[Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo

Capitulo 18

Santana se dejó caer en una silla y dejó escapar un largo suspiro.

—Jesús, que equipo.

—¿Cómo estás?—Brittany sacó su propia silla más cerca y le apoyó la mano en su antebrazo.

—Bien—le dio una sonrisa cansada—Me siento un poco como si estuviera caminando sobre una cuerda floja sin red aquí, lo que supongo que estoy—se frotó la cara—No puedo creer que sea Schuester. O tal vez no quiero creerlo.

—¿Tal vez no lo es?

Le dio un beso a su rubia, y luego se apartó con un suspiro.

—Me tengo que ir. Tengo una reunión con una fuente.

Es un juego peligroso el que estás jugando.

Brittany no dijo nada, porque esta es la vida que su amante llevaba, pero la asustaba ante todo.

Mientras observaba a su morena alejarse, se preguntó si alguna vez se acostumbraría a ello.







—¿De verdad piensa que es Schuester?—Mike le preguntó cuándo se apartó de la acera, dirigiendo el Vette hacia el sur a la 10.

—No sé. Está en el lugar correcto. Tiene que ser alguien con rango.

—Sí—Mike estuvo de acuerdo con desánimo—Te escucho. Hombre, no quiero pensar que es él, si quiera. No es como si me gustara el tipo o nada, pero aún así...

—Es uno de nosotros.

—Sí—Mike miró por la ventana—¿Dónde vamos?

—Tenemos una cita con algunas chicas.

Con las cejas arqueadas. Su voz sonaba esperanzador.

—¿Sí?—en el aspecto de la morena, se tragó su sonrisa—¿Esa pequeña puta linda llego a través de ti?

—Rachel—Santana dijo en voz muy baja—Su nombre es Rachel.

La nota de advertencia que resonó en su voz hizo que sus testículos se tensaran, se detuvieran y corrieran a esconderse.

—Está bien. Entonces, ella es tuya ahora. Lo tengo. Lo siento.

—Rachel nos encontró a una chica. No sé si es la chica .Vamos a comprar el desayuno y averiguar.

—Chicas y una doble cita de trabajo. Mi favorito.

Santana apretó los dientes y tiró en una ranura en ángulo frente a la Melrose Diner.

—Tú solo siéntate. Yo hablo.

—Claro, claro, Sargento.



Una vez dentro del concurrido restaurante ruidoso, encontraron a Rachel y una niña asiática de cara lisa que aparentaba unos quince sentada a un lado en una cabina de color rojo cubierto de vinilo.

Mike se deslizó en primer lugar, a continuación, la morena. Una camarera se detuvo con una taza de café en la mano y dijo:

—¿Qué van a pedir?

Ambas chicas ordenaron comidas que darían un infarto a un conductor de camiones. Mike y Santana pidieron café.

—Hola, Rachel—Santana dijo suavemente, sólo un toque de amenaza en su tono—¿Esta es Lucy?

—Sí— Rachel sonaba hosca y no la veía a los ojos. Era importante para su seguridad, así como su credibilidad futura que no pareciera tener una relación de amistad con la policía—Así que estamos aquí. Prometiste que pagarías.

—Luego. Si nos gusta lo que tienes que decir—Santana estaba impresionada de que la castaña había conseguido que la chica estuviera de acuerdo en una reunión.

—De no lo hacerlo, olvidas la cena y estaré cayendo alrededor cuando menos te lo esperes para arruinar tu negocio por un tiempo.

—Sí, sí—Rachel se removió en el asiento, claramente infeliz—Bueno pregunta, luego nos dejas en paz.

La chica que estaba con la castaña había mantenido sus ojos en el tablero de la mesa todo el tiempo.

Deslizó la imagen que Kurt arreglo del hombre del video pornográfico en su línea de visión.

—¿Lo conoces?

La chica negó con la cabeza.

—¿Estás segura?

Asintió con la cabeza.

—¿Alguna vez lo has visto?—Mike gruño.

La chica se encogió de hombros.

Su pulso saltó.

Buena hombre, deslizó un billete de veinte a través la mesa y debajo de la foto.

—¿Dónde?

—Alrededor de los clubes—respondió la chica después de una pausa. No tenía acento y su voz era suave, gentil—Él conduce.

—¿Maneja?—miró a la castaña, quien hizo un gesto de no sé—¿Qué significa eso?

—Trae a algunas de las chicas a los clubes.

—¿Algunas de los bailarines?

Asintió con la cabeza.

—¿Se limitan a bailar? ¿O es que se enganchan, también?

—Quizás.

—¿Dónde? ¿Qué clubes?

Un encogimiento de hombros.

Paso otros veinte. No creía que la chica esperaba más dinero. Ella estaba asustada.

—¿Qué clubes?

—No lo sé...no lo he visto en mucho tiempo. Tal vez el Blue Diamond…

—¿El lugar en Delaware Avenue?—preguntó Mike.

Ella asintió.

—¿Dónde más?

Se encogió de hombros.

—Ziggies una vez. No lo sé.

—¿Cuál es su nombre?

Ella sacudió su cabeza en negación.

—Está bien—dijo y pasó las fotos de las dos chicas que habían estado en el video con él—¿Qué hay de ellas?

La joven se puso tensa.

Bingo.

—Cincuenta dólares—susurró.

Vamos. Ayúdame.

Un dedo tembloroso aterrizó en la foto de la chica asiática.

—Ella solía bailar en el Blue Di. Tal vez todavía lo hace.

—¿Nombre?

—No lo sé—su voz era casi transparente ahora. Su cabello oscuro enmarcaba un rostro a la vez inocente y cansado del mundo. Levantó los ojos líquidos—Su nombre artístico era Trudy.

—¿Qué pasa con la otra?

—No.

—¿No, no la conoces?

—Ella acaba de decir eso, López—Rachel interrumpió, sintiendo que Lucy estaba a punto de salir corriendo—Jesús. Conseguiste que tu dinero valiera la pena. Déjanos solas para que podamos disfrutar de la comida. Tú y Bluto ahí estropean el apetito.

Dobló un billete de cincuenta dólares alrededor de su tarjeta. A medida que lo deslizaba sobre la mesa debajo del borde del plato de Lucy, dijo en voz baja:

—Te puedo llevar a un refugio donde puedes conseguir un nuevo nombre, un nuevo comienzo.

Una sacudida de cabeza.

Preciso.

No.

—Sí necesitas ayuda, cualquier tipo de ayuda, llámame—le dio una dura mirada a la castaña—Mantén tú nariz limpia. Y mantén tu culo fuera de las calles.

—Sí, sí—Rachel resopló con una actitud de besa mi culo y volvió su atención a su desayuno.

Santana y Mike se fueron, entregando el dinero a la camarera para la cuenta camino a la puerta.

—¿Conseguimos acercarnos a algo?—Mike preguntó cuándo se metió en el
Vette.

—No lo sé—Santana reflexionó, en dirección hacia el norte al Sur de Filadelfia hacia Kitty. Miró al asiático especulativamente—¿Alguna vez has oído hablar de prostitutas que tienen escoltas?

—Nope. Los proxenetas podrían viajar alrededor para comprobar sus establos, pero no conducen a las chicas a trabajar.

—Videos de sexo, zonas de pornografía de Internet, las chicas siendo transportadas en torno a los clubes de sexo—sacudió su cabeza—¿Cómo te hace sonar esto a ti?

—¿Organizado?

—Definitivamente eso y…—sonó su teléfono y lo sacó de su cinturón—Sí, López...está bien, bien...en nuestro camino.

—¿Qué pasa?—preguntó Mike.

—Kitty esta despierta, y quiere hablar conmigo.

—Eh. ¿Vas a masticar su culo?

—La idea ha pasado por mi cabeza

—Sí, apuesto—dijo, riendo—¿Puedo ver?

Lo miró.

—Cielos, Bulto.

Capitulo 20

Cuando Kitty abrió la puerta, Santana se detuvo en el umbral, haciendo un balance.

La consultora de seguridad parecía una mujer diferente a la de unas pocas horas antes. Sus ojos eran claros y daba apenas un toque de sombra.

—Gracias por venir—Kitty caminó a un lado con un movimiento de su brazo, haciendo una oferta de entrada—Por favor.

Lo que le llamó la atención casi de inmediato fue la exquisitamente bella mujer sentada en el sofá en el salón central. Sus características clásicas y elegantes, apenas se vieron empañadas por los moretones y la hinchazón obvia.

Había dolor nadando en sus profundos ojos celestes, sin embargo, y eso hirió en algún nivel básico, instintivo para verlo.

—Sargento López, mi pareja, Marley Rose.

—Santana—dijo caminando hacia adelante para ofrecer su mano—Hola.

—Estoy muy feliz de conocerte—dijo Marley, sonriendo a los ojos celestes árticos.

—Me alegra ver que estás mejor—respondió.

—Sí, gracias—Marley miró a Kitty, quien estaba para en silencio a un lado—Fue mi idea de que vinieras arriba. Espero que no te importe.

—En absoluto—sonrió—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

—¿Aparte de mantener a mi impetuosa amante fuera de peligro?—Marley ignoró un leve gemido de la ojiverde, sonriendo suavemente—Puedes aceptar una invitación de mi y Kitty para ti y Brittany de unirse a nosotras para cenar cuando esté un poco más digna para compañía.

—Estaría encantada de aceptar por ambas—se sorprendió al darse cuenta de que tendía un tiempo difícil negarle a esta mujer nada—En cuanto a Kitty, esos es otra historia. Ella es un poco independiente.

La castaña asintió con cuidado.

—No voy a discutir. Ni siquiera voy a mencionar las circunstancias atenuantes de las cuales eres muy consciente. Por lo tanto, voy a dejarlas a ustedes dos resolviendo esto.

Kitty se adelantó rápidamente para ayudar a Marley levantarse. Deslizando
un brazo alrededor de la cintura de su amante, sutilmente de soporte, la miró.

—Ya regreso.



Cuando se reunió con ella, espero por la ojiverde para hacer el primer movimiento.

No era lo que esperaba.

—Lo siento si te puse en una situación incómoda—dijo Kitty en voz baja—Marley está teniendo dificultad para recordar cosas, y…

—No necesitas explicar. Al verla así...me dan ganas de poner una pistola en la cabeza de alguien—antes de que la ojiverde pudiera responder añadió—, Pero no lo haré.

—Tampoco yo.

—Estas demasiado cerca de éste. Lo supe desde el principio y lo deje pasar. Ese fue mi error—con una mirada inflexible—Pero lo arruinaste la noche anterior. Deberías haberme llamado pronto como…

—Lo sé. Estaba equivocada. Me disculpo.

Asintió ligeramente, aceptando la disculpa.

—El hecho es, no sé qué vas a decidir si la investigación se está moviendo demasiado lentamente y tomaras el asunto en tus propias manos.

—No lo haré—el rostro de la ojiverde se tensó y un músculo de la mandíbula saltó—No lo haré ya que esto podría dañar a Marley.

Consideró eso.

Consideró lo que había visto de la condición de Kitty cuando Marley había sido herida.

Considerado el efecto de que el amor, no, no sólo el amor, la necesidad profunda que había tenido en su propia vida desde que conoció a Brittany.

Dejó escapar un suspiro.

—Tu palabra en esto.

—Sí. Absolutamente.

—Mike estará profundamente decepcionado.

La rubia levantó una ceja.

—¿Oh?

—Él estaba esperando que masticara tu trasero.

—Siempre puedes fingir—Kitty sugirió con una risa.

—Nah. Él disfrutaría de eso demasiado.





Cuando ellas entraron en la sala de conferencias juntas, Mike estiró el cuello y examinó a la ojiverde de pies a cabeza.

—No veo ninguna marca de mordedura.

—Están ahí—dijo Kitty en voz baja al pasar.

Mike sonrió, satisfecho.

Se sentó en una silla en la cabecera de la mesa.

—Está bien, Kitty. Es tu espectáculo.

—He encontrado una puerta trasera en el ordenador de Clarke. En términos simples, eso es un camino secreto en un sistema desconocido para el usuario. Dependiendo del nivel de acceso, el intruso puede eliminar, alterar o borrar archivos. Este usuario tenía acceso a la raíz.

—¿Eso es bueno?—Mike preguntó bruscamente, odiando la forma en que estas discusiones le dejaban sintiéndose como un novato de nuevo.

Kitty sacudió la cabeza.

—Eso es malo. Al menos para la persona cuyo sistema ha sido comprometido. Esto significa que el intruso puede hacer casi cualquier cosa a los datos y luego alterar los registros de modo que es imposible ver lo que él, o ella, ha hecho.

—¿Y tú lo identificaste?—preguntó.

La rubia asintió.

—Rastree la entrada en el sistema de datos de regreso a Schuester.

—¿Puedes demostrar que es él con lo que tienes?—preguntó bruscamente.

—Todavía no—admitió Kitty—Necesito volver esta noche. Tengo que mirar lo que Schuester ha estado haciendo. Con la información que tengo, puedo tener acceso fácilmente a sus archivos.

—Hazlo—dijo inmediatamente—Mientras tanto, nosotros trabajamos los otros ángulos. Rachel nos atrapó una sólida ventaja, una bailarina que podría ser nuestra chica del video. Mike yo la buscaremos—se volvió hacia Quinn—Te necesito en esos clubes, tan pronto como sea posible. Estamos en busca de información sobre un servicio de acompañantes que podrían estar transportando a las chicas a los clubes a trabajar, enganchar, no estamos seguro. Eso y cualquier palabra que puedas conseguir para nosotros de las grabaciones de los vídeos.

—Sí, Señora.

Miró a Kurt.

—¿Qué clase de historia de tapadera vas a usar?

—Hay una gran escena de Drag en D.C. Un lugar llamado Club Chaos en Dupont Circle es el corazón de la escena Drag King, y Jasmine interpreta con algunos de ellos ahí un par de veces—Kurt miró a Quinn—Pensé que podría poner a Quincy fuera como un guardia de seguridad en el club. De esa manera, él no actuara.

Se puso de pie.

—Está bien. Cualquier ruptura, quiero saber—a propósito no miró a Kitty—Cualquier cosa—luego se volvió a Mike—Necesito un par de horas, y luego vamos a circular por los clubes abajo en Delaware.

—Claro, Sargento—se puso de pie—Suena como para mí un poco de guardia esta noche.







Quinn, sudando y maldiciendo en voz baja, llevando el colchón hasta otro par de escaleras.

Miró por debajo del borde de delantero, que era equilibrado en su espalda, a los dedos descubiertos y zapatos de tacón y pantalones negros apretados de cuero de alguien parado en la tercera planta.

Bonitos dedos de los pies.

Estirando su cuello, levantó la vista de la longitud del cuerpo muy atractivo a los risueños ojos.

Totalmente agradable todo.

Sus piernas se pusieron temblorosas y no fue por el esfuerzo de llevar el colchón.

—Hola, Rachel.

—Hola, Q. ¿Qué estás haciendo?

—Mudándome.

Rachel bajo un escalón en la escalera estrecha, agarró un lado del colchón, y la levantó. Juntas arrastraron el resto del camino por el pasillo oscuro y lo
arrojaron sin ceremonias en medio de la sala de estar vacía del departamento tipo estudio de Quinn.

—Esto es patético—Rachel observó, arrugando la nariz con disgusto.

—Tengo un plato caliente aquí eso estará bien—no podía mirar cualquier cosa que no fuera la castaña, los ojos tan vivos y frescos y oh tan caliente, sexy y besables... se sacudió con el toque cálido en la mano.

—UH Huh—Rachel le tomó el brazo y tiró de ella—Venga. Puedes darte una ducha en mi casa.

—Me tengo que ir a trabajar.

—Yo también. Vamos.



Una vez dentro del departamento, la castaña cerró la puerta y puso ambos brazos alrededor de su cintura debajo de su chaqueta de cuero.

—Pensé que nunca aparecerías.

A continuación, la castaña presiono todo su cuerpo contra la sobresaltada policía y la besó, tomándose su tiempo, trabajando su camino sobre la superficie de los labios de Quinn antes de deslizar la lengua entre ellos y explorando.

En el momento en que estaba dentro de la boca de la rubia, chupando lentamente su lengua, ésta les había conducido a través de la habitación hasta el sofá, y cayeron sobre el en un revoltijo de brazos y piernas.

La rubia gruño cuando la mano de la castaña se deslizó por el interior de su pierna y le tomó a través de los pantalones vaqueros.

La más baja gimió cuando los dedos encontraron su pezón a través de la fina tela de su top.

—Rachel—jadeo—Jesús, estás volviéndome loca con eso.

—Sí. Yo también. Haz algo al respecto, ¿sí?

Hacer algo al respecto, ¿sí? Hacer algo... Algo en su interior se rompió.

Se levantó bruscamente en las piernas temblorosas, se quitó la chaqueta, y la tiró detrás de ella. Luego se agachó por el botón del top de Rachel, cerró los dedos en el tejido fino, y lo arrastró hacia arriba y afuera.

Rápidamente, se arrodilló delante del sofá y, con un brazo alrededor de la cintura de la castaña, tiró de la mujer joven sorprendida hacia ella, obligándola a abrir las piernas a cada lado de su cuerpo.

Apretada entre los muslos abiertos de la castaña, se inclinó hacia delante y puso su boca en el pecho, cerrando alrededor del pezón con sus dientes mientras ella cogió y apretó el otro entre sus dedos.

Ésta dio un grito de sorpresa, llevó sus dedos en su cabello y presiono su pecho más duro en su boca.

—Oh Dios mío. Q.

Estaba en llamas.

Durante todo el día, el recuerdo de estar con Rachel, su olor, la suavidad de su piel, sus gritos de sorpresa por el placer, había cocido a fuego lento justo debajo de la superficie de su conciencia.

Todo el día la había deseado, y ahora, ahora no podía tocarla lo suficiente.

—Q—jadeo, tirándole del pelo—Q, saca tu camisa. Vamos, nena...déjame sentir tu piel.

Con sus labios todavía alrededor del pezón moreno, chupando el nudo de carne sin descanso, comenzó a desgarrar su ropa, tirando de la camisa de sus pantalones vaqueros, buscando el cierre.

Las manos de la más baja se unieron a las de ella y, finalmente, tuvo que liberarle el pecho el tiempo suficiente para inclinarse hacia atrás y quitar su camisa.

En el instante siguiente, las manos de Rachel estaban sobre ella, corriendo sobre su pecho y abdomen, empujando por debajo del borde de sus pantalones vaqueros.

En todas partes, en todas partes ardía.

—Rach—temblando de necesidad, la miró a los ojos—Quiero saborearte. Por favor...¿está bien?

Los ojos marrones se abrieron, las manos temblaban mientras le enmarcaba la cara.

—Tienes...una boca tan fabulosa.

Aún de rodillas, gimió cuando las manos de la castaña se movieron más abajo por debajo de la cintura de sus pantalones vaqueros abiertos.

—No...vallas ahí—advirtió, su estómago duro por la excitación mientras se alejaba.

—¡Oye!—Rachel protestó.

—Se paciente—con cuidado, deslizó los ajustados pantalones negros hacia abajo y fuera, entonces corrió las yemas de sus dedos por la parte interior de los muslos lisos.

Rachel con los párpados caídos y la respiración rápida, se apoyó en los codos, mirándola.

—¿Bien?—su voz era ronca.

La castaña asintió, colocándole una mano detrás del cuello.

—Uh-huh. Mejor aún.

Dejó a la castaña guiar su cabeza hacia abajo, cerrando los ojos mientras se sumergía en la cálida y mojada bienvenida.

El primer beso dibujó un sonido de sorpresa y placer, el siguiente un largo suspiro, y cuando ella trazó cuidadosamente los delicados pliegues y prominencias firmes con su lengua, un sollozo de alegría.

Los dedos de la más baja regresaron a su cabeza empujándola más cerca, y cuando jugó con el conjunto de los nervios con su lengua, ella inconscientemente bajo una mano para acariciarse a sí misma.

—Ohh—Rachel se quedó sin aliento, sacudiéndose casi en posición vertical, sus dos manos sobre su cabeza ahora, manteniéndola cerca, tan sólo presionando—Quinn...Q, voy a venirme.

Se olvidó rápidamente de sus propias necesidades, llevando ambas manos por debajo de las caderas de la castaña, presionándola firme mientras la llevaba a la cima.

Su respiración suspendida, ella siguió el ascenso y descenso de las caderas de Rachel, cronometrado sus toques en el latido del pulso entre sus labios, y encantada con la sensación de su amante culminando en su boca.

La castaña le agarró un puñado de cabello y tiró débilmente.

—Ven aquí—cercó una pierna entre sus muslos—Oh, estas muy mojada.

—Sí. Me vuelves tan caliente—giro su cara hacia el cuello de la más baja y la besó. Quería correrse, pero ella no quería la emoción hasta el final, por lo que se quedó muy quieta, contenida—Te sientes muy bien.

La castaña puso la boca en su oreja y susurró:

—Córrete en mi pierna.

Las palabras dispararon a través de ella como un rayo, lo que provocó a sus terminaciones nerviosas desencadenarse todo a la vez . Su control hecho añicos, y se vino con un grito.

—Eso es, nena, eso es todo—Rachel tranquilizo, acariciándole la longitud de la espalda—Eres tan sexy, Q. Dios.

—Me matas—murmuró.

—Mmm. Me gusta eso—Rachel apretó su agarre, sintiéndose a la vez increíblemente fuerte e increíblemente vulnerable.

Quinn le hacía cosas que la asustaban.

Pero cuando la rubia suspiró:

—Sí, yo también—toda lo que Rachel realmente sentía era felicidad.

Capitulo 21

—¿Quieres dejar de estar inquieta?

—Hace cosquillas.

—Aww—Rachel arrastro el cepillo a lo largo de la mandíbula de Quinn—Apuesto a que no le diste a Jasmine un mal rato.

—Jasmine no estaba de pie entre mis piernas—Quinn se movió en el taburete, y la castaña se empujó más cerca, por lo que jadeo.

—Buena cosa—murmuró—Ella es demasiado caliente.

—No estoy interesado.

—Cállate, Quincy. Arruinarás mi línea—cambió a un lápiz y amplió las
cejas ya oscuras—Entonces, ¿dónde vas?

—Jasmine me va a llevar al Troc. Dependiendo de cómo vayan las cosas, podría ir de fiesta con algunos de los Reyes después. Cuanto antes, mejor, dice López.

Se inclinó y apretó suavemente la entrepierna de Quincy.

—Sólo asegúrate de que no lo gastas en ningún otro lugar esta noche.

Éste consiguió mojarse y ponerse dura.

Mierda.

—Si no salgo de aquí pronto, voy a gastarlo aquí mismo.

—Mmm. Puedo ser rápida.

—No puedo.

—Mentiroso—llevo la mano entre sus piernas de nuevo.

—No en este momento, de todos modos—Quincy agarró su mano—¿Me das un descanso?

Rió de nuevo.

—De ninguna manera—le dio un beso, en serio esta vez, hasta que sintió que él comenzó a mecerse en su contra, luego dio un paso atrás—Nos vemos más tarde entonces, clavo.

—Por Dios, ¿estas tomándome el pelo?

—Mmm, ¿te estás quejando?

—¿Me escuchaste quejarme?—Quincy murmuró, deslizando del taburete y acercándola—Lo siento, no me puedo quedar. Hombre, yo quiero.

—Por supuesto. ¡Así que vete ya!, ya que no eres bueno para cualquier otra cosa en este momento—lo besó por última vez para suavizar las palabras.

—Voy a ser bueno después.

—Promesas, promesas—pero estaba sonriendo mientras él caminaba hacia la puerta.





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Jasmine llevaba un ceñido pantalón de color rojo oscuro, un top escotado, y una chaqueta corta de vinilo negro brillante.

—Rachel hizo un gran trabajo. Te ves genial. ¿Estás listo?

—Como siempre lo estoy.

—¿Estás bien en las cosas de la historia que revisamos?—Jasmine enganchó una mano alrededor del antebrazo de Quincy mientras caminaban—Voy a estar contigo esta noche, y sólo tendremos que pasar el rato. Mañana estoy actuando, sin embargo, por lo que estarás por tu cuenta durante un tiempo después.

—Puedo manejarlo.

Jasmine deslizó su brazo alrededor de la cintura de Quincy cuando llegaron a la puerta del club.

—No tengo duda.

Inmediatamente detrás de la puerta un hombre corpulento en una apretada camiseta negra y pantalones vaqueros negros de pie con los brazos cruzados sobre el pecho macizo.

—Hola, Dave.

—Hola, Jas—se inclinó y besó delicadamente su mejilla—Te ves preciosa.

—Gracias—sonrió— Dave, este es Quincy.

Él le tendió la mano.

—Hola.

—Hey—dijo Quincy, agitando la mano enorme que era firme, pero sorprendentemente suave.

—¿Esta Kennie aquí?—Jasmine pregunto.

—Por supuesto. Él está en la sala de estar con algunos de los otros chicos.

Jasmine tomó la mano Quincy.

—Gracias.

—Adiós Hermosa.

Quincy tomó una respiración profunda.

Tiempo de la función.

El salón era un espacio con paneles de techo bajo con un sofá, un par de sillones, una mesa en el centro y una mesa de billar.

Dos Drag Kings parados, con tacos de billar en la mano, estudiando atentamente la posición de las bolas en el fieltro verde desteñido. Un tercero sentado con sus pies calzados con botas apoyados en la mesa, mirando el juego, una botella de cerveza en una mano.

Los tres estaban vestidos con jeans, camisetas y botas, y todos tenían las caras lisa, características de los andróginos tan típicos de los Drag Kings.

Uno tenía un bigote recortado pequeño que parecía real, uno tenía convincentes patillas, y todos ellos eran de pecho plano.

No pudo evitar dar un rápido vistazo a la entrepierna, preguntándose cómo estaba a la altura.

Nada demasiado obvio.

Supongo que estoy bien ahí.

El chico sentado se levantó mientras caminaban alrededor de la mesa de billar hacia él.

Era de su altura y unas cuantas libras más pesado con un pequeño tatuaje, un símbolo kanji por lo que parece, abajo en el lado de su cuello.

—¡Jasmine! Hey, no esperaba verte esta noche.

Ésta bajó la cabeza y le dio un beso en la boca.

—Hola, Kennie—lo tiró hacia adelante—Ken, este es Quincy. Quincy, Ken Dewar, el líder del grupo de Front Street Kings.

—Hey—dijo Ken, extendiendo su mano.

El Drag Kings con el bigote resopló.

—Sí, le hacen sonar importante, por qué no lo hacen ya.

—Aww—Jasmine calmó—Todos sabemos lo especial que eres, Dino.

—UH Huh—él sonrió—Hola, soy Dino.

—Quincy—le dio la mano a su alrededor.

El tercer tipo que reconoció desde el sitio web de los Reyes Front Street.

Phil E. Pride.

—Quincy acaba de mudarse aquí desde DC. Pensé que ustedes le podría mostrar alrededor.

Ken se encogió de hombros y miró sobre él.

—¿Actúas, Quincy?

Negó con la cabeza.

—Nope. Sin talento. Por lo menos no en el escenario.

Eso trajo a una risa.

—¿Qué te trae por aquí?

—Una mujer.

Ken levantó una ceja y miró a Jasmine.

—Oh, yo no, Ken—Jasmine sonrió con dulzura—Sabes que yo adoro a cada uno de ustedes, pero eres demasiado hombre para mí...todos se rieron—Y estoy oh tan tomada ya.

—Yo sigo esperando—dijo Ken.

—Voy a ir a hablar con algunas de las chicas—dijo Jasmine y le apretó el brazo—Te veré más tarde, semental.

—Está bien.

Tomó el asiento de enfrente de Ken en una de las abultadas sillas y se inclinó hacia delante, con los codos en las rodillas.

—No he estado aquí mucho tiempo y estoy tratando de tener una idea de la escena. Es s duro, ya sabes...por tu cuenta.

—La mayoría de los Kings caen aquí, debido a nuestros espectáculos. Hay siete de nosotros en el grupo, y tal vez por muchos clientes habituales que no son intérpretes—Ken tomó su cerveza—¿Buscas un empleo?

—Yo podría usar uno. He conseguido un trabajo temporal en el día con heteros, pero eso no pagar mucho—sonrió—Como he dicho, no estoy en busca de interpretar. Solía ser un gorila, y puedo hacer casi cualquier cosa alrededor de una bar.

—Deberías ser capaz de encontrar algo por aquí entonces—Ken apoyó los pies hacia arriba en la mesa de café—Así que eres amiga de Jasmine.

—Sí—esperó, sintiendo a Ken teniendo en cuenta ese hecho.

—¿Estas interesado en la escena del club o es la cosa con tu chica serio?

—Es serio—respondió—Pero no estoy casado.

Y al igual que eso, él lo estaba.







—¿Cómo has dicho que te llamabas?

—Rachel—le dio la espalda al chico en el extremo de la barra que le estaba dando una vez más—Lucy dijo que tal vez me podrías poner con este hombre de las películas para hacer algo de dinero rápido.

Trudy, la chica asiática delgada del video, apartó la mirada.

—¿Lucy te ha enviado?

Asintió, y luego giró sobre su asiento cuando una mano le acarició el hombro.

Era el tipo del extremo de la barra.

—Lárgate, ¿sí?

—Cuál es el problema, cariño? ¿Estás demasiado ocupada o algo?

El chico movió su mano más abajo, rozando el lado de su pecho.

Sus ojos se estrecharon y, sin mover nada, solo su brazo, deslizó una mano por el interior de su pierna y cerró los dedos alrededor de sus bolas. Luego le apretó, suavemente.

—Bien…

Él sonrió.

Siguió apretando.

Su sonrisa se convirtió en sorpresa, y luego sus ojos de repente se abrieron en estado de shock.

—Jesús—susurró con desesperación—Déjalo ir.

—Estoy tratando de tener una conversación aquí.

—Bien, bien—sus rodillas se doblaron, y él agarró el borde de la barra—Ah, Cristo...por favor.

Sus ojos comenzaron a lagrimear, y satisfecha, libero su agarre.

—Ahora, adiós.

—Perra—dijo con voz ronca, pero su voz carecía de cualquier veneno.

La chica con Rachel observó al extraño cojear con cuidado.

—¿No tienes miedo de que vaya a estar esperando afuera por ti?

—La mayoría de las veces están demasiado borrachos para entonces hacer nada, pero voy a ir por la parte trasera por si acaso. Por lo tanto, ¿me puedes ayudar?

—Tal vez. No lo sé.

—Mira, si lo haces, voy a dividir el dinero contigo.

Los ojos de Trudy se abrieron.

—De ninguna manera.

—Valdría la pena para mí. Estoy cansada de soplar las bolas de fango como ese tipo de allá por un pequeño cambio.

—Sí, tienes razón—Trudy se agarró una uña. Después de un minuto—Voy a preguntar por ahí.

—Hey gracias—trató de no parecer tan feliz como se sentía. Obtuve mi dinero esta noche, López—Así que te voy a dar que mi número ¿ok?




Cuando dejó el bar en Delaware Avenue eran casi las cuatro de la mañana.

Por lo general, se habría paseado a lo largo del Locust y burlado por otras dos horas en los callejones oscuros o asientos delanteros de los automóviles estacionados.

Esta noche se dirigió a su casa, con la esperanza de que Quincy, o Quinn, estaría ahí esperando.

Capitulo 22

Santana gruñó y cogió el teléfono.

—López.

—Es Kitty. Tengo que hablar contigo.

—¿Qué hora es?

—Cinco.

—¿Que tan importante?

—Mucho.

—Ah, Cristo. Bueno—se sentó y empujó a un lado las sábanas—¿Tu casa?

—Eso funcionará. Voy a despertar a Kurt.

—¿Necesitas al resto del equipo?

—Eso puede esperar hasta más tarde.

—¿Me voy de esta manera?

—Tal vez.


Brittany esperó hasta que su morena colgó el teléfono. Su voz difusa con el sueño, le preguntó:

—¿Todo está bien?

—Kitty tiene algo.

—Llámame luego—se hundió en la almohada.

Santana sonrió, camino alrededor del lado de la cama de Brittany, y se inclinó para besarla en la mejilla. Con sus labios en la oreja de su amante susurró:

—¿Cuál es el problema? ¿Algo te agoto ayer por la noche?

—Mmm—con los ojos cerrados, Brittany sonrió ante el recuerdo—Algo.






Quincy se quedó parado con incertidumbre ante la puerta 3B, escuchando con atención de cualquier sonido desde el otro lado.

—¿Rachel?—llamó suavemente, tocando con suavidad.

Esperó un minuto, a continuación, volvió para bajar por el pasillo hasta su propio departamento.

La puerta se abrió detrás de él.

—Oye.

Se dio la vuelta, con el corazón acelerado.

—Hola.

—¿A dónde vas a ir?

—No quería despertarte.

—¿Por qué no?

—Bueno, ya sabes... es tarde. Temprano... lo que sea.

La castaña llevaba sólo un par de ropa interior oscura de bikini y una camiseta sin mangas. Inclinó un hombro contra el marco de la puerta, sus ojos se movían lentamente sobre el cuerpo de Quincy.

Se veía incluso mejor de lo que había recordado en su camiseta negra y cueros.

—Por lo tanto, ¿quieres entrar?

Él rubio asintió, tratando de no parecer tan hambriento de ella como se sentía.

—Sí.

—¿Qué tal fue tu noche?—no se movió.

—Larga—se movió hacia el lado opuesto del umbral y estiró un brazo a lo largo del marco, inclino su cuerpo hacia ella, pero sin tocarla.

Y pulgadas las separaba, y podía sentir su calor a través del abismo, penetrando su ropa, empapando su piel. Sus entrañas se retorcían él la deseaba a ella tan mal.

—¿Saliste con los chicos?—Rachel preguntó casualmente mientras perezosamente trazo sus dedos a través de su abdomen desnudo.

—UH Huh—la garganta de Quincy estaba seca, los ojos clavados en la lenta caricia—Nosotros...eh...fuimos unos pocos lugares.

—¿Cómo te fue?—esta vez había un ligero filo en la pregunta.

Suavemente, Quincy respondió:

—Nada todavía.

La castaña extendió la mano, pasó los dedos por debajo de la cintura de los pantalones, y le dio un tirón en la habitación.

—Inteligente respuesta.

Ella balanceo la puerta cerrada y luego lo empujó hacia atrás contra la puerta con el peso de su cuerpo pegado al suyo. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello, apretó su boca a la suya, y frotó el pequeño cuadrado de tela negro cubriendo su entrepierna sobre la hinchazón en su entrepierna.

—He estado tan caliente por ti—respiró contra su cuello—Tan...loca...caliente.

Quincy le tomó el trasero y la abrazó mientras ella lo montaba, dejándola tener... tomar... hacer... lo que quisiera. Ella iba a hacer que se corriera muy pronto sólo con la presión de sus caderas empujando, pero pensó que ella lo sabía, porque él no pudo evitar gemir de placer y necesidad.

—Abre tu cremallera—Rachel jadeo, tirando de su camiseta de los pantalones.

Pasó las uñas por su abdomen, los muslos apretados contra ella. Entonces se sacó la camiseta sin mangas cuando él abrió sus pantalones para ella.

Miró hacia abajo, viendo al arnés blanco completo. Levantó la vista y se encontró con los ojos verdes cuestionando, tan llenos de añoranza que le dolía el corazón.

Suavemente, tomó las manos del rubio y las llevó a sus pechos. Gimiendo suavemente, cerró los ojos y se mordió el labio mientras el primer toque de sus dedos contra sus pezones duros enviando placer rayando profundamente en su núcleo.

—Oh—gimió, sentada horcajadas sobre un duro muslo y arrastrando su resbaladiza piel sobre el cuero fresco—Me haces desear correrme tan mal.

—Rach—susurró—, Quiero, oh, dios...—inclinó la cabeza hacia atrás contra la puerta y luchó para permanecer de pie cuando la castaña metió la mano en su pantalón.

Sintió la fuerza de sus dedos en el exterior de su ropa interior, agarrándolo en su palma y poco a poco, apretando rítmicamente.

—¿Puedes sentir eso?—Rachel murmuró—¿Bebé?

—Sí—Quinn gimió cuando la presión insistente masajeó su clítoris.

—¿Suficiente para venirte?—Rachel observó los músculos tensos del cuello y un impulso corriendo de manera irregular a lo largo de su garganta.

—Oh, sí...Rach...—dio un pequeño grito cuando la castaña retiró la mano y la presión tentadora desapareció—Por favor...estoy casi ahí.

—La próxima vez—llevo su mano debajo por dentro de los calzoncillos hasta que encontró la piel, luego deslizó un dedo a cada lado del clítoris duro—, Llevas tu equipo de trabajo.

Quinn no podía responder.

Los dedos de la más baja, tirando y acariciándola temblorosa, preparada para explotar, estaban llevándola rápidamente al orgasmo.

Con su último trozo de voluntad, empujó la mano por el vientre de Rachel, y dentro de su bikinis.

—Oh—exclamó con sorpresa, inmediatamente lista para correrse—Quinn...Q, pon tu mano dentro de mí. Oh... rápido bebé.

Estremeciéndose, la rubia llegó a su clímax mientras se deslizaba suavemente dentro de las cálidas profundidades de la castaña. Caderas estremeciéndose, envolvió el brazo libre alrededor de la cintura y las mantuvo a ambas en posición vertical cuando Rachel hundió la cara en la curva de su cuello, aferrándose a ella y gritando su placer, una y otra vez.

En medio de su orgasmo, Rachel siguió instintivamente la elevación de sus caderas y entró en ella, empujándola a otro, más profundo clímax.

—Oh dios, Rach—gimió—, Eres tan buena...tan buena.

—Q—apoyó la palma de la mano contra su mejilla y la acarició suavemente. Con cuidado, retiró sus dedos entre los muslos e inmediatamente quiso volver—Eso fue tan...tan...

—Sí. Lo fue—suspiró y abrió los ojos. Miró hacia abajo en la cara saciada de la castaña y la besó suavemente—¿Estás lista para la cama?

—Mmm. Está bien.

—Debería ducharme—Quinn dijo cansada—Huelo como un puto bar.

—No me importa—respondió Rachel, tomando la mano de la rubia y tirando de ella hacia el sofá cama abierto—La ducha después. Yo quiero ir a dormir contigo desnuda junto a mí, y sólo me aniquilaste.

—¿Yo?—Quinn se rió—Jesús, tú fuiste la que salto hacia mí.

Rachel sonrió.

—Lo hice, ¿verdad?







—Acabo de llegar para tener otra mirada de las computadoras de Clarke—anunció Kitty—Parece que la cagué en más de un sentido la otra noche. Me he perdido algo.

Kurt estaba sentado con la espalda recta.

—¿En el rastro posterior a Schuester?

La rubia sacudió la cabeza.

—En la misma puerta de atrás.

—¿Qué, no hay una sola?—Santana preguntó bruscamente, la fatiga junto con su falta de experiencia en un área crítica de la investigación haciéndola muy corta en paciencia.

—Oh, es que existe una—Kitty hizo una mueca—De hecho, el sistema de todo el departamento esta tan lleno de gusanos que se ve como un queso suizo.

—Sólo dame la línea de fondo—espetó Santana—¿Se trata de que Schuester o no?

—No lo creo.

—Cristo—Santana no estaba segura de si sentirse aliviada o de rasgar la cabeza de la ojiverde—Maldita sea, ¿cómo pudiste haber hecho ese tipo de error? Jesús, podríamos haber volado todo el caso.

—Sargento—Kurt interrumpió en voz baja—, ¿Tal vez deberíamos escucharla hasta el final?

Giró en su dirección, pero justo antes de que ella dejara salir otra cadena de improperios, vio las sombras bajo sus ojos. Luego tomó un buen vistazo a la rubia, quien había estado despierta toda la noche.

De nuevo.

La detective cibernética parecía agotada, a pesar de que estaba haciendo un intento de mantenerse erguida.

—Ah, infiernos—se echó hacia atrás y se encogió de hombros, obligándose a asentarse—Explícamelo.

—Las redes, especialmente los grandes como los que enlazan los servicios municipales, tienen todo tipo de funciones de mantenimiento que se ejecutan en segundo plano constantemente. Mucho de esto sucede automáticamente, pre-programadas actualizaciones y similares—Kitty esperó, midiendo las reacciones de la morena. A una señal de la Detective, continuó—Tiene que haber vías para ese trabajo, esa información, para viajar a equipos individuales, y la forma en que sucede es a través de los puertos de transferencia de archivos, o las vías de entrada.

—Está bien—dijo Santana—Entiendo.

—Estos puertos están siempre abiertos y proporcionan un camino a una red, en esencia, son carreteras enormes potenciales para los piratas informáticos. Así es como los gusanos Blaster y So. Grandes gusanos se propagan tan rápido. Por lo tanto—dijo Kitty—,Toda persona tiene que hacer es traer a un equipo infectado, conectarlo al sistema y ejecutará el gusano. Algunos gusanos no tienen ni siquiera que ser unido a un correo electrónico o cualquier tipo de archivo, por lo que el usuario ni siquiera sospecha. Sólo, boom, la información comenzará a llover de nuevo al equipo de origen, o en cualquier otro de los programas de hackers que vaya. ¿Quieres una contraseña? No hay problema. ¿Quieres leer el correo de otra persona? Toma asiento. ¿Quieren tener acceso root para alterar o borrar archivos completos? Más duro, pero con un buen escritor de código creando el gusano, es posible.

—¿Y eso es lo que pasó?—preguntó Santana.

Kitty asintió.

—Alguien inserto un gusano en el sistema en el PPD, y ha infectado a cualquier número de ordenadores. Me perdí la primera vez, porque es un poco de código a cuestas en un archivo enorme y cuando vi ese hack de inicio de sesión, fui a otra dirección. El equipo de Schuester es uno que fue golpeado, que es como su contraseña fue usurpada. No sé cuántos otros hay, pero podría ser cualquier número.

—¿Estás segura de que no es Schuester?

La rubia se encogió de hombros.

—No pude encontrar nada en sus archivos para sugerir que está sucio, y yo creo que él es sólo un chivo expiatorio. Sin embargo, alguien es capaz de leer y posiblemente incluso modificar casi todos los bits de datos en todo el sistema.

Santana se frotó la cara, bebió más café, y digirió la información.

La idea hizo que le revolviera el estómago. Casos enteros fueron construidos en los informes de laboratorio, los relatos de testigos, y otra información almacenada en el sistema.

Los archivos del personal, direcciones, registros de salud ... la lista es interminable.

Y el nombre de Rachel está ahí ahora, también. Todo expuesto con claridad y oficialmente listado como mi CI .

—Esto es malo.

Kitty y Kurt estaban en silencio.

—Por lo tanto ¿estamos en ninguna parte?—Santana miró a uno y otro, trabajando para hacer retroceder la sensación de desesperanza.

—No, estamos sin duda en alguna parte—los ojos verdes se iluminaron—Sé de donde el gusano vino.

Kurt lanzó un silbido.

—Has estado muy ocupada.

—Cometí un error la otra noche—los ojos de Kitty eran duros, su voz como granito—Eso podría haber costado a todos nosotros.

—¿Quién?—el corazón de Santana corría.

Nombre. Sólo dame un nombre.

—No es quien, sin embargo—aconsejó Kitty—Pero tengo donde. Venía de una computadora en la oficina del Fiscal del Distrito.

—Un nombre—Santana dijo en voz baja—Necesito un nombre.

Kitty y Kurt hablaron al mismo tiempo.

—Te conseguiremos uno.

Capitulo 23

—¿Qué es eso?—Rachel entre dientes, tirando de la manta fina sobre su cabeza y excavando más profundamente en el lado de la ojiverde.

—¡Mierda! Mi beeper—Quinn saltó de la cama y casi se cayó con las sandalias de plataforma de la castaña—Quinn—dijo después de unos segundos—Uh-huh…Está bien...seguro—colgó el teléfono y se puso de pie, mareada por la fatiga y el hambre—Tengo que ir donde Kitty.

—¿Ahora?—su voz fue amortiguada por la almohada sobre su cabeza.

—Primero tengo que conseguir una ducha. Huelo como si pasé la noche en la celda de los borrachos.

La castaña tropezó en el cuarto de baño en vigilia de la rubia y se apiño en la pequeña cabina de ducha con ella. Con los ojos cerrados, puso sus brazos alrededor de la ojiverde por detrás y apoyó la mejilla en su espalda.

—Joder, Q, trabajaste toda la noche.

—Sí—murmuró mientras dejaba que la ducha la golpeara en la cara.

El agua estaba todavía fría y el calor del cuerpo de Rachel se sentía bien contra el suyo.

—¿López está ahí?

—No lo sé—roció toda su cabeza en el agua tibia—¿Por qué?

—Quiero hablar con ella.

—¿Tienes algo?—pregunto, despertando rápidamente ahora.

La castaña estaba de pie con la cabeza hacia atrás, los ojos cerrados, sin ganas trabajando la espuma en su pelo castaño.

—Tal vez.

—No dijiste nada anoche.

—Estuvimos follando, ¿recuerdas?—bostezó y se acercó a un lado de la rubia parada bajo el agua.

—Sí—Quinn la agarró por la cintura y la besó en el cuello—Recuerdo que fue espectacular.

—Lo fue—libre del enjuague, le echó los brazos alrededor del cuello de la más alta y la besó, frotando su piel húmeda contra—Mmm, te sientes tan bien.

La rubia apretó su agarre, pasando su lengua por sus labios y entrando a su boca.

De alguna manera terminaron contra la pared, con las piernas entrelazadas, resistiendo y gimiendo y buscando a tientas entre sí.

Quinn tiró la cabeza hacia atrás, jadeando.

—¡No tengo tiempo!

—¿Qué?—Rachel jadeó incrédulamente, le agarró la mano y la tiró entre sus propios muslos—¿No tienes un minuto? Siénteme—se meció contra la palma—Vamos, nena. Tócame.

El tiempo perdido todo significado en el momento en que Quinn bajo sus dedos en el calor y la promesa de deseo de su amante.

—Eres tan hermosa—susurró, lentamente empujando más profundamente en los bienvenidos pliegues.

La castaña arqueó su espalda y enredo sus dedos en el cabello rubio, reclamando su boca con magullada intensidad a medida que la sensación de estar llena se transmitía por su vientre.

Nunca, nunca tuvo nada, a nadie tocándola así.

—Me haces sentir tan viva—gimió, sus caderas comenzando a levantarse con la primera oleada del orgasmo.

Su estómago tenso, con las piernas temblando, Rachel se aferró a la única cosa sólida en su mundo, incapaz de hacer nada más que rendirse al deseo que tanto necesitaba y temía.

Poco a poco, las contracciones ondulantes se detuvieron y podía respirar de nuevo.

—Soy ... como ... adicta a ti o algo así. No puedo dejar de querer que me hagas esto a mí.

—¿Qué?—Quinn murmuró—¿Hacerte correr?

—Uh-uh—respondió, succionándole un pecho blanco y jugando con el pezón—Me hace salir de mi mente.

—Rach cariño—Quinn se rió temblorosa, aliviando a Rachel fuera de la corriente de agua y retrocediendo—Tengo que irme.

—¿Que pasa contigo?

—Estoy bien.

—¿Lo estás?

Rachel parecía sólo un poco preocupada, y Quinn negó con la cabeza.

—No, estoy lista y dura, y probablemente me corra si me tocas durante diez segundos, pero…

—¿Pero el trabajo es más importante?—había más que un poco de ira en la voz de Rachel—¿Cierto?

—No, es que no puede correrme mientras imagino la cara de López si estoy llegando de alguna manera más tarde.

—Oh—cogió una toalla—Puedo ver eso. Así que vámonos ya .Por Dios.






Cuando Quinn salió del ascensor con Rachel, la primera persona que vio fue a Kurt.

—¿Dónde está Kitty?—preguntó cuándo el castaño giró en su silla para recibirlos.

—Santana la envió a la cama.

—Suertuda—Rachel se quejó, entrecerrando los ojos en la luz brillante del sol—Jesús, ni siquiera es mediodía y nosotras…

Quinn tosió y Kurt sonrió.

—Sólo consiguieron dormir, ¿verdad?—Kurt le preguntó con malicia.

—¿Quién ha dicho nada acerca de dormir?—Rachel lanzo de regreso.

—Rachel—Quinn se quejó.

Kurt suspiró.

—Lo siento, Q, pero necesito ayuda. López quiere estos fondos hechos para ayer, y no puedo ejecutarlos a todos yo mismo.

—Tengo que ir a hablar con López—Rachel anunció mientras se alejaba.

Kurt y Quinn murmuraron sus despedidas, a continuación, el castaño le confió:

—Kitty trazó un gusano de nuevo a la oficina del fiscal, por lo que estamos mirando a los dos miembros del departamento y a la juez por ser nuestra persona en el interior.

—Bien.

—¿Cómo lo hizo Quincy anoche?

La ojiverde miró al otro lado de la habitación donde la castaña estaba parada hablando con Santana.

—Depende de cómo lo mires.

Él ojiazul miró por encima al otro lado y levantó una ceja.

—Las cosas se veían bastante bien con Kennie y los otros.

—Eso estuvo muy bien. Fue más tarde—Quinn miraba hacia delante en el monitor. Los datos se desplazaron, y los observo, cambiando automáticamente a través de las figuras—Esto es entre nosotros, ¿verdad?

Los ojos azules se oscurecieron.

—Q, ¿qué pasó?

—Nada—dijo rápidamente—Fuimos a Ziggies, que es justo lo que esperábamos.

—¿Y?

—Demasiado pronto para decir—Quinn forzó una sonrisa—Pero estoy lista para salir de nuevo esta noche después de tu show.

Kurt la estudió con atención, a continuación, miró al grupo a través del cuarto.

Mike estaba hablando, Rachel estaba señalando enfáticamente, y Santana estaba sacudiendo la cabeza en un movimiento vehemente negativo.

Mantuvo la voz baja.

—¿Te has acostado con alguien. ¿Es eso?

—¡No!—miró a Rachel—Pero, y si...y si pasa algo, y tengo que hacer...¿algo?

—¿Cómo sexo?

La rubia asintió.

—Nadie espera que hagas cualquier cosa que no quieras hacer—se inclinó hacia delante, le palmeó el muslo—Dibuja una línea, Q. Cualquiera con lo que puedas vivir.

—¿Qué pasa si soy empujada hacia una esquina, y tengo que estar de acuerdo para salvar mi portada?—preguntó miserablemente—Jesús, Kurt. Creo que Rachel me mataría.

Él rió.

—Creo que tienes razón. Tal vez Quincy tendría mejor que mantener ese tipo de cosas sólo entre nosotros los chicos—miró hacia arriba—Hablando de Rachel , aquí viene el equipo.

—Momento para hablar—anunció Santana—Rachel tiene una propuesta.

Quinn se levantó, una pregunta en los labios, pero la castaña camino sin mirar en su dirección.

Capitulo 24

—Finalmente—dijo Santana—, Tenemos un enlace directo a la red de pornografía, al menos la parte de hacer los videos. Ahora, tenemos que trabajar este ángulo tan duro como podamos.

Cuando la morena esbozó el plan más reciente, Quinn apretó las mandíbulas muy juntas y miraba hacia el frente. Sus manos se cerraron en puños apretados debajo de la mesa y la bilis se agitaba en su intestino.

No podía
creer lo que estaba oyendo.

¿Dejar a Rachel trabajar una picadura en los chicos que estaban corriendo los videos de sexo en vivo?

Sería como enviar a un cadete en la primera línea de una pelea.

Era una locura.

Y estaba asustada. Asustada de la cabeza hasta los pies.

Si algo le sucediera a ella...

—El primer encuentro lo más probable sería simplemente para hablar—continuó Santana—Con suerte Rachel obtendrá un lugar y un tiempo para la filmación del video de eso.

—¿Qué pasa con un cable?—Mike interpuso—No estaría de más tener a este chico en la cinta configurando este trabajo.

—No es una mala idea—Santana miró a Rachel—¿Qué piensas?

La castaña se encogió de hombros.

—Depende de lo grande que sea, y donde tengo que ponerlo—Mike rió, y ella le dio una cortante mirada—Yo no, ya sabes, llevo un montón de ropa de la mayoría de las veces. Se vería divertido si estuviera de repente cubierta.

No podía soportarlo más.

—¿Cuál es el punto de que lleve un cable si no podremos controlar lo que está pasando? No hay manera de que nadie vaya a ser capaz de cubrir este encuentro—finalmente miró a Rachel—Vas a estar ahí por tu cuenta.

—Oficial—Santana dijo en voz baja.

No estaba del todo contenta con la idea por sí misma, pero la Oficial Quinn parecía tener grandes dificultades el nuevo papel de Rachel.

Antes de que la joven Oficial pudiera decir algo que no sería capaz de pasar por alto, dijo suavemente:

—Esta es una decisión de mando. Si estás teniendo problemas para trabajar en este equipo, puedo tenerte reasignada.

—No, señora—dijo Quinn, mordiéndose las palabras—No hay problema.

—Bien—trabajó sus hombros para aliviar un poco de la tensión, luego miró a Rachel—Si Trudy o cualquier otra persona se comunica contigo, quiero que al menos intentes posponer la reunión hasta que me puedas llamar. Mike te equipara con un cable…

—Uh-uh. De ninguna maldita manera él lo hará.

—Aw, no puedo creer que tu dirías no a un poco de diversión—Mike sonrió.

—Créeme, te gustaría eso.

—No creo que tu corazón podría aguantarlo.

—Mientras viva el tiempo suficiente para deslizarla…

—Cállate, Mike—Quinn dijo las palabras en voz baja, con calma, cuando se giro en su asiento para mirarlo de frente.

Él la miró con sorpresa. Había algo frío y letal en su expresión.

—Q—la vos de Rachel era suave, gentil.

—Quinn, espera en la otra habitación—Santana ni siquiera escatimo una mirada en dirección a la rubia mientras ésta se levantó bruscamente y salió de la habitación.





—Vamos, Oficial—Santana se giro y se dirigió hacia el ascensor.

Quinn se levantó de la silla donde había estado sentada sin moverse durante treinta interminables minutos y siguió hasta el ascensor sin una palabra.

Cuando llegaron hacia calle, giró a la derecha y comenzó a caminar hacia el río.

La ojiverde se puso a caminar.

—Tenemos un problema—dijo rotundamente al cruzar la calle delantera en el Market.

La rubia no dijo nada. Sabía lo que venía. Otra acción disciplinaria.

Y esta vez significaría el fin de su carrera.

—¿Qué está pasando contigo y Rachel?

—Estoy enamorada de ella—no podía ver cualquier punto en mentir.

Ya no más.

—Eso es simplemente genial—Santana suspiró. En silencio, abrió el camino a la pasarela de hormigón que se arqueaba sobre Delaware Avenue Landing Penn, subió hasta lo alto, y se detuvo—¿Y si te ordenara que eligieras entre Rachel y el trabajo?

—Preferiría abandonar.

—Cristo—murmuró y se volvió de espaldas a la pared, apoyó una cadera contra la piedra, y se enfrentó a Quinn—Has conseguido los ingredientes de un Oficial ejemplar en casi todos los sentidos, eres inteligente, dedicada, digna de confianza—no añadió valiente, pero lo creía.

—Gracias, Sargento.

—No me des las gracias. No he terminado todavía.

—Sí, Señora.

—Pero tienes una debilidad muy seria, Oficial Quinn. Tu temperamento. Fuiste insubordinada allá atrás, y no es la primera vez. Lo he dejó pasar antes, pero no puedo hacerlo ahora.

—Lo entiendo, señora—Jesús, sólo dime que estoy fuera. Sólo dilo.

—Creo que no lo haces—Santana observándola detenidamente—Por lo general, un poco de temperamento no es una mala cosa. Es necesario que el fuego arda dentro para enfrentar el peligro sin retroceder. ¿Lo entiendes?

La rubia pensó acerca de ir por el callejón en la oscuridad, bajo la lluvia, sola, apenas capaz de ver una pulgada delante de su cara.

Sabiendo que quiera que estaba esperando era probablemente más grande, probablemente más fuerte, y probablemente armado. Pero había oído a una mujer gritar, y eso la había hecho enojar.

Fue la ira tanto como su sentido del deber que la había llevado a ese callejón. Suavemente, ella respondió:

—Sí, Señora. Entiendo.

—Pero un fuego que no puedes controlar te consumirá, y algo te está comiendo ahora.

No dijo nada.

Su interior dando vueltas, y por un minuto, temía que pudiera vomitar.

—Es necesario tomarte a ti misma fuera del equipo si no puedes hacer frente a lo que Rachel está haciendo.

—¿No estoy fuera ya?—miró a la morena, la confusión en sus ojos.

—Eso depende. No puedo decirte con quien puedes dormir. No puedo decirte a quién amar—miró más allá de la rubia a un buque que poco a poco se abrió camino en el puerto de Filadelfia. Pensó en Brittany, y cómo tenerla en su vida la había hecho una mejor policía porque sus propios fuegos consumieron menos de ella ahora—Puedo decirte que si no puedes renunciar a ella, vas a tener que aprender a vivir con lo que es—volvió la mirada hacia la ojiverde—Y lo que hace.

—Lo estoy intentando.

—No lo suficientemente duro.

La rubia asintió.

—Necesitas resolver esto, a toda prisa. No puedo pedírtelo, pero creo que tal vez necesitas hablar con la Dr. Pierce.

—Quiero estar en este equipo más que nada en mi vida, excepto estar con Rachel, porque ella es lo…

—Lo capte la primera vez, Quinn—dijo con una leve sonrisa—Deja de decirme cosas que no quiero saber.

—Sí, Señora—Quinn se enderezó—Voy a hablar con la Dr. Pierce.

—Tu negocio—sostuvo los ojos verdes—Lo pierdes una vez más y ya está fuera. Lo pondré en tu archivo, y ellos te enterraran en algún lugar hasta que salgas de puro aburrimiento.

—Sí, señora.

Asintió y se giro hacia atrás hacia la ciudad vieja.

—Vamos. Kurt dijo que tiene trabo para ti.

—Gracias, Sargento. Espero…

—¡No me des las gracias, Quinn. Solo consígueme una ventaja, ¿quieres?

—Sí, señora. Estoy en ello.






En la esquina de Front y Arch, Santana espió a la castaña delgada en la falda corta de cuero, con la chaqueta de motocicleta negra y brillante, y la pantorrilla alta, la punta del tacón de sus bota descansando contra un poste de luz.

Su rostro delataba nada más que hastió, pero sus ojos estaban vivos y clavados en la cara de Quinn.

Suspiró y miró de soslayo a la ojiverde.

La expresión de la oficial era tan indiferente como la de la mujer que la miraba, pero su mirada era hambre.

—Cristo—sacó las llaves del bolsillo de su chaqueta y se detuvo en su coche—Cinco minutos, Quinn, y luego llevas tu culo al piso de arriba.

En una rara violación al protocolo, ésta se olvidó de responder mientras se apresuraba a Rachel. Apenas oyó el Vette revolucionar en el fondo o el rugido del motor cuando la morena se apartó.

—Hola—Quinn dijo en voz baja, tratando de alcanzar la mano de Rachel.

Sus dedos se entrelazaron y ella mantuvo sus manos unidas entre sus cuerpos, fuera de la vista de los observadores casuales.

—¿Estás bien?—preguntó Rachel .

—Sí—sonrió tímidamente—Me falta algunas piezas de mi anatomía, pero, sí.

—Lo siento, Q—le examino los ojos, en busca de las heridas reales—Lo siento mucho.

—¿Por qué? No fue tu culpa. Me puse caliente arriba y mande a callar a Mike. Es por eso por lo que López estaba sobre mí.

La castaña apartó la mirada, recordando el dolor en los ojos su novia cuando Santana López había caído en Quinn, durante la conferencia.

Recordó, también, la advertencia de López acerca de lo que cualquier tipo de relación que podría hacer para la carrera de la rubia.

—Sabes, novata, no puedo permitirme el lujo de atravesar a López en este acuerdo. Si andar contigo va a arruinarlo todo, tal vez mejor…

—No...—la voz de Quinn se quebró y tragó saliva—No me hagas esto, Rachel. Por favor.

Ésta nunca se había imaginado que el dolor de otra persona podría hacer tanto daño.

—Q, yo...yo no sé qué hacer.

—Simplemente no me dejes, ¿de acuerdo?—atrapó la mano de la más baja—Te necesito.

—Estás loca—el corazón de Rachel dolía al escuchar las palabras. Dolía en el buen sentido, como si algo dentro de ella que había permanecido frío y enterrado durante mucho tiempo del que podía recordar volviera a la vida—No quiero necesitarte.

—Eso está bien. No tiene que hacerlo—Quinn sonrió con tristeza—Siempre supe que eras la fuerte.

Le rozó sus dedos el pecho de la ojiverde.

—Te dije que no quería... No he dicho que no lo hago.

—Eso suena muy bien—Quinn cerró los ojos y le frotó los dedos contra su
mejilla.

—Por Dios, te vas a enfriar—apartó la mano y miró a su alrededor con nerviosismo—¿Qué pasa si Mike o alguien nos ve?

La rubia se encogió de hombros.

—No me importa ahora. Le dije a López sobre nosotras.

La miro boquiabierta.

—¿Tu qué?

—Le dije que estaba locamente enamorada de ti y si quería despedirme, siguiera adelante.

—Oh hombre—enganchó sus dedos alrededor de la correa de la rubia y la arrastró a la privacidad relativa bajo el voladizo del edificio más cercano.

Luego le puso sus brazos alrededor del cuello y la besó hasta que las dos estaban sin aliento. Apoyándose en el cuerpo, murmuró:

—Quiero rasgar tu ropa y...hacer cosas en ti.

—Bien.

—Ve. A. Trabajar. Q—besó a la sonriente policía joven de nuevo y se alejó a toda prisa antes de que perdiera totalmente la calma.

Riendo, Quinn la observó hasta que giro en la esquina, pensando en lo caliente que se veía con esa falda de cuero.

Capitulo 25

Kitty saboreó el cálido aliento contra la parte posterior de su cuello y la suave mano acariciando su abdomen.

Era de noche, y Marley yacía apretada contra ella, con un brazo rodeando su cintura.

El oleaje suave de los pechos contra su espalda y el murmullo de los labios suaves sobre su piel era la sensación más preciado que había experimentado jamás.

El terrible temor de que había llenado su pecho durante horas interminables se desintegro como hielo bajo la luz del sol y fluyó de ella en un curativo río de lágrimas.

—Kitty, ¿cariño?—Marley apretó su agarre, detectando el cambio sutil en su respiración—Oh, no, mi amor, no llores.

—Estoy bien—dijo rápidamente con voz ronca, levantando una mano para quitar la humedad—Simplemente feliz. ¿Has estado despierta mucho tiempo?

—Un rato—Marley lentamente le trazo sus dedos sobre los pechos moviéndose sobre sus pezones apretados antes de caer por su abdomen—No quería despertarte.

—Me estás despertando ahora—murmuró mientras su castaña frotaba las puntas de sus dedos más abajo—Marley…—ésta rió en voz baja y trazó un dedo a lo largo del valle entre el vientre y los muslos—Marley, no podemos—advirtió, moviendo las caderas lejos.

—No me hagas tener que seguirte, querida—advirtió Marley—Me parece mejor si me quedo en un solo lugar. No quieres que me da un dolor de cabeza, ¿verdad?

Suspiró y se quedó inmóvil.

—Eso es chantaje.

—¿Lo es?—Marley parecía sorprendida, y luego se echó a reír de nuevo—Muy bien. Así que he sido descubierta.

—Debemos esperar hasta que estés mejor.

—Estoy mejor—insistió Marley, colocando su mano suavemente entre los sus muslos, sus dedos descansando contra la resbaladiza, preparada carne.

—No voy a ser capaz de correrme—respiró hondo cuando la yema del dedo rodeó su clítoris—Voy a estar preocupada por ti todo el tiempo.

—Oh, esto es serio—la voz de Marley llevaba una pizca de picardía—Está bien. No estás obligada a correrte. Sólo necesitas someterte a mis atenciones.

—Marley...—estaba sedienta del contacto de la ojiceleste, hambrienta por tocarla. Pero el recuerdo del miedo montó duro en su corazón, y luchó contra el deseo—¿Por qué estás haciendo esto?

—Porque te he echado de menos—el tono de Marley era serio ahora, casi melancólica—Porque necesito estar conectada a ti. Kitty, te necesito de vuelta, también.

Su corazón dio vuelta en su pecho, y ella estaba perdida.

Perdida como estaba cada vez que la enormidad del amor de Marley se apoderó de ella.

—Oh Dios. Todo lo que quieras. Tú lo sabes.

—Te amo—Marley sonrió con ternura—Sólo quiero tocarte. Quiero sentir el latido de tu corazón bajo mis dedos. Quiero sentir tu pasión fluir por mí. Quiero oír tu respiración rota sólo por mí…

—Prométeme…—dijo, sus pupilas dilatadas con el incremento de excitación fijado por debajo de los dedos burlones de su castaña—Que...ah, dios...que...

—¿Qué, cariño?—Marley observó los parpados de su rubia lentamente cerrarse mientras presionaba la longitud de su clítoris—¿Qué?

Kitty se vio obligada a abrir los ojos.

—Que te detendrás si...—y sus caderas se sacudieron, jadeó—Si te duele...tú... en cualquier lugar.

—Kitty—la tranquilizo, su propio corazón latiendo furiosamente—Tú toque nunca me haría daño.

—Te amo.

Marley sonrió.

—Entonces déjame ver cómo te corres.

Kitty apoyó la frente en la de la castaña, su mano ahuecando suavemente el pecho. Mantuvo los ojos en su amante, pero no podía ver.

Amor, deseo y necesidad se pusieron de acuerdo para volverla ciega.

La presencia de Marley, viva y hermosa y amorosa, era más excitante aún que su exquisito toque.

Era demasiado para por sujetar.

Un pequeño grito de sorpresa y asombro se le escapó.

—Ohh...ahí...

—Sí. Si mi amor.

Jadeante, se dejó caer en la cama, sus extremidades flácidas, su pecho agitado.

—Estoy...fuera de práctica.

La castaña rió, un ronroneo sensual ronco de satisfacción.

—Oh, no lo creo—Marley apoyó la cabeza en su hombro, dibujando círculos perezosos en su vientre con los dedos—¿Cuáles son tus planes para esta noche?

Acarició la oreja de la castaña, a continuación, ligeramente mordió el lóbulo.

—Debería ir directo abajo. Dejé las cosas en el aire esta mañana.

La ojiceleste levantó su barbilla y le besó la superficie de la mandíbula.

—Prométeme algo.

—Cualquier cosa.

—Cuando encuentres quien causó el accidente, deja a Santana manejarlo.

No había nada que pudiera hacer.

No había nada en ella, nada de lo que era, que Marley no poseyera.

—Lo prometo.

—Gracias—Marley la besó de nuevo—Yo sé lo que esto te tomo.

—No sabes cuánto Te amo.

Suavemente la castaña sonrió.

—Oh, sí, querida, lo hago. Siempre me haces saberlo.









Brittany se estiró y suspiró.

—Dios, me encanta el sexo por la tarde.

—No es tarde—señaló Santana.

—Mmm. Fue cuando empezamos.

La morena sonrió.

—Me pregunto qué piensa Joyce acerca del lugar donde desapareciste.

—Apenas desaparecí—señaló Brittany—Simplemente tomé un... tiempo personal... antes de mis sesiones de la noche.

Santana acarició el cabello de su amante, consciente de una nueva emoción extraña.

Alegría.

—Voy a llegar tarde esta noche.

—¿Ha pasado algo?—Brittany preguntó con cuidado.

Quería decir, no salgas. Quédate aquí. Permíteme cerrar los ojos sabiendo que estás segura. Déjame caer dormida en sus brazos.

—Aún no, pero pronto. Quinn va a salir encubierto de nuevo, y quiero estar cerca.

—Ten cuidado, ¿eh?

—¿Qué, con Quinn?—preguntó Santana.

—No, mi dulce Detective, Tú.

La morena suspiró.

—Yo más o menos ordene a Quinn verte profesionalmente hoy.

—Ordenarle a alguien someterse a terapia no suele ser generalmente la mejor manera de comenzar este proceso—su tono era leve, pero sus ojos estaban profundamente serios.

—Tal vez no, pero ella está a punto de joder su carrera. Le di una opción.

—¿Yo qué? ¿El tráfico de patrulla?

La pelinegra sonrió.

—Algo como eso.

Suspiro.

—San, querida…

—No es tan malo como suena. Le dije que ella podía ver a cualquier persona que quisiera, y que si lo hacía o no dependía de ella. No volvería a comprobar en ella—Santana le rozó los dedos sobre su mejilla—¿Bien?

—Suena como un hecho—rodó sobre su amante y le dio un beso, un beso que pronto se profundizó y creció hambriento—Oh, querida—jadeo.

—Uh-huh—Santana murmuró, envolviendo sus brazos alrededor de ella y girando hasta que estaba arriba—Oh, Dios en verdad.








—¿No tienes hambre?—preguntó Rachel .

—¿Qué?—Quinn recogió sus palillos de la chuleta, y luego los dejó con un suspiro—Realmente no.

La castaña inclinó la botella de cerveza hacia atrás y la vació.

—¿Entonces qué hay de nuevo?

Se encontró con la mirada inquisitiva de la castaña con ojos de color marrón preocupados.

—Mira, ¿podrías solo prometer por favor, que no iras a algún encuentro con este hombre de porno sin registrar? ¿Sólo hacer eso?

—Ah, cielos, Q. No eso una vez más.

—¿Qué pasa si algo sucede, y no sabemos dónde estás?

La castaña le puso su mano en la pierna y se acercó.

—Nada va a pasar. Trudy me llevará a conocer al tipo. Que voy a decir, Oh, sí, me gustaría quitarme la ropa y chuparte la polla, y luego él dirá, Genial, te recogeré a tal y tal hora bla bla bla. Luego, Tú y López y Bulto le darán una patada en su culo.

Sonrió a pesar del malestar que estaba quemando agujeros en su intestino.

—Soy una chica grande, novata. No te preocupes.

—Lo sé—dijo suavemente, jugando con los dedos de la más baja—¿Podrías tratar, realmente intentar llamar a López si algo sale mal. Yo... No puedo pensar sobre ti siendo lastimada de nuevo.

—Está bien, bebé, está bien—Rachel se inclinó hacia ella y la besó, deslizando su mano en su estómago y luego alrededor de su cintura.

A medida que su lengua se reunió con la de ella, gimió débilmente y a medias se subió su regazo.

—Casa—jadeo cuando la castaña finalmente rompió el beso—Casa, Jesús,
tenemos que ir a casa ahora.

Respirando con dificultad, Rachel pasó la mano sobre su centro luego en la parte delantera de sus pantalones vaqueros.

—¿Sí? ¿ Para hacer qué?

Buscó su billetera, sus manos temblorosas.

—Quitar nuestra la ropa, rodar alrededor, ya sabes.

—Oh eso. Está bien—Rachel tiró suavemente de su cintura sonriendo a la necesidad nebuloso en sus ojos—Entonces podemos vestir a Quincy.

—Oh, Jesús—se quejó.

Riendo, Rachel tiró de ella desde la cabina por la mano.

—Vamos, novata. Tienes negocios que atender.