[Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo

Capitulo 5

Mike giró en su silla para seguir el progreso de la nueva llegada en el monitor.

A medida que la imagen en la pantalla cambiaba de una cámara de seguridad a la siguiente, silbó suavemente mientras observaba el deambular de la mujer a través del garaje hasta el ascensor.

—Sabroso. Parece como un Jailbait, sin embargo.

—Detective—dijo Santana con una voz tan suave que habría sido inaudible si no fuera tan mortal—Ten cuidado con lo que dices de uno de los míos.

—Claro, sargento. Sin ofender…

Uno de los míos, Quinn, cuyos ojos estaban fijos en el monitor, mientras, se tensaba.

—¿Oficialmente?

—Sí. Ella está registrada—Santana la miró solemnemente, observando la tensión en el cuerpo de la joven oficial y el borde áspero en su voz.

Así que hay algo entre estas dos.

¿Desde cuándo?

Al ser un informante confidencial registrada significaba que Rachel estaba en la lista con el departamento por su nombre y pagada con fondos del departamento sobre una base regular.

Y si eso fuera el caso, la identidad de la castaña estaba ahora en el archivo para que cualquiera pudiera encontrarla.

Jesús, como si estar en las calles no es lo suficientemente peligroso para ella ya.

¿Por qué no simplemente ponen un blanco alrededor de su cuello.

Consiguió asentir cuando Kurt entró con Rachel junto a él, pero tenía el estómago en nudos.

—¿Puedo conseguirte un café o una Coca-Cola?—preguntó Kurt.

La castaña hizo un análisis rápido de la habitación, dudando por milisegundos en su cara, antes de fijarse en Santana con una mirada desafiante.

—Si seguro. Por qué no.

Dirigiéndose al grupo en general, la latina explicó:

—Le pregunté a Rachel para que viniera porque quiero que ella vea la transmisión en vivo de anoche. Es posible que pudiera reconocer la ubicación o las chicas, o incluso al tipo.

Mike gruñó en agradecimiento.

Ella no dijo nada, pero sus ojos nunca dejaron la cara de la castaña.

—Puedo llevarlo hasta la pantalla grande en la sala de proyección—ofreció Kitty.

—Estupendo. Así todos podemos conseguir un primer plano del pene del hombre—Mike inclinó la cabeza hacia la castaña—¿Hay alguna posibilidad de que será capaz de reconocer eso?

—Depende—Rachel dijo rotundamente—La mayoría de ellos se ven más o menos la misma, excepto...—sus ojos se posaron brevemente a la entrepierna del asiático—, Algunos de ellos son mucho más pequeños que otros.

Éste sonrió, sin verse en lo más mínimo ofendido.

Rachel se mantuvo cerca al lado de la morena mientras el grupo emprendía su paso por el centro de la zona de trabajo, consiente de la ojiverde más alta caminando justo detrás de ella.

Santana no me dijo que Quinn estaría aquí esta noche.

Jesús, ella se ve molesta, demasiado.

Una vez ahí, Kitty pulsó un botón y casi de inmediato imágenes saltaron a la vida en la pantalla grande en una de las paredes.

—Quiero que mires a las chicas en primer lugar—dijo Santana—Entonces vamos a regresar, y puedes verlo a él.

Estaba extrañamente silenciosa mientras observaba la acción en la pantalla.

Un hombre en un uniforme anodino entró en una sala en la que los únicos muebles eran un juego de dormitorio del tipo vendido en almacenes de descuento, un par de lámparas, y una silla. La cama estaba hecha, con una
colcha descolorida.

Se inclinó hacia adelante cuando dos chicas entraron en la sala. Uno de ellas era Asiática y la otra caucásico. El hombre desnudo mientras ellas fingían sorpresa y torpe timidez.

—¿Puedes...ya sabes... hacer esto más grande?—miro fijamente en la pantalla—Quiero ver sus caras...sus ojos.

—Sólo un segundo—Kitty hizo algunos ajustes y dio zoom en la cara asiática de la chica .

Asintió con satisfacción.

—Ella es joven, pero no es tan joven como ellos quieren que pienses.

—¿Algo más?—Santana susurró en voz baja.

—No las conozco—respondió con voz hueca.

Mirando a las chicas jóvenes hacer lo que ella misma hacía en las noches era más difícil de lo que esperaba que fuera. Era aún peor sabiendo que Quinn estaba observando.

¿Por qué me importa que piensen los demás?

Incluso ella.

—Está bien—Santana susurró, escuchando la incomodidad en la voz de Rachel. Por encima de su hombro, le dijo a Kitty—Consigamos un tiro del tipo ahora.

Las imágenes borrosas, y luego un perfil de la cara del hombre aparecieron a la vista.

Se enderezó de repente.

—Espera... ¿puedes volver?...No...—señaló la pantalla—¿En su cuello...es esa una cicatriz?

—¿Kitty?

—No puede asegurarse, pero Kurt puede trabajar, para nosotros más tarde con el software de imágenes.

—Buena chica, Rachel—la voz de Santana era apretada por la emoción—¿Lo conoces?

—Lo he visto, quizás—respondió—Recuerdo algo acerca de un tipo con una cicatriz en su cuello en forma como, como es que se llama, una cimitarra.

—Apágalo—ordenó Santana.

Las luces se encendieron y todos ellos se levantaron, parpadeando, con cuidado para no mirarse unos a otros.

—Si me puedes dar imágenes de esas chicas, puedo mostrarlas alrededor—ofreció.

—Kurt va a conseguirlas hechas para ti esta noche—respondió Kitty.

Asintió, realmente viendo a la rubia más baja, por primera vez, tomando lentamente en el salvaje cabello, los increíbles ojos.

Se veía un poco como una Quinn mayor, excepto que el cuerpo de la más alta era más atractivo, todo fibroso y apretado...Oh hombre, qué es sobre eso.

—Tal vez mostrar esas imágenes alrededor no sea tan bueno—dijo Quinn, moviéndose más cerca de ella. Casi tomando su mano, y luego metió los puños en los bolsillos de sus pantalones vaqueros en su lugar—Empieza preguntando por esas niñas y alguien podría tomar nota. Alguien que no quieres que lo note.

—Quinn—advirtió Santana.

Voy a frenarla antes de que cruce una línea.

Detectando que la morena estaba a punto de salir para abordar a ojiverde más alta por interferir, levantó la barbilla y espeto:

—Puedo cuidar de mí misma. ¿Por qué no solo te preocupas de las cosas de policía.




Al terminar Quinn y Rachel lentamente caminaron hacia el ascensor.

—Vamos, te acompaño a casa—Quinn murmuró y apoyó los dedos ligeramente contra su codo desnudo.

—Rachel—Santana llamo, acercándose a ellas en el ascensor—Vamos a tomar un paseo.

—Claro—respondió con un suspiro, moviendo su brazo de la mano de la ojiverde—Es su moneda de diez centavos, Santana.


En el exterior, Rachel y Santana caminaron en la otra dirección por el Corvette.

Quinn se puso de pie en la acera, los hombros encorvados en el aire frío de la noche, viéndolas irse.






—Los has hecho bien ahí—dijo Santana mientras conducía hacia el sur por la calle Front, la luces del puente Ben Franklin azul brillante, mientras se elevaban hacia el cielo oscuro de la noche justo encima de ellas.

Estudió la cara de la castaña a la luz de los faros de paso.

No es la primera vez que se dio cuenta de lo bonita que era.

—Conoces a ese chico, ¿verdad?

La castaña suspiro.

—No estoy segura, pero creo que solía ser un guardia de seguridad en Ziggies.

Respiró hondo, y su frecuencia de pulso saltó. Ziggies era un club de sexo en el 11 y Arch que ofrecía bailarinas desnudas, y estaba conectado con la mafia.

Un hombre que tiene fama de ser uno de los Testaferros de Zamora lo poseía.

Finalmente, una conexión.

—¿Alguna vez bailaste ahí?

—¿Quién? ¿Yo?—Rachel resopló—No casi. Necesitas tetas como Arizona para follar ahí. Y tienes que volar a cada camarero en el lugar—vaciló, no utilizaba el intercambio de información con la policía, incluso Santana.

Pero esa tarde, la detective se había presentado en su departamento de forma inesperada y le hizo una oferta formal, con una etiqueta de precio adjunta.

Más información, más ayuda, por más dinero.

—Pero conozco a alguien que trabajaba ahí.

—¿Me puede poner con ella?

—Voy a ver si puedo encontrarla—Rachel señaló un bar arriba en el bloque—Me puedes dejar por ahí.

—Uh-uh. Te estoy llevando a casa.

—Ni siquiera es medianoche.

—Cuando me detuve más temprano y estuviste de acuerdo en ir conmigo oficial, entregaste tus créditos de trabajar en la calle.

—No voy a engañar—Rachel sonaba ofendida—Pero tengo que estar fuera y ser vista, de lo contrario la gente va a sospechar. Y las personas sospechosas no hablan. Tú lo sabes.

Tenía el inexplicable deseo de decirle que no, pero sabía que la castaña tenía que mantener sus contactos en la calle o ella sería inútil como informante.

Se detuvo en la acera y extrajo cinco billetes de veinte, casi todo lo que tenía, de su cartera.

—Aquí. Tu primer sueldo.

Rachel miró los billetes y sonrió irónicamente.

—Cinco trabajos de paja. No va a pagar el alquiler.

—Voy a ver que haya más. Y tus manos están limpias.

—Sí. No es una emoción.

—Una cosa más.

—Santana, que me haces daño sentada aquí.

Ya había comprobado y sabía que nadie los observaba.

—Un oficial de policía puede ser suspendida, incluso despedida, por fraternizar con una prostituta.

Quinn.

Rachel se puso nerviosa.

—Fraternizar, que quiere decir, incluso si son sólo...¿cómo amigas?

—A veces "amigas" se ve como otra cosa—la voz era suave, casi dulce—Es difícil de demostrar lo contrario.

—Yo no tengo ningunos amigos policías—Rachel abrió la puerta, le dio la espalda y se dirigió al bar.

Observó a la joven castaña delgada alejarse, sabiendo que estaba poniendo en peligro a la chica por emplearla como una informante.

Pero las calles no serían más amables con la más baja si ella se vía obligada a mantenerse con vida por vender su cuerpo. Al menos de esta manera, podría tener una oportunidad.

Un pacto con el diablo, tal vez, pero tendría que vivir con eso.

Capitulo 6

Kitty se acercó rápidamente a través del silencioso pasillo del hospital, los eventos y conversaciones de las últimas horas casi olvidados.

Cuando llegó a la puerta de la habitación de Marley en la UCI y miró dentro, sólo vio la cama vacía con las sábanas blancas prístinas cuidadosamente acomodadas.

Su estómago le dio vueltas, y su cabeza creció ligeramente.

—¡Marley!

—Lo siento—dijo una enfermera mientras se acercaba rápidamente.

Cerró los ojos, el rugido en su cabeza haciendo difícil distinguir las palabras.

Oh dios, oh dios... ¿Qué voy a hacer?

—Intenté llamarte…

Aturdida, se quedó mirando a la pequeña mujer de pelo oscuro con los ojos amables.

—...El piso de arriba hace una media hora atrás.

—¿Qué?—no era capaz de agarrarse a las palabras que flotaban más allá de ella—¿Qué dijiste?

—Necesitábamos la cama, y ella lo está haciendo mucho mejor, fue trasladada a una habitación normal. Habitación 519.

—Gracias—su voz, ronca por el cansancio, agrietada.

No podía tolerar la espera para el ascensor, paso con los hombros por la puerta de incendios y en el hueco de la escalera, subiendo las escaleras desde el segundo piso hasta el quinto en una carrera.

En la habitación de Marley, las luces habían sido apagadas. De la oscuridad vino un sonido suave, la respuesta a sus oraciones.

—¿Kitty?

—Hey—susurró mientras se acercaba a la cama, con la visión borrosa por las lágrimas. Le agarró la mano, aferrándose a la calidez. Luego se inclinó y rozó sus labios sobre la frente—¿Cómo te sientes?

—Débil. Estoy un poco confundida. No puedo recordar lo que sucedió—los ojos celestes recorrieron su cara—Hubo un accidente, ¿verdad?

—Sí.

—No estás herida, ¿verdad?

—No, bebé—dijo con voz ahogada—No estoy herida. No tienes que preocuparte de nada. Sólo tiene que trabajar en tu recuperación.

—Te veías cansada—los párpados de la castaña se cerraron y se obligó a abrirlos. Sonriendo temblorosa, dijo—De hecho, te ves terrible. Vete a casa.

Se rió suavemente y sacó una silla con la mano libre.

—Sólo cierra los ojos y duerme un poco.

—Sí—murmuró Marley. Luego se retorció de repente y sus ojos se abrieron—Era un coche, ¿verdad? Un coche me golpeó.

Había borde de miedo en la voz de la castaña que trajo una oleada de furia como ninguna que había conocido jamás.

—Descansa ahora, bebé. Vamos a hablar de ello en la mañana.

Le acarició la mejilla mientras se deslizaba en el sueño. Esta noche se quedaría, pero por la mañana, buscaría venganza.




[center*****[/center]


Fue justo después de la medianoche cuando Santana se dejó caer en el departamento en el oeste de Filadelfia.

Brittany se encontraba en el dormitorio, apoyada en la cama, desnuda, con un libro.

—Sigues despierta.

—Hola—Brittany colocó el libro abajo en las portadas por su lado—Llegas temprano.

—¿Lo hice?—levantó una ceja mientras se quitaba la chaqueta seguida de su pistolera. Se dirigió al otro lado de la cama y puso su arma en el cajón superior de la mesilla de noche, y luego se inclinó sobre la cama y la besó—Voy a tomar una ducha rápida. Sólo voy a ser un segundo.

—Date prisa en volver.

El ligero toque de invitación en la voz de la rubia fue suficiente para hacer que su sangre hirviera.



En cuestión de minutos volvió a entrar en el dormitorio, desnuda, secándose con la toalla mientras se acercaba a la cama.

Se detuvo bruscamente cuando observó la expresión intensa en la cara de la rubia y bajó la toalla.

—Me excito sólo viéndote mirarme.

La rubia empujó la hoja a un lado y se puso de rodillas, moviéndose más cerca del borde de la cama y enrosco sus brazos alrededor de su cintura.

Le trazo un pequeño apretado pezón en su boca, deleitándose en el jadeo rápido de su amante.

Cerrando los ojos, apoyó las palmas de las manos sobre el hombro blanco para mantener el equilibrio.

—Por favor...hazlo más duro.

Gimiendo con satisfacción, la rubia chupó más duro, trazando al apretado pezón ida y vuelta entre sus dientes. Cuando soltó un pequeño grito, una descarga de respuesta de excitación inundó sus muslos.

Jadeante, la rubia la empujo a su lado en la cama. Moviendo su mano por el interior de sus muslos temblorosos, Brittany la encontró húmeda y abierta y se movió dentro de ella.

—Necesito cosas de ti.

—¿Qué....necesitas?—se arqueó fuera de la cama. Con la mano derecha agarró la muñeca de la rubia, forzando a su mano aún más profundo.

—Necesito...—Brittany se inclinó sobre su cuerpo mientras se presionaba aún más—...Esta pasión, esta vida...

Las palabras fueron estranguladas.

—Tómalo.

—Sí—Brittany le acarició al ritmo de los latidos del corazón alrededor de sus dedos—Oh si.

Con un tremendo esfuerzo, volvió la cabeza y se concentró en la cara de su rubia.

—Tómame.

Con un grito propio, Brittany froto su dedo pulgar rítmicamente sobre su clítoris y catapultándola hacia el orgasmo.

—Dios, Dios, sí sí...—gimió, retorciéndose bajo el ataque de la liberación. Sin aliento, jadeo, finalmente tiró débilmente de la muñeca de la rubia, deteniendo su movimiento—He terminado...no puedo... no más.

Brittany apoyó la frente contra el hombro moreno, sonriendo. Cuando sintió las manos deslizarse por la espalda tomando sus caderas, dijo:

—Relajarte por un minuto. Disfrútalo.

—Oh, créeme, lo estoy disfrutando.

La fuerza de Santana regresó lentamente, y con eso, su propia urgencia de reclamar a su amante. Levantando sus caderas, empujó hacia arriba y giro a su rubia debajo de ella.

En otro instante, estaba arrodillada en el suelo, con las manos debajo de los muslos trazando con su boca. Poco a poco, con cuidado, exploró con los labios y la lengua, calmando y burlándose y atormentando hasta que la rubia se retorció contra las sábanas, con las piernas presionadas a sus hombros.

—Estoy lista ... tan lista. Por favor—la voz de Brittany era un susurro, su aliento roto con necesidad—Ahí. Oh, San, ahí.

Deslizó sus manos por debajo de las caderas pálidas y extrajo las últimas gotas de deseo entre los labios. La rubia se vino en su boca mientras inexorablemente llamaba a la pasión adelante de su alma.





—Ah, Dios—Santana yacía sobre su espalda con la cabeza en su hombro, las sábanas subidas hasta la cintura, mientras disfrutaban de las secuelas hacer el amor—Yo podría ser utilizada para volver a casa por esto.

—Eso puede arreglarse—su voz de era ligera, casi somnolienta, mientras pasaba sus dedos suavemente sobre el pecho moreno.

—¿Estás proponiéndome matrimonio?

Se quedó inmóvil.

Antes de la morena, su vida había sido ordenada y predecible y satisfactoria. A continuación, había llegado a su vida en un torbellino de pasión en medio del terror, y ella había cambiado todo.

Ahora, la morena se sentía tan necesaria como el aire y el agua y los alimentos.

—Sí—dijo en voz baja, pero con bastante claridad—Lo estoy.

La morena la apretó en su abrazo, pero no dijo nada.

Cuando el silencio se hizo demasiado pesado, preguntó:

—¿Eso te asusta?

—Sí—Santana cerró los ojos, esperando a la rubia la apartarse.

—¿Por qué?—se acercó, trazando su muslo a través entrelazando su brazo sobre el pecho.

—No sabes en lo que te estás metiendo—había tristeza en el tono—Trabajo...eso... toma algo de nosotros. Me temo que no sea suficiente para ti.

—Oh no, estás equivocada—su voz era tierna y segura. Con cuidado, se deslizó sobre el cuerpo de la morena y se apoyó en los codos, sus manos en el cabello negro—Te amo por lo que está en tu corazón.

Santana se estremeció, necesitando tanto creer.

—Hay cosas que he hecho...cosas que hago...—suspiró de nuevo—¿Recuerdas a Rachel?

—Sí—respondió Brittany , contenta de que su voz era firme.

Rachel.

La joven mujer con la que estabas con cuando colapso tu pulmón. La mujer que parecía que estaba medio enamorada de ti. ¿Es ella la mujer que ves en la noche cuando sales de aquí?

—Hice algo con ella que puedas encontrar menos que honorable.

—¿Qué?—Brittany preguntó con cuidado.

—Los detalles no son realmente importantes.

—En este caso particular, los detalles importan.

—No crees que yo... ¿yo y Rachel?—Santana se rió—Cristo, no.

Brittany se sonrojó.

—Ella es muy atractiva, y es evidente que se preocupa por ti.

—Britt, yo te amo a ti—la besó, suavemente al principio, luego con un aumento repentino de pasión—No hay nadie más. No Rachel. Nadie.

—No estoy acostumbrada a sentir celos—confió con un toque de vergüenza.

—Como que me gusta. Pero no tienes que preocuparte—Santana se encogió de hombros—De todos modos, he firmado a Rachel como un informante confidencial hoy.

—¿Y pensaste que me opondría?

—Conseguir información para mí es siempre arriesgado, y ahora ella va a estar haciendo eso mucho más regular.

—Sí—murmuró somnolienta Brittany—, Pero el hecho de que te preocupas sobre esto es lo importante.

Santana atrajo la sábana sobre ellas y bostezó.

—Es tarde. Debemos conseguir dormir.

—Lo siento. Estoy desapareciendo un poco.

—Mmm— Santana le dio un beso y cerró los ojos—Yo también.

Mientras Brittany empezó a quedarse dormida, se dio cuenta de que la morena había logrado evitar el tema de su convivencia muy cuidadosamente.

Capitulo 7

Marley se giró cuidadosamente al sonido de la puerta abriéndose.

El dolor de cabeza era constante, alternando entre un dolor de bajo nivel flotando al principio de su espalda a un aluvión de cañón tan alto que latía contra la parte posterior de sus ojos hasta que le dolía mantener sus párpados abiertos.

—Buenos días—dijo Sam Evans mientras se acercaba a la cama—No me recuerdas, pero soy el Dr. Evans, la cirujana de trauma que ha estado cuidando de ti desde que entraste en el hospital.

—Tengo un par de espacios en blanco en mi memoria del último par de días. Lo siento.

—No hay necesidad de disculparse—a medida que el cirujano hablaba, retiró su estetoscopio del bolsillo derecho de su bata blanca y se inclinó sobre la cama para escuchar sus pulmones lesionados—¿Cómo sientes tu
pecho?

—Me duele un poco cuando tomo una respiración profunda. No está mal sin embargo.

—¿Qué pasa con la cabeza?

Hizo una mueca.

—Eso no está haciéndolo tan bien. Grandes dolores de cabeza.

—Es casi siempre temporal, pero no puedo decirte cuánto tiempo va a durar. Eso podría ser un par de días; podría ser un par de semanas.

—¿Cuándo puedo volver a casa?

—Ni siquiera has estado fuera de la cama aún—Sam respondió con una pequeña risa—Vamos a tomar las cosas un día a la vez.

Miró hacia la puerta del baño cerrada detrás de la cual el agua corriendo era débilmente audible.

—Puedo descansar en casa, así como aquí. Y Kitty no ha conseguido dormir en absoluto.

—Esto ha sido muy duro para las dos, lo sé—dijo Sam con simpatía—¿Qué tal si hablo con ella…

—¿Habla con quien acerca de qué?—recién duchada Kitty se dirigió directamente a la cama, se inclinó y le besó la frente—Buenos días.

Sonrió, disminuyendo el dolor de cabeza por un instante.

—Estábamos hablando de ir a casa.

—¿Tan pronto?—Kitty se dio la vuelta para mirar al cirujano de trauma, con
los ojos brillantes de emoción.

—Whoa—Sam levantó las manos, pero estaba sonriendo, también—Vamos a ver lo que las tomografías muestran esta mañana. Si eso se ve bien...ya veremos.

—Suficientemente bueno—Kitty no podía mantener el placer de su voz. A medida que el cirujano se dirigía hacia la puerta, y dijo en voz baja—Y gracias.

Cuando estuvieron solas, tomó la mano de su rubia.

—Te amo.

Las palabras golpearon a Kitty como un martillazo. Sus rodillas se sintieron repentinamente débil, y lo siguiente de lo que fue consciente es de que jadeaba mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

—Oh, Dios, lo siento. Siento tanto que estés herida. Te amo mucho.

—Ven aquí, amor—Marley murmuró, tirando de su mano.

De alguna manera, consiguió manipular la barandilla de la cama hacia abajo y con mucho cuidado se extendido junto a la castaña, acurrucándose a su lado y presionando sus caras cerca en la almohada.

—Soy un desastre sin ti.

—Bueno, estoy aquí—calmó Marley—Y sabes que nunca te voy a dejar, ¿verdad?

Asintiendo, le acarició la cara mientras se deslizaba en el sueño.

Prometo que te llevare a casa pronto. Y prometo, no importa que, estarás a salvo de ahora en adelante.






Cuando Kitty estaba segura de que Marley estaba dormida, bajó de la cama y salió de la habitación.

En su camino a través del hospital, se detuvo en un teléfono público.

Una voz masculina contestó al segundo timbre.

—¿Hola?

—¿Blaine? es Kitty. ¿Kurt está alrededor?

—Está en el estudio. Voy a buscarlo.

Un minuto más tarde, Kurt dijo:

—¿Cómo está Marley?

—Bien. Incluso hay una posibilidad de que vuelva a casa pronto—diciendo las palabras la hizo sentase inusualmente supersticiosa, por lo que rápidamente siguió adelante—¿Qué estás haciendo?

Hubo un momento de silencio, y luego:

—Suplantando la identidad de una dirección en Internet de nuestros 'amigos'.

Entendió el significado de que él estaba tratando de precisar a los pedófilos en línea que el equipo había estado siguiendo.

Suplantando identidad se refería a la práctica del secuestro de información confidencial de los consumidores en línea, haciéndose pasar por una empresa legítima actualizando una cuenta común, como AOL o Paypal.

Un individuo recibiría un correo electrónico afirmando que había habido un problema con la facturación de la cuenta del cliente y dirigiría al consumidor a hacer clic en un hipervínculo en la cabecera del correo electrónico para el "Centro de facturación”.

Cuando el consumidor hacia clic en el enlace aterrizaría en un sitio que parecería completamente legítimo, pero cuando entraran sus datos financieros o personales confidenciales, esos serían reenviados de regreso al estafador de Internet.

—¿Encontraste algo?

—Puede ser.

Contuvo la respiración.

—¿Qué tal discutimos esto en la oficina?

—Por supuesto. ¿Cuándo?

—Ahora—colgó, su fatiga mágicamente disipada.

Estaba lista para encontrar al culpable.








A las siete y media Santana se sentó en una sencilla silla de oficina en la sala institucional monótona y asintió mecánicamente al hombre sentado frente a ella.

—Buenos días, sargento—dijo.

—Dr. Hudson.

—Estaba un poco sorprendido de encontrar que habías programado más sesiones conmigo.

Se encogió de hombros.

—Mi papeleo no es del todo en orden, y el capitán Schuester no me va a asignar a cualquier destino regular a causa de ello.

—Ahh...ya veo. Así que soy el punto de conflicto.

—Sí.



Él hizo las preguntas de seguimiento de rutina de siempre, a lo que ella respondió con las respuestas neutras obligatorias.

Cerca del final de la sesión, le preguntó:

—¿Y cómo está la Dra. Pierce?

—Ella está bien—le sostuvo la mirada, negándose a revelar su sorpresa por el inesperado giro en la conversación.

—¿Cómo se siente ella acerca de su trabajo?

—¿Por qué eso importa?

—Una fuente importante de estrés en la vida de un oficial de policía es el conflicto en casa. Es muy a menudo los desacuerdos en casa generadas por las horas de trabajo irregulares o quejas de... ausencia emocional.

Sus palabras golpearon cerca del blanco, y se ruborizo.

—No estoy estresada.

—Entonces puedes ser la único agente que no lo está—Finn sonrió ligeramente.

—¿Qué sabes sobre Brittany?—preguntó bruscamente.

Nunca dejes que el testigo dirija la discusión. Siempre toma la posición ofensiva.

Finn parpadeó.

—Uh ... Te conozco durante la reunión del caso de violación en serie. Sé que salvaste su vida—un latido pasó mientras él se reagrupó visiblemente—Y sospecho que ustedes son amantes.

—¿Por qué?—su tono era cortante.

—No has negado una relación personal, y cada vez que su nombre aparece, te pones a la defensiva. No...no defensiva. Protectora—sonrió—Qué es lo que haces, después de todo, ¿no es así, Sargento?

—Esa es la descripción del trabajo.

—¿Le importa a ella lo que haces?

—Su nombre no tiene cabida en su informe. Si quieres que vuelva para otra sesión, será mejor que veas que eso no esté.

Y quieres que regrese, ¿verdad? Tú quieres algo de mí.

—Tienes mi palabra—él se inclinó hacia delante—¿Se preocupa ella por su trabajo?

—Nosotros no vamos a discutir de Brittany Pierce—dio un vistazo a su reloj—Y es hora s de que me vaya.

—Tenemos un par de minutos. ¿Le dejarías si ella te lo pidiera? En teoría, por supuesto.

—¿Qué diferencia hace eso, teóricamente?

—Eso dice mucho acerca de usted.

Se puso de pie y señaló el escudo de oro expuesto en la solapa de cuero de la placa que sobresalía de su bolsillo de la camisa.

—Eso dice todo lo que necesita saber acerca de mí.

—No estoy de acuerdo, Sargento—él contestó en voz baja.

—Su prerrogativa.

Cuando llegó a la puerta, oyó las palabras en voz baja detrás de ella.

—No has respondido a mi pregunta.

Giró el picaporte, abrió la puerta y salió al pasillo.

No quería que él viera su cara, porque temía que se daría cuenta de que ella no sabía la respuesta.

Capitulo 8

Santana se dirigió directamente de la oficina Finn Hudson a la división de la brigada anti-vicio.

Como había llegado a esperar, a pesar de que todos los días seguía sorprendiéndola, Mike ya estaba en su escritorio.

—¿Algo nuevo?

—Los policías informáticos quieren que vayamos.




Veinte minutos más tarde, estaban circulando en el edificio de Kitty.

Kurt, Kitty, y, para su sorpresa, Quinn, mientras, todos estaban sentados en las estaciones de ordenador, tazas de café en los mostradores al lado de ellos.

Echando un vistazo a la rubia más baja, levantó una ceja.

—¿Cómo están las cosas en el hospital?

A pesar de las arrugas de fatiga en su frente y las sombras que estropeaban las mejillas, los ojos verdes eran brillantes.

—Mucho mejor. Gracias.

— Me alegra oír eso. Así que, ¿qué pasa?

—Kurt—dijo Kitty—, ¿Por qué no los actualizas de una vez.

—Ayer por la tarde—explicó Kurt—, Hice una lista de todas las direcciones de correo electrónico de las personas quienes solían charlar con LongJohnXXX sobre una base regular, pensando que algunos de ellos deben estar subscritos a los videos porno. Por desgracia, la lista es larga, y no hay ninguna manera de saber en este momento cuántos de los individuos son locales. Tampoco hay manera de saber si realmente tienen algo que ver con la red de pornografía.

—¿Pero?—podía escuchar la emoción en su voz.

—Pero una vez que consiga los nombres y direcciones, no debería ser tan difícil de encontrar otras cosas acerca de estos tipos. Puedo armar perfiles, y podemos hacer lo mismo que hicimos con Long John. Quizá tengamos otro
golpe.

Parecía escéptica.

—Es una posibilidad muy remota.

—No es como si tuviéramos mucho más en juego en este momento—respondió Kurt, viéndose ni un poco disuadido—Una vez que tengamos algo sucediendo, pensé que Brittany podría mirarlos. Ella puede...sentir las cosas. Ella es una excelente perfiladora.

Abrió la boca para decir que no, y apretó las mandíbulas firmemente en su lugar. Se frotó el puente de la nariz, donde un dolor de cabeza se estaba formando.

No parecía haber ninguna manera en absoluto de que pudiera mantener a Brittany lejos de la investigación.

—Sí. Esa es una buena idea.

—¿Algo nuevo en la comisaría?—Kitty preguntó.

—Vamos a s a volver a la sala de conferencias para una reunión informativa—sugirió—Tengo algunas ideas.


Una vez que todos estuvieron establecidos alrededor de la mesa, estudió a su equipo, sabiendo que tenía que tomar una decisión ahora sobre a cuánto iba a compartir.

Dos personas presentes eran civiles, una era más que una policía novata, y lo que tenía que decir era más allá de sensible.

Pero todos ellos estaban dispuestos a caminar en una cuerda floja sin red en nombre de la justicia.

Les debía su confianza.

—Rachel me dio un avance la noche anterior. No es mucho, pero ella piensa que podría haber visto al hombre en el video porno en este club de sexo llamado Ziggies.

—Whoa, eso es elección—exclamó Mike—Ese lugar se supone que es atestado.

—¿Puede trabajar Rachel en el lugar?—Kitty pregunto inmediatamente—Sería bueno tener a alguien en el interior ahí.

La cara de Quinn se puso blanca.

—¿Quieres que ella active trucos ahí por información?¿Por qué no solo le disparas en cambio? Al menos eso sería rápido y sin dolor.

La rubia más baja dio la vuelta en su asiento para mirar a la más alta, conmocionada por el estallido.

—Oficial, estas fuera de línea—salió disparada, observando cuidadosamente a la ojiverde más alta.

La joven oficial miraba al frente, con la espalda tiesa rígida, su cuello enrojecido.

Ella estaba controlando su ira, pero solo apenas.

—Desafortunadamente, creo que Rachel es demasiado conocida ahí. Si ella comienza a pasar el rato por ninguna buena razón, especialmente si está hablando alrededor, alguien se dará cuenta.

—Lo que necesitas es a alguien encubierto—Kurt observó ligeramente—Estoy de acuerdo en que Rachel es una buena fuente, pero está en riesgo si se hace demasiado visible. Necesitas a alguien que sea parte de la vida del club.

Mike habló.

—Tal vez podemos poner a una policía femenina en Ziggies.

—¿Hacer qué?—Kurt preguntó directamente—¿Bailar en topless? Creo que la mayoría de sus detectives habría que considerar un poco más allá de llamar.

Kitty observó al castaño.

—¿Tienes algo en mente Kurt?

—Conozco a alguien que puede entrar—Kurt le sonrió.

Por supuesto que sí, pensó Kitty. Jesús, Blaine nos va a matar.

Santana negó con la cabeza.

—No puedo traer a otro civil. Y no quiero a alguien en el equipo que no conozca.

—No es lo que piensas—dijo Kurt.

—¿Quieres explicar?

—Déjame arreglar algo para más adelante, y si no estás contenta con ello, vamos a olvidar la idea.

—Bien. En este punto, voy a considerar cualquier opción—Santana miró directamente a Kitty—Tenemos que desenterrar la fuga dentro del departamento. Eso va a depender de ti.

Los ojos verdes destellaron. Esta era la luz verde que ella había estado esperando.

—Necesito una lista de todos los que puedas pensar en quien podría haber sabido acerca de la operación de la semana pasada. Kurt y yo necesitaremos rastrear los registros financieros, historial de empleo, nivel educativo, reseñas anteriores, cualquier cosa que pueda atar con Zamora o
apuntar a alguna otra actividad criminal.

—Lo sé—hizo su decisión—Para empezar, está el capitán. Will Schuester, comandante de la unidad Vicio. Teri Cummings es el empleada civil, y probablemente maneja el papeleo para la orden. En este etapa, estoy al tanto de cualquier otra persona en el departamento de policía que podrían haber sabido sobre esto directamente.

—¿Estás sospechando de cualquier de ellos?—la pregunta de Kurt fue colocada suavemente, pero sabía que por su propia naturaleza era enardecedor.

—No habría estado sospechando de Schuester, si no hubiera sabido que previamente había estado involucrado en el cierre de la investigación por el asesinato de dos policías. Si él no fue parte del encubrimiento, por lo menos era consciente de ello y dejo que sucediera—su tono era amargo—Así que lo pones en lo alto de la lista. Cummings no la conozco en absoluto, pero es difícil de creer que sería ella.

—¿Hay alguien que tiene acceso a tus informes de campo o tus archivos o cualquier cosa que pudiera haber tenido información acerca de lo que estábamos haciendo?—Kitty preguntó.

Santana empezó a negar con la cabeza, y luego se detuvo bruscamente.

—Maldita sea. Yo estuve... lesionada... a principios de este año y fuera de servicio durante un tiempo. Con el fin de ser reinstalada, tenía que ver el departamento de psiquiatría. Él podría haber recogido algo de mí.

—¿Todavía lo puedes ver?—Kurt le preguntó directamente, ninguna disculpa en su voz.

Esto no era personal, esto era negocio. Negocio mortal.

—Sí—Santana no dio ninguna explicación, porque las razones no importaban—¿Por qué?

—Él podría tener acceso sin restricciones a cualquier archivo que pidiera—reflexionó Kurt.

—Es posible, supongo—la expresión de Santana era inequívocamente escéptica.

—Disculpe ¿Señora?—otra voz interrumpió.

Santana miró a Quinn y levantó una ceja.

—¿Oficial?

Si es posible, la rubia se sentó aun más recta.

—Pude haber revelado sin querer alguna información acerca de la operación también. En...uh...asesoramiento.

—Jesús, chica, ¿tú también?—tono de Mike era disgustado—¿Está todo el mundo en el maldito departamento consiguiendo ser reducido?

—¿Estás viendo a Hudson, también?—por primera vez, la voz de Santana soteña un borde de excitación.

Conexiones eran lo que hacía a un caso pequeñas cosas que parecían sin importancia en un primer momento a menudo resultaban ser la llave que encajaba en la cerradura que se rompía de par en par.

—No, señora, no Hudson. La Dra. Pierce.

Mike tomó aire y Santana se quedó completamente inmóvil. La conversación de la noche anterior volvió a ella.

Había estado hablando con su ojiazul sobre Quinn y Rachel.

¿Cuánto sabia Brittany?

—Bueno, puedo garantizar que Brittany no es la fuente de la fuga—su voz era fresca, incluso, sus manos firmes, que descansaban sobre la mesa.

—¿Qué pasa con sus informes, sus archivos?—Kitty se puso de pie y se acercó a la cafetera—Ella tiene que mantener algún tipo de registros. Tal vez haya algo ahí.

—Eso va a ser difícil de determinar.

Respiró profundamente y se acomodó.

—La Dr. Pierce no discutirá sus pacientes de ninguna manera.

Quinn interrumpió:

—Si ayudara, voy a dar mi permiso para que gire sobre mis registros.

—Si llega a ser necesario, podemos ir por ese camino. Pero vamos a aguantar eso por ahora—había estado por ese camino con su ojiazul antes.

No era un viaje que quería tomar de nuevo.

—¿Que si yo consigo acceso directo al sistema informático del departamento de policía?—preguntó Kitty.

Asintió.

—Creo que puedo conseguir que entres. Clarke Griffin, la jefa de la CSU, esta poderosamente molesta de que alguien allanó su ordenador y robó los archivos de una investigación en curso. Creo que ella te dejara desgarra su sistema aparte.

—¿Puedo trabajar en ello ahí?

—Por supuesto. Si alguien pregunta, Eres una de las personas del departamento de informática que iba en torno a actualizar su sistema. Nadie va a pensar dos veces sobre ello.

—Suficientemente bueno.

—Tenemos que asumir que quien quiera que sea que fue detrás de ti, Kitty, sabe de todos nosotros—su expresión era seria, pero su voz totalmente tranquila—Eso significa cabezas arriba para todo el mundo. Asegúrense de que no están siendo seguidos en cualquier lugar y si algo no se ve bien, supongamos que está mal.

Kitty pensó en el hecho de que Marley estaría en el piso de arriba, posiblemente en unas pocas horas.

Asintió con la cabeza, con los ojos tan plano y oscuros como el ónix.

—Entendido.

—Quinn—dijo Santana mientras se levantaba—Te quiero aquí con Kurt y Kitty, trabajando hasta el fondo y rastreando de abajo de esas direcciones de correo electrónico. Kitty, te voy a llamar tan pronto como aclare las cosas con la jefa de la CSU, y si tienes tiempo, te llevare ahí para reunirse con ella—miró su reloj—Digamos que nos encontremos de nuevo aquí alrededor de las cinco de la tarde. Kurt, ¿Eso te da tiempo suficiente para ponerte en contacto con tu fuente?

Él asintió.

—Un montón de tiempo.

—Bueno—cuadró los hombros—Entonces creo que mejor hago una visita a la Dra. Pierce.

Por lo general, cualquier razón para ver a Brittany era bienvenido. Sin embargo, Santana tenía la sensación de que esta visita en particular iba a ser mucho más de negocio que de placer.

Capitulo 9

Quinn se paró delante de una casa adosada de tejas sucia, gris que no parecía diferente que cualquiera de los otros edificios degradados en la calle.

Eran las diez y media de la mañana, y tenía la sensación de que nadie iba a contestar a la puerta trasera en el departamento de arriba.

Una vez en el tercer piso, se dirigió directamente a una con un metal pintado del número tres justo por encima de la altura del ojo y llamó.

—Vete—una voz gruñona sonó desde dentro.

Transcurrió otro minuto y luego se abrió la puerta tan lejos como una cadena de seguridad permitiría, y parpadeante ojos marrones aparecieron.

—Hola, Rachel.

La puerta se cerró en su cara, la cadena traqueteo, y la puerta se abrió de nuevo.

La castaña, con los ojos un poco borrosos, alzó la vista y gruño:

—Son las diez de la mañana, y sólo he estado dormido durante dos horas. Vete—llevaba sólo una pequeña camiseta blanca que apenas llegaba por debajo de la curva de sus pechos y un bikini de color rosa pálido de ropa interior.

Trató de no mirar el cuerpo apenas cubierto, pero sólo el vistazo rápido llegó antes de que obligara a los ojos regresar a la cara de la castaña fue suficiente para crearle nudo en el estómago.

—¿Puedo hablar contigo?

—Sí—dijo Rachel con un encogimiento de hombros, girando y cruzando la habitación al sofá que había sido abierto en un pequeño sofá cama.

Las sábanas de algodón azul pálido que lo cubría fueron retiradas, y una sola almohada descansaba en el centro.

Se quedó mirando la cama. Luego apartó rápidamente los ojos y miró alrededor de la habitación.

—Buen sitio.

—Gracias—Rachel se sentó en el borde de la cama, con los codos sobre las rodillas, con la barbilla apoyada en la palma de una mano—Estoy muy contenta de que te guste mi decoración. Ahora, ¿quieres decirme por qué me despertaste?

—¿Cree que podrías...eh...ponerte algo de ropa?

—Tengo la ropa puesta, Q—vio los ojos verdes parpadear por su cuerpo, a continuación, rápidamente los fijo en algún punto en el suelo entre ellas.

Le gustaba la forma en que la rubia la miraba.

Mucho.

Agarró sus pantalones vaqueros y se los puso.

Quinn se puso las manos en los bolsillos y se apoyó en la esquina de un armario que se encontraba junto a una pared.

Ahora que estaba ahí, en el departamento sorprendentemente cálido y acogedor de la castaña, no sabía qué decir.

—¿Qué?—la voz de Rachel fue suave.

En voz baja, dijo:

—No sabía que estabas trabajando para la Sargento López.

—Yo no estaba... no antes de ayer. ¿Por qué te importa?—la pregunta no tenía ningún rastro de agresividad, solamente curiosidad.

Se preguntó si la rubia tenía idea de lo mucho que quería saber lo que ponía esa mirada de feroz concentración en los ojos verdes cada vez que vagaron por su cara.

—Es una especie de un trabajo peligroso.

Se echó hacia atrás, con las piernas ligeramente separados, una expresión desafiante en su cara:

—Así como ser policía. Puedes lesionarte también.

—Hay una diferencia y lo sabes—Quinn intentó y no pudo mantener la irritación formándose en su voz.

Por lo menos tengo un arma.

Y respaldo.

Algunas veces, de todos modos.

Sin pensar, puso sus dedos alrededor del antebrazo de la castaña.

—Tu estas totalmente desprotegida.

—Yo puedo cuidar de mí misma.

—Oh sí. Has hecho un gran trabajo con eso hasta ahora.

Rachel apartó la mano y apenas se detuvo de estamparla por la cara de
La ojiverde.

—Vete.

—Rachel...—la cara de la rubia estaba blanca y sus ojos verdes profundo ensombrecido por el dolor—Lo siento. No quise decirlo de la forma en que piensas.

—Sé lo que quieres decir...que yo soy sólo una…

—No—Quinn levantó la mano lentamente—No—pasó un dedo por su cicatriz en la frente—Esto es lo que quiero decir. ¿Cuántas veces más puedes recibir una paliza de esta manera?

Quería apartarse, para arrojar palabras de enojo, pero no pudo.

El toque de la rubia era tan suave, su expresión tan tierna, su cuerpo tan cerca.

La ojiverde estaba temblando.

Ambas lo estaban.

—Q...—murmuró.

El calor surgió entre sus muslos, y ella se quedó sin aliento cuando sintió crecer la húmeda. Retrocedió un paso, rompiendo el tenue contacto.

Quinn, su mano extendida, deseaba tan gravemente seguirla. Había algo en
la voz de la castaña, un anhelo silencioso, hizo que su estómago se apriete y su cabeza rugía.

—Oye…

La castaña dio otro paso atrás.

—Deberías irte, Q.

—¿Puedo volver?—ni siquiera sabía por qué estaba preguntando, pero tenía que hacerlo.

Rachel estaba observando la boca de la ojiverde, y era difícil concentrarse.

La rubia tenía una hermosa boca.

Entonces la voz de Santana corto a través de la bruma.

—Un oficial de policía puede ser suspendido, incluso despedido, por fraternizar con una prostituta.

—Mira—dijo con tanta fuerza como pudo, buscando desesperadamente las palabras adecuadas para hacer que se fuera—…Mira, yo soy estoy con López, ¿de acuerdo? Yo no quiero nada que estropee esto.

Quinn se incorporó como golpeada, luego alcanzando detrás de ella por el
pomo de la puerta.

—Sólo vigila tu espalda, ¿de acuerdo?

Entonces ella se había ido, dejando sólo el eco de sus pasos en el pasillo.

Escuchó hasta que no pudo oírla en absoluto.

—Ten cuidado, también, novata—susurró.

Sus dedos se posaron suavemente en la puerta de madera llena de cicatrices en una última caricia.








A las once y veinticuatro, la puerta lateral a la oficina privada de Brittany se cerró tras su último cliente de la mañana.

Tratando de ordenarse a sí misma para la tarde por delante, en realidad podría haberse quedado dormida si la línea de intercomunicación en su teléfono no hubiera sonado.

—La Detective López está aquí, doctora. Su próxima cita está prevista a la una, por lo que tiene un poco de tiempo.

De repente vigorizada, sonrió.

—Dile que entre, por favor.

Cuando la morena entró por la puerta un momento después con una bolsa de papel en una mano, ella estaba esperando justo en el interior.

Le puso una mano sobre el hombro y se inclinó para darle un beso en la boca.

—Qué linda sorpresa.

—Me tome la oportunidad de que podría cazarte entre las sesiones. He traído el almuerzo.

—Sabía que había una razón del porque te amo—buscó la mano y la llevó hasta el sofá delante de una mesa baja—¿India?

—UH Huh.

—Maravilloso. Estoy hambrienta—extrajo los diversos recipientes, junto con los cubiertos de plástico y servilletas de papel de la bolsa y las extendió sobre la mesa—¿Hay alguna otra razón, además de rescatarme del hambre de que estés aquí?

Santana vaciló.

Había muy pocas cosas en su vida que la hacía sentirse incómoda. Estar en conflicto con la rubia era uno de ellos.

Cuando peleaban, incluso cuando simplemente no podían verse a los ojos sobre algún tema, eso la dejaba sintiéndose desarticulada y extrañamente hueca por dentro.

—Tuve una reunión informativa con Kitty y los otros esta mañana. Hemos estado formulando un plan de acción.

—¿Problemas?—continuó comiendo lentamente, sospechando que la rubia no habría venido a mitad del día si no lo hubiera.

—Estamos trabajando en un par de ángulos, pero una de las cosas importantes que tenemos que hacer es encontrar el origen de la fuga de información que condujo al ataque a Kitty.

—Y sospechas de alguien dentro de tu departamento—sólo podía imaginar lo difícil que era para la morena investigar a su propia gente.

Ésta asintió.

—¿Qué tan bien conoces a Fin Hudson?

—Sólo casualmente. Nos vemos en las reuniones psiquiátricas locales y de vez en seminarios en la Universidad—se echó hacia atrás, su mano apoyada suavemente en el muslo de la morena—¿Sospechas de él? ¿Cómo habría conseguido la información? ¿Segura que no le dijiste nada?

—No, pero trabaja en el departamento. Y lo estaba viendo en calidad oficial. Es posible que pudiera haber conseguido acceso a casi cualquier cosa en la que estaba involucrada—Santana se pasó una mano por el pelo, frustrada una vez más por su incapacidad para encontrar una pista sólida.

—Supongo que todo es posible—Brittany reflexionó—, Pero no lo conozco lo suficiente como para especular.

—Realmente no pensé que lo hicieras, pero tenía que comprobar—se giro hasta que estaba frente a la rubia completamente, sus rodillas ligeramente tocándose.

Quería tomar la mano de la ojiazul, pero eso no se sentía bien teniendo en cuenta lo que estaba a punto de decir.

—Algo más ocurrió esta mañana también.

—¿Si?—Brittany espero, observando los ojos oscuros.

Ahora vamos a llegar a la razón por la que estás aquí.

—Quinn Fabray dijo que ella te ha estado viendo.

Permaneció en silencio.

La morena siguió adelante.

—¿Hay algo acerca de la investigación que ella podría haber dicho que es accesible a cualquier persona fuera de esta oficina?

—Sería mejor si discutimos esto después de que la Oficial Fabray me dé una llamada—dijo suavemente—No me siento cómoda hablando de esto contigo hasta entonces.

—Britt—dijo tratando de mantener la exasperación de su voz—Quinn ya nos dijo que te estaba viendo para asesoramiento. Ella sabía que iba a hablar contigo cuando lo dijo.

—Hay momentos en que eres incapaz de apreciar el trabajo de cualquier otra persona de que no sea el tuyo—Brittany se levantó bruscamente y caminó de un lado a otro entre la mesa y la zona de estar, el ceño fruncido líneas entre sus cejas. Tan precipitadamente se detuvo y la enfrentó—¿Te das cuenta de lo frustrante que es esto?

—Sí—de manera totalmente inesperada, Santana sintió una oleada de náuseas.

Se obligó a no cambiar la expresión, pero fallo.

—San—Brittany dijo en voz baja, al ver la incomodidad en los ojos de su amante—Te amo. No dejare de hacerlo sólo porque me hagas enfadar.

—Me alegro—en voz baja Santana murmuró—, Creo que tenía razón en ese momento de que me enamoré de ti la primera vez que te vi.

Tomada con la guardia baja, el corazón de Brittany se elevó.

—Por qué Detective López, ¿podría ser que estas ablandándote?

Ojos oscuros como la noche de repente se clavaron en ella, sólo para suavizarse al instante.

—Entrenamiento de sensibilidad.

Se rió en voz alta y se acercó al sofá, la morena enrosco automáticamente su brazo alrededor de su cintura, y ella apoyó la cabeza en el hombro de la detective.

—Si todo está bien con la Oficial Fabray, voy a comprobar mis notas y te dejare saber si hay algo en mis registros conectados remotamente a lo que has estado haciendo.

—Gracias—Santana miró a la extraordinaria mujer que había cambiado su vida—Te amo, lo sabes.

—Sí. Lo sé—sonrió—Sólo ten cuidado, Detective.

Capitulo 10

—¿Cómo está yendo?—preguntó Clarke Griffin.

Kitty empujó hacia atrás el pequeño taburete en el que había estado posada desde media mañana y observó a la jefa de CSI.

—El ordenador es un dinosaurio. Me sorprende que todavía funciona.

—Cuestión de policía. Deberías ver lo que los coches patrulla se parecen—Clarke se movía a través del pequeño espacio que estaba cubierto en todas las superficies con las pilas de revistas, cajas de maquetas de la escena del crimen, archivos y libros de referencia—¿Encontraste algo?

—Aún no.

La ojiceleste estaba sentada detrás de su escritorio y tomó un sorbo de la taza de café que había llevado con ella.

—Quienquiera que se llevó los expedientes lo hicieron hace meses. ¿De verdad crees que puedes encontrar algo ahora?

—Si tuvieras un cuerpo que hubiera sido enterrado desde hace veinte años, ¿podría haber algo todavía hay que te ayudaría a encontrar al asesino?

—Siempre hay algo ahí. La carne se descompone, pero incluso mientras lo hace, cambia la naturaleza de lo que lo rodea, químicamente, físicamente, biológicamente. Los huesos cuentan su propia historia. Edad de la víctima, el género, incluso a veces la forma de la muerte. La respuesta está siempre ahí; sólo tienes que saber cómo leer la historia.

Asintió.

—Eso es como con un ordenador, también. Incluso el mejor pirata informático deja un rastro. Justo al tratar de borrar la evidencia de su presencia, cambian otras cosas, dejando siempre algún signo de haber estado ahí.

La más alta se inclinó sobre la mesa, sus inteligente ojos encendidos de emoción.

—Así que ¿Qué dejo detrás?

—Podría ser cualquier número de cosas, dependiendo de cómo esté configurado tu sistema y cómo él accedió a tu disco duro. Uno de los primeros lugares a mirar es los archivos de registro, que es una especie de diario de los acontecimientos. La información se almacena constantemente de forma automática por el sistema operativo sin que ni siquiera seas consciente de ello. También hay registros telefónicos que nos dirá cuando se hicieron intentos para marcar en el equipo de acceso remoto, y por lo general, con un poco de creativo retroceso, puedo conseguir esos números de teléfono. Una vez podre asegurar tu sistema, lo siguiente que voy a hacer es analizar los archivos de registro en todo el tiempo en que tus datos desaparecieron y buscar evidencia de entrada ilegal.

—¿Proteger mi sistema? Sin ofender, pero no estás reforzando la seguridad un poco tarde ahora?

Considero a la otra mujer contemplativamente.

—Si alguien manipuló tus datos una vez, no hay razón para pensar que ellos no lo harán antes o después. Sin duda, sería deseable si alguien puede acceder a tus archivos y averiguar que evidencia has acumulado en un determinado caso, incluso si no pudieran tomar una oportunidad en alterarla.

—¡Alterándolo! Jesucristo. Sólo una sugerencia de que la evidencia ha sido manipulada podría volcar docenas de veredictos—Clarke se paró de repente, rápidamente se abrió paso a través de la ruta de obstáculos en el suelo, y cerró la puerta de su oficina—Ese tipo de especulación podría ser desastroso.

—Estoy al tanto de eso—dijo en voz baja—Con suerte, vamos a ser capaces de identificar al hacker y entonces buscar otro lugar para corroborar la evidencia que lo relacione con los crímenes. De esta manera, podremos dejar tu departamento fuera de ello por completo. Pero lo mejor será estar seguros de que tu sistema es seguro ahora.

—Si encuentras algo que sugiera que mis archivos han sido comprometidos de alguna manera, quiero saberlo.

Sacudió la cabeza, apreciando la integridad de la otra mujer, sino también el reconocimiento de su ingenuidad.

—Mira, he estado involucrada en este tipo de cosas antes, y si esto resulta ser el caso, va a caer en tu puerta. Eso no es algo que queremos que suceda.

Tu carrera habrá terminado, y tendrás suerte si no enfrentas cargos criminales.

Antes de que pudiera detallar, la más alta repitió con fuerza:

—Hay gente en la cárcel en este momento, debido a evidencia que presente en el juicio. También hay un buen número de cabrones caminando por las calles que fueron liberados porque mis análisis los exoneraron. Tengo que saber que hice las decisiones correctas.

—A pesar de su importancia, la evidencia de la escena del crimen es sólo una pieza del caso presentado en el juicio. El veredicto no descansa en tu testimonio por sí solo.

—Me importa un jodido comino sobre las otras piezas del caso. Sólo me importa la mía.

—Entiendo—miró su reloj—No tengo mucho tiempo hoy, pero voy a estar de regreso esta noche o mañana por la mañana. ¿Cómo llego aquí?

—Te voy a dar la combinación de bloqueo de la pantalla táctil de la puerta de admisión de la morgue.

—Gracias—se inclinó, cerró su bolso negro, que tenía las herramientas y los discos cargados con programas de software, y se levantó—¿Qué pasa si alguien me ve aquí y pregunta por qué estoy trabajando fuera de horario?

La otra rubia sonrió, una sonrisa maliciosa que era dos veces más encantadora por su rareza.

—Sólo le dices que no te permito trabajar aquí durante el día. Podrías lanzar algo acerca de mí siendo un dolor en el culo, eso te ayudará con la autenticidad de tu historia.

Se rió.

—Sólo voy a mencionar que toqué algo, y tú me echaste.

—Veo que López te instruyó también.

Se limitó a sonreír mientras caminaba con la ojiazul hacia la salida.

Era hora de poner a un lado la venganza.

Ahora, era el momento para Marley.







Cuando entró en la habitación de la castaña, poco antes de las dos, se encontró con lo que parecía ser una fiesta en curso.

Ésta con aspecto pálido, pero visiblemente más fuerte que sólo unas horas antes, estaba sentada en una silla de madera del hospital de cuero acolchada al lado de la cama, una manta fina sobre sus rodillas.

Blaine estaba en cuclillas al lado de la silla, con la mano en la rodilla de su castaña.

Sam Evans apoyado en el borde de la cama, una carpeta de plástico que contenía el expediente del hospital de la castaña bajo el brazo.

—El Dr. Evans dice que puedo ir a casa—Marley anunció, agarrándole la mano con una fuerza sorprendente.

Casi temerosa de creer eso, miró a la cirujana de trauma.

—¿Hoy?

—En este momento—respondió Sam incluso cuando levantó una mano—Bajo ciertas condiciones.

—Cualquier cosa—respondió rápidamente.

—Alguien, preferentemente un profesional médico capacitado, tiene que quedarse con ella veinticuatro horas al día.

—Tengo un Doctorado en medicina orienta—interrumpió Blaine—Voy a permanecer el tiempo que piensas que sea necesario, es decir si a Kitty y Marley no le importa que me mude por un rato.

—Eso sería genial, Blaine—dijo al instante—Gracias.

—Eso suena bien—estuvo de acuerdo el cirujano—Es también muy importante que den aviso de inmediato de haber cualquier cambio en absoluto en sus síntomas, Marley eso significa un dolor de cabeza empeorado, alteraciones visuales, debilidad incluso temporal, dificultades cognitivas o expresivas, o convulsiones.

Se sintió un poco mal al escuchar la lista de posibles problemas y se esforzó por mantener su expresión en blanco.

—¿Cuánto tiempo tenemos que preocuparnos de algo como esto suceda?

—Algunas cosas podrían desarrollarse en meses a partir de ahora, en particular un trastorno convulsivo, pero con toda probabilidad, después de una o dos semanas, podemos descansar.

—¿Puedo trabajar?—preguntó Marley—No tendría que salir de la casa.

—Marley...—en una rápida mirada de advertencia de Blaine, cerró la boca y se tragó la protesta.

Todo lo que podía ver, todavía, era a Marley tendida en el suelo en un charco de sangre. Pero la castaña no sabía lo que había sucedido, y no había ninguna razón para asustarla ahora.

Sam levantó una ceja.

—No espero que te sentirás como para trabajar por una semana o así. Pero…—agregó ante la mirada de consternación en el rostro de la castaña—, Si no implica sobre cavar zanjas o mover muebles pesados, no veo por qué no puedas probarlo cuando te sientas a la altura.

—Bueno—Marley sonrió débilmente.

—Comprendido. Sólo recuerda, a pesar de que estas siendo dada de alta, todavía te estás recuperando. No esperes demasiado de ti misma.

—¿Que sobre el sexo?—Marley mantuvo sus ojos en la cara de la cirujana, pero un suave suspiro de renuncia en su dirección fue imposible de ignorar.

La castaña se limitó a sonreír.

—Te estás sintiendo mejor. Es sorprendente lo que una resonancia magnética normal hace por algunas personas—Sam se rió—Por lo general, mi posición es que si sientes ganas, entonces es seguro para hacerlo. No lo recomiendo demasiado fuerte la primera vez o así, y si experimentas un dolor de cabeza cuando te aproximas al orgasmo, reduce la velocidad. Tal vez para y el resto por un tiempo.

—¿Es peligroso después de este tipo... de accidente?—le tomó la mano su atención dirigida a la cirujana.

—No habitualmente, no. Recuerden, sin embargo, hay fluctuaciones en la presión arterial durante las relaciones sexuales y en este momento, el cerebro de Marley es un poco sensible a los cambios bruscos.

—No te preocupes, querido—Marley bromeó en voz baja—Yo no estaré pensando en ello por esta noche.

—Mierda—sonrió y ocultó su alivio. La idea de cualquier cosa lastimando
a Marley, incluso haciendo el amor, la aterrorizaba.

Sam le entregó una tarjeta.

—Mi número de mi oficina. Llamar y haz una cita de control para una semana—esbozó una despedida y siguió a Blaine a la puerta—Voy a encargarme de las órdenes del alta ahora.

Asolas, se puso en cuclillas junto a la silla de la castaña.

—¿Segura que está lista? Porque si tu…

La ojiceleste deslizó sus dedos en la parte de atrás de su cabello y le acarició cuello.

—Quiero ir a casa. Quiero dormir junto a ti esta noche. Necesito eso.

Cerró los ojos.

—Yo también.

Capitulo 11

—¿Estás cómoda? ¿Necesitas algo?

—Estoy perfecta—Marley había estado en casa hace veinte minutos, y Kitty no hubiera dejado de preocuparse por un segundo. Acaricio el sofá junto a ella—Ven y siéntate aquí, amor.

La rubia se instaló con cuidado en el otro extremo del sofá, con miedo de que el movimiento de algún modo lastimara a la castaña.

—El doctor Evans dijo reposo en cama, y nosotras ya estamos haciendo trampa, permitiéndote acampar en la sala de estar en lugar del dormitorio. Quiero que seas capaz de dormir.

—Lo hare—Marley se movió—Especialmente si te acuestas a mi lado.

Vaciló.

—No voy a romperme—la voz de Marley era relajante, sus ojos tiernos—Por favor amor. Te extraño.

Eso fue todo lo que necesitó.

No podía no responder a esa llamada que podría detener su corazón latir.

Lentamente, se acomodó hacia abajo hasta que estaba en su lado mirando a su amante, su cabeza apoyada en el hombro.

—¿Bien?

—Mmm—suspirando, Marley apoyó la mejilla en su cabeza y le acarició el rostro—¿Ahora me vas a decir lo que pasó

La solicitud de su castaña fue entregada en voz tan baja que al principio las palabras no penetraron en su conciencia.

—Marley, el doctor Evans dijo…

—Odio esto. La forma en que siento, como si falta algo—los dedos de Marley
temblaban mientras le seguía acariciando el rostro.

La angustia en su voz era más de lo que podía soportar.

—Fuiste atropellada por un coche, en el frente de la casa.

—No puedo recordar.

—Marley. Bebé—su voz era casi suplicante—Acabas de llegar a casa. Se supone que debes estar descansando. Podemos hablar de esto mañana.

—¿Promesa?

—Lo haré. Lo prometo—frotó su cara contra el cuello la ojiceleste, necesitando sentir el calor de su piel y el flujo de sangre a través de los vasos, tan vital, tan viva. Su voz era ronca cuando susurró—, Te amo tanto.

—Estoy aquí. Justo aquí—Marley se apretó contra su cuerpo, sintiendo consuelo en la cercanía de ella, incluso mientras le ofrecía a la rubia la comodidad de su abrazo.








Cuando Blaine entró en la sala de estar de la buhardilla de la habitación de invitados en el otro extremo, descubrió a las dos amantes dormidas una en brazos de la otra.

El timbre del teléfono rompió el silencio, y lo cogió, esperando no despertarlas.

—"Wilde y Rose residencia.—silencio—¿Hola?

—¿Blaine?

—¿Jazmín?—desconcertado mentalmente giro por el calendario en su mente—¿Dónde estás?

—Abajo.

—¿Por qué? no tienes un show de esta noche, ¿verdad?—miró al sofá donde Kitty se había desplazado a una posición sentada, apoyándose con los codos en las rodillas, la cabeza entre las manos—Kitty despierta ahora...¿Qué?¿Cuando?..¿Qué tipo de reunión?...¿Con la policía?...Será mejor que subas.

Kitty se acercó a las enormes puertas de metal doble, entrando el código en el teclado, y las puertas se abrieron sin hacer ruido. Un poco más allá, una mujer de pie esperaba.

A pesar de ser más mayor que Rachel, ella tenía un parecido en algunos aspectos. Su cabello era oscuro en capas, donde era rubio y un poco más largo que el de la castaña, pero ella era esbelta y sensual como ésta.

Su piel ajustada con pantalones negros, top de lycra abrazando su cuerpo, y la blusa de seda escarlata dejada abierta y atada casualmente en su cintura estrecha emanaba un aura de sensualidad confianza.

Su maquillaje era sencillo pero aplicada con arte, acentuando sutilmente la extensión de sus pómulos arqueados y la curva de sus labios gruesos.

Podría haber sido una chica de compañía de alto precio o una modelo de pasarela.

—Hola, sexy—Jasmine dio un beso en la boca a la ojiverde—Te ves como un animal muerto en la carretera.

—Gracias—a toda prisa, Kitty advirtió—, Marley está dormida.

Jasmine dio un paso alrededor de ella y besó la mejilla de Blaine casi con timidez.

—Hola.

—Hola a ti—respondió su tono apagado. Brevemente tocó la mano de Jasmine—¿Nuevos pantalones?

—Mmm. Esta tarde.

—Bonito—hizo un gesto con la cabeza—Vamos a entrar en el dormitorio, y me puedes decir donde tienes la intención de usarlos—dio una mirada dura a la ojiverde—Y solo ustedes dos conseguirán entrar.








Santana y Mike entraron en el ascensor cuando una voz detrás llamo:

—Hey, detengan eso, ¿quieren?

Aseguro la puerta con una mano y se volvió. Rachel corrió hacia el ascensor.

—Hola, Rachel.

Ésta gruñó un saludo e ignoró a Mike.

Cuando el ascensor se detuvo, abrió el camino por el pasillo hacia la sala de conferencias.

—Hey—Kitty dijo mientras el grupo entraba.

—Kitty—estudiando a la rubia a lado de la ojiverde.

Estaba segura de que no se habían reunido, pero la extraña le resultaba familiar, no obstante.

—Yo—dijo Mike, mirando a la mujer, también.

Rachel se sentó junto a él, deliberadamente sin mirar a Quinn, que ocupaba el asiento frente a ella.

—Jasmine, la Sargento López, Detective Chang, y Rachel—cuando todos ellos asintieron, Kitty continuó—Jasmine trabaja en el Troc, y conoce a algunos de los clientes habituales en Ziggies.

—Uh ... ¿Haciendo que exactamente?—preguntó Mike, su mirada cayendo en la cara de la rubia a sus pechos y persistente un momento.

—Soy una cantante—respondió Jasmine, su cálida voz de whisky.

Mike la miró, quien continuaba estudiando atentamente a la rubia. Se movió en su silla, casi tan inquieto ante el silencio de Santana como estaba con la forma de la voz de Jasmine hizo su sangre correr.

No solía ir por prostitutas, pero Jesús, ella era algo.

De repente, la morena se puso de pie.

—Disculpe un momento, señorita...

—Sólo Jasmine—casi ronroneó las palabras.

Sonrió, luego miró a la rubia a su lado.

—¿Rachel?

Ésta se sonrojo, fingiendo no darse cuenta de la mirada dura que Quinn le lanzó, y siguió a la morena hasta el otro extremo de la habitación.

En voz baja, preguntó Santana,

—¿La conoces?

—Uh-uh la recordaría. Ella es una gran competencia.

—¿Qué piensas?

—Ella es buena. Muy, muy buena—se encogió de hombros—Conozco algunas transexuales, pero...ella es diferente. Con clase...No creo que se esté vendiendo.

—¿A quién conoces que podría comprobarla por nosotros?

Sacudió la cabeza.

—No estoy segura.

Santana morena suspiró.

Necesitaba un contacto en la calle tan mal, pero era reacia a confiar en alguien que no conocía, incluso si Kitty y Jas...

Hijo de puta. No puedo creer que no lo viera.

La castaña la miró cuando giro media vuelta y regresó a su lugar en la mesa.

—¿Jasmine?—pregunt. Los ojos azules se elevaron a los suyos.

Una boca llena sonrió lentamente.

—¿Sí, Sargento?—el tono era abiertamente seductor ahora.

—Ellos te conocen por tu nombre en Ziggies?

—Probablemente. Caigo ahí de vez en cuando con algunos de los otros artistas del club.

—¿Otros Drag Queens?

—Preferimos el término imitadores de mujeres—Jasmine sacudió la cabeza—A pesar de que algunos de los otros interpretadores son Drag Queens, por supuesto.

—¿Eh? ¿Qué está diciendo?—la voz de Mike había conseguido volverse más fuerte.

—Ella es un él, pervertido—dijo Rachel despectivamente.

—No—Mike la miró quien asintió con la cabeza. Él se dejó caer en su silla, moviendo la cabeza—No me jodas.

Quinn de repente se quedó sin aliento.

—Oh hombre... Kurt. Eres...Hermosa.

—¿Que está pasando?—Mike explotó.

Kitty se apiadó de él.

—Jasmine es el nombre artístico de Kurt, Detective.

—¿Nombre artístico Kurt?—Mike parecía como si hubiera sido despedido a un postal. Su cabeza se inclinó de lado a lado mientras su cara se volvió de color rojo a púrpura—¿Kurt?

Jasmine sonrió amablemente.

—Kurt no está aquí en este momento, Detective. Me pregunto qué me detuviera para echarle una mano.

El asiático se sentó, puso sus manos en su regazo, y se quedó mirando fijamente a la mesa.

—¿Cómo de amigable eres con las chicas en Ziggies?—preguntó Santana.

—Porque si hay alguien ahí que sepa acerca de los videos porno, serían ellas.

—Conocidas solo de vista. La mayoría de las chicas que trabajan nos consideran competencia y hay poco amor perdido debido a eso.

—¿Qué te hace pensar que puedes conseguir lo que necesitamos en Ziggies si las chicas no quieren hablar contigo?—preguntó.

—Puede que no sea capaz de hacerlo, pero el espectáculo en Troc tiene imitadores de mujeres y hombres—explicó Jasmine—Los drag king son habituales en Ziggies. Puedo poner a uno de nosotros con ellos.

—¿Una drag king?—Mike finalmente encontró su voz—Una chica que finge ser un hombre? ¿Quién?

Jasmine se volvió y su mirada cayó sobre la Oficial Quinn Fabray.