[Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo

Capitulo 26

—¿Quincy? Quincy, ¿estás bien?

Quincy parpadeó y enfoco los pechos desnudos a dos pasos delante de su cara. Rápidamente, desvió la mirada y se volvió a Jasmine.

—Sí. bien.

—Tengo la sensación de que a ella le gustaría que la mires un poco más de interés—Jasmine estudió el Drag King con algo de preocupación—Te ves un poco fuera de esto.

—Solo cansado.

Eran más de las tres de la mañana, y él no había dormido mucho la noche anterior. Derribada, tener relaciones sexuales con Rachel había tomado casi todo lo que le quedaba.

Tras el show de Jasmine en el Troc, ésta y todos los King se habían ido de bar en bar. Ziggies era su última parada y para entonces, estaba con cara de sueño por la fatiga.

—Tienes que ser fuerte—dijo Jasmine mientras se inclinó y apoyó la mano en su muslo. Con los labios en su oreja y su mano vagando sobre su pierna, cualquier persona que mirara habría pensado que eran amantes, que era justo lo que ella pretendía—Pierdes el foco, estarás en problemas.

Inclinó la barbilla y besó la comisura de la boca de Jasmine. Luego movió sus labios a lo largo de su mandíbula y murmuró:

—Lo tengo. Desaparecí un poco, pero estoy bien ahora. Gracias.

Jasmine le acarició el cuello.

—López tendría mi culo si algo te sucede.

—El mío también, si algo quedara de ella—sopló suavemente en su oído—Probablemente puedes quitar la mano de la polla ahora.

La rubia se rió y se acomodó en su asiento.

—Nunca conseguí jugar con cualquiera de los chicos.

Riendo, se puso de pie, se estiró y sacó un dólar del bolsillo de sus pantalones de cuero, extendió la mano, y se la guardó en la casi inexistente tanga rojo de la mujer bailando justo en frente de él.

—¿Regresaras, cosa caliente?—ella ronroneó mientras giró sus caderas sugestivamente.

—Lo haré si todavía estarás aquí—echó un vistazo a los otros King y la rubia—Voy a agarrar otra cerveza.

Necesito conseguir a alguien para hablar conmigo, no sólo coquetear conmigo.

Necesito hacer que algo suceda.







—Hay tantas cosas mal con esta imagen, no sé ni por dónde empezar—Santana equilibro su tercera taza de café en su rodilla desde la media noche y le dio una mirada sin palabras a Mike.

Él le devolvió la mirada con justa indignación.

—Soy un detective de segundo grado, y estoy sentado en mi culo aquí fuera en el frío mientras que una mojada detrás de la novata en el interior donde es agradable y cálido.

—Te ves...—se estremeció—, Fuera de lugar con pantalones de cuero. Así que estás conmigo aquí en el frío, y si quieres hacer de detective, feliz de estar aquí.
Mike resopló, su buen sentido habiendo desaparecido con el último descenso de la temperatura de diez grados.

—Y otra cosa ... Me estoy congelando las pelotas mientras que la chica con el falso Johnson llega a ver a las chicas encorvadas en esos postes de acero brillante. Probablemente ni siquiera puede conseguir una decente erección.

Se frotó el abrasador dolor de cabeza que golpeaba entre sus ojos.

—Yo no quiero oír hablar de tu culo o tus pelotas o cualquier otra parte de tu anatomía, congelándose o de otra manera. Sólo quiero que te sientes ahí y cállate. Estamos aquí en vigilancia, no Entertainment Tonight.

—Al menos me gustaría ser capaz de apreciar todas las tetas desnudas siendo lanzadas por ahí—se quejó—Por lo tanto, ¿puedo fumar? Es un viaje en el departamento.

—No—contestó por quinta vez en una hora. Levantó la taza de café, se detuvo con ella a medio camino de su cara, y miró a dos figuras acercándose desde el otro extremo del bloque. Suavemente dijo—Oh, oh. ¿Qué es esto?






—Entonces—dijo Quincy casualmente al camarero cuando le pasó la cerveza—, ¿Cómo consigo algún tipo de acción por aquí?

El camarero no parecía haber escuchado, su atención centrada en algo a través del cuarto.

Se volvió en esa dirección, y su corazón tartamudeó hasta detenerse mientras que su estómago se convulsionó por el shock. Una bonita asiática chica emprendía su camino entre las mesas, seguida de cerca por Rachel.

Por un instante, su castaña miró en su dirección y cuando sus ojos se encontraron, no había nada en la expresión de Rachel para sugerir que lo había visto antes en su vida.

Miró de nuevo a su compañera.

—¿Cómo has dicho que era el nombre de este tipo?

—No lo hice—Trudy se encogió de hombros—No creo él que alguna vez lo dijera. Tiene algún tipo de acento...Yo qué sé. Italiano. Ruso. Algo como eso.

—Voy a tomar una copa. ¿Quieres algo?

—Nah—Trudy se sentó en una de las mesas frente a los King y Jasmine—Él debería estar aquí pronto.

Rachel paseó a la barra y coloco su cadera en el borde de un taburete a seis asientos más abajo de donde él aún inclinado con la espalda contra la barra.

El camarero tomó su tiempo mientras se acercaba, y cuando llegó al alcance del oído, ella dijo:

—¿Sería demasiado problema para que me consigas una cerveza?

—¿Sería demasiado problema para ti chupar mi polla?

—No, si el precio es correcto.

Él rió.

—¿Piensas que en un lugar como este tengo que pagar por ello?

—Si te dijera lo que pienso, no podría conseguir mi cerveza—Rachel levantó un hombro, una sonrisa lenta y fácil en su cara—Y estoy muy sedienta.

Sin dejar de reír, él sacó una botella de Budweiser de la caja fría debajo de la barra, quito la tapa, y la deslizó a ella.

—Cuatro dólares.

La castaña sacó un billete de una ranura del bolsillo debajo de la cintura de la falda roja. Sus zapatos eran del mismos color rojo oscuro, y llevaba un top de satén negro con tirantes.

—Dame cinco minutos en la trastienda, y puedes mantener tu dinero—mientras hablaba, sus ojos se sumergieron a sus pechos y se fijo en el contorno de los pezones apretados estirados por el material brillante.

—No durarías un minuto, pero todavía no vale la pena mi tiempo—ella empujó el billete a través de la barra.

Mientras él resoplaba y cogió el dinero, la castaña levantó la botella y se giró en su dirección. Sus ojos se encontraron, y Rachel asintió, luego se giró y se alejó.







—¿Qué piensas?—preguntó Mike.

—Creo que ella va a ser un encuentro en este momento—dijo Santana bruscamente—Cristo todo poderoso. Tenemos tres personas ahí, y estamos sordos y ciegos aquí afuera. No hay manera de que vayamos a saber lo que está pasando.

—Ella debería haber esperado, maldita sea—furioso, Mike consideraba la puerta sin ventanas del club de sexo—Se supe que conseguiríamos para ella el cable mañana.

—Ella recibe la llamada, ella va. Rachel conoce el juego—el estómago de Santana se retorcía con aprensión, pero su voz era fría, con el rostro inexpresivo—Jasmine y Quincy mantendrán un ojo en ella, mientras este dentro.

—Correcto, una llameante fruta de civil y una novata cuya cabeza es más dura que su pene.

—Van a defenderla—Santana murmuró, reconociendo los insultos del asiático por lo que eran.

Preocupación.

Su mirada clavada en la puerta, deseo que Rachel caminara de vuelta a través de ella.

Venga, cariño. Tráelo ante nosotros.

—¿Quieres que deba pedir refuerzos?

—¿Para qué? En este momento todo lo que tenemos es un elemento de configuración en busca de informaciones—negó con la cabeza, y luego, con más confianza de la que sentía, dijo—Vamos a pisarles el trasero cuando salgan, encontraremos su estudio.

—Esto no huele bien.

Lo sé.







Unos minutos más tarde, Quincy observaba desde la barra como un hombre musculoso, de pelo oscuro en un traje que se veía sorprendentemente caro entro desde la parte trasera de la habitación en penumbra.

El recién llegado se detuvo en la esquina más alejada del escenario en la que dos mujeres continuaban girando y casualmente, pero a fondo, examinando la habitación.

Después de su estudio minucioso de la los ocupantes del bar, el hombre se acercó a la mesa de Rachel y se sentó.

Era el chico del vídeo. No había manera para Quincy para acercarse lo suficiente como para escuchar la conversación. Lo único que podía hacer era mirar con impotencia como el hombre se inclinó hacia adelante y puso sus dedos debajo de la barbilla de Rachel, y luego volvió la cabeza de un lado a otro.

Ácido quemo un agujero en su estómago y cuando el desconocido pasó un grueso dedo índice por el lado del cuello de la castaña y luego entre sus pechos, su visión se puso borrosa con una combinación de furia y enfermo terror.

Haz el trabajo.

Se obligó a caminar casualmente de nuevo a su asiento. Cuando se sentó, deslizó un brazo alrededor de los hombros de la rubia.

—¿Tú los ves?

—Sí—Jasmine se acurrucó debajo de su brazo, manteniendo la voz baja.

Su cuerpo vibraba de tensión.

—Tómalo con calma. Nada va a pasar aquí.

—No estoy preocupado por aquí dentro.

—Santana está afuera.

Se puso rígido cuando Rachel, Trudy, y el hombre se levantaron.

—Ellos van a salir por la puerta de atrás. Mierda. López no los vera salir.

—Quincy—advirtió Jasmine cuando él se puso de pie—Qué…

—Voy a tomar mi moto por el callejón e iré al rededor por la calle detrás del bar. Debería ser capaz de cogerlos desde ahí. Dile a López.

—Espera por respaldo...

Pero ya estaba a medio camino de la puerta, y él no estaba regresando.

Él no iba a dejar a Rachel desaparecer en la noche.

Capitulo 27

La joven policía pasó una pierna por encima de la moto, arranco el motor con una rápida, dura patada, y giró la moto por el callejón al lado del edificio que albergaba el bar.

En menos de cinco segundos, había desaparecido de la vista.

Mike se giró en su asiento con cierta dificultad, liberando el bloqueo de la puerta trasera, y Jasmine cayó adentro, diciendo sin aliento:

—Gracias. Están en camino...por la...salida trasera.

Maldita sea. Santana apretó su dientes, sabiendo que sido capturados sin preparación.

—¿Qué diablos está haciendo Quinn?

—Siguiéndolos—Jasmine informó con gravedad.

—Jesucristo—desacelerando, subió el vehículo en lo que era poco más que un amplio callejón.

La mayor parte de los edificios de fondo estaban a oscuras.

—¡Ahí!—Jasmine señaló a través del parabrisas mientras se inclinaba hacia delante sobre el asiento delantero—En el otro extremo del callejón, creo que vi luces traseras.

Casi a las cuatro de la mañana, había muy poco tráfico en el norte de Filadelfia. Puesto que ella no había visto el vehículo objetivo, se vio obligada a seguir la motocicleta, con la esperanza de que Quinn pudiera mantener al sospechoso a la vista.

Siguió la motocicleta tan de cerca cómo se atrevió, utilizando los pocos coches que estaban en el camino para cubrirse.

—Jesús Cristo en una muleta—murmuró Mike—Espero como el infierno que la novata de a sí mismo...ella...ah, mierda... la cola lejos. Si estos tipos piensan que están hechos, lo que les van a hacer a esas chicas y volcarlas en algún lugar.

Mike estaba en lo cierto, y Santana no dijo nada, sus mandíbulas fijas apretadas y sus ojos sin parpadear fijos con fuerza en la carretera delante de ella.

Al doblar a una calle oscura de edificios en su mayoría abandonadas y lotes baldíos, Quinn la sorprendió al acelerar rápido y desaparecer, la luz trasera roja de la motocicleta descolorándose como una vela apagada por el viento.

—Esperemos que fuera una señal—murmuró mientras se ponía en la acera detrás de un vehículo averiado que estaba sentado incansable en las llantas oxidadas.

Miró en todas direcciones y no vio ninguna señal de vida. Había media docena de vehículos aparcados a ambos lados de la calle, pero nadie a pie y no hay luces en cualquiera de los edificios.

Transcurrieron cinco minutos.

Nadie habló.

Ladeó la cabeza, concentrándose en un estruendo a lo lejos. Miró por el espejo retrovisor. No había farolas y una pequeña luna, y la calle detrás de ella estaba envuelta en sombras. Mientras miraba, una forma fantasmal surgió.

Mike miró por encima del hombro.

—Hijo de puta.

Conduciendo sin luces, Quinn deslizó la motocicleta grande detrás de la vigilancia y apagó el motor. Manteniéndose agachada, llegó al lado del vehículo y llamó a la puerta del asiático.

—¿Dónde están?—Mike preguntó mientras abría la puerta para encontrar a la ojiverde en cuclillas al lado del coche.

—En el cuarto edificio abajo desde el final de la calle a la derecha. Almacén de algún tipo.

—Está bien—dijo enérgicamente—Mike, llama por dos blancos y negros por apoyo. Tomaremos una unidad con nosotros y poner otro en el vehículo en el callejón.

—¿Quieres llevarlo ahora?—preguntó Mike rotundamente.

—Tenemos su ID del video. Sabemos que él está ahí con al menos una menor de edad y viola los locales, estatales, y las leyes federales. Yo diría que tenemos una causa probable—miró a la ojiverde cuyos ojos estaban clavados en su rostro—Además, si no nos movemos en esto, Rachel y Trudy van a tener que pasar por el video.

La cara de Mike se endureció.

—Entonces vamos romperle su fiesta.





Contra las objeciones de Mike, pasó por la puerta primero. Se fijó en la gran habitación con una mira rápida.

El estudio estableció justo en el medio y brillantemente iluminado.

Misma cama, el mismo telón de fondo, los mismos accesorios patéticos.

Misma estrella, excepto que esta vez la mujer que tenía en sus manos era Rachel, y quería dejarlo en sus pistas. Su sangre quemaba, pero su mente estaba claro como el cristal.

Gritó policía y nunca dejó de correr hasta que tenía su arma en la cara y la rodilla en la entrepierna. Entonces lo volcó sobre su estómago y dio una palmada en las restricciones.

—El otro chico se dirigió hacia la parte trasera—uno de los uniformes gritaba y corría tras él.

—Mike, cubre a este tipo—se puso rápidamente de pie y miró a Rachel—¿Estás bien?

La castaña asintió, con el rostro pálido pero sus ojos claros. Ella sonrió débilmente.

—Me alegro de que llegaran.

—Y mantén tus ojos en estos dos—ordenó para el beneficio del sospechoso mientras se dirigía después de los otros uniformados uniéndose en la búsqueda.

La castaña quería preguntar dónde estaba Quinn, pero se supone que no conoce a estos policías. Se supone que no es distinta de una puta haciendo algo de dinero rápido en una película de desnudo.

Pero la pregunta estaba en sus ojos mientras miraba a Mike.






El callejón estaba oscuro y los ladrillos contra la espalda de Quinn eran ásperos y frío.

Cuando la puerta lateral se abrió de golpe y una gran figura oscura se precipitó a través, lo que vio fue a los oficiales de la patrulla enfrentando al tipo.

Era grande y fuerte, y no iba fácil.

Ambos uniformados estaban en él, y todavía se agitaba y retorcido y daba patadas. El callejón resonó con gritos y gruñidos y maldiciones.

Llegó a la carrera desde su lugar justo dentro de la boca del callejón, donde López le había colocado.

Tenía tres pies de distancia de la maraña de brazos y piernas golpeando cuando vio el destello del acero cuando el sospechoso sacó la cuchilla de su bota.

Él la hizo girar en un arco intermitente hacia la parte de atrás de la mujer policía que lo había inmovilizado y ella se zambullo.

—¡Cuchillo!—gritó cuando aún estaba en el aire.

El cuchillo la atrapó en el muslo izquierdo antes de que el segundo oficial agarrara el brazo del sospechoso y eficientemente lo rompió. Durante los primeros pocos segundos no dolió en absoluto, y entonces el dolor se levantó como una ola de fuego rojo y le quitó el aliento.

Se apartó, agarró el mango enterrado en su muslo, y por reflejo lo sacó. Le tomó toda su fuerza de voluntad para reprimir el grito que amenazaba con estallar de ella.

Oh, mierda, mierda.

Dios. Duele.

Desde algún lugar cercano, oyó gritos y luego una voz profunda constante que parecía penetrar en el caos con fuerza tranquila.

—No te muevas, Quinn—dijo Santana bruscamente mientras se inclinaba hacia abajo—Déjame echar un vistazo.

—Estoy...bien, Sargento—Quinn jadeo, tosiendo—Rachel...¿está bien? él le
Hizo…

—Ella está bien. Él nunca la toco—Por lo menos esa es la historia, a menos que ella te diga algo diferente.

—Dile...que estoy bien.

—Puedes decirle por ti misma dentro de un rato—miró el charco de sangre debajo de la pierna de la ojiverde y su estómago se revolvió.

Parecía haber un montón de ella.

Se quitó la chaqueta y envolvió las mangas firmemente alrededor de los muslos de la rubia a continuación sacó su teléfono celular y llamó a una ambulancia.

De Rodillas, puso una mano sobre la cabeza de Quinn, y con la otra aplico una presión constante sobre la goteante herida en el muslo de la mujer más joven.

La piel de la rubia estaba fría y húmeda.

—Solo tómalo con calma.






Brittany se despertó de golpe al primer timbre del teléfono, con el corazón palpitante.

Sus ojos volaron al reloj. 05:44.

Supo al instante que estaba sola, y supo con absoluta certeza de lo que la llamada se trataba.

Oh Dios mío. ¡No!

—Dra. Pierce.

—Britt, estoy bien—dijo Santana inmediatamente.

El alivio fue rápido y dulce, pero de corta duración.

—¿Qué es?

—Quinn está en camino al Hospital University. Herida de cuchillo. No puedo salir de la escena...

—Estoy en camino—dijo y de inmediato mientras empujaba las mantas y se levantó—¿Segura que estás bien?

—Bien. Estaré ahí pronto—otra pausa—Britt, cuida bien de Quinn.

—Como si ella fuera mía.

—Te amo. Tengo que correr—el teléfono se cortó.

—Te amo.

Capitulo 28

—Interesante equipo que tienes aquí, López—Clarke Griffin dijo mientras se paraba junto a la puerta del almacén, con las manos en las caderas, observando lo que ahora era su escena del crimen.

Sus técnicos del CSU con chaqueta azul estaban ocupados fotografiando el estudio, la diagramación del diseño, y recogiendo y catalogando las evidencias.

A su izquierda, una mujer increíblemente sexy en ropa que debe de ser solamente usados entre las horas de la medianoche, y las 05 a.m. sentada consultando con Kitty ante un banco de monitores de vídeo, pantallas de ordenadores y otros equipos electrónicos.

—No convencional, tal vez, pero sin precedentes—debido a que confiaba en
Clarke como confiaba en casi nadie más en el departamento, con la excepción de Mike, y porque tenía que ver por sí misma que Quinn estaba bien, añadió—Tan pronto como Kitty esté convencida de que los datos electrónicos están seguros, puedes tomar todo de aquí que es necesario.

Una vez más, Clarke asintió, con los ojos en todas partes a la vez, asegurando que todo estaba siendo manejado apropiadamente.

—Parece que has hecho un gran golpe esta noche, López. Bien hecho.

Era cierto, pero no era todo lo que quería. Tenían una pieza del rompecabezas, y eran propensos a obtener detenciones de los medios digno de ello.

Pero todavía no tenía el origen de la fuga dentro del departamento, y no tenía al asesino de Jeff Cruz y Jimmy Hogan.

No tenía al asaltante de Marley.

Habían hecho un comienzo, pero el trabajo ya estaba lejos de haber terminado.

—Lo que he conseguido es a un oficial en el hospital—suspiró y se frotó la
frente—Infiernos.

—Ve a ocuparte de los negocios, Detective—Clarke le palmeó la espalda y se fue a castigar a un técnico por no haber dejado la luz azul en las sábanas de la cama por fluidos corporales antes de embolsarlas.








—Mira, no necesito ser examinada por cualquier ginecólogo. El tipo no deja nada sobre o dentro de mí—dijo Rachel con vehemencia—Y créeme, lo sabría.

—Es sólo rutina—Mike retiro el sedán no identificado de vigilancia de regreso frente a la sala de urgencias del Hospital Universitario.

Lo miró con recelo.

No la había mirado una vez desde que se habían metido en el coche, y él no la había insultado, ni hecho ningún comentario lascivo, o haber estado en lo más mínimo sugerente.

Algo andaba mal.

Sólo había una cosa que podía pensar en que mantendría guardada de ella.

Su estómago encogido.

—¿Dónde está Q?

—La operación está aún en curso—Mike respondió con rigidez.

—Quiero hablar con ella ahora. Consíguela por teléfono—cuanto más tiempo la evadía, más asustada se volvía.

Oh, nena, ¿qué ha pasado? ¿Dónde estás?

—No me jodas—Mike se frotó la cara con las dos manos, preguntándose que había hecho para merecer este culo al final de detalles—Está bien, sólo tómalo con calma, ¿de acuerdo? Ella se puso un poco atontada, y está en la sala de emergencias siendo revisada…¡Hey!—la miro cuando se alejaba mientras corría hacia la entrada de la sala de emergencia.







Brittany dio un paso fuera de la cortina justo a tiempo para ser testigo de Rachel precipitándose por el pasillo.

Le alargó la mano y la cogió el brazo.

—¿Estás herida?

La castaña sacudió la cabeza con vehemencia.

—¿Esta Q aquí?

—Justo en el interior—respondió con una inclinación de cabeza hacia la cortina.

—Esta ella…—la voz de Rachel se rompió—¿Puedo verla?

—No veo por qué no—le tomó la mano y con la otra llegó a tirar de la cortina a un lado—Ella va a estar bien.

—Claro—Rachel dijo rotundamente.

Como si cualquiera me diría la verdad.

Era peor de lo que esperaba.

Quinn yacía en una camilla, con los ojos cerrados, con las vías intravenosas puestas en ambos brazos.

Y estaba blanca.

No pálida.

Blanca.

Su corazón se hundió.

Lentamente, se acercó a la cabecera de la camilla y tocó con sus dedos la mejilla la rubia.

—¿Q? ¿Bebé?

Los parpados de la ojiverde se abrieron, sus pupilas grandes y fuera de foco. Parpadeó, su visión se aclaró, y se concentró en su cara.

—Está bien.

—¿Estas herida?—su labio temblaba y lo atrapó entre sus dientes. Acarició con su mano los cabellos rubios.

—No tanto. Me dieron cosas .

Sus lágrimas salieron.

No podía recordar la última vez que no había sido capaz de detener las lágrimas. Pero todo era demasiado grande, demasiado como para mantener en el interior.

Dejándola entrar en su vida, amarla, el terrible miedo a perderla.

—Cariño—Quinn dijo con dulzura—¿No...Cielos, no podrías... gritarme por ser demasiado lenta o algo?

Sonrió temblorosa.

—¿Lo estabas?

—Tal vez un poco. Pero López me puso camino de vuelta en el callejón...tuve que correr un largo camino—Quinn se esforzó por mantener los ojos abiertos, pero las drogas fueron ganando—No te preocupes ok, Te amo.

—Si lo sé—se inclinó y la besó—Te amo, Q.

La rubia cerró los ojos.

—Ve a casa. No te preocupes.

Era aterrador verla deslizamiento lejos.

Rozó sus labios sobre la oreja de la ojiverde.

—Voy a esperar por ti.







Santana encontró a su amante y su confidencial informante escondida en la esquina de la cafetería del hospital poco después de las 9 a.m.

Su rubia se veía hermosa, y sólo verla acomodó la bola de tensión que había estado llevando en su pecho.

La castaña parecía agotada, pero inesperadamente linda en la camiseta y los pantalones vaqueros holgados del University Med de su ojiazul.

—Hola—dijo mientras se deslizaba en el asiento libre.

—Hola—Rachel observaba a la rubia por el rabillo del ojo.

—Hola, Detective—dijo Brittany en un tono que era casi una caricia.

Rápidamente tomó un vistazo en la camisa arrugada de su amante, que estaba inusualmente fuera del pantalón. De mayor preocupación eran las profundas sombras bajo los ojos y el leve temblor en la mano que sostenía la taza de café de papel.

—¿Has desayunado?

Santana se encogió de hombros.

—Todavía no. ¿Cómo esta Quinn?

—Todavía estamos esperando. Ella ha estado en cirugía un poco más de una hora, así que espero que vayamos a escuchar en cualquier momento.

—Tengo que volver a la estación pronto.

—¿Inmediatamente?—no podía ocultar su preocupación.

Menos de dos semanas antes, ella había sido la que esperaba en la sala de emergencias, mientras que su latina fue sometida a un tratamiento de emergencia.

En gran medida no quería experimentar eso otra vez.

—Mmm—Santana suspiró con cansancio y se echó hacia atrás en la silla—Kitty todavía está en el almacén, y Kurt regreso a la oficina coordinando los datos. Entre lo que recibieron de los ordenadores en el lugar y los ID que hemos estado recolectando las últimas semanas, vamos a tener una lista de nombres para el mediodía. Tengo que arreglar las órdenes y armar un par de equipos de ataque para golpear a estos tipos a la vez.

Se volvió hacia la castaña.

—¿Nos disculpa por tan sólo unos minutos?

—Por supuesto—respondió Rachel , poniéndose de pie con una sonrisa.

López va a conseguir su culo masticado. Guau.

Cuando Rachel estaba fuera del alcance del oído, Brittany se inclinó hacia delante y puso su mano en el brazo de Santana.

—No estás en condiciones de dirigir un equipo de ataque. Has estado despierta toda la noche, y acaba de ir de nuevo a…

—Tienes razón.

—¿Disculpa?

La morena unió sus dedos con los suyos.

—Dije, tienes razón. Yo no voy a hacerlo.

—Oh. Bien.

—Pero...todavía tengo que organizarlo. Necesito conseguir a Mike a caminar a través de las órdenes y tengo que informar a los equipos y necesito estar en la furgoneta de vigilancia de temporizando las detenciones—suspiró de nuevo.

—¿No estas...pasando por las puertas hoy?

La morena negó con la cabeza.

—No voy a preguntar acerca de la noche anterior.

Debido a que ya sé. Rachel estaba en el interior, uno de los tuyo. Por supuesto tú entraste primero.

—Bueno—Santana corrió su pulgar sobre la parte superior de la mano cálida de su rubia—Gracias.

—¿Dónde está tu chaqueta?

—Tuve que tirarla a la basura—miró a su alrededor buscando a la castaña—La sangre de Quinn estaba por todas partes. Ella salvó esta noche la vida de un policía, Britt.

Ésta sonrió con afecto.

—Ella es justamente tu clase de policía ¿verdad mi amor?

—Sí—Santana sonrió—Si ella lo es.

Capitulo 29

Quinn nadó a través de las aguas oscuras pesadas, luchando contra la mano invisible que amenazaba con tirar de ella cada vez más profundo.

Le dolía el pecho, hambrienta por aire, y lejanamente, el dolor rompió sobre ella como un enojado oleaje.

Jadeante, abrió los ojos.

—Tómalo con calma—dijo Santana suavemente, apoyando la palma de la mano suavemente en su hombro—Estás bien. Estás en la sala de recuperación.

—Sargento—dijo con voz ronca, tratando de concentrarse—Dónde está...Rachel?

—Esperando afuera con Brittany. Tuve que mover algunos hilos para entrar aquí—Santana sonrió, contenta de ver que los ojos verdes se estaban despejando rápidamente—Serás capaz de verla en un rato.

—¿Qué está sucediendo... con el caso?

Sonrió.

—En unas dos horas, vamos a patear algún culo importante.

La rubia se quejó.

—¿Te está doliendo? ¿Necesitas que consiga a la enfermera?

—No, no puedo creer...me voy a perder esto—trató de levantar la cabeza, pero todavía estaba demasiado débil.

—Por desgracia, tu pierna pateadora está temporalmente fuera de servicio, oficial—le apretó el hombro.

—¿Es malo?

—Nah. El cirujano dijo que estarías volviendo sobre tus pies en cualquier momento.

—¿De regreso al equipo?

—No sé si habrá un equipo después de hoy—dijo en voz baja.

—¿Sargento?

Levantó una ceja.

—Patea algunos traseros por mí.

La esquina de su boca se levantó en una sonrisa salvaje.

—Puedes contar con ello.






Cuando Quinn se despertó de nuevo, el dolor era menor, y su abrumadora sensación era una de hambre.

Comenzó a sentarse, y una pequeña mano presiono en ella suavemente hacia abajo.

—Se supone que te quedes quieta.

—Como si tuviera una elección—volvió la cabeza sobre la almohada y sonrió a Rachel—Hola, cariño.

—Hola bebé.

—¿Se supone que muera de hambre, también?

Su castaña sonrió.

—Ellos no mencionaron esa parte—era tan bueno escuchar la voz de Quinn que sintió de nuevo las lágrimas amenazando. Eso fue una locura. Esperó hasta que estuvo segura de que su voz era firme—¿Estás bien?

Quinn dio a la pregunta un poco de pensamiento.

Se sentía débil, y su pierna se sentía como si hubiera sido pateada por un caballo. Pero el dolor era tolerable.

—Sí, eso creo. ¿Tú?

—Sí.

—Te ves linda.

—¿Eh?—Rachel echó un vistazo a la demasiado grande camiseta y los pantalones sin forma y luego resopló—Oh sí, fenomenal. ¿Le pasó algo a tu cabeza, también?

—Mi cabeza está bien—extendió la mano y tomó la suya—¿Qué hora es?

—Tarde.

Volvió a preguntar,

—¿Puedes ayudarme a sentarme?

Trabajó cuidadosamente los controles de la cama y posiciono las almohadas hasta que su rubia estaba en posición vertical.

—¿Bien?

—Perfecto—la pierna le dolía, pero logró una sonrisa—¿Tal vez deberías conseguir uno de esos pequeños y calientes trajes de enfermera, ya sabes, esos vestidos que son apretados, cortos, y se ve a través del blanco?

Considerado lo que su rubia había dicho cuidadosamente, dijo.

—Me haces volar novata.

—Bueno—Quinn le tomó la mano y se la llevó a los labios. Le besó los nudillos suavemente—Eres la jefa.

La preocupación y el miedo de las últimas horas se deslizaron como la niebla en la salida del sol.

Inclinándose la besó de nuevo. Cuando retiro su boca, susurró:

—Sabe, eres bastante inteligente para ser un policía.








Kitty alzó la vista al oír la suave zumbido del ascensor, perpleja porque no había escuchado entrar a nadie.

Mirando sobre su hombro, se quedó sin aliento por la sorpresa, y luego se puso de pie.


—¡Marley!

Vestida con una camiseta de seda y pantalones sueltos de algodón blancos, su castaña sonrió y se acercó lentamente a la oficina.

—Me di cuenta de que si alguna vez iba a verte, yo tendría que rastrearte.

—Jesús—gritó con ansiedad, agarrando una silla de oficina y girando en la dirección de su castaña—Siéntate. No deberías estar aquí abajo.

—Hola, Kurt—dijo Marley mientras se acomodaba en el cuero de felpa. Desde el otro lado de la habitación, él levantó su mano y la saludó mientras ella miraba a su amante críticamente—No viniste a casa anoche, y no te vi en el desayuno, y no llamaste en todo el día. Te extrañe. ¿Cómo van las cosas?

—Conseguimos a Santana los nombres de media docena de distribuidores de pornografía de Internet y diez veces esa cantidad de clientes. La operación está quedando fuera. Dependiendo de cómo el barrido se desarrolla, podría ser grande.

—Estoy orgullosa de ti—dijo Marley en voz baja.

Empujo otra silla cerca, se sentó y le cogió las manos entre la suya.

—No fue sólo yo. Fue todo el equipo.

—Sí, pero tú eres la única de la que estoy enamorada—Marley le paso los dedos por el cabello—¿Me prometes venir a la cama más tarde?

—Va a ser tarde, probablemente—le tomó la mano y besó la palma.

—Yo no tengo ningún plan.

—¿Cómo te sientes?

—Como si fuera a conseguir escaras si duermo por más tiempo—Marley rió—Mejor. El dolor de cabeza va y viene, pero por lo menos de vez en cuando, lo hace.

—Gracias a Dios—susurró.

—¿Están la cosas casi listas aquí, entonces?

Kitty miró hacia otro lado.

—¿Kitty?

—Sabemos que alguien del centro filtró los detalles de la operación del grupo de trabajo. Estoy cerca de descubrir quién es—un músculo saltó a lo largo del borde de la mandíbula—He reducido a dos personas. Cuando consiga el nombre...se lo daré a Santana.

—Te creo. Lo hago—Marley suspiro, le deslizó sus dedos en el cuello y la atrajo hacia sí. Con un suspiro murmuró—, Hay un sinnúmero de razones por las que te amo. Pero me enamoré de ti por la forma en que me amas.








Poco después de las 21:00, Mike entró en el despacho de Kitty llevando una botella de champán.

Santana lo siguió, una sonrisa cansada en su cara.

—¿Bien?"—preguntó Kurt, subiendo rápidamente a sus pies.

—Sesenta y cuatro detenciones—bramo Mike—Incluyendo cinco que han estado bajo vigilancia de la división OC durante los últimos seis meses debido a presuntos vínculos con Zamora.

Kitty entregó a todos vasos de plástico.

—Excepcional.

—Serás capaz de escuchar todo sobre ello en las noticias de las 10—Mike continuó exuberante mientras se servía champán.

—¿Sargento?

La morena negó con la cabeza, luego miró a la ojiverde.

—¿Algo de café?

—En la parte de atrás. Voy a conseguirlo.

—¿Por qué no nos dirigimos de nuevo ahí, y veremos dónde están las cosas?—sugirió Santana.

El grupo enfilo de nuevo a la sala de conferencias y se instaló alrededor de la mesa.

—La Sargento se ve muy bien en cámara. El brillo prácticamente está batiendo sobre ella—Mike volvió a llenar su copa felizmente—Y corre el rumor de que...

La morena tosió.

—Está bien, Mike, está bien.

Él le sonrió.

—Todo el mundo lo hizo bien—dijo, mirando en cada uno de ellos a su vez—Hicimos lo que el grupo operativo debería haber hecho, rompimos el fondo del anillo de la pornografía en Internet.

Fue una victoria, y se sentía bien.

Ella sabía, sin embargo, que tales triunfos eran de corta duración, y la bestia se levantaría de nuevo. Eso es lo que el trabajo de policial era, una serie de batallas en una guerra que nunca era ganada.

Había aprendido a tener la satisfacción de cada pequeña conquista, pero había días en que ella se cansaba.

Cuadró los hombros.

—Pero no hemos terminado todavía. Tenemos días de interrogatorios en frente de nosotros, ya que los distribuidores son todos duros profesionales, y ellos no van a rodar fácilmente, en todo caso. Además, todavía no tenemos una manija de donde las chicas provienen.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Kurt.

—Esta operación era demasiado grande y demasiado bien organizada para confiar en la elección de la calle ocasional como anoche. Estoy dispuesta a apostar que todavía hay chicas por ahí siendo explotadas por los tipos que establecieron este acuerdo, si no para otros vídeos, entonces, para un buen dinero en efectivo.

—Sí—estuvo de acuerdo Mike—Y todavía tenemos que conectar nuestra fuga.

La morena se limitó a asentir.

—¿Kitty? ¿Algo al respecto?

Ésta vaciló y luego dejó escapar un suspiro.

—Tengo dos muy buenos posibles como la identidad de nuestro “hombre” interno—se puso de pie, demasiado inquieta para sentarse—Margaret Campbell, de veintinueve años de edad, se unió a la oficina del DA hace tres años. Soltera con un niño.

—¿Divorciada?—preguntó Mike, repentinamente serio.

La ojiverde sacudió la cabeza.

—Nunca se ha casado.

—Una mujer—reflexionó Santana—¿En medio de una operación de pornografía?

—Ella no tiene que ser parte de la red de la pornografía en sí—señaló Kitty—Sólo necesita estar atada a quien esté detrás del escándalo de la pornografía.

—¿Y lo está ella?

—La Consejera Campbell solía bailar en un club nocturno en Manhattan. Puesto que durante el tiempo que ella era estudiante de Derecho en la Universidad de Nueva York, supongo que lo hizo para pagar el alquiler.

—Entonces—dijo Mike—, Tu figuras que...¿ella se metió en problemas mientras trabaja en el lado equivocado de la calle y le debe alguien ahora?

—Podría ser—Kitty se apoyó en el mostrador y se metió las manos en los bolsillos—Zamora o alguien en su organización podría estar presionando en ella.

—¿Cualquier otra cosa que no parece legal?—preguntó Santana.

Ella había trabajado con Campbell unas cuantas veces. Resistente y competente.

Pero no la conocía. Y había aprendido a no confiar en nadie que no conociera.

—¿Como los casos grandes que ella perdió podrían haber sido asaltados?

—Ninguno que haya encontrado, pero no he agotado la búsqueda.

—¿Y el otro?—preguntó Santana.

—El otro ADA, George Beecher—Kitty rodo los hombros y se tragó el resto de su champán—En la superficie, él no encaja en nuestro generador de perfiles en absoluto. Treinta y dos años, ha estado en la oficina de DA cuatro años. Ivy ligas, proviene de dinero, es propietario de un condominio frente al mar, lo cual él puede permitirse.

—Entonces, ¿por qué no te gusta?—preguntó Santana.

—Cuando tenía veinte años, el Consejero Beecher fue acusado de violar a una estudiante en una fiesta de fraternidad.

Él asiático se enderezó bruscamente.

—¿Acusado, pero sin convicción?

—Retiraron cargos. Podría ser la víctima retractada, podría haber sido pagada, podría ser que ella simplemente no quería pasar por la indignación y la humillación de un juicio—las facciones de Kitty se endurecieron—La justicia no es necesariamente buena.

—¿Y ahora qué?—preguntó Santana.

La ojiverde miró al ojiceleste.

—¿Tiempo estimado?

—Depende de si tenemos suerte. Unos pocos días, podría ser un par de semanas.

Ella se volvió hacia la morena.

—Tenemos que... acceder... a los ordenadores de casa y del trabajo de ambos sujetos, mirar los registros telefónicos, incluyendo los móviles, cavar cada bit de datos electrónicos disponibles, y hacerlo sin que el que lanzó ese gusano en el primer lugar lo note.

La morena se levantó y se acercó a las ventanas, contemplando la vista familiar.

Se sorprendió de lo difícil que era decir lo que tenía que decir a continuación. El grupo detrás de ella estaba en silencio.

Por fin se dio la vuelta.

—Todo lo que tenemos son sospechas y conjeturas y sentimientos viscerales, pero no hay pruebas contundentes. Y nuestro quiebre de esta noche ha hecho a mi capitán muy feliz. Salvamos algo de las autoridades federales. Él ha hecho a los jefes felices porque los números se ven muy bien. El ayuntamiento está contento porque hicimos noticias nacionales. Todo el mundo está feliz, fin de la historia.

—Sin embargo, el caso no ha terminado—se quejó Mike.

—Esa es la forma en que lo vemos, pero a los que mandan, todo envuelto con un pequeño lazo.

—Bueno—Kitty dijo con calma—Todos sabemos cómo funciona la política. Fue un placer trabajar contigo, Sargento. Tú también, Mike.

La pelinegra considero lo que dijo la ojiverde cuidadosamente, luego dijo a los chicos:

—¿Quieren darnos un minuto?

El asiático recogió la botella de champán y le indicó al castaño.

—Vamos, Te compraré una bebida—él ladeó la cabeza cuando el castaño se levantó—A pesar de que poco deseo que lleves ese pequeño número rojo.

La ceja perfecta de Kurt se arqueó.

—¿Y tú piensas que Kitty este asustada?

Mientras los dos hombres se fueron, la latina se acercó a la rubia.

—No vas a dejarlo ir, ¿verdad?

—¿Podrías tu si hubiera sido Brittany?

Los ojos de Santana se estrecharon.

—Soy policía.

—¿Tu punto es?

—No vayas en falso en esto, Kitty.

—Entonces, averiguar la manera en cómo vender a su Capitán, Sargento.






—Me pareció oírte entrar—dijo Brittany, sentada en el brazo de la silla cómoda y enredando su brazo alrededor de los hombros de Santana—¿Vas a venir a la cama? es tarde, querida, y estás agotada.

La morena apoyó la cabeza en su hombro frotando su mejilla sobre la suave seda de la camisola de color marfil.

—Todavía estoy excitada, supongo.

—Te veías muy tranquila en la televisión—murmuró frotando los músculos tensos en la base del cuello de su amante—De hecho, te veías fabulosa.

—Dios, te sientes bien—Santana cerró los ojos, arrullada por las manos suaves y la fragancia seductora dulce de la piel de su rubia.

—Tú también—Brittany se recordó que su morena había estado trabajando durante casi dos días seguidos, pero su cuerpo no parecía estar escuchando.

Deslizó sus dedos por debajo del cuello de la camisa de su amante y acarició la piel por encima de su pecho izquierdo.

La morena gimió, sintiendo el dolor familiar asentándose entre sus muslos.

—Necesito ducharme.

—Y luego necesitas dormir—la voz de Brittany era entrecortada por el deseo.

—Lo haré—prometió, tirándola en su regazo. A medida que la besaba, deslizó sus dedos por debajo de la bata y le tomó el pecho, ésta gimió de apreciación cuando el pezón se endureció al instante contra su palma—Luego.

La rubia envolvió sus brazos alrededor de los hombros su morena y empuño el cabello detrás de su cuello, perdiéndose en el placer de la boca carnosa.

Cuando sintió la mano de la pelinegra correr más abajo, a través de su abdomen y bajo el borde de sus pantalones de pijama de seda, detuvo la inquisitiva mano con la suya.

Jadeando advirtió:

—Si comienzas, tendrás que terminar. Sabes que puedo detenerme cuando haces eso.

—Yo estaba planeando en terminar—Santana gruñó, rozando sus dedos sobre la parte interior del muslo blanco—Ah dios, estás mojada.

—Entonces ve a la ducha y ven a la cama—dijo Brittany con urgencia. Se apartó y se levantó sobre sus piernas temblorosas—Porque quiero que termines conmigo.

Los ojos de Santana se oscurecieron, y ella se levantó rápidamente, todos los pensamientos de fatiga, frustración, y de impotencia se habían ido.

Ahora, sólo estaba Brittany.

Capitulo 30 - Último

—San. San, querida, es hora de levantarse.

Gimiendo, giró sobre su espalda, abrió los ojos y parpadeó contra la luz, que parecía muy brillante a pesar de que la lámpara sobre la cómoda estaba baja.

Le tomó un segundo para centrarse en Brittany, que estaba de pie junto a la cama en un traje de dos piezas, de seda color ciruela profundo, con una chaqueta que llevaba abrochada sobre al parecer muy pequeña.

—Bonito.

—¿Qué?—preguntó Brittany perpleja.

—La chaqueta.

Su rubia se miró y se sonrojó, dándose cuenta dónde su mirada se fijó.

—Éste es mi traje de ir al trabajo. No se supone que es seductora.

—Lo siento, pero es así.

—A ti, tal vez—Brittany observó con una risa.

—Tal vez no, sin duda. ¿Cualquier posibilidad de que pudieras volver a la cama?

—Ninguna—Brittany se inclinó y la besó, luego dio un paso atrás fuera del rango de tocarla. No confiaba en su amante, o ella misma—Además, pensé que me había ocupado de ese particular deseo tuyo no hace mucho tiempo.

—Lo hiciste, de manera espectacular, pero eso fue anoche. Hoy es un nuevo día—Santana se incorporó sobre las almohadas, sin cuidado despreocupada por su desnudez cuando la sabana cayó—¿Qué hora es?

—Siete—sus ojos parpadeaban sobre la cicatriz muy cerca del corazón de su morena y su propio corazón le dio un vuelco.

Dios, eso estuvo tan cerca.

—¿Cómo es que estás levantada y yo no?

Forzó una sonrisa.

—Porque tengo que ir a trabajar, y tu necesitabas dormir.

Su morena dio unas palmaditas en un punto en la cama junto a ella.

—Quédate por tan sólo un minuto.

—Mmm bien, pero no está permitido tocar—se sentó en el borde de la cama y cruzó las piernas, su falda deslizándose a la mitad del muslo.

—No soy muy buena con las figuras de autoridad—para probar su punto, inclinó hacia delante y le besó la hendidura entre los pechos—O...—le pasó un dedo bajo el dobladillo de la falda—Ordenes.

Hábilmente, capturado los dedos y los movió.

—Estoy en el modo médico y por lo tanto inmune a tus encantos.

—Así que esto es lo que ocurre con el romance cuando se vive juntas, ¿eh?—los ojos de Santana estaban bailando.

—No estamos viviendo juntas—dijo suavemente, sus ojos buscando el rostro de su morena.

—Me parece recordar que preguntaste—los ojos oscuros eran serios ahora.

—Lo hice. Sí—trazó sus dedos a lo largo de la mandíbula y abajo de su cuello—Y sinceramente dudo que verte así más a menudo frenaría mi ardor.

—¿Oh si?—la voz de Santana era ronca.

—Te puedo asegurar, mi amor, que cincuenta años a partir de ahora te mirare y te deseare tanto como siempre.

—Eso parece como muy buenos términos para mí.

—Quiero que estés segura—su voz era suave, su sonrisa melancólica.

Su morena se inclinó hacia delante, con las manos enmarcándole el rostro sus pulgares trazándole las elegantes mejillas. Su boca estaba muy cerca cuando ella murmuró:

—Estoy segura de que nunca podría amar a nadie más y que nunca voy a dejar de amarte.

Deslizo una curvada sonrisa contra la boca de su morena.

—Eso parece como las condiciones perfectas para mí.







—Bueno, bueno, bueno—dijo el Capitán Will con placer no disimulado—La Detective de la hora. Siéntese, Sargento ... ¿o debería ser el primero en decir, Teniente?

—¿Señor?—Santana se sentó en la silla familiar y cruzó las piernas.

—No vas a ser capaz de rechazar la promoción esta vez, López. Ya he tenido una llamada del jefe que dijo que hablo con el Comisionado, y ambos quieren su promoción hecha efectiva inmediatamente. El departamento necesita buenos oficiales, y te has ganado esto.

El departamento quiere ser capaz de apuntar a algunas mujeres de rango, vienen tiempos de elecciones. Santana la eligió las palabras con cuidado.

No estaba del todo segura de que quería una promoción, sobre todo si eso significaba que estaría montando un escritorio en la jefatura de policía.

Pero tal vez podría jugar esto a su favor.

—Soy un policía de la calle, Capitán. No quiero sentarme en una oficina y empujar papel—le sostuvo la mirada—Todavía hay trabajo por hacer en el caso que mi equipo ha estado investigando.

Él agitó una mano con desdén.

—El crimen organizado va a trabajar con el fiscal reafirmando los casos en contra de los distribuidores. Ellos van a defender este punto de todos modos, así que no hay nada que necesites hacer ahí. La documentación sobre las detenciones individuales puede ser manejado por algunos de los detectives y nuestros empleados—se inclinó hacia delante y cruzó las manos sobre el escritorio—Mire, Sargento, estoy en espera de que entregues en la ceremonia de promoción en persona. El departamento de prensa está listo para dar cuenta de ello. No me atasque en esta.

—Yo no estaba hablando de atar los cabos sueltos de la noche anterior, señor. Estaba hablando de los otros aspectos de mi investigación que aún están abiertas, incluyendo la fuente de una fuga dentro que metió sus dedos hacia Kitty y tal vez Jimmy y Jeff.

Sus ojos se estrecharon.

—Esas son acusaciones graves, Sargento.

—Sí señor, estoy al tanto de eso—jugó su última carta—Es posible que le interese saber, Capitán, para que todo aquel que ha estado hurtando archivos y filtrando los detalles de las operaciones confidenciales de la policía hizo que las cosas se vean como si fuera usted el origen de la fuga.

Sus características de caoba se oscurecieron peligrosamente, y dijo con frialdad:

—¿Cómo?

—Las intrusiones informáticas hacen un seguimiento de regreso a usted. Esto es complicado, necesito a Kitty para ponerlo todo fuera de usted.

—¿Por qué estoy justamente escuchando de esto ahora?

—Debido a que hasta hace muy poco, no tenía suficientes datos para llevarlos a ti.

No vio ninguna razón por la que él necesitaba saber todo lo que ella sabía, o cuando lo sabía.

O que por un tiempo había sospechado seriamente que él era culpable.

—¿Y ahora lo haces?

—Casi todo el paquete. Con el equipo adecuado, puedo darle un enlace directo de Zamora, la misma persona que "es responsable del escenario de Jimmy Hogan y Jeff Cruz. Estamos cerca, Capitán.

Y ya que estoy en ello, voy a averiguar donde la gente de Zamora están consiguiendo a las chicas para mantener sus negocios de sexo funcionando.

Él la estudió pensativo, y ella sabía que estaba calculando sus ángulos justo cuando ella estaba trabajando.

Se preguntó cuál sería el precio.

—Digamos que he aprobado una unidad especial de alto perfil de casos dentro de nuestra división, con usted como el plomo, reportando directamente a mí. ¿Aceptarías la promoción?—él trató de leer su respuesta, pero sólo vio la fría mirada azul.

El Jefe ya había planteado la idea a él, pero López no necesita saber eso. O por qué la oferta estaba sobre la mesa.

—Puedo elegir a mi propia gente y…—añadió rápidamente—Quiero el reconocimiento oficial del departamento a mis asesores civiles.

Si puedo hablar de Kitty haciendo nada oficial.

Él se echó hacia atrás, una sombra de una sonrisa en su rostro.

—Podríamos ser capaces de resolver algo. Por supuesto, puede haber algunas condiciones.

Esperó, porque siempre había, y ese era su movimiento.

Will cogió el teléfono y marcó una extensión.

—Envíenlo a él.

Volvió la cabeza al oír el sonido de apertura de la puerta detrás de ella y se encontró con la mirada fija de Noah Puckerman, el agente del Departamento de Justicia que había dirigido el desaparecido grupo de trabajo conjunto y quien había usurpado la evidencia y la detención que pertenecía a su equipo.


—Felicidades, Sargento detective. Muy buen trabajo—dijo Puckerman con aparente sinceridad.

Inclina un poco la cabeza.

—Me gustaría saber cómo identificó a los sospechosos con tanta rapidez. Recomendable.

—Usted puede leer mi informe por los detalles.

—Estoy seguro de que será bastante aclarador—tomó asiento junto al de ella y asintió al Capitán Will.

—El Agente Puckerman se puso en contacto conmigo anoche sobre el alcance de su investigación, Sargento. Dijo que estaba impresionado.

—Me halaga—dijo sarcasmo.

Puckerman se volvió en su asiento para mirarla.

—Usted ha hecho un hueco en La Organización de Zamora, y estoy dispuesto a apostar que tienes más oportunidades de cocción. Estamos muy interesados en Justicia en lo que podrías estar llevando a cabo.

—No trabajo para el Departamento de Justicia.

—He perdido un hombre, también, Sargento.

—Y si a mi equipo se le hubiera permitido trabajar la evidencia de la última detención, estaríamos más cerca de saber quién es el responsable.

—Pero todavía estás cerca, ¿verdad?—preguntó suavemente.

Ella no dijo nada.

—No estoy pidiendo jurisdicción conjunta—continuó Puckerman—Estoy pidiendo la cooperación y el intercambio de inteligencia.

Hizo una mueca.

—Creo que ya has demostrado que el intercambio no está en lo alto en su lista.

—Sargento—Will dijo con suavidad—Creo que el Jefe vería con buenos ojos el desarrollo de una unidad de delitos mayores que interconectado con una unidad federal. Esto tiene poder de venta.

Así que ese es el motivo de ruptura. Si quiero mantener al equipo unido, voy a tener que jugar a la pelota con los federales.

Un músculo en la mandíbula de Santana se apretó.

—Mike es ascendido a detective de tercer grado, y Quinn obtiene su placa.

—Creo que podemos manejar eso, Teniente.

Noah se puso de pie al igual que ella. Le tendió la mano.

—Voy a ser el primero en felicitarla, Teniente. Estoy seguro de que estaremos en contacto pronto.

—Estoy segura—sacudió la mano que le ofrecía y se volvió a Will—Gracias, Capitán.

—Teniente—él la vio salir, satisfecho con el trabajo de la mañana.







Cuando Santana entró en la sala de la brigada, Mike dio un salto y corrió hacia ella.

—¿Bien? ¿Cuál es la palabra?

—No aquí, Mike. Vamos a dar un paseo—siguió caminando, agitando gracias a las frecuentes llamadas de felicitaciones de otros detectives.

—Por el amor de Cristo—Mike jadeo—Sólo dime ... ¿son ciertos los rumores?¿Eres Teniente ahora?

—¿Siempre crees todo lo que oye, Mike?—golpeó la puerta de la escalera y empezó a bajar.

Desde atrás, oyó un silbido largo y luego un pequeño pitido de placer que la hizo sonreír a su pesar.

—Entonces, ¿dónde vamos?—Mike se apresuró a ponerse al día con ella por las escaleras.

Avanzando hacia el estacionamiento, dijo:

—Vamos al hospital para ver cómo Quinn lo está haciendo— abrió la puerta del conductor del Vette y se deslizó en él. Mientras arrancaba el motor, Mike se dejó caer en el asiento a su lado—Entonces vamos a Kitty para informar al resto del equipo.

Él contuvo el aliento bruscamente.

—¿El resto del equipo?¿Oficialmente?

—Sí—acelero el Vette fuera de la zona de aparcamiento y sonrió—Vamos a estar por nuestra cuenta, más o menos. HPC...crímenes de alto perfil—le diría las malas noticias sobre Puckerman después de que él hubiera tenido la oportunidad de disfrutar esto un poco.

—Oh hombre, eso es dulce—él buscó en el bolsillo interior de la chaqueta por los cigarrillos, una amplia sonrisa en su rostro.

—Sí, lo es—dijo en voz baja, permitiéndose un breve momento de placer mientras se imaginaba diciéndole a Brittany acerca de la promoción. Luego echó un vistazo a su compañero, que estaba a punto de encender una cerilla—Incluso D-Threes no fumas en mi viaje, Mike.

—Claro—dijo con satisfacción, embolsando sus cigarros—Tú eres la Jefa—cuando un instante después él la miro boquiabierto farfulló—¿D-tres?

La Teniente Detective Santana López se limitó a sonreír.

Ella ya estaba pensando en la caza por venir.

Sinopsis

La doctora Brittany Pierce, la responsable de la salud mental de una tal Janet que ha presenciado el intento de una violación.

La detective-sargento Santana López, junto a su equipo siguen intentando descifras el clan que está prostituyendo y traficando dinero…y si están dentro de la gente con la que trabajan.