. Cuando Brittany regresara a donde Quinn y Rechel, probablemente me iba a sentir más vacío que antes de que ella llegara a mi vida. Pero me negaba a arrepentirme de su presencia, porque en este momento se sentía demasiado bien tenerla aquí.

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Activo Re: Brittana Be my hero capitulo 41 y 42 FIN

Mensaje por micky morales Dom Ene 29, 2017 8:09 pm

De verdad parecen una verdadera familia, lastima que la felicidad no sera completa hasta saber donde se metio esa condenada de Elaine!!!!!
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Mensaje por 3:) Dom Ene 29, 2017 9:03 pm

me encanta la familia que formaron!!!!
san esta en la nube como esta ahora y mas encontrando a britt cada ves que llega!!!
a ver como van las cosas???
3:)
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