|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
[Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
+2
3:)
23l1
6 participantes
Página 4 de 4.
Página 4 de 4. • 1, 2, 3, 4
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Cap 13
Capitulo 13
-¿Es cierto, Mike? ¿Eres realmente mi hermano?–le preguntó Brittany con voz temblorosa.
Habían llevado a Santana a radiología para ver si tenía alguna fractura en la columna.
Mientras tanto, Mike y Brittany esperaron juntos en una oficina de la sala de emergencias, sentados uno al lado del otro, agarrándose de la mano.
A Brittany le temblaba ligeramente la mano, los sucesos de aquella noche empezaban a hacerse sentir.
Había sido una noche extraordinaria…, pero ya sabía la respuesta antes de preguntarle a Mike, estaba convencida de que era su hermano.
Lo sentía, en su alma.
Mike Chang era, verdaderamente, su hermano.
Brittany lo miró y sonrió. Cuando conoció a Santana, este empezó a llamarla cielo por sus ojos. Más tarde le dijo que porque ella era el sol que iluminaba sus días.
Mike le apretó la mano un poco más.
–Es cierto. Tenía que asegurarme antes de decirte nada pero, para mis adentros, estaba convencido. En el mismo momento que te vi supe que tú y yo estábamos emparentados-retirando la mano, sacó su cartera del bolsillo y hurgó en ella, extrayendo una vieja fotografía, una imagen pequeña. Parecía una foto típica de escuela secundaria–Esta es nuestra verdadera mamá–le explicó, pasándole la foto a Brittany–Es una fotografía de su último año de instituto. Te pareces mucho a ella.
Cogió la foto y la miró con atención la cara juvenil y la sonrisa despreocupada, los llameantes cabellos rubios y los ojos verdes.
Rasgos muy similares a los de ella.
–¿Aún vive?–preguntó curiosa–¿Cómo la encontraste?
Mike se pasó la mano por el pelo, con tristeza.
–No. Murió a finales de los ochenta, en un accidente de coche, con su tercer
marido, que conducía borracho.
Brittany no había conocido a la mujer de la fotografía. A pesar de todo, la invadió una sentimiento de orfandad. Probablemente siempre había esperado que algún día su verdadera mamá la encontraría, que la mujer que la había traído al mundo la había querido pero tuvo que abandonarla.
Admitió para sí que probablemente había imaginado un cuento de hadas. De hecho, esta era la razón por la que nunca había hurgado en los papeles o buscado a su madre biológica.
Mientras no supiera la verdad…había esperanza, ¿o no?
En su juventud, la ilusión de que su mamá algún día la buscaría le había ayudado a sobrevivir una casa de acogida tras otra, aferrándose desesperadamente a la esperanza de que sus padres la querían de verdad pero no pudieron hacerse cargo de ella.
Años más tarde decidió que no quería saber la verdad.
Su corazón, herido y maltratado por demasiados años de rechazo y sufrimiento.
Con un dedo sobre la foto, Brittany respondió en voz baja.
–No sé de ella mucho más que su nombre. Se llamaba Whitney Messling. El nombre de mi padre era Victor Dunn. No estaban casados y apenas tenían los dos dieciocho años–recordó–¿Sabes tú algo más–interrogó Brittany, preparada para oír sus respuestas.
Ahora tenía a Santana… y a Mike. Lo que hubiera en el pasado no podía causarle daño nunca más.
Mike volvió a cogerla de la mano mientras le hablaba.
–No estaban casados cuando tú naciste, pero se casaron antes de que yo naciera. Tú tenías dos años y yo era un bebé cuando nuestro padre murió. Lo atropelló un coche un día camino del trabajo, dejando a nuestra mamá sin ingresos y con dos niños, sin ninguna forma de salir adelante–respiró hondo antes de seguir–Por lo que he sabido, no tuvo más remedio que abandonarnos. Quiero pensar que lo hizo por nuestro bien. Acabó casándose dos veces más, probablemente porque era la única forma que tenía de sobrevivir-se volvió para mirar a Brittany, con algo de remordimiento en la mirada–No lo sabía, Britt. Si lo hubiese sabido, hubiera removido cielo y tierra hasta encontrarte. Tuve suerte. Fui adoptado casi inmediatamente. Mis padres tenían dinero y yo fui un niño privilegiado mientras que tú fuiste de mano en mano. Lo siento. Lo siento muchísimo–añadió, con la voz rota por la emoción y el dolor–Cuando mis padres murieron, creía que no tenía a nadie más.
Brittany miró a los ojos achinados de Mike. Le dolía el pecho por todas las lágrimas contenidas.
–Yo tampoco lo sabía. No era culpa tuya, Mike. Sencillamente, me alegro de
tenerte aquí ahora.
Y estaba feliz.
Su corazón, rebosante de felicidad.
Tenía a Santana, tenía a su hermano y tenía amigos a los que les importaba.
Para una mujer que una vez se sintió mal querida, era todo lo que necesitaba.
–Yo también, Britt. Quiero llegar a conocerte, ser un hermano para ti. ¿Me
dejarás?–preguntó Mike titubeante.
Las lágrimas bañaban las mejillas de Brittany. Miraba a su hermano, compasivo y solidario, que seguía estando increíblemente atractivo de esmoquin, aunque el suyo había perdido algo de su apresto.
–Por supuesto. Siempre había deseado tener un hermano–le dijo nostálgica, soltándose de la mano y rodeándole el cuello con sus brazos, aferrándose a él como sellando su vínculo.
Desde el primer momento, Mike despertó en ella su instinto de protección, la necesidad de mitigar su dolor. Probablemente no sucedería hoy o mañana, pero estaba decidida a verlo feliz de nuevo.
Algún día.
Brittany suspiró cuando los brazos de Mike la rodearon, empujándola hacia él en un intenso abrazo.
–Encontrarte fue algo que no me esperaba nunca, pero estoy agradecido por haberte encontrado. Ojalá te hubiera encontrado antes. No quiero pensar en todo lo que sufriste en tu niñez. Tuvo que ser muy duro para ti.
Ella se pegaba a él, la mejillas cubiertas de lágrimas, percibiendo en el abrazo que Mike era un hombre capaz de sentir intensamente.
Mike. Necesitas cerrar tus heridas. Tienes tanta tristeza acumulada.
Brittany podía percibir la soledad de Mike en la desesperación de su abrazo. Su hermano vivía con dolor, pero nada podía hacer por él excepto abrazarlo fuertemente, esperando que la felicidad de haberlo encontrado pudiera llenar un espacio en su alma vacía.
–¡Eh, tú! Quítale las garras de encima a mi novia-el bufido divertido de Santana les llegó desde la puerta.
Mike y Santana intercambiaron sonrisas. Los dos parecían aliviados por el hecho de que no tuvieran que pelearse más por ella.
Brittany soltó a su hermano, volviéndose a Santana con gesto de preocupación.
–¿Te ha dicho el médico que podías andar?–preguntó, amonestándola.
Su corazón saltó de alegría cuando miró a Santana, estaba magullada y probablemente llena de moretones, pero nunca había estado tan guapa.
Su sonrisa reflejaba el dolor físico y sus habituales zancadas se habían ralentizado por la molestias causadas por los golpes, pero qué guapa estaba.
Especialmente porque Brittany se había temido que estuviera seriamente lesionada, o algo peor.
La morena le dirigió una sonrisa de un lado, maliciosa.
–Sí, señorita doctora, me lo han dicho. Me hicieron venir a radiología para mirar los resultados de los rayos X inmediatamente. No me iba a quedar atada a la puta camilla, dura como una piedra, más de lo necesario-se encaminó hacia ella, y le dio un prolongado beso en la mejilla.
Brittany contuvo la respiración, sin entender cómo un beso inocente podía ser tan sensual.
Porque el mínimo roce de Santana está repleto de sensualidad y siempre me excita. Mucho.
–¿De modo que estás haciendo valer tu poder económico por aquí también, obligando a los médicos a hacer lo que tú quieras?–preguntó, intentando ocultar su regocijo.
Estaba convencida de que Santana no le había pedido nada al médico amablemente. Santana se lo habría exigido… y como era uno de los generosos donantes de la clínica, harían lo que les dijera.
–Tú eres médico y nunca me ha servido contigo –murmuró contrariada.
Brittany se cruzó de brazos, levantando una ceja y mirándola a las ojos.
–Eso es porque te conozco bien desde hace años. Tus tretas de seductora no funcionan conmigo–le informó, intentando mantener la compostura.
Para ser honesta, apenas podía reprimir el deseo de arrojarse a sus brazos y abrazarse a la morena hasta convencerse de que estaba del todo bien.
La imagen de Santana saltando por encima del hueco de la escalera para protegerla no dejaba de obsesionarla, como una horrible pesadilla.
¿Qué clase de persona haría algo así?
Una persona a quien le importas más que su propia vida.
–Me quieres. Lo sé–le dijo Santana, en su voz un tono juguetón, lleno de vulnerabilidad, mientras le pasaba el dorso de la mano por la mejilla.
Brittany sonrió, incapaz de contenerse más.
Había escuchado a Santana y Quinn tirarse puyas muchas veces. Había oído a Santana decirle esas mismas palabras a su hermana. A las cuales la respuesta de Quinn era casi siempre la misma… “Hoy no”.
Le cogió la mano y la mantuvo sobre su mejilla.
–Bueno sí. De hecho te quiero. Te quiero a todas horas–respondió dulcemente, mientras se le aceleraba el corazón.
Verdaderamente, ¿cómo podía responderle de otra manera?
Santana necesitaba amor y ella no podía pretender más que su mundo no era la morena.
Se acabó para ella ocultar sus sentimientos, no revelar cómo sentía.
Santana la había asustado hasta casi morir esa misma noche. La vida era demasiado corta para callarse lo que sentía.
A Santana se le saltaron las lágrimas, destellando con el color de la exquisita gema que reflejaban.
–¡Joder, cariño! Tu reacción me gusta más que la de Quinn–carraspeó emocionada, entrelazando su mirada con la de ella, sus ojos hablando por ella–¿Tú sabes cuánto he esperado oírte decir estas palabras?-Brittany negó con la cabeza, incapaz de hablar–Siempre–replicó enfática, envolviendo con sus dedos los dedos de la rubia, su agarre tan fuerte que era casi doloroso–Vámonos a casa.
–Aún no te han dado el alta y tú te quedas aquí hasta que yo haya hablado con el médico.
De ninguna manera se iba a ir Santana de ahí sin que ella supiera exactamente cuáles eran sus lesiones.
–Tirana–acusó con una sonrisa devastadora–Me pone. ¿Quieres jugar a los
médicos cuando lleguemos a casa?
A Brittany le recorrió un escalofrío.
La idea de examinar el cuerpo de Santana al detalle la hubiera excitado si la morena no estuviera magullada hasta las cejas.
–Necesitas tomártelo con calma. Vas a estar dolorida algún tiempo–respondió, ignorando sus insinuaciones.
Santana arrugó la frente, pero cuando iba a abrir la boca para responderle, el doctor de la sala de emergencias entró en la habitación.
Brittany conocía al doctor de pelo canoso, algo mayor, y se adelantó para hablar con él acerca del tratamiento y los cuidados que necesitaría Santana. De reojo, vio cómo Mike ayudaba a Santana a ponerse la ropa que habían mandado a buscar para la morena.
Santana se quejaba, impaciente con todo lo que le obligaba a aminorar la marcha.
En el mismo instante en que el médico de emergencias abandonó la habitación, Santana se dirigió decidida hasta la puerta.
–¡Un momento!–le gritó Brittany–Tenemos que recoger el tratamiento y firmar el alta, San-la agarró ligeramente por el faldón de la camisa.
La morena la cogió de la mano.
–Nos vamos–dijo Santana ásperamente, queriendo llevársela de ahí, con Mike detrás de ella.
Brittany miró a su hermano, su sonrisa iluminándole el rostro al ver a Santana dando zancadas, dirigiéndose testaruda hacia la puerta.
Mike se encogió de hombros y Brittany puso los ojos en blanco. Por suerte, se encontraron con una enfermera en la puerta y Santana cogió el bolígrafo y garabateó su nombre en el alta médica, sin apenas alterar su rumbo.
Brittany cogió los papeles y le arrebató el informe del tratamiento a la enfermera. Sonriendo, siguió felizmente a Santana.
–No necesito las putas pastilla. Todo lo que necesito eres tú–gruñó Santana, camino de la salida, sujetando aún más fuertemente la mano de Brittany.
No fue exactamente un momento romántico o tierno, pero viniendo de Santana, el comentario era genuino e hizo suspirar a Brittany.
Veinte minutos más tarde llegaban a casa.
–¿Por qué no me quitaste la virginidad cuándo éramos jóvenes?–preguntó Brittany, tumbada al lado de Santana, tan próxima a la morena como consideraba seguro en aquella enorme cama.
La morena hacía todo lo posible para que se acercara más a ella, pero la rubia se escabullía, preocupada por sus dolores.
A Santana le habían salido moretones por toda la espalda y las piernas y tenía algunas contracturas musculares. Por suerte, no se había roto nada, pero estaba segura de que le dolería todo el cuerpo.
Se le notaba al andar, en la expresión de dolor de su cara.
La había desvestida, excepto por la ropa interior de seda, y la había acostado. Luego, ella misma se metió en la cama después de ponerse una camisola de seda y de haber necesitado, prácticamente, forzarla a tomarse las patillas para el dolor.
–No podía hacerlo–respondió llanamente, titubeante, pasándose la mano por el pelo, frustrada, no sabiendo muy bien cómo contestar.
Probablemente, en otro tiempo, Brittany hubiera tomado su respuesta como un rechazo.
Pero ahora no.
No después de todo lo que había ocurrido entre ellas.
Ella sabía bien la respuesta, pero quería oírla de la morena.
–¿Por qué?–preguntó dulcemente–¿Fue porque te habían maltratado y abusado sexualmente de ti?
Estaba cansada de evadir el tema.
–¿Lo sabías?–preguntó tranquilamente, su voz grave delatando sorpresa.
–Leí tus informes médicos, San. ¿No te acuerdas? Esa información estaba ahí también–admitió Brittany, buscando su mano para reconfortarla.
–¡Mierda!–carraspeó. Le apretó la mano a Brittany, su cuerpo tenso–No era mi intención que lo supieras. No debías saberlo. Es una vergüenza. No te merezco. Fui una rata de callejón que puso su cuerpo a disposición de otros hombres-su voz ronca, atormentada.
–Abusaron de ti–insistió Brittany, indignada–No tienes nada de qué avergonzarte, San. No fue culpa tuya-se incorporó sobre un codo, capaz de ver la cara de Santana a la luz de la luna que entraba por la ventana, pero no sus ojos.
Santana estaba echada y tenía el cuerpo rígido, nada se movía.
–No abusaron de mí. Les dejé hacerlo–respondió secamente.
–Para proteger a Quinn–añadió–, Para que la dejaran en paz.
–Qué importa por qué. Yo lo consentí–respondió con rigidez.
–Claro que importa, San–replicó Brittany con suavidad, acercando la mano a la mejilla de su morena–Cuéntamelo todo–le rogó.
¿Cómo podría convencerlo, por su parte, de lo heroico que había sido sacrificarse por Quinn?
La morena se sometió al dolor y la humillación para evitar que su hermana se convirtiera en otra víctima de su papá, a quien le pagaban en drogas y alcohol por el uso de su hijo.
Santana dejó escapar un suspiro.
–Una noche, oí a mi papá hablando con unos individuos. Estaban cerrando un trato. Era un grupo de hijos de puta de la organización a los que les ponía tirarse a críos. Querían a Quinn, que era una niña indefensa. Mi papá estaba dispuesto a hacerlo, iba a dejar que le hicieran eso a Quinn.
¡Hijo de puta!
¿Cómo puede un hombre sacrificar así a su hijo?
No puedo haber ninguna razón.
A Santana le palpitaba el pecho mientras hablaba.
–Quinn estaba en la escuela primaria, era una mocosa. Inocente. Le dije a mi papá que lo mataría si le ponía una mano encima a Quinn y me dijo que había hecho un trato y que estaríamos todos en peligro si no lo cumplía. Así que dejé que aquel cabrón me entregara a mí en lugar de Quinn.
Brittany exploró las mejillas y los cabellos de Santana con sus manos. Su mujer, dulce, protectora, intrépida, se había ofrecido en lugar de su hermana.
–Te hicieron mucho daño–le susurró con lágrimas asomándole a los ojos.
–No quería que lo supieras, Britt-hablaba con la voz entrecortada.
La tortura de revivir todo aquello, evidente.
–Me preguntaste cómo me había hecho las cicatrices en la espalda. Me las hicieron cuando me hacían tanto daño que me peleaba con ellos. Les dejaba hacer, pero la mayoría de la veces tenían que obligarme a someterme.
–Mi pobre Sanny. Te quiero, cariño. No soporto el dolor que sufriste y si encontrara a esos hombres, probablemente los mataría yo misma. A la mierda con el juramento hipocrático–respondió con odio–No fue culpa tuya. Tú fuiste valerosa y fuerte. Y abusaron de ti, te violaron, te maltrataron. No importa que tú te ofrecieras a hacerlo. Al contrario, lo hiciste para ahorrar el dolor a Quinn. Es aún más triste-terminó con un sollozo que no pudo contener.
–No llores. Por favor. Fue hace mucho tiempo–dijo dubitativa, soltándola de la mano y la rodeó con un brazo y la pegó a ella.
–No. Estás dolorida–le advirtió Brittany severamente.
–Dolerá más si te resistes–le respondió–Y duele aún más no tenerte cerca de mí.
Eso la desarmó.
Intentó estar lo más quieta posible, pegada a la morena.
–¿Lo sabe Quinn?–preguntó, buscando una confirmación.
–No. Nadie lo sabe excepto mi terapeuta y ahora tú. Mi mamá se odiaría a sí misma por lo que pasó, al igual que Quinn.
–¿Te ayudó la terapia?
–Sí. Me ayudó con la mayoría de mis problemas. Me temo que no he superado lo de ser tocada. Normalmente intento dar tanto placer a la mujer que ninguna se ha preocupado realmente de tocarme–dijo sinceramente.
–A mí me preocupa. Quiero tocarte, San. Quiero darte placer–le dijo Brittany,
con voz de amante, cálidamente–Cuando éramos jóvenes estaba confundida. Creía que me querías, pero no me llevaste a la cama.
–Te quería–resonó, acercándola aún más-Hablaba en serio cuando te dije que había estado soñando contigo durante años. Tú eras lo mejor que me había pasado, pero me sentía sucia, contaminada, indigna de ti.
–¿Y ahora?–interrogó, incorporándose otra vez sobre un brazo y pasando la mano ligeramente por entre los pechos de Santana.
–Ahora no puedo hacer nada. Tuviste una oportunidad para encontrar a alguien mejor que yo. No tienes escapatoria–respondió acariciando sus cabellos, masajeándole la cabeza–Accediste a casarte conmigo.
–No puede haber mejor persona para mí, San-bajó la mano desde el pecho hasta el abdomen, dibujando mariposas con el dedo.
–O dejas de tocarme o te vas a ver boca arriba en cuestión de segundos–le
advirtió Santana con un tono que rebosaba deseo.
–¿No te duele?–le preguntó Brittany, su liviano toque detenido en la cinturilla de sus bragas.
–No de esa forma. Y no es por caerme por las escaleras. Dios mío, Britt. Todo lo que necesito es pensar en ti, olerte, sentir tu contacto y ya estoy lista para hacerte el amor–gimió bajando la mano hasta cubrir el dorso de la mano de Brittany.
–Ahora no lo estás. Estás seriamente magullada. No lo vas a disfrutar–le dijo
secamente.
–Pero si no lo hago será una tortura–bromeó–Te necesito demasiado.
–Quiero tocarte–le susurró zafando su mano y deslizándola por debajo de las bragas–¿Me vas a dejar? Por favor. Quiero que te quedes tumbada y que te estés quieta. Yo hago todo lo demás. ¿Vas a poder?-contuvo la respiración preguntándose si confiaría en ella o no.
Considerando su pasado, sabía que no sería una elección fácil.
–Si me tocas, dudo que pueda quedarme quieta–le advirtió con fingido humor, retirando la mano y entrelazando las dos detrás de la cabeza–Pero lo intentaré. Confío en ti, cielo.
Respiró aliviada, dando un suspiro.
Dejó deslizar su mano un poco más dentro de las bragas hasta darse con su sexo, húmedo y acarició con sus dedos la suavidad aterciopelada de la piel. Con el dedo índice extendió delicadamente la humedad por todo su sexo. Sintió la tensión en el cuerpo de Santana, así que mantuvo su toque ligero,
cubriéndole de besos la sien y susurrándole en el oído.
–¡Qué húmeda! Tan suave, tan lista. ¡Hace tanto tiempo que quiero tocarte!
–¡Oh, Britt!–gritó Santana con un bufido agónico.
–Sí–respiró en su oído, suavemente.
–¡Qué bien se siente! Tan distinto…Sin dolor-exhaló de forma estridente.
–Nunca–concurrió Brittany–Solo placer-se bajó, agarrando el elástico de las bragas y la morena levantó las caderas, permitiendo que las bajara cuidadosamente hasta el muslo–No te muevas mucho–le recordó mientras que su mano se movía sensualmente a lo largo de su sexo.
–Se me olvidaba–suspiró resignada después de elevar la pelvis en respuesta a la mano de Brittany.
La rubia se bajó un poco más hasta que su cara estuvo a la altura del sexo de Santana.
–¿Puedo probarte?–preguntó–Por favor.
No había nada que deseara más que saborear la esencia de Santana, pero no quería hacerlo sin pedírselo.
No hasta que estuviera acostumbrada a ser tocada con amor en lugar de violencia y maldad.
–¿Vas a ser tan hábil como con los dedos?–preguntó, con la voz entrecortada.
–Aún mejor que con los dedos–respondió Brittany sonriente.
–Entonces, ¿a qué esperas?–le exigió.
Brittany se relajó, acercó sus labios al sexo de Santana, decidida a que fuera una experiencia placentera para la morena.
No tenía mucha experiencia, pero era médico y conocía la anatomía humana y lo que era placentero o no.
Suspiró y abrió la boca para finalmente con la lengua saborear el húmedo sexo de Santana.
Ésta se estremeció cuando Brittany le paso la lengua por el clítoris, remolineando alrededor por toda la cavidad. La sensación casi lo hizo venir aún antes de que ella empezara.
Oh, Brittany. Todo lo que siempre he querido es que me hagas tuya para siempre.
No había fantasmas del pasado persiguiéndola.
Sabía quién lo tenía cautivada, de quién eran los labios que ahora recorrían su sexo, a punto de volverla loca de deseo.
Probablemente su cuerpo lastimado debería haberle dolido, pero todo lo que podía sentir era el exquisito, alucinante, placer erótico de la lengua de Brittany acariciándola.
¡Dios!
¿Cómo he podido vivir sin esto?
¿Cómo he podido vivir sin su rubia?
Lo cierto es que apenas había existido sin ella, viviendo cada día como un superviviente, refugiándose en el trabajo y en adquirir poder.
Tanto control que nunca más volvería a ser vulnerable.
Solo ante esta mujer se había sentido vulnerable, aún se sentía vulnerable.
¿Le importaba?
No en absoluto.
La necesitaba y cuando vio su vida entera tambalearse en aquellas escaleras, esa misma noche, se había dado cuenta de que nunca sobrevivía si la perdiera de nuevo.
Se incorporó apoyándose en los hombros, la miró a la luz de la luna, su radiante cabello iluminado, mientras se movía sobre su regazo.
Le sudaba el rostro mientras que la rubia lamía y succionaba, prendiendo fuego a todo su cuerpo. Se estremeció cuando aceleró el ritmo, su lengua, dientes y labios haciendo magia en ella.
Santana se dejó caer contra las almohadas con un rugido. Incapaz de contenerse, clavó los dedos en la cabeza de Brittany.
Bombardeada por la sensación erótica, estaba desconcertada, dividida entre el deseo de apartarla de ahí y enterrarse en ella, reclamándola, o dejarla continuar volviéndola loca con la boca.
Mía.
Ninguna otra mujer había querido complacerla como esta, sin otra razón que por amor.
Me ama. ¡Dios! Soy una privilegiada.
Le palpitaba el cuerpo entero.
Gemía con abandono mientras que la dulces boca de Brittany la torturaban, haciéndola enloquecer de deseo por más.
Dejado de sí, ni siquiera se encogió cuando la rubia le acarició los pechos sobre el sujetador y luego, con delicadeza, con la otra mano deslizó entre sus glúteos y con un dedo le alcanzó el ano.
Brittany no llevó la cosa demasiado lejos, solo lo justo para llevarla al límite.
El delicado toque de su dedo, tan sensual que casi pierde el sentido cuando explotó en la boca de Brittany.
–¡Mierda!–gimió, completamente vacía.
Su rubia la había llevado hasta el explosivo orgasmo le había producido sacudidas.
Jadeante, la levantó hasta ponerla encima de ella, desesperada por sentir su cuerpo cálido pegado al suyo.
–No. San. No quiero lastimarte–dijo Brittany, resistiéndose.
Se colocó a su lado. Su mano descansando levemente en la frente de Santana, acariciándole el pelo, despejando su frente sudada.
–Si es así, no me dejes nunca. Me mataría–le respondió, respirando con gran esfuerzo.
De alguna forma, Santana sentía que cada instante de su vida se había dirigido a este fin, a que la rubia, finalmente, le perteneciera.
–Despacio. Relájate. Tienes las costillas magulladas–respondió Brittany con
preocupación.
Había puesto su mundo patas arriba ¿y esperaba que se relajara?
–No ha habido un momento desde que nos conocimos que no te haya deseado, cielo. Ni uno. Ya te deseaba entonces, pero no creía que fuera lo suficientemente buena para ti.
Brittany suspiró levemente.
–Yo también te quería entonces. Tal y como eras, Santana.
El corazón de la morena retumbó en su pecho. Se preguntó si alguna vez se
acostumbraría a oírla decir cosas así.
Creía que no.
–Dímelo otra vez–le rogó–Dilo, Britt-Britt.
–Te quiero, Santana López. Siempre te he querido–le contestó con una sonrisa en la voz–Nos vamos a casar. Pronto.
La atrajo hacia sí.
–Así. No te muevas–dijo murmurando, satisfecha cuando el cuerpo de Brittany se fundió con el suyo.
–Creo que eres la persona más cabezota del mundo–dijo con fingido enfado.
–Me quieres. Lo sé–replicó Santana.
–Te quiero. Sí–murmuró dulcemente, sus labios en el hombro de Santana.
Definitivamente. Su respuesta es mucho mejor que la de Quinn.
A Santana se le abrió la boca, sus ojos parpadearon hasta cerrarse. Sentía en su hombro el ritmo de la respiración de Brittany ralentizarse.
Se estaba quedando dormida.
Permaneció así un instante, con los ojos cerrados, saboreando aquel sentimiento de felicidad y paz interior.
Luego, se durmió.
Habían llevado a Santana a radiología para ver si tenía alguna fractura en la columna.
Mientras tanto, Mike y Brittany esperaron juntos en una oficina de la sala de emergencias, sentados uno al lado del otro, agarrándose de la mano.
A Brittany le temblaba ligeramente la mano, los sucesos de aquella noche empezaban a hacerse sentir.
Había sido una noche extraordinaria…, pero ya sabía la respuesta antes de preguntarle a Mike, estaba convencida de que era su hermano.
Lo sentía, en su alma.
Mike Chang era, verdaderamente, su hermano.
Brittany lo miró y sonrió. Cuando conoció a Santana, este empezó a llamarla cielo por sus ojos. Más tarde le dijo que porque ella era el sol que iluminaba sus días.
Mike le apretó la mano un poco más.
–Es cierto. Tenía que asegurarme antes de decirte nada pero, para mis adentros, estaba convencido. En el mismo momento que te vi supe que tú y yo estábamos emparentados-retirando la mano, sacó su cartera del bolsillo y hurgó en ella, extrayendo una vieja fotografía, una imagen pequeña. Parecía una foto típica de escuela secundaria–Esta es nuestra verdadera mamá–le explicó, pasándole la foto a Brittany–Es una fotografía de su último año de instituto. Te pareces mucho a ella.
Cogió la foto y la miró con atención la cara juvenil y la sonrisa despreocupada, los llameantes cabellos rubios y los ojos verdes.
Rasgos muy similares a los de ella.
–¿Aún vive?–preguntó curiosa–¿Cómo la encontraste?
Mike se pasó la mano por el pelo, con tristeza.
–No. Murió a finales de los ochenta, en un accidente de coche, con su tercer
marido, que conducía borracho.
Brittany no había conocido a la mujer de la fotografía. A pesar de todo, la invadió una sentimiento de orfandad. Probablemente siempre había esperado que algún día su verdadera mamá la encontraría, que la mujer que la había traído al mundo la había querido pero tuvo que abandonarla.
Admitió para sí que probablemente había imaginado un cuento de hadas. De hecho, esta era la razón por la que nunca había hurgado en los papeles o buscado a su madre biológica.
Mientras no supiera la verdad…había esperanza, ¿o no?
En su juventud, la ilusión de que su mamá algún día la buscaría le había ayudado a sobrevivir una casa de acogida tras otra, aferrándose desesperadamente a la esperanza de que sus padres la querían de verdad pero no pudieron hacerse cargo de ella.
Años más tarde decidió que no quería saber la verdad.
Su corazón, herido y maltratado por demasiados años de rechazo y sufrimiento.
Con un dedo sobre la foto, Brittany respondió en voz baja.
–No sé de ella mucho más que su nombre. Se llamaba Whitney Messling. El nombre de mi padre era Victor Dunn. No estaban casados y apenas tenían los dos dieciocho años–recordó–¿Sabes tú algo más–interrogó Brittany, preparada para oír sus respuestas.
Ahora tenía a Santana… y a Mike. Lo que hubiera en el pasado no podía causarle daño nunca más.
Mike volvió a cogerla de la mano mientras le hablaba.
–No estaban casados cuando tú naciste, pero se casaron antes de que yo naciera. Tú tenías dos años y yo era un bebé cuando nuestro padre murió. Lo atropelló un coche un día camino del trabajo, dejando a nuestra mamá sin ingresos y con dos niños, sin ninguna forma de salir adelante–respiró hondo antes de seguir–Por lo que he sabido, no tuvo más remedio que abandonarnos. Quiero pensar que lo hizo por nuestro bien. Acabó casándose dos veces más, probablemente porque era la única forma que tenía de sobrevivir-se volvió para mirar a Brittany, con algo de remordimiento en la mirada–No lo sabía, Britt. Si lo hubiese sabido, hubiera removido cielo y tierra hasta encontrarte. Tuve suerte. Fui adoptado casi inmediatamente. Mis padres tenían dinero y yo fui un niño privilegiado mientras que tú fuiste de mano en mano. Lo siento. Lo siento muchísimo–añadió, con la voz rota por la emoción y el dolor–Cuando mis padres murieron, creía que no tenía a nadie más.
Brittany miró a los ojos achinados de Mike. Le dolía el pecho por todas las lágrimas contenidas.
–Yo tampoco lo sabía. No era culpa tuya, Mike. Sencillamente, me alegro de
tenerte aquí ahora.
Y estaba feliz.
Su corazón, rebosante de felicidad.
Tenía a Santana, tenía a su hermano y tenía amigos a los que les importaba.
Para una mujer que una vez se sintió mal querida, era todo lo que necesitaba.
–Yo también, Britt. Quiero llegar a conocerte, ser un hermano para ti. ¿Me
dejarás?–preguntó Mike titubeante.
Las lágrimas bañaban las mejillas de Brittany. Miraba a su hermano, compasivo y solidario, que seguía estando increíblemente atractivo de esmoquin, aunque el suyo había perdido algo de su apresto.
–Por supuesto. Siempre había deseado tener un hermano–le dijo nostálgica, soltándose de la mano y rodeándole el cuello con sus brazos, aferrándose a él como sellando su vínculo.
Desde el primer momento, Mike despertó en ella su instinto de protección, la necesidad de mitigar su dolor. Probablemente no sucedería hoy o mañana, pero estaba decidida a verlo feliz de nuevo.
Algún día.
Brittany suspiró cuando los brazos de Mike la rodearon, empujándola hacia él en un intenso abrazo.
–Encontrarte fue algo que no me esperaba nunca, pero estoy agradecido por haberte encontrado. Ojalá te hubiera encontrado antes. No quiero pensar en todo lo que sufriste en tu niñez. Tuvo que ser muy duro para ti.
Ella se pegaba a él, la mejillas cubiertas de lágrimas, percibiendo en el abrazo que Mike era un hombre capaz de sentir intensamente.
Mike. Necesitas cerrar tus heridas. Tienes tanta tristeza acumulada.
Brittany podía percibir la soledad de Mike en la desesperación de su abrazo. Su hermano vivía con dolor, pero nada podía hacer por él excepto abrazarlo fuertemente, esperando que la felicidad de haberlo encontrado pudiera llenar un espacio en su alma vacía.
–¡Eh, tú! Quítale las garras de encima a mi novia-el bufido divertido de Santana les llegó desde la puerta.
Mike y Santana intercambiaron sonrisas. Los dos parecían aliviados por el hecho de que no tuvieran que pelearse más por ella.
Brittany soltó a su hermano, volviéndose a Santana con gesto de preocupación.
–¿Te ha dicho el médico que podías andar?–preguntó, amonestándola.
Su corazón saltó de alegría cuando miró a Santana, estaba magullada y probablemente llena de moretones, pero nunca había estado tan guapa.
Su sonrisa reflejaba el dolor físico y sus habituales zancadas se habían ralentizado por la molestias causadas por los golpes, pero qué guapa estaba.
Especialmente porque Brittany se había temido que estuviera seriamente lesionada, o algo peor.
La morena le dirigió una sonrisa de un lado, maliciosa.
–Sí, señorita doctora, me lo han dicho. Me hicieron venir a radiología para mirar los resultados de los rayos X inmediatamente. No me iba a quedar atada a la puta camilla, dura como una piedra, más de lo necesario-se encaminó hacia ella, y le dio un prolongado beso en la mejilla.
Brittany contuvo la respiración, sin entender cómo un beso inocente podía ser tan sensual.
Porque el mínimo roce de Santana está repleto de sensualidad y siempre me excita. Mucho.
–¿De modo que estás haciendo valer tu poder económico por aquí también, obligando a los médicos a hacer lo que tú quieras?–preguntó, intentando ocultar su regocijo.
Estaba convencida de que Santana no le había pedido nada al médico amablemente. Santana se lo habría exigido… y como era uno de los generosos donantes de la clínica, harían lo que les dijera.
–Tú eres médico y nunca me ha servido contigo –murmuró contrariada.
Brittany se cruzó de brazos, levantando una ceja y mirándola a las ojos.
–Eso es porque te conozco bien desde hace años. Tus tretas de seductora no funcionan conmigo–le informó, intentando mantener la compostura.
Para ser honesta, apenas podía reprimir el deseo de arrojarse a sus brazos y abrazarse a la morena hasta convencerse de que estaba del todo bien.
La imagen de Santana saltando por encima del hueco de la escalera para protegerla no dejaba de obsesionarla, como una horrible pesadilla.
¿Qué clase de persona haría algo así?
Una persona a quien le importas más que su propia vida.
–Me quieres. Lo sé–le dijo Santana, en su voz un tono juguetón, lleno de vulnerabilidad, mientras le pasaba el dorso de la mano por la mejilla.
Brittany sonrió, incapaz de contenerse más.
Había escuchado a Santana y Quinn tirarse puyas muchas veces. Había oído a Santana decirle esas mismas palabras a su hermana. A las cuales la respuesta de Quinn era casi siempre la misma… “Hoy no”.
Le cogió la mano y la mantuvo sobre su mejilla.
–Bueno sí. De hecho te quiero. Te quiero a todas horas–respondió dulcemente, mientras se le aceleraba el corazón.
Verdaderamente, ¿cómo podía responderle de otra manera?
Santana necesitaba amor y ella no podía pretender más que su mundo no era la morena.
Se acabó para ella ocultar sus sentimientos, no revelar cómo sentía.
Santana la había asustado hasta casi morir esa misma noche. La vida era demasiado corta para callarse lo que sentía.
A Santana se le saltaron las lágrimas, destellando con el color de la exquisita gema que reflejaban.
–¡Joder, cariño! Tu reacción me gusta más que la de Quinn–carraspeó emocionada, entrelazando su mirada con la de ella, sus ojos hablando por ella–¿Tú sabes cuánto he esperado oírte decir estas palabras?-Brittany negó con la cabeza, incapaz de hablar–Siempre–replicó enfática, envolviendo con sus dedos los dedos de la rubia, su agarre tan fuerte que era casi doloroso–Vámonos a casa.
–Aún no te han dado el alta y tú te quedas aquí hasta que yo haya hablado con el médico.
De ninguna manera se iba a ir Santana de ahí sin que ella supiera exactamente cuáles eran sus lesiones.
–Tirana–acusó con una sonrisa devastadora–Me pone. ¿Quieres jugar a los
médicos cuando lleguemos a casa?
A Brittany le recorrió un escalofrío.
La idea de examinar el cuerpo de Santana al detalle la hubiera excitado si la morena no estuviera magullada hasta las cejas.
–Necesitas tomártelo con calma. Vas a estar dolorida algún tiempo–respondió, ignorando sus insinuaciones.
Santana arrugó la frente, pero cuando iba a abrir la boca para responderle, el doctor de la sala de emergencias entró en la habitación.
Brittany conocía al doctor de pelo canoso, algo mayor, y se adelantó para hablar con él acerca del tratamiento y los cuidados que necesitaría Santana. De reojo, vio cómo Mike ayudaba a Santana a ponerse la ropa que habían mandado a buscar para la morena.
Santana se quejaba, impaciente con todo lo que le obligaba a aminorar la marcha.
En el mismo instante en que el médico de emergencias abandonó la habitación, Santana se dirigió decidida hasta la puerta.
–¡Un momento!–le gritó Brittany–Tenemos que recoger el tratamiento y firmar el alta, San-la agarró ligeramente por el faldón de la camisa.
La morena la cogió de la mano.
–Nos vamos–dijo Santana ásperamente, queriendo llevársela de ahí, con Mike detrás de ella.
Brittany miró a su hermano, su sonrisa iluminándole el rostro al ver a Santana dando zancadas, dirigiéndose testaruda hacia la puerta.
Mike se encogió de hombros y Brittany puso los ojos en blanco. Por suerte, se encontraron con una enfermera en la puerta y Santana cogió el bolígrafo y garabateó su nombre en el alta médica, sin apenas alterar su rumbo.
Brittany cogió los papeles y le arrebató el informe del tratamiento a la enfermera. Sonriendo, siguió felizmente a Santana.
–No necesito las putas pastilla. Todo lo que necesito eres tú–gruñó Santana, camino de la salida, sujetando aún más fuertemente la mano de Brittany.
No fue exactamente un momento romántico o tierno, pero viniendo de Santana, el comentario era genuino e hizo suspirar a Brittany.
Veinte minutos más tarde llegaban a casa.
–¿Por qué no me quitaste la virginidad cuándo éramos jóvenes?–preguntó Brittany, tumbada al lado de Santana, tan próxima a la morena como consideraba seguro en aquella enorme cama.
La morena hacía todo lo posible para que se acercara más a ella, pero la rubia se escabullía, preocupada por sus dolores.
A Santana le habían salido moretones por toda la espalda y las piernas y tenía algunas contracturas musculares. Por suerte, no se había roto nada, pero estaba segura de que le dolería todo el cuerpo.
Se le notaba al andar, en la expresión de dolor de su cara.
La había desvestida, excepto por la ropa interior de seda, y la había acostado. Luego, ella misma se metió en la cama después de ponerse una camisola de seda y de haber necesitado, prácticamente, forzarla a tomarse las patillas para el dolor.
–No podía hacerlo–respondió llanamente, titubeante, pasándose la mano por el pelo, frustrada, no sabiendo muy bien cómo contestar.
Probablemente, en otro tiempo, Brittany hubiera tomado su respuesta como un rechazo.
Pero ahora no.
No después de todo lo que había ocurrido entre ellas.
Ella sabía bien la respuesta, pero quería oírla de la morena.
–¿Por qué?–preguntó dulcemente–¿Fue porque te habían maltratado y abusado sexualmente de ti?
Estaba cansada de evadir el tema.
–¿Lo sabías?–preguntó tranquilamente, su voz grave delatando sorpresa.
–Leí tus informes médicos, San. ¿No te acuerdas? Esa información estaba ahí también–admitió Brittany, buscando su mano para reconfortarla.
–¡Mierda!–carraspeó. Le apretó la mano a Brittany, su cuerpo tenso–No era mi intención que lo supieras. No debías saberlo. Es una vergüenza. No te merezco. Fui una rata de callejón que puso su cuerpo a disposición de otros hombres-su voz ronca, atormentada.
–Abusaron de ti–insistió Brittany, indignada–No tienes nada de qué avergonzarte, San. No fue culpa tuya-se incorporó sobre un codo, capaz de ver la cara de Santana a la luz de la luna que entraba por la ventana, pero no sus ojos.
Santana estaba echada y tenía el cuerpo rígido, nada se movía.
–No abusaron de mí. Les dejé hacerlo–respondió secamente.
–Para proteger a Quinn–añadió–, Para que la dejaran en paz.
–Qué importa por qué. Yo lo consentí–respondió con rigidez.
–Claro que importa, San–replicó Brittany con suavidad, acercando la mano a la mejilla de su morena–Cuéntamelo todo–le rogó.
¿Cómo podría convencerlo, por su parte, de lo heroico que había sido sacrificarse por Quinn?
La morena se sometió al dolor y la humillación para evitar que su hermana se convirtiera en otra víctima de su papá, a quien le pagaban en drogas y alcohol por el uso de su hijo.
Santana dejó escapar un suspiro.
–Una noche, oí a mi papá hablando con unos individuos. Estaban cerrando un trato. Era un grupo de hijos de puta de la organización a los que les ponía tirarse a críos. Querían a Quinn, que era una niña indefensa. Mi papá estaba dispuesto a hacerlo, iba a dejar que le hicieran eso a Quinn.
¡Hijo de puta!
¿Cómo puede un hombre sacrificar así a su hijo?
No puedo haber ninguna razón.
A Santana le palpitaba el pecho mientras hablaba.
–Quinn estaba en la escuela primaria, era una mocosa. Inocente. Le dije a mi papá que lo mataría si le ponía una mano encima a Quinn y me dijo que había hecho un trato y que estaríamos todos en peligro si no lo cumplía. Así que dejé que aquel cabrón me entregara a mí en lugar de Quinn.
Brittany exploró las mejillas y los cabellos de Santana con sus manos. Su mujer, dulce, protectora, intrépida, se había ofrecido en lugar de su hermana.
–Te hicieron mucho daño–le susurró con lágrimas asomándole a los ojos.
–No quería que lo supieras, Britt-hablaba con la voz entrecortada.
La tortura de revivir todo aquello, evidente.
–Me preguntaste cómo me había hecho las cicatrices en la espalda. Me las hicieron cuando me hacían tanto daño que me peleaba con ellos. Les dejaba hacer, pero la mayoría de la veces tenían que obligarme a someterme.
–Mi pobre Sanny. Te quiero, cariño. No soporto el dolor que sufriste y si encontrara a esos hombres, probablemente los mataría yo misma. A la mierda con el juramento hipocrático–respondió con odio–No fue culpa tuya. Tú fuiste valerosa y fuerte. Y abusaron de ti, te violaron, te maltrataron. No importa que tú te ofrecieras a hacerlo. Al contrario, lo hiciste para ahorrar el dolor a Quinn. Es aún más triste-terminó con un sollozo que no pudo contener.
–No llores. Por favor. Fue hace mucho tiempo–dijo dubitativa, soltándola de la mano y la rodeó con un brazo y la pegó a ella.
–No. Estás dolorida–le advirtió Brittany severamente.
–Dolerá más si te resistes–le respondió–Y duele aún más no tenerte cerca de mí.
Eso la desarmó.
Intentó estar lo más quieta posible, pegada a la morena.
–¿Lo sabe Quinn?–preguntó, buscando una confirmación.
–No. Nadie lo sabe excepto mi terapeuta y ahora tú. Mi mamá se odiaría a sí misma por lo que pasó, al igual que Quinn.
–¿Te ayudó la terapia?
–Sí. Me ayudó con la mayoría de mis problemas. Me temo que no he superado lo de ser tocada. Normalmente intento dar tanto placer a la mujer que ninguna se ha preocupado realmente de tocarme–dijo sinceramente.
–A mí me preocupa. Quiero tocarte, San. Quiero darte placer–le dijo Brittany,
con voz de amante, cálidamente–Cuando éramos jóvenes estaba confundida. Creía que me querías, pero no me llevaste a la cama.
–Te quería–resonó, acercándola aún más-Hablaba en serio cuando te dije que había estado soñando contigo durante años. Tú eras lo mejor que me había pasado, pero me sentía sucia, contaminada, indigna de ti.
–¿Y ahora?–interrogó, incorporándose otra vez sobre un brazo y pasando la mano ligeramente por entre los pechos de Santana.
–Ahora no puedo hacer nada. Tuviste una oportunidad para encontrar a alguien mejor que yo. No tienes escapatoria–respondió acariciando sus cabellos, masajeándole la cabeza–Accediste a casarte conmigo.
–No puede haber mejor persona para mí, San-bajó la mano desde el pecho hasta el abdomen, dibujando mariposas con el dedo.
–O dejas de tocarme o te vas a ver boca arriba en cuestión de segundos–le
advirtió Santana con un tono que rebosaba deseo.
–¿No te duele?–le preguntó Brittany, su liviano toque detenido en la cinturilla de sus bragas.
–No de esa forma. Y no es por caerme por las escaleras. Dios mío, Britt. Todo lo que necesito es pensar en ti, olerte, sentir tu contacto y ya estoy lista para hacerte el amor–gimió bajando la mano hasta cubrir el dorso de la mano de Brittany.
–Ahora no lo estás. Estás seriamente magullada. No lo vas a disfrutar–le dijo
secamente.
–Pero si no lo hago será una tortura–bromeó–Te necesito demasiado.
–Quiero tocarte–le susurró zafando su mano y deslizándola por debajo de las bragas–¿Me vas a dejar? Por favor. Quiero que te quedes tumbada y que te estés quieta. Yo hago todo lo demás. ¿Vas a poder?-contuvo la respiración preguntándose si confiaría en ella o no.
Considerando su pasado, sabía que no sería una elección fácil.
–Si me tocas, dudo que pueda quedarme quieta–le advirtió con fingido humor, retirando la mano y entrelazando las dos detrás de la cabeza–Pero lo intentaré. Confío en ti, cielo.
Respiró aliviada, dando un suspiro.
Dejó deslizar su mano un poco más dentro de las bragas hasta darse con su sexo, húmedo y acarició con sus dedos la suavidad aterciopelada de la piel. Con el dedo índice extendió delicadamente la humedad por todo su sexo. Sintió la tensión en el cuerpo de Santana, así que mantuvo su toque ligero,
cubriéndole de besos la sien y susurrándole en el oído.
–¡Qué húmeda! Tan suave, tan lista. ¡Hace tanto tiempo que quiero tocarte!
–¡Oh, Britt!–gritó Santana con un bufido agónico.
–Sí–respiró en su oído, suavemente.
–¡Qué bien se siente! Tan distinto…Sin dolor-exhaló de forma estridente.
–Nunca–concurrió Brittany–Solo placer-se bajó, agarrando el elástico de las bragas y la morena levantó las caderas, permitiendo que las bajara cuidadosamente hasta el muslo–No te muevas mucho–le recordó mientras que su mano se movía sensualmente a lo largo de su sexo.
–Se me olvidaba–suspiró resignada después de elevar la pelvis en respuesta a la mano de Brittany.
La rubia se bajó un poco más hasta que su cara estuvo a la altura del sexo de Santana.
–¿Puedo probarte?–preguntó–Por favor.
No había nada que deseara más que saborear la esencia de Santana, pero no quería hacerlo sin pedírselo.
No hasta que estuviera acostumbrada a ser tocada con amor en lugar de violencia y maldad.
–¿Vas a ser tan hábil como con los dedos?–preguntó, con la voz entrecortada.
–Aún mejor que con los dedos–respondió Brittany sonriente.
–Entonces, ¿a qué esperas?–le exigió.
Brittany se relajó, acercó sus labios al sexo de Santana, decidida a que fuera una experiencia placentera para la morena.
No tenía mucha experiencia, pero era médico y conocía la anatomía humana y lo que era placentero o no.
Suspiró y abrió la boca para finalmente con la lengua saborear el húmedo sexo de Santana.
Ésta se estremeció cuando Brittany le paso la lengua por el clítoris, remolineando alrededor por toda la cavidad. La sensación casi lo hizo venir aún antes de que ella empezara.
Oh, Brittany. Todo lo que siempre he querido es que me hagas tuya para siempre.
No había fantasmas del pasado persiguiéndola.
Sabía quién lo tenía cautivada, de quién eran los labios que ahora recorrían su sexo, a punto de volverla loca de deseo.
Probablemente su cuerpo lastimado debería haberle dolido, pero todo lo que podía sentir era el exquisito, alucinante, placer erótico de la lengua de Brittany acariciándola.
¡Dios!
¿Cómo he podido vivir sin esto?
¿Cómo he podido vivir sin su rubia?
Lo cierto es que apenas había existido sin ella, viviendo cada día como un superviviente, refugiándose en el trabajo y en adquirir poder.
Tanto control que nunca más volvería a ser vulnerable.
Solo ante esta mujer se había sentido vulnerable, aún se sentía vulnerable.
¿Le importaba?
No en absoluto.
La necesitaba y cuando vio su vida entera tambalearse en aquellas escaleras, esa misma noche, se había dado cuenta de que nunca sobrevivía si la perdiera de nuevo.
Se incorporó apoyándose en los hombros, la miró a la luz de la luna, su radiante cabello iluminado, mientras se movía sobre su regazo.
Le sudaba el rostro mientras que la rubia lamía y succionaba, prendiendo fuego a todo su cuerpo. Se estremeció cuando aceleró el ritmo, su lengua, dientes y labios haciendo magia en ella.
Santana se dejó caer contra las almohadas con un rugido. Incapaz de contenerse, clavó los dedos en la cabeza de Brittany.
Bombardeada por la sensación erótica, estaba desconcertada, dividida entre el deseo de apartarla de ahí y enterrarse en ella, reclamándola, o dejarla continuar volviéndola loca con la boca.
Mía.
Ninguna otra mujer había querido complacerla como esta, sin otra razón que por amor.
Me ama. ¡Dios! Soy una privilegiada.
Le palpitaba el cuerpo entero.
Gemía con abandono mientras que la dulces boca de Brittany la torturaban, haciéndola enloquecer de deseo por más.
Dejado de sí, ni siquiera se encogió cuando la rubia le acarició los pechos sobre el sujetador y luego, con delicadeza, con la otra mano deslizó entre sus glúteos y con un dedo le alcanzó el ano.
Brittany no llevó la cosa demasiado lejos, solo lo justo para llevarla al límite.
El delicado toque de su dedo, tan sensual que casi pierde el sentido cuando explotó en la boca de Brittany.
–¡Mierda!–gimió, completamente vacía.
Su rubia la había llevado hasta el explosivo orgasmo le había producido sacudidas.
Jadeante, la levantó hasta ponerla encima de ella, desesperada por sentir su cuerpo cálido pegado al suyo.
–No. San. No quiero lastimarte–dijo Brittany, resistiéndose.
Se colocó a su lado. Su mano descansando levemente en la frente de Santana, acariciándole el pelo, despejando su frente sudada.
–Si es así, no me dejes nunca. Me mataría–le respondió, respirando con gran esfuerzo.
De alguna forma, Santana sentía que cada instante de su vida se había dirigido a este fin, a que la rubia, finalmente, le perteneciera.
–Despacio. Relájate. Tienes las costillas magulladas–respondió Brittany con
preocupación.
Había puesto su mundo patas arriba ¿y esperaba que se relajara?
–No ha habido un momento desde que nos conocimos que no te haya deseado, cielo. Ni uno. Ya te deseaba entonces, pero no creía que fuera lo suficientemente buena para ti.
Brittany suspiró levemente.
–Yo también te quería entonces. Tal y como eras, Santana.
El corazón de la morena retumbó en su pecho. Se preguntó si alguna vez se
acostumbraría a oírla decir cosas así.
Creía que no.
–Dímelo otra vez–le rogó–Dilo, Britt-Britt.
–Te quiero, Santana López. Siempre te he querido–le contestó con una sonrisa en la voz–Nos vamos a casar. Pronto.
La atrajo hacia sí.
–Así. No te muevas–dijo murmurando, satisfecha cuando el cuerpo de Brittany se fundió con el suyo.
–Creo que eres la persona más cabezota del mundo–dijo con fingido enfado.
–Me quieres. Lo sé–replicó Santana.
–Te quiero. Sí–murmuró dulcemente, sus labios en el hombro de Santana.
Definitivamente. Su respuesta es mucho mejor que la de Quinn.
A Santana se le abrió la boca, sus ojos parpadearon hasta cerrarse. Sentía en su hombro el ritmo de la respiración de Brittany ralentizarse.
Se estaba quedando dormida.
Permaneció así un instante, con los ojos cerrados, saboreando aquel sentimiento de felicidad y paz interior.
Luego, se durmió.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Que bueno que San esta bien y pues normal en ella no seguir las órdenes jajaja
Y por fin fue honesta de su pasado con la rubia, algo que necesitaba hacer para seguir con la relación y no mantener un secreto que las estaba separando....
Y por fin fue honesta de su pasado con la rubia, algo que necesitaba hacer para seguir con la relación y no mantener un secreto que las estaba separando....
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
ahora si las cosas van mas que bien entre ellas, no necesitan mas para ser felices!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
la terquedad es poco de san,..
me gusta que britt empiece a crear el vinculo con mike!!!
san necesita ese vinculo que le faltaba con britt,.. aparte de saber por ella misma lo que le paso y por que lo hizo!
nos vemos!!
la terquedad es poco de san,..
me gusta que britt empiece a crear el vinculo con mike!!!
san necesita ese vinculo que le faltaba con britt,.. aparte de saber por ella misma lo que le paso y por que lo hizo!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
JVM escribió:Que bueno que San esta bien y pues normal en ella no seguir las órdenes jajaja
Y por fin fue honesta de su pasado con la rubia, algo que necesitaba hacer para seguir con la relación y no mantener un secreto que las estaba separando....
Hola, siii jajajaj si tmbn xD ajajja esa morena es una loquilla XD Si, y es un gran paso y ya estan más q bn...asik... boda¿? jajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:ahora si las cosas van mas que bien entre ellas, no necesitan mas para ser felices!!!!!
Hola, si! jajajaaj ya era tiempo xD Nada mas! un bb brittana, pero asi las cosas van bn tmn ajaajja. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,...
la terquedad es poco de san,..
me gusta que britt empiece a crear el vinculo con mike!!!
san necesita ese vinculo que le faltaba con britt,.. aparte de saber por ella misma lo que le paso y por que lo hizo!
nos vemos!!
Hola lu, jajajajajajaj xD ajajaajaj, pero asi la keremos xD Si, es bueno, "siempre" estuvo sola y ahora se dio cuenta q no es así, sea familia o no! Si que si! ahora ya nada las separa! Y entender q no esta mal lo q le paso xq no fue su culpa! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Cap 14
Capitulo 14
Unos días más tarde, Santana entraba en la silenciosa casa de Brittany, fue encendiendo luces a medida que iba de habitación en habitación.
Quería estar de vuelta en su casa antes de que Brittany volviera del trabajo. Iba a preparar una cena especial para ella y por fin había encontrado el perfecto anillo de compromiso, un diamante talla corazón rodeado de diamantes más pequeños engarzados en platino.
Lo había recogido del joyero ese mismo día y no podía esperar a ponérselo en el dedo, haciéndola suya para siempre.
Mirando en torno a la acogedora estancia se podía palpar la cálida personalidad de Brittany flotando en la sala de estar y, sin duda, se podía oler su aroma en el aire.
Esta casa es Brittany.
Se paseó por la casa unos minutos, fijándose especialmente en los recuerdos y las figuras que, seguramente, Brittany había coleccionado a lo largo de los años, cosas que encontrarían su último destino en la casa de Santana.
Ha hecho de mi casa un hogar.
Brittany se había quedado con la morena desde el accidente, atendiendo todas sus necesidades, excepto la más urgente.
Por su parte, la morena la deseaba con desesperación, necesitaba tanto sumergirse en su calor que estaba inquieta e irritable.
Se había recuperado del accidente. Aunque aún le quedaban algunos moretones, no le dolía nada.
Lo único que necesitaba cuidados de otra forma y parte de su cuerpo…más al sur y Brittany era la única persona que podía hacerse cargo de su malestar, malestar que había decidido iba a aliviar esa misma noche, antes de que perdiera completamente su salud mental.
Una vez en el dormitorio, se guardó la agenda de Brittany y algunos pendientes que cogió del joyero. Había otros objetos personales que la rubia quería sacar de la casa antes de que llegaran los de la mudanza, al día siguiente, y la rubia los había encontrado todos.
La última habitación era un dormitorio que había sido convertida en una improvisada oficina-biblioteca. Cogió la novela que Brittany estaba leyendo y se disponía a salir cuando, en una de las estanterías, una larga colección de volúmenes sin título le llamó la atención.
Curiosa, extrajo uno de ellos y miró la portada.
Diario – 1998
Abrió el libro y reconoció la mano de Brittany en la escritura.
No sabía que la rubia tenía un diario y que lo había estado escribiendo durante años.
Había al menos unos treinta diarios en la estantería. Las entradas eran esporádicas. Había meses en los que no había escrito nada y otras veces había una entrada diaria.
Cuando se disponía a cerrar el librito, una entrada llamó su atención.
Santana apretó la mandíbula mientras leía, sus dedos aumentaron la presión sobre el papel cuando leyó la siguiente entrada, escrita dos semanas después.
Santana cerró el libro de un golpe, incapaz de seguir leyendo el dolor y la confusión de Brittany.
Se parecía mucho a sus experiencias sexuales en el pasado.
Cada vez que tenía una relación sexual con una mujer necesitaba pretender que era Brittany para poder consumar la relación.
Sí, le daba una satisfacción momentánea, pero lo dejaba también tan vacía que a veces se pasaba largos periodos de tiempo incapaz de tener el estómago de estar con una mujer que no fuera Brittany.
Obviamente, la rubia nunca lo había vuelto a intentar, nunca encontró a una persona con quien quisiera estar desde que ellas se separaron.
Ella se abstuvo y yo recurrí a la farsa, dos formas de sentirnos las dos miserables.
Santana volvió a poner el libro en el mismo sitio en la estantería y sacó otro de los volúmenes, queriendo leer las entradas de Brittany en referencia al tiempo que pasaron juntas.
Mientras leía se pasaba la mano por el pelo, con frustración.
El dolor le oprimía el pecho leyendo cuánto le había roto el corazón a Brittany el incidente con Holly. No es que no lo supiera ya, pero leer sus palabras la devolvía al momento y el lugar, hacía el dolor de Brittany mucho más real, al igual que el suyo.
Aquel fue el día en que se le aletargó el alma.
Llegó a creer que se le había muerto hasta el día en que vio a Brittany de nuevo y la rubia escarbó en lo más profundo de ella para traerle el alma de vuelta a la vida.
El recuerdo no se había marchitado y había vivido sufriendo las consecuencias de sus acciones desde entonces.
Constantemente, una y otra vez, durante años, dándole vueltas al dolor que le había causado a Brittany y a la agónica expresión de su rostro. Se había castigado todos los días, preguntándose si había hecho lo correcto, despreciándose por haber destrozado la fe que Brittany tenía en ella.
Su único consuelo había sido saber que estaba a salvo, que no le habían hecho daño. Pero era un consuelo que palidecía en comparación con la expresión rota de su hermoso rostro, algo que revivía día tras día, odiándose por ser la persona que había traicionado su confianza.
Al cerrar el volumen, necesitaba tomar aliento, permitiéndose sentir la soledad y la desolación que habían formado parte de ella por tanto tiempo.
Hasta que volvió a encontrarse con Brittany.
Hasta que la rubia le cicatrizó la heridas y la devolvió a la vida.
La vulnerabilidad que la rubia despertaba en ella podría asustarla, pero la idea de estar sin la ojiazul era muchísimo peor que enfrentarse a todos sus miedos.
Aleatoriamente, extrajo uno de los diarios más recientes, ojeando las páginas llegó a la última, había una entrada reciente. Había sido escrita hacía unos días.
Santana colocó el libro en la estantería con más vehemencia de la necesaria.
–¡Mierda! ¿Es posible? ¿Nunca se lo he dicho?—apretó los puños y frunció el entrecejo, intentando recordar con todas sus fuerzas las dos últimas semanas.
Le había dicho cuánto la necesitaba … porque la necesitaba.
Pero amarla, ¿realmente no le había dicho que la amaba?
–Egoísta hija de puta–murmuró, castigándose a sí misma.
¡Brittany se lo había dicho a ella tantas veces!
A veces inducida por ella misma, pero muchas otras no.
Brittany se había abierto a ella completamente, tranquilizándole el alma con sus palabras.
Y ella nunca se lo había dicho a la rubia.
Se le encogió el corazón, dándose cuenta de que nunca había tenido a nadie que le dijera que la amaba.
Ni una sola vez.
Nunca.
Hasta ella lo había oído de su mamá y, en ocasiones, de su hermana y ahora de la mujer que significaba para más que nada o nadie en el mundo.
–Te amo, Brittany Susan Pierce–susurró, a la habitación vacía, esperando que la pudiera oír a través de la distancia que las separaba.
Santana pensó en enviarle un texto, pero era algo que la rubia necesitaba oír en persona.
Una y otra vez.
No era que no la amara, quizás el problema fuera que la amaba tanto que las palabras no alcanzaban.
Había cajas de embalar por todas partes, todo para los de mudanzas que irían al día siguiente a empaquetar y trasladar las posesiones de Brittany a su casa.
Colocó unas cuantas cajas delante de la estantería y empaquetó los diarios cuidadosamente en las cajas, sellándolas con cinta adhesiva.
Esto es privado. Los sentimientos de Brittany escritos en el papel.
Después de asegurarse que las cajas estuvieran selladas y bien selladas, que solo un milagro pudiera abrirlas, las marcó con rotulador como PERSONAL.
No quería que nadie pudiera mirarlos mientras los empaquetaba. Eran las crónicas de un corazón roto, de un dolor, de meditaciones y de triunfos.
Mía. La amo. Me pertenece. Siempre me ha pertenecido y siempre me pertenecerá.
Cuando se dirigía hacia la puerta se acordó de la reacción emocional de Quinn cuando, en la oficina, su hermana pequeña confesó finalmente que amaba a Rachel.
Santana movió la cabeza de un lado a otro mientras cerraba la puerta de entrada de la casa, entendiendo, por fin, cómo se sentía su hermana en aquel momento.
Santana tenía una fijación irracional con Brittany, un obsesivo afán de posesión que rivalizaría sobradamente con la que Quinn tenía por Rachel.
Quinn y ella podrían ser diferentes pero, en lo más íntimo, eran iguales cuando se trataba de la mujer que podría poner sus vidas del revés, o de cabeza.
–Me hace sentir feliz, espontánea, extática. Me vuelve loca, posesiva. Me obsesiona. Todo a la vez–se dijo, perpleja, montándose en su Bugatti–¿Cómo es posible?
Pero, extrañamente, no le molestaba en absoluto.
Le hacía sentirse… vivo.
Le echó un vistazo al reloj mientras sacaba el coche del patio delantero. Se le abrió una sonrisa.
Tenía tiempo para ir al joyero de nuevo.
Tenía algo que hacer antes de volver a casa.
Esa noche pensaba darle a Brittany más amor del que pudiera recibir… de
diferentes maneras.
–¿Que no te ha dicho que te ama? Bueno, no me sorprende. Le llevó algún tiempo a Quinny. Supongo que las hermanas creen que somos adivina—el tono ofendido de Rachel resonaba en el manos libres de la flamante caravana de Brittany–Pero tú sabes que te ama
Brittany suspiró y torció ligeramente a la derecha, acercándose a casa.
La casa de Santana. Mi casa. Nuestra casa. A partir de mañana, cuando traigan mis cosas, estaré permanentemente unida a Santana.
–¿Qué si me ama? Esa lunática casi se lanza al vacío para evitar que yo me
magullara. No lo dudo. Ni por un momento–le contestó Brittany enfáticamente, probablemente hablando más alto de lo era necesario por el hecho de que su amiga se encontraba en otro país en ese momento.
–Me alegra tanto que aceptaras casarte con ella–dijo Rachel con sinceridad–Ella te ama, Britt. Creo que siempre te ha amado.
–Lo sé. Solo que me gustaría que me lo dijera. Una vez solamente. ¿Cómo está mi futuro ahijado?
–Muy bien. Los dos estamos comiendo demasiado–contestó Rachel, su risa y el gruñido de Quinn dejándose oír a través del teléfono–Quinny, te dije que era un niño—la voz de Rachel sonaba silenciada, su último comentario estaba dirigido a su esposa, que probablemente estaba sentada junto a ella.
–¿Cuándo te mudas a casa de Santana?–interrogó Rachel, volviendo su atención a Brittany.
–Prácticamente ya lo he hecho, pero no es oficial hasta mañana. Los de la mudanza se encargarán de empaquetar y traer todo.
Rachel silbó a través de la línea telefónica.
–Santana no está desperdiciando un minuto, ¿no?
Brittany puso los ojos en blanco.
Santana había llamado a la compañía de mudanzas el día después de que rodaran por las escaleras, haciéndose cargo de todo con una llamada de teléfono.
–No. Pero yo no he protestado exactamente–admitió.
No quería estar alejada de Santana más tiempo. Ya habían estado separadas lo suficiente.
–Aún no me puedo creer que Mike sea tu hermano. La verdad es que no se parecen en nada. Él es totalmente a la familia de tu papá y tú los genes de tu mamá, pero la expresión de sus ojos son los mimos–declaró Rachel.
–Yo tampoco me lo puedo creer, pero estoy feliz. Solo me gustaría que él no
estuviera tan triste. Debe haber amado a su mujer mucho[/i]–respondió Brittany.
–Yo también lo creo, pero no puedo saberlo realmente. Ella murió antes de que Quinn y yo empezáramos a salir–replicó Rachel, considerando con cuidado sus palabras.
–Así que, ¿cuándo vuelves a casa?–preguntó Brittany, intentando aligerar la conversación.
–El jueves que viene. Y aún me queda el fin de semana libre, así que podemos ir de compras, ya que no te permiten trabajar los fines de semana en la clínica–dijo Rachel entre risas.
Brittany sonrió.
Santana la quería en casa los fines de semana y ella había accedido, ambas estarían ocupadas de lunes a viernes. Poder pasarse en la clínica todos los días laborables era suficiente para hacerla feliz hasta el delirio.
Habría un doctor disponible los sábados para los pacientes que no pudieran ir a la clínica entre semana, pero no sería ella.
Sin embargo, supervisaría los informes del fin de semana y todos serían, al fin, sus pacientes.
Acababa de terminar su último turno en el hospital. A partir del lunes, volvería por fin a la clínica.
–¡Como si necesitara comprar nada!–le dijo Brittany a Rachel, contrariada–No hay una sola cosa que Santana no me haya comprado, incluida la nueva caravana. Necesita parar.
–Hmm. Tengo que recordarte que fuiste tú quien me largó un discurso acerca de la necesidad de hacerme a la idea de que me iba a casar con una de las personas más ricas del mundo. Creo que incluso dijiste que debería dejarla gastar su dinero en mí porque le haría sentir que me protegía–le dijo Rachel, divertidamente maliciosa.
–¡Vaya! Creo que sí que lo dije–murmuró Brittany.
Ella había hecho entrar en razón a Rachel, pero le parecía diferente cuando Santana era quien compraba cosas para ella.
–Espero que estemos de vuelta antes de que necesiten el jet para su luna de miel. A la velocidad que Santana se está moviendo, puedes estar casándote mañana–bromeó Rachel.
–Se compraría otro–dijo Brittany, riéndose a carcajadas–Ella es capaz de conseguir lo que se le antoje.
–Me da que tú no le ibas a protestar–dijo Rachel entre risas.
–No. Francamente. No creo que lo hiciera–respondió Brittany, entrando en la calle donde Santana tenía su casa.
Era la pura verdad.
Tanto quería a Santana.
Se casaría con la morena en cualquier momento.
–Bueno, no te cases sin nosotras–la advirtió Rachel–Queremos estar ahí.
–Creo que podemos esperar–respondió Brittany con una sonrisa.
–Más te vale. La semana que viene salimos de compras.
–Vale, vale. Vamos de compras–le dijo con alegría a su amiga mientras entraba en el sendero que la llevaba a la casa de Santana–Diviértete y cuida de mi ahijado.
–Lo hemos pasado muy bien–dijo Rachel suspirando–Pero echo de menos estar en casa, y a ti.
–Yo también te echo de menos–replicó Brittany, afectuosamente.
–Hasta el jueves.
–¿Se podrían pasar por aquí?–preguntó Brittany al tiempo que frenaba el coche.
–¿Me tomas el pelo? Estaremos ahí tan pronto como lleguemos. Necesitamos ponernos al día, querida.
–Hasta luego–le respondió Brittany, desconectando el teléfono y el motor del coche.
El Bugatti de Santana estaba aparcado delante del garaje, así que Brittany supo que la morena estaba en casa.
Le dio un brinco el corazón anticipando el encuentro, impaciente por ver su semblante, por rendirse al calor de su presencia.
Mientras salía del coche, no dejaba de maravillarse de lo mucho que su vida había cambiado en tan corto plazo de tiempo.
Antes odiaba tener que volver a una casa vacía, a la ausencia de una vida privada. Ahora no podía esperar a llegar a casa, nunca era lo suficientemente pronto para estar con la morena, para satisfacer su necesidad de verla.
Ya no estoy sola.
Brittany sabía que su vida por fin se había llenado.
Saltando los escalones de mármol, metió la llave y abrió la puerta, sintiéndose finalmente en casa.
Quería estar de vuelta en su casa antes de que Brittany volviera del trabajo. Iba a preparar una cena especial para ella y por fin había encontrado el perfecto anillo de compromiso, un diamante talla corazón rodeado de diamantes más pequeños engarzados en platino.
Lo había recogido del joyero ese mismo día y no podía esperar a ponérselo en el dedo, haciéndola suya para siempre.
Mirando en torno a la acogedora estancia se podía palpar la cálida personalidad de Brittany flotando en la sala de estar y, sin duda, se podía oler su aroma en el aire.
Esta casa es Brittany.
Se paseó por la casa unos minutos, fijándose especialmente en los recuerdos y las figuras que, seguramente, Brittany había coleccionado a lo largo de los años, cosas que encontrarían su último destino en la casa de Santana.
Ha hecho de mi casa un hogar.
Brittany se había quedado con la morena desde el accidente, atendiendo todas sus necesidades, excepto la más urgente.
Por su parte, la morena la deseaba con desesperación, necesitaba tanto sumergirse en su calor que estaba inquieta e irritable.
Se había recuperado del accidente. Aunque aún le quedaban algunos moretones, no le dolía nada.
Lo único que necesitaba cuidados de otra forma y parte de su cuerpo…más al sur y Brittany era la única persona que podía hacerse cargo de su malestar, malestar que había decidido iba a aliviar esa misma noche, antes de que perdiera completamente su salud mental.
Una vez en el dormitorio, se guardó la agenda de Brittany y algunos pendientes que cogió del joyero. Había otros objetos personales que la rubia quería sacar de la casa antes de que llegaran los de la mudanza, al día siguiente, y la rubia los había encontrado todos.
La última habitación era un dormitorio que había sido convertida en una improvisada oficina-biblioteca. Cogió la novela que Brittany estaba leyendo y se disponía a salir cuando, en una de las estanterías, una larga colección de volúmenes sin título le llamó la atención.
Curiosa, extrajo uno de ellos y miró la portada.
Diario – 1998
Abrió el libro y reconoció la mano de Brittany en la escritura.
No sabía que la rubia tenía un diario y que lo había estado escribiendo durante años.
Había al menos unos treinta diarios en la estantería. Las entradas eran esporádicas. Había meses en los que no había escrito nada y otras veces había una entrada diaria.
Cuando se disponía a cerrar el librito, una entrada llamó su atención.
Hoy he perdido la virginidad. Sam y yo llevamos cinco meses saliendo y me parecía que no podía seguir ignorando su deseo más tiempo. Ojalá lo hubiera hecho.
Me ha dolido.
Y aunque han sido solo unos minutos, me ha parecido una eternidad. Permanecí boca arriba rezando para que se acabara pronto. En ningún momento me ha dicho que me quería.
Nunca me lo ha dicho.
De hecho no creo que me quiera.
¿Por qué sigo con él? ¿Estoy tan desesperada por olvidar a Santana, me siento tan increíblemente sola, que por eso no rompo la relación?
Estoy tan confundida.
Odio a Santana López y, sin embargo, mientras deseaba que mi primera experiencia sexual terminara pronto, no dejaba de pensar que debería haber sido con Santana.
Me ha dolido.
Y aunque han sido solo unos minutos, me ha parecido una eternidad. Permanecí boca arriba rezando para que se acabara pronto. En ningún momento me ha dicho que me quería.
Nunca me lo ha dicho.
De hecho no creo que me quiera.
¿Por qué sigo con él? ¿Estoy tan desesperada por olvidar a Santana, me siento tan increíblemente sola, que por eso no rompo la relación?
Estoy tan confundida.
Odio a Santana López y, sin embargo, mientras deseaba que mi primera experiencia sexual terminara pronto, no dejaba de pensar que debería haber sido con Santana.
Santana apretó la mandíbula mientras leía, sus dedos aumentaron la presión sobre el papel cuando leyó la siguiente entrada, escrita dos semanas después.
He roto con Sam.
No podía más.
Como es tan guapo, tan rico y tan popular en la facultad, algunas piensan que estoy loca, pero no me importa. Lo único que sé es que ya no puedo soportar más que me toque. Tengo que estar completamente bebida para tener relaciones sexuales con él.
No me gusta hacerlo. No es agradable.
Probablemente sea muy bueno para otras, por lo que mis compañeras de clase cuentan, pero no para mí.
Sam me ha dicho que soy asexual, que soy esquiva y frígida. Quizás tenga razón pero, para mis adentros, no puedo evitar pensar que es que él no es la persona para mí.
De todos modos, el sexo se ha acabado para mí.
Hasta que encuentre a la persona que me haga sentir de la forma que Santana me hacía sentir, paso de sexo. De momento, me hace sentir sola y sin esperanzas.
Mucho peor que estar, de hecho, sola.
No podía más.
Como es tan guapo, tan rico y tan popular en la facultad, algunas piensan que estoy loca, pero no me importa. Lo único que sé es que ya no puedo soportar más que me toque. Tengo que estar completamente bebida para tener relaciones sexuales con él.
No me gusta hacerlo. No es agradable.
Probablemente sea muy bueno para otras, por lo que mis compañeras de clase cuentan, pero no para mí.
Sam me ha dicho que soy asexual, que soy esquiva y frígida. Quizás tenga razón pero, para mis adentros, no puedo evitar pensar que es que él no es la persona para mí.
De todos modos, el sexo se ha acabado para mí.
Hasta que encuentre a la persona que me haga sentir de la forma que Santana me hacía sentir, paso de sexo. De momento, me hace sentir sola y sin esperanzas.
Mucho peor que estar, de hecho, sola.
Santana cerró el libro de un golpe, incapaz de seguir leyendo el dolor y la confusión de Brittany.
Se parecía mucho a sus experiencias sexuales en el pasado.
Cada vez que tenía una relación sexual con una mujer necesitaba pretender que era Brittany para poder consumar la relación.
Sí, le daba una satisfacción momentánea, pero lo dejaba también tan vacía que a veces se pasaba largos periodos de tiempo incapaz de tener el estómago de estar con una mujer que no fuera Brittany.
Obviamente, la rubia nunca lo había vuelto a intentar, nunca encontró a una persona con quien quisiera estar desde que ellas se separaron.
Ella se abstuvo y yo recurrí a la farsa, dos formas de sentirnos las dos miserables.
Santana volvió a poner el libro en el mismo sitio en la estantería y sacó otro de los volúmenes, queriendo leer las entradas de Brittany en referencia al tiempo que pasaron juntas.
Mientras leía se pasaba la mano por el pelo, con frustración.
El dolor le oprimía el pecho leyendo cuánto le había roto el corazón a Brittany el incidente con Holly. No es que no lo supiera ya, pero leer sus palabras la devolvía al momento y el lugar, hacía el dolor de Brittany mucho más real, al igual que el suyo.
Aquel fue el día en que se le aletargó el alma.
Llegó a creer que se le había muerto hasta el día en que vio a Brittany de nuevo y la rubia escarbó en lo más profundo de ella para traerle el alma de vuelta a la vida.
El recuerdo no se había marchitado y había vivido sufriendo las consecuencias de sus acciones desde entonces.
Constantemente, una y otra vez, durante años, dándole vueltas al dolor que le había causado a Brittany y a la agónica expresión de su rostro. Se había castigado todos los días, preguntándose si había hecho lo correcto, despreciándose por haber destrozado la fe que Brittany tenía en ella.
Su único consuelo había sido saber que estaba a salvo, que no le habían hecho daño. Pero era un consuelo que palidecía en comparación con la expresión rota de su hermoso rostro, algo que revivía día tras día, odiándose por ser la persona que había traicionado su confianza.
Al cerrar el volumen, necesitaba tomar aliento, permitiéndose sentir la soledad y la desolación que habían formado parte de ella por tanto tiempo.
Hasta que volvió a encontrarse con Brittany.
Hasta que la rubia le cicatrizó la heridas y la devolvió a la vida.
La vulnerabilidad que la rubia despertaba en ella podría asustarla, pero la idea de estar sin la ojiazul era muchísimo peor que enfrentarse a todos sus miedos.
Aleatoriamente, extrajo uno de los diarios más recientes, ojeando las páginas llegó a la última, había una entrada reciente. Había sido escrita hacía unos días.
Santana no me ha dicho aún que me ama.
Sé que debe hacerlo porque no creo que pudiera sentir lo que siento si ella no sintiera lo mismo por mí.
Me demuestra su amor continuamente y lo puedo sentir en la manera como me toca.
A veces, simplemente, deseo que me lo diga.
Sería la primera vez en mi vida que alguien me dijera esas palabras y, más que nada, quiero oírlas por primera vez de la boca de Santana.
Sé que debe hacerlo porque no creo que pudiera sentir lo que siento si ella no sintiera lo mismo por mí.
Me demuestra su amor continuamente y lo puedo sentir en la manera como me toca.
A veces, simplemente, deseo que me lo diga.
Sería la primera vez en mi vida que alguien me dijera esas palabras y, más que nada, quiero oírlas por primera vez de la boca de Santana.
Santana colocó el libro en la estantería con más vehemencia de la necesaria.
–¡Mierda! ¿Es posible? ¿Nunca se lo he dicho?—apretó los puños y frunció el entrecejo, intentando recordar con todas sus fuerzas las dos últimas semanas.
Le había dicho cuánto la necesitaba … porque la necesitaba.
Pero amarla, ¿realmente no le había dicho que la amaba?
–Egoísta hija de puta–murmuró, castigándose a sí misma.
¡Brittany se lo había dicho a ella tantas veces!
A veces inducida por ella misma, pero muchas otras no.
Brittany se había abierto a ella completamente, tranquilizándole el alma con sus palabras.
Y ella nunca se lo había dicho a la rubia.
Se le encogió el corazón, dándose cuenta de que nunca había tenido a nadie que le dijera que la amaba.
Ni una sola vez.
Nunca.
Hasta ella lo había oído de su mamá y, en ocasiones, de su hermana y ahora de la mujer que significaba para más que nada o nadie en el mundo.
–Te amo, Brittany Susan Pierce–susurró, a la habitación vacía, esperando que la pudiera oír a través de la distancia que las separaba.
Santana pensó en enviarle un texto, pero era algo que la rubia necesitaba oír en persona.
Una y otra vez.
No era que no la amara, quizás el problema fuera que la amaba tanto que las palabras no alcanzaban.
Había cajas de embalar por todas partes, todo para los de mudanzas que irían al día siguiente a empaquetar y trasladar las posesiones de Brittany a su casa.
Colocó unas cuantas cajas delante de la estantería y empaquetó los diarios cuidadosamente en las cajas, sellándolas con cinta adhesiva.
Esto es privado. Los sentimientos de Brittany escritos en el papel.
Después de asegurarse que las cajas estuvieran selladas y bien selladas, que solo un milagro pudiera abrirlas, las marcó con rotulador como PERSONAL.
No quería que nadie pudiera mirarlos mientras los empaquetaba. Eran las crónicas de un corazón roto, de un dolor, de meditaciones y de triunfos.
Mía. La amo. Me pertenece. Siempre me ha pertenecido y siempre me pertenecerá.
Cuando se dirigía hacia la puerta se acordó de la reacción emocional de Quinn cuando, en la oficina, su hermana pequeña confesó finalmente que amaba a Rachel.
Santana movió la cabeza de un lado a otro mientras cerraba la puerta de entrada de la casa, entendiendo, por fin, cómo se sentía su hermana en aquel momento.
Santana tenía una fijación irracional con Brittany, un obsesivo afán de posesión que rivalizaría sobradamente con la que Quinn tenía por Rachel.
Quinn y ella podrían ser diferentes pero, en lo más íntimo, eran iguales cuando se trataba de la mujer que podría poner sus vidas del revés, o de cabeza.
–Me hace sentir feliz, espontánea, extática. Me vuelve loca, posesiva. Me obsesiona. Todo a la vez–se dijo, perpleja, montándose en su Bugatti–¿Cómo es posible?
Pero, extrañamente, no le molestaba en absoluto.
Le hacía sentirse… vivo.
Le echó un vistazo al reloj mientras sacaba el coche del patio delantero. Se le abrió una sonrisa.
Tenía tiempo para ir al joyero de nuevo.
Tenía algo que hacer antes de volver a casa.
Esa noche pensaba darle a Brittany más amor del que pudiera recibir… de
diferentes maneras.
***
–¿Que no te ha dicho que te ama? Bueno, no me sorprende. Le llevó algún tiempo a Quinny. Supongo que las hermanas creen que somos adivina—el tono ofendido de Rachel resonaba en el manos libres de la flamante caravana de Brittany–Pero tú sabes que te ama
Brittany suspiró y torció ligeramente a la derecha, acercándose a casa.
La casa de Santana. Mi casa. Nuestra casa. A partir de mañana, cuando traigan mis cosas, estaré permanentemente unida a Santana.
–¿Qué si me ama? Esa lunática casi se lanza al vacío para evitar que yo me
magullara. No lo dudo. Ni por un momento–le contestó Brittany enfáticamente, probablemente hablando más alto de lo era necesario por el hecho de que su amiga se encontraba en otro país en ese momento.
–Me alegra tanto que aceptaras casarte con ella–dijo Rachel con sinceridad–Ella te ama, Britt. Creo que siempre te ha amado.
–Lo sé. Solo que me gustaría que me lo dijera. Una vez solamente. ¿Cómo está mi futuro ahijado?
–Muy bien. Los dos estamos comiendo demasiado–contestó Rachel, su risa y el gruñido de Quinn dejándose oír a través del teléfono–Quinny, te dije que era un niño—la voz de Rachel sonaba silenciada, su último comentario estaba dirigido a su esposa, que probablemente estaba sentada junto a ella.
–¿Cuándo te mudas a casa de Santana?–interrogó Rachel, volviendo su atención a Brittany.
–Prácticamente ya lo he hecho, pero no es oficial hasta mañana. Los de la mudanza se encargarán de empaquetar y traer todo.
Rachel silbó a través de la línea telefónica.
–Santana no está desperdiciando un minuto, ¿no?
Brittany puso los ojos en blanco.
Santana había llamado a la compañía de mudanzas el día después de que rodaran por las escaleras, haciéndose cargo de todo con una llamada de teléfono.
–No. Pero yo no he protestado exactamente–admitió.
No quería estar alejada de Santana más tiempo. Ya habían estado separadas lo suficiente.
–Aún no me puedo creer que Mike sea tu hermano. La verdad es que no se parecen en nada. Él es totalmente a la familia de tu papá y tú los genes de tu mamá, pero la expresión de sus ojos son los mimos–declaró Rachel.
–Yo tampoco me lo puedo creer, pero estoy feliz. Solo me gustaría que él no
estuviera tan triste. Debe haber amado a su mujer mucho[/i]–respondió Brittany.
–Yo también lo creo, pero no puedo saberlo realmente. Ella murió antes de que Quinn y yo empezáramos a salir–replicó Rachel, considerando con cuidado sus palabras.
–Así que, ¿cuándo vuelves a casa?–preguntó Brittany, intentando aligerar la conversación.
–El jueves que viene. Y aún me queda el fin de semana libre, así que podemos ir de compras, ya que no te permiten trabajar los fines de semana en la clínica–dijo Rachel entre risas.
Brittany sonrió.
Santana la quería en casa los fines de semana y ella había accedido, ambas estarían ocupadas de lunes a viernes. Poder pasarse en la clínica todos los días laborables era suficiente para hacerla feliz hasta el delirio.
Habría un doctor disponible los sábados para los pacientes que no pudieran ir a la clínica entre semana, pero no sería ella.
Sin embargo, supervisaría los informes del fin de semana y todos serían, al fin, sus pacientes.
Acababa de terminar su último turno en el hospital. A partir del lunes, volvería por fin a la clínica.
–¡Como si necesitara comprar nada!–le dijo Brittany a Rachel, contrariada–No hay una sola cosa que Santana no me haya comprado, incluida la nueva caravana. Necesita parar.
–Hmm. Tengo que recordarte que fuiste tú quien me largó un discurso acerca de la necesidad de hacerme a la idea de que me iba a casar con una de las personas más ricas del mundo. Creo que incluso dijiste que debería dejarla gastar su dinero en mí porque le haría sentir que me protegía–le dijo Rachel, divertidamente maliciosa.
–¡Vaya! Creo que sí que lo dije–murmuró Brittany.
Ella había hecho entrar en razón a Rachel, pero le parecía diferente cuando Santana era quien compraba cosas para ella.
–Espero que estemos de vuelta antes de que necesiten el jet para su luna de miel. A la velocidad que Santana se está moviendo, puedes estar casándote mañana–bromeó Rachel.
–Se compraría otro–dijo Brittany, riéndose a carcajadas–Ella es capaz de conseguir lo que se le antoje.
–Me da que tú no le ibas a protestar–dijo Rachel entre risas.
–No. Francamente. No creo que lo hiciera–respondió Brittany, entrando en la calle donde Santana tenía su casa.
Era la pura verdad.
Tanto quería a Santana.
Se casaría con la morena en cualquier momento.
–Bueno, no te cases sin nosotras–la advirtió Rachel–Queremos estar ahí.
–Creo que podemos esperar–respondió Brittany con una sonrisa.
–Más te vale. La semana que viene salimos de compras.
–Vale, vale. Vamos de compras–le dijo con alegría a su amiga mientras entraba en el sendero que la llevaba a la casa de Santana–Diviértete y cuida de mi ahijado.
–Lo hemos pasado muy bien–dijo Rachel suspirando–Pero echo de menos estar en casa, y a ti.
–Yo también te echo de menos–replicó Brittany, afectuosamente.
–Hasta el jueves.
–¿Se podrían pasar por aquí?–preguntó Brittany al tiempo que frenaba el coche.
–¿Me tomas el pelo? Estaremos ahí tan pronto como lleguemos. Necesitamos ponernos al día, querida.
–Hasta luego–le respondió Brittany, desconectando el teléfono y el motor del coche.
El Bugatti de Santana estaba aparcado delante del garaje, así que Brittany supo que la morena estaba en casa.
Le dio un brinco el corazón anticipando el encuentro, impaciente por ver su semblante, por rendirse al calor de su presencia.
Mientras salía del coche, no dejaba de maravillarse de lo mucho que su vida había cambiado en tan corto plazo de tiempo.
Antes odiaba tener que volver a una casa vacía, a la ausencia de una vida privada. Ahora no podía esperar a llegar a casa, nunca era lo suficientemente pronto para estar con la morena, para satisfacer su necesidad de verla.
Ya no estoy sola.
Brittany sabía que su vida por fin se había llenado.
Saltando los escalones de mármol, metió la llave y abrió la puerta, sintiéndose finalmente en casa.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
en serio san lo tenia que leer para darse cuenta que ni un te quiero a britt no jodas!!
britt ya al fin tiene la familia que siempre quiso!!!,.. medio chiflada la novia pero se arregla con el tiempo jajajaja
nos vemos!!!
en serio san lo tenia que leer para darse cuenta que ni un te quiero a britt no jodas!!
britt ya al fin tiene la familia que siempre quiso!!!,.. medio chiflada la novia pero se arregla con el tiempo jajajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
no puedo esperar para ver que sorpresas le tiene san a britt!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
en serio san lo tenia que leer para darse cuenta que ni un te quiero a britt no jodas!!
britt ya al fin tiene la familia que siempre quiso!!!,.. medio chiflada la novia pero se arregla con el tiempo jajajaja
nos vemos!!!
Hola lu, pfff esa morena estaba tan concentrada en "tener" legalmente a britt que no decia lo esencial ¬¬ SI! menos mal, las cosas no siempre son tan malas al final de todo, estar "sola" ahora esta llena ajajajajaj. JAjajaajja xD jajajaajaj si q lo es xD y esperemos q se arregle con el tiempo jaajjajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:no puedo esperar para ver que sorpresas le tiene san a britt!!!!!
Hola, jajajaja ni yo asik aki dejo el siguiente cap! jajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Cap 15 - Último
Capitulo 15-Último
Brittany se metió en la ducha, respirando con deleite, dejando que la lujuriosa ducha le masajeara el cuerpo entero.
Le seducía la idea de quedarse ahí durante horas, pero la necesidad de ver a Santana era mayor que el placer de sentir el relajante efecto del agua caliente.
La tentación de pasarse primero por la cocina había sido casi irresistible.
Le llegaba el olor de algo delicioso que se estaba cocinando y supo que la morena estaba ahí. Pero no se había duchado en el hospital y necesitaba deshacerse del olor y los gérmenes que había cumulado después de un largo día de trabajo antes de verla, así que atravesó la casa de puntillas hasta llegar al baño.
Se lavó rápidamente su pelo, apenas había empezado a enjabonarse el cuerpo cuando sintió la sólida, imponente presencia de Santana, su cuerpo presionándola por detrás. La giró, dejando que la espalda de Brittany descansara en la pared, aprisionada entre dos brazos, las manos de Santana a un lado y otro descansando igualmente contra la pared de la ducha.
Mirándolo a los ojos, el cuerpo entero de Brittany empezó a agitarse cuando con la vista recorrió la salvaje expresión en el rostro de Santana.
Sus ojos, tan intensos y ávidos que su temperatura la reducía a un montón de lava a sus pies.
Era tan fogosa y tan suya.
–Te quiero, Britt. Te quiero tanto que a veces siento que me falta el aliento–su voz áspera sonaba salvaje y emocionada–Debería habértelo dicho hace años. No sé por qué no lo hice. Bien sabe Dios qué te lo mereces, pero me tienes contigo, todo lo que tengo y todo lo que soy. No sé si es bueno o malo, pero es la verdad. No soy nada sin ti.
Brittany tragó saliva, con los ojos fijos en los de la morena. Aquella era Santana, sin refinar, sin pulir, la esencia de la mujer que amaba.
Y nunca le había parecido tan excitante como en ese momento.
Su ser entera desnuda frente a ella. Las lágrimas se asomaron a los ojos de Brittany, mezclándose con el agua de la ducha. Alzó la mano y la pasó por la mejilla de Santana.
–Yo también te quiero. Siempre te he querido. Nunca te olvidé y no recuerdo ningún día que no me acordara de ti–admitió con franqueza.
Casi se desvaneció al oír a Santana decirle que la amaba. Sí, sabía que la amaba, pero oír su primitiva declaración le alteró el pulso, respirando con soplidos entrecortados.
–Te quiero, cielo. Te quiero. Te juro que te compensaré por todas las veces que no te lo he dicho diciéndotelo tanto que te canses de oírlo–le susurró pegada a su oído mordisquearle el lóbulo de la oreja.
Imposible.
Brittany sabía que nunca podría cansarse de oír a Santana decirle cuánto la quería. No podía lamentar que nunca lo hubiera oído antes de nadie porque Santana había sido la primero en decírselo y le parecía irreal.
Santana le cubrió la boca con la suya, quitándole el aliento, domando sus labios, abriéndose camino en su boca con la lengua.
Tenía el efecto de robarle todo pensamiento racional almacenado en su mente.
El vapor de agua las envolvía y los chorros intermitentes de la ducha les golpeaba el cuerpo, pero Brittany no sentía nada más que los implacables asaltos de Santana a sus sentidos.
Le rodeó el cuello con los brazos mientras que la morena le saqueaba la boca intentando acercarlo más a la rubia.
Todas las emociones que siempre había ocultado estaban ahora al descubierto.
Santana le sostenía la cabeza, abrazándola desesperadamente, cerrando los puños sobre su pelo mojado. Un suspiro ahogado se escapó de los labios
de Brittany, resonando en la boca de la morena.
Santana se echó atrás, separando sus labios de los de la rubia.
–Britt, ¿qué sucede? ¿Qué he hecho?–preguntó con voz preocupada.
–No es nada–sollozó–Es que estoy muy feliz. ¡Te necesito tanto!
Apoyándose con una mano en la pared y levantándole la mejilla con la otra, los ojos de Santana la miraron fijamente, dejando todas sus emociones al descubierto.
Deseo.
Necesidad.
Amor.
Todo eso y más decían sus ojos
–Quiero que me ames y que me necesites, cielo. Si no lo hicieras, no sé qué sería de mí. Probablemente perdería la cordura. Necesítame, Britt. Por favor—puso las manos entre ellas y le apretó los pechos, como sopesándolos.
Las rápidas y livianas caricias de sus pulgares erizando los pezones de Brittany que gemía, su vagina anegada por la furiosa excitación, por el deseo de tener a Santana junto a ella, quemándola.
–San…
–Interrumpí tu ducha. Déjame terminarla primero y luego termino contigo–le dijo maliciosamente, poniéndose jabón en las manos, alejando a las dos del agua para poder rociarle el resbaladizo gel sobre la piel.
Sus dedos jugando y tocando, masajeando y burlando, deslizándose sobre los pechos y rodeando sus pezones hasta que arqueó su cuerpo, pidiendo más.
La sostuvo contra la pared. Brittany pegó las palmas de la mano a la misma, intentando mantenerse en pie, cuando sintió los hábiles dedos de Santana entre los muslos, jugando con los saturados labios de su suplicante vagina.
–Sí, sí—jadeó al contacto de los dedos de Santana con sus labios.
Sentir cómo la poseía la hacía enloquecer.
–Eres tan linda, Britt-Britt. Me encantan los sonidos que haces. Para mí. Solo para mí. Me encanta hacer que te corras, aún más porque nadie más lo ha hecho. Nadie. ¿O sí?–exigió saber.
–No. Nunca.
El cuerpo de Brittany estaba ardiendo, su necesidad de Santana había ganado completo control de ella.
–Penétrame, San. Quiero correrme. Lo necesito. Te necesito.
Una mano jugó con sus pechos, yendo de uno a otro, torturándola de placer. La otra le restregaba el monte de Venus, sus dedos ahondando más y más entre sus labios vaginales.
–Más. Así–rogó Brittany.
Necesitaba que dejara de juguetear y que la explorara con mayor intensidad, más deprisa.
–Te quiero, Britt. Te quiero–dijo simplemente, mientras que sus dedos índice y medio se hundían en el necesitado canal y su dedo pulgar le masajeaba el
clítoris.
–Sí, más. Dame más–dijo suplicante, ondulando las caderas.
Los dedos de Santana bombeaban mientras que su pulgar aumentaba la fricción en el pungente clítoris de Brittany.
–Córrete para mí. Quiero verte disfrutar de placer. Vente.
Brittany sintió romperse en mil pedazos, todo su cuerpo temblando. Sus músculos comprimían los dedos de Santana, que seguían llenando su vacío, una y otra vez.
Brittany estaba tan fuera de sí que se sobresaltó cuando Santana le levantó las caderas, las manos sujetándola por los glúteos, y las acomodo para que sus sexos se rozaran.
–Ten esto. Vas a venir otra vez para mí. Te quiero sentir en mi esta vez–dijo ásperamente, la necesidad vibrando en su voz–Rodéame con las piernas.
Instintivamente, Brittany había levantado las piernas y se había abrazado a su cuello cuando la morena la levantó, pero ahora las apretó más fuertemente, disfrutando el gelatinoso contacto de sus cuerpos deslizándose uno contra otro.
–Dios, San. Qué gusto.
Sus sexos se rozaban por completo y la sensación la estremecía.
Rodeadas de calor y vapor, sus cuerpos hambrientos, las dos aullaron al unísono, con deseo cuando empezaron a empujar juntas.
La tomó con una mezcla de necesidad animal y posesión que la dejó sin aliento.
Cada embestida era un reclamo, una marca en su cuerpo. Su dominio la hizo
desmoronarse.
–Dime que me necesitas. Dime que me perteneces–gimoteó Santana mientras la llevaba al clímax con cada golpe de cadera.
–Te quiero. Te necesito siempre–respondió Brittany con un quejido. Su vientre, apretado, sintiendo que su clímax iba creciendo con una intensidad que casi le daba pavor.
–Dios. No hay nada como estar así. Me perteneces, Britt-Britt. Siempre has sido mía. Y yo te pertenezco a ti–murmuró con violencia.
Brittany respiraba entrecortadamente mientras se movían con una desesperación rayana en la locura, una pasión carnal que la llevó a estallar en un clímax de intensidad desgarradora.
Echó la cabeza hacia atrás y gritó.
Sosteniéndola con uno de sus brazos, Santana mantuvo su ritmo dejando que el orgasmo de Brittany seguía mientras que con la otra mano la agarró por el pelo y se tragó su grito, clavándole la lengua en la boca, adueñándose de su placer.
Si un último movimiento hasta que se corrió y liberó su propio alarido tortuoso en los labios de Brittany.
Jadeante, la rubia bajó las piernas hasta tocar el suelo, permaneciendo abrazada al cuello de Santana. Sus temblorosas extremidades inferiores, incapaz de sostenerla.
Permanecieron así por algún tiempo, sus cuerpos unidos, las dos incapaces de pensar, incapaces de hablar.
–Hasta me ha dado miedo–susurró Brittany finalmente, con voz trémula.
Santana la acunó contra su cuerpo y llevó la boca a su oído
–No, amor mío. Ha sido absolutamente perfecto–le susurró. Su voz, áspera y con un toque de admiración.
Brittany suspiró, reconociendo que ella misma no podría haberlo dicho mejor.
–Nos vamos a casar pronto–gruñó Santana bebiendo un trago de vino y lanzando a Brittany una implacable mirada.
Brittany se encontraba tan satisfecha que ni se podía mover.
Había terminado su plato completamente y aún disfrutaba su copa de vino.
Santana le había preparado unos espaguetis a la crema con gambas. La mujer sabía de verdad cocinar y había algo verdaderamente excitante en una persona que podía manejarse en la cocina.
Y algo excitante en la morena cuando me maneja a mí también. Mierda. Es excitante en todo lo que hace.
Brittany la miró en respuesta con una expresión complaciente.
–¿Cuándo es pronto?
–Mañana–respondió esperanzada–Podemos irnos a Las Vegas.
–Tu mamá, Mike, Rach y Quinn no nos lo perdonarían–razonó. Su corazón, aleteando con solo pensar que le pertenecería a Santana.
–Nosotras somos las que contamos, Britt-Britt. No ellos. Y ya he esperado lo suficiente. He querido que fueses mía desde el primer momento en que te vi–respondió seductora–¿Te he dicho que te quiero?
Bueno sí. Unas cien veces desde que nos duchamos. Pero no llevo la cuenta. Y me hace saltar de alegría cada vez.
–No estoy segura. Probablemente deberías decírmelo otra vez–murmuró.
–Podría decírtelo de mil maneras y demostrártelo de otras mil, pero te he comprado algo para que te lo recuerde constantemente, en caso de que te olvides–respondió con cierta vacilación, sacando una cajita del bolsillo de sus pantalones.
La mirada de Brittany se concentró en la caja durante un instante, el tiempo que tardó en reaccionar y coger la caja.
Santana se acuclilló delante de ella y le cogió la mano y abrió ella misma la caja.
–Siempre te he querido, Britt. Por favor, cásate conmigo.
Aturdida, Brittany se limitó a mirar el precioso anillo que había en la cajita negra de terciopelo, una joya tan hermosa y perfecta que casi le daba miedo tocar.
Nunca había poseído nada tan extraordinario, pero no por el valor de los diamantes, sino era por el sentimiento que encerraba.
El diamante de talla corazón era exquisito, pero su significado, lo que Santana quería decir con aquella joya, era superior.
–Ahora es cuando te tocaría decir que sí–dijo Santana, con voz entrecortada.
–Sí–respondió casi sin aliento, levantando los ojos para mirarla a la cara, su sonrisa temblorosa.
No pudo evitar las lágrimas que afloraron a los ojos al mirar a la mujer que había sido siempre su destino.
Le era difícil no creer en el sino en ese momento.
Dos almas que tenían que estar juntas y que consiguieron encontrarse a pesar de que las circunstancias ciertamente habían actuado en contra.
Santana sacó el anillo de la caja. Dejó caer la caja encima de la mesa y le dio el anillo a Brittany.
–Tiene una inscripción.
La rubia lo cogió con delicadeza, inclinando la circunferencia de un lado para ver lo que decía.
–¿Cómo sabías que eras la primero en decírmelo?–preguntó, ahogando un sollozo.
–Hoy he visto tus diarios. Leí algunas de las entradas. No debería haberlo hecho, pero lo hice–admitió mansamente.
Brittany sonrió, incapaz de evitarlo.
Adoraba su franqueza, la forma en que le respondió de frente y cómo, sin titubeos, le contó lo que había hecho.
No, no debería haber leído sus diarios, pero la rubia no tenía nada que ocultarle y nunca lo tendría.
–Me había olvidado de ellos. He estado escribiéndolos durante años. Debería haberlos empaquetado yo misma.
–Lo hice yo. No quería que nadie te conociera más que yo–dijo, celosa, mientras la tomaba de la mano y le colocaba el anillo en el dedo–Dime ahora que te casarás conmigo mañana–exigió levantándose al tiempo que la hizo levantarse para abrazarla.
–Sanny, no podemos.
–Claro que podemos.
Sin previo aviso, la cogió en brazos. Brittany gritó sorprendida y se abrazó al
cuello de Santana.
–San, ¿qué estás…?
–Se acabó el diálogo. Hora de usar argumentos más convincentes–protestó.
Brittany reprimió la risa, recordando que le había dicho que la tenía que convencer en lugar de darle órdenes.
Descansando en su fino, cálido, respiró hondo, absorbiendo aquel olor que era tan genuinamente la morena.
De alguna manera, la acompañaba el sentimiento de que acabaría casándose al día siguiente si Santana se salía con la suya.
Examinó su expresión decidida y supo que no sería capaz de decir que no.
Con franqueza, no quería decir que no.
Santana y ella habían esperado mucho tiempo para estar juntas.
Mientras Santana saltaba los escalones de dos en dos, Brittany estuvo a punto de decirle que sí, pero se detuvo antes de que las palabras abandonaran sus labios.
¿Estoy loca?
Tengo a la mujer, que digo, la persona más deseable del planeta llevándome a la cama para convencerme de que me case con ella mañana.
Brittany decidió esperar y dejar que la persuadiera.
El sí estaba garantizado, pero podía esperar hasta más tarde… mucho más tarde.
Le seducía la idea de quedarse ahí durante horas, pero la necesidad de ver a Santana era mayor que el placer de sentir el relajante efecto del agua caliente.
La tentación de pasarse primero por la cocina había sido casi irresistible.
Le llegaba el olor de algo delicioso que se estaba cocinando y supo que la morena estaba ahí. Pero no se había duchado en el hospital y necesitaba deshacerse del olor y los gérmenes que había cumulado después de un largo día de trabajo antes de verla, así que atravesó la casa de puntillas hasta llegar al baño.
Se lavó rápidamente su pelo, apenas había empezado a enjabonarse el cuerpo cuando sintió la sólida, imponente presencia de Santana, su cuerpo presionándola por detrás. La giró, dejando que la espalda de Brittany descansara en la pared, aprisionada entre dos brazos, las manos de Santana a un lado y otro descansando igualmente contra la pared de la ducha.
Mirándolo a los ojos, el cuerpo entero de Brittany empezó a agitarse cuando con la vista recorrió la salvaje expresión en el rostro de Santana.
Sus ojos, tan intensos y ávidos que su temperatura la reducía a un montón de lava a sus pies.
Era tan fogosa y tan suya.
–Te quiero, Britt. Te quiero tanto que a veces siento que me falta el aliento–su voz áspera sonaba salvaje y emocionada–Debería habértelo dicho hace años. No sé por qué no lo hice. Bien sabe Dios qué te lo mereces, pero me tienes contigo, todo lo que tengo y todo lo que soy. No sé si es bueno o malo, pero es la verdad. No soy nada sin ti.
Brittany tragó saliva, con los ojos fijos en los de la morena. Aquella era Santana, sin refinar, sin pulir, la esencia de la mujer que amaba.
Y nunca le había parecido tan excitante como en ese momento.
Su ser entera desnuda frente a ella. Las lágrimas se asomaron a los ojos de Brittany, mezclándose con el agua de la ducha. Alzó la mano y la pasó por la mejilla de Santana.
–Yo también te quiero. Siempre te he querido. Nunca te olvidé y no recuerdo ningún día que no me acordara de ti–admitió con franqueza.
Casi se desvaneció al oír a Santana decirle que la amaba. Sí, sabía que la amaba, pero oír su primitiva declaración le alteró el pulso, respirando con soplidos entrecortados.
–Te quiero, cielo. Te quiero. Te juro que te compensaré por todas las veces que no te lo he dicho diciéndotelo tanto que te canses de oírlo–le susurró pegada a su oído mordisquearle el lóbulo de la oreja.
Imposible.
Brittany sabía que nunca podría cansarse de oír a Santana decirle cuánto la quería. No podía lamentar que nunca lo hubiera oído antes de nadie porque Santana había sido la primero en decírselo y le parecía irreal.
Santana le cubrió la boca con la suya, quitándole el aliento, domando sus labios, abriéndose camino en su boca con la lengua.
Tenía el efecto de robarle todo pensamiento racional almacenado en su mente.
El vapor de agua las envolvía y los chorros intermitentes de la ducha les golpeaba el cuerpo, pero Brittany no sentía nada más que los implacables asaltos de Santana a sus sentidos.
Le rodeó el cuello con los brazos mientras que la morena le saqueaba la boca intentando acercarlo más a la rubia.
Todas las emociones que siempre había ocultado estaban ahora al descubierto.
Santana le sostenía la cabeza, abrazándola desesperadamente, cerrando los puños sobre su pelo mojado. Un suspiro ahogado se escapó de los labios
de Brittany, resonando en la boca de la morena.
Santana se echó atrás, separando sus labios de los de la rubia.
–Britt, ¿qué sucede? ¿Qué he hecho?–preguntó con voz preocupada.
–No es nada–sollozó–Es que estoy muy feliz. ¡Te necesito tanto!
Apoyándose con una mano en la pared y levantándole la mejilla con la otra, los ojos de Santana la miraron fijamente, dejando todas sus emociones al descubierto.
Deseo.
Necesidad.
Amor.
Todo eso y más decían sus ojos
–Quiero que me ames y que me necesites, cielo. Si no lo hicieras, no sé qué sería de mí. Probablemente perdería la cordura. Necesítame, Britt. Por favor—puso las manos entre ellas y le apretó los pechos, como sopesándolos.
Las rápidas y livianas caricias de sus pulgares erizando los pezones de Brittany que gemía, su vagina anegada por la furiosa excitación, por el deseo de tener a Santana junto a ella, quemándola.
–San…
–Interrumpí tu ducha. Déjame terminarla primero y luego termino contigo–le dijo maliciosamente, poniéndose jabón en las manos, alejando a las dos del agua para poder rociarle el resbaladizo gel sobre la piel.
Sus dedos jugando y tocando, masajeando y burlando, deslizándose sobre los pechos y rodeando sus pezones hasta que arqueó su cuerpo, pidiendo más.
La sostuvo contra la pared. Brittany pegó las palmas de la mano a la misma, intentando mantenerse en pie, cuando sintió los hábiles dedos de Santana entre los muslos, jugando con los saturados labios de su suplicante vagina.
–Sí, sí—jadeó al contacto de los dedos de Santana con sus labios.
Sentir cómo la poseía la hacía enloquecer.
–Eres tan linda, Britt-Britt. Me encantan los sonidos que haces. Para mí. Solo para mí. Me encanta hacer que te corras, aún más porque nadie más lo ha hecho. Nadie. ¿O sí?–exigió saber.
–No. Nunca.
El cuerpo de Brittany estaba ardiendo, su necesidad de Santana había ganado completo control de ella.
–Penétrame, San. Quiero correrme. Lo necesito. Te necesito.
Una mano jugó con sus pechos, yendo de uno a otro, torturándola de placer. La otra le restregaba el monte de Venus, sus dedos ahondando más y más entre sus labios vaginales.
–Más. Así–rogó Brittany.
Necesitaba que dejara de juguetear y que la explorara con mayor intensidad, más deprisa.
–Te quiero, Britt. Te quiero–dijo simplemente, mientras que sus dedos índice y medio se hundían en el necesitado canal y su dedo pulgar le masajeaba el
clítoris.
–Sí, más. Dame más–dijo suplicante, ondulando las caderas.
Los dedos de Santana bombeaban mientras que su pulgar aumentaba la fricción en el pungente clítoris de Brittany.
–Córrete para mí. Quiero verte disfrutar de placer. Vente.
Brittany sintió romperse en mil pedazos, todo su cuerpo temblando. Sus músculos comprimían los dedos de Santana, que seguían llenando su vacío, una y otra vez.
Brittany estaba tan fuera de sí que se sobresaltó cuando Santana le levantó las caderas, las manos sujetándola por los glúteos, y las acomodo para que sus sexos se rozaran.
–Ten esto. Vas a venir otra vez para mí. Te quiero sentir en mi esta vez–dijo ásperamente, la necesidad vibrando en su voz–Rodéame con las piernas.
Instintivamente, Brittany había levantado las piernas y se había abrazado a su cuello cuando la morena la levantó, pero ahora las apretó más fuertemente, disfrutando el gelatinoso contacto de sus cuerpos deslizándose uno contra otro.
–Dios, San. Qué gusto.
Sus sexos se rozaban por completo y la sensación la estremecía.
Rodeadas de calor y vapor, sus cuerpos hambrientos, las dos aullaron al unísono, con deseo cuando empezaron a empujar juntas.
La tomó con una mezcla de necesidad animal y posesión que la dejó sin aliento.
Cada embestida era un reclamo, una marca en su cuerpo. Su dominio la hizo
desmoronarse.
–Dime que me necesitas. Dime que me perteneces–gimoteó Santana mientras la llevaba al clímax con cada golpe de cadera.
–Te quiero. Te necesito siempre–respondió Brittany con un quejido. Su vientre, apretado, sintiendo que su clímax iba creciendo con una intensidad que casi le daba pavor.
–Dios. No hay nada como estar así. Me perteneces, Britt-Britt. Siempre has sido mía. Y yo te pertenezco a ti–murmuró con violencia.
Brittany respiraba entrecortadamente mientras se movían con una desesperación rayana en la locura, una pasión carnal que la llevó a estallar en un clímax de intensidad desgarradora.
Echó la cabeza hacia atrás y gritó.
Sosteniéndola con uno de sus brazos, Santana mantuvo su ritmo dejando que el orgasmo de Brittany seguía mientras que con la otra mano la agarró por el pelo y se tragó su grito, clavándole la lengua en la boca, adueñándose de su placer.
Si un último movimiento hasta que se corrió y liberó su propio alarido tortuoso en los labios de Brittany.
Jadeante, la rubia bajó las piernas hasta tocar el suelo, permaneciendo abrazada al cuello de Santana. Sus temblorosas extremidades inferiores, incapaz de sostenerla.
Permanecieron así por algún tiempo, sus cuerpos unidos, las dos incapaces de pensar, incapaces de hablar.
–Hasta me ha dado miedo–susurró Brittany finalmente, con voz trémula.
Santana la acunó contra su cuerpo y llevó la boca a su oído
–No, amor mío. Ha sido absolutamente perfecto–le susurró. Su voz, áspera y con un toque de admiración.
Brittany suspiró, reconociendo que ella misma no podría haberlo dicho mejor.
–Nos vamos a casar pronto–gruñó Santana bebiendo un trago de vino y lanzando a Brittany una implacable mirada.
Brittany se encontraba tan satisfecha que ni se podía mover.
Había terminado su plato completamente y aún disfrutaba su copa de vino.
Santana le había preparado unos espaguetis a la crema con gambas. La mujer sabía de verdad cocinar y había algo verdaderamente excitante en una persona que podía manejarse en la cocina.
Y algo excitante en la morena cuando me maneja a mí también. Mierda. Es excitante en todo lo que hace.
Brittany la miró en respuesta con una expresión complaciente.
–¿Cuándo es pronto?
–Mañana–respondió esperanzada–Podemos irnos a Las Vegas.
–Tu mamá, Mike, Rach y Quinn no nos lo perdonarían–razonó. Su corazón, aleteando con solo pensar que le pertenecería a Santana.
–Nosotras somos las que contamos, Britt-Britt. No ellos. Y ya he esperado lo suficiente. He querido que fueses mía desde el primer momento en que te vi–respondió seductora–¿Te he dicho que te quiero?
Bueno sí. Unas cien veces desde que nos duchamos. Pero no llevo la cuenta. Y me hace saltar de alegría cada vez.
–No estoy segura. Probablemente deberías decírmelo otra vez–murmuró.
–Podría decírtelo de mil maneras y demostrártelo de otras mil, pero te he comprado algo para que te lo recuerde constantemente, en caso de que te olvides–respondió con cierta vacilación, sacando una cajita del bolsillo de sus pantalones.
La mirada de Brittany se concentró en la caja durante un instante, el tiempo que tardó en reaccionar y coger la caja.
Santana se acuclilló delante de ella y le cogió la mano y abrió ella misma la caja.
–Siempre te he querido, Britt. Por favor, cásate conmigo.
Aturdida, Brittany se limitó a mirar el precioso anillo que había en la cajita negra de terciopelo, una joya tan hermosa y perfecta que casi le daba miedo tocar.
Nunca había poseído nada tan extraordinario, pero no por el valor de los diamantes, sino era por el sentimiento que encerraba.
El diamante de talla corazón era exquisito, pero su significado, lo que Santana quería decir con aquella joya, era superior.
–Ahora es cuando te tocaría decir que sí–dijo Santana, con voz entrecortada.
–Sí–respondió casi sin aliento, levantando los ojos para mirarla a la cara, su sonrisa temblorosa.
No pudo evitar las lágrimas que afloraron a los ojos al mirar a la mujer que había sido siempre su destino.
Le era difícil no creer en el sino en ese momento.
Dos almas que tenían que estar juntas y que consiguieron encontrarse a pesar de que las circunstancias ciertamente habían actuado en contra.
Santana sacó el anillo de la caja. Dejó caer la caja encima de la mesa y le dio el anillo a Brittany.
–Tiene una inscripción.
La rubia lo cogió con delicadeza, inclinando la circunferencia de un lado para ver lo que decía.
La primera y para siempre. Te amo.
–¿Cómo sabías que eras la primero en decírmelo?–preguntó, ahogando un sollozo.
–Hoy he visto tus diarios. Leí algunas de las entradas. No debería haberlo hecho, pero lo hice–admitió mansamente.
Brittany sonrió, incapaz de evitarlo.
Adoraba su franqueza, la forma en que le respondió de frente y cómo, sin titubeos, le contó lo que había hecho.
No, no debería haber leído sus diarios, pero la rubia no tenía nada que ocultarle y nunca lo tendría.
–Me había olvidado de ellos. He estado escribiéndolos durante años. Debería haberlos empaquetado yo misma.
–Lo hice yo. No quería que nadie te conociera más que yo–dijo, celosa, mientras la tomaba de la mano y le colocaba el anillo en el dedo–Dime ahora que te casarás conmigo mañana–exigió levantándose al tiempo que la hizo levantarse para abrazarla.
–Sanny, no podemos.
–Claro que podemos.
Sin previo aviso, la cogió en brazos. Brittany gritó sorprendida y se abrazó al
cuello de Santana.
–San, ¿qué estás…?
–Se acabó el diálogo. Hora de usar argumentos más convincentes–protestó.
Brittany reprimió la risa, recordando que le había dicho que la tenía que convencer en lugar de darle órdenes.
Descansando en su fino, cálido, respiró hondo, absorbiendo aquel olor que era tan genuinamente la morena.
De alguna manera, la acompañaba el sentimiento de que acabaría casándose al día siguiente si Santana se salía con la suya.
Examinó su expresión decidida y supo que no sería capaz de decir que no.
Con franqueza, no quería decir que no.
Santana y ella habían esperado mucho tiempo para estar juntas.
Mientras Santana saltaba los escalones de dos en dos, Brittany estuvo a punto de decirle que sí, pero se detuvo antes de que las palabras abandonaran sus labios.
¿Estoy loca?
Tengo a la mujer, que digo, la persona más deseable del planeta llevándome a la cama para convencerme de que me case con ella mañana.
Brittany decidió esperar y dejar que la persuadiera.
El sí estaba garantizado, pero podía esperar hasta más tarde… mucho más tarde.
********************************************************************************************************************************
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
para san no ahi momento mas oportuno para decir le a britt que la quiere jajaja
si es por san la arrastra a las vejas y elvis las casa jajajaja
me encanta cuando estan juntas,..
nos vemos!!!
para san no ahi momento mas oportuno para decir le a britt que la quiere jajaja
si es por san la arrastra a las vejas y elvis las casa jajajaja
me encanta cuando estan juntas,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
mas lindas imposible, vayanse a las vegas, todos entenderan, espero!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
para san no ahi momento mas oportuno para decir le a britt que la quiere jajaja
si es por san la arrastra a las vejas y elvis las casa jajajaja
me encanta cuando estan juntas,..
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajajaa si es un amor, a veces una loquilla, pero un amor al fin y al cabo jajajaja. Jajajajaja nose xq te creo xD y creo q la tendrán q atrapar para q no lo haga jajajaja. Y a mi tmbn! jajajaajaaj si son tan lindas! Saludos =D
micky morales escribió:mas lindas imposible, vayanse a las vegas, todos entenderan, espero!!!!
Hola, eso mimso digo y pienso yo! ajajajajaaj. Jajajajajajaaj xD ajajja dices tu¿? mmm no creo q todo ajajajajaja solo san la vrdd jajajaajajaj. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Epílogo
Santana y Brittany se casaron al día siguiente, al atardecer, en una ceremonia privada.
Su boda fue la jubilosa unión de dos almas que estaban destinadas a permanecer unidas. Almas gemelas que finalmente encontraron el sosiego que da el no estar solas después de años de separación, tristeza y desolación.
Santana no había tenido ningún problema en organizar un vuelo privado a Las Vegas.
Llamó a Mike y su amigo lo arregló inmediatamente, sin preguntarle nada.
Brittany había hecho algunas objeciones simbólicas, pero no muchas. Al final, la ceremonia fue más un ritual privado de sanación, algo que necesitaban después de los años de dolor y distancia que las dos habían vivido.
Lo celebrarían a lo grande en su momento, celebración que Rachel estaba ya planificando mientras que Brittany descansaba en los brazos de su flamante esposa, alma y cuerpo regocijándose en la unión.
–No puedo creer que estemos casadas–dijo quedamente, con asombro y extrañeza.
–Eres mía para siempre–replicó Santana, acercándosela más, tumbada en la gigantesca cama de la suite del hotel.
Volverían a Tampa al día siguiente. Santana quería llevársela de luna de miel por un prolongado periodo de tiempo, pero lo harían después de la celebración.
Realmente, todo lo que siempre he deseado ya lo tengo. Santana es mi esposa.
Acurrucada en el cálido cuerpo de Santana, Brittany suspiró plena de felicidad.
–Gracias por una ceremonia tan especial. No sé cómo te las arreglaste, pero fue preciosa.
Se habían casado en una capilla privada en uno de los mejores hoteles de Las Vegas.
Santana se puso un vestido blanco dejando al descubierto sus hombros y Brittany tenía el traje ideal esperándola en el vestidor de su habitación.
Su morena se había hecho cargo de todo, desde las flores hasta las velas en la capilla.
Todo había sido… mágico.
–Te merecías algo más–dijo Santana–Pero no podía esperar más, Britt-Britt. Hemos esperando tanto tiempo. Necesitaba hacerte mía. Te compensaré con nuestra luna de miel.
Brittany sonrió, apoyada en su hombro.
–Creí que ya habíamos disfrutado nuestra luna de miel.
Santana la había poseído con tal intensidad minutos antes que la había dejado sin aliento.
Los latidos de su corazón aún no habían recuperado su ritmo.
–Nos iremos lejos las dos. Durante varias semanas. Justo después de la celebración que mamá y Rachel insisten que tengamos. Quiero llevarte adonde quieras ir, Britt. Quiero recuperar el tiempo perdido–le dijo, cogiéndola de la mano y llevándose los dedos entrecruzados al pecho.
–No creo que tengamos que recuperar nada, Sanny. Es probable que todo haya pasado como tenía que pasar. Es lo que nos ha llevado hasta aquí. Nunca daré por sentado nada entre nosotras porque sé lo que duele vivir sin ti–dijo con un suspiro–Me centré en mis estudios y mi profesión todos estos años. Tú estabas enfrascada con conquistar el mundo. Probablemente no era el momento de estar juntas. Repetiría todo otra vez, sufriría la misma soledad de años para acabar justo donde estoy ahora mismo.
–Pero te hice daño. Y me he despreciado por eso desde aquel día–respondió. Su voz, entrecortada.
–Hiciste lo que tenías que hacer, Sanny. Sobreviví. Tienes que perdonarte. No hay nada que necesite perdón por lo que a mí respecta. Solo querías protegerme. Yo habría hecho lo mismo si tuviera que protegerte, por muy difícil que hubiese sido–admitió Brittany.
–¿Lo habrías hecho?
–Sí–respondió enfáticamente–Sin duda. Si tuvieras que revivir todo otra vez,
¿harías lo mismo?
Santana permaneció en silencio unos instantes antes de contestar.
–¿Ahora? De ninguna manera. Te ataría a mi lado y te protegería. Pero entonces no tenía los recursos o las conexiones que ahora tengo. Así que sí, probablemente lo haría si estuviera en la misma que situación que estaba antes. Tu seguridad antes que nada.
Su respuesta fue tan franca, tan sincera, que arrancó lágrimas a Brittany.
¿Cómo podía haber tenido la suerte de tener el corazón de una persona como Santana?
–Te quiero tanto que me da miedo–le susurró a Santana.
–No tengas miedo. Ámame tanto como quieras. Nunca será bastante para mí–murmuró, poniéndola encima mientras lo decía.
–No más arrepentirse de nada, San. Para ninguna de las dos. Este es nuestro momento. Todo el dolor del pasado ha trazado el camino hasta aquí–dijo Brittany con nostalgia.
–Entonces, todo ha merecido la pena porque me haces tan feliz que pasaría por encima de carbones encendidos para estar a tu lado–dijo taciturna. Acariciándola, colocó la pelvis de Brittany en contacto con la suya–Te haré feliz, Britt. Juro que lo haré–se comprometió formalmente.
Las lágrimas asomaron al rostro de Brittany, su voto fue pronunciado como una promesa solemne por la que moriría antes de romperla.
–San, ya lo has hecho.
Una lágrima solitaria se desprendió cayendo delicadamente en el rostro de Santana.
–No llores, Britt. Por favor. No quiero volver a verte llorar–le dijo, suplicante.
–Son lágrimas de felicidad–le dijo mientras Santana le limpiaba la cara con la mano.
–Da igual. No me gusta–gruño, pasándole la mano, suavemente, a lo largo de la espalda–Prefiero oírte gemir de placer.
Brittany sonrió y le pasó las manos por el pelo, suspirando al contacto de la sedosa textura con sus dedos.
–Creo que yo también lo prefiero—sus entrañas ardiendo y su entrepierna humedecida solo de pensar en Santana poseyéndola.
Una vez más.
La morena se dio la vuelta, poniéndose encima de la rubia, su cuerpo la cubría.
–Podría hacer que empezaras con esos gemidos tuyos de satisfacción en cuestión de segundos–amenazó Santana arrogante, desafiante.
Brittany se mordió los labios para no reírse, asombrada de lo rápidamente que podía ir de amante tierna a dominante de las cavernas.
–Puedes intentarlo, claro–le dijo, retándola con el tono de su voz.
–Yo no intento nada. Yo hago–rugió–Me lo vas a suplicar.
Se le endurecieron los pezones y su vagina se contrajo, el tono dominante de Santana la había excitado.
–Neardental–la acusó, más que lista para que la hiciera suplicar.
–Me amas. Y lo sabes–replicó con humor y confianza, pero con una cierta dosis de vulnerabilidad.
–Sin duda, te quiero–le respondió Brittany inmediatamente.
–Yo también te quiero, Britt-Britt–dijo Santana tiernamente, sus manos empuñando el pelo de la rubia para que su boca se encontrara con su beso hambriento, codicioso.
Las palabras se hicieron innecesarias cuando sus cuerpos compartieron aquella primitiva forma de comunicación, la consumación de su amor de la forma más elemental, animal, carnal.
Algo que las palabras no podrían expresar.
Antes de perderse en la locura de la fiera necesidad de Santana, Brittany reconoció que, a veces, el amor bien merecía el dolor.
Fue el último pensamiento coherente que tuvo antes de entregarse a la única persona que había amado en su vida, la persona que quería tener y conservar, la mujer por quien había esperado tanto, la mujer por quien había valido tanto la espera.
Su boda fue la jubilosa unión de dos almas que estaban destinadas a permanecer unidas. Almas gemelas que finalmente encontraron el sosiego que da el no estar solas después de años de separación, tristeza y desolación.
Santana no había tenido ningún problema en organizar un vuelo privado a Las Vegas.
Llamó a Mike y su amigo lo arregló inmediatamente, sin preguntarle nada.
Brittany había hecho algunas objeciones simbólicas, pero no muchas. Al final, la ceremonia fue más un ritual privado de sanación, algo que necesitaban después de los años de dolor y distancia que las dos habían vivido.
Lo celebrarían a lo grande en su momento, celebración que Rachel estaba ya planificando mientras que Brittany descansaba en los brazos de su flamante esposa, alma y cuerpo regocijándose en la unión.
–No puedo creer que estemos casadas–dijo quedamente, con asombro y extrañeza.
–Eres mía para siempre–replicó Santana, acercándosela más, tumbada en la gigantesca cama de la suite del hotel.
Volverían a Tampa al día siguiente. Santana quería llevársela de luna de miel por un prolongado periodo de tiempo, pero lo harían después de la celebración.
Realmente, todo lo que siempre he deseado ya lo tengo. Santana es mi esposa.
Acurrucada en el cálido cuerpo de Santana, Brittany suspiró plena de felicidad.
–Gracias por una ceremonia tan especial. No sé cómo te las arreglaste, pero fue preciosa.
Se habían casado en una capilla privada en uno de los mejores hoteles de Las Vegas.
Santana se puso un vestido blanco dejando al descubierto sus hombros y Brittany tenía el traje ideal esperándola en el vestidor de su habitación.
Su morena se había hecho cargo de todo, desde las flores hasta las velas en la capilla.
Todo había sido… mágico.
–Te merecías algo más–dijo Santana–Pero no podía esperar más, Britt-Britt. Hemos esperando tanto tiempo. Necesitaba hacerte mía. Te compensaré con nuestra luna de miel.
Brittany sonrió, apoyada en su hombro.
–Creí que ya habíamos disfrutado nuestra luna de miel.
Santana la había poseído con tal intensidad minutos antes que la había dejado sin aliento.
Los latidos de su corazón aún no habían recuperado su ritmo.
–Nos iremos lejos las dos. Durante varias semanas. Justo después de la celebración que mamá y Rachel insisten que tengamos. Quiero llevarte adonde quieras ir, Britt. Quiero recuperar el tiempo perdido–le dijo, cogiéndola de la mano y llevándose los dedos entrecruzados al pecho.
–No creo que tengamos que recuperar nada, Sanny. Es probable que todo haya pasado como tenía que pasar. Es lo que nos ha llevado hasta aquí. Nunca daré por sentado nada entre nosotras porque sé lo que duele vivir sin ti–dijo con un suspiro–Me centré en mis estudios y mi profesión todos estos años. Tú estabas enfrascada con conquistar el mundo. Probablemente no era el momento de estar juntas. Repetiría todo otra vez, sufriría la misma soledad de años para acabar justo donde estoy ahora mismo.
–Pero te hice daño. Y me he despreciado por eso desde aquel día–respondió. Su voz, entrecortada.
–Hiciste lo que tenías que hacer, Sanny. Sobreviví. Tienes que perdonarte. No hay nada que necesite perdón por lo que a mí respecta. Solo querías protegerme. Yo habría hecho lo mismo si tuviera que protegerte, por muy difícil que hubiese sido–admitió Brittany.
–¿Lo habrías hecho?
–Sí–respondió enfáticamente–Sin duda. Si tuvieras que revivir todo otra vez,
¿harías lo mismo?
Santana permaneció en silencio unos instantes antes de contestar.
–¿Ahora? De ninguna manera. Te ataría a mi lado y te protegería. Pero entonces no tenía los recursos o las conexiones que ahora tengo. Así que sí, probablemente lo haría si estuviera en la misma que situación que estaba antes. Tu seguridad antes que nada.
Su respuesta fue tan franca, tan sincera, que arrancó lágrimas a Brittany.
¿Cómo podía haber tenido la suerte de tener el corazón de una persona como Santana?
–Te quiero tanto que me da miedo–le susurró a Santana.
–No tengas miedo. Ámame tanto como quieras. Nunca será bastante para mí–murmuró, poniéndola encima mientras lo decía.
–No más arrepentirse de nada, San. Para ninguna de las dos. Este es nuestro momento. Todo el dolor del pasado ha trazado el camino hasta aquí–dijo Brittany con nostalgia.
–Entonces, todo ha merecido la pena porque me haces tan feliz que pasaría por encima de carbones encendidos para estar a tu lado–dijo taciturna. Acariciándola, colocó la pelvis de Brittany en contacto con la suya–Te haré feliz, Britt. Juro que lo haré–se comprometió formalmente.
Las lágrimas asomaron al rostro de Brittany, su voto fue pronunciado como una promesa solemne por la que moriría antes de romperla.
–San, ya lo has hecho.
Una lágrima solitaria se desprendió cayendo delicadamente en el rostro de Santana.
–No llores, Britt. Por favor. No quiero volver a verte llorar–le dijo, suplicante.
–Son lágrimas de felicidad–le dijo mientras Santana le limpiaba la cara con la mano.
–Da igual. No me gusta–gruño, pasándole la mano, suavemente, a lo largo de la espalda–Prefiero oírte gemir de placer.
Brittany sonrió y le pasó las manos por el pelo, suspirando al contacto de la sedosa textura con sus dedos.
–Creo que yo también lo prefiero—sus entrañas ardiendo y su entrepierna humedecida solo de pensar en Santana poseyéndola.
Una vez más.
La morena se dio la vuelta, poniéndose encima de la rubia, su cuerpo la cubría.
–Podría hacer que empezaras con esos gemidos tuyos de satisfacción en cuestión de segundos–amenazó Santana arrogante, desafiante.
Brittany se mordió los labios para no reírse, asombrada de lo rápidamente que podía ir de amante tierna a dominante de las cavernas.
–Puedes intentarlo, claro–le dijo, retándola con el tono de su voz.
–Yo no intento nada. Yo hago–rugió–Me lo vas a suplicar.
Se le endurecieron los pezones y su vagina se contrajo, el tono dominante de Santana la había excitado.
–Neardental–la acusó, más que lista para que la hiciera suplicar.
–Me amas. Y lo sabes–replicó con humor y confianza, pero con una cierta dosis de vulnerabilidad.
–Sin duda, te quiero–le respondió Brittany inmediatamente.
–Yo también te quiero, Britt-Britt–dijo Santana tiernamente, sus manos empuñando el pelo de la rubia para que su boca se encontrara con su beso hambriento, codicioso.
Las palabras se hicieron innecesarias cuando sus cuerpos compartieron aquella primitiva forma de comunicación, la consumación de su amor de la forma más elemental, animal, carnal.
Algo que las palabras no podrían expresar.
Antes de perderse en la locura de la fiera necesidad de Santana, Brittany reconoció que, a veces, el amor bien merecía el dolor.
Fue el último pensamiento coherente que tuvo antes de entregarse a la única persona que había amado en su vida, la persona que quería tener y conservar, la mujer por quien había esperado tanto, la mujer por quien había valido tanto la espera.
FIN
********************************************************************************************************************************
Hola, aquí el final de otra historia. Muchas gracias a todas las personas que se dieron el tiempo de leerla y mucho más de comentarla!
GRACIAS!
Ya subo el prólogo de otra.
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, aquí el final de otra historia. Muchas gracias a todas las personas que se dieron el tiempo de leerla y mucho más de comentarla!
GRACIAS!
Ya subo el prólogo de otra.
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
despues de todo lo que sufrieron,.. y vivieron valio la pena!!!
era de esperar una boda asi de parte de san,.. jajaja
me gusto mucho la historia!!
nos vemos!!
despues de todo lo que sufrieron,.. y vivieron valio la pena!!!
era de esperar una boda asi de parte de san,.. jajaja
me gusto mucho la historia!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
Al fin Todo tuvo su recompensa ! !!! Muy Linda historia!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
me encanto!!!! gracias mil veces.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: La Obsesión (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
despues de todo lo que sufrieron,.. y vivieron valio la pena!!!
era de esperar una boda asi de parte de san,.. jajaja
me gusto mucho la historia!!
nos vemos!!
Hola lu, si que si! el estar ellas juntas como final siempre vale la pena ajjajajaaj. JAjaajajaj es una loquilla y no podía vivir un día más sin q su britt sea su esposa, no¿? como culparla¿? jajaja. Que bueno, muy bueno la vrdd jajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Al fin Todo tuvo su recompensa ! !!! Muy Linda historia!!!!
Hola, sii!!! menos mal, la espera lo valió jaajajajaja. Que bueno! espero y la siguiente tmbn t lo parezca jajaj. Saludos =D
micky morales escribió:me encanto!!!! gracias mil veces.
Hola, eso es muy bueno y espero q la siguiente tmbn! ajajaj. De nada, pero gracias a ti por tu tiempo en leerla y comentarla! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Página 4 de 4. • 1, 2, 3, 4
Temas similares
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Qué (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Tal Vez (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Del Amor (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Por Ti (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Tal Vez (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
» [Resuelto]FanFic Brittana: Del Amor (Adaptada) Epílogo
Página 4 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1