[Resuelto]FanFic Brittana: Fue Un Beso Tonto (Adaptada) Epílogo

Capitulo 11

A las cinco de la mañana, con frío y agotados de bailar, cantar y reír, el escaso grupo que quedaba decidió pasar por la chocolatería de toda la vida, San Ginés, para desayunar antes de regresar a casa.

Una vez ahí, Rachel y Brittany, con los zapatos en la mano, se sentaron en una de las mesas libres mientras otros pedían en la barra.

Por deformación profesional, Evans observaba a la gente que estaba ahí; la gran mayoría salía de la sala de fiestas Joy Eslava.

De la elegancia de las mujeres dedujo que seguramente aquella noche habían disfrutado de una cara y estupenda fiesta. Sus ojos recorrieron la chocolatería, pero al llegar a un grupo sentado al fondo del local, se detuvieron.

Conocía a aquellas mujeres y no sabía de qué, pero al oír a una de ellas, por su acento rápidamente las identificó.

No muy lejos de Evans, en una de las mesas las chicas hablaban.

—Me duele el cuerpo humano entero—susurró Brittany.

—Calla... calla—sonrió Rachel—Que cada vez que me acuerdo de sor Marley y su disfraz de azafata de altos polvos es que me reviento por dentro.

—¡Qué momentazo, por favor!—Brittany comenzó a reír—No me lo recuerdes que vuelvo a ponerme mala.


Tres minutos después aún se tronchaban de risa, y llegó Artie.

—Tres de porras y dos de churros—dijo sentándose al lado de Brittany—Los cafés y el chocolate ahora los traen Noah y Evans.

—¿Han pedido mi Cola Cao?—preguntó Rachel.

Al ver que este negó con la cabeza, se levantó y fue a la barra.

—Dios... qué hambre—dijo Brittany mientras cogía con ganas una de las porras.

—¡Qué gusto da ver a una tía comer con ganas!—confesó Artie al ver como ella devoraba la porra—Mi ex novia se quejaría y diría que está llena de grasas dañinas para el corazón y todo eso del colesterol.

Brittany sonrió.

Ella ya había pasado esa etapa y contestó:

—Bueno tu ex tiene razón. Pero, chico, de algo hay que morir.

Ambos comenzaron a reír.


Apoyado en la barra, Evans observaba con disimulo a Brittany. Aquella mujercita con la que había compartido tres años de su vida y a la que por su mala cabeza había perdido era empresa difícil.

Pero no imposible.

—Dos chocolates y dos con leche—gritó el camarero.

—Aquí—dijo Evans que, junto a Noah, esperaba.

—Falta mi Cola Cao con la leche templada—gritó Rachel.

—¡Marchando un Cola Cao para la joven!—gritó el camarero.

Como buen jefe, Evans ordenó a Noah llevar el pedido hasta la mesa donde Brittany y Artie continuaban riendo.

Quedó a solas con Rachel.

—Si te pregunto algo respecto a ella, ¿me contestarás?

Rachel lo miró.

Aquel seguía colado por Brittany, aunque de ella no podía decir lo mismo.

—Quiero decir—aclaró él al ver cómo le miraba—, ¿Podrías ser sincera en tu respuesta?

—Por supuesto, jefe, siempre y cuando yo pueda responder lo que me preguntes.

Evans asintió.

Volvió a mirar a Brittany, tomó un breve sorbo de café y preguntó:

—¿Sigue saliendo con la idiota de la médico?

Rachel no supo qué responder.

Brittany no salía con nadie, y menos con ella que este suponía.

—¿A qué te refieres exactamente, Evans?

—A Santana López. La neurocirujana.

Al oír aquel nombre, Rachel se sorprendió.

«Vaya con Evans, cómo controla», pensó antes de responder.

—Mira, jefe, yo no soy la más indicada para hablar sobre la vida privada de nadie. Pero ya que me has preguntado, lo único que te puedo decir es que la dejes en paz; ella tiene muy claro lo que quiere y lo que no.

—Nadie la va a querer como la quise yo—espetó molesto.

—Quizás tu manera de querer no es lo que ella necesitaba.

—¿Por qué dices eso?

—Porque es la verdad—afirmó mirándole con seriedad—A veces no basta con querer, también hay que saber respetar y tú precisamente no lo hiciste. Por lo tanto, y como amiga de ambos... retírate y déjala respirar. Como mucho intenta ser su amigo.

A él no le gustó la sugerencia y, sin responder, se marchó hacia la mesa mientras Rachel esperaba su Cola Cao.

Estaba ensimismada en sus pensamientos cuando notó que alguien se ponía a su lado.

—¡Pero qué ven mis feos y horribles ojos! ¡MacGyver en persona!—y mirándola fijamente, añadió—Veo que tus magulladuras van desapareciendo.

Al reconocerla, Rachel tuvo que sonreír; estaba de buen humor.

—Doctora payasa, ¿usted por aquí?

—Puedes tutearme—sonrió Quinn—A los payasos no nos gusta demasiado la etiqueta.

—No sé yo—se mofó Rachel mirándola de arriba abajo.

El vestido que llevaba era de exquisita calidad.

En tono oscuro era de Dior, y si su ojo clínico para las marcas no se equivocaba.

Pero no se lo preguntó.

A diferencia de Rachel, que vestía unos pantalones vaqueros negros, una camisa en tono beige y su cazadora bomber verde, Quinn iba tremendamente elegante.

—¿Qué haces por aquí a estas horas?—preguntó Quinn con curiosidad.

—¿Y tú?

—Tuvimos una gala benéfica—respondió y señaló hacia el fondo—Ahí está Santana.

Rachel se volvió hacia donde Quinn le indicaba y vio cómo Santana miraba con gesto serio la mesa donde estaba Brittany, que en ese momento se reía a carcajadas con Artie; mientras, Evans la observaba a ella.

«Ostras... Evans y la supuesta ligue de Brittany aquí. Tengo que avisarle», pensó con rapidez.

En ese momento gritó el camarero sacándola de su ensimismamiento:

—Un Cola Cao con leche templada.

—Es mío—gritó Rachel.

El camarero lo dejó ante ella.

—¡Vaya! Intuyo que tus gustos son duritos, ¿eh?

—Por supuesto—asintió Rachel—A mí no me gusta cualquier cosa.

En ese momento entró una avalancha de gente que empujó a Quinn contra ella.

—Oye, oye...—dijo Quinn al ver cómo la miraba—, No te agobies ni pienses cosas raras. Tú has visto, igual que yo, la cantidad de gente que ha entrado y cómo me ha empujado.

Aprisionados por la muchedumbre, Rachel respondió:

—¿Quién te ha dicho que yo pienso cosas raras?

—Tu gesto y tu entrecejo—susurró Quinn, muy... muy cerca.

«Ay... ay... qué mona es la idiota esta y qué bien huele», pensó, pero respondió como si nada:

—Si tú lo dices...

—Todavía tienes un buen chichón en la frente—dijo tocándole con cuidado el lugar donde aún se podía ver el golpe, y el tono violeta que poco a poco desaparecía.

Sin previo aviso, Quinn bajó sus labios hasta los de ella y con delicadeza los besó.

Un beso breve, pero quizás el beso más sensual que Rachel había recibido en su vida.

Algo que Quinn también pensó, pero calló.

Durante unos segundos se miraron sin decir nada mientras la gente a su alrededor reía y desayunaba chocolate con churros.

Rachel, aún contra la barra, respiraba con dificultad mientras sentía sus pechos contra ella.

—¿Sabes, Terminator?—susurró Quinn tan atontada como Rachel.

—¿Qué, doctora Agobio?

—Jajajaja... ¿Doctora Agobio?

«Dios... Dios... qué bueno está esta Lady Di... por favor», pensó Rachel.

—A ver si te crees que la única que sabe poner motes aquí, nena, eres tú.

—Mira, creo que tú y yo deberíamos comenzar de nuevo y...

En ese momento se oyó la voz de una mujer llamándola.

—Quinn, amor, ¿dónde estás?

Aquella última palabra taladró la mente de Rachel, que de un empujón se quitó de encima a aquella ojiverde que aún seguía mirándola con gesto extraño, y cogiendo el vaso de Cola Cao con fuerza, dijo antes de marcharse de su lado:

—Conmigo no juegues. Por tu bien y el de tu amiga, no se acerquen a nosotras.

Luego con rabia se alejó de Quinn sin darle tiempo a hablar.

Quinn no estaba acostumbrado a las mujeres con esos modales. Las mujeres con las que solían tratar ella o Santana eran mujeres refinadas de gustos caros.

Nada que ver con aquellas.

—Quinn, amor—dijo una castaña muy glamurosa acercándose—Pídeme otro café, corto de leche con sacarina.

—Elaine, ¿por qué siempre tienes que ser tan oportuna?—maldijo.

La mujer, con gesto altivo, le miró sin entender nada.

—¿Por qué dices eso, amor? Yo solo quiero que me pidas un café.

Quinn vio que Rachel se sentaba en la mesa con otros hombres, y tras blasfemar se volvió hacia el camarero.

Sin hacerle más caso a la pesada de Elaine, le pidió su café con sacarina.

***************************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 12

Cuando Rachel llegó hasta la mesa, hizo moverse a Noah hasta que consiguió sentarse junto a su amiga.

Al igual que ella, llevaba un par de copas de más y reía a mandíbula batiente con Artie mientras contaban chistes, sin percatarse que Santana la observaba con peor cara que Evans.

—Este es muy machista—advirtió Artie—¿Qué hacen tres mujeres en una isla desierta?—todos lo miraron—Bueno se juntan dos y critican a la otra.

Todos rieron.

—Espera... espera Artie, que yo sé también uno feminista—interrumpió Brittany—Un hombre se acerca a la bibliotecaria y pregunta: Señorita, ¿dónde está el libro Hombre, un ser perfecto?, y ella le contesta: Al fondo, en la categoría de ciencia ficción.

Nuevamente volvieron a reír todos menos Evans, que estaba más pendiente de Santana que de otra cosa.

Diez minutos después, cuando la tanda de chistes parecía agotada y Brittany se encendía un cigarrillo, Rachel le dijo:

—No mires a tu derecha. Pero desde hace un buen rato dos eruditas de la medicina apodadas La Pichón y La Payasa, alias Agobio, no nos quitan ojo. Pero lo peor de todo es que Evans los ha visto y me ha preguntado sobre tu relación con la pichón.

Con rapidez, Brittany se volvió y se encontró con los oscuros ojos de Santana, que al ver que la miraba, ni gesticuló, mientras Brittany comprobaba que la morena se encontraba con un buen nutrido grupo de mujeres muy guapas y muy bien vestidas.

—¡Joder, Britt! Pareces tonta—protestó Rachel mientras veía que Santana se acercaba—Te he dicho que no mires.

En ese momento, Evans se acercó de nuevo a Brittany y le puso la mano en el hombro.

—Vaya, vaya, gatita—le susurró al oído—Tu novia y tú ya van por separado, ¿no? Ahí la tienes rodeada de preciosas mujeres.

—Vete a la mierda, Sam—espetó Brittany y de un manotazo le quitó la mano.

—Ya te ha cambiado por otra—insistió de nuevo él.

Brittany lo miró y, sin contestarle, se levantó.

No estaba dispuesta a escuchar más tonterías. Pero antes de que ella pudiera dar dos pasos, Santana estaba a su lado.

No hizo falta hablar, con la mirada ambas se entendieron.

—Hola, cariñito—saludó Santana tomándola por la cintura mientras la besaba en los labios—¿Lo has pasado bien con tus compañeros?

—Sí—respondió sintiéndose como una idiota—¿Y tú qué tal con tus amigas?

Santana sonrió.

—Bien, pero te eché de menos.

Santana la besó en el cuello y consiguió que Brittany se estremeciera con su contacto y Evans maldijera en voz baja.

Rachel no se levantó; miró primero a Evans y luego a Santana, y en los ojos de ambos vio el reto.

Iba a decir algo, pero Artie se le adelantó.

—Pero bueno, inspectora Pierce, ¿no nos vas a presentar a tu amiga?

—Oh... disculpen—contestó aturdida—Santana López, ellos son los subinspectores Artie Abrams y Noah Puckerman. Él es el comisario Sam Evans.

—Encantada—Santana les sonrió sin soltarla de la cintura.

—Es un placer—saludó con amabilidad Artie dándole la mano, y luego lo hizo Noah.

Evans no se la dio.

Volvió a su sitio, se encendió un cigarro y en un tono despectivo dijo:

—Por lo que sé de ti, trabajas en el Hospital López. ¿Cuál es tu especialidad? ¿Quitar las arruguitas o poner botox?

Santana lo miró de arriba abajo y sin amilanarse respondió, mientras Quinn, desde la mesa, distraía a Elaine para que no molestara.

Solo faltaba ella en aquel grupo.

—Soy neurocirujana. Una especialidad en la que los médicos operamos el cerebro, tratamos tumores, lesiones traumáticas del cráneo y de la médula espinal, además de muchas otras cosas que estoy seguro de que a estas horas de la mañana te aburriría conocer.

Con las lanzas en alto, los compañeros miraban a una y a otro.

Todos conocían la relación que hubo entre Brittany y Evans, y cómo acabó. Nadie dijo nada hasta que Rachel, con una seña a Artie y Noah, los hizo reaccionar.

—Estoy hecho polvo—afirmó Noah estirándose.

—Y yo—corroboró Artie—Comisario, ¿quiere que le acerque a su casa? Me pilla de camino.

Evans asintió, clavó su mirada primero en Santana y luego en Brittany, se levantó y sin decir nada salió de la chocolatería.

Noah y Artie dieron la mano a Santana, se despidieron de las chicas y con un gesto de malestar, caminaron tras el comisario.

—¡Pero tú has visto!—gruñó Brittany a su amiga—Este tío es tonto, pero tonto profundo. Pero... pero... ¿cómo se puede ser tan obtuso y prepotente?

—Sí, hija, sí—respondió Rachel levantándose—A este su ruptura le ha jodido el cerebro—y mirando a Santana dijo—Anda, mira, ¿quizás le vendría bien que le hicieras un retoquito?

Santana sonrió.

Su manera de expresarse en cierto modo le hacía gracia, aunque reconocía que eran demasiado bruscas en ocasiones.

—Te juro que cuando se pone tan cerril—prosiguió Brittany separándose de Santana—, Me dan ganas de darle con la culata en la cabeza, a ver si abriéndosela se le refrescan las ideas.

En ese momento llegó Quinn, que al oírla sonrió.

Elaine y otra pesada se habían dejado una chaqueta en la sala de fiestas y habían ido a por ella.

—No te lo aconsejo. Podrías hacerle más mal que bien.

—Lo corroboro—asintió Santana sin dejar de mirarla.

—La que faltaba—protestó Rachel—La doctora Payasa.

—¿Pero no me habías ascendido a doctora Agobio?—se guaseó Quinn.

—Oh... no, no tengo paciencia para esto...

—Pero vamos a ver, ¿tú tienes paciencia para algo?—volvió a atacar Quinn.

Rachel, enfadada sin saber realmente por qué, dijo:

—Britt, vámonos antes de que sea yo la que pruebe lo del golpe con la culata.

—Pero ¿por qué siempre estás tan a la defensiva?—volvió a preguntar Quinn.

Rachel clavó sus divertidos ojos marrones en Quinn y respondió:

—Porque no soporto a las personas chulazas ligones que van de listillas como tú.

«Esto va por lo de la tonta de Elaine », pensó divertido Quinn.

—¿Me has llamado chulaza a mí, MacGyver?—preguntó Quinn divertida.

—Sí, y también te he llamado ligona y listilla, y añado otro: ¡IMBÉCIL!

—¡Qué áspera eres, mujer!—murmuró Quinn mirándola.

—Y tú tienes la misma sensibilidad que una almeja.

Santana se apartó de aquellas dos que parecían no soportarse y se acercó a Brittany que, acalorada, recogía su bolso y su cazadora.

—¿Quieres que te lleve a casa? Tengo el coche aparcado cerca y no me cuesta nada...

—No. Tú estás con tu gente y...

—Mi gente puede vivir sin mí—respondió Santana, y tomándole la barbilla para que la mirara preguntó mientras observaba los moratones y chichones—¿Cómo van esos... golpes?

—Bien—suspiró al responder—Ya casi no se ven.

Al responderle y ver cómo la miraba, tuvo que sonreír.

Eso le gustó a Santana.

—¿Sabes, inspectora, que tienes una sonrisa preciosa?

Qué fácil podría ser llevarse bien con aquella morena.

—Gracias, doctora. La tuya tampoco está mal.

En ese momento un insulto de Rachel las trajo de vuelta a la realidad.

Se volvieron y vieron que Quinn se marchaba con las manos en los bolsillos mientras Rachel gritaba.

—Que te den morcillas, payasa—y volviendo la mirada hacia Brittany, dijo—Bueno ¿no me dice la atocinada esta que lo que yo necesito es un buen revolcón porque tengo cara de amargada?

Brittany levantó la ceja y tuvo que hacer un gran esfuerzo por no reír.

Le gustara o no a Rachel, tenía más razón que un santo.

—Anda, reina, vámonos. Estoy cansada de soportar imbéciles esta noche.

—Un segundo—pidió Brittany.

—Te espero fuera. Date prisa porque estoy deseando conocer a Montoya—refunfuñó Rachel.

—¿Montoya?—preguntó despistada Brittany.

—Sí, Montoya. El primo hermano de Lucas Fernández—gesticuló Rachel señalando su bolso.

Brittany se llevó las manos a la boca y soltó una carcajada. Rachel, con cara de guasa, salió como un rayo de la chocolatería.

Cuando Brittany y Santana se quedaron solas, se miraron. Finalmente fue Brittany la que habló:

—Quería pedirte disculpas por lo de la otra noche y agradecerte lo que has hecho esta noche. Evans es...

—No quiero hablar de ese idiota y quiero que sepas que para mí es un placer besarte y ayudarte todas las veces que necesites... cariñito.

Brittany sonrió, tragó saliva y dijo:

—¿Te apetecería cenar conmigo alguna noche en esta semana?

Al ver la extraña mirada de Santana se puso nerviosa y para quitar hierro al asunto dijo:

—Me encantaría invitarte a una cena estupenda en París, pero con mi minisueldo solo puedo prometerte una estupenda cena y que no me comportaré como la teniente O’Neill.

Sorprendido por aquella parrafada, Santana sonrió.

Aquella preciosidad le estaba proponiendo una cita y no la iba a rechazar.

—Estaré encantado de cenar contigo, pero pago yo.

—Bueno, bueno... eso está por ver.

—Tú lo has dicho—asintió Santana—Está por ver.

—Muy bien—dijo alejándose con una tonta sonrisa en la boca—Llámame e intentaremos quedar, ¿te parece?

Santana asintió.

Pero al ver que se alejaba, anduvo hacia Brittany, la agarró por la cintura y la besó.

Fue un beso intenso, lleno de lujuria y desenfreno.

Aquella rubia la volvía loca y aún no había descubierto por qué.

Al soltarla y ver cómo la miraba, la susurró:

—Tienes una cita conmigo. No lo olvides.

Brittany, excitada por el beso, la mirada y la voz, le dio otro rápido beso y se marchó con Rachel; Santana la observó como una tonta hasta que desapareció.

—Ejem...—tosió Quinn y Santana se volvió—No es por nada. Pero esa mirada tuya me hace suponer que te gusta mucho la amiga de Terminator. ¿Estás bien de la cabeza?

—Sí. Perfectamente—contestó Santana mientras regresaba con una sonrisa divertida a la mesa del resto de sus amigos.

***************************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 13

Cuando llegó Brittany a su casa eran las seis y media de la mañana.

Al entrar, en contraste con el bullicio y la música de la noche, el silencio de su hogar la envolvió. Soltó el bolso, se quitó los zapatos y cogió en brazos a la perra que se había levantado a saludarla.

—Hola, madraza, ¿cómo estás hoy?

La perra le sacó su pequeña y azulada lengua y le lamió la punta de la nariz.

Eso la hizo sonreír.

Con cuidado se acercó a la caja donde los cachorros de Dolores dormían, los observó durante unos segundos y bostezó; entonces dio un beso a la perra en la cabeza, la dejó en el suelo y se marchó a dormir.

Sue había estado observándola a través de su puerta entreabierta y sonrió.

A pesar de su apariencia de poli dura y machacadora, su nieta necesitaba una persona que la quisiera y que por supuesto nada tuviera que ver con su ex, Evans.

Una vez Brittany se metió en su habitación, Sue fue hasta la cocina con cuidado de no hacer ruido y se preparó un Nescafé.

Durante un buen rato vio las noticias, y cuando creyó que Brittany habría caído rendida en la cama, fue hasta el comedor, retiró el sillón y puso su cinta de Jane Fonda.

Necesitaba hacer ejercicio.



Tras más de una hora de ejercitar su cuerpo, unos golpecitos le indicaron que April la buscaba para su paseo matutino.

—Buenos díasssssssssssssssssssssss.

—Psssss—susurró Sue—No grites que Superwoman está durmiendo.

—Oy... oy... oy... Sue, qué bien te queda ese chándal azul.

—Es el que compramos el otro día en el Decathlón.

—¿El de oferta?—preguntó April.

—El mismo, hermosa.

—Hija, de verdad—dijo April mirándola—Da igual lo que te pongas porque todo te queda bien. Te lo pones con tanto estilo que incluso una mierda en la cabeza la lucirías como un diamante.

Ante aquel comentario, Sue miró a April y esta aclaró:

—A ver... que me he expresado mal. Me refería a que yo me pongo una falda de oferta y parece que llevo la pegatina con el precio en la frente, pero tú, no sé por qué, te pones esa misma falda y parece comprada en la calle con nombre de jamón.

—¿Serrano?—preguntó divertida Sue.

—La misma—asintió aquella.

—Tú me miras con muy buenos ojos—sonrió Sue.

—No, en serio, Sue. Creo que algo en mí falla y por eso se me ve tan... tan de barrio.

—Pero ¿qué dices, mujer? Las dos somos de barrio, y a mucha honra.

—Que sí. Que no es eso. Me refiero a que no luzco la ropa como tú o como las señoras estas que salen en el Hola.

—Tonterías.

—Oy... oy... oy... no me digas eso que me irrito, Sue.

—Bueno irrítate y haz algo para poder parecer como recién salida del Hola—Sue sonrió al ver la cara de April—No te preocupes, que estos paseítos matinales te van a dejar cintura de avispa.

—Eso espero—rió April—Porque de momento la tengo de morcilla.

Tras reír las dos Sue cogió las llaves y la cadenita que había comprado para la perra.

—Ea... Dolores. Hoy te vienes con nosotras a caminar, que tienes que volver a tener cintura.



Cuando llegaron a la calle y comenzaron su marcha, April dijo:

—¿A que no sabes quién me llamó anoche por teléfono y estuvo más de una hora hablando conmigo?

—No me lo digas—suspiró Sue mientras caminaban a buen ritmo—El tontuso.

—¡Bingo! Quiere que quedemos para este fin de semana otra vez los cuatro. Dice que su amigo Rob no hace más que hablarle de ti.

—Mira, April, te voy a decir una cosa. A ti te puede gustar el tontuso, pero déjame decirte que a mí Rob no me gusta nada de nada. Ese es un galán de geriátrico y a mí me van más los hombres con clase y estilo.

—Mujer... ¡qué exigente eres!

—No se trata de exigencias. Se trata de que no me gusta. A mí un hombre al que se le cae la dentadura mientras cenamos, bueno no me agrada.

—Bueno... sí—asintió April—, En eso te entiendo. Pero Rob es...

—Que no, April, que no y punto. Que yo tendré setenta y dos años, pero soy una mujer que aún está de muy buen ver, y no me veo yo con un hombre como Rob. Mira, mi Gregorio, que Dios lo tenga en su gloria, era un pincel de hombre. Siempre tan bien vestido, tan maravillosamente perfumado con su colonia de Barón Dandy. Era un galán en toda regla. Rob a su lado... uf... no... no... no quiero ni decir lo que parece. Pero ¿tú te fijaste en los manchurrones que traía en el pantalón, o el lamparón que llevaba en la solapa del traje? Jesús amante, hermosa, que no, que no... que no.

—Entonces le digo al tontuso que el sábado por la noche los cuatro no, ¿verdad?

—Más bien—asintió Sue decidida.

April no volvió a mencionar más el tema y ambas continuaron con su atlético paseo matinal. 

***************************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 14

A las cuatro de la tarde Brittany estaba metida en la ducha y oía a su abuela trastear en la cocina.

Aún no le hablaba por la encerrona que le hizo con Santana, pero tras solucionar la noche anterior sus problemas con la morena, pensó que había llegado el momento de solucionarlos con ella y con April.

Al salir de la ducha se encontró con Dolores mirándola con sus ojazos redondos.

—Hija, por Dios, solo te falta hablar—dijo Brittany al verla.

Ataviada con un albornoz negro y una toalla del mismo tono en la cabeza, Brittany se dirigió hacia la cocina.

Al entrar, Sue la miró y saludó.

—Hola, hermosura mía. ¿Quieres un café?

—Ya me lo pongo yo abuela.

Aquel tono de voz hizo sonreír a Sue. Conocía muy bien el tono de voz de su nieta, y aquel le gustó.

—Llegaste muy tarde hoy, ¿verdad?

—Sí. Al salir del trabajo nos fuimos a tomar unas copas en honor a sor Marley, que se casa.

—¡Oh, qué maravillosa noticia!—sonrió Sue—Marlicita se casa... ¡Qué bien!

—Bueno—Brittany se encogió de hombros—Si tú lo dices.

Sue vio cómo su nieta abría el cajón de las galletas y se echaba medio paquete en el tazón.

También cogió los donuts.

—Hermosa, por Dios, no comas tanto dulce que vas a engordar.

—Abuela—se quejó ella—Ya te he dicho mil veces que yo paso de ser un figurín. Además, ¿tú me ves gorda?

Sue la miró.

La verdad era que su nieta no estaba gorda.

—No, hija, no estás gorda. Pero sigo pensando que eres demasiado galga, y siempre estás comiendo cosas que no son buenas, donuts, palmeras de chocolate, bolsas de patatas. Cómete un bocadillo de jamón y deja de comer guarrerías.

—También me los como, abuela—sonrió al pensar en sus desayunos con los compañeros.

En ese momento sonó el teléfono y Brittany lo cogió.

—Dígame.

—Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa, Superwoman.

—¡Susana!—gritó Brittany y soltó el donuts de golpe.

Hablar con su prima era algo difícil.

Ahí donde vivía no se permitían móviles, y solo hablaban con ella una vez al mes, cuando ella y algunos de su comunidad bajaban al pueblo más cercano a comprar las cosas necesarias.

Sue rápidamente se secó las manos con un paño de cocina y se puso a su lado.

Comenzó a preguntarle cosas.

—Hola, primita. ¿Qué tal estas?

—Bien... bien, espera que conecto el manos libres, que si no la abuela no me va a dejar hablar.

—Hola, abuelaaaaaaaaaaaa.

—Ainsss... mi niña. ¿Cómo estáis, corazón mío?—dijo Sue, emocionada al oír a su nieta.

—Bien, abuela. Luna y yo estamos perfectamente bien.

—¿Y cuándo vienen? Estoy deseando achucharte a ti y a mi biznieta.

—Sí, hermosa, sí—se guaseó Brittany—A ver si vienes porque la abuela está que se sube por las paredes.

—¿Me estás llamando pesada?—gruñó Sue.

—No, abuela, no por Diossssssssssssss.

—Venga, no empiecen como siempre—se carcajeó Susana desde el otro lado del teléfono—Díganme qué tal están.

—Buemo como siempre, Susi—respondió Brittany—Liada con el trabajo y esas cosas.

—Superwoman tiene un ojo morado y ha tenido la cara medio desfigurada—se chivó Sue ganándose una mirada de enfado.

—¡Abuela!—se quejó Brittany—No le digas eso que la vas a preocupar.

—Oh, Dios mío, Britty. ¿Qué te ha pasado?—gritó Susana—Dime que estás bien.

—Bueno claro que estoy bien, tontorrona—dijo rápidamente mientras Sue gesticulaba—No te preocupes. Me di un golpe con Rach en uno de los operativos, pero nada más. Lo que pasa es que ya sabes que la abuela es muy exagerada.

—Sí, claro—refunfuñó la anciana.

—Britty, deberías dejar ese trabajo tan peligroso—se quejó su prima.

—Eso le digo yo, tesoro mío—metió baza Sue.

Brittany sonrió y se encendió un cigarro para disgusto de la mujer.

—¿Cuándo se darán cuenta de que yo no soy «de paz y amor y el plus para el salón»?—se mofó Brittany.

—¿Qué es eso?—preguntó Susana.

Brittany sonrió.

Era inevitable.

—Un anuncio de la tele—contestó Sue, que sonrió por la ocurrencia de su nieta—Pero digo yo que con treinta y dos años ya no eres una niña como para andar corriendo detrás de los drogadictos y los narcotraficantes. Lo que debería es echarse un novio o novia en condiciones. No como ese comisarucho antipático de tres al cuarto que le rompió el corazón.

—¡Abuela!—regañó Brittany—¿Por qué no te callas?

—Mira, hermosa—respondió la mujer—Esa frase quedó muy bien cuando se la dijo Juanito al moreno, pero en tu boca no me gusta. No me callo porque tengo razón y punto. Deberías crear tu propia familia y dejar de ser una Superwoman.

—Abuela, te he dicho miles de veces que no quiero una familia ni hijos, porque no quiero tener más responsabilidades de las que tengo. Quiero libertad de movimientos, ir donde quiera, cuando quiera y como quiera.

—Bueno así nunca serás feliz.

—Ese será mi problema, ¿no crees, abuelita?

—No me llames abuelita que me haces parecer una ancianita.

—Bueno no me quieras hacer cargar con una familia cuando yo no quiero.

—Eh... que yo sigo aquí—rió Susana para atraer su atención.

Se miraron con dureza durante unos segundos, y luego Brittany dijo:

—¿Sabes, Susi, que la abuela tuvo una cita la otra noche y no vino a dormir?

—Será puñetera—murmuró Sue.

—Pero... ¿qué me estás contando?—rió Susana—Abuela, ¿una cita? ¡Qué moderna!

—Uf...—se guaseó Brittany—Si yo te contara.

En ese momento, Sue le dio un pescozón a su nieta en el cuello y ella rió.

—No, hija, si la cita fue lo de menos. Era un auténtico carcamal gruñón al que se le caía la dentadura cada vez que hablaba.

Al ver que sus nietas se reían, ella también lo hizo:

—Lo que pasa, Susanita de mi alma, es que entre April y yo le habíamos preparado a Superwoman una cita sorpresa con Santanita... mmm... si es que hasta el nombre lo tiene bonito. Una doctora monísima y con una clase... oy... oy... oy... ¡Qué clase tiene la jodía! Quería dejarle la casa enterita para ella.

—Oy... oy... oy...—se guaseó Brittany—Abuela, me acabas de recordar a April.

—Jajajaja, es verdad—rió Susana—Britty, ¿y qué tal con la doctora? ¿Estaba buena?

—Es guapa a rabiar—respondió Sue y mirando a su nieta preguntó—¿O me vas a decir que no?

—No, abuela, no te voy a decir que no—asintió ella—Santana es una mujer bastante interesante.

—Guauuuuuuuu, prima. Oírte decir eso es algo raro. ¿Tan mona es?

—Bueno... bueno... bueno...—se guaseó Sue—Si tú la vieras, estoy convencida de que te gusten las mujeres y te la quedabas para ti y dejarías de comer solo repollo.

Brittany miró a su abuela.

No le gustó la idea de que otra persona, en este caso su prima, se enrollara con Santana, pero con disimulo sonrió.

—Oye, cambiando de tema—dijo Brittany—¿Cómo estás tú? ¿Cómo está mi sobrina?

—Ainsss... sí, mi niña...—sonrió Sue emocionándose—¿Cómo está mi pequeña Lunita?

—Luna Armoni ya pesa siete kilos y lo que más le gusta es comer y llorar.

—Sigo pensando que el nombrecito de Luna Armonía es una auténtica horterada—indicó Brittany, que recibió un codazo de su abuela—Luna, a secas, me gusta más.

—Ya lo sé, prima—sonrió Susana—Pero Luna Armoni es el nombre que hemos elegido Greg y yo. Es hija de los dos, y al igual que yo quería llamarla Luna, Greg deseaba ponerle Armoni, o Armonía como se dice en español.

—¿Cuándo nos la vas a traer para que la conozcamos?—susurró Sue secándose las lágrimas—Mira, Susanita, corazón mío, que como no vengas en breve, me cojo un avión y me planto en la casa esa donde vives en medio del campo y me importa un pimiento lo que digan esos melenudos.

—Abuela, puedes venir cuando quieras. En esta comunidad no nos comemos a nadie.

—Por no comer, no comen ni carne—se guaseó Brittany.

Su abuela le dio otra colleja, y Brittany blasfemó.

—Susanita, hermosa mía, ¿estás bien alimentada, cariño?

—Sí, abuela. No te preocupes.

—Ainssss—protestó la mujer—Se oyen cosas tan raras que yo...

—Buenoooo—suspiró Brittany—, Llegó el momento del drama.

—Desde luego tienes menos sentido común que un berberecho—gruñó Sue a su nieta—Claro que me preocupo por Susanita. ¿Cómo no me voy a preocupar por ella? Si aún recuerdo lo que le gustaban los bocadillos de mortadela con aceitunas y los de chorizo de Pamplona, y ahora... fíjate tú. Solo come verduras y poco más, y todo porque el melenudo ese se lo ha metido en la cabeza.

Al final del incómodo silencio en que se quedaron las tres, Brittany preguntó:

—¿Te llegó la cadenita con la medalla que enviamos?

—Sí, gracias, muy bonita. Pero ¿por qué has puesto tu teléfono?

—Lo hice poner yo—aclaró Sue—Tú no tienes teléfono y si la niña se pierde, por lo menos la pueden localizar a través de nosotros.

—¿Por qué se va a perder la niña?—preguntó a la defensiva Susana.

—Ay, hermosa, no sé[/i]—susurró su abuela.

—Bueno, corramos un tupido velo—dijo Brittany para cortar el tema—¿Cuándo vienes?

—Aún no lo sé, pero tranquilas, iré...

En ese momento se oyó el llanto de un bebé. Sue y Brittany se miraron emocionadas.

Aquella era su pequeña Luna.

—Bueno, familia, creo que se me acabó el hablar con tranquilidad. Se acaba de despertar, y conociéndola, estoy segura de que no va a parar de llorar. ¡Es una llorona!

—¿La alimentas bien? ¿No llorará por hambre?—se preocupó Sue.

—Le doy el pecho, solo tiene tres meses. Además, abuela, tú ya sabes que eso es lo más sano para ella. No te preocupes.

—Muy bien, cariño. Dale un achuchón de mi parte—dijo emocionada, en un hilo de voz, mientras Brittany alargaba la mano para abrazarla.

—Dale besitos y achuchones de su bisabuela y su tía, y tú cuídate e intenta llamarnos más a menudo, ¡descastá! ¡Que eres una descastá!—sonrió Brittany.

—Vale... vale... las dejo que esta ya comienza a cantar. Adiós. Ya las llamaré.

Y se cortó la comunicación.

Brittany y Sue se sentaron en el sillón y estuvieron calladas durante unos segundos.

No les gustaba nada la vida que Susana llevaba, pero debían de respetarla.

Ella era mayor de edad y si por amor había decidido seguir al melenudo de Greg y hacerse vegetariana, no podían hacer nada.

—Bueno, voy a terminar de recoger la cocina—dijo Sue levantándose del sillón.

—Abuela, oye...

—Sí, ya lo sé. Están bien y es lo que importa—asintió la mujer sin mirarla y luego desapareció por la puerta de la cocina.

Para Brittany, ver a su abuela con lágrimas en los ojos no era plato de buen gusto, pero poco podía hacer.

Había intentado hablar con Susana, pero todo fue inútil.

Ella quería vivir así y debían de asumirlo como tal.

Sonó de nuevo el teléfono.

Era Rachel, y el manos libres aún seguía conectado.

—¿Con quién hablabas? Llevo llamándote un rato y tienes apagado el móvil.

—Llamó Susi—respondió Brittany mientras encendía el móvil.

—¿Cuándo viene?

—No lo sabe aún—suspiró Brittany mientras cogía a Grissom, uno de los cachorros, sin ver que su abuela salía de la cocina.

—Bueno... bueno... ¡lo que tengo que contarte! ¡Viva tu prima y sus regalos!—dijo Rachel—Quiero que sepas que Montoya se ha comportado como un auténtico machote durante las últimas horas... oh... Dios mío, ¿por qué no me habías hablado de estos chismes antes?

Brittany sonrió.

—Por Dios, Britt, he acabado por primera vez en mi vida las pilas que traía e incluso he bajado a los chinos a comprar más. Joderrrr... ha sido maravilloso. Mi pepitilla y yo estamos locamente satisfechas. La mejor experiencia en la cama, en el sillón, encima de la lavadora o en la encimera de la cocina que he tenido hasta el momento.

—¡Mi madre!—exclamó Brittany mientras se partía de risa.

Rachel, era un auténtico caso.

—Oye, ¿Has estrenado ya a tu nuevo Lucas Fernández?

—¿Quién es ese Lucas Fernández?—preguntó Sue sobresaltando a Brittany, que rápidamente pulsó el botón del teléfono para quitar el manos libres.

—Nadie, abuela—respondió roja como un tomate—Son tonterías entre Rach y yo.

—Mándale un beso a Rachelcita de mi parte. Jesús... Jesús... esta juventud, la tontería que tienen encima—suspiró Sue y se marchó.

—No jodas que la que te ha preguntado por Lucas Fernández era la abuela.

—Sí—rió Brittany—La misma.

A partir de ese momento ninguna de las dos pudo parar de reír.

***************************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 15

Dos días después en la comisaría, Brittany no daba crédito a lo que oía.

Su abuela lloraba al teléfono y le decía que habían llamado del consulado español en Londres, para avisarles que su prima Susana, Greg y varios de su comunidad habían muerto por beber agua contaminada con unos productos nocivos para la salud.

Una fábrica de productos tóxicos cercana a la comuna había sufrido una rotura en una de sus tuberías sin que nadie se diera cuenta, y el agua que bebían los envenenó.

Con el dolor latente en sus caras y en especial en sus corazones Brittany y Sue, acompañadas por Rachel, viajaron a Londres, donde reconocieron los cadáveres de Susi y de Greg —él no tenía familia— y decidieron enterrarles ahí mismo.

A Susana le hubiera gustado estar con él.

Visitaron a la pequeña Luna Armoni en el hospital, donde habían comprobado que ella estaba bien, y cumplimentaron con los asistentes sociales el papeleo reglamentario.

Desde ese momento Brittany pasó a ser la tutora y responsable —por no decir mamá— de la pequeña Luna.

Tras acabar con aquello, tristes y desoladas, regresaron a Madrid.


—Ay, abuela... No me lo puedo creer. ¿Por qué? ¿Por qué le ha tenido que pasar esto a Susi?—murmuró entre sollozos, sentada en su sofá, sin poder creer aún lo sucedido—¿Qué vamos a hacer?

Aún con el gesto desencajado por la terrible pérdida, Sue se sentó junto a su nieta y pasándole el brazo por los hombros para abrazarla, le susurró con cariño mientras le secaba con un pañuelo las lágrimas.

—Lo único que podemos hacer, mi niña, es tirar para adelante con el recuerdo de Susi en nuestros corazones y criar a Lunita como ella hubiera hecho. Sé que es duro y es difícil de entender lo ocurrido, pero no nos queda más remedio, tesoro mío—al ver a su nieta llorar Sue continuó—Mi amor, no llores más. La vida es así de puñetera. Se lleva a los seres queridos cuando menos lo esperamos y los que quedamos debemos aprender a vivir sin ellos y a continuar nuestro camino. No hay más, hermosa... no hay más.

Durante unos segundos ambas se abrazaron entre sollozos hasta que un movimiento en el cesto del bebé les hizo entender que se había despertado.

Con rapidez, Sue acogió entre sus brazos a aquella pequeña niña de aspecto angelical, y secándose las lágrimas primero de su rostro y luego del rostro de su nieta Brittany, dijo:


—Susi nos ha dejado a esta belleza, y la tenemos que cuidar y querer tanto como la hubiera querido ella, ¿no crees?

—Por supuesto, abuela. Eso no lo dudes—asintió Brittany tocando el precioso óvalo de la cara del bebé—Pero me preocupa cómo. Yo apenas tengo tiempo y...

Sue no la dejó terminar.

Todos esos días supo que tarde o temprano saldría aquella maldita conversación, y el momento había llegado.

—Tienes que tener tiempo para ella, mi vida. Ya no eres tú sola. Ahora son tú y ella.

—Y tú también—aclaró Brittany mirándola con desafío.

La mujer la miró con una triste sonrisa y suspiró al ver que su nieta se resistía a no incluirla en el lote.

—Ay, hermosa... Ya sé que yo también existo para ti. Lo sé y me agrada mucho. Pero me refiero a que ahora Lunita es tu hija y debes comenzar a pensar en cómo criarla y...

Brittany se tensó.

Llevaba días pensando en aquello.

Luna ahora era su responsabilidad, pero era incapaz de centrarse en ello. Estaba claro que la niña ahora estaba a su cargo. Lo que no tenía claro era cómo salir adelante con aquella nueva empresa sin fallar.

—Abuela, tú no te preocupes por nada. Saldremos de esta, no sé cómo, pero saldremos. Eso sí, déjame decirte que necesito tu ayuda más que nunca. Yo... yo no sé cómo cuidar un bebé y si tú ahora me dejas... yo...

La mujer sonrió.

—Yo no te voy a fallar nunca, mi amor. Aquí estaré para ti y para Lunita el resto de mi existencia.

Emocionada por aquello y por todo lo que su abuela siempre había luchado por sacar adelante a ella y a su prima, con los ojos encharcados en lágrimas y un hilo de voz, le dijo:

—Abuela, te quiero más que a nadie en este mundo.

Sue sonrió, besó a su valiente nieta con cariño en la mejilla y poniéndole el bebé en sus brazos, murmuró antes de abrazarla:

—Yo también te quiero, hermosa mía. Pero ahora tú y yo tenemos que hacer todo lo posible porque Lunita se sienta la más querida y amada de esta familia. ¿Seremos capaces?

Con la emoción reflejada en su cara, Brittany asintió y Sue, secándose las lágrimas, se levantó y dijo con orgullo:

—Así me gusta. Esta es mi Superwoman.




Las primeras tres semanas fueron las más complicadas para todos.

Por un lado Sue, a pesar de su fortaleza, lloraba al recordar a Susi. Para una abuela era muy duro asumir la muerte de una nieta.

Brittany desesperada intentaba atender a Sue y a la niña. Pero en ocasiones perdía la paciencia.

Para ella tampoco estaba siendo fácil.

La pequeña lloraba a todas horas y apenas la dejaba dormir. Esto desesperaba a Brittany y la sacaba de sus casillas. Aunque reconocía que cuando le sonreía la cagona de ya casi cuatro meses, se le olvidaba todo.

Intentó de todas formas que la pequeña durmiera en la cuna, pero era imposible. Agotada, Brittany se tumbaba en la cama con la pequeña encima de ella. Pronto comenzó a darse cuenta de que la niña se relajaba con los sonidos de su corazón.

Durante ese tiempo, Brittany se desconectó del mundo, de la comisaría y de todo. No tenía tiempo para nada, y cada vez que su abuela la veía encender un cigarro, se lo apagaba o la echaba de casa.

De pronto su casa se había convertido en un búnker solo dedicado al cuidado y bienestar de la pequeña intrusa.

La cuna de la niña, el cambiador, el calientabiberones, el esterilizador de biberones y los miles de productos que para ella hubo que comprar, relegaron a un lado la comodidad que Brittany siempre había tenido cuando llegaba a su casa.

Durante esos días, Sue y Brittany pensaron qué hacer con Dolores y los cachorros.

Ahora, con la niña, tener la casa llena de perros no era lo más higiénico, pero al final Sue decidió esperar un tiempo.

Cuando ella regresara a Benidorm, se los llevaría, algo que a Brittany le parecía una locura. Primero, porque su abuela no podía vivir con tanto perro, y segundo, porque ella no podía encargarse sola de la pequeña Luna y necesitaba la ayuda de su abuela.





—Es preciosa. Qué manitas tan chiquititas tiene, y esos ojitos tan redonditos, me los comía—dijo Rachel con la niña en brazos, mientras Brittany, asomada a la ventana, fumaba un cigarro.

—Yo también me la comía a veces. En especial cuando no me deja pegar ojo por las noches—suspiró agotada.

—Anda ya... pero si es una santa.

—Sí, solo le falta el halo dorado alrededor de la cabeza y las arpas sonando—se mofó aquella, que al oír la puerta abrirse, apagó el cigarro en la maceta y cerró la ventana.

Sue entró con April y la miró.

Antes de que ella dijera nada, Brittany la atajó:

—Abuela, he abierto la ventana para fumar. Por lo tanto, cierra el pico.

La mujer la regañó con la mirada y fue a la cocina a dejar las bolsas, mientras April, la mujer que no se había separado de ellas en aquel duro trance, se acercaba a la niña.

—Oy... oy... oy... Si es un angelito—dijo al verla dormida.

—Sí, del infierno—resopló Brittany.

—Anda, cállate, gruñona—le dio una patada Rachel haciéndola reír.

—A ver... es la hora del baño de mi Lunita—dijo Sue al salir de la cocina, y Rachel le entregó a la pequeña—Brittycita, ¿quieres bañarla tú?

—No, abuela. Si no te importa, te cedo los honores. Así puedo charlar un rato con Rach.

—Yo te ayudaré—se ofreció April, y ambas desaparecieron por el pasillo.

Nada más quedar a solas, Brittany abrió la ventana y comenzó a fumar un nuevo cigarrillo.

—A ver, dispara—dijo Rachel.

La conocía muy bien y sabía que aquella situación estaba pudiendo con sus nervios y su paciencia.

—¿Te has dado cuenta de la mierda de vida que llevo?—gruñó Brittany.

—Tampoco es tan mala. No trabajas y estás en casa. ¿Qué más se puede pedir?

Rachel sonrió, y antes de que su amiga explotara, se fijó en las profundas ojeras que aquella tenía por todo lo ocurrido y añadió:

—Vale, reina mora, te entiendo. Estas no son vacaciones, y en cuanto a lo de estar en casa, rodeada de un bebé llorón, tu abuela, ocho perros y April, tengo que reconocer que no es la mejor idea del mundo.

—Te juro que hay momentos en los que creo que me va a dar algo—apagó el cigarro en la maceta, cerró la ventana y se sentó junto a su amiga—Me siento fatal, Rach. Susi, mi Susi está muerta—murmuró emocionada—Y yo tengo que ocuparme de su hija, pero esto me está destrozando a mí. La cagona es una preciosidad, pero me ha descabalado la vida. Si antes no tenía horarios, ahora mi abuela y esa llorona se empeñan en que los tenga, ¡y yo lo odio!

Rachel, la miró y la entendió.

Su vida había sufrido un giro abismal.

—Y luego está la continua pregunta: ¿qué voy a hacer con la cagona cuando mi abuela decida marcharse a Benidorm? Porque la muy puñetera me amenaza continuamente con eso.

Rachel sonrió.

Aunque entendía que la papeleta que se le presentaba a su amiga no era fácil de digerir, para relajarla dijo:

—Lo primero de todo espira... inspira... espira...—cuando vio que esta sonreía y se encendía un nuevo cigarro añadió—Vayamos por partes, como dijo Jack el destripador.

—Madre mía, Rach. Necesito dormir, ligar, reír, bailar, tomarme unas cervezas con ustedes—y bajando la voz le susurró—Pero si no tengo tiempo ni para utilizar a Lucas Fernández. Desde que esa cagona llenó mi casa de pañales, colonia Nenuco y chupetes, ¡no tengo intimidad!

—Britt, te entiendo, reina—murmuró con dulzura Rachel—Dejemos que el tiempo pase, seguro que la pitufa dejará de llorar en algún momento y se acostumbrará a ti...

—¡Que se acostumbre a mí!—voceó mientras abría la ventana—Oh... si eso ya lo ha hecho la muy sinvergüenza. Solo duerme por la noche si la tengo encima de mí, y me escucha el corazón. El problema es que yo no duermo porque tengo miedo a olvidar que ella está ahí y aplastarla. Me voy a morir de sueño... lo sé... lo intuyo.

Rachel no quería sonreír, pero era inevitable.

—Anda, no seas exagerada. Ni que fueras la primera mamá soltera que tiene que criar a su hija. Por cierto, ¿sabes algo de la doctora Pichón?

Al pensar en Santana, Brittany dio una fuerte calada y se encogió de hombros.

—Si te soy sincera, no tengo ni idea de si me ha llamado o no. Estoy tan liada con todo lo que me ha ocurrido últimamente que hasta le agradezco que no me llame. Aunque claro, siempre cabe la posibilidad de que se haya enterado de lo que me ha pasado y pase olímpicamente de mí.

—Repito: eres una lamentosa.

—Rach, joder, ponte en mi lugar. De pronto mi vida de soltera independiente ha cambiado a una vida en la que tengo que apechugar con una cagona y llorona que me está volviendo loca. Yo no quería ser mamá. Ni soltera ni casada. Pero las circunstancias... me obligan a algo de lo que siempre he huido.

Para ponerla a prueba, Rachel propuso:

—Bueno solo tienes tres opciones. La primera, que cuando se vaya a Benidorm tu abuela se la lleve con ella. La segunda, que apechugues con la cagona, busques una guardería y comiences a pensar que ya no eres tú sola. Y la tercera, hablar con los servicios sociales y buscar una familia para Luna.

Brittany abrió los ojos con gesto amenazador, pero al ver cómo su amiga se carcajeaba dijo:

—Eso no lo dirás ni en broma, ¿verdad? Mi abuela me mataría y Susi no me lo perdonaría. Además, la cagona es mi niña y nadie se la va a llevar—luego con una sonrisa añadió—Aunque a veces, en especial por las noches o cuando un tufillo apestoso le sale del culo, me dan ganas de regalarla.

Rachel se levantó, la abrazó y le dio un sonoro beso en la mejilla. Luego dijo:

—No te agobies y da tiempo a que todo se tranquilice. Lo que ha ocurrido y el giro que ha dado tu vida no debe ser fácil para nadie

Brittany hizo un mohín.

—No olvides que también me tienes a mí para poder malcriar a la pequeña Luna, ¿vale?

Brittany asintió y suspiró.

—Por cierto—rió Rachel—¿Recuerdas lo que nos dijo la gitana en Ibiza?

Brittany asintió.

Iba a decir algo justo cuando su abuela Sue apareció con la pequeña recién bañada y con olor a colonia Nenuco. Se la puso en los brazos y Brittany, con un gesto tierno, le dio el biberón.
 

***************************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 16

Una semana después, Brittany se incorporó de nuevo a su trabajo.

Como siempre, el humor de Evans era pésimo.

Desde que apareció por la comisaría aquella mañana no había parado de reprenderla por todo. Algo que ella asumió, aunque en un par de ocasiones Rachel tuvo que pararla para que no le pusiera la papelera de sombrero.

Aquella mañana Mike Chang había aparecido feliz y contento.

Iba a ser papá. Después de más de cuatro años de matrimonio, Tina y él por fin iban a conseguir lo que llevaban buscando casi todo ese tiempo.

—Enhorabuena, papito—sonrió Rachel abrazándolo—Vas a ser un papá genial.

—¡Joder!, no me lo puedo creer todavía—sonrió emocionado—Esta mañana nos hemos levantado juntos para hacer la prueba del predictor y uf... cuando ha salido el circulito rosa nos hemos puesto a llorar como dos imbéciles.

—Tina estará muy contenta, ¿verdad?—preguntó Brittany y él asintió—Bueno no es por nublarles la felicidad, pero prepárense para no dormir, y olvídense de la tranquilidad, el descanso y el silencio. Ah... y ve guardando la Play Station para dejar espacio para cientos y cientos de cosas para el bebé.

—Cállate, cenizo—protestó Chang y preguntó—Y tu pequeña, ¿qué tal?

Brittany sintió un pellizco en el corazón.

Cada vez que recordaba a Luna, el dolor por la pérdida de Susi le atenazaba el cuerpo. Por eso se tragó las lágrimas y mientras se sentaba en su mesa dijo:

—En su línea. Llorar, comer, cagar y volver a llorar.

—Qué alegría, ¿verdad?—susurró Rachel sentándose encima de la mesa de Brittany con un paquete de Doritos, mientras el resto de compañeros felicitaban al futuro y nervioso padre—Ver a Chang tan feliz y enamorado es maravilloso, ¿verdad?

—Sí—asintió Brittany mientras cogía los Doritos.

—Oye, reina, ¡que son míos!

—Anda, calla y no seas rata.

Rachel sonrió y al ver como entre varios compañeros manteaban a Chang dijo:

—La verdad es que al ver a Mike y Tina tan enamorados, te hace pensar que a veces el amor triunfa, y que quizás como dijo la gitana en Ibiza, llegue nuestro príncipe azul.

Al oírla, Brittany le devolvió los Doritos con gesto amargo.

—Lo que dijo la gitana fue una chorrada. Además, los príncipes azules o princesas rosadas, Rachelcita se quedan atrapados en las novelas cuando las cerramos.

—¡Mujer!, mira que eres negativa. Todo el mundo ha tenido decepciones amorosas en la vida y tarde o temprano encuentra el verdadero amor.

—¿Verdadero amor? Anda ya, Rach, pero si eso no existe. Cree en el sexo mondongo y lorondo, y acertarás.

—Vete al cuerno, petarda—replicó aquella tirándole los Doritos—Yo quiero creer en el amor. Solo tienes que conocer a la persona indicada para que esa magia surja.

—La magia no existe y el amor es un asco—se quejó Brittany y abrió un expediente—Créeme. Te lo digo porque lo sé.

—En tu caso, creo que tienes el radar estropeado.

—¿Que tengo el radar estropeado?—se guaseó esta.

—Por Dios, Britt, si hasta tu abuela Sue o la mismísima April ligan más que tú.

—¿A cualquier cosa le llamas tú ligar?

—Por lo menos tienen citas, se ilusionan y se lo pasan bien.

—Yo también me lo paso bien... cuando me dejan—se defendió Brittany.

—Sí, claro, con Lucas Fernández, siempre y cuando no se le acaben las pilas—se mofó Rachel.

Brittany abrió mucho los ojos y la boca, pero Rachel fue más rápida.

—Vale. Lo retiro. Adoro a mi Montoya, y con solo nombrarlo ya me palpita la pepitilla. Ainsss... ¡Dios!, qué potencia tiene el jodío.

Ambas sonrieron.

—Mira, Rach. Yo no digo que no existan los príncipes o princesas azules, pero lo que tengo claro es que no existen para mí.

—Dices eso porque el cabronazo de Evans te la jugó. Le perdonaste tantas veces, durante tantos años, que al final se cepilló tu autoestima como mujer.

—Ahí le has dado, compañera—admitió Brittany y cogió un puñado de Doritos.

—Pero, escucha, Britt. A pesar de que yo no tengo mejor suerte que tú en ese tema, creo que no todas las personas son unas desgraciados. Me gusta pensar que el amor existe, que la pareja es algo bonito y que algún día aparecerá mi maravillosa y tremenda persona que sea mi príncipe o princesa azul.

—Yo lo que creo es que tú eres tonta. Pero tonta de remate.

—Y tú idiota. Pero idiota de narices—se defendió Rachel.

Soltaron una carcajada y Brittany declaró:

—Los hombres son como los cuartos de baño, o son una mierda o están ocupados. Y las mujeres no las encontramos o están ocupadas.

—Uissss..., ¡qué buena conclusión!—rió Rachel—Pero mira, yo tengo otra.

—A ver... ilumíname con tu saber.

—Los hombres que se visten bien, se desvisten mejor. Y las mujeres somos de lo mejor.

Las carcajadas de ambas llegaron hasta los compañeros, que al verlas tan divertidas, las miraron.

En ese momento sonó el móvil de Brittany y ella lo cogió.

—Inspectora Pierce al habla.

—Hola, inspectora. Soy la doctora López. ¿Te pillo en mal momento?

Al oír su voz, Brittany se quedó paralizada.

Santana al ver que no respondía prosiguió.

—Vale, antes de que me cuelgues por no haber llamado antes, déjame decirte que me surgió un viaje de trabajo y he estado fuera de España casi un mes, hasta ayer.

—Ah... hola, Santana—dijo por fin

Y Rachel con una sonrisa aplaudió, mientras Brittany se alejaba para hablar con algo de intimidad.

—No te preocupes, no pasa nada, yo también he estado muy liada.

—Te llamaba para saber si esta noche te venía bien quedar conmigo para cenar.

«Ay Dios mío, se ha acordado», pensó Brittany, mientras sentía que su estómago se encogía.

—Bueno... la verdad es que no sé si voy a poder—dijo al pensar en que su abuela tenía bingo con las amigas y alguien tenía que cuidar a la pequeña cagona.

—¿Mañana por la noche?—insistió Santana.

No pensaba colgar el teléfono sin conseguir una cita.

Durante el tiempo que había estado de viaje, no había podido dejar de pensar en Brittany.

«Qué hago... qué hago», dudó Brittany, mientras se subía la pata del pantalón y se miraba las piernas.

Lo que vio no le gustó y rápidamente la bajó.

Rachel, que comía Doritos encima de la mesa, al verle la pierna soltó un exabrupto.

—¿Ocurre algo?—preguntó Santana al notarla dudosa.

—Eh...

—Mira, inspectora. Te prometo que la cena será en un lugar muy especial y que no te arrepentirás. Y por supuesto, me comportaré como toda una dama.

Brittany reaccionó con rapidez.

—Te dije que te invitaba yo a ti.

—Y yo te dije que eso estaba por ver, ¿no lo recuerdas?

«Oh... sí, claro que lo recuerdo. Cada vez que tengo un segundo libre, no puedo dejar de pensar en ti.»

—Te prometo que me pensaré si la siguiente cena la pagas tú. Pero está ya está preparada y no me puedes decir que no. Como mucho, podemos aplazarla para mañana—insistió Santana.

Confusa y atontada, Brittany miró hacia Rachel, que sentada en su mesa, gesticulaba mientras comía Doritos.

Realmente le apetecía quedar con Santana.

Le apetecía mucho.

Pero su radar estropeado le pitaba y le indicaba «cuidado».

Al final se armó de valor y mientras cerraba los ojos dijo:

—De acuerdo. Cenaré contigo, pero mañana.

—Estupendo—se alegró Santana—A las siete pasaré a recogerte.

—¿A las siete? ¿No es un poco pronto para cenar?—preguntó sorprendida.

—Confía en mí—respondió Santana con un tono sonriente—Hasta mañana a las siete.

Entonces colgó y dejó a Brittany desconcertada.

—¿Qué te ha dicho?—preguntó Rachel acercándose.

—¡Ay, Dios!—exclamó mientras cogía un nuevo puñado de Doritos—He quedado para cenar mañana. Pasará por casa a buscarme a las siete.

—¡Toma ya! Tienes una cita con la doctora Pichón—aplaudió Rachel.

—¡Mi madre! ¿Qué estoy haciendo?

—Pasarlo bien—replicó Rachel y mirándola a los ojos dijo—No te tomes a mal lo que te voy a decir, pero ¿desde cuándo no te depilas? ¡Joder, Brittany!, casi me atraganto con los Doritos cuando he visto las lianas que cuelgan de tus piernas.

—Uf... si es que desde que tengo a la cagona no me queda tiempo ni para mear—suspiró ella.

—Mira, entiendo lo de la niña y que tu Lucas Fernández no es exigente—eso hizo sonreír a Brittany—Pero mujer, si hasta el mismísimo Tarzán se perdería entre el matojo de pelos que tienes en las patorras. Anda y tira para la puerta que ahora mismo llamo a Mercedes, para que nos haga un hueco ipso facto en su peluquería.

Aún atontada Brittany asintió con la cabeza.

Rachel cogió su bolso y gritó:

—Chang, si alguien pregunta por nosotras, tardaremos dos horas en regresar.

De inmediato se encaminaron a la peluquería de Mercedes, donde a Brittany le hicieron una depilación como Dios manda.

***************************************************************************************************************************************

Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D