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[FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) Primer15
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Activo [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por Sophia27 Lun Mar 03, 2014 1:40 pm

Sinopsis

Un primer encuentro perdido...

Colisionando con una segunda oportunidad...

A pasos de graduarse en la universidad y tratar de hacer frente a la muerte de su
madre, Santana Lopez se traslada a la ciudad de Nueva York para un nuevo
comienzo.

Mientras alberga sus propios secretos, Rachel Berry se encarga de Santana a través
de su dolor. Sabiendo que no puede vivir sin ella a su lado, ella es dulce, pensativa y todo lo que Santana siempre ha deseado en una mujer.

Hasta que conoce a Brittany Pierce -una playgirl rica y famosa que es peligrosamente sexy y encantadora como el infierno. Santana trata de negar la conexión instantánea que siente, pero la Sra. Alta, blanca y guapa no está dispuesta a dejarla ir tan fácilmente. Para recuperarse de su pasado doloroso, Brittany no se detendrá ante nada para ganar a Santana.

Este encuentro inesperado obliga a Santana a cuestionar sus decisiones, obligándola a tomar una decisión que va a destruir amistades, romper corazones, y cambiar para siempre su vida.


Última edición por Sophia27 el Jue Mayo 22, 2014 3:11 pm, editado 9 veces
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por Elita Lun Mar 03, 2014 1:52 pm

Muy interesante ;)

Continualo :D
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por 3:) Lun Mar 03, 2014 1:58 pm

va a ser muy interesante,...
quiero ver el primer capitulo!!!

nos vemos!!!
3:)
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por Jane0_o Lun Mar 03, 2014 2:14 pm

Ya quiero leer el primer capitulo
Saludos
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por raxel_vale Lun Mar 03, 2014 3:03 pm

wooouuu interesante!!!

saludos!!
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por floor.br Lun Mar 03, 2014 4:03 pm

Ya quiero leer el primer cap..
Se ve interesant..
Saludos!
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por Sophia27 Mar Mar 04, 2014 5:08 pm

Aquí les dejo el primer capitulo, este libro tiene dos parte y ambos los adaptare. Puede que me tarde en actualizar ya que los capitulos son muy largos y tengo que organizar algunas ideas, pero tratare de actualizar por lo menos 1 o 2 veces por semana. Disfruten el capitulo. [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 1206646864 



Capitulo 1
Encuentro casual

Ella calculó el vuelo de Colorado a Nueva York en tres horas y cuarenta y cinco minutos, después del cual, sabía que su vida cambiaría para siempre-aún más de lo que ya lo había hecho. Apretando los lados del asiento, con las palmas sudorosas, Santana Lopez cerró los ojos mientras los motores se preparaban para el despegue. Nunca había sido aficionada a volar, de hecho, le asustaba de por vida. A pesar de que recordaba que a veces la tortura de estar a 30.000 pies en el aire en realidad valía la pena -la primera vez que dejó su casa para ir a la universidad, una escapada a una isla tropical, o una visita a ver a su amada familia. Sin embargo, este viaje no incluía a ninguno de esos placeres -sólo poseía sentimientos de pérdida y dolor.
Mirándola estaba una de las razones por las que todavía despertaba cada día, su novia, Rachel. Pudo notar que ella se dio cuenta que la expresión de su rostro estaba llena con la incertidumbre de lo que le esperaba.
Mientras sostenía su mano, Rachel se inclinó y alejó un mechón de cabello de su rostro. –Todo va a estar bien, San –susurró–. Antes de que te des cuenta, vamos a estar en el suelo otra vez.
Forzó una sonrisa y luego con vacilación se giró, mirando las montañas cubiertas de nieve desaparecer debajo de las nubes. Su corazón se hundió aún más mientras interiormente se despedía del único verdadero hogar que había conocido. Apoyó la cabeza contra la ventanilla y dejó que su mente vagara durante los últimos meses.
A finales de Octubre de su último año en la universidad, recibió la llamada. Hasta ese momento, la vida parecía... buena. Rachel había entrado en su mundo el mes anterior, sus notas estaban donde deberían estar y su compañera de cuarto, Quinn Fabray, había resultado ser una de las mejores amigas que alguna vez tendría. Contestó el teléfono ese día, nunca esperó la noticia que recibió.
–Las pruebas resultaron, Santana, –su hermana mayor, Lisa, dijo–. Mamá tiene cáncer de mama Etapa IV.
Con esas últimas palabras, la vida como Santana conocía nunca sería la misma. Ni siquiera cerca. Su roca, la mujer a quien más adoraba en su vida, y el único padre que había conocido tenía menos de tres meses de vida. Lo que siguió después fue algo a lo que ella nunca podría haberse preparado. Los largos viajes de fin de semana desde la Universidad Estatal de Ohio a casa en Colorado para ayudar en los últimos meses de su madre se convertirían en la norma para Santana.Vio a su madre marchitarse desde la fuerte y vibrante alma que una vez había sidoa la débil mujer irreconocible que se había convertido antes de morir.
Con una repentina turbulencia sacudiendo sus nervios, Santana cogió la mano de Rachel y la miró. Ella le dedicó una rápida sonrisa y asintió, esencialmente haciéndole saber que estaban bien. Apoyó la cabeza en su cálido hombro y comenzó a pensar en el papel que ella había tenido a través de todo. Innumerables vuelos desde Nueva York a Colorado para estar con ella. Hermosos regalos que enviaba para alejar su mente de la locura que consumía su vida. Llamadas en la noche para hablar con ella y asegurarse de que estaba bien. Incluso hasta los arreglos para el funeral, dándole consejos sobre vender la casa de su infancia, y en última instancia, mudarse a Nueva York. Todo era parte de por qué ella la adoraba.
Mientras el avión aterrizaba en el aeropuerto La Guardia de Nueva York, Rachel observó a Santana y a su mano que tenia los nudillos blancos por aferrarse a la suya. Le dio una risa ligera y se inclinó para besarla. –Ves, eso no fue tan malo – dijo, acariciando su mejilla–. Ahora eres oficialmente una neoyorquina, nena.
Después de lo que pareció una eternidad abrirse camino a través del aeropuerto, Rachel le hizo señas a un taxi y se dirigieron al apartamento que Santana compartiría con Quinn. Eso se había convertido en un tema delicado para Rachel. Cuando ella y Santana hablaron sobre la mudanza, su deseo era que ella viviera con ella. Santana pensó que era mejor, al menos por el momento, vivir con Quinn. Hacer el viaje a través del país fue lo suficientemente un duro ajuste por sí mismo y no quería añadir más presión a su situación. A pesar de que amaba a Rachel -y ella la amaba ferozmente- había una pequeña voz en su cabeza que le decía que esperara. Era algo que vendría al final de la línea para ellas. Ella finalmente cedió a su decisión, pero no sin poner una pelea decente por lo suyo.
Una vez que llegaron, Santana salió del taxi, los sonidos y las vistas de la ciudad inmediatamente la golpearon en el proceso. Alarmas de autos a todo volumen, los frenos rechinando y sirenas destrozando el aire. Personas hablando y gritando con sus pasos golpeando contra las concurridas aceras de concreto y el flujo frenético de autos apretados componiendo un mar de taxis amarillos que no parecían a nada que ella jamás había visto u oído antes. El vapor que salía de las alcantarillas parecía fantasmas flotando desde el caliente pavimento.
Los extensos arboles y los transparentes lagos de Colorado fueron reemplazados por el acero y el hormigón, los ruidos fuertes y el maldito tráfico. Esto era sin duda algo que tendría que acostumbrarse. Tomando una respiración profunda, Santana siguió a Rachel al edificio. El portero se quitó el sombrero y llamó a Quinn, haciéndole saber que estaban allí. Hicieron su camino hasta el piso quince, gracias al ascensor.
Al entrar al apartamento, Quinn dejó escapar un chillido agudo cuando vio a Santana. Ella corrió hacia ella y la abrazó. –Estoy tan feliz de que estés aquí –dijo Quinn, ahuecando sus manos sobre las mejillas de Santana–. ¿Cómo estuvo el vuelo?
–Lo logré sin necesidad de drogas o alcohol, –sonrió Santana–. Así que yo diría que ha ido bien.
–Ella estuvo bien. –Rachel se acercó y deslizó su brazo alrededor de la cintura de Santana–. No habría dejado que nada le pase de todos modos.
Poniendo los ojos verdes en dirección de Rachel, Quinn se cruzó de brazos.
–Claro, porque tú serías capaz de detener que un avión se estrelle, Rach-Pickle. Quiero decir, Rachel.
Rachel le lanzó a Quinn una mirada dura y colocó el equipaje de Santana en el suelo. –Así es, Quinny Twist. Me estoy jodiendo a Superman, así que no lo olvides.
–Ha pasado un tiempo desde que había estado alrededor de las dos al mismo tiempo, –suspiró Santana–. Se me olvidó lo afectuosas que son entre ustedes.
Quinn sonrió y tomó la mano de Santana. –Vamos, te voy a mostrar el lugar. – Llevando a Santana por el pasillo, se volvió a Rachel–. Haz algo útil y desempaca sus cosas o algo, Donkey–Dick–Kong.
Efectivamente ignorando a Quinn, Rachel se hundió a sí misma en el sofá y encendió la televisión.
–Oh, Dios mío, Quinn, –Santana se rió, siguiéndola por detrás–. ¿De dónde diablos sacas estos nombres para ella?
–Pfft, –Quinn hizo un ademán desdeñoso–. Ella lo hace fácil.
–Bueno, ustedes dos me van a volver loca ahora. Puedo sentirlo.
–No prometo nada, pero haré lo mejor para abstenerme de hacerlo, amiga.
Mientras Quinn le daba un gran tour de su nueva casa, Santana se dio cuenta que era un apartamento moderno y elegante que incluía dos cuartos y dos baños. Aunque modesta en tamaño, la cocina tenia blancos gabinetes antiguos, encimeras de granito y electrodomésticos de acero inoxidable. Un gran ventanal en la sala mostrada la dirección de la Avenida Columbus, una buena zona de Upper West Side de Nueva York. El apartamento era una belleza impresionante para Santana, y si no fuera por Quinn, ella nunca habría sido capaz de pagar algo por el estilo, al menos no sin la ayuda de Rachel. Aunque Quinn trabajaba y cuidaba de sí misma, ella provenía de una acomodada familia, así que el dinero nunca era un problema. A pesar de crecer en North Shore de Long Island, Quinn y su hermano, Trevor, eran dos de las personas con los pies en la tierra que Santana alguna vez conoció.
Después de ayudar a Santana a instalarse, Rachel dejó a las dos mujeres por sí mismas, dejándole saber a Santana que regresaría más tarde esa noche. Inmediatamente agarrando una botella de vino tinto y dos copas, Quinn arrastró a Santana hasta el sofá. 
Lanzando su rubio cabello a un lado, le dio a Santana una sonrisa agridulce. –Sé que has pasado por un montón de cosas, pero estoy muy contenta de que estés aquí.
Santana le lanzó una sonrisa que hacía juego con la de Quinn. Sus emociones oscilaba entre la tristeza de las circunstancias por las que aterrizó en Nueva York a la felicidad porque estaba tomando un gran paso en su relación con Rachel mudándose allí, incluso si no vivía con ella.
Tomó un sorbo de vino y apoyó los pies sobre la otomana. –Estoy feliz, también, amiga.
Quinn tenía una expresión curiosa. –¿Acaso Dick te dio más problemas sobre los arreglos de mudanza?
–No, no lo hizo –comentó ella–, pero definitivamente quiere que me mude a un lugar con ella a finales del verano.
–Bueno, dile que va a tener que luchar conmigo durante esa batalla, –resopló. Sacudiendo la cabeza, Santana se rió de la declaración de Quinn.
–Lo digo en serio, San, ella tiene que darte un poco de espacio en estos momentos con esta mudanza.
–No te preocupes. No voy a ningún lado por un tiempo. –Santana miró alrededor del apartamento, con los ojos descansando sobre las pilas de cajas de mudanza en la esquina–. Realmente no estoy esperando eso con interés –dijo, señalando con la cabeza.
–No tengo que trabajar mañana, –respondió Quinn, sirviéndose su segunda copa de vino–. Lo haremos después. Por ahora, vamos a relajarnos un poco.
Por las próximas horas, eso es exactamente lo que hicieron. Relajarse. Sin hablar de cáncer. Sin hablar de la muerte. Sin hablar de las expectativas de vida. Sólo dos amigas compartiendo una botella de vino en su apartamento. Una amiga regresando a la ciudad donde creció y una amiga comenzando un nuevo capítulo en el libro de su vida.

*****

Dos semanas más tarde, Santana se detuvo frente al restaurante italiano situado en Midtown de Manhattan. Ella abrió la puerta a lo que sería su nuevo trabajo para el verano. Sus ojos recorrieron el lugar en busca del hombre que la contrató unos días atrás, Antonio D'Dinato, un nativo de Nueva York de unos treinta años.
–Ahí estás, Santana, –Antonio sonrió mientras se acercaba a ella–. ¿Estás lista para tu primer día?
Sonriendo, alejó su cabello oscuro y largo hasta los hombros. –Tan lista como pueda llegar a estar.
–Un poco abrumador para una chica de pueblo de Colorado, pero mostraste en tu currículo que tienes suficiente experiencia para manejar el lugar. Estoy seguro de que te adaptarás muy bien.
Ella lo siguió hasta la cocina, donde les presentó a los cocineros de turno. Cada uno de ellos tenía una sonrisa amable, pero Santana sabía por su experiencia través de la universidad que la amistad pronto llegaría a su fin. Con el tiempo, ellos le gritarían para recoger sus pedidos desde la ventana, y sin duda sus rostros serian menos joviales. Se puso un delantal negro cuando Antonio la llevó a una joven camarera cerca de su edad. Con una sonrisa en su rostro, Santana estudió su cabello. Era un festival de arco iris de todos los colores imaginables, surcando a través de una superposición de un rubio decolorado.
–Hola, soy Santana, –sonrió mientras se acercaba a ella–. Antonio dice que seré tu sombra hoy.
La chica le devolvió la sonrisa y le entrego a Santana una carpeta de pedidos y una pluma. –Así que eres el nuevo gato de la cuadra, ¿eh? Soy Fallon, es un placer conocerte.
–Sí, el nuevo gato. Es un placer conocerte, también.
–Bueno, no tienes que preocuparte. Creo que empecé a trabajar aquí directamente desde el canal de parto. –Sus ojos grises estaban riendo–. Te voy a mostrar todo y antes de que lo sepas, serás capaz de correr aquí con una venda en los ojos.
–Me parece bien –se rió Santana.
–¿He oído que eres de Colorado?
–Sí, Fort Collins en realidad, –contestó Santana.
–¿Bebes? –preguntó ella, entregándole una taza de café.
–Una de mis adicciones, gracias, –Santana tomó la taza de ella–. ¿Has vivido en Nueva York toda tu vida?
–Nacida y criada. –Se sentó en el bar de café, haciéndole un gesto a Santana para unirse a ella–. Es temprano todavía, –dijo, mirando su reloj–. La fiebre comienza dentro de una hora más o menos.
Santana se sentó junto a ella y le dio un sorbo a su café. Echó un vistazo alrededor del restaurante, viendo como los ayudantes preparaban las mesas. Antonio les hablaba en lo que Santana supuso ser ingles. Su voz se convirtió en un tono ansioso mientras él hacia un gesto a las calles de Nueva York.
–¿Qué te trae desde el campo a la ciudad que nunca duerme? –Preguntó Fallon? – ¿Eres una actriz o modelo? ¿Qué es?
–No, ninguna de esas razones, –respondió ella, tratando de ignorar el dolor anclándose en su pecho. La fresca herida punzante y profunda aún se sentía como si hubiese sido rociada con sal–. Mi, uh, madre falleció en enero. En realidad no había razón para permanecer allí después de su muerte.
El rostro de Fallon se suavizó. –Lamento escuchar eso. La muerte definitivamente es una mierda, eso es seguro. Mi padre murió hace unos años de un ataque al corazón, así que sé cómo se siente. –Fallon dejó escapar un suspiro y apartó la mirada por un momento–. No importa la edad, raza o situación económica que tenemos, la muerte nos toca a todos en un momento u otro.
Santana encontró su comentario sabio más allá de su edad, pero por otra parte sabía que la muerte parecía poner de manifiesto una forma completamente diferente de ver la vida una vez que alguien se había ido. –Así es. Siento lo de tu padre.
–Gracias. No pasa un día que no piense en él. –Fallon hizo una pausa en sus
pensamientos–. ¿Qué hay de tu padre? ¿Se mudó aquí contigo?
Otro tema doloroso, pero en estos días los temas dolorosos eran abundantes e inevitables. –Nop. No he tenido ningún contacto con él o con su familia desde que tenía cinco años. Realmente no lo recuerdo.
–Estoy bateando un cero aquí contigo, –bromeó Fallon–. Lo siento. ¿Tal vez debería preguntar acerca de cachorros o algo así?
Sacudiendo la cabeza, Santana sonrió. –No te preocupes por eso. Está bien. Además, no tengo cachorros lo que sería un callejón sin salida.
–Yo tampoco. Son lindos, pero no aguanto muy bien la mierda por todo el lugar, –Fallon se rió, ajustando su cabello en una cola de caballo–. Entonces, ¿qué te hizo venir a Nueva York específicamente? ¿Tienes algún otro familiar aquí?
–No aquí. Tengo una hermana mayor en California, sin embargo. –Santana tomó
un sorbo de su café–. Pero mi novia Rachel vive aquí. Empezamos a salir durante mi último año de universidad.
Fallon sonrió. –Amor universitario, ¿eh?
–No, en realidad, ya estaba viviendo aquí, en Nueva York, cuando nos conocimos. Mi compañera de cuarto de la universidad, Quinn, tiene un hermano que fue a visitarla un fin de semana, y Rachel fue con él.
–¿No es increíble, los caminos que unen a las personas? –Fallon miró a los ojos de Santana–. Quiero decir, si Rachel no hubiese tomado el viaje con el hermano de tu compañera de cuarto, ustedes dos nunca se hubiesen conocido. La vida es muy extraña como eso.
Santana supo al instante que le gustaba Fallon. –Estoy totalmente de acuerdo con eso. El destino y los caminos que quedan colocados en frente de nosotros. Es como un enorme rompecabezas que encaja en última instancia, en el final.
–Exactamente, –sonrió Fallon–. Así que ¿Qué has estudiado en la escuela?
–Me gradué con un grado de enseñanza. He empezado a dejar algunos currículos, con la esperanza de aterrizar en algo para este otoño.
Fallon frunció el ceño, el anillo en sus labios brillaba en la luz. –¿Así que nos dejarás para el final del verano?
–No, probablemente voy a trabajar a tiempo parcial.
–Genial, –dijo, poniéndose de pie, su altura, su largo cuerpo se elevó sobre Santana–. ¿Así que haces club?
Santana frunció el ceño. –¿Club?
–Sí, vas a clubs, –Fallon respondió, moviendo sus caderas de lado a lado.
–Oh, te refieres a bailar, –Santana se echó a reír–. Sí, lo hice en Colorado, pero todavía tengo que hacerlo aquí, en Nueva York.
–Asesina. Me encanta romper a los novatos en la escena del club.
–Bueno, estoy dentro. Déjame saber cuándo.
–Lo haré. Estoy saliendo con un hombre mayor de unos cuarenta años, y me mete en algunos de los clubes más populares de Nueva York sin recargo en absoluto.
Santana asintió y tomó un sorbo de su café.
–El sexo es sólo una ventaja adicional, –Fallon agregó.
Santana casi se atragantó con el café. –Oh, eso sin duda sería una ventaja añadida con seguridad.
–Sí, eso es lo que me imaginaba, –sonrió–. Bueno, chica nueva, vamos a empezar.
A lo largo del día, Santana siguió a Fallon. Ella le enseñó a usar la computadora y le presentó a un buen número de clientes habituales del restaurante. Ellos variaban entre tipos de traje de negocios muy elegantes al "hombre común" trabajador de la construcción. 
Hubo un fuerte movimiento en el almuerzo que llegó alrededor del mediodía, y uno de los camareros la llamó angustiado, por lo que Santana tomó unas pocas mesas. A pesar de que no estaba familiarizada con el menú y se sentía débil con la computadora, lo hizo sin pasar mayores problemas. Al final de su turno, Fallon puso su cabeza a zumbar con quién de los clientes eran los mejores para servir y cuáles eran los tipos que degollaban. En su mayor parte, teniendo en cuenta que fue su primer día, Santana pensó que le fue bien.
En su camino hacia la puerta, Antonio la detuvo con una caja para llevar llena de comida. –Santana, mi repartidor renunció, –dijo, con los ojos abiertos de preocupación–. ¿Vas hacia la dirección del edificio Chrysler?
–No lo hago, pero está a sólo unas pocas cuadras de distancia, ¿no?
–Sí, está justo entre Lexington y la 42.
–¿Me necesitas para llevar eso allí? –Santana preguntó, señalando la caja que tenía en la mano.
–Sí, por favor.
Santana se encogió de hombros. –No es un problema. Voy a caminar hasta allí y solo tomaré un taxi a casa desde allí.
–Muchas gracias. –Él le dio la caja, dejando escapar un suspiro de alivio–. Voy a darte un poco de dinero extra en tu salario la próxima semana.
–No es necesario, Antonio. Me gusta hacer turismo de todos modos.
–No, no, no, insisto. Nos vemos mañana, Country.
Riendo, Santana negó con la cabeza, divertida ante su nuevo apodo. Se balanceó sobre los talones redondeados de sus zapatos de camarera y salió al aire caliente y húmedo. Junio en Nueva York, sin duda, era más caliente que Colorado. Ella hizo su camino a través de la ciudad con los ojos abiertos, todavía asombrada por el hecho de que vivía allí.
El aire estaba cargado con el bullicio del tráfico y de los aromas de los carros de los vendedores ambulantes de comida. Se estaba ajustando a Nueva York mejor de lo que había anticipado. Desde la vibración del metro bajo sus pies a la variada mezcla de rostros, todo sobre la ciudad intoxicaba su mente. Era una sobrecarga sensorial en su máxima expresión. Tres cuadras más adelante y bastante sudada de la caminata, llegó a su destino.

*****

Aunque su padre le había contado historias acerca de esto, hasta esa tarde fatídica, Brittany Pierce había creído que el amor a primera vista no existía. A pesar de que tenía toda la atención de la rubia sentada en la mesa de información, sus ojos se clavaron en Santana cuando ella entró al edificio. Ella captó la forma en que sonreía mientras el guardia de seguridad se acercaba a ella. Su belleza al instante la golpeó. Pero más aún, se sentía atraída por ella, como una cuerda atada a su cintura y ella estaba al otro extremo tirando de ella hacia ella. Parpadeó dos veces y negó con la cabeza a la conexión magnética.
–Señorita, ¿puedo ayudarle en algo? –Preguntó el guardia de seguridad.
–Hola, estoy haciendo una entrega, –Santana respondió, mirando a la recepción– Piso sesenta y dos.
Antes de que el guardia de seguridad pudiera responder, Brittany gritó desde el otro lado del vestíbulo.
–Puedo llevarla arriba, Larry.
La recepcionista, que había ganado la atención de Brittany antes que Santana entrara, hizo un mohín de sus labios mientras ella se alejaba.
La mirada de Santana se deslizó hacia donde provenía la voz. Su respiración se detuvo al ver a la alta y devastadoramente hermosa mujer que se dirigía hacia ella. Se sintió confundida como si su equilibrio se hubiese sesgado por sí solo en todo el edificio. Sus ojos le recorrieron su cabello rubio y largo, y peinado en una forma un poco desordenada. Tenía rasgos impresionantemente cincelados, su boca parecía haber sido cuidadosamente tallada a la perfección por un experto escultor. Sus ojos se movieron a lo que parecía ser un cuerpo tonificado escondido debajo de su traje gris de tres piezas. Tratando de parecer como si no estuviera abrumada por su loca belleza femenina, volvió su atención al guardia de seguridad de fornido de aspecto.
–¿Está usted segura, señora Pierce? Yo le puedo mostrar el camino.
–Estoy muy segura, Larry. Estaba en mi camino de todos modos. –Brittany se volvió hacia Santana–. Deja que te ayude con eso, –dijo, señalando la caja.
Su voz era tan suave como el brandy e hizo que el estómago de Santana se agitara. Trató de encontrar a sus palabras. –Está bien, de verdad. Estoy bien sosteniéndolo.
–Insisto. –Brittany sonrió–. Además es una cosa de Girls Scouts.
Olvídate del encanto que se derramaba de sus poros o sus penetrantes ojos azules, solo su sonrisa tuvo a Santana inmediatamente convencida de que una cantidad ilimitada de mujeres le arrojaban sus bragas por sus órdenes. Diariamente.
De mala gana, le entregó la caja y trató de jugar bien. –Bueno, está bien, ya que lo pones de esa manera, te has ganado tu medalla al mérito de la buena acción.
–Vaya, gracias. Ha pasado un tiempo desde que he ganado una, –se rió.
Girando sobre sus pies lentamente, abriendo el camino al elevador.
Santana la siguió y alcanzó a verse contra las puertas de aluminio pulido. Sabía que lucía como una mierda, un sudoroso desastre que acaba de salir del trabajo, y todo lo que realmente quería hacer era huir cuando las puertas se abrieron.
–Después de ti, –dijo Brittany con una sonrisa.
Mientras Santana entraba, los ojos de Brittany devoraron el oscuro cabello de seda que caía justo por su espalda. Nunca aprobó a una mujer con una cola de caballo– menos una que parecía que acababa de salir de una guerra de comida– pero para ella, en ese momento, ella era la criatura más hermosa a la que jamás había puesto los ojos. Entre la cara en forma de corazón, su menudo cuerpo con una forma de botella, y el aroma de su perfume flotando en el aire a su alrededor, a Brittany le costaba respirar con decencia. Entrando al elevador, trató de ignorar la mayor conciencia de ella, pero no sirvió de nada.
–¿Parece que Armando ha sido reemplazado? –Dijo, presionando el botón del piso sesenta y dos.
Santana trató de no inquietarse cuando se encontró con su mirada. Estar tan cerca de ella sólo hizo que se diera cuenta exactamente de lo hermosa que era. Ella era una fuerza potente en un pequeño espacio tan reducido. Abrió los labios para dar cabida a la rápida respiración.
–¿Armando?
–Sí, Armando, –Brittany sonrió, mirando hacia la caja de comida–. Bella Lucina. Mi oficina pide comida allí casi todas las semanas. Armando es generalmente el chico de los recados.
–Oh, por supuesto, pero no soy el nuevo chico de los recados. Quiero decir, yo trabajo allí. Bueno, obviamente, lo tengo que hacer ya que tengo el uniforme, y, obviamente, soy una chica, no un chico. –Santana se encogió, sabiendo cuán estúpida sonaba. Tomando una respiración profunda, comenzó de nuevo–. Soy camarera, mi jefe me pidió que llevara la comida en mi camino a casa porque el chico de los recados renunció. –Ella comenzó a ruborizarse y quería caerse muerta. Literalmente. Caer. Muerta–. Realmente, puedo articular oraciones completas con educación.
–¿Un largo día en el trabajo? Puedo comprenderlo, –Brittany rió, estudiando su rostro todavía más. Tenía los ojos más marrones que había visto alguna vez.
Ella sonrió. –Sí, un día muy largo en el trabajo.
Un ding en el ascensor sonó en el piso treinta y nueve. La puerta se abrió y entró una mujer. Era tan alta como Brittany en sus tacones de aguja negros, llevaba un traje blanco, y su cabello carmesí torcido en un moño.
–Bueno, hola, señora Pierce, –gruñó ella, presionando el botón del piso cuarenta y dos. Una sonrisa seductora cruzó sus labios cuando ella se inclinó al oído de Brittany–. Espero que podamos continuar donde lo dejamos la última vez que te vi.
Brittany dio un paso fácil hacia atrás, su rostro suavizándose en una ilegible impasibilidad. Simplemente asintió.
La mujer sonrió y se volvió hacia la puerta del ascensor.
Brittany miró a Santana de nuevo, avergonzada que un inesperado asunto de una– noche estaba en el ascensor con ella. –¿Así que trabajas en Bella Lucina por un tiempo?
Santana se mordió los labios y sonrió. –No, hoy fue mi primer día.
–Un nuevo trabajo. Eso puede ser muy estresante. –Brittany le devolvió la sonrisa, cambiando de pie–. Espero que todo haya salido bien para ti.
–Lo hizo de hecho, gracias.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, la mujer sin nombre salió y se dirigió a Brittany. –Llámame.
Ella hizo una breve inclinación de cabeza, y con eso, ella se fue. Las puertas se
cerraron, dejándolos a ella y a Santana solas una vez más. –Ella no es mi novia, si es eso lo que te estás preguntando.
Santana le dirigió una mirada, desconcertada por su comentario. –¿Y quién dice que lo estaba?
Su inesperado y sexy espíritu erizó su piel. Ella se encogió de hombros sin comprometerse, tratando de conseguir una idea de ella. –¿Y quién puede decir que no lo estabas?
–No me conoces para asumir la mayor parte de todo lo que estaría pensando, –se burló, una risa escapó de sus labios.
–Estás en lo correcto en eso,–sonrió, moviéndose para estar más cerca de ella–. Sin embargo, debo admitir que me gustaría llegar a conocerte.
Genial. No sólo era caliente en su urbano y escandalosamente caro traje. Era
presumida, también. Santana parpadeó de su semi-sueño, tratando de ignorar lo atractiva que olía estando tan cerca. –Bueno, yo no puedo. Lo siento, –respondió, metiendo un mechón de su cabello detrás de su oreja.
Antes de que pudiera responder, las puertas del ascensor se abrieron en el piso sesenta y dos.
–Aquí es donde me bajo.–Santana se volvió para coger la caja de ella–. Te agradezco tu ayuda por llevarlo por mí.
–No es un problema. Aquí también es donde me bajo.
–¿Trabajas en este piso? –Preguntó Santana, notablemente confundida.
Sin ganas de decirle que era dueña de la empresa ubicada en el piso, se decidió por una respuesta parcialmente–verdadera. Una sonrisa de niña se deslizó a través de su boca–. Sí. Soy la culpable de realizar el pedido.
Los ojos de Santana se posaron en sus pulposos labios y luego de nuevo en su rostro. –¿Así que sabías cuando entré que yo estaba en mi camino hasta aquí?
–Tenía un par de minutos de sobra. Estaba esperando abajo en el vestíbulo por ti. –Ella esbozó una sonrisa–. Bueno, yo estaba esperando abajo en el vestíbulo por Armando, pero en lugar de eso fui agraciada con la mujer hermosa que está delante de mí. Decidí ser amable y ayudarla con la caja. –Salió del ascensor, su paso firme y elegante–. ¿Quieres venir conmigo a cenar? Hay más que suficiente para ti.
–Yo... no puedo. Lo siento, –Santana respondió, golpeando el botón para cerrar la puerta.
–¡Espera! –Brittany rápidamente se inclinó y la mantuvo abierta. Sabiendo que su propuesta fue demasiado fuerte y sintiéndose como una idiota en ese momento, trató de recuperar la situación lo mejor que pudo–. Eso fue grosero de mi parte, y me disculpo, mi madre me crió realmente mejor que eso. –Paso una nerviosa mano por su cabello–. Me encantaría llevarte a cenar alguna vez. Sé que una oficina de
este tipo no es romántica de ningún modo. Trabajo mucho. Pero, como he dicho, me encantaría salir contigo una noche.
Antes de que Santana pudiera responder, una mujer morena y esbelta lo llamó
desde un escritorio. –Sra. Pierce, tiene una llamada en la línea dos. Sonriendo, ella se volvió hacia la mujer. –Por favor, tome un mensaje para mí, Natalie.
Rápidamente, con dedos temblorosos, Santana apretó el botón para cerrar la puerta. Se cerró completamente antes de que Brittany pudiera dar la vuelta. Inclinada contra la pared, se agarró a la barandilla de bronce, tratando de recobrar la compostura. El efecto que la extraña tenía sobre ella era desconcertante. Sacudió la cabeza al ritmo vertiginoso de los acontecimientos, lamentando haber accedido a llevar la comida. Sin embargo, hizo su salida del edificio y se fue a casa.

*****

–¿Era tan guapa? –preguntó Quinn, tomando asiento en la mesa de la cocina. Santana puso un dedo sobre su boca. –Jesús, Quinn, Rachel está dentro. Baja la voz. –Sus ojos se dirigieron a su habitación y luego de vuelta a Quinn–. Sí, era muy guapa. Quitarte-el-aliento de guapa. Querer-desvestir-tu-cuerpo-y-dejar-que-ella-te-devore-viva de guapa. Muy-agradable-a-la-vista de guapa.
Quinn dejó escapar una risa profunda y luego se cubrió con rapidez la boca. – Suena muy follable, –susurró. Asintiendo con la cabeza en acuerdo, Santana se rió–.Creo que necesitas tomar el puesto del repartidor en su lugar.
–No lo sé, sólo fue la reacción más extraña que he tenido con alguien. Y si hablamos de vergüenza por la forma en que lo manejé. Un niño en edad preescolar lo habría hecho mejor.
Sonriendo, Quinn tomó un sorbo de su copa de vino, con sus ojos verdes brillando. –Podría resultar un buen sexo esta noche con Douche5, si tienes a la Sra. Alta, Oscura y jodidamente guapa en mente.
Santana se acercó a ella y la golpeó ligeramente en el brazo. –Detente. No más pensamientos de la Sra. Alta, Oscura y jodidamente guapa para mí. –Santana sacó su cabello de la cola de caballo–. Además, amo a Rachel. La Sra. Alta, Oscura y Jodidamente guapa será el regalo para otra mujer, créeme.
–Está bien, está bien, –Quinn se rió en voz baja–. Pero por lo menos sabes que tienes un refuerzo por si acaso.
Antes de que Santana pudiera hablar más de su recién descubrimiento jodidamente agradable a la vista, Rachel entró a la habitación vestida con su mejor traje. Acercándose a ella, Santana instantáneamente se olvidó de la atractiva extraña mientras sus ojos captaban el festín de su humedecido cabello negro y hermoso rostro. Para ella, ella era toda la jodida vistosidad que necesitaba.
–¿Pensé que estábamos pasándolo aquí esta noche? –preguntó Santana, rodeando con sus brazos la cintura de ella–. Alquilé una película.
Ella puso sus brazos sobre sus hombros. No era mu fácil para ella, ya que era
un poco mas bajo que el cuerpo de Santana. –Voy a cenar con un cliente potencial. –Ella caminó hacia el refrigerador y sacó una botella de agua–. Fue una llamada inesperada. La veremos otra noche.
Santana frunció el ceño ante su tono indiferente. –¿Cuántas cenas inesperadas se puede tener en una semana, Rachel?
Después de dejar escapar un suspiro audible, Quinn se puso de pie y salió de la habitación.
Rachel se inclinó contra el mostrador. –Sabes que va con el territorio, Santana.
Soy un corredor de bolsa, eso es lo que hago. Tengo que comer y tomar algo con un cliente con el fin de obtener la cuenta.
–Lo entiendo, Rachel. De verdad. –Santana entró a la cocina y apretó su cuerpo contra el suyo–. Pero yo he estado aquí menos de un mes, y estoy constantemente sola cuando tienes estas reuniones. –Juguetonamente tiró de su cuello–. Te veía más cuando vivía en Colorado de lo que lo hago ahora.
Retrocediendo, sus ojos marrones se estrecharon sobre ella ligeramente. – Hablas como una chica de fraternidad llorona. –Giró la tapa de la botella de agua y bebió un sorbo–. Sólo relájate. No debería estar de vuelta demasiado tarde.
Un gesto ensombreció el espacio entre sus cejas. –¿Una chica de fraternidad llorona? ¿Qué se supone que significa eso? ¿Por qué viniste aquí a ducharte, entonces?
–Recibí la llamada después de llegar aquí, es por eso.
–Tal vez tengas que ir a dormir a tu casa esta noche. –Ella desabrochó su delantal y lo arrojó sobre la mesa–. Estás comiendo y bebiendo con estos clientes por lo menos cinco días a la semana.
Acercándose, su voz se elevó mientras la miraba. –¿Qué estás tratando de insinuar, Santana? ¿No crees que me esté ocupando de los clientes?
–No tengo ni idea. Sólo pensé que estarías aquí un poco más de lo que has
estado, –respondió ella, pasándose la mano por su cabello–. Tal vez ayudar a adaptarme un poco con toda la mudanza.
Después de tomar un sorbo de agua, inclinó la cabeza hacia un lado. –Te mudé aquí a mi ciudad. ¿Qué más quieres de mí?
–Eso fue bajo, Rachel, –ella respiró, sus ojos marrones muy abiertos–. No te pido que hagas nada de eso. Me podría haber quedado en Colorado, y podríamos haber continuado una relación a larga distancia.
Rachel se acercó, levantó su mano y rozó suavemente su mejilla. –No, no podrías. Tú me amas, y necesitabas estar aquí conmigo después de todo lo que sucedió. –Ella deslizó el pulgar contra su barbilla–. Y te amo y te necesito aquí, también. Ahora deja la mierda, deja que me encargue de este cliente, y volveré más tarde, ¿de acuerdo?
Calculando y reevaluando la situación sobre la marcha, Santana se acerco y apretó sus labios contra los suyos. Ella aceptó con entusiasmo su avance mientras gemía en su beso. Cogiendo el cabello de ella con sus manos, la atrajo más cerca, tirando de ella hacia su pecho.
Santana habló contra su boca. –Está bien. Ve a hacer lo tuyo, y te veré más tarde.
–¿Así que no estoy siendo forzada a regresar a mi casa esta noche, entonces?
–Ella sonrió contra sus labios–. Si insistes, supongo que puedo dormir en mi casa en vez de aquí.
–Deja de ser una sabelotodo, Rachel. Voy a estar esperando cuando vuelvas.
–Está bien, tendrás mi atención entonces. –Rachel entrelazó su mano en la de ella y ella la siguió hasta la puerta. Después de darle un último beso, Santana la vio alejarse de su apartamento.
Cuando la puerta se cerró de golpe, Quinn volvió a emerger de su habitación.
Hundiéndose en el sofá, le dio unas palmaditas para que Santana hiciera lo mismo. –Muy bien, escúpelo. ¿Qué pasa, mujer? –Preguntó Quinn.
–Ella sólo parece distante, ¿sabes? –Respondió, sentándose a su lado.
–Mira, tú sabes que yo no puedo soportar a Rachel. –Quinn hizo una pausa por un segundo y se tocó la barbilla–. En realidad, la odio. –Santana puso los ojos en blanco, y Quinn se echó a reír–. Pero, en serio, en su defensa, y sólo porque mi hermano trabaja en la misma oficina, ellos realmente tienen que hacerse cargo de las cuentas potenciales.
–Sí, pero ¿Está Trevor fuera cinco noches a la semana encargándose de estas personas?
–No, pero supongo que Dillweed es más como una corredora agresiva. Teniendo en cuenta que es una idiota, estoy bastante segura de que tengo razón.
–Está bien, amiga, suficiente de degradarla, –dijo ella, sacudiendo la cabeza.
Quinn se echó a reír, y Santana contempló sus palabras.
–Tal vez estoy exagerando. No lo sé. Supongo que entre tratar de adaptarme a la muerte de mi madre y la mudanza, mi cerebro hace cortocircuitos.
Quinn puso una mano sobre el hombro de Santana, y los ojos suavizados con simpatía. –Es un montón de mierda para asimilar todo a la vez. No me puedo imaginar pasar por ello. –Quinn la abrazó, dándole un fuerte abrazo–. Eres una mujer fuerte, y lograras pasar a través de esto. Sé que lo harás.
–Gracias, Quinn, de verdad. No sé lo que hubiera hecho sin ti. Tuve la bendición de tenerte como mi compañera de cuarto en la universidad y ahora vivo aquí contigo. Siempre estaré en deuda, de verdad.
Quinn dejó escapar una carcajada. –Ahora te estás poniendo sobre dramática conmigo, chica. –Se puso de pie y se acercó a coger la película que Santana había alquilado. La metió en el reproductor de DVD y se acomodó de nuevo en el sofá con Santana. –Esta noche es noche de damas.
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Mensaje por fanybeaHEYA Mar Mar 04, 2014 10:42 pm

amo este libro estoy por empezar "collide pulse" pero una cosa es perSonajes originales y otra es TENER A LAS BRITTANA como adaptacion [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2145353087  me encanta
 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 1206646864  va estar bastante caliente la historia...
 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2145353087 saludos !!!!
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por 3:) Mar Mar 04, 2014 11:13 pm

hola....
me gusto el primer capitulo,..
estuvo bueno el primer encuentro de san y britt,... a ver como sigue,.. y que va a hacer britt cada ver que le diga que no san,...

nos vemos!!
3:)
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por KateBrittana Vie Mar 07, 2014 3:02 pm

Me ha gustado el primer capitulo, no tardes en actualizar :*
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por raxel_vale Sáb Mar 08, 2014 12:33 am

holaaa!!

me atrapo el primer capitulo
espero el siguiente

saludos!!
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por Sophia27 Dom Mar 09, 2014 12:28 pm

Perdonen por tardar un poco en actualizar, gracias por sus comentarios, me alegra leer que les este gustando la adaptación. En este capitulo hay un momento wanky entre pezberry  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2145353087 , esa es mi recompensa por tardar un poco. jajaja Espero sus comentarios. Besos




Capitulo 2
Crema o Azúcar

Santana se despertó a la mañana siguiente, su mirada soñolienta se hipnotizó por el cuerpo dormido de Rachel. Apoyó la cabeza contra su pecho caliente mientras su mente vagaba sobre su relación. Al igual que cualquier persona, había peculiaridades, y ella estaba llena de ellas. Sabía que se acostumbraría a todo ello, pero mientras tanto, su acelerado estilo de vida era el mayor reto para ella. Al principio, sus diferencias no le parecieron tan grandes para ella porque su relación crecía y florecía en su mundo. Ahora que estaba conviviendo en el suyo, había mucho que necesitaba aceptar.
La novia trofeo no estaba en su lista de los diez, y desde que se había mudado a Nueva York, este era un lado de Rachel que estaba empezando a ver.
Desde el par de veces que había salido con ella, parecía como si la estuviera desfilando alrededor de los pocos amigos de ella que había conocido. En las últimas semanas, también notó un cambio en su posesivo comportamiento. A veces era linda –en algún tipo de novia– pero la mayoría de las veces, era agobiante y confusa. Sin embargo, en ese momento, mientras sus sentidos se empapaban de todo lo bueno que ella había hecho por ella, Santana la aceptaba tal cual era.
Acurrucó su cuerpo más cerca de ella, alejando un mechón rebelde de cabello de su frente.
Dejando escapar un bostezo, le sonrió. –Te has levantado temprano, –dijo, con la voz ronca por despertarse–. No debo haber hecho un buen trabajo con el sexo llevándote al coma anoche.
Juguetona le acarició con su nariz el hueco de su brazo, sonrió. –Si me hubiera llevado al coma con sexo, nunca sería capaz de estar conmigo otra vez, señora.
–Ah, allí te equivocas, mi amor. Todavía te tendría –en coma o no.
–Eso es enfermo, –se rió, sentándose.
Un depredador destello brilló en sus ojos marrones. –¿Lista para la segunda ronda?
–¿Me vas a llevar a desayunar esta mañana como lo prometiste?
–Por supuesto que sí.
–Bueno, tengo que ir a trabajar a las diez, y todavía necesito una ducha.
–Sabes que soy buena para un polvo rápido si es necesario, –dijo, poniéndose
de pie y sacándola de la cama.
Incapaz para decirle que no a su avance sexual, la siguió sin luchar mientras Rachel las desnudaba antes de llegar al cuarto de baño. Se apoyó en la parte superior del lavabo y observó a Rachel mientras encendía el agua. Podía sentir la inquieta energía que irradiaba de su cuerpo mientras caminaba hacia ella, con una sonrisa de niña que la convencía todo el tiempo. La empujó a su boca y la besó con tanta suavidad que ella sintió sus labios temblar contra los suyos. Apenas podía liberarse del hechizo hipnótico de su beso si quería. Con las manos de ella pasándolas por todos lados, grabando su toque caliente contra su piel, el fervor alimentaba su sangre, haciendo que su cuerpo se tensara por más. Rachel movió su boca hasta el valle entre sus pechos y de repente le deslizó la lengua por su pezón. Eso la volvió salvaje. Mirándola, chupó y arremolinó su lengua alrededor del pico tenso. –¿Te gusta eso, ¿no?
–Sí, –contestó, mientras sus manos se aferraron a su cabello.
Con un ritmo lento, desesperante, metió sus dedos dentro de su coño mojado. La presión era terriblemente maravillosa, en correlación con la sensación de la repentina tensión entre sus piernas. Ella empujó con más fuerza contra su boca mientras Santana le clavaba las uñas en la espalda, arañando y aferrándose a su cuerpo. Rachel gimió mientras ella pasaba sus manos sobre sus pecho, sus dedos se deslizaron lentamente por cada musculo de su abdomen. Envolvió sus piernas alrededor de su cintura y ella la llevó a la ducha. Apoyándola contra la pared, dejó escapar un gemido de placer cuando ella hundió dos dedos perfectamente en su interior, cada terminación nerviosa se encendió en llamas mientras su cuerpo se fundía como uno con el suyo.
–Ah, Cristo, te sientes tan bien, San, –susurró, con la voz ronca por el deseo.
Santana se aferró a sus hombros mientras el agua caliente corría por su cuerpo.
Su dolor por ella aumentaba con cada impulso y empuje. Con sus labios bloqueados en una magnífica y ardiente gratificación sexual, Santana volvio a ponerse de pie en la ducha, y enterro dos dedos en el interior de Rachel y con su pulgar acariciaba su clitoris. Arqueó su cuerpo rítmicamente contra el suyo, tomó todo lo que ella tenía para dar. Los ojos de Rachel se dilataron al sentir su dedos enterrarse en su interior. Santana gimió en completa satisfacción cuando sintió a Rachel sacudirse, estremecerse y temblar en su mano. Enterrando el rostro en el cuello de Rachel, dejó escapar un gemido gutural cuando llegó a su clímax. Santana deslizo sus dedos fuera de su centro y Rachel hizo lo mismo. Alejándose, sus miradas se encontraron y se bloquearon, manteniéndose estables mientras sus respiraciones se desaceleraban a un ritmo normal.
–Te amo, Santana, –dijo mientras la miraba y la atraía hacia ella–. Estoy feliz de que estés aquí conmigo.
–Te amo también, y lo siento por la forma en que actué anoche antes de que salieras. –Le empezó a dar besos a sus pecho, sus manos enmarcando su rostro–. Voy a tratar de ser más comprensiva con tus locos horarios de ahora en adelante.
Ella le dio una sonrisa suave. –Sé que lo harás.
Pasaron la siguiente media hora duchándose la una a la otra. Rachel juguetonamente le pasaba el jabón sobre su cuerpo, y Santana le devolvía el gesto, mientras limpiaba su espalda. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que dijo ayer por la noche era verdad. Tenía que estar allí con Rachel. Ella la amaba. No había ni una fibra de su alma que pensara que podía vivir tan lejos de ella otra vez.
Considerando que no tenían tiempo para ir a desayunar, Santana terminó cocinando para ellos. Después de limpiar, Rachel se fue a trabajar. Ella se preparó para su turno y luego llamó a su hermana, Lisa, que vivía en California. La echaba de menos enormemente. Mayor que Santana por diez años, Lisa era como una segunda madre. Se casó con su novio de la escuela, Michael, hace seis años. A causa de su padre ausente, Santana recurría a Michael de la manera que hubiera recurrido a su propio padre si hubiese estado allí. Lisa y Michael significaban el mundo para Santana. No que verlos fuera fácil antes de que su madre muriera, sino que, literalmente, estando en lados opuestos del continente ahora, Santana sabía que sus visitas serian menos frecuentes. Sin embargo, pusieron una fecha para tratar de verse entre sí en los próximos meses.
Una vez que terminó, Santana saltó a un taxi y se dirigió a trabajar. En su camino, se encontró recordando lo mucho que su madre quería visitar Nueva York.
Ella fue tan lejos como reservar entradas para un espectáculo en Broadway, pero se enfermó poco después. El ritmo rápido de los acontecimientos después de que se enfermara le impidió ser capaz de ir. Era un pensamiento amargo en la cabeza de
Santana en ese momento. Allí estaba ella en la ciudad a la que su madre deseaba visitar, pero no estaba allí con ella. Mientras se abría camino hacia el restaurante, Santana trató de empujar el dolor invadiendo sus pensamientos a un lado.
–¡Hey! ¿No me dices hola? –Roberto, el cocinero español le preguntó a Santana– . Yo gustas, Sanny. Yo gustas mucho.
–Hola, Roberto, –dijo riendo–. Yo también te quiero.
Él se sonrojó mientras Santana deslizaba su tarjeta por el marcador de horario. Fallon le había hecho saber que pensaban que estaba lo suficientemente fuerte como para tener su propia estación. Desde que fue capaz de remar el ajetreo durante el día de ayer, le dieron unas cuantas mesas para empezar. Su primer grupo de clientes eran unos agentes de la policía de Nueva York.
Antonio la observaba con atención mientras ella se acercaba a ellos.
–Hola, mi nombre es Santana. Voy a tomar sus órdenes el día de hoy. – Sonriendo, sacó su pluma y la libreta de su delantal–. ¿Les gustaría, señores, pedir sus bebidas o saben lo que van a ordenar?
El oficial más viejo, un hombre con el cabello canoso, le devolvió la sonrisa. – Tú no eres la camarera regular.
–No, señor, no lo soy. Acabo de empezar a trabajar aquí ayer, por lo que ustedes, caballeros, tienen que dejármelo fácil, ¿de acuerdo? –Santana señaló por encima de su hombro a Antonio–. Mi jefe está mirando. 
Con rostros cálidos, se rieron, claramente divertidos por su comentario.
El policía más joven intervino. –¿Quién? ¿Antonio? No, es inofensivo.
El policía de mediana edad le dio una sonrisa. –No te preocupes. Vamos a tratar de ser agradables, pero a veces podemos ser un dolor en el culo.
–Bueno, no sean demasiado duros conmigo, chicos. –Santana sonrió, feliz de que todos tuvieran sentido del humor–. ¿Qué puedo traerles de beber, caballeros?
Santana tomó sus órdenes, y las envió a la cocina. Tenía otras pocas mesas más antes que el ajetreo del almuerzo comenzara. El lugar pasó de estar bastante tranquilo a un manicomio con cada tipo de cliente que ella podría haber imaginado.
Mientras Santana salía con las órdenes de una mesa, Antonio la llamó. –Hey, Country, –dijo, haciéndole un gesto a una de sus cabinas en la esquina–. Acabas de terminar con una mesa. ¿Está lista para tomar otra?
Ajustó la bandeja que llevaba en su hombro. –Sí, estoy bien. Voy a estar allí.
Él asintió y se dirigió a la puerta principal para saludar a más clientes.
Alcanzó una bandeja del soporte, colocó la comida y le entregó los platos a un grupo de cinco. –¿Alguien necesita algo más? –Le preguntó al grupo.
Una atractiva morena en un vestido de verano levantó la vista, sosteniendo un vaso vacío de soda. –Necesito una recarga, por favor.
Santana le dio una sonrisa apresurada y cogió el vaso. –Enseguida vuelvo.
Se dirigió a la fuente de soda, miró hacia la mesa donde apenas podía distinguir una dama solitaria que aún tenía que recibir. -Mierda, –murmuró para ella.
Rápidamente regresó al grupo de cinco, le entregó a la mujer su bebida. –Lo siento por eso. ¿Alguien necesita algo más? –Preguntó ella, interiormente rezando para que nadie lo hiciera.
Todos negaron con la cabeza.
Santana dejó escapar un suspiro de alivio y les hizo saber que volvería para ver cómo estaban. Al marcharse, sacó su libreta de órdenes de su delantal y dobló la esquina. Deslizando una mano por su frente sudorosa, se acercó a la mesa y accidentalmente dejó caer su pluma al suelo delante de la cabina. Se arrodilló para
recogerla, pero antes de que pudiera, la mano de la desconocida llegó a por ella.
–Gracias, –dijo Santana, todavía agachada en el suelo–. Se lo agradezco. ¿Puedo... –Su voz se detuvo cuando hizo contacto visual con el cliente.
Era la Sra. Alta, Oscura y Jodidamente guapa del ascensor. Se quedó sin aliento al verla allí sentada casualmente mientras que con lentitud se ponía de pie.
Ella, literalmente, tuvo que aferrarse a la mesa para mantener el equilibrio. Era incluso más guapa de lo que recordaba. No es que menos de veinticuatro horas podría borrar su imagen de la cabeza, pero ahora ella solo estaba allí, tan femenina y tan fascinante. Ella provocaba todos esos cosquilleos muy familiares a través de su piel. Tenía la chaqueta fuera, colgada ordenadamente en un gancho junto a la cabina. Llevaba una impecable camisa blanca abotonada, y la simple ausencia del color sólo hacia destacar sus claros ojos azules.
Los labios de Brittany se curvaron en una sonrisa. –No te ves muy feliz de verme.
–Yo estoy un poco... yo... –A Santana le costaba encontrar las palabras.
Brittany no estaba dispuesta a admitir que su necesidad por volver a verla era intensa –tan jodidamente intensa que en realidad canceló una reunión con una cuenta grande con la esperanza de atraparla en el trabajo. Tampoco le diría que cuando las puertas del ascensor se cerraron ayer por la noche, se quedó sintiéndose extrañamente despojada por su partida.
–Escapaste tan rápido anoche que no he tenido la oportunidad de darte una propina por entregar la comida.
–Ooohhh. –Santana alargó la palabra, tratando de pensar en algo que decir, ya
que parecía que ella borraba cualquier clase pensamiento–. Cierto... sobre la forma en que me marche... lo siento por eso. –Ella mordió el capuchón de la pluma y se apresuró a preguntar–, ¿Puedo ofrecerte algo de beber?
Brittany puso su mirada en sus hermosos labios y sonrió a lo que pensaba ser una reacción nerviosa de su parte. –Sí, voy a tomar un café, por favor.
–¿Lo tomas con crema o azúcar?
Ella inclinó la cabeza hacia un lado. –¿Tú si?
–¿Yo si qué?
–¿Tomas con crema o azúcar tu café?
Confundida por su pregunta, cambió el peso de sus pies. –¿Por qué quieres saber?
Brittany hizo una pausa por un momento, una sonrisa suavizó su boca. –Bueno, estoy tratando de averiguar lo que más pueda acerca de ti. Pensé que el café era un tema bastante fácil de conquistar. Puedo estar equivocada sin embargo.
Una risita escapó de los labios de Santana. –Pareces un poco acosadora. ¿No te parece?
–Mmm... una acosadora. Eso es nuevo y muy brutal, –dijo riendo, con diversión iluminando sus ojos–. Me gustaría llamarlo curiosidad.
Ella sacudió la cabeza y sonrió. –Está bien, así que no has respondido a mi pregunta. ¿Quieres crema o azúcar?
–No has respondido a mi pregunta. –Ella arqueó una perfecta ceja–. ¿Tomas crema o azúcar con el café?
Al ver que era una batalla que estaba segura de perder, se rindió. –Sí.
–Ah, los opuestos se atraen. Perfecto. –Ella se echó hacia atrás en su asiento y cruzó los brazos–. Voy a tomar el mío negro, por favor.
Santana parpadeó una vez y luego dos veces más, captando su rostro sensual durante unos segundos más. Se dio la vuelta, caminando de regreso al grupo de cinco, ella les preguntó si necesitaban algo más y les dejó la cuenta. Se dirigió a la
cafetería, una vez más sintiéndose sin aliento por esta desconocida. Mientras Santana preparaba su café, Fallon hizo rápidamente su camino hacia ella.
Con el pelo teñido de negro hoy, su boca cayó abierta en dirección de Brittany.
–Country, ¿Conoces a esa tipa?
Santana respiró hondo y miró hacia donde estaba sentada Brittany, su atención estaba ahora en un periódico que tenía en la mano. –No... bueno... un poco, supongo. –Ella puso su café en una bandeja.
Fallon sacó la libreta de Santana de su delantal, garabateó su nombre y número en él, y se lo devolvió. –Por favor dale esto. Mis ojos nunca se han dado un festín con tan extrema y jodida belleza en mi vida.
–Eso sería una subestimación. –Santana comenzó a alejarse y luego se volvió hacia Fallon–. Espera, ¿qué pasa con tu novio con la edad de tu padre? –Se rió.
Fallon apoyó las manos en sus caderas y sonrió. –Me pongo a disposición de cualquier edad, raza o género si se les da la oportunidad correcta.
Sacudiendo la cabeza Santana se echó a reír y se dirigió de nuevo a la mesa.
Tratando de controlar su palpitante corazón, trató de adivinar su edad. No pensaba
que parecía tener un día más de veinticinco años. Con una mano temblorosa, dejó el café frente a Brittany.
Ella le dio una sonrisa con los ojos abiertos y colocó el periódico a su lado.
–¿Has decidido lo que quieres comer? –Preguntó, mirando hacia abajo, a sus gemelos de ónix y el reloj de aspecto caro.
–En realidad, ni siquiera he mirado el menú todavía, –respondió, recogiéndolo para escanearlo.
–Está bien, voy a regresar luego entonces.
–Espera –dijo con una sonrisa–. ¿Me puedes recomendar algo en particular?
–La única cosa que he comido aquí es el sándwich de queso asiago y champiñones.
–Buena sugerencia. Voy a tomar ese entonces.
Ella fue a escribir, pero se detuvo. –Tiene espinaca en él, también. ¿Está bien?
Arrastrando lentamente el labio inferior entre sus dientes, Brittany sonrió. – ¿Incluye tu nombre y número en él también?
Maldita ella y esos labios, Santana pensó para ella.
Tratando de actuar como si no estuviera absorta por su pregunta, sacó el número de Fallon fuera y se lo entregó. –No, no el mío, pero quería que te diera el suyo.
Santana torcido el cuello en dirección a Fallon donde estaba parada en la mesa del anfitrión mirándolas. –Espero que sea tu tipo.
Brittany no le quitó los ojos de Santana, ni siquiera por un segundo. –No estoy interesada en ella, –respondió de manera uniforme, deslizando la hoja de papel al borde de la mesa.
–¿Cómo sabes que no te interesa? No te giraste para mirarla.
Descansando su codo sobre la mesa y una sonrisa que suavizó su boca perfectamente pecaminosa. –Sé que no estoy interesada en ella, porque el nombre y número de la única mujer en Manhattan que quiero está parada aquí.
Santana se movió incomoda sobre sus pies, conteniendo la respiración en la parte posterior de la garganta. –Bueno, lo siento. Tengo una novia.
–Asumí que si, –respondió, cruzando sus piernas casualmente–. Sería casi imposible que no tuvieses una.
–¿Tú asumiste que si, sin embargo, todavía pides mi número?
Con el golpe de su mirada cambiando a su mano izquierda, sonrió. –Sí, pero no veo un anillo en el dedo, y si no hay un anillo en el dedo, todavía puede haber esperanza para mí.
Santana enarcó una ceja, incrédula. –¿Así que estás diciendo básicamente que eres una infiel?
–No dicho nada de eso, –ella rio.
Sonriendo, inclinó la cabeza hacia un lado. –Bueno, estás asumiendo que iba a engañar a mi novia para ir a una cita contigo, y eso mismo te convertiría en una infiel.
–Voy a esperar a que rompas con tu novia y que salgas en una cita conmigo, –respondió rápidamente con una irónica sonrisa en sus labios–. Eso mismo me hace una mujer honesta.
Ella comenzó a escribir su orden. –Honesta, no. Vanidosa, sí.
–Yo prefiero usar el término esperanza, –respondió, estudiando la forma en que ella se mordía el labio con nerviosismo–. Entonces, ¿Puedo por lo menos conseguir el nombre de la bella e impresionante camarera que está atendiéndome?
Acalorada por sus palabras, pero sin querer revelar su verdadero nombre, Santana, simplemente respondió, –Molly. Mi nombre es Molly.
Brittany abrió la boca para hablar cuando Antonio gritó desde el otro lado del restaurante.
–Country, tienes una llamada telefónica.
Santana de mala gana apartó la atención de Brittany. Ella caminó hacia la mesa del anfitrión en la que Fallon estaba de pie con una mirada curiosa moldeando su rostro.
–Bueno, ¿qué dijo? –Preguntó Fallon.
Santana frunció el ceño. –Ella tiene una novia.
–Mierda, lo esperaba, –espetó. Recogiendo su bolso se dirigió hacia la puerta–. Supongo que el viejo tendrá que hacerlo por ahora. Nos vemos mañana.
Después del adiós de Fallon, Santana tomó el teléfono y descubrió que era Rachel llamando para hacer planes para la noche. Después de colgar, se alegró de su llamada. Llevó sus pensamientos a donde sabía que deberían ir. Tomó una respiración profunda, se acercó al ordenador y entró la orden de Brittany. Saludó a una familia de tres y completó su lado por el día.
Con el tiempo, ella se arriesgó a mirar hacia Brittany cuando se sentó en el bar de café para esperar su orden. Se sintió excesivamente abrumada cuando sus ojos se encontraron y se bloquearon. Ella estaba confundida. No sabía por qué estaba conmovida por su mirada y odiaba el hecho de que en realidad le gustaba la forma en que la miraba. Santana de repente salió de su aturdimiento al escuchar a uno de los cocineros llamarla. Fue a la cocina, cogió la comida de Brittany, y cogió una taza
de café.
–Un Sándwich de queso Asiago y champiñones con espinacas, –dijo, colocándolo delante de ella–. Y aquí hay un poco más de café para ti.
–Gracias. –Los ojos de Brittany se posaron en su cuello mientras ella se inclinaba
para verter el café, el dulce aroma de su cuerpo provocaba su nariz. Imaginando sus labios deslizándose contra su hermosa piel, llevó su atención de nuevo a su rostro y le dio una sonrisa. Se aclaró la garganta, tratando de librarse de la visión.
El corazón de Santana latía erráticamente mientras ella la miraba. –¿Puedo conseguirte cualquier otra cosa por el momento?
–En realidad, sí. Lo siento, –dijo, tratando de alejarse del extraño hechizo que ella había lanzado sobre ella–. Recibí una llamada notificándome que tengo que volver a la oficina. ¿Puedes traerme una caja para poner esto?
–Oh... lo siento por haber tardado tanto, –dijo , recogiendo el plato–. Voy a ponerlo en una caja para ti.
–No te preocupes por eso. Debería haber dicho algo antes. –Ella se puso de pie, encogiéndose de hombros en su chaqueta–. Tómate tu tiempo.
Santana se alejó, caminando hacia la puerta de la cocina.
Brittany sacó una tarjeta de negocios y dos billetes de 100 dólares. Los envolvió alrededor de la tarjeta y los cubrió con un billete de 5 dólares.
Santana regresó con la caja y se la entregó. –Una vez más, siento haber tardado tanto, –dijo, mirándola a los ojos. Sus sentidos se calentaron automáticamente otra vez.
Brittany se inclinó, a centímetros de su rostro. Alcanzando su mano, puso la tarjeta con el dinero envuelto en su palma, y sintió el suave aliento en su oído cuando dijo, –y yo te dije que no te preocupes por eso.
Santana se quedó inmóvil mientras su respiración era tan errática como los latidos de su corazón. Su cálido aliento tan cerca de su cuerpo casi la envió sobre el borde. Irradiaba una energía palpable, sexual, que no podía negar –y ella estaba muy, muy segura de que ninguna otra mujer de sangre caliente sería capaz de resistir tanto. Incapaz de formar una frase, no respondió mientras miraba sus ojos.
Su boca se curvó en una sonrisa seductora. –Llámame si cambias de opinión, Molly.
Con eso, se dio la vuelta y salió por la puerta, mientras los ojos de cada hombre y mujer en el restaurante la seguían.
Santana dejó escapar un suspiro, no sabía lo que tenía en la mano. Miró el dinero no sólo sorprendida al ver lo mucho que le había dado, sino que había dejado su tarjeta, también. El lado que veía estaba en blanco, luchó consigo misma
para no darle la vuelta. Dejó escapar un suspiro, internamente furiosa con ella, mientras trataba de sacar los pensamientos acerca de esta mujer fuera de su cabeza. Fue inútil. Ella estaba invadiendo todos los rincones de su mente.
No podía negar que la encontraba atractiva, había sido sorprendida la primera vez que la vio. Había algo misterioso en sus ojos, que eran de un azul tan claro que casi le suplicaban que se sometiera a ella, que la obedeciera y que hiciera algunas de las cosas más traviesas que su mente podía conjurar. Tal vez era la curva de sus pómulos, que descendían ligeramente por ser demasiado altos.
Posiblemente, fue el suave tono de su voz, que, básicamente, desarmó todo pensamiento cognitivo la primera vez que habló con ella.
Por supuesto tiene una voz de alcoba que acompaña con los ojos de alcoba.
Ella era sin duda un espécimen follable con voz y ojos de alcoba. Follable o no, Santana sabía que tendría que resistirse tanto como su cordura gobernara sobre su subconsciente. Le tomó todo lo que tenía en ella para hacer su camino a la cocina sin mirar su nombre y número de contacto. Contra todo demonio sexual en su cabeza que le gritaba que fuera a por ello, arrojó la tarjeta a la basura, con los dedos hormigueando por su ausencia.
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por 3:) Dom Mar 09, 2014 1:31 pm

hola,...

wanky las pezberry
mmmm a sany ya le entro la intriga por britt,...
me encanta como britt quiere seducir a san,...
3:)
3:)
-*-*-*
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por KateBrittana Lun Mar 10, 2014 5:39 pm

woowww las pezberry  *.*

Que tonta san por botar la tarjeta que le dio Britt
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por Sophia27 Miér Mar 12, 2014 8:32 pm

Aquí les dejo el nuevo capitulo, mañana tratare de subir otro. 
Dejen sus comentarios y dejenme saber si les gusto el capitulo. [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 918367557   [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 1206646864 





Capítulo 3
Respiraciones Profundas

En los próximos días, Santana a regañadientes desempacó el resto de sus pertenencias que habían llegado tarde de una bodega de la empresa de transporte. Esta noche, si la mataba, despejaría el último de los artículos. Quinn le ayudó a mover años de recuerdos. Esos recuerdos eran todos los que Santana había dejado, y se aferró a ellos como si fueran sus últimos latidos. El último artículo en la caja le quitó el aliento, apretó su pecho y puso sus emociones fuera de control. Suspirando, Santana se dejó caer en la cama, sosteniendo una foto que mostraba la orgullosa sonrisa de su madre en la graduación de secundaria. El muro que había luchado tan duro por construir en los últimos meses se rompió, y las lágrimas cayeron. La realidad de lo que había sucedido –el hecho constante de que nunca volvería a ver a su madre de nuevo– golpeó con fuerza en ese momento.
La tristeza nubló los ojos de Quinn mientras observaba a su amiga desmoronarse. –No sé qué decir, Santana. Me gustaría poder quitarte esta pena y dolor lejos de ti.
Sin parpadear, Santana extendió una mano y tomó la de Quinn en la suya. Ella estaba agradecida por tenerla allí. Las dos amigas compartieron unos minutos, sin decir una palabra, sin saber que más podrían decirse.
Levantándose, Santana le lanzó una sonrisa marchita y rápidamente se limpió las lágrimas de sus dos mejillas. Le dio a Quinn un abrazo y se acercó al cuarto de baño. Estaba agotada –no sólo mental sino también físicamente. Trabajando tres dobles turnos consecutivos, los últimos días la cansaron, y estaba esperando una tarde de relax en el sofá con Rachel. Haciendo su camino a la ducha, trató de limpiar su mente de todo lo que tenía que ver con su madre. Fue difícil, pero sin embargo, lo hizo. Una vez fuera, se puso un cómodo pijama y se instaló en el sofá con una copa de vino.
Después de un tiempo, Quinn entró a la sala de estar, con un vestido rojo de verano, con su cabello sujetado fuera sus hombros y una cartera en su mano. Ella miró a Santana, esperanzada. –Ven con Marley y conmigo esta noche. Hará justicia con tu estado de ánimo.
Sonriéndole a Quinn, Santana pensó en el nuevo amor de su amiga, Marley Rose, una graduada de veinticuatro años de edad de la Universidad de Columbia. Después de no haber sido respetada por varios hombres de su pasado, Quinn les juró salirse por el momento y decidir que las mujeres podrían adecuarse mejor a ella.
Suspirando, Santana se pasó una mano por su cabello. –Realmente sólo quiero descansar toda la noche. –Cogió la botella de vino tinto y sonrió–. Tengo la intención de acabar con esto, también.
Quinn le dio un beso en la parte superior de su cabeza. –Está bien, pero si por alguna razón cambias de opinión, simplemente llama a mi celular.
Santana asintió, y Quinn salió por la puerta.
Echando un vistazo al reloj, Santana observó que era las diez y cuarto. Sabiendo que Rachel ya debería haber estado allí, se preguntó si otra reunión nocturna la había retrasado. Sus pensamientos no se perdieron demasiado cuando su teléfono sonó una media hora más tarde. Era Rachel para anunciar que estaba celebrando una nueva cuenta en un club en el Soho. Ella le insistió en que se encontraran allí.
Santana trató de argumentar que estaba agotada y que ya se había instalado por la noche, pero no quiso ceder, su descontento viajó a través del teléfono. Dejando escapar un suspiro, Santana sucumbió a su demanda, se arrastró a su habitación y se preparó para salir por la noche a pesar de su estado emocional y físico.

*****

No podía ser ella, Brittany pensó para sí misma, ajustando sus ojos a través de la poca luz del club. Se frotó la palma de la mano por su rostro, mirando en su dirección. Lo era sin embargo. Molly –la camarera que nunca la llamó. Molly –la camarera que tiraba de todos los sentidos, de cada fibra y de cada instinto femenino en su cuerpo. Molly –la camarera que parecía más deslumbrante ahora de lo que podría haber imaginado. Brittany la observó mientras se movía a través del club, haciendo su camino a través del sin fin de cuerpos presionados unos contra otros.
Sus ojos se deleitaron sobre su cabello negro largo que se derramaba sobre sus hombros en un ajustado vestido negro que caía justo por encima de sus rodillas. La cantidad perfecta de escote y cuello hizo un agujero en su mente, despertando el impulso primario e innegable que tenía para reclamarla. Sus ojos devoraban sus piernas –lisas, largas y bien formadas– que se apoyaban en unos tacones negros. Pasándose las manos por su cabello, Brittany no pudo evitar sentir que su corazón se aceleraba mientras ella se acercaba. Ella fue para avanzar hacia ella, hablar con ella, respirar su aroma, pero una modesta tos de Rachel a regañadientes rompió su mirada en ella.
–Veo lo que miras, Pierce, pero ella es mía, –comentó Rachel, con una sonrisa criminal, torciendo sus labios.
La boca de Brittany se abrió como si fuera a hablar, pero nada salió. Sus ojos azules giraron a la hermosa mujer que había invadido su mundo hace unos días y luego regresaron de nuevo a Rachel.
–Espera, ella es... ¿Santana? –preguntó Brittany, una confusión palpable se hizo cargo de su rostro.
–Sí, mujer. Te dije que era jodidamente hermosa. –Rachel le indicó a Santana que se diera prisa, porque parecía estar congelada y arraigada en un lugar a unos metros de distancia.
Brittany tomó un largo trago de su cerveza, se le había formado un bulto en su garganta mientras se inclinaba contra la barra. Sin poder apartar la mirada, mantuvo el contacto visual con la mujer que su amiga acababa de proclamar suya.
Mordiendo su labio, Santana trató de mantener su pánico a raya cuando vio a la Sra. Alta, Oscura y Jodidamente guapa con Rachel. El aire parecía volverse más denso. Su balance se torcía con cada paso que daba. De ninguna manera podían conocerse. Se trataba de Manhattan por el amor de Cristo, Santana pensó para sí misma.
Cada latido de su corazón latiendo más fuerte cuanto más se acercaba. Una sonrisa curiosa, todavía juvenil, curvó los labios de Brittany. Sus penetrantes ojos azules eran intensos, imperturbables en su dirección. La mirada de Santana fue hasta su pecho, sus redondos pechos eran visibles en su escote. Si fuera posible, se veía aún más hermosa, relajada en su ropa casual con unos vaqueros color negro y una camisa con escote blanca. Sus ojos parecían adentrarse en ella y sofocar cada pedacito de oxígeno de sus pulmones. Tomando un largo suspiro y con sudor perlando su frente, Santana se acercó a las dos mujeres, tratando de centrarse exclusivamente en Rachel. Rachel la atrajo por la cintura a su cuerpo y colocó un exagerado beso en sus labios.
Después pedir una bebida, Rachel la movió frente a ella, colocando su espalda contra su pecho. Tenía una vista central de la extraña cuando Rachel finalmente habló. –Brittany, esta es mi novia, Santana Lopez. Santana, Brittany Pierce.
Sin poder apartar sus ojos de los de ella, Brittany se inclinó tímidamente, llevando su mano a sus labios. Besando suavemente, vaciló, casi absorbiendo el calor que emanaba de su piel. De mala gana, finalmente la soltó. –Definitivamente todo el placer es mío, Santana.
Interiormente maravillada por la forma que los labio de Brittany se sintieron contra sus nudillos, Santana asintió brevemente y sonrió. –Es un placer conocerte al fin.
–Ella es hermosa, ¿no es así? –Preguntó Rachel, mirando por encima a Brittany.
Desviando la mirada hacia el suelo, Santana se sonrojó, avergonzada por el comentario. Sin embargo, sonrió, tratando de recuperar la compostura de la conmoción que cursaba su camino a través de su cuerpo.
La mirada de Brittany bajó a su boca, esos labios rojos como rubíes fascinaba cada maldito centímetro de su cuerpo. Movió los ojos hacia los de ella, que eran marrones. Hermosa, pensó para sí misma.
Llevando su labio inferior con rudeza a través de sus dientes, Brittany dejó que sus palabras flotaran. –Eres una mujer muy afortunada, Rachel.
Rachel asintió, tomando lo último de su whisky en las rocas. –Ven a bailar conmigo, cariño. –Atrapó a Santana por las caderas y la arrastró a la pista de baile.
Sabiendo que no debería, Santana se arriesgó a mirar de regreso a Brittany mientras se alejaban.
Brittany trató de mantener la calma cuando ella observó por encima de su hombro para mirarla. Observó la forma en que Rachel la abrazaba y la irrefutable forma amorosa con la que ella respondía. Observó la forma en que miró los ojos de Rachel, dándole toda su atención. Pidiendo otra cerveza, Brittany luchó contra la necesidad de caminar hacia la pista, tocar a su amiga, y tirar de ella a sus brazos. Como si su mente no pudiera registrar a nadie en el club, Brittany alejó un sinnúmero de mujeres que se le acercaban. Sabía que estaba en un territorio desconocido y que sus pensamientos eran irracionales, considerando que Rachel era una amiga cercana, pero sentía como si Santana tuviera un enfermo control sobre ella. Estas nuevas y desconocidas oleadas de emociones lo tenían en desacuerdo con su cuerpo y mente.
Y a Brittany no le gustaba ni un poco.
Con el tiempo, Rachel se acercó a Brittany cuando Santana desapareció en el baño.
Se apoyó en la barra, con una reverente sonrisa en su rostro. –¿Deseando que estuvieras en mi lugar, amiga?
Brittany no pudo evitar sentir una punzada de celos, pero esto no era algo que iba a confesar. –Sólo me pregunto cómo la conseguiste.
No era una pregunta, sino una afirmación por parte de Brittany. Rachel generalmente andaba con una multitud de mujeres que eran mucho más salvajes de lo que Santana parecía ser.
Rachel echó la cabeza hacia atrás y se rió mientras pedía un trago de tequila. –Pareces pensar que eres la única diosa en esta ciudad.
–No soy una diosa, Rachel, y tu sin duda tampoco, –comentó Brittany, apoyando su brazo en el borde de cuero laminado de la barra–. Pero lo que sé es que necesitas cuidar de una mujer así.
Rachel comenzó a flexionar sus caderas hacia atrás y hacia adelante. –Oh, me estoy ocupando de ello. Ella no tiene ninguna queja en ese departamento.
–No quise decirlo así, –Brittany la regañó, tratando de liberar el pensamiento de su mente. Entonces suavizó su voz a un tono más calmado–. Sé buena con ella, en serio. 
Ladeando la cabeza hacia un lado, Rachel frunció el ceño. –¿Desde cuándo estás tan preocupada de cómo trato a una mujer la Sra. falta de compromiso? Follas a todo lo que se lanza hacia ti, y tienen suerte si consiguen una llamada al día siguiente.
–No estamos hablando de mí, –dijo Brittany, llevando una botella de cerveza a su boca–. Como he dicho, cuida de ella.
–Brittany Pierce está tratando de enseñarme cómo tratar a una mujer. Esto es gracioso. –Ella tragó su bebida y estrelló la copa en el bar–. Me voy a casar con ésta. Ya lo verás. Sólo para torturarte, vas a estar en la fiesta de bodas. –Rachel sacudió la cabeza y se echó a reír, pero se recuperó con rapidez mientras su expresión se tensaba–. Como he dicho antes, es mía. Tú obtienes suficiente donde quiera que vayas.
Antes de que Brittany pudiera responder, Santana se acercó a ellas.
Rachel le dio una cerveza, y ella sonrió. –Gracias. Entonces, ¿De qué estaban hablando, chicas?
Brittany pensó que jugaría un pequeño juego, teniendo en cuenta que ella sabía que Rachel estaba burlándose de ella. Sus ojos se concentraron en la curva exacta de la mandíbula de Santana antes de bloquear sus ojos en los de ella. –Sólo me preguntaba cómo mi amiga acabó con una mujer tan hermosa. Ella está, obviamente, fuera de tu alcance.
Santana podía sentir la forma que Brittany la miraba. Sus ojos parecían hundirse en ella, haciéndola querer desnudar cada emoción y cada secreto. Qué talento peligroso para que los ojos de una mujer posean, pensó para ella misma.
Fue a hablar, pero la voz de Rachel rompió el nivel ensordecedor de la música .
–Vete a la mierda tú y tu comentario. ¿Fuera de mi alcance?
Brittany rió con picardía cuando casualmente se dejó caer en un taburete de la barra. –Sí, muy fuera de tu alcance.
Una sonrisa curvó los labios de Rachel. –Lo que te haga dormir mejor esta noche, mujer, pero ella es la que saldrá conmigo. –Rachel miró un mensaje de texto entrante y luego se volvió hacia Santana donde estaba mortificada interiormente por la conversación que tenía lugar–. Trevor está en camino, nena. Tengo que ir al baño, pero no dejes que esta payasa te engañe mientras estoy fuera. Es una jugadora. 
Le dio un casto beso en la mejilla y se alejó.
Brittany observaba a Santana con atención, el silencio se extendió entre ellas mientras bebía su cerveza. Ella sintió sus ojos en ella, dándole pequeñas miradas nerviosas que tiraban del último instinto racional que le quedaba. Cada vez que su mirada se encontraba con la suya, quería hundirse y vivir en esa mirada para siempre. Se preguntó si ella sintió la conexión que había pasado entre ellas cuando ella la besó en la mano.
Tomó un largo trago de su cerveza, tratando de aliviar la sequedad de su boca. –Por lo tanto, Molly, ¿estás disfrutando de Nueva York?
Sabiendo que eso vendría, Santana dejó escapar una carcajada. –Sí, lo estoy en realidad, chica acosadora. Gracias por preguntar.
–Realmente no soy una acosadora o una jugadora, honestamente, –dijo, riendo ante el apodo que le dio.
–Lo de acosadora puede ser cuestionable, –ella se rió y también lo hizo Brittany–. Sin embargo, tengo que ser honesta, he oído por otro lado de que eres una jugadora.
Santana se mordió el labio, dándose cuenta de lo horriblemente ofensivo que esas últimas palabras debieron sonar. Aun así, ahora sabiendo quién era, era la verdad. Quinn le contó historias de la amiga rica de Rachel, Brittany, siendo una jugadora. También le advirtió a Santana que una vez que la conociera, necesitaría todo de ella para no arrancarse su camisa y ver los botones esparcirse en el suelo, junto con toda inhibición sexual siguiendo detrás de ellas.
Sip, completamente follable.
Moviéndose en su asiento, Brittany sonrió. –¿Y de quién escuchaste eso?
–Quinn Fabray.
–Mmm, no debes conocerla muy bien entonces, –respondió, señalándole al camarero que le llevé otra ronda.
–Vamos a ver. Ella fue mi compañera de cuarto en la universidad y vivo con ella. –Sonrió–. La considero una fuente bastante fiable, pero bueno, cada uno con lo suyo.
–Yo y mi horrible memoria. Perdóname. Así es, eso es. Eres Santana, no Molly, – se rió, pasándose una mano por su cabello–. Por supuesto que conoces a Quinn.
Ella sonrió. –Sí, mi verdadero nombre es Santana. Ya lo hemos establecido, pero ¿cómo es que tengo la sensación de que nunca podrás dejarme vivir sin olvidarlo?
Una deliciosa sonrisa se deslizó por sus labios. –Ah–ha, puedo o no puedo. Pero eso es para que yo lo sepa, y para que tú lo averigües. –Las dos se rieron, parecían relajarse un poco alrededor de la otra–. Entonces, ¿qué más te dijo Quinn sobre mí?
–Ah–ha, eso es para que yo lo sepa y tú lo averigües.
Divertida por su respuesta perspicaz, Brittany bajó la cabeza y se rió. Sus rasgos se suavizaron mientras la miraba fijamente a los ojos. –Pero, en mi defensa, todo el concepto de jugadora es erróneo. No he encontrado la mujer adecuada.
–Bueno, parece que hay una gran cantidad de mujeres que tratan de conseguir tu atención en este momento. –Con un gesto de su mano, Santana señaló hacia un grupo de mujeres al final de la barra que estaban, notablemente, echando un vistazo en su dirección–. Bastante decentes para elegir si me preguntas.
A pesar de que lo intentó, no pudo alejar sus ojos de ella. Miró a Santana, con ganas de hacerle saber –otra vez– que la única mujer a la que quería ya estaba con su amiga.
–Desafortunadamente, la mayoría de ellas sólo están interesadas en una cosa. –La confusión frunció su ceño. –¿No es eso lo que todas las mujeres quieren de todos modos?
–No del todo, pero me gusta tu forma de pensar, –se rió, estudiando la forma en que ella con nerviosismo colocaba su cabello detrás de la oreja.
A ella le gustaba más de lo que debería–. No, en serio, no quiero ser como un culo engreído, pero hay una línea muy fina entre mi dinero y yo.
Su observación golpeó un extraño clave en Santana. Ella sabía que tenía dinero, toda la maldita ciudad lo hacía. Sin embargo, asumir que las mujeres estaban estrictamente con ella por su dinero era obviamente algún tipo de inseguridad que tenía.
–Oh, así que en tus ojos, todas las mujeres con las que saliste son buscadoras de oro? –Comentó ella, llevando la botella a su boca mientras se inclinaba casualmente en su asiento.
Brittany se esforzó para fijar sus ojos en los de ella en vez de sus labios. –No, no es eso en absoluto. Eso salió de la manera equivocada, me disculpo. –Puso su bebida vacía sobre la barra–. Es difícil decir quién es real y quién no lo es. Yo quiero una mujer que me quiera con o sin mi dinero. –Esbozó una sonrisa tímida–. Y, por alguna razón, parece que atraigo al tipo toda–belleza–y–sin–cerebro, también.
–Oh. –Santana se movió en su asiento, avergonzada por su suposición. Trató de desviar su declaración anterior–. Suena como si estuvieras arrastrándote por el lugar equivocado, amiga.
El camarero llegó con sus bebidas.
Brittany rió, disfrutando inmensamente de su honestidad. –Al parecer, lo hago. –Una sonrisa contagiosa corrió a través de su boca–. ¿Dónde dijiste que pasas el rato en estos días que no sea en Bella Lucina?
–En el apartamento de Rachel, pero gracias por intentarlo de nuevo, –dijo riendo.
Ella vertió la cerveza a sus labios, se permitió sostenerle la mirada un poco más esta vez–. ¿Tal vez deberías buscar mujeres en la biblioteca? Eso sería tomar cuidado con el problema sin–cerebro que pareces atraer.
–Eres una chica muy divertida, Santana, –comentó, girando su cuerpo para hacerle frente a ella–. Estoy empezando a lamentar que Rachel consiguiera poner sus manos sobre ti en primer lugar.
El corazón de Santana derrapó sobre su pecho por su declaración. Antes de que pudiera responder, sintió una mano cálida en el hombro y supuso que era Rachel.
Se volvió y encontró a Trevor mostrándole su sonrisa ganadora y su espeso cabello rubio cayendo sobre la frente. –Estoy aquí. ¡Que empiece la fiesta! –Silbó, golpeando su mano en el hombro de Brittany. Luego le dio a Santana un abrazo y avanzó su camino en medio de ellas para pedir una copa–. ¡Va a ser una noche de juerga!
Santana sonrió, feliz de ver a Trevor. Había crecido cerca de el en los últimos meses. Además del hecho de que el era el hermano de Olivia, era un hombre versátil y bueno. Incluso antes de mudarse a Nueva York, él la llamaba para asegurarse de que estuviera bien.
Trevor miró alrededor del club desde atrás de sus gafas. –¿Dónde está Rachel? –preguntó, aceptando su trago del camarero.
–Creo que cayó, –Brittany sonrió, haciendo un gesto hacia los baños.
–Sé que dejó la oficina mucho antes que yo, pero eso suena como algo que iba a hacer, sobre todo si está bastante borracha, –Trevor se rió. Luego se volvió hacia Brittany–. Entonces, ¿Cómo has estado? Se siente como que no te he visto en mucho tiempo.
–Bien. Tuve que viajar un poco por el trabajo, pero me relajaré para el verano.
–Tendrás la fiesta del cuatro de julio en tu casa en los Hampton, ¿no?
–Absolutamente, –respondió Brittany–. En realidad estoy yendo allí esta semana para abrir el lugar.
Trevor se volvió hacia Santana que no estaba prestando atención a la conversación. Sus sonrientes ojos marrones estaban muy abiertos por la excitación.
–Yoo-hoo, Santana, ¿Estás bien?
Ella se quedó perpleja mientras examinaba el club, sabiendo que Rachel había estado fuera por un tiempo. –¿Ir a dónde? –Su voz se apagó mientras miraba lejos de Trevor.
–La fiesta de Brittany en los Hampton el Cuatro de Julio. Rachel te ha hablado de ella, ¿verdad?
Ella se encogió de hombros, llevando su atención de nuevo a Trevor. –Ella no lo ha mencionado todavía, pero suena divertido. Estoy segura de que vamos a estar allí.
La voz de Rachel rompió a través de la conversación. –¿Ir adónde? –Preguntó, inclinándose para besar el cuello de Santana–.Espero que estos chicos no estuvieran tratando de hacerte proposiciones indecentes mientras yo no estaba.
Girando su cuerpo para hacerle frente al suyo, Santana sonrió. –No te preocupes, estaban entreteniéndome. Te tomaste un tiempo. ¿Estás bien?
–Tuve que hacer una llamada telefónica.
Una maliciosa sonrisa tiró de los labios de Brittany. –Pensamos que caíste, y estábamos, de hecho, por montar un equipo de búsqueda. Pero no te creas importante, a pesar de todo, no íbamos a buscar muy duro.
–Wow, ustedes dos son brutales entre sí, –Rio Santana.
Trevor bebió un trago de cerveza. –No has visto nada todavía, San. Sólo están entrando en calor.
Rachel sacudió la cabeza y miró a Brittany. –Una vez sabelotodo, siempre una sabelotodo, Pierce. Nunca falla.
Brittany bajó la cabeza y se rió. Tomó un largo trago de su cerveza, cambió su mirada a Santana y luego a regañadientes observó a Rachel. –Entonces, ¿cómo es eso? ¿Ustedes dos vendrán a la fiesta?
–Me había olvidado totalmente de eso, –respondió Rachel–. Pero, por supuesto, vamos a estar ahí.
Trevor ladeó la cabeza hacia un lado. –¿Cómo se te olvidó? Amiga, has estado viniendo desde hace un par de años.
Rachel empujó a Santana cerca de ella, anclando su cuerpo frente a ella. Envolvió sus brazos alrededor de sus hombros. –He estado distraída por mi dama aquí. Me parece que no puedo pensar en otra cosa.
Santana sonrió y notó una muy hermosa rubia acercarse a Brittany. Ella deslizó su brazo alrededor de su cintura y le plantó un beso en la comisura de la boca. –Pensé que era usted, señora Pierce, –dijo ella, pidiendo una copa y dejándole saber al
camarero que lo pusiera en su cuenta–. ¿Dónde has estado ocultándote últimamente? –Arrastrando las palabras mientras se aferraba con fuerza a Brittany, trató de mantener el equilibrio.
–Obviamente no lo suficientemente lejos, –Trevor murmuró por lo bajo. La mujer no escuchó su comentario, pero no tenía por qué. Su expresión decía todo.
Los ojos de Rachel se estrecharon en la rubia.
Brittany sabía quién era ella y trató de estar calmada. Su sonrisa se relajó mientras deslizó su brazo alrededor de su cintura, tratando de mantener su equilibrio. –He estado de viaje de negocios. ¿Cómo has estado?
–Oh, lo he estado haciendo muy bien. Gracias por preguntar, –respondió ella, cambiando su peso más cerca de Brittany–. ¿A quién tenemos aquí? –Le preguntó, mirando en dirección a Santana–. No creo que nos hayamos visto antes. Eres muy linda. ¿Eres una de las nuevas compañeras de juego de Brittany?
La boca de Santana se abrió, pero no dijo nada, no quería insultar gravemente a la mujer. Ella pensó que el comentario era ridículo, teniendo en cuenta que Rachel tenía sus brazos a su alrededor.
Brittany sonrió, mirando en dirección de Santana. –No, ella es la novia de Rachel. Estoy intentando mi mejor esfuerzo para hacer una jugada con una chica llamada Molly, pero, por desgracia, ya está tomada.
Santana con nerviosismo se mordió el labio y alejó la mirada.
La agradable expresión dejó el rostro de la mujer mientras le disparaba a Rachel una mirada dura. –¿En serio? No sabía que estabas saliendo con alguien, Rachel.
Brittany se levantó y cogió a la rubia del brazo. –Vamos, dulce. Tenemos mucho para ponernos al día. Toma un paseo conmigo. –Empezó a llevarla fuera del club y Santana observó la forma en que la mujer le devolvía la mirada mientras trataba de soltarse del agarre de Brittany.
–¿Qué diablos fue eso? –Preguntó Santana, volviéndose hacia Rachel.
–Nadie, –respondió, dándole a Santana una sonrisa con los ojos abiertos. Se pasó una mano por el cabello–. Sólo una chica con la que ella fue a la universidad.
–¿Una de sus ex novias? –Santana investigó.
Trevor miró a Rachel, pero no dijo una palabra. –Sí, sólo una chica con la que ella solía follar. –Rachel respondió después de pedir unos cuantos tragos.
–Vamos, vamos a emborracharnos, nena.
Brittany se abrió paso entre la multitud de cuerpos sudorosos. Llevando a la mujer fuera del club, la acorraló contra la pared, y apoyó una mano sobre ella.
Mirándola, su expresión se tensó. –¿Qué estás haciendo, Mónica?
Ella levantó la barbilla en desafío y sus ojos color avellana estaban vidriosos. – ¿Qué quieres decir, Brittany? –Arrastró sus manos por su cabello–. ¿Ella cree que me puede follar así y luego alejarse y empezar a follar a alguien tan rápido?
Dejando escapar un suspiro, un músculo se tensó en su mandíbula. –Tú y Rachel fueron exactamente eso y nada más. Compañeras de sexo, Mónica. Supéralo.
Su mirada se estrechó en ella. –No, Brittany. Si eso es lo que hubiese estado buscando, entonces hubiese follado contigo, –le contestó con voz ronca, arrastrando un dedo sobre su pecho–. ¿Quieres llevarme a casa esta noche? Podría
añadir otra muesca en el cabezal de tu cama.
–Ni por casualidad y lo sabes, –rápidamente advirtió agarrándola por la muñeca–. Las dos han terminado hace tiempo. Ahora detén la mierda.
–¡Qué broma! ¡Nunca terminamos! –Le espetó–. Estaba jodiendo con ella arriba.
Bajando su cabeza, Brittany la obligó a mirarla a los ojos. –Arriba, ¿eh?
–Sí, tal vez debería decirle a la santurrona de dos zapatos con la que ella está aquí, –contestó ella, tratando de abrirse paso por delante de ella.
–Ni siquiera lo pienses, Mónica, –gruñó–. Así que ayúdame si me entero de que estas a menos de cinco pies de ella.
Ampliando sus ojos, su voz se alzó mientras una curiosa sonrisa se extendía por su boca. –¿Qué? ¿Tienes algo por ella? –Hizo una pausa por un momento y continuó cuando ella no respondió–. Lo tienes, ¿no es así? Qué amiga eres, Brittany Pierce, –se rió, arrastrando las manos por su cabello otra vez–. Todos ustedes –cada uno de ustedes en su pequeño grupo de ricas– ¡son una bola de pendejas de mierda! ¡Lamento que nuestros padres sean amigos!
Apretando los dientes Brittany la miró por un segundo. Luego le indicó al bravucón de la puerta. –Aquí hay cien dólares. Llama un taxi para ella y sácala de aquí ahora.
–No hay problema, señora Pierce. –Cogió el dinero y a Mónica. Ella luchó contra el fornido hombre, provocando aun mas un espectáculo mientras le gritaba a Brittany con cada nombre registrado.
Finalmente, entró a un taxi de Nueva York y fue enviada a casa.
Dejando escapar un suspiro cargado, Brittany se volvió y se dirigió al club.
Tendría que hacer algún control de daños en la mañana, considerando que Mónica Lemay era realmente la hija de uno de los mejores amigos de su padre. Haciendo su camino de regreso al bar, Brittany se preguntó qué tan cierto era su afirmación.
No le extrañaría eso de Rachel. Rachel era conocida por ello, Dios sabía que lo era. Por otro lado, no descartó que Mónica mintiera para tratar de hacer su camino de regreso a Rachel. Esta no sería la primera vez que haría un movimiento desesperado por volver con ella.
Rachel vio a Brittany mientras se acercaba. Girándose a Santana, le hizo saber que estaría de vuelta. Caminó hacia Brittany y lanzó su brazo alrededor de su cuello. – ¿Todo bajo control?
Cruzando sus brazos, Brittany dio un paso atrás. –Sí, ella se ha ido. ¿Qué carajo estás haciendo? ¿Sigues metiéndote con ella?
Rachel se encogió de hombros con indiferencia. –Lo estaba, pero he terminado con ella. Seguía llamando y acosándome. Ya sabes cómo se pone.
Rachel fue a alejarse, pero Brittany la agarró del brazo. –En serio, tienes una mujer muy buena ahora. ¿Qué carajo te pasa?
Riendo, Rachel sacó su brazo. –Ya estás otra vez preocupada por lo que estoy haciendo. Sólo preocúpate de ti misma. Ya te dije que he terminado con la perra.
Lanzó su trago por su garganta–. Vamos, no quiero perder más de mi noche con ella. –Ella comenzó a alejarse y luego se volvió–. Oh, le dije a Santana que solías follar con ella.
Antes que Brittany pudiera decir una palabra Rachel se volvió a Santana con una sonrisa curvándole los labios y la besó. Brittany vio como su amiga interpretaba sin inconvenientes el Jekyll y Hyde que había llegado a conocer a través de los años.
Brittany no pudo dejar de notar la manera en que Santana la miraba mientras ella se sentaba en su asiento.
–Realmente sabes cómo escogerlas, Brittany, –Santana se echó a reír, inclinando la cerveza a su boca–. La biblioteca, no te olvides de la biblioteca.
Brittany terminó su cerveza antes de establecer una gélida mirada en Rachel.
Luego sus ojos se posaron en Santana mientras se frotaba la barbilla distraídamente. – Sí, he tenido mi parte con las mujeres problemáticas, supongo, –dijo, haciéndole un gesto hacia el camarero para que le trajera otra–.Definitivamente voy a empezar con la biblioteca como has sugerido, Santana.
Por las próximas horas, Rachel se emborrachó hasta el sin sentido. La cantidad de cervezas y tragos de tequila la habían acabado. Al final de la noche, tanto Trevor como Brittany tuvieron que ayudarla a subir al SUV de Trevor. Después de haber perdido la paciencia en ese momento, Brittany la arrojó en el asiento trasero y cerró la puerta detrás de ella. Trevor estrechó la mano de Brittany y se metió en el vehículo.
Santana estaba en el estacionamiento, sintiéndose avergonzada por la borrachera de Rachel. –Lo siento por esto. Se pone un poco de las manos cuando celebra una nueva cuenta.
Brittany se apoyó en el vehículo, con los ojos deteniéndose en sus labios. –No hay necesidad de que te disculpes por ella, –comentó en voz baja, sus ojos se movieron para encontrarse con los suyos–. La conozco lo suficiente como para saber cómo se pone.
Tomando una respiración profunda, Santana extendió su mano. Tratando de parecer relajada, su voz sonó poco natural y temblorosa. –Bueno, fue bueno conocerte oficialmente, Brittany. Supongo que nos veremos.
Cerrando el espacio entre ellos, ella le tomó la mano. Se sintió momentáneamente congelada mientras la miraba fijamente a sus ojos marrones. Ella simplemente le estrechó la mano y le dio una sonrisa. –Fue agradable finalmente haberte conocido, también, Santana. Nos vemos en la fiesta del Cuatro de Julio.
Deslizándose en el asiento delantero, asintió con la cabeza y sonrió en su dirección. –Cuatro de Julio.
De pie en la playa de estacionamiento, Brittany los vio desaparecer en el pesado tráfico de Manhattan, mientras el impacto de la noche por descubrir quién realmente era Santana se apoderaba de ella.
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Mensaje por _Claudia_100%fanGLEE_Bol Miér Mar 12, 2014 9:02 pm

wowww [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 304001509  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 304001509  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 304001509 ..........simplemente puedo decir sobre el fic:  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 4061796348  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 4061796348  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 4061796348 SORPRENDENTE.......me encanta que hayas decidido adaptar esta saga que en lo particular me [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 918367557  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 918367557  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 918367557  fascina la idea que la hayas adaptado a Brittana

Saludos, hasta la próxima actualización [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 304001509 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 304001509 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 304001509 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 210293833 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 210293833 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 210293833 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 3750214905 [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 3750214905 
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Mensaje por 3:) Miér Mar 12, 2014 11:08 pm

hola,....

me encanto,....
hoooo al fin el curse de britt, rachel y sobre todo san!!!
a ver como reaccionan todo al respecto a la conquista de britt por san!!!
y que ara san al respecto por la "curiosidad" que siente por britt!!!

nos vemos!!!
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Mensaje por KateBrittana Jue Mar 13, 2014 7:12 pm

Que maldita Rachel pegandoselas a la pobre de San y britt que no le dice nada, ME ENOJAAAAAA!!!!!!!

A pesar de eso me ha encantado el capitulo, como siempre  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2414267551   [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2414267551 espero el proximo capitulo :*
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Mensaje por Sophia27 Lun Mar 17, 2014 6:00 pm

Capítulo 4
Detalles Inesperados

-Sra. Pierce, la Junta está satisfecha con las ganancias de este trimestre. También estamos anticipando un mayor crecimiento para el próximo trimestre de Industrias Pierce, considerando la nueva cuenta de Armstrong que ha adquirido.
Brittany acarició rítmicamente con sus dedos la elegante mesa de caoba. –Es una noticia maravillosa, Barry. ¿Hemos oído algo en la cuenta Kinsman?
Diez pares de ojos se volvieron hacia el hombre mientras ella nerviosamente revolvía algunos archivos.
Otro ejecutivo intervino demasiado entusiasmado antes de que pudiera responder. –Sí, señora Pierce. Han aceptado la oferta y deben estar preparados para avanzar a finales de julio, señora. –El hombre se aclaró la garganta–. Le di toda la documentación necesaria a su hermano.
Brittany se levantó de su silla, dio un guiño satisfactorio y terminó la reunión.
Mientras el último de los miembros de la Junta salía, Brittany caminó hacia la ventana que iba desde el suelo hasta el techo de su oficina. Mirando hacia las calles de Manhattan, observó las caóticas vidas de otros retumbar debajo de ella. A la edad de veintiocho años, sabía que tenía el mundo por las bolas. Industrias Pierce era una de las más grandes agencias de publicidad de Nueva York. Sin embargo, le faltaba la necesidad más vital –amor. Interiormente lo sabía, infiernos, lo sabía mejor como conocer sus propios rasgos faciales. A pesar de que jugó el juego de las citas después de que una relación a largo plazo terminara, pocas –o ninguna de las concursantes– evocaron sentimientos dentro de ella.
Encontrar a alguien que realmente la quisiera por lo que ella era se había convertido en... algo interesante desde el rompimiento.
Observando las diminutas figuras escabullirse por las aceras, encontró sus pensamientos regresando a Santana. Hacía menos de veinticuatro horas desde que fue golpeado por el hecho de a quién realmente pertenecía. Brittany estaba furiosa por el hecho de que Rachel la utilizara como un peón con Mónica. Sin embargo, a pesar de que tenía una atracción con Santana, Brittany sabía que tenía que cubrirla por su amistad.
Aun así, sus emociones iban y venían entre la mentira a la que se vio obligada a contar y el aumento de deseo por ella serpenteando su camino a través de su mente. Claro, algunas de esas emociones eran una atracción sexual. Santana era más allá de hermosa y ella no podía negar ese hecho. Sin embargo, eso no era lo que alimentaba su deseo por ella. No podía definir con exactitud lo que era, pero sabía que era diferente a cualquier otra atracción que había sentido. Sentía una conexión con ella –un profundo tirón en sus entrañas porque se suponía que ella debía estar con ella.
Su atracción irresistible, colisionando, su química –por decir lo menos– era explosiva. Lo sintió la primera vez que la vio, la atractiva energía que irradiaba de sus ojos mientras la miraba. De pie entre el imperio que había construido mientras que el sol proyectaba sus rayos contra los gigantes de acero de las calles, luchó con la imperiosa necesidad de ofrecerle otra visita inesperada. Sacudiendo la cabeza ante la loca idea, Brittany se movió a través de su oficina. Se sentó al escritorio, fue a través de algunos informes trimestrales y trató de librar de su mente a la mujer que nunca podría ser suya.
Fue entonces cuando el hermano mayor de Brittany, Colton, entró en la oficina.
Cruzando sus brazos con enfado, Brittany vio a su hermano con una mirada de disgusto en su rostro. –¿Dónde estabas? ¿No has recibido el mensaje que le dejé a Natalie sobre la reunión?
Colton le dio a Brittany una sonrisa irónica. –Debo decir que juegas el papel muy bien, mujercita, –respondió de manera uniforme, caminando a través de la oficina mientras una risa ahogada salía de sus labios.
–Deja de ser un sabelotodo. En serio, ¿qué carajo pasó?
–Jesús, Brittany, fui abordado en frente de casa por Melanie y los niños. Theresa y Timothy tenían un musical de preescolar.
–¿Por qué no me lo dijiste? –Ella frunció el ceño, moviéndose en su silla de cuero negro. Tenía una debilidad por su sobrina y sobrino–. Yo habría ido a verlo.
Colton agitó una mano desdeñosa, sus ojos verdes brillaban. –No te preocupes por eso. Lo hicieron muy bien sin la tía Brittany. –Él se rió y le dio unas palmaditas en el hombro a Brittany–. Y estoy seguro de que lo hiciste muy bien sin mí durante la reunión.
Brittany resopló y murmuró, –Son unos malditos tiburones si los números no son atractivos para ellos.
–Ése es el negocio. –Colton se encogió de hombros y se sentó en el sofá de cuero negro–. Tenemos personas que invierten en nuestra empresa y tenemos que producir los ingresos que están buscando a cambio.
Levantándose de su asiento, Brittany ignoró con efectividad las palabras de su hermano y se dirigió de nuevo hacia la ventana.
–¿Así que alguna vez vas a conseguir una noche con Alicia? –Colton preguntó.
Sin volverse, Brittany se cruzó de brazos y dejó escapar una risita. –No puedo negar que no admiro la forma en que eres capaz, aparentemente, de cambiar de un tema a otro, Colton.
–Hay un verdadero cumplido en algún lugar en esa declaración. Pero en serio, Melanie me ha estado molestando sobre conectarlos a ustedes dos por un tiempo. Ven con nosotros una noche y decide si ella sería alguien que te interese.
–Veo que ustedes dos están otra vez en la misión de encontrarle-a-Brittany-una-relación-segura.
–Misión, no del todo. Pero creo que es hora de que la olvides.
Volteando su cabeza en dirección de Colton, los ojos de Brittany se iluminaron con cruda diversión. –¿Crees que no la olvidé realmente? –casi se rió–. Han pasado dos años.
–Bueno, sin duda ha causado que te detengas en formar otras relaciones, a largo plazo, eso es. –Colton se levantó del sofá–. No todas son iguales. Ella sólo estaba allí por todas las razones equivocadas.
La mandíbula de Brittany se tensó casi imperceptiblemente. –Realmente no tengo ningún deseo de hablar de esto, –dijo, su voz contenía una advertencia.
–Me parece justo. ¿Vas a venir a cenar esta noche en casa de mamá y papá?
Encogiéndose dentro de su chaqueta, con un esencial indicio de una sonrisa jugando en sus labios. –Sí, voy a estar allí, con la excepción de que tú y mi maravillosa cuñada no estén ocultando una cita secreta para mí debajo de la mesa.
Colton buscó sus llaves en su bolsillo, le dio una sonrisa pícara y salió de la oficina. Para el momento que Brittany se fue, había un embotellamiento en Manhattan. Suspirando, se pasó una mano sobre su rostro mientras agarraba el volante de su BMW negro. Esperando que un grupo de peatones cruzara la calle, se dio cuenta que estaba en la esquina al lado del restaurante donde trabajaba Santana.
La sangre abandonó su rostro a la vista de ella abriendo la puerta para salir.
Pellizcándose el puente de la nariz, contempló estacionar para saludarla pero tan pronto como la idea entró en su mente, una bocina cortó a través de sus pensamientos. Enseñándole el dedo del medio al conductor impaciente, Brittany puso primera marcha y condujo su camino a través del tráfico. Desvió la mirada hacia el espejo retrovisor, tratando de atrapar un último vistazo de ella. Fue entonces cuando la inverosímil historia de su padre sobre el amor a primera vista, se estrelló contra su mente.
–Ella está ahí afuera, hija y cuando la encuentres, lo sabrás en el segundo que la veas. Ella va a tirar de cada instinto tuyo. Sin ningún tipo de relación con el orden natural de las cosas, ella sólo va a... Aparecer.
–Esto es con totalidad jodidamente gracioso, –dijo riendo, dando golpecitos con el dedo sobre el volante–. Debo de estar loca pensando en esta chica.
Con tantas emociones en conflicto, por la próxima hora, Brittany pensó en sus creencias con cuidado. Mientras el horizonte de Manhattan desaparecía de la vista y los extensos árboles del norte lo reemplazaba, se juró a sí misma que iba a tratar de sacar a Santana de su mente, aunque no estaba muy segura de si eso fuera posible.

*****

Aplicando lo último de la máscara en sus pestañas, Santana apartó la atención del espejo. El portazo señaló la llegada de Quinn del trabajo.
Se apresuró a la sala. –He estado llamándote y enviando mensajes de texto todo el día, –Santana soltó sin aliento, poniéndose un par de tacones rojos–. ¿Por qué no me llamaste?
Quinn arrojó su cartera sobre el sofá. –Dejé la maldita cosa aquí. –Ella entró a la cocina y tiró de él en el mostrador. Mirando por encima a Santana, sonrió una sonrisa de oreja a oreja–. Te ves caliente. ¿Cuál es la ocasión especial?
–El aniversario de nueve meses de Rachel y yo. Estará aquí pronto. –Santana rápidamente respondió, acercándose a ella–. Estabas durmiendo cuando llegué a casa anoche. No tienes ni idea de a quién conocí.
–Sí, me preguntaba por qué te habías ido cuando regresé. –Quinn escribió su clave de acceso en su teléfono–. Está bien, déjame adivinar. Uh, ¿Brad Pitt?
–Lo digo en serio, Q. No te imaginas, así que ni siquiera lo intentes.
–¡No! Quiero una oportunidad más. –Quinn hizo una pausa–. Hmm, ¿El Presidente Obama?
–Esto está yendo a ningún lugar muy rápido. –Santana se rió y se dejó caer en una silla en la mesa–. Conocí a la única e inigualable... espera... espera... Brittany Pierce.
–Totalmente caliente, ¿no? –Preguntó Quinn, llevándose el teléfono al oído.
Santana sonrió. –Sí, completamente.
–Ahora admite que mi descripción de la diosa andante estaba en lo correcto desde, si no recuerdo mal, –Quinn se dio un golpecito con su dedo en la barbilla–, cuando te di la descripción de diosas–andantes antes mencionada, diferiste que cualquier mujer podría ser así de deliciosamente apuesta.
–Sí, prácticamente diste en el clavo, –se rió Santana–. Pero estoy más que segura de que deseas escuchar los detalles de los encuentros anteriores.
Quinn deslizó rápidamente su teléfono y lo apagó. –¿Anteriores? –Ella cruzó la habitación en dos zancadas y se sentó en una silla–. Tienes mi atención. ¡Escúpelo!
Inclinando los codos en la mesa, Santana colocó sus dedos debajo de su barbilla.
–Déjame ver... oh, sí... ella es la mujer con la que tuve el encuentro en el edificio Chrysler, mientras entregaba la comida ese día.
Los ojos verdes de Quinn se abrieron pero se mantuvo en silencio con un firme impacto emanando de su rostro.
Santana bajó su tono ronco. –Sí, y ella es la pequeña acosadora que vino a mi trabajo, dejándome su nombre y número, oh y una propina bastante decente, también.
–¡Lo dices enserio, mujer! ¿La Sra. Alta, Oscura y Jodidamente guapa es Brittany? –Quinn chilló.
Santana asintió con la cabeza y se rió.
–¿Estás jugando conmigo, San? Porque si es así, eso es seriamente jodido.
Recostada en su silla, Santana se cruzó de brazos con una sonrisa inclinando sus labios. –Te lo juro.
–Deberías salir con ella –Quinn se encogió de hombros–. Obviamente, ella ha hecho una impresión en ti, y tú has hecho una sobre ella.
Sus palabras, aparentemente tan casuales, confundieron a Santana. –¿Qué quieres decir?
–Tienes esta tonta mirada soñadora en tu cara. Sé que estás imaginando echándote un polvo con ella.
–Es una broma, ¿verdad? –Quinn se puso en pie y se dirigió a su dormitorio.
–¿Estás preguntando si estoy bromeando sobre el aspecto tonto en tu rostro, salir con ella, o echarte un polvo con ella?
–Quinn, sabes de lo que estoy hablando.
–Estás actuando sorprendida porque dije algo de eso, San.
Impactada, Santana camino con rapidez detrás de ella. Se apoyó en la puerta de Quinn y colocó las manos en sus caderas. –¿Hablas en serio?
Quinn se quitó la ropa, caminó hacia el baño y se metió en la ducha. –No es ningún secreto lo que siento por la Gilipollas.
–Ah, eso es correcto. Porque cómo te sientes acerca de mi novia es lo que importa aquí, –Santana interrumpió sarcásticamente mientras entraba al baño.
–¿Por qué no darle una oportunidad a Brittany? –Quinn preguntó con calma.
Santana enumeró las razones con los dedos. –Uno, amo a Rachel. Dos, amo a Rachel. Y tres, ¿adivina qué? Amo a Rachel.
Quinn imitó a Tina Turner en su sensual y fina voz. –¿Qué tiene que ver el amor con ello?–Ella se echó a reír.
–Lo has perdido por completo, Q. Y, aunque no estuviera con Rachel, has matado la opinión de querer–abrigar–a–Brittany–Pierce de mi mente.
Quinn asomó la cabeza por detrás de la cortina de la ducha. –¿Cómo maté tu opinión sobre ella?
–Déjame ver... ella siendo una jugadora es lo primero que entra en mi memoria.
–Tomando una respiración profunda, Santana hizo una pausa en sus pensamientos–. Oh, y que no crees que es capaz de quedarse con una mujer más de una semana, es otra. ¿Debo continuar?
Quinn cerró el grifo y salió de la ducha. Santana le entregó una toalla. –Bien, eso fue después de que su prometida, Gina, rompiera con ella, cuando comenzó a actuar de esa manera. Antes de la infame ruptura, ella era un paquete completo. –Quinn envolvió la toalla alrededor de su cuerpo.
–¿Ella estaba comprometido?
–Sip, –Quinn giro, poniéndose un par de pantalones cortos negros y una camiseta blanca–. Salieron durante casi cinco años, hasta que un día llegó a casa y ella se había ido. Empacó su mierda y se mudó de su apartamento mientras ella estaba en el trabajo.
Confusión arrugó las cejas de Santana. –¿Por qué?
–Para decirte la verdad, nunca le dijo a mi hermano exactamente lo que sucedió. Y cuando le he preguntado al respecto, ella no quiso hablar de ello, así que no tengo idea, –respondió ella, sacando su bolsa de maquillaje del cajón–. Pero tú la viste. Esa mujer ha sido bendecida por el proverbial gen jodidamente–caliente–como–pecado. Vale millones y realmente no estoy bromeando, es una tipa decente.
–Entonces, ¿por qué nunca saliste con ella?
–Oh, Señor, la conozco por mucho tiempo. Digamos que sería como yo tocando a mi hermano. –Quinn arrugó la nariz con asco–. Aunque tengo el máximo respeto por la gloriosa piscina genética en la que esa fina pieza de culo follable ha sido bañada, en cierto modo la veo como una hermana mayor. Sería demasiado raro.
–¿Cuánto tiempo ha sido amiga de Trevor?
–Segura que tienes un montón de preguntas para una chica que no está considerando jugar sucio, –bromeó Quinn.
Santana agitó su mano con desdén y se volvió hacia el espejo para estudiar su reflejo. –Estoy tratando de entrar en el recodo de aquí. Rachel no me dice nada sobre sus amigos o compañeros de trabajo.
–Bueno, si la respuesta que estás buscando realmente es si Rachel y Brittany han sido amigas igual que mi hermano y Brittany lo han sido, la respuesta es no.
–Oh, por alguna razón pensé que todos fueron a la secundaria juntos.
Quinn buscó bajo el fregadero por la secadora, la enchufó y la encendió. Su voz se elevó mientras se secaba su pelo de oro. –No, Trevor y Brittany fueron juntos a la secundaria. Se conocen por más tiempo. Trevor trabaja para Rachel en la firma. Esto lo sabes.
Santana asintió.
–Cuando mi hermano empezó a trabajar en Morgan y Buckingham, Rachel ya era una corredora de bolsa allí. Así es como mi hermano conoció a la increíble y totalmente idiota de tu novia, –Quinn se rió y Santana puso los ojos en blanco–. Cuando Trevor estaba preparándose para tomar su Examen Serie 7 para convertirse en un corredor, Rachel le preguntó si conocía a alguien que tenía una cuenta bancaria decente. Tratando de impresionar a un jefe, mi hermano le presentó Brittany a Rachel y el resto es historia. Ellas han sido amigas desde hace tresaños.
–Muy bien. –O no, Santana pensó para sí misma.
–Y, por supuesto, Industrias Pierce es la mayor cuenta que Rachel tiene.
Santana se encogió de hombros. –¿Y? Gran cosa.
– Así que... podrías agradecerle a Brittany por el dinero que tu novia tiene.
Santana pensó en las incontables noches que Rachel pasó en la oficina, atendiendo diferentes clientes con el fin de ganarse la vida. A pesar de que Brittany jugó algún papel en la recién adquirida riqueza de Rachel, sabía que su novia trabajaba más allá de Industrias Pierce para hacer ese dinero.
Ella simplemente cedió sus apreciaciones. –Bueno, gracias por ese trasfondo muy educativo de la historia de las dos mujeres y el hombre. Eres muy amable, chica. 
Las dos mujeres rieron.
Santana salió del cuarto de baño, pero Quinn habló por última vez. –¿Quieres saber algo realmente gracioso, chica?
Santana se detuvo en el umbral y esperó a que continuara.
–Era Brittany quien se suponía que iba a salir y visitarnos ése fin de semana con mi hermano cuando estábamos en la escuela, no Rachel. Loco, pensar que en este mismo momento tu probablemente hubieses estado saliendo con ella en su lugar.
Una leve sonrisa asomó en la boca de Santana mientras miraba fijamente a los ojos de su amiga. El sonido del teléfono de Santana rompió los pocos segundos de silencio. Se trasladó a la cocina para contestar la llamada. Era Rachel, anunciando que estaba esperándola abajo.
Cogiendo su bolso, Santana se acercó a la puerta mientras Quinn le lanzaba un beso de despedida.

*****

–Te ves increíble esta noche, –Rachel respiró en el cabello de Santana mientras se abrían paso a un pequeño y pintoresco restaurante ubicado en las orillas que bañaban el Parque de la Estatua de la Libertad. Colocando su mano en la parte baja de su espalda, se inclinó y le mordisqueó la oreja–. Y tengo que admitir que ese bonito vestido rojo saldrá a finales de la noche.
Riéndose de su gesto obvio, Santana se doblo un poco para besarla. –Y no tengo ningún problema con eso.
Se tomó un rápido momento para observar los rasgos de Rachel suspirando con calidez por su juvenil belleza. Su cabello negro estaba revuelto naturalmente como si acabara de pasar sus dedos a través de él y sus ojos de color marrón le recordaban a und eliciosa chocolate.
Había hecho la reserva para esta noche especial, asegurándose de que tuvieran una mesa con vistas al agua. Ofreciéndoles algunas de las mejores vistas de la Estatua de la Libertad en la distancia. El camarero las condujo a un patio espléndido con árboles y un sutil paisaje. La vista del puerto quitaba el aliento de Santana mientras tomaba las vistas que Nueva York tenía para ofrecer bajo las estrellas. A pesar de que eran los primeros días de julio, el aire arrastraba una brisa fresca y nítida en esta particular noche.
Después de ordenar y disfrutar de dos copas de vino tinto, Santana observó a Rachel. Su mirada estaba bloqueada en la de ella mientras le metía un mechón de cabello detrás de su oreja. Sintió un rubor danzar en sus mejillas y sonrió.
–¿Qué? –Preguntó.
Deslizando su brazo sobre la mesa cubierta de lino, le tomó la mano, pasándole la yema del pulgar por sus nudillos. –Realmente no tienes idea de lo hermosa que eres, –le comentó, inclinando su cuerpo tan sutilmente sobre la mesa.
–Oh, realmente estás tratando lo mejor para conseguir algo esta noche.
Riendo, le sostuvo la mano con más fuerza. –Touché. Ya sé que me estoy poniendo un poco –dispuesta o reacia de tu parte.
Santana sacudió la cabeza y se echó a reír. –Estás en un estado de ánimo muy juguetón en estos momentos.
Se encogió de hombros y casualmente se reclinó en su asiento. –Sí, lo estoy. Pero, ¿cómo no iba a estarlo? –Dijo, haciéndole un gesto con la cabeza hacia su escote un poco expuesto–. Aunque debo decir que me gustaría que llevaras algo que te cubriera un poco más.
Santana ajustó los tirantes de su vestido, tirando de ellos más arriba de su pecho. –¿Es tan malo?
–Bueno, me gusta mantener lo que me pertenece para mí misma. –Se aclaró la garganta y tomó un sorbo de vino–. Está bien, vamos a hablar de otra cosa antes de que te tome aquí en esta mesa. Entonces, ¿cómo fue tu día?
Sin mirarla a los ojos, Santana trazó el borde de la copa con dos dedos. –Estuvo bien.
–¿Qué pasó?
–Me siento tímida ahora, Rachel, –contestó ella, mirando alrededor del patio.
–Santana, no quise decir eso. –Ella se inclinó sobre la mesa y levantó su barbilla con un dedo. Sus ojos se posaron en los suyos–. Es sólo que no me gusta que otras personas te miren. Te ves espectacular, pero como he dicho, eres mía.
–Está bien, voy a prestar más atención a lo que me pongo a partir de ahora. – Una leve sonrisa asomó en sus labios–. Pero, para ser honesta, realmente me gusta cuando otras mujeres te miran.
–Oh, ¿lo haces?
–Sí, lo hago. Sé que estás conmigo, y eso es todo lo que importa.
–Bueno, eres una mujer, es por eso. Los hombres tienen otras cosas en mente cuando miran así.
Interrumpiendo la conversación, el camarero llegó con otra botella de vino y dos platos de carne Wellington. Por el resto de la noche la conversación se centró en Rachel llevando a Santana para hacer un poco de turismo por la ciudad. Era algo que ella había esperado con interés ya que lo tenía que hacer –al menos con ella.
Tomando los platos vacíos, el camarero vio a Santana y le entregó una carta de postres. Su grueso acento francés se deslizó de su lengua. –El chef recomienda el crème brûlée medley, que consiste en chocolate, vainilla y plátano.
–Eso suena bien para mí, –Santana respondió, entregándole el menú de nuevo.
El débil sonido de un bebé llorando llamó la atención de Rachel. Miró a Santana.
–Ese bebé me está volviendo loca. ¿Realmente tienes que tener el postre?
Santana sonrió tímidamente, moviendo los ojos en la dirección de la pareja que estaban tratando de calmar al bebé. –Es sólo un bebé, Rachel. Y no, no tengo que tomar postre, pero quiero hacerlo.
La cabeza de Rachel subió mientras miraba al camarero. –Bien, trae el medley.
Pero, ¿existe la posibilidad de sacar a las personas con el niño gritando?
La sonrisa de Santana cayó.
–Lo siento, señora, pero no soy capaz de hacer eso, –respondió el camarero, visiblemente incómodo por su pedido.
Los ojos de Rachel se endurecieron en el hombre. –Ciertamente hay un director que pudiera hablar con él entonces.
Estupefacta ante su comentario, Santana interrumpió inmediatamente. Miró al camarero. –Por favor, no hay necesidad de hacer eso. Usted puede simplemente colocarlo en una caja para llevar. Gracias.
–Tal vez sea un desastre en una caja para llevar. ¿Puedo recomendar nuestro cheesecake si esto no se puede disfrutar aquí?
–Sí, eso está bien. Y gracias de nuevo.
El camarero asintió y se alejó con rapidez a la cocina.
La mandíbula de Santana se abrió mientras sacaba la servilleta de su regazo y la arrojaba sobre la mesa. –Jesús, Rachel, ¿qué diablos fue eso?
Se movió en su silla, tratando de arrastrar su atención de la pareja y el bebé gritando. Se frotó los dedos contra las sienes. –Lo siento. Fue un largo día en el trabajo.
–Sin embargo, eso fue completamente humillante, –resopló, recostándose en el asiento.
–Dije lo siento, San. Estoy agotada de trabajar todas estas horas en la noche.
Una ola de culpa corrió por ella mientras se inclinaba sobre la mesa para tomar su mano. –Sé que has estado trabajando duro últimamente. Pero, honestamente, ¿qué vas a hacer cuando tengamos hijos?
El camarero volvió con el postre y la cuenta. Rachel sacó su tarjeta de crédito y se la entregó al hombre.
Una sonrisa se deslizó sobre el rostro de Rachel. –No me gustaría echar a perder ese cuerpo hermoso por tener hijos.
–Bueno, quiero tener hijos con el tiempo, así que supongo que tendrás que soportar mi cuerpo gordo desde el primer día.
Se levantó de su asiento, se arreglo su traje y le tendió la mano a Santana.
Ella se puso de pie con ella. –Tenemos tiempo para los niños, bebé, –susurró contra su mejilla. Ella firmó el recibo cuando el camarero regresó–. Vamos, tengo algo especial para ti.
Santana la siguió a los muelles que se alineaban con el restaurante, sus ojos captaron los rascacielos que se elevaban por encima de ellos. El resplandor de las luces de las ventanas, indicaban la presencia de otros, tan alto en el cielo, sorprendiéndola. Una fresca brisa barrió su piel mientras se deslizaba fuera de sus tacones para que no quedaran atrapados entre las tablas.
Caminando de la mano, Rachel sostuvo sus tacones mientras la conducía hasta el final del muelle.
Rodeó con sus brazos su cintura. –Feliz aniversario, –dijo, entregándole una caja de terciopelo negro–. Te amo mucho, San.
El corazón de Santana se aceleró con ansiedad mientras su cuerpo temblaba de anticipación. Se lamió los labios lentamente. –Rachel... yo... nosotras... -tartamudeó, incapaz de terminar el resto de su oración.
Ladeando su cuello hacia un lado, una carcajada escapó de sus labios. –Tú estabas hablando acerca de tener hijos conmigo, San. –Ella tiernamente le retiró el cabello de su rostro–. Pero no es lo que crees que es.
Dejando escapar un suspiro audible, Santana la miró fijamente. Sus familiares ojos marrones la miraban mientras ella abría la caja, revelando un par de espectaculares, pendientes de diamantes de un quilate. Santana se quedó sin aliento por su belleza. Rachel los sacó de la caja, le retiró los pendientes que llevaba puesto y los aseguró en sus lóbulos.
Mirando hacia el suelo, Santana suavemente tocó uno de los diamantes.
Rachel rozó su mejilla con el dorso de la mano. –Ellos se ven hermosos en ti. –Bajó la cabeza, obligándola a mirarla fijamente a los ojos–. Sin embargo, tengo que decir, que parecías a punto de desmayarte cuando te di la caja.
Ella levantó la mano y trazó con sus dedos su mandíbula. –Son preciosos. Muchas gracias. Solo me puse un poco... nerviosa, ¿sabes? No estoy segura si estaría lista para el matrimonio por el momento.
Una lenta sonrisa curvó sus labios mientras sus cálidos dedos se extendían sobre su espalda baja. Ella la atrajo hacia sí. –Prepárate muy pronto, nena, –le canturreó en voz baja al oído–. Porque me voy a casar contigo algún día.
Con su aliento en su oído, le pasó la lengua por el borde curvado, succionando suavemente el lóbulo en su boca.
El vello de su nuca se erizó por su arrobada atención al lugar al que ella sabía que la enviaba sobre el borde. Metiendo los dedos en su cabello, ella presionó sus labios contra los suyos. Sus labios se movían juntos mientras Rachel arrastraba su
lengua por su boca. Le pasó las manos por su cintura y la atrajo hacia sí, su beso cada vez más hambriento en el instante.
Con sus sentidos internos calentándose demasiado durante el ataque de afecto en público, Santana se echó hacia atrás y poco a poco la agarró de la mano. – Vamos, –suspiró, tratando de contener el nivel de necesidad que la atravesaba–. Está bien, vamos a hablar antes de que te tome aquí en el muelle, –ella rió.
–Está bien, pero la conversación termina una vez que lleguemos a mi casa. –Ella la miró seductoramente mientras el agarre de su mano se apretaba–. Bueno, algo que hablar... algo de que hablar. Oh, estás libre para este viernes, sábado y domingo, ¿no?
Santana se detuvo bruscamente, su frente fruncida por confusión. –¿Para qué?
–La fiesta de Brittany del Cuatro de Julio. Lo hablamos la noche anterior.
–Sí, pero eso es el sábado. ¿Por qué necesito de todos los tres días?
Rachel deslizó su brazo alrededor de su cintura y siguió llevándola a su Mercedes. –Debido a que Brittany Pierce no organiza una fiesta de Cuatro de Julio que se consideraría normal. –Sonriendo, ella abrió la puerta para ella–. todo el fin de semana. Vamos a dormir allí el viernes y el sábado por la noche y luego regresamos aquí el domingo por la mañana.
Santana se sentó en el asiento de su auto y cerró la puerta. Una vez más, sintió que su pulso saltaba, pero por algo completamente diferente ahora. Su estómago sentía náuseas ante la idea de tener que pasar un fin de semana en la casa de Brittany en los Hampton. Se había preparado para verla de nuevo –tenía que hacerlo porque ella era amiga de Rachel, y no había duda de que se encontrarían de vez en cuando– pero esto... esto era diferente.
Rachel se deslizó en su asiento, y el motor ronroneó a la vida.
Mordiéndose el labio, Santana la miró. –Es la noche del miércoles, Rachel. No puedo pedir los tres días. Le pedí a Antonio el sábado, y él estaba bien con eso, pero estoy bastante segura de que no va a estar bien conmigo tomándome todo el fin de semana.
–Entonces, voy a ir y decirle algo a él –dijo, su voz con un tono de superioridad.
–Rachel, no vas a hacer nada de eso, –respondió ella, con un tono que mostraba su molestia–. Le voy a preguntar cuando vaya a trabajar mañana. No te atrevas a ir allí y decir cualquier cosa.
–Whoa-whoa, –se rió, alejando sus manos del volante momentáneamente y sosteniéndolas en señal de rendición–. Maldita sea, Santana, era sólo un gesto.
Poniendo los ojos en blanco, apoyó la cabeza contra la ventana. Se preguntaba dos cosas. Una de ellas, era si en realidad podría salir del trabajo durante los tres días en un fin de semana de vacaciones, que parecía casi imposible en su mente. Y la segunda era, si era capaz de controlarse, ¿cómo diablos iba a pasar un fin de semana en torno a Brittany sin perder la cabeza?
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Mensaje por 3:) Lun Mar 17, 2014 8:37 pm

hola,...

detesto olímpicamente a rachel por la actitud que tiene,...
me encanta los consejos de quinn para que san avance con britt,....

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por Tat-Tat Mar Mar 18, 2014 7:09 am

Me.mataste a Pezberry siendo Rachel tan jugadora :/
Pero da igual, que Britt se pase la amistad por donde quiera y vaya por San!!! :3
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Mensaje por KateBrittana Miér Mar 19, 2014 11:04 am

Rachel me pone los pelos de punta UGGGGHHH!!!!!
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Mensaje por jas2602 Jue Mar 20, 2014 12:33 am

hola esta adaptacion esta muy buena...siguela por favor  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2145353087 ....no la dejes tirada.....estare esperando
tu actualizacion.... [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2145353087 
saludos!!!...por aca me tendras como una fiel lectora!!!! [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2145353087
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Mensaje por monicagleek Jue Mar 20, 2014 5:36 pm

Hola, aqui una nueva y fiel lectora.
Ahora me arrepiento de no haber empezado a mirar este fic antes ESTA GENIAL!!!!!!
Al principio el Pezberry me ha xocado un poco pero siendo Brittany de esa manera no puede evitar que me encante como se desarrolla esta historia.
Adoro a Quinn, apoyando a San para que salga con Britt <3<3 y espero qie Beittany se pase por donde quiera la amistad con Rachel y vaya al 100% A POR SANTANA!!!!!
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Activo Re: [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14)

Mensaje por KateBrittana Dom Mar 23, 2014 8:39 pm

Me conecto muy emocionada para ver si habías actulizado, y nada  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2824147739  [FanFic Brittana] Collide (Adaptación) Capitulos 9, 10 y 11 (22/05/14) 2824147739  espero actualices pronto!!!
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