*FanFic* -A Punto Cero- Capitulo 77- Cuenta regresiva- Parte 2-*Nuevo*

Capitulo 75
What I needed
I

Brittany pocas veces se cuestionó su situación porque, hasta la fecha, en su vida no había más normalidad de la que ella misma quisiera imponer. Estaba cómoda en su realidad. Vivir sola tenía sus privilegios: podía ordenar cuando ya no vislumbraba la alfombra en su cuarto, permanecer en la bañera por horas o desayunar sentada frente a la televisión y en pijama… O sin nada puesto.
Por otra parte, también contaba con una vida social activa y dotada de libre albedrío. Siendo agradecida, cada noche podría acostarse sintiéndose tranquila por sus logros: era una profesional, había conocido lugares y personas increíbles, y en la actualidad empezaba a asentarse no sólo bajo un techo propio sino en el trabajo de sus sueños... Pero siempre había otra cara en la historia, una que se esforzaba por ignorar pero que -a veces- igualmente emergía de las sombras.
Desde que escapó en Ámsterdam, se enfrentó con esa otra realidad de quien vive solo. Hubo pequeñeces, como estar enferma y que no hubiera quien le ofrezca una aspirina; y cosas grandes, como haberse titulado solo para ver caras desconocidas desde el escenario.
No era fácil tener esas heridas mientras debía hacerse cargo de su vida y para lidiar con esa sensación de vacío concluyó que, de todas las decisiones que podía tomar, ser feliz debía ser su prioridad. Así fue que empezó a enorgullecerse de si misma y hacer valer casi todo su ser. Para esto, tuvo que resaltar y sobrevalorar cada hecho positivo en su vida. Estaba convencida de que, si le hubiera prestado atención a los detalles oscuros, seguramente no hubiera llegado lejos. Tampoco podía permitirse caer si solo contaba con su fuerza para levantarse por lo que, así como supo pasar sus cumpleaños en solitario hasta que dejaron de importarle, también aprendió a sonreír para luchar y serle indiferente al dolor. 
En la actualidad, empezaba a tener otras aspiraciones. El problema de estas últimas era que la hacían dudar no solo de su felicidad pasada sino también la del presente. Fueron años importantes los que vivió sola, si, pero estos ya se habían ido para no volver. Le quedaba el resto de su vida por delante, ¿qué haría con todo eso?
La llegada del fin del año hacía que la rubia se pusiera algo reflexiva. De modo casi automático, empezaba proponerse objetivos y a hacer planes. Podría intentar hacer cosas nuevas: le gustaría tomar un curso de fotografía o quizás botánica; también podría volver a correr en las mañanas (aunque, en invierno, no le apetecía mucho esa idea). No obstante, sentía que cada una de las opciones que podrían presentarse no serían más que una entretención pasajera, un parche sobre una herida que requería otro tipo de cuidado, como el sexo casual con desconocidos.
Tenía que admitirlo: anhelaba algo de compañía. Pero, ¿lo quería o lo necesitaba? Era difícil saberlo. Por el momento, no quería tomar decisiones apresuradas ni cegarse porque -como siempre- tendría que pagar ella sola todas las consecuencias si algo no iba bien. Lo que si le estaba quedando en claro era que pasar el rato ya no seria su elección. Quería llegar más lejos, estabilizarse. Para su bienestar -o no- solo una persona pasaba por su cabeza al pensar en ello. Aunque ese era, quizás, el camino más largo, complicado y confuso de todos. Había muchas interrogantes sin respuestas. ¿Qué tendría que hacer para vivir la vida que empezaba a desear? ¿Qué debía dar? ¿Qué dejaría ir? ¿De verdad se sentía lista? ¿Y si moría en el intento…?”

—¡No! —gritó la rubia en tanto se despertaba. —Oh, mierda, no otra vez… —susurró poniéndose una almohada sobre la cara.
Tuvo otra pesadilla. Se vio sobre un puente colgante. A sus pies, estaba el precipicio; había dejado atrás un desierto y frente a ella solo había bruma acompañada por el sonido de un río. Al dar un paso, una de las maderas del puente se rompió y las sogas empezaron a cortarse. No pudo ver más pues fue tal el pánico sufrido que el sobresalto la trajo de vuelta a la realidad.
No entendía esos sueños, pero le molestaban y no la estaban dejando descansar bien. Le parecía injusto que las noches tuvieran más emociones que su día. Justo cuando se acomodaba para volver a dormirse, el sonido de una ambulancia la alertó de nuevo. Se quitó la almohada de la cara y, al sentarse, también corrió el cabello rubio que le tapaba los ojos: ese sonido era muy, muy cercano.
Minutos después, todavía en pijama, Brittany salió de su casa. Había terror en sus ojos: la ambulancia estaba frente a su casa y los paramédicos cerraban las puertas del vehículo. Miró a ambos lados de la calle y cruzó corriendo tan rápido como le fue posible.
—¡Hey! ¡Esperen! ¡Rachel! —gritó la bailarina y le tanteó el brazo a la actriz.
La judía se giró al sentir el contacto.
—¿Q-Qué…? ¿qué pasó? —logró preguntar Brittany antes de quedarse sin aliento: bastaba con ver los rasgos de su amiga para comprender que algo grave había ocurrido.
—Vamos a la clínica —murmuró la castaña, muy nerviosa —.Iker está mal, muy mal... todo se salió de control.
No había tiempo para más preguntas ni explicaciones detalladas. Rachel también se subió a la ambulancia y le dio una última mirada a su vecina antes de cerrar. Brittany contempló al vehículo de emergencia alejarse y solo pudo pensar que, después de todo, mejor no quería esa clase de emoción y adrenalina tan aterradora de sus sueños también en su día a día.

***

Santana se despertó con escalofrío. Quiso aferrarse a la voz que se distorsionaba en su mente, como si reteniendola pudiera garantizarse otro reencuentro. Tragó saliva con algo de dificultad: esa fue la primera vez en años en que pudo soñar con su padre de un modo tan claro. De inmediato la invadió una sensación similar al desasosiego. No podía negar que fue grandioso y aterrador. Un sueño reconfortante a la vez que duro, tan duro como el suelo en el que estaba… ¿recostada?
La morena abrió los ojos: en efecto, estaba tirada boca abajo en la habitación de Zoe. Cada vez que despertaba se encontraba en una situación más ridícula que la del día anterior, algo que -sin admitirlo- la iba frustrando más y más.
Se levantó con esfuerzo, confundida, sonrojada y un tanto agradecida de no haber sido vista por nadie. Ya había amanecido. Comenzó a recordar que estuvo despierta desde las cuatro de la mañana, recostó a su hija a eso de las seis y, evidentemente, no llegó a salir del cuarto. Sentía la espalda contracturada y se fregó el hombro derecho porque le dolía como si se hubiese golpeado. ¿Qué pasaba con ella ahora? ¿Acaso se había desmayado? Era consciente de que no estaba durmiendo ni comiendo lo suficiente, el día anterior gastó más energías de las que tenía, y quizás su cuerpo estaba le mandando señales de alerta.
Se apoyó contra una pared mirando a su alrededor, intranquila. No podía permitirse estar enferma o débil: tendría que seguir haciéndose cargo de todo aunque así fuera. Otra de sus tantas preocupaciones era la de pensar que, así como cayó rendida durante la madrugada, podía pasarle algo peor. Portar una armadura emocional no la dejaba exenta de accidentes. A veces, le parecía que tenía puntos más vulnerables gracias a eso. En su casa solo contaba con la compañía de Axel, quien aún no hablaba fluido.
No deseaba entrar al terreno del egoísmo y del temor a tan tempranas horas pero seguía sin poder pasar por alto una interrogante: si le pasaba algo malo, ¿qué seria de sus hijos? Eso, quizás, fue lo que más se planteó y reprochó luego de la situación en la calle con su socia durante la tarde anterior. No podría arriesgarse de ese modo nunca más, con nadie. Pero, por otro lado, ¿qué opción le quedaba en ese agónico instante? ¿Dejar que algo le pase a Brittany? No lo hubiese soportado ni se hubiera perdonado no haber hecho algo. Santana no se sentía como una heroína. De hecho, la invadía el remordimiento. ¿Tan importante era Brittany para no dudar en salvarla, aun sabiendo que tenía a dos pequeños que dependían totalmente de su propia vida?
La latina sintió un vacío enorme en el estomago, como si pusieran su mundo de cabeza. Aquella rubia no dejaría nada en situación de desamparo si sufría un accidente; Santana, si. Sin embargo, no dudó en cuidar de la vida de la bailarina. Pero, en fín, cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo, ¿verdad? Salvar a alguien podría ser algo instintivo, como un acto reflejo. Tampoco era momento de encerrarse a rezar para que nada le pase porque de eso no se trataba la vida. Nunca había nada garantizado y había que lidiar con esa incertidumbre. Tal vez, con todo lo que pasó, solo quedaría a la vista que podía ayudar a otros y -si no- no importaba.
Concluyó que había caído al suelo rendida por el sueño y nadie estuvo allí para ver si vivía o no. Inevitablemente, se sintió no solo preocupada sino también desamparada. Esta última sensación también le quedó tras soñar con su papá. Volver a verlo le recordó lo mucho que le servía hablar con él pero también fue consciente, una vez más, de su estado de orfandad. Mas esto ya no le dolía, ¿o si...?
Demasiada introspección. Mejor enfocarse en algo más importante.
—Ey... —susurró sonrió en tanto se asomaba en la cuna de Zoe y hacía un esfuerzo por dejar todo lo pensado atrás.
No fue difícil distraerse porque la bebé estaba despierta, parecía animada y se veía tan hermosa como siempre.
—Buenos días, ¿cómo está la princesa de esta casa? —preguntó la morena en tanto la tomaba en brazos, con ternura —Si, hablo de ti, ¿eres mi princesita…? Zoe Valentina, la princesa más linda del mundo —comentó abrazándola y meciéndola mientras suspiraba en un intento de alejar toda su inquietud.
Se concentró en su hijita, en su respirar, en su aliento agradablemente cálido contra su cuello. La vida misma en sus manos, su propia sangre. La alejó de sí hasta casi colocarla delante de su cara, entre maravillada y sorprendida al recordar que la había traído al mundo hacía ya casi tres semanas.
–Creo que estoy perdiendo la cordura y la objetividad gracias a ustedestres…
-¿Mamá? –Axel tocó la puerta con unos golpes suaves antes de entrar, por su pelo despeinado se notaba que se había levantado hace poco. -Mamá, hay una nube en casa. –Comentó enseguida chocando sus índices. Santana se cruzó de cejas viéndolo con curiosidad.
- ¿Dijiste ‘nube’…? – El pequeño Lopez asintió velozmente, y el silencio invadió el lugar. - ¿Te sientes bien? No me digas que ahora tu tienes fiebre –La morena le tanteó la frente a su hijo, dudando internamente de la coherencia en sus palabras. El niño le corrió la mano.
-Nube. NU-BE. –Dijo señalando hacia el pasillo. Santana corrió a Axel de la entrada cuando vio que, en efecto, una especie de humo empezó a ingresar a la habitación.

El pasillo prácticamente no se distinguía por todo el vapor, en verdad era como si estuvieran en medio de una nube. Con mucho cuidado, todos fueron hasta la fuente de emanación: la ducha. Aparentemente, en sus momentos de sonambulismo antes de dormirse, Santana también tuvo la intención de ducharse, pero lo olvidó. El agua caliente corrió de forma derrochadora hasta esos instantes.

-Perfecto. No se asusten, solo he creado un sauna en nuestra casa.  –Murmuró tocando el botón de la luz en su habitación.

Ayudó a Axel a subir a la cama y cuando iba a recostar a Zoe, notó que la luz no se encendió. Se cruzó de cejas tocando otra vez el interruptor, como si con su insistencia la electricidad se dignara a hacer su trabajo. Vio el reloj digital en su cómoda, apagado... –No… - Gruñó sacudiendo el aparato en tanto colocaba a Zoe sobre su hombro.
Se sentó en su cama y con el paso de los segundos la situación fue clara: se habían quedado sin luz.
–Pudo cortarse por la tormenta o… Diablos, Ax, no recuerdo si pagué el recibo. –La latina se mordió la punta de una uña. El pequeño Lopez se sentó junto a ella, viendo como formaba un puchero. –… Y tu hermana acaba de vomitarme el hombro. –Agregó un poquito asqueada.

*

La situación podría estar bajo control si no fuera porque la casa de la familia Lopez usaba la electricidad para todo. No solo eran las lámparas, la televisión y la radio: estaban los artefactos de limpieza como la aspiradora o la lavadora. Santana tenía que ahorrar tiempo, la cafetera y el microondas era más que sus aliados. Pero lo que más le preocupaba a la morena era la comida en la nevera que empezaba a descongelarse y la bendita cocina, que era totalmente eléctrica. ¿Cómo calentaría el alimento de Zoe…? ¿Y ellos que comerían? Tenia que solucionarlo, pronto.

-Lo lamento. –Le decía la muchacha de atención al cliente.-Una vez que se actualice en los pagos se dará paso a la reconexión del servicio.
-A ver si entiendo… -Santana se fregó el puente del tabique con su mano izquierda. – ¿Me reconectaran ni bien pague?
-Pues… Verá, pueden pasar hasta 72 horas, y en tres días es víspera de año nuevo, hay asueto hasta el lunes siguiente para los trabajadores.
- ¿Desde cuando tienen “asueto”? Esto no es Argentina. ¿Aunque pagara hoy no tendré luz hasta el lunes porque ustedes se van de fiesta…?
-Bueno, como le estaba explicando, es probable…
-“Es probable” –Santana imitó la voz de la chica al teléfono con desden. – Me niego a pagar un servicio que no funcionará de inmediato.
-Señorita Lopez, entienda de una vez que tiene dos meses de atraso.
-¡JA! Dos meses de atraso. –Santana río sarcásticamente. –Gracias, ha dado el titulo de mi vida este año, ya lo veo patentado en una película...


-...Para cobrarte tienen el mejor humor del mundo, pero diles tú un chiste y todos se ponen como locos. – Gruñía la morena minutos después, en tanto Axel y ella terminaban de cepillarse los dientes. El moreno la escuchaba parado sobre la tapa del inodoro. Santana tomó un sorbo de agua frente al espejo. -Les haré una demanda. – Comentó volviendo a cepillarse. - Y ganaremos el juicio. ¿Y sabes que…? –Dijo viendo a su hijo. – Nos tomaremos unas vacaciones en Hawai. –Explicaba, aunque se le entendía poco por tener el cepillo en la boca. - Tendría que estar recostada frente al mar, con dos fortachones abanicándome con unas hojas de palmera y con alguien que me haga masajes… - Corrió cuidadosamente la manga de su blusa notando que tenia un moretón en su hombro derecho. No quiso darle gran importancia pues no parecía serio.

Dejó su cepillo de lado y se lavó la cara con agua fría. No servia pensar en cosas que no se harían realidad, aunque nada le vendría mejor que irse de viaje intentando olvidarse un poco de lo que le estaba pasando. ¿Cómo seria irse de viaje con sus hijos?

- Seamos positivos. –Dijo con el mejor ánimo que pudo mientras se secaba con una toalla. -Esto no será para siempre, no lo veremos como un problema sino como un… desafío. Abriremos las cortinas para que entre la luz. Iremos a la lavandería. -Murmuró colocando la toalla en su hombro antes de bajar a Axel. –…Y llamaremos a un delivery para que traigan pizza. Si, eso suena… –Su móvil vibró en su bolsillo, interrumpiéndola. – Sin batería, tengo que poner cargg… No, no ¡Maldición! ¿¡Qué quieres probar conmigo!? ¡Sea lo que sea, NO ME GUSTA! –Gritó mirando hacia el techo y pegándole a la pared. Apoyó la frente contra la misma pared, sintiendo el ardor en sus nudillos.

No quería recurrir a alguien con un problema que ella misma se había buscado. A ese horario sus amigos marchaban rumbo a sus trabajos, y no tenía ánimos de visitarlos pues la sermonearían por no estar al corriente con las cuentas y gracias a eso ahora no contaban con luz eléctrica, algo necesario para no sentirse en la época de las cavernas.
No era fácil llevar adelante un hogar. Prácticamente ya no tenia dinero y situaciones como esa- la de estar sin luz, o una línea telefónica- la hacían imaginar cosas deprimentes ¿Y si estaba destinada a hundirse a medio camino como el Titanic? Sus planes empezaban a hacer aguas, sus expectativas y ambiciones descendían cada vez más. A Santana no le bastaba con sobrevivir día tras día con lo mínimo e indispensable, no eternamente. Ya nada podía sorprenderla a esas alturas, tampoco deseaba quedarse hasta que algo más pasara pues, con la suerte que tenia últimamente, probablemente no seria un hecho agradable.

-Quiero irme… -Se quejó con la mirada nublada y triste.
La toalla en su hombro calló lentamente al suelo. Pasaron varios segundos de silencio hasta que notó que Axel tomó aquel paño para cubrirse la cabeza.
-¡Boh! –Reía el niño imitando a un fantasma.

La morena liberó una sonrisa repleta de ternura. Se agachó frente a él y tomó nuevamente la toalla entre sus manos. Axel fue decayendo en su sonrisa como pudiendo reconocer la melancolía que envolvía la mirada de su madre.

-Lo siento, no tienes por qué escuchar esto. –Dijo Santana, limpiándole un poco los labios al moreno que le habían quedado manchados con pasta dental. –No es lo que quiero para ti. Mereces mucho más… -Musitó con un nudo en la garganta. Vio su reflejo en los ojitos vivaces de Axel y eso extrañamente la hizo recapacitar en sus palabras. –Quizás... Merecemos más... No sé cómo, ni cuando, pero lo conseguiré.


Cerca de media hora pasó casi en un santiamén. La mañana avanzaba dándole pie a un día nublado y frío. La latina terminaba de colocarle la mochila a su hijo y ahora se empeñaba en encontrar una bufanda para ponerse al cuello. Tomó a Zoe en brazos, y salieron del cuarto con apuro.

-¿Dónde vamos, mamá? –Axel la seguía unos pasos más atrás, entusiasmado.
-Iremos a dar un paseo… -Santana bajaba las escaleras con cuidado. – Buscaremos un lugar para pasar el día, un lugar que tenga una vista incomparable. Nos vendrá bien, será hermoso. –Le explicaba abriendo la puerta de entrada. –Tan hermoso como… Brittany…

Ambas quedaron con la boca entre abierta al verse. Santana no había oído que tocaron la puerta, verla allí fue como una aparición repentina y fantasmagórica que aceleró su corazón de inmediato. Axel se apuró en abrazar a la holandesa por las piernas gritando con mucha alegría.

-Ax… -La bailarina lo levantó con cuidado, sonrojada – Yo…I-Intenté llamarte y me daba como apagado. Creí que no estaban. Es decir, supuse que si porque cuando llegue tu auto estaba fuera del garaje como ahora, pero hace un rato que tocó el timbre, y… es bueno verlos. –Suspiró.

Santana levantó una ceja: si no había luz en su casa ni para conectar la cafetera, menos habría para que el timbre sonase.

-¿No suena…? -Se frenó para cerrar la puerta a sus espaldas. – Hm...D-Debió descomponerse o algo. –Comentó algo ajustada de palabras.  
-Ou… -Brittany notó la postura nerviosa de la morena- su mirada un tanto huidiza siempre la delataba- pero esto hizo que ella misma se acelerara pues comprendió que su presencia causó esa incomodidad en Santana. -¿Iban a salir? –Preguntó tímidamente, aunque era algo obvio si estaba viéndolos arreglados.
-S-si, tenemos cosas que hacer pero… Aguarda… ¿Me llamaste y después viniste hasta aquí? ¿Por qué…?
-San… -La rubia contempló a Axel tragando saliva con esfuerzo, luego se volvió a verla con malestar. –Hubo un pequeño problema...

***

El auto de Santana derrapó en el pavimento cuando encontró un lugar para estacionar frente a la clínica. Brittany se aferraba a su cinturón de seguridad y se insultaba internamente por no haber sido más sutil al explicarle la situación. Cuando sintió que el motor se apagó del todo, se atrevió a mirar a la conductora que permanecía con la mirada clavada en el volante. No intercambiaron más de veinte palabras en esos escasos minutos desde que salieron del barrio residencial de la latina, pero tampoco hacia falta más para entender que estaban igual de preocupadas.

-¿Te sientes…?
-Estoy bien. –Santana la frenó con su mano. Cerró los ojos un segundo y después resopló con fuerza –Andando. –Agregó abriendo su puerta.

La rubia se apuró en desabrocharse el cinturón para poder seguirla. Ni bien cerró, escuchó como su amada en secreto activaba la alarma del auto con el pequeño control que colgaba con sus llaves. Brittany se cruzó de cejas: sentía que algo no iba bien en lo que hacían pero no pudo encontrar la razón de esa sensación.

Cruzaron la calle a gran velocidad y subieron las escalerillas que daban acceso a la entrada del sanatorio.

-Aguarda… -La ojos azules se detuvo a medio camino intentando retener el aliento.-No se si entrar sea una buena idea…
-¿Qué…? –La latina se giró a verla con consternación. La rubia se fregó el brazo izquierdo con timidez.
- Hubo un accidente, era un caos cuando estuve hace un rato: camillas, heridos… -Santana giró los ojos y se apresuró en tomarla de la mano.
-Vamos. Últimamente pasamos más en hospitales que los médicos de Greys Anatomy, no es momento para fobias. –Comentaba volviendo a subir mientras tironeaba con fuerza de su socia. –Miedo a los hospitales... Sigo sin entender cómo es que entraste conmigo cuando nació…

Ambas se detuvieron en seco y abrieron los ojos a tope. Se miraron, luego vieron la calle a sus espaldas, y volvieron a mirarse con sorpresa.

-¡¡¡ZOE!!! –Gritaron al unísono corriendo desesperadamente de vuelta al auto.


-San, tranquila. A cualquiera puede pasarle en un momento de nervios. Solo fue un pequeño descuido...
-¡¿Pequeño descuido?! ¡¿El trauma infantil que mi hija pudo haber adquirido porque me la olvide en el auto te parece un pequeño descuido?!
- Creo que con dos semanas y media de vida es muy poco probable que…
-No hables. –Dijo Santana entre dientes mientras llegaban al área de recepción. –Salí de casa, dejé a Axel en la guardería para que no se alarme, vinimos hasta aquí con Zoe. Nunca pasó lo del auto. ¿Queda claro? –Remarcó mirando a la rubia, que asintió sin más remedio.
-Buenos días. –Saludó la recepcionista, una dama de edad bastante avanzada. Las mujeres frente a ella respiraban exaltadas y tenían las mejillas bastante rojas cosa que le provocó curiosidad. -¿Puedo ayudarlas en algo? –Preguntó con los ojos entrecerrados.
-Huh, necesitamos saber de un paciente que ingresó hace una hora a lo sumo... –Respondió la morena sosteniendo a Zoe más cerca de ella.
-Se llama Iker Fabray… -Agregó Brittany antes de morderse los labios.

La recepcionista rebajó sus lentes de marco grueso hasta la mitad de su nariz para empezar a teclear en su computadora con la intención de buscar aquel nombre en la base de datos. Pasó más de un minuto hasta que dejo de escribir, cosa que empezaba a impacientar a las chicas que esperaban una pronta respuesta.

-Oh, vaya… -Suspiró la mujer cambiando su semblante a uno mucho más serio. –Siento decirles esto pero… El paciente se ha… ido.
-¿Qué? ¿Ya se fue...? –Santana se cruzó de cejas. –Dijiste que era algo serio…–Brittany no atinaba a decir nada, estaba igual de confundida.

Solo tardó unos minutos en arreglarse y salir rumbo a la clínica. Al llegar, Iker estaba siendo atendido en emergencias. En el tiempo que estuvo nadie daba algo de información. Al poco rato, le bastó con ver por un segundo a una de las madres del niño para saber que debía buscar refuerzos...

-Si... debió ser muy serio. –Interrumpía la recepcionista negando con malestar. –Según el parte medico ya había fallecido cuando llegó aquí.

El estupor las invadió tan solo por una milésima de segundo, después solo fue como si una bomba explotara y arrasara con ellas. La latina empezó a retroceder sobre sus pasos negando con la cabeza, rogándole a Dios y a todos los santos haber escuchado mal. Contrariamente, Brittany se sostuvo de la mesa de recepción sintiendo que nada en su cuerpo podía moverse, salvo por su estomago que parecía retorcerse.

-¿D-D- Disculpe…? –Santana tendía a tartamudear cuando se ponía muy nerviosa, su barbilla empezaba a temblar de inmediato.

Brittany palidecía más y más, llevándose una mano al pecho, daría lo que fuera porque eso no estuviese pasando. La recepcionista se inclinaba de hombros bastante compungida hasta que volvió a fijarse en la computadora. Se llevó la mano a la boca soltando una risita de culpabilidad.

-Oh, chicas, mil disculpas, ¡¡He leído mal!! No soy buena para entender estas maquinas nuevas y modernas...–Reía volviendo a escribir. Las otras dos mientras tanto intentaban recuperar el aliento. –Aquí está. Fabray-Berry, fue ingresado en pediatría. Quinto piso, sección B. Una vez más, lo siento. Espero que no se hayan asustado...

***

El viaje en ascensor fue un hecho dotado de silencio. Ninguna se atrevía siquiera a mirarse después de haber pasado un susto de tal magnitud. Aunque, probablemente, también las invadía algo de vergüenza, sentimiento que la dos sabían controlar de modos muy distintos. Por el momento tenían que tratar de olvidar todas las terribles secuencias que llegaron a imaginar gracias a la ineptitud de la recepcionista.

-Mjm. –La rubia raspó la garganta mientras se acomodaba un poco el flequillo. Santana miraba hacia la nada. –Esto nunca pasó ¿Verdad...?
-Exacto... -La morena se apoyó contra el espejo intentando respirar más tranquila. - Hugh... Creo que voy a vomitar...

Brittany se acomodó junto a la morena, frente a ellas había un espejo que miró tan solo un instante: le fue inevitable verla con benevolencia y dulzura, sin dudas la morena era la que había quedado más perturbada. A ella también le había hecho temblar el piso, es más, ni siquiera podía describir todo lo que había sentido. Pero Santana tenia hijos: el simple hecho de oír que un niño de edad cercana a la de Axel pudo haber muerto le dolía automáticamente el doble pues era algo que le llegaba a lo más profundo de su ser.  
Con cuidado, la rubia fue sujetándola por su mano libre en señal de comprensión. La latina seguía nula, parecía que ni siquiera notaba que sus dedos se entrelazaban a la perfección con los de de su socia.

Iban solas hasta que las compuertas se abrieron en el tercer piso y dos hombres entraron. Uno de ellos las miró de arriba a abajo de una forma obvia y despectiva. Santana se cruzó de cejas al reconocer ese gesto. Vio de reojo el agarre que mantenía con la ojos azules, y comprendió que eso era lo que le causaba incomodidad al sujeto. Brittany agachó la mirada cuando Santana la soltó, aunque fue delicada al hacerlo. La morena acomodó mejor a su pequeña hija sobre su hombro, sin dejar de mirar al tipo con aire desafiante e indignado.

El tintineo que anunciaba la llegada al quinto piso resonó en esas apretadas cuatro paredes y seguidamente las compuertas empezaron a abrirse. La rubia le cedió el paso, al igual que los hombres, pero la ex cantante se apuró en tomar a Brittany, apegándola más a ella. La abrazó suavemente por la espalda y así, juntas, salieron del ascensor. Santana miró por sobre su hombro al sujeto y le regaló una falsa sonrisa dotada de desden.

-¿Por qué hiciste eso…? –Preguntó la bailarina mientras avanzaban por un pasillo.
-No soporto a la gente que piensa que puede intimidar a otros con su asquerosa mirada.
-Pero podrías haberlo dejado pasar y ya, no estábamos haciendo nada.…
-No es por lo que hacíamos, Britt… -Comentaba Santana. –Es por cómo nos vio. Si dejas pasar una mirada, permites lo que sea. Él no era superior o mejor que tú, o que yo. Gente así debe entender que no le incumbe la vida de los demás.
-¿Y crees que lo haya entendido? – La rubia se sentía muy orgullosa de la morena: aun cuando lo que hizo fue un acto desafiante, también había sido una forma de defenderla. No le importó que ellas fueran solo amigas, dejó bastante en claro que no le avergonzaría ser algo más.
-No lo sé, pero mejor es prevenir que lamentar. –Respondió la morena inclinándose de hombros mientras caminaba con la frente en alto.

Finalmente quedaron frente al área de pediatría. Había varias personas sentadas en los asientos contra las paredes que estaban decoradas con dibujos y figuras infantiles. En el centro del lugar algunos niños jugaban arrodillados sobre una pequeña mesa de actividades. Al fondo, Finn se paró haciéndoles una seña para que se acercaran. Las rodeó con sus brazos saludándolas con un apretado y veloz abrazo.

-Es bueno verlas. –Comentó soltándolas despacio. Kim también se apuró en saludarlas dando algunos saltitos, hacia días que no las veía.
-¿Cómo está? ¿Qué saben? –Preguntó Santana viendo como la pequeña Hudson iba hacia la mesa de actividades. Finn se inclinó de hombros.
-No mucho… -Dijo haciendo un gesto con la cabeza para señalar unas puertas de cristal que daban acceso hacia otro pasillo más pequeño.

El cartel de acceso restringido fue lo primero que leyeron al acercarse: era el área de terapia intensiva. Al final de todo eso quedaba una sola puerta que, si sus cálculos no fallaban, era la habitación donde estaban atendiendo a Iker. Santana lo supo cuando achicó la mirada y notó que Quinn permanecía en un rincón con la cabeza baja mientras Rachel hacia lo posible por entrar a ese cuarto.

-Esto no me gusta nada… -Murmuró con seriedad, cruzándose ligeramente de cejas.  

Los tres amigos se desabrocharon un poco los abrigos para intentar sentirse más cómodos, suponían que el tiempo de espera se iba a prolongar bastante. Finn, como típico hombre, había llegado allí de suerte y sin hacer ninguna pregunta, solo basándose en sus sospechas.
Se sentaron juntos frente a las puertas de cristal, todos con la cabeza baja, pensando mucho pero sin atreverse a hablar. Vagamente llegó el recuerdo a la cabeza de Santana de que el día anterior estuvo algo irritada con Brittany, a quien tenía a su lado en todo ese angustioso tiempo. Con la preocupación e incertidumbre que sentía respecto al estado de Iker, en esos momentos no entendía cual había sido el motivo de su molestia en primer lugar. Eso solo le indicaba que sus enojos con aquella holandesa eran superficiales. En verdad, todo seria bastante superficial si algo malo le pasaba al hijo de sus amigas.

Se inclinó para ver otra vez hacia el pasillo: Rachel iba y venia llevándose las manos a la cabeza cada dos segundos, Quinn no se movía en lo absoluto. La morena bajó la mirada con un poquito de remordimiento: esa mañana ella sufría porque no tenía luz en su casa y pensaba que era lo peor, mientras que aquellas mujeres al final del pasillo solo esperaban no perder a su único hijo... Realmente había cosas más importantes.  

Minutos después, una enfermera salio de la habitación, ellos miraban todo como si fueran espectadores de un film de terror. La mujer habló con Rachel. La castaña movía las manos mientras hablaba, clásicamente, a toda velocidad. La enfermera la sostuvo por el hombro, y la actriz finalmente se quedó quieta. Todo eso solo los iba desesperando internamente. Menos de un minuto pasó y los amigos se pararon de un salto cuando la judía salio con la cabeza baja. Su mirada perdida se iluminó de golpe cuando los vio.

-Finn, San… ¿Qué hacen aquí? –Dijo haciendo un esfuerzo por mantenerse firme. Santana no dudó en entregarle a Zoe a su mejor amigo.
-Brittany nos avisó. Es mi sobrino, no podría dejar de venir.-Explicaba mirando de reojo hacia el pasillo. -¿Qué fue lo que pasó? –Preguntó viendo de forma seria a la castaña, que se cruzó de brazos tragando saliva.
-Una crisis asmática. Sé que las ha tenido antes, pero fue mucho más grave y-y en verdad no debería pasarle. Lo encontré tirado en su cuarto. No se sabe desde hace cuanto no respiraba. Ahora me dijo la enfermera que tuvieron que ponerle un tubo en… su pequeña boquita y… –Rachel se llevó temblorosamente una mano a la boca como empezando a tomar dimensión en sus palabras.

Sin poder resistir más empezó a llorar con nerviosismo, parecía que en cualquier momento se quedarían sin aire. Santana la abrazó algo sorprendida pues, aunque los otros dos ya querían ir a consolarla, su amiga judía se apoyó con fuerza contra su pecho. A todos allí se les partió el corazón al verla tan mal.

Con los ojos ya bastante rojos, y tras beber un vaso de agua helada, la actriz se encontró en condiciones de volver a hablar. Sus amigos la rodeaban sentados junto a ella.

-…Aun no nos dicen los resultados de los estudios que le hicieron. Está sedado, su pulso es débil, y recibe oxigeno porque no respira bien por su cuenta. –Murmuraba fregándose las manos. –Pero no deja de ser un luchador ¿Saben? Algo me dice que esto solo fue una batalla perdida para él, pero volverá, va a estar bien. Es mi hijo y-y no se rinde. –Dijo con una débil sonrisilla mirándolos a todos con los ojos rodeados de lágrimas.  –Cuando lo vi tirado en su cuarto, temí… Temí lo peor. –Musitó cubriéndose los ojos. –Y Quinn….- Comentaba inspirando bastante aire. -Quinn mientras tanto no hace nada…

Santana y Brittany se miraron de reojo con complicidad, y al mismo tiempo fueron poniéndose de pie para acercarse a ver por las puertas de cristal. Finn le fregaba un poco la espalda a Rachel.

-¿Ella estaba cuando descubriste lo de Aik…? –Preguntó Brittany girándose a verlos con malestar. La judía asintió mordiéndose los labios.
-Pero solo gritaba que había sido su culpa.
-¿Su culpa...? –La latina no veía el modo en que Quinn podía ser culpable de algo que sonaba como un hecho impredecible.
-No sabíamos que Aik no tenia inhaladores de repuesto, fue un descuido de nuestra parte. Pero ella duerme con él desde que volvió a casa, salvo por anoche que... No sé, creo que se durmió terminando uno de sus entupidos informes para su trabajo. –Santana levantó un poco la barbilla antes de volver a vigilar a su mejor amiga.

Según entendía, la “culpa” que la abogada podría estar padeciendo debía ir por el lado de algo que ella alguna vez ya le había insinuado: se concentraba demasiado en su trabajo algunas veces, tanto que era capaz de dejar a un lado otros asuntos (en este caso, cambio las horas de sueño junto a Iker por horas extras de trabajo)  Ahora ¿De qué valían todos sus sacrificios y esfuerzos por ser una intachable profesional, si su hijo estaba enfermo y ella no estuvo allí para ayudarlo...?
Santana podría empezar a dudar respecto a cuales podían ser las prioridades de Quinn, pero aun no se atrevía a dar nada por hecho. Era cierto que la rubia ojos verdes tenia una especie de manía por su trabajo, pero Santana también sabia que su mejor amiga jamás haría algo para perjudicar a Iker.
Quinn ahora estaba intentando cambiar y mejorar con su familia, lo que había pasado no era su culpa, a lo mucho debía ser la sumatoria de hechos y coincidencias imprevisibles que terminaron en un desastre.

-Es ridículo. –La morena raspó un poco la garganta. –Barbra, tu no dormiste con Iker tampoco, y no por ello te sientes culpable ¿O si?
-No... Y no le estoy echando la culpa a nadie, San, créeme. Fue ella misma la que lo gritaba mientras tiraba todo a su alrededor. Fue horrible. Nunca imaginé que la vería así… - Continuó Rachel. -Se puso totalmente paranoica, como si hubiese perdido el juicio.
-Qué irónico que suena eso considerando su profesión. – Dijo Finn ganándose una mirada indignada de las chicas, no era momento de bromear.
-Iker es nuestro milagro...- Continuó Rachel sin querer prestarle atención a su ex prometido. –Ella misma me lo dijo tiempo atrás. Si algo peor llegara a pasarle a mi angelito... sé que Quinn no se lo perdonaría nunca, aun cuando no tenia modo de saber que esto podía ocurrir...
-¿Y no has podido hablar con ella...? – Indagó Brittany con un poco de temor.
-Antes de llamar a la ambulancia... –Rachel se llevó una mano al pecho y suspiró con fuerza cerrando los ojos. –No sabía cómo calmarla. Yo también estaba aterrada, no podía pensar con claridad teniéndola a los gritos así que... Lo único que se me pasó por la cabeza fue decirle lo de la demanda. –Finn y Brittany se cruzaron de cejas al mismo tiempo; contrariamente, Santana se giró a ver a la actriz con algo de sorpresa.- Logré que se calmara, pero dejó de mirarme a los ojos. Cuando intenté explicarle lo que había pasado, dijo algo que no voy a olvidar...

***Flashback***

-¡Ey…! ¡Esperen! ¡Rachel! –Brittany corría desde su casa, en pijama, y alcanzó a tantearle el brazo a la actriz.
-Britt…
-¿Q-Qué…? –La judía no sabia que responder por el nerviosismo.
-Pasó algo y…  V-vamos a la clínica. Iker está mal, todo se salio de control…- No podía esperar, asi que se subió a la ambulancia.

Tardó un momento en cerrar y, al voltearse, vio como uno de los paramédicos sostenía a Quinn, que intentaba impedir que maltrataran a Iker en su intento por ayudarlo.

-Cariño... -Susurró rozándole el brazo.

Quinn no tardó en acomodarse en un extremo, contemplándolos con recelo y desconfianza, parecía una leona herida. El paramédico le dijo a Rachel que la acompañara así podían continuar con su trabajo, acto que la actriz aceptó

-Esto no puede estar pasando, lo sé... –La abogada miró hacia otro lado, dándole a entender que no quería oírla. –Quinn... No hagas esto más difícil. Yo... ¿Qué quieres que diga? Lo siento, de verdad, no era mi intención que lo supieras así. Pero estabas como con una crisis nerviosa o algo... y no podíamos estar más descontroladas, tenía que calmarte de algún modo y créeme: abofetearte no era la solución.
-Rachel, no me hagas hablar. –Gruñó la rubia con voz apagada.

La castaña apoyó la cabeza contra la pared metálica del vehiculo de emergencia, sus ojos iban y venían danzando gracias a todo lo que pensaba. Suspiró de forma entrecortada y se relamió los labios.

– Sé que lo otro también debió doler...Pero quiero que sepas que salimos con Ryan la vez en que tuvimos la pelea en la nieve, antes de noche buena... ¿Recuerdas? Caminábamos por el centro, cuando noté que alguien nos estaba tomando fotografías. Era el mismo tipo que se metió a casa para el incendio y nos sacó esa horrenda fotografía y la vendió al diario. Le pregunté por qué tenia esa manía de seguirme, le pedí su identificación, pero no me escuchaba y seguía fotografiándonos. Intenté por todos los medios que se detuviera hasta que me sacó de quicio. Juró que no pretendía golpearlo, es cierto que le dije palabras no muy gratas y lo empuje, pero no notamos que había una escalera por la que cayó rodando... Intenté ayudarlo y pedirle disculpas, estaba sangrando y su cámara quedó toda rota. Lo único que me dijo fue “Te vas a arrepentir” Y se fue cojeando... No pensé que iba a demandarme, yo... Yo solo quería esperar a que todo se calme, y juro que iba a decirte...
- Saliste con él... –Cortó Quinn con aire sobrante. -¿Acaso estuvieron juntos?

Rachel se inclinó hacia atrás por esa súbita respuesta., pero de inmediato sintió como si le dieran un golpe directo en el estomago. De todas las cosas que podría haber esperado de la boca de aquella rubia, esa pregunta era la que nunca creyó volver a oír.

–Ryan. ¿Qué sientes por él? ¿Te gusta...? –Bufaba volteándose a verla, desesperada y furiosa. La castaña notó que las lágrimas que salían de aquellos ojos verdes no eran por Iker –o no solo por él- sino que eran producto de la inseguridad que Quinn no había cambiado. Ninguna de las dos volvió a hablar ni a mirarse a los ojos.
Los paramédicos solo las miraban de reojo, de verdad que no era el momento de hablar algo así.

***Fin del flashback***

Santana tenía ganas de darle una paliza a su mejor amiga mientras escuchaba el relato de la judía. Si bien una confesión de esa clase no le parecían los mejores medios de tranquilizar a una persona como Quinn, la actitud de la rubia era bastante reprochable también. Finn y Brittany recién se enteraban del problema que la judía tenia tan guardado. No sabían qué pensar ni qué decir, pues era algo bastante difícil de imaginar.

-Entiende: fue mucha información de golpe, estaba en shock. –Comentó Santana. –Dale tiempo. –Rachel apretó los puños, resoplando un poco.
-¿Sabes lo que sucede, San? Salí con Ryan porque esa noche, solo esa noche, noté que estaba deteniéndome en mi vida con tal de darle tiempo. Pasé más de un mes encerrada esperando a que se perdone a ella misma, mientras que tomaba sus decisiones con total libertad, como si yo no tuviera opinión al respecto. Se hartó de decirme que quería volver a intentarlo, que iba a cambiar, y eso incluía dejar de desconfiar tanto. Sé que estuve mal al no decirle esto desde un principio, pero tampoco imaginaba que se saldría de control. La demanda llegó ayer al grupo de teatro. El director estaba como loco, tal vez me despidan y quede la embarrada de mi vida en mi historial... Iker... Iker tiene un maldito tubo que le llega hasta la garganta y ella solo está allí, sentada, pensando que la engañe. Sus “esfuerzos” ¿Son de mentira? Porque todo sigue como cuando se fue de casa. Y eso no es un cambio. Si quieres un cambio en algún momento tienes que dejar de hacer lo mismo. No podemos esperar a que todo pase. El tiempo no soluciona todo. Y si tú no haces lo que tienes que hacer, nadie lo hará por ti; por favor, no intentes defenderla esta vez.

Los amigos tragaron saliva al mismo tiempo. Rachel había dicho eso de un modo tan rápido e indignado, que la incomodidad invadió el lugar.
La morena se cruzó de cejas: no es que no tuviera cosas que decir al respecto pero, por el momento, tenia que intentar comprender todo el enredo en el que se habían metido una vez más Quinn y Rachel. Era agotador volver a la misma historia una y otra vez. También era triste y un tanto frustrante para Santana advertir que, en este caso, la actriz tenía más puntos a su favor. Sin embargo, aun quería sostener sus esperanzas en su mejor amiga; además, aun faltaba escuchar los argumentos de la rubia, ella no se sentía capaz de juzgarla de un modo crudo.

-Al diablo, hablaré con ella. –Comentó queriendo abrir las puertas pero, sorprendentemente, Brittany la detuvo.
-No se si sea buena idea, no parece estar en condiciones de hablar ahora... –Le decía mirando hacia el pasillo.
-Pues tendrá que hacerlo de todos modos ¿Qué es lo peor que puede pasar...?
-No te esfuerces, San...Te va a ignorar. –Interrumpió Rachel inclinándose de hombros.
-¿Ignorarme? –Santana se espantó. – No soy de esas chicas a las que les agrade que la dejen de lado. A mi me ignoran y los mando al caraj...

-¿Familiares de Iker Fabray? –Interrumpió un doctor saliendo del pasillo. Inmediatamente el grupo se apuró en acercarse. Él hombre los miró un tanto sorprendido. -¿Todos son familia de él...?
-¿Cómo está mi hijo? ¿Por qué sigue sedado? –La castaña se hizo paso, su mirada agotada casi rogaba por alguna buena noticia.
-Verá... –Comentaba el medico tomándola por el hombro para apartarla y hablar más en privado. –Su caso es delicado. La intubación se debe a que sus bronquios estaban cerrados y el oxigeno no podía circular por su cuerpo. En primera instancia, creemos que perdió la conciencia debido a la falta de aire. Estas crisis solo pueden ser tratadas por corticoides, y como el es tan pequeño es preferible administrarle esto por vía intravenosa para que tengan un efecto más rápido... Sin embargo, tendremos que hacerle otros estudios. Al examinarlo cuando pudimos estabilizarlo oímos una especie de silbido que puede indicar que tiene una afección cardiaca.

Rachel empezaba a palidecer sin terminar de creer lo que estaba oyendo ¿Afección cardiaca? ¿Iker podía tener un problema al corazón...? Finn y las otras mujeres se miraban con preocupación, pues podían escuchar lo que el profesional le estaba explicando a la actriz.

–...Necesitamos que nos autoricen para hacer una tomografía. No sabemos cuanto tiempo pasó desde que Iker dejó de recibir oxigeno, y esto... Bueno, puede ser perjudicial para su actividad cerebral.
-¿¡Qué está diciendo...!? –Una voz femenina interrumpió de pronto. Todos vieron como Quinn se apuró en tomar al medico por la bata para que la mire a los ojos. –... ¿Puede tener secuelas por esto? ¿Está diciendo que quizás mi hijo no vuelva a ser el mismo?
-N-no lo sabremos a ciencia cierta hasta que hagamos los exámenes correspondientes pero...
-¿¡Y qué espera...!? ¡¿Por qué sigue aquí?! ¡Tráigalo sano y salvo! –Santana y Brittany empezaron a tomarla por los hombros para que soltara al hombre. –No sabe de lo que soy capaz de hacer si no trabajan con eficiencia ¡¿Escuchó?! – Gruñía señalándolo con severidad mientras se liberaba del agarre, estaba tan cegada por los nervios que casi no reconocía a quienes tenía junto a ella, tampoco le importaba. -No solo sean doctores ¡Necesito que saquen superpoderes! ¡Sean unos malditos dioses y cúrenlo! –El doctor se acomodó la ropa y asintió velozmente.

Quinn respiraba exaltada, como si el haber gritado le hubiera quitado gran parte de sus fuerzas. A pesar de todo, sintió como las miradas de los niños y los padres que estaban en el lugar se clavaban sobre ella. Una transpiración helada empezó a notarse en su frente.

-Q, tranquila. –Susurró Brittany.
-No lo hagas, Fabray. –La abogada miró de reojo a Santana, y resopló intentando retener una carcajada dotada de veneno.

Metió las manos en los bolsillos de su abrigó y comenzó a caminar hacia el pasillo intentando ignorarlos. Sabia que su actitud estaba dejando mucho que desear, pero no era capaz de controlarse. Su móvil vibraba una y otra vez con llamadas de su jefa. Se detuvo para contemplar el aparato: Si no fuera por terminar aquel informe en su computadora no se habría quedado dormida en la mesa y habría ido junto a Iker, habría notado que algo le pasaba. Ahora la incertidumbre le producía un terrible dolor en el pecho. No soportaría que su único hijo tuviera secuelas por ese descuido, sentia que estaba a punto de enloquecer. Botó el móvil en un basurero junto a ella y empezó a correr, ya nada tenía suficiente valor en esos instantes.

Cuando por fin llegó al estacionamiento de la clinica, apoyó la cabeza sobre el cristal de uno de los autos que había allí llorando con todas sus fuerzas. Se quejaba con dolor abrazando su estomago, era perfectamente consciente de que había arruinado todo otra vez.

-¿Por qué toda esta basura tiene que pasarme a mi...?

El denario que colgaba siempre en su muñeca fue arrancado con furia y las cuentas cayeron una a una. Apretó el crucifijo de plata en su palma mirando un punto hacia donde pudiera arrojarlo, pero al cabo de unos segundos notó que no era capaz.

Quinn posó su puño sobre su pecho, del lado donde su corazón latía con fuerza. Necesitaba tener fe: en esos momentos en que no hallaba ninguna respuesta y temía que todo podía caer en el vacío, creer era lo único que le quedaba para no derrumbarse, para pensar que ese no era el final.

-Aun creo en ti... –Dijo con un hilo de voz, secándose las lágrimas con su manga. –Perdóname...Por favor...Haré lo que sea, por favor, por favor... No te lo lleves...