[Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31

Capitulo 29

Emily se detuvo al salir del cuartel y le dijo a Hanna:

—Dame un minuto.

Quinn esperó en el porche, apoyada contra una columna, su expresión dura y enojada. Ella dirigió una mirada superficial a la ojiazul luego se instaló en ella.

—He venido a escoltarte al cuartel general.

Se acercó a ella mientras la ojiazul pasaba junto a ellas al patio.

—Estamos en camino.

—Parece que pones mucha confianza en una enemiga.

—Ella no es el enemigo.

Las cejas de Quinn se juntaron sobre los ojos brillantes de furia.

—Entonces, ¿quién es?

Al igual que la ojiverde, ella había pensado que había conocido la cara del enemigo una vez, cuando el mundo había sido simplemente dividido en Manada y no-Manada, aquellos en los que confiar y en los que sospechar.

Pero entonces el mundo había cambiado, y la vida como ella había conocido había terminado. Y al igual que Quinn, sólo había sentido ira, por lo que había perdido, por lo que se había convertido, por los amigos que había amado y que se habían convertido en extraños para ella.

Había combatido el dolor y los que le recordaban su pérdida de rabia, pero ahora, mirando a la ojiverde, sintió tristeza y una inesperada simpatía.

Le agarró el brazo.

—Sabes con quien debemos luchar, como yo. El poder detrás de los experimentos, los cobardes que intentaron asesinar a la Alpha, los humanos y Praeterns que conspiran para destruirnos.

—No estoy segura de que sea lo suficientemente fuerte para luchar contra ellos—confesó Quinn.

Ella se había mantenido firme en Nocturne, a pesar del hambre que había arañado en sus entrañas cuando los seductores zarcillos de la esclavitud se habían enroscado a través de ella, pero se había quedado enferma de necesidad y enferma de sí misma.

Si no hubiera tenido la imagen de Rachel aferrada, si no hubiera hecho una promesa a la Alpha, que podría haber…

—Pero no lo hiciste—susurró Emily.

Quinn se sacudió.

No había sentido ningún sondeo, ninguna dulce caricia de manos fantasmas y bocas calientes deslizándose sobre su cuerpo.

—¿Cómo?

—Tú siempre transmitiste lo suficientemente fuerte como para que yo te escuche en la próxima cordillera—Emily se rió suavemente y pasó un brazo alrededor de los hombros de la rubia—Puedo captar vislumbres sin intentar, de hecho, si hubieras estado con alguien más que Rachel, podría haber visto más tiempo…

Gruñendo, Quinn se lanzó, pero ella ya estaba a cinco pies de distancia. La ojiverde resopló con disgusto.

—Dije que eras más Vampiro que Were, ahora.

La ojiazul saltó a su lado desde las sombras.

—Y tú todavía eres un lobo indisciplinado.

—No—dijo interponiéndose entre ellas—Me había olvidado de lo corto que es tu temperamento—apoyó su mano en la espalda y le sonrió a Quinn—Dije que si hubiera sido alguien más que Rachel...y lo que queremos hacer, o que pudiéramos hacer, no importa. Sólo lo que hacemos.

Ésta gruñó, sus ojos de lobo siguiéndola con sospecha. Pero asintió con la cabeza.

—Y lo que tenemos que hacer—dijo Emily suavemente—, Es trabajar como uno para derrotar a nuestros enemigos comunes.

—Si la Alpha dice que debo pelear contigo—murmuró Quinn—, Entonces lo haré.

—Bueno. Vamos a preguntarle—dijo Emily.

Quinn saltó y se dirigió a través del compuesto, bordeando los pozos de fuego donde colgaban enormes vasijas de hierro fundido, llenas de estofado para las patrullas que regresaban.

Ella siguió con la ojiazul a su lado.

Podría haber roto su contacto, pero le gustaba el flujo de los músculos de la espalda de la rubia bajo su mano. Ésta era elegante y fuerte, y su cercanía la llenó de placer.

—¿Por qué la azotas?—preguntó Hanna.

—Quinn es un lobo dominante que podría conducir su propia Manada si ella eligiera dejar a los Timberwolves, ella confía en fuerza, necesita ser desafiada, necesita luchar. Siempre hemos discutido.

—¿Y a emparejado?

Se detuvo, estudió el calor en los ojos azules.

—Sí.

La rubia gruñó.

—Pero ella está apareada ahora, y...—Emily vaciló—Y yo soy una Vampiro—sintió el gato—¿Qué?

—¿Hay alguien con quien no hayas emparejado?

—Unos pocos—dijo de mala gana, y la ira de la rubia se apoderó de ella en una ola caliente—Soy una Vampiro, debo alimentar…

—La alimentación no es lo mismo que el acoplamiento—gruñó Hanna y saltó a la puerta donde esperaba la ojiverde—Vámonos.

Las alcanzó fácilmente cuando la ojiverde las escoltó hasta el gran salón donde la Alpha habitualmente se reunía con los centuri.

Esta noche los centuri estaban ausentes, pero la sala estaba llena de energía. La Alpha estaba junto a la enorme chimenea de piedra con la Prima sentada en una silla tallada de madera y cuero a su derecha.

La ojiverde se movió para tomar su posición a la izquierda de la Alpha. Los tres lobos Weres más dominantes en el hemisferio occidental comandaron tanto poder que Emily se habría arrodillado si ella no le hubiera debido lealtad a otro.

Como era, su lobo gimió infeliz y ella luchó para mantener su cabeza erguida.

La Lieja reclinada en una profunda silla de cuero inclinada hacia el fuego que ardía en la chimenea. Marley estaba sentada con una cadera en el amplio brazo de la silla, su mano en el hombro de Kitty.

Zahn estaba al lado de Kitty, su mirada recorriéndola tan intensamente como si estuviera desnuda. Se estremeció ante la fuerza que tiraba de su creadora y la consorte de su creadora.

Kitty y Marley estaban unidas por la sangre, sus espíritus y mentes se combinaban para proyectar una impenetrable pared de puro control.

Los instintos la instaron a luchar o huir, pero se mantuvo firme. El destino de Hanna estaba a punto de ser decidido, y, junto con el de la ojiazul, el suyo. No dejaría que nadie hiciera daño a Hanna o a los cachorros.

No debería haberle importado lo que le sucediera a esta gata, a este enemigo, pero a pesar de sus diferencias, a pesar de los obstáculos que habían generado siglos de antipatía, su lobo la había reconocido, la había conocido desde el principio.

Se acercó a la ojiazul y le agarró la nuca. Ésta no parecía afectada ni por la Alpha ni por la demostración de la fuerza sin esfuerzo de la Lieja, pero se inclinó ligeramente en su toque.

Santana siguió el gesto y luego se concentró en Hanna como si fueran las dos únicas en la habitación.

—Me han dicho que luchaste valientemente y sin vacilar en apoyo de mis lobos hoy.

—No me diste otra opción—dijo Hanna, con la barbilla en alto—, Y luché, ante todo, por mis cachorros y mi Orgullo.

Santana sonrió.

—Hablas como una verdadera Alpha.

—Yo soy la Alpha.

Los ojos de Santana se endurecieron.

—¿Cómo sé si te doy tu libertad que no llevarás a tus gatos contra mí cuando hayas recuperado tu posición y fortalecido tu fuerza?

—Porque nunca lo hice antes—dijo Hanna—, Y tengo menos razones para hacerlo ahora.

—¿Pretendes que vivamos uno al lado del otro y respetemos nuestras fronteras territoriales?

—No he dicho eso—dijo Hanna.

—No juegues conmigo, gato—Santana dijo en voz baja.

Emily apretó levemente en el cuello de Hanna.

—No la antagonices. Eres fuerte, pero ella es mayor y tiene la fuerza de mil lobos detrás de ella.

Santana guardó silencio, su lobo cauto, observando.

—Hace cientos de años, un acuerdo como éste pudo haber funcionado—dijo Hanna—, Pero ahora, tenemos más de qué preocuparnos que cazar tierra y espacio para que nuestros jóvenes recorran—miró a Kitty por un instante, y luego regresó su atención a Santana—Yo no estaba a favor del Éxodo. La mayoría de nosotros con menos poder que los lobos y los vampiros se opusieron, pero esa decisión se ha tomado. Ahora, nuestra fuerza reside en nuestra unidad. Tenemos enemigos, y seremos más fuertes juntos.

Santana apoyó un hombro contra la repisa de la chimenea.

—Quiero que los que están en la Coalición lo vean con la misma claridad que tú—dijo con ironía.

—Quizá deberías invitar a más de nosotros, y entonces podrían.

—No es una mala sugerencia. ¿Y mientras tanto?

—Tengo la intención de volver a mi territorio, para reclamar el control de mi Orgullo, y para criar a mis cachorros para vivir libres.

—¿Por mi permiso?—dijo Santana en voz baja, con un desafío en sus ojos.

Hanna, Emily se comunicó con urgencia:

—Violaste la tierra de la Manada. Las razones no importan. En este caso, tu orgullo no es lo que importa.

La ojiazul lentamente giró la cabeza, se encontró con la mirada de la morena, y dijo en voz alta:

—Tú sabes tan bien como yo, a veces el orgullo es todo lo que tenemos.

—Tienes más que eso ahora—dijo Emily—Tienes a los cachorros—vaciló—Y, si tú lo deseas, una segunda que te defenderá, contigo.

—Esa es una oferta interesante—dijo Kitty ligeramente—Puesto que eres mi Warlord, sólo puedes defender a Hanna si la reconozco formalmente como aliada.

Ésta se dirigió Santana.

—Propongo que mis gatos te apoyen contra cualquier adversario que amenace tu soberanía y, a su vez, me apoyas y a mi Orgullo.

Santana se volvió hacia Kitty.

—¿Lieja Wilde?

Kitty se encogió de hombros sin alterar su postura relajada, aparentemente indiferente, pero sus ojos eran láser afilados.

—Alpha Marin cumplió su palabra y arriesgó su vida por la tuya y la mía. Acepto una alianza con ella.

—Yo también—dijo Santana.

Hanna dijo:

—Mis fuerzas son pequeñas y tomará algún tiempo unificar mi Orgullo. Tengo a los jóvenes para proteger. Te pido santuario en tus montañas mientras reconstruyo mis fuerzas.

—Yo extenderé el santuario, pero cualquier gato que desafíe a un lobo en mi territorio no será tratado como un amigo.

—Prometo que cualquiera que viole la tierra de la Manada me responderá—dijo Hanna.

Emily dijo:

—Y a mí—se volvió hacia Kitty—¿Me dará permiso para ofrecer mis servicios a Alpha Marin como tu enviada?

—Mientras la alianza se mantenga—dijo Kitty, la llama fría en sus ojos un atisbo de lo que vendría si la alianza se rompiera.

—La defenderé todo el tiempo que ella quiera—dijo Emily, sabiendo que ella estaba haciendo un juramento que le costaría su vida si la alianza fracasaba.

—Así lo noté—dijo Kitty suavemente.

—Parece—dijo Santana—, Tenemos un nuevo triunvirato. Quiero que quede claro. Individualmente, debemos servir a nuestra Manada, nuestro Orgullo y nuestro Dominio, pero como cada uno se opone a los que nos destruirían a todos, nos comprometemos a apoyarnos mutuamente. ¿Lo prometen?

Hanna se llevó el puño al corazón.

—Yo prometo la lealtad del Catamount Pride a los Timberwolves y los Night Hunters.

Kitty se levantó y agarró la mano de Marley.

—Los Night Hunters prometen lealtad a los Catamount y Timberwolves Weres.

Brittany se levantó y rodeó un brazo alrededor de la cintura de Santana. Juntas hicieron eco de la promesa. Entonces la morena miró cada rostro.

—Y que todos podamos proteger y preservar a los que dependen de nosotros.







Hanna estaba en silencio hasta que ella y Emily llegaron al patio y se dirigieron hacia la guardería.

La luna estaba alta y el Compuesto estaba casi desierto excepto por los guardias de las puertas.

Los lobos estaban cazando.

—No quiero que seas mi segunda o una enviada de Kitty Wilde.

La morena gruñó suavemente.

—¿Por qué no? ¿Me encontraste indigna en la batalla?

—El gato Alpha gobierna solo o…—Hanna se detuvo y la morena se volvió, sus ojos parpadeaban en ámbar mientras su lobo se enfurecía ante el insulto—Con un compañero—le acunó la mandíbula rozó su pulgar sobre la boca de la morena—Te quiero como mi compañera.

La morena se sacudió, conteniendo la respiración.

—Yo…yo no puedo aparearme. Ya sabes lo que soy.

—Sí—dijo Hanna—, Yo sé lo que eres. Sé quién eres. Eres lobo y Vampiro, y tú eres mía.

La más alta le agarró los hombros.

—No puedo darte cachorros.

—Tengo Cachorros. ¿Quieres defenderlos?

—Te lo dije desde el principio.

—¿Quieres defenderme?

—He declarado que lo haría con mi Lieja, con mi Alpha.

—Ya sé que tal vez necesites alimentarte en a otros lugares—dijo Hanna, agarrando el cabello en su puño, rastrillando sus caninos por la garganta—, Pero nadie te toca. Te daré lo que necesitas. No comparto lo que es mío.

La morena tembló.

—Si tomo de ti todo lo que necesito, te amarraré a mí por la eternidad.

Mordió, marcó la carne.

—Eso sería un comienzo.

La más alta la atrajo hacia sí, enterró la cara en la curva de su cuello.

—Hanna. Te amo.

—Te amo—le besó la curva del cuello—Y te reclamo. ¿Aceptas mi reclamación?

—Sí—Emily le presionó la mano contra su pecho, sobre su corazón que latía sólo para ella—Yo acepto y te reclamo, con mi corazón.

Le levantó la cara y la besó.

—Con mi corazón, con mi vida.

—Vamos a ver a los cachorros—susurró Emily—Y luego vamos a cazar juntas.

—Sí—murmur—Es hora de que corramos como uno solo.

Capitulo 30

Hanna colocó a los dos cachorros en la cuna que Emily había colocado en la esquina de la habitación del cuartel que Santana les había proporcionado.

La privacidad de la puerta cerrada detrás de ella y la capacidad de proteger y cuidar a sus cachorros habían restaurado su sentido de poder y propósito.

Ya no era una fugitiva, ya no era cazada en su propia tierra y se escondía de los lobos que la verían muerta sólo por ser ella quien era.

Acarició la capa de oro de Tessa, sonrió mientras se estiró en su sueño y entrelazó sus piernas alrededor de su hermano.

—Parecen contentos—reflexionó Emily.

Había visto cómo la rubia los llamaba a la piel y los alimentaba, sorprendida por la simple belleza de un acto tan natural. Quién brillaba con vitalidad y poder, y ella imaginó que podía sentir una chispa de vida que no tenía nada que ver con la sangre.

La rubia llenó su corazón.

Levantó el brazo donde los nuevos rasguños de Tessa ya se habían desvanecido y sonrió con ironía.

—Creo que se están acostumbrando a mí.

—Eso fue sólo para alardear—Hanna sonrió orgullosamente—Ella estaba probando su lugar.

—Joven para eso.

La rubia resopló.

—No para un cachorro mío.

Gruñó de buena gana.

—Ella te probará en un par de años.

—No estoy preocupada—Hanna agarró la parte inferior de su camiseta y se la quitó.

Sus ojos instantáneamente se encendieron en rojo, y el gato de la rubia dio un ronroneo satisfecho. Su mirada se afiló cuando ésta pasó sus manos sobre sus pechos y por su vientre hasta el chasquido de sus pantalones. Sus pezones se apretaron mientras ella lentamente se bajaba la cremallera y empujaba los pantalones.

Se alejó y caminó hacia ella, rodeando con los brazos el cuello y presionándose cerca.

—Ambos aprenderán dónde pertenecen. Y cuando tengan la edad suficiente, si quieren dirigir, habrá muchos gatos en busca de líderes.

Enredo sus dedos por el cabello rubio, inclinó la cabeza hacia atrás y deslizó su boca por la garganta. El pulso golpeó contra sus labios.

—Creo que disfrutas burlarte de mí.

—Oh—Hanna respiró suavemente, deslizándose sensualmente contra ella—Lo hago. ¿Cuánto tiempo tenemos?

—La luna está casi alta y la Alpha va a correr—murmuró lamiéndole el punto bajo el borde de la mandíbula que hizo que las caderas de la rubia se sacudieran.

—Deberíamos darnos prisa—dijo Hanna.

—No quiero insultar a tu Alpha por llegar tarde a la caza.

Sus caninos bajaron, su boca llena, su vientre tensó. La sed de sangre nubló su conciencia de cualquier cosa menos la ojiazul.

—Entonces tal vez deberías haber mantenido la ropa puesta.

La rubia tomó la parte de atrás de su cabeza y tiró de su boca contra su piel, forzando los puntos de sus colmillos en su garganta.

—Quizás deberías darte prisa.

Le acarició la longitud de la espalda y tomó su culo, empujando su muslo entre sus piernas.

No quería precipitarse.

Quería que cada segundo estuviera grabado en su mente. Se había alimentado antes y el hambre era tolerable, la sed de sangre ya no era locura, sino anticipación del placer por venir.

La desesperación había desaparecido con la bienvenida a los ojos de Hanna.

—¿Ordenes, Alpha?

—Por favor—jadeó Hanna—Te necesito.

Gimiendo, la saboreó, la atrajo lentamente, profundamente. La rubia tembló en sus brazos y la tomó, encontrando paz junto con su placer.




Cuando Hanna regresó a la conciencia, estaba enredada con la morena en la cama.

Quién estaba desnuda, y ambas estaban cubiertas de brillo sexual. La morena estaba deshuesada sobre ella, su cara acunada contra su garganta donde se había alimentado.

Se estiró, ronroneó suavemente, y deslizó su mano sobre el plano esculpido abdomen de la morena y entre sus piernas.

Emily estaba caliente y llena, resbaladiza con los restos de su pasión.

Ésta se removió y le besó la garganta.

—¿Está cansada? Tomé demasiado…

—Nunca. ¿Estás lista otra vez?

—Lo estoy, pero la Alpha está llamando a la caza—Emily se levantó, la besó, y presionó su mano sobre la de ella, deteniendo sus movimientos provocativos—Más tarde. Antes de dormir. Ahora, vamos a correr.

—¿Los cachorros?

—Estarán bien con los guardias del patio. Cualquier lobo que los oiga despertarse se detendrá para comprobarlos. Están a salvo aquí. La Alpha te ha declarado amiga.

—Tienes razón, ella es justa.

La morena se movió, le tomó la mano.

—También es sabia. Ella tomó tu consejo para dejar que el gato prisionero permaneciera vivo para que él pueda contactar con los que lo contrataron.

—Su única motivación para tomar el trabajo de seguridad en el laboratorio era el dinero. Valora más su vida—no había querido ver lo muerto, a pesar de que la había deshonrado a ella ya su Orgullo, pero él era de Santana para hacer lo que ella quisiera—No creo que se arriesgue a enojar a tu Alpha.

La pelinegra sonrió.

—La Alpha le obligó a someterse sin tocarlo. Y luego dejó que Quinn lo tuviera.

Había permanecido en silencio mientras la ojiverde, desnuda y resplandeciente de poder, se había sentado a horcajadas sobre el macho postrado y había enterrado sus caninos en su cuello.

Él se había sacudido un instante y luego se había vuelto flácido, sometiéndose completamente a ella mientras su pene se vaciaba impotentemente contra su muslo.

—Él sabe Quinn tiene su olor—dijo—, Y si traiciona nuestra alianza contigo, ella lo cazará sin importa donde se esconda. Con mi consentimiento. Y ahora tendremos nuestros propios ojos y oídos entre el enemigo.

La pelinegra abrió la puerta en el pasillo.

—¿Estás segura de que no eres parte Vampiro? Eres buena en la política de guerra.

—Tal vez tienes algo que ver con eso—dijo con una sonrisa.

La ojimarrón se echó a reír y la atrajo hacia el patio mientras Santana llamaba a sus lobos a la caza.





La Alpha estaba desnuda en un círculo de luz de luna emitida por una luna llena brillante, su cabello dorado salvaje alrededor de su cara.

Brittany estaba a su lado dentro de un semicírculo formado por el centuri.

Rachel, Mike, Tina, su compañera, y los sentries superiores.

Más allá de las puertas, los picos de las montañas se alzaban como cuchillas de obsidiana contra el espejo del cielo.

El aire estaba inmóvil y grueso con el olor de la vida.

Vaciló y su morena tiró de su mano.

—Ven—Emily saltó desde el porche y cambio en el aire, aterrizando ágilmente y girando para encontrarla.

Tirada por la fuerza de la llamada de su morena, cambio y saltó hacia abajo para unirse a ella con una sensación de libertad que no había conocido en semanas.

—Sígueme—Emily se movió a través de la masa de lobos hacia el círculo interior, sintiendo el llamado de la Alpha en sus huesos como siempre lo había hecho, como había temido nunca volver a sentir.

Los lobos cedieron el paso, mirándola a ella y a la gata a su lado mientras ocupaba su lugar en el otro extremo de la línea de centuri.

El lobo de Andrew, un marrón musculoso y de ojos azules y grisáceos, le mordió la oreja en señal de saludo. Ella se frotó el hocico en su cuello y se acercó a Hanna.

Ella seguía siendo un lobo, y estaba en casa.

—Esta noche—declaró Santana, su voz resonando a través del Compuesto y profundamente en las montañas más allá—, Reclamamos estos bosques como propios por la habilidad de nuestros cazadores y los corazones de nuestros guerreros. Corran conmigo y celebren la fuerza de nuestra Manada.

Santana cambió demasiado rápido para que Hanna pudiera ver, y los otros le siguieron.

La Manada fluyó en el bosque detrás de la pista de Santana.

Emily se quedó atrás, miró a Hanna.

—Tú diriges, Lobo, estas son tus tierras.

Emily alzó la cabeza y aulló, un sonido de feroz alegría. Luego se dirigió hacia la puerta trasera y hacia las tierras protegidas de la Manada, y Hanna dio persecución.

Era rápida, pero la ojiazul era un gato y nació para correr.

Ella juntó las piernas debajo de ella y saltó por el suelo, desviándose del sendero hacia el bosque tan pronto como llegaron al denso bosque.

Emily corrió por un sendero estrecho y Hanna cortó por encima de ella hasta una alta cumbre rocosa, saltando del precipicio a precipicio, siguiendo el olor de la morena.

Cuando alcanzó un claro, Hanna se dejó caer a su lado, golpeando su hombro en saludo. Giró la cabeza y le mordió el cuello, rozando con sus caninos. La rubia agito su cola y la golpeó con su pata delantera y luego corrió lejos.

Ahora Emily la persiguió, y así corrieron, primero una dirigiendo, luego la otra, hasta que cayó jadeando bajo un pino imponente. La luz de la luna recorrió las ramas en hebras de plata afilados. La rubia se acurrucó a su lado y se volvió a la piel al mismo tiempo que la morena.

La ojiazul rodó encima de ella y entrelazó sus dedos con los de Emily.

—Te amo.

Los ojos de Emily se transformaron lentamente del ámbar de su lobo a Vampiro carmesí y su hambre las envolvió.

—Te amo. Tengo hambre de ti, más que la sangre.

—Lo sé—Hanna la besó—Se paciente.

Emily gruñó pero se quedó quieta y Hanna besó su garganta, sus pechos, su vientre donde el fino pelaje se dirigía hacia abajo.

Ella acurrucó sus pechos entre los muslos de la morena y besó el duro calor de ella.

—Hanna—dijo, su tono una advertencia y una bendición.

—En un minuto—Hanna murmuró y la tomó en su boca, llenándose de la esencia de la morena, consumiéndola mientras era consumida.

Tomando como ella fue tomada.

Se tensó, sus caderas se elevaron por encima del suelo de bosque de pino y agujas.

—Hanna, necesito…

Ésta la sostuvo un segundo más, luego se deslizó hacia arriba hasta que su clítoris se acurrucó contra el de la morena.

—Sé lo que necesitas. Lo que necesito—giró su cabeza, ofreció su garganta, y la morena la tomó.

El placer era una flecha que perforaba el núcleo de ella, demasiado intenso para sostenerla, y la rubia se hizo añicos.

—Otra vez—Hanna jadeó.



Ellas se aparearon hasta que la luna se inclinó hacia abajo y un pálido lejano anunció la llegada del amanecer.

La rubia yacía sobre su espalda con la cabeza de la morena en su hombro, observando cómo la noche se desvanecía.

Una o dos horas y Emily necesitaría refugio.

—¿Volverás a la ciudad con Lieja Wilde al amanecer?

—Sí—dijo Emily en voz baja. Ella la larga y musculosa curva del costado de la rubia—¿Quieres venir conmigo? ¿Llevar a los cachorros?

—Por un tiempo—dijo Hanna suavemente—, Hasta que me haya refugiado en las montañas.

—Hay cabañas a lo largo de la frontera para las patrullas distantes. Le pediré a la Alpha que te dé el uso de uno. Estarás dentro de la tierra de la Manada, y nuestras patrullas te protegerán.

—En un mes, los cachorros podrán cazar por su cuenta. Entonces, si me sucede algo…

La morena gruñó y alzó sobre ella, la llama eclipsando todo el color de sus ojos.

—No te pasará nada. Eres mía. No te perderé.

Le acarició la cara.

—No puedo esconderme, ninguno de nosotras puede.

—Yo sé eso. Y sé que los cachorros necesitan aprender las montañas. Pero también necesitan el otro mundo. Gobernarán un día en un mundo muy diferente del que conocíamos.

—Una vez que haya recuperado el control del Orgullo, vendré a ti cuando no puedas venir a mí.

La morena se relajó, volvió a acomodarse sobre ella.

—Sí. Nunca estaré lejos.

—Ni yo de ti. Lo juro.

—Pensé que no tenía ninguna razón para continuar—dijo Emily en voz baja—Pensé que en lo que me había convertido había destruido todo lo que importaba—la besó—Estaba equivocada. Eres todo lo que importa ahora. Tú y los cachorros.

—Yo no estaba buscando una compañera. Pensé que tenía todo lo que necesitaba—se apretó más hasta que sus cuerpos se unieron—Estaba equivocada. Tú eres todo lo que necesito.

Capitulo 31

—Están activos esta noche—Santana dijo, con la mano en el vientre de Brittany mientras el agua de la ducha caía sobre ellas.

—Ellos han tenido suficiente espera—Brittany inclinó la cabeza hacia atrás y besó le ángulo de la mandíbula—No pasará mucho tiempo.

—Lo sé. Puedo sentirlos llegar a la Manada—le besó la nuca de Brittany—Sabes, no tienes que ir esta noche.

La rubia sacudió la cabeza.

—Este es uno de los mayores acontecimientos políticos del año. No es sólo una recaudación de fondos, es el lugar donde se hacen los acuerdos y los votos son adquiridos. Y donde las leyes se hacen o se deshacen. Necesitas estar ahí, y si necesitas estar ahí, yo también.

Cerró el grifo y alcanzó fuera del recinto por una toalla. La envolvió alrededor de los hombros y comenzó a secarla.

—El hecho de que haya estado tranquilo las últimas semanas no significa que no haya peligro.

—No creo que estaremos sin peligro hasta mucho después de que las batallas legales terminen—Brittany agarró otra toalla y la cubrió—Las leyes podrían garantizar los derechos en el papel, pero se necesita más que una firma para cambiar la forma en que la gente se siente. O la forma en que actúan. Con tantas facciones opuestas al reconocimiento Praetern, estamos viendo una larga lucha. Las leyes son un comienzo, no un fin.

—Y ni siquiera hemos conseguido las leyes todavía—murmuró.

—Es una lucha, pero la Coalición tiene el líder adecuado.

Suspiro.

—A veces me gustaría que pudiéramos volver a un momento en que todo lo que teníamos que preocuparnos era asegurar nuestras fronteras y proteger nuestra Manada.

—No conocía esos tiempos, pero sé que están en tu sangre—Brittany la besó y entró en su habitación donde ella había puesto su ropa para la gala del gobernador.

Ella era más pesada a lo largo de su cintura, pero sin el montículo clásico del embarazo. Vestida con una camisa y pantalones de un tamaño más grande de lo que solía usar, apenas parecía embarazada según los estándares humanos.

Todos los Weres sabían que la pareja de la Alpha esperaba cachorros, al igual que los Vampiros de niveles superiores.

Probablemente muchos humanos y otros Praeterns habían escuchado también.

No estaba tratando de esconder su estado; De hecho, quería que los asistentes a la gala, algunos de los cuales eran seguramente enemigos, para que vieran que su morena tenía el apoyo y la fuerza de su pareja en todo momento.

Se puso los pantalones de carbón con una sutil franja blanca y buscó la chaqueta.

—Todo lo que estás haciendo ahora es exactamente como lo ha sido desde el principio. Todavía estás asegurando tus fronteras, sólo que ahora esas fronteras se han expandido más allá de lo físico. Tú estás protegiendo los derechos y el futuro de tu Manada y de nuestros jóvenes en la legislatura y en la sociedad. Sigues siendo la Alpha, y todo el mundo te mira para que guíes el camino ahora más que nunca.

—Y te miro a ti—Santana se abrochó la camisa negra ajustada y se la metió en los pantalones negros a medida—Sólo prométeme que tendrás cuidado esta noche.

Sonrió.

—Yo estaré contigo. ¿Cuánto podría estar más segura?







—Te ves muy guapa, querida—dijo Francesca, cogiendo los gemelos de Betty y sujetándolos a través de los ojales de la crujiente camisa blanca de esmoquin.

Los pantalones negros estaban perfectamente adaptados con una franja de raso por el costado. Su cabello rubio caía en capas pícaras sobre sus orejas y hasta su cuello.

Carmesí hervía bajo el azul mediterráneo de sus ojos.

Francesca besó el hueco de su garganta.

—Deberíamos dejar el cuello abierto, creo. Tal reflejo perfecto de lo que es verdaderamente hermoso. No podría pedir una escolta más atrevida.

Se quedó quieta mientras la atendía en un movimiento calculado para ser propietaria, no servil. Francesca se había alimentado bien y su rostro brillaba. Sus ojos ardían de vitalidad apasionada.

Su vestido de satén sin mangas de raso azul real se sumergió entre sus voluptuosos pechos, mostrando sus hombros blancos lechosos y escote impecable. La exuberante tela se sumergió en la cintura y fluyó sobre sus caderas y muslos en una cascada de sensualidad.

Ella se movía como un oscuro secreto, un susurro en el viento.

Cuando Francesca terminó de meterle la camisa en sus pantalones, ella deslizó un brazo alrededor de la cintura y la besó.

—Y tú, mi Regente, eres tan hermosa como siempre.

—Gracias, querida. Me halagas.

Sonrió.

—Nunca he tenido que hacerlo. Eres realmente magnífica.

Inclinó la cabeza, oyendo la verdad en las palabras de Betty. Satisfecha por el hecho de que su senechal aún no había crecido acostumbrada a sus encantos a pesar de sus nuevos intereses, deslizó su mano por el brazo, y caminaron a través de los pasadizos subterráneos hasta el patio interior donde esperaba su coche.

—Será muy interesante ver cómo nuestros amigos se alinean esta noche.

—Sí. Mucho se puede aprender de conversaciones ocasionales.

—Supongo que tienes ojos y oídos donde los necesitamos.

—Por supuesto. Luce asiste como parte del grupo de la doctora Standish, y como la doctora Standish es escoltada por Hiram Corcoran, tenemos una vía directa para ellos.

—¿Y los lobos? ¿Tenemos a alguien con ellos?

La rubia casi sonrió, divertida de que Francesca le hiciera preguntas a las que ya sabía las respuestas. Pero eso siempre fue parte del juego de su Señora. Estar atrapado en una mentira fue visto como un fracaso de habilidad, como delito castigado como el engaño real y un signo de debilidad.

En este caso, lo que la Regente realmente quería saber era si Verónica estaría acompañando a la Alpha.

Ella podía responder sinceramente que no lo sabía.

No había visto a Verónica en las semanas que siguieron a la visita de la Alpha al club, cuando se había alimentado por última vez de ella. No había intentado llegar a ella a través del vínculo que compartían y había tratado muy duro no pensar en ella.

En vez de eso, había pasado por todos los Were en el club sobre una base nocturna, con la esperanza de atemperar el hambre que la mantenía en su agarre. Ella sólo había sido capaz de tener éxito suficiente para mantener su cordura.

Pero con Francesca observándola tan de cerca, y sospechando su deseo por Verónica, no podía acercarse a ella.

—No por cierto—admitió—, Pero sabemos que Hiram Corcoran tiene lobos en su empleo secreto, y ambas sabemos que Enoc es adicto a la sangre. Estoy teniéndolo observando. Si se pone en contacto con cualquiera de las personas de Hiram, lo tendremos.

—Eso tendrá que hacer por ahora. Pero quiero un Were que nos responda—Francesca hizo una pausa mientras ella abrió la puerta de la limusina—Estoy segura de que puedes encontrar a alguien para sucumbir a tus encantos.

El rostro de Verónica brilló a través de su mente y rápidamente levantó sus escudos.

Se instaló junto a Francesca y cerró la puerta. La mano de ésta se movió automáticamente hacia el interior de su muslo y se deslizó lo suficiente alto como para ahuecarla a través de sus pantalones de seda.

Se endureció, pero mantuvo la voz firme.

—En cuanto lo haga, me asegurare de decírtelo.







Emily esperó con Zahn en la acera frente a la casa de la ciudad de Kitty, inspeccionando las sombras en el parque al otro lado de la calle, el tráfico que se movía y los vehículos estacionados por cualquier cosa fuera de lugar.

Zahn era la jefe de la seguridad de la ojiverde, pero ella era la Warlord de Kitty, y en lo que a ella se refería, protegerla era su trabajo más importante.

Conduciría a los soldados de la rubia en una pelea, pero incluso si una pelea nunca llegó, la noche aún sostenía peligro.

—Parece despejado—dijo Zahn.

—Sí—dijo observando el progreso de una furgoneta blanca que se movía lentamente por State Street hacia los edificios del capitolio.

No le gustaban las furgonetas, demasiado fácil para ocultar a los ocupantes armados.

Lo suficientemente simple para que el vehículo se desplazara hacia la acera y para que los asesinos salieran disparando antes de que alguien tuviera la oportunidad de montar una defensa.

La furgoneta pasó sin incidentes y comprobó su reloj. 7:55.

—¿Qué piensas de las posibilidades que se produzca de un ataque en este tipo de eventos?—preguntó Zahn con el mismo tono de conversación que podría usar si comentaba el pronóstico del tiempo.

Respondió en especie.

—Creo que nuestros enemigos esperan que creamos que el riesgo de captura es demasiado grande para que alguien pueda hacer un intento en un evento de tan alto perfil. Que seríamos adormecidos en una sensación de falsa seguridad y bajaríamos la guardia. Y entonces golpearían.

Zahn asintió, pero no hizo ningún comentario.

—Y precisamente por esa razón, tenemos que ser doblemente vigilantes todas las noches, pero sobre todo esta noche.

—Mis pensamientos también.


A las 7:58 Zahn levantó su mano izquierda y habló en su micrófono a los conductores de pie por donde los vehículos de Kitty fueron guardados, a dos cuadras de distancia en un recinto seguro.

—Trae los coches.

El lote privado estaba bajo vigilancia de veinticuatro horas por sirvientes humanos, pero los coches-bomba eran un medio relativamente simple y eficaz de asesinato. Fácil de montar, fácil de colocar, sólo tomaba un segundo para unir un cuadrado de C-4 del tamaño de la palma de la mano al tren de aterrizaje de un vehículo, y fácil de detonar con un teléfono de quemado barato.

Zahn no se arriesgaba, y ella estaba bien con eso.



A las ocho en punto, la puerta principal se abrió y Kitty salió con Marley en su brazo.

El cabello rubio de Kitty y el esmoquin azul de medianoche con camisa monocromática la hicieron parecer parte de la noche.

El vestido pálido de marfil de Marley resplandecía contra su piel, una estrella reluciente que marcaba el cielo oscuro de Kitty.

Dos guardias Vampiros cayeron detrás de ellas mientras se acercaban a la calle. La limusina se acercó a la acera con un SUV blindado que llevaba el resto de los guardaespaldas de la Lieja justo detrás.

La limusina paró, y Zahn se acercó para abrir la puerta trasera.

Ella hizo otro barrido visual de la calle. Estos últimos veinte pies eran los más críticos si un asesino hacia un intento.

—Despejado—le dijo Emily quien le hizo un gesto a Kitty y Marley para avanzar.

La ojiverde llevo a su castaña a la parte trasera del coche pero no la siguió.

Zahn arqueó las cejas.

—¿Lieja? Debieras entrar.

—En un momento—Kitty se volvió y miró por la calle justo cuando otro SUV dobló la esquina. Sonrió—Ah. Nuestro último huésped está a tiempo—se volvió hacia ella—Por favor, acompaña a la Alpha a la limusina para que pueda montar con nosotras.

La percibió entonces y caminó rápidamente a lo largo de la línea de coches estacionados mientras el segundo SUV se detuvo detrás del primero. La puerta trasera se abrió y Hanna salió.

Se perdió un paso, atrapada en el inesperado vórtice del aura de Hanna. Su cabello rubio era largo y grueso, burlándose de las finas correas de un sencillo vestido azul de medianoche que caía en hojas relucientes hasta las rodillas. Sus tacones de azul a juego añadían su altura ya formidable, y ella se movía con la misma gracia letal que mostraba en el pelaje.

Se tragó el deseo en su garganta.

—No te esperaba esta noche.

La ojiazul sonrió, su mirada fija en ella con avidez.

—Recibí una invitación de Lieja Wilde esta mañana, pidiéndome que asistiera como su aliada e invitada.

Su mandíbula se apretó.

—Una asociación abierta con ella va a convertirte en un objetivo para cada Were, humano y Vampiro que la temen y a la fuerza que le traerás con tus gatos teme.

—Una alianza secreta es de beneficio limitado—Hanna señaló. Moviéndose hacia la limusina, deslizó su mano bajo su chaqueta negra y le frotó la espalda—Voy a estar bien. Además, ha sido tres días. Te he extrañado.

Gruñó suavemente.

—No tanto como yo te he extrañado.

Su rubia se echó a reír.

—¿Tienes hambre?

—No tienes idea.

—Más tarde—dijo Hanna y se deslizó en el asiento trasero de la limusina.

Se inclinó hacia la ventana cerrada, obligándola a mirarla.

—Ten cuidado con lo que es mío.

—Siempre.

Zahn caminó hacia el lado del pasajero, abrió la puerta principal, y dijo a través de la parte superior del vehículo a ella:

—Ya hemos pasado bastante tiempo aquí.

Asintió bruscamente y se dirigió hacia el siguiente coche. Dave estaba al volante.

—Asegúrate de que no nos separemos.

—Sí, Warlord.

Subió a la parte trasera, y el vehículo se alejó. Observó las luces traseras de la limusina, revisando todos los accesos a cada intersección cuando entraron. Las calles cruzadas eran puntos vulnerables donde un coche de ataque podía sacar la limusina o tirar entre ellos, separando efectivamente la limusina de su coche de seguimiento de protección.

Todos los conductores eran experimentados y entrenados en conducción defensiva, pero ella estaba feliz cuando el corto viaje a la mansión del gobernador había terminado.

Una multitud de reporteros de televisión y la prensa llenaron la larga pasarela hasta la entrada principal. No había habido una reunión de tantos políticos poderosos y representantes de Praetern desde que el Éxodo fue declarado.

Si alguien quisiera paralizar la iniciativa Praetern, éste sería el lugar para atacar.

Capitulo 32

—No creo que haya sido presentado a su preciosa...pareja, Alpha López— dijo una voz aristocrática desde la izquierda de Santana.

Ésta apretó la mano de Brittany y se volvió hacia el humano de cabello plateado que le sonreía con sólo una pizca de condescendencia que sin duda pensaba haber escondido.

—Senador Weston, me gustaría que conociera a mi compañera y Prima de la Timberwolf Manada, Dra. Brittany Pierce de López.

Sus ojos helados registraron la más leve sorpresa, como si no hubiera esperado que Santana se refiriera a su alteridad en términos francos, pero él extendió graciosamente su mano con una sonrisa bien practicada.

—Es un placer conocerla, Doctora.

—Gracias, Senador—Brittany hizo un gesto hacia el atestado salón de baile donde funcionarios estatales y federales, empresarios y elite social de los humano se mezclaban con los jefes gobernantes de los reinos Praetern—Este es un acontecimiento histórico. Ha sido muy gratificante escuchar un apoyo tan fuerte a los objetivos de la Coalición de tantos.

—Sí, estamos haciendo un excelente progreso en ese sentido—su sonrisa se mantuvo en su lugar, pero sus ojos se hicieron cautelosos.

El lobo de la morena registró el sutil aumento de la ira y la agresión en su olor. Contuvo el impulso de gruñir.

—Esperamos ver el proyecto de ley llegar al fondo antes del final de la sesión, ¿no es cierto, Senador?

—Creo que es una posibilidad muy buena—dijo, cuidadosamente sin comprometerse.

—Bueno—dijo Santana—, Estoy segura de que podemos contar contigo para hacer todo lo posible.

—Por supuesto. ¿Y cómo están las cosas en López Industries después del accidente?

—Todos nuestros proyectos están a tiempo, ya que el daño fue mucho menor de lo reportado.

—Me alegra escucharlo. Muchos de nuestros partidarios dependen de la generosidad de su fundación.

—Sí, soy consciente de eso.

—Bueno, fue un placer volver a verte,—hizo un gesto con la cabeza a Brittany—Y a ti, Doctora—se alejó entre la multitud, tratando a los demás con su característica sonrisa de megavatios.

Santana lo vio alejarse.

—No estoy del todo segura de que tiene la intención de presionar para la votación este año, o nunca.

—Puede que tengas razón. Pero también es un político—dijo Brittany—E incluso si realmente apoya la resolución, puede estar vacilando por temor a crear animosidad entre sus constituyentes o de suministrar munición a aquellos que podrían oponerse a sus otras agendas.

—Odio la política—murmuró—No se puede decir amigo de enemigo, y las alianzas cambian de un día para otro. Nadie dice lo que quieren decir.

—Nadie sabría que no eres natural—se rió suavemente y le deslizó su brazo alrededor de la cintura—Puede que no te guste jugar al juego, pero eres muy buena en eso.

Besó su sien.

—Y tú eres muy buena en manejarme.

—Estoy aprendiendo—le frotó la espalda—Al menos no le gruñiste. Me di cuenta de que querías.

Gruñó y la rubia sonrió.

—¿Cómo te sientes?—preguntó Santana.

—Estoy bien.

—Entonces, ¿por qué sigo recibiendo estas punzadas en mi espalda?

—¿Los sientes?

—Sí—dijo—Empezaron justo en el momento en que llegamos.

—Nada de lo que preocuparse demasiado ahora mismo, pero sospecho que están enviando un mensaje.

Su sonrisa era de satisfacción.

—Debemos darle a Verónica un poco más de tiempo para estudiar a la multitud en caso de que algo desencadene un recuerdo y reconozca a sus captores. Entonces debemos irnos.

—Sí. Vamos a terminar las delicadezas sociales necesarias primero—asintió con la cabeza hacia el lado opuesto de la habitación donde Kitty, con Marley en su brazo, se inclinó ante un hombre tremendamente guapo de unos treinta años con cabello rubio, una musculosa estructura, y un aire de poder que llegaba hasta Brittany incluso a través de la habitación—Ese sólo puede ser Zachary Wilde.

Siguió su mirada.

—Sí. Y el papá de Kitty maneja casi tanto poder como Francesca.

—¿Con Kitty heredera de todo eso?

—Sí, siempre que Zachary decida apartarse, o en el improbable caso de que sea derrocado o se encuentre con la verdadera muerte.

—Se ve como su hermano. No creo haber apreciado realmente lo que significaba para ellos ser inmortales.

—El precio que pagan es empinado—murmuró, deslizando su mano hacia el cuello de su rubia—Vamos a tener cientos de años juntas, al sol y la luna. Lo tomaré por una eternidad de oscuridad.

Su ojiazul la besó.

—Celebraré cada momento contigo como si fuera toda una vida, y eso es lo suficientemente eterno.








Clara Standish no podía apartar los ojos de Francesca y Betty.

Eran las dos personas más hermosas de la habitación, brillantes de sexualidad y prácticamente brillando con poder.

Su sangre palpitaba con fuerza, esforzándose hacia la superficie como si estuviera dispuesta a ofrecerse a sí misma. Su respiración salió de ella en una oleada de anticipación.

Luce estaba cerca, apenas a un toque de distancia, y ella ansiaba estar más cerca, frotarse contra ella hasta que los ojos de Luce se convirtieran en fuego y ella hundiera sus incisivos en su garganta.

En cambio, estaba en el brazo de Hiram, y mientras que una vez le había parecido un aliado tan poderoso, ahora parecía pálido e inconsecuente.

—Todos ellos parecen tan civilizados, ¿no?—murmuró Hiram, ácido en su tono.

—Ellos no han logrado vivir entre nosotros durante miles de años sin ser capaces de enmascararse como algo distinto de los animales que son—dijo sintiéndose húmeda y llena de urgencia.

Miró a Luce, sabiendo que sus ojos eran suplicantes. Ésta simplemente sonrió, un parpadeo de sus incisivos enviando un rayo de excitación directamente a su sexo.

Jadeó suavemente.

—¿Algo interesante?—preguntó Hiram, su mirada fija en Santana López.

—Sólo sorprendida—dijo tratando de esconder su distracción—No esperaba que la lobo Were trajera a su compañera esta noche. Está embarazada, ¿sabes?

—Lo sé—dijo Hiram, con una leve sonrisa que no hacía nada para suavizar la dura furia de su expresión—Un bono inesperado.

—¿Qué quieres decir?—preguntó distraídamente, preguntándose cómo podía conseguir a Luce sola por unos pocos minutos. Sólo unos minutos para ayudar a moderar la necesidad furiosa de romperla.

—Perder a la pareja de la Alpha y sus mestizos conseguirá destruir a esa Manada, y ya es bien hora que suceda.

Oyó las palabras y se esforzó por registrar su significado a través de la creciente necesidad que tenía su corazón acelerado y sus músculos temblando. Trayendo todo su considerable control mental para soportar, luchó por pensar en la lujuria que enturbiaba su razón.

¿Hiram había dicho que iba a atacar a Santana López?

—Seguramente no aquí…

Hiram dijo:

—¿Y qué mejor lugar que cuando tú y yo tenemos una coartada tan perfecta? Los manifestantes están a veinte de profundidad a fuera. Las autoridades tendrán un montón de sospechosos, y ya ha habido uno de los ataques violentos atribuidos a esos fanáticos—deslizó su mano alrededor de su espalda, su palma acunando la curva exterior de su pecho.

Su pezón se tensó dolorosamente.

—Pareces muy seguro de que todos ellos estarán…

—Afortunadamente, el arma de elección de estos grupos marginales siempre ha sido explosivos—u sonrisa se ensanchó y un placer loco iluminó sus ojos oscuros—Después de esta noche, querida, vamos a tener nuestra selección de sujetos para tus experimentos. Tengo equipos listos para comenzar la adquisición tan pronto como el liderazgo del Were sea tratado.

—Sabes lo que necesito, ¿verdad?—dijo pensando que estaba loco.

Pero en este momento no le importaba mucho. Su utilidad para ella estaba llegando a su fin. Y lo único que ansiaba más que su trabajo era el placer de la mordida de un Vampiro.






[cemter]*****[/center]


Francesca examinó a los humanos pululando alrededor, haciendo planes, tramando, exhibiendo su lamentable poder como si tuvieran algún control sobre sus futuros.

Futuros que eran para ella nada más que un abrir y cerrar de ojos.

Sin embargo, sin los humanos, la existencia no sólo sería imposible, sino que sería algo aburrido. Al menos la entretenían.

—¿Qué piensas de las pequeñas alianzas que se reproducen aquí y allá, cariño?—preguntó.

Betty se encogió de hombros.

—No hay nada más de lo que se esperaba, aunque la gata es una sorpresa.

—Sí, ella es bastante hermosa, ¿verdad?—dijo mirando a la rubia con la Warlord de Kitty—Me pregunto exactamente cuánto poder trae con ella.

—Los gatos son feroces combatientes, y si esa gata puede organizarlos, Kitty y Santana tendrán un ejército formidable.

—Sí. Un ejército al que Santana nos ha prometido si lo necesitamos.

—Suponiendo que Santana sobreviva—señaló Betty—Y suponiendo que ella todavía confía en nosotras.

Miró al otro lado de la habitación a Hiram Corcoran. Él había sido particularmente circunspecto esa noche, evitándola en realidad después del más breve reconocimiento.

—Me temo que Hiram puede hacer algo muy tonto.

La rubia se echó a reír.

—Creo que puedes contar con eso.

—Puede que tengamos que poner a Santana en guardia.

—¿Estás segura de que quieres estropear el plan de Hiram?

Sonrió.

—¿No fuiste tú quien sugirió que sería más sabio aliarse con los Weres que los humanos?

—Sí, pero con Santana ida, la Coalición se romperá y habrás logrado tu objetivo de retrasar, o posiblemente destruir, el movimiento hacia la asimilación.

—He pensado en eso—dijo contemplativa—Los Señores de las Sombras y sus seguidores estarían en nuestra deuda, pero con Kitty ahora aliada con los gatos, y nosotros sin el ejército de Santana, podríamos tener un desafío interno.

—¿De Kitty?

Buscó al hermoso Vampiro con el cabello como el sol y ojos de zafiro. Él era tan hermoso.

—No, su papá.

—Ah. Tienes razón, como siempre.

—Invoca a Luce, ¿quieres, querida?—dijo viendo a Clara Standish estremecerse con la sed de sangre. Sonrió—Veamos lo que Hiram tiene en mente.

—Por supuesto, Regente—dijo Betty, señalando a un guardia a su lado—Dile a Luce que la Regente requiere su presencia.

—Sí, Senechal—el guardia respondió y se fundió con la multitud.


Un momento después, Luce apareció y se arrodilló delante de ellas.

—Regente, ¿llamaste?

Extendió una mano, que Luce besó en saludo formal.

—Puedes levantarte.

Luce se puso de pie.

—¿En qué puedo servirle?

Se inclinó como si estuviera conversando, pero no deseaba que nadie la oyera.

—Quiero saber de los planes de Hiram Corcoran. Tal vez su preciosa compañera tendrá algún conocimiento.

—Creo que puedo averiguarlo.

—Tan pronto como puedas. Te puedes ir.

Luce se inclinó.

—Sí, Regente.

Le tomó el brazo de Betty cuando Luce hizo su camino de regreso a Hiram en la fiesta de.

—Si hay alguna necesidad, estoy segura de que tienes alguna forma de conseguir un mensaje a Santana que no será trazado directamente de regreso a nosotras.

—Voy a ver lo que puedo manejar—Betty dijo fríamente.









—San—Brittany murmuró.

—¿Sí?—su furia se alzó cuando se concentró en Hiram Corcoran.

Quería arrastrarlo de vuelta al Compuesto y hacerlo pedazos. Él tenía que estar involucrado en los ataques a sus laboratorios ya sus jóvenes, pero no tenía pruebas. Verónica no podía reconocer a sus captores, su memoria todavía estaba nublada por los efectos secundarios de la toxicidad de la plata.

Encontraría la prueba.

Seguiría buscando las instalaciones restantes usando la información que obtuvieran de Andrea, Matt y los mercenarios de Hanna.

Y cuando los encontrara, los atacaría de nuevo. Si no hubiera cautivos que liberar, sencillamente quemarían los edificios hasta el suelo. Y luego se ocuparía de Hiram.

—Creo que es hora de que nos vayamos—dijo Brittany.

—¿Ahora?—su corazón saltó y su lobo se elevó.

Sus ojos destellaron de oro, su mandíbula engrosada, y el pelaje ondulaba bajo su piel.

Quería a su compañera lejos de estos extraños, fuera de peligro.

Su rubia se rió suavemente y le acarició la cara.

—Tú no puedes cambiar aquí, Alpha. Vas a aterrorizar a los humanos.

Gruñó.

—No me importa.

—Llévame a casa.

Señaló a los centuri que habían tomado puestos alrededor de ellas en la multitud.

—Que Andrew trae los Rovers. Estamos yendo a casa.
 

Capitulo 33

Kitty y Marley, junto con sus guardias, se unieron a Santana y Brittany mientras se abrían camino hacia la salida salón de baile.

La ojiverde dijo:

—Saldremos con ustedes. Mi tolerancia a medias verdades y falsas promesas ha sido superada por una noche.

—Como la mía—dijo Santana.

Marley le dijo a Brittany:

—Te ves maravillosa. Y un poco... expectante.

Ésta sonrió.

—Eres perceptiva. Y correcta.

La castaña sonrió radiante.

—¿Necesitas algo? No estoy segura de cuánto ayudaría sería pero...estoy aquí si necesitas algo.

—Gracias—dijo Brittany, apretándole la mano de Marley.

Santana y la Manada llenaron su vida, completándola emocionalmente y físicamente, pero la simple oferta de amistad de Marley era bienvenida en medio de la lucha constante y el subterfugio.

—Lo haré. Y tan pronto como sea posible, tendrás que venir de visita.

—Intenta mantenerme alejada.

—Quédate cerca—murmuró Santana mientras los asistentes uniformados abrían las amplias puertas de entrada a la mansión.

La rubia se apretó contra el costado de su morena. Los espasmos rítmicos en su abdomen eran ahora más regulares ahora, pero no tan graves como para ser preocupantes.

Mientras alcanzaran el Compuesto sin demora.

La multitud de afuera había crecido desde que habían llegado a la mansión del gobernador, y varios cientos de personas llenaron las barricadas de cuerda, formando un guante a lo largo de la pasarela que conducía a la unidad circular.

La mayoría eran reporteros o simples curiosos, pero algunos eran manifestantes anti-Praetern llevaban pancartas cantando: humanos primero y mostrando señales para HUFSI, Humanos Unidos por la Integridad de las Especies.

Su morena tenía a su lobo en una estrecha correa, pero ella la percibió a punto de atacar a la menor provocación.

—Estoy bien, San—señaló el camino hacia la línea de Rovers y limusinas acercándose—Andrew y Aria están en camino. Pronto estaremos en casa.







—Tengo sólo un minuto—dijo Clara sin aliento, atrayendo a Luce por un pasillo de servicio y entrando en un rincón tenuemente iluminado—Hiram piensa que he ido a refrescarme—deslizó sus manos dentro de la chaqueta ajustada de Luce, tiró de la camisa de la cintura de sus pantalones, acarició los fríos músculos cincelados de su espalda—Dios, no he sido capaz de pensar en nada más que en ti toda la noche.

Luce la enjauló contra la pared con los brazos extendidos a ambos lados de sus hombros.

—¿Y crees que disfruto viendo cómo ese humano te pone las manos encima?

Le agarró el culo y la acercó.

—No estaba pensando en él. Estaba pensando en ti. Estoy tan mojada. Apresúrate.

Luce se rió suavemente y se inclinó hacia adelante, lamiéndole la garganta muy, muy lentamente.

—¿Qué es lo que quieres?

Gimoteó, sus caderas balanceándose.

—Oh Dios, ya sabes lo que necesito. Por favor, Luce. Por favor.

Delicadamente, le pinchó la piel, milímetro por milímetro, sacando el placer para ambas.

Necesitaba que Clara dejara caer todos sus escudos, para estar completamente subyugada a su poder, y era mentalmente muy fuerte.

Lanzó una oleada de hormonas de alimentación, pero se retiró antes de que Clara alcanzara su punto máximo.

Ésta gritó en protesta.

—¿Estás segura de que esto es lo que quieres?

—Sí, sí—se retorció, sus manos resbalando sobre la espalda de Luce, sus ojos vidriosos, su color alto, su respiración escapando en jadeos desordenados—Oh Dios mío. Voy a correrme en el momento en que me tomes. Por favor apúrate.

Luce gruñó, le agarró el pelo en su mano y extendió su cuello. Cuando enterró sus incisivos en la yugular de Clara, vertió las hormonas de alimentación en su sistema, abrumándola.

Ésta se tensó, su estrangulado grito de éxtasis una invitación para que Luce se deslizara en su mente.

—Dime, ¿qué va a hacer él?

Una imagen de llamas elevadas, restos torcidos y cuerpos dispersos se sacudió a la vista, y ella lo supo.







Quinn esperó con Emily y Hanna justo afuera de la entrada hasta que el grupo de la Alpha y los Vampiros comenzaron a bajar los amplios escalones de piedra.

La Alpha condujo, la mano de Brittany en la suya.

Finn, Jake, y los otros lobos las flanqueaban, protegiendo contra un ataque a los costados.

La Alpha proyectaba un aire silencioso de amenaza y poder, y los transeúntes se retiraron mientras ella y la Prima pasaban. K

itty, Marley, y sus guardias Vampiros siguieron de cerca en formación similar.

Quinn cayó en la parte trasera con Emily y Hanna para asegurarse de que ninguna amenaza invadía desde atrás.

No notó que Verónica se había alejado del grupo de la Alpha hasta que se acercó a ella. Quién se detuvo, con una expresión de perplejidad en su rostro.

—¿Qué estás esperando?—preguntó Quinn, tomándole el brazo mientras examinaba las caras cercanas.

Verónica volvió los ojos vidriosos hacia ella.

—¿Imperator?

—Sentrie—gruñó Quinn—¡Informe!

—Imperator—la mirada de Verónica se ensanchó—¡Yo... peligro!

Se dio la vuelta y por un segundo pensó que vio un una forma fantasmal detrás de una columna.

Entonces nada.

Volvió a dar vueltas.

—¿Dónde?

Emily y Hanna entraron en el modo de batalla, dando la espalda para hacer frente a la multitud.

El rostro de Verónica se llenó de horror.

—El Rover.

Niró fijamente la larga pasarela.

La Alpha y la Prima tenían acababan de llegar al camino cuando el primer Rover, a veinte pies de distancia, se detuvo.

—No—gritó cambiando mientras bajaba corriendo las escaleras.

Emily y Hanna muy cerca desde atrás.

La lobo, la gata y la Vampiro se lanzaron de la escalera de mármol mientras el mundo se iluminaba y una bola de fuego estallaba.

Capitulo 34

—¿Estás realmente segura de que es necesario que me esconda?—Clara estaba parada en la ventana de la casa de seguridad que Luce la había llevado de la noche de gala.

El sinuoso camino de montaña que conducía a la aislada casa era apenas visible en el gris de la madrugada.

Ninguna luz penetró en la oscuridad, estaban solas.

No podía recordar los detalles del ataque, sólo después de haber despertado en los brazos de Luce en la parte trasera de una limusina mientras la llevaba fuera de la ciudad. Había seguido las noticias de los últimos días desde el retiro del castillo de la montaña, vigilado por Luce y un contingente de otros vampiros y sirvientes humanos.

—Sé que algunos Were pícaros estaban involucrados con Hiram, pero los informes de noticias dicen que no hay pruebas. Y Hiram negó todo en la entrevista que transmitieron anoche.

—Él lo haría—Luce le besó la nuca, quién se estremeció y ella sonrió contra su piel—La Regente quiere garantizar tu seguridad, y tiene razón para estar preocupada. La ley no significará nada para los Weres ahora, y cualquiera que ellos sospechen está en peligro. Tú eres una socia conocida de Hiram, y él será su objetivo principal.

—Pero pensé que el único testigo contra Hiram había muerto.

—El Were que planto los explosivos dijo que había actuado por orden de Hirma, y eso es toda la prueba que tendrán los lobos—Luce se encogió de hombros.

Hiram probablemente no había informado al Were de la fecha exacta en que ocurriría la detonación, una forma práctica de disponer de un testigo, pero el Were había vivido lo suficiente para ser interrogado.

Hiram Corcoran había sido arrogante y tonto al pensar que los adictos a la sangre que él había manipulado para cumplir sus órdenes no se romperían cuando se enfrentaran con un lobo dominante como Quinn Fabray.

—Atacar la Manada es una sentencia de muerte.

—No pueden simplemente matar a Hiram.

—Los Timberwolves exigirán justicia, y la justicia es simple. Asociarse ahora con Hiram es invitar a la muerte.

Clara se volvió y cruzó los brazos alrededor del cuello de Luce, arqueando su garganta en un gesto tan automático que ahora no podía recordar un momento en que la promesa del placer no era el centro de su existencia.

Ofrecerse a sí misma era tan natural como el control que solía ejercer sobre los demás. Ahora todo lo que importaba era la explosión de calor y el insoportable éxtasis que era suyo tan a menudo como ella quisiera, siempre y cuando ella tuviera a Luce, o cualquiera de los otros Vampiros.

—Supongo que debería estar agradecida de tenerte toda para mí durante unos días—Luce le ahuecó el pecho y pasó la lengua por el pulso en la garganta, el deseo siempre presente despertando su sed de sangre.

La sangre latía caliente y fuerte, y mientras ella tenía cuidado de no tomar demasiado y vio que recibía suplementos restauradores, podía alimentarse de ella muchas veces al día.

Y la necesidad de Clara era interminable.

—La Regente valora tu lealtad y apoyo. Y ella ha prometido proporcionarte facilidades seguras para continuar tu trabajo. Hay muchas maneras en que tu asociación con nosotros puede ser mutuamente beneficiosa.

—Sí—dijo Clara, la mayor parte de su mente se concentró en el instante en que Luce la tomaría.

Pero la parte de ella que todavía tenía hambre de un tipo diferente de poder clasificó las posibilidades y rechazó la conveniencia de trabajar con Hiram nuevamente.

Los planes de él se habían vuelto demasiado peligrosos, su obsesión ponía a todos en peligro. Y sus agendas ya no se cruzaron. Ella había tenido razón al acercarse a los Vampiros, tan parecidos a los humanos sólo que mucho más poderosos.

Aliarse con los Vampiros le permitiría obtener recursos interminables, y finalmente podría neutralizar a los animales entre ellos.

—Tu Regente es muy amable y estoy agradecida.

—Unos días más conmigo no sería tan malo, ¿verdad?—murmuró Luce.

—Cualquier tiempo contigo es el cielo—Clara se retorció contra ella, olvidando por el momento sus ambiciones, abandonando su deseo impulsor de encontrar las debilidades en el genoma Were que le permitiría erradicarlos.

Ahora todo lo que quería era el punto brillante del dolor y el olvido del orgasmo. Ella cerró los dedos en el cabello de Luce y tiró de la boca hasta su garganta.

—Hazme correrme.

—Sí—susurró Luce, dejándose llevar por la dulce satisfacción de la sed de sangre antes de informar a su ama de que Clara Standish era suya.







Emily acarició la espalda de Hanna mientras dormía, tratando de asegurarse de que las quemaduras y los músculos desgarrados habían desaparecido.

Se inclinó y besó la piel inmaculada entre sus omoplatos, luego miró a través de la habitación a los cachorros todavía dormidos.

Todos por los que se preocupaba estaban a salvo.

Llegaba el amanecer, pero no quería despertar a su rubia, aunque pronto podría estar perdida para el día.

La ojiazul se dio la vuelta, con los ojos abiertos y claros.

—¿Pensaste en dejarme dormir más allá de tu tiempo de alimentarte?

La beso.

—Necesitas descansar—hizo un gesto hacia la cuna—Puedes estar curada, pero ellos te necesitan fuerte. Yo sólo necesito sangre.

—Estoy bien, y necesitas más que la sangre de un sirviente humano.

—Perdiste mucha sangre—apoyó la frente en el hombro pálido, bloqueando la imagen de la gran y hermosa gata que estaba ensangrentada y rota, su cuerpo estirado sobre la Alpha y su compañera.

Mucho más grande que los demás, Hanna había tomado la peor parte de los escombros en llamas.

—Estaba aterrorizada—dijo al final.

Su rubia le acarició el pelo.

—Yo también. Tú tampoco saliste indemne.

—Se necesitan más de unos trozos de metal para destruirme.

Su ojiazul pretó sus brazos alrededor de sus hombros.

—Tú sabes tan bien como yo lo que podría haber ocurrido si uno hubiera golpeado tu corazón…

—Ninguno lo hizo—levantó la cabeza—Debes estar con todas tus fuerzas si tengo que salir. Cuando los Timberwolves busquen retribución, me uniré a ellos.

Los ojos azules se endurecieron.

—Como yo.

—La ley no significará nada ahora, y una vez que golpeemos, los humanos tomarán represalias.

—¿Qué nos importa acerca de las leyes que no nos reconocen para empezar?—Hanna se incorporó—Fuimos atacadas, y debemos defendernos. Sólo si nos unimos todos los Praeterns seremos capaces de sobrevivir.

Le cogió la mano.

—Sé lo que dices es cierto, pero no puedo perderte. Antes de ti, no me importaba sobrevivir. Ahora eres por lo que yo vivo.

—Soy tu compañera y lucharé a tu lado—Hanna la besó—Y un día, ganaremos.







Rachel se arrodilló junto al lobo café claro-rubio, donde estaba tendida en la hierba alta, mirando a la guarida de la Alpha.

Le acarició la cabeza de Quinn y enterró los dedos en el cuello.

—Tienes que comer. Necesitas descansar. Por favor ven a casa.

Su rubia giró su cabeza y le lamió la mano.

—Yo no voy a dejarla. Estoy bien.

—Entonces tenemos que hacer algo. La Manada está agitada, incluso los dominantes están asustados. Los necesitamos a todos en el Compuesto. Todos necesitamos tu fuerza.

—Estoy esperando sus órdenes.

Suspiró y se levantó.

—No podemos esperar más.

—No lo hagas—Quinn advirtió—Ahora ella es peligrosa.

—Lo sé. Pero la rabia es a menudo sólo el reflejo de un terrible dolor—se acercó lentamente al enorme lobo plateado que yacía en el porche de la cabaña de madera en frente de la puerta abierta, mirándola con ojos planos y dorados.

Una oleada de furia la golpeó, casi trayéndola a sus rodillas, pero siguió adelante.

El terror helado se extendía a lo largo de su espina dorsal. Su lobo se estremeció, queriendo huir, pero ignoró el impulso primordial de huir de un dominante casi feroz.

Lentamente subió las tres amplias escaleras de madera con la cabeza baja. Se obligó a hablar en voz alta a través de una garganta apretada por el miedo.

—Alpha, te necesitamos.

Santana gruñó.

La sangre que había endurecido sus hombros y espalda cuando regresó de la ciudad se había ido. Ella había cambiado en algún momento después de la explosión para curar sus heridas, pero nadie la había visto salir de la piel en tres días.

Su ausencia había puesto a la Manada en pánico.

Se sentó lentamente en el último escalón, poniendo su espalda contra un poste, y dobló las manos en su regazo. Los ojos de Santana rastrearon cada movimiento.

—Los centuri no son suficientes para que la alarma se extienda por la Manada. Tú eres nuestro corazón y nuestra fuerza. Necesitamos verte. Todo el mundo necesita oír tu voz.

La morena no se movió, salvo por una leve contracción en una oreja.

—Conozco tu dolor y tu rabia. Todos lo hacemos. Todos lloramos—levantó la cabeza—No nos hagas llorar a solas. Te necesitamos ahora más que nunca.

Sólo tenía la más mínima impresión de que el aire resplandeció, y entonces Santana se paró sobre ella, sus ojos aún de oro lobo y tan fríos y remotos como nunca los había visto.

Con cuidado, se puso de pie pero no encontró la mirada de la morena.

—Entra—Santana desapareció en la cabaña.

La siguió rápidamente, cruzando la sala poco iluminada a otra puerta, donde ella hizo una pausa.

Los sintió primero, fuertes y rápidos latidos del corazón.

Las lágrimas le llenaron los ojos.

De las sombras, Brittany dijo:

—Está bien. Acércate. Déjame presentarte.

Cruzó hasta la cama ancha, consciente de que la Alpha la observaba con el enfoque que normalmente reservaba para la presa.

—Conoce a Susan y Samanta—dijo Brittany suavemente.

Se arrodilló.

—Son hermosas—se rió suavemente—Una rubia y una morena. Como ustedes.

—Sí—Brittany se rió—Me pregunto qué es lo que presagia para la rivalidad entre hermanas.

—Tan joven para cambiar…tan fuerte—murmuró.

—Ellas son saludables jóvenes Were de una poderosa Alpha—dijo Brittany suavemente.

Se encontró con la brillante mirada azul.

Brittany no era una Were nacida, sino convertida, como ella. Y los cachorros eran perfectos.

—La Manada quiere celebrar contigo, Prima.

De detrás de ella, Santana dijo:

—A mí me corresponde decidir.

La rubia miró más allá de ella, hacia la morena.

—Es hora, Alpha. La manada necesita alegría ahora, y nos necesitan.

Ésta gruñó.

—No arriesgaré a ninguno de ustedes cuando no sé en quién puedo confiar—se dio la vuelta y salió de la habitación.

—Lo siento—dijo—No quería entrometerme, o empeorar su dolor.

—Me alegro de que hayas venido. Ella necesita consuelo, y tú puedes ser la única que puede dárselo. La pérdida de Andrew es una herida profunda, y ella está demasiado preocupada por mí y los cachorros para escucharme.

—Todos sangramos cuando uno de nosotros es perdido.

—Es más que la muerte de Andrew. Es que Enoc, uno de sus lobos, nos traicionó a todos. Su corazón se aflige.

—Con tu permiso—dijo—Hablaré con ella.

—Recuérdale lo que importa, ella necesita a la Manada tanto como la Manada la necesita—Brittany le agarró el brazo y por primera vez desde que el único Rover ennegrecido y quemado volvió al Compuesto llevando el cuerpo de Andrew, ella sintió la fuerza de la Manada llenarla.

—Te tiene a ti y a los cachorros, y todos moriremos antes de que algún daño llegue a cualquiera de ustedes.

—Lo sé—dijo Brittany—, Y ella también lo hace. Ayúdala a recordar, para que todos podamos sanar.

Capitulo 35 - Último

El lobo de Santana entró en el dormitorio, una enorme bestia plateada irradiando autoridad y dominio sin esfuerzo.

Olfateó la cuna, retumbó tranquilamente.

Los cachorros se estiraron y maullaron contentos, como si sintieran que estaban a salvo con ella cerca.

Aparentemente satisfecha, se volvió hacia la cama y estudió intensamente a su rubia, ésta extendió la mano.

—Te extrañé. ¿Estabas cazando?

La lobo con delicadeza se subió a la cama y se estiró junto a su rubia, que le envolvió sus brazos alrededor los hombros anchos y acunó la magnífica cabeza contra su pecho.

El poder se apoderó de ella, y la morena se apretó contra ella, de piel a piel.

—Estaba corriendo—susurró Santana—¿Cómo están las jóvenes?

—Dormidas. Cambiaron de nuevo durante un rato.

Sonrió contra el pecho de su rubia.

—Ellas son impacientes jóvenes Alphas.

La rubia se rió.

—Por supuesto que lo son. Son tuyas.

Le frotó delicadamente su boca sobre el pezón, colocando un beso reverente frente a la curva interior de su pecho.

—Nuestros. Tendrán tu sabiduría, tu fuerza.

—Y tu propósito y tu honor—murmuró Brittany, acariciándole el cabello—¿Encontraste lo que estabas buscando en tu carrera?

—El bosque pulsó debajo de mis patas, el aire limpio de la montaña se burló de mi lengua, y la vida silvestre susurró en la maleza. Mi lobo estaba en casa.

—Mmm. Todas las cosas que definen nuestro mundo.

—Sí—presionó su rostro contra el cuello blanco—Y luego llamé a los Centuri, y ellos aparecieron fuera del bosque donde me habían estado siguiendo, para correr a mi lado. Emily está aquí. Y Quinn y Finn. Jake y Noah. Y ahora Aria, en lugar de Andrew.

—Has corrido para honrarlo, y recordarlo.

—Sí.

—¿Qué harás ahora?

—He intentado seguir los pasos de mi papá, vivir el sueño de mi papá. Para ver su visión realizada.

Brittany esperó, suavemente, continuamente acariciándole la espalda.

—Pero mientras pedimos ser aceptados y esperar a que los humanos juzguen nuestro valor, los grupos que quieren destruirnos se les permite crecer fuerte—se alzó sobre un codo, sus ojos atravesados con fragmentos de oro, su lobo siempre presente ahora—Ya no pediré permiso para vivir, para gobernar nuestros territorios, y para criar a nuestros jóvenes en la seguridad. Y recordaré a aquellos que nos hacen la guerra que no somos presas fáciles. Hemos sido depredadores durante milenios, el más fuerte de los fuertes. Y todavía lo somos.

—Estoy de acuerdo en que aquellos que nos hacen la guerra no pueden quedar sin castigo, pero si golpeas de regreso, ellos te cazarán.

—Nadie puede vencernos en nuestra propia tierra.

—Sabes que te apoyaré en lo que decidas—dijo Brittany—, Pero debemos luchar como los lobos siempre han luchado, con rapidez, sigilosamente y como uno solo. Lo que no se puede probar no puede usarse contra nosotros.

Levantó la mano de su rubia hacia su boca y le besó los dedos.

—Como he dicho, eres sabia y fuerte.

—Yo soy un lobo Were, Prima de la Manada Timberwolf—dijo Brittany con fuerza—No vamos a descansar hasta que tengamos justicia por nuestros violados y nuestros muertos.

—Kitty y Hanna estarán con nosotros.

—Sí—Brittany la besó y se sentó—Es hora de llevar a nuestros jóvenes a conocer a su Manada.

Se levantó, se puso los pantalones y se dirigió a la cuna. Levantando a sus jóvenes en la curva de un brazo, le tendió la mano.

—Ven conmigo, Prima, y recoge a nuestros lobos para la caza.