ONE SHOT HEYA: El Último Adiós. (Parte I)

por Britt_ Lun Dic 22, 2014 8:04 pm

El Último Adiós. Parte I

Es Diciembre de 2014. Casi 6 años de la primera vez que habían grabado por primera una escena juntas. Casi 6 años desde la primera vez que cruzamos miradas por primera vez en nuestras vidas. El tiempo había pasado demasiado rápido para ser real y los cambios en esos casi 6 años habían sido inevitables.

Habíamos reído, llorado, cantado, jugado, actuado, salido y toda clase de cosas juntas. Cosas que las dos sabíamos que lo tendríamos siempre como recuerdos valiosos como una perla en nuestras mentes y en nuestras almas. Procurando cuidarlos por el resto de nuestra eternidad, sabiendo que no los íbamos a olvidar jamás porque formaban parte de nosotras mismas por siempre.

Cuando estás en tu presente y empiezas a recordar el paso de los años, uno siempre se sorprende por el cambio. Nos habíamos conocido y hecho amigas inmediatamente. Empezando con un "Hola, ¿qué tal?" como saludo formal y saludándonos con toda clase de apodos. Habíamos empezado a salir juntas en plan de amigas, solo una noche o un día casual. No podíamos separarnos porque sabíamos que no podíamos estar lejos la una de la otra por mucho tiempo aunque lo intentáramos. Las sonrisas que nunca faltaban en presencia de las dos al igual que las risas en la que llegaba un momento en el que no podíamos respirar por reír tanto para que, de un momento a otro, nos estemos mirando la una a la otra, sin ningún movimiento en nuestros cuerpos inertes a causa de la mirada fija de la otra. Esos momentos que ocurrían cada vez más seguidos. Día a día. Solas o con gente al rededor de nosotras.

Yo no podía dejar de mirarla porque era demasiado preciosa como para dejar de admirar su belleza. No era solo porque era hermosa, lo que sentía al mirarla cada día era inexplicable. Me llenaba el corazón y mi cuerpo sentía una descarga emocional cálida solo cuando me daba la mano cuando teníamos que caminar, no importa si estábamos con los demás o solas. Lo hacía de una forma inconsciente como si formara parte de su vida como cuando uno agarra un cuchillo para cortar algo. Sentía que me daba la mano porque necesitaba mi tacto junto al suyo porque sin eso, su vida no podría ser vida.

En el momento en el que acepté que me estaba enamorando de la persona que era mi mejor amiga y una parte incondicional de mí, fueron momentos de subidas y bajadas emocionales. Sufría las noches porque mi cuerpo necesitaba de el della para poder dormir en paz. Sabía que mi cuerpo añoraba el suyo porque era una droga de morfina para él, después de tantas pijamadas que habíamos hecho se había apegado al suyo como un bebé a su madre. En las mañanas, cuando me despertaba aunque haya podido dormir poco por pensar en ella, mi cuerpo aunque esté cansado ansiaba el momento en el que te vuelva a ver.

Mi recorrido hacia el estudio donde grabábamos eran emocionantes porque mi vida se sentía plena pero con un borde de vacío. Tenía un trabajo perfecto en el cual podía bailar libremente mostrando mi mejor talento. Tenía los mejores amigos que podría desear y te tenía a ella. Actuábamos a ser novias en la Televisión cuando yo la quería en la realidad.

Cada beso, cada frase dicha y cada abrazo se habían sentido tan real de su parte que me daban ganas de decirle que la amaba en esos momentos. No era de su sorpresa ni la de los productores cuando yo cambiaba un parte del guión y te decía algo diferente a lo escrito, algo que la verdadera yo quería decirte, no mi personaje.

Nuestras noches de salida, mi día favorito de la semana, eran los momentos en que me sentía plena. Solo las dos, en la casa de alguna, mirando alguna película vieja con palomitas de maíz y bebiendo Coca Cola porque al otro día teníamos que grabar. Vestidas en pijama, sin maquillaje y al natural. Eramos nosotras mismas en frente a la otra sentadas frente a un televisor, sentadas en sofá.

Mis sentimientos crecían al paso del tiempo, dificultandome estar cerca de ella.

Yo tenía novio y ella estaba empezando una relación. Aunque ella siempre supo que yo tenía novio, cuando yo me enteré que ella empezaba una relación mi corazón se rompió en mil trozos. La vida me estaba dando una jugada en contra porque yo no hacía nada para tenerla en mis brazos todas las noches. Demasiado asustada como para intentarlo, seguía con mi relación monótona.

Ella decía que se alegraba de mi relación, que era feliz porque yo era feliz, pero yo juraba ver un destello de tristeza en sus ojos mientras hablaba. Antes no estaba segura, pero ahora, en el presente, lo sé con certeza. Esa mirada de tristeza que me daba no era parte de mi imaginación, la cual quería creer desde lo más profundo que sentía algo por mí.

Su novio nuevo me invitaba a mí y a mi novio a citas dobles, porque él sabía lo cercanas que eramos. Yo aceptaba a regañadientes, saber que tenía a alguien en su vida era algo, verla con alguien más era otra cosa.

Cuando él la tomaba de la mano y la besaba delante de todos mi corazón se comprimía mientras se achicaba hasta desaparecer, aunque sentía mis latidos y estaba viva por afuera, dentro de mí nada reaccionaba.

Supuse que ella era feliz con su relación y yo no deseaba nada más que su felicidad así que intenté alejarme, solo un poco, por el bien de las dos y por el bien de mi corazón.

Con él las cosas eran fáciles. Él me quería y yo a él, pero no con la misma intensidad. Dentro de mí un agujero había, no lo podía tapar, pero podía estar al lado del él, siendo testigo pero no consciente. Si él me tocaba necesitaba su toque porque no era lo mismo. La mano de ella era suave y cálida y la de él era fuerte y áspera, o así lo sentías. Seguro su mano y su toque estaban bien pero en mí se sentían como granizos helados en la piel.

Los días pasaban al igual que los meses, rápidos como una liebre al correr. Había aprendido a esconder mis sentimientos. Era algo en lo que trabajaba desde que los acepté y me hice una experta en eso. Los celos, los podía ocultar. Mi amor por ella, lo podía ocultar, pero no dejar de sentirlo por más que lo intentara.

Nuestros días especiales seguían en pie aunque pasaran los meses, lo que hacía más difícil superarla. Aunque yo sabía que aunque estemos separadas años, mi amor por ella no calmaría.

Fue un día el que llegó llorando a mi casa porque descubriste que él te había engañado, el cual decidí confesarme. Ella lloraba y me sentía culpable al sentirme mal porque había descubierto que él realmente le importaba. Sentada en el sofá con el maquillaje corrido y con su cabeza entre mis hombros, sollozando un poco, fue cuando las palabras de declaración salieron de mi boca ante su dolor.

Me había confesado. Había confesado mi amor por mi mejor amiga, por la persona que más quería en mi vida. Nerviosa y con lágrimas también en mi cara, terminé de hablar. Ella me miraba, con los ojos abiertos de par en par sin poder creer lo que estaba escuchando. En un momento creí que ella se pararía y diría que yo estaba loca y no podía sentir eso. Pensé también que se iría de mi casa para no volver más. Pensé tantas cosas irracionales en los segundos que ella no hablo y se dedicaba a observarme cuando no pude llegar a captar el momento en el que ella había unido sus labios en los míos. Sus manos pegadas en mi cabeza, agarrándola y no dejándola libre. Un beso corto había sido, sus labios queriendo estar junto a los míos pero ella se cortó cuando no se los respondí. No porque yo no quería, si no porque estaba intentando que mi cerebro funcionase y mande una orden a que mi cuerpo reaccione. Mil descargas eléctricas habían pasado por mi cuerpo, eso sí lo sentí. Ella estaba con miedo en los ojos, podía notarlo. Pero quería besarla de nuevo, más fuerte y más.... más todo. Acerqué mis labios a los suyos, mirándola fijamente y apreciando su belleza antes de cerrarlos de nuevo para unir mi labio a los de ella. El momento más esperado en años y fue cuando me sentí completa. Su lengua descubriendo la mía, chocando en una danza calmada pero anhelada. Estaba en el cielo cuando sentí que ella me chupó el labio inferior y un gemido salió de mí. Avergonzada, pensé que iba a parar, pero cuando ella gimió puse mis manos en su cintura como pude, acercándome a ella lo más posible. Paseé mis manos por sus caderas analizándolas. Mi cuerpo pedía más y yo en esos momentos no podía controlarlo.

Pero no podía. Ella estaba dolida y yo tenía que estar para ella, no ser alguien que te haga olvidar por unos segundos con un desliz.

Un frío congelador atravesó mi corazón al pensar que ella solo quiera eso en esos momentos y en realidad no sienta lo mismo.

"¿Por qué no me lo dijiste antes?" Había dicho ella, con su cara cerca a la mía. Sus ojos estaban cerrados y otra lagrima atravesó por ellos.

Mi corazón se sentía cada vez pesado.

"Tenía miedo..." Yo había respondido con la voz entrecortada y aguantando las lagrimas que querían salir desesperadamente.

"No tenías qué, Heather..." Y esa fue la última palabra dicha en la noche.

Nos quedamos una en brazo de la otra toda la tarde y toda la noche. Simplemente abrazadas en el sofá con algún beso de por medio. En esos momentos no podía creer que la tenga en mis brazos, besando y conmigo. Era como imposible pero real. Ella no decía nada y yo tampoco. Estábamos cómodas con ese silencio embellecedor que se extinguía por algún ruido de afuera. Mi cuerpo descansaba en paz al toque de sus brazos y mi corazón descansaba al saber que ella estaba conmigo.

Los días siguientes a esos fueron los mejores de toda mi vida.

Nos habíamos despertado temprano a la mañana para poder ir a trabajar juntas. Ninguna decía ninguna palabra aún, pero las miradas indiscretas no faltaban. Yo la miraba con admiración y me veía a mi misma con orgullo al poder aceptar y decir mis sentimientos hacia ella. Fuimos en mi auto al estudio y cuando subí al asiento del conductor y ella subió al del copiloto y me tomó de la mano para darme una sonrisa tranquilizadora, sabía que podía morir allí mismo.

Llegamos ambas al estudio y ella habló con su ahora ex-novio, calmadamente, muy diferente a la noche anterior.

Los días pasaban y todo mejoraba; así lo sentía. Trabajaba, estaba con los mejores amigos y... estaba ella. Con su sonrisa carismática de todos los días, y en ese entonces era más brillante como una estrella. Pasábamos días juntas sentadas en el mismo sofá sólo hablando de las pequeñas cosas de la vida. El trabajo a la hora de actuar se hacía más cuando solo necesitábamos tenernos de las manos o mirarnos fijamente como si pudiéramos transmitir cada sentimiento con una mirada.

Cosas que nunca olvidaré...

Unas veces, pocas, cuando se sentía preparada para hablar del tema, ella hablaba de que podíamos hablar a la gente sobre la relación, que nadie se opondría.

"Podemos ser nosotras mismas enfrente de todos, sin ocultarnos, sólo nosotras, Heath... Es lo que más deseo" Había dicho ella, tomando asiento al lado mío con dos café en las manos. Su mirada estaba brillante en anhelo.

Claro, podíamos ser las mismas porque ya actuábamos como mejores amigas delante de todos. ¿No podíamos esperar un poco más...? No me sentía lista para dar ese salto.

"Somos nosotras mismas" Había sido lo único que pude decir, con los ojos en blanco y la cabeza baja. No quería ver la decepción caer en sus ojos ante mi respuesta.

"No a ese nosotras, y lo sabes." -Su voz se endurecía a cada palabra y mi corazón se hundía al no poder ser lo suficiente para ella.- "Este nosotras." -Colocó sus manos en las mías envolviéndoles.- En que yo soy tuya y tú eres totalmente mía" Su voz cada ves se hacía más débil en cada palabra y me zafé de su agarré, intentando alejarme de ella. ¿Cómo ella podía quererme cuando yo no podía ser valiente para ella?

"Yo no..." -Tartamudee- "No puedo aún." Resoplé, golpeando mis propias piernas en frustración. "No puedo, perdóname"

Las lagrimas habían comenzado a salir de mi cara. Con las manos me cubrí la cara, apoyando mis codos en mis piernas. Logré ver que ella quiso acercarse a mí, con los ojos brillosos, pero no lo hizo. Ella tenía una razón. Las otras dos veces que ella había abierto el tema siempre terminaba llorando y ella me abrazaba, diciendo que me daba tiempo hasta que esté lista porque ella todavía estaba ahí. Pero desde esa conversación habían pasado las semanas, luego los meses y ahora casi un año.

Lo último que había escuchado había sido la puerta cerrarse y el sonido de mi corazón pidiendo que vuelva. Mis piernas no reaccionaban a nada porque no parecían despegarse del sofá para correr tras ella.

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Hola!!

No sé si alguna haya leído esto cuando lo publiqué -aunque no creo porque solo estuvo como mínimo una hora- Pero si lo leyeron, mil perdones!!!!

Lo tuve que eliminar porque tenía que editar algunas cosas porque no me había gustado como había quedado pero bueno...

Siempre quise hacer un ONE SHOT y ahora, con todas las fotos HEYA que salieron la otra vez en Twitter estaba tan emocionada por ver a mis bebés juntas de nuevo sonriendo como antes que me inspiré, maso menos (?)

El OS contiene dos partes y como dice acá, esta es la parte uno. Más que seguro mañana o pasado estará la dos, pero no tardaré mucho.

AVISO: La siguiente parte del OS contiene un spoiler de la 6ta temporada de Glee. Es un spoiler pequeño, el más conocido por parte del Fandom así que no se preocupen!

Espero que les guste y nos vemoss.