[Resuelto]FanFic Brittana: Mientras II (Adaptada) Epílogo

Epílogo

Hoy era el tercer cumpleaños de mi bebé.

Parpadeé y ella había pasado de ser un bultito rosado a usar tutús y tiaras, literalmente, y a diario.

Como todo el tiempo.

Incluso cuando iba a la guardería.

Ellos aprendieron a aceptar el hecho de que Susan usaba lo que quería.

Por un tiempo lució como yo, pero eso se desvaneció.

Cada día que crecía se veía más como su mami.

Lo que solo me estresaba.

No podía imaginar lidiando con esto cuando se convirtiera en una adolescente.

Ahora entendía por qué el papá de Brittany no quería que tuviera nada que ver conmigo.

Habría encerrado a Susan en su habitación y lanzado lejos la llave si alguien como yo hubiera aparecido para husmear a su alrededor.

Riéndome entre dientes, me estiré y jalé a mi hermosa esposa más cerca de mi pecho.

Aún no se había despertado.

Trataba de dejarla dormir hasta tarde ya que hoy tenía una fiesta de cumpleaños que sacar adelante.

Intenté decirle que no teníamos que invitar a cada amigo que teníamos y alimentarlos a todos.

Pero me dijo que me equivocaba.

Acepté su corrección.

Además, era el cumpleaños de mi bebé, y amaba que todo el mundo le diera su atención.

Tenía tres y actuaba de treinta.

Hablaba como si fuera grande, y el pobre Charlie Fabray era uno de sus sometidos leales.

Le daba órdenes a ese chico, y él solo las acataba. Su rubia mamá se reía y decía que Charlie reconocía a una chica linda cuando la veía.

En este momento eso era divertido, pero esa mierda no lo sería en diez años.

Charlie Fabray era el chico de Rachel, y yo lo amaba. Pero era mejor que nunca mirara a Susan como algo más que una amiga.

Mi niña era demasiado buena para algún hombre o mujer de allá afuera.

—Hmmm… te sientes bien—murmuró Brittany en su voz adormilada mientras se estiraba, lanzando una pierna sobre mí.

—Demonios sí, lo hago—concordé con ella, y dejó salir una risa suave.

Cuando dejó de estirarse y calentarme, levantó la cabeza para mirarme. Al principio no dijo nada. Luego me dio una sonrisa llorosa.

—Nuestra niña tiene tres. ¿Cómo pasó? Acababa de nacer.

Me imaginé que un día diríamos esto cuando se graduara de la secundaria, y entonces cuando la enviara a la universidad. Luego el día que se casara… espera, no.

Esa mierda no iba a suceder.

Sin casarse.

Hasta que tuviera, como, tal vez cuarenta, o yo estuviera muerto.

—Está emocionada. Anoche pensé que no se dormiría—dije, pensando en ella diciéndome quién iba a venir y a qué iban a jugar.

—Le gusta ser el centro de atención—dijo Brittany, luego me sonrió con suficiencia—Muy parecida a su mamá.

Incliné mi cabeza y mordí el lóbulo de la oreja de Brittany.

—No tengo idea a qué te refieres.

Se rio y se retorció, presionando sus senos contra los míos. Todos los pensamientos de hoy me abandonaron, y me enfoqué en mi esposa desnuda. Jalándola sobre mí, reclamé su boca con la mía.

—Sanny, no podemos—dijo, contoneándose sobre mí—Despertaremos a Susan.

—Podemos ser rápidas y silenciosas. Intenta no gritar mi nombre—dije, levantándola y acomodarnos fácilmente—Joooodeer sí, esa es una forma de despertar—susurré en su oído mientras hacía sus dulces y sensuales sonidos y después presionaba su rostro en mi pecho para suavizarlos—Estás mojada. Alguien más también despertó caliente—bromeé.

Elevó su cabeza y me miró, luego gimió.

—Deja de hablar. Estoy intentando ser silenciosa.

Llevé una de mis manos a su centro y la penetre, mientras que con la otra jalé su cabello, luego lamí su cuello.

—San—gimió, luego se mordió el labio de nuevo. Luego llevo sus dedos a mi centro y me penetro también.

—Hazlo rápido. Tenemos que hacerlo rápido—le dije la embestía más profundo.

El placer iluminó sus ojos, y cubrí su boca con mi mano libre. Sus dientes mordieron mi palma.

—Joder sí, muérdeme —la animé.

Comenzó a mover sus dedos a mi ritmo mientras gemía en mi mano.

—Dije que me montes, no que juegues conmigo.

Sus ojos destellaron.

Los golpes de nuestros cuerpos chocando llenaron la habitación. Una y otra vez, hasta que gritó en mi mano y seguí justo detrás de ella.




Brittany


Estar casada con Santana López nunca era aburrido.

Esta mañana fue un ejemplo.

Sonreí mientras volteaba los panqueques con chispas de chocolate que pidió Susan.

Los fuegos artificiales que Santana siempre se las arreglaba para activar en mi cuerpo aun dejaban cosquillas entre mis piernas una hora después.

Realmente era buena en eso.

Y era mía.

—¿Puedo ponerme ya mi nuevo tutú brillante, mami?—preguntó Susan desde su silla en la mesa.

—No, cariño, podrías regarle miel o chocolate. Espera hasta que desayunes para vestirte para la fiesta—le dije.

Suspiró dramáticamente.

Susan hacía todo dramáticamente.

Incluso dormir.

Era imposible dormir con ella.

El movimiento y la conversación que seguía era lindo pero nos mantenía despiertas la mayor parte de la noche.

—¿Puedo usar mis botas con mi tutú nuevo así puedo ayudarle a mi mamá a alimentar a las vacas?—preguntó

Aunque emocionaría a Santana que ella se pavoneara en su tutú brillante y las botas de trabajo que le compró para cuando la ayudara a alimentar a las vacas y esparcir el heno, no podía dejarla hacer eso.

Estaría molesta si se ensuciaba antes de la fiesta.

Esas eran lágrimas que no quería en su gran día.

Le serví los panqueques en el plato de bailarina rosado que amaba y fui a ponérselo frente a ella.

—Ahí también podrías ensuciar el tutú. Tal vez puedes usar el que usaste para ayudarle a mamá afuera ayer.

Frunció su naricita.

—Eh, no. Ese tiene que lavarse.

Sí, y cualquier cosa que usara para ayudarle hoy a Santana también tendría que lavarse.

—Bueno entonces, ponte el azul. Está limpio.

Susan levantó su tenedor y tomó un pedazo de sus panqueques.

—Está bien. Eso funciona.

Las cosas que esa niña decía a veces.

Con una sonrisa, regresé a la estufa para limpiar el desorden que hice para el desayuno especial de cumpleaños de Susan.

Era lo que ordenaba cada sábado en la mañana, pero era lo que quería, así que se los hice.

Tenía una cubierta de manzana que hacer y una ensalada de pasta que preparar antes de la hora del almuerzo.

Hice todo lo demás anoche.

Incluido el ponqué.

Santana asaría costillas a la parrilla para la fiesta porque era la comida favorita de Susan.

—Hmmm, están buenos, mami. Los mejores panqueques en todo el universo—dijo Susan mientras comía.

Solía decir el mundo hasta que recientemente aprendió que el universo era más grande.

—Eso es porque los hice para mi chica favorita en todo el universo—le dije, luego me enfoqué en cortar los vegetales para la ensalada de pasta.




Santana


Parada junto al asador con una cerveza en mi mano, analicé la escena de mi patio trasero.

Mi mejor amiga, Rachel Berry Fabray, estaba de nuevo embarazada.

Se encontraba sentada en el columpio bajo el árbol con sus pies apoyados en las piernas de su esposa.

El hijo de Rachel y Quinn, Charlie, se hallaba con Susan, deslizándose por el gran inflable de agua que rentamos para el evento.

Al otro lado de ellos se sentaban Marley y Kitty Rose Wilde.

Marley estaba inclinada contra el árbol, con Kitty sentada entre sus piernas. Se reían de algo que dijo Quinn. Aún no tenían hijos, pero conociendo a Marley, uno llegaría lo suficientemente pronto.

Emily y Hanna Fields Marin, también casadas recientemente, con un bebé en camino.

Su hijo, Ezra, se encontraba cerca de las vacas, alimentándolas con algo de alimento viejo que dejamos para ellas, con Clarke May Chang-Cohen-Chang.

Los chicos de Mike y Tina Chang-Cohen-Chang lanzaban el balón de fútbol con su papá y su tío Finn.

Nunca imaginé que Finn Hudson se casaría, pero demonios si no estaba comprometido, y la fecha de su boda establecida para el próximo mes.

Su prometida lo tenía tan envuelto en su pequeño dedo que era cómico.

Era divertido de ver.

Lo entendía completamente.

Él pensaba que era malo ahora, pero solo espera hasta que tenga una hija.

Seguro yo esperaba que la tuviera.

Todos los mujeriegos reformados necesitaban a una niña propia.

—Esas huelen bien.

Cambié mi atención hacia quienes llegaron más recientemente. Ryder y Elaine Lynn Potter se encontraban en la ciudad durante la semana, visitando a su mamá.

Elaine fue otra que me sorprendió.

Antes fue problemas.

La chica causó todo tipo de mierda. Pero entonces Ryder Lynn llegó a la ciudad, y todo cambió.

El anillo de diamantes y el de boda destellaban en el sol cuando apoyaba la mano en su barriga de embarazo.

Daría a luz en cualquier momento.

Al menos, así parecía.

—Sugar y Artie también enviaron un regalo. Querían estar aquí, pero Sugar se encuentra en cama descansando—dijo Elaine sosteniendo dos regalos envueltos en papel rosa brillante.

—Me alegra que vinieran. Britt está por allá, organizando la mesa con ayuda de Aria y Tina. Las cervezas se encuentran en la hielera, y las bebidas en la gran cubeta de hielo debajo del árbol.

—Gracias. ¿Necesitas algo de ayuda aquí?—preguntó Ryder.

—No, lo tengo controlado. Toma una cerveza y relájate. Pronto tendrás un hijo al que perseguir.

Ryder sonrió y se volteó para mirar a Elaine. Nunca me la imaginé con un chico lindo de Harvard.

Pero ellos dos funcionaban.

Susan los vio llegar y saltó del tobogán en su nuevo tutú de traje de baño y corrió hacia Elaine.

Era el gran día de Susan e iba a mojarlo todo.

—Hola, hermosa—dijo Elaine cuando Susan llegó a ella—Adoro ese traje de baño. Necesito uno.

Susan giró para ella y luego hizo una reverencia.

—Gracias. Es un regalo de cumpleaños de Kitty —dijo.

Elaine asintió como si eso tuviera todo el sentido.

—Kitty encontraría el regalo perfecto.

—Puedes poner mis regalos en la mesa—le informó—Y si quieres comer, tenemos salsas, papas y galletas.

Mi pequeña anfitriona.

Era hija de su mami… la mayoría del tiempo.

Brittany levantó la mirada hacia Elaine y Ryder, y los saludó. Ellos se dirigieron hacia la gente.

—Mamá—gritó Susan. Dejó de correr de regreso hacia sus amigos y me miraba.

—¿Sí, cariño?

—Te amo montones y montones. Gracias por hacerme costillas—luego volteó y regresó corriendo al tobogán.

Por esos tipos de gracias, hacía todo lo que quería.

Su mami la llamaba una encantadora, y decía que consiguió eso de mí.

Sonriendo, descubrí que tal vez sí.

Costó algo de maldito encanto intenso para llegar a Brittany.

La observé hablando con Elaine.

La forma en que su cabello rubio volaba con la brisa y sus lindos ojos azules brillaban… Dios, esa mujer era hermosa.

Me dejó sin respiración la primera vez que la vi.

Observando la entrada principal, recordé el día que salió, mirándome como si yo fuera inferior. Esos pantalones cortos, mostrando todas esas piernas. Su boca descarada fue una jodida excitación.

Mi trabajo de verano en la granja de su papá se veía mucho más brillante después de conseguir verla.

Una vez pensé que no podía ser amada.

Brittany me probó que era, de hecho, digno de amar. Y cualquiera que sea merecedor del amor de Brittany es jodidamente increíble.

Así que soy malditamente especial.

Los ojos de Brittany se encontraron con los míos al otro lado del patio, y me dio esa sonrisa que era solo mía.

Esta era nuestra vida.

Hicimos esto.

Todos nuestros amigos se encontraban aquí, y pronto el último de ellos estaría casado.

Los niños nacerían, y nuestras familias crecerían.

Es difícil creer que hace cuatro años, cada uno de nosotros aparte de Mike, vivía una vida de soltero.

Buscando algo pero sin saber qué necesitábamos.

Como magia, cada uno tuvo a ese alguien especial entrando a nuestras vidas, amándonos lo suficiente para luchar por nosotros.

La vida es curiosa.

El destino sucede y es mejor de que lo que imaginaste en primer lugar.

Brittany era mucho mejor que cualquier cosa que alguna vez pude haber pensado para mí misma.

Era más.

Mucho más.

—¡Mamá, mira!—gritó Susan, y cambié mi atención a mi niñita mientras sostenía la mano de Charlie y se deslizaban por el tobogán, riendo juntos, hasta que golpearon el agua acumulada abajo.

Cuando se pararon, todo el mundo aplaudió. Susan, por supuesto, hizo otra reverencia.

Porque mi bebé era una princesa y lo sabía.

Era la hija de Santana López.