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Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
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Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
Advertencia:
—¡Que alguien me ayude! —suplicó una voz aterrorizada que provino desde ningún sitio especifico entre todas esas espeluznantes sombras informes rodeándole. Pronto, un lastimero llanto agonizante cortó cual cuchillo oxidado el aplastante silencio, perforando directo hasta su nublado subconsciente, obligándolo a regresar de manera poco agradable de regreso a la realidad. Confundido, quiso articular ciertas palabras, preguntas sencillas que bien pudiesen ayudare a comprender qué sucedía exactamente, sin embargo le costó mucho trabajo siquiera intentar formularlas primero. Algo andaba mal, muy mal.
Pronto, también notó cierto detalle curioso.
Estaba tendido boca arriba, recostado sobre un suelo extrañamente terroso, húmedo e incluso distinguía hierba blanda bajo las yemas de sus sensibilizados dedos. Y hacía frio. Pero era un frio distinto al común. Cuando niño, le encantaba jugar fuera de casa cada invierno que venía acompañado sin falta de constantes nevadas, conocía bastante bien cuando podrían descender las gélidas temperaturas propias de aquella época del año, no obstante, jamás había experimentado nada igual antes. Era una sensación espeluznante, calaba hasta los huesos y le impedía realizar movimientos voluntarios, sometiéndolo y exponiéndolo a cierto grado de vulnerabilidad.
Cansado, poco a poco parpadeó hasta conseguir mantener ambos ojos abiertos, comprobando así tenía borrosa la visión. Apenas alcanzaba a distinguir el precioso cielo oscuro colmado de titilantes estrellas plateadas.
Entonces vino el dolor. Ahoga un gemido ante la espantosa sensación que tiene instalada en el bajo vientre. Jamás ha experimentado nada así antes. Pronto, le cuesta respirar. Desesperado ante tan abrumadora falta de aire, jadea intentado obtener cualquier cantidad de oxigeno posible, sin éxito alguno. Sólo gana más malestares y una desagradable quemazón torturándole los pulmones. No comprende qué sucede. Y entra en pánico total. Recobrando fuerzas inauditas, manotea desesperado buscando cualquier objeto al cual aferrarse, al no encontrar nada, alguien arrodillado justo a su lado le impide continuar agitándose, presionándolo con fuerza inaudita manteniendo quieto—. ¡No! —pidió entre sollozos angustiados—. ¡Por favor, quédate quieto cariño, todo saldrá bien!
¡Conocía esa voz! Ya la había escuchado muchas veces antes en el pasado e inclusive antes también. No podía equivocarse. Aún prescindiendo de todos sus sentidos básicos, podía reconocerle donde quiera fácilmente y sin dudar. Recobrando cierto grado de lucidez, se aferró a permanecer despierto todo cuando le fuera posible mientras cada recuerdo comenzaba a golpearle inmisericorde uno tras otro, haciéndole entender por qué terminó de semejante manera.
Estaba muriendo.
Pronto atravesaría esa delgada línea entre la vida y la muerte. Irremediablemente debía abandonarle, los dos se separarían otra vez, tomarían caminos distintos y sólo Dios sabía hasta cuándo podrían volver a encontrarse. Temblando tanto por debilidad física como por semejante idea, eleva con grandes esfuerzos su brazo, alcanzando apenas a tocar ese amado rostro que no verá sino en otra vida diferente. El otro muchacho cuya pálida piel siempre le ha caracterizado, le mira asustado, lágrimas bañándole las mejillas, sin dejar de aplicar presión sobre la herida sangrante que tenía le provocaron gracias a un arma de fuego.
—Tranquilo Blaine —murmuró entrecortadamente el jovencito con los ojos azules más hermosos que tuvo oportunidad de apreciar jamás—. Pronto vendrá la ayuda —dice creyendo será verdad—. ¡Aguanta! —casi exige. Tiene las manos y antebrazos empapados en sangre fresca, cuyo color rojizo contrasta con la blancura inmaculada de su tez blanca.
Pero el hombre tendido ahí, sabía le quedaba poco tiempo. Con infinito cariño, sonríe, consiente nada puede hacer para detener lo inevitable—. Quisiera… —se interrumpe ante un acceso de toz, lo cual le permite saborear ese desagradable sabor metálico pesado en su boca—, q-quisiera hablarte a-antes de…
—¡Basta! —rogó desesperado tras aferrarse a él hasta casi hacerse daño—. Nisiquiera oses considerarlo, nosotros saldremos de esto ¿Entendido? ¡Estaremos bien! —dice con tono cada vez más débil—. Tú estarás bien…
—Casi he agotado todas mis fuerzas —susurró casi a modo de broma. Así solía comportarse cuando estaba con él, pero poco apreciado resulta su comentario—. Kurt, si-siempre voy a am-amarte muchísimo… ¿Sabes eso, verdad?
—Idiota, puedes decírmelo al recuperarte —ríe cansado, negando con la cabeza repetidas veces—. Ahora mismo sólo…tú sólo…—frenético, parece buscar cualquier cosa en todas direcciones—. ¡¿Por qué carajos nadie viene?! —pregunta al aire casi al borde de la histeria—. ¿Por qué?...
—Necesito —pide incitándole a entrelazar sus manos. Kurt se niega inicialmente porque eso significaría suspender la presión sobre tan espantosa lesión, aún así, Blaine logró convencerle. Era importante y no le sería posible marcharse tranquilo sino lo escuchaba decírselo—, Kurt, ne-necesito me prometas continuarás sin mi —el castaño se hecho ligeramente hacia atrás, impresionado ante tan descabellada petición—. Aun-aunque ya no me tengas contigo, promete in-intentarás seguir adelante.
—Dices puras tonterías Blaine —contestó nervioso—. Regresaremos a casa juntos, lo prometimos. Tenemos planes, Blaine —más lágrimas tibias emergieron —. ¡No puedes dejarme ahora, maldición!
—Si t-tú intentaras seguirme u-utilizando medios propios…—exhaló exhausto—, todo habrá sido en vano —sosteniéndolo con ahincó, continuó—. Conoces las reglas —sentenció ya desesperado—. Debemos asegurar nuestro rencuentro, ¿entiendes? Nuestro destino co-consiste en evitar extinguirnos como las simples llamas de una vela —Blaine ya no soportaría más, debía escucharlo—. Por favor…Kurt…
—¡Lo prometo! —gritó alterado—. ¡Te lo prometo, Blaine!
El moreno ensanchó su sonrisa, relajándose y adoptó una completa expresión facial pacifica—. Nunca voy a…decirte…adiós —lentamente, sucumbió ante una profunda penumbra inaudita—. Te a…
Pronto, ya no ve, ni siente, ni escucha.
—¿Blaine? —lo llamó Kurt curioso, sin obtener ninguna respuesta. El fuerte cuerpo que antes le había protegido contra todo y todos yacía ahí, frente a él, totalmente pálido, anormalmente rígido —. Oye, siempre me has dicho dormir aquí será perjudicial para tu delicada espalda —regaña tras sacudirle dos veces seguidas, pretendiendo despertarlo—. Anda haragán ¡Arriba! —sujetándolo por la muñeca, pretende ayudarle a incorporarse, pero nada más sentir esa mortal frialdad en la piel le produce una sensación horripilante y termina soltándole, como si sólo tocarle lo lastimara—. ¿Blaine? —intenta otra vez.
Silencio.
Su amado ya no volverá. Blaine estaba muerto. Blaine ahora se hallaba a miles de kilómetros, se había marchado a un sitio donde Kurt no podía seguirlo porque se lo prometió. La realidad le golpea, muy duro. Cayendo sobre sus rodillas, se lleva ambas manos al cabello castaño jalándolo sin compasión, comenzando a emitir gritos desolados importándole muy poco lastimarse la garganta. Grita de impotencia, grita de dolor, de angustia y desesperación porque, definitivamente ya no le queda nada.
Este fic es un AU. Contendrá violencia, intento te violación, personajes ligeramente fuera de carácter y situaciones difíciles. Ningún personaje de Glee me pertenece, todo es de RM, colaboradores y Fox.
...
"El alma del hombre es como el agua: viene del cielo, se eleva hacia el y vuelve después a la tierra, en un eterno ciclo"
(Goethe)
...
"El alma del hombre es como el agua: viene del cielo, se eleva hacia el y vuelve después a la tierra, en un eterno ciclo"
(Goethe)
...
Si pudieras recordar
(Prólogo)
(Prólogo)
—¡Que alguien me ayude! —suplicó una voz aterrorizada que provino desde ningún sitio especifico entre todas esas espeluznantes sombras informes rodeándole. Pronto, un lastimero llanto agonizante cortó cual cuchillo oxidado el aplastante silencio, perforando directo hasta su nublado subconsciente, obligándolo a regresar de manera poco agradable de regreso a la realidad. Confundido, quiso articular ciertas palabras, preguntas sencillas que bien pudiesen ayudare a comprender qué sucedía exactamente, sin embargo le costó mucho trabajo siquiera intentar formularlas primero. Algo andaba mal, muy mal.
Pronto, también notó cierto detalle curioso.
Estaba tendido boca arriba, recostado sobre un suelo extrañamente terroso, húmedo e incluso distinguía hierba blanda bajo las yemas de sus sensibilizados dedos. Y hacía frio. Pero era un frio distinto al común. Cuando niño, le encantaba jugar fuera de casa cada invierno que venía acompañado sin falta de constantes nevadas, conocía bastante bien cuando podrían descender las gélidas temperaturas propias de aquella época del año, no obstante, jamás había experimentado nada igual antes. Era una sensación espeluznante, calaba hasta los huesos y le impedía realizar movimientos voluntarios, sometiéndolo y exponiéndolo a cierto grado de vulnerabilidad.
Cansado, poco a poco parpadeó hasta conseguir mantener ambos ojos abiertos, comprobando así tenía borrosa la visión. Apenas alcanzaba a distinguir el precioso cielo oscuro colmado de titilantes estrellas plateadas.
Entonces vino el dolor. Ahoga un gemido ante la espantosa sensación que tiene instalada en el bajo vientre. Jamás ha experimentado nada así antes. Pronto, le cuesta respirar. Desesperado ante tan abrumadora falta de aire, jadea intentado obtener cualquier cantidad de oxigeno posible, sin éxito alguno. Sólo gana más malestares y una desagradable quemazón torturándole los pulmones. No comprende qué sucede. Y entra en pánico total. Recobrando fuerzas inauditas, manotea desesperado buscando cualquier objeto al cual aferrarse, al no encontrar nada, alguien arrodillado justo a su lado le impide continuar agitándose, presionándolo con fuerza inaudita manteniendo quieto—. ¡No! —pidió entre sollozos angustiados—. ¡Por favor, quédate quieto cariño, todo saldrá bien!
¡Conocía esa voz! Ya la había escuchado muchas veces antes en el pasado e inclusive antes también. No podía equivocarse. Aún prescindiendo de todos sus sentidos básicos, podía reconocerle donde quiera fácilmente y sin dudar. Recobrando cierto grado de lucidez, se aferró a permanecer despierto todo cuando le fuera posible mientras cada recuerdo comenzaba a golpearle inmisericorde uno tras otro, haciéndole entender por qué terminó de semejante manera.
Estaba muriendo.
Pronto atravesaría esa delgada línea entre la vida y la muerte. Irremediablemente debía abandonarle, los dos se separarían otra vez, tomarían caminos distintos y sólo Dios sabía hasta cuándo podrían volver a encontrarse. Temblando tanto por debilidad física como por semejante idea, eleva con grandes esfuerzos su brazo, alcanzando apenas a tocar ese amado rostro que no verá sino en otra vida diferente. El otro muchacho cuya pálida piel siempre le ha caracterizado, le mira asustado, lágrimas bañándole las mejillas, sin dejar de aplicar presión sobre la herida sangrante que tenía le provocaron gracias a un arma de fuego.
—Tranquilo Blaine —murmuró entrecortadamente el jovencito con los ojos azules más hermosos que tuvo oportunidad de apreciar jamás—. Pronto vendrá la ayuda —dice creyendo será verdad—. ¡Aguanta! —casi exige. Tiene las manos y antebrazos empapados en sangre fresca, cuyo color rojizo contrasta con la blancura inmaculada de su tez blanca.
Pero el hombre tendido ahí, sabía le quedaba poco tiempo. Con infinito cariño, sonríe, consiente nada puede hacer para detener lo inevitable—. Quisiera… —se interrumpe ante un acceso de toz, lo cual le permite saborear ese desagradable sabor metálico pesado en su boca—, q-quisiera hablarte a-antes de…
—¡Basta! —rogó desesperado tras aferrarse a él hasta casi hacerse daño—. Nisiquiera oses considerarlo, nosotros saldremos de esto ¿Entendido? ¡Estaremos bien! —dice con tono cada vez más débil—. Tú estarás bien…
—Casi he agotado todas mis fuerzas —susurró casi a modo de broma. Así solía comportarse cuando estaba con él, pero poco apreciado resulta su comentario—. Kurt, si-siempre voy a am-amarte muchísimo… ¿Sabes eso, verdad?
—Idiota, puedes decírmelo al recuperarte —ríe cansado, negando con la cabeza repetidas veces—. Ahora mismo sólo…tú sólo…—frenético, parece buscar cualquier cosa en todas direcciones—. ¡¿Por qué carajos nadie viene?! —pregunta al aire casi al borde de la histeria—. ¿Por qué?...
—Necesito —pide incitándole a entrelazar sus manos. Kurt se niega inicialmente porque eso significaría suspender la presión sobre tan espantosa lesión, aún así, Blaine logró convencerle. Era importante y no le sería posible marcharse tranquilo sino lo escuchaba decírselo—, Kurt, ne-necesito me prometas continuarás sin mi —el castaño se hecho ligeramente hacia atrás, impresionado ante tan descabellada petición—. Aun-aunque ya no me tengas contigo, promete in-intentarás seguir adelante.
—Dices puras tonterías Blaine —contestó nervioso—. Regresaremos a casa juntos, lo prometimos. Tenemos planes, Blaine —más lágrimas tibias emergieron —. ¡No puedes dejarme ahora, maldición!
—Si t-tú intentaras seguirme u-utilizando medios propios…—exhaló exhausto—, todo habrá sido en vano —sosteniéndolo con ahincó, continuó—. Conoces las reglas —sentenció ya desesperado—. Debemos asegurar nuestro rencuentro, ¿entiendes? Nuestro destino co-consiste en evitar extinguirnos como las simples llamas de una vela —Blaine ya no soportaría más, debía escucharlo—. Por favor…Kurt…
—¡Lo prometo! —gritó alterado—. ¡Te lo prometo, Blaine!
El moreno ensanchó su sonrisa, relajándose y adoptó una completa expresión facial pacifica—. Nunca voy a…decirte…adiós —lentamente, sucumbió ante una profunda penumbra inaudita—. Te a…
Pronto, ya no ve, ni siente, ni escucha.
—¿Blaine? —lo llamó Kurt curioso, sin obtener ninguna respuesta. El fuerte cuerpo que antes le había protegido contra todo y todos yacía ahí, frente a él, totalmente pálido, anormalmente rígido —. Oye, siempre me has dicho dormir aquí será perjudicial para tu delicada espalda —regaña tras sacudirle dos veces seguidas, pretendiendo despertarlo—. Anda haragán ¡Arriba! —sujetándolo por la muñeca, pretende ayudarle a incorporarse, pero nada más sentir esa mortal frialdad en la piel le produce una sensación horripilante y termina soltándole, como si sólo tocarle lo lastimara—. ¿Blaine? —intenta otra vez.
Silencio.
Su amado ya no volverá. Blaine estaba muerto. Blaine ahora se hallaba a miles de kilómetros, se había marchado a un sitio donde Kurt no podía seguirlo porque se lo prometió. La realidad le golpea, muy duro. Cayendo sobre sus rodillas, se lleva ambas manos al cabello castaño jalándolo sin compasión, comenzando a emitir gritos desolados importándole muy poco lastimarse la garganta. Grita de impotencia, grita de dolor, de angustia y desesperación porque, definitivamente ya no le queda nada.
Última edición por Florencia_HM el Mar Mayo 28, 2013 9:30 pm, editado 12 veces
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
genial que subiste tu fic aqui si no me equivoco lo suviste a fanfiction y me gusto bastante nos leemos
dancolfer*** - Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 10/11/2012
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
Si, estaba un poco insegura, pero igual ya está aquí. =) Aunque aquí lo subiré por partes. Gracias por leer de nuevo.
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
esta muy bueno
estoy ansiosa por ver los caps
estoy ansiosa por ver los caps
lilianita****** - Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 31/08/2012
Edad : 24
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
SI NO CONTINUAS EL QUE MORIRÁ SERÉ YO.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
La historia de Blaine (Parte I)
"Donde estamos, los siglos sólo son como segundos, y después de vivir mil vidas, nuestros ojos empiezan a abrirse"
(EUGENE O'NEILL)
.............................................
Si pudieras recordar.
(I –La historia de Blaine–)
El sonido de un potente relámpago fue el culpable de despertarlo aquella turbulenta noche tormentosa.
Empapado casi por completo en sudor y con la respiración agitadísima, Blaine Anderson se incorporó lentamente en el mullido colchón teniendo muy poca idea sobre dónde exactamente era que se encontraba. Sintiéndose confundido e inclusive mareado, intentó, sin demasiado éxito, recuperar parte de su estabilidad emocional pérdida, algo condenadamente difícil considerando esa espantosa pesadilla. Colocándose una temblorosa mano sobre el rostro procuró calmarse, conforme se repetía constantemente no debería tener miedo, porque, en la seguridad de su habitación nadie podría hacerle daño. Costándole varios intentos más alejar completamente todas esas emociones tan intensas, y así mismo, enterrarlas en algún lugar recóndito donde no pudiesen causarle alguna otra contrariedad, encendió una pequeña lámpara ubicada justo al lado de su cama. El súbito cambio de iluminación le provocó un extraño efecto, casi como si hubiese estado buceando durante muchas horas seguidas y, sin previo aviso, emergiera demasiado rápido hacia la superficie dejándolo totalmente desorientado.
Algunas imágenes rápidas lo invadieron haciéndole emitir, en consecuencia, un pesado y profundo suspiro. Otra vez. Tras seis pacíficos meses donde pudo considerarse alguien normal, otra vez aquellos sueños regresaban doblemente perturbadores e incluso desquiciantes con el único fin de atormentarlo. Pronto, notó la familiar sensación de soledad invadirlo consiguiendo hacerle llorar en silencio.
¿Por qué le sucedía eso a él?
Quería hablar alguien, sin embargo, pese a que durante ese segundo año en preparatoria había logrado hacerse con muy buenos amigos, quienes además de ser leales cuya mente bastante abierta les convertían en increíbles personas, no podía contarles lo que tanto le aquejaba. Creía poco prudente llamar a sus puertas a esas horas y confesarles algo tan condenadamente personal e inaudito. Lo tacharían de loco. Por todos los celos, aunque sonara a cliché, incluso él mismo necesitó muchos años para comprender no tenía ningún tornillo zafado o algo semejante. No, prefería mil veces continuar guardando silencio.
Enviándole miradas nerviosas a su celular, se debatió durante casi veinte minutos entre utilizarlo o no. Blaine sólo se había atrevido a confesarle su secreto a una persona, confiaba lo suficiente en él y aunque ahora necesitaba hablarle, sabía vivir prácticamente en condados diferentes resultaba un gran impedimento.
Cooper realmente le hacía muchísima falta.
Al menos él podía comprender era diferente a otras personas sin juzgarlo. Desde pequeño, a Blaine solían sucederle cosas no muy normales. Cuando recién cumplió siete años, es decir, una vez aprendió a tener control sobre su propio uso de razón, ciertos fragmentos de acontecimientos completamente ajenos a su persona lo asaltaban. Aquello solía ocurrirle por intervalos distintos, por ejemplo, a veces podían o no llegar cuando realizaba actividades simples como jugar con otros niños, ver la lluvia caer o incluso observar a sus padres regalarse alguna muestra de afecto. Extrañamente tales imágenes se detonaban, era casi como si alguien con mal sentido del humor recortase una película para transmitirla después sin orden alguno. Y las emociones eran inadecuadas para alguien cuya corta edad le impedía entender del todo qué sucedía.
Inicialmente no le prestó mayor importancia, todo ocurría demasiado rápido y era de las personas que solían olvidar con facilidad ciertas cosas.
El verdadero problema inició cuando recién entraba en la pubertad.
Blaine ciertamente estaba más que preparado para enfrentarse a muchos cambios drásticos en su propio cuerpo, suficientes charlas incómodas había mantenido con Cooper durante esa temporada, sin embargo, jamás nadie podría haberle prevenido para afrontar a algo así. Y comenzó a soñar. Los sueños regularmente eran extraños, gradualmente terminaban tornándose aterradores haciéndole despertar repetidas veces asustado y con un sentimiento de pérdida devastador.
Odiaba tales pesadillas. En ellas, se distinguía como un hombre adulto, algunos rasgos en el mismo parecían diferentes aunque idénticos al mismo tiempo, si eso tenía algún sentido.
También, solía ver con detalle su propia muerte, siempre una diferente cada vez. Varias ocasiones gritaba debido a la intensidad de las pesadillas, entonces, tras meses soportando la misma situación, sus padres decidieron llevarlo con algunos terapeutas y psicólogos esperando encontrar alguna solución. En un inicio estuvo tentado a contarles, ellos eran profesionales después de todo, pero, algo muy en el fondo se lo impedía. Seguramente podían utilizar sus propias palabras contra suyo asegurando padecía tal o cual enfermedad mental, así que, sanatorio mental no gracias. Se las arregló para inventar cualquier otro padecimiento hasta que finalmente decidieron dejarlo en paz.
Los años pasaron, y conforme continuaba creciendo, también debió aprender a lidiar con “otra” clase de sueños en particular que le provocaban serios problemas físicos. Sólo recrearlos le hacía sonrojar hasta la raíz del cabello. Esos sueños eran eróticos y sensuales.
En ellos, solía hacerle el amor a otro hombre poseedor de unos expresivos ojos azules con tonalidades grisáceas. ¿¡Por todos los cielos, cuán traumático podía ser eso?! Se suponía atravesaba la importante etapa donde debería comenzar a notar a las chicas, lo que resultaba difícil si se despertaba a media noche excitado y con una erección por haber creído tener sexo con otro hombre.
¡Con otro hombre!
Bueno, Blaine sabía no sólo era eso, también reconocía ciertos sentimientos de por medio de los cuales prefería evitar pensar.
De hecho, obligándose a si mismo a dejar semejantes tonterías a un lado, decidió redescubrirse e intentar salir con algunas chicas de su misma edad. Admiraba la belleza natural en ellas, más no como realmente debería. Cuando las tomaba de la mano no sentía nerviosismo o emoción como solía sucederles a tantos personajes en películas o novelas románticas, tampoco notaba nada si decidía besarlas y jamás pudo imaginarse en situaciones intimas con ninguna. Blaine era atractivo y poseía cierto encanto que conseguía atraerlas sin esfuerzo, sin embargo, cuando recordaba el rostro de ese joven de piel pálida y ojos como el cielo, súbitamente perdía todo interés. Entonces, asustado hasta los huesos comenzó a creer era gay.
Y todo por ese tipo con quien siempre soñaba. Nisiquiera sabía si existía o formaba parte de su enferma mente, pero simplemente no podía estar con nadie más. Si lo intentaba casi sentía como si estuviese siéndole infiel. Algo realmente ridículo.
Un buen día, movido por la desesperación, comenzó a investigar por cuenta propia en internet o libros en la biblioteca local algo relacionado con su “situación”, aunque todo siempre lo guiaba hacia callejones sin salida dejándolo con un montón de preguntas e incertidumbres.
Desgraciadamente su sexualidad no era el único problema con el cual debería tratar.
Según lo poco que consiguió averiguar, hipotéticamente él podía recordar acontecimientos detallados de sus vidas pasadas. No sabía si algo así existía realmente, pero de cierta manera bizarra tenía sentido. Creía conocer ciertos lugares y personas, así como algunos acontecimientos. Según la información, fidedigna o no, el espíritu era algo que siempre regresaba debido a que tenía una misión pendiente por cumplir, incluso, tras reencarnar nuevamente continuaba conservando ciertos aspectos relacionados con otras vidas anteriores, como el carácter, los gustos o ideales.
El hecho de creer ser gay, la presión psicológica sufrida y su inestabilidad emocional finalmente le hizo entender que realmente necesitaba hablar con alguien. Descartando casi de inmediato a sus padres (los amaba, pero tenían ciertos prejuicios) se decidió por Cooper. Aún cuando existía una gran diferencia entre las edades de ambos, siempre fueron bastante unidos y solían llevarse muy bien. Además, en unos cuantos meses Cooper se mudaría debido a que asistiría a la universidad, lo cual significaba que se quedaría solo. O al menos así lo sentía.
Confiaba mucho más en su hermano que en el padre de ambos.
Así pues, un sábado los dos regresaban a casa tras haber disfrutado un emocionante partido de Fútbol local, cuando Blaine se lo soltó.
Al principio Cooper creyó le estaba gastando alguna broma pesada, sin embargo, conforme avanzaba la conversación y notó como su hermanito apretaba los puños fuertemente e intentaba bajo cualquier circunstancia evitar parecer vulnerable, consideró conveniente quedarse callado y limitarse sólo a escucharle.
Las horas transcurrieron, ninguno supo exactamente cuántas pero poco a poco el sol se ocultó y toda esa gente que también asistió al partido se había disipado. Blaine creyó sería muy difícil confesar su secreto, pero irónicamente no podía parar de hablar. Cuando terminó, se sentía casi un millón de veces más ligero, aunque también sintió pánico e incluso un gran nudo en la garganta mientras Cooper lo miraba indescifrablemente. ¿Creería estaba loco? ¿Se burlaría o quizá terminaría juzgándolo? ¿Habría cometido algún error por confiarle algo tan importante? Quizá estúpidamente creyó qué, por no haberlo conocido en otras vidas y sí en la actual debería significar algo importante.
Tal vez sí fue demasiado ingenuo.
-Di algo –rogó Blaine en un bajo susurro.
-Bueno - dudó algunos instantes-: yo no sé qué deba decirte realmente – luego, suspiró-. ¿Sabes? En lo personal, creí que cuando quisieras charlar conmigo sería para tratar temas comunes, tu entiendes, eso de aprender a afeitarse, chicas…sueños húmedos.
Cooper pareció divertido tras ver a Blaine sonrojarse visiblemente.
-¿Crees soy un demente?
-¿Quieres la verdad? – él simplemente asintió-. No pensé en ningún momento algo así, pero, debo confesar que durante breves instantes realmente me pregunté si estarías utilizando algún tipo de droga.
-¡Oh Dios! ¡Por supuesto que no!
-Lo sé – movió su mano restándole importancia-. Eres demasiado bueno como para considerarlo siquiera- entonces, lo miró directamente a los ojos -. Suena de locos pero ¿desde cuándo, Blaine?
-Desde los siete.
-Eso es mucho tiempo – dijo algo contrariado mientras ponía una mano sobre el volante-. Espera, ¿tiene todo tiene relación con las terapias de hace dos años?
Blaine asintió ínfimamente.
-¡Fue horrible! Tenía tanto miedo y en verdad creí terminarían enviándome a un manicomio – los ojos hazel se llenaron de lágrimas. Cooper jamás había visto a su hermano menor en un estado semejante, así que, pese a compartir el limitado espacio dentro del auto, se giró sin pensarlo dos veces y abrazó a Blaine fuertemente, permitiéndole así desahogarse tras tantos años de sobrellevar situaciones incomprensibles sin ayuda. Y eso lo hizo sentir muy culpable. Blaine jamás expresaría sus sentimientos si significaba causarle problemas a alguien más, por eso, se prometió a si mismo prestarle mayor atención, no importaba cuándo o dónde se encontrase, intentaría estaría ahí para él.
Durante aquellos escasos minutos, Blaine lloró como no lo había hecho en toda su vida. Tener a alguien que le comprendiera lo aliviaba profundamente. Cuando los sollozos cesaron, Cooper sujetó suavemente por los hombros a Blaine para así alejarle y mirarle la cara. Estaba hecho un desastre. Tomando un clínex, limpió cada rastro de humedad con gentileza haciéndole recordar ciertos momentos convividos juntos durante la infancia.
-Todo estará bien de ahora en adelante, enano – agregó tranquilizador-. Lo prometo.
-¿Cómo puedes sonar tan seguro? – preguntó entrecortadamente-. ¿Y si empeora? ¿Y sí…?
-Hey, tranquilo – sugirió dándole ligeras palmaditas en el brazo-. Podremos encontrar una solución juntos, ya veremos la manera – intentó reconfortarlo -. Yo…¿podría…?
Blaine suspiró divertido ante la visible impaciencia que Cooper demostraba.
-¿Qué quieres saber?
-¿Nos conocimos antes? Bueno, me refiero a…
-No. Es la primera vida que comparto contigo.
-¿Qué hay con papá y mamá?
-Pues – dudó -; interactué con papá durante algunos años en Londres, el solía ser mi tutor personal y cabe mencionar era demasiado estricto, nunca…nosotros no nos llevábamos demasiado bien.
-Esto parece sacado de alguna película.
-Dímelo a mí – dijo rodando los ojos aún hinchados por las lágrimas.
-¿Sabes cuántas vidas has tenido? – comenzó resultándole imposible detenerse-. ¿Fuiste una persona buena o mala?, ¿dónde viviste?, ¿durante todas ellas naciste siendo hombre o tal vez también eras mujer?, ¿has sido alguien reconocido?
Blaine no creyó le preguntase tantas cosas al mismo tiempo.
-Hum…- titubeó consiguiendo cortar tal raudal de cuestionamientos-. Sinceramente no sé cuantas veces he renacido pero, a juzgar por la cantidad de todos esos sueños debo suponer fueron bastantes. Desgraciadamente no tengo conciencia alguna sobre si mi comportamiento fue adecuado o no, aunque debo decirte he leído mucho sobre el tema y en todas partes coinciden con que nuestra esencia nunca cambia. Con respecto a lo otro, sí, casi siempre suelo regresar siendo hombre, cuando reencarnaba como mujer vivía poco tiempo – explicó algo abrumado-. Y eso de ser famoso, hasta ahora sólo reconocí a un conde por allá del siglo dieciocho, créeme, su muerte…o mí muerte…- levantó ambas manos frustrado-. Digamos no fue para nada agradable.
-¿También guardas en tu memoria sus últimos momentos?
-Sí, incluso las emociones que experimentaban cuando sucedía.
-Aterrador.
-Por eso los gritos – Blaine se encogió de hombros sombríamente-. Algunas veces se tornan demasiado reales – luego, continúo-: ¿Por qué a mí, Coop?
-Me sentiría un completo irresponsable si respondiera semejante pregunta, enano, porque sinceramente no lo sé – dijo preocupado-. Aún así, considero que si has regresado tantas veces es para terminar algo demasiado importante que en tu pasado te fue imposible realizar. Por ahora creo conveniente ser muy cuidadosos hasta resolver tu “problema”.
-Está bien.
-Correcto – rápidamente vio su reloj de muñeca-. Es tarde, será mejor regresemos a casa, seguro mamá comienza a preguntarse dónde demonios nos hemos metido.
-Hay…una cosa más - el castaño nuevamente le prestó atención luego de encender el automóvil-: Creo soy gay.
Cooper parpadeó repetidas veces, entonces, repentinamente emitió una profunda carcajada causándole mucha confusión al menor.
-Blaine, acabas de confesarme que recuerdas vidas anteriores ¿y te preocupa más mi reacción ante tu orientación sexual? – negó entre risas ocasionales, después, acunó el rostro del moreno entre sus manos-. Escucha: mejor que nadie debes saber será algo bastante complicado de sobrellevar, esto es Ohio a fin de cuentas, pero eres mi hermanito y te amo, nada cambiará entre nosotros sólo porque tengas preferencias distintas.
Blaine extendió los brazos siendo él quien ahora abrazaba a Cooper.
-Gracias.
-Para eso somos familia.
A partir de entonces, Blaine encontró todo el apoyo que siempre necesitó. Cooper y él se habían vuelto mucho más cercanos, además, eventualmente y pese a mostrarse todavía renuente debió salir del closet ante sus padres contando siempre con su ayuda. Incluso pareció importarle poco viajar varias horas en auto para estar presente cuando hablase con ellos, evitando así, algún conflicto irreparable.
De los dos progenitores, quien reaccionó realmente mal fue Richard Anderson. Siempre se caracterizó por ser un hombre condenadamente conservador y en su mente tenía una vida perfectamente preparada para sus dos hijos, basadas claro, en lo que él deseaba.
Obviamente tales expectativas tan pobres de alguna manera se arruinaron ante la confesión del menor.
Durante semanas se sentía claramente cuan tenso estaba el ambiente cuando ambos se encontraban en una misma habitación, casi no se dirigían la palabra e incluso Richard pretendía ignorarlo cada vez con mayor frecuencia. Melissa, la madre de Blaine intentaba animarlo mencionándole debería brindarle tiempo e incluso espacio, ella mejor que nadie lo conocía y aunque era obstinado, terminaría aceptándolo gradualmente. Pero Richard cada vez entraba en un estado de negación aún mayor, tanto, que prácticamente obligó a Blaine durante varios fines de semana a realizar actividades juntos, sin embargo, no precisamente buscando limar asperezas. Intentó ignorantemente, poder hacerle recapacitar respecto a su anormal preferencia sexual.
Y eso a Blaine en serio le dolió. Sabía bien en alguna vida anterior los dos no pudieron llevarse bien precisamente por esa actitud tan prejuiciosa, sin embargo, quería cambiar eso no sólo porque en ésta era su padre y lo quería, sino también porque se negaba rotundamente a cometer los mismos errores tantas veces.
Blaine decidió ser discreto casi todo el tiempo, tenía algunos amigos pero casi siempre evitaba salir con ellos por temor a ser demasiado obvio. En la escuela era algo popular, incluso él mismo podía llamarse a si mismo sin afán de presumir, un alumno ejemplar. Tenía excelente promedio, jamás faltaba a clases e incluso se había unido a distintos clubs destacando en todos. Aún así ciertas personas comenzaron a murmurar. No podía importarle menos, la gente tendía a juzgar a quienes solían salirse del estereotipo. Ya estaba acostumbrado.
Entonces, algo cambió justo a mitad del año. Podría parecer extraño debido a lo avanzado que llevaban el curso, pero el dinero suficiente consiguió que una alumna nueva se transfiriera sin problema alguno al instituto, su nombre: Santana López. Era una latina preciosa con carácter bastante difícil pero no por ello menos interesante. En cuanto la vio, Blaine inmediatamente consiguió reconocerla: esa chica con aspecto rudo y él, dos vidas antes, habían compartido lazos sanguíneos. Recordaba que aquella vida fue muy dura e infeliz, sin embargo, pese a tantas adversidades se mantuvieron unidos profesándose inmenso cariño procurando en medida de lo posible, protegerse entre si porque no les quedaba alguna otra familia a quienes recurrir.
Los siguientes días Blaine se dedicó a observarla, fascinado por encontrar tantas similitudes entre Santana y la chica en sus recuerdos. Inmediatamente advirtió ella mostraba poca inclinación a relacionarse con otros alumnos, incluso varias ocasiones alcanzó a escuchar comentarios sarcásticos e hirientes hacia quienes intentaban acercarse sin previa invitación, causándole cierta gracia. Seguramente mostraba tan mala actitud porque su alma tras soportar anteriormente momentos dolorosos, quería protegerse, evitando de esa manera ser lastimada nuevamente. Aunque no había hablado con Santana, sabía la conocía bastante bien, por ello ganarse su confianza no resultaría difícil.
Afortunadamente para él compartían algunas clases juntos como Física, Historia Universal y Biología, por lo tanto, nada más iniciar su primer modulo se sentó calmadamente junto a ella, algo que muchos dadas las circunstancias ya evitaban hacer. Durante los siguientes cuarenta minutos se ganó diversas miradas reprobatorias, recelosas inclusive desconfiadas, finalmente Santana ya fastidiada porque nada parcia funcionar, decidió encararlo, con su terrible mal humor.
-¿Cuál es tú problema? – le preguntó siendo demasiado directa, y él, no se sintió especialmente ofendido.
-Ninguno, sólo me apetecía sentarme aquí – respondió descarado (carácter inusual en su personalidad) fingiendo bastante bien prestarle atención a las complicadas formulas del pizarrón.
-¿Te crees muy listo, ayudante de Santa?
-Tal vez – sugirió omitiendo aquel horrible apodo referente a su estatura.
-Eso ya lo veremos.
Silenciosamente aceptaron un reto que los llevaría a convertirse, tiempo después, en muy buenos amigos. Poco a poco comenzaron a pasar casi todos los días juntos fuese o no en la escuela, acudían dos veces por semana al Lima Bean, una reconfortante cafetería cuyo exquisito café los obligaba a regresar por más, o bien, en casa del otro realizando alguna u otra actividad. Blaine aprendió a confiar en Santana ampliamente (lo cual era reciproco) y creía justo mencionarle sobre su sexualidad ya que algunas situaciones incómodas con su padre ocasionalmente le evidenciaban haciéndole pasar vergüenzas terribles.
Pero la latina resultó ser mucho más intuitiva llevándole considerable ventaja.
-Eres gay ¿cierto? – preguntó ella con su descomunal sinceridad una tarde que de reunieron a conversar en el Lima Bean.
Blaine prácticamente escupió su café. Que Santana fuese tan directa algunas veces terminaba colocándolo en situaciones muy incómodas, justo iguales a esa.
-¿Cómo dices?
-Oh, por favor – se burló ella dirigiéndole su famosa mirada penetrante-. ¿Lo eres sí o no, duende de la taza mágica?
-¿Tú qué crees?
-Esa no es una respuesta, demonios.
-¿Cambiaría en algo nuestra amistad si respondo con franqueza?
-No seas estúpido, Anderson.
Correcto, no eran precisamente las palabras más dulces del mundo entero o el posible discurso conciliador que Blaine esperaba escuchar, pero conocía su amplio significado y para él era suficiente.
-Soy tan gay como el día en que se celebra la primavera - ella se encogió de hombros y no notó en sus ojos obscuros ni un solo signo de rechazo-. No pareces nada sorprendida.
-¿Por qué debería estarlo? – preguntó neutral-. A fin de cuentas ambos jugamos para el mismo equipo, aunque en diferente división.
-Oh…
-Eres muy lento para tantas cosas, Blainey – canturreó burlonamente haciéndoles tomar el asunto con cierta gracia.
Una vez resuelto el tema, retomaron sus rutinas sin mayores complicaciones.
Casi a finales del semestre, Blaine regresaba a casa tras una exhaustiva práctica de natación cuando vio un poster referente al baile de Saide Haukins que se celebraría allí mismo en su escuela. Inmediatamente se emocionó ante la idea porque nunca había acudido antes a un evento parecido, por lo que, durante las siguientes dos semanas sólo podía hablar sobre ello hasta casi volver loca a Santana. La latina sabía hacia donde quería llegar Blaine y no le extraño nada cuando él le sugirió acudir simplemente como amigos.
Entre diferentes quejas inconformes cada que visitaban las tiendas, Santana decidió comprar un bonito vestido rojo acorde a la ocasión, mientras tanto, Blaine rentó un smoking negro sencillo (incluso también consiguió, con ayuda de su madre, un bonito ramillete cuyo color combinaría perfecto con el atuendo de su amiga) y la noche pactada acudió a casa de Santana.
Cuando llegó, la señora López la recibió cordialmente haciéndole pasar tan rápido como le fue posible. Conforme lo guiaba hacia el vestíbulo (algo innecesario debido que ya conocía el camino de memoria) notó cuan emocionada estaba y, por la cámara que llevaba entre las manos, sabía terminarían quedándose un rato más. No importaba, aquella agradable familia prácticamente lo consideraba un miembro más y eso le gustaba.
Tras variadas negativas por parte de Santana, veintitrés fotografías conmemorativas y treinta minutos después, finalmente subieron al auto para marcharse al baile.
No podían saber que algo saldría realmente mal.
............................................
Bueno, hasta aquí el cap. Agradezco mucho sus comentarios y espero este nuevo les gustara. Hasta el siguiente.
[b]
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
o0o0oo0o0 muy bueno0 thu fanfic heeeee kuando subes el siguiente capitulo0
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
Bueno, aún sigo en proceso de escribir el siguiente. Será un fic medio largo al parecer (no tengo mucha idea al respecto) pero intentaré actualizar rápido. Gracias por leer =)
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
me gusto el capitulo espereo la actualizacion
dancolfer*** - Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 10/11/2012
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
todo lo que le pasa a blaine
espero la actualizacion
espero la actualizacion
lilianita****** - Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 31/08/2012
Edad : 24
La historia de Blaine (Parte II)
"Creo que cuando alguien muere su alma regresa a la tierra, engalanada con algún nuevo disfraz humano" (John Masefield)
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Si pudieras recordar.
(I –La historia de Blaine–)
(I –La historia de Blaine–)
El enorme gimnasio, donde generalmente solían celebrarse los eventos deportivos más importantes del colegio, había sido bellamente adornado e iluminado. El consejo estudiantil consiguió contratar una banda que se encargaría de tocar durante algunas horas distintas canciones conocidas y populares, incluso, también había un Dj quien reproduciría complicadas mezclas conforme avanzara la noche.
La primera situación extraña sucedió una hora después de llegar, preocupado, Blaine notó que casi todos los estudiantes presentes les dirigían constantes y extrañas miradas e incluso se mostraban incómodos con tenerlos cerca. Implícitamente algunos preferían evitar hablarles directamente o acercarse demasiado. Comentándole a Santana su impresión, ella simplemente dijo debería ignorarlos porque todos ellos eran estúpidos y no merecían siquiera dos minutos de atención, así que aconsejó sería mejor intentar divertirse. Bailaron muchas veces en la pista acompañados por otras parejas y las expresiones inconformes de los miembros del equipo de lucha grecorromana.
Ellos estaban especialmente molestos por su presencia allí.
Casi a media noche, precedieron a retirarse. Tomándose tiempo suficiente, caminaron hacia el estacionamiento charlando animadamente entre ellos, justo estaban por llegar a su auto cuando Santana los vio acercarse.
-Blaine – susurró justo a tiempo para alertarlo de como Thomas Graham, quien era capitán del equipo de lucha acortaba distancias acompañado por otros dos chicos más, ninguno, pese a la distancia, proyectaba buenas intenciones.
-Quédate tras de mí – dijo pensando a toda velocidad. Santana dio un paso atrás sosteniéndolo inconscientemente del brazo y eso le hizo temer por los dos.
-¡Ustedes! – gritó Bill Lewis ya a escasos metros- ¿A dónde demonios creen qué van?
-No queremos problemas chicos ¿de acuerdo? – dijo Blaine lo más diplomáticamente posible conforme colocaba una mano con lentitud en la espalda de Santana, pretendiendo guiarla fuera de su alcance-. Nosotros ya nos marchábamos.
Pero automáticamente ellos les cerraron el paso, en definitiva no les dejarían las cosas tan fáciles.
-¿Acaso creen que fue muy agradable verlos en nuestro baile?
-Ese no era baile de nadie, descerebrado inútil – respondió de manera valiente (o muy estúpida) la latina-. Además, ¿cuál es tu jodido problema con nosotros, Lewis? No te hemos hecho nada.
-Verlos sólo me da asco.
-¡El sentimiento es mutuo! – agregó levantando la voz ante la suplica silenciosa de Blaine para que guardara silencio-. Me sorprende lo cobardes que son por venir aquí a amedrentar a una mujer.
-Quizá no podamos darte una paliza a ti, perra, pero si podemos hacerlo con quien se cree una.
Santana y Blaine se quedaron sin habla y totalmente paralizados. ¿Cómo había dicho?
-No sé de qué hablas – dijo bajito, ya no tan segura de si misma.
-¿Eres sorda o quizás estúpida? – Thomas golpeó con la palma abierta el capote de un auto cercano fuertemente, causándoles un horrible sobresalto-. ¡Los maricas homosexuales no son bienvenidos en esta escuela!
A continuación todo sucedió demasiado rápido. Santana sintió a Blaine empujarla a un lado justo cuando Lewis se abalanzó sobre ellos. Recuperando el equilibrio, los vio intercambiar algunos golpes y entró en pánico; aunque Blaine era un chico de estatura promedio y poseía buena condición física debido a todas esas actividades deportivas, ellos eran tres y era imposible que pudiese hacerles frente justamente.
Lewis falló en conectarle un derechazo a Blaine, pero este no contó nunca con que Thomas, ubicado a sólo dos pasos atrás lo atacaría a traición por la espalda haciéndole caer de bruces al suelo. En consecuencia, todos comenzaron a golpearlo al mismo tiempo y Santana no pudo pensar claramente cuando vio a Thomas elevar una barra metálica que hasta ahora no había visto dispuesto a estamparla contra el indefenso cuerpo de su amigo, así que, motivada por un impulso irracional, prácticamente se colgó de aquella figura inmensa sujetándolo del cabello intentando, ilusamente, hacerle desistir.
Obviamente no consiguió absolutamente nada mas que precipitarse sobre su propio trasero en el duro asfalto y, aprovechando que los otros dos todavía estaban demasiado entretenidos con Blaine, decidió personalmente ocuparse de Santana.
-¿Te crees muy valiente lesbiana de mierda? – preguntó sonriendo con repugnante crueldad-. Quizá ya va siendo hora de que un verdadero hombre te enseñe como debe comportarse una mujer.
-¡No! – aterrorizada ante el significado de tales palabras retrocedió torpemente algunos centímetros.
-Ya lo veremos.
Con dos largas zancadas, Thomas la sujetó fuertemente por los brazos clavándole los dedos y las uñas dolorosamente, y, valiéndose de su considerable peso corporal, terminó recostándola sobre el frío suelo sin demasiado esfuerzo imposibilitándole la movilidad casi por completo.
-¡NO! – Santana forcejó conforme sentía ese aliento maloliente acercarse a su cuello provocándole unas fuertes nauseas-. ¡NO ME TOQUES CERDO ASQUEROSO!
Ella mordió, pateó, gritó hasta quedarse sin voz y golpeó con todas sus fuerzas. Todos esos desesperados esfuerzos parecían divertir bastante a su atacante, quien sonreía malsanamente conforme buscaba arrancarle el vestido de una u otra manera. Durante dos milagrosos segundos, liberó su mano derecha arañándolo profundamente en la mejilla haciéndole sangrar.
-¡Estúpida arpía! – gruñó él levantando la mano propinándole luego una fuerte bofetada. El impacto fue terrible, Santana experimentó un dolor espantoso expandiéndose por todo su rostro hasta llegar a su cabeza, aturdiéndola. Gruesas lágrimas emergieron de sus ojos cerrados conforme dejaba escapar jadeos incontrolables de manera inconsciente. Pronto, el delgado tirante del vestido que la latina llevaba puesto fue desgarrado y unas manos sudorosas comenzaron a tocarla por todas partes.
Deseó fervientemente terminase pronto para luego poder morir.
Repentinamente el peso que la sometía se esfumó dejándola libre y alguien más la sostuvo con total gentileza ayudándole a ponerse en pie, Santana necesitó parpadear varias veces para comprender era Blaine quien se encontraba parado a su lado. De alguna manera él consiguió liberarse de los sus atacantes dejando a uno fuera de combate, procediendo después a quitarle de encima a Thomas.
-¡Blaine! – lo llamó sujetándolo por la cintura, parecía que su amigo se desplomaría en cualquier momento. Tenía un aspecto terrible, su antes impecable smoking ahora lucia desordenado y sucio, tenía un profundo corte sobre la ceja derecha que sangraba profusamente imposibilitándole ver correctamente, además, se sostenía el costado izquierdo fuertemente, quizá tenía algo roto-. ¡Estás herido!
-No tenemos tiempo para preocuparnos por eso ahora – arrastró las palabras al momento en que Thomas y el otro chico se levantaban todavía dispuestos a seguir peleando.
-Debo reconocer que tienes muchas agallas, Anderson – habló Thomas tras recuperar la barra metálica que durante algún momento de confusión, terminó olvidada en alguna parte del estacionamiento-, pero ya me hartaron.
Thomas lanzó el golpe con todas sus fuerzas importándole muy poco a quién lo dirigía. Por segunda vez, Blaine protegió a Santana recibiendo de lleno el impacto justo en la cabeza y hombro haciéndole emitir un alarido de profundo dolor. Perdiendo casi automáticamente casi todas sus fuerzas, cayó nuevamente conforme se le nublaba más y más la vista. Desde los siguientes minutos (segundos u horas, no sabía) escucho gritos aterrorizados, llantos lastimeros e incluso muchas voces procedentes de todas partes.
La dulce inconsciencia comenzaba a reclamarle, pero intentó por todos los medios soportar, temía que si sucumbía ya no volvería a despertar. No quería morir, se negaba a abandonar aquella vida todavía, no al menos sin antes haber conocido al hombre que constantemente aparecía en sus sueños, a quien creía amar con todas las fuerzas de su alma. Conforme comenzaba a adormilarse y antes de desmayarse, lo último que le pareció visualizar fueron unos hermosos ojos azules dirigiéndole una triste mirada.
Recordaba vagamente que al despertar, lo primero en encontrarse fue, además del un montón de aparatos extraños, fue a su padre, quien, desconsolado lloraba a un lado de la cama conforme susurraba palabras inentendibles y sostenía su mano con suavidad. Quiso decir algo, pero le resultó imposible. Tenía un tubo en la tráquea y sentía tan seca la boca gracias a eso que difícilmente podía haber emitido algún sonido. Estaba confundido, no sintió dolor (seguramente gracias a los medicamentos administrados, ya sabía se encontraba en un hospital) pero fue sumamente difícil mover sus propios dedos, enviándole así una señal silenciosa a Richard de que estaba consciente.
Pronto la paz del lugar se vio perturbada por el ir y venir de médicos con rostros curiosos, enfermeras y su propia familia. Todos querían saber qué sucedía.
Seis días había estado en el hospital. Afortunadamente no había muerto, pero casi estuvo a punto de hacerlo.
Una vez consideraron que podría asimilar correctamente su situación, los médicos se encargaron de hablarle siempre con la verdad. Según le mencionaron, tras aquella brutal paliza terminó con el hueso de la pierna izquierda fragmentado en tres partes, ellos hicieron todo lo humanamente posible por salvársela sometiéndolo a distintas cirugías, al final, terminaron colocándole una placa porque los daños sufridos eran irreversibles. No sabían si volvería a caminar sin necesidad de utilizar un bastón por el resto de su vida. También resultó con tres costillas rotas que le perforaron un pulmón, en consecuencia, presentó múltiples fallas respiratorias severas y necesitó reanimación cardiaca al menos dos veces. Lo peor del asunto se lo había llevado su cerebro. Tenía un traumatismo cráneo-cerebral muy delicado gracias al golpe que había recibido por salvar a Santana, en consecuencia, entró en estado comatoso indefinidamente. Además, estaban todas esas heridas externas como cortes, moretones e incluso su rostro estaba tan hinchado que se necesitaba mirarle de cerca para reconocerle.
Necesitó quedarse internado durante casi tres meses, debido a la gravedad de las lesiones que sufrió. Y en ese tiempo pasaron muchas cosas; la primera y más relevante fue que Richard le pidió perdón a Blaine. Le suplicó desesperadamente una segunda oportunidad mencionando mil veces lo estúpido e ignorante que fue, y cuan arrepentido estaba por no apoyarle. Necesitó una enérgica lección para darse cuenta que Blaine, aunque demostrase ser diferente, nunca dejaría de ser su hijo.
Blaine simplemente dijo no guardarle ningún rencor y si estaba dispuesto podrían comenzar desde cero. Su familia estuvo unida otra vez.
Santana estuvo a su lado también en todo momento, incluso, en una larga visita él le pidió que terminase de contarle lo sucedido cuando fueron atacados. Ella se mostró renuente al principio, pero luego logró sonsacárselo.
Tras recibir ese golpe que casi lo mata, Thomas y el otro chico al verlo en el suelo bañado en sangre finalmente parecieron darse cuenta habían hecho algo muy malo, e inmediatamente, decidieron huir como verdaderos cobardes. Santana, demasiado conmocionada para reaccionar por si misma, comenzó a gritar histéricamente pidiendo ayuda, para su suerte un profesor a cargo del baile olvidó su teléfono celular en el auto y justo iba de regreso hacia el gimnasio, cuando la escuchó. De inmediato llamaron a una ambulancia que trasladó prontamente a Blaine al hospital.
Como ella era menor de edad y el adulto que la acompañaba no tenía parentesco con ninguno, en recepción le exigieron algún número donde pudiesen localizar a los padres o tutores de cada uno urgentemente. Pero Santana estaba demasiado histérica e imposible hablar con alguien, sufriendo en consecuencia, un fuerte colapso nervioso. Se necesitó someterla entre dos practicantes y un médico, quien inmediatamente procedió a aplicarle un sedante haciéndola dormir.
Nadie pudo pasar desapercibidos los hechos, por eso, además de localizar a los padres también llamaron a la policía.
Santana le dijo que alguien había escuchado la conversación que mantuvieron en el Lima Bean sobre su sexualidad, e inmediatamente esparcieron tal noticia, haciendo estallar una peligrosa bomba de tiempo, igualmente le mencionó que Thomas, Lewis y el otro chico de quien no sabían ni el nombre enfrentaban múltiples cargos por agresión e intento de violación. El padre de Santana trabajaba para la fiscalía del distrito y pidió que se mostrara poca indulgencia hacia los agresores, quería verlos tras las rejas e iba a conseguirlo. Además, personalmente agradeció a Blaine por mostrar tanto valor al proteger a su hija, evitando así, una verdadera desgracia. Según sus propias palabras, él y los suyos estarían agradecidos por siempre.
Mientras tanto, Blaine ya no quiso saber nada más. Lo único que deseaba realmente era concentrarse en su recuperación y terapias físicas. Pero de algo si tenía mucha certeza: le sería imposible regresar a aquella escuela. Richard comprendiéndolo, decidió buscar otras opciones, hasta dar con la Academia Dalton, la cual, además de tener un excelente nivel académico en el reglamento estipulaban una política de cero tolerancia ante el acoso. Quedaba ubicada a unas cuantas horas de casa, pero todos creyeron sería lo mejor, nada importaba más que la seguridad de Blaine.
Terminar el año ahí significo un verdadero reto tanto por su incapacidad física, pero inmediatamente conoció a tres chicos increíbles con los cuales se hizo muy unido. También notó otros cambios, desde el traumatismo que sufrió en el cerebro, los sueños se detuvieron abruptamente y ya no solía despertar por las noches gritando o llorando amargamente.
Y pudo considerarse un adolecente normal.
Al menos hasta aquella noche.
Blaine salió de sus pensamientos cuando repentinamente la alarma del despertador sonó, indicándole debería comenzar a arreglarse para ir a clases. Sinceramente no se había percatado en ningún momento que el tiempo transcurrió tan rápido, así que, creyendo innecesario quedarse en cama un rato más, se levantó. Tras ordenar pulcramente el uniforme, se metió al baño para darse una larga ducha.
Cuando cerró la puerta sin demasiado cuidado, se dijo que, desafortunadamente aquel día debería lidiar con un fuerte dolor de cabeza.
La primera situación extraña sucedió una hora después de llegar, preocupado, Blaine notó que casi todos los estudiantes presentes les dirigían constantes y extrañas miradas e incluso se mostraban incómodos con tenerlos cerca. Implícitamente algunos preferían evitar hablarles directamente o acercarse demasiado. Comentándole a Santana su impresión, ella simplemente dijo debería ignorarlos porque todos ellos eran estúpidos y no merecían siquiera dos minutos de atención, así que aconsejó sería mejor intentar divertirse. Bailaron muchas veces en la pista acompañados por otras parejas y las expresiones inconformes de los miembros del equipo de lucha grecorromana.
Ellos estaban especialmente molestos por su presencia allí.
Casi a media noche, precedieron a retirarse. Tomándose tiempo suficiente, caminaron hacia el estacionamiento charlando animadamente entre ellos, justo estaban por llegar a su auto cuando Santana los vio acercarse.
-Blaine – susurró justo a tiempo para alertarlo de como Thomas Graham, quien era capitán del equipo de lucha acortaba distancias acompañado por otros dos chicos más, ninguno, pese a la distancia, proyectaba buenas intenciones.
-Quédate tras de mí – dijo pensando a toda velocidad. Santana dio un paso atrás sosteniéndolo inconscientemente del brazo y eso le hizo temer por los dos.
-¡Ustedes! – gritó Bill Lewis ya a escasos metros- ¿A dónde demonios creen qué van?
-No queremos problemas chicos ¿de acuerdo? – dijo Blaine lo más diplomáticamente posible conforme colocaba una mano con lentitud en la espalda de Santana, pretendiendo guiarla fuera de su alcance-. Nosotros ya nos marchábamos.
Pero automáticamente ellos les cerraron el paso, en definitiva no les dejarían las cosas tan fáciles.
-¿Acaso creen que fue muy agradable verlos en nuestro baile?
-Ese no era baile de nadie, descerebrado inútil – respondió de manera valiente (o muy estúpida) la latina-. Además, ¿cuál es tu jodido problema con nosotros, Lewis? No te hemos hecho nada.
-Verlos sólo me da asco.
-¡El sentimiento es mutuo! – agregó levantando la voz ante la suplica silenciosa de Blaine para que guardara silencio-. Me sorprende lo cobardes que son por venir aquí a amedrentar a una mujer.
-Quizá no podamos darte una paliza a ti, perra, pero si podemos hacerlo con quien se cree una.
Santana y Blaine se quedaron sin habla y totalmente paralizados. ¿Cómo había dicho?
-No sé de qué hablas – dijo bajito, ya no tan segura de si misma.
-¿Eres sorda o quizás estúpida? – Thomas golpeó con la palma abierta el capote de un auto cercano fuertemente, causándoles un horrible sobresalto-. ¡Los maricas homosexuales no son bienvenidos en esta escuela!
A continuación todo sucedió demasiado rápido. Santana sintió a Blaine empujarla a un lado justo cuando Lewis se abalanzó sobre ellos. Recuperando el equilibrio, los vio intercambiar algunos golpes y entró en pánico; aunque Blaine era un chico de estatura promedio y poseía buena condición física debido a todas esas actividades deportivas, ellos eran tres y era imposible que pudiese hacerles frente justamente.
Lewis falló en conectarle un derechazo a Blaine, pero este no contó nunca con que Thomas, ubicado a sólo dos pasos atrás lo atacaría a traición por la espalda haciéndole caer de bruces al suelo. En consecuencia, todos comenzaron a golpearlo al mismo tiempo y Santana no pudo pensar claramente cuando vio a Thomas elevar una barra metálica que hasta ahora no había visto dispuesto a estamparla contra el indefenso cuerpo de su amigo, así que, motivada por un impulso irracional, prácticamente se colgó de aquella figura inmensa sujetándolo del cabello intentando, ilusamente, hacerle desistir.
Obviamente no consiguió absolutamente nada mas que precipitarse sobre su propio trasero en el duro asfalto y, aprovechando que los otros dos todavía estaban demasiado entretenidos con Blaine, decidió personalmente ocuparse de Santana.
-¿Te crees muy valiente lesbiana de mierda? – preguntó sonriendo con repugnante crueldad-. Quizá ya va siendo hora de que un verdadero hombre te enseñe como debe comportarse una mujer.
-¡No! – aterrorizada ante el significado de tales palabras retrocedió torpemente algunos centímetros.
-Ya lo veremos.
Con dos largas zancadas, Thomas la sujetó fuertemente por los brazos clavándole los dedos y las uñas dolorosamente, y, valiéndose de su considerable peso corporal, terminó recostándola sobre el frío suelo sin demasiado esfuerzo imposibilitándole la movilidad casi por completo.
-¡NO! – Santana forcejó conforme sentía ese aliento maloliente acercarse a su cuello provocándole unas fuertes nauseas-. ¡NO ME TOQUES CERDO ASQUEROSO!
Ella mordió, pateó, gritó hasta quedarse sin voz y golpeó con todas sus fuerzas. Todos esos desesperados esfuerzos parecían divertir bastante a su atacante, quien sonreía malsanamente conforme buscaba arrancarle el vestido de una u otra manera. Durante dos milagrosos segundos, liberó su mano derecha arañándolo profundamente en la mejilla haciéndole sangrar.
-¡Estúpida arpía! – gruñó él levantando la mano propinándole luego una fuerte bofetada. El impacto fue terrible, Santana experimentó un dolor espantoso expandiéndose por todo su rostro hasta llegar a su cabeza, aturdiéndola. Gruesas lágrimas emergieron de sus ojos cerrados conforme dejaba escapar jadeos incontrolables de manera inconsciente. Pronto, el delgado tirante del vestido que la latina llevaba puesto fue desgarrado y unas manos sudorosas comenzaron a tocarla por todas partes.
Deseó fervientemente terminase pronto para luego poder morir.
Repentinamente el peso que la sometía se esfumó dejándola libre y alguien más la sostuvo con total gentileza ayudándole a ponerse en pie, Santana necesitó parpadear varias veces para comprender era Blaine quien se encontraba parado a su lado. De alguna manera él consiguió liberarse de los sus atacantes dejando a uno fuera de combate, procediendo después a quitarle de encima a Thomas.
-¡Blaine! – lo llamó sujetándolo por la cintura, parecía que su amigo se desplomaría en cualquier momento. Tenía un aspecto terrible, su antes impecable smoking ahora lucia desordenado y sucio, tenía un profundo corte sobre la ceja derecha que sangraba profusamente imposibilitándole ver correctamente, además, se sostenía el costado izquierdo fuertemente, quizá tenía algo roto-. ¡Estás herido!
-No tenemos tiempo para preocuparnos por eso ahora – arrastró las palabras al momento en que Thomas y el otro chico se levantaban todavía dispuestos a seguir peleando.
-Debo reconocer que tienes muchas agallas, Anderson – habló Thomas tras recuperar la barra metálica que durante algún momento de confusión, terminó olvidada en alguna parte del estacionamiento-, pero ya me hartaron.
Thomas lanzó el golpe con todas sus fuerzas importándole muy poco a quién lo dirigía. Por segunda vez, Blaine protegió a Santana recibiendo de lleno el impacto justo en la cabeza y hombro haciéndole emitir un alarido de profundo dolor. Perdiendo casi automáticamente casi todas sus fuerzas, cayó nuevamente conforme se le nublaba más y más la vista. Desde los siguientes minutos (segundos u horas, no sabía) escucho gritos aterrorizados, llantos lastimeros e incluso muchas voces procedentes de todas partes.
La dulce inconsciencia comenzaba a reclamarle, pero intentó por todos los medios soportar, temía que si sucumbía ya no volvería a despertar. No quería morir, se negaba a abandonar aquella vida todavía, no al menos sin antes haber conocido al hombre que constantemente aparecía en sus sueños, a quien creía amar con todas las fuerzas de su alma. Conforme comenzaba a adormilarse y antes de desmayarse, lo último que le pareció visualizar fueron unos hermosos ojos azules dirigiéndole una triste mirada.
Recordaba vagamente que al despertar, lo primero en encontrarse fue, además del un montón de aparatos extraños, fue a su padre, quien, desconsolado lloraba a un lado de la cama conforme susurraba palabras inentendibles y sostenía su mano con suavidad. Quiso decir algo, pero le resultó imposible. Tenía un tubo en la tráquea y sentía tan seca la boca gracias a eso que difícilmente podía haber emitido algún sonido. Estaba confundido, no sintió dolor (seguramente gracias a los medicamentos administrados, ya sabía se encontraba en un hospital) pero fue sumamente difícil mover sus propios dedos, enviándole así una señal silenciosa a Richard de que estaba consciente.
Pronto la paz del lugar se vio perturbada por el ir y venir de médicos con rostros curiosos, enfermeras y su propia familia. Todos querían saber qué sucedía.
Seis días había estado en el hospital. Afortunadamente no había muerto, pero casi estuvo a punto de hacerlo.
Una vez consideraron que podría asimilar correctamente su situación, los médicos se encargaron de hablarle siempre con la verdad. Según le mencionaron, tras aquella brutal paliza terminó con el hueso de la pierna izquierda fragmentado en tres partes, ellos hicieron todo lo humanamente posible por salvársela sometiéndolo a distintas cirugías, al final, terminaron colocándole una placa porque los daños sufridos eran irreversibles. No sabían si volvería a caminar sin necesidad de utilizar un bastón por el resto de su vida. También resultó con tres costillas rotas que le perforaron un pulmón, en consecuencia, presentó múltiples fallas respiratorias severas y necesitó reanimación cardiaca al menos dos veces. Lo peor del asunto se lo había llevado su cerebro. Tenía un traumatismo cráneo-cerebral muy delicado gracias al golpe que había recibido por salvar a Santana, en consecuencia, entró en estado comatoso indefinidamente. Además, estaban todas esas heridas externas como cortes, moretones e incluso su rostro estaba tan hinchado que se necesitaba mirarle de cerca para reconocerle.
Necesitó quedarse internado durante casi tres meses, debido a la gravedad de las lesiones que sufrió. Y en ese tiempo pasaron muchas cosas; la primera y más relevante fue que Richard le pidió perdón a Blaine. Le suplicó desesperadamente una segunda oportunidad mencionando mil veces lo estúpido e ignorante que fue, y cuan arrepentido estaba por no apoyarle. Necesitó una enérgica lección para darse cuenta que Blaine, aunque demostrase ser diferente, nunca dejaría de ser su hijo.
Blaine simplemente dijo no guardarle ningún rencor y si estaba dispuesto podrían comenzar desde cero. Su familia estuvo unida otra vez.
Santana estuvo a su lado también en todo momento, incluso, en una larga visita él le pidió que terminase de contarle lo sucedido cuando fueron atacados. Ella se mostró renuente al principio, pero luego logró sonsacárselo.
Tras recibir ese golpe que casi lo mata, Thomas y el otro chico al verlo en el suelo bañado en sangre finalmente parecieron darse cuenta habían hecho algo muy malo, e inmediatamente, decidieron huir como verdaderos cobardes. Santana, demasiado conmocionada para reaccionar por si misma, comenzó a gritar histéricamente pidiendo ayuda, para su suerte un profesor a cargo del baile olvidó su teléfono celular en el auto y justo iba de regreso hacia el gimnasio, cuando la escuchó. De inmediato llamaron a una ambulancia que trasladó prontamente a Blaine al hospital.
Como ella era menor de edad y el adulto que la acompañaba no tenía parentesco con ninguno, en recepción le exigieron algún número donde pudiesen localizar a los padres o tutores de cada uno urgentemente. Pero Santana estaba demasiado histérica e imposible hablar con alguien, sufriendo en consecuencia, un fuerte colapso nervioso. Se necesitó someterla entre dos practicantes y un médico, quien inmediatamente procedió a aplicarle un sedante haciéndola dormir.
Nadie pudo pasar desapercibidos los hechos, por eso, además de localizar a los padres también llamaron a la policía.
Santana le dijo que alguien había escuchado la conversación que mantuvieron en el Lima Bean sobre su sexualidad, e inmediatamente esparcieron tal noticia, haciendo estallar una peligrosa bomba de tiempo, igualmente le mencionó que Thomas, Lewis y el otro chico de quien no sabían ni el nombre enfrentaban múltiples cargos por agresión e intento de violación. El padre de Santana trabajaba para la fiscalía del distrito y pidió que se mostrara poca indulgencia hacia los agresores, quería verlos tras las rejas e iba a conseguirlo. Además, personalmente agradeció a Blaine por mostrar tanto valor al proteger a su hija, evitando así, una verdadera desgracia. Según sus propias palabras, él y los suyos estarían agradecidos por siempre.
Mientras tanto, Blaine ya no quiso saber nada más. Lo único que deseaba realmente era concentrarse en su recuperación y terapias físicas. Pero de algo si tenía mucha certeza: le sería imposible regresar a aquella escuela. Richard comprendiéndolo, decidió buscar otras opciones, hasta dar con la Academia Dalton, la cual, además de tener un excelente nivel académico en el reglamento estipulaban una política de cero tolerancia ante el acoso. Quedaba ubicada a unas cuantas horas de casa, pero todos creyeron sería lo mejor, nada importaba más que la seguridad de Blaine.
Terminar el año ahí significo un verdadero reto tanto por su incapacidad física, pero inmediatamente conoció a tres chicos increíbles con los cuales se hizo muy unido. También notó otros cambios, desde el traumatismo que sufrió en el cerebro, los sueños se detuvieron abruptamente y ya no solía despertar por las noches gritando o llorando amargamente.
Y pudo considerarse un adolecente normal.
Al menos hasta aquella noche.
Blaine salió de sus pensamientos cuando repentinamente la alarma del despertador sonó, indicándole debería comenzar a arreglarse para ir a clases. Sinceramente no se había percatado en ningún momento que el tiempo transcurrió tan rápido, así que, creyendo innecesario quedarse en cama un rato más, se levantó. Tras ordenar pulcramente el uniforme, se metió al baño para darse una larga ducha.
Cuando cerró la puerta sin demasiado cuidado, se dijo que, desafortunadamente aquel día debería lidiar con un fuerte dolor de cabeza.
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Hola, de nuevo yo con este pequeño fic. Agradezco mucho sus comentarios, me animan a seguir escribiendo. Creo el siguiente tardaré en subirlo porque tengo muchos asuntos pendientes que resolver antes. Nos leemos en el siguiente
Última edición por Florencia_HM el Miér Ene 30, 2013 4:03 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
esta super genial el fic, me encanta la amistad que tiene con santana y lo de los sueños y vidas pasadas es super gracias por escribir.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
wow de verdad muchas felicidaes, este ha sido el mejor fic que he leído de verdad, el tema es de lo mejor y tú escribes padrísimo casi sin faltas de oortografía ni redacción.
Actualiza pronto que ya me clavé con esta historia.
Actualiza pronto que ya me clavé con esta historia.
LynndeMcGinty- - Mensajes : 1362
Fecha de inscripción : 23/05/2012
Edad : 30
La historia de Blaine (Parte III)
"No es más sorprendente haber nacido dos veces que una sola: en la naturaleza todo es resurrección." (VOLTAIRE)
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Si pudieras recordar
(I-La historia de Blaine)
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Si pudieras recordar
(I-La historia de Blaine)
El cielo matutino los recibió a todos con espesos nubarrones, ya no llovía pero algunos estruendos ocasionales indicaban continuaría haciéndolo durante el transcurso del día. Sus primeras clases (Literatura Inglesa e Italiano) pasaron terriblemente lentas. Generalmente solía ser bastante participativo, pero las constantes imágenes de sus sueños lo asaltaban haciéndole perder toda concentración ganándose reprimendas por parte de los profesores, quienes algo renuentes decidieron castigarle aplicándole distintos ejercicios que debería entregar nada más iniciar la siguiente semana. Debían poner el ejemplo, nadie gozaba de privilegios en Dalton.
Así que, totalmente desanimado, nada mas terminado el segundo periodo se dirigió hacia el comedor. No tenía hambre en lo absoluto, pero al menos intentaría comer cualquier cosa para distraerse. Al llegar, se formó tras una docena de estudiantes igualmente uniformados de azul y rojo que charlaban animadamente. Los envidiaba porque ellos si tenían vidas normales.
Cuando llegó su turno, sólo pidió un café dirigiéndose hacia la mesa que generalmente él y sus amigos solían ocupar, e ignorando sus miradas, se sentó junto a ellos.
-Pero que cara – lo saludó un chico de aspecto oriental examinándolo con cuidado.
-Hola también a ti, Wes.
-¿Pasaste una mala noche? – preguntó otro joven afroamericano, a su izquierda.
-Pésima.
Emitiendo un profundo suspiro, descaradamente robó un panecillo de la charola perteneciente a un muchacho de rubios cabellos, quien distraído, contestaba mensajes de texto con su teléfono.
-¡Oye! ¡Yo iba a comer eso!
-Mala suerte, Jeff.
El agravado quiso decir algo, pero al notar el mal semblante que tenía Blaine, simplemente lo dejó pasar. Al menos por ahora.
-¿Seguro que te sientes bien? A mi parecer te ves horrible.
-Vaya, gracias – dijo rodando los ojos hacia arriba.
-Sinceridad ante todo, Blaine- Jeff dejó su teléfono para poder llevarse una rebosante cucharada de cereales a la boca, masticándolos sonoramente.
-¿Cuántas horas has dormido?
-No las suficientes, créeme.
-Deberías ir a la enfermería – sugirió Wes diplomáticamente-. Si no lo recuerdas falta poco para las regionales, sería un verdadero suicidio si decidiéramos presentarnos sin nuestro solista líder.
-Estás siendo desconsiderado de nuevo – canturreó entre dientes Jeff. Wes le dirigió una mueca indignada pero no le hizo caso-. Ignóralo viejo, sabes cuán insoportable puede ser cuando debe lidiar con demasiada presión.
-Aún así, creo Wes tiene razón en algo… – concordó David.
-El noventa y nueve por ciento del tiempo suelo tenerla.
-Decía – enfatizó sarcástico-: considero deberíamos acompañarte con la enfermera, seguro ella tendrá algo adecuado para tu persistente cansancio.
-Muchachos, exageran. ¡Estoy bien! – sonrió. En serio agradecía mucho tenerlos como amigos. A los tres los conocía de otras vidas también, y al igual que antes, lo apoyaban en todo. Era bueno estar con ellos otra vez-. Ya debo irme.
-Nisiquiera has desayunado.
-No podría aunque quisiera, mi estómago ahora mismo es como una lavadora automática en pleno funcionamiento.
Los tres se miraron preocupados.
-Oye… ¿puedo quedármelo? – Blaine arqueó la ceja y después deslizó el vaso con café hacia Jeff
-Todo tuyo.
El aludido emitió una alegre exclamación procediendo a beber el contenido apresuradamente, ante las miradas resignadas de los otros dos en la mesa.
-Te veremos en la práctica más tarde – gritó David haciéndose escuchar ante el fuerte murmullo que producían tantas voces hablando al mismo tiempo.
En respuesta, Blaine movió su mano en el aire indicando una respuesta afirmativa.
Los siguientes dos periodos él continuó en el mismo estado deprimido, aún pese a todos los deberes pendientes, simplemente no tenía ánimos para nada. Cuando finalmente se vio libre de clases, de inmediato se dirigió hacia la sala de ensayos diciéndose al menos ahí podría olvidar sus problemas durante algunas cuantas horas. Le fascinaba cantar, poseía un encanto y talento innato para ello, algo que agradecía infinitamente porque en ninguna otra vida había tenido un talento como ese. Expresarse por medio de la música representaba escaparse de la realidad productivamente y estaba agradecido por ello.
Una vez llegó a la sala, algunos Warblers ya practicaban distintas melodías o realizaban ejercicios de afinación.
-Hola chicos – los saludó dejando sin cuidado su mochila en un sofá cercano.
-Blaine – todos corrieron a encontrarle demasiado felices, causándole al moreno una ligera confusión-. Tenemos una excelente noticia.
-Mmm…déjenme adivinar ¿finalmente alguien escuchó nuestros ruegos y Wes extravió su martillo?
-Eso sería genial, pero es algo muchísimo mejor.
-No creo que nada pueda superar eso – dijo riendo divertido por primera vez en horas.
-Sólo escucha – pidió emocionado Alexander, un alumno de tercero-. Alguien nuevo se ha transferido de una escuela pública hace como dos días, creó tiene tu misma edad, Blaine.
-Pero, si eso es cierto por ende deberíamos cursar algunas clases juntos, y yo no lo he visto en absoluto.
-Oí que necesitó ese tiempo debido a motivos personales, o algo – explicó restándole importancia-. Como sea, aquí lo verdaderamente importante es que quiere adicionar para los Warblers.
-Adivina su rango – lo retó otro alumno de primero. Blaine titubeó, sin embargo, imposible le fue responder porque estaba tan emocionado que continuó hablando sin detenerse a respirar-. ¡Contratenor! Sólo Dios sabe cuánto necesitamos una voz así.
-¿Sabes lo qué eso significa, Blaine?
-Si es lo suficientemente bueno, podría ayudarnos a pasar directamente a las seccionales – meditó resaltando lo obvio.
-¡Exacto!
-Esperemos que lo sea, entonces.
Asintiendo, Blaine dejó a sus compañeros continuar charlando animadamente respecto al próximo nuevo integrante del grupo. Él, mientras tanto, decidió dirigirse hacia el piano dispuesto a comenzar con algunos sencillos ejercicios vocales. Conforme deslizaba los dedos por las teclas blancas y negras, creyó relajarse bastante. De todos los instrumentos que sabía tocar, ese era especialmente su favorito; adoraba la manera en que sonaban las notas brindándole una verdadera sensación de paz propiamente dicha que, en ninguna otra parte conseguía encontrar.
Justo estaba por iniciar una canción, cuando la puerta se abrió dándole paso a Wes, quien igual que siembre, conseguía atraer la atención de todos sin esfuerzos.
-Muy bien muchachos, necesito su completa atención – pidió mirándolos, Blaine no supo exactamente cuándo, pero ya todos estaban presentes, incluso Jeff y David-. Hoy tendremos una audición de un nuevo estudiante, por lo tanto, ruego cooperación absoluta.
Tras el pequeño discurso, Wes abandonó sólo dos segundos el aula, al regresar, lo hizo acompañado por un joven de piel muy pálida, cabello castaño, complexión delgada y poseedor de unos ojos increíblemente azules, quien les sonrió tímidamente.
Repentinamente el mundo que Blaine conocía dejó de existir por ese breve instante, pronto, los recuerdos lo invadieron con la fuerza de un tren haciéndole perder la noción del tiempo y espacio. A ciencia cierta, no sabía si estaba en Dalton o en algún otro particular sitio, sólo tenía una fuerte sensación de reconocimiento conforme millones de imágenes relacionadas a otras épocas buenas o malas pasaron frente a sus ojos, haciéndole sentir muy confundido. Si dormido las emociones eran abrumadoras, ahora parecían haberse multiplicado por mil, sobrecargándolo emocionalmente.
Como si alguien le hubiese propinado un puñetazo en el estómago, jadeó buscando respirar correctamente, causándole descontrolados espasmos entrecortados.
No…no podía ser…
Ahí, prado entre una docena de chaquetas azules y rojas, se encontraba el joven que aparecía constantemente en sus sueños, el hombre por el cual dio su vida incontables veces sin pensarlo un segundo y de quien creía estar locamente enamorado.
-Warblers, démosle la bienvenida a Kurt Hummel.
De manera inconsciente, se llevó una temblorosa mano hacia la garganta, evitando así, emitir un grito cuando los ojos azules con profundas tonalidades grisáceas recorrieron todo el lugar hasta posarse en su persona. Entonces, sucedió algo que Blaine creyó sólo era posible en novelas románticas baratas: se desmayó.
Así que, totalmente desanimado, nada mas terminado el segundo periodo se dirigió hacia el comedor. No tenía hambre en lo absoluto, pero al menos intentaría comer cualquier cosa para distraerse. Al llegar, se formó tras una docena de estudiantes igualmente uniformados de azul y rojo que charlaban animadamente. Los envidiaba porque ellos si tenían vidas normales.
Cuando llegó su turno, sólo pidió un café dirigiéndose hacia la mesa que generalmente él y sus amigos solían ocupar, e ignorando sus miradas, se sentó junto a ellos.
-Pero que cara – lo saludó un chico de aspecto oriental examinándolo con cuidado.
-Hola también a ti, Wes.
-¿Pasaste una mala noche? – preguntó otro joven afroamericano, a su izquierda.
-Pésima.
Emitiendo un profundo suspiro, descaradamente robó un panecillo de la charola perteneciente a un muchacho de rubios cabellos, quien distraído, contestaba mensajes de texto con su teléfono.
-¡Oye! ¡Yo iba a comer eso!
-Mala suerte, Jeff.
El agravado quiso decir algo, pero al notar el mal semblante que tenía Blaine, simplemente lo dejó pasar. Al menos por ahora.
-¿Seguro que te sientes bien? A mi parecer te ves horrible.
-Vaya, gracias – dijo rodando los ojos hacia arriba.
-Sinceridad ante todo, Blaine- Jeff dejó su teléfono para poder llevarse una rebosante cucharada de cereales a la boca, masticándolos sonoramente.
-¿Cuántas horas has dormido?
-No las suficientes, créeme.
-Deberías ir a la enfermería – sugirió Wes diplomáticamente-. Si no lo recuerdas falta poco para las regionales, sería un verdadero suicidio si decidiéramos presentarnos sin nuestro solista líder.
-Estás siendo desconsiderado de nuevo – canturreó entre dientes Jeff. Wes le dirigió una mueca indignada pero no le hizo caso-. Ignóralo viejo, sabes cuán insoportable puede ser cuando debe lidiar con demasiada presión.
-Aún así, creo Wes tiene razón en algo… – concordó David.
-El noventa y nueve por ciento del tiempo suelo tenerla.
-Decía – enfatizó sarcástico-: considero deberíamos acompañarte con la enfermera, seguro ella tendrá algo adecuado para tu persistente cansancio.
-Muchachos, exageran. ¡Estoy bien! – sonrió. En serio agradecía mucho tenerlos como amigos. A los tres los conocía de otras vidas también, y al igual que antes, lo apoyaban en todo. Era bueno estar con ellos otra vez-. Ya debo irme.
-Nisiquiera has desayunado.
-No podría aunque quisiera, mi estómago ahora mismo es como una lavadora automática en pleno funcionamiento.
Los tres se miraron preocupados.
-Oye… ¿puedo quedármelo? – Blaine arqueó la ceja y después deslizó el vaso con café hacia Jeff
-Todo tuyo.
El aludido emitió una alegre exclamación procediendo a beber el contenido apresuradamente, ante las miradas resignadas de los otros dos en la mesa.
-Te veremos en la práctica más tarde – gritó David haciéndose escuchar ante el fuerte murmullo que producían tantas voces hablando al mismo tiempo.
En respuesta, Blaine movió su mano en el aire indicando una respuesta afirmativa.
Los siguientes dos periodos él continuó en el mismo estado deprimido, aún pese a todos los deberes pendientes, simplemente no tenía ánimos para nada. Cuando finalmente se vio libre de clases, de inmediato se dirigió hacia la sala de ensayos diciéndose al menos ahí podría olvidar sus problemas durante algunas cuantas horas. Le fascinaba cantar, poseía un encanto y talento innato para ello, algo que agradecía infinitamente porque en ninguna otra vida había tenido un talento como ese. Expresarse por medio de la música representaba escaparse de la realidad productivamente y estaba agradecido por ello.
Una vez llegó a la sala, algunos Warblers ya practicaban distintas melodías o realizaban ejercicios de afinación.
-Hola chicos – los saludó dejando sin cuidado su mochila en un sofá cercano.
-Blaine – todos corrieron a encontrarle demasiado felices, causándole al moreno una ligera confusión-. Tenemos una excelente noticia.
-Mmm…déjenme adivinar ¿finalmente alguien escuchó nuestros ruegos y Wes extravió su martillo?
-Eso sería genial, pero es algo muchísimo mejor.
-No creo que nada pueda superar eso – dijo riendo divertido por primera vez en horas.
-Sólo escucha – pidió emocionado Alexander, un alumno de tercero-. Alguien nuevo se ha transferido de una escuela pública hace como dos días, creó tiene tu misma edad, Blaine.
-Pero, si eso es cierto por ende deberíamos cursar algunas clases juntos, y yo no lo he visto en absoluto.
-Oí que necesitó ese tiempo debido a motivos personales, o algo – explicó restándole importancia-. Como sea, aquí lo verdaderamente importante es que quiere adicionar para los Warblers.
-Adivina su rango – lo retó otro alumno de primero. Blaine titubeó, sin embargo, imposible le fue responder porque estaba tan emocionado que continuó hablando sin detenerse a respirar-. ¡Contratenor! Sólo Dios sabe cuánto necesitamos una voz así.
-¿Sabes lo qué eso significa, Blaine?
-Si es lo suficientemente bueno, podría ayudarnos a pasar directamente a las seccionales – meditó resaltando lo obvio.
-¡Exacto!
-Esperemos que lo sea, entonces.
Asintiendo, Blaine dejó a sus compañeros continuar charlando animadamente respecto al próximo nuevo integrante del grupo. Él, mientras tanto, decidió dirigirse hacia el piano dispuesto a comenzar con algunos sencillos ejercicios vocales. Conforme deslizaba los dedos por las teclas blancas y negras, creyó relajarse bastante. De todos los instrumentos que sabía tocar, ese era especialmente su favorito; adoraba la manera en que sonaban las notas brindándole una verdadera sensación de paz propiamente dicha que, en ninguna otra parte conseguía encontrar.
Justo estaba por iniciar una canción, cuando la puerta se abrió dándole paso a Wes, quien igual que siembre, conseguía atraer la atención de todos sin esfuerzos.
-Muy bien muchachos, necesito su completa atención – pidió mirándolos, Blaine no supo exactamente cuándo, pero ya todos estaban presentes, incluso Jeff y David-. Hoy tendremos una audición de un nuevo estudiante, por lo tanto, ruego cooperación absoluta.
Tras el pequeño discurso, Wes abandonó sólo dos segundos el aula, al regresar, lo hizo acompañado por un joven de piel muy pálida, cabello castaño, complexión delgada y poseedor de unos ojos increíblemente azules, quien les sonrió tímidamente.
Repentinamente el mundo que Blaine conocía dejó de existir por ese breve instante, pronto, los recuerdos lo invadieron con la fuerza de un tren haciéndole perder la noción del tiempo y espacio. A ciencia cierta, no sabía si estaba en Dalton o en algún otro particular sitio, sólo tenía una fuerte sensación de reconocimiento conforme millones de imágenes relacionadas a otras épocas buenas o malas pasaron frente a sus ojos, haciéndole sentir muy confundido. Si dormido las emociones eran abrumadoras, ahora parecían haberse multiplicado por mil, sobrecargándolo emocionalmente.
Como si alguien le hubiese propinado un puñetazo en el estómago, jadeó buscando respirar correctamente, causándole descontrolados espasmos entrecortados.
No…no podía ser…
Ahí, prado entre una docena de chaquetas azules y rojas, se encontraba el joven que aparecía constantemente en sus sueños, el hombre por el cual dio su vida incontables veces sin pensarlo un segundo y de quien creía estar locamente enamorado.
-Warblers, démosle la bienvenida a Kurt Hummel.
De manera inconsciente, se llevó una temblorosa mano hacia la garganta, evitando así, emitir un grito cuando los ojos azules con profundas tonalidades grisáceas recorrieron todo el lugar hasta posarse en su persona. Entonces, sucedió algo que Blaine creyó sólo era posible en novelas románticas baratas: se desmayó.
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Hola, hola lindas lectoras(es). Aquí termina la primera parte del fic, es decir, con la historia de Blaine (la cual nunca pensé se extendiese tanto xD). Me he divertido mucho escribiendo últimamente, sobretodo porque tengo que leer mucho respecto al tema y he encontrado cosas bastante interesantes. Debo decir que en este fic quiero que el drama sea el elemento principal, aunque aún no sé cómo haré que Kurt recuerde todo. Supongo que ya me vendrá la inspiración. Muy bien, aquí una pequeña muestra de lo que encontrarán en el siguiente cap:
Ok, espero que el siguiente cap que suba (quiero sea rápido) les guste tanto como a mí, porque ciertamente la vida de Kurt también ha tenido ciertos altivajos. ¡Hasta el siguiente!
Última edición por Florencia_HM el Miér Ene 30, 2013 4:14 am, editado 2 veces
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
Me encanta muero por leer más y mucho más. Simplemente amo este tipo de historias.
LynndeMcGinty- - Mensajes : 1362
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Edad : 30
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
cielos cielos cielos cielos me encanta esto, mi obsesión crece día a día con esta historia gracias por escribir esta genial.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
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La historia de Kurt (Parte I)
“El secreto del mundo es que todas las cosas subsisten y no mueren; tan sólo se retiran y desaparecen de nuestra vista para regresar más tarde. Nada muere.”
(RALPH W ALDO EMERSON)
(RALPH W ALDO EMERSON)
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Si pudieras recordar.
II-La historia de Kurt
II-La historia de Kurt
Paff.
El fuerte estruendo de algo cayendo pesadamente resonó por toda la sala de ensayos, provocando un singular eco. Extrañado ante un sonido tan extraño, Wes pausó su breve conversación con Kurt Hummel, próximo aspirante a los Warblers y se giró buscando la fuente del mismo. Casi creyó sufrir un infarto cuando vio a Blaine en el suelo totalmente inconsciente. Olvidando todo cuanto estaba diciendo, soltó lo que llevaba entre las manos e inmediatamente corrió para intentar ayudarle. Sin importarle demasiado, empujó bruscamente a dos chicos de primer año abriéndose paso terminando así arrodillado junto a su amigo, segundos después, Jeff y David estaban a su lado.
-¡Blaine! – lo llamó asustado, aunque obviamente no recibió respuesta alguna-. ¡Oh Dios!
-Debemos llevarlo a la enfermería – sentenció preocupadísimo David, verificándole el pulso a Blaine-, ahora.
-¿Creen sea buena idea moverlo?
Miraron a Kurt durante breves instantes, quien se encontraba parado a una distancia prudencial con los otros Warblers.
-Espera –Wes lo examinó recordando frenéticamente las clases de primeros auxilios que su padre le había obligado a tomar dos años antes, gracias al cielo. Tras un chequeo rápido, comprobó no tuviese alguna herida grave debido a la dura caída-. David, ayúdame.
Con extremo cuidado, sostuvieron el cuerpo laxo de Blaine hasta conseguir mantenerlo semi-sentado, Jeff en tanto, se acuclilló a sólo unos cuantos centímetros contrario a ellos, y no sin algunas dificultades, consiguieron colocaron sobre la espada del rubio. Aunque el solista líder poseía estatura promedio, su cuerpo era corpulento debido a ese gusto que demostraba hacia diferentes deportes y pesaba bastante.
-Llévalo a la enfermería y quédate con él – recomendó David-. Estoy seguro que cuando despierte se alegrará de ver un rostro conocido.
-Déjalo en mis manos.
Sin perder tiempo, Jeff se dirigió hacia el lugar indicado con Blaine a cuestas.
-Lo mejor será suspender la práctica de hoy – habló Wes aún con notable intranquilidad en su voz-. Necesito reportar esto a los profesores. Kurt – dijo mirándolo con disculpa-, lamentablemente tu audición deberá aplazarse para otro momento.
-Descuida, sólo espero que tu amigo se recupere.
-Te lo agradezco mucho, ya nos veremos luego.
-Claro.
Conforme los estudiantes desalojaban el salón, Kurt suspiró cansado. Aunque no había sido culpa de nadie, realmente era una verdadera lástima que iniciara en aquella escuela con el pie izquierdo por un suceso tan desafortunado. Tenía la necesidad de hacer las cosas bien esta vez, porque, en cierta manera eso le haría sentir que se dirigirá por el camino correcto.
Distraídamente, caminó entre los vacios pasillos de Dalton, que sobraba decir era enorme. Debería aprender pronto a desplazare, perderse cuando cambiase de clase seguramente le traería contratiempos. Mientras seguía avanzando, pensó los últimos meses habían transcurrido demasiado rápido, tanto, que recientemente comenzaba a asimilarlos debidamente. Trasladarse desde Mckinley a Dalton en tiempo record significó una tarea condenadamente complicada.
Al inicio, se mostró muy reticente a marcharse dejando atrás casi toda su vida para así comenzar en otro sitio totalmente desconocido, al cual, debería adaptarse sin algún otro remedio. Allí no tenía amigos, ni en quien confiar. Le parecía en cierta manera ridícula el terminar huyendo. Antes de morir, su madre siempre le inculcó que los problemas debían enfrentarse cara a cara sin importar cuán graves pudiesen tornarse. Kurt tenía muchos defectos, pero ser cobarde no era exactamente uno de ellos y se negó rotundamente adoptar ese papel.
No obstante, durante semanas su padre mantuvo con él largas y constantes charlas intentando hacerle reconsiderar las opciones que tenían, los motivos e incluso los posibles desenlaces. Y Kurt lo admitía, Burt Hummel podía ser muy persuasivo cuando así se lo proponía.
Dalton en si era un colegio privado con alto nivel académico y no cualquiera podía aspirar a estudiar allí, por ende, su colegiatura estaba muy por encima de cualquier escuela pública del condado. Kurt necesitó hacer un examen para valorar sus conocimientos, no significó problema alguno para él porque siempre fue muy aplicado, pero su familia carecía de capital suficiente para permitirse un gasto tan grande. Aún así, su padre y madrastra (quien resultó ser amable y muy considerada) insistieron que el dinero no importaba siempre y cuando tuviesen certeza absoluta de su seguridad.
Kurt realmente los amaba mucho, se sentía afortunado por pertenecer a una familia como aquella.
Aunque ciertamente no fue nada fácil llegar hasta donde ahora se encontraban. Desde que Burt Hummel perdió a su primera esposa en un catastrófico accidente automovilístico, supo con certeza que criar un niño sin ayuda representaría una misión difícil, sobre todo si sólo se tenían entre ellos y debían enfrentar todas las dificultades venideras. Reponerse de la ausencia del pilar del hogar los desestabilizó, no sabían exactamente por dónde deberían comenzar, ni cómo actuar. Aún así, dolorosamente consiguieron adaptarse retomando lentamente el ritmo de sus vidas.
Los recuerdos aún dolían, pero salieron adelante.
Kurt crecía desmesuradamente rápido y Burt se dio cuenta que su hijo era muy distinto a los demás.
Aunque solía pasar el día trabajando (alguien debía pagar las cuentas, entre otras cosas), también procuraba pasar todo su tiempo libre con Kurt, notando mucho más que antes ciertas cosas bastante singulares. Pese a su edad, Kurt no mostraba interés en ningún deporte, tampoco le agrada ensuciarse cuando jugaba con otros chicos e incluso solía demostrar de manera desinhibida profunda inclinación a actividades más apropiadas para una chica.
La manera en que se vestía o comportaba, la música que escuchaba, sus películas preferidas (casi todas musicales de Broadway) su notable gusto por revistas o programas referentes a moda entre otras cosas.
Todas las señales eran muy obvias, y lo entendió.
Realmente significó un golpe duro, no por el mismo, Kurt siempre sería su hijo y de la mujer más maravillosa que pudo conocer, sino por las personas. Personas ignorantes, prejuiciosas e intolerantes hacia quienes eran diferentes. Por ello prometió ante la tumba de su difunta esposa que siempre velaría por Kurt pasara lo que pasara, lo apoyaría en cada decisión y estaría allí para protegerlo cuando resultase herido.
Por eso no fue una sorpresa cuando, tras encontrarlo montando un número musical en su estancia, Kurt simplemente se lo confesó. Kurt Hummel aceptó oficialmente era gay. Los dos debieron mantener una conversación bastante larga (e incómoda) respecto al asunto, y ciertamente Kurt mostró alivio infinito de no ser rechazado por la única persona del mundo entero cuyas palabras podían importarle en realidad. Ser abiertos y sinceros el uno con el otro ayudó a que su relación llegase a un nivel distinto, maduro e importante.
Luego, dos años después, Burt conoció a Carole, quien tenía un único hijo de la misma edad que Kurt.
Carole, al igual que Burt era viuda desde muy joven. Su difunto esposo pertenecía a las fuerzas armadas norteamericanas, falleció en el cumplimiento de su deber y ella necesitó mucha fuerza acompañada por resignación para superar semejante pérdida. Finn, el único hijo que el matrimonio pudo engendrar, también se vio afectado debido a la ausencia del padre, no obstante, Carole valientemente impidió que se sumergieran en la depreción, educó a Finn sola, trabajaba casi tiempo completo y convirtió nuevamente su casa en un hogar. Era una mujer realmente admirable, ella nunca inclinó la cabeza remilgadamente, antes bien, soportó golpe tras golpe sin rendirse jamás.
Por ello Kurt no se sintió herido u ofendido cuando Burt y ella se hicieron amigos, empezando luego con algo más.
Inicialmente solían hablar largamente por teléfono sobre temas comunes, se pedían consejo, exponían problemas buscando después entre los dos, posibles soluciones. Luego vinieron las citas; salidas cortas a cenar, al cine o a pasear. Finamente ocurrió la boda, volviéndolos parte nuevamente de una verdadera familia.
Cuando Kurt y Finn entraron a la preparatoria sus vidas cambiaron por completo.
Aunque hizo buenas amigas, ser el único chico abiertamente gay en una escuela pública como Mckinley no era demasiado agradable para muchos estudiantes, sobre todo los miembros de distintos equipos deportivos desencadenando situaciones que Kurt prefería guardarse para si mismo evitando preocupaciones innecesarias. Se convirtió prácticamente en una rutina que llegase a su casa con la ropa totalmente arruinada debido a distintas bebidas de origen desconocido que, día a día le arrojaban en los pasillos, también Carole vio algunas veces los moretones bastante pronunciados por los empujones constantes contra alguna superficie solida, inclusive, también se notaba cierta falta de ánimo y retraimiento en él, alarmando a los Hummel.
En comparación con Finn, quien aplicó sin problemas para el equipo de americano, tenía novia y era popular, Kurt terminó en la más baja escala social de la escuela. Además, pertenecer al club menos apreciado de Mckinley influenció mucho más aún tal asunto. Kurt adoraba cantar, su madre le había heredado ese don y aunque poseía un rango bastante agudo (contratenor), casi todos sus gustos giraban torno a la música. Incluso creía ser bueno con el violín, aunque no lo suficiente, por esa razón nunca tocaba en público.
Fue a mitad de su primer año, cuando más incomprendido creía estar, que apareció Garrett Richmond.
Era un viernes por la tarde cuando Kurt iba de camino a su casa, luego de que su día se hubiese tornado especialmente horrible. Primero, unos tipos con chaquetas deportivas le lanzaron un granizado sabor uva directo al rostro, luego, el señor Shue (quien era el profesor oficialmente encargado del coro) casi les exigió permanecer algunas horas más practicando el número que presentarían próximamente en la competencia regional.
Generalmente a esa hora casi nadie solía quedarse en la escuela, salvo algunos profesores, sin embargo, algunos miembros del equipo de Hockey encontraron bastante divertido esperarle para jugarle alguna de sus tantas bromas pesadas. Kurt prácticamente necesitó correr desde el auditorio hasta el estacionamiento, evitando así, algo seguramente muy desagradable.
Aunque no consiguieron alcanzarlo, parecía que la suerte simplemente no estaba de su lado.
Estaba a sólo algunas cuantas cuadras de llegar a su destino, cuando el neumático delantero derecho de su auto se desinfló, obligándolo a detenerse. Una vez se hubo orillado cautelosamente, tras un análisis rápido, entre múltiples maldiciones comprobó debería reemplazar la rueda si quería marcharse, así que, ya malhumorado se deshizo de la chaqueta y sacó del maletero todo lo necesario para ponerse a trabajar.
Su padre era dueño de un taller mecánico, durante todos los veranos solía ayudarle con algunos clientes ganándose así cierta cantidad por los servicios prestados y, aunque no era especialmente partidario de actividades manuales que implicasen pudiese ensuciarse, a esas alturas sabia tanto sobre autos que cambiar un neumático no significaba ningún inconveniente mayor para él.
Aunque si tuvo algunos problemas. Kurt no era un chico especialmente musculoso, más bien podía clasificarse como del tipo delgado y alto, así que, utilizar su escasa fuerza física para aflojar los tornillos cuya función consistía en sostener la rueda en su lugar, simplemente no estaba funcionando. Sobre todo cuando sólo tenía una simple llave de cruz.
Maldiciendo por encima vez, se secó el sudor de la frente. ¡Un estúpido neumático arruinado no le terminaría de joderle su tarde! ¡No señor!
-¿Necesitas ayuda?
Kurt soltó la llave que impactó contra el asfalto con un sonido seco. Tenía esa fea costumbre, cuando se concentraba de lleno en algo solía olvidarse del mundo entero, por tanto, se llevó un susto terrible al escuchar esa voz a sus espaldas
-¡Por todos los cielos! – exclamó llevándose una mano al pecho.
-¡Lo lamento! – se disculpó el extraño inclinándose inmediatamente luciendo arrepentido-. Mi intención no era asustarte de esa manera.
-¡Pues lo ha logrado!
-Reitero mis disculpas – sonrió tímido y educado al mismo tiempo mirándolo alternadamente del piso hacia el transporte-. Problemas con el auto ¿no?
-Es evidente – respondió sarcástico, aunque el desconocido pareció ignorar su tono.
-¿Quieres una mano con esto? Aunque no lo parezca, soy bueno haciendo este tipo de cosas.
-Realmente yo no…
-Parece que barrenaste una de las tuercas – acotó acuclillándose verificando la situación sin prestarle demasiada atención a lo que Kurt intentaba decirle.
-Maldita sea.
-Tranquilo, se puede resolver si trabajamos juntos.
Los siguientes veinte minutos ambos manipularon con paciencia las herramientas hasta conseguir colocar el repuesto. Complacidos ante el resultado, se sonrieron iniciando posteriormente una ligera conversación.
-Realmente te lo agradezco mucho.
-No ha sido nada, me gusta ayudar – dijo sonriendo ampliamente-. Mi nombre es Garrett, Garrett Richmond- se presentó extendiendo su mano en señal de saludo.
Kurt dudó, pero luego creyó se vería como un maleducado y después la tomó.
-Kurt Hummel – respondió titubeante-. Bueno Garrett, no quiero ofenderte ni nada pero, ¿cómo puedo…? Digo, yo…
-Para mí sería suficiente si me dieras tu número telefónico.
-¿Perdón?
-Hum…pareces alguien agradable – habló casi en un susurro avergonzado conforme jugaba con sus dedos-. Me gustaría llegar a conocerte mejor, eso sólo si tu quisieras.
-Claro -le respondió, sorprendiéndose a si mismo instantes después ante la respuesta tan precipitada. Lo hizo de manera inconsciente a decir verdad
-¿En serio? – preguntó notablemente emocionado.
-¿Por que no?
Algo nervioso, Kurt garabateó los números en un pequeño pedazo de papel y antes de perder el valor se lo entregó marchándose después. Mientras conducía, Kurt no podía creer lo sucedido; otro hombre, y uno muy atractivo se había interesado en él. Dentro de sus expectativas claro que se encontraba el tener novio alguno día (no hasta los treinta como decía su padre).
Pero nunca creyó llegase semejante oportunidad tan pronto
El fuerte estruendo de algo cayendo pesadamente resonó por toda la sala de ensayos, provocando un singular eco. Extrañado ante un sonido tan extraño, Wes pausó su breve conversación con Kurt Hummel, próximo aspirante a los Warblers y se giró buscando la fuente del mismo. Casi creyó sufrir un infarto cuando vio a Blaine en el suelo totalmente inconsciente. Olvidando todo cuanto estaba diciendo, soltó lo que llevaba entre las manos e inmediatamente corrió para intentar ayudarle. Sin importarle demasiado, empujó bruscamente a dos chicos de primer año abriéndose paso terminando así arrodillado junto a su amigo, segundos después, Jeff y David estaban a su lado.
-¡Blaine! – lo llamó asustado, aunque obviamente no recibió respuesta alguna-. ¡Oh Dios!
-Debemos llevarlo a la enfermería – sentenció preocupadísimo David, verificándole el pulso a Blaine-, ahora.
-¿Creen sea buena idea moverlo?
Miraron a Kurt durante breves instantes, quien se encontraba parado a una distancia prudencial con los otros Warblers.
-Espera –Wes lo examinó recordando frenéticamente las clases de primeros auxilios que su padre le había obligado a tomar dos años antes, gracias al cielo. Tras un chequeo rápido, comprobó no tuviese alguna herida grave debido a la dura caída-. David, ayúdame.
Con extremo cuidado, sostuvieron el cuerpo laxo de Blaine hasta conseguir mantenerlo semi-sentado, Jeff en tanto, se acuclilló a sólo unos cuantos centímetros contrario a ellos, y no sin algunas dificultades, consiguieron colocaron sobre la espada del rubio. Aunque el solista líder poseía estatura promedio, su cuerpo era corpulento debido a ese gusto que demostraba hacia diferentes deportes y pesaba bastante.
-Llévalo a la enfermería y quédate con él – recomendó David-. Estoy seguro que cuando despierte se alegrará de ver un rostro conocido.
-Déjalo en mis manos.
Sin perder tiempo, Jeff se dirigió hacia el lugar indicado con Blaine a cuestas.
-Lo mejor será suspender la práctica de hoy – habló Wes aún con notable intranquilidad en su voz-. Necesito reportar esto a los profesores. Kurt – dijo mirándolo con disculpa-, lamentablemente tu audición deberá aplazarse para otro momento.
-Descuida, sólo espero que tu amigo se recupere.
-Te lo agradezco mucho, ya nos veremos luego.
-Claro.
Conforme los estudiantes desalojaban el salón, Kurt suspiró cansado. Aunque no había sido culpa de nadie, realmente era una verdadera lástima que iniciara en aquella escuela con el pie izquierdo por un suceso tan desafortunado. Tenía la necesidad de hacer las cosas bien esta vez, porque, en cierta manera eso le haría sentir que se dirigirá por el camino correcto.
Distraídamente, caminó entre los vacios pasillos de Dalton, que sobraba decir era enorme. Debería aprender pronto a desplazare, perderse cuando cambiase de clase seguramente le traería contratiempos. Mientras seguía avanzando, pensó los últimos meses habían transcurrido demasiado rápido, tanto, que recientemente comenzaba a asimilarlos debidamente. Trasladarse desde Mckinley a Dalton en tiempo record significó una tarea condenadamente complicada.
Al inicio, se mostró muy reticente a marcharse dejando atrás casi toda su vida para así comenzar en otro sitio totalmente desconocido, al cual, debería adaptarse sin algún otro remedio. Allí no tenía amigos, ni en quien confiar. Le parecía en cierta manera ridícula el terminar huyendo. Antes de morir, su madre siempre le inculcó que los problemas debían enfrentarse cara a cara sin importar cuán graves pudiesen tornarse. Kurt tenía muchos defectos, pero ser cobarde no era exactamente uno de ellos y se negó rotundamente adoptar ese papel.
No obstante, durante semanas su padre mantuvo con él largas y constantes charlas intentando hacerle reconsiderar las opciones que tenían, los motivos e incluso los posibles desenlaces. Y Kurt lo admitía, Burt Hummel podía ser muy persuasivo cuando así se lo proponía.
Dalton en si era un colegio privado con alto nivel académico y no cualquiera podía aspirar a estudiar allí, por ende, su colegiatura estaba muy por encima de cualquier escuela pública del condado. Kurt necesitó hacer un examen para valorar sus conocimientos, no significó problema alguno para él porque siempre fue muy aplicado, pero su familia carecía de capital suficiente para permitirse un gasto tan grande. Aún así, su padre y madrastra (quien resultó ser amable y muy considerada) insistieron que el dinero no importaba siempre y cuando tuviesen certeza absoluta de su seguridad.
Kurt realmente los amaba mucho, se sentía afortunado por pertenecer a una familia como aquella.
Aunque ciertamente no fue nada fácil llegar hasta donde ahora se encontraban. Desde que Burt Hummel perdió a su primera esposa en un catastrófico accidente automovilístico, supo con certeza que criar un niño sin ayuda representaría una misión difícil, sobre todo si sólo se tenían entre ellos y debían enfrentar todas las dificultades venideras. Reponerse de la ausencia del pilar del hogar los desestabilizó, no sabían exactamente por dónde deberían comenzar, ni cómo actuar. Aún así, dolorosamente consiguieron adaptarse retomando lentamente el ritmo de sus vidas.
Los recuerdos aún dolían, pero salieron adelante.
Kurt crecía desmesuradamente rápido y Burt se dio cuenta que su hijo era muy distinto a los demás.
Aunque solía pasar el día trabajando (alguien debía pagar las cuentas, entre otras cosas), también procuraba pasar todo su tiempo libre con Kurt, notando mucho más que antes ciertas cosas bastante singulares. Pese a su edad, Kurt no mostraba interés en ningún deporte, tampoco le agrada ensuciarse cuando jugaba con otros chicos e incluso solía demostrar de manera desinhibida profunda inclinación a actividades más apropiadas para una chica.
La manera en que se vestía o comportaba, la música que escuchaba, sus películas preferidas (casi todas musicales de Broadway) su notable gusto por revistas o programas referentes a moda entre otras cosas.
Todas las señales eran muy obvias, y lo entendió.
Realmente significó un golpe duro, no por el mismo, Kurt siempre sería su hijo y de la mujer más maravillosa que pudo conocer, sino por las personas. Personas ignorantes, prejuiciosas e intolerantes hacia quienes eran diferentes. Por ello prometió ante la tumba de su difunta esposa que siempre velaría por Kurt pasara lo que pasara, lo apoyaría en cada decisión y estaría allí para protegerlo cuando resultase herido.
Por eso no fue una sorpresa cuando, tras encontrarlo montando un número musical en su estancia, Kurt simplemente se lo confesó. Kurt Hummel aceptó oficialmente era gay. Los dos debieron mantener una conversación bastante larga (e incómoda) respecto al asunto, y ciertamente Kurt mostró alivio infinito de no ser rechazado por la única persona del mundo entero cuyas palabras podían importarle en realidad. Ser abiertos y sinceros el uno con el otro ayudó a que su relación llegase a un nivel distinto, maduro e importante.
Luego, dos años después, Burt conoció a Carole, quien tenía un único hijo de la misma edad que Kurt.
Carole, al igual que Burt era viuda desde muy joven. Su difunto esposo pertenecía a las fuerzas armadas norteamericanas, falleció en el cumplimiento de su deber y ella necesitó mucha fuerza acompañada por resignación para superar semejante pérdida. Finn, el único hijo que el matrimonio pudo engendrar, también se vio afectado debido a la ausencia del padre, no obstante, Carole valientemente impidió que se sumergieran en la depreción, educó a Finn sola, trabajaba casi tiempo completo y convirtió nuevamente su casa en un hogar. Era una mujer realmente admirable, ella nunca inclinó la cabeza remilgadamente, antes bien, soportó golpe tras golpe sin rendirse jamás.
Por ello Kurt no se sintió herido u ofendido cuando Burt y ella se hicieron amigos, empezando luego con algo más.
Inicialmente solían hablar largamente por teléfono sobre temas comunes, se pedían consejo, exponían problemas buscando después entre los dos, posibles soluciones. Luego vinieron las citas; salidas cortas a cenar, al cine o a pasear. Finamente ocurrió la boda, volviéndolos parte nuevamente de una verdadera familia.
Cuando Kurt y Finn entraron a la preparatoria sus vidas cambiaron por completo.
Aunque hizo buenas amigas, ser el único chico abiertamente gay en una escuela pública como Mckinley no era demasiado agradable para muchos estudiantes, sobre todo los miembros de distintos equipos deportivos desencadenando situaciones que Kurt prefería guardarse para si mismo evitando preocupaciones innecesarias. Se convirtió prácticamente en una rutina que llegase a su casa con la ropa totalmente arruinada debido a distintas bebidas de origen desconocido que, día a día le arrojaban en los pasillos, también Carole vio algunas veces los moretones bastante pronunciados por los empujones constantes contra alguna superficie solida, inclusive, también se notaba cierta falta de ánimo y retraimiento en él, alarmando a los Hummel.
En comparación con Finn, quien aplicó sin problemas para el equipo de americano, tenía novia y era popular, Kurt terminó en la más baja escala social de la escuela. Además, pertenecer al club menos apreciado de Mckinley influenció mucho más aún tal asunto. Kurt adoraba cantar, su madre le había heredado ese don y aunque poseía un rango bastante agudo (contratenor), casi todos sus gustos giraban torno a la música. Incluso creía ser bueno con el violín, aunque no lo suficiente, por esa razón nunca tocaba en público.
Fue a mitad de su primer año, cuando más incomprendido creía estar, que apareció Garrett Richmond.
Era un viernes por la tarde cuando Kurt iba de camino a su casa, luego de que su día se hubiese tornado especialmente horrible. Primero, unos tipos con chaquetas deportivas le lanzaron un granizado sabor uva directo al rostro, luego, el señor Shue (quien era el profesor oficialmente encargado del coro) casi les exigió permanecer algunas horas más practicando el número que presentarían próximamente en la competencia regional.
Generalmente a esa hora casi nadie solía quedarse en la escuela, salvo algunos profesores, sin embargo, algunos miembros del equipo de Hockey encontraron bastante divertido esperarle para jugarle alguna de sus tantas bromas pesadas. Kurt prácticamente necesitó correr desde el auditorio hasta el estacionamiento, evitando así, algo seguramente muy desagradable.
Aunque no consiguieron alcanzarlo, parecía que la suerte simplemente no estaba de su lado.
Estaba a sólo algunas cuantas cuadras de llegar a su destino, cuando el neumático delantero derecho de su auto se desinfló, obligándolo a detenerse. Una vez se hubo orillado cautelosamente, tras un análisis rápido, entre múltiples maldiciones comprobó debería reemplazar la rueda si quería marcharse, así que, ya malhumorado se deshizo de la chaqueta y sacó del maletero todo lo necesario para ponerse a trabajar.
Su padre era dueño de un taller mecánico, durante todos los veranos solía ayudarle con algunos clientes ganándose así cierta cantidad por los servicios prestados y, aunque no era especialmente partidario de actividades manuales que implicasen pudiese ensuciarse, a esas alturas sabia tanto sobre autos que cambiar un neumático no significaba ningún inconveniente mayor para él.
Aunque si tuvo algunos problemas. Kurt no era un chico especialmente musculoso, más bien podía clasificarse como del tipo delgado y alto, así que, utilizar su escasa fuerza física para aflojar los tornillos cuya función consistía en sostener la rueda en su lugar, simplemente no estaba funcionando. Sobre todo cuando sólo tenía una simple llave de cruz.
Maldiciendo por encima vez, se secó el sudor de la frente. ¡Un estúpido neumático arruinado no le terminaría de joderle su tarde! ¡No señor!
-¿Necesitas ayuda?
Kurt soltó la llave que impactó contra el asfalto con un sonido seco. Tenía esa fea costumbre, cuando se concentraba de lleno en algo solía olvidarse del mundo entero, por tanto, se llevó un susto terrible al escuchar esa voz a sus espaldas
-¡Por todos los cielos! – exclamó llevándose una mano al pecho.
-¡Lo lamento! – se disculpó el extraño inclinándose inmediatamente luciendo arrepentido-. Mi intención no era asustarte de esa manera.
-¡Pues lo ha logrado!
-Reitero mis disculpas – sonrió tímido y educado al mismo tiempo mirándolo alternadamente del piso hacia el transporte-. Problemas con el auto ¿no?
-Es evidente – respondió sarcástico, aunque el desconocido pareció ignorar su tono.
-¿Quieres una mano con esto? Aunque no lo parezca, soy bueno haciendo este tipo de cosas.
-Realmente yo no…
-Parece que barrenaste una de las tuercas – acotó acuclillándose verificando la situación sin prestarle demasiada atención a lo que Kurt intentaba decirle.
-Maldita sea.
-Tranquilo, se puede resolver si trabajamos juntos.
Los siguientes veinte minutos ambos manipularon con paciencia las herramientas hasta conseguir colocar el repuesto. Complacidos ante el resultado, se sonrieron iniciando posteriormente una ligera conversación.
-Realmente te lo agradezco mucho.
-No ha sido nada, me gusta ayudar – dijo sonriendo ampliamente-. Mi nombre es Garrett, Garrett Richmond- se presentó extendiendo su mano en señal de saludo.
Kurt dudó, pero luego creyó se vería como un maleducado y después la tomó.
-Kurt Hummel – respondió titubeante-. Bueno Garrett, no quiero ofenderte ni nada pero, ¿cómo puedo…? Digo, yo…
-Para mí sería suficiente si me dieras tu número telefónico.
-¿Perdón?
-Hum…pareces alguien agradable – habló casi en un susurro avergonzado conforme jugaba con sus dedos-. Me gustaría llegar a conocerte mejor, eso sólo si tu quisieras.
-Claro -le respondió, sorprendiéndose a si mismo instantes después ante la respuesta tan precipitada. Lo hizo de manera inconsciente a decir verdad
-¿En serio? – preguntó notablemente emocionado.
-¿Por que no?
Algo nervioso, Kurt garabateó los números en un pequeño pedazo de papel y antes de perder el valor se lo entregó marchándose después. Mientras conducía, Kurt no podía creer lo sucedido; otro hombre, y uno muy atractivo se había interesado en él. Dentro de sus expectativas claro que se encontraba el tener novio alguno día (no hasta los treinta como decía su padre).
Pero nunca creyó llegase semejante oportunidad tan pronto
..................................
Notitas:
¿Qué tal lectores(as)? Lamento el capítulo fuese tan corto, pero considerando que puedo detectar mejor los errores cuando su longitud no es tan grande, me pareció una buena idea. A decir verdad, la historia de Kurt me cuesta un poco más imaginarla, por otro lado, Blaine resultó más sencillo. Aún no sé identificar los motivos.
Se vienen ciertos acontecimientos importantes, no desesperen =)
Agradezco a quienes se tomaron un momento de su tiempo para dejar mensajitos. Me animan a continuar escribiendo más y más.
Aquí un adelanto pequeñito:
- Spoiler:
- "Los primeros indicios de contacto por parte de Garrett llegaron días después. Para Kurt, quien llevaba las cosas bastante difíciles en su vida, fue como respirar una bocanada de aire fresco, luego de permanecer encerrado en algún lugar sofocante durante semanas."
Sin otra cosa por agregar, nos leemos en el siguiente.
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
Parece muy interesante, sigue escribiendo.
LynndeMcGinty- - Mensajes : 1362
Fecha de inscripción : 23/05/2012
Edad : 30
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
pobre blaine que se desmayo
todo le sucede a kurt
espero la actualizacion
todo le sucede a kurt
espero la actualizacion
lilianita****** - Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 31/08/2012
Edad : 24
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
La vida de Kurt no ha sido nada fácil, me encanta este fic esta super gracias por escribir.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
"A veces, los acontecimientos más importantes de la vida se nos echan encima antes de que seamos conscientes de su existencia"
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Si pudieras recordar.
II-La historia de Kurt
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Si pudieras recordar.
II-La historia de Kurt
Los primeros indicios de contacto por parte de Garrett llegaron días después. Para Kurt, quien llevaba las cosas bastante difíciles en su vida, fue como respirar una bocanada de aire fresco, luego de permanecer encerrado en algún lugar sofocante durante semanas. Se sentía muy cómodo con Garrett, quien, conforme se conocían a un nivel mucho más personal se comportaba educado, amable y considerado siempre.
Cuando Kurt solía pasarla realmente mal en la escuela o algún evento peculiarmente desagradable le bajaba el ánimo hasta los suelos, Garrett se encargaba de confortarlo e incluso hacerle olvidar sus preocupaciones con largas charlas sobre temas referentes a gustos comunes, o incluso, anécdotas graciosas propias o ajenas. Lo hacía sonreír. Por primera vez Kurt se sintió totalmente aceptado por alguien que no fuese su propia familia, creía ser importante en la vida de otra persona a niveles inesperadamente diferentes. Por ello, aún pese a la reticencia por parte de Burt, ellos comenzaron una relación formal como novios.
Kurt no había sido el novio de nadie nunca, creyó que siendo su primera vez viviría experiencias maravillosas.
Pero se equivocó. Conforme los meses transcurrían Kurt comprendió algo muy importante asustándolo en el proceso. Estando con Garrett de esa manera, tenía la horrible sensación de que estaba haciendo algo malo lo asaltaba cada dos por tres. Su relación inesperadamente resultó ser buena, su novio era un buen chico, quien tenía serios problemas era él. No experimentaba la posible “magia” del romance, tampoco se sentía como un adolecente normal respecto a ello.
Si tomaba la mano de Garrett las mariposas en el estomago se negaban a manifestarse, si se besaban, tampoco reconocía ninguna señal típica infinitamente explicadas en todas esas novelas y películas que vio durante toda su adolescencia. ¿Acaso sucedía algo realmente malo consigo mismo?
Tras pensarlo detenidamente, se dijo que alguien simplemente no podía enamorarse así como si nada, los verdaderos sentimientos solían manifestarse conforme la unión con aquella otra persona fuese más y más profunda. Quizá sólo debería esperar.
Eso hizo y no obtuvo resultado alguno.
Guardaba cierto cariño hacia Garrett, más que nada agradecimiento ante su ayuda durante los momentos que más lo necesitó, pero no lo amaba. No creía poder hacerlo nunca.
Así que, decidiendo ser justo, creyó buena idea confesarle la verdad. Dolería, sabía eso, pero prefería lastimarlo a continuar ilusionándolo con algo que definitivamente no funcionaría.
Aquella tarde Finn, Carole y su padre no se encontraban en casa. El primero decidió, demasiado entusiasmado, visitar a su nueva novia (una chica llamada Rachel, quien además de mandona, era bastante excéntrica para su gusto), mientras tanto, los padres de ambos salieron a cenar a un bonito restaurante con motivo del primer aniversario que compartían juntos como pareja oficialmente casada.
Así que estaba solo cuando el timbre sonó.
-Hola – saludó el joven de ojos café y bronceado perfecto cuando la puerta fue abierta. Kurt le sonrió ligeramente dándole espacio para que pasara, guiándolo luego hacia la estancia-. ¿Y bien?, ¿por qué necesitabas verme con tanta urgencia?
Kurt se mordió el labio inferior conforme jugaba con sus dedos nerviosamente. Ahora que tenía a Garrett enfrente, supo sin esforzarse demasiado, aquello sería una tarea bastante difícil de realizar.
Iba a ser bastante complicado hacer aquello.
-Garrett, mejor siéntate – dijo soltando el aire contenido-: necesitamos hablar.
-¿Sucedió algo malo?- preguntó confundido obedeciendo la petición del contratenor, quien se ubicó justo a su lado.
-No, si…bueno – dudó evadiéndole la mirada-. Digamos que es algo importante y es necesario discutirlo.
-Comienzas a preocuparme cielo, ¿qué pasa?
-Bueno, los dos hemos estado saliendo desde hace algún tiempo.
-Cierto – concordó sonriendo ampliamente-. Y ha sido increíble – al ver que Kurt no concordaba con él, hizo una mueca extraña-. ¿Tú no piensas lo mismo?
-Estar contigo es agradable.
-Esa no es exactamente la respuesta que esperaba – agregó confundido-. Escucha Kurt, yo sé que nuestra relación ha funcionado bien hasta ahora porque decidimos ser honestos el uno con el otro desde el principio y todo eso, pero, no comprendo a qué quieres llegar diciéndome esto.
-Yo…-dudó mordiéndose el labio inferior durante algunos segundos, conforme experimentaba tanta culpa que casi le hacía soltar en llanto repentinamente. No obstante, se obligó a tomar valor de donde no lo tenía. Pensaba no sólo en él, sino también en las consecuencias de continuar con aquello; seguir con Garrett sin profesarle ninguna clase de sentimiento más que simple afecto era injusto, se negaba rotundamente a lastimarlo-. Quiero terminar.
Casi como si estuviese viéndolo lentamente, la sonrisa en el rostro del chico se esfumó siendo reemplazada por una mueca extraña, casi rayando en la irracionalidad. Repentinamente notó que la estancia quedó sumergida en un profundo y constante silencio, Kurt creyó que si alguien hubiese dejado caer algo en su mismo jardín podrían haberlo escuchado perfectamente bien. También se dio cuenta que las manos de Garrett temblaban, además, tenía los labios apretados e incluso sus ojos perdieron todo brillo luciendo perdidos y afectados.
Kurt abrió la boca para decir algo, pero Garrett se le adelantó primero.
-¿Hay alguien más, no es cierto?
-¿Qué? – soltó demasiado sorprendido para creerlo-. ¡No! ¡Por supuesto que no!
-Claro, debido a ello durante los últimos días debí lidiar con tu comportamiento tan extraño- murmuró más para sí mismo, como si de pronto hubiese olvidando que Kurt se encontraba ahí a su lado, escuchándolo. Era como si repentinamente creyera estar sólo y pensando en voz alta sus conjeturas para encontrar alguna razón válida ante la situación, asustando a Kurt-. ¿Te estás acostando con él, no es cierto?
El castaño tuvo la espantosa sensación de que le habían lanzado a la cara un cubo repleto de hielo solido.
-¡¿De qué rayos hablas?! - espetó ofendido y molesto tras levantarse rápidamente, alejándose todo cuando pudo del otro-. Yo nunca…
-¡Eres un hipócrita y mentiroso! – lo interrumpió bruscamente estampando los puños cerrados contra el sofá, perdiendo momentáneamente la paciencia, elevando también, dos tonos su voz causándole un fuerte sobresalto a Kurt-. Cuando tú me pedías tiempo para dar el siguiente paso, pude entenderlo. ¡Demonios! ¡Hasta estúpidamente creí que eras inexperto en cuanto al sexo se refiere! – alegó pese a la palpable incomodidad del contratenor-. ¡Pero sólo intentabas hacerte el interesante conmigo mientras te revolcabas con ese…!
-¡Esa es una acusación horrible e injusta, Garrett!
-¡Así lo veo yo, maldición!
Moviéndose desmesuradamente rápido, abandonó la comodidad del mueble que antes ocupaba avanzando casi a traspiés hacia donde se encontraba parado Kurt, quien, también alterado, retrocedió dos pasos hasta que fue tomado por los hombros con fuerza y posteriormente estrujado esperando proporcionase alguna respuesta coherente.
-Basta Garrett, me haces daño.
-¡Más me lastimas tú a mí, Kurt! - le contestó comenzando a gritar -. ¿Dime qué tiene él que yo no?
-¡Has perdido la cabeza! – con frustración, intentó liberarse pero sólo logró que Garrett aplicase mayor fuerza y énfasis en su agarre. Kurt evitó emitir un gemido, los dedos del otro hombre se le clavaron profundo en la piel, tanto, que seguramente tendría algunas marcas al día siguiente.
-¡Yo me enamoré de ti!
La confesión hizo parpadear al castaño repetidas veces conforme su cerebro intentaba procesarlo todo lo más fácil y rápido posible, entonces, por primera vez en toda su vida supo exactamente lo que era sentirse como una verdadera basura.
-Lo lamento tanto, yo…
Casi en cámara lenta, vio como el brazo de Garrett trazó un movimiento rápido en el aire impactándole el rostro con la mano abierta con inusitada fuerza. Kurt se tambaleó dos o tres pasos, totalmente incrédulo. La mejilla derecha comenzó a arderle conforme el dolor se extendía hasta su mandíbula y ojo. Nunca, jamás nadie lo había golpeado de esa manera antes. Reconocía que los chicos de Mckinley lo empujaban sin consideración e incluso lo botaban a los basureros sin demasiada delicadeza, pero no llegaban a tal nivel.
La visión se le borró unos segundos y tarde comprendió era debido a las lágrimas. Abrió la boca aún incapaz de superar la impresión, no obstante, tenía un nudo tan grande atorado en la garganta que le fue imposible articular palabra alguna, al menos no de forma coherente. Miró disimuladamente a Garrett, quien respiraba tan agitado que parecía haber corrido una maratón completa sin descanso. Kurt lo desconoció por completo. Lucia tan perturbado y enfadado, que su rostro perfectamente bien afeitado daba escalofríos.
-Esto no…-balbuceó incómodo, y se pasó los dedos entre el cabello pasándolos seguidamente hacia su cuello masajeándolo sin demasiado cuidado-. ¿Ves lo que me has obligado a hacer? Sino hubieses comenzado a decir toda esa sarta de estupideces, nosotros estaríamos bien.
Pero para entonces Kurt ya no lo escuchaba. En vez de ello, trataba de pensar frenéticamente alguna manera rápida e inteligente de salir bien librado, porque, alguna vez leyó o escuchó en alguna parte que las personas violentas solían responder aún peor cuando se les confrontaba utilizando métodos semejantes. Por ello Kurt debió desenterrar desde lo más profundo de su ser, a aquella mezquina reyna del hielo, la cual, le ayudaría a soportarlo.
Y regalándole la mejor de sus sonrisas, Kurt asintió rogando internamente fuese lo suficientemente creíble.
-Claro, lo lamento.
-¿Ves como todo es más sencillo así?
Garrett suspiró notoriamente aliviado ante su respuesta, así que, tras besarle los nudillos repetidas veces lo guió con un semblante completamente distinto de regreso al sofá donde comenzaron a discutir, conforme lo envolvía con uno de sus brazos posesivamente. Tras acomodarse los dos entre los cojines a manera que ambos pudiesen estar a gusto, Garrett tomó el control remoto sin mediar alguna otra palabra, colocando así una película bastante larga.
Las siguientes tres horas siguientes, sin lugar a dudas, fueron las más largas que Kurt debió soportar jamás. Y eso que estaba acostumbrado a tener momentos bastantes desagradables, (pasar una tarde completa encerrado entre basura maloliente le daba cierta experiencia). Lo único que quería era empujarlo lejos y largarse directo a la seguridad de su habitación, encerrándose hasta el siguiente milenio si fuese necesario. Aún así, no se movió. Garrett tampoco parecía notar cuan tenso estaba, seguro fingía no notarlo o bien simplemente no quería darse cuenta. Estaba demasiado concentrado mirando la estúpida televisión.
Aproximadamente media hora después, Finn regresó a casa justo cuando Garrett hacia lo propio y se marchaba. Aunque Finn no era la persona más perspicaz del planeta entero, notó un comportamiento algo extraño entre esos dos. El ambiente se sentía tenso e incómodo cuando escuchó desde la cocina. Por lo general no solía entrometerse en la relación amorosa de su hermano, pero esta vez algo le empujaba a preguntar.
-Hey – le dijo jugando con una manzana en su mano derecha, en una especie de malabar mal ejecutado-. ¿Está todo bien?
Kurt, quien hasta ese momento había estado dándole la espalda lo encaró. Finn sólo necesitó verlo para comprender todo, además, el golpe que tenía en la mejilla comenzaba a tomar tonalidades nada alentadoras convirtiéndose en algo demasiado notorio.
-¡¿Qué rayos sucedió, Kurt?!
Y entonces, se derrumbó. Sin contestar la pregunta del más alto, Kurt simplemente corrió como un niño pequeño en busca de consuelo hacia los brazos de su hermano, quien bastante preocupado, le ofreció refugio y conforte. Finn lo sostuvo durante largo rato proporcionándole pausados y circulares masajes en la espalda pretendiendo controlar los constantes espasmos, susurrando al mismo tiempo, distintas palabras conciliadoras. Aunque inicialmente los dos no solían llevarse muy bien, conforme convivían Finn comprendió Kurt era, pese a su elaborada imagen de chico orgulloso y fuerte, alguien muy sensible, frágil e incluso rompible a quien debía proteger a toda costa. Y él era demasiado sobreprotector con quienes amaba.
Una vez estuvo más calmado, ambos protagonizaron una ligera disputa cuyo tema central consistía en contarles lo ocurrido a sus respectivos padres. Finalmente Finn ganó (algo inusual), y una vez los susodichos regresaron de cenar, terminaron explicándoles los recientes acontecimientos. Burt se puso como loco. Si no hubiese sido por la sensata intervención de Carole, seguro habría corrido escaleras arriba para buscar su escopeta y cobrarse personalmente semejante atrevimiento. Inclusive Finn murmuraba entre dientes cosas como reunir en tiempo record al equipo de Fútbol Americano, interceptar a Garrett cuando menos se lo esperase y propinarle una paliza que jamás olvidaría.
Eso le ayudaría a entender una valiosa lección: con los Hummel- Hudson nadie se metía, no a menos si se deseaba terminar de una pieza al menos.
Kurt no los apoyaba. Creía que la violencia sólo generaba más violencia y Carole también le apoyó en su decisión. Entonces Burt le prohibió verle de nuevo. Kurt estuvo totalmente de acuerdo con ello, e incluso, resguardando su propia seguridad personal más que nada, decidió terminar toda relación con Garrett por teléfono.
Inocentemente creyó ya no volvería a saber nada de él.
Pero, si hubiese prestado mayor atención, podría haber evitado una serie de eventualidades totalmente desastrosas.
Notas:
Bien, no lo pude evitar, tenía que actualizar ya porque de esa manera me permite apresurarme a mi misma para escribir el siguiente capítulo. Nuevamente quiero agradecer todos sus comentarios, sé no son tantos, no obstante creo que si una persona se toma tiempo de ver el avance de mi fic, realmente creo vale la pena.
Sin más, seguiré escribiendo porque se vienen cosas fuertes. O eso tengo planeado Xd
Cuando Kurt solía pasarla realmente mal en la escuela o algún evento peculiarmente desagradable le bajaba el ánimo hasta los suelos, Garrett se encargaba de confortarlo e incluso hacerle olvidar sus preocupaciones con largas charlas sobre temas referentes a gustos comunes, o incluso, anécdotas graciosas propias o ajenas. Lo hacía sonreír. Por primera vez Kurt se sintió totalmente aceptado por alguien que no fuese su propia familia, creía ser importante en la vida de otra persona a niveles inesperadamente diferentes. Por ello, aún pese a la reticencia por parte de Burt, ellos comenzaron una relación formal como novios.
Kurt no había sido el novio de nadie nunca, creyó que siendo su primera vez viviría experiencias maravillosas.
Pero se equivocó. Conforme los meses transcurrían Kurt comprendió algo muy importante asustándolo en el proceso. Estando con Garrett de esa manera, tenía la horrible sensación de que estaba haciendo algo malo lo asaltaba cada dos por tres. Su relación inesperadamente resultó ser buena, su novio era un buen chico, quien tenía serios problemas era él. No experimentaba la posible “magia” del romance, tampoco se sentía como un adolecente normal respecto a ello.
Si tomaba la mano de Garrett las mariposas en el estomago se negaban a manifestarse, si se besaban, tampoco reconocía ninguna señal típica infinitamente explicadas en todas esas novelas y películas que vio durante toda su adolescencia. ¿Acaso sucedía algo realmente malo consigo mismo?
Tras pensarlo detenidamente, se dijo que alguien simplemente no podía enamorarse así como si nada, los verdaderos sentimientos solían manifestarse conforme la unión con aquella otra persona fuese más y más profunda. Quizá sólo debería esperar.
Eso hizo y no obtuvo resultado alguno.
Guardaba cierto cariño hacia Garrett, más que nada agradecimiento ante su ayuda durante los momentos que más lo necesitó, pero no lo amaba. No creía poder hacerlo nunca.
Así que, decidiendo ser justo, creyó buena idea confesarle la verdad. Dolería, sabía eso, pero prefería lastimarlo a continuar ilusionándolo con algo que definitivamente no funcionaría.
Aquella tarde Finn, Carole y su padre no se encontraban en casa. El primero decidió, demasiado entusiasmado, visitar a su nueva novia (una chica llamada Rachel, quien además de mandona, era bastante excéntrica para su gusto), mientras tanto, los padres de ambos salieron a cenar a un bonito restaurante con motivo del primer aniversario que compartían juntos como pareja oficialmente casada.
Así que estaba solo cuando el timbre sonó.
-Hola – saludó el joven de ojos café y bronceado perfecto cuando la puerta fue abierta. Kurt le sonrió ligeramente dándole espacio para que pasara, guiándolo luego hacia la estancia-. ¿Y bien?, ¿por qué necesitabas verme con tanta urgencia?
Kurt se mordió el labio inferior conforme jugaba con sus dedos nerviosamente. Ahora que tenía a Garrett enfrente, supo sin esforzarse demasiado, aquello sería una tarea bastante difícil de realizar.
Iba a ser bastante complicado hacer aquello.
-Garrett, mejor siéntate – dijo soltando el aire contenido-: necesitamos hablar.
-¿Sucedió algo malo?- preguntó confundido obedeciendo la petición del contratenor, quien se ubicó justo a su lado.
-No, si…bueno – dudó evadiéndole la mirada-. Digamos que es algo importante y es necesario discutirlo.
-Comienzas a preocuparme cielo, ¿qué pasa?
-Bueno, los dos hemos estado saliendo desde hace algún tiempo.
-Cierto – concordó sonriendo ampliamente-. Y ha sido increíble – al ver que Kurt no concordaba con él, hizo una mueca extraña-. ¿Tú no piensas lo mismo?
-Estar contigo es agradable.
-Esa no es exactamente la respuesta que esperaba – agregó confundido-. Escucha Kurt, yo sé que nuestra relación ha funcionado bien hasta ahora porque decidimos ser honestos el uno con el otro desde el principio y todo eso, pero, no comprendo a qué quieres llegar diciéndome esto.
-Yo…-dudó mordiéndose el labio inferior durante algunos segundos, conforme experimentaba tanta culpa que casi le hacía soltar en llanto repentinamente. No obstante, se obligó a tomar valor de donde no lo tenía. Pensaba no sólo en él, sino también en las consecuencias de continuar con aquello; seguir con Garrett sin profesarle ninguna clase de sentimiento más que simple afecto era injusto, se negaba rotundamente a lastimarlo-. Quiero terminar.
Casi como si estuviese viéndolo lentamente, la sonrisa en el rostro del chico se esfumó siendo reemplazada por una mueca extraña, casi rayando en la irracionalidad. Repentinamente notó que la estancia quedó sumergida en un profundo y constante silencio, Kurt creyó que si alguien hubiese dejado caer algo en su mismo jardín podrían haberlo escuchado perfectamente bien. También se dio cuenta que las manos de Garrett temblaban, además, tenía los labios apretados e incluso sus ojos perdieron todo brillo luciendo perdidos y afectados.
Kurt abrió la boca para decir algo, pero Garrett se le adelantó primero.
-¿Hay alguien más, no es cierto?
-¿Qué? – soltó demasiado sorprendido para creerlo-. ¡No! ¡Por supuesto que no!
-Claro, debido a ello durante los últimos días debí lidiar con tu comportamiento tan extraño- murmuró más para sí mismo, como si de pronto hubiese olvidando que Kurt se encontraba ahí a su lado, escuchándolo. Era como si repentinamente creyera estar sólo y pensando en voz alta sus conjeturas para encontrar alguna razón válida ante la situación, asustando a Kurt-. ¿Te estás acostando con él, no es cierto?
El castaño tuvo la espantosa sensación de que le habían lanzado a la cara un cubo repleto de hielo solido.
-¡¿De qué rayos hablas?! - espetó ofendido y molesto tras levantarse rápidamente, alejándose todo cuando pudo del otro-. Yo nunca…
-¡Eres un hipócrita y mentiroso! – lo interrumpió bruscamente estampando los puños cerrados contra el sofá, perdiendo momentáneamente la paciencia, elevando también, dos tonos su voz causándole un fuerte sobresalto a Kurt-. Cuando tú me pedías tiempo para dar el siguiente paso, pude entenderlo. ¡Demonios! ¡Hasta estúpidamente creí que eras inexperto en cuanto al sexo se refiere! – alegó pese a la palpable incomodidad del contratenor-. ¡Pero sólo intentabas hacerte el interesante conmigo mientras te revolcabas con ese…!
-¡Esa es una acusación horrible e injusta, Garrett!
-¡Así lo veo yo, maldición!
Moviéndose desmesuradamente rápido, abandonó la comodidad del mueble que antes ocupaba avanzando casi a traspiés hacia donde se encontraba parado Kurt, quien, también alterado, retrocedió dos pasos hasta que fue tomado por los hombros con fuerza y posteriormente estrujado esperando proporcionase alguna respuesta coherente.
-Basta Garrett, me haces daño.
-¡Más me lastimas tú a mí, Kurt! - le contestó comenzando a gritar -. ¿Dime qué tiene él que yo no?
-¡Has perdido la cabeza! – con frustración, intentó liberarse pero sólo logró que Garrett aplicase mayor fuerza y énfasis en su agarre. Kurt evitó emitir un gemido, los dedos del otro hombre se le clavaron profundo en la piel, tanto, que seguramente tendría algunas marcas al día siguiente.
-¡Yo me enamoré de ti!
La confesión hizo parpadear al castaño repetidas veces conforme su cerebro intentaba procesarlo todo lo más fácil y rápido posible, entonces, por primera vez en toda su vida supo exactamente lo que era sentirse como una verdadera basura.
-Lo lamento tanto, yo…
Casi en cámara lenta, vio como el brazo de Garrett trazó un movimiento rápido en el aire impactándole el rostro con la mano abierta con inusitada fuerza. Kurt se tambaleó dos o tres pasos, totalmente incrédulo. La mejilla derecha comenzó a arderle conforme el dolor se extendía hasta su mandíbula y ojo. Nunca, jamás nadie lo había golpeado de esa manera antes. Reconocía que los chicos de Mckinley lo empujaban sin consideración e incluso lo botaban a los basureros sin demasiada delicadeza, pero no llegaban a tal nivel.
La visión se le borró unos segundos y tarde comprendió era debido a las lágrimas. Abrió la boca aún incapaz de superar la impresión, no obstante, tenía un nudo tan grande atorado en la garganta que le fue imposible articular palabra alguna, al menos no de forma coherente. Miró disimuladamente a Garrett, quien respiraba tan agitado que parecía haber corrido una maratón completa sin descanso. Kurt lo desconoció por completo. Lucia tan perturbado y enfadado, que su rostro perfectamente bien afeitado daba escalofríos.
-Esto no…-balbuceó incómodo, y se pasó los dedos entre el cabello pasándolos seguidamente hacia su cuello masajeándolo sin demasiado cuidado-. ¿Ves lo que me has obligado a hacer? Sino hubieses comenzado a decir toda esa sarta de estupideces, nosotros estaríamos bien.
Pero para entonces Kurt ya no lo escuchaba. En vez de ello, trataba de pensar frenéticamente alguna manera rápida e inteligente de salir bien librado, porque, alguna vez leyó o escuchó en alguna parte que las personas violentas solían responder aún peor cuando se les confrontaba utilizando métodos semejantes. Por ello Kurt debió desenterrar desde lo más profundo de su ser, a aquella mezquina reyna del hielo, la cual, le ayudaría a soportarlo.
Y regalándole la mejor de sus sonrisas, Kurt asintió rogando internamente fuese lo suficientemente creíble.
-Claro, lo lamento.
-¿Ves como todo es más sencillo así?
Garrett suspiró notoriamente aliviado ante su respuesta, así que, tras besarle los nudillos repetidas veces lo guió con un semblante completamente distinto de regreso al sofá donde comenzaron a discutir, conforme lo envolvía con uno de sus brazos posesivamente. Tras acomodarse los dos entre los cojines a manera que ambos pudiesen estar a gusto, Garrett tomó el control remoto sin mediar alguna otra palabra, colocando así una película bastante larga.
Las siguientes tres horas siguientes, sin lugar a dudas, fueron las más largas que Kurt debió soportar jamás. Y eso que estaba acostumbrado a tener momentos bastantes desagradables, (pasar una tarde completa encerrado entre basura maloliente le daba cierta experiencia). Lo único que quería era empujarlo lejos y largarse directo a la seguridad de su habitación, encerrándose hasta el siguiente milenio si fuese necesario. Aún así, no se movió. Garrett tampoco parecía notar cuan tenso estaba, seguro fingía no notarlo o bien simplemente no quería darse cuenta. Estaba demasiado concentrado mirando la estúpida televisión.
Aproximadamente media hora después, Finn regresó a casa justo cuando Garrett hacia lo propio y se marchaba. Aunque Finn no era la persona más perspicaz del planeta entero, notó un comportamiento algo extraño entre esos dos. El ambiente se sentía tenso e incómodo cuando escuchó desde la cocina. Por lo general no solía entrometerse en la relación amorosa de su hermano, pero esta vez algo le empujaba a preguntar.
-Hey – le dijo jugando con una manzana en su mano derecha, en una especie de malabar mal ejecutado-. ¿Está todo bien?
Kurt, quien hasta ese momento había estado dándole la espalda lo encaró. Finn sólo necesitó verlo para comprender todo, además, el golpe que tenía en la mejilla comenzaba a tomar tonalidades nada alentadoras convirtiéndose en algo demasiado notorio.
-¡¿Qué rayos sucedió, Kurt?!
Y entonces, se derrumbó. Sin contestar la pregunta del más alto, Kurt simplemente corrió como un niño pequeño en busca de consuelo hacia los brazos de su hermano, quien bastante preocupado, le ofreció refugio y conforte. Finn lo sostuvo durante largo rato proporcionándole pausados y circulares masajes en la espalda pretendiendo controlar los constantes espasmos, susurrando al mismo tiempo, distintas palabras conciliadoras. Aunque inicialmente los dos no solían llevarse muy bien, conforme convivían Finn comprendió Kurt era, pese a su elaborada imagen de chico orgulloso y fuerte, alguien muy sensible, frágil e incluso rompible a quien debía proteger a toda costa. Y él era demasiado sobreprotector con quienes amaba.
Una vez estuvo más calmado, ambos protagonizaron una ligera disputa cuyo tema central consistía en contarles lo ocurrido a sus respectivos padres. Finalmente Finn ganó (algo inusual), y una vez los susodichos regresaron de cenar, terminaron explicándoles los recientes acontecimientos. Burt se puso como loco. Si no hubiese sido por la sensata intervención de Carole, seguro habría corrido escaleras arriba para buscar su escopeta y cobrarse personalmente semejante atrevimiento. Inclusive Finn murmuraba entre dientes cosas como reunir en tiempo record al equipo de Fútbol Americano, interceptar a Garrett cuando menos se lo esperase y propinarle una paliza que jamás olvidaría.
Eso le ayudaría a entender una valiosa lección: con los Hummel- Hudson nadie se metía, no a menos si se deseaba terminar de una pieza al menos.
Kurt no los apoyaba. Creía que la violencia sólo generaba más violencia y Carole también le apoyó en su decisión. Entonces Burt le prohibió verle de nuevo. Kurt estuvo totalmente de acuerdo con ello, e incluso, resguardando su propia seguridad personal más que nada, decidió terminar toda relación con Garrett por teléfono.
Inocentemente creyó ya no volvería a saber nada de él.
Pero, si hubiese prestado mayor atención, podría haber evitado una serie de eventualidades totalmente desastrosas.
...............................
Notas:
Bien, no lo pude evitar, tenía que actualizar ya porque de esa manera me permite apresurarme a mi misma para escribir el siguiente capítulo. Nuevamente quiero agradecer todos sus comentarios, sé no son tantos, no obstante creo que si una persona se toma tiempo de ver el avance de mi fic, realmente creo vale la pena.
Sin más, seguiré escribiendo porque se vienen cosas fuertes. O eso tengo planeado Xd
Esta vez no dejaré adelanto, quiero crear algo de emoción,
¡Hasta el siguiente!
Invitado- Invitado
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
WOW como pudo pegarle Garrett a kurt
que pasara ahora que terminaron
que pasara ahora que terminaron
lilianita****** - Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 31/08/2012
Edad : 24
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
en momentos como este me gustaria que kurt fuera sinta negra en karate,dios como le pudo pegar de esa manera, gracias por el fic esta genial
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: Fic Klaine "Si pudieras recordar" (Punto cero Parte II)
Ese maldito de Garret ya cayó muy mal, NADIE LE PEGA A KURT.
Espero que en el siguiente capítulo lo metan a la cárcel y le den sentencia de muerte, bueno no.
Gracias por escribir, eres excelente y me encanta esta historia.
Actualiza pronto.
Espero que en el siguiente capítulo lo metan a la cárcel y le den sentencia de muerte, bueno no.
Gracias por escribir, eres excelente y me encanta esta historia.
Actualiza pronto.
LynndeMcGinty- - Mensajes : 1362
Fecha de inscripción : 23/05/2012
Edad : 30
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