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Mensaje por Elisika-sama Dom Ago 18, 2013 3:28 am

muy buen capitulo! me encanta la historia

espero tu continuacion pronto :)
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Mensaje por libe Dom Ago 18, 2013 5:34 pm

se pone interesante, veremos que pasa con esa invitación de Rachel [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 1163780127 
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Mensaje por Ali_Pearce Dom Ago 18, 2013 6:13 pm

Hello! Que buena historia. Que odiosa Rachel, ignorando a Santana >.< 
Y la pobre Britt que no le puede quitar los ojos de encima. 
¿Cual será la especialidad de Brittany? Debe ser algo con los humanos
de otro modo no tengo ni idea de que puede ser. 
Bueno, me ha encantado...espero que las chicas se acerquen un 
poco más, así que no me perderé los capítulos. Un saludo y hasta 
el próximo. 
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Mensaje por Alisseth Lun Ago 19, 2013 2:05 am

Holii ;)
Wow me encanta la historia.. ! ;)
jaja por qué Rachel la ignora?? es rara :)

Bueno ojalá Britt y San puedan hablar y conocerse sin tanta interrupción... :)

Espero tu actualización..
Besos

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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 7: Fiesta

Mensaje por Emma.snix Lun Ago 19, 2013 4:24 pm

Hola, que tal disculpen por no contestar sus mensajes pero todavía no se muy bien como va esto jejeje...
pero muchas gracias por sus comentarios y me gusta que les este gustando esta historia :)
bueno aquí les traigo un nuevo capitulo.
hasta luego y que tengan un lunes perfecto [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 1206646864 


Capitulo 7:
Fiesta

Rachel no dejó de notar mi interés en Santana y decidió darme un consejo no solicitado. —En serio, no creo que ella sea tú tipo —dijo, pasando su mano sobre su cabello lacio mientras estábamos en la fila de la cafetería.
Yo estaba parada cerca de ella a fin de evitar ser atropellada por los estudiantes ansiosos por alcanzar el mostrador. Los dos profesores preocupados que estaban de guardia trataban de pasar por alto el pandemónium alrededor de ellos. Mantenían miradas cautelosas en el reloj y contaban los minutos antes de volver al santuario de la sala de personal.
Traté de ignorar los codos que se clavaban en mí, así como los parches pegajosos de bebidas derramadas, y escuchar lo que Rachel estaba diciendo.
— ¿De qué estás hablando? —dije.
Ella me dio una Mirada perspicaz que decía que no estaba convencida por mi acto de ingenuidad
—Admito que Santana es la chica más guapa de la escuela, pero todos saben que ella es un problema. Las chicas y chicos que trata terminan con el corazón destrozado. Después no digas que no estabas advertida.
—No parece ser deliberadamente cruel —dije, superada por el deseo de defenderla aunque no sabía casi nada de ella.
—Mira, Britt, enamorarse de Santana solo va a hacer que salgas dañada. Esa es toda la verdad.
— ¿Qué es lo que te hace una experta con respecto a ella? —Pregunté— ¿Fuiste tú una de de las que consiguió salir con el corazón lastimado?
Había hecho la pregunta en broma, pero la cara de Rachel se volvió repentinamente seria—. Podría decirse.

—Lo siento. No tenía idea. ¿Qué pasó?
—Bueno, me gustó por años y finalmente me cansé de lanzarle indirectas, así que la invité a salir —dijo sin darle importancia, como si hubiera sucedido hace mucho tiempo y ya no importara.
— ¿Y? —pronuncié.
—Y nada —se encogió de hombros—. Me rechazó. Se mostró educada, me dijo que me veía como una amiga. Pero aún así fue el único momento más humillante de mi vida.
No podía decirle a Rachel que lo que ella describía no sonaba tan malo. De hecho, la conducta de Santana podía ser vista como honesta, incluso honorable. Cuando Rachel había hablado de corazones destrozados lo hizo sonar como alguna clase de villana. Y todo lo que había hecho era declinar una invitación de la mejor manera en que sabía hacerlo. Pero yo había aprendido bastante hasta ahora sobre la amistad femenina para saber que la simpatía era la única respuesta aceptable.
—No está bien —continúo Rachel acusadoramente—. Ella camina por ahí luciendo toda maravillosa, siendo amistosa con todos, pero no deja que nadie se acerque a ella.
—Pero, ¿engaña a las chicas haciéndolas pensar que quiere algo más que una amistad? —pregunté.
—No —admitió ella—, pero aún así es completamente injusta. ¿Cómo alguien puede estar demasiado ocupada para una novia? Sé que suena duro, pero tiene que superar lo de Emily alguna vez. No es como si ella fuera a volver. De todos modos, ya es suficiente del Sra. Perfecta. Espero que puedas ir a mi casa el viernes—despejará nuestras mentes de chicas molestas.

—El sentido de estar aquí no es socializar —dijo Sam cuando le pedí permiso para ir a lo de Rachel el viernes.
—Pero sería grosero de mi parte no ir —objeté. —Además, es viernes por la noche, no hay escuela al día siguiente.
—Ve si quieres, Brittany —dijo mi hermano con un suspiro—. Había pensado que habría formas más provechosas de pasar una noche, pero no es por mí prevenirte.
—Es sólo esta vez —dije. —No lo voy a hacer un hábito.
—Espero que no.
No me gustaba la implicación que había detrás de sus palabras y la sugerencia sutil de que estaba perdiendo el enfoque. Pero no dejé que eso arruinara mi humor—quería experimentar todas las facetas de la vida humana. Después de todo, me podría dar una mejor comprensión de nuestra misión.
Para las siete ya me había duchado y cambiado con un vestido de lana verde ajustado. Combiné el vestido con botas cortas y medias oscuras, e incluso me puse algo del brillo labial que Rachel me había dado. Estaba complacida por el resultado; parecía un poco menos pálida de lo usual en mí.
—No hay necesidad de vestirse elegante, no vas a ningún baile —dijo Sam cuando me vio.
—Una chica siempre debe tratar de lucir lo mejor posible —Quinn dijo en mi defensa y me guiñó un ojo. Ella podría no haber estado de acuerdo con mis planes de pasar el tiempo con Rachel y su grupo, pero no era del tipo que alberga rencor. Sabía cuando dejar las cosas pasar para mantener la paz.
Los besé a ambos para despedirme y me dirigí a la puerta. Samuel había querido llevarme a lo de Rachel en el Jeep negro que habíamos encontrado aparcado en el garage, pero Quinn había logrado disuadirlo de eso, diciéndole que había una gran cantidad de luz del día y era perfectamente seguro ya que la casa de Rachel quedaba a sólo unas cuantas calles. Sin embargo, acepté la oferta de Sam de recogerme, y acordé llamarlo cuando estuviera lista para volver a casa.
Sentí una oleada de placer al caminar a la casa de Rachel esa noche. El invierno estaba llegando a su fin, pero la brisa que alborotaba mi vestido era todavía fría. Respiré la clara esencia del océano junto con el nítido aroma de las coníferas. Me sentí privilegiada de estar aquí, caminando en la tierra, respirando, siendo sensible. Era mucho más estimulante que observar la vida desde otra dimensión. Mirando hacia abajo desde el Paraíso a la abundante vida de debajo como mirar un espectáculo. Estar en el escenario real podía ser más aterrador, pero también era más emocionante.
Mi estado de ánimo cambió cuando llegué al 8 Sycamore Grove. Mire a la casa, pensando que debía haber copiado el número equivocado. La puerta del frente estaba abierta y parecía que cada luz en el interior estaba encendida. La música retumbaba desde la sala del frente y adolescentes escasamente vestidos se contoneaban en el porche delantero. Esta no podía ser. Comprobé la dirección que Rachel misma había escrito en un pedazo de papel y vi que no había cometido ningún error. Entonces reconocí algunos rostros de la escuela y una cuantas personas me saludaron. Me dirigí a la casa estilo bungalow y casi tropiezo con un chico que tenía arcadas en el borde de la terraza.
Consideré dar la vuelta e ir directamente a casa, inventando un dolor de cabeza como excusa para Quinn y Sam Sabía que nunca me hubieran permitido venir si hubiera sabido lo que la noche de ―chicas de Rachel realmente implicaba. Pero mi curiosidad prevaleció, y decidí ir adentro el tiempo suficiente para decirle hola a Rachel y ofrecer mis disculpas antes de hacer una rápida salida.
Había una aglomeración de cuerpos en el pasillo delantero, que tenían un olor penetrante a humo y colonia. La música estaba tan alta que las personas debían gritarse entre sí en las orejas para ser escuchados. El piso temblaba y los bailarines dando tumbos me hacían sentir como si estuviera atrapada en el medio de un terremoto. El ritmo fuerte estaba tan alto que se estrellaba contra mis tímpanos, haciéndome encoger. Podía sentir el aliento cálido en mis mejillas, olor a cerveza y bilis en el aire. La escena completa era tan dolorosamente abrumadora que casi pierdo el equilibrio. Pero esto era la vida humana, pensé para mí, y estaba dispuesta experimentarlo de primera mano incluso si me hacía estar al borde del colapso. Así que tomé un respiro profundo y lo solté.
Había jóvenes en cada esquina y hueco, algunos fumando, algunos bebiendo, y otros apenas alejados de otros. Me abrí paso entre la multitud y mire fascinada a un grupo jugando algo que había escuchado que alguien llamaba la Búsqueda del Tesoro. Consistía en que las chicas se pararan en una fila mientras los chicos apuntaban sus malvaviscos a sus escotes desde una corta distancia. Una vez conseguido, tenían que recuperar los malvaviscos usando solamente la boca. Las chicas reían y chillaban mientras los chicos enterraban sus cabezas en sus pechos.
No pude ver a los padres de Rachel por ningún lado. Se debieron haber ido por el fin de semana. Me preguntaba cómo reaccionarían si vieran su casa en el caos actual. Atrás de la sala de estar, las parejas yacían entrelazadas con afecto de borrachos sobre los sofás de cuero marrón. Podía ver las botellas vacías de cerveza desparramadas por el suelo, y los bocadillos de chips de maíz y M&M que Rachel había puesto en copas de cristal habían sido molidos en la alfombra. Descubrí la cara familiar de Sugar Motta, una de las chicas del grupo de Rachel, y me dirigí a ella. Ella estaba parada junto a las puertas de vidrio que daban a una amplia superficie y a la piscina.
— ¡Britt! ¡Lo hiciste! —Gritó por encima del sonido de la música— ¡Fantástica fiesta!
— ¿Has visto a Rachel? —le grité.
—En la bañera de hidromasaje.
Me escabullí de las garras de un chico embriagado que estaba tratando de arrastrarme en el tumulto de bailarines y esquivé a otro que me llamó ―Bro y que trató de darme un abrazo de oso. Una chica lo apartó de mí disculpándose—. Siento lo de Jake —gritó—. Él ya está perdido. .
Asentí y salí, haciendo una nota mental para agregar palabras nuevas al glosario que estaba recopilando.
Más botellas vacías y latas llenaban el terreno afuera, y tuve que escoger un camino cuidadosamente alrededor de ellas. A pesar del frío, adolescentes en bikinis y pantalones cortos descansaban en la piscina y la atestada bañera de hidromasaje. Las luces lanzaron un misterioso resplandor azul sobre cuerpos descontrolados.
Repentinamente, un chico desnudo pasó como una centella y se zambulló en la piscina. Emergió temblando pero pareciendo satisfecho por los aplausos que sacó de los demás. Traté de no parecer tan horrorizada como me sentía.
Sentí una inundación de alivio cuando finalmente localicé a Rachel apretada entre dos chicos en la bañera de hidromasaje. Al verme, se levantó, desperezándose como un gato, y deteniéndose el tiempo suficiente para que los chicos admiraran su cuerpo húmedo y piernas tonificadas.
—Britt, ¿cuándo llegaste? —dijo en una voz melodiosa.
—Recién —dije— ¿Ha habido un cambio de planes? ¿Qué le pasó a los faciales?
—Oh, babe, ¡abandonamos la idea! —dijo Rachel como si ese detalle no tuviera la menor importancia. —Mi tía está enferma, así que mis dos papis estarán fuera de la ciudad por todo el fin de semana. ¡No podía dejar pasar la oportunidad de una fiesta!
—Sólo vine a saludarte. No puedo quedarme —dije. —Mi hermano cree que estamos probando máscaras faciales.
—Bueno, él no está aquí, ¿verdad? —Rachel sonrió maliciosamente—. Y lo que el hermano Samuel no sepa no puede afectarle. Vamos, sólo una bebida antes que te vayas. No quiero que te metas en problemas por mi causa.
En la cocina nos encontramos con Taylah, que estaba parada detrás de la encimera de la cocina mezclando algo en la licuadora. Una impresionante variedad de botellas estaban esparcidas alrededor suyo. Leí una cuantas etiquetas: ron blanco Caribbean, whisky de malta, whisky, tequila, ajenjo, Midori (licor de melón), bourbon, champagne. Los nombres no significaban nada para mí. El alcohol había sido omitido de mi entrenamiento… un hueco en mi educación.
— ¿Puedes darme dos Especiales Taylah para Britt y para mí? —preguntó Rachel, envolviendo sus brazos alrededor de su amiga y balanceando sus caderas al compás de la música.
—Viniendo ahora mismo —dijo Taylah, llenando dos vasos de coctel casi hasta el borde con una mezcla de color verdoso Rachel empujó una de las bebidas en mi mano y le dio un trago largo a la suya. Nos dirigimos hacia la sala de estar. La música estaba sonando tan ruidosamente de dos altavoces colosales posicionados en las esquinas del cuarto que incluso el suelo estaba vibrando. Olí mi bebida con cautela.
— ¿Qué es esto? —pregunté a Rachel sobre el estruendo.
—Es un coctel —dijo ella. — ¡Salud!
Le di un trago de cortesía y lo lamenté instantáneamente. Era dulcemente enfermizo pero al mismo tiempo quemó mi garganta. Decidida a no ser una aguafiestas, continué sorbiendo la mezcla. Rachel estaba disfrutando consigo misma y me empujó dentro de la masa hirviente de bailarines. Por unos cuantos minutos bailamos juntas, y después la perdí de vista, y una multitud de personas extrañas se cerró en torno a mí. Traté de encontrar un hueco entre los cuerpos para colarme y escapar, pero en el momento en que uno aparecía, se cerraba nuevamente con la misma rapidez. Varias veces me di cuenta que cada vez que mi vaso se vaciaba era llenado por sirvientes invisibles.
A estas alturas, me estaba sintiendo mareada e inestable sobre mis pies. Le eché la culpa a no estar acostumbrada a la música alta y las multitudes. Tomé otro sorbo de mi copa con la esperanza que me refrescara. Sam constantemente estaba diciendo la importancia de mantener nuestros cuerpos hidratados.

Estaba terminando mi tercer coctel cuando sentí un abrumador deseo de hundirme en el piso. Pero no lo alcancé. En vez de eso, sentí una mano suave que se apoderaba de mí y me alejaba de la multitud. El agarre alrededor de mi brazo se reforzó cuando tropecé. Dejé que mi peso fuera sostenido y permití a la extraña guiarme afuera. Ahí, me sentí aliviada en un banco de jardín donde me senté retorcida, todavía sosteniendo el vaso vacío.

—Podrías tomarte con más calma estas cosas.
Pude centrarme lentamente en el rostro de Santana López. Estaba usando unos vaqueros gastados y una camiseta gris. Hacía parecer su pecho más admirables de lo que parecía en su uniforme escolar. Aparté mi pelo de mis ojos y sentí que mi frente estaba húmeda por el sudor.
— ¿Tomarme con calma qué?
—Um... lo que estabas bebiendo... porque es bastante fuerte —dijo como afirmando lo que es obvio.
El líquido estaba empezando a revolverse en mi estómago ahora y mi cabeza estaba palpitando. Sabía que quería decir algo, pero no podía formar las palabras, interrumpidas por las oleadas de náusea. En vez de eso, me apoyé débilmente contra Santana, sintiéndome a punto de llorar.
— ¿Tu familia sabe dónde estás? —preguntó.
Sacudí mi cabeza, lo que hizo al jardín girar peligrosamente—. ¿Cuánto de eso has bebidos?
—No sé —murmuré atontada—. Pero no parece sentarme bien.
— ¿Bebes a menudo?
—Esta es mi primera vez.
— ¡Oh, cielos! —Santana sacudió su cabeza—. Eso explicaría por qué estás tan floja.
—Tan qué… —me tambaleé hacia delante, casi cayendo al suelo.
—Whoa —Santana me atrapó—. Creo que sería mejor llevarte a tu casa.
—Estaré bien en un minuto.
—No, no lo estarás. Estás temblando.
Me di cuenta con cierta sorpresa que tenía razón. Santana volvió adentro por su chaqueta, que colocó sobre mis hombros. Olía a ella y era reconfortante.
Rachel tropezó al dirigirse hacia nosotros.
— ¿Qué está pasando? —dijo ella, demasiado alegre para molestarse por la presencia de Santana.
— ¿Qué estaba bebiendo Britt? —demandó.
—Sólo un coctel —contestó Rachel—. En su mayoría vodka. ¿No te estás sintiendo bien, Britt?
—No, no lo está —dijo Santana muy enojada.
— ¿Qué puedo hacer por ella? —dijo Rachel, sonando perdida.
—Me aseguraré que llegue a casa a salvo. —dijo, e incluso en mi estado no perdí el tono acusatorio.
—Gracias Santana, te debo una. Oh, trata de no decirle demasiado a su hermano, él no parece del tipo entendedor.
El olor de los asientos de cuero y perfume en el auto de Santana era tranquilizador, pero todavía sentía que había un horno ardiente dentro de mí. Era vagamente consciente de estar viajando en un coche por un camino lleno de baches y ser llevada a la puerta. Estaba lo suficientemente despierta como para escuchar lo que estaba pasando alrededor mío pero demasiado soñolienta para mantener mis ojos abiertos. Que parecían cerrarse por voluntad propia.
Debido a que mis ojos se cerraban no puedo ver la mirada en el rostro de Samuel cuando abrió la puerta. Pero no pude perderme la alarma en su voz.
— ¿Qué pasó? ¿Está herida? —lo sentí ahuecar mi cabeza con sus manos.
—Ella está bien —dijo Santana—. Sólo ha bebido demasiado.
— ¿Dónde estaba?
—En la fiesta de Rachel.
— ¿Fiesta? —Sam se hizo eco—. No nos dijo nada de una fiesta.
—No fue culpa de Britt…no creo que lo supiera.
Me sentí traspasada a los capaces brazos de mi hermano.
—Gracias por traerla a casa —dijo Sam en una voz diseñada para reducir aún más la discusión.
—No hay problema —dijo Santana. —Ella no estuvo fuera de sí por un momento; podría necesitar ser revisada.
Hubo una pausa mientras Samuel consideró que decir. Yo sabía que no era necesario llamar a un doctor. Además, una examinación médica revelaría algunas anomalías que no podrían ser explicadas. Pero Santana no sabía eso, así que esperó por la respuesta de Samuel.
—Nos encargaremos de ella —dijo Sam.
Sonó mal, como si estuviera tratando de ocultar algo. Hubiera querido que al menos tratara de sonar más agradecido. Santana me había rescatado, después de todo. Si no hubiera sido porque ella vio que estaba en problemas, todavía estaría en la casa de Rachel y quién sabe lo que podría haber pasado.
—Está bien —pude escuchar la sospecha en la voz de Santana y sentí una renuencia a irse. Pero no había razón para que se quedara.
—Dile a Britt que espero que se siente bien muy pronto.
Escuché los pasos de Santana al alejarse crujiendo en el camino de grava y el sonido de su auto saliendo. Lo último que recordé eran las manos frías de Quinn acariciando mi frente y su energía curativa inundando mi cuerpo.



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Mensaje por imperio0720 Lun Ago 19, 2013 5:15 pm

jjjaajaja pero que bomba la verdad q si que si san no la saca de allí pobrela que le hubiera pasado muy xvr el capitulo me hubiera encantado ver la cara de sam jajjaja espero el siguiente cdt
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Mensaje por libe Lun Ago 19, 2013 6:45 pm

pobre britt afortunadamente santana la rescato, ahora Samuel será mas estricto con ella [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 3718790499 
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Mensaje por Ali_Pearce Lun Ago 19, 2013 9:55 pm

Aww Santana rescatando a Brittany de las garras del alcohol o de Rachel ._. 
Como tu, cada vez me gusta más esto. Por cierto, si quieres ayuda con lo 
de responder comentarios, no dudes en pedirlo ¿Va? Bueno, un saludo y
hasta el próximo.
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Mensaje por Emma.snix Miér Ago 21, 2013 7:20 pm

Hey hola hola...
muchas gracias por sus comentarios... y si me gustaría tener ayuda para poder contestar los mensajes [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 1206646864  bueno aquí les dejo otro capitulo mas y mas tarde tratare de subir otro ok saludos

Capitulo 8:
Phantom

No tenía idea de qué hora era cuando me desperté. Yo sólo era consciente de las palpitaciones en mi cabeza y sentía mi lengua como el papel de lija. Me tomó un tiempo antes de que pudiera poner los acontecimientos de la noche anterior en orden coherente, pero cuando lo hice, deseé no haberlo hecho. Sentí una oleada de vergüenza al recordar mi estado desorientado, mi dificultad para hablar, la falta de apoyo de mi propio peso. Recordé a Samuel sosteniéndome en sus brazos y la preocupación se mezclaba con la decepción en su voz. Recordé estar desnuda y la mirada de consternación en el rostro de Quinn cuando ella me acomodaba para dormir como un niño pequeño.
Cuando Quinn me cubría con las mantas, oí a Samuel reiterar las gracias a alguien en la puerta. Entonces empecé a recordar que pase la mayor parte del tiempo en la fiesta de Rachel, me desplome desamparadamente contra el cuerpo confortante de un extraño. Gemí en voz alta cuando la cara del desconocido destellaba vívidamente en mi mente. De todos los caballeros galantes que podrían haber venido en mi ayuda, ¿por qué tenía que ser Santana? ¿Qué pensaba nuestro Padre en su infinita sabiduría? Me esforcé en recordar los fragmentos de nuestra breve conversación, pero mi memoria se negó voluntariamente a tales detalles.
Me invadió una mezcla de pesar y humillación. Enterré mis mejillas ardientes bajo el edredón y me encrespé en una bola, con la esperanza de que pudiera quedarme así para siempre. ¿Qué debe pensar de mí Santana, la capitana de la escuela Bryce Hamilton, ahora? ¿Qué pensara todo el mundo de mí? Yo apenas llevaba en la escuela una semana y ya había deshonrado a mi familia y proclamado al mundo que yo era una novata en la vida. ¿Cómo podría yo no haberme dado cuenta de lo poderosos que eran esos cócteles? Encima de todo, había demostrado a mi hermano y hermana que era incapaz de estar fuera de su cuidado y cuidar de mi misma.
Oí voces silenciosas flotando hasta mí desde la planta baja.
Samuel y Quinn discutían algo en voz baja.
Las llamas volvieron a mis mejillas al pensar en la posición en que los había puesto. ¡Qué egoísta por mi parte no considerar que mis acciones los afectarían también! Sus reputaciones se encontraban en la línea, así como la mía, y la mía estaba, sin duda, ahora en ruinas. Me planteé la posibilidad de que nosotros empacáramos y comenzáramos de nuevo en una nueva ubicación. Seguramente Samuel y Quinn no esperarían que me quede en Venus Cove después del espectáculo que había hecho de mí misma. Esperaba que en algún momento vinieran a anunciar la noticia y que hiciéramos las maletas y nos trasladáramos a una nueva ciudad. No habría tiempo para despedidas, los momentos que forme aquí se reducirían a nada más que buenos recuerdos.
Pero no vino nadie, y finalmente, no tuve otra opción que bajar y afrontar las consecuencias de lo que había hecho. Me eche un vistazo en el espejo del pasillo. Parecía frágil y había sombras azuladas debajo de mis ojos. El reloj me dijo que era cerca del mediodía.
En la planta baja, Quinn estaba trabajando hábilmente en un bordado en la mesa de la cocina y Samuel estaba de pie junto a la ventana, derecho como un pastor en el púlpito. Tenía las manos cruzadas a la espalda y miraba pensativo hacia el mar. Fui a la nevera y me serví un vaso de jugo de naranja, que tome rápidamente para saciar mi sed violenta.
Sam no se dio vuelta a pesar de que sabía que él estaba consciente de mi presencia. Me estremecí, una discusión furiosa habría sido mejor que esta recriminación silenciosa. Me importaba demasiado Samuel como para perder su respeto. Por lo menos, su ira habría ayudado a aliviar mi culpa. Deseé que se diera la vuelta para que pudiera al menos ver su rostro.
Quinn dejó el bordado y me miró.
— ¿Cómo te sientes? —Me preguntó. Ella no sonaba enojada ni desilusionada, y eso me confundió.
Mis manos se movían involuntariamente a mi todavía palpitante cabeza.
—Estoy mejor—. El silencio flotaba en el aire como una mortaja.
—Lo siento mucho—, continué con tranquilidad—. No sé cómo sucedió. Me siento tan infantil.
Samuel se volteo para mirarme, sus ojos eran del color de los truenos. Pero en ellos sólo vi su profundo afecto por mí.
—No hay necesidad de preocuparse, Brittany—, dijo con su habitual compostura—. Ahora que somos humanos estamos obligados a cometer algunos errores.
— ¿No están enojados? —pregunté, mirando del uno al otro. Su piel nacarada era incandescente en la luz de la mañana.
—Por supuesto que no estamos enojados —dijo Quinn — ¿Cómo podemos culparte por algo que estaba fuera de tu control?
—Esa es la cuestión —le dije—. Yo debería haber sabido. No le habría sucedido a cualquiera de ustedes. ¿Por qué, solamente yo cometo errores?
—No seas demasiado dura contigo misma —aconsejó Sam
—Recuerda que esta es tu primera visita a la tierra. Aprenderás de tus experiencias y con el tiempo, serás capaz de evitar tales situaciones.
—Es fácil olvidar que las personas son de sangre y hueso. No son indestructibles—. Agregó Quinn.
—Intentaré tener eso presente —dije, sintiéndome un poco más animada.
Mi cabeza todavía la sentía a punto de explotar, así que me senté y la apoye sobre la superficie fría de la tabla.
—No te preocupes, tengo la forma para deshacerte de ese martillo en la cabeza —dijo Samuel.
Todavía en pijama de lana, fui a su lado y lo observe juntar los ingredientes necesarios de la nevera. Los midió y los metió a la licuadora con la precisión de un científico. Por último, me entregó un vaso de líquido rojo oscuro.
— ¿Qué es esto? —le pregunté.
—Es jugo de tomate, yema de huevo y una pizca de chile —dijo.
—De acuerdo a la enciclopedia médica que leí la noche anterior, es una de las curas más conocidas para la resaca.
La mezcla parecía y olía repugnante, pero los latidos en mi cabeza no desaparecerían por su propia cuenta. Entonces sostuve mi nariz y bebí el líquido. Se me ocurrió después que Quinn podría haberme curado la resaca con un toque en mis sienes, pero tal vez mis hermanos estaban tratando de enseñarme a aceptar las consecuencias humanas de mis acciones.
—Creo que todos debemos permanecer aquí el día de hoy, ¿no?— Sugirió Quinn.
—Tómate tu tiempo para reflexionar.
Nunca había sentido más temor de mis hermanos que en ese momento. La tolerancia que mostraban sólo pudo ser descrita como sobrehumana, que por supuesto lo era.
En comparación con el resto de la comunidad vivimos como los Queakers: no hay televisión, computadoras o teléfonos celulares. Nuestra única concesión a la vida en la tierra en el siglo XXI era un teléfono de línea fija, que había sido conectado justo antes de que nos mudáramos. Pensamos en la tecnología como una especie de influencia de corrupción, se promovían las conductas antisociales y se apartaban de los valores familiares. Nuestra casa era un lugar donde pasamos tiempo el uno con el otro, no ausentes con compras en Internet o viendo programas de televisión sin sentido.
Sam particularmente odiaba la influencia de la televisión. Durante la preparación de nuestra misión, nos había mostrado el inicio de un programa para enfatizar su punto. Se trataba de un grupo de personas que luchaban contra la obesidad se dividían en grupos y se presentaban con los alimentos tentadores para ver si eran lo suficientemente fuertes para resistir. Lo que se reprimió y rechazo. Era muy desagradable, había dicho Sam, jugar con las emociones de las personas y aprovecharse de sus debilidades. Era aún más repugnante que el público en general, lo consideran un entretenimiento siendo tan cruel.
Así que esa tarde no recurrimos a la tecnología para ocupar nuestro tiempo, sino que por lo contrario fue hacia la lectura, jugando Scrabble, o simplemente perdidos en nuestros propios pensamientos. Tomarse un tiempo para reflexionar, no significa que no se nos permitía hacer otras cosas, sino que sólo significa hacerlo en silencio, tratando de pasar algún tiempo evaluando nuestros éxitos y fracasos. O más bien, Quinn y Samuel evaluaban sus éxitos y yo contemplaba mis fracasos.
Me quedé mirando el cielo mordisqueando una rebanada de melón. Frutas, había decidido, que eran mi comida favorita. La frescura limpia, dulce me recordaba un hogar. Mientras observaba, me di cuenta de que el sol apareció como una bola de llamas blancas en el cielo, era cegador y me dolieron los ojos por mirarlo. Me acordé de la luz del Reino, nuestra casa estaba llena de suave luz dorada que nos podía tocar, y se escurría entre los dedos como la miel caliente. Era mucho más duro aquí, pero de algún modo más real.
— ¿Han visto esto?— Pregunto Quinn sosteniendo una bandeja de fruta y queso, y arrojó un periódico en la mesa con disgusto.
—Mmm—. Sam asintió con la cabeza.
— ¿Qué es?— Me senté, estirando el cuello para echar un vistazo a los titulares. Cogí una visión de la fotografía salpicada a través de la página. La gente corría en todas direcciones, los hombres trataban en vano de ayudar a las mujeres y las madres llegaban hacia los niños que habían caído en el polvo. Algunos de ellos tenían sus ojos cerrados en oración, otros tenían sus bocas abiertas en gritos silenciosos. Detrás de ellos las llamas lamían el cielo y el humo conmocionado oscureciendo el sol.
—Los bombardeos en Medio Oriente —dijo mi hermano, dando vuelta al periódico con un movimiento de su muñeca. No importaba, la imagen se quemó en mi cerebro—. Más de trescientos muertos. Sabes lo que esto significa, ¿no?
— ¿Nuestros agentes de allá no están haciendo su trabajo correctamente? —mi voz sonaba temblorosa.
—No pueden hacer su trabajo correctamente— corrigió Quinn.
— ¿Qué es lo que podría impedírselos? —pregunté.
—Las fuerzas de la oscuridad están dominando las fuerzas de la luz — dijo Sam con gravedad—. Está ocurriendo cada vez más.
— ¿Qué te hace pensar que el cielo es el único lugar que envía representantes? —Quinn sonaba un poco impaciente con mi falta de comprensión—. Tenemos la compañía.
— ¿No hay nada que podamos hacer? —pregunté. Samuel negó con la cabeza. —No es por lo que nosotros podamos actuar sin autorización.
— ¡Pero hay trescientos muertos! —Protesté— ¡Eso debe importar!
—Por supuesto que importa —dijo Samuel—. Pero nuestros servicios no han sido pedidos. Nos han dado un cargo, y no podemos abandonarlo a causa de una tragedia en otra parte del mundo. Hemos recibido instrucciones de permanecer aquí y velar por Venus Cove. Debe haber una razón para ello.
— ¿Qué pasa con esa gente? —Le pregunté, sus rostros horrorizados destellaban en mi mente una vez más.
—Todo lo que podemos hacer es orar por la intervención divina.
A media tarde nos dimos cuenta que estaba a punto de agotarse los comestibles. A pesar de que todavía sentía la resaca, me ofrecí a ir a la ciudad por ellos. Yo esperaba que la misión destruyera las imágenes inquietantes de mi mente y me distrajera de las calamidades de la vida humana.
— ¿Qué se necesita?— Pregunté, recogiendo un sobre listo para escribir una lista en la parte posterior.
—Fruta, huevos y pan de esa nueva panadería francesa que acaban de abrir —dijo Quinn.
— ¿Quieres que te lleve? — Se ofreció Sam.
—No, gracias, voy a tomar mi bicicleta. Necesito el ejercicio.
Dejé a Samuel regresar con su lectura y recogí mi bicicleta en el garaje, metiendo una bolsa de tela plegada en la parte delantera.
Quinn había empezado a recortar las rosas del jardín de enfrente y agite mi mano cuando pasé junto a ella. El trayecto de diez minutos hacia la ciudad fue refrescante después de mi sueño de zombi. El aire era fresco con el aroma de los pinos, que ayudó a disipar mi tristeza. Negué el dejar que mis pensamientos vagaran hacia Santana López y bloquearan cualquier recuerdo de la noche anterior. Por supuesto, mi mente tenía su propia agenda, y me estremecí al recordar la sensación de sus brazos delicados que me sostuvieron, la tela de su camisa contra mi mejilla, el toque de su mano rozando mi cabello lejos de mi cara, como lo había hecho en mi sueño.
Dejé mi bicicleta encadenada al estante fuera de la oficina de correos y me dirigí al almacén general. Al llegar a la puerta, me detuve para dejar que dos mujeres salieran. Una de ellas se inclino ligeramente era una anciana, la otra robusta y de mediana edad. La mujer más joven llevó a su compañera hacia un banco, y después regresó a la tienda para colocar un aviso en su ventana. Sentado en cuclillas, obediente al lado de la mujer mayor estaba un perro de color gris plateado. Era la criatura más extraña que había visto, con una expresión tan pensativa que podría haber sido humano. Incluso sentado, sosteniendo su cuerpo erguido tenía un encanto histórico. Sus mandíbulas eran un poco caídas, su piel de satén lisa, y sus ojos sin color como el claro de la luz de la luna. La mujer tenía un aire de abatimiento que despertó mi atención. Mientras miraba el anuncio sobre la ventana de la tienda, yo era capaz de determinar la causa de su miseria. Era un cartel que ofrecía al perro "Gratis por un buen hogar."
—Es lo mejor, Alice, ya lo veras —dijo la mujer más joven en un tono ligero, práctico — ¿Quieres que Phantom sea feliz, no? El no puede ir contigo cuando te mudes. Sabes las reglas.
La mujer negó con la cabeza tristemente—. Pero estará en un lugar extraño, y el no sabrá qué está pasando. Tenemos nuestra propia rutina en casa.
—Los perros son muy adaptables. Ahora lleguemos a casa a tiempo para la cena. Estoy segura de que el teléfono empezará a sonar tan pronto como caminemos a través de la puerta.
La mujer llamada Alice no parecía compartir la confianza de su compañera. La miraba con ansiedad, sus dedos nudosos torcían la correa del perro y perdiendo su pelo, que estaba enrollada en un moño en la nuca frágil de su cuello. Ella parecía no tener prisa en hacer un movimiento, como si levantarse fuera una indicación de sellar un acuerdo que no había tenido tiempo para pensar.
—Pero, ¿Cómo voy a saber que está siendo bien cuidada? —dijo.
—Nos aseguraremos de que estén de acuerdo en llevarlo al nuevo lugar para visitarte.
Una nota de impaciencia se había deslizado en la voz de la mujer más joven. Me di cuenta también que su voz se había vuelto progresivamente más fuerte mientras la conversación continuaba. Su pecho agitado y gotas de sudor comenzaban a formar en las sienes con el polvo. Ella no dejaba de mirar furtivamente su reloj.
— ¿Qué pasa si se olvidan? —Alice sonaba petulante.
—Estoy segura de que no —dijo despectivamente a su compañera.
—Ahora, ¿Hay algo que necesites antes de que te lleve a casa?
—Sólo una bolsa de golosinas para Phantom pero no las de pollo, no come esas.
—Bueno, ¿Por qué no esperas aquí, y yo los conseguiré?
Alice asintió, y luego miró adelante con una expresión resignada. Se agachó a rascar a Phantom detrás de las orejas. El la miró con una expresión perpleja. Parecía haber un entendimiento tácito entre su dueña y el animal.
— ¡Qué hermoso perro!— le dije a modo de introducción — ¿De qué raza es?
—Un Weimaraner —respondió Alice—. Pero lamentablemente, no será mío por mucho tiempo.
—Sí, no pude dejar de escuchar.
—Pobre Phantom—. Alice suspiró y se inclinó para hablar con el perro.
—Sabes exactamente lo que está pasando, ¿no? pero estás siendo muy valiente con todo esto—. Me arrodillé para acariciar la cabeza de Phantom, y él me olió con cautela antes de ofrecerme su gigante pata.
—Es extraño —dijo Alice. —Es generalmente mucho más reservado con los extraños. Debes ser un amante de los perros.
—Oh, me encantan los animales —le dije a pesar de que este perro fue el primero que había encontrado—. Si no le importa mi pregunta, ¿A dónde va a ir que no puede llevarlo?
—Me estoy mudando a Fairhaven, la comunidad de retiro en la ciudad. ¿Has oído hablar de el? No se admiten animales, a menos que cuentes los peces de colores.
— ¡Qué pena!— le dije. —Pero no se preocupe, estoy segura de que un perro tan hermoso como Phantom encajara en cualquier momento. ¿Le gustara ir?
Ella parecía un poco sorprendida por la pregunta—. Sabes, tú eres la primera persona que me pregunta eso. Supongo que no me preocupare de una manera u otra. Voy a estar mejor una vez que lo de Phantom este arreglado. Tenía la esperanza de que mi hija se lo llevara, pero vive en un apartamento y no lo quiere hacer—. Mientras Phantom colocaba la nariz esponjosa contra mi mano, se me ocurrió una idea. Tal vez esta reunión fue por la Providencia ofreciéndome la oportunidad de enmendar mi reciente falta de responsabilidad. ¿No era esto lo que estaba destinado a hacer después de todo, hacer una diferencia a la gente para que yo tuviera mis propias obsesiones egoístas? No había mucho que pudiera hacer por una crisis al otro lado del globo, pero aquí estaba una situación en la que podría ser de utilidad.
— ¿Tal vez pueda llevármelo? ─Le sugerí impulsivamente—. Tenemos un gran jardín—. Sabía que si me tomaba un tiempo para pensar en ello perdería el valor. La cara de Alice se iluminó al instante.
— ¿Podrías hacerlo? ¿Estás segura? —dijo—. Eso sería maravilloso. Tú nunca encontrarás un amigo más leal, te lo puedo prometer. Porque, han congeniado ya. Pero, ¿Qué dirán tus padres?
—No importa—. Le dije con la esperanza de que mis hermanos vieran la decisión de la misma manera que yo lo hice.
— ¿Así que estará instalado, entonces?
—Aquí está Felicity—. Alice emitió. —Será mejor decirle las buenas noticias.
Phantom y yo miramos a las dos mujeres en el coche, una frotándose los ojos, la otra revelaba visiblemente su alivio. Aparte de un aullido trise a la amada señora y una mirada conmovedora en sus ojos, Phantom parecía imperturbable por encontrarse de pronto en mi poder. Parecía comprender instintivamente que el nuevo acuerdo era lo mejor que se podía esperar bajo las circunstancias. Esperó pacientemente fuera mientras yo compraba. Después colgué el bolso de compras de un manillar, y anude su correa al otro, nos fuimos a la casa en la bicicleta.
— ¿Encontraste el lugar correcto?— Llamo Sam cuando me escucho venir.
—Lo siento, olvidé el pan —dije, avanzando a la cocina con Phantom pisándome los talones—. Pero tomé otro en su lugar.
—Oh, Brittany—. Quinn. Emitió — ¿Dónde lo encontraste?
—Es una larga historia —le contesté—. Alguien necesitaba una mano.
Les di un resumen de mi encuentro con Alice. Quinn acarició la cabeza de Phantom y puso el hocico en su mano. Había algo sobrenatural en sus ojos pálidos, su tristeza le hacía parecer como si perteneciera a nosotros. —Espero que podamos quedárnoslo ─dije.
—Por supuesto —dijo Samuel, sin una discusión adicional.
—Todo el mundo necesita un hogar—. Quinn y yo nos entretuvimos buscando a Phantom una cama improvisada y decidir cuál debería ser su tazón. Samuel nos observaba, las comisuras de su boca se contraían con el comienzo de una sonrisa. Sonreía con tan poca frecuencia que cuando lo hacía era como el sol, irrumpiendo a través de las nubes.
Era obvio que Phantom iba a ser mi perro. El me miraba como su madre adoptiva y corría detrás de mí por donde quiera que caminara en la casa. Cuando me recosté en el sofá, se acurrucó en mis pies como una bolsa de agua caliente y se quedó dormido, roncando suavemente. A pesar de su tamaño, Phantom tenía una naturaleza indolente, y no tardó mucho antes de que se integrara plenamente en nuestra pequeña familia.
Después de la cena me duché y me instale en el sofá con la cabeza de Phantom en mi regazo. Su afecto tuvo un efecto terapéutico, y me sentía tan relajada que casi me había olvidado de los acontecimientos de la noche anterior.
Entonces se escuchó un golpe en la puerta principal.


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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por AndreaDaru Miér Ago 21, 2013 7:42 pm

Ooh Phantom, que adorable!! Y que buenas migas han hecho [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 3637566961 
Me ha sorprendido que Sam no haya dicho nada del perro, ninguna queja y ha sonreido! :D
No ha salido Santana.. a ver en el siguiente

Espero el proximo impacientemente
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Mensaje por micky morales Miér Ago 21, 2013 8:12 pm

me encanta que santana este cerca cuando brittany se mete en lios, y me gusto mucho la llegada del can!
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Mensaje por Ali_Pearce Miér Ago 21, 2013 8:26 pm

Phantom! ^w^ me ha encantado el perrito. Para mí, hay perros que tienen cierta...sabiduría (?) que se muestran serios, quietos, casi como seres humanos, creo que Phantom es de esos perros, quietos y adorables. Lo más genial es que causo una sonrisa en el "Cara dura" de Sam XD 


Como dijeron antes, nos falto Santana en este capítulo...pero supongo que ya aparecerá. 
Ok, comenzaré con mi tutorial para responder mensajes. Es bastante fácil. Arriba de cada comentarios hay un botón que dice "Multicitar" marcas cada comentario que quieras responder y después te desplazas hacia abajo de la pagina, donde dice "Responder" y entonces te aparece un cuadro para editar texto con cada comentario para responder...y listo. 

No son muy buena explicandome XD pero si no me entendiste muy bien, puedo darte el link del foro para el tutorial del botón multicitar (¡Es mágico!).


Bien, me ha encantado el capítulo....hasta el siguiente. Chao!
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Mensaje por libe Miér Ago 21, 2013 8:47 pm

que bueno que britt ya tiene un nuevo compañero,
espero que santana este detrás de esa puerta, seria genial ver que piensan los hermanos de britt acerca de ella.

me encanto el capitulo síguelo no soporto la espera
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Mensaje por Alisseth Miér Ago 21, 2013 9:08 pm

Phantom!! Amoo los animales!! :)
Que bien que Quinn y Sam lo aceptaran...
Quien estará detras de esa puerta??? O.o
ojalá sea San ... :) ya se la extraña .. :)

Besos
Alii C:
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Mensaje por Emma.snix Jue Ago 22, 2013 12:28 am

AndreaDaru escribió:Ooh Phantom, que adorable!! Y que buenas migas han hecho [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 3637566961 
Me ha sorprendido que Sam no haya dicho nada del perro, ninguna queja y ha sonreido! :D
No ha salido Santana.. a ver en el siguiente

Espero el proximo impacientemente
Yo soy Teen  Phantom, me encanta ese cachorro, y creo que yo también extrañe a san, pero ya abra mucho referente a ella no te preocupes ehh ;) muchos saludos y abrazos y gracias por comentar

micky morales escribió:me encanta que santana este cerca cuando brittany se mete en lios, y me gusto mucho la llegada del can!

Creo que a todos nos fascino el nuevo amigo de britt, y bueno que te puedo decir creo que britt se meterá en muchos lios mas... gracias por comentar se les agradece saludos y abrazos

Ali_Pearce escribió:Phantom! ^w^ me ha encantado el perrito. Para mí, hay perros que tienen cierta...sabiduría (?) que se muestran serios, quietos, casi como seres humanos, creo que Phantom es de esos perros, quietos y adorables. Lo más genial es que causo una sonrisa en el "Cara dura" de Sam XD 


Como dijeron antes, nos falto Santana en este capítulo...pero supongo que ya aparecerá. 
Ok, comenzaré con mi tutorial para responder mensajes. Es bastante fácil. Arriba de cada comentarios hay un botón que dice "Multicitar" marcas cada comentario que quieras responder y después te desplazas hacia abajo de la pagina, donde dice "Responder" y entonces te aparece un cuadro para editar texto con cada comentario para responder...y listo. 

No son muy buena explicandome XD pero si no me entendiste muy bien, puedo darte el link del foro para el tutorial del botón multicitar (¡Es mágico!).


Bien, me ha encantado el capítulo....hasta el siguiente. Chao!
Holaaaaaaaaa muchas pero muchas gracias por ayudarme en esto, creo que sin ti estaría demasiado perdida ;) muchas gracias y bueno me agrada que les este gustando esta historia es muy linda y romántica en lo que ami me respecta.
besos y abrazos y hasta la próxima ehhh

libe escribió:que bueno que britt ya tiene un nuevo compañero,
espero que santana este detrás de esa puerta, seria genial ver que piensan los hermanos de britt acerca de ella.

me encanto el capitulo síguelo no soporto la espera
Si, Santana esta atrás de esa puerta, ya se viene mas brittana ehh, tratare de actualizar pronto para no hacerlas esperar gracias por sus comentarios y muchos saludos y abrazos ;)

Alisseth escribió:Phantom!! Amoo los animales!! :)
Que bien  que Quinn y Sam lo aceptaran...
Quien estará detras de esa puerta??? O.o
ojalá sea San ... :) ya se la extraña .. :)

Besos
Alii C:
Para mi en este fic Sam y Quinn son perfectos literalmente, y si, santana esta atrás de esa puerta ya veremos como reaccionaran Sam Y Quinn jaja
espero y les siga agradando esta historia muchas gracias por tomar su tiempo y comentar se les agradece saludos y abrazos ;)
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 9: No se Permiten Chicas

Mensaje por Emma.snix Jue Ago 22, 2013 12:45 am

Capitulo 9:
No se Permiten Chicas


Phantom dio un gruñido territorial y salió de la habitación, husmeando furiosamente debajo y alrededor de la puerta principal.
— ¿Qué está haciendo aquí? —murmuró Samuel en voz baja.
— ¿Quién es?— Quinn y yo susurramos al mismo tiempo.
—Nuestra heroína capitana de la escuela—. El sarcasmo de Samuel se perdió en mí.
— ¿Santana está fuera? —pregunte con incredulidad, fugitivamente me mire en el espejo sobre la repisa de la chimenea. Aunque era temprano yo ya estaba en mi pijama de dibujos de pato con mi pelo recogido con un clip de plátano. Quinn se dio cuenta y miro divertida mi exhibición de vanidad.
—Por favor, no la dejes entrar, me veo terrible—. Supliqué.
Me moví incómoda mientras que mis hermanos deliberaban. Después de la exhibición que había hecho en la fiesta de Rachel, Santana López era la última persona que quería ver. De hecho, ella era la única persona que más quería evitar.
— ¿Se ha ido?— le pregunté después de un minuto.
—No —dijo Samuel—. Y ella no parece tener intención de irse.
Hice un gesto con fiereza a Phantom para que se alejara de la puerta.
— ¡Ven aquí, muchacho!— Susurré, tratando de silbar suavemente a través de mis dientes. ─ ¡Para, Phantom!—. Phantom no me obedeció y metió más la nariz debajo de la puerta.
— ¿Qué quiere? —le pedí a Samuel.
Mi hermano se detuvo un momento para sintonizar los pensamientos de Santana y su rostro se oscureció.
—Bueno, creo que es más bien una presuntuosa.
— ¿Qué es?
— ¿Cuánto tiempo hace que conoces a esta joven?
—Basta, Sam Eso es una violación a su privacidad—. Espete.
—En serio —Quinn se levantó, sacudiendo la cabeza—. Creo que probablemente nos escucha ahora. Además, no podemos ignorarla. Recientemente le hizo un gran favor a Brittany, ¿Recuerdas?
—Por lo menos espera a que suba las escaleras—. Susurré, pero ella ya estaba en la puerta, tirando hacia atrás y tirando de la cabeza de Phantom. Cuando ella regresó a la habitación, Santana iba detrás de ella, luciendo como ella misma, acomodándose el cabello que el viento había agitado levemente. Satisfecho de que Santana no representaba una amenaza, Phantom volvió a su posición en el sofá con un profundo suspiro. Samuel reconoció la presencia de Santana con un sólo movimiento de cabeza.
—Sólo quería comprobar que Britt estuviera bien —dijo Santana, no afectada por el frío recibimiento de Sam
Me di cuenta de que esta era mi señal para decir algo pero las palabras se me escapaban.
—Gracias de nuevo por traerla a casa—. Quinn emitió, fue la única de nosotros recordó los buenos modales. — ¿Quieres tomar algo? Estaba a punto de hacer un poco de chocolate caliente.
—Gracias, pero yo no puedo quedarme mucho tiempo —dijo Santana.
—Bueno, siéntate al menos—. Pidió Quinn.
—Samuel, ¿Puedes darme una mano en la cocina?— Sam la siguió a regañadientes.
A solas con Santana estaba consciente de lo ridícula que debo verme tranquila, sin televisión a la vista, mis hermanos haciendo chocolate caliente y yo lista para irme a la cama a las ocho.
—Es un perro agradable —dijo Santana. Inclinándose, Phantom cauteloso olfateó su mano antes de dejar que lo frotara con entusiasmo. Tenía la esperanza de que Phantom gruñera, por lo que tendría, al menos una razón para pensar que Santana no fuera completamente impecable. Pero parecía estar pasando cada prueba con un sobresaliente.
—Lo encontré hoy —le dije.
— ¿Lo encontraste? —Santana levantó una ceja— ¿Tienes el hábito de adoptar animales callejeros?
—No —dije con indignación—. Su dueña iba a mudarse a una casa de retiro.
—Oh, él debe ser el perro de Alice Butler.
— ¿Cómo lo sabes?
—Ciudad pequeña—. Santana se encogió de hombros—. ¿Sabes?, yo estaba preocupada por ti anoche—. Su mirada estaba fija y atenta en mi cara.
—Yo estoy bien—. Le contesté con voz tambaleante. Traté de mirarla a los ojos, pero me sentí mareada y mire hacia otro lado.
—Deberías ser más cuidadosa acerca de a quien llamas tus amigos.
Hubo una intimidad en la forma en que me habló, como si nos hubiéramos conocido durante mucho tiempo. Era inquietante y emocionante al mismo tiempo.
—No fue culpa de Rachel —dije—. Yo debería haberlo sabido.
—Eres muy diferente de las chicas de por aquí —continuó.
— ¿Qué quieres decir?
—No sales mucho, ¿Verdad?
—Supongo que me podrías llamar más como una persona hogareña —dije, tratando de no sonar a la defensiva.
—Eso no es algo malo —dijo Santana—. Creo que es un buen cambio.
—Me gustaría ser más como todos los demás.
— ¿Por qué dices eso? No tiene sentido pretender ser algo que no eres. Podrías haber estado en un verdadero problema anoche—. Sonrió de repente—. Suerte que estuve allí para rescatarte.
Yo no sabía si hablaba en serio o hacia una broma.
— ¿Cómo podría recompensar tu amabilidad? —dije con una pizca de lo que esperaba fuera coqueteo en mi voz.
—Hay una cosa que puedes hacer… —Su voz se silencio sugestivamente.
— ¿Qué es?
—Salir conmigo. ¿Qué tal la próxima semana? Podríamos ver una película, si quieres.
Yo estaba demasiado aturdida para responder. ¿Había oído bien? ¿Era Santana López, la chica más inaccesible de Bryce Hamilton, pidiéndome salir? ¿Cuál sería la respuesta adecuada? ¿Dónde estaba Rachel cuando yo la necesitaba? Mi vacilación duró demasiado tiempo y ella lo confundió con repugnancia.
—No pasa nada si no quieres.
— ¡No, me encantaría!
—Grandioso. Bueno, me das tu número y yo lo pondré en mi teléfono. Podemos hablar de los detalles más adelante.
Saco un celular negro brillante del bolsillo de su cazadora. Lo estaba abriendo en la palma de su mano. Oía el ruido de vajillas procedente de la cocina y sabía que no había tiempo que perder.
—Es más fácil si me das el tuyo y yo te llamo —le dije rápidamente.
Ella no discutió. Vi un periódico en la mesa de café, corte una esquina, y se la entregué.
—Necesitare una pluma —dijo.
Encontré una que se encontraba metida como separador de un libro de cuero que uno de mis hermanos había estado leyendo. Santana garabateó algunos dígitos, y lo guarde justo a tiempo para dar a Samuel y Quinn una sonrisa beatífica, cuando entraban, llevando una bandeja con las tazas.
Encaminé a Santana a la puerta principal, donde sus ojos se detuvieron un momento sobre lo que llevaba puesto. La intensidad había desaparecido de su rostro y su sonrisa característica había regresado.
—Por cierto, bonita pijama —dijo y continuó mirándome con una expresión de curiosidad.
Me encontré siendo incapaz de alejar mi mirada. Sería fácil, pensé, mirar su rostro todo el día y no aburrirme. Los humanos se suponía tenían desperfectos físicos, pero Santana no parecía tener ninguno. Analicé sus características —su boca formada como el arco de un arquero, su piel lisa, el hoyuelo en su mejilla— y tuve que luchar para creer que era real. Llevaba una camisa casual bajo la chaqueta, y vi alrededor de su cuello una cruz de plata enroscada en un cordón de cuero que yo no había visto antes.
—Me alegro de que te guste —dije, sintiendo más confianza. Ella rió, y sonó igual que el estruendo de una campana de la iglesia.
Samuel y Quinn se esforzaron por restar importancia a la alarma que debieron haber sentido cuando les informé de mi intención de ver a Santana el siguiente fin de semana.

— ¿De verdad crees que sea una buena idea? —preguntó Samuel.
— ¿Por qué no lo sería? —desafié. Disfrutaba la idea de tomar mis propias decisiones, y no apreciaba que me quitaran mi independencia tan rápido.
—Brittany, por favor considera las repercusiones de tal acción—. Quinn habló con tranquilidad, pero ella tenía el ceño fruncido y una mirada rara de aprehensión se había apoderado de su rostro.
—No hay nada que considerar. Ustedes siempre reaccionan de forma exagerada—. No estaba convencida de mi argumento ventoso, pero me negué aceptar que hubiera motivos para preocuparme. — ¿Cuál es el problema?
—Ninguno, solo que eso no es parte de nuestra misión—. La voz de Samuel fue cortada y su mirada inflexible.
Sabía que sólo se alimentaba de sus dudas sobre mi capacidad para esta misión. Yo era tan susceptible a los caprichos y fantasías humanas.
Una voz en el fondo de mi mente me decía que debía dar un paso atrás y reflexionar, aceptar que un enlace con Santana era peligroso y egoísta, dadas las circunstancias. Pero había una voz más ruidosa que ahogaba todos los pensamientos, y exigía que la volviera a ver.
—Tal vez mantener un bajo perfil por un tiempo sería más prudente — sugirió Quinn con menos dureza. — ¿Por qué no colaboramos en algunas ideas destinadas a aumentar la conciencia social en la ciudad?
Ella se escuchaba como un profesor que intenta fomentar el entusiasmo por un proyecto escolar.
—Esas son tus ideas, no las mías.
—Pueden llegar a ser tuyas —instó Quinn.
—Quiero encontrar mi propio camino.
—Vamos a continuar este debate cuando pensemos con más claridad —dijo Samuel.
—No me trataran como una niña —solté y me moví desafiante, chasqueando mi lengua para que Phantom me siguiera. Juntos, nos sentamos en la parte superior de la escalera, furiosa y Phantom acariciando mi regazo. Creyendo que estaba fuera de mi alcance escucharlos, mis hermanos continuaron la discusión en la cocina.
—Me resulta difícil creer que pondría en peligro todo por un capricho—. Samuel estaba diciendo. Podía escuchar sus pasos.

—Sabes que Brittany nunca deliberadamente haría eso—. Quinn trató de calmar la situación. Odiaba cualquier tipo de fricción entre nosotros.
— ¿Qué hace entonces? ¿Tiene idea de por qué estamos aquí? Sé que tenemos que tener en cuenta su falta de experiencia, pero está siendo deliberadamente rebelde y terca, y yo ya no la reconozco. La tentación siempre está aquí para ponernos a prueba. ¡Hemos estado aquí sólo unas semanas y Brittany no puede encontrar la fuerza para resistir a los encantos de una chica guapa!
—Ten paciencia, Sam Entenderá mucho más a fondo…
—Ella trata con mi paciencia —dijo— pero rápidamente la obstruye. ¿Qué me aconsejas tú?
—No pongas ningún obstáculo en su camino, y eso seguramente morirá de muerte natural, obstrúyelo, y dará a la situación una importancia digna de luchar.
El silencio de Samuel le sugirió que había una sabiduría máxima en las palabras de Quinn.
—Con el tiempo llegará a entender que lo que busca es imposible.
—Espero que estés en lo correcto —dijo Samuel— ¿Ves ahora por qué su parte en esta misión se refiere a mí?
—Ella no nos desafía deliberadamente —dijo Quinn.
—No, pero la profundidad de su emoción no es natural como para uno de nosotros —dijo Samuel—. Nuestro amor por la humanidad se supone que es impersonal, amar a la humanidad, no en forma individual. Brittany parece amar profundamente, sin condiciones como un ser humano.
—Lo he notado —dijo mi hermana—. Lo que significa que su amor es mucho más poderoso que el nuestro, pero también más peligroso.
—Exactamente —dijo Samuel—. Tales emociones no se pueden contener, si permitimos que se desarrolle, pronto puede estar más allá de nuestro control.
No esperé para escuchar más y me deslice a mi habitación, donde me tiré en la cama al borde de las lágrimas. Esa poderosa reacción me sorprendió, y la acometida de la emoción reprimida me dejó sin aliento. Yo sabía lo que estaba sucediendo, me abrazaba a la carne y los sentimientos que vinieron con ella. Me sentía precaria e inestable como estar en una montaña rusa vieja. Podía sentir la sangre recorrer mis venas, los pensamientos rebotaban alrededor de mi cabeza y se presionaban en mi estómago con frustración. Me ofendió profundamente la discusión como si yo fuera nada más que un experimento de laboratorio. Y su implicación de que yo estaba haciendo algo mal, por no mencionar su falta de fe en mí, era molesto.
¿Por qué estaban tan decididos en bloquear la interacción humana que ansiaba?
¿Y qué era exactamente a lo que Quinn se refería con "imposible"? Ellos se comportaban como si Santana fuera una pretendiente que no cumplía con sus criterios. ¿Quiénes eran ellos para juzgar algo que ni siquiera había empezado? Le gustaba a Santana. Por alguna razón me vio como si fuera digna de su atención, y yo no iba a permitir que los temores paranoicos de mi familia la alejaran. Me quedé sorprendida por mi voluntad de abrazar mi atracción humana a Santana. Mis sentimientos hacia ella se extendían peligrosamente rápido, y yo estaba permitiendo que sucediera. Debió de haberme asustado, pero en vez de eso estaba intrigada por el dolor hueco en el pecho cuando pensé en dejarlo ir, se oprimía cada músculo de mi cuerpo al recordar las palabras de mi hermano. ¿Qué me estaba pasando? ¿Estaba perdiendo mi divinidad? ¿Estaba convirtiéndome en humana?
Dormí profundamente aquella noche y tuve mi primera pesadilla. Me había acostumbrado a la experiencia humana de soñar, pero esto era diferente. Esta vez me vi ante un Tribunal Celestial, con un jurado compuesto por figuras sin rostro, con túnicas pesadas. No podía distinguir una de la otra. Quinn y Samuel estaban allí, pero estaban mirando hacia abajo desde una galería.
Sus rostros eran impasibles. Se quedaron mirando hacia delante y no me miraban a pesar de que les gritaba. Estaba esperando a que el veredicto que se anunciaría, y entonces me di cuenta de que ya había ocurrido. No había nadie para hablar por mí, nadie para defender mi caso.
Lo siguiente de lo que era consciente era de que estaba cayendo. A mí alrededor, todo lo que era familiar se convirtió en polvo, las columnas de la sala, las figuras vestidas, y, finalmente, los rostros de Samuel y Quinn. Todavía caía, dando tumbos en un viaje sin fin a ninguna parte. Entonces todo estaba inmóvil y fui encarcelada en el vacío. Había dejado caer mis rodillas, con la cabeza agachada, mis alas rotas y sangradas. Yo no podía levantarme del suelo. La luz comenzó a desvanecerse hasta que una noche sofocante me rodeaba, tan densa que cuando tuve mis manos delante de mí, yo no podía distinguirlas bien. En ese mundo sepulcral me quedé sola. Me veía como la máxima figura de la vergüenza, un ángel caído de la gracia. Un personaje misterioso con borrosa características se acercaba.
Al principio, mi corazón saltó de esperanza ante la posibilidad de que podría ser Santana viniendo a rescatarme.
Pero cualquier esperanza se desvaneció cuando sentí instintivamente que lo que era tenía que temerle. A pesar del dolor en mis piernas, me arrastré lejos de él como era posible. Intente separar mis alas, pero estaban demasiado dañadas para hacerlo. La figura estaba más cerca ahora y se cernía sobre mí. Sus características se materializaron sólo lo suficiente para ver que la sonrisa en su rostro era de propiedad. No había nada que hacer sino dejarme ser consumida por las sombras. Esto era la perdición. Yo estaba perdida.
Por la mañana las cosas parecían diferentes, como sucedían con frecuencia. Una nueva sensación de estabilidad ahora inundaba a través de mí.
Quinn me fue a despertar, el aroma de las fresias que la seguían como sus doncellas.
—Pensé que podrías querer un poco de café —dijo.
—Estoy desarrollando un gusto por el—. Emití, y tome un sorbo de la taza que me ofrecía sin hacer gestos. Ella se sentó rígidamente en el borde de mi cama.
—Nunca había escuchado a Samuel tan enojado —le dije, ansiosa por suavizar las cosas con ella—. Siempre he pensado en él como… alguien… más o menos… infalible.
— ¿Alguna vez pensaste que podría estar bajo su propio estrés? Si las cosas no van bien, él y yo asumiremos la responsabilidad de ello.
Sus palabras me golpearon como un golpe físico, y sentí ganas de llorar.
—No quiero perder su buena opinión.
—No lo has hecho —me tranquilizó—. Es que Samuel quiere protegerte. Él sólo desea librarte de todo aquello que pueda causarte dolor.
—No puedo ver cómo pasar tiempo con Santana pueda ser una mala cosa. ¿De verdad crees que ella me lastimaría?
—No, intencionalmente—. Quinn no era hostil, como Sam, y cuando ella tomo mi mano, yo sabía que ella ya me había perdonado por mi desobediencia. Pero su postura rígida y la línea dura de su boca me dijeron que su posición sobre el asunto no iba a cambiar—. Debes de tener cuidado de no empezar las cosas que no puedes continuar. No sería exactamente justo, ¿verdad?
Las lágrimas que había estado refrenando empezaron a llegar a continuación. Me senté allí atormentada por la miseria mientras Quinn puso sus brazos alrededor de mí y me acarició la cabeza.
—He sido una estúpida, ¿Verdad?
Dejé que la voz de la razón tome el control. Apenas conocía a Santana López, y yo dudaba de que reaccionara con un diluvio de lágrimas si se enterara de que ella no podía verme por cualquier razón. Yo me comportaba como si nos hubiéramos jurado la una a la otra, y de pronto todo parecía un poco absurdo. Tal vez era Romeo y Julieta frotando en mí. Me sentí como si hubiera una conexión profunda, insondable entre Santana y yo, pero tal vez me equivocaba. ¿Podría ser posible que todo fuera más que un producto de mi imaginación?
Estaba dentro de mí poder olvidarme de Santana. La pregunta era ¿si yo quería? No podía negar que Quinn tenía razón.
No soy de este mundo y no tenía derecho a ella o lo que podía ofrecer. Yo no tenía derecho de entrometerme en la vida de Santana. Nuestro papel era ser mensajeros, heraldos de la esperanza, y nada más.
Cuando Quinn se fue, saque el número de Santana de mi bolsillo donde había permanecido toda la noche. Desenrollo el papel doblado y poco a poco lo corte en fragmentos del tamaño del confeti. Salí a mi balcón estrecho y arroje los pedazos en el aire. Mire tristemente, como eran llevados por el viento.
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cerrado Re: [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo

Mensaje por Twinkle Dani Jue Ago 22, 2013 1:31 am

Owww la ultima parte me rompio el corazon :c
Al fin a aparece santana y por culpa de los hermanos de Britt todo termino asi.
No puedo esperar a q actualices y me entere de como reaccionara santana y tmb rachel x3
Un beso, y hasta la actu *o*
Pd: falta mucho para leer mas amor brittana? Para hacerme una idea jajaaj
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Mensaje por aria Jue Ago 22, 2013 12:16 pm

OH, no...
Cuando ocurre un acercamiento mas entre ellas, pasa esto...
No puede seeeer...

Por mas que ellos quieran que Britt se aleje de Santana, no lo conseguiran... ni ella misma podra..
Ya la conocio y ya esta hecho, es inevitable que no se enamoren.. Mira que San no se habia interesado en ninguna otra chica luego de lo que paso con su novia, algo debio haber visto en ella para animarse a invitarla a salir...

Espero que esto no arruine las cosas entre ellas.. y que San no se lo tome a mal...
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Mensaje por libe Jue Ago 22, 2013 6:02 pm

britt ya se enamoro de santana y parece que santana tiene cierto interés en ella, pero todos están en contra de este amor Rachel, Qinn,samuel,
parece que tienen cada vez mas obstáculos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 3718790499 
y britt tratara de olvidar a santana suerte chica por que a como lo veo le será imposible jajajaajajaj

Este es mi fic favorito y cada vez me impaciento mas hasta el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 2013958314 
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Mensaje por Ali_Pearce Jue Ago 22, 2013 8:08 pm

T_T pobre Brittany, ella tan enamorada que está de Santana y no puede tener nada con ella 
¿Que tan malo debe ser? Tal vez si sus hermanos le dieran una oportunidad. Me  pregunto
¿Como reaccionará Rachel al enterarse que Santana quiere salir con Brittany? :D Creo que no
le agradará la idea XD

Por cierto, veo que mi "Tutorial" (bueno, fue un intento de eso) te sirvió, me alegró. Si tienes
algún otro problemita, ya sabes que puedes preguntar ¿Bien? 
Ok, entonces...nos leemos en el próximo. Bye! 
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Mensaje por micky morales Jue Ago 22, 2013 9:41 pm

vaya que triste!
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Mensaje por Emma.snix Vie Ago 23, 2013 8:44 pm

Twinkle Dani escribió:Owww la ultima parte me rompio el corazon :c
Al fin a aparece santana y por culpa de los hermanos de Britt todo termino asi.
No puedo esperar a q actualices y me entere de como reaccionara santana y tmb rachel x3
Un beso, y hasta la actu *o*
Pd: falta mucho para leer mas amor brittana? Para hacerme una idea jajaaj
No te preocupes por Brittana que eso ya viene y muy lindo, muchas gracias por comentar y espero que les este gustando la trama. saludos ;)

aria escribió:OH, no...
Cuando ocurre un acercamiento mas entre ellas, pasa esto...
No puede seeeer...

Por mas que ellos quieran que Britt se aleje de Santana, no lo conseguiran... ni ella misma podra..
Ya la conocio y ya esta hecho, es inevitable que no se enamoren.. Mira que San no se habia interesado en ninguna otra chica luego de lo que paso con su novia, algo debio haber visto en ella para animarse a invitarla a salir...

Espero que esto no arruine las cosas entre ellas.. y que San no se lo tome a mal...
Lo de Britt y San es algo inevitable pero tendrán sus obstáculos también, pero no te preocupes que tal vez al final puede ser que tengan un lindo final xD

libe escribió:britt ya se enamoro de santana y parece que santana tiene cierto interés en ella, pero todos están en contra de este amor Rachel, Qinn,samuel,
parece que tienen cada vez mas obstáculos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 3718790499 
y britt tratara de olvidar a santana suerte chica por que a como lo veo le será imposible jajajaajajaj

Este es mi fic favorito y cada vez me impaciento mas hasta el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 2013958314 
Gracias por lo del fic, tratare de actualizar seguido :) y si, ya Britt esta recolgada con Santana, que podemos hacer osea es Santana xD  

Ali_Pearce escribió:
T_T pobre Brittany, ella tan enamorada que está de Santana y no puede tener nada con ella 
¿Que tan malo debe ser? Tal vez si sus hermanos le dieran una oportunidad. Me  pregunto
¿Como reaccionará Rachel al enterarse que Santana quiere salir con Brittany? :D Creo que no
le agradará la idea XD

Por cierto, veo que mi "Tutorial" (bueno, fue un intento de eso) te sirvió, me alegró. Si tienes
algún otro problemita, ya sabes que puedes preguntar ¿Bien? 
Ok, entonces...nos leemos en el próximo. Bye! 
Bueno para empezar Britt es un ángel y esto no esta permitido pero ya veras lo que pasara después ehh ;) Rachel es una pieza muy importante para esta historia y ya veras porque...
muchos saludos y si, si me sirvió de mucho el tutorial ;) saludos

micky morales escribió:vaya que triste!
No te preocupes por eso que en este capitulo que viene tendremos Brittana ;) saludos
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 10: Rebelde

Mensaje por Emma.snix Vie Ago 23, 2013 8:47 pm

Capitulo 10:
Rebelde


Ignorar la invitación de Santana resultó más fácil de lo que esperaba cuando ella no estuvo en la escuela la semana siguiente.
Después de hacer unas cuantas preguntas discretas, descubrí que estaba lejos, en el campo de remo. Sin el peligro de encontrarme con ella, me sentí más relajada. Yo no estaba segura de tener el coraje de renegar de la cita si estuviera de pie justo delante de mí, con su pelo negro bordeando esos ojos marrones brillantes. De hecho no estaba segura si sería capaz de decir nada en absoluto dado mis anteriores intentos de conversación.
A la hora del almuerzo me senté con Rachel y sus amigos en el patio, escuchando sin entusiasmo su lista de quejas acerca de la escuela, los chicos y los padres. Sus conversaciones en su mayoría siguieron un patrón establecido y sentí que ya conocía las líneas de memoria. Que hoy la fiesta de graduación sea el objeto del debate no era de extrañar.
—Oh, Dios mío, hay mucho que pensar —dijo Rachel estirada sobre el suelo como un gato.
Sus amigos estaban esparcidos a su alrededor, algunos en los bancos del jardín. Sus faldas subidas para potenciar el efecto del sol de la primavera. Me senté con las piernas cruzadas junto a Rachel, tirando de mi falda para que modestamente me cubriera las rodillas.
— ¡Oh, Dios mío, lo sé! —dijo Sugar. Ella colocó de nuevo su cabeza en el regazo de Hayley y subió su top de modo que su vientre fuera expuesto a la luz del sol—. Ayer por la noche comencé hacer una lista de tareas pendientes—. Todavía de espaldas, se giró para abrir su planificador de la escuela con etiquetas de marcas de diseñadores que había pegado para decorar.
—Conseguir esto...—continuó, leyendo de una página manoseada—. Reserva de manicura Francesa. Buscar unos zapatos sexys. Comprar clutch, decidir la joyería. Encontrar un estilo de pelo de alguna famosa para copiar. Decidir entre Hawái puesta de sol y el bronceado spray Champagne. Reservar limusina. La lista es interminable…
—Se te ha olvidado lo más importante, encontrar el vestido —dijo Hayley. Los demás se rieron por la omisión. Me desconcertaba que pudieran discutir en detalle un evento que estaba tan lejos, pero me abstuve de hacer comentarios. Dudaba que mi contribución fuera apreciada.
—Va a costar mucho —suspiró Taylah—. Voy a terminar fundiendo mi presupuesto y gastando cada dólar que he hecho trabajando en esa panadería de mierda.
—Yo estoy cobrando —dijo Rachel con orgullo—. He estado ahorrando por trabajar en la farmacia el año pasado.
—Mis padres lo pagan todo —alardeó Sugar—. Ellos han aceptado pagar todo esto, siempre y cuando, yo apruebe todos mis exámenes, incluso pagaran un autobús si queremos uno.
Las chicas claramente estaban impresionadas.
—Hagas lo que hagas, no jodas ningún examen —dijo Rachel
—Hey, ella no puede hacer milagros —Hayley se echó a reír.
— ¿Alguien tiene una cita ya? —preguntó alguien.
Algunas chicas las tenían, y las que mantenían relaciones estables no tenían de que preocuparse. Todas los demás estaban aún desesperadas esperando que alguien les preguntara.
—Me pregunto si Samuel irá —musitó Rachel, volviéndose hacia mi—. Todos los profesores obtienen invitación.
—No estoy segura —le dije—. Él tiende a alejarse de ese tipo de cosas.
—Pregúntale a Finn —sugirió Hayley a Rachel—. Antes de que se lo pida alguien más.
—Sí, los buenos se van primeros —Agregó Taylah
Rachel se vio confrontada
—Es lo formal, Hayley —dijo ella—. El tipo tiene que hacer la pregunta.
Taylah soltó un bufido—. Buena suerte con eso.
—Rachel, eres tan estúpida a veces —suspiró Hayley—. Finn mide uno noventa y dos, fuerte, castaño, y juega lacrosse. Puede que no sea la herramienta más afilada de la nave, pero aún así, ¿Qué estas esperando?
—Quiero que me lo pregunte —dijo Rachel haciendo pucheros
—Tal vez es tímido —sugirió Sugar.
—Uh, ¿Lo has visto? —Taylah rodó sus ojos—. Dudo que tenga problemas de autoestima.
Un debate sobre los vestidos largos hasta el suelo frente a los vestidos de cóctel. La conversación se hizo tan banal que necesitaba una vía de escape. Murmuré algo sobre ir a la biblioteca para comprobar si un libro había llegado.
—Ewwww, Britt, solo los perdedores pasan el tiempo en la biblioteca —dijo Taylah.
—Alguien podría verte.
—Y ya tenemos que pasar el quinto periodo allí para terminar el estúpido trabajo de investigación —se quejó Sugar.
— ¿Sobre qué era la otra vez? —Preguntó Hayley—. ¿Algo que ver con la política en oriente Medio?
— ¿Dónde está oriente medio? —Preguntó una niña llamada Zoe, que siempre llevaba su pelo rubio apilado en la parte superior de su cabeza como una corona.
—Es toda la zona cerca del Golfo Pérsico —le dije—. Abarca el sudoeste de Asia.
—No lo creo Britt —rió Taylah—. Todo el mundo sabe que Oriente Medio se encuentra en África.

Deseé poder buscar la compañía de Quinn, pero ella estaba trabajando en la cuidad. Se había unido al grupo de la iglesia y era ya miembro de reclutamiento. Había hecho insignias fomentando el comercio justo y folletos impresos que predicaban sobre la injusticia de las condiciones de trabajo en el Tercer Mundo. Dada su condición de Diosa de Venus Cove, los números del grupo de la iglesia estaban creciendo. Los jóvenes de la cuidad habían ido buscándola y comprando muchas más insignias de las que nadie podría usar con la esperanza de ser recompensado con su número de teléfono o aunque solo sea una agradecida palmadita en la cabeza. Quinn había hecho la misión de jugar de Madre Tierra en Venus Cove, queriendo llevar a la gente con la naturaleza. Supongo que se podría llamar una mentalidad ecologista de alimentos naturales, espíritu comunitario y el poder del mundo natural sobre las cosas materiales.
Así que me dirigí en dirección al ala de música en su lugar, en busca de Samuel. El ala de música estaba en la parte más vieja de la escuela. Oí un canto viniendo desde el vestíbulo principal, entonces abrí las pesadas puertas con paneles. El salón era grande, con un alto techo y retratos de los rostros ceñudos de los directores forrando las paredes. Sam estaba de pie delante de un atril, dirigiendo a los coristas menores. Todos los coros habían ganado popularidad desde la llegada de Samuel; de hecho, había tantas nuevas reclutas femeninas en el coro sénior que tenían que ensayar en el auditorio.
Sam estaba enseñando a los jóvenes unos de sus himnos favoritos en una armonía de cuatro partes, acompañado por el capitán de música —Lucy McCrae— en el piano. Mi entrada interrumpió el canto. Sam se dirigió a resolver el origen de la distracción y cuando lo hizo, la luz de la vidriera se unió con su pelo de oro para que, por un momento, pareciera arder.
Me saludó con la mano y escuchó al coro reanudar el canto:

“Aquí estoy, Señor. ¿Soy yo, Señor?
Le he oído llamar en la noche.
Yo iré, Señor, si me lleva.
Voy a sostener a su gente en mi corazón.”

Incluso con algunos de los cantantes fuera de tono y el acompañante un poco fuerte, la pureza de las voces era transportada. Me quedé hasta que la campana marcó el final de la comida. Para entonces sentía que me habían dado un muy oportuno recordatorio del amplio panorama.
Los próximos pocos días fueron borrosos entre sí, y antes de darme cuenta, era viernes y fin de semana, una semana más. Los remeros, según se dice, habían vuelto después del almuerzo, pero yo no había visto ninguna señal de ellas, debieron decidir ir directamente a casa. Me pregunte si Santana había llegado a la conclusión que yo había perdido el interés, ya que ella no había oído nada de mi parte. ¿O todavía esperaba mi llamada? Me molestaba que ella pudiera estar esperando una llamada que no iba a llegar. Ahora ni siquiera tenía la oportunidad de verla y explicárselo.
Empaque mi mochila al final del día, me di cuenta de que alguien había encajado un pequeño rollo de papel en una de las persianas de metal en la parte superior de mi casillero. Cayó al suelo cuando abrí la puerta. Lo cogí y leí el mensaje, escrito en un galope juvenil.

En caso de que cambies de opinión, voy a estar en el cine Mercurio a las 9 pm el sábado.
S.

Lo he leído varias veces. Incluso a través de un pedazo de papel, Santana logró tener el mismo efecto vertiginoso en mí. Manejé la nota tan delicadamente como si se tratara de una antigua reliquia. No se desalentó con facilidad, me gustó eso de ella. Así que esto, pensé, es lo que se siente al ser perseguido. Quería saltar de la emoción, pero me las arreglé para mantener la calma. Sin embargo, iba sonriendo cuando me encontré con Sam y Quinn. Yo no podía poner por la fuerza en mi cara una máscara de serenidad.
—Te ves contenta contigo misma —dijo Quinn cuando me vio.
—Buen resultado en la prueba de francés —mentí.
— ¿Esperabas otra cosa?
—No, pero sigue siendo agradable verlo —Me sorprendió encontrar la facilidad con la que podía mentir. Debo estar mejorando y eso es buena cosa.
Sam se mostró complacido al ver que mi anterior estado de ánimo se había levantado. Sabía que él se sentía culpable. Odiaba ser testigo de la angustia y mucho mas ser la causa de la misma. En realidad no lo culpo por ser severo. No era culpa suya el no poder relacionar lo que yo estaba experimentando. Su enfoque era supervisar nuestra misión, y yo no podía imaginar el esfuerzo que debe acompañar a esta tarea. Quinn y yo dependíamos de él, y los jefes en Kingdom confiaban en su sabiduría. Era natural que él tratara de evitar complicaciones y eso es exactamente lo que me temía que el contacto de Santana podría traer.
La euforia de recibir el mensaje de Santana duró hasta el resto de la tarde y la noche. Pero el sábado me encontré de nuevo luchando con mi conciencia sobre qué hacer al respecto. Yo quería desesperadamente ver a Santana, pero sabía que era imprudente y egoísta. Sam y Quinn eran mi familia y ellos confiaban en mí. Yo no podía hacer nada de buena gana que pudiera comprometer su posición.
El sábado por la mañana fue relativamente sin incidentes, compuesto por tareas y llevar a Phantom a correr por la playa. Cuando llegué a casa y miré el reloj vi que ya era media tarde y empecé a sentirme nerviosa. Me las arreglé para ocultar mi agitación durante la cena y después Quinn cantó para nosotros con su voz melódica, acompañada por Sam con su vieja guitarra acústica. La voz de Quinn podría haber reducido a un criminal sin escrúpulos a las lágrimas. En cuanto a Sam cada nota que tocaba era suave y zumbaba como si tuviera vida.
Alrededor de las ocho y media me fui a mi cuarto y saqué todo de mi armario para reordenar. No importa lo mucho que lo intenté, los pensamientos de Santana empujaban al primer plano de mi mente con la fuerza de un tren de alta velocidad. A las ocho y cincuenta y cinco todo lo que podía pensar era en que me esperaba, marcando los minutos. Visualicé el momento en que ella comprendía que yo no iba a llegar. En mi mente la vi encogerse de hombros, salir del cine y seguir con su vida. El dolor de este pensamiento fue demasiado y antes de darme cuenta, había agarrado mi bolso, abrí la puerta del balcón y fui bajando por el enrejado al jardín de abajo. Yo estaba abrumada por el ardiente deseo de ver a Santana, incluso aunque no hablara con ella.
Me tropecé por la oscura calle, giré a la izquierda y seguí recto, directo hacia las luces de la cuidad. Unas pocas personas en los coches se volvían para mirarme, una pálida niña fantasmal bajaba por la calle con el pelo volando como serpentinas. Me pareció ver a la señora Henderson mirando por las persianas de su sala de estar, pero apenas le di un segundo pensamiento.
Me llevó unos diez minutos encontrar el cine Mercurio. Pasé un café llamado el Gato Gordo, que parecía estar lleno de estudiantes. La música salía de una máquina de discos y los jóvenes estaban sentados en profundos sillones, bebiendo batidos de leche o compartiendo platos de nachos. Algunos de ellos están bailando sobre el suelo a cuadros. Pasé a una terraza, uno de los restaurantes elegantes de la ciudad creado en el primer piso de un hotel de estilo victoriano. Las mejores mesas estaban en el balcón que corría a lo largo del frente del edificio y pude ver las velas brillar en sus tenedores. Avancé más allá de la nueva panadería y de la tienda donde había conocido a Alice y Phantom semanas antes. Cuando llegué al cine Mercurio, iba a tal velocidad que lo pasé y tuve que retroceder cuando me di cuenta de que la calle había llegado a su fin.
El cine es de la década de 1950 y había sido recientemente redecorado en consonancia con la moda de la época. Estaba lleno de mobiliario retro. El suelo de linóleo estaba pulido en blanco y negro, había sofás en color vinilo naranja con patas cromadas y luces como platillos voladores. Me vi a mi misma en el espejo detrás de la barra del bar. Mi respiración estaba entrecortada por la emoción y parecía azorada por mi carrera. El vestíbulo estaba vacío cuando llegue y nadie estaba descansando en el salón de café. Los carteles de cine anunciaban un maratón de Hitchcock. Debía haber comenzado ya. Santana se había ido, ya sea sola o a casa.
Oí a alguien detrás de mí aclarándose la garganta con expectación, de la forma en que alguien hace cuando trata de llamar tu atención. Me volví.
—No es elegante llegar tarde cuando has olvidado la película —Santana estaba usando su sonrisa irónica, pantalones tipo bermudas azul marino y una blusa color crema.
—No lo hago —dije entre respiraciones—. Solo he venido para hacértelo saber.
—No hace falta que corras todo el camino hasta aquí para decirme eso. Podías haber llamado —Los ojos de Santana estaban juguetones. Me esforcé en pensar una respuesta que no me hiciera quedar en ridículo. Mi primer impulso fue decir que había perdido su número, pero no quería mentirle.
—Ya que estamos aquí —continuó—. ¿Qué tal un café?
— ¿Qué pasa con la película?
—Puedo verla en cualquier momento.
—Está bien, pero no puedo quedarme mucho tiempo. Nadie sabe que estoy fuera —Le confesé.
—Hay un lugar a solo dos cuadras abajo, si no te importa caminar.
El café se llamaba Sweethearts. Santana puso su mano entre mis hombros para guiarme en el interior, y sentí que el calor de la palma de su mano se filtraba a través de mi piel. Un extraño calor andaba por dentro de mí hasta que me di cuenta de que su mano estaba directamente en el lugar en que mis alas se plegaban cuidadosamente. Rápidamente me aleje con una sonrisa nerviosa.
—Eres una chica extraña —dijo mirando perpleja.
Me sentí aliviada cuando pidió una cabina, ya que, yo quería privacidad ante las miradas indiscretas. Habíamos atraído un poco la atención sólo por caminar por la calle juntas. Dentro de la cafetería había algunas caras conocidas de la escuela, pero no conocía a los estudiantes personalmente por lo que no era necesario saludarlos. Vi asentir a Santana en varias direcciones antes de sentarnos. ¿Eran estos sus amigas y amigos? Me pregunté si nuestra excursión alimentaria daría rumores el lunes. El lugar era atrayente y comencé a sentirme más relajada. La iluminación era escasa, y las paredes estaban llenas de carteles de películas antiguas. Sobre la mesa había postales de publicidad gratuita sobre trabajos de artistas sociales. El menú ofrecía gran variedad de batidos, cafés, pasteles y helados. Una camarera con zapatillas blancas y negras tomó nuestro pedido. Pedí un chocolate caliente y Santana pidió un café con leche. La camarera le dio una sonrisa coqueta mientras ella escribía en su cuaderno.
—Espero que este lugar esté bien para ti —me dijo cuando ella desapareció—. Suelo venir aquí después del entrenamiento.
—Es agradable —dije—. ¿Entrenas mucho?
—Dos tardes y los fines de semana ¿Y tú? ¿No participas en nada?
—Todavía no, aún estoy decidiendo.
Santana asintió con la cabeza—. Estas cosas llevan su tiempo —cruzó cómodamente los brazos sobre su pecho y se recostó en su asiento —. Entonces, háblame de ti—.
Era la pregunta que tanto temía.
— ¿Qué te gustaría saber? —le pregunte con cautela.
—En primer lugar, ¿Por qué has elegido Venus Cove? No es exactamente un lugar de alto perfil.
—Por eso —dije—. Vamos a llamarlo una decisión de estilo de vida… Estábamos cansados del jet-set, queríamos establecernos en algún sitio tranquilo —sabia que esto sería una respuesta aceptable, había muchas familias que se habían trasladado por razones similares—. Ahora, háblame de ti.
Creo que ella sabía que yo tenía la esperanza de eludir más preguntas, pero no importaba. A diferencia de mí, ella se aproximaba a su información personal. Contó anécdotas sobre miembros de su familia y me dio una versión abreviada de la historia de la familia López.
—Vengo de una familia de seis hijos y yo soy la segunda. Ambos padres médicos, mamá es médico de cabecera y papá cirujano. Alex, el mayor, está siguiendo los pasos de mis padres, y está en su segundo año de medicina. Vive en la universidad, pero viene a casa cada fin de semana. Acaba de comprometerse con su novia Lucy, han estado juntos cuatro años. Luego hay tres hermanos menores, Nicolás tiene quince, John tiene ocho años y Eric está a punto de cumplir seis. El más joven es Michael que tiene cuatro. ¿Aburrida ya?
—No, es fascinante. Por favor, sigue —Insistí. Había descubierto detalles de una niña normal y una familia humana interesante, tenía sed de escuchar más. ¿Tenía envidia de su vida? Me pregunté.
—Bueno, he estado en Bryce Hamilton desde la guardería porque mi madre insistía en que yo fuera a una buena escuela. Ella ha estado con mi padre desde que tenían quince años. ¿Puedes creer eso? Han crecido prácticamente juntos.
—Deben de tener una relación muy fuerte.
—Han tenido sus altibajos, pero nada que no fueran capaces de tratar.
—Suena como una familia unida.
—Sí, lo somos, aunque mamá puede ser un poco sobre protectora.
Me imaginaba a los padres de Santana teniendo grandes aspiraciones para su hija mayor.
— ¿Vas a ejercer la medicina también?
—Probablemente —se encogió de hombros.
—No pareces muy entusiasmada.
—Bueno, estuve interesada en el diseño durante un tiempo, pero es que, digamos que me desanimé.
— ¿Por qué?
—No se considera una carrera seria, ¿no? La idea de invertir todo este dinero en mi educación sólo para terminar sin empleo no emocionó a mis padres.
— ¿Y qué hay de lo que tú quieres?
—A veces lo padres saben más.
Parecía aceptar las decisiones tomadas por sus padres con buen agrado, feliz por ser guiado por sus expectativas. Su vida era más o menos trazada para ella, y me imaginaba que cualquier desviación de lo establecido no se vería favorable. Podría establecer una conexión entre ella y mi experiencia humana que venía con límites estrictos, directrices y apartarse del camino estaba fuera de cuestión. Por suerte para Santana, sus errores no atraían la ira de los cielos. En su lugar, se acumulaban en experiencia.
A mitad de nuestras bebidas Santana decidió que necesitaba ―un golpe de azúcar, y pidió un pastel de chocolate que llegó con un bloque de capas de crema batida y fresas en un plato grande de color blanco con dos cucharas largas. A pesar de que ella insistió “ir por todo” yo cogía delicadamente cerca de los bordes. Cuando terminamos, Santana insistió en pagar la cuenta y parecía ofendida cuando yo me ofrecí a pagar mi parte. Apartó mi mano y dejo caer un billete en un tarro de propinas con la etiqueta de BUEN KARMA antes de irnos.
Fue solo una vez que salimos, que me di cuenta de la hora.
—Lo sé, es tarde —dijo Santana leyendo mi cara—. Pero ¿Qué tal un paseo? No estoy lista para llevarte a casa todavía si.
—Estoy en serios problemas.
—En ese caso diez minutos más no hace daño.
Sabía que debía de acabar la noche, Quinn y Sam seguramente se habían dado cuenta que me había ido y estarían preocupados por mí. No es que no me importara, yo simplemente no podía soportar alejarme de Santana antes de lo que tenía que hacerlo. Cuando estaba alrededor de ella, estaba llena de una felicidad abrumadora que hacía que el resto del mundo se desvaneciera, siendo nada más que un ruido de fondo. Era como si las dos fuéramos encerradas en una burbuja privada que nada menor que un terremoto podría explotar. Quería que la noche durara para siempre.
Caminamos hasta el final en dirección al agua. Cuando llegamos allí, vimos una feria ambulante en el paseo marítimo, una actividad muy popular para las familias con niños inquietos que necesitaban un cambio desde el invierno pasado en casa. Una rueda de Ferris8 se mecía con el viento, y pudimos ver los coches chocones dispersos alrededor de la pista. Un castillo inflable amarillo brillaba en la penumbra.
—Vamos a probarlo —dijo Santana con entusiasmo infantil.
—Ni siquiera creo que esté abierto —le dije—. No vamos a poder entrar—. Había algo en el carnaval de aspecto cansado que me hizo renuente a explorar más a fondo—. Además, casi es de noche.
— ¿Dónde está tu sentido de la aventura? Siempre podemos saltar la valla.
—No me importa echar un vistazo, pero no voy a saltar ninguna cerca.
Al final resultó que no había vallas por saltar y seguimos caminando. No había mucho que ver. Había algunos hombres transportando cuerdas y conduciendo maquinaria, ignorándonos. En las escaleras de un remolque, una mujer curtida fumaba. Llevaba un vestido de colores y las pulseras hasta los codos tintineaban. Tenía profundas arrugas alrededor de los ojos y la boca, y su pelo oscuro tenia canas en las sienes.
—Ah, el amor joven —dijo cuando nos vio—. Lo siento chicas, pero estamos cerrados.
—Error nuestro —dijo Santana cortésmente—. Justamente ya nos íbamos.
La mujer dio una larga calada a su cigarrillo. — ¿Quieres que lea tu fortuna? —Preguntó con voz ronca—. Ya que están por aquí.
— ¿Eres vidente? —le pregunté. No sabía si ser escéptica o estar intrigada. Es cierto que algunos humanos tenían una mayor conciencia y podrían experimentar premoniciones, pero eso era a todo lo que alcanzaban. Algunos seres humanos podrían ver a los espíritus o sentir su presencia, pero el término psíquica parecía un poco presuntuoso para mí.
—Claro que lo soy —dijo la mujer—. Ángela Messenger a tu servicio.
Su nombre me dejó un poco perpleja, era tan cercano a ángel que era desconcertante.
—Adelante, sin costo alguno —añadió—. El poder ameniza la noche.
En el interior, el remolque olía a comida para llevar. Velas parpadeando sobre la mesa y tapices con flecos colgando de las paredes. Ángela indicó que nos sentáramos.
—En primer lugar —le dijo a Santana cuando la tomó de la mano y empezó a estudiarla con atención. La expresión de su rostro me decía que pensaba que todo esto era broma.
—Bueno, tienes una línea del corazón curva, lo que significa que eres una romántica empedernida —dijo.
—La línea principal corta significa que piensas directamente y no te andas por las ramas. Estoy sintiendo una energía azul fuerte de ti que indica que el heroísmo está en tu sangre de modo que estas destinada a experimentar un gran dolor, de qué tipo no puedo estar segura. Pero debes estar preparada para ello, ya que no está lejos.
Santana intentó verse como si estuviera tomando en serio su consejo.
—Gracias —dijo—. Eso fue muy perspicaz. Tu turno, Britt.
—No, prefiero que no —le dije.
—No debes temer al futuro, sino hacerle frente —dijo Ángela.
La forma en que ella lo dijo era casi un desafío. Yo tendí mi mano a regañadientes para que la leyese. Aunque sus dedos eran ásperos y callosos, su toque no fue desagradable. En el momento en que ella extendió mi palma, pareció ponerse un poco rígida.
—Puedo ver el blanco —dijo con los ojos cerrados como si estuviera en trance—. Siento una felicidad indescriptible —abrió los ojos—. Lo que tiene tu aura es increíble. Déjame ver tus líneas. Aquí tenemos una fuerte línea interrumpida corazón, lo cual sugiere amor solo una vez en tu vida… Vamos a ver. ¡Dios mío! —Ella enderezó mis dedos y los empujó para estirar la piel.
— ¿Qué? —Le pregunté alarmada.
—Es tú línea de la vida —dijo la mujer, con los ojos muy abiertos alarmada—. Nunca he visto algo así antes.
— ¿Qué pasa con mi línea de la vida? —Le pregunté con impaciencia.
—Querida...—la voz de Ángela se convirtió en un susurro—. No tienes.

Volvimos al coche de Santana en un incómodo silencio.
—Buenos, eso fue raro —dijo por fin al abrir la puerta. Yo subí.
—Claro que lo fue —estuve de acuerdo, tratando de parecer alegre—. Pero ¿Quién cree en los psíquicos?
El coche de Santana era perfectamente adecuado para ella. Conducía un Chevrolet Bel Air 1957 azul cielo descapotable. Había sido restaurado hasta el último detalle y me hizo sentir como si hubiese viajado atrás en el tiempo. Sus faros brillaban en la oscuridad y sus asientos de suave cuero eran extrañamente reconfortables.
—Britt, conoce a mi bebé—dijo—. Es un paseo muy dulce.
—Hola —Yo medio levanté mi mano en un movimiento torpe e inmediatamente me sentí como una idiota—. ¿Sabes que los coches son objetos inanimados? —Me burlé
—Tómalo con calma —dijo Santana—. Vas a herir sus sentimientos.
—No sabía que los coches tenían sentimientos.
—Este lo hace. Ella tiene vida propia —Santana le dio unas palmaditas en la capota antes de tirar y abrir mi puerta—. No estés celosa de Britt nena. Tú no puedes ser la única mujer en mi vida —Encendió el motor y puso el coche en marcha antes de poner el dial en una emisora de radio comercial. Los dulces tonos del locutor daban la bienvenida a los oyentes a su show, Jazz After Dark.
Me di cuenta de que el coche de Santana tenía un olor reconfortante, una combinación de asientos de cuero y aroma a un perfume fino y adecuado para ella. Después de montarnos rápidamente en nuestro Jeep hibrido, yo no estaba preparada para el ruido de los motores de época rugiendo a la vida y me aplasté contra el asiento del pasajero. Santana me miró con las cejas enarcadas.
— ¿Estás bien?
— ¿Este coche es completamente seguro?
— ¿Crees que soy una mala conductora? —ella hizo una mueca.
—Confío en ti —le dije—. Pero sobre el coche no estoy segura.
—Si estas preocupada por la seguridad, es posible que quieras seguir mi ejemplo y ponerte el cinturón de seguridad.
— ¿El qué?
Santana sacudió la cabeza con incredulidad.
—Me preocupas —murmuró.

— ¿Vas a estar en problemas? —me preguntó cuando se detuvo delante de Byron. Vi que la luz del porche delantero estaba encendida, por lo que mi escapada debía de haber sido notada.
—Realmente no me importa —le dije—. Me divertí mucho.
—Yo también —La luz de la luna brillaba brevemente en la cruz de su cuello.
—Santana… —empecé provisionalmente—. ¿Te puedo preguntar algo?
—Claro que sí.
—Bueno, me pregunto… ¿Por qué me has invitado a salir esta noche? Es sólo que Rachel me habló… bueno… sobre…
— ¿Emily? —Suspiró Santana—. ¿Qué pasa con ella? —una nota a la defensiva se había escapado en su voz—. La gente no puede simplemente dejarlo ¿No? es lo que tienen los pueblos pequeños, ellos sacan a relucir todos los chismes.
Hallé dificultad para encontrar su mirada. Me sentí como si hubiera cruzado el limite, pero no podía volver.
—Ella dijo que nunca has querido pasar tiempo con otra chica. Así que supongo que tengo curiosidad… ¿Por qué yo?
—Emily no sólo era mi novia —dijo Santana—. Era mi mejor amiga. Nos entendíamos de una manera que es difícil de explicar, y yo pensé que nunca sería capaz de reemplazarla. Pero luego, cuando te conocí… —Se apagó.
— ¿Soy como ella? —le pregunté.
Santana se echó a reír. —No, nada como ella. Pero tengo la misma sensación, que tenia con ella, cuando estoy a tu alrededor.
— ¿Qué clase de sensación?
—A veces conoces a una persona y simplemente haces clic. Estás cómoda con ella, como si la conocieras de toda la vida y no tienes que fingir ser alguien o algo.
— ¿Crees que a Emily le importaría? —le pregunté—. ¿Qué te sientas así conmigo?
Santana sonrió. —Donde quiera que esté, Em querría que yo fuera feliz.
Yo sabía exactamente donde estaba, pero lo pensé mejor sobre compartir esa información con Santana en ese momento. Ya era bastante malo tener que luchar con el cinturón de seguridad y no tener línea de la vida en mi mano. Pensé que podían ser suficientes sorpresas por una noche.
Nos sentamos en silencio unos minutos, ninguno de nosotras quería romper el estado de ánimo.
— ¿Crees en Dios? —dije finalmente.
—Eres la primera que me pregunta eso —dijo Santana—. La mayoría de gente piensa en la religión como en una especie de declaración de moda.
—Entonces ¿Qué?
—Creo en un poder superior, una energía espiritual. Creo que la vida es demasiado compleja para ser un accidente, ¿No te parece?
—Absolutamente —contesté.
Salí del coche de Santana esa noche con la certeza de que el mundo había cambiado irremediablemente. Todo lo que podía pensar mientras subía los escalones de la puerta principal no era el sermón que me esperaba, sino en cuanto tiempo pasaría antes de que pudiera volver a verla. Había muchas cosas que quería hablar con ella.
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Mensaje por libe Vie Ago 23, 2013 9:37 pm

lo único que puedo decir es me encantooooooo síguelo, eres una de las mejores autoras de esta pagina [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 2 2013958314 
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Mensaje por Alisseth Sáb Ago 24, 2013 4:05 am

awww tan lindas ^_^
jaja ojalá Sam y Quinn no se enojen
mucho con Britt por escaparse con San .. :)

jaja me encantó el capítulo.. ! :)
Espero el próximo...
Besos

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